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1 UN PINTOR ANTE LA HISTORIA

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UN PINTORANTE LAHISTORIA

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UN PINTORANTE LAHISTORIA

Marianne de Tolentino

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PUBLICADO EN SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA

AUSPICIOS : EMPRESAS E. LEÓN JIMENES

PRODUCCIÓN : ANTONIO OCAÑA

COORDINACIÓN : MARIANNE DE TOLENTINO Y ANTONIO OCAÑA

TEXTOS : MARIANNE DE TOLENTINO

DISEÑO FINAL : YONI CRUZ

SÍNTESIS Y TRADUCCIÓN : VÉRONIQUE VIALA DE GALLARDO

CRONOLOGÍA : JOSÉ DE LA ROSA SALDAÑA

FOTOGRAFÍAS : MARIANO HERNÁNDEZ

MAX POU

PEPA ACEDO

JOSÉ CORRAL

ANTONIO OCAÑA

SEPARACÓN DE COLOR

E IMPRESIÓN : AMIGO DEL HOGAR

© MCMXCIX. ANTONIO OCAÑA. DERECHOS RESERVADOS.

RAMÓN OVIEDO HOMEPAGE : http://www.ramonoviedo.com

ANTONIO OCAÑA HOMEPAGE : http://www.ocana.com

ANTONIO OCAÑA E-MAIL : [email protected]

ANTONIO OCAÑA TELÉFONO : (809)224-1328

ANTONIO OCAÑA FAX : (809)566-6090

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PALABRAS DE GUAYASAMÍN /PRESENTACIÓN / PRE-HISTORIA /

LA PINTURA DE HISTORIAQUÉ ES LA PINTURA DE HISTORIA /

LA PINTURA DE HISTORIA EN EL ARTE DOMINICANO /

OVIEDO, UN PINTOR ANTE LA HISTORIALA PINTURA DE RAMÓN OVIEDO /

LOS MURALES / OBRA DE CABALLETE Y TEMAS DE HISTORIA /

LA HISTORIA DE RAMÓN OVIEDO NO TERMINA /

RAMÓN OVIEDO CUENTA SU HISTORIAUN ARTISTA SE REVELA Y SE REBELA /

CRÓNICA DE UNA MAESTRÍA ANUNCIADA /

SÍNTESIS DE LOS TEXTOS

VERSIÓN INGLESA / VERSIÓN FRANCESA /

TODO OVIEDOAUTORRETRATOS /

TESTIMONIO SOCIAL / EL COLOR DE LA INTROSPECCIÓN /

DE GESTAS Y HÉROES / DE LAS EPOPEYAS MURALES /

EN EL UMBRAL DEL TERCER MILENIO / HISTORIA DE DIBUJOS /

CRONOLOGÍA DEL SIGLO XX /

BIBLIOGRAFÍA / 198

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CONTENIDO

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PRESENTACIÓN

EN EL AÑO DE 1997 se nos ocurrió, bajo la inspiración de un justiciero deber, la idea

de una monografía sobre la obra de ese dominicano de talla internacional, Ramón Ovie-

do, quién en apropiado reconocimiento y en un acto sin precedente fuera declarado en

el Congreso Nacional por nuestra Cámara de Diputados como “Maestro Ilustre de la

Pintura Dominicana”.

Ahora bien, esa monografía debería tener en sus juicios y en su presentación la máxi-

ma calidad posible, pues pretendíamos brindar una ventana más destinada a interpretar

y redescubrir la obra de ese dominicano extraordinario. Esas exigencias nos hicieron

acercarnos a la Sra. Marianne de Tolentino, Presidente de la Asociación Dominicana de

Críticos de Arte, para motivarla a acompañarnos en este proyecto. Su entusiasmo fue

inmediato, y ella, considerando que ya se habían escrito tres libros de reconocida cali-

dad acerca del artista, decidió enfocar primordialmente la pintura de historia y los temas

históricos tratados por Ramón Oviedo.

Contando ya con ese apoyo fundamental, nos faltaba la empresa con la sensibilidad, la

vocación y la capacidad necesaria para que entendiendo la importancia de nuestro pro-

yecto, fuera capaz de auspiciar el mismo.

Conversamos a este respecto con Marianne de Tolentino y pensamos en la empresa

mecenas, con una larga tradición de respaldo al arte y la cultura, E. León Jimenes, C. X A.

Procedimos a solicitarle una cita a su presidente, Don José León. Don José nos reci-

bió de inmediato y al terminar de estudiar el proyecto que le presentamos, sin vacilar,

aprobó su totalidad.

Porque la gratitud es vientre fecundo de todo acto honrado y honesto, a nombre de

los que amamos el arte y de los que entendemos que la proyección de nuestros gran-

des valores es compromiso de categoría ineludible, hacemos pública nuestra gratitud a la

Sra. de Tolentino, a Don José León, a las empresas E. León Jimenes, C. X A. y a todas

aquellas personas que nos abrieron las puertas de sus hogares para permitirnos fotogra-

fiar los dibujos y cuadros que poseen del Maestro Oviedo y que hoy presentamos ante

ustedes.

Por último, queremos dar las gracias a todos los que acompañan nuestra intimidad,

quiénes comprendiendo la importancia que para nosotros tiene este libro, compartieron

nuestros sacrificios en beneficio de la proyección de un creador excepcional, el Maestro

Ramón Oviedo.

ANTONIO OCAÑA

Hoy, día 10 de marzo de

1999, recibí la desgarrado-

ra noticia de que se me

había ido un amigo del

alma. Quiero dedicar este

libro a la memoria de

Oswaldo Guayasamín, a

quien en este momento

sólo puedo llamar

“Hombre Capilla”.

Descansa, amigo Oswaldo,

nos veremos un día de

estos...

A.O.

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PRE-HISTORIA

ESTE LIBRO MOTIVADO por el maestro Ramón Oviedo y la pintura de historia, preten-

de referirse a esa categoría artística en lo general y en el arte dominicano, como intro-

ducción al estudio monográfico.

