viriato, caudillo lusitano

VIRIATOVIRIATOCaudillo Caudillo LusitanoLusitano

ÍndiceÍndice

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IntroducciónFuentes

Origen y personalidad de ViriatoEl papel de Viriato en el contexto de

las Guerras LusitanasPervivencia del personaje histórico

Bibliografía

IntroducciónIntroducción

““Dulce et decorum est pro patria moriDulce et decorum est pro patria mori” ” HoracioHoracio

Detalle de “La muerte de Viriato”, José Madrazo

IntroducciónIntroducción.

Viriato, como personaje histórico y como mito, ha sido desde siempre “disputado” por hispanos y portugueses, que han intentado apropiarse del héroe, de su leyenda y de su realidad histórica. Hablar de una figura tan emblemática y legendaria como Viriato resulta complicado. En cualquier caso se puede afirmar que Viriato es un personaje histórico, como se desprende de la abundante documentación antigua que lo menciona. Viriato vivió cuando España aun no era España, ni Portugal, Portugal, por lo que no se puede hacer de él un problema nacionalista o regionalista, como han venido haciendo tradicionalmente muchos escritores. Poco importa el lugar concreto en que nació. Lo evidente es que no fue ni portugués, ni español, sino Lusitano, es decir, natural de la provincia hispana que los romanos denominaron Lusitania y cuya delimitación precisa todavía resulta problemática. Muchas cosas, verdaderas y falsas, se han escrito sobre Viriato. Y como ocurre con todos los grandes hombres, se transformó en una leyenda, y las leyendas, por norma general son injustas incluso con aquellos a quienes pretenden glorificar. Los historiadores de la Antigüedad se esfuerzan en separar los datos ciertos e históricos de los legendarios o mitológicos. Sin embargo, en Viriato, la leyenda es parte de su propia vida y es tan importante y tan necesaria como los propios hechos reales. Con los hechos reales, surge también, entremezclada, la leyenda, que representa la reacción del ambiente social ante la personalidad de nuestro personaje; y nos enseña mucho de lo que fue aquel ambiente y mucho de los que fue la personalidad del héroe, y, por lo tanto, parte de la verdad estricta de los acontecimientos. Viriato es uno de los grandes héroes en los que más difícil resulta separar el punto donde termina la historia y donde empieza la leyenda.

FuentesFuentes

FuentesFuentes

Crítica de las fuentesCrítica de las fuentes Fuentes directasFuentes directas

PolibioPolibio PosidonioPosidonio

Fuentes SecundariasFuentes Secundarias ApianoApiano Diodoro de Sicilia, Diodoro de Sicilia,

EstrabónEstrabón Tito Livio y FloroTito Livio y Floro

FuentesFuentes.

Las principales fuentes que tenemos a nuestra disposición para poder estudiar la figura de Viriato son las fuentes clásicas griegas y romanas. El denominador común de todas ellas es que los autores nos cuentan la visión romana de los hechos y del personaje. Se trata de una información elegida y sesgada con unos fines concretos.

Hay que dividir las fuentes entre las directas y las indirectas. Entre las fuentes directas, encontramos a Polibio y Posidonio.

Polibio, historiador griego (208 a. C. – 126 a. C.) que acompañó a Escipión durante el transcurso de sus actividades en Hispania, fue espectador directo de los hechos que sucedieron, entre ellos el sitio de Numancia. Es considerado, por tanto fuente directa, pero sin embargo no se conserva su obra completa (solo nos han llegado 5 libros) Historias, sino que nos llega por haber sido la fuente en que se basa Apiano de Alejandría (95 a. C.), quien escribe Historia de Roma y donde en el libro VI, dedicado a Iberia, desarrolla la guerra lusitana y detalla numerosos aspectos de la actuación de Viriato.

FuentesFuentes. Posidonio, filósofo griego (135 a. C. – 51 a. C.), que se sabe visitó la

Península a comienzos del siglo I a. C., concretamente Gades y escribió su obra Historia Universal, que no se ha conservado. Sirve como fuente para escritores posteriores, como Estrabón y Diodoro de Sicilia.

Estrabón, geógrafo griego, nacido en el año 63 a.C., quien para escribir su gran obra, Geografía, recorrió todos los lugares para conocerlos en primera persona, entre sus libros, el III se dedica a Hispania.

Diodoro de Sicilia, historiador del siglo I a. C., que escribió Biblioteca Histórica. El libro V lo dedica a Hispania y los capítulos que van del 33 al 36 versan sobre las Guerras Lusitanas.

Otras fuentes que tenemos para estudiar las guerras lusitanas son Tito Livio y Floro.Tito Livio nace en Italia, en el año 59 a.C. y se dedicó toda su vida a escribir la Historia de Roma desde su fundación en el año 753 a.C. La obra se llama Ab Urbe condita. Los libros relativos a la Península Ibérica van del XXI al XL.

