el ladrío otoño 2010

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El Coloquio de los Perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y Las Camachas. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. Esta sección, junto con el editorial, los resúmenes de nuestros coloquios, el cómic, los artículos de opinión, el comentario especializado y el cuestionario montillano son las que irán rellenando de contenido, número tras número, y esperemos que por muchos, este Ladrío nuestro y vuestro.

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Sumario3. Editorial

4. El coloquio y sus lectores.Pepa Polonio Armada

6. RecomendaciónMario, un escritor de Nobel.por Juan Antonio Prieto Velasco

7. OpiniónEl terror de la UCO.por Virginia García Gómez

8. Opinión.Instinto primitivoPor Acisclo Raigón

9. RecomendaciónEndivias con salsa de yogurt a la hierbabuena

por Conchi Núñez Ruz

10. CipiónPadre de familia

11. BerganzaLos Simpson

12. NarrativaRecuerdos enlatadospor Alba Delgado Núñez

14. RecomendaciónLa última noche en Twisted Riverpor Carlos Alberto Prieto

15. OpiniónVivir en Líbanopor Felipe Logroño Bautista

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, ire-mos tratando temas de interés para nuestra sociedad. Esta sección, junto al editorial, las noticias de nuestras actividades, el cómic, la fotografía, la poesía, los artículos de opinión (ladridos perrunos de nuestros colaboradores), las recomendaciones y el comentario especializado de un invitado son los que irán rellenando de contenido, número tras número, y esperemos que por muchos, este Ladrío nuestro y vuestro.

Portada:José M. Már-

quez «Mane»

16. Recomendación musicalpor Óscar Marcos Jurado

17. HumorDiccionario estimologicopor Manuel Jiménez Bascón

OpiniónPauladaspor Ángel Márquez Espejo

18. HumorÁlvaro Álvarez Herraiz

Contraportada...y la gente nos mirabaPaco Vilchez

Con la colaboracion de:Rafael LópezJosé M. Márquez «Mane»Jesús Márquez García David Lara Casas

運運

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El LadríoOTOÑO 2010Nº 16 Año VDepósito Legal: CO-1592-2006ISSN: 1887-1437Tirada: 500 ejemplaresEjemplar gratuitoEdita: Asociación cultural El coloquio de los perros

Aptdo. Correos 122. 14550 Montilla (Córdoba))

El Ladrío es una publicación plural y abierta que no hace necesariamente suyos los artí-culos y comentarios particulares que en ella puedan aparecer.Los autores de la sección «Cipión y Berganza» escriben defendiendo dos posturas distintas sobre un mismo tema de interés a petición de los editores de esta publicación. Los opinio-nes reflejadas en estos artículos no tienen por qué coincidir con las de sus autores.

www.elcoloquiodelosperros.es

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Cipión y Berganza son nuestras dos mascotas, dos perros que hacen buenas migas y se cuen-tan sus vidas en la novela ejemplar cervantina. En la revista que con ánimo lector tiene entre sus manos, Cipión y Berganza se convierten en antagonistas que, número tras número, opi-nan a favor o en contra de diversas cuestiones, enfrentados por la palabra ante las múltiples visiones que de un mismo aspecto se pudieran o pudiesen tener. En este número de El Ladrío se verán las caras dos series de dibujos animados estadounidenses que han tomado la ironía, el humor y la crítica social por bandera: Los Simp-sons (Antena 3) y Padre de familia (LaSexta).

Dejaremos a nuestros canes debatir acerca de dichas series en las páginas centrales, pero po-demos plantear una reflexión acerca del éxito de dos formatos tan similares: la escasez de ideas originales. Si bien es cierto que ambas series derrochan frescura, no están exentas de em-plear el mismo esquema, similares personajes y parecidas situaciones. Extrapolable esto tam-bién a series rodadas con actores reales. No hay más que encender el televisor para comprobar cómo, cuando un programa triunfa en antena, es rápidamente “copiado” por la competencia, que ofrece el mismo perro con distinto collar. La televisión está rebosante de programas de mañana calcaditos, donde la única diferencia radica en el nombre de la presentadora y en lado de la raya del peinado de los contertulios; idénticos programas de tarde con reporteros

dicharacheros repartidos por toda la geografía nacional buscando (u originando ellos mismos) las noticias más absurdas, telerrealidades de saldo revestidas de concurso de talentos, etc.

No sólo la tele está infestada por esa falta de ideas, no hay más que ver la cantidad de remakes, secuelas y precuelas que pueblan las salas de cine; o ver cómo las editoriales publi-can como churros libros relacionados con el personaje mediático de turno, obras lanzadas al amparo de los bestsellers de moda, calcando temáticas y personajes; etc.

Se podría decir que ya está todo inventado y que por eso únicamente queda el recurso de parodiar, homenajear, replantear o modificar lo que ya ha triunfado, pero es más probable que la verdadera razón de tal falta de novedades en tantos aspectos de la cultura se deba al conser-vadurismo de los creadores, que lejos de arries-gar con nuevas propuestas prefieren asegurar el público repitiendo esquemas para intentar rememorar o arañar algo del éxito de otros.

La originalidad cotiza al alza y en muchas ocasiones decir o hacer lo que uno piensa o quiere supone algo más dificultoso, polémico y arriesgado que pensar o decir lo mismo que otros, por eso les invitamos a que se sumerjan en las páginas de nuestra revista; una revista escrita desde la libertad individual de cada uno, donde los únicos límites los imponen los 20x25 cm del papel. Disfruten este ejemplar.

EDITORIAL

運運

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Aviso a navegantes: se disponen a leer un artículo que no es amable ni simpático, que plantea problemas que tienen muy difícil solución y que, si se lo piensan, les puede amargar alguna que otra comida. Luego no digan que no les avisé.

Cuando se habla de soberanía alimentaria, generalmente se piensa en mundos terceros y cuartos, pero casi nunca en nuestra muy desarrollada, civilizada, y, hasta cierto pun-to, decadente, Europa. Soberanía alimenta-ria es igual a producción de los alimentos que se consumen, de la manera más sana, asequible y próxima que se pueda, y para el máximo de población. De esta manera, se garantiza una menor dependencia del mercado, tanto de los propios productos alimenticios como de la energía precisa para llevarlos desde el productor a la mesa.