La segunda parte versará sobre la trayectoria y las obras de Ramón Oviedo como “pin-

tor ante la historia”, comentadas en sus diferentes contextos y épocas.

Luego, preferimos escribir, en lugar del extenso currículum que se suele publicar, la his-

toria de la vida y la creación, narrada por el propio pintor.

Finalmente, reproducimos en “Todo Oviedo” pensamientos, pinturas y dibujos del gran

artista dominicano, insistiendo en sus obras recientes, poco conocidas aún en Santo Do-

mingo. Las citas fueron tomadas de varias entrevistas que dió el maestro a críticos de arte

y periodistas culturales.

Una síntesis en francés e inglés de las partes principales permitirá a los lectores fran-

cófonos y anglófonos, acceder al texto.

Nuestro agradecimiento es parte de este libro que, sin el mecenazgo ilustrado y ge-

neroso de E. León Jimenes, no hubiera podido producirse. Agradecemos también a to-

das las personas que colaboraron en la realización de esta obra: Antonio Ocaña, apasio-

nado admirador de Ramón Oviedo;Yoni Cruz, artista del diseño y la diagramación; Maria-

no Hernández, fotógrafo minucioso;Véronique Viala, autora de las traducciones y la sínte-

sis; José Saldaña, que situó cronológicamente al Maestro en la historia de la República Do-

minicana y el mundo.

Gracias a Amigo del Hogar, las etapas de la impresión culminaron en una edición ejem-

plar por la alta calidad de su terminación.

Aspiramos a que “Ramón Oviedo, Pintor ante la Historia”, contribuya a promover la fi-

gura y el talento de un artista dominicano excepcional, en proceso de renovación cons-

tante. Su obra ha trascendido, desde hace muchos años, las fronteras nacionales.

MM.. DDEE TT..

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LA PINTURADE HISTORIA

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SI LA PALABRA “historia” es una de lasmás empleadas y se presta para variassignificaciones, remontar a su etimología,en el griego antiguo, permite encontraruna definición particularmente válida,tanto a nivel individual como colectivo:la información, la búsqueda de la verdad.

Esa acepción se refiere a la relaciónde los hechos, inmediatamente se cum-plan, en base a una presencia testimo-nial -si versa sobre la actualidad-, o yasucedidos en épocas más o menos cer-canas, en base a investigaciones y docu-mentos -si versa sobre el pasado-. Seentiende así el proceso de narrar, anali-zar e interpretar los acontecimientosconcernientes a personas y sociedades,a escala local, nacional o universal. Lodigno (o indigno...) de recordar, de en-trar en la memoria colectiva se trasmitey se retiene.

Esos sucesos, esos ejemplos positivos onegativos -a veces dependiendo de quie-nes los miran-, ese desarrollo en el tiempoy el espacio, conforman la historia, grandeo pequeña, la que mencionaba Voltaire,cuando afirmaba que, desde que los pue-blos han podido escribir, han escrito suhistoria. Identificamos pues la historia conel transcurso de la vida y el destino enmarcha. La seguiremos a través de la na-rración y el estudio de los eventos históri-cos, siendo la disciplina humanística que hapermitido conocerlos. El arte, evocando,interpretando, representando, transfiere ala expresión visual esos objetivos y esa fa-cultad de captación.

Imagen e historiaLos medios de comunicación han idocambiando o más bien se han enriqueci-do. A la escritura se ha sumado, con una

importancia y un dominio crecientes, laimagen, evolucionando al ritmo acelera-do de la tecnología y su alcance insospe-chado. Paradójicamente, el registro au-diovisual de los hechos, que parecía sus-ceptible de reforzar la verdad o de en-contrarla, finalmente puede ser tan sub-jetivo, manipulable y engañoso como lapalabra, llegando a cuestionarse su valorde testimonio.

La pintura de historia, al irrumpir lafotografía en el siglo pasado, aparente-mente perdió una razón de ser : produ-cir un documento y relatar iconográfica-mente los hechos. La actividad del fotó-grafo, con su expresión directa, tendríael poder de fijar la realidad, de apoderar-se de ella, de retransmitirla de manerainmediata. Cualquier arte representativo-y la pintura en particular-, sustituido ensus funciones de información visual, que-daría entonces obsoleto, si no descarta-ble.

Ahora bien, el propósito fundamentalde nuestro texto es mostrar que un ar-tista dominicano contemporáneo, Ra-món Oviedo, no ha dejado de interpre-tar y reinventar la historia, contribuyen-do a transmitirla y fortalecer sus refe-rencias, desde que él empezó a pintar.

Para esos fines, nos interesa examinarla pintura de historia en general, comocategoría vigente, de valor incontestableen cualquier época. Perfilaremos pues sudefinición y su transformación, desde unpunto de vista crítico. Observaremosentre otros aspectos, que la pintura dehistoria proyecta un mensaje ideológico,de glorificación del poder establecido, ode oposición al mismo, directa o indirec-tamente, mediante la descripción, la alu-sión o la sugerencia.

QUÉ ES

LA PINTURA

DE HISTORIA

OVIEDO. Extinción de una raza.(Fragmento).

VELÁZQUEZ. El Papa Inocencio X

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La pintura de historia tradicionalLa narración y la mitificación son indiso-ciables del verbo histórico. Observamosesas dos vertientes en el discurso plásti-co pautado por las academias. Básica-mente, tanto en la época clásica comoromántica, se trata de homenaje y apo-logética. En el arte europeo de los siglosXVII y XVIII se consideró como noble yheróica esa temática, versus la pinturade sujetos familiares.

El fundamento anecdótico, que moti-vaba el cuadro, podía tomarse de la Bí-blia, la mitología, la Antigüedad, o deépocas recientes y contemporáneas aún.La realidad y la ficción, lo natural y lo so-brenatural podían fundirse, según el pe-ríodo, el tema y los pedidos, a menudoperentorios.

