arqueologÍa iberoamericana 17

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA NÚMERO 17 • MARZO 2013 • ISSN 1989-4104 Revista científica trimestral de acceso abierto http://www.laiesken.net/arqueologia/. Editada por Pascual Izquierdo-Egea en Graus, España © De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2013. Todos los derechos reservados. Correo: http://www.laiesken.net/arqueologia/contacto/. Impresa digitalmente en España. Determinación de las áreas de actividad y organización del espacio doméstico en una unidad residencial del sitio aldeano temprano La Bolsa 1 (Tafí del Valle, Tucumán, Rep. Argentina) Verónica Susana Gazi y Julián Salazar, 3-22 Arqueología y SIG histórico: desafíos interpretativos del «Itinerario» del Oidor de la Real Audiencia de Charcas Juan de Matienzo (1566) a la luz de la arqueología espacial Pablo Mignone, 23-32

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANANÚMERO 17 • MARZO 2013 • ISSN 1989-4104

Revista científica trimestral de acceso abiertohttp://www.laiesken.net/arqueologia/.

Editada por Pascual Izquierdo-Egea en Graus, España© De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2013. Todos los derechos reservados.

Correo: http://www.laiesken.net/arqueologia/contacto/. Impresa digitalmente en España.

Determinación de las áreas de actividady organización del espacio doméstico

en una unidad residencial del sitioaldeano temprano La Bolsa 1

(Tafí del Valle, T ucumán,Rep. Argentina)

Verónica Susana Gazi y Julián Salazar, 3-22

Arqueología y SIG histórico:desafíos interpretativos del «Itinerario»

del Oidor de la Real Audiencia de CharcasJuan de Matienzo (1566) a la luz

de la arqueología espacial

Pablo Mignone, 23-32

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANANÚMERO 17 • MARZO 2013 • ISSN 1989-4104

http://www.laiesken.net/arqueologia/

Revista científica arbitrada de acceso abierto, trimestral, distribuida a través de Internet en formato electrónico PDF.Online open access journal published quarterly in PDF electronic format. ISSN 1989-4104. Tít. abreviado: Arqueol.Iberoam. SPARC Europe Seal for Open Access Journals. Indexada en (indexed in the) Directory of Open Journals(DOAJ), LATINDEX, Anthropological Literature, Regesta Imperii, e-revistas, DICE, WorldCat, Library of Congress,Google Académico (Google Scholar), DULCINEA, ISOC-Arqueología y Revistas de Ciencias Sociales y Humanidadesdel Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). © De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2013. Todos losderechos reservados. All rights reserved. Licencia (License) Creative Commons Reconocimiento/Attribution 3.0 España/Spain (CC BY 3.0). Impresa digitalmente en España. Printed in Spain.

REVISTA CIENTÍFICA DE ACCESO ABIERTO REVISADA POR PARES Y DOBLE CIEGO

CONSEJO EDITORIAL ( Editorial Board)

Editor y Director (Editor & Publisher )Dr. Pascual Izquierdo-Egea

Editor Asociado (Associate Editor)Prof. Dr. Lidio M. Valdez (MacEwan University, Canada)

Ayudante Editorial (Editorial Assistant)Shannon Freire (University of Wisconsin-Milwaukee, USA)

CONSEJO ASESOR (Advisory Board)

Prof.ª Dra. Alicia Arévalo González (Univ. de Cádiz, España), Prof. Dr. Juan A. Barceló Álvarez (Univ.Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. Marshall Joseph Becker (West Chester University of Pennsylvania,USA), Prof. Dr. Karen Olsen Bruhns (San Francisco State University, USA), Prof. Dr. Robert M. Carmack(State University of New York at Albany, USA), Prof.ª Dra. Teresa Chapa Brunet (Univ. Complutense deMadrid, España), Prof. Dr. Horacio Chiavazza (Univ. Nacional de Cuyo, Argentina), Prof. Dr. Robert W.Chapman (University of Reading, UK), Prof. Dr. José d’Encarnação (Universidade de Coimbra, Portugal),Prof. Dr. Jorge Estévez Escalera (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. Marcelo Fagundes(Universidade Federal dos Vales do Jequitinhonha e Mucuri, Brasil), Dr. Anabel Ford (University of CaliforniaSanta Barbara, USA), Prof.ª Dra. Magdalena A. García Sánchez (El Colegio de Michoacán, México), Dr.Alexandra Legrand-Pineau (Maison René-Ginouvès d’Archéologie et Ethnologie, France), Prof. Dr. AntonioLezama (Univ. de la República, Uruguay), Prof.ª Dra. Pilar López García (CSIC, España), Dr. LeonardoLópez Luján (Museo del Templo Mayor, México), Dr. José Antonio López Sáez (CSIC, España), Prof. Dr. LuisG. Lumbreras (Univ. Nacional Mayor de San Marcos, Perú), Prof. Dr. Joyce Marcus (University of Michigan,USA), Prof. Dr. Miguel Molist Montaña (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. Jerry D. Moore(California State University, USA), Dr. Arturo Oliver Foix (Museo de Bellas Artes de Castellón, España),Prof. Dr. David Mora Marín (University of North Carolina, USA), Prof. Dr. José Remesal Rodríguez (Univ.de Barcelona, España), Prof.ª Dra. Isabel Rodá de Llanza (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr.Daniel Schávelzon (CONICET, Argentina), Prof. Dr. Robert J. Sharer (University of Pennsylvania, USA),Prof. Dr. Fred Valdez, Jr. (University of Texas at Austin, USA), Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil (Univ. deCórdoba, España), Prof. Dr. Javier Velaza Frías (Univ. de Barcelona, España), Prof.ª Dra. Asunción VilaMitjá (CSIC, España).

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© 2013 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 17: 3–22. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.

DETERMINACIÓN DE LAS ÁREAS DE ACTIVIDAD YORGANIZACIÓN DEL ESPACIO DOMÉSTICO EN UNA

UNIDAD RESIDENCIAL DEL SITIO ALDEANO TEMPRANO LABOLSA 1 (TAFÍ DEL VALLE, TUCUMÁN, REP. ARGENTINA)

Verónica Susana Gazi y Julián SalazarCentro de Estudios Profesor Carlos S. Segreti, CONICET, Universidad Nacional de Córdoba, República Argentina

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA

Recibido: 20-11-2012. Modificado: 22-12-2012. Aceptado: 24-12-2012. Publicado: 5-2-2013.

Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.

located in the villager archaeological site La Bolsa1, located in the north of the Tafí valley (Tucumán,Argentina), and inhabited since 200 BC up to 800AD. Analyses included the study of fixed and semi-fixed features of the architectural structure, the mor-phological, technological and functional character-istics of pottery and lithic assemblages, and soilchemistry analysis from occupational floors. This in-formation was complemented with previously stud-ied evidence —botanical microfossils, radiocarbondates and animal bones.

KEYWORDS: Archaeology, activity areas, Forma-tive period, North Western Argentina.

INTRODUCCIÓN

EL ANÁLISIS DE LAS ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN

SOCIAL EN CONTEXTOS ALDEANOS DEL PRIMER MI-LENIO DE LA ERA, EN LA PORCIÓN ANDINA DEL NO-

roeste argentino, eje de nuestro proyecto de investi-gación, ha orientado nuestra mirada hacia el espacioresidencial, hacia las viviendas que dieron forma tantoa los asentamientos agroalfareros tempranos como alos campesinos que los construyeron y habitaron.

El estudio sistemático de las prácticas cotidianasrepetidas a través del tiempo en contextos domésti-cos tiene la potencialidad de acercarnos a procesossociales desde la perspectiva de los agentes que losprotagonizaron. El ámbito doméstico constituye elcontexto en el cual las personas se incorporan a lasestructuras sociales. Es decir, es el lugar en el cual la

RESUMEN. Este trabajo está orientado a la identi-ficación de áreas de actividad dentro de una unidadresidencial ubicada en el valle de Tafí (Tucumán, Ar-gentina), con el objetivo de aportar al conocimientode la organización en el espacio de las actividadescotidianas desarrolladas durante el primer mileniod. C. La vivienda analizada (U14) se encuentra en elsitio arqueológico La Bolsa 1, el cual constituye unasentamiento aldeano habitado principalmente des-de 200 a. C. hasta 800 d. C. Se analizaron, integral ycontextualmente, los rasgos fijos y semifijos de laestructura arquitectónica, las características mor-fológicas, tecnológicas y funcionales del conjunto ce-rámico y lítico y los resultados de los análisis sedi-mentológicos de muestras de suelo tomadas de todoslos recintos. Esta información fue complementadacon vestigios materiales analizados en el marco deprevias investigaciones (microvestigios vegetales,dataciones radiocarbónicas y material óseo).

PALABRAS CLAVE: arqueología, áreas de activi-dad, Formativo, noroeste argentino.

TITLE . Identification of Activity Areas and Organi-zation of Domestic Space in a Residential Unit of theEarly Villager Site La Bolsa 1 (Tafí del Valle, Tucu-mán, Republic of Argentina).

ABSTRACT. This study analyzes the activity areaswithin an archaeological dwelling from the Tafí val-ley, with the aim of addressing the spatial organiza-tion of quotidian activities developed during the firstmillennium AD. The analyzed household (U14), is

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Figura 1. El valle de Tafí en su contexto dentro de la provincia de Tucumán, en la región andina de la República Argentina.

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sociedad constituye y reproduce los modos apropia-dos e inapropiados de actuar, las reglas del juego, losesquemas de poder; pero, a la vez, es el lugar en elcual los agentes, en base a esas estructuras, actúancon cierto grado de improvisación, reproduciendo ytransformando las condiciones y las relaciones en lascuales viven (Blanton 1994, Nielsen 2001, Hendon2010). Esta perspectiva posibilita superar y matizarlos relatos macro que explican tendencias y trayecto-rias de largo plazo disgregados de la práctica de losagentes que se analizan. A la luz de estas considera-ciones, intentamos conocer las características de laconstrucción del espacio residencial, las actividadesrealizadas dentro de las viviendas y sus relaciones, afin de dar cuenta de un interrogante más general quegira en torno a las condiciones que posibilitaron lareproducción de un campo social y político fragmen-tario. La evidencia arqueológica generada por las po-blaciones del noroeste argentino (NOA), a través delos últimos siglos a. C. y durante el primer mileniode la era, permite pensar en el afianzamiento de so-ciedades productoras de alimentos, sedentarias, quemanejaban múltiples tecnologías, como la alfarería,la arquitectura, la manufactura textil y la metalurgia(Albeck 2000, Olivera 2001).

La clave de este proceso es la aparición y afirma-ción de la vida aldeana, un modo de existencia nove-doso, que generaría cambios sustanciales en las ma-neras de vivir de las personas y, sobre todo, en losmodos en que se relacionaban con el mundo, con losdemás seres humanos y no humanos con los que con-vivían. En estas nuevas condiciones, las prácticas yestrategias de los agentes fueron readaptadas, los prin-cipios de construcción de los espacios sociales re-configurados, y los capitales en lucha diversificadosy multiplicados, en múltiples procesos que variaronnotablemente en distintos ámbitos espacio-tempora-les del NOA. Con el objetivo de contribuir al cono-cimiento de la vida cotidiana de las personas quehabitaron el valle de Tafí durante el primer mileniodespués de Cristo, se aborda desde la arqueologíadoméstica (Wilk y Rathje 1982, Robin 2003, Nash2009), el análisis de las áreas de actividad de unaestructura residencial (unidad U14) que forma partedel sitio arqueológico La Bolsa 1. Este asentamientoaldeano, ocupado predominantemente durante el pri-mer milenio d. C., se ubica en el norte del valle deTafí, en el noroeste de la provincia de Tucumán (fig.1). Dicho valle consiste en una cuenca tectónica desuperficie muy irregular, delimitada por las cumbresCalchaquíes al noreste, las sierras del Aconquija alsuroeste y el cerro Ñuñorco al sur.

