tres tes con gas

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    Tres Ts con Gas

    Csar Casanova Lpez

    http://cortados.idomyweb.com

    Ver. 20100819 00.00

    2009 Csar Casanova Lpez

    Tres Ts con Gas por Csar Casanova Lpez est liberado bajo una licenciaCreative Commons: Reconocimiento - No comercial - Compartir bajo la mismalicencia 2.5 Espaa.http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/

    La portada es una imagen de Csar Casanova Lpez bajo la misma licencia.

    Escrito en 2009 con OpenOffice.org

    http://cortados.idomyweb.com/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/http://cortados.idomyweb.com/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/
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    Al pueblo Saharaui,por que un da recuperen

    la libertad en su tierra.

    Sahara libre!

    La profesin es sumamente singular cuando se trabaja por cuentapropia. No se experimenta acaso la excitacin de un ladrn sin dejar deaparecer como un ciudadano honesto? Pero el hombre que abraza esteoficio debe estar preparado a hervir lentamente de clera, a consumirsede impaciencia, a permanecer erguido en el fango mientras se le hielanlos pies, a congelarse y a abrasarse y a sentirse defraudado por falsasesperanzas. Debe estar preparado, apenas reciba una mera indicacin,para trabajar en procura de una meta desconocida; debe sobrellevar ladesilusin de fracasar en su empeo; debe estar preparado para correr,permanecer inmvil, quedarse durante horas observando una ventana,

    para inventar mil modos de accin... La nica excitacin que puedecompararse con sta, es la que siente un jugador.

    HONORE DE BALZAC

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    0. Tan slo una coartada

    El control, la conquista, la dominacin. Es lo que mueve el mundo, siempre fue as.En nuestra sociedad occidental, en esta fantasa que las corporaciones, y los gobiernos ylos media que trabajan para ellas, fabrican cada da para mantenernos bajo control, eneste mundo de Pin & Pon, en esta sociedad de Barbies y Kents, en este tablero deMonopolynos olvidamos de la realidad del poder que nos domina a todos. Ya no somosuna sociedad productora; ya hemos derrochado los bienes y recursos robados al tercermundo; ya hemos vendido y revendido la tecnologa que nos mantena en la cumbre de lacivilizacin; ya no engaamos a nadie con los bancos mundiales, los fondos monetariosinternacionales, o las organizaciones mundiales del comercio; el control financiero nopuede hacerse cargo de todo el imperio. Ahora toca volver a las races. Es de nuevo lafuerza fsica la que determina quin es el lder, el caudillo, la potencia mundial que domine

    el mundo. Los soldados, la artillera, los bombarderos, los misiles de largo alcance... Laamenaza de la aniquilacin literal.Edward Zehr dijo: I wouldn't call it fascism exactly, but political system nominally

    controlled by an irresponsible, dumbed down electorate who are manipulated bydishonest, cynical, controlled mass media that dispense the propaganda of a corruptpolitical establishment can hardly be described as democracy either. La democraciasustituye el nombramiento hecho por una minora corrompida, por la eleccin debida auna mayora incompetente manipulada por una minora corrompida. Por eso no puededecirse que vivamos en el fascismo, nooo... Hoy cuentan con nuestra opinin deciudadanos libres en democracia. Necesitan nuestro apoyo, nuestra complicidad, nuestracomplejo de culpa y una justificacin civilizada. Las amenazas y los ataques a las

    potencias competidoras se justifican con la democratizacin, con el mantenimiento delorden mundial, la guerra contra el terror... ese tipo de falacias. Los lderes mundiales nosconvencen de que nuestra sociedad es la mejor, la nica realmente civilizada. Pero estosreyes no nacen, son creados por la alucinacin universal. No importa que haya una grandiferencia entre ricos y pobres, la estadstica es una ciencia que demuestra que, si mivecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno. Y lo mismo ocurre con elpoder, siempre en manos de una lite. Los que descubren el engao comprenden que lalibertad supone responsabilidad y no se sienten preparados, por eso la mayor parte temetanto a la anarqua. En los medios de comunicacin todo pasa por un espeso filtro colorde rosa. No es exactamente censura, es adaptacin de la informacin a los borregos queconsumirn la seudonoticia, digestin preliminar de la indigesta realidad. Una rfaga de

    UZI parte en dos a un palestino de doce aos mientras arroja piedras a un grupo armadode colonos judos, despus de que los bulldozer hayan aplastado su hogar y el ejrcitoisrael haya encaonado a su madre con un M-16. En la prensa encontrars cmo unterrorista extremista islmico de doce aos aviv la violencia en una tranquilaurbanizacin israel de reciente construccin. Por eso, aunque el reportaje que relato enestas lneas aparezca, y aparezca tal cual lo escribo, lo har en un medio discriminado, demodo que termine siendo adecuadamente ignorado y pase desapercibido para la mayorade los ciudadanos. Ese es su plan B: os permito que digis lo que queris, pero comotengo el monopolio de la comunicacin, conseguir desprestigiar vuestro trabajo para quenadie os preste atencin. El reportaje que escribo no saldr en ningn gran diario. Siconsigue sobrevivir, slo unos pocos lo leern, pero no obstante tengo que escribirlo...

    Por el bien de la misin.

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    Sin saber lo que yo s, parecera increble incluso que hubiese conseguido un pasede prensa para esta feria. Pero aqu estoy, en el Royal Victoria Dock, en mitad de la city.El prestigioso centro de exposiciones ExCel de Londres rene cada dos aos a miles deespecialistas en muerte y destruccin. Lo llaman DSEi, Defence Systems and Equipment

    international exhibition. Una denominacin muy trabajada tambin. En los grandesnegocios hay que realizar grandes esfuerzos... y desarrollar bonitos eufemismos. He dadoun paseo por los muelles, observando esos monstruos de acero armados hasta losdientes. Hace buen tiempo para el mircoles nueve de un septiembre londinense. Cuandoentro en el saln, seores encorbatados suben y bajan las escaleras mecnicas,deambulan entre piezas de hierro y explosivos cuidadosa y artsticamente dispuestos,como en un escaparate navideo. Misiles tierra-tierra, tierra-aire, de crucero, APCs, carrosde combate, artillera variada, UAVs. Elegantes caballeros fuman y hacen llamadas en milidiomas, envan e-mails con sus Blackberrys, discuten sobre soluciones, respuestas ysistemas; es decir, sobre bombarderos invisibles, fusiles automticos y sistemasautomatizados de vigilancia. Camino entre pantallas gigantes que proyectan vistosos

    reportajes sobre las bondades del caza F-35. Entre el rugido de los reactores se escuchaneslogan como Orgulloso de servir o Tu compaero en la accin. Joder, son buenos,muy buenos. Te viene a la mente la imagen de un bien parecido guardia de seguridad enun traje azul impecable, con una brillante placa sobre su pecho y una gran sonrisa en loslabios. Al escuchar eso nadie pensara en nios mutilados por bombas de racimo, o algopor el estilo. Un grupo de viejos, con las caras rojas por el vino blanco que beben de finascopas de cristal, se divierten de lo lindo jugando con los mandos de un avin de ataque notripulado. Junto a ellos, una pareja de caballeros excelentemente vestidos patean con susbrillantes mocasines las llantas de un Humvee color aceituna, como si estuviesen a puntode comprarse otro Jaguar. Un howitzerM777, una mquina de cuatro toneladas y mediaque lanza proyectiles de ciento cincuenta y cinco milmetros hasta veinticuatro kilmetros

    de distancia, descansa frente al stand de BAE y no deja tanto a la imaginacin de losvisitantes. TALON, el sistema de guiado de misiles mediante lser de Raytheon, en elstand 1555. El Terminal High Altitude Area Defense de Lockheed Martin, un elementoclave en el Ballistic Missile Defense System. El sistema anti-RPG de tercera generacinde TNO, en el pabelln holands. Pero no todo son tanques y misiles. CopenhagenSensor Technology ha desarrollado un sistema de vigilancia CCTV que mezcla visin B/Wcon espectros calorficos, para detectar cuerpos en todo tipo de ambientes. ChronosTechnology exhibe su nuevo CTL3500 GPS Interference Monitor, diseado para detectarla presencia de actividad inusual en el canal L1 debida a un ataque electrnico. STGmuestra orgulloso su Phraselator P2, un traductor electrnico de ingls a cuarenta y cincolenguas distintas; traduce y reproduce rdenes para facilitar la comunicacin entre lastropas anglosajonas y la poblacin de cientos de pases invadidos, disculpen,democratizados. De este modo no hay malos entendidos y las madres iraques, tras serencaonadas en su propia casa, escuchan perplejas la cuidada voz de la mquina deciren perfecto rabe: Callate de una jodida vez, puta zorra terrorista de los cojones, y dile alputo cabrn de tu marido que se arrodille y se quite la maldita toalla de la cabeza ahoramismo o se la vuelo de un tiro.

    Me dirijo a unas casetas ms modestas al otro extremo del pabelln, huyendo deestos enormes artilugios infernales para meterme en un mercadillo de ferretera mortal. Enel stand 533 hay unas rubias siliconadas con poca ropa sirviendo cerveza fra a losalegres visitantes. Creo que comercializan sistemas y materiales de blindaje; si el DSEi

    fuese una feria del automvil hubiese imaginado que vendan air-bags. Camino y essiempre igual. Cambio de pabelln y los biquinis brillantes y diminutos se rozan contra los

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    trajes y las corbatas. En la caseta 1873 del pabelln austriaco no se han gastado tanto enazafatas como los de Hesco. Carteles con fotografas casi artsticas que resaltan lasformas ergonmicas de semiautomticas Glock aparecen junto a posters de tas enpelotas.

    -A ellos les encanta, sabes? Chicas y caones, les vuelve locos... -me dice con un

    ligero acento alemn el encargado del stand, antes de ver mi tarjeta de visita. Camino yes siempre igual. Ms all, un joven gigante, empaquetado en un traje oscuro, me llamasonriente desde detrs de un mostrador. Me acerco para observar la mercanca.Lanzagranadas, morteros y municin para rifles automticos.

    -Buenos das, seor. Est interesado en en estas maravillas? Tambin contamoscon dispositivos de menor calibre adaptables a un amplio surtido de fusiles automticos.

    -Ah! Estupendo... Cul es el perfil de las empresas y organismos que adquierensus productos?

    -Eh... Ja, ja. Seor, ahora mismo no dispongo de esa informacin... pero si mepermite consultarlo con mi supervisor... Tiene tarjeta de visita?

    -S, cmo no... Aqu tiene...

    -Eh... Es usted periodista? -me pregunta, con la sonrisa rota- Bueno, puedoofrecerle unos folletos informativos sobre nuestra empresa, si lo desea... -y se oculta bajoel mostrador rebuscando entre los panfletos.

    -Preferira hablar con su supervisor.-Aha... -Reaparece sin su sonrisa inicial, pero no tarda en perderse tras la pantalla

    del ordenador.- Vaya, lo siento mucho seor, pero parece que mi supervisor estarocupado todo el da en diversas reuniones y conferencias privadas que tiene concertadas-balbucea despus de un par de clics de ratn-. Quiz si vuelve usted maana... -me dice,sin apartar la mirada vaca de la pantalla vaca.

