08 la hebefrenia contribucion a la psiquiatria clinica (1871)

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 E Hecker La hebefrenia. Contribución a la psiquiatría clínica 1871) La hebefrenia es una enfermedad que se manifiesta siempre en el momento de la pubertad. En todos aquellos casos que han sido puestos a mi disposición y en los que se ha podido constatar con precisión el comienzo, la enfermedad sobreviene entre los 18 y los 22 años, en el período en que «la renovación y el reacomodo psicológico del Griesinger) que se lleva a cabo durante la pubertad, ha llegado a su térmi no poco más o menos en circunstancias normales. Dicho proceso psicológico, que se acompaña de una serie de síntomas par ticularmente acentuados, se mantiene hasta cierto punto en un nivel patológico en el caso de la hebefrenia, en la medida en que las manifestaciones que pueden observarse durante algún tiempo en ese estadio de transición pasan a un primer plano con un grado aumentado mórbidamente, y condu cen finalmente a un estadio terminal parti cular al que podemos calificar de estupidez hebefrénica en razón de sus propiedades características. Cuando la pubertad se inicia, se despier tan en el alma del joven o de la muchacha, estimulada por sensaciones hasta el momento desconocidas, una serie de repre sentaciones sombrías que entran en con flicto con las ya existentes, provocando una extraña confusión. El nuevo «yo» en gestación pretende entrometerse en el anti guo, pero, en cierto modo, no encuentra espacio en las formas ya existentes; se dila ta y se extiende en todas las direcciones, tanto en el cuerpo como en el espíritu, con bruscos y torpes cambios para adaptarse a los nuevos sentimientos y representacio nes. El viejo yo, con sus raídos zapatos de niño, no puede por el momento verdadera mente hacerse un hueco; se inicia entonces un combate, en concreto un conflicto de pensamientos y sensaciones que se expresa en toda actitud y todo comportamiento del individuo en el transcurso de la fase llama da «edad ingrata». Durante este período suceden inmediatamente los contrastes más vívidos y se presentan, aún en dese quilibrio, unos al lado de otros y unos tras otros. Junto a una cierta afectación román tica y un gusto por la grandilocuencia de ideas y conversaciones precozmente madu ras, se asocian una bobería muy específica y una fascinación por las bromas más frí volas e incluso triviales. Al lado de sensa ciones y sentimientos íntimos, delicados, se manifiesta vivamente cierta grosería y torpeza afectiva. Antes que la forma se haya modificado y consolidado lo suficien te para poder incorporar el nuevo conteni do, éste parece en cierta medida informe y vago. Tanto interior como exteriormente, en el pensamiento, en las palabras, en los movimientos y en la afectividad falta la forma concisa, segura y bien delimitada que encontramos en el niño, a su manera, y también en el adulto. Se manifiesta, tanto interna como aparentemente, una cierta disociación Zerfarenheit). De igual modo que el cuerpo desgarbado y torpe no sabe muy bien qué hacer con sus manos, sus brazos y sus piernas pues realiza todo tipo de movimientos descuidados, bambolean tes, angulosos y toda suerte de acciones bobaliconas y tontas en una especie de pul sión de actividad desenfrenada-, también el espíritu desconoce al principio el uso adaptado a las nuevas representaciones y

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E. Hecker

La hebefrenia. Contribución a la psiquiatríaclínica (1871)

La hebefrenia es una enfermedad que se

manifiesta siempre en el momento de la

pubertad. En todos aquellos casos que han

sido puestos a mi disposición y en los que

se ha podido constatar con precisión el

comienzo, la enfermedad sobreviene entre

los 18 y los 22 años, en el período en que

«la renovación y el reacomodo psicológicodel Yo» (Griesinger) que se lleva a cabo

durante la pubertad, ha llegado a su térmi

no poco más o menos en circunstancias

normales. Dicho proceso psicológico, que

se acompaña de una serie de síntomas par

ticularmente acentuados, se mantiene hasta

cierto punto en un nivel patológico en el

caso de la hebefrenia, en la medida en que

las manifestaciones que pueden observarse

durante algún tiempo en ese estadio de

transición pasan a un primer plano con un

grado aumentado mórbidamente, y condu

cen finalmente a un estadio terminal parti

cular al que podemos calificar de estupidez

hebefrénica en razón de sus propiedades

características.