Si nos damos una vuelta por la nevera, ve-remos productos de muchos lugares. No sólo los clásicos “ultramari-nos” que dieron nombre a las tiendas de alimenta-ción en otros tiempos con menos mercadonas, días y similares: café, té, cho-colate, azúcar… que no se producen en nuestros campos. Ya no conocemos la estacionalidad de las frutas y hortalizas, por-que las hay todo el año, y no necesariamente de los invernaderos del Ponien-te de Almería.

Se dirá que eso no tiene nada de malo, que es comodidad para el consu-midor y que el mundo se ha hecho pequeño gracias

a los medios de transporte. Sí, es cierto. Nadie le hace ascos a comer uvas en febrero, aunque las tengan que traer de Sudáfrica o de Chile, o a un saludable zumo de naranjas recién exprimidas traídas desde cualquier rincón del mundo en los calurosos meses de verano.

Pero si pensamos un poco, tendremos que valorar hasta qué punto esa posibilidad que se nos ofrece en nuestras mesas está afectan-do al conjunto de la única casa que tenemos, el planeta Tierra, y a sus habitantes, noso-tros incluidos. La pérdida de estacionalidad de los alimentos altera los hábitos de con-sumo. Si hace unos años nuestras madres y abuelas sabían qué poner en cada época del año, porque era lo que había en la plaza, ahora nosotros, si tuviéramos que consumir exclusivamente productos de temporada, no sabríamos qué buscar. Si además de ser de temporada, tuviera que ser producción

local, entonces sí que lo íbamos a pasar bien… Porque, miremos a nuestro alrededor, a ver qué se produce que sea un alimento en nuestros campos. Cuántos trigales quedan, cuántas huertas, cuántas plantaciones de frutales. La industriali-zación que despobló los campos en los años 60 se ha completado ahora con la política agraria de la Unión Europea, que prima los productos ex-portables y la producción para el mercado, no para el consumo local.

El coloquioy sus lectores por Pepa Polonio Armada

Soberanía alimentaria para otro mundo posible

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Es muy diferente utilizar los medios de transporte para equilibrar la pérdida de cosechas o las cosechas insuficientes en unos mercados que hacerlo para conseguir que cada producto se dé en unos lugares. Si nos mantenemos a nivel de países desarro-llados, la especialización de cultivos –que los hace mucho más rentables a nivel de economía capitalista- empobrece los suelos y vuelve también específicas las plagas que los afectan, por lo que el empleo de agrotóxi-cos se vuelve imprescindible para seguir manteniendo los estándares de mercado. La contaminación de los acuíferos en todos los países europeos es un hecho, que se trata de paliar utilizando agua mineral embotellada para consumo de boca, en la práctica totali-dad de nuestras ciudades.

Los cereales y leguminosas que se emplean tanto para la alimentación humana como para engorde del ganado que sirve para producción lechera o de carne se cultivan en zonas tropicales o subtropicales, “ganadas” a la selva en muchos casos. La Amazonía, pulmón verde del planeta, está dejando paso a ingentes plantaciones de soja, esa ma-ravilla que lo mismo te quita una arruga de la cara que te da la vitalidad de un adoles-cente a los 70 años, y sin la que no sabemos cómo hemos podido llegar a ser la vieja y respetable civilización que somos. Si hubiera una plaga en Brasil o Argentina que aca-bara con estas plantaciones, nuestras vacas tendrían que comer mantequilla sin pan, porque los cereales también vienen de allí.

En los países del llamado Tercer Mundo la situación es todavía peor. El primer pro-ductor mundial de cacao es Costa de Marfil, donde se dedican a su cultivo las mejores tierras, propiedad de multinacionales. Los niños que las trabajan no conocen el sabor

de una chocolatina. Esas tierras, que po-drían servir para producir alimentos que acabaran con la desnutrición crónica que padecen, contribuyen a una de las plagas de las sociedades opulentas: la obesidad. Los transportes baratos –que funcionan con petróleo del que se gana en guerras como la de Iraq- propician una estructura de la pro-ducción que mantiene la semiesclavitud de millones de personas subalimentadas para que en nuestras mesas haya de todo tipo de frutas exóticas muy asequibles para nues-tros bolsillos, golosinas, café… o para que nuestros veranos estén libres de mosquitos. Las piretrinas también se obtienen de unas flores que se cultivan mejor en climas tropi-cales y subtropicales.

Mientras tanto, seguimos oyendo hablar del efecto invernadero, esa cosa que nos pone la atmósfera perdida de gases que absorberían sin problemas los bosques del planeta si los hubiéramos dejado vivir en lugar de sustituirlos por matitas de soja o por palmeras aceiteras para hacer biocom-

bustibles, que son mucho más ecológicos que el petró-leo, dónde va a parar… pero no los relacionamos con el absurdo de nuestros hábitos alimentarios actuales, los que nos permiten consumir kiwis de Nueva Zelanda y piñas de Costa Rica todos los días del año.

La solución a todo esto no es fácil. No puede ser dejar de consumir esos produc-tos sin más ni más, porque entonces se hunden las plantaciones y los principa-les perjudicados serían los

más pobres, los que viven del sueldo que les proporcionan. Pero si vamos cambiando un poco nuestros hábitos, tal vez diéramos tiempo a que las cosas cambiasen. Alguna vez habrá que iniciar el camino, y hoy puede ser un buen momento.

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Mario, un escritor de NobelRecomendación por Juan Antonio Prieto Velasco

“Por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual”, con estas palabras el secretario de la Academia sueca Peter Englund daba a conocer hace unos días el nombre del ganador del premio más prestigioso de la literatura universal.

Mario Vargas Llosa pertene-ce a una generación de escri-tores latinoamericanos, junto con Gabriel García Márquez “Gabo”, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, etc. de pluma sobresaliente y verbo capaz. Por fin se ha reconocido la obra de uno de los más nota-bles arquitectos de la lengua española. No es momento de analizar las polémicas políticas surgidas a raíz del galardón, pues aunque no se comparta su ideología, hemos de reconocer que el escritor peruano ha reci-bido un premio absolutamente merecido.

Aunque de origen peruano, la obra de Vargas Llosa, hoy profesor de la Universidad de Princeton (EE.UU.), ha proli-ferado en España gracias al apoyo del mundo editorial de nuestro país. Este Nobel es, en parte, español: primero, por-que se ha concedido a la obra de un gran literato de nuestra lengua, aunque ésta no es ni debe serlo patrimonio exclusi-vo de los españoles; segundo, porque Vargas Llosa tiene también nacionalidad españo-la; y sobre todo, porque su obra ha encontrado en España las páginas fecundas que le han valido este reconocimiento.