    Grandes o pequeas, este tipo de empresas siempre utilizan las mismas excusas.No fue muy diferente en el stand 1655, de Lockheed Martin, uno de los mayores

    fabricantes de armas del mundo. Tiene unas ventas anuales de unos treinta billones deeuros. Su barraca es del tamao de todo un pabelln y, segn rezan los carteleros,prometen dar solucin a tareas crticas. No obstante, tras mostrar mi tarjeta a la azafatade turno, todos los especialistas en soluciones dejan de existir. No hay nadie disponible,nadie capaz de ofrecer un par de respuestas veraces y coherentes a un periodistaindependiente, a un reportero no asociado a las publicaciones especializadas enarmamento. No esperaba otra cosa, en el DSEi todo es muy discreto. La industriaarmamentstica y sus clientes componen el mayor club privado del mundo. Uno muypoderoso y prspero. Botellas de champn reposan entre el hielo en el West Quay Bar yen el VIP Caf. Y es que hay millones de razones para celebrar, millones y millones. Ungran negocio, y detrs de cada gran fortuna hay un delito. Un gran negocio, la era delmazo vuelve con fuerza. Sus fieles servidores polticos han creado el entorno adecuadopara gastar toda esta tecnologa blica, adquiriendo de esa manera un mayor controlsobre las libertades de la poblacin, tanto en el interior como en el exterior. La Guerracontra el terror es otro de los eufemismos, si fuesen sinceros diran: Guerra delestablishmentpara el control mediante el terror. Los ciudadanos deben hacerse a la ideade los males que podra acarrear un ministerio de defensa sin suficiente presupuestomanejado por torpes funcionarios; el caos, el terrorismo, la guerra... Y as el presupuestoy la privatizacin del sistema aumenta cada ao. A las empresas armamentistas y a lasempresas militares privadas, es decir, contratistas de mercenarios, les encanta eseentusiasmo de los contribuyentes, que pasan a ser su clientes indirectos. Ese es el

    negocio de la guerra. Pronto os mostrar la guerra del negocio...

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    1. Amargo como la vida

    Tres son los pasos que debes seguir para conquistar a una mujer. Y el primero esdemostrarle lo mucho que vales. Debes acercarte a ella con cautela, fabricar un encuentrocasual para no ponerla sobre aviso, como un lobo con piel de cordero. Entonces vassacndote las cartas de la manga. Le presentas todas tus cualidades, reales o figuradas,que te convierten en un espcimen interesante. Pero sin mostrar ningn inters en ella,pues t eres el premio. Con algo de tacto, puedes incluso minar su autoestima de modoque tu valor aumente por comparacin. Con gestos sutiles y modulando adecuadamentetu voz debes provocar en ella emociones intensas; tu objetivo es hallar su facetaemocional, conectar, comunicarte con ella sin dejarla escapar. No la permitas argumentar,pues debe guiarla su corazn y no su razn. Si la dejas reflexionar, terminardescubriendo tus intenciones... Y la misin habr fracasado.

    Por eso estoy aqu. An palpita la piel hinchada de mi pmulo. Todava siento esospinchazos en el interior de mi nariz. Ya ces la hemorragia, pero la sangre reseca haformado un tapn que me impide respirar. De modo que no me queda ms remedio quetragar el aire pestilente de la barraca a travs de mis labios atormentados por las llagas.Mi cara est quemada por el sol y por el polvo ardiente. El mismo polvo que satura misporos. El mismo polvo que saboreo en mi boca seca. El mismo polvo que invade mis ojos,que los araa cada vez que parpadeo. Las articulaciones de mis muecas emiten un dolorconstante que puedo ignorar si me concentro, pero la piel desollada me escuece como elinfierno all donde estrangulan las cadenas oxidadas. Tengo la vista nublada, aunque porahora eso es lo de menos. S lo que quiero y s que me lo traern. Pero por el momentono hay nada interesante que ojear en esta celda tenebrosa de ladrillos de hormign

    reciclados. Nada se mueve. La luz que entra por el orificio enrejado en lo alto de la paredcae directamente sobre mis ojos. Tan fuerte y tan blanca que me ciega. A un lado y alcontrario no hay ms que sombras al borde del negro final de la existencia. Otra vez esefuego detrs de mis ojos... la fiebre, quiz es una insolacin. Estoy deshidratado,hambriento, cansado, sediento, muy sediento, y enfermo. Siento nauseas. Cierro los ojosun segundo pero la luz y el calor abrasador no quieren dejarme descansar. El aire es tanseco que no me siento sudar. Escucho el ruido del trfico, el que llega desde la ciudadlejana. Un murmullo continuo, tan solo interrumpido ocasionalmente por los gemidos deun desperdicio humano colgado en alguna parte a mi derecha. Ese cabrn no termina demorir... Muere! Muere! Hazme ese favor! No soporto tus putos quejidos... Mierda, creoque me voy a desmayar... Eso est mal, muy mal, no, no, no... Debo seguir despierto.Tengo que relajarme, descansar, hacer operaciones matemticas... lo que sea con tal deseguir despierto. Podra perder la oportunidad perfecta. Aspiro, lleno mis pulmones con elhedor de esta sucia mazmorra. Aqu y ahora. Treinta y siete por seis, doscientosveintids. Debo mantenerme despierto. Despierto, como el cazador acechando lamadriguera. Expiro, expulso el dolor. Cierro los ojos. Todos mis msculos se relajan. Mibarbilla cae sobre el pecho. Mis rodillas se aflojan, dejan de sostenerme, y las cadenastiran de mis muecas con todo el peso de mi carne. Un montn de carne estpida.Sesenta y nueve menos quince, cincuenta y cuatro. S, soy como esas piezas de terneraque cuelgan de ganchos de acero en los mataderos. Muertas. Inspiro... Soy un putodesperdicio muerto y sin alma. Noventa y nueve por cero, cero. Expiro... Soy un puto

    desperdicio con una misin. Y me encanta.Por eso estoy aqu. Ahora me encuentro mejor, aguantar. Abro los ojos. La luz del

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    Sol hace brillar mi camisa hecha jirones, manchas marrones y rojas la cubren. El polvo seha pegado a la humedad de la sangre, y ahora el lino parece cartn. Apesto a sudor, aese que emana del miedo y la tensin. Apesto a la orina que, despus de diez horas aqudetenido, he tenido que dejar escapar. Y pronto ser peor. An con los ojos cerrados y atravs de mis labios hinchados y resecos puedo percibir la mierda que se amontona

    alrededor de esas quietas sombras que me rodean, de esos animalitos encadenados a losmuros de esta celda improvisada. Apenas llevo medio da aqu, y ya casi me siento tandespreciable como uno de ellos. Un pellejo que se descompone en silencio, segundo asegundo, que se pudre y se reseca a cada instante, mientras se lo comen las hormigas,hasta que desaparece para siempre... As me siento, como un pellejo ms. Es repulsivo...Y me encanta.

    Por eso estoy aqu. Cuando llegu a Rabat, la oficina me haba reservado unahabitacin en el Chellah. No est nada mal, todo suficientemente occidental. De modoque no tard en largarme. Me d una ducha, cog el pase de prensa y la Nikon y sal almundo real. Estaba ansioso por empezar el trabajo. Siempre lo estoy. Fue hace tan slotres das y, joder, parece todo un puto ao! As es la mente, coge lo que quiere, estira o

    encoje el tiempo, destruye la realidad que no interesa. Lo que mi memoria rechaza... seevapora, se convierte en una bolita de pelusa que me sacudo de encima. Cuando mesumerjo en el negocio, mi otra vida desaparece. Natalia, mi alguna vez querida esposa, ynuestra nia, esa ricura ignorante y caprichosa, y mi vecino, el simptico ecologista hippieque deja la basura en bolsas de papel reciclado que siempre terminan rompindose ycubriendo la escalera de orgnica mierda, y los centros comerciales, las tarjetas decrdito, la hipoteca, los seguros, las facturas, los atascos, y no te olvides de comprartampones, cario... Cuando me sumerjo en el negocio, todos esos fantasmas vuelven alpas de las maravillas, a ese espacio de ficcin atemporal, estpido y desagradable comoDisneyland, como el paraso cristiano, ese lleno de angelitos gordos y asexuados comolos curas que no son pederastas, amen. Pero esto es la vida real, mi vida real. Las

    nuseas de mi estmago encogido por el hambre, mi garganta irritada, el fuego en micabeza, mi boca reseca como el polvo del desierto. Tengo tanta sed que lamera mispropios orines, si no fuese porque me tienen colgando de las muecas y no alcanzo elmaldito charco. Esta es mi vida real, cruel, amarga. Aqu no hay falsas expectativas. Aqucontrolo el juego, o lo comprendo al menos. Conozco las reglas, domino los trucos... Es lonico que da sentido a mi vida. Soy un jugador, ha empezado la partida... Y me encanta.

    Por eso estoy aqu. Un taxi tan destartalado como cualquier otro me llev hasta laprisin de Zaki, en Sal, a unos diez kilmetros del hotel. Con el pase colgando del cuelloy mi dedo ndice sobre el disparador de la Nikon, las celdas se vean mucho menosincmodas y los guardianes mucho menos violentos. El tal Mohamed ha hecho un buentrabajo. En dos das, Marruecos ha actualizado su poltica de secretismo y censurafascistas hacia la manipulacin y la desinformacin tpica de las democracias capitalistas.Ha transformado un gobierno interventor en un capitalismo monopolizado por sus propiosnegocios. Y todo eso sin dejar de ser la dictadura de siempre, una sociedad que puedevotar democrticamente a un pelele que dirige la monarqua. Comienza a utilizar lastcticas occidentales, como cuando en mayo de 2003 Casablanca sufri un atentadoterrorista y el gobierno tuvo la excusa perfecta para mermar las libertades civiles: seampli la prisin preventiva, la polica puede entrar en viviendas particulares sin ordenjudicial, interceptar el correo, las llamadas telefnicas y las cuentas corrientes. La anvigente Ley de Prensa de 2002, ms progresista que su versin anterior, mantiene laimposicin de condenas de prisin, multas y la prohibicin de una publicacin para

    sancionar las expresiones que cuestionen la integridad territorial. Y aunque eso nodebera afectar a los objetivos de la prensa occidental, stos parecen incapaces de captar

