wittmann historia de la lectura
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Robert Bonfil GugUelmo Cavallo, Roger Chartier
Jean-Frangois
Gilmont Anthony Grafton, Jacqueline Hamesse, Dominique Julia, Martyn Lyons,
Malcolm Parkes, Armando Petrucci, Paul Saenger
Jesper
Svenbro, Reinhard W ittm ann
HlSTORIA
DE LA LECTURA
EN EL MUNDOOCCIDENTAL
bajo la direccion de
GugUelmo Cavallo y Roger Chartier
taurus historia
taurus
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Titulo o r i g i n a l : HiiUnie de la lecture dam k rru/nde txxidentul
6
1997, Editions Laterza et Editions de Seuil
© 1998, Santillana, S. A. TaurusJuan Bravo, 38. 28006 Madrid
T e J c f o n o ( 9 1 ) 3 2 2 47 00
Telefax ( 91) 322 47 71
DR. €- De esta edition:
Santillana
Ediciones Generales, S.A. de C.V.Av. Universidad 767, colonia del Valle
Mexico, 03100, D.E Telefono: 5420 75 30
www.taurusaguilar.com.mx
Traducciones d e :
MARIA BARBERAX:
Introduction. La Grecia arcaica y clasica. ta invention de la lecturasflentiosa. El modelo escolastico de la lectura. Reformas protestantes y lectura.
Lectura y cont rar re for rna. Lecturas y lectores "populares" desde el Renacimientobasta la epoca clasica.
MARI PEPA PALOMERO: Entre el votumen y el codex. La lectura en el mundo romano. Lalectura en las
comunidades hebreas
de Europa occidental en la epoca
medieval.Leer por leer un porvenir
para
la lectura.
FERXAVDQ
BORRAJO:
La alta
Edad Media La lectura en los ultimos
siglos de la EdadM ed i a. EJ lector human ista.
CsasnsM
GARCIA OHLRICH: ;Hubo
una revolution en la lectura a finales
del siglo
XVJII?
Los nuevos lectores del siglo XIX: mujeres, n i n o s,
obreros.
Primera edicion en Mexico: jun io de 2006
ISB\ : 9 7 0 - 7 7 0 - 4 5 0 - 0
Diserio de c u b i e r t a : Pep Carrio y Sonia Sanchez
F o t o g r a f i a : Enrique Cotarelo
Adaptation de c u b i e r t a : Luis Almeida
hBpresoen Mexico
Todo* la* dere tbo * reservado* . Esta publication no puede ser
reprod-Qada- ni en todo ni en p a n e , ni regisirada en o transmitidapar.
un «M3>-ma
de recuperation de informaoaa,
en n inguna forma
JE por n ineun medio , sea m ecanico, fo*oquiniico, ekctro nico, mag-
•oakxi rlectroopdco, par fanocopia, o cualquier otro, sin el penm so
yrevio pur CKTHO de la editorial.
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Reinhard
WITTMANN
^HUBO
UNA REVOLUCIONEN LA LECTURA A FINALES
DEL SIGLO XVIII?
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INTRODUCTION
Desde que el m u n d o es m u n d o , no se h a n visto sucesos tan extranos en A l em a -nia c o m o han sido la lectura de novelas, o en Francia la revolucion. Estos dos
extr emos estan est recha mente imbricados, y no es improbab le que las novelas
hayan hecho en secreto tan infelices a l h o m b r e
y a las familias como publica-
m e n t e la terrible Revolucion Francesa1.
Con esta equiparacion de los acontecimientos politicos que convul-
sionaron Eur op a occidenta l y de un a revolucion lectora ocurrida en
Europa central, el librero conservador Joha nn Georg Heinzmann
expresa en el ano 1795 la con\iccion de muchos coetaneos: el A n t i -
guo Regimen no recibe en Alemania el tiro de gracia de manos de
los jacobinos, sino de los lectores.
Esta alteration funcional tan rica en consecuencias de la tecnica
de lectura, hasta entonces exclusiva de ciertos sectores, fue saludada
con entusiasmo por los revolucionarios, criticada con preocupado
ademan
por los ilustrados
m o d e r a d o s " , combatida con encono porlas clases reaccionarias y conservadoras, por los clerigos y los respon
s e s del Estado; pero nadie se atrevio a negarla. Inglaterra y Fran
cia habian precedido tambien en esto a Europa central. Viajeros a l e -
^anes informan ya desde mediados del siglo xvffl de un cambio del
J-
G
- Heinzmann, Appelan meine Nation, B erna, l795, p. 139.
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na con el termino "revolucion lectora". Tras el se esconde un mo
delo explicativo que concibe este cambio secular como el paso re-
volucionario de la lectura "intensiva" a la "extensiva". Basandose
en fuentes pertenecientes al norte y centro de la Alemania p r o t e s -
tante, Rolf Engelsing
ha esbozado un proceso por el cual , a lo largo del siglo X V I I I , la lectura repetitiva intensiva durante toda una
vida de un pequerio canon comun de textos conocidos y normati-
vos que no dejan de interpretarse —en su mayor parte de indole
religiosa, y sobre todo la Bibl ia— se ve sustituida por un compor-
tamiento lector extensivo que pone de manifiesto de un modo
m o d e r n o , laicizado e individual, cierta avidez por consumir un
material nuevo, mas variado, y, en particular, por satisfacer el de-
seo de entretenerse privadamente.
Sin duda no cabe hablar de una sustitucion rapida y exhaustiva
del acceso tradicional a la lectura por otro moderno. Pero, aun
evitando el termino de "revolucion lectora", no puede dudarse de
que hacia el final del Antiguo
Regimen destaca en toda Europa de
un modo variable en lo regional y social el comportamiento
lectorde un publico que se multiplica incesantemente, y ello tanto en lo
cuantitativo como en lo cualitativo. Una practica
lectora mas bien
extensiva se convierte entonces en norma cultural obligada y d o-
m i n a n t e , mientras que la tradicional lectura intensiva pasa cada
vez mas por algo obsoleto y socialmente inferior. La election de las
caracteristicas de tales cambios no tiene por que ser acertada: la
lectura repetitiva "intensiva" podia constituir un ritual falto
de sen-tido, mientras que la lectura "extensiva" podia revestir una inten-
sidad rayana en la pasion.
Para poder comprender este proceso tan rico en derivaciones
para la historia cultural europea, sus causas y su avance, su difusion
ysus consecuencias, para identificar en cierta medida al lector con-
creto del siglo XVIII, ese ser desconocido, habria que estudiar criti-camente un sinnumero de fuentes, asi como sus interpretaciones
mas prudentes. La investigation europea ha tratado de hacerlo, en
particular durante las dos ultimas
decadas, con resultados muy
irre-
gulares. Sin embargo, aun nos encontramos en el umbral de tales
estudios y carecemos de una imagen diferenciada de tal proceso4.
En Francia se han realizado analisis cuanti tativos de inventarios tras fallecimien to y catalogos de
bibliotecas,
aunque las consecuencias que pueden extraerse de ellos
son relativas
y muy generates.
A menudo refieren lo que se colecciono, pero no lo que se lei'a. Pues los libros danados y los sospe-
cnosos se separaban; a menudo los catalogos representan los fondos obsoletos de generaciones
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RHNU.VRP \> ITVMANN
al enquistarse el sistema f e u d a l , y debido a que, a pesar de que el
mimero de los detentadorcs burgueses de la cultura iba en auraen-
t o , no encontraban una ocupacion
adecuada. Excluidos
una vez
mas de his
posiciones de mando, estos intelectuales " f l o t a n t e s "
ooiistituyeron
un factor de desasosiego que ponia en entredicho de
un modo cada vez mas patente
el sistema heredado.Esra evolution se enmarcaba en el conocido proceso europeo
de aburguesamiento de la sociedad, la cultura y la literatura. Di-
cho proceso constitute la aportacion historica del movimiento
ilustrado. con sus nuevos va l or es , su ideal de paridad acorde con
el dcrecho
n a t u r a l , su mentalidad utilitarista centrada en el prin-
cipio
de eficiencia
y un afan intensivo de perfeccionamiento inte-
lectual que servia
para diferenciarse
de la nobleza, pero ante todo
para subir
posiciones en la escala social bajo las proclamas de la ra-
z o n . el humanismo. la tolerancia y la virtud. Jurgen Habermas ha
defmido esra alteration de la conciencia con su tesis del cambio
estructural de lo p u b l i c o " . La identidad burguesa se forma, por
t a n t o . al hilo de la creation de una nueva esfera a-cortesana de lo
publico, que se desarrollo como una "esfera de las personas priva-das
convertidas
en publico" que pone en tela de juicio el m o n o p o -
lio interpretativo
y de information de las autoridades estatales y
eclesiasricas
v que da pie, primero en lo l i t e r a r i o ,
y luego
en lo p o
litico, a nuevas estructuras antifeudales de comunicacion e inter-
cambio. El estatus heredado por nacimiento es sustituido por la
identidad individual. Primero trato de ganarse y de afirmar su an-
siada autonomia en el ambito
espiritual. Esta individualidad bur-guesa, cuvas senas de identidad son el descubrimiento y la libera
tion de la subjetividad, estaba deseosa de comunicacion con el fin
de
ampliar su limitado
universo de e x p e r i e n c i a s .
Ningun otro medio podia recoger mejor
esta funcion que la pa-
labra escrita. La cultura impresa y la literatura se convirtieron en
campo
de practicas del autoconocimiento y del raciocinio. Conello, el libro y la lectura pasan a identificarse con otros valores enla conciencia piiblica; la lectura, para la que la burguesia reservapor fin el tiempo y el poder
adquisitivo
necesarios, desempeiia
ahora una funcion emancipatoria y se convierte en fuerza produc-nwi social: elevaba el horizonte moral y espiritual, convertia al
lector en un miembro util
de la sociedad, le
permitia perfeccionarel dorninio de las tareas que se le asignaban, y servia ademas al as-censo social. La palabra escrita se convirt io, con ello, en detenta-dor
burgues
de la cultura.