El asentamiento, emplazado sobre un glacis cu-bierto, está conformado por 21 unidades residencia-les y algunas estructuras de cultivo (fig. 2). Las uni-dades residenciales consisten en conjuntos de recintoscirculares adosados a un patio central de la mismamorfología (Berberián y Nielsen 1988), mientras quelas estructuras de cultivo se conforman mediante laasociación de montículos de despedre y muros decontención (Salazar 2011). En el sector de mayor den-sidad ocupacional del asentamiento se identificó launidad 14 (U14), un conjunto arquitectónico domés-tico de 200 m2 de superficie (Franco Salvi et al. 2011,Salazar 2011). Presenta un patrón radial que surgedesde el patio (R1), de morfología circular, al cual seadosan seis recintos de morfología subcircular e irre-gular, de diversas dimensiones, que oscilan entre los78 m2 y los 4,5 m2 (fig. 3). Como rasgos internos,esta unidad residencial presenta una pequeña estruc-tura subcircular incluida en el recinto R1 y una cistaen el centro del mismo, y un fogón formal en el re-cinto R6.

Los muros de estas estructuras se encontraron par-cialmente derrumbados, y estaban conformados me-diante el ensamblaje de grandes y medianos bloquesgraníticos, con sus bases dispuestas bajo el nivel delpiso de ocupación. Por otra parte, no se evidenciaronvestigios de los techados de la vivienda, probable-mente confeccionados con materiales perecederos.En su conjunto, las características arquitectónicas dela unidad U14 —materiales, compactación y super-ficie de los muros, rasgos internos y puertas—, per-miten inferir una intensa inversión de trabajo tantoen su planificación como en su construcción y cons-tante reparación.

Excavación, cronología yorganización espacial de la U14

La unidad U14 fue excavada en su totalidad, con-siderando como unidades espaciales a los recintos.Cada uno de ellos fue excavado en área, para lo cualsu superficie fue subdividida en cuadrículas de 2 mde lado. En la totalidad de los recintos se pudo iden-tificar una estratificación análoga. Siguiendo los es-tratos naturales, se registraron tres niveles de rellenosuperpuestos sobre el piso de ocupación ubicado en-tre 0,85 y 1 m y constituido sobre un sedimento arci-lloso, muy compacto. Sin embargo, en el centro delrecinto R1 se identificó una estructura subsuperfi-cial de 2,30 m de profundidad total, interpretada comocista, en la cual se reconocieron 2 estratos superpues-tos (ver fig. 3.b). Asimismo, se llevó a cabo un regis-

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Figura 2. Plano de planta del sitio La Bolsa 1.

tro tridimensional de rocas de derrumbes, rasgos in-ternos, materiales arqueológicos y evidencias de al-teraciones de posdepósito que fueron cargados en unarchivo AutoCAD geo-referenciado. La totalidad deestratos, rasgos constructivos e interfacies fueron con-siderados como unidades estratigráficas (UE), e in-cluidos en una representación en forma de diagrama(Harris 1991), que permitió construir una secuenciabiográfica de la unidad (Salazar 2011) desde su cons-trucción hasta su intervención arqueológica.

Es interesante destacar que esta vivienda presentóuna prolongada ocupación. La datación más tempra-na, realizada sobre una muestra de material vegetalcarbonizado, corresponde al estrato más profundo dela cista de inhumación de R1, fechado en 1799 ± 37AP (AA85756), calibrado con el 68 % de probabili-dades entre 130 y 260 A. D. El piso ocupacional delpatio, que contenía este rasgo de inhumación, fue da-tado en 1236 ± 37 AP (AA85758), mediante unamuestra de restos de carbón vegetal, obtenidos en unsector cercano a la puerta que vinculaba este espaciocon el recinto R6. Por otro lado, la cronología de losmateriales hallados sobre los pisos ocupacionales de

los recintos adosados al patio central de U14 cuentacon tres dataciones radiocarbónicas contemporáneas.La muestra de material vegetal carbonizado extraídadel piso de R2 arrojó una antigüedad de 1275 ± 42AP (AA80776), calibrada con el 68 % de probabili-dades entre 680 y 775 d. C.; la recolectada en un ras-go de combustión sin estructura en el piso de R4,1258 ± 38 AP (AA82376), calibrada con el 68 % deprobabilidades entre 680 y 780 d. C.; la obtenida enel piso de R6, 1330 ± 30 AP (AA77296), fue calibra-da entre 650 y 770 d. C. Por lo tanto, se puede esta-blecer que la unidad residencial U14 por lo menosestuvo ocupada entre el siglo II y el VIII d. C.

En otros trabajos, el estudio sintáctico del espacio(Hillier y Hanson 1984, Mañana et al. 2003) medianteel análisis de rasgos fijos de la vivienda nos permitióinferir que se buscó establecer un patrón de ingreso,circulación y visibilidad hacia el interior de la uni-dad U14; caracterizado por un acceso restringido(sensu Hillier y Hanson 1984) donde el patio se cons-tituía como la única vía de ingreso a la unidad, orde-naba la circulación hacia su interior y permitía lapercepción visual hacia los demás recintos dispues-

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que se desarrollaban, esperamos encontrar cierta co-rrespondencia con esta afirmación.

La interpretación de áreas de actividad se realizósobre el estudio de múltiples variables del registroarqueológico correspondiente a los pisos de habita-ción de los recintos, los cuales se entienden comopalimpsestos (LaMotta y Schiffer 1999). En general,

Figura 3. a. Plano de planta de la unidad U14. b. Estratigrafía de recinto R1, que es análoga a la identificada en el resto de recin-tos excavados.

tos a su alrededor (Salazar 2011, Gazi 2012). En estecontexto resulta interesante analizar cómo se rela-cionaron las prácticas con esa estructura espacial.Dado que se interpretó esta vivienda como un espa-cio centrípeto, controlado y jerarquizado hacia den-tro de las estructuras residenciales y con cierto gradode control de los corresidentes sobre las actividades

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este tipo de depósito se constituye por la acumula-ción y la transformación de actividades sucesivas, yparcialmente conservadas, de producción, consumo,uso, descarte, limpieza y movimiento (Allison 1999,La Motta y Schiffer 1999), las cuales crean diferen-tes tipos de palimpsestos (Bailey 2007); por lo queno pueden ser asociados a un solo momento, a unepisodio puntual y congelado (Olivier 1999), ya queen él se superponen vestigios acumulados en diver-sas épocas.

En el presente caso, los pisos de habitación identi-ficados constituyen un verdadero palimpsesto (truepalimpsest), en el cual los rastros de actividad mástemprana han sido quitados a través de un procesode limpieza y remoción de materiales, excepto losmás recientes. De esta manera, los conjuntos de arte-factos que conforman el piso ocupacional correspon-derían en gran parte a actividades realizadas en losmomentos finales de la ocupación, antes de su aban-dono (Bailey 2007).

El área de actividad está haciendo referencia a «launidad espacial mínima del registro arqueológico enla que las acciones sociales quedan impresas» (Man-zanilla 1990: 12); entendida como la concentracióny asociación de materias primas, instrumentos y de-sechos en volúmenes específicos, que reflejan accio-nes particulares. Las áreas de actividad se clasifica-ron según el modelo conductual de Schiffer (1972)en áreas de abastecimiento, manufactura, uso-con-sumo, almacenamiento y descarte, haciendo algunasadaptaciones para el caso estudiado. Para el análisisde los distintos elementos materiales de las configu-raciones espaciales, se buscó analizar los rasgos fi-jos, semifijos y no fijos de la vivienda (sensu Rapo-port 1990). A partir de esto, las evidencias fueroninterpretadas, por una parte, siguiendo sus relacio-nes espaciales, las cuales pueden ser consideradascomo relaciones horizontales que vinculan artefac-tos, desechos y estructuras o rasgos específicos enáreas de actividades. Por otra parte, las actividadesno se entendieron aisladamente unas de otras sino demanera interrelacionada a través de un sistema deactividades el cual, a su vez, se encuentra dentro deun sistema de escenarios (Rapoport 1990).

Análisis de artefactos cerámicos

Para el estudio del conjunto cerámico, primero seprocedió a realizar una clasificación de la totalidadde los fragmentos recuperados en la excavación delos recintos de la unidad U14, según la característicade su pasta (grano grueso o fino, color y atmósfera

de cocción) y acabado de superficie. También se ob-servó el estado de conservación de su superficie (bue-na, regular o mala) y fractura (muy rodada, ligera-mente rodada o fresca), además de registrar vestigiosde hollín y otros restos de usos. En esta clasificacióninicial, el conjunto fue cuantificado teniendo en cuen-ta los fragmentos como unidad de análisis.

Una vez completada esta tarea, se formaron fami-lias de fragmentos y se consideró cada familia de frag-mentos como una vasija, las cuales fueron conside-radas como unidades básicas de cuantificación parala segunda parte del análisis. Tras su correspondien-te dibujo, fueron observados en la lupa binocular debajos aumentos (12 a 60x), inventariando los siguien-tes atributos: densidad y composición del antiplásti-co o desgrasante, forma y densidad de las cavidades,características de la superficie (compacta y porosa,uniforme o no uniforme). Mediante observación di-recta, se apuntaron las variaciones en los colores (mar-gen externo, interno y centro) utilizando la MunsellSoil Chart y la manufactura de la pieza. A partir delos datos obtenidos, se caracterizó cada familia defragmentos, según la clasificación morfológica (va-sija restringida de contornos simples, de contornoscompuestos, independientes de contornos inflexio-nados o compuestos; y vasija no restringida de con-tornos simples o de contornos inflexionados) esta-blecida para el valle de Tafí por Berberián y Argüellode Dorsch (1988). También se tuvo en cuenta la cla-sificación tecnológica definida en trabajos anterio-res (Salazar 2011).

Análisis de artefactos líticos

Los artefactos formatizados y los desechos líticosregistrados en la excavación de la unidad U14, fue-ron analizados tecno-tipológicamente siguiendo lapropuesta de Aschero (1983) y Aschero y Hocsman(2004), con modificaciones para adaptarlas al casoestudiado. Se registraron variables como subgrupotipológico, forma base, tamaño, materia prima, for-ma del talón, reserva de corteza y el estado de frag-mentación (entera/fracturada). En base a los resulta-dos, se reconocieron las posibles actividades que sehabrían realizado en la unidad residencial U14.

Análisis sedimentológico

Se tomaron 200 muestras de sedimento de la uni-dad U14, recuperadas tanto de forma vertical (obte-nidas de los perfiles generados en la excavación)como horizontal (recuperadas de la totalidad de la

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Figura 4. Clases morfológicas y tecnológicas de las cerámicas recuperadas en el piso ocupacional de R1.

