aportes para una teoría institucional de la comunicación

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Universidad Central de Venezuela Facultad de Humanidades y Educación Instituto de Investigaciones de la Comunicación APORTES PARA UNA TEORÍA INSTITUCIONAL DE LA COMUNICACIÓN Contribuciones desde la historia social de la comunicación Trabajo de Ascenso que se propone a la Universidad Central de Venezuela para optar al escalafón de ASISTENTE Autor: Prof. Bernardino Herrera León Tutor: Prof. Alejandro Mendible

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recorrido historiografico, y aporte a la teoría institucional del cambio institucional dela comunicacion

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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educacin

Instituto de Investigaciones de la ComunicacinAPORTES PARA UNA TEORA INSTITUCIONAL DE LA COMUNICACIN

Contribuciones desde la historia social de la comunicacinTrabajo de Ascenso que se propone a la Universidad Central de Venezuela

para optar al escalafn de ASISTENTEAutor: Prof. Bernardino Herrera Len

Tutor: Prof. Alejandro Mendible

Julio de 2010APORTES PARA UNA TEORA INSTITUCIONAL DE LA COMUNICACIN

Contribuciones desde la historia social de la comunicacinAutor: Prof. Bernardino Herrera Len

Tutora: Prof. Alejandro MendibleEl conocimiento es el nico bien que

mientras ms se distribuye ms riqueza produce

A mi padre, quien me hered su amor al trabajoA mis hijos, para legarles la misma herenciaAportes para una teora Institucional de la comunicacin

Contribuciones desde la historia social de la comunicacin

Contenido

Introduccin / 7

Captulo I: El progreso del conocimiento humano / 13

1.1. La naturaleza del saber y el conocimiento / 15

Aislacionismo versus difusionismo y filtro cultural / 17

La paradoja memoria individual y memoria colectiva / 20

El aumento exponencial en la tasa del conocimiento / 23

La lnea clsica del saber occidental / 31

1.2. Los conocimientos / 44

El conocimiento circunstancial / 44

El conocimiento general / 45

El conocimiento abstracto / 46

Hedonismo del conocimiento / 47

1.3. Velocidad en los tiempos de la comunicacin: de la inamovilidad del

tiempo al sorprendente dinamismo del micro-tiempo / 50

Captulo II: Aportes para una teora institucional de la comunicacin / 57

2.1. Una primera aproximacin al modelo terico / 62

Las percepciones como resultado de la comunicacin / 62

Pautas tericas de la historia social de la comunicacin / 65

2.2. Conceptos bsicos de la historia social de la comunicacin / 67

2.3. Campos de la historia social de la comunicacin / 76

El campo de los medios de comunicacin social / 77

El campo de la funcin social del lenguaje / 80

El campo de la difusin de los sistemas de ideas / 84

Captulo 3: Lneas de pensamiento y grandes perodos histricos / 90

3.1. Lneas de pensamiento y modelos mentales / 92

Lnea de pensamiento pragmtico / 94

Lnea de pensamiento religioso / 97

Lnea de pensamiento artstico / 102

Lnea de pensamiento cientfico / 104

3.2. Modelo de periodizacin de historia universal del conocimiento

y la comunicacin / 107

Los primero modelos de la antigedad / 108

Las propuestas griegas del saber / 112

El modelo de sociedad romana / 117

La Edad Media: escolstica y teocracia / 121

El inicio de la revolucin del conocimiento: el Renacimiento / 126

Las revoluciones de aplicacin / 136

3.3. La oferta de la democracia: sociedad comunicacional / 139

Conclusin / 155

Fuentes / 158

Introduccin

La quimera propuesta por el Crculo de Viena, a principios del siglo XX, aspiraba la creacin de un lenguaje unificado de la ciencia, con el que las diferentes disciplinas cientficas podan entenderse ms eficientemente entre s, para lograr una mayor acumulacin del conocimiento y la experiencia. As, las teoras cientficas dispondran de un piso ms slido dnde sostenerse, intercambiar y avanzar hacia teoras integrales, con mayor poder explicativo para resolver las preguntas de la ciencia y otorgarle mayor capacidad para resolver los problemas que aquejan a la humanidad. En ese esfuerzo destacaron la Fsica, por el campo de las ciencias naturales, y la Psicologa, por el campo de las ciencias sociales.

Este trabajo comparte lo esencial de aquella quimera para el campo de la comunicacin social. Tenemos un dficit en los presupuestos explicativos en las teoras de la comunicacin conocidas, y al mismo tiempo, una gran dispersin de las mismas. Sin renunciar a la necesaria condicin de pluralidad en la produccin de conjeturas, hiptesis y teoras, lo cual ms bien hay que incentivar, lo esencial de la quimera de Viena implica construir un sistema de teoras, si bien diferentes, complementarias, capaces de enriquecerse entre s, al compartir su material de informacin, saberes conocimientos y experiencias.

Es lgico que el cuerpo terico de la comunicacin an se halle en pleno proceso de formacin. La comunicologa es una disciplina en fecundacin y la comunicacin masiva es un fenmeno histrico reciente. La mayor parte de las teoras sobre la comunicacin ofrecieron respuestas a las interrogantes de un pasado inmediato. Pero los tiempos histricos de la comunicacin han cambiado sorprendentemente en el breve lapso del siglo XX, por cierto, abundante en eventos colosales que afectaron a la casi totalidad de las sociedades.

Si bien la centuria comienza con el fortalecimiento de la prensa escrita como gran medio de comunicacin, el alfabetismo segua siendo muy bajo a nivel mundial. La aparicin de la radiodifusin ampla el acceso informativo a la poblacin no lectora disminuyendo la restriccin de la prensa como nico medio masivo. El uso propagandstico que la prensa y la radio y la iconografa impresa, incentiv el surgimiento de las primeras teoras del siglo XX.

Las teoras sobre los efectos y de los enfoques crticos y culturales aparecen como respuesta a la coyuntura en que aparecen los regmenes totalitarios enfrentados en la Segunda Guerra Mundial y la aparicin del mundo bipolar de la postguerra. Entonces, los medios de comunicacin masivos fueron vistos como instrumentos de dominacin pues los bandos en pugna dedicaron grandes esfuerzos y recursos en intensas campaas propagandsticas. La llamada Guerra Fra se escenific mayormente en el campo de batalla de los medios de comunicacin. Tardaran en aparecer teoras ms puntuales del problema de la comunicacin: las de teoras del discurso; las de las mediaciones entre los mensajes y las audiencias; las teoras sobre el comportamiento de las audiencias; y en particular, las teoras sobre la opinin pblica y su relacin con la agenda de los contenidos de los medios masivos. La aparicin de la Internet, como poderoso e integrador medio de comunicacin masiva, ha potenciado estas teoras y ha incentivado nuevas bsquedas tericas.Desde un punto de vista histrico, la mayor parte de las teoras sobre la comunicacin no han dispuesto ni del tiempo suficiente ni de la experiencia social como para desarrollar sus capacidades explicativas, ajustarse o revisarse. Cada medio de comunicacin masivo necesita un tiempo para su desarrollo y consolidacin, en la medida en que va impactando sobre el tejido social, por tanto, teorizar sobre ello implica un perodo de maduracin y experiencia. Pero los medios han acusado constantes innovaciones tecnolgicas que han cambiado, considerablemente, su manera de comunicar y conectarse con que los diferentes pblicos. Con cada innovacin, se incorporan nuevas formas inditas de funcionar como medio y nuevas dinmicas de contener y difundir informacin saberes y conocimientos. Esto hace compleja la posibilidad de estudiar al medio desde el punto de vista de su permanencia como agente de intervencin social. Justamente all estriba el esfuerzo de la historia social de la comunicacin como disciplina cientfica.

Las telecomunicaciones cuentan con una cronologa de 150 aos, aproximadamente. El telgrafo ocupa poco menos de un siglo, tcnicamente hablando, aunque su influencia dur hasta poco despus de la Segunda Guerra Mundial al innovarse en los teletipos, el fax y con la aparicin de los servicios telefnicos ms sofisticados. Mientras el telgrafo cubra largas distancias, el telfono clsico se mantuvo por mucho tiempo en los estrictos lmites de las ciudades. Fue en el ltimo tercio del siglo cuando el panorama cambia por completo con la telefona a distancia y satelital, hasta innovarse por completo en la telefona celular, rebasando las restricciones obvias de la telefona clsica y transformando por completo la funcin social del medio.

La prensa se ha mantenido como el medio masivo clsico, evolucionado en el sentido de mayor especialidad en sus contenidos a travs de un conjunto cada vez ms numeroso de temas y reinventndose en la Internet. El cine, con poco ms de cien aos de historia, ha vivido reinvenciones en la bsqueda de un pblico cada ms desagregado en intereses y gustos. La radiodifusin tambin ha sufrido una cadena de innovaciones y cambios frecuentes en sus formatos y manera de conectarse con las audiencias; y la televisin ha multiplicado su diversidad en temas, especialidades y gneros, cambiando radicalmente su relacin con el pblico entre su origen y lo que actualmente es.

Cada ciclo de innovacin recrea nuevos impactos, forma nuevos pblicos, cambia por completo las expectativas y las velocidades y altera la profundidad, la calidad y el impacto de los contenidos que circulan en un torrente comunicacional, ms numeroso en cantidad y ms complejo en cualidad. Los nuevos escenarios resultantes amplan el espectro comunicacional, el acceso a ms modelos mentales competitivos y, en consecuencia, ensanchan el horizonte de sentido de la sociedad humana en todos los rdenes.En este texto se parte de la conviccin de que no son suficientes los estudios histricos habidos como para disponer de un piso donde sostener las teoras. El impacto social de los sucesivos cambios, requieren ser minuciosamente evaluados, con instrumentos tericos ms eficientes. Una teora que contextualice el momento histrico y su relacin con los contenidos y el lenguaje dentro del torrente de los medios masivos que los comunican. Es tambin conviccin de este trabajo que la teora institucional puede contribuir considerablemente en este sentido. Pero es preciso convertirla en una teora de la comunicacin.

Por instituciones se entiende las reglas de juego que proponen un orden social. Las instituciones formales comprenden las constituciones, las leyes y las normativas que ofrecen un marco para el comportamiento social. Las instituciones informales se manifiestan a travs de los convencionalismos sociales, los prejuicios, las pautas morales, las tradiciones y costumbres que modelan de igual modo el comportamiento de los individuos. Mientras las instituciones son las reglas de juego, las organizaciones son sus ejecutores, de modo que no basta observar el conjunto de instituciones que ofrecen un marco conceptual y normativo al comportamiento social, tambin es preciso estudiar la evolucin del comportamiento de las organizaciones y de su credibilidad ante la sociedad para aplicar, en forma eficiente, el marco institucional donde actan.

