comunidad del pueblo - manifiesto jonsista

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MANIFIESTO JONSISTA Por la reconstrucción del movimiento revolucionario Círculo cultural "COMUNIDAD DEL PUEBLO" Publicamos a continuación el documento que amablemente nos han hecho llegar nuestros amigos de "Comunidad del Pueblo", asociación cultural legalmente inscrita. Sirva este texto como homenaje al movimiento revolucionario nacional-sindicalista en el setenta aniversario de la fundación de "La Conquista del Estado"- indudable referente histórico de Resistencia- y como acicate para toda la juventud antagonista en estos momentos de incertidumbre y regresión revolucionaria. El siglo XX apenas acabado ha sido crucial en el nacimiento, auge y caída de los movimientos revolucionarios del más variado signo. Todo país, no importa su latitud, composición, historia o condiciones, ha visto surgir en su interior procesos revolucionarios contrapuestos a la depredación capitalista. No ha habido nación, joven o vieja, grande o pequeña en la que no haya latido ese impulso subversivo y catilinario propio de las juventudes heroicas: el impulso revolucionario. Paralelamente, ningún país ha escapado a la antítesis de ese impulso: la Antirevolución Las fuerzas antirrevolucionarias bien implantadas políticamente, económicamente privilegiadas, apoyándose en los grupos sociales más mostrencos e insolidarios, así como en la desidia y en el conformismo de las mayorías conservadoras, se han opuesto al Movimiento revolucionario - allí donde este se ha dado - de las más diversas formas. Así, la Antirevolución, ocasionalmente, no ha dudado en suplantar de forma innoble a las fuerzas revolucionarias, desplazando a las minorías propiamente subversivas de la

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MANIFIESTO JONSISTA

MANIFIESTO JONSISTAPor la reconstruccin del movimiento revolucionario

Crculo cultural "COMUNIDAD DEL PUEBLO"Publicamos a continuacin el documento que amablemente nos han hecho llegar nuestros amigos de "Comunidad del Pueblo", asociacin cultural legalmente inscrita. Sirva este texto como homenaje al movimiento revolucionario nacional-sindicalista en el setenta aniversario de la fundacin de "La Conquista del Estado"- indudable referente histrico de Resistencia- y como acicate para toda la juventud antagonista en estos momentos de incertidumbre y regresin revolucionaria.

El siglo XX apenas acabado ha sido crucial en el nacimiento, auge y cada de los movimientos revolucionarios del ms variado signo.

Todo pas, no importa su latitud, composicin, historia o condiciones, ha visto surgir en su interior procesos revolucionarios contrapuestos a la depredacin capitalista. No ha habido nacin, joven o vieja, grande o pequea en la que no haya latido ese impulso subversivo y catilinario propio de las juventudes heroicas: el impulso revolucionario.

Paralelamente, ningn pas ha escapado a la anttesis de ese impulso: la Antirevolucin

Las fuerzas antirrevolucionarias bien implantadas polticamente, econmicamente privilegiadas, apoyndose en los grupos sociales ms mostrencos e insolidarios, as como en la desidia y en el conformismo de las mayoras conservadoras, se han opuesto al Movimiento revolucionario - all donde este se ha dado - de las ms diversas formas.

As, la Antirevolucin, ocasionalmente, no ha dudado en suplantar de forma innoble a las fuerzas revolucionarias, desplazando a las minoras propiamente subversivas de la direccin del Movimiento casi desde el mismo momento de su nacimiento como entidad poltica autnoma.

Tal es el caso de la Revolucin espaola, uno de cuyos componentes fundamentales fue el Movimiento revolucionario nacional-sindicalista, polticamente encarnado en las JONS.

Convencida de la virtualidad revolucionaria del Jonsismo, la Antirevolucin de derechas fue asfixiando econmica y socialmente al nuevo movimiento hasta rodearlo de un muro poltico compacto edificado por la interesada mistificacin antimarxista y la perversin doctrinaria conservadora en proceso de reorganizacin tctica y terica durante el primer tercio del siglo XX.