Es destacable que la mitad de los pucos son de gran-des dimensiones (diámetro de boca igual o superiora 15 cm), ya que las grandes dimensiones de las es-cudillas se han relacionado con el servicio de alimen-tos para varias personas (Menacho 2001, Bugliani2008). En segundo lugar, las ollas constituyen el 25% del conjunto total, las cuales están asociadas a lacocción de alimentos y, probablemente, a su almace-namiento (Braun 1993, Bellager y Husi 2012). Entreellas, 17 son pequeñas y 33 grandes.2 El tercer lugarcorrespondió a 24 fragmentos indiferenciados, repre-sentando el 12 % de este conjunto. El cuarto lugar loocuparon las jarras (N = 14), de las cuales 8 son norestringidas de contornos simples, 4 son restringidasde contornos simples y 2 restringidas independien-tes de contornos inflexionados. La presencia de ja-rras podría asociarse a actividades de preparación yconsumo de alimentos y líquidos (Braun 1993). Fi-nalmente, hay 2 tazas restringidas de contornos sim-ples (fig. 4).

Por otro lado, en el piso de este sector de la unidadresidencial se registraron 7 artefactos formatizados,3 núcleos y 196 desechos de talla. La mayoría delconjunto es de cuarzo (73,97 %) y andesita (23,97

superficie de los pisos ocupacionales). En este últi-mo caso, la metodología consistió en dividir en cua-drículas de 1 m x 1 m la superficie de los recintos,raspando cada una con un cucharín lavado con aguadestilada, hasta obtener 750 g de materia. Para losfines de esta investigación, se mandaron a analizar29, correspondientes al piso de ocupación y la cista,al Laboratorio de Suelos y Aguas (LABSA) de la Fa-cultad de Ciencias Agropecuarias (UNC). Estos aná-lisis sedimentológicos incluyeron porcentaje de ma-teria orgánica, porcentaje de carbono orgánico, car-bonato de calcio (CO

3Ca) y fósforo (ppm).

RESULTADOS DEL RECINTO R1

En el piso de ocupación de este recinto se recupe-raron 2608 tiestos que permitieron inferir la presen-cia de 199 familias de fragmentos. En primer lugar,las escudillas representan el 55 % de este conjunto.Entre ellas, el 70 % son no restringidas de contornossimples (45 pequeñas y 32 grandes).1 El 25 % sonescudillas restringidas de contorno simple (21 peque-ñas y 6 grandes) y el 5 % son escudillas restringidasde contornos compuestos (1 pequeña y 4 grandes).

1 Se estableció que las escudillas de pequeñas dimensionesserían aquellas cuyo diámetro de boca no superase los 10 cm.

2 Se consideran ollas pequeñas a aquellas con un diámetrode boca inferior a 15 cm y grandes a las mayores de dichonúmero.

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manos de tamaño grande. Las manos se encontrabandispersas en el patio mientras que los artefactos pa-sivos se ubicaban cerca de la puerta que comunicabacon R2 y en torno a la cista. En base a la identifica-ción de fitolitos en los sedimentos, se propuso en otraoportunidad que aquellos se encontraban en el áreadonde fueron activados (Franco Salvi et al. 2011).

En cuanto a los análisis sedimentológicos, se cons-tató un mayor nivel de carbonato de calcio con res-pecto a las muestras de otros recintos (valores próxi-mos al 1,5 %). Podría asociarse especialmente a ladescomposición de huesos (Hjulström e Isaksson2009) generada por actividades de deshuesado de ani-males y descarte. De hecho, solo en el piso de ocupa-ción de este recinto se han recuperado los pocos res-tos óseos de animales registrados en la totalidad dela unidad. Por otro lado, los altos porcentajes de car-bono orgánico y de fósforo podrían estar indicandoque en este recinto se prepararon y/o consumieronalimentos y bebidas, dejando restos que al descom-ponerse en el suelo elevaron estos indicadores quí-micos (Manzanilla y Barba 1990, Holliday y Gartner2007, Hjulström e Isaksson 2009).

RECINTOS R2, R3 Y R5

Estos tres recintos presentaron una menor canti-dad de evidencia material, por lo que los resultadosde los distintos análisis efectuados se presentan con-juntamente. De los 419 tiestos recuperados en el pisode ocupación del recinto R2, se han podido definir

Figura 5. Características de los artefactos formatizados recuperados en el piso ocupacional de R1.

%), aunque también están presentes algunos artefac-tos formatizados y desechos de roca granítica (1,02%), obsidiana (0,51 %) y pizarra (0,51 %) (fig. 5). Lapresencia en R1 de cuchillos, artefactos de retoquemarginal y muescas de lascado simple, estarían sugi-riendo que se llevaron a cabo acciones de trozamien-to, corte y procesamiento final de alimentos.

El tamaño de los instrumentos es muy variable,incluyendo todas las categorías definidas por Asche-ro (1983). Pero, solo en el caso de los instrumentosde cuarzo de pequeño tamaño, existe una correspon-dencia con las dimensiones de las extracciones delos núcleos encontrados. Los desechos de talla sonen su mayoría de cuarzo y pertenecen a las etapasintermedias y finales de formatización de instrumen-tos. Esto se evidencia en la baja proporción de lascasexternas y la alta cantidad de lascas internas, en eltamaño de los desechos correspondientes principal-mente a lascas pequeñas y microlascas, y en la pre-sencia de talones predominantemente lisos y con unancho mayor a 7 mm; todo esto sugiere etapas me-dias de reducción, retalla de instrumentos y extrac-ción de formas base (Escola 2000).

Con respecto a las lascas de andesita, en todos lossectores predominan las lascas internas, pequeñas ycon talones lisos con anchos mayores a 7 mm. Losanálisis indican, por lo tanto, que en su mayoría co-rresponden a las etapas intermedias y finales de for-matización de instrumentos (Escola 2000). Por otrolado, el recinto R1 presentaba el mayor número deartefactos de molienda, representado por cuatro mo-linos de mano cóncavos de gran capacidad y nueve

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26 familias de fragmentos. Las escudillas restringi-das (N = 11) y no restringidas (N = 6), constituyen el65 %. Las ollas, con un porcentaje de 19 %, ocupanel segundo lugar, y el tercero las indeterminadas (15%). Con respecto al tamaño, la mayoría son escudi-llas pequeñas (N = 10) y ollas grandes (N = 3).

Por otro lado, en el recinto R3 se infirieron 32 fa-milias de fragmentos (en un conjunto de 249 ties-tos), los cuales indicaron, en primer lugar, 14 formasindeterminadas; en segundo lugar, 11 escudillas, delas cuales 8 son no restringidas de contornos simples(6 pequeñas y 2 grandes) y 3 escudillas restringidasde contornos simples pequeñas. Finalmente, se iden-tificaron 7 ollas (restringidas independientes de con-tornos inflexionados), 3 grandes y 4 pequeñas. Tam-bién se registró un molino de mano cóncavo de grantamaño asociado a una mano de molino (Franco Sal-vi et al. 2011).

En el recinto R5 se han identificado 55 familias defragmentos (en un conjunto de 884 tiestos), las cua-les corresponden principalmente a familias de frag-mentos indiferenciadas, reflejando, como en los otrosdos recintos, un alto grado de fragmentación (35 %).El siguiente porcentaje se encuentra representado porlas escudillas (31 %), de las cuales 17 son no restrin-gidas de contornos simples (14 pequeñas y 3 gran-des) y 4 son restringidas de contornos simples pe-queñas. Por su lado, se infirieron 15 ollas, de lascuales 12 son pequeñas y 3 de grandes dimensiones.

Las escudillas y las ollas nos llevaron a pensar, en unprimer momento, en actividades relacionadas con lapreparación y el consumo de alimentos; pero la altafragmentación de las vasijas, reflejada en la gran can-tidad de familias de fragmentos indeterminadas y, porotro lado, la escasez de tiestos recuperados en com-paración a los demás recintos, nos llevó a suponerque se trataría más bien de desechos acumulados a lolargo del tiempo (Blitz 1993).

Esta misma conclusión se aplicó a los escasos de-sechos de talla líticos (de cuarzo y de andesita) (N =73) recuperados en estos recintos. En corresponden-cia, pudo percibirse que los niveles de fósforo, asícomo los de carbonato de calcio y carbono orgánico,son más bajos que en los otros recintos. Podría pen-sarse, por lo tanto, que actividades que implican elaumento de estas sustancias químicas en el suelo(como preparación, consumo de alimentos, deshue-sado de animales), no estuvieron destinadas a llevar-se a cabo con frecuencia dentro de estos recintos (Pec-ci et al. 2010).

RECINTO R4

En este recinto se recuperaron 39 familias de frag-mentos (en un conjunto de 1443 tiestos). La muestraindicó, en primer lugar, una importante presencia deollas globulares y subglobulares, grandes (N = 10) y

Figura 6. Clases morfológicas y tecnológicas de las cerámicas recuperadas en el piso ocupacional de R4.

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ción de lascas externas y la alta cantidad de lascasinternas; en segundo término, por el tamaño de losdesechos, correspondiendo principalmente a micro-lascas e hipermicrolascas, sugiriendo que las tareasde formatización y regularización de instrumentosconstituían una actividad habitual en este recinto. Porotro lado, en la mitad sur predominaron las lascascon talones lisos y con un ancho mayor a 7 mm, re-flejando etapas medias de reducción, retalla de ins-trumentos y extracción de formas base. En la mitadnorte, prevalecen los talones puntiformes, lo que po-dría estar sugiriendo que se efectuaron también acti-vidades de reparación, afilado o reactivación de ins-trumentos (Escola 2000).

Con respecto a las lascas de andesita, los análisisindican que, en su mayoría, corresponden a las eta-pas intermedias y finales de formatización de instru-mentos, ya que en todos los sectores predominan laslascas internas, microlascas y con talones lisos conanchos mayores a 7 mm. Por otro lado, la presenciade algunas lascas formatizadas indica, a su vez, acti-vidades de corte, lo que puede relacionarse con lapreparación de alimentos en este recinto. Se detecta-ron instrumentos activos consistentes en 3 manos demolinos de tamaño adecuado para ser usado con unasola mano e instrumentos pasivos (3 bases de moli-nos), con caras activas de menor tamaño a los del R1y menores grados de desgaste (Franco Salvi et al.2011).

Por último, los niveles de fósforo, carbonato decalcio y carbono orgánico son bastante altos, por lomenos en comparación a los otros recintos, lo quepuede estar asociado a la preparación, cocción y elconsumo de alimentos (Holliday y Gartner 2007;Hjulström e Isaksson 2009). Puede apreciarse un ni-

pequeñas (N = 8), muchas de ellas con rastros dehollín. En segundo lugar, se identificó gran cantidadde escudillas pequeñas no restringidas de contornossimples (N = 13) y, en menor medida, restringidas(N = 2). Es de destacar un alto porcentaje de escudi-llas de pasta gris decoradas con incisiones finas (N =8). Finalmente, se recuperó un jarro no restringidode contornos simples y 5 familias de fragmentos nopudieron ser identificadas.

