espaciotiempo - mdpnulan.mdp.edu.ar/1923/1/01495.pdf · 2014. 3. 6. · espaciotiempo revista...

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  • espaciotiempoRevista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades

    Es una publicación semestral arbitrada de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México. Esta revista difunde (en español, inglés, francés y portugués) resultados de investigación original,

    sociales y humanistas, de preferencia sobre América Latina.

    Is a half-yearly peer-reviewed publication by the Autonomous University of San Luis Potosí, México. This journal disseminates (in spanish, english, french and portuguese) the results of original investigations, review articles and book reviews written by social scientists and humanists, preferably about Latin America

  • Universidad Autónoma de San Luis Potosí

    Rector: Arq. Manuel Fermín Villar RubioSecretario General: Lic. David Vega Niño

    Presidente Editorial: Dr. Miguel Aguilar Robledo Editor Responsable: Dr. José Luis Pérez FloresAsistente editorial: Mtra. Heidi Cedeño GilardiEditores invitados del presente número: Dra. Perla ZusmanDr. Miguel Aguilar RobledoDr. Enrique Delgado López

    Comité Editorial Dr. Carlos Contreras Servín Dr. R. Alejandro MontoyaDr. M. Nicolás CarettaDr. Marco Antonio Pérez DuránDr. José Guadalupe Rivera GonzálezDra. Guadalupe Salazar González

    Consejo ConsultivoDra. Eugenia María Azevedo Salomao (Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México)Dr. Juan José Batalla Rosado (Universidad Complutense de Madrid, España)Dra. Marilia Brasileiro-Texeira Vale (Universidad de Uberlandia, Minas Gerais, Brasil)Dr. Karl W. Butzer (University of Texas, Austin, EUA)Dr. Daniel Hiernaux (Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México)Dr. Mads Ravn (Universitetet i Stavanger, Noruega)Dr. Ben Nelson (Arizona State University, EUA)Dra. Alessandra Pecci (Universidad de Sienna, Italia)Dr. José Luis Ruvalcaba (Universidad Nacional Autónoma de México)Dr. Rudolf Van Zantwijk (Universiteit Utrecht, Países Bajos)Dr. Karl Kohut (Universidad Católica de Eichstätt, Alemania)

    Diseño editorial: LCG. Lucía Ramírez MartínezImagen en la portada: Cusco, Perú, cortesía del Dr. José Luis Pérez Flores

    espaciotiempo. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades. Año 5, Nº 7 Primavera-verano, julio - diciembre de 2012, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través de la Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades con domicilio en Av. Industrias No. 101-A, Fraccionamiento Talleres, C.P. 78494, San Luis Potosí, San Luis Potosí. Tel (444) 818 24 75 y (444) 818 64 53. Editor responsable: Dr. José Luis Pérez Flores. Reservas de Derecho al uso Exclusivo No. 04-2013-022713564800-102, ISSN 2007-0608, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Licitud de Título en trámite, Licitud de Contenido en trámite, ambos otorgados

    en trámite. Impresa en Autoediciones del Potosí, S.A. de C.V. Hogar del Niño #296, Col. Centro, San Luis Potosí, México. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Éste número se terminó de imprimir el 10 de diciembre de 2012 con un tiraje de 500 ejemplares.

    espaciotiempoRevista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades

  • espaciotiempoRevista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades

    Año 5, Número 7, Primavera- Verano 2012

    DOSSIER

    PRESENTACIÓNPerla ZusmanMiguel Aguilar RobledoEnrique Delgado López

    ......... 4

    CONTENIDO

    Kent MathewsonLatin American Historical Geography: Berkeley School Contributions and Continuities ..................................... 7

    Carla Lois¿Desde la periferia? Enfoques y problemas de la agenda actual sobre la historia de la cartografía en América latina ................................................................................................................................................................... 14

    Guillermo Gustavo CicaleseRitos, ceremonias y memoria de las Sociedades CientÍ

    Último Cuarto del Siglo XX ....... 30

    María Laura SilveiraEl fenómeno técnico en la comprensión de la historia del territorio .................................................................. 51

    Patricia ClareSilvia MeléndezArticulaciones entre Ecología Política, Geografía Histórica e Historia Ambiental: Paisaje y Poder .................... 65

    Perla ZusmanMiguel Aguilar RobledoEnrique Delgado LópezLa geografía histórica en América Latina: propuestas teóricas, caminos recorridos y tendencias futuras ........ 83

    RESEÑASLarissa Alves de Lira

    ..................................................... 94

    Malena Mazzitelli Mastricchio

    ... 98

  • espaciotiempo/Num.7/2012 30

    RITOS, CEREMONIAS Y MEMORIA DE LAS SOCIEDADES CIENTÍFICAS TRADICIONALES EN ARGENTINA. LA ACADEMIA NACIONAL DE GEOGRAFÍA Y LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS (GAEA) EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XXGuillermo Gustavo CicaleseDepartamento de Geografía, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata

    1

    ResumenEste artículo indaga sobre las narraciones realizadas

    más tradicional durante el último cuarto del siglo

    (GAEA) y la Academia Nacional de Geografía (ANG). ¿Por qué es importante dedicar nuestra atención a estas narraciones institucionales? Porque en ellas es posible distinguir una mirada con trazos y senti-dos que le son propios para relatar la historia de un

    narraciones se constituyen en los modos mediante los cuales se resalta la tarea académica y los logros

    -des y se celebran sus obras. De este modo, las ins-tituciones construyen y reconstruyen a través de sus órganos de divulgación una historia, o mejor dicho, una memoria disciplinar. Más allá de las cronologías

    -menes, las fuentes que nutren de manera notable esta memoria son los ritos y ceremonias, muchos de ellos actos orales que al transponerse en sus ver-siones escritas asumen un género más cercano a lo literario. Ritos, ceremonias y memoria conllevan

    -

    –-narraciones- ceremonias y ritos- memoria disciplinar

    AbstractThis article explores the narratives made by two traditional Argentinian geographic societies during the last quarter of the twentieth century: the National Academy of Geography (ANG) and the Argentinian Society of Geographic Studies (GAEA). Why is it important to devote our attention to these institutional narratives? Because through them it is possible to distinguish a viewpoint with its own traces

    academic work and the achievements of the leading

    and celebrated. This way, the institutions construct and reconstruct their history, or rather a disciplinary memory, through their journals and bulletins. Beyond the chronologies and the history of Geography contained in their volumes, the rites and ceremonies are the sources that nourish this disciplinary memory

    written versions assume a literary genre. Rites, ceremonies and the construction of the disciplinary memory entail a moral and pedagogical purpose for the rest of the community members, in addition to

    Keywords: Argentinian Geographic Societies - narratives- ceremonies and rites - disciplinary memory

    […] hay géneros históricos que son característicos de las ciencias sociales, otros que lo son de las humanidades y un vasto terreno intermedio. En todo caso, para muchos histo-

    que contamos está guiada por ciertas preguntas y no otras: concedido. Que algunas de las categorías que usamos para contarla están, como la poesía de Gabriel Celaya, “car-gadas de futuro” (y de pasado, y de presente): concedido. Que en la historia económica y social, sobre todo, es casi imposible no utilizar algún esquema teórico, más o menos explí-citamente formulado: también concedido. Y una vez admitido todo esto, digo: en el origen está el relato, la narración, el cuento. Primordial y remota la historia (Asúa, 2007, p. 7).