Las conexiones entre la teora institucional y la comunicacin son variadas y poderosas. En primer lugar, la teora institucional es una teora de la historia, es decir, una propuesta explicativa sobre la evolucin de la sociedad en general, que pone el nfasis en los cambios institucionales, sus causas, cmo operan y cmo se consolidan en tiempo, o por el contrario, en cmo las culturas ofrecen resistencia a los cambios y cmo fracasan los proyectos de cambio institucional. En este concepto clave, la comunicacin juega un papel estelar. Esa teora histrica considera que los cambios institucionales no operan sino en el largo plazo, en la medida en que los individuos de una sociedad van cambiando lenta y progresivamente sus percepciones y perspectivas. Esto coincide plenamente con el enfoque de la historia social de la comunicacin de la mayor parte de las investigaciones disponibles en esa lnea.

En segundo lugar, la teora institucional propone que la condicin del cambio o resistencia al cambio institucional depende del cambio o ratificacin de las percepciones de los individuos y organizaciones. Aqu tambin el sistema comunicacional cumple un rol importante, pues el postulado propondra que la mayor o menor cantidad de informacin, saber y conocimiento circulando en el torrente comunicacional ser determinante en la percepcin de los individuos y organizaciones como para que stos cambien sus convicciones o las mantengan. En consecuencia, la velocidad de los cambios histricos es funcin de los cambios en el sistema comunicacional.

En tercer lugar, la teora institucional concede al conocimiento un papel en la evolucin y comportamiento social. De ello dependera la fortaleza o debilidad institucional. La fortaleza institucional se concibe como la mayor capacidad que tiene una sociedad en asimilar las presiones de cambio, en variables como la estabilidad y los costos de las fuerzas histricas de cambio (demografa, hbitat natural, recursos disponibles, tecnologas). La naturaleza del conocimiento es tambin un concepto clave en la historia social de la comunicacin, pues de ello depende la estructura y naturaleza de los contenidos, conectados estrechamente al lenguaje y a la capacidad de los medios de comunicacin disponibles para acceder, interactuar, procesar y actuar en consecuencia. Por ello, la sociedad y su evolucin se encuentra muy estrechamente vinculadas a la dinmica del conocimiento.Adems, la teora institucional utiliza otros conceptos vinculantes entre dinmica social y la comunicacin. Por ejemplo, Dependencia de trayectoria, que consiste en la fuerza de las instituciones a permanecer inalteradas en el tiempo, gracias a los mecanismos mentales que se producen para anular la competencia de otros modelos. Este punto se encuentra relacionado con la capacidad comunicacional de las ideas para construir fidelidad y relevo generacional de las ideas.

Otro concepto es el de costos de transaccin, una de las novedades ms destacadas de la teora econmica institucional, que propone la diferencia entre los costos clsicos de la estructura de precios y los costos de las sociedades que dependen de las percepciones, los conocimientos, la credibilidad y las expectativas que incentivan a individuos y organizaciones, y que influyen considerablemente en la curva de costos y productividad. En otras palabras, los costos de transaccin determinan la viabilidad y sostenibilidad de los modelos sociales, de all la estrecha relacin con el sistema de comunicacin. El enfoque la historia social puede contribuir a establecer la relacin entre la historia de los costos de una sociedad, su viabilidad en el tiempo y su capacidad para cambiar y sobrevivir a las presiones de las constantes de las fuerzas del cambio histrico.

El propsito de este trabajo consiste en poner en evidencia estos aspectos y alistarlos para un mayor procesamiento y contrastacin, tomando en cuenta que se trata de una propuesta inicial, que propone una nueva teora de la comunicacin. Por lo pronto se proponen tres captulos para iniciar el debate. El primero, trata un concepto clave de la teora institucional y de la historia social de la comunicacin: el concepto de conocimiento. Se trata de una perspectiva cognitivista que relaciona conocimiento con la accin social humana, en funcin del tiempo. De all el ttulo: El progreso del conocimiento humano. Se hace nfasis en tres aspectos tpicos del enfoque histrico: en su naturaleza, en sus tipologas, y en la dinmica de velocidades en la sociedad histrica. Se intenta percibir una evolucin del conocimiento que sirva para fundamentar y confrontar los razonamientos propuestos por la teora institucional.

En el segundo captulo se desarrollan ms puntualmente conceptos de la teora institucional relacionados con la historia social de la comunicacin, a efectos de precisar sus conexiones. Abre con el ncleo terico ms vinculado de la teora institucional, apoyado sobre todo en los escritos de Douglas North, su ms destacado exponente. Luego se exponen los conceptos bsicos que se proponen desde la historia social de la comunicacin, inspirados en parte por la teora institucional. Cierra el captulo con la definicin de los campos de estudio e investigacin de esta propuesta terica, en tres reas: el de los medios propiamente dichos, el de los usos sociales del lenguaje y el de los sistemas de ideas, o modelos mentales que surten los contenidos de la comunicacin. En resumen, este captulo esboza lo podra ser el modelo terico propiamente de este propuesta central.

El tercer y ltimo captulo de este trabajo se propone como una aplicacin del modelo terico, al caracterizar las lneas de pensamiento durante perodos histricos destacados. En la primera parte se proponen las cuatro grandes modelos mentales que influyen en el pensamiento y concepcin del mundo: el pensamiento pragmtico, el religioso, el esttico artstico y, de ms reciente aparicin, el pensamiento cientfico. Se complementa con una oferta de periodizacin de los modelos civilizatorios que suman el patrimonio institucional de la humanidad, que se resumen justamente, en la tercera y ltima parte de este captulo: la oferta de la democracia, ensayo final, donde se sostiene que el desarrollo institucional tiene en la democracia moderna su ms alto nivel evolutivo, en pleno desarrollo, pues avanza hacia la conformacin de una institucionalidad global, que modificar por completo la dinmica de la sociedad humana.

El tercer y ltimo captulo de este trabajo pone en evidencia que este esfuerzo terico no pretende estancarse en los lmites de la formulacin de un modelo de anlisis. Desde un principio, intenta aplicarse en el nico laboratorio con que cuenta las ciencias sociales para experimentar sus conjeturas: la historia. De eso se trata el mtodo histrico por excelencia: de contrastar lo que postulan las teoras, bien para corroborarlas, bien para hallar debilidades, bien para perfeccionarlas o bien para desecharlas.

Las experiencias sociales acontecidas el ltimo siglo se apoyaron en teoras sociolgicas propuestas en el siglo XIX. Sus programas polticos resultantes han conducido a distintos resultados. Unos han sido exitosos en producir inclusin, consenso, democracia y desarrollo econmico, suficiente como para abatir la pobreza de la mayor parte de su poblacin. Otros, en cambio, produjeron exclusiones, disensos, conflictos internos, regmenes arbitrarios, estancamiento econmico y pobreza. Y para colmo, estimularon desconfianza mutua entre los pases y una tensin internacional que provocaba guerras internacionales y justificaba carreras armamentistas. El modelo terico ac propuesto no estara a gusto sin asumir una revisin concienzuda sobre el papel de las teoras y programas sociales en la dinmica social del pasado y del presente. Por eso, en las lneas que siguen, aunque de enfoque histrico, se preocupa por los problemas del presente. Progresivamente, ciencia y humanidades han contribuido a fortalecer la democracia como forma de vida. La ciencia, promoviendo la racionalidad necesaria para la construccin de un marco institucional global, con criterios de convivencia, desarrollo y superacin de los problemas humanos. Las humanidades, con sus imprescindibles aportes para un marco tico y un mundo estticamente atractivo. Esto conforma un marco institucional que implica un importante cambio en nuestras percepciones y modos de vida, donde los gobiernos renuncien a la manipulacin de las leyes, donde las organizaciones se apeguen a las normativas y donde los individuos asuman la responsabilidad que necesita la convivencia en libertad.Finalmente, es importante insistir en que el contenido de estas lneas se tome como incentivo para el debate, contribuyendo en la construccin de una necesaria teora general de la comunicacin. No implica descartar lo heredado, como tampoco creer, arrogantemente, estar creando algo original. La historia del conocimiento nos revela que no existe la originalidad sino continuidad. Esta nueva teora tiene que construirse armando las piezas sueltas del rompecabezas disperso que es an la Comunicologa como disciplina de las ciencias sociales.Captulo I

EL PROGRESO DEL CONOCIMIENTO HUMANO

Captulo I:

El progreso del conocimiento humano

El conocimiento es el concepto clave, sobre el cual se sostienen los argumentos centrales de la teora institucional de la comunicacin que se propone en esta obra. El propsito de este captulo es explorar diversos aspectos sobre el concepto, su naturaleza, tipos de conocimiento y el impacto que en la velocidad de los tiempos en comunicacin, que ponen en evidencia el sorprendente poder de cambio histrico del conocimiento como fenmeno social.

No se trata de un tratado de teora cognitiva, aunque en alguna medida, la teora institucional toma de sta algunos aspectos para sostenerse, como es el argumento que afirma la poderosa influencia del conocimiento en el comportamiento social. Sino ms bien de poner de relieve puntos que nos interesan resear como ejercicio histrico. Por ello, el esfuerzo en presentar la historia de la humanidad como una historia de la evolucin del conocimiento.

Este captulo intenta poner de relieve algunos aspectos paradjicos que suelen quedar como cabos sueltos en la historiografa. Razn por la cual se inician estas lneas con temas que bien pueden ser polmicos, tales como las tesis histricas del difusionismo cultural y el aislacionismo, que an provocan debates en los expertos. Temas tan vinculados a nuestro presente como la oposicin entre memoria colectiva y memoria individual que, desde la perspectiva histrica que se propone, no son opuestas sino complementarias. Tambin se alude el aspecto incremental del conocimiento y su capacidad para modificar nuestro presente, puesto que la experiencia histrica del conocimiento representa un agregado de ensayo y error que han dado paso a una mayor asertividad y efectividad en su aplicacin. Acumulacin que se ve representada en las lneas clsicas del saber occidental, aclarando que se entiende por saber occidental al fenmeno histrico que en diferentes pocas representan un salto cualitativo importante en la percepcin del mundo y que lo han modificado sin lmites geogrficos ni tnicos. Quedan, por supuesto, muchos cabos sueltos, as que tmense estas lneas como una entrada para debatir.

1.1. La naturaleza del saber y el conocimiento

Es preciso establecer la diferencia entre la evolucin historia de la sociedad humana, por una parte, y la evolucin del pensamiento y el conocimiento humano, por otra. Las lneas que trazan ambos conceptos en el tiempo no siempre coinciden. No slo no coinciden sino que, adems, se separan en ocasiones. Algunos pueblos tienden a valorar el saber, y en consecuencia, a incentivar y premiar la innovacin y el desarrollo del saber, a ampliarlo y difundirlo, es decir, a compartirlo.

