todorovlosabusosdelamemoria

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    TZVETANTODOROV*********

    : l L O Sjs)1ii ~ B U S O SDE LAnOR IA

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    En nuestra epoca, los occidentales, y mas concretamente los euro-peos, parecen obsesionados por el culto a la memoria. Sin embargo,Todorov afirrna que, aunque hay que procurar que elrecuerdo semantenga vivo, Iii sacralizaci6nde la memoria es algo discutible.Debemos permanecer alerta para que nada pueda apartarnos delpresente, y tambien para que el futuro no se nos escape de las ma-nos. En la actualidad, el racismo, la xenofobia y la exclusi6n delotro ya no son como antes. Ytampoco 10 seran, sin duda, las atroci-dades demanana. ~

    Tzvetan Todoro~~s director de las investigaciones del CNRS.~..

    Tambien es autor de libros como Critica de la critica, Las morales dela historia 0El lardin isnperfecto,todos ellos igualmente publicadosporPaid6s.

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    I.1I Lamemoria intenta preservar el

    pasado s610para que Ie sea uti! alpresente y a los tiempos venide-ros. Procuremos que la memoriacolectiva sirva para Ialiberaci6nde los hombres y no para su so~metimiento. 'Jacques Le Goff

    ~.

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    Ii ag rad imi nto a:J an-Michel Chaumont.Von wiesettiery Gilles LlpolJtskypor SIIS ooliosos consejus.

    I II

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    texto fue presentada enBruselas, en noviembrede 1992, en el congreso Histoniay memoria de los crimenes ygenocidios nazis organizadopor la fundaci6n Auschwitz.

    Titulo original: Les abus de la memo irePublicado en frances, en 1995,por Arlea, Paris

    Traduccion de Miguel SalazarDiseno de Mario Eskenazi y Diego FeijooQuedan rigurosamente prohibidas, sin Ia autorizacion escrita de los titularesdel copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes,la reproduccion totalo parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos lareprografia y el tratamiento informatico, y la distribuci6n de ejemplares de ellamediante alquiler 0prestamo publtcos.c 1995,Arleac 2000de la traduccion, Miguel Salazar 2000de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paid6s Iberica, S.A.,Mariano Cubi, 92 . 08021 Barcelona y Editorial Paidos, SAICF, Defensa, 599-Buenos Aires. http://www.paidos.com

    ISBN: 84-493-0814-3Deposito legal: B-1.099/2000

    lmpreso en Grafiques 92, S.A.,Av.Can Sucarrats, 91 - 08191 Rubi (Barcelona)Impreso en Espana - Printed inSpain

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    ~A~fth~AA~AA~~~xwwxxxrxxx~~x*********************************************

    Sumario

    Lamemoria amenazada *11Morfologia 15Entre tradiciony modernidad 18EI buen uso 24Memoria y justicia 29Singular, incomparable,superlativo 34La ejemplaridad 41El culto a la memoria 49Notas *60

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    http://www.paidos.com/http://www.paidos.com/
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    Lamemoria amenazada

    *Los regimenes totalitarios del siglo xx han reve-lado la existencia de un pellgro antes insospe-chado: la supresion de la memoria. Yno es quela ignorancia no pertenezca a cualquier tiempo, al igual quela destruccion sistematica de documentos ymonumentos:se sabe, por utilizar un ejemplo alejado de nosotros en eltiempo y el espacio, que el emperador azteca Itzcoatl, aprincipios del siglo xv, habia ordenado la destrucci6n detodas las estelas y de todos los libros para poder recompo-ner la tradici6n a su rnanera; un siglo despues, los con-quistadores espafioles se dedicaron a su vez a retirar yquemar todos losvestigios que testimoniasen laantigua gran-dezade los vencidos. Sin embargo, al no ser totalitarios, talesregimenes s610eran hostiles a los sedimentos oficiales dela memoria, permitiendo a esta su supervivencia bajootras formas; par ejemplo, los relatos orales 0 la poesia. Trascomprender que 1a conquista de las tierras y de los hom-bres pasaba por la conquista de 1ainformacion y la comu-

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    nicacion, las tiranias del siglo xx han sistematizado suapropiacion dela memoria y han aspirado a controlarla hastaen sus rincones mas reconditos, Estas tentativas han fra-casado en ocasiones, pero es verdad que, en otros casos (quepor definicion somos incapaces de enumerar), los vestigiosdel pasado han sido eliminados con exito.Los ejemplos de una apropiacion menos perfecta de la

    memoria son innumerables, aunque conocidos. Toda lahistoria del "Reich milenario" puede ser releida compuna guerra contra la memoria, escribe con razon PrimoLevi:' pero podriamos decir otro tanto de la URSS 0de laChina comunista. Las huellas de 10 que ha existido son 0bien suprimidas, 0bien maquilladas y transformadas; lasmentiras y las invenciones ocupan ellugar de la realidad;se prohibe la busqueda y difusion de la verdad; cualquiermedio es bueno para lograr este objetivo. Los cadaveres delos campos de concentraclon son exhumados para que-marlos y dispersar luego las cenizas; las fotografias, quesupuestamente revelan la verdad, son habilmente mani-puladas a fin de evitar recuerdos molestos; la Historia sereescribe con cada cambio del cuadro dirigente y se pidea los lectores de la enciclopedia que eliminen por sf mis-mos aquellas paginas convertidas en indeseables. Secuen-ta que en las islas Solovetskiye se acababa a tiros con lasgaviotas para que no pudiesen llevar consigo los mensa-

    jes delos prisioneros. La necesaria ocultacionde actos que,sin embargo, se consideran esenciales conduce a posiciones paradojicas, como aquella que se resume en 12celebre frase de Himmler a propos ito de la solucion[mal: Esuna pagina gloriosa denuestra historia que nunceha sido escrita y que jamas 10 sera. 2Debido a que los regimenes totalitarios conciben el

    control de la informacion comouna prioridad, sus enemigosa su vez, se emplean a fondo para llevar esa politica al fracaso.El conocimiento, la comprension delregimen totalitarioymas concretamente de su institucion mas radical, los cam'pos,es en primer lugar un modo de supervivencia para lo sprisioneros. Pero hay mas: informar almundo sobre los campos es la mejor manera de combatirlos; lograr ese objetivo no tiene precio. Sin duda esa fue la raz6n por la que loscondenados a trabajos forzados en Siberia se cortaban UTdedo y 10 ataban a uno de los troncos de arbol que flotabarpor el curso del rio; mejor que una botella arrojada almar:el dedo indicaba a quien 10 descubria que clase de lenadoihabia talado el arbol. La difusion de la informacion permite salvar vidas humanas: la deportacion de los judios deHungria ces6 porque Vrba yWetzler consiguieron escapaide Auschwitz y pudieron informar sobre 10 que estabzpasando, Los riesgos de una actividad semejante no son er:modoalguno desdefiables: a causa de su testimonio, Anatoly

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    Martchenko, un veterano del Gulag, regreso al campo,donde encontraria la muerte.Desde entonces se puede comprender facilmente por

    que la memoria se ha visto revestida de tanto prestigio aojos de todos los enemigos del totalitarismo, por que todo .acto de reminiscencia, por humilde que fuese, ha sido aso-ciado con la resistencia antitotalitaria (antes de que unaorganizacion antisemita se apropiara de ella, la palabra irusapamjat',memoria, servia detitulo a una notable seriepublicada en samizdat: la reconstruccion del pasado yaera percibida comoun acto deoposicion al poder). Tal vez,bajo la influencia de algunos escritores de talento que hanvivido en paises totalitarios, elaprecio por lamemoria y larecriminacion del olvido se han extendido estos ultimosafios mas alla de su contexto original. Hoy en dia se oye amenudo criticar a las democracias liberales deEuropa oc-cidental 0deNorteamerica, reprochando su contribucional deterioro de la memoria, al reinado del olvido.Arroja-dos a un consumo cada vez mas rapido de informacion,nos inclinariamos a prescindir de esta de manera no me-nos acelerada; separados de nuestras tradiciones, embru-tecidospor las exigencias de una sociedad del ocio ydesprovistos de curiosidad espirltual asi comodefamilia-* En la URSS, obra censurada y difundida clandestinamente. (N. del t.)

