el tren, testigo de grandes acontecimientos mucaas … · e1 encuentro de hendaya se celebró en un...

4
En la todavía breve existencia histórica de los trenes -apenas tienen ciento cuarenta años-, ya han servido de escenario en acontecimientos históricos de trascendencia. Ciertamente que un tren tiene cualidades para ello: su movilidad le permite ser situado en un terreno neutral; su espacio amplio, ofrece la posibilidad de que un coche de ferrocarril se convierta en un suntuoso salón en el que nada falta; la posibilidad de añadir vagones aslicionales para servicios auxiliar es hace que un tren tenga una unidad, movilidad y comodidad que le convierten en una auténtica óficina de asuntos públicos, en una pequeña corte itinerante, recogida y romántica. EXCEPCIONAL IMPORTANCIA DE UNA ESTACION En la historia de Francia, una estación de ferrocarril, la de Rethondes, en el bosque de Compiégne, y un coche de tren, el que pertene- cía al mariscal Foch, tuvieron una importancia excepcional. Durante la primera guerra mundial el ferro- carril fue un medio de transporte de gran uti- lidad y de uso muy generalizado. Cuando el mari ŝcal Foch conseguía, en abril de 1918, el mando único de los Ejércitos aliados en el fren- te occidental, tenía un tren en el que se alojaba su Estado Mayor y estaba situado en la citada es- tación de Rethondes. AI producirse la petición de un armisticio por parte de los alemanes, éstos tuvieron que entrevistarse con el mariscal francés. La delegación germana, presidida por Hertzberger, Ilegó a Rethondes en un coche de ferrocarril con las ventanillas cerradas y las cor- tinas echadas para ser recibidos inmediatamen- te en el coche de Foch. Era la mañana del 8-de noviembre de 1918, y sin tender la mano a los miembros de la delegación alemana, Foch les preguntó: ^ -^Qué desean, señores? -Hemos venido a recibir vuestras proposi- ciones de armisticio. -Nosotros no tenemos ninguna proposición de armisticio que hacer -les dijo Foch-. Nos- otros queremos continuar la guerra. -Pero nosotros tenemos necesidad de cono- cer vuestras condiciones. Ya no podemos conti- nuar la lucha. -iAh, bueno! -repuso Foch-. Son ustedes quienes vienen a pedir el armisticio. Eso es otro asunto. Las condiciones fueron dadas a conocer. Re- sultaban inaceptables, pero, ^estaban los ale- manes en situación de rechazarlas? Todo indi- caba que no, por lo que fueron aceptadas. La noche del 10 de noviembre volvieron a reunirse los alemanes con Foch en su ya célebre coche ferroviario. Hertzberger trató de mejorar las bases del armisticio, pero sólo obtuvo algún retoque sin importancia, y al día siguiente, 11 de noviembre, a las once de la maña, se firmaba el armisticio en el histórico coche de ferroca- rril. A la misma hora se lanzaba el primer ca- ñonazo de las 101 salvas con que se anunciaba el fin de la guerra europea. .cA la hora undéci- ma del undécimo día del undécimo mes», como observara Churchill, cesaba el fuego en todos los frentes de gue: ^ a. Ese mismo día, a las dos y mMdia de al tarde, la Cámara francesa se reunía, y a las cuatro, Clemenceau era aclama- do en medio de un delirio frenético cvando 'EI Gobierno ^frarrcés acaba de con• decorar con Fa 'Medalla de Caballero de las Artes y de las Lettas a doña Carmen t.lorca. Esta distinción, qúe se concede a vrtuy pocas personalidades extranjeras, viene a svbrayar ios es- q^eciales valores que adornan a nues- tra ilustre ^colaboradora, autora dei ^preseMe trabajo. . EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS M UC A AS P A fI NAS D E L A AI STORI A SE ESC RIBI E RO N EN C O C B ES D EL FE RRO CA RRIL Por CARMEN LLORCA En el año 1940 se celebró una famosa entrevista entre Hitler y el Generalísimo Franco en Hendaya. 12

