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ALARCOS (1195)
FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO
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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer
la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho
valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-
formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-
vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de
algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-
juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este
libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse
ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se
reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,
etc.
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A MODO DE PRÓLOGO
EL AÑO DE LA BATALLA DE ALARCOS
Pueden señalarse en el año 1195 destacados asuntos, entre ellos el de la batalla de
Alarcos, victoriosa para los almohades y desastrosa para los cristianos que combatieron
al lado del rey Alfonso VIII de Castilla. Lo veremos en las páginas por delante. La de
Alarcos fue la última victoria musulmana en la Península Ibérica
Fue también el año 1195, rozando ya los finales del siglo XII, el de la muerte de
Bertoldo Avogadro, ermitaño en el Monte Carmelo con un grupo o pequeña comunidad
que, inspirándose en el profeta Elías y siguiendo una supuesta tradición en aquel lugar,
pusiera los remotos fundamentos medievales de la Orden Carmelitana que tanto irá evo-
lucionando a lo largo de la historia como tendremos ocasión de ir considerando más de
una vez.
La tradición carmelitana sugiere una suposición: que una comunidad de judíos eremi-
tas, del tipo esenio, pudo haber existido antiguamente, en los tiempos del profeta Elías,
en el Monte Carmelo, pero no hay evidencia documental de que dicha comunidad exis-
tiera.
Aquellos ermitaños medievales pudieron haber sido peregrinos o cruzados que acaba-
ron encauzando sus vidas por una peculiar espiritualidad muy inspirada también por la
Virgen María, Nuestra Señora del Carmen o del Monte Carmelo.
En el extremo geográfico del Mediterráneo, en la Lusitana Lisboa, el 15 de agosto,
vino al mundo un niño al que sus padres bautizaron como Fernando y que será conocido
en su momento nada menos que como San Antonio de Padua.
Efectivamente, San Antonio parece ser que nació en Lisboa, de buena y pudiente fa-
milia, como también parece ser, sin precisión exacta, que la fecha de su nacimiento fue-
ra la del 15 de agosto, allá por los años 1191-1195.
La casa donde se supone su nacimiento, en el viejo barrio de la Alfama (de los baños
o fuentes, en árabe), resultó completamente destruida cuando el terremoto de Lisboa (1
de noviembre de 1755); sólo se conserva de ella un pequeño sótano, erigiéndose por en-
cima una iglesia.
Como queda dicho, su nombre de nacimiento y secular o de pila era Fernando Martim
de Bulhões e Taveira Azevedo, siendo nombre que se cambió por el de Antonio en el
año 1220, cuando, haciéndose franciscano, entró en la Orden de los Frailes Menores.
He aquí unos párrafos del franciscano Rafael Sanz Valdivieso, sacados del Directorio
Franciscano (navegando por Internet):
La vida de San Antonio, el portugués más conocido y festejado en todo el mundo, fue
breve por el número de años trascurridos entre su nacimiento y su muerte, pero de gran
intensidad biográfica según los testimonios conservados. Después de muchas controver-
sias, problemas e investigaciones, se ha llegado a un consenso y opinión común sobre
sus orígenes familiares, su nombre y el de sus padres, su formación en la escuela cate-
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dralicia de Lisboa, su estancia entre los Canónigos Regulares de San Agustín, su paso a
la Orden franciscana atraído por el ejemplo de los primeros mártires franciscanos en
Marruecos, su labor de predicador evangélico y de ministro preocupado por el bien de
los hermanos confiados a su servicio y de escritor de Sermones según las reglas y pro-
cedimientos de la oratoria de su época. Además, murió santamente en 1231 y fue cano-
nizado a los once meses de su muerte, por aclamación del pueblo cristiano, confirmada
con la declaración solemne de la Iglesia. Aunque los datos no son seguros en todos sus detalles, sabemos que nació en Lisboa a
finales del siglo XII, sin que podamos fijar la fecha con exactitud. Sus padres poseían
una casa frente a la puerta principal de la catedral, pues vivían en la misma calle, ade-
cuada a la condición de su estado, del que no tenemos todos los datos muy completos
para decir que formaban parte del estamento aristocrático, designado como de “nobilis
progenies” o “nobiliori genere”. Todo lo más que se puede decir es que la familia Mar-
tins pertenecía a los “hombres buenos” del pueblo, mercaderes de posición desahogada
y respetados en el burgo e incluso al servicio del rey en los asuntos de tesorería. Quizá
fue su padre uno de los “milites”, ciudadanos que por su posición tenían concesión para
servir al rey con armas y caballo. Así lo menciona la Leyenda Benignitas, aunque ha
sido discutido el dato a la luz del testimonio aportado por Jacobus de Guisia (francis-
cano y cronista, del siglo XIV).
Sus “felices progenitores” se llamaban Martim de Bulhôes y Teresa Taveira, según
fray Marcos de Lisboa en su Crónica, primera obra impresa que ofrece los nombres
completos. El nombre Martinho, Martim de Bulhôes, Bolhom o Bolhâo, es el que apa-
rece unido al nombre de bautismo del Santo, Fernando Martins de Bulhôes, sin que ten-
ga nada que ver con los guerreros y cruzados descendientes de Godofredo de Buillón,
ya que la costumbre de ennoblecer el linaje de los santos es peculiar concesión de la
hagiografía del pasado, como si no bastara el ser buenos y fervorosos cristianos. Los
autores de las “Leyendas” hacen afirmaciones generales sobre la “nobleza” que no se
pueden tomar al pie de la letra, sino en sentido amplio, como conviene a una persona de
“nobles” sentimientos y acciones desde su juventud.
El nombre de la madre, Teresa Taveira, aparece indicado en otras fuentes como María
de Távora, sin que haya posibilidad de aclarar tal diferencia aceptada, ya que aparecen
ambos en la tradición. El historiador franciscano Luke Wadding (1588-1657) coincide
con la afirmación de la Leyenda Benignitas de que se llamaba María. Es discutible la
afirmación de algunos cronistas sobre la procedencia de la familia Taveira de Asturias,
en el norte de España, cuyo antepasado habría sido el rey Fruela (siglo VIII), padre de
Alfonso II el Casto, ya que no tenemos constancia de tal parentesco ni de su nobleza de
sangre.
La infancia de Fernando Martins de Bulhôes, pues tal fue el nombre que le impusieron
al bautizarlo en la vecina catedral, transcurrió en el ámbito de una familia normal, cono-
cida en Lisboa, de notable posición y haberes, como se ve en los documentos referidos a
sus padres y a otros tres hermanos relacionados con la edificación de la iglesia dedicada
a San Mamés, cercana a su casa. El no tener fijado el año de su nacimiento con la mis-
ma seguridad con la que sabemos el lugar, se debe a la poca garantía que ofrecen los da-
tos transmitidos por las “Leyendas” respecto de las fechas, cuyos autores quizá las ig-
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noraban como nosotros. La Raimundina, la Benignitas y el Liber miraculorum hablan
de los 36 años que tenía al morir. Nacido, por tanto, en 1195, sus años pudieron ser dis-
tribuidos así: 15 años en casa de sus padres, casi 2 en Lisboa y otros 9 en Coímbra entre
los Canónigos Regulares de San Agustín, y 10 de franciscano. Fernando Félix Lópes
propone el año 1188 como fecha de nacimiento de San Antonio, apoyado en los datos
de G. Abate y en las observaciones y otros datos ofrecidos por A. Callebaut; indica el
año 1208 para la fecha de su entrada en los Canónigos Regulares de San Agustín; esa
era la cronología propuesta en 1947 por J. Montalverne, OFM.
El medievalista franciscano A. D. de Sousa Costa concluye, después de repasar las
propuestas de los estudiosos y las afirmaciones de las “Leyendas”, que determinar la
edad del Santo sólo puede hacerse de manera aproximada partiendo de la Assidua y te-
niendo en cuenta las indicaciones que en el Dialogus de gestis sanctorum Fratrum Mi-
norum (1244-1246) le describen entregado al estudio de las artes liberales, cuando, con
la llegada de la pubertad, comenzaron a crecer los estímulos de la carne, y aunque se
sentía sobremanera acuciado pos estos movimientos de lascivia, no por eso aflojó el
freno a la adolescencia y al placer, sino que, despreciados los estudios literarios, corrió a
un monasterio de San Agustín cercano a la ciudad y tomó el humilde hábito de Canó-
nigo Regular. El término “adolescente”, usado por la leyenda Benignitas y las indicaci-
ones relativas a la crisis y tentaciones juveniles propias de la edad, permiten pensar con
una cierta flexibilidad en los 17-18 años, edad en la que se decidió a entrar en el monas-
terio de San Vicente de Fora de los Canónigos Regulares, dando un margen de tiempo
razonable entre los 15 años y su decisión de entrar en el monasterio, margen en el que se
sitúa la crisis personal y las tentaciones mencionadas.
El nacimiento de San Antonio, por tanto, se fijaría hacia 1191; el día y mes no los co-
nocemos. El dato resultante del reconocimiento del cuerpo del Santo, en 1981, por va-
rios expertos en medicina legal, indicaría una edad de 39 ó 40 años, “intorno ai 40
anni”, que coincide con las deducciones a partir de la Assidua. Después de 15 años
transcurridos sin problemas en casa de sus padres, antes de la entrada entre los Canó-
nigos Regulares de San Agustín (año 1209), afrontó un período de crisis, dudas, an-
gustias y tentaciones, contra las cuales Fernando luchó valientemente, aunque no debe-
ría alargarse más de dos o tres años, después de los cuales, “despreciadas las diversio-
nes del mundo”, vistió el hábito de los Canónigos Regulares en San Vicente de Fora en
Lisboa. En el monasterio, las visitas de parientes y amigos de juventud eran más fre-
cuentes de lo necesario y perturbaban la vida y piedad cenobítica más de lo tolerable,
según los datos que tenemos de la Assidua, del Dialogus y de la Raimundina, por lo
que, a fines de 1210 ó comienzos de 1211, se trasladó al monasterio de Santa Cruz de
Coímbra, cuando contaba unos 20 años de edad.
El abandono de Lisboa por Coímbra, a 175 kilómetros de distancia, para que las rela-
ciones con sus amigos y familiares no fueran obstáculo a los más altos intereses de su
alma, es un dato válido que merece más atención que las posibles pasiones políticas que
pudieran asediar al monasterio de San Vicente de Lisboa, las intervenciones reales o
tensiones entre nobles y eclesiásticos, incluidos los obispos de Oporto y Coímbra, etc.,
porque la corte se encontraba entonces en Coímbra, y no aparecen en la Assidua sus
pretensiones de mezclarse en los litigios del rey y los obispos de Coímbra y Oporto, ni
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en los propios del monasterio de Santa Cruz de Coímbra con ambas instituciones. La
Assidua menciona los amigos de su misma condición social y las visitas inoportunas:
“Unos dos años permaneció aquí [en San Vicente de Lisboa], durante los cuales tuvo
que soportar las frecuentes visitas de amigos, tan importunas a las almas recogidas.
Para evitar de raíz la causa de tales perturbaciones, decidió abandonar el solar natal,
capaz de debilitar en no pequeña medida los ánimos viriles, de modo que, defendido
por la barrera de la distancia, pudiese servir más libremente al Señor”. Así que su
traslado a Santa Cruz de Coímbra, con el permiso de sus superiores, se hizo “con fervor
de espíritu”.
Iglesia de San Antonio en Lisboa, construida sobre la casa en la que nació
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Menos devota o fervorosa, de este año 1195, es la siguiente noticia, la de la muerte (y
resumen de su vida) de Rahel la Fermosa (Raquel la Hermosa, traducción del ladino1).
Llamábase Rahel Esra y era toledana, nacida hacia el año 1165. Y en Toledo murió,
siendo judía y castellana, amante del rey Alfonso VIII de Castilla, infiel con ella, por
media docena de años, a su legítima esposa la reina Leonor Plantagenet.
Bajo la influencia de Rahel la Fermosa, varios judíos castellanos gozaron de privile-
gios, siendo favorecidos y designados para diversos cargos cortesanos o destacados en
el reino, lo cual provocó no poco descontento entre algunos distinguidos clérigos y no-
bles. De hecho, tanto los enemigos de Rahel como sus propios correligionarios más en-
vidiosos o perjudicados deseaban su muerte incluso en presencia del rey.
La amorosa historia entre Alfonso VIII y Rahel la Fermosa, relegada al legendario
ámbito de las fábulas por Gaspar Ibáñez de Segovia, marqués de Mondéjar (siglo XVII)
y otros historiadores literarios españoles, es descrita como un hecho allá por relatos del
año 1292, según el rey Sancho IV de Castilla (1284-1295).