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jHUBO UNA REVOLUCION EN IA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
En siglos anteriores, el libro se habia recibido fundamentalmen-
te como un instrumento autoritario con una voluntad de poder im
personal. Se le tenia por factor irrenunciable del proceso d isc ip l i -
nador al servicio
de las autoridades mundanas y eclesiasticas. Soloel cambio mas general de mentalidad ocurrido en el siglo XVIII per-
mitio que destacara la capacidad de la letra impresa de "efectuar
una penetration sustancial de la vida subjetiva del lector"5. Precisa-
mente porque el texto reproducido mecanicamente podia ser leido
con mayor automatismo que cualquier manuscrito por su unifor-
midad, creaba una tension que entregaba al nuevo lector en cuer-
po y alma al fantastico
mundo del libro. Pero para ello se requeriaun premisa sustancial: la alfabetizacion.
La difusion de la facultad de leer y escribir en Europa a finales
del siglo xviii solo puede ser objeto de conjeturas a falta de cifras
ni siquiera aproximadas en practicamente todo el territorio del
continente. Pues,
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lativos a Francia. Aqui, unos 9.6 millones de personas eran capa-ces en los
anos
80 de escribir su n o m b r e , pero tambien en este caso se estima que, hacia 1789, el porcentaje de analfabetos suponia
un 60%.Es indudable que en Europa central se produce en el siglo xviii
un considerable aumento relativo del numero de lectores. Proba-blemente
se duplico, si no se triplico, pero siempre en el nivel
masbajo de
tal
capacidad. Las estimaciones de los coetaneos tambienvarian
considerablemente, e igualmente divergentes son las fuen
tes que en con t ramos
6
. En 1773, Friedrich Nicolai establece que elpublico "culto" aleman asciende
a 20,000 personas (es decir,
cercadel 0.01% de la poblacion); en 1800, Jean Paul considera que elnumero de lectores de novelas se cifra en torno a las 300,000, loque supondria aproximadamente un 1.5% de la poblacion total.Ambas
estimaciones —^antes
o despues de la "revolucion de lalectura"?— difieren por un factor de mas del 100. Las investiga-
ciones modernas
dan, sin embargo, cifras mas ambiciosas de lectores "potenciales": hacia 1770, un 15% de la poblacion mayor deseisanos; hacia 1800, un 25%
7. El siguiente calculo parece mucho
mas realista (a pesar de lo ambicioso del promedio de tirada cita-do): "Con una cifra aproximada de 25 millones de habitantes enAlemaniay
una tirada media de la primera edicion de 2,500 ejem-
plares, un 0.01% de la poblacion adquiria el libro, y cerca de un0.1% lo leia"8
. Las quejas de la epoca sobre una "epidemia lectora" que arrasaba en todos los
estamentos
continuarian, por tanto,un "fraude ideologico"
9.
La democratization numerica
y cuantitativa de la lectura no seprodujo hasta un siglo mas tarde. En el caso del ducado de Wurt-
temberg
contamos con datos mas concretos sobre la expansion delpublico lector, por lo que constituye un ejemplo (desde luego
norepresentativo) que merece ser mencionado. En 1790, BalthasarHaug cita con precision en su El Wirtemberg culto las cifras de la cla-se de notables, que en lo
esencial
serian tambien los detentadoresde la cultura literaria: 834 sacerdotes, 388 vicarios y becarios en
V»i R .
Engelsing, Analphabetentum und Lektiire, Stuttgart, 1973, pp . 62 y ss.
' R- S chenda, Volk ohne Buch. Studien zur Sozialgeschichte derpopuldren Lesestoffe 1770-1910, Franc-
fortdelMeno,1970,p.445.0
H. Kiesel, P. Munch, GeseUschafi und Uteratur im 18. Jahrhundert, Munich, 1977, p. 160.
R-Schenda, Volk ohne Buch, op .cit., p. 88.
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(HUBO UNA REVOLUCION EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGIX) XVIII?
Tubinga, 452 juristas (incluyendo seguramente a altos cargos del
funcionariado), 218 medicos y farmaceuticos, 300 oficiales (nobles
en dos terceras partes), cerca de 200 estudiantes graduados, 75
comerciantes de Stuttgart y cerca de 450 del c a m p o ,
y, f i n a l m e n -
te, 1,324 "escribanos", es decir, funcionarios de grado medio sinformation universitaria10. Si a estos burgueses por posesion y for
mation, que alcanzan la buena cifra de cuatro mil, se afiaden dos
mil mujeres y jovenes, y un par de centenares de nobles , podria-
mos establecer que el publico lector " e x t e n s i v o " de Wu rttemb erg
a finales del siglo xviii asciende a unas siete mil personas, poco
mas de un 1% de la poblacion total. Los que continuaban aferra-
dos a los habitos lectores tradicionales seguian echando mano co
mo siempre de los edificantes "viejos c o n s o l a d o r e s " ,
de la Biblia,
el catecismo y el calendario.
Pero seria un error asignar al publico aleman que lee regular-
m e n t e , a esas trescientas mil personas que constituyen un 1.5%
de la poblacion total, un papel
social y cultural tan marginal. Pues
este fermento de nuevos lectores, tan reducido en un primer momenta, dio pie a toda una serie de reacciones en cadena esencia-
les tanto en lo politico como en lo cultural.
VlEJAS
Y NUEVAS FORMAS DE LECTURA EN EL SIGLO XVIII
({Como transcurre concretamente la evolution de la lectura en elsiglo XVIII? Para responder a esta pregunta se requeriria un patronde la historia de la lectura mas diferenciado que el que poseemos,que reflejara tanto la sucesion diacronica con sus diversos estadioscomo los solapamientos sincronicos. Pero en ningun caso cabe ha-blar de un proceso lineal y facil de abarcar. Antes bien, se observa
una disgregacion
y anonimizacion de la poblacion lectora, tanto enlo social como segun parametros temporales y g e o g ra f i c o s. Ciertosestadios del desarrollo transcurrian
p a r a l e l a m e n t e ,
solapandoseen ocasiones. La lectura se convirtio en un proceso socialmente in-diferente e individual. La pertenencia a una clase ya no c o n d i c i o -naba el acceso a la lectura:
1 0 B. Haug, Das Gelehrte Wirtemberg, Stuttgart, 1790, pp. 26-32, citado segun M. Hassel-
horn, Der altwurttembergische Pfarrstand im 18. Jahrhundert, Kohlhammer,
Stuttgart, 1952,
pp. 33 y ss.
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W i l l MANN
El publico literario de la era prerrevolucionaria
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,ll I l lhO UNA Ht t Vl l M l l l l ON UN IA MMiiUkA A W N A I . M HIM. km/> XVIII?
tjuirMicH dcrlaimtban lexum rellgloNo*, y en el ambito publico de laslaberna.H, o lamblrii tin IOH mm ados, Ion lelrados, y tambien los p r o -lesorcs
o elerigoH, cxponfan IHN novedades
polftica* o de otro s igno.Los
rsluci/oN IniniNlvoN de
IOH
iluMradores
del pueblo a finales delsiglo XVIII por trasloear en la poblacion rural esa lectura "indiscriminada" por
oira
"I'M il" por inlegradora
de lo social, valiendose engran
mrtlitlu
de una pedum
W
u r
'
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l«'U»rade
tipo autoritario, fra-easaron en su mayor parte.
I 'os te r ior ine i i te , todo enlo cambio
bajo el trauma producido
por la Revolucion KranceHa, Tambien en el campo crecio
un inte-res elemental por las sensationales nuevas que llegaban sobre lalibertad.
la igualdad y la Iraternidad. Muliiplicadores
como los pi-caplei tos, los
maestros
de estuela
expulsados, los estudiantef
re-calci t rantes, los clerigON avidos cle
r e f or ma s , los tenderos y maestros de
poslas
que leian
en voz. alia
periodicos en las escuelas ytabernas
animaron al publico a entablar
ruidosos debates. La m o
tivation de aprender a leer uno mismo
se incentivo asf
sustan cia l -
mente (tambien gracias al control de opinion que pretendianejercer las
autoridades
c o n t r a r r e v o l u c i o n a r i a s ) , para disgusto delas clases dirigentes en lo politico y lo social, que reduplicaron susesfucr/os por bloqucar tal emancipation espiritual.
(Ion
mayor celeridad,
y antes que entre las capas medias
y ba- jas del entorno rural, se alien ) el comportarniento lector entre las
urbanas, en particular entre el personal de servicio, los lacayos ylos
pcluqueros ,
las camareras y s i rvicntas , los empleados
en el co-mercio y el sector artesano, asi como entre los cargos m e d i o s , ytambien bajos, del cuerpo militar. Este grupo podia suponer hasta una
cuarla
parte de la poblacion ciudadana. Tambien disfruta-ban de los requisitos externos precisos para la lectura, a saber, lacarisima
luz, algunos ratos libres a lo largo del d i a , y, al disponer
de alqjamiento
y manutenci6n gra tu i tos , lograban
reunir un pe-querio presupuesto para la biblioteca de p r e s t a m o . En su afan porimitar a sus senores , este personal se apropio de sus nuevos habi-tos de lectura, en particular en lo que se
refiere
al amplio
consu-
mo cle
novelas. En la ciudad, la palabra escrita paso a constituirun elemento corriente de la vida urbana diaria: carteles en las ca-sas,
anuncios
en las paredes, voceros y eharlatanes
de mercado
con sus l ibretos, y los omnipresentes periodicos en los estancos ytabernas. Ya en 1740, la avan/ada Inglaterra consideraba a la Pamela de Samuel Richardson como la
heroina
cultural de unahermandad
muy numerosa
de criadas lectoras que disfrutan de
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cierto ocio"13. Esta emancipation literaria se impuso tambien enAlemania con un retraso de varias decadas. En 1781, un autor vie-nes registra entre las criadas una autentica pasion por las "bellasle t ras":
Yno contentas con esto, encima representan el papel de las sensitivas, hacen
alarde de poseer un espiritu sensible, teen con avidez c o m e d i a s , novelas, poe-
m a s , se aprenden de memoria escenas enteras, parrafos o estrofas, e incluso
discurren sobre las penas deljoven Werther.