Surgi de esta manera la Falange Espaola, plataforma contrarevolucionaria cuya efectividad qued de manifiesto al fagocitar al neonato Movimiento jonsista, apoderndose de sus ms fecundos lemas y laminando sus ms radicales hallazgos hasta conseguir equiparar nacional-sindicalismo y falangismo, lo que como el tiempo se encargara de demostrar- es algo ideolgica y polticamente insostenible.

La Antirevolucin de izquierdas cumpli tambin su misin en lo que respecta a la destruccin de los autnticos sectores revolucionarios de espaoles proletarios, alindose con la contrarrevolucin radical-burguesa encarnada por el insignificante Partido comunista de Espaa, hasta conseguir erradicar a las fracciones social-revolucionarias y a los sindicalistas libertarios del consenso poltico republicano.

El Jonsismo representa la verdadera Lnea fundadora del patriotismo revolucionario espaol.

Sin embargo, su historia y su pensamiento no pueden quedar estereotipados en lemas y consignas, en escritos polticos o en figuras legendarias, sin ser por ello mismo traicionado como Movimiento revolucionario genuino.

La verdadera traicin al Jonsismo la cometen aquellos que considerndose tales, se niegan obcecadamente a asumir los desarrollos histricos posibles del mismo enclaustrndolo en un arco de tiempo limitado y considerndolo como doctrina cerrada, cuando no como simple fenmeno precursor.

Pero un Movimiento que naci como Vanguardia, y reclamando un puesto de vanguardia en la Revolucin espaola, no puede morir en las retaguardias escapistas de aquellos que precisamente han utilizado a varias generaciones de jvenes revolucionarios espaoles como coreografa de su pasacalles triunfal y reaccionario.

Resulta paradjico observar de qu forma grupos y tendencias puramente neofranquistas siguen utilizando trminos, smbolos, imgenes, referencias y ttulos de supuesta "legitimidad" revolucionaria extrapolados del nacional-sindicalismo histrico para tapar sus vergenzas ideolgicas.

No se conforman con haber puesto la bandera rojinegra y el yugo y las flechas al servicio de un sangriento despotismo clerical/reaccionario. Pretenden desgajar todos y cada uno de los elementos histricos que dieron vida en su momento al Jonsismo revolucionario, ponindolos al servicio de sus ms ridculas ambiciones.

Por ello, cuando hoy hablamos de Jonsismo y de Movimiento jonsista no nos referimos al partido histrico Jons que ni existe ni pretendemos que exista, no hablamos de la "forma" histrica sino de la esencia radical, de la comunidad de ideas y de la sustancial capacidad de transgresin que todo pensamiento revolucionario tiene como caracterstica principal. Atreverse a pensar, atreverse a decir NO y ser capaz de hacerlo y decirlo coherentemente con lo que se es y con lo que se quiere y actuar en consecuencia.

El Jonsismo contena las primicias de un pensamiento revolucionario que por fuerza de la urgencia histrica en la que naci apenas s pudo balbucear sus primeros desarrollos, aplicndose ms en la crtica implacable de la poquedad nacional de aquel entonces que en el despliegue de sus mitemas fundamentales.

El nacional-sindicalismo, pues, no fue directa emanacin de una teora del mundo, sino una aplicacin doctrinaria hija de una coyuntura poltica que exiga hechos ms que palabras, fuerza antes que reflexin.

An as, la esencia radical, la transgresin permanente dentro de una visin del mundo, sigue siendo la caracterstica bsica del pensamiento de Ramiro Ledesma Ramos y sus Jons hasta el da de hoy.