Así pues, aunque hasta el momento, esta historia no aparezca mencionada en docu-
mentos históricos, varios investigadores continúan debatiendo sobre la esencia histórica
de Rahel y su relación con el rey Alfonso VIII de Castilla.
La aventura de amor entre Rahel y Alfonso VIII ha sido dramatizada por Martín de
Ulloa (siglo XVIII), Vicente Antonio García de la Huerta2 y otros escritores españoles.
Del mismo modo, el dramaturgo austríaco Franz Grillparzer (1791-1872), en su obra
Die Jüdin von Toledo, llevó al teatro dicha historia amorosa. Die Jüdin von Toledo es a
su vez el nombre de la novela escrita por el alemán Lion Feuchtwanger (1884-1958),
que trata de esta historia amorosa.
1 El idioma hablado por las comunidades judías o sefardíes medievales españolas.
2 Extremeño de Zafra (Badajoz), nacido en 1734 (y muerto en Madrid en 1787), fue un poeta y drama-
turgo, hermano del sacerdote jesuita y también escritor Pedro García de la Huerta (1748-1799).
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AÑO 1195
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BARRUECOPARDO
La Orden de Santiago, como aquí explicaremos, se adueñó por entero y con todos sus
derechos del señorío de Barruecopardo.3 Para ello fue importante la fecha del 30 de
abril de este año 1195. Así lo reconoció el rey Alfonso IX de León.
Se sabe que el señorío de Barruecopardo fue creado en 1157 por Armengol VII, conde
de Urgel que estuvo al servicio del rey Fernando II de León como su mayordomo. Pero
no sabemos acerca de la primera extensión de dicho señorío, que ciertamente se fue am-
pliando y poblando en torno a su fortaleza o castillo. No hubo por aquí muchas compli-
caciones, ni llegada de moros.
En el año 1171,4 el rey Fernando II concedió un peculiar fuero a Barruecopardo, pe-
culiar porque resultó ser de un enfoque entre el fuero de Ledesma5 (de 1161) con in-
fluencias de las costumbres de Urgel. Esto supuso que Barruecopardo dejara de perte-
necer al concejo de Ledesma, con el malestar que supuso para los alcaldes de esta loca-
lidad, si bien se resolvió en conformidad final.
Pasó que, no tardando mucho tiempo, Armengol traspasó los derechos sobre Barrue-
copardo a su vasallo y fiel amigo Pedro Fernández de Fuencalada, primer gran maestre
de la Orden de Santiago, aunque Armengol seguiría ostentando el título de señor. No
obstante, los derechos pasaron a los hijos de Pedro Fernández, que los fueron vendiendo
a la Orden de Santiago. Y esta es la razón por la cual, a 30 de abril de este año 1195,
Barruecopardo empieza a ser en su integridad de la Orden de Santiago.6
3 Provincia de Salamanca, en la comarca de Vitigudino.
4 O en 1181, según qué fuentes.
5 Provincia de Salamanca.
6 El hecho de pertenecer Barruecopardo a una Orden Militar que tomaba parte activa en las sucesivas
guerras, y la circunstancia de estar cerca de la frontera con Portugal, unido al mimo y la importancia que
dio la Orden al enclave, hizo que el pueblo fuera invadido reiteradamente por parte de los portugueses.
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LA BATALLA DE ALARCOS
Ha transcurrido más de un siglo desde que se notó más que evidente la debilidad mu-
sulmana en los reinos taifas de la Península Ibérica. Entonces la presión militar de los
ejércitos cristianos (Alfonso VI se había apoderado nada menos que de Toledo en 1085)
movieron a los andalusíes a llamar en su ayuda a la dinastía africana de los almorá-
vides, siendo éstos quienes en el año 1086, en Sagrajas,7 de manera victoriosa ellos (y
desastrosa los cristianos), frenaron la expansión de reconquista cristiana. Los almorávi-
des se hicieron con el control de las tierras dispersas de Al-Ándalus, pero también aca-
baron debilitándose en su poder, lo cual aprovecharon los cristianos para lanzarse a nue-
vos ataques e intentar nuevos avances. Los aragoneses ocuparon más de lleno el valle
del Ebro, mientras los castellanos y leoneses tomaban la cuenca del Tajo, a la vez que
los portugueses ganaban Lisboa. La presión de los cristianos motivaría entonces una re-
novada entrada en la Península de un pueblo musulmán africano, los almohades, los
cuales fueron sustituyendo en el control y gobierno de Al-Ándalus a los almorávides.
Ahora contamos el gran enfrentamiento entre cristianos y almohades en Alarcos, hacia
el sur de Toledo, en la cuenca del Guadiana.8
El rey Alfonso VIII de Castilla llegó a Alarcos y se situó en retaguardia al lado de sus
caballeros, mientras que la vanguardia cristiana la ocupaba la caballería pesada, dirigida
por Diego López de Haro.
Enfrente, voluntarios y arqueros formaron el ataque almohade con las tropas de Abu
Yahya detrás, tribus magrebíes y andalusíes a ambos flancos y, en retaguardia, el califa
Al-Mansur y sus tropas.
La caballería pesada cristiana comienza el ataque, que se produce en oleadas, aplas-
tando a la vanguardia almohade y pereciendo el mismo Abu Yahya. En respuesta, la ca-
ballería almohade rodea a los cristianos por ambos lados, mientras que sus arqueros
7 No lejos de la ciudad de Badajoz.
8 El Cerro de Alarcos se encuentra propiamente situado en el término municipal de Ciudad Real, en el
lugar donde se ubica el santuario de Nuestra Señora de Alarcos, en el kilómetro 8 de la carretera de
Ciudad Real a Piedrabuena y a 3 kilómetros del municipio de Poblete.
Alarcos en su antigua etapa ibérica ha sido identificada por numerosos autores como la antigua ciudad
de Lacuris, Lacuri o Larcuris. Tanto las esculturas como los exvotos de bronce hallados en las excava-
ciones del yacimiento nos hablan de su importante pasado ibérico.
Las primeras noticias de Alarcos durante la Edad Media forman parte de la leyenda, al ser incluido den-
tro de la dote de un posible matrimonio entre la mora Zaida (muerta en 1101) y el rey Alfonso VI. Re-
conquistada por Alfonso VII en 1147, Alarcos es reedificada por Alfonso VIII y encomendada su defensa
a la Orden de Calatrava.
El 19 de julio de 1195 fue escenario de la famosa batalla que lleva su nombre y que supuso la derrota
del ejército cristiano frente a las tropas del almohade Al-Mansur (Abu Yusuf Yaqub). Años más tarde, en
1212, y gracias a la victoria cristiana en las Navas de Tolosa, se dará paso, ya desbloqueado el terreno, a
la definitiva reconquista y repoblación de La Mancha y hacia el sur o Andalucía.
La batalla de Alarcos fue la última ganada por los musulmanes en la Península Ibérica.
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lanzan una lluvia de flechas. Las bajas cristianas son numerosas. Se masca la derrota y
se sufre finalmente la misma. Alfonso VIII debe huir en dirección a Toledo, mientras
que las mesnadas de López de Haro se refugian a duras penas tras los muros de Alarcos.
Cercado, será liberado a cambio de algunos rehenes. Los cristianos han perdido la bata-
lla de Alarcos.
Como consecuencia de esta derrota cristiana, las fronteras vuelven a estar en las ri-
beras del Tajo, oponiendo los musulmanes un frente homogéneo desde Portugal a Ca-
taluña, a lo largo del Tajo, el Guadiana y el Ebro.9
Recordemos, para explicarnos mejor la batalla de Alarcos, cómo el monarca castella-
no Alfonso VIII, con la ayuda aragonesa, conquistó Cuenca, en 1177. Inquietó aquello
al califa almohade Abu Yusuf Yaqub al-Mansur, pactando, en 1190, un período o tregua
de paz que detuviera el avance castellano sobre Al-Ándalus. Cuando expiraba dicho
pacto, el califa recibió noticias de revueltas y sublevaciones en sus dominios del norte
de África. Alfonso VIII se había dado mucho a levantar en el cerro de Alarcos la forta-
leza elevada sobre el Guadiana, pues allí había una muralla a medio terminar y había
una población inestable e insegura. Fue por entonces cuando el belicoso y enardecido
arzobispo de Toledo, Martín López de Pisuerga, penetró agresivo por las tierras o coras
de Jaén y Córdoba, y saqueó, como podemos recordar, hasta en las cercanías de Sevilla,
la capital almohade en la Península. Este desafío enfureció sobremanera al califa lleván-
dole a decidir la organización de todas sus fuerzas disponibles contra Alfonso VIII.
El 1 de junio de 1195 desembarcó Yusuf con sus tropas (un poderoso e inmenso ejér-
cito) siguiendo la línea de costa entre la magrebí Alcazarseguir y la andalusí Tarifa. El
califa llegó a Sevilla, donde logró reunir un ejército de 300.000 hombres, entre caballe-
ría y peones, formado por todo tipo de mercenarios, tropas regulares, etc. Alcan-
zó Córdoba el 3 de junio, siendo allí donde se encontraban las tropas de Pedro Fer-
nández de Castro el Castellano (hijo del señor de Trujillo Fernando Rodríguez de
Castro el Castellano y de Estefanía la Desdichada), señor de la Casa de Castro y del In-
fantado de León, que había roto sus lazos de vasallaje con Alfonso VIII (su primo) y se
había aliado con los almohades.
El 4 de julio Abu Yusuf partió de Córdoba cruzando Despeñaperros y avanzando so-
bre la explanada en la que se halla el castillo de Salvatierra.10
Un destacamento de la
9 La victoria almohade en Alarcos supuso un duro golpe para los reinos cristianos. La situación se agravó
en 1211, cuando el castillo de Salvatierra, único baluarte cristiano al sur del Tajo, cae en manos musul-
manas, amenazando Toledo. Ante la delicada situación, el rey Alfonso VIII de Castilla solicitará la ayuda
de los demás reinos cristianos y la del Papa Inocencio III, dando éste a la lucha que se emprenda el ca-
rácter de cruzada. Respondiendo al llamamiento, llegarán a Toledo tropas de Aragón y numerosos cru-
zados de toda Europa. León y Navarra, por el contrario, rehúsan bastante unirse al combate. El 19 de ju-
nio de 1212 saldrán de Toledo las huestes cristianas. En su camino tomarán las plazas musulmanas de
Malagón, Calatrava, Alarcos y Caracuel. Aquí se juntará el ejército de Sancho VII de Navarra, con sólo
200 caballeros. Tras una escaramuza en el Puerto del Muradal, el choque definitivo se producirá junto al
lugar llamado Mesa del Rey. Será luego victoriosa la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212.
10
Una fortaleza de origen musulmán que se halla en el término municipal de Calzada de Calatrava, al sur
de la provincia de Ciudad Real, de gran importancia en los planes de reconquista castellana del momento.
Retando orgullosa el tiempo, destaca aún la torre del homenaje, construida en mampostería, con esqui-
nas de sillería en roca volcánica de gran tamaño, que le dan un contraste en tonos rojizos verdaderamente
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Orden de Calatrava, junto con algunos caballeros de fortalezas cercanas que intentaron
dar con las fuerzas almohades, se toparon con ellas pero tuvieron la mala fortuna de en-
contrar un ejército muy superior al destacamento y fueron casi exterminados por com-
pleto. Alfonso VIII se alarmó tras lo acontecido y se apresuró a reunir todas las tropas
posibles en Toledo, disponiéndose a emprender la marcha hacia Alarcos. El rey caste-
llano consiguió atraer la ayuda de los reyes de León, Navarra y Aragón, puesto que el
peligroso poderío almohade amenazaba a todos por igual. Esta ciudad fortaleza (Alar-
cos), estando aún en construcción y siendo representativa de los dominios más extremos
al sur de Castilla, forma frontera con Al-Ándalus. Era determinante impedir el acceso al
fértil valle del Tajo, pero por darse prisa no esperó Alfonso VIII la llegada de los refuer-
zos leoneses y navarros, aún en camino. El 16 de julio, el gran ejército almohade fue
avistado y era tan numeroso que no llegaron a saber cuántos hombres lo formaban. Aun
así, de manera imprudente, Alfonso VIII decidió presentar batalla al día siguiente de lle-
gar finalmente las tropas a los alrededores de Alarcos (el 17 de julio). Tal vez por con-
fiar en la fuerza de la caballería pesada castellana, en vez de retirarse a Talave-
ra,11
donde habían llegado las tropas leonesas y que les separaban tan sólo unos pocos
días de distancia. Abu Yusuf no aceptó dar batalla ese día (el 18 de julio), prefiriendo
esperar el resto de sus fuerzas. Al día siguiente, la madrugada del 19 de julio, el ejército
almohade formó alrededor de la colina “La cabeza” y a dos tiros de flecha de Alar-
cos,12
teniendo lugar la batalla.13
original y atractivo. Se pueden observar distintos lienzos de muralla y torres defensivas, que conformaban
un espacio inabordable, aprovechando la escarpada orografía de la falda sureste para completar las protec-
ciones. Igualmente, se pueden distinguir en estos muros los dos tipos constructivos que encontramos en el
recinto, cada uno correspondiente a las dos culturas que lo poseyeron: el hormigón de cal y canto cris-
tiano y el hormigón islámico conocido como “tabiya”. En la ladera frente a Calatrava se aprecia el espa-
cio donde se asentaba la población, en torno al castillo, y que debió ser la zona de más temprano aban-
dono en el siglo XII. En el interior del monumento aún se conservan varias bóvedas completas perte-
necientes a espacios militares y de almacenamiento, e incluso, adentrándose en algunas zonas al pie de la
torre del homenaje, el arranque de una cúpula correspondiente a algún peculiar espacio.
