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Un cambio disciplinar. La UIA Barcelona 96 entre evento y fenómeno. Alessandro Scarnato* *Escola Técnica Superior d’Arquitectura de Barcelona – Universitat Politècnica de Catalunya RESUMEN. En 1996 tuvo lugar, en Barcelona, el XIX congreso de la Union Internationale des Architectes (UIA). El tema era “Present i Futurs. Arquitectura a les Ciutats” y llegó a desbordar la capital catalana por la participación masiva y el enorme seguimiento mediático que se produjo. Los casi 12.000 participantes acudieron a la cita atraídos por las obras realizadas para los Juegos Olímpicos de 1992. El zénit del congreso fue la multitudinaria conferencia al aire libre delante del MACBA con Norman Foster y Peter Eisenman, entre otros. Tres meses después de la celebración de la UIA, el entonces alcalde Pasqual Maragall presentó el nuevo gran evento internacional después de los Juegos Olímpicos que se iba a celebrar en Barcelona: el “Fòrum Internacional de les Cultures” en 2004, ligado a una importante operación de transformación urbana. La UIA Barcelona 96 escenificó el pasaje de una cultura de la arquitectura como herramienta del cambio urbano a una arquitectura como producción de gadgets metropolitanos. PALABRAS CLAVE: Barcelona, Archistar, UIA, Congresos. 1. Como la UIA llegó en Barcelona La Union Internationale des Architectes (UIA), fundada en Lausana en 1948, es una asociación democrática no gubernamental que aglutina las federaciones profesionales de todo el mundo con la finalidad de promover el debate en el campo de la práctica de la arquitectura. La asociación celebra su congreso cada tres años con un tema central de discusión y, desde 1984, otorga una medalla de oro a un arquitecto/a “as a tribute to his/her achievements and the contributions made throughout his/her life and career to mankind, society, and the promotion of the art of architecture” 1 . En sus congresos, la UIA ha convocado también concursos que, en ocasiones, han desembocado en importantes obras construidas como el Centre Pompidou de Renzo Piano y Richard Rogers en París, la Ópera de Sidney de Jørn Utzon o la Bibliothèque Nationale de France de Dominique Perrault. A lo largo de los años, la asociación ha establecido enlaces con otras organizaciones, locales e internacionales, que contribuyen a mantener vivo el flujo de iniciativas que sustancia su actividad. Es, por ejemplo, el caso de la UNESCO, con la cual la UIA colaboró desde los años noventa hasta hace poco y que implicó un sensible acercamiento de la asociación a los temas de protección del patrimonio arquitectónico. A los congresos celebrados por la UIA pueden asistir profesionales y estudiantes. A pesar de que la repercusión mediática del acontecimiento no suele traspasar los ámbitos más directamente relacionados a arquitectura y urbanismo, este encuentro trienal no deja de ser una cita de gran prestigio internacional para cualquier municipalidad que la acomode. En el congreso celebrado en Montréal en 1990, una delegación del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, en la que se incorporaban Pere Serra y Jaume Duró, presentó la candidatura de Barcelona para albergar la cita de 1996. La idea había salido desde el Barcelona Convention Bureau a raíz de las transformaciones en curso para la preparación de los Juegos Olímpicos de 1992 y era parte de una más general política local de promoción del turismo congresual que además buscaba atraer algunas de las organizaciones no gubernamentales relacionadas con el diseño 2 que, en aquellos años, estaban eligiendo su sede. La Ciudad Condal ya había despertado un considerable interés internacional por sus actuaciones en el centro histórico y en los espacios públicos así como por su estrategia de nuevas centralidades. De hecho, la delegación barcelonesa propuso inicialmente un tema bastante clásico por aquellos años: “Nuevas ideas para viejas ciudades” era un lema que aludía a la dimensión histórica (y por lo tanto, eminentemente europea) de la ciudad y

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UIA Barcelona 1996 Evento y Fenómeno

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Page 1: UIA Barcelona 1996 Evento y Fenómeno

Un cambio disciplinar. La UIA Barcelona 96 entre evento y fenómeno.