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    ridad con las grandes obras del pasado, estariamos conde-nados a festejar alegremente el olvido y a contentarnoscon losvanos placeres del instante. En tal caso, lamemoriaestaria amenazada, ya no por la supresion de informacionsino por su sobreabundancia. Por tanto, con menor bruta-lidad peromas eficacia -en vezdefortalecerse nuestra re-sistencia, seriamos meros agentes que contribuyen aacrecentar el olvido-, los Estados dernocraticos conduci-rian a la poblacion almismo destino que los regimenes to-talitarios, es decir,al reino de la barbarie.

    MorfologiaNo obstante, al generalizarse hasta ese punto, el elogioincondicional de la memoria y la condena ritual del olvi-do acaban siendo, a su vez, problematicos. La carga emo-cional decuanto tiene que ver con elpasado totalitario es:enorme, y quienes 10 han vivido desconfian de los inten-tos de clariflcacion, de los llamamientos a un analisisprevio a la valoracion. Sin embargo, 10 que la memoriapone en juego es demasiado importante para dejarlo amerced del entusiasmo 0la colera.En primer lugar hay que recordar algo evidente: que!

    lamemoria no se opone en absoluto al olvido. Los dos ter-minos para contrastar son la supresion (el olvido) y la con-

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    recuperacion de la memoria: este es el principio que seaplica al primer proceso. Cuando los acontecimientos vi-vidos por el individuo 0por el grupo son denaturaleza ex-cepcional 0 tragica, tal derecho se convierte en un deber: iel de acordarse, el de testimoniar. Existe, en Francia, unejemplo perfecto de esa tarea de recuperacion: el memo-rial de los deportados judios, creado por Serge Klarsfeld.Los verdugos nazis quisieron aniquilar a sus victimas sindejar rastro; el memorial recupera, con una sencillezconsternadora, los nombres propios, las fechas de naci-miento y las de partida hacia los campos de exterminio.Asi restablece a los desaparecidos en su dignidad huma-na. Lavida ha sucumbido ante lamuerte, pero lamemoriasale victoriosa ensu combate contra lanada.Sin embargo, no se puede formular algo tan sencillo

    en relacion con el segundo proceso, de la utilizacion de lamemoria; y, en consecuencia, del papel que el pasadodebe desempefiar en el presente.

    Entre tradiclon ymodernidadHay que decir a este respecto que incluso lamirada his to-rica mas superficial nos revela enseguida que las diferen-tes sociedades aplican a esteproblema unas solucionesmuy diversas. El pasado y su recuerdo nopueden asumir

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    la misma funcion en una sociedad sin escritura, comolasantiguas civilizaciones africanas, y en una sociedad tra-dicional alfabetizada, como la Europa de la Edad Media.Ahora bien, comotodos sabemos, desde el Renacimientoy mas aun desde el siglo XVIII se ha creado en Europa untipo de sociedad, del que no existia ningun ejemplo ante-rior, que ha dejado de apreciar incondicionalmente lastradiciones Y el pasado, que ha arrancado la edad de oro,como decia el utopista Saint-Simon, para ubicarla en elporvenir, que ha hecho retroceder a la memoria en bene-ficio de otras facultades. En ese sentido, quienes deplo-ran la falta de consideracion hacia la memoria en lassociedades occidentales contemporaneas no van desen-caminados: se trata de las unicas sociedades que no sesirven del pasado como de un medio privilegiado de legi-timacion, Y no otorgan un lugar de honor a la memoria.Attn habria que anadir que en nuestra sociedad esta ca-racteristica es constitutiva de su misma identidad, Y quepor consiguiente no podriamos excluir una sin transfor-mar la otra en profundidad.Por 10 demas, ellugar dela memoria y elpapel del pasa-dotampoco son los mismos en las diferentes esferas quecomponen nuestra vida social, sino que participan enconfiguraciones diferentes. En nuestra comprensi6ngeneral de la vida publica, hemos pasado, como dicen

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    losfilosofos,dela heteronomia a laautonomia, deuna socie-dad cuya legitimidad procede de la tradicion, luego dealgoque Iees externo, a una sociedad regida por el modelo delcontrato, al que cada cual aporta -0no- su adhesion.Ese contrato, como se sabe, carece de toda realidad his-torica 0antropologica; pero nutre el modelo que regulanuestras instituciones. El recurso a lamemoria y al pasa-does sustituido por el que se origina enel consentimientoyen la eleccion de la mayoria. Todas las huellas de Iegi-timacion mediante la tradicion no son eliminadas, nadamas lejos; pero, y esto es esencial, es licito oponerse alatradicion en nombre de la voluntad general 0 del bie-nestar comun: continuos ejemplos se presentan a nues-tra vista. Lamemoria es aqui destronada, no en provechodel olvido, por descontado, sino de algunos principiosuniversales y dela voluntad general. Otro tanto se diradel ambito juridico en su conjunto.La ciencia es otra esfera donde la memoria ha perdido

    muchas de sus prerrogativas. No seria erroneo sostenerque la ciencia moderna se constituyo en elRenacimientomediante un franqueamiento progresivo de la tutela enexceso puntillosa de la memoria. Al dejar de repetirse elsaber escolastico, la supuesta sabiduria de los antiguos,dejando de lado el sistema de Ptolomeo y las clasificacio-nes de Aristotelos, las ciencias pudieron emprender un

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    nuevo vuelo. AI decidir no pensar mas en la antigua reopresentacion del mundo, se logro integrarlos resultadosde los grandes descubrimientos geograficos en una vi-sionnueva (yque sigue siendo la nuestra). Descartes afirmara, de manera concluyente, que es posible progresaren elconocimiento pormedio deuna reduecion delas cosas a las causas, Yque, en consecuencia, no esnecesariala memoria para todas las ciencias.' Lamemoria es ahora rechazada en provecho de la observacion y de la experiencia, de la inteligencia y de la razon. Una vezmas, estreinado no es absoluto y no debe serlo (las mismas ciencias poseen un pasado que no deja de incidir sobre su presente), pero el predominio es incuestionable: no hay masque ver ellugar ocupado en nuestra educacion generapor las matematicas, disciplina del razonamiento, ercomparacion con la historia, la geografia 0 las letras, disciplinas de la memoria.El arte occidental se distingue de las otras grande:

    tradiciones artisticas, por ejemplo en China e India, po:ellugar reservado a la innovacion, ala invencion, ala originalidad. Hasta el punto de que en el siglo XIX surgio 1 , ;idea de vanguardia artistic a, movimiento que se articularia en torno al futuro en vez del pasado; y que el criterio de novedad se ha convertido en ocasiones en la unie(y, por tanto, absurda) condicion de valor artistico. Ell

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    nuestros dias, el viento ya no sopla a favor de las vanguardias,y se prefiere la estetica llamada posmoderna, que exhibe ipor el contrario su conexion, a veces ludica, con el pasa-doy la tradicion. En realidad, las cosas no son tan diferentescomo pretenden los manifiestos de los creadores: hayposibilidades de lnnovacion en el seno de la poetica medie-val 0de la pintura clasica china, y los autores, incluso losmasvanguardistas, siempre le deben mucho a la tradicion,aunque sea porque intentan distinguirse de ella. En gene-ral, el papel de la memoria en la creacion artistica essubestimado; el arte realmente olvidadizo con el pas adono conseguiria hacerse comprender. Pero es importantesenalar que, una vez mas, la oposicion no se da entre lamemoria y el olvido, sino entre la memoria y otro aspiranteallugar de honor: la creacion 0la originalidad.La cultura, en el sentido que los etnologos atribuyen a

    dicha palabra, es esencialmente algo que atafte a la memo-ria: es el conocimiento de cierto mimero de codigos decomportamiento, y la capacidad de hacer uso de ellos. Es-tar en poses ion de la cultura francesa es antes que nadaconocer la historia y la geografia de Francia, sus monu-mentos y sus documentos, sus maneras de obrar y de pen-sar. Un ser desprovisto de cultura es aquel que no haadquirido jamas la cultura de sus antepasados, 0que la haolvidado y perdido. Pero las culturas occidentales poseen

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    una especificidad mas: primero porque, a pesar del etnocentrismo de sus miembros, han sido impulsadas desdetiempo atras a reconocer la existencia y el valor de las cullturas extranjeras, y a aceptar la mezcla con ellas; despueporque han valorado, al menos desde el siglo XVIII, la capacidad de desprenderse de la cultura de origen. Los filosofos de la Ilustracion terrninan por ver en esa capacidae-en la perfecubtlidad-: el rasgo distintivo del genenhumano. Los individuos que consiguen superar las desventajas de su entorno de partida, las sociedades que sarrojan a la revolucion, son prejuzgados favorablementeNosotros no creemos hoy, a diferencia de algunos de aqueI los filosofos, que el espiritu del hombre sea una tabla raseindependiente de su cultura de origen, y que, ente mdetetminado, todas sus opciones sean igualmente probablespero seguimos anteponiendo la libertad a la memoria.No vale la pena proseguir esta enumeracion: cualquie

    ra que, en concreto, sea ellugar de la memoria en cadiuna de esas esferas, se desprenden algunas certezas gensrales. Primero, aquella referente a la pluralidad y divers,dad propias de las esferas. Despues, el hecho de que 11memoria se articula con otros principios rectores: la V(Iluntad, el consentimiento, el razonamiento, la creacion, 11libertad. Queda finalmente claro que, en las sociedadeoccidentales, la memoria no ocupa, por regla general, un

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    posicion dominante. l,Que decir entonces de la esfera delas conductas publicas, eticas y politicas?