La ciudad y los perros (1962), su primera gran obra, pertene-

ce a la corriente del realismo social, en la que Vargas Llosa reflexiona sobre la situación sociopolítica de su país y de Hispanoamérica en general mediante una crítica vehe-mente al militarismo brutal y antidemocrático. La temática castrense continúa con Pan-taleón y las visitadoras (1973), aunque en este caso envuelta en un halo humorístico que critica la hipocresía de una institución ejemplar como es el Ejército y el oficio más antiguo del mundo.

Más recientemente, La fiesta del chivo (2000) entremezcla magistralmente realidad histó-rica y ficción para dar cuenta

de las relaciones de poder y la corrupción en la sociedad jerárquica y rígida de la dicta-dura de Leónidas Trujillo en la República Dominicana. Los pe-ligros del poder absoluto salen de nuevo a la luz en esta obra gracias a un tono reflexivo.

Aquellos lectores que hayan seguido asiduamente al fla-mante Nobel tendrán una nue-va oportunidad en breve con El sueño del celta (2010), en la que se analiza la maldad de los seres humanos a través de las vivencias del irlandés Roger Casement. Las letras españolas están de enhorabuena. Gracias Mario.

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Aclaración de conceptos.UCO: Universidad de Cór-

doba

Para todos aquéllos que tengan algunos conoci-mientos en Derecho Cons-titucional, o meramente se interesen por el mismo, sabrán que la Constitución Española de 1978 es la norma suprema de nuestro ordena-miento jurídico (conjunto de normas legales que regulan nuestra nación).

Me temo que esto ha cam-biado; ya no es el mayor ga-rante de derechos y la norma con rango de ley que está a la cabeza de nuestro ordena-miento jurídico español… La pirámide normativa ahora tiene nueva cúspide, el programa informático. No importa lo que diga la legis-lación vigente, si el progra-ma informático de cualquier administración pública dice que algo es así, no importan Congreso ni Senado; es así y punto.

Para concretar el tema que introduzco, con este artículo pretendo criticar, a la par que desahogarme, todo hay que decirlo, el programa informático de la UCO. El SIGMA, que ha sustituido al hombre del saco en mis pesadillas, es un programa informático cuyos objetivos eran agilizar y mejorar el funcionamiento administra-tivo de la UCO, que en cier-

tos aspectos ayuda, permite unas funciones que cuando se hagan serán de mucha utilidad. Pero también hay que comentar que lo que diga este programa es más importante que cualquier reglamento estudiantil o ma-nifiesto del profesorado. Me imagino que los siguientes planes de estudio se harán con las bases del SIGMA, es más fácil que cambiarlo (ironía).

Como siempre, hay don quijotes que luchan contra molinos, pero siempre todo se queda en un nada, porque lo que te deje hacer el SIG-MA a misa va, y la opción que no te permita coger el SIGMA, reglamento y guía de asignatura que hay que quemar.

Tras una cola de 120 perso-nas, no exagero, te plantas en el mostrador, formulas tu duda y obtienes tu res-puesta: “en mi opinión, si después se puede, la opción del SIGMA, pero vamos que tú eres mayorcita, tu sabrás lo que haces”. Esta situación

es lo menos que te puedes encontrar, hacer cola de toda una mañana y después te dan una NO respuesta, porque no te dicen nada.

Se me viene a la cabeza esa película de Axtérix y Obélix en la que tienen que pasar varias pruebas, y unas de ellas es resolver un documento en la administra-ción… Por cierto, que apro-vecho para recomendarla a todos los que hayan sufrido los defectos de la adminis-tración, a la par que Vuelva usted mañana, de Larra.

Es un tema que comprendo que a muchos de los lectores les suena a chino, pero quie-nes hayan tenido problemas con la “magnífica” adminis-tración, sabrán de qué les hablo.

La conclusión que saco, y siempre hay que ser posi-tiva, es que por lo menos tenemos suerte de tener un estado social que cubre nues-tras necesidades mínimas, aunque nos traigan miles de quebraderos de cabeza y más de un llanto a destiempo.

Opiniónpor Virginia García Gómez

El terror de la UCO

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Estaba sentado tranquila-mente en mi patio, tomando una copa de vino, cuando observé sobre mi pierna de-recha un pequeño cigarrón de color gris y abdomen de color naranja, acompañado a poca distancia por una mosca que andaba aseándo-se. Acerqué mi dedo corazón a aquella criatura y ésta se postró sobre él. Lo primero que pasó por mi mente fue que con sólo mover mi dedo pulgar podía aplastarle fácilmente. De repente, apa-rece mi co-neja, mirándome fijamente a los ojos, parecía como si hubiese leído mi pensamiento, yo agu-dicé la mirada, ella sin apartar la vista de mis ojos, asentó sus posaderas en el suelo, dejé el cigarrón suavemente sobre una de las macetas de flores que tenía al lado, y ella se tendió más ancha que larga,

¡parecía descansar!Me levanté y, dirigiéndo-

me hacia la cocina, le pre-gunté a mi mujer. ¿A ti te ha hablado alguna vez la cone-ja? ¿Os imagináis la respues-ta? Calla ya, no digas más pegos, déjame ver la tele. Volví a mi silla y, recordan-do el cigarrón sobre mi dedo, reflexioné sobre lo fácil que es des-truir y lo poco que nos cuesta, sea la vida de un animal o un país entero.

Si miramos un poco a nuestro alrededor nos dare-mos cuenta que destruimos mucho más de lo que con-servamos, y si no, que se lo pregunten a las abejas. ¡Por cierto!, el otro día vi una llorando.

Pero, además, tenemos or-ganizaciones diseñadas para destruir, como la famosa NATO: Negocio legal Ameri-cano para el Tiroteo Orga-

nizado, también conocida como OTAN (Orga-nización Tiránica Americana Nego-ciada). Claro que siempre se crean con el fin de mantener la paz. Esa paz que llevamos siglos buscando, y que sólo es perturbada por el animal más famoso del mundo. ¿Despertaremos algún día en un mundo lleno de paz, o se quedará so-lamente en una utopía? ¿Tendremos alguna vez la suficiente paz interior para cambiar los intereses creados en esta pelota flotan-te?