Alessandro Scarnato* *Escola Técnica Superior d’Arquitectura de Barcelona – Universitat Politècnica de Catalunya RESUMEN. En 1996 tuvo lugar, en Barcelona, el XIX congreso de la Union Internationale des Architectes

(UIA). El tema era “Present i Futurs. Arquitectura a les Ciutats” y llegó a desbordar la capital catalana por la

participación masiva y el enorme seguimiento mediático que se produjo. Los casi 12.000 participantes

acudieron a la cita atraídos por las obras realizadas para los Juegos Olímpicos de 1992. El zénit del congreso

fue la multitudinaria conferencia al aire libre delante del MACBA con Norman Foster y Peter Eisenman, entre

otros. Tres meses después de la celebración de la UIA, el entonces alcalde Pasqual Maragall presentó el

nuevo gran evento internacional después de los Juegos Olímpicos que se iba a celebrar en Barcelona: el

“Fòrum Internacional de les Cultures” en 2004, ligado a una importante operación de transformación urbana.

La UIA Barcelona 96 escenificó el pasaje de una cultura de la arquitectura como herramienta del cambio

urbano a una arquitectura como producción de gadgets metropolitanos.

PALABRAS CLAVE: Barcelona, Archistar, UIA, Congresos.

1. Como la UIA llegó en Barcelona La Union Internationale des Architectes (UIA), fundada en Lausana en 1948, es una asociación democrática no gubernamental que aglutina las federaciones profesionales de todo el mundo con la finalidad de promover el debate en el campo de la práctica de la arquitectura. La asociación celebra su congreso cada tres años con un tema central de discusión y, desde 1984, otorga una medalla de oro a un arquitecto/a “as a tribute to his/her achievements and the contributions made throughout his/her life and career to mankind, society, and the promotion of the art of architecture”1. En sus congresos, la UIA ha convocado también concursos que, en ocasiones, han desembocado en importantes obras construidas como el Centre Pompidou de Renzo Piano y Richard Rogers en París, la Ópera de Sidney de Jørn Utzon o la Bibliothèque Nationale de France de Dominique Perrault. A lo largo de los años, la asociación ha establecido enlaces con otras organizaciones, locales e internacionales, que contribuyen a mantener vivo el flujo de iniciativas que sustancia su actividad. Es, por ejemplo, el caso de la UNESCO, con la cual la UIA colaboró desde los años noventa hasta hace poco y que implicó un sensible acercamiento de la asociación a los temas de protección del patrimonio arquitectónico. A los congresos celebrados por la UIA pueden asistir profesionales y estudiantes. A pesar de que la repercusión mediática del acontecimiento no suele traspasar los ámbitos más directamente relacionados a arquitectura y urbanismo, este encuentro trienal no deja de ser una cita de gran prestigio internacional para cualquier municipalidad que la acomode. En el congreso celebrado en Montréal en 1990, una delegación del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, en la que se incorporaban Pere Serra y Jaume Duró, presentó la candidatura de Barcelona para albergar la cita de 1996. La idea había salido desde el Barcelona Convention Bureau a raíz de las transformaciones en curso para la preparación de los Juegos Olímpicos de 1992 y era parte de una más general política local de promoción del turismo congresual que además buscaba atraer algunas de las organizaciones no gubernamentales relacionadas con el diseño2 que, en aquellos años, estaban eligiendo su sede. La Ciudad Condal ya había despertado un considerable interés internacional por sus actuaciones en el centro histórico y en los espacios públicos así como por su estrategia de nuevas centralidades. De hecho, la delegación barcelonesa propuso inicialmente un tema bastante clásico por aquellos años: “Nuevas ideas para viejas ciudades” era un lema que aludía a la dimensión histórica (y por lo tanto, eminentemente europea) de la ciudad y

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además era el mismo de la “Conferència de Barcelona sobre Grans Ciutats”, organizada por la Corporació Metropolitana y el International Center For Social Sciences en la primavera de 1985. Este tema inicial se mantuvo por algo más de un par de años. En Montreal, Barcelona obtuvo el congreso de 1996, ganando la competencia de Estambul, Tokio, Pekín, La Habana, Hong Kong y Estocolmo. El comité organizador se puso a trabajar imprimiendo desde el primer momento un claro rasgo de comunicatividad a la cita del ’96. Se quiso promover una discusión que no quedase encerrada en un círculo restringido de profesionales muy técnicos pero alejados tanto de la base como de la élite de la profesión. El afán de permeabilidad vertical entre capas profesionales se reflejó en la búsqueda de una permeabilidad horizontal a través de la apertura a la ciudad, considerada al mismo tiempo, espectadora y coprotagonista del congreso. En palabras de Ignasi de Solà Morales, que fue el responsable científico, “se ha buscado que Barcelona aporte algo al congreso y que el congreso aporte algo a la ciudad”3.

