germÁn de constantinopla

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Biblioteca de Patrística GERMÁN DE CONSTANTINOPLA homilías mariológicas Ciudad Nueva

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Page 1: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Biblioteca de Patrística

GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

homilías mariológicas

Ciudad Nueva

Page 2: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

G e r m á n de C o n s t a n t i n o p l a

H O M I L Í A S M A R I O L Ó G I C A S

G e r m á n viv ió a p r o x i m a d a m e n t e entre los

años 640 y 730. C o n o c e m o s su v ida so l a ­

mente a través de a lgunas c i rcunstancias

fundamenta les , l igadas a las acc iones pol í t i ­

co- re l ig iosas de los e m p e r a d o r e s b izant i ­

nos , en las cuales se encon t ró imp l i cado

después de haber s i d o e legido patr iarca de

C o n s t a n t i n o p l a el año 715 .

L a fama y la venerac ión q u e r o d e a r o n su

n o m b r e se deben a la f i rme p o s t u r a q u e

a d o p t ó a favor del cul to a las imágenes ,

durante el p e r í o d o iconoclas ta .

G e r m á n t rabajó en diferentes c a m p o s de la

l i teratura rel igiosa, es decir, en el t eo lóg ico ,

h is tór ico , l i túrgico, homi lé t ico y f inalmente

en el epistolar. E s c r i b i ó t ra tados , homi l ías y

cartas dogmá t i ca s , y t ambién se le a t r ibuyen

m u c h o s h imnos .

L a s Homilías mariológicas - q u e cons t i tu­

yen la par te pr incipal de este v o l u m e n -

representan t e s t imonios dec is ivos s o b r e la

existencia de cul to a Mar í a y s o b r e las c re­

encias referentes a El la en la v ida de la

c o m u n i d a d cr is t iana de en tonces . E s t a s

Homilías han s i d o incluidas varias veces p o r

el C o n c i l i o Vat icano II entre las " fuentes"

de sus dec larac iones doctr inales , en el capí­

tu lo VIII de la Lumen gentium.

P o d e m o s decir q u e en las a f i rmaciones

mar io lóg icas del Vat icano II v o l v e m o s a

encontrar t odas las funciones y la mis ión

q u e G e r m á n a t r ibuye a Mar í a en la e c o n o ­

mía de la sa lvación.

L a s Cartas sobre las sagradas imágenes,

escri tas p o r G e r m á n durante las p r imeras

m a n i f e s t a c i o n e s i c o n o c l a s t a s b i z a n t i n a s ,

cons t i tuyen u n o de los p o c o s d o c u m e n t o s

d i rec tos de aquel la larga lucha, q u e d io

lugar a tantas pe rsecuc iones . E n ellas, G e r ­

m á n conf i rma los t emas y a t ra tados en las

Homilías y s u b r a y a q u e los i conos encuen­

tran su r a z ó n de ser en la real idad crist iana

de la Enca rnac ión , y en la e levada d ign idad

rel igiosa de la M a d r e de D i o s .

Page 3: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

B I B L I O T E C A S E P A T R Í S T I C A

1 3

Page 4: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Director de la colección M A R C E L O M E R I N O R O D R Í G U E Z

volumen contiene las obras: Homilías mariológicas Cartas acerca de las sagradas imágenes

Page 5: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Germán de Constantinopla

HOMILÍAS MARIOLÓGICAS

Introducción y notas de Vittorio F a z z o Traducción del griego de Gui l lermo Pons

Ciudad Nueva Madrid - Bogotá - Buenos Aires - México - Montevideo - Santiago

Page 6: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

S e g u n d a edic ión: m a r z o 2001

© 1 9 9 1 , Ed i to r i a l C i u d a d N u e v a

A n d r é s T a m a y o 4 - 28028 M a d r i d

I S B N : 8 4 - 8 9 6 5 1 - 9 8 - 1

D e p ó s i t o L e g a l : M - 1 0 2 9 2 - 2 0 0 1

I m p r e s o en E s p a ñ a - Pr in ted in Spa in

P re impres ión : M C F T e x t o s - M a d r i d

I m p r i m e : A r t e s Grá f i cas C u e s t a - M a d r i d

Page 7: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

I N T R O D U C C I Ó N

La vida de Germán de Constantinopla

Germán de Constantinopla, autor de los escritos tra­ducidos en este volumen, vivió alrededor de los años 640 al 730 1 o sea en un período del que las fuentes históricas a nuestra disposición son escasas. Como consecuencia de esto, los acontecimientos de la vida de Germán son co­nocidos por nosotros sólo en algunos momentos funda­mentales; y éstos -dada la naturaleza de nuestras fuentes más fiables- en su mayoría están unidos a la vida políti­ca del Imperio Bizantino, especialmente en lo que se re­fiere a la sucesiva alternancia de los emperadores en el trono de Constantinopla y a sus intervenciones en el campo religioso-doctrinal 2. Fueron las décadas en las que el antiguo Imperio romano de Oriente sufrió por parte de los musulmanes la trágica pérdida de sus flore­cientes dependencias en África y en Asia, desde Egipto a

1. L a ig les ia ca tó l ica h o n r a t a m b i é n a o t r o s c o n el n o m b r e de

G e r m á n ; entre é s to s , el m á s c o n o c i d o tal v e z sea el q u e fuera o b i s p o

de Par í s en el s ig lo V I .

2 . E n t r e las fuentes h i s tó r icas m á s ce rcanas a G e r m á n , las no t i ­

c ias m á s n u m e r o s a s n o s l legan a t ravés del h i s to r i ado r T e ó f a n e s y del

Pa t r ia rca N i c é f o r o de C o n s t a n t i n o p l a , q u e e sc r ib ie ron a l r ededor de

se ten ta u ochen ta a ñ o s d e s p u é s de la muer t e de G e r m á n ; s in e m b a r ­

g o , s e g ú n m o d e r n o s e s t u d i o s , la m á s an t igua Vida d e G e r m á n q u e ha

l l egado has ta n o s o t r o s n o se r e m o n t a m á s allá del s ig lo I X y , p o r

cons igu ien te , es p o c o vá l ida c o m o fuente a u t ó n o m a .

Page 8: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

6 INTRODUCCIÓN

Palestina y Siria, ricas en fermentos espirituales y recur­sos materiales, y se redujo en Oriente a la península de Anatolia, estando obligado a confrontarse continuamen­te con la amenaza musulmana para su propia supervi­vencia. Y muchas de las crisis internas a las que Germán asiste y de las que sufre sus consecuencias más o menos directamente, tuvieron su raíz precisamente en esta nueva situación, a la que el Imperio tuvo que ajustarse gradualmente y con notable esfuerzo.

Germán nació en Constantinopla o en sus inmedia­tas cercanías en una fecha que es imposible precisar, pero que, sin dudas, podemos situar entre el 634 y los veinte años siguientes. N o sabemos el nombre de su madre ni el de su familia; tampoco sabemos si tuvo her­manos o hermanas. Nació, casi con certeza, en el seno de una familia noble que posiblemente estuvo emparen­tada con la familia Imperial descendiente de Justiniano I. Algún estudioso ha planteado la hipótesis de que el abuelo de Germán, que tenía su mismo nombre, hubie­se sido elevado a la dignidad de César junto al futuro emperador Mauricio (582-602) por el emperador Tibe­rio. El padre de Germán, cuyo nombre era Justiniano, poseía el título de patricio, que en aquella época se asig­naba a las personas más importantes en el campo civil o militar y, durante el gobierno de Heraclio (610-641), quizás desempeñó algún papel significativo, pero que no podemos precisar. Seguidamente se vio envuelto en el complot que acabó con el desequilibrado e inepto go­bierno del emperador Constantino III (conocido tam­bién como Constante II). N o sabemos en qué medida participó, pero de todas maneras sufrió consecuencias negativas, ya que el sucesor e hijo del emperador de­puesto, Constantino IV, ordenó su decapitación. Ade­más, su posición debió de ser muy relevante, dado que el nuevo soberano consideró oportuno zaherir también

Page 9: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 7

a su descendencia. Por eso, su hijo Germán, del que nos ocupamos, sufrió la dura condena de castración, para ser después incorporado al clero de la «Gran Iglesia», o sea, de la grandiosa Santa Sofía, construida por Justiniano en Constantinopla.

Este cruel episodio tuvo lugar en el 668, año de la subida al trono del nuevo emperador, o inmediatamente después. La siguiente noticia segura sobre Germán es que el emperador Justiniano II, durante la segunda etapa de su gobierno después del exilio, y por consiguiente entre los años 705 y 711, lo nombró obispo de Cycico, metrópoli de la provincia eclesiástica del Helesponto. Por tanto, Germán fue clérigo de Santa Sofía durante cerca de cuarenta años, un amplio espacio de tiempo, en el que la Iglesia se vio gravemente turbada por la acción que el poder imperial desarrolló en favor de la herejía monotelita. El VI Concilio Ecuménico (IV Constanti-nopolitano) del 681 y el siguiente Concilio Quinisexto del 692 pusieron oficialmente fin a la controversia, con­firmando la presencia en Cristo de las dos voluntades -humana y divina-; pero la crisis, calmada por el mo­mento, tenía que volver a emerger una vez más precisa­mente a la muerte del emperador que había hecho elevar a Germán a la sede episcopal. Por lo que se refiere a la vida de Germán en este arco de tiempo -que tuvo que comprender también los años decisivos de su madura­ción cultural-espiritual-, no sabemos casi nada. Una fuente apócrifa afirma que se encontraba entre aquellos que fueron enviados por el emperador Constantino IV a Roma para la preparación del Concilio Ecuménico del 680. La tardía Vida de Germán habla de su progreso en la virtud, en doctrina y en sabiduría, y del honor y amor del que se veía rodeado, mientras que otras fuentes más cercanas a su tiempo nos dicen que fue nombrado obis­po «por su vida agradable a Dios», y porque «era muy

Page 10: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

8 INTRODUCCIÓN

versado en las Escrituras inspiradas por Dios». N o po­seemos otros elementos directos para poder aceptar estas noticias, pero por otra parte podemos decir tam­bién que éstas no son inverosímiles. En efecto, en lo que atañe a la primera noticia, puede decirse que el clero de Santa Sofía, al que Germán se había incorporado, era el más influyente en la capital, y además, algunos momen­tos de la sucesiva vida de Germán nos lo muestran dota­do de una excelente capacidad diplomática. Y en rela­ción con sus progresos espirituales, puede decirse que no se encerró en un estéril lamento por la cruel condena que le llegó en edad juvenil, sino que logró superarla e injertarse progresivamente en la nueva situación. Los es­critos que de él nos han llegado nos indican que su autor había alcanzado un alto grado de espiritualidad pastoral y, dentro del cuadro cultural de su tiempo, había recibido una buena instrucción y la había asimila­do hasta el punto de poder hacer sus propias aportacio­nes 3: son metas que no se alcanzan en poco tiempo y que dan, al menos, una prueba de la serenidad con la que Germán condujo su vida de clérigo de la «Gran Iglesia».

Llamado a regir una de las más importantes sedes episcopales del Imperio, Germán se encontró bien pron­to envuelto directamente en la intrincada acción políti­co-religiosa de los emperadores bizantinos. En el 712, como metropolita, participó en el Sínodo que el empera­dor Filípico Bardane, deseoso de alcanzar la unión reli­giosa con los armenios, reunió para borrar las decisiones del Concilio del 680 contra el monotelismo. N o pode­mos afirmar con certeza si este Sínodo pronunció un so-

3. A este r e spec to , es pa r t i cu la rmen te s ignif icat iva la ac t iv idad de

G e r m á n c o m o c o m p o s i t o r de h i m n o s l i tú rg icos .

Page 11: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 9

lemne «anatema», o sea una directa y explícita condena oficial del Concilio del 680, o bien trató de marginar y vaciar sus afirmaciones de otro modo; de todas formas, es seguro que trabajó para anular su validez. Junto con la gran mayoría de los participantes, también Germán suscribió las decisiones que impulsó el emperador y que después, en su tratado Sobre los santos sínodos y las he­rejías él mismo incluyó entre las manifestaciones de la herejía monotelita apoyadas por el poder imperial. Y ya que en este acto de sumisión Germán tuvo como com­pañeros también al patriarca Juan de Constantinopla y al futuro san Andrés de Creta, y que más tarde -como ve­remos- él se mostró intrépido defensor de la ortodoxia frente al emperador León III, los estudiosos modernos se han asombrado por esta forma de rendirse y han tra­tado de encontrar los motivos. Y siguiendo las huellas que dejan algunas fuentes, la opinión general sostiene que Germán y los que en un intento sincero se compor­taron como él, en realidad se vieron empujados por un criterio de oportunidad 4, o sea por la preocupación de evitar males mayores, que se habrían producido con una oposición abierta por parte de ellos 5.

De todas maneras, todos están de acuerdo en recono­cer que se trató de un momento de debilidad. Y nosotros nos permitimos añadir que el recuerdo de esta dolorosa experiencia no tuvo que ser ajeno a las motivaciones que más tarde indujeron a Germán en su firme resistencia a las innovaciones iconoclastas de León III.

4. Oikonomia es la p a l a b r a u s a d a p o r nues t ras fuentes p a r a ex ­

p re sa r este p e n s a m i e n t o .

5. E s t a o p i n i ó n es tá c o n f i r m a d a p o r u n a car ta q u e el Pa t r ia rca

J u a n esc r ib ió al P a p a C o n s t a n t i n o V p a r a jus t i f icarse , i n d i c a n d o q u e ,

en rea l idad , se hab ía t r a t ado de una c o n c e s i ó n de pa l ab ra s y n o d e

c o n t e n i d o sus tancia l .

Page 12: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

10 INTRODUCCIÓN

En el 715, el emperador Anastasio, que había destro­nado a Filípico en el segundo año de su gobierno, llamó a Germán para que ocupase la cátedra, entonces vacante, del patriarcado de Constantinopla. Y aunque el trasladar a un obispo de una sede a otra fuese una práctica común en el Imperio Bizantino, era contrario a los cánones eclesiásticos. Probablemente por este motivo, las fuentes ponen su acento en el consenso unánime que acompañó la elección de Germán como patriarca, con la adhesión, incluso, del representante del Papa en Constantinopla. Además, la Vida se detiene mucho en la fuerte insisten­cia que hubo de ejercerse en Germán para que aceptase este traslado, aunque constituyese para él la mayor pro­moción posible. En conjunto, y por todas las informa­ciones que han llegado hasta nosotros, nos parece que Germán era un personaje relevante que gozaba de am­plia estima, tanto en los ambientes de la corte como en los religiosos.

En el puesto de mayor autoridad religiosa del Impe­rio, Germán empleó enseguida, con buenos fines, toda su influencia y su capacidad mediadora para limitar las consecuencias dolorosas de dos insurrecciones anti-im-periales que se verificaron poco después de su elección y para agilizar la transmisión del poder entre la parte per­dedora y la victoriosa (Teodosio III, en el 716 y León III, en el 717). Y parece ser que en este período fue tam­bién mediador en un tratado de paz entre bizantinos y búlgaros. Esta actividad diplomática con el fin de llegar a la pacificación, puede muy bien ser considerada como un componente de su compromiso pastoral que le lleva­ba a contribuir a la tutela del pueblo cristiano. Además, por lo que se refiere a la acción directa en el campo más específicamente eclesial y a la cura de almas, las fuentes más fiables nos proporcionan sólo algunos indicios para conocer la preocupación de Germán por la unidad del

Page 13: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 11

«pueblo de Cristo» y su intervención directa en la admi­nistración de los sacramentos 6. Y, a pesar de todo, nos parece que estas pocas indicaciones esporádicas encuen­tran una válida verificación y una ampliación en el testi­monio que nos proporcionan los escritos que han que­dado de Germán, pues demuestran, por una parte, que dedicó mucha atención al problema de las divisiones in­ternas de la Iglesia suscitadas por los errores doctrinales y, por otra, que cuidó atentamente la predicación y tuvo un gran sentido de la importancia de la vida litúrgica y sacramental, a la cual -como él mismo escribió con un acertado lenguaje bíblico- el pueblo cristiano se acerca «como un ciervo sediento a la fuente de las aguas».

Pero la fama de Germán y la veneración que rodeó enseguida su nombre en la tradición greco-bizantina están unidas principalmente a la postura firme que asu­mió durante el primer período de la Iconoclastia bizan­tina. Por lo que sabemos, los primeros años de gobierno del emperador León III, que subió al trono en el 717, transcurrieron sin contrastes entre el patriarca y el em­perador, que no dio el menor signo de querer instaurar ninguna novedad en la vida religiosa del Imperio. En otras ocasiones hemos indicado las dificultades que los estudiosos modernos han tenido para descubrir las pri­meras trazas de la lucha por las imágenes cristianas que sacudió durante muchos años a toda la cristiandad bi­zantina7. Sin repetirnos inútilmente, por lo que se refiere

6. E s t a s not ic ias se refieren al c o m p r o m i s o de G e r m á n p a r a r e s ­

tablecer la u n i ó n eclesial c o n los a r m e n i o s , y a a l g u n o s m o m e n t o s del

b a u t i s m o del n iño E s t e b a n , fu tu ro már t i r de la I conoc las t i a , p o r pa r t e

de G e r m á n . L a e x p r e s i ó n « p u e b l o de C r i s t o » apa rece f recuen temen­

te en s u s esc r i tos .

7. Cf . m á s rec ien temente la b reve e x p o s i c i ó n de es ta lucha has ta

su c o n c l u s i ó n en la I n t r o d u c c i ó n del v o l u m e n 36 de la C o l e c c i ó n ita-

Page 14: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

12 INTRODUCCIÓN

a Germán podemos afirmar que, a pesar de su edad avanzada, él fue el alma de la resistencia y que, cuando desaparece de la escena, la acción imperial se desarrolló sin titubeos y sin velos, con toda su fuerza.

A las primeras insinuaciones de la nueva política re­ligiosa del emperador hubo revueltas armadas, pero puede considerarse con buen fundamento que Germán permaneció ajeno, tanto porque las fuentes no dicen nada de cualquier apoyo suyo, como porque -de lo con­trario- el emperador hubiese hecho todo lo posible por desembarazarse enseguida del incómodo patriarca.

Por el contrario, sabemos con certeza que Germán intervino enseguida en el campo propiamente eclesiásti­co nada más tener noticias de que algún obispo trabaja­ba para introducir novedades contra las imágenes cristia­nas. Y como testimonio inmediato tenemos sus tres Cartas, de las que hablaremos más adelante. Una huella de la reprobación de Germán hacia las nueva intenciones del emperador nos la proporciona también la homilía pronunciada por el patriarca con motivo de la celebra­ción del décimo aniversario de la liberación de Constan­tinopla del asedio árabe; él, agradeciendo a la Virgen su protección a la capital en aquella ocasión, no hace men­ción alguna de la acción del emperador, que también había conducido a las tropas a la victoriosa defensa.

Por su parte, León III, después de la experiencia de la primera revuelta, actuó gradualmente y con circuns­pección trabajando también para aislar progresivamente a sus opositores más válidos y para disminuir el radio de

l iana « C o l l a n a di test i pa t r i s t i c i» : G i o v a n n i D a m a s c e n o , Difesa delle inmmagini sacre, C i t t á N u o v a , R o m a 1983 ( q u e reúne la t r a d u c c i ó n y el c o m e n t a r i o de los t res d i s c u r s o s de J u a n D a m a s c e n o , Contra los que calumnian las santas imágenes).

Page 15: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 13

influencia. De esta forma, Germán padeció también el dolor de verse abandonado por un cercano colaborador que había sido discípulo suyo, Anastasio, a quien el em­perador había prometido la sucesión de la sede patriarcal en lugar del propio Germán. A pesar de ello, él perma­neció firme en su abierta oposición, y tenemos incluso noticias de un encuentro-choque suyo con el emperador en el que parece ser que tuvo la firmeza de advertir al soberano que si seguía por ese camino, se convertiría en el precursor del Anticristo profetizado por las Escritu­ras. Por fin, constatada la imposibilidad de doblegar al indómito anciano, León III recurrió a la fuerza. A prin­cipios del 730, reunió un Silention, o sea, una reunión de los más altos dignatarios que constituían una especie de Consejo de Estado, que obligó a Germán a intervenir imponiéndosele que suscribiese un decreto contra las imágenes cristianas. En contra de ello, el viejo patriarca repitió sus razones y su profesión de fe y -según el his­toriador más cercano a su época- se despojó de las in­signias de su dignidad patriarcal, mientras pronunciaba la digna afirmación, destinada a tener amplia fama en la tradición oriental: «Si soy Jonás, arrojadme al mar8; pero sin un concilio ecuménico, oh soberano mío, no me es posible establecer una nueva doctrina». Y, por consi­guiente, se retiró a sus posesiones familiares de Plata-nion, cerca de Constantinopla, donde transcurrió la últi­ma etapa de su vida y escribió -según sus recuerdos de estudios y vida, pero sin poder consultar ni archivos ni bibliotecas- un pequeño tratado histórico sobre las here­jías que habían agitado a la Iglesia, hasta la más reciente

8. O sea, si c o n s i d e r a s q u e y o s o y el o b s t á c u l o de tu c a m i n o ,

p u e d e s d e s e m b a r a z a r t e d e m í , c o m o h i c i e r o n l o s m a r i n e r o s c o n

J o n á s , q u e era o b s t á c u l o p a r a su navegac ión .

Page 16: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

14 INTRODUCCIÓN

de los iconoclastas. Las fechas que se proponen más fre­cuentemente como las de su muerte oscilan entre el 730 y el 733; el día del año pudo haber sido el 12 de mayo, en el que se celebra su recuerdo eclesial desde las prime­ras noticias que han llegado a nosotros de su inclusión en la liturgia de la Iglesia.

La renuncia de Germán al Patriarcado, tal como se produjo, puede considerarse perfectamente como una destitución forzosa más que como una dimisión. El his­toriador que hemos citado no habla de las violencias corporales sufridas por Germán durante los últimos acontecimientos. Sin embargo, muy pronto se difundió la noticia de los golpes que recibió de los soldados de la escolta, e incluso del mismo emperador; testigo de ello es Juan Damasceno quien, escribiendo poco tiempo des­pués de estos acontecimientos, haba de Germán «golpe­ado y exiliado» 9. De todas formas, sea o no cierto esto último, lo que es indudable es que la violencia moral a la que fue sometido Germán resultó muy fuerte, prolon­gándose por lo menos durante cinco años. Y consideran­do también su avanzada edad -por lo menos ochenta años, e incluso cerca de noventa-, hay que reconocer que, con razón, su acción de aquellos años ha quedado en la tradición como un heroico ejemplo de firmeza frente a la arbitraria intervención del poder imperial en la vida religiosa 1 0.

9. D i s c u r s o I I , 12 (op. cit. p á g . 104) . P o r el con t ra r io , ha de re ­

c h a z a r s e s in la m e n o r d u d a la not ic ia t a m b i é n p o s t e r i o r d e su m u e r ­

te v io len ta p o r a h o g a m i e n t o .

10. P u e d e r e c o r d a r s e q u e el in s igne e s t u d i o s o del C r i s t i a n i s m o

a n t i g u o y de la h i s tor ia del d o g m a . A . H a r n a c k , de tendenc ia p r o t e s ­

tante l iberal y , p o r cons igu i en t e , ajena al cu l to de las imágenes c r i s ­

t ianas , l l egó a af i rmar q u e la res i s tenc ia con t r a los i conoc l a s t a s fue

t a m b i é n « u n a lucha p o r la l iber tad d e la I g l e s i a » .

Page 17: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 15

El alejamiento del patriarca abrió las puertas al pleno despliegue de la política iconoclasta. Por el momento, Germán fue un vencido. Parece aceptable la noticia de que sus escritos fueron quemados por orden del empera­dor (más tarde, a su vez, los defensores de las imágenes hicieron lo propio con los escritos de los iconoclastas). Es cierto que sobre su nombre recayó bien pronto la acusación de herejía, como confirmó el Sínodo icono­clasta de Hiera, que fue convocado en el 754 por Cons­tantino, hijo y sucesor de León III, y pronunció el ana­tema no sólo contra Germán, sino también contra Juan Damasceno y Jorge de Chipre. Sin embargo, el VII Con­cilio Ecuménico del 887 (II Concilio de Nicea), que vol­vió a establecer el culto a las imágenes cristianas, rehabi­litó la memor ia de Germán c o m o campeón de la ortodoxia. Las actas del Concilio nos proporcionan tam­bién el primer testimonio histórico sobre la veneración hacia él; y ésta adquirió mayor impulso después del final de la segunda fase de la Iconoclastia, con el restableci­miento definitivo de los iconos en el Concilio del 843 y la proclamación de la fiesta de la Ortodoxia. La imagen más antigua que tenemos de Germán nos la ofrece un mosaico de Santa Sofía, en Constantinopla, que se re­monta al siglo IX.

Los escritos de Germán

Los conocimientos actuales sobre la producción li­teraria de Germán nos permiten afirmar que trabajó en varios campos de la literatura religiosa; en el teológico, en el histórico, en el litúrgico, en el homilético y, final­mente, en el epistolar, unido a su función de patriarca. Pero puede también decirse con certeza que una parte de sus escritos es todavía desconocida por nosotros, o

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16 INTRODUCCIÓN

porque se ha perdido definitivamente1 1, o porque aún no ha sido reconocida dentro de todo el patrimonio li­terario bizantino editado o inédito que hoy se encuen­tra a disposición de los estudiosos. Indicaremos breve­mente las obras que hoy se consideran verdaderamente suyas.

En el campo teológico nos encontramos un breve tratado suyo, en forma de diálogo, Sobre el final de la vida, que a pesar de la dificultad del tema es fácil de leer. Afronta la relación entre la muerte del hombre y la pro­videncia divina. Sabemos también con certeza que escri­bió otro pequeño tratado -actualmente perdido- para rechazar la atribución a Gregorio de Nisa de la doctrina origeniana de apocatástasis, o sea, de la recapitulación de todo el universo y de la consiguiente temporalidad de las penas del infierno. Finalmente, se refieren a discusiones teológicas las cuatro Cartas, ciertamente suyas, que nos han llegado: las tres Cartas sobre el culto de las imáge­nes cristianas, que se hallan traducidas en este volumen, y a las que nos referiremos más adelante, y una A los ar­menios, que ha llegado hasta nosotros en su traducción armenia. Esta última se propone llevar a los armenios a su unión con la Iglesia Católica; éstos no aceptaban las decisiones del Concilio de Calcedonia sobre las relacio­nes entre la naturaleza divina y la naturaleza humana en el Verbo de Dios encarnado; como consecuencia, Ger­mán se preocupa de explicar estas decisiones y, simultá­neamente, de rechazar la herejía monofisita (prevalencia, en Cristo, de la naturaleza divina sobre la humana). Al parecer, esta Carta tuvo una buena acogida y gracias a

1 1 . E n t r e o t ras c o s a s , se r ecue rda la not ic ia , q u e y a h e m o s ind i ­

c a d o an te r io rmen te , s o b r e la c o n d e n a a la des t rucc ión , q u e e m a n ó de

L e ó n I I I , con t r a t o d o s los escr i tos de G e r m á n .

Page 19: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

INTRODUCCIÓN 17

ella comenzó un movimiento de unión que, sin embar­go, no duró mucho.

En el campo histórico-religioso, durante el último período de su vida, Germán escribió una breve reseña sobre Los santos sínodos y las herejías, que presenta sin­téticamente una sucesión de herejías que sacudieron a la Iglesia, con sus promotores, sus adversarios y los Conci­lios que las condenaron. Comenzaba por Simón Mago y los maniqueos y llegaba hasta los comienzos de los ico­noclastas, de los que Germán poseía un conocimiento directo en los momentos en que escribía. Es un obra que presenta también errores y lagunas, que en parte fueron causados por el aislamiento de Germán y, por consi­guiente, por la dificultad de tener que escribir sólo a base de recuerdos de estudios y de su experiencia perso­nal. A pesar de ello, muchos estudiosos modernos la ca­lifican de «pequeña joya», como la consideró hacia la mitad del siglo pasado un insigne estudioso de la anti­güedad, como fue el cardenal Angelo Mai.

En lo referente a la homilética, consideramos que pueden ser atribuidas con seguridad a Germán las siete Homilías de contenido mariano, de las que hablaremos más adelante de manera particular; pero no hay duda de que él compuso muchas más, y los estudiosos han loca­lizado ya algunas otras que se atribuyen a Germán y que con toda probabilidad son suyas.

En el campo litúrgico, la intervención literaria de Germán se aplicó en las dos direcciones de la poesía y de los tratados, pero también aquí estamos aún en los lími­tes de un conocimiento incompleto. De hecho, en lo que se refiere a la poesía litúrgica, sabemos con seguridad que Germán se dedicó mucho a ésta y con buenos resul­tados; de todas formas, comúnmente se reconoce que las composiciones atribuidas, por ahora, a él (un centenar de Sticari y veinticuatro Cánones litúrgicos) constituyen

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18 INTRODUCCIÓN

sólo una parte, y posiblemente no sea la mayor, de su producción en este campo. En el caso de los tratados li­túrgicos, en la tradición manuscrita, el nombre de Ger­mán va unido muchas veces a la Historia eclesiástica y teoría mística, la cual, con un título bastante impropio, contiene un comentario con explicaciones mítico-alegó-ricas de las misas de san Basilio, de san Juan Crisóstomo y de los Presantificados, y constituye un documento muy relevante para la historia de la liturgia. Y aunque aún no esté aclarado el problema de la formación del texto actual, parece seguro que Germán intervino en ello, aunque hoy por hoy no pueda precisarse la medida de su aportación. En conjunto, se revela que esta obra se preocupa por poner al nivel de los fieles una explicación espiritual y doctrinal de los símbolos litúrgicos y del misterio eucarístico y, por consiguiente, también por esta inspiración suya corresponde a la misma espirituali­dad pastoral que veremos emerger en las Homilías y Cartas de Germán.

Las Homilías mariológicas de Germán y su referencia a los apócrifos

En la tradición manuscrita que ha llegado hasta no­sotros las Homilías mariológicas de Germán son siete: dos celebran la fiesta de la Presentación de María en el templo 1 2; una, la Fiesta de la Anunciación del ángel a María 1 3; tres, la fiesta de la Asunción de María al cielo 1 4;

12. Para el ingreso de la Santísima Madre de Dios, I y I I .

13. Para la anunciación de la Santísima Madre de Dios

14. C o n p e q u e ñ a s va r iac iones entre los tres t í tu los , Sobre la ve-

neradísima Dormición de la Santa Madre de Dios I, II y I I I : s in e m -

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INTRODUCCIÓN 19

una, la celebración anual de la Dedicación del Templo consagrado a María en Constantinopla, en donde se creía que estaba custodiado el cinturón de la Virgen y los pañales con los que envolvió a su divino Hijo 1 5 .

Enseguida puede verse que, entre estas Homilías, sólo una, la de la Anunciación, se refiere directamente a un hecho narrado en los Evangelios (Marcos y Lucas), mientras que otra - la de la Dedicación- se refiere a un episodio verificado históricamente en la comunidad cris­tiana en tiempos relativamente recientes. Por el contra­rio, las otras cinco se refieren a momentos de la vida de María de los que no se encuentra la menor referencia en los textos sagrados; en realidad, las fiestas celebradas por ellos se habían ido afirmando a lo largo de los siglos sobre la base de la tradición, considerada oficialmente por la Iglesia como auténtica y divinamente inspirada.

A pesar de todo esto, estas fiestas se habían converti­do en fiestas plenamente reconocidas, y cuando Germán escribió sus Homilías, éstas constituían ya desde hacía tiempo parte integrante de la liturgia de la Iglesia greco-bizantina. Estas celebraciones -excluida la fiesta de la Dedicación, que tenía un motivo exclusivamente cons-tantinopolitano- se afirmaron también en el Occidente latino, aunque la de la Presentación fue la más tardía, y su reconocimiento tuvo también algunas dificultades en el curso del movimiento reordenador promovido en Oc­cidente por el Concilio de Trento en el siglo XVI. El día

b a r g o , hay q u e p rec i sa r q u e , en la r edacc ión de G e r m á n , la I y la II

cons t i tu ían u n a so l a H o m i l í a .

15 . Para la Dedicación del venerado templo de la sumamente

Santa nuestra Señora Madre de Dios, y por los Santos Pañales de

Nuestro Señor Jesucristo ( pe ro se ce lebra t a m b i é n el c íngu lo de la V i r ­

gen, del q u e no hab la el t í tu lo) .

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20 INTRODUCCIÓN

de estas celebraciones es idéntico tanto en Oriente como en Occidente: la Presentación de María en el templo, el 21 de noviembre; la Anunciación, el 25 de marzo; la Asunción al cielo, el 15 de agosto; la Dedicación de la Iglesia en la que se hallaban custodiados el cinturón de María y los pañales de Jesús se conmemoraba en Cons-tantinopla el 18 de diciembre.

Las dos Homil ías para la Presentación, la de la Anunciación y la tercera de las de la Asunción, se alar­garon en buena parte con momentos y episodios de la vida de María que no se narran ni en los Evangelios ni en ningún otro escrito del Nuevo Testamento. Por otra parte, tampoco puede decirse que se los imaginó Ger­mán. En realidad, él los tomó de algunos de los escritos que hoy los estudiosos engloban entre los denominados Apócrifos y que fueron escritos en épocas diferentes a partir de la mitad del siglo II, casi siempre por uno de estos dos motivos: o para salir al encuentro del deseo es­pontáneo de los fieles de estar más informados de algu­nos períodos de la vida de Jesús, de María y de algunos de los apóstoles, o bien para dar fundamento a interpre­taciones particulares del mensaje cristiano (apócrifos con tendencias heréticas). Sólo algunos entre los más anti­guos presentan ciertas noticias que pueden ser conside­radas históricamente aceptables o verosímiles, pero en general, éstos no ofrecen la menor garantía de credibili­dad de los acontecimientos que narran.

A pesar de todo, estos escritos son históricamente importantes, aunque no lo sean por la veracidad de sus narraciones. De hecho -aparte los detalles y el desarrollo de los acontecimientos narrados- éstos son un testimo­nio de fe y de espiritualidad. Por una parte, testimonian la creencia en los puntos fundamentales de la fe cristiana en los que se inspiran. Por otra, con su difusión e in­fluencia en los escritores posteriores, no sólo reflejan la

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INTRODUCCIÓN 21

persistencia de dicha fe, sino que testimonian también algunas formas con las que esta fe se ha sentido y articu­lado en ciertos períodos históricos y en círculos más o menos amplios de las distintas comunidades cristianas. Además, algunos de ellos han sido, a su vez, también ha­cedores de historia, pues han contribuido a la persisten­cia y difusión de las tradiciones -digámoslo as í - ex-trahistóricas de las que son testigos. Por dar aunque sólo sea dos ejemplos, piénsese en la gruta de la Navidad o en la figura de san José con barba de persona anciana y con un largo bastón en su mano; ambas se derivan precisa­mente de un antiquísimo apócrifo conocido hoy como el Protoevangelio de Santiago, a pesar de que todos sabe­mos bien con qué intensidad han estado presentes en el sentimiento y en la actividad artística del pueblo cristia­no hasta hoy.

Actualmente, los apócrifos a los cuales se refieren una buena parte de las Homilías mariológicas de Ger­mán son tres: el Protoevangelio de Santiago, el Tránsito de María, falsamente atribuido a Melitón de Sardes, y la Dormición de Nuestra Señora, la Madre de Dios y siem­pre Virgen María, del Arzobispo Juan de Tesalónica. Y es necesario que sinteticemos aquí brevemente su narra­ción, pues de lo contrario, sin este presupuesto, la lectu­ra de las Homilías de Germán quedarían mutiladas e in­cluso indescifrables; además, sin el conocimiento de estos antecedentes literarios y culturales no se entende­ría la manera con la que Germán se integra en la tradi­ción y la utiliza para influir en el espíritu religioso de sus oyentes.

El Protoevangelio de Santiago introduce al lector di­rectamente en el desarrollo de los acontecimientos y en­seguida presenta al matrimonio de Joaquín y Ana, que sufren a causa de la esterilidad de su unión y también por las manifestaciones de deshonor de que son objeto

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22 INTRODUCCIÓN

por parte de los demás israelitas (que consideraban la falta de hijos como un castigo o una maldición prove­nientes directamente de Dios). Joaquín se retira al de­sierto, transcurriendo allí cuarenta días de ayuno y ora­ción para implorarle a Dios el don de un hijo. También Ana, que se queda en casa, eleva continuos lamentos y oraciones por el mismo motivo, hasta que un ángel le anuncia que ha terminado su esterilidad; como agradeci­miento, ella promete que consagrará su futura prole al Señor para que le sirva durante toda su vida. Llega en­tonces el nacimiento de María, y cuando cumple tres años, sus padres la llevan al templo para cumplir dicha promesa. María transcurre su niñez en el templo, sin alejarse nunca de él, siendo alimentada misteriosamente por un ángel. Cuando cumple los doce años, los sacer­dotes consideran necesario alejarla del templo, y su jefe Zacarías, después de haberle pedido inspiración a Dios, ordena que los «viudos del pueblo» se reúnan trayendo cada uno una vara. Después de la bendición, José recibe en último lugar su vara y sobre ésta se posa una paloma. Por consiguiente, y a pesar de su perplejidad -que él manifiesta en virtud de su avanzada edad- se le confía la custodia de María para que conserve su ser Inmaculado en su casa. Pero, mientras José está ausente a causa de su trabajo como carpintero, un ángel se le aparece a María, que está también trabajando en la confección de un velo que le han encargado los sacerdotes del templo, y le anuncia que concebirá un hijo. María manifiesta al prin­cipio, su sorpresa y su miedo, pero después acepta hu­mildemente la voluntad del Señor. Entonces va a casa de su prima Isabel y se queda con ella tres meses, pero se va de allí y se retira en su casa para esconder la eviden­cia de su embarazo. Pero José, a su vuelta, no puede ig­norar el estado de María. Después del disgusto inicial y de los primeros reproches, acepta las palabras de discul-

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INTRODUCCIÓN 23

pa de María aunque, por otra parte, se preocupa por las reacciones de los demás israelitas cuando conozcan la verdad y lo consideren a él y a María culpables de haber quebrantado la consigna que les habían hecho los sacer­dotes. En realidad sucede así y, para verificar la sinceri­dad de las disculpas de María y José, los sacerdotes les someten a la prueba del agua 1 6; pero una vez superada ésta, los mandan libres a su casa.

Después se describen las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús. Con ocasión del empadronamien­to ordenado por César Augusto, José emprende viaje a Belén con María y con los hijos de su primer matrimo­nio. Durante el viaje, le llega a María el tiempo de dar a luz y, para esto, ella se retira a una gruta, en donde da a luz a un niño, siendo asistida por una comadrona que se presenta ocasionalmente y que es testigo de su perpetua virginidad. Y mientras la Santa Familia se dispone a pro­seguir el viaje hacia Belén, llegan a la gruta los magos, que vienen a adorar al niño. Pero, el rey Herodes, adver­tido del nacimiento en Belén del futuro rey de los judíos, ordena la matanza de todos los recién nacidos hasta la edad de dos años. María, para salvar a su hijo, se aleja del lugar en el que ha dado a luz, y también Isabel logra sal­var milagrosamente a su hijo Juan. Pero el padre de éste, Zacarías, es asesinado como castigo, por haber hecho que su hijo escapase de la matanza. Y con su martirio se cie­rra la narración, mientras el autor se da a conocer como Santiago, que se ha retirado al desierto hasta el final del desconcierto provocado por el feroz edicto de Herodes, y allí escribe su narración.

N o nos vamos a detener aquí en subrayar los añadi­dos o las divergencias respecto a la narración evangélica,

16. Cf . N m 5, l l s s .

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24 INTRODUCCIÓN

pero queremos señalar que este escrito se remonta -por lo menos en buena parte- a la mitad del siglo II y fue conocido también por Orígenes, el mayor escritor y hombre de cultura de la cristiandad en la época de las persecuciones.

A su vez, en lo que se refiere a los dos apócrifos sobre la muerte de María, será suficiente detenerse en la Dormición, escrita por Juan de Tesalónica, por ser el más amplio, y en la que parece que Germán se basó más a menudo. Respecto a la Anunciación, narrada en el Protoevangelio de Santiago, aquí el relato de las cir­cunstancias que acompañaron a la muerte de María es menos complejo. El hecho se desarrolla de manera más lineal. El «gran ángel» se acerca a María para preanun-ciarle su próxima muerte y para entregarle una palma que ella deberá dar a los apóstoles para que con ella acompañen su funeral. Después de haber ido al Monte de los Olivos, donde tendrá un coloquio con el ángel, María vuelve a casa y allí reza al Señor para que en la hora de la muerte la proteja de los espíritus malignos y venga El mismo a tomar su alma. Luego llama a sus pa­rientes y conocidos y les informa del mensaje del ángel, pidiéndoles que le hagan compañía durante los siguien­tes tres días en oración, cantos y palabras de alabanza a Dios. Mientras están en ello, llegan primero los once apóstoles que quedaron tras la traición de Judas y el apóstol Pablo, precedidos por un «trueno tremendo» y siendo transportados hasta allí cada uno en una nube. Juan, que -al llegar pr imero- ha sido informado por María, lo comunica a sus compañeros, y a la mañana si­guiente se reúnen con María y pasan así el día. Transcu­rrida la noche -que en la narración está ocupada por una larga predicación de Pedro-, a la aurora siguiente, María se acuesta en su cama rodeada por los apóstoles. Hacia las nueve, precedido por un fuerte trueno y

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INTRODUCCIÓN 25

acompañado por un intenso perfume que hace que se duerman todos excepto María, los apóstoles y las tres vírgenes presentes, el Señor viene al encuentro de su Madre y lleva su alma al cielo.

Pedro, los apóstoles y las tres vírgenes preparan el cuerpo de María para los funerales e inician el cortejo fúnebre. Pero éste es interrumpido por el asalto de un grupo de judíos guiados por uno de sus sacerdotes. Los asaltantes son afectados por una ceguera total, mientras que el sacerdote, que llega con sus manos hasta el féretro para tirarlo, ve que sus manos quedan pegadas a éste y separadas del resto del cuerpo, junto al antebrazo. Ante su dolor y su miedo, Pedro logra obtener de él una sin­cera profesión de fe en Cristo, y lo sana. Y después lo envía a sanar también, mediante una parte de la palma, a los otros judíos cegados que manifiestan su arrepenti­miento y, persuadidos por sus palabras, profesan su fe en Cristo. Por su parte, los apóstoles, siguiendo las indica­ciones del Señor, depositan el cuerpo de María en un se­pulcro nuevo, a las afueras de la ciudad, y allí se quedan custodiándolo durante tres días. Al final del tercer día vuelven a abrir el sepulcro para realizar un acto de vene­ración de los restos, pero se dan cuenta de que en el se­pulcro sólo han quedado las sábanas, mientras el cuerpo de María, «había sido transportado por Cristo Dios, en­carnado en ella, a la herencia eterna».

Esta es la secuencia de los acontecimientos narrados sobre los últimos días de María. Pero para comprender la utilización de esta fuente por Germán, hay que añadir que en la narración se incluyen una serie frecuente de in­vocaciones y oraciones, o de diálogos, provocados por los distintos momentos del relato (María y el ángel, María y los apóstoles entre ellos, María y el Señor, Pedro y el sacerdote judío). Y son estos elementos los que dan a la narración un ambiente espiritual y elevan la materia-

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26 INTRODUCCIÓN

lidad de los acontecimientos a un nivel maravilloso-so-brenatural, en el que - a través y por méritos de María-entre el cielo y la tierra no existe división ni oposición, sino que se lleva a cabo un cambio de la Madre de Dios 1 7

consolador y tranquilizador para los fieles.

La teología y la espiritualidad de las Homilías marioló­gicas

Las Homilías de Germán tienen una gran importan­cia en la historia de la teología y de la espiritualidad ma­ñana.

Tanto en la Iglesia Católica como en las Iglesias greco-orientales que no están en plena comunión con ella, se sabe que la mariología puede utilizar sólo unas pocas indicaciones explícitas de las Escrituras y, por consiguiente, antes de que algunos puntos referentes a María fuesen oficialmente definidos por la fe del pue­blo de Dios, ha sido necesaria, a través de los siglos, su sedimentación y su persistencia en la vida litúrgica y en la doctrina comúnmente afirmada por los Padres. Así es en el caso de la plena maternidad de María del Verbo

17. L a na r rac ión p r e s e n t a d a del Tránsito de María es m á s breve .

L a ún ica d i ferencia re levante es q u e el d e s c e n d i m i e n t o de J e s ú s se c o ­

loca n o de lan te de la p re senc i a de M a r í a , aún v iva , s i no ante su s e ­

p u l c r o , d e s p u é s del d e s c e n d i m i e n t o . A q u í , J e s ú s ce lebra c o n s e j o c o n

sus d i s c í p u l o s p a r a ped i r l e s su pa rece r s o b r e la suer te q u e ha de c o ­

rrer el c u e r p o de su M a d r e (conv iene r eco rda r q u e és tos hab í an rec i ­

b i d o de el E l la p r o m e s a d e sen ta rse a j u z g a r a las d o c e t r ibus de I s ­

rael ) . L o s a p ó s t o l e s r e s p o n d e n q u e es j u s t o q u e , al igual q u e É l ha

t r iunfado de la muer t e , su M a d r e n o d e b e sufrir la c o r r u p c i ó n del

c u e r p o en el s e p u l c r o ; y , p o r cons igu ien te , E l a s u m e c o n s i g o en el

c ie lo t an to el a l m a c o m o el c u e r p o de M a r í a .

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INTRODUCCIÓN 27

de Dios encarnado (y por tanto, la denominación de María como Madre de Dios) que fue reconocida por el Concilio Ecuménico de Efeso, en el 431, después de trabajosas vicisitudes que ni siquiera terminaron a la conclusión del Concilio (a este problema puede unirse el aún más decisivo de la presencia de la plena divini­dad y la plena humanidad en la persona del Verbo en­carnado). Y tuvieron que pasar más de mil años antes de que en 1854 la Iglesia Católica proclamase con una definición dogmática la Inmaculada Concepción de María (o sea, su inmunidad del pecado original) y, en 1950, su Asunción al cielo en cuerpo y alma después de su muerte.

A lo largo de este desarrollo doctrinal-religioso, las Homilías de Germán ocuparon el lugar de testimonios decisivos para la existencia del culto y para las creencias sobre María en la vida de la comunidad cristiana. A más de doce siglos de su muerte fueron citadas más de una vez en el Concilio Vaticano II entre las «fuentes» de sus afirmaciones doctrinales en el capítulo VIII 1 8 , que con­cluye la constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia. Los puntos específicos por los que se cita a Germán explícitamente son la inmunidad de María de toda mancha de pecado 1 9 , su Asunción a los cielos 2 0 y su constante intercesión 2 1. Pero podemos también decir

18. É s t e se t i tula « L a san t í s ima V i r g e n M a r í a , M a d r e de D i o s , en

el m i s t e r io de C r i s t o y de la I g l e s i a » .

19. Cf . Lumen gentium V I I I , 56: la i n m u n i d a d de M a r í a del p e ­

c a d o or ig inal , s i e n d o E l l a « c o m o p l a s m a d a y hecha u n a nueva cr ia tu­

ra p o r el E s p í r i t u S a n t o » .

20 . C f . I b id . V I I I , 59 : la A s u n c i ó n d e s p u é s d e la m u e r t e « e n

c u e r p o y a l m a a la g lor ia celest ial » .

2 1 . Cf . Ib id . V I I I , 6 2 : la in te rces ión p o r la q u e E l l a « c o n t i n ú a

o b t e n i é n d o n o s los d o n e s de la sa lvac ión e t e rna» .

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28 INTRODUCCIÓN

que en las afirmaciones mariológicas del Vaticano II en­contramos toda la función y la posición que Germán in­dica para María en la economía de la salvación. Y tanto para el simple fiel como para el estudioso de la historia religiosa, es interesante comprobar cómo un punto doc­trinal puede seguir nutriendo el culto, la fe y la sensibi­lidad del pueblo de Dios, mientras que se dejan a un lado incrustaciones legendarias, manifestaciones exter­nas y categorías expositivas, que están cronológicamen­te condicionadas y, por el contrario, el núcleo funda­mental s igue viviendo, a través del t iempo, en la conciencia cristiana.

Por lo que se refiere a la inspiración básica de la que cobran vida las afirmaciones de Germán sobre María, se nota que todas se centran en la maternidad divina de María, partiendo de ella y refiriéndose constantemente a ella. En Germán encuentran poco eco las ásperas lu­chas que en la primera mitad del siglo V se centraron en la posibilidad de asignar a María el calificativo de Theo-tókos, Madre de Dios . Este término forma parte del aire mismo que los cristianos respiraban, y éste consti­tuye no un punto de llegada de una demostración teo­lógica sino que, por el contrario, representa el punto de referencia para justificar otras afirmaciones, para que ciertas comparaciones puedan ser aceptadas y determi­nadas leyendas puedan encontrar carta de ciudadanía o, por lo menos, puedan ser escuchadas. Y, además, con la maternidad divina de María se relaciona directamente su virginidad, como dicen los teólogos occidentales, ante partum, in partu, post partum. En las Homilías de Germán, el calificativo de Aeipárthenos, «siempre vir­gen», es frecuente, solo o junto al de Madre de Dios, pero, más allá de la expresión materialmente empleada, para él, maternidad divina y constante virginidad de María constituyen un único concepto compuesto por

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INTRODUCCIÓN

dos miembros que se relacionan recíprocamente con conexiones directas 2 2.

Pero en las Homilías de Germán, el calificativo de «siempre virgen Madre de Dios» no queda aislado. Alre­dedor de éste giran, y a éste están conectadas en estrecha derivación otras prerrogativas, entre las cuales las más importantes son las que hemos indicado en relación con el Vaticano II: la inmunidad de María del pecado origi­nal, su Asunción al cielo y su papel de mediadora. Bas­tará algún ejemplo para comprender el punto de vista desde el que Germán la presenta a su auditorio.

Por lo que se refiere a la primera, Germán sólo rara­mente y de paso toca este tema con una perspectiva ne­gativa, subrayando que el pecado no afecta a María, ni siquiera en su forma de pecado transmitido hereditaria­mente a los hijos de Adán de generación en generación. La afirmación dominante es la positiva, o sea, la exalta­ción de lo extraordinario de María, de su pureza de cualquier defecto moral, de su ser inmaculada, de su su­perioridad y de su excepcionalidad entre todas las cria­turas. Esta firme convicción es expresada continuamen­te con una serie de adjetivos y de imágenes que ahora sería superfluo repetir, pero de los que es importante subrayar la tendencia hacia la totalidad y hacia lo abso­luto. Así como en el momento de la Anunciación Ger-

22 . A u n q u e los E v a n g e l i o s af i rmen exp l íc i t amente s ó l o la c o n ­c e p c i ó n virginal de J e s ú s p o r pa r t e d e M a r í a , la p e r s u a s i ó n de q u e E l l a p e r m a n e c i ó v i rgen el r e s to de su v ida se a f i rmó m u y p r o n t o en la sens ib i l idad cr is t iana. E l Protoevangelio de Santiago - c o m o h e m o s v i s t o - es u n a n t i g u o t e s t i m o n i o de el lo, c o n el rel ieve q u e , en u n d e ­t e r m i n a d o m o m e n t o de la na r rac ión , d a a la f igura de la c o m a d r o n a ( G e r m á n , a u n q u e se ref iere a es te e sc r i t o en su H o m i l í a s o b r e la A n u n c i a c i ó n , o m i t e de l i cadamen te es te e p i s o d i o , p e r o no p o r el lo r e ­nunc ia a la conv icc ión q u e cons t i t uye el f u n d a m e n t o de és te) .

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30 INTRODUCCIÓN

man afirma que el ángel encuentra a María «totalmente entera, toda pura e intachable», así en la Homilía que encontramos al final existe casi el sello pero también el criterio inspirador de todo aquello que él afirma sobre lo excepcional de María respecto a las otras criaturas: «Oh Madre de Dios, todo lo que se refiere a ti es extra­ordinario, todo está por encima de la naturaleza, todo sobrepasa nuestro lenguaje y nuestras fuerzas».

Como es sabido, la Escritura nada dice sobre la vida de María después de la venida del Espíritu Santo, el día de Pentecostés. A pesar de ello, junto a la afirmación de la plena calificación de Madre de Dios, en la conciencia cristiana comenzó a surgir también la reflexión sobre la conclusión de su vida terrena. ¿Sufrió ella la muerte de la misma manera que todos los demás hombres? ¿ O acaso su prerrogativa de Madre del Redentor y, por consi­guiente, su papel de mediadora en el acercamiento entre el mundo divino y el mundo terrenal, la había hecho in­mune de lo que es siempre una ruptura violenta entre los dos órdenes de realidades? 2 3. La respuesta que prevaleció progresivamente fue la de que no anuló completamente la muerte de María, sino que le quitó su carácter de rup­tura violenta. El término que prevaleció fue el de «dor-mición», en el sentido de que María la había sufrido como el paso de un día a otro, a través del descanso del sueño, siendo trasladada del mundo terreno al de las rea­lidades divinas tanto con el alma como con el cuerpo.