  • CCSyH UASLP31

    Guillermo Gustavo Cicalese

    Vuelto de su periplo por América, Alejandro von Humboldt se instala en París en 1804. Uno

    -ba que de esta manera terminaba la expedición más importante dentro de la cultura occidental emprendida por un “investigador en solitario”. En un ambiente social propicio, se dispuso a redactar sus obras más salientes, para lo cual ordenaba sus lecturas, colecciones de piezas y observaciones de campo. En carta a su hermano Wilhelm, embajador de Prusia en Roma, le contaba sorprendido que su fama era mayor que nunca, que su nombre iba de boca en boca, que cada vez que dictaba con-ferencias los auditorios se colmaban para escucharlo, no había sabio del Instituto Nacio-nal que no lo aclamase, al límite tal, decía, que1 sus más acérrimos enemigos de antaño aho-ra lo halagaban. Terminaba su misiva privada recordando la frase que un distinguido sabio de la academia y prominente funcionario político utilizaba para aludir a su persona: “Cet homme

    . En sus posteriores viajes, al igual

    que en el largo periplo americano, vería a su paso cortejos de bien-venida, banquetes en su honor, celebra ciones y reverencias de hombres de ciencia, aristócratas y de go bernantes de los distin-tos países y posesiones coloniales que visitaba. Luego de su muerte, y a modo de homenaje, su nombre designó especies vegetales y ani-males, accidentes geomorfológicos como bahías, glaciares, canales, ríos, picos, cordilleras, montes y lagos; además de reservas naturales, monumentos y parques nacionales. Pero tam-bién es común hoy notar que con su nombre ha

    1

    -

    -

    -

    -

    así como instituciones de ciencias y humanida-des. La vida y obra de Humboldt se converti-rían además en objeto de múltiples biografías, en inspiración tanto para realizaciones de arte como esculturas y pinturas (Figs. 1 y 2) como para la creación de personajes en la literatura. Por último, sería señalado repetidamente como

    Aún hoy se sigue evocando a Humboldt con entusiasmo y arrobada admiración. En torno a

    que hemos escrito el presente artículo: trata de los modos mediante los cuales se reconoce la

    -tigio, y de la producción de notoriedad tanto de los geógrafos como de las instituciones que las conceden y que de alguna manera hacen tras-cender su obra. No podríamos dejar de hablar de ellas, sobre todo porque, como veremos, esas instituciones construyen y reconstruyen una historia, o mejor dicho, una memoria

    disciplinar que satisface funciones identitarias

    que éste podía ser un objeto de investiga-ción válido cuando tuvimos la oportunidad de explorar documentos de organizaciones aca-démicas tradicionales que hacían referencia, en forma completa o por fragmentos, al pasado de la geografía argentina, a lo que en términos im-precisos por ahora podemos llamar su historia.

    ¿Por qué es importante dedicar nuestra atención a estas narraciones institucionales? Fundamentalmente porque nos encontramos ante una mirada con trazos y sentidos que le

    Figura 1.

  • espaciotiempo/Num.7/2012 32

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    son propios entre otros posibles para relatar los tiempos pretéritos de un campo social y de conocimientos. A partir de los diferentes tipos de relatos nos proponemos develar que la escritura institucional y sobre todo la forma en cómo se transmite, está íntimamente vinculada a una función social cara a quienes constituyen

    la hace singular y distinta a otras que persiguen

    Inspeccionadas las fuentes primarias, es que nos planteamos estudiar la narración del pasa-

    argentinas de corte más tradicional (así cali-

    legitimación que han empleado) y escogimos los casos de la Sociedad Argentina de Estudios

    Geografía (ANG) durante el último cuarto del

    contexto de origen de ambas entidades, cabe aclarar que las caracterizamos a partir de las

    -leccionado, por lo que escasamente hablamos

    de su presente. En pocos años, la Sociedad y la Academia han sido expuestas a cambios in-ternos, no sólo en sus elencos de dirigentes, sino también en sus expresiones y estrategias como agentes colectivos. En gran medida las transformaciones sociales y políticas en el país

    --

    y la manera en que se muestran a la comunidad disciplinaria y a la sociedad.

    Finalmente y con el objeto de desentrañar el interrogante en torno a cómo han relatado las instituciones la historia de la geografía argentina, es que ponemos el acento en los investigadores que, comprometidos con las sociedades, publicaron en sus órganos de difu-sión. Más aún, hacemos énfasis en un eje que nos ha llamado fuertemente la atención: el rol que han cumplido en las asociaciones los ritos y ceremonias de fuerte contenido simbólico para la construcción de una memoria disciplinaria. Si bien se trata de actos orales, en sus versiones escritas asumen un género no académico, más cercano a lo literario y con una prosa de corte

    moral y pedagógica. En otros casos, el pasado, sobre todo cuando de trayectorias se trata, es moldeado dentro de una descripción que reco-ge los hitos salientes referidos a la contribución

    manera de conclusión conjeturamos sobre las alteraciones que han producido, en este tipo de

    conocimientos actual, intensamente atravesa-do por los vectores culturales de la posmoder-nidad, los cuales afectan las bases tradiciona-les sobre la que se ha montado su autoridad.

    Los relatos de las sociedades tradicionales de la geografía argentina

    Al menos hasta la década del noventa, las dos instituciones principales en el campo de la geografía en Argentina han sido las dos so-ciedades mencionadas. GAEA, cuyo origen se remonta a 1922, es más antigua y reconoci-da por sus actividades para la promoción de la ciencia y para la representación de los ti-tulados que la ANG, fundada en 1956. La pri-mera rápidamente adaptó su estructura para extender su membresía. Con los años capitalizó

    Figura 2.

  • CCSyH UASLP33

    Guillermo Gustavo Cicalese

    a los egresados de institutos terciarios y de uni-versidades nacionales y privadas, sumando en este derrotero a aquéllos que contarían, a partir de la década del cincuenta, con el diploma de grado universitario.

    El caso de la ANG es peculiar, como vere-mos. Su contexto de emergencia se da en otras condiciones sociales y políticas, distinguién-dose de GAEA desde su carta fundacional en dos puntos. En primer lugar, en el terreno de

    de conocimientos era heterogéneo; no utilizó el singular de “geografía” sino la acepción plural

    -caba las ciencias naturales y las humanas. El uso del plural para la época empezaba a sonar un tanto anacrónico, más aún con las primeras camadas de egresados geógrafos de universi-

    -nal e iniciativas de apropiación de un recorte preciso en el territorio del saber; demandas que por otra parte GAEA canalizaría como corpora-ción rectora, no sin antes transitar por sobre-saltos internos (Quintero, 2002). En segundo lugar, la Academia se impuso como estatuto la exclusividad de sus componentes, limitando su integración a cuarenta miembros notables estrictamente seleccionados por sus pares, tal cual señalaba la antiquísima tradición de las academias de ciencias. Desde sus comienzos, en sus actas fundacionales se estableció como un reducto selecto y, como ya dijimos, con una

    seno –según palabras de la Academia– a los máximos cultores de las “múltiples disciplinas

    de sus principios se proponía convocar a estos cultores que eran, a juicio de la institución, los poseedores de un saber que sólo pocos podían atesorar con real erudición.

    En el momento de su fundación, GAEA tenía la composición profesional usual en las orga-nizaciones nacionales de este tipo propias del

    los proyectos políticos estatales. En ellos se

    evolucionista en cuanto apuesta por las cien-cias como medio de comprender el mundo e intervenir en él, y su fe laica en las tecnologías que permitían conocer y dominar el territorio. Sus concepciones van a aunar en una misma

    -cionados, cartógrafos, geólogos, naturalistas y militares. Debemos dejar en claro que, avanza-

    tomando otro cariz más centrado en las labores de promoción pedagógica de la ciencia geográ-

    “educación del soberano”. Esta orientación, si bien estaba en la formación de magisterio de su mentora Elina Correa de Morales (Fig. 3), con el tiempo sobresaldría debido a la incorporación cada vez más masiva de docentes y maestros.

    GAEA va a convertirse en el referente primor-dial y casi único para los geógrafos, sobre todo a partir de 1960, en un campo muy escueto en el sector de las investigaciones y mucho más limitado en el profesional, entendido este últi-mo como un sector de casi nula demanda de las labores propias de un experto. En el ámbito de la educación, sector que por entonces se hallaba en franco crecimiento, la entidad va a conformar su capital social más relevante a tra-

    Figura 3.

  • espaciotiempo/Num.7/2012 34

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    descuidaron la edición de textos de enseñanza ni las colecciones dedicadas al gran público. A partir de la década de 1930, la Sociedad ori-ginó una apertura creciente hacia los distintos niveles educativos, convocando a educadores a encuentros especiales que pasaron a denomi-narse la “Semana de Geografía”, evento al que se han dedicado distintos estudios.2 Sus diri-gentes y asociados fueron los autores de obras

    escolares y tratados académicos. A la vez tu-vieron a su cargo las cátedras de las carreras universitarias e institutos de formación del pro-fesorado, con una militante participación en la creación y gestión de carreras de nivel superior. Con estas inversiones en su capital social, la Sociedad se constituyó en genuina represen-tante de los geógrafos frente a la Academia. De ahí en más, y por muchos años, GAEA ha-blará en nombre de la “geografía argentina”, segura de que cuando elevaba su voz lo hacía tanto por la enseñanza e investigación geográ-

    -porativa autorizada por la comunidad y, por su-puesto, en defensa del interés patrio.