Cuando la pubertad se inicia, se despier

tan en el alma del joven o de la muchacha,

estimulada por sensaciones hasta elmomento desconocidas, una serie de repre

sentaciones sombrías que entran en con

flicto con las ya existentes, provocando

una extraña confusión. El nuevo «yo» en

gestación pretende entrometerse en el anti

guo, pero, en cierto modo, no encuentra

espacio en las formas ya existentes; se dila

ta y se extiende en todas las direcciones,

tanto en el cuerpo como en el espíritu, conbruscos y torpes cambios para adaptarse a

los nuevos sentimientos y representacio

nes. El viejo yo, con sus raídos zapatos de

niño, no puede por el momento verdadera

mente hacerse un hueco; se inicia entonces

un combate, en concreto un conflicto de

pensamientos y sensaciones que se expresa

en toda actitud y todo comportamiento del

individuo en el transcurso de la fase llama

da «edad ingrata». Durante este período

suceden inmediatamente los contrastesmás vívidos y se presentan, aún en dese

quilibrio, unos al lado de otros y unos tras

otros. Junto a una cierta afectación román

tica y un gusto por la grandilocuencia de

ideas y conversaciones precozmente madu

ras, se asocian una bobería muy específica

y una fascinación por las bromas más frí

volas e incluso triviales. Al lado de sensa

ciones y sentimientos íntimos, delicados,

se manifiesta vivamente cierta grosería y

torpeza afectiva. Antes que la forma se

haya modificado y consolidado lo suficien

te para poder incorporar el nuevo conteni

do, éste parece en cierta medida informe y

vago. Tanto interior como exteriormente,

en el pensamiento, en las palabras, en los

movimientos y en la afectividad falta la

forma concisa, segura y bien delimitada

que encontramos en el niño, a su manera, ytambién en el adulto. Se manifiesta, tanto

interna como aparentemente, una cierta

disociación (Zerfarenheit). De igual modo

que el cuerpo desgarbado y torpe no sabe

muy bien qué hacer con sus manos, sus

brazos y sus piernas -pues realiza todo tipo

de movimientos descuidados, bambolean

tes, angulosos y toda suerte de acciones

bobaliconas y tontas en una especie de pulsión de actividad desenfrenada-, también

el espíritu desconoce al principio el uso

adaptado a las nuevas representaciones y

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sensaciones que se despiertan en él, y no se

aprovecha de este tesoro en bruto, desconociendo con precisión su valor.Paulatinamente se instalan, en el transcurso de los 18 y 19 años, un cierto recogimiento y una cierta concentración; laforma, aún endeble y frágil, comienza adefinirse.

Pues bien, precisamente es en esta época en la que sobreviene esta perturbación

del espíritu que llamamos hebefrenia. Endicha época, abstracción hecha de suevolución habitual, la actividad principalradica en eso que deja caer su mano destructora sobre esta forma, apoderándoseprecisamente en el momento en que ella sefija, y acarreando así nuevamente una disociación del contenido mental aún laxamente plástico. Pero es justamente en ese

momento, cuando la parte más valiosa dedicho contenido se pierde. El proceso mórbido limita el desarrollo mental posterior ypropicia una forma particular de debilidadde espíritu, que tan sólo envuelve del contenido los elementos muertos de esta fasepuberal, cuya irrupción se presenta justo enel momento de ser atravesada. El combateque se ha venido describiendo llega así a sufin, pero los elementos contendientes están

de alguna manera inmobilizados en el mismo sitio, como si continuaran batiéndose.

Hasta aquí hemos descrito el final delproceso mórbido, que ciertamente arrojasus signos desde los primeros estadios deldesarrollo de la enfermedad. Otra formaparticular de debilidad de espíritu queresulta de ello es precisamente la precocidad de su aparición, que es característica

de su evolución.En la mayoría de los casos, la enferme

dad se inicia aparentemente tras una alteración afectiva harto profunda, y se iniciacon síntomas claros de una melancolía

HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

expresada desde el principio por una triste

za y una opresión imprecisa e indecible dela afectividad; la instauración posteriormente no se produce más que de maneraprogresiva, bajo la forma de representaciones delirantes precisas, pero generalmentemuy cambiantes. Casi todos los sectores dela vida afectiva pueden participar uno trasotro en la distimia triste, y la melancolíapuede manifestarse tanto por una auto-acu

sación contrita como por un ensueño efectivo o amoroso delicado, o también por undelirio de persecución y de influencia incubado sin estrépito. No obstante, luego sedesvela una notable superficialidad de sensaciones, y el cuadro que presenta estamelancolía es francamente diferente de loscuadros de jeremiadas que nos ofrece, porejemplo, la auténtica distimia. Eso contri

buye a la impresión de que los enfermosjuegan o coquetean, más bien intencionadamente, con sus sensaciones melancólicas; un humor más alegre contrastaprecozmente con el humor triste. Al tiempoque se muestra una propensión a lamentarse de la miseria terrible y la desgracia quele ha tocado o sobre los pecados que hacometido, también sobre las persecucionesde las que es objeto, el enfermo es general

mente incapaz de reprimir la impulsión areír y a hacer chanzas bobaliconas. Junto atodo esto, se advierte igualmente una tendencia a la actividad exagerada y frecuentemente extraña, lo que puede llegarhasta el furor expansivo pronunciado. Estatendencia se expresa, por lo general, enforma de un comportamiento sin ton ni sony estúpido, en una tendencia a vagabundear

y a callejear; tales individuos pueden recorrer el mundo durante mucho tiempo sinser considerados enfermos. Con frecuenciacorren el peligro de ser tomados por simuladores, dado el aspecto muy singular de su

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debilidad de espíritu. Efectivamente, da amenudo la impresión de que persiguen

decididamente entregarse a tonterías en susconversaciones y su comportamiento, adre-de y conscientemente. Es por ello que estaforma tiene una gran importancia en medi-cina legal. Un caso de este género -sobre elque se han realizado cinco peritajes médi-cos contradictorios y en el que el enfermo,sin duda hebefrénico, fue en principio.declarado sano de espíritu y condenado,

después fue declarado únicamente estúpi-do por un nuevo informe del experto recla-mado por la penitenciaría y en el queparticipaba Kahlbaum- será publicadopróximamente en otros lugares. La dificul-tad de apreciación en tales casos se debe alhecho de que la mayor parte de las pertur-baciones radican en el dominio formal.Sólo en raras ocasiones se puede eviden-ciar la existencia de ideas delirantes preci-

sas. Cuando aparecen da la impresión decaprichos bizarros, tienen la apariencia dealgo tan efímero y, hasta cierto punto, tanartificial e intencional, que precisamentepor eso se distinguen de las representacio-nes delirantes propiamente dichas (o ideas«fijas»). Por ejemplo, cuando nuestroenfermo anteriormente mencionado relataque se ha casado hace 50 años, la forma en

la que nos lo presenta da la impresión deuna tontería inventada para divertir o equi-vocar a quien escucha, o de una compla-cencia pueril en las elucubracionesfantásticas intencionales (confabulaciónsegún Kahlbaum). En ciertos casos apare-cen también, como vestigios del estadomelancólico, elementos rudimentarios deun delirio de persecución o de influencia.

Pero, por lo general, el contenido de losdichos de los enfermos se relaciona con lascondiciones objetivas y testimonios única-mente una cierta concepción débil, despro-

vista de crítica y pueril, que contrastaextrañamente con una tendencia muy a

menudo caracterizada por ocuparse detesis y discusiones científicas generales.Una perorata bobalicona de joven inexper-to, compuesta en lo esencial de su conteni-do de migajas de un saber a mediasanteriormente adquirido, sale entonces a laluz, y al mismo tiempo se manifiesta unatendencia a generalizar abruptamenteexperiencias aisladas o individuales. Por

ello, tales enfermos usan decididamente elpronombre «se» en lugar del pronombre«yo» (lo que también se observa con fre-cuencia en ignorantes, por la mismarazón).

Pero lo absolutamente importante sonlos trastornos formales que se evidencianen las conversaciones de los hebefrénicos,y de manera especialmente accesible a laobservación en sus notas escritas. Por esta

razón he seleccionado tan solo observacio-nes de enfermos de los que me hallaba en

poder de algunas de sus cartas; en ellas lacomunicación tiene un valor extremada-mente importante para poder apreciar sucaso al detalle con cierta objetividad. Lostrastornos formales a los que me refiero secaracterizan en esencia por lo siguiente:antes que nada, una anomalía específica en

la construcción de frases consistente en losmúltiples cambios introducidos por el suje-to que habla o que escribe, y que atañen ala construcción sintáctica durante la elabo-ración de largas frases de las que tanto gus-ta, sin que por ello pierda el hilo de lasecuencia de su pensamiento. Se pone enevidencia una negligencia característica enla articulación de una frase con otra, al

tiempo que la incapacidad de concluir unpensamiento de forma concisa. El cursodel pensamiento se embrolla durante uncierto tiempo sin una articulación precisa,