Upload: others

Post on 22-Jun-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS MUCAAS … · E1 encuentro de Hendaya se celebró en un coche del tren de Hitler. Firma del armúticio en el coche ferroviario de Compiégne

En la todavía breve existencia histórica de los trenes -apenas tienenciento cuarenta años-, ya han servido de escenario en acontecimientos

históricos de trascendencia. Ciertamente que un tren tienecualidades para ello: su movilidad le permite ser situado en un terreno

neutral; su espacio amplio, ofrece la posibilidad de que un cochede ferrocarril se convierta en un suntuoso salón

en el que nada falta; la posibilidad de añadir vagones aslicionalespara servicios auxiliar es hace que un tren tenga una unidad,

movilidad y comodidad que le convierten en una auténtica óficina de asuntospúblicos, en una pequeña corte itinerante, recogida y romántica.

EXCEPCIONAL IMPORTANCIA

DE UNA ESTACION

En la historia de Francia, una estación deferrocarril, la de Rethondes, en el bosque deCompiégne, y un coche de tren, el que pertene-cía al mariscal Foch, tuvieron una importanciaexcepcional.

Durante la primera guerra mundial el ferro-carril fue un medio de transporte de gran uti-lidad y de uso muy generalizado. Cuando elmari ŝcal Foch conseguía, en abril de 1918, elmando único de los Ejércitos aliados en el fren-te occidental, tenía un tren en el que se alojabasu Estado Mayor y estaba situado en la citada es-tación de Rethondes. AI producirse la peticiónde un armisticio por parte de los alemanes,éstos tuvieron que entrevistarse con el mariscalfrancés. La delegación germana, presidida porHertzberger, Ilegó a Rethondes en un coche deferrocarril con las ventanillas cerradas y las cor-tinas echadas para ser recibidos inmediatamen-te en el coche de Foch. Era la mañana del 8-denoviembre de 1918, y sin tender la mano a losmiembros de la delegación alemana, Foch lespreguntó: ^

-^Qué desean, señores?

-Hemos venido a recibir vuestras proposi-ciones de armisticio.

-Nosotros no tenemos ninguna proposiciónde armisticio que hacer -les dijo Foch-. Nos-otros queremos continuar la guerra.

-Pero nosotros tenemos necesidad de cono-

cer vuestras condiciones. Ya no podemos conti-

nuar la lucha.

-iAh, bueno! -repuso Foch-. Son ustedesquienes vienen a pedir el armisticio. Eso es otroasunto.

Las condiciones fueron dadas a conocer. Re-

sultaban inaceptables, pero, ^estaban los ale-

manes en situación de rechazarlas? Todo indi-

caba que no, por lo que fueron aceptadas.

La noche del 10 de noviembre volvieron areunirse los alemanes con Foch en su ya célebrecoche ferroviario. Hertzberger trató de mejorarlas bases del armisticio, pero sólo obtuvo algúnretoque sin importancia, y al día siguiente, 11 denoviembre, a las once de la maña, se firmabael armisticio en el histórico coche de ferroca-rril. A la misma hora se lanzaba el primer ca-ñonazo de las 101 salvas con que se anunciabael fin de la guerra europea. .cA la hora undéci-ma del undécimo día del undécimo mes», comoobservara Churchill, cesaba el fuego en todoslos frentes de gue: ^ a. Ese mismo día, a las dosy mMdia de al tarde, la Cámara francesa sereunía, y a las cuatro, Clemenceau era aclama-do en medio de un delirio frenético cvando

'EI Gobierno ^frarrcés acaba de con•decorar con Fa 'Medalla de Caballerode las Artes y de las Lettas a doñaCarmen t.lorca. Esta distinción, qúe seconcede a vrtuy pocas personalidadesextranjeras, viene a svbrayar ios es-q^eciales valores que adornan a nues-tra ilustre ^colaboradora, autora dei^preseMe trabajo.