2. Un evento de eventos 2.1. Prolegómenos al mega evento La estructura organizativa se cerró con Ignasi de Solà Morales como ponente principal, Josep Martorell de MBM Arquitectes como presidente del comité de organización y Jordi Farrando como comisario del congreso. El tema inicialmente planteado no prosperó, sea por la natural evolución de la discusión en el seno del comité, sea a instancia de la misma UIA, según la cual Barcelona merecía un debate más ambicioso. Durante el congreso de Chicago en 1993 ya estaba claro que la cita en la capital catalana iba a tener un alcance mucho más amplio del problema de la ciudad histórica. Solà Morales especificó que “el de Barcelona no será un congreso convencional, sino […] un acontecimiento [de] gran impacto en el entorno arquitectónico y urbanístico contemporáneo, pues abordará el problema de las mutaciones de las metrópolis en todo el mundo”4. El congreso de 1993 se cerró con la designación del catalán Jaume Duró, ex decano del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, como presidente de la UIA por el trienio ’93-’96. El año siguiente se elijo el lema definitivo: “Present i futurs. Arquitectura a les ciutats”. El crecimiento de la ciudad moderna tampoco era un tema muy novedoso si comparado al de la ciudad histórica, pero el acierto del comité organizador estuvo en la decisión de fundir el más posible la experiencia congresual con la vida de la ciudad. Muestras, visitas, conferencias, actos y fiestas se diseñaron expresamente para favorecer la máxima visibilidad del congreso y para garantizar una penetración difundida en el territorio urbano de todos los eventos, en particular en el centro. Podría decirse que el lema oficial era sutilmente engañoso, porque lo que se puso en marcha fue, en realidad, una muestra de “arquitectes a les ciutats”, es decir una representación de la osmosis alcanzada en Barcelona y en toda España entre arquitectos y sociedad: los unos actuaban dentro de una visión amplificada del potencial de la disciplina, la otra aceptaba de buen agrado las contribuciones de los arquitectos, inclusive en aspectos alejados del habitual alcance de la profesión. El mismo Jaume Duró, al día siguiente de su designación como presidente de la UIA, resaltaba que “[n]ingún país ha apostado por la arquitectura de calidad como España en estos años”5 y consideraba el doble resultado (presidencia de la institución y asignación del congreso) como un reconocimiento de la labor desempeñada en el entorno de la arquitectura española después de la transición. A nivel de contenidos, el tema era suficientemente abierto como para permitir un desarrollo muy ramificado de cualquier argumento. En la visión de Solà Morales, los tres días del congreso tenían que caracterizarse por una estructura fundamentalmente abierta en la que los temas planteados se iban a discutir explorando distintas vertientes del papel de la arquitectura en el futuro de las ciudades, específicamente las de más de cinco millones de habitantes. Los debates no podían ser una actividad encerrada de unos pocos, sino el momento culminante de un esfuerzo cultural global tanto específico (con distintos niveles de profundización: mesas redondas, seminarios, fórum) como general (actividades e iniciativas organizadas por entidades ligadas o menos a la UIA, también fuera de Barcelona).