    La ANG emerge en circunstancias históricas muy convulsionadas para Argentina, como lo fue el escenario nacional que deviene luego de la Revolución Libertadora. En efecto, el golpe de 1955 que derrocó el peronismo e instaló el go-bierno provisional produjo el consecuente “re-ordenamiento” de las academias de ciencias, humanidades y artes, y de las universidades. El gobierno surgido de ese levantamiento de ca-racterísticas cívico-militares convocaría a una elite cultural cosmopolita y liberal que se sentía marginada –o efectivamente lo había sido– por sus ideas y prácticas políticas durante la eta-pa que rigió el Justicialismo (1943-1955). Más allá de que algunos de ellos habían participado en la rebelión activamente, asumirían posterior-mente puestos estatales y serían, en buena me-

    2 -

    -

    dida, la dirigencia intelectual de la revolución. Las nuevas normas que refundan la universidad y “reparan la autonomía de la ciencia” en las academias anima a algunos geógrafos, ingenie-ros, militares, abogados y naturalistas a crear la Academia, donde no estaba ausente la rivali-dad con GAEA por cuanto la personalidad más relevante de esta última, Federico Daus, estaba

    No es objeto de este escrito ahondar en la tra-yectoria académica e intelectual de estas dos instituciones ni en sus compromisos con otros campos, asuntos que, al menos en una de ellas, nos hemos esforzado por señalar en otras inda-gaciones (Cicalese, 2007; 2009). Retomamos ahora de alguna manera la pregunta inicial de cómo se ha escrito la historia de la geografía argentina o, más específicamente, cómo lo han hecho las organizaciones patrimonialis-tas mencionadas. Pero como decíamos, no sólo nos interesamos por las publicaciones de

    -do fragmentado, hecho a veces de trozos, de

    -nimos pero muy cargados de sentido. Ambas, GAEA y ANG, hacen su pasado con una apre-ciación y valoración en actos antropológicos que les son propios.

    ¿Por qué es importante reflexionar sobre los relatos institucionales? Esencialmente porque estas instituciones han sido muy activas pre-servando el patrimonio disciplinario, el cual seleccionan, realzan y al que crean y recrean manteniéndolo vivo de alguna manera. Se han comportado como “doctores de la memoria”, curadores que tienen el poder de hacer pública una memoria colectiva, en otras palabras, de llevarla al conocimiento de todos. Esta fuerza de difusión surge desde el instante en que cuentan

    -legiadas donde se instala un discurso sobre el pasado. Estas instituciones tienen entonces la

    -pios hegemónicos, pudiendo incluso provocar

    través de la producción del habla predomi-nante. Resulta difícil, al estudiar tanto estas agregaciones académicas como otras que se desenvuelven en la actualidad, no pensar en las categorías más comunes de la antropología

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    Guillermo Gustavo Cicalese

    clásica y, siguiendo a Becher (2001), aseverar que se constituyen en verdaderas tribus don-

    y mujeres quehaceres tendientes a la perdura-ción del grupo. Estas comunidades complejas con sus jefes de clanes, ancianos sabios, bru-jos y guerreros, tienen como misión comunicar

    también junto con éstas, los valores más típi-camente culturales de una disciplina: tradicio-nes, costumbres, creencias, principios morales y pautas de conducta; en otros términos, toda

    compartidos.La actividad de transmisión cultural que rea-

    lizan encuentra su vehículo preeminente en el control de las dimensiones del contexto. Desde el núcleo emisor del campo disciplinario, como resume Bourdieu (2000a), se autoimponen la

    -dad, el recorrido por los anales, boletines, actas de congresos y otras publicaciones de la Aca-demia y la Sociedad nos permite ver en sus páginas dos subtipos de relatos no contradic-torios, que responden a situaciones comunica-tivas diferentes: por un lado las usuales visiones internistas de la evolución de la geografía, y por el otro, los fragmentos de un pasado disciplina-rio que nos despiertan más inquietud y que son objeto de desarrollo en el título subsiguiente.

    En cuanto al primero de los relatos, desde ambas instituciones se han trazado historias de la geografía argentina a cargo de distintos au-tores con enfoques internistas. Estas perspec-tivas fomentan un esquema argumentativo y un estilo impersonal que aporta a la impresión de objetividad, haciendo uso de un método pre-dominantemente genético procesal. En este es-quema, se tiende a resaltar las personalidades y sus obras con un sentido de continuo progre-so y un estilo de escritura que asume en sus líneas una visible austeridad en el empleo de

    -lógico, se cuenta cómo la geografía llegó a ser lo que hoy es, dejando en el lector titulado la impronta moral de que se debe asumir la deu-da al menos cognitiva con los antiguos cultores de la ciencia y ejercer, en cuanto la ocasión se preste, la “acción de gracias” correspondiente.

    Es a este tipo de relato al que se ha recurrido en los momentos de efemérides que dan paso

    a verdaderos ritos festivos, como por ejemplo cuando GAEA celebró sus sucesivos aniver-sarios. Así ocurrió en ocasión de cumplir sus cincuenta y ochenta años de vida social. En el libro de GAEA editado en 1974, dedicado a su propia historia con motivo de alcanzar su cin-

    informe en donde no queda lugar a dudas so-bre el sentido de su narración. El ánimo que la guiaba era que “esta memoria” no quedase

    es decir, no sólo como una nota dedicada a conmemorar glorias pasadas, sino que –en sus palabras– debía ser un acicate para dejar en claro los lineamientos de un programa a futuro. Se traía el pasado para garantizar el futuro. En él se vislumbraba el venidero rol de los geógra-fos para emplearse al servicio del Estado en la solución de problemas que podían afrontarse con los instrumentos de la “geografía aplicada”, alentando así la imagen del geógrafo experto. Esta rama práctica estaba por esa época en boga en Europa y Estados Unidos de América, y la entidad la entendía como una perspectiva y un medio técnico metodológico apropiado para encarar el desarrollo del país. No eran ajenos al relato los lamentos por el desconocimiento de la tarea de los geógrafos, ya que se sostenía

    había alcanzado en nuestro medio la repercu-sión que se merecía entre los ciudadanos. Esta publicación venía a cubrir ese vacío, entre otras cosas, puesto que tenía la “virtud”, en palabras de los dirigentes, de mostrar el trabajo de dos generaciones de geógrafos argentinos al servi-cio de la sociedad y el territorio nacional.

    -ta años de antigüedad de la Sociedad, consis-tió en una edición que salió a la calle en 2002 en un soporte material austero, ya que fue com-paginada en formato de cuaderno. En ella, los redactores encargados de la cronología ponían en relieve:

    En estos primeros ochenta años de exis-tencia de GAEA, que ahora celebramos, ocurrieron muchos hechos que son demos-tración palmaria de un accionar constante a favor de la vieja ciencia de Estrabón, en una continuidad temporal que muy pocas

    -

  • espaciotiempo/Num.7/2012 36

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    den ofrecer. Al cumplir en este año de 2002 ochenta laboriosos y fecundos años, y en homenaje a quienes la fundaron, prestigiaron y cuyos esfuerzos ennoblecieron, esta Socie-dad ha decidido concretar con esta síntesis historial su reconocimiento a quienes nos han precedido (Richart y Ururzun, 2002, p. 4).

    Con un convencimiento que encuentra sus raíces en la legitimación que otorga el espesor del tiempo sucedido, los autores de estas líneas entrelazaban por este mecanismo de búsqueda, de adhesión y consenso los remotos orígenes grecolatinos del pensamiento territorial. La “vie-ja ciencia de Estrabón” era la fase de infancia

    -derna. En ese mismo párrafo se daba cuenta de los orígenes fundacionales con reproducción de los facsímiles de los documentos (Fig. 4) y, con fundamento, los geógrafos daban fe de la persistencia de la Sociedad en un país don-de las irrupciones y discontinuidades habían sido tan comunes. Es que verdaderamente es muy atípico detectar en el mundo de la cien-cia, y aún más en las ciencias humanas en Argentina, otra entidad profesional con este

    años. En las palabras introductorias, también se señalaba la fecha fundacional de GAEA como venturosa para la geografía mundial relacionán-dola con la creación de instituciones nuevas y otras ya existentes, y que serían señeras con el paso del tiempo como fue el caso de la Unión

    -selas en ese mismo año y que también cumplía su centenario, o la Société de Géographie de

    -

    mundo. A través de sus dirigentes e intelectua-

    mediante una diplomacia activa para enseñar la cultura europea. En el caso de Francia, el inter-cambio académico pasaría a ser parte impor-tante de su política exterior en el subcontinente.