Floro, retórico y poeta, procedente de España (posiblemente de la familia de Séneca), vivió a caballo del siglo I y II d. C., que escribió Epitome de la Historia de Tito Livio, que también recibe el nombre Periochae, donde las guerras lusitanas y Viriato aparecen en el Libro I, capítulo 33.

Viriato Viriato Origen y personalidad Origen y personalidad

Origen y Personalidad de Origen y Personalidad de ViriatoViriato

“Viriato es originario de la Lusitania occidental …”“El lusitano Viriato, de

oscuro linaje,…”Diodoro de Sicilia

Nombre y origenNombre y origen NombreNombre Lugar de procedenciaLugar de procedencia

Fecha y lugar de Fecha y lugar de nacimientonacimiento


ValoraciónValoración Caracteres físicos y psíquicosCaracteres físicos y psíquicos

Ascendencia, juventud y primeros años de madurezAscendencia, juventud y primeros años de madurez Familiares anterioresFamiliares anteriores Distintas referencias sobre su juventudDistintas referencias sobre su juventud

PersonalidadPersonalidad Caracteres sobre el pueblo lusitano en relación a Caracteres sobre el pueblo lusitano en relación a

ViriatoViriato De pastor a caudilloDe pastor a caudillo Anécdotas concretas que complementan su Anécdotas concretas que complementan su

personalidadpersonalidad


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El nombre de Viriato o Viriatho, deriva del nombre griego Oúriathos. En lo que se refiere al lenguaje ibérico, proviene de la grafía viria, cuyo significado es “pulsera”, “brazalete”, mientras que su equivalente latino es Torquatus. El nombre es más céltico que ibérico, como demuestran los topónimos y las inscripciones aparecidas en las provincias del Danubio, la Galia Cisalpina y en la Provenza, y es frecuente en la Lusitania septentrional y meridional, donde había población celta. Según Estrabón y Diodoro, los celtas apreciaban mucho los brazaletes de oro y plata, y frecuentemente aparecen estatuas con estos adornos. Respecto a su lugar de origen, debemos partir de las palabras de Schulten, utilizadas igualmente por historiadores posteriores, y fundamentadas en Diodoro de Sicilia: Viriato es originario de la Lusitania occidental que confina con el Océano, y precisamente de la montaña. Su patria parece ser la Sierra de la Estrella, que domina el país situado entre el Tajo y el Duero. La Lusitania propiamente dicha, el Mons Herminius, desde antiguo principal asiento de las guerrillas lusitanas que en sus desfiladeros salvajes se defendían todavía contra César. Aún hoy una raza libre y salvaje con sus rebaños de ovejas y cabras habita este país entre privaciones y soledad. Todos los escritores de la antigüedad coinciden en éste lugar como su patria, no así ocurre con historiadores posteriores que, pese a dar lugares como la ciudad de Arsa o la Bética, hoy sabemos que son erróneos.


. Desconocemos la fecha y el lugar de su nacimiento, pero no ocurre así con sus orígenes, que aunque no con absoluta fiabilidad porque posiblemente fue relatado así en un proceso de ascensión hasta llegar a ser un héroe, se creía humilde ya desde la antigüedad; en el texto de Dión Casio o éste ante el que estamos, transmitido por Posidonio y recogido por Diodoro de Sicilia, así se nos presenta: “El lusitano Viriato, de oscuro linaje, según algunos, pero famosísimo por sus hazañas, ya que de pastor se hizo bandolero y después general, era por sus condiciones naturales y por los ejercicios que hacía extremadamente rápido en la persecución y en la huida y muy fuerte en la lucha a pie firme. Los manjares comunes y una bebida sin refinamientos eran los que con mayor placer tomaba; pasó la mayor parte de su vida al aire libre, y se contentó siempre con los lechos que la misma Naturaleza le ofrecía. Por esta causa fue superior a toda clase de cansancios e inclemencias, nunca sufrió de hambre, ni se lamentó de ninguna contrariedad, sabiendo sacar provecho de todas las circunstancias desfavorables. Dotado tanto por la naturaleza como por su cuidado de estas cualidades físicas, sobresalía en ejecutar lo debido, viendo a un tiempo lo que debía hacerse y la oportunidad para ejecutarlo, capaz también de fingir conocimiento de lo más recóndito e ignorancia de lo más evidente. Tanto como en el mando como en la obediencia aparecía siempre el mismo, ni modesto ni soberbio; sino que por humildad de su origen y por el prestigio de su poder consiguió no ser ni inferior ni superior a nadie. En suma, no emprendía la guerra ni por avaricia, ni por amor al mando, ni por cólera, sino que la hacía por ella misma, y es por esto sobre todo que fue temido por belicoso y conocedor del arte bélico”.