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2.2. Un programa exhaustivo En la primavera de 1995 el programa estaba listo y se abrió el calendario de inscripciones. El congreso propiamente dicho se iba a celebrar en los días de 4, 5 y 6 de julio de 1996. La sede logística era el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB). El acto formal de inauguración fue en el Palau de la Música Catalana a la presencia del alcalde Maragall, del president Pujol y del rey Juan Carlos. Los seis debates centrales se iban a celebrar en tres teatros cercanos a las Ramblas (Romea, Goya y Poliorama). Los títulos eran “Mutacions” (entre los participantes, Oriol Bohigas, Herman Hertzberger y Jean Nouvel), “Habitacions” (moderado por Luis Fernández-Galiano, con Abalos & Herreros, Steven Holl, Hans Kollhoff y Alcaro Siza entre otros), “Fluxos” (con Toyo Ito, Pierluigi Nicolin y Enric Miralles), “Contenidors” (con las estrellas Norman Foster, Jaques Herzog, Rafael Moneo y Dominique Perrault), “Terrain Vague” (moderado por Joan Busquets, contaba con las también estrellas Peter Eisenman, Zaha Hadid, Daniel Libeskind, Eric Owen Moss i Richard Rogers) y finalmente “Barcelona” (moderado por Marta Cervelló y Vittorio Magnago Lampugnani, tenía prevista la participación de Oriol Bohigas, Manuel de Solà-Morales y Joan Anton Solans entre otros). En las intenciones del comité, los debates tenían que aglutinar los nombres de mayor importancia de la arquitectura mundial, cumpliendo con el deseo de acercar la elite de la profesión con la base. En los mismos días del congreso se iba a desarrollar un fórum con sesiones donde profesionales de distintos países presentarían sus ponencias ligadas al lema de la cita. Siempre en el fórum, habían grupos de trabajo internos y externos a la UIA, grupos de estudiantes y profesores desde cincuenta y siete escuelas de arquitectura de todo el mundo y once seminarios donde destacados profesionales se disponían a trabajar, con los que quisieran inscribirse, sobre once asuntos estratégicos para el desarrollo cultural y técnico de la profesión. Entre dichos temas merece recordar “Arquitectura y comunicación”, “Transformaciones de centros urbanos degradados” y “Nuevas visiones del espacio público y privado”. Como habitual, también hubo concurso. Ignasi de Solà Morales quiso que los temas del congreso se reflejaran de alguna forma en las convocatorias y por eso se optó para promover tres competiciones: dos para profesionales y una para estudiantes. Las dos primeras eran sobre el área de la Zona Franca, dedicada a la logística del puerto, y sobre el entorno del estadio del F.C. Barcelona6. El concurso para estudiantes estaba patrocinado por la UNESCO y no iba a tener un ganador sino una selección de propuestas merecedoras de galardones específicos. Este concurso se situaba en una manzana del antiguo barrio del Raval, cuyo proyecto de reforma había levantado sendas polémicas por la construcción de la que, a finales de 2001, se llamaría Rambla del Raval. De hecho, la competición para estudiantes era el residuo del tema congresual planteado inicialmente. En el CCCB también se albergaron las dos exposiciones principales: “Present i Futurs. Arquitectura a les ciutats” y “Contemporary / Barcelona / Contemporània”. Comisario de esta última fue Josep Lluís Mateo. A lado del programa del congreso propiamente dicho, hubo un conjunto de actos y actividades organizadas antes, durante y después los tres días de la cita principal. El encuentro de la Asociación de Arquitectos Españoles se celebró a finales de junio bajo el lema “Proyectar el futuro sostenible: arquitectura y sociedad” y el 7,8 y 9 de julio fue el turno de la XX Asamblea del Consejo de la UIA que eligió la sede del congreso de 2002 (Berlín) y el nuevo presidente, la arquitecta mexicana Sara Topelson. De las doce exposiciones colaterales, recordamos “Cerdà. Urbs i territori” curada por Albert Serratosa, “Arquitectura a Catalunya. 1977-1996” curada por Federico Correa y Juli Capella y “Diez años de arquitectura española (1985-1994) bajo responsabilidad del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. A completar este riquísimo panorama habían cuatro conferencias paralelas, un ciclo de cine y arquitectura, cuatro actos sociales (cóctel de bienvenida, acto de apertura, noche de premios y fiesta de clausura en la playa) y una treintena entre talleres, tertulias, sesiones informativas y ciclos de conferencias en toda la ciudad, en relación más o menos directa con los temas principales. Las muchas visitas previstas tenían un triple alcance: Barcelona, Catalunya y España, con precios de inscripción proporcionales. Además, el 1 de julio, Día Mundial de la

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Arquitectura, se proporcionó la posibilidad de una jornada de puertas abiertas para que los congresistas pudieran visitar lugares normalmente cerrados al público como el Dipòsit de les Aïgues, la Central Telefónica de la Vila Olímpica o el Umbracle del Parc de la Ciutadella. También fue muy amplio el panorama de las publicaciones. A lado de los catálogos (el homónimo del congreso, el de los concursos y los de todas las exposiciones) se pusieron a la venta varias guías de arquitectura, generalmente de excelente calidad editorial y científica, y un número monográfico de la revista “Quaderns”. En los meses anteriores, se había enviado a los congresistas un boletín informativo sobre el desarrollo de la organización y notas que aclararan los temas a debatir. En los días del congreso, un folleto cuotidiano se proporcionó de forma gratuita a todos los asistentes. Esta abundancia arquitectónica absolutamente sin precedentes se ofrecía a precios que iban desde un mínimo de 12.000 pts (cuota básica para estudiantes) a un máximo de 48.000 (cuota completa para profesionales). A las cuotas de inscripción se podían añadir hasta tres acompañantes y las cuotas correspondientes a las actividades a las que se hubiera deseado participar. 2.3. La invasión de las muchilas El programa que acabamos de detallar era al mismo tiempo abrumador y seductivo. El esfuerzo organizativo fue enorme. A lo largo de los años de preparación se habían imaginado desde un mínimo de 5.000 hasta un máximo de 10.000 participantes pero la previsión más realista era de unos 6.500. Para atenderlos se recurrió a unas 600 personas: 300 voluntarios, 68 intérpretes, 38 runners

