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COMO ÉLApasionado por Cristo,Perfil espiritual y apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS ÍNDICE ÍNDICE..........................................1 PRESENTACIÓN....................................5 I. ENAMORADO DE CRISTO 1. Hablar de «alguien».........................15 2. Atención amorosa............................16 3. Silencio lleno de «alguien».................17 4. Intimidad y amistad con Cristo..............19 5. Enamorarse de Cristo, apasionarse por Él....25 6. La presencia y oblación de Jesús en la Eucaristía.....................................27 7. Desde la propia pobreza y miseria...........33 8. Para transformarse en Jesús por obra del Espíritu Santo.................................36 9. Aprender a orar con fórmulas sencillas y preguntas......................................42 10. Oración y apostolado:......................46 11. Como en Betania, escuchando sus palabras. . .47 12. La vida cristiana, sacerdotal y consagrada a la luz del Misterio de Cristo.......................49 1

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COMO ÉLApasionado por Cristo,Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

ÍNDICE

ÍNDICE........................................................................................................1

PRESENTACIÓN.......................................................................................5

I. ENAMORADO DE CRISTO

1. Hablar de «alguien»...............................................................................15

2. Atención amorosa..................................................................................16

3. Silencio lleno de «alguien»....................................................................17

4. Intimidad y amistad con Cristo..............................................................19

5. Enamorarse de Cristo, apasionarse por Él.............................................25

6. La presencia y oblación de Jesús en la Eucaristía.................................27

7. Desde la propia pobreza y miseria.........................................................33

8. Para transformarse en Jesús por obra del Espíritu Santo.......................36

9. Aprender a orar con fórmulas sencillas y preguntas..............................42

10. Oración y apostolado:..........................................................................46

11. Como en Betania, escuchando sus palabras........................................47

12. La vida cristiana, sacerdotal y consagrada a la luzdel Misterio de Cristo..........................................................................49

II. SEGUIMIENTO E IMITACIÓN

1. De la relación personal, a la amistad y seguimiento..............................59

2. Elección, vocación.................................................................................59

3. Ser trasunto de Jesús, imitando sus virtudes..........................................66

4. Camino de santidad y práctica de virtudes concretas............................73

5. Santidad, hacer la voluntad del Padre como Jesús................................76

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6. Imitar a Cristo, Sacerdote y Víctima.....................................................78

7. Su método particular de santificación: «recogimiento»,centrarse en Cristo.................................................................................81

8. Vida de gracia, vivir en Cristo...............................................................82

9. Acción santificadora del Espíritu Santo................................................83

10. Infancia Espiritual, la grande pequeñez de Teresa de Lisieux.............84

11. Camino de sencillez y de Cruz............................................................87

12. El camino evangélico de la obediencia................................................91

13. El camino evangélico de la pobreza....................................................92

14. El camino evangélico de la castidad....................................................94

15. La oblación a Cristo Rey.....................................................................97

III. MISIÓN DE HACERLE AMAR EN COMUNIÓNFRATERNA Y ECLESIAL

1. “Almas”.................................................................................................99

2. Gloria a Dios y salvación de las almas................................................100

3. Cristo Sacerdote y Víctima, Glorificador del Padre............................102

4. Como el Buen Pastor...........................................................................103

5. Almas compradas con la sangre de Jesús............................................104

6. La misión del P. Moisés en Baja California........................................106

7. Necesidad de formase en el recogimiento para salvar almas..............107

8. La “sed de almas” se aprende meditando la pasión.............................109

9. Celo apostólico y amor de esposa en las Misionerasde la Caridad de María Inmaculada.....................................................110

10. Un corazón unificado por el mandamiento nuevo del amor..............114

11. Sentido y amor de Iglesia..................................................................115

12. Amor a la Congregación y vida fraterna............................................118

13. Caridad respecto a los sacerdotes......................................................122

14. Caridad para con todos......................................................................123

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IV. CON LA MADRE DE JESÚS, NUESTRA MADRE

1. Con Ella, para ser como Él..................................................................125

2. María, obra del Espíritu Santo.............................................................125

3. La importancia de la pequeñez y humildad de María..........................127

4. Ser sacerdotes y víctimas con ayuda de María....................................127

5. María, Madre amorosa y nuestra actitud filial.....................................128

6. Imitar a María para ser trasunto de Jesús.............................................130

7. Pedir su intercesión..............................................................................132

8. La presencia activa y materna de María..............................................133

9. Con María, celebrar y adorar a Jesús Eucaristía..................................135

10. Consagración a María........................................................................137

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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

PRESENTACIÓN«Cristo en el centro del corazón y de la vida»

Es hermoso encontrarse con personas enamoradas de Cristo. Entonces el camino se ilumina y las fuerzas se recobran para continuar, sintiendo a nuestro lado al mismo Cristo que comparte con nosotros y nos acompaña en la aventura de la santidad y de la misión. Parece como si sus huellas se identificaran con las nuestras.

El P. Moisés Lira quiso vivir en Cristo y «como Él», según él mismo dirá al emitir su voto de abandono filial o de entrega total, el año 1927. Fue el primero de los Misioneros del Espíritu Santo, invitado por el P. Félix de Jesús Rougier a vivir plenamente el evangelio y a formar parte de aquella «turba de chiquillos que sigan al Verbo Encarnado», según la descripción de Concepción Cabrera de Armida1.

El arco de su vida oscila entre 1893 (nace en Tlatempa, Puebla) y 1950 (muere en México, D.F.). Abarca, pues 17 años de la dictadura porfirista, los años de la revolución mexicana, la persecución religiosa en México y las dos guerras mundiales.

Nacido en una familia humilde, desde sus quince años estuvo en contacto con los Padres Filipenses en Puebla (Templo de la 1Ver la afirmación de Conchita, aportada por el mismo P. Moisés en: Massimí Wingert Emilia, M.C.M.I., Hago siempre el agrado de mi Padre. (Enseñanzas del P. Moisés Lira, M.Sp.S.) Tomo 3, edición privada, México, D.F., (1979-1982) p. 236. En los capítulos del presente, estudio, citamos esta publicación, indicando respectivamente: HASAP 1, 2, 3, 4. Sobre su voto de «abandono»: HASAP 3, p.10.

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Concordia). Terminó la primaria y estudió comercio en el Colegio de San Juan Bautista de la Salle, en Puebla. Todavía siendo estudiante de comercio, afirma: «El misterio de la Santísima Trinidad, fue lo primero que comprendí»2.

Él mismo nos cuenta un detalle muy significativo y determinante de su infancia, antes de ser seminarista: «Recuerdo que cuando era chiquillo, una vez me salí de mi casa en la noche y me fui a casa de unos amigos, porque me habían regañado porque no regué las macetas… Me aconsejaron, me hicieron ver qué era lo que hacía y tomé entonces la resolución, que he cumplido hasta ahora: No hacer jamás una cosa de importancia sin consultar. Desde chiquillo tomé la resolución y la he cumplido»3.

Entró en el Seminario Palafoxiano de Puebla en 1911. Era de corazón sencillo y tenía una gran intimidad con Cristo en sus visitas al Sagrario. Durante los Ejercicios de 1912, escribe: «Me voy a donde le dé a Jesús todo lo más que pueda darle, que es en la Vida Religiosa»4.

El P. Félix de Jesús Rougier, director espiritual del Seminario, tuvo una plática a un grupo de seminaristas sobre la vida religiosa. Sólo Moisés fue a hablar con el Padre para decirle: «Mire padre, yo realmente no, sino que me impacienté porque nadie contestaba y eso me impulsó»5.

2María Carmen Contreras. Un camino hacia El Padre. Biografía del Padre Moisés Lira M.Sp.S. México, Edit. La Cruz, 1998, p.41.3HASAP 1, p.354.4Un camino hacia el Padre, o. c., p.47.5Ibídem, p.50.

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En diciembre del año 1914, en plena persecución, fue apresado cuando iba en el tren con un grupo de sacerdotes hacia Veracruz. Dijo a los soldados: «yo vengo con ellos y estudio para sacerdote». Fue encarcelado durante dos semanas6.

Al regresar a Puebla, se marchó a la ciudad de México, con el P. Félix el 23 de diciembre de 1914 para empezar, como primer novicio, la fundación de los Misioneros del Espíritu Santo. Por esto se le ha llamado el «primogénito» del P. Félix. Los dos seguían el horario y las normas establecidas por el reglamento. Poco después se integró en el noviciado el P. Domingo Martínez7.

La faceta cristocéntrica y eucarística de su espiritualidad la atestigua él mismo. El P. Félix le orientaba por la «atención amorosa a Dios» (expresión de San Juan de la Cruz) y por la confianza filial para con María: “Con María todo, sin Ella nada”. El novicio Moisés afirma:«Durante mis dos años de

6En sus pláticas recuerda su encarcelamiento: “Cuando yo también estuve preso en la persecución religiosa, decía: “Dios castiga, pero da de comer”. Decía esto este pobre hombre porque nos encerraron sin darnos de comer, ni saber si comíamos o no, si dormíamos o no” (HASAP 2, p.353).7El P. Pablo Guzmán, durante la ceremonia de la erección canónica en la catedral de San Luís Potosí (1 mayo 1949), describe este momento inicial de la vocación religiosa del seminarista Moisés: “Nuestro padre Félix llamó al joven seminarista Moisés y él, sencillamente, fue. No sabía que era el primero, pero su corazón no dudaba; cuando hay vocación, los cálculos se quedan a un lado. Dios lo llamó y ahí estaba. Las miradas del cielo en aquellos momentos caen especialmente tiernas hacia la tierra. La santísima Virgen de Guadalupe miraba con especial amor a aquel grupito que se ha de extender por toda la tierra. Y esa mirada de amor se proyectó también sobre esta alma, el P. Moisés, y dejó en ella la fecundidad. La hizo fecunda por ser un alma sacerdotal y especialmente fecunda por ser la primera que recibía el honor de ingresar en la Congregación del Espíritu Santo que, por estar consagrada al Espíritu de Dios tiene que ser fecundísima; y de la entrega de ese corazón, Dios sacó grandes frutos” (HASAP 4, p. 331).

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noviciado tuve mi hora de oración de 11.00 a 12.00 de la noche, en el gran silencio… ¡Gozaba tanto!»8

Los dos novicios hicieron sus primeros votos el 4 de febrero de 1917.Mientras tanto, iban entrando y saliendo otros candidatos sin perseverar.

La «infancia espiritual», como línea básica de su futura fundación, la aprendió también de Concepción Cabrera de Armida, que describía a los misioneros de este modo: «Almas pequeñas, almas de niño confiado». El mismo Moisés, escribe al P. Félix: «Mi alma, luchando por ser pequeñita, confiada en los brazos de Jesús… He ahí mi camino: Pequeñito, Víctima y muy hijo de María»9.

La filosofía la estudió en casa (años 1916-1918), mientras que la teología la inició en el seminario conciliar de México, y cursó el tercero y cuarto en Morelia, Michoacán10.

Como resumen de su vida espiritual pueden servir las palabras que el P. Félix dirigía a los novicios: «Fíjense en Moisés, lo tenéis como modelo, es el primer profeso de la Congregación. Tiene el espíritu de la Congregación»11.

Con este espíritu cristocéntrico, sabía cumplir con fidelidad y gozo el encargo que le hizo el P. Félix cuando colaboraba con él en el noviciado: «Sea madre con ellos. Nada de impaciencias»12.

En su diario espiritual, cuando inició los Ejercicios para la ordenación sacerdotal, se describe a sí mismo: «¡Amor y

8Ibídem, p.69. Ver más detalles en: HASAP 1, p.430.9 Copia Pública Anexo, vol. XII, Correspondencia expedida al P. Félix de Jesús Rougier, 21 de noviembre de 1920, p. 17. En adelante los volúmenes de la copia pública se citarán como C.P., vol… correspondiente.10Un camino hacia el Padre, o. c., pp.87-88.11Ibídem, p.79. Posteriormente, el P. Edmundo Iturbide diría: «era un alma muy llena de Dios» (p.81). El P. Ramón López lo describía con la expresión: «buscar el gusto de Jesús y dárselo» (p.82). 12Ibídem, p. 83.

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dolor! Lo dejo todo, porque Dios así lo quiere… ¡Oh! Espíritu Santo dame grandes deseos de ser santo… que me desprenda de este mundo, y vuele y me una a Jesús»13.

Su ordenación sacerdotal fue el 14 de mayo de 1922, con la imposición de las manos del obispo Mons. Leopoldo Ruiz, en la casa de las Religiosas de la Cruz, en Morelia. Una oración suya, redactada al día siguiente, resume todo su programa espiritual: «Oh mi Uno, oh mis Tres!... me doy enteramente, aceptando todo… Resuelto a seguirte por el camino estrecho del Calvario muy cerca de Ti… Oh, María, Madre mía de Guadalupe, alégrate, tienes otro hijo sacerdote. Que jamás subo yo al altar sin ti. En tus manos me encomiendo y pongo mi vida sacerdotal. Madre, ayúdame»14.

Durante sus años de estudio en la Universidad Gregoriana de Roma (1926-1928), decía en una carta al P. Félix: «Qué feliz me siento en mi celda, con mis libros, con mi capilla y con los míos»15. Pero ese tesoro de gracia está siempre en vasos de barro (cfr. 2Cor 4,7). Por esto, el Señor permitió que experimentara grandes pruebas interiores, de las que se liberó gracias a su «voto de abandono» por el que aprendió a sufrir amando.

Con algunos detalles contará posteriormente estas pruebas en plática a sus religiosas: «En una ocasión, yo me quería salir de la congregación por una dificultad y entonces me estuve horas y horas con nuestro Señor y vi en esas circunstancias la importancia de la fe. No me importaba nada, ni mi ideal ni mis superiores, sino sólo Dios y me preguntaba a mí mismo: ‘¿Qué me dice la fe?’ Y como que nuestro Señor me contestaba: ‘Mira, lo que pasa aquí, yo lo permito, yo lo 13Ibídem, pp. 93-94.14Diario Espiritual 1, p 18. (En adelante se citará como DE 1 ó 2 según corresponda). Citado también en: Una camino hacia el Padre, o.c., pp.97-98. Su profesión perpetua fue en la Navidad del año 1922. Experimentó la enfermedad, contagiado de viruela, el año 1923.15 C.P. Vol 12, p. 70.

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quiero, no pienses, cállate, aguántate; haz esto, haz aquello, bajo mi mirada’. Hijas, en esas circunstancias fue cuando yo oré más, de la fe saqué que debía uno cogerse de nuestro Señor y pedirle misericordia y abandonarse a Él. Bajo un árbol estaba yo en una crisis espantosa y fue entonces cuando hice mi VOTO DE ABANDONO»16. Es el voto que después renovaría anualmente.

Su ministerio sacerdotal lo ejerció ya regresando a México. Su apostolado se concretaba especialmente en la dirección espiritual y confesando en diversas comunidades. Dice en su Diario: «Ansío trabajar como y cuanto pueda en un confesonario, en la oscuridad, en el silencio»17. Esta actividad se concretó más desde que el P. Félix le nombró Director del grupo Alianza de Amor (año 1933). También fue, según las épocas: ecónomo general de la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, superior local, predicador de Ejercicios, etc.

En este contexto de ministerio sacerdotal, el 29 de marzo de 1934 (Jueves Santo) inicia la fundación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada. A este grupo dedicará sus mejores energías (sin olvidar sus ministerios sacerdotales). Las cruces no faltaron, y las supo afrontar con su disponibilidad de entrega total, de amor apasionado por Cristo y «como Él». Debido a sus cargos dentro de la Congregación de los Misioneros, tuvo que dejar repetidas veces (1936 y 1944) el cuidado directo de las Misioneras fundadas por él. De todos modos, el P. Félix, antes de morir (10 enero de 16HASAP 3, p.10. Ver más detalles en: ibídem, HASAP 1, p.352. Seleccionamos una parte de la fórmula del voto: «Oh Dios mío Uno y Trino, con toda la sinceridad de mi corazón, con toda la fuerza de mi voluntad me doy, en unión con Jesús y como Él, a tu voluntad haciéndome obediente hasta la muerte y muerte de martirio y cruz que te plazca a favor de tu Iglesia amada. Hago esta entrega por mi Madre Inmaculada, la Virgen María» (cfr. Un camino hacia el Padre, o.c., pp.115-116). En estos momentos de prueba dolorosa, escribía al P. Félix: «Seguiremos luchando y sufriendo con amor todo lo que el Amado se digne enviarnos» (ibídem, p.112).17DE 1, p.25.

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1938), pidió al P. General (Edmundo Iturbide) que el P. Moisés regresara a su obra.

Apóstol incasable del amor a Cristo y su Madre Inmaculada, traducía ese amor en fidelidad incondicional a la Iglesia. Celebró sus bodas de plata sacerdotales en 1947. Su último período de enfermedades fue entre 1948 y 1950. Falleció santamente en el Señor, el 25 de junio de 1950.

Podríamos resumir sus actitudes interiores, reflejadas en una entrega incondicional al ministerio, con esta expresión que se encuentra, como hemos visto, en la fórmula de su voto de «abandono»: «COMO ÉL», es decir, como Jesucristo, con Él y en Él. Su amor apasionado por el Señor (para amarle y hacerle amar) lo expresaba en su Diario: «Jesús nos pide únicamente que nos dejemos hacer, que Él se encargará de lo demás. Él trabaja y pule a las almas que así se dan»18. «La música que más le agrada a Jesús, es cuando le sale un ‘Te amo’ de un alma pura y purificada»19. «Uniformar nuestra voluntad con la de Dios, esto es lo último del amor»20.

Cabe recordar que su amor centrado en Cristo lo aprendió del P. Félix Rougier y de Concepción Cabrera de Armida, a quienes él siempre recordaba con afecto filial21.

18DE 1, p. 15. 19DE 1, p. 17.20DE 1, p. 20.21Son conocidas las expresiones del P. Félix, sobre su confianza y amor apasionado por Cristo: “Así lo quieres Tú, mi Amor, y ASÍ lo quiero yo” (Cuenta de Conciencia, 12 septiembre 1904). “Tú querer, oh Jesús, es mi querer y tu placer mi placer!” (ibídem, 5 noviembre de 1904). “Ya, mi Jesús, estoy donde Tú me quieres... Feliz yo, oh, sí, sí, feliz, mi Jesús, feliz, mil y mil veces. Me abandono totalmente entre tus manos y sobre tu divino Corazón descanso” (ibídem, 30 agosto de 1904). La intimidad con Cristo por parte de Concepción Cabrera de Armida, es también conocida; a mi entender aparece mejor en sus libros (algunos citados por el P. Moisés), especialmente “Ante el Altar”; ver también “Horas santas”, “Cómo es Jesús”, etc. Estudié el tema en: Concepción Cabrera de Armida y Félix Rougier, Encuentro con Cristo (México, Edic. Cimiento, 2003).

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Era siempre fiel a la acción del Espíritu Santo en su vida concreta, desde la raíz, sin preferencias propias, para ser totalmente de Cristo, vivir siempre centrado en Cristo, con Él y como Él. Los sentimientos y amores de Cristo, le introducían en el misterio trinitario: amor de Dios y a Dios, por Cristo, en el Espíritu, al Padre (cfr. Efes 2,18).

Esta relación íntima con Cristo se concretaba en amistad profunda, imitación, seguimiento, vida fraterna y eclesial, misión de «salvar almas» haciéndolas partícipes de la vida divina, siempre con la ayuda materna de María. Su vida espiritual, concretada en las virtudes teologales y morales, era un «recogimiento» especial, que consistía en centrar toda la vida en Cristo, bajo la acción amorosa del Espíritu Santo, según los designios del Padre.

En todos sus escritos, al presentar los diversos temas, no se centra tanto en el «qué», sino en «Quién», en «Alguien», es decir, en Cristo.

La urgencia en el camino de la santidad la anunciaba sin rebajas y, al mismo tiempo, con la comprensión “materna” aprendida del P. Félix. Invitaba a resucitar con Cristo: «Dice san Pablo que debemos estar muertos en Cristo, quiere decir, la muerte de nosotras mismas o, en otras palabras, la muerte del “yo” y de nuestros vicios. … apoyadas en Él, vivir más para Él, es decir, buscarlo únicamente a Él en todos los detalles de nuestra vida… Esta es la resurrección de nuestras almas en Cristo… Qué bonito sería que en ocasión de su Resurrección, le diéramos a nuestro Señor este obsequio… vivir una vida más llena de Él. Ojalá que cada día estemos más cerca de nuestro Señor y ojalá que cada día seamos mejores, si no, ¿qué estamos haciendo aquí?»22.

En sus pláticas y escritos, sus palabras son llanas, concretas y sencillas, como quien transparenta un corazón unificado en la

22HASAP 1, pp.184-185.

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verdad y el amor. Sus enseñanzas son una fuente y un tesoro para poder volver continuamente al carisma fundacional y para renovarse en la santidad como «plenitud de la vida cristiana» y «perfección de la caridad», según la expresión del concilio Vaticano II (LG 40).

Los santos han vivido su propio carisma, con humildad y generosidad, siempre en armonía de «comunión» eclesial e histórica con los innumerables carismas que el Espíritu Santo ha comunicado y sigue comunicando a su Iglesia. Leer al P. Moisés Lira equivale a encontrarse continuamente con Cristo, como Pablo, como Francisco de Asís, como Teresa de Lisieux, COMO ÉL23.

23Para ampliar sus datos biográficos, ver: María Carmen Contreras, Un camino hacia el Padre. Biografía del Padre Moisés Lira M.Sp.S. México, Edit. La Cruz, 1998. Ver allí una cronología sucinta, pp.15-21. Otra biografía en tres tomos: Emilia de Jesús MassimiWingert, Moisés Lira S. México, Gran Jubileo 2000. Semblanzas: Josefina Flores, Espiritualidad del P. Moisés Lira S. México, 2003: paternidad de Dios (cap.I); infancia espiritual (cap.II-VII). B. Ruiz Rodríguez, Acercamiento a la experiencia fundante del SD Moisés Lira Serafín, Testigo de la Fe. México 2012.

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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

I. ENAMORADO DE CRISTO

1. Hablar de «alguien»:

Al leer los escritos del P. Moisés, resulta fácil imaginarse la comunidad de las hermanas misioneras que le estaban escuchando. Algunas tomaban notas con cierta precisión. Él está hablando de “alguien”, es decir, de Jesucristo, de quien está enamorado y quiere que todos se enamoren de Él. Sus palabras se dirigen a quienes han consagrado su vida para amar a Cristo y hacerle amar.

Se trata, pues, de escritos que reflejan una relación personal e íntima con el Señor, quien sigue hablando al corazón y está presente en la Eucaristía.

«Jesús me quiere más recogido. Que concentre toda mi alma en Él, en un gran silencio de criaturas y en el olvido de mí mismo, más pureza, más amor, más generosidad»24.

De estos «apuntes personales» (Matehuala, viernes 29 de abril de 1938), dice: «Aquí, en esta libreta, está mi alma y todo esto quisiera derramarlo en sus almitas… Aquí está todo lo que Dios me ha enseñado y esto es lo que yo quisiera dejarles. Todo mi camino, todo el espíritu que he querido darles, aquí está» (HASAP 1, pp. 377-378).

24HASAP 1, p. 383.

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2. Atención amorosa:

Esta oración es a modo de “atención amorosa”, según la expresión repetida con frecuencia por el P. Félix y que rememora la doctrina de San Juan de la Cruz.

Dice San Juan de la Cruz: «Advertencia amorosa a Dios... simple y sencilla, como quien abre los ojos con advertencia de amor... que se quede libre para lo que entonces la quiere el Señor... Dios es el que habla entonces secretamente al alma solitaria, callando ella» (Llama, comentario a canc. 3ª).

El P. Moisés explicaba esta «atención» de manera sencilla e inteligible, explicando que la oración cristiana es una actitud habitual de todos los momentos:

«Estad con Dios con una “atención amorosa” en cada detalle de vuestra vida»25.

Es propiamente la oración habitual o «espíritu de oración»:

«Espíritu de oración es la atención amorosa a Dios, constante; es ver a Dios en todo amorosamente, tenerlo presente constantemente»26.

Es relativamente fácil llegar a esta «atención» amorosa cuando se está convencido del amor que Cristo nos tiene, puesto que Él «refleja al Padre, a la divinidad y a la vez siendo Hombre está cerca de nosotros, por eso es atractivo y por eso debemos poner toda nuestra atención y amor en Jesús. La economía de Dios es ir a Dios por Jesús, así como hay que ir a Jesús por María Santísima»27.

25HASAP 4, p. 18.26HASAP 4, pp. 24-25.27HASAP 4, p.141.

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Nos da también una explicación sencilla, inteligible y práctica:

«Después de habernos acostumbrado a ir con Jesús, a estar allí con Él, muchas veces para consolarnos, otras veces para alabarlo, bendecirlo y también para acompañarlo… Después de habernos habituado a estar con Él, a frecuentarlo, a sentir irresistiblemente ese atractivo hacia nuestro Señor en toda circunstancia, en toda pena, en toda humillación, en toda complicación, en todo, siempre, hijas, con Él. Después, viene este otro punto. ¿Cuál? Podemos expresarlo en esta forma: Verlo a Él, amorosamente atenderlo, amorosamente en todo y siempre. La presencia de Dios, hasta donde se pueda, amorosa, habitual, o, sencillamente, la mirada de nuestra alma constante hacia Él, por encima de todo, a pesar de todo y en toda circunstancia. Esto, mis queridas hijas, hace que no nos veamos, que no nos contemplemos, que no nos detengamos en nosotros mismos, en nuestra propia miseria»28.

Invita a la presencia de Dios con insistencia: «Repito, vuestros actos de voluntad para actuaros en la presencia de Dios, para uniros en cada momento a Jesús y así ver su voluntad en todo» (HASAP 3 p. 94).

3. Silencio lleno de «alguien»:

Es, pues, experiencia de un silencio lleno de alguien presente a quien se ama con todo el corazón. No es silencio de inactividad o silencio vacío, sino una disponibilidad para la escucha de la palabra y de la presencia de Dios:

«No olvidéis, amadas hijas, cómo debe ser vuestra oración. Debe ser una amorosa conversación con nuestro

28HASAP 4, p.53.

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Señor, o también un silencio amoroso a sus pies o unos momentos de compañía amorosa a nuestro Señor»29.

El P. Moisés recuerda una anécdota de su propia experiencia: «Una vez fue un señor a nuestra casa y quedó sorprendido con el silencio, pues ya cuando apagaron la luz, todo quedó en un gran silencio… Durante mis dos años de noviciado tuve mi hora de oración de 11 a 12 de la noche, en el gran silencio. ¡Gozaba yo tanto! Nuestro padre Félix decía que el mejor momento del día, después de la comunión, era el de la oración en la noche. Un viejito extraordinario, a quien nuestro Señor le hablaba, iba también a hacer su oración de 11 a 12 de la noche, como yo; un día ya no fue. Le pregunté qué le había pasado y me dijo que nuestro Señor le había dicho que me dejara a mí solo… Qué hermosura es el silencio, porque es recogimiento» (HASAP 1, p. 430).

Por esto, «hay que darle mucha importancia al silencio, sobre todo le daremos más importancia desde la hora de nuestras oraciones de la noche, hasta después de la Sagrada Comunión»30.El modelo de este silencio es el mismo Jesús en Nazaret:

«Jesús amó el silencio, pensadlo y lo veréis. María, nuestra madre santísima, fue un alma envuelta en el silencio. José, otro tanto, y vosotras, amadas hijas, así os quiero y os quiere Jesús. Recordad que debéis ser Eucarísticas y para serlo debéis ser como Jesús en la Eucaristía, muy calladas; no quiero decir mustias, faltas de caridad, atufadas y chocantes; no, como siempre, sencillas, amplias, alegres»31.

La verdadera caridad se fragua en este silencio de la oración:

«Él es caritativo en el silencio, así también vosotras, caritativas, saliendo de vuestro ocultamiento, de vuestro silencio, para daros en la caridad. Caritativas como Él,

29HASAP 1, p.267.30HASAP 1, p.133.31HASAP 1, p. 273.

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amables como Él, en una palabra: Un trasunto de Jesús, ‘imágenes vivas de Jesús’»32.