2 3 . U n o de los t e s t i m o n i o s m á s c la ros de es ta ref lexión n o s l lega

del s ig lo I V , a t ravés del o b i s p o E p i f a n i o de Sa lamina , antes aún d e

q u e el C o n c i l i o de É f e s o (431) r e c o n o c i e s e s o l e m n e m e n t e a M a r í a su

m a t e r n i d a d divina; a d e m á s , en es te t e s t i m o n i o se d e s c u b r e el eco de

d i s c u s i o n e s an ter iores , c o n lo q u e es fácil c o m p r e n d e r q u e se hab l aba

y a de es te p r o b l e m a d e s d e hacía t i e m p o (Panarión 78 , 10 -11 ) .

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INTRODUCCIÓN 31

Ella fue depositada también en el sepulcro, pero su cuer­po no fue sometido a la corrupción de la carne, porque su divino Hijo la había elevado inmediatamente a sí en toda su integridad física y espiritual.

Nosotros vemos esta tradición plenamente afirmada por Germán. Desde el punto de vista lógico, la inmuni­dad de María de la corrupción de la muerte puede ser considerada como una consecuencia directa de su inmu­nidad del pecado original, dado que en la visión bíblica del destino humano la muerte ha sido introducida en el mundo terrenal como sufrimiento y ruptura propia de las consecuencias del pecado de nuestros progenitores. Y esta motivación se halla presente en Germán; de todas formas, él prefiere poner el acento de su alabanza a María en otro punto, que corresponde a su tendencia hacia las indicaciones de carácter positivo en lo referente a Ella. En él, el motivo principal se deriva de que María es Madre de Dios. En consideración a esta calificación de María, su cuerpo ni siquiera había tenido que descen­der al sepulcro. Y si esto sucedió, fue para demostrar la completa presencia de todas las características y propie­dades humanas en el misterio de la Encarnación 2 4. Pero, por otra parte, no era posible que la muerte tuviese poder alguno sobre la que había sido la madre de la Vida. Al haber acogido en Ella la divinidad, el Hijo de Dios, su cuerpo había sido «morada», «habitación» y

24 . C o n e x p e r t a su t i l eza , c o n t r a í d a a c a u s a de las s ecu l a r e s d i s ­p u t a s t e o l ó g i c a s s o b r e la E n c a r n a c i ó n del V e r b o d e D i o s , G e r m á n revela q u e la m u e r t e d e M a r í a i m p i d e u n a even tua l h i p ó t e s i s heré t i ­ca , p o r la q u e E l l a n o fuese p l e n a m e n t e p a r t í c i p e d e la n a t u r a l e z a h u m a n a y , p o r c o n s i g u i e n t e , q u e t a m b i é n la n a t u r a l e z a h u m a n a del V e r b o e n c a r n a d o en E l l a n o fuese igua l a la de t o d o s l o s d e m á s h o m b r e s (cf. m á s ade l an te la H o m i l í a I s o b r e la D o r m i c i ó n , en la p . 119 .

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32 INTRODUCCIÓN

«vaso de Dios», y por consiguiente «no era posible que fuese poseído por el sepulcro, compañero de la muerte, la que era vaso que contuvo a Dios y animado Templo de la Santísima divinidad del Unigénito» 2 5 .

Finalmente, el otro punto de teología mariana que so­bresale en las Homilías de Germán es el de María, media­dora de todas las gracias. Aunque aún no hubiera sido sancionado como dogma, en la Iglesia Católica y en las Iglesias Orientales esto constituía un principio presente en la sensibilidad religiosa común y en la teología más es­pecializada. Ambos aspectos aparecen en Germán, pero el primero -el de la religiosidad popular- prevalece am­pliamente. De hecho, el fundamento se lo da el vivísimo sentido de María como madre espiritual de todos los hombres. Como consecuencia de las palabras que Jesús le dirigió desde la cruz, Ella adquirió la maternidad de todo el género humano. Parece como si a Germán no le basta­sen las palabras, las imágenes y las analogías para elevar su himno a esta relación entre María y los demás seres humanos. Es una relación que no se ha acabado con la muerte de María, porque si así fuese, las palabras de Jesús hubiesen tenido poco sentido. Y por ello, Germán hace brotar la afirmación radical de que María es el canal de todas las gracias que Dios concede a los hombres 2 6.

2 5 . Cf . m á s ade lan te la p . 120.

26 . E l pa sa j e m á s s u g e s t i v o en su e locuenc ia nada e n g o r r o s a n o s

p a r e c e p re sen te en la H o m i l í a I I s o b r e la D o r m i c i ó n : « E l h o m b r e ,

e fec t ivamente , se v o l v i ó espir i tual cuan to T ú , ¡ o h M a d r e de D i o s ! ,

q u e d a s t e cons t i t u ida c o m o m o r a d a del E s p í r i t u S a n t o (14) . D e n o ser

p o r ti, ¡ oh San t í s ima! , nad ie es tar ía l leno del c o n o c i m i e n t o de D i o s ;

nadie es tá a s a l v o , si n o es p o r ti, ¡ o h M a d r e de D i o s ! ; nad ie se en­

cuent ra l ibre de p e l i g r o s sin tu a y u d a , o h M a d r e de D i o s ! ; nad ie ha

s i d o s o c o r r i d o m i s e r i c o r d i o s a m e n t e , si n o es p o r m e d i o de ti, q u e

eres M a d r e de D i o s » (p . 124) .

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INTRODUCCIÓN 33

Así pues, si nos preguntamos por la espiritualidad de estas Homilías, está claro que muchos elementos surgen de lo que ya hemos visto sobre las perspectivas con las que Germán presenta sus convicciones más es­pecíficamente doctrinales. Además, es justo indicar que esta espiritualidad se mueve en tres direcciones: por una parte, la excelencia y el carácter extraordinario de María; por otra, la insuficiencia y las necesidades del hombre; y finalmente, como conexión entre los dos polos, la constante atención de María hacia los hom­bres. Y, dentro de este ámbito, lo legendario, lo mara­villoso -que ocupa buena parte del conjunto de los tex­tos - desarrolla una función especial. N o hay duda de que esto corresponde al placer de narrar y al deseo de impresionar la emotividad del auditorio. Pero hay que destacar también que esta narración prodigioso-legen-daria se injerta en lo que es ya extraordinario por su propia naturaleza, o sea, en el papel único y sobrehu­mano de María, en el misterio de la Encarnación, en el misterio de la economía divina de la redención. Y, por consiguiente, ésta da como resultado el ampliar en la mente de sus oyentes el espacio dentro del cual pueden abrirse paso sus consideraciones sobre lo excepcional de María con respecto a toda la historia humana.

Estas Homilías están llenas de la sublimidad y de la grandeza del mundo divino y de todo lo que tiene rela­ción con él. Pero, por otra parte, éste no está sumergido en su perfección, lejana en su extrema superioridad. María constituye el canal a través del cual el cielo se acerca a la tierra y Dios se inclina sobre el hombre para elevarlo hasta El. Y además, una fuerte aportación a estas líneas de fondo viene de la continua referencia a la Biblia, a través de la cual Germán se mueve. Sus Homilías, por así decirlo, respiran de la Biblia. En gran parte de ellas no hay pasaje en el que no haya reminiscencias bíblicas,

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34 INTRODUCCIÓN

por las imágenes, por las citas textuales o por el simple vocabulario, tanto del Antiguo como del Nuevo Testa­mento. E incluso los personajes introducidos, siguiendo las huellas de los apócrifos, son todos del ambiente bíbli­co y se mueven en una atmósfera bíblica. El auditorio se encuentra injertado en una línea que, aunque tenga como centro a María, sin solución de continuidad, lo conecta constantemente con el plan divino de la salvación, del cual resultan componentes no sólo lo que se narra en los libros sagrados -desde los primeros de la creación y del género humano hasta la Anunciación, la Encarnación y la Resurrección- sino también toda la vida de María hasta su Asunción a los Cielos y hasta la constante ora­ción que aún ahora Ella dirige a su Hijo por las necesi­dades continuas de la humanidad. N o es que se hayan eliminado los males de la historia pasada y presente, las insidias del demonio, las debilidades morales, las enfer­medades, los males sociales, como la guerra, y las herejí­as y otros, sino que las intensas referencias bíblicas de estas Homilías hacen posible que los oyentes de Ger­mán, incluso en sus días, sean partícipes de una historia sagrada que prosigue la de la descendencia de Abraham, con la única diferencia fundamental de que el hombre tiene ya la esperanza de la resurrección y a través de María -canal elegido por Dios en su inescrutable desig­nio- se alimenta continuamente de la cercanía de lo divi­no y de su apertura hacia sus necesidades.

Con un punto de vista algo diferente y más sintética­mente, podría decirse también que la inspiración básica de la mariología de Germán es ésta: un sentido de la vida que, aunque advierte las fatigas de ésta, está también dispuesto a acoger en ella las huellas de lo divino y de la interven­ción de Dios en la historia y, a la inversa, tiende ansiosa­mente a elevarla a la esfera más cercana a El. Y aunque esta inspiración se manifiesta de una manera que no está

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INTRODUCCIÓN 35

en consonancia con nuestra época, que ha experimentado la desaparición de lo sagrado y la aparición de la muerte de Dios, sin embargo es digna de reflexión y de conside­ración porque, además, generaciones enteras se han nutri­do de ella a través de largos siglos de historia cristiana.

Las Cartas de Germán sobre las imágenes cristianas

Como hemos ya insinuado, de Germán han quedado tres Cartas, que escribió durante las primeras manifesta­ciones de la iconoclastia bizantina. Estas son muy im­portantes también, porque constituyen uno de los pocos documentos directos de aquella lucha que después se alargó tanto y se llenó de asperezas; una carta a Juan, Obispo de Sinada, otra a Constantino, obispo de Nico-lia y una más a Tomás, obispo de Claudiópolis.

Las dos primeras tienen relación entre sí, mientras que la tercera no hace referencia alguna a éstas, aunque trate el mismo tema.

La Carta I se refiere a un encuentro celebrado en Constantinopla entre el patriarca Germán y el obispo Constantino de Nicolia. Este le había planteado a Ger­mán algunas dudas sobre la legitimidad del culto a los iconos 2 7 . Germán le había respondido ilustrando los mo­tivos que dan fundamento a estas imágenes y Constanti­no se había convencido. Y ahora Germán informa de todo ello al superior eclesiástico de Constantino, o sea, a Juan de Sinada, a través de esta carta que él le envía pre­cisamente a través de Constantino.

27 . P a r a indicar las i m á g e n e s cr i s t ianas , G e r m á n hab la s i e m p r e

de e ikónes s in o t ra espec i f icac ión , a ñ a d i é n d o l e a m e n u d o - a u n q u e n o

s i e m p r e - el ad je t ivo « s a g r a d a s » .

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36 INTRODUCCIÓN

Sin embargo, éste, de vuelta a su diócesis, no entregó a su superior la carta de Germán. De ahí el origen de la breve Carta II de Germán, dirigida precisamente a Constantino. En ella, el patriarca reprocha al obispo su deslealtad y, recomendándole que se comporte obedien­temente y con respeto hacia su superior, le ordena que entregue en seguida la carta que le había confiado: hasta que no lo haga, no podrá participar en ninguna función propia de su dignidad eclesiástica.

La Carta III, dirigida al obispo Tomás, de Claudio-polis, comienza con un reproche a éste, porque en su diócesis ha tomado ya algunas decisiones contra los ico­nos, aunque en su reciente permanencia en Constantino­pla no hubiese nunca hablado de este tema con el pa­triarca Germán. Y éste se preocupa ahora de explicarle los distintos motivos por los cuales los iconos tienen pleno derecho de estar en la vida del «pueblo de Cristo»; estamos ante una Carta de considerable amplitud que - a nuestro modo de ver- por su valor literario y espiritual ha de situarse entre las mejores piezas de la producción iconófila bizantina.

Si echamos una mirada global a esta Carta, de ella se desprende que la argumentación planteada -por lo menos inicialmente- por los primeros adversarios de los iconos se basaba exclusivamente en las Escrituras y, dentro de este ámbito, especialmente en algunos puntos determina­dos del Antiguo Testamento: los iconos incumplen el mandamiento -contenido en el Decálogo y en otras par­tes del Antiguo Testamento- de no construir ninguna imagen de los seres existentes en la tierra y de no venerar a éstas, ni, en general, a ninguna otra cosa que haya sido hecha por mano de hombres; y por consiguiente, se in­cumple también la advertencia de no dar culto a la cria­tura en lugar de al Creador, (y aquí está casi seguro, la re­miniscencia paulina de la Carta a los Romanos 1, 25).

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INTRODUCCIÓN 37

La respuesta de Germán se halla en la siguiente línea. La prohibición del Antiguo Testamento sobre la venera­ción y construcción de imágenes se refiere a las imágenes que pretendían reproducir o representar la divinidad, la cual -por el contrario- es, por naturaleza, inmaterial, irrepresentable, ilimitada, etc. Por el contrario, los ico­nos se refieren al Verbo de Dios que se ha hecho hom­bre y se ha hecho similar a los demás hombres en todo, excepto en el pecado, o a su Madre y a los santos, que han vivido materialmente en medio de la comunidad de todo el género humano. Los cristianos son muy distin­tos de los judíos, que en cambio han traicionado a su Dios, se han vuelto a los ídolos como si éstos fuesen dioses y han trasladado el culto debido a Dios a cosas construidas por la mano del hombre o a otras cosas ma­teriales. En realidad, los cristianos no han incurrido nunca en estas desviaciones, sino que dirigen su culto sólo al Dios de su fe, y lo concretan en la regeneración del Espíritu «realizada por medio del divino bautismo en el nombre de estas tres Personas supremamente divi­nas», en el «sacrificio de alabanza, que se eleva por medio de Cristo, a Dios Padre» y en la «divinísima tra­dición expresada en los misterios vivificantes2 8.

Con esta referencia constante, la veneración prestada a la Madre de Dios y a los hombres que se han distin­guido por su santidad no pretende sustituir el culto al único verdadero Dios, de la misma manera que en el Antiguo Testamento encontramos varios ejemplos de una veneración dirigida a algunos hombres por su privi­legiada posición, y no como si fuesen dioses. De la misma manera, tampoco los iconos tienen como finali­dad ser venerados en la materia que los constituye, ni de

2 8 . Cf . m á s adelante , la Carta a Tomás d e C l a u d i ó p o l i s .

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38 INTRODUCCIÓN

prestar un servicio a la criatura en lugar de al Creador. Estos tienen una función múltiple, y sus elementos se in­fluyen recíprocamente: de recuerdo, de enseñanza doc­trinal, de edificación moral-espiritual, de manifestación de afecto y también de veneración; pero de una venera­ción que no sustituya a la que le debemos a Dios, sino que sea proporcionada al lugar que corresponde a la per­sona representada en la perspectiva de su relación con Dios. Además, dado que el hombre está constituido por alma y cuerpo, todas las formas de culto cristiano, aun­que se refieran en última instancia al supremo y único Dios, absolutamente inmaterial, están sin embargo cons­tituidas tanto por elementos espirituales como por ele­mentos materiales. Y, por consiguiente, los iconos, si son entendidos en el sentido que indica Germán, se encuen­tran perfectamente integrados en este cuadro, así como también en el culto indicado en el Antiguo Testamento estaban integrados objetos materiales y también repre­sentaciones que habían sido prescritas directamente por Dios al legislador judío.

Germán presenta estos puntos en defensa de los ico­nos con una línea temática diferente a la que nosotros hemos seguido ahora para una síntesis resumida. En las siguientes páginas podrá verse directamente como él los articula a través de una variedad de ilustraciones que lo­gran encuadrar el problema de los iconos en plena con­sonancia con la vida de fe y el culto del pueblo cristiano. Pero querríamos poner de relieve aquí dos inspiraciones básicas, que pueden también estar unidas para confirma­ción e integración, con lo que hemos podido indicar en la espiritualidad de las Homilías Marianas, ante todo, la base bíblica de estas Cartas, y después, su sentido pasto­ral eclesial.

Como ya hemos visto en las Homilías, también aquí el tema de Germán está totalmente impregnado de Bi-

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INTRODUCCIÓN 39

blia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, ya sea para las citas textuales como para las expresiones o para cada uno de los vocablos de clara derivación bíbli­ca 2 9 . Mientras los adversarios de los iconos se referían fundamentalmente a algunos pasajes del Antiguo Testa­mento, en su respuesta, Germán se sitúa en el mismo te­rreno e incluso lo amplía, logrando que en su presenta­ción los iconos se encuentren integrados en un cuadro unitario que engloba en sí mismo al Antiguo y al Nuevo Testamento. Y, por consiguiente, éstos -aunque tienen su razón de ser en las realidades cristianas de la Encar­nación y de la elevada dignidad religiosa de la Madre de Dios y de las otras santas personas -no resultan ni de­sentonados ni tampoco ajenos a la Antigua Ley (de la que, sin embargo, -según Germán- se han alejado preci­samente los judíos cada vez que han traicionado a su Dios y se han entregado a cultos idólatras). Por lo que se refiere a la Pastoral eclesial, podemos decir que después de algunas insinuaciones en la Carta I, la tercera está to­talmente llena de ella. Advertimos que el sentimiento dominante de Germán viene de su vivo sentido de Igle­sia, que se manifiesta en tres direcciones: la defensa de la Iglesia de sus enemigos; la certeza de que, por la peren­ne asistencia prometida por su fundador, ésta está desti­nada a permanecer sin mancha y sin arrugas en la pose­sión de la verdad, incluso a través de los innumerables acontecimientos de la historia humana; la preocupación por la vida de fe y de culto del pueblo de Cristo, que

2 9 . P a r a u n anál is is m á s a r t i cu lado de los diferentes a r g u m e n t o s p r e s e n t a d o s p o r G e r m á n en d e f e n s a de l o s i c o n o s , cf. « A g l i inizi d e H ' I c o n o c l a s m o . A r g o m e n t a z i o n e scr i t tur is t ica e d i fesa del le i cone p r e s s o il pa t r i a rca G . di C . » , en Parola e Spirito. Studi in On. di S. Cipriani. V i t t o r i o F a z z o , B r e s c i a 1 9 8 1 , p p . 8 0 9 - 8 3 2 .

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40 INTRODUCCIÓN

sólo en la Iglesia encuentra el alimento de la única fe verdadera y la manifestación del verdadero culto «en es­píritu y en verdad».

En realidad, son precisamente estos dos elementos de la Biblia y de la Pastoral los que elevan la defensa de los iconos en la Carta III a ese elevado nivel literario y espi­ritual al que nos referimos antes, y hacen de ella un pre­cioso documento de la ortodoxia procedente de los pri­meros días de una tempestad, cuya gravedad -más allá de las primeras manifestaciones externas- Germán pare­ce haber intuido enseguida con su inteligencia iluminada por la fe y su conciencia de pastor.

N O T A : L a p re sen te t r aducc ión se ha r ea l i z ado c o n el t ex to del M i n g e , P a t r o l o g í a G r a e c a , 98 , Par i s 1865 , col . 2 9 1 - 2 9 3 p a r a las H o ­mi l ías M a r i a n a s , y co l . 156-158 p a r a las C a r t a s s o b r e el cu l to a los i c o n o s . P a r a las Homilías sobre la Anunciación, h e m o s r ea l i zado t a m ­b ién la i m p o r t a n t e in t eg rac ión p r e s e n t a d a p o r D . F e c i o r u s o b r e la b a s e de u n m a n u s c r i t o d e s c u b i e r t o en la B ib l i o t eca O r t o d o x a R o m a ­na 64 (1946) , p p . 6 0 - 9 2 , 1 8 0 - 1 9 3 , 386 , 3 9 7 (breve i n t roducc ión , t ex to en g r i e g o de t o d a la H o m i l í a y t r aducc ión al r u m a n o ) .

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Germán de Constantinopla

HOMILÍAS MARIOLÓGICAS

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H O M I L Í A I

D E N U E S T R O P A D R E S A N G E R M Á N ,

A R Z O B I S P O D E C O N S T A N T I N O P L A ,

S O B R E L A E N T R A D A D E L A S A N T Í S I M A M A D R E D E D l O S

1. Todas las sagradas festividades, dondequiera que se celebren, llenan a los participantes de un gozo espiri­tual que tiene su origen en los tesoros celestiales y en las fuentes divinas. Sin embargo la fiesta que ahora solemni­zamos ocupa un lugar primordial 1 y sobrepasa a todas en esplendor y alegría, en la medida en que la Hija de D i o s va por delante de todos y aventaja a todo el mundo. Al acudir cada año a ese sacratísimo convite2, es necesario que quienes participen de él estén limpios de toda maldad.

Si es de vuestro agrado, venid, pues, conmigo con el espíritu alegre, con el alma bien limpia y con espléndidas vestiduras 3. Vayamos juntos a recoger las apreciadísimas flores del jardín de la Madre de Dios, aspirando el suave

1. L a P resen tac ión de M a r í a en el t e m p l o v iene a ser c o m o el ep i ­

s o d i o inicial de u n a c o n s a g r a c i ó n p e r s o n a l a D i o s y u n p r e á m b u l o del

mis t e r io de la E n c a r n a c i ó n . P o r e s o , s e g ú n manif ies ta G e r m á n , p u e d e

c o n s i d e r á r s e l e c o m o fuente d e t o d o s los misterios, es dec i r d e los

r i tos c o n s e c r a t o r i o s p r o p i o s de la re l ig ión cr is t iana.

2 . A l u d e a la ce leb rac ión eucar ís t ica , q u e G e r m á n p re sen ta s i e m ­

p r e c o m o e l emen to central de las fes t iv idades cr is t ianas .

3. L a Cr i s t i andad oriental a t r ibuye m u c h a impor tanc ia al esp lendor

de las ce lebrac iones l i túrgicas , p o r q u e és tas r epresen tan u n t ráns i to

desde las real idades terrenas hacia el ámbi to de lo d iv ino y lo eterno.

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44 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

olor que, a modo de incienso, se eleva desde los cálices de color de rosa, como bellamente lo expresa Salomón en los Cánticos, diciendo: ¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo formada de perfumes de mirra y de incienso y de toda especie de aromas?4. Y tam­bién: Ven del Líbano, esposa mía, ven del Líbano^. Ex-hortémonos mutuamente a dirigirnos con presteza y di­ligencia a celebrar la festividad de la Madre de Dios, que ha de resultar provechosa para todos y obtenernos la salvación. Al postrarnos en el santuario, contemplemos a la niña que avanza hacia la segunda cortina6, a María, la Virgen purísima y Madre de Dios, que ha extinguido la infecundidad de una mujer estéril7 y que, con la gracia de su nacimiento, ha puesto fin a las sombras de la letra de la Ley 8 .

2 . Hoy se destaca una niña de tres años, que es con­sagrada al servicio del templo de la Ley 9 , siendo ella el

4. C t 3, 6. S e ha de adver t i r q u e , p a r a el A n t i g u o T e s t a m e n t o ,

G e r m á n a s u m e s i e m p r e el t ex to g r i e g o de los Setenta .

5. C t 4, 8.

6. E n el t abe rnácu lo o t ienda s ag rada , q u e D i o s m a n d ó hacer a

M o i s é s ( E x 2 5 s s . ) , hab ía u n a cor t ina a la en t rada y o t ra en el interior ,

q u e s e p a r a b a la pa r t e m á s santa en q u e e s t aba el A r c a de la A l i a n z a

( E x 26 , 3 1 s s . ) .

7. E l nac imien to de M a r í a a c a b ó c o n la es ter i l idad mater ia l de su

m a d r e y c o n la es ter i l idad mora l o espir i tual del géne ro h u m a n o .

8. Cf . R m 2 , 29 ; 2 C o 3, 6; H b 10, 1. Re f i r i éndose a M a r í a , en­

c o n t r a m o s aqu í , p o r p r i m e r a v e z , la cons t an te tendencia de G e r m á n

a expresa r las a l abanzas p o r m e d i o de c o n t r a p o s i c i o n e s . E n las p r e ­

sentes se p o n e de rel ieve, p o r una pa r te la mate r ia l idad , la incert i-

d u m b r e y la p r o v i s i o n a l i d a d d e la ley hebra ica y , p o r o t ra la esp i r i -

tua l iad de las p r e r r o g a t i v a s d e M a r í a , as í c o m o el p u e s t o q u e ella

o c u p a y las func iones q u e desa r ro l l a en la h is tor ia de la sa lvac ión .

9. E n rea l idad entre los h e b r e o s , en el A n t i g u o T e s t a m e n t o , n o

exis t ía la c o s t u m b r e de ofrecer los hi jos p a r a el serv ic io del t e m p l o ,

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templo excelso e incontaminado del Señor 1 0, pontífice supremo y príncipe de todos los sacerdotes. Ella, en­vuelta de un fulgor divino y resplandeciente de luz, acaba con las sombras de la letra de la Ley. Hoy es pre­sentada al sacerdote una niña, que, a su vez, presentará un infante de cuarenta días, que es el mismo Dios y Sumo Sacerdote 1 1 , hecho niño por nosotros, según la carne; ella lo lleva en brazos, a pesar de que no puede ser abarcado en lugar alguno, lo cual supera toda nuestra ca­pacidad de compresión 1 2. Hoy, de acuerdo con la Ley, es consagrado con bendiciones y es ofrecido como un don de gratitud un libro del todo nuevo y purísimo y en el que no hay mancha alguna, que no será escrito por mano del hombre, sino que, por obra del Espíritu, que­dará guarnecido de oro 1 3 .

Hoy Joaquín, liberado del oprobio de la esterilidad1 4, avanza feliz por las calles mostrando a su hija y se mani-

a u n q u e m u c h o s au to res c r i s t i anos así lo c reyeran p o r influjo del Pro­

toevangelio de Santiago y p o r el e p i s o d i o de la infancia de S a m u e l (1

S 1, 14ss . ) . L a no t ic ia relat iva a los tres a ñ o s d e e d a d de M a r í a hay

q u e re lac ionar la c o n la sac ra l idad de es te n ú m e r o y c o n la c o s t u m b r e

del final de la lactancia , (cf. n. 5 de es ta homi l í a ) .

10. G e r m á n c o n t r a p o n e a q u í el t e m p l o mater ia l de los j u d í o s c o n

el ú n i c o y v e r d a d e r o t e m p l o de D i o s q u e es M a r í a , p u e s , al l levar en

su s e n o a C r i s t o , ha a l b e r g a d o rea lmente la d iv in idad .

1 1 . Cf . L e 1, 2 2 s s .

12 . E n c o n t r a m o s t a m b i é n c o n f recuenc ia es ta o t r a e s p e c i e d e

c o n t r a p o s i c i ó n q u e se es tab lece entre la l imi tac ión mater ia l de M a r í a

y la excelencia infinita de su H i j o , q u e a t ravés de ella ha v e n i d o p a r a

rea l izar su m i s i ó n reden to ra .

13. G e r m á n se refiere a q u í al « l i b r o de la A l i a n z a » , en el q u e

M o i s é s esc r ib ió las p a l a b r a s de la L e y , q u e hab ía e s c u c h a d o d i rec ta­

m e n t e de D i o s ( E x 24 , 4 s s . ) .

14. E s t o s e p i s o d i o s , q u e apa recen en és ta y en las s igu ien tes h o ­

mi l ías , y los s en t imien tos d e los s a n t o s e s p o s o s J o a q u í n y A n a g u a r ­

d a n es t recha re lac ión c o n el Protoevangelio de Santiago. E l n o m b r e

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46 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

fiesta de nuevo como exacto cumplidor de las sagradas observancias de la Ley. Hoy Ana 1 5 , que al dar a luz fe­lizmente a su hija ha puesto fin a su prolongada infecun­didad, la lleva con inmenso gozo, anunciando que va a dar fruto en beneficio de todos los confines de la tierra1 6, y estrecha sobre su pecho a la que sobrepujará en capa­cidad a los mismos cielos 1 7. Hoy se abren las puertas del templo de Dios para recibir a la que es la puerta oriental sellada del Emmanuel 1 8. Hoy comienza a resplandecer la sagrada mesa del templo al unirse en dulce abrazo con la mesa divina que sostiene el pan celestial, que es alimen­to del alma, con lo cual se abre el camino hacia el sacri­ficio incruento. Hoy es instalada en el propiciatorio 1 9

aquella que, para los hombres arrastrados por la corrien­te del pecado, vino a ser el nuevo propiciatorio íntima­mente vinculado con Dios, no fabricado por mano de hombre 2 0, y capaz de purificar a los pecadores. La que

de J o a q u í n , q u e viene a significar: Y a h v e h es tab lece o eleva, apa rece var ias veces en el A n t i g u o T e s t a m e n t o (E l i a c im) y en los E v a n g e l i o s , al e s tab lece rse la genea log ía de J e s ú s ( M t 1, 13; L e 3, 30 ) .

15. T r e s muje res apa recen en la S a g r a d a E s c r i t u r a con el n o m b r e d e A n a : d o s en el A n t i g u o T e s t a m e n t o (1 S 1, 20 ; T b 7, 2 ) y en el N u e v o la p ro fe t i s a q u e as is te a la p r e s e n t a c i ó n de J e s ú s en el t e m p l o ( L e 2 , 3 6 s s . ) .

16. T í p i c a e x p o s i c i ó n del A . T . , q u e apa rece t a m b i é n en el N . T . (Cf . Sa l 19 (18 ) , 4; R m 10, 18) .

17. E s t e n u e v o t i po de c o n t r a p o s i c i ó n resal ta la d i s tanc ia q u e hay entre la p e q u e n e z de M a r í a , p o r su na tu ra leza , y la s u b l i m e g r a n d e z a c o n q u e ha s i d o enal tec ida p o r su ca tegor ía de M a d r e de D i o s .

18. Cf . E z 44 , 1-3. 19. Cf . E x 2 5 , 17ss ; 37 , 6 s s . 2 0 . Cf . H b 9, 11 -24 . A s í c o m o en el A . T . s o n frecuentes los r e ­

p r o c h e s a los p a g a n o s q u e p o n e n su con f i anza en los í d o l o s « h e c h o s p o r la m a n o del h o m b r e » , as í entre los c r i s t i anos , d e s d e los p r i m e r o s t i e m p o s , se p r o d i g a la c o n t r a p o s i c i ó n de la ma te r i a l idad del cu l to he-

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HOMILÍA I 47

un día albergará dentro de sí al Santo de los Santos, sien­do una niña inocente y preservada de todo mal, es hoy introducida en el Santo de los Santos, es consagrada de un modo más excelente2 1 por la santificación del Espíri­tu y es colocada por encima de la gloria de los querubi­nes 2 2.

3 . Hoy nos sentimos impulsados a prorrumpir en alabanzas a María, pero, por más que la ensalcemos, no alcanzaremos la meta deseada, y nuestros pensamientos y palabras serán incapaces de expresar su hermosura. La gota celestial que de ella ha dimanado atestigua que sus excelencias son como un mar inmenso 2 3. Por eso en ella existen unas riquezas inconmensurables y de ella provie­ne una felicidad que no tiene fin 2 4. En otras cosas se llega a la saciedad, pero los himnos y alabanzas a María son un convite tan suave y agradable que nunca cansa ni em­palaga. N o se agotan los argumentos ni los motivos de este enaltecimiento, siendo como una fuente cuyo caudal no disminuye cuando de ella se saca agua 2 5 , sino que sigue manando cien y mil veces más, de modo que nunca se acaba por más que se siga extrayendo el líquido que brota del manantial. Se manifiesta, pues, el misterio de

bra i co y la esp i r i tua l idad del cu l to c r i s t i ano , n o v i n c u l a d o a lugares ni

a o t ras c i rcuns tanc ias mater ia les .

2 1 . Cf . , p o r e j emplo , E x 26 , 33s . ; 1 R 6, 16.

22 . L a especia l referencia a los q u e r u b i n e s d e p e n d e de las f iguras

de tales seres exis tentes en el t e m p l o j u d í o : C f E x 2 5 , 18.

23 . A l ensa lzar a M a r í a , G e r m á n hace cons tan tes referencias a

C r i s t o c o m o c a u s a y f u n d a m e n t o de la excelencia de su m a d r e y d e

las a l a b a n z a s q u e a ella d i r i g i m o s .

24 . G e r m á n p o n e de mani f ies to la s u p e r i o r i d a d y lo p e r d u r a b l e

del g o z o q u e p r o v i e n e d e M a r í a , en c o m p a r a c i ó n c o n los g o c e s del

p a r a í s o terrenal, q u e n o pers i s t i e ron . Cf . G n 3, 2 3 s .

2 5 . Cf . J n 4, 14 (el d i á l o g o de J e s ú s c o n la s amar i t ana ) .

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48 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

una suma generosidad 2 6, que supera la compresión de los espíritus que están fuera de la materia y cuánto más de los que están sujetos a ella. ¡Oh cuan bienaventurada y pura es esta doncella!

4 . Al cumplir esta niña los tres años, sus padres la ofrecen al Señor. ¡Oh cuan excelso y venerable es el nú­mero ternario 2 7 y cuánta fuerza tiene para afirmar la ver­dad! Con tres piedras de hondero fue David a atacar al malvado Goliat 2 8 . Elias Tesbita dispuso que por tres veces se llevara a cabo lo que había de ser preparación de la fe en el prodigio de la llama del fuego del cielo, que prendió sobre el agua 2 9 . Tres días estuvo Jonás en las en­trañas del monstruo marino, viniendo a ser figura del mismo Dios que gobernaba el cetáceo 3 0. Tres fueron los jóvenes metidos en,el horno, los cuales, confortados con un rocío celestial 3 1, paseaban por dentro de él alegre­mente. Después de tres décadas de su vida 3 2, Jesús, mi Señor, me limpió de la mancha del pecado y durante tres

26 . Cf . , p o r e j e m p l o , 1 C o 2, 7; E f 3, 9; C o l 1, 29 .

27 . E n la h i s tor ia de las re l ig iones y de la f i losof ía n o s encon t r a ­

m o s c o n q u e al n ú m e r o tres se le a s igna u n fuerte indic io de sacra l i ­

d a d y de per fecc ión . E n t r e los h e b r e o s h u b o o t r o s n ú m e r o s q u e se

c o n s i d e r a r o n de g r an impor t anc i a , p e r o entre los c r i s t i anos fue a d ­

q u i r i e n d o re levancia el t e rnar io , p o r efecto de la doc t r ina acerca de la

u n i d a d y t r in idad de D i o s . G e r m á n incur re en a lguna inexac t i tud ,

c o m o en el c a s o de las p i ed ra s de D a v i d .

2 8 . Cf . 1 S 17, 4 0 s s .

2 9 . C f . 1 R 18, 3 4 s s . E l m i l a g r o de E l i a s es p a r a d e m o s t r a r a los

israel i tas la u n i d a d de D i o s y p o r e s o d ice G e r m á n q u e es garant ía de

fe y p r e p a r a c i ó n p a r a creer.

30 . E x p l i c a c i ó n d e M t 12, 4 0 , re f i r iéndose a J o n 2 , l s s .

3 1 . Cf . D n 3, 4 9 s .

32 . E n la b a s e de es te d a t o , q u e G e r m á n a c o m o d a a su exp l i ca ­

c iones s i m b ó l i c a s , es tá la ind icac ión de L u c a s acerca de la e d a d en

q u e J e s ú s inicia su v ida p ú b l i c a ( L e 3, 2 3 ) .

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HOMILÍA I 49

años 3 3 recorrió el país curando toda enfermedad y do­lencia. Subió al monte también con tres discípulos para manifestarles el misterio de su propia gloria 3 4. En el día tercero 3 5 fue asimismo cuando liberó a las almas que, desde siglos atrás, estaban encarceladas en los infiernos. ¿Qué más? Observa cómo el número ternario aparece en el vértice de la majestad suprema, en la divinidad, que es la causa primera y el origen de todo misterio. Dios es, en efecto, tres veces santo, triple es su impronta y triple la realidad de las personas divinas, aunque sea única la sus­tancia que profesamos por la fe y que subsiste en la Tri­nidad, sin mezcla ni confusión alguna. N o se debe, por tanto, disminuir el honor de Dios negando la realidad de las personas divinas ni imaginando una pluralidad de esencias. Esto es lo que nos enseña el muy venerable y excelso teólogo Gregorio 3 6 .

Puesto que la segunda persona de la santísima y eter­na Trinidad, de muy buen grado, con el beneplácito del Padre y por obra del Espíritu Santo se disponía ya a en­trar en el seno de la Virgen Madre 3 7 , era conveniente que ella fuera consagrada con la gloria y el esplendor de este número. Así pues, a los tres años de edad es presentada

33. L a d u r a c i ó n de tres a ñ o s de la p r e d i c a c i ó n y v i d a p ú b l i c a de

J e s ú s t iene c o m o b a s e b íb l ica los d a t o s del E v a n g e l i o de J u a n acerca

de las d ive r sas f iestas de P a s c u a ce leb radas p o r J e s ú s . E s u n a c o n v i c ­

c ión q u e s ó l o en t i e m p o s m o d e r n o s se ha p r e t e n d i d o revisar .

34. S e refiere a la t ransf iguración. Cf . M t 17, 1 y lugares para le los .

3 5 . C o n la r e su r recc ión al tercer d ía a par t i r de la cruci f ix ión. M t

28 , l s s . y luga res pa ra l e los .

36 . B r e v e i lus t rac ión t e o l ó g i c a acerca de la u n i d a d y t r in idad de

D i o s . G r e g o r i o N a c i a n c e n o , entre los g r e c o - b i z a n t i n o s , era c o n s i d e ­

r a d o c o m o el t e ó l o g o p o r excelencia .

37 . E x p l i c a c i ó n s intét ica acerca de la pa r t i c ipac ión de las tres d i ­

v inas p e r s o n a s en el mis t e r io de la E n c a r n a c i ó n , c o n referencia a E f 1,

5 y L e 1, 35 .

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50 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

en el templo, gracias a una firme y segura disposición del que es a la vez su creador y su Hijo.

5. Después de haber sido amamantada la que nos proporciona el alimento para nuestra vida, sus padres en el tiempo prefijado cumplieron el voto que acerca de ella habían emitido. Se dice que convocaron a las doncellas de los alrededores para que la precedieran con lámparas encendidas y ella las fuera siguiendo como la última del cortejo y, alegre con el resplandor de las luces, caminara sin volver la vista atrás.

Adelantándose Ana 3 8 , antes estéril e infecunda, elevó su mano hacia Dios y con distinta y clara voz exclamó: «Venid vosotros todos los que os reunisteis en ocasión de mi alumbramiento y alegraos conmigo más todavía, ahora que ofrezco al Señor el fruto de mis entrañas, como don sagrado y resplandeciente de divino fulgor. Venid, maestros de coro y, junto con los cantores y las tocadoras de tímpanos, iniciad alegremente un cántico nuevo, no bajo la dirección de María la hermana de Moi­sés 3 9 , sino teniendo por guía a la que de mí ha nacido.

»Todos vosotros, tanto los de cerca como los de lejos, venid junto a mí, que doy gracias a Dios por la gran felicidad de ser madre y, con gran afecto de piedad, ofrezco al templo santo el fruto de mis entrañas; venid y entonad cánticos divinamente inspirados. Venid también en comitiva, vosotros, oh profetas, e instruyendo a la es­cogida asamblea con las espléndidas alabanzas que pro-

38 . R e c u é r d e s e q u e t a m b i é n A n a , la m a d r e de S a m u e l , i g u a l m e n ­

te estéri l du ran t e l a r g o t i e m p o , e n t o n ó u n cánt ico de a l a b a n z a a D i o s

en el m o m e n t o de p resen ta r a su hi jo en el s an tua r io (1 S 2 , 1-10).

39 . Cf . E x 15 , 2 0 - 2 1 . L a h e r m a n a de M o i s é s es la ún ica p e r s o n a

del A . T . q u e l leva el n o m b r e de M a r í a , n o m b r e q u e , s in e m b a r g o

apa rece m u y d i v u l g a d o en t i e m p o s de J e s ú s .

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HOMILÍA I 51

vienen del Espíritu de Dios, entonad vuestro cántico; donde resuena, en efecto, la palabra profética, se apagan las voces ignominiosas de los adversarios.

6 . »Ven también tú, oh David, antepasado de esta niña y progenitor de Dios 4 0 , y, pulsando armoniosamen­te el arpa 4 1, haz que resuenen en ella los más suaves ar­pegios del Espíritu y, con tu palabra inspirada por Dios, presentamos el anuncio de un coro de muchachas: las vírgenes sus compañeras, que, siguiéndole a ella, serán presentadas al Rey42. Mira el coro de las jóvenes que avanza por las plazas y observa cómo la hija del Rey es conducida hacia los atrios sagrados del templo santo con gozo y alegría, a fin de que tenga cumplimiento lo que tú habías anunciado, a esta hija mía de regia dignidad tú la llamas hija tuya. Tú dijiste: Toda la gloria de la hija del Rey está en su interior y aparece adornada con fran­jas de oro43. Efectivamente, está revestida de la más pura e incontaminada virginidad y adornada con la más in­comparable y resplandeciente hermosura 4 4. Presta asi­mismo atención, tú el que naciste de David: ¿ Quién es ésta que va subiendo como aurora naciente, bella como la luna y escogida como el sol?45. ¡Que bella y encanta­

do. L a a scendenc ia dav íd ica de J e s ú s apa rece en los E v a n g e l i o s en

re lac ión c o n su p a d r e legal s an J o s é ( M t 1, 1-17; L e 3, 2 3 - 3 8 ) . E n la

t r ad ic ión cr is t iana m u y p r o n t o se a f i anzó la per tenenc ia de M a r í a a la

ca sa real de D a v i d .

4 1 . Cf . 1 S 16, 2 3 .

4 2 . Sal 45 (44 ) , 15.

4 3 . Ib id . 14.

44 . A q u í se a lude a S a l o m ó n , t en ido c o m o au to r del l ib ro de los

C á n t i c o s , a u n q u e en el t ex to de G e r m á n pa rece m e n c i o n a r s e s ó l o a

D a v i d , q u i z á p o r a lgún e r ro r del cop i s t a . C t 6, 10. A l e g ó r i c a m e n t e el

Cantar de los Cantares se ap l icó a la Ig les ia y l u e g o t a m b i é n a Mar í a .

4 5 . C t 7, 1.

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52 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

dora eres!46. Tú estarás revestida de sol y obrarás una maravilla nunca vista debajo el sol.

«Preséntate, oh Ezequiel, tú, que hablas en voz alta y que, por voluntad de Dios, sostienes el libro del Espíri­tu vivificante. Tú proclamas las alabanzas de la puerta sellada que mira al Oriente y que da paso a Dios 4 7 . Si hay algunos más del escogido y sagrado orden de los profetas, o de entre los restantes videntes, levantad tam­bién la voz con júbilo, viendo cómo se cumplen vuestras profecías. ¿Y qué más? Vosotros, oh primeros padres, al comprobar que vais a ser liberados de la maldición y ad­mitidos de nuevo al lugar de delicias de donde fuisteis expulsados 4 8, ¿acaso no vais a tributar las debidas ala­banzas y grandes aclamaciones a la que es causa de vues­tra salvación? ¿por ventura a vosotros, junto conmigo y con todas las creaturas, no os corresponde proferir gri­tos de entusiasmo y de alegría? 4 9».

7. La piadosa Ana iba meditando estas cosas y, como es natural, caminaba midiendo sus pasos 5 0 , junto con su amable esposo y con la comitiva de doncellas que les acompañaban con lámparas encendidas. Conduciendo a su hija, llegan al templo y sus puertas se abren para reci­bir a la que es la puerta espiritual de Dios, el Emma-nuel 5 1, y el umbral queda santificado por las huellas de María. El templo brilla por la luz de las lámparas, pero resplandece mucho más por el fulgor de esta luz singu-

46 . Ib id . 7, 7.

47 . Cf . E z 7, 9 y 40 , 5 s s .

4 8 . Cf . G n 3, 2 3 .

4 9 . Cf . R m 8, 19 -22 .

50 . Pa ra a c o m o d a r s e al anda r de la n iña M a r í a .

5 1 . Cf . Is 7, 14. E m m a n u e l s ignif ica « D i o s con n o s o t r o s » , lo cual

resul ta m u y a p r o p i a d o al a s u n t o de esta homi l ía .

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HOMILÍA I 53

lar 5 2 y, al entrar ella, la belleza del templo se acrecienta de un modo extraordinario. Las colgaduras de los ángu­los del altar 5 3 son ya de púrpura en razón del vestido purpúreo y virginal de María. Se goza Zacarías 5 4 al co-rresponderle el honor de recibir a la Madre de Dios. Se alegra Joaquín que, al presentar su ofrenda, pone de ma­nifiesto que se han cumplido los vaticinios. Se llena de júbilo Ana con la consagración de su hija 5 5. Saltan de gozo los primeros padres al verse libres de la sentencia de condenación 5 6. Exultan los profetas y, junto con ellos, todas las generaciones, al recibir la gracia, sienten una alegría desbordante.

8. De este modo la hija de Dios es introducida y está de pie junto a los ángulos del altar, mientras sus padres concluyen su oración y el sacerdote se dispone a bende­cirla. De nuevo los padres se dirigen al sacerdote excla­mando: Recibe a la que está destinada a recibir un fuego espiritual y misterioso 5 7; recibe a la que ha de ser alber­gue del Hijo y Verbo del Padre, y único Dios; recibe a la que nos ha liberado del oprobio de ser estériles e infe-

52 . E s t a l uz e s p l e n d o r o s a es M a r í a . 53 . Cf . E x 27 , 2 y 30 , 2 . E l altar de los h o l o c a u s t o s y el del in­

c ienso . 54 . L a s igu ien te homi l í a de la P re sen t ac ión p o n e de rel ieve q u e

se t rata de Zaca r í a s , el e s p o s o de I sabe l y fu turo p a d r e de J u a n B a u ­tista. ( L e 1, 8 s s . ) .

5 5 . N o s ó l o A n a , s ino t o d o s los q u e par t i c ipan en la P resen ta ­c ión de M a r í a , a u n q u e en d is t in ta m e d i d a , se s ienten i n s p i r a d o s p o r D i o s y c o n o c e n la f ecund idad salvífica del acon tec imien to .

56 . E fec t ivamente , la P resen tac ión de M a r í a ind ica q u e y a es tá cercana la r edenc ión del géne ro h u m a n o y, p o r t an to , la l ibe rac ión de la c o n d e n a del p e c a d o or ig inal .

57. C o n t r a p o s i c i ó n c o n el fuego del altar d e los h o l o c a u s t o s del A T : L v 1, 6.

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54 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

cundos; conduce al altar a la que nos ha de introducir en los prados del antiguo paraíso; toma bajo tu dominio a la que, con su parto, ha de sujetar el poder de la muerte que nos atemoriza y la tiranía del infierno5 8; guarda bajo tu protección a la que ha de proteger nuestra naturaleza, que en el Edén fue despojada de sus bienes 5 9, toma de la mano a la que envolverá en pañales a Aquel que pondrá freno a nuestra mano intemperante y violenta, la cual se ha alzado con gran arrogancia y orgullo 6 0; consagra a Dios a ésta por la que seremos nosotros consagrados y en la cual, por disposición divina, están puestas nuestras esperanzas.

Vuelve a nosotros tus ojos, Señor, toma a la que tú nos diste; recibe a la que nos otorgaste; acoge a la que nos concediste para poner fin a nuestra esterilidad6 1. Tú que, por medio de ella, condenas la infecundidad de la Ley, a través de ella también nos has liberado del pavor perpetuo. Recibe a ésta, con la que tan acertadamente nos has favorecido. Atrae hacia ti a la que tú mismo has elegido, has predestinado y has santificado; a la que se apoya firmemente en ti y se siente atraída por tu fragan­cia; a la que, como lirio entre espinas 6 2 , escogiste de entre nosotros, que somos tan indignos. Recibe en tus brazos a ésta que con ánimo alegre te hemos ofrecido. He aquí que te la ofrecemos al propio tiempo que noso­tros mismos nos consagramos a ti.

58 . Cf . 1 C o 15, 5 5 s .

59 . Cf . G n 3, 7.

60. L a m a n o p o r la q u e se l levó a efecto la o r g u l l o s a d e s o b e d i e n ­

cia en el p a r a í s o terrenal ( G n 3, l s s . ) , de lo cual p r o c e d e t o d o el o r ­

gu l lo y v io lenc ia q u e h a y en la h is tor ia d e la h u m a n i d a d .

6 1 . R e a p a r e c e el p a r a l e l i s m o entre es ter i l idad mater ia l e infecun­

d i d a d mora l y espi r i tua l .

62 . Cf . G n 3, 18.

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HOMILÍA I 55

9. Así resonaron las voces concordes de los justos 6 3

y las aclamaciones de los piadosos cónyuges; así fue preparada dignamente esta ofrenda de los progenitores de Dios. Zacarías, habiendo recibido a la niña, se diri­gió primero a los padres, según podemos suponer 5 4 , con estas palabras: ¿Qué os diré, oh autores de nuestra salvación? ¿Cómo podré designaros? Estoy asombrado al contemplar este fruto singular que habéis producido. Se trata, en efecto, de la que, con su pureza, atraerá a Dios a habitar en ella 6 5. N o ha habido ni habrá jamás ninguna que resplandezca con tanta hermosura. Voso­tros aparecéis como los ríos caudalosos que proceden del paraíso 6 6; vosotros sois los portadores de una lám­para más excelente que el oro y las piedras preciosas, la cual ilumina toda la tierra con la belleza de su inmacu­lada virginidad y con el esplendor de su fecundo rocío; vosotros sois reconocidos como astros luminosos que estáis como prendidos en el firmamento 6 7 y los dos ilu­mináis serenamente las tinieblas de la oscura letra y de la Ley proclamada en medio de la tempestad 6 8, guiando así acertadamente a los que creen en Cristo, a fin de que sin tropiezo lleguen a la reciente gracia de la nueva luz.

63 . L a e x p r e s i ó n « j u s t o s » apa rece en el N . T . , p e r o t o m a su o r i ­

gen del A . T . y t iene u n s ign i f i cado p r e c i s o de f ide l idad a la L e y y al

que re r de D i o s .

64 . R e s u l t a evidente q u e G e r m á n a m p l í a c o n s u s p r o p i a s a p o r t a ­

c iones el c o n t e n i d o de las fuentes q u e ut i l iza .

6 5 . E s t e f ruto es M a r í a , la p u r a y bel la p o r excelencia .

66 . Cf . G n 2 , 1 0 - 1 5 . L o s r íos del p a r a í s o s o n c o m o u n s í m b o l o

de la v i d a q u e d i m a n a d e D i o s . E n el G é n e s i s se hab la de u n o o de

cua t ro , p e r o G e r m á n los t o m a c o m o f igura de los p r o g e n i t o r e s de

M a r í a , la cual n o s p r o p o r c i o n a el a g u a de la v i d a espir i tual .

67 . Cf . G n 1, 6 s s .

68 . Cf . R m 2, 29 ; 2 C o 3, 5.

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56 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Vosotros figuráis como los resplandecientes ángulos del altar del templo espiritual de la Nueva Alianza, al llevar en vuestras entrañas el altar santo, espiritualísimo y consagrado a Dios en el que se ofrece la sagrada vícti­ma 6 9 . Aunque sea con bastante anticipación, diré que vo­sotros, al tener cuidado del Pontífice que gobierna todo el mundo 7 0 , aparecéis místicamente como los querubines que rodean el propiciatorio 7 1. Más que el oro trabajado por los artífices del que antiguamente estaba recubierta el arca 7 2, vosotros recubrís el arca espiritual y divina de la Nueva Alianza que alberga a Aquel que en la cruz ha firmado nuestra liberación. Vuestro gozo es el contento de todo el mundo y vuestra gloria se proclama como la alegría del universo entero.

Bienaventurados vosotros que habéis sido los padres de una hija tan excelsa. Benditos vosotros que habéis ofrecido al Señor un don tan colmado de bendiciones. Bienaventurados los pechos que criaron a esta niña y el vientre que la llevó 7 3.

1 0 . Ven también tú, pequeña, la más excelsa de los cielos. Ven tú, que apareces como una niña, pero que eres reconocida en verdad como taller divino 7 4. Ven aquí y santifica tú los umbrales del santuario, pues, para de-

69 . G e r m á n p r e s e n t a a M a r í a c o m o altar, n o p o r q u e s o b r e esta

ara se h a y a sacr i f icado a J e s ú s , s i no p o r haber lo a l b e r g a d o en su s e n o

m a t e r n o .

70. C r i s t o , s u m o sace rdo t e , q u e , p o r nacer M a r í a , se p u e d e decir

q u e los p a d r e s de ella t a m b i é n lo cu ida ron y p r o t e g i e r o n .

7 1 . Cf . E x 2 5 , 18ss .

72 . Cf . E x 2 5 , 10; 37 , l s s .

73. E s t a e x c l a m a c i ó n der iva de L e 11 , 27 .

74. E n t r e m u c h a s c o m p a r a c i o n e s de g ran de l i cadeza apa rece ésta

un tan to mater ia l de « t a l l e r » , o sea , d o n d e se ha r ea l i zado el inicio de

la ex is tencia terrenal del H o m b r e - D i o s .

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HOMILÍA I 57

cirio con pocas palabras, no eres santificada por el lugar sagrado, sino que éste es plenamente santificado por ti.