    -rrollada en sus primeros anales se basaba, más que en un pasado institucional que no se poseía, en los destacados antecedentes de sus precursores, miembros de otras academias de formato similar, o en su paso por funciones di-rectivas en GAEA, así como en la necesidad

    -zada en su selectividad. En sus publicaciones, los raccontos suelen ser más limitados. En los primeros anales, sobretodo, se registran los

    -co naciente que intentaba ocupar un lugar en el campo académico. En ellos se detallan las gestiones administrativas, apelaciones legales y lineamientos políticos tendientes a lograr su nacionalización. Tal acreditación por parte del Estado se traduciría en apoyo de recursos eco-nómicos y en la concesión de consultora exclu-

    Hay un elemento en común en las historias de la geografía argentina en ambas instituciones a cargo de autores sobre todo en el último cuarto de siglo, y es que han sido editadas en español luego de haber sido publicadas en el extranjero, formando parte de una serie de artículos que son compilados con el objeto de relevar el esta-

    -las nacionales o, al menos, los autores los han editado siguiendo una línea de pesquisa que venían ya trabajando. En estos relatos gene-ralmente los hechos políticos y sociales suelen aparecer como aspectos periféricos o adyacen-Figura 4.

  • CCSyH UASLP37

    Guillermo Gustavo Cicalese

    tes en el devenir de la ciencia, no son dimen--

    lazadas con la producción de conocimientos. Por lo común, en sus miradas hacia atrás, tanto la agenda de temas de indagación, los enfoques teóricos y las referencias axiológicas como su aplicación a determinados intereses son relaciones que aparecen desdibujadas. Sin embargo, en algunas de estas exposicio-nes la coyuntura de la escritura ha llevado a los autores, probablemente afectados en su tra-bajo cotidiano, a hacer una referencia a los factores de convivencia política, cuando éstos se han manifestado de manera determinante sobre la actividad académica.3

    -ten otros relatos, otras formas de hacer histo-ria en las instituciones, que no por breves son banales. Muy por el contrario, creemos que es-tas historias mínimas cumplen funciones más densas en lo gregario que las que antes tuvi-

    Preliminarmente podemos aseverar que son las responsables de idear la memoria disciplina-

    -nero donde se rinden cuentas de la actividad burocrática y se hacen balances administrati-

    ceñido a un segmento temporal.4 Hablamos

    3

    -

    irracionalidad del funcionamiento universitario en determina--

    -

    -

    -

    4

    -

    -

    aparece en dicho ejercicio, de la memoria cuyo material se conforma con los reconocimientos y el propio reconocimiento con que comienza cada acto ceremonial oral, que hacen la for-mación de una idea del pasado para luego ser recogidos con un estilo de redacción que nos acerca más a lo literario. No está en nuestra

    --

    cuentran sometidos al juicio de la ciencia, a la réplica o a la duda sistemática, es decir, no res-ponden a un procedimiento demostrativo que busca consistencia lógica lo cual, por otra par-te, no sería un nivel de evaluación útil, es más, un examen en estos términos sería impropio. Estos discursos se ordenan con base en una relación de nexos entre eventos, personajes y estrategias que tienden a despertar emociones y creencias en los lectores u oyentes. Así, pen-samos que cabe el empeño por interpretarlos en su contexto.

    Ceremonias de reconocimiento, ocasiones de construcción de la memoria

    Al igual que otras organizaciones, las institu-ciones académicas se sienten responsables por la transmisión cultural, la cual hacen efectiva por distintos medios. Su cometido no sólo consiste en prohijar la reproducción de teorías, métodos, técnicas y prácticas de orden pedagógico o cien-

    -ma en que lo hacen, y que a la vez resulta en un refuerzo de los contenidos y de las condiciones de recepción en la comunidad. Empero, no sólo

    de valores, esquemas de percepción y actitudes

    “una manera de estar en el mundo”, un habitus que comprende en forma coherente

    las pericias de la profesión con un conjunto de creencias o, lo que es lo mismo, de ideas,

    -

    -

    reemplazo por nuevos numerarios.

  • espaciotiempo/Num.7/2012 38

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    -sos, el habitus es un sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje (implícito y explícito) por el cual el individuo actúa (delibera, calcula y ejerce elección) pero también “es ac-tuado”, es decir, internaliza las normas sociales haciéndolas propias. A través de esta catego-ría intermedia se restablece la correspondencia entre las conductas individuales y las imposicio-nes colectivas, integrando ambos factores de la balanza en el modelo explicativo.

    Las creencias encuentran su cauce ideal en la elección de canales, momentos y sitios que facilitan su transmisión a través de actos grega-rios de intenso sentido simbólico. Los sistemas simbólicos se constituyen en instrumentos de integración y solidaridad comunitaria, gene-rando sentido sobre el mundo social a través

    -dieu (2000a) que tienen el poder de constituir lo dado por la enunciación, hacer ver, hacer

    la visión del mundo. Es una capacidad mágica que permite obtener sin gasto aparente la acep-tación de quien ejerce un determinado p oder, a diferencia de lo que puede ser conseguido por otros caminos más costosos y arduos que suponen imposiciones y coacciones de distinta naturaleza.

    en ceremonias que contribuyen a la reproduc-ción disciplinaria. Es posible discernir en esta dirección toda clase de ritos antropológicos como, por ejemplo, de iniciación, consagración, festivos, de conmemoración, de tránsito, fune-rarios y de revelación. Esos actos formalizados y reiterados evocan el pasado alojándose en un sitio y en un momento: ése es el lugar y tiempo privilegiado donde se exteriorizan y refuerzan buena parte de las creencias comunitarias. Los arreglos de pequeños espacios como forma de ejercicio de un poder de orden simbólico en los ámbitos educativos ha sido motivo de agudas

    revela las correspondencias entre arquitectura y el ejercicio de la autoridad social.

    El emplazamiento material resulta parte del ritual, es donde los signos societarios son om-nipresentes. Se trata de salas especialmente acondicionadas, con su mobiliario y adornos,

    con escudos y cuadros sobre las paredes, y aún con la indumentaria que lucen los concu-rrentes. La teatralización se completa con la disposición protocolar en el espacio, localiza-ciones que se arreglan conforme a coordena-das jerárquicas (los ubicados en la mesa del palco, quienes van a ocupar el atril, las ubica-

    posterior cortejo), según el grado de quienes asisten y el papel que desempeñan en el acto. Se diría que todo está dispuesto en este verda-dero salón de actos con sus recintos ataviados para realizar las sesiones solemnes. El lugar se convierte durante el cónclave en un recinto cargado de historia, similar a un museo o un monumento, generando en quienes lo habitan en forma pasajera ciertas predisposiciones

    encima de ellos.Junto con trabajos académicos, tanto la ANG

    en nuestro estudio es capital, los escritos que recogen y ciertamente reiteran lo dicho en los actos rituales antes mencionados. En la ma-yoría de ellos predomina el discurso y la trans-misión oral, más allá de que luego lo dicho se convierta en textos impresos con el objeto de difundir lo ocurrido, dando pie a la formación de una memoria común. Entre estos actos pode-mos reconocer las ceremonias que se efectúan con motivo de:

    homenajes a geógrafos en reconocimiento de su labor,

    aniversarios que recuerdan la fundación de las instituciones o hitos destacables, que hemos comentado en el título anterior,

    -llos asociados distinguidos,

    de entregas de premios y concesión de ho-

    la presentación de antecedentes curricula-

    de uno de los asientos reservados a los aca-démicos de número.

  • CCSyH UASLP39

    Guillermo Gustavo Cicalese

    Estos textos-documentos se producen a partir de los ritos del presente en los salones ceremo-niales, fuertemente anclados en un pasado que

    misión es siempre crear un instante de conme-moración. La conmemoración es la adopción y adecuación de un pasado que sirve a las nece-sidades actuales, contrastante con la rememo-ración que es el intento de aprender el pasado en su verdad, dice Todorov (2002). El historia-

    historia reconoce la complejidad del pasado,

    ídolos para honrar; mientras la primera es sacrí-lega, la segunda es sacralizante. Claro que no siempre ha sido tan tajante el límite entre una y otra, ha sido más bien una franja de transición donde incluso no es extraño encontrar trans-posiciones, o bien a investigadores profesiona-

    –por no aceptar la separación entre una y otra– han militado conscientemente en favor de una memoria. Es cierto que no siempre se ha tenido por parte de los intelectuales tal lucidez sobre la práctica propia o sobre las consecuencias de la utilización o recepción de los conocimientos obtenidos e ideas declaradas. Creemos que un buen ejemplo en este sentido lo aportan las in-dagaciones relativamente recientes sobre los contenidos ideológicos de los discursos que

    -dios masivos de comunicación.

