dialnet lapercepcionlocaldelosincendiosforestalesysusmotiv 2783071 (1)

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I INTRODUCCIÓN: ÁMBITO DE ESTUDIO, OBJETIVOS Y MÉTODO E STE trabajo trata de dar cuenta de algunos resulta- dos de una investigación realizada por los autores, con el apoyo de GEA S. Coop., y financiado por la Con- sejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, sobre las motivaciones de los incendios forestales. En él se recogen y analizan las opiniones vertidas, a través de entrevistas y grupos de discusión, por los im- plicados (ganaderos, agricultores, guardas, alcaldes y vecinos en general) de los pequeños núcleos de pobla- ción situados en las áreas más afectadas por los incen- dios: los municipios incluidos en el Plan 42. El Plan 42 es un conjunto de medidas puestas en marcha en el año 2002 por la Junta de Castilla y León, concebido como programa estratégico para conocer me- Ería, 76 (2008), págs. 213-229 F. MOLINERO, A. GARCÍA, C. CASCOS, E. BARAJA Y J. C. GUERRA Departamento de Geografía. Universidad de Valladolid La percepción local de los incendios forestales y sus motivaciones en Castilla y León RESUMEN A partir de entrevistas y de grupos de discusión, se aborda la per- cepción que los habitantes del medio rural tienen de los incendios fo- restales ocurridos entre 1983 y 2005 en los 42 municipios con más in- cendios de Castilla y León, en cuyo territorio se ha quemado más de la mitad de la superficie regional incendiada. Se concluye que, mientras los habitantes rurales perciben los incendios como una herramienta cultural, los políticos, los conservacionistas y, en general, el mundo urbano proponen políticas no asumidas por la población local, lo que contribuye a un permanente conflicto de intereses. RÉSUMÉ La perception des feux de forêt et de leurs causes par la popula- tion locale dans la région de Castille et Léon (Espagne).- Au moyen d'entrevues et de groupes de discussion, on étudie la perception par la population rurale des feux de forêt qui se sont produits entre 1983 et 2005 dans les 42 municipalités avec plus de feux de fôret de Castille et Léon, où il a été brûlée plus de la moitié de toute la surface régiona- le enflammée. On conclut que, tandis que la population rural perçoit le feu comme un outil culturel, les politiciens, les écologistes et, généra- lement le monde urbain propose des politiques non assumées par la population locale, contribuant à un permanent conflit d'intérêts. ABSTRACT The perception of forests fires and their causes by local popula- tion in Castile and Leon (Spain).- The perception of forest fires by the rural population is analysed by means of interviews and groups of dis- cussion. The study is based on what happened between 1983 and 2005 in the 42 municipalities which have suffered the most of forest fires in Castile and Leon, and where it has burned more than half of the total regional burnt surface. We conclude that, while the rural inhabitants perceive fires like a cultural tool, the politicians, environmentalists and, in general, the urban world proposes policies not assumed by the local population, contributing to a permanent conflict of interests. Palabras clave / Mots clé / Key words Incendios forestales, percepción local, Castilla y León. Feux de fôret, perception locale, Castille et Léon. Forest fires, local perception, Castile and Leon.

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  • IINTRODUCCIN: MBITO DE ESTUDIO,

    OBJETIVOS Y MTODO

    E STE trabajo trata de dar cuenta de algunos resulta-dos de una investigacin realizada por los autores,con el apoyo de GEA S. Coop., y financiado por la Con-sejera de Medio Ambiente de la Junta de Castilla yLen, sobre las motivaciones de los incendios forestales.

    En l se recogen y analizan las opiniones vertidas, atravs de entrevistas y grupos de discusin, por los im-plicados (ganaderos, agricultores, guardas, alcaldes yvecinos en general) de los pequeos ncleos de pobla-cin situados en las reas ms afectadas por los incen-dios: los municipios incluidos en el Plan 42.

    El Plan 42 es un conjunto de medidas puestas enmarcha en el ao 2002 por la Junta de Castilla y Len,concebido como programa estratgico para conocer me-

    Era, 76 (2008), pgs. 213-229

    F. MOLINERO, A. GARCA, C. CASCOS, E. BARAJA Y J. C. GUERRADepartamento de Geografa. Universidad de Valladolid

    La percepcin local de los incendios forestales y susmotivaciones en Castilla y Len

    RESUMEN

    A partir de entrevistas y de grupos de discusin, se aborda la per-cepcin que los habitantes del medio rural tienen de los incendios fo-restales ocurridos entre 1983 y 2005 en los 42 municipios con ms in-cendios de Castilla y Len, en cuyo territorio se ha quemado ms de lamitad de la superficie regional incendiada. Se concluye que, mientraslos habitantes rurales perciben los incendios como una herramientacultural, los polticos, los conservacionistas y, en general, el mundourbano proponen polticas no asumidas por la poblacin local, lo quecontribuye a un permanente conflicto de intereses.

    RSUM

    La perception des feux de fort et de leurs causes par la popula-tion locale dans la rgion de Castille et Lon (Espagne).- Au moyend'entrevues et de groupes de discussion, on tudie la perception par lapopulation rurale des feux de fort qui se sont produits entre 1983 et2005 dans les 42 municipalits avec plus de feux de fret de Castilleet Lon, o il a t brle plus de la moiti de toute la surface rgiona-le enflamme. On conclut que, tandis que la population rural peroit lefeu comme un outil culturel, les politiciens, les cologistes et, gnra-

    lement le monde urbain propose des politiques non assumes par lapopulation locale, contribuant un permanent conflit d'intrts.

    ABSTRACT

    The perception of forests fires and their causes by local popula-tion in Castile and Leon (Spain).- The perception of forest fires by therural population is analysed by means of interviews and groups of dis-cussion. The study is based on what happened between 1983 and 2005in the 42 municipalities which have suffered the most of forest fires inCastile and Leon, and where it has burned more than half of the totalregional burnt surface. We conclude that, while the rural inhabitantsperceive fires like a cultural tool, the politicians, environmentalistsand, in general, the urban world proposes policies not assumed by thelocal population, contributing to a permanent conflict of interests.

    Palabras clave / Mots cl / Key words

    Incendios forestales, percepcin local, Castilla y Len.Feux de fret, perception locale, Castille et Lon.Forest fires, local perception, Castile and Leon.

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    jor las causas de los incendios forestales, con el objetivoltimo de prevenirlos y reducir su nmero y efectos. Elplan se centr inicialmente en los 42 municipios msincendiarios de la regin (de ah su nombre), si bienposteriormente se ampli a 104 municipios, para dotaral espacio estudiado de cierta continuidad territorial. Elestudio que presentamos se ha centrado en estos 104municipios, aunque el mbito espacial del Plan volvi aampliarse en el ao 2005 a otros 50 municipios ms, 11del norte de Gredos en vila y 39 del oeste de Salaman-ca (Fig. 1).

    En otra publicacin (MOLINERO et al., 2008) hemosdado cuenta detallada de los datos fundamentales sobrela dinmica y evolucin de los incendios en Castilla yLen, datos de los que ofrecemos una sntesis para si-tuar este anlisis.

    Este trabajo, como hemos sealado antes, se centraen las opiniones manifestadas por la poblacin local,opiniones subjetivas y a menudo contradictorias, peroque dejan entrever algunas de las claves del problema,de cmo es percibido y de sus posibles soluciones. Elobjeto de la investigacin era precisamente captar lapercepcin que las comunidades rurales tienen de los in-cendios, para tratar de arrojar luz sobre sus actitudes ycomportamientos, y plantear a partir de ese conocimien-to alternativas eficaces para prevenirlos.

    El mtodo empleado en la investigacin se ha basa-do en el trabajo de campo, fundamentalmente medianteentrevistas personales con los agentes implicados y me-diante la organizacin de varios grupos de discusin(CANALES y PEINADO, 1994; IBEZ, 1990; WAGNER yELEJABARRIETA, 1994). Estos grupos o mesas se con-vocaron seleccionando una serie de personas representa-tivas de los principales perfiles sociales en cada comar-ca (GEA, 2005), unas directamente implicadas en el usoy gestin del monte y de sus recursos, pero otras sin nin-guna vinculacin directa, slo como vecinos de esospueblos. Las declaraciones recogidas en esas mesas, ascomo en las entrevistas, analizadas e interpretadas desdeel conocimiento del territorio y de los datos del proble-ma por parte de los autores, son la base en la que se apo-yan estos resultados.

    IILOS INCENDIOS FORESTALES EN CASTILLA Y

    LEN Y EL PLAN 42Los incendios forestales constituyen una preocupa-

    cin creciente en el mundo mediterrneo en el que se

    encuentra esta regin, limtrofe con Galicia, y que juntoa ella ha sufrido y sufre las consecuencias de los incen-dios ms frecuentes y extensos de Espaa. La Conseje-ra de Medio Ambiente concibi el Plan 42 para tomarmedidas en unos municipios, en los que, ao tras ao,arda casi la mitad de la superficie quemada en la re-gin, especialmente en el noroeste de Zamora y oeste deLen (Fig. 1), donde habitan comunidades emparenta-das con los hbitos culturales gallegos en el uso del fue-go como herramienta de cultivo.

