antología de los 90

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Diecinueve (Poetas chilenos de los noventa)

Francisca Lange Valds, Compiladora

Diecinueve(Poetas chilenos de los noventa)

JCSez Editor

Francisca Lange Valds Inscripcin: isbn: 9 5 6 -306Derechos exclusivos reservados para Chile por Comunicaciones Noreste S. A. Casilla 34t, Providencia, Santiago de Chile E-mail: [email protected] su reproduccin total o parcial, para uso privado o colectivo, en cualquier medio impreso o electrnico, segn las leyes 17.336 y 18.443 de 1985 (Propiedad intelectual).

Esta pr im er a edic i n se termin de imprimir en junio de 2006 en los talleres de Lom Ediciones Direccin editorial: Alicia Simmross y Carlos Labb Diagramacin: Jos Manuel Ferrer

Impreso en Chile / Printed in Chile

a Carlos Lange Velaschuaga

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La primavera se esfuerza por reiterar sus encantos como si nada hubiera sucedido desde la ltima vez que los inventariaste en el lenguaje de la juventud, retoado de arcasmos, cuando la poesa era an, en la vieja casa del idioma, una maestra de escuela. Y no hay cmo expulsar a los gorriones de las ruinas del templo en que el sueo enjaulado, len de circo pobre que atormenta las moscas se da vueltas y vueltas rumindose a s mismo: extranjero en los suburbios de Npoles, arrojado all por una ola de equvocos. A esos cantos miserables debieras adaptar estas palabras en que oscila tu historia entre el silencio justo o el abundar en ellas al modo de los pjaros: una nota estridente, una sola: estoy vivo. Enrique Lihn

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Prlogo1. Sobre los criterios generales de esta antologaTres circunstancias tienen en comn la mayora de los autores reunidos en este libro: ser chileno(a)s, haber vivido su infancia y parte de su adolescencia durante la dictadura militar y haber publicado su primer libro durante la dcada del noventa. Estos ejes se han utilizado como criterio al configurar esta antologa, cuyos autores corresponden a lo que llamaremos poetas de los noventa, definicin que excluye el trmino generacin literaria, segn la definicin tradicionalmente utilizada por la historiografa literaria hispanoamericana y chilena1 . La caracterizacin de las generaciones, tanto por agrupacin segn ao de nacimiento como por caractersticas estticas y temticas, resulta un modelo de aprendizaje y comprensin de la literatura tan til como arbitrario y esttico, como bien seala Grnor Rojo en un importante ensayo sobre el tema2 .1

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Este modelo entrega una forma de periodizacin que organiza la produccin de determinados autores por criterios como el ao de nacimiento, lo que permite, por ejemplo, hablar de las generaciones de 1927, 1942, 1957 y 1972; segn el trabajo realizado por Cedomil Goic en Historia y crtica de la literatura hispanoamericana ( Barcelona, Crtica, 1988) y La novela chilena: los mitos degradados (Santiago de Chile, Universitaria, 1991) basado en los mtodos de Ortega y Gasset y Anderson Imbert, quienes suscribieron como medida etapas de quince aos. Antes del trabajo de Goic, Juan Jos Arrom publica en 1963 Esquema generacional de las letras hispanoamericanas (Ensayo de un mtodo) (Bogot, Instituto Caro y Cuervo, 1963). Este texto y el de Goic siguen la lnea inaugurada por Pedro Henrquez Urea en su libro Las corrientes literarias en la Amrica Hispnica (Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1949). Prctica de la literatura, historia de la literatura y modernidad literaria en Amrica Latina, en Crtica del exilio. Ensayos sobre literatura latinoamericana actual. Pehun, Santiago de Chile, 1987. pp. 16 52.

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Si bien para la seleccin de este libro se utiliz como criterio la fecha de nacimiento de los autores, es importante sealar que en este caso ese eje tiene relacin con las circunstancias sociopolticas que vive Chile durante las dcadas del setenta y ochenta, en tanto su inclusin como referente nico significa ignorar las particularidades especficas de cada autor de este grupo. Esta objecin (que antes han realizado el mismo Rojo, Javier Bello y Gonzalo Rojas Canouet3 , entre otros) dice relacin con el paso del tiempo y sus circunstancias. El esfuerzo, entonces, por clasificar autores y obras de esta manera impide una comprensin profunda y particular de cada uno de estos trabajos. Por otro lado, tambin resulta claro que en un estadio cultural determinado entran a convivir en una misma escena varios segmentos etreos, lo cual tiende a relativizar la estratificacin de ciertas caractersticas literarias. Ciertamente la complejidad de los fenmenos histricos, sociales y econmicos en los que se inscribe toda escritura, junto a la rapidez con que esos hechos se desarrollan, en el caso chileno conviven con una serie de juegos y tensiones culturales, histricas, polticas y econmicas que mantienen en una permanente contrariedad lo que conocemos como identidad nacional4.

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El trabajo ms exhaustivo realizado hasta la fecha sobre este grupo es el del poeta, ac incluido, Javier Bello: Poetas Chilenos de los Noventa. Estudio y Antologa. Tesis para optar al grado de Licenciado en Humanidades con mencin en Lengua y Literatura Hispnica. Universidad de Chile, Facultad de Filosofa y Humanidades, Departamento de Literatura. Santiago de Chile, 1995. En ste, el autor escoge el trmino perodo potico. En 1998 este trabajo se actualiza y se realiza el sitio web Los nufragos: http://www.uchile.cl/cultura/poetasjovenes/ naufragos1.htm Otro poeta, Gonzalo Rojas Canouet realiza un trabajo de caracterizacin de la misma generacin en Poesa chilena de la dcada del 80 y del 90: autorreferencia y fragmentacin. Tesis para optar al grado de Magster en Literatura con mencin en Teora Literaria. Universidad de Chile, Facultad de Filosofa y Humanidades, Departamento de Literatura, Escuela de Postgrado. Santiago de Chile, 2001. Sigo ac la idea elaborada por lvaro Bisama en su tesis de magster: Imaginarios mutantes en Amrica Latina : sobre la relacin entre globalizacin cultural, las comunicaciones, las tecnologas de la informacin, los nuevos escenarios ciudadanos y las comunidades imaginadas en el siglo XXI. Universidad de Chile, Facultad de Filosofa y Humanidades, Escuela de Postgrado, 2004.

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Un ejemplo de esto es que la dictadura militar dur diecisiete aos; en ella convivieron al menos seis o siete generaciones etreas y tambin al menos tres de las llamadas literarias. Sin embargo, en el caso que se utilizara el mtodo ya reseado, resulta ambiguo el lmite de pertenencia a estas ltimas, pensando en los mismos poetas ac incluidos, ya que, si bien en su mayora nacieron entre 1967 y 1977, habiendo publicado por primera vez entre 1990 y 1999, una de ellas (Vernica Jimnez) naci en 1964 y otros dos (Felipe Cussen y Juan Cristbal Romero) publicaron sus primeros libros en 2001 y 2003, respectivamente.

2. Los nios de los ochentaHablar de la dcada de los ochenta en Chile es hablar de la dictadura militar. Esta situacin marca ciertas tendencias culturales de las personas que en ella vivieron y en especial de aquellas cuyos primeros aos de vida all se desarrollaron. Pensar en cultura durante el perodo sealado implica considerar una serie de factores sobre los cuales se construye el proyecto de lo que Toms Moulian ha denominado dictadura revolucionaria. Segn ste, dicha organizacin se construy sobre una compleja lgica sustentada en el terror y la imposicin as como en la obstinacin progresiva de un grupo de militares y civiles que fueron capaces de aprovechar la situacin poltica y econmica mundial e insertarse en medio del avance capitalista5 . La sustentacin de este esquema se realiz en todos los niveles y aspectos de la vida de los chilenos. Entre otros, los efectos de las polticas culturales implantadas por el rgimen, como la prdida del carcter pblico de la cultura, factor relevante en la gestin de los gobiernos anteriores; la tutela burocrtica sobre las producciones de diversa ndole; el disciplinamiento y luego la funcionalizacin en pro del mercado, adems de la despolitizacin y el desarrollo de una cultura contestataria6, tuvieron efecto sobre el comportamiento y pseudo alienacin de la ciudadana, quitndole densidad a los discursos pblicos, hacindolos ms frontales (en el caso de lo contestatario), excesivamente complejos o simplemente livianos.5

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Cfr. Toms Moulian Chile actual: anatoma de un mito. Santiago de Chile, Lom, 1997, pp 171 269. Vase Alicia Barrios, Jos Joaqun Brunner y Carlos Cataln. Chile: transformaciones culturales y modernidad. FLACSO, Santiago de Chile, 1989, pp. 43 96.

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Despus de 1980 es en esa liviandad donde entra precisamente la adopcin paulatina de los ideales de una sociedad de consumo, que se limita aparentemente slo a este proyecto y que recibe como una opcin de vida normal la entrada por la puerta ancha al mercado y sus bendiciones7. Para quienes an no eran adultos en dicha poca, la televisin juega un rol importante ya que, como principal medio de comunicacin, configura lo que debiera ser un mundo normal mediante una serie de referentes cotidianos. Si pensamos, adems, que la seal de ms alcance es la de Televisin Nacional, propiedad del Estado que cubre casi todo el territorio, lo que se exhibe como uno de los tantos logros del rgimen, podemos apreciar entonces que lo recreacional es precisamente una estrategia que no slo buscaba apaciguar cualquier arranque particular en su tiempo inmediato, sino que tambin cimentaba el camino para perpetuarse incluso, a pesar de y por ella misma, en la disposicin y recepcin de los ciudadanos, ya no slo ante un determinado sistema econmico y poltico, sino que tambin ante sus propias vidas, lo cual se hace evidente en el recuerdo generacional de las transmisiones televisivas de la poca. Esa extraa mezcla indica cierto esfuerzo por articular una cultura arraigada en la televisin, que busc sublimar la dialctica del terror sobre la que se construy, indicando una espectacularizacin inmediata as como tambin la formacin de una lgica perversa, que se asienta en la medida que se despolitizan los sujetos y se politiza el consumo8 y el registro de un7

Con relacin a abertura a la economa de libre mercado por parte del estado chileno es importante considerar sus efectos en la vida cotidiana de los ciudadanos, en tanto se incorpor a sectores apartados y/o marginales de la poblacin a nuevas formas de consumo cultural, por ejemplo, la compra de artefactos domsticos como la televisin. Cfr. ibdem, pp. 8184. 8 Como seala Bisama al referirse al Festival de Via del Mar, en tanto era en ese espectculo donde (...) el rgimen propone un modelo de internacionalizacin de sus logros; contraponiendo el glamour del showbusines con la violencia diaria, intentando redefinir lo popular desde la perspectiva del espectculo televisado. En dicha esttica estaban explicitados los conceptos de participacin ciudadana del rgimen. Por un lado el pblico poda sacar del escenario a un artista sobre la base de las pifias. Por otro, cuando deseaba la confirmacin del mismo con ese extrao premio de la antorcha era la autoridad edilicia la que daba el visto bueno. El pblico de las graderas, que recibi con los aos el apelativo de monstruo estaba sometido por ende a las veleidades individuales