    -ciales que se han ocupado del problema de la memoria, podemos decir con ellos que quienes “hacen memoria” suelen recurrir habitualmente a las mismas fuentes documentales que em-plean los historiadores profesionales, pero dife-renciándose –como vimos– en las intenciones y objetivos que se persiguen. Nora (2009) no deja lugar a dudas sobre cuál es el lugar de estos

    -

    pero no decisivos ni aún menos excluyentes de la búsqueda de otros documentos de natu-raleza diferente. La memoria puede separarse radicalmente de la historia cuando sus fuentes exclusivas están sujetas a recuerdos de un pa-sado vivido efectivamente o imaginado por tes-tigos que han experimentado los acontecimien-tos o creen haberlo hecho. La memoria siempre

    se instala en un terreno sensible y pasional, y en ocasiones el sólo ejercicio del recuerdo es emotivo para quien lo hace, pero debemos aquí hacer particular hincapié en la conducta prota-gónica de las organizaciones que preparan un ambiente propicio para la emergencia de me-morias individuales.

    Para algunos historiadores la única memoria realmente existente es la individual, y son las organizaciones de peso frente a las que los su-jetos recuerdan, quienes se comportan como conserjes que guardan celosamente las llaves de apertura y cierre de estas manifestaciones. Entonces, conforme determinadas institucio-nes con poder social la habiliten o no, la memo-ria estará relegada a lapsus prolongados de la-tencia, desplazada al olvido o, por el contrario, se convertirá en “memoria pública” luego de un brusco despertar. En la actualidad se ha reva-lorizado el papel del testigo; a quien se asigna esta condición se lo distingue por considerar-lo aquél que conserva la “memoria viva”, es el que “allí estuvo” y protagonizó o presenció con sus sentidos los sucesos sobre los cuales brinda testimonio. Esa existencia en cuerpo y entendimiento en un tiempo histórico es lo que

    -ra persona, una fetichización del testimonio que le otorga una gravitación superior sobre otros documentos (Sarlo, 2005).

    del tipo de fuentes que hemos consultado para rastrear los relatos institucionales, al soste-ner la trascendencia que aquéllas tienen para

    materiales que dejan su vestigio: documentos y monumentos. Este último vocablo, del latín mo-numentum, alude desde la antigüedad romana a un doble sentido: una obra de arquitectura o escultura erigida con objeto conmemorativo por un lado, y un artefacto funerario destina-do a transmitir un recuerdo donde de manera

    otro. Empero, lo más interesante de los argu-mentos de Le Goff es su percepción de que el documento es siempre producto de un centro preponderante que lo trae a colación ante el conjunto societario ungiéndolo con una fuerza alegórica extraordinaria; nos advierte: “El docu-

  • espaciotiempo/Num.7/2012 40

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    mento no es inocuo. Es el resultado ante todo de un montaje, consciente o inconsciente, de la historia, de la época, de la sociedad que lo ha producido, pero también de las épocas ulte-riores durante las cuales ha continuado siendo manipulado, a pesar del silencio. El documento es una cosa que queda, que dura y es testi-monio. [...] El documento es monumento, en el sentido que es esfuerzo cumplido por las socie-dades históricas por imponer el futuro, hacerlo manejable, previsible” (1991, p. 65).

    La cita textual que antecede no entraña para nosotros pensar únicamente el documento en

    manipulado, ya sea por los mecanismos aso-ciados a su ocultamiento o a su rehabilitación frente a la opinión pública. Esto evidentemente ocurre, pero en esta instancia preferimos com-prender la conmemoración como una ineludible necesidad de todos los grupos que constitu-yen o buscan constituir un proyecto de vida y una identidad, aún cuando se trate de comu-nidades que practican normas que se atienen a las pautas de validación del método cientí-

    vista el papel rector que tienen las entidades con ascendencia social. Éstas, como núcleo de poder, tienen el privilegio de producir documen-tos como forma de garantizar un rumbo previ-sible para sus integrantes, de ahí también que la conmemoración satisfaga inquietudes muy humanas. Estos documentos contienen dos aspectos que consideramos sustancial diluci-dar en nuestra pesquisa: primero, la descrip-ción del género literario, porque creemos que estamos frente a una prosa que constituye una trama de escritura típica ante la cual conviene interrogarse sobre su entretejido y los sentidos de los mensajes que porta; y segundo, plantear una aproximación a las funciones simbólicas que cumplen las organizaciones por intermedio de estos documentos, en relación a un colecti-vo al cual representan o dicen representar.

    Los géneros de escritura que construyen memoria

    La Academia y la Sociedad han puesto en es-cena repetidas veces ceremoniales que tienen raigambre tradicional y que son propios tam-

    -presan por la asignación de méritos y premios,

    la exaltación de personalidades apoyada en -

    ba de las distinciones otorgadas a los honra-dos. La denominación de los premios guarda un sentido, ya que está asociada a un nombre propio que las entidades han puesto como ejemplo. En el caso de GAEA, el nombramiento evoca a los geógrafos exploradores de cierto sesgo romántico o a maestros de la geografía que cumplieron importante labor en los siglos

    -naria, al conocimiento del espacio nacional y a los planes de consolidación del estado. En este

    con países fronterizos, las distinciones a obras académicas y a geógrafos recayeron en lo que podríamos llamar “geógrafos nacionales” y en sus tratados sobre límites orientados a apoyar las posiciones en litigio pretendidas por Argen-tina. También ha dado menciones especiales a reparticiones estatales de control y relevamiento

    Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Na-ción y recientemente a la Academia Nacional de Geografía.5 Estas menciones procuran un reconocimiento circular mutuo mediante el in-tercambio de obsequios simbólicos y suelen ser usuales como señales de buena voluntad y recíproco fortalecimiento social (Fig. 5).

    Las sucesivas remembranzas a los precurso-res de ambas entidades nos remiten a un géne-ro largamente transitado en la literatura y en la historia como es el de las biografías. Su origen etimológico proviene de los vocablos griegos bios y graphein -te “vida” y “escribir”. Se narra la vida de una persona que tiene o tuvo existencia verdadera, sus acciones y pensamientos; sin embargo, en algunos subgéneros que han sido usuales se

    5

    -

    --

  • CCSyH UASLP41

    Guillermo Gustavo Cicalese

    “persona real” en un “personaje notable”, apro-ximándose a un estilo más cercano a lo literario al registrar con exclusividad sólo sus facetas más virtuosas. Salvando las distancias, y por nuestra parte fuera de cualquier intención iróni-ca o peyorativa para el caso de las sociedades

    y contenidos, a las descripciones ejemplares de las hagiografías. Sobre todo cuando estos recuerdos de vida son recogidos por un hagió-grafo que se esmera por mostrar a los lectores, con el estilo propio de las moralejas, a alguien tan excepcional por sus méritos que se separa tajantemente del resto de sus congéneres. Al

    sus claroscuros queda más evidente el mensa-je didáctico como corolario y se revelan ciertas

    a los extremos discursivos que acabamos de describir, es el que parece campear en las mo-dalidades que veremos a continuación.

    Entre los géneros que ha utilizado GAEA en sus boletines periódicos podemos reconocer textos conmemorativos, cronologías, obitua-rios, homenajes post mortem o “en vida”. Los libros están dedicados asiduamente a recor-dar los eventos y personalidades que llevaron a la fundación y desenvolvimiento de GAEA; es común que en esa prosa la Sociedad se convierta en un sujeto activo, a la vez que en narradora y personaje protagónico. En mu-chos de estos escritos se reseña la labor de los precursores de la ciencia tanto en el cam-po internacional como local. En el caso de los más distinguidos geógrafos argentinos que han contado con membresía, ocurre que sus reco-

    -separablemente anudados a la vida de la insti-tución. GAEA ha hecho uso de esta modalidad publicando números de homenaje a Raúl Rey Balmaceda, Federico Daus, Romualdo Ardis-sone y Horacio Difrieri, por ejemplo. Su labor como gestores evidencia ese nexo entre un proceder consagrado no sólo a la ciencia sino también a la organización. En esta dirección, debemos recordar que los nombrados ocu-paron altos puestos en la comisión directiva y llegaron a presidirla (Ardissone, 1961; Daus 1949-1957 y 1965-1981; Rey Balmaceda 1988-1993 y 1997-1998). Similar estilo ha empleado

    la ANG con el sacerdote e historiador Guillermo Furlong Cardiff quien, aparte de ser su decisivo patrocinador, la presidió durante el extenso pe-ríodo entre 1956 y 1968.