Todavía no nos hemos dado cuenta de que solo somos un puñado de quarks evolucionados, y ya nos creemos por encima de todo. Pero la naturaleza es como la vida misma, un día te da una bofetada y, cuando me-nos esperas, te da una guan-tada en toda regla. Seguimos empeñados en destruir por nuestros propios intereses, dirigidos por los intereses de unos pocos, sin darnos cuen-ta de que estamos dentro de una bola, y que lo que afecta a la Tierra tiene efectos recíprocos.

Me quedo con una frase que escribí el día que subí a la Tiñosa (es una cumbre de la Sub-bética cordobesa): la naturaleza y nosotros somos un todo; mejor no romperlo.

Opinión por Acisclo Raigón

Instinto primitivo

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Endivias con salsa de yogurt a la hierbabuenaRecomendación

Conchi Núñez Ruzhttp://fullera-transitando.blogspot.com

En estas vacaciones vera-niegas hemos ido unos días a Granada, un viaje tranquilo para Manuel y para mí solos. Comer fuera de casa para un celíaco(1) se puede convertir en una aventura. Granada es maravillosa para comer tapas, pero los celíacos lo tenemos muy duro. Mi marido supo sacarle su partido; para él, tapa doble.

Encontramos un restaurante con unas vistas magnificas, con un menú nada caro para la calidad de los ingredientes y la presentación, en pleno Paseo de los Tristes, con una estampa maravillosa al pie de la Alhambra. Quien conozca Granada, ya sabe a qué rincón tan especial me refiero. El

restaurante se llama Azafrán y os lo recomiendo. Deciros también que el vino del menú era un reserva.

Me llamó la atención este pla-to; todo lo que sea hierbabue-na, ¡¡ummmm¡¡ Desde entonces lo he preparado varias veces y ha pasado a ser uno de nues-tros favoritos.

Ingredientes: 3 endivias, queso brie, 2 naranjas.

Ingredientes para la salsa: yogurt griego natural, 1 ajo, mucha hierbabuena fresca.

Lavamos las endivias y las colocamos en la fuente, tro-ceamos el queso y la naranja, y añadimos. Para la salsa, ponemos el yogurt y le agre-gamos el ajo rallado muy fino

y la hierbabuena muy picada, removemos y cubrimos con ella la ensalada.

Sigo sin complicarme des-pués de vacaciones, como veis, muy sencillo y de un resultado buenísimo.

(1) La celiaquía o enferme-dad celíaca es una enfermedad autoinmune caracterizada por una inflamación crónica de la parte proximal del intestino delgado o yeyuno, causada por la exposición en la dieta a la gliadina o gluten, una proteína vegetal de algunos cereales, como el trigo, la cebada, el centeno, el triticale, el kamut, la espelta y posiblemente la avena.

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Amigo Berganza, tu defensa a de Los Simpsons es tan livia-na al reconocer tantas bonda-des de los Griffin que todavía no estoy seguro de si defiendes a la familia de piel amarilla o a los oriundos de Quahog.

Conozco de sobra los ladri-dos que acusan a Padre de fa-milia de ser una copia de Los Simpsons, pero es insalvable el hecho de que una fue con-cebida antes de la otra, como también lo es la calidad supe-rior del humor del clan de los Griffin. Y es que eso es Padre de familia, querido Berganza, una versión mejorada de nues-tros añorados Simpsons (que a mí también me gustan). Y fíja-te en el verbo que utilizo, por-que no podemos olvidar que la decadencia de Los Simpsons en las últimas temporadas ha sido tan alarmante y patente que no encontrarás ningún fan acérrimo en el globo que tenga agallas para negarlo. ¡Hasta tú mismo lo reconoces en lo que llamas su defensa! La prueba del éxito de Padre de familia, compañero perru-no, es que Padre de familia fue cancelada por la Fox hasta en dos ocasiones (no por falta de éxito), pero su producción siempre se ha restaurado por el clamor de sus fans, manifes-tado tanto en cartas enviadas a la cadena reivindicando su regreso como en las ven-tas récord de sus DVDs. Y si quieres más pruebas del éxito de Padre de familia no tienes más que pensar que ha dado a luz a otra series, como el spin-off El show de Cleveland,

y su hermana gemela Padre Made in USA (American Dad). ¡Si hasta el mismísimo Geor-ge Lucas se declara fan de la serie!

Tampoco doy crédito cuando comparas a sus personajes. Peter no sólo supera en estupi-dez a Homer sino que además es más imprevisible consi-guiendo desatar sonoras car-cajadas. Lois da muchísimo más juego que una Marge a ve-ces demasiado mojigata. Chris es la demostración de que la ingenuidad puede transfor-marse en humor inteligente. La sabelotodo Lisa tiene un humor ingenioso pero las humillaciones y situaciones que sufre Meg nos hacen reír más, reconozcámoslo. Me dejo los pesos pesados para el final: Bart ha hecho historia pero es que Stewie todavía sigue escribiéndola. Su habla fluida con toque de superioridad intelectual, estereotipando a un villano que desea asesinar a su madre es genialmente sublime. ¿Y qué me dices de cuando nos partimos de risa viendo a un avergonzado Brian porque pierde la cabeza por su amor platónico Lois? Pero es que eso no es nada cuando se junta con Stewie para formar la pareja segu-ramente más divertida de la animación.

Y sí, amigo Berganza, Padre de familia está lleno de ab-surdeces, de chistes ácidos y groseros, de sketches con flas-hbacks al pasado a veces sin ton ni son, pero que en conjun-to y a fin de cuentas, cumplen

su objetivo a la perfección, que no es otro que producir un humor tan hilarante que hace olvidarnos de todo mientras disfrutamos viendo la serie.

Tampoco estoy de acuerdo con ese argumento del mono-polio de Los Simpsons sobre escenas y capítulos históricos. Lo que ocurre es que los de Springfield, además de tener diez años más de solera, han tenido a una incansable An-tena 3 que no ha dejado de machacarnos con sus in-terminables reposiciones año tras año. Cuando pase el tiempo tú mismo dibuja-rás una sonrisa en tu hocico al recordar aquellos capítulos históricos donde Stewie se conoce a sí mismo en el futuro, Peter viaja con la muerte en el tiem-po en un cuento de Navidad, Brian se acaba enamorando de una insoportable anciana que tiene que cuidar, por no mentar el celebérrimo “¡Zas!, en toda la boca”.

En fin, compadre Berganza, que espero que los dos siga-mos disfrutando con estas dos grandes series que nos hacen olvidar nuestras malas pulgas, pero espero al menos haberte dejado claro cuál es la mejor de las dos.