.“Viriato, el jefe de ladrones lusitano, era justo en el reparto del botín: basaba sus recompensas en el mérito y hacía regalos especiales a aquellos de sus hombres que se distinguían por su valor, además no cogía para su uso particular lo que pertenecía a la reserva común. Debido a ello, los lusitanos le seguían de buen grado a la batalla y lo honraban como su benefactor y salvador común”. Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica XXXIII, 1

Se nos presenta, por tanto y aunque desconocemos cuánto había de realidad en esto, aunque hay datos sumamente reveladores, como un hombre cuya fortaleza y virtud han surgido de su vivencia juvenil en un estado de Naturaleza; gran capacidad de sufrimiento; agilidad física; enorme justicia; digno de una gran sabiduría y buenos razonamientos pese a carecer de educación reglada, y una largo etcétera de virtudes. En otro pasaje de Diodoro vemos a Viriato exponiendo su opinión en el Consejo, en el que mostraba a las gentes lo absurdo de su comportamiento tan variable, tan pronto aliados de los romanos, como de él. Por eso, si para ser un perfecto salvaje acostumbrado a pasar privaciones y a combatir con bestias salvajes en sencillez de vida y agilidad, Posidonio imaginó a Viriato de humilde cuna y pastor en su infancia, el mismo Schulten, siguiendo esquemas parecidos, le hizo originario de la Sierra más pobre y agreste de Portugal-Lusitania, la Sierra de la Estrella.


.Desconocemos quienes fueron los padres de Viriato. En algunas obras novelescas se cita a su padre como Cominio, un pequeño jefe tribal del valle del Guadalquivir que falleció en combate. Viriato había crecido por ello entre los guerreros de Igedium, y con ellos se había preparado en la guerra. También cuentan que había estado perdido en las montañas y allí se formó solo como un hombre. Sea como fuere se trata de relatos literarios sin base histórica, pero que pese a ello dan mayor visión de humildad en su persona. Sobre su juventud disponemos de algunas referencias en Apiano, Diodoro y Dión Casio, que nos lo presentan primero como pastor y cazados, después como salteador y jefe de cuadrillas de bandoleros, muy frecuentes en Lusitania y que veían en la rica comarca andaluza de la Bética su objetivo natural; y, finalmente, como caudillo y jefe de los lusitanos. Con seguridad, desde muy joven actuó en la guerra lusitana en los años 154-153 a.C., como sabemos por Livio, Diodoro, Floro, Osorio, Eutropio y Dión Casio. Viriato se formó espiritual y corporalmente en la vida ruda de las montañas. Según las fuentes era extraordinariamente fuerte, rápido y ágil, y también muy parco en comer y dormir. Disponía, desde su juventud, al igual que todo lo anterior, de un talento militar innato. El texto que Schulten dedica a Viriato de su etapa juvenil dice así: Corporal y espiritualmente, Viriato era un hijo genuino de la montaña. Su cuerpo vigoroso de nacimiento fue fortalecido desde la más temprana juventud por la áspera vida pastoril, sin casa, ni hogar, bajo el amplio cielo. En lucha constante, como pastor, cazador y bandolero, con el viento y el mal tiempo, con las bestias de los bosques y con los enemigos furiosos, había conseguido un dominio completo sobre cuerpo y espíritu.


. Competía con cualquiera en fuerza, rapidez y vivacidad, sólo necesitaba una pequeña cantidad de alimento y de sueño, y soportaba fácilmente el hambre, sed, calor y frío. No sentía más que menosprecio por la vida regalada. Al casarse con la hija del rico Astolpas, éste hizo ostentación de vasijas de oro y trajes costosos, pero Viriato, apoyado en su lanza, contempló callado y burlonamente el suntuoso banquete, rehusó participar en él, tomó sólo un poco de pan y carne para su gente, sacrificó a los dioses y entonces se lanzó con su desposada sobre el caballo para hundirse en la salvaje montaña, en su mundo.

“Y de las muchas cosas que con gran tino dijo, en una sola respuesta dejó el contenido de muchas sentencias sobre la ingratitud a los bienhechores y la imprudencia de construir grandes esperanzas sobre los inestables bienes de la fortuna; y principalmente que estas famosas riquezas de su suegro estaban sometidas al que tuviesen la lanza; y, por tanto, que más bien a él se le debía gratitud, pues nada le daban siendo él el dueño de todo. Astolpas, el rico, exhibió copas de oro y de plato, tejidos bordados de todo tipo, mientras Viriato acudió con su lanza, sin tomar baño e hizo una comida frugal para irse al punto a la montaña. Astolpas preguntó: “¿Cómo los romanos, que ven estas riquezas en los banquetes de sus casas, rechazan las tuyas que tienen un gran valor, cuando podían, en virtud de su poder, adueñarse de ellas?”