Por ser pintura de encargo y arte ofi-cial, el artista tenía poca libertad y debíaponer su talento al servicio del poder, suideología y su propaganda. El retratocortesano era una forma predilecta. Serepresentaba a un prohombre, general-mente situado en el centro del cuadro yde vestimenta ostentosa. Los signos ex-teriores se vuelven alegoría de un siste-ma tanto o más que representación deun personaje. Tenemos en el retrato deLuis XIV por Rigaud un arquetipo de esaclase de pintura. El monarca absolutofrancés posa con toda su soberbia y elfasto de su atuendo. El retrato está he-cho para impresionar e intimidar, a pesarde que, hoy, nos parece aberrante y ridí-culo.

Hubo pintores que sin embargo ejer-cían una mirada enjuiciadora, felizmenteno percibida por los modelos ilustres.Un ejemplo contundente de esa per-cepción es Francisco de Goya, en sus re-tratos colectivos de la familia real espa-ñola o de un solo protagonista, particu-larmente el rey Carlos IV. Implacable enla expresión crítica, Goya “ha consegui-do que sus rasgos expresen toda su va-nidad, toda su fealdad, sus apetitos y sunulidad”, observa Ortega y Gasset. Unapintura emblemática, agudamente iróni-ca y poco cortesana.

Las escenas de batallas constituían te-mas propios a la ejemplaridad, engran-deciendo el valor y proponiendo para laposteridad un episodio famoso. A vecesla historia del arte se ha insertado den-tro de la historia real, a través de obras

maestras. En “La Rendición de Breda” deVelázquez, considerado como “el másperfecto cuadro de la historia europea”por Enrique Lafuente, llamado también“Las Lanzas” por la importancia compo-sitiva de sus líneas verticales, aparecía laconjunción del detalle y del conjunto, dela evocación de un suceso bélico y de lainteligencia pictórica.Y , a la usanza de laépoca, el pintor se autorretrataba entrelos protagonistas del hecho, elementode ficción dentro de una minuciosa re-presentación y... testigo virtual.

Cuestionamientos del géneroSin embargo, la pintura de historia hasido cuestionada siempre, hasta por lospropios cultores del género, llegando alextremo de provocar tragedias perso-nales. Un ejemplo conocido es, en laFrancia del siglo XIX, el consejo del fa-moso pintor neoclásico David a otropintor, el Barón Gros: volver a la “verda-dera pintura de historia”. Se refería aque el intérprete a ultranza de gestasde Napoleón I, luego autoconvertidoen glorificador del retorno de una mo-narquía anciana, había degenerado encuadros mediocres y temas mitológi-cos. Gros, deprimido por sus fracasos,se suicidó, pero el encumbrado David,autor de La Coronación de NapoleónIero -verdadero “reportaje” pictórico-,pintor oficial de la Corte del Empera-dor, exiliado voluntario, tampoco estu-vo exento de críticas. Sin embargo, élpintó uno de los grandes cuadros em-blemáticos y mitificantes de todos lostiempos: el Marat, pluma en mano, ase-sinado en su bañera por CharlotteCorday. La militancia revolucionariatransparecía debajo de una sobrecoge-dora composición y de un tratamientoimpactante del tema.

Los artistas decimonónicos podíanllevar la historia a un plano “surrealista”,dando a la historia una dimensión alegó-rica, mezclando la glorificación de los hé-roes muertos con la vida eterna, en unkitsch fantasioso de deidades semides-nudas y rayos celestiales. Un ejemplo,geográficamente más cerca de nosotroses el cuadro de Ernest Guillon-Lethière,pintor franco-guadalupeño, de temáticahaitiana, representando a los GeneralesPetion y Dessalines, sellando su uniónbajo la mirada de Dios y pisoteando lascadenas de la esclavitud.

RIGAUD. Luis XIV. (Fragmento).

VELÁZQUEZ. La rendición de Breda.(Fragmento).

GOYA. Retrato de la familia de Carlos IV.(Fragmento).

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Como en muchas pinturas de histo-ria, particularmente en el neoclasicismo,la realidad y la ficción, el símbolo y la dis-torsión interpretativa se mezclan.

Eugène Delacroix, cuyo bicentenariodel nacimiento se conmemoró brillante-mente en el 1998, artista romántico porexcelencia y en Europa el último granpintor de temas históricos, supo transfi-gurar los hechos gracias a su capacidadreconstructiva, el aliento épico y unaimaginación prodigiosa, comunicando altema una dimensión mítica, fundamenta-da en una realidad político-social. Hastalos cuadros de cacería parecen mostraral justiciero derribando al enemigo.

La pintura de historia y los tiempos modernosLa fotografía había nacido, datando losprimeros fotoreportajes del 1855 en laGuerra de Crimea, aunque el reportajede prensa tardaría décadas antes de uti-lizar ese medio. La pintura occidental dehistoria cambiará necesariamente. Sufunción de crónica visual, asumida hastaentonces, la “asesinó” tal vez el peor cua-dro de Edouard Manet,“La Ejecución delEmperador Maximiliano”, sin embargotranquilamente inspirada en la obramaestra de Francisco de Goya, los Fusila-mientos de Mayo. La trasmutación de lagrandeza histórica no era asunto de losImpresionistas...

La conmemoración figurativa no de-saparecería completamente sin embar-go durante el siglo XX, subsistiendo encier tas composiciones oficiales, porejemplo escenas melodramáticas y retó-ricas de la Primera Guerra Mundial, tra-tadas por pintores de diferentes nacio-nes envueltas en la contienda bélica. Suestética por supuesto estaba ajena a in-vestigaciones y movimientos contempo-ráneos, retrocediendo aún a formulacio-nes estilísticas superadas. En cuanto a lapintura oficial de las dictaduras, sean elnazismo, el fascismo o la era staliniana,no fueron más que vehículos de propa-ganda, apologética del poder absoluto ylas masas subyugadas, de pésima calidadpictórica.