Con el moralizante Librito de costumbres para los criados (Lavater,
1773) no podia atajarse ya semejante gusto lector. Las largas flo
ras de ocio
durante la guardia fomentaban la lectura entre los m i-
litares radicados en la ciudad, como critica un observador en
1780: "En las grandes c i u d a d e s , hasta los mosqueteros se hacen
traer libros de la biblioteca para consumir durante las principales
guardias". El material predilecto de las guarniciones era, ademas
de las novelas, la lectura subida de tono y los panfletos.
El polo opuesto de la lectura "indiscriminada", socialmente en
claro retroceso, pero todavia predominante p o r c e n t u a l m e n t e ,
habia sido desde siempre la lectura "cul ta". Entre las elites inte-
lectuales no solo se habia extendido una lectura seguida, moder-
na", encaminada a proporcionar information, sino que, a partir
sobre todo del siglo xvn, se habia adoptado tambien una lectura
extensiva, polihistorica y e n c i c l o p ed i c a . Pero desde mediados del
siglo xvr i l , la "rata de biblioteca" culta, que, inclinada sobre sus l e -
gajos, olvidaba el resto del mundo, se habia convertido ya en m e -
ra figura risible. Su cultura libresca, tenazmente contraria al mero
u t i l i t a r i s m o, se enfrentaba a la imagen burguesa e ilustrada del
mundo. El flematico y pedante lector de alcoba fue absuelto por
el versatil y docto petimetre que cultivaba las ciencias mas bien su-
p e r f i c i a l m e n t e .
La ideologia
de la Uustracion
propago en cambio
entre los de-tentores de la cultura tradicionales y los de nuevo cuno una lec
tura utir. Uno de los principales instrumentos de esta propagan
da lo conformaban las revistas mensuales morales" que se
publicaron entre 1720 y 1750 y que —sintoma muy revelador—
surgieron en las ciudades industriales del norte p r o t e s t a n t e ; ju nt o
3
Watt, op. cit.,p.52.
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a Leipzig, Hamburgo desemperio un papel decisivo como puertade entrada del pensamiento ilustrado ingles. Siguiendo el m o d e -io de moral weekhs como Spectator, Toiler, Guardian,
estas revistas
di-fundieron un mensaje de virtud especificamente b u r g u e s , a$icomo los ideales de formacion propios de la I lus t rac ion , c la ra-mente diferenciados del estilo de vida c o r t e s a n o - g a l an t e . Con titu-
los
programaticos como: ELpatriota, El
tiudadarw del murui/j, El
ra-
zonablty o Der Biedermann, El Jtidntropo, El espiritu libre, El sodat/k, Las criticas razonables, v empleando las estrategias de f omen to dela lectura de las antiguas obras edificantes,
hacian llegar ahora
alpublico con celeridad contenidos mundanos y la icos. Una lectura que fomentase una moral al mismo tiempo individual y social-mente util constiuiia para el acaudalado comerciante tanto comopara el afanado estudiante, para la honesta espx>sa como para elprobo funcionario, no solo una distraccion y un placer, sino unautentico deber moral.
Esta estrategia encontro eco entre el publico lector femenino.P u e s , debido al creciente bienestar economico, las espKjsas e hijasde la burguesia disponian ahora de mas tiempo libre. Su canon de
l e c t u r a , que hasta comienzos del siglo xvm
se habia ceiiido
casi ex-clusivamente a las obras religiosas y edificantes (aunque dichas revtricciones no siempre lograsen impHDnerse), podia por fin ampliar-se. En los semanarios morales se recomendaban bibliotecas param u j e r e s " que por lo demas no pretendian hacer de ellas femmes so-vanies, sino tan solo fomentar una formacion adecuada a sus cir-c u n s t a n c i a s
??
y esrrictamente circunscrita a sus deberes domesticos.
Pero aplacaban la sed de conocimientos de las mujeres con relates
de \iajes y fabulas, incluso con novelas de sagas familiares inglesas.Igualmente comprometida comenzo a ser la formacion en la lectura de la juventud: como la infancia comenzo a verse como unambito de lectura particular, se presto mayor atencion a la lecturade jovenes y n i n o s . La joven generacion de la burguesia recibio apartir de 1760 una formacion de lectura intensiva que sin duda no
tuvo resonancia entre los estudiantes, que ya disponian de bastan-te tiempo libre y que habian adoptado desde hacia tiempo uncomportamiento lector mas bien extensivo y secularizado.
Esta lectura utiT hacia del texto literario alegoria y moralejano solo para convertirlo en incentivo para el perfeccionamientoindividual. Se desarrollo bajo el signo de un espacio pubbco bur-gues emergente, principalmente mediante la institution de la so
ciedad l i t e r a r i a , para terminar propiciando una lectura centrada
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http://iajes/http://iajes/
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en la comunicacion y el intercambio argumental con el fin de for-mar la identidad social de la burguesia. En este estadio i n c i p i e n -te de la lectura "comprensiva", Jean-Jacques Rousseau opone los
habitos de lectura utiles y pragmaticos
propios de su ciudad natala la lectura escapista encaminada a proporcionar unicamente en-tretenimiento que se practicaba en la gran ciudad de Paris:
El
frances lee m u c h o ,
pero solo
libros nuevos; o, mas bien, los hojea, no para
leerlos, sino para decir que los ha l e i d o . El ginebrino solo lee buenos libros;
los lee y piensa al mismo
tiempo, no losjuzga, sino que los c o m p r e n d e1 4
.
Esta clase de lectura fue tambien para los ilustrados alemanesque se inscriben en la tradition de los enciclopedistas un acto deliberation frente al sojuzgamiento espiritual del feudalismo.
P r o -
picio una nueva vision de grupo de la burguesia, una vision ra-zonadora y mundana de una burguesia que se emancipo del doc-trinario discurso religioso y juridico de las estructuras feudalesdel antiguo regimen estamental.
El
burgues soslayaba asi el p e l i -
gro de la perdida de sentido y ganaba una nueva identidad cor-porativa tanto social como cultural. Como es natural, esta lectura "comprensiva" era dominio de los hombres. Pues tambienellos comenzaron a disfrutar, con el creciente bienestar
e c o n o -
mico,
de mas tiempo de ocio y no se limitaban a buscar informa
tion relativa a su profesion, sino tambien noticias
politicas y lec-turas e n t r e tenidas.
En este contexto, el papel desempenado por la nobleza a le ma-na fue bastante modesto. Su comportamiento frente a la lectura,del que tan poco se sabe hasta la fecha, sin duda debe
contemplar-
se como un apartado diferenciado. Al igual que en F ranc ia , dondela nobleza rural no empieza a adquirir libros hasta concluido el si
glo, tambien aqui se oponian los "hidalgos de a ld ea", cuyos castillosposiblemente albergaran un par de decenas de libros a lo sumo, aun pequeno circulo de personas cultas que practicaban el
m e c e -
nazgo y que modernizaron su papel al igual que lo hiciera la burguesia culta. El numero de nobles de la corte, y sobre todo los delcarnpo,
que reunieron valiosas colecciones en calidad de bibliofilos
era muy reducido. No desempefiaron
un papel relevante en esta"revolucion de la lectura".
J-J. Rousseau, La Nouvelle H eloise, p. 695.
-
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Comovahesuhravado*el
proceso de moden\i/,aH6n
del ron>
p o m m i e m o .
lector no emana
tanto tic
las rosidcncias de
los nobles v sus cones
wnu>
de las metropolis protestantes dodicadas
aloomeroio de Alemama central y del n o r te . Las rogiones catolicas
del Imperio
se sumaron
a el con derm
retraso. Pucs les faltaba
latradition de la lectura individual de la IViblia, que, como acto cua-sirreligioso,
aporto
lo suvo a la lectura:
K « Kvs ter r iton< « c attSbctv*, kvs rellguviua son los interm ediaries nccesaiios
entre la palabra dtvina v el ereyente, y ningrin libro time aquf una relevan-
cU
e^uiparable
*
I*
que dene la Riblia entre los reformados, cuya
presen-cia es oh ada en cualquier biblioteca familiar sobre todo desde el
pietis-
ro©*\
Sin d ud a . tambien entre los catolicos proliferaron publicacionesmasivas de indole popular como los calendai ios y las hojas volan-tes, v no se
prohibia
expresamente a los legos ocuparse con la Bi-
blia.
Pero, al contrario
de lo que ocurrfa
entre los protestantes,que
partian
de la tesis
de la primacia
de las Eserituras
frente a latradition { ofa Sm/Mtwi), la tradition oral transmitida por las au-toridades eclesiasticas
precede aqui a todo lo d e m a s. Esto soloera
valido
para las amplias capas de los creyentes, para el papeldel libro redactado en la
lengua
popular. El clero
y los monaste-
rios en cambio constituian desde siempre
un publico literario sui^nurris. Como en Francia, en las residencias de los
eclesiasticos
sedaba un ansia particular de lectura libertina, y aun mayor fue laimporiancia de las bibliotecas de los monasteries que hasta la secularization de coraienzos del sijglo xix albergaron el rutilantefruio lardio del acervo cultural. Este es otro de los focos de donde emana el proceso de modernization de la lectura. A partir de
1780
se multiplican en los territorios catolicos las quejas sobre laaficion
a las novelas de los semin aristas.
Al mismo
tiempo, cadavez son
menos
frecuentes las burlas de los clerigos
que no leen,sobre todo los parrocos rurales. Una nueva generation de
clero
lector vive sus primeras experiencias
lectoras modernas en el se-minario y el convento. E l ilustrado O bservador bdvaro constata en1782 im cambio generational entre el clero bavaro: "los viejos fu-
1?1
R.