En la actualidad, el castillo de Salvatierra está en ruina y su titularidad o propiedad es privada. A pesar
de la desastrosa situación en la que se encuentra, quien se acerca a visitar lo que en otros tiempos fueron
imponentes murallas pueden percatarse de la impresionante potencia y tamaño de la fortaleza.
11
Talavera de la Reina (Toledo).
12
Según citan fuentes musulmanas (De Historia de la Dominación de los Árabes en España, sacada de
varios manuscritos y memorias Arábigas).
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...Obscurecióse el día con la polvareda y vapor de los que peleaban que parecía noche: Las Cabilas
de voluntarios Alárabes, Algazaces y ballesteros acudieron con admirable constancia, y rodearon con su
muchedumbre a los Cristianos y los envolvieron por todas partes. Senanid con sus Andaluces, Zanetes,
Musamudes, Gomares y otros se adelantó al collado donde estaba Alfonso, y allí venció, rompió y des-
hizo sus tropas infinitas, que eran más de trescientos mil entre caballería y peones.
Allí fue muy sangrienta la pelea para los Cristianos, y en ellos hicieron horrible matanza. Había entre
ellos diez mil caballeros de los armados de hierro como los primeros que habían acometido, que la flor
de la caballería de Alfonso, y habían hecho su azala [plegaria] Cristianesca y jurado por sus cruces que
no huiría de la pelea hasta que no quedase hombre a vida, y Dios quiso cumplir y verificar su promesa
en favor de los suyos. Cuando la batalla andaba muy recia y trabada contra los infieles [Cristianos],
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Los cristianos disponían de dos regimientos de caballería: en primera línea estaba la
caballería pesada (de unos 10.000 hombres) al mando de Don Diego López de Haro y
sus tropas, seguida después de la segunda línea, donde se encontraba el propio Alfonso
VIII con su caballería e infantería.
Por parte de las tropas almohades, en vanguardia se hallaban la milicia de volunta-
rios14
benimerines, alárabes, algazaces y ballesteros, que eran unidades básicas y muy
maniobrables. Inmediatamente tras ellos estaban Abu Yahya ibn Abi Hafs (simplemente
conocido como Abu Yahya) y los henteta, la tropa de élite almohade. En los flancos, su
caballería ligera equipada con arco y en la retaguardia el propio califa Al-Mansur con su
guardia personal.
Siguió el califa los consejos del qaid andalusí Abu Abd Allah ibn Sanadí y dividió su
numeroso ejército, dejando que el gund andalusí (soldados de las provincias militariza-
das) y los cuerpos de voluntarios del hihad (yihad) sufrieran la embestida del ejército
cristiano y que más adelante, aprovechando la briosa superioridad aplastante del ejérci-
to almohade, el agotamiento y bochorno del ejército cristiano, atacaría con las tropas de
refresco que mantenía en reserva, la guardia negra y los almohades. Eran muchos los
efectivos almohades y de variedad tribal entre ellos contra las tropas de Alfonso VIII.
La carga cristiana no se hizo esperar, fue un tanto desordenada aunque formidable en
su impulso. La primera carga fue rechazada por los zenetas y los benimerines, que retro-
cedieron y volvieron a cargar para volver a ser rechazados. Sólo a la tercera carga con-
siguió la caballería cristiana romper la formación del centro de la aguerrida vanguar-
dia almohade, haciéndolos retroceder colina arriba, donde habían formado antes de la
batalla, y causando numerosas bajas entre los voluntarios (que trataron de proteger al
visir Abu Yahya) y la élite henteta, donde se encontraba el visir, que cayó en combate.
A pesar de la muerte del visir, el ejército almohade no vaciló y prosiguió con el ataque.
La caballería cristiana maniobró hacia la izquierda para enfrentarse con las tropas de Al-
Ándalus al mando de Ibn Sanadí.
Tres horas habían pasado ya desde el comienzo de la batalla, siendo en ese momento
mediodía. El calor y la fatiga comenzaron a afectar a la caballería cristiana. Aun tras su-
frir numerosas bajas, los musulmanes no tardaron en reagruparse, cerrando la salida a la
caballería enemiga. Estos, haciendo uso de su caballería ligera al mando de Yarmun, re-
viéndose ya perdido comenzaron a huir y acogerse al collado en que estaba Alfonso para valerse de su
amparo, y encontraron allí a los Muslimes que entraban rompiendo y destrozando, y daban cabo de
ellos. Entonces volvieron brida y tornaron sobre sus pasos, y huyeron desordenadamente hacia sus tie-
rras y donde podían.
Entraron por fuerza en la fortaleza los vencedores quemando sus puertas y matando á los que las de-
fendían; apoderándose de cuanto allí había, y en campo de armas, riquezas, mantenimientos, provisio-
nes, caballos y ganado, cautivaron muchas mujeres y niños, y mataron muchos enemigos que no se pu-
dieron contar, pues su número cabal sólo Dios que los crió lo sabe. Halláronse en Alarca veinte mil cau-
tivos, á los cuales dio libertad Amir Amuminin después de tenerlos en su poder, cosa que desagradó a los
almohades y a los otros muslimes, y lo tuvieron todos por una de las extravagancias caballerescas de los
Reyes.
14
De diversa procedencia tribal o dinástica.
~ 15 ~
basaron a las tropas cristianas por los flancos y fueron atacados por la retaguardia, lo
que, junto a la labor de los arqueros y a las maniobras de desgaste, acabó por cerrar el
cerco. Fue entonces cuando Yaqub decidió enviar el resto de sus tropas. El ejército cas-
tellano no estaba preparado para aquella nueva táctica y finalmente se vio en la nece-
sidad de huir, sufriendo así una tremenda derrota. Diego López de Haro, por su parte,
trató de abrirse paso a toda costa, teniendo finalmente que refugiarse en el inacabado
castillo, que tras haber sido cercado por 5.000 hombres, tuvo que rendir. En cuanto
a Pedro Fernández de Castro el Castellano, cuyas fuerzas apenas combatieron durante la
batalla, fue enviado por el califa para negociar la rendición. A los pocos supervivientes,
entre ellos Diego López de Haro, se les permitió marchar y se retuvieron doce caba-
lleros como rehenes para el pago del rescate. Entre los castellanos que murieron en la
batalla se contaron los obispos de Ávila (Juan II, con el conde Ordoño García de Roda),
de Segovia (Gutierre Rodríguez Girón, con el conde Pedro Ruiz de Guzmán) y de Si-
güenza (Rodrigo Sánchez),15
así como los maestres tanto de la Orden de Santiago (San-
cho Fernández de Lemus) como de la portuguesa Orden de Évora16
(Gonçalo Viegas).
Las pérdidas humanas también resultaron elevadas para los musulmanes. No sólo el vi-
sir, Abu Yahya, sino también Abi Bakr, comandante de los benimerines (voluntarios),
perecieron en la batalla o como consecuencia de las heridas que sufrieron.
Batalla de Alarcos
Ejército cristiano 1 Alfonso VIII y sus Caballeros. 2 Caballería pesada al mando de López de Haro
Ejército Almohade 3 En vanguardia: voluntarios, Guzz y arqueros. 4 Abu Yahya y los Hintata 5 Zenetas, Masmudas y otras tribus magrebíes 6 Andalusíes 7 Al-Mansur y sus tropas
Alfonso VIII reunió a su ejército compuesto por los Caballeros de Toledo y partió
hacia Alarcos. En el camino se le unen los Maestres de las Ordenes Militares de San-
tiago y de Calatrava con sus mesnadas. Al-Mansur atraviesa el puerto del Muradal y se
sitúa en el Cerro de La Cabeza a dos tiros de flecha de Alarcos.
15
Si bien, parece que murió en 1221.
16
Fundada en 1166 como Orden de Évora, a partir de la conquista de la ciudad portuguesa de Avis, en
1211, pasó a llamarse Orden de Avis.
~ 16 ~
La caballería pesada (2) arrasa la vanguardia almohade y el cuerpo principal. Muere Abu Yahya.
El sistema de ataque era en oleadas, atacaban grupos a los que seguían otros grupos.
La caballería ligera (5, 6) mediante un rápido movimiento envolvente sorprende a los cristianos.
El combate es encarnizado y las flechas de los arqueros almohades hacen estragos en el campo cristiano.
Diego López de Haro es cercado en las murallas con 5000 hombres. Será liberado a cambio de algunos rehenes.
Consecuencia de la derrota de Alarcos se retrasó 17 años el avance cristiano hacia Andalucía y volvió la frontera a las riberas del río Tajo. Tras la derrota, los restos del ejército cristiano se refugian en la fortaleza. Los almohades rodean Alarcos. Alfonso VIII sale por el norte de la ciudad hacia Toledo.
Resumiendo: El califa almohade Abu Yusuf Yaqub sale de su capital, Marrakech
(avanzando la primavera), con un poderoso ejército dispuesto a llevar la yihad al cora-
zón de Castilla; en el Campamento de la Victoria17
les muestra a sus soldados una ima-
gen de la mezquita de Córdoba, modelo de la de Hasán, que manda levantar en este
17
Ribat al-Fath, actual Rabat.
~ 17 ~
lugar,18
desembarca en Tarifa19
el 1 de junio, supervisa las obras del castillo de Az-
nalfarache el 8 de junio, y llega a Sevilla el 13 de junio, y a Córdoba, permaneciendo en
esta ciudad entre los días 20 de junio al 4 de julio, ya con un ejército reunido de 300.000
soldados, que incluyen arqueros turcos a caballo, realmente mortíferos, y donde también
se une la caballería de Pedro Fernández de Castro el Castellano (desnaturalizado del rey
castellano y enfrentado al mismo); cruza después este ejército Despeñaperros, extermina
a un destacamento de la Orden de Calatrava que se le enfrenta en la explanada de Sal-
vatierra, cruza el Campo de Calatrava para atacar la fortaleza toledana del cerro de Al-
Arak (Alarcos), causando la derrota de los cristianos encabezados por el rey Alfonso
VIII. Sucedió el 19 de julio, cuando Alarcos aún se estaba edificando y reconstruyendo.
Alfonso VIII no esperó bastante a la llegada auxiliar de los reyes Alfonso IX de León y
de Sancho VII de Navarra (se encontraban aún de camino, en Talavera y en Toledo res-
pectivamente).
Los cristianos sufrieron la pérdida de 146.000 muertos, entre ellos los obispos de Ávi-
la, Segovia y Sigüenza, los condes Ordoño García de Roda, Pedro Ruiz de Guzmán y
Rodrigo Sánchez y los maestres de la Orden de Santiago Sancho Fernández de Lemus y
de la Orden de Évora Gonçalo Viegas, siendo 30.000 los prisioneros que hicieron los
almohades.
Los musulmanes, que también sufrieron sus correspondientes pérdidas, como el visir
Abu Yahya ibn Abi Hafs, jefe de su vanguardia, y Abu Jalil Mahyu ibn Abi Bakr, co-
mandante de los benimerines (voluntarios), logran la rendición de Alarcos, donde se ha-
bía refugiado Diego López II de Haro, segundo en el mando cristiano como alférez real
y jefe de la vanguardia castellana, al que los moros dejan marchar (con rescate), tras lo
cual destruyen la fortaleza de Alarcos.20
18
Resultando inacabada, debido a lo ambicioso o descomunal de su tamaño o dimensiones, con vocación
de ser la segunda mezquita del Islam en tamaño y esplendor.