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    nada que exprese con claridad lo que aqu est ocurriendo, que demuestre la violacin delos derechos humanos, la falta de libertad y la corrupcin del Estado. Las televisiones hanconseguido que la represin del monarca pase de nuevo a un segundo plano. Slotmidos rumores circulan en los medios no alineados de comunicacin occidentales. Y as,la opinin pblica Europea se queda tranquila. Los ciudadanos americanos viven en un

    mundo paralelo, demasiado lejano y hermtico para saber quin es el Rey alau, hijo deDios y seor de la bolsa de valores de Casablanca... Fsicamente lejos, aunquebeneficiados por las relaciones econmicas de favor que mantienen desde hace muchosaos los dos gobiernos. Sin el apoyo de los Estados Unidos en los setenta, quin estaraexplotando hoy en da las minas de fosfatos? Pero no debemos robarles el protagonismoal padre y al hijo. Mohamed VI sigue haciendo un buen trabajo, como su padre. En losnegocios, y en las relaciones diplomticas. Un ao atrs nadie se hubiese atrevido apredecir que las prisiones marroques podran abrirse a los ojos aparentementeinquisitivos de la prensa extranjera. Pero as ha sido. Era necesario acallar a las masasdel primer mundo despus de los ltimos incidentes con los presos saharauis. S, loseuropeos, esos ciudadanos que se niegan a aceptar lo que son, que no tienen ningn

    inters en recordar de dnde vienen sus riquezas, que rechazan verse a s mismos comolos saqueadores de frica. S, los europeos, esos a los que en ocasiones les apetecedejar sus quehaceres consumistas y reivindicar cosas absurdas. Que se acabe con elhambre y la pobreza en el mundo, que se termine con el machismo y las guerras y lasenfermedades y la gente fea y maloliente. Esta vez, la estupidez consiste en pedir elcumplimiento de los derechos humanos en Marruecos y en los territorios ocupados. Lamano frrea del dictador alau, sumado al fracaso, no del todo accidental, de la ONU porencaminar debidamente las negociaciones sobre el referndum, aceptando como nicasolucin el plan autonomista propuesto por Marruecos, han generado un clima preblicoen las calles de las principales ciudades del Sahara Occidental, y tambin en Rabat. ElFrente Polisario intenta calmar la indignacin de los suyos al otro lado del muro,

    seguramente porque espera que muy pronto comience de nuevo la lucha armada. Porquedesea acciones efectivas y no bajas civiles indiscriminadas. Porque necesita una intifadamucho ms efectiva y coordinada en los territorios ocupados. El ejercito patrulla las callesy vigila los edificios gubernamentales. En los muros que dividen al Sahara Occidental endos, se han triplicado los efectivos marroques. Entre las tropas del bando contrario, seescuchan rumores acerca de cierto material de ayuda que est llegando a Tinduff, a loscampamentos de refugiados saharauis en Argelia. Los rumores cuentan que no esmaterial convencional, y que probablemente contine su camino hasta los territoriosliberados. An no ha llegado, pero es evidente que la tormenta est cerca. Cada da sonms los presuntos conspiradores contra la integridad territorial que terminan en lascrceles alautas, periodistas, manifestantes pro derechos humanos, jvenes amargadosy sin futuro que lanzan piedras contra los antidisturbios. Continan muriendo estudiantescon buenos propsitos, y siguen desapareciendo activistas por la autodeterminacin. Perolos focos y las cmaras nunca llegan a tiempo de captar el evento. En parte por lasartimaas del gobierno de Mohamed, en parte por las propias agencias de prensa. Tienenmiedo de ser testigos, de ver algo realmente comprometedor. Es lo que algunosdenominan autocensura de los monopolios de comunicacin. Pero es que se trata de untema delicado. La estabilidad territorial de Marruecos, en la que Hassan II incluy concalzador a las tierras ocupadas del Sahara Occidental, esas provincias meridionales, esvital para mantener la buena salud del tratado de libre comercio con los Estados Unidos.La mina de fosfatos de Bu Craa produce ms de dos millones de toneladas al ao, y junto

    con la de El Aain y la de Smara, tambin en territorio ocupado y protegido por los muros,permite a Marruecos ser el mayor exportador mundial. El mineral saharaui llega a muchas

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    naciones europeas, pero Norteamrica se queda con la mayor parte, confirmando as suposicin dominante en el terreno de los fertilizantes y, por consiguiente, en el de losagrocombustibles. Y es que, hasta nueva orden, el dueo de la energa y las armas es elindiscutible amo y seor del mundo.

    Por eso estoy aqu. No slo por el t, sino por el gas... El pasaporte que me

    identificara como el ciudadano belga de treinta y seis aos Thierry Falisete, ese me lohan retenido y vuelvo a ser Nadie, como Ulises en su odisea. Las tarjetas de crdito yunos pocos dirham, que no daran ni para pagar la habitacin del hotel en la queaguardan mis camisas, esos jams los volver a ver. El pase de prensa, que me permitamoverme libremente por la ciudad y acceder a un nmero limitado y especfico deinstituciones gubernamentales, ese lo rompieron en pedazos delante de mis narices. Noes que tuviese nadie a quien llamar, pero de cualquier manera, requisaron tambin millamativo telfono mvil de ltima generacin. Para qu hablar de la cmara digital...?Aqu no vale hacerse el despistado y empezar a sacar fotos como un turista paleto. Aquno tienen el menor sentido del humor. Aqu no vales lo mismo que en Europa, las quejas ylos lloriqueos no te sacaran de la fosa. Un carcelero sobrealimentado y chilln me condujo

    a empellones por pasillos estrechos y lbregos hasta un tpico cuarto de interrogatorios.Tres por tres metros cuadrados de hormign liso. Manchas de sangre y sudor decorabanlas paredes. Cerr la puerta herrumbrosa de una patada y me dio un par de hostias.Tirado en el suelo pude comprobar que la habitacin estaba vaca, a excepcin de unabombilla colgando del techo por los cables pelados, y un taburete y una mesa atornilladosal suelo. Cuando volv a ponerme en pi, tambaleante an, pude observar que sobre lamadera astillada de la mesa haba una especie de alternador. Con la mano abierta, elgrandulln me propin una sonora colleja que me lanz sobre la mquina. A un lado tenauna manivela, y del otro partan un par de cables acabados en pinzas dentadas que anmordan bello pbico. Joder, menos mal que tengo contactos. La pulsera de plata y elreloj, quin sabe lo que pensar hacer con ellos ese mal nacido? Me los cambi por una

    modesta cadena de acero y un candado rooso. Supongo que el martirio es la nicaforma en la que una persona sin ningn tipo de habilidad puede convertirse en alguiengrandioso. S, soy don Nadie de nuevo, don Nadie con una misin. S, ahora me sientoimportante otra vez, ya lo echaba de menos. De nuevo en el negocio. De nuevo con eseregusto amargo. Y me encanta.

    Por eso estoy aqu. Aburrido de asomarme a las rejas de las recin aseadascrceles de la capital como un turista en el zoo, me dispuse a abandonar la sendaestablecida por las autoridades. Saba que encontrara lo que buscaba. Saba que loencontrara en algn lugar realmente acogedor, no muy lejos de Rabat. Aunque losocultan a la prensa, es evidente que existen verdaderos centros de tortura especialmentehabilitados por toda la nacin. Busqu el que me interesaba y lo encontr... Antes de quellegase la marabunta de prensa extranjera, las atestadas prisiones del estado cedieron lamayor parte de sus inquilinos a instituciones privadas. Algunos empresarios, buenosamigos del alcalde de la capital, se han enriquecido un poco ms desde entonces. Uncaso particular es el de Tahar Tausi. Desde los noventa domina el santuario de BouyaOmar. Antes, a este lugar slo llegaban adictos, problemticos, chiflados en general oherederos de alguna fortuna que no quisieron compartir con sus taimados familiares... Esun lugar sagrado, as que, por un precio mdico, Tahar Tausi prometa cuidar del familiarhasta que los poderes mgicos del lugar lo librasen de los lazos demonacos que loatormentaban. Por un puado de dirham, los robustos enfermeros se encargaban dellevar a cabo el tratamiento curativo. Ataban al paciente a la cama, lo alimentaban con una

    racin diaria de pan rancio y t, le ofrecan un bao semanal de palizas desestresantes, ysi se trataba de una mujer joven y guapa, la violaban sin descanso hasta que dejaba de

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    serlo. No ha cambiado mucho desde entonces. Sigue siendo un lugar sagrado y Dios noha muerto, sencillamente se mantiene al margen. Har aproximadamente un aoampliaron el nmero de barracones, reforzaron los muros y las alambradas, y el elsantuario de Bouya Omar pas a ser un sanatorio-penitenciara subvencionado por elestado. Es el recinto ms grande y mejor protegido de la zona. Por ello supuse que los

    presos deban de ser tambin los ms importantes de la zona... Nada de estudiantes, niactivistas pro derechos humanos, ni vagabundos, ni periodistas de mierda... Aunqueconmigo han hecho una excepcin. Y me encanta.

    Por eso estoy aqu. La cerradura retumba, los goznes chirran, la puerta de acerodel barracn se abre de golpe y entra un nuevo trozo de carne. No lo veo, pero le escuchoarrastrar los pies. Un guardin lo sigue de cerca, jugando con un puado de llaves. Intentover algo, pero mis ojos resecos y cubiertos de polvo apenas consiguen captar algo msque el brillo del sol. Estn muy cerca. Creo distinguir el movimiento entre las sombras. Depronto, el guardin le atiza con algo. Escucho el sonido de la carne, pero ningn quejido.

    -Hna Ha fayn, kelb! -grita el carcelero. Se han detenido. Ahora escucho los pasosdel guardia. Se acerca pausadamente a la pared. Est junto a mi, le veo. En su puo lleva

    una barra de acero corrugado, con la que levanta el mentn de mi vecino moribundo. Elque hace un rato no dejaba de joderme con sus lloriqueos, ahora calla como una puta. Sino est muerto se lo hace. El guarda le observa durante un rato. Con la nariz fruncida, seaparta del pellejo colgante. Levanta su brazo, y lo deja caer con todas sus fuerzas. Labarra maciza golpea el crneo amarillento. Un chorro de sangre me baa la cara y vuelvoa ver borroso. Ya no hay duda, est muerto. Mientras me limpio la sangre de los ojos conel hombro, escucho el tintineo de las llaves. Parpadeo. La luz se ha vuelto roja. Mstintineo. El cretino no logra abrir el candado, la llave no gira lo suficiente. Forcejea,zarandea las cadenas, ofuscado. El cadver se agita como un mueco de trapodesgarrado, desangrndose como un pellejo de vino rajado.- Msadi... -Desiste. Se vuelve,coge al nuevo del antebrazo y lo lanza contra la pared. Escucho el golpe, pero ninguna

    queja. O es mudo... o es un tipo duro. Confo en que sea un tipo duro, porque si es mudono me interesa. El guardin agarra sus cadenas y las amarra a las del cadver. Escuchoel clic de un candado que se cierra. Dos en uno.- Xra... -Y se larga, con el soniquete delas llaves que seguramente no abrirn jamas estos candados oxidados. La puerta dehierro vuelve a cerrarse con estruendo al final del calabozo, escucho el rodar del cerrojo.Y de nuevo estamos solos, las sombras y yo. Y alguien ms. Sus ojos brillan. Estoyseguro de que han practicado el manual completo con l. Pero no han conseguido lo quequeran, no han conseguido destruirle. Presiento que ser una partida interesante. Cojoaire, cojo fuerzas. Me esfuerzo por cumplir la regla de los tres segundos...

    -Salam -le digo, pero apenas me escucho a m mismo. Mi garganta est forrada depapel de lija. El nuevo, colgado de las cadenas y apoyado en el cadver de mi antiguovecino, gira el cuello con esfuerzo para poder verme. Me observa durante unos segundos,sin prisa, y responde con calma:

    -Bonjour, monsieur... -dice, con voz clara y poderosa, pero sin terminar la frase.-Thierry, Thierry Falisete.-Ah, you're English...-Non, Thierry. Je suis belge... mais parle bien l'espagnol, et un peu le hassanyya.-Espaol entonces, mon Thierry. Intuyo que su hassana debe de estar al nivel de

    mi francs. Encantado, mi nombre es Bya Abdelaziz y... disculpe que no le estreche lamano -me dice sonriente, an con el cuello tenso. El bigote recto y cano se curva haciaarriba en su rostro moreno y marcado por profundas arrugas. Pero mientras su rostro

    sonre, su viva mirada me disecciona.-Cof! Cof! -intento rer, pero mi cuerpo no est por la labor.- Cof! -Me asfixio.