Ahora bien, dentro de la modernidadeuropea y universal, una obra maestrase ha convertido en el esquema nuevode la pintura de historia: “Guernica” dePablo Picasso. La pintura, que metaforizóla ciudad vasca aniquilada por las bom-bas alemanas en abril de1937, es tal vezla obra que más ha motivado a RamónOviedo.Aparte de que su autor es el ar-tista a quien el maestro dominicano másadmira, con quien más se identifica, unaadmiración declarada reiteradamente.

El proceso de concepción y ejecu-ción de la tela es conocido. Picasso em-pezó a bocetar el 1ero de mayo, produ-ciendo decenas de estudios, constante-

DAVID. El asesinato de Marat.(Fragmento).

GOYA. Fusilamientos del 2 de Mayo.(Fragmento).

EDOUARD MANET. La ejecución delEmperador Maximiliano. (Fragmento).

DAVID. Coronación de Napoleón.(Fragmento).

DAVID. Coronación de Napoleón.(Fragmento).

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mente enriquecidos y modificados. Diezdías después solamente, comenzó a pin-tar. En junio, él había terminado la obra,en un arrebato de pasión e inspiraciónindignada...

A través de la alegoría y la fábula vi-sual, supo transmitir no solamente la tra-gedia de un pueblo, sino la violencia, laguerra, la destrucción a escala total. Elcarácter inmediato de la pintura -casi amanera de un reportaje- contribuye asu poder emocional y su fuerza comuni-cativa. La fascinación, que provoca elcuadro, suscita espontáneamente minu-tos de silencio, en memoria del sucesoreal. Probablemente, esa versión enblanco y negro, ajena a la descripción,transmite un mensaje más punzante ydesata una mayor indignación que cual-quier intento de reproducción de loshechos. Sin embargo, cuando Picasso, en1953, pintó su alegoría de la guerra deCorea, fracasó en los resultados pictóri-cos. Obviamente, la implicación fue ex-terna, intelectual e ideológica, y se sien-te la obra de encargo.

El muralismo mexicanoEn América Latina, donde en los siglosXVIII y XIX la pintura de historia y los re-tratos oficiales seguían patrones realistaseuropeos, a veces con un toque “naïf ”que les daba su encanto, el Muralismomexicano, desde el 1920, señalaría una

vía propia. Recurriría a varios de los valo-res, tanto temáticos como formales, queacabamos de perfilar, pero afirmados confines sinceros, a la vez didácticos y revo-lucionarios, de comunicación popular.

Podríamos afirmar aún que ha sidouna manifestación singular, como movi-miento oficial además, alcanzando unaenvergadura tal que se propagó, en ma-yor o menor grado, a toda América. Elmuralismo quiso y logró dar al pueblomexicano una dimensión épica de suhistoria, desde el pasado prehispánico yla fustigada colonización española hastalas luchas políticas y sociales recientes.Fue ciertamente un arte monumental yheróico, humano y popular, según lo de-finió David Alfaro Siqueiros, uno de sustres grandes hacedores.

Prácticamente todos los edificios pú-blicos, en la capital Mexicana y en variasciudades de provincia, fueron cubiertosde frescos inmensos, sumándose al ca-rácter didáctico y conscientizador de lostemas su presentación abierta, al alcanceinmediato de todos, lección vibrante depatriotismo y de arte. Un expresionis-mo, adrede matizado de realismo, queno vacilaba en llegar hasta la caricaturaferoz, fue el estilo dominante.

Siempre citan a Diego Rivera, JoséClemente Orozco y David Alfaro Siquei-ros como los pintores emblemáticos delmuralismo mexicano, pero, en todo el

PABLO PICASSO. Guernica

JOSÉ CLEMENTE OROZCO. Fusilamiento. (Fragmento).

JOSÉ CLEMENTE OROZCO.Zapata, el líder.

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territorio, florecieron las obras murales, acargo de decenas de artistas, de diferen-tes generaciones, inaugurándose la últimarealización monumental, el Poliforum Si-queiros, en 1972. Ahora bien, con la lle-gada del medio siglo y la reacción hostilde los pintores jóvenes a una escuela co-lectivista y estatal, la pintura de historiavolvió a ser en México una temática es-porádica e individual, como en los demáspaíses de América Latina y Europa

Fuera de esa corriente y escuela, queincidió en todo el continente, incluyendoa los Estados Unidos, no pueden consi-derarse arte patrimonial, la estuaria he-róica y los murales conscienzudamenteconmemorativos -encargos públicos to-davía vigentes en muchas partes delmundo-, pero generalmente retrógradosen estilo y mediocres en expresión plás-tica.

A decir verdad, en un enfoque mun-dial, la pintura de historia. integrada atendencias ya contemporáneas, no se in-teresó más en relatar hechos ni exaltarmemorias, sino trasmutar el dolor, la de-nuncia y la reivindicación, así “El rostrode la guerra” por Salvador Dalí. Llegó,después de la Segunda Guerra Mundial,a expresarse por la casi abstracción, JeanFautrier, por ejemplo, en una suerte derecogimiento y silencio pictórico, tal vezel rechazo a plasmar figurativamentehorrores y atrocidades, que sobrepasa-ron las contiendas bélicas ordinarias, co-mo los campos de concentración y el

holocausto, o los “castigos” atómicos in-fligidos a Japón. Habían provocado de-masiado pena... y ninguna gloria.

Vivencias de hoy Los derechos humanos, el repunte de latortura, la violencia civil y militar, la pro-testa contra la injusticia figuran entre lostemas desarrollados, sobre todo desdelos años 80 y en América Latina. Cabecitar al respecto el monumento, conce-bido por el gran amigo de Ramón Ovie-do, Oswaldo Guayasamín, en Quito, enproceso de construcción para inaugu-rarse en el 2,001, la “Capilla del Hom-bre”. La obra, gigantesca y totalizante,rinde, en sus murales, un homenaje aira-do a los indios, denuncia el colonialismo,combate la dictadura, desde la ideologíadel maestro ecuatoriano.