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sin puntuación, produciéndose períodos

(oratorios) característicos que tienen unagran analogía con el estilo de «CarlchenMiesnich» en «Kladderadatsch». Dichoestilo se diferencia claramente del de otrossujetos débiles de espíritu (por ejemplo, elparalítico general que ha llegado hasta elestado de demencia), por el hecho de queno se logran poner en evidencia (o tan sóloexcepcionalmente) perturbaciones muy

llamativas, ni tampoco fallos en la coherencia y el curso del pensamiento. Además,el enfermo, que no está afectado para nadade riqueza del pensamiento o de fuga de

ideas, presenta una tendencia notable apermanecer anclado en un tema de conversación una vez que ya lo ha abordado y,

sobre todo, -para hablar como lo haceHammlet- para «perseguir a muerte» ciertos giros y fórmulas oratorias. Tampoco escapaz de reprimir pensamientos que le llegan aparentemente como consecuencia deinfluencias exteriores o de extraños saltosde pensamiento, o eventualmente de presentarlos con un cierto orden. También, loque es enormemente característico, aménde la gran negligencia en la construcciónde las formas sintácticas, es el recurso a unmodo de expresión no muy escogido, y en

particular a un dialecto vulgar y provinciano, incluso en la escritura (mientras que elenfermo, cuando estaba en su sano juicio, obien no lo ha hablado completamente, o silo había hecho era de una forma menosevidente). Existe en conjunto una propensión acentuada a desviarse de la maneranormal de hablar y de escribir, a alterar el

lenguaje y a hablar o escribir en una jerga

extraña. Es frecuente hallar, en las observaciones que citamos, una imitación de la jerga judía, de la «jerga de oficial», unamezcla de diversas lenguas, etc. A ello seune frecuentemente una predilección por

HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

las palabras extranjeras, lo que está a veces

en flagrante contraposición con la educación que ha recibido el paciente. Insistonuevamente sobre el hecho de que, entodos los casos que cito aquí, los enfermospertenecen a clases cultivadas y, como loprueban por una parte las situaciones a lasque habían llegado en la vida, todos ellosestaban lejos de presentar, en la época enque gozaban de salud, las anomalías de la

forma de escribir y de hablar puestas derelieve aquí, algunas de las cuales habríanpodido achacarse a la incultura. Lo quemás sorprende aún en nuestros pacientes esel gusto manifiesto por usar palabras sórdidas, obscenas y despreciables en el lenguaje cultivado, y todo ello sin que hayan sido,por ejemplo, inducidos por un afecto. Todomodo de expresión y de lenguaje del enfermo desciende más abajo del nivel que haalcanzado en su educación anterior, y a ellose asocia además una propensión a los desbordamientos verbales, una predilecciónpor un modo de descripción sentimental,una dicción con pretensiones poéticas y,

por consiguiente, un diluvio de frases altisonantes y presuntuosas. Podemos mostrarcon claridad, siguiendo sus rasgos esenciales, esas anomalías de la forma de la escri

tura en todas las cartas citadas más abajo;es posible diagnosticar ese tipo de enfermedad sólo por las cartas de hebefrénicos.

En lo que se refiere a la descripción enconjunto de la hebefrenia, sin duda esobvio que todos los síntomas enumeradosaquí no están plena ni igualmente presentes en todos los casos. Pero a pesar de todala variedad de casos diferentes, la particu

laridad siempre demostrable de la evolución y, ante todo, la aparición precoz deesta debilidad de espíritu estúpido queresulta imposible no reconocer, aportanuna delimitación segura del conjunto de

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este tipo clínico. La configuración caracte-rística de la estupidez hebefrénica está más

o menos acentuada si se sigue el desarrollode los diversos síntomas. Mientras que enciertos casos la actitud y la conducta boba-liconas están más firmemente contenidasen un comportamiento más establecido,pero que es muy característico en un joven

inexperto, en otros casos eso parece másreprimido y recubierto por un profundogrado de estupidez próxima al embruteci-miento. Aunque, en el conjunto, raramentese observa en nuestros enfermos el gradomás profundo de la estupidez y de nulidadmental (tal como se las encuentra, porejemplo, en la parálisis general) lo queparece más característico es la larga persis-tencia de un cierto grado, más bien media-no, de decadencia mental. No esinfrecuente que aparezcan, en el estadio deestupidez, accesos intercurrentes de agita-