Esta idea supone que, mientras ms conocimiento est en manos de la poblacin mayores sern las posibilidades de elevar la innovacin tcnica y social. Las tribus ms antiguas tendan a practicar formas de compartir el saber, gracias a lo cual algunas de ellas alcanzaron formidables desarrollos. Aunque luego, en algn punto del desarrollo, el saber se asoci al poder y a ser controlado y regulado por ste.

Otros pueblos en cambio, protegiendo sus patrimonios culturales, desarrollaron mecanismos mentales de proteccin, tan eficientes, que impermeabilizan sus culturas frente a cualquier influencia externa y a cualquier cambio interno. El saber y el conocimiento tienden a ser controlados y severamente administrados, mediante el ejercicio discrecional del poder, apoyado por tale cdigos mentales. En este supuesto, la sociedad debe permanecer ignorante, guiada por una lite dirigente que interpreta, legitima y administra el saber.

El nacionalismo, por ejemplo, es un fenmeno cultural que ha logrado construir tradiciones xenofbicas, de tanta fuerza e influencia, que logran impedir que otros saberes indispensables para el bienestar humano puedan difundirse hacia el tejido social al que se pretende proteger. Pese a su reciente aparicin histrica, poco ms de cinco siglos, el nacionalismo ha logrado imponer un enfoque del mundo, poniendo en evidencia que un mecanismo mental puede convertirse en un dispositivo inhibidor del cambio social, al construir una red de prejuicios modeladores del comportamiento social.

Contamos con muchos casos similares que ratifican esta aseveracin. Casos que tienen su origen en la inclinacin humana para construir mitos y prejuicios alrededor de los eventos del saber y el conocimiento. Para la mayora de las culturas antiguas, y an hay muchas tradiciones que creen firmemente en esto, la mayor parte de los fenmenos de la naturaleza permanecieron sujetos a la voluntad de las fuerzas sobrenaturales, que actuaban conforme a una relacin pendular con los seres humanos. Una veces a favor, otras en contra. Muchos pueblos pagaban costosos sacrificios para invocar el favor de estas fuerzas sobrenaturales. Muchos de estos sacrificios se practicaban con humanos y fueron causa de grandes conflictos entre civilizaciones.

Las diferentes modalidades que se observan en la historia y el desarrollo civilizatorio, corroboran que el conocimiento evoluciona de forma independiente al de la sociedad humana en su conjunto, y muchas veces, a pesar o en contra de sta. Es decir, que ante la insistencia de muchas culturas por no cambiar, el conocimiento operar, tarde o temprano, como una poderosa fuerza para alterarlas de algn modo.

Si bien ambos conceptos, conocimiento y sociedad, parece evolucionar con relativa autonoma uno de otro, la evolucin histrica tiende a empearse en el siguiente determinismo: la evolucin de la sociedad humana est considerablemente influenciada por la historia del conocimiento humano.

Por ser ste un punto central de la propuesta terica que apuntamos a lo largo de este trabajo, es preciso repasar algunos aspectos imprescindibles de la historia del conocimiento humano, que muchas veces suelen perderse de vista. Uno de los puntos problemticos es el constatar la persistencia humana por aferrarse a las tradiciones, al deseo de no cambiar, cuando todo parece indicar que la naturaleza humana est presionada hacia el progreso y el cambio constante. Y en efecto, los humanos pensamos constantemente en el modo de innovar y mejorar nuestras acciones y en cada procedimiento que nos toca realizar en las actividades esenciales: ganarse la vida, protegerse, descansar, recrearse y crear, en el sentido artstico del trmino.

En un momento determinado, alguien consigue introducir alguna innovacin en algn procedimiento que hemos estado haciendo rutinariamente por mucho tiempo. Si constatamos que esa innovacin nos ahorra esfuerzo y costos, la adoptamos de inmediato, es decir, introducimos un cambio en nuestras tradiciones. El acto de cambiar es innato en los humanos, y est asociado, en su mayor parte, con la relacin costo-beneficio de nuestro comportamiento. Si estamos convencidos acerca de la condicin renovadora de la humanidad, que de hecho explica la historia en s misma, entonces: Por qu las sociedades se resisten a introducir cambios?

El destacado filsofo y matemtico europeo del siglo XVII, Blaise Pascal (Reale y Antiseri, 2001), considerado una de las mentes ms brillantes de la historia del pensamiento europeo de todos los tiempos, crea firmemente en la condicin innata del progreso en el conocimiento humano. El progreso se convierte, en el enfoque pascaliano, en una constante histrica que acta en un determinado sentido sobre la evolucin sociolgica humana, segn la cual, todo individuo progresaba da a da, del mismo como que, en consecuencia, lo haca el resto de la humanidad

Pero tal enfoque optimista de Pascal se refuta en muchos casos, en los que individuos y sociedades, pese a entrar en contacto con saberes y conocimientos, no slo los desconocen sino que los niegan y bloquean en sus estructuras mentales. Esta paradoja requiere de una explicacin ms eficiente que las que hasta ahora hemos heredado de nuestros sabios, filsofos, cientficos, artistas e intelectuales.

Pero tambin es cierto lo que afirmaba Pascal de modo tan contunde. De algn modo aumentamos a diario nuestro caudal de saberes. Lo confirma el hecho cierto de que cada da recordamos alguna experiencia anterior, que interviene en nuestra percepcin del presente y del futuro. Esta es la forma ms sencilla de operar el aprendizaje, y ocurre en todas las sociedades, sin importar las resistencias culturales y los diferentes esquemas mentales que imponen restricciones al aprendizaje de nuevos conocimientos.

Sabemos que la paradoja cambio y no cambio histrico est vinculado a las claves conocimiento y modelos mentales en la sociedad. Pero una perspectiva de la evolucin histrica de ambos conceptos no basta para explicar las sorprendentes asimetras de la evolucin de las sociedades humanas. El por qu algunas sociedades permanecen inalterables en el tiempo y el por qu otras cambian a alta velocidad. Esta es la paradoja que intenta resolver la teora institucional.Aislacionismo versus difusionismo y filtro cultural

Gracias a este constante afn por aprender, los individuos pueden reflexionar sobre sus propias experiencias de manera permanente. Este aspecto influye considerablemente en la concepcin de la historia del saber, y llevaba a Pascal a creer firmemente en la condicin innata e inevitable del progreso humano. El problema con esta proyeccin de Pascal es que no puede explicar el problema de las asimetras del desarrollo en el progreso humano actual. Si los humanos de ahora no son tan diferentes de aquellos humanos de la antigedad, en cuanto a su condicin de aprender, entonces por qu las diferencias actuales, tan abismales, en los llamados estados de desarrollo.

Una respuesta rpida a esta interrogante se apoya en la tesis del aislamiento, segn la cual, durante la mayor porcin de la historia, los diferentes grupos humanos se hallaban aislados entre s, con bajos grados de comunicacin e intercambio. Mientras unos grupos desarrollaron saberes, conocimientos, y con ello, tecnologas, otros los ignoraban y se mantuvieron sin cambios sustanciales en sus tasas de innovacin. De esta manera se fue extendiendo y consolidando el fenmeno de la asimetra en la tasa social de conocimientos, asimetra que aumentaba conforme tambin lo haca el grado del aislamiento.

Esta tesis del aislamiento confronta problemas para explicar las evidencias histricas que muestran complejos escenarios de interactividad intensa entre los grupos humanos, sobre todo a partir de la expansin provocada por la aparicin y desarrollo de la agricultura. De hecho, an aisladas, las grandes culturas de la antigedad practicaban el sedentarismo agrcola. De estos ncleos civilizatorios, los grupos ms hbiles en tecnologa, sobre todo de en tecnologa blica, expandieron sus grados de influencia en extensos territorios, sometiendo militarmente o culturalmente a otros grupos o ncleos, apropindose, absorbiendo o intercambiando conocimientos.

Este comportamiento temprano de la antigedad caracterizaba a los cinco grandes imperios que entonces conoca la humanidad. Centros imperiales que mantenan una intensa actividad comercial dentro y fuera de sus dominios, actividad que conllevaba al intercambio constante de saberes. Aunque las distancias continentales aislaban a algunos de estos imperios, o grandes ncleos civilizatorios, que se ignoraban entre s, el patrn de desarrollo fue relativamente similar entre ellos. Esa evidencia hace cuesta arriba sostener la tesis del aislamiento.

Paradjicamente, es a partir de los viajes intercontinentales cuando comienzan a extenderse las brechas entre las sociedades segn su desarrollo tecnolgico, comercial y productivo. En efecto, las intensas relaciones entre aquellos pueblos, incentivaron la evolucin hacia la cultura del comercio y del intercambio como parte esencial de la sobrevivencia social. Esta cultura comercial condujo a la Era Global, es decir, a la condicin de la escala planetaria de la sociedad humana que surgiera poco despus de los llamados viajes de descubrimiento (Ferrer, 1996).

Descartada la tesis del aislamiento comunicacional, la conjetura explicativa acerca de las asimetras del desarrollo social humano, desde el pasado y hasta el presente, podra descansar en los diversos modelos mentales que muestran las culturas humanas. Dichos modelos mentales actan como filtros seleccionadores de saberes. Cada cultura impone un programa de prioridades e incentivos que privilegian unos saberes por sobre otros, as como pueden ignorar a otros conocimiento por completo. Cada filtro cultural parece predisponerse a la fuerza de cambio producida por el efecto incremental del saber y del conocimiento. Y en efecto, muchas culturas se resisten a aprender, como modo de comprender y valorar al mundo, legtimo o no, con el propsito de sobrevivir al tiempo histrico que le ha tocado vivir.

Frente a otras tesis, esta conjetura explicara ms eficientemente lo paradjico de un mundo tan desigual, a pesar de haberse alcanzado grados fantsticos de complejidad y desarrollo del saber y el conocimiento. Por alguna razn, que toca ahora a las teoras de la historia explicar, algunas sociedades disponen de culturas ms inclinadas al conocimiento, y por tanto, a comportar el cambio incremental por conocimiento en sus culturas. Otras, en cambio, tienden a aniquilar, restringir o predisponerse al conocimiento nuevo, casi siempre con el argumento de la preservacin de las tradiciones. Aquellas, han logrado avanzados desarrollos tecnolgicos que observamos hoy, para bien y para mal. stas an se mantienen viviendo similar a sus antepasados, como si el tiempo histrico no hubiera transcurrido.La paradoja: memoria individual y memoria colectiva

La capacidad racional del hombre descansa en su capacidad para recordar sus experiencias diarias, para reflexionar sobre ellas y acumularlas en forma de aprendizaje. Este proceso mental dota a las personas de mayores posibilidades para enfrentar con mayor certeza y fiabilidad los acontecimientos que le estn por venir. El ser humano, en tanto ser individual, tiende a ser racional por naturaleza, sin menoscabo de su abrumadora naturaleza emocional.