La gran cantidad de ollas con rastros de hollín noshizo pensar en la realización de actividades de coc-ción de alimentos (Rice 1990), posibilitadas por lapresencia en R4 de un fogón. Por otro lado, la impor-tante cantidad de pequeños pucos no restringidospodría estar indicando la preparación y el consumode alimentos y bebidas dentro de este recinto, y/o elalmacenaje de vasijas destinadas a estas actividades(Braun 1993, Bellager y Husi 2012) (fig. 6).

Por otro lado, el conjunto lítico de R4 está com-puesto por 5 artefactos formatizados, 4 núcleos (tresde cuarzo y uno de andesita) y 118 desechos de talla.La mayor parte de la materia prima empleada es decuarzo (68,39 %) y andesita (24,25 %), aunque tam-bién están presentes desechos de roca granítica (5,04%) y algunos artefactos formatizados de pizarra (1,55%) y de obsidiana (0,77 %) (fig. 7). Fueron recupera-das del piso de este recinto tres puntas de proyectil,de tamaño pequeño y de forma triangular escotada.A estas se las interpretó como puntas de flecha im-pulsadas por arco, ya que tienen una masa de 2 g y sutamaño no supera los 2,50 cm (Pastor et al. 2005).

Los desechos de cuarzo proceden, en todos los sec-tores del R4, fundamentalmente de las etapas inter-medias y finales de manufactura de instrumentos.Esto es indicado, en primer lugar, por la baja propor-

Figura 7. Características de los artefactos formatizados recuperados en el piso ocupacional de R4.

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vel mayor de fósforo en el sector que va desde elvano R4-R1 hacia el fogón, lo que no es de extrañarya que las actividades que alteran térmicamente elsuelo, como la cocción, elevan notablemente el ni-vel de este elemento químico (Hjulström e Isaksson2009).

RECINTO R6

Se identificaron en este recinto 79 familias de frag-mentos (en un conjunto de 1783 tiestos), de las cua-les se destaca una gran cantidad de escudillas (N =39), especialmente no restringidas (N = 35) (fig. 8).

En segundo lugar, hay una alta tendencia a las for-mas indeterminadas (N = 20), debido a la alta frag-mentación que presentan los restos cerámicos. Estopuede indicar que tales fragmentos serían basura acu-mulada a lo largo del tiempo (Blitz 1993). Tambiénse destaca la presencia de ollas (N = 10), la gran ma-yoría grandes. Varios de estos fragmentos presentanhollín, lo que estaría indicando actividades de coc-ción, apoyado por la presencia de un fogón. Por últi-mo, se identificaron 10 jarras, en su mayoría peque-ñas (N = 8). El análisis cerámico nos llevó a pensaren actividades de cocción, procesamiento y consu-mo de alimentos. Esto se vio reforzado por los análi-

sis químicos, ya que el recinto R6 presentó altos ni-veles de fósforo, carbonato de calcio y carbono orgá-nico. De hecho, la presencia de fogones en el recintoR6 es una buena explicación de las concentracionesde fósforo en sus alrededores (Hjulström e Isaksson2009).

Por otro lado, en este recinto se recuperaron 2 ar-tefactos líticos formatizados, 2 núcleos de cuarzo y293 desechos de talla. La mayoría del conjunto es decuarzo (62,55 %) y andesita (33,09 %), aunque tam-bién están presentes un artefacto formatizado de pi-zarra junto con algunos desechos de este material(2,04 %). También se identificaron algunos desechosde roca granítica (2,32 %) (fig. 9).

La presencia de un cuchillo indica acciones de tro-zamiento, corte y consumo de alimentos. Los dese-chos líticos son en su mayoría de cuarzo y se relacio-nan fundamentalmente con las etapas intermedias yfinales de formatización de instrumentos. Por otraparte, el alto porcentaje de hipermicrolascas y de ta-lones puntiformes en el sector sureste del recinto in-dicó que se llevaron a cabo también tareas de reacti-vación de filos y reparación de instrumentos (Escola2000).

Con respecto a las lascas de andesita, en su mayo-ría corresponden a las etapas intermedias y finalesde formatización, y también hay evidencia de proce-

Figura 8. Clases morfológicas y tecnológicas de las cerámicas recuperadas en el piso ocupacional de R6.

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RECINTO R7

En el piso de ocupación de este recinto se recupe-raron 2070 tiestos que permitieron inferir 143 fami-lias de fragmentos. Del total, 61 corresponden a todaclase de escudillas (42,5 %). De estas, 39 son de si-luetas «abiertas», no restringidas, con un diámetrode boca superior a 15 cm. Por lo tanto, supusimosque fueron utilizadas para mezclar y servir alimen-tos. Las restantes 22, de silueta restringida, pudieroninvolucrar el manejo de sustancias menos sólidas(Braun 1993, Bellager y Husi 2012). En segundo lu-gar, 36 familias de fragmentos no pudieron ser asig-nadas a ninguna clase morfológica (el 25 %). El ter-cer lugar corresponde a las ollas, con 29 familias (el20 %) (fig. 10). Muy pocos fragmentos contaban conmanchas de hollín, por lo que estas vasijas podríanhaber sido utilizadas para la preparación de alimen-

Figura 9. Características de los artefactos formatizados recuperados en el piso ocupacional de R6.

sos de reactivación o reparación de instrumentos deeste material en casi todos los sectores del recintoR6.

Por otro lado, se ha encontrado un pequeño moli-no cóncavo que presentaba fitolitos afines a maíz (Zeamays), otro al que solo se le han detectado restos degramíneas silvestres, y una mano de forma esféricadesgastada en toda su superficie, con restos de maíz(Zea mays) adheridos. Al igual que en R4, las di-mensiones de los instrumentos eran significativamen-te menores en comparación a R1, lo que podría sig-nificar la molienda de otros materiales o de pequeñascantidades de recursos vegetales (Franco Salvi et al.2011). Con respecto a los análisis sedimentológicos,los altos niveles de fósforo, carbonato de calcio ycarbono orgánico estarían relacionados con la pre-paración y, especialmente, con la cocción de alimen-tos dentro de este recinto (Hjulström e Isaksson 2009).

Figura 10. Clases morfológicas y tecnológicas de las cerámicas recuperadas en el piso ocupacional de R7.

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medias y finales de formatización de instrumentos,reveladas por la presencia de una alta proporción delascas internas y una baja cantidad de lascas exter-nas, por el tamaño correspondiente a las categoríasde normal, pequeño y microlascas, y por una mayorcantidad de talones lisos. Por otro lado, los análisisde los elementos químicos de muestras de sedimen-tos tomadas del recinto R7 revelaron que existe unalto nivel de fósforo y carbonato de calcio, especial-mente contra sus muros laterales y, en particular, enla esquina que se encuentra frente a la puerta R7-R6.Este recinto presentó también restos cerámicos en susperiferias, quedando el centro prácticamente libre demateriales. A esta ubicación de los restos materialesy de elementos químicos contra la pared se la inter-pretó como prácticas de barrido o de acumulación debasura, acompañadas de procesos de posdepósito (i.e. drenaje del agua de lluvia que cae por la pendien-te) (fig. 12).

DISCUSIÓN: IDENTIFICANDO ÁREASDE ACTIVIDAD DENTRO DE LAUNIDAD U14

Los análisis realizados a los materiales cerámicos,líticos y sedimentológicos permitieron constatar queexistió una distribución diferenciada de las activida-des entre los recintos de la unidad U14.

Los restos cerámicos recuperados en los recintosR1, R4 y R6 (escudillas no restringidas —buenas parala mezcla de sustancias—, ollas y jarras), los artefac-tos líticos destinados a acciones de corte y las altasconcentraciones de fósforo, carbono orgánico y car-bonato de calcio indicaron áreas de procesamiento ypreparación de alimentos (King 2008, Wilson et al.2009). Por otra parte, no podemos asegurar que alrecinto R7 puedan atribuírsele estas actividades, dadoel alto grado de fragmentación que presentaban losrestos cerámicos.

Los recursos de origen animal posiblemente fue-ron fraccionados inicialmente solo en el recinto R1,dado que en este se recuperaron los únicos elemen-

Figura 11. Características de los artefactos formatizados recuperados en el piso ocupacional de R7.

tos o para su almacenamiento temporal, pero muyimprobablemente para su cocción. Como en este re-cinto no hay vestigios de fogón, de sedimento ter-moalterado ni de espículas de carbón, el pequeño nú-mero de ollas con restos de hollín (N = 2) podríahaber sido trasladado del recinto R4 que se encuen-tra conectado por una abertura (R4-R7). El cuartolugar corresponde a los 17 jarros inferidos (12 %),indicando actividades que implican el manejo de sus-tancias líquidas (verter y transportar líquidos, prepa-ración y consumo de alimentos) (Braun 1993, Bella-ger y Husi 2012).

En definitiva, por las características de las vasijasidentificadas, existe la posibilidad de que se llevasena cabo en este recinto actividades de preparación yconsumo de alimentos. Pero, dado el alto nivel defragmentación que presentaron los restos cerámicos,pensamos que la mayoría corresponde a desechos decerámica barridos constantemente, lo que desenca-denaría la eventual acumulación de la basura de lavivienda en las periferias del R7 (Blitz 1993).

Por otro lado, en el piso de este recinto se recupe-raron 2 artefactos formatizados, 8 núcleos (7 de cuar-zo y 1 de andesita) y 324 desechos de talla. La mayo-ría del conjunto es de cuarzo (60,62 %) y de andesita(35,05 %), aunque también están presentes algunosfragmentos de pizarra (4,33 %) (fig. 11).

En todos los sectores del R7, los desechos líticosde cuarzo emanan fundamentalmente de las etapasintermedias y finales de formatización de instrumen-tos. Se consideró que la formatización y regulariza-ción de instrumentos constituiría una actividad repe-titiva en este recinto. Indicadores de esto serían labaja proporción de lascas externas y alta cantidad deinternas, prevaleciendo las pequeñas, microlascas ehipermicrolascas y los talones lisos, con un anchomayor a 7 mm. Sin embargo, en el área sur del pisoocupacional se halló una concentración de lascasexternas con talones naturales. Esto podría estar in-dicando que en este sector de la vivienda se llevabana cabo tareas de formatización de instrumentos decuarzo desde su etapa inicial. Con respecto a las las-cas de andesita, se constataron tareas de etapas inter-

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Figura 12. Esquema de áreas de actividades identificadas.

tos óseos de los pisos de habitación de U14. Ade-más, se hallaron cuchillos, artefactos de retoque mar-ginal y muescas de lascado simple, que estarían im-plicados en acciones de trozamiento y corte. Estasevidencias estarían reforzadas por el hecho de queen otra unidad residencial similar y contemporánea,ubicada en el sitio El Tolar, se pudo establecer conmayor precisión que en el patio se efectuaron prácti-cas de deshuesado de animales (Sampietro 2002). Porotro lado, en una investigación anterior se determinóque los recursos de origen vegetal fueron procesadosa través de la molienda principalmente en R1, perotambién en R4, R6 y R3 (Franco Salvi et al. 2011).Prueba de ello fueron los instrumentos de piedra comoconanas, morteros y molinos que, por su tamaño ypeso, difícilmente pudieron moverse de su lugar deactividad.