La Santísima Virgen es modelo de este “silencio” lleno de una presencia amada y adorada (ver el cap. 4).

Entrar en ese silencio, donde se fragua una vida de donación, es vivir en sintonía con Jesús y encontrar la verdadera felicidad:

«Un alma que se preocupa únicamente de cumplir el gusto de Jesús y de buscarlo, tiene que buscar la oración, sentirá que es el gusto de Jesús que lo vaya a ver y por lo mismo guardará silencio, se cuidará de la curiosidad y tendrá un silencio íntimo con Jesús y Jesús se derramará en todo su interior y exterior; en los sentidos, en las facultades, en el corazón, en el cuerpo y en toda ella se hará la voluntad de Dios. Este es el punto fundamental»33.

El P. Moisés recuerda una experiencia de este silencio: «Una vez fui a visitar el Convento de los Pasionistas en Roma, era una casa enorme y había un silencio ideal. Pregunté ¿Está vacía la casa? No, eran 80 y parecía sola la casa, cada quien metido en su trabajo, ni ruido, de tal manera que dio la impresión que no había nadie y, sin embargo, allí estaban. Esto es el recogimiento exterior» (HASAP 4, p. 305).

4. Intimidad y amistad con Cristo:

La oración se concreta en confidencias con Cristo, Esposo y Amigo, con quien se cuenta para todo y a quien se cuenta todo, abriéndole el propio corazón, exponiendo las propias dificultades. «Jesús os espera con los brazos abiertos»34. Jesús

32HASAP 2, p.222. 33HASAP 4, p.62.34HASAP 4, p.78.

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llega a ser el Amigo imprescindible, mi amigo35. La relación personal con él es ya durante todo el día.

No sirve preocuparse excesivamente por los propios problemas. El Señor los toma por su cuenta: «Cuando tenemos una pena, cuando sufrimos alguna injusticia, hay que ir mejor a Dios, en vez de estarnos revolviendo»36.

Daba consejos prácticos sobre las dificultades: «Hijas, ¿creen ustedes que ocupándonos únicamente de Jesús, exponiéndole nuestras miserias, nuestra nada, Él se va a quedar con los brazos cruzados? ¡Eso es imposible!… Si Dios es todo, si Jesús es mi Padre, mi amigo y más que madre, entonces ¿por qué nos turbamos? ¿Por qué perdemos la paz?» (HASAP 2, p.275). «En cualquier dificultad o pena o contrariedad, ir con Jesús. Y aunque no tengamos ninguna pena, vayamos con Él» (HASAP 3, p. 93).

Jesús, ya desde su vida mortal, nos llevaba siempre en su corazón, formando parte de su intimidad filial con el Padre. Sólo él comprende el porqué de nuestro existir:

«Jesús conocía todos nuestros esfuerzos, todas nuestras aspiraciones para amarlo, todas nuestras actividades las tuvo delante de Sí. Todo esto como consecuencia de su unión íntima con Dios. Después de Dios, el único que nos comprende es Jesús, que con su plenitud pudo profundizar todo. ¡Qué hermoso es pensar que solamente es Jesús el que nos comprende!»37.

Sin esta intimidad con Cristo, no sería posible la perseverancia en las virtudes.

35Cfr HASAP 2, p. 275.36HASAP 3, p.10.37HASAP 1, p.45.

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«Quiere nuestro P. Director… que nuestra obra se distinga por su estrecha unión con nuestro Señor, unión indispensable para permanecer en la virtud, unión que se adquiere a base de vida interior»38.

Se trata de hacer su voluntad: «Si hubiera almas de veras unidas a Dios, que fueran lo que Jesús quiere que sean, el mundo sería mejor… No es posible vivir enteramente a nuestras anchas y estar unidas a Jesús» (HASAP 1, p.114).

La intimidad y unión con Cristo es posible en medio de las vicisitudes de la vida. Se trata de no sentirse nunca solos.

«Si tenemos esa unión íntima con nuestro Señor, todo el día llevaremos a Dios, aunque estemos bien contrariados por los acontecimientos de la vida, aunque nos hagan derramar muchas lágrimas, siempre estaremos unidos a Dios»39.

La prueba de que tenemos esta intimidad con el Señor, es el deseo sincero de amarle, de «estar con Él» —«darle todo lo que nos pida»—. Efectivamente, nos damos cuenta que es él quien mendiga nuestra presencia y nuestro amor:

«Dios nuestro Señor, que declara que no necesita decirnos si tiene hambre, no se desdeña de mendigar un poco de agua a la samaritana en el pozo de Jacob… reclama el amor de su propia criatura. Tenía sed de amor… Cuando le dan una zarandeada (que ni sabe dónde tiene la cabeza) igual, busca a Jesús, ama a Jesús y no se pone a ver que la superiora le dijo o no»40.

38HASAP 1, p.172. 39HASAP 1, p. 135.40HASAP 2, p.94.

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Un momento privilegiado para entrar en esta unión e intimidad con Cristo, es cuando se medita su pasión, adentrándonos en el amor como fuente de su dolor y descubriendo el valor de nuestro propio sufrimiento:

«¿Por qué sufre Jesús? Por nosotros, para rescatarnos… La necesidad que tenemos de estar siempre con Él, de vivir muy unidas a Él, íntimamente unidas, porque Él compró para nosotros todo lo que tenemos. Por tanto, debemos unirnos con Jesús para ser uno con Él… Él sufrió por nosotros, ¿por qué nosotros no hemos de sufrir también?»41.

Entonces en el sufrimiento se descubre una nueva presencia de Jesús que nos acompaña y nos pide completarle:

«Si hay esa unión, Cristo sufre en nosotros ¿por qué? porque el alma está muy unida a Jesús. Él ya sufrió, pero sigue sufriendo místicamente en nosotros para darle gloria a su Padre, para sostener a los sacerdotes. Sufre Él, pero no solo, sino en nosotros»42.

Como resolución práctica, el P. Moisés propone ir a tener las confidencias con el Señor, antes de tenerlas con los demás:

«Es más perfecto ir con nuestro Señor primero, antes de ir con alguien, antes de deteneros en los pensamientos… id con Jesús y ofrecedle todo para no preocuparos, lo cual sería ‘deteneros en vosotras mismas’»43.

Hay que perseverar en esta amistad e intimidad con Cristo, aún en los momentos en que parece que no nos escucha.

«Encontramos una dificultad, vamos a examinarla con Jesús, le exponemos lo que nos pasa, delante de Él vemos qué medios vamos a poner para remediar aquella

41HASAP 3, p.150.42HASAP 4, p.21.43HASAP 3, p.201.

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dificultad y los ponemos en práctica bajo la mirada de Dios. Nos dio resultado, ¡qué bueno! ¿No nos lo dio? Vamos de nuevo con Jesús y le decimos otra vez nuestro problema y añadimos: ‘Mira, Jesús, yo no sé hacer las cosas, no atino’… decía san Francisco de Asís: ‘Mi Dios y mi todo’. Jesús debe ser nuestro único Señor, nuestro Padre y María nuestra Madre. Que Ellos os enseñen lo que debéis hacer»44.

Hay que focalizar la vida en Cristo, para vivir de sus predilecciones.

«Una sola cosa es importante: que Jesús esté contento y para eso, verlo a Él en todo y tratar de agradarlo. Éste es el resumen de vuestro espíritu. Como el niño que esta cogido de su mamá, así debemos estar pendientes de Dios»45.

Tener contento a Jesús debe ser una aspiración constante. Hay que aprender a ver en todo a Jesús:

«En todos los detalles de vuestra vida, hijas, aún en los más insignificantes, ante todo, ved a Jesús»46. «En medio del trabajo, con las dificultades que encontramos, igualmente, lo vemos a Él. En los obstáculos, en los detalles trabajosos, dolorosos o penosos del trabajo; ‘Señor, por ti…’ es la mirada íntima que se eleva por encima de todo y ve solo a Dios»47.

Es una nota característica de la familia de las MCMI:

«El contento de Jesús debe ser vuestro alimento, la única y primera de vuestras ocupaciones, que Jesús esté contento y por tanto vuestra Madre Santísima y vuestro

44HASAP 3, p.214.45HASAP 4, p. 85.46HASAP 4, p. 44.47HASAP4, p.54.

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Padre Celestial»48. «Uno de los puntos principales del espíritu de nuestra Congregación, es ver a Jesús en todo, puesto que Jesús debe ser el todo para vosotras. Debéis ver y estudiar vuestro espíritu; ver y estudiar el ‘por qué’ Jesús debe ser el todo, el Maestro que os enseña, el modelo que ha vivido toda la santidad. El espíritu de sencillez, de infancia espiritual, lo tenéis en Jesús; el primer ‘niño espiritualmente’ fue Él, y la primer alma ‘confiada’ fue Él. En el santo Evangelio, en las enseñanzas de la Iglesia, encontraréis las enseñanzas de vuestro espíritu. ¿Queréis comprender vuestro espíritu? Volved vuestra mirada a Jesús, mirada de fe y de amor, con sencillez y confianza, en Él lo encontraréis todo, es cuestión de proponéroslo»49.

La actitud es sencilla y fuente de felicidad:

«Hay almas que piden mucho y las que son pequeñas por lo contrario, lo esperan todo de Dios y su mayor contento es ‘Ya sabes, Jesús, lo que Tú quieras, estoy contentísima’»50.

Pone ejemplos concretos de cada día: «Por ejemplo, van a hacer la comida, lo primero será lavar el arroz, pues en el interior decir ‘por agradarte’. Sacan el arroz al sol, ‘por agradarte, Jesús mío’. Siguen haciendo el arroz, ponen la cazuela o sartén, echan la manteca o aceite, echan el arroz, ‘Señor, por agradarte’. Se le pone el jitomate, el agua, la sal y así deben ir repitiendo, hasta donde se pueda, así de continuo, ‘por agradarte’» (HASAP 2, pp. 287-288).

48HASAP 4, p. 193.49HASAP 4, pp. 291-292.50HASAP 4, p. 312.

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De esta unión con Cristo ya nada ni nadie nos puede separar:

«¿Quién nos puede apartar de Dios? Dice San Pablo: ‘¿Quién me separará del amor de Cristo?... ni criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro’»51.

La ‘Infancia Espiritual’, como nota característica de las MCMI, conlleva esta unión con el Señor:

«Pero, vosotras, por vuestro Espíritu Propio, con ese espíritu de Infancia Espiritual y por su naturaleza misma debéis estar muy unidas a Jesús, amarlo y tratarlo en intimidad»52. «Después de las agitaciones, después de las penas, después de los grandes trabajos hay que volvernos a Él en la intimidad, en la soledad; donde Él está, está todo para nosotros y nosotros para Él. ¡Vale la pena! Lo demás no sirve. Lo único necesario en la vida es que vivamos de Dios, que nos enamoremos de Jesús y aprendamos en toda la vida ese libro abierto, Jesús, que nos enseña las cosas eternas y a vivir de ellas en todos sentidos»53.

5. Enamorarse de Cristo, apasionarse por Él:

Entonces se llega a la convicción de que él nos comprende y nos contagia de su amor. Por esto se puede decir que la oración se realiza amándole; en la oración uno ‘se enamora’ de él contagiándose de su amor.

51HASAP 4, p. 253.Rom 8, 27ss.52HASAP 4, p.143.53HASAP 4, pp. 144-145.

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Escribía Benedicto XVI, al inicio de su encíclica Deus Caritas est (n.1): «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». Y en una primera homilía al inicio de su pontificado: «Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él» (Homilía inicio Pontificado, 24 de abril 2005).

Centrarse en uno mismo sería la mayor desgracia. Sin amor a Cristo, la vida pierde todo su sentido:

«El corazón que no se enamora de Cristo es un corazón desgraciado, esa es la mayor de las desgracias que puede tener una persona. En nuestros ejercicios nos hemos dedicado a contemplar a Jesús y esto nos alejará del pecado, pues conociéndolo más y más, seguramente nos enamoraremos más de Él… no os ocupéis de vuestra propia perfección, fijaos en Él, Él y nada más Él debe ser objeto de vuestra admiración y de vuestra atención»54.

El deseo más profundo del P. Moisés respecto a sus Misioneras, podría concretarse en esta afirmación:

«¡Qué complacido estaría yo si vosotras os apasionarais de Jesús!... Hijas, debemos amar a Jesús, debemos conocerlo y, por tanto, estudiarlo para que lo amemos y nos unamos a Él»55.

Nada ni nadie puede suplir a Jesús en nuestro corazón:

54HASAP 1, p. 48.55HASAP 4, p.144.

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«Jesús no es como nosotros los humanos, que si amamos a uno no podemos amar a otro. Él nos puede amar a todos, nos ama, nos sigue con su mirada, nos ve, se da, su corazón se abre para nosotros; su mirada se posa en nosotros. Vale la pena estar íntimamente unidos a Él y que, en las mil agitaciones de la vida, no nos apartemos de Él, que estemos siempre con Él. Después de las agitaciones, después de las penas, después de los grandes trabajos hay que volvernos a Él en la intimidad, en la soledad; donde Él está, está todo para nosotros y nosotros para Él. ¡Vale la pena! Lo demás no sirve. Lo único necesario en la vida es que vivamos de Dios, que nos enamoremos de Jesús y aprendamos en toda la vida ese libro abierto, Jesús, que nos enseña las cosas eternas y a vivir de ellas en todos sentidos»56.

6. La presencia y oblación de Jesús en la Eucaristía:

Sólo así se comprende que es posible tener o encontrar tiempo para estar con él, saber callar como quien espera, especialmente ante Jesús sacramentado. Se desea pasar la vida ‘amando a Jesús en sus sagrarios’, como para hacer «compañía amorosa a nuestro Señor»57.

Hay que aprender a acompañarlo, aunque uno esté en sequedad o frialdad.

«Jesús y María os quieren a todas formando una turba de ‘niñas’ puras, alegres, que vivan rodeando y amando a Jesús en sus sagrarios; los pequeños son los más fuertes y serán los que convertirán al mundo»58.

La Eucaristía, decía el P. Moisés, es

56HASAP 4, p.145.57HASAP 1, p. 267.58HASAP 1, p. 260.

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«‘El resumen de vuestro espíritu’. El modo de participar en la Eucaristía consiste en hacerse oblación o donación, como si tomaran a Jesús en las manos. Entonces se hacen ‘apasionadas de Jesús’»59, como quien ha recibido el ‘beso de Jesús’ en la comunión: «Jesús sabe que para recibirlo como se debe, necesitamos conocerlo y de eso se encarga el Espíritu Santo…»60

«Vais a esforzaros en no disminuir vuestras horas de oración, haceos una poquita de violencia, porque todas deben gozarse en vivir al lado de Jesús, y de Jesús Eucaristía; en esos tiempos de oración, le pedirán a Jesús, para todas, la gracia de ser verdaderamente muy pequeñas»61. «Recordad que debéis ser Eucarísticas y para serlo debéis ser como Jesús en la Eucaristía»62.

«Las quiero ‘apasionadas de Jesús’ y, por tanto, no me conformaría realmente con que una hermana haga matemáticamente completas sus horas de oración, si no viera yo en ella una verdadera pasión por Jesús, que sea Jesús para ustedes como un imán, un atractivo fuerte que las atraiga hacia Él… Ese atractivo, esa pasión por Jesús, no se hace de la noche a la mañana, sino después de un ‘tiempo de fidelidad’ a la oración y de buscar a Jesús; después de un tiempo de trato íntimo con Él, lo conocerán. Que una de sus grandes preocupaciones en su vida religiosa sea acompañar a Jesús» (HASAP 2, p. 248). «Os parecerá raro, y quizá parezcáis raras y extrañas en medio de las personas que os conocen (¡qué diera yo por ello!)… parecerá raro que con esas responsabilidades tengáis cierta pasión por nuestro Señor, y lo conozcáis, lo busquéis, lo encontréis y viváis de Él y con Él. ¡Ojalá que Dios les diera esa rareza!» (HASAP 3, p. 102).

Todo se aprende a los pies del Sagrario:

59HASAP 2, p. 248.60HASAP 3, pp.72-73.61HASAP 1, p.255.62HASAP 1, p. 273.

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«Unos momentos a los pies de Jesús… le vais a pedir que os ilumine y que penetre con sus enseñanzas lo íntimo de vuestra alma para que sepáis agradarlo y complacerlo en lo que quiere que seáis en esta pequeña congregación»63. «Jesús siempre fue oculto. Jesús oculto en el Sagrario. Debéis tener vosotras el tinte eucarístico de Jesús en su Sagrario y Él está siempre oculto en la Hostia»64.

El espíritu eucarístico se aprende como relación amorosa con Cristo presente en la Eucaristía:

«El espíritu de fe es cierto hábito de hacer pasar la fe en todos los actos de nuestra vida… Ejemplo: cuando venimos a la capilla pensamos que aquí está Jesús y llevamos nuestras miradas respetuosas y llenas de amor al Sagrario en donde se encuentra encerrado ese Jesús de amor»65. Por esto, «el punto central y principio de la vida espiritual de una verdadera Hermana Eucarística de la Caridad y de María Inmaculada, es la oración ante Jesús Sacramentado»66.

La pequeñez de la humildad y la grandeza del amor se aprenden en sintonía con el Señor y a imitación de María:

«Cifrarán sus verdaderas complacencias en acompañar amorosamente a Jesús Sacramentado y en vivir y ser como Él, ocultas, calladas, puras y sacrificadas. Para con la santísima Virgen se portarán sencillamente como buenas hijas, muy parecidas a Ella, humildes, pequeñas, muy delicadas con nuestro Señor y muy apóstoles de su amor»67.

63HASAP 2, p.192.64HASAP 2, p.186. 65HASAP 1, p.48.66HASAP 1, p.199 y p.270.67HASAP 1, p. 271.

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El P. Moisés cifra todas sus esperanzas en esta experiencia de encuentro eucarístico con el Señor:

«Amadas hijas, qué difícil que logréis mi anhelo, si vivís alejadas de vuestro modelo, que es Jesús. Fijad constantemente vuestra mirada en el Sagrario, en donde está vuestra Hostia y ahí aprenderéis cuanto queráis. Aprenderéis a perdonar, a sufrir, a amar a vuestros enemigos y amigos. Ahí es el foco en donde encontraréis valor para sufrir vuestra soledad. Es el Sagrario en donde yo deposito mis esperanzas, es el Sagrario el que os hará sentir fuerza para seguir adelante y confianza, amadas hijas»68.

Comenta las Constituciones: «El punto central de las Hermanas Eucarísticas de la Caridad de María Inmaculada es la oración ante Jesús Sacramentado» (HASAP 1, p. 416). «Hay que ejercitarse y ejercitar a las súbditas en la oración, ante Jesús sacramentado. Que la oración sea el ejercicio central, que se enamoren de la oración, que tengan verdadera pasión por la oración… Aunque estén frías durante la oración, no importa, saben que allí está nuestro Señor. Por lo mismo, si tienen un gusto, una alegría, ir con nuestro Señor; que tienen una tristeza, ir con Él, participarle todo, acompañarlo…» «La oración ante Jesús sacramentado", dice el punto de sus constituciones que acabo de citar, debe ser esta oración una de sus grandes pasiones; el acompañar a nuestro Señor, una de las misiones de vuestra vida; acompañarlo, lo más que se pueda» (HASAP 1, pp. 416-417).

El envío hacia una nueva misión tiene el sentido de encontrar allí un nuevo Sagrario:

«Recibid, hijitas, la bendición del Santísimo Sacramento de la casita de primavera, que es el mismo Jesús que encontraréis en Matehuala, lleno de bondad y de misericordia. Recibid esta bendición como la primera y como la última, como la misma de siempre, es la última

68HASAP 1, pp.306-307.

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de esta casita; la podéis recibir como la primera de Matehuala… En esta bendición, Jesús os abre los brazos y su corazón y yo os aseguro que Él estará más pendiente de vosotras allá… Necesitáis la gracia de Jesús, y se la vais a pedir… le vais a prometer dejaros hacer de Él, al recibir esta bendición»69.

El Padre se entusiasma ante la realidad de un nuevo Sagrario: «Va a haber un sagrario más en la tierra, un sagrario más en donde Jesús encuentre amor, y en donde Jesús estará para ayudarnos. Jesús viene a los sagrarios de la tierra, lleno de bondad y de misericordia, viene para acompañarnos y sostenernos, viene a llenarnos de alegría y Él ¿qué espera encontrar, por ejemplo, en este pequeño oratorio a donde va a venir? Al venir aquí, ¿a qué se expone? Viene a recibir algo, pero también viene, quizá, a recibir ingratitudes» (HASAP 2, p.128).

Estar «injertados en Jesús», para amar como Él, sólo es posible con una vida eucarística fuerte:

«En la Eucaristía debéis encontrar el resumen de vuestro espíritu. La Eucaristía es el resumen de todos los misterios de la vida de Jesús, y a Jesús, más que en otra parte, lo encontramos en la Eucaristía. Toda la vida de una Misionera de la Caridad de María Inmaculada debe estar injertada en Jesús. Como Él, puras, víctimas; como Jesús, ofreciéndoos constantemente a las voluntades de su Padre; como Él, silenciosas, sacrificadas, inmoladas constantemente en el ara del altar… Él es caritativo en el silencio, así también vosotras, caritativas, saliendo de vuestro ocultamiento, de vuestro silencio, para daros en la caridad. Caritativas como Él, amables como Él, en una palabra: Un trasunto de Jesús, ‘imágenes vivas de Jesús’»70.

69HASAP 2, p. 60.70HASAP 2, p. 222.

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Una casa de personas consagradas a Dios gira siempre en torno a la Eucaristía. Así lo afirma en la fiesta del Corpus Christi de 1942:

«En una casa religiosa, el centro de toda ella es el sagrario, en torno del cual giran las almas. Los cuerpos pueden andar en donde la obediencia tenga a las religiosas, pero las almas vuelan al sagrario, aun en medio de sus ocupaciones, siempre buscan a Jesús. Y a Jesús no le bastan las adoraciones de los ángeles, necesita la de las almas, porque para ellas se quedó en la tierra»71.

La insistencia del P. Moisés en la Eucaristía, como centro de la vida, es constante.

La participación en el sacrificio eucarístico supone hacerse oblación unida a la oblación de Cristo:

«Tomaréis, por decirlo así, en vuestras manos a Jesús y le diréis al Padre Eterno: ‘Aquí está Jesús para que te glorifique y juntamente con Él me ofrezco a ti’. Aquí, en la Santa Misa, que no es otra cosa que la oblación y el sacrificio de Jesús, hagamos la donación»72.

A Jesús no se le podría comprender olvidando su donación sacrificial en la Eucaristía:

«Jesús nos ha amado hasta el fin, hasta lo indecible, hasta la Eucaristía, hasta el calvario, hasta la muerte. Nos sigue con la mirada de su alma y nos ama con su corazón de Dios y Hombre»73.

La conclusión a la que se llega es muy concreta:

«Hijas, debéis sacar como conclusión: esforzaros en ver a Jesús, en estudiar a Jesús, a ese Jesús que vive con nosotros en la Eucaristía, ese Jesús que está ahí para

71HASAP 3, p.72. 72HASAP 2, p. 225.73HASAP 4, p.141.

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nosotros, ese Jesús que es todo para nosotros, todo para cada una de vosotras»74.

7. Desde la propia pobreza y miseria:

Se ora desde la propia pobreza, presentando la propia miseria a los pies de Jesús, también para pedir perdón y proponer enmienda. Es como si Jesús dijera: “Yo respondo por esa chiquilla”.

En el trato íntimo Cristo, se aprende la propia pequeñez o “infancia”, según evangelio, que llega a convertir a quienes la practican en “personificación de la caridad”. No son personas “atufadas”, sino expresión del amor de Cristo. Se pasa del silencio de la oración, a la caridad, como “imágenes vivas de Jesús”.

Se pasa de la “nada” o miseria propia, al amor de quien nos ha llamado:

«Decidle, por ejemplo: ‘Jesús amado, hazme muy hija pequeña, débil, nada, para que tú seas todo en mí. Enséñame a ser nada. Soy en realidad nada, tú lo eres todo’»75.

En las propias dificultades se aprende a orar como quien está esperando a los pies del Señor:

«A los pies de Jesús con todos nuestros pecados e imperfecciones, ofrezcámosle las flores de nuestras miserias, ya que no tenemos virtudes y pidámosle perdón por todo lo que lo hemos ofendido, lloremos constantemente nuestras faltas y prometámosle no ofenderlo más».76

74HASAP 4, pp.144-145.75HASAP 1, pp.328-329.76HASAP 1, p.23.

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Un buen consejo práctico: «Después de la comida en la hora de descanso que tenéis, procuréis dormiros, aunque sea cinco minutos, para que no vengáis a completar el sueño aquí» (HASAP 1, p.19)

Las mismas dificultades, reconocidas y con ganas de superarlas, se convierten en un modo de orar:

«Otras no pueden hacer oración durante el tiempo que se les marca, no pueden discurrir nada, pero hacen un esfuerzo por estar a los pies de Jesús el tiempo que se les ha mandado, muchas veces durmiéndose, pero, ¡vaya! siquiera tienen voluntad de hacer algo»77.

«Por último, otro secreto para quitar la tibieza: prometer a Jesús determinado tiempo para orar y no lo disminuyamos, truene o llueva. Quitarle el tiempo a todo lo demás, pero no a la oración» (HASAP 1, p.118).

La oración cristiana es un encuentro con Cristo desde la propia “pequeñez”. El Señor asume nuestra “nada” para llenarla de Él:

«La que pueda introducirse en el interior de Jesús, que lo haga y la que no pueda, que se humille y puede decirle a nuestro Señor: “Señor, nada sé decirte, pero te amo y aquí me tienes, siempre estaré a tus pies»78.«¡Cuánto goza nuestro Señor con esa alma cuando hay conocimiento de su nada!»79

Al reconocer la propia pequeñez o limitación, aún en el caso del pecado, se experimenta «la delicadeza de nuestro Señor

77HASAP 1, p.2.78HASAP 1, p.49. 79HASAP 1, p.87.

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para perdonar. Él perdona todo, con tal de que se arrepienta el pecador. Todas las penas y castigos quedan destruidos porque Jesús no aparta de Él al caído»80.

Con una nota de humor, añade: «Vosotras que, como mujeres, fácilmente podéis sentiros amadas y ser felices porque sois amadas de Perico de los Palotes… pues, si sois amadas de Dios, de Jesús, con mayor razón seréis felices. Y como Él sabe amar con ese cariño tan puro, tan limpio… ‘Las almas pequeñas son amadas de Jesús’ ¿por qué? ‘porque son pequeñas’» (HASAP 4, pp.310-311).

En esta experiencia de la cercanía de Jesús en la propia pequeñez, se encuentra la misericordia del Señor. Dice el P. Moisés:

«Aquí en mi libreta encuentro otra frase hermosísima: ‘Jesús es el fiador de las almas pequeñas en el tiempo y en la eternidad’»81. «Pues bien, en esos momentos Jesús debe salir a la defensa de las almas pequeñas. Vamos a ver, dice la Justicia de Dios y, Jesús como que sale al encuentro y dice: Yo respondo. —Esto, hijas, no solamente en la eternidad, sino ya desde aquí también… Jesús dice: Yo respondo por esa chiquilla. ¿Hizo travesuras? Yo pago por ella, aquí están mis méritos, porque es pequeña y no hizo otra cosa que estar Conmigo, buscar mi gusto, hizo lo que pudo por ocuparse de Mí»82.

De esa experiencia de la ternura de Jesús, brota la paz y la verdadera alegría:

«La alegría es fruto de la paz y tranquilidad de que goza el alma que está muy unida a nuestro Señor, ¿qué puede intranquilizarla, si está en manos de Dios, su Padre, con

80HASAP 2, p.353.81HASAP 4, p.313. 82HASAP 4, p.314.

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quien vive como una hija pequeñita vive con su padre?»83. El fruto principal es el verdadero amor, para ser “personificación de la caridad”. «Somos y sois muy pequeñas, acabáis de nacer…toda obra tiene su Belén… una H.E.C. debe ser la personificación de la caridad»84.