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espacio idealizado para la primera generacin de nios chilenos propiamente televisiva. Este mecanismo tambin puede ser extendido a la cultura letrada, en tanto las editoriales operaron bajo criterios de marketing9 y la educacin fue sometida a diversos medios de control que buscaron la despolitizacin y la tecnificacin de los procesos enseanza/aprendizaje10. Como bien seala Patricia Espinosa, el tipo de literatura fomentado por el rgimen es de carcter evasionista; creador y fomentador de la mitificacin de gestas militares y hroes ad hoc y del universo paradisaco de la familia (patriarcal, catlica y conservadora) y la infancia perfectas11. A grandes rasgos, ese era el canon ledo durante la etapa escolar, la lectura obligatoria, aquella con que la mayor parte de los nios de los ochenta aprendieron a leer y bostezar en una sociedad donde la censura, la autocensura, la prohibicin y la quema de libros fueron hbitos cotidianos. Este esquizofrnico escenario puede ser ms o menos intenso, o pasar incluso desapercibido, segn el estrato sociocultural al que pertenezcan los individuos, las distinciones de campo/ciudad, gnero y/o etnia. Sin embargo, lo iluso sera pensar que ste es un imaginario ausente en la conciencia y existencia de los sujetos que en este medio se han desarrollado. Adems de las lecturas, la msica, el arte visto y las aventuras vividas, resulta importante el influjo de la televisin relativo al esfuerzo estatal por generar una educacin condicionada y todo el correlato ideolgico que lo sustenta; el hecho de que los nios de los ochenta sean los primeros que nacen con el televisor prendido supone una adquisicin cultural extraa al mundo existente, ex-

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del alcalde. [...] El escenario de la Quinta y su retransmisin satelital con un peak de rating en ese contexto no slo desfiguraba las posibilidades del espectculo en vivo sino que replanteaba el papel del artista. La masa era distorsionada en su gusto impresionista mientras el artista quedaba obligado a desdibujar su propia apelacin al dividirse entre el pblico in situ, el espectador televisivo y la confirmacin de su legitimidad esttica por parte de los productores, organizadores y la autoridad edilicia. op. cit. pp. 53 - 54. Vase Bernardo Subercaseaux Historia del libro en Chile (Alma y Cuerpo). Santiago, Lom, 1993. pp.170 171. Cfr. Brunner, Barrios y Cataln, op. cit. pp.98 - 115 30 aos: cartografa menor en Utopa (s) 1973 - 2003. Revisar el pasado, criticar el presente, imaginar el futuro, Nelly Richard ed., Santiago de Chile, Universidad Arcis, 2004, p. 279.

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traa y dispersa si adems se piensa que estos hitos corresponden tambin al perodo en que se aprende a leer y escribir. Tan importante puede resultar esto como sus reactivaciones y recuerdos inmediatos. Tan importante como el mito urbano de la noticia, El diario de Cooperativa y su cortina inicial: el ritmo de los tambores sinfnicos de Rick Wackeman que anuncian la emergencia, el peligro, la tensin de aquelloque va a suceder, del temor hecho evento con una msica que generacionalmente corresponda a los hermanos mayores, los jvenes de los ochenta. Tambin resultan de esto cuestiones como la msica a.m., el folclor y otro sinnmero de ocasiones asociadas a la utopa de los ochenta (Y va a caer), utopa de cierta forma prestada, aorada y buscada en la dcada siguiente, cuando el presagio ya era slo un recuerdo (la alegra nunca lleg) de un protagonismo precipitado.

3. Poticas de los ochentaLa situacin de la literatura en Chile durante la dcada de los ochenta se ve marcada por la situacin poltico-social del pas. Tanto esta disciplina como la msica y las artes visuales se ven enfrentadas a la situacin de represin y censura que, en el caso de los creadores opositores al Rgimen que viven en Chile, se canalizan principalmente en dos vertientes: por una parte las expresiones abiertamente disidentes (o contestatarias), por otra el llamado arte experimental, concentrado en la creacin de un nuevo lenguaje, crtico y reflexivo, tanto en sus formas como sentidos, en especial con relacin a los sectores de la intelectualidad ms conservadora, a los bloqueos oficiales y sus aberturas12. En este campo destacan figuras como Soledad Faria, Carmen Berenguer, Gonzalo Muoz, Diego Maquieira, Ral Zurita y Diamela Eltit y, en otro registro discursivo, Mauricio Redols. Ese grupo experimental conforma lo que la crtica Nelly Richard denomin Escena de Avanzada, cuyo signo es el desarrollo de un trabajo

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Cfr. Brito, Eugenia Campos Minados. Literatura post-golpe en Chile. Santiago de Chile, Cuarto Propio, 1994, pp.17, 18 y ss.

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literario y visual que se caracteriz por haber () extremado la pregunta en torno al significado del arte y las condiciones lmites de su prctica en el marco de una sociedad fuertemente represiva. Por haberse atrevido a apostar la creatividad como fuerza disruptora del orden administrado en el lenguaje por las figuras de la autoridad y sus gramticas del poder.13 Esta bsqueda de lenguajes, que alcanza la discusin de lo femenino/ masculino en el texto e involucra al cuerpo como referencia, genera una abertura de campos, instalando espacios individuales y colectivos en los cuales el contexto permite un acercamiento crtico e interdisciplinario al lenguaje utilizado. Si bien hasta el momento parece haber una predominancia bibliogrfica sobre los registros de esa poca que apuntan a estas dos vertientes, es importante sealar que durante esa dcada se producen otras escrituras que quedan fuera de ellas14 y que dan como resultado libros importantes en la cultura potica chilena, que influyen en el modo de leer y hacer la literatura por parte de los autores de los noventa: Hojas de Parra de Nicanor Parra, La ciudad de Gonzalo Milln, La bandera de Chile de Elvira Hernndez, Cartas para reinas de otras primaveras de Jorge Teillier, Dcimas de Violeta Parra, Proyecto de Obras Completas de Rodrigo Lira, La nueva novela de Juan Luis Martnez y El Paseo Ahumada de Enrique Lihn. Este ltimo autor aparece como una influencia latente en los poetas de los noventa precisamente por su posicin inclasificable dentro del panorama crtico de la poesa chilena, especialmente en la dcada sealada. No solo encontramos una lectura atenta de su obra rastreable en muchos poemas, sino tambin una disposicin ante la literatura que durante la dcada de los ochenta se extrema en un discurso crtico que alcanza tambin a algunos de los miembros de la neovanguardia, pese a las cercanas estticas y personales del autor con algunos de stos. El trabajo de Lihn se concentra en un ejercicio deconstructivo cercano a la antipoesa de Parra; sin embargo, la particularidad del autor est en que nunca se aparta ni reniega de la poesa,13

Richard, Nelly Margins and Institutions. Art in Chile Since 1973. Melbourne Art & Text, 1986, p. 119. 14 Cfr. Patricia Espinosa, op. cit. pp. 279 - 284. 15 Cfr. Christopher Travis Ms all de la Vanguardia: la voz dialctica de Enrique Lihn en Revista Mapocho (2003) 54, pp. 146 y ss.

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desplegando su trabajo por y a partir de sta15, en tanto la reflexin sobre los mecanismos lingsticos, los del poder y con esto la desarticulacin del lenguaje institucional, se realizan a partir del mismo gnero. Esto implica una revisin del canon potico chileno, as como un permanente cuestionamiento de su propia labor y su lugar en el discurso pblico. Lihn hizo de la metapoesa un arma que, desde sus textos ms lricos e iniciales como La pieza oscura (1963), pero sobre todo a partir de La musiquilla de las pobres esferas (1969), posicion una manera de hacer y leer la poesa y la literatura en que el discurso del hablante resulta un problema que constituye el mismo texto, que le permite dudar desde sus enunciados e instalarse en los rincones de la subjetividad sin complejo alguno, discutiendo lo lrico a partir de su escritura. El paso sin tapujos de Lihn por todos los gneros literarios, su obsesin durante los setenta por la teora literaria y sobre todo su elaboracin del concepto poesa situada, dejan una estela que an est en proceso de descubrimiento. La articulacin de una palabra potica que hable desde y de la situacin que enuncia, sin perder como norte el ejercicio de un dialecto que no es el cotidiano, que lo incluya y lo reubique en otros contextos significa, en palabras del mismo autor, (...) pensar a partir de la literatura, en ella, con ella y sobre ella, dentro, pues, de la literatura misma16. Del desafo del autor habla su lata y diversa obra. De su influencia los textos, el afn reflexivo y las voz de muchos de estos autores. Tirar y aflojar con la palabra es un ejercicio inmanente que ha sido aprendido por estos poetas, no slo porque Lihn es tal vez el poeta chileno ms ledo por la mayora de ellos, sino tambin por la aprehensin de un tono y un lugar tan inubicables como crticos.

4. Los noventa en los noventaLos rasgos anteriormente esbozados guardan directa relacin con los modos de leer y escribir de estos autores, aprendidos de manera dismil, lo que les ha significado ser catalogados como una generacin nufraga17, tanto por no concentrarse por y para una tradicin anterior, como por la variedad16

Enrique Lihn Entretelones tcnicos de mis novelas En Derechos de autor 1981/ 72, 69 etc. Arte Plano, Santiago, 1981. p.3. 17 Cfr. Bello, op. cit. pp. 158 159.

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de sus influencias externas, lo cual ha significado que los poetas que ahora tienen mayoritariamente entre veinticinco y treinta y cinco aos se diferencian de aquellos de los llamados ochenta por la carencia de un discurso contingente, considerando que la produccin de esa poca se desarrolla en medio de los avatares de las normas impuestas por la junta militar18. La dcada de los noventa comienza en Chile con el regreso a la democracia, hecho que signific un paulatino cambio del discurso pblico de la clase poltica y tambin de los medios de comunicacin. El esperado suceso recibi el nombre de Transicin, la que trajo consigo la implementacin de una serie de cambios y reformas polticas que acompaaron un paulatino blanqueamiento de los discursos oficiales, no slo por abolirse lo confrontacional ante una dictadura que tcnicamente no exista, sino tambin por la serie de adaptaciones y regulaciones sociales que esto signific. Si bien el Gobierno era ahora un ente elegido por los votos ciudadanos, ste se construy sobre un esquema en el que se ha afianzado el modelo econmico impuesto por el rgimen, lo que ha significado pactos y olvidos deliberados Por otra parte, aquellos que publican por primera vez en esta dcada se enfrentan a la creciente ampliacin del mercado editorial, que en el caso de la literatura resulta especialmente atenta a la narrativa. Nuevos escritores y aquellos con un buen currculum bajo el brazo tienen un espacio de oferta y demanda interesado en sus producciones, convirtiendo a algunos incluso en superventas y a otros, al menos, en figuras dentro del panorama cultural chileno. En el caso de la poesa, sta sigue siendo un territorio peligroso, ya que en cuanto gnero no supera los beneficios monetarios que genera la narrativa. Sin embargo, la apertura cultural abre otras posibilidades como la creacin de pequeas editoriales, metropolitanas y de provincia, que abren un mercado antes18

Sobre esa poca son especialmente interesantes los textos de Soledad Bianchi Prlogo a Entre la Lluvia y el arcoiris. Algunos poetas jvenes chilenos. Soledad Bianchi, Rtterdam, Instituto para el nuevo Chile. 1983, pp. 5-25 (http:// www.uchile.cl/cultura/poetasjovenes/bianchi.htm)y Un mapa por completar: la joven poesa chilena. CENECA, Santiago de Chile, 1983 (http://www.uchile.cl/ cultura/poetasjovenes/bianchi2.htm) y el volumen compilado por Ricardo Yamal La poesa chilena actual (1960 - 1984 ) y la crtica. LAR, Concepcin, 1988. Tambin de Grnor Rojo, Veinte aos de poesa chilena: algunas reflexiones en torno a la antologa de Steven White, en op. cit. pp. 5576, y Javier Campos, Lrica chilena de fin de siglo y (post) modernidad neoliberal en Amrica Latina, en Revista Iberoamericana. 168-169 (1994) pp. 891912.