ción que puedan llegar hasta el furor pro-nunciado. Dichos accesos tienen su origenen causas exteriores, por ejemplo la exci-tación sexual (sea por onanismo o en laépoca de las menstruaciones) y, en general,en la excitación de los nervios periféricoscentrípetos (por ejemplo, el dolor dental).También a veces están en relación con alu-cinaciones de aparición periódica (en parti-

cular las alucinaciones auditivas). Lasalucinaciones, que son un síntoma frecuen-te en las enfermedades mentales, seencuentran igualmente en la misma medi-da en la hebefrenia, confiriéndole general-mente una tonalidad particular al cuadromórbido, sin que tengan por ello significa-ción patognómica.

He creido apropiado tener en considera-

ción, dadas las observaciones de enfermosque siguen, esas diferencias en el aspectode la forma mórbida que nosotros estudia-mos, así como en el grado de afectación

por la estupidez habefrénica. Esa es larazón por la que me he servido de ciertos

casos cuya observación (yen particular laanamnesis) comporta algunas lagunas,pero espero que el conjunto del cuadro clí-nico no quede afectado de manera seria.Además, como lo he comentado antes, nohe citado más observaciones que aquellas alas que pueda adjuntar las produccionesescritas de nuestros enfermos, pues en elplano patognomónico las estimo muyimportantes

Observación

Anamnesis según las comunicacionesmédicas del Dr. Hecht, médico de la cir-cunscripción de Neidenburg, marzo de1864.

Srta. Karoline E., 20 años, hija única del

pastor E. de P., quien murió hace unos cua-tro años. Su madre aún vive. No han existi-do enfermedades mentales en la familia.Nacida en P., un pequeño pueblo, Karolinerecibió una educación principalmente ruraly simple, dirigida en especial por su padre,hombre serio y estricto. Tras haber seguidolos cursos hasta los 15 años, en parte en laescuela del pueblo y en parte con su padre,

prosiguió su educación un año más en lospueblos vecinos de Elbing y Hohensteinbajo la dirección de maestros. A pesar de

que haya dado muestras de poca capaci-dad, se desarrollo poco a poco y encontrófinalmente el gusto y el placer por los estu-dios. En el plano físico maduró bien; hatenido buena salud y ha menstruado regu-larmente desde los 14 años. A los 16 años

volvió a la casa paterna, siendo confirmadapor su padre, quien murió un año más tar-de. Partió entonces a Neidenbung con sumadre. A consecuencia de esta transición

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de la vida rural solitaria y apacible del

presbiterio a la vida de la ciudad, ysiguiendo las ideas muy elevadas de sumadre, relativamente inculta, esta joven enedad de casarse, bella e incluso afortunada,hizo su entrada en el mundo, en especial enel medio oficial. A partir de este período,Karoline se interesó de lleno en la moda yen las diversiones. Aunque frecuentó deci-didamente la iglesia tras su confirmación,posteriormente se volvió librepensadora enel terreno religioso. En febrero de 1864 fueinvitada a participar en un baile ofrecidopor los oficiales. Con tal ocasión, sumodista debía procurarle un corset y zapa-tos. Tras su entrega se le dijo que ellugarteniente Von S. los había admiradomucho, y que incluso los había besado.Asistió al baile, pero Von S. no apareció yella no fue invitada a bailar más que oca-

sionalmente. Incluso, un pariente le hizoalgunas consideraciones de mal gusto,como: «Tu talle ha cambiado» o «¿Cómote han educado? ¡Se te ha cebado como aun animalito del campo!». Ante tales pala-bras abandonó el baile antes de su finaliza-ción.

Después de dicho acontecimiento, estajoven, que hasta el presente había gozado

de buena salud, se quejó de una torpezaintensa en la cabeza y en todo el cuerpo,dio muestras de una actitud inquieta y de

una ausencia de interés por el trabajo.Pidió un instrumento musical para poderentretenerse, aunque no tenía conocimien-to musical alguno. De tanto en tanto seechaba al suelo para llorar y suplicardurante un buen rato. El 21 de febrero, a

mediodía, se cortó una parte de su cabelle-ra y, atravesando con zapatillas de baile elmercado cubierto de hielo y niebla, se lallevó a su primo para que la conservara,enrollada en la sortija de compromiso de su

HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

madre. Se dirigió luego a la estafeta de

correos con una carta sin dirección, exi-giendo imperiosamente que se la enviaran;después, ya de vuelta a casa, y aunquesiempre fue muy taciturna y silenciosa,comenzó a hablar mucho en un elegante

dialecto de oficial. En estado de agitacióndijo que había sido envenenada con un té

ruso que le había ofrecido la tarde anterior«la bestia» (designando así a su madre),después dijo que había perdido su inocen-cia, que la madre era un animal, y que todoeso era culpa de «la bestia». La inocenciaperdida, el hecho de ser un animal, y tam-bién el estado de oficial, constituyeron enlo esencial sus conversaciones posteriores.Del mismo modo se introdujeron en la con-versación: la religión, el rey y Garibaldi. Elmodo de expresión es, en parte, elegante y

se formula principalmente en términos

militares, pero también degenera en pala-bras de lo más obscenas. En varias ocasio-nes surgieron accesos de rabia destructiva.Los intervalos lúcidos son raros y de cortaduración. Todas las funciones corporalesse desarrollaron regularmente, excepto elsueño que era irregular y ordinariamentebreve.

El 8 de marzo de 1864 la enferma, que

por entonces tenía 20 años, fue ingresadaen el asilo de Schwetz, donde permanecióhasta su traslado al asilo de Allenberg elprimero de noviembre del año siguiente.Adjunto en lo que sigue lo más destacablede las anotaciones de la observación comu-nicada de Schwetz:

Estado actual: cuerpo pequeño bien ali-mentado, morena, mímica viva; fuga de

ideas con inhibición intercurrente, ideasdelirantes melancólicas: está en prisión, es

una piedra, una nulidad, menos aún unanulidad, un perro, está loca, es una hija ile-gítima, su padre aún vive, E. no es su

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HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

padre, una enfermera es su madre. Se arroja a los pies del médico, implora la graciade poder besarle la mano, después se aparta, oculta su rostro tras los cabellos descuidados, se mueve de aquí para alláagitadamente, en algunos momentos rompe sus ropas. Insomne, está muy agitada.El 22 de marzo se anota lo siguiente:«menstruación; antes y después exacerbación de la agitación, rotura de vidrios, etc.,ideas delirantes extrañas, lenguaje particularmente amanerado». Además, se nota

una risa inmotivada muy frecuente. Porotra parte, su estado, y en especial suhumor, presentan oscilaciones extremas,en la medida en que el sentimiento de identidad unas veces oscila entre la negacióncompleta y otras profundiza en ideas delirantes de exaltación dichosa. De tanto entanto sobrevienen sentimientos paroxísticos de furor -generalmente en los momen

tos de las reglas- sin causa exterioraislable, motivadas puramente por las ideasdelirantes y las alucinaciones, en especiallas alucinaciones auditivas. En una ocasióndice ser la emperatriz de Francia, otra vezdice que el Dr. B. es su marido, retractándose de su primera pretensión.

El1 de noviembre de 1865, la enferma,que contaba 21 años, fue admitida en el

asilo de Allenberg. A continuación, losextractos de un informe redactado en esaépoca con vistas a poner en evidencia su

estado de estupidez: «Por lo general, essilenciosa, participa poco, se ocupa de trabajos manuales, tiene una actitud pueril en

contradicción con su edad, con una visión

de las cosas muy limitada, se adhiere fre-

cuentemente a ideas exaltadas y pueril-

mente insensatas, está casi siempreconfusa en el curso del pensamiento y en laelaboración conceptual. Por momentos seagita, etc.». Personalmente sólo he observado a la enferma en muy contadas ocasiones, pero he observado en ella la impresión

de una actitud llamativamente bobaliconay pueril, confirmada por la observación dela enferma en la que se menciona muchasveces: actitud estúpida, gracias pueriles,etc.

Añado, finalmente, una carta de laenferma muy característica: «¡Mi querida

buena mamá! Seas mil veces saludada por

tu hija Karoline con ardientes lágrimas y

un dolor punzante. Te presento mis votosmás cordiales de dicha, que la alegría flo-

rezca para ti sobre el estrecho sendero de

la vida. Sin ti busco en vano habituarme a

la cadena de la amistad extraña, pero el

tiempo y la hora me lo enseñarán en su

momento. Las flores están marchitas, las

frescas quiero te las (falta el verbo), ... Tebeso la mano; vive muchos años, guarda

entu

corazón atu

hija KarolineE.».

(Traducción de J. M. a A.)