    Es as como en el perodo 1983-2005 (el perodo ob-jeto de anlisis por contar con una estadstica completay homognea: el modelo unificado de Parte de incen-dio), se produjeron 20.585 incendios en los 104 muni-cipios del Plan y se ha quemado casi medio milln dehectreas, lo que representa el 48,9% de la superficiequemada en Castilla y Len (cuadro I). Si observamosla evolucin del nmero de incendios y de las hectreasquemadas, comprobaremos que hay una cierta tenden-cia al control y a la reduccin del nmero, aunque notanto de la superficie quemada; en efecto, la conceptua-cin de incendio, ms exigente actualmente, puede ayu-dar a comprender que se mantenga o incluso aumente elnmero, mientras que los mayores cuidados e inversio-nes hacen que disminuya la superficie quemada, aunqueni siquiera esa tendencia es clara, pues los aos malos,como 2005 (cuadro II), revierten lo conseguido en losbuenos.

    El artculo aborda las causas de los incendios fores-tales desde la hiptesis de que obedecen bsicamente aconflictos de intereses, que persisten en el tiempo sinhaber desaparecido an. sta es la razn o planteamien-to fundamental, sin obviar otras causas como la ignibili-dad de las especies quemadas, la falta de cuidado delmonte, la escasa accesibilidad a los lugares donde seproducen los incendios, etc. Partimos previamente deunos datos concretos: la evolucin de los incendios1983-2005 en los 104 municipios del Plan 42 y de Cas-tilla y Len, recogidos en la figura 1, que nos ayuda asituarlos para comprenderlos mejor.

    IIILA PERCEPCIN LOCAL DEL PROBLEMA DE

    LOS INCENDIOS FORESTALES Y DE SUSMOTIVACIONES

    Es necesario precisar que el acercamiento compren-sivo a las motivaciones que inducen a las prcticas in-cendiarias ha de ser esencialmente cualitativo y que los

  • LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 215

    agentes ms directamente involucrados han de tener unavoz protagonista. Es en este contexto en el que se inscri-be, como parte del mtodo empleado para la investiga-cin, el desarrollo de varias mesas de debate y entrevis-tas realizadas a ganaderos, agricultores, miembros de lasJuntas Vecinales, guardas forestales, etc. El anlisis delas diferentes opiniones vertidas permite extraer una pri-mera conclusin aparentemente sorprendente y llena designificado: el hecho de que los montes se quemen agran escala no es percibido como un problema por lascomunidades rurales; y es que, en efecto, depende dequ se queme, pues claramente consideran como un pro-blema la quema de masas arbreas, pero en absoluto lade matorral, rastrojos o pastos, que es vista incluso consatisfaccin.

    Hay que recordar que la mayor parte de los incen-dios son provocados (entre el 60 y el 80% de media, te-niendo en cuenta tan slo los incendios de causas cono-cidas), y lo son por los propios habitantes de los ncleoscercanos a las reas quemadas; es verdad que en algunoscasos quienes queman son pirmanos, individuos afecta-dos por algn desajuste psicolgico que de manera pato-lgica les induce a provocar incendios, pero la mayorason personas que queman intencionadamente buscandounos determinados objetivos relacionados con cuestio-nes principalmente econmicas, y tambin culturales:quemar rastrojos, mejorar pastos, limpiar el monte,as como otras menos confesables relacionadas con con-flictos de distinto tipo. Por lo tanto, la quema del montees para muchos de ellos una necesidad, un bien en s

    FIG. 1. Superficie quemada en los municipios de Castilla y Len. Media anual del trienio 2003-2005. Fuente: Consejera de Medio Ambientede la Junta de Castilla y Len. Partes de Incendios 1983-2005. Elaboracin de Fernando Molinero.

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    mismo o la respuesta a un problema, de tal forma que elincendio slo es visto como un inconveniente en aque-llos casos en que no se ha podido controlar la direccino la intensidad del fuego y se ha ido de las manos,vindose afectadas reas que no interesaba que ardieran.

    Adems, hay que recordar tambin que el fuego enel monte no es algo extrao para las comunidades rura-les; es ms, siempre se ha utilizado como una herra-mienta ms de gestin del monte y sus aprovechamien-tos. Por ello, difcilmente puede ser percibido como algonegativo, como un problema. Desde la perspectiva delas comunidades rurales, quienes lo perciben como unproblema son los de fuera, los urbanos y los poderespblicos, que se escandalizan, y pretenden imponer so-luciones.

    Esta cuestin entronca plenamente con los plantea-mientos constructivistas desarrollados en la geografarural, donde los conflictos ambientales constituyen unade las aportaciones ms relevantes. Segn esta perspec-tiva, las categoras espaciales son representaciones so-ciales que se traducen en discursos que orientan las ac-ciones humanas y que se fundamentan en valores (),existiendo, en este sentido, una dualidad de problemas-valores que se asigna a categoras urbanas y rurales(PANIAGUA y HOGGART; 2002, pg. 65). En efecto, nosencontramos ante un evidente desencuentro que parte dela confrontacin entre dos formas de ver el monte: lade la sociedad urbana, para cuyos integrantes el mon-te es montaa, bosque, paisaje, naturaleza, objeto deuso para el ocio, de disfrute esttico, reserva de biodi-versidad y de fauna, conceptos que llevan a convertirese monte en objeto casi de culto y que debe ser adems

    gestionado como patrimonio de todos; y por el otro lado,la visin de las comunidades rurales, para las cuales elmonte es, ante todo, objeto de aprovechamiento econ-mico en primer lugar, patrimonio propio legado por susantepasados en segundo lugar, y, por ltimo, un objetopercibido desde una compleja vivencia de siglos, en laque se mezclan, no sin notables contradicciones, aspec-tos positivos (algo propio, nuestro, bonito, poten-cialmente rico), y negativos (algo cuyo aprovechamien-to ha exigido siempre mucho esfuerzo, un espacio depropiedad diversa y complicada no siempre fcil de ges-tionar, conflictos de intereses, incluso abusos y pleitoscuyas races se remontan a veces hasta la Edad Media),y, en fin, un espacio tambin a disputar con elementosde la naturaleza declarados non gratos desde hace si-glos, todo aquello que no sea ganado domstico y vege-tales aprovechables: cultivos, pastos, leas y maderas).

    Tanto el uso tradicional que las comunidades ruraleshan hecho del monte como el conflicto entre esa visiny la nueva, y muy distinta, de la sociedad urbana, a laque responden normalmente las actuaciones de los po-deres pblicos, juegan un papel fundamental en la din-mica de los incendios forestales.

    1. UN PROBLEMA CAPITAL: LA SUCIEDAD, MALEZA YABANDONO DEL MONTE

    Es sta una clave del origen de los incendios, comomuestra la respuesta dada en un pueblo de la montaaoccidental leonesa a la pregunta de por qu quemaban elmonte: es que si no lo quemamos, el monte nos come.Qu significa esa expresin y qu implicaciones tiene?

    CUADRO I. Municipios del Plan 42: Total quemado entre 1983 y 2005 y evolucin en los aos terminados en 5 (ha y n de incendios)

    Total quemado 1983 a 2005 1985 1990 1995 2000 2005

    Total 7 municipios de vila 6.513,8 120,3 1.365,2 115,0 45,9 89,5Total 9 municipios de Burgos 23.743,1 2.532,9 511,9 2.830,0 1.173,8 259,8Total 51 municipios de Len 256.778,4 24.115,0 23.144,6 12.396,8 30.066,5 12.818,3Total 37 municipios de Zamora 180.850,2 20.064,7 16.065,9 6.285,5 12.379,3 19.932,0

    Total 104 municipios Plan 42 467.885,5 46.832,9 41.087,6 21.627,3 43.665,5 33.099,5

    Total Municipios C. y L. 956.655,4 105.726,3 65.554,7 35.862,9 89.210,4 49.029,4

    % ha. quemadas en el Plan 42 48,9 44,3 62,7 60,3 48,9 67,5sobre total quemadas en C. y L. 48,9 44,3 62,7 60,3 48,9 67,5

    N incendios en 104 mun. Plan 42 20.585 884 1.017 1.008 1.510 1.263

    Fuente: Partes de incendios forestales de la Consejera de Medio Ambiente de la Junta de C. y Len, Aos 1983 a 2005.