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pequeo, movilizado por las autoediciones, a lo que tambin debemos agregar la larga lista de concursos cuyos primeros lugares han generado una permanente y latente polmica sobre las influencias, sus trficos e intersticios. Con esto, la publicacin de poesa sale del estricto orden marginal, no para insertarse oficialmente en el mercado, pero s al menos para ocupar un lugar intermedio. Como ya se ha sealado, el discurso en el cual se inscriben las escrituras de los noventa es un discurso tericamente pluralista, premisa incierta y bastante sana en el caso de la poesa, ya que sus complejas caractersticas como gnero y la magnitud de su pblico lector dificultan su instalacin en el imaginario de lo masivo. Ubicados en esta ambigua plataforma, los poetas de los noventa se instalan provistos de un peculiar discurso articulado en una poca donde el adoctrinamiento masivo se realiza por medio de la televisin: la creacin de un showbusiness que pretenda homogeneizar la percepcin del mundo chileno, la perversa seleccin literaria de los programas oficiales de educacin y la escasa y centralizada oferta cinematogrfica y musical ocuparon un lugar destacado. Del paraso del kitsch y la ignorancia en que la dictadura militar busc sumir a los ciudadanos chilenos se podra hablar largo y tendido; el asunto es que esta cultura enseada no fue tan bien aprendida por todos los jvenes, quienes, ya con derecho a voto en los noventa, constituyen una generacin que ha sido popularmente conocida como aptica y poco comprometida, acusndosele de un silencio apoltico en un escenario que (pblicamente) solicitaba activa participacin19. En este escenario, la literatura escrita por parte de estos poetas se presenta como la construccin de un lenguaje ausente, que logra caminar sobre una cultura concentrada en el miedo y sobre la instauracin de valores patrios, emblemas introducidos por un rgimen que a travs de su idea de nacin intent anular la identidad particular de los sujetos en cuestin, a partir de una ideologa monoplica y autoritaria, saturada de conos militares y heroicos como (...) monotipos de la raza (...) que pretendan la (...) hegemona del orden simblico (...)20.19

Participacin relativa en tanto uno de los mayores logros de la Transicin fue precisamente desconocer y abolir organizaciones primarias como los sindicatos. Sobre este tema cfr. Rodrigo Ganter Micropolticas de lo juvenil y saberes inconclusos en Richard edit., op. cit. pp. 254 - 260. 20 Bernardo Subercaseaux Nacin e conos identitarios en Richard ed., op. cit. p. 249.

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Contra la vulgaridad reiterativa de lo enseado, los poetas de los noventa, en su diversidad temtica y formal, asumen el uso del lenguaje potico en todas sus esferas, reinstalando un imaginario a primera vista disperso que, sin embargo, se discute a s mismo, dialogando en distintos planos con las otras escrituras con las que cohabita; lenguaje sustentado en la potencia de su particularidad y sobre todo de su diferencia. Otra caracterstica de estos autores es que en su mayora son universitarios, por lo que muchas veces se les ha acusado de acadmicos e inteligentosos, lo que parececiera ser un valor no recogido del todo. Ambos asuntos tienen que ver con esos temas pero, sobre todo, con la discusin y reflexin literaria que ella genera; discusin a niveles temticos, gramaticales, retricos y estticos, que se permite voltear aquello que se ha institucionalizado como un precepto. En estos poetas, los supuestos deberes de lo literario registran no slo la discusin ya comentada sino tambin la proposicin de espacios abiertos en el blanqueamiento instalado como suplantacin de los intentos ochenteros de homogeneizacin, con lo cual se ha rescatado, por ejemplo, el folclor y lo popular, alejndolos de la chabacanera en la que se vio sumergido durante mucho tiempo, as como la tendencia a tematizarlos como un discurso marginal. La incorporacin de giros, formas y ritmos, al igual que la textualizacin de dialectos como un habla con cuerpo y validez propia, son elementos que se afianzan, abriendo un nuevo lugar de creacin y participacin, transformando adems el presagio de los tambores, la violencia soterrada y la indiferencia en otro lenguaje potico. Aquella acusacin conocida ms como rumor que como hecho comprobado adquiere una connotacin peyorativa, en tanto el ser acadmico significara la pertenencia a una clase o disciplina determinada. Ciertamente son diversos los orgenes y estudios de estos poetas, por lo que el supuesto de que la heterogeneidad provenga slo del dominio de cierto discurso pblico donde olvidamos asuntos como las otras lecturas infantiles y adolescentes, experiencias familiares, lugares de origen, escuela, etnia, gnero, etctera resulta extremadamente simplista. En este sentido, pareciera que as como lo acadmico se ha entendido slo en un sentido peyorativo, el hecho poltico, lo profundo y lo contingente, slo existira mediante la frontalidad; da la impresin de que muchos de estos poetas han sido ledos superficialmente, evidenciando la necesidad de construir una crtica acadmica y periodstica sobre el tema que hasta el momento presenta slo

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precarias excepciones. Lo poltico se manifiesta tanto en la escritura como en los modos de pensar la experiencia y lo literario, articulando espacios estticos enfrentados a la memoria, propia y colectiva. Quienes utilizan la palabra potica han dado espacio a imgenes rescatadas y creadas desde, contra y a espaldas de ese contexto cultural e histrico, crendose un lenguaje que ha invertido llantos, transformndolos en otro discurso. En la actualidad, los poetas ac antologados se pasean por distintos espacios creativos y vitales. Algunos de ellos participan en proyectos culturales de diversa ndole, escriben en publicaciones peridicas, se dedican a la msica, el cine, la publicidad, la enseanza de distintas disciplinas o a labores editoriales. Muchos de esos proyectos acercan sus escrituras a distintos soportes, como la poesa visual y sonora en el Foro de Escritores, la cercana a las formas populares chilenas, o la experiencia masiva del gnero en el Proyecto Casagrande adems de ubicarse con y entre poetas mayores o menores. Muchos de estos autores tambin han incursionado en la traduccin literaria, especialmente de poetas de habla inglesa, como es el caso de Kurt Folch, Andrs Anwandter, Marcelo Pellegrini, Germn Carrasco, Cristin Gmez y otros que no estn en esta antologa. De esta manera, tal amplitud de miradas y disciplinas permite hablar de una generacin de personas que no se encasillan en proyectos acabados, y que ubican su ejercicio potico en un trabajo de investigacin permanente. En este sentido, gran parte de los llamados poetas de los noventa poseen el prurito de no olvidar el lenguaje que hablan el literario y a su vez exigen un lector atento que no es lo mismo que iniciado, entendiendo que tal vez la mxima bondad de este gnero es desordenar y problematizar lo que en los discursos pblicos pareca un ordenado contexto, y que la tradicin peda respetar segn una linealidad historicista predeterminada.

Francisca Lange Valds Septiembre de 2005

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ANDRS ANWANDTER(Valdivia, 1974) Ha publicado El rbol del lenguaje en otoo (Santiago de Chile, DAEX, 1998), Especies intencionales (Santiago de Chile, Quid, 2002) y Square poems (Londres, Writers Forum, 2002). Tambin ha participado en las publicaciones del Foro de Escritores UNO (Santiago de Chile, 2004) y DIEZ (Santiago de Chile, 2005). Estudi Psicologa en la P. U. Catlica de Chile y trabaja en temas relacionados a su especialidad. En 1993 fue becario de la Fundacin Neruda, en 1995 obtuvo el primer lugar en el Concurso de Poesa de la FEUC y en 2002 recibe el Premio Municipal de Poesa por Especies intencionales. Actualmente participa en el Foro de Escritores.

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Haber recorrido en espiral la enciclopedia para encontrar en su centro el otoo, esa palabra que an no alcanzara a articular un slo verso que por fin te describa. Y tu retrato se deshoja en la memoria Como un tomo descuadernado y viejo.

(de El rbol del lenguaje en otoo)

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Claves para un monlogo de dos

Caminbamos oscuros por la noche sola de la mano de unos versos que cosan la boca con un par de puntos a favor del silencio un juego de palabras, la lengua se haca un nudo de hilo, para enredar la metfora de esas citas nocturnas que se llevaban a cabo en parques, cuyos nombres convertamos en claves o cruces para marcar el mapa de nuestros desaciertos.

(de El rbol del lenguaje en otoo)

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Mtodo

Esta lengua, tan poco propicia a los meses que corren, arena tan blanda a los pasos del tiempo que siguen mis huellas, tan tenue materia, que encoge su forma y escurre por entre los dedos, compone los versos que empuo con fuerza y arrojo a la mesa: veloces palabras. Se estrellan y esparcen sus granos, que ordeno ms tarde en estrofas saltadas de dos en dos. Cuento las horas.

(de Especies intencionales)

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Idilio

Regresbamos del parque por el pasto mojado, cuando el tiempo se hizo tenue para alguna aparicin: me contabas o recuerdo como un viaje solamente que yo andaba entre tu voz y las palabras con pisadas tentativas de turista que desciende a la ciudad envuelta en brumas cerro abajo. Engastada entre las grietas de la historia te esfumabas: divis una gema, eso es todo. Breves rfagas de aire fro disolvieron la escalera empedrada de recuerdos, el roco me gui desde las hojas: eso es todo lo que tengo que contar, ibas diciendo al llegar a la vereda iluminada. Y el rumor, menos lejano, de automviles se mezclaba con tu voz y con la noche

(de Especies intencionales)

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Dos epigramas ILibres de polvo, mas no de paja ya te habrn envenenado los consejos de Frgida tu amiga que no piensa ms que en cubrecamas y cortinas para uniformar su mediana. Hasta cundo se entromete esa serpiente en los establos ajenos, y se enrosca en mis asuntos!

II(Tijeras) Puedo perdonarte esa traicin que me cuentas, sin vergenza, de una amiga mientras me cortas el pelo. A tu espalda tambin suelo hablar en tercera persona. Pero doy menos pistas.