7, 60 técnicos audiovisuales y 140 azafatas. El sábado 29 de junio de 1996, plazo último para las inscripciones, los participantes enlistados eran unos 5.5008. Pero se estaba todavía por debajo del máximo previsto (unos 10.000) y se dejó la posibilidad de inscribirse también después de la fecha establecida. La sorpresa llegó la mañana del lunes 1 de julio, cuando el número final alcanzó los 11.800. Barcelona se llenó de congresistas reconocibles por su badge y la mochila blanca con el logo del congreso que se entregaba a todos los participantes como útil gadget para llevar el material congresual. La pacífica y amistosa invasión de mochilas rompió la imagen del arquitecto como profesional alejado de la cotidianidad de la sociedad, sea por su educación superior, sea por pertenecer al reducto de los que toman decisiones trascendentes. La visión de hombres y mujeres de todas las edades y razas, con clara actitud veraniega (empezando por las prendas) identificados por la mochila y deambulando por la ciudad pudo parecer algo extraña a los mismos congresistas y despertó inicial simpatía por la carga de humanidad que daba a la imagen de los arquitectos9. La situación tuvo un cambio impactante el jueves día 4 de julio, comienzo del congreso propiamente dicho, cuando se hizo evidente lo que significaba el hecho que más de la mitad de los participantes eran estudiantes. La organización había pensado en un público mayoritariamente de profesionales a los que se sumarían críticos, historiadores y, desde luego, algunos estudiantes. Era un congreso insertado capilarmente en la ciudad precisamente porqué se preveía que los asistentes se apuntarían solo a las sesiones de su efectivo interés (de ahí el gran ventanal de opciones) dedicando los tiempos muertos entre una ponencia u otra a visitar la ciudad o participando en alguna de las muchas iniciativas paralelas. No fue así. Los estudiantes demostraron gran voracidad de ponencias principales, porque intentaron asistir a todas. Si se añade que un estudiante está mucho más acostumbrado a pasarse horas sentado escuchando sus profesores, inclusive si no les interesan, se puede entender que los tres teatros fueron instantáneamente desbordados, poniendo patas arriba todas las previsiones. No se trató pero de un fallo organizativo, sino más bien del efecto conjunto de algunos factores de carácter contextual. Uno fue la coyuntura económica de Latino América, donde las políticas monetarias de algunos países hacian muy conveniente un viaje a España, donde muchos congresistas podían contar con una red de relaciones familiares o de amistad que permitían ahorrar sobre el hotel y, sobre todo, armar viajes de último minuto10. Luego, un factor catalizador de asistencias y parcialmente imprevisto fue la explosión del fenómeno de los archistar. Es verdad que el comité buscó intencionalmente los nombres más