  • CUADRO II. Superficie quemada en el ao 2005 en Castilla y Len, por provincias (ha)

    Forestal No Total hectreas Total nmeroProvincia Arbolado No arbolado Herbceo Total forestal forestal quemadas de incendios

    vila 493,7 826,2 206,2 1.526,1 20,6 1.546,7 243Burgos 235,8 328,0 120,3 684,1 766,6 1.450,6 186Len 2.817,2 12.983,1 797,7 16.598,0 210,7 16.808,7 920Palencia 515,5 63,5 31,0 610,0 560,6 1.170,6 108Salamanca 2.152,3 1.412,1 344,6 3.909,0 167,0 4.076,0 465Segovia 28,7 32,6 87,7 149,0 45,3 194,2 76Soria 110,7 208,2 49,2 368,1 106,1 474,2 86Valladolid 320,1 77,2 20,7 417,9 123,7 541,6 67Zamora 3.091,2 17.825,4 1.228,0 22.144,7 622,2 22.766,9 835

    TOTAL 2005 9.765,1 33.756,2 2.885,4 46.406,7 2.622,8 49.029,4 2.986

    104 Municipios del Plan 42 3.343,7 27.937,5 1.513,1 32.794,4 305,2 33.099,5 1.263

    Plan 42 / C. y L. (%) 34,2 82,8 52,4 70,7 11,6 67,5 42,3

    Fuente: Partes de incendios forestales de la Consejera de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y Len, Ao 2005.

    LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 217

    Los aspectos socio-econmicos arrojan luz. La crisisdel medio rural, con la emigracin, el abandono de ante-riores aprovechamientos, la despoblacin, y el envejeci-miento, favorecen la invasin de los antiguos pastos ysernas por el monte. En los pueblos quedan pocas perso-nas, ancianos en su mayora, que pasaron su juventudesforzndose en ganar el sustento mediante la explota-cin de los pastos, montes y tierras de labranto. El pai-saje que conocieron, heredado de sus mayores, y quecontribuyeron a mantener con su esfuerzo, ha desapare-cido, pues quienes tenan que haberles sustituido en latarea (sus hijos) emigraron a las ciudades. El resultadoes el abandono; ya no se cultivan las tierras del pueblo,apenas se aprovechan los pastos, nadie entra en losmontes ni transita los caminos.

    Por otro lado, debido a las condiciones climticas, lamayor parte de las reas afectadas gravemente por in-cendios se caracterizan por una extraordinaria capacidadde regeneracin de la vegetacin natural; una regenera-cin a base de especies de porte arbustivo, como diver-sos tipos de Genista, Citysus y Erica. En efecto, pior-nos, escobas y urces, tal como se denominan en lamayor parte de estas reas, se han adueado del paisajedesde las dcadas de los aos 1960 y 1970 del siglo XX,y ms cuanto menor ha sido la presin ganadera, inva-diendo y cubriendo completamente en poco tiempo anti-guas tierras de labranza y pastizales. Estas especies tien-den a formar un matorral de una altura de entre uno ytres metros y tan denso que llega a hacerse impenetrable

    incluso para el ganado, cerrando los caminos y convir-tindolos en intransitables hasta hacerlos desaparecer(Figs. 2 y 3).

    Esta extraordinaria capacidad de regeneracin delmatorral justifica la expresin de el monte nos come.La forma ms sencilla de impedir la invasin del monteha sido el fuego: la quema del matorral para mantenertransitables los caminos, para impedir la conversin enmonte de las antiguas sernas y para que el ganado (pesea que frecuentemente no es mucho el que se mantiene)pueda seguir aprovechando las reas pastables. Ellossaben que esos fuegos son difcilmente controlables,que a veces se escapan y se queman tambin reas ar-boladas, pero, por muy lamentable que sea, para la gen-te de los pueblos se es un problema menor, siendo losincendios provocados para eliminar el matorral la causaprincipal de la mayor parte de los fuegos producidos enlos montes.

    2. EL PESO DE LOS MTODOS TRADICIONALES: LACULTURA DEL FUEGO

    El fuego se ha utilizado tradicionalmente no slo pa-ra mantener a raya el monte sino tambin para abrirreas de monte al pasto o a cultivos temporales (las anti-guas bouzas de la Cabrera y Sanabria, por ejemplo),para limpiar las tierras de rastrojos y usar la ceniza comofertilizante, o para limpiar de maleza y restos vegetaleslos cultivos leosos (principalmente los castaos y la

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    vid) o las reas de pastizal. Dos de estos usos tradiciona-les son los que han jugado un papel ms significativo enel origen de numerosos incendios: la quema de reas depastizal y la quema de restos vegetales en los castaares.

    En efecto, el fuego ha sido usado tradicionalmenteen vastas zonas montaosas de Burgos, Len, Zamora yvila para limpiar de especies no deseadas los pastade-ros, as como para renovar especies pastables, aducien-do que tras la quema retoan ms vivaces. Mientras elmodelo socio-econmico tradicional estuvo vigente, es-ta prctica raramente ocasionaba problemas, porque laabundancia de ganado haca que los montes tuvieranmuy poca maleza, y porque los pueblos rebosaban degente joven implicada en el sistema de gestin del mon-te, de tal forma que era difcil que el fuego se extendieradescontroladamente. Sin embargo, con la quiebra socialy econmica del modelo a partir de los aos cincuenta ysesenta del siglo XX, el uso de esta tcnica ha ido vol-vindose cada vez ms arriesgado, por la cantidad demateria vegetal que se acumulaba ao tras ao ante unpastoreo menguante, y por la decreciente disponibilidadde gente para ayudar en la tarea, dando como resultadola imposibilidad de controlar el fuego, que ha llegadoincluso a poner en peligro a los propios pueblos.

    Por otro lado, en el oeste de Len y Zamora, al ini-cio de la recoleccin de la castaa, a finales del verano oen el otoo, se limpiaban los sotos de castaos mediantela recogida de hojas, ramas, erizos y dems vegeta-cin muerta y la quema se haca en los mrgenes de lafinca o soto, aprovechando la ocasin para eliminar el

    matorral de sus linderos y ribazos. Esta operacin(mientras cabras y ovejas mantenan limpios linderos yrastrojos) era sencilla, exenta de riesgo, y casi innecesa-ria, pero con la disminucin de la presin ganadera lossotos de castaos se han ido rodeando de un matorralcada vez ms denso y abundante, y la operacin de lim-pieza del soto, realizada con frecuencia por personas deavanzada edad, se ha convertido en los aos ochenta ynoventa en una tarea de alto riesgo y difcil control queha dado lugar a numerosos incendios.

    3. LOS CONFLICTOS DE INTERESES

    Pero la acumulacin de incendios, adems de lasmotivaciones comentadas, tiene que ver tambin conconflictos de intereses, entre los que no son marginaleslas multas generadas por los aprovechamientos de pas-tos. En efecto, la expropiacin del uso ganadero y ges-tin del monte, llevados a cabo por la Administracinforestal, se siente como un problema vivo, ya que lagestin del territorio se percibe como un acoso al gana-dero, con el fin de acelerar intencionadamente el aban-dono de las explotaciones: nos quedan a cuatro gana-deros () cuatro das, () si esperan un poco y ya lotienen todo libre. Se une, como en tantas ocasiones, laAdministracin en un todo, a la que se achacan casi to-das las dificultades que encuentra la poblacin local: unagente externo, poderoso, generalmente desconocido.En este sentido, el reparto de pastos entre ganaderos,

    FIG. 2. Vista desde Villablinohacia las laderas de Cueto Nidio, amediados de los aos 40 del sigloXX (detalle tomado de unafotografa perteneciente al FondoFotogrfico donado por el profesorD. Jos Luis Martn Galindo.Departamento de Geografa.Universidad de Valladolid). Lostonos blancos corresponden atierras de centeno. Obsrvensetambin los caminos que suben porla ladera, perfectamenteidentificables, y el carcterlimitado de la vegetacin arbrea.

  • LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 219

    cuando alguno se ve perjudicado, puede motivar que seprovoque un incendio; aunque no se considera una ra-zn, sobre todo entre quienes no tienen intereses econ-micos en el monte, otros, sin justificar, comprenden lareaccin: no es ninguna razn pero la disputapuede llevar a cometer errores. En ltimo trmino seresponsabiliza de estos incendios a quien haya cometidoel error en la distribucin de pastos, porque ese montesi es de todos, es de todos, lo que parece justificar quequien siente atropellados sus derechos no tiene por quregirse por las obligaciones.

    Asimismo, el aprovechamiento de madera y lea ge-nera nuevos conflictos. Ahora la limpieza del monteapenas deja dinero en los pueblos, y las empresas adju-dicatarias se estn forrando, lo que desanima a la po-blacin a acudir a los incendios, razonando que quien sebeneficie del monte, que se ocupe de cuidarlo. El apro-vechamiento maderero ya no resulta interesante para lospueblos, dado que la bajada del precio de la madera hasido impresionante, volviendo a mostrar su rechazo so-bre las empresas forestales, que son las autnticas bene-ficiarias del monte: ahora el negocio est en las empre-sas que se dedican a apagar los incendios, que son lasque luego se dedican a replantar si hay un incendio. Ladesvinculacin del territorio tiene estos efectos colate-rales y la evidencia de una prdida de identificacincon el monte, basada en aspectos econmicos, da lugara sentimientos de olvido y abandono considerables.