(de Especies intencionales)

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Embarcaciones

De un audfono al otro: canciones y promesas que atraviesan tu memoria como un yate con las velas desplegadas. Haces sombra con la mano, para ver aplanarse brevemente el horizonte de tus ondas cerebrales. Son los temas que recibes de la radio en las maanas y devuelves, arrugados, al bolsillo cada tarde. De un audfono al otro por azar, entre estaciones, te recobras a la orilla de un recuerdo. Estribillos de las olas que envuelven a diario todo el ter, y la gente memoriza en la impaciencia del Metro.

(de Especies intencionales)

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Ventanillas

De los meses que corren marchamos detrs. Bajo esta divisa o bandera a jirones del poder, perdonamos las horas gastadas en filas que van de la calle a la caja en el ltimo piso al final del pasillo.

(de Especies intencionales)

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Cardmenes

Estos medios que nada dividen excepto los mapas y enhebran de ofertas, consignas o cantos el ter. Las retransmisiones que afluyen en masa a mi antena y ensanchan la tarde: resecos canales abiertos al lquido de la televisin, que desmorona sus bordes, mientras pasan las imgenes y anegan las pantallas. Los ojos de cualquiera pueden ver bajo esas aguas revueltas. Noticiarios sumergidos en rumores, que atraviesan como peces los dominios de lo pblico.

(de Especies intencionales)

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Migraciones

Erizados de medidas precautorias avanzamos por el fondo arenoso de la historia, bajo el mar. Con paciencia expropiada a los moluscos que invadieron casi todo el litoral hace tres dcadas. A pesar de la Corriente del Nio. Ciertos peces de colores, provenientes de las aguas que atraviesa el Ecuador son visibles a la altura de Queule cada cuatro veranos. Las rocas que limitan el acceso a la playa acogen pequeos escualos entre sus pliegues. Armadas hasta los dientes, las costas de la memoria se entibian.

(de Especies intencionales)

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PabellnWhere none ask why the death nor for whom Louis Zukofsky

La porcin asignada al color azulado del cielo es apenas un tercio del trozo que cubre el color de la sangre, a su vez la mitad del terreno. La nieve blanquea los cerros sobrantes de muertos recientes y cndores lentos, que rondan sus huesos. Es posible arreglar los colores del pas como un juego de prismas aislados y en orden? Algunos quisieran volver a las franjas de anchura pareja a lo largo de toda una cinta, o poder elegir entre varios colores en la carta de ajuste. Los das destien en tanto, y las aguas que enjuagan la historia se estancan. Es preciso sacar de inmediato la bandera de la artesa y encumbrarla bajo el sol despiadado: una sbana que alisa sus pliegues al viento. (de Especies intencionales)

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Encuesta

Sin ms salario que el sol sobre la espalda, recorro mapa y carpetas en mano una manzana tras otra llenas de breves pasajes al otro mundo. Trazados como pedazos de letras sobre los planos sin sombra de la ciudad. De este modo escrita para aves y aviones medianos, la prosa dispersa y fuera de foco, que pueblo de pasos fortuitos. La calle que busco carece de nmeros. La plaza cercana no existe. Me siento a observar los dibujos de polvo que el viento deshace y anoto entre mis formularios: la calle ha cambiado de nombre. (de Especies intencionales)

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Actividad N 1

Enciende una vela en un cuarto oscuro y observa su brillo. El rayo de luz que tus ojos arrojan - segn los antiguos filsofos griegos - alcanza las cosas, rebota y devuelve su imagen veloz por el iris. Un cono directo al pasado reciente, membranas adentro del crneo. Se enciende al revs la vela que ves: un fulgor diminuto en la noche craneal. Comenta, despus, la experiencia con tus compaeros de curso.

(de Especies intencionales)

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en los himnos puras brisas que no encajan con el puzzle desterrados ocultamos con el puzzle que no encajan tantos huesos con banderas que no encajan con el puzzle y proclamas nuestros pechos con el puzzle que no encajan piel adentro las cenizas que no encajan con el puzzle

(de Especies intencionales)

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Cierre de las transmisiones

Esquirlas de los sueos estrellados contra el muro por la tarde, al despertar violentamente. O el disparo simultneo de incontables escopetas, como un eco. La estampida de las nubes por el cielo que precede a una noche lluviosa. El rumor que se acerca y aleja de alguna avioneta. Rachas breves y esquivas de viento salpican el techo de zinc, acarrean las hojas afuera: penumbra bendecida por la luz intermitente y azulada de la televisin. Gatos entre arbustos, al acecho del fulgor que ilumina los cristales. El diafragma de sus ojos obturado para ver en la sombra: a travs del ventanal recostada boca abajo una silueta descompone la vigilia entre los pliegues de la almohada.

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A sus espaldas la pantalla se disuelve en ruido blanco.

(de Msica envasada, indito)

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Ofertas

Propina o soborno del da la tarde me deja de vuelto apenas algunas monedas que aferra mi mano. Camino al Metro recuento las horas servidas y busco, de paso mi sombra en alguna vitrina. Reviso los precios, reflejo la frente arrugada en el vidrio. Detengo la vista sobre una portada que guia en un kiosko sus ojos. Me acerco y pregunto si venden tabaco: respuesta que apenas descifro en el ruido del trfico, entrego la plata y recibo el paquete. Tropiezo con gente que carga sus compras en bolsas de nylon. Recorro veredas sombreadas sin rumbo preciso hasta dar con un sitio

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tranquilo me instalo y enciendo un fsforo, ofrendo a la noche mi efigie: soy alguien que fuma sentado en un banco del parque.

(de Msica envasada, indito)

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Variaciones sobre un tema de Costello

Iza tu bandera blanca de una vez. Rndete, abandona tu trinchera. Toma la palabra dame la razn. Piensa en el valor de la vajilla. Mustrame tu mano guarda este billete. Deja, por favor, ese cuchillo. Cambia tu mirada cierra los ojos. Baja esa pistola, rompe filas.

(de Msica envasada, indito)

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Infames aos 80

Un olor que las narices no disciernen en la noche encajonada de ladrillo. El desfile de martillos rojo y negro que pasaba en un video de Pink Floyd es la imagen ms trivial que se me ocurre por ahora, cuando trato de ilustrar lo que he visto esta maana, justo frente al Palacio de Gobierno. Desde el tubo retorcido que conecta la cocina a la red de caeras. La sospecha me aconseja voltear los espejos para ver si hay doble fondo o unos ojos que filman. Se arrastran por mis sienes las patrullas destinadas a cercar el dolor de cabeza. La tableta efervescente se disuelve por su cuenta y las burbujas remontan el agua como una bandada de pjaros. Hacia el poniente marcha la sombra del mundo

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mientras incubo en la oreja las canciones que la radio repite por ensima vez. Difumino tras la venda apretada mis tardes como rostros sorpresivos archipilagos, cardmenes o manchas.

(de Msica envasada, indito)

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JAVIER BELLO(Concepcin, 1972) Ha publicado La noche venenosa (Concepcin, Letra Nueva, 1987), La huella del olvido (Concepcin, Letra Nueva, 1989) y La rosa del mundo (Santiago de Chile, Lom, 1996), con el cual obtuvo el Primer Premio de Poesa compartido en los Juegos Florales Gabriela Mistral, en 1994. En 1992 obtuvo la Beca para la Creacin Potica Joven de la Fundacin Pablo Neruda. En 1998 publica Las jaulas (Madrid, Visor), libro con el que obtiene un Accsit al VIII Premio Jaime Gil de Biedma, Segovia, Espaa el mismo ao. En 2002 publica El fulgor del vaco (Santiago de Chile, Cuarto Propio). Su trabajo ha sido recopilado en numerosas antologas, tanto en Chile como en el extranjero. Tambin ha realizado una importante labor como antologador y investigador sobre poesa chilena. En 2006 recibe en Huelva, Espaa, el Premio Juan Ramn Jimnez por su obra Letrero de albergue.

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V

Yo no creo en las estatuas, las estatuas son dioses que nunca he conocido, que nunca han padecido frente al mar al mirarse el corazn. Yo no creo en el filo que hay detrs de algunos huecos ni creo en la oracin que esas vidas tan largas nos provocan ni en las filas que orinan una enorme ave frente al amanecer de la piedra. Es que hay paisajes que me hieren las manos, su ruido de alas mojadas, su ruido de semillas que arden, y yo no quiero hablar de los reinos donde est encendida siempre la lengua de mi madre, yo quiero hablar como habla el manzano, preciar un labio ms que or el relmpago y en la algaraba de la msica saber la estrofa de los vientres como un parlamento conocido, poseer la ceguera de la nieve, de sus bestias gemelas y enterrarlas. Yo no creo en las estatuas y aguardo en mitad de mi lengua el oficio de los nigromantes, su palo gastado en los desiertos contra el hueso del hambre. Yo no creo en los dioses que tienen un olor a ceniza ni en los ojos redondos que la lluvia conoce, que la lluvia fermenta despacio con su negra corona, duea de la flor, de la piedra y del agua. Yo no creo en las estatuas ni en sus labios que arden posedos de pjaros rojos, no creo, yo no creo sino hasta que mis manos hayan bebido cada muslo que quema. (de La rosa del mundo)

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II

La forma en que est vaca la noche la forma en que se desfonda su rostro cuando acude la oquedad a los rincones el modo en que los rostros de plata se desfondan si asisten a esa misma oquedad y en ella slo temen (los rostros de los amigos se desfondan, los otros permanecen inmviles, veloces pasajeros que detienen la nada) y el cuerpo que la visita sonando la ocarina, promulgando la dbil vibracin de la vida con su paso de danza es al mismo tiempo un cuchillo que abre el dorso de su mano y la deja sangrar es al mismo tiempo una garza que no bebe pero la deja sangrar hasta que se queda dormida el vino de la fosforacin el vino del que somos olvidados mientras los rostros beben y beben de la herida escuchamos el canto de las mujeres negras el canto de las viejas mujeres con hocico de cerdo que nos llaman al sueo y nos devoran y entonces, entonces descubrimos que esas grandes seales son producto de la radiacin. La forma en que se encuentra la noche la forma en que la abandona la persona y el perro, animal de la persona

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y el hombre que es mordido por los canes en los grandes rosales prohibidos. Brilla, brilla la imagen destrozada donde descansan los huesos la forma en que se queda la noche, vaca en la percusin de lo ajeno. No importa lo que t ves al fondo, slo interesan los rostros confinados en el rincn (recuerda, la noche est vaca) all t mueves la mano y alguien te contesta si es que los fantasmas conocen el vestigio de la luz y en la llama se han puesto los vestidos y aparecen, con harina o fermento de maz en las manos, con restos de azufre en los pies. No importa lo que t ves al fondo sino que la noche se vaca en las esquinas devoradas cuando se habla de la verdad en los cuartos y los nios y los conejos se conocen reciben pjaros en el corazn y ramas de ciruelo, reciben pjaros y cestos con membrillos para perfumar las alacenas hasta que todo es para ellos producto de la radiacin. Yo no s lo que ocurre pero quiero decir lo que veo estamos ahora en un lugar donde los invitados encuentran su propio error y no huyen y eligen un enigma y no un arma y disparan entonces y la alcoba se llena de pistoletazos perdidos y la noche, despus de la visin del vaco, es igual al terror de los gritos que perforan el tiempo y dejan escapar todo el viento de las grandes montaas y el mundo es del color de un agujero parecido a la noche

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y la noche se vaca all donde los peregrinos dejan de mirar los revlveres. Yo no s lo que ocurre pero cada mueble de la habitacin se parece a la muerte la muerte se parece a la silla y la mesa a la muerte y la vitrina y la silla se parecen entre s y hasta el patio acude solitario a su color predilecto que es el lento color de la muerte, ese color donde todo est sentado, ese color sentado a donde llaman los jueces y entonces entro y descubro que hablo de mi casa y mi casa se parece a la muerte y todo all es producto de la radiacin. Las cosas no deberan existir si lo pensamos alguien que escribe no tendra por qu existir si lo pensamos ni ese cuarto en que escribe ni el silbo con que conversa ni las cosas que dicen sus palabras tampoco tendran que existir si lo pensamos pero he aqu que stas viven y que ste vive y que stas ya no huyen no huyen de la vida a la muerte no huyen de la vida a la muerte como las personas que sienten zumbar en su odo la hlice de la piedad y miran y no ven ms que el hueco que dejan sus cuerpos al salir de las mantas. Las cosas no deberan existir pero estn puestas donde las vemos para espantar el fulgor del vaco porque alguien escribe en una habitacin y sus palabras son caballos, son heridas, son

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caballos que lloran y se parecen a Cristo y ese rostro es el rostro desfondado donde allan los signos y ese rostro es producto de la radiacin.