Observamos que un “nuevo compro-miso”, hoy interpretado a través de lasinstalaciones, los “performances”, losmedios mixtos, más que por la pintura,es a menudo radical en su formulacióncomo en su pronunciamiento. Se preo-cupa menos por educar que por provo-car un impacto en los lenguajes utiliza-dos. Subvierte el “orden establecido” ylas consignas mediante una creatividad“insurreccional” y militante, que, no po-cas veces, consigue romper con las cate-gorías y léxicos tradicionales. Se adoptauna estética compleja y multimedia, nose descarta una especie de poesía amar-ga. Pensemos en los objetos, secuenciase instalaciones, siempre comprometidoscon las víctimas, del artista y crítico uru-guayo, Luis Camnitzer.

Un ejemplo colectivo de esa corrien-te renovadora es el arte cubano de los80 y 90, de visión ideológica a menudoambigua, tan o más crítico respecto al

DIEGO RIVERA. Corrido de la Revolución.(Fragmento).

DAVID ALFARO SIQUEIROS. El Centauro de la Conquista.(Fragmento).

SALVADOR DALÍ. El rostro de la guerra.

JEAN FAUTRIER. Mujer dulce.

OSWALDO GUAYASAMÍN. La madre de la india.

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regimen revolucionario que alabatoriode sus conquistas. Nos referimos a losar tistas cubanos, pintores, comoAlejandro Aguilera, e instaladores, comoKcho, a una generación post-revolucio-naria, viviendo y trabajando en su país, aesos “Hijos de Guillermo Tell” -memora-ble exposición curada por el crítico dearte Gerardo Mosquera-, no a los queresiden la mayor parte del tiempo en elexterior, o eligieron el exilio en francaactitud de oposición.

A pesar del ascenso de ciertos fun-damentalismos religiosos y políticos,nuestra época no acepta pues el dog-matismo en el arte. La trasmutaciónplástica de la historia se ha vuelto perso-nal e independiente, reflexiva y necesa-riamente crítica. Mucho menos narcisistay chauvinista que la pintura de historiatradicional, el género se solidariza a me-nudo con los problemas de la humani-dad -vale decir los débiles, los abusadosy los explotados, la situación de la mujer,las migraciones, el SIDA, entre otros dra-mas y tragedias-.

Un proceso intelectual, fundamenta-do en el estudio y la investigación, for-ma parte de la producción y tambiénde la lectura de las obras, que no te-men ser inconoclastas en la forma paraproclamar convicciones, verdades y co-yunturas. Suelen combinar en dos otres dimensiones, en múltiples u origi-nales únicos, mayormente en materia-les y técnicas mixtos, la identidad cultu-ral y la actualidad universal. Un “mesti-zaje”, que refleja la realidad étnica dehoy, caracteriza el ar te inspirado por lahistoria.

Las grandes Bienales y exposicionescolectivas, presentadas en los mayoresmuseos del mundo, tienen muchas obrasque se adhieren a esos postulados for-males y conceptuales. Finalizaremos esebreve panorama introductorio, citandolas Bienales de Venecia, Sao Paulo, Johan-nesburgo, y la Documenta de Kassel,donde tantos artistas participantes en-frentan y enjuician la época, a la manerade “nuevos historiógrafos”.

Ahora bien, todavía existen excep-ciones, que presentan una verdaderacrónica visual de los hechos a través deltiempo, buscando reconstituir una épo-ca, un entorno, unos protagonistas, em-pleando un lenguaje minuciosamentedescriptivo. No resulta forzosamente un

PHILOMÉ OBIN. El arresto deToussaint Louverture.

J. R. CHÉRY. El desembarco deCristóbal Colón en Haití.

KCHO. Largo viaje.

LUIS CAMNITZER. De la tortura uruguaya.

ALEJANDRO AGUILERA. La travesía.

LUIS CAMNITZER. De la tortura uruguaya.

fracaso estético. Hemos tenido recien-temente un ejemplo impresionante deesa formulación, a través de la exposi-ción itinerante de pintura, “Haití, 500años de historia”, en el Museo de ArteModerno, con los auspicios de la UniónLatina. Cuarenta artistas haitianos del si-glo XX, elegidos y estimulados por elexperto curador Jean-Marie Drot, ofre-cían una visión riquísima de la historiahaitiana, desde los albores de la Con-quista hasta la actualidad. Las obras su-maban el documento y la crónica, lapoesía y el humor, exhalando un auramuy fuerte de patriotismo. Esa “hermo-sa lección”, como la califica el escritorRegis Debray, prueba que todavía pue-de sobrevivir una pintura tradicional dehistoria.

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AUNQUE EN ÉPOCAS distintas, segúnlos procesos políticos, culturales y artís-ticos, todos los países de América Latinay el Caribe se preocuparon por pasar ensus temas del internacionalismo de pro-cedencia europea a una expresión plás-tica nacional, con vigencia y vivenciaspropias.

El retrato, el paisaje, los bodegonesreferían a la gente y al entorno. La pintu-ra de historia enaltecía las gestas y loshéroes, recordaba fechas y sucesos im-portantes, narraba visualmente episo-dios libertadores. Generalmente, no só-lo en las postrimerías del siglo XIX, sinotodavía en las primeras décadas de estacenturia, una factura laboriosa instru-mentaba una iconografía romántica ensu inspiración, predominantemente rea-lista en su estilo. La República Dominica-na no se apartó de ese esquema, a lavez ideológico y estilístico.

Apenas hubo un arte “mestizo” do-minicano, durante los siglos de la coloni-zación, combinando expresiones localesy europeas, y ese extenso período estátodavía pendiente de una investigaciónespecializada.