.

EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS

M UCAAS PAfINASDE LA AISTORIASE ESCRIBIERON

EN COCBESDEL FERROCARRIL

Por CARMEN LLORCA

En el año 1940 se celebró una famosa entrevista entre Hitler y el Generalísimo Franco en Hendaya.

12

Page 2: EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS MUCAAS … · E1 encuentro de Hendaya se celebró en un coche del tren de Hitler. Firma del armúticio en el coche ferroviario de Compiégne

- -^i ^ -̂TŜ-S-_`_^^r z.-.^_ ^- - ^-^r ^ ^ T^ t . - _ ' s - ^ ^

' -'_ • - -^ ^ _ w_ . - _ - -^ _z ._^_-^_ -__^ ^: -^- -^ ^. ,t ^ ^^ _ _^ ^.^:: .,;,^w ^ - - .^ --^ . - - -_ - ^ = ^Y T - . -^ _ ^ _ . . __ _ -_ - - ^^ -.r _- _--^^ i ^ -^.

_ ^ _^ ._^+^. ..a..;4 .,`,t ^-S ^`^^^ ^ _.. __^^^^^Z -

^_ _`^ --'rtS,^-^ s • -4. ^^ : ^:^c--^ ^ ^ ^^ ^•^c^`-̂ ' --^--.Y ^

Lenin, en Zurich, se dirigía al tren q,ue le ilevaría a través de Alemania hacia Rusia.

fueron dadas a conocer las condiciones de la

victoria.

EI escritor francés Barrés relatará de una ma-nera muy precisa lo que aquel día fue para Fran-cia: .cNo intentaré dar una idea de los ser,ti-mientos de veneración con los cuales nosotros

^E1 encuentro de Hendaya se celebró en un coche

del tren de Hitler.

Firma del armúticio en el coche ferroviario deCompiégne. Hitler, a 1a derecha, se sentaba enel múmo puesto ocupado, en I918 por et enton-

ces vencedor mariscal Foch.

todos, franceses, después de haber vivido estasucesión de milagros, vivimos esta jornada depura gloria. No lo alcanzaría más que si tratarade asir el océano en el hueco de mis dos manos.A las once y cinco, esta mañana, 11 de no-viembre, todo París, toda la Francia, han com-prendido y se han levantado, el corazón palpi-'tante, el espíritu Ileno de un religioso respetopor los muertos y por los vivos, a los que debe-mos la salvación y la victoria. Las campanasrepicaban, el cañón tronaba. Y en el mundo

entero, a excepción de Alemania, los pueblos,de pie y con la cabeza descubierta, han glorifi-cado a los que cayeron por la libertad y quenunca estuvieron ante el espiritu más vivos quehoy^.

Toda esta veneración, este espíritu de triunfoque se dirige hacia las personas y las cosas querepresentan el símbolo de la victoria, hace queel vagón de Compiégne se convierta en un mo-numento histórico, y, contrariamente a lo quesucede con los monumentos históricos, este co-che tiene una extraña vigencia, porque...

Veinte años más tarde comienza nuevamentela guerra en Europa con ánimo de rectificaraquellos acuerdos que fueron firmados inicial=mente en el coche de Foch.

EL REVANCHISMO ALEMANCONTRA FRANCIA

Hitler es, entre otras muchas cosas, el cam-peón de un revanchismo popular en Alemania.Todo lo que hace parece confirmar este diag-nóstico preliminar. EI objetivo de su políticaexterior es reformar el mapa político de Europa,confiriéndole a Alemania el papel de puebloen ejercicio de la hegemonía. Que la guerraestá bien preparada lo demuestra la rapidez yfacilidad de los triunfos del Ejército alemán.Tras la derrota de Polonia, la rendición de Fran-cia se produce el 22 de junio de 1940, es de-cir, antes de que se cumpla un año del estallidode la segunda guerra mundial. Veamos cómose Ilega al armisticio.