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    Joder, qu forma ms tonta de morir sera sta...- Cof! -Como cualquier otra, supongo.-Le han hecho morder el trapo? El trapo empapado de leja?-Cof! Joder... Cof! -Toso una vez ms y escupo un gargajo de sangre, que cae

    sobre mi camisa. Tengo la garganta hecha picadillo.- Cmo dices?-En la boca, un trapo con qumicos, veneno...

    -No, no... En realidad slo me han golpeado un poco... Llevo aqu algunas horas, ytengo la garganta reseca.-Claro. Es ciudadano belga, europeo. Seguramente le hagan firmar una confesin,

    le indulten la pena y le entreguen a la embajada. -Vuelve a sonrer.- Tranquilo, prontoestar usted a salvo, en su pas.

    -Joder... An tienes fuerzas para rer? Debes de ser un hombre fuerte, eh, Bya?-Lo intento, mon ami Thierry. Las descargas elctricas y las palizas son muy

    desagradables... Pero el trapo de leja en la boca... al final pierdes el olfato. -Con unacabezada me indica el cadver a sus espaldas, y dice:- Pero no hay mal que por bien novenga, no cree? -Su sonrisa deja al descubierto algunos dientes rotos sobre encashinchadas y amoratadas. A algunos los fabrican de un material distinto, no hay duda...

    Por eso estoy aqu. Durante un par de horas lucho por que el seor Abdelaziz metutee. Es un hombre de apariencia sencilla, tranquila y afable. Pero es en realidad unhombre enrgico, inteligente y muy interesante. Le cuento mi historia. Me esfuerzo pormover mi lengua hinchada. La garganta me escuece al hablar; me escuece igual que sihubiese bebido una pinta de esa leja, o lo que sea que utilizan los carceleros para torturara los presos. Siento como alfileres clavrseme en la carne cada vez que trago uno deesos gargajos pastosos y sanguinolentos. Pero hablo y hablo, y consigo que la historia leinterese. Porque la suya, sin duda, me interesa. Me cuenta cmo fue arrestado, cmoesos putos salvajes casi terminan con l, con esta fuente insustituible. Un magnficoejemplar, un duro guerrero, inteligente y experimentado, un verdadero estratega, un

    diplomtico, ahora cubierto tan slo de sucios harapos. Me va a llevar tiempo... Al menosde momento consigo confirmar ciertos datos que daban vueltas en mi libreta. Sinembargo, no dudo que ms tarde obtendr info de primer nivel. Paso a paso, me dirijo sinobstculos a la segunda etapa ya cercana de nuestro largo recorrido.

    Le demuestro que no soy un vulgar media worker, le convenzo de que monsieurFalisete es un periodista en maysculas. Le digo que no soy un puto turista, le digo quehe estado en prisiones peores que sta, en Laos, en Birmania... Le hablo de los reportajessobre grandes revoluciones a lo largo del globo que van firmadas con mi nombre. Ledemuestro mis conocimientos sobre la guerra de guerrillas, sobre geopoltica, sobreestrategia militar, sobre los negocios que mueven el mundo. Le sorprendo con misamplios conocimientos en el campo de los mercenarios freelance, de las corporacionesmilitares privadas, de la industria armamentstica. Me pregunta si es la primera vez quetrabajo la zona del Magreb. Le confirmo mi experiencia en asuntos norteafricanos. Lemenciono el reportaje de investigacin sobre la financiacin del Al Qaeda del Magreb y losintereses norteamericanos en desestabilizar Argelia. Le dejo que imagine todo lo que ssobre el incipiente proyecto poltico-energtico conjunto de Argelia y Rusia. Y parece quele interesa lo que tengo que decir. Lo leo en sus ojos cansados pero atentos, en susgestos casi imperceptibles, ah colgado junto a m. Y le animo a que contine l, a que mediga lo mucho que vale. Y habla. Habla con esa voz clara y potente a pesar de los dientesrotos. Porque Bya Abdelaziz no es slo un miembro importante del Frente; es adems unmuy buen amigo del ministro de energa argelino. Estoy seguro de que tambin Bya tiene

    mucho que decir sobre el proyecto. Hablamos y hablamos hasta que cae el Sol y su luzdeja de torturarme. Y nuestras voces se van apagando como como el da que termina.

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    Llega la noche y con ella el silencio. Apenas se escucha ya el ronroneo del trfico lejano.El cansancio me supera. Y me duermo...

    Y me despierto... Temblando. Un fuerte ruido me despierta. Hace un fro seco ypenetrante, y no puedo parar de temblar. Escucho el rugido de un potente motor. No alllejos en la ciudad, sino aqu, en las calles desiertas de Bouya Omar. Es un fro que

    quema, un fro que mata, pero me dedico a escuchar. Y entonces... Gritos de alerta. Elrechinar de los neumticos sobre el asfalto. Gritos de furia. Un par de rfagas cortas, dosAK-47. Responde atronador el can de una escopeta semiautomtica; tres veces golpeala congelada oscuridad de la noche hasta que otra rfaga full-auto lo hace callar. Unquejido. La explosin de una granada. Fuego, cristales rotos y gritos de dolor. Otraescopeta. Hierros golpeando hierros. Algunas rfagas ms. Y el silencio, y el fro. Mi vistadeja de imaginar el color anaranjado del fuego, y regresa a la oscura realidad que merodea. Mi compaero Bya est inquieto. A diferencia del resto de reses muertas quecuelgan impvidas de sus cadenas, la tensin de su cuerpo enjuto es perceptible an enla penumbra. Sus ojos brillan como los de un gato en la noche. Le vigilo en silencio, y lvigila la puerta... esperando quiz que, de un momento a otro, se abra. El eco de un AK

    resuena en el interior del edificio. Una semiautomtica restalla en los pasillos, una solavez, antes de la explosin de una granada. El portn de acero de nuestra celda vibradurante un instante. Esa ha estado cerca. Observo a Bya mientras la tensin va enaumento. Percibo un cambio en l; sutil, porque apenas puedo ver su rostro, pero...sonre. Sonre? S, lo hace. Y yo s por qu. Escucho el taconeo de pesadas botasmilitares rodando por los pasillos, ah fuera, acercndose por momentos.

    -Hon! Hon! Et-ala! -grita mi amigo, pero no llega respuesta. El silencio. Hastaque, de pronto, el ruido metlico del cerrojo retumba en esta maldita fosa comn. Y lapuerta se abre, bruscamente, chirriando sobre sus goznes, frenando en seco cuandogolpea contra la pared. La luz amarillenta del pasillo se cuela en el barracn al mismotiempo que un grupo de uniformes mimetizados. Los focos de sus linternas, atadas con

    cinta adhesiva a viejos caones Kalashnikov, apualan las tinieblas en busca de suobjetivo. Y cuando por fin lo encuentran, acuden prestos.

    -Siyyed... Achanabtac? -Un joven se cuadra frente a mi colgado amigo. Sus ojosobservan con aprehensin el rostro magullado de Abdelaziz.

    -Le bes, le bes... -responde el viejo. El soldado comprende que est perdiendo untiempo valioso, y se apresura a cortar las cadenas. Otro hombre le pasa una cizalla. Elcandado se resiste durante un instante, pero termina partiendo. En cuanto libran aAbdelaziz del peso de las cadenas, recupera un porte y una dignidad mayores de las quecabra esperar en una vctima reciente de tortura. Sin perder un segundo, echa a andarhacia la puerta:- Yallah! Yallah!

    -Bya... -le llamo, tembloroso por el fro- Men fadlek... -digo, intentando que mi voztenga suficiente potencia, sin conseguirlo. Pero l me escucha, se vuelve hacia mi y dice:

    -El nuestro es un largo camino. No temas, amigo mo, pronto te dejarn salir y...-La, la! Prefiero acompaaros en vuestro camino... Por favor... -Nuestra mirada se

    sostiene durante dos interminables segundos. Pero al cabo se decide.-Claro, que no se hable mal de la hospitalidad saharaui, eh? -Su sonrisa se

    sostiene tambin dos segundos. Con un gesto de su mano indica al de la cizalla que cortemis cadenas. La herramienta muerde el acero, las cadenas se retuercen y me aplastanlas muecas. Siento arder mi carne malherida. El dolor me hace olvidar el fro... Y meencanta. Los chicos de Abdelaziz me sacan a empellones del barracn. Mis piernasapenas me sostienen. Intento moverlas, primero un pie, luego el otro. Demasiado lento. A

    la velocidad con la que avanzan no puedo ms que arrastrarlas. Mis pies descalzospatinan sobre el hormign cubierto de arena de los pasillos. Pero no puedo caerme, pues

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    me rodea un muro de uniformes verdes. Los soldados me conducen a travs de laoscuridad y del silencio, roto tan solo por las duras suelas de goma, hasta la recepcin.Los hombres estn tan pegados a m que apenas veo donde piso. Y de pronto algo seinterpone en mi camino. Algunas manos veloces agarran como pueden mis ropas hechasjirones, y es por eso que no me estrello contra el suelo. Cuando miro hacia abajo, me doy

    cuenta de que estoy pisando un cadver. Mi pie renegrido por la suciedad aplasta lamandbula torcida y sanguinolenta de un tipo grande... S, mi amiguito el boxeadoramateur. Lstima que no haya tiempo de recuperar mi pulsera y mi reloj. Los nicosobjetos de valor que an conservaba. La vida es larga, y durante el camino lo vasperdiendo todo... Pero he aprendido a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, comopisotear la carne muerta de este cerdo cabrn.