    EI buen usnLa vida afectiva del individuo nos ofrece a este respecto unparalelismo clarificador. Es sabido que el psicoanalisisatribuye un lugar central a la memoria. Asi, se consideraque la neurosis descansa sobre ese trastorno particular enla relacion con el pas ado que consiste en la represion. EIsujeto ha apartado de su memoria viva, de su conciencia,algunos hechos y sucesos sobrevenidos en su primera in-fancia y que le resultan, de un modo u otro, inaceptables.Su curacion -mediante el analisis-> pas a por la recupera-cion de los recuerdos reprimidos. Pero l,que hara con ellosel sujeto, a partir del momenta en que los haya reintegradoa su conciencia? No tratara de atribuirles un lugar domi-nante --el adulto no podria regular su vida segun sus re-cuerdos de infancia-, sino que mas bien los hararetroceder a una posicion periferica donde sean inofensi-vos: a fm de controlarlos y poder desactivarlos. Mientrasestaban siendo reprimidos, los recuerdos permanecian ac-tivos (obstaculizaban la vida del sujeto); ahora que hansido recuperados, no pueden ser olvidados pero si dejadosde lado. Otra forma de marginacion de los recuerdos se

    produce en el duelo: en un primer momento, nos negamosa admitir la perdida que acabamos de sufrir, pero progre-sivamente, y sin dejar de anorar a la persona fallecida,modificamos el estatuto de las imagenes, y cierto distan-ciamiento contribuye a atenuar el dolor.La recuperacion del pasado es indispensable; 10 cual

    no significa que el pasado deba regir el presente, sinoque, al contrario, este hara del pasado el uso que prefie-ra. Seria de una ilimitada crueldad recordar continua-mente a alguien los sucesos mas dolorosos de su vida;tambien existe el derecho al olvido. AI final de su asom-brosa cronica ilustrada dedoce anos pasados en el Gu-lag, Euphrosinia Kersnovskaia escribe: Mama. 'I'u mehabias pedido que escribiera la historia de aquellos tris-tes "aftos de aprendizaje". He cumplido tu ultima volun-tad. Pero l,no hubiese sido mejor que todo ella cayera enel olvido?.' Jorge Semprun ha explicado, en La escriturao Lavida, como, en un momento dado, el olvido 10 curo desu experiencia en los campos de concentracion. Cadacual tiene derecho a decidir.Lo cual no quiere decir que el individuo pueda llegar a

    ser completamente independiente de su pasado y dispo-ner de este a su antojo, con toda libertad. Tal cosa no serjiposible al estar la identidad actual y personal del sujetcconstruida, entre otras, por las imageries que este poses

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    del pasado. EI yo presente es una escena en la cual inter-vienen como personajes activos un yo arcaico, apenasconsciente, formado en la primera infancia, y un yorefle-. xivo, imagen de la imagen que los demas tienen de noso-tros -0 mas bien de aquella que imaginamos estarapresente en sus mentes-. La memoria no es solo respon-sable de nuestras convicciones sino tambien de nuestrossentimientos. Experimentar una tremenda revelacion so-bre el pasado, sintiendo la obligacion de reinterpretar ra-dicalmente la imagen que uno se hacia de sus allegados yde simismo, esuna situacion peligrosa que puede hacerseinsoportable y que sera rechazada con vehemencia.Volvamosahora a la vida publica y pensemos en aque-

    Ila historia contada por el explorador del continente ame-ricano Amer ico Vespuccio. Tras haber descrito losencuentros de los europeos con la poblacion indigena,que oscilan bien hacia la colaboracion, bien hacia elenfrentamiento, explica que losdiferentes grupos indigenashacen a menudo la guerra entre ellos.zCual es la razon?Vespuccio propone la siguiente explicacion: Ellos noluchan ni por elpoder ni por extender su territorio ni impul-sados por algun otro deseo irracional, sinoa raiz deun odioantiguo, alojado en ellos desde hace largo tiempo.' SiVespuccio estaba en 10 cierto, lno deberiamos desear quetales pob1acionesolvidaran un poco elodiopara poder vivir

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    en paz, que dejaran delado su rencor y hallaran un mejoruso para la energia asi liberada? Sin embargo, eso seriasin duda quererlos distintos a como son.A este ejemplo casi mitico de abuso de lamemoria, sepueden afiadir otros extraidos de 1aactualidad. Una de

    las grandes justificaciones de los serbiospara explicarsu agresion contra los otros pueblos de la ex Yugoslaviase basa en la Historia: los sufrimientos que ellos hancausado no serian mas que un desquite por 10que los ser-bios han sufrido en el pasado; cercano (la Segunda Gue-rra Mundial), 0 lejano (las luchas contra los turcosmusulmanes). Si el pasado debe regir el presente, lquie-nes, entre judios, cristianos y musulmanes, podrian re-nunciar asus pretensiones territoriales sobre .Ierusalen?lAcaso israelies y palestinos no tenian razon, reunidosen torno a una mesa, en Bruselas en marzo de 1988, allexpresar el convencimiento deque simplemente para co-menzar a hablar, hay que poner el pasado entre pa-rentesis?" En Irlanda del Norte, hasta hace bien poco,los catolicos nacionalistas manifestaban su voluntadlde no olvidar y no perdonar, y sumaban cada dia nue-vos nombres ala lista de victimas de la violencia, 10quea su vez provocaba una contravio1encia represiva, unavenganza inacabable que jamas podrian interrumpirun nuevo Romeo y una nueva Julieta. Y se escucha

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    afirmar a voces convincentes que una parte no desdena-ble del infortunio de los negros americanos proviene node las discriminaciones que sufren en el presente, sinode su incapacidad para superar el pasado traumatico dela esclavitud y las discriminaciones de que fueron victi-mas; y de la tentacion subsiguiente, comoescribe ShelbySteele, de explotar aquel pasado de sufrimientos comouna fuente de poder y de prlvilegios.'En el mundo moderno, el culto a la memoria no siem-

    pre sirve para las buenas causas, algo queno tiene por queser sorprendente. Como recuerda Jacques Le Goff, laconmemoracion del pasado conoce un punto culminanteen laAlemania nazi y la Italia fascista, y sepodria afiadira esta lista la Rusia estalinista: sin duda, un pasado cuida-dosamente seleccionado,pero un pasado pese a todo quepermite reforzar elorgullo nacional y suplir la feideologi-ca en declive.En 1881,Paul Deroulede, fundador dela Liga 'de patriotas ymilitarista convencido, proclam6:

    J'en sa is qui croient que la haine s'apaise:Mais non! l'oubli n'entre pas dans nos coeurs,'

    * Seque creen que el odio se aplaca:iDeningun modo!EI olvido no entra en nuestros corazones. (N.del t.)28

    allanando de esa forma el terreno para la carniceria deVerdun. Sin saberlo, sus palabras confirmaban una for-mulacion de Plutarco" segun la cualla politica se defmecomoaquello que sustrae al odio su caracter eterno -di-cho deotra manera, que subordina elpasado al presente.