La pintura de Théodore Chasseriau,famoso pintor francés, nacido en Sama-na en 1819 y dominicano por filiaciónmaterna, se relacionó con la historiaconforme al arte Romántico, entre reali-dad y mitología, pero, habiendo salidodefinitivamente de la tierra dominicana ala edad de dos años, el pintor nunca tra-tó un tema del país ni del Caribe.

Por tanto lo consideramos, como unantecedente real-mítico, y siempre se

está a la espera de una exposición deChasseriau, al menos de sus grabadosoriginales, que lo haría presente tempo-ralmente aquí, concretando la memoriade sus orígenes criollos.

Románticos tardíos y pintura de historiaAhora bien, la primera imagen de un ar-te propiamente dominicano -tomandopor punto de partida la Independencia,en 1844-, fue un grabado pequeño enmadera, semi ingénuo -mencionado porel historiador Emilio Rodríguez Demori-zi-, que han atribuido a Domingo Echa-varría y representa un soldado haitiano,en son de caricatura. De cierta manera,tenía un eco histórico, refiriéndose alocupante de los últimos años.

Los primeros artistas, que empeza-ron a definir una identidad local, consi-derados como los pioneros de la mo-dernidad artística, fueron de hecho, ensus estilos, románticos tardíos. La pintu-ra de historia les motivó, correspondien-do a sus sentimientos nacionalistas. Da-nilo de los Santos, entre las característi-cas de esos precursores, enuncia lo si-guiente: “Honda devoción por los temasnacionales que se expresan en la ideali-zación de figuras criollas. Ejemplos sonlos retratos de patriotas” y “Búsquedade una temática histórica relacionadacon lo acaecido en la Isla. Ejemplos sonlas obras que muestran escenas indíge-nas o escenas políticas.”

Por ser tan escasos esos artistas de fi-nales del siglo XIX y primeras décadasde la actual centuria, la historia del arte

LA PINTURA

DE HISTORIA

EN EL ARTE

DOMINICANO

THÉODORE CHASSERIAU. Negro cayendo al vacío.

THÉODORE CHASSERIAU. Las hermanas del artista.

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El capítulo de la pintura de historiatradicional, narrativa y descriptiva, bus-cando la reproducción exacta y el colorlocal para expresar mejor el sentir pa-triótico, concluyó con esa primera eta-pa de la plástica dominicana.

La época modernaLos artistas, que inician un arte domini-cano moderno, exaltando la expresiónvernácula o manifestando una aperturahacia lo internacional, desde el primercuarto de siglo hasta el 1960, no se in-teresaron por una pintura directamenteconmemorativa o patriótica, sino de ma-nera excepcional a través del retrato deun prócer.Varias razones lo explican.

Fuera de la Primera IntervenciónNorteamericana (1916) -que no generóun arte de protesta, como la Segunda(1965)-, la actualidad política y social deentonces no inspiró a los temperamen-tos individuales, y no existía un movi-miento de artistas plásticos, por ciertomuy pocos entonces, reflejando sucesoso gestas nacionales en sus obras.

Luego, durante la Era de Trujillo(1930-1961), pintores y escultores ja-más estuvieron motivados por las haza-ñas del “jefe”. Ese no ejerció sobre laplástica, interesando a una pequeña eli-te, las mismas presiones que en el cam-po de la música, expresión y entreteni-miento de masas populares. Una oposi-ción muy sutil podía aún aflorar en cier-tas obras, así las de Silvano Lora, pintorcomprometido desde la juventud, o Eli-gio Pichardo -cuyo “Sacrificio del chivo”,premiado en la Bienal, pintura de un ex-presionismo extraño, posee un hondo yperturbador mensaje social-.

Las excepciones “glorificantes” se si-tuaron en el género del retrato, casisiempre encargos, con resultados plásti-cos desde pésimos hasta insignificantes,mientras la estatuaria “heróica”, distri-buida en lugares públicos, floreció cuan-tativamente. ¡Cuántos bustos de malacalidad! Hasta escultores destacados ymaestros de hoy no pudieron escapar aesa encomienda irresistible...

Ahora bien, esa clase de escultura noha mejorado en Santo Domingo, en elumbral del 2,000. Basta mencionar el úl-timo rostro de Gregorio Luperón, re-cién inaugurado en la avenidad del mis-mo nombre. Sencillamente, los “mode-los” han cambiado, al compás de la de-

dedica una atención individual a talentosque, en la profusión artística de nuestrosdías, no hubieran sobresalido siempre,pero cumplieron un papel importanteen el período inicial de la plástica domi-nicana.

Alejandro Bonilla centró su obra enlos temas geográficos e históricos, a tra-vés de paisajes criollos, retratos patrióti-cos y escenas alusivas. Su pintura algo“naïve” y elemental en su figuración tie-ne para las miradas nuestras un encantoy frescor.

Ahora bien, Luis Desangles, talentopolifacético, cuya vida transcurrió entreSanto Domingo, Puerto Rico y Cuba,puede valorizarse como pintor domini-cano dedicado al género histórico, en-tre el testimonio y la mitificación.

Comprobando que toda su produc-ción concierne a la representación deescenas ejemplares y patrióticas, de epi-sodios épicos y alegóricos -profanos oreligiosos-, de temas costumbristas -en-tre los cuales arquitectura colonial, re-tratos de próceres, presidentes y otrascelebridades-, calificaríamos a Luis De-sangles, intelectual, profesor y creadorpolivalente, el más puro pintor de histo-ria que hemos tenido y el mejor retra-tista de Juan Pablo Duarte. Cuando élpintaba, con una fidelidad conscienzuda,a Caonabo en su prisión, el sueño deDuarte o el juramento a la bandera, elpúblico de la época se estremecía, esté-tica y emocionalmente.