Ven y penetra en el atrio y en la celda que infunde temor 7 5, tú que has de ser el tesoro inmenso e inescruta­ble. Entra en el vestíbulo del santuario, tú que has de quebrantar las puertas de la muerte. Mira lo que queda detrás de la cortina 7 6, ya que tu resplandor ilumina a los que se han vuelto ciegos a causa de sus aficiones perni­ciosas 7 7 . Dame la mano a mí que te estoy guiando como a una niña, robustece mis manos y condúceme a la vida, pues estoy cansado y envejecido y, actuando en contra de los mandamientos, me aficioné a las cosas de la tierra. He aquí que tú eres como el báculo de mi ancianidad y el reparo de la naturaleza debilitada por la caída 7 8. He aquí que contemplo que tú serás el apoyo de quienes están sometidos a la muerte. Ven a postrarte ante la mesa del altar, puesto que, a través de muchas figuras, está anunciado que tú has de ser la mesa espiritual e inconta­minada 7 9. Muévete por el interior de la mansión del altar del incienso, ya que de ti emana la fragancia de este per­fume 8 0, siendo para todos el más suave aroma, y los pro­fetas, inspirados por el Espíritu divino, con razón te han llamado incensario.

75 . S e refiere el S a n t o de los s a n t o s , d o n d e D i o s hacía sent i r su

p resenc ia y en el cual s ó l o p o d í a entrar el s u m o sace rdo te . G e r m á n ,

en con t r a de su c o s t u m b r e , emplea , re f i r iéndose al t e m p l o de los j u ­

d í o s , a l g u n o s t é rminos genera lmente u s a d o s al t ratar de los t e m p l o s

p a g a n o s .

76 . Cf . E x 26 , 3 1 s s .

77 . E s decir : r e l ac ionadas c o n las p a s i o n e s y m a l o s d e s e o s .

78. S e refiere al p e c a d o or ig inal .

79. M a r í a p u e d e ser s i m b o l i z a d a p o r la m e s a del t e m p l o de los

j u d í o s p o r q u e l leva c o n s i g o la o f r e n d a del sac r i f i c io d e la N u e v a

A l i a n z a .

80. Cf . E x 30 , l s s .

Page 59: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

58 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Sube la escalinata del templo santo, tú a quien las hijas de Jerusalén, atraídas por tu belleza, entonan ale­gres cánticos y a quien los reyes de la tierra proclaman bienaventurada. Sube, tú que eres reconocida como sa­grado fundamento y has sido mostrada al gran patriarca Jacob, que con gozo te contempló como escalera divina­mente afianzada 8 1. Ven, oh Señora, pues te corresponde estar sobre este excelso pedestal, ya que eres reina y tu gloria sobrepasa la de todos los reinos de la tierra. Es propio de tu dignidad el habitar en este lugar sagrado, puesto que eres un trono más excelente que los querubi­nes. He aquí que, como es de razón, yo te ofrezco la sede principal como reina que eres del universo, y tú conduces hacia lo alto a quienes se hallan postrados en el suelo. Ahora, junto con David, me dirijo a ti, exclaman­do: Escucha, hija, mira, inclina el oído y olvida tu pueblo y la casa paterna y el Rey quedará prendado de tu her­mosura*2.

1 1 . Así habló el anciano, y habría deseado proseguir aún en sus alabanzas. Las padres se retiraron y la niña, consagrada a Dios, se quedó allí. Los ángeles la servían con reverencia 8 3 y ella recibía un alimento, material o espiritual, a través de estos seres incorpóreos. Se realizó así con el favor de Dios su iniciación sagrada, y la niña

8 1 . Cf . G n 2 8 , 12ss . L a escalera del s u e ñ o de J a c o b fue in te rpre­

tada de d i v e r s o s m o d o s p o r los S a n t o s Pad re s , antes de q u e apa rec ie ­

se es ta in te rpre tac ión mar iana . P o r e j e m p l o , se la t u v o c o m o s í m b o l o

de la P rov idenc i a de D i o s o de la E n c a r n a c i ó n del V e r b o , q u e un ió la

t ierra c o n el c ie lo .

82 . Sa l 4 5 (44 ) , l i s .

83. Se apl ica a M a r í a , p a r a u n t i e m p o m á s p r o l o n g a d o , lo q u e

d ice el E v a n g e l i o acerca de u n o s ángeles q u e s i rv ie ron a J e s ú s en el

des ie r to . ( M t 4, 11 ; M e 1, 12) .

Page 60: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA I 59

crecía y se fortalecía, mientras que iba perdiendo su fuerza aquella maldición que en el Edén se nos había in­fligido 8 4.

1 2 . Tened buen ánimo, pues, quienes os habéis reuni­do en el amor de Dios, para unánimamente aclamar a la Virgen con el «Ave» 8 5 . Nuestra mente es como la de los niños 8 6 y nos resulta imposible celebrar debidamente esta fiesta, pero no esforzamos en superar nuestra pe­quenez, ya que ha de resultar agradable a Dios lo que se haga de acuerdo a la propia capacidad. Supera, en efecto, toda compresión el que se pueda ser a la vez virgen y madre 8 7, porque ¿quién, siendo virgen, ha concebido y, siendo madre, ha conservado su virginidad, sino única­mente tú, oh doncella bienaventurada, que, sin pérdida de tu integridad virginal, has dado a luz por nosotros al Dios encarnado?

1 3 . Salve, oh Esposa de Dios, que hoy, al entrar en el Santo de los santos con un indumento glorioso y no fa­bricado por mano de hombre 8 8 , nos has revestido de púrpura a nosotros que en el Edén, a causa de la comida mortífera y que abrasa las almas, fuimos desnudados y quedamos postrados en el fango, y has puesto sobre no­sotros el manto divino del perdón de los pecados 8 9 .

84. Cf . G n 3, 16ss .

85 . Cf . L e 1, 2 8 s s .

86. F r e n t e al mis t e r io exce l so de la E n c a r n a c i ó n , el p e n s a m i e n t o

h u m a n o resul ta to t a lmen te d e s p r o p o r c i o n a d o , c o m o el de u n n iño

frente a la rea l idad q u e lo c i rcunda .

87. C o m o tal apa rece en el m o m e n t o de la A n u n c i a c i ó n .

88. Cf . G n 3, 17. E l ve s t i do q u e cubr í a a nues t ro s p r o g e n i t o r e s

antes del p e c a d o or ig inal , q u e era el d o n de la grac ia .

89. Cf . E f 1, 7.

Page 61: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

60 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Salve, tú que hoy, al llevarse a cabo tu gloriosa y venera­da Presentación, congregas a toda la asamblea de los profetas que, con armoniosos instrumentos musicales y con sonoros timbales, entonan sus himnos divinos y danzan en alegres coros espirituales.

1 4 . Salve, tú, que, con el ritmo cadencioso de tus pasos, has pisoteado al diablo, serpiente de mente tene­brosa y enemigo de todo bien, que para mí ha sido un nefasto guía que me ha conducido a la desobediencia 9 0. Salve, tú que tomaste de la mano a la naturaleza corrup­tible y frágil y la condujiste de nuevo al tabernáculo es­piritual y santo que nunca envejece9 1. Salve, oh María, admirable sobremanera, que con las lámparas de tu pre­sentación has hecho que resplandeciera un día de gozo y exultación 9 2 para quienes se hallaban inmersos en las sombras de la muerte y en el abismo de la impotencia y has atestiguado que, por medio de ti, Dios había dis­puesto que desaparecieran las tinieblas.

Salve, oh nube luminosa 9 3 que derramas sobre noso­tros el rocío espiritual y divino 9 4 y que, al entrar hoy en el Santo de los santos, has hecho que saliera un sol res­plandeciente sobre los que yacían sin fuerzas bajo las sombras de la muerte. Salve, oh fuente llena de los dones de Dios de donde dimanan los ríos del conocimiento di-

90 . Cf . G n 3, 1-13.

9 1 . E s ev idente q u e G e r m á n a t r ibuye la r e n o v a c i ó n d e la na tu ra ­

leza h u m a n a a M a r í a s ó l o de u n m o d o ind i rec to , p o r h a b e r s e s e rv ido

D i o s de ella. A l S e ñ o r se d e b e , en efecto, la o b r a de la r e d e n c i ó n del

h o m b r e .

92 . Cf . Sal 4 5 (44) , 15.

93 . L a i m a g e n de la n u b e se refiere a u n a man i f e s t ac ión ac t iva de

D i o s , c o m o la del Sinaí . Cf . E x 19, 16.

94 . Pa rece referirse e spec ia lmen te al m a n á . E x 16, 13.

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HOMILÍA I 61

vino, que llevan el agua pura y cristalina de la ortodoxia y destruyen todas las herejías.

1 5 . Salve, oh ameno y espiritual paraíso de Dios, plantado hoy al Oriente por su diestra todopoderosa 9 5 y en el cual germinan el suave lirio y la rosa inmarcesible para remedio de quienes, vueltos hacia el Occidente, be­bieron el amargo y pestilencial brebaje de la muerte des­tructora de las almas; en este jardín es donde florece el árbol de la vida 9 6 que proporciona el conocimiento de la verdad, y los que comen de su fruto se vuelven inmorta­les. Salve, oh palacio sagrado, inmaculado y purísimo del Señor, Rey del universo. Tú estás toda rodeada de su magnificencia y a todos acoges y llenas de gozo espiri­tual. Tú ahora estableces tu morada en la casa del Señor, en el templo santo. En ti se halla el tálamo del esposo es­piritual 9 7, no fabricado por mano de hombres y decora­do espléndidamente. En ti el Verbo, al querer atraer a los extraviados, se desposó con la carne para reconciliar con Dios 9 8 a los que, por su propia voluntad, se habían aleja­do de Él.

1 6 . Salve, oh nueva Sión y divina Jerusalén, ciudad de Dios, Rey grande en cuyas moradas el Señor es reco­nocido^. Él hace que los reyes se inclinen para venerar

9 5 . S o b r e el j a rd ín p l a n t a d o p o r D i o s en el E d é n , al O r i e n t e , cf.

G n 2, 8. G e r m á n in terpre ta el O r i e n t e c o m o s í m b o l o de una rea l idad

pos i t i va , y el O c c i d e n t e , en c a m b i o , c o m o e x p r e s i ó n de a l g o nega t ivo

o p o c o v a l i o s o . L o m i s m o aparece en o t ras t r ad ic iones re l ig iosas .

96 . Se refiere a C r i s t o , q u e , al revés del á rbo l del p e c a d o or ig inal ,

ofrece la v e r d a d q u e d a la v ida a qu ienes la deseen . Cf . G n 2 , 9.

97. Cf . Sal 19 (18) , 6.

98. R m 5, 10; 2 C o 5, 18ss .

99 . Sal 48 (47) , 3 s .

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62 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

tu gloria y que todo el mundo se regocije y se disponga para celebrar la fiesta de tu Presentación. Tú eres, en verdad, el candelabro de siete luces 1 0 0 , áureo y resplande­ciente, encendido en la llama que nunca se apaga, ali­mentado con el óleo de la inocencia y que garantiza que va a salir el sol que ha de iluminar a los que están sumi­dos en las tinieblas 1 0 1 de la culpa. Salve, monte de Dios fértilísimo y umbroso 1 0 2 donde se ha criado el cordero espiritual que ha tomado sobre sí nuestros pecados y en­fermedades; monte del cual, sin intervención humana, se ha desprendido la roca que ha quebrantado las aras de los ídolos 1 0 3 y que ha venido a ser a piedra angular, ad­mirable a nuestros ojos 1 0 4 .

1 7 . Salve, oh trono santo de Dios 1 0 5 , ofrenda divina, casa de gloria, ornamento precioso, joya escogida, propi­ciatorio universal 1 0 6 , cielo que proclama la gloria de Dios107, oriente que hace brillar la luz inextinguible que procede de lo más alto del cielo y de cuyo calor 1 0 8, o sea, de su providencia, nadie jamás se substrae. Salve, tú que, al nacer, rompiste las ataduras de la esterilidad, aniqui­laste el oprobio de la infecundidad, sumergiste en las profundidades la maldición de la Ley 1 0 9 e hiciste florecer la bendición de la gracia. Con tu ingreso en el Santo de

100. Cf . E x 2 5 , 3 1 s s . 101 . Cf . 2 P 2 , 4 .17. 102 . Cf . Sal 68 (67 ) , 16 y H a 3, 3. 103. Cf . D n 2 , 34 . 104. Sa l 118 (117) , 2 2 s . 105. Cf . , p o r e j e m p l o , Sa l 4 5 (44 ) , 6; M t 5, 34 y 2 3 , 2 2 . 106. Cf . E x 2 5 , 16ss . 107. Sa l 19 (18 ) , 2 . 108. Ibid. 7. 109 . Cf . G a 3, 13.

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HOMILÍA I 63

los santos diste cima al voto de tus padres, pusiste el fundamento de nuestra absolución y llevaste a plenitud nuestra alegría, puesto que abriste paso al que es el prin­cipio de la gracia.

1 8 . Ave María, llena de gracia 1 1 0, más santa que los santos, más excelsa que los cielos 1 1 1 más gloriosa que los querubines, más honorable que los serafines y más vene­rables que todas las creaturas. Salve, oh paloma que, con tu gloriosa y resplandeciente Presentación, nos traes el brote de olivo que nos salva del diluvio espiritual 1 1 2; que nos anuncia el puerto de salvación y que tienes las alas plateadas y la espalda de color de oro 1 1 3 , pues en ti apa­recen los destellos del Espíritu Santísimo e iluminador. Salve, oh urna toda de o r o " 4 que contienes la mayor dulzura y suavidad para nuestras almas, el verdadero maná que es Cristo.

1 9 . Oh toda pura y digna de gran veneración y ala­banza, ofrenda consagrada a Dios y superior a todo lo creado. Oh tierra no labrada, vid frondosísima 1 1 5, copa que proporciona una suma felicidad, fuente que mana sin cesar 1 1 6, virgen fecunda y madre intacta, joya de pu­reza y ornamento de santidad, mediante tus preces mate­riales y siempre bien acogidas y persuasivas, dirigidas al hijo que de ti ha nacido sin concurso de varón y que es

110. Cf . L e 1, 2 8 .

111 . Cf . H b 7, 26 .

112. Cf . G n 8, 1 1 . S e t rata de la p a l o m a q u e l levó a N o é la señal

de q u e hab ía t e r m i n a d o el d i luv io .

113. Sal 68 (67) , 14.

114. Cf . E x 16, 3 3 s s . S e refiere a la u rna q u e con ten ía m a n á .

115 . Cf . E z 19, 10.

116. Cf . E x 17, 6.

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64 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Dios y creador de todas las cosas, cuida de regir el timón de la Iglesia y condúcela hacia el puerto seguro que se halla preservado de las agitaciones de herejías y escánda­los 1 1 7 . Reviste a los sacerdotes con el esplendor de la jus­ticia y del gozo 1 1 8 de una fe probada, incontaminada y esclarecida. Conduce en paz y seguridad el gobierno de los emperadores ortodoxos, que, por encima de todo color de púrpura y oro y de las perlas y piedras precio­sas, han conseguido tenerte a ti por diadema, manto, adorno y amparo de su reino. Haz que queden someti­dos y se postren a los pies de estos soberanos los malva­dos pueblos bárbaros que blasfeman contra ti y contra Dios, que nació de ti. Socorre en tiempo de guerra al ejército que siempre se apoya en tu auxilio. Confirma a los subditos en la obediencia ordenada por Dios y en la dócil observancia de la disciplina.

Concede la corona triunfal de la victoria y rodea con la fuerza de tu protección a esta ciudad tuya, que te con­sidera como su torre 1 1 9 y fundamento. Conserva siempre el decoro del templo, que es morada de Dios 1 2 0 . Libra de todo peligro y de toda angustia del espíritu a quienes proclaman tus alabanzas. Otorga la redención a los cau­tivos. Muéstrate como alivio de los peregrinos que se en­cuentran sin techo y sin defensa. Extiende tu mano pro­tectora en favor de todo el mundo, a fin de que podamos

117. E s t a p r i m e r a súp l ica de G e r m á n a la V i rgen en favor de la p a z d e la Ig les ia y s o b r e t o d o de su p r e s e r v a c i ó n de t o d a c lase de he ­rejías y e s c á n d a l o s , es u n a clara m u e s t r a del ce lo y de las p r e o c u p a ­c iones pa s to r a l e s del s an to . E s t a p l ega r i a a la M a d r e de D i o s , a u n q u e en a l g u n o s p u n t o s esté le jos de la sens ib i l idad actual , r ep resen ta u n ferviente anhe lo del b ien del p u e b l o c r i s t iano .

118. Cf . Sal 132 (131) , 9. 119. Cf . Sa l 61 (60 ) , 4. 120. Cf . 1 R 8, 30 y C r o 6, 2 1 .

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HOMILÍA I 65

celebrar con gozo y exultación tus festividades, como lo hacemos ahora esplendorosamente en Cristo Jesús, Rey del universo, nuestro verdadero Dios, al cual se tributen la gloria y el poder 1 2 1 , junto con el Padre santo y princi­pio de la vida y con el Espíritu coeterno, consustancial y correinante 1 2 2, ahora y siempre y por los siglos de los si­glos. Amén.

1 2 1 . Cf . 1 P 5, 11 y J u d a s 2 5 . 122 . L i t e r a lmen te d ice : « q u e t iene el m i s m o t r o n o » . S a n B a s i l i o

Del Espíritu Santo V I , 15.

Page 67: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

H O M I L Í A II

D E N U E S T R O P A D R E S A N G E R M Á N

A R Z O B I S P O D E C O N S T A N T I N O P L A ,

P A N E G Í R I C O E N H O N O R D E L A S A N T A M A D R E D E D L O S

D E C U A N D O , A L A E D A D D E T R E S A Ñ O S ,

F U E P R E S E N T A D A E N E L T E M P L O P O R SUS P A D R E S

He aquí otra solemne celebración y espléndida festi­vidad de la Madre del Señor. He aquí que avanza la es­posa sin mancilla1. He aquí el primer séquito de la reina, el signo seguro de su gloria futura, el preludio de la gra­cia divina que ha de cubrirla con su sombra 2, la señal lu­minosa de su pureza extraordinaria. Donde el sacerdote no entraba a menudo, sino una sola vez al año 3 para rea­lizar un acto de culto lleno de misterio4, allí es conducida María por su padres para su continua permanencia en el santuario de la gracia. ¿Quién ha conocido jamás algo se­mejante? ¿Quién ha visto y oído, ahora o en el pasado, que una mujer fuera conducida al interior del Santo de los santos, casi inaccesible incluso para los varones 5, y

1. Cf . 2 P 3, 14.

2. Cf . L e 1, 35.

3. Cf . L v 16, 1.34.

4. L i t e r a lmen te d ice « c u l t o m í s t i c o » , q u e en el l enguaje l i túrg ico

de G e r m á n indica la p resenc ia real y mi s t e r i o sa de D i o s , q u e sant if i ­

ca. V é a s e la H o m i l í a I.

5 . S o l a m e n t e p o d í a entrar el s u m o s a c e r d o t e en o c a s i ó n de una

d e t e r m i n a d a fes t iv idad .

Page 68: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA II 67

que allí tuviera ella su morada y allí fuera alimentada? ¿Acaso no era ésta una clara prueba de las obras insólitas y admirables que en relación a ella se habían de realizar?6

¿ N o es éste un signo manifiesto? ¿ N o es un testimonio evidente?7.

Que aquellos que mueven sus lenguas en contra de ella y ven como si no vieran8, nos digan si jamás han visto en alguna parte cosas semejantes. ¿Ha sucedido al­guna vez que una niña, y por añadidura de tres años de edad, haya sido ofrecida por voto 9 como don incontami­nado para habitar constantemente tras el tercer velo, presentándole sus súplicas los notables del pueblo 1 0 , acompañándola las vírgenes, conduciéndola entre lámpa­ras encendidas y recibiéndola los sacerdotes y profetas con las manos vueltas hacia arriba? ¿Cómo es que no quisieron entender? ¿Por qué, habiendo contemplado lo que acaeció primero, no prestaron fe a lo que ocurrió después? 1 1 . ¿Por qué, habiendo visto unas cosas extraor­dinarias y admirables, que se referían a ella, presentaron oposición a lo que sucedió posteriormente? En efecto, los primeros acontecimientos concernientes a ella no fueron casuales e independientes, sino que todo fue un anuncio anticipado de los hechos que más adelante ocu-

6. A l u s i ó n al « M a g n í f i c a t » . L e 1, 49 .

7. G e r m á n p res t a entera fe a los re la tos del Protoevangelio de

Santiago q u e hab lan de la p e r m a n e n c i a de M a r í a en el t e m p l o d u r a n ­

te su n iñez , lo cual no t iene b a s e en la t r ad ic ión jud ía .

8. Cf . M t 13, 13.

9. S e refiere al v o t o hecho p o r los p a d r e s de M a r í a , s e g ú n la t ra­

d ic ión .

10. Cf . Sa l 4 5 (44 ) , 13.

11 . E s decir : n o p r e s t a r o n fe al mensa j e d iv ino q u e se man i fe s tó

d e s p u é s y en es t recha re lac ión c o n los acon t ec imien to s d e la v ida de

Mar í a .

Page 69: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

68 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

rrieron. Que quienes vanamente se tienen a sí mismos por sabios nos digan cómo es que, habiendo otras muje­res estériles que dieron a luz, no hay entre ellas ninguna cuya hija haya sido conducida al Santo de los santos y acogida por los profetas. Los que vieron tales y tan grandes cosas con razón hubieran podido decir lo mismo que después exclamaron los que presenciaron unas maravillas semejantes en la persona de su Hijo: ¿Qué será, pues, este niño?12. Así es ciertamente.

Los que piensan equivocadamente van por el camino de la perdición 1 3 y caen en la fosa que ellos mismos exca­varon; pero nosotros, el pueblo escogido de Dios 1 4 , sacer­dotes y gobernantes, seglares y monjes, esclavos y libres, artesanos y agricultores, hortelanos y pescadores, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, acerquémonos con buena voluntad a la Madre de Dios y contemplemos los miste­rios que, desde un principio, por disposición divina, se realizaron en ella1 5; veamos cómo esta sacratísima virgen es hoy presentada en el templo por sus padres, por mi­nisterio de los sacerdotes; cómo el templo viviente del Señor 1 6 es ofrecido en el templo inanimado; cómo el pro­feta la recibe en sus manos y la introduce en el santuario

12. P a l a b r a s q u e fueron p r o n u n c i a d a s acerca de J u a n Bau t i s t a . L e

1, 66 .

13. Cf . M t 7, 13.

14. Cf . D t 7, 6; A m 3, 2 ; 1 P 2 , 10.

15. L a p re sen te homi l í a , en c o m p a r a c i ó n c o n la anter ior , es tá en

un nivel de m a y o r s i m p l i c i d a d y a d a p t a c i ó n a la gente h u m i l d e del

p u e b l o . P o r e so G e r m á n hace a lus ión a la d ive r s idad de o y e n t e s y se

de t iene en relatar los p o r m e n o r e s de la P resen tac ión de Mar í a .

16. E l au to r c o n t r a p o n e el t e m p l o de J e r u s a l é n a M a r í a , t e m p l o

del Señor , p o r q u e lo ha l l evado en su s eno ; p e r o t a m b i é n ha de t e ­

n e r s e p r e s e n t e q u e , s e g ú n el p e n s a m i e n t o c r i s t i a n o , t o d a p e r s o n a

p u e d e ser c o n s i d e r a d a c o m o u n t e m p l o de D i o s p o r l levar en s í la

i m a g e n divina , med ian t e la grac ia .

Page 70: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA II 69

sin disgusto alguno y no dice a los padres: Yo no quiero prestarme a tal novedad e instalar a una niña en el Santo de los santos, para habitar y permanecer en este lugar donde a mí sólo me es lícito entrar una vez al año.

Nada de esto manifestó el profeta 1 7 sino que, pre­viendo el futuro gracias al don profético que poseía, acogió sin reservas a la niña para que se quedara allí, del mismo modo que más adelante Simeón recibió con gozo al Hijo de ella 1 8.

Después de abrazar a la niña, tomándola de la mano, habló a su madre, quizá con estas palabras 1 9: ¿Cuál es tu linaje, oh mujer? ¿Cuáles son tus sentimientos y cuál es la meta que, con tu acción, te propones alcanzar? N o te­niendo ningún precedente o modelo que imitar, ¿cómo has tomado por ti misma esta nueva e inaudita resolu­ción de presentar una niña para que habite en el santua­rio? Dime cuál es esa motivación y cuál es tu nombre.

Ana, cuyo nombre significa «gracia» 2 0 , respondió al profeta, diciendo: Yo he nacido de linaje sacerdotal y de la descendencia de Aarón 2 1; soy de estirpe regia y profé-tica, pues David, Salomón y sus sucesores son antepasa­dos míos 2 2; también soy parienta de tu mujer Isabel. Des­pués de unirme a mi esposo según la ley del Señor,

17. Zaca r í a s es el s a c e r d o t e q u e a c o g e a M a r í a , s e g ú n la H o m i l í a

I, 7.

18. Cf . L e 2 , 2 2 s .

19. E s t a e x p r e s i ó n da a c o n o c e r q u e t a m b i é n en es ta H o m i l í a

G e r m á n añade a lgo de su p r o p i a c o s e c h a a los d a t o s de la fuente de

q u e se s i rve.

2 0 . E s t e s ign i f i cado e t i m o l ó g i c o del n o m b r e de A n a es a c e p t a d o

en la ac tua l idad .

2 1 . Cf . E x 2 8 , l s s .

2 2 . S e insis te en u n a d o b l e a scendenc ia de A n a , c o n lo cual M a r í a

q u e d a en l azada c o n los d o s linajes m á s i m p o r t a n t e s de la t rad ic ión

hebrea : el sace rdo ta l de A a r ó n y el r eg io de D a v i d .

Page 71: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

70 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

descubrí que yo era estéril y no tuve hijos durante el tiempo apto para la maternidad. N o hallando remedio al­guno para mi desdicha, acudí a Dios, el único poderoso y que pone remedio a cuantos se hallan en las más difíciles situaciones; imploré su ayuda ferviente con lágrimas y gemidos 2 3 , diciendo: Oh Señor, Señor, que atiendes sin demora a quienes tienen su alma angustiada, ¿por qué has querido que yo poseyera una naturaleza diversa de la de mis mayores? ¿Por qué me has puesto como objeto de los comentarios de mis parientes y como motivo para que bajen la cabeza 2 4 mis vecinos? ¿Por qué me has hecho partícipe de las maldiciones de los profetas a causa de mi vientre estéril y de mis pechos resecos? 2 5 ¿Por qué permitiste que fueran rechazadas mis ofrendas a causa de mi esterilidad? ¿Por qué consentiste que yo viniera a ser la burla de mis amigos, la risa de mis subordinados 2 6 y el oprobio de mis vecinos? Mírame, Señor, y escúchame; ten piedad de mí, tú que eres el Santo. Hazme semejante a las aves del cielo, a las bestias de la tierra, a los peces del mar, pues todos son fecundos en tu presencia, Señor. Que no aparezca como inferior a los animales 2 7, oh Altí­simo, la que ha sido creada a tu imagen y semejanza 2 8.

23 . T a m b i é n , A n a , la m a d r e de Samue l , acude al Señor llena de

d o l o r a fin de q u e la l ibre de la esteri l idad (cf. 1 S 1, 10). E s t e v o c a b u ­

lario del l ibro de Samue l es el q u e G e r m á n aplica a la m a d r e de Mar ía .

24 . Se trata de u n s igno de c o m p a s i ó n , p e r o también de d u d a y de

sospecha , pues , según la menta l idad hebrea, la esteril idad de los e s p o s o s

p o d í a ser consecuencia de a lguna culpa de ellos y u n cas t igo de D i o s .

2 5 . S e refiere a la m a l d i c i ó n l a n z a d a p o r el p ro fe ta O s e a s con t r a

el p u e b l o h e b r e o p o r su inf idel idad a D i o s (cf. O s 9, 14) .

26 . Cf . Sal 79 (78 ) , 4.

27 . Ser c o m o l o s an imales i r rac ionales es u n a e x p r e s i ó n bíbl ica

q u e t iene el s e n t i d o d e v iv i r s e g ú n l o s i n s t i n t o s y s in c o n t r o l m o r a l .

C f . Sa l 4 9 ( 4 8 ) , 1 3 - 1 5 y 2 P 2 , 12 .

2 8 . Cf . G n 1, 26 .

Page 72: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA II 71

Después de decir esto y otras cosas semejantes añadí: Oh Señor, si me concedes un hijo, te lo consagraré como don de agradecimiento, a fin de que esté permanente­mente en tu santuario, como ofrenda sagrada y don pre­ciosísimo, recibido de ti, generosísimo dispensador de dones perfectos.

Estas cosas las dije estando al aire libre, en mi jardín, levantando los ojos al cielo y dándome golpes de pecho, al tiempo que clamaba a Dios, que habita en los cielos. Mi esposo, por su parte, que estaba solo en el monte practicando un ayuno de cuarenta días 2 9 , pedía con insis­tencia a Dios las mismas cosas. Entonces el Señor, que ama a las almas y está siempre dispuesto a compadecer­se, atendiendo las plegarias de ambos, envió su ángel para anunciarnos la concepción de esta hija mía 3 0 . Al punto mi naturaleza, obedeciendo la orden de Dios, aco­gió el feto, a pesar de que antes de la gracia divina nunca había osado recibirlo. Al llegar éste, el vientre que esta­ba cerrado abrió sus puertas y, habiendo aceptado lo que provenía de Dios, lo custodió hasta que, por voluntad del Señor, llegó el tiempo del alumbramiento.

Después de haber amamantado a la niña 3 1, cumplo ante Dios los votos que pronunciaron mis labios y que sa­lieron de mi boca cuando me hallaba en la aflicción2'1.

2 9 . E l re t i ro y a y u n o de cuarenta d ías p r o v i e n e de la t rad ic ión

del A . T . y es tá t amb ién en re lac ión c o n J e s ú s . Cf . M t 4, l s s . y l u g a ­

res pa ra l e los .

30 . L a s s e m e j a n z a s de los nac imien tos d e J u a n y de J e s ú s , y t a m ­

bién del de M a r í a , p o n e n d e relieve la i m p o r t a n c i a q u e y a la fuente

u s a d a p o r G e r m á n c o n c e d e a la V i r g e n en el de sa r ro l l o de la h is tor ia

de la sa lvac ión .

3 1 . L a H o m i l í a an te r io r p u n t u a l i z a q u e la P r e s e n t a c i ó n t iene

luga r a los tres años de e d a d de la niña.

32 . Sal 66 (65) , 13s .

Page 73: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

72 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Por eso reuní este grupo de vírgenes portadoras de lám­paras, convoqué a los sacerdotes, congregué a mis pa­rientes, diciendo a todos: Congratulaos conmigo, porque hoy aparezco como madre y como oferente3 3, no para presentar a mi hija a un rey de la tierra, lo cual no sería conveniente, sino al Rey celestial, como don suyo que es. Por eso, oh profeta, recibe ya a la hija que me fue dada por Dios, introdúcela y trasplántala en el lugar de la santificación3 4, en la morada dispuesta por Dios 3 5 sin injerirte, en modo alguno, en el desarrollo de su existen­cia hasta que Dios, que la ha llamado, disponga el cum­plimiento de lo que a ella concierne.

Al escuchar estas palabras, Zacarías respondió a Ana diciendo: «Bendita tu estirpe, oh mujer digna de suma veneración; glorificado sea tu seno, oh mujer amada de tu esposo; gloriosísima es tu Presentación, oh amada de Dios» . Tomando después gozosamente a la niña, con gran devoción la condujo al Santo de los san­tos, diciéndole, quizá, estas palabras: «Ven, oh plenitud de mi profecía 3 6 y cumplimiento de las disposiciones del Señor; ven, o sello de su alianza y realización de sus des ignios ; ven, oh manifestación de sus mister ios y meta anhelada de todos los profetas; ven, tú que pones de acuerdo a los que tristemente se hallan dividi­dos 3 7 y juntas a los que desde tiempo atrás están sepa­rados; ven, oh don singularísimo y divino, oh Señora

3 3 . L a o f renda de su hija al t e m p l o y p o r lo tan to a D i o s .

34 . Cf . E s d 9, 8.

3 5 . C f . Sa l 33 (32 ) , 14.

36 . C o n ev idente a n a c r o n i s m o se a t r i buyen a Zaca r í a s , el p a d r e

de J u a n Bau t i s t a , las p ro fec ías mes ián icas del p ro fe ta del m i s m o n o m ­

bre q u e per tenece al s ig lo V I a. de C . y en c u y o l ib ro se i n c o r p o r a ­

ron o t r o s mater ia les del s ig lo I V a. de C r i s t o .

37 . Se a lude a la acc ión benéfica de Mar í a en favor de los h o m b r e s .

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HOMILÍA II 73

de todos, y entra en la gloria de tu Señor 3 8 , la que ahora está aquí abajo y puede ser hollada, hasta que pronto llegues a la que está arriba y es inaccesible para los hombres».

Así debió hablar, sin duda, el sacerdote a la niña, y después la condujo al lugar conveniente y designado de antemano. Ella, exultante de gozo, se movía por dentro del templo de Dios como si fuera su propia cámara, siendo niña de tres años por lo que toca a la edad, pero estando muy por encima de la niñez por lo que a la gra­cia divina 3 9 se refiere, puesto que había sido previamente conocida, predestinada 4 0 y elegida por Dios, que todo lo dirige.

Permaneció ella en el lugar más recóndito del Santo de los santos, recibiendo por medio de un ángel una co­mida de la celestial ambrosía y una bebida de néctar di­vino hasta su segundo cambio de edad 4 1 . Entonces, por disposición de Dios y por voluntad de los sacerdotes, se echaron suertes en relación a ella 4 2. José, el justo, se vio favorecido y, por designio de la Providencia, recibió a esta virgen de mano de los sacerdotes, en el templo, para confundir a la antigua serpiente, autora del mal, a fin de que no atacara a la inocente muchacha por ser

38 . E s decir: la pa r te m á s santa e in terna del t e m p l o , en d o n d e se

man i fe s t aba la g lor ia d e D i o s .

39 . Cf . L e 2 , 40 .52 .

40 . Cf . R m 8, 2 9 .

4 1 . E s decir : los c a m b i o s de la p u b e r t a d , q u e en el amb ien t e de

en tonces se s i tuaban a l r e d e d o r de los d o c e a ñ o s , y q u e aconse j aban

q u e , d e a c u e r d o con las p r e sc r ipc iones legales , la j o v e n y a n o p e r m a ­

neciera en el t e m p l o (cf. L v 15 , 1 9 - 3 3 ) .

4 2 . S e g ú n el Protoevangelio, se e cha ron suer tes p a r a ver qu ién

hab ía de t o m a r p o r e s p o s a a M a r í a , si b ien s ó l o p a r a cus tod ia r l a y d e ­

b i e n d o p e r m a n e c e r v i rgen .

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74 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

virgen, sino que la dejara de lado, como ya desposada. Por eso la Virgen purísima habitó en la casa de José el artesano 4 3 , custodiada por Dios, el artífice primero y universal, hasta que se realizara en ella el misterio divi­no, mantenido en secreto desde antes de todos los si­glos 4 4 , y en ella Dios se hiciera semejante a los hombres. Pero este asunto reclama un desarrollo especial que re­servamos para otra ocasión oportuna 4 5; por lo cual, vol­vamos al objeto que nos habíamos propuesto y celebre­mos festivamente, en el día de hoy, la solemnidad de la Presentación.

Entra, pues, Señora y Madre de Dios; entra en tu he­redad y avanza exultante y gozosa por los atrios del Señor. Tú, lozana y bien criada, mantente de día en día a la espera de la venida del Espíritu Santísimo sobre ti, de la virtud del Altísimo 4 6, que te cubrirá con su sombra, y de la concepción de tu Hijo, conforme te lo ha manifes­tado Gabriel. Presta tu auxilio a quienes celebran tu fies­ta; dales tu protección, defensa y patrocinio; por tu constante intercesión, líbralos de toda necesidad y peli­gro, de todas las desdichas y graves dolencias y de las justas amenazas de tu Hijo, que podrían sobrevenirles. Tú, como Madre del Señor, colócalos en el lugar de deli­cias en donde se encuentra la luz y la paz, y concédeles la realización de todos sus anhelos. Enmudezcan los la-

Al. L a t rad ic ión an t i qu í s ima señala el o f ic io de ca rp in te ro c o m o

el p r o p i o J o s é (tékton: cf. M t 13, 55 ) . E n la t r aducc ión a d o p t a m o s el

t é rmino « a r t e s a n o » c o n el fin de a c o m o d a r n o s al p a r a l e l i s m o q u e e s ­

tab lece G e r m á n , q u e d e s i g n a a D i o s c o m o architekton, o p r i m e r art í­

fice.

44 . Cf . R m 16, 2 5 .

4 5 . D e a q u í se d e s p r e n d e q u e las homi l í a s de la P re sen t ac ión s o n

an ter iores a la d e la A n u n c i a c i ó n del m i s m o G e r m á n .

46 . Cf . L e 1, 2 6 s s .

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HOMILÍA II 75

bios mentirosos que profieren iniquidades, con soberbia y desprecio, contra ti que eres justa47. Que la imagen de estos malvados sea despreciada en tu ciudad 4 8, que ellos queden avergonzados y confundidos, que vengan a parar en la ruina y conozcan que tu nombre es el de Señora 4 9. En efecto, tú sola eres la Madre de Dios, excelsa sobre toda la tierra. Nosotros, oh Esposa divina, con fe te ben­decimos, con gran celo te honramos y con sumo respeto te veneramos, ensalzándote siempre y proclamándote bienaventurada5 0. Venturoso entre los hombres es, cier­tamente, tu padre y dichosa tu madre entre las mujeres 5 1; dichosa tu casa, dichosos tus conocidos, dichosos quie­nes te sirvieron, dichosos los lugares por donde anduvis­te, dichoso el templo en el que fuiste presentada, dicho­so Zacarías que te tomó en brazos, dichoso José que se desposó contigo, dichoso tu féretro, dichoso tu sepulcro. Tú eres la honra suprema, la recompensa más excelsa, la altura más encumbrada.

Oh Señora mía, solamente tú eres el encanto de mi alma, que dimana de Dios, el rocío que me refresca en el ardor 5 2, la gota de agua que el Señor hace correr sobre mi corazón árido y reseco 5 3, la lámpara luminosa que di­sipa las tinieblas de mi alma, la guía de mi peregrinación, la fuerza de mi debilidad, el recubrimiento de mi desnu-

47 . Cf . Sal 31 (30) , 19.

4 8 . Cf . Sal 73 (72) , 20 .

4 9 . Sal 83 (82 ) , 18s .

50 . Cf . L e 1, 4 9 .

5 1 . Inf lujo de L e 11 , 2 7 s .

52 . Cf. , p o r e j e m p l o , G n 27 , 28 ; Si 18, 16. E s t a p legar ia de ca rác ­

ter pe r sona l d i s t ingue es ta homi l í a r e spec to d e la anter ior , p e r o a d ­

viér tase q u e G e r m á n sup l i ca en p r i m e r lugar p o r las neces idades del

p u e b l o q u e le ha s i d o con f i ado .

53 . Cf . S b 1 1 , 2 2 .

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76 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

dez, el enriquecimiento de mi pobreza, el remedio de mis heridas incurables, la extinción de mis lágrimas, el fin de mis gemidos, la transformación de mis desdichas, el alivio de mis dolores, la liberación de mis cadenas, la esperanza de mi salvación 5 4. Escucha, pues, mis súplicas, compadécete de mis quejidos, atiende a mis lamentos.

Presta atención a mis lágrimas y ten piedad de mí; muéstrame tu gran compasión, puesto que eres la Madre de Dios, que es benigno y misericordioso con los hom­bres. Dirige tu mirada hacia mis súplicas, dando cumpli­miento a los ardientes deseos de mi alma, y reúneme con mi consanguínea y consierva 5 5 en la tierra de los pacífi­cos 5 6 , en las tiendas de los justos 5 7 , en el país de los san­tos, Tú que para todos eres defensa, contento del alma y radiante gozo, concédeme que pueda participar, junto con ella, de la felicidad verdaderamente indescriptible que el Dios y Rey que de ti ha nacido nos ofrece en la sala del banquete de las bodas eternas 5 8 con unas delicias que no se acaban ni causan tedio, dentro de su reino que no tiene límite ni conoce el ocaso. Tú, en verdad, para mí eres Señora, refugio, vida, amparo 5 9 , armadura, honra, esperanza y fortaleza. Concédeme gozar, junto con mi allegada, de los dones incomprensibles e inefables de tu Hijo en la mansión del cielo. Yo sé, en efecto, que tu poder y tu voluntad van a la par, como madre que eres

54. Cf . 1 T s 5, 8.

5 5 . N o s a b e m o s q u i é n era es ta muje r , pa r i en t a de G e r m á n , a

qu ien él se refiere. C i e r t a m e n t e d e b i ó estar c o n s a g r a d a al se rv ic io de

D i o s y sin d u d a era m u y ap rec iada p o r el s an to .

56 . Cf . Sal 118 (117) , 15 .

57 . Cf . Sal 116 (115) , 9.

58 . A c e r c a del g o z o y de las b o d a s cf., p o r e j e m p l o , M t 2 5 , 21 y

9, 15.

59 . Cf . Si 5 1 , 10.

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HOMILÍA II 77

del Altísimo y, por ello, no me faltan ni la audacia ni la confianza. Así pues, oh purísima Señora, que yo no quede defraudado en mi esperanza 6 0, sino que obtenga lo que estoy aguardando, oh divina Esposa, que, de un modo inescrutable, diste a luz al que es la esperanza de todos, nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y Señor, al cual corresponde toda gloria, honor y adoración junto con el Padre eterno y el Espíritu vivificante, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

60 . Cf . Sa l 119 (118) , 116; G a 6, 4.

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HOMILÍA III

D E L M I S M O S A N G E R M Á N D E C O N S T A N T I N O P L A ,

E N L A F I E S T A D E L A A N U N C I A C I Ó N D E L A

S A N T Í S I M A M A D R E D E D I O S

Para esta majestuosa y regia celebración1 y a la vez espléndida y gloriosísima memoria, concurren pueblos, tribus y lenguas, se reúnen personas de toda categoría y dignidad y acuden gentes de todas partes 2 con ánimo festivo. Alegrémonos, pues, y festejemos espiritualmente con piadosos cánticos a la reina de la estirpe de David. Aprestémonos para esta gran festividad de la primavera, para esta solemnidad de las solemnidades de nuestra es­peranza, en el día favorable de nuestra fiesta?. Efectiva­mente, en este día las virtudes espirituales de los cielos 4

se inclinan desde lo alto y participan en esta celebración con nosotros los habitantes de la tierra.

Hoy 5 se cumple la profecía de David, que dice: Alé-

1. E l t é rmino g r i e g o u s a d o es el de sinaxis, q u e equ iva le a reu­n i ó n y p reva l ec ió en las Ig les ias de l engua gr iega p a r a de s igna r la ce ­l eb rac ión eucar ís t ica , r eun ión específ ica y fundamenta l p a r a la c o m u ­n i d a d cr is t iana.

2 . E s t e p u e b l o q u e se reúne d e s d e t o d o s los luga res es el « p u e b l o e s c o g i d o » . Cf . 1 P 2 , 9.

3. Sal 81 (80) , 3. 4. Esp i r i t ua l e s , noerói en g r i e g o , ind ica la pe r tenenc ia a u n o rden

s u p e r i o r a lo mater ia l y te r reno. 5. A q u í se inicia u n f r a g m e n t o del d i s c u r s o q u e n o apa rece en la

ed ic ión de M i g n e , s i no en la de F e c i o r u , y se p r o l o n g a has ta el p a r r a -

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HOMILÍA III 79

grense los cielos y exulte la tierra6, puesto que cielo y tie­rra, en verdad, han quedado repletos de gozo. Hoy la multitud de los santos, amantes de la fiesta, se cubre de blancas vestiduras. Hoy el verano hace su aparición con gran magnificencia, dejando atrás el gélido invierno, y el sol, brillando como el oro, se levanta, mostrándosenos más agradable y hermoso que de costumbre. H o y se abre el Edén plantado por Dios y, por el bondadoso amor divino hacia los hombres, Adán, el que fue forma­do por el Señor, se afinca de nuevo, como ciudadano, en este paraíso 7 . H o y se disipa la heredada condena del dolor; hoy acaba el od ioso desprecio 8 de la madre común y su penoso castigo. Hoy los gremios celestiales se aproximan a los terrenales y, mediante la cuadrangular asamblea 9 que ahora formamos, todo el universo aparece espléndidamente iluminado. Hoy la Iglesia Inmaculada de Cristo ha sido enaltecida y se muestra resplandecien­te, como si estuviera adornada con franjas de oro 1 0 , debi­do a la belleza del gozo que hoy festejamos.

Hoy la Jerusalén de la tierra, muy admirable y santa­mente ilustre, se llena de gran alegría, junto con la Jeru­salén celestial; adoptando el lenguaje de los profetas 1 1,

fo q u e e m p i e z a p o r las p a l a b r a s : « S a l v e , l lena de gracia , en q u i e n se

g lor ía de hallar su a m p a r o y de fensa la c i u d a d viv iente . . .» , lo cual y a

de n u e v o se halla en la Patrología griega ( P G ) de M i g n e , p o c o antes

de in ic iarse el d i á l o g o entre el ángel y M a r í a .

6. Sa l 96 (95) , 12 .

7. Cf . G n 2 , 8.

8. « d e s p r e c i o » se refiere a la n o o b s e r v a n c i a de la ley d iv ina . Cf .

Sal 119 (118) , 2 2 .

9. E l calif icativo « c u a d r a n g u l a r » v iene a indicar el carácter u n i ­

versal de la a s a m b l e a cr is t iana, p u e s el u n i v e r s o , s e g ú n la t rad ic ión , es

c o n c e b i d o c o m o ten iendo cua t ro á n g u l o s .

10. Cf . Sal 45 (44 ) , 15.

1 1 . Cf. , p o r e j e m p l o , Sal 48 (47) , 12 y 97 (96 ) , 12.

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80 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

diremos que se alegra la nueva Sión. Hoy Belén, la ciu­dad de David y de la niña de ilustre prosapia 1 2, aparece como cielo extendido sobre la tierra y se atavía cual be­llísimo esposo. Hoy las ciudades insignes, el campo y todo el género humano, con canto y a plena voz, cele­bran esta fiesta de todo el cosmos. Hoy todos los reyes y pueblos de la tierra, con regia magnificencia, honran la festividad de la Reina purísima y Madre de Dios. Hoy, hijas de reyes y de reinas que forman corona en torno al trono real se enfervorizan mutuamente y no interrum­pen su veneración desde la salida del sol hasta su ocaso. Hoy, niñas y jóvenes, madres y vírgenes, nobles y per­sonas de dignidad proclaman bienaventurada a la Virgen Madre, que nos proporciona el sustento para nuestra vida. Hoy todos alaban al Santo de los santos y celebran fiesta conjuntamente el cielo, la tierra y todas las creatu-ras, sin distinción. Hoy es colocado en medio de noso­tros el libro inspirado de los profetas 1 3, y cada uno de éstos proclama con sus vaticinios la gracia de la presente festividad. Hoy el patriarca Jacob exulta de gozo y, con espíritu profético, nos presenta aquella mística y biena­venturada escalera que se apoya sobre la tierra y llega hasta el cielo 1 4. Hoy el vetusto Moisés, profeta y guía del pueblo de Israel, nos habla claramente de aquella zarza situada sobre el monte Horeb 1 5 . Hoy el antiguo Zacarí­as, célebre como profeta, alza su voz diciendo: He aquí que yo he visto un candelabro todo de oro con una lám-

12. Cf . 1 S 16, 1; Is 11 , 1.

13. Cf . H c h 7, 4 2 .

14. Cf . G n 28 , 12.

15. Cf . E x 3, l s . L a z a r z a ardiente se t o m ó c o m o s í m b o l o de

M a r í a , p o r q u e en d icha p l an t a se m a n i f e s t ó la p r e s e n c i a d e D i o s ,

c o m o t ambién lo h i z o en la V i rgen . E l q u e la z a r z a n o se c o n s u m i e ­

ra fue in te rpre tado c o m o s í m b o l o de la v i rg in idad pe rpe tua de M a r í a .

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HOMILÍA III 81

para encima16. Hoy el gran heraldo Isaías, maravilloso entre todos los profetas, a grandes voces profetiza, di­ciendo: Saldrá un retoño de la raíz de Jesé y de él brota­rá una flor17. Hoy el admirable Ezequiel exclama: He aquí que la puerta estará cerrada y nadie entrará por ella más que el Señor Dios, y la puerta permanecerá cerra­da1*. Hoy el admirable Daniel proclama cosas futuras como si ya fueran presentes: La piedra se desprendió del monte sin intervención de mano alguna1"*, es decir: sin la acción de ningún hombre. Hoy David, acompañando a la Esposa y entonando cánticos que se refieren a la Vir­gen bajo la figura de una ciudad, levanta la voz diciendo: Cosas gloriosas se han dicho de ti, oh ciudad del gran Rey10. Hoy Gabriel, caudillo de la milicia celestial, des­pués de recorrer el arco del cielo, saluda a la Virgen y Madre de Dios diciéndole: Salve, oh llena de gracia, el Señor es contigo11.

Hoy los ángeles todos y nosotros con ellos repita­mos las palabras del mensajero celestial y, junto con él, ensalcemos a la que nos ha procurado el gozo y digá­mosle: Alégrate sobremanera, tú que eres hija del rey David y verdadera madre del Rey Celestial, y afianza los cetros de los reyes cristianos. Alégrate sobremanera, oh hija de Joaquín y Ana, quienes irreprensiblemente te han engendrado en el tiempo conveniente de su convivencia y en razón de sus plegarias. Alégrate sobremanera, hija de David y Madre de Dios, verdaderamente alabanza di-

16. Z a 4, 2 .

17. Is 1 1 , 1.

18. E z 44 , 2. L a pue r t a de la q u e hab la E z e q u i e l es s í m b o l o de

M a r í a , p o r q u e a t ravés de ella p a s a el Señor .

19. D n 2 , 4 5 .

20 . Sal 87 (86) , 3.

2 1 . L e 1, 2 8 .

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82 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

vina; Bendito es el fruto de tu vientre11. Salve, llena de gracia, que brotaste de la estirpe de David 2 3 sobrepasan­do las esperanzas y naciste de Ana como un don de Dios. Salve, llena de gracia, que, después de criada en tus primeros años y después de crecer y haber sido recono­cida tu dignidad y nobleza, recibiste el alimento de la mano de un ángel 2 4 y has obtenido para todo el mundo un gozo innegable y en verdad indescriptible 2 5. Salve, llena de gracia, rúbea púrpura real de la que se ha reves­tido, al encarnarse, el Rey de cielos y tierra. Salve, llena de gracia, tierra fecunda en aromas, arca portadora de vida y nuevo vaso oloroso del Espíritu 2 6, que has llena­do el mundo entero de suave perfume. Salve, llena de gracia, verdadero incensario de oro 2 7 e incontaminado tesoro de pureza, sacratísimo y sin mancha alguna. Salve, llena de gracia, colmada de hermosura y de pure­za, soberana y maravillosa morada del Verbo 2 8 . Salve, llena de gracia, que has hecho que surgiera en carne hu­mana el sol espléndido que, con su bondad, llena toda la creación 2 9. Salve, llena de gracia, nube resplandeciente del Espíritu vivificante, que traes la lluvia de la miseri-

22 . L e 1, 4 2 .

2 3 . E l t ex to de G e r m á n y la fuente p o r él u s a d a es tab lecen la

de scendenc i a dav íd ica de M a r í a . S in e m b a r g o las genea log í a s q u e a p a ­

recen en L e 3, 2 3 - 3 8 y M t 1, 1-17 hacen referencia a J o s é . Cf . la no ta

n. 4 0 de la H o m i l í a I y la n. 22 de la H o m i l í a I I .

24 . A c e r c a de este serv ic io p r e s t a d o p o r u n ángel a M a r í a , véase

la n o t a n. 83 de la H o m i l í a I.

2 5 . Cf . 1 P 1, 8.

2 6 . R e c u é r d e s e la i nvocac ión a M a r í a vaso espiritual d e la letanía

laure tana de la l i turgia lat ina.

27 . Cf . H b 9, 4.

2 8 . G e r m á n se es fuerza p o r hallar exp re s iones q u e mani f ies ten la

i n c o m p a r a b l e excelencia de Mar í a .

2 9 . Cf . H c h 9, 3 y 2 2 , 6.

Page 84: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 83

cordia que empapa todo lo creado 3 0. Salve, llena de gra­cia, esperanza de los nacidos en la tierra, que has trans­formado el dolor en gozo, has unido los seres terrestres con los celestiales y has destruido el muro de la enemis­tad que los separaba 3 1. Salve, llena de gracia, puerta de nuestra vida 3 2, sellada y fecundada por Dios, a través de la cual ha pasado el Verbo, coeterno con Dios Padre. Salve, llena de gracia, incontaminada planta de castidad, árbol umbroso 3 3 de la misericordia y lirio 3 4 de la verda­dera castidad, teñido de oro y púrpura. Salve, llena de gracia, becerra que no conoces el yugo, que has alimen­tado el garboso ternero y que has llevado en tu seno la esplendorosa grandeza de los cielos. Salve, llena de gra­cia, cordera que, con tus manos inmaculadas, has dis­puesto para la sepultura el augusto cordero 3 5 de lana purpúrea, el cual voluntariamente se ofrece en sacrificio por todos. Salve, llena de gracia, doncella irreprensible y desconocedora de la unión carnal, que has puesto de manifiesto ante tus padres una concepción insólita y un parto inexplicable. Salve, llena de gracia, arca de santidad y ramita de justicia 3 6 que ha sido plantada por Dios y florece con una flor incorruptible. Salve, llena de gracia, candelabro de oro, que sostiene lámparas encendidas, y mesa 3 7 en que se halla recubierto el pan que da la vida 3 8.