8. Para transformarse en Jesús por obra del Espíritu Santo:

No es un simple ejercicio de experiencia o vivencia, sino que es, en realidad, un proceso de transformación en Cristo, para vivir en sintonía con sus deseos. Es el verdadero “recogimiento”. «Transformaros en Jesús, es llegar al estado altísimo de la contemplación de Dios; por lo menos debéis aspirar a ello»85.

«Recogimiento. Dejar a un lado todo lo que no sea Jesús, enfocarnos a Él sólo, en Él abandonar cuidados y preocupaciones; ya dijo Él a santa Margarita María: ‘Cuida tú de mí, que Yo cuidaré de tus cosas’» (HASAP 1, p.291). «Él amó a los pecadores hasta el fin y su corazón no ha muerto, sigue amando, no es veleta, es firme, es perfecto, por eso le dice a santa Margarita María Alacoque: ‘Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres’» (HASAP 3, p.336). Decía el P. Moisés que este “recogimiento” es “esencia de nuestro espíritu”: «Como otras veces os he dicho, vuestro espíritu se puede reducir a tres palabras, que quieren decir, sin embargo, todo un programa de perfección. ‘Recogidas en vuestro interior, para amar y complacer a nuestro Señor’» (HASAP 2, p.281).

Esta transformación por obra de la o acción del Espíritu Santo, produce humildad o realismo, confianza filial, deseo de entrega total. Se tiene conciencia de la propia “nada”, para que Jesús sea “todo”.

83HASAP 1, p.218.84HASAP 1, p.264.85HASAP 1, p. 23.

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El Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida “oblativa” de Jesús, para ser “hostia” con Él.

«Jesús sabe que para recibirlo como se debe, necesitamos conocerlo y de eso se encarga el Espíritu Santo… Y el Espíritu Santo nos da ese espíritu de hostia, de víctima; en el trato con Jesús-Eucaristía, la simpatía o parecido con Jesús se hace cada vez mayor en nosotros»86.

El referente es Jesús: “La consagración de Jesús como Sacerdote y como Víctima se hizo formalmente por la unión de la divinidad a su humanidad santísima! (HASAP 1, p.41).

Así como: «Jesús se hizo por obra del Espíritu Santo, yo debo hacerme Jesús y parecerme a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo, que trabaja en nuestras almas… Jesús, Hijo del Padre, dirigido del Espíritu Santo y también de la Santísima Virgen»87.

Las expresiones sobre esta acción del Espíritu Santo, que nos transforma en Cristo, son de extrema finura:

«Él quiere modelar a las almas por Sí mismo, quiere Él mismo llenarlas de su espíritu y sólo admite la cooperación de la Virgen Santísima para que Ella las disponga; la gracia del Espíritu Santo lo hace todo»88.

El mismo Corazón de Cristo, con sus riquezas de amor divino y humano para toda la humanidad entera, es obra del Espíritu Santo:

«Imaginémonos el corazón de Jesús, el corazón más fino, dirigido por el mismo Espíritu Santo, vivificado por la

86HASAP 3, pp.72-73.87HASAP 2, p. 378.88HASAP 3, p.72.

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misma divinidad, es el corazón más perfecto…¡Es el fruto de la omnipotencia del Espíritu Santo!»89.

Es muy frecuente la referencia al Corazón de Jesús. Los deseos del Corazón de Jesús se pueden concretar en el mensaje a Santa Margarita, para “consolar” a Jesús.

«Imaginémonos el Corazón de Jesús, el corazón más fino, dirigido por el mismo Espíritu Santo, vivificado por la misma divinidad, es el corazón más perfecto… Es objeto de contemplación, de meditación y de estudio, y que no acabaríamos de comprender en toda nuestra existencia si nos pusiéramos a estudiarlo, no tiene límites, es infinito. ¡Es el templo de Dios! ¡Es el corazón del Verbo Encarnado! ¡Es el corazón de la sabiduría infinita! ¡Es el fruto de la omnipotencia del Espíritu Santo!» (HASAP 3, pp. 328-329). «Qué vemos en el Corazón de Jesús en la Cruz del Apostolado? En primer lugar encontramos el corazón, vivo, palpitante, encontramos un amor ardiente, un océano infinito de amor» (HASAP 3, p.332).

El tema de la cruz es el tema del amor que transforma el sufrimiento en donación salvífica:

«¿Qué me dice Jesús?, ¿qué se lo dé, qué acepte esa cruz?»90. «Cuando vemos a nuestro Señor sufriendo, sumido en la amargura, lo sentimos como un hermano que comprende nuestras lágrimas, nuestros fracasos, nuestras incomprensiones»91

No falta la aplicación práctica con un deje de humor: «Todos sufrimos, desde el burro y el cargador, pero el sufrimiento no sirve sino por la cruz de Cristo y en cuanto que participa del sufrimiento de Cristo en la cruz” (HASAP 4, p.7).

89HASAP 3, pp.328-329.90HASAP 3, p.217.91HASAP 3, p.335.

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También Concepción Cabrera de Armida recibió del Señor la confidencia de que no se le acompaña en el Sagrario. La referencia a Conchita, cuando se grabó a fuego el nombre de Jesús, es como una llamada a hacer que Jesús sea el centro y el todo.

«Vosotras quizá no habéis conocido a la Sra. Armida, que nosotros llamamos en la intimidad ‘Nuestra Madre’… a ella se le debe la fundación de nuestra congregación de Misioneros del Espíritu Santo… Nuestro Señor le pedía que hiciera penitencias y en la Hacienda de Jesús María, S.L.P., se grabó el nombre de Jesús con un hierro candente, el 14 de enero de 1894, que era la fiesta del nombre de Jesús» (HASAP 4, pp.308-309)

Es relativamente frecuente la referencia a Concepción Cabrera de Armida, especialmente en los temas de la oración como relación personal y amorosa con Jesús.

«Como le decía a la Sra. Armida: “¡Ay! ¡Qué solo estoy!” Jesús se quejaba de estar solo… ¡qué dolor! Sí, hijas, nuestro Señor, llorando, le decía a la Sra. Armida: ‘Solo…puro oropel en las religiosas, no hay nada de amor, nada de contacto conmigo, están muy lejos’»92.

«La Sra. Armida es sólida, por ejemplo su libro ‘Ante el Altar’, aunque tiene el estilo de la mujer» (HASAP IV, p.28). «Todo lo que toco lo hecho a perder, decía Conchita Armida, y nosotros también así lo hacemos, es como una condición de nuestra naturaleza caída… Recogidas con Jesús vuestro hermano, vuestro esposo y, en un sentido, hasta vuestro hijo muy querido» (HASAP IV, p.192). «Conchita Armida quería al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo y a la Santísima Virgen, pero como que su cariño sobresalía para el Verbo Encarnado, para Jesús. Siempre se distinguía su cariño a nuestro Señor ¡qué palabras de ternura, de afecto! ¡qué locuras! le decía» (HASAP 4, p. 290).

92HASAP 2, p.201.

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Los grados de la oración pueden concretarse en ese proceso que se dirige hacia la unión y donación total. Se va llegando a la vida interior, teniendo a Jesús como centro. Se llega a ver a Jesús en todo.

«Esa unión va por grados, se desarrolla y crece; ese ‘complacer a Jesús’, también va por grados según la gracia de Dios y la correspondencia del alma… aprenderán que se comienza por la vía purgativa, se sigue por la vía iluminativa y después por la unitiva»93.

Se entra en sintonía con el amor de Jesús al Padre. Es la finura del Corazón de Jesús en “la cruz del Apostolado”.

«El Corazón de Jesús es un abismo de dolor porque es abismo de amor. Amor y dolor, esa fue su vida, hasta que entregó su alma a su Padre Celestial»94.

En este contexto se comprende mejor el tema de “consolar” a Jesús: «Jesús busca un espíritu de amor de parte de ustedes y también viene a buscar un consuelo. Parece que les dice: ‘Vengo a estar muy contento’. Hijas, saben que la cristalización de su ideal está en esta idea que debe predominar sobre todo lo demás: ‘El complacer siempre a Jesús’, al que va a venir dentro de unos momentos aquí… Les repito y suplico encarecidamente no le disgusten, que Él siempre esté contento, que al entrar aquí en esta casa cualquier persona, sienta el contento de Jesús para con ustedes y de parte de ustedes para con Él» (HASAP 2, p.129).

93HASAP 4, p.26.94HASAP 3, p.338.

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Por esto, hay que «llamar al Espíritu Santo para que Él nos llene, estar muy con Jesús, ser muy agradecidos con Dios porque nos da su amor»95.

Consagrarse a Dios significa consagrarse al misterio de amor de la Santísima Trinidad:

«Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, dígnate recibir esta oblación que te hago de mí misma, unida a Jesús y por las manos purísimas de María, para que te dignes formar y conformar a tu Jesús-Sacerdote, Víctima Inmaculada»96.

Así describe el misterio trinitario: «El Padre se conoce con un conocimiento tan perfecto y completo que forma una Persona… El Padre y el Hijo se aman y encuentran su conocimiento y amor infinito en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el abrazo eterno, el don mutuo del Padre al Verbo y del Verbo al Padre. El Padre engendra al Verbo y el Padre y el Verbo espiran al Espíritu Santo y el Espíritu Santo une al Padre y al Hijo y tenemos un solo Dios» (HASAP IV, p.136).

Oración como relación íntima con Cristo, nos adentra en el misterio trinitario con confianza filial. Como un niño en brazos de su madre, quien hace oración entra en el misterio de Dios Amor, uno y trino. Al mismo tiempo, se va empapando de toda la realidad de Jesús: Dios, hombre, salvador, cercano.

«Dios es mi Padre!... Jesús nos lo enseñó teórica y prácticamente, Él nos enseñó a tratarlo así ‘Padre nuestro’. ¿Qué culpa tenemos, si Jesús nos enseñó a llamarlo así?» (HASAP 1, p. 259).

Se vive y se ora con el mismo espíritu filial de Jesús:

95HASAP 4, p.8.96HASAP 1, p.372.

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«Es el mismo espíritu de Jesús. ¿Qué hizo Jesús? Él no se puso a discurrir, Él se concretó a ‘mirar’ a su Padre Celestial, a ‘no negarle nada de lo que le pidiera’»97. «Jesús amaba a su Padre y lo amaba con un amor profundo, con un amor más fuerte y más grande que el que han tenido todos los santos, así que, ¿cómo sufriría su corazón al ver que se ofendía a su Padre Celestial?... El corazón de Jesús es un abismo de dolor porque es abismo de amor. Amor y dolor, esa fue su vida, hasta que entregó su alma a su Padre Celestial»98.

Al meditar el evangelio, se entra en sintonía con el amor de Cristo al Padre: «Allí tenemos a Jesús nuestro modelo, Él siempre iba a la oración… Ved a Jesús en el Evangelio, vedlo en todos los detalles de su vida, veréis que siempre tenía a Dios presente, siempre se ocupó de Él, nunca se apartó de su Padre Celestial» (HASAP 2, p. 200)

9. Aprender a orar con fórmulas sencillas y preguntas:

El P. Moisés propone diversas oraciones sencillas, como resumen de la vida espiritual en un momento dado de la vida. A veces, estas oraciones son como preguntas que se hacen al Señor.

Estos textos son una especie de teología narrativa sobre la oración. Reflejan siempre humildad o realismo (la propia miseria), con una actitud de confianza plena y con un deseo de donación total:

«Cuando estemos solos con Jesús le diremos: “Señor, soy muy tonta, pero aquí estoy en tu presencia”. Si ni aun esto podemos, porque estamos muy fríos, como el mármol,

97HASAP 2, p.308.98HASAP 3, p.338.

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entonces podremos decirle: “Señor, aquí están las piedras que te alaban»99.

A veces son trasunto de las oraciones del evangelio, invitando a orar como en el Evangelio:

«Muy de corazón, decidle como el ciego del Evangelio le decía: ‘Señor, haz que yo vea’ (Lc 18,41). Así vosotras, decidle a Jesús: ‘Señor, haz que yo vea qué es lo que te desagrada en mí’»100.

Entregarse totalmente a Jesús sólo es posible por medio de una oración humilde y confiada:

«¿Cuál es el alma que consigue amar a Jesús? La que es objeto de la misericordia de Dios. De rodillas, decidle a Jesús ante su Sagrario: ‘Señor, que te agrade, que te complazca, quítame la vida antes de que te desagrade. Dame ese instinto de buscar tu agrado, hazlo tú en mí, yo no sé hacerlo’. Puesto que la Iglesia me dice que sin ti nada puedo, clamo a ti. No quiero ni vida, ni cielo, ni infierno, nada, solamente agradarte a ti y puesto que ayudas a las almas que por su pequeñez y humildad son objeto de tu misericordia, dame tu luz para conocerme y conocerte y así te agrade a ti únicamente, para que siendo objeto de tu misericordia en la tierra, lo sea también en la eternidad, en donde cantaré tus misericordias, no mis actos ni mis virtudes»101.

Uno de estos textos de oración es la fórmula de consagración a Cristo Rey, con la intención de ser totalmente del Señor:

«Jesús, dulcísimo Redentor del género humano, míranos humildemente postradas al pie de tu altar. Tuyas somos y

99HASAP 1, p.18.100Cfr HASAP 1, p. 323.101HASAP 1, pp.444-445.

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tuyas queremos ser, a fin de poder vivir más estrechamente unidas contigo.

Oh dulcísimo Jesús, aquí tienes a tus pies pequeñas almas que reconocen y confiesan plenamente tu realeza, tu poder sobre todos los seres. Nos damos cuenta que en muchos corazones no reinas; que de muchas familias tú no eres el dueño, sino que te desprecian, te olvidan…

Aquí nos tienes, almas pequeñitas, que nada valen, que para nada sirven y, sin embargo, queremos ayudarte, queremos que seas amado, conocido y que seas Rey de todos los que a ti te reconocen como Padre…

Con nuestra voluntad nos entregamos a ti, tú sírvete de nosotros para extender tu Reinado, tu amor, tu justicia y tu paz. De la manera que tú quieras puedes servirte de nosotros… Que no tengamos otra ocupación que la de hacerte reinar; no queremos otra recompensa, sino la de que tú reines.

Haz que te amemos más, somos tuyas, siempre, en el tiempo y en la eternidad seremos tuyas también»102.

El propio carisma de pequeñez, a ejemplo de santa Teresa de Lisieux, hace posible la oración:

«Decidle a Jesús en vuestro interior con toda sinceridad y fe: ‘Señor, hazme pequeña como santa Teresita. Tú sabes perfectamente qué cosa es ser pequeña’… Decidle a Jesús desde el fondo de vuestro corazón: ‘Señor Jesús, Jesús bueno, Maestro bueno, Causa de nuestra santificación y de nuestra salvación, por María, nuestra Madre querida, haz que te conozca y me conozca, para que realmente sepa lo que eres tú, que te conozca para que te vea, y que me conozca yo a mí misma para olvidarme de mí misma, que me conozca lo que soy’»103.

102HASAP 1, pp.466-467.103HASAP 2, p.136.

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Frecuentemente es una oración ante el sagrario, como cruce de miradas con Jesús:

«En vuestro interior, decidle a Jesús: ‘Aquí estás, aquí estoy. Yo creo firmemente que aquí estás, en esta hostia consagrada con tu cuerpo, alma y divinidad… me envuelves con tu mirada, me penetras con ella’»104. «Para contemplar a Cristo, basta abrir nuestro corazón, los ojos de nuestra alma; pero, para hacer esto pido más humildad, más pureza y un amor ardiente; con el amor se ve más que con la inteligencia»105.

Es interesante el uso que hace de la “mirada”. «Bajo la mirada de Jesús, se aprende a mirarle con alegría, con el gozo de su resurrección, ‘estar con él’, darle todo lo que nos pida. ‘Aquí estás, aquí estoy’. Quedan ‘muy unidas a la santísima Virgen bajo la mirada de Jesús’. ‘Su mirada se posa en nosotros’» (HASAP 4, p.145). «Nos sigue con la mirada de su alma y nos ama con su corazón de Dios y Hombre» (HASAP 4, p.141). «Quiero que os pongáis con toda sinceridad bajo la mirada de Jesús. Aquí está Jesús con su cuerpo, sangre, alma y divinidad» (HASAP 2, p.156). «Bajo la mirada de Jesús, que está en su sagrario… pensad con toda la humildad de vuestro corazón y de vuestra alma» (HASAP 3, p.74). «Si hubiéramos visto la mirada de Jesús, la hubiéramos visto pura, santa, inocente como la de un niño. Por esa mirada se asomaría su alma y su corazón y al mismo tiempo que hubiéramos visto su santidad, hubiéramos adivinado el intenso dolor que existía en el fondo de su corazón» (HASAP 3, p.337). «Él nos puede amar a todos, nos ama, nos sigue con su mirada, nos ve, se da, su corazón se abre para nosotros; su mirada se posa en nosotros» (HASAP 4, pp.144-145). «Volved vuestra mirada a Jesús, mirada de fe y de amor, con sencillez y confianza, en Él lo encontraréis todo, es cuestión de proponéroslo» (HASAP 4, pp.291-292)

El texto indica un diálogo con el Señor, como aceptando su amor y ofreciéndole el nuestro: «No se imaginan cómo se

104HASAP 2, p.205.105HASAP 1, p.34.

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goza Jesús cuando le decimos: ‘Te amo y te quiero amar mucho’»106.

En este diálogo amigable entra espontáneamente la Madre de Jesús que es también la nuestra:

«Volvámonos a Jesús y a María santísima: ‘Jesús, yo necesito de ti, ¿qué será de mí sin ti? ¿Qué hago sin ti y a dónde ir sino a ti?’ Los apóstoles le dijeron: ‘¿A dónde iremos sino a ti, pues tú tienes palabras de vida eterna?’ (Jn 6,68) y yo te digo: ¿A dónde puedo ir? Si Tú eres mi Padre, mi esposo a quien he venido a buscar, ¿A dónde iré, sino a ti? Por eso tengo necesidad de ti y de la oración porque por medio de ella voy a ti»107.

A veces, el P. Moisés invita a preguntar a Jesús sobre cuál es su voluntad acerca de la propia vida: «Preguntémosle a Jesús con la audacia de nuestro corazón: ¿Por qué quiso Dios que vinieras al mundo? y nos contestará: ‘Mi estado, es el estado del Sacerdocio, de Víctima’. Jesús decía: ‘Yo soy El Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6)…»108.

10. Oración y apostolado:

Explica la oración como quien habla de una relación íntima, que da sentido a la vida y que es la clave de todo apostolado. Conviene notar que el P. Moisés nunca dejaba la oración en medio de múltiples apostolados:

«Les confieso que cuando no hago oración y ¿qué cosa más santa que el dedicarme a las almas? Aunque mi trabajo sea de lo más santo, si dejo la oración se me alborota todo. ¿Por qué? pues, por falta de oración»109.

106HASAP 3, p.8.107HASAP 4, pp.42-43.108HASAP 1, p,35.109HASAP 1, p.366.

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Con este testimonio de “unidad de vida”, podía urgir la oración a los demás:

«Todas habrán experimentado que si no hacen oración, se sienten otras. Yo, por ejemplo, mi misión es confesar, predicar, ir a ver a las almas, es decir que todo lo que hago es para llevar a las almas a Dios; sin embargo, si se me pasa la oración, me siento descontrolado y con mayor razón cuando la oración no es bien hecha, pues equivale a no hacer oración»110.

Para urgir a no dejar la oración, aún en medio de las ocupaciones, recuerda las enseñanzas y el testimonio del P. Félix:

«Y fíjense que los santos siempre han hecho oración, han sido almas de oración. Nuestro padre Félix, con toda su santidad, se pasaba las horas delante del Santísimo»111. «Os convenceréis, pues, hijas, que la causa de las bendiciones en una casa es la superiora y la ruina es ella también. Por eso, nuestro padre Félix nos puso más oración que a los súbditos, porque tenemos muchas cosas que hacer y ver en la oración»112.

11. Como en Betania, escuchando sus palabras:

Se siente la necesidad de escuchar, como quien ya no sabe prescindir de la persona amada. Como en Betania, se aprende a escuchar las palabras de Jesús:

«Esa fue la actitud de María. En la mirada fija de Jesús se derramaba su interior; puesta su inteligencia en esa mirada, María veía su amor al mundo y la voluntad de Jesús era también la de María. Esa es la actitud de María respecto de Jesús y Jesús dice que ésta es la mejor parte.

110HASAP 3, p.9. 111HASAP 2, p.246.112HASAP 3, p.283.

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No dice que la peor es la de Martha y mucho menos que ella sea mala, no; dice que la de María es la mejor…

Ésta es la mejor parte, es lo que enseña el Evangelio y se aplica a María Santísima, que fue la santa de las santas; el mejor santo es el que se aplica a atender a Jesús y María se aplicó a atender a Jesús, desde el momento de la Encarnación se dedicó a Dios. En la Encarnación recibió en su purísimo seno a Jesús y María se transporta de amor; llevaba al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y le daba su ser y su vida para que el Verbo se hiciera Hombre…

Podemos imaginar que María no se apartó de Jesús ni un instante y Jesús sólo se separó de Ella, de la creatura más santa, de su Madre, para ir a predicar, sufrir y morir para salvarnos»113.

Sobre la escucha de la Palabra de Dios, conviene recordar las reflexiones del P. Moisés sobre las últimas palabras de Jesús en la cruz. Son «las últimas palabras que salieron de sus labios, más aún, de su corazón. De los seres queridos siempre recibimos con mucha atención sus últimas palabras y guardamos sus últimas recomendaciones. Todas las palabras de Jesús, todas las que dijo durante su predicación, son vida, son luz, son fuente de bien; todas sus palabras nos dan vida, con mayor razón sus últimas palabras, en las que está como concentrado todo su amor» (HASAP 3, p.107).

Esta explicación era enseñanza continua del P. Moisés, también en su dimensión mariana:

«¡Cómo acoge Jesús a los que escuchan sus palabras! Si todas las almas se acogieran a Jesús, a su amante corazón, encontrarían la paz y vivirían en un cielo… Jesús quiere que vivamos sólo para Él… Ocultarme a las miradas de las criaturas, oculto a mis propias miradas y ser conocido

113HASAP 3, p.117.

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sólo de Jesús y de María, esto es hacerse pequeño como Jesús y María. Oculto a las miradas de las criaturas y no depender más que de Él y de María»114.

«Estad más con nuestro Señor, aunque os cueste un poco, estad más con Jesús, para que Él os ilumine y se comunique a vosotras y os comunique fuerzas para seguir adelante… muy unidas a la Santísima Virgen, bajo la mirada de Jesús, que está en su sagrario… pensad con toda la humildad de vuestro corazón y de vuestra alma» (HASAP 3, p.74).

12. La vida cristiana, sacerdotal y consagrada a la luz del Misterio de Cristo

La exposición del P. Moisés sobre el encuentro con Cristo, es eminentemente vivencial en todas sus facetas. Habla del Señor como un “apasionado” por Él e invita a “apasionarse” por Él.

En este apartado, he preferido dejarle hablar más a él, para resaltar que su vida quiere ser un “trasunto” de Cristo, ser COMO ÉL e invitar a ser COMO ÉL.

Por medio de la oración como relación personal con el Señor, siempre guiados por la fe, se entra espontáneamente en todo el misterio de Cristo. Es Cristo Amigo y Esposo, que nos comunica el Espíritu Santo para transformarnos en él y adentrarnos en el misterio trinitario de Dios Amor.

A Cristo se le siente cercano, que vive nuestra misma vida y asume nuestras miserias y nuestra nada. Por esto no hay que quedarse en la propia nada o limitación, sino centrarse con humildad y confianza en el amor de Cristo. Entonces se llega

114HASAP 3, p.130.

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a una armonía entre oración y apostolado, como encuentro con el Señor en sí mismo y en los hermanos.

Jesús, Buen Pastor, Dios hecho hombre, nos acompaña, perdona, ilumina y enamora:

«Hijas, pensad y fijaos en cómo es Jesús. Es Dios, el que tiene poder en el cielo y en la tierra, el que cura a los enfermos, resucita a los muertos, perdona los pecados y da la paz a las almas, ese es Jesús y ese es nuestro Pastor»115.

Hace un resumen sapiencial y vivencial del Misterio de Cristo en todas sus facetas, a partir de la Encarnación:

«Todos los demás misterios de Cristo son hermosos, su crucifixión, sobre todo su Ascensión, su Resurrección, son hermosísimos, pero todos son una prolongación de la Encarnación, misterio central de todos los misterios»116.

Celebrar la resurrección de Cristo equivale a resucitar en él:

«La oración nos hace ver lo que nos pide nuestro Señor y nos hace estar más apoyados en Él. Esta es la resurrección de nuestras almas en Cristo»117.

El domingo de Pascua de 1939 hace una descripción de la fiesta y de su significado:

«Es motivo de una grande alegría el misterio de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra mirada, en esa alegría, no debe apartarse de Jesús. Habéis visto en estos días ¡qué sabroso es estar con Jesús! Saborear su vida, saborearlo a Él en sus misterios»118.

115HASAP 2, pp. 239-240.116HASAP 1, p.43.117HASAP 1, p.184.118HASAP 2, p.89.

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Entonces se armonizan perfectamente la oración con el trabajo:

«Vosotras debéis unir el contemplara Jesús por medio de esa unión íntima que debéis tener con Él, y trabajar haciendo el bien por Jesús. Debéis trabajar primero por Jesús, pero nunca dejaréis a Jesús por el trabajo, sino que siempre que puedan, observando su reglamento y por medio de sus horas de oración, irán allí con Jesús y estarán con Él y lo estudiarán… Siempre en Él, siempre todo por Él y todo con Él. Todo este día consideraréis los detalles de la Resurrección de Jesús y alegraos»119.

Entre sus escritos se encuentra un esquema de puntos de meditación sobre Jesús, que transcribimos literalmente:

«Puntos que se refieren a ‘Jesús’:

1.a) Jesús viene del Padre, nos lo dio el amadísimo Padre.

b)Yo vengo del Padre y Jesús viene del Padre para mí.

c) Jesús es Hijo del Padre, yo también debo ser hija para el Padre.

2.a) Jesús se hizo por obra del Espíritu Santo.

b)Yo debo hacerme Jesús y parecerme a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo, que trabaja en nuestras almas.

3.a) Jesús se hizo Jesús por medio de la Santísima Virgen.

b)Yo debo hacerme Jesús, es decir, hacerme santa en las manos de María.

c) Jesús, Hijo del Padre, dirigido del Espíritu Santo y también de la Santísima Virgen»120.

119HASAP 2, p.89.120HASAP 2, p.378.

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En otra plática durante los Ejercicios en Morelia (5 de enero 1949), nos da una amplia explicación sobre el Misterio de Cristo, especialmente vivido en la contemplación:

«Dios Padre nos dio a su Hijo para que por su Hijo fuéramos a Él… Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre es el fin, es con quien debemos estar unidos, a quien debemos constantemente tener presente, porque es Dios a la vez que Hombre; es el intercesor, el lazo de unión entre Dios y nosotros, la humanidad. Y al mismo tiempo es el modelo que debemos copiar y copiándolo, nos unirá a Él y viviremos de Dios. Jesús es el modelo y ya os he dicho que cuando digo que deberéis estar unidas a Dios, es lo mismo que deciros que debéis estar unidas a Jesús. Cuando digo que debéis amar a Dios, es deciros amen a Jesús, porque Jesús es Dios y con Él no nos apartamos del camino que lleva a Dios, porque Jesús es el camino para llegar a Dios»121.

No olvida los contenidos cristológicos de este misterio redentor. Jesús es perfecto Dios, perfecto hombre, Salvador. La consecuencia a que se llega es el enamoramiento de Cristo, saberse amados por Él y quererle amar:

«Porque si es Dios a la vez es Hombre, es nuestro hermano mayor; tiene un alma como la nuestra, con un corazón como el nuestro, un cuerpo como el nuestro, que sufre, se cansa, llora, derrama lágrimas y muere como nosotros. Por eso lo comprendemos mejor.

Debemos amar ardientemente a Jesús. Debemos amarlo y apasionarnos de su amor bajo pena de no estar en la verdad. Todas y cada una, con Dios. Todas y cada una con Jesús y en Jesús con Dios. Jesús es hermoso, atractivo, es nuestro hermano, es nuestro redentor. Jesús nos ha amado hasta el fin, hasta lo indecible, hasta la

121HASAP 4, p.140.