Chartier. 1st cine Geschkhte des Lesens m oglich?" en Zritschrift fur Literaturunssenschafl
«w f Ungm aSk
LVU-LV11I ( 1 9 8 5 ) , p . 258 .
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REINHARD W I TTM A N N
man y toman rape, beben y leen... nada. Los jovenes se moderni-zan, leen, forman su gusto y empiezan a pensar".
No solo los catolicos cultos se apropiaron de este nuevo c o m -
portamiento lector a una velocidad sorprendente, aunque por
cierto con dos o tres decadas de retraso con respecto a los protestantes, sino tambien el publico en general, y ello de un modo ra-dicalmente secularizado:
Nada se absorbe, publica, vende, lee y recomienda con tanta avidez como los
textos en los que se abomina de la religion. Pasan por todas las m a n o s . Se cora-
ponen nuevos. Algunos se agotan en tres meses. [...] Las escuelas y la libertad
de prensa ponen tambien al hombre comun en situation de leer todo lo que
producen con prolijidad tales perversores. Se sabe de escuelas publicas en las
que son alabados por los profesores, y donde incluso se leen algunas partes.
Hay muchachas que los llevan consigo a la iglesia. Los chicos de primaria los
conocen. Ciertos clerigos, y quiera Dios que solo sean los mas bajos, aquellos
que no merecen confianza alguna, los colocan en sus estantes***.
Asi como entre los protestantes decrecio el interes por la lecturade la Biblia, ante todo en las ciudades, el proceso de aculturaciony desregionalizacion del afan lector se instalo tambien en las metropolis de los catolicos. Paradigma de ello es la Viena de Jose,inundada por un torrente de pasquines anticlericales. Los r e l i g i o -sos enemigos de la lectura echaron a su vez m a n o , desde sus pul
pites y en sus hojas
parroquiales, de los viejos modelos barrocosde la critica de la avidez lectora. Temian con toda razon que lalectura
propiciase
una secularization generalizada y un aparta-miento de la vida cristiana.
EL LECTOR " M O D E R N O " EN TORNO A 1800 Y SUS PRACTICASDE LECTURA. LA MANIA LECTORA
Tambien este modelo de lectura propio de la doctrina ilustrada,
que tenia en su punto de mira ante todo el componente de for
macion social, se transformo y diferencio a partir aproximada-
mente
de 1770. Las pautas de reception que dicta, todavia m a r c a -
ifi
Josef Anton Weissenbach, Vorstellungen uberden Krieg, den man itzt gefahrtichen Sckrifien anzukun-
fym hat;
an alleso wohlgeistliche, als weU Uche O berkeiten, Jo h. Nep . Syx, Augsburgo, 1 7 9 3 , pp. 7 y s.
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20/40
j H U B O UNA REVOLUCION EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
damente autoritarias y academicas, fueron sustituidas, en im rapido
proceso de modernization que acabo por desatar incluso las c a d e -
nas del r a c i o n a l i s m o , por una lectura individual centrada en el fac
tor emotional. Con ello comienza un estadio particularmente c o m -plejo , virulento y rico en consecuencias de la historia de la lectura
que dura varias decadas: el de la lectura " s e n t i m e n t a l " ,
es decir,
"empatica". Este tipo de lectura se sittia en un campo de fiierzas d o -
minado
por una parte por una pasion individual que aisla
de la so
ciedad y del entorno, y por otra por una sed de comunicacion por
medio y a traves de la lectura. Esa "poderosisima necesidad de esta-
blecer contacto con la vida que se esconde tras la pagina impresa"17
condujo a una confianza completamente nueva e increiblemente
intensa, incluso a una relation imaginaria de amistad entre el autor
y el lector, entre el productor y el receptor de la literatura. El lec
tor que, aunque aislado, habia visto socavadas sus emociones trata-
ba de curarse de su individualidad y de lo anonimo de su ser sabien-
dose parte, mediante la lectura, de una comunidad dominada porun mismo talante. Tal lectura era sin duda —en el sentido de una
revolucion lectora invertida —mucho mas "intensiva" que la que
se encuentra antes, y desde luego no mas "extensiva".
Este proceso tan relevante en lo cultural esta ligado de modos
muy especificos en Inglaterra, Francia y Alemania a los nombres
de Richardson, Rousseau, asi como a los de Klopstock y Goethe.
En los albores de esta nueva relation entre autor, texto y lector seencuentra Samuel Richardson (1689-1761). Sus novelas Pamela or
Virtue rewarded (1740) y Clarissa (1747-1748) se recibieron con un
fervor que jamas habian logrado suscitar otros representantes de
este genero. Pamela entusiasmo sobre todo al publico femenino; y
es que Richardson describe su universo de vivencias especifico con
una precision desconocida —ya
se trate de detalles domesticos ode una relation amorosa i n t i m a — , y ademas lo hace en forma de
cartas, es decir, por medio del instrumento de articulation de la
subjetividad par excellence. Todo ello hizo de Pamela una obra "que
se puede ensalzar desde el pulpito al tiempo que se ataca por por-
n o g r a f i c a , una obra que alegro al publico
lector con el doble
atrac-
tivo de un sermon y un strip-tease"16
.
*'
R. Darnton, "Rousseau und seine Leser", en Zeitschrififur Literaturwissenschafi und Linguist
LVII-LVlII(1985),p. 137.8
Watt, op. eft., p .
201.
-
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Ri INK use W rrmxsN
Dicha lectura tuvo importantes etectos tambien en F r a n c i a .
prueba de ello es el Elogr de Richtmison (1761) de Diderot. Pero el
fuego
que instigo no se convirtio
en incendio de grandes propor-
ciones hasta la aparition de Jean-Jacques
Rousseau (1712-1778).Exigio ser leido "como si fuera un profeta de la verdad d rv i n a .
[...] Lo que distinguia a la lectura rousseauniana de sus p r e d e c e -
sores religiosos —ya se rratase de lectura c a M n i si a . jansenista o
pietista— era la exigencia de leer el genero literario mas sospe-
choso, la n o v e l a, como si de la Biblia se rratase. [...] Rousseau [...]
queria entrar a Graves de la literatura en la vida. en la suva v en la
de sus lec tores"
1 9
.
Y, a la inversa, sus lectores no se entregaban a
su lectura para disfrutar
de la literatura. sino para superar la vi
da y en particidar
la vida familiar,
a saber,
aplicando estrictamen-
te las ideas de R o u ss ea u "2 0 .
La NouveUe Heloise (1 7 6 1 ) , seguramente el mayor best setter del
Antiguo Regimen, con al menos 70 ediciones antes de 1800. de-
sencadeno efectos i n s o s p e c h a b l e s , incluidos ataques
de nervios ycrisis de
l l a n t o .
Robert Darnton subraya que nos resulta muv difi-
cil hacernos idea de tal pasion l e c t o r a : nos es tan ajena como el
miedo que sienten los balineses a los d e m o n i o s"
2 1
.
£0 tal vez como
el extasis que provocan las esrrellas del pop en los adolescentes?
En Alemania, Gil desarroUo
prosiguio con un interludio muy
significativo. Aqui el publico lector, y sobre todo el femenino. ne-
cesitaba enconrrar una ligazon enrre la lecnura puramente r e l i g i o -say la meramente mundana, y la enconrro en 1749 en la e p o p e -
yabiblica de Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1 SOS) El Mestas.
Dicha obra Grata una materia edificante y con ello una materia a p -
la para las m u j e re s ,
a saber, la vida de C r i s t o ,
si bien de un modo
subjetivo y cargado de afectos. Sus lectores la ret iben en el m i s -
mo instante en el que se disponian a emanciparse de la t r a d i t i o nal lecuira
edificante de escuela, v la dejan pretisamente
en el
momento
en el que culminan
dicha emancipation y son capaces
de manejar la poesia y la literatura con tanta nauiralidad e inde-
pendencia que les resulta dificil entender por que el Mesias de
Kloptsock signified Gin to para ellos en su aia™22. La misma j u s uf i -
R. Darnton, op. at, pp.
127 y ss.
^fla.p.ist
21&
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N EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
cation es valida para el exito de las obras de C. F. Gellert. En su
Vida de la condesa sueca de G. ( 17 4 6 ) , el final moralista y edificante
estaba fuera de toda duda, lo que permitia absorber con tanta
mayor fruition las fantasiosas ocurrencias que presenta.
Finalmente, en 1774, la aparition del best seller
de]. W. GoetheLaspenas deljoven Werther—lectura predilecta del joven N a p o l e o n —supone un vuelco decisive Cierto que su autor, al contrario que
Rousseau, no concede la menor importancia
a esa supuesta afinidad
de las almas del escritor y el lector. Sin embargo, una parte de su pu
blico, en su mayoria juvenil, recibe la tragica historia de amor —en
la que esa "moral terrenal" burguesa mas que fomentarse
se desen-
mascaraba— no como un producto ar t is t ico, al que solo concebianbajo la
luz
de esa tradition de la hermeneutica
del texto " u t i l " y edi
ficante, sino mas bien como invitation a la imitation. Y, de hecho,
el efecto mas devastador de esta erronea reception fue una oleada
de suicidios
entre los lectores del Werther. Pero la mayor parte de los
lectores se conformaba con una identification que se plasmaba en
signos externos,
elevando la vestimenta
del heroe (firac azul
y pan-
talones amarillos) a la categoria de emblema de la juventud r e b e l -
de, y adquiriendo objetos de culto como la celebre taza de Werther.
Solo un numero reducido
conseguia llevar a cabo el proceso de ob-
jetivacion estetica y distinguir entre un mundo ficticio y la realidad
cotidiana.