Los análisis de microvestigios botánicos realiza-dos a instrumentos pasivos y activos de estos recin-tos, permitieron determinar la presencia de silico-fi-tolitos y de granos de almidón afines a maíz (Zeamays) y de gramíneas silvestres (Panicoideae, Fes-

tucaceae, Chloridoideae). En base a la identificaciónde estos fitolitos, se propuso que los artefactos demolienda pasivos se encontraban en el área dondefueron activados. Por otro lado, en uno de los arte-factos activos del recinto R4 se detectó un fitolito demaíz «quebrado», confirmando acciones de molien-da (Franco Salvi et al. 2011). El recinto R1 presenta-ba el mayor número de artefactos de molienda, tantoactivos como pasivos, cuyas grandes dimensionesapuntan a un procesamiento inicial de vegetales, adiferencia de los otros recintos, donde parece haber-se desarrollado un procesamiento final asociado a lacocción.

Con respecto a la cocción de los alimentos, solohay evidencia de esta actividad en los recintos R4 yR6. En el recinto R4 se identificaron, en relación es-tratigráfica, un fogón (confeccionado mediante trespiedras dispuestas en forma irregular) y un númeromuy significativo de ollas de contornos inflexiona-dos (N = 18) con rastros de hollín. Por otro lado, enel centro del recinto R6, se recuperó un fogón —con-formado por tres rocas ovales alargadas que consti-

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tuían una base triangular— y un conjunto de artefac-tos conformado por dos ollas de formas inflexiona-das, adecuadas para la cocción de alimentos, que pre-sentaban en sus paredes externas claras evidenciasde haber sido sometidas al fuego. También se regis-tró en ambos recintos una fuerte tendencia a sedi-mentos enriquecidos en fósforo, lo que es consecuentecon áreas de cocción (Wells 2003). De hecho, estu-dios etnoarqueológicos y arqueológicos muestran quela concurrencia de altos niveles de fosfatos con unagran cantidad de tiestos cerámicos, muchas vecesasociados a un fogón, es indicativa de una cocina(Parnell et al. 2002, King 2008, Wilson et al. 2009).

Se puede decir que los alimentos fueron manipu-lados a través de un sistema que implicó la prepara-ción inicial —involucrando las actividades de frac-cionamiento, deshuesado, corte, molienda, mezcla—,la cocción o el calentamiento y las fases finales depreparación como, por ejemplo, nuevas mezclas yvertidos de sustancias líquidas. Este complejo siste-ma de actividades relacionó diferentes espacios den-tro de la vivienda y, por lo tanto, es probable quetambién a diferentes personas, quienes realizaronparte de estas actividades. Por otra parte, el consumode los alimentos se llevó a cabo especialmente en elrecinto R1 y también en el R4 y R6. Las escudillasabiertas y las jarras son contenedores que suelen es-tar involucrados en acciones de despliegue, exhibi-ción y servicio de alimentos u otros productos (Bu-gliani 2008). En el recinto R1, existe una importantefrecuencia de recipientes destinados al servicio dealimentos y bebidas a compartir, como escudillas yjarras, todas piezas con alta transportabilidad o faci-lidad de movimiento. También se recuperaron cu-chillos, artefactos de retoque marginal y muescas delascado simple, que podrían estar indicando accio-nes de corte y consumo de alimentos. Además, lasgrandes dimensiones de las escudillas recuperadasnos llevaron a proponer que en el recinto R1 se con-gregaban varias personas para ingerir alimentos y be-bidas (Menacho 2001, Bugliani 2008).

Otro factor que orienta a pensar en esta posibili-dad es la superficie de R1 (78,5 m2), comparado conel promedio de los recintos adosados a este (11,7 m2);por lo que el patio tendría capacidad para albergar aun número de personas mayor que los otros (Moore1996). Por otra parte, la presencia en el recinto R4 deun número significativo de pequeños pucos no res-tringidos (N = 13) y, en el recinto R6, de una impor-tante cantidad de pequeños pucos no restringidos yla presencia de un cuchillo, orientaría a pensar quepudieron llevarse a cabo actividades de consumo de

alimentos también en estos recintos. En alusión alárea de almacenamiento, consideramos que el rasgoincluido dentro del recinto R1 —consistente en unpequeño muro de 0,50 m de altura que se apoyabasobre el muro principal, ocupando una superficie de2 m2— constituyó un silo de almacenaje de alimen-tos. Dentro de este rasgo interno, se han recuperadoevidencias de la presencia de hojas y granos de maízmediante el análisis de microvestigios vegetales delos sedimentos del mismo; asimismo, se han encon-trado fragmentos de pucos no restringidos y de gran-des dimensiones, que habrían cumplido la funciónde contener estos productos. Finalmente, en este ras-go se encontró una pequeña estatuilla de cerámicaantropomorfa. Por otro lado, en el recinto R6 se de-tectaron posibles prácticas de almacenamiento, es-pecialmente en el sector norte de su muro, donde sedepositaron numerosos objetos —una mano de mo-lino de mano, una roca rodada de forma oval chata,perforada en el centro, y varios conjuntos de frag-mentos de vasija— que todavía tenían vida útil. Asi-mismo, en otros sectores del mismo muro se encon-traron grandes concentraciones de artefactos, espe-cialmente de fragmentos de vasijas.

De manera similar, se concentra alrededor de losmuros del recinto R4 una importante cantidad de frag-mentos correspondientes a pequeños pucos no res-tringidos. Estos objetos podrían haber sido almace-nados en torno a los muros para estar a la disposiciónde las actividades que se llevaban a cabo en el recin-to (LaMotta y Schiffer 1999). Finalmente, el recintoR2 pudo haber sido un área de almacenamiento (tan-to de alimentos como de herramientas). Esto es, ade-más de analogías con estructuras similares analiza-das en otras oportunidades (Cremonte 1986), por lascaracterísticas distintivas de su arquitectura —es de-cir, muros más informales que en los otros recintos(Salazar 2011)—, por la ausencia de fogones y porno detectarse huellas de otras prácticas.

En referencia a las áreas de producción de instru-mentos, pensamos que no todas las etapas de sus pro-ducciones se llevaron a cabo dentro de la unidad U14.En el caso de los artefactos líticos de materias pri-mas alóctonas (i. e. obsidiana), los pocos instrumen-tos hallados fueron introducidos en la unidad una vezformatizados (aunque fuese parcialmente) en otro sec-tor. Las materias primas locales muestran otra pers-pectiva. De hecho, la talla de instrumentos de cuarzoy de andesita se evidencia en todos los sectores delpatio y en los recintos R4 y R6. Pero en todos estoscasos tan solo se identificaron tareas pertenecientesa las etapas intermedias y finales de elaboración de

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instrumentos —etapas medias de reducción, retallade instrumentos y extracción de formas base—. Asi-mismo, en R4 y R6 se habrían llevado a cabo tareasde reactivación de filos y reparación de instrumen-tos.

El recinto R7, por su parte, evidencia actividadespertenecientes a las etapas intermedias y finales detalla de instrumentos, tanto para el caso de los decuarzo como los de andesita, lo que estaría sugirien-do que la formatización y regularización de instru-mentos constituiría una actividad repetitiva en esterecinto. Además, en el sector sur del R7, se encontrótambién una concentración de lascas externas (0,86por m2), la cual podría estar sugiriendo que en estelugar se llevaron a cabo eventualmente tareas de for-matización de instrumentos desde su etapa inicial.

Con respecto a las cerámicas, su cocción, necesa-riamente, debió de llevarse a cabo fuera de la vivien-da, en áreas todavía no identificadas. La preparaciónde la arcilla suele darse fuera de la estructura resi-dencial (Crown 2007). Por lo tanto, las etapas inter-medias y finales son las más adecuadas para desarro-llarse dentro de la unidad —modelado a mano, trata-miento de la superficie y decoración; y tratamientode la superficie y decoración en el caso de que seefectúe luego de su cocción—. Sin embargo, tampo-co hay evidencia de estas actividades dentro de launidad. En referencia a las áreas de descarte, estasno pudieron ser determinadas debido a las constan-tes prácticas de limpieza, en las cuales los habitantesremovían gran cantidad de los materiales que ya noutilizaban hacia fuera de su vivienda y, de esta ma-nera, los artefactos terminaban su ciclo de vida a tra-vés de su descarte extramuros. Los pisos de ocupa-ción y los rasgos internos han sido sometidos a unaconstante limpieza, la cual ha ido generando un con-texto de palimpsesto propiamente dicho (true pa-limpsest, sensu Bailey 2007), caracterizado por laconstante remoción de los desechos de actividadesantes de un nuevo depósito. Se podría decir que lasperiferias del recinto R7 pudieron ser lo más pareci-do a un basurero que pudo encontrarse dentro de lavivienda. Finalmente, los enterramientos, así comolas evidencias de algunos elementos que podrían es-tar sugiriendo el desarrollo de prácticas rituales, seubicaron exclusivamente en el recinto R1. En su sec-tor central se hallaba la cista donde se produjerondos entierros sucesivos, identificados como dos uni-dades estratigráficas. El más antiguo fue datado, apartir de restos de carbón asociado al mismo, en 1799± 37 AP, calibrado con el 68 % de probabilidadesentre 130 y 260 AD (AA85756). Está constituido por

restos óseos de un individuo en muy mal estado deconservación y, junto a él, se depositaron un jarro deatmósfera oxidante con una decoración antropomor-fa en pastillaje y una jarra de pasta similar sin deco-raciones, así como numerosos fragmentos de vasijascon características similares y concentraciones de car-bón que parece haber sido quemado in situ.

El cuerpo que se depositó en un momento poste-rior se encontraba en peores condiciones de conser-vación, y no ha podido ser asociado a ninguna data-ción absoluta. Junto a él se colocaron un puco depasta gris sin decoraciones y, nuevamente, fragmen-tos de cerámica ordinaria y evidencias de combus-tión. En el sedimento de este nivel se detectaron fito-litos de maíz y de Curcubita sp., los cuales fueroninterpretados ya sea como restos de vegetales consu-midos por quien fuera enterrado allí o como vesti-gios de acompañamientos. Finalmente, sobre esteentierro se encontró una estatuilla de piedra que re-presenta un antropomorfo con lágrimas en su rostro,la cual habría sido intencionalmente fracturada o «ma-tada».

En torno a esta estructura, sobre los pisos del R1,se depositaron tiestos de cerámica de procedenciaalóctona (fragmentos de pucos Aguada gris inciso ode mamelones de urnas Candelaria) y pequeñas esta-tuillas de cerámica zoomorfas fragmentadas, repre-sentando de manera esquemática camélidos. Este sis-tema de prácticas funerarias involucra tanto la vene-ración de los ancestros (Gillespie 2001, Kuijt 2011)como la repercusión que ellos tuvieron en las rela-ciones de los vivos y, adicionalmente, contiene ele-mentos relacionados con la fertilidad de la tierra y laprotección de los animales (Manso y Raviña 1996).