Viriato respondió “Lo que tiene verdadero valor es aquello que no pueda serte arrebatado por las armas”

Diodoro de Sicilia, Biblioteca Histórica XXXIII, 7, 1-4


.Disponía además de un agudo don de observación, especialmente en el conocimiento topográfico del terreno, muy desarrollado entre cazadores y pastores; conocía perfectamente las montañas lusitanas. A partir del año 150 a.C. comienza a ser mencionado por las fuentes, momento integrado en su madurez en el consigue escapar de la matanza de Galba, y se le supone desde entonces al frente de las tropas lusitanas.

El pueblo lusitano siempre fue reacio a someterse a un poder unipersonal, aunque estamos ante una excepción dado que, gracias a su arrolladora personalidad, consiguió no sólo jefe, sino rey de los lusitanos, reconocido incluso por el Senado romano. Es muy difícil saber con exactitud el tiempo que permaneció al frente de los lusitanos debido a la discrepancia de los datos que nos han llegado: Apiano 8 años, Justino 10, Diodoro 11. Sean cuantos fueran, lo cierto es que no hubieran sido sin esa importante personalidad: su singularidad radica en su larga permanencia al frente de los lusitanos. Rapidez de pensamiento, comprensión y actuación; dotes de coordinación (aplicable a lo militar, pero también al reparto del botín, sencillez de vestir, sobriedad en el comer, desprecio en la riqueza y lujo, etc.). A partir de los últimos trabajos, su mandato se sitúa con absoluta certeza del 147 al 139 a.C. (confirmación de Apiano en la historia moderna). Viriato supo conservar el fervor y la adhesión de sus compatriotas con su generosidad y desinterés, que no son otra cosa que la prudencia y el conocimiento de su pueblo. Con diplomacia y estricta autodisciplina, supo encontrar el punto medio entre la autoridad que debía ejercer y la extrema igualdad que exigían sus compatriotas. Nunca hizo ostentación de su poder.


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Tenía la habilidad, indispensable en la guerra, de atenuar las derrotas. También hizo creer a su pueblo que poseía el arte de prever el futuro, con lo que se ganó el respeto y la confianza de sus gentes, enormemente supersticiosas. Viriato era superior a su pueblo en genio político y en sentimiento patriótico, puesto que no se movía por intereses materiales como aquéllos. Algunas anécdotas de su vida y de sus dichos, recogidas por los historiadores antiguos, los permiten completar su figura. Su hablar era preciso y ceñido. Poseía gran ingenuidad y una grandeza natural que le faltaba a los romanos. Por eso, era también un hombre introvertido y solitario. Los lusitanos no sólo le obedecían, sino que le respetaban y, en general, le eran fieles por encima de todo, a excepción, claro está, de sus asesinos. Se comprende así que un hombre como él no fuese amado solamente por sus cualidades militares y por sus éxitos. El influjo de su personalidad debió ser fascinante.

Viriato Viriato Guerras LusitanasGuerras Lusitanas

El papel de Viriato en el El papel de Viriato en el contexto de las Guerras contexto de las Guerras

LusitanasLusitanas

El papel de Viriato en el contexto de las El papel de Viriato en el contexto de las Guerras LusitanasGuerras Lusitanas

.El conflicto comienza estando Sergio Sulpicio Galba como propretor de la provincia Ulterior. Apiano nos cuenta como el nuevo propretor, con ayuda del general Lucio Virginio Lúculo, engañó a los lusitanos haciéndoles creer que iba a cumplir los pactos de su antecesor en el cargo, Marco Atilio, había firmado con ellos. Galba les convenció de que iba a proceder al reparto de tierras, y para ello les invitó a dividirse en tres grupos y a reunirse en un lugar convenido, en el que se procedería al reparto en cuestión. Acuden muchos hombres, 30.000 según las fuentes, que son internados en campos cercados y posteriormente degollados. Pierden la vida unos 7.000 lusitanos. Algunos logran escapar, entre ellos, Viriato, un joven de veinte años que se pone al frente de los restos del ejército lusitano e inicia una guerra sin cuartel, sirviéndose de estratagemas de bandidaje y de la técnica de la guerra de guerrillas. Viriato, fue unos de los supervivientes a la masacre y se ocupó de mantener vivo el recuerdo. Así pues, cuando en el año 147 a.C el nuevo pretor de la Ulterior, Cayo Vetillo, se disponía a aceptar la rendición de los lusitanos, vencidos en la Turdetania, prometiéndoles nuevos repartos de las tierras para acabar con sus penurias, Viriato, recordó a sus compatriotas lo anteriormente ocurrido con los romanos. De esta manera, se desencadenó una nueva sublevación lusitana de la que se erigió como cabecilla.