Esa misma corriente estilística -másque un concepto de generación- ha ins-trumentado preocupaciones de exalta-ción heróica del pasado en otros impor-tantes artistas dominicanos. La estatua-ria de Abelardo Rodríguez Urdaneta-personalidad singular de nuestra escul-tura, pintura y sobre todo fotografía-,realista por la factura, expresionista porel mensaje, ha sido inmortalizada, en elplano nacional, por el cacique apresadoCaonabo y el soldado patriota “Uno detantos”, obras inspiradas y de fuerte re-presentatividad real-simbólica

En el renglón pictórico, Enrique Gar-cía Godoy ha dejado tres cuadros dehistoria, uno de ellos particularmentevalioso por su preocupación de fidelidada los hechos y el parecido de los prota-gonistas: “Encuentro de José Martí y Má-ximo Gómez”, aunque ciertamente nofue su mejor pintura.

LUIS DESANGLES. Colón engrillado.(Fragmento).

ABELARDO RODRÍGUEZ URDANETA. Uno de tantos.

ABELARDO RODRÍGUEZ URDANETA. Eugenio María de Hostos.

ENRIQUE GARCÍA GODOY. Encuentro de José Martí y Máximo Gómez.

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mocracia hoy reinante, prefiriendo está-tuas de próceres republicanos o liberta-dores latinoamericanos.

El ajusticiamiento de Rafael LeonidasTrujillo, en 1961, fecha histórica por ex-celencia, no se limitó a generar una con-moción político-social y abrió el caminode la democracia reencontrada. Elmaestro Jaime Colson plasmará un epi-sodio crucial de la lucha, que él transfie-re en homenaje, con una expresividadcasi hagiográfica, “Los Héroes de la calleEspaillat”. La democratización abrió pa-so a una vida cultural libre y un arte se-diente de renovación.

Dos años después del Golpe de Esta-do en contra del Gobierno Constitucio-nal del profesor Juan Bosch, estalla la Re-volución de Abril que provoca inmedia-tamente la segunda intervención nor-teamericana. Surge, primero desde laciudad en armas, una pintura compro-metida y testimonial, floreciendo movi-mientos y expresiones, a la vez colecti-vos e individuales. Será la gran época dela pintura dominicana, y precisamentemotivada por la historia.

La época contemporáneaEl arte, dentro de una vasta corrientecultural, toma partido, en 1965, por lasoberanía nacional y el retorno a laconstitucionalidad. Fustiga al “Yanki inva-sor”, desde el afiche y la caricatura hastauna pintura expresionista, de factura ve-hemente y mensaje vibrante, transmiti-do sin rodeos. Esa iconografía directa,elocuente, emotiva, corresponde a lahistoria-que-se-está-haciendo. Lo re-cuerda Silvano Lora en una entrevistareciente.

Cándido Bidó, Gilberto HernándezOrtega, Norberto Santana, Coco Gon-tier, Asdrúbal Domínguez, Ada Balcácer,Domingo Liz, Ramírez Conde, y por su-puesto Silvano Lora y Ramón Oviedo,entre otros, militan en la pintura. Hastaun Cristo de las barricadas empuña elfusil... en el lienzo. De las calles céntricasa la Galería de Rafael Auffant, el momen-to histórico se recrea y late en la obragráfica y plástica. Artistas, poetas e inte-lectuales en general se (re)unen, discu-tiendo con pasión.

El ardor colectivo estimula el talentoindividual, los grupos se forman, se pro-nuncian, adoptan posiciones, siendo suculminación “Proyecta”, simbiosis de

grupo, planteamientos y exposiciones,identificando el arte con la historia delpaís. Podemos considerar que ese fervorperdura hasta el 1972, fecha de la inolvi-dable exposición “Nueva Imagen” ycumbre de una nueva figuración, en San-tiago. Danicel/Danilo de los Santos, en laserie de las Marolas, mitifica a la mujerdominicana de todos los tiempos.

En la década del 70, los estilos se plu-ralizan y la comunicación internacionalse intensifica. El mercado del arte crece,el compromiso del arte decrece. El apo-liticismo domina. Las referencias a la vi-da y a los acontecimientos públicos es-casean. La historia de la pintura occiden-tal, incluyendo los movimientos de mo-da en las grandes metrópolis, interesamás a los artistas que la pintura de his-toria. Ejemplo de esa opción epocal, Au-relio Grisanty estudia, absorbe, recrealos maestros tanto pasados como pre-sentes, de una manera muy personal.

Entre los pocos que no siguieron esatendencia, citaremos a Ramón Oviedo-lo analizaremos más adelante-, Ada Bal-cácer -que investiga creencias y mitosdominicanos-, Alberto Bass -entoncesjoven intérprete del testimonio social yúnico fotorrealista dominicano -, Fernan-do Peña Defilló, con su portentosa pin-tura “Mitología Criolla”, imagen totali-zante y alegórica de un pueblo, su pasa-do, su identidad racial, su cultura, su geo-grafía, y a un artista emergente, JoséGarcía Cordero.

En los casos de Balcácer, Oviedo yPeña Defillo, más que una pintura de his-toria, ellos produjeron una pintura con-tundente para la historia del arte domi-nicano. Citaremos también al maestroGuillo Pérez, que llevó al lienzo los mo-numentos coloniales, luego interpretó latierra, el pasado y el presente de Israel araíz de un viaje. Sin embargo, por lo ge-neral, los pintores encontraron entoncesla inspiración en su historia personal,postergando las referencias a un país ysobre todo a un período.

Dos pintores ameritan una menciónespecial: José Cestero y Jorge Severino. Laobra de Cestero es una referencia cons-tante y viva a la historia, principalmente ala del arte y la cultura, resucitando lúdica-mente modelos ilustres, dominicanos yuniversales, tratados como allegados. Lasreferencias de Severino, en personajes his-tóricos o seudo familiares, enfatizan las raí-

SILVANO LORA. Ellos.

ELIGIO PICHARDO. Uniformeantiguo con cabeza de animal.

JAIME COLSON. Los héroes dela calle Espaillat.

JORGE SEVERINO. Tercera alu-cinación de Juana la Loca.