Se podría decir que el patio se constituyó como elúnico espacio destinado a cierto tipo de prácticas(como las funerarias y rituales) y albergó, además,otras sustanciales para la reproducción biológica, con-sistentes en el procesamiento inicial, almacenaje yconsumo de alimentos y la fabricación de instrumen-tos. Como se propuso en anteriores estudios relacio-nados con el análisis sintáctico del espacio (Salazar2011, Gazi 2012), el recinto R1, es decir, el patio,constituía la única vía de ingreso a la unidad, orde-naba la circulación hacia su interior y en él se res-tringía la visibilidad desde el exterior de la vivienda.En correspondencia, en este trabajo pudimos ver queen él se llevaban a cabo la mayoría de las actividadescotidianas, las cuales predispusieron a los agentes alas interacciones sociales. Se podría pensar, para elcaso del recinto R1, la ocurrencia de «ocasiones so-ciales» (Giddens 1984) que impliquen la ingesta de

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alimentos y bebidas tanto de tipo familiar como co-mensal. Las ocasiones sociales son acontecimientosque implican una pluralidad de individuos, por lo ge-neral, expresamente planeadas en cuanto al tiempo yel espacio y, a menudo, son facilitadas por el empleode un equipo particular o mobiliario (Fisher 2009).Por su parte, los demás recintos podrían considerar-se como de carácter más privado, donde las activida-des cotidianas quedaban más resguardadas de la vis-ta de todos, por lo que responderían a las caracterís-ticas de lo que Giddens denominó «reuniones». Enestos recintos se habrían establecido interaccionesmenos planificadas, de carácter laxo, a partir del de-sarrollo de tareas rutinarias como la preparación dealimentos y la fabricación de instrumentos o su repa-ración. La disposición de estas actividades aglutinó,de una determinada manera, al grupo corresidente alo largo del tiempo, en el que las prácticas cotidia-nas, la organización en el espacio de estas activida-des y las concepciones cosmológicas contribuyerona mantener y reproducir una identidad específica delos grupos y un orden social caracterizado por unafragmentación de las comunidades.

CONSIDERACIONES FINALES

Esta investigación consistió en el estudio de la or-ganización de las áreas de actividades domésticas enel valle de Tafí, a través de la materialidad residen-cial recuperada durante la excavación de la unidadU14 del sitio La Bolsa 1. El estudio de las áreas deactividad nos permitió identificar una distribucióndiferenciada de las mismas, la cual corroboró las pro-puestas preliminares realizadas en base al estudio sin-táctico del espacio. La estructura espacial de la vi-vienda y el sistema de actividades realizadas eviden-cian la organización centrípeta de este ámbito en tornoal patio. Esta estructura habría sido fundamental enla construcción e incorporación de subjetividades oprincipios que guiaban las prácticas sociales, enfati-zando los vínculos de parentesco. Esta organizaciónpermite proponer la existencia de unidades socialescaracterizadas por la integración de sus miembros enrelaciones que reproducen fuertes identidades seg-mentarias dentro de un orden social fragmentario.

Agradecimientos

A los miembros del Área de Arqueología y Etno-historia del C. E. H. Segreti y al equipo de la Cátedra

de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Filo-sofía y Humanidades, UNC, por su colaboración yconsejos. A afectos, familiares y amigos por su aguan-te y confianza. Estas investigaciones fueron finan-ciadas parcialmente por subsidios otorgados por elCONICET, el MINCyT (Provincia de Córdoba) y laSECyT (UNC). La versión original de este manus-crito fue mejorada gracias a los valiosos aportes delos evaluadores y editores de Arqueología Iberoame-ricana.

Sobre los autores

VERÓNICA S. GAZI es Profesora y Licenciada en His-toria, graduada en la Facultad de Filosofía y Hu-manidades, Universidad Nacional de Córdoba, Re-pública Argentina. Fue ayudante alumno por con-curso en la Cátedra de Prehistoria y Arqueologíadentro del mismo centro, desde 2009 a 2011. Actual-mente se desempeña como profesora adscrita porconcurso en dicha cátedra. También es auxiliar cien-tífica en el proyecto de investigación «Producción yReproducción social durante el primer Milenio en elValle de Tafí (Tucumán, Argentina)», dirigido por elDr. Eduardo Berberián, subsidiado por el MINCyTde la provincia de Córdoba entre 2009 y 2012. Hapresentado los resultados de sus investigaciones encongresos nacionales.

JULIÁN SALAZAR ([email protected]) es Doctoren Historia de la Facultad de Filosofía y Humanida-des de la Universidad Nacional de Córdoba, Repú-blica Argentina. Profesor Asistente de la Cátedra dePrehistoria y Arqueología de la Universidad Nacio-nal de Córdoba. Becario posdoctoral del ConsejoNacional de Investigaciones Científicas y Técnica dela República Argentina 2012-2014. Ha sido distin-guido con el Premio Universidad, con «Mención deHonor», por alcanzar el mejor promedio de la Li-cenciatura en Historia, FFyH, UNC, de la promo-ción 2005. Actualmente, se encuentra desarrollandouna investigación sobre la Reproducción social do-méstica y asentamientos residenciales entre el 200 y800 d. C. en el valle de Tafí, provincia de Tucumán.Ha publicado numerosos trabajos de investigaciónindividuales o en colaboración en libros y revistasespecializadas nacionales e internacionales, entre losque pueden mencionarse Una aproximación a la sa-cralidad de los espacios domésticos del primer mile-nio en Valle de Tafí (Noroeste Argentino) (2011),Historia Prehispánica de Catamarca (2009); Contex-tos Domésticos del Valle de Tafí, Tucumán, Argen-

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© 2013 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 17: 23–32. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.

Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.

ARQUEOLOGÍA ARGENTINA

ARQUEOLOGÍA Y SIG HISTÓRICO: DESAFÍOSINTERPRETATIVOS DEL «ITINERARIO» DEL OIDOR DE LA

REAL AUDIENCIA DE CHARCAS JUAN DE MA TIENZO (1566)A LA LUZ DE LA ARQUEOLOGÍA ESPACIAL

Pablo MignoneCONICET, Universidad Nacional de Salta, Argentina

Recibido: 13-2-2013. Modificado: 25-2-2013. Aceptado: 26-2-2013. Publicado: 25-3-2013.

RESUMEN. Para la difícil reconstrucción del ca-mino atravesado por el actual Noroeste argentinotanto por Diego de Almagro (1536) como por Diegode Rojas (1544) y sus respectivas huestes conquista-doras, se cuenta principalmente con el llamado «Iti-nerario» del Oidor Juan de Matienzo (1566); dondepropone un plan de fundaciones continentales paraasegurar el tránsito desde el Alto Perú (actual Boli-via) hacia un puerto en la desembocadura del Río dela Plata, actual puerto de Buenos Aires. Los antece-dentes en el tema buscaron ubicar legua a legua losjalones de este camino, definiendo dos hipótesis an-titéticas: el «Camino de los Valles» y el «Camino dela Puna». El primero, tenido por más corto y bené-volo en sus condicionamientos ambientales que elsegundo. En base a mis propias investigaciones decampo y relecturas de este documento, propongo laviabilidad del Camino de la Puna, modelando paraello las superficies de fricción y el cálculo del cami-no óptimo mediante un SIG.

PALABRAS CLAVE: SIG histórico, conquista deAmérica.

TITLE : Archaeology and Historical GIS: Interpre-tive Challenges of the “Itinerary”of Juan de Matienzo(1566), Hearer of the Royal Audience of Charcas.

ABSTRACT. The “Itinerario” of Juan de Matienzo,functionary of the Royal Audience of Charcas, is oneof the main documents that can be used in order toreconstruct the path followed by Diego de Almagro(1536) and Diego de Rojas (1544) through the cur-

rent Argentine Northwest. In that document, the au-thor proposed a plan of continental foundations inorder to facilitate and secure the connection betweenthe Alto Peru (modern Bolivia) and the port of Bue-nos Aires. The antecedents in the subject sought tolocate the milestones along this road, both in docu-ments and in the field, defining two antithetic hypoth-eses: the “Valley Road” and the “Puna Road”. The“Valley Road” was thought to be shorter and have amore hospitable climate and environment than the“Puna Road”. Based on my own field research andnew exegesis on the document, I propose the viabil-ity of the Puna Road, modeling for that purpose fric-tion surfaces and optimal path calculation througha GIS.

KEYWORDS: Historical GIS, conquest of America.

INTRODUCCIÓN

LA CARTA FECHADA EL 2 DE ENERO DE 1566, ESCRI-TA AL REY DE ESPAÑA FELIPE II POR EL OIDOR DE

LA REAL AUDIENCIA DE CHARCAS, LICENCIADO

Juan de Matienzo, se ha interpretado como el funda-mento para el trazado del derrotero seguido por losconquistadores Diego de Almagro (1536) y Diegode Rojas (1544) en su ingreso hacia el Antiguo Tu-cumán en el actual territorio argentino.

Este documento cita topónimos que aún se man-tienen en la Puna jujeña y en la zona limítrofe entreBolivia y Argentina, como Calahoyo, El Moreno yCasabindo. Sin embargo, existe cierta confusión en

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esta hipótesis. Se basan tanto en el trabajo erudito dehistoriadores de principios del siglo XX como en suspropios trabajos de campo, para concluir que el am-biente puneño fue incapaz de sostener a las partidasexpedicionarias de Almagro o de Rojas; compuestaspor 500 hombres la primera y más de 200 hombres lasegunda, más sus caballos y el ganado en pie (Raffi-no 1973: 258). Por su parte, Vitry (2007: 342), ba-sándose en los cálculos de distancia que realiza Gor-don Pollard y sus propios resultados de campo,concluye que el paso por la Puna era dificultoso porlas altitudes cercanas a los 5000 metros y la poca yconvincente evidencia material de filiación incaica.

El presente trabajo consistirá en mostrar, en base ahallazgos de sitios arqueológicos en la Puna de Saltay cálculos espaciales mediante un SIG, la posibili-dad del corredor de la Puna como marco de la expe-dición tanto de Almagro como de Rojas hacia el

Figura 1. Área de estudio. Porción oriental de la zona altiplánica de las provincias de Salta y Jujuy, Argentina.

el tramo de Salinas Grandes, en la actual provinciade Jujuy, y la Chicuana histórica, situada en el ValleCalchaquí, en la provincia de Salta.

Inicialmente, escritores como Boman (1908) y Le-villier (1925) ubicaron el corredor hacia el Tucumánpor la Puna de Jujuy y Salta, desde Casabindo, Sali-nas Grandes, El Moreno, San Antonio de los Cobresy, luego, el descenso hacia el Valle Calchaquí por laPoma (ambos en la provincia norteña de Salta) a tra-vés del Abra del Acay. Por el contrario, Lizondo Bor-da (1943) y Jaimes Freyre (1916), sitúan el tramo deingreso desde El Moreno a Salta por lugares más ba-jos como la Quebrada del Toro, el Valle de Lerma y,finalmente, Valles Calchaquíes, en virtud de la exis-tencia en ese trayecto de recursos naturales aptos parael sostenimiento de las expediciones españolas.

Dentro de la arqueología argentina, Raffino (1973)y Vitry (2007) son los cultores más vehementes de

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y una plantilla con la pendiente en grados (slope).Los sistemas hidrográficos fueron comparados y co-rregidos con la cartografía SIG 250 del Instituto Geo-gráfico Nacional (Capa Salta y Jujuy 1:250.000).