19
Provincia de Cádiz.
20
Luego ocupan diversos castillos del Campo de Calatrava, como Malagón, Benavente (cercano a Alco-
lea de Calatrava), Calatrava la Vieja (1195-1212), Caracuel, etc. y recuperan el castillo de Eznavejor o
Torres de Joray (en Villamanrique, Ciudad Real, 1195-1213), dejando despejado el camino a Toledo,
pero Yaqub regresa a Sevilla, donde toma el título de Al-Mansur Billah (Hecho Victorioso por Dios) y
Alfonso, que huye a Toledo, irá perdiendo castillos y ciudades, incluyendo toda La Mancha y buena parte
de la Transierra castellana (1195-1212).
Sancho I García muere en la batalla de Alarcos y le sucede su hijo Hurtado Sáenz de Salcedo como VI
señor de Ayala (Álava). Y como queda dicho muere también en Alarcos Pedro Rodríguez de Guzmán.
Por su parte, Alfonso IX de León le exige a Alfonso VIII que cumpla lo pactado en el año anterior en
Tordehumos, devolviéndole las correspondiente plazas. Al verse insatisfecho el monarca leonés, pacta
con el califa Abu Yusuf Yaqub valiéndose de Pedro Fernández de Castro el Castellano, el cual pasa a ser
su mayordomo mayor (hasta 1197). Precisamente por ese pacto con el califa almohade, Alfonso IX de
León será excomulgado, pero le importa más el dinero y las tropas que recibe del califa almohade y de
esa manera llega a León un importante contingente de soldados musulmanes, a finales de año, en di-
ciembre. De otra parte, Sancho VII de Navarra firma un tratado de neutralidad con el califa, mientras ata-
ca por Soria y por la población soriana de Almazán, además de por otras partes de Castilla. Sólo Alfonso
II de Aragón intenta unir a los reyes hispano-cristianos contra los almohades, pero Alfonso VIII acabará
~ 18 ~
NUÉVALOS
Y EL CISTERCIENSE
MONASTERIO
DE PIEDRA DEDICADO
A SANTA MARÍA
Nuévalos es una población aragonesa.21
La encontramos en la confluencia de los ríos
Piedra y Ortiz, no lejos de Calatayud, por donde corre el río Mesa, entre los pueblos de
Ateca y Jaraba.
Por deseo del rey Alfonso II de Aragón, fundando nuevo monasterio, llegaron a Nué-
valos unos monjes cistercienses, provenientes del prototípico monasterio de Santa María
de Poblet,22
bajo la dirección de Gaufrido de Rocaberti, convertido en primer abad. La
nueva fundación monástica queda dedicada a Santa María de Piedra.
La historia de Nuévalos, y de su castillo, va unida a la Orden del Santo Sepulcro23
de
Calatayud desde 1156, cuando Ramón Berenguer IV les concedió a esos caballeros el
señorío del lugar.
Hay aquí un entorno paisajístico muy llamativo y peculiar, con cascadas y saltos de
agua espectaculares. Se puede andar por entre cavernas.24
derrotando a leoneses y navarros, con ayuda del futuro Pedro II de Aragón. Pedro García de Lerma fue
nombrado mayordomo real de Castilla (hasta 1198).
Resultó también que, habiendo sido entronizado el 6 de enero de este año, el rey Sancho VII de Navarra
contrajo matrimonio con Constanza de Toulouse, hija del nuevo conde Ramón VI de Toulouse. Este ma-
trimonio no tendrá descendencia y Constanza acabará repudiada, en el año 1200. Tras la nulidad, ella se
volverá a casar, con Pedro Bermond II de Suave, teniendo con él tres hijos y tres hijas (siendo antepasada
de los Reyes Católicos).
21
En la provincia de Zaragoza.
22
Provincia de Tarragona.
23
Ver Epílogo I.
24
Y el monasterio es uno de los mejores ejemplos de arquitectura cisterciense. Ocupado por la Orden des-
de el siglo XII hasta 1835, cuando se ciña a la desamortización de Mendizábal, su emplazamiento res-
pondió al requisito cisterciense de ser apto para la soledad, el recogimiento y el autoabastecimiento.
La arquitectura sigue un esquema determinado por la simplicidad, funcionalidad y perfecta adecuación
de todas las partes del conjunto, así como por la austeridad absoluta y la desnudez ornamental. Los edi-
ficios que forman el conjunto están distribuidos en torno a un claustro central, de planta sensiblemente
~ 19 ~
BURGOS
Quedó fundado en Burgos, por parte de Alfonso VIII, el Hospital del Rey, para aten-
ción y asistencia de peregrinos compostelanos o transeúntes que enfermen. Dependiente
del Real Monasterio de las Huelgas, constituye un gran centro de acogida de peregri-
nos.25
Junto a su entrada, la Puerta de Romeros, se encuentra la ermita de San Amaro y
el cementerio donde reciben sepultura los peregrinos que fallecen. En la mencionada er-
mita está enterrado San Amaro.26
El Santo Amaro, cuya fiesta se celebra el 10 de mayo, fue un peregrino y penitente
procedente de Francia que, habiendo peregrinado a Santiago de Compostela, acabó lue-
go estableciéndose como ermitaño en Burgos, permaneciendo aquí hasta su muerte. Se
dedicó con total misericordia a cuidar de los enfermos y a atender a los peregrinos.
cuadrada y que abre al patio mediante arquerías ojivales de traza muy sencilla sin decoración escultórica.
Al norte se levanta la iglesia abacial, de tres naves con crucero, que actualmente se encuentra en estado
ruinoso.
El Museo del Vino de la Denominación de Origen Calatayud se encuentra ubicado dentro de la cilla
monacal. Sus salas exponen el proceso tradicional y actual de elaboración vinícola, la influencia del vino
en los distintos aspectos de la cultura, y una muestra de la elaboración del vino en la comarca.
La construcción del monasterio, prolongada en siglos, tendrá una primera etapa gótica (siglo XIII), otra
de estilo gótico renacentista (siglo XVI) y otra clásica barroca (siglo XVIII).
Al recinto amurallado se accedía por la medieval torre del homenaje y la iglesia, destruida en los pri-
meros decenios de 1800, comunicando con el claustro abierto presentando grandes arcos apuntados y de
capiteles con labrados follajes a imitación del respectivo arte bizantino, así como comunicando con las
distintas dependencias. También destaca la magnífica escalera principal que se despliega en dos anchos
ramales sostenida toda por arcos y cobijada por una hermosa bóveda.
De estilo románico tardío, ya a partir del siglo XIII, su planta, típicamente cisterciense, tiene forma de
cruz, con crucero, ábside central poligonal reforzado con grandes pilares y cuatro ábsides laterales de ca-
becera plana.
Sus tres naves constan de seis tramos las laterales y tres la central.
En su construcción se usaron sillares de caliza muy porosa, actualmente en avanzado estado de deterio-
ro.
En la fachada sudoeste hay un pórtico tardorrománico con arco de medio punto y cinco arquivoltas abo-
cinadas apoyadas en columnas con capiteles decorados con motivos vegetales.
El acceso se realiza actualmente desde el claustro
25 Tras ser destruido por un incendio en 1843, fue convenientemente restaurado.
26
En realidad es anacrónico lo que se está contando respecto de la ermita de San Amaro, pues fue cons-
truida, por el dominico fray Pedro de Lezcano, en 1614. Está construida en estilo barroco y en ella des-
tacan su retablo del altar mayor, de estilo neogótico del año 1907, y su pequeño cementerio del siglo
XVIII.
~ 20 ~
San Amaro
~ 21 ~
CÓRDOBA
Averroes27
difunde en Córdoba la filosofía de Aristóteles, pero es perseguido por ello
y en consecuencia se encuentra desterrado en Lucena por las autoridades almohades.28
27
Averroes, de nombre completo Abu l-Walid Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd, cor-
dobés, de 69 años de edad en 1195, fue muy destacado filósofo, médico, maestro de leyes islámicas, ma-
temático y astrónomo. Su muerte será (en Marrakech), el 10 de diciembre de 1198, fecha en la que nos
ocuparemos de su legado y de su significación histórica, muy destacadamente en la historia del pensa-
miento.
28
Proveniente de una familia estudiosa del derecho islámico, Averroes destacará al respecto. Su abuelo
fue cadí principal de Córdoba bajo la dominación almorávide y su padre se mantuvo en el mismo cargo
hasta la llegada de la dinastía almohade en 1146. Ciertamente supieron acomodarse a las circunstancias
políticas y a los sesgos culturales en los que hubieron de desenvolverse. El propio Averroes fue nombrado
cadí de Sevilla y sirvió en las cortes andalusíes y magrebíes.
Además de elaborar una enciclopedia médica, compuso sus comentarios sobre la obra de Aristóteles
(siendo por ello conocido como el Comentador). En su obra Refutación de la refutación (Tahafut al-
tahafut) defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali (muerto en 1111) de que
la filosofía no es compatible sino contradictoria con la religión, siendo por tanto una afrenta en sus plan-
teamientos respecto a las (verdaderas) enseñanzas del Islam.
A finales del siglo XII se acrecentó la ola de fanatismo integrista del islamismo almohade en Al-Án-
dalus, por lo que Averroes se vio en sucesivos destierros, en las localidades cordobesas de Lucena y Ca-
bra. Le fueron prohibidas sus obras. Pero unos meses antes de su muerte será reivindicado y llamado a la
corte almohade de Marrakech. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se perdieron del todo, prin-
cipalmente a causa de la férrea censura sobre ellas. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir a
través de traducciones al hebreo y al latín, no en su original árabe. Su principal discípulo, Ibn Tumlus, le
sucederá como médico de cámara del califa almohade Al Nasir (1199-1213).
~ 22 ~
CONDADO DE BLOIS
Sabemos que el condado francés de Blois, muy prestigioso y de gran importancia his-
tórico, se extiende hacia el sur de París, siendo Chartres una de sus principales ciuda-
des.
En este condado murió durante este año Alix o Adelaida de Francia. Tenía 45 años de
edad.29
Esta condesa de Blois era hija del rey Luis VII de Francia (muerto en 1180) y de
Leonor de Aquitania, su primera esposa. Recordemos que Luis y Leonor se separaron
en 1152, casándose luego el rey, en 1154, con Constanza de Castilla (segunda esposa), y
en 1160, viudo de Constanza, con Adela de Champaña (tercera esposa), madre del rey
Felipe II Augusto de Francia.
Alix (o Adelaida) se casó en 1164 con el conde (de Blois y de Chartres) Teobaldo V,
viudo de Sibila (Sibylle) de Châteurenard. Teobaldo murió el 20 de enero de 1191.
De Teobaldo V y Alix hubo estos seis hijos: Teobaldo,30
Luis (heredero como conde
de Blois, de Chartres y de Clermont),31
Enrique,32
Margarita,33
Adelaida34
e Isabel.35
29
Habiendo nacido en 1150 ó 1151.
30
Muerto joven.
31
Su muerte será en 1205.
32
Muerto joven.
33
Nacida en 1170 y muerta en 1230, fue condesa de Blois y de Châteaudun, casada hacia 1183 con Hugo
III de Oisy, vizconde de Cambray (muerto en 1189), casada después, hacia 1190, con el conde Otón I de
Borgoña (muerto en 1200), y casada finalmente, en 1246, con el señor de Guisa, el noble Gautier II de
Avesnes.
34
Abadesa de Fontevrault en 1190.
35
Su muerte será en 1248, siendo condesa de Chartres y de Romorantin, casada con Sulpicio de Aboise y
después con Juan de Montmirail, vizconde de Cambray, muerto en 1244.
~ 23 ~
ABADÍA DE HOHENBURG
El 25 de julio de este año 1195 murió la conocida monja alsaciana Herrada de Lands-
berg, abadesa de la abadía de Hohenburg,36
desde 1167, en los montes Vosgos. Es cé-
lebre o conocida principalmente como autora de la enciclopedia pictórica titulada Hor-
tus deliciarum (El Jardín de las delicias).37
Herrada tenía 65 años de edad.38
Había na-
cido, de noble familia, en el castillo de Landsberg, región del Bajo Rin.
36
A unos 15 kilómetros de Estrasburgo (Francia).
37
Ver Epílogo II.
38
Probablemente.