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Eucaristía, hasta el calvario, hasta la muerte. Nos sigue con la mirada de su alma y nos ama con su corazón de Dios y Hombre.

Nos ama como de su familia porque quiso hacerse uno de nosotros, tomó nuestra fragilidad, nuestra miseria, nuestra naturaleza para elevarnos a Dios, y, como dicen atrevidamente, el Hijo de Dios se humanizó para divinizarnos, para elevarnos a Dios.

Por tanto, debemos amarlo extraordinariamente. Jesús es la imagen perfecta del Padre, en cuanto es Dios. Refleja al Padre, a la divinidad y a la vez siendo Hombre está cerca de nosotros, por eso es atractivo y por eso debemos poner toda nuestra atención y amor en Jesús. La economía de Dios es ir a Dios por Jesús, así como hay que ir a Jesús por María Santísima»122.

Insiste en esta realidad íntima de Cristo, para dejarse sorprender y cautivar por Él:

«Imaginaos esa unión, ese abrazo íntimo, esa donación mutua del Verbo para con su humanidad y de esa humanidad y del alma de Jesús para con la divinidad… Podéis imaginaros a Jesús en los brazos de María, siendo adorado por los reyes de oriente; ese niño que no puede sostenerse, que camina cogido de su madre, en ese niño se realiza el cielo, está la felicidad completa; ese niño lleva en sí al cielo en toda su intensidad, porque lleva la persona santísima del Verbo. Si nos imaginamos a Jesús ya joven, de ciertos años, un Hombre maduro, toda la dignidad que se refleja en su mirada, en su porte, en sus ademanes; toda la dignidad que se refleja en su cuerpo por la divinidad que está en Él, todo el atractivo de la divinidad reflejándose en la humanidad de Jesús»123.

122HASAP 4, p.141.123HASAP 4, p.142.

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Meditando el evangelio desde dentro, como conviviendo con Jesús, se le siente cercano:

«En este sentido Dios está cerca de nosotros, lo podemos casi, casi tocar. Jesús el Verbo humanizado, diríamos que es más atractivo que Dios mismo, porque a Jesús lo comprendemos cuando se cansa, cuando llora, entonces lo comprendemos y por eso, en cierta forma, vemos a la divinidad que se encierra en la humanidad de Cristo. Hijas, allí está el camino, allí está el maestro, en Él está todo. Amad mucho al Verbo Encarnado, el esposo querido de vuestras almas, el hermano mayor que viene para llevarnos al cielo; el que prescindió, diríamos, de la gloria y vino a hacerse uno de nosotros pagando nuestros pecados y todas las penas del pecado, con Él debemos estar unidos… A Él amarlo, hijas, al Él verlo, a El buscarlo en todo y complacerlo ante todo y primero que todo. Y de esa manera estaremos con Dios, de esa manera iremos con Dios. Este es vuestro Jesús»124.

Precisamente la “Infancia Espiritual” o evangélica se aprende en este encuentro contemplativo con Cristo:

«Como veis, creo que podéis sacar la conclusión de que una de las actividades y ocupaciones de vuestra vida religiosa es volveros a Jesús, contemplarlo, estudiarlo, conocerlo. Dios se conoce a sí mismo y vosotras, según vuestro Espíritu Propio, debéis intentar conocer a Jesús para amarlo, para estar unidas con Él, para no apartarnos jamás de su lado… Jesús debe ser vuestro libro, el objeto de vuestros estudios, meditaciones, y consideraciones…Pero, vosotras, por vuestro Espíritu Propio, con ese espíritu de Infancia Espiritual y por su naturaleza misma debéis estar muy unidas a Jesús, amarlo y tratarlo en intimidad»125.

124HASAP 4, p.143.125HASAP 4, p.143.

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El “lenguaje” que usa el P. Moisés es el de los verdaderos “amigos” de Cristo, que le aman con “pasión”:

«Vale la pena Jesús, todo Él es atractivo, todo Él es divino, por tanto, debemos ir a Él, unirnos con Él y en Él ver cómo debemos ser nosotros… Vuestro espíritu lo realizó Jesús. Él fue el Hijo de su Padre, el primer pequeño entre los pequeños, fue y se portó como Hijo de Dios y nosotros somos hijos y pequeños hijos muy amados del Padre, como Él. ¡Qué complacido estaría yo si vosotras os apasionarais de Jesús! Porque casi sin quererlo y sin sentirlo tendríais el Espíritu Propio de vuestra congregación. Los que se aman tienden a imitarse y a comunicarse.

Todo lo que tiene Jesús os comunicara con Dios porque Él vive de Dios, como Hijo muy amado de Dios. El alma que se adhiere a Cristo es un alma que lleva la infancia espiritual. Hijas, debemos amar a Jesús, debemos conocerlo y, por tanto, estudiarlo para que lo amemos y nos unamos a Él. Es a Él a quien debemos copiar, allí está el camino, Él es el maestro, la vida, por eso debemos unirnos a Él, oírlo a Él e imitarlo. Igual a María Santísima que nos lleva a Él»126.

Como hemos visto, se repite continuamente la expresión “debemos amar”, añadiendo el término “pasión” y relacionándolo con la Infancia Espiritual. Todo ello se encuentra en la celebración y adoración eucarística:

«Hijas, debéis sacar como conclusión: esforzaros en ver a Jesús, en estudiar a Jesús, a ese Jesús que vive con nosotros en la Eucaristía, ese Jesús que está ahí para nosotros, ese Jesús que es todo para nosotros, todo para cada una de vosotras. Jesús no es como nosotros los humanos, que si amamos a uno no podemos amar a otro.

126HASAP 4, p.144.

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Él nos puede amar a todos, nos ama, nos sigue con su mirada, nos ve, se da, su corazón se abre para nosotros; su mirada se posa en nosotros. Vale la pena estar íntimamente unidos a Él y que, en las mil agitaciones de la vida, no nos apartemos de Él, que estemos siempre con Él. Después de las agitaciones, después de las penas, después de los grandes trabajos hay que volvernos a Él en la intimidad, en la soledad; donde Él está, está todo para nosotros y nosotros para Él. ¡Vale la pena! Lo demás no sirve. Lo único necesario en la vida es que vivamos de Dios, que nos enamoremos de Jesús y aprendamos en toda la vida ese libro abierto, Jesús, que nos enseña las cosas eternas y a vivir de ellas en todos sentidos»127.

Salir de sí o del propio egoísmo, sólo es posible centrándose en Cristo, dejándose cautivar o sorprender por Él:

«Jesús debe ser el centro de nuestra vida, el objeto de todo lo que tenemos y podemos… Recordemos ante todo, que Jesús es absolutamente necesario para nosotros. ‘El que no crea en mí, anda en tinieblas, el que no está conmigo, está contra mí’.

Según la economía de Dios, según la voluntad de Dios, según la naturaleza de las cosas, Jesús se impone a todo nuestro ser en el tiempo y en la eternidad. El dijo: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’….

127HASAP 4, pp.144-145

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Es el camino para irnos al cielo, hijas, la Luz para ver lo que hemos de hacer y lo que debemos evitar, es la Vida de nuestra alma y corazón; Él es la vida de la gracia y la –Fuente del amor…

Es la ‘margarita preciosa’ por la que debemos vender todo para comprarla, o sea, para ganar a Jesús y con Él lo tenemos todo. Al hacerse hombre, se hizo uno de nosotros, se hizo como nosotros para que pudiéramos verlo, tocarlo, comprenderlo, tenerlo muy cerca de nosotros y así orientarnos Él en nuestro camino… Entonces vemos que realmente es sangre de nuestra sangre y huesos de nuestros huesos; comprendemos más a Cristo, y entonces amamos mejor a Dios. Por todo eso debe ser Jesús el centro de nuestra vida y de todo nuestro cariño»128

La verdadera felicidad sólo se encuentra en Jesús, amado por encima de todo:

«¡Más felices son las almas que sienten esa plenitud de Jesús en sus lágrimas, en sus abandonos, en las preferencias, en sus alegrías en las obras aún las más pequeñas e insignificantes… San Francisco de Asís: ‘Mi Dios y mi todo’, nosotros podemos decir: ‘Mi Jesús y mi todo’…

¡Qué distinta sería nuestra vida si en cada detalle, en cada contrariedad, en cada revés de nuestra alma, nos dirigiéramos inmediatamente, ante todo a Jesús, que tendiéramos hacia Él nuestra mirada de amor, de fe, de confianza, de imploración»129.

128HASAP 4, pp.288-289.129HASAP 4, ibídem.

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La fisonomía espiritual y apostólica del P. Moisés tiene las mismas facciones del Jesús del Evangelio. Se ha dejado contagiar por Él, ha aceptado su proyecto de amor misericordioso, que asume los instrumentos más débiles para hacerlos objeto de su amor e instrumentos de su amor para los demás. Es un enamorado de Cristo que ya no sabe nada más que amarle y hacerle amar.

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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

II. SEGUIMIENTO E IMITACIÓN

1. De la relación personal, a la amistad y seguimiento:

El amor apasionado por Cristo, ha llevado al P. Moisés a una entrega total al Señor. De esta entrega él se hace “heraldo”, proclamando sin rebaja la llamada a la santidad y presentándola como posible.

Su relación personal con Cristo ya no puede reducirse a un paréntesis temporal, sino que tiene que convertirse en una amistad y seguimiento permanente.

Tanto la relación personal con Cristo como el seguimiento evangélico, tienden a transformar la persona llamada en “trasunto”, reflejo, imagen del Señor. Así se llega a ser “como Él”.130

2. Elección, vocación:

El seguimiento evangélico no es una conquista ni tampoco un proyecto propio prefabricado, sino que es una sorpresa que tiene origen en la elección inmerecida por parte del Señor y en la llamada consecuente o “vocación”.

La vocación cristiana en todos sus niveles (laicado, sacerdocio, vida consagrada) tiene su origen en el amor de 130Es interesante notar la insistencia continua del P. Moisés en esa “transformación” en “trasunto” de Jesús. Me parece encontrar un paralelo anticipado de las expresiones de Juan Pablo II sobre la vida consagrada: “visibilidad” de Jesús “virgen, pobre y obediente… en medio del mundo” (Vita consecrata, n.1); “memoria viviente del Verbo Encarnado” (ibídem, n.22).

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Dios. Él tiene un proyecto irrepetible para cada ser humano. Toda la vida discurre dentro de este proyecto de amor, preexistente en el corazón de Dios desde toda la eternidad. La propia vocación se descubre aprendiendo a leer en la creación y en la historia:

«Desde antes de nuestra existencia, después, y cuando vayamos acabando, todo en nuestra vida son obras del amor divino. Parece un disparate, sobre todo en ciertos hechos que Dios permite o manda, por ejemplo, una pobreza, una desgracia, una humillación, parece que no sería obra de amor. En la eternidad lo comprenderemos y veremos cómo nuestras pobrezas y desgracias han sido una prueba de amor para con nosotros. Todas las obras de Dios para con nosotros son obra de amor»131.

El cristiano al meditar en el Evangelio, se encuentra con la sorpresa de que la iniciativa de la vocación la ha tenido el Señor; es un don suyo. Esta sorpresa comunica la seguridad de saberse amados por Él:

«Es Él quien os ha elegido: No vosotros, sino Yo os he elegí, dice Jesús. Después de algún tiempo de vida religiosa palpamos y nos damos cuenta que no somos nosotros quienes lo elegimos, sino que es Él quien nos ha elegido para seguir una vocación espiritual»132.

La consecuencia de esta sorpresa consiste en dejarse hacer por el Señor, corresponder libre y responsablemente al llamado, ayudar a otros a saberse llamados y a responder con fidelidad y generosidad. Hay que estar dispuestos a hacerse “picadillo” por el Señor:

«Pedidle a Jesús la gracia de que os haga penetrar esta verdad: ‘No te elegí yo, Jesús, tú me elegiste a mí’. Decidle: ‘Quiero realizar mi vocación y ayudar a

131HASAP 2, p. 266.132HASAP 3, p.227.

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realizarla a las almas que has puesto en mis manos, aunque a mí me hagan picadillo’»133.

La repuesta generosa es de totalidad, como corresponde al verdadero amor. Ya nada ni nadie puede ocupar en el corazón el puesto de Jesús. El amor de Jesús es exigente y hace posible la respuesta:

«Conocemos una fórmula para expresar este ‘Ideal real’, es decir, para contestar a esta pregunta: ¿Cómo me quiere Jesús? Con unas dos o tres palabras podemos contestar: Hijas, Jesús os quiere a cada una toda, perfectamente, no a medias. Jesús os quiere toda a cada una, no en parte, quiere que seáis de su propiedad, que no haya nada que no le pertenezca, nada que no sea de Él. En otras palabras: Jesús os quiere como vuestro único dueño, que no tengáis otro dueño más que Él, que no haya varios dueños de vuestro ser»134.

El P. Moisés tenía un sentido muy práctico. No sólo señala ideales, sino que concreta la entrega en “cada partícula” del propio afecto. Las preferencias (el “gusto”) son las de Jesús:

«Jesús os quiere toda a cada una… que no haya nunca ni un movimiento de vuestra voluntad, ni una luz en vuestra inteligencia, ni una partícula de vuestro afecto, de vuestro corazón, ni un querer de vuestra alma, que no sea de Dios… ¿Cómo quiere Jesús a una Hija Eucarística de la Caridad de María Inmaculada? Respuesta: Jesús os quiere a cada una: toda, es decir, por entero»135.

Hay que partir de la propia realidad. Los deseos de entrega pueden ser sinceros, pero, más o menos voluntariamente se adopta una actitud de ser “a medias”. Las expresiones del P.

133HASAP 3, pp. 254-255.134HASAP 1, pp.346-347.135HASAP 1, p. 347.

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Moisés son muy tajantes, pero invita siempre a pedir perdón y a prometer un esfuerzo constante por ser “toda” del Señor:

«También podéis decir a Jesús. Ser toda tuya quiere decir que los actos de mi inteligencia no sean más que tuyos, aunque tenga mucha experiencia y haya hecho profundos estudios, todo eso es nada… Quizá habéis sido a medias de Jesús… Pedidle perdón, prometedle que vais a trabajar en ser cada una toda de Él, que ni uno solo de los actos de vuestro ser deje de ser de Jesús y para Jesús… Mil veces os prefiero muertas, antes que dejéis de ser todas de Jesús… antes que tengáis algo ajeno a Jesús»136.

En sus apuntes personales, sobre los que él pide reserva, anota su propia decisión de una entrega total:

«Debe estar libre enteramente mi corazón de criaturas, sólo para Jesús… más atento, más fiel, es propio de los pequeños hijos de Dios»137.

Sobre sus “apuntes personales” dice: «Aquí, en esta libreta, está mi alma y todo esto quisiera derramarlo en sus almitas. Esto, claro que no se enseña a nadie. Aquí está todo lo que Dios me ha enseñado y esto es lo que yo quisiera dejarles. Todo mi camino, todo el espíritu que he querido darles, aquí está» (HASAP 1, pp. 377-378).

El seguimiento comporta participar en la misma filiación divina de Jesús. Se nos hace “nuestro Hermano”, con quien hay que contar para todo. Él asume nuestros problemas como propios.

«Jesús, fue el Hijo predilecto, el Hijo muy amado de Dios y nosotros también debemos ser hijos amados de Dios… Hijas, no olvidemos esto: Estar siempre con Jesús, en las penas, en las alegrías, en los olvidos… Él es nuestro Hermano, y nuestro Padre… No apartemos la mirada de

136HASAP 1, pp. 306-307.137HASAP 1, p. 378.

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Él, para esforzarnos en ser como Él, quitar todo lo demás, porque todo pasa… Debemos sólo parecernos a Jesús, unidos íntimamente a Él, esto es lo que no pasa … nos portemos como verdaderos discípulos de Jesús y, por tanto, como verdaderos hijos de Dios»138.

Toda la formación tiene que tender a esa relación personal con Cristo, que se concreta en el seguimiento y amistad profunda. La formación integral (humana y espiritual) no sería auténtica sin esta experiencia de seguimiento de Cristo:

«Enseñarles las superioras a las súbditas y enseñarse uno mismo a unirse a Jesús, a estar en Jesús, a buscar sólo a Jesús, a atender sólo a Jesús. Cada una debe grabarse perfectamente en su alma y en su corazón: Voy a enseñarme a unirme constantemente a Jesús, a buscar sólo a Jesús y a atender sólo a Jesús, por medio de jaculatorias o aspiraciones o como quieran hacerlo»139.

Esta unión se concreta en la actitud permanente de decir que sí: «‘SIEMPRE FIELES A JESÚS, SIEMPRE DECIRLE QUE SÍ…’ en todo lo que hacemos, en donde quiera que nos encontremos» (HASAP 2, p.124).

Precisamente por tratarse de una relación y amistad permanente, se origina un diálogo de preguntas y respuestas, con palabras o sin ellas, a veces con la simple mirada. Es una relación de estar atentos a las preferencias del Señor. No se puede anteponer nada al amor de Cristo:

«Cada una debería preguntarle a Jesús: «Señor, ¿qué quieres de mí?»Imaginaos a Jesús que os pregunta a cada una de vosotras: «Hija, ¿qué quieres? » Y vosotras le debéis contestar: «Y tú, Señor, ¿qué quieres de mí? Lo

138HASAP 2, pp.77-78.139HASAP 2, pp.122-123.

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que tú quieras, eso quiero yo también»… Un alma que no olvida esta verdad, un alma que se consagra a Dios, un alma a quien Jesús le ha dicho: Si quieres ser perfecta, deja a tu padre y a tu madre, tus hermanos y todo, y ven y sígueme»140.

La metodología pedagógica que seguía el P. Moisés era muy sencilla y eficaz: «Pensad un poco estas ideas. Dejadlas que penetren en vuestro corazón. Decidle a Jesús: ‘Señor, que yo vea y que me dé cuenta, que me convenza yo de que quieres que realmente sea toda tuya en esta congregación’» (HASAP 2, p. 177).

Las figuras evangélicas que usa el Señor en su enseñanza tocan el corazón. Sentirse pequeño y limitado, ya no es fuente de angustia, sino de confianza en Jesús Buen Pastor:

«Hijas, todos, ciertamente, estamos bajo el cuidado de Jesús y a todos nos ama ardientemente y nos cuida más que una madre a sus hijos… Y así seréis realmente, en espíritu y en verdad, las pequeñas ovejitas de Jesús y parece que Él os dice: No temáis, pequeño rebañito, porque mi Padre Celestial se ha complacido en daros a vosotras la paz, la tranquilidad»141.

140HASAP 2, pp.160-161, comenta Mt 19, 21.141HASAP 2, p. 240; comenta Lc 12, 32, segundo domingo después de Pascua.

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Éste es el gran deseo del P. Moisés, también en su ausencia misionera: «Si vuelvo de la Baja California, cuando me encontréis por el camino, lo primero que buscaré en vosotras es ver si Jesús está contento, lo demás no me interesa; por lo tanto, un alma que busca tener contento a Dios y siempre está pendiente de Dios, esa alma sí es mi hija… Con qué gusto daría mi vida cuando viera que Jesús se complace en todas, lo demás, repito, no me interesa; mientras eso no sea, podéis estar seguras de que no me habéis comprendido de verdad el espíritu… A esta práctica debéis añadir esa intimidad de niñas, es decir, de ‘hijas pequeñas de Jesús’» (HASAP 3, p. 128).

En este seguimiento se concreta el “buscar a Dios”. La profesión perpetua no tiene otro sentido que el de un seguimiento esponsal de totalidad que incluye la dedicación a salvar almas:

«Darse a Dios es imitar a Jesús. Todo mortal que no se parezca a Jesús se condena y toda alma que se consagra a Dios debe llevar el sello de Jesús. Por los votos abrazamos el estado de perfección, nos consagramos a Dios y no hacemos otra cosa que imitar a Jesús. Jesús fue pobre, castísimo y obediente hasta la muerte de cruz. Vosotras y yo, que también soy religioso, vamos en el seguimiento de Jesús, pero Jesús con las almas, sin ellas es incompleto. No podemos comprender a Jesús sin los seres humanos, Cristo es la cabeza y nosotros sus miembros»142.

La perfección cristiana no es abstracta, sino que se concreta en renuncia por amor. Seguimiento y vivencia, tendiendo a una plenitud que sólo es posible en el más allá:

«Ese seguimiento de Jesús implica el renunciamiento, en cuya palabra se encierra toda la perfección cristiana y la vivencia de vuestro espíritu en su mayor perfección; en

142HASAP 3, p. 207.

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esa inmolación está la unión con Dios, en esa renuncia está la posesión de Dios, relativa en este mundo y que será plena en el cielo»143.

Por tratarse de seguir al “Verbo Encarnado”, se capta y vive su cercanía, a modo de esposo y “Hermano mayor”, que “toma parte en nuestra vida”. Sólo Jesús ama así:

«¿Quién es Jesús? Jesús, Hijo de Dios hecho Hombre para salvarnos, para vivir en intimidad con los hombres, para ser nuestro hermano mayor, nuestro guía, conviviendo con nosotros; tomar parte de nuestra vida, en nuestras penas y alegrías, comprendiéndonos como nadie. El palpó la flaqueza humana, supo de nuestras tentaciones, dolores, debilidades; por eso nos tiene compasión, nos busca y nos espera sin cansarse nunca, ¡Sólo Jesús!»144

El P. Moisés aplica a las MCMI la afirmación de Concepción Cabrera de Armida: «Hijas, sed, como decía la señora Armida que debíamos de ser los Misioneros del Espíritu Santo: ‘Una turba de chiquillos que sigan al Verbo Encarnado’» (HASAP 3, p.236).

3. Ser trasunto de Jesús, imitando sus virtudes:

La expresión “ser trasunto de Jesús” aparece continuamente en los escritos del P. Moisés. Indica diversos aspectos: imitación de su pequeñez y de su amor, ser expresión suya en los servicios de caridad, vivir en sintonía con sus amores, “recogimiento” para centrarse en él, etc. Es, pues, una imitación que compromete a toda la persona:

«También debemos estar siempre fijos en Jesús, nuestro modelo, nuestra vida, nuestro hermano, nuestro todo. Él

143HASAP 3, p.228.144HASAP 1, p. 303.

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fue el primer pequeño, el primer Hijo de Dios y Él, mejor que nadie, nos enseñará el camino»).145

Los santos relacionan el pequeño “todo” que dejamos (nuestra “nada”), con el verdadero “Todo” que es Dios. Como los primeros cristianos, «encontraban su alegría en seguir las enseñanzas de los apóstoles, no poseyendo nada, en este mundo y teniéndolo todo en Cristo» (S. León Magno, Sermón 95). «Demos todo, que es chico todo, por el gran todo, que es Dios» (S. Juan de Ávila. Carta 64).

Precisamente a esta imitación y entrega a Cristo la califica de “recogimiento”, en el sentido de orientar toda la vida hacia él, imitando su entrega de Buen Pastor. Ya el modo de pensar, de sentir, de amar y de obrar, no es más que el “reflejo” del modo de vivir de Jesús. “Ser como un retrato de Jesús”, “ser un trasunto de Jesús”.

«Una de las fórmulas con que os he dicho que se puede resumir vuestro ideal es: ‘Imágenes vivas de Jesús’, principalmente ser almas de Dios, como Él. Jesús fue recogido, por eso os recomiendo el recogimiento. Él fue manso y humilde de corazón»146.

Esta imitación y “recogimiento” de tener la vida centrada en Jesús es una participación en su misma vida divina o vida de gracia:

«El principio y fundamento de nuestra vida interior es no apartarnos de esta verdad, de que somos para Dios y no apartarnos de nuestra vocación, de nuestro ideal sublime e inmediato, que es ser Jesús; de nuestro fin mediato e inmediato que no es solamente ser Jesús, sino vivir, por participación, de la plenitud de la vida de Dios»147.

145HASAP 1, p. 302.146HASAP 2, p.198.147HASAP 1, p.17.

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Imitar a Jesús, a partir de la vida de sintonía con él, se concreta en todas y cada una de las virtudes, especialmente en la caridad y humildad, que son el constitutivo de su vida sencilla plenamente humana:

«Jesús es el modelo que debemos imitar y, por tanto, estudiar… Nuestras prácticas son las mismas de Jesús, el espíritu que quiero que tengáis es el mismo espíritu de Jesús… Sencillamente, ¿quién es Jesús? Jesús fue Dios y Hombre. ¿Cuál es su esencia y el principio de todos sus encantos, de su santidad y perfección? Dios, Él con Dios y Dios con Él… ¿Cómo os imagináis a nuestro Señor durante su vida? Sencillo, sobre todo humano. Si los santos no son ridículos sino humanos, así nuestro Señor; no hay ningún santo tan humano como Él, (excepto el pecado que no tuvo)… En esa palabra, Jesús se reveló sencillo, humano… Todo el Ser de Jesús estaba informado por la divinidad y, sin embargo, en esa sencillez humana nada de extraordinario»148.

El “Mandato del amor”, precisamente por ser expresión del amor de Jesús, es máxima humildad y servicio de quien es, al mismo tiempo, el Verbo Encarnado. En este misterio de la Encarnación sólo se entra con humildad y amor.

«El Mandato es una ceremonia misteriosa y llena de enseñanzas. Está llena de misterio… Es una ceremonia que, por lo exterior, nos llena de confusión y casi nos escandaliza, aunque es más humillante la Encarnación del Divino Verbo, que es todo un Dios vestirse de nuestra naturaleza. Es más humillante que el Verbo se haya humanado, pues para ello tuvo que bajar, pero nos impresiona más Jesús humillado, lavando los pies a sus apóstoles… Es lo que hizo en el Misterio de la Encarnación: tomó nuestra naturaleza humana tan pobre,

148HASAP 4, pp.145-147.

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tan miserable, tan enferma, se hizo Hombre… Todo esto es que Jesús está postrado a nuestros pies»149.

Nuestra pequeñez no es un obstáculo, sino una oportunidad de aprender humildad, confianza y entrega. El Señor sólo nos pide todo nuestro poquito, para dársenos él por entero como Redentor:

«Con sencillez, no con apreturas, sigamos los pasos de Jesús, démosle gracias. Él es el Redentor del mundo y juntamente con la consideración de su dolor y las penas que sufrió por nosotros, debemos tener una profunda e íntima humildad… Consideremos también que nosotros, en nuestra pequeñez, podemos darnos a Él. No temamos darle lo poquito que nos pide, las pequeñas abnegaciones que nos pide, ¿por qué no dárselas? ¡si es tan poquito!»150

Es todo un proceso de transformación, a partir de nuestra realidad y fundamentados en su amor. El conjunto de virtudes de Jesús es inseparable; se le quiere imitar en todo porque se le quiere amar del todo. Sólo así se llega a conocerle de verdad:

«El ideal inmediato es copiar a Jesús, transformarnos en Él, ser copias perfectas en cuanto nos lo permita nuestra naturaleza miserable. No se trata de copiarlo en su pobreza, en su pureza, en su humildad o en su sacrificio, hay que imitarlo en todo, absolutamente en todo… Estudiar a Cristo, copiar a Cristo y transformarnos en Cristo, ese es el medio para realizar los planes de Dios, ese es el ideal inmediato de nuestras aspiraciones, felizmente realizables. Bien pocas son las almas que conocen a Jesús y por eso no lo imitan, no lo aman, por eso lo dejan, por eso son almas indiferentes para con él. Para enamorarnos de Jesús, para que sea nuestro punto de

149HASAP 3, pp.153-155.150HASAP 3, p.158.

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atracción, necesitamos conocerlo; solamente lo conocemos en su parte exterior, meditando su vida, su nacimiento, su pasión, eso solamente no es Jesús. Es preciso estudiarlo en su interior para ‘conocerlo’ y eso vamos a hacer. Vamos a estudiar un tanto en su interior a Cristo, a Jesús, al Verbo Encarnado, Dios y Hombre verdadero: vamos a ver cuál fue su ‘vocación’, pero antes de ver la vocación de Jesús veremos qué es la vocación»151.