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logía crítica, tratese de los conquistado-res españoles o de la explotación de lospueblos.

Al igual que en otras partes del mundo,la fotografía ha tomado el relevo, paratransmitir las emociones provocadas porla realidad presente, sea a través del foto-periodismo en pleno ascenso de calidad yexpresión, sea con fotografías que alían ar-te y documento: ayer Wifredo García, hoyPolibio Díaz y Martín López -con una ico-nografía diferente-, captan instantes dra-máticos de la vida del pueblo dominicano,con propósitos testimoniales. Una men-ción especial requiere una foto de Juan Pé-rez Terrero, el reto al invasor de 1965, quedió la vuelta al mundo y ganó el premioPulitzer.

Ahora bien, el enfoque iconográfico hacambiado.A menos que sea para desmiti-ficar un tema o un personaje, el artista noretrata ni describe como antes.Aún cuan-do aparenta hacerlo, no recurre a la re-presentación -realista o verosímil-, él rein-venta, surrealiza e ironiza.

Uno de los últimos cuadros dominica-nos en ese tenor ha sido la imagen del Je-fe de la Policía haitiana y su entorno abe-rrante, por Raúl Recio, obra ganadora deun premio en la Segunda Bienal del Cari-be. Amerita mencionarse también, en esemismo espacio generacional, la secuenciainiciada en 1995 por Inés Tolentino, refe-rente a la matanza de los haitianos porTrujillo, y otros soportes histórico-cultura-les, objetos que investiga la artista como elobelisco y el sombrero.

Hoy, la historia no se narra visualmen-te, no hay casi nunca una transferencia di-

ces afroantillanas, pero también integran lahistoria del arte -Alfonso Mucha y Henride Toulouse-Lautrec-, y recientemente lameláncolica saga de Juana la Loca.

En cuanto a José Perdomo, sin adhe-rirse al género histórico, ha introducidoen sus telas elementos que pertenecenal pasado de la isla, como una remem-branza voluntaria y barroca de los siglos,si no los milenios, a través de ídolos ypersonajes -taínos y afroantillanos -.

La prehistoria dominicana es transcri-ta en pinturas y dibujos de AntonioGuadalupe, que utiliza signos de proce-dencia indígena, hasta el punto de quehan calificado su lenguaje como “post-tainista”. El artista, volviendo a la actuali-dad temática, fungirá de “testigo pictóri-co” del episodio trágico de Palma Sola ode la contaminación del río Ozama.

La memoria del porvenirEs indudable que, en las últimas dos dé-cadas, la pintura de historia prácticamen-te desapareció del panorama dominica-no, en la concepción tradicional de cró-nica, apología, instrumento de propagan-da -positiva o negativa-, y aún en la me-táfora, síntesis o enjuiciamiento de loshechos. Las excepciones -vale decir re-tratos patrióticos o secuencia referenciala la actualidad- probablemente no seinscribirán en la historia del arte domini-cano.

En el orden conmemorativo, el Quin-to Centenario del llamado Descubri-miento de América, en 1992, generóalusiones varias, y permitió a Silvano Lo-ra pintar una serie poderosa, de simbo-

ADA BALCÁCER. Bacá y águila. FERNÁNDO PEÑA DEFILLÓ. Mitología antillana. (Fragmento).

GUILLO PÉREZ. Catedral.

JOSÉ CESTERO. Almuerzo sobre lahierba, según Edouard Manet.

INÉS TOLENTINO. Antimemorias. (Fragmento).

CÁNDIDO BIDÓ. El paseo de las 10:30 a.m. (Fragmento).

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recta. El artista pasa a un plano indirectode iconografía alegórica. Otrora el pintor,prescindiendo de un procesamiento inte-lectual de parte de él y del espectador, so-lía satirizar a los victimarios y distorsiona-ba las figuras hasta para expresar la resis-tencia.

Actualmente, en lugar de una sátira ocaricatura, individualizada o tipológica, elartista recurre a una ficción de signos ysímbolos, generalmente punzantes o in-sidiosos, semiología de las atrocidadescometidas.Y, más que la pintura, para es-tos fines él construye instalaciones, unmodo de poner en escena, una metáfo-ra o unos vestigios de una coyunturaperturbadora. Podrá igualmente, de for-ma muy elaborada, expresar en un con-texto histórico remoto, huellas, valores ycreencias, así Fernando Varela y los tiem-pos bíblicos.

Generalmente, un problema particu-larmente grave en este fin de siglo, co-mo el SIDA, las agresiones de todas cla-ses, las drogas, la destrucción de la natu-raleza, o la emigración dominicana, mo-tiva emocional e intelectualmente alcreador. Es más, cuando los artistas, asíTony Capellán, Marcos Lora Read y Jor-ge Pineda, trabajan en dibujo, pintura yen instalación, ese último medio, de laantropología a la ideología, penetra conmayor profundidad y fuerza, en los infor-tunios epocales. El mensaje, anunciado einmediatamente asimilable, puede ser

desgarrador : no hay más nada que mos-trar y “representar”.

Ramón Oviedo es de los muy pocospintores dominicanos consagrados que,hasta en sus obras arquetípicas más re-cientes, quiere y consigue interpelar tan-to el pasado antiguo como las crisis delpresente, con un poder de síntesis ytrasmutación, mediante una red única designos y símbolos, hoy totalmente dis-tanciados de referencias descriptivas.Queda al lector contemplador, inteligen-te y advertido, descifrar una soterradapercepción histórica. Si la halla, él conti-nuará buscándo compulsivamente esaasociación temática, susceptible de rea-parecer en cada nuevo cuadro delmaestro.

JOSÉ PERDOMO. El mundo mágico de JOP.

DANILO DE LOS SANTOS. Marola sombra.ANTONIO GUADALUPE. Ozama. AURELIO GRISANTI. El Obispo.

TONY CAPELLÁN. Historia del Caribe.(Fragmento).

JORGE PINEDA. El bosque.