El mapa con los cursos de agua fue recalculado; alos cursos de agua les otorgamos un valor 1, mien-tras que los sectores sin ellos tuvieron el valor 0. Estosignifica que la mayor dificultad para la transitabili-dad la ofrece el valor 1, y el trazado del camino ópti-mo se realiza por el menor valor, 0. A través del ál-gebra de mapas, sumamos los valores de ambosmapas para crear uno nuevo, llamado superficie decoste o fricción, con las dos variables sobre las quetrazaríamos el trayecto. En lo referente a la transita-bilidad en sí, calculamos las matrices de distanciasgeográficas basadas en el algoritmo «caminos demenor coste» (least-cost path algorithm). Sobre lasuperficie de fricción calculamos la distancia entrepuntos, para representar esquemáticamente y en ta-blas el costo del movimiento a lo largo del paisaje(Ray 2008).

A través de la adopción de estas herramientas SIGno solo queremos dar respuesta al interrogante de laviabilidad de la hipótesis puneña, sino que, al calcu-lar esa viabilidad, dejamos sentadas las bases paraun modelo de sensibilidad arqueológica (FernándezCacho 2009) que favorecerá en el futuro la identifi-cación de tambos incaicos a lo largo de la ruta pune-ña propuesta. La metodología SIG es una alternativamás a la reconstrucción histórica, que ha respondidoa problemas similares pero con otras técnicas que nohemos considerado en esta ocasión.

El ejemplo más cercano a nosotros, tanto por per-tenecer casi al mismo abanico temporal como pornuestra participación en el proyecto, es el caso delhallazgo de la perdida ciudad española de NuestraSeñora de Talavera o Esteco I (1586-1609). Esta ciu-dad fue encontrada en 1999 por un equipo interdisci-plinario del CONICET bajo la dirección del Lic. Al-fredo Tomasini. Ante la ausencia de esquemas ocroquis de la disposición de la ciudad y de referen-cias históricas detalladas sobre el lugar exacto delemplazamiento, sus características y dimensiones, losestudios debieron centrarse en diversas fuentes, en-tre ellas, la información de pobladores locales.

Si bien no conocían el nombre histórico de la ciu-dad ni su fundación, fue de provecho el aporte deuno de ellos, Policarpo Fernández (octogenario), acer-ca del recuerdo infantil del hallazgo, por parte de unpariente, de candelabros de oro, crucifijos de plata ycampanas de fundición. La directa asociación con elculto católico de estos elementos tuvo como resulta-

Antiguo Tucumán. Nos situaremos exclusivamenteen el tramo El Moreno (en el borde meridional de laPuna de Jujuy) y el ápice septentrional de los VallesCalchaquíes en Salta (localidades de La Poma, Ca-chi y La Paya), por la dificultad que presenta su iden-tificación en base a los documentos históricos y lospocos sitios arqueológicos encontrados hasta el mo-mento (fig. 1). No se desarrollará el trasfondo histó-rico de la correspondencia de Matienzo, su biografíao la situación colonial a comienzos del siglo XVI, yatratadas por especialistas como Presta (2008).

METODOLOGÍA. SIG HISTÓRICO(HISTORICAL GIS) Y MODELOSPREDICTIVOS

El presente estudio de SIG histórico buscará des-cribir las distribuciones espaciales de objetos y even-tos desde el lenguaje de la topología (Connolly y Lake2007: 4). Este enfoque no se interesa tanto por medirdistancias o áreas entre puntos, es decir, medidasgeométricas absolutas —conocidas también comoeuclidianas o cartesianas—; como por abarcar rela-ciones de otra índole: cercanía o lejanía por atribu-tos, inclusión en regiones de visibilidad (intervisibi-lidad, cuencas visuales) o hidrográficas, análisis deredes de conectividad (flujos, movilidad, transpor-te), luminosidad, patrones de asociación por varia-bles cuantitativas o cualitativas, etcétera (Connollyy Lake 2006: 4).

Con este tipo de análisis se busca también ponde-rar el efecto que tienen determinadas variables am-bientales en la selección de localizaciones físicas parala construcción de algunas formas arquitectónicas,conformando un modelo predictivo; el cual permitelocalizar en el futuro sitios arqueológicos conocien-do su patrón de distribución y las variables que in-fluyen en él (Fernández Cacho 2009: 9).

Las variables de mayor influencia en la orienta-ción y localización de los caminos incaicos —sobrelos cuales se cree fue trazado el Itinerario—, segúnHyslop (1992), son la pendiente y los ríos. Los cami-nos buscaban evitar los terrenos más difíciles, man-teniéndose cerca de los cursos de agua, pero cuandoeste recurso era abundante, se buscaba evitar arroyosy ríos por su capacidad de erosión (Hyslop 1992: 90).

Para incluir en el SIG estas variables independien-tes, empleamos como base cartográfica un modelodigital de elevación ASTER DEM en formato Geo-TIFF en una red de 1 arco de segundo (aproximada-mente 30 m). Sobre él trazamos los ríos y vertientes

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do dos hechos curiosos: que se generalizara el temorde los trabajadores rurales a internarse en la zona (te-mor alimentado con leyendas de ruidos de cadenas,perros rabiosos y campanas redoblantes) y, por otrolado, recuperar de la memoria oral la ubicación deuna de las iglesias de las cuales fueron extraídos losobjetos y la asociación entre los edificios principalesdel trazado de la ciudad.

Además, la mención de algunas características delterreno, como lomadas y albardones, permitió la iden-tificación de una construcción emblemática, comola acequia que regaba los campos anexos a la ciudad,y sus medidas (de 3 leguas según las fuentes), esti-madas por los informantes en pasos (Tomasini yAlonso 2001).

LA CARTA DE JUAN DE MATIENZO

El llamado Itinerario de Matienzo es tomado de lacorrespondencia fechada el día 2 de enero de 1566,cuyo destinatario es el rey Felipe II de España (Ar-chivo General de Indias, Charcas, 16, R. 6, N. 26).En ella manifiesta su preocupación por encontrar unavía de comunicación marítima alternativa al puertode Lima —desde el cual se navegaba hasta Panamápara luego pasar a la «Mar del Norte» hacia Espa-ña—, que obligaba a atravesar caminos en mal esta-do y grandes distancias por terrenos fragosos, ade-más de dos «mares».

En su preocupación de lograr «la conservación yaumento de los habitantes de esta tierra y de la RealHacienda», el Oidor propone 3 vías alternativas paraun mismo destino: un corredor desde Charcas hastael Río de La Plata y un puerto para la comunicacióncon España.

Transcribo a continuación parte de la carta deMatienzo, en el tramo La Plata (actual Sucre, Boli-via)-Chicuana:

«La primer Jornada Esta saliendo desta ciudad dela-plata a las bentas de quijada al terrado que llaman. seysleguas / de alli por el camino Destopiñan. a umpueblode Yamparaes llamado Chacabuco ay siete leguas. hastacuesma pueblo de Indios q Esla dormida destas sieteleguas / De alli acalala pueblo de yndios huruqillas aycinco leguas / de alli a calcha. y pasase por ay a uisla.quegasta calcha. son siete leguas de calcha q Es pueblode Yndios chichas Lam. a Vichacla pueblo de yndioschichas que ay seis leguas / de alli ascande pueblo dechichas ay cinco leguas / (De aqui se ha de advertir quevire luego otro. camino acavado Este)» [f. 1v].

«[...] de ascande al turqui pueblo de yndios chichas.ay seys leguas de alli a palquisa pueblo. de chichas cin-co leguas / de alli a talina. pueblo de yndios chichascinco leguas / de talina acalahoyo tambo. Real del ynga.Despoblado cinco leguas. Y ay al derredor y junto aestetambo pueblos. de yndios chichas biencerca q puedenservir En el tambo. como servian En tiempo del Ynga /de alli amoreta pueblo de yndios chichas y tambo delynga ai sieteleguas / de alli acasavindo El chico. tambodel ynga y junto ael ay yndios Encomendados En martinmonje vezino desta ciudad. son seys leguas y media / dealli atambo del llano jagueies de buena agua y mucha.ay cinco leguas y media. quedanEn medio los tambosgrandes. de casavindo. Es despoblado y ay pueblos deyndios muy cerca / de alli al rincon delas. Salinas. qua-tro leguas buenas Es Despoblado / de alli al tambo de-moreno ocho leguas. Es por un llano de salinas muybuen camino Esta. despoblado y cerca yndios / de alli alos tambos. debuena.yerva. que por otro nombre llamanla cienega grande seys leguas. Esta Despoblado / de allial pie del puerto que se pasa para Entrar al Valle decal-chaqui. tambo del ynga cinco leguas / de alli por la ma-ñana El puerto al tambo dela paloma quatro. leguas q nohay otracosa que no sea muy llana y Esta lo Es mucho /de alli a pascaoma. pueblo de yndios de calchaqui queesEl qaora Esta alzado ay seys leguas / de alli a chiquanapueblo decalchaqui otras seys leguas /» [f. 2r].

Vemos planteada la dificultad de querer encastrarforzosamente la legua con el metro en los antece-dentes sobre el tema; algo que ya el jesuita Juan deMariana expuso en su obra de 1599 De ponderibuset mensuris (1967): la inexistencia en aquel enton-ces de un patrón único de las medidas, y su variabili-dad entre cada reino. Este patrón recién entró en es-cena el 8 de enero 1587 con el establecimiento porparte de Felipe II de la legua común como medidageneral, que sin embargo fue ignorada en la provin-cia del Tucumán, la cual siguió usando la legua legal(Di Lullo 1959: 18). Para la historia moderna, Di Lu-llo identifica la misma dificultad en la reconstruc-ción de caminos y distancias de la colonia temprana:

«Acerca de las distancias de los viejos caminos en-tre pueblos o ciudades hay gran confusión debido a quelos cronistas no estaban de acuerdo con el valor de lalegua, pues mientras unos usan la legua de Castilla, o deLeón, o de Asturias, o de Andalucía, o de Extremadura,o de las Provincias Vascongadas, equivalente a 5.373metros, otros empleaban la legua de Alicante de 5.555metros, o la de Navarra de 5.490 metros» (Di Lullo 1959:19).

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Figura 2. Camino de los Valles, atravesando perpendicularmente ríos y arroyos del sistema hidrográfico del valle de Lerma.Dibujo del autor.

Se suma a esto la certeza de que los antecedentesen arqueología no tuvieron en cuenta que Matienzodio ex profeso cierto margen de más en la cantidadde leguas que estimó de un destino a otro —10 se-gún su testimonio, 55 km aproximadamente.

Además, quienes intentaron reconstruir el derro-tero calcularon los trayectos a vuelo de pájaro y noen base a la distancia real de un punto a otro, lo cualdepende menos de una métrica certera que de las ca-racterísticas del terreno, la geomorfología en la pre-sencia de accidentes naturales o cursos de agua. Enla distancia percibida, se suman a la distancia real elcansancio del caminante, la inminencia de ataques,la probabilidad de que el autor de la fuente nunca lohaya seguido, detrás de un largo etcétera.

En el caso del estudio de fuentes, también es con-veniente sospechar de las intenciones del escritor: siMatienzo deseaba promocionar ante el Rey un cami-no de enlace que cambiase radicalmente el eje eco-nómico y político de la conquista española, ponién-dose a sí mismo como artífice de ese proyecto, es

probable que lo adornara un poco. Gordon Pollard(1985-86), por ejemplo, en su conversión legua-me-tro estima en 162 km la distancia entre El Moreno ylos Valles Calchaquíes, observando coincidenciasperfectas entre algunos sitios conocidos de los vallesde Lerma y Calchaquí y los jalones de Matienzo (fig.2).