CipiónPadre de familia

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Querido Cipión, sé que el argumento fácil para defender Los Simpson contra Padre de Familia es y será siempre los claros parecidos entre ambas. Centradas en un cabeza de familia, con 2 hijos y un bebé, cuya capacidad intelectual se sitúa entre lo genial y lo

subnormal, nos narran las desventuras de estos

personajes y de sus vecinos de ciudad

(Quahog para Peter Griffin

y Springfield para Homer Simpson). Pero este punto no afecta para nada a cuál de las dos series tiene

una calidad superior. Sin

Los Simpson no existiría Padre de

Familia, es cierto, pero tampoco exis-

tirían otros programas como South Park o la mayo-

ría de series de animación para adultos que existen actualmen-te, y no porque la imiten, sino porque sin ella hubiéramos tardado mucho más tiempo en ver cómo alguien se atrevía a hacer animación así.

Sí, vale, es posible que en Padre de Familia tengamos un perro alcohólico, un bebé que planea dominar el mundo mientras intenta acabar con su progenitora y una fresa que ha sido violada, pero Los Simpson entran en lo cotidiano y en la crítica sin necesidad de buscar la gracia a través del más ab-

soluto absurdo, que no deja de ser una gran forma de humor, pero que usado en abuso y con dudosa gracia en muchos de los casos, el asunto decae. La mordaz sátira que supone la familia amarilla con sus inteli-gentes diálogos y situaciones se convierte, en Padre de Familia, en una escena con un famoso americano que ni siquiera co-nocemos (ni tenemos intención de hacerlo), compartiendo una situación con el protagonista, que en ocasiones se alarga hasta el infinito, provocan-do una secuencia que por su duración y su “inteligente” circunstancia debería provo-carnos una sonora carcajada, y en ocasiones lo consigue, pero la vergüenza ajena que produce ese momento incómodo que provocan las escenas sin gracia es insoportable.

Cipión, he de decirte que los personajes de Padre de Fa-milia son más planos que un espagueti con anorexia, ya que mutan completamente en fun-ción de la trama que ocurre en el capítulo, salvo Stewie, que es el personaje con más carisma de la serie. Todos los persona-jes son tópicos que sirven para enlazar los gags, mientras que en Los Simpson tenemos para elegir (un veterano del Viet-nam que ejerce de director, un creyente acérrimo, un doctor con mala leche que lo camufla todo tras una repetitiva risa…); sólo Krusty ya supera todo lo que Padre de Familia ofrece.

Homer visitando Nueva York, Bob intentando asesi-nar a Bart, Lisa casándose en el supuesto “futuro” 2010, el especial de Halloween donde

regalaban yogurlado (que está maldito), Rasca y Pica destro-zándose de la forma más cruda posible, Bart con un elefante, o quién disparó al señor Burns. Una gran cantidad de historias rebosantes de personalidad y con un hilo argumental mucho más construido que el de los capítulos de Padre de Familia, donde la miga suele encontrar-se en los flashbacks inconexos.

Sin embargo, Cipión, es in-negable que Los Simpson han ido perdiendo fuelle con los años, y los últimos momentos de la serie son más parecidas a Padre de Familia que a sus orígenes. De la segunda tempo-rada a la novena tenemos una sucesión de sublimes momen-tos que es imposible que no hayan quedado grabados en nuestra memoria y hayan aca-bado siendo usados (para bien o para mal) en algún momento de nuestras vidas. Dirás que es trampa reducirme a una sola etapa de la serie, pero Padre de Familia se encuentra ahora mismo en su novena tempora-da, y es exactamente hasta ese punto el que puedo analizar de ella. El futuro que le depara es tan incierto como el de Los Simpson (que aún así no ha dejado de traernos alguna joya incluso en estos momentos de decaída), y quién sabe si segui-rá alargándose la duración de los flashbacks y si cada vez ocu-rrirán con más frecuencia las apariciones de famosillos en la serie de Peter Griffin, como ha estado ocurriendo últimamente en mayor medida, lo cual no le sienta nada bien. Y es que, eso de mejorar con los años solo lo consigue South Park.

BerganzaLos Simpson

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Una lágrima amarga recor-daba que las horas habían comenzado a tener prisa, el tic-tac del segundero traía consigo la voz de una niña pe-queña. Aquella voz le dificul-taba y obligaba el siguiente trago de saliva.

- Papi, papi ¡cuántos dine-ros! Papi, mira ¡éste es gordo! ¿A que sí? ¡Mira mira! ¿Qué me puedo comprar con éste?

- ¡Hala! Con éste tienes para muchos regalitos ¿Qué te quieres comprar?

- ¡Un peluche de los gran-des, grandes, grandes!

Manejaba la lengua con torpeza y simpática dulzura a pesar de su corta edad, tam-bién ignoraba su futuro, pero no le hacía falta saber nada más. De los niños pequeños se pueden aprender muchas cosas, más bien recordamos lo que ya habíamos llegado a olvidar. Ellos nos vuelven di-ferentes cuando esos culillos inquietos forman parte de no-sotros. La boca se nos llena de orgullo cuando los ves crecer, cuando ves que dan un paso día a día y se levantan son-rientes - y desconocedores del mundo - cada mañana para contarte lo que han soñado o las ganas que tienen de hacer algo contigo. Que hablen de uno como un icono a seguir es como una carga de ener-gía que se enciende y hace fácil cualquier momento por dificultoso que sea. Ellos son capaces de ver hasta la parte de bondad que no encontra-mos nunca. El amor que se

puede volcar en algo tan frá-gil y pequeño se da en dosis desmedidas de cariño y, a la par, cada vez que uno de los dos tropieza envenena más la rabia que sentimos dentro.

Las ideas de un niño vienen de pinceladas tan grandes como su estatura y de una imaginación tan pequeña

como el universo. Ellos pue-den viajar y sentir el mundo lleno con sólo una palabra, son felices con un avión de papel o la caja del nuevo televisor. - Hay que ver la cantidad de cosas que es a la vez un simple trozo de cartón -. La misma caja de los zapa-tos más caros que habitan en tu armario es, a su vez, la casa de una muñeca, el coche de un actionman o el dulce

hogar de un pequeño gusano de seda. Con el tiempo, no son más que bártulos que contie-nen caprichos caros y ocupan lugares necesarios dentro de tu armario. Pronto acabarán en la basura, pudriendo el sueño y el esfuerzo que consi-guió transportarlos hasta ese lugar.