    Memoria y justiciaLa simple exposicion de estos ejemplos, ofrecidos desor-denadamente, basta para mostrar, tambien en la esfera dela vida publica, que no todos los recuerdos del pasado sonigualmente admirables; cualquiera que alimente el espi-ritu devenganza 0de desquite suscita, en todos los casos,ciertas reservas. Es legitimo preferir el gestodelpresidentepolaco Lech Walesa de invitar a los representantes de los .gobiernos aleman y ruso para conmemorar el cincuentaaniversario de la insurreccion deVarsovia: EItiempo dela division y de la confrontacion ha llegado a su fin.Portanto,la pregunta quedebemoshacernos es:l,existeun modopara distinguir de antemano los buenos y los malos usos Idelpasado?0, si nosremitimos a laconstituci6n de lamemo-ria a traves de la conservaci6n y, al mismo tiempo, laseleccionde informaciones, l,comodefmir los criterios quenos permitan hacer una buena seleccion? l,0 tenemos queafirmar que tales cuestiones no pueden recibir una res-

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    puesta racional, debiendo contentarnos con suspirar porla desaparici6n de una tradici6n colectiva que nos some-te y que se encarga de seleccionar unos hechos y recha-zar otros, y resignandonos por consiguiente a la infinita"diversidad de los casos particulares?Una manera -que practicamos cotidianamente- de

    distinguir los buenos usos de los abusos consiste en pre-guntarnos sobre sus resultados y sopesar el bien y elmaldelos actos que se pretenden fundados sobre la memoriadel pasado: prefiriendo, por ejemplo, la paz a la guerra.Pero tambien se puede, y es la hip6tesis que yo quisieraexplorar ahora, fundar la critica de los usos de la memo-ria en una distinci6n entre. diversasformas de reminis-cencia. El acontecimiento recuperado puede ser leido demanera literal 0de nianera ejemplar. Por un lado, ese su-ceso -supongamos que un segmento doloroso de mi pa-sado 0del grupo al que pertenezco- es preservado en suliteralidad (10 que no signlfica su verdad), permanecien-do intransitivo y no conduciendo mas alia de si mismo.En tal caso, las asociaciones que se implantan sobre el sesituan en directa contiguidad: subrayo las causas y lasconsecuencias de ese acto, descubro a todas las personasque puedan estar vinculadas al autor inicial de mi sufri-miento y las acoso a su vez, estableciendo ademas unacontinuidad entre el ser que fui y el que soy ahora, 0 el

    pasado y el presente de mi pueblo, y extiendo las conse-cuencias del trauma inicial a todos los .instantes de laexistencia.o bien, sin negar la propia singularidad del suceso,decido utilizarlo, una vez recuperado, como una manifes-tacion entre otras deuna categoria mas general, yme sir-vode el comodeun modelo para comprender situacionesnuevas, con agentes diferentes. La operacion es doble:por una parte, como en un trabajo de psicoanalisis 0unduelo, neutralizo el dolor causado por el recuerdo, con-rrolandclo ymarginandolo: pero, por otra parte -yes entonces cuando nuestra conducta deja de ser privada yentra en la esfera piiblica-, abro ese recuerdo a la analo-gia y a la generalizaci6n, construyo un exemplum y ex-traigo una lecci6n. EI pasado se convierte por tanto enprincipio de accion para elpresente. En este caso, las aso-ciaciones que acuden a mi mente dependen de la seme-janza y no de la contiguidad, y mas que asegurar mipropia identidad, intento buscar explicaci6n a mis analo- Igias. Sepodra decir entonces, en una primera aproxima-cion, que la memoria literal, sobre todo si es lievada alextremo, es portadora de riesgos, mientras que la memo-ria ejernplar es potencialmente liberadora. Cualquierlecci6n no es, por supuesto, buena; sin embargo, todasellas pueden ser evaluadas con ayuda de los criterios uni-

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    versales y racionales que sostienen el dialogo entre per-sonas, 10 que no es el caso de los recuerdos literales e in-transitivos, incomparables entre si. El uso literal, queconvierte en insuperable el viejo acontecimiento, desem-boca a fin de cuentas en el sometimiento del presente alpasado. Eluso ejemplar, por el contrario, permite utilizarel pasado con vistas alpresente, aprovechar las leccionesde las injusticias sufridas para luchar contra las que seproducen hoy dia, y separarse del yo para ir hacia el otro.He hablado de dos formas de memoria porque en todo

    momento conservamos una parte del pasado. Pero la cos-tumbre general tenderia mas bien a denominarlas condos terminos distintos que serian, para la memoria lite-ral, memoria a secas, y, para la memoria ejemplar, justi-cia. Lajusticia nace ciertamente de la generalizacion dela acusacion particular, y es por ello que se encarna en laley impersonal, administrada por un juez anonimo y lie-vada a la practica por unos jurados que desconocen tantoa la persona del acusado como a la del acusador. Por su-puesto que las victimas sufren al verse reducidas a no sermas que una manifestacion entre otras del mismo signo,mientras que la historia que les ha ocurrido es absoluta-mente unica, y pueden, como a menudo hacen los padresdenifios violados 0asesinados, lamentar que los crimina-les escapen ala pena capital, la pena de muerte. Pero la

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    justicia tiene ese precio, y no es por casualidad que nopuede ser administrada por quieneshayan sufrido eldano: es la des-indlviduacion, si asi se puede liamar, 10que permite el advenimiento de la ley:El individuo que no consigue completar elliamado pe-riodo deduelo, que no logra admitir la realidad de su per-dida desligandose del doloroso impacto emocional que hasufrido, que sigue viviendo su pasado en vez de integrarloen el presente, y que esta dominado por el recuerdo sinpoder controlarlo (yes, con distintos grados, el caso deto-dos aquellos que han vivido en los campos de la muerte),es un individuo al que evidentemente hay que compade-cer y ayudar: involuntariamente, secondena a simismo ala angustia sin remedio, cuando no a la locura. El grupoque no consigue desligarse de la conmemoracion obsesi-va del pasado, tanto mas dificil de olvidar cuanto mas do-loroso, 0 aquellos que, en el seno de su grupo, incitan aeste a vivir de ese modo, merecen menos consideracion:en este caso, el pasado sirve para reprimir el presente, yesta represion no es menos peligrosa que la anterior. Sinduda, todos tienen derecho a recuperar su pasado, perono hay razon para erigir un culto a la memoria por la me-moria.~.~

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    Singular, incomparable, superlativoSin embargo, son muchos quienes rechazan la memoriaejemp1ar. Su argumento habitual es como sigue: el suce-so del que estamos hablando es absolutamente singular, iperfectamente unico, y si intentancompararlo con otros,eso solose puede explicar por su deseodeprofanarlo, 0bienincluso de atenuar su gravedad. Este argumento es par-ticularmente frecuente en el debate sobre e1genocidio delosjudios perpetrado por los nazis en e1curso de1aSegundaGuerra Mundial, sobre10quetambien seconoce,para subra-yar su singularidad, comoe1holocausto 0laShoah. Sucedioinc1uso que en diciembre de 1993acudi a un congresoorganizado por e1museo de Auschwitz, en Polonia, ydonde se sostenia Launicidad y la incomparabilidad delholocausto .Defender que un suceso como el genocidio de los judi-

    os es a la vez singular e incomparable es una afirmacionque probablemente esconde otra, ya que, tomada al pie dela letra, resulta demasiado banal 0 absurda. En efecto,cada suceso, y no soloelmas traumatico detodos, es abso-lutamente singular. Para seguir con el registro de 10ho-rrible, lno es acaso unica la destruccion casi completa dela poblacion de todo un continente, America, en el sigloXVI? lNo esunica la reduccion mas iva a la esclavitud delapoblacion de otro continente, Africa? El confinamiento

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    de quince millones de detenidos en los campos estalinis-tas, lno es acaso unico? Ademas, se podria aiiadir que, alser examinados con mas detalle, los acontecimientos quellenan dejubilo no son menos unicos que las atrocidades.Amenos que, por otro lado, se entienda por compara-cion identidad 0 cuanto menos equivalencia, no se ve conclaridad ennombre deque principio admitido en eldebatepublico se podria rechazar cualquier comparacion de unhecho con otro. Hablo de debate publicoporque esta cla-ro que,enotras circunstancias, eluso dela comparacion sepuede revelar inconveniente, incluso ofensivo.Nodiremosa una persona que acaba de perder a su hijo que su pena escomparable a 1ademuchos otros padres infortunados. Hayque insistir por encima detodoynodesdeiiar estepunto devista subjetivo:para el individuo, la experiencia esforzosa-mente singular, y ; ademas, la mas intensa de todas. Haycierta arrogancia de la razon, insoportable parae1 indivi-duo al verse desposeido, en nombre de consideracionesque Ie son ajenas, de su experiencia y del sentido que leatribuia. Secomprende tambien que quien sehalle inmer-so en una experiencia mistica rechace, por principios,cualquier comparacion aplicada a su experiencia, inclusocualquier utilizacion dellenguaje con esa intencion. Unaexperiencia asi es, y debe permanecer, inefable e irrepre-sentab1e,incomprensible e incognoscible, por ser sagrada.