Al conocer a Jesús, uno aprende a conocerse mejor. Conocerle de verdad es encontrarle, imitarle y vivir centrados en él. Es todo un programa de vida:

«Pedirle a Dios la luz para que se conozca a sí misma y lo conozca a él. Dijo Jesús: Aprended de mí que soy pequeño a los ojos de Dios (Mt 11,26)… Muy recogidas en Dios, amadas hijas, vamos a seguir contemplando a Jesús que es nuestro ideal y un medio para realizar los ideales de Dios sobre nosotros. Vamos a contemplarlo y a verlo; a considerarlo y a conocerlo más e imitarlo para transformarnos más y más en Él, para que Dios realice sus planes en nosotros, ya que Él es el único en el que se encuentran las complacencias de Dios»152.

Es un camino de “consagración”, a modo de unción del Espíritu Santo, para pertenecer solamente a él. Y es él quien quita los obstáculos y nos comunica sus amores al Padre y a las almas. Hay que aprender a “dejarse llevar” por él, ofreciéndole nuestra colaboración en este proceso de imitación de su misma vida y virtudes:

«La santidad exige la consagración de nosotros mismos…Todo esto lo encontramos en Jesús, Él fue el ungido el día preciso de su Encarnación, se dedicó para dar gloria a

151HASAP 1, pp. 33-34.152HASAP 1, pp. 37-39.

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Dios; todo Jesús es para su Padre celestial y lo agradaba porque así daba culto perfecto a la divinidad. Lo que fue Jesús debemos ser nosotros, santos, porque es nuestro Ideal, nuestro Modelo, nuestro Camino… Vamos a seguir contemplando a Jesús, para conocerlo más, para amarlo más y para imitarlo más, o mejor»153.

Imitar a Jesús es entrar en sus vivencias, especialmente en su amor y obediencia al Padre:

«Jesús hacía lo que le agradaba a su Padre (Jn: 8,29) porque lo amaba, porque lo conocía íntimamente. Jesús, sujeto a la ley de los hombres, amaba a Dios y amaba al prójimo. Nos amaba porque conocía que éramos hermanos suyos, hijos de Dios. Dice el Evangelio: Amó a los suyos y los amó hasta el fin, ¿por qué? porque nos conocía»154. «¿Cómo vamos a imitarlo? Sencillamente, trabajando en nuestra vida interior. ¿Cómo nos parecemos a Él? Uniéndonos a Jesús muy íntimamente»155.

La imitación de Jesús es fuente de gozo. En medio de sus sufrimientos, siempre tuvo la paz en el corazón. Con él se aprende el verdadero gozo de sufrir amando:

«Jesús estuvo lleno de luz, de alegría, de amor y de dolor. Ese es vuestro Modelo, vuestro ideal, vuestra vocación íntima. Contempladlo, consideradlo y sobre todo tenedlo presente en sus dolores íntimos. Con profundísima humildad le diréis: Mira, Señor, aunque sea muy mala y esté muy lejos de ti, pero, si te agrada, quiero compartir tus sufrimientos… Ya veis, amadas hijas, qué hermoso es vuestro ideal, qué hermosa es vuestra vocación; las almas amantes de Jesús gozan sufriendo y un alma de la Cruz debe llegar hasta allí… Jesús hace la mayor parte y, no

153HASAP 1, pp. 42-43.154HASAP 1, p. 45.155HASAP 1, p. 47.

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sólo nos pide que nos dejemos llevar, Él nos quita lo que nos sobra y nos pone lo que nos falta, nos purifica; por Él llegaremos a esas alturas llenas de amor a Dios, de luz, y de amor a nuestro prójimo… La imitación de Jesús no es complicada, por eso yo me convenzo que la santidad, la perfección es muy sencilla y algunas almas no dan con esa santidad porque se complican demasiado dándole importancia a las actividades, muy secundarias»156.

Esta transformación en “trasunto” de Jesús es, pues, todo un proceso de perfección indispensable para la entrega a la misión en el campo de la caridad. Quienes son objeto de nuestra caridad, tienen derecho de ver en nosotros el trasunto de Jesús. La explicación detallada del P. Moisés es muy rica en contenidos y conviene leerla en su integridad. Nos ceñimos sólo a algunos trazos indispensables. La explicación se va repitiendo, ampliando y concretando, dejando la sensación de paz, al saberse amados por Jesús y potenciados por Él para ser como Él:

«Un trasunto de Jesús, mi modelo, o de María; ser Jesús siempre: en mis modales, en mi caridad, en la mortificación, en todo»157. «Que cuando vengan las personas de fuera a hablar con la hermana fulana, no la encuentren a ella, que encuentren a Jesús»158. «Ser como un retrato de Jesús… ser almas de Dios, como Jesús»159. «Una revolución espiritual, pero en el silencio, en la oscuridad. Así fue Jesús. Jesús fue la levadura que vino a fermentar la masa de la humanidad»160«Cada una debe ser: buena, caritativa, bondadosa, que donde quiera que vaya deje algo de bondad»161. «Todo cristiano tiene esta obligación y las religiosas con más exigencia; debéis ser

156HASAP 1, pp.50-52.157HASAP 1, p. 294.158HASAP 2, p.132.159HASAP 2, p.182.160HASAP 2, p.185.161HASAP 2, p.356.

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una copia de Jesús…tuvo siempre Jesús su mirada en su Padre Celestial»162. «Estudiad a Jesús en lo íntimo de su alma y de su corazón, no superficialmente sino en el interior: su corazón, su alma, sus sentimientos»163. «El alma pequeña debe ser una imagen de Jesús en todos sentidos y en las relaciones con los demás debe ser una imagen viva de Jesús en cuanto a su bondad»164.

4. Camino de santidad y práctica de virtudes concretas:

El camino de la santidad es siempre un proceso hacia la perfección de la caridad, que es la fuente de todas las demás virtudes. El P. Moisés, a partir de la caridad, hace resaltar la humildad, la confianza, la obediencia, la pobreza, la castidad como desposorio con Cristo especialmente en la vida consagrada.

Todas las virtudes se concretan en “ser como Él”. Y se desea que todas las “casitas” de la Congregación «sean un jardincito donde Jesús se recree al olor de las virtudes»165.

«Necesitamos ser como Él, siempre niños por las virtudes, sintiéndonos como Jesús en los brazos del Padre Celestial. Y con esto haremos todo el bien que Dios quiere que hagamos»166.

La santidad equivale a una “consagración de nosotros mismos” para agradar al Padre. En la oración de Jesús por nuestra santidad «Padre, santifícalos en la verdad» (Jn 17,19), muestra que «es celoso y quiere el corazón todo entero»167.

En este itinerario hacia la santidad, no se necesitan grandes

162HASAP 3, p.103. 163HASAP 3, pp.187-188.164HASAP 4, p. 319.165HASAP 1, p. 248.166HASAP 4, p. 6. 167HASAP 1, p. 304.

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cualidades, sino sólo “buena voluntad”, para vaciarse de sí y llenarse de Dios. Por esto, ante el deseo profundo de Jesús sobre nuestra santidad, se invita a orar con estas palabras:

«Señor, yo creo que mi vocación es grande, santa, la más grande y la más dulce de todas, porque consiste en vaciarme de mí misma y llenarme de ti, que eres todo y por eso amo mi vocación. Señor, que yo la conozca, que yo me penetre bien»168.

Ser “toda de Dios” se concreta en aceptar el reto de preguntarle al Señor y aceptar su repuesta:

«Señor, ¿qué quieres de mí? Jesús os dice: ‘Quiero que seas toda mía… Quiero que no busques tus quereres, tus propias voluntades, tus propios pareceres. Búscame a mí primero, no te busques a ti misma, ni a tus reflexiones humanas, ante todo y primero que todo, búscame a mí. Eso quiero’. Así se llega a ser imagen viva de Jesús»169.

El proceso de santidad se mantiene vivo por medio de la oración:

«Hazme recogida, haz que no me vea a mí misma, que siempre te complazca, que no me complazca a mí»170. «Con esta oración se expresa el deseo sincero de ser totalmente de Dios. Jesús es exigente: ‘Quiero que seas toda mía, quiero que no tengas ningún punto en tu vida, ni un acto de tu inteligencia, ni un afecto de tu corazón que no sea mío’»171. «No basta con evitar el pecado, sino que ‘deben darle todo lo que les pida Jesús’»172.

En la descripción de ese proceso de santidad, el P. Moisés señala “dos partes” de “la generosidad”:«quitar todo lo que 168HASAP 2, p.166.169HASAP 2, pp. 174-175.170HASAP 2, p. 223.171HASAP 2, p.172.172HASAP 2, p. 279.

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entristezca a nuestro Señor y pensar qué es… lo que más le cuesta y que Jesús le pide y no se lo ha dado»173.

La vida de Jesús es el modelo supremo de santidad, como oblación total, de la que hizo partícipe a la Santísima Virgen. La palabra de Jesús en la cruz «Todo está consumado» (Jn 19,29) significa “todos los gustos de mi Padre están cumplidos”. Y “ahí estaba la Madre de Jesús, inmolándose también con Él por nosotros”174.

La dificultad de esta “lucha” se supera con la confianza en Jesús:

«Debe ir con nuestro Señor y decirle: ‘Si Tú no lo haces, yo no voy a hacer nada’… y, bajo la mirada de Jesús, ver qué es lo que debe hacer; tomar la resolución debida»175.

Jesús pidió al Padre por nuestra santidad «Señor, santifícalos en la verdad», (Jn 17,17). El significado es: santifícalos en Mí, que sean una sola cosa conmigo (cfr Jn 17,21), es decir, que nos parezcamos a Él, que estemos unidos a Él que es la Verdad176.

El contexto de la última cena es muy aleccionador para afrontar el camino de la santidad. Si Jesús dijo sin mí, nada podéis hacer (Jn 15,5), ello significa que con él sí que podemos. El éxito depende de que:

«Seamos pequeños, es decir, que estemos convencidos de nuestra nada. Más no hay que quedarnos ahí, sino confiar en Él y hacer lo que hemos de hacer apoyados en Él, no en nosotros, sino únicamente en Él»177.

173HASAP 3, p.20.174Cfr HASAP 3, p.115.175HASAP 3, p.144.176HASAP 4, pp.14-15.177HASAP 4, p. 42.

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5. Santidad, hacer la voluntad del Padre como Jesús:

Hay que adentrarse en los sentimientos o amores de Jesús respecto a la voluntad del Padre. En sintonía con él:

«¿Queréis llenaros de Dios y realizar vuestro ideal como hijas de la caridad? Vivid unidas con Jesús… para ser santas, para ser de Jesús, hay que pegarse a Él… buscar siempre el agrado del Padre Celestial (Jn 8,29)… Haced lo que Él hizo. ¿Qué hizo? La complacencia de Dios, el agrado del Padre…,el agrado de Dios y nada más»178.

El lema de Jesús debe ser el nuestro, que, gracias a él, se hace posible a pesar de la propia miseria:

«YO SIEMPRE HAGO LAS COSAS QUE LE AGRADAN A MI PADRE, es decir, yo siempre hago su agrado, de manera perfecta lo hizo Jesús. Nosotros, hasta donde nuestra miseria lo permita debemos hacerlo»179.

Ayudados por Jesús, es posible avanzar en este camino:

«Vamos a trabajar…Enséñame a hacer tu voluntad (Sal 143, 10), enséñame a hacer la voluntad del Padre, enséñame a complacerlo como tú, Jesús, que lo complaciste hasta la muerte de Cruz»180.

Se van glosando algunas citas evangélicas: Jn 4,34: «mi comida es hacer la voluntad de mi Padre que me ha enviado»; (Jn 8,29: «hago siempre lo que agrada a mi Padre»; Jn 17,17: «santifícalos en la verdad»; Jn 19,29: «todo lo he cumplido”»; etc. Vivir en sintonía con los amores de Cristo, sólo es posible si nos unimos a él. Más adelante comenta Mt 5,48: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial».

178HASAP 4, pp.45-46.179HASAP 4, p. 46.180HASAP 4, p. 52.

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Fuera de Jesús, que “es la Verdad”, no hay santidad, no hay perfección181. En este punto, el P. Moisés alude, como tantas veces, al testimonio del P. Félix, quien repetía: “Dios… Dios… Dios…”. Porque el objetivo de la vida consagrada es «que todas vivan realmente de Dios y obren según Dios, no según su capricho ni conveniencia»182.

Por medio de esa unión con Jesús, nos adentramos en la vida trinitaria de Dios Amor. Entonces se aprende que Dios ama dándose Él.

«Dios se da a nosotros, se da como puede darse Dios, de tal manera Dios amó al mundo que le dio a su Hijo Unigénito (cfr Jn 4,9), y con Él se dio a sí mismo, porque donde está el Hijo tiene que estar el Padre, y donde está el Padre y el Hijo tiene que estar el Espíritu Santo. Dijo Jesús: “quien me ama a mí, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos nuestra mansión en él” (Jn14,23). De ahí se pasa a vivir la inhabitación de la Trinidad en nosotros: Se da Dios a nosotros como en un templo, en la casita de nuestra alma allí se esconde; se da por medio de Jesús, por medio del Verbo hecho Hombre. ¡Cuántas ‘donaciones’ de parte de Jesús! … De tal manera amó a los suyos…hasta Belén, hasta el Calvario… Todo nos ha dado, por el Espíritu Santo completa esa donación y constantemente se nos está dando»183.

Ante las palabras de Jesús, se cae por su peso la excusa de que no somos capaces:

181Cfr HASAP 4, p. 104.182HASAP 4, p.106. 183HASAP 4, p. 125.

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«Muchas veces pensamos que la santidad no es para nosotros, si nuestro Señor nos pone esta obligación, sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto (Mt 5,48), es voluntad de Dios que nos santifiquemos y por tanto debemos pensar que es posible»184.

Nuestra pequeñez se puede comparar a la “gotita de agua que se pone a diario en el cáliz en la Misa”. Esa gotita, como nuestros esfuerzos «en sí son poca cosa, pero todo se transforma como si lo hiciera nuestro Señor porque por nuestra unión con Cristo por medio de la gracia, formamos un solo todo. Y todo lo que hace cualquiera de los miembros de su Cuerpo Místico, adquiere la personalidad de la Cabeza, que es Cristo, y por esa unión tan estrecha es posible la santificación»185.

Hay que continuar, a pesar de “las pasiones”, para domar el “burrito”. Jesús “nos ilumina” y fortalece. La confianza plena en Jesús, todo lo consigue. «Espero firmemente ser buena en medio de la vida y en tantos peligros, porque tú eres mi vida»186.

6. Imitar a Cristo, Sacerdote y Víctima:

Imitar a Jesús, manso y humilde de corazón (Mt 11,29), equivale a participar en su realidad de “Sacerdote y víctima”. Para llegar a esta transformación en Cristo, hay que entrar en su intimidad, estudiarlo, contemplarlo. Para llegar a ser «almas sacerdotes y sacerdotales»187, hay que unirse a Jesús Eucaristía. «Nuestro ideal es ser como Jesús: Sacerdote y Víctima»188. «Éste es nuestro destino, nuestra obligación»189.

184HASAP 4, p. 240.185HASAP 4, pp.240-241.186HASAP 4, p. 292.187HASAP 2, p. 211.188HASAP 1, p. 26. 189HASAP 1, p. 30.

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«Ser como Cristo, Sacerdote y Víctima, ese es nuestro ideal, por eso estamos en el mundo»190.

Ésta es la “vocación particular”, hasta hacerse «sacerdotes y víctimas como lo fue Jesús, en cuanto nos lo permita nuestra humana naturaleza»191. La actitud oblativa de Jesús es de total “donación” o “abandono” en manos del Padre (cfr. Lc 23,46; Jn 4,34; 8,29). «Ésa fue la única actividad de Jesús… el abandono total a la voluntad de Dios… allí tenéis la simplicidad de la vida de Jesús»192.

Esta realidad salvífica de Jesús, la describe el P. Moisés con todo detalle, como punto de referencia de la propia santidad. El Señor se nos hace “nuestro cirineo”:

«Jesús fue Sacerdote y Víctima, que era lo que debía darle gloria a su Padre celestial, esa fue la voluntad de Dios, esa fue la vocación de Jesús. Jesús fue durante toda su vida un alma abandonada a la voluntad de Dios… De aquí se deduce el por qué predicamos el sacrificio y la cruz; si no nos abrazamos de la cruz, no seguiremos a Cristo; nosotros los Cristianos tenemos que seguir este camino, pues de lo contrario lo erraríamos… Nosotros solos no vamos a hacer el sacrificio, lo va a hacer Jesús, que es nuestro Divino cirineo»193.

Estamos llamados a «ser de Jesús como Sacerdote y Víctima por la unión con Dios, la pureza y el dolor»; «su obrar de Jesús como Sacerdote y Víctima se redujo a la oblación constante de sí mismo a la voluntad de Dios». Ésa es «su consagración a Dios y por su constante oblación de sí mismo a la voluntad de Dios. Este fue Jesús, esto debemos ser nosotros»194. 190HASAP 1, p.32.191HASAP 1, p. 15.192HASAP 1, pp.53-54.193HASAP 1, p. 54. 194HASAP 1, p. 55.

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Para llegar a esta sintonía e imitación de los amores de Jesús, es necesario:

«No apartar la mirada de nuestro Señor». Hay que «sorprender los interiores de Jesús en lo más profundo de su alma, en lo más misterioso de su ser y encontraremos al Hijo más perfecto, al Hijo divino de Dios y en su interior sorprenderemos la complacencia eterna de Dios para con Él… Lo sorprenderíamos siempre buscando a su Padre en todas sus actividades»195.

El “abandono” tiene este sentido de confianza plena y donación total. El mismo P. Moisés explica cómo él recibió esta gracia y cómo correspondió a ella.196

Como Jesús y con él, se intenta vivir siempre siguiendo la voluntad del Padre, su designio de amor. Así se llega a vivir la alegría de dejar nuestro “yo”, para dar lugar a Dios y pasar haciendo el bien.

«Jesús fue Sacerdote y Víctima. Sacerdote porque ofreció su sacrificio al Padre Eterno y Víctima porque se ofreció a sí mismo. Tu almita debe seguir a Jesús y como Él… Tú misma eres sacerdote y víctima… Con Jesús y por Jesús debes inmolarte, ofreciendo todo su ser»197.

Por esto, estamos llamados ser:

«Almas sacerdotes y sacerdotales… ser un trasunto de Jesús, un vivo trasunto de Jesús y Él fue Sacerdote y Víctima… vuestra vocación es esencialmente sacerdotal. Y esto, digo, aunque no lo queráis, porque por el bautismo, por la naturaleza sobrenatural del bautismo, sois como Jesús, almas sacerdotales, es decir, sacerdotes y víctimas»198.

195HASAP 1, p. 84.196Describe su voto de “abandono” en HASAP 3, p. 10.197HASAP 1, p. 374. 198HASAP 2, p. 211.

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La vida cristiana se hace oblación unida a la de Cristo:

«Jesús fue el primer Sacerdote… para ofrecer su propio sacrificio… Vosotras debéis ser almas-sacerdotes… ese sacrificio de vosotras mismas vale tanto cuanto estéis unidas a Jesús, porque Él es la Víctima Inmaculada y Única»199.

7. Su método particular de santificación: “recogimiento”, centrarse en Cristo

Jesús como centro de la vida, es la clave de todo. El recogimiento y la vida interior se reducen a esta centralidad (cfr. Ef 1,10). «Nuestro ideal es muy sencillo, ser Jesús, nada más»200. «La definición de la vida interior es la vida de Jesús en nosotros»201. A Jesús se le vive desde su corazón. «No venimos a buscar lo que nos gusta sino el gusto de Jesús»202. Esa es “la cristalización”, “la quinta esencia” del espíritu de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada”203.

«Como otras veces os he dicho, vuestro espíritu se puede reducir a tres palabras, que quieren decir, sin embargo, todo un programa de perfección. Recogidas en vuestro interior, para amar y complacer a nuestro Señor»204.

Como nota de humor, añade: «Eso de estar diciendo a cada paso: Jesús me ampare, Jesús me valga, Jesús me bendiga y Jesús para arriba y Jesús para abajo, esto, lo hace un buen perico. ¿De qué sirve eso si no tenéis vida de recogimiento?». Luego hace referencia al testimonio del P. Félix, quien, a pesar de su temperamento, «era la bondad misma, siempre amable ¿por qué? Por que vivió

199HASAP 2, p. 218.200HASAP 1, p. 64.201HASAP 1, p. 81.202HASAP 4, p. 61.203Cfr. HASAP 4, p. 50.204HASAP 2, p. 281.

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verdaderamente vida de Dios» (HASAP 4, p. 158). El mismo P. Moisés dio al P. Félix este consejo que fue muy bien aceptado: «recogido con nuestro Señor» (HASAP 4, p. 296).

El P. Moisés está convencido de que el método del recogimiento «es un modo especial, distinto de otros métodos de perfección y por tanto esta práctica es lo esencial para vuestra formación y perfección»205.

Se remite a Mons. Martínez, quien decía: «El padre Moisés tiene su ascética fundada en el recogimiento, muy buena, sólida» (HASAP 4, p. 295).

8. Vida de gracia, vivir en Cristo:

La vida cristiana es participación de la misma vida de Cristo. Es, pues, vida divina. La caridad consiste en vivir en Cristo. Es una vida que va creciendo.

«Si llegáramos a lograr que Jesús viviera en nosotros y nosotros en Él, que Dios dijera: Esta es mi hija muy amada y en ella tengo todas mis complacencias (Mt: 3,17)»206. «Si consideramos a Dios todo Amor es más encantador para nosotros. Dios se humanizó para divinizar al hombre por medio de la gracia santificante»207.

«La definición de la vida interior es la vida de Jesús en nosotros… la vida cristiana es una participación de la vida divina, en virtud de los méritos de Jesús y que nosotros debemos cultivar contra las tendencias opuestas. Es una participación de la vida divina que tenemos por el Espíritu Santo y por los méritos de Jesús» (HASAP 1, p.81).

205HASAP 4, p. 293. 206HASAP 1, p. 39.207HASAP 1, p. 18.

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De este modo «reflejamos a Jesús en nuestras almas», porque «la gracia santificante, nos hace sencillamente parecidos a Jesús»208. El P. Moisés distingue entre “gracia increada”, que “se contempla en la Encarnación del Verbo”, y la gracia creada, o sea, nuestra participación en la vida divina209. Efectivamente, «Jesús vino a hacernos hermanos suyos, coherederos con Él; vino a hacernos hijos de Dios en espíritu y en verdad»210. Participamos, pues, de la naturaleza divina211.

Adornados por la gracia santificante y creyendo en el misterio de la Encarnación del Verbo, entramos en el misterio de la Santísima Trinidad:

«La fe nos dice que el Misterio de la Encarnación es el misterio del Hijo de Dios hecho hombre por obra del Espíritu Santo y entonces, aquí tenemos un Padre y un Hijo y un Espíritu Santo»212.

9. Acción santificadora del Espíritu Santo:

La vida espiritual o vida de gracia es un proceso de fidelidad al Espíritu Santo, quien “es el alma de nuestra alma”. Bajo su influjo, llegamos a resucitar con Cristo y vivir en él.

La acción del Espíritu Santo es necesaria para llegar a ser trasunto de Jesús.

«Esto lo hace el Espíritu Santo… necesitáis vaciaros de vosotras mismas y entregaros totalmente a Jesús para que lo transparentéis en todas vuestras acciones»213. Se trata de «dejarnos modelar por el Espíritu Santo, con los cinceles de la oración, de los sacramentos, de la

208HASAP 1, p. 58.209Cfr HASAP 1, p. 311.210HASAP 4, p. 66.211Cfr HASAP 4, p. 257.212HASAP 3, p.320.213HASAP 1, p. 20.

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penitencia»214.El modelo es siempre Jesús. «El Espíritu Santo es el alma de nuestra alma… Es Él el que nos hace conocer y amar a Jesús y a María y nos transforma en Cristo»215

Esta acción del Espíritu Santo, que toma como a modelo a Jesús, se realiza en el seno de María:

«Siendo Jesús nuestro modelo y queriendo calcarlo para ser otro Jesús, como es nuestro ideal, debemos, como Él, entregarnos al Espíritu Santo, que fue quien lo formó en el seno purísimo de María y su director toda su vida y Jesús, dócil y obediente a ese Director Divino, realizó los planes de la redención, los planes de Dios»216.

La misma acción del Espíritu Santo, al modelarnos en Jesús, está «realizando también nuestra filiación mariana»217. La luz y acción del Espíritu Santo tienen lugar especialmente en el campo de «nuestra santificación»218.

10. Infancia Espiritual, la grande pequeñez de Teresa de Lisieux:

El estilo propio de esta santidad es el de la infancia espiritual, es decir, hacerse como niño según el evangelio. Es el tema de Santa Teresa de Lisieux, el espíritu de pequeñez imitando a Jesús. En los escritos del P. Moisés se explica ampliamente este tema:

«El espíritu propio de las Hermanas Eucarísticas de la Caridad y de María Inmaculada, es el de una verdadera pequeñez, o sea, el auténtico espíritu de Infancia Espiritual, tal como nos lo enseña Jesucristo nuestro

214HASAP 1, p. 80.215HASAP 1, p. 253.216HASAP 1, p. 304.217HASAP 1, p. 304.218HASAP 2, p. 104.

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Señor en su Evangelio, como nos lo recomienda la Santa Iglesia y como lo han practicado y enseñado los santos, como santa Teresita del Niño Jesús»219.

Un “alma pequeña” atrae el cariño del Señor, quien «la toma por su cuenta, le corta, le quita lo que le afea y hará que vuele en el camino de la perfección»220. Es el mismo camino de humildad que enseñó Jesús y “en él se santificó” Teresa de Lisieux221.

Es la “ciencia de las ciencias”, que consiste en «ser nada para que Él lo sea todo»222. Se llama también «espíritu del Evangelio»223. La grande ilusión del P. Moisés consistía en que las demás comunidades pasaran por delante de las MCMI, pero «que no nos ganen en tener muy contento a Jesús»224.

Como es lógico, en torno a la Navidad, se insistía en la pequeñez evangélica, «contemplando a Jesús Niño»225. El mismo P. Moisés, en sus “apuntes personales”, propone seguir este camino de “anonadamiento”, para centrarse totalmente en Jesús: «Jesús necesita almas pequeñas… que yo lo espere todo de Él. Ni una mirada para mí ni para las criaturas, sino sólo para Dios»226.

En este sentido se comprende cómo, en la Congregación de las MCMI, Santa Teresita es la «patrona principal»227. El P. Moisés invita a leer la autobiografía de Santa Teresita, donde se encuentra toda su enseñanza228.

219HASAP 1, pp. 198-199.220HASAP 1, p. 215.221Cfr. HASAP 1, p. 230222HASAP 1, p. 257.223HASAP 1, p. 279.224HASAP 1, p. 185.225HASAP 1, p. 287.226HASAP 1, pp. 381-382.227HASAP 1, p. 423.228Cfr. HASAP 1, p.425.

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Este camino evangélico de pequeñez no necesita grandes obras o talentos, sino «únicamente necesita nuestro amor»229. Al entrar en ese camino, donde parece que se esfuma todo, se descubre que Jesús es «el fiador de las almas pequeñitas»230

Por esto, las enseñanzas del P. Moisés giran en torno a «buscar a Jesús, en el silencio, en la alegría, en los pequeños sacrificios. Ganarle el corazón con caricias, es decir, con la confianza y la intimidad con Él»231.

El objetivo es “llenarse de Dios como Jesús”. Su dependencia respecto al Padre se concreta en docilidad, obediencia, confianza filial. Así se llega a «complacer a Dios como Jesús»232.

La experiencia de la propia “nada” o “miseria”, no tiene el sentido de una conquista intelectual o de una experiencia negativa, sino que es un “convencimiento” del corazón sobre el amor del “Buen Pastor”, porque él «es más bueno que una madre para sus hijos… Pastor bueno que alimenta vuestro corazón con ese pan de la verdad, del amor y de la gracia»233.

La pequeñez, como humildad y confianza filial, se encuentran en Jesús y en María, su Madre y nuestra Madre234. Se trata de “complacer al Padre”, “momento por momento”. Es «el camino de estar siempre confiados y abandonados en los brazos de Dios y, por tanto, siempre tranquilos… Imitemos a Jesús. Él no tiene un Jesús que imitar, pero nosotros sí lo tenemos a Él. Imitémosle: pequeño, buscando el agrado de su Padre Celestial, en esa atmósfera de silencio, de paz»235.