El ejemplo de Werther puso de relieve la particularidad de ese
nuevo publico que probata nuevas formas
de trato con los textosliterarios, nuevos modos
de lectura y nuevos rituales. Tanto la lec
tura en grupo como la solitaria adquirieron funciones nuevas, y
el publico
mas aficionado a la literatura, es decir, las m u j e r e s ,
pre-
ferian la lectura en comun, que favorecia una comunicacion in-
mediata en torno a la lectura. En lugar de la lectura autoritaria
declamada, "frontal", del padre de familia, el clerigo
o el maestro,
irrumpe ahora una forma de reunion legitimada
y formalizadamediante la lectura, cuyo significado radica en la "experimenta
tion de un juego de papeles empatico"23
, es decir, en una viven-
cia c om u n , controlada y d i s c i p l i n a d a , de los textos literarios. Val-
ga citar
como ejemplo de ello la description de la vida cotidiana
de ciertas gentes, la que le hace Luise Mejer en 1784 a su amigo
23 E. Schon, Der Verlust der Sinnlichkeit oder Die Verwandlungen des Lesens: Mentalitdtswand el ur 1800, Stuttgart, 1987, p. 327.
454
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HlMNIIAMII WlllMANN
Heinrlch
Christian Iloie
en una carta. Aquelht rMaba emplewdrt
como daina
de companfa en
la ciudad de T r em a M u I rl , en HoU
tein, al servicio cle la condesa de S t o l be rg , cuyo eapoMo y c unado
habian
hecho sus pinitos como poelas:
Alasdiez desayunamos.
A contimuw iO n, S I O I IK -I ̂Ice un
-
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jHUBO UNA REVOLUCION EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
o revuelto, o en caso de enfermedad, deberemos refugiarnos, por
tanto, en la lectura en voz alta para sustituir con ella los placeresy el bienestar que procura un paseo al aire libre"26.
Y es verdad que esa lectura callada, en la que se hacia necesa-rio
interiorizar
toda emotion, era capaz tambien de agudizar lahuida hacia el reino de la fantasia.
Otra modalidad, que intensificaba los efectos de la lectura enla soledad de la alcoba, era la lectura "sentimental" en la natura-l e z a , a
campo
abierto, que, en su calidad de ostentosa renuncia
a la sociedad, llego
a constituir durante cierto tiempo una activi-dad predilecta de la burguesia que gozaba de formacion acade-m i c a . Reflejaba precisamente su precario papel, a caballo entrela sublevacion contra las normas sociales tardofeudales y sus
es-
tamentos y la humillante conciencia de su escaso prestigio socialaun por afianzar. Esa huida patente de la sociedad, de las exigen-cias de
la corte, de la ciudad y de los deberes cotidianos, esa bus-
queda de un refugio en la soledad sentimental con un vademecumliterario, agudizaba la experiencia de la lectura entremezclando
lo idilico del entorno con los destinos imaginados. Con ello nopocas veces se gozaba de los "lugares mas hermosos" durante tanamena
lectura.Sin embargo, el lugar por excelencia de la lectura siguio sien-
do la esfera domestica
privada, la vivienda burguesa. La nueva tec-nica cultural se integro en la vida cotidiana. Hasta la fecha, solo
los eruditos perdian su salud
en las horas oscuras inclinados sobre sus paginas; ahora, tanto la tarde como la noche podian em-plearse como tiempo de ocio aprovechable para el disfrute de lalectura. La conception del tiempo de la burguesia sufrio un cambio: con la division y " c o m p a r t i m e n t a c i o n " del tiempo y de la vida cotidiana aprendieron tambien a pasar sin esfuerzo de losmundos fantasticos de la lectura a la realidad, con lo que tambien
se redujo el peligro que entranaba
el contacto enure
las diversasesferas de la vida27.Los fabricantes de objetos de
lujo ofrecieron
por primera vez"muebles para la lectura" que hacian mas confortables las largashoras dedicadas a una lectura emocionante: chaise-longues con anilincorporado, muebles
Gansformables
para la dama
de alcurnia
2 6
J. A. Bergk, Die Kunsl, Bucherzu lesen. Nebst Bemerkungen uber Schrifien und Schrifisteller, Jena,
1799, p . 69.2 7
Vid. E. Schon, Der Verlust der Sinnlichkeit, op. at., p. 328.
456
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R U N H M W W V V M A N N
que hacian las veces tie tocador, mesa para tenner,
esnitorio y mesa de lectura, comodas "stilus inglcsas para leer o donnir y oliosmuebles
s i n u l a rc s-
8
.
EI mobiliario de lectura se complete') en el caso de las mujeres con la comoda ftwww, una especie de vestido-cha-
queta caliente y ligera para sus viajes
al reino
de la fantasia. I ,o
c|iic*
para las galantes damas del Rococo supuso el reiiro en el boudoirlo ofrece ahora el closet a la lectora burgucsa, v no solo a la ingle-sa, que se refugiaba en el para fomentar su i n d e p e n d e n c i a . Com-binaba el retiro social con la liberation de los
s cn t i m i e n t o s,
y no
se empleaba para ocultar a los a m a n t e s ,
sino para excluirlos"*
9
.
Alii tampoco se guardaban objetos galantes, sino material de lectura y escritorio, ademas de utiles para la c o r r e s p o n d e n c i a . El publico lector femenino gustaba tambien de la lectura en la cama, a
juzgar por las descripciones de la epoca (a menudo no exentas cleinsinuaciones de tipo
e r o t i c o ) .
Unicamente a una parte nuiy reducida del publico lector le fuedado alcanzar, a finales del siglo w i n . el grade) mas al to , mas "ma-
duro", de la cultura lectora l i t e r a r i a , a saber, "llevar a cabo ese pa-so al mundo de la fiction tan solo en su fantasia"
S ()
e integrar lalectura en su realidad cotidiana. Practicaban una lectura herme-neutica en calidad de ejercicio ardstico
a u t o n o m o ,
no ya paraconfirmar verdades ya conocidas en el marco del horizon te de susexpectativas, sino para Uegar a conocer nuevas verdades, aun ig-notas. Estos lectores juiciosos de la literatura clasica national eran
(y siguen siendo) pocos en numero. Por ello, Friedrich Schillerllega a negar la posibilidad de dar con un "poeta del pueblo":Hoy en dia es evidente que entre la selecdon de una nation y su
masa existe una distancia considerable".
Jean Paul habia de un abismo similar al describir al publico en
torno al 1800:
En Alemania hay tres publicos o publ ica: 1) el a m p l i o , casi iletrado e inculto
de las bibliotecas; 2) el erudito, formado por catedraticos, pasantes, estudian-
tes y criticos; 3) el culto, que se nutre de hombres de mundo y mujeres educa-
Vid. tambien Eva Maria Hanebutt-Benz
( e d . ) : Die Kunst
des Lesens. Lesemobel und Leseverhal-vom "
yss.
• «.. uuuuivii 1.10 m a n a i i a i i c u u u - D c i u ^ c u . ; . isic A U 7 U I u a i^eseru ueseniwvei una Lxsevernai-
tn vom M itielalter bis zur Gegenxvart, C a t a lo g o de la exposici6n, Francfort del Meno, 1985, pp.109"-
I. W att, DerburgerlicheRoman, op. dL, p. 219.9n
r
^ I. Schon, op. dL, p. 167.
-
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-HUBO USA ttYOU. CMN ES IA IKTVTH A RESALES M l SHU O WTO?
das, de artistas e individuos de Lis closes mas altos, que al menos tienen gusu>
y m a n e r a s. (Sin d u d a . avecesk» tresgruposse c o m u n i e a n l ^ .
Pero el grueso del publico permanecio anclado en una variance
casi pubertaria de la lecuira
sentimental, y en una *mania
lecto
ra" escapista y " n a r c o t i z a n t e " (segun el filosofo J. G. Fichte). Esta
se encontraba en el centro de los debates de los coetaneos.
A partir aproximadamente de 1780, esta nueva epidemia se
propaga, de nuevo partiendo de Alemania central y del none, so
bre todo entre el publico femenino y juvenil. El
debate sostenidoen periodicos y revistas, en sermones v panfletos la diagnostica a
finales del siglo incluso "entre clases popidares que por lo demas
leen poco o n a d a , y que siguen sin leer para informarse o para
educarse, sino unicamente para e n t r e t e n e r s e "
(asi el ilustrado ba-
varo L. W e s t e n r i e d e r ) .
Esta mania lectora no solo repugnaba a las autoridades ec le-
siasticas y estatales, sino que incluso los defensores mas avanzados
de la Ilustracion la consideraron como un estorbo sustancial de la
ansiada emancipation, que debia efecmarse bajo el signo de la
disciplina y la racionalidad.
En tanto que factor pernicioso en lo
social, conducia a \icios que contravenian la erica del trabajo bur-
gues-protestante y que se adscribian al ambito n o b l e - c o r t e s a n o :
ocio, l u j o ,
aburrimiento. Sin embargo, en un primer estadio aun
predominaron los argumentos dieteticos v de higiene social.
Mientras que en la obra De la salud
de los eruditos
(1768)
de Tissotsolo se advierte de las enfermedades que pue den afectar a los eru
ditos y lectores empedernidos, en los tratados de los pedagogos
de finales del siglo wm
el debate sobre el onanismo v la "auto-
m a n c i l l a c i o n ' ' va de la mano con el debate en torno a la lectura.
Pues ambos se contaban entre los perniciosos Vicios secretos de
lajuventud :
La postura forzada y la ausencia de movimiento
fisico durante la lectura. con>
binadas con esa sucesion tan violenta de ideas y sentimientos [...] crea per e / a ,
conglutination, hinchazon y ohstruccion de las visceras,
en una palabra. hipo-
c o n d r i a , que, como se sabe, afecta en ambos sexos a los organos sexuales v
conduce a estancamientos y corrupcion de la sangre, aspereza y tensiones en
31 Jean Paul, Briefe und bevorstehender Lebenslauf. K onjektural-Biographie,
sechste
pocus-
che
Epistel", citado
segun Jean Paul, Wake, ed. por Norbert
Miller, vol. 4. Hansen
Munich,1962, p. 1070.