Del mismo modo con que opera la memoria individual, igual parece funcionar la memoria colectiva, pues una parte del conocimiento del pasado se retiene y se acumula, en la medida en que se encuentran formas y mecanismos de aumentar el caudal de la memoria del pasado. Desde la antigedad ms remota, los mitos oralmente transmitidos de generacin en generacin fueron el recurso por excelencia de la memoria colectiva.

Otro mecanismo poderoso y eficiente ha sido, y an lo es, la iconografa. Las imgenes, al no requerir la compleja condicin del lenguaje escrito, posee la poderosa capacidad de transmitir ideas con gran impacto a travs del tiempo. La popular frase una imagen vale ms que mil palabras es completamente obvia: el homosapiens ha vivido en el planeta desde hace, aproximadamente, 200.000 aos, y de estos harn 10.000 aos desde que dispone del alfabeto. Apenas el cinco por ciento del tiempo de su existencia.

La memoria colectiva no equivale a la sumatoria de las memorias individuales, ya que la primera es un mecanismo de representacin social y la segunda una expresin de la individualidad. En la medida en que retrocedemos en el tiempo histrico, la memoria colectiva se impone considerablemente sobre la memoria individual, porque una se halla contenida en la otra. Los individuos abrazan la memoria colectiva como una manera de proveerse de certidumbres y de pertinencia social. Su memoria individual depende, en alguna medida, del orden que le provee la memoria de su clan o nacin.

La memoria colectiva tiende a ignorar a la individualidad y hasta suprimirla, al forzar a los individuos a aceptar como verdades indiscutibles la estructura de sentido heredada como patrimonio de dicha memoria colectiva. Es lo que solemos llamar tradiciones, gracias a las cuales los individuos suelen sentirse seguros y confortables como para que se sientan poco inclinados a cambiar sus percepciones.

Sin embargo, lo individual es insustituible en la condicin humana. Por alguna razn, no tan fcil de explicar, algunos individuos disienten de las tradiciones, las cuestionan y construyen nuevas opciones de pensar y de dar sentido a la realidad. En ocasiones, basta que un individuo tenga una ocurrencia innovadora para alterar todo un orden de estable tradicin. Son abundantes los casos en los que una sola idea innovadora llega a convertirse en una conviccin tan poderosa como para alterar radicalmente la estructura armnica de una fuerte tradicin de memoria colectiva de su sociedad precedente. Este es un patrn de comportamiento muy comn en la historia del conocimiento humano.De manera que no es muy seguro afirmar que la suma de las experiencias individuales equivale al total de la experiencia colectiva. Esta idea puede describir los casos de algunas sociedades en donde el desarrollo del conocimiento surgido de las iniciativas individuales se incentiva, se protege y se difunde, para compartirse con el resto del tejido social. La patente, por ejemplo, es una institucin que ms visualiza este fenmeno. Luego, el xito social y buena acogida del saber novedoso impulsan a muchos individuos a la invencin y la innovacin, a travs de un efecto exponencialmente reproductivo. Ciertamente, la mayor parte de los inventos que conocemos en el presente son parte de una cadena progresiva de invenciones y sus sucesivas innovaciones.

Muchos de los primeros innovadores aprovecharon sus inventos para hacerse ricos y ascender socialmente. En aquella poca muy pocas sociedades ofrecan posibilidades de escalar econmica, y mucho menos, socialmente. En algunas sociedades occidentales la inventiva pas a ser un talento apreciado socialmente, ofreciendo expectativas atractivas de ascenso social. Mientras que en otras sociedades, el talento constitua ms bien un peligro para la integridad fsica de quien lo mostrara e hiciera pblico.

No obstante, a medida que nos aproximamos al presente, saber y talento fueron convirtindose en un bien apreciado, a pesar de la resistencia de muchas culturas socialmente establecidas, que reaccionaban negativamente a travs de las tradiciones. El conocimiento innovador tuvo que enfrentar una cadena de muros mentales impuestos por la memoria colectiva. En consecuencia, la experiencia colectiva suele, por su propia naturaleza, cumplir un papel inhibidor de la experiencia individual, salvo en aquellos casos en que la sociedad ha consolidado instituciones protectoras o promotoras del conocimiento innovador, como lo fue el caso de la patente referido, la cual surge tardamente, en Inglaterra, a mediados del siglo XVII.

Pero la memoria humana es dbil y finita. La muerte de cada individuo implica la prdida de su caudal de experiencias. Lo mismo ocurre con la memoria colectiva cuando algn evento interrumpe la continuidad de su transmisin. Las capacidades y las destrezas que disponga una sociedad es una funcin directa de su habilidad para acumular, preservar y proteger de la adversidad de la muerte el patrimonio de suma agregada de sus experiencias individuales.

Ello explica por qu del patrn que siguen las memorias colectivas para protegerse del caos que sobreviene cuando se produce una crisis por conflicto entre los individuos de una banda, tribu o sociedad, es decir, cuando ocurre una crisis de desobediencia de la memoria colectiva integradora y proveedora de un orden. Se explica y se comprende el por qu el orden colectivo conocido busca protegerse de la potencial capacidad de los genios individuales para introducir cambios.

Como muchas fuerzas de cambio social, este aspecto de la memoria social se nos presenta como una contradiccin: la resistencia natural a protegerse y sobrevivir de la memoria colectiva impone escasos incentivos a los individuos para contribuir con su innovacin. Incluso, muchas sociedades de ayer y de hoy imponen castigos a quienes se atrevan a disentir del modelo heredado y aceptado. Es lo que se llama hereja. Y sin embargo, para que una memoria colectiva ofrezca la mayor cantidad de certeza y eficiencia en proponer un orden efectivo y en ofrecer la solucin explicativa de los eventos novedosos requiere considerables incentivos a los individuos ms talentosos para que ajusten de forma constante y progresiva dicha memoria, aumentando de este modo su caudal de saberes.

Las complejas asimetras que muestra la historia del conocimiento humano, y en consecuencia, en la historia de la civilizacin humana, parecen subrayar esta paradoja crucial. As pues, la historia social de la comunicacin debe dedicarse a estudiar y resolver estas contradicciones, a la luz de los casos que nos brinda la historiografa disponible, e incluso construir nuevos casos de estudio sobre conocimiento como evento consustancial humano. Toca reconstruir la historiografa con base en estas interrogantes.

El aumento exponencial en la tasa del conocimiento

Por otra parte, el ritmo con el que se acumula la totalidad del conocimiento humano cambia considerablemente de acuerdo con la poca. Por diferentes razones, la velocidad en el ritmo de la produccin y acumulacin del conocimiento se acelera en determinados momentos histricos. Es notable la aceleracin ocurrida en el siglo V antes de Cristo, desde el epicentro de la cultura griega, o durante el Renacimiento con la aparicin del Humanismo y la Ilustracin, o durante la Revolucin Industrial, o en la actual Era de la Informtica que an vivimos.

Tambin se observan perodos muy lentos, como el de la Edad Media europea, y casos de sociedades que permanecen inmutables en el tiempo, como algunas sociedades predominantemente islmicas, que permanecen sin cambios sustanciales desde su conversin al Islam, o como algunas sociedades asiticas, con un peso muy poderoso de las tradiciones. Esto no significa que ni el Islam ni las culturas orientales sean modelos que no generen cambios. Muchas culturas islmicas cultivaron y apreciaron el conocimiento como un bien beneficioso y de prestigio. Algunas sociedades islmicas de la poca pre-medieval destacaron en matemticas y tecnologas diversas, y es notable la influencia de la tecnologa oriental en Europa gracias a las cuales fueron posibles los viajes de descubrimiento. Los diferentes perodos histricos que se destacan muestran patrones que los caracterizan de acuerdo con el ritmo con el que el conocimiento influye en su dinmica de cambios o resistencia al cambio. Es labor de la historia estudiarlos y aprovecharlos para la actualidad.

Lo que s parece comportarse como una constante histrica es la tasa de acumulacin del conocimiento. sta no se ha detenido desde que ocurrieron las grandes singularidades histricas del saber, como la invencin y difusin del alfabeto, la consolidacin de la agricultura y con ello la sedentarizacin, la capacidad de medicin del tiempo, las herramientas, las mquinas. Y por supuesto, hoy menos que nunca, podra detenerse.

Gracias a esta acumulacin exponencial del conocimiento, a medida en que nos acercamos al presente, sabemos ms de nuestro pasado. El progresivo mejoramiento en el conocimiento del pasado, en todos los rdenes de la vida, tiende a aumentar nuestra capacidad para comprender lo que ha ocurrido con nuestra civilizacin. Ahora sabemos ms de la historia natural o geolgica, y ese saber ha sido cada vez ms til en la relacin de las sociedades con la naturaleza. El caso, por ejemplo, del descubrimiento del mapa gentico humano y el de otros seres vivos, ha dotado a la humanidad del poder de modificar o alterar lo que la naturaleza ha construido. Con conocimiento ms completo acerca de la estructura de gobierno de la vida biolgica encerrada en las molculas del ADN los humanos han adquirido un inmenso un poder, equivalente a la metfora de Dios que describen las escrituras sagradas de las religiones modernas (Judasmo, Cristianismo e Islamismo). Lo mismo ocurre con la tecnologa de la manipulacin molecular ms reciente, y particularmente con las llamadas nanomquinas, an en etapa de investigacin y sobre todo de especulacin cientfica, pero que de concretarse ofreceran un poder inmenso: el de la posibilidad de la manipulacin y alteracin molecular.

En relativo poco tiempo histrico, la civilizacin ha alcanzado un casi ilimitado poder de transformacin de la naturaleza y la sociedad, gracias al constante incremento en la tasa individual y en la tasa social del conocimiento. Todo esto ocurriendo en el contexto de un mundo que an padece profundas asimetras, y que an padece de los males ms antiguos. En efecto, la humanidad an padece problemas, los naturales, como hambrunas, enfermedades epidmicas y endmicas, catstrofes naturales; y problemas sociales como: pobreza, guerras, conflictos sociales, discriminacin, el terrorismo, por nombrar slo algunos. Es a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando la humanidad ha decidido enfrentar estos problemas a escala mundial. Apenas se dan los primeros pasos gracias a la institucionalidad alcanzada por la Organizacin de Naciones Unidas.