    Las semblanzas que realizan ambas enti-dades son sentidas afectivamente según los

    necrológicas. Las características de estas evo-caciones están marcadas por la cercanía entre el autor del responso –discípulo o compañero de trabajo cercano– y el sujeto de la biografía. El texto leído o escrito es la vía por la cual el aspecto más tocante del rito funerario se con-suma, vigorizando así los vínculos sensibles en-tre los asistentes si se trata de un acto público, o de los lectores miembros de la comunidad si se trata de un libro. Todas las pautas de la

    digna de ser imitada y seguida en su labor pro-fesional; entre ellas podemos distinguir el uso de un lenguaje de enaltecimiento cuya intensi-dad está moderada por la situación y la época,

    sus cualidades particulares y sus aportes, que suelen estimarse reveladores para la geografía.

    Figura 5.

  • espaciotiempo/Num.7/2012 42

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    En el caso de GAEA hemos seleccionado tres biografías editadas en períodos distantes, pero

    resaltados. La de Romualdo Ardissone (GAEA, 1973)6 probablemente es la de estilo más auste-ro; en su proemio, la entidad revela en un breve párrafo titulado “Advertencia” que el volumen homenaje había sido preparado por el Instituto de Investigación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, pero

    -bían dispuesto por resolución no editarlo, asu-miendo la asociación esta responsabilidad (Fig. 6). En esas escasas líneas se da cuenta de la refundación universitaria que se estaba dando en la unidad académica a partir de la llegada del gobierno constitucional en 1973 (Cicalese, 2007; Quintero et al., 2009 y Buchbinder, 2005). No eran buenos tiempos para las corporacio-nes tradicionales como ésta, ante los denuedos revolucionarios que se inauguraban en la uni-versidad y en la educación en general con el arribo del peronismo de izquierda en la admi-nistración de las casas de estudio.

    -bía a Ardissone como parte de una generación “ya extinguida” que continuaba la obra de los sabios extranjeros llegados durante el siglo

    citando entre ellos a Burmeister, Ameghino, Moreno, Lafone-Quevedo, Lehmann-Nitsche,

    pertenecientes a otras ciencias de campo se glosaba la geografía con su métier particular como ciencia de probada performance. Pero sobre todo se ponía en la persona de Ardisso-ne el haber cooperado para lograr un lugar de reconocimiento para la disciplina, al adoptar teóricamente la idea de la unidad y excepcio-

    -

    sólo empleada por los geógrafos y que no era compartida o sobrepuesta con otros especia-listas de las ciencias humanas o naturales; a este cometido habían contribuido sus estudios de geografía humana al enmarcarse dentro de los ejes epistemológicos del posibilismo fran-

    -

    6

    las opiniones de los colegas excesivamente

    por él en el simposio sobre Geografía Regio-nal que la sociedad GAEA celebró en 1949 y que se advierte a lo largo de los programas de sus cursos académicos dictados sucesiva e ininterrumpidamente desde 1921 hasta 1960 en Buenos Aires y La Plata” (GAEA, 1973, p. 9). El texto reseñaba el historial de Ardissone como fundador y socio de otras academias de ciencias, enumerándose además su extensa

    --

    mo ingenuo que destaca su originalidad como erudito, sus nobles sentimientos por la natura-leza, su afecto por el terruño y las culturas re-gionales, las cuales son descritas como verda-

    -cinado y medido, pudoroso de sus emociones, noble caballero, exquisitamente sensible tanto a la sugestión telúrica del grandioso paisaje de

    Figura 6.

  • CCSyH UASLP43

    Guillermo Gustavo Cicalese

    los Andes, como a la humildad de un arbusto.

    ondulaciones de los del campo de Tintín, lo hizo con el amor a la naturaleza y al hombre de su tierra, que ocultaba con la reserva de un aman-te platónico” (GAEA, 1973, p. 12).

    Años después, GAEA aprobaba una resolu-ción de la comisión directiva con la anuencia

    declaraba la realización de un homenaje “en vida” a Federico Daus al cumplirse cincuenta y cinco años de labor (GAEA, 1979), iniciativa que había surgido en la Semana de Geografía rea-lizada en Mar del Plata en 1976. En la declara-ción se establece que la conmemoración esta-ba destinada a “exaltar su obra y dedicación a la Sociedad” sintiéndose la comunidad de geó-grafos en la obligación moral de homenajearlo. Se editó un libro en cuya primera parte se cons-truye una biografía coral participando en cada apartado discípulos, colegas y amigos. En la segunda parte –al igual que la dedicada a Ar-

    sobre temas diversos, compaginación que ha-bía sido cuidadosamente prevista para que, en palabras de la Sociedad, “se le rinda homenaje haciendo geografía” y para que el galardonado aprecie que “su camino no ha sido en vano”.

    Cada condiscípulo relata el paso de Daus por distintas instituciones universitarias, públicas y privadas, organismos de estado y su labor principalísima como escritor de obras sobre el territorio. Si de Romualdo Ardissone se desta-caban los valores propios de un romanticismo que abrazaba la naturaleza con pasión, en Daus

    -mientos nacionales ostensibles en sus conside-raciones sobre cuestiones de fronteras y lími-tes, así como en sus posicionamientos públicos relativos a la política exterior a seguir por la cancillería. Eran tiempos de fuertes consensos animados por el gobierno militar y de doctrinas nacionalistas territoriales que se habían hecho carne en la población a partir de una intensa propaganda a través de los medios masivos y la educación. La mayoría de la dirigencia de la Sociedad, en consonancia con el sentir popu-lar, asumía por entonces como catecismo bá-sico sus deberes patrióticos hacia el manteni-miento de la soberanía (Cicalese, 2009). Entre

    sus compañeros, darán testimonio de su vida Carlos Goñi Demarchi, Ramón Manuel Dozo y Ricardo Paz.

    Goñi Demarchi, al relatar el desempeño de Daus como docente del Servicio Exterior de la Nación, dice:

    En consecuencia, no escatimó esfuerzos para inculcar en sus alumnos, a través de

    -miento y del contacto con su geografía, las nociones que todo diplomático debe tener en una materia que ocupa un lugar conven-cional en los programas de enseñanza. (...) fue para mi motivo de particular satisfacción personal haber podido coincidir en con-

    por comprender también, expresamente, el examen profundizado de nuestros límites

    en la preocupación de la dirección (GAEA, 1979, p. 20).

    propias creencias, escala de valores y tarea, y

    Una de las constantes que es posible des-tacar en la rica gama de facetas del emi-nente profesor Dr. Daus es sin duda su fervor por la defensa de lo argentino, sin

    (...) como introducción de nuestra intención de poner en evidencia el noble sentimiento nacional que aparece, cotidianamente, en las obras del Maestro (...) Hemos tenido la suerte de seguir su quehacer desde hace años, ya como simple alumno, ya como estudioso de sus muchos trabajos, hoy en función de modesto colega, en una forma

    constantemente nuestra fe en el alto des-tino de la Nación Argentina en su mensura-da apreciación de nuestra realidad (GAEA, 1979, pp. 24-25).

    Cerrando la lista de testimonios, Ricardo Paz elogia los textos más combativos de Daus a la hora de defender las posiciones internaciona-

    ese tiempo amenazaba con un enfrentamiento

  • espaciotiempo/Num.7/2012 44

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    armado con Chile, comenta sobre su tratado sobre el Canal de Beagle:

    Dos rasgos tan puros y perfectos como los de una composición artística marcan el es-tilo y las concepciones del profesor Daus en lo que atañe a geografía de las fronteras: una prosa clásica, rigurosa y suelta, que no se ampara en la palabra técnica sino para hacerse más expresiva, y un concepto

    corresponde armoniosamente con los de-rechos que la República posee y sostiene en sus cuestiones limítrofes (...) La observa-ción apunta a ciertas equivocadas opinio-nes de autores argentinos y descalabra ese delirio chileno sobre un canal que se intro-duce en el océano por el Norte de la isla Nueva como una corriente marítima (GAEA, 1979, pp. 26-27).

    El homenaje a otro de los presidentes de GAEA, Raúl Rey Balmaceda, se haría en el año 2002, tras pocos años de su fallecimiento, en 1998. Rey Balmaceda, con una larga lista

    divulgación, despuntó por la prosa combativa de sus trabajos, en los que evidenciaba de ma-nera explícita sus posturas más francamente políticas. Si imaginásemos a GAEA como una tribu académica (de las tantas que abundan en las comarcas de la ciencia), y en los turbulen-tos tiempos que le tocó vivir, podríamos notar distintos roles entre sus miembros. Así como a Daus se lo puede concebir como el chamán, depositario de la sabiduría del hombre que tie-ne años de experiencia y además la capacidad

    -lectuales de la comunidad, a Rey Balmaceda se lo puede ver como el guerrero de la tribu, como el combatiente siempre dispuesto a des-envainar su espada para defender los valores

    de la Sociedad, que en acuerdo con lo que fue -

    nizaban a la perfección con el interés nacional. La efectividad de este discurso consistía en la asociación de principios morales asentados en la defensa de la corporación de los geógra-fos con necesidades sociales más elevadas. Los geógrafos se mostraban necesarios para

    enseñar a los habitantes el conocimiento de su vasto país, sus recursos naturales y econó-micos, y según la coyuntura, profundizar la instrucción sobre los límites y fronteras que ser-viría para crear “conciencia territorial”.