    No te dejan talar, pero () el monte no lo lim-pian. En los Montes de Utilidad Pblica, cada vez que

    queremos hacer una corta, tiene que dar el visto buenola Administracin () es como si uno no fuese el due-o, lo cual es un problema cuando un pueblo () tie-ne una necesidad. El problema, por tanto, de la rela-cin con el monte es esa falta de control, de prdida decapacidad de gestin que ha sido arrebatada por la Ad-ministracin. Les parece una pena, porque hay muchalea que habra que quitar para que lo dems produzca yest bonito. Aparecen as dos componentes tradiciona-les muy importantes del monte: la produccin de recur-sos que mejoren las condiciones de vida, y la percepcinde un monte sano y cuidado, visin tambin asociada aesa provisin de recursos.

    Una tercera fuente de conflictos procede de la caza.En los cotos de caza hay motivaciones para los incen-dios, relacionadas con el deseo o la necesidad de crearbuenos pastos para las especies cinegticas, lugares deobservacin y tiro con buena visibilidad, de abrir cami-nos para penetrar hasta los puestos para entrar bien, pa-ra que se vea bien.

    Por otro lado, en el caso de Zamora, el aumento dela poblacin del lobo, y el inters que muestra la Admi-nistracin por l, origina la opinin de que han vuelto arepoblar. Los ganaderos muestran su acuerdo en con-servar la especie siempre que no me perjudique, locual podra ser si se creara una zona controlada, don-de puedes echarle animales viejos, lo cual apoyara-mos los ganaderos muy gustosamente. Esta posturaque muestra el sector parece razonable al resto de veci-nos, a algunos de los cuales les resulta tristsimo (),

    FIG. 3. Vista desde Villablinohacia las laderas de Cueto Nidio(igual que la fotografa anterior)tomada en agosto de 2006 (foto:Alipio J. Garca de Celis). Lostonos grises corresponden aprados. No se cultiva nada. Algunade las antiguas tierras de cereal eshoy un denso abedular (centro dela foto). Ntese la expansin delmatorral sobre las antiguas tierrasde cultivo, la expansin ydensificacin del bosque, y ladesaparicin de los antiguoscaminos.

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    han clasificado a los animales salvajes por encima de laspersonas, concluyendo que lo que quieren es que de-saparezcamos de aqu, y sacarnos a todos los que esta-mos dentro del Parque. De esta forma las figuras deproteccin, ya sean de espacio o de especies, se trans-forman en amenazas para algunos habitantes cuando noperciben esfuerzos por parte de la Administracin en re-solver los conflictos que las declaraciones les suponen.

    La recogida de productos silvestres provoca tambinenfrentamientos, ya que la venta de hongos ha creadoserias expectativas por su elevado potencial econmico.No obstante, la dificultad de penetracin en el monteconstituye un obstculo, al menos para quienes recolec-tan de forma recreativa, viendo que al siguiente ao nopueden entrar a los mismos corros sin ir provistos deherramientas para despejar la vegetacin.

    La regulacin de las actividades recolectoras de setasy hierbas ha originado mucha confusin: hay un pro-blema de informacin porque lo dicen todo a medias.Quienes recolectan para el propio consumo se sienteninseguros, porque circula informacin contradictoria,como que est prohibido o ahora tienes que pedir unpermiso o ni eso, percibiendo estas limitaciones a acti-vidades tradicionales como imposiciones con afn re-caudatorio. As, algunos finalmente optan por preguntaral guarda, que acaba aclarndoles las dudas. No obs-tante, afirman rotundamente que todo el mundo quevaya a hacer matanza este ao, ya est cogiendo orga-no, mostrando as su firmeza ante lo que les parece underecho inalienable, cual es el de recoger plantas silves-tres incluso en espacios naturales protegidos.

    Finalmente, otros conflictos proceden del escaso va-lor de los recursos forestales, que, adems, son gestiona-dos desde fuera, por lo que no merece la pena cuidarlos.En este sentido, los pinares son considerados propiedaddel Estado, por lo que la utilizacin intencionada delfuego representa una respuesta a determinadas medidaso imposiciones, aunque no se reconozca explcitamente,pero s de manera implcita, como queda claro al hablarde los beneficios de la recoleccin de hongos: desdeque se ha empezado con las setas, los pinos ya no sequeman como antes, eso est muy claro.

    En Sanabria se atribuye una gran parte de los incen-dios a venganzas, circunstancia lastimossima, ysin justificacin, pero comprendida por cuanto se hasido castigado por una nimiedad, como por quemarunas hojas. As, cuando la Administracin sancionapor no cumplir las limitaciones en la gestin del medio,si stas no son compartidas, puede generar un senti-

    miento de que se le acosa, se le arrincona, se le pisotea,y ese hombre se indigna. Se trata de una respuesta enla que se critica a las personas que inician este tipo deincendios, hay gente que no es muy consciente, que espoco responsable, pero en la que en cierta forma se cri-tica tambin a la Administracin por no preocuparse porcomprender el punto de vista local y transmitir adecua-damente las razones de su gestin. Y dado su convenci-miento de que los incendios perjudican la imagen de laConsejera, los consideran un instrumento de presinpara que se atiendan sus intereses, especialmente dondesienten mayores restricciones: en el Parque no sabe-mos qu hacer, meternos en plan fuegos, lo cual lo va-loran como la ltima alternativa y cierto sentimiento dedesesperacin, ante la conviccin de no contar con loscauces adecuados.

    Los incendios constituyen tambin un medio de ven-ganza contra los ganaderos, aprovechando una normapor la que no te dejan pastar sobre el terreno quemado.As, gente muy retorcida perjudica a los ganaderos,que ven disminuida la superficie pastable durante eltiempo que dura la limitacin.

    La proliferacin del matorral da pie a otras motiva-ciones para iniciar un fuego, como es la de mantener elpaisaje tradicional. Pero ms que de incendios intencio-nados, responsabilizan a la Administracin de los fue-gos naturales, accidentales y por negligencia debida a lafalta de cuidado del monte, ya sea por la inexistencia detrabajos en invierno en lo pblico o por las limitacionesen los usos en terrenos particulares, el problema es queno lo dejan cortar y viene un fuego y queda todo achi-charrado. Les resulta contradictorio el que se les proh-ba utilizar la motosierra para trocear la lea durante lapoca de incendios, mientras que un fuego que hubo elotro da ha sido debido a una desbrozadora de ellos,apareciendo adems la idea de negligencia por parte dela Administracin, y de nuevo la idea de dos bandos, lapoblacin local y la que se relaciona con la Administra-cin, especialmente en Sanabria.

    Las empresas maderistas se encuentran entre losagentes a los que la poblacin local culpa de provocarfuegos intencionados, ya que la pueden aprovechar, oincluso porque les resulta mucho ms rentable por ladiferencia en las operaciones que tienen que realizar pa-ra sacar la madera. La opinin general es que antes eraalgo habitual, pero existen dudas sobre la existencia yaplicacin de la normativa que prohbe comercializar lamadera procedente de incendios, pero la sospecha existey resulta difcil discutirla dada la desconfianza general

  • LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 221

    sobre las empresas forestales y la Administracin, esoes tan viejo que no nos lo creemos que siga ocurriendo.

    En una lnea similar se comenta, explcitamente, laintencionalidad en algunos incendios por parte de lasempresas que trabajan en la extincin, y su influencia enla distribucin de los presupuestos:

    es que lo han montado de tal manera que, si no hubiera fue-go, toda esa maquinaria que hay ah y mucha gente que vive deeso, son muchos puestos de trabajo que no habra. Muchas vecessern intencionados,

    lo cual extiende la sospecha tambin hasta los operariosque se contratan.

    En vila se seala que muchos montes se quemanpara hacer urbanizaciones, ya que se abre as la puertaa una recalificacin del terreno en la que se ve involu-crado el Ayuntamiento de una forma u otra, especial-mente cuando es el propietario del suelo. As, por inte-reses municipales y particulares, o por ambos, alguiense embolsa parte de los beneficios, de lo cual no se al-berga ninguna duda, ya que se conoce como circula to-do entre las administraciones, mostrando as su des-confianza en los mecanismos de control sobre este tipode operaciones ilcitas.

    IVLA PERCEPCIN LOCAL DE LAS SOLUCIONES

    DEL PROBLEMA

    Estando la ganadera en claro retroceso debera te-nerse en cuenta las nuevas actividades como el turismo,

    a m me encantara () las repoblaciones, que te puedas be-neficiar de ellos, porque que hagan unas repoblaciones por el sim-ple hecho de tener unos rboles, y que no te dejen acceder a ellos,no puedo entenderlo,

    mostrando la misma actitud que reivindican las activida-des tradicionales, que la gestin forestal tiene que seracorde con los intereses locales.