Es tambin desde la segunda mitad del siglo XX cuando comienza a hacerse efectiva la masificacin del conocimiento. Cada vez ms sociedades construyen aparatos educativos capaces de dotar de un nivel de conocimiento a sus poblaciones. La antigua lite exclusiva de de sabios ha sido progresivamente sustituida por una comunidad de cientficos, tcnicos y profesionales en una formidable expansin de la especializacin y temticas. Se trata de una fase indita en la historia del saber, la sociedad del conocimiento se encuentra en pleno proceso de formacin y su impacto como vector de cambio social se est comenzando a sentir al constatarse una mayor participacin de las instituciones de conocimiento para con los grandes o cotidianos problemas de la humanidad.

No obstante, para algunas sociedades el saber equivale a una banalidad. Son sociedades donde a pocas personas les interesa instruirse y acceder al conocimiento, en contraste con las posibilidades cada vez ms abiertas de acceder al saber, como nunca antes lo estuvo. An en muchas culturas y sociedades diversas, el saber es un bien indiferente, o temido, asumido como una seal de destruccin, como una amenaza. Desde estos enfoques, el conocimiento es una fuente de temor frente a las consecuencias del conocimiento. Miedo al cambio y por tanto de resistencia a cambiar. Esta es tambin una interrogante importante en el enfoque terico de las instituciones, averiguar el por qu algunas sociedades se hacen resistentes o altamente seleccionadoras del saber y el conocimiento.

En este mismo orden de ideas, muchas civilizaciones sabias se afanaron en construir poderosas maquinarias de guerra y destruccin. Unas veces con la excusa de su propia seguridad, y otras, para sencillamente asegurarse suministros y fuentes de energa. No todas las elites dirigentes de los grandes estados histricos, aquellos que tuvieron una influencia poltica o econmica o cultural o militar, actuaron orientados por la sabidura y la sensatez. En la medida que retrocedemos en el pasado, hallaremos experiencias catastrficas. Quizs un gran ejemplo ms reciente, el caso del muy sabio pueblo alemn, seducido por un lder de ideas primitivas que condujo a la nacin a una de las ms destructivas guerras que ha conocido la humanidad. Fue el de Adolfo Hitler y de muchos otros casos como el suyo que conocemos gracias a la historiografa.

Este contrasentido, esta paradoja, segn la cual a pesar de que disponemos de suficiente acumulacin de saber como para resolver gran parte de los problemas humanos, sin embargo, observamos culturas que desprecian, rechazan, ignoran y hasta condenan ese saber. Es una interrogante que una historia social de la comunicacin debera intentar responder, pues las explicaciones de teoras sociolgicas disponibles no han sido del todo satisfactorias.

La civilizacin humana ha hecho avances significativos en los saberes sociales ms complejos. El sistema poltico se ha abierto y la democracia ha emergido en el siglo XX, con sus marchas y contramarchas. Todava con ms retos y promesas que logros alcanzados. Quedan por resolver muchos problemas por parte de los sistemas polticos abiertos, frente a una demanda de mayor participacin en las tomas de decisiones.

Vale la pena indagar por qu algunos pueblos se permiten perodos cclicos de regmenes despticos y totalitarios, cuando conocen de experiencias de sociedades abiertas y democrticas, e incluso, que las han vivido y experimentado. No parece que suficiente haber alcanzado, producido y acumulado considerables porciones de saber y conocimiento. Algo ocurre en el traspaso generacional, en el acto de difusin de los saberes, en la relacin de los individuos o los colectivos en su contacto y relacin con el conocimiento. Es preciso evaluar las consecuencias deseadas o las no-deseadas de la planificacin de la sociedad. Tratar de entender el por qu de esta especie de cansancio o agotamiento en el nimo social, o escepticismo e incredulidad frente a un posible mejor futuro, o frente a la aparente corrupcin de los valores que inicialmente dieron impulso a las gestas por lograr el bienestar de las siguientes generaciones. Algo pasa que es preciso averiguar, pues ante un ensanchamiento sin precedente en el horizonte del saber, de pronto todo parece perder o carecer de sentido.La moraleja de estas desalentadoras conjeturas sobre la indiferencia social ante el conocimiento parece indicarnos que la acumulacin de saberes no nos hace mejores personas. Los cientficos alemanes que sirvieron a la causa del nazismo, por ejemplo, destacaron en el saber heredado de una larga tradicin de conocimiento, que destac al pueblo alemn. No puede ponerse en duda la notable tradicin germnica por el saber que lo ha convertido en unos de los pueblos ms destacados en la produccin intelectual. No obstante, los nazis utilizaron ese conocimiento como un instrumento de destruccin masiva de otros seres humanos, y para dominar por la fuerza a otros pueblos. Cuesta creer que la dirigencia de un pueblo tan instruido haya intentado exterminar, poco les falt, a otros grupos humanos por considerarlos inferiores.

Esta perspectiva nos indica que la estructura de saber tampoco es simtrica en su desarrollo. El impacto del conocimiento en la sociedad no traza una lnea recta en la evolucin histrica. La ciencia y la tecnologa, por ejemplo, evolucionan a velocidades espectaculares, es algo que salta a la vista. Pero la filosofa, la tica, la poltica y las ideas modernas sobre la tolerancia, la aceptacin mutua y la convivencia social no han mostrado un desarrollo similar.

Tal vez sea cuestin de tiempo. Tiempo para que el esfuerzo institucional alcanzado mundialmente por las organizaciones logre aprovechar al mximo los avances ms destacados de la democracia, como un sistema de convivencia de las diferencias humanas y con beneficios como la estructura de derechos sociales y humanos que se han constituido como leyes y referencias de comportamiento por todo el mundo.

Probablemente haga falta un enfoque diferente en esta historia de la evolucin del saber. Hasta hace poco se asociaba el saber y el conocimiento al campo exclusivo de la ciencia y la tecnologa. Quizs el impacto del conocimiento acumulado y por producir an est por influir sobre el comportamiento emocional humano. Aunque reciente, la aparicin del concepto inteligencia emocional, propuesta por Daniel Goleman (2005), ofrece pistas respecto. Y en efecto, es reciente el nfasis que hoy le prestan las comunidades cientficas a la estructura de las emociones humanas. Ahora tenemos certeza acerca de la abrumadora proporcin con que las emociones interfieren en el comportamiento humano, en todos los rdenes y en todos los tiempos. Todas las disciplinas cientficas que han estudiado el comportamiento humano han reconocido este hecho. Los humanos toman decisiones motivados por muchos factores. Un nmero de stas racionales, pero las ms son emocionales. En su trabajo Televisin subliminal, Joan Ferrs (1996) expone este aspecto del comportamiento humano, con abundantes evidencias y dejando pocas dudas. Adems, se deja tambin clara la participacin de la comunicacin moderna como fuente de influencias y referencias en las personas en la actualidad.

La ausencia del tema acerca de la influencia de las emociones como parte importante en la dinmica del comportamiento es una debilidad del conocimiento cientfico, y lo que explica que hayamos avanzado tan poco en conocer la estructura de funcionamiento de nuestras emociones, desde la perspectiva cientfica. Es decir, sistemtica, objetiva y aplicada. Esta afirmacin no desconoce el esfuerzo de disciplinas cientficas como la Psicologa. Pero el comportamiento humano es un problema a compartir por todas las ciencias, y en consecuencia requiere de un esfuerzo de todas las disciplinas. Ha sido el arte, a travs de la plstica, el teatro, la msica y la literatura las disciplinas que han dedicado esfuerzos por hacernos comprender la importancia del fenmeno de las emociones sobre nuestras vidas, las cotidianas y las trascendentes. Toca ahora a la ciencia, intentarlo.

Sorprende que, a comienzos del siglo XXI, pese a tener disponible y haberse consolidado la cultura de derechos humanos, an persistan acontecimientos que muestran la condicin primitiva del hombre. Los casos relativamente recientes del Holocausto judo, la exterminacin tnica en la guerra civil de la antigua Yugoslavia y la persistencia de guerras de diferentes escalas, donde an se practican crueles y degradantes actos contra las personas, constituyen evidencias acerca de la persistencia de anomalas en el comportamiento humano. Pero, para concebir que se trata de una anomala, ha sido necesario saber que es una anomala, y que se trata de una anomala.El progreso del conocimiento fue trabajosamente lento en los tiempos en que la memoria colectiva apenas lograba traspasar las brechas generacionales. Muchos saberes acumulados, tras penosas experiencias y mucho tiempo de observacin se perdan irremediablemente por carencia de un sistema de almacenaje, conservacin y accesibilidad. La invencin del alfabeto comenz a resolver esta restriccin. Desde entonces cambi, para siempre, el ritmo de transferencia del saber en el tiempo y se dispar la curva hacia arriba en la tasa social del conocimiento, de un modo espectacular, que an no se ha detenido.

Pero el alfabeto no slo permiti almacenar saberes, tambin cre nuevos tipos de conocimientos. Los humanos aprendieron muy lentamente a pensar con las palabras, a construir un lenguaje abstracto, como el lenguaje de las matemticas, el lenguaje de la filosofa, el lenguaje de la ciencia. El lenguaje se convirti en una dimensin real, donde el pensamiento construye sistemas complejos con sus propias leyes y reglas de funcionamiento. Una realidad abstracta, pero en conexin con la realidad cotidiana. Las ecuaciones matemticas no existen en la realidad cotidiana, pero contribuyen a comprenderla y hasta modificarla. En consecuencia son tan reales como la realidad. Esto fue impensable e imposible en los tiempos de la transmisin oral del saber.

Pero el pensamiento abstracto no es exclusivo de los pueblos alfabetos. Muchas culturas con algn nivel rudimentario de escritura o que han usado alguna forma primitiva de alfabeto o, simplemente, sin siquiera poseer alfabeto alguno, lograron importantes avances en diferentes terrenos, tales como la ingeniera, tcnicas agrcolas, organizacin social y otros avances por el estilo. Las experiencias sociales de los egipcios, los aztecas, los incas, los mal, los songhai y muchos otros antiguos, casi todos de modelos imperiales, son prueba de que la capacidad humana para construir pensamiento complejo con apoyo de signos ideogrficos (Ferrer, 1996).

Esto pone en duda las nociones de Prehistoria e Historia, que como se sabe, toman como vrtice temporal la invencin de la escritura para separar, en dos grandes bloques temporales, la historia de la humanidad. Podra ser una percepcin engaosa, que requiere corregirse de inmediato, porque conduce a una inevitable discriminacin que de ella se deriva: que los pueblos analfabetas son atrasados con respecto a los pueblos alfabetizados. Se pueden presentar ejemplos de la Antigedad que contradicen tal deduccin. Aunque la humanidad dispone de alfabeto, es decir, un sistema de signos para el registro escrito de los fonemas, no fue sino hasta bien entrado el siglo XX cuando el alfabeto se hace masivo.