    La biografía de Rey Balmaceda también toma la forma coral, aunque escrita en un contexto diferente a la de Daus y Ardissone. La Socie-dad había tomado la decisión de homenajearlo en el año 2000. Para entonces, ya se le había

    la Cámara de Senadores de la República Ar-gentina, recordando sobre todo su desempe-ño público como consultor en la legislatura en

    -tes con Chile. GAEA (2002) edita el homenaje con la lista de premios y distinciones que había recibido el geógrafo. Al igual que la de Daus, la narración fue escrita por sus compañeros de distintas entidades estatales e instituciones educativas. Entre ellos, con una prosa de fuerte sentido, Jorge Pickenhayn testimoniaba sobre el paso con huella profunda de Rey Balmaceda por GAEA, y sus berretines políticos, evocán-dole como un incomprendido por los gober-nantes, en especial en temas que hacían a la soberanía nacional:

    Las instituciones se organizan en el con-curso de los hombres que las animan. Son esos hombres quienes, tras el recuerdo de

    de una identidad colectiva. Entre GAEA y Rey Balmaceda este doble tránsito parece mostrarse en su máxima expresión. La So-ciedad marcó el sino de un desafío perma-nente en su vida del hombre; él imbuyó de pasión y fervor a la legendaria entidad. (...) Temido y respetado, combatido y querido, bizarro y genial, nunca hubo medias tintas en su vida. Esa vida que puede trenzar sus hebras con la historia de GAEA (...) (GAEA, 2002, p. 11).

    Su fogosa defensa de las causas nacio-nales lo hicieron (sic) un referente de con-sulta indispensable en cuestiones geopolí-ticas. Desde las más destacadas tribunas del país y el extranjero demostró con argu-mentos incontrastables, la miopía de políti-cos y gobernantes, siempre prestos a ceder

  • CCSyH UASLP45

    Guillermo Gustavo Cicalese

    porciones del territorio Argentino en aras de una pretendida “cordialidad estratégica” (GAEA, 2002, p. 12).

    Aludiendo a su simbiosis con la entidad, Su-sana Curto de Casas caracterizaba su tempera-mento poniendo una pincelada intensa:

    Asumió la Presidencia de la Sociedad a la muerte de Dozo, ocurrida en Agosto de 1988. (...) En 1993, después de 5 años de presidir la Sociedad, se opuso a su se-gunda reelección alegando problemas de salud. Desde el cargo de Vicepresidente I siguió atento y vigilante la marcha de la identidad. Para los integrantes de la Junta fue un apoyo y seguridad al mismo tiempo

    en práctica las sutiles tretas de la estrategia continuó arraigado a sus convicciones y a sus opiniones las que defendió de manera impulsiva, a veces hasta con accesos de ira, pero siempre con lealtad a la Sociedad y a la Junta Directiva. Fue reelegido Presi-dente para el período 1997-2001 mandato que no pudo concluir (GAEA, 2002, p. 15).

    Completaba su estampa Darío Sanchez con un reproche a colegas de otras parcialidades y un adiós sentido:

    Lamentablemente, cansado de lidiar con algunos de sus exalumnos, hoy colegas preocupados por brindar en la Universidad de Buenos Aires una visión homogénea y monocorde de la geografía, como cien-cia subordinada a la sociología, a poco de cumplir los 65 años, en agosto de 1995, Raúl Rey Balmaceda decidió acogerse a

    apasionado ya daba algunos síntomas de cansancio. Sólo quienes fuimos sus alum-nos sabemos de la pérdida que esto signi-

    -nocimos bien sabemos que hoy disfruta de un merecido descanso. ¡Adiós, jefe! (GAEA, 2002, p. 34).

    -bamos de comentar son sentidos tributos a trayectorias académicas, existe otro tipo de

    rescate del pasado con énfasis en lo individual que no está vinculado con ceremonias del re-cuerdo ante la muerte, sino que crea de alguna

    que es frecuente en las instituciones exclusi-

    se aparejan a propósitos de orden más instru-mental, sirviendo como formas de distinción y

    -cos y que señalan la apoteosis de sus carreras profesionales. Algunas de estas modalidades rituales tienen un aire de familia propio de con-gregaciones religiosas ahora ejercitadas por los laicos que componen el mundo de la ciencia, sobre todo por los grupos como el que estamos analizando. No es de extrañar que esto ocurra cuando fue tradicionalmente la iglesia católica la principal sostenedora de instituciones edu-

    -chas de sus formalidades y protocolos a las ca-sas de estudios e instrucción seculares, donde subsisten vestigios que se pueden observar.

    Por su parte, la ANG ensaya biografías más austeras cuando se trata de futuros aspirantes a académicos de número. Si bien suelen estar trazadas en un tono más ajeno a los sentimien-tos de quienes asumen la autoría, son detalla-das y exhaustivas en cuanto a la enumeración de los méritos y la labor de los candidatos, lo que da verosimilitud a la propuesta de admi-sión del candidato. Se muestra una faceta de las personas m ajustada a sus “antecedentes curriculares”, rara vez hay referencias a situacio-

    del postulante, sólo suelen ser nombradas las virtudes que se consideran inherentes a la per-sonalidad arquetípica de un hombre de ciencia, que giran en torno a su idoneidad, esfuerzo e inteligencia. La biografía no está compuesta por un conjunto de voces cercanas como las antes examinadas, sino de una única voz auto-rizada entre los pares que ocupan los asientos. Esta voz asentida por la institución suele co-múnmente hacer una cita del académico falle-cido que ocupaba el sillón, y que ahora tocará al nuevo académico. El sitial nominado de esa manera se monumentaliza y es señalado “como homenaje perpetuo a su memoria”, recordán-dole afablemente al ingresante el honor y la responsabilidad que supone para él la toma de posesión de ese sitio.

  • espaciotiempo/Num.7/2012 46

    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    El rito de inclusión se da por terminado cuan-do el candidato dicta una conferencia magistral como prueba fehaciente de idoneidad, exhi-biendo su especialidad ante sus pares, siendo recogida luego en los anales. La presentación

    pasado que muestra su probidad académica y la clase magistral del laureado son parte del mismo acto solemne; es en esta recepción pú-blica donde expone su saber frente a quienes ya ocupan los asientos. Hay que precisar que el ingreso del pretendiente ha sido acordado y consentido previamente por el voto unánime de los numerarios que posteriormente han habili-tado el ritual correspondiente.

    Este proceso descrito nos hace pensar en un verdadero rito de consagración. Haciendo una analogía un poco caprichosa con los pro-cesos de canonización de la iglesia, diríamos

    -canzaría el máximo nivel al ser laureado con la incorporación. Ya comentamos que la presen-tación queda a cargo de un consagrado, el cual con su palabra da aval públicamente al futuro académico; lógicamente el auspiciante es parte de la fracción ya consagrada. Diríamos que, de alguna forma, una vez que ha entrado al elen-co de académicos “ya no es el mismo”, pare-

    con ciertos compromisos sublimes, al haber

    arribado de este modo al punto culmen de su carrera.

    Un cófrade de nota de la Academia Nacio--

    do que un numerario tiene el deber de emitir opiniones desinteresadas no siempre fáciles de concretar por el rechazo social que pueden suscitar entre el círculo social más próximo, y como es natural, esta actitud se contrapone a la búsqueda de aprobación propia de todos los seres humanos. Los pareceres independientes –dice el mencionado académico– distantes de los intereses del establishment deben fundarse en su autonomía de juicio que proviene no sólo de su experiencia y saber, sino además por las responsabilidades inherentes a la nueva posi-

    de la década del noventa, en un discurso pú-

    este principio, recurriendo a la cita de un par de la Academia de Medicina. La misma versaba sobre la pérdida de autoridad social de la cien-

    gobiernos para incentivar las fuentes del pen-samiento independiente.

    Las conexiones que adquiere hogaño la cien-cia en toda su complejidad, o bien los compro-misos asumidos como legítimos por algunos in-

    Figura 7.