A ninguno de los países vencidos con ante-rioridad a Francia había concedido Hitler unarmisticio; les había obligado a la rendición in-condicional. Sin embargo, el 19 de junio hacesaber al Gobierno francés que está dispuesto aescuchar sus condiciones para un armisticio.ZQué humillación encerrará esta aparente corte-sfa hacia Francia? En principio, Francia aceptala sugerencia y designa una comisión que, in-tegrada por el almirante Le Duc, los generalesParisot y Bergeret, y 1os diplomáticos LeonNcel y Rochart, está presidida por Huntziger,

Page 3: EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS MUCAAS … · E1 encuentro de Hendaya se celebró en un coche del tren de Hitler. Firma del armúticio en el coche ferroviario de Compiégne

elección que ha hecho apresuradamente el mi-nistro francés de Defensa, Weygand. Tras unpenoso viaje a través de las carreteras que vande Burdeos a Compiégne, la delegación presidi-da por Huntziger es introducida, el 21 de junio,

en el coche del mariscal Foch.

ELECCION DE UN COCHE SIMBOLICO

Si en 1918 la firma del armisticio en el cita-do coche es debido a una circunstancia, en 1940dicha elección hecha por Hitler es una autén-tica reconstrucción escénica para una represen-tación teatral. Según instrucciones personales de

Hitler, el coche de Foch ha sido sacado delmuseo de Compiégne y colocado en el sitioexacto en el que se encontraba el 11 de no-viembre de 1918. Con inmensa satisfacción, Hit-

ler ha recorrido el lugar -un claro en el bos-que' y se ha reído ante la inscripción dondese habla del «criminal orgullo alemán, vencidopor los pueblos libres a quienes pretendía some-

terA. Sube al coche-símbolo y se sienta en elsillón que un día ocupara Foch.

Ahora es Keitel, un general alemán, quien,en territorio francés y en un tren francés, reci-ba a una comisión francesa para imponerle lascondiciones de la derrota. Keitet les lee unanota en la que se acusa a Francia de perjurioy agresión, y les advierte que no se admitiránmodificaciones a las condiciones impuestas, so-lamente aclaraciones. Huntziger le recuerda que,

al menos, en 1918 se les permitió a los alema-nes consultar con su Gobierno. Keitel le conce-de sólo el uso de una línea telefónica para queinforme a Weygand. Debido a los ruidos, du-

rante la comunicación telefdnica apenas puedenentenderse, pero lo mismo da: Huntziger recibeorden de firmar, cosa que hace el día 22 dejunio a las 18,30 de la tarde.

He aquí la historia de un coche de ferrocarril,

el de Rethondes -o el de Foch, como se. quie-ra- que, cargado de historia, descansa apaci-blemente en el bosque de Compiégne. Investidode este poder, esta fuerza histórica que le con-cedió el destino, parece que solamente puedeser utilizado para firmar armisticios.

UNA FAMOSA ENTREVISTA EN HENDAYA

En el mismo año y con los mismos protago-nistas por parte alemana, es decir, Hitler y Kei-tel, tuvo lugar una famosa entrevista que nosconcierne mucho, pues asistieron a la misma,por parte española, el Generalísimo Franco yel entonces ministro de Asuntos Exteriores, Se-rrano Súñer. Me refiero a las conocidas entre-vistas de Hendaya que tuvieron lugar el 23 deoctubre de 1940 y que ahora nos interesa re-cordar porque también tuvieron lugar en uncoche de ferrocarril perteneciente al tren espe-cial del Fiihrer. Entre las muchas versiones deeste encuentro, posiblemente la de RaymondCartier, en su «Historia de la segunda guerramundiala, conserva una fuerza descriptiva queva del humor a la precisión histórica y quevale la pena reproducir: «Como siempre, Hitlerdiscurrió largamente. Pidió a Franco que hicie-ra entrar a España en guerra el 10 de enerode 1941, prometiéndole que en pocos días,aplicando los métodos de que él, Hitler, era

autor, sus tropas especializadas tomarían Gibral-tar para devolvérselo a la nación española. In-móvil, impasible, con las manos cruzadas y lospies cruzados, el rostro mor_tecino, Franco es-cuchó la larga tirada hitleriana. Luego habló él.