    Por fin salimos del agujero, y el aire fuera es an ms fro y seco. Parece que loschicos han apagado los focos y las farolas a balazos. Pero algunos destellos de luz plidailuminan todava el cielo azul marino del horizonte. La tierra anaranjada se ha tornadocenicienta al decaer el sol; prpura por la sangre derramada, la sangre de los guardianesque yacen junto a sus viejas Browning Auto-5. Todo est en calma, tranquilo como la

    muerte. No se escuchan sirenas ni disparos. Tan slo el aullido de un perro solitario,perdido en algn lugar de este laberinto para locos y presos polticos. Quiz ese chuchosea capaz de oler la tensin de los soldados desde la distancia, o la sangre querpidamente absorbe la tierra sedienta. O quiz es que se est muriendo de fro, como yo.Cruzamos el patio de la prisin, corremos hacia un viejo Nissan Patrol color verde oliva.Hasta que estoy junto a l no comprendo el extravagante trabajo de chapa y pintura quehan llevado a cabo en el morro. Pero no, no es tuning... es simplemente una buena hostia.Ahora veo los bollos, las magulladuras y la pintura descascarillada, imagino que por elgolpe al derribar la verja de entrada. Abdelaziz sube al asiento trasero. A cada lado secoloca uno de sus hombres, con el can del fusil en las manos y la culata entre susbotas. A m me empujan dentro del maletero. Mis piernas no reaccionan y caigo como un

    saco de patatas. Han perdido la esterilla y estoy tumbado sobre la dura y fra superficiemetlica del todoterreno. Muy fra, muy dura. Me duele todo el cuerpo. Estoy tan jodidoque ni siquiera trato de colocarme en una postura ms digna. Tan slo me encojo paraguardar algo de calor. Conmigo suben tres soldados ms, que se colocan de cuclillas a mialrededor. El resto del equipo de rescate corre hacia un Toyota pick up negro, empotradocontra la garita de adobe de la entrada. El Patrol arranca a la primera, y su motor nosuena tan mal como cabra esperar por el estado de la carrocera. Nuestro conductor,vestido de paisano, pisa a fondo. A nuestro alrededor se levanta una nube de polvoblanquecina que se dispersa y se disuelve en la profunda negrura que nos invade. Con elmotor rugiendo como el reactor de un caza, el todoterreno derrapa dibujando una gran Uen la arena del patio. Pasamos a toda velocidad junto al Toyota cubierto de cascotes,cuyo piloto parece tener dificultades para ponerlo en marcha. Cruzamos sin miramientossobre el portn de entrada derribado, sobre el alambre de espino enredado y sobre lasastillas blancas y rojas de la barrera levadiza destrozada. Los amortiguadores chirran alcruzar los resaltos de control de velocidad, mi cabeza rebota contra el suelo metlico unpar de veces, los neumticos rechinan al dar un par de curvas cerradas a sesenta porhora, el motor truena una vez ms y nos perdemos calle abajo. Dejamos a nuestrasespaldas a los locos y a los muertos, para que disfruten de su infierno particular. Despusde un buen rato el conductor se relaja, sube a cuarta y el motor deja de rugir paraempezar a ronronear. Nos alejamos de ese distrito de tortura y muerte, como si nadahubiese ocurrido. An tumbado en el maletero, an temblando, comienzo a ver la luz

    amarillenta de las farolas. Me incorporo en parte y alargo el cuello para observar por laventanilla trasera. A travs del polvo logro divisar al Toyota, que ha conseguido arrancar y

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    nos sigue a unos treinta metros. Un soldado me pone su manaza en la cabeza y meobliga a tumbarme de nuevo, por lo que dejo de ver nada excepto botas polvorientas ymadera astillada en las culatas de viejos Kalahsnikov. Pronto nos zambullimos en eltrfico nocturno de la autopista. Veo las altas farolas pasar una tras otra rpidamente,escucho el ruido de los vehculos que nos rodean, el irritante claxon de algn BMW con

    prisas. Tiene que ser la N6. Con ms cautela, vuelvo a levantar el gaznate y observo porla ventanilla izquierda, entre las coronillas rasuradas de los chicos. Circulamos sobre unpuente... las aguas del Bu Regreg. En esta direccin, pronto llegaremos al centro deRabat. Algo arriesgado para ir as vestidos y armados. Pero justo despus de cruzar elro, torcemos a la derecha y abandonamos la autopista. Entramos en un parking amplio ycasi desierto. A la izquierda hay una nave enorme. Unos focos iluminan los murospintados de azul y marrn. Giro el cuello para ver mejor, y mientras avanzamos leo uncartel luminoso que dice: Marjane y despus Bu Regreg en caligrafa rabe. Es uncentro comercial... S, all al fondo hay ms neones y letreros... S, joder... Un putoPizzahut. Mis tripas encogidas casi duelen tanto como las muecas descarnadas. Noobstante, me temo que an no ha llegado la hora de la cena, ni siquiera hemos tomado el

    primer t... El conductor practica slalom con las columnas de los tejadillos de chapa. Girabruscamente a la derecha. Y finalmente le sacude un brusco pisotn al freno. Se detienecasi al fondo del aparcamiento, entre dos furgones de reparto. Antes de que el conductoreche el freno de mano, los soldados ya estn saliendo del vehculo, arrastrndome conellos hacia uno de los furgones. Me arrojan al negro interior. Esta vez aterrizo sobre unaalfombra despeluchada y llena de tierra. Creo que han llevado a mi amigo Abdelaziz a laotra furgoneta. Los soldados, sin embargo, entran casi todos detrs de m. La puertacorredera se cierra, y me quedo atrapado con los diez hombres del Polisario en laoscuridad y el silencio. Al menos he dejado de temblar. El motor no tarda en despertar.Nos movemos; marcha atrs, giro, adelante. Uno de los soldados enciende una linternade codo, y el filtro rojo hace que me sienta como en el interior de un APC. Los hombres

    empiezan a trabajar. Uno recoge los fusiles mientras otro descubre un cajn oculto en lacarrocera del vehculo. Al otro lado, un hombre abre una caja de cartn y empieza asacar ropa de calle. Los dems comienzan a desatarse las botas, a quitarse los cintos. Seponen los vaqueros, las camisetas, las chilabas, las deportivas, las sandalias, losturbantes, las gorras de bisbol. Guardan los uniformes y las botas en la misma caja decartn. Los fusiles han desaparecido ya tras una placa metlica y un par de alfombrasviejas. Cuando terminan, uno pregunta algo en voz baja. S que se trata de m, peroAbdelaziz tena razn, no domino el hassana. El que est junto a la caja le sonre, memira, y dice:

    -Un amigo de siyyed... Toma, ponte esto -dice, mientras me lanza una chilabateida de rojo por la luz de la linterna.

    -Shukran... -No es mi estilo, pero ya tena ganas de quitarme estos pantalonesmeados y esta camisa apestosa y hecha jirones. Intento no perder el equilibrio, pero justocuando tengo los jeans a la altura de las rodillas, el furgn da un quiebro y me hace caer.Joder, qu forma de conducir. Por si no estaba ya bastante jodido, ahora creo que tengoel culo roto. Termino de desnudarme tumbado sobre la alfombra y me cubro con lachilaba.- Eh... Amigo... Zapatos o algo? -le pido, sealndome los pies desnudos. El tiporebusca de nuevo en la caja, y al cabo de un rato saca unas sandalias de goma mediorotas. Me las tira y sonre.

    -A ver si son tu nmero...No me imagino el aspecto que debo de tener. Quiz si me pongo la capucha pueda

    pasar por marroqu. Soy de tez clara, pero mi rostro estar oscurecido por los moretonesy una buena capa de mierda acumulada durante la estancia en Bouya. Los hombres del

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    Frente ya estn listos, incluso relajados. Hablan distendidamente entre ellos. Yo deberaser su nica preocupacin en este momento. Su granito en el culo. Las armas estn bienescondidas, sin embargo cmo explicar al europeo sin documentacin? El vehculo notiene ventanas, pero puedo imaginar por dnde circulamos. Paradas continuas, bajavelocidad, pitidos estridentes, motocicletas. Callejeamos por el mismsimo centro de la

    ciudad. Me pregunto si no sera ms seguro circular por la periferia. Espero que sepan loque hacen... Una curva ms. Un frenazo clsico magreb, que nos hace saltar unoscentmetros sobre la alfombra. Y de la cabina llega un toc toc. La luz roja se extingue.Alguien abre el portn lateral y dos hombres bajan. Apenas tengo tiempo de ver uncallejn sucio y sombro antes de que la puerta vuelva a cerrarse. El conductor arranca ycontinuamos dando vueltas. Poco despus hacemos otra parada semejante, y somos dosmenos. Al cabo de una media hora se han ido todos. Estoy solo en la negrura. As que eseso, el comando entero opera en Rabat, viven aqu. Rodamos ms aprisa, parece quehemos dejado el centro. El furgn contina rodando. Un trayecto largo. Ha transcurrido unbuen rato hasta que he perdido la calma, debo de estar cansado. Slo yo, el ruido delmotor y la oscuridad. Un trayecto largo. Y me pregunto si he fallado, si no les gusta mi

    cara, si les caigo mal, si no confan en m, si planean abandonarme en mitad del desierto.Un trayecto largo, y estoy cansado, y sediento, y jodido. Quiz voy a morir pronto... Y meencanta.

    Nos detenemos, pero el motor sigue en marca. Empiezo a pensar que tena quehaber recuperado uno de esos Kalashnikov en cuanto me dejaron solo. Escucho abrirse lapuerta del conductor. Pero no, debo mantener mis cartas si quiero llevarme la baza. Memuevo deprisa, buscando un lugar adecuado. Espero alerta, junto al portn. Se abre, y losfaros de otro vehculo iluminan el interior del furgn. Y la luz me quema los ojos, llenos dediminutas rocas que parecen crecer un poco cada minuto.

    -Seor Falisete...! Thierry...? -pregunta la voz de Abdelaziz.-Ey... -digo yo, y me asomo por el borde del portn para ver dnde estamos y quin

    me espera fuera. Pero los focos me golpean como un mazo, la luz me taladra el cerebrocomo un pica hielos. El estmago se me encoge, se me retuerce dolorosamente. Yvomito, o eso intento. Las arcadas estn vacas, hasta que por fin un hilo de pegajosasustancia amarilla me sale de dentro. Los intestinos quieren salirme por la boca. Toso unavez ms, la baba de bilis se corta por fin y mi estomago regresa a su posicin habitual.Estoy cansado, mareado, enfermo, estoy fuera de combate...

    -Vaya, ests malo... Venga, baja. Ya te daremos algo cuando lleguemos. Vamos.-Gracias, sahbi... -digo. Y me dejo llevar. No puedo hacer otra cosa.-Tienes que estar fuerte para escribir un buen reportaje sobre todo esto, Thierry

    -dice, mientras dos hombres de paisano me ayudan a bajar y me arrastran hasta unToyota blanco. Abdelaziz se coloca junto a m, en el asiento trasero. Quiz no la hecagado. Es que la fiebre incrementa mi nivel de paranoia habitual. Debo de estar muymal. Tengo fro. S, debo rondar los cuarenta putos grados. Con cuarenta de fiebre mevienen esas sensaciones extraas. Las motas de polvo que se metieron en mis ojos sonahora del tamao de una rueda de tractor, sucia, reventada, con alambres roosos yafilados arandome la cornea. Mis dientes son tan grandes como un par de palas desquash, y siguen creciendo sin pausa. Mis dedos hinchados pueden tocar la luz, ytorcerla... Un trayecto largo, va a ser largo. Atravesamos kilmetros de espesa negrura.Circulamos por el vaco puro y venenoso. Surcamos la oscuridad helada. Y me duermo,o ya lo estaba? Y me despierto, tiritando. O contino soando? Porque todo es extraoy no se en qu lugar me encuentro. Por el ruido me convenzo de que vuelo en un Boeing

    767, de camino a casa. Veo el ocano, tras la ventanilla, iluminado dbilmente por la luna,y entonces comprendo que no voy a ninguna parte. Y me duermo. Y despierto, y hay

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    mucha luz. S, es el Atlntico, brillando bajo la luz del sol naciente. Seguimos la carreterade la costa hacia el Sur. El sol calienta el aire a travs de la ventanilla cubierta de polvo.Alguien me ha colocado una chaqueta encima a modo de manta. Frente a m, tan soloveo el turbante verde del copiloto. A su lado, el conductor parece dormido, con las dosmanos apoyadas relajadamente sobre el volante. Con las gafas de sol es imposible saber

    si tiene los ojos abiertos. A mi lado encuentro a Bya, que me observa en silencio, hastaque dice:-Bueno, ya tienes mejor aspecto, amigo.-S, creo que me ha bajado la fiebre.-Tenas que haber comido algo antes de dormir. Toma esto -dice, y me pasa una

    botella de zumo de manzana con gas y un bocadillo: pan de pita, patata y huevo cocidoscon un chorro de aceite. Tiene buen aspecto. Lo devoro. No es que tenga hambrerealmente, es mental. En realidad hace tiempo que el hambre se convirti en dolor. Elzumo es dulce, pero las burbujas me revuelven un poco el estmago. De todos modossigo bebiendo, no puedo parar. Bebo, y bebo, y bebo. Abdelaziz me pasa otro sndwich,pero yo slo quiero beber. Continuamos camino durante una hora. Paramos en medio de

    la nada. Los chicos tienen que mear. Yo aprovecho para vomitar y para comerme unanaranja y para volver a vomitar. Continuamos camino durante una hora. Rodeamos Dar-el-Beida. Continuamos camino. El polvo del desierto cubre el asfalto blanquecino cuandovolvemos a tomar la carretera. Dejamos Marrakech en el interior, y seguimos por la costa.Rodeamos por las arenas solitarias del desierto cuando hay que evitar los controlespoliciales. Me dicen que en el Sahara Occidental es mucho peor, no hay wilaya sincontroles. Pero eso no parece desanimarles, pues continuamos camino. Pasamos Agadir,Tiznit, Tan-Tan. Bebo agua y me como otra naranja. Y esta vez lo retengo. El aire calienteque entra por la ventanilla me hace sentir bien.