Ver que su mirada se hace grande cuando apareces por la puerta y corren hacia ti con los brazos abiertos o escuchar la risa que se le escapa mientras se esconde detrás de un portal para darte un susto, borra las horas de insomnio que pasaste cam-biando pañales y calentando biberones. Más adelante, ser-virán de apoyo para calmar una fatigosa jornada de tra-

NarrativaRecuerdos enlatados

por Alba Delgado Núñezhttp://escarbando.blogspot.com/

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bajo. El premio más valioso estará esperándote en casa. Sus sueños serán también los tuyos, sus disgustos, los desamores. ¿Quién dijo que el primer amor es sólo una vez en la vida?

Pero también tendrás esa eterna duda, el pensar cons-tantemente si lo estás hacien-do bien y acabar pensando si eres necesario en su vida. Porque a veces, da la sen-sación de que ya no pintas nada. Llegas a casa cansado después del trabajo y todos se han ido a la cama o han sali-do a dar una vuelta con sus amigos y te encuentras solo. Pones el televisor y no dan más que noticias de acciden-tes y crisis económicas, cosas que no entiendes, cosas que apenas vives. Te has creado una burbuja de tu propia sole-dad y te planteas si de verdad debes seguir en aquello que creíste tan tuyo como cierto. Las emociones caducan como la fecha de un yogurt desnata-do. Los hijos se van, como al que se le escapa un globo en un espacio abierto.

Ahora es otro al que tu hija dedica sonrisas, y ese otro es al que no le importa cuando puede llorar, aquel que solo vive pasiones eternas y de-posita su cuerpo después en un cubo de emociones rotas. Aquel corazón que cultivas-te con tanto empeño lo han robado y convertido en un amasijo de desamores. Pien-sas hacer algo pero, ¿de qué sirve? No te convienen más problemas, ni a ella perder a alguien más. Porque ni ya eres el guardián de sus sue-ños, ni las pesadillas se irán soplándole en la oreja. Por mucho que te empeñes, hace tiempo que soltó tu mano

y por menos que quieras reco-nocerlo, ahora es un extraño más que duerme en una cama cercana a la tuya.

Jesús se sostenía en el palo de su escoba, barría el portal con un mono azul marino que daba calor, saludaba a unos y otros sin importarle el día a día, aprendió a cultivar su propia soledad. Se enciende un cigarro que sostiene con la boca, observa con desga-na las nubes que vienen a lo lejos. “Otro día más que llueve, a ver cuándo empieza el verano”, piensa. “Parecen de terciopelo” Después se estremece cuando ve pasar a una morena por la acera de enfrente, le suena de algo. Es joven y parece divertida. ¡Divinos años! Tal vez ella no haya terminado ni siquiera la carrera, él, a sus cuarenta y tantos todavía ni la empezó.

Los tiempos eran distintos, las ganas de volar lejos de

allí, de las no oportunidades, de la misma rutina diaria, aparcaban los estudios como una forma más de perder el tiempo. ¿Quién podía decidir lo contrario? En aquellos años, estaba seguro de haber tomado la decisión correcta, de estar y tener lo que quería. Ahora se preguntaba por qué. Tiró la colilla al suelo, miró el reloj, faltaba demasiado tiem-po para la hora de la comida, de nuevo la voz de la pequeña habló en su cabeza.

- Papi, vamos a viajar con la imaginación.

- ¿A dónde quieres ir?- A la casa de la abuela.- ¡Vale! ¡Cierra los ojos!

¡Pero fuerte, fuerte, fuerte!- Papi…- ¿Qué?- Te has olvidado las llaves

del coche…

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La última noche en Twisted RiverRecomendación por Carlos Alberto Prieto

La última noche en Twisted River no es una novela de aventuras, pero se lee como si lo fuera. Nuevamente John Irving ha creado una novela de personajes memorables, raros y excéntricos. En un desafor-tunado accidente en el poblado maderero de Twisted River (una localidad no precisamente próspera…), el pequeño Danny Baciagalupo mata a la amante de su padre y del alguacil Carl. A raíz de este golpe de mala suerte, el alguacil perseguirá a Danny y su padre Dominic, “el Coci”, por diferentes ciuda-des de EE.UU y Canadá. Los Baciagalupo deberán cambiar su identidad y adaptarse a di-ferentes ciudades a lo largo de cincuenta años de la historia reciente de EE.UU, desde 1954: Dominic trabaja como cocinero en restaurantes mientras Dan-ny llega a ser profesor de uni-versidad y escritor de éxito. En toda su andadura por Nortea-mérica, el hosco maderero Ket-chum será su única conexión con Twisted River y los hechos pasados, tristes y misteriosos. A través de la huída de los Ba-ciagalupo, el lector revive los años de la inmigración italiana a EE.UU en el Little Italy de Boston, la liberación sexual de los sesenta o la guerra de Viet-nam. Como en otras novelas de Irving, el contexto social y político es analizado con luci-dez, aunque esta novela no es tan “política” como la exitosa Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra (más cono-cida por su título en inglés, Las normas de la casa de la sidra). Los problemas sociales se deslizan suavemente en esta novela, sin llegar a constituir

el argumento fundamental. Episodios como el repudio de la prima Rosie Calogero, madre soltera en plenos años 50; la desaparición de la industria tradicional dejando grandes zonas en depresión o la integra-ción de diferentes oleadas de inmigrantes en el melting-pot norteamericano están presen-tes como contexto general. Así, Irving muestra su deuda con las grandes novelas victorianas de Dickens en cuanto novela social, a la vez que con rela-tos del Oeste americano o de aventuras en cuanto al ritmo, con persecución y duelo entre los protagonistas. También el sexo juega un papel destacado en la novela: desde el despertar sexual de Danny, su paternidad con la hippie Katie sólo para librarse del reclutamiento para Vietnam, sus fallidas relacio-nes posteriores o la truncada relación de Dominic con la italiana Carmela.

