texto sobre naranjo

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Texto sobre o pintor Eduardo Naranjo.

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Lo dice el propio pintor, Eduardo Naranjo (Monasterio, Badajoz, 1944); "No busquis los paisajes donde excelsas flores de efmeras existencias habitan, no son reales, estas obras desean atrapar sobre todo la luz y la vida. Son paisajes de alma". Con estas palabras define el artista extremeo sus pinturas y dibujos del ltimo sexenio, las obras en las que ha puesto la poesa que late en las pequeas cosas, el desmayo de las ms humildes flores,o el cuerpo aterido de un gorrin que vol como dibujo en 1988 y que ha cromatizado su vuelo diez aos despus en un cuadro que destila tristeza e incita a la piedad por un pedazo de cuerpo mnimo que fue vida.

Naranjo incorpora la fantasa y una simbologa extremadamente lrica a sus composiciones, que siempre se mueven en las imprecisas fronteras de la realidad y el sueo, si bien sus pinturas se han decantado por una multiplicidad de situaciones en las que la belleza voluptuosa puede llegar a convertirse en el argumento central, como ocurre con el desnudo titulado Roco en la Playa del Norte o con el dibujo Plaza de Oriente, protagonizado por un hermoso cuerpo femenino desnudo, colocado en la pose del velazqueo de la Venus del espejo, aunque esta muchacha ve reflejada su efigie en un metafrico mar por el que circulan espumas, luces y personas, alumbrando las vetustas y magnficas piedras del Palacio Real como frontispicio.

El florilegio de Naranjo se nutre de camelias, rosas, lirios blancos, violetas y orqudeas, metidas en bcaros de cristal transparente o dominando desde una colina un paisaje de grandes edificios o los rastrojos quemados de los campos. El paso del tiempo se atreve a insinuarse en estas flores que aparecen enhiestas por la maana y agostadas y sin ptalos cuando el da est a punto de ceder su testigo a la noche. El pintor -que tambin escribe versos- nos habla de la fragilidad de su existencia y de la escasa persistencia de su aroma. Estas pinturas, naturalezas exquisitas aparentemente trazadas con rigor formal, son expresamente proyecciones de la fugacidad, de lo etreo, de lo que no dura, y quiz se deba a eso que el artista, para preservar un poco ms su corto vuelo existencial, toma una flor de otoo entre sus manos y en su hueco halla calor y justificaciones.

Estos cuadros desprovistos de parafernalia cultivan los momentos ms ntimos, aquellos en los que la soledad sube por la garganta y por los ojos, que la fijan emotivamente en unas cuantas formas verdaderas, una historia personal que se desarrolla con elementos extremadamente sencillos, hasta permitirse un guio al informalista matrico -poca gente sabe que una de las primeras veces que Naranjo llor extasiado ante un cuadro a finales de los aos cincuenta, fue contemplando una obra de Tpies en Un da en la playa del Mar Menor, composicin en proceso de realizacin y a la que ha dedicado ya ocho aos, en la que la arena en la que va dejando sus huellas, est plasmada con materia de los sueos ms sensibles y de los abstractos ms avezados, aunque tampoco debe desdear nuestra mirada esos dibujos sobre tabla, planteados como imgenes fotogrficas de principios de siglo, como las tituladas Carlos en el estudio, Patio de casa y Retrato de joven de los aos veinte, formas casi ectoplsmicas que buscan en las mejores composiciones clsicas su inspiracin.