(de El fulgor del vaco)

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La jaula de los espejos

Lo cierto es que los dioses no debieron dejarse ver, su sombra muerde en el umbral de los ojos mortales, una mano delgada apenas se posa sobre la madreselva, medio rostro asoma quemado por el aliento de la vegetacin, un ojo encinta de luz, una luz decada y musgosa lame el cuerpo con suave piel de yedra que apenas roza la lengua en el dintel, su saliva de oscura anunciacin teje en los dedos una red de silencio, un resoplido tuerce el maicillo sin medir la ebriedad de la vctima, dorada la harija cruza la luz con su manto y su efecto es el mal, un paso abre la tnica cerca del hilvn, el paso de la cierva preada que va a saltar al aire, un pie desnudo en el boscaje del relmpago, el tobillo donde toda la leche fosforece y destila sin trmino por la garganta del encubridor. Lo cierto es que los dioses no debieron dejarse ver, menos de noche acercarse por un camino invisible que alguien ms dibuj para que ellos vinieran bellos, desposados con una soledad sin hospicio, con toda su falta de educacin, cuando estamos dormidos nos palpan el borde de la piel o el arco dulce de la cara, y entonces, sin ruido una nia abre toda la luz al correr la cortina de la estancia repleta de sombras, y en ese largo embudo un alambre mojado tirita en la red interior y la nia se escapa, y la cierva nos huye

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y aquello que deseamos es hambre cuando reina el verano y en un tiempo redondo el esto igual que un viejo encorvado se presenta, saciado en l, triunfante con su pata de abeja, su pezua que quema el pasto seco y lo devuelve sucio sobre sus mismas huellas, infinito en la rueda de la transformacin. Sin dejarnos dormir se acercan con cuidado por las piedras del ro que divide an la Eternidad de este lado del mundo ms sutil en las sombras. All la claridad, sus reflejos que hechizan, aqu las hermanas pequeas se ren del domingo final. Este nio no debe morir, piden las nanas agazapadas en su solemnidad, En esta habitacin viven los males. Ese Espejo es mi Espejo, me dice aparecida la Figura: Ese cuerpo es tu cuerpo, pero su peso es mo si me llevo mi parte qu te quedar? Lo cierto es que los dioses no se dejan ver ni de da ni a la hora de la oscuridad cuando el mundo se acaba y los ojos rojos de los conejos expuestos en el desolladero brillan bajo la luz del error. Los invitados entran y heridos de tanta perfeccin, nosotros, nos callamos mirando de reojo la belleza que se golpea contra las bombillas de la realidad. La verdad no hace amistad con las potencias, ellas no tienen corazn, pues en su estado no hay ms que liquidez de luz, finos hilos de baba

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que descienden de un gran caracol y esparcen un olor que no es de este mundo. Llueve sobre las tablas de la oscuridad la cabeza cortada de los dioses, llueve sobre mi propia frente. Abro los ojos y en esta habitacin miro mis males.

(de Las jaulas)

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La jaula de la verdad

Yo viva encerrado en un presentimiento, yo saba que mi abuelo iba a morir ese mes de diciembre. No tiene olor a nada la muerte, la muerte no tiene olor a nada ni se anuncia con rosas. Cuando me acerqu a la cama no estaba all sentada, no estaba all la muerte, no estaba all la muerte detrs de la muralla blanca, delante de la muralla blanca. Yo viva encerrado en un presentimiento, obligarme a que mirase a los lados era pedirle a un mar muy joven, nio an, que dejara de jugar con las estrellas para ir por un solo tnel, era hacer ingresar sus animales, uno a uno, distrados ya de cualquier otra cosa que no fuera una flor, un cardo que echaba sus vilanos. El tnel tena paredes que no hablaban, paredes que no queran hablar, adentro haba una mujer con cabeza de pjaro, cantaba junto al amanecer y el amanecer no exista, era imposible su llegada. Sus manos y sus mejillas eran de tiza, de dura tiza muy blanca. Eran invisibles aquellos hombres que con un puado de agujas adheridas a un huevo raspaban all la harina con que saciar a sus pjaros. Los pjaros estaban en jaulas construidas con cscaras de nuez, piaban inmviles por la leche de la muchacha blanca, que resplandeca sin poder huir de las voces y hablaba sentada en sus ojos con la noche que estaba de guardia esa noche. Los hombres venan de una selva, de una subasta donde se exponan alimentos estriles con inconciente orden, meriendas envenenadas que haran olvidar a las familias la tierra negra de la

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plusvala caliente en todas partes. Busco esa arena en m, es como si insultara a mi abuelo y como un manzano que vive en un nio, condenado por la promesa de los frutos, comenzara a estallar sin quejarme. Todo me recordaba el desastre de la profundidad y las apariciones. Yo viva en la caja de un vrtigo del que hoy ya no tengo noticia, yo viva en la habitacin de un relmpago que cruja tambin por las venas de los otros y abrasaba las grandes alamedas donde los nios recogan estrellitas de cuarzo tras la manifestacin. Los muchachos que siempre fumaban en la esquina no saban besar, iban a aprender a besar con el tiempo. Yo le gritaba a mi abuelo: los van a colgar a todos de los rboles y miraba los tilos que vigilan todava la plaza teidos de un rojo muy leve. Ninguna saciedad, pienso ahora, hubiera habido en las cuerdas. Ya los obreros no se ven con sus cascos azules, nadie recuerda los puos alzados hasta el cielo, y los hijos de los obreros odian a los ancianos, en la esquina se filtran tierra negra en las venas, nunca aprendieron a besar. Cuando todo estall en m yo no saba si comportarme como un pez o un almendro. Ahora los hombres han huido del tnel sin dejar ni siquiera un aviso ms que la inmovilidad de sus aves. No es que haya sido bueno que estuvieran parados como animal con sed en medio de las fbricas ni que de sus conciencias haya desaparecido una ley que llamaron trabajo,

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pero al menos haba alguien alrededor de los pramos. Yo le gritaba a mi abuelo: los van a colgar a todos de los rboles. Yo le gritaba a mi abuelo, pero mi abuelo estaba muerto en su cama y ahora, mi imagen de la verdad es esta: una mujer sin orejas, volcada.

(de Las jaulas)

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Pap, abbiamo visto lAngelo del Diavolo Pier Paolo Pasolini

Dime cmo te llamas, ngel del Diablo, que quitas el pecado del mundo, revlame el da en que sin miedo nos acercamos al pozo, nos asomamos al brocal, olimos la flor negra que nos abra la boca, el da en que vimos al ngel del Diablo, oloroso como el Hijo de Dios, recin salido del bao, detrs del pinar que olisquearon los prrocos, guardaba un silencio catlico, no llevaba sotana, era transparente como el aire de una sotana, como la sangre traslcida en los ojos giratorios del Cordero. Venid y comamos todos de l, que all debe estar tiritando, el ngel del Diablo con sus uas afines a las garras del Hijo, all debe estar sonriendo como un alto cardenal solitario, inmvil en las malas hogueras que crecen en las mquinas, caliente en su vnculo con los enfermos, las colonias de nios que anidan en los tractores negros, los muchachos turbios que lamen las tetas teidas de los gatos, la guillotina docta que se abre despus de dos pasos, la trampa despus, un paso despus los muchachos como leones en exposicin, en un bal de hule el sexo de la araa alimenta a los sabios que vienen de visita hasta el bosque, sacerdotes ahorcados en la salvaje soga irreal de los prismas tienden la mano hacia el ngel del Diablo. Venid y comamos todos de l, pongamos su hgado a engordar con leche en los tiestos vivos de la redencin, detrs de los pinos manchados, detrs de las zarzas que pisaron los cerdos, las dramticas cerezas que tienen en el centro una gota de sal, las bayas manchadas de verde,

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dime cmo te llamas, ngel del Diablo, revlame el da en que vimos el mensaje siniestro brillar sobre las aguas del estanque, la rosa dilatada que lagrimea el pinar con su ojo entreabierto de ojo de sapo, el da en que vimos al ngel del Diablo, el Hijo de Dios que quita el pecado del mundo.para Romn Torres

(de Los pobladores del entresueo)

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Jardn con miedoEl excesivo equipaje no deja caminar a la sombra. El vagabundo visita la provincia otoal y el silabario de tiza de las cantinas, donde aprenden a leer los fantasmas. La sombra, por supuesto, es esta voz. Por supuesto, esta mano que esconde un alfiler de gancho en el bolsillo de un muchacho dormido. Un muchacho desnudo sobre la pelusa frtil del bosque. Llueve debajo de las mantas. Una lluvia interminable. La sombra cuenta los das con los dedos. Un bote colorado cruza un ro verde. La sombra se embarca, orina en la vertiente helada. Hace sombra, humo hace. Humo contra el tamiz de la luz. As el da se abre, se corona de agua. De cadver y viedo de mar se fecunda la noche. Canta la voz su hueco sin voz. Los insectos se alan contra el miedo. Cruje el grillo de los espinos rojos. La luna hace lo que puede en abril. Le lima las uas a los perros. La nariz se mece entre las ramas. Aletea como pez en la arena. Todo podra continuar as. La sombra me toma de la mano. Me lleva a un jardn con miedo. A un parque con estatuas vendadas. Dnde iremos mi poema y yo. La sombra sabe de qu hablo, del fuego que salta entre los lamos. La voz flota en el lago de caucho. Se escucha en los pozos sellados. Qu dice la voz, el caminante que visit los puertos. Qu oy de boca del mar y sus milicianos hmedos. Lo que oy apoyado en sus hondas rodillas, con la lengua en los odres. Lo que anduvo, lo que am, el agua que dej correr. Todas las cosas. La aldea y sus ciervos helados. El ro con su pata de alma de molino viejo. La estrechez de la sombra. La ms delgada voz. En fin, la voz.