^Ciertamente, España, unánime, quería re-conquistar Gibraltar. Pero el carácter ardientede esa reivindicación nacional hacía precisamen-te que el Peñón no pudiera ser recobrado sinopor españoles y no recibido como regalo deuna potencia extranjera ni aun amiga. Hac(afalta, pues, que el Ejército español fuera com-pletamente reequipado. Hacía falta que los fe-rrocarriles, arruinados por la guerra civil, fue-ran reconstruidos. Hacía falta que una pobla-ción subalimentada recobrara las fuerzas conuna alimentación apropiada. España contaba conel apoyo de Alemania para todas esas tareas,pero no podía pensar en estar dispuesta en elplazo tan breve mencionado por su excelenciaei Fiihrer.

^La exposición de Hitler había sido copiosa.La de Franco se propuso igualarla en la abun-dancia. Pero Hitler no era hombre para con-servar rostro de mármol. Se levantó bruscamen-te diciendo que, si era así, su desplazamientohabía sido inútil y no le quedaba más quevolverse a marchar. Franco esperó a que se hu-biera vuelto a sentar y, con voz inalterada, pro-siguió su demostración. Recobrando la palabra,Hitler se lanza a alusiones amenazadoras a losque no comprendían que la situación de Ingla-terra era desesperada y que, aunque se defi-riera un poco, la victoria de Alemania sólo se-ría más absoluta con eso. Franco respondió quela victoria alemana estaba, en efecto, lograda,pero sólo en el continente. Podía ocurrir, cierta-mente, que Inglaterra fuera invadida a su vez,pero la flota británica partiría para Canadá,y el Imperio continuaría la Iucha con apoyoamericano. EI, Jefe del Estado español, respon-sable ante su pueblo y ante la Historia, debíapensar en una guerra larga, y medir las cargasy los riesgos de una intervención. En cualquiercaso, hacía falta que España recibiera ventajassuficientes para reanimar el ardor bélico deun pueblo que sólo tenía ganas de descanso.Reclamaba Mauritania, la totalidad de Marrue-cos y la provincia de Orán... i0 sea, la mejorparte de Africa del Norte en el momento en queAlemania soñaba con enganchar a Francia a sucarro de combate!b.

REUNION CON PETAINEN EL MISMO MARCO

«La discusión duraba ya siete horas. Hitlerinterrumpió el debate proponíendo dejar a losministros de Asuntos Exteriores el cuidado deestablecer un proyecto de tratado. AI salir delcoche de la conferencia, Hitler le dijo a Keitel:"Antes que volver a empezar la sesión, preferi-ría dejarme arrancar tres mvelas..."^.

Siguieron las conversaciones, que terminaronrápidamente entre Ribbentrop y Serrano Sú-ñer, mientras Hitler partía cón su tren dirigién-dose hacia Montoire, donde iba a celebrar otraentrevista pero con el mariscal Pétain, quienal ser preguntado sobre lo que se habfa tratadoy decidido en la misma, contestó: «NadaA.

Véase, pues, que el tren de Hitler era una

Arriba, la máquina del tren que condujo aLenin de Estocolmo a Leningrado. A la dere-cha, en alto, estampa del tren de propagañdausado en Rusia durante la querra civil. Iuntoa estas líneas, recibimiento que tributaron los

socialistas a Lenin en Estocolmo.

máquina muy utilizada y que debía servir mu-cho para los desahogos del Fiihrer alemán,pues nada es tan sedante como un desplaza-miento y la sensación de veloz movimiento, queactúa beneficiosamente sobre caracteres comoel de Hitler.