229HASAP 2, p. 93.230HASAP 2, p. 96.231HASAP 2, p.100.232HASAP 2, p.183.233HASAP 2, p. 240.234Cfr. HASAP 2, p. 376.235HASAP 3, p.147. El tema se expone ampliamente en las páginas siguientes, como vida de “ocultamiento”, especialmente en Nazaret (cfr. HASAP 3, pp.253-

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El P. Moisés, en sus conferencias, llega a detalles sencillos de la vida cotidiana, «sin rodeos ni cumplimientos, tanto con Jesús como con nuestros superiores. En resumen, que seamos como fue Él… que no haya ningún punto de nuestra vida que no sea de Él… Todo el anhelo de nuestra vida debe ser que Él esté contento de nosotros, nada más. Como él, buscar el agrado de mi Padre (Jn 8,29)»236.

11. Camino de sencillez y de Cruz:

Es fácil observar en los escritos del P. Moisés que sus afirmaciones son tajantes. No admite medias tintas. Exige sin rebajas, parece invitar a dejar la vida consagrada si no se sienten con fuerza, pero siempre deja abierta la puerta para la enmienda y corrección. Basta con empezar de nuevo.

Es lo que él mismo había aprendido del P. Félix, cuando le colaboraba en el noviciado: «Sea madre con ellos. Nada de impaciencias».

Urgencia y sencillez se hermanan a la luz del amor de Jesús:

«Nuestro ideal es muy sencillo, ser Jesús, nada más. Pero ese ser Jesús, nuestro Ideal, es ser todo Él. Debemos imitarlo en todo y sobresalir en todo lo que Él sobresalió; es sencillo decirse y elevadísimo hacerse»237.

A Jesús se le contempla y comprende, sufriendo con él y por su amor. El camino de Infancia Espiritual es de sacrificio, posible para quien se hace niño. El misterio de la cruz es un misterio de amor.

Como Santa Teresita, el P. Moisés pone la comparación del niño que quiere subir la escalera y no puede; entonces el Señor nos toma en sus brazos (cfr. HASAP 4, p.55). «Hijas, ¿queréis ser buenas? Tened la

255).236Cfr. HASAP 4, p.16. 237HASAP 1, p. 64.

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seguridad de que Dios os abrirá los brazos, pues Jesús lo quiere mucho más que vosotras, porque Jesús es bueno» (HASAP 1, p. 65).

Comenta el artículo 70 de las Constituciones sin hacer rebajas:

«Instantemente se le recomienda a la maestra que forme a las novicias en un perfecto y total recogimiento, les puse la palabra ‘instantemente’, es decir, quise subrayar que formen a las novicias en un perfecto y total recogimiento»238.

Al hablar de “oblación”, se traduce por “pequeña hostia”, como corresponde a un «alma pequeña, para inmolarse sin cesar para la gloria del Padre Celestial, con Jesús»239.

Jesús se ha humillado, abajándose en Belén y en la Cruz, para salvarnos. Su nombre es “Jesús”, Salvador. Cuando, recién nacido, se le impuso este nombre, ya derramó por nosotros las primeras gotas de sangre240.

El camino de la Cruz se recorre «en paz y tranquilos»241.La Cruz espanta cuando no se ve a Jesús en ella. «Si no lo véis a Él, si no lo buscáis, no lo poseeréis y viene la rebelión»242.

En el misterio de la Cruz del Apostolado encontramos la “perla” o “margarita preciosa”: «el corazón de Cristo, abismo infinito de todas las virtudes»243.La felicidad, como “perfecta alegría” (según la expresión de San Francisco), se encuentra

238HASAP 4, p. 303.239HASAP 3, p. 56.240Cfr. HASAP 4, pp. 198-199.241HASAP 3, p. 216.242HASAP 3, p.288.243HASAP 3, p. 326.

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sólo al compartir la cruz con Cristo, para «ser otro Jesús»244, porque «quien dice Jesús, dice cruz»245.

Explica el Corazón de Cristo en la Cruz del Apostolado: «Ese corazón que debemos estrechar íntimamente, no está en el Tabor, no en el cielo, no en un mundo tapizado de rosas y claveles, no; fijaos bien, está en el centro de la cruz. Para llegar a Él, hay que sufrir, hay que subir por la senda del sacrificio»(HASAP 3, p.329).

A la felicidad verdadera y definitiva se llega bebiendo el mismo cáliz de Jesús. Hay que “llevar la cruz como Él la llevó”, es decir, amando como Él246.

La pequeñez espiritual o evangélica de un “alma pequeña”. «A las almas pequeñas, nuestro Señor las regala con su cruz, porque se le han entregado con sencillez y generosidad y nuestro Señor les tiene confianza»247.

En Jesús se comprende que el sacrificio es amor, porque a él «lo hemos escogido por esposo y, por lo tanto, debemos crucificarnos con Él»248. La Cruz se lleva «con alegría, no arrastrando», cuando se lleva «en unión con Jesús; ahí está el secreto, vivir unidas con Dios y entonces ¡sabremos amar la Cruz!»249.

244HASAP 3, p. 322.245HASAP 3, p.323.246Cfr HASAP 1, p. 292.247HASAP 1, p. 295.248HASAP 1, p. 305.249HASAP 1, p. 305.

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Recuérdese que Madre Teresa de Calcuta invitaba a llevar la Cruz detrás de Jesús, no delante o a solas. El P. Moisés dice: «Te vas a entregar a Jesús, como una esposa se entrega a su esposo… pero a Jesús se le encuentra en el dolor» (HASAP 1, p. 373). Y con esta comparación de desposorio, no olvida su nota de humor: «¡Qué chiste que las esposas de Jesús sean un montón de comodinas, que en todo busquen la comodidad!... ¡Qué cuadro tan especial el de nuestro Señor, bien humillado y sacrificado, y sus esposas… un montón de comodinas!» (HASAP 2, p.30).

Si no se aparta la vista de Jesús, la Cruz de todos los días recupera su sentido250. El valor de los sacrificios está en el amor que nace de la unión con Cristo251. El camino del sacrificio se aprende participando en la celebración eucarística, porque «la vida de Jesús fue una misa continuada y que sigue ofreciéndose como Corderito Inmaculado a todas las voluntades del Padre Celestial»252.

Con alguna referencia de humor, el P. Moisés lograba la distensión necesaria: «Quizá alguna diga: ¡Ay! qué duro ya no voy a ver nada y me gusta tanto, por ejemplo, ver bailar los changuitos. Hijas, allá de vez en cuando, con permiso, está bien; pero hay que acostumbrarse y tener en cuenta, de una manera general, no ver las cosas que no son necesarias» (HASAP 4, p. 162).

Por esto, al presentar esas exigencias de la cruz, no se olvida de la realidad cotidiana: «Al cielo se sube como a las

250Cfr. HASAP 2, p. 76).251Cfr. HASAP 2, p. 87.252HASAP 4, p. 191.

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montañas, paso a paso, jadeantes»253. Pero hay que caminar «siempre alegres, porque estamos con nuestro Señor»254.

Al ver los propios defectos, el alma pequeña se encuentra con el amor de Jesús: «¡Oh Jesús mío! Tú ves que yo he pecado. Yo quiero amarte, ayúdame a purificarme»255. «¡Oh Jesús mío! Cuántos defectos me encuentro ahora y que antes no veía… Aquí estoy, Señor, haz de mí lo que quieras, modélame como más te agrade, como más te consuele»256.

12. El camino evangélico de la obediencia:

Toda la vida cristiana es vida de “obediencia”, es decir, de “escuchar” la voz de Dios que nos llega por medio de personas, acontecimientos e inspiraciones. En la vida consagrada, se hace “profesión” de esta obediencia, para ser en la Iglesia “memoria” de la obediencia de Jesús. Hay que obedecer con fe, no por rutina ni por adulación.

Esta obediencia incluye la transparencia o sinceridad hacia los superiores, respetando su misión y aceptando «el lugar que les corresponde como representantes de Jesús»257.

Como era de esperar, las conferencias del P. Moisés, que se dirigen a personas consagradas, describen con precisión la conducta en la que hay que formarse y que se han de adoptar:

«La obediencia debe ser: pronta, completa y alegre… Deben ver en todos los detalles a nuestro Señor…Recuerden que nuestro Señor se humilló al lavar los pies a sus apóstoles y que tuvo mayor humillación todavía en la Crucifixión y en la Eucaristía»258.

253HASAP 1, p. 93.254HASAP 1, p. 196.255HASAP 1, p.73.256HASAP 1, p.78.257HASAP 1, p. 395.258HASAP 2, pp. 81-83.

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El ejemplo de Jesús es determinante. Es el lema de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada: Hago siempre el agrado de mi Padre (Jn 8,29). San Pablo resumió así la vida de Jesús: obediente hasta la muerte y muerte de Cruz (Fil 2,8)259.

Dentro del ambiente familiar y de confianza en que se movía, el Fundador comunica su propia experiencia, como una gracia en medio de limitaciones: «Yo recuerdo que me di enteramente a la congregación. ‘Aquí está todo’, dije. Enteramente abandonado a mis superiores con sencillez, con claridad de conciencia, todo lo decía al superior»260.

Cuenta con sinceridad y apertura que en una ocasión en que le invitaron a asistir a los toros y allá fue. Luego se sinceró con sus superiores. Y añade: «Desde niño no me gustaba la mentira. Cuando ahora ya de viejo hago alguna cosa, no estoy tranquilo hasta que lo saben los superiores» (HASAP 4, p. 246). Cuenta también otra escena en que, por obedecer a su superior, hizo el ridículo al endosar unos documentos que no le cuadraban. Afirma: «Creo que nuestro padre no lo hizo de intento, porque nunca nos probó de esa manera, pero son cosas que Dios permite» (HASAP 2, pp. 31-32); ver otros dos casos suyos en: HASAP 3, p. 51 y p. 240.

13. El camino evangélico de la pobreza:

La pobreza evangélica, vivida por Jesús, es su modo específico de amar: darse Él, no sólo dar sus cosas. Es la pobreza que han intentado imitar los santos, especialmente San Francisco de Asís, que decía: “Dios mío y todas las cosas”. El P. Moisés, al hablar de este tema, lo calificaba de “nuestro camino” y recordaba a su formador el P. Félix, que decía con todo el corazón: “Dios, Dios, Dios”.

259Cfr. HASAP 3, p. 80.260HASAP 3, p. 196.

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«San Francisco de Asís se desposó con su dama, la pobreza… ¿En qué consiste su camino? El de san Francisco de Asís, diríamos que es su amor a nuestro Señor, hasta Jesús le dijo que era un chiflado de amor y puede resumirse su camino en un amor ardiente, en una sencillez encantadora y en una gran pobreza. En tres puntos podemos resumir: Su amor a nuestro Señor, su sencillez encantadora y, su pobreza perfecta»261.

La pobreza forma parte del seguimiento evangélico. Propiamente equivale a desprenderse de todo y, por tanto, de sí mismo. No es fácil ver el valor de esta pobreza evangélica. Por esto hay que pedirla para poder llegar a la verdadera paz del corazón y de la comunidad:

«Como el ciego del Evangelio: ¡Señor, haz que yo vea! Así vosotras, decidle a Jesús: "Señor, que yo te vea a ti nada más, que no me detenga en nada más, ni en mi 'yo' ni en las criaturas"… Y veréis entonces ¡qué paz!, paz que nada podrá turbar»262.

En Dios y en su Hijo Jesucristo lo tenemos todo. Al dejarlo todo por él, nos encontramos con el “todo” de Dios: «Si Dios es todo, si Jesús es mi Padre, mi amigo y más que mi madre, entonces, ¿por qué nos turbamos, por qué perdemos la paz?»263. La vida religiosa (que hoy solemos llamar vida consagrada) es la respuesta a la invitación de Jesús quien pidió al joven venderlo todo:

«El que entra en la vida religiosa debe empezar como nuestro Señor le dijo a ese joven: vende todo lo que tienes, es decir, despréndete de todo»264.

261HASAP 1, p, 315.262HASAP 1, p. 323.263HASAP 1, p. 324.264HASAP 1, p. 398.

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14. El camino evangélico de la castidad:

Dejar nuestro todo o darlo todo, significa compartir esponsalmente la misma vida de Cristo. Especialmente se le da el propio corazón, con toda su afectividad. Es la actitud evangélica, practicada por Jesús, que ha asumido la historia de cada ser humano como parte de su misma historia. El Señor llama a algunos a ser signo de este su amor esponsal. El P. Moisés subraya la relación personal con Cristo Esposo, como base de un corazón unificado en su amor.

El “sí” a Cristo Esposo es para darse totalmente a él y a las almas: «¿Cómo os quiere Jesús? … Jesús os quiere a cada una toda, perfectamente, no a medias. Jesús os quiere toda a cada una, no en parte»265. «Como una esposa se entrega a su esposo»266. Entonces el corazón queda «libre de criaturas»267.

«Hijas, vuestro esposo será Jesús. Ved, ¡qué dignidad!, creaturas tan miserables, tan finitas, os consagráis a Dios y a las almas, que son ese tesoro que Dios tiene en su corazón. De hoy en adelante, ese es vuestro tesoro, vuestro punto central es Jesús y con Él las almas»268.

Es muy significativa la experiencia personal que aporta sobre este tema: «Varias veces en mi vida sacerdotal me he encontrado con jóvenes que pretendían a muchachas que pensaban en la vida religiosa. Informándoles yo que aspiraban ellas a tener por esposo a Jesús, consagrándose a Él, me han contestado: ‘Con ese rival no me meto, pero si es que la pretende otro hombre, la defiendo, no la cedo’» (HASAP 3, p. 208).

265HASAP 1, pp. 346-347.266HASAP 1, p. 373.267HASAP 1, p. 378.268HASAP 3, p. 208.

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Los títulos familiares que dirigimos a Jesús, indican la familiaridad de una esposa. Por esto el “recogimiento” equivale a centrarse en al amor al Señor: «Recogidas con Jesús vuestro hermano, vuestro esposo y, en un sentido, hasta vuestro hijo muy querido»269.

La renovación de los votos tiene este sentido de reavivar el amor esponsal a Cristo, para compartir su misma vida. Precisamente de este amor esponsal a Cristo nace el amor sincero e incondicional a las almas:

«Hijas, tenéis la convicción de ser esposas de Cristo, estáis consagradas a Él, y por encima de las decepciones y de las amarguras, sois de Dios, ¡qué felicidad! Quizá alguna vez os habéis sentido sin afectos, pero hasta esto tenemos en abundancia en la vida religiosa; amaremos con un cariño puro a las almas que tocamos, ellas son los seres más queridos, son almas compradas con la sangre de Cristo-Dios»270.

La castidad evangélica, además de la pureza del cuerpo, se refiere al corazón o afecto íntimo que es exclusivamente para Cristo Esposo. No se trata de fervor sensible, sino de verdadera donación de la persona toda entera:

«Hijas, Jesús os abre los brazos para recibiros… que os encuentre purificadas, limpia vuestra alma, parecida a la flor de azucena o a la blancura del cirio que portáis. Con mucho amor, con el fuego de vuestro corazón, con toda la fuerza de vuestra voluntad, aunque no sintáis nada en vuestro corazón, decidle: ‘Sí, Señor, tuya, y para siempre’»271.

Por la castidad evangélica o virginidad, se pertenece a Cristo. A él se le entrega el modo de pensar, de sentir, de amar, de

269HASAP 4, p. 192.270HASAP 3, p. 120.271HASAP 3, p. 209.

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obrar. Es la actitud más fecunda como donación “sin reserva” a Cristo para colaborar en la salvación de toda la humanidad:

«Quiero que os llenéis todas de Dios, que os dediquéis a complacer y a amar a Jesús, pero con un amor vacío de todas las criaturas, con un amor grande que podáis decir con toda verdad como la esposa del Cantar de los Cantares: Mi Amado es todo para mí y yo toda para mi Amado (Cant 6,3)… Vuestro entendimiento para que pongáis en Dios vuestro pensamiento juntamente con Jesús, con toda la ternura de vuestro corazón; enseguida viene la acciónde la voluntad: daros sin reserva a Jesús»272.

Cuando se entra en esta intimidad con Cristo Esposo, hasta dedicarse a vivir de sus amores, se encuentra el mejor «remedio para quitar defectos»273.Se quiere complacer al Esposo y vivir para él.

La “pureza” de Jesús, de la que participa la persona consagra, comunica la “audacia” de una “hija” querida por ser «pequeña»274.Por ser «pura en sus pensamientos, en sus palabras, en sus obras, en esa alma vive Jesús muy contento y complacido»275.

En esta perspectiva del amor, se comprende que «Nuestro Jesús es celoso y quiere el corazón todo entero»276. Por esto afirma el P. Moisés: «yo quiero que todas vosotras seáis o forméis un huerto grande, cerrado, en donde Jesús se complazca»277.

272HASAP 3, p. 219.273HASAP 3, p. 237.274HASAP 1, p. 42.275HASAP 1, p. 227.276HASAP 1, p. 304.277HASAP 1, p. 286.

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Y si la vida es verdaderamente evangélica, el corazón es como el lugar de descanso para el Señor: «Jesús descansa en donde no hay egoísmo, en donde no hay criaturas, en donde hay pureza, en donde hay amor»278.

15. La oblación a Cristo Rey:

El seguimiento evangélico de Jesús se convierte en una oblación a Cristo como Rey y Señor de todo y especialmente el propio corazón. Él dice a cada alma pequeña y esposa: «Quiero que seas toda mía»279. Por ser Rey y Esposo, «nos recuerda que Él tiene sus derechos sobre nosotros… Que reine en nuestras casitas y en cada una de sus almas con su justicia, con su amor, con su bondad»280.

El Señor es «Dueño único»281. «Nuestro Señor tiene dominio hasta en nuestros pensamientos y palabras más insignificantes y hasta en los afectos más secretos de nuestro corazón. Por eso, Él es el Rey, Dueño y Señor de todo»282.

Si es Rey, «Señor de todo lo que existe», «debe reinar en todo lo nuestro»283.El P. Moisés pide con insistencia: «Yo os quiero todas de Dios. Os he repetido mil veces: ‘Todas de Dios, nada más de Él y de nadie más’. ¿Cómo sois todas de Dios? En esta palabra está encerrada la realeza de Jesús en vosotras»284.

La finalidad de esta entrega esponsal a Cristo Rey, es para vivir y resucitar en él. Aprovechando la fiesta de la Pascua (12 abril de 1936), el P. Moisés recuerda la doctrina de San Pablo, sobre la vida del cristiano, para morir y vivir en Cristo: «Dice san Pablo que debemos estar muertos en Cristo, quiere 278HASAP 2, p. 130.279HASAP 2, p. 174.280HASAP 2, p.146.281HASAP 3, p. 96.282HASAP 3, p. 97.283HASAP 1, p. 460.284HASAP 1, p. 460.

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decir, la muerte de nosotras mismas o, en otras palabras, la muerte del « yo» y de nuestros vicios. … apoyadas en Él, vivir más para Él, es decir, buscarlo únicamente a Él en todos los detalles de nuestra vida!»285. Y sugiera tomar esta decisión concreta y comprometida, con un estilo típicamente suyo:

«Qué bonito sería que en ocasión de su Resurrección, le diéramos a nuestro Señor este obsequio, pero para ello es necesario la muerte de nosotras mismas, nuestra muerte para siempre en nuestro Señor y vivir una vida más llena de Él. Ojalá que cada día estemos más cerca de nuestro Señor y ojalá que cada día seamos mejores, si no, ¿qué estamos haciendo aquí?»286.

La invitación a resucitar en Cristo, es la mejor felicitación pascual. Es el resumen de la vida cristiana y consagrada:

«En este día del gran triunfo de Cristo, debemos también nosotras resucitar con Él, muriendo a nosotras mismas, a ese ‘yo’, para vivir únicamente en Él. Qué hermoso sería que todos, de una manera definitiva, muriéramos a nuestros defectos, Ya no yo, Cristo es quien vive en mí (Gal 2,20), como decía el apóstol; ya no vivir para mí, hacerme a un lado»287.

285HASAP 1, p. 184.286HASAP 1, p. 185.287HASAP 1, p. 245.

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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

III. MISIÓN DE HACERLE AMAR EN COMUNIÓN FRATERNA Y ECLESIAL

1. «Almas»:

El amor apasionado por Cristo y el seguimiento evangélico conducen lógicamente a la sintonía con los grandes deseos del Señor: la gloria del Padre y la salvación de toda la humanidad, es decir, en lenguaje usado por los santos, la salvación de las almas.

Tal vez hoy este lenguaje no incide tanto, porque estamos más motivados por los condicionamientos sociológicos. Pero precisamente la realidad humana sociológica sólo puede iluminarse desde los amores de Cristo. Por esto, la enseñanza del P. Moisés, encuadrada dentro de toda la tradición eclesial, nos ayuda a entrar en estos temas sin perderse en discusiones de terminología.

Decimos, sin más, las “almas”, como expresión sinónima de celo apostólico. Los santos no se consideraban amigos de Cristo, si no se preocupaban de las almas redimidas por Cristo.

Quien es amigo de Cristo se dedica a gastar la vida para hacerle conocer y amar. A esta realidad, que nace del amor apasionado por Cristo, como en Pablo (“el amor de Cristo me urge”), se la ha llamado tradicionalmente celo de las almas. Es un tema muy querido de Santa Teresita y que aflora en toda la Familia de la Cruz.

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2. Gloria a Dios y salvación de las almas:

Son dos expresiones íntimamente relacionadas. La vocación de Jesús consiste en llevar a término el proyecto de amor que el Padre le ha encargado: Hacer de cada ser humano una “imagen” de Dios amor, como obra del Espíritu Santo.

El P. Moisés se mueve en este contexto cuando dice «almas compradas con la sangre de Cristo»288, «ayudar a Jesús a salvar almas»289.Por esto, amar a las almas es amar a Jesús. La “sed” del Señor nos indica sus grandes deseos y también lo que le hemos costado a Jesús. «Jesús sirvió para darle gloria al Padre y para salvar a la humanidad. Jesús sirvió para formar las complacencias del Padre celestial»290.

De ahí deriva la responsabilidad de “salvar almas” por parte de quienes siguen al Señor. Hemos sido comprados o “redimidos” a precio de sangre, «con una sangre preciosa» (1Pe 1,18-19).

Esta sintonía con los amores de Cristo, supone una profunda conversión de nuestra escala de valores. Quien ama de verdad al Señor, se queda contagiado de sus profundas aspiraciones:

«Jesús fue el glorificador del Padre celestial, porque fue el glorificador en el mundo y en nombre de éste glorificará al Padre con una alabanza perfecta, propia de Dios; lo glorificó salvando nuestras almas»291.

Este amor al Padre, por parte de Jesús, es la clave para entender su amor a toda la humanidad. Son dos amores en uno solo que dan sentido a toda la vida: «Jesús estaba lleno de amor para con Dios y para con el hombre y eso lo ha hecho sufrir durante los 33 años de su vida. En el Corazón de Jesús

288HASAP 1, p. 138.289HASAP 2, p. 351.290HASAP 1, p. 33.291HASAP 1, p. 34.

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había dos amores: su Padre y las almas»292.

Las imágenes que tenemos sobre la pasión y sufrimientos de Jesús, muestran una hermosura original. El sacrificio y el dolor se afrontan desde el amor:

«Jesús es hermoso en todas las etapas de su vida, pero cuando lo contemplamos en su Pasión es más hermoso, entonces es incomparable… Estos fueron los deseos de Jesús, la razón de estos deseos es obvia. Jesús tenía que glorificar al Padre y salvar al hombre. Realizó su vocación en el sacrificio, en el dolor, por eso deseaba subir al calvario, deseaba el sufrimiento, las lágrimas, que era con lo que daba gloria a su Padre»293.

Renovar los votos significa comprometerse a gastar la vida como Jesús. En cualquier parte y en cualquier circunstancia donde esté la esposa de Cristo, allí vive de los amores de Cristo:

«Renovaréis vuestros votos y la voluntad de ser todas y totalmente de Jesús. Decidle que vais a trabajar en la gloria de su Padre y la salvación de las almas y, ahora que os ha escogido y os manda, recibid con alegría el mandato que os da. Id a cumplir ese mandato, sed fieles a vuestra vocación, a vuestro estado de vida. En cualquier parte siempre seguiréis siendo de Jesús. Que no haya nada en vosotras, en vuestros pensamientos, en vuestras palabras, en vuestras obras, que no sea de Jesús. Que Jesús vea una esposa, una hija, una madre en cada una de vosotras»294.

La misma fórmula de renovación de votos resume el ideal: «¡Oh Padre celestial, deseosas de darte gloria y de complacerte en la obra de la salvación de las almas, vengo en

292HASAP 1, p. 49.293HASAP 1, p, 51.294HASAP 4, p. 343.

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este día a imitación de Jesús, a ofrecerme una vez más a tu servicio»295.

La convicción del P. Moisés era tan profunda, por ser parte integrante del propio carisma, que la dejó plasmada en su testamento:

«Con ocasión de la fiesta de Pascua, en la que Jesús dio por acabada su vocación de Sacerdote y de Víctima para dar gloria a su amado Padre Celestial y salvar nuestras almas, las saludo a todas y las bendigo y las invito y les recomiendo que se renueven en sus propósitos… Que les ganen en todo, pero no en la unión que deben tener con Jesús, en la intimidad y trato con Él. Yo cada día me acerco al fin de mi carrera, pero no las olvido y siempre las ayudaré»296.

La Carta Testamento está firmada en Puebla, 9 abril 1950. Ver HASAP 4, p. 345: «Estando ya muy enfermo nuestro padre fundador nos mandó esta carta hecha a máquina con la fórmula de renovación de votos que quería que hiciéramos el 1° de mayo de 1950, aniversario de la Erección Canónica y que por su importancia creí incluir en este 4° y último tomo de las enseñanzas de nuestro padre».

3. Cristo Sacerdote y Víctima, Glorificador del Padre:

Este ideal de Cristo corresponde a su realidad de Sacerdote y Víctima. Es la dimensión sacerdotal y cristológica de todos los temas. Se trata propiamente de “la vocación” de Jesús:

«La vocación de Cristo de Glorificador de Dios y de Salvador de los hombres, fue esencialmente sacerdotal… Jesús, vida de nuestra alma nos da el amor, nos da la gracia santificante. Al contemplar a Jesús, debemos verlo nosotros para copiarlo, para imitarlo… felicitad a Jesús

295HASAP 4, p. 344.296HASAP 4, p. 345.

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por su vocación, por esa vocación sublime y la más grande, que fue la de ser Sacerdote y Víctima»297.

Al participar en la vocación de Jesús, nos hacemos “hostias salvadoras” como Él. Así se entiende que quien no ama salvar almas no ha entendido el amor de Jesús: «Debéis aspirar a ser hostias y hostias salvadoras con Cristo, corredentoras con Cristo»298. «El amor a Jesús, si no se aman a las almas, es imperfecto»299.

4. Como el Buen Pastor:

La vida de Jesús es una oblación continua, de quien “da la vida” como Buen Pastor. Las dos imágenes, de “Pastor” y de “Sacerdote”, en encuentran en la actitud de “dar la vida” en oblación o “víctima”. Esta oblación se traduce en “bondad” de comprensión y sintonía:

«Jesús fue Sacerdote y Víctima y vosotras debéis ser como Él, sacerdotes y víctimas, es decir, debéis representar a Jesús y, en vuestra medida, debéis ser también el buen pastor, que da la vida. Debéis ser buenas como Jesús. Él dijo: “Yo soy el Buen Pastor”, vosotras debéis ser buenas con todos»300.

La vida se traduce en cercanía como la del “buen samaritano”, capaz de sacrificarse por los demás. Al cielo se llega con esa “corona de almas” conquistadas con el sacrificio de todos los días:

«¿Cómo se comporta nuestro Señor con sus ovejas? Recordad que el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, esto quiere decir que donde no hay sacrificio no hay gloria para Dios ni se ganan las almas. ¡Qué hermoso!

297HASAP 1, p. 35.298HASAP 3, p. 73.299HASAP 3, p. 105.300HASAP 2, p. 241.