El tiempo del relato de la novela avanza y retrocede en paralelo a los recuerdos de los Baciagalupo y se va desvelando al lector el origen de la relación triangular Danny-Dominic-Ketchum, verdadero eje del argumento. Dicho triángulo tiene como nexo común la pér-dida de la esposa de Dominic años atrás. Por otra parte, en esta novela no hay personajes menores, ya que todos están perfectamente construidos e integrados en el relato general, especialmente el indeseable alguacil Carl, capaz de odiar a Dominic durante años, rastreando su paradero por todo el continente. La historia puede llegar en momentos a ser agobiante, por la inmensa

sensación de soledad que envuelve al personaje de Danny, debido a su conflictiva relación con su hijo Joe. El destino de Joe marcará de por vida el carácter y el humor de Danny. La novela tam-bién trata acerca del proceso crea-tivo de un escritor a través de las novelas autobiográficas de Danny, dan-do lugar a una novela dentro de la novela. También apare-cen otros elementos típicos de Irving como las situaciones grotescas y exageradas, que en cierta medida recuerdan al rea-lismo mágico, ya que quedan perfectamente insertadas en el desarrollo de la trama, a pesar de ser prácticamente increí-bles. Por ejemplo, la confusión de Danny, que piensa que un oso está atacando a su padre, hecho detonante de la huída.

Más allá de los entrañables personajes y de la maestría con la que se van desvelando los misterios de la familia Bacia-galupo, La última noche en Twisted River es una novela con múltiples ramificaciones, donde todo encaja a la perfec-ción y donde no sobra ni falta ningún detalle. Una excelente candidata a convertirse en clásico moderno.

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Es complicado vivir en Líbano y más aun en el sur de este país. A simple vista parece que la normalidad y lo cotidiano rigen el deve-nir de la vida de las gentes. Pero esto es así si considera-mos cotidiano que mañana puedes tener que empezar de nuevo por causa de una nue-va guerra. Esto es lo que se vive en esta zona del mundo.

Aquí están representados los cristianos y musulmanes de casi todas las confesiones, pero cada una tiene una ma-nera muy particular de ver su mundo. Todas ellas giran en torno a un punto común, su “relación” con Israel, que fluctúa desde el odio y el deseo de participar en su desaparición, a la idea, casi quimérica, de la convivencia en paz.

El problema es que la situación que se busca con más ahínco es la primera. El odio a Israel sobrepasa lo conocido por un occidental. Tanto es así que, para los que anhelan la desaparición del estado judío, la muerte sobrevenida en un futuro conflicto es el mayor de los regalos del cielo. Y es tan así que hasta las madres de los combatientes lo desean.

Esto convierte la región en un campo de batalla donde una parte importante de la población se considera rehén de una situación que no desea. Se ven a sí mismos

como objetivos potenciales de sus vecinos del sur y como daños colaterales para los vecinos de la casa del al lado. Si nos preguntamos el porqué no se rebelan con-tra esto la respuesta salta rápidamente, son minoría, tanto en población como en recursos. Y la diferencia se ahonda a pasos agigantados.

Pero en esta Caja de Pan-dora aún queda la esperanza por aparecer. Todos cuen-tan que pronto ocurrirá el desastre de nuevo, que una

nueva guerra acontecerá, pero a la que nadie le sacaría un rendimiento positivo. Se ha llegado a un “status quo” no buscado de cuya ruptura nadie ganaría. Es el clavo ardiendo al que han de agarrarse.

Es muy difícil vivir en un país en el cual un hijo tiene que elegir entre llevar ante la justicia a los asesinos de su padre o la frágil paz de su nación. Es muy difícil vivir en el Líbano.

Opiniónpor Felipe Logroño BautistaMiembro del relevo XII de la misión española Libre Hidalgo para UNFIL en Líbano

Vivir en Líbano

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Recomendación musicalRecomendación por Óscar Marcos Jurado

http://musicassette.blogspot.com/

En un reciente viaje a Esta-dos Unidos, acabo de adquirir una pequeña joya de bibliófilo, el libro “Heroes of blues, jazz & country” de Robert Crumb, inclasificable y auténticamen-te underground dibujante de cómics estadounidense famoso, al menos en ciertos ambientes, por dibujar gran parte de la lar-ga serie autobiográfica “Ame-rican Splendor” del escritor Harvey Pekar, que fue llevada al cine en 2003 (y de muy reco-mendable visionado), o la más reciente sobre el “Libro del Génesis” (2009).

Es éste un libro particular, una rareza; en primer lugar, porque su propio autor lo es y porque no es un tebeo convencional, y en segundo lugar porque habla sobre los orígenes de los más genuinos y populares géneros musicales

estadounidenses previos a la era rock y pop. Es decir, la base de la música popular de los últimos 50 años en ese país y, por extensión, de gran parte del mundo occidental.

El libro se compone de breves textos biográficos que acompa-ñan a una serie de ilustracio-nes sobre grandes músicos y grupos de blues, jazz y country. Desde los más famosos como Louis Armstrong, Duke Elling-ton, Benny Goodman o Thomas Fats Waller, hasta los menos conocidos, salvo para aficiona-dos o especialistas, como Blind Willie Johnson, Bix Beiderbec-ke, Joe King Oliver, Jelly Roll Morton y su banda los “Red Hot Peppers” o Jimmie Rod-gers. Dichas imágenes fueron estampas creadas por Robert Crumb a principios y mediados de la década de los ochenta en

varias series que ahora se recogen juntas por primera vez. Con todo ello, su lectura contentará tanto al curioso que se acerque por pri-mera vez a esta imprescindible música como al más interesado, que disfrutará como nunca y de verdad, ya que se acompaña de un “cedé” con una selección de canciones de alguno de los autores citados y seleccionados por el propio Crumb. Aunque

para el lector no avisado debo decir que es una música graba-da entre los años 1927 y 1931, es decir una auténtica reliquia, que, por lo demás, suena con una calidad excelente. Es como tener a mano el peculiar sonido de un gramófono en el que a veces se oye ragtime, como en los títulos de crédito de un film de Woody Allen, otras suena al más profundo Sur algodonero de Lousiana, o a un baile con ponche en una mansión del Oeste americano. Pero repito, todo esto es lo que luego deri-varía, gracias al rock y al pop, en la música popular que ahora escuchamos. Es como si a uno le gustan Estopa, Chambao, Pitingo, Miguel Poveda o “El Cigala” y se sumergiera en los orígenes del Flamenco Jon-do y (re)descubriera a voces como La Niña de los Peines, La Paquera de Jerez, Angelillo, Los Montoya o Silverio Fran-conetti.

Para los más interesados en Crumb y el cómic y cine underground, decir que el libro está prologado por el director Terry Zwigoff, amigo personal de Crumb, que realizó un docu-mental sobre su vida en 1994 y del que también recomiendo la excelente “Ghost World” (2001), otra joya freaky coprotagoniza-da por una jovencita y siempre bella Scarlett Johansson. Por último, decir que aunque publi-cado en 2006, desconozco si el libro está traducido al espa-ñol, por lo que merece la pena pedirlo por encargo por menos de 20€ en librerías de cómics especializadas, comprarlo por Internet de segunda mano o di-rectamente a la editorial www.abramsbook.com.