.“Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron a sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores, vengando con ello una traición con otra traición a imitación de los bárbaros, pero de una forma indigna del pueblo romano. Sin embargo unos pocos de ellos lograron escapar, entre los que estaba Viriato, quien poco tiempo después se puso al frente de los lusitanos, dio muerte a muchos romanos y llevó a cabo las más grandes hazañas. Pero estas cosas, que tuvieron lugar después, las referiré más adelante. Entonces Galba, hombre mucho más codicioso que Lúculo, distribuyó una parte pequeña del botín entre el ejército y otra parte pequeña entre sus amigos, y se quedó con el resto, pese a que ya casi era el hombre más rico de Roma. Se dice que ni siquiera en tiempos de paz dejaba de mentir y cometer perjurio a causa de su ansia de riquezas. Y a pesar de que era odiado y de que fue llamado a rendir cuentas bajo acusación, logró escapar debido a su riqueza”.

Apiano, Historia de Roma, Libro III, Sobre Iberia, 60


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Reemprenderá la guerra, iniciando negociaciones intensas con céticos y celtíberos para poder organizar una guerra a gran escala contra Roma. Por la misma época, Roma libraba también guerras contra los celtíberos, en particular contra la ciudad de Numancia, principal ciudad de los arévacos. Viriato sigue con la vieja estrategia de atacar, emprender una retirada precipitada forzando a las tropas romanas a perseguirles, para que pierdan la formación y se internen en territorio desconocido. En el año 147 a.C., ya como caudillo, Viriato batió a las tropas romanas de Vetillo en las inmediaciones de la ciudad de Tríbola (quizás Jerez de La Frontera y Utrera). Los soldados de Roma cayeron inocentemente en una emboscada y sufrieron una humillante derrota en la que perdieron 10.000 hombres y en la que sucumbió el mismísimo pretor. A partir del 147 a.C., numerosas tribus lusitanas comenzaron a unirse al grupo de guerreros de Viriato, quien dirigió con éxito un buen número de expediciones bélicas.


.“Encendidos sus ánimos y recobradas las esperanzas, lo eligieron general. Después de desplegar a todos en línea de batalla como si fuera a presentar combate, les dio orden de que, cuando él se montara a caballo, escaparan disgregándose en muchas direcciones como pudiesen por rutas muy distintas en dirección a la ciudad de Tríbola y que le aguardaran allí. Él eligió sólo a mil y les ordenó colocarse a su lado. Una vez efectuadas estas disposiciones, escaparon al punto, tan pronto como Viriato montó a caballo, y Vetilio, temeroso de perseguirles a ellos que habían escapado en muchas direcciones, dio la vuelta y sé dispuso a luchar con Viriato, que permanecía quieto y aguardaba a que llegara el momento de atacar. Viriato, con caballos mucho más veloces, lo mantuvo en jaque, huyendo a veces y otras parándose de nuevo y atacando, y consumió aquel día y el siguiente completos en la misma llanura cabalgando alrededor.

Y cuando calculó que los otros tenían ya asegurada su huida, entonces, partió por la noche por caminos no usados habitualmente y, con caballos mucho más rápidos, llegó a Tríbola sin que los romanos fueran capaces de perseguirlo a causa del peso de sus armas, de su desconocimiento de los caminos y de la inferioridad de sus caballos. De esta manera, de modo inesperado, salvó a su ejército de una situación deseperada. Cuando esta estratagema llegó al conocimiento de los pueblos bárbaros de esta zona, le reportó un gran prestigio y se le unieron muchos desde todos los lugares. Y durante ocho años sostuvo la guerra contra Roma”.