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Cada una de vosotras tiene su corona de almas que tiene que llevar al cielo. No convertiréis a las almas, no daréis gloria a Dios, sino en el sacrificio, es decir, si no morís a vosotras mismas. ‘El Buen Pastor da la vida por sus ovejas’, Jesús fue Víctima… Decidle: ‘Sí, Jesús, quiero ser como tú, como el buen samaritano que llevó la caridad al caído’»301.

Con el Buen Pastor que busca a la oveja perdida, se entrelaza el hecho del mismo Jesús que va a buscar a la Samaritana: «Vemos a Jesús que se sienta en el brocal de un pozo para esperar a la Samaritana, que ha de ir a buscar agua»302.

5. Almas compradas con la sangre de Jesús:

Los términos usados en los textos bíblicos en este tema se refieren al amor esponsal de Cristo, que da la vida (“sangre”) como esposo enamorado (“redentor”), que tiene que “pagar” para rescatar a la esposa. Es, pues, lógico que el P. Moisés insista en las «almas compradas con la sangre de Cristo»303. Son almas (las personas en toda su integridad) amadas por Cristo, quien nos contagia de su mismo amor: «Amaremos con un cariño puro a las almas que tocamos, ellas son los seres más queridos, son almas compradas con la sangre de Cristo Dios»304.

Al aludir al oficio de las Superioras, les recuerda «la responsabilidad que tienen de las almas, precio de la sangre de Cristo» (HASAP 4,p. 60).

Esta realidad del “precio” de “sangre”, rememora el valor del sacrificio, siguiendo el ejemplo de Jesús que se comparó al

301HASAP 2, p. 242. 302HASAP 2, p.381.303HASAP 1, p. 138.304HASAP 3, p. 120.

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granito de trigo enterrado en el surco. Al mismo tiempo, el apostolado «debe ser fruto de una vida íntima con nuestro Señor»:305

«‘Si el grano de trigo no muere y se corrompe, no dará abundante fruto’, (Jn 12,24), vale hacer la misma comparación en este caso, si no hay riego de sangre, si no hay sufrimiento, si no hay dolor, ninguna obra vale la pena»306.

Colaborar a la extensión del reino de Jesús, es posible por medio de la oración, el sacrificio y la acción apostólica. Es la garantía para que Jesús reine primero en el corazón del apóstol:

«Ayudarle a que Él reine, es decir, para extender su reinado en las almas con vuestros sacrificios, oraciones y, más tarde, con vuestras actividades. Y para esto, que primero reine Él en vuestras almas, y de esa plenitud de Él en vosotras, lo haréis reinar en los demás»307.

Las almas se salvan especialmente con la oración y el sacrificio. El P. Moisés pide esta colaboración de sus Misioneras para la misión que se le confió en Baja California:

«Pero todos sentimos en el fondo de nuestro ser una impresión de temor por nuestra debilidad y miseria y por las grandes dificultades que nos esperan y vengo a decirles a ustedes que si quieren ayudarnos a nosotros… ahora, yo venía a pedirles un auxilio inmediato y es el auxilio de sus oraciones y sacrificios, de los que, en cierto modo, depende la salvación de las almas»308.

6. La misión del P. Moisés en Baja California:305HASAP 1, p. 195. 306HASAP 1, p. 193.307HASAP 2, p. 147.308HASAP 3, p. 124.

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El ideal que vive y transparenta el P. Moisés, es el de salvar a toda la humanidad redimida por Cristo. Encuadrada en este ideal está su disponibilidad misionera sin fronteras. Describe la situación de Baja California, que en aquel entonces (año 1943) dependía de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide). Y se lamenta de la poca respuesta a esta necesidad misionera. Para él, lo más importante es «que conozcan a Jesús»309.

«Aun México, que parece tan católico, tiene muchos rincones en donde no se ha oído hablar de Jesús. Hay gente, como los indios que viven en las montañas, que no piensan en el Dios verdadero porque no lo conocen, viven casi como animalitos, por ejemplo, en el territorio de Baja California, que tiene 140,000 kilómetros de extensión, y en el sur de esa inmensa península falta agua, etc., falta que conozcan a Jesús» (HASAP 3, p. 123).

No es que le faltara trabajo apostólico en el interior de México, puesto que estaba sumamente ocupado en sus ministerios. En cierta ocasión diría que en cuatro meses había impartido ocho tandas de Ejercicios310. Se mostró siempre disponible para la misión “sin fronteras” o, como diríamos hoy, hacia las “periferias existenciales” (expresión del Papa Francisco).

Anteriormente él ya se había ofrecido para esa misión de Baja California, pero sus superiores no aceptaron su ofrecimiento311.

Había constatado con pena que “hasta ahora, las congregaciones de México no tienen ‘misioneras’, ninguna de las congregaciones mexicanas” (HASAP 2, p. 235). Sobre la Baja California, añade: «Hace poco tuvieron que salir los dos últimos sacerdotes que

309HASAP 3, p.123.310Cfr. HASAP 4, p. 79.311Cfr. HASAP 2, p. 234.

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quedaban. El Sumo Pontífice se acordó de los Misioneros del Espíritu Santo y les ofreció la misión en 1939. El padre general de nuestra congregación y todos los superiores dijeron: ‘Estamos dispuestos a ir a donde queráis, Santísimo Padre, porque habla Jesús por Vuestra Santidad y puesto que Jesús manifiesta su voluntad por medio de su Vicario, estamos dispuestos’» (HASAP 3, pp. 123-124).

Por esto, el P. Moisés comunica a sus misioneras que ha sido elegido para esta misión: «Y ya saben, hijas, que ahora me nombraron a mí para ir a Baja California»312. Era el año 1943 (él va a California, 1943). Su despedida refleja la disponibilidad de quien está centrado sólo en los intereses del Señor:

«Me voy ahora lejos, a la Baja California y si me sorprende la muerte, ya no nos volveremos a ver sino en la eternidad, ahí estaré muy pendiente de vosotras. Si ya no vuelvo, no las dejaré y mucho menos en la eternidad, allá estaré más pendiente de vosotras»313.

7. Necesidad de formarse en el recogimiento para salvar almas:

Es importante observar la relación estrecha entre el “recogimiento” (de centrarse sólo en Jesús) y la dedicación a la salvación de las almas: «Jesús quiere que todas las almas gusten de su indulgencia inagotable y de su condescendencia, y vosotras no daréis esto a las almas ni por equivocación, si no sois almas perfectamente recogidas»314.

Si uno no es trasunto de Jesús, no logra el fruto. El P. Moisés afirma de sí mismo: «Es Dios el que me lleva por el camino

312HASAP 3, p. 124.313HASAP 3, p. 126.314HASAP 2, p. 383.

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del recogimiento. Con las almas debo ser no sólo su Jesús, sino su padre. Así deberé ser con todos»315.

La formación misionera es necesaria para poder dedicarse a la salvación de las almas. Un punto clave de esta formación es la toma de conciencia de haber sido perdonados y de haber experimentado la misericordia de Dios en la propia miseria. Es el caso de todos los grandes convertidos de la historia:

«Las almas humilladas, las que Jesús sacó misericordiosamente del cieno, sirven mucho cuando se levantan, saben comprender después a las almas y perdonarlas y saben llevarlas a Jesús, porque tienen un grandísimo apoyo, que es su propia miseria»316.

Entonces se aprende a ser instrumento dócil y vivo. No somos nosotros los que salvamos, sino que es el Señor: «Cuando queremos nosotros ganar al prójimo para Jesús, atrayéndolo a Dios con nuestro apostolado, no somos nosotros los que obramos, es Jesús, que se sirve de nosotros como instrumentos»317.

En este contexto explica las parábolas evangélicas de la oveja perdida y del hijo pródigo, además del encuentro de Jesús con la samaritana (HASAP 2, pp. 380-381).

315HASAP 4, p. 295.316HASAP 2, pp. 331-332.317HASAP 2, p. 380.

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8. La “sed de almas” se aprende meditando la pasión

En la biografía de los grandes santos y misioneros, siempre ha ocupado un lugar privilegiado la meditación de la pasión. Es como si uno encontrara el lugar donde le espera el Señor, como Pablo en el camino de Damasco («yo soy Jesús, a quien tú persigues»: Hech 9,5). Este encuentro no se olvida nunca y es fuente de generosidad incondicional: «Uno de los medios más frecuentes para la santificación de las almas es meditar la Pasión de nuestro Señor»318.

De ahí nace la expresión tan querida de Santa Teresita y de muchos santos: la “sed de almas”. El evangelio sólo se capta de corazón a corazón. Cuando San Juan narra el “detalle” de la sed de Jesús, es que quiere indicar (como en todo el evangelio) el significado salvífico:

«Tengo sed (Jn 19,28), pero como lo ven todos los Santos Padres de la Iglesia, su sed era espiritual. Era sed de almas, sed de sacrificio, sed de pureza, de almas puras, esa era la sed que le consumía, la sed de gloria de su Padre Celestial, la sed de la salvación de las almas; por eso está Él ahí, entre la Justicia del Padre y la malicia de la humanidad»319.

La meditación de la pasión de Jesús no es un ejercicio para dejarse impresionar, sino una apertura y disponibilidad ante quien nos ha amado tanto y a quien no siempre hemos correspondido con el mismo amor. Esta meditación, a modo de “lectio divina”, deja una huella imborrable: «Al considerar los dolores de nuestro Señor, vemos… lo que le hemos costado a Jesús. Nuestra alma ha costado mucho»320.

318HASAP 3, p. 106.319HASAP 3, p. 114.320HASAP 3, pp. 150-151.

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Juan Pablo II, en su encíclica misionera RedemptorisMissio (n.24) presenta este celo apostólico como gracia especial del Espíritu Santo a sus apóstoles: «La venida del Espíritu Santo los convierte en testigos o profetas (cfr. Hch 1, 8; 2, 17-18), infundiéndoles una serena audacia que les impulsa a transmitir a los demás su experiencia de Jesús y la esperanza que los anima».

9. Celo apostólico y amor de esposa en las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada

Se trata de la “caridad” que brota del mismo Corazón de Jesús. Él contagia de este amor a las almas pequeñas que quiere compartir su misma suerte. Si uno se enamora del Señor, descubre que su vida ya no tiene sentido, si no es para llevar la luz a las almas y extender el reinado de Jesús. Quien está enamorado del Señor, se apena al ver que Cristo Rey no reina y se dispone a ayudarle a Él a que reine.

La vocación de “esposa” de Cristo es un don de la misericordia de Dios Amor. Se trata de ser “su compañera en el sufrimiento” y toda su “preocupación” por “dar gloria a Dios y salvar a las almas”:

«La misericordia de Dios te ha llamado a ser una esposa de Jesús. Él será un esposo de mirra para ti y tú debes ser para Él una esposa de consuelo. Él se consuela con las almas puras y pequeñitas. Tú debes entregarte para que seas su compañera en el sufrimiento, en esa suprema y única preocupación de Jesús de dar gloria a Dios y salvar a las almas, y esa preocupación fue la que lo llevó hasta la cruz en su donación»321.

Así es como describe el P. Moisés a las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada. Su vida es la de los 321HASAP 1, p. 374.

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“Apóstoles”, para prolongar las mismas “obras de Jesús”:

«Vais, como fueron los apóstoles, a llevar la paz, el consuelo, el olor de Cristo a las almas que se os acerquen… Hijitas, no debéis llevar otro perfume que el de vuestro Jesús, no vais a llevar otras enseñanzas que no sean de la caridad»322.

Se va a la misión para practicar la misma caridad de Jesús, ser como Él, el buen samaritano. Realizan obras como expresión de la misma bondad de Jesús:

«Tened en cuenta que las obras de caridad que vais a hacer por allá son obras de Jesús. Vais a ser, en un sentido, los instrumentos de la bondad de Jesús. En vuestras constituciones os puse que deberéis ser una imagen perfecta de Jesús, haciendo y derramando la caridad. Debéis ser la imagen de la bondad de Jesús… no llevéis otra imagen, que no aparezca otra imagen en vuestro ser, que aparezca sólo Jesús. Llevad esto bien grabado en vuestra alma»323.

Es el mismo Jesús quien llama, envía y acompaña. Sólo centrándose en él, es posible vivir con el gozo de la esperanza, aún en los momentos en que no aparece el fruto de las obras: «Pensad que es Jesús el que os llama y el que os lleva y, por tanto, debéis ir llenas de confianza en Él. Él estará siempre con vosotras»324.

El carisma específico de las “Misioneras de la Caridad” toma su origen de la caridad del mismo Cristo, de cuya oblación (al Padre y a los hermanos) se participa como «hostias salvadoras»325. Por esto, nuestro cariño es… Jesús y después

322HASAP 2, p. 56.323HASAP 2, p. 57.324HASAP 2, p. 57.325HASAP 3, p.73.

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de él en las almas326.La figura del Buen Pastor y del buen samaritano son el trasfondo de toda la actuación:

«Debéis ser el buen samaritano, que la humanidad reconozca en vosotras a sus bienhechoras, que vuestra congregación sea la gran bienhechora de la humanidad. ¿No en este sentido debéis ser como Jesús, el buen Samaritano y el Buen Pastor? Cada una debe ser el pastor bueno que ha bajado del cielo, que cada una tome las ovejitas y las lleva a Dios por su caridad exterior»327.

El P. Moisés, mientras señala el gran marco de la caridad, no deja de indicar algunos defectos que hay que corregir: «Debe ser, cada una, una MISIONERA DE LA CARIDAD, DE LA BONDAD DE JESÚS, DE LA BONDAD DE DIOS. Decían de san Francisco de Sales: ‘Si así es el Obispo de Ginebra, ¿cómo será Dios?’ Lo mismo debe decirse de una HERMANA DE LA CARIDAD, pero si esa hermana es refunfuñona y mala, todo se va a pique» (HASAP 2, p. 334).

Son términos equivalentes los de “amantes de Jesús”, “trasunto de Jesús”, siempre como Él, para “ayudar a Jesús a salvar almas”, como “instrumentos” suyos. «Éste es ‘el tinte especial’ de las ‘Misioneras de la Caridad de María Inmaculada’»328. Sólo así se cumplirá el encargo de «predicar el Evangelio»329.

Cuando el P. Moisés preparaba a las Misioneras para las diversas misiones que se les iban encargando. La misión tenía el tinte característico del amor a Jesús y a los hermanos. Así lo indica en la misión hacia Tabasco (marzo 1950):

«Ahora también Jesús os ve con suma complacencia y puede repetir con toda verdad: Estas hermanas que van a

326Cfr HASAP 3, p. 132.327HASAP 2, p. 241.328HASAP 2, p. 351.329Cfr HASAP 3, p.124.

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buscar mi gloria en las regiones cálidas e insalubres de Tabasco, son mi madre y mis hermanas. Os ve. Os ama con predilección como si fuera Él, el hijo de vuestro corazón; es vuestro hermano cariñoso y amigo inseparable»330.

Esta caridad, que tiene su fuente en el amor de Cristo, se concreta en la disponibilidad para cualquier cargo: dónde, cuándo, cómo quiera el Señor. Lo importante es el amor con que se cumplen los cargos y servicios. Cada uno es necesario dentro del proyecto de Dios Amor:

«Hijas, ¿no queréis que Jesús reine? ¿no queréis ayudar a nuestro Señor? ¿no queréis servir de algo? Quizá alguna diga: "¿Qué puedo hacer?"…A alguna la querrá nuestro Señor escondida en su casita, viviendo para los demás… A otra, en el trato con los pobres, con propaganda del Reinado de Jesús, aunque no hable de Él… A otras las quiere Jesús para llevar directamente la luz a las almas…

Pero todos debemos poner algo de nuestra parte para extender el Reinado de Jesús. No nos quedemos inútiles e inactivos»331.

Ser “almas pequeñas y débiles” no impide que Dios haga por medio de ellas “grandes cosas”. Es la afirmación con la que el P. Moisés, en sus “Apuntes personales”, parece describirse a sí mismo:

«Jesús no necesita de la grandeza y sabiduría humanas, busca almas pequeñas y débiles, y donde encuentra una, allí se detiene y desciende complacido, depositando en ella la plenitud de sus dones, para realizar por su medio grandes cosas»332.

330HASAP 4, p. 342.331HASAP 1, pp. 465-466.332HASAP 1, p. 383.

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Entre las fórmulas de oración propuestas por el P. Moisés, hemos visto (el primer capítulo de la presente publicación) la fórmula de “consagración a Cristo Rey”. Es un texto de antología. Se trata de una entrega total al Señor, con vistas que sea “conocido” y “amado” por toda la familia humana. Es la tarea que quieren cumplir las “almas pequeñitas”:

«Queremos que seas amado, conocido y que seas Rey de todos los que a ti te reconocen como Padre… Que no tengamos otra ocupación que la de hacerte reinar; no queremos otra recompensa, sino la de que tú reines. Haz que te amemos más, somos tuyas, siempre, en el tiempo y en la eternidad seremos tuyas también»333.

Lo importante es «no quedarnos cruzados de brazos» cuando se observa «que Jesús no reina». Porque quien tiene «tantito amor a nuestro Señor», no puede menos que «sentir con nuestro Señor… sentir con Él»334.

10. Un corazón unificado por el mandamiento nuevo del amor:

El corazón del P. Moisés estaba unificado por el amor a Dios y a los hermanos. La prueba de tener un corazón unificado se encuentra en su amor a la Iglesia y en la instancia por comunicar este amor y expresarlo en la vida fraterna de la propia comunidad.

Es “la herencia” que nos dejó Jesús durante su despedida en la última cena. Es “dulce y sublime mandato”:

«Nos dice el Maestro: Hijitos míos—dijo a sus Apóstoles—, amaos los unos a los otros como Yo os he amado (Jn 13,34). Hijitas mías, y yo, como Jesús, os digo: Amaos

333HASAP 1, pp. 466-467.334HASAP 1, p. 464.

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las unas a las otras, con ese amor que brota del corazón divino de vuestro Jesús»335.

La aplicación concreta del “mandamiento nuevo” tiene lugar en la vida práctica, «siendo dulces, caritativas y pacientes, aun con los peores de nuestros prójimos. Como Jesús nos aguanta todo, así aguantar nosotros a los demás»336. Se trata, pues, de “hacer lo que Él hizo”. El hecho de que Jesús lavara los pies a sus discípulos significa que «debemos ser humildes y ponernos en el último lugar»337.

El modo de amar a los hermanos se aprende del mismo Jesús, quien “es el modelo de la caridad… dar la vida por sus hermanos”. Ese amor va unido a la humildad, porque “la vida de Jesús es modelo de humildad”. El P. Moisés expresa sus propios sentimientos, al contemplar a Jesús humillado por nuestro amor:

«Me encanta Jesús haciendo milagros, me encanta en el sacrificio, me encanta en cualquier etapa de su vida, pero más me atrae cuando lo veo humilde, así, me roba el corazón. Se revistió de nuestra naturaleza y permaneció humilde»338.

11. Sentido y amor de Iglesia:

En todos los detalles en que se refiere a la Iglesia, el P. Moisés muestra espontáneamente un gran sentido de Iglesia y de amor a la Iglesia. La autenticidad de su carisma respecto a la fundación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, la basaba en la aprobación por parte de su superior general, el P. Edmundo Iturbide: «Me dijo que hasta

335HASAP 1, pp. 306-307.336HASAP 2, p. 358.337HASAP 3, p. 154.338HASAP 3, p. 324.

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ahora yo tengo las gracias para ustedes y nadie más, sobre todo en lo que mira al espíritu»339.

A Cristo se le estudia “en contacto con Él”, es decir, “con la fe, con una humildad profunda y un amor ardiente”. Y esto se pone en práctica siguiendo los textos señalados por la Iglesia en distintos tiempos litúrgicos. Por esto, hay que «Estudiar a nuestro Señor con la Iglesia: Tiempo de Adviento y Tiempo de Cuaresma»340. Siguiendo las indicaciones de la Iglesia, nos adentramos en el significado de las fiestas que celebramos. Así, por ejemplo, en el domingo de Cristo Rey (30 de octubre 1938):

«La Iglesia nos recuerda en esta festividad que Jesús es Rey, es Señor, es Dueño de todo lo que existe. Por lo mismo es dueño y Señor nuestro. Es nuestro Rey, como dice san Pablo: El Señor, el dueño, es decir, el Rey»341.

Comentado una oración de la santa (entonces era domingo 18º de Pentecostés), que decía a Dios “sin ti no te podemos agradar”, comenta el P. Moisés: «Oh Jesús, enséñame a decirte siempre sí; enséñame a no negarte nada; enséñame a hacer lo que me dice la Iglesia en este día»342.

Como han dicho los santos y los grandes teológicos, la Iglesia se identifica con el mismo Cristo: «La Iglesia es Cristo, que vive con nosotros a través de los siglos, Ella nos da a Jesús y el alma que sigue a la Iglesia, está segura de que sigue a Jesús»343.

Decía San Agustín: «Nos hemos convertido en Cristo. En efecto, si él es la cabeza, nosotros somos sus miembros; el hombre total es él y nosotros» (Comentario al evangelio de Juan 21, 8).

339HASAP 2, p. 306.340HASAP 1, p. 318. 341HASAP 1, p. 460. 342HASAP 2, p.138.343HASAP 1, p.441.

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Siguiendo la enseñanza de San Agustín, invita a interpretar el Evangelio según la predicación y enseñanza de la Iglesia: «Si no tuviéramos a la Iglesia, ¿cómo podríamos interpretar el Evangelio?»344.

San Agustín afirmaba: «Yo no prestaría fe a tu Evangelio, si no me moviese a ello la autoridad de la Iglesia» (Cont. Maniqueos).

No habría caridad fraterna sin amor a la Iglesia. La convivencia fraterna trae consigo que «cada una debe sufrir algo para alcanzar de Jesús las gracias que necesitamos para vivir en la Iglesia de Jesús»345.

De este amor a la Iglesia era modelo el P. Félix, como lo recuerda el P. Moisés: «Nuestro padre Félix fue un hombre recto, siempre andaba con las leyes de la Iglesia»346.

Recuerda que el P. Félix, cuando alguien le insinuaba salir de la congregación a la que pertenecía anteriormente, pidiendo dispensa de votos, afirmaba: «No, yo he de salir como lo quiere la santa Iglesia, por la puerta y no por la ventana, es decir, rectamente he de salir de la congregación» (HASAP 4, p. 116).

El P. Moisés insiste en relacionar estrechamente la Iglesia con Jesús: «Es que la Iglesia es Jesús, hijas, el Jesús místico, el Jesús que nos guía, nos predica y nos transmite los deseos de Dios, los deseos de Jesús, Dios y Hombre»347.

Cuando la congregación fue aprobada por la Santa Sede (21 febrero 1949), el Padre Fundador manifestó reiteradamente la

344HASAP 1, p.441.345HASAP 1, p. 277.346HASAP 4, p. 116.347HASAP 4, p. 116.

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importancia de esta aprobación, porque «la voz de la Iglesia, hijas, la voz de Roma, la voz del Vicario de Cristo, la voz de la Cabeza del Cuerpo Místico de Cristo, que es el Papa, habló y las cosas tienen vida y las cosas tienen peso, las dificultades se acaban y las dudas terminan»348.El mejor modo de dar gracias es por medio de la Eucaristía:«Dad a Jesús y darnos nosotros en Jesús y por Jesús»349.

Relaciona el amor a la Iglesia con el cuidado de San José respecto a Jesús: «Así como José cuidó al Niño Dios de la persecución de Herodes, lo alimentó y amparó con su poder, así también tiene, diremos, obligación de amparar a ese Cristo místico que somos nosotros formando un solo todo con Cristo» (HASAP 4, p. 11). Recuérdese que ése fue el tema de la homilía del Papa Francisco, cuando inició su Pontificado el día de San José (19 marzo 2013): «como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios… Sólo el que sirve con amor sabe custodiar».

12. Amor a la Congregación y vida fraterna:

La fidelidad y el amor a la Iglesia se concretan también en el amor y gratitud por la vida consagrada en la propia Congregación. El mismo Padre Fundador recuerda su gratitud hacia la Congregación de los Misioneros del Espíritu Sato, al celebrar sus 25 años de haber entrado en ella350.

Suele decirse que es más difícil practicar la caridad con las personas en medio de las cuales se convive. En la propia comunidad hay que cumplir el mandato del amor:

«La caridad que debemos practicar quienes pertenecemos al grupito de las Hijas Eucarísticas de la Caridad, debe ser real, auténtica y no de palabra; nos soportaremos unas a otras y tendremos presente lo que dijo Jesús: ‘Mi

348HASAP 4, pp. 213-214.349HASAP 4, p. 214.350Cfr HASAP 2, p.162.

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mandato es que os améis los unos a los otros, como Yo os he amado’ (Jn. 13, 34)»351.

En la comunidad, todo encargo y oficio, es un modo de servir. Tanto quienes dirigen, como quienes son súbditos, son o deben ser un signo o trasunto de Jesús. Especialmente las superioras realizan este servicio con actitud materna:

«Deben ser superioras una vez, y toda la vida madres, llenas de paciencia, de caridad; deben ser un trasunto de Jesús y tratar a las hermanas como Jesús nos trata… Y las súbditas deben ver a Jesús en sus superioras, sólo y únicamente a Él»352.

El Padre Fundador se mostraba siempre solícito hacia todas y cada una, a pesar de que ellas ya eran muchas (77 hermanas en el año 1943) y él estaba sumamente ocupado en sus ministerios, además de enfermo:

«Como ven, yo ahora las sostengo a todas y me pasa lo que a las gallinas cuando los pollos crecen, ya no los pueden tapar; no es que me falte voluntad en contestarles sus cartas, es que tengo que llevar mi vida religiosa, tengo que ayudar a los padres, luego me mandan por aquí y por allá y junto con todo esto mi enfermedad, ¡claro!, ya no es lo mismo que antes y, sin embargo, tengo que atenderlas. Son más o menos setenta y siete… De todos modos, ¡adelante!»353.

En las comunidades de las MCMI se vivía una atmósfera de «caridad y de santa alegría»354.La clave era la presencia de Jesús en medio (cfr. Mt 18,20). Una vida vivida «en la misma atmósfera de Jesús sacramentado»355. Así aprendían a ser

351HASAP 1, p. 138.352HASAP 1, p. 396.353HASAP 3, p. 122.354HASAP 1, p. 219.355HASAP 1, p.180.

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«sufridas unas con otras»356.Es la caridad fraterna que se aprende del Corazón de Jesús, en la «perfecta complacencia de Jesús en todo»357.

«Hay que tomar ‘muy en serio’ la formación en la caridad fraterna, porque las faltas de caridad son ‘tristezas para nuestro Señor’»358.La presencia de Jesús por el Sagrario en cada una de las casitas, recuerda que su presencia es para estar con nosotros, «muy nuestro». «Superando las faltas de caridad, ‘Jesús está muy contento’ y se va creando una ‘atmósfera de caridad y de santa alegría’»359.

Por ser “las niñas de sus ojos”, como personas consagradas, con las faltas de caridad «le herimos en lo más hondo, en lo más delicado»360.En cambio, vivir bien en la comunidad «es una sabiduría que no todos la comprenden, es algo muy grato a Jesús»361.

Al felicitar por la fiesta de Pascua, escribía: «Muy felices Pascuas de Resurrección, que Jesús os llene de una paz y alegría íntimas, aunque os siga teniendo en la cruz» (HASAP 1, p. 276).

Por el hecho de ser “almas consagradas a Dios”, están llamadas a vivir esta caridad fraterna de modo especial. La consagración a Dios no sería auténtica, si no reinara la caridad fraterna en las comunidades. «Una comunidad en donde no reinara Jesús, sería una prueba de que esas almas se habían consagrado a Dios únicamente de palabra, no de hecho y esto sería muy triste»362.

356HASAP 1, p. 289.357HASAP 4, p.22.358HASAP 1, p. 175.359HASAP 1, p. 219.360HASAP 1, p. 221.361HASAP 1, p. 275.362HASAP 1, p. 463.