Luego, los idiomas alfabetizados esperaron la invencin de la imprenta para estandarizar su sistema de signos. Y de all, superar una gran cantidad de barreras hasta la su expansin y uso masivo. Saber leer y escribir es un bien cultural reciente. Muchos pueblos estn saliendo de los lmites del analfabetismo. Y aunque la cultura oral e ideogrfica o iconogrfica posee grandes cualidades para procesar saberes y conocimientos, es indudable que los lenguajes escritos son indispensables para acceder a bienes de conocimiento complejos.

La historia social de la comunicacin no puede limitarse a una cronologa de eventos comunicacionales. Aunque dicha cronologa sea su materia prima por excelencia. Tampoco a restringirse al relato de cmo los medios de comunicacin humana han contribuido a construir el andamiaje del saber civilizatorio, que ha sido el aporte sustancial de la historiografa para la comunicacin. Pero estos activos no bastan para responder las preguntas tales como las que se han expuesto prrafos arriba.

La historia social de la comunicacin puede ser tambin una opcin explicativa, acerca del cmo en las diferentes pocas la humanidad se han podido resolver o sucumbir a diferentes retos de su propia sobrevivencia y desarrollo como especie en el planeta. Una historia que narre cmo el saber y el conocimiento han transformado al individuo y a la sociedad en su conjunto. Una historia que intente explicar el cambio y la resistencia al cambio de los grupos humanos, hasta el punto de encontrarnos, hoy, un desarrollo formidable, pero con un mapa global con grandes asimetras. Una ciencia histrica as planteada podra arrojar luces a las paradojas que nos sorprenden an y de los problemas que nos aquejan.

La lnea clsica del saber occidental

En su tiempo, la disolucin del Imperio Romano en el quinto siglo equivali a un cataclismo social. A partir de la debacle de Roma como civilizacin, con alrededor de un milenio de duracin, aquel mundo optimista que haba creado dio paso a un mundo oscuro, de miserias, violencia y el terror. Estos males lo vivieron con particular intensidad la mayor parte de los pueblos de Europa, que haban disfrutado de una poca de oro y relativo bienestar.

Con todas las iniquidades resultantes, propia de su expansin militar, el Imperio provea de certidumbre y seguridad al conjunto de la civilizacin europea. Cre tambin un mercado relativamente surtido y estable de alimentos bsicos, semillas y herramientas tanto para el cultivo como para el pastoreo. El orden romano ofreca autoridad, leyes, proteccin y confianza, bienes institucionales imprescindibles para las relaciones econmicas cotidianas. A diferencia de las sociedades vecinas y contemporneas con Roma, el orden romano garantiz el respeto a la propiedad y a la vida, a partir del cual era posible prosperar. Slo en pocas de crisis poltica y guerras civiles los pobladores de los dominios romanos sufrieron los abusos de las pocas sin ley.

Desaparecida Roma, el mundo occidental conocido se torn a la anarqua, dando paso al mundo restringido de la Edad Media. En trminos de conocimiento la historia del Imperio Romano ofrece una moraleja. Nos dice que no basta acumular suficiente saber, o de transmitirlo eficientemente a travs de la enseanza pblica, como tampoco poseer un riguroso sistema jurdico, un Estado fuerte que haga cumplir dichas normas y poseer una ciudadana como mecanismo eficiente de identidad de la su sociedad. Todos esos bienes pueden, en un momento de crisis, sucumbir y retornarse al caos de donde surgi.En sus mejores tiempos, la oferta romana fue exitosa y atractiva para los pueblos vecinos que los romanos llamaban brbaros. El xito de la expansin del sistema imperial consisti en asimilar progresivamente a los pueblos conquistados, haya sido por la va militar o pacfica. El rgimen romano siempre ofreca la opcin de la sumisin y pago de impuestos. A cambio, Roma ofreca respeto a las costumbres, religin y cultura de los pueblos sometidos. En cambio, Roma dejaba claro que la derrota militar representaba esclavitud y penalidades mayores, generalmente con confiscaciones o mayores tributos. Fue el mecanismo que el Imperio aplicaba para desincentivar la resistencia a su expansin. Pero la geografa se le hizo grande a Roma, que al cabo opt por consolidar lo conquistado.

En la medida en que el orden romano fue consolidndose, en esa medida los pueblos no-romanos fueron atrados a emigrar hacia los centros poblados romanos. Roma ya no era una ciudad, sino una extensin territorial con el dinmico epicentro del mar Mediterrneo. Un fenmeno muy similar al actual Mxico con los Estados Unidos, al de frica con Europa.Pero adems de emigrar para conseguir un lugar donde subsistir, la ciudadana romana fue hacindose cada vez ms atractiva al representar una opcin de vida para prosperar. Las migraciones a lo interno de los dominios romanos, que podan transcurrir con relativa libertad por el vasto territorio, incentivaron la inversin y el crecimiento econmico (North y Thomas 1991). Jams antes se conoca precedente histrico de esta dinmica. Roma, o lo que es lo mismo decir, todo lo largo y ancho del territorio europeo central, poda recorrerse sin pasaporte y con una sola moneda. Luego de la desaparicin del Imperio, eso fue slo posible con la consolidacin de la Comunidad Europea, a partir de la ltima dcada del siglo XX.Los llamados pueblos brbaros no asimilados y que haban quedado fuera del afn expansionista romano, tuvieron dos actitudes frente a la experiencia de Roma: una, emigrar y reclamar un espacio de ciudadana romana; otra, saquear. Las presiones migratorias a Roma fueron continuas, sobre todo hacia las regiones que se ofrecan ricas y poco pobladas. Pero en la medida que se sobre-poblaban, las fronteras romanas se fueron cerrando progresivamente. Entonces, las presiones violentas arreciaron en nmero e intensidad, para dar inicio a perodos sucesivos de las llamadas invasiones brbaras, que se hicieron cada vez ms violentas y destructivas, y cuyas presiones alteraron el equilibrio interno, hasta hacerlo, finalmente, colapsar.

La experiencia histrica romana echa por tierra la creencia, segn la cual, la tasa de evolucin del saber garantizara automticamente el desarrollo y el bienestar. Las evidencias histricas, como la del caso de Roma, indican que la sociedad no funciona de ese modo. El saber y el conocimiento no conllevan infaliblemente un bienestar consecuente. Del mismo modo como sucumbi la poderosamente sabia sociedad imperial egipcia, del mismo modo, eventos impredecibles acabaron con la atractiva sociedad romana y su modelo de vida. Tras el caos posterior, aparece la llamada poca oscura, una sociedad de miedo y terror. La sociedad multireligiosa romana dio paso a una monoreligiosa, pero al mismo tiempo, llena de prejuicios, mitos aterradores y leyendas que fomentaban el pnico a lo desconocido, y tambin, al saber mismo. As caracteriza la historiografa a la poca conocida como Edad Media.

Al cabo de un milenio despus, cuando ya el saber y el conocimiento greco-romano caan en el ms completo olvido, ocurre de pronto el inesperado redescubrimiento de toda aquella acumulacin de saber. Con razn, a este despertar se le dio el nombre de Renacimiento, fenmeno histrico que tuvo a la imprenta, como protagonista formidable.

La experiencia del Renacimiento representa el impulso crucial que gener la energa para la transformacin del mundo, tal como hoy lo conocemos. El Renacimiento como experiencia histrica multidimensional, localizado fundamentalmente en Europa, dise la sociedad moderna, a la futura escala global. Un proceso que ha tomado varios siglos y que fue gestado desde las ciudades comerciales por excelencia. Justo en aquellas ciudades que gozaban de libertad para el mercado de bienes de consumo, de bienes de servicio y de bienes de conocimientos.

Esas ciudades fueron adems, los espacios para el mestizaje y para la aparicin de nuevos grupos humanos. Siempre fueron pequeas y dbiles ciudades, amenazadas permanentemente por las fuerzas del oscurantismo medieval y por el terror de la barbarie que practicaba el saqueo cclico como forma de vida. Florencia, Venecia, Gnova, Roma, Praga, Sevilla (Martnez, 1991), fueron ciudades mercantiles, acusadas constantemente de propiciar la perversin humana por parte de la ortodoxia religiosa, segn el mito bblico de Sodoma y Gomorra. En esos espacios se gest el Humanismo y se dio inicio a la gnesis originaria del pensamiento cientfico y del concepto de la condicin universal del conocimiento que hoy mueve globalmente a las sociedades humanas. El fenmeno se desarrolla a partir de la frgil y modesta experiencia social de las ciudades mercantiles.

La experiencia del Renacimiento y el Humanismo como enfoques del mundo incrementaron la tasa social del conocimiento, a pesar del escenario hostil, restringido y penalizador del contexto histrico donde emergieron. Esta evidencia contradice con la creencia acerca de la evolucin lineal del conocimiento. Nuevamente, las formas de la comunicacin intervienen para manifestarse en forma de paradoja, aparentemente, irresoluble. Si el contexto mental, cultural e ideolgico no ofrece incentivos para cambiar de mentalidad, entonces por qu ocurrieron los sorprendentes cambios representados por el Renacimiento y Humanismo. Y si ms bien, pensar diferente podra representar penas, castigos y peligros, entonces, cmo fue posible que en el relativo corto lapso de tres siglos haya tenido lugar los cambios mentales ms radicales y extraordinarios que haya visto la historia del conocimiento humano.

La respuesta puede estar en que aquellas ciudades mercantiles por excelencia. stas se vieron envueltas en la dinmica silenciosa del sincretismo resultante de la intensa interactividad cultural humana. Luego, este sincretismo tom el curso del arte y la intelectualidad en temas ms humanos que teolgicos. Las primeras manifestaciones del humanismo se pusieron en evidencia con la recuperacin de los textos antiguos, que haban de reescribirse, ilustrarse y decorarse en manuscritos, primero, y luego en la imprenta, despus, en la medida que la censura monstica fue cediendo a la atractiva posibilidad de reproducir muchos ejemplares para tantas bibliotecas (Eco, 1995). En la medida en que aumentaba la edicin impresa de libros antiguos, en esa medida aumentaba el inters tanto por editar ms de ellos como para reproducir ejemplares a ms bibliotecas.

El celo con que la Iglesia Catlica resguardada las bibliotecas no pudo evitar la difusin masiva de aquellos libros. Pronto, el conocimiento producido por la Antigedad fue estimulando el inters por temas relegados por el ambiente medieval. Al principio, slo un selecto grupo de personas que lean, y otras menos, escriban, por lo que pocos podan tener acceso a aquellos temas. Algunos eran miembros de la nobleza, y otros escribanos, abogados, contadores y artistas. Pero la alfabetizacin comenz a acelerarse. La imprenta estandariz los signos del alfabeto. Antes, los escribas escriban los libros con muy diversas formas de signos difciles de identificar. La estandarizacin de la imprenta facilit considerablemente el aprendizaje del alfabeto.