.Cayo Plaucio, sucesor de Vitilio, en el 146 a.C, tampoco tuvo mayor éxito, y sufrió numerosas bajas en las distintas campañas contra Viriato, que ya habia penetrado en la Carpetania, algo que mermó sustancialmente sus fuerzas e hizo que el lusitano apenas encontrara obstáculos para seguir saqueando la región en busca de botín, a la vez que extorsionaba a las ciudades que iba encontrando a su paso. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos el Senado romano envió a pacificar en el año 145 a.C. a Fabio Emiliano al mando de una tropa de 15.000 soldados de infantería y 2.000 jinetes a caballo para reforzar el ejército de Cayo Lelio. Tras intensos preparativos, logró algunos éxitos parciales sobre Viriato, y lo obligó en el 144 a.C a abandonar el Valle del Guadalquivir y a replegarse hacia Lusitania. Pero cuando Fabio Emiliano se lanzó al combate de nuevo, fue derrotado cerca de la actual ciudad de Beja. Esta victoria por parte de los lusitanos les concedió acceso al territorio que comprende la actual provincia de Granada y de Murcia. Mientras el Senado se mostraba impotente viendo como sus representantes era una y otra vez derrotados. Envió otro cónsul del que apenas tenemos noticias, Quinto Cecilio Metelo. Tras aprender de estos acontecimientos, el año 140 a.C., Roma envió a Hispania a uno de sus mejores generales, Serviliano, gobernador de la Ulterior, dotado de un impresionante ejército de casi 20.000 efectivos. Presionó seriamente a Viriato, quien tuvo que abandonar Tucci y retirarse nuevamente a Lusitania. Serviliano castigó con gran severidad a las ciudades que habían apoyado al lusitano, tales como Astigi (Ecija, Sevilla), o Tucci.


.Ante esta situación, Viriato, deseoso de llegar a un statu quo con Roma que le reconociera el territorio conquistado, optó por negociar un tratado en el 141 a.C (aunque parece indicar que mas bien fue una tregua) con el que salio muy bien parado; Viriato era considerado aliado de Roma (amicus populi romani) y se concedía a los lusitanos bajo su mando la soberanía del territorio que poseían, algo que le otorgaba el control efectivo sobre una amplia región del suroeste de la Península Ibérica. Al año siguiente el Senado revocó el tratado firmado por Viriato, por considerarlo indigno del pueblo romano, y envió un poderoso ejército al mando del cónsul Quinto Servilio Cepión, hermano del pretor Serviliano. “Después derrotó de igual manera y persiguió al resto del ejército, desplegado en orden de batalla por Serviliano. Lo acorraló en un precipicio, de donde no había escape posible para los romanos, pero Viriato no se mostró altanero en este momento de buena fortuna sino que, por el contrario, considerando que era una buena ocasión de poner fin a la guerra mediante un acto de generosidad notable, hizo un pacto con ellos y el pueblo romano lo ratificó: que Viriato era amigo del pueblo romano y que todos los que estaban bajo su mandato eran dueños de la tierra que ocupaban. De este modo parecía que había terminado la guerra de Viriato, que resultó la más difícil para los romanos, gracias a un acto de generosidad”.



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“Sin embargo, los acuerdos no duraron ni siquiera un breve espacio de tiempo, pues Cepión, hermano y sucesor en el mando de Serviliano, el autor del pacto, denunció el mismo y envió cartas afirmando que era el más indigno para los romanos. El senado en un principio convino con él en que hostigara a ocultas a Viriato como estimara oportuno. Pero como volvía a la carga de nuevo y mandaba continuas misivas, decidió romper el tratado y hacer la guerra a Viriato abiertamente. Cuando esta se hizo pública, Cepión se apoderó de la ciudad de Arsa, abandonada por Viriato, y a éste que había huido destruyendo todo a su paso, le dio alcance en Carpetania con fuerzas mucho más numerosas. Por esta razón, Viriato no juzgó conveniente entablar un combate con él, dada la inferioridad numérica de sus tropas, y ordenó retirarse al grueso de su ejército por un desfiladero oculto; al resto lo puso en orden de batalla sobre una colina y dio la impresión de que deseaba combatir. Y cuando se enteró de que los que habían sido enviados previamente se encontraban en un lugar seguro, se lanzó a galope en pos de ellos con desprecio del enemigo y con tal rapidez que ni siquiera sus perseguidores se percataron de por donde se había marchado. Y Cepión se volvió hacia los vettones y calaicos y devastó su país”.

Historia de Roma, Libro III, Sobre Iberia, 70


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En el 139 a.C lusitanos y romanos volvieron a las negociaciones. La tradición cuenta que envió como emisarios a tres de sus lugartenientes, Audaz, Ditalco y Minuros, todos ellos de la Ciudad de Urso (Osuna, Sevilla) que gozaban de su confianza. El Cónsul Cepión logró sobornarlos para que asesinaran a su líder, algo que llevaron a cabo a su regreso apuñalándolo en su propia tienda mientras dormía. Cuando volvieron al campamento romano para recibir su premio, el cónsul los recibió con una frase, seguramente apócrifa, que ha pasado a la historia: Roma no paga traidores. Según nos cuenta Apiano, los funerales fueron extraordinarios. Sus guerreros honraron homenaje a su malogrado líder a quien habían seguido con fidelidad inquebrantable, cantando himnos rituales que ensalzaban su figura, sacrificando animales y organizando juegos fúnebres, durantes los cuales doscientas parejas de lusitanos lucharon en combates singulares, lo que podría revelar la presencia, en el seno de la sociedad lusitana de clientelas militares surgidas alrededor de un personaje a quien juraban fidelidad de por vida, hasta el punto de llegar a morir por él ( la llamada devotio iberica).