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    En si mismas, tales actitudes merecen respeto, peroson ajenas al debate racional. Para este la comparacion,lejos de excluir la unicidad, es, al contrario, el unicomodo de fundarla: en efecto, l.como afirmar que un feno-meno es unico sijamas 10he comparado con algo? No sea-mos como aquella esposa de Usbek, en las Cartas persasde Montesquieu, que le dice en un mismo suspiro que eles el mas bello de los hombres y que ella jamas ha visto aotro. Quien dice comparacion dice semejanzas y diferen-cias. Hablando de los crimenes del nazismo, varias com-paraciones acuden a la mente, y todas ellas nos permiten-aunque en grados diferentes- avanzar en su compren-sion. Algunas de sus caracteristicas se repiten en el geno-cidio de los armenios, otras, en los campos sovietlcos, yotras, en la reduccion de los africanos ala esclavitud.Por supuesto, hay que tomar algunas precauciones:

    pero estas no contradicen el gobierno del sentido comun.Esta claro, por ejemplo, que no hay que confundir las rea-lidades historic as (regimen hitleriano y regimen estali-nista, para cenirnos a este ejemplo tan particularmentesensible) y las representaciones ideologicas que estos re-gimenes eligieron darse a si mismos: una cosa es compa-rar dos doctrinas, nazismo y leninismo, y otra, Auschwitzy Kolyma. Recordemos tambien que comparar no signifi-ca explicar (mediante una relacion causal), y mucho me-

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    nos perdonar: los crimenes nazis no seexplican por loscrimenes estalinistas, como tampoco al reves, y, ya se hadicho a menudo, la existencia de unos no convierte deningun modo en menos culpable la perpetracion de losotros. La apertura de los archivos secretos sovieticos, delos cuales ya se posee una primera impresion, nos ense-riara sin duda mucho sobre la complicidad secreta queunia a ambos regimenes en los anos treinta de nuestro si-glo; la condenacion de cada uno de sus crimenes no siguesiendo menos absoluta.Si realmente se creyera que un suceso como el genoci-

    dio de los judios se caracteriza por su singularidad uni-ca, que seria incomparable a cualquier otro sucesopasado, presente 0futuro, estariamos en el derecho de de-nunciar las equiparaciones llevadas a cabo en todas par-tes; pero no de utilizar aquel genocidio como ejemplo deesa iniquidad cuyas otras manifestaciones tambien hayque rechazar -10 que, sin embargo, no deja de hacerse=-.Es imposible afirmar a la vez que el pasado ha de servir-nos de Ieccion y que es incomparable con el presente:aquello que es singular no nos ensefia nada para el porve-nir. Si el suceso es unico, podemos conservarlo en lame-moria y actuar en funcion de ese recuerdo, pero no podraser utilizado como clave para otra ocasion; igualmente, sidesciframos en un pasado suceso una leccion para el pre-

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    sente, es que reconocemos en ambos unas caracteristicascomunes. Para que la colectividad pueda sacar provechode la experiencia individual, debe .reconocer 10 que estapuede tener en comun con otras. Proust, gran conocedorde la memoria, habia sefialado claramente esta relacion:Pero no hay leccion que aproveche -escribia-, porqueno se sabe descender hasta 10 general y siempre se figurauno que se encuentra ante una experiencia que no tieneprecedentes en el pasado."Estos principios parecen obvios; pero todos sabemos

    que cuando son aplicados al nazismo se desencadenanlas pasiones y hay una legion de desacuerdos. Por un ladose afirma, como lei recientemente en un pequeno texto difun-dido por una federacion de deportados en Francia: El sis-tema nazi no tiene equivalente en la Historia. No puedeser comparado con ningun otro regimen, por "totalitario"e incluso sanguinario que este sew>.Por el otro, la posibilidadde la comparacion es esgrimida, como si se tratase deuna justificacion, de una minimizacion de 10 sucedido. Nose trata, evidentemente, de una discus ion abstracta sobrela metodologia cientifica. i,De que, entonces?Cuando se habla de una cualidad singular, 10 que ha

    sido visto mas a menudo es, en realidad, una cualidad su -perlativa: se afirma que es el mayor 0el peor crimen de lahistoria de la humanidad; 10 cual, dicho sea de paso, es un

    .....--- ---_A~ftAAAAAKXXXXXXxWW*******************************

    juicio que no puede resultar mas que de una cornpara-cion. En nuestra epoca, el hitlerismo aparecio como unaoncarnacion perfecta del mal; como tambien se afirma alrespecto en elmismo texto de la federacion de deportados,sigue siendo el simbolo del horror absoluto, Un prlvile-gio tan triste hace que cualquier otro suceso 'Comparablesea percibido a su vez en relaclon con aquel mal absoluto.Lo cual, segun sea el punto de vista en que nos situemos,el del hitlerismo 0el del estalinismo, toma dos signiflca-dos opuestos: por parte hitleriana, toda comparacion espercibida como una justificacion; por parte estalinista,como una acusacion, En realidad las cosas son un pocomas complejas, porque hay que distinguir, en cada cam-po, a los verdugos y a las victimas; 0, mas exactamente,porque el paso del tiempo provoca que nosotros tengamoscada vez menor relacion con las victimas y los verdugosreales, con los grupos que, por razones de pertenencia na-cional 0ideologica, se reconocen, aunque sea inconscien-temente, en uno u otro papel. Lo que nos lleva a distinguircuatro reacciones tipicas frente a la comparacion entreAuschwitz yKolyma, hallandose paradojicamenteproxi-mos los verdugos de un lado y las victimas del otro.

    1.Los verdugos dellado hitleriano estan a favor de lacomparacion, porque les sirve de justificacion.

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    2.Las victimas dellado hitleriano estan en contra dela comparacion, porque yen en ella unajustificacion.3. Los verdugos dellado estalinista estan en contrade la comparacion, porque yen en ella una acusacion.4.Las victimas dellado estalinista estan a favor de lacomparacion, porque les sirve de acusacion.Naturalmente hay excepciones a este determinismo

    psicopolitico, y volvere a ello. Sin embargo, en una prime-ra aproximacion, existen muchas posibilidades de que po-damos adivinar la opinion de una persona sobre el tema sisabemos en que grupo se reconoce. Para los disidentes yopositores del regimen comunista en los decenios anterio-res, por ejemplo, la comparacion era evidente, hasta elpunto de que quien luego fue presidente de Bulgaria, .IeliuJclev, ala sazon oscuro investigador de historia y cienciaspoliticas, se habia limitado a escribir, para combatir al re-gimen comunista en Bulgaria, una obra titulada L e F as-cisme, dedicada a los movimientos politicos de los afiostreinta en Europa 'occidental. La censura oficial habiacomprendido perfectamente su contenido implicito yprohibio ellibro; iJelev fue, ademas, despedido de su em-pleo! En su prefacio ala reedicion dellibro, en 1989,tras lacaida de los regimenes comunistas, Jelev, pudiendo ya Ila-mar a las cosas por su nombre, continua hablando de la

    coincidencia absoluta de las dos variantes del regimentotalitario, la version fascista y la nuestra, comunista; sies necesario senalar a toda costa una diferencia, esta seraa favor del fascismo: No solamente perecieron antes losregimenes fascistas, sino que fueron instaurados mastarde, 10 que demuestra que no son mas que una palidaimitacion, un plagio del regimen totalitario verdadero,autentico, perfecto y logrado,>Aquellos que se sienten cercanos a las tesis 0a los po-

    deres comunistas, en el este y en el oeste, estan en contrade la comparacion; igual que quienes se reconocen en las Ivictimas judias del hitlerismo. Los alemanes, por su par-te, se pueden proyectar en los dos tipos de actitud provo-cada por el hitlerismo y valorar, como ha mostrado elreciente debate de los historiadores, bien las semejan-zas, bien las diferencias entre los dos regimenes. Losmencionados grupos 2 y 3 estan, por tanto, afavor de lamemoria literal; los grupos 1y 4, de la memoria ejemplar.