    1. EL RECHAZO DE LOS GANADEROS A LA GESTINACTUAL DEL MONTE

    En dicha lnea se encuentran los ganaderos, entre losque aparece el mayor rechazo a las plantaciones que sehicieron en el pasado, por haber ido en contra de sus in-tereses. As, aunque partidarios de la reforestacin, susaportaciones se dirigen a la seleccin de las especies,porque debajo del pino no hay nada, y () un robletienes bellotas, tienes hierba. Las repoblaciones del pa-

    sado han provocado un rechazo al pino porque encimanos cortan los robles, y el roble es ms bonito, apare-ciendo en esta valoracin esttica el componente de pai-saje tradicional y el de su aprovechamiento. Su rechazoa quienes promovieron las repoblaciones se incrementa,porque tampoco se puede echar a la gente que hay vi-viendo del monte, porque saben de sobra que no sevan a criar los pinos por los que fueron desplazados losganaderos. As, si no fuese por decisiones ajenas a lasmotivaciones locales habra un robledal precioso.

    La ganadera sigue siendo la actividad que se consi-dera ms perjudicada,

    el conflicto est entre los ganaderos y el monte, porquequienes estn quemando el monte principalmente son los ganade-ros, o algunos que no tienen escrpulos, no todos,

    pero es que en cierta forma se justifica en estos casos eluso del fuego,

    a los ganaderos con las repoblaciones de los terrenos agrco-las les van quitando el pasto, al final algo tienen que quemar parameterse.

    Por eso, los vecinos de los ganaderos opinan quela Administracin tendra que buscar un equilibrio para que

    esos ganaderos que ven un peligro, o un rival en ese monte queest plantado,

    tengan otras opciones para desarrollar su actividad. Lanica mejora que comentan los ganaderos respecto a lasrepoblaciones anteriores es que ahora normalmente de-jan meter las ovejas, () ahora no son tan severos coneso. As, las repoblaciones que no resultan polmicasson aquellas en las que el terreno est claramente desa-provechado, un baldo, lleno de escobas, mejor que es-t con algo, aunque no les parezca una opcin realmen-te interesante.

    2. EL RECHAZO A UNA CONSERVACIN DE LOS MONTESQUE NO CONTEMPLE LOS USOS TRADICIONALES

    Hay un acuerdo generalizado en garantizar la con-servacin de los recursos naturales, sea por su funcinambiental, sea para asegurar la pervivencia de las actua-les fuentes de recursos econmicos, aunque hay discre-pancia en la forma de gestionar estas restricciones. Eneste punto del discurso es importante hacer ver cmo lasdemandas van ms en relacin con la capacidad de co-municacin y de participacin en la gestin del monte,que en la crtica a determinadas actuaciones concretas.

    La proteccin frente a las cortas que tienen en estosmomentos las formaciones forestales autctonas est ge-

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    nerando entre los habitantes del medio rural cierto re-chazo por los impedimentos que les supone, y sobre to-do al comprobar cmo se limita una potencial fuente derecursos econmicos. Se quejan de que no dejan cortarninguno a pesar de que son muchos y se volvera arepoblar, ni siquiera nos dejan cortar los que se se-can, lo cual es considerado totalmente ilgico, ademsde injusto, especialmente porque los beneficios los ne-cesitan para mejorar el pueblo. Consideran que una en-tresaca no perjudica nada, y ms bien al contrario, per-mitira el desarrollo de nuevos robles, garantizando deeste modo la permanencia y regeneracin de la masa(como se ha hecho siempre, por otra parte) frente a suenvejecimiento.

    Indignacin por lo que sienten como una imposicinilgica que proviene de posturas de la Administracin ylos grupos conservacionistas, que no ven afectados susingresos por las medidas que promueven, ni consideranlos perjuicios para el propio bosque de este supuesto ex-ceso de proteccin.

    La falta de informacin sobre las especies vegetalesprotegidas y de las razones por las que alcanzan este es-tatus provoca un ambiente de incertidumbre en el queresulta difcil diferenciar hechos reales y manipulados.As, se genera una actitud caracterizada por la inseguri-dad sobre cmo realizar sus actividades, y si estn come-tiendo alguna irregularidad, llegando a expresarlo de lasiguiente forma todo est en peligro de extincin, perote lo dicen cuando han pillado a alguien. Les extraatanto esta situacin como que la propia Administracintena que ver todas esas ridiculeces. En definitiva, msque contra la conservacin en s, la poblacin se oponea la forma en que se implantan las medidas, a la escasacomunicacin, y a la falta de consideracin de sus pun-tos de vista. La gestin forestal desarrollada por la Ad-ministracin tiene escasa credibilidad. No se comprendeni siquiera la lgica que sustenta el modelo de gestinelegido, ni siquiera si existe ese modelo. Se tiene la im-presin de que en los montes no slo se impide obtenermadera, sino que se deja crecer excesivamente el mato-rral, y no se favorece la formacin de nuevos rboles.

    La decisin de favorecer el pino sigue percibindosepor parte de la poblacin como contraria tanto a sus pre-ferencias culturales y paisajsticas como a sus intereseseconmicos: bajo un robledal hay pasto, bajo un pinarpasto no hay. Sin embargo, dadas las limitaciones quetienen para el aprovechamiento de las formaciones fo-restales autctonas, las personas provenientes de muni-cipios con pino radiata consideran que hay que cortar y

    poner algo de pino, para que en aos sucesivos tengisalgo de ingresos. El pino que interesa es el radiata, por-que a los cinco aos te da una entresaca, y a los quinceaos te da para cortar, es decir, produce en un perodode tiempo breve, y de forma relativamente continuada.La elevada rentabilidad econmica de estas plantacionesforestales ha colaborado en legitimarlas ante la socie-dad, y son percibidas como una notable inversin eco-nmica, al margen de otras consideraciones sociales oambientales.

    Otra circunstancia sobre la que hablan a menudo esla relativa a los tratamientos sobre la vegetacin en pe-queas fincas, pues consideran que los titulares actacorrectamente y, sin embargo, no puedes tomar deci-siones, no puedes tomar medidas, porque las personasque ejercen la autoridad actan a traicin, porque hascortado una rama de un rbol, porque has cortado un ar-busto, y entonces te sacan la sancin. En lugar de tantoabuso, a la gente se le debe de informar, educar, prepa-rar, responsabilizar. Quienes hacen estos comentariosse esfuerzan tambin por dejar clara su postura a favorde que se regule el uso del fuego mediante permisos,aunque piensan que no debera ser necesario su uso yque se debe sancionar su manejo incorrecto.

    3. EL APOYO DE LA POBLACIN LOCAL A LOSDESBROCES, QUEMAS CONTROLADAS Y TRABAJOS DEINVIERNO

    Las quemas controladas, desbroces y cerramientosson las actuaciones mejor valoradas, y se seala tambincomo eficaz el que haya menos denuncias, lo cualevitara represalias por parte de los afectados. Habraque hacer ms limpieza en los montes y, aunque sabe-mos que tienen difcil el acceso y que no puede entrar lamaquinaria, s puede hacerlo la gente, y los montes es-tn muy sucios. Los incendios vienen por ese motivo; siestuvieran limpios, no habra quemas.

    Ante la pregunta de cules son las causas de que ha-ya menos incendios ahora, la respuesta es:

    Pues porque hay muchos ms incendios controlados, msdesbroces, ms aperos en el monte, ms y menos denuncias queantes, donde hay mucha denuncia tambin se quema. Estamos unpoco ms, no s, bueno, la gente lo que era antes, y lo que ahoraes, la gente est conforme con lo que se est haciendo. Bueno conalgunas cosas, en el sentido de que hay desbroces Si quieres unincendio, es que los hay controlados, y bueno tampoco cuesta tan-to. Y de todas formas se han hecho reuniones con los ganaderos, yse ha dicho, bueno quieres quemar una zona, porque quieren que-mar una zona por lo que sea, pues que se pida. Y vienen, y la con-trolan, le dan fuego, la queman.

  • LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 223

    As, cuando comparan su percepcin de los gastosen tratamientos preventivos respecto a los de extincin,mucho mayores, transforman la transferencia de respon-sabilidad en inculpacin por su desacuerdo en la distri-bucin de presupuestos, que responde a prioridades dis-cordantes. Dicha opinin la resumen en no valen tantosmedios en verano, hay que prevenir en invierno, y sumayor expresin se concreta en los medios ms sofisti-cados, que, aunque reconocen su inters en algunas oca-siones, en otras les resultan, excesivos, lo que gastanen helicpteros de ac para all, que lo gasten en des-broces y limpieza del monte.