(de Bajo filamento, indito)

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Quin oy? Quin oy? Quin ha visto lo que yo? Gngora

dnde est la oreja noche. dnde est la noche or y no temer. para qu tiene oreja la noche. or qu, queda batalla. los collares exaltan un ave del montn y ese pjaro sufre. sufre su camo azul. su madera de lince. su pramo. su puerta. quien se marcha no deja decir. su minuto no dice. oigo el pie del ladrn. qu se lleva pequeo asustado. pequeo quemado. lo lleva al sol. al mar. lo lleva al precipicio. un liquen santo. un manojo hmedo que da de comer. lmpara da de comer. artefacto de espuma y demonio no dice. para qu va a decir el pulmn. lo llena de rizos. lo riza su madre. yo llegar hasta aqu. dormido ser el ilegible. cargo piedras de ro. oreja de piedra. tuve sed y permiso de la sed. tuve sed y dominio, pero no la garganta. me sigue por la cuesta. algo me va diciendo. yo vi los pobres muertos. lejos de lavativa y vecindad. lejos de nadie. la cajita feroz. un prpado nupcial, otro de lepra. la noche se degella de pie. cascabeles, circo de pus, muebles con tetas. a dnde va la oreja. la dejo de alguacil. la alejo entre sus pasos. como gran alacrn. como anzuelo que como. mi ojo sin ciudad. mi pez sin candelabro. or y no temer. llevo la cuenta.

(de Bajo filamento, indito)

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JULIO CARRASCO(Santiago de Chile, 1969) Autor de El libro de los tiburones (Santiago de Chile, Cachiyuyo, 1995) y Sumatra. Nuestra suerte cambiante en el firmamento (Santiago de Chile, Tcitas, 2005). En 1996 recibi la beca de la Fundacin Pablo Neruda y en 1997 obtuvo la Violeta de Oro en los Juegos Florales de Vicua. Es miembro fundador de la agrupacin musical Los Muebles. Integra el comit editorial de la revista Casagrande.

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El hombre invisible

Me fui al centro un lunes camin la Alameda de arriba a abajo encontr vendedores ambulantes rayos ultravioletas y toneladas de humo pero a m nadie me vio porque soy el hombre invisible. Me sub a la micro sin pagar llegu a tu casa sobre las nueve estabas leyndole tu cuerpo a un amigo parecas entusiasmada supongo que me echabas de menos te gui un ojo como haca cuando podas verme tom una cerveza, sin mucho ruido y me fui: soy el hombre invisible. Di un paseo por los techos de la cuadra dej que el viento me despeinara escuch unos perros ladraron cambi la luz de un semforo pero nadie mir pero no hay seales mas puesto que soy como vengo repitindolo desde hace algunos segundos

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el hombre completa absoluta incuestionablemente i n v i s i b l e.

(de El libro de los tiburones)

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La tarea actual

Todos dicen amar a Cortzar todos dicen amar al prjimo de modo que est de moda amar dicho sea de paso a Cortzar y al prjimo de modo que lo importante hoy en da no es amar a Cortzar que como todos sabemos fue un prjimo excelente sino que menester ms ilustre es ubicar al enemigo que se encuentra muy a gusto dicho sea de paso entre los amantes de Cortzar y del prjimo de modo que no me pidan amar al prjimo ufano de su amor por Cortzar sin antes someterle a minucioso examen porque como dije antes la tarea actual es definir

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reconocer delimitar (y ya hablaremos de acometer y de neutralizar) al enemigo.

(de El libro de los tiburones)

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Lul transfigurada

Hago un poema en el que Lul reordena el firmamento se viste de azul y es perseguida por la estela de un cometa estoy como drogado ella me dice: no tengo un vestido azul bajo los ojos y es verdad est desnuda llorando yo tambin estoy desnudo trato de adivinar qu pasa qu pasa Lul? Lul sonre despreocupada es de da hay mucha luz eso me aturde un poco se ha puesto seria con la mirada encendida me pide que la golpee me rasco la cabeza Lul no me mira cruza un puente hay un sol enorme su vestido flamea como una bandera se ve muy bonita est lejos llega una brisa agradable parece que va a llover

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Lul me pide que no la deje apenas me vuelvo desaparece me siento raro converso con unos amigos destapamos una botella caminamos alzo la vista y ah est Lul de nuevo ofrecindome un cigarro bailamos anochece y amanece durante una semana en la pieza de Lul vamos juntos al mercado me susurra algo al odo cuando le voy a contestar ya no est y yo tampoco voy en un avin a 8000 metros de altura siento que Lul est cerca pero disfrazada as que no la veo miro las nubes tras la ventanilla y escribo un poema en el que Lul se aleja no s si alegre o triste saltando a ratos para no mojarse los pies. (de El libro de los tiburones)

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Dos pacos

Dos pacos a caballo en el Parque Forestal fui el primero en cagar no me quedan argumentos conmigo termina el cuento nos vamos a acostar.

(de El libro de los tiburones)

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Bala perdida

de dnde sacas la sopa mam que me das todos los das acaso la vas a buscar con un balde a un gran embalse dime si es verdad que existe ese mar de sopa en algn recndito lugar del mundo acaso todas las mams van a ese mar con sus baldes para traer la sopa con que alimentar a los nios responde mam es por eso que la sopa no acabar nunca es un mar peligroso donde ululan los fideos gigantes y las papas son como icebergs o es un lago de aguas quietas o un plato inmenso lleno de sopa.

(de El libro de los tiburones)

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Mi despedida

Me fueron a cobrar Pagu tres lucas en el bar Son tres lucas que no volvern Como t Tres lucas que pasarn furtivas por las manos de un obrero y morirn de inanicin en el bolsillo de un banquero Me asusta el cielo as: Tres lucas menos y sin ti.

(de Sumatra. Nuestra suerte cambiante en el firmamento)

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La estrategia de los insectos

Casi por accidente fui a dar con una fiesta en la que conoca a muy pocas personas. Ese mismo da haba ledo sobre la tctica de un tipo de insecto para obtener alimento: emboscarse y esperar. Me instal en la barra con la vista en el infinito. Una muchacha se acerc en busca de vino y le pregunt si tena caso tratar a la ciudad de Kawescar como objetivo militar. Qu ciudad es esa? (pregunt). Luego mir hacia la pequea multitud danzante y desapareci. Lo primero que atin a pensar es que los insectos y yo estamos bien donde estamos. Pude usar mi voluntad para comportarme como un insecto en una fiesta; ellos no pueden comportarse como otra cosa y por eso son lo que son. Visto desde una distancia similar a la que media entre los insectos y yo, elegir puede representar tanto un modus operandi como la sustancia que hace diferentes a unos seres de otros: Los insectos tienen ms poder de eleccin que las plantas, menos que los reptiles, y as hasta llegar a nosotros, finalmente aptos para practicar la metodologa del ensayo y error: Errar es humano elegir tambin. La estrategia de los insectos que inspir estas lneas y algunas modalidades de Kung Fu bien podra haber funcionado para atraer una chica. Tal vez en otra oportunidad. (de Sumatra. Nuestra suerte cambiante en el firmamento)

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Tambin el Diablo reconoce a su gente

A los judos ortodoxos y a los catlicos idem les espera el dios severo del Antiguo Testamento A las amas de casa un viejito simptico de luenga barba Los judos esotricos se van de la mano de Salomn Jess ilumina a los cristianos esotricos, y Muhamed hace otro tanto con los musulmanes dem. Preguntas quin me recibe a m, despus de la muerte? A los musulmanes militantes Allah los regala con un festn donde las hures bailan y hacen otras cosas A los ateos la materia los convierte en materia Los nazis van con su Wotn a beber del Grial (qu extraa cosa es la religin) Los hindes, ellos se convierten en saltamontes u otros animalitos Y preguntas quin me recibe a m, despus de la muerte? Quienes no han sido evangelizados se convierten en espritus para ayudar a sus parientes (qu bello asunto era antao la pachamama) Los vudes y santeros bueno no la pasan mal con esos dioses que fuman y comen pltano y beben sangre Y a los budistas los recibe Buda seguramente pues cada quien se rene con aquello a lo cual ha rezado en vida.

(de Sumatra. Nuestra suerte cambiante en el firmamento)

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La biblioteca del hombre invisible

Prfidas damas de aspecto sensible o finas doncellas inalcanzables venid a admirar con nimo amable la biblioteca del hombre invisible Grandes tratados sobre el imposible aqu encontraris, dejadme que os hable Libros que nombran el reino maleable claves usando del mundo tangible Leyendo haris del corazn un mueble para estos versos: con lectura doble porque tornando las almas volubles ledas seris cual hojas endebles (en vuestro cuerpo un captulo noble) antes que el tiempo la razn nos nuble

(de 32 despedidas antrticas, indito)

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Primavera en Bangladesh

Puedes imaginar pocas situaciones tan extraas como regresar a Bangladesh y ver que las cosas no se han movido del lugar en que las dejaste: las mismas calles (pero vacas). Los hechos transcurren a su modo, no s cmo describirlo Hay flores abrindose y cerrndose a velocidades imperceptibles, tambin hay pjaros. Para quien regresa a Bangladesh la realidad deviene casi un sntoma de otro asunto menos relevante, algo as como un dejarse ir en el aire. Andar en el tiempo es estarse quieto. Estas avenidas viajaron tambin, a su manera (no sabes cmo describirlo) Ahora que se supone has vuelto y las recorres, agradablemente confundido juegas a adivinar en cul de ellas habr una emboscada para ti El viento te peina las pestaas: ten calma forastero pues es primavera en Bangladesh y hay sobre todas las cosas una suerte de roco de algo que no alcanza a ser incertidumbre, o que lo fue tal vez en otra poca, ya no tiene importancia: un dejarse estar en el aire un dejarse ir en el tiempo.

(de 32 despedidas antrticas, indito)

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Arte potica

Nada de esto sucede, o todo est sucediendo una hoja cae, algo pasa volando Cada pieza en el ajedrez opera en funcin del resultado global As, conviene a veces sacrificar un caballo por obtener la dama contraria a la que slo un pen podr resucitar aunque para conseguirlo deba cruzar el tablero Hay jerarqua en los versos en los naipes y en las notas musicales Es imposible probar lo que un poema relata Pero un poema est ordenado de tal forma que evoca el orden del resto de las cosas

(de 32 despedidas antrticas, indito)

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Los detergentes lquidos

Los detergentes lquidos imitan el color y el aroma del zumo de limn Ms de una vez estuve tentado a beberlos siendo nio Entre azulejos cubiertos de xido los miraba deslizarse de un recipiente a otro La televisin resplandeca desde el living a oscuras delineando mi propio reflejo en esos frascos de plstico Un jugo verde intenso como la fiebre pero un nio no podra saberlo.