.“Tras haber engalanado espléndidamente el cadáver de Viriato, lo quemaron sobre una pira muy elevada y ofrecieron muchos sacrificios en su honor. La infantería y la caballería corriendo a su alrededor por escuadrones con todo su armamento prorrumpía en alabanzas al modo bárbaro y todos permanecieron en torno al fuego hasta que se extinguió. Una vez concluido el funeral, celebraron combates individuales junto a su tumba. Tan grande fue la nostalgia que de él dejó tras sí Viriato, un hombre que aún siendo bárbaro, estuvo provisto de las cualidades más elevadas de un general; era el primero en todos en arrostrar el peligro y el más justo a la hora de repartir el botín. Pues jamás aceptó tomar porción mayor aunque se lo pidieran en todas las ocasiones, e incluso aquello que tomaba lo repartía entre los más valientes. Gracias a ello tuvo un ejército con gentes de diversa procedencia sin conoce en los ocho años de esta guerra ninguna sedición, obediente siempre y absolutamente dispuesto a arrostrar los peligros, tarea ésta dificilísima y jamás conseguida fácilmente por ningún general. Después de su muerte eligieron a Tántalo, uno de ellos, como general y se dirigieron a Sagunto, ciudad que Aníbal, tras haberla tomado, había fundado de nuevo y le había dado el nombre de Cartago Nova, en recuerdo de su patria. Cuando fueron rechazados de allí y estaban cruzando el río Betis los atacó Cepión y, finalmente, Tántalo exhausto se rindió con su ejército a Cepión, a condición de que fueran tratados como un pueblo sometido. Los despojó de todas sus armas, y les concedió tierra suficiente, a fin de que no tuvieran que practicar el bandidaje por falta de recursos. Y de este modo acabó la guerra de Viriato”.



.Hay un hecho indicativo, como es que el éxito inicial de Viriato vino acompañado de la boda con la hija del rico lusitano Astolpas. Al margen del relato de la boda de Diodoro, se reflejan dos polos de la sociedad lusitana: el sector acomodado, frente a quienes se veían obligados a formar bandas armadas para subsistir. La posible tensión entre ambos sectores se diluye al orientarse la acción de esas bandas contra poblaciones ajenas. Más aún, las bandas lusitanas servían de escudo para la defensa del propio territorio. Entre Viriato y su suegro terminó habiendo tensiones y poco después se produjo el asesinato de Viriato. Roma siempre se había apoyado en las oligarquías indígenas a cambio de la protección de sus intereses. No es, pues, descabellado que Astolpas u otros lusitanos de las elites locales hubieran terminado pactando con Roma, cuando calcularon que obtendrían protección más segura que de Viriato. Otro caudillo, Tántalo trató de reemprender la guerra, pero el ejército lusitano ya sin Viriato había sufrido muchos daños y tuvo que rendirse al cónsul Décimo Junio Bruto. Tras esto Roma repartió tierras entre los lusitanos tratando de dar una ocupación a muchos combatientes sin tierra y acabar con el bandidaje. Sin embargo el bandidaje no cesó y las incursiones esporádicas continuaron hasta más de un siglo después de la muerte de Viriato, pero ahora Roma tenía cierto control sobre la situación. Con el fin de las Guerras Lusitanas, todo el nuevo territorio conquistado al sur del Duero quedó como propiedad del Estado romano y su población sometida al pago de un impuesto regular del 5 por ciento por el uso de la que antes era su tierra. Entre las medidas particulares de Junio Bruto se encuentra la intervención destinada a eliminar tensiones sociales entre las poblaciones indígenas con la fundación de ciudades. Estos asentamientos iban acompañados de distribución de tierras. Y, mientras la población asentada tuviera estatuto peregrino, ninguna de esas ciudades podía recibir la categoría de ciudad privilegiada (colonia o municipio).

ViriatoViriatoPervivencia del Pervivencia del

personaje históricopersonaje histórico

Pervivencia del personaje Pervivencia del personaje históricohistórico

Primeras menciones de ViriatoPrimeras menciones de Viriato Julio César (siglo I a.C.)Julio César (siglo I a.C.) Cicerón (siglo I a.C.)Cicerón (siglo I a.C.)