La aparicin del protestantismo en Europa en el siglo XIV, en plena decadencia medieval, contribuy al fomento de la alfabetizacin. Mientras que el catolicismo imperante hasta entonces reservaba a los sacerdotes la lectura e interpretacin de las escrituras sagradas, el protestantismo, en cambio, induca a la lectura individual de la Biblia. La Iglesia Catlica prohibi expresamente la impresin de la Biblia en otra lengua que no fuera el latn. Justamente, uno de los primeros actos de rebelda protestante, como el caso de Martn Lutero, fue traducir e imprimir ejemplares al alemn.

Pronto, la expansin del alfabetismo tendra un efecto espectacular sobre la difusin del conocimiento en general, tanto el que se hallaba hibernando desde la Antigedad, como el que se produca en aquellos tiempos, como consecuencia de la aceleracin del razonamiento lgico, el humanismo y la necesidad de resolver problemas tcnicos. La explosin de cientficos, tcnicos, filsofos, pensadores, inventores, escritores, educadores aparecieron muy rpidamente por toda Europa, tanto catlica como protestante, aunque con mucha resistencia, represin, persecucin y temores. Incluso mucho despus, en el siglo XIX por ejemplo, Charles Darwin se atreve a publicar El origen de las especies, poco antes de su muerte, consciente de las consecuencias que le acarreara para su seguridad personal. La polmica en torno suyo se mantuvo, hasta muy avanzado el siglo XX, sobre si sus teoras deban o no formar parte de los programas de enseanza formal.

La dispora del conocimiento foment considerablemente la tasa social de la innovacin, y rompi con los monopolios del saber, concentrado en las bibliotecas monacales, abadas y centros religiosos, o en los espacios al servicio exclusivo de gobernantes. De modo que los inventos, los procedimientos y las teoras ensancharon la base de autores y nuevos protagonistas. An hoy ocurren sorpresas de este tipo. Por ejemplo, la clebre clonacin de la oveja Dolly, en febrero de 1997, ocurri en el Instituto Roslin de Edimburgo, en un laboratorio no tan reconocido, en comparacin con los ms sofisticados laboratorios que contaban con equipos completos para lograr tan ansiada hazaa. Muchos por el estilo muestran que el saber y el conocimiento, cuando ensancha su accesibilidad, no obedece a pautas lineales predecibles. Ms bien sus resultados son impredecibles por una razn: que an no construimos un modelo eficiente y satisfactorio para explicrnoslo.

Indagar con la mayor precisin posible y con nuevos modelos de explicativos es el nimo de esta historia social de la comunicacin que ac se propone. Una historia que narre la forma en que se construye el conocimiento, cmo se almacena, cmo se acumula, cmo se difunde, cmo se ensea y cmo se aprehende. Cmo algunos pueblos lo usan con especial intensidad, y de cmo otros lo ignoran y desprecian. Una historia que explique cmo los pueblos cambian aceleradamente cuando procesan conocimientos, o cmo se resisten a los cambios con parca terquedad para mantenerse ausentes de la historia, como lo dira, Claude Levy Strouss, como en efecto lo muestran an muchas sociedades que permanecen tal y como vivan sus ancestros ms primitivos y antiguos.

De mismo modo, existen sociedades con regmenes teocrticos que temen y rechazan el conocimiento, an cuando lo utilicen pragmticamente para fines de control social. Los regmenes islmicos, ortodoxos en extremo, son evidencia de ello. Muchas de sus sociedades viven tal como lo hacan en el siglo VI despus de Cristo, en plena Edad Media, negndose al conocimiento del llamado mundo cristiano occidental, por considerarlo perverso y corruptor de sus tradiciones y costumbres.

Tambin existen sociedades que han alcanzado un altsimo nivel de bienestar material, pero con una total ausencia de libertades individuales. La China actual es un ejemplo de ello, es una sociedad que ha comenzado a ofrecer calidad de vida para buena parte de sus habitantes, pero carentes de las libertades ms esenciales, como la libertad religiosa, que slo puede practicarse de manera clandestina. Son pueblos con regmenes que impiden el disfrute pleno de las libertades que ofrece la democracia. Los argumentos para justificar la ausencia de libertades son similares a la de los tecratas: tales libertades son fuerzas destructivas de su mundo particular.

Casos similares nos muestra la historia europea: los feudos cerrados y de disciplina militar del mundo de la Edad Media; las monarquas absolutistas y centralistas de la Edad Moderna; los regmenes totalitarios del siglo XIX: bonapartismo y monarquas contrarreformistas y antiliberales; los totalitarismos del siglo XX, fascismo, nazismo y comunismo sovitico y chino. Todas estas experiencias histricas intentaron limitar las libertades que traan consigo el desarrollo del saber y el conocimiento. Sin embargo, los pueblos europeos se rebelaron constantemente contra tales regmenes, hasta alcanzar los niveles de democracia, libertad y estado de derecho que hoy exhiben al mundo. Y aunque la historia europea estuvo plagada de guerras y conflictos internos; aunque siga siendo el continente con ms diversas de idiomas, hoy Europa se muestra como la experiencia de integracin regional ms exitosa.

No obstante, estos pueblos prsperos padecen serios problemas internos. Continan siendo notables las contradicciones al interior de sus sociedades. Por ejemplo, sus ciudadanos han dejado procrear como antes, cuando se mantena una tasa demogrfica cerca del 2% interanual. Desde la dcada del 1980, Europa crece a una tasa promedio de 0,7%, trayendo como consecuencia que la poblacin europea haya envejecido considerablemente. La edad promedio actual en Europa es de 39 aos y la esperada en el 2050 es de 49 aos. En consecuencia, al Viejo Continente le hace falta inmigracin. Esta necesidad es una paradoja: las intensas corrientes inmigratorias ejercen presiones que amenazan la estabilidad lograda con su sistema de seguridad social, llamado Estado de Bienestar.

Asimismo, son cada vez mayores las reacciones sobre la denunciada decadencia y corrupcin de los valores que experimenta supuestamente la cultura occidental. En su voluminosa obra, La decadencia de occidente, Oswald Spengler (2004) influy considerablemente, en buena parte del siglo XX, con su tesis acerca de la evolucin cclica de la civilizacin, advirtiendo que la cultura occidental estaba llegando a su ciclo de vejez o decadencia, y con ello a su pronta extincin.

Otros historiadores advirtieron desde un enfoque similar, que estaba transcurriendo un perodo equivalente al del Imperio Romano en los tiempos cercanos a su cada, comparacin histrica que haca nfasis con las actuales presiones inmigratorias. La cada de Occidente supondra tras de s, una nueva era de cataclismos sociales. El mundo religioso tambin ha contribuido a propagar una perspectiva pesimista y catastrofista del futuro de la cultura occidental y su liberalismo. Los pueblos islmicos se horrorizan antes hechos como la legalizacin de los matrimonios entre homosexuales y la libertad y crecimiento del consumo de la pornografa y el consumo banal y hedonista. Para estos pueblos, Europa representa el peligro inminente de corrupcin y decadencia de la humanidad, y se molestan considerablemente cuando Occidente caricaturiza al Islam y a su profeta Mahoma, como ocurri con las declaraciones del actual Papa, Benedicto XVI, quien se vio forzado a disculparse pblicamente. Tambin ocurri unas caricaturas publicadas por un diario dans Jyllands-Posten, en septiembre de 2006, y que provocaron una ola de protestas generalizadas en el mundo islmico, dentro y fuera de Europa.

La percepcin actual del mundo se complica por las asimetras globales (Held, 2003), cada vez ms notorias, y en plena poca de prosperidad econmica de esa parte del planeta. Las economas desarrolladas se han convertido en un centro poderosamente atractivo de migraciones provenientes de los pases pobres. De esta brecha en el bienestar econmico se ha pasado en creciente hacia los choques culturales, una especie de nueva tradicin de discriminacin que tiende a profundizar y fomentar mayores desigualdades. El impacto que en el imaginario tienen estas presiones conflictivas pone en duda la estabilidad alcanzada por las naciones ms prsperas y la viabilidad del proyecto de expansin de la prosperidad, prometidas por las organizaciones globales de fomento del desarrollo econmico y social de los pueblos.

La historia social de la comunicacin debe hacer un esfuerzo por anticiparse y advertir acerca de estas percepciones y sus posibles consecuencias para la estabilidad de los pueblos, sobre la base de la experiencia histrica. No hay otra forma de extraer referentes de pensamiento aplicado, sino desde el estudio del pasado desde las perspectivas ms amplias. Y tal conocimiento requiere ingresar de inmediato al torrente comunicacional de la sociedad global, un rol que deben cumplir las universidades.

La advertencia acerca de la gravedad del calentamiento global tard algunas dcadas en consolidarse como una preocupacin universal, primero, y en forma de decisiones polticas concretas, despus, para contrarrestar el fenmeno que ya padecemos en toda su intensidad. Esto ha dado lugar a un amplio movimiento poltico y cultural se ha extendido por todo el mundo, presionando por cambios radicales en nuestra manera de relacionarnos con el medio ambiente. Tales cambios han comenzado a tomar forma en forma de acuerdos internacionales, como el Protocolo de Kioto, contrado en el 2005 para desarrollar un programa de reduccin en la produccin de los llamados gases de efecto climtico, durante el lapso 2008-2012. Lograr acuerdos como ste ha costado dcadas y esfuerzos. Primero es preciso superar el reto del conocimiento, pues la ignorancia y la resistencia al cambio nos hacen dbiles y autodestructivos respecto a nuestro medio ambiente. La comunicacin es crucial en este punto. No basta saber de ello, como tampoco informar. Es imprescindible comunicar de modo eficiente. Este es el punto complejo del problema de la comunicacin.

Lo mismo debe ocurrir con los conceptos producidos desde las ciencias sociales. Muchos de estos conceptos no encuentran, an, asidero en la conciencia y mentalidad colectiva. Ni siquiera la enseanza formal, a travs de los sistemas educativos, garantiza la efectiva difusin, por una parte, y la apropiacin, por otra, de los saberes e innovaciones que va produciendo la ciencia social y que va ganando consenso a travs de las organizaciones que se encargan de revisarlos y formalizarlos. Parece oponerse una especie de resistencia cultural, un muro invisible que impide que el desarrollo del conocimiento impacte cualitativamente de inmediato en el tejido social, y en consecuencia, sobre el comportamiento social.