30. Cf . J b 3 6 , 2 7 - 3 1 .

3 1 . Cf . E f 2 , 15.

32 . Cf . G n 2 8 , 17.

33 . Cf . G n 18, 4.

34 . Cf . C t 2 , l s .

3 5 . Cf . Is 53 , 7.

36 . Cf . Sal 4 5 (44 ) , 6.

37 . Cf . E x 40 , 22 ( cande l ab ro y t ienda) ; N m 3, 31 ( cande lab ro y

m e s a ) .

38 . S e refiere a C r i s t o .

Page 85: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

84 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Salve, llena de gracia, trono querúbico e incomparable de la gloria del Rey y palacio verdaderamente regio de la encarnación del Verbo.

Salve, llena de gracia, en quien se gloría de hallar su amparo y defensa la ciudad viviente que es honrada y conducida por el Señor. Salve, llena de gracia, urna fa­bricada de oro que contiene el maná 3 9 y tabernáculo de auténtica púrpura que, con variedad de áureos adornos, ha sido embellecido por el nuevo Besalel 4 0. Salve, llena de gracia, nube purpúrea y resplandeciente, portadora de Dios 4 1 y fuente inexhausta que a todos abastece 4 2. Salve, llena de gracia, trono excelso y encumbrado del Creador y Redentor de todos, que con sus manos rige y sostiene cuanto existe en el cielo y en la tierra. Salve, llena de gracia, templo vivo de la magnífica gloria 4 3 de Aquel que por nosotros se ha hecho hombre y se ha encarnado para nuestra salvación. Salve, llena de gracia, portadora de la vida, que alimentas al que es el susten­to y nutres con tu leche al que antiguamente hizo bro­tar miel de la piedra 4 4. Salve, llena de gracia, monte de Dios, monte fecundo, monte umbroso 4 5 , monte no cor­tado, monte de Dios manifestado ante todos 4 6 . Salve, llena de gracia, gozo del alma, veneración universal de todo el cosmos, verdaderamente buena mediadora de todos los pecadores. Salve, llena de gracia, puerta de los

39 . C f . H b 9, 4.

40 . C f . E x 3 1 , 2 s s .

4 1 . C f . E x 19, 9.

42 . Cf . E x 17, 6s .

43 . Cf . Sal 29 (28 ) , 9.

44 . Cf . D t 3 2 , 13; Sal 81 (80) , 17.

4 5 . C f . Sa l 68 (67 ) , 15; H a 3, 3.

46 . E n c o n t r a p o s i c i ó n al m o n t e envue l to en n u b e s en el q u e s e

d i o a M o i s é s la L e y an t igua .

Page 86: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 85

afligidos y firme protección de quienes, con sincero co­razón, te proclaman Madre de Dios. Salve, llena de gra­cia, que, para la salvación de todo el género humano, llevaste en tu seno al Señor, el cual es sumamente bon­dadoso con los hombres. Salve, llena de gracia, refugio admirable y compasivo 4 7 para todos los cristianos y que eres contemplada como la hermosura más grande y ex­celsa.

De esta forma nos hemos expresado, a pesar de nues­tra insignificancia, amaestrados por la Escritura divina­mente inspirada, dirigiendo con labios indignos nuestra palabra a la celestial Esposa, Reina y Madre de Dios. Desde ahora, carísimos, prestaremos atención a la divina Anunciación del arcángel Gabriel y escucharemos la feliz nueva que, al presentarse ante la Inmaculada, le da a conocer 4 8.

El ángel: Escucha, oh gloriosa, las misteriosas pala­bras del Altísimo: He aquí que concebirás en tu seno y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús49. Pre­párate ya para la venida de Cristo. Yo, en efecto, te trai­go la buena nueva de cosas escondidas desde la creación del mundo 5 0 .

La Madre de Dios: Márchate de mi pueblo y de mi país, oh hombre; vete y abandona enseguida mi habita-

47 . Cf . E x 17, 15; Sa l 18 (17) , 2 .

4 8 . E m p i e z a n a q u í u n o s d i á l o g o s q u e o c u p a n casi t o d o el r es to

de la H o m i l í a , p r i m e r o entre M a r í a y el ángel y d e s p u é s entre M a r í a

y J o s é . P r o b a b l e m e n t e es ta pa r te era rec i tada p o r d ive r sas p e r s o n a s ,

c o r r e s p o n d i e n d o a G e r m á n reanudar su in te rvención en la pa r t e c o n ­

c lus iva .

49 . L e 1, 3 1 .

50. Cf . J n 17, 24; E f 1, 4.

Page 87: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

86 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ción; aléjate del zaguán de mi casa, tú que me estás ha­blando, y no me traigas un mensaje opuesto a mi humil­dad 5 1 .

El ángel: El que es clemente y compasivo, queriendo dar cumplimiento a sus antiguos designios y compade­cerse del hombre extraviado, por su gran bondad se ha dignado hacerse hombre. ¿Por qué, pues, no aceptas mi saludo, oh llena de gracia?

La Madre de Dios: Observo, oh joven, tu belleza digna de ser representada en pintura y contemplo el res­plandor que te envuelve; oigo de tu boca unas palabras jamás por mí escuchadas; me invade, en fin, la sospecha de que hayas venido para engañarme.

El ángel: Debes saber con toda certeza y estar bien persuadida de que ha sido mucho mayor mi aturdimien­to al ver tu belleza, cuyo artífice es el mismo Dios 5 2 , y al mirarte me parece estar contemplando la gloria de mi Señor.

La Madre de Dios: He escuchado un lenguaje desco­nocido y he visto una faz que jamás había contemplado. ¿Cómo no voy a estar asustada y temblorosa yo, que

5 1 . Cf . L e 1, 4 1 . E n g ran pa r t e , es te p r i m e r d i á l o g o se cent ra

s o b r e el con t ras t e entre la g r a n d i o s i d a d d e los a con t ec imien to s anun ­

c i a d o s y su i m p o s i b i l i d a d s e g ú n las leyes de la na tura leza . E l a nunc io

del ángel c h o c a c o n la d e s c o n f i a n z a de M a r í a , q u e t eme ser o b j e t o de

un e n g a ñ o . F r e c u e n t e m e n t e c a d a u n o de los in te r locu to res a d o p t a las

p a l a b r a s del o t r o , ba jo un p u n t o de v is ta o p u e s t o .

52 . L a s p a l a b r a s de M a r í a s o b r e la be l leza del ángel , q u e m e r e c e

ser o b j e t o de u n a ar t ís t ica p in tura , c o n d u c e n a u n a a f i rmac ión aún

m á s radical acerca de la be l leza de Mar í a .

Page 88: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 87

tengo un esposo justo y nunca acostumbro hablar con un extraño?

El ángel: Acepta el gozo de un mensaje digno de ser escuchado y una alabanza que te corresponde plenamen­te. En efecto, el que de ti nacerá será llamado Hijo del Altísimo53 y tú, que estás santificada, darás a luz al que ha de ser exaltado por su inmensa bondad.

La Madre de Dios: Me causan temor y temblor estas palabras tuyas y sospecho que has venido para en­gañarme, como a otra Eva; pero yo no soy como ella 5 4. ¿Por qué tú saludas a una joven a quien nunca habías visto?

El ángel: Yo te traigo buenas nuevas de gozo. Te anuncio una maternidad que supera toda humana com­presión; te anuncio el advenimiento inefable del Rey ex­celso. Sin duda la púrpura que tienes en las manos signi­fica la regia dignidad 5 5.

La Madre de Dios: Puesto que no cesas de declarar­me tales cosas, te diré que yo no doy fe a este anuncio, pues pienso que habrás venido a ultrajar mi dignidad virginal y a agraviar a mi esposo.

53 . L e . 1, 3 5 .

54 . S e g ú n este d i á l o g o , M a r í a t e m e q u e el q u e se le ha a p a r e c i d o

sea el d i ab lo , el cual esté d i s p u e s t o a engañar la , c o m o e n g a ñ ó a la p r i ­

m e r a mujer E v a .

55 . L a s fuentes de q u e se s i rve G e r m á n cuen tan q u e , al vis i tar el

ángel a M a r í a , és ta se ha l laba t r aba jando c o n p ú r p u r a p a r a tejer la

co r t ina del t e m p l o , q u e le hab ía s i d o e n c a r g a d a . D e s p u é s v e r e m o s

q u e u n p r i m e r encuen t ro c o n el ángel t iene lugar c u a n d o M a r í a va a

b u s c a r a g u a fuera de la casa .

Page 89: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

88 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

El ángel: El profeta Zacarías, el amado esposo de tu parienta Isabel, te librará de tu desconfianza 5 6. Encamí­nate, pues, hacia su casa, a fin de que ella te dé a cono­cer lo que le ha ocurrido 5 7.

La Madre de Dios: Mis padres Joaquín y Ana for­man un matrimonio honestísimo e irreprochable y yo, siendo su hija, ¿voy a ser objeto de infamia? ¿Quién, ha­biéndome visto, podrá convencerse de que María no ha obrado indebidamente?

El ángel: Cuando, a su tiempo, se cumplan mis pala­bras, entonces comprenderás la fuerza del incomprensi­ble misterio. Entonces verás que se ha cumplido lo que yo te he dicho.

La Madre de Dios: Yo, que provengo de la casa y descendencia de David, ¿dé que manera prestaré servicio a tan altos e impresionantes misterios? ¿Cómo podré al­bergar a Jesús, el Santo, el que se sienta sobre querubi­nes? 5 8 .

El ángel: Serás llamada trono de Dios y regia sede del Rey de los cielos, tú que eres Reina y Señora, que eres también hija de un rey terreno y posees las caracte­rísticas propias de una prosapia real.

56. L a p r e ñ e z de I sabe l en edad a v a n z a d a será una p r u e b a de q u e

D i o s p u e d e actuar s u p e r a n d o las leyes de la na tura leza . P o r lo q u e se

refiere a la d e s c o n f i a n z a o « i n c r e d u l i d a d » , cf. R m 4, 2 1 , al t ratar de la

c o n c e p c i ó n de I s a a c p o r pa r te de Sara .

57 . A q u í se a t r ibuye u n a f ina l idad d e t e r m i n a d a y especia l a la V i ­

s i tac ión de M a r í a a I sabe l , na r r ada en L e 1, 3 9 s s .

58 . M a r í a e m p i e z a a mani fes ta r o t ra d u d a : la i m p o s i b i l i d a d de

q u e u n a c rea tura h u m a n a a lbe rgue den t ro de s í la d iv in idad .

Page 90: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 89

La Madre de Dios: Tú que me estás hablando, explí­came de qué modo seré yo trono del Altísimo y de qué manera mi carne de barro tocará aquella luz intangible que supera al mismo sol. Lo que tú me anuncias, oh joven, son cosas inconcebibles.

El ángel: ¿ Con qué fin, o por qué motivo te muestras tan desconfiada ante mi anuncio, oh gloriosa? ¿Hasta cuándo no te mostrarás dócil con un ángel que te ha sido enviado desde el cielo? Yo no soy el que engañó a Eva.

La Madre de Dios: He visto tu figura deslumbrante y he oído tus palabras rebosantes de maravillas y, preci­samente por esto, no puedo aceptar este anuncio.

El ángel: Aunque mi aspecto te impresione, yo sé que las palabras de mi boca serán para ti portadoras de alegría y que desde ahora te llamarán bienaventurada en cielo y tierra5 9.

La Madre de Dios: ¿Cómo podré saber que se ha de cumplir lo que tú dices, puesto que soy virgen intacta y sin mancha alguna de voluptuosidad? Yo soy la esclava del Señor que me ha creado.

El ángel: Te diré claramente que, al mismo tiempo, Isabel, tu parienta, dará a luz un hijo en la vejez y mu­chos se alegrarán y admirarán en su nacimiento; su nom­bre, en efecto, será el de Juan 6 0 .

59. Cf . L e 1, 4 8 .

60 . Cf . L e 1, 13 y L e 1, 5 9 - 6 6 . A c t u a l m e n t e se p r o p o n e n d o s p o ­

s ib les s ign i f i cados del n o m b r e de J u a n : Yahveh ha sido misericordio­

so o Yahveh es favorable. A m b a s in te rpre tac iones indican u n a e s p e ­

cial grac ia de D i o s .

Page 91: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

90 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

La Madre de Dios: Recibe mis dones, tú que me ha­blas, y aléjate, pues en verdad no sé si eres un ángel o un hombre. Por tu dignidad y nobleza me pareces ángel y por tu figura un hombre.

El ángel: ¿Acaso no me viste en el Santo de los san­tos, oh bienaventurada? Ciertamente que me contem­plaste cuando de mi mano ígnea recibiste el alimento. Yo soy Gabriel, que asisto siempre en la presencia de la glo­ria de Dios 6 1 .

La Madre de Dios: Yo tengo un esposo casto, santo y justo, experimentado en el oficio de carpintero, y temo que me encuentre conversando contigo y más estando solos.

El ángel: Antes comencé a hablar. Estoy colmado de palabras eternas y ahora, continuando, te diré: Nacerá de ti el Señor, el Rey de reyes, y reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin62.

La Madre de Dios: Ahora mi alma se ha conturbado y no sé qué pensar acerca de esta impresionante visión. Juzgo, en efecto, que tus palabras son verdaderas y que seré entregada por José en manos de quienes juzgan estas cosas 6 3 .

El ángel: Me causa extrañeza, oh gloriosa, que aún dudes de mí, que he venido a anunciarte cosas tan excel-

6 1 . Cf . L e 1, 19, en q u e G a b r i e l hace es ta p r e sen t ac ión s u y a n o a

M a r í a , s i no a Zaca r í a s . L a p r i m e r a reve lac ión de G a b r i e l q u e aparece

en la Esc r i t u r a es la de D n 8, 16.

6 2 . L e 1, 3 3 .

6 3 . S e g ú n la ley de los h e b r e o s , el adu l te r io era c a s t i g a d o c o n la

p e n a de m u e r t e (cf. L v 20 , 10) .

Page 92: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 91

sas. Más bien me corresponde a mí el reverenciarte, pues vas a ser la madre de mi Señor y es natural que me im­presione grandemente tu regia dignidad.

La Madre de Dios: Insólito y extraño es lo que me anuncias, y tu propia venida pone en claro tus palabras y tu conducta. Llegas, en efecto, a mi morada, acercándote a mí sin previo aviso; quizá me consideras como una sierva y no como una señora.

El ángel: Oh toda pura e irreprensible, me sorprende que aún desconfíes de mis palabras, tú que eres la llena de gracia. He aquí que, según creo, mientras te estaba hablan­do, el Rey de la gloria ha venido a habitar en ti, oh Reina 6 4.

La Madre de Dios: Tú que me saludas como virgen intacta y me diriges tus palabras como a doncella inco­rrupta, tú sabes la verdad; ¿cuándo, pues, dónde y cómo se me hará esto, pues no conozco varón65}.

El ángel: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará con su sombra, y por eso lo que nacerá de ti será Santo y se llamará Hijo de Dios. No temas, María, pues has hallado gracia delante de Dios66.

La Madre de Dios: Has venido del cielo para comu­nicarme un misterio lleno de interrogantes y anunciarme

64. S e g ú n el Protoevangelio, la c o n c e p c i ó n de J e s ú s se rea l iza al

p r o n u n c i a r el ángel s u s p a l a b r a s , mien t ras q u e la t r ad ic ión cr is t iana

c o m ú n , c o n m á s c o n g r u e n c i a c o n el t ex to evangé l i co , la p o n e en r e ­

lac ión c o n las p a l a b r a s c o n q u e M a r í a acep ta la v o l u n t a d de D i o s (cf.

L e 1, 38 ) .

6 5 . L e 1, 34 .

66 . E n l a c e de L e 1, 35 c o n 1, 30 .

Page 93: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

92 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

la venida del Espíritu Santo. ¿Cómo no voy a desconfiar de este mensaje tuyo tan extraño? Dímelo tú que me estás hablando.

El ángel: Aparta de ti, oh Virgen, todo pensamiento de desconfianza. Pienso que ya se han cumplido mis pa­labras y que, aunque no lo hayas procurado, ya se ha producido la gravidez en tu seno, pues para Dios no hay nada imposible67.

La Madre de Dios: Soy un retoño de la raíz de David y temo que venga sobre mí el inesperado oprobio de un tálamo ajeno y que me ponga en evidencia la santa placa de metal del sacerdote 6 8.

El ángel: Darás a luz al Señor y Salvador, una de las personas de la Trinidad vivificadora, y ofrecerás al mundo un gozo inefable que ningún ángel ni hombre jamás nos ha podido procurar, y tu nombre será ben­dito.

La Madre de Dios: Dime, oh joven, de qué manera yo he de dar a luz al Salvador, como tú afirmas. Tus faustos anuncios dejan en verdad aturdidos a las espiri­tuales potestades de los ángeles y a los escuadrones de los arcángeles dotados de muchos ojos 6 9 y que están en­vueltos en resplandecientes llamaradas.

67 . L e 1, 37 , con referencia a G n 18, 14 y J r 32 , 27 .

68 . M a r í a se refiere a la p r u e b a del « a g u a a m a r g a » (cf. N m 5, 1 1 -

3 1 ) , q u e ella p i e n s a habrá de s o p o r t a r p o r la s o s p e c h a de adul te r io

q u e habr ía de caer s o b r e ella. E s t a p r u e b a se hacía en p resenc ia del

s ace rdo t e , q u e l levaba en s u s o r n a m e n t o s u n a p l aca d e o r o con la ins ­

cr ipc ión: Consagrado a Yahveh ( E x 2 8 , 3 6 ) .

69 . A h o r a M a r í a se e m p i e z a a mani fes ta r m á s d i s p u e s t a a p res ta r

fe a lo q u e le d ice su in te r locutor .

Page 94: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 93

El ángel: Oh gloriosa, tus palabras resultan delicio­sas y están llenas de dulzura. Por eso te diré que tu fe­cundación no será por voluntad de la carne, sino por voluntad de Dios y por la intervención del Espíritu Santo 7 0 .

La Madre de Dios: ¿ Quién convencerá a José de que yo he concebido no por voluntad de varón, sino por la intervención del Espíritu Santo? Efectivamente, nunca en el decurso de los siglos se ha oído decir que una vir­gen haya tenido un hijo sin concurso de varón.

El ángel: Todo el género humano se refugiará bajo tu amparo misericordioso; toda lengua terrena te proclama­rá bienaventurada y tu nombre será celebrado de genera­ción en generación,7 1 porque de ti va a nacer el Señor que es la luz del mundo.

La Madre de Dios: Siendo yo la que soy y siendo te­rrenal mi origen, ¿cómo es posible que venga a refugiar­se en mí el linaje humano?¿Cómo voy a llevar en brazos a Cristo, luz del mundo? ¿Cómo el Sol que no conoce el ocaso puede ser sostenido por aquella que, en un sentido espiritual,7 2 es la luna?

El ángel: Que tu rostro se vuelva alegre y radiante, oh gloriosa, pues te vas a transformar en un cielo, en un

70. Cf . J n 1, 13.

7 1 . Cf . L e 1, 50 .

72 . C o n f o r m e se ha i nd i cado en la n o t a anter ior n. 4, a q u í la ex­

p r e s i ó n « e s p i r i t u a l » ind ica u n a rea l idad s u p e r i o r a lo sens ib le . L a s p a ­

labras noerós y noetós, e m p l e a d a s en e s to s pasa j e s de G e r m á n der ivan

del n e o p l a t o n i s m o y o r ig ina lmen te ind icaban la e levac ión de lo « i n t e ­

l ig ib le» s o b r e lo « s e n s i b l e » .

Page 95: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

94 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

templo en el cual el Señor tiene su morada, en un taber­náculo viviente de Dios, más espacioso, más excelso y más admirable que los siete firmamentos.

La Madre de Dios: Me siento sumamente impresio­nada por lo inusitado y extraordinario de la maternidad que se me avecina; estoy preocupada también por razón de José y no sé lo que va a ocurrirme. Por eso me con­viene ir a casa de Zacarías y estar junto a mi parienta Isabel 7 3.

El ángel: Tú vendrás a ser el propiciatorio de todos los cristianos y por eso una vez más te dirijo las palabras que te corresponden mejor: Llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre74.

La Madre de Dios: Yo llevo el signo de la realeza; he sido criada en la corte de mi ciudad de Belén; he mora­do con toda honestidad desde niña en el santuario. ¿Cómo, pues, permaneciendo virgen, podré ser llamada madre de mi hijo?

El ángel: El Altísimo, después de escudriñar todo el mundo, no ha encontrado una madre semejante a ti 7 5 y, según su voluntad y beneplácito, por su gran amor a no­sotros, se hará hombre naciendo de ti, que estás santifi­cada.

73. A q u í M a r í a ind ica o t r o m o t i v o de su v is i ta a I sabe l , d i s t in to

del q u e an te r io rmen te ha i n d i c a d o el ángel .

74 . L e 1, 3 8 .

7 5 . S e a f i rma q u e , y a antes de la A n u n c i a c i ó n , M a r í a g o z a b a d e

unas p r e r r o g a t i v a s s ingu la res y ún icas .

Page 96: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA III 95

La Madre de Dios: Cantando alabaré al Señor, por­que ha mirado la pequenez de su sierva; he aquí que desde ahora me llamarán bienaventurada todas las gene­raciones76 y el pueblo de las naciones me alabará cons­tantemente.

El ángel: Oh Virgen, portadora de gozo celestial, morada deliciosa y admirable, propiciatorio de todo el mundo, tú sola en verdad bendita entre las mujeres, 7 7

prepárate ya para la misteriosa venida de Cristo.

La Madre de Dios: Oh joven, mensajero de celestial deleite, que vienes de la región de los seres incorpóreos y conversas con los terrenales, ¿hasta cuándo seguirás aquí y continuarás hablándome? He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra7*.

Estas cosas dijo la Virgen bienaventurada y digna de toda alabanza, o bien profirió otras palabras aún más misteriosas y acomodadas. Ahora, carísimos, si os place, escuchemos la conversación que sostuvo con ella el justo José 7 9 .

76. L e 1, 4 8 .

77. Cf . L e 1, 4 2 .

78 . L e 1, 38.

79 . A q u í se inicia o t r o d i á l o g o y c o n t r a p o s i c i ó n de p e n s a m i e n ­

to s . A s í c o m o en el an ter ior el ángel era el q u e l l evaba el anunc io y

M a r í a se resis t ía a creer le , aho ra es M a r í a la q u e i n fo rma a J o s é y és te

se m u e s t r a d e s c o n f i a d o , has ta q u e , al final, e m p i e z a a p e r s u a d i r s e de

las b u e n a s r a z o n e s de su e s p o s a . E l d i á l o g o anter ior , a p e s a r d e c o n ­

tener m u c h a d o s i s de invent iva , t iene a lgún a p o y o en el t ex to evan­

gé l ico ; es te s e g u n d o , en c a m b i o , n o es tá m u y de a c u e r d o c o n lo q u e

se lee en M t 1, 18-24 , en q u e J o s é p a d e c e u n a s d u d a s , p e r o se m u e s ­

tra m u y d i sc re to y s i l enc ioso .

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96 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

José: Te recibí sin mancilla de la casa del Señor 8 0 y virgen pura te dejé en mi casa, ¿cómo es que ahora, de modo imprevisto, veo que vas a ser madre y que ya no eres virgen? Explícate, oh María, dime enseguida la verdad.

La Madre de Dios: Inmaculada me dejaste en tu casa, tal como dices, y según creo, de nuevo me hallas sin mancha alguna, puesto que desde niña odié la túnica car-nalmente manchada y no hay en mí rastro alguno de pa­sión libidinosa.

José: Teme, oh María, el estrado del juez 8 1 , el severo tribunal, el juicio irrefutable de la sinagoga de los judíos y dime claramente la verdad, sin ocultarme lo que va a ocurrir.

La Madre de Dios: Teme, oh José, el tribunal y el juicio irrevocable del siglo futuro, ante el cual se estre­mecen incluso los ángeles, que jamás pecaron, y no te preocupes en absoluto de un rey o de un tribunal de este mundo.

José: En el libro de Moisés está escrito: Si alguno en­cuentra a una virgen y, violentándola, yace con ella, este hombre dará cincuenta didracmas82 al padre de la joven». ¿Qué resolución tomarás respecto de esto?

80 . R e c u é r d e s e q u e , s e g ú n el Protoevangelio, M a r í a fue en t rega­

d a a u n o de los « a n c i a n o s del p u e b l o » p a r a c u s t o d i a de su incon ta ­

m i n a d a v i rg in idad .

8 1 . E n los p r o c e s o s es taba en u s o una p e a n a p a r a el a c u s a d o r y

o t r a p a r a el de fensor . E l j u e z o c u p a b a la « b e m a » o e s t r ado .

82 . D t 2 2 , 2 8 - 2 9 . L a t rad ic ión a t r ibuía a M o i s é s t o d o el Pen ta ­

t euco , o sea los c inco p r i m e r o s l ib ros de A . T .

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HOMILÍA III 97

La Madre de Dios: En los profetas está escrito: Se dará un libro sellado a un hombre que sabe leer y dirá: no puedo leerlo*3. Me parece que esta profecía se hizo en referencia a ti.

José: Oh María, denuncia públicamente al que ha puesto asechanzas contra mi casa; pregona ante todos quién es este disoluto, a fin de que, con mi herramienta de artesano, corte su cabeza, ya que él ha deshonrado mis canas; no sea que yo venga a ser objeto de burla para las doce tribus de Israel.

La Madre de Dios: Tú eres justo e irreprochable y, según creo, mi Dios te descubrirá lo que va a ocurrirme y te indicará en sueños 8 4 quién es este acechador del que tú hablas. Yo, en efecto, no estoy habituada a tanta ex­celsitud.

José: Deja en seguida mi casa y vete junto a tu nuevo amante. Desde ahora ya no te proporcionaré alimento y ya no comerás el pan de mi mesa, puesto que en mi vejez me has proporcionado tristeza y oprobio en vez de gozo.

La Madre de Dios: Espera un poco, oh José, y no me eches ocultamente de tu casa, pues no estoy acos­tumbrada a andar errante y no conozco qué es lo que hay a la derecha o a la izquierda; no sé adonde ir ni a quién acudir.

83. Is 29 , 1 1 . A l referirse M a r í a a los p ro fe t a s , pa rece indicar la

n o v e d a d de lo q u e en ella se es tá r ea l i zando , q u e s o b r e p a s a el c o n t e ­

n ido de la L e y m o s a i c a .

84. M a r í a ant ic ipa lo q u e h a l l a m o s en M t 1, 2 0 s . s o b r e la v i s ión

o s u e ñ o de J o s é .

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98 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

José: Oh María, tú que te hallas entre la vida y la muerte 8 5, dime la verdad: ¿Quién es el que me ha ultra­jado? Declárame quién ha estado contigo; dame a cono­cer cuál es su categoría y de qué ciudad ha venido, a fin de que yo, desplazándome allí, le reduzca al mayor des­precio.

La Madre de Dios: Vive el Señor 8 6 que yo soy pura y no conozco varón. Creo que el que se me apareció era un ángel del Señor en forma humana. Se presentó con modestia y, estando en pie a cierta distancia, habló sua­vemente a mi pequenez.

José: La acusación de haber violado el matrimonio caerá sobre ti y sobre mi ancianidad, así como un ines­perado desprecio por parte de quienes juzgan tales asun­tos. Aunque no lo queramos, el agua de la reprobación 8 7

nos inculpará a los dos.

La Madre de Dios: Tú has oído que Isabel, la espo­sa de Zacarías y parienta mía, por este mismo tiempo y por encima de toda esperanza, ha concebido a un profe­ta y Precursor. En efecto, si no fuera profeta, no habría

85 . S e refiere a la c o n d e n a de m u e r t e es tab lec ida con t r a el adu l ­

ter io .

86. E x p r e s i ó n m u y frecuente en a l g u n o s l ib ros de A . T . (Samue l ,

R e y e s , C r ó n i c a s ) , q u e exp re sa u n r e c u r s o a D i o s p a r a re forzar la ver ­

d a d de lo q u e se af i rma (cf. 1 S 14, 39 ; 1 R 2 2 , 14) .

87. S e refiere J o s é a la p r u e b a del « a g u a a m a r g a » , de q u e y a ha

h a b l a d o an t e r io rmen te . E l t ex to de N m 5, l l s s . la p r e s e n t a c o m o

des t i nada s ó l o a la mujer , a r eque r imien to del e s p o s o ; en c a m b i o el

Protoevangelio s u p o n e q u e t a m b i é n J o s é se ha de s o m e t e r a ella p o r

la s o s p e c h a de no haber c u s t o d i a d o d e b i d a m e n t e a la e s p o s a q u e se le

ha c o n f i a d o p a r a la g u a r d a de su v i rg in idad .

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HOMILÍA III 99

saltado de gozo para adorar al Señor oculto dentro de mí 8 8 .

José: Estoy asombrado acerca de ti y atónito en gran manera. Yo sé que tú eres objeto de los comentarios de los hijos de Israel y que el Señor, Adonaim, me reproba­rá, porque te recibí del Espíritu Santo y de la morada santa para custodiarte, y no te he guardado virgen.

La Madre de Dios: Me ha sobrevenido el día de la angustia y ha caído sobre mí el baldón de la sospecha. Me apremia la inquisición de mi esposo y me acusa la gestación de mi hijo. Además, el ángel que me saludó con el «Ave» ha desaparecido y ya no sé qué pensar 9 0.

José: He visto el fruto de tu seno, anteriormente puro y santo, y me he quedado todo consternado. Dime dónde te daré a conocer o en qué lugar podré tenerte oculta del Senedrín de los judíos. Aléjate de mi casa, alé­jate.

La Madre de Dios: Me echas de tu casa, oh José, y no sé adonde ir. ¿Regresaré, quizá, a la habitación del santuario sagrado, o me encaminaré a la casa de mis pa­dres? Mas, ¿cómo me atrevería a fijar mis ojos en ellos?

José: Si yo callo tu pecado, las piedras clamarán y el lugar del Santo de los santos dará grandes voces, puesto

88. Cf . L e 1, 40 . R e c u é r d e s e q u e el Protoevangelio s i túa el c o n o ­

c imien to p o r J o s é de la p r e ñ e z de M a r í a d e s p u é s del r e g r e s o de ella

de casa de I sabe l .

89. Adonai s ignif ica « m i S e ñ o r » .

90 . M a r í a s igue p r e s t a n d o fe al a n u n c i o del ángel , p e r o s iente

t e m o r al p e n s a r q u e cuan to s la r o d e a n la j u z g a r á n cu lpab le .

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100 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

que yo te recibí del sacerdote escogido con el fin de que te custodiara, y no te he guardado virgen.

La Madre de Dios: Iré a esconderme en una cueva de mi ciudad de Belén y esperaré el tiempo que correspon­da a mi alumbramiento y sabré quien es el que va a nacer de mí, pues pienso que Dios pondrá los ojos en mi pe­quenez 9 1.

José: Dime claramente quién ha sido el extraño y traidor que, si avisar, entró en mi morada como un espía, precisamente cuando yo estaba ausente y me encontraba fuera de las murallas de Nazaret.

La Madre de Dios: Habiendo tomado el cántaro para ir a mi fuente a sacar agua para beber, sosegadamente llegó a mis oídos una voz que me decía: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo92.

José: ¿Acaso concebiste mediante esa voz? A través de los siglos jamás se ha oído decir que una virgen haya concebido sin concurso de varón y por la fuerza de las palabras, ni tampoco nuestros padres nos han contado que hubiera ocurrido tal cosa en los tiempos antiguos.

La Madre de Dios: ¿Por ventura no está escrito en los profetas: Una virgen concebirá en su seno y nos dará a luz un niñon} ¿Acaso puedes decir que los profetas

9 1 . Refe renc ia a L e 1, 48 .

92 . E l Protoevangelio d i s t ingue d o s m o m e n t o s en la A n u n c i a ­

c ión del ángel a Mar í a ; el p r i m e r o , c u a n d o ella va a b u s c a r el agua ; y

el s e g u n d o , mien t ras es tá t r aba jando la p ú r p u r a p a r a el ve lo del t e m ­

p l o , (cf. n o t a an te r ior n. 5 5 ) .

93 . Cf . Is 7, 14.

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HOMILÍA III 101

han mentido? Te engañas, oh José, y te muestras muy trastornado.

José: Ahora te diré, oh María, que tú has seguido las huellas de tu madre Eva. Ella fue echada del paraíso por haber prestado atención al que allí estaba susurrando, y tú, por castigo, también serás expulsada de mi casa.

La Madre de Dios: Tú te presentas ante mí como un acusador advenedizo y extraño y no me hablas como a una reina; me veré obligada a ir ocultándome de ciudad en ciudad y ¿qué podré alegar en mi defensa?

José: Yo creo que tu maternidad ha de causar extra-ñeza no sólo a mí, sino también a los ángeles y a los hombres, y nadie te creerá. ¿Quién, en efecto, ha oído jamás que una virgen, sin intervención de varón, pueda dar a luz un hijo?

La Madre de Dios: Yo sé que estas cosas te han de pro­ducir gran turbación y que el extraordinario misterio de este singular parto te tiene consternado, pero yo no soy la causa de lo que me está ocurriendo, puesto que, desde mi infancia, estoy habituada a servir al Señor mi Creador.

José: ¿Acaso no te dije que me indicaras quién era el insidiador de mi casa y que yo te libraría de esta incul­pación? ¿ N o te dije que te fueras, sin demora, hacia tu amante? ¿Qué es, pues, lo que esperas?

La Madre de Dios: Yo no sé exactamente en qué lugar habita. En verdad desearía hallarlo, contemplar su belleza, digna de ser representada por la pintura, y dia­logar con él. Después que me saludó con el «Ave» em­pezó para mí la aflicción.

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102 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

José: ¿Cómo no voy a estar consternado y con la tristeza expresada en el rostro, yo que te recibí virgen de la casa de mi Señor y no te he guardado? Desde ahora, ¿cómo me presentaré ante el Señor y cumpliré los pre­ceptos de la Ley, según mi costumbre?

La Madre de Dios: Cree en los profetas de Dios y no te consumas en un dolor desmesurado, pues en sus es­critos encontrarás estas palabras: He aquí que la virgen concebirá en su seno y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre EmmanueP4.

José: La vara del gran sacerdote 9 5 me persuadió para que te recibiera de la casa de oración a fin de custodiar­te; después te dejé en mi casa con toda honestidad, ¿por qué, oh María no aguardaste el final de mi ausencia y el acabamiento de mis labores?

La Madre de Dios: Vive Dios, que desconozco la arru­ga 9 6 de un deseo adulterino o la mancha de la pasión car­nal. El hecho es que, teniendo de nuevo la púrpura en las manos, escuché la voz angélica que me decía: No temas, María, porque has encontrado gracia delante del Señor97.

José: Quédate todavía un poco en mi casa, porque ha llegado la orden de hacer un censo por parte de César

94. Is 7, 14. E l Protoevangelio ins is te en el va t ic in io de I sa í a s , p o r

su c o n g r u e n c i a c o n la mate r ia de e s to s re la tos .

9 5 . S e g ú n el Protoevangelio, J o s é fue e s c o g i d o c o m o e s p o s o - c u s ­

t o d i o de M a r í a p o r q u e u n a p a l o m a se p o s ó s o b r e la va ra q u e él s o s ­

tenía y q u e le hab ía s i d o en t regada p o r el s ace rdo te .

96 . Cf . E f 5, 27 , q u e a s e g u r a la ausenc ia de t o d a a r ruga en el r o s ­

t ro de la Ig les ia .

97 . L e 1, 30 .

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HOMILÍA III 103

Augusto 9 8 , que ahora es el emperador, pero tengo reparo en que te inscribas como mi esposa, especialmente por razón de la estirpe de David.

La Madre de Dios: Guardaré tus palabras en mi co­razón y aceptaré el quedar todavía por algún tiempo en tu casa; esperaré el tiempo del censo y el día de mi alumbramiento, hasta que paguemos el tributo a Cé ­sar Augusto , que ahora es el emperador de los ro­manos.

José: Quizá fue un ángel el que se me apareció en sueños 9 9 y me dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nom­bre Jesús™.

La Madre de Dios: Quizá, señor mío, se trate del mismo que me saludó con el «Ave». Por lo demás, pre­para una cueva 1 0 1 y busca una comadrona hebrea, de nuestra propia gente, y ella sabrá respetar el misterio y me asistirá, según lo acostumbrado 1 0 2 .

9 8 . Refe renc ia a L e 2 , l s . L a ac t i tud de J o s é hacia M a r í a e m p i e z a

a mod i f i ca r se .

99 . C o n u n sa l to c r o n o l ó g i c o , grac ias al s u e ñ o de J o s é en q u e se

le apa rece el ángel , la s i t uac ión c a m b i a to ta lmente .

100. M t 1, 2 0 s .

1 0 1 . E l E v a n g e l i o d e L u c a s (cf. 2 , 7) h a b l a s ó l o de u n p e s e b r e ,

y al u n i r s e e s t e d a t o c o n el d e la c u e v a d e q u e h a b l a el Protoevan­

gelio se ha d a d o o r i g e n a la t r a d i c i ó n i c o n o g r á f i c a c r i s t i ana . S a n

J u s t i n o h a b l a de l p e s e b r e y de la c u e v a d e B e l é n {Diálogos con

Trifón, 7 8 ) .

102 . E s s a b i d o q u e los E v a n g e l i o s n o m e n c i o n a n la in te rvención

de n i n g u n a c o m a d r o n a c o m o la hace el Protoevangelio de Santiago,

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104 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

José: El que se me apareció me dará a conocer clara­mente el lugar y la cueva; tú, María, prepara los pañales. El que va a nacer, ya sea profeta, ya sea rey, nosotros sa­bemos que será llamado Nazareno103.

La Madre de Dios: Yo creo que el que ha de nacer será llamado rey, pues está escrito en los profetas: Alégra­te sobremanera, hija de Sión; grita de júbilo, hija de Jeru-salén. He aquí que viene a ti tu Rey justo y salvador104.

José: El que en sueños me llevó el mensaje me mani­festará las cosas que nos han de ocurrir. Yo también temo que Herodes, si le llega la noticia, ha de buscar al niño nacido junto a nosotros 1 0 5 .

La Madre de Dios: Aparecerá una señal en el cielo, pues está escrito en los profetas: Saldrá una estrella de Jacob y se alzará un hombre en Israel y quebrantará a los caudillos de Moab106.

José: Engañado ayer por la sospecha, hice reproches a tu juventud y hermosura, pero ahora, certificado desde lo alto, pediré excusas, reverenciaré con humildad tu ex­

l l evado de su afán de af ianzar la fe en la v i rg in idad de M a r í a c o n t o d a

c lase de t e s t imon ios , p o r m á s q u e resul ten p i n t o r e s c o s . G e r m á n p a s a

c o n d i sc rec ión s o b r e es te a s u n t o y n o p r ec i s a cuál fuera el c o m e t i d o

d e s e m p e ñ a d o p o r la par te ra .

103. E n M t 2 , 23 se a d u c e este anunc io p ro fé t i co q u e los intér­

p re tes no han l l egado a p o d e r concre tar . S e ha p r o p u e s t o espec ia l ­

men te e s to s t ex tos : J e 13, 5-7; Is 4 2 , 6; 4 9 , 8.

104. Z a 9, 9.

105 . E s c u r i o s o ver c ó m o este d i á l o g o ant ic ipa h e c h o s evangé l i ­

c o s p o s t e r i o r e s , acerca de H e r o d e s y los M a g o s (cf. M t 2 ) .

106. N m 24 , 17.

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HOMILÍA III 105

celencia y bendeciré tu nombre 1 0 7 , porque el Señor ha te­nido piedad de su pueblo.

La Madre de Dios: Oro, incienso y mirra, según creo, le serán ofrecidos 1 0 8, como a rey, como a Dios y como a hombre, a fin de que tenga cumplimiento el va­ticinio de David: Que su gloria llene la tierra. Amén. Aménm.

José: Si quieres, buscaremos un lugar no frecuentado, porque ya llega el tiempo del alumbramiento. Necesita­remos también un animal de carga 1 1 0 para el camino. Efectivamente, yo te veo muy pálida y creo que te llega ya el tiempo de dar a luz.

La Madre de Dios: Repasa una vez más las profecías de Miqueas; él te indicará un lugar, pues dice: Y tú, Belén de Efrata, no eres la más pequeña entre los clanes de Judá, pues de ti saldrá el que ha de dominar en Israel111.

José: Yo creo que aquel ángel que se me apareció en sueños no nos dejará hasta que se hayan cumplido todas las cosas escritas en referencia a nosotros, sino que nos acompañará durante el camino.

107. A q u í se inicia la s e g u n d a i n c o r p o r a c i ó n al t ex to d e la h o m i ­

lía, q u e se halla en la ed ic ión de F e c i o r u y no en la de M i g n e , q u e ter­

m i n a en este lugar p e r o hace no ta r q u e falta el r es to en los cód ice s de

q u e se ha s e rv ido .

108. Cf . M t 2 , 1 1 .

109. Sal 72 (71 ) , 19.

110. A q u í se p r e s e n t a u n d a t o f avorab le a la t r ad ic ión de la p r e ­

sencia d e un j u m e n t o en el lugar d o n d e nac ió J e s ú s , de lo cua l n o

hacen m e n c i ó n los re la tos evangé l i cos .

1 1 1 . M i 5, 2 .

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1 0 6 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

La Madre de Dios: Qué grande y dichoso es este día, en el cual ha obrado en mí grandes cosas el Todopodero­so, cuyo nombre es santo y cuya misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen112.

Hasta aquí hemos escuchado lo que el ángel dijo con benevolencia a la Madre de Dios, hablándole con toda la reverencia de que era capaz, y hemos oído también las objeciones de José a la Llena de gracia, pues él estaba turbado a causa de la magnitud del misterio.

Nosotros, pues, que somos de barro 1 1 3 ¿con qué co­lores de públicos elogios podremos pintar la imagen de la Virgen? ¿Con qué palabras de alabanza adornaremos la inmaculada figura de la pureza? Ella es el atrio sa­grado de la incorruptibilidad, el templo santificado de Dios, el altar de oro de los holocaustos 1 1 4 , el perfume divino del incienso 1 1 5 , el óleo santo de la unción 1 1 6 , el preciosísimo vaso de alabastro que contiene el ungüen­to del místico nardo 1 1 7 , el efod sacerdotal 1 1 8, la lámpara de oro sostenida por el candelabro de siete brazos 1 1 9 ; ella es asimismo el arca sagrada material y espiritual, recubierta de oro por dentro y por fuera, en la que se hallan el incensario de oro, la vasija del maná y las demás cosas ya mencionadas 1 2 0; ella es la becerra pri-

112. L e 1, 4 9 s .

113. Cf . J b 13, 12.

114. C f . E x 30 , 2 8 .

115 . Cf . E x 3 1 , 1 1 .

116. Cf . E x 30, 3 1 ; 3 1 , 1 1 .

117. Cf . C t 1, 12.

118. Cf . E x 2 8 , 6 s s .

119. Cf . E x 2 5 , 3 1 - 3 9 .

120. C f . H b 9, 4, q u e hace referencia e spec ia lmen te a E x 16, 1 y

N m 17, 2 5 .

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HOMILÍA III 107

mogénita y que no conoce el yugo 1 2 1 , cuyas cenizas, o sea el cuerpo del Señor, formado y nacido de ella, puri­fican de la contaminación a los que participan de sus dones; ella es puerta que mira al Oriente y que perma­nece cerrada, desde la entrada y salida del Señor; ella es el libro nuevo de la Nueva Alianza, por la que el poder de los demonios fue al punto quebrantado, entregándo­sele los hombres que estaban en prisión 1 2 2; ella repre­senta los tres géneros de la humanidad -griegos, bárba­ros y jud íos - 1 2 3 y en ella la inefable sabiduría de Dios encubrió la levadura de su propia bondad 1 2 4 ; ella es el tesoro de la alabanza espiri tual 1 2 5 y también la que transporta desde Tarsis 1 2 6 la incorruptible riqueza real, haciendo que en los países gentiles se establezca la Je -rusalén celestial; es la bella esposa de los Cantares que se reviste con la antigua túnica, enjuga los pies terrena­les y, con reverente veneración, acoge al esposo inmor­tal en la cámara del alma; es el nuevo carro de los fieles que ha llevado el arca viviente del designio salvador de D i o s 1 2 7 y se dirige por el camino recto de la salvación arrastrado por las dos terneras primerizas 1 2 8; ella es la tienda del testimonio 1 2 9 , de la cual, a los nueve meses

121 . Cf . N m 19, l s s .

122. Cf . E f 4, 8, q u e hace referencia a Sal 68 (67) , 19.

123. E n M a r í a , c o m o en C r i s t o su H i j o , en v is tas a la sa lvac ión ,

t o d a la h u m a n i d a d q u e d a uni f icada , sin d i s t inc ión de p u e b l o s y r a z a s .

124. E n c o n t r a p o s i c i ó n a la l evadura de m a l d a d . Cf . 1 C o 5, 8,

referencia a M t 13, 33 .

125 . Cf . E f 1, 3.

126. Cf . C t 5, 14.

127. E l p lan de sa lvac ión y su rea l i zac ión se expresan , c o n fre­

cuenc ia en los Pad res g r i e g o s c o n el t é rmino oikonomía.

128. Cf . 1 S 6, 7.

129. Cf . E x 26 , l s s ; 2 7 , 21 etc.

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108 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

después de la concepción, inesperadamente ha salido el verdadero Jesús.

Ella es la cestilla recubierta por dentro y por fuera, adornada de prudencia y piedad, en la que el espiritual Moisés está a salvo de las insidias del faraón de la Ley, mientras que la Iglesia de los gentiles, criada entre sus brazos virginales, recibe la promesa del premio de la vida eterna1 3 0; ella es el quinto pozo del juramento de la alian­za, del que brotó el agua de la inmortalidad a través de la encarnación y de la presencia del Señor, en el cumpli­miento de la quinta alianza, pues la primera fue estableci­da en tiempos de Adán, la segunda en tiempos de Noé, la tercera en tiempos de Abraham, la cuarta en tiempos de Moisés y la quinta en tiempos del Señor, del mismo modo que cinco veces salió a recompensar a los piadosos operarios de la viña de la justicia 1 3 1, a la hora primera, a la tercera, a la sexta, a la nona y a la undécima.

Ella es el vellón incontaminado 1 3 2 puesto sobre la era terrenal, sobre el cual bajó la lluvia del cielo que, con bienes copiosos generosamente concedidos, fecundó toda la tierra reseca por la abundancia del mal y, por otra parte, eliminó la humedad de las pasiones que se in­filtraba en la carne. Ella es el fecundo olivo plantado en la casa de Dios, del cual el Espíritu Santo tomó una ra-mita material 1 3 3 y llevó a la naturaleza humana, combati­da por las tempestades, el don de la paz, gozosamente anunciado desde lo alto; ella es el jardín siempre verde e inmarcesible en el cual fue plantado el árbol de la vida 1 3 4

130. A d a p t a c i ó n a las rea l idades cr is t ianas de E x 2, 5 s s .

131 . Cf . M t 20 , l s s .

132. Cf . J e 6, 3 6 s s .

133. Cf . G n 8, 1 1 . ( L a rami ta d e o l ivo l levada p o r la p a l o m a al

a rca de N o é ) .

134. Cf . G n 2 , 9.

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HOMILÍA III 109

que proporciona a todos liberalmente el fruto de la in­mortalidad; ella es el fruto de la nueva creación, del que rebosa el agua de la vida 1 3 5; ella es la exultación de las vírgenes, el apoyo de los fieles, la diadema de la Iglesia, la marca de la ortodoxia 1 3 6 , la auténtica medida de la verdad, el vestido de la continencia, el manto recamado de la virtud, la fortaleza de la justicia, la florificación 1 3 7

de la Santa Trinidad, de acuerdo con lo que dice la na­rración evangélica: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cobijará con su sombra, y el que ha de nacer será santo y se llamará Hijo de DiosíiS.

Oh Madre de Dios, te confesamos con fe, te honra­mos con amor, te veneramos con respeto, glorificándo­te siempre, y devotamente te proclamamos bienaventu­rada 1 3 9 .

Venturoso entre los hombres tu padre y dichosa entre las mujeres tu madre; dichosa tu casa, dichosos tus antepasados, dichosos tus familiares, dichosos quienes te vieron, dichosos los que te trataron, dichosos quienes te sirvieron, dichoso José tu esposo, dichoso tu sepulcro, puesto que tú eres el honor de los que te honran, la re­compensa de quienes constantemente te sirven y la más encumbrada de todas las excelencias.

135. S e refiere a C r i s t o , c o m o a g u a de V i d a eterna. 136. P o r c o n t r a p o s i c i ó n se a lude a A p 13, 16s. ( L a m a r c a d e la

bes t ia ) . 137. Kaujema, pa l ab ra t íp i camente pau l ina . Cf. , p o r e j e m p l o , G a

6, 4. 138. L e 1, 3 5 . 139. D e s d e a q u í has ta el final de la H o m i l í a , el t ex to es cas i en­

t e r amen te igua l al de la H o m i l í a I I d e la P r e s e n t a c i ó n , s in q u e p o ­d a m o s p r ec i s a r a cuá l de las d o s h a y a p e r t e n e c i d o o r i g i n a l m e n t e . P a r a las n o t a s b íb l i ca s y e x p l i c a t i v o s n o s r e m i t i m o s al s e r m ó n p r e ­ceden te .

Page 111: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

110 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Oh Señora mía, tú eres para mí el consuelo que di­mana de Dios, el divino rocío que me refresca en el ardor, la gota de agua que el Señor hace correr sobre mi corazón reseco, la lámpara luminosa que disipa las tinie­blas de mi alma, la guía de mi inexperiencia, la fuerza de mi debilidad, el recubrimiento de mi desnudez, el enri­quecimiento de mi pobreza, el remedio de mis heridas incurables, la extinción de mis lágrimas, el fin de mis ge­midos, la transformación de mis desdichas, el alivio de mis dolores, la liberación de mis cadenas, la esperanza de mi salvación. Ea, pues, escucha mis plegarias, ten com­pasión de mis gemidos, acoge mi llanto, conmuévante mis lágrimas y ten piedad de mí.

Como madre del que es tu Dios y nuestro Dios, que ama a los hombres, ten compasión de mí. Vuelve tus ojos hacia mi súplica y haz que obtenga su cumpli­miento. Reúneme con mi consaguínea y consierva, en la tierra de los pacíficos, en las tierras de los justos, en el país de los santos. Tú, que eres para todos defensa y radiante alegría, hazme digno de participar, junto a ti, de tu mismo gozo. Yo te suplico tener junto a ti mi morada en el gozo verdaderamente inefable de Dios, el Rey nacido de ti, en sus bodas eternas, en su felicidad inagotable, en su reino que no conoce el ocaso ni tiene fin.

Oh Señora mía, sé tú mi refugio, mi vida y amparo, armadura y alabanza, esperanza y fuerza; concédeme gozar, en el reino celestial, de los dones inefables e inco­rruptibles de tu Hijo, Dios tuyo y nuestro. Yo sé, en efecto, que tienes un poder que es equivalente a tu que­rer, puesto que eres la Madre del Altísimo. Por eso, oh purísima Señora, te suplico que yo no quede defraudado en mi esperanza. Oh Esposa de Dios, que has dado a luz el esperado de todos, haz que yo reciba la herencia de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y Soberano de

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HOMILÍA III 111

todas las cosas visibles e invisibles, al cual corresponde todo honor, gloria y veneración ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

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H O M I L Í A IV

D E N U E S T R O P A D R E S A N G E R M Á N

A R Z O B I S P O D E C O N S T A N T I N O P L A ,

S E R M Ó N P R I M E R O S O B R E

L A V E N E R A B I L Í S I M A D O R M I C I Ó N D E L A

S A N T A M A D R E D E D I O S

El que es deudor enaltece en todo tiempo a su bien­hechor. El que ha sido salvado no desconoce la defensa de su salvador. El que no puede recompensar con obras juzga que, por lo menos con sus palabras, debe demos­trar agradecimiento a su protector. Por eso yo intento alabarte, oh Madre de Dios, que has sido favorecida con extraordinarias maravillas1 que están por encima de toda palabra y de toda comprensión. Yo me atrevo a dirigirte las palabras de exultación 2 que tú misma empleaste 3. Mira la pequenez de tu siervo; enaltece la faz del humil­de. Lléname con la dicha de tus bienes, pues estoy an­sioso de poder alabarte a fin de que mi espíritu, guiado con tu auxilio, oh Señora, no pare de celebrar tus gran-

1. Cf . L e , 1, 4 9 .

2 . L a s e x p r e s i o n e s « e x u l t a r » y « e x u l t a c i ó n » en sen t ido re l ig ioso

y espir i tual s o n f recuentes en el A . T . - p o r e j emplo : Sal 4 7 (46 ) , 1 y

107 ( 1 0 6 ) , 2 2 - y a p a r e c e r á n en el c á n t i c o de M a r í a (Magníficat),

c o m o man i fes t ac ión de a l a b a n z a de D i o s y de g o z o p o r las grac ias

del S e ñ o r ( L e 1, 4 7 ) .