    -Dnde vamos exactamente, Bya?-Te llevo a mi tierra, con unos amigos. Pronto pasaremos la frontera.

    Continuamos camino. Y efectivamente, a la media hora atravesamos la frontera. Oeso dice Mahmud, el conductor. En realidad, no hay nada parecido a una frontera, nadaque establezca los lmites de los dos pases. Y tiene lgica desde el punto de vistaimperialista de Marruecos, pues el Sahara Occidental les pertenece. Para ellos no es msque una autonoma dentro del reino alau. Una autonoma corriente con un control militar ypolicial extraordinario. Una autonoma aparentemente tan pobre como las dems, perorebosante de riquezas. Continuamos camino a travs del desierto, y le pregunto aMahmud cmo puede guiarse sin carreteras, sin ninguna referencia en el horizonte y conel GPS apagado. l dice que conoce el camino. Que el desierto siempre ha tenido suscarreteras, aunque no sean de asfalto. Que en el horizonte hay referencias, aunque yo nolas vea. Y que el GPS va mal desde hace das, y no merece la pena encenderlo.Intrigado, le pregunto que a qu se refiere con eso de que va mal, le pregunto si se haroto alguna pieza. l me dice que no, que lo que ocurre es que el aparato se inventa unaposicin aleatoria a cada instante. Me dice que en ocasiones el lugar real en el que seencuentra dista un centenar de metros del punto que indica el GPS. Y yo s por qu.

    Hay un asunto del que an no he tratado con Abdelaziz. El ms importante. Pero aestas alturas todos sabemos que el xito reside en la paciencia. No es prudente poner lascartas sobre la mesa nada ms repartir la mano, ensear tu juego cuando an quedamucho que ganar, y que perder. Recordemos que hay que preparar el camino,cuidadosamente. Ir al grano sera lo ms fcil, lo ms directo, lo que quisieran todos loshombres al conocer a una mujer atractiva. Pero no es as como funciona el juego. No

    queremos que se asuste, que desconfe, que se cierre en banda. Queremos que se sientaa gusto, que se confe, que se deje llevar. No debemos ser groseros, verdad? No eres

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    un ladrn, un violador... El premio no se puede coger, han de entregrtelo, ponrtelo enbandeja de plata. El premio has de ganrtelo. As que propicio la situacin, continohacindolo. Y por eso les describo los conceptos bsicos sobre el SA del NAVSTAR GPS.El Global Positioning System, el sistema de navegacin por satlite desarrollado por eldepartamento de defensa de EEUU, fue el primero en completarse, uno de los tres que

    cubren hoy da la totalidad de la superficie terrestre y an el ms utilizado por losdispositivos comerciales, aunque el europeo Galileo viene pisando fuerte. Con 35 satlitesfuncionales, y a pesar de los errores inyectados al sistema por las asincronas en losrelojes, las condiciones atmosfricas, el estado de la ionosfera o el efecto rebote y decamino mltiple de la seal, el GPS es bastante preciso. Los americanos han hecho buennegocio vendiendo el sistema y ahora medio mundo tiene receptores compatibles. Sinembargo, el GPS sigue teniendo un valor estratgico y militar importante, y a los seoresde la guerra no les gusta crear un arma de dos filos para cortarse con ella. Por eso elsistema dispone de un mecanismo de proteccin, el denominado Selective Availability.Mediante el SA, la seal comercial fue distorsionada deliberadamente desde el primermomento. El error medio era de diez metros en el plano horizontal, aunque poda llegar a

    los cien, y de treinta metros en la vertical. El dueo del sistema, el ejrcito de los EstadosUnidos, tena la capacidad de aadir un error pseudoaleatorio en las seales cuya semillacambia diariamente. De este modo, un receptor GPS militar tampoco sera til sin laclave-semilla con la que descubrir la secuencia y compensarla. Pero el SA tena variosinconvenientes. Durante la guerra del Golfo en 1991, el poderoso ejercito estadounidensese qued sin receptores militares suficientes y tuvo que hacer uso de equiposcomerciales, susceptibles de su propia seal adulterada. Finalmente, decidi eliminar elerror generado por el SA mientras durase el conflicto. Ms tarde aparecieron lasestaciones DGPS en las que se compensa el error, y que sirven una seal mejorada a losreceptores comerciales. La Administracin Federal de Aviacin insista continuamente enlos millones de dlares que podran ahorrar prescindiendo de sus viejas estaciones de

    tierra. El GPS podra ser su nuevo sistema de navegacin si el SA no jugase con la alturay la posicin reales. Finalmente, presionados por el mercado, sobrepasados por laprecisin y las nuevas prestaciones de los SatNav emergentes, el europeo Galileo y elruso GLONASS, Washington decidi desconectar el SA para siempre y empezar a firmaracuerdos de colaboracin con los nuevos sistemas. Por supuesto, los hombres de verdehaban encontrado ya otro sustituto mucho ms efectivo para el SA. Un mecanismo fcilde activar, fcil de desactivar, que afecta tan slo a la cobertura GPS de un rea discreta,con un nivel de error ajustable y difcilmente compensable, al que hay que aadir ademsotras utilidades de vigilancia y seguimiento de receptores. Los usuarios no saben muchode esto, ellos siguen en su mundo de fantasa. Pero el ejercito estadounidense puedejugar con los receptores de una pequea ciudad en cualquier parte del mundo y cuando lodesee. El ejercito estadounidense puede divertirse con los receptores del SaharaOccidental, y es posible que lo desee. Les comento que quiz Washington, o quiz subuen aliado africano, preparan alguna escaramuza en la zona. Les aseguro que stapuede ser una seal, la seal de que algo serio est a punto de suceder en el desierto...Pero cuando acabo mi discurso, percibo que mis palabras no han sorprendido en absolutoa la audiencia. Y yo s por qu.

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    2. Dulce como el amor

    Tres son los pasos que debes seguir para conquistar a una mujer. Y el segundoconsiste en generar confort, dar confianza, ofrecer tu caballerosidad. Debes crearconexiones emocionales con ella. Le demostrars que te ha convencido, que te haconquistado y que ahora empiezas a interesarte realmente por ella. Le ofreces pequeasmuestras de cario, de complicidad. Consigues que se sienta cmoda y abrazada por tupresencia. Si es capaz de imaginar, de sentir, que el destino es el verdadero y nicoresponsable de que estis juntos, entonces no podr resistirse a continuar con el juego.Pero superar con xito esta fase requiere hallar un lugar cmodo, lo ms alejado posiblede molestas interrupciones. Un lugar en el que poder aplicar las tcticas de esta segundafase. Por eso estoy aqu.

    Dicen que con el t se elimina la sed, se quita el cansancio y se engaa al hambre.

    Lo cierto es que no est nada mal. Me encanta el dulce, y el segundo estaba cargado deazcar. Sin embargo, ahora tengo an ms sed, la fatiga me impide pensar con claridad ymatara por una comida caliente. Tfarah maneja los vasos con rapidez, como un tahrbarajando los naipes. Una delgada tela de llamativos colores la cubre casi por completo.La joven eleva un vaso mientras vierte el lquido dorado en otro, que se llena de espumablanca y cremosa. Sus preciosos ojos negros observan con curiosidad y atencin a losinvitados, mientras sus manos se mueven con vida propia. Sus cejas perfiladas y un toquede maquillaje consiguen que su mirada sea an ms sugerente. La joven deja el vasovaco sobre la bandeja plateada y coge el lleno con el pulgar y el ndice, para noquemarse. La piel de su rostro es oscura, tersa, suave como una mus de chocolate.Mientras el brazo izquierdo reposa en su regazo, la mano derecha vierte el lquido de un

    vaso a otro con la rapidez del rayo, hasta que todos tienen una buena capa de espuma.Sus pmulos brillan a la luz mortecina del fluorescente. Rellena los vasos espumosos conel lquido ardiente de la tetera. Su nariz es ancha, con esa curvatura tpicamente rabe.Vuelve a dejar la tetera sobre las brasas y nos sirve el tercer y ltimo t antes de la cena.En sus carnosos labios brilla en todo momento una preciosa sonrisa.

    -Tesrub si kwiyyes d ataty? -me dice, y no puedo apartar mi mirada de sus ojos.-Wahed kas, shukran -respondo atolondrado, hipnotizado por esa sensual boquita.

    Ella se re por mi torpeza. Se cubre la cara con el colorido pao mientras me ofrece elkas. Despus comienza a limpiar la bandeja. Siempre alegre y risuea como una chiquilla.Y me encanta.

    La preciosa Tfarah es sobrina de Jadima, la duea de la casa. Jadima tambin fuebella tiempo atrs. Pero un da, algo marc su rostro de forma irremediable. No pudo serla edad, esa nos cambia poco a poco. La tristeza quiz, la amargura, el dolor. Bya mecuenta que su marido Abdalah fue asesinado aos atrs por un tal Mustafa Kamour, unagente de la ley y sbdito entregado del rey. La muerte de Abdalah fue casual, lo quepuede resultar an ms doloroso y cruel. A Mustaf no le gustaba la penetrante mirada deaquel vendedor de fruta. A Mustaf no le gustaba aquella mirada inteligente, orgullosa,incluso arrogante en ocasiones. Aquel haba sido un da difcil para Mustaf, y decididesquitarse con el tranquilo comerciante. Empez con una simple provocacin, pero unacosa llev a la otra y el buen Abdalah termin con una bala en la nuca. Cosas que pasan.Si Mustaf no fuese tan obtuso y hubiese descubierto que en realidad Abdalah

    transportaba con su camin algo ms que naranjas... Pero pese a las desgracias, a losmaltratos, a los abusos de poder y a las calamidades del destino, la lucha diaria debe

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    continuar. Ahora el negocio pertenece a su hijo Bachir. Ahora es l quin se encarga derepartir la fruta por los mercados de la ciudad y, cuando es necesario y prudente,transporta material caliente entre aldeas y ciudades saharauis, como hiciera antes supadre. Rara vez son armas, en ocasiones documentacin importante, material prohibido,fugitivos de las autoridades marroques. Abdelaziz prometi a Bachir y a Jadima que

    Mustaf recibira su merecido. Pero deben actuar con cautela, pues los marroques nodudan en tomarse una sangrienta revancha con los paisanos saharauis ante cualquier tipode sabotaje, por no hablar de la muerte de uno de sus oficiales. Lo ms probable es queuno de estos das Mustaf tenga un accidente de trfico, una intoxicacin etlica o algosimilar.