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importantes a nivel mundial, pero a nadie se le podía ocurrir que un congreso pensado para celebrar la arquitectura como disciplina, acabaría certificando el culto a los super arquitectos, de los que se les buscaba para que firmaran autógrafos como estrellas de Hollywood. Finalmente, el éxito de Barcelona como referente internacional de la arquitectura tuvo una ratificación campal. Los estudiantes que acudieron desde todo el mundo buscaban los archistar de las revistas pero también querían vivir la ciudad olímpica donde la seriedad de la disciplina había sido capaz de juntarse con una existencia placentera bien resumida en el famoso poster de Mariscal, “Bar-Cel-Ona” (bar-cielo-ola). En el momentáneo colapso organizativo, la amistosa invasión de mochilas se volvió en una amenazante oleada de jóvenes y profesionales enfurecidos por todo el centro, enfadados por no poder ver en vivo los cracks arquitectónicos prometidos en el programa, debido a la insuficiencia de los espacios. Lo único que se pudo hacer, en inmediato, fue organizar una multitudinaria conferencia al aire libre con más de 3.000 asistentes delante del MACBA. Peter Eisenman destacó por presentarse luciendo la camiseta del Barça. El alcalde Maragall apareció para sincerarse de la situación, que quedó resuelta gracias al esfuerzo organizativo de los meses anteriores. Así se pudo rápidamente re modular el programa en dos días de encuentro general en el Palau Sant Jordi, de una capacidad para 14.000 personas11. La ubicación del Palau Sant Jordi y la disolución de las mesas de debate imaginadas en su momento por Solà Morales contradijeron los planteamientos teóricos iniciales. Los debates no tuvieron lugar y la compenetración entre ciudad y congreso se vio reducida a aspectos extra congresuales12. A pesar de estos contratiempos, el balance fue positivo. El presidente Jaume Muró declaró que los problemas logísticos no dejaban de ser anecdóticos y que la asistencia masiva era un éxito para la UIA y para Barcelona que recibía una verdadera consagración como capital mundial de la arquitectura, después de las operaciones olímpicas. De su parte, Solà Morales declaró que “la pérdida de la posibilidad de debatir con los conferenciantes no invalidó el congreso, ni el conjunto de otros actos [y el] hecho de que la mitad de asistentes hayan sido estudiantes ha provocado sin duda satisfacción entre los ponentes, que han lanzado en conjunto un mensaje de esperanza”13. Tal vez el balance más sintético y eficaz fue el que Norman Foster hizo directamente desde el improvisado escenario del MACBA al ver delante sí una multitud propia de un concierto rock: “I’m so happy to see you all gathered here to speak about architecture… I mean… I think it’s fantastic!”.

3. Un cambio disciplinar Jaume Duró tenía razón: el congreso de la UIA Barcelona 96 fue un éxito absoluto. No solamente por la asistencia masiva14 sino también para la promoción que dio a la asociación y a la ciudad como capital arquitectónica mundial. Este último aspecto sería amplificado en los años siguientes por el mismo factor que, en su momento, había desbordado el congreso: los estudiantes. Era una generación de futuros arquitectos provenientes de todo el mundo que en muchos casos volvieron en Barcelona, sea por estudios, sea por buscar trabajo en los despachos locales, sea por montar el propio. Los que no volvieron o lo hicieron como simple paseo, se quedaron de todos modos con imborrables imágenes de la “ciudad de los arquitectos”, como la había apelado un popular libro de LLàtzer Moix15. El que no tuvo razón, en cambio, fue Solà Morales. La ausencia de debate no invalidó formalmente el congreso pero sí que fue un síntoma nítido del cambio que en aquellos años vivió la arquitectura respeto a su efectivo papel en la mejora de la ciudad y de la sociedad. Señal inmediata de este cambio fue, paradójicamente, el mismo éxito del congreso. Según las intenciones de Solà Morales se tenía que disminuir la distancia entre elite y base de la profesión para desatar una mayéutica democrática entre colegas de distintas trayectorias intelectuales y laborales. También se buscaba una dinámica maestro – discípulo donde experiencias e ideas importaran más de los nombres propios. Sin embargo (y no por el número de los asistentes sino por su tipología16) se produjo a menudo una dinámica de estrella – fan que esterilizó muchas de las oportunidades que el diferencial de prestigio entre arquitectos podía potencialmente permitir en debates y seminarios.