3. S e refiere al Magníficat ( L e 1, 4 6 - 5 5 ) , q u e insp i ra t o d a la in­

t r o d u c c i ó n de es ta homi l í a de G e r m á n .

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HOMILÍA IV 113

dezas. Con razón dijiste que todas las generaciones te llamarían bienaventurada, por más que nadie puede dig­namente alabarte. Tú, sin embargo, te compadeces de la pobreza y la incapacidad de los que te honran.

¿Qué cosas diré en primer lugar y cuáles dejaré para después? ¿Entonaré alabanzas a tu convivencia con los mortales y celebraré la gloria de tu Dormición para pasar a la vida inmortal, en el día de tu Asunción, según el espíritu? Ambas cosas son sumamente venerables e impresionantes. Mis razonamientos estarán muy lejos de lo que corresponde a tus triunfos, pero, teniendo en cuenta lo que hoy celebramos, mis cánticos, oh Madre de Dios, se iniciarán con la memoria de tu preclaro y glorioso tránsito.

Es evidente que, cuando emigraste de la tierra, ascen­diste a los cielos, pero antes de que subieras ya participa­bas de los bienes celestiales, y después de tu Asunción no te desligaste de las cosas terrenales, pues, al incorporarte a las más altas jerarquías del cielo, te mostraste como la más excelsa entre las creaturas de la tierra. Tú, en verdad, oh Madre de Dios, hermoseaste los cielos4 y llenaste de resplandor toda la tierra. Embelleciste los cielos, pues cuando fue creado el linaje humano, los ángeles recibie­ron el encargo de cuidar de la vida de los hombres, de di­rigirlos, gobernarlos, custodiarlos y hacer que sus corazo­nes no se apartaran de la fe de Dios, por lo cual está escrito: Estableció los confines de los pueblos, según el nú-

4. D e a c u e r d o c o n la t endenc ia de la c r i s t i andad g r e c o - b i z a n t i n a

de s i tuar la h i s tor ia de la sa lvac ión d e n t r o de u n c o n t e x t o c ó s m i c o -

universa l , a q u í G e r m á n a m p l í a su pe r spec t i va m a r i a n a m á s allá de los

l ímites de t i e m p o y e s p a c i o d e la c o n d i c i ó n ter rena de la V i rgen , a la

cual p o n e en re lac ión c o n el o r d e n o n t o l ó g i c o , q u e aba rca la mate r ia

y el espír i tu .

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1 1 4 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

mero de los ángeles de Dios5. Y también: El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protegerá6. Mas cuando los hombres miserables vivían en el error y en la idolatría e infestaban el aire con el humo de sus sacrifi­cios, entonces los ángeles se apartaron de la convivencia con los seres humanos y Dios, por su parte, apartó de ellos su Espíritu Santo. Sin embargo después de que en los últimos tiempos diste a luz el Verbo de Dios Padre que existía en el principio7, al punto los coros de los ánge­les, inclinándose hacia abajo, contemplaron a Dios nacido de ti y proclamaron la gloria manifestada en lo más alto de los cielos y la paz establecida sobre la tierra8. De este modo, entre los ángeles y los hombres, entre el cielo y la tierra9, ya no existe enemistad y separación 1 0, sino una concorde convivencia, y así unos y otros, ángeles y hom­bres, participan de una única y armoniosa glorificación del Dios uno y trino. El Padre, dando testimonio acerca de la concepción, según la carne, de su Hijo Unigénito, que proviene de ti sin intervención paterna, dirigiéndose a Él exclama: Yo te he engendrado hoy11. Y también: Del seno yo te engendré antes de la estrella de la mañana12.

5. D t 32 , 8.

6. Sal 34 (33 ) , 8.

7. J n 1, 1.

8. Cf . L e 2 , 13.

9 . E l e m e n t o p r e d o m i n a n t e d e la e s p i r i t u a l i d a d c r i s t i a n a de l

m u n d o gr iego y d e s p u é s g r e c o - b i z a n t i n o es es te sen t ido de la E n c a r ­

nac ión c o m o puen t e un i f i cador entre las r ea l idades h u m a n a s y lo s o ­

brenatura l y d iv ino .

10. Cf . E f 2 , 14.

1 1 . Sal 2 , 7. D e n t r o de la t r ad ic ión cr is t iana, es te ve r s í cu lo , in­

c lu ida la pa r te n o c i tada p o r G e r m á n , se ha en t end ido en s en t ido m e -

s i án ico y en referencia a la generac ión e terna del V e r b o .

12. Sal 110 (109) , 3. D a d a su dificultad, este versículo ha s ido t radu­

cido de diversos m o d o s desde la ant igüedad cristiana hasta el presente.

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HOMILÍA IV 115

¡Oh palabras llenas de sabiduría divina! 1 3 Si este Hijo tuyo, antes de nacer de ti, que eres madre virginal, era Hijo Unigénito de Dios, ¿cómo es que el Padre, diri­giéndose a El, le dice: Yo te he engendrado hoy} Es evi­dente que la palabra «hoy» no significa una existencia reciente de la divinidad del Unigénito, sino que atestigua su aparición corporal entre los hombres. A su vez, la ex­presión Yo te he engendrado manifiesta al Espíritu Santo, principio divino que es de la misma naturaleza del Padre y obra juntamente con El. En efecto, ya que el Es­píritu no es extraño al Padre, con su beneplácito 1 4 y en­viado por El, bajó sobre la Virgen madre y habitó en ella. Así el Padre hace suya la acción del Espíritu Santí­simo y, junto con Él, ha realizado la obra portentosa de la venida al mundo del que ha nacido de ti, oh María, y por eso el Padre dice al Hijo: Yo te he engendrado hoy. Las palabras: Del seno yo te he engendrado antes de la estrella de la mañana son un testimonio de la misma verdad, es decir: manifiestan la eterna e inmutable sus­tancia de la divinidad del Unigénito, coeterno con el Padre, y dan a conocer que, en la plenitud de los tiem­pos 1 5 , se realizó la encarnación, verdadera y no aparente, del Hijo de Dios hecho hombre y nacido de la siempre Virgen. Al hablar la Escritura del seno que existía desde antes de la estrella de la mañana, se refiere al modo como es engendrada aquella luz que existe desde antes

13. E n este pasa je de la H o m i l í a de G e r m á n , con u n a especia l in­

te rpre tac ión « m a r i a n a » de los t ex tos a l e g a d o s , se en laza la d iv ina m a ­

t e r n i d a d d e M a r í a c o n la t e o l o g í a t r in i ta r ia d e la g e n e r a c i ó n de l

V e r b o y de la pa r t i c ipac ión del Esp í r i t u S a n t o . A s í él inser ta a M a r í a

en u n o r d e n universa l q u e unif ica los f u n d a m e n t o s del Ser c o n la rea­

l i zac ión h is tór ica de la E n c a r n a c i ó n , o b r a d a a t ravés de Mar í a .

14. Cf . E f 1, 9.

15. Cf . E f 1, 10.

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116 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

de que existieran los cielos y la tierra1 6, pues, con ante­rioridad a toda creatura visible o invisible, el Unigénito fue engendrado por el Padre desde la eternidad y es luz de luz. También cuando dice «seno» se hace alusión a tu vientre, oh María, para manifestar la venida al mundo en carne humana del Unigénito de Dios que se realizó en ti.

Al decir: antes de la estrella de la mañana, se hace referencia a la noche que precede a la luz de la aurora, y con razón se relaciona el lucero del alba con el día, pues en el transcurso de la noche tú pariste, oh Virgen, al que es la luz que iluminó a quienes yacían en las sombras. Efectivamente, antes del amanecer fue cuando se produ­jo este parto, y está escrito que había en aquella misma comarca unos pastores que pernoctaban al raso y velaban por turno durante la noche1'''. Tal fue, oh Madre de Dios, la gloria que por medio de ti se manifestó en los cielos, pues si esta gloria se hubiese ya manifestado con ante­rioridad, los ángeles no hubieran entonado el cántico: Gloria en las alturas1* en el tiempo en que sobrevino tu inefable alumbramiento. ¿Y cuál fue la gloria que res­plandeció sobre los habitantes de la tierra? Por tu carne inmaculada el hombre vino a ser ciudadano del cielo y los pastores se juntaron con los ángeles. Por una parte los ángeles se abajaron [hacia la humildad del niño re­cién nacido y, por otra, los pastores] 1 9 fueron elevados hacia la sublime y glorificada dignidad de Dios, o sea, que éstos aprendieron a reconocer la eterna consustan-

16. S e refiere a C r i s t o , el V e r b o e n c a r n a d o , l uz del m u n d o . (Cf . ,

p o r e j e m p l o , J n 1, 1-11).

17. L e 2 , 8.

18. L e 2 , 14.

19. L a s p a l a b r a s p u e s t a s entre corche tes cons t i t uyen u n re l leno

del ed i to r p a r a sup l i r u n a l aguna del m a n u s c r i t o .

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HOMILÍA IV 117

cialidad del Padre y del Hijo, el cual, desde antes de los siglos, es engendrado 2 0 y no creado.

Ya que por medio de ti, oh santísima Madre de Dios, han cobrado esplendor los cielos y la tierra, ¿acaso es po­sible que, con tu tránsito, dejes a los hombres privados de tu asistencia? 2 1 En modo alguno podemos pensarlo. Puesto que cuando habitabas en el mundo no eras ajena a las costumbres celestiales, de igual modo, después de haber emigrado de entre nosotros, no te has distanciado en espíritu del tenor de vida de los seres humanos. Al­bergando a Dios en tu seno, te has manifestado como cielo en que habita el Altísimo, y también has sido para Él como tierra espiritual2 2 al ofrecerle el servicio de darle tu carne. Acertadamente, pues, creemos que así como cuando habitabas en el mundo estabas totalmente unida con Dios, igualmente, al emigrar de entre los hombres, no has abandonado a los que moran en la tierra. Quienes estamos habituados a venerarte con fidelidad, indebida­mente solemos quejarnos diciendo: ¿Por qué nosotros no hemos tenido la dicha de poder verte corporalmente entre nosotros? L o cierto es que cada día los ojos de nuestras almas están embelesados al contemplarte.

Así como tú habitabas corporalmente entre los anti­guos, así también ahora convives espiritualmente con

20 . « G e n e r a c i ó n anter ior a t o d o s los s i g l o s » es u n a f ó r m u l a q u e

la Ig le s i a p r o p o n e o f i c i a lmen te p a r a e x p r e s a r la r e l ac ión ex i s ten te

entre el P a d r e y el H i j o , en lo m á s p r o f u n d o del mis t e r io t r ini tar io.

2 1 . D e s p u é s d e p r o p o n e r los f u n d a m e n t o s t e o l ó g i c o s y c o s m o l ó ­

g i c o s , G e r m á n p a s a a mani fes ta r sus consecuenc i a s en la func ión q u e

d e s e m p e ñ a M a r í a en la v i d a espir i tual del p u e b l o cr i s t iano.

2 2 . E s cons t an te la ins is tencia de G e r m á n en p o n e r de relieve el

enlace c ó s m i c o entre el c ie lo y la t ierra, en el cual M a r í a ha e jerc ido

u n a función de te rminan te c o n su m a t e r n i d a d del V e r b o de D i o s en­

c a r n a d o .

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118 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

nosotros, y la gran protección que nos dispensas es signo y demostración de tu presencia. Todos escucha­mos tu voz y a tus oídos llega el clamor de todos. Tú nos reconoces como tuyos al tenernos bajo tu amparo, y nosotros experimentamos siempre el auxilio de tu defen­sa, puesto que la distinción entre la materia y el espíritu no impide, en modo alguno, la relación existente entre ti y tus siervos. Tú no rechazas a los que has salvado ni abandonas a los que has reunido, pues tu espíritu siem­pre vive y tu carne no sufrió la corrupción del sepul­cro 2 3 . Tú a todos visitas, y tu vigilancia, oh Madre de Dios, a todos se extiende. Aunque nuestros ojos estén impedidos para poder contemplarte 2 4, tú , oh Santísima, gustosamente permaneces entre todos nosotros manifes­tándote de varias maneras a quienes son dignos de ello. La carne, efectivamente, no constituye ningún impedi­mento para la fuerza y la actividad de tu espíritu, pues éste sopla donde quiere 2 5, ya que es puro e inmaterial, incorrupto e incontaminado, está unido al soplo del Es­píritu Santo y ha sido elegido por la divinidad del Uni­génito. Según está escrito, tú eres «hermosa» 2 6 , y tu cuerpo virginal, totalmente santo y casto y que ha sido constituido en morada de Cristo, está enteramente libre de la disolución de lo terreno. Tu cuerpo es ciertamente humano, pero ha sido conducido a la cumbre de la vida incorruptible, ha quedado incólume y lleno de gloria, está colmado de vida y libre del sueño, pues no era po-

2 3 . A p l i c a c i ó n a M a r í a de lo q u e se d ice acerca de la r e su r recc ión

de J e s ú s en H c h 2, 2 7 y en o t ro s t ex tos , r e l a c i o n á n d o l o c o n Sal 16

(15 ) , 10.

24 . R e l a c i o n a d o c o n M t 13, 13s. y L e 24 , 16.

2 5 . J n 3, 8.

26 . Cf . C t 2 , 13. A p l i c a c i ó n a M a r í a q u e apa rece a lo l a rgo de

o t ras H o m i l í a s . Cf . n o t a n. 44 de la I.

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HOMILÍA IV 119

sible que quedara encerrado en el sepulcro el receptácu­lo de Dios y el templo viviente de la Santísima divinidad del Unigénito. Por todo ello, oh Madre de Dios, cree­mos que tú estás presente entre nosotros.

En verdad, sí, en verdad lo proclamaré, con acción de gracias: Aunque hayas emigrado de este mundo, no te has alejado del pueblo cristiano. Tú, que participas de la vida incorruptible 2 7, no te has separado de este mundo sujeto a la corrupción, sino que estás cerca de los que te invocan. Tú eres hallada por los que te buscan con sin­cera fe 2 8; todo lo cual es clara señal de vida, de fuerza, de un espíritu que siempre alienta y de un cuerpo que no se disuelve. ¿Cómo, en efecto, la disolución de la carne ha­bría podido reducirte a polvo y ceniza, a ti que, por la encarnación de tu Hijo, has librado al hombre de la co­rrupción de la muerte? Tú emigraste de entre los hom­bres a fin de que quedara bien afianzado el impresionan­te y arcano misterio de la Encarnación 2 9, pues, habiendo abandonado tú las cosas temporales, se prestara fe a que el que es Dios y ha nacido de ti es también verdadero hombre, hijo en verdad de una madre sujeta a las leyes

27 . M a r í a ha d a d o la v ida a J e s ú s y el c u e r p o d e ella g o z a de u n a

incor rup t ib i l idad semejan te a la de C r i s t o . A q u í se apl ica a la muer t e

de M a r í a u n p e n s a m i e n t o q u e v i n o a ser fundamenta l en las d i s c u s i o ­

nes del s ig lo V , o sea q u e u n a m a t e r n i d a d i n c o m p l e t a de M a r í a r e s ­

p e c t o del V e r b o de D i o s impl icar ía u n a d i s m i n u c i ó n en la p l ena rea­

l idad del mis t e r io de la E n c a r n a c i ó n .

2 8 . A q u í G e r m á n apl ica a M a r í a u n a r g u m e n t o t rad ic ional en la

a p o l o g é t i c a cr is t iana, a saber : q u e D i o s es e n c o n t r a d o p o r qu ien lo

b u s c a c o n s incer idad .

29 . E n es ta H o m i l í a G e r m á n , s a c a n d o las m á s a m p l i a s c o n s e ­

cuenc ias de la m a t e r n i d a d d iv ina de M a r í a , t i ende a unir del m o d o

m á s per fec to q u e sea p o s i b l e la o b r a de C r i s t o y la de su M a d r e en la

h is tor ia de la sa lvac ión . A s í resul ta q u e la m u e r t e d e M a r í a es una

p r u e b a de la rea l idad c o m p l e t a de la E n c a r n a c i ó n .

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120 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

físicas y necesarias establecidas por Dios para poner un límite a la vida temporal. Teniendo tú un cuerpo seme­jante al nuestro, no pudiste evitar el encuentro con la muerte, común a todos los hombres, del mismo modo que tu Hijo, que es Dios de todos, siendo de nuestra propia carne y semejante a nosotros los mortales, gustó la muerte10. Así como El obró grandes maravillas en su sepulcro vivificante, así también las realizó en el monu­mento sepulcral de tu Dormición, que fue albergue de vida, de tal modo que ambas sepulturas contuvieron ver­daderamente vuestros cuerpos, pero de ningún modo los sometieron a la corrupción.

N o es admisible que tú, el receptáculo de Dios, que­darás reducida al polvo, tal como los cadáveres que se descomponen. Ya que aquél que, estando en tu seno, se anonadó 3 1 , era Dios desde un principio y era la Vida desde antes de los siglos, fue conveniente que la Madre de la Vida cohabitara con la Vida, que su muerte viniera a ser como un sueño y que su tránsito fuera como un despertar 3 2. Así como un hijo desea y procura estar con su propia madre y una madre anhela habitar con su hijo, así fue del todo congruente que tú, que tienes un cora­zón lleno de amor al que es tu Hijo y tu Dios, retorna­ras hacia El, y que Dios, que manifiesta hacia ti un afec­to filial, te hiciera estar en su compañía y participar de su propia vida. De este modo, habiendo muerto para las cosas temporales y perecederas, emigraste hacia las mo-

30 . H b . 2 , 9.

3 1 . Cf . F l p 2 , 7,

32 . C o n la referencia de M a r í a c o m o m a d r e de la V i d a , G e r m á n ,

d e u n m o d o c la ro y senci l lo , c o m p r e n s i b l e inc luso p a r a s u s oyen te s

m e n o s in s t ru idos , p re sen ta una b reve exp l i cac ión l ó g i c o t eo lóg ica de

la A s u n c i ó n de M a r í a al C i e l o .

Page 122: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA IV 121

radas de la eterna incorrupción, donde Dios habita y donde tú, oh Madre de Dios, estás siempre junto a El y no te apartas de su presencia. Tú fuiste, oh Madre de Dios, la morada corporal de su descanso, y Él ha venido a ser, con tu tránsito, oh gloriosísima, el lugar de tu re­poso, según lo que está escrito: Este es mí reposo por los siglos de los siglos33, es decir: la carne con la que Cristo se revistió la tomó de ti, oh Madre de Dios, y con ella no sólo apareció y fue reconocido por la fe en el presente mundo, sino que con la misma carne se ha de manifestar en el futuro, cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos.

Así, puesto que tú has venido a ser su reposo eterno, Él te llevó consigo libre de la corrupción, queriendo, como quien dice, tenerte cerca de sí, con tu corazón y con tus palabras, y por eso, cuantas cosas Tú le suplicas Él te las concede a ti, que lloras por tus hijos, y cuanto le pides lo realiza con su divino poder, Él, que es bendi­to por los siglos. Amén 3 4 .

33 . Sal 132 (131) , 14. 34 . Cf . R m 1, 25 y 9, 5.

Page 123: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

H O M I L Í A V

D E L M I S M O S A N G E R M Á N ,

S E R M Ó N S E G U N D O S O B R E L A S A N T A D O R M I C I Ó N

D E L A S A N T Í S I M A S E Ñ O R A N U E S T R A

M A D R E D E D I O S Y S IEMPRE V I R G E N M A R Í A 1

Cesen las palabras necias y absurdas de los herejes. Ciérrense sus labios perversos 2 . Exulten y alégrense en ti, oh Madre de Dios, todos los que te buscan y digan siempre: Sea glorificado el Señor. Díganlo todos cuan­tos anhelan ensalzar tu nombre 3 como es debido. La boca de los cristianos, efectivamente, celebrará tu jus­ticia y tu virginidad y todo el día proclamará las ala­banzas 4 de la santidad de tu alumbramiento. Los po­bres v ie ron 5 , por medio de ti, las r iquezas de la

1. E n rea l idad és ta n o es u n a s e g u n d a H o m i l í a s o b r e la D o r m i -

c ión , s ino una con t inuac ión de la p receden te . L a t rad ic ión m a n u s c r i ­

ta, s in e m b a r g o , la ha p r e s e n t a d o s e p a r a d a de la ot ra , n o s a b e m o s p o r

q u é m o t i v o .

2 . Cf . J b 5, 16. L a s frases suces ivas ind ican q u e los herejes a q u e

se refiere G e r m á n s o n aque l l o s q u e , c o n s u s doc t r inas , d i s m i n u y e n de

a lgún m o d o la p o s i c i ó n p rov idenc ia l de M a r í a en la h i s tor ia de la sa l ­

vac ión .

3. Sal 40 (39 ) , 17. E s i m p o r t a n t e hacer cons t a r q u e G e r m á n no

anula la t rad ic ional in te rpre tac ión c r i s to lóg ica de los t ex tos escr i tu-

r í s t icos a l e g a d o s , p e r o q u e , al p r o p i o t i e m p o , encuen t ra la m a n e r a de

s i tua r los en una pe r spec t iva mar iana .

4. Cf . Sal 35 (34) , 2 8 .

5. Cf . Sal 6 9 (68) , 33.

Page 124: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA V 123

bondad de Dios 6 ; las vieron y exclamaron: La tierra está llena de la misericordia del Señor1. Los pecadores, a través de ti, buscaron a Dios y fueron salvados 8 , y a su vez dijeron: Si el Señor no nos hubiera auxiliado encarnándose de una virgen, muy pronto nuestras almas habrían estado sumergidas 9 en el infierno de la muerte, que todo lo devora.

Poderoso es tu auxilio para la salvación, oh Madre de Dios, y no tienes necesidad de que nadie te recomiende ante el Señor. Tú eres ciertamente la madre de la Vida verdadera, tú la levadura de la renovación de Adán, tú la liberación de la deshonra de Eva 1 0 . Esta fue madre del polvo, tú eres madre de la luz. En el vientre de Eva se halla la disolución, en el tuyo la incorrupción. Ella fue morada de la muerte, tú, en cambio, has sido la supera­ción de la muerte. A ella se le cerraron los párpados, pero tú tienes la gloria de estar siempre en vela. De ella nació el dolor; tu Hijo, por el contrario, es la fuente de todo gozo. Ella, como era de tierra, entró en la tierra; tú que, en favor nuestro, has dado a luz al que es la Vida, has tenido el poder de proporcionar la vida a todos los hombres, incluso después de la muerte.

Tu auxilio sobrepasa toda ponderación 1 1 . N o hay, además, ningún inconveniente en la reflexión que nues­tra mente puede intentar acerca de tu tránsito, ocurrido al tiempo de tu dormición para entrar en la vida. En

6. Cf . R m 2 , 4.

7. Sal 33 (32) , 5.

8. Cf . Sa l 22 (21) , 6.

9. A d a p t a c i ó n del s a l m o 94 (93 ) , 17.

10. E n t i e m p o s de G e r m á n la c o n t r a p o s i c i ó n E v a - M a r í a era y a

m u y ant igua , p u e s apa rece en los P a d r e s y a d e s d e el s ig lo I I .

11 . A d a p t a c i ó n del s a l m o 145 (144) , 3: Tu grandeza, es incompa­

rable.

Page 125: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

124 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

efecto, tu protección es constante, tu intercesión no cesa nunca y tu defensa es continua. Si tú no fueras nuestra guía, nadie llevaría vida espiritual 1 2 y nadie adoraría a Dios en espíritu 1 3. El hombre, efectivamente, se volvió espiritual cuando tú, oh Madre de Dios, quedaste cons­tituida como morada del Espíritu Santo 1 4 . De no ser por ti, oh Santísima, nadie estaría lleno del conocimiento de Dios; nadie está a salvo si no es por ti, oh Madre de Dios; nadie se encuentra libre de peligros sin tu ayuda, oh Virgen Madre; nadie ha sido redimido sin tu inter­vención, oh Madre de Dios; nadie ha sido socorrido mi­sericordiosamente, si no es por medio de ti, que eres Madre de Dios 1 5 .

¿Quién combate tanto como tú en favor de los peca­dores? 1 6 ¿Quién, como tú, defiende con sus alegaciones a los que no obran rectamente? Cualquiera de los que hu­bieran podido auxiliarnos, temiendo que fuera cortada la higuera de la parábola 1 7, se retraían de interceder por no­sotros ante Dios, no fuera cosa que, a causa de la sen­tencia contra la esterilidad y el incumplimiento de las

12. L i t e r a l m e n t e : « n a d i e ser ía e s p i r i t u a l » ( p n e u m á t i c o ) , o sea ,

nadie es tar ía ba jo el influjo del E s p í r i t u S a n t o en su c o n d u c t a y d e s a ­

r ro l lo de la v ida cr is t iana.

13. Cf . J n 4, 24 .

14. L a A n u n c i a c i ó n es el m o m e n t o h i s tó r i co en q u e , s e g ú n la

doc t r ina l l amada « f í s i ca» de la E n c a r n a c i ó n , se c o n s i d e r a q u e la R e ­

d e n c i ó n es tá y a e fec t ivamente in ic iada, p u e s t o q u e el V e r b o , t o m a n ­

d o la c o n d i c i ó n h u m a n a , la santif ica.

15. L a s p r e r roga t i va s d e M a r í a a q u í m e n c i o n a d a s s o n las q u e en

la t eo log ía occ identa l se c o n o c e n c o m o « c o r r e d e n c i ó n » y « m e d i a c i ó n

un ive r sa l» de la V i rgen .

16. Cf . 1 M 16, 3 y 3 M 7, 6. S ó l o la t r aducc ión gr iega de los S e ­

tenta c o n s i d e r a c o m o c a n ó n i c o s los l i b ro s te rcero y c u a r t o de los

M a c a b e o s .

17. Cf . L e 13, 6 -9 .

Page 126: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA V 125

promesas, hubiera de verse desatendida su defensa. Tú, en cambio, que gozas de una autoridad maternal en rela­ción a Dios, obtienes la gracia de un generoso perdón incluso para quienes han pecado muy gravemente. N o es posible, en efecto, que tú no seas escuchada, puesto que Dios en todo y por todo te obedece, como a su verdade­ro e inmaculada madre. Por todo ello, el afligido confia­damente se refugia junto a ti, el débil se apoya en ti y el que es combatido prevalece, por medio de ti, contra sus enemigos. Tú transformas la cólera, el enojo, la tribula­ción, la expedición de ángeles malos1*, tú apartas las jus­tas amenazas y cambias la sentencia de una merecida condena, porque tienes gran amor al pueblo que lleva el nombre de tu Hijo. Por eso, a su vez, el pueblo cristia­no, que es posesión tuya, valorando su propia condición, confiadamente te encomienda sus plegarias a fin de que tú las presentes ante Dios.

Este pueblo, oh Santísima, en razón de su experien­cia y de la multitud de beneficios que de ti ha recibido, confiadamente se atreve a conjurarte y a presentarte in­sistentes y merecidas súplicas. ¿Quién, por tanto, no te proclamará bienaventurada? 1 9. Tú eres el objeto de la contemplación de los ángeles, que supera toda compren­sión; tú la dicha más extraordinaria de los hombres; tú el amparo del pueblo cristiano; tú el refugio al que acuden sin cesar los pecadores; tú la invocada constantemente por los cristianos. En cualquier momento, efectivamente, en que un cristiano siente algún temor o cuando su pie tropieza contra una piedra 2 0, al punto invoca tu nombre

18. Sal 78 (77) , 4 9 .

19. Cf . L e 1, 4 8 .

20 . In te resante deta l le de la v ida diar ia , q u e con t r a s t a c o n el t ex to

m u y e l a b o r a d o en el q u e se halla inser to .

Page 127: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

126 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

para protegerse. N o te glorifica suficientemente el que te alaba sin parar, sino más bien el que procura glorificarte con gran fervor, porque es imposible alabarte debida­mente. El que desea ensalzarte en plenitud, glorificándo­te constantemente, intenta satisfacer su deuda y, puesto que no puede pagarte lo mucho que te debe, multiplica sus acciones de gracias, igual que tú vas aumentando la protección que le dispensas; por lo cual, ya que la mejor dádiva es la que no cesa nunca, aquél a quien tú siempre proteges, sin parar te manifiesta su gratitud.

¿Quién no se llenará de admiración ante ti? Tú eres firme protección, refugio seguro, intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio indeficiente, socorro inmuta­ble, sólida muralla, tesoro de delicias, paraíso irrepren­sible 2 1 , fortaleza inexpugnable 2 2 , trinchera protegida, fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempes­tad, sosiego para los que están agitados, garantía de per­dón 2 3 para los pecadores, confianza de los desesperados, acogida de los exiliados, retorno de los desterrados, re­conciliación de los enemistados, ayuda para los que han sido condenados, bendición 2 4 de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma 2 5, gota de agua para la yerba marchita, pues, según está escrito, por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado26. Tú eres la madre del Pastor y del Cordero y se

2 1 . A l u d e , p o r c o n t r a p o s i c i ó n , al j a rd ín o p a r a í s o del p e c a d o or i ­

ginal .

2 2 . Cf . 2 S 2 2 , 2 .

2 3 . Cf . H b 7, 22 .

24 . Pa l ab ra s t íp icamente pau l inas . Cf . , p o r e j e m p l o , E f 1, 3.

2 5 . H e m o s ha l l ado y a es ta i m a g e n del roc ío , q u e c o r r e s p o n d e a

u n a r r a i g a d o p e n s a m i e n t o de G e r m á n ace rca del f rescor esp i r i tua l

q u e M a r í a a p o r t a al espír i tu h u m a n o .

26 . Is 16, 14.

Page 128: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

H O M I L Í A V 127

te reconoce como a la suministradora de todos los bie­nes. Todas tus cosas son extraordinarias, verdaderas, justificadas en sí mismas, todas son deseables y más dulces que la miel y el panal, y nosotros tus siervos las anhelamos, y en el desearlas se halla una gran recom­pensa 2 7 , que procede de ti. ¿Quién podrá comprender tus misericordias? 2 8.

Ya representa una alabanza para ti, oh admirable, el hecho de que nosotros no seamos capaces de elogiarte debidamente. Has alcanzado de Dios grandes cosas en tu excelso triunfo 2 9, pues has conseguido para El al pueblo cristiano, que proviene de tu carne. Este pueblo es seme­jante a ti en la naturaleza, pero tú lo has transformado, adecuándolo a la imagen y semejanza divina 3 0. Por ello, sea bendito tu nombre por los siglos2,1. Tu luz sobrepasa a la del sol, tu honor está por encima del de todas las crea-turas, tu excelencia es superior a la de los ángeles. Tú eres más excelsa que el cielo2,2 y más grande aún que el cielo de los cielos y que el séptimo cielo, del que habla un santo interpretando la Escritura 3 3. Oh tú, que eres un cielo superior al octavo y, si existe otro todavía más alto, estás también por encima de él, bendita eres por genera­ciones y generaciones y en ti han sido bendecidas todas las tribus de la tierra3 4. Efectivamente, no hay lugar en el

27 . A d a p t a c i ó n del s a l m o 19 (18 ) , 10 -12 .

2 8 . A d a p t a c i ó n del s a l m o 107 (106) , 4 3 .

29 . Cf . 2 C o 2 , 14. E l c r i s t iano pa r t i c ipa del t r iunfo de C r i s t o .

30 . Cf . R m 8, 20 ; F l p 3, 2 1 .

3 1 . Sal 72 (71) , 17.

32 . Cf . H b 7, 26 .

33 . S A N B A S I L I O D E C E S Á R E A {Sobre el Exámeron, Hom. 3, 3 ) ,

c o m e n t a n d o el G é n e s i s , examina var ias teor ías acerca de la cons t i t u ­

c ión del u n i v e r s o celeste .

34. Cf . Sal 72 (71) , 17.

Page 129: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

128 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

que tú no seas glorificada, ni tribu en la cual, por medio de ti, no hayan germinado frutos para Dios, y así inclu­so las gentes que no te han conocido viviendo en este mundo, en el tiempo favorable 3 5, oh Virgen, te procla­marán bienaventurada. Así, pues, cuando aquél que de ti ha nacido venga a «juzgar al mundo con justicia, mirarán y llorarán» 3 6 los que no han querido reconocerte por la fe como Madre de Dios, y entonces reconocerán de qué gran tesoro se han privado a sí mismos insensatamente.

Extiende la protección de tu constante misericordia sobre nosotros los cristianos que, con cristiana fe, te ve­neramos como Madre de Dios. Con razón consideramos que tu Dormición, oh Madre de Dios, no es muerte, sino vida y, por la fe, creemos que tú espiritualmente ha­bitas entre nosotros. Cuando se nos acerca la aflicción3 7, buscándote somos liberados, y cuando tenemos una ale­gría, eres tú quien nos la proporciona y, ya que en todas las cosas nos hallamos bajo tu solícito cuidado, experi­mentamos que tú siempre estás a nuestro lado. Como el sediento se apresura a ir a la fuente3 8, así toda alma fiel corre hacia ti anhelando experimentar la plenitud de tu protección, y así como el aire que se aspira es para el hombre aliento de vida, igualmente, para el cristiano or­todoxo, el pronunciar tu nombre viene a ser como su respiración. El aire que aspiramos no nos proporciona un deleite tan grande como el auxilio que nos viene de invocar tu nombre, cumpliéndose así, en Cristo y en ti, lo que está escrito: Aliento de nuestra nariz eres tú; alen-

Ib. Cf . 2 C o 6, 2 . 36 . C o m b i n a c i ó n del s a l m o 9, 9 y Z a 12, 10 37 . Cf . Sal 22 (21) , 12. 38 . H a l l a m o s una c o m p a r a c i ó n semejan te en la car ta de G e r m á n

a T o m á s de C l a u d i ó p o l i s en re lac ión al p u e b l o cr i s t iano q u e se acer ­ca a recibir el s a c r a m e n t o de la Eucar i s t í a .

Page 130: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA V 129

tados por ti y bajo tu amparo viviremos39. ¿Acaso entre los hombres hay otra raza, aparte de los cristianos, que haya conseguido tanta gloria y tan célebre renombre? Los ángeles se glorían de sus mansiones celestiales, no­sotros nos alegramos de permanecer en tus templos san­tísimos.

Si antiguamente el templo de Salomón era sobre la tierra como una imagen del cielo, cuánto más justo será pregonar que tus iglesias son como un cielo en la tierra, puesto que tú has venido a ser templo viviente de Cris­to. Las estrellas con su resplandor hablan en el firma­mento celeste 4 0, pero la coloración material de tus ico­nos 4 1 , oh Madre de Dios, brilla sobre nosotros con el fulgor de tus dones. El sol y la luna iluminan la órbita de la bóveda del cielo 4 2, pero tu luz, que proviene de la luz que de ti ha nacido, brilla sobre toda casa, toda ciudad y todo país. Bienaventurado, pues, el hombre que, aunque pecador, siendo allegado tuyo según la naturaleza huma­na, ha obtenido, por medio de ti, la dicha de ser partíci­pe de la naturaleza divina. Bienaventurado es en verdad; le ha ido bien y le irá mejor aún 4 3, pues tú no te alejas de quienes han sido considerados dignos de contar con tu ayuda hasta el final. Fracase en ti la muerte 4 4, oh Madre

39 . L m 4, 20 ( s egún una t r aducc ión de los Se ten ta ) .

40 . Cf . G n 1, 14.

4 1 . E n las Homilías d e G e r m á n és te es el ú n i c o pasa je , j u n t o c o n

o t r o del s e r m ó n de la ded i cac ión de u n a ig les ia , q u e se refiere a las

imágenes q u e represen tan a la V i rgen . E l fu lgor d e b e p o n e r s e en r e ­

l ac ión c o n l o s c o l o r e s r e s p l a n d e c i e n t e s c o n q u e el ar te b i z a n t i n o

a d o r n a los i c o n o s , s i m b o l i z a n d o la grac ia celestial de q u e es tán inves ­

t idas las p e r s o n a s san tas , y a en la v ida terrena y m á s aún en su v i d a

inmor ta l j u n t o a D i o s .

4 2 . S e refiere al e s p a c i o s ideral , d o n d e se ven los a s t ro s .

43 . Cf . Sal 128 (127) , l s .

44 . Cf . 1 C o 15, 54s .

Page 131: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

130 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

de Dios, puesto que tú has proporcionado la vida a los hombres. Fracase en ti el sepulcro, ya que has sido cons­tituida como sublime e inefable fundamento divino. Fra­case en ti el polvo, pues tú eres la renovación y actúas como Señora de quienes estaban sujetos a la corrupción del polvo de la materia.

Por la fe confesamos que tú permaneces entre noso­tros. Si no contáramos con este consuelo, nuestro espíritu se consumiría de tristeza por la añoranza de ti. Como por la fe sabemos que, según está escrito, los cielos han sido dispuestos ordenadamente4 5, así también, por la fe, te con­templamos presente en medio de nosotros y acompañán­donos, aun después de tu tránsito corporal. El alma, al ser arrancada del cuerpo, no sufre tanto como al verse priva­da de tu presencia, oh purísima. Así pues, según dice la Escritura, aunque mi cuerpo duerme, mi corazón está en vela46 y, a pesar de que experimentaste la inevitable suje­ción a la muerte propia de la condición humana, no te adormecerás ni se cerrarán tus ojos 4 7 , que tienes puestos sobre nosotros para guardarnos y protegernos.

Tu tránsito no se realizó sin testigos, ni tu dormición contuvo falsedad alguna. El cielo proclama la gloria 4 8 de quienes en aquella ocasión corrieron a tu encuentro, la tierra sostiene la verdad que les concierne, las nubes ma­nifiestan el honor del servicio que te prestaron y los án­geles atestiguan que entonces ellos te dieron escolta. Los apóstoles, efectivamente, se reunieron junto a ti en Jeru-salén 4 9, del mismo modo que el profeta Habacuc fue

4 5 . Cf . Sal 74 (73 ) , 16, c o n referencia a G n 1, 6 s s .

46 . C t 5, 2 .

47 . Cf . Sal 121 ( 1 2 0 ) , 3 s .

4 8 . Cf . Sal 19 (18) , 1.

49 . A c e r c a de es ta t rad ic ión r e c o g i d a en los apóc r i fo s , cf. la H o ­

mil ía s igu ien te .

Page 132: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA V 131

arrebatado en una nube, por manos de ángeles, desde la región de la montaña y en una hora llegó al lago de Da­niel en Babilonia de Persia 5 0.

Así como una gota vertida en el mar nada le añade y la bolsa de un pobre no agota el tesoro de un rico, del mismo modo nadie, con el sonido de sus palabras, es capaz de alcanzar la sublime altura que corresponde a tus alabanzas. Tú llevas en ti misma tu propio elogio, puesto que te manifiestas como Madre de Dios. Tú has obtenido este título de Madre de Dios, no porque lo ha­yamos oído con nuestros oídos, según dice la Escritura, ni porque nuestros padres nos lo anunciaran5 1 con una expresión totalmente ajustada a la verdad, sino porque la obra que tú has realizado en favor nuestro, con toda propiedad y verdad y según la doctrina ortodoxa, y no por un juego de palabras, nos asegura que, en la realidad de los hechos, eres verdadera Madre de Dios. Por lo tanto era conveniente que tu cuerpo, que fue receptácu­lo de la Vida, no quedara sujeto a la corrupción de la muerte, ni que la tumba lo recibiera de igual modo que a los demás de la raza humana 5 2, sino que, al acabar tu vida y realizarse tu tránsito hacia los cielos, tu sepulcro debía aparecer sin rastro de tu carne, pero tu espíritu no debía apartarse de la convivencia humana, gracias al poder invisible del que nació de ti virginalmente, Cristo nuestro Dios, al cual sea la gloria por los siglos. Amén.

50. Cf . D n 14, 3 3 s s .

5 1 . Cf . Sal 44 (43 ) , 2 .

52 . C o n su sepu l tu ra M a r í a p a g ó el t r ibu to p r o p i o de su na tu ra ­

leza h u m a n a , p e r o e n s e g u i d a se v io l iberada del s e p u l c r o p o r r a z ó n

de su d ivina ma te rn idad .

Page 133: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

H O M I L Í A VI

D E NUESTRO PADRE SAN GERMÁN, ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA,

ELOGIO DE LA SANTA Y VENERABLE DORMICIÓN DE LA GLORIOSÍSIMA SEÑORA NUESTRA,

MADRE DE DIOS Y SIEMPRE VIRGEN MARÍA

Una hermosa y buena noticia, según está escrito, em­papa los huesos 1. La narración de la Dormición corporal de la que es Madre de la Vida y siempre Virgen María 2, santifica a quienes santamente la celebran, puesto que se percibe una fragancia divina y el aroma de la santísima carne de Cristo 3 . Los huesos humanos que estaban bajo tierra, por la misericordia de Dios 4 , experimentaron una singular transformación, pues el cuerpo inmaculado de la Madre de Dios empapó estos huesos endurecidos en la podredumbre y, por efecto de la resurrección del que nació de ella, alcanzaron la incorrupción y se volvieron más suaves que el aceite5. Aunque sea con brevedad, ha-

1. Cf . Pr 15 , 30 .

2 . E s t a Homilía de la Dormición se di ferencia de las p receden tes

p o r cent ra rse s o b r e la na r rac ión de los a con t ec imien to s q u e se s u p o ­

ne a c o m p a ñ a r o n la muer t e y A s u n c i ó n de M a r í a , d e r i v a n d o es tos r e ­

la tos , en b u e n a par te , del apóc r i fo d e n o m i n a d o Tránsito de María.

3. Cf . 2 C o 2 , 15.

4. P o r influjo de la A s u n c i ó n corpora l de María , G e r m á n parece

reconocer q u e la resurrección de C r i s t o habría favorecido no só lo a las

a lmas , s ino también a los cue rpos de los ju s tos muer tos anter iormente.

5. Cf . Sal 55 (54) , 22 .

Page 134: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA VI 133

gamos memoria de su tránsito, digno de ser siempre re­cordado, y el escuchar esta narración será motivo de gran alegría.

Cuando Cristo, nuestro Dios, determinó que se rea­lizara el tránsito de su Madre, que es la Madre de la Vida, le envió de nuevo 6 aquel ángel ya conocido de ella 7

para anunciarle que estaba próximo el tiempo de su Dormición, a fin de que la muerte, al alcanzarle de im­proviso, no le ocasionara turbación, como a los demás mortales les ocurre al partir de este mundo. En efecto, la separación del alma y el cuerpo resulta triste en gran ma­nera para el espíritu, incluso tratándose de grandes hom­bres. Así pues, para que una muerte imprevista no cau­sara inquietud a su condición humana al no haber conocido de antemano su partida, siendo ella la Madre de Dios, que todo lo conoce, le fue enviado el ángel para infundirle confianza con las palabras que de parte de Cristo le eran transmitidas.

Ya ha llegado el tiempo -dice el Señor- de llevarte conmigo, oh Madre. Así como llenaste de gozo toda la tierra y a cuantos en ella habitan, oh llena de gracia 8, así también ahora llenarás de alegría los cielos. Regoci­ja, pues, las mansiones de mi Padre 9 y las almas de los santos. Viendo éstos tu glorioso tránsito hacia mí con la escolta de los ángeles, obtienen, por la fe, la segu­ridad de que también ellos, gracias a ti, han de te­ner parte conmigo habitando en mi luz 1 0 . Ven, pues, con exultación 1 1; alégrate ahora, como anteriormen-

6. E s decir : c o m o y a acon tec ió en la A n u n c i a c i ó n .

7. E l arcángel G a b r i e l .

8. Cf . L e 1, 2 8 .

9. Cf . J n 14, 23 .

10. Cf . C o l 1, 12.

11 . Cf . Sal 100 (99) , 2 ; 126 (125) , 6.

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134 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

te 1 2 te alegraste, pues, por encima de todo, gozas de la dignidad del título de tu plenitud de gracia. Así como, cuando ibas a ser mi madre, recibiste un anuncio de gozo, alégrate también ahora que se te invita a venir conmigo. N o te inquietes por haber de dejar el mundo que está sujeto a la corrupción, con todos sus deseos. Tú quedarás libre de la corrupción 1 3 y, sin embargo, no dejarás huérfanos de tu protección a los que quedan en el mundo, sino que, de la misma manera que yo no soy del mundo, pero miro y atiendo a los que están en el mundo, así también tu auxilio sobre los que habitan en el mundo no cesará hasta el fin de los tiempos.

N o te causará daño la mortificación de la carne. Tú te encaminas a vida más intensa, a un reposo de alegría, a una paz inquebrantable 1 4, a una existencia sosegada, a una felicidad serena, a una mansión apacible, a un gozo imperecedero, a una luz sin ocaso, a un día sin atarde­cer; vienes hacia mí, que soy creador tuyo y de todas las cosas. En efecto, allá donde yo estoy está la vida eterna, el gozo incomparable, la morada sin igual, la ciudadanía indefectible. Donde yo estoy debes estar tú, oh Madre inseparable, junto al Hijo indiviso. Donde está Dios, allí está toda la bondad, todo el gozo, toda la dicha. Nadie que haya visto mi gloria quiere perderla; nadie que haya entrado en mi descanso desea de nuevo las cosas del mundo perecedero. Pregunta a Pedro a ver si hay comparación posible entre el mundo y el Monte

12. E s decir : en el m o m e n t o de la A n u n c i a c i ó n . Pa ra en tender la

referencia al g o z o , r ecué rdese q u e el s a l u d o del ángel en el t ex to g r ie ­

g o de L e 1, 28 se inicia c o n la p a l a b r a jaire, q u e indica p r e c i s a m e n t e

el sen t imien to de g o z o .

13. Cf . 2 P 1, 4.

14. S o b r e el g o z o y la p a z q u e s o n carac te r í s t i cos del R e i n o ce ­

lestial cf. R m 14, 17.

Page 136: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

HOMILÍA VI 135

Tabor, donde él, por breve tiempo, contempló mi glo­ria 1 5.

Mientras tú morabas en el mundo de las cosas pere­cederas, yo, como en una visión, te mostraba mi poder; más ahora, al dejar este mundo, yo mismo me manifesta­ré a ti cara a cara 1 6. Sin afligirte, entrega a la tierra lo que le es propio. Tu cuerpo es cosa mía, puesto que en mi mano están los confines de la tierra 1 7 y nadie arrebatará cosa alguna de mi mano. Confíame tu cuerpo, pues yo depositaré mi divinidad en tu seno. Tu alma divinizada contemplará la gloria de mi Padre. Tu cuerpo inmacula­do contemplará la gloria de su Hijo unigénito. Tu espíri­tu incontaminado contemplará la gloria del Espíritu San­tísimo.

La muerte no se gloriará a costa de ti, pues tú llevas­te la Vida en tu seno. Tú fuiste mi albergue, que no será devastado por el poder destructor de la muerte ni oscu­recido por las sombras del reino de las tinieblas. Ven de buen grado hacia el que ha nacido de ti. Como corres­ponde a un hijo, yo quiero regocijarte; quiero recom­pensarte por haberme albergado en tu seno, retribuirte por haberme amamantado, remunerarte por haberme cuidado; quiero llenar tu corazón de seguridad y con­fianza. Tú, oh Madre, que me has tenido como Hijo único, preferirás venir a habitar conmigo, pues bien sé que no hay en ti inclinación alguna hacia otro hijo que pueda separarte de mí. Yo te constituí madre virginal y haré que, como madre, te alegres de tu Hijo 1 8 . Yo haré que todo el mundo tenga que estarte agradecido y acre-

15. Cf . M t 17, l s s . y lugares pa ra l e los . 16. Cf . 1 C o 13, 12. 17. Cf . Sal 95 (94) , 4. 18. Cf . Sal 113 ( 1 1 2 ) , 9.

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136 G E R M Á N D E C O N S T A N T I N O P L A

centaré tu fama 1 9 en el tiempo de tu glorioso tránsito. Yo te estableceré como plaza fuerte en medio del mundo, como puente donde se amparan los que son arrastrados por la corriente, como arca de salvación 2 0, como báculo 2 1

para los caminantes, como abogada de los pecadores y como escalera que puede hacer subir a los hombres al cielo 2 2.

Ven con alegría. Abre el paraíso que cerró Eva, alle­gada tuya por naturaleza y por parentesco. Entra en el gozo de tu Hijo. Deja la Jerusalén terrena y corre hacia la ciudad celestial, pues dentro de breve tiempo, según está escrito, el llanto de la Jerusalén de aquí abajo será grande como el llanto del granado cortado en la llanu­ra 2 3. Aunque sólo como en figura, tiéndete en el sepulcro de Getsemaní 2 4; yo no te dejaré sola en él por mucho tiempo. Una vez cumplidos los ritos funerarios y des­pués de haber sido colocada en la tumba, al punto yo vendré de nuevo hacia ti, no para ser nuevamente conce­bido, como cuando me albergué en tu seno, sino para llevarte a habitar conmigo. Deposita confiadamente tu cuerpo en el campo de Getsemaní, donde yo doblé mis rodillas para hacer mi plegaria de hombre 2 5 antes de mi

19. Cf . Sal 86 (85 ) , 9 .12. 20 . C f . H b 11 , 7. 2 1 . Cf . Sal 23 (22) , 4. 2 2 . Cf . G n 2 8 , 12ss . 2 3 . Cf . Z a 12, 1 1 . 24 . E s m u y ant igua la t radic ión que si túa el lugar del sepu lc ro de

Mar ía en G e t s e m a n í , c o m o han conf i rmado los recientes e s tud ios del P. Bagat t i y de o t ro s especial is tas . Si n o lo menc ionan Eger i a ni san J e ­r ó n i m o , ello es d e b i d o p robab l emen te a q u e el santuar io se hal laba en m a n o s de judeocr i s t i anos y no de la Iglesia je rárquica de Je rusa lén , q u e no tenían entre s í buenas re laciones. L a t radic ión efesina, según la cual Mar í a habr ía mue r to en É f e s o , n o tiene a p o y o s só l idos . ( N . del T ) .

2 5 . Cf . M t 26 , 3 6 s s . y lugares pa ra le los .

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HOMILÍA VI 137

Pasión. Prefigurando tu dormición, en este mismo lugar doblé yo las rodillas del cuerpo que de ti había asumido. Así como, después de haberme postrado de rodillas, yo salí para dirigirme a la voluntaria y vivificante muerte de cruz, así tú, después de haber sido depositados tus restos en el sepulcro, inmediatamente serás trasplantada a la vida.

He aquí que vienen hacia ti mis discípulos, hijos es­pirituales de mi luz, los cuales, con reverencia y honor, cuidarán de tus horas fúnebres. Tú misma eres testigo de que yo les concedí la gracia de la adopción filial2 6. Al prestarte ellos estos servicios, considera que los recibes de mis propias manos. N o conviene, en efecto, que cui­den de tu sepelio otros que no sean mis apóstoles, en quienes habita el Espíritu Santo y que actuarán en repre­sentación mía, oh inviolada, honrando tu glorioso trán­sito.

Habiendo escuchado tales anuncios, la Madre de Dios se alegró con gran gozo 2 7 , desdeñando enteramente la vida de los mortales 2 8. Después de iluminar toda la casa con grandes luces, convoca a sus amigas, parientas y vecinas, limpia la habitación y, como si se tratara de un tálamo de virginales nupcias, adorna con flores su lecho, que hasta entonces todas las noches inundaba con las lágrimas que acompañaban sus plegarias a causa del gran anhelo que sentía de estar con Cristo, su Hijo. Efectivamente, la Es­critura dice: En mi lecho busqué a Aquel a quien ama mi alma19. Con gozo prepara lo que se relaciona con su par­tida, divulga la noticia de su traspaso, manifiesta lo que le

26 . C o m b i n a c i ó n de J n 19, 26s . , R m 8, 15 y G a 4, 5.

27 . Cf . M t 2 , 10.

2 8 . Cf . 2 C o 4, 18.

2 9 . C t 3, 1.

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ha anunciado un ángel y enseña el trofeo que se le ha en­tregado 3 0. Se trata de una palma, símbolo de la victoria sobre la muerte 3 1 y figura de la vida inmarcesible; le ha sido entregada a fin de que, al salir de este mundo, tenga confianza de que ha de superar la corrupción, igual que Cristo, nacido de ella, ha vencido el Infierno. Este trofeo de la palma recuerda también a los piadosos niños de los hebreos que, cuando Cristo se aproximaba a su Pasión, en la que iba a vencer a la muerte, ellos agitaban triunfal-mente sus palmas gritando: Hosanna en las alturas32. Efectivamente, entre los hebreos, la expresión Hosanna se interpeta: Sálvanos 3 3. Así como entonces las palmas anun­ciaban simbólicamente la victoriosa muerte de Cristo, así también este galardón de la palma ofrecido a la Madre de Dios era prenda segura de la victoria sobre la ruina que conduce a la muerte.