~ 24 ~
BRUNSWICK (ALEMANIA)
El 6 de agosto, en Brunswick,39
murió, venido a menos, el duque de Baviera y Sajonia
Enrique III, más conocido como Enrique el León,40
de la casa de Welf. Tenía 66 años de
edad. Recibió sepultura en la iglesia catedral de San Blas. Fue decisiva su participación
en la cristianización de los territorios en torno al mar Báltico y su figura se comprende
totalmente en el ámbito imperial germano. Acabó enfrentado al emperador Federico I
Barbarroja y a su hijo Enrique VI. Su caída supuso la desaparición del ducado de Sa-
jonia.
Enrique el León, nacido en Ravensburg41
(año 1129), ha sido sin duda el más pode-
roso de los príncipes alemanes de su tiempo, hasta ser desplazado en su momento por la
dinastía rival de los Hohenstaufen, los cuales acabaron privándole de sus ducados, rei-
nando su primo Federico I Barbarroja (muerto en 1190) y su hijo y sucesor Enrique
VI.42
En lo máximo de su poder, Enrique el León dominó sobre un territorio muy extenso,
desplegado por las costas de los mares del Norte y Báltico hacia los Alpes y de West-
falia a Pomerania (de oeste a este). Enrique logró tan gran poder debido a sus aptitudes
políticas y militares, pero también por haber recibido un cuádruple legado de sus respec-
tivos abuelos, al ser hijo de Enrique el Soberbio (duque de Sajonia y Baviera), que era
hijo del duque Güelfo I de Baviera (cuya primera esposa fue la heredera de los Billung –
Billunger en alemán–, anteriores duques de Sajonia), y de Judith de Flandes, su segunda
mujer. La madre de Enrique era Gertrudis, hija única del emperador Lotario II y de su
39
Poderoso centro de comercio en los tiempos medievales, esta ciudad alemana está situada al norte de la
cordillera o macizo del Harz, en el límite navegable del río Oker, que conecta con el mar del Norte a tra-
vés de los ríos Aller y Weser.
Hasta el siglo XII Brunswick fue gobernada por la familia noble sajona de los Brunonen; después, por
matrimonio, cayó a manos de la Casa de Welf (Güelfos). En 1142, Enrique el León se convirtió en duque
de Sajonia e hizo de Brunswick su capital (incluyendo también, de 1156 en adelante, el ducado de Ba-
viera). Enrique convirtió el castillo de Dankwarderode, la residencia de los condes de Brunswick, en su
propia Pfalz (ver Epílogo III) y desarrolló la ciudad para representar su autoridad. Bajo el reinado de
Enrique el León, la catedral de San Blas fue construida y también erigió la estatua de un león, su animal
heráldico, enfrente del castillo. Consiguientemente, el león se convirtió en la seña de identidad de la ciu-
dad.
Enrique el León llegó a ser tan poderoso que se atrevió a rechazar la ayuda militar del emperador Fe-
derico I Barbarroja, lo que llevó a su expulsión y destierra del Imperio en 1182. Enrique marchó exiliado
a Inglaterra. Previamente, en 1168, había establecido vínculos con la corona inglesa mediante su matri-
monio con Matilde, hija del rey Enrique II y hermana de Ricardo I Corazón de León.
40
Heinrich der Löwe en alemán.
41
Al sur de Alemania.
42
Cuya muerte será en 1197.
~ 25 ~
esposa Richenza de Northeim, hija y heredera de Gertrudis, la cual a su vez era heredera
de los territorios sajones de Northeim y de las propiedades de los Brunones, condes
de Brunswick.
Podemos recordar cómo el padre de Enrique el León (Enrique el Soberbio) murió en
1139, con 32 años de edad, siendo el hijo aún muy niño. El rey (y emperador germano)
Conrado III (muerto en 1152) había desposeído de sus ducados a Enrique el Soberbio,
quien había sido su rival por la corona en 1138, otorgando el ducado de Sajonia a Al-
berto el Oso (Alberto I de Brandeburgo) y el ducado de Baviera al archiduque Leopoldo
IV de Austria. Enrique, sin embargo, no reclamó su herencia, y Conrado le retornó Sa-
jonia en 1142. En 1156 readquirió Enrique el ducado de Baviera por decisión del nue-
vo emperador Federico I Barbarroja.43
Podemos contar de Enrique el León que fue el fundador de ciudades como Múnich
(entre los años 1157-1158), Lübeck44
(año 1159), Schwerin (año 1160, al norte, en Po-
merania), Stade,45
Luneburgo (en la cuenca del Limenau) y Brunswick. En esta última,
su capital, hizo erigir, en 1166, su heráldico león de bronce, en el patio del castillo Dan-
kwarderode. Esta fue la primera estatua de bronce que se conoce al norte de los Alpes.
Posteriormente hizo construir la catedral de Brunswick, cercana a ese lugar.
En 1147 se casó con Clemencia de Zähringer, anexionándose de ese modo sus territo-
rios hereditarios en Suabia. Se divorció de ella en 1162, aparentemente debido a la pre-
sión ejercida al respecto por el emperador Federico I Barbarroja, el cual no deseaba po-
sesiones güelfas en su área particular, ofreciendo a Enrique diversas fortalezas en Sa-
jonia a cambio.
En 1168, se casó con Matilde Plantagenet (muerta en 1189), hija (mayor) del rey En-
rique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, hermana, por tanto, del rey Ricardo I
(Corazón de León) de Inglaterra.
Enrique respaldó con constancia y fidelidad a su primo el emperador Federico I Bar-
barroja en sus posteriores intentos de fortalecerse en la Corona Imperial y en sus con-
tinuas y repetidas guerras contra las ciudades italianas (de la Liga Lombarda y del Pa-
pa). Más de una vez canteó Enrique el éxito de las batallas a favor del emperador debido
sobre todo a sus fieros y briosos caballos sajones. Pero en 1174 Enrique rechazó ayudar
a Federico en la renovada invasión de Lombardía, debido a que estaba preocupado por
asegurar sus propias fronteras en el este de sus dominios y no consideraba que la aven-
tura italiana mereciese el esfuerzo, aun cuando Federico le ofreció la rica ciudad impe-
43
El emperador Conrado III declaró en 1138 que mantener dos ducados en una misma mano era ilegal y
luchó contra Enrique el Soberbio para despojarle de los de Baviera y Sajonia. Tras la muerte de el So-
berbio, Sajonia fue defendida tenazmente por la abuela de Enrique, la emperatriz Richenza, pero a su
muerte en 1142, Gertrudis, viuda de el Soberbio, detuvo la resistencia y se casó con el Margrave de
Austria, Enrique de Jasormigott. En la dieta de Francfort de 1142 Enrique el León renunció a sus derechos
sobre Baviera, que el emperador concedió a su padrastro, y recibió a cambio Sajonia.
44
Ciudad Hanseática (defensiva y comercial), del norte de Alemania.
45
No lejos de Hamburgo.
~ 26 ~
rial de Goslar (al sur de Sajonia) como recompensa, un trofeo que Enrique el León había
ambicionado durante mucho tiempo.
La expedición de Federico acabó en un resonante fracaso, siendo derrotado en la fa-
mosa batalla de Legnano (29 de mayo de 1176). Enrique por aquella deserción sería
juzgado tanto por el Lendrecht (derecho señorial) como por el Landrecht (derecho terri-
torial). Aprovechando la hostilidad de otros príncipes alemanes hacia Enrique, que ha-
bía establecido un estado poderoso y duradero que comprendía Sajonia, Baviera y te-
rritorios sustanciales en el norte y este de Alemania, Federico juzgó a Enrique in absen-
tia por insubordinación con un jurado de obispos y príncipes (año 1180). Declarando
que la Ley Imperial invalidaba la Ley Alemana tradicional, despojó a Enrique de sus
tierras y lo declaró proscrito. Acto seguido Federico invadió Sajonia con un ejército im-
perial. Los aliados de Enrique desertaron, y él finalmente hubo de someterse, en no-
viembre de 1181, al Reichstag de Erfurt.46
Así pues, venido a menos, Enrique el León
fue exiliado de Alemania en 1182 por un por un período de tres años, durante los que
permaneció con su suegro Enrique II de Inglaterra en Normandía, hasta que en 1185 le
fue permitido regresar a Alemania. Fue exiliado de nuevo en 1189, siendo éste el año de
la muerte de su esposa Matilde.
Cuando en ese año 1189 se enroló Federico I en la tercera cruzada, Enrique el León
regresó a Sajonia, donde movilizó a un ejército de sus fieles más leales y conquistó, sa-
queándola, la ciudad de Bardowick, represaliada así por su deslealtad. Sólo dejó en pie
las iglesias. En nuevo emperador, Enrique VI, derrotó a Enrique el León en 1194, cuan-
do ya el duque estaba muy disminuido físicamente y en dominios territoriales, reducido
a tierras en torno a Brunswick. Enrique el León murió allí, como duque de Brunswick y
pacíficamente, bastante dedicado a patrocinar las artes y las construcciones arquitectó-
nicas.
He aquí la descendencia (hijos) que deja Enrique el León: De Clemencia de Zährin-
gen, su primera esposa: Gertrudis,47
Enrique48
y Richenza.49
De Matilde Plantagenet, su
segunda esposa: Richenza,50
Enrique,51
Lotario,52
Otón53
y Guillermo.54
Tuvo además,
con Ida de Blieskastel, una hija ilegítima: Matilde.55
46
Capital de Turingia.
47
Nacida en 1155 y muerta en 1197, casada en primeras nupcias con el duque Federico IV de Suabia
(muerto en 1167) y en segundas nupcias (año 1177) con el rey Canuto VI de Dinamarca (muerto en
1202).
48
Muerto joven de una caída de una mesa.
49
Muerta joven en 1168.
50
Nacida en 1172 y muerta en 1209, casada con el conde Godofredo II de Perche y en segundas nupcias
con el señor de Coucy Enguerrad III.
51
Enrique V del Palatinado (1173-1227).
52
Lotario (1174-1190), fallecido siendo rehén del emperador alemán Federico I Barbarroja.
~ 27 ~
53
Sucederá al emperador Enrique VI y tendrá la soberanía imperial alemana, como Otón IV, entre los
años 1209-1215. Se había educado en la corte del rey Ricardo I (Corazón de León) de Inglaterra. 54
Nacido en 1184 y muerto en 1213, duque de Luneburgo.
55
Nacida en 1164 y muerta en 1219, casada con Enrique Borwin I de Mecklemburgo.
~ 28 ~
~ 29 ~
CUENCA
El 14 de diciembre murió Don Juan Yáñez, que ha sido el primer obispo de Cuenca.56
Nacido en el seno de una familia noble castellana, era descendiente de Diego Rodríguez
Porcelos,57
biznieto de Pedro Ansúrez (muerto en 1118) y de Eylo Alfonso,58
emparen-
tado también con la familia Guzmán.59
Durante el pontificado del arzobispo Cerebruno de Toledo (1166-1180) ejercía como
arcediano de la Orden de Calatrava, siendo entonces cuando el rey Alfonso VIII de Cas-
tilla le arrebató Cuenca a los musulmanes (año 1177). El monarca se ocupó de presentar
a Juan Yáñez para que ocupara la sede episcopal de la ciudad reconquistada, organizan-
dose el obispado al unirse las antiguas diócesis visigodas de Ercávica y Valeria. El nom-
bramiento episcopal fue corroborado y confirmado por el Papa Lucio III en 1183. En-
tonces Yáñez formó el nuevo cabildo nombrando canónigos y dignidades de entre los de
las diócesis de Burgos, Calahorra y Osma, dio constituciones para su gobierno, estable-
ció beneficios e impulsó la construcción de la catedral.
A Juan Yáñez le sucede Julián, un burgalés de 67 años de edad.60
56
Parece ser que había nacido en Toledo, pero no sabemos su edad al morir, pues se desconoce el año de
su nacimiento.
57
Porcelos es sobrenombre de Diego Rodríguez, que fue conde de Castilla entre los años 873-885, tras la
muerte de su padre Rodrigo, genearca condal de Castilla. Diego Rodríguez Porcelos, muerte en el 885,
fue el fundador de la ciudad de Burgos en el año 884. Poco antes del año 882 construyó el castillo de Pan-
corbo, donde resistió el ataque de un gran ejército musulmán en las primaverales campañas de los años
882 y 883. Con su resistencia logró afianzar la frontera en el valle del Ebro desde su base de Pancorbo y
creó una línea defensiva en el río Arlanzón. Además, parece que durante su gobierno se restauró la sede
episcopal de Oca (antigua Auca) o al menos aparece cierta actividad en la misma. Al contrario que su pa-
dre, no tenía el gobierno sobre el condado de Álava, territorio que estaba en manos del conde Vela Jimé-
nez.