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En el encuentro de la Asociación de Arquitectos Españoles, celebrado en los días anteriores a la UIA, el ponente general Carlos Hernández Pezzi había expresado su preocupación para la competencia feroz provocada por la reciente ley de liberalización de las profesiones. Juntamente con estas inquietudes laborales, se esperaba que el debate abordase también los temas ambientales y sociales a raíz del vertiginoso desarrollo tecnológico de la profesión y de la construcción en aquellos años. Los acontecimientos del congreso demostraron que efectivamente un cambio de contornos todavía borrosos se estaba produciendo en la profesión y se había escenificado delante todo el mundo en la macro conferencia al aire libre del 4 de julio. Plató de aquel acto fue precisamente la plaza del MACBA17, inaugurado en 1995 y uno de los primeros proyectos de relevancia mundial cuya razón originaria era la de “poner en el mapa” una ciudad, prioritariamente a otras consideraciones de función, forma o coste del edificio18. Un año después de la UIA, en 1997, se inauguraría, siempre en territorio español, el edificio que marcaría el inicio indiscutible de la era de los archistar y de los landmarks: el Guggenheim de Frank Ghery en Bilbao. El congreso UIA 96 se celebró entre estos dos términos históricos y en la misma ciudad donde, entre 1975 y 1995, la arquitectura había tenido un papel político con el que quizás hubieran soñado los maestros del Movimiento Moderno. Fue un congreso en el que se entregó la medalla de oro de la asociación a un Rafael Moneo demasiado serio y maduro como para dejarse seducir por actitudes de diva que, en cambio, no faltaron en algunos de los nombres invitados a debatir. Quizás fuera cierta la profecía que Daniel Perrault19 reiteró una y otra vez durante sus repetidas entrevistas: la arquitectura era un oficio antiguo, renacentista y “[d]e la même façon qu’on disait "le roi est mort, vive le roi", on pourrait dire "l’architecture est morte, vive l’architecture"”. Una provocación, pero no gratuita. Después de la UIA Barcelona 96, atrás quedarían las cuestiones de carácter estilístico o lingüístico, así como las inquietudes más comprometidas con la sociedad. Más uniformador del International Style, más esencial del Post Modern, empezaba a sacar cabeza un genérico utilitarismo compositivo que rehuía de las ideologías para refugiarse en un aparente afán de libertad creativa y que acabaría con encontrarse muy cómodo con el star system arquitectónico del siglo XXI. Durante aquel congreso de la UIA 96 aún no se sabía prácticamente nada del siguiente gran evento mundial previsto en Barcelona para 2004, anunciado por el alcalde Maragall unos meses antes sin detallar el tipo de acontecimiento que se iba a emprender. De todas formas, estaba claro que la arquitectura iba a jugar un papel tanto o más importante del que había jugado en el caso de la Olimpiada. Pero, si la metamorfosis olímpica de Barcelona había sido escenario y concausa20 del éxito del congreso de la UIA de 1996, el Fòrum de les Cultures de 2004 iba a tener otro tipo de desenlace mucho menos propicio a debates y muy distinto de lo que Solà Morales hubiera imaginado en su propuesta de contenidos acerca de los futuros de las ciudades. En el Fòrum, las figuras acabarían teniendo un protagonismo arrasador respeto al debate, sustituido por las polémicas. Lamentablemente, no sabemos cómo Ignasi de Solà Morales (fallecido en 2001) hubiera filtrado con su mirada una configuración final de piezas urbanas como la del 2004 y como la hubiera encajado dentro del marco de las reflexiones con las que vertebró el congreso de 1996. La UIA de Barcelona, como lamentaron algunas voces21 años después, había sido el último intento notable de producir un debate sobre temas disciplinares de alcance trascendente respeto a las cada vez más numerosas cuestiones puntuales de los encargos estrellares y de los archistar.

Quiero expresar un agradecimiento especial a Jordi Farrando, comisario de la UIA Barcelona

96 y posteriormente secretario general de la asociación, por su ayuda y testimonio. Alessandro Scarnato es arquitecto por la Universidad de Florencia y doctorando en Teoría y Historia de la Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Ha sido profesor de proyecto en el Istituto Europeo di Design de Barcelona y ha participado en programas europeos (Culture 2000) de investigación sobre el patrimonio arquitectónico y urbano. Además es autor de numerosos artículos relativos al patrimonio arquitectónico y urbano de la ciudad mediterránea.

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4. Bibliografía

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a les ciutats. Barcelona: Comitè d’Organització del Congrès UIA Barcelona 96 / COAC / Actar, 1996: p.6.

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LISNOVSKY, M. (2007) Una tarde bajo el sol de Barcelona. <http://arquitecturamashistoria.blogspot.com/2007/06/una-tarde-bajo-el-sol-de-barcelona.html> [Consulta: 05/10/2012]

MOIX, Ll. (1994) La ciudad de los arquitectos. Barcelona: Editorial Anagrama, 1994.

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Barcelona, CCCB, 4 jun. 1996 – 18 may. 1997). Barcelona: CCCB, 1996.

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UIA Barcelona 96, Diari del XIX congrès de la Unió Internacional d’Arquitectes que se celebra a Barcelona el 3 i el 6 de juliol de 1996, 1996.