Lloraban las mujeres que habían sido convocadas, gemían los que estaban reunidos junto a ella, haciendo de la casa, por así decirlo, como el cauce de un río de lá­grimas. Le imploraban que no les dejara huérfanos, pero ella dijo: «Hágase en mí la voluntad de mi Hijo y mi Dios» 3 4 , ya que El es mi Dios y lo glorificaré, el Dios de mi Padre y lo ensalzaré35. Es mi Hijo, nacido de mí según la carne, pero también es Padre, Creador y Dios de su propia madre. Si vosotros, que tenéis hijos nacidos de seres corruptibles mediante una sórdida unión, no consentís estar separados de ellos ni por un momento,

30 . Cf . 1 C o 9, 24 .

3 1 . Cf . J n 12, 13 y A p 7, 9.

3 2 . M t 2 1 , 8 s . y lugares pa ra l e lo s

33 . Cf . Sa l 118 ( 1 1 7 ) , 2 5 .

34 . D e r i v a c i ó n de las pa l ab ra s de J e s ú s antes de su P a s i ó n (cf. M t

26 , 42 y luga res pa r a l e lo s )

3 5 . E x 15, 2 .

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HOMILÍA VI 139

¿acaso no he de experimentar yo unos sentimientos más intensos que los vuestros, siendo así que tengo al mismo Dios como Hijo mío y conservo íntegras mis entrañas, pues he sido madre sin experimentar la corrupción, vir­ginalmente y sin concurso de varón? Vosotros os conso­láis mutuamente en ocasión de la pérdida de los hijos, y yo, que ahora recibo la gracia de unirme a Cristo, el Unigénito y Dios, ¿cómo no he de gozarme de ir hacia El, que vive por siempre y a todos da la vida?

Mientras se pronunciaban estas palabras, se sintió de pronto el fragor de un fuerte trueno 3 6 y apareció el torbellino de una nube posada sobre la tierra, en la cual, como gotas de rocío, llegaron los discípulos de Cristo y todos a una entraron en la habitación de la Virgen. Al verla la veneraron amablemente y, habiendo sabido por ella cual era el motivo de su venida, le dirigieron estas palabras: Mientras contábamos con tu presencia en este mundo, oh Madre de Dios, te mirábamos como si estu­viéramos viendo al mismo Cristo y hallábamos gran consuelo; ahora tu tránsito nos mueve a hacer muchas reflexiones. Puesto que, por el poder divino y por el amor filial del que ha nacido de ti según la carne, eres llamada para ir hacia Dios, nosotros nos alegramos por lo que en ti merecidamente va a realizarse y está a punto de cumplirse provechosamente. En efecto, por medio de ti, nosotros también recibimos una prenda de vida eterna y tú quedas constituida en nuestra mediado­ra al emigrar hacia Dios . N o era conveniente que la Madre de Dios permaneciera en medio de una genera­ción extraviada 3 7 y perversa, sino que debía transferirse

36. Cf . H c h 2 , 2 , en q u e se m e n c i o n a el t r ueno q u e se p r o d u j o en

la ven ida del Esp í r i t u S a n t o .

37 . Cf . F l p 2 , 15.

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a los tabernáculos de los cielos y de la existencia impe­recedera.

Mientras decían estas cosas, lloraban con gran des­consuelo, pero ella les dijo: Alegraos, oh hijos espirituales de mi Hijo. Acordaos de aquellas palabras suyas con las que, en el tiempo de su Pasión, os mandó que no convir­tierais en lamentos lo que era el gozo del mundo 3 8 . Así pues, ahora que yo voy hacia El, vosotros no convirtáis en duelo mi alegría. Llevad todos al sepulcro mi cuerpo, tal como yo lo he dispuesto sobre el lecho. Me parece que es por las propias manos de mi Hijo como se me va a dar sepultura si fielmente me hacéis las exequias vosotros que sois sus discípulos.

Entretanto llega también el apóstol Pablo, que se ha­llaba muy lejos, ocupado en la predicación evangélica3 9. Toca a la puerta de la mansión y le abre amablemente el dueño de casa, el apóstol Juan, que, por disposición de Cristo, siendo él virgen, había recibido en su casa a la Virgen como madre suya 4 0 . Viendo a Pablo, los apósto­les se reaniman y, por reverencia, lo colocan en un lugar preeminente. La Virgen lo acoge con alegría y Pablo se postra a sus pies, los cuales habían sido portadores de Dios. Al conocer el motivo de su venida, con gran llan­to y hondos suspiros abre su boca, llena de sabiduría y de enseñanza, y prorrumpe en espléndidas alabanzas a la Virgen. He aquí algunos solamente de estos elogios: Salve, oh Madre de la Vida y apoyo de mi predicación. Salve, oh logro de mi dicha. Aunque yo no he contem-

38 . E s t a s pa l ab ra s a t r ibu idas a M a r í a pa recen ser una especia l in­

te rpre tac ión de las p a l a b r a s de J e s ú s a las mujeres de J e r u s a l é n q u e

l l o raban al ver le ir hacia el C a l v a r i o (cf. L e 23 , 2 8 s . ) , a q u í ap l i cadas a

la m u e r t e de su M a d r e .

39 . Cf . T t 1, 3.

40 . Cf . J n 19, 27 .

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HOMILÍA VI 141

piado a Cristo según la carne, sin embargo, para mi con­suelo, me parecía estar viéndolo cuando corporalmente te veía a ti, que revestiste con el cuerpo al que es incor­póreo. Yo saciaba anticipadamente mi anhelo de ver a Cristo al contemplar tu rostro. Hasta ahora he predica­do a los gentiles que de ti ha nacido Dios según la carne; de aquí en adelante enseñaré que te has ido junto a El. Así los pueblos conocerán que su salvación cobra firme­za mediante tu intercesión y sabrán que junto a Dios tie­nen un amparo seguro.

Después de que Pablo, según hemos podido com­probar, hubo dirigido estas palabras y otras alabanzas a la Madre de Dios, ella, la Virgen, se despide de todos. Se tiende sobre el lecho que había preparado, dispone su cuerpo inmaculado según bien le parece y, como en un sueño, entrega su espíritu o, mejor dicho, estando en vela, se separa de la carne y queda libre la parte de su ser no sujeta a la corrupción 4 1. Habiendo, pues, ella, en pre­sencia de todos, entregado su espíritu irreprensible a Cristo Dios, Hijo suyo según la naturaleza humana, Pedro se dirige a Pablo, su colega en la autoridad jerár­quica 4 2, a fin de que, sobre los restos de la Virgen, diga las preces acostumbradas. Pablo rehusa diciendo que co­rresponde a Pedro hacerlo, como príncipe de los pasto­res. Pedro insiste en ceder el puesto a Pablo por razón

4 1 . C o n s imp l i c idad y b reves pa l ab ra s narra G e r m á n el t r a s p a s o

de M a r í a , al revés de o t r o s pasa jes s u y o s en q u e se m u e s t r a u n g ran

e m p e ñ o re tó r ico en las a l a b a n z a s a Mar í a .

42 . H e t r aduc ido c o m o « c o l e g a en la a u t o r i d a d j e r á r q u i c a » los

d o s t é rminos e m p l e a d o s p o r G e r m á n , q u e s o n sincorifeo y poimenar-

kes, es decir : c o m p a ñ e r o de au to r idad y c a b e z a de la grey . L a c r i s ­

t i andad g reco -b i zan t ina , aun r e c o n o c i e n d o la p r eeminenc i a de P e d r o ,

i n s i s t e m á s q u e la c r i s t i a n d a d o c c i d e n t a l en d e s t a c a r el b i n o m i o

P e d r o - P a b l o .

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de sus muchos trabajos en la predicación. N o se deja persuadir Pablo en modo alguno, queriendo guardar in­violada la preeminencia concedida por Cristo a Pedro 4 3 . Así pues, Pedro hace la plegaria y los demás apóstoles, llevando a hombros el féretro entre cánticos y luces, conducen al sepulcro con gran honor y reverencia el cuerpo de la Virgen.

Una multitud incalculable acudió a las exequias de la Madre de la Vida. Todos se admiraban de su imprevisto traspaso y quedaban atónitos al ver que los apóstoles, dispersos por el mundo 4 4 , habían llegado por los aires. Efectivamente, por todo Jerusalén se había difundido la noticia de que una nube, aparecida súbitamente entre re­lámpagos y torbellinos de viento huracanado, los había hecho bajar, a modo de lluvia o rocío, sobre la casa de la Virgen. Un hombre necio y vano de entre los infieles he­breos (los cuales son vanidad de vanidades 4 5, porque son piedra de escándalo y provocan constantes discusiones y disputas) 4 6 extiende sus manos impías (pues está escrito: En sus manos se encuentra siempre la iniquidad)47 y sa­cude la base del féretro, con la osadía de maltratar el cuerpo de la Inmaculada y sin temor de echar por tierra

4 3 . Cf . M t 16, 17ss . y L e 2 2 , 3 1 . L a p reeminenc i a q u e se a t r ibu­y e a P e d r o en los re la tos del t ráns i to de M a r í a , se mani f ies ta y a en las fuentes apócr i f a s de q u e se s i rve G e r m á n , p e r o en el f o n d o t o d o ello t iene su ra íz en la p o s i c i ó n q u e c o r r e s p o n d e a P e d r o s e g ú n los E v a n ­ge l ios y el l ib ro de los H e c h o s . G e r m á n de C o n s t a n t i n o p l a es , entre los P a d r e s g r i e g o s , u n o d e l o s q u e m á s c o n s i d e r a c i ó n mani f i e s t an hacia la p r i m a c í a del o b i s p o de R o m a , s u c e s o r d e san P e d r o .

44 . E s decir , q u e se ha l laban fuera de Pales t ina , e s t ab lec i endo c o ­m u n i d a d e s cr is t ianas en d i v e r s o s lugares .

4 5 . Cf . Q o 1, 2. 46 . Cf . Sal 139 (138) , 20 . 47 . Sal 26 (25) , 10.

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el trono incorpóreo del Altísimo. Este hombre al punto se ve castigado con la amputación de sus manos 4 8 , vi­niendo a resultar ejemplo y motivo de terror para los ju­díos, que impíamente siempre niegan a Cristo.

El cadáver se hallaba ya cerca del sepulcro. Los após­toles, a causa de un respeto reverencial agradable a Dios, no se atrevían a tocar el cuerpo de la Virgen. Estos dis­cípulos, en efecto, por la gran veneración que sentían hacia ella sabiendo que su casto cuerpo había sido el re­ceptáculo de Dios, manifestaban un laudable sentimien­to de temor en cuanto a poner las manos sobre los sa­grados restos. Las demás personas del pueblo fiel, en vistas a su propia santificación, se disputaban el honor de llevarse algunas de las cosas dispuestas para el entie­rro 4 9 . Nadie, sin embargo, puso las manos sobre ella, sobre todo al tener ante los ojos la temeridad del hebreo que había sido ejemplarmente castigado. Así pues, por común parecer y decisión unánime de los apóstoles, Pedro y Pablo, tomando la sábana que delicadamente caía por uno y otro lado del féretro 5 0, colocaron el cadá­ver en el sepulcro dejando que fuera la sábana la que to­cara el cuerpo y no sus propias manos. De este modo ac­tuaron los gloriosísimos y muy piadosos apóstoles, que, por su amor a Dios , también manifestaron su santo temor y, por su excelsa humildad, llegaron a las alturas

4 8 . A q u í apa rece u n r ecue rdo del e p i s o d i o o c u r r i d o du ran te el t r a s l ado del A r c a de la A l i a n z a : Cf . 2 S 6, 6 s s .

49 . Man i f e s t ac ión de la g ran d e m a n d a q u e hab ía entre el p u e b l o de re l iqu ias de s a n t o s , y a fuese de sus h u e s o s , y a de o b j e t o s q u e hu ­b i e r an p e r t e n e c i d o o e s t a d o en c o n t a c t o c o n l o s b i e n a v e n t u r a d o s s i e rvos de D i o s . E s t e interés y a exist ía con bas tan te an te r io r idad a los t i e m p o s de G e r m á n .

50 . Cf . M t 2 7 , 59 y lugares pa ra l e lo s , p o r lo q u e se refiere a la s á ­b a n a en q u e fue envue l to el c u e r p o de C r i s t o .

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celestiales, que fueron honorables cooperadores y pro­pagadores del amor de Cristo, que con gran respeto ve­neraron al Hijo a través de la Madre y a la Madre a tra­vés del Hijo, que por causa del Dios encarnado con noble afecto sirvieron a la Madre de la cual El asumió la carne. El cuerpo incontaminado de la Virgen, a la vista de todos, fue arrebatado de sus manos, pero nadie pudo ver quién se lo sustraía, pues era el mismo Dios invisi­ble. La sábana, como por efecto de una suave brisa, se desprendió de las manos de los apóstoles, tomando la se­mejanza de una ligera nube en la cual subió a lo alto aquella que proféticamente había sido designada como una leve nubécula 5 1.

Los discípulos se dieron cuenta de la presencia de Cristo junto a su Madre, en compañía de los ángeles y, prestando fe a su tránsito, dieron gloria a Dios con voces de alabanza y, dirigiéndose al pueblo, dijeron: Varones israelitas5 2, ahora se ha puesto de manifiesto para todos vosotros que María, la Madre de Cristo según la carne, después de morir ha sido llevada en presencia de todos a este sepulcro y ha sido tomada de nuestras manos y su­bida hacia lo alto. Que nadie, pues, se manifieste incré­dulo a propósito de esto. Que ninguno nos acuse falsa­mente del hurto de su cadáver, como antes se dijo acerca del cuerpo de Cristo 5 3 , y si oís que vuestro príncipe o vuestros sumos sacerdotes dicen tal cosa, manifestad cla­ramente la verdad y no la mentira. Sed testigos de lo que habéis visto. Quienes habéis venido aquí hoy al sepul-

5 1 . Cf . Is 19, l s . y H c h 1, 9 p o r lo q u e hace referencia a la n u b e

en la A s c e n s i ó n de C r i s t o .

52 . E s t a s p a l a b r a s a luden a aque l las c o n las q u e P e d r o se d i r ige a

los israel i tas en el d i s c u r s o p r o n u n c i a d o d e s p u é s de la ven ida del E s ­

pír i tu S a n t o ( H c h 2 , 14) .

53. Cf . M t 28 , l l s s .

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HOMILÍA VI 145

ero, sed como otros ángeles en forma humana 5 4. Que vuestras lenguas sean en verdad como las alas de los án­geles. Decid también vosotros: He aquí el lugar donde fue sepultada la Virgen; pero ya ha sido trasladada a otro lugar María, la Madre de la Vida. He aquí la sábana que ya no contiene a la que había sido envuelta en ella y que ahora parece reclamarla, la cual, habiéndole servido de mortaja cuando ella estaba muerta, ahora, después de haber sido restituida a la vida, quiere estar extendida bajo sus pies. Respecto de la que ha sido trasladada, ac­tuad del mismo modo como lo hicieron las mujeres por­tadoras de ungüentos. Corred y anunciad que ella ha sido sacada del sepulcro, en este caso albergue de vida.

Bienaventurado, oh campo de Getsemaní, que has obtenido una gloria semejante a la del huerto de José 5 5 . Allí llegaron corriendo Pedro y Juan 5 6 y, habiendo halla­do las vendas y el sudario, creyeron que Cristo había re­sucitado. Aquí, en Getsemaní, todos nosotros, los discí­pulos del Salvador y la multitud que se ha reunido para las exequias de la siempre Virgen María, viendo que ella era colocada en el sepulcro, hemos comprobado también su traspaso. Está fuera de toda discusión que aquí ella desapareció de nuestra vista antes de que fuera recubier­ta por la piedra del sepulcro, a fin de que por el hecho de estar sepultada sin sellos, ni guardias, no se ofreciera un buen pretexto a los incrédulos para hablar de un robo. Mas he aquí que, mientras se cantaban himnos y era depositada en la tumba, ella dejó vacío el sepulcro y llenó con su gloria el paraíso, viniendo a ser poseedora de la vida celestial y participante de la morada y de la fe­licidad de Dios.

54. Cf . M t 28 , 1-4 y lugares pa ra le los . 55 . J o s é de A r i m a t e a (cf. M t 2 7 , 5 7 s s . y lugares pa ra l e lo s ) . 56 . Cf . L e 24 , 12; J n 20 , 1-10.

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Así fueron de sublimes las palabras de los apóstoles acerca de ti, oh Madre de Dios. Yo, por mi parte, voy a poner fin a este cántico, oh inviolada Señora, pues no ha sido poco el atrevimiento que he tenido al dirigirte estas palabras y, además, no bastan todos los siglos para el que pretenda proclamar tus alabanzas. Acuérdate de los cris­tianos, siervos tuyos. Presenta las súplicas y las esperan­zas de todos 5 7 . Fortalece la fe. Une las Iglesias 5 8. Da al Imperio la victoria, auxilia al ejército, concede la paz al mundo y, librando a todos de peligros y tentaciones, in­tercede para que, en el día de la retribución, cada cual se vea libre de condena. ¿A quién podremos dirigir la mira­da, sino a ti?. Tú tienes palabras de vida 5 9, que son las súplicas que presentas a Dios en favor nuestro. Tú eres la que realizas grandes cosas entre nosotros y no dejarás de realizarlas 6 0; tu nombre es santo y ensalzado por los ángeles y los hombres, por generaciones y generaciones

sin cesar y por los siglos de los siglos. Amén. «

57. R e a p a r e c e a q u í el t ema de la m e d i a c i ó n universa l de M a r í a ,

q u e ev iden temente se halla en u n p l a n o d i v e r s o de la s u p r e m a v o l u n ­

tad de D i o s .

58 . E n t o d a s s u s Homilías G e r m á n manif ies ta una cons t an te p r e ­

o c u p a c i ó n pas to ra l p o r la p a z y la c o n c o r d i a den t ro de la Ig les ia .

59. Cf . J n 6, 6 7 s .

60 . A p l í c a n s e a M a r í a las p a l a b r a s q u e ella m i s m a p r o n u n c i a p a r a

a labar a D i o s , en el Magníficat (cf. L e 1, 4 9 s s ) .

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H O M I L Í A V I I

SERMÓN DE NUESTRO PADRE SAN GERMÁN, ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA,

SOBRE LA DEDICACIÓN DEL VENERABLE TEMPLO DE LA SANTÍSIMA SEÑORA NUESTRA

Y MADRE DE Dios

Y ACERCA DE LOS SANTOS PAÑALES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Cosas gloriosas se han dicho de ti, oh ciudad de Dios1, según nos manifiesta en sus cánticos el piadoso David, impulsado por el Espíritu Santo. Yo, en verdad, también proclamo «ciudad del gran rey», de la cual se han dicho cosas magníficas, a esta «ciudad» que, sin duda alguna y manifiestamente, ha sido elegida y es superior a todas las demás ciudades, no por la altura de sus edificios ni por la eminencia de sus colinas 2, sino por la elevación excel­sa de las virtudes y por la extraordinaria pureza con que, por encima de todos, descuella María, la castísima e in­maculada Madre de Dios. En ella puso su tienda3 el que, en verdad, es Rey de reyes y Señor de los señores; en ella habitó corporalmente toda la plenitud de la divinidad4.

1. Sal 86 (85 ) , 4.

2 . Para c o m p r e n d e r el sen t ido q u e G e r m á n a t r ibuye a estas c o m ­

parac iones , recuérdese q u e tanto Je rusa lén c o m o R o m a y C o n s t a n t i n o ­

pla eran c iudades carac ter izadas p o r la presencia de al turas y col inas .

3. Cf . J l 4, 2 1 .

4. Cf . C o l 2 , 9, re f i r iéndose a C r i s t o .

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148 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Ésta es ciertamente la ciudad glorificada; ésta es la es­piritual Sión; ésta es, según creo, la ciudad de la cual, por divina inspiración, habló David en sentido profético. Si alguno también llamara ciudad glorificada a la casa de María, no andaría desacertado ni se alejaría de la verdad. Efectivamente, si los nombres de quienes se han hecho famosos sobre la tierra 5 perduran en el recuerdo por largo tiempo, y si a otros cuyos nombres no deben ser pronunciados por nuestros labios se les han erigido mo­numentos, templos y estatuas que han perdurado hasta el día de hoy, y, a pesar de que se trata de meros nombres, permanecen en los oídos de los ignorantes como si se tra­tara de personajes que aún sobrevivieran, ¿acaso nosotros no debemos recordar a la jovencita inmaculada? En efec­to, si ella fue la ciudad viviente de Cristo Rey, con razón también su templo santísimo, cuya dedicación hoy cele­bramos, es en realidad y debe llamarse ciudad glorificada. Es una ciudad que no inscribe a sus ciudadanos como subditos de un rey terreno y mortal, sino del Rey celes­tial que hace entrar en la vida eterna a quienes le siguen y les hace participar de su propio reino.

Oh dignos y venerables oyentes, al escuchar la pala­bra «dedicación», no penséis que se refiere a edificios nuevamente construidos o a estructuras recién fabrica­das, sino que se trata de una renovación en el espíritu, mediante la cual nuestro hombre interior, habiéndose despojado de la vestidura vieja y desgarrada del pecado, se reviste del indumento nuevo de la piedad y adopta un comportamiento que implica novedad de vida 6. Con

5. S e refiere a pe r sona jes de la an t i güedad pagana .

6. Cf . 2 C o 4, 17. E n es ta H o m i l í a , igual q u e en las p receden tes ,

G e r m á n se p r e o c u p a de q u e la ce leb rac ión externa c o n t r i b u y a a p r o ­

v e c h o inter ior y espir i tual . E s t e p u n t o apa rece s ingu la rmen te des t aca ­

d o en el p r e sen te s e r m ó n .

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HOMILÍA VII 149

esto se alegra la Inmaculada 7, y nosotros, renovados en las virtudes y en un género de vida piadosa que nos une a Dios, castamente nos gozamos en la casta Dedicación de aquella que es casta. Al encaminarnos hacia su vene­rable templo, como si fuéramos a encontrarnos con ella visiblemente, pongamos en orden y mejoremos todas las cosas: la acción, la palabra y la contemplación. Que nada haya en nosotros que sea indigno de este día. Que no resulten indecorosos ni el paso de nuestros pies, ni la risa de nuestros dientes (como suele decirse), ni el adorno de los vestidos. Pero, ¿qué estoy diciendo? Or­denemos también nuestros pensamientos y vaya por delante de todas estas cosas la misericordia, con la que se honra y se sirve a Dios 8 , a fin de que, renovados en el alma y en el cuerpo, celebremos renovadamente 9 la fiesta de la Dedicación de la Inmaculada Madre de Dios según la carne.

Junto con esta dedicación 1 0 resplandece también la instalación y veneración del precioso y sagrado ceñidor de María y de los purísimos y admirables pañales de su Hijo. Se trata de aquel cíngulo que rodeaba su cuerpo santísimo y circundaba a Dios, que se hallaba oculto en su seno 1 1 ; es el ceñidor que adornaba, con esplendor y nobleza, el Arca de Dios 1 2 , y que muchas veces se humedecía con las purísimas gotas de la leche de la que es toda pura. Que nadie de los que podrían censurar-

7. E s decir : L a V i r g e n se congra tu l a de la c o n s a g r a c i ó n p e r s o n a l

e inter ior del c r i s t iano.

8. Cf . J d t 11 , 17.

9. O sea, con u n a v ida in te r io rmente r enovada .

10. E s decir : c o n la fiesta de la ded i cac ión d e la Igles ia .

1 1 . Se refiere al s e n o virginal de Mar í a .

12. E s decir : el c u e r p o de Mar í a , A r c a de la N u e v a A l i a n z a , p o r

haber a l b e r g a d o en sí el c u e r p o del Señor .

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150 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

l o 1 3 lleve a mal y considere improcedente el que nos di­rijamos a seres inanimados dedicándoles palabras de alabanza.

Si un vaso que, por breve tiempo, ha contenido un perfume, después de quedar vacío, conserva aún el aroma durante largo tiempo, ¿qué no se podrá decir res­pecto de este ceñidor 1 4, que de modo prolongado ha es­tado en contacto con el ungüento divino, no derramado, que es el cuerpo purísimo e inmaculado de la Madre de Dios? ¿Acaso no conservará siempre la fragancia de las curaciones y no inundará con su perfume a quienes se acerquen a él con fe y amor? N o se trata de un aroma afeminado y despreciable, sino de una fragancia divina y digna de sumo aprecio, que tiene una gran fuerza para alejar las dolencias del alma y del cuerpo. Si, como hemos dicho, a una vasija inanimada que ha contenido un perfume material se le comunica el buen olor, ¿qué diremos de este cíngulo que ha estado unido a la que es morada viviente del Verbo de Dios? ¿ N o correremos? ¿ N o nos prosternaremos? ¿ N o presentaremos nuestras súplicas a fin de purificarnos en el alma y en el cuerpo? ¿ N o nos dirigiremos a este ceñidor como si fuera un ser viviente y le entonaremos cánticos de alabanza? Hagá­moslo, pues, sin demora.

13. Cf . J u d a s 16. O sea , los h o m b r e s inc l inados a la m u r m u r a ­

c ión y a la censura .

14. E s t a re l iquia m u y aprec iada q u e se tenía c o m o el ceñ idor de

M a r í a , era vene rada en C o n s t a n t i n o p l a . E n es ta m i s m a c iudad , en el

f a m o s o san tuar io m a r i a n o de B lakhe rnes , l l a m a d o de N t r a . S ra . de la

F u e n t e Viva , se ha l laba d e p o s i t a d o el s a g r a d o M a f o r i o n , o sea el ve lo

de la Vi rgen . U n a s o l e m n e fiesta del c íngu lo o cor rea de N t r a . Sra . se

celebra en el r i to b i zan t ino el 31 de a g o s t o , y el 2 de ju l io o t ra del ve lo

o m a n t o de Mar ía . E n las Igles ias es lavas y r u m a n a s la fiesta del 31 de

a g o s t o es la de los i c o n o s l l amados Procov o a r r o p a m i e n t o , -en los q u e

la M a d r e de D i o s ext iende su m a n t o s o b r e los fieles ( N . del T . ) .

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HOMILÍA VII 151

¡Oh ceñidor que envolviste la fuente de la Vida y que das la vida eterna a quienes te veneran! ¡Oh cíngulo que a cuantos acuden a ti les otorgas el don de la mortifica­ción de las pasiones y les proporcionas la fuerza y la va­lentía para la práctica de las virtudes 1 5! ¡Oh cinturón que confortas y robusteces la debilidad de nuestra naturaleza y encadenas a nuestros enemigos visibles e invisibles!

¿Qué es lo que me ha ocurrido, que, arrastrado por el impulso del amor hacia la que es toda pura y por el brío de la oratoria, me he olvidado de los pañales 1 6? Sin embargo, no hay por qué extrañarse, pues cuando la madre es glorificada, este Hijo suyo que tanto la quiere se llena de gozo. Obedeciendo pues a la ley de la natu­raleza, aunque aquí se trate de cosas sobrenaturales, pre­sentaremos primero nuestro homenaje a la Madre, lo cual en modo alguno será desaprobado por el Señor, que es sumamente bueno. Efectivamente, el que tuvo a bien hacerse verdadero hombre naciendo de ella y se dignó llamarse Hijo suyo, por su gran misericordia aceptará con agrado nuestro atrevimiento, que deriva de la condi­ción humana. Por lo demás, cuando yo haga memoria de los pañales, me referiré de nuevo a la Madre, pues fue ella la que los preparó con sus castas manos, y en estos pañales, como se hace con los recién nacidos, ella envol­vió al Señor Dios grande con sus manos maternales. Ella llevaba en brazos al fruto de su vientre y amaman­taba al que proporciona a todos los seres la vida y el ali­mento.

15. L a ce leb rac ión de f iestas en h o n o r de o b j e t o s mater ia les , u n

t an to ajena a la sens ib i l idad actual de O c c i d e n t e , n o c o n s t i t u y e u n fin

en s í m i s m a . G e r m á n la c o n s i d e r a c o m o u n m e d i o p a r a fomen ta r el

p r o g r e s o espir i tual de l o s fieles.

16. U s a n d o u n artificio re tó r ico , G e r m á n hace c o m o si la v e n e ­

rac ión del c íngu lo se refiera s ó l o a M a r í a y la de los paña l e s a J e s ú s .

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152 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

¡Oh pañales que envolvisteis al Señor que nos ha li­berado y rompisteis las ataduras de nuestros delitos 1 7 ! ¡Oh pañales que ceñisteis al Señor poderoso y habéis fortalecido la debilidad de nuestra naturaleza!

¡Oh pañales que protegéis y guardáis a los fieles, mientras que sujetáis y vencéis a sus adversarios!

¡Oh pañales y ceñidor venerables, conceded la santi­ficación, la fortaleza, la propiciación y la salud a mí y a cuantos con amor vienen a postrarse en este santo tem­plo! ¡Oh admirable cíngulo que circundas y amparas esta ciudad tuya 1 8 y la preservas de las incursiones de los bárbaros 1 9! ¡Oh cinturón precioso que estuviste en torno del Verbo de Dios cuando se albergaba en el seno de María 2 0, y por eso te enriqueciste con la gracia de cura­ciones 2 1 que distribuyes sobre nosotros! ¡Oh ceñidor es­clarecido, que, con toda dignidad, estuviste junto al ve-nerabílisimo cuerpo de la Madre de Dios inmortal, por lo cual adquiriste el don de la incorruptibilidad, quedan­do ileso e incólume hasta el presente, según conocemos por una sólida tradición que ha llegado hasta nosotros 2 2!

17. Cf . Pr 5, 22 .

18. C o n s t a n t i n o p l a , d o n d e es taba la iglesia de C a l k o p r a t e i a , en la

cua l se ha l l aban d e p o s i t a d o s el c í n g u l o de M a r í a y l o s paña l e s de

J e s ú s .

19. P o c o s a ñ o s antes de q u e G e r m á n p r o n u n c i a r a es ta H o m i l í a ,

C o n s t a n t i n o p l a hab ía suf r ido u n l a rgo a sed io p o r pa r te de los m u s u l ­

m a n e s y el pe l i g ro de n u e v o s a sa l tos e s t aba s i e m p r e p resen te .

20 . P o s t e r i o r m e n t e ( t 917) , pa t r i a rca de C o n s t a n t i n o p l a , d i ce q u e

c o n es te c íngu lo , c o n el cual C r i s t o hab ía j u g a d o s i e n d o n iño , fue

a h o g a d a la se rp ien te infernal y fue ron d e s t r u i d o s los al tares de los

í d o l o s ( P . O . 16, 5 1 0 ) ( N . del T . ) .

2 1 . Cf . H c h 4, 22 .30 .

2 2 . A q u í G e r m á n hab la d e u n a t r ad i c ión s o b r e el c e ñ i d o r d e

M a r í a q u e n o s o t r o s n o p o d e m o s prec i sa r . Q u i z á tenga re lac ión con

lo a p u n t a d o en la n o t a anter ior .

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HOMILÍA VII 153

Mas, ¿por qué emprendemos aquello que supera nuestras fuerzas o nos disponemos a saltar por encima de un foso, entretejiendo alabanzas con palabras de elogio, siendo así que los mismos ángeles 2 3 son incapaces de ha­cerlo? ¡Oh ceñidor precioso de la Madre de Dios, digno de toda alabanza, ciñe nuestro cuerpo con la verdad, con la justicia y con la mansedumbre 2 4. Haznos herederos de la vida eterna2 5 y bienaventurada y manten nuestra vida temporal libre de las asechanzas de los enemigos visibles e invisibles; guarda en la paz la firmeza de nuestra fe! ¡Oh cíngulo incontaminado de la que es toda pura, con­serva a tu heredad, a tu pueblo, en la fe recta, en una vida adecuada a la voluntad de Dios y líbralo de todo agravio. Sé nuestra fortaleza y auxilio, nuestra muralla y valladar, nuestro puerto y refugio seguro!

Oh purísima Señora, llena de bondad y de misericor­dia, consuelo de los cristianos, alivio eficaz de los opri­midos, refugio seguro de los pecadores, no nos dejes huérfanos de tu protección. Si nos viéramos abandona­dos de ti, ¿a dónde acudiríamos? ¿Qué sería de nosotros en ese caso, oh santísima Madre de Dios, que eres la vida y el aliento de los cristianos? Así como nuestro cuerpo tiene en la respiración la prueba de su energía vital, así tu nombre altísimo, que tus siervos en todo tiempo, lugar y circunstancia tienen sin cesar en su boca, no es un sim­ple testimonio, sino una verdadera donación de vida, de gozo y de auxilio. Protégenos, pues, con las alas de tu bondad 2 6 y defiéndenos con tu intercesión. Tú que eres la esperanza inconmovible de los cristianos, consigúenos

2 3 . S e g ú n la t rad ic ión de la Ig les ia oriental y occ identa l , la e x c e ­

lencia de M a r í a es supe r io r a la de los ánge les .

24 . Cf . E f 6, 14 y las b i enaven tu ranzas de M t 5, 5s .

2 5 . Cf . T t 3, 7.

26 . Cf . Sal 17 (16) , 8; 36 (35 ) , 7; 61 (60) , 4.

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154 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

la vida eterna. Que nosotros, que somos pobres por nuestras obras y por nuestro comportamiento con Dios, mirando la riqueza que por tu benignidad 2 7 se nos ha concedido, podamos exclamar: La tierra está llena de la misericordia del Señor2*.

Nosotros, alejados de Dios por la multitud de los pe­cados 2 9 , a través de ti hemos buscado a Dios y lo hemos hallado 3 0 y, hallándolo, hemos sido salvados. Poderosa es tu ayuda para la salvación, oh Madre de Dios, y no ne­cesita de otro mediador delante de El. Sabiendo esto y habiendo experimentado muchas veces tu bondadoso au­xilio, cuando te hemos invocado y hemos obtenido de ti generosamente la realización de nuestras peticiones, bus­camos ahora refugio junto a ti nosotros que somos tu pueblo, tu heredad 3 1, tu rebaño 3 2 y estamos adornados con el nombre de tu Hijo. Verdaderamente no hay lími­te en tu grandeza, ni hay saciedad en tu ayuda, ni hay número en tus beneficios. Nadie es salvado sino a través de ti 3 3, oh toda santa; nadie es liberado de los males sino a través de ti, oh inmaculada; nadie se otorga la gracia de ser compadecido sino a través de ti, oh venerabilísima. Por todo esto, ¿quién no te proclamará bienaventura­da? 3 4 ¿Quién no te enaltecerá? Aunque estas alabanzas no correspondan a lo que tú mereces, se te dirigen, sin embargo, con gran fervor del espíritu a ti la glorificada, a ti la enaltecida, a ti que has recibido del que es tu Hijo y

27 . Cf . Sal 31 (30) , 19.

2 8 . Sal 33 (32) , 5.

2 9 . Cf . St 5, 20 .

30 . Cf . Pr 8, 17.

3 1 . Cf . 1 R 8, 15.

32 . Cf . en el N . T . , p o r e jemplo , L e 12, 32 ; H c h 28 , 28s . ; 1 P 5, 2.

33 . A p l i c a c i ó n a M a r í a de lo q u e se d ice de C r i s t o en H c h 4, 12.

34. Cf . L e 1, 4 8 s . T a m b i é n p a r a los c o n c e p t o s subs igu ien te s .

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HOMILÍA VII 155

tu Dios unos magníficos clones, grandes y maravillosos, por lo cual te honrarán todas las generaciones.

¿Quién cuida del género humano como lo haces tú, junto con tu Hijo? ¿Quién como tú nos protege y soco­rre en nuestras tribulaciones? ¿Quién se dispone tan presurosamente a liberarnos de las tentaciones que nos invaden? ¿Quién defiende con tanto empeño a los desca­rriados? Puesto que tú, como madre, tienes libre acceso y singular eficacia ante tu Hijo, con tus plegarias e inter­cesiones nos salvas del castigo eterno a quienes hemos sido condenados a causa de nuestros pecados y nos atre­vemos a levantar nuestros ojos hacia lo alto del cielo. Por eso el afligido se refugia en ti 3 5; el que es tratado in­justamente a ti recurre; el que se siente oprimido por las desgracias implora tu auxilio. Todas tus cosas, oh Madre de Dios, son extraordinarias 3 6; todas sobrepasan la natu­raleza y superan cualquier razonamiento y capacidad de compresión. Tu protección está por encima de lo que podemos imaginar: a cuantos se ven rechazados, deste­rrados o combatidos, mediante tu alumbramiento los has reconciliado, los has unido familiarmente y los has cons­tituido hijos y herederos 3 7. A quienes constantemente se hallan sumergidos por los pecados, tú les tiendes las manos 3 8 para auxiliarlos y los salvas de los embates de la tempestad. Con la santísima invocación de tu nombre tus siervos son liberados por ti de los asaltos del Malig­no, al cual pones en fuga. A cuantos te invocan, oh In­maculada, tú los preservas y libras de agravios y de toda clase de tentaciones.

3 5 . Cf . Sal 32 (31 ) , 7; 59 (58) , 16.

36 . Cf . L e 5, 26 .

37 . Cf . R m 8, 17; G a 4, 7.

38. E n el A . T . es f recuente la e x p r e s i ó n de q u e D i o s t iende su

m a n o . Cf . , p o r e j e m p l o , Sa l 138 (137) , 7; Si 7, 32 ; J r 1, 9; 6, 12.

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156 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Por eso corremos presurosos hacia tu santo templo y, al estar en él, creemos hallarnos en el cielo. Mientras en él cantamos tus alabanzas, nos parece estar formando parte del coro de los ángeles. ¿Qué estirpe humana, fuera de los cristianos, ha conseguido tanta gloria, ha merecido tal so­corro o se ha enriquecido con semejante protección? ¿Quién hay, oh Madre de Dios, que, habiendo mirado con fe tu venerable ceñidor, no se haya llenado de gozo enseguida? ¿Quién, después de haberse postrado con fer­vor ante este cíngulo, se ha ido jamás sin obtener el fruto de su conveniente plegaria? ¿Quién, al contemplar tu imagen 3 9, no se olvida al punto de toda aflicción? N o se puede expresar con palabras cuánto gozo, cuánta alegría, cuánta felicidad dichosamente consiguen los que acuden a tu santo templo, en el que has querido que se custodiaran tu precioso ceñidor y los pañales de tu Hijo y Señor nuestro, por lo cual hoy celebramos esta festividad.

¡Oh vasija 4 0 de la cual nosotros, que estamos reque­mados por el mal, hemos tomado el maná del refrigerio! ¡Oh mesa en la que los que estamos hambrientos nos hemos saciado con el pan de la vida 4 1! ¡Oh candelabro 4 2

por el que hemos sido alumbrados con una gran luz quienes estábamos sumidos en las sombras 4 3! Tú has re­cibido de Dios la merecida alabanza que te correspondía; no rechaces nuestros indignos elogios, que te ofrecemos

39 . É s t a es la s e g u n d a referencia a u n a imagen de M a r í a , d e s p u é s

d e la q u e se ha hecho en la s e g u n d a Homilía d e la A s u n c i ó n ( V é a s e

la no ta 41 de d i c h o s e r m ó n ) . L a c o n t e m p l a c i ó n del i c o n o p r o d u c e

f ru tos de la v ida espir i tual .

40 . S e refiere a la u rna en q u e se g u a r d a b a n r e s iduos del m a n á

ca ído del c ie lo p a r a los israel i tas , en el des ie r to . (Cf . E x 16, 3 3 ) .

4 1 . E s decir : el c u e r p o y la s a n g r e de D i o s .

42 . E l c a n d e l a b r o q u e D i o s hab ía m a n d a d o hacer p a r a i luminar

el t e m p l o . (Cf . E x 2 5 , 3 1 s s . ) .

4 3 . Cf . L e 1, 79 , en el cán t ico de Zacar í a s en a l abanza de D i o s .

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HOMILÍA VII 157

movidos por el amor. ¡Oh gloriosísima, no rehuses las aclamaciones que salen de nuestros labios impuros, pero que te ofrecemos con buena voluntad! ¡Oh glorificada por Dios, no tengas reparo en atender las súplicas de una lengua indigna; antes bien, considerando el amor, consi­gúenos el perdón de los pecados, el gozo de la vida eter­na y la liberación de cualquier desgracia.

Desde tu santa morada 4 4, pon los ojos sobre esta fi­delísima asamblea que se halla reunida en torno a ti feliz y dichosa de tenerte como amparo, Reina y Señora, y se ha congregado para cantarte con toda el alma, oh Madre de Dios, y está confiada a tu excelso patrocinio. Aparta a tus fieles de toda desgracia y aflicción; presérvalos de toda enfermedad y de todo perjuicio y líbralos de toda injuria y vejación. Concédeles en abundancia el gozo, la salud y la gracia. Cuando, por fin, sea el tiempo de la ve­nida de tu Hijo, nuestro Dios clementísimo, y todos nos presentemos para ser juzgados, puesto que gozas de la confianza y la fuerza propias de una madre 4 5, apartándo­nos del fuego eterno con tu mano poderosa, haznos dig­nos de alcanzar los bienes eternos, por la gracia y la be­nignidad 4 6 de nuestro Señor Jesucristo, que de ti nació, al cual sea la gloria y el poder, ahora y por los siglos de los siglos. Amén 4 7 .

44. Cf . Sal 33 (32 ) , 14.

4 5 . E s decir , q u e M a r í a t iene es te va l imien to p o r ser M a d r e de

D i o s .

46 . Cf . T t 3, 4.

47 . 1 P 4, 11 .

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Germán de Constantinopla

CARTAS ACERCA DE LAS SAGRADAS IMÁGENES

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CARTA I

D E L BEATÍSIMO GERMÁN, QUE FUE PATRIARCA DE CONSTANTINOPLA,

A JUAN, OBISPO DE SINADA 1

El ilustrísimo patricio Tarasio 2 nos entregó una carta de vuestra beatitud3 en la que se hace referencia al biena­venturado obispo de Nacolia 4. Queremos informaros de

1. D e n t r o d e la o r g a n i z a c i ó n e c l e s i á s t i c a de l P a t r i a r c a d o d e C o n s t a n t i n o p l a , S i n a d a era u n a sede me t ropo l i t ana , o sea , capi tal de una p r o v i n c i a ecles iás t ica , r eg ida p o r u n m e t r o p o l i t a n o y q u e a b a r c a ­ba o t ras s edes ep i s copa l e s m e n o r e s . E s t a b a s i t uada en la « F r i g i a S a l u -t r i s » , en el cen t ro del A s i a M e n o r occ identa l , y p o r t an to n o le jos de C o n s t a n t i n o p l a , cen t ro po l í t i co y ec les iás t ico del I m p e r i o B i z a n t i n o .

2 . N o s a b e m o s qu ién era este T a r a s i o , q u e , p o s e y e n d o el t í tulo de pa t r i c io , deb ía o c u p a r u n p u e s t o i m p o r t a n t e en la cor te imper ia l . L a apa r i c ión de u n la ico de e levada p o s i c i ó n en los in ic ios del m o v i ­mien to i conoc l a s t a n o s i nduce a p e n s a r q u e c o n e s to se af ianza la hi­p ó t e s i s de qu ienes a f i rman q u e la i conoc la s t i a n o t u v o u n o r igen e s ­p e c i a l m e n t e v i n c u l a d o c o n el e s t a m e n t o ec les iás t i co , o sea , q u e n o s u r g i ó de una crisis interna d e la Ig les ia .

3. T o m a n d o e j emplo del ep i s to la r io p a p a l en las mis ivas a d i g n a ­tar ios ec les iás t icos de l engua gr iega , t r a d u c i m o s los t é rminos « T h e o -fi l ia» y « T h e o f i l ó s » p o r « b e a t i t u d » y « b i e n a v e n t u r a d o s » , q u e e x p r e ­s a n la i d e a d e s a n t i d a d y c o m p l a c e n c i a d i v i n a en r e l a c i ó n a l o s j e ra rcas de la Ig les ia .

4. S e t rata del o b i s p o C o n s t a n t i n o de N a c o l i a , a qu ien G e r m á n d i r ig ió la carta q u e s i g u e a con t inuac ión de la p resen te . N a c o l i a era u n a s ede ep i scopa l suf ragánea , depend ien t e de la s ede m e t r o p o l i t a n a de S inada .

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1 6 2 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

que, con anterioridad a la recepción de las letras de vues­tra beatitud, habiendo estado aquí el mismo bienaventu­rado obispo, entablamos conversación con él, examinado sus ideas, para saber cuál era su mentalidad acerca de lo que se nos había referido de él.

Siendo necesario poner detalladamente todo este asunto en conocimiento de vuestra beatitud, os diré que la defensa5 que él presentó en su favor consistió en afir­mar que había escuchado lo que dice la Escritura: No hagas ninguna imagen para postrarte ante ella, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que existe abajo en la tierra6 y que, por tanto, no se debe venerar ninguna obra de nuestras manos, o sea fabricada por el hombre 7, y que por eso se juzga que son dignos de toda alabanza los santos mártires de Cristo, verdaderas piedras preciosas de la fe, y se implora su intercesión8.

A estas razones nosotros respondimos 9 diciendo

5. E s t a ind icac ión de G e r m á n acerca de las a f i rmaciones del o b i s ­p o d e N a c o l i a es c r o n o l ó g i c a m e n t e el p r imer t e s t imon io q u e ha l lega­d o a n o s o t r o s acerca de las r a z o n e s aduc idas p o r los p r o m o t o r e s de la I conoc las t i a . É s t a s se b a s a n en d o s e l emen tos : los t ex tos escr i tur ís t icos y la ac tuac ión d e los c r i s t ianos . E l p r imer e lemento cons i s t e en aduci r las p r o h i b i c i o n e s de las imágenes en el A . T . , y el s e g u n d o qu ie re hacer no ta r el r e c h a z o del cu l to ido lá t r ico p o r par te de los cr i s t ianos d e s d e u n p r inc ip io . D e este e s t ado de c o s a s der ivan los a r g u m e n t o s e m p l e a d o s p o r G e r m á n en su i m p u g n a c i ó n de los i conoc las t a s .

6. Cf . E x 20 , 4s . ; D t 5, 8s . 7. L a i m p i e d a d e i r rac iona l idad del cu l to t r i bu t ado a c o s a s fabr i ­

cadas p o r la m a n o del h o m b r e represen ta u n a r g u m e n t o cons t an t e en el A . T . y en t o d a la a p o l o g é t i c a cr is t iana. Cf . , p o r e j e m p l o , L v 26 , 1; Is 46 , 6; H c h 7, 4 8 ; H b 9, 11.24.

8. L a referencia especia l a los már t i res ind ica impl í c i t amen te la c a u s a inmed ia t a de su mar t i r io , q u e fue el r ehusa r el cu l to a los í d o ­los f ab r i cados p o r m a n o del h o m b r e .

9. L a r e s p u e s t a de G e r m á n c o n s t i t u y e el p r i m e r t e s t imon io q u e t e n e m o s en q u e aparece una de fensa con t r a los a t aques de los i c o n o -

Page 162: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA I 163

que la fe, el culto y la veneración que practicamos los cristianos se dirigen solamente al único Dios, de acuer­do con lo que está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo servirás™ y que nuestra glorificación y adora­ción son presentadas a El sólo por las potestades incor­póreas, santas y espirituales que están en los cielos 1 1 y por los que, estando en la tierra, han conocido el cami­no de la verdad 1 2. Así, en todas las iglesias de Cristo del mundo entero es alabada y glorificada la Santa Trini­dad, en unidad de dominio y de divinidad, siendo reco­nocida por nosotros como un solo Dios, fuera del cual no hay poder alguno que prevalezca sobre el Eterno y conduzca todas las cosas, tanto visibles como invisibles, del no ser a la existencia. Esta es la Santa, consustancial y vivificante Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo 1 3 .

Nosotros, teniendo y profesando esta fe, hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Es­píritu Santo, según nos ha enseñado el mismo Verbo de

clas tas . E s un d o c u m e n t o m u y i m p o r t a n t e p o r ser una man i fes t ac ión

d i rec ta e i nmed ia t a y c o n a r g u m e n t o s e s p o n t á n e o s y a c o r d e s c o n la

sens ib i l idad de los fieles.

10. Cf . D t 6, 13. G e r m á n se s i túa e n s e g u i d a en el t e r reno e s c o g i ­

d o p o r su adve r sa r io , y se a p o y a en el m i s m o p r e c e p t o q u e los o p o ­

s i to res in tentan aduc i r con t r a el cu l to de las i m á g e n e s cr is t ianas .

1 1 . S e refiere a los ó rdenes angé l i cos , q u e cons t i t uyen u n a real i ­

d a d «esp i r i t ua l» en el s en t i do de s o b r e h u m a n a e i nco rpó rea , p e r o no

del t o d o inmater ia l , s e g ú n la t rad ic ión pat r í s t ica .

12. Cf . 2 P 2 , 2 .

13. T a l c o m o hab ía h e c h o su a d v e r s a r i o , G e r m á n , d e s p u é s de

aduc i r el t ex to b íb l i co , se refiere i n m e d i a t a m e n t e a la rea l idad c o n ­

cre ta de la v ida d e fe y del cu l to q u e m a n t i e n e n l o s c r i s t i anos en

t o d o el m u n d o . N ó t e s e c o m o él ins i s te ante t o d o en la u n i d a d , s o ­

beran ía y acc ión c r e a d o r a d e D i o s a fin de e l iminar d e s d e u n p r i m e r

m o m e n t o t o d a a c u s a c i ó n d e a c e r c a m i e n t o al p o l i t e í s m o p a g a n o e

i do l á t r i co .

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164 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Dios, que se ha hecho hombre 1 4, nuestro Señor Jesucris­to, que es una de las personas de la Santa e incomprensi­ble Trinidad. Nosotros no adoramos a ninguna creatura 1 5

-Dios nos libre de ello-, ni prestamos a nuestros con­siervos el servicio de culto que se debe únicamente a la soberanía divina 1 6. Efectivamente, cuando veneramos a los reyes o príncipes de este mundo, sabemos bien que no les prestamos la misma veneración que ofrecemos a Dios. Cuando aparece el profeta Natán postrándose en tierra para venerar a David, que era hombre y rey 1 7, no se le hace reproches como si hubiera dado culto a un hombre en perjuicio del que se debe a Dios. N o consi­deramos que sea una desviación del culto perfecto debi­do a Dios al hacer iconos 1 8, usando la cera y los colo­res 1 9 , pues no modelamos una imagen, una imitación,

14. Cf . M t 2 8 , 19s .

15. Cf . R m 1, 24 . E l c o n t e x t o n o s hace s u p o n e r q u e t ambién los

i conoc la s t a s i n v o c a b a n de a lgún m o d o este f a m o s o tex to p a u l i n o .

16. A q u í G e r m á n se refiere al cu l to de los s a n t o s , i n m e d i a t a m e n ­

te d e s p u é s de s u s p u n t u a l i z a c i o n e s acerca del cu l to c r i s t iano al D i o s

u n o y t r ino . É l qu ie re defender el cu l to a t o d a s las i m á g e n e s cr is t ia­

nas , inc lu idas las de los s an to s .

17. Cf . 1 R 1, 2 3 .

18. E n es t a ca r t a G e r m á n e m p l e a c o n s t a n t e m e n t e el t é r m i n o

« i e k o s » p a r a des igna r las i m á g e n e s cr i s t ianas . É s t a es la p a l a b r a q u e

p reva l ec ió en la t r ad ic ión cr is t iana d e l engua gr iega y en las Ig les ias

de ella de r ivadas , c o m o s o n las es lavas . T a m b i é n la a d o p t a m o s fre­

cuen t emen te en nues t r a t r aducc ión . L o s c r i s t i anos fieles al cu l to a

imágenes a d o p t a r o n es ta p a l a b r a p a r a referirse a las r ep resen tac iones

p i c tó r i cas del C r i s t o , de M a r í a y de los s a n t o s , en c o n t r a p o s i c i ó n a

í d o l o ( « e i d o l o n » ) , q u e ind ica u n a f igura a la q u e n o c o r r e s p o n d e m á s

q u e u n a f icción menta l , s in rea l idad ob je t iva . L a de fensa de G e r m á n

segu i rá c o n s t a n t e m e n t e p o r es te c a m i n o de c o n t r a p o s i c i ó n de es tas

d o s c lases d e f iguras .

19. C o m o t a m b i é n se verá en la car ta tercera, G e r m á n def iende

las i m á g e n e s cr is t ianas de d o s d i m e n s i o n e s , es decir : c u a d r o s y m o -

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CARTA I 165

una figura, o una forma de divinidad invisible, que ni si­quiera las jerarquías superiores de los santos ángeles son capaces, en modo alguno, de comprender y de escrutar 2 0.

El Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, para rescatar a su propia creatura 2 1 de la condena de muerte con el beneplácito del Padre 2 2 y del Espíritu Santo, juzgó conveniente hacerse hombre y parecerse a nosotros por la participación de nuestro cuerpo y san­gre 2 3 , de modo que, según dice el gran Apóstol, se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado14. En razón de ello, nosotros representamos en los iconos su figura humana y el aspecto de su naturaleza carnal, pero no su divinidad incomprensible e invisible. De este modo procuramos manifestar las verdades de la fe, ha­ciendo ver que el Verbo asumió nuestra naturaleza, no como una apariencia o una sombra, según erróneamente afirmaron algunos antiguos herejes2 5, sino que, en reali-

s a i c o s , p e r o se m u e s t r a con t r a r io a las es ta tuas o f iguras en rel ieve. E n la t rad ic ión cr is t iana g reco-o r i en ta l es tas r ep resen tac iones fue ron c o n s i d e r a d a s inconvenien tes , p o r pa rece r d e m a s i a d o semejan tes a los í d o l o s p a g a n o s , q u e casi s i e m p r e eran escu l tu ras .