Después de su muerte, el condado de Castilla se dividió en varios condados, entre los años 885-931,
cuando empezó a controlar todos los condados el conde Fernán González, de Castilla y de Álava.
58
Muerta probablemente en 1112.
59
Era sobrino de Santo Domingo de Guzmán por parte de madre.
60
Será San Julián de Cuenca. Su muerte será el 28 de enero de 1208. Sería canonizado en Roma, por el
Papa Clemente VIII, en 1594. Se conmemora el 28 de enero.
~ 30 ~
MONS
(CONDADO DE HENAO)
El 17 de diciembre, con 45 años de edad, murió el conde Balduino V61
de Henao62
(desde 1171) y VIII de Flandes63
(de 1191 a 1194), en Mons.64
Era también, como Bal-
duino I, marqués de Namur65
(desde 1187 hasta su muerte). Fue hijo del conde Balduino
IV de Henao (muerto en 1171) y de Alix o Alicia de Namur.
En 1169 se casó con Margarita de Alsacia,66
hija del poderoso conde de Flandes Teo-
dorico de Alsacia (muerto en 1168) y de Sibila de Anjou (muerta en 1165). Dicho ma-
trimonio permitió solucionar el contencioso que existía respecto al territorio de Douai,67
que estaba retenido por Flandes como garantía de una parte de la dote.
Balduino puso todo su empeño y firmeza para acabar con las querellas de sus barones.
Se alió con su cuñado Felipe de Alsacia68
firmando con él un tratado en 1177 que le de-
signaba como heredero putativo de Flandes. Felipe de Alsacia convenció a Balduino pa-
61
De sobrenombre el Valiente.
62
Los cargos de Henao fueron los gobernantes de la provincia de Hainaut, una región histórica que inclu-
ye los actuales países de Bélgica, Luxemburgo, los Países Bajos y partes del norte de Francia y el oeste de
Alemania.
En el actual Reino de Bélgica, el título de Conde de Henao fue dado tradicionalmente al hijo mayor del
príncipe heredero, que se hacía llamar Duque de Brabante. En 2001, con el nacimiento de la princesa
Elisabeth de Bélgica, heredera e hija mayor del príncipe Felipe, duque de Brabante (rey de Bélgica como
Felipe I desde el 21 de julio de 2013), se decidió no concederle a dicha princesa el título de Condesa de
Henao, sino abolirlo.
63
El condado de Flandes, entre el siglo IX y su disolución formal tras la Revolución Francesa, a partir del
siglo XVIII, dio lugar al reino de Bélgica en 1830, aunque honoríficamente siguió empleándose el título
de condes de Flandes por los Habsburgo de Austria hasta 1919 y por los herederos de la corona de
Bélgica. Entre 1516 y 1700 todos los monarcas de la Casa de Habsburgo de España fueron también con-
des de Flandes. El Tratado de Utrecht (año 1513) dio la titularidad condal a los Habsburgo de Austria
hasta que tras la Revolución Francesa el condado se anexionó a Francia en 1795 y el título fue disuelto.
64
Mons, ciudad y municipio, capital de la actual provincia belga de Henao, se halla próxima a la frontera
con Francia. Desde 1967 se ubica en Mons el cuartel general de la OTAN.
65
En territorio belga.
66
Margarita I de Flandes, muerta en 1194.
67
Al norte de Francia, cerca de Bélgica.
68
Muerto en San Juan de Acre (1 de junio de 1191).
~ 31 ~
ra que éste diera en matrimonio a su hija Isabel de Henao al rey de Francia Felipe II Au-
gusto con la excepcional dote de Artois (año 1180).
El conflicto que estalló poco después entre el rey de Francia y el conde de Flandes
(entre uno y otro Felipes) puso a Balduino en una situación verdaderamente insosteni-
ble. En primer lugar, y fiel a la alianza flamenca (1180-1184), se vio obligado a luchar
contra el duque de Brabante, Enrique I,69
aliado con el rey de Francia; seguidamente tu-
vo que luchar para preservar los intereses de su hija Isabel que estaba a punto de ser re-
pudiada por el monarca Felipe II Augusto. El conde de Flandes, finalmente, decidió re-
tirarle su apoyo y se produjo la ruptura. Entre tanto el rey le designó como ejecutor de la
tregua que había firmado en Compiègne en 1185 con el conde de Flandes, lo que pro-
vocó el furor de éste. La paz se firmó, finalmente, en 1186, tras la invasión de Henao.
Felipe de Alsacia se sintió traicionado.
Balduino fue designado también sucesor del conde de Namur por su titular Enrique IV
de Luxemburgo, que no tenía descendientes. El acuerdo fue ratificado por el empera-
dor Federico I Barbarroja en 1184 en Maguncia. Balduino recibió la titularidad del con-
dado convertido en marquesado. En 1186 nació Ermesinda, hija de Enrique IV de Lu-
xemburgo, el cual, conde de Namur, rechazó el acuerdo precedente para nombrar a su
hija su heredera. Se inició entonces una lucha que implicó a Balduino de Henao en la
batalla de Noville-sur-Mehaigne (1 de agosto de 1194), en la que sus tropas derrotaron a
las de los condes de Namur, Holanda, Juliers y Dagsbourg, y las de los duques de Bra-
bante y de Limburgo. Enrique mantuvo el marquesado a título vitalicio.70
Mientras, Balduino, tras la muerte de Felipe de Alsacia (año 1191), se convirtió en
conde de Flandes, siendo ésta una sucesión delicada, ya que Matilde (Teresa) de Por-
tugal,71
la viuda de Felipe de Alsacia, pretendió ampliar sus posesiones. Finalmente,
Matilde, renunció a lo que pretendía y Felipe II Augusto aceptó el vasallaje del nuevo
conde de Flandes, cuya corte era de lo más lujoso y refinado.
El 15 de noviembre de 1194, como podemos recordar, murió Margarita de Alsacia y
el condado de Flandes (al que ya le faltaba el dominio o territorio Artois), pasó a su hi-
jo Balduino IX de Flandes.72
Balduino VIII (el padre) dejó el marquesado de Namur a
su hijo menor Felipe I de Namur.73
Balduino y Margarita de Alsacia o de Flandes tuvieron los siguientes siete hijos: Isa-
bel (nacida en 1170, casada con el rey Felipe II Augusto de Francia y muerta en 1190),
69
Su muerte será el 3 de septiembre de 1235, en Colonia (Alemania). El título ducal lo había recibido del
emperador Federico I Barbarroja.
70
Ocurriendo que, tras su muerte, en 1196, su heredad pasó a manos de Balduino.
71
Infanta (su muerte, de caída accidental, será en 1218), hija de Alfonso I Enríquez y de Mafalda de Sa-
boya.
72
De quien tenemos por delante mucha historia que contar.
73
Su muerte, de una disentería, será en 1212. El de Namur será un feudo ligado al de Henao hasta la lle-
gada de Felipe III de Borgoña (siglos XIV-XV).
~ 32 ~
Balduino (nacido en 1171),74
Yolanda (nacida en 1175),75
Felipe (nacido en 1175),76
Enrique (nacido en 1176),77
Sibila (nacida en 1179)78
y Eustaquio.79
74
A quien hemos mencionado como Balduino IX de Flandes y de Henao, que será el primer emperador
latino de Constantinopla. Su muerte será en 1205.
75
Casada con Pedro II de Courtenay, emperador latino de Constantinopla, y muerta en 1219.
76
El mencionado Felipe I de Namur, cuya muerte será en 1212.
77
Como Enrique de Flandes será emperador latino de Constantinopla, siendo su muerte en 1216.
78
Casada con Guichard IV, señor de Beaujeu, no lejos de la frontera francesa con Suiza. Sibila muere en
1216.
79
Eustaquio de Flandes, el hijo menor, cuya muerte será en 1219 como regente del efímero reino de Te-
salónica.
~ 33 ~
TOMAR (PORTUGAL)
En Tomar murió y fue sepultado Gualdim País, gran maestre de la Orden del Temple
en Portugal. Tomar es ciudad fundada por él. Tenía 77 años de edad. Había nacido en
Amares, una villa portuguesa no lejos de Braga, al norte del reino, en 1118. Era hijo de
Paio Ramires y de Gontrode Soares. Había servido como destacado caballero al lado del
rey Alfonso I Enríquez de Portugal, combatiendo como cruzado a los moros, a los que
abatió en la famosa batalla de Ourique, en 1139.
Fue luego de aquello a Tierra Santa como cruzado y templario, militando con mucho
valor durante cinco años. Participó en el asedio y cerco a la ciudad de Gaza. De vuelta a
Portugal, fue nombrado gran maestre de la Orden en Portugal, en 1157. Estaba la Orden
entonces en Soure, no lejos de Coímbra, con sede en un castillo que proporcionó Teresa
de León en 1128. Fundó luego en Tomar su castillo y el conocido como convento de
Cristo, en 1160.80
Aquí, con fuero en la villa del año 1162, funcionó desde entonces el
cuartel general de los templarios portugueses. También fundó los castillos de Almou-
rol,81
Idanha, Ceres, Monsanto y el muy importante de Pombal, con fuero en 1174, no
lejos de Leiria.
Gualdim estuvo cercado en Tomar (año 1190) por los almohades con el califa Abu
Yaqub Yusuf al-Mansur a la cabeza. Siendo muy numérico el ejército almohade, Gual-
dim logró resistir el asedio con tropas más reducidas, frustrándose así el avance almo-
hade por el reino de Portugal hacia el norte o en otras direcciones.
80
El Convento de Cristo en Tomar es un destacado monumento de Portugal. Mantiene aún aquel sabor o
recuerdo templario medieval y de posteriores tiempos históricos. Se trata de una construcción periurbana,
implantada en lo alto de una elevación que domina la planicie donde se extiende la ciudad. Está circun-
dado por las murallas del castillo (ambos elementos monumentales fueron declarados Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en 1983). Se pueden observar dos claustros góticos, siendo el primero que se
construyó el del cementerio y muy posteriormente el otro, así como la remodelada iglesia, de muy notable
nave manuelina y decoración también de este estilo (típicamente portugués).
El núcleo monástico es la charola (girola) del siglo XII, el Oratório dos Templários. Como en otros de
sus templos, se basa en la Rotunda do Santo Sepulcro (Rotonda de la Iglesia del Santo Sepulcro) de Jeru-
salén, adaptada por el infante Don Henrique (Enrique el Navegante, en el siglo XV). En 1356, Tomar pa-
só a ser la sede de la Orden de Cristo (heredera del Temple) en Portugal, reflejándose esto en la deco-
ración de la girola, de profusa riqueza. Las pinturas y los frescos (del siglo XVI, casi enteramente esce-
nas bíblicas) y la estatuaria dorada sobre la cúpula bizantina, fueron cuidadosamente restauradas. Cuando
fue construida la iglesia manuelina, ésta permaneció unida a la girola por una arcada.
81
Se levanta majestuoso en un islote en medio del Tajo, en Vila Nova da Barquinha, no lejos de Santa-
rém.
~ 34 ~
~ 35 ~
~ 36 ~
MONTE CARMELO
En este año 119582
murió en el Monte Carmelo83
el monje ermitaño conocido como
Bertoldo,84
cuyo nombre real era Bartolomé Avogadro, nacido en la francesa y occitana
ciudad de Limoges.
Bertoldo había marchado a Tierra Santa como cruzado, permaneciendo en Antio-
quía.85
Allí conoció un día a un pobre que pedía limosnas a los cruzados, siendo Ber-
toldo el único que le atendió. Fue por eso que, desde entonces, los pobres acudían a él
cada vez con más total confianza. Fue por entonces cuando Bertoldo Avogadro tuvo una
visión de Cristo quejándose del mal que hacían los soldados cruzados.
En el Monte Carmelo, inspirándose en el profeta Elías, vivió Bertoldo como ermitaño,
formando parte de un grupo o pequeña comunidad de seguidores. Se congregaban en
torno a una pequeña capilla, mostrando muy viva su devoción a la Virgen María.86
82
Probablemente.
83
El conocido como Monte Carmelo (con significado etimológico de Viña de Dios y de muy viva reso-
nancia bíblica, particularmente la del ciclo de Elías, y también arqueológicamente importante) es el que
conforma una cordillera de Israel sobre el mar Mediterráneo, cerca de la ciudad de Haifa (con otras lo-
calidades del entorno). Fue siempre zona de viñedos y bastante fértil. Hay allí muchas cuevas (por ejem-
plo de procedencia esenia, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2012). Un fi-
lósofo sirio del siglo IV a. de C., llamado Jámblico, tuvo al Monte Carmelo era “el más santo de todos los
montes”.