EL ZAR SOSTUVO EL TECHODE SU COCHE FERROVIARIO

Si los trenes y sus vagones especiales han des-empeñado este papel tan importante en las gve-rras -aunque haya sido para preparar las pa-ces-, otro sortilegio les hace particularmenteadecuados en las revoluciones. AI hablar de re-voluciones parece que hay que referirse a Ru-sia, y en ese país tuvo lugar el siguiente hecho.EI Zar Alejandro III era famoso por su fuerzahercúlea, y su solidez de «mujik^ es posibleapreciarla en la estatua que del mismo todavíase conserva en una plaza de Leningrado. Durantesu reinado, al igual que en el de su antecesor,los atentados al Zar fueron frecuentes y terri-bles. En cierto modo fue una víctima indirec-ta de ellos. EI 17 de octubre de 1888 realizabaun viaje en el tren imperial, y al Ilegar a Borki-entre Járkov y Sinferopol- estatló una má-quina infernal que hizo saltar el tren del Em-perador. Veinte muertos y dieciocho heridosfue el balance. EI vagón er: el que se encontra-ba Alejandro III con su familia resultd com-

14

Page 4: EL TREN, TESTIGO DE GRANDES ACONTECIMIENTOS MUCAAS … · E1 encuentro de Hendaya se celebró en un coche del tren de Hitler. Firma del armúticio en el coche ferroviario de Compiégne

pletamente destrozado, pero el Zar, haciendouso de la fuerza que le caracterizaba, sostuvocon sus brazos el techo del derrumbado cochepara que pudiera salir su familia. EI relato deeste hecho causa espanto, pero lo cierto es queel Zar contrajo ese día una lesión renal queseis años más tarde -cuando todavía no habíacumplido los cincuenta años- (e costó la vida.

Su hi fo, Nicolás II, el último Zar, tambiénvive en el coche de su tren horas de indecibleangustia. Tras su abdicación y después de ha-berse despedido de su madre, cuando viajaen tren hacia Zárskoie Sieló, solo en el vagón,escribe en su Diario: «Viajan en mi tren cuatromiembros de la Duma... Siento el alma oprimi-da, dolorida y triste». Esos cuatro miembrosestaban encargados por el nuevo jefe del Go-bierno provisional, príncipe Ivov, de notificarleal Zar que se considerase detenido a ia esperade lo que resolviese el nuevo ministro de Jus-ticia.

POR VIA FERREA

REGRESO LENIN A RUSIA

Mientras estos episodios fatales se desarro-

Ilaban en los trenes imperiales, los revoluciona-rios bolcheviques parecían tener mejor suerte

en el uso de los ferrocarriles. Cuando suena la

hora, en 1917, del triunfo de la revolución, to-

dos estos exiliados esparcidos por Europa y

^' 1• , 1 ^ ^

1 ' ' 1^

1 ^ ^ 1

América regresan precipitadamente a Rusia: enbarco o en tren, pero ningún tren fue tan his-tórico como el célebre coche precintado que de-volvió a Lenin a Rusia.

La verdadera historia de este asunto que hizoque los alemanes permitieran el paso de Leninpor su país en plena guerra es muy difícil deesclarecer, pero las razones eran obvias paralos alemanes. EI Gobierno provisional formadoen Rusia tras la caída del Zar estaba dispuestoa seguir la guerra contra Alemania y mantener,con respecto a los aliados, los compromisossvscritos por el Zar. Alemania debía mantenerdos frentes, al Este y al Oeste, cuando ya sucapacidad de ataque y hasta de resistencia co-menzaba a resentirse. Necesitaba desprenderseda las preocupaciones de un frente en el Este,aunque tuviera a sus puertas la revolución. EIúnico hombre que estaba dispuesto a terminarcon la guerra y a firmar la paz era Lenin, yéste se encontraba en Suiza.