20 . A q u í G e r m á n v a e x p o n i e n d o el a r g u m e n t o pr inc ipa l c o n el q u e r e s p o n d e a la o b j e c i ó n fundamenta l de los i conoc l a s t a s , q u e es la p r o h i b i c i ó n del A . T . s o b r e la fabr icac ión de i m á g e n e s . L o s i c o n o s , c o m o d ice el s an to , n o caen ba jo es ta c o n d e n a , p o r q u e n o p r e t e n d e n r e p r e s e n t a r d i r e c t a m e n t e la d i v i n i d a d , s i n o la f i g u r a h u m a n a de l V e r b o de D i o s e n c a r n a d o , la de su M a d r e y la de los s a n t o s

2 1 . E s decir , a los h o m b r e s 2 2 . Cf . E f 1, 6. 2 3 . Cf . H b 2 , 14. 24 . H b 4, 15. 2 5 . U n a de las m á s an t iguas herejías cr is t ianas fue p r e c i s a m e n t e la

del d o c e t i s m o (de « d o k e o » = p a r e c e r ) , q u e a f i rmaba q u e la encarnac ión del V e r b o era s ó l o aparen te . E s t a herejía r e b r o t ó en var ias o c a s i o n e s y de ella eran a c u s a d o s los monof i s i t a s , qu ienes , p o r des taca r la d iv i ­n idad de C r i s t o , d i sminu í an la rea l idad de su na tu ra leza h u m a n a .

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166 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

dad, de verdad fue hombre plenamente en todo menos en el pecado, que fue sembrado en nosotros por el ene­migo. Con esta fe firme y segura acerca de Cristo 2 6 , re­producimos la figura de su santa carne en los iconos, ve­nerándolos y considerándolos dignos de todo honor y respeto, puesto que nos recuerdan el divino y vivificante misterio de la Encarnación 2 7.

De modo semejante representamos la figura de su in­maculada Madre según la carne, la Santa Madre de Dios, poniendo de manifiesto que, siendo ella mujer por natu­raleza y no ajena a nuestra condición terrenal, de un modo que sobrepasa la comprensión de los hombres y de los ángeles, concibió en su seno al Dios invisible, que con su mano todo lo gobierna, y lo dio a luz, habiendo asumido de ella la carne. Noso t ros la enaltecemos 2 8

como propia y verdadera Madre del verdadero Dios, y la consideramos superior a todas las creaturas visibles e in­visibles. En cuanto a los santos mártires de Cristo, los apóstoles, los profetas y justos y los demás santos que han sido consiervos nuestros 2 9 y verdaderos servidores de Dios, que, con sus buenas obras, con la predicación

2 6 . N o s p a r e c e ev idente q u e G e r m á n p re sen ta a q u í el a r g u m e n t o

de la c o m p l e t a y v e r d a d e r a enca rnac ión del V e r b o de D i o s a fin de

d e m o s t r a r la l ic i tud de los i c o n o s en re lac ión c o n los m a n d a t o s del A .

T . , p u e s es tas p r o h i b i c i o n e s se refieren a las i m á g e n e s q u e p r e t enden

represen ta r la d iv in idad , mien t ras q u e los i c o n o s , a u n q u e conc ie rnen

al V e r b o de D i o s , s ó l o s o n la f igura de su na tu ra leza h u m a n a , a s u m i ­

d a ín t eg ramen te en la E n c a r n a c i ó n .

27 . A q u í se anunc ian a lgunas func iones p r o p i a s de l o s i c o n o s de

C r i s t o , d e la V i r g e n y de los s a n t o s , c o m o s o n : enseñanza , r e c u e r d o ,

fo r ta lec imien to de la fe, man i f e s t ac ión de a m o r y e s t ímu lo a la v e n e ­

rac ión y al cu l to .

2 8 . Cf . L e 1, 46 .

29 . Cf . C o l 1, 7; 4, 7; A p 6, 1 1 .

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CARTA I 167

de la verdad y con la paciencia en los sufrimientos 3 0 que han soportado por Dios, se han hecho distinguidos ami­gos suyos 3 1 y han alcanzado gran valimiento ante El, no­sotros los admiramos y los proclamamos bienaventura­dos 3 2 y reproducimos sus imágenes para memoria de su nobleza y de su intrepidez en el divino servicio.

N o les tributamos el amor y la veneración que se deben a la gloria y al poder de Dios, como si considerá­ramos que comparten la naturaleza divina 3 3, sino que, mediante la representación de su figura, expresamos nuestro amor hacia ellos y la firmeza con que creemos las verdades de la fe que hemos escuchado 3 4. Efectiva­mente, puesto que somos de carne y sangre, nos vemos impulsados a reforzar, también por medio de la vista, las certezas que radican en nuestra alma 3 5 . Los santos de Dios, a su vez, para ser fieles al culto, a la alabanza y a la adoración del único Dios verdadero y para recomen­darnos y enseñarnos lo mismo 3 6 , derramaron su sangre y recibieron la corona correspondiente a su sincera confe­sión de fe.

30 . Cf . 2 C o 1, 6.

3 1 . Cf . St 2 , 23 .

32 . Cf . L e 1, 4 8 .

33 . Cf . 2 P 1, 4. P a r a evitar t o d o pe l ig ro d e a m b i g ü e d a d , G e r m á n

no t iene inconvenien te en p resc ind i r de la e x p r e s i ó n «pa r t í c ipes de la

na tu ra l eza d i v i n a » ap l i cada d e s d e un p r inc ip io a los c r i s t i anos c o m o

u n a p re r roga t iva esencia l .

34 . E n cuan to a la ce r t eza d e la fe cf. H b 10, 22 . E n cuan to a la

fe q u e viene p o r la a u d i c i ó n cf. R m 10, 17.

35 . E s t e a r g u m e n t o en favor de los i c o n o s , b a s a d o en la na tura le­

z a del h o m b r e , mater ia l y espir i tual , es a m p l i a m e n t e de sa r ro l l ado p o r

san J u a n D a m a s c e n o en sus d i s c u r s o s , p o r e j emp lo 1, 36 y I I I , 12.

36 . E s t a referencia de G e r m á n a los már t i res o b e d e c e al p r o p ó s i ­

to de r e s p o n d e r ind i rec tamente a la p r e t ens ión de los i conoc l a s t a s de

p resen ta r c o m o a p o y o de s u s ideas a e s to s hé roes del c r i s t i an i smo .

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168 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Éste es el sentido que tiene el hacer iconos. N o se trata de que la adoración en espíritu y en verdad 3 7 que se debe tributar a la incomprensible e inaccesible divinidad, la traspasemos a unas imágenes fabricadas a mano y que son obra de artífices humanos, o a las creaturas visibles e invisibles 3 8 que Dios ha hecho, sino que de esta manera manifestamos el amor que es justo que tengamos a los verdaderos siervos de nuestro Dios. A través del honor que les tributamos, nosotros prestamos culto y reveren­cia a Dios, que ha sido glorificado por ellos y que les ha glorificado por haber ellos confesado su soberanía 3 9 . Con las buenas obras y la resistencia a las pasiones nos mostramos como imitadores de su valentía y de su amor a Dios 4 0 . Por tanto, todos deben tener el convencimien­to de que la fabricación de iconos es una práctica sólida­mente establecida en la Iglesia de Cristo y que cuanto hace referencia a la salvación, tanto si corresponde al

37 . Cf . J n 4, 23 . E l acud i r a es te t ex to era inevi table en t o d a d i s ­c u s i ó n ace rca d e las i m á g e n e s y del cu l to c r i s t i ano en genera l . E l m o d o c o m o G e r m á n desa r ro l l a es te p u n t o a q u í y en la car ta tercera n o s c o n d u c e a p e n s a r q u e los adversar ios- de los i c o n o s deb ían i n v o ­car este pasa je evangé l i co , q u e s i e m p r e hab ía s i d o ob j e to de la p r e d i ­cac ión cr is t iana.

38 . Cf . C o l 1, 16. L a a r g u m e n t a c i ó n de G e r m á n s o b r e es te p u n t o r e s p o n d e a la v a l o r a c i ó n q u e los i conoc l a s t a s hac ían del cu l to a las i m á g e n e s , c o m o si se t ra tara de u n a a d o r a c i ó n de las c o s a s c readas . V é a s e la car ta s e g u n d a no ta n. 3.

3 9 . E s t a p rec i s ión acerca de la m e t a ú l t ima y real del cu l to de los i c o n o s r e s p o n d e a las o b j e c i o n e s de los a d v e r s a r i o s , qu ienes aduc ían los r ep roches q u e apa recen en la S a g r a d a Esc r i t u r a con t r a el cu l to p r e s t a d o a las c o s a s « h e c h a s p o r la m a n o del h o m b r e » . Cf . n o t a an te ­r ior n. 7.

40 . E n cuan to a la imi t ac ión de los q u e s o n c o n s i e r v o s nues t ro s en la fe cf., p o r e j e m p l o , H b 6, 12. A q u í G e r m á n p resen ta o t ra fun­c ión de los i c o n o s , q u e es la ed i f icac ión y el e s t ímulo hacia un buen c o m p o r t a m i e n t o m o r a l .

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CARTA I 169

mundo visible como al siglo futuro, no lo recibimos de ninguna parte más que del Hijo Unigénito de Dios, que, junto con el Padre y el Espíritu Santo, es el que concede los dones divinos. N o se ha dado, en efecto, a los hom­bres ningún otro nombre en el que debamos ser salvos 4 1 .

Si nosotros reverenciamos y besamos los iconos de nuestro Señor y Salvador y los de su purísima Madre, verdadera Madre de Dios, y los de los santos, no tene­mos, sin embargo, respecto de ellos, una idéntica fe y una misma disposición de ánimo 4 2 . Reconocemos a Dios, que no tiene principio ni fin, que con su mano sostiene todas las cosas, que es creador nuestro y de todos los seres y verdaderamente Dios Salvador, que tiene poder en el cielo y sobre la tierra y se ha hecho verdadero hombre 4 3 en beneficio del género humano. Reconocemos a la que, con toda propiedad y verdad, es sierva y Madre del Señor y poderosísima intercesora nuestra. Sabemos, en efecto, que Dios, como Señor, es el que concede lo que hace referencia a nuestra salvación, y que María, por su condición de madre, intercede por no­sotros. Reconocemos también a todos los santos como consiervos nuestros que poseen nuestra misma naturale­za y que, según hemos dicho, han venido a ser agrada­bles a Dios 4 4 , han obtenido una suprema confianza y bienaventuranza junto a Él y han alcanzado de Dios

4 1 . Cf . H c h 4, 12.

4 2 . D e s p u é s de haber p r e s e n t a d o los f u n d a m e n t o s t e o l ó g i c o s y

m o r a l e s del r e s p e t o a los i c o n o s , G e r m á n p r o s i g u e h a c i e n d o a lgunas

p rec i s iones acerca d e su cu l to y pa rece hacer u n a d i s t inc ión en r a z ó n

de las p e r s o n a s r ep resen tadas en d ichas i m á g e n e s .

43 . E l texto g r i ego d ice « e n a n z r o p e s a n t a » . Signif ica h u m a n i z a r s e

o hacerse h o m b r e , q u e es equivalente al t e rmino m á s genera l i zado de

encarnarse , q u e con l leva u n sen t ido t e o l ó g i c o p r o p i o del c r i s t i an i smo.

44 . Cf . p o r e j e m p l o , S b 4, 10; R m 14, 18.

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170 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

también la gracia de suministrarnos los beneficios que de El derivan, como la curación de enfermedades y la libe­ración de peligros. En realidad invocamos a Dios cuan­do hacemos memoria de los santos y, en cuanto nos es posible, les alabamos y glorificamos con nuestros cánti­cos de acuerdo con lo que dice la Escritura: El recuerdo de los justos es objeto de alabanza45.

Todas estas cosas las expusimos al bienaventurado obispo de Nacolia, del que hicimos mención al princi­pio, el cual las aceptó y manifestó, como si se hallara en la presencia de Dios, el Señor de todos, que así lo creía firmemente y que no diría ni haría cosa alguna que cau­sara escándalo o pudiera ocasionar turbación al pueblo. Por lo cual, vuestra beatitud debe actuar de modo que su bienaventurado Sínodo no sufra ataque ni padezca es­cándalo alguno 4 6. Haga comparecer, pues, a dicho obis­p o 4 7 y, después de leerle esta carta nuestra y de asegurar­se de su asentimiento a ella, háganse intensas plegarias por la vida larga y feliz y por la victoria de nuestros ilus-trísimos señores los emperadores 4 8, y en favor del pue­blo cristiano implórese la paz de Dios, que supera todo sentir49.

4 5 . P r 10, 7.

46 . Cf . M t 9, 36 . L o s e s c á n d a l o s y p e r t u r b a c i o n e s hacen q u e el

p u e b l o q u e d e a n g u s t i a d o y c o m o r e b a ñ o sin p a s t o r .

47 . S e ref iere a C o n s t a n t i n o de N a c o l i a , del q u e h a b l a va r i a s

veces G e r m á n a lo l a rgo de es ta car ta .

4 8 . G e r m á n tiene c u i d a d o d e m o s t r a r s e leal y r e s p e t u o s o c o n el

e m p e r a d o r , a pe sa r de la p o s t u r a cont ra r ia q u e a d o p t a en la cues t ión

d e los i c o n o s .

4 9 . F l p 4, 7.

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CARTA II

D E NUESTRO PADRE SAN GERMÁN A CONSTANTINO, OBISPO DE NACOLIA

El muy bienaventurado Juan, metropolitano de los sinadenses, nos ha escrito diciéndonos que tu beatitud no le ha entregado nuestra carta1, lo cual nos ha causado no poca tristeza, pues, al parecer, has puesto en segundo lugar el temor de Dios y el amor y respeto que los miembros de Cristo deben entre sí profesarse. Por tanto, a través de las presentes letras, ordenamos a tu beatitud que al punto entregue la mencionada carta nuestra al so­bredicho bienaventurado metropolitano tuyo y que les preste todo el respeto y la obediencia que corresponde al orden sacerdotal2.

Ya que tu beatitud acogió nuestras palabras y prome­tió acomodarse a ellas, permanezca fiel a su decisión y no se fíe enteramente de sus propios criterios. Nosotros pensamos que tu beatitud no ignora, ni ha echado en ol­vido que nos pidió poder renunciar a su cargo episcopal, alegando que se tramaba un levantamiento en contra suya, por cosas en las que, según afirmaba, no había te­nido participación alguna; además aseguraba que no

1. Se trata de la car ta anter ior . V é a s e lo q u e en ella a n o t a m o s acerca de las s edes de S i n a d a y N a c o l i a (no tas 1 y 4 ) .

2 . E s decir : la d i sc ip l ina q u e r egu l aba las re lac iones entre los j e ­ra rcas de las ig les ias .

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172 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

había realizado nada que representara una injuria del Señor o de sus santos por razón de sus imágenes, sino que únicamente proponía la enseñanza de la Escritura acerca de que no hay cosa alguna en la creación que sea digna de un honor divino 3. Esto también nosotros lo hemos aprendido y lo mantenemos y profesamos firme­mente 4.

Estos escritos nuestros dirigidos a dicho bienaventu­rado metropolitano tuyo 5 fueron leídos detenidamente a tu Beatitud 6 y prometiste cumplir fielmente cuanto en ellos se contenía; además se te entregó una copia de dicha carta. N o quieras, pues, que sufra escándalo el pueblo que no conoce la maldad, recordando aquella te­rrible sentencia del Señor, con la que amenazó a quienes escandalizaban a uno solo de los pequeños 7.

3. C o n m a y o r b r e v e d a d aún q u e en la car ta anter ior , G e r m á n

s in te t iza el p u n t o esencial de la a r g u m e n t a c i ó n de los p r i m e r o s a d ­

ve r sa r ios de los i c o n o s , a saber : q u e , s e g ú n la Esc r i t u r a , se d e b a evi­

tar el dar cu l to a cua lqu ie r c o s a q u e f o r m e par te del m u n d o c r e a d o

p o r D i o s .

4. A h o r a G e r m á n no se de t iene en e x p o n e r los a r g u m e n t o s q u e a

favor de los i c o n o s ha d e s a r r o l l a d o en la car ta p receden te y q u e el

o b i s p o C o n s t a n t i n o y a c o n o c e , p e r o n o p u e d e p o r m e n o s de af i rmar

q u e lo q u e su des t ina ta r io d ice acerca del n o da r cu l to a las c o s a s de

la c reac ión p o r s í m i s m a s es u n p r inc ip io c o m p a r t i d o p o r los defen­

so re s d e las i m á g e n e s . E l p r o b l e m a no rad icaba , p u e s , en la acep ta ­

c ión del tal p r inc ip io , s i no en hacer d e él u n m o t i v o de c o n d e n a de

las imágenes cr i s t ianas .

5. S e refiere a J u a n de S inada , a qu ien i ba d i r ig ida la carta an te ­

r ior .

6. E s decir : en p re senc i a d e C o n s t a n t i n o , a q u i e n G e r m á n n o

cesa de apl icar el t í tu lo y t r a tamien to de « b e a t i t u d » y de « b i e n a v e n ­

t u r a d o » , a pe sa r de dir igi r le es ta car ta de d u r o r ep roche p o r su a c ­

tuac ión .

7. Cf . M t 18, 6 s s . y lugares pa ra l e los .

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C A R T A II 173

Ten por entendido que hasta tanto no hayas entrega­do nuestra carta a tu beatísimo metropolitano, por res­peto y temor de la Santa y consustancial Trinidad, no te será lícito realizar ningún acto de culto litúrgico. Es más conveniente, en efecto, que te tratemos con severidad, que no que, sin amonestarte, te abandonemos, sometién­dote al futuro juicio de Dios 8 .

8. E s t a c o n d e n a y la p e n a i m p u e s t a p o r G e r m á n al o b i s p o C o n s ­tan t ino c o r r e s p o n d e m á s o m e n o s a la p e n a c a n ó n i c a q u e entre los la­t inos se de s igna c o m o s u s p e n s i ó n « a d i v i n i s » . E l pa t r i a rca s u b r a y a la m o t i v a c i ó n de f o n d o de es ta m e d i d a , q u e n o es o t ra q u e u n a s incera p r e o c u p a c i ó n pas to ra l y de n ingún m o d o un afán de p o d e r y de d o ­min io .

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CARTA III

D E GERMÁN, ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA, A TOMÁS, OBISPO DE CLAUDIÓPOLIS 1

El sabio Salomón, en cierto pasaje de sus discursos, se expresa, diciendo: El hermano que es ayudado de su hermano, es como una ciudad fuerte y elevada y está firme como un reino reforzado con cerrojos1. A pesar de que yo no me considero como uno de los que son ca­paces de ayuda, sino más bien como uno de los que ne­cesitan ayuda, sin embargo, me he decidido a escribir la presente carta a vuestra beatitud, pues no soy capaz de soportar la inquietud de mis pensamientos. He oído decir que has realizado algunas cosas que, si son falsas, lléveselas el viento, según le expresión de Gregorio el Teólogo 3 , pero, si son verdaderas, la perplejidad invade todo mi espíritu. ¿Quizá vuestra beatitud, participando de la ligereza propia de la mayor parte de los hombres,

1. Pa rece f u n d a d a la reciente o p i n i ó n de L . L a m z a q u e identif ica

la C l a u d i ó p o l i s d e referencia c o n la s ede e p i s c o p a l de este n o m b r e s i ­

t uada en la p r o v i n c i a de I saur ia , en el A s i a M e n o r or iental , en las

f ronteras del I m p e r i o b i zan t i no y q u e no d e p e n d í a del pa t r i a r cado de

C o n s t a n t i n o p l a , s i no del de A n t i o q u í a . A n t e r i o r m e n t e se p e n s a b a

q u e se t ra taba de o t ra c i u d a d del m i s m o n o m b r e , s i tuada en el N o r o ­

es te de A s i a M e n o r , m e t r ó p o l i de la p rov inc i a de H o n o r i a s .

2 . Pr 18, 19.

3. G r e g o r i o N a c i a n c e n o , c o n s i d e r a d o c o m o el t e ó l o g o p o r exce ­

lencia en la t rad ic ión pa t r í s t ica gr iega .

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CARTA III 175

ha colocado el encanto del amor sólo en torno a los la­bios y no en el fondo del alma, sin duda por pensar que no le profesamos un sincero afecto? ¿ O por ventura no es esto, sino que se trata de un desprecio a nuestra ig­norancia, o a nuestra pereza 4 y negligencia en el desem­peño de las cosas que son agradables a Dios, como si no consideráramos digna de un gran empeño la bús­queda de la voluntad de Dios de acuerdo con las santas disposiciones que nos han sido transmitidas por la Sa­grada Escritura? 5. Tal vez tampoco sea atinada esta su­posición y se deba pensar que vuestra beatitud haya re­cibido alguna importante revelación (no me atrevo, efectivamente, a hablar de una simple opinión o de un mero pensamiento, pues, según dice el excelso Após­tol 6, el amor no piensa mal) y en este caso piense que ha obtenido una certeza que esté obligado a comuni­carnos 7.

Por lo demás, tenemos un motivo racional en que fundar estas sospechas, puesto que cuando vuestra be-

4. Cf . M t 2 5 , 26 ; R m 12, 1 1 .

5. Cf . , p o r e j e m p l o , Sa l 2 5 (24 ) , 4 s ; 143 ( 1 4 2 ) , 10. E s t a s l íneas

s o n in te resan tes p o r r e v e l a r n o s el ca rác te r y la p e r s o n a l i d a d de G e r ­

m á n . P o r u n a p a r t e l o s r e p r o c h e s q u e hace al o b i s p o T o m á s s o n

m u y fuer tes m o r a l m e n t e , p e r o p o r o t r o l a d o q u i e r e m o s t r a r s e ce r ­

c a n o a su des t i na t a r io y n o se encas t i l l a en u n a p o s t u r a au to r i t a r i a ,

s i n o q u e i n c l u s o a d m i t e q u e p u e d a h a b e r s e d a d o a l g u n a fal ta p e r s o ­

nal s u y a . P o r t an to lo q u e d i c e a c o n t i n u a c i ó n a p a r e c e r á c o m o el

c u m p l i m i e n t o d e u n d e b e r p a s t o r a l . M á s a d e l a n t e hab l a r á de u n f ra­

ternal e x a m e n .

6. Cf . 1 C o 13, 5.

7. A u n q u e , s e g ú n h e m o s d i cho en la n o t a anter ior n. 1, la d i ó c e ­

sis de C l a u d i ó p o l i s n o d e p e n d í a d i rec tamente de C o n s t a n t i n o p l a , s in

e m b a r g o el o b i s p o T o m á s tenía el debe r d e tener i n f o r m a d o al p a ­

tr iarca G e r m á n , p u e s t o q u e p re tend ía in t roduc i r c a m b i o s radica les en

el a s u n t o de los i c o n o s .

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176 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

atitud permaneció largo tiempo junto a nosotros y a veces nos hacía preguntas acerca de diversas palabras y cuestiones de la Escritura, nunca nos mencionó el asun­to de los iconos, ya fuesen de varones santos, o del mismo Jesucristo, Señor y Salvador nuestro, o de su santa Madre según la carne, que es verdaderamente Madre de Dios 8 . N o propuso al respecto ninguna in­terrogación ni trató de investigar cuál era exactamente nuestro pensamiento acerca de esta materia ni si era co­rrecta la práctica establecida o si merecían algún re­proche de parte de Dios los que obraban de esta ma­nera. Tampoco hizo nada para persuadirnos de que nues­tras ideas se pusieran en consonancia con las suyas, a pesar de que tuviera pleno convencimiento de que lo que hacíamos era digno de rechazo y de abrogación. Por el contrario, habiendo guardado con nosotros un silencio total acerca de este asunto, al regresar a su ciu­dad, como si obrara de acuerdo con una doctrina común y a consecuencia de una reflexión irrefragable, según hemos sido informados, vuestra beatitud llevó a cabo la destrucción de las imágenes 9. Una vez más diremos que esto vale en el caso de que sea verdad lo aquí apun­tado.

8. E l o r d e n casua l c o n q u e se ind ican las p e r s o n a s r ep resen tadas

en los i c o n o s hace p e n s a r q u e los p r i m e r o s i conoc la s t a s n o hacían

o b j e t o p r i m o r d i a l de d i s c u s i ó n las i m á g e n e s de C r i s t o . T a m b i é n m á s

ade lante G e r m á n m e n c i o n a en p r i m e r luga r las imágenes de los s a n ­

tos , (cf. no ta s igu ien te n. 5 5 ) .

9. D e n t r o de la cr is is d e la I conoc las t i a , és ta es la p r i m e r a not ic ia

q u e t e n e m o s s o b r e la e l iminac ión de i m á g e n e s , y p u e s t o q u e esta a c ­

tuac ión de T o m á s t u v o luga r p o c o d e s p u é s de su p e r m a n e n c i a en

C o n s t a n t i n o p l a , se p u e d e s u p o n e r c o n b u e n f u n d a m e n t o q u e él se

hub ie ra p u e s t o de a c u e r d o c o n el e m p e r a d o r L e ó n I I I s o b r e la nueva

po l í t i ca re l ig iosa , g u a r d a n d o acerca de el lo un in t enc ionado s i lencio

c o n el pa t r i a rca G e r m á n .

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CARTA III 177

Efectivamente, nuestro ánimo no está dispuesto a creer fácilmente lo que muchas veces se propaga para desa­creditar al prójimo 1 0. Sin embargo, juzgando necesario someter a prueba y a un fraternal examen la manifesta­ción de nuestros puntos de vista, nos hemos propuesto tratar detalladamente este asunto 1 1. En primer lugar hemos de recordar que es absolutamente necesario guardarnos de novedades, especialmente cuando una costumbre está establecida desde mucho tiempo en las iglesias y, por esto, al variarla se ocasiona inquietud y escándalo al pue­blo que cree en Cristo 1 2. Si la Escritura establece que el vino se ha de beber con juicio y moderación 1 3, aún es más necesario que actuemos de común acuerdo y con gran cautela1 4 en los asuntos de especial delicadeza e im­portancia, a fin de no quedar sometidos a la tremenda condena establecida por Dios contra los que escandali­zan a uno solo de los pequeños 1 5. Además debemos re-

10. C o n estas y o t ras p a l a b r a s an ter iores G e r m á n de ja abier ta

u n a p o s i b i l i d a d de c a m b i o p a r a su in ter locutor , p e r o d a a en tender

q u e cons ide ra b ien fundadas las not ic ias q u e le han l l egado .

1 1 . E n su p r i m e r a car ta G e r m á n hab ía t r a t ado de un m o d o s in ­

tét ico el a s u n t o de la de fensa de los i c o n o s , p e r o aho ra se p r o p o n e

hacer lo c o n una m a y o r p r o f u n d i z a c i ó n t eo lóg i ca y c o n m á s re levan­

cia espir i tual y li teraria.

12 . E n p r i m e r l u g a r G e r m á n a c t ú a s e g ú n u n a l ínea de in t ensa

p r e o c u p a c i ó n p a s t o r a l , q u e t iene p o r n o r m a l el b i en de la c o m u n i ­

d a d y el n o c a m b i a r las d i r ec t r i ce s e s t a b l e c i d a s d e s d e a n t i g u o . L a

i n t r o d u c c i ó n d e n o v e d a d e s s e c o n s i d e r a c o m o u n ma l m u y g r a v e , e

i n c l u s o l o s here jes n o m a n i f i e s t a n la v o l u n t a d d e hace r i n n o v a c i o ­

n e s , s i n o q u e , a su m a n e r a , p r e t e n d e n ser f ieles al d e p ó s i t o d e la fe .

13. Cf . P r 3 1 , 4.

14. Cf . H c h 15 , 6.

15. Cf . M t 18, 6 y luga res pa r a l e lo s . Y a en la car ta al o b i s p o

C o n s t a n t i n o G e r m á n hab ía hecho es ta adver tenc ia de n o escanda l i za r

a la gente senci l la .

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178 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

futar las palabras y deshacer los embrollos con que los infieles16 ofenden a la Iglesia de Cristo y hemos de poner de manifiesto su venerable y divina inmutabilidad.

Ante todo es necesario saber que no sólo ahora, sino en muchas otras ocasiones, tanto los judíos como los que verdaderamente practican la idolatría, nos han echado en cara estas cosas, no con la intención de evi­tar el apego a las obras de manos humanas 1 7, sino pro­curando únicamente desacreditar nuestra fe incontami­nada y recibida de Dios. En realidad todo su empeño y su religiosidad se cifra en que ninguna cosa sea enal­tecida por encima de lo visible y material 1 8 y, por otro lado, de muchas maneras rebajan la naturaleza divina, ya sea restringiendo a un lugar determinado su Provi­dencia que todo lo abarca, ya sea representando la di­vinidad con formas corporales.

Algunos de nuestros predecesores, cuyas obras ahora no tenemos a mano 1 9 , valerosamente apartaron del re-

16. A q u í se refiere a los m u s u l m a n e s , de los cuales hab la rá a c o n ­

t inuac ión .

17. S o b r e los r ep roches de idola t r ía q u e los j u d í o s hac ían con t r a

los c r i s t i anos , n o s ó l o p o r el cu l to de los i c o n o s , s ino t a m b i é n p o r el

de la c r u z , t e n e m o s t e s t i m o n i o s ind i rec tos en las r e spues t a s de a u t o ­

res c o m o E s t e b a n de B o s t r a y L e o n c i o d e N e á p o l i s de C h i p r e ( s .

V I I ) . E n c u a n t o a los s a r r acenos , n o t e n e m o s t e s t i m o n i o s p r e c i s o s de

es ta é p o c a , p e r o s a b e m o s q u e e s to s a s u n t o s e ran o b j e t o d e s u s p o l é ­

m i c a s ant icr is t ianas .

18. A q u í se mani f ies ta u n m o t i v o de f o n d o de la esp i r i tua l idad y

de la cu l tura q u e favorec ió el d e s a r r o l l o de la vene rac ión de l o s i c o ­

n o s , a saber : u n a c o n s i d e r a c i ó n p o s i t i v a de las c o s a s mater ia les y del

m u n d o , q u e s o n o b r a de D i o s y se in tegran en los va lo re s del esp í r i ­

tu. S a n J u a n D a m a s c e n o insis te a m p l i a m e n t e s o b r e este a s u n t o .

19. E s t a s p a l a b r a s de G e r m á n n o s pe rmi t en s u p o n e r q u e los e s ­

cr i tos en de fensa de las i m á g e n e s fue ron m á s n u m e r o s o s de lo q u e

h o y c o n o c e m o s .

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CARTA III 179

baño de Cristo a tales personas, considerándolas como perros mudos, que, según dice la Escritura, en vano in­tentar ladrar 2 0. La palabra de la verdad les reduce al si­lencio 2 1 a partir de sus propias actitudes impías, ha­ciendo objeto de infamia y de abominación los ritos y fábulas de los paganos y suscitando la vergüenza de los judíos, reprochándoles no sólo la adhesión de sus pa­dres a los ídolos, sino también su rebeldía a la ley de Dios, que se jactan de poseer.

A pesar de que ésta 2 2 ordena, de parte de Dios, ofre­cer los sacrificios simbólicos 2 3 en un lugar establecido, ellos no dejan de realizarlo en cualquier lugar del mundo, desobedeciendo habitualmente al Espíritu Santo, según la costumbre de sus padres, sacrificando así a los de­monios y no a Dios 2 4 . En efecto, la adoración y el culto tributados al verdadero Dios van bien encaminados si se apoyan en la fidelidad a la santa profesión de fe en El y en la observancia de las leyes y de los misterios que nos ha enseñado, tanto los más esenciales como lo más particulares y concretos. En cuanto a los sarracenos, quie­nes, al parecer, nos hacen una acusación semejante2 5, es

20 . Cf . Is 56, 10.

2 1 . A q u í G e r m á n in ic ia u n c o n t r a a t a q u e , t a c h a n d o de i d o l a t r í a

la a c t i t ud de l o s a d v e r s a r i o s del c r i s t i a n i s m o ( j u d í o s y m u s u l m a n e s )

al i gua l q u e e l los p r e t e n d í a n h a c e r l o c o n t r a la I g l e s i a de C r i s t o .

22 . E s decir : la ley de D i o s .

23 . Cf . H b 8, 5; 9, 9 .23. E l sacr i f ic io j u d í o es f igura de rea l idades

futuras .

24 . E n la p o l é m i c a cr i s t iana ant i judía era f recuente ut i l izar las in­

f ide l idades y d e s o b e d i e n c i a s de los h e b r e o s , q u e apa recen f recuente­

men te en el A . T . , e spec ia lmen te en los p ro fe t a s , y q u e reaparecen en

el N . T . (Cf . , p o r e j e m p l o , R m 10, 2 1 ; Is 65 , 2 ) . G e r m á n insis t i rá m á s

ade lante en lo m i s m o .

2 5 . L a e x p r e s i ó n «a l p a r e c e r » ind ica q u e G e r m á n n o t iene u n c o ­

n o c i m i e n t o d i rec to de la p o l é m i c a ant icr is t iana de los m u s u l m a n e s .

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180 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

suficiente, para vergüenza y confusión suya 2 6, mencionar los saludos que tributan a una piedra inanimada en el desierto 2 7, la invocación del llamado Corán y otras vanas observancias, como el infantilismo de una destacada ce­lebración que hacen, volviéndose hacia allá, según la tra­dición de sus antepasados 2 8.

Por el contrario, todos los cristianos 2 9 que sirven a Dios en todo el mundo, según dice el profeta bajo un solo yugo, que evidentemente es el Evangelio 3 0 , tienen como su característica más peculiar la fe y la confe­sión de un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Trinidad increada, eterna, inescrutable, invisible, con­sustancial 3 1 y que ocupa un mismo trono. Confesamos al propio tiempo tanto la perfecta encarnación del Hijo de Dios como los demás artículos del santo símbolo 3 2

que el pueblo cristiano proclama en la presencia de Dios, antes de la mística y santa ofrenda. Es también una característica de los cristianos la regeneración es-

26. Cf . 1 C o 6, 5; 15, 34 . 27 . S e refiere a la p i e d r a negra q u e , s e g ú n la t r ad ic ión m u s u l m a ­

na, fue l levada a la M e c a p o r el arcángel G a b r i e l . 2 8 . E s s a b i d o q u e los m u s u l m a n e s a c o s t u m b r a n hacer s u s p l e g a ­

r ias vue l t o s en d i r ecc ión a la M e c a . 29 . A n t e s de entrar en lo espec í f ico de la d e m o s t r a c i ó n , G e r m á n

indica los p u n t o s fundamen ta l e s de la fe y del cu l to c r i s t i ano , p a r a q u e q u e d e c la ro q u e los de fensores de los i c o n o s n o con t r ad icen tales p r i nc ip io s , s ino q u e ac túan en p lena c o n f o r m i d a d c o n e l los .

30 . Cf . S o 3, 9. P rofec ía hebra ica y E v a n g e l i o , A n t i g u o y N u e v o T e s t a m e n t o , apa recen ín t imamen te u n i d o s en es ta carta , a fin d e q u e los i c o n o s no p u e d a n in terpre tarse c o m o u n a o p o s i c i ó n a la L e y d e D i o s man i fe s t ada en el A . T .

3 1 . L a p a l a b r a « c o n s u s t a n c i a l » (homoúsios) f o r m a par te del s í m ­b o l o de la fe de la Ig les ia d e s d e el s ig lo IV.

32 . E n t r e los de fensores de los i c o n o s , G e r m á n es el p r i m e r o y el q u e c o n m a y o r ins is tencia a lude a la ce leb rac ión eucar ís t ica .

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CARTA III 181

piritual 3 3 por medio del divino bautismo en el nombre de las tres divinas personas, así como la mística parti­cipación y comunión de los misterios vivificantes del sacrificio incruento 3 4, por medio de los cuales resplan­dece la luz de la verdad 3 5 y son expulsadas las tinie­blas de la impiedad, que ostentan como indiscutible signo de identificación el extravío del sacrilego politeís­mo. La oscuridad y la luz, en efecto, para decirlo con palabras del Apóstol 3 6 , están en total contraposición, pues, en el principio, Dios separó la luz de las tinie­blas 3 7 .

Diga, pues, con nosotros el bienaventurado evange­lista Juan: Ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra / e 3 8 ; y hemos de añadir: ésta es la piedra sobre la cual Cristo edificó su Iglesia, que no puede ser des­truida ni subvertida por las puertas del Infierno, o sea, por los ataques de los poderes enemigos 3 9. Por eso hemos obtenido un hombre nuevo, que, según Isaías,

33 . Cf . J n 3, 3-6; 1 P 1, 3 .23.

34 . G e r m á n u s a t é r m i n o s n e o p l a t ó n i c o s q u e , a t ravés del P s e u -

d o - D i o n i s i o y de M á x i m o el confeso r , han e n t r a d o a f o r m a r pa r t e

de la t r ad ic ión cr i s t iana . T a l e s s o n el d e « t e ú r g i c a » , q u e h e m o s t ra ­

d u c i d o p o r mís t i ca , i n d i c a n d o q u e en la ce l eb rac ión h a y u n a in ter ­

v e n c i ó n d i rec ta de D i o s , y el de « s í m b o l o s » (mi s t e r i o s ) , q u e se ref ie­

ren al p a n y al v ino , q u e en la E u c a r i s t í a se t r a n s f o r m a n en p r e s e n c i a

d iv ina .

35 . E n cuanto a la l uz y verdad cf., p o r e jemplo , J n 1, 9 y 1 J n 2 , 8.

36 . G e r m á n a lude a q u í a G a 5, 17, en q u e se s u b r a y a el con t r a s ­

te entre carne y espír i tu . P o r lo q u e se refiere a la luz - t in ieb las cf. J n

1, 1-10.

37 . Cf . G n 1, 3 - 5 .

38 . 1 J n 5, 4.

39 . Cf . M t 16, 18. A n t e s de cua lqu ie r d e m o s t r a c i ó n par t i cu la r

G e r m á n p re sen ta el a r g u m e n t o ec l e s io lóg i co , o sea , la e s tab i l idad e

inerrancia de la Ig les ia a t ravés de los t i e m p o s .

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será bendito, pues dice: Bendecirán al Dios verdadero"'0, proclamando lo sumamente incomprensible e inescru­table que es su inefable naturaleza 4 1 y manifestando, con plena seguridad, que es invisible e inabarcable y del todo inmutable y, a la vez, contemplando su eter­no poder y divinidad a partir de la creación del mundo, pues, según el sacratísimo Pablo, Dios se da a conocer a través de los seres creados.

Así hemos sido hechos dignos de servir al Dios vivo y verdadero 4 2 y hemos sido honrados y glorificados con la libertad con que Cristo nos ha liberado y hemos sido totalmente alejados del extravío y de la impiedad de los idolátricos 4 3. Efectivamente, lo más peculiar y significa­tivo de los idólatras, según el profeta, es el decir a la piedra: Tú me has engendrado, y al leño: Tú me has producido 4 4 , en vez de volver los ojos al cielo, como exclama Isaías, y reconocer quién es el que ha puesto de manifiesto todas estas cosas, el que establece el orden en su mundo y llama a todos los seres por su nom­bres, con mucha gloria y con la grandeza de su poder 4 5 . Sus manos formaron todo el ejército celeste, como dice otro de los profetas 4 6. Al contemplar estos hombres el buen orden y la armonía de la creación, ni siquiera por

40 . Is 65 , 16.

4 1 . A c e r c a de la inesc ru tab i l idad del mis t e r io de D i o s cf., p o r

e j emplo , R m 11 , 33 ; E f 3, 8. E l q u e D i o s sea inabarcab le e inc i r cuns ­

cr ib ib le e s t aba en la b a s e de las a r g u m e n t a c i o n e s de los adve r sa r i o s de

los i c o n o s , q u e a p l i c a b a n la m i s m a n o c i ó n a la f igu ra h u m a n a de

C r i s t o .

4 2 . Cf . 1 T s 1, 9.

43 . Cf . G a 5, 1.

44 . Cf . J r 2 , 27 .

4 5 . Is 40 , 26 .

46 . O s 13, 4.

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CARTA III 183

analogía con la facultad cognoscitiva del alma recono­cieron la causa eficiente de todo lo creado ni adoraron al Padre y Dios que en verdad existe, como enseña cla­ramente el bienaventurado Atanasio en su tratado con­tra los ídolos 4 7 . Por tanto, así como no hay alianza al­guna entre la luz y las tinieblas ni concordia entre Cris­to y Belial 4 8, así los cristianos, que rinden culto a un solo Dios que es adorado en una inaccesible gloria y potestad, no tienen nada en común con aquellos que dan a Dios una forma y figura de su propia invención y por eso con toda razón son llamados miserables por el profeta 4 9.

Para éstos, según está escrito 5 0, el corazón es ceni­za. Algunos de entre ellos piensan que cuando hacen un ídolo para sí mismos, un nuevo dios es creado de la nada; mas, si, por cualquier cosa, éste cae o se rompe, están firmemente convencidos de que ya no tienen un dios, si de modo semejante no fabrican otro. Esto nos lo enseña claramente la divina Escritura en el caso de la fabricación del becerro en el desierto por parte de los israelitas, quienes, enfrentándose con Aarón, le dijeron: Haznos dioses que vayan por delante de nosotros51, ma-

47 . Contra gentes 3 4 - 4 0 ( P . G . 2 5 , 6 8 - 8 1 ) .

48 . Cf . 2 C o 6, 15s .

4 9 . C f . Is 44 , 9s . ; S b 13, 10. G e r m á n insis te en s u b r a y a r la o p o s i ­

c ión frontal entre c r i s t i an i smo e idola t r ía , p o r q u e los adve r sa r i o s de

las i m á g e n e s p re t end ían e q u i p a r a r el cu l to de los i c o n o s c o n el d e los

í d o l o s .

50. Cf . S b 15 , 10.

5 1 . E x 3 2 , 1. N ó t e s e q u e G e r m á n hab la d e cu l to i d o l á t r i c o a

par t i r de t ex to s del A . T . y e spec i a lmen te de a q u e l l o s pasa j e s en q u e

a l o s m i s m o s j u d í o s se les r e p r o c h a el p e c a d o de ido la t r í a , del q u e

d e s p u é s s u s d e s c e n d i e n t e s p re t end ían acusa r a los q u e v e n e r a b a n los

i c o n o s .

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184 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

infestando así que ellos pensaban que en modo alguno había un Dios, ni verdadero ni falso, si no se les fabri­caba algún ídolo, como lo estaban pidiendo, al cual en­comendaran su salida de Egipto, mostrando de este modo el alto grado de su impiedad e insensatez. Los otros 5 2, por su parte, aceptando la vergüenza de la superstición helénica y aplicándose a observarla en nombre de los dioses por ellos venerados, ponían gran empeño en es­culpir estatuas, ya fueran de Júpiter -al que llamaban padre y gobernador de todos, o sea, dueño supremo de los hombres y de los dioses-, ya fueran de los demás dioses, cuyos nombres en general nos son desconoci­dos. Las solemnidades y sacrificios que se hacían en su honor consistían en fornicaciones, desenfrenos y des­vergüenzas 5 3; en una palabra, se reducían a conversa­ciones soeces y blasfemias. En fin, entre ellos los ho­micidios se consideraban como un honor para los dio­ses y los festejos que se hacían en honra suya se com­ponían de torpes acciones, como si tales cosas fueran obra de ellos 5 4 o en las mismas se complacieran.

En cambio, entre los cristianos, los iconos de los hombres santos 5 5, ya sean los que resistieron al pecado hasta el derramamiento de sangre 5 6, según la expresión del Apóstol, ya sean los que fueron servidores de la palabra de la verdad, es decir, los apóstoles y los pro-

52 . S e refiere a los idó la t ras del p a g a n i s m o g r e c o - r o m a n o , q u e n o

es o b j e t o de especia l c o n s i d e r a c i ó n en el A . T . G e r m á n se a p o y a en

a r g u m e n t o s q u e la a p o l o g é t i c a cr is t iana a d o p t ó y a d e s d e u n p r inc i ­

p i o .

53 . Cf . 2 C o 12, 2 1 ; G a 5, 19.

54 . E s decir : los fa l sos d i o s e s .

5 5 . T a m b i é n a q u í se m e n c i o n a en p r i m e r lugar las i m á g e n e s de

l o s s a n t o s . V é a s e la no ta anter ior n. 8.

56. Cf . H b 12, 4.

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CARTA III 185

fetas, ya sean, también, aquellos que, con una vida pia­dosa y recta y con el ejercicio de las buenas obras, se han manifestado como auténticos servidores de Dios 5 7 , sus imágenes, digo, no representan más que un ejem­plo de fortaleza, un modelo de buenas acciones y de virtudes y un aliciente y estímulo para glorificar a Dios, a quien ellos agradaron durante su vida mortal 5 8. Cier­tamente el exponer de palabra las acciones de las per­sonas buenas es útil para los oyentes y muchas veces despierta en ellos el deseo de imitarles. Lo mismo ocu­rre con la veneración de los iconos si se realiza de un modo conveniente5 9. En efecto, «las cosas que el dis­curso narrativo ofrece a los oyentes las manifiesta tam­bién silenciosamente la pintura, mediante la figuración» proclama Basilio el Grande, afirmando que de ambos modos quienes prestan atención a estas cosas son im­pulsados hacia la valentía6 0.

Podemos decir que la imagen es como una indica­ción resumida y compendiosa de las obras del que apa­rece en ella representado 6 1 y que a cuantos la contem­plamos nos induce a imitarlas, así como también a tra­vés de los ídolos de dioses falsos se muestran sus obras

57 . Cf . 1 P 2 , 16. 58 . L a función de edif icación mora l es la p r i m e r a en ser m e n c i o ­

nada , y ésta, s egún se hace no ta r p o c o d e s p u é s , se manif ies ta en las b u e n a s o b r a s y en el a m o r y g lor i f icac ión de D i o s .

59. C o n esta e x p r e s i ó n G e r m á n admi t e la p o s i b i l i d a d de q u e a veces se p r o d u z c a n desv iac iones q u e n o c o r r e s p o n d e n a lo q u e es el v e r d a d e r o y j u s t o cu l to de las imágenes .

60. B A S I L I O D E C E S Á R E A , Homilía 19 ( s o b r e los cuarenta már t i ­res ) , P . G . 3 1 , 5 0 8 - 5 1 3 .

6 1 . L o s de fensores de los i c o n o s ins is ten cons tan temen te en q u e las imágenes s o n c o m o una imi tac ión de rea l idades exis tentes fuera de el las.

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186 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

infames. La contemplación de las imágenes, a unos les hace recordar las cosas que acerca de los santos han es­cuchado 6 2 y a otros, que las ignoran, les despierta el deseo de conocerlas y, una vez que han sido instruidos en ellas, son impelidos ardientemente al amor y a la alabanza de Dios 6 3 . Así, de una y otra manera 6 4, los que ven las hermosas acciones de los santos, según dicen las palabras del Evangelio, glorifican a nuestro Padre que está en los cielos 6 5. Si la legislación mosaica orde­naba al pueblo colocar en el borde superior de sus ves­tidos un cordón violáceo para memoria y cumplimien­to de los preceptos recibidos 6 6, para nosotros resultaría mucho mejor contemplar, a través de las representa­ciones de los santos, el feliz resultado de su tenor de vida e imitar su fe de acuerdo con la enseñanza apos­tólica 6 7.

El representar en los iconos del Señor la imagen de su fisonomía según la carne viene a ser una refutación de los herejes que neciamente afirman que Él no se hizo hombre de verdad, sino solamente en apariencia 6 8,

62 . A d e m á s de la ed i f icac ión m o r a l , s e g ú n G e r m á n los i c o n o s

t a m b i é n t ienen u n a función de e n s e ñ a n z a y de r e c u e r d o h i s t ó r i co -

doc t r ina l q u e es tán en la b a s e de las d e m á s func iones .

63. L o s de fensores de los i c o n o s ins is ten en p rec i sa r q u e t o d a

mani fes tac ión de cu l to hacia los s an tos o los i c o n o s , en ú l t i m o t é rmi ­

n o se d i r ige a D i o s , q u e es la fuente p r i m o r d i a l de t o d o bien y de

t o d a san t idad .

64 . E s decir, e s cuchando las pa lab ras y c o n t e m p l a n d o las p in turas .

6 5 . C f . M t 5 , 16.

66 . Cf . N m 15, 38 .

67 . Cf . H b 13, 7s .

6 8 . I g u a l q u e en la p r i m e r a car ta ( v é a n s e en ella n o t a s n. 2 5 y

2 6 ) , G e r m á n p r e s e n t a las i m á g e n e s d e C r i s t o c o m o u n t e s t i m o n i o

d e la real y v e r d a d e r a e n c a r n a c i ó n del V e r b o de D i o s . E s i m p o r ­

tan te adver t i r q u e en e s t a ca r t a el m o t i v o c r i s t o l ó g i c o n o a p a r e c e en

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CARTA III 187

y es también una guía y ayuda para aquellos que no son del todo capaces de remontarse a las alturas de la contemplación espiritual, sino que tienen necesidad de alguna representación material para recuerdo de lo que han escuchado, y esta ayuda les será tanto más útil y provechosa cuanto más la busquen y deseen 6 9.

El misterio que cubrió los cielos con su virtud y que, desde los siglos y las generaciones, ha estado oculto en Dios, creador de todas las cosas 7 0 , se hace objeto de fe no solamente por medio de la audición, pues la fe proviene del oír, dice el Apóstol 7 1 , sino que ahora también se imprime, por la visión, en la mente de los que lo contemplan, y proclama con fuerza que Dios se manifestó en la carne y ha sido creído en el mundo 7 2 , y este misterio será reconocido como ple­namente santificador y salvador en beneficio de todos, y a fin de que las cosas que están escritas en los re­latos evangélicos acerca de su convivencia en carne con los hombres sobre la tierra, no se borren jamás de la memoria, se grabarán en los monumentos de los pueblos, y así la veneración de su gloria y de su bon­dad hacia nosotros será públicamente predicada y ado­rada.

p r i m e r p l a n o , s i n o q u e se p r e s e n t a i n d i r e c t a m e n t e , c o n e c t a d o c o n el a s u n t o d e la f u n c i ó n d i d á c t i c a d e l o s i c o n o s . P o r e s o p o d e m o s d a r n o s c u e n t a d e q u e el p r e l a d o n o d e s c u b r e t o d a v í a en l o s i c o n o ­c l a s t a s de su t i e m p o u n a t e n d e n c i a heré t ica de ca rác te r c r i s t o l ó g i c o , p u e s , en es te c a s o , su r e a c c i ó n h a b r í a s i d o m a s fuer te y m á s e x p l í ­ci ta .

69 . É s t e es u n a r g u m e n t o e m p l e a d o m u c h a s veces p o r san J u a n D a m a s c e n o en sus d i s c u r s o s , p o r e j emplo , I, 36 .

70. Cf . E f 3, 9; C o l 1, 26 . 7 1 . R m 10, 17. 72 . Cf . 1 T m 3, 16.

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188 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

N o es la combinación de la madera y de los colo­res lo que se venera 7 3, sino que quien realmente recibe la adoración en espíritu y en verdad es el Dios invisi­ble, que está en el seno del Padre 7 4. Aquel que nos fa­vorece con la gracia de tener acceso al Padre 7 5 a través de sí mismo, es adorado juntamente con El. Se refiere que Jacob se postró ante la vara de J o s é 7 6 y, sin em­bargo, no veneraba el leño, sino que daba honor al que lo sostenía. Asimismo es reconocida y venerada por el pueblo cristiano la efigie de la santa y gloriosísima Madre del Señor. Desde antiguo tales cosas fueron acep­tadas por los santísimos prelados de la Iglesia y nunca fueron objeto de prohibición alguna. Después de las persecuciones se instauró por todo el mundo la liber­tad de la fe 7 7 y, hasta nuestros días, se han ido cele­brando concilios universales en que se han establecido cánones acerca de muchos puntos de menor importan­cia que el asunto de la veneración de los iconos, y cier-

73 . A q u í G e r m á n rechaza con f i rmeza q u e el cu l to de los i c o n o s

tenga p o r o b j e t o la mate r ia de q u e es tán hechos . E s t a adver tenc ia ,

q u e ac tua lmen te n o s pa rece obv ia , era p o r en tonces necesar ia , p o r q u e

f recuentemente en el A . T . el cu l to de los í d o l o s era p r e s e n t a d o c o m o

u n a vene rac ión de la ma te r i a m i s m a . S e g ú n y a h e m o s v i s to en la p r i ­

m e r a carta , el s an to hace referencia s o l a m e n t e a los i c o n o s c o m o i m á ­

genes p in t adas , y n o a es ta tuas y rel ieves.

74 . Cf . J n 1, 18.

75 . Cf . E f 2 , 18.