458
http://icios/http://icios/
-
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I numiM. i l l MANN
el NlnieiiiM nervloKo,
y, en uruetwl, ti
lit nnimiiu Inn
y rehhmdet liriieufo
de todo
ehuripofia,
Low (ratacloNcle Incline ion ;i hi ledum de la llusiiacion tnrdfa c o n -
deuun edle llpo
cle lectura Noclalmente inniil
-
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;HUBO UNA REVOUXIOX EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVin?
someterse a las leyes del intipiente y anonimo intercambio comer-
c i a l . Esta necesidad
de prostituirse
en el mercado ante un publicoanonimo llevo tanto al autor como al lector a un contacto intensi-
vo con su interlocutor, a una comunidad espiritual fomentada por
el libro.
El mercado del libro se las tenia que ver ahora con un publico
cada vez mas extenso, hete rogeneo y anonimo, con gustos y nece-
sidades cada vez mas diferenciados, y que se interesaba tanto por
los libros especializados que debian ayudarle a encumbrarse p r o -
fesionalmente como por la information politica, las sangrientasnovelas de i n r r i g a , y los que pudieran fortalecer su e s p i r i m . A
es-
tos intereses particulares que podian llegar a solaparse se cor res-
pondia, sin embargo, tambien una homogeneizacion del gusto
lector mas alia de los limites marcados por los antiguos e s t a m e n -
tos. Tanto la aristocrata como su criada leian la misma c o n m o v e -
dora historia familiar, el juez del tribunal imperial y el aprendiz de
sasrre la misma novela de i n t r i g a : todos ellos eran capaces de abrir-
se camino l e y e n d o ,
hasta conformar el publico de la literatura na
tional c a n o n i z a d a . Cierto que el lector anonimo vivia a expensas
de la oferta del mercado, pero tambien imponia exigencias colec-
tivas a ese mercado que, al valerse del fracaso comercial, no po
dian ser ignoradas.
Los virulentos cambios que afectaron al mercado y al gusto del
lector se reflejaban (a pesar de la impotencia del Estado) en los ca
talogos de la Feria de Leipzig, que represento al comercio librerotransregional durante todo el siglo. La extensisima ampliation del
volumen de production detectada a partir de 1760 prueba con que
celeridad crecia el publico avido de lectura: los catalogos de la fe
ria regisrraron en el ano 1765 1,384 titulos, en 1775 1,892, en 1785
2,713, en 1790 3,222, en 1795 3,257 y en 1800 3,906. La production
total anual real sin duda ascendia al doble en torno al ano 1800. A
la proliferation cuantitativa de las novedades le acompano un rapi-
do red oceso de la lengua culta dominante durante siglos, el lat in.
En las ferias de libros su presencia se redujo de un 27.7% en el ano
1740 a un 3.97% en 1800. La misma evolution afecto a la primacia
de las diversas e s p e c i a l i d a d e s : la aplastante preponderancia de los
asuntos teologicos y religiosos cedio rapidamente, lo que evidencia-
ba tanto la secularization del publico erudito como la renuncia del
publico protestante a seguir fomentando la literatura de tema edi
ficante. Al mismo
tiempo aumento el porcentaje de libros referidosa las especialidades de mayor actualidad, como la geografia, las
460
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REINHARD
W I TT MA N N
ciencias
naturales, la politica, la pedagogia, y, en particular las "De
lias le t r a s " .
La literatura, que en 1740 representaba tan solo el 6%
de la oferta librera en las ferias, se incremento en 1770 hasta a l c a n -zar un 16.5%, e incluso, en 1800, el 21.45%, pasando asi a ocupar el
primer puesto. Este aumento se debio en gran medida
a la novela,cuya participation en la oferta librera paso del 2.6% en el ano 1740
al 11.7%
en 1800, lo que equivale a mas que una cuadruplicacion.
No solo crecio el numero de titulos, sino tambien el de los e j e m-plares. Cierto que la tirada media no aumento en igual medida de-
bido a la reimpresion y al mayor uso de las librerias de prestamo.Tras el
Grauma
de la Revolucion Francesa, fueron los periodicos los
que se vieron en siniacion
de lanzar tiradas mucho
mayores que lasde los libros: el
famoso G)rresponsaldeHamburgoa\canz6
en 1798
los
25,000 ejemplares, y en 1801 los 51,000; si se acepta que cada e j e m-
plar era leido por una media de diez individuos, ello supondria la
existencia
de medio millon
de lectores. Mucho menores eran en
cambio las tiradas de las revistas literarias mas exigentes (como, p orejemplo, el
TeutscheMerkurde
Wieland, con 1,500 ejemplares).
Una de las remoras del rapido incremento del publico lectoren el ultimo tercio del siglo XVIII resulto ser el precio de los li
bros, en particular en el caso de las obras literarias. En ese pe-
riodo se multiplico
por ocho, e incluso por nueve, debido a los
nuevos usos libreros (comercio basado en las ventas y fondos l i -
m i t a d o s ) ,
pero tambien a una demanda en continuo crecimien-
to. En Alemania (como en Inglaterra)
una familia podia a l i -
mentarse una o dos semanas por el precio de una novela. Por
ello, incluso entre los representantes de la clase
media burgue-
sa, la mayor parte del publico reciente se dirigio a las bibliote-
cas de prestamo o a las sociedades literarias para satisfacer sus
necesidades, o bien adquiria las reimpresiones que se c o m p o -
nian en el sur del Imperio y que resultaban considerablemente
mas baratas
de las ediciones originales del centro y el norte deAlemania. La reimpresion desempeno asi un papel capital, so
bre todo en la Alemania catolica, en la ampliation del publico
lector y la difusion de un nuevo gusto entre los lectores.
Naturalmente, tambien el libro como objeto sufrio una serie de
cambios. Para fomentar una lectura rapida y extensiva, ciertos edi-
tores progresistas trataron en vano de imponer la elegante letra
ro
mana en lugar de la gotica, esas "feas r u n a s " ,
"esa alambicada y
picuda letra de m o n j e "
(en palabras de J. J. B er tu ch ). Esta mo de r
nization fracaso en gran medida. El
publico aficionado a la litera-
-
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,:HUBO UNA REVOLUCION EN IA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
tura exigia una composition elegante y agradable de los textos:
debian estar provistos de un sinnumero de grabados y vifietas,adornos y signos de c lausura. A la novela de intriga le correspon-dia una ilusG~aci6n esmerada, a poder ser de Daniel Chodowiecki,el incomparable reGratista de la vida burguesa. El rechazo de losgruesos volumenes iba en aumento: "Los libros forman a los eru-ditos - los folletos forman hombres" rezaba el nuevo lema.
Con el initio de la culrura lectora burguesa de la era de la Ilus-
tracion se impuso el practico tomo en octavo; en el transcurso delas decadas, los libros fueron
af inandose:
el octavo menor, el tomoen dozavo, e incluso el fragil volumen en dieciseisavo pasaron a serlos formatos predilectos del publico literario. Sobre todo en los al-manaques, el aspecto delicado debia corresponderse con su con-tenido. El poemario de bolsillo se erigio en instrumento de unacultura social literaria que, rigiendose por el modelo frances, pro-dujo a partir de 1770 mas de dos mil volumenes de este tipo, de as
pecto agradable, e incluso en ocasiones lujoso, junto a los libros debolsillo de asunto literario, y tambien popular o
especial izado,
politico y satirico. Jean Paul, uno de los poetas predilectos de finalesdel siglo XVIII, glosa este cambio en los siguientes terminos:
jSanto
c i e l o ,
cuando uno recuerda, sosteniendo uno de esos libritos de bolsi
llo, los viejos y pesadisimos infolios sujetos entre m a d e r a s , tapas de cuero o la-
ton, o pinzas, o esas sillas de nuestros abuelos, de cuero, y provistas de t a ch u e -
las tambien de l a t o n , sede de la culta vida sedentaria... verdaderamente, no
podemos
q u e j ar n o s .
El cuero de cerdo ha sido sustituido por el t a f e t a n , las ta-
chuelas por bordes dorados, las pinzas y cerraduras por forros de seda, y la ca-
den a con que se solia atar a esos gigantes en las bibliotecas se ha convertido en
un cordoncito de seda para l i b e r a r l o ^5
.
El primer puesto en la predilection del publico —y el principal
bianco de los ataques de los denostadores de la mania lectora— loocupaba no la literatura encaminada a formar e informar, dedica-da a los "asuntos practicos", las descripciones de viajes y las obrassobre ciencias naturales, sino los generos nuevos, "extensivos", los
periodica y las novelas. Sobre todo estas ultimas propiciaban, comobien sabian sus detractores, una "modalidad de lectura rapida,
i
°5 Jean Paul, "Kleine Nachschule zur astetischen Vorschule. I. M iserikordias-V orlesung", citado
segun Jean Paul, Werke, ed. por Norbert Miller, vol. 5, Hanser,
Munich, 1963,
p. 495.
462
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KKINMAHI W i l l MANN
casi inconsciente, que exigfa poca eoneenlratieVM f'uede pare*
cer paradojico "que la ideniifiniriori m-i*
podero*a del lee tor conlos sentimientos de personajes lie licio* que jama* HC liny* procluc }-do en la literatura se lleve a cabo gratia* al aprovet hamienfo
dr
lo*
rasgos caracteristicos cle la impression
lipograflea, del in«tf umento
de comunicacion mas impersonal, objetivo y publico de lodo*"*7.La polemica contra la lectura de novela* euenJa, como CH *abido,con una larga tradition que se remonta hasta ed
Amadis
de (iaul/i,
Pero siempre se refirio al crremeo comportamiento individual deuna minorfa privilegiacla. A finales ele-l siglo xvnt C1OH \H gu*to*. Kn1805, el periodico Allgenudne Lileratur-Zeitunghacia balance de la*principales tendencias de la producci6n noveli«tica alernana
de*-
de 1776, ano de la aparition del Siegwarldm
Johann Martin Miller,Citabael periodo sentimental,
comico,
psicologico, pa*ional, caba-lleresco,
visionaries,
espiritual, rnagico, el periodo de la* ordene*secretas y el de las intrigas
de* c or l c ,
el do los Utma* d omest icon,
delos muestrarios de cartas, los ladrones y los
vagabundo*.