Ahora bien, tampoco es un secreto para nadie que la comunidad de ideas con las que el Jonsismo se identificaba fueron sucesivamente derrotadas en las dos guerras civiles que ms han determinado la realidad espaola del siglo XX; a saber: la Guerra civil espaola 1931-1939 y la Guerra civil europea: 1914-1945.

Bien seal nuestro fundador que "solo se alcanza la categora de derrotado despus de haber luchado, y eso diferencia al derrotado del desertor y del cobarde".

La Guerra civil espaola naci de la necesidad imperiosa de la Antirevolucin de aniquilar a las fuerzas de la Revolucin espaola independientemente del bando u orientacin poltica que stas tuvieran circunstancialmente adscritas. No por casualidad durante la primavera de 1937, es decir, en plena contienda civil, las disidencias internas de cada bando fueron reducidas ("unificadas") en nombre de una misma concepcin burguesa de la "unidad de mando".

La proclamacin de la Repblica burguesa en 1931 es la fecha de inicio de dicha estrategia de guerra.

La Antirevolucin ha sido y es la AntiEspaa. Hasta el punto de haber conducido al pas a su ms grave conflagracin fratricida y haber utilizado su doloroso recuerdo, y el amenazante recuerdo de la represin subsiguiente, para asentar el actual rgimen monrquico-capitalista, poniendo a todo al pueblo al servicio de los intereses monopolistas del imperialismo norteamericano.

Para mayor escarnio, el rgimen de los vencedores, constituido desde el principio como rgimen Antirevolucionario, utiliz los smbolos, lemas y parte de la doctrina nacional-sindicalista, prestados ilcitamente por los usurpadores falangistas, como medio de legitimacin revolucionaria durante la fase blica convencional de la guerra mundial europea, despus de haberlos agitado conveniente para atraerse la ayuda de las fuerzas del Eje en su "cruzada" de liberacin (sic) nacional.

Franco - y con l la mayora de los sectores sobre lao que sustent prestaba su rostro a esa AntiEspaa que durante cuatro siglos aplast los legtimos deseos de emancipacin social y nacional de las clases populares espaolas, desde las guerras de las Comunidades y las Germanas, hasta las sangrientas trincheras de Brunete o de Belchite.

Independientemente del bando al que pertenecieran, y ms all de cualquier bandera, por encima de las supuestas "dos Espaas", la Tercera Espaa, que no es la Espaa-ficcin de la supuesta reconciliacin y del juancarlismo, sino la Tercera Espaa Revolucionaria, en la que el Movimiento jonsista se ha reconocido siempre, rendimos tributo a los cados por la Revolucin espaola durante ese infausto perodo de la historia nacional.

Tributo que hacemos extensivo a todos aquellos verdaderos revolucionarios cados durante la Guerra de la Sangre contra el Oro, del Trabajo contra la Usura. Cados en un conflicto de alcance universal donde se jugaba la suerte de Europa, de una Europa europea, reorganizada segn la comunidad de ideas de la sangre y el espacio, del derecho natural de los pueblos heroicos, un haz de naciones reconstituidas en una Unin de Repblicas Socialistas; no una Europa norteamericana, como la que hoy, derrotada y humillada en 1945, se arrastra sumisa ante el dolor de su vencedor, golpeado recientemente en los smbolos de su Arrogancia y de su perfidia.

Y no nos equivoquemos. Los gobiernos y las clases dirigentes de las actuales sociedades europeas son herederos de esa Antirevolucin travestida de "fascismo" entonces o de "democristianismo" despus, de "socialdemocracias" o de "liberalismo", ad usum delphini siempre, de esa Antirevolucin a menudo agazapada en cuarteles y sacristas, en grupos empresariales o dirigencias sindicales, en movimientos populistas e incluso en fracciones ultrarevolucionarias.

Sin lugar a dudas, ha sido la traicin integral de los antirrevolucionarios lo que ha permitido a las hordas norteamericanas poner su pie en nuestro continente y convertirnos en ellos mismos, o sea: en lo peor de ellos mismos, en norteamericanos sin derecho de voto, idiotas complacientes de su propia derrota a la que llaman, para ms inri, "Liberacin".