Sin embargo, se ha visto que Matienzo no dio de-talles de todos los pueblos y tambos reales a lo largodel camino —lo que inhibe de cualquier reconstruc-ción arqueológica o etnohistórica— y no sabemossobre qué trayecto sumó las 10 leguas. Si, por extra-ña casualidad, esos 55 km se los sumó al tramo másdesfavorable del camino —y del que menos detallenos da—, este, en su longitud «real», se reduciría a93,78 km, 70 km menos de los que Pollard calcula(Pollard 1985-86).

Por lo tanto, creo es necesario apelar a indicadoresambientales menos variables, como los cauces flu-viales y la pendiente del terreno, para ver las alterna-tivas a la hipótesis en uso actualmente.

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Figura 3. Simulación en 3D de ambos caminos, vista desde Salinas Grandes hacia el sur.

EL CAMINO DE LA PUNAREVALORIZADO

El Camino de los Valles resulta el camino óptimosi tomamos exclusivamente como criterio principalla menor distancia hacia la Chicuana inca (distanciaeuclidiana). Este derrotero es el más corto a vuelo de

pájaro, con una distancia de 157,29 km desde ElMoreno a La Paya, mientras que el Camino de la Puna(en base a Boman 1992 [1908]) no sería favorecido,según este criterio, por sus 187,65 km (fig. 3). Sinembargo, la distancia real o topológica (fig. 4), te-niendo en cuenta los dos factores de fricción predo-minantes (la pendiente y los cauces fluviales), hace

Figura 4. Izquierda: camino óptimo calculado sobre la menor distancia. Derecha: camino óptimo en base a pendientes y ríos.Dibujo del autor.

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Figura 5. Izquierda: perfil accidentado del Camino de los Valles. Derecha: perfil predominantemente llano del Camino de laPuna. Dibujo del autor.

descansar el tramo El Moreno-La Paya sobre el co-rredor fluvial Salinas Grandes-río San Antonio de losCobres-río Calchaquí (Camino de la Puna), menosaccidentado, y que aprovecha las quebradas fluvia-les con rumbo norte-sur.

Comparando los perfiles de ambos recorridos, po-demos ver, en base a las dos variables ambientalesconsideradas, que el Camino de los Valles debe sor-tear un relieve escarpado y accidentado, cruzando ríosque corren transversalmente a su recorrido y cade-nas de sierras que cortan el paisaje con desniveles decasi 2000 m (fig. 5). No se ve en el perfil las buenasleguas u otra cosa que no sea muy llana descrita porMatienzo. El perfil El Moreno-Acay-Valles Calcha-

quíes, por el contrario, sigue el cauce del sistemaSalinas Grandes-San Antonio de los Cobres-Acay,actual asiento de la ruta nacional n.º 40. Solo tienecomo principal obstáculo el Abra del Acay (4895 ms. n. m., fig. 5), portal de ingreso al Valle Calchaquíque, a pesar de su altura, posee vegas y vegetación alo largo de todo el paso.

En definitiva, un corredor natural que comunicaSalinas Grandes con La Poma y aprovecha las que-bradas y cárcavas de dirección norte-sur del sistemafluvial Salinas Grandes-río San Antonio-río Calcha-quí (fig. 6). Creemos que este es el asiento más ade-cuado desde el punto de vista geomorfológico parael camino de Matienzo: descansan sobre él quebra-

Figura 6. Camino de la Puna redibujado de Boman (1992 [1908]). Se puede ver su asiento sobre el sistema hidrográfico SalinasGrandes-río Calchaquí. Dibujo del autor.

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das con agua de cauce permanente y semipermanen-te, pasturas, vegas de altura, baja pendiente y sitiosincaicos.

CONCLUSIÓN

Con este trabajo se ha sentado una vía alternativaa la interpretación corriente sobre el asiento del Iti-nerario de Matienzo en el tramo de más difícil inter-pretación: El Moreno-Valles Calchaquíes. Los ante-cedentes construyeron la hipótesis de los Valles sintener en cuenta el contenido de la carta del Oidor,donde reconoce haber alterado en 10 leguas (al me-nos 55 km aproximadamente) el camino para gran-jearse, al parecer, el favor o el beneplácito de su lec-tor, el rey Felipe II de España. Además, aclara Ma-tienzo que deja sin mencionar poblados y tamboscercanos a los caminos que trata, por lo que la iden-tificación actual de pueblos históricos y su asientoarqueológico es riesgosa.

En consecuencia, no sabemos la cantidad de tam-bos o pueblos que dejó fuera de su relato y la ubica-ción del tramo del cual quitó las 10 leguas, por loque el margen de error al que nos vemos expuestosen la interpretación literal del documento es muygrande y yo, en particular, no quise exponerme a unerror de ubicación geográfica que es, cuando menos,grosero. Máxime si los antecedentes han fundado sushipótesis de la ubicación del camino en la presenciao ausencia de sitios en los extremos meridionales yseptentrionales de la Puna de Salta y Jujuy, respecti-vamente; fundamento accidental de potencial refuta-ción a medida que se sucedan los hallazgos de sitiosarqueológicos en este sector tan poco explorado delNoroeste argentino.

Queda aún una objeción más por responder: la es-casez de recursos para el sostenimiento de las hues-tes españolas. Para responderla, debemos recordarque el regreso del mismo Diego de Almagro a Perú,una vez que llegó al actual Chile, se realizó por elextenso y árido despoblado de Atacama que, segúnlas fuentes, obligaba a un recorrido de 150 leguaspor interminables territorios con gran escasez de agua.

El retorno de Almagro por el despoblado presentóserias dificultades, relatadas por Mariño de Lobera(1865 [1593]) de la siguiente forma:

«Pudo tanto con los soldados la eficacia de razones,ruegos y mando de don Diego de Almagro que hubie-ron de ponerse en camino para el Perú como lo [ilegi-ble] da por diversos rumbos, aunque [ilegible] a causa

del grande despoblado de Atacama donde perecieron,gran parte de los caballos Y gente de servicio que […]en la pasada […] finalmente habiendo pasado muchas ylastimosas calamidades llegaron al Perú harto destrui-dos» (Mariño de Lobera 1865: 36).

Luego de la muerte de Almagro, Valdivia recorre-ría en 1540 este camino en sentido inverso, aden-trándose en el actual territorio chileno desde Tacna,luego Tarapacá para llegar al actual San Pedro deAtacama y recorrer las 150 leguas que separan estalocalidad de los fértiles valles de Copiapó.

«Y aunque por ser la jente de tan poca para meterseentre tanta inmensidad de bárbaros tan fuertes y belico-sos, parecia temeridad acometer este asunto; con todoeso era el capitan tan animoso, que atropellando dificul-tades fué en prosecucion de su camino animando a lossuyos, y allanándoles el paso como si fueran por tierraspropias suyas, y llegado al valle de Atacama tomaronbastimentos en abundancia para sustentarse en el largodespoblado de que hemos hecho mencion arriba, cuyatravesía es de ciento y veinte leguas, donde pasaron tra-bajos excesivos, por ser mui estéril y sin jénero de yerbani agua, ni otro pasto para los caballos: y así perecieronen él algunos y muchas mas personas de servicio asíindios como negros» (Mariño de Lobera 1865: 38).

La falta de recursos no amedrentó la empresa con-quistadora española, sobre todo por contar con elconocimiento del territorio de sus guías indígenas,tanto para poder dar con los escuetos cursos de aguacomo para la planificación del número de personasque estos recursos podían soportar.

Esto significa, en el caso del tránsito de Valdiviapor el desierto más árido del planeta, además del co-nocimiento puntual de las vegas y jagüeyes por partede los informantes, la estrategia de dividir los con-tingentes enviando avanzadas y dejando retaguardias,tanto con fines de exploración y defensa, respectiva-mente, como con objetivos de sostenibilidad del nú-mero de personas y animales en relación a los recur-sos, tal como relata Jerónimo de Vivar (1558):

«Apercibió el maestre de campo Pedro Gómez deDon Benito la gente por mandado del general Pedro deValdivia, la cual salió de Atacama en la orden que sesigue: en una cuadrilla con su caudillo veinte y cinco dea caballo y doce de a pie, a quince del mes de septiem-bre, principio de la primera vera que acá es en tiempoque se han cogido las cosechas y bastimentos y frutosde la tierra. No hay frío ni calor, ni nieve, y es el mejor

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tiempo de todo el año para pasar este despoblado. Yporque entonces no hay demasiada agua por ser la tierraestéril, conviene pasar el despoblado en cuadrillas, por-que pasando toda la gente de golpe, padecerían gran de-trimento las piezas de servicio y las cabalgaduras y ga-nados. Tiénese orden. Pasando un día y una noche salióla segunda cuadrilla con otro caudillo. Y ansí de gradoen grado todas las cuadrillas. Y en la rezaga salió elgeneral Pedro de Valdivia con la cuarta parte de la gen-te. Fueron por todos ciento cincuenta y tres hombres ydos clérigos, los ciento y cinco de a caballo y cuarenta yocho de pie» (Vivar 1962: 17).

Relata Vivar que la falta de agua sufrida duranteel trayecto era subsanada con largos descansos enaquellos lugares de donde manaba escuetamente yalmacenando la poca que encontraban en el camino:

«De este valle que dicen “el Chañar” hasta el vallede Copiapó hay dieciocho leguas, buen camino, llano ysin ciénaga, ni agua, por donde conviene que él que pa-sare que la lleve de aquí para que beba so pena que no labeberá porque calienta mucho el sol. A esta causa elgeneral Pedro de Valdivia con sus cuadrillas y gente locaminaron con la brevedad que pudieron» (Vivar 1966:20).

Esto significa que peores condiciones enfrentaronen otras circunstancias los mismos exploradores, porlo que el rechazo del camino de la Puna no tiene asi-dero histórico. Desde el punto de vista ambiental, lavía del altiplano cuenta como ventaja para la recons-trucción histórica, en comparación con los Valles, labaja alteración antrópica de los recursos y la milena-ria ocupación de quebradas fluviales y vegas; que in-dican un mantenimiento de patrones de distribucióny asentamiento humano y de ubicación de recursos alo largo de varios milenios (Mignone 2012).

Para concluir, quiero recalcar que me he apoyadoen bases más sólidas al estudiar la pendiente y losríos de la zona para evaluar la potencialidad arqueo-lógica de la misma. Sin embargo, hacen falta aúnestudios paleoclimáticos para conocer las variacio-nes sufridas en 500 años en el cauce o régimen deestas fuentes de recursos, además de las condicionesclimáticas generales que las generaron o influyeron.

Sobre el autor

PABLO MIGNONE ([email protected]) es doc-torando y becario del CONICET (Consejo Nacional

de Investigaciones Científicas y Técnicas) en la Uni-versidad Nacional de Salta, Argentina.

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LA DECIMOSÉPTIMA EDICIÓN DE LA REVISTA

ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANAEL DÍA 31 DE MARZO DEL AÑO 2013

EN EL TALLER DEL EDITOR E INVESTIGADOR

PASCUAL IZQUIERDO-EGEA,GRAUS (ESPAÑA).

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