    Hay que limpiar el campo, limpiar en invierno, limpiarlo,olivar, limpiar los rboles, o hacer repoblaciones mucho ms se-paradas, si es que est el campo lleno de rboles!, limpiar un po-co ms alrededor, desbrozar y olivarlo, y ese rbol en 10 aos teda un carro, un remolque de lea, de otra manera te va a tardar 25aos en que eso valga para nada. Habra que ayudar al propietariode la finca, y aunque no lo haga l, que lo haga Medio Ambiente,limpiar.

    Entre las medidas de prevencin se mencionan tam-bin las dirigidas a la poblacin local, a una mayor co-municacin y preocupacin por los motivos de los fue-gos, a la bsqueda de soluciones a los problemas dequien utiliza el fuego, y as nos encontraremos todossatisfechos. Opinan que la presin a la que se sientensometidos por las denuncias puede llegar a resultar con-traproducente, porque

    Medio Ambiente nos acusa de los fuegos, pero yo creo quesabe, () que si los que andamos por el monte quisiramos, todoslos das tendramos fuego (), y sin embargo pasamos de todosestos temas,

    por lo que la Consejera, debera tener en cuenta estaposibilidad, y que la predisposicin de la poblacin espositiva para resolver el problema. Dado que no se con-ceden todos los desbroces que solicitan, se critica que seestn realizando en formaciones forestales en las que aellos no les solucionan los problemas que perciben;existe una diferencia de prioridades,

    hay que hacer los desbroces donde se pueda aprovechar al-go, los estn haciendo en los pinares, y eso no es solucin para lagente de los pueblos.

    Los partidarios del uso del fuego lo prefieren paraque salga tierno, y que el quemado te sale enseguida,adems de que aunque puedes pedir el desbroce, elloste lo pueden denegar, lo cual les desanima, dado elmontn de requisitos que tienes que rellenar para soli-citarlo de todos modos. Por eso, el argumento que lesmantiene en su postura es que es ms fcil pegar la ce-rilla que pedirlo. Por otra parte, parecen admitir que les

    resulta ms atractivo el desbroce por mantenerse as enla legalidad, que no te pesquen, por lo que el haberprohibido pastar en la zona quemada durante dos aosha supuesto que haya disminuido mucho el uso del fue-go, que parece defenderse ms en el caso del ovino, dadasu dificultad para aprovechar las zonas con monte bajo.

    4. LA DESINFORMACIN Y EL ALEJAMIENTO DE LAADMINISTRACIN COMO PALANCAS DE LOS INCENDIOS

    Existe una opinin muy positiva del personal de laAdministracin con quienes se trata habitualmente, losguardas son los que menos culpa tienen, porque yo creoque lo estn haciendo bien, ya que acuden cuando losnecesitan y mantienen una comunicacin bastante flui-da. Sin embargo, esta opinin es diferente cuando se re-fieren a otros estamentos de la misma Administracin,la cual consideran que no ejerce bien su funcin. As,la Administracin debera reunir a los alcaldes y com-partir opiniones de una parte u otra para poder decidir.Parece ser la raz de todos sus problemas respecto almonte, la falta de comunicacin con la Administraciny la no consideracin de sus puntos de vista en las deci-siones sobre el monte. Se reciben mensajes confusos ycontradictorios desde distintas instancias administrati-vas, lo que contribuye a empeorar su situacin, no sabena qu atenerse ni realmente a quin recurrir para afron-tar sus problemas, y por tanto aumenta su sensacin deque nos dejan solos, no contamos con nada de apoyo;Para comprometer al vecindario hay que dialogar.

    La responsabilidad de la situacin, por lo tanto, noes slo de los polticos y tcnicos autonmicos, sinotambin del personal que se encuentra ms cercano a lospueblos, y de estos mismos, por no buscar activamenteuna gestin adecuada de los montes, es culpa de todos,de los forestales, de nosotros, por no quejarnos. Sinembargo tambin existe la opinin de que sus propiasposibilidades son escasas, porque la Administracin re-gional no tiene en cuenta sus puntos de vista, y es queestamos hartos de quejarnos () y no se adelanta na-da. No obstante, y aunque reconociendo las dificulta-des, tenemos que ser un poco todos, es que si no, si nosdejamos en manos de la Administracin, no se apre-cian lneas que puedan mejorar la situacin. Tendranque contar con la gente del pueblo, que son los dueos,y es que no cuentan con nadie. Esta falta de comuni-cacin provoca, a menudo, que se consideren slo losperjuicios de la gestin de los montes, los cuales no sevean compensados por las ventajas que pudiera aportar.

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    Por ltimo, se comenta tambin que la Administra-cin forestal debera hacer un esfuerzo en seguir traba-jando con acciones informativas y educativas, tanto parapoblacin adulta como infantil, en las que se reconoceque ya se est trabajando, de prevencin, de informa-cin, yo pienso que es por donde hay que empezar, laeducacin en las escuelas.

    La opinin general sobre la Administracin forestales negativa, sintindose excesiva e injustificadamentepresionados, mientras piensan que la propia Consejerano asume sus funciones. Plantean como solucin una re-lacin basada en la comunicacin con la poblacin lo-cal, a la que se facilite satisfacer sus necesidades dentrode la legalidad.

    VA MODO DE CONCLUSIN: ALTERNATIVAS YPROPUESTAS PARA LA PREVENCIN DE LOS

    INCENDIOS FORESTALES

    Como punto de partida, es imprescindible mejorar yprofundizar en la investigacin de las causas y motiva-ciones de cada incendio, pues no es de recibo que unbuen nmero de los siniestros quede sin aclarar o, almenos, que oficialmente no se conozca la causa o lamotivacin. As, por ejemplo, de los 60 incendios inten-cionados habidos en el Bierzo entre 2000 y 2004, slose conoce la motivacin de 23, lo que no ayuda a plan-tear medidas para atajar el problema.

    Una segunda medida fundamental es el desbroce delos montes. Si el abandono de los antiguos usos del bos-que y del pastizal es la base sobre la que se alimenta elfuego, parece evidente que la forma de combatirlo es larealizacin de los desmatados o desbroces. Ahora bien,para que estas actuaciones sean eficaces han de resultar

    caras, porque exigen aplicaciones extensas y reiteradas,lo que desborda la lgica y las posibilidades econmicasde las instituciones y de los particulares.

    En efecto, el desbroce de una hectrea cuesta en tor-no a 300 , o algo ms. Si multiplicamos esta cifra porla extensin ocupada por el matorral en la regin, dosmillones de hectreas (cuadro III), tendramos un costede unos 600 millones de euros, que habra que gastarperidicamente, pues, cuando el matorral vuelve a cre-cer, hay que volver a frenarlo; por lo que cada 6 aoshabra que repetir la operacin, lo que exige hacer undesmatado de la sexta parte de la superficie cada ao,para, al cabo de seis aos, haber desmatado todo, y co-menzar un nuevo ciclo de manera ininterrumpida, conun coste de unos 100 millones de euros anuales, que de-beran aplicarse en los terrenos invadidos por el mato-rral, tan extenso como aparece en la figura 4.

    No parecen valores excesivos, sobre todo si reduci-mos a la mitad ese gasto, por cuanto una buena parte dela superficie de matorral est en terrenos de bajo riesgode incendio, con lo que se podran excluir de los desma-tados. Por el contrario, hay que pensar que los 0,8 millo-nes de has de pastizal s necesitan desmatados para evi-tar que el matorral las invada, si bien estos pastizalessuelen estar controlados por los propios ganaderos. Enresumen, se puede estimar una cifra de 1 milln de hec-treas a desmatar cada 6 o 7 aos, lo que puede suponerun coste anual de en torno a los 50 millones de euros pa-ra desmatar unas 133.000 ha, muy lejos de las 4.068 haprevistas por la Consejera para desbrozar en 2006(Consejera de Medio Ambiente, Operativo 2006). Aho-ra bien, si pensamos que el presupuesto de la Consejerade Agricultura fue de 621 millones de euros, o el de lade Medio Ambiente de 439,5 millones de euros en 2007(Proyecto de Presupuestos de la Junta de C. y L., 2007,pg. 236), nos podemos hacer una idea de lo difcil deesta tarea, debido a que su coste consumira el 11,4%del presupuesto anual de esta ltima, que es la responsa-ble de llevar a cabo esas labores.

    Los desbroces o desmatados realizados por ganade-ros particulares, sobre todo los mecanizados, con tracto-res y aperos de cadenas o martillos, pueden ayudar efi-cazmente a reducir el coste, a menudo sufragado porfondos pblicos provenientes de la UE. A ello se une elhecho de que algunos ganaderos estn ya aportando pe-queas cantidades (15 euros/ha para contribuir al gastodel desmatado en terrenos particulares, a los que se con-cede el desbroce con maquinaria pblica por inters ge-neral). Pero es que incluso algunos ganaderos, aunque

    CUADRO III. Los usos extensivos del suelo en Castilla y Len

    Hectreas %

    Matorral 1.951.297,5 20,71Pastizal 823.728,6 8,74Cultivos asociados con rboles 1.125.208,8 11,94Bosque (conferas + frondosas) 1.448.171,0 15,37Superficies de agua 39.979,0 0,42Resto 4.034.019,3 42,81

    TOTAL 9.422.404,1 100,00

    Fuente: Corine Land Cover 2000. Castilla y Len.