(de 32 despedidas antrticas, indito)

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En la avispa su bello mecanismo

La reina avispa al nio est picando Su veneno lo tiene entumecido En los ojos del nio sorprendido Los objetos se van desdibujando Ya la vida se despide cantando Su cancin al infante adormecido No preguntes, mi bien, lo que ha ocurrido: Es el orden del mundo funcionando Se presenta ante el nio la belleza Como un puente tendido hacia el abismo De aguijn y contornos calculados Que no amaga: es la muerte que regresa En la avispa su bello mecanismo Dios bendiga su vuelo apresurado!

(de 32 despedidas antrticas, indito)

1) En el comienzo de este poema estn los elementos que lo conducirn a terminar inexorablemente en el verso 19 2) En efecto, la idea recin enunciada ser expuesta de diverso modo 3) hasta que llegue un punto ms all del cual todo verso constituya una reiteracin innecesaria 4) De un modo similar se disipa el Helio al final de la vida de las estrellas 5) Ocurre en la naturaleza que cada cosa lleva dentro de s el germen de su aniquilamiento 6) He usado la palabra aniquilamiento por razones estticas, deb decir transformacin 7) Pues las estrellas colapsadas devienen otra cosa 8) y otro tanto sucede con el resto de los eventos naturales 9) Pues los acontecimientos en la naturaleza siguen un ciclo vital que comienza y termina en el infinito: 10) as el crecimiento de las plantas o el cambio de las mareas 11) (lo que se refleja explcitamente en la poesa) 12) A estas alturas, se echa de ver que los versos de este poema son un comentario del primer verso 13) Su menor jerarqua queda compensada por su nmero 14) (lo que se refleja explcitamente en la naturaleza) 15) y as se mantiene el equilibrio 16) Se han satisfecho las expectativas creadas en el primer verso 17) Los elementos enunciados se han agotado y no pueden seguir interactuando 18) Nos queda concluir que, en efecto, el germen del final estaba contenido en el comienzo 19) Aqu termina el poema.

(de 32 despedidas antrticas, indito)

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FELIPE CUSSEN(Santiago de Chile, 1974) Estudi msica y literatura. Ha publicado Mi rostro es el viento (Santiago de Chile, Libros de la Elipse, 2001) y Esto es la globalizacin: (Santiago de Chile, Foro de Escritores, 2005). Particip en Gaborio. Artes de releer a Gabriel Garca Mrquez (Bogot, Jorale Editores, 2003), compilado por Julio Ortega, DOS (Santiago de Chile, 2004) y DIEZ (Santiago de Chile, 2005), ambos textos del Foro de Escritores.

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Dentro de este sobre tengo guardado un poema muy bueno, demasiado bueno, pero no pienso mostrrselos, porque si no, tremenda gracia.

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En este poema de clara inspiracin social, el autor reafirma su compromiso con una ideologa que busca el entendimiento entre todos los hombres sin distincin y su fe en la utilidad que tiene la poesa para hacer de ste un mundo mejor. As, se aleja de las preocupaciones meramente individuales y se involucra profundamente con la problemtica poltica, econmica y cultural de la humanidad toda, y, en particular, del pueblo latinoamericano1 :

1 Al respecto, nuestro autor cuenta, con la gracia que lo caracteriza, la siguiente ancdota, en que se observa su afn de compartir a toda costa la poesa con todos quienes lo rodean, ya sea en su comunidad, su familia o, como en este caso, su lugar de trabajo: Me gusta escribir poemas, y a veces, en ocasiones especiales, me piden que componga versos. Hace poco se jubil un compaero de la escuela donde trabajo y otra maestra me sugiri que escribiera un poema y lo leyera en la fiesta de despedida. Acept, pero en seguida dije: -Y por qu no le dedicas t tambin unas palabras? -Ay, no! -exclam-. Odio hacer el ridculo frente a la gente. -Ya veo. Y quieres que yo lo haga, verdad? -repuse. -S -contest-, pero t eres bueno para eso!

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Ya no s cmo decir Te quiero...

It dont mean a thing if it aint got that swing... I. Mills y D. Ellington

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De seguro el lector coincidir con nosotros: no hay nada ms conmovedor, y a la vez autntico, que el llanto de un hombre, pues, como seal el destacado filsofo francs Franois Marie Arouet, ms conocido como Voltaire (1694-1778), las lgrimas son el lenguaje mudo del dolor. En este verso se observa con claridad el uso del recurso de la hiprbole (al ms puro estilo de los escritores espaoles del siglo de Oro), que tantos aciertos poticos le ha valido a nuestro autor. Debido a la maestra con que utiliza tal figura, sta ya ha pasado a constituirse en uno de los sellos caractersticos que han acrecentado su fama dentro del ambiente literario internacional.

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4 La crtica internacional se ha dividido en su opinin respecto al sorpresivo final de este impresionante y cautivador poema. Si bien algunos estudiosos estiman que el tpico del artista al que no le alcanzan los medios que tiene para expresar sus sentimientos se resuelve de un modo esplndido en el definitivo silencio final (en una clara alusin al destacado poeta francs Jean Arthur Rimbaud (1854-1891)), otros, por otra parte, manifiestan su disgusto ante lo imbricado y laberntico del recurso: antes [la literatura] era ms sencilla. Ahora, los escritores tratan de enredarlo todo. El lector decidir...

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Anlisis de sistemas y mediacin de conflictos

(o descripcin de las infinitas conexiones nerviosas activadas en cada pensamiento)

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el pasado septiembre acab la segunda licenciatura universitaria filosofa5 y filologa hispnica yo saludo a todo el mundo igual no me importa quin sea / es que as empiezan todos / la gente que se finalizaba as una etapa de nueve aos en la universidad exigindome sacar buenas notas para re de tonteritas es normal / cmo no les iba a caer bien si soy un tipo tan normal / yo hago leseras presentar un currculum competitivo en el futuro bien hace ocho meses que estoy en paro podra cachai burradas6 lo que querai / lo mo es subir el nimo tirar la talla sacar los llamados al aire arriba de quejarme de muchas cosas de un mundo que no necesita gente de letras porque ni la cultura ni la la pelota o sea en la maana no voy a estar con cara de pescado / mi tarea en esta vida7 es ser el payaso / capacidad crtica dan trabajo8 donde manda el dinero y slo se necesitan comerciales y dependientas chile9 para m es un asado nacional tiro la talla chisteo hablo con el choripn atravesado hueveo quiero de los inexistentes planes de ocupacin con los que los polticos se llenan la boca de la falta de ayuda que los momentos todos sean divertidos / no me cambio de pas estamos la raja estamos el descueve yo a las personas que si pudiramos continuaramos estudiando pero el problema es otro el problema es s que hay gente que no la pasa bien pero aqu nadie te caga este es un pas de buenas personas somos la tristeza10 la tristeza que me produce tener que renunciar a un trabajo ms o menos satisfactorio la una pequea isla dentro de una gran cagada11 el mundo est patas para arriba pero este pas se mantiene tristeza de no poder sentirme til demostrar mis capacidades y sacar provecho de todo lo aprendido el bien / oye chile est un poco depresivo / putas que hay huevones pesados en la tele hay gente mala / problema es la dureza de tener que renunciar con 27 aos a mis planes de futuro y aceptar que la tengo una vida tengo una familia tengo un futuro12 tengo que jugrmela lucha y el sacrificio13 no sirven he perdido la ilusin14 y eso no puede inventarse

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(EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 7 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 8 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 9 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 10 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 11 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 12 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 13 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)* 14 (EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA)*

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* Cmo quedara todo esto transformado en un cdigo de barras?

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?

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La verdad sin doblecesNo os fiis de los dirigentes [Suave] que piensan que transigir con el [-ra ver] es polticamente ms [del ave,] Se equivocan porque el da que el [del querer.] Aunque est mal visto o sea [-cabe] negativo nuestra sociedad [el romper] por causas de efecto mayor y al [-abe] que trata que desaparezcan, [poder.] No cabe transaccin, dilogo [-dida] con el terrorismo. O se acaba [-ste] l o se corre el riesgo de [sonaba,]

La verdad sin doblecesLa globalizacin es [tu costado,] oportunidades para [garganta.] que van en contra de la [destronado] se oponen con unas ideas [-vanta.]

En una primera acepcin, el [-lado,] es una ideologa o [nos canta] casi exclusivamente [-lavazado] que promueve el desarrollo y [anda.] Empiezan momentos de [-dn del sueo;] econmica y hay que [-cierto paso;] No hay que poner barreras a la [calas.] El acomodo de la [nuevo vaso] siempre es difcil: entraa [-do dueo.] y, no pocas veces, conflictos [alas?]

Desgraciadamente, hoy en da [-dida.] una fuerte presin social a [-tiste] del reconocimiento [que gritaba.]

polticos / terrorismo / correcto y ms cmodo. / terrorismo ve la posibilidad de sobrevivir, ese da la democracia ha empezado a perder la batalla. / socialmente / permite, / tiempo / el divorcio, la homosexualidad, y otros comportamientos poco saludables como las infracciones de trfico el consumo de tabaco y alcohol o la obesidad. / o apaciguamiento / con / destruir la sociedad. / existe / favor / pblico de la homosexualidad como estilo de vida familiar.*

libertad de / todos. Aquellos / globalizacin / todos. Aquellos / globalizacin / proteccionistas, reaccionarias, de falta de libertad que a quienes ms perjudican al final es a quienes necesitan ms libertad. / multiculturalismo / movimiento norteamericano, / enaltecimiento cultural de grupos tnicos que han padecido una larga historia de opresin racial. / recuperacin / aprov ech arlos. / competencia ni tener miedo a los cambios. / diversidad / dilemas / morales y polticos.*

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* (Considera usted correcto este poema?)

* (Considera usted correcto este poema?)

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Courant dolorosa:(El chileno es derrotista)

Ha terminado alguna vez un mundo antes? Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Habr escaseces de alimento. Habr grandes terremotos. Pero, cundo se terminar este mundo? Pero, dnde se terminar este mundo? Es realmente posible que este mundo termine? Habr grandes terremotos. Ha terminado alguna vez un mundo antes? Habr escaseces de alimento. Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Pero, cmo se terminar este mundo? Habr escaseces de alimento. Es realmente posible que este mundo termine? Ha terminado alguna vez un mundo antes? Habr grandes terremotos. Habr grandes terremotos. Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Ha terminado alguna vez un mundo antes? Pero, por quin se terminar este mundo? Es realmente posible que este mundo termine? Habr escaseces de alimento.

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Habr escaseces de alimento. Habr grandes terremotos. Es realmente posible que este mundo termine? Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Pero, para qu se terminar este mundo? Ha terminado alguna vez un mundo antes? Ha terminado alguna vez un mundo antes? Habr escaseces de alimento. Pero, por qu se terminar este mundo? Habr grandes terremotos. Se levantar nacin contra nacin y reino contra reino. Es realmente posible que este mundo termine? Habr un mundo antes. Se levantar de alimento. Es realmente posible este mundo?

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(Yo no soy poeta, soy laico)

(Poemas inditos)

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ALEJANDRA DEL RO(Santiago de Chile, 1972) Ha publicado El yo cactus (Santiago, Universidad de Chile, Vicerrectora Acadmica y Estudiantil. Departamento Tcnico de Investigacin, 1994), con el cual obtuvo el primer premio en el Concurso de Poesa para Obras Inditas del Departamento Tcnico de Investigacin de la Universidad de Chile en el mismo ao de su publicacin, y Escrito en braille, Premio Eusebio Lillo de la I. Municipalidad de El Bosque, 1998.