    La ejemplaridadAnte todo, digamos una palabra sobre esa reivindicaciondel superlativo. Esta permitido, creo, no interesarse porlos hit-parades del sufrimiento, por las jerarquias exac-tas en el martirologio. Una vez superado cierto umbral,

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    que me referi antes, el de la pertenencia.David Rousset fue un prisionero politico deportado a .."', 1 . " : , . " .Buchenwald; tuvo la fortuna de sobrevivir y regresar ai y:queno conocemas que por analogia 0desde el exterior.Francia; Pero no se contento con ella: escribio varips, Esasi comoel entiende su deber de antiguo deportado, y

    ,~,~libros en los cuales se esforzaba por analizar y compren-

    11 ~10 ,Ji l

    los crimenes contra la humanidad se esfuerzan innece-sariamente por seguir siendo especificos, por conduciral horror sin matices que suscitan y a la condenacion ab-soluta que merecen; algo igualmente valido, en rni opi-nion, tanto para el exterminio de los amerindios 0parael sometimiento a la esclavitud de los africanos, comopara los horrores del Gulag y de los campos nazis.Entonces, l.para que la ejemplaridad? Ello obedece a

    que no hay merito alguno en ponerse en ellado acertadodela barricada, una vez que el consenso social ha estable-cido firmemente donde esta el bien y donde el mal;,leceionesde moral.nuncahasido unapruebadevirtud-,Sin embargo, hay un mer ito indiscutible en dar el pasodesde la propia desdicha, 0de la de quienes nos rodean, ala de los otros, sin reclamar para uno el estatuto exclusi-vo deantigua victima. Quisiera ilustrar mi propuesta afavor de la ejemplaridad mediante algunas figuras, queson ejemplares no unicamente por haber sabido lucharcontra las injusticias actuales, sino tambien por haberseelevado por encima del determinismo un poco limitado a

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    der eluniverso de los campos de concentracion; esoslibrosleproporcionaron notoriedad. Yno se quedo en eso:el docedenoviembre de 1949hace publico un llamamiento a losantiguosdeportados de los campos nazis para que seencar-guendela mvestigacion sobre los campos sovieticos toda-via en actividad. Ese llamamiento produce el efecto deuna bomba: los comunistas estan fuertemente represen-tados entre los antiguos deportados y la eleccion entreambas lealtades en cont1ictono es facil, Despues de estellamamiento,numerosas federacionesdedeportadosse escin-den en dos. La prensa comunista cubre de injurias aRousset,10 que lleva a este a emprender, con exito, un pro-cesopordifamacion.Dedicaentonces varios afiosde su vidaa luchar contra los campos de concentracion comunistas,reuniendo y publicando informaciones sobre elios.Si se hubiera inclinado por la memoria literal, Rous-

    set habria pasado el resto desu vida sumergiendose en supasado, restafiando sus propias heridas, y alimentandosuresentimiento hacia quienes le habian Infligido un do-lor .inolvidable. AI inclinarse por la memoria ejemplar,escogio utilizar la leccion del pasado para actuar en elpresente, dentro de una situacion en la que elno es actor,

    porello sedirige antes que nada, esto es esencial, a otros43

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    antiguos deportados. Vosotros no podeis rechazar estepapel de juez --escribe-. Para vosotros, antiguos depor-tados politicos, es precisamente la labor mas importante.Los demas, aquellos que no fueron nunca recluidos encampos de concentracion, pueden arguir la pobreza de laimaginacion, la incompetencia. Nosotros somos unosprofesionales, unos especialistas. Es el precio que hemosde pagar el resto de vida que nos ha sido concedida.x"No hay otro deber para los antiguos deportados que

    investigar sobre los campos existentes.Una eleccion asi implica evidentemente que se acep-

    ta la comparacion entre los campos nazis y los campos sovie-ticos. Rousset conoce los riesgos de la operacion. Algunasdiferencias son irreductibles; no hubo en la URSS ni enotro lugar campos de exterminio; estes no se prestan a nin-guna extrapolacion, a ninguna generalizacion, Pero, al mismotiempo, tampoco motivan ninguna accion en el presente;solamente despiertan un estupor mudo y una compasionsin fin por sus victimas. Ahora bien, el fenomeno de los icampos de concentracion es, este si, comun a ambos regi-menes, y las otras diferencias, reales a pesar de todo, nojustifican el abandono de la comparacion. Cabe entoncesuna segunda cuestion: ;,no deberiamos acaso generalizary asimilar los sufrimientos en los campos aluniversal lamen-to secular de los pueblos, a toda desgracia, a toda injus-

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    ticia? Existe efectivamente el peligro para la memoriaejemplar de quedar diluida en la analogia universal, dondetodos los gatos de la miseria son pardos. Esto seria no sola-mente condenarse a la paralisis ante la enormidad de 1atarea; seria, ademas, ignorar.sl hecho de que los camposno representan una injusticia entre las otras sino el mayorenvilecimiento a que el ser humano haya sido conducidoen el siglo xx. Como dijo Rousset en su causa: La catas-trofe de los campos de concentracion no tiene parangoncon ninguna otra." La memoria ejemplargeneraliza,pero de manera limitada; no hace desaparecer la identi-dad de los hechos, solamente los relaciona entre si, esta- .bleciendo comparaciones que permiten destacar lassemejanzas y las diferencias. Y sin parangon no quie-re decir sin relacion: 10 extremo cohabita en germen con10 cotidiano. Hay que saber distinguir, no obstante, entregermen y fruto.En 1957 un funcionario frances, Paul Teitgen, tam-

    bien un antiguo deportado de Dachau, dimitio de supuesto de secretario de la prefectura de Argel; un gesto,explico, motivado por el parecidoentre las sefiales de tor-tura que observaba en el cuerpo de los prisioneros argeli-nos y las de los malos tratos que el mismo habia sufridoen los sotanos de la Gestapo de Nancy. ;,Se trataba de unacomparacion abusiva?

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    Quisiera recordar tambien la figura deVassily Grossman,el gran escritor judio sovietico. El debia tener muchosproblemas para elegir entre las victimas de los dos regi-menes y para reconocerse entre unas victimas antes queentre las otras: vivia en la URSS y poco a poco habia adqui-rido un conocimiento profundo de sus crimenes; pero supropia madre habia sido asesinada por su condicion de judiapor los Einsatzkommandos que operaban detras del fren-te germano-ruso; con los primeros batallones del ejercitorojo, Grossman vio ante sus ojos el campo de Treblinka.Describio, en Vie et destin, la abominacion de ambos sis-temas, sus puntos comunes y sus diferencias. Sin embar-go, en otro momento de su vida, tuvo oportunidad detomar partido: fue al marchar a Erivan y conocer, contodo detalle, el genocidio armenio. Explico entonces suencuentro con un anciano, emocionado porque un judiotambien se interesara vivamente por la tragedia de otropueblo y quisiera escribir la historia. El queria que fueseun hijo del pueblo armenio martir quien escribiera sobrelos judios.>" Grossman fue secundado en su eleccion, apro-ximadamente en la misma epoca, por otro gran escritor

    ide origenjudio, el frances Anw~~~l:t~~?:]3art,que expli-caba de este modo por que se habia interesado, a partir deLe Dernier des Justes, por el mundo de los esclavos negros:Un gran rabino a quien preguntaban: "l.Por que si la

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    ciguefia, en hebreo, fue llamada Hassida (piadosa) porqueamaba a los suyos, esta situada, sin embargo, en la cate-goria de las aves impuras?". Respondio: Porque solo dis-pensa su amor a los suyos."Mencionare finalmente a un polaco celebre, Marek