Excavaciones (año 1958) en el Monte Carmelo hicieron descubrirse el que pudo ser el altar de Elías (en
su lucha contra los idólatras de Baal), la cueva que habitó y las conocida como fuente de Elías, así como
los restos de un antiguo recinto monástico.
Del Monte Carmelo se origina la muy extendida devoción de la Santísima Virgen del Carmen, Patrona
de la Orden Carmelita o del Carmelo en todas sus ramas y evoluciones históricas.
84
Beato Bertoldo del Monte Carmelo. Se conmemora en el santoral católico el 29 de marzo. Un hermano
de Bertoldo, Alberto Avogadro, que muere en 1214, proseguirá el legado en desarrollo de Bertoldo.
85
Al sur de Turquía, fronteriza con Siria.
86
Origen medieval de la Orden Carmelitana o del Carmelo.
~ 37 ~
~ 38 ~
EPÍLOGO I
LA ORDEN DE CABALLERÍA DEL SANTO SEPULCRO
Cruz de la Orden del Santo Sepulcro
La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, como podemos recordar, se
remonta en sus orígenes a Godofredo de Bouillón (muerto en 1100), que encabezó la
primera cruzada. Creada por Godofredo en 1098 es considerada la más antigua de las
órdenes militares del mundo.
Parece ser que la Orden se inició como una hermandad o confraternidad mixta, entre
clerical y laica, compuesta de peregrinos o cruzados desarrollándose en torno al Santo
Sepulcro en cuanto necesitado de protección. Su divisa, típica de la primera cruzada, en
latín vulgar, fue la de Deus lo vult (Dios lo quiere).
Objetivo de la Orden desde sus comienzos fue primordialmente proteger el Santo Se-
pulcro de posibles ataques de los infieles o sarracenos mediante 50 esforzados caballe-
ros. El rey Balduino I de Jerusalén (muerto en 1118, hermano de Godofredo de Boui-
llón) fue quien dotó oficialmente a la Orden de un primer reglamento, siguiendo al efec-
to lo regulado en las contemporáneas Órdenes del Temple y del Hospital de San Juan de
Jerusalén. La Orden del Santo Sepulcro destacó valerosamente en la lucha cruzada del
rey Balduino I en 1123 y participó en el asedio de Tiro en 1124, en el de Damasco en
1148 (durante la segunda cruzada) y en el de Acre o San Juan de Acre en 1180 (durante
la tercera cruzada).
Tras la conquista de Jerusalén a manos de Saladino en 1187, la Orden se trasladó a
España y se extendió también por diversos países: Francia, Alemania, Flandes, Polo-
nia… Se dedicó a partir de entonces al rescate de cautivos cristianos de manos musul-
manas. También en España fue célebre por su aportación o protagonismo al intervenir
en numerosas batallas de la reconquista contra los musulmanes.
Los componentes de la Orden han sido siempre distinguidos miembros de la nobleza
europea. En 1489, el Papa Inocencio VIII (1484-1492) incorporó la Orden a la de los
hospitalarios, aunque en algunos lugares (como España) conservó su autonomía para
convertirse en una entidad honorífica y dedicada a las obras de caridad, con un régimen
especial dentro de la Iglesia Católica. En 1847 el Papa Pío IX (1846-1878) le confirió
unos nuevos estatutos. Actualmente subsiste dedicada al sostenimiento cristiano en Tie-
~ 39 ~
rra Santa y conserva su particular peso en la Iglesia Católica, al igual que otras Órdenes
Militares, como la de Malta o la Teutónica.
Exponemos a continuación cómo la Orden del Santo Sepulcro fue pasando por varias
fases históricas que podemos considerar como sigue:
Fase canonical.
Esta primera fase antecede a la formación de la propia Orden, iniciándose remota-
mente a la devoción por los Santos Lugares en el siglo IV, cuando incentivó dicha de-
voción la emperatriz Santa Elena, madre del emperador Constantino I el Grande.
A fin de honrar el lugar santo, Santa Elena mandó que se erigiera allí una espléndida
basílica o suntuoso templo dedicado a la Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor Jesu-
cristo, realizando aquella construcción en torno a la roca del Calvario o Gólgota y del
sepulcro en el que Jesús fue enterrado.
Seguidamente se estableció allí un cabildo de canónigos, llamados así por el “canon”
o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos re-
ligiosos. Éstos estaban ayudados por varios hermanos seglares para la custodia y con-
servación del Santo Sepulcro, a los que dio por insignia una cruz formada por las cinco
cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.
Estos lugares sufrirían la situación cismática entre las Iglesias de Oriente y Occidente,
situación que tendrá también la circunstancia de muchas dificultades, incluidas las de
penosa subsistencia, a raíz del año 638, por la ocupación musulmana de Jerusalén. No
obstante, los custodios del Santo Sepulcro, de una u otra forma, lograron sobrevivir has-
ta la conquista cristiana de Jerusalén en la primera cruzada, cuando en 1099, por inicia-
tiva de Godofredo de Bouillón, fueron expulsados de allí los custodios cismáticos sien-
do reemplazados y sustituidos por canónigos latinos fieles católicos y leales a Roma.
Pero no conformándose con un simple cambio de canónicos, siguiendo el espíritu gue-
rrero de la época, Godofredo les añadió un grupo de caballeros que pasaron a constituir
así una Orden de Caballería, religiosa y militar, pues no sólo con plegarias se protegía el
Templo del Santo Sepulcro, y a la vez chocaba con los cánones religiosos el que los clé-
rigos empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados. Aunque fuera
justa y lícita la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa, se prohibía
absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión, matar a otro hombre con las ar-
mas, ni siquiera siendo un musulmán o en legítima defensa.
Fase heroica.
Transcurre esta fase en Tierra Santa durante los años 1099-1247, tiempos típicamente
cruzados, encargándose los Caballeros llamados del Santo Sepulcro de que éste resulte
protegido, también ayudando militarmente a los reyes de Jerusalén, siendo estos sobe-
ranos de quienes dependían directamente los caballeros sepulcristas, pues en los reyes
hierosolimitanos recaía el maestrazgo de la Orden, si bien tenían delegado dicho maes-
trazgo en el Gran Prior del Santo Sepulcro.
~ 40 ~
La intención de formar una Orden de Caballería parece ser que la adoptó Godofredo
de Bouillón tras la batalla de Antioquía en el año 1098, batalla en la que –siguiendo la
tradición–, al proponérsele que armara caballeros (sobre la marcha), en el mismo cam-
po de batalla, a varios escuderos que se habían distinguido por su arrojo en la misma,
prometió a Gontier de l’Aire que esperara, pues le investiría caballero cuando hubieran
conquistado el Sepulcro del Señor.
Según el conde Alphonse Couret (que vivió entre los siglos XIX-XX), tras la con-
quista cristiana de Jerusalén en 1099, empezó espontáneamente la Orden del Santo Se-
pulcro, impulsada por la devoción de los cruzados a tan santo lugar.
Sería el propio Godofredo de Bouillón quien, tras ser aceptado por todos como Pro-
tector de Jerusalén, se encargó de organizar la asistencia religiosa del Santo Sepulcro,
encomendándolo a veinte canónigos del clero regular que deberían entonar perpetua-
mente los Oficios Divinos y celebrar los Santos Misterios.
Pero no era suficiente con la sustitución de unos canónigos por otros, ya que estos pa-
cíficos monjes, cuya vida transcurría entre oraciones y ayunos, eran incapaces de de-
fender de profanaciones más que posibles el Santo Sepulcro y proteger a los desvalidos
que lo visitaban en peregrinación. Las murallas de Jerusalén no eran amparo suficiente,
máxime cuando los reyes de Jerusalén permanecían en muy frecuentes campañas mili-
tares, apartados de la capital y sin dejar casi nunca alguna guarnición, por lo que la ciu-
dad quedaba al cuidado de sus habitantes. Era preciso suplir la insuficiencia de los ejér-
citos cristianos, y para ello era necesario establecer una milicia permanente formada por
caballeros escogidos que protegiera Jerusalén, en especial el Santo Sepulcro.
Según el cronista francés André Tavin, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro es
la primera y más antigua de todas las órdenes de caballería creadas en Tierra Santa. Sus
fratres, canónigos y caballeros se distinguieron ya como guardia noble que velaba y pro-
tegía el Santo Sepulcro, atrayendo a numerosos príncipes y señores que peregrinaron a
Jerusalén y obteniendo el reconocimiento de soberanos y pontífices cuando aún no
existían los templarios, quienes realmente salieron de entre los ya sepulcristas, así como
luego fueron surgiendo también hospitalarios y lazaristas, hermanos enfermeros recluí-
dos al principio en sus hospitales y lazaretos.
Si bien durante unos años se interrumpieron las cruzadas, no emprendiéndose, ya en el
año 1238, fueron admitidos por el sultán en Jerusalén algunos franciscanos, de modo
que las peregrinaciones pudieron reiniciarse y normalizarse, caracterizándose por ser de
grupos de cristianos reducidos o no muy numerosos, que habían de ir desarmados y que
tenían que pagar un peaje de entrada. Todo se reanudó, pero ya no era como antes, con
la solemnidad de tiempos anteriores. Se tenía que estar allí en silencio, en la recogida
intimidad de saberse controlados por los infieles musulmanes, evitando llamar la aten-
ción que pudiera llevarlos a alguna alteración o sospecha innecesaria, en situación de
tregua o paz negociada. Acabada la peregrinación, los cristianos debían abandonar la
Jerusalén ocupada y regresar a sus lugares de origen en Europa, surgiendo así los llama-
dos Caballeros Peregrinos. Tenemos testimonios de peregrinos cristianos llegados a Je-
rusalén, bajo la tolerancia de los gobernantes islámicos, y que una vez allí se armaban
como Caballeros (Peregrinos) del Santo Sepulcro.
~ 41 ~
Desde 1238 a 1496 tenemos numerosos ejemplos de caballeros Sepulcristas armados
ante el Santo Sepulcro, pertenecientes a las más ilustres familias europeas. En 1279 te-
nemos a Jean de Heusden, noble flamenco; en 1309 a Gossin Cabilau, noble flamenco;
en 1244 Godefroid de Dive, noble francés; en 1295 el Conde Jean X d’Arkel, tataranieto
de Jean V d’Arkel, armado caballero en 1176; en 1325 Roberto de Namur, siguiendo
una larga lista de caballeros, condes y príncipes, procedentes de todas las partes del
mundo cristiano, que son armados caballeros sepulcristas ante el sepulcro de Cristo, re-
cibiendo así la más preciada recompensa a su atrevido viaje y a los muchos peligros y
privaciones sufridas en el mismo al recibir la más alta muestra de honor que un caballe-
ro cristiano podía esperar.
Fase peregrina.
Tal como acabamos de señalar, se inició una tercera fase en la Orden del Santo Se-
pulcro ya en Europa y no como tal en Tierra Santa, ocurriendo esto entre los años 1247-
1847, siendo una fase caracterizada por la fragmentación de la Orden en seis grandes
Prioratos: Capua (en Italia), Calatayud y Toro (en España), Orleans (en Francia), Mie-
chow (en Polonia) y Warwick (en Inglaterra), hasta que por bula emitida por el Papa
Inocencio VIII (1484-1492), en 1489 (como enseguida veremos), y debido al cisma del
rey Enrique VIII de Inglaterra (1509-1547) se redujeron a tres: Calatayud (en España),
Orleans (en Francia) y Miechow (en Polonia).
En el año 1484, el Papa Inocencio VIII, ilusionado con la idea de preparar una gran
cruzada contra el Islam, dirigida por D’Abbuson, gran Maestre de la Orden Hospitalaria
o de San Juan, decidió contribuir a la misma incorporando a los Sepulcristas y Laza-
ristas con todos sus bienes a la Orden de San Juan de Rodas (y de Malta), a fin de re-
sarcir a ésta de los fuertes quebrantos que había sufrido durante el asedio otomano, lo
que realizó mediante su bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 28 de marzo de 1489,
lo que provocaría la protesta de los reyes de España, Francia y Polonia que resolvieron
no obedecer dicha bula, y que sólo resultó obedecida en los Estados Pontificios.
A instancias del rey Fernando el Católico (1479-1516), el Papa León X (1513-
1521) por bula de 29 de octubre de 1513 separó a los Sepulcristas hispanos de la unión
con Rodas que Inocencio VIII había hecho de esta Orden, mientras que en Francia la ci-
tada bula fue declarada abusiva y contraria a las leyes del reino por decreto del parla-
mento de París de 16 de febrero de 1547.