Una parte considerable (cerca de un 40%) cle eslas novcdadese:onxi*tiaeri
traducciones, principalmente
del ingles. Toda una generation
pa-recia haberse contagiado de esta mania noveli*tica, preci*amentela generation que debia retomar el combate en pro de la emancipation burguesa, y que, en lugar de ello, malgastaba »u tiernpc)con esa lectura narcotizante. La crftica moral adquirio con ello uncomponente esencialmente p o l i t i c o , Ciertos autores progresistasreprochaban que este tipo de lectura destruyese en la juventud
e:s-
tudiosa
y en los hombres
la autonomia
de la ra/6n
y la vol un
tad deemancipation, hombres que, "sin el menor
d isgus to ,
asisten al ase-sinato de la libertad de prensa y de p e n s a m i e n t o " . Al acalorar y li-berar la lectura la imagination, liberaria al lector de las
percepcio-
nes concretas de los sentidos y de su mundo de vivenciasexponiendolo al peligro de la desilusion abso lu la , e incluso del
36
L W att, op. at,, p. 54.S 7
M , p p.2 4 0 y » ,
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jHUBO UNA REVOLUCI6N EN LA LECTURA A FINALES DEL SIGLO XVIII?
nihilismo. A las mujeres avidas de novelas se les
reprochaba queprecisamente en el momento en que la familia burguesa asignabaa su sexo una nueva serie de importantes tareas se refugiaba en un
placer pasivo y sentimental. Tambien por parte de los agentes masconservadores se alzaba de modos muy diversos la protesta de quetales novelas excitaban la fantasia, pervertian la moral y distraiandel trabajo. Immanuel Kant afirmo secamente:
La lectura de novelas tiene por efecto, ademas de otros trastornos del an imo,
el convertir la distraction en habito.
Ademas de la novela, la lectura predilecta del nuevo publico era laprensa de aparition periodica. Ya a finales del siglo XVII se elevanquejas sobre la "inoportuna mania por los periodicos", pero tambien esta adquiere ahora una nueva dimension. El afan por
cono-
cer las novedades del dia, la information periodistica y los aconte-
cimientos politicos, eclesiasticos, literarios y economicos sepropago mas alia de las clases burguesas. Ello tambien es valido para las hojas volantes en la medida en que por fin se derribaron losdiques de la censura. Cuando el emperador de la reforma, Jose II,inG odujo la libertad de prensa en A ust t ia, se produjo un autenti-co "deshielo", cuya consecuencia fue que en los anos 1781 y 1782aparecieran al menos 1,200 folletos, panfletos y pasquines. A fina
les del siglo, la incontestada preponderancia
de lo politico aunabaa todas las capas lectoras segun su adscr ipcion: las clases bajas sehacian leer las noticias sensacionalistas en los mercados o las tabernas, las capas mas altas las engullian en las grandes ciudades en lospuestos de avisos o discutian sobre ellas con toda formalidad en lassociedades literarias. Es evidente que la tan denostada mania
n o-
velesca no llego a narcotizar a toda una generation, sino que al-
canzo un nuevo estadio, como reconoce en 1792 el eclesiasticomason
K.
A. Ragotzky:
Ahora ha llegado verdaderamente el momento en el que una nueva moda lec
tora generalizada y mucho mas poderosa que las precedentes se ha propaga-
do, no solo por Alemania, sino por toda Europa, atrayendo a todas las clases y
estamentos, y provocando el retroceso de otros tipos de lectura; se trata de lalectura de periodicos y de hojas volantes de asunto pol i t ico. Es sin duda la lec
tura de moda mas generalizada que ha habido nunca; [...] desde el regente y
el ministro hasta el suministrador de leria o el campesino en la taberna de su
pueblo, desde la dama en su tocador hasta la fregona en la cocina, todos leen
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REINHARD WITTMANN
ahora periodicos. [...] Calculan cuanto queda para que llegue el c o r r e o , y ase-
dian la casa de postas para asistir a la apertura de la saca. [.,.] Una dama de
buen tono debe leer al menos los ultimos ejemplares del Moniteur, el Journal
de Paris o la Gazette de Leide antes de asistir a su te, a fin de poder in te rcam-biar su parecer con la sociedad de caballeros, a quienes este espiritu comun
reune con tanta mayor fruition en tomo a la mesa de te, y que se informaran
de las novedades leyendo el Chronique du mois,
el London Chronicle, el Mor
ning Post o cualquiera de los dos periodicos de Hamburgo, Francfort o Bay-
reuth; e n t r e t a n t o , el herrero junto a su yunque y el zapatero en su escabel de-
jan reposar sus martillos y leznas para leer el Strassburger Kriegsbothe, la
Brunnerbauern Zeitung o el Staatscourrier, o se lo hacen leer en voz alta a sum u
j
e r
S8
Por tanto, tampoco en Alemania la revolucion lectora literaria im-
pidio el despertar de la conciencia politica del publico; antes bien,fomento tendencias annfeudales y anticlericales, y, en general, an-
tiautoritarias, que con tanta frecuencia aparecian en la literamra
amena de moda como en las publicaciones periodicas de tema po
litico. Aun no se ha esnidiado el papel que llego a desempenar enAlemania la lectura clandestina. En Francia, sin embargo, comoha demostrado Robert Darnton valiendose de las numerosas fuentes reunidas por la Societe
typographiquede
Neuchatel , los libros obs-cenos e impios eran materia predilecta incluso entre las clases
m e-
dias de funcionarios.
iNsrrruciONES
RELACIONADAS CON LA LECTURA:
BIBUOTECAS DE PRESTAMO Y SOCIEDADES LrTERARIAS
El
nuevo comportamiento
lector encontro tambien nuevos modos de organization. Al mercado altamente organizado se
e n f r e n -
ta, junto a la masa sin rostro de los compradores anonimos, el lector institucionalizado. Esta organization, caracteristica de laburguesia en proceso de emancipation del siglo XVIII , se efectuapor dos vias paralelas: por medio de las bibliotecas de prestamocomerciales y de las sociedades literarias sin animo de
l u c r o .
EnAlemania —como en Inglaterra y en Franc ia— ambas eran con-
TieZS
r
J i
0 d e
E p 0 k e n
i n d e r T e u t s c h e n
L e c t u r e " , en Journal des Luxus und der Moden, n o -^etnbre 1792, pp. 549-558.
-
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; H I T B O
U N A REVOLUCION EN LA I X C T U X A A FINALES D B L S K L O XYEB?
j u n t a m e n t e las detentoras de la revolucion lectora39. Las bibliote-
cas publicas, es decir, las monacales, municipales, y las
de la cor-
te, asi como la mayoria
de las bibliotecas universitarias (con la ex
ception de la de Gotinga) desempefiaron
en cambio un papel
casi nulo
en la satisfaction de la nueva sed l e c t o r a , e incluso la
c o n t r a r r e s t a r o n . La Ordenanza ducal de bibliotecas de la ciudad
turingia de Gotha e s p e c i f i c a ba :
El que quiera ver mas de cerca un libro debera soljcitario al b ib l io tecar io , que
se
lo mostrara
y, llegado el caso, le permitira
k e r i o .
Con la exception de ciertos precursores, la edad de oro de las bi
bliotecas de prestamo europeas se inicia despues de 1 7 5 0 . En I n -
glaterra, su numero se multiplied hasta 1801 hasta "not less than
one thousand", segun el Monthly Magazine. En 1 7 6 1 , el librero Q u i -
llan inaugura en la parisina rue Christine la primera biblioteca de
prestamo francesa; los loueurs de livres se incrementan con gran ce-
leridad
a lo largo de los arios
70 y 80. En el ambito linguistico
ale-
man se atestiguan, G as algunos precursores en Berlin, algunas
fundaciones en Francfort del Meno y en Karlsruhe en los afios 50,
y como muy tarde en los 80 y 90 en la mayoria de las ciudades y
mercados menores puede encontrarse al menos una biblioteca de
prestamo. Leipzig poseia nueve en torno al 1 8 0 0 , Bremen diez y
Francfort del Meno incluso d i e c i o c h o . Pero tambien en ciudadt?s
tan pequenas como la prusiana Oraniensburg. el administradorde correos llegaba a prestar mas de 12,000 volumenes v alquilaba
cerca de 100 periodicos. Las bibliotecas de prestamo constituian
el correlato ideal del consumo lector extensivo que tan r a p i d a -
mente se propago enrre las clases m e d i a s . Aquel a quien se le im -
pidiera el ingreso en una sociedad literaria
por razones sociales.
finanrieras o locales podia satisfacer alii
su sed de literatura de to
do tipo incluso si su poder adquisitivo era escaso y mermada su
motivation de c o m p r a . Ello afectaba en particular a los segmen-tos, numericamente importantes, a los que se vedaba por
p r i n -
cipio
la enG ada
en sotiedades
literarias, a pesar de ser ellos
a
quienes la "mania l e c t o r a " afectara con mavor
rirulencia: estu-
diantes y aprendices de artesanos, muchachas v mujeres. grupos
sociales marginales que procedian del mundo academico como
3 9
Vid. A . M a r ti n o , op. at., p . 57.
466
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REINHARD W I TTM A N N
preceptores y gacetilleros, militares que no pertenecian a la n o
bleza y secretarios.