    Edelman, que fue, como se sabe, uno de los lideres dellevantamiento del gueto, en Varsovia. Quisiera recordar Iahora su comentario lapidario acerca de la reciente gue-rra en Bosnia-Herzegovina: Es una victoria postuma deHitler. l.Habria que reprochar al heroe de 1943 habercaido en la trampa dela equiparacion? No le retiremos nues-tra confianza porque no se trata en absoluto de eso. Sinembargo, antes que insistir en su papel de victima delhitlerismo (0 del estalinismo), Edelman ha preferido recor-dar el nexo comun, la Iimpieza etnica, puesto que eso es10 que permite actuar en el presente.Es superfluo, 10 hemos visto, preguntarse si es 0 no ne-

    cesario conocer la verdad sobre el pasado: la respuesta essiempre afirmativa. Sin embargo, no son coincidentes losobjetivos a los que se intenta servir con ayuda de la evoca-cion del pasado; nuestro juicio al respecto procede de unaseleccion de valores, en lugar de derivar de la investiga-cion de la verdad; hay que aceptar la cornparacion entrelos beneficios pretendidos a traves de cada utilizacion par-ticular del pasado. Recordemos de nuevo el proceso de Da-

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    ~"1.;vid Rousset: quienes se oponian a su tentativa de lucharcontra los campos existentes no habian olvidado su expe-riencia pasada. Pierre Daix, Marie-Claude Vaillant-Cou-turier, los otros antiguos deportados comunistas, habianvivido el infierno de Mauthausen 0de Auschwitz y el re-cuerdo de los campos estaba muy presente en sus memo-rias. Si se negaban a combatir el Gulag, no era debido auna perdida de memoria, sino a que sus principios ideolo-gicos se 10 prohibian. Como decia la diputada comunista,ella se negaba a considerar la cuestion porque sabia queno existen campos de concentracion en la Union Sovleti-ca, De este modo, esos antiguos deportados se transfer-maban en verdaderos negacionistas, aun mas peligrososque quienes niegan hoy dia la existencia de camaras degas, porque los campos sovieticos estaban por entonces enplena actividad y denunciarlos publicamente era el unicomodo de combatirlos.Y no se trata tan solo de acciones abiertamente politi-

    cas, sino tambien de aquellas que se ufanan de los logrosde la ciencia. No basta recomendar a los investigadoresque se dejen guiar por la sola busqueda de la verdad, sinpreocuparse de ningun interes; por tanto, que establez-can tranquilamente sus comparaciones, para apreciarlas semejanzas y las diferencias, y que ignoren el uso quese hara de sus descubrimientos. Quien crea que esto es

    posible sufre un anhelo de pureza extrema yesta postu-lando un contraste ilusorio. El trabajo del historiador,como cualquier trabajo sobre el pasado, no consiste sola-mente en establecer unos hechos, sino tambien en elegiralgunos deellos por ser mas destacados y mas significati-,vos que otros, relacionandolos despues entre si; ahorabien, semejante trabajo de seleccion y de combinacionesta orientado necesariamente por la busqueda no de laverdad sino del bien. La autentica oposicion no se dara,por consiguiente, entre la ausencia ola presencia de unobjetivo exterior a la propia busqueda, sino entre los pro-pios y diferentes objetivos de la misma; habra oposicionno entre ciencia y politica, sino entre una buena y unamala politica.

    EI culto a la memoriaEn este fillde milenio, los europeos, yen particular los fran-ceses, estan obsesionados por un nuevo culto, a la memo-ria. Como si estuviesen embargados por la nostalgia de unpas ado quese aleja inevitablemente, se entregan con fer-vor a ritos de conjuracion con la intencion de conservar-10 vivo. Por 10 que parece, un museo es inaugurado adiario en Europa, y actividades que antes tuvieron carac-ter utilitario han sido convertidas ahora en objeto de con-

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    templacion: se habla de un museo de la crepe en Bretana,de un museo del oro en Berry. ..No pasa un mes sin que seconmemore algun hecho destacable, hasta el punta deque cabe preguntarse si quedan bastantes dias disponiblespara que se produzcan nuevos acontecimientos ... que seconmemoren en el siglo XXI. Entre sus mismos vecinos.,Francia se distingue por su delirio conmemorativo, sufrenesi de Iiturgias historicas." Los recientes procesospor crimenes contra la humanidad, asi como las revela-ciones sobre el pasado de algunos hombres de Estado,incitan a pronunciar cada vez mas llamamientos a lavigilancia y al deber de guardar memoria; se nos diceque esta tiene derechos imprescriptibles y que debe-mos constituirnos en militantes de la memoria.Esa preocupacion compulsiva por el pas ado puede ser

    interpretada como signo de salud de un pais pacifico don-de no sucede, felizmente, nada (la Historia se hace todoslos dias en la ex Yugoslavia: l,quien querria vivir alli?), 0como la nostalgia por una epoca que ya no existe cuando'Francia era una potencia mundial; sin embargo, puestoque ahora sabemos que estos llamamientos a la memoriano poseen en si mismos legitimidad alguna mientras nosea precisado con que fin se pretende utilizarlos, pode-mos tambien preguntarnos sobre las motivaciones espe-cificas de tales militantes. Algo que no han dejado de

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    hacer, recientemente, varios comentaristas atentos (co-mo Alfred Grosser, Paul Thibaud, Alain Finkielkraut,Eric Conan y Henry Rousso); dentro del mismo marco seinscriben las observaciones que siguen.En primer lugar, hay que sefialar que la representacion

    del pasado es constitutiva no solo de laidentidad indivi-dual-la persona esta hecha de sus propias imagenes acer-ca de si misma- sino tambien de la identidad colectiva.Ahora bien, guste 0no, la mayoria de los seres humanos ex-perimentan la necesidad de sentir su pertenericia a un gru-po: asi es como encuentran el medio mas inmediato deobtener el reconocimiento de su existencia, indispensablepara todos y cada uno. Yosoy catolico, 0de Berry; 0campe-sino, 0comunista: soy alguien, no corro el riesgo de ser en-gullido por la nada.Incluso si no somos particularmente perspicaces, no pode-

    mos no darnos cuenta de que el mundo contemporaneo evo-luciona hacia una mayor homogeneidad y uniformidad, yque esta evolucion perjudica a las identidades y perte-nencias tradicionales. Homogeneizacion en el interior denuestras sociedades deb ida, en primer lugar, a un aumen-to de la clase media, ala necesaria movilidad social y geo-grafica de sus miembros, y a la extincion de la guerracivil ldeologica (los excluidos, por su parte, no desean rei-vindicar su nueva identidad). Pero tambien uniformidad

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    victimas pasadas, y de querer asumirlo en el presente.l.Que podria parecer agradable en el hecho de ser victima?Nada, en realidad. Pero si nadie quiere ser una victima, to-dos, en cambio, quieren haberlo sido, sin serlo mas; aspi-ran al estatuto de victima. La vida privada conoce bien eseguion: un miembro de la familia hace suyo el papel de vic:tima porque, en consecuencia, puede atribuir a quienes lerodean el papel mucho menos envidiable de culpables. Ha-ber sido victima da derecho a quejarse, a protestar y a pe-dir; excepto si queda roto cualquier vinculo, los demas sesienten obligados a satisfacer nuestras peticiones. Es masventajoso seguir en el papel de victima que recibir una re-paracion por el dafio sufrido (suponiendo que el dana seareal): en lugar de una satisfaccion puntual, conservamosun privilegio permanente, asegurandonos la atencion y,por tanto, el reconocimiento de los demas.Algo cierto en el caso de los individuos y mas aun en el

    de los grupos. Si se consigue establecer de manera con-vincente que un grupo fue victima de la injusticia en elpasado, esto le abre en el presente una linea de creditoinagotable. Como la sociedad reconoce que los grupos, yno solo los individuos, poseen derechos, hay que sacarprovecho; ahora bien, Qhanto mayor fuese el dana en elpasado, mayores seran los derechos en el presente./Envez de tener que luchar para obtener un privilegio, este

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    es recibido de oficio por la sola pertenencia al grupo an- Ites desfavorecido. De ahi la desenfrenada cornpeticionpara lograr no la clausula de nacion mas favorecida... ,como entre paises, sino la del grupo mas desfavorecido.Los negrosamericanos suministran un ejemplo elocuen-te de semejante conducta. Victimas sin discusion de laesclavitud y de sus secuelas, como la discriminacion ra-cial, y deseosos de salir de esa situacion, se niegan encambio a abandonar el papel de victimas que les aseguraun privilegio moral y politico duradero. iQue son seis mi-llones de judios muertos, ademas fuera de America', pa-rece preguntarse Louis Farrakhan, lider de la Nacion delIslam, cuando exclama: El holocausto de la poblacionnegra ha sido cien veces peor que el holocausto de los ju-dios. Cada grupo se considera la principal victima.Es importante advertir que las gratificaciones obteni-

    das mediante el estatuto de victima no tienen por que sermateriales; al contrario, las reparaciones acordadas porel responsable del infortunio, 0 por sus descendientes,permiten extender la deuda simbolica. Eso es 10 quecuenta y, a su lado, las ventajas materiales son irrisorias.Los beneficios obtenidos por el miembro del grupo queha adquirido el estatuto de victima son de una naturale-za distinta, como ha sabido apreciar Alain Finkielkraut:Otros habian sufrido, y como yo era su descendiente, re-