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Viviendo en caridad fraterna, no se disgusta a Jesús y se imita a María363. Pero esta caridad «se aprende en las relaciones íntimas con Jesús. Vivid muy cerca de Él… buscadlo a Él… no veáis sino a Él en todo y entonces sabréis ser lo que Él quiere de vosotras». El espíritu de pequeñez se demuestra en ser, «llenas de confianza y abandono, buscadlo sólo a Él. Todo por Él, observantes por Él, caritativas por Él, obedientes por Él, aguantadoras por Él y todo, todo por Él y Él… será vuestro Todo»364.

La oración comunitaria la califica de “oración, en bolita”. Es la oración donde se experimenta a Jesús “en medio”:

«Sobre todo las novicias, postulantes y las jóvenes que todavía no saben bien, que no le cogen todavía como quien dice la onda, deben pedirle a Nuestro Señor en la oración en común, porque decía Jesús: En donde están dos o tres reunidos en mi nombre. Yo estaré allí en medio de ellos. La oración, en bolita, Dios la recibe y es eficaz»365.

Si no es a partir de la unión con Jesús, no es posible la verdadera caridad fraterna. Cuando fueran muchas y diferentes, por las cualidades y por los cargos, sólo se consigue la unión buscando la complacencia de Jesús:

«Cuando sean más gente sólo tendrán un punto al que se reduce todo: la ‘perfecta complacencia de Jesús en todo’, en afectos, pensamientos, imaginaciones, enfermedades, triunfos, en los momentos dulces y en los amargos; en los cargos de relumbrón y en los momentos de abatimiento; en la soledad y acompañadas; en todo, Jesús»366.

363Cfr HASAP 1, p. 284.364HASAP 1, p. 289.365HASAP 4, p. 301.366HASAP 4, p. 22.

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13. Caridad respecto a los sacerdotes:

El amor al Señor y a su Iglesia conlleva lógicamente al amor a sus sacerdotes o ministros ordenados. Este amor se concreta en oraciones, colaboración, asistencia. En muchas instituciones eclesiales existe este servicio espiritual y fraterno, también en la familia de la Cruz. El P. Félix quería una casita para los sacerdotes enfermos o ancianos. Se reconoce en todos ellos un “alter Christus” de modo especial.

El P. Moisés habla de «la responsabilidad de la santificación de los sacerdotes»367. Invitaba a la «caridad para con los sacerdotes, ministros de Dios que son ‘otros Cristos’: ayudarlos, atenderlos, tenerles su casita para que vivan tranquilamente sus últimos años o cuando estén enfermos, imposibilitados, etc.»368

A esta “responsabilidad”, por parte de las MCMI, la califica de “peso tremendo se deja ir sobre vosotras”, especialmente en cuanto a la santificación369. Las Misioneras asumen este encargo con especial atención, como “Mis sacerdotes, los que pesan sobre mí”. El significado concreto es la responsabilidad de la propia santificación, como instrumento para la santificación de los sacerdotes. Por esto, se asumen los sacrificios de todos los días con esta intención: «¡Adelante! De cabeza al sacrificio por mis sacerdotes»… «Es por Jesús y por mis sacerdotes»370.

14. Caridad para con todos

La caridad fraterna vivida en la propia comunidad y Congregación, se traduce, pues, en amor a la Iglesia en general, a las almas, a la santificación y atención de los

367HASAP 2, p.212. 368HASAP 1, pp. 226-227.369Cfr HASAP 2, p. 212.370HASAP 2, p. 214.

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sacerdotes. Pero, precisamente por estas derivaciones tan especiales, la caridad se abre a toda la humanidad, a toda la sociedad. Es la caridad de colaborar en la extensión de Reino de Cristo:

«Jesús debe reinar en las sociedades, en los gobiernos que nos rigen, sea en México, en los Estados Unidos, en Francia, en Alemania; en las sociedades actuales… Dios debe reinar en las sociedades; los gobiernos deben reconocer a Jesús; la fuente de la justicia es nuestro Señor; la fuente de la moralidad es nuestro Señor y, por tanto, debe reinar en los pueblos, en las sociedades, en las familias»371.

La caridad sin fronteras es siempre “reflejo” de la caridad de Jesús. Es una donación de totalidad, para poder llegar a todos. Para llegar a esta caridad tan grande, hay que hacerse pequeños:

«Esa caridad exquisita no la tendréis, imposible, si no sois pequeñitas; ahí tenéis el secreto para ser caritativas como Jesús, como María, como los santos, porque el alma pequeña es el alma niña, al alma vacía, Dios la llena plenamente, y el alma que tiene a Dios, es y será caritativa»372.

Hay que comprometerse, no descartar ningún sacrificio, saber “morir” a sí mismo para que el amor de Cristo viva en nosotros: «moriremos, por decirlo así, envueltas en la misma atmósfera de Jesús Sacramentado»373. Así se llega a ser “Jesús para con los prójimos”. Es, pues, el mismo ideal de Jesús: «Como Él es y fue para con nosotros, así vosotras debéis ser con vuestros hermanos, los prójimos, y para con vuestras hermanas de comunidad»374. 371HASAP 1, p. 463. 372HASAP 1, p. 269. 373HASAP 1, p. 180.374HASAP 1, p. 280.

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El Corazón de Jesús se muestra como quien “tanto ha amado a los hombres y que sólo desprecios e ingratitudes recibe”. En este su Corazón se aprende la «caridad para todos los que os rodean»375.

Una derivación especial es la caridad hacia la familia, como base de la sociedad o, como dice el concilio Vaticano II, “la Iglesia doméstica” (Lumen Gentium, n.11). El P. Moisés, inspirado en el amor de Cristo, tiene esta intuición, tan actual, sobre la familia como fundamento de la sociedad: «Jesús, no solamente debe reinar en nosotros, sino también en las familias compuestas del padre, de la madre y de los hijos. En esa pequeña sociedad de familias, base de la sociedad, debe ser obedecido y comprendido Jesús… a eso vino nuestro Señor»376.

375HASAP 1, pp. 306-307.376HASAP 1, p. 463.

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COMO ÉL Apasionado por Cristo, Perfil espiritualy apostólico del P. Moisés Lira Serafín, MSpS

IV. CON LA MADRE DE JESÚS, NUESTRA MADRE

1. Con Ella, para ser como Él:

La espiritualidad o actitud mariana era connatural al P. Moisés, precisamente por ser un apasionado de Cristo y de sus amores: al Padre, al Espíritu Santo, a María y a la Iglesia. Del P. Félix había aprendido a vivir así: “Con María todo, sin Ella nada”. Y así lo escribe el mismo P. Moisés al P. Félix: «He ahí mi camino: Pequeñito, Víctima y muy hijo de María»377. Quería ser como ella, pero con ella, con su presencia y ayuda materna.

Sus hermanos, los Misioneros del Espíritu Santo, sabían muy bien esta connaturalidad mariana. El P. Guzmán, durante la plática con ocasión de la erección canónica de la Congregación de las MCMI (San Luis Potosí, 1 mayo 1949), describía así el inicio de su vocación: «La santísima Virgen de Guadalupe miraba con especial amor a aquel grupito que se ha de extender por toda la tierra. Y esa mirada de amor se proyectó también sobre esta alma, el P. Moisés, y dejó en ella la fecundidad» (HASAP 4, p. 331).

2. María, obra del Espíritu Santo:

Se podría decir que la perspectiva mariana del P. Moisés es eminentemente pneumatológica, es decir, a la luz del Espíritu Santo. María es Madre del Verbo Encarnado, por obra del

377Copia pública. Correspondencia expedida al R.P. Félix de Jesús Rougier, Vol. XII, 21 de noviembre de 1920, p. 17.

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Espíritu Santo. A ella, a su “sí”, le debemos que el Verbo se haya encarnado. «La Encarnación es la unión de la naturaleza divina con la humana en el seno de su Madre Santísima»378.

En las enseñanzas del P. Moisés, se nota el trasfondo de la doctrina de San Bernardo: «El Padre Eterno esperó mandar a su Hijo muy amado hasta que la Virgencita dijera su “sí” y llevar a cabo el misterio de la Encarnación... Cuanto tenemos en Jesús, cuanto nos imaginamos de su hermosura, de sus virtudes, su mirada purísima, todo se lo debemos a María y al Espíritu Santo»379.

San Bernardo invita a la Virgen a responder al deseo del Padre: “abre, Virgen bienaventurada, el corazón a la fe, los labios al asentimiento, el seno al Creador” (Homilía 4).

El Espíritu Santo quiso “necesitar” de la colaboración de María “para formar a Jesús”. Se puede afirmar que “Dios tuvo necesidad de María”. A la luz de este misterio, se puede observar por qué “la mujer tiene mucha influencia en el mundo”. Todo lo que se refiere al misterio del Verbo Encarnado “se lo debemos a María”380.

Precisamente por haber sido concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo y también por toda su actuación posterior, estamos llamados a “aprender Jesús, su obediencia y docilidad a ese Divino Espíritu”. La consecuencia para nuestra vida espiritual y apostólica es que, “a semejanza de Jesús”, estamos llamados a entregarnos “con toda docilidad al Espíritu Santo para que nos forme y dirija. Nos haría santas si nos dejáramos formar”381.

378HASAP 1, p. 43.379HASAP 1, p. 39.380Cfr. HASAP 1, p. 40.381Cfr. HASAP 1, p. 304.

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Puesto que la acción del Espíritu Santo estaba unida al consentimiento de María para la Encarnación del Verbo, a nosotros se nos pide «una donación formal, fuerte, total… al Espíritu Santo y a María que fueron escogidos para formar al Verbo»382.

Si es el Espíritu Santo con la cooperación de María, que ha formado a Jesús, estamos llamados a «tomar toda nuestra miseria y todos nuestros vicios y ponerlos en manos de los que deben hacernos santos, de los que deben transformar nuestras almas»383.

3. La importancia de la pequeñez y humildad de María:

Siendo Madre de Dios y llena de gracia, la Santísima Virgen vivió la “pequeñez”, si detenerse en sí misma, “ni en las dificultades, ni en las criaturas”. «Ella no se buscó, no se miró a sí misma, no se detuvo en las criaturas»384.

Esta actitud de pequeñez nos centra en Jesús y María, porque “Jesús quiere que vivamos sólo para Él”. Basta con «ser conocido sólo de Jesús y de María… hacerse pequeño como Jesús y María… no depender más que de Él y de María»385.

4. Ser sacerdotes y víctimas con la ayuda de María:

También la faceta sacerdotal de la vida de santidad, que consiste en participar de la realidad de “sacerdotes y víctimas”, tiene lugar como obra del Espíritu Santo y con la ayuda de María.

“Copiar a Jesús” equivale a “ser sacerdotes y víctimas… 382HASAP 1, p. 40.383HASAP 1, p. 40.384HASAP 1, p. 321.385HASAP 3, p. 130.

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ofrecer nuestros sacrificios en un ambiente de pureza”. Por esto “nos damos a los agentes que formaron a Jesús”, es decir, al Espíritu Santo que obra por María386.

Contemplar a Jesús como “nuestro Modelo y nuestro cariño”, es “la única razón de nuestros esfuerzos, de nuestros sacrificios, de todo”387. Nuestra pauta para ser sacerdotes y víctimas está trazada por quien a Cristo «le ordenó Sacerdote y quién lo formó Víctima, el Espíritu Santo y María»388.

5. María, Madre amorosa y nuestra actitud filial:

La expresión “María es mi Madre” era frecuente en algunas figuras mexicanas. El P. Moisés la repite con naturalidad. Pero si ella es Madre amorosa, a nosotros se nos pide ser buenos hijos. Si ella tiene “un corazón más grande que el de todas las madres”, estamos llamados a mostrarnos como verdaderos hijos. Esto no es más que una consecuencia de las palabras de Jesús al dárnosla como Madre (cfr. Jn 19,26-27).

El P. Moisés usa un título que, siendo lógico, no era frecuente en su época: “María Madre de la Iglesia”. Es que dada uno de nosotros, personalmente y en comunidad, somos la Iglesia o el Cuerpo Místico de Jesús. La afirmación, siendo concisa, es rica de contenido: «María, fue la Madre y el alma de la Iglesia, se santificó en el ocultamiento»389.

Pablo VI, declaró a María “Madre de la Iglesia”, en consonancia con la doctrina mariana conciliar que había sido aprobada en la cuarta sesión del concilio Vaticano II, indicando su significado: "Madre de todo el Pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores" (PABLO VI, Aloc. 21 nov. 1964).

386Cfr. HASAP 1, p. 40.387Cfr. HASAP 1, p. 40.388HASAP 1, p. 40.389HASAP 1, p. 39.

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Al dejarnos transformar en Jesús bajo la acción del Espíritu Santo, tiene lugar la acción materna de María y, por tanto, “también nuestra filiación mariana”. Por esto, podemos afirmar: «María, mi Madre, ¿qué temer? con Ella lo tengo todo»390.

El amor maternal de María para con sus hijos es un regalo de Jesús, quien “dio a la Santísima Virgen un corazón más grande que el de todas las madres”. Hay que dar gracias al Señor, porque así llegamos a tener también nosotros un “corazón grande” como ella a favor de todos sus hijos391.

El concilio invita a todo apóstol a tener el “afecto materno” de María (Lumen Gentium, n.65).

Ser “buenas hijas” con María, equivale a ser “como Jesús”, que “fue buen Hijo para con su Padre Dios y para con la Santísima Virgen”392.

Para el mes de mayo, el P. Moisés proponía estas jaculatorias: «Oh Jesús, por el amor que le tuviste y le tienes a la Santísima Virgen María. ‘Enséñanos a amarla como tú la amaste’» (HASAP 2, p. 90).

El encargo que María recibió de Jesús es el de sentirse “Madre de todos los creyentes” y, por tanto, “nos recibió, se abrió su corazón y nos tomó como hijos”. Jesús “nos dio todo lo que tenía”. En el discípulo Juan nos vio a todos nosotros, nos tuvo presentes; dio una mirada a todos nosotros y nos entregó a su Madre”. Este don nos insta a que “obedezcamos y amemos mucho a la Santísima Virgen”393.

390HASAP 1, p. 304.391Cfr. HASAP 1, p. 392.392Cfr. HASAP 2, p. 222.393Cfr. HASAP 3, p. 112.

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En este contexto de maternidad espiritual de María, el P. Moisés usa la expresión de San Ireneo (“Nueva Eva”), porque es Madre de todos los nuevos vivientes en Cristo. El título de “corredentora” significa que ella es “la compañera de Jesús, como Eva fue la compañera de Adán y madre de todos en el orden material, así María fue la Madre en el sentido espiritual”394.

El concilio usa el término “asociación” y lo relaciona con su maternidad y victimación: “Se condolió vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima engendrada por Ella misma, y, por fin, fue dada como Madre al discípulo por el mismo Cristo Jesús” (LG 58). María es la “nueva Eva” (LG 63), nuestra Madre, porque “cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia” (LG 61)

Ser “muy hijas” de María significa también “sed muy filiales, muy sencillas con nuestro Señor y, naturalmente, seréis sencillas”, porque “María y Jesús no se separan”395.

6. Imitar a María para ser trasunto de Jesús:

En María encontramos todo, porque ella “fue trasunto de Jesús”. Imitarla significa darse totalmente al Señor por medio de ella, siendo fieles como ella a la Palabra y a la acción del Espíritu Santo. Esta imitación se lleva a efecto en una vida oculta con Jesús y María. De ella se aprende el “amor maternal” hacia Jesús.

«Para con la Santísima Virgen debéis ser como Jesús. Jesús es vuestro modelo y puesto que debéis ser

394Cfr. HASAP 3, p. 112.395Cfr. HASAP 3, p. 192.

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‘trasuntos de Jesús’, debéis amar mucho a la Santísima Virgen. Tenéis en Ella una Madre y el modelo para amarla es Jesús»396.

Imitar a María es tener su “amor maternal para con Jesús”. Ella “tuvo contento a su Hijo”397. Es la capacidad de recibir a Jesús tal como es, para poderlo transmitir a los demás. Entonces serán “muy apóstoles de su amor”398.

Dice el concilio: «La Iglesia… imitando a la Madre de su Señor, por la virtud del Espíritu Santo conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad» (LG 64). Entonces «la Iglesia… se hace más semejante a su excelso tipo… Por lo cual, también en su obra apostólica, con razón, la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen, precisamente para que por la Iglesia nazca y crezca también en los corazones de los fieles» (LG 65).

María ayuda a convertirse en lo que ella fue, “María fue un trasunto de Jesús”. No estaría bien quedarse “a medias” en este parecido con Jesús y María. “Jesús no buscó su capricho ni su propia voluntad; la redención fue voluntad del Padre”399.

Se imita especialmente el amor que María tiene a Jesús: «Madre amorosa, sostén mis pasos hacia Jesús. Enséñame a amarlo de veras, a ser buena de veras»400.Se trata de «atender a Jesús… como María lo atendió y procurar su perfecta complacencia»401.

Ser trasunto de Jesús significa transformarse en Jesús. Es la transformación que sigue realizando el Espíritu Santo por medio de María: «Jesús se hizo Jesús por medio de la

396HASAP 2, p. 221.397HASAP 3, p. 202.398HASAP 1, p. 200.399HASAP 3, p. 118.400HASAP 1, p. 78.401HASAP 2, p. 91.

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Santísima Virgen. Yo debo hacerme Jesús, es decir, hacerme santa en las manos de María»402.

La expresión que usaba el Papa Juan Pablo II (“totustuus”, “soy todo tuyo”) es de una oración mariana de San Luís Mª Grignion de Montfort, como indicando la disponibilidad de dejarse moldear por el Espíritu Santo en el seno de María nuestra Madre.

7. Pedir su intercesión:

Ya hemos visto repetidas veces en los escritos del P. Moisés que acude frecuente y espontáneamente a la intercesión de María. Se trata de encomendarse a ella para imitar a Jesús y transformarse en él. La intercesión y mediación de María hacía más evidente la especial mediación de Jesús, que es Dios y hombre, nuestro único Salvador. María de modo especial, pero también toda la Iglesia, participa de esta única y peculiar mediación de Jesús.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en su cuarta parte (nn. 2617-2619), invita a orar a María (con el “Ave María”) y a unirse a su oración (con el “Magnificat”).

Se aconseja continuamente “encomendarse a la Santísima Virgen”. Y se propone alguna fórmula concreta, que indica siempre la dinámica hacia Jesús: «María, mi amadísima madre, contigo vengo a hacer mi oración, sin Ti nada quiero hacer; vamos las dos, llévame Tú, prepárame Tú y úneme a Jesús»403.

María no disminuye en nada el modelo y la mediación de Jesús, sino que la refuerza. Los temas expuestos por el P. Moisés incluyen esta actitud de relación especial con Jesús y 402HASAP 2, p. 379.403HASAP 1, p.326.

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María. No se habla propiamente de una idea, sino de una realidad viva:

«Hemos meditado bajo la mirada de Jesús, en el silencio, en la tranquilidad, en el ambiente de paz y de bendición de Dios que son los santos ejercicios… Eso es todo lo que hemos visto y meditado de una manera teórica y también práctica, teniendo presente a nuestro modelo perfecto que es Jesús y que al mismo tiempo es el término de nuestros anhelos. Hemos estado unidos íntimamente a María santísima, que después de Jesús, también es nuestro modelo y es nuestra intercesora»404.

La confianza en María, cuando se acude a ella por medio de la oración, es el resultado de sentirse amados por ella como buena Madre. Por esto, se acude a Jesús y a ella con la humildad del niño que se ha caído en el “fango”: «Jesús mío, que me has hecho conocer el vicio en que debo trabajar ahora, te pido tu auxilio, yo confío en que todo podré, así como me sacaste del fango. Madre mía, en esto también me confío»405.

Cuando pedimos al Señor, recordando o haciendo mención de su Madre y nuestra, «hemos tocado la fibra más delicada del Corazón de Cristo, que es su Madre»406.

8. La presencia activa y materna de María:

La espiritualidad o devoción mariana, tal como la propone el P. Moisés, tiene la característica de vivir en una relación personal con María, ya presente en nuestro caminar histórico y eclesial. Con ella, “unidas a María, se camina hacia adelante en la vida espiritual, comunitaria y apostólica: «Vamos las

404HASAP 4, p. 64.405HASAP 1, p. 75.406HASAP 3, p. 37.

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dos»407. «Madre mía, vamos juntas a pasar estos momentos con Jesús… tú llévame a sus pies»408.

A la oración se va con ella: «Jesús, aquí está tu Madre conmigo»409. «Mi Madre está cerca de mí»410.Y con ella se camina en todo el camino de perfección.

Juan Pablo II, en su encíclica mariana Redemptoris Mater, instaba con frecuencia a recordar y vivir la “presencia activa, ejemplar y materna” de María (cfr. nn.1, 3, 7, 24, etc.). Por esto invitaba a “dejarla entrar” o “introducirla”, para vivir “en comunión de vida” con ella (ibídem, n. 45 cpn su nota).

Esta presencia mariana anima a caminar, pero también compromete a vivir su filiación: «La Madre de Jesús está contigo, debo mostrarme digna hija de Ella»411. «Sí, Jesús, con María todo lo que me mandes, dispuesta estoy a seguir hasta el calvario»412.

No es una experiencia imaginaria, sino una realidad de gracia que invita a convertirla en experiencia permanente: «Qué consolador es tener este pensamiento: ¡Mi Madre está cerca de mí! ¡Qué real es esto cuando adquirimos el hábito de estar con María! ¡Qué dulce es la intimidad del alma con María!»413.

La presencia activa y materna de María, a que se refiere Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Mater, es una consecuencia de su Asunción, como participación en la realidad y presencia de Cristo resucitado.

407HASAP 1, p. 326.408HASAP 1, p. 346.409HASAP 3, p. 37.410HASAP 3, p.32.411HASAP 3, p. 29.412HASAP 3, p. 32.413HASAP 3, p. 31.

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Cuando buscamos otros consuelos al margen de Jesús y María, deberíamos sentir «un reproche porque no buscamos el consuelo junto a Él o junto a su Madre, sino que vamos a las criaturas»414.

Los momentos de oración, como encuentro personal con Jesús, tienen esta faceta mariana, aunque uno no fuera consciente. El P. Moisés, como buen pedagogo en la vida espiritual, invita a hacer esta experiencia, también cuando se tienen dificultades:

«Siempre que nos presentamos a Jesús, antes de cualquier oración, digámosle confiada y resueltamente: "Jesús, aquí está tu Madre conmigo" y a esa frase Jesús extenderá sus brazos y abrirá su Corazón y dirá: "¡Oh! Madre mía, ¿qué deseas? Todo lo mío es también tuyo". Lo que pidamos por María, tengamos la seguridad de que está concedido. Hemos tocado la fibra más delicada del Corazón de Cristo, que es su Madre»415.

Vivir la presencia de María, como consecuencia del encargo de Jesús en la cruz, conduce al compromiso de imitarla como ella imita a Jesús: «Trabajad, bajo la mirada de María, en afocaros a nuestro Señor, en fijaros en Jesús. Que sean vuestros modelos Jesús y María»416.

Al vivir esta presencia, se percibe que “donde está María, está Dios”. Entonces se tiene a Jesús “y con Dios tiene todo”417.Dios no es abstracto, sino nacido de María.

9. Con María, celebrar y adorar a Jesús Eucaristía:

414HASAP 3, p. 32. 415HASAP 3, p. 37.416HASAP 3, p.119.417HASAP 3, p. 139.

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La colaboración de María en la Encarnación del Verbo, es como “la puertecita” para comprender y vivir la Eucaristía. Efectivamente, «la Eucaristía es la continuación de la Encarnación»418. En cierto modo, se puede decir que María engendra a Jesús que se hace presente en el sacramento y sacrificio de la Eucaristía.

Es un verdadero tesoro el capítulo sexto de la encíclica de Juan Pablo II (Ecclesia de Eucharistia), donde se presenta a “María, mujer eucarística”. Nos invita a “asumir el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por ella. María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas” (n. 57).

El trato amoroso con Jesús Eucaristía es como un “consuelo” para el Señor. Es María que sigue dándonos al Señor para que lo cuidemos. Hay que orar para que “aumente el número de sacerdotes según el Corazón de Dios”, que sepan vivir esta realidad y “le den ese amor” al Señor. Hay que aprender a escuchar a María en el momento de la comunión: «Te lo doy, pero cuídalo»419.

Por lo que “Jesús y María son inseparables”. Y aunque ella no esté presente sacramentalmente como Jesús, nos acompaña y podemos decir: «Llevo a María conmigo»420.

A María se la puede calificar de “puertecita del Sagrario”. La comparación sirve para entender que para participar en la realidad de “Jesús-Hostia”, hemos de “pasar por la puerta de su prisión de amor, es decir, por María”. En la Encarnación, María engendró a Jesús “en la vida humana”. Ella sigue cooperando para engendrar a Jesús “a la vida sacramental”421.

418HASAP 3, p. 36.419HASAP 2, p. 385.420HASAP 3, p. 28. 421Cfr. HASAP 3, p. 36.

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Puesto que la Eucaristía es la actualización del sacrificio redentor de Cristo, hay que celebrarla y adorarla con todo nuestro amor. El recuerdo de la Virgen Dolorosa ayudará a que «no queramos prolongar la Pasión del Hijo y de la Madre»422.

Un “alma pequeña” vive “enamorada de los dolores de Jesús y de los dolores de su Madre Santísima”. No se pueden separar los dolores de María de los dolores de Jesús423.

El P. Moisés propone una práctica devocional sencilla: «De las 12 a las 3 de la tarde, debemos pensar en la agonía de Jesús; la primera hora en compañía de san Juan, la segunda con la Magdalena y la tercera con la Santísima Virgen» (HASAP 2, p. 79).

10. Consagración a María:

La “consagración” a María tiene el sentido de una entrega total al Señor por medio de su Madre y nuestra. La profesión religiosa tiene una estrecha relación con esta consagración: «Haced esta entrega por María, en Jesús y con Ella. Jesús vino a la tierra por Ella y por Ella debéis ir hacia nuestro Señor»424.

Juan Pablo II, en la encíclica Redemptoris Mater (n.48) cita a san Luis Mª Grignion de Montfort, «el cual proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo».

Cuando acompañamos al Señor, especialmente en la Eucaristía, es el momento para hacer o renovar la “consagración” a María. Es una determinación de hacerlo todo por amor a Jesús con María. El “acto de consagración” 422HASAP 2, p. 384.423Cfr. HASAP 2, p. 79.424HASAP 3, p.134.

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podría expresarse así: «Contigo todo y sin Ti, nada. Madre mía, contigo voy a hacer un esfuerzo para buscar a mi Amado y lo quiero buscar contigo. Llévame Tú, enséñame Tú»425.

Otra fórmula parecida (fragmento): «Venimos a los pies de Jesús Sacramentado, en nombre propio y de todas las hermanas que forman esta pequeña agrupación… Nos entregamos totalmente a ti y hacemos esta entrega de nosotras mismas… de todo lo que tenemos… de todas y cada una de las casitas» (HASAP 2, p. 85). Ver allí la fórmula completa, que empieza con una invocación a la Santísima Trinidad.

Esta entrega a Jesús, por medio de María, está en la perspectiva de un abrazo de Jesús, quien dice nuevamente: “Ven”. La respuesta debe ser incondicional, especialmente en los Ejercicios Espirituales, a modo de “donación por manos de María”: «Vengo a tí, me entrego. Me entrego de antemano a todo lo que me pidas, a todo lo que me exijas, aquí estoy. Quita, pon, arranca, hazme como quieras»426.

El P. Moisés tenía costumbre de empezar los Ejercicios Espirituales «con una entrega a Jesús por la santísima Virgen» (HASAP 3, p.203).

Al hacer esta donación de sí mismo a la Santísima Virgen, para vivir la entrega total al Señor, se invoca a María para que nos acompañe: «quiero que tú estés conmigo Madre mía. Donde estás tú, está Jesús»427.Sugiere añadir «una invocación a santa Teresita, a nuestro padre Félix y otros santos para que nos ayuden a dar gracias»428.

Me parece detectar una gran armonía entre la doctrina mariana del P. Moisés y la oración final de la encíclica del Papa Francisco sobre la

425HASAP 3, p. 165. 426HASAP 4, p. 82.427HASAP 4, p. 217.428Ibídem.

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fe: «¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada… Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe. Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar… Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino» (Lumen fidei, n. 60).

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