  • CCSyH UASLP47

    Guillermo Gustavo Cicalese

    vestigadores en sus acuerdos con otros actores

    la deseada autonomía. Las interrelaciones entre

    la interdependencia basada en desbalancea-dos planos de dominio que oscilan entre la de-pendencia y la independencia. Sin embargo, es

    sobre la calidad de relaciones que se estable-cen con otros campos (técnicos, económicos y políticos) para determinar la naturaleza de los compromisos y estar más conscientes de sus implicancias y la posición concreta de los

    las academias son las organizaciones más an-tiguas de pensadoresresponden de alguna manera a otros órdenes sociales muy disímiles a los actuales. El dilema que se presenta a este tipo de entidades es in-negable, de no practicarse la línea de conducta expresada se pierde la razón de ser de una ins titución que en el pasado fue puntal en la

    contra el dogma religioso. De esta forma que-darían limitadas a un círculo de nostálgicos que se convierten en guardianes de doctrinas y que extrañan un tiempo pasado que suponen más venturoso.

    da des sociales dadoras de distintos modos de reconocimiento a quienes contienen en su seno, deben contar a la vez con un grado de aceptación de la comunidad a la que procuran mantener, compuesta por aquéllos a quienes dirigen sus esfuerzos. En otras palabras, el in-tercambio social tiene una ida y vuelta entre los

    orden circular. En sus inicios supo la Academia

    --

    cación con GAEA, más allá del reconocimiento legal que obtendría pasados unos años. El re-

    la década del ochenta, al incorporar a aquellos geógrafos que habían sido sus férreos oposito-res y otros titulados reconocidos en la enseñan-za y la investigación. Es más, es muy esclarece-

    dora la tardía reivindicación de Federico Daus que hace la Academia, a quien recién integra en 1988. Recientemente, su búsqueda de ca-pital social se incrementó aún más al abrirse a nóveles doctores en Geografía y premiarlos con medallas y diplomas (Fig.7).

    En la biografía dual novelada por Kehlmann llamada la La medición del mundo, -naliza la relación que mantenían Humboldt y Bonpland durante su periplo americano, entre-gándonos un friso revelador del mundo de los hombres de ciencia y gobernantes de la época. En uno de sus pasajes aparece lo que podría-mos denominar una imagen creíble que los lec-tores cultos e ilustrados y las elites gobernan-

    de Humboldt como un sabio explorador, sobre todo luego de que su itinerario fue conocido y sus narraciones se divulgaron:

    Alexander von Humboldt era famoso en toda Europa por la expedición a los trópi-cos emprendida veinticinco años antes. Había visitado Nueva España, Nueva Gra-nada, Nueva Barcelona, Nueva Andalucía y Estados Unidos, había descubierto el ca-

    escalando la montaña más alta del mundo conocido, recopilado miles de plantas y centenares de animales, algunos vivos, la mayoría muertos, había hablado con pa-pagayos, desenterrado cadáveres, medido cada río, cada montaña y cada lago que se interpusieron en su camino, entrado a gatas en todos los agujeros de la tierra y sabo-reando más bayas y trepado más árboles de los que nadie puede imaginar (Kehl-mann, 2007, p. 13).

    Pero también en la misma novela el intercam--

    tos de quien fue su acompañante en su recorrido por las colonias hispanas y la naciente nación norteamericana: Aimé Bonpland. El relegado camarada del sabio alemán, de naciona lidad francesa y con formación como naturalista, se había convertido en los últimos años de su vida en un osado comerciante y enredado en las intrigas y enfrentamientos regionales que

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    Ritos, ceremonias y memoria de las sociedades cientí

    antaño agobiaban a los nacientes estados sud-americanos. No nos es difícil comprender en un fragmento la conversación que se entabla y el enojo de Bonpland ante la invitación de un alto dignatario:

    Un carruaje esperaba para conducirlos a la capital. Un emisario entregó una invita-ción formal: el presidente solicitaba el honor de alojarlos en la sede del gobierno recién construida; estaba ávido de conocer hasta el menor detalle el viaje ya legendario del señor von Humboldt.

    Conmovedor, dijo Duprés.

    -

    ¿Por qué el viaje del señor von Humboldt, preguntó Bonpland? ¿Por qué nunca el

    -

    Bonpland? ¿Se lo podría explicar alguien algún día?

    Un presidente provinciano, comentó Hum--

    mann, 2007, p. 154).

    Los libros de Humboldt, las lecturas de sus geografías exóticas, sus observaciones de campo y sus minuciosos registros e inventa-rios dieron paso al personaje. Pero esa cons-trucción necesitó de las instituciones políticas y

    -torias ejemplares hasta convertirlas en “vidas de novela”, para luego promocionarlas ante la comunidad. Como tuvimos oportunidad de ver, las sociedades tradicionales de la geografía ar-gentina parecen haber cumplido la función de

    una memoria e identidad colectiva en la ciencia

    en las otorgantes de créditos y reconocimien-tos en el seno societario. No sólo han reconoci-do, sino que han marcado claramente a través de rituales y ceremonias cuáles eran los signos de consagración y a los mismos consagrados, pero al hacerlo han creado, mediante retazos

    del pasado, una memoria que coadyuva a la formación de una identidad y sentido en los cír-culos académicos.

    Los fragmentos que hablan del pasado han creado y crean un espíritu de cuerpo y cohesión en las comunidades académicas, fomentando esquemas de comprensión y convicciones sobre períodos, instituciones, personalidades y obras, y favoreciendo así creencias en común. Las asociaciones de nuestro interés, GAEA y ANG, han tenido el poder de reunir memorias individuales, colectivizarlas y darles –nada me-

    -cos autorizados. La memoria colectiva que in-ventan, sintetizan, diseñan y rediseñan lleva a la construcción y al ofrecimiento de un pasado co-

    esa invención donde las ceremoniales rituales que examinamos cumplen un rol distintivo, instructivo y didáctico. Cabe preguntarse cuál es el panorama de estas instituciones hoy en Argentina, las que tratamos y las que han emer-gido, cuando ya no parecen tener el predomino del pasado. Si bien hay aspectos que actual-mente han mudado su escenario, hay uno en particular que se mantiene constante. Entre las transformaciones podemos apuntar la ocurrida en las ciencias sociales y en la geografía bajo el impacto de la cultura posmoderna, los cambios

    -tes corporaciones geográficas que pretenden asumir roles similares a las más antiguas, y la expansión de las universidades públicas en nú-

    del siglo pasado. Lo que se mantiene constante

    necesidad que experimentan las comunidades y los individuos de experimentar el reconoci-miento.

    En Argentina el fortalecimiento de la univer-sidad pública en el área de investigación y ex-tensión produjo una multiplicación de grupos, institutos y proyectos con heterogeneidad de temas, enfoques y uso de fuentes, además de un creciente trabajo interdisciplinario y de vin-culación con diversos actores sociales. A dife-rencia de lo que ocurría en el pasado, emergió una pluralidad académica de centros simbóli-cos que en alguna medida fue causada por el crecimiento de una burocracia de investigación

  • CCSyH UASLP49

    Guillermo Gustavo Cicalese

    apoyada por políticas públicas. Claro que tam--

    cas que tienen otros medios a la hora de vincu-larse, que en algunos casos sobrepasan los límites estrictamente disciplinarios y aca-démicos y asumen mayor complejidad por sus interrelaciones con movimientos sociales y políticos. En sus ámbitos adoptan formas de

    -dios que brinda Internet y creando así otras jerarquías, otras claves de corrección política al interior del círculo de adherentes, y valores disímiles a las organizaciones tradicionales que

    -jaban en sus relatos.Todas las sociedades académicas, y las de los geógrafos no son la excepción, buscan procu-rarse una memoria e identidad que coadyuva en parte a dar sentido a sus trayectorias pro-fesionales. Como se ha expresado, la memoria es un derecho de los movimientos sociales en países democráticos y para muchos un deber ineludible cuando de pasados trágicos y ocul-tados se trata; pero también se trata, lo remar-camos, de una necesidad muy humana. Las nuevas asociaciones que vemos surgir no es-capan a la inclinación de satisfacer este reque-rimiento, los ritos siguen vigentes, quizás bajo otras modalidades menos reconocibles que los tradicionales y desde otros supuestos ideológi-cos. Empero, con sus actividades y estrategias también aportan a esa constante que se juega

    consolidación de jerarquías mediante la conce-sión de premios, acreditaciones y distinciones, siendo ésta una de las vías por las cuales con-cretan sus relatos sobre el pasado disciplinario. Relatos que cubren un vacío comunitario de sentido que trasciende lo meramente relativo

    supuestamente basadas en criterios racionales de algunas de las nuevas instituciones que to-

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