Que una "liberacin" es necesaria, nadie lo duda. Pero de ellos, los yanquis, y de la Antirevolucin que incapaz ya de sentirse como propia, realiza tranquilamente la tarea sucia de control interno que el imperialismo deja en sus manos.

Espaa caso avanzado de este fenmeno de decadencia "triunfal" es la prueba evidente de que la Antirevolucin no es una palabra sino una fuerza, no un concepto sino una traicin; porque colocar a toda una serie de naciones bajo la bota dorado de una potencia extranjera hostil a toda forma de civilizacin autntica aprovechando una coyuntura blica donde se juega el ser o no ser de todo un continente, es delito de lesa traicin. Y si existe la traicin, tambin la lista de traidores.

No por casualidad, Santiago Montero Daz, adverta ya ante una audiencia de viejos nacional-sindicalistas en julio de 1943 tras la cada de Stalingrado que la Antirevolucin afilaba las armas de la traicin:

"Pero si el Partido y sigo movindome en el terreno instrumental e inofensivo de las hiptesis- abandonase ahora su solidaria adhesin de camarada hacia Alemania e Italia cmo entenderamos que pueda responsabilizarse de veinte siglos de historia patria, un Partido que no se responsabilizaba ni siquiera de diez aos de su propia historia?"

Pero que no eran hiptesis qued demostrado por el golpe de Estado con el que la infame dinasta Saboya derrib al rgimen de Mussolini en Italia o con el intento de golpe frustrado justo un ao despus contra Hitler por parte de la Antirevolucin militar alemana.

La derrota de Europa, el sacrificio inaudito de la nueva aristocracia poltica que la propia guerra popular anticapitalista estaba configurando, fue el punto de partida del liderazgo norteamericano sobre el mundo, y el comienzo tambin de un nuevo conflicto de "baja intensidad", la "guerra fra", que posibilit que los sectores ms reaccionarios de la Antirevolucin (como el rgimen franquista) occidental se asentaran firmemente en el contexto internacional, realizando sin traumas aparentes, la transicin hacia sistemas de democracia liberal-capitalista, los mejor adaptados para el mantenimiento discreto de los equilibrios oligrquicos estructurales del sistema.

Tras ms de cincuenta aos de "felicidad" democrtica y privilegio capitalista el Imperialismo y las fuerzas de la Antirevolucin por l sostenidas se enfrentan a graves crisis y profundas contradicciones que por su propia naturaleza no podrn ser resueltas por los mecanismos convencionales hasta ahora en uso.

Frente a la brutal ofensiva final de los imperialistas y de sus asociados que ya se presiente, el Movimiento jonsista llama a toda la juventud nacional a cerrar filas alrededor de un programa y de un movimiento revolucionario, organizando la resistencia segn el modelo histrico jonsista: promoviendo grupos de base y juntas de accin.

* * *

El Movimiento jonsista, dividido, negado, falsificado y despreciado por setenta aos de Antirevolucin en Espaa, consciente de la necesidad de reorganizar el Movimiento revolucionario sobre bases slidas y eficaces, hace un llamamiento para rescatar la Lnea fundadora de la Revolucin nacional espaola de las manos de los sectores ms retrgrados de la contrarrevolucin derechista, proyectndola a la luz de la teora revolucionaria hacia la realidad del mundo actual, como vanguardia popular, libre de prejuicios y de dogmas estriles.

El movimiento jonsista de hoy, de ayer y de siempre, lucha por la libertad y la dignidad de la comunidad nacional de todo el pueblo que solo pueden ser defendidas coherentemente dentro de un Estado republicano de trabajadores, fuera del cual todo es mentira, podredumbre y miseria.

Por la Patria, el Pan y la Justicia

No parar hasta conquistar!