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    cogia todo el beneficia moral. [...] Ellinaje me convertiaen el concesionario del genocidio, en su testigo y casi ensu victima. [...] Comparado con dicha investidura, cual-quier otro titulo me parecia miserable 0ridiculo."t : E l culto a la memoria no siempre sirve a la justicialltampoco es forzosamente favorable para la propia memo-ria. Ha habido en Francia, estos ultimos anos, unos pro-cesos judiciales por crimenes contra la humanidad, que,al parecer y segun se nos decia, reanimarian la memorianacional. Sin embargo, algunas voces, como la de SimoneVeil 0Georges Kiejman, se han alzado para preguntarse-me parece que con raz6n- si eran absolutamente nece-sarios los procesos judiciales para mantener viva la me-moria. Ademas de que existe el riesgo de hacer justiciapara servir de ejemplo, por la enseftanza que pudiese de-rivarse, hay otros lugares donde la memoria se preserva:en las conmemoraciones oficiales, la ensefianza escolar,los mass media, los libros de historia. El desembarco de1944fue celebrado estruendosamente, estando presenteen todas las memorias; i,habria sido necesario que hub ie-se, ademas, un proceso judicial para que nos acordemosmejor?Pero, sobre todo, no es seguro que tales procesos judi-

    ciales sean muy utiles para la memoria, que ofrezcan unaimagen precisa y matizada del pasado: los tribunales son

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    menos adecuados para esa labor que los libros de histo-ria. AI aceptar el procesamiento de Barbie por sus accio-nes contra los miembros de la Resistencia, no solo setergiversaba el Derecho, que distingue entre crimenes deguerra y crimenes contra la humanidad; tampoco se ha-cia ningun servicio a la memoria: es un hecho que Barbietorturaba a los miembros de la Resistencia, pero estes ha-cian otro tanto cuando se apoderaban de un oficial de laGestapo. Ademas, la tortura fue usada sistematicamentepor el ejercito frances, despues de 1944, por ejemplo enArgelia, y sin embargo nadie ha sido condenado por esarazon por crimenes contra la humanidad. Por otra parte,la elecci6n de un policia aleman para el primer procesode ese tipo hacia menos visible la implicacion de los fran-ceses en la politica nazi, en un tiempo en que los milicia-nos eran, al decir de numerosos testigos, peores que losalemanes.Finalmente, ino habia sido enturbiada la significa-

    cionhist6rica de esos actos por la presencia de testigos comoMarie-Claude Vaillant-Couturier, antigua deportada deAuschwitz que tambien se habia distinguido por su luchacontra las revelaciones sobre el Gulag? En el procesoTouvier, la presencia delletrado Nordmann entre los abo-gados delas partes civiles tenia un efecto del mismo orden:este jurista, defensor designado por el PCF durante largos

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    anos, habia ganado fama por un comportamiento parti-cularmente agresivo en elcurso delosprocesosKravchenkoy Rousset, en 1948y 1949,cuando era cuesti6n denegar laexistencia de campos en la URSS.l,Sepueden condenar loscampos en un sitio, defendiendolos en otro lugar? l,Paraesto debe servir la memoria? Es cierto que en el tribunalde Nuremberg los representantes de Stalin participabanen el juicio a los colaboradores deHitler, situaci6n parti-cularmente obscena puesto que unos y otros eran culpa-bles de crimenes igualmente atroces.En la actualidad ya no hay redadas de judios ni cam-

    pos de exterminio. No obstante, tenemos que conservarviva la memoria del pasado: no para pedir una repara-ci6n por el dafio sufrido sino para estar alerta frente a si-. tuaciones nuevas y sin embargo analogas. El racismo, laxenofobia, la exclusi6n que sufren los otros hoy en dia noson iguales que hace cincuenta, cien 0doscientos anos;precisamente, en nombre de ese pasado no debemos ac-tuar en menor medida sobre el presente. Hoy mismo, lamemoria dela Segunda Guerra Mundial permanece vivaen Europa, conservada mediante innumerables conme-moraciones, publicaciones y emisiones de radio 0 televi-si6n; pero la repeticion ritual del no hay queolvidar norepercute con ninguna consecuencia visible sobre losprocesos de limpieza etnica, de torturas y de ejecuciones

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    en masa que se producen al mismo tiempo, dentro de lapropia Europa. Alain Finkielkraut sefial6 no hace mu-cho que la mejor manera de conmemorar el quincuagesi-mo aniversario de la redada deVel'd'Hiv' seria, mas queclamando una tardia solidaridad con las victimas de an-tano, combatiendo los crimenes cometidos por Serbiacontra sus vecinos. Aquellos que, por una u otra razon,conocen el horror del pasado tienen el deber de alzar suvoz contra otro horror, muy presente, que se desarrolla aunos cientos dekil6metros, incluso a unas pocas decenasde metros de sus hogares. Lejos de seguir siendo prisio-neros del pasado, 10 habremos puesto al servicio del pre-sente, como la memoria -y el olvido- se han de poner alservicio de lajusticia.

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    Notas{!

    1. Primo Levi, Les Naufrages etles rescapes, Paris , Gail imard , 1989,pag. 31(trad. cast.: Los hundidos y lossaioados, Barcelona, Muchnik, 1989,pagzs),2. Himmler , en Proces des grands

    criminels deguerre devant I. e tribunalmilitaire international, Nuremberg,1947, tomo ill,pag.l45.3. Citado en J. Le Goff, Histoire et

    memoire, Paris, Gallimard, 1988,pag,154.4. E. Kersnovskala, Coupable derien, Paris , P Ion, 1994,pag. 253.5. A.Vespuccio y otros, Le Nouveau

    Monde, Paris, Les Belles Lettres,1992, pag, 90.6. Citado en N. Loraux, Pour quel

    consensus?, Politiques de l'oubli,Le Genre humain, 18, Paris, Seuil ,1988.7. Sh. Steele, The Content oj Our

    Character, Nueva York, HarperPerennial, 1991, pag, 118.B. Citada en N. Loraux, Usages de

    l'oubli, Paris , Seui l, 1988.9 . M. Proust, A Larecherche du

    tempsperdu, Gallimard, Bibliothequede la Pleiade, 1987, tomo I I, pag, 713(trad. cast.: En busca del tiempo per-dido, tomo III: El mundo de Guer-

    . : _ i ~ ;

    I"\ l ' ~i;: : , t : :Ii\I"

    mantes, Madrid, Alianza, 1998, pags.524-525).10. J. Jelev, Le Fascisme, Ginebra,

    Rousseau, 1993, pags. 12-15.11.E.Copfermann,David Rousset ,

    Pari s, PIon, 1991, pags . 199,208.12. David Rousset y otros, Pour

    la verite sur les camps concentra-tionnaires, Paris, Ramsay, 1990,pag.244.13. V. Grossman, Dobro vam!,

    Moscu, Sovetskij Pisatel ', 1967, pag.270.14. Citado en Alfred Grosser, Le

    Crime et la memo ire, Paris,Flammarion, 1989, pag. 239.15. Como las llama Jean-Claude

    Guillebaud, La Trahison des Lu-mieres, Pari s, Seui l, 1995,pag. 21.16. Eric Conan y Henry Rousso,

    Vichy, un passe qui ne passe pas,Paris , Fayard , 1994, pag, 280.17. S. Rezvani, La Traoersee desMonts Noirs, Paris, Stock, 1992, pag.

    264.lB. Alain Finkielkraut, Le Juif

    imaginaire, Paris , Seui l, 1980,pag.18(trad. cast. : El judio imaginario,Barcelona, Anagrama, 1982, pags,19-20).

    Titulos publicados1.G. Grass, Escribir despues de Auchuiitz2. G. Grass, Discurso de la perdida3. T. Todorov, Los abusos de L a memoria

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