Este estado de cosas duraría pocos años, pues el Papa Alejandro VI (1492-1503), en
1496, a instancias del emperador Maximiliano I (1508-1519) y de los Reyes de España
y Francia, considerando que los Caballeros de Malta hacían un voto solemne de casti-
dad que no hacían los caballeros del Santo Sepulcro, anuló dicha bula y anexionó los
Caballeros Sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden
Ecuestre y Pontificia.
El Papa se declaró, a sí mismo y a sus sucesores, Gran Maestre de la Orden del Santo
Sepulcro, facultando al Guardián del Santo Sepulcro como Vicario Apostólico en Tierra
Santa, con el fin de conferir la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una
ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje; se lograba así la supervivencia de la
~ 42 ~
Orden, aunque no fue posible lograr que sus antiguos bienes fueran devueltos por los
hospitalarios en aquellos territorios en que los habían usurpado, como Castilla, Portugal
e Italia.
En esta fase se observa que la Orden conserva un estricto espíritu nobiliario y su con-
trol es disputado por la Santa Sede y por los reyes de las dos monarquías europeas más
importantes, España y Francia, que quieren ejercer su maestrazgo. Hasta que en el
año 1746 la Santa Sede decide la polémica atribuyéndose en exclusiva el control de la
Orden de Caballeros del Santísimo Sepulcro de Jerusalén por Breve del Papa Benedicto
XIV (1740-1758).
Fase protectora.
Nos encontramos actualmente en la cuarta fase, que se inició en el año 1847, siendo el
pontificado del Papa Pío IX (1846-1878) y llega hasta nuestros días. En dicha fecha se
produjo la firma del Concordato entre la Santa Sede y el Sultanato otomano que domi-
naba en Tierra Santa, permitiéndose así la Restauración del Patriarcado Latino de Jeru-
salén, e inmediatamente se vuelve a tratar de la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro,
reconociendo sus privilegios y todo lo anteriormente regulado por la Iglesia sobre ella.
La Santa Sede procedió a restaurar la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, a la que
reconoce “una gran antigüedad” y sigue diciendo el Papa que “le consta por docu-
mentos fidedignos” que desde el siglo XV el Padre Guardián del Santo Sepulcro, resi-
dente en Jerusalén, admitía ya por concesión apostólica como Caballeros a varones be-
neméritos en esta Orden de Caballería del Santo Sepulcro y se le ratifica para que pueda
seguir ejerciendo dicho privilegio.
Debemos destacar los citados Breves Pontificios, pues en ellos el Papa Pío IX se re-
fiere siempre a la antigua Orden de Caballeros, a los que años tarde se incorporarían
también las damas, al autorizarse su ingreso en la Orden, según había sucedido también
en los primeros tiempos de la Orden.
~ 43 ~
EPÍLOGO II
El HORTUS DELICIARUM O JARDÍN DE LAS DELICIAS
DE HERRADA DE LANDSBERG
Hacia el año 1165, Herrada de Landsberg había comenzado entre los muros de su re-
cinto monástico la obra por la que sería célebre y conocida, el Hortus deliciarum, un
compendio de todas las ciencias estudiadas en su época, incluyendo la teología. En esta
obra detalla Herrada la lucha o combate entre la Virtud y el Vicio con imágenes visuales
especialmente vívidas que preceden a los textos.
Su obra, como es de esperar en el marco de la actividad literaria del siglo XII, aunque
no es excesivamente original, muestra una escritura muy elaborada. Su principal distin-
ción la constituyen las 336 ilustraciones que adornan el texto. Muchas de ellas son re-
presentaciones simbólicas de temas teológicos, filosóficos y literarios; algunas son his-
tóricas, algunas representan escenas relacionadas con la experiencia personal de la ar-
tista y una ilustración es una serie de retratos de sus hermanas religiosas. La técnica de
algunas ilustraciones ha sido muy apreciada en casi todos los ámbitos artísticos, ya que
demuestra una imaginación muy extraña entre los artistas contemporáneos de Herrada.
La poesía que acompaña a los extractos de escritores de la antigüedad y de autores pa-
ganos también ha contribuido a la fama de Herrada.
La obra tiene defectos habituales en las obras literarias del siglo XII: faltas de orto-
grafía, palabras y construcciones no utilizadas en la gramática clásica y giros estilísticos
en varias frases que no serían aceptados en una escuela de poesía latina de su época. Sin
embargo, su sentimiento es sincero, las líneas poéticas son musicales y admirablemente
adaptadas a su propósito, el más esmerado servicio a Dios. Herrada considera que su co-
munidad de monjas se congrega unida para servir a Dios cantando sus alabanzas.
Después de haberse conservado durante siglos en la abadía de Hohenburg, el manus-
crito del Hortus deliciarum pasó a la biblioteca municipal de Estrasburgo durante la Re-
volución Francesa (siglo XVIII). Allí las miniaturas fueron copiadas en 1818 por Chris-
tian Moritz (o Maurice) Engelhardt, el texto fue copiado y publicado por Straub y Ke-
ller, 1879-1899. De esta forma, aunque el manuscrito original fue destruido durante el
incendio de la biblioteca de Estrasburgo en el asedio de la ciudad de 1870 durante la
guerra franco-prusiana, actualmente todavía se puede apreciar el valor artístico y litera-
rio de la obra de Herrada.
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Detalle de algunas monjas de la congregación
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La rueda de la fortuna
La primera enciclopedia que fue escrita e ilustrada por una mujer
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Las siete artes liberales
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Alegoría de la Aritmética
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La señal de la mujer en el Apocalipsis
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El infierno
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El Anticristo con atributos de rey
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Jonás
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El paso del mar Rojo
Navidad
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El seno de Abraham
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Ester y Asuero
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El bautismo de Jesús
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Ramera de Babilonia
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El Hortus deliciarum es también una de las primeras fuentes de polifonía procedentes
de un convento. El manuscrito contenía al menos 20 textos de canciones, todas las cua-
les fueron anotadas originalmente con música. Dos canciones sobreviven con la música
intacta: Primus parens hominum (una canción monofónica) y Sol oritur occasus nescius
(en dos partes).
La abadesa Herrada describe la función del Hortus deliciarum a modo de sugerente
metáfora, comparando los textos allí reunidos con las flores de un jardín y a sí misma
con una abeja que las selecciona en la confección de un panal de rica miel, alimento es-
piritual e intelectual de las religiosas de su cenobio. Hortus deliciarum es una obra de
carácter enciclopédico con finalidad formativa.
~ 67 ~
EPÍLOGO III
PFALZ
Pfalz es un término alemán que proviene del latín referido al mons Palatinus o monte
Palatino que es una de las siete colinas de Roma. La palabra palatium designaba el do-
micilio o residencia del princeps o reinante imperial en Roma, en el monte Palatino. Así
que pfalz es palacio. En el Sacro Imperio Romano Germánico (presuntamente heredero
del Imperio Romano, de manera contrincante con el Imperio de Oriente o Griego-Bi-
zantino) los documentos se escribían en latín y palatium desginaba el domicilio del go-
bernante rey, duque, conde, obispo, etc. El término palatium fue germanizado, adop-
tando primero la forma pfalz y posteriormente palast.
Téngase en cuenta como terminología la siguiente:
Pfalz hace relación a los asientos de poder, secundarios y temporales, de los estados
imperiales87
durante la Edad Media.
87
Un Estado Imperial (en alemán Reichsstand, y en plural Reichsstände) era una entidad territorial y po-
lítica en el Sacro Imperio Romano Germánico con escaño y voto (Sitz und Stimme) en el Reichstag o
Dieta Imperial (Asamblea, Corte, Curia, Parlamento). Los gobernantes de un Estado Imperial no tenían
otra autoridad por encima de ellos que la del propio Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y,
además, poseían importantes derechos y privilegios, incluido un alto grado de autonomía en el gobierno
de sus territorios y de sus asuntos particulares. Algunos estados gobernados por príncipes alemanes con
voto en la Dieta no tenían escaño (Hungría con los Habsburgo o Prusia bajo el Gran Maestre de la Orden
Teutónica o con el duque de Brandeburgo, fueron un claro ejemplo durante toda la historia del Sacro Im-
perio Romano Germánico), mientras que unos pocos altos funcionarios del Sacro Imperio (como el Ma-
riscal Hereditario [Erbmarschall] o el Ujier Hereditario [Erbtürhüter]) tenían escaño pero no voto: ni los
citados altos cargos del Imperio ni los territorios sin escaño en la Dieta Imperial estaban calificados como
Estados Imperiales. Hacia el final de su existencia (al principio del siglo XIX), el Sacro Imperio Romano
Germánico estaba compuesto por unos 360 Estados casi independientes, muy diferentes entre sí en ta-
maño, rango, influencia y poder. Los Estados Imperiales podían ser tanto eclesiásticos como seculares.
Los Estados eclesiásticos fueron estableciéndose en el Sacro Imperio a partir de las donaciones territo-
riales que los emperadores y los gobernantes de Estados seculares concedían a los titulares de Arzo-
bispados, Obispados, Abadías, Monasterios o Conventos y Órdenes Religiosas Militares. Por tanto, en la
mayoría de los casos, la autoridad temporal de los Estados eclesiásticos (y no sólo la espiritual), corres-
pondía a arzobispos, obispos, abades o abadesas (con títulos encabezados por príncipes-arzobispos, prín-
cipes-obispos, príncipes-abades o abadesas, príncipes-priores, príncipes-prebostes o grandes maestres).
Los Estados seculares eran gobernados por gobernantes de rango nobiliario principesco, incluyendo
grandes duques, duques, condes palatinos, marqueses (mejor, sus rangos análogos específicamente ale-
manes como margraves o landgraves) y la mayoría de los príncipes, y solían tener un escaño y un voto
individualizado en la Dieta Imperial. En un escalón más bajo, los gobernantes de rango comital (incluidos
condes, señores y algunos príncipes de rango menor) y sus Estados solían agrupar sus votos y escaños por
circunscripciones territoriales, llamadas también Círculos Imperiales. Los pocos gobernantes (eclesiásti-
cos y seglares) que participaban con su voto en la elección del Emperador del Sacro Imperio tenían el
título de príncipe elector (en alemán Kurfürst, plural Kurfürsten), asociado a un territorio llamado Electo-
rado. En un Estado Imperial, ninguno de sus gobernantes por debajo del Emperador tenía el título de Rey,
con la excepción de los Reyes de Bohemia.
También eran Estados Imperiales cada una de las Ciudades Imperiales Libres del Sacro Imperio (direc-
tamente bajo el gobierno del emperador), cuyos votos, consultivos generalmente, estaban agrupados en
colegios territoriales dentro de la Dieta Imperial.
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Kaiserpfalz o Königspfalz son términos más específicos. Primero los gobernantes del
Reino de los Francos orientales (que fue el primer estado o reino en la monarquía ale-
mana, entre los años 840-962) eran reyes y por tanto la sede del gobierno una Königs-
pfalz, es decir una residencia real. Cuando el nombre del área de dominio era Sacro Im-
perio Romano Germánico, los gobernantes eran emperadores y se usaba el término Kai-
serpfalz o residencia imperial.
Kaiserpfalz es una palabra alemana formada por la combinación de Káiser (Empera-
dor, del latín César) y pfalz (palacio, del latín palatium). Al contrario de la acepción co-
mún de palacio, un pfalz no es una residencia permanente, sino un lugar donde el empe-
rador permanecía por cierto tiempo, por lo general menos de un año.
Muchas veces ni siquiera se trataba de grandes edificaciones, sino de pequeños casti-
llos o de refugios de caza fortificados, tales como Bodfeld en el macizo del Harz. Antes
del fin de la Edad Media, el emperador debía recibir la unción como Emperador Roma-
no por el Papa, pero en su función de rey alemán ya podía usar los pfalzen o palacios.
Algunos ejemplos de restos de palacios imperiales están ubicados en Goslar y en Kai-
serswerh. Los palacios se instalaban de tal forma que podían sustentar al emperador, sus
huéspedes y su corte. Cada uno de ellos era administrado por un conde palatino, que
ejercía la jurisdicción en ausencia del emperador.
Con la desaparición formal del Sacro Imperio Romano Germánico en 1806, los Estados Imperiales de-
jaron de existir como entidades políticas (del mismo). Las unidades territoriales siguieron el devenir po-
lítico de la época napoleónica y en su final. Las menores en tamaño y poder fueron absorbidas o mediati-
zadas por los más poderosos y los demás se reorganizaron sucesivamente en otras entidades supraesta-
tales, con centro en Francia (Confederación del Rin), Austria (Confederación Germánica) y Prusia (Impe-
rio Alemán).
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