Esto nos regresa al punto inicial de este captulo. A la ciencia social no le basta con producir conocimientos. Debe tambin procurar los mecanismos de su difusin pedaggica, para promover su apropiacin social como bien de saber y conocimiento. Es un punto a resolver. Y no parece suficiente el mtodo de la explicacin sencilla, si la hay, para explicar los conceptos complejos de la ciencia. Se requieren nuevas teoras que abran perspectivas y formas novedosas de mirar el problema de la conexin comunicacional entre los centros de produccin de saber y el resto del tejido social. Se necesitan teoras que ayuden a cumplir este propsito.

La historia de la comunicacin contribuye con la bsqueda de enfoques frescos respecto al tema del conocimiento y su difusin, que es la preocupacin central del presente captulo. La condicin progresiva y constante del conocimiento ha mostrado picos histricos explosivos y expansivos. Esto ha puesto en evidencia que la acumulacin de saberes ordenados, actuando adecuadamente en un sistema de ideas coherentes, se convierte en una extraordinaria fuerza histrica de cambio. Fue lo que ocurri con la aparicin de la ciencia como enfoque del mundo, cuando hasta entonces la concepcin religiosa ordenaba la mayor parte de las percepciones de las sociedades. An hoy lo hacen, pero compartindola cada vez ms con la ciencia.

Ciertamente, el conocimiento cientfico provoc un vuelco del concepto de mundo. Reforz la idea humanista segn la cual, en lugar de Dios, el hombre debe ocupar el centro de la preocupacin intelectual. Por siglos, los humanos vivan desplazados de su propia realidad, exiliados en la periferia mental de las causas que mueven la realidad. Los humanos slo deban cumplir el papel de contemplar el fantstico edificio de la creacin divina. Muchos piensan que siempre ha debido ser as, que esa idea no ha debido alterarse, tal como se desprende de la metfora bblica del Pecado Original, que condenaba a los primeros padres de la Humanidad, representados en Adn y Eva, como consecuencia de desobedecer el mandato divino que prohiba comer del rbol del conocimiento del bien y el mal. Los humanos, movidos por el temor a Dios o a los dioses, debieron mantenerse dentro de los lmites del pensamiento mgico-religioso. Quienes as opinan observan a la ciencia como una especie de amenaza depravadora de la inocencia humana, o como un instrumento de autodestruccin. Se acusa a la ciencia de haber desatado las incontrolables fuerzas destructoras de la creacin, haciendo que los humanos asuman la posibilidad de jugar a ser Dios.

Hay algo de razn para temer en esta perspectiva religiosa-catastrfica de la ciencia. El conocimiento cientfico ha potenciado, hasta extremos inimaginables, la capacidad destructiva de los humanos. Pero el punto es que no puede acusarse a la aparicin de la ciencia como causa del comportamiento blico de los humanos. El belicismo es una constante persistente del comportamiento clsico del hombre pre-cientfico. La violencia y la guerra son instrumentos clsicos del pasado previo a la civilizacin, por ms que an la padezcamos, revelndonos que no se ha alcanzado un pleno desarrollo de la civilizacin, que haga completamente innecesaria la confrontacin violenta para resolver las diferencias entre los humanos. Es apenas muy reciente y dbil la creacin progresiva de un sistema de derecho internacional que regule la humana tendencia perversa de optar por la guerra, antes que la negociacin.En poco menos de un siglo, tomando en cuenta lo reciente de la insercin del conocimiento cientfico en los sistemas de educacin pblica masiva, la ciencia no ha podido cambiar la percepcin y los modelos mentales instalados como tradicin durante milenios. Las mentalidades no ceden con la simple presencia de un nuevo saber.

El primer gran paradigma cientfico, el paradigma newtoniano, redescubri la capacidad humana para pensar mecnicamente el universo que le rodea. Tal como proclam Pitgoras, el hombre se convirti en la medida de todas las cosas. Pero, el mundo no funciona exactamente como un gigantesco mecanismo de relojera, tal como lo postulan las mecnicas celestes de Newton. Eso lo sabemos recientemente, tras la aparicin del segundo gran paradigma de las ciencias, el paradigma de Albert Einsten. Sin embargo, el modelo de Newton se constituy en un poderoso sistema de prediccin de un buen grupo de fenmenos fsicos. Ese poder fue suficiente como para alimentar la arrogante creencia sobre el poder omnipotente de la ciencia, una arrogancia costosa, que condujo a muchos cientficos por las rutas de una nueva oscuridad. La oscuridad del poder de lo racional sobre el resto de la complejidad humana. Rutas que llevaron a la ciencia a convertirse en una especie de nueva religin, promoviendo poderosas teoras omni-explicativas, peligrosas, cuando se extendieron al mundo de las ciencias sociales. No olvidemos que fue desde el mundo cientfico donde se origin y promovi la idea de la superioridad de una razas sobre otras.

Hubo que esperar a principios del siglo XX, a que Einsten hiciera pedazos el origen de tan soberbia certidumbre. Einsten demostr que las mediciones, de las que dependen todas las posibilidades de la ciencia, son hechos singulares que dependen de la capacidad personal de cada cientfico. Cuando siempre se crey en la impersonalidad como requisito del conocimiento cientfico, un cientfico equilibrado estudiando un universo supuestamente imparcial. Por el contrario, el acto cientfico era un acto humano por excelencia, y por tanto, determinado por un punto de vista, en el tiempo y en el espacio, y siempre, un punto de vista particular del observador. Este fue el punto crtico de la teora de la relatividad que dio al traste con el poderoso paradigma newtoniano, cambiando a su vez la epistemologa de la ciencia, en adelante.

Este enfoque se profundiz a mediados del siglo XX, con los trabajos de Niels Bohr, en su teora cuntica (1913) y de Werner Karl Heinsenberg, con su principio de incertidumbre (1927). Ellos nos hicieron entender que el mundo no es precisamente un universo objetivo. Lo que sabemos del universo son apenas una serie de aproximaciones. El universo existe slo en los lmites de nuestra relacin con l. nicamente, a travs del descubrimiento de las leyes de la comprensin humana, ser posible discernir, en alguna medida, entre las realidades universales de las ideas y percepciones que de ste tenemos.

La realidad ocurre fuera del mundo de nuestras ideas. Son realidades caticas, que se muestran impredecibles, en muchos casos, y abrumadoramente invisibles para muchos de nuestros conceptos. Lo que hacemos cuando intentamos ofrecer una explicacin del universo es dar apenas una versin. Por ello, es preciso tener presente que siempre estaremos frente a diversas versiones del universo. Llegado a este punto, lo que aspirara hacer la ciencia es construir un modo de hacernos con aquella versin que ms se parezca a la realidad universal, y que mejor explique el caos que no comprendemos.

Este enfoque radical acerca del conocimiento objetivo, que adelantaran Bohr y Heinsenberg como resultado lgico de las asombrosas conclusiones a que les llevaron sus interpretaciones sobre el comportamiento de la microfsica del universo, fue reinterpretado por el filsofo de la ciencia Karl Popper, para construir y proponer un modelo filosfico para la ciencia (1963). Popper propuso que toda forma de conocimiento que se exprese a travs de las teoras cientficas debe incluir un mecanismo de falsacin de los postulados cientficos, si es que se aspira a hacer ciencia y no otra cosa. Las teoras deben demostrar que lo que dicen no es falso, antes que demostrar que son ciertas. Con esto, el mundo cientfico inicial de la mecnica fsica y el mundo natural, son colocados de cabeza. Esta es, justamente, la revolucin del pensamiento cientfico que estamos viviendo las presentes generaciones.

Con tales proposiciones, se impuso una necesaria revisin de las teoras disponibles, la mayor parte de ellas heredadas de la influencia del positivismo del siglo XIX. En ello se han invertido los esfuerzos de la ciencia, no sin grandes tropiezos, a lo largo del accidentado y difcil siglo XX. Un largo perodo definido como crisis de paradigmas, en la obra de Thomas Kunh, La estructura de las revoluciones cientficas (1962). Un perodo que ha trasformado por completo la mentalidad y la cultura del llamado campo cientfico, que aqu se prefiere denominar: el enfoque cientfico del mundo.

No pocas confusiones se han vivido y se viven desde entonces. Hasta incluso con destacados grupos de intelectuales que han reaccionado duramente en contra de la racionalidad cientfica, acusndola de falsa y engaosa. Y ms, estos grupos critican todo el sistema racional construido desde la llamada modernidad, acusada de construir una concepcin clasista, discriminadora y controladora del mundo. A cambio, postulan la insurgencia, una de sus palabras favoritas, de una nueva racionalidad postmoderna, que decreta la inconmensurabilidad de las teoras cientficas, es decir, una especie de condicin feudal de las teoras cientficas, donde cada cual no tiene por qu responder a ningn criterio de delimitacin cientfica ni a ningn otro criterio acordado por comunidad cientfica alguna.

El problema es que tal perspectiva catica de la ciencia como mecanismo representacin del mundo parece ser el producto de un estado de nimo, ms que de una verdadera conmocin en los cimientos del mundo cientfico. Lejos de esta polmica epistemolgica, el mundo cientfico se ha concentrado en formidables proyectos, tales como el descubrimiento del genoma humano, la bsqueda de una teora unificada del funcionamiento fsico del universo, la cura de las enfermedades mortales, la propuesta de planes para revertir el fenmeno del calentamiento global, y muchos otros. A pesar de las duras crticas y las dudas que an abundan acerca de la veracidad de sus propuestas, la ciencia contina haciendo lo que desde el principio: producir ms conocimientos e incentivar los cambios. No parece haber otro camino que la marcha de la humanidad hacia la sociedad del conocimiento, una quimera an, pero la historia as lo est anunciando.

Otro debate se concentra en el sentido que pudiera tener el conocimiento producido por la ciencia. Temas cruciales como la manipulacin gentica o la manipulacin molecular, sobre sus impredecibles consecuencias, por ejemplo, son terrenos para una tica de la ciencia o del conocimiento cientfico. Probablemente, el presente sea un buen momento para una revisin de perspectiva tica sobre el conocimiento humano, donde el conocimiento cientfico juega un rol estelar, como tambin lo juega la religin como enfoque del mundo. Este es un terreno frtil para una historia de la comunicacin, el tema de la tica del conocimiento, no como una disciplina reservada a filsofos o a los telogos, sino como una disciplina implcita en la produccin de saberes que pueden, como lo demuestra la historia, transformar radicalmente el mundo conocido en otro que tal vez ni siquiera sospechamos imaginar.

1.2. Los conocimientos

Los humanos, despojados de ropas y tecnologa, somos dbiles y frgiles. El resto de los animales logra sobrevivir con lo que tienen, sin ningn complemento adicional. La diferencia entre uno y otro estriba en el conocimiento. La ilimitada capacidad del saber human