    Terminamos el tercer t y llega la cena, gracias a dios... al que sea! Estamos enuna habitacin del segundo piso de la casa de Jadima. Alejados lo suficiente de la entradaprincipal y con una gran ventana por la que salir disparados si algn polizonte decidemolestar. Sin embargo, Bachir, mi amigo Abdelaziz, Mahmud el conductor y Bled, elsilencioso copiloto, estn cmodamente arrepanchigados sobre los cojines, por lo quesupongo que puedo relajarme. Y lo necesito. Jadima deja sobre una mesita baja los

    tayines humeantes, y se retira con Tfarah para cenar en la cocina. Una verdadera lstimaperder de vista esos bonitos ojos negros; malditas sean las manas de los rabes. Apartola curiosa tapadera de barro y dejo que la comida se enfre un poco. Huele a especias,es... Kuskus con verduras y cordero o camello. Mmm, est riqusimo. Joder, me siento tanbien que tengo que hacer un gran esfuerzo para no quedarme dormido con una bola decomida en la boca. Despus de esto, un buen polvo y morira tranquilo. Pero no, antengo una misin que cumplir, un informe que rellenar...

    Cuando terminan sus platos, los chicos de Abdelaziz comienzan a charlaranimadamente con Bled. As que aprovecho para continuar charlando con mi amigo.Mientras saboreo los ltimos restos de la cazoleta de barro, le hablo de mi hija. Mipreciosa niita, dulce como la miel y que no veo desde hace tres meses. Le digo que

    ahora me arrepiento del trabajo que he elegido. Le digo que la echo de menos. Le digoque a veces nos enredamos demasiado con nuestras absurdas tareas, con la repetitivalucha diaria, con los negocios y los trmites y los procedimientos... S, quiz nuestrosesfuerzos en continua batalla nos parezcan imprescindibles, los ms trascendentes delmundo. Pero en el fondo sabemos que no es as... Nos olvidamos de lo que realmenteimporta en la vida. De esos pequeos momentos con los seres que amamos... Y l medice que sabe a lo que me refiero. Me dice que cruz el muro para ver a su mujer y a suhija. Que haca siete aos, siete aos que no vea a su preciosa hijita. Las autoridadesmarroques vigilan constantemente la casa donde vive su mujer, en el Sahara ocupado.Vigilan a su familia en espera de que l se presente all cualquier da. Y as sucedi. Meconfiesa que fue un inconsciente. Apenas pudo estar cinco minutos con ellas antes deque la polica lo apresara y lo llevase a Rabat. Entonces pens que haba llegado su hora.O que quiz los marroques saban algo ms, y lo torturaran a l y a su familia paraconseguir los detalles... Porque... S, en el Sahara Occidental se cuece algo importante.S, me lo cuenta sin tapujos, se abre a m y me lo cuenta todo. Y me encanta.

    Es en la ciudad de Bir Lehlu. Significa el bello manantial, en hassana. Est fueradel alcance marroqu, en la zona liberada, en el rea del Sahara Occidental controlada porel Frente Polisario. All, tras el muro que nos mantiene presos en este momento. Bir Lehlu,la capital provisional de la Repblica rabe Saharaui Democrtica, mientras la capitaloficial del Sahara Occidental, El Aain, contine bajo control marroqu. Es en Bir Lehludonde un veintisiete de Febrero de 1976, El-Uali Mustafa proclam la RASD. Y es muy

    cerca de all, a unos diez kilmetros al sur, donde un grupo de gelogos argelinosencontr el peculiar yacimiento de fosfatos. El lugar era conocido desde haca tiempo,

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    pero los anlisis que se realizaron la primera vez no indicaban una concentracin y unapureza suficientes como para que el hallazgo fuese significativo. Sin embargo, el valorestratgico de los fosfatos ha ido en aumento, y la compaa argelina decidi realizar unnuevo estudio. Esta vez el examen fue exhaustivo, y no en balde. Los tcnicos seencontraron con una grata sorpresa. All estaba, muy cerca de la superficie. Una capa que

    variaba de cuatro a siete metros de grosor y que se extenda al menos en cincuentakilmetros cuadrados, con una pureza y una concentracin de P2O5 del treinta y siete porciento, ms que suficiente para la rentabilidad de la explotacin. Pero eso no era todo.Como si la pobreza de la superficie desrtica tuviese que ser compensada por la riquezaoculta bajo tierra, all mismo hallaron indicios de un gran tesoro enterrado millones deaos atrs. Los estudios preliminares as lo indicaban. Era increble. La porosidad de laroca, la permeabilidad, la saturacin. Todo haca pensar en la posibilidad de encontrarseante una cuenca sedimentaria de hidrocarburos. Gas. Mucho gas. Metano, propano,butano, tal vez algo de petrleo.

    Quiz en otro lugar, en otras circunstancias, en otro momento, el yacimiento de BirLehlu no hubiese tenido mayor trascendencia. Pero estamos hablando de una gran

    reserva de gas, de un gran contrato con Argelia, de una buena cantidad de billetes paralos saharauis, por primera vez desde la colonizacin espaola, desde la colonizacinmarroqu. Por fin podrn sacarle valor a la tierra que les queda, la que que no lograronarrebatarles. Por fin podrn financiar un ejercito realmente poderoso con el queenfrentarse de nuevo, definitivamente, al usurpador de su patria. O comenzar una accindiplomtica contundente, mostrar a la ONU y al resto del mundo que ya no se lesconvence con mentiras y promesas incumplidas. Argelia sacara al mercado ese gas congran provecho. Los hidrocarburos desempean un papel crucial en su economa.Representan ms del noventa y cinco por ciento de los ingresos de exportacin. Argeliaes el tercer mayor proveedor de gas a Europa. Ellos saben de gas, de petrleo, detuberas y del comercio mundial de hidrocarburos. Argelia, dentro del GECF, unida a la

    an poderosa Rusia como el futuro pronostica y a otros grandes productores como Irn yQatar, con los que controlar el mercado gasstico mundial. Hace seis meses, Argelia secomprometi a firmar con Rusia un tratado de comercializacin conjunta, con el quepodrn hacer frente a la amenaza de las tuberas norteamericanas que cruzan AsiaCentral para obtener los hidrocarburos del Caspio. Azerbaijan, Kazakhstan, Turkmenistan,Uzbekistan, Kyrgyzstan. Estados Unidos lleva dcadas procurando dividir, aislar ycontrolar las antiguas repblicas soviticas, ricas en crudo y gas natural, o por las que hande pasar las conducciones hasta los consumidores occidentales. Ha levantado y apoyadogobiernos dictatoriales, ha financiado y adiestrado peligrosas milicias anticomunistas, haimpulsado los extremismos religiosos y nacionalistas para desestabilizar y desacreditar lapoltica Rusa... Pero los rusos no dan su mano a torcer. An controlan una muy buenaparte de los recursos en Asia Central, y lucha por recuperar las relaciones con sus viejosvecinos y mantener su posicin dominante en el mercado mundial. Mientras, los europeosaumentan el consumo, sus pozos se agotan y su dependencia energtica exterior sedispara. No desean abandonar su estilo de vida derrochador y estn dispuestos a pagarun buen precio con tal de no detener su industria. Pero temen la dependencia de un crtelgasero que les imponga precios elevados, de tal manera que apoyan a EEUU en su luchapor derrocar del puesto a Rusia. Europa prefiere depender del gas proporcionado porcompaas americanas. Como siempre, demuestra una falta de carcter y se vende a losintereses americanos, metindose an ms en la boca del lobo. Pero a pesar de laspresiones de la Unin Europea, a pesar de los recientes atentados contra gasoductos por

    parte del Al Qaeda magreb (una de las clulas del famoso grupo terrorista ligado desdesu fundacin a la CIA), a pesar de no querer perder su autonoma frente al gigante ruso, a

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    pesar de todo eso, no hay duda de que Argelia firmar el acuerdo. Muy a su pesar,Marruecos depende en gran medida del gas argelino. Amrica consume tambin grancantidad de gas licuado argelino. Europa se alimenta a travs del gas licuado y degasoductos como Medgaz, que se extiende doscientos kilmetros bajo el Mediterrneo,directamente desde Hassi R'Mel hasta Almera. Todos dependen del viejo aliado del

    Sahara Occidental. Y por si fuera poco, ahora se descubren nuevos pozos en las zonasliberadas por el Polisario, junto a la frontera con Argelia y Mauritania. S, en el Sahara secuece algo grande. Por eso estoy aqu.

    - As que ahora nuestra gente tiene que andar con pies de plomo -me dice Bya-. Aestas alturas y con los satlites americanos haciendo miles de fotografas cada da, elyacimiento no debe de ser ningn secreto para ellos. Seguramente tampoco lo es paraMarruecos. La cuestin es si tendrn valor suficiente para atacarnos abiertamente, derobarnos lo poco que nos queda.

    - Marruecos no puede asumir el coste de una guerra abierta. Incluso con lafinanciacin de sus aliados americanos hubiese perdido la guerra con el Polisario, por esoutilizaron a la ONU para el alto el fuego del 91. Pero de todos modos necesitis

    armamento... La cuestin es os fiis de Argelia? Quin controlar los pozos y losgasoductos?- Claro que nos fiamos! Si no fuese por los argelinos ahora estaramos todos

    muertos! -me contesta excitado-. Adems, no hay otra opcin. Necesitamos los recursos yla tecnologa que Argelia nos proporciona. Quiz en el futuro, cuando el gas haya dadosus frutos...

    - No es necesario esperar tanto. Una vez se comprueben las reservas de gas ypetrleo, sin olvidarnos del fosfato, muchas corporaciones financiaran la tecnologa y losrecursos para la explotacin, para el mantenimiento, para la seguridad... La seguridad delyacimiento es imprescindible. Todo sera vuestro. No tendas que depender de nadie...

    - No, no, no. Tampoco queremos depender de empresas extranjeras. Qu ventaja

    obtendramos de ese modo? Confiamos en nuestros hermanos argelinos y...- Las ventajas son mltiples... Y existen compaas de confianza. Claro que hay

    muchas vendidas a las grandes potencias, tanto a EEUU, como a Rusia, como a Europa.Se dedican a sabotear, a espiar, a corromper y a desestabilizar las economas locales.Pero siempre puedes encontrar profesionales que estn al margen de eso. Conservaraislos beneficios y la independencia. Yo puedo ponerte en contacto con alguna gente...Incluso en el sector de la seguridad y las PMC hay empresas responsables. Tambin hayentidades financieras e industriales que juegan limpio. En mis aos de investigacin mehe topado con muchas corporaciones que hacen un buen trabajo...

    - En cualquier caso, mi amigo Thierry, en cualquier caso... Yo no soy elresponsable de tomar tales decisiones.