Las tentativas de obtener permiso de tránsitode los aliados fracasaron. Churchill dijo: «Nodebemos enviar a Rusia ese bacilo de la peste».Lenin estableció entonces contactos con los ale-manes. Algunos comentaristas piensan si Leninfue un agente de los alemanes. Lo cierto esque entabló negociaciones con la Embajada ale-mana en Berna a través de Gonetski y del so-cialista suizo Robert Grimm, pero fue el secre-tario general del partido socialista suizo, Fritz

Platten, activista y organizador de éxito, quienobtuvo de los alemanes que pusieran a dispo-sición de Lenin vn vagón precintado en el queviajarían veintisiete amigos y colaboradores deljefe bolchevique. Es así como el día 9 de abrilde 1917, Platten reunid a los revolucionariosen el restaurante Zahringer Hof, frente a la es-tación de Zurich. Junto a Lenin viajaba su es-posa y también Inessa Armand, el gran amorsecreto de Lenin; Zinoviev y sus hijos, Radek,Abramovich, etc. EI equipaje era variado y deun aspecto increíble: paquetes, cajas, mantas.La travesía se presentaba complicada y Ilena dedificultades, al menos en apariencia. Las clasesde que constaba el coche correspondía a se-gunda y tercera, y cuando arrancó el tren losemigrantes entonaron cantos revolucionarios,ocupando el primer lugar La Marsellesa. CuandoIlegaron a la estación fronteriza de Hottmandin-gen les esperaba el coche especial en una víamuerta. Los soldados alemanes custodiaban losaccesos. De las cuatro portezuelas, tres estabanprecintadas y la cuarta quedaba libre sólo paraque Platten la pudiera utilizar durante las pa-radas para hacer sus provisiones. Sobre el pisodel pasillo del coche, un oficial alemán dibujócon tiza una línea que significaba una divisiónfronteriza: del lado de las ventanas estaba Ale-mania, y del de los compartimientos, Rusia. Plat-ten era el único que podía dirigirse a los cen-tinelas. EI tren cruzó Alemania pasando por Ber-lín y alcanzando su punto final en la estaciónde Sassnitz. Platten debía regresar a Suiza r^:^en-tras se quitaban los precintos al vagón y lospasajeros, debidamente controlados, embarca-ban en un vapor sueco que les esperaba en elmuelle. EI día 13 de abril levaba anclas carninode TrSlleborg.

UN TREN ESPECIAL ESPERABA

EN ESTOCOLMO

Otro tren especial les esperaba en esta ciudadpara Ilevar a los revolucionarios hasta Estocol-mo, en donde los socialistas tributaron a Le-nin y los suyos un gran recibimiento. Es enesta ciudad donde Lenin hace algunas comprasde ropa y calzado. Cuando días antes salió deSuiza Ilevaba unas botas claveteadas y una in-dumentaria que le hacía poco presentable. Dela transformación sufrida en Estocolmo quedaesa foto que presenta a Lenin corriendo pcrlas calles de la capital sueca tan elegante, querecuerda un jefe liberal inglés camino del Par-lamento. En realidad Lenin no hacía más quecambiar de tren camino de Rusia, hacia dondeIlevaría la revolución.

En efecto, otro tren especial Ilevaría a Leniny aÍ resto de Íos exiiiados desde Estocolmo has-ta Torneo, bordeando el golfo de Botnia. EIdía 16 de abril penetró en Rusia.

Coches de trenes especiales, estaciones de fe-rrocarril, todo ofrece un escenario seductor alos revolucionarios. Ofrecen, mejor que ningúnotro lugar, el ambiente de lo que viene y de loque se va, que, en el fondo, es el mismo rnovi-miento -entre romántico y destructor- deque están dotadas las revoluciones. No hay otrasede que sirva de plataforma móvil a los I;echosque se suceden y se deslizan por la Historiacomo la de un coche de ferrocarril.

15