  • LA PERCEPCIN LOCAL DE LOS INCENDIOS FORESTALES Y SUS MOTIVACIONES EN CASTILLA Y LEN 225

    slo sea la excepcin que confirma la regla, estn reali-zando desbroces en sus propios terrenos y a su costa Sinembargo, estas operaciones, costosas como hemos visto,requieren cuidado en la realizacin. En esta lnea cabe lapropuesta recogida en las entrevistas de dotar a los ga-naderos (casi todos cuentan con tractor) de los aperosnecesarios para que ellos efecten el desbroce segn suinters y en los momentos de menos apuro del ao. Esono excluye el desbroce sistemtico, selectivo y dirigidopor tcnicos forestales, a fin de establecer las disconti-nuidades o rupturas estratgicas, que limiten la propaga-cin del fuego una vez iniciados los incendios. Los des-broces tienen dificultad para realizarse en algunas fincasparticulares en semiabandono, lo que no supone sino unproblema menor.

    Los desbroces no quedaran completos si no se ac-tuara sobre las riberas, sobre todo en la raya de Portugal,de donde proceden numerosos incendios. Aqu bastaracon dos meses de trabajo continuo, entre desbrozadora ytrabajo manual, para dejar las riberas limpias, porque esrealmente donde hay que actuar y no se acta. Se debe-ra coger una cuadrilla de gente en febrero-marzo y lim-piar las riberas mediante el trabajo manual en los luga-res inaccesibles a las mquinas y mediante la utilizacinde cortadoras y trituradoras en las franjas ms accesi-bles: la limpieza de las riberas fronterizas abortara ungran nmero de incendios, de difcil control, por otro la-do. Realmente, la construccin de pistas y la limpiezade riberas en la raya con Portugal son actuaciones deci-sivas frente a los incendios.

    FIG. 4. Importancia del matorral y del pastizal en Castilla y Len. Fuente: Corine Land Cover 2000. Elaboracin de Fernando Molinero.

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    Adems de esas dos medidas imprescindibles, deentre la prolija batera de propuestas y acciones predica-das como solucin del problema, hay que destacar lasacciones de sensibilizacin a la poblacin local paraque evite el fuego, o interesarla a travs de los perjui-cios y secuelas de todo tipo (principalmente econmi-cas) que comporta. La mentalizacin contra el incendiode la poblacin local constituye una faceta de la preven-cin, clave a nuestro juicio, y muy necesaria, pero deefectos a largo plazo; en ello abundan las respuestas delos encuestados (se ha pretendido entrevistar a los me-jor informados) reconociendo que los ganaderos ms j-venes son menos dados a la quema que los ms viejos.

    La legislacin endurecida y las acciones muy puni-tivas pueden ser contraproducentes, incrementando lapremeditacin y el descontrol en las quemas, para evi-tar ser castigado, o no avisando y escondindose si seles va de las manos cualquier fuego, por temor al casti-go, al margen de los resentimientos y venganzas cara alfuturo. Como premisa, hay que insistir en el carcter noslo intencionado, sino deliberado y motivado hacia al-gn fin, de casi todos los incendios, que es lo que justi-fica el Plan 42. Parece oportuno moderar en parte algu-nas de las acciones punitivas, ms drsticas y fciles,de duras multas y condenas de crcel para los incendia-rios convictos, al tiempo que convendra potenciarotras, ms acordes con los rasgos ecolgicos, econ-micos y sociales de las comarcas del Plan 42 y de suproblema incendiario.

    Del anlisis efectuado se infiere con ciertas garan-tas un perfil del incendiario-tipo como varn, ganade-ro-pastor y adulto maduro, o jubilado con explotacinmarginal. Por el abandono pleno de los cultivos agrco-las y la estructura sociolaboral y econmica, no hayotro beneficiario o interesado posible en los incendiosque el mencionado, al margen de casos marginales deresentimientos, venganzas u otras circunstancias rela-cionadas con la caza. Este hecho permite la prevencinpersonalizada para cada uno de los incendiarios po-tenciales. Cabe esperar cierta disminucin, por jubila-ciones, dado el grado de envejecimiento general y cabeexcluir a los agricultores de pueblos de bajo riesgo, enlos que apenas se producen incendios, por lo que, aunaadiendo a los jubilados que mantengan algo de gana-do, el nmero de posibles incendiarios ser reducido,que en estas comarcas despobladas se estima en un pro-medio no mayor de 5 para cada pueblo, excluyendo losmunicipios sin riesgo. Esto permite que puedan ser vi-sitados casi a nivel personal o en grupos muy reduci-dos, entrevistados y advertidos sobre las lacras de los

    incendios y las sanciones para los autores, as como in-formados de las soluciones legales para resolver el pro-blema del matorral o los pastos, por los tcnicos desti-nados y residentes en las comarcas del Plan 42, agentesforestales, u otro personal de los servicios medioam-bientales mviles o ms centralizados de la Consejerade Medio Ambiente.

    La presencia de los equipos, brigadas y cuadrillasde extincin e investigacin de causas debe potenciar lacondena o rechazo a los incendiarios, aunque slo seamoral, lo mismo que la colaboracin y refuerzo con laGuardia Civil local, del SEPRONA, o los servicios delMinisterio de Medio Ambiente, especialmente los pri-meros, que conocen directamente y de cerca a la po-blacin local. Conviene aumentar la presin con la pre-sencia frecuente y que se sienta en lo posible ciertavigilancia, pero evitando el amedrentar o coaccionar,que pueden convertirse hasta en acciones ilegales. Lainformacin que nos fue proporcionada en algunas en-cuestas, sobre el miedo a ser pillado o la convenien-cia de pedir a la Guardia Civil que meta el miedo en elcuerpo a los sospechosos (en los mrgenes de la lega-lidad) es significativa. Al ser muy pocas las personasque se mueven en el campo, las sospechas se centransobre un nmero an ms reducido, lo que resulta enparte disuasorio.

    La prevencin basada en trabajos silvcolas (entre-sacas, podas, limpiezas de sotobosque) o la ms ele-mental para el matorral, de los desbroces (para pastos opreventivos) posee la mejor eficacia potencial, pero esmuy costosa en medios tcnicos y econmicos. Viene aconsumir 2/3 de la inversin destinada a la lucha contraincendios, que crece a buenos ritmos anuales, pero nun-ca es suficiente. Sin embargo, hay que insistir en ladualidad ya sealada entre el matorral invasor de lasparcelas agrcolas abandonadas o de los pastizales mso menos arbolados, y el monte maderable de los pinaresrepoblados, entre los que destacan por inflamables losde Pinus pinaster. Los pinares cuentan con infraestruc-turas consolidadas (cortafuegos, pistas, mquinas y per-sonal) y el matorral, con riesgo potencial algo mayor(coeficiente 10, frente al 6 de los pinares de pino resi-nero y 3 del silvestre) se controla menos. La fuerte po-larizacin de los incendios en el matorral que invadelas reas de pastos, remacha ms si cabe el sentido, lacausa y motivacin de las quemas en relacin con laganadera y la obtencin de pastos. De ah, la mayoreficacia que tienen los desbroces, ya comentados. Laexpansin del nmero de cuadrillas de trabajos silvco-las preventivos ha sido citada por todos los encuestados

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    como la forma ms adecuada para evitar los incendios,si bien siempre se piden ms y los municipios que nocuentan con ellas las proponen como un medio eficazpara la reduccin incendiaria y factor de desarrollo lo-cal. Parece conveniente crear algunas nuevas en la lneade implicar e interesar en la prevencin a los locales.Las brigadas locales de fijos discontinuos se contem-plan como una buena posibilidad en la lnea de partici-pacin local, con preferencia al carcter forneo de lascuadrillas mencionadas.

    Para la poblacin local los desbroces son la mejorsolucin y deben ampliarse, a lo que aadimos queconstituyen el recurso ms eficaz a corto plazo, si bien,dado su alto coste, pueden ser insuficientes. Al respec-to, otro recurso utilizado, de bajo precio y eficaz, sonlas quemas controladas. Se conceden, bajo solicitud yen condiciones limitadas, pero se rechazan si hay vege-tacin arbrea o especies arbreas con porte arbores-cente, exigiendo un responsable, que para las vastasreas de propiedad colectiva suele ser el alcalde o el pe-dneo correspondiente. Considerando los daos colate-rales (fauna cinegtica, fauna en general, degradacindel suelo, prdida de futuro arbolado) este recursoslo parece recomendable y vlido a nuestro juicio, sise aplica en circunstancias de muy alto riesgo, en reasde dimensiones moderadas muy expuestas, o de situa-cin estratgica para evitar la propagacin y siempredentro de planes de quemas selectivas efectuados porlos tcnicos. En suma, s a la quema controlada preven-tiva, como recurso de coyuntura y no como modo siste-mtico y generalizado.