1

<http://www.uia-architectes.org/en/s-informer/medaille-d-or#.UG26Ik0xCWU> [Consulta: 5/09/2012] 2 El World Design Council finalmente no se instaló en Barcelona y además su importancia ha ido menguando en los años. El International

Council of Societies of Industrial Design acabó dejando Europa para instalarse en Montreal. El Barcelona Centre de Disseny se vio superado por el Barcelona Disseny Hub a principios de los 2000. 3 Solà Morales, Ignasi de. Hemos apostado por el debate, no por las figuras. En: UIA Barcelona 96, (…), 2 de Julio de 1996: p.2.

4 Barcelona reunirá en 1996 a 8.000 arquitectos. La Vanguardia, 11 de Junio de 1993: p.48.

5 Entrevista a Jaume Duró, nuevo presidente de la Unión Internacional de Arquitectos. La Vanguardia, 21 de Junio de 1993: p.35.

6 Los ganadores fueron: por la Zona Franca, Jean-Lou Rivier (Lausanne); por el área del F.B.Barcelona, Scholl, Pfenninger, Fisher, Thorner

(Zurich); por el concurso del centro no hubo un ganador sino premios múltiples. 7 El runner es un factótum.

8 Más de 7.000 personas se han inscrito ya en el congreso de arquitecto qué abrirá el Rey. La Vanguardia, 29 de Junio de 1996: p.43.

9 Como participante en aquel congreso puedo recordar muchos comentarios por la ciudad. Uno en particular me hizo gracia: en un bar de la

Barceloneta, cuando un grupo de chicas acalorado y con la mochila blanca del congreso entró lanzándose al mostrador de bocadillos, el camarero comentó que “quién lo iba imaginar que las arquitectas ¡sudan y comen!”. 10

Según los datos proporcionados por la UIA una vez acabado el congreso, los participantes finales fueron 9.790 (10.385 incluyendo las 595 bajas por disconformidad con la gestión). De estos, 1.753 eran acompañantes, 3.994 profesionales y 4.043 estudiantes así repartidos según sus procedencias: 31% españoles, 15% Europa occidental, 13% Europa del Este, 18% Latino América, 10% Brasil, 4% America del Norte, 4% Oriente Próximo, 4% Asia y Oceanía, 1% África. Conviene mencionar que muchos estudiantes hicieron fotocopias de sus badges y ese aumentó ulteriormente el número de jóvenes que intentaron atender al congreso. En Chicago, tres años antes, los inscritos fueron unos 3.500. 11

Se hubiera podido ir al Palau Sant Jordi el mismo día del desborde, pero el concierto de Brian Adams, previsto esa misma noche, lo impidió. 12

En Barcelona se habló poco de arquitectura y muchos de arquitectos: tanto de las archistar (de las que los telediarios investigaban si tenían o no obras en España) como del hormiguero de estudiantes, a menudo representados como la tipología más intelectual, y algo estrambótica, de turista. 13

La ausencia de debate no invalidó el congreso según la organización. La Vanguardia, 7 de julio de 1996: p.61. 14

El momentáneo colapso logístico tuvo un impacto mediático muy superior al real alcance del problema. Además despertó una atención extra disciplinar sobre la UIA y a sus actividades. 15

Moix, Ll. (1994). 16

No hay que olvidar que muchos profesionales procedían de países hasta entonces bastante ajenos al debate disciplinar: Oriente Próximo, Europa del Este, área caribeña. 17

Es algo irónico que aquel 4 de julio algunos pensaron ver una experiencia arquitectónica total en la conferencia. La materialización de la idea de espacio público barcelonés, creado para la ciudad y en fin utilizado también por los arquitectos. 18

El encargo para el MACBA, a finales de los ochenta, se produjo en parcial desvío respeto al plan de reforma “Del Liceu al Seminari” de Clotet y Tusquets para la misma área. Tener un Meier en Barcelona era, según Maragall, la mejor garantía de visibilidad internacional a la nueva etapa democrática de la ciudad. 19

“L’architecture est le dernier métier de la Renaissance”, Interview avec Perrault. En: UIA Barcelona 96, (…), 6 de Julio de 1996: p.2. 20

El comisario de la UIA Barcelona 96, Jordi Farrando, solía presentar la presentación del congreso barcelonés con el video in time lapse del Barcelona Convention Bureau donde se muestreaba la construcción de las instalaciones olímpicas. 21

Montaner, Josep María. El silencio de los arquitectos. En: El país, 3 de Febrero de 2003.