Continuidad de la leyendaContinuidad de la leyenda Eutropio (IV d.C.)Eutropio (IV d.C.) Miguel de Cervantes (XVII)Miguel de Cervantes (XVII)

Siglos XIX y XX: NacionalismoSiglos XIX y XX: Nacionalismo En lugares públicosEn lugares públicos

“¡Ea, señor don Quijote, duélase de sí mismo y redúzcase al gremio de la discreción y sepa usar de la mucha que el cielo fue servido darle …”

Miguel de Cervantes, El Quijote, cap. XLIX

Escultura de Zamora de

Ramón Padró y Padret

Pervivencia del personaje Pervivencia del personaje históricohistórico

Siglos XIX y XX: NacionalismoSiglos XIX y XX: Nacionalismo Obras de arteObras de arte

Siglos XIX y XX: NacionalismoSiglos XIX y XX: Nacionalismo Libros escolaresLibros escolares

La muerte de Viriato. José de Madrazo y Agudo

(1781-1859)

Escenas de la vida de Viriato en ilustraciones de libros escolares del

franquismo (Historia de España, Segundo Grado. Barcelona, Luis

Vives, 1952, p. 81 y 82)

Pervivencia del personaje a lo largo de la Pervivencia del personaje a lo largo de la HistoriaHistoria

.Viriato al poco de morir se convirtió en leyenda, tanto por su entrega, su personalidad como por su resistencia a Roma. Los primeros en utilizar la figura de Viriato fueron César (100 – 44 a. C.) y Cicerón (106 - 43 a. C.), quienes citaron en sus escritos a Viriato en forma de anécdotas o exaltación de alguna de sus cualidades.

“Y así por su equidad en repartir el botín obtuvieron un gran poder no sólo Bardilis, bandolero ilirio, sino también y mucho mayor el lusitano Viriato”. Cicerón, Los oficios, II, 40 Eutropio, un presbítero nacido en el año 395, que escribió epitomes (resúmenes) entre los que destacan la narración del episodio de la muerte de Viriato. “Y no mucho tiempo después también Q.Cepión fue enviado a la misma guerra, que un cierto Viriato llevaba a cabo en Lusitania contra los romanos. Viriato fue asesinado por los suyos después de haber llevado la guerra en Hispania contra los romanos durante catorce años. Primeramente fue pastor, posteriormente jefe de bandoleros y, por último, reunió para el combate a tantos pueblos que fue considerado cabecilla de la revuelta en Hispania contra los romanos”.

Eutropio, Epítome IV, 16


.También le nombra Miguel de Cervantes (1547 - 1616), al redactar su novela titulada “Aventuras y desventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”, como podemos leer a continuación: «¡Ea, señor don Quijote, duélase de sí mismo y redúzcase al gremio de la discreción y sepa usar de la mucha que el cielo fue servido darle, empleando el felicísimo talento de su ingenio en otra lectura que redunde en aprovechamiento de su conciencia y en aumento de su honra! Y si todavía, llevado de su natural inclinación, quisiera leer libros de hazañas y de caballerías, lea en la Sacra Escritura el de los Jueces, que así hallará verdades grandiosas y hechos tan verdaderos como valientes. Un Viriato tuvo Lusitania; un César, Roma; un Aníbal, Cartago; un Alejandro, Grecia; un conde Fernán González, Castilla; un Cid, Valencia; un Gonzalo Fernández, Andalucía; un Diego García de Paredes, Extremadura; un Garci Pérez de Vargas, Jerez; un Garcilaso, Toledo; un don Manuel de León, Sevilla, cuya lección de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar a los más altos ingenios que los leyeren. Esta sí será lectura digna del buen entendimiento de vuestra merced, señor Don Quijote mío, de la cual saldrá erudito en la historia, enamorado de la virtud, enseñado en la bondad, mejorado en las costumbres, valiente sin temeridad, osado sin cobardía, y todo esto, para honra de Dios, provecho suyo y fama de La Mancha, do, según he sabido, trae vuestra merced su principio y origen.» Miguel de Cervantes, El Quijote, cap. XLIX.


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La representación en lugares públicos de héroes del pasado constituye una de las más frecuentes expresiones del programa nacionalista de muchos Estados del siglo XIX. En particular, se trató de establecer una especial vinculación con los distintos pueblos que resistieron a la conquista romana; y se ensalzaron las virtudes viriles y militares de los antiguos pueblos y sus caudillos, entendidos como modelo a imitar y como precedente reconocible. España no fue ajena, a lo largo del siglo XIX y principios del XX, a la expresión plástica de un nacionalismo de justificación histórica, llegando a formar parte de los libros de texto de la época franquista. La representación de Viriato se convirtió en el motivo antiguo mas frecuente entre los artistas españoles del s. XIX. Una variante consistió en narrar epopeyas recientes mediante una iconografía tomada del mundo clásico. Entre las “secuelas” mas actuales encontramos el último libro de Mauricio Pastor, titulado Viriato.

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viriato, caudillo lusitano

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