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Las palabras aparecen por riguroso desor-den alfabético, ocasionado por su fecha de nacimiento.

-ÁUREO: Reo millonario (hay más de los que debería).

-ARTIFACIAL: 1.Color de tez no natural. 2. Mujer maquillada.

-SOMNOLENTO: Que tiene dificultades para conciliar el sueño.

-ESTUPIDIEZ: Imbecilidad suprema.-ESCORNUDO: Expulsión violenta del aire,

por la nariz, propia del hombre burlado.-GESTICULEAR: Hacer muecas con el

culo. Sinónimo: Contonearse.-NOCHE: Negación típica argentina.-HUSMEAR: Espiar mientras se orina.-ILUSIONISTA: 1. Que hace juegos de ma-

nos. 2. Político español.-INFIDEL: Traidor a Castro.-CHAPARRÓN: Árbol grande, grande,

grande, cuyo fruto es la bellota.-CATAMULTA: Máquina con la que los

agentes de tráfico lanzan las infracciones a los automovilistas.

-POLÍGAMO: Que convive y yace a la vez con dos ciervos.

-NOCTÁMBULO: Noticia falsa propagada al anochecer.

-ALCARDE: Primer edil muy sofocado o acalorado.

-GRANDIOSO: Plantígrado enorme.-ESPESTÁCULO: Ventosidad anal. Pedo.-INVIDENTEMENTE: Tan claro que hasta

un ciego lo ve.-SUSTIPUTA: Ramera interina.-ASCOGEDOR: Se dice de la persona que

ofrece asilo sin poner muy buena cara.-SECREETO: Incauto, inocente, iluso…

español.-JURAMIENTO: Promesa falsa.-MEOLLO: Me oigo.-CALLAJEAR: Vagar sin rumbo y en silen-

cio.-POLIDEPORTIVO: Policía deportista.

Humorpor Manuel Jiménez Bascón

por Ángel Márquez Espejo

Diccionario estimológico

Una mezcla de forismos, sofismas, citas, sentencias, pensamientos, y todo esto condimenta-do con pegos y pegotes.

Opinión

• Para pintar las meninas no hace falta ninguna técnica, solamente tener un brazo de unos nueve metros de largo

• Septiembre le quitó la “p” a la palabra “sto”.

• La tabla del jamón es la mesa de la autopsia del paladar.

• En la paleta del pintor se encuentra el feto del cuadro.

• Los vehículos son balas que no saben

dónde está el enemigo. • El pintor no nace ni se hace, se pinta.• La letra s en la palabra dineros es la

que mejor se pronuncia.• La ventana más pequeña está en la

casa del fotógrafo.• En el pelotón ciclista, el último es el

mejor; el primero, el número uno.• Gaudí se equivocó de siglo al nacer,

por eso es único.

Pauladas

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Humor por Álvaro Álvarez Herraiz

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CONTRAPORTADA El coloquio de los perros

La siesta, mientras hacíamos hora para volver, cayó en un parque. Tirados como perros en el césped y a la sombrita, esto nos espabiló para el resto de la tarde. Al volver al cam-ping, comenzamos nuestra rutina diaria que estaba compuesta por duchita, colada, cena, y lo que diera de sí el cuerpo. Pero en esta ocasión la movida se organizó antes de la cena. Para ser más exactos, sucedió cuando mi colega volvió de la ducha.

Mientras “el Pepe” se aseaba, yo me había quedado recogiendo algunas cosas. Entonces vi cómo aparecía un autobús un poco antiguo. Yo flipaba, nunca había visto un autobús en un camping. A unos treinta metros se detuvo y empezaron a bajar chavales, la mayoría de ellos jóvenes, cogieron sus bártulos y los tiraron a la arena. De pronto, un cura algo mayor que los demás hizo sonar una campana y todos se organizaron militarmente delante del viejo. ¡Habían improvisado un pequeño altar con una mesita pequeña, en lo alto habían co-locado una foto del Santo Padre Karol Wojtyla y yo no me había ni “coscao”! Entonces co-menzó una misa de esas “guays”, donde la agente canta y hacen palmas. En ese momento recordé que mi colega estaba a punto de volver de la ducha, me adelanté a él, lo busqué por las duchas y, una vez que lo encontré, le advertí de lo que había visto, intentando que no montara un numerito de los suyos al toparse con la misa polaca.

¡Coño que no mon- to “ná”! Esa fue su respuesta, por un mo- mento me lo creí. Lle-gó calladito a la tienda, entró en ella, cogió el radiocasette, metió una cinta de Rosendo y en-cendió el aparato a toda pastilla. No se me ha olvidado, parece que lo estoy viendo. Flojos de Pantalón salió del HI- TACHI a toda pastilla, y además aprovechó el momento en el que el cura hablaba y sus campestres feligreses guardaban el más pul- cro silencio. Yo no me lo podía creer. Todos gi- raron la cabeza hacía nuestra tienda y allí delante estábamos nosotros. Yo me moría de vergüenza. El reverendo aquel nos hablaba en polaco con muy mala cara. Al recriminarle a “el Pepe” su actitud, me contestó: ¡sí hombre, ellos sí pueden pegar todos los “halaríos” que les dé la gana y yo no puedo poner al maestro!

Ni que decir tiene que el radiocasette no lo apagó y que a los pocos minutos aparecieron dos guardas jurados, invitándonos a marcharnos. Yo, agobiado, trataba de pedir discul-pas, señalando a mi compadre y haciéndoles entender que estaba malo de la cabeza. Pero el muy cabrón se descojonaba de risa, y lo que es peor, logró contagiarme. En ese momento no se me vino a la cabeza otra cosa que decirle a aquellos polacos: ¡Wojtyla papa “güeno”, Wojtyla papa güeno”! “El Pepe” se moría de risa y se unió a mi locura gritando todavía más fuerte: ¡Viva Polonia, viva Polonia!

Al final conseguimos permiso por parte de aquella buena gente para poder pasar la no-che en el camping. Lógicamente, no abrimos la boca hasta la mañana siguiente, cuando lo abandonamos.

Por Paco Vílchez (Cámping del Lido, Venecia).

Segunda entrega extraída del cuaderno de viajes titulado ...y la gente nos miraba.