    La creacin de infraestructuras contra incendio, co-mo cortafuegos a medida de las quemas de matorral, yde acceso de todo tipo (mantenimiento de los caminostradicionales, creacin de pistas, limpieza de bordes decarretera y de cualquier borde o linde), que son esca-sas, por el carcter montaoso, la poblacin reducida yla economa marginal, es otro foco de actuacin. Lasdistintas vas pueden servir tambin como cortafuegosde coyuntura. La rapidez de acceso es con frecuencia laclave de una extincin sencilla y casi sin daos, si bienla abundancia de embalses en alguna comarca frente ala escasez en otra, favorecen o dificultan las tareas deextincin, as como la existencia, o no, de pozas conentidad en los lechos fluviales, que permiten contar enel primer caso, con agua abundante, cercana y segura.En la misma lnea, la observacin (torretas, directa)tiene ya una dotacin notable, si bien mejorable; elproveer de telfono mvil a las pocas personas que sehallan con frecuencia en el campo (iniciativa propuesta

    en Portugal), o la mejora exponencial que se advierteen las transmisiones y comunicaciones, que ha de pro-seguir.

    Como grandes intervenciones planificadas de orde-nacin rural destaca cierto inters por la concentracinparcelaria, que otorgara valor e inters de explotacin alas fincas semiabandonadas e invadidas por el matorral;dejaran as de ser pasto futuro de las llamas, al mismotiempo que las infraestructuras permitiran una preven-cin y extincin ms eficaces. En sentido opuesto, seaprecia en las encuestas un casi nulo deseo de nuevasrepoblaciones forestales, por considerar que no aportannada a los pueblos ni especialmente a los residentes,por las muchas dcadas que tardan en generar benefi-cios, que los locales no perciben como suyos, acaso si-guiendo el viejo lema de que lo que es del comn esdel ningn, y s generan algunas cortapisas en cuanto arestriccin de pastizales (aunque se reconoce que so-bran) y conflictos dispares con la guardera forestal.

    Sin embargo, tales actuaciones, siempre intere-santes, han de sopesarse mucho, por el costo elevado,en comarcas tan despobladas y de pocas expectativas,como las del Plan 42.

    Los medios de control y extincin de los incendiosde todo tipo tienen inters secundario, frente a los pre-ventivos considerados. Las bases de Villardeciervos ode Rosinos de la Requejada, en Zamora, o la de Tabuyodel Monte y otras en Len, adems del resto de laregin, que llegan a disponer en conjunto de 24 heli-cpteros ms 7 aviones, con un total de 69 cuadrillashelitransportadas y 150 terrestres, alcanzando 4.381profesionales dedicados a la prevencin y extincin deincendios (cuadro IV), cuentan con medios materiales yhumanos considerables, sin olvidar las torres de vigi-lancia. Quiz por eso, no se ha advertido especial inte-rs en las demandas locales por ampliar los equipos deextincin, como autobombas gestionadas a nivel muni-cipal o de mancomunidad, entre otros. En las entrevis-tas se insiste siempre en la prevencin, en que los fue-gos se apagan en invierno.

    El incremento de las inversiones contra incendios esdigno de destacar, pues se ha pasado de 26,9 a 70,1 mi-llones de euros entre 1999 y 2006 (Consejera de M.Ambiente, Operativo 2006), con la particularidad deque la parte ms importante del presupuesto se ha desti-nado a la prevencin (47,5 millones de euros) frente ala extincin (22,6 millones de euros), lo que da unaproporcin de alrededor de dos tercios y un tercio res-pectivamente. Creemos que todas las medidas destina-

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    das a aumentar las tareas de prevencin contribuyenms eficazmente a la lucha contra los incendios que lasdestinadas a la extincin. De ah que el aumento hasta70 del nmero Cuadrillas de Primer Escaln (las queestn listas, en estado de retn, para actuar en los mo-mentos de riesgo) va por el buen camino, pero son tanimportantes o ms las otras cuadrillas, dedicadas a lalimpieza de caminos, cortafuegos, preparacin de acce-sos, de pozas de agua, eliminacin de arcabucos inex-tricables en riberas y barrancos

    Sin embargo, todos estos medios resultan insufi-cientes si no se acompaan con algo tan elemental co-mo la proximidad de la Administracin al ciudadano.Los habitantes de los pueblos se sienten, y estn, aban-donados por la Administracin en todos sus niveles,nacional, regional, provincial y local. Cualquier papel,cualquier solicitud, cualquier permiso de obra, de cortade una rama de un rbol que se mete en un camino, devallado de un prado, de corta de un seto, de batida aljabal requiere viajes a la capital de la provincia y dela Comunidad y meses, cuando no aos, de espera, loque es inadmisible. A menudo, la gente de los pueblos,incapaz de comprender la incuria de los funcionarios oel sistema administrativo, acta por su cuenta. Inme-diatamente recibe denuncias de los agentes forestales,de los guardas de la Confederacin Hidrogrfica delDuero, de la Guardia Civil, de la Diputacin, de laConsejera de Medio Ambiente o de otros organismos.Una respuesta frecuente, ante tanto requerimiento, re-prensin y multa suele ser la venganza o, simplemente,el hacer desaparecer el objeto que desencaden susmales: el monte o el bosque. Ante estas decisiones haypocos remedios, salvo el acercar la Administracin aladministrado y el resolver los papeles en los Ayunta-mientos, en vez de en la capital provincial o regional.

    Aqu queda mucho camino por recorrer, aunque fcil sise utiliza Internet.

    En el mismo sentido, hay que resolver los conflictoscinegticos, pues la caza suele dar numerosos quebra-deros de cabeza, ante los que se debe actuar con criterioy tino. La caza siempre se ha considerado un bien delos habitantes de cada lugar, pero a menudo stos sequedan sin ella, bien porque pasa a Reservas de Cazaque no les reportan beneficios directos, bien porque seles impide cazar por meros impedimentos administrati-vos, porque los permisos tardan un mes en vez de unasemana, porque se subordinan los intereses de los veci-nos a los de un hipottico e inasible bien general; a lapostre se quedan sin cazar, mientras los jabales hacende las suyas. El resultado final es la eliminacin del h-bitat del jabal o de las especies que causan conflictos.La actitud chulesca de los operarios de la Adminis-tracin ha sido una constante denuncia en las encuestas.

    Finalmente, actuaciones complementarias como elapoyo a empresas envasadoras de setas y la repoblacinforestal pueden favorecer la implicacin de los luga-reos en el mantenimiento del bosque. El apoyo o sub-vencin a empresas de envasado de hongos represen-tara una actuacin inteligente, por cuanto hay unavaloracin creciente de este producto, que se recogeprincipalmente en los pinares. La valoracin del pinarpuede venir indirectamente por esta va. Por otro lado,el auge del turismo rural favorecera la demanda de es-tos productos en las casas rurales y restaurantes de lacomarca y el mantenimiento de un buen precio para to-do tipo de setas y hongos durante la primavera y el oto-o, potenciando as el atractivo gastronmico como unode los pilares del turismo rural.

    La repoblacin forestal, por su parte, es un arma dedoble filo, porque los pinares quitan pasto para el gana-do y no aportan beneficios econmicos tangibles, aun-que los Ayuntamientos cobren algunos aos cantidadessignificativas que no llegan a los vecinos. No obstante,cabra pensar en una repoblacin con especies frondo-sas, y especialmente con castaos, que tienen buenaprensa y pueden aportar rentas complementarias.

    En suma, los incendios forestales no se puedenresolver por decreto. Se necesitan medidas preventivasy de extincin, pero ayudara mucho a reducirlos laaproximacin de la Administracin a los habitantes delos pueblos y la colaboracin para resolver sus pro-blemas en vez de la imposicin, mediante actitudesdominadoras, de soluciones no comprendidas ni acepta-das por ellos.

    CUADRO IV. Medios humanos para la prevencin y extincin deincendios en Castilla y Len, 2006 (n personas)

    Ingenieros 170Agentes forestales, medioambientales y celadores 848Trabajadores fijos y fijos discontinuos y otros 1.102Trabajadores de cuadrillas helitransportadas 492*Trabajadores de cuadrillas de tratamientos silvcolas 1.623Tripulacin de medios areos y de retenes de maquinaria 146*

    TOTAL PROFESIONALES 4.381

    * MMA aporta 72 trabajadores de cuadrillas helitransportadas y tripulacinde medios areos.

    Fuente: Consejera de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y Len, Ope-rativo 2006, Incendios Forestales en Castilla y Len, 2006.

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    B I B L I O G R A F A Y F U E N T E S

    Recibido: 10 de abril de 2007Aceptado: 15 de noviembre de 2007