Las mismas voces que se alzaban contra la perniciosa manialectora se ocuparon tambien de las bibliotecas de prestamo como
principales semilleros
de tal vicio. Los tachaban de expendedo
res de veneno moral y burdeles" que Servian su "arsenico del es-p i r i t u " ajovenes y viejos, ricos y pobres. Esas bibliotecas de prestamo, que poseian fondos mayoritariamente compuestos porliteratura a m e n a , que incluia, junto a las historias de caballeros,bandoleros y fantasmas, las novelas sentimentales y sensibleras y
sagas familiares, se tachaban a menudo despectivamente de "esta-blecimientos infectos". Con frecuencia poseian fondos anticua-dos y el numero de volumenes podia oscilar entre un par de de-cenas de titulos o mas de mil. Estas bibliotecas primerasdedicadas fundamentalmente a la lectura amena y de consumosolian tener por administradores a anticuarios, encuadernadoreso personas completamente ajenas al sector, pero tambien hubo
casos en que libreros honestos de ciudades pequenas se vieron enla necesidad de dirigir su oferta en este sentido. En 1809, nuevede cada diez bibliotecas de prestamo de los mercados de
Wiirt-
temberg eran empresas de este tipo, y sus fondos oscilaban entrelos cien y los seiscientos volumenes. Tambien es cierto que en
po-
blaciones mas grandes el gusto lector se situaba en un nivel maselevado.
Pero a este tipo tan denostado de biblioteca se le opone en laepoca mas temprana de la institution otra que seguia el modelode las sociedades literarias, con las que competia y de las que, enocasiones, emanaba. Los fondos de tales "gabinetes de lectura" o"museos" delatan un nivel de exigencia casi e n c i c l o p e d i c o . Todala amplitud del mercado del libro contemporaneo se representa-
ba alii, desde las publicaciones cientificas especializadas
hasta lasobras de los poetas, pero tambien obras en lenguas extranjeras.Ademas, un circulo de lectura de periodicos adscrito a la biblioteca solia ofrecer publicaciones periodicas nacionales y extranjeras.Las pocas y a menudo insuficientes bibliotecas publicas, y las uni-versitarias, permitian la existencia e incluso el exito de tales esta-blecimientos, que, junto a su motivation economica, dieron mues-
tras de un talante tardoilustrado. En las grandes ciudades delcomercio y de la cultura, como V i en a , Francfort o Dresde, estos lu-gares ofrecian un gran surtido y salas de lectura provistas de nu-raerosas obras de consulta, otras donde se exhibian las novedades,
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: U l ttv> I NA RVWM IVI\\N KN IA IMTIVKA A UNAlfS W.I SUM O Wi ll?
v tambien ohjctos
de arte o arttculos a r tesana les ,
gabinetes de mii-
sica v clones
donde se expendian
refrigerios.A pesar de la
existencia
de estas instituciones "nobles", las voces que
reclamaban
la supervision de esos "expendedores de ve-n e n o " politico y moral eran cada vez mas
a u d i b l e s ,
sobre todo trasla Revolution Francesa.
Kn torno
al 1800, en todos los estados ale-manes se habia i m p u e s t o . bien la prohibition total de todas las bibliotecas de prestamo (como en Austria entre 1799 y 1811) , o almenus una serie de reglamentos para su control (en Prusia, el
Edicto
de Wolln
de 1788, y en Baviera, el emitido en 1803).
Desde comienzos del siglo XIX. las bibliotecas de prestamoaventajaron en todas partes a las
sociedades
literarias; esta evolution atestigua un proceso de individualization y anonimia de lareception literaria.
El
debate en grupo orientado hacia los aspec-tos literarios en el seno de un
cfrculo
de amigos o familiares fuesustituido por la lectura solitaria y un consumo individualizado de
libros, en parte escapista y en parte encaminado a propiciar
el as-censo social, que requeria intermediarios comerciales.
Al conu^ario
que las bibliotecas de prestamo, las sociedades literarias constituian
organizations
autogestionadas que ponian adisposition de sus miembros material de lectura a bajo precio ysin animo de lucro . Una burguesia tardoilustrada, que con su cri-tica de la mania lectora reprochaba la lectura solitaria y ajena a lasociedad por ociosa y socialmente pern ic iosa , encontraba en ellas
el lugar propicio
para la emancipation, pero tambien para la m u-tua vigilancia y c o n u o l : aqui se efectuaba una lectura supervisaday basada en
normas
comunes, y una elaboration comun de la lectura. Sin duda alguna, las sociedades literarias eran punto de en-cuenuo
de dos logros capitales de la emancipation burguesa: poruna parte la lectura extensiva, cu p avidez de material de lecturasobrepasaba las posibilidades economicas de la mayor parte de
los individuos, y, por otra, la necesidad de organizar socialmentede un modo relativamente autonomo a ese nuevo publico forma-do por sujetos interesados en la razon y el debate.
La evolution historica de las sociedades literarias comienzacon el abono conjunto de
ciertos
grupos de personas a periodicosen el siglo xvn, y mas tarde tambien a revistas. Estos circulos delectores, que Servian para satisfacer la sed de information politi-ca, se mantuvieron a menudo hasta bien enorado el siglo xix sin
necesidad de mayores formalismos en lo institutional. Cada par-Gtipante
permanecia en su propia esfera privada, sin que se exi-
4(>8
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RELVHARD WmMANN
giera que estableciera una comunicacion reglamentada sobre lol e i d o . En la decada de los setenta del siglo XVIII comenzaron a im -ponerse ciertas formas organizativas mas estrictas: surgieron lasbibliotecas de lectura", donde se guardaba el material de lectura
en salas
particulares, dispuesto para su uso: junto a las publicaciones periodicas, tambien libros, cuyo numero iba en aumento. Para adquirirlos o tomarlos prestados, para su gestion economica yadministration hacian falta directrices, era preciso crear una junta de administration y ciertas estrucGiras
asociativas.
El lugar donde se almacenaban los libros no Gardo en convertirse en sala dereunion donde se discutia sobre lo leido y se formaban opiniones.
La necesidad, evidentemente ya muy ampl ia , de contar con taleslugares propagadores de material de lectura condujo a la proliferation de
f u n d a ci o n e s ,
sobre todo en las ciudades comerciales dela Alemania protestante. Antes de 1770 se abrieron trece sociedades literarias, pero entre este ano y 1780 se crearon otras c i n c u en -ta, y entre 1780 y 1790 incluso 170, y en la ultima decada del siglo
ilusG-ado
se alcanzo su culmen con cerca de 200 nuevas fundaciones. Antes de 1810 se le anadieron otras 130, y antes de 1820, 34mas. L a m e n f c i b l e m e n t e , esta impresionante estadistica sobre sufundacion no puede ser completada con datos sobre la vida de tales sociedades.
Sin d u d a , a finales del siglo XVIII, su particular an-activo radica-
ba en la ampliation de su oferta. Cada vez mas camaras de lectu
ra" y gabinetes
de lectura" afiadian
a su sala de lectura un salonde reuniones donde conversar y fumar, donde los empleados
ofrecian
r e f r i g e r i o s ,
y no era infrecuente que se crearan ouras sa
las para entretenimientos tales como el billar u otros juegos. Aun-
que los estatutos de las sociedades literarias no solian hablar de
restricciones en cuanto a la clase social de sus miembros, la h o m o -
geneidad social de su publico estaba garantizada al requerirse lamayoria de los votos para la admision de un miembro nuevo: de
este modo, la tan cacareada "igualdad de los e s t a m e n t o s " se con-
virtio en fiction.
Estas sociedades literarias, que a menudo se titulaban Harmo-
nie, Societdt, Museum, Ressource o Kasino, Servian a la burguesia de
t e r r a ten ien tes , o a la culta, tanto como a la nobleza empleada porel Estado para ampliar sus contactos sociales; en estos lugares de
encuentro, poco permeables, sobre todo hacia abajo, la lectura
no tardo en pasar a un segundo piano. El numero de sus miem
bros podia oscilar entre dos decenas en el caso de las sociedades
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mente su Portier des chartreux, la muchacha en edad de merecer suSophiay su Ecumoire,
lajoven am a
de casa su Liaisons dangereuses, etc.,en vista de que, desde el momento en que irrumpe en Alemania la«gran Ilustraci6n», estos y otros escritos pueden obtenerse en n u e s -
oa
lengua materna y circulan
sin dificultad por nuestras bibliotecasy sociedades literarias entre todas las clases y estamentos, y dado quelas autoridades siguen sin someter a vigilancia a estas «fabricas de laLlustraci6n»".
Queda por dilucidar si las sociedades literarias desempefiaronun papel tan importante para el ambito publico burgues comoafirmaron en su dia los detractores de la Ilustracion y hoy le siguenatribuyendo los investigadores. El hecho de que hacia 1800 cam-biaron de rostro sin duda no se deriva de las medidas represorasadoptadas por las autoridades, sino del nuevo valor que se achacoa la lectura, que no resulto tan devastadora en lo social como m u-chos temieron. La lectura se convirtio mas bien en una actividadculmral como lo eran otras, y con sus mismas caracterist icas.—si-
macional , orientada hacia un fin que podia ser la formacion, el en-G etenimiento o la i n f o r m at io n — , pero tambien en algunos casosse convirtio en bastion y refugio frente a las exigencias que i m p o -nia el mundo exterior. Las sociedades literarias pasaron de ser unenclave del discurso social a constituirse en lugar propicio para lareunion y la diversion. En esta forma alterada, algunas siguieronabiertas como asociaciones de notables durante todo el siglo xix,
y mas de una incluso perduro hasta nuestros dias.;Cabe hablar entonces de una revolucion de la lectura a finales
del siglo XVIII? Nuestro esbozo ha pretendido demostrar que, a pe-sar de ciertas limitaciones, es posible responder afirmativamente aesta pregunta. La evolution de la lectura tanto individual como co-munitaria en la epoca muestra el papel ambivalente del libro y dela imprenta en el marco del proceso disciplinador y racionalizadorque caracteriza a los albores de la era moderna. El conocimientode la tecnica cultural que constituye la lectura podia, por una parte, apoyar de un modo masivo esta modelacion social, pero ofre-cia tambien posibilidades muy atractivas de escapar individual-mente a las exigencias sociales. Los burgueses que impulsaron laIlustracion estaban convencidos de que el camino hacia el bien,
tanto inmanente como trascendente, pasaba por la lectura. Sus es-fuerzos por propagar la lectura util acerco esta tecnica a la inc i -piente burguesia como una original forma de comunicacion. Susdetractores, anclados en la tradition, combatieron la lectura con
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