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I. Yo cactusI Yo no soy moderna o tal vez lo soy. Vivo con mi sangre puesta goteando encima de las cosas en una absurda imitacin del universo. Yo no llevo guantes ni ropa blanca cuando toco los metales cuando escarbo en las miradas y me seduce el olor cuando fermenta. La palabra es una viga donde posan su alma los muertos el verbo una cornisa en movimiento y mi oscura vitalidad el camino que no cesa. Acaso me hablar desde el silencio. Acaso alguna vez poder vestirme del vaco sonrer desde la mueca. Acaso cegar el mundo con los ojos abiertos. Ser siempre lo que no soy -muriendo en cada intentoa espaldas del reloj que avanza.

II Yo no tengo amores Son mazorcas que se desgranan. Uno a uno los dorados granos como besos como. Uno a uno de la semilla voy vestida cosechando en cada abrazo un reino de maz.

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Yo no s de rostros, voy ciega ante tu boca para esculpir un beso que es otro beso una lengua que es otra lengua. Ves? Soy un torrente de labios y engaos. T cruzas a nado mil veces Pero siempre eres el mismo nufrago.

IIIYo no tengo la faz blanca Mi padre marc tres cruces de sangre sobre mi frente y me unt el canto de su labia. Mi madre hil trajes con la lluvia Me adorn el cuello y la cintura con anillos de barro. En los pies una quebrada me calzaron y del ombligo cuelga un sol como todo amuleto o crucifijo. Con este equipaje precario crezco a la manera de los rboles buscando un esqueleto, una mscara, pues yo no tengo la faz blanca.

IVYo no hablo un lenguaje conocido Encallaron en mi garganta como aristas de fuego. Eran del mar sus accesos oscuros, son peces las palabras que me nadan. Hacen de mi vida su veneno spides de vida sinuosa que arrastran sus moldes y vuelan sus huellas.

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Carcelero del verbo: su amor de besos subterrneos su amor de llaga escondida su amor de vino de boca en boca. Se alargan los pies de mi cara, beben agua en la orilla, mas les parece estrecho el camino y buscan abismos, fieras salvajes, rboles cados. Mi lengua no tiene cita llega tarde y sin aviso a la lengua seca de los diccionarios.

IXYo no le temo a la muerte pero s a su canto En qu hambriento arenal tengo escondido el miedo me trep de a poco en l una maana en que todo fue su beso y en silencio clav su pompa en un junco detalle, en el cuerpo canoa, en la piel morena de mi amiga. El Miedo lubrica la risa de su amante. El Miedo a la Muerte besa sus joyas talladas en el llanto de mi amiga. La Muerte se solaza con la visita del viejo amor. La Muerte se revuelca en la ofrenda de su nueva Esclava. La muerte la muerde, la goza a mi amiga. Y a m me tiene entre ceja y ceja Advertida de su aliento pero siempre en guardia Miedosa solamente de cantarla.

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X

Yo no oculto mi riqueza Viene a m la sutura con sus bocas desde el horizonte otro pjaro me increpa la vergenza de ser pobre: No soy pobre urga el escndalo en mis alas, Tres pesos acua mi bolsillo: el uno brilla por su ausencia el otro alega lo que busca el tercero tiene origen en la entraa y es un pecho alimentando las hogueras, pasin creo que lo llaman. Yo respondo.

(de El yo cactus)

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...por la negra que llaman honra...Annimo

Llevo incrustada la mscara del orgullo. Anoche lav de sus rostros los ltimos rasgos los ltimos trazos delatores que a fuerza de desearlos tanto se esculpi en la frente para vergenza de su casta. Cierto es que ahora va ufana su imagen invisible cierto que l recibe bofetadas de ojos ciegos y esa nariz que apunta a las estrellas como vemos ya no lo olfatea. Tapiz las ventanas que abrieron otros huesos ha vuelto a ser la mansin blanca atravesada por pasillos, erguida en los recuerdos. Claro que de pronto se le escapa un cierto eco un asomo del escndalo de otros das pero de todo ello muy bien se est cuidando: la hemos visto atornillndose la faz de los que honrosos se observan vacos al espejo. Slo inquieta alguna noche en que re abrazada al ms cercano de los dioses, el dios de otra sonrisa.

(de El yo cactus)

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El triunfo de las cifras

Visto un pergamino asolado por ejrcitos es un mapa en donde se asientan mil mordiscos como ciudades. Hay llagas de pjaros hambrientos de un hambre que signa en el graznido de un hambre colgada al gajo de las carnes. Yo te leo en l, como iniciada: en noches revelas sacramentos en otras apedrean pecadores los recuerdos T, escribano, te afanas en el arte de las marcas yo les doy vida despus cuando tus besos parchan un nico vestido. T, soldado, batallado has y luego te marchas sorprendida con tu muerte no sabes qu despojos modelan al espejo. T, hambriento, mascas brasa y escupes lava mas yo cuento en cada llaga un nacimiento pues todos los fuegos son cifras en mi cuerpo.

(de El yo cactus)

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El durmienteNo me pidan que vuelva, pues la inocencia es irrecuperable. Ana Rossetti

Un extrao animal duerme la siesta en mi cabeza lo persigue sigiloso un cazador desnudo pintado en la caverna a su ronquido le cuelga guirnaldas tatuajes de caza le atrapa los sueos en malla de versos le espanta dolores, ruidos molestos. Me llevo a la boca un grito de espanto: a la bestia la arrullan las frgiles armas de lo que es bello.

(de El yo cactus)

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Santiago (visiones)La ciudad te seguir. C. Kavafis

Vengo llegando cada da a esta ciudad. Ser extranjero no causa penas cuando uno mismo junta sus cosas marca boletos de un solo destino apea las ansias en toda estacin y de cada plaza jams se marcha. Ser el extranjero, por la tarde, del arraigo cuando el resto se va entero a su casa absorbido entonces la ciudad se refugia y se perdona, hace tiempo cesaron los quejidos: las gentes de Santiago tienen presa el alma y fuera de ella slo espejos que reflejan monumentos. Verse libre caminando por Santiago con un soar a cuestas que interroga la eficacia del traslado ir vestido del absurdo de la esquina ir desnudo a los cruces y los bordes. Ser un recortado festejando entierros en todas las sonrisas ser un marinero manchando adioses en varias bocas por la noche arribar a pleno da y siempre en la misma ciudad, como el griego y en todas partes fundndola, como el chileno.

(de El yo cactus)

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En ti slo, en ti slo, en ti slo. Csar Vallejo

No es necesario recuperar los besos. La boca es necesario recuperar y la boca con sus dientes y sus lenguas y sus filamentos que en otra boca dicen ms que boca, diente y lengua. La mano y no el gesto hay que atrapar y tampoco el abrazo sino el cuerpo y ms an la sed que nunca cabe dentro de la propia carne y ms an el hambre que siempre es poca para la propia carne. As se geste todo con razn y la muerte sea esperada sin nada acabado. As no sea necesario recuperar las palabras cuando la voz sea necesario recuperar.

(de Escrito en braille)

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Somos todos para la sed

Funda para ti un pas de pieles, azoteas y naufragios fndalo para que calcen tus pies el cosquilleo de las estrellas. Recoge a tu paso el sabor de sus ciudades la palabra confusa de sus caminos y hazte fabricar un traje que te lleve dentro. Dale a tu pas el fruto extrao de una bandera pues toda esquina merece un cono de madera o de metal o del viento de los peregrinos para que pregonen en las historias un suelo hecho de parches. Alimenta tu pas y da posada al sediento y al vaco con la vastedad de tu propio cuerpo siempre estarn brotando recodos desconocidos gestos de hambre y jirones interrogando la permanencia de cada segundo, de cada certeza, de cada caricia. Mantn a los sabios abocados en la tarea de habitar y descifrar los brazos, las calles y las piernas los ros de mieles amarillas, el pjaro carnicero de la boca y por supuesto el ojo que en cada cosa apoza su marca el ojo que de cada plaza jams se marcha. No edifiques cementerios y confate duradero pues en tu pas la vida hace pagar caro todo instante recuperado de la muerte. Y levanta tu pas como una torre en el exacto lugar del llanto

(de Escrito en braille)

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Dedos de yerbaParasos artificiales ustedes surten la sed del comensal el banquete es en este mundo. Somos rosas devoradas por el sol una sombra mordiendo el muro la imagen de dos arrimados contra l desmembrndose en la pasin la tarde cotidiana que es apenas soporte de la tarde excepcional te acuerdas de m la que revel tus verdaderos pies tus pies en la tarde cotidiana? Si me enciendes tragars con apuro el humo que se ha hecho de mi cuerpo las pavesas son los rganos de tu propio cuerpo la caverna el descampado el arroyo siempre es otro y uno mismo el sediento el animal babeando la imagen reflejada escribe sobre tus pequeos parasos artificiales imgenes de adentro en la espesura aunque no seas autntico ni verdadero. Parasos artificiales qu importa si son los infiernos de la persona los monstruos o las sabandijas que emanan de muy adentro y se apoderan de la ventana parasos artificiales qu importa si te resignas al canto de los pjaros y el eco choca en el hueco de la caverna que habitas qu importa si slo importa atrapar en la hoja ese canto ya sea en forma de torrente o espaciada lucidez.

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La poesa tiene extraos caminos o no tiene as se escriba sorprendido aterrado siempre de uno mismo el problema es cmo terminar el poema cmo darle cauce esquema de eco potencia de grito admisibilidad. Lee sobre ello en el ideograma que ha formado la ceniza sobre la mesa. La luna no es luna es sonsonete de la lengua de la piedra que lame la lengua que alumbra la luna lengua hecha spid ser mortal para los escuchas caern como fardos hoguera de lamentos chilenos turcos germanos tehuelches recgelos a tu paso y srvelos sazonados sobre la mesa. Parasos artificiales ustedes son los pies del rito pies de humo para el barro original guijarro en la boca para controlar el habla tartamuda dedo untado en sangre leche o yerba pgina en blanco sirviendo al sacrificio todos los sentidos dan cuenta de la materia nias sern diosas por virtud de la palabra.

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Parasos son los pies y la mesa el soporte alrededor y en torbellino recuperados esqueletos de la propia experiencia humana bebiendo vino amamantando supersticiones as parchars uno a uno tus muones cansados las rotas alas pasajeras la perdida belleza recuperada en cada parto belleza eterna podras estar en las letras pero perdiste la juventud. Parasos artificiales ustedes no son lo que yo digo lo que dice Charles son y no son la mesa de operaciones el paraguas o la flor desubicados. El vicio cmo cuesta cmo aburre la virtud cmo atrofia la virtud cmo expande el vicio cmo articula la leporina voz ad portas Siglo XXI.

(de Material Mente Diario, indito)

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Marineros bajo tierra

Hay que desarrollar talento para lo efmero encuentros cotidianos furtivos la ms regular de las relaciones un cario entraable por el impermeable co