    - Claro, claro. Y la ma es tan slo una humilde opinin, al fin y al cabo -no hay queprecipitarse, me repito continuamente-. No soy un maestro de las finanzas. Pero creo quesera inteligente que quien tomase esa decisin... estudiase otras alternativas a parte deArgelia. Esos yacimientos podran ser el trampoln que lanzase al Sahara Occidental a lalibertad y al mercado internacional, sin ataduras ni sumisiones... No slo conservarais laszonas liberadas, con una empresa militar responsable y experimentada podrais arrebatara Marruecos el control de vuestras minas y de todo el Sahara.

    - S, es ciertamente muy interesante, mon amie. Te puedo asegurar que comentarlo que me has dicho al responsable de la explotacin... Es grato tener cerca a alguien quesepa tanto como t, y est adems tan decidido a ayudar al pueblo saharaui.

    - S, mi educacin fue muy buena hasta que el colegio me la interrumpi, ja, ja.Pero desde que sal de la facultad de periodismo he aprendido mucho, y siempre he

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    querido ayudar a la verdad y...- Y cuales seran esas empresas?- Bueno, es una gran lista. Por ejemplo, para la proteccin de las instalaciones y de

    los oleoductos conozco una empresa de seguridad que financiara sin pegas toda lainstalacin, los mercenarios... Los he visto trabajar antes en frica y...

    - Bien, bien. Podras escribirme esa lista? La estudiaremos con detenimiento.Quiz sea mejor no confiar a Argelia todos nuestros bienes, como dices.- Muy bien pensado, Bya. Eso no quiere decir que Argelia cumpla un rol importante

    en el proyecto, pero confiarlo todo a otra nacin sera sin duda contraproducente. Debisdistribuir la inversin y el riesgo... -le digo, se nota que estoy inspirado.- Te escribir esalista en seguida... Aunque tendra que hacer un par de llamadas...

    - No, me temo que de momento no es posible, mon amie. An debemos salir deaqu. Pero pronto, pronto estaremos a salvo y rodeados de amigos. Negociaremosentonces con quien haga falta.

    Un rato despus, las dulces mujeres de la casa nos trajeron el postre. Me encantanlos dtiles. Aunque con tanto azcar y sin dentfrico, siento que de un momento a otro mis

    dientes se van a disolver en mi boca. Tengo sed, tengo calor. Ahora, acostado sobre loscojines, escuchando el ronquido de Mahmud, comprendo que la fiebre no me haabandonado definitivamente. No me siento enfermo, pero en ocasiones pierdo laconcentracin, se me va la cabeza. Espero no haberla cagado con Abdelaziz. Cuandouno est as, dice cosas que pueden malinterpretarse. Quiz la fiebre es como elalcohol... Joder, no me vendra nada mal un trago. Quin coo les ha dicho a esta genteque el whisky es malo? Necesito un trago, un buen trago de desinfectante etlico. No scmo pude coger el maldito virus. He perseguido a verdaderos personajes por todo elmundo, los he vigilado hundido en el fango y con sanguijuelas en los huevos, les hetomado fotografas dignas de exposicin mientras los mosquitos me coman vivo, heescrito notas con mis manos azuladas y doloridas mientras los pies se me congelaban en

    las botas cubiertas de hielo, he tenido que comer y beber lo que encontraba por elcamino. Y me encanta. Sin embargo, unos das en el confortable marruecos, con genteamable y hospitalaria, con un buen reportaje que escribir... y siento que algo no anda bienen mi organismo. Me hago mayor, quiz. S, me hago mayor. La energa se gasta, laimpulsividad se debilita, la seguridad se pierde y uno se hace dbil como la maderapodrida. S, me he hecho mayor y no he sabido adaptarme. Quiz debera retirarme antesde joderla. Pero, qu coo! A quin le importa si fracaso. Mi trabajo pasa desapercibidode todas formas... y no quiero dejarlo. Quiz no sea un maestro del oficio, pero no sehacer otra cosa. No tendra sentido. Nada tiene sentido sin esto. Mi nia, mi mujer, losque dicen ser mis amigos? Estoy cansado de esa vida. De hecho, esa vida nunca hatenido sentido para m, en realidad no es ms que otra tapadera. Una tapadera de unatapadera... Seguir en esto hasta el final. Y si los ratos aburridos superan a losinteresantes, que el final no ande lejos cuando me alcance. No me asusta morir, si es deuna forma interesante... Pero no debo pensar en eso ahora. Ignoro los estpidos gritos enmi cabeza, ignoro los ronquidos de Mahmud, y me duermo.

    Me despierto solo, en el saln. Todos los cojines estn colocados junto a la paredexcepto los que forman mi colchn. Se han largado sin m? Joder... Me levanto, corro lacortina de la ventana y miro a travs del cristal polvoriento. El sol brilla alto. Debe sertarde, he dormido demasiado. Escucho un ruido a mis espaldas y cuando me doy la vueltaveo aparecer a Tfarah. Lleva la bandeja plateada del t, con sus vasos y la tetera.

    - Sabah al-jair -dice, y me acaricia con su sonrisa.- Buenos das, Tfarah. Dnde han ido todos?

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    - Estn en el garaje, preparando el camin.- Preparando... el qu?- Creo que Bachir os llevar en su camin esta tarde.- Ah, bien, bueno...- Ahora mismo te preparo el t.

    - Claro. Shukran, Tfarah. Eres un encanto -y me sonre. Yo tambin sonro. Porqueno se han largado sin m. Pero, joder, no puedo volver a despistarme de esta manera. Nopuedo perder esta gran oportunidad. El asunto se est poniendo realmente interesante.Estoy metido hasta el cuello. Y me encanta.

    Escondidos detrs de apestosas cajas de fruta podrida, viajamos en el camin deBachir por una ruta hacia el Este que slo l conoce tan bien. Esquiva los controlescuando es posible, soborna a los sbditos del rey con algunos dirham cuando esimprescindible, templa los nervios cuando una patrulla nos detiene en mitad de unacarretera a ninguna parte... Tenemos que hacer varias paradas ara repostar el camindesde garrafas de gasolina que Bachir lleva entre las frutas, y aprovechamos para echar

    una meada y tomar algo de comida. Y al final alcanzamos la frontera real. El camin seadentra en una aldea cercana a la muro. Tras algunos rodeos, aparca en el interior de unalmacn de adobe y cierra el portn de chapa. El motor se detiene y nos invade el silencioy la oscuridad. Me pregunto cul es el plan, pero la tensin que se respira en el ambienteme impide hacer preguntas en voz alta. No quiero parecer un estpido, no quiero romperel buen feeling que he logrado con Bya. De todos modos, mi objetivo est detrs delmuro. No me importa cmo piensen atravesarlo mientras logremos hacerlo sin incidentes.

    Los muros construidos por Marruecos para defender y conservar las minas de laguerra de guerrillas saharaui, empezaron a construirse en los aos ochenta y recorrenalgo ms de 2.700 kilmetros. Muros de tierra, varias filas de dos metros de ancho que seelevan hasta los tres metros. Muros de piedra, para impedir el paso de las fuerzas

    blindadas Saharauis, de dos metros de alto. Alambradas, principalmente frente a lospuntos de apoyo y de observacin. Escarpas y contra escarpas, zanjas de tres metros delongitud por uno de profundidad, para impedir la penetracin de tanques. Campos deminas sembradas frente, detrs y en los flancos de todas las posiciones, generalmenteirregulares y mixtos, anticarro y antipersona, dotados de dispositivos de anti-levantamiento, unos diez millones de minas de diversas designaciones tcticas. Radares,como el Stentor, el Rasit, el Ratac, adems de los poderosos radares de Westinghouse,capaces de detectar da o noche la presencia de una persona hasta una distancia de unostreinta kilmetros y la de vehculos a sesenta kilmetros. Puntos de apoyo, a cada cuatroo cinco kilmetros. Alrededor de cien hombres de infantera y una seccin de unos treintacomandos. Unidades de intervencin rpida, tanques, artillera y puestos de mando...

    - Vamos, querido Thierry. No tenemos toda la noche -dice Bya, justo antes de saltardel camin. Se despide rpidamente de Mahmud y Bachir. Mientras nos colamos por laboca de un estrecho agujero excavado en la arena, justo debajo del camin, Bya meexplica que cruzaremos el muro bajo tierra. Que la seccin de muro no est tan vigiladacomo de costumbre. Que el par de radares que cubren la zona se encuentran enmantenimiento peridico, s, los dos a la vez. Que las tropas de esta seccin son muchoms incompetentes y relajadas de lo habitual. Que esta noche es luna nueva. Que al otrolado nos aguarda un coche que nos llevar al yacimiento. Que tendremos quearrastrarnos seis kilmetros bajo cinco metros de tierra. Que no me ponga nervioso,porque hay poca luz y poco oxgeno. Que le siga y que por nada del mundo me pare. Y

    eso hago. Es toda una experiencia estar atrapado por toneladas de arena sobre tucabeza; arrastrarte a cuatro patas sin ver lo que tienes delante; desconociendo si el tnel

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    tiene salida o si se ha derrumbado ms adelante y tendrs que volver atrs, kilmetrossobre tus rodillas y las palmas doloridas de tus manos; si se derrumbar directamentesobre tu cabeza; arrastrndote, sudando, intentando respirar pausadamente el poco aireque queda all abajo. Pero finalmente el agujero comienza a subir, se agradece el airefresco de la noche desrtica. Lo hemos conseguido. Bya se arrastra fuera de la

    madriguera como una serpiente, sin hacer ruido. Yo le sigo. Algo nos aguarda a unosmetros, y no miramos atrs. Subimos a la caja de un Toyota oscuro. Me sacude unescalofro cuando arrancan el pesado motor, y dejamos atrs una nube de polvo apenasvisible en la noche apagada. Me gustara dormir, pero el camino que han elegido estlleno de piedras y el zarandeo brusco y constante me provoca nuseas. Adems, estoyhelado de fro, me duelen las rodillas y tengo el estmago vaco. Y me encanta.

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    3. Suave como la muerte

    Tres son los pasos que debes seguir para conquistar a una mujer. Y el tercero es elde la seduccin. Debes haber aislado ya a tu objetivo en ese lugar especial en el que seencuentra seguro y cmodo. En esta fase debes impedir los miedos de ltimo momento ylograr que se entregue por completo. Sin ms rodeos, sin dudar un instante, tomars tupremio en cuanto insine que quiere entregrtelo slo a ti. Es el momento de culminar elacto. Es el momento de alcanzar tu meta. Para este instante has recorrido todo ese largoy arduo camino. Por eso estoy aqu.

    La noche fue fra y muy larga. Pasamos por Tifariti sin detenernos demasiado. Micompaero Bya realiz algunas llamadas que no puede escuchar. Despus continuamosruta hacia Bir Lehlu y, finalmente, hasta nuestro destino, el nuevo y controvertidoyacimiento de gas, petrleo y fosfatos. El permetro est custodiado por fuerzas del

    Polisario. Al llegar pude observar arcaicos carros blindados soviticos esperandoinmviles como escarabajos bajo el afilado sol de la maana. Tambin vi algunastrincheras y puestos de vigilancia, y vislumbr lo que me pareci una batera de SAM,esperando quiz un pajarraco que cazar. De vez en cuando camiones y todo terrenos conametralladoras antiareas levantan el polvo a un radio de unos tres kilmetro delyacimiento. Mucho ms cerca estn los vehculos de perforacin, los camiones, lasexcavadoras, gras, pirmides de tuberas