76. Cf . H b 11 , 2 1 , q u e a lude a G n 47 , 31 ( s egún los Se ten ta) .

77. G e r m á n se refiere a la é p o c a de la l iber tad de la Ig les ia , o b t e ­

n ida d e s p u é s de las p e r s e c u c i o n e s , o sea a los p r i m e r o s años del s ig lo

I V , c o m o t i e m p o en q u e se iniciara la vene rac ión de las i m á g e n e s . Sin

e m b a r g o los d o c u m e n t o s l i terar ios y los r e s tos a r q u e o l ó g i c o s p o n e n

de mani f ies to q u e la l iber tad favorec ió el i nc remen to de las r ep resen­

tac iones ar t ís t icas , q u e y a exis t ían c o n an te r io r idad . D e e s to se p a s ó a

u n cu l to p r o p i a m e n t e d i cho , a p r inc ip io s del s ig lo V .

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CARTA III 189

tamente no habría sido razonable que esta materia hu­biera sido omitida y hubiera quedado sin examinar, si, como algunos piensan, fuera verdad que esta costum­bre, establecida entre nosotros desde antiguo, estuviera sujeta, igual que las estatuas de los ídolos, a las prohi­biciones que aparecen en las divinas Escrituras, y que esta práctica nos condujera a alejarnos de Dios 7 8 .

En efecto, aquel que dijo que estaría con los após­toles hasta el fin de los tiempos 7 9, evidentemente lo pro­metió también a quienes después de ellos rigen la Igle­sia como obispos, aunque no tenía la intención de per­manecer con ellos corporalmente hasta el acabamiento del tiempo presente. Además, habiendo dicho que esta­ría con dos o tres personas que se reunieran en su nom­bre 8 0, no había de dejar privadas de su divina inspira­ción y guía a unas tan grandes multitudes, reunidas por el celo de la piedad y del amor que sienten hacia Él, ni era posible que no cuidara de conducir a la perfec­ción 8 1 a su Iglesia, que nosotros hemos creído que Él se había preparado para sí sin mancha, ni arruga, ni nada semejante8 2. Precisamente hay que tener en cuen­ta que esta costumbre [de venerar las imágenes] se ha establecido no en unas pocas y desconocidas ciudades,

78. E n estas l íneas G e r m á n p re sen ta el a r g u m e n t o ec l e s io lóg i co , q u e p a r a él t iene u n a va l idez q u e va p o r de lan te de cua lqu ie r o t ra d e ­m o s t r a c i ó n , y q u e c o r r e s p o n d e a la p r e o c u p a c i ó n pas to ra l q u e m a n i ­fiesta c o n s t a n t e m e n t e d e s d e el c o m i e n z o de es ta carta. E s t e a r g u m e n ­to es q u e la Ig les ia n o p u e d e errar y , si una c o s t u m b r e está a r r a igada d e n t r o de ella d e s d e m u y an t iguo , es ind iscu t ib le q u e tal p rác t i ca es to t a lmen te legí t ima.

79. Cf . M t 2 8 , 20 . 80. Cf . M t 18, 19. 8 1 . Cf . E f 4, 12s. ; C o l 3, 14; H b 6, 1. 82 . Cf . E f 5, 27 .

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190 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

sino que se puede decir que en casi todas las regiones y en las más famosas y principales iglesias. Que sea una práctica antigua el representar muchas veces en imáge­nes los relatos históricos de la Escritura lo demuestra el discurso de san Gregorio de Nisa, titulado De Abra-ham, en el cual se da a conocer que la historia del sa­crificio de Isaac estaba representada en ciertas pintu­ras 8 3 . Si así es en lo referente a estos personajes, mucho más aún se plasmaron en imágenes los milagros y los sufrimientos que corresponden a la obra salvadora del Señor 8 4, así como los valerosos combates de los santos mártires, con lo cual se despierta una provechosa emu­lación en quienes contemplan tales figuras. Esto se pone claramente de manifiesto en la lucha del valeroso y ad­mirable mártir de la verdad Anastasio.

Alguno, sin embargo, quizá diga que debemos res­petar los mandatos de la Sagrada Escritura, como por ejemplo: No te harás ídolo, ni imagen alguna de cuan­tas cosas hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra; no los harás ni te postrarás ante ellos ni les darás culto. Y después: No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano*5; y en el Deuteronomio: No obréis contra la ley y no os fabriquéis imágenes esculpidas*6; y otras cosas más. Todo esto tiene un sentido manifiesto, a saber: que la naturaleza divina es invisible e incomprensible y

8 3 . G R E G O R I O D E N l S A , Sermones P . G . 46 , 5 7 2 - 5 7 3 . C i t a d o

t a m b i é n p o r san J u a n D a m a s c e n o y o t r o s P a d r e s .

84. E s decir , la E n c a r n a c i ó n y la R e d e n c i ó n .

85 . E x 2 0 , 4 -5 .7 . E m p i e z a la d e m o s t r a c i ó n b íb l i ca ace rca de q u e

l o s r e p r o c h e s c o n t r a l o s c o n s t r u c t o r e s d e i m á g e n e s n o se p u e d e n

apl icar al c a s o d e los i c o n o s , s i no a las r ep re sen t ac iones q u e p r e t e n ­

d e n e x p r e s a r la d i v i n i d a d o el las m i s m a s sean c o n s i d e r a d a s c o m o

d i o s e s .

86 . D t 4, 16.

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CARTA III 191

no ha de ser considerada semejante a nada de lo que se ve, de modo que, por diversos impulsos y conjetu­ras, seamos inducidos a imaginarla con formas corpo­rales. Moisés dijo: No visteis ninguna figura el día en que os habló el Señor en el monte Horeb, desde en medio del fuego*7; y luego al punto añadió: No obréis contra la ley, ni os fabriquéis imágenes esculpidas; y al­gunas otras, haciendo, con esto, memoria de lo sucedi­do cuando fabricaron el becerro 8 8, y tomando precau­ciones a fin de que no cayeran en la impiedad imitan­do las costumbres de los egipcios, que ellos conocían, y considerando las cosas divinas de un modo semejan­te al de ellos 8 9. Esto es lo que afirma también el gran Apóstol en el discurso a los atenienses, con estas pala­bra: Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante al oro, o a la plata, o a la piedra, obras que llevan la impronta del arte y de la fantasía del hombre90. El mismo sentido es el que corresponde a la sentencia que dice: No tomarás el nom­bre del Señor tu Dios en vano91, es decir: N o llamarás Dios, ni tendrás como tal aquello que en realidad no lo es, sino que neciamente se le atribuyó tal nombre y consideración. Como nos enseña el gran Apóstol, Hay un solo Dios Padre, de quien proceden todas las cosas, y un solo Señor Jesucristo, por medio del cual existen todas las cosas91 y un solo Espíritu Santo, en el cual están todas las cosas. N o hay diversidad de naturaleza en estas relaciones establecidas -de ningún modo-, sino

87. D t 4, 15.

88. Cf . E x 3 2 , 4; D t 9, 16.

89. E s decir : los í d o l o s f ab r i cados c o n e l emen tos mater ia les .

90 . H c h 17, 29 .

9 1 . E x 20 , 7.

92 . 1 C o 8, 6.

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192 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

que las tres personas son a la vez un solo Dios. Acer­ca de esto tenemos las enseñanzas del sabio Gregorio. En el pueblo cristiano 9 3, hasta el día de hoy nadie ha atribuido el nombre que está sobre todo nombre 9 4 ni ha dado culto y adoración más que a la Trinidad santa y vivificante -no sea jamás de otro modo-. Cuando las divinas Escrituras establecen que adoremos a estas di­vinas personas 9 5, determinan que estemos totalmente li­bres y desvinculados del extravío idolátrico.

Las características del culto idolátrico aparecen bien definidas. Entre nosotros, en cambio, es adorado el Dios único; una sola es la fe que tenemos en Él; uno es el bautismo salvador. También uno solo es el culto que damos a Dios, tal como nos ha sido transmitido por los santos apóstoles y lo hemos practicado. Esto hace referencia al sacrificio de alabanza que es ofrecido por medio de Cristo a Dios Padre y que, según dice el santo Apóstol, es el fruto de los labios que confiesan su nombre 9 6 . Nos referimos a la divinísima tradición de los vivificantes misterios 9 7 que anunció de antemano el profeta Malaquías al decir, en representación de Dios, estas palabras: Desde la salida del sol hasta su ocaso mi nombre es glorificado entre los pueblos y en todo lugar se ofrece incienso a mi nombre y un sacrificio puro9*. Por tanto, no hay concordia alguna entre el templo de

93 . N ó t e s e la f recuencia c o n q u e G e r m á n e m p l e a es ta e x p r e s i ó n

d e « p u e b l o de C r i s t o » , igual q u e en el conc i l i o V a t i c a n o I I se u s a la

d e « p u e b l o de D i o s » . C o n a m b a s se d e s i g n a a la Ig les ia q u e p e r e g r i ­

na a t ravés de los t i e m p o s y p o r los d i v e r s o s l uga re s del m u n d o .

94 . Cf . F l p 2 , 9.

9 5 . D e la San t í s ima T r i n i d a d .

96 . H b 13, 15.

97 . E s decir : la ce lebrac ión eucar ís t ica .

98 . M I 1, 11

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CARTA III 193

Dios, que es su Iglesia, y los ídolos". La Iglesia es de­signada por el Apóstol como columna y apoyo de la verdad™; en cambio, según exclama el profeta Zacarías, los nombres de los ídolos serán extirpados de la tierra101

cuando, por la aceptación de la fe en Cristo, todo lugar se abrirá para la casa de David, o sea para la Iglesia de Cristo, de quien nosotros somos casa y linaje.

A estas palabras deben sumarse también las del libro llamado Sabiduría de Salomón y las que se encuentran en el de Isaías, el profeta de potente voz. En la Sabi­duría se dice: El inicio de la fornicación es la invención de los ídolos; su descubrimiento representa la corrupción de la vida. No existían desde el principio, ni existirán para siempre. La vanagloria de los hombres les intro­dujo en el mundo y por eso está decretado su próximo fin101, y lo que sigue después. En el profeta se lee: Que­darán confundidos los que modelan y esculpen dioses. Todos los ídolos están secos, como la materia de que han sido fabricados, y son insensibles por haberlos hecho los hombres103 y cuanto hay en ellos no es más que la in­vención de un experto en el arte de tallar la madera, que ha dado forma humana a un leño destinado al ser­vicio del hombre, y es proclamación de la demencia de quienes los veneran 1 0 4. Añádense aún estas palabras: He aquí que no diréis: £ 5 mentira lo que está en mi mano derecha105, lo cual es aducido como refutación de la im­piedad antes mencionada.

99 . Cf . 2 C o 6, 15.

100. 1 T m 3, 15

101 . Z a 13, 2 .

102. S b 14, 12-14 .

103. Is 44 , 9 s s .

104. Cf . S b 13, 11 -19 .

105 . Is 44 , 20 .

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194 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Nosotros , que conocemos al Hijo de Dios y cre­emos en El, que es la verdad y la diestra del Padre, nos mostramos ajenos a la expresada condena del pro­feta. Por esto me referiré oportunamente a la palabra profética que dice: ¿ Qué tiene que ver la paja con el grano?106. ¿Qué familiaridad existe entre la vanidad in­consistente, producida por el alboroto de los espíri­tus del mal, que sirven a la creatura y no al Crea­dor 1 0 7 , y, de otra parte, la palabra que proporciona ali­mento y lleva al verdadero conocimiento de Dios y se encuentra en todo el pueblo de Cristo? Aquellos a quienes se refería Isaías «sacrificaban sobre la cimas de los montes 1 0 8 y hacían ofrendas sobre las colinas», cobijándose a la sombra de una encina, de un álamo o de otro árbol, porque son una hermosa cubierta. Así es como se expresa otro profeta contemporáneo de Isaías 1 0 9 . En cambio, el pueblo de Cristo venera en su santa morada al Rey inmortal de los siglos, el único Dios que todo lo conoce, prestándole una adoración en espíritu y en verdad 1 1 0 y ofreciendo constantemen­te toda la alabanza y glorificación a la Trinidad vivi­ficante.

El rápido fin de los ídolos proclamado por la Sa­biduría 1 1 1, o sea su desaparición y su no permanencia por siempre, no ha venido de otra parte más que de la

106. J r 23 , 28 .

107. Cf . R m 1, 24 .

108. Cf . Is 6 5 , 7.

109. Cf . O s 4, 13.

110. N ó t e s e c ó m o G e r m á n ins is te en el t ex to de J n 4, 23 (cu l to

en espír i tu y v e r d a d ) p a r a af ianzar q u e el cu l to a los i c o n o s es tá en

c o n s o n a n c i a c o n u n o de l o s p u n t o s fundamen ta l e s d e la t r ad i c ión

cr is t iana: u n cu l to espir i tual y au tén t ico (cf. no ta anter ior n. 3 7 ) .

1 1 1 . Cf . S b 14, 12-14 .

Page 194: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA III 195

manifestación del gran Dios y Salvador nuestro Jesu­cristo al que, de un extremo al otro del mundo, siem­pre piadosamente confiesa y glorifica su Iglesia, que El adquirió con su sangre 1 1 2 . El pueblo cristiano, verdade­ro y legítimo adorador de la Trinidad, no atrae sobre sí ninguno de los reproches que aparecen en las Escri­turas en contra de los ídolos 1 1 3 por el hecho de tener imágenes de santos, a fin de conservar el recuerdo de sus virtudes, del mismo modo que el circuncidar a Ti­moteo 1 1 4 , el hacer la tonsura según la Ley 1 1 5 y el ofre­cer un sacrificio en el templo 1 1 6 no fue causa de cen­sura, ni condenación para Pablo, que prohibe la cir­cuncisión en la carne y reprocha a quienes pretenden justificarse según la Ley 1 1 7 .

N o hay que mirar simplemente las cosas realizadas, sino que se ha de examinar, bajo todos los aspectos, la intención de los que las ejecutan, pues, ésta, o libra de inculpación al autor de la acción, o, por el contrario, lo condena 1 1 8. Si no se procede así, con toda diligencia, puede ser que el mismo mandamiento divino venga a ser censurado por parte de los infieles, pues mientras la ley prohibía las imágenes de escultura o de fundi­ción, cubrían el propiciatorio, por encima del arca 1 1 9,

112. H c h 2 0 , 2 8 . 113. E s p e c i a l m e n t e en los p ro fe t a s y l ib ros sap ienc ia les . 114. Cf . H c h 16, 3. 115. Cf . H c h 18, 18. 116. Cf . H c h 2 1 , 26 . 117. Cf . , p o r e j e m p l o , H c h 15, 1-21 y G a 2 , 19ss . 118. E s t e p r inc ip io de a tender a la in tención con q u e se real iza u n

ac to es p r e s e n t a d o p o r san J u a n D a m a s c e n o c o m o u n a consecuenc ia de la l iber tad del cr is t iano, en c o n t r a p o s i c i ó n a la su jec ión a la letra de la ley, m á s caracter ís t ica del A . T . (cf., p o r e j emplo , Sermón I I , 10) .

119. Cf . E x 2 5 , 18ss .

Page 195: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

196 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

los querubines de la gloria, como los llama el Após­tol 1 2 0 , que eran estatuas de tal fabricación, y no sólo la Escritura nos dice que ellos sostenían la gloria del Señor, sino que también el bienaventurado Atanasio desarro­lla la misma idea cuando interpreta las palabras del salmo que dicen: Tú que te sientas sobre querubines, manifiéstate121. Ciertamente los arquetipos de estos que­rubines tienen una naturaleza totalmente desconocida para los hombres 1 2 2 , pues son espíritu y fuego y ente­ramente distintos de la apariencia y naturaleza corpó­rea. Efectivamente, las cosas que acerca de ellos dice el profeta y que aparecen de orden corporal tienen un sentido simbólico y anagógico 1 2 3 , pues no cabe otro sig­nificado teniendo en cuenta la santidad de estos seres incorpóreos.

A esto se ha de añadir que, cuando los cristianos representan en imágenes a sus antepasados según la carne, o a sus amigos y conocidos, en modo alguno les dan culto o los juzgan dignos de adoración. Ni siquiera cuan­do se ven sometidos a disposiciones del poder real 1 2 4

están dispuestos a hacer estas cosas por las que algunos son inculpados, porque, como dice el Apóstol, alar­deando de sabios, se hicieron necios y trocaron la gloria del Dios incorruptible por un simulacro de imagen de hombre corruptible12''. Así queda bien claro que el re-

120. Cf . H b 9, 5.

1 2 1 . Sal 80 (79 ) , 1. E l c o m e n t a r i o de san A t a n a s i o en P . G . 27 ,

360 .

122. « A r q u e t i p o » es t é rmino q u e indica la p e r s o n a o c o s a q u e

es tá r ep re sen tada en u n a i m a g e n o f igura .

123. E s decir : intenta elevar hac ia la c o n s i d e r a c i ó n de las c o s a s

celes t ia les .

124. Cf . S b 14, 17.

125. R m 1, 2 2 s s .

Page 196: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA III 197

proche de la Escritura no se refiere a nosotros. Si, a partir de lo que estamos diciendo, se demostrara que transferimos hacia algo corpóreo las piadosas nociones acerca de lo divino, o que hemos abandonado la gloria y el culto que corresponden a Dios, o que hemos oca­sionado una disminución del honor divino, entonces sería preciso eliminar las cosas que nos distrajeran y aparta­ran de la veneración y servicio del único Dios verda­dero. Sin embargo, vemos que sucede todo lo contra­rio, pues el que contempla juiciosamente el icono de al­guno de los santos, con muy buena razón exclama: «Glo­ria a ti, oh Dios» y después hace mención del nombre del santo. De este modo cumple lo que decimos en la plegaria, o sea, que el nombre santísimo de Cristo sea glorificado, a través de las cosas visibles e invisibles 1 2 6.

Nosotros no permitimos que se otorgue el nombre de Dios a ninguno de los hombres santos, a pesar de que el que es único y verdadero Dios haga participar de esta denominación a aquellos que le han complaci­do, según está escrito en el sagrado libro de los sal­mos 1 2 7 . Tampoco consideramos los iconos como una ga­rantía suficiente del conocimiento de Dios, de modo que despreciemos el reunimos en las iglesias de Dios y el bendecir en ellas al Señor de día y de noche, como dice David 1 2 8 , o para decirlo exactamente tal como apa­rece en el salmo, a la tarde, a la mañana y al medio­día™ y especialmente en el tiempo de la divina cele­bración de los misterios litúrgicos. Nosotros sabemos con toda seguridad que la esperanza de la salvación no

126. Cf . , p o r e j e m p l o , R m 16, 27 ; C o l 1, 16; 1 P 4, 11.16.

127. Cf . Sal 82 (81 ) , 1.

128. Cf . Sal 34 (33) , 1.

129. Sal 55 (54) , 18.

Page 197: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

198 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

proviene de parte alguna que no sea la fe religiosa y la confesión del Dios único y verdadero en la Trinidad 1 3 0, la fe que radica en el corazón y la confesión que se hace a través del cuerpo, pues con el corazón se cree para la justicia y con la boca se hace la confesión para la salvación131. Teniendo siempre en la boca la alaban­za de Dios que nos ha creado y expresado, con la mo­dulación de la voz, su glorificación, todo el pueblo de Cristo se apresura a participar de su santísimo cuerpo y sangre, mediante lo cual y siguiendo su disposición celebramos el memorial de su muerte y resurrección 1 3 2

con insaciable deseo y con gran fervor espiritual, con mayor anhelo que el ciervo que busca las fuentes de agua 1 3 3 . Que nadie se escandalice por el hecho de que ante el icono de un santo se enciendan luces o se ofrez­ca oloroso incienso, pues la realización de tales cosas se considera como un símbolo en honra de los santos que reposan en Cristo, en honor del cual redundan estas expresiones de respeto dirigidas a los santos, pues, según dice el sabio Basilio, el honor tributado a los buenos compañeros de servicio es una demostración de afecto hacia el dueño de todos 1 3 4 . Las lámparas materiales son un símbolo del don de la luz inmaterial y divina, y los perfumes que suben hacia lo alto son signo de la plena y colmada inspiración del Espíritu Santo y de la ple­nitud de sus dones.

N o s hemos propuesto escribir estas cosas para hacer frente a las oposiciones que se han suscitado y a los

130. Cf . H c h 4, 12.

131 . R m 10, 10.

132. Cf . 1 C o 11 , 2 3 s s . ; M t 26 , 2 6 s s . y luga res pa ra l e los .

133. Cf . Sal 42 -43 ( 4 1 - 4 2 ) , 1.

134. BASILIO DE CESÁREA, Homilía 19 ( s o b r e los cuaren ta m á r ­

t i res) , P . G . 3 1 , 507 .

Page 198: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA III 199

reproches que se nos han hecho a partir de la Escri­tura, y os rogamos que procuréis con toda diligencia no escandalizar ni turbar al pueblo. Puesto que el Señor ordena no despreciar ni a uno siquiera de los pequeños 1 3 5 , el escándalo comporta para sus causantes una condena insoportable y tremenda. Resulta que ahora, por este motivo, ciudades enteras y grandes mu­chedumbres están sumidas en un considerable desor­den; procuremos, pues, con todo esfuerzo, no de­mostrarnos culpables de esta situación 1 3 6. Mi mente se halla agitada por una singular preocupación y experi­mento un gran interés en conseguir que los enemigos de nuestra fe y de la cruz de Cr i s to 1 3 7 no encuentren motivo para ufanarse, diciendo que hasta ahora los cristianos andaban descarriados, puesto que no se pre­ocuparían de eliminar tales objetos fabricados por la mano del hombre 1 3 8 si no reconocieran que estas cosas eran idolatría. Cualquiera puede reconocer cuánta in­juria y cuánta ruina ocasiona todo esto a la fe cris­tiana, dado que los infieles pueden hablar con cierta razón y validez, ya que no aparecería como una acti­tud prudente el prestar oídos a quienes habían profe­sado el error y que, por tanto, la verdad no estaba con ellos.

Por lo demás, nuestros emperadores, en todo pia­dosísimos y amantes de Cristo, erigieron un monu­mento expresivo de su amor a Dios que consiste en un icono que está situado junto al palacio real y en el que aparecen los apóstoles y profetas y están escritas las pa-

135. Cf . M t 18, 6 s .

136. N ó t e s e c ó m o G e r m á n ins is te r epe t idamen te en el m o t i v o

ec l e s io lóg ico y en la r e s p o n s a b i l i d a d pas to r a l .

137. E n este c a s o se refiere a los m u s u l m a n e s .

138. E s decir : los i c o n o s .

Page 199: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

200 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

labras de ellos relativas al Señor 1 3 9, y además nuestros so­beranos proclamaron que la cruz salvadora era para ellos motivo de gloria y de confianza. También es importan­te añadir a lo que llevamos dicho los milagros que Dios ha obrado en relación con diversos iconos 1 4 0 , acerca de lo cual muchos han compuesto abundantes relatos. Se trata de la curación de enfermos, de lo que nosotros mis­mos tenemos experiencia, así como del desenredo de al­gunos embrollos y el que muchas veces, a través de sue­ños, se hayan aparecido las personas representadas en las imágenes. Sin embargo, el hecho más notable y mani­fiesto, acerca del cual no existe duda ni contradicción al­guna, es lo ocurrido con el icono de la Inmaculada Madre de Dios, que antes estaba en Sozópolis de Frigia, de cuya palma de la mano, en la pintura, brotó oloroso ungüen­to, existiendo multitud de testigos de este milagro 1 4 1.

Si ahora no vemos que ocurra esta acción milagro­sa en el icono, no por ello ha de dejar de creerse lo que ocurrió anteriormente, del mismo modo que los signos y los diversos dones del Espíritu que se narran en los Hechos de los Apóstoles al comienzo de la pre­dicación no pueden ser considerados increíbles, por el hecho de que no se realicen en el día de hoy. Por su

139. N o t e n e m o s not ic ias de n inguna ac tuac ión de L e ó n I I I en

es te s en t ido antes de q u e a d o p t a r a su po l í t i ca i conoc las t a . E s p r e s u ­

mib l e q u e G e r m á n se refiera a los e m p e r a d o r e s del p a s a d o y q u e as í

intente ind i rec tamente a m o n e s t a r al s o b e r a n o re inante L e ó n I I I a n o

apar ta r se del c a m i n o s e g u i d o p o r s u s p r e d e c e s o r e s

140. G e r m á n a p o r t a aho ra el a r g u m e n t o de los m i l a g r o s c o m o

p r u e b a d e q u e D i o s se c o m p l a c e p o r el cu l to d e los i c o n o s . T r a t a es ta

p r u e b a c o n g ran d i sc rec ión , p r e s e n t á n d o l a s ó l o al final y d e s p u é s de

las o t ras d e m o s t r a c i o n e s .

141 . E l r e cue rdo d e es ta i m a g e n m i l a g r o s a de M a r í a ha p e r d u r a ­

d o en la t rad ic ión b izan t ina .

Page 200: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA III 201

gran amor a los hombres, mediante estas cosas Dios manifestaba una especial condescendencia con los que eran más débiles, afianzando su fe y mostrando al mismo tiempo su poder, como ocurría en tiempos de los após­toles. A veces su nombre y a veces el pañuelo que pen­día de sus vestidos obraban curaciones 1 4 2. Así como en aquellas circunstancias no toda sombra corporal, sino únicamente la de Pedro, proporcionaba la salud a los enfermos, ni los pañuelos pendientes de cualquier manto, sino sólo los de Pablo, curaban a los dolientes para el robustecimiento e la fe en el Dios que ellos predica­ban, que así manifestaba su gracia incluso por medio de objetos inanimados; así también dispuso Dios que aconteciera con las imágenes, de modo que, no a tra­vés de toda imagen o pintura se concedieran tales be­neficios a los creyentes, sino únicamente por medio de algunas imágenes de los santos o del Señor mismo, de modo que se pudiera comprender que las curaciones no se realizan de un modo automático sino únicamen­te por la gracia de nuestro Dios 1 4 3 .

Pienso que no debemos pasar por alto lo que anotó Eusebio de Panfilo en su Historia Eclesiástica14*, a saber:

142 Cf . H c h 5, 15 y 19, 12. S e mani f ies ta a lguna i m p r e c i s i ó n en

el apo r t e de e s to s d a t o s p o r pa r t e de G e r m á n .

143. E s i m p o r t a n t e es ta a n o t a c i ó n de G e r m á n acerca de la « g r a ­

cia de D i o s » o r igen de t o d o bien. R e s u l t a espec í f icamente c r i s t i ano

es te r e c h a z o del a u t o m a t i s m o , p o r lo cual el cu l to de los i c o n o s v iene

a ser t o t a lmen te d ive r so de las var ias f o r m a s de m a g i a y de la teúrg ia

neop la tón i ca .

144. EUSEBIO DE CESÁREA, Historia Eclesiástica V I I I , 18. A u n ­

q u e se t rate de u n a c lase de i m á g e n e s q u e G e r m á n n o acep ta p a r a la

Ig les ia de C r i s t o , sin e m b a r g o él aduce aho ra es te t e s t i m o n i o de E u ­

s e b i o en c o n f i r m a c i ó n de s u s a f i rmac iones acerca de la a n t i g ü e d a d de

las i m á g e n e s cr is t ianas ( V é a s e la no ta anter ior n. 77 ) .

Page 201: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

202 GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

que en la ciudad de Páneas, que el Evangelio llama Ce­sárea de Filipo 1 4 5 , existe la casa de la mujer hemorroí-sa 1 4 6 que se curó con la orla del manto del Salvador, según está escrito en los Evangelios. Dice que frente a la puerta de esta casa hay una estatua de bronce, que representa la figura del Señor, a cuyos pies aparece una mujer arrodillada que tiende sus manos en actitud de súplica, habiéndose ejecutado la obra por el interés y diligencia de dicha mujer, como recuerdo del milagro que en ella se realizó. Afirma también el historiador que al pie de la estatua, fabricada en el nombre del Señor, brota una hierba, de cierta especie nueva y des­conocida, que sirve como remedio para toda clase de enfermedades, y añade que él lo ha visto con sus pro­pios ojos, resultando evidente que, al conceder el Señor, con su benevolencia, los dones de su gracia por la fe de aquella mujer, pone también de manifiesto lo que hemos dicho anteriormente, o sea, que no se conside­ran simplemente las cosas realizadas, sino que se valo­ra la intención de quien las hace. El propio Eusebio, en el mismo pasaje de su obra, asegura haber visto imá­genes de los apóstoles Pedro y Pablo y de Cristo pin­tadas con colores. Decimos esto, no para favorecer la ejecución de estatuas de bronce, sino para poner de re­lieve que el Señor no rechazó lo que se había hecho siguiendo la costumbre pagana 1 4 7 , sino que lo aceptó, como se desprende de los milagros obrados allí, por su

145 . Cf . M t 16, 13; M e 8, 27 .

146. Cf . M t 9, 2 0 s s . y lugares pa r a l e lo s .

147. P a r a c o m p r e n d e r es ta a f i r m a c i ó n c o n v i e n e r e c o r d a r q u e ,

s e g ú n E u s e b i o , la h e m o r r o í s a h a b í a h e c h o fabr icar u n a i m a g e n de

C r i s t o « s e g ú n la u s a n z a p a g a n a » , lo cual in terpre ta G e r m á n en r a z ó n

de q u e n o era u n a f igura p i n t a d a o en m o s a i c o , s ino u n a es ta tua , c o s a

q u e él n o c o n s i d e r a acep tab l e p a r a el cu l to c r i s t iano .

Page 202: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

CARTA III 203

bondad, durante largo tiempo. Por lo tanto, no es justo reprobar la costumbre más piadosa y santa que ha pre­valecido entre nosotros 1 4 8 .

Con estas palabras finalizamos nuestro discurso de amonestación. Que el Dios de la verdad, que nos ha conducido a la verdad plena 1 4 9 y que aparta de nues­tras almas toda ocasión de desacuerdo y todo motivo de desorden, nos juzgue dignos de su Reino celestial a cuantos concordemente y en un solo espíritu le glofi-camos 1 5 0 .

148. E s decir : la c o s t u m b r e de los i c o n o s . 149. Cf . J n 16, 13. 150. Cf . R m 15, 6.

Page 203: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Í N D I C E B Í B L I C O

G é n e s i s 16, 33s s . : 63 .

1, 3 -5 : 1 8 1 . 17, 6: 63 .

1, 6 s s . : 5 5 , 130. 17, 6s . : 84.

1, 14: 129. 17, 15: 85 .

1, 26 : 70. 19, 9: 84.

2 , 8: 6 1 , 79 . 19, 16: 60.

2 , 9: 6 1 , 108. 20 , 4s . : 162, 190.

2 , 10 -15 : 5 5 . 20 , 7: 190, 1 9 1 .

3, l s s . : 54 . 24 , 4 s s . : 4 5 .

3, 1-13: 60 . 2 5 s s . : 44 .

3, 7: 54 . 2 5 , 10: 56.

3, 16ss . : 59 . 2 5 , 16ss . : 62 .

3, 17: 59 . 2 5 , 17ss . : 46 .

3, 18: 54 . 2 5 , 18: 47 .

3, 23 : 52 . 2 5 , 18ss . : 56, 195 .

3, 23s . : 47 . 2 5 , 31s s . : 6 2 , 156.

8, 11 : 63 , 108. 2 5 , 3 1 - 3 9 : 106.

18, 4: 83. 26 , l s s . : 107.

18, 14: 92 . 26 , 31s s . : 44 , 57 .

2 7 , 28: 7 5 . 26 , 33s . : 47 .

2 8 , 12: 80. 27 , 2 : 53 .

28 , 12ss . : 58 , 136. 27 , 2 1 : 108.

28 , 17: 83. 28 , l s s . : 69 .

47 , 3 1 : 188. 2 8 , 6s s . : 106. 2 8 , 36: 92 .

É x o d o 30 , l s s . : 57.

2 , 5ss . : 108. 30 , 2 : 53.

3, l s . : 80 . 30 , 28 : 106.

15 , 2 : 138. 30 , 3 1 : 106.

15 , 2 0 - 2 1 : 50. 3 1 , 2 s s . : 84.

16, 1: 106. 3 1 , 1 1 : 106.

16, 13: 60 . 3 2 , 1: 183.

16, 33 : 156. 32 , 4: 191 .

Page 204: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

206 ÍNDICE BÍBLICO

37 , l s s . : 56 . 6, 7: 107. 37 , 6s s . : 46 . 14, 39 : 98 . 40 , 2 2 : 83. 16, 1: 80.

16, 23 : 5 1 . L e v í t i c o 17, 4 0 s s . : 4 8 . 1, 6: 53. 15 , 19 -33 : 73. 2 S a m u e l 16, 1: 66 . 6, 6 s s . : 143. 16, 34: 66 . 2 2 , 2 : 126. 2 0 , 10: 90 . 26 , 1: 162. 1 R e y e s

1, 23 : 164. N ú m e r o s 6, 16: 47 . 3, 3 1 : 83. 8, 15: 154. 5, l l s s . : 23 , 98 . 8, 30: 64 . 5, 1 1 - 3 1 : 92 . 18, 34s s . : 48 . 15, 38: 186. 2 2 , 14: 98 . 17, 2 5 : 106. 19, l s s . : 107. C r ó n i c a s 24 , 17: 104. 6, 2 1 : 64 .

D e u t e r o n o m i o E s d r a s 4, 15: 1 9 1 . 9, 8: 72 . 4, 16: 190. 5, 8s. : 162. T o b í a s 6, 13: 163. 7, 2 : 46 . 7, 6: 68 . 9, 16: 1 9 1 . J u d i t 2 2 , 2 8 - 2 9 : 96 . 11 , 17: 149. 3 2 , 8: 114. 3 2 , 13: 84 . 1 M a c a b e o s

16, 3: 124. J u e c e s 6, 36s s . : 108. 3 M a c a b e o s ( s e g ú n los S e t e n -13, 5-7: 104. t a )

7, 6: 124. 1 S a m u e l 1, 10: 70. J o b 1, 14ss . : 4 5 . 5, 16: 122. 1, 20: 46 . 13, 12: 106. 2 , 1-10: 50 . 36, 2 7 - 3 1 : 83.

Page 205: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Í N D I C E B Í B L I C O

S a l m o s 2 , 7: 114. 9, 9: 128. 16 (15) , 10: 118. 17, (16 ) , 8: 153. 18 (17) , 2 : 8 5 .

19 (18) , 1: 130. 19 (18) , 2 : 62 . 19 (18) , 4: 46 . 19 (18) , 6: 6 1 . 19 (18) , 10 -12 : 127. 2 2 , (21) , 6: 123. 2 2 , (21) , 12: 128. 23 (22 ) , 4: 136. 25 (24) , 4s . : 175. 26 (25) , 10: 142. 2 9 (28) , 9: 84. 31 (30) , 19: 75 , 154. 32 (31) , 7: 155 . 33 (32 ) , 5: 123 , 154. 33 (32) , 14: 72 , 157. 34 (33) , 1: 197. 34 (33 ) , 8: 114. 35 (34 ) , 28 : 122 . 36 (35) , 7: 153. 4 0 (39) , 17: 122. 42 -43 ( 4 1 - 4 2 ) , 1: 198. 44 (43 ) , 2 : 1 3 1 . 4 5 (44 ) , 6: 6 2 , 83. 4 5 (44 ) , l i s . : 58 . 45 (44 ) , 13: 67 . 45 (44) , 14: 5 1 . 45 (44) , 15: 5 1 , 60 , 79. 4 7 (46) , 1: 112. 4 8 , (47) , 3s . : 6 1 . 48 (47) , 12: 79. 4 9 (48 ) , 1 3 - 1 5 : 70. 55 (54 ) , 18: 197. 55 (54 ) , 22 : 132 . 59 (58) , 16: 155. 61 (60) , 4: 64, 153.

66 (65) 13s. : 7 1 . 68 (67) 14 63 . 68 (67) 15 84.

68 (67) 16 62 .

68 (67) 19 107. 69 (68) 33 122 . 72 (71) 17 127. 72 (71) 19 105 . 73 (72) 20 75 . 74 (73) 16 130. 78 (77) 49 125 . 79 (78) 4: 70. 80 (79) 1: 196. 81 (80) 3: 78 . 81 (80) 17 84. 82 (81) 1: 197. 83 (82) 18s. : 75 . 86 (85) 4: 147. 86 (85) , 9: 136. 86 (85) , 12 136. 87 (86) , 3: 8 1 . 94 (93) , 17 123. 95 (94) , 4: 135. 96 , (95 ) , 12 : 79 . 97 (96) , 12: 79 . 100 (99 ) , 2 : 133. 107 (106) , 22 : 112 . 107 (106) , 43 : 127. 110 (109) , 3: 114. 113 (112) , 9: 135 . 116 ( 1 1 5 ) , 9: 76 . 118 ( 1 1 7 ) , 15: 76 . 118 ( 1 1 7 ) , 2 2 s . 62 .

118 ( 1 1 7 ) , 2 5 : 138. 119 (118) , 2 2 : 79. 119 (118) , 116: 77. 121 (120) , 3s . : 130. 126 (125) , 6: 133. 128 ( 1 2 7 ) , l s . : 129. 132 ( 1 3 1 ) , 9: 64 . 132 (131) , 14: 121 .

Page 206: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

208 ÍNDICE BÍBLICO

138 ( 1 3 7 ) , 7: 155 . 18, 16: 7 5 . 139 ( 1 3 8 ) , 20 : 142 . 5 1 , 10: 76. 143 ( 1 4 2 ) , 10: 175. 145 (144) , 3: 123. I s a í a s

7, 14: 52 , 100, 102.

P r o v e r b i o s 1 1 , 1: 80 , 8 1 .

5, 2 2 : 152. 16, 14: 126.

8, 17: 154. 19, l s . : 144.

10, 7: 170. 29 , 11 : 97 .

15, 30: 132 . 40 , 26 : 182.

18, 19: 174. 4 2 , 6: 104.

3 1 , 4: 177. 44 , 9s s . : 183 , 193. 3 1 , 4: 44 , 20: 193.

E c l e s i a s t é s 46 , 6: 162.

1, 2 : 142. 49 , 8: 104. 1, 2 : 53 , 7: 83.

C a n t a r d e los 56, 10: 179.

C a n t a r d e los C a n t a r e s 65 , 2: 179. 1, 12: 106. 6 5 , 7: 194. 2 , l s . : 83. 6 5 , 16: 182. 2 , 13: 118.

6 5 , 16:

3, 1: 137.

3, 6: 44 . J C I Cllllctd

1, 9: 155.

4, 8: 44 . 2 , 27 : 182. 5, 2 : 130. 6, 12: 155 . 5, 14: 107. 23 , 28: 194. 6, 10: 5 1 . 3 2 , 27 : 92 . 7, 1: 5 1 .

3 2 , 27 :

7, 7: 52 . L a m e n t a c i o n e s 4, 20 : 129.

S a b i d u r í a 4, 20 :

4, 10: 169. E z e q u i e l 1 1 , 2 2 : 75. 7, 9: 52 . 13, 10: 183. 19, 10: 63 . 13, 11 -19 : 193. 40 , 5s s . : 52 . 14, 12-14 : 193, 194. 44 , 1-3: 46 . 14, 17: 196. 44 , 2 : 8 1 . 15, 10: 183.

44 , 2 :

D a n i e l E c l e s i á s t i c o 2, 34: 62 . 7, 32 : 155. 2 , 4 5 : 8 1 .

Page 207: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE BÍBLICO

3, 49s . : 8, 16: 14, 33s s . :

O s e a s 4, 13: 9, 14: 13, 4:

J o e l 4, 2 1 :

Amos 3, 2 :

J o n á s 2 , l s s . :

M i q u e a s 5, 2 :

H a b a c u c 3, 3:

S o f o n í a s 3, 9:

Z a c a r í a s 4, 2 : 9, 9: 12, 10:

12, 11 : 13, 2:

M a l a q u í a s 1, 11 :

M a t e o 1, 1-17.:

48 . 90 . 1 3 1 .

194. 70. 182 .

147.

68 .

48 .

105.

62 , 84.

180.

8 1 . 104. 128. 136. 193.

192 .

5 1 , 82 .

1, 13: 1, 18-24 :

1, 20s . : 2 : 2 , 10: 2 , 1 1 : 2 , 2 3 : 4, l s s . :

4, 11 : 5, 5s . : 5, 16: 5, 34 : 7, 13: 9, 15:

9, 20s s . : 9, 36: 12, 40 : 13, 13: 13, 13s. : 13, 33 : 13, 55 : 16, 13: 16, 17ss . :

16, 18: 17, 1: 17, l s s . : 18, 6: 18, 6ss . : 18, 19: 20 , l s s . : 2 1 , 8s. : 2 3 , 2 2 : 2 5 , 2 1 : 2 5 , 26 : 26 , 26s s . : 26 , 36s s . : 26 , 42 : 27 , 57ss . : 2 7 , 59 : 28 , l s s . : 28 , 1-4:

46 . 9 5 .

97 , 103. 104. 137. 105 . 104. 7 1 . 58 . 153. 186. 62 . 68 . 76. 2 0 2 . 170. 48 . 67 . 118. 107. 74. 2 0 2 . 142. 181 . 49 . 135. 177. 172, 199. 189. 108. 138. 62 . 76. 175 . 198. 136. 138. 145. 143. 49 . 145 .

Page 208: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

2 1 0 ÍNDICE BÍBLICO

28 , l l s s . : 144. 1, 79: 157. 2 8 , 19s.: 164. 2 , l s . : 103. 28 , 20 : 189. 2 , 7: 103.

2 , 8: 116.

M a r c o s 1, 12: 8, 27:

58. 2 0 2 .

2 , 13: 2 , 14: 2 , 22s . : 2 , 36s s . :

114. 116. 69 . 46 .

2 , 40: 73. L u c a s 2 , 52 : 73. 1, 8ss . : 53. 3, 23 : 48 . 1, 13: 89. 3, 2 3 - 3 8 : 5 1 , 82 . 1, 19: 90. 3, 30: 46 . 1, 22s s . : 4 5 . 5, 26 : 155. 1, 26s s . : 74. 11 , 27: 56. 1, 28 : 63 , 8 1 , 133, 11 , 27s . : 75 .

134. 12, 32 : 154. 1, 28s s . : 59. 13, 6-9: 124. 1, 30 9 1 , 102. 2 2 , 3 1 : 142. 1, 31 85 . 23 , 28s . : 140. L 33 90. 24 , 12: 145. 1, 34 9 1 . 24 , 16: 118. 1, 35 49 , 66 , 87 , 9 1 ,

109. J u a n 1, 37: 92 . 1, 1: 114. 1, 38 : 9 1 , 94, 9 5 . 1, 1-10: 181 . 1, 39ss . : 88. 1, 1-11: 116. 1, 40 99. 1, 9: 181 . 1, 41 86. 1, 13: 93 . 1, 42 82, 95 . 1, 18: 188. 1, 46 166. 3, 3-6: 181 . 1, 4 6 - 5 5 : 112 . 3, 8: 118. 1, 47: 112 . 4, 14: 47 . 1, 48 89 , 95 , 100, 4, 23 : 168, 194.

125 , 167. 4, 24 : 124. 1, 48s . : 154. 6, 67s . : 146. 1, 49 : 67 , 75 , 112 . 12, 13: 138. 1, 49s . : 106, 146. 14, 23 : 133. 1, 50: 93 . 16, 13: 203 . 1, 5 9 - 6 6 : 89 . 17, 24 : 85 . 1, 66: 68 . 19, 26s . : 137.

Page 209: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE BÍBLICO

19, 27 : 140. 10, 17: 167, 187 20 , 1-10: 145. 10, 18: 46 .

10, 2 1 : 179. H e c h o s d e los A p ó s t o l e s 11 , 33 : 182 . 1, 9: 144. 12, 11 : 175. 2 , 2 : 139. 14, 17: 134. 2 , 14: 144. 14, 18: 169. 2 , 27 : 118. 15, 6: 203 . 4, 12: 154, 169, 198. 16, 2 5 : 74. 4, 2 2 : 152. 16, 27 : 197. 4, 30: 152 . 5, 15: 2 0 1 . 1 C o r i n t i o s 7, 4 2 : 80. 2 , 7: 4 8 . 7, 48 : 162 . 5, 8: 107. 9, 3: 82 . 6, 5: 180. 15, 1-21: 195. 8, 6: 191 . 15 , 6: 177. 9, 24 : 138. 16, 3: 195 . 11 , 2 3 s s . : 198. 17, 29 : 191 . 13, 5: 175. 18, 18: 195. 13, 12: 135. 19, 12: 2 0 1 . 15, 34: 180. 2 0 , 28 : 195. 15, 54s . : 129. 2 1 , 26 : 195. 15, 55s . : 54 . 2 2 , 6: 82 . 2 8 , 28s . : 154. 2 C o r i n t i o s

1, 6: 167. R o m a n o s 2 , 14: 127. 1, 2 2 s s . : 196. 2 , 15: 132. 1, 24 : 164, 194. 3, 5: 5 5 . 1, 2 5 : 1 2 1 . 3, 6: 44 . 2 , 4: 123. 4, 17: 148. 2 , 29 : 44 , 55 . 4, 18: 137. 4, 2 1 : 88. 5, 18ss . : 6 1 . 5, 10: 6 1 . 6, 2 : 128. 8, 15: 137. 6, 15: 193. 8, 17: 155 . 6, 15s. : 183. 8, 1 9 - 2 2 : 52 . 12, 2 1 : 184. 8, 20 : 127. 8, 2 9 : 73. G á l a t a s 9, 5: 121 . 2 , 19ss . : 195. 10, 10: 198. 3, 13: 62 .

Page 210: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

212 ÍNDICE BÍBLICO

4, 5: 137. 4, 7: 155. 5, 1: 182. 5, 17: 1 8 1 . 5, 19: 184. 6, 4: 77, 109.

E f e s i o s 1, 3: 107, 126. 1, 4: 85 . 1, 5: 49 . 1, 6: 165 . 1, 7: 59. 1, 9: 115. 1, 10: 115 . 2 , 14: 114. 2 , 15: 83. 2 , 18: 188. 3, 8: 182. 3, 9: 48 , 187. 4, 8: 107. 4, 12s. : 189. 5, 27 : 102, 189. 6, 14: 153.

F i l i p e n s e s 2 , 7: 120. 2 , 9: 192. 2 , 15: 139. 3, 2 1 : 127. 4, 7: 170.

C o l o s e n s e s 1, 7: 166. 1, 12: 133. 1, 16: 168, 197. 1, 26: 187. 1, 29 : 48 . 2 , 9: 147. 3, 14: 189. 4, 7: 166.

1 T e s a l o n i c e n s e s 1, 9: 182 . 5, 8: 76.

1 T i m o t e o 3, 15: 3, 16:

T i t o

1, 3 3, 4 3, 7

193. 187.

140. 157. 153.

H e b r e o s 2 , 9: 120. 2 , 14: 165. 4, 15: 165 . 6, 1: 189. 6, 12: 168. 7, 2 2 : 126. 7, 26 : 63 , 127. 8, 5: 179. 9, 4: 82 , 84, 106. 9, 5: 196. 9, 9: 179. 9, 11 : 162. 9, 11-24: 46 . 9, 23 : 179. 9, 24 : 162. 10, 1: 44 . 10, 2 2 : 167. 11 , 7: 136. 11 , 2 1 : 188. 12, 4: 184. 13, 7s . : 186. 13, 15: 192.

S a n t i a g o 2 , 23 : 167. 5, 20 : 154.

Page 211: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE BÍBLICO 213

1 P e d r o 2 , 12: 70. 1, 3: 181 . 2 , 17: 62 . 1, 8: 82 . 3, 14: 66 . 1, 23 : 1 8 1 .

2 , 9: 78. 1 J u a n 2, 10: 68 . 2 , 8: 181 . 2 , 16: 185. 5, 4: 181 . 4 , 11 : 157, 197. 4, 16: 197. J u d a s 5, 2 : 154. 16: 150. 5, 11 : 65 . 2 5 : 65 .

2 P e d r o A p o c a l i p s i s 1, 4: 134, 167. 6, 11 : 166. 2 , 2 : 163. 7, 9: 138. 2 , 4: 62 . 13, 16s. : 109.

Page 212: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Í N D I C E D E N O M B R E S Y MATERIAS

A a r ó n : 69 .

A b r a h a m : 108, 190.

A d á n : 79 , 108, 123.

A d o n a i : 99 .

alegría: 43 , 5 1 - 5 6 , 63 , 79 , 89,

110, 128, 133, 134, 136,

140, 156; (ver t amb ién

M a r í a ) .

a l ianza: 44 , 4 5 , 56, 57 , 72 , 107,

108.

A n a : 46 , 50 , 52 , 53 , 69 , 70 , 72 ,

8 1 , 82, 88.

a n a g ó g i c o : 196.

ana log ía : 183.

A n a s t a s i o : 190.

Á n g e l , ánge les : 58 , 7 1 , 73 , 79,

8 1 , 82 , 8 5 - 9 5 , 98 , 99 , 100,

1 0 1 , 103, 106, 113 -114 , 116,

125 , 127, 129, 130, 1 3 1 ,

133, 138, 144, 145 , 146,

153 , 156, 165 , 166; ángeles

y h o m b r e s : 113, 114.

A n u n c i a c i ó n (fiesta de la) :

7 8 s s .

a p ó s t o l e s (d i s c ípu los ) : 49 , 130,

137, 140, 142, 143, 144,

146, 166, 184, 188, 192,

199 , 2 0 1 , 2 0 2 .

A t a n a s i o : 183, 196.

a tenienses : 191 .

B a b i l o n i a : 131 .

b á r b a r o s : 64, 107, 152 .

B a s i l i o : 185 , 198.

b a u t i s m o : 163, 1 8 1 , 192 .

bece r ro d e o r o : 183 , 1 9 1 .

Be lén : 80, 94 , 100, 104, 106.

Bel ia l : 183.

Besa le l : 84.

c á n o n e s ecles. : 188.

c e n s o : 103.

ceñ ido r de Mar í a : 149ss .

C é s a r A u g u s t o : 103.

c i rcunc is ión : 195.

C l a u d i ó p o l i s : 174, 175 .

conc i l io s un iversa les : 188.

c o n c o r d i a entre c ie lo y tierra:

114.

con fes iones cr i s t ianas : ve r fe.

c o n o c i m i e n t o (cr i s t iano) de

D i o s : 60 , 6 1 , 194, 196s . ,

(ver t amb ién fe).

c o n t e m p l a c i ó n espir i tual : 187.

conv i te c r i s t iano: ver pa r t i c i ­

p a c i ó n .

C o n s t a n t i n o o b i s p o : 1 6 1 , 170,

172 , 173, 177.

C o r á n : 180.

c reac ión (o rden de la) : 182.

C r i s t o (ver t a m b i é n fe, encar­

nac ión , vene rac ión ) : p a n de

v ida : 84; c u e r p o , s a n g r e de

C r i s t o : 165 , 198; c r u z de

C r i s t o : 56; m i e m b r o de

C r i s t o : 1 7 1 ; man i f e s t ac ión

Page 213: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

216 ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

futura de C r i s t o : 121 ; muer t e y resur recc ión de C r i s t o : 131 , 138, 139, 198; v ic tor ia de C r i s t o : 138; a m o r d e C r i s t o : 144; d iv i ­n idad ( sobe ran idad ) de C r i s t o : 49 , 65 , 76, 77 , 88 , 105 , 110, 115, 119 , 135 , 148; gracia ( luz) de C r i s t o : 137, 157; po tenc ia de C r i s ­to : 135 , 139, 152.

cubr i r c o n su s o m b r a (el E s ­pír i tu , etc.): 49 , 66 , 74, 9 2 , 109.

Dan ie l : 8 1 , 131 .

D a v i d : 48 , 5 1 , 58 , 69 , 78 , 80 , 8 1 , 88 , 9 2 , 103, 105 , 147, 148, 164, 193, 197.

ded i cac ión : 149. D e u t e r o n o m i o : 190. d i luv io espir i tual : 63 . d io se s : 183, 184, 185, 190 (ver

t a m b i é n idola t r ía , í d o l o s ) .

D i o s (na tura leza d iv ina) : c rea ­dor : 74, 163, 167 -169 , 187; e terno: 163, 169, 180; in­m u t a b l e ( incor rup t ib le ) : 152, 182; inescru tab le ( inacces ib le , etc.) : 57 , 180, 182; infinito (s in f o r m a ) : 4 5 , 182; invis ible : 165 , 166, 180, 182, 188; p a d r e (p r in ­c ip io de v ida ) : 6 5 , 183; sa l ­vado r : 169 , 176, 195 ; ún i co : 163, 167, 192 , 194, 197, 198; a m o r ( b o n d a d , m i s e ­r icord ia , etc.) d e D i o s p o r los h o m b r e s : 59 , 7 1 , 76, 86, 94 , 110; g l o r i a ( l uz ) d e D i o s : 89; p o t e n c i a ( re ino)

d e D i o s : 6 1 , 180; p r o v i ­denc ia de D i o s : 4 5 , 7 0 - 7 2 , 8 3 - 8 4 , 169 , 178; rea l idad d e D i o s : 183; c o m p r e n s i ó n h u m a n a de D i o s : 182; d i s ­m i n u c i ó n de D i o s : 178.

d i s c u r s o (edif icación a t ravés de l ) : 1 8 6 - 1 8 7 .

E d é n : 54, 59 , 6 1 , 79. E g i p t o , e g i p c i o s : 184, 191 . E l i a s T e s b i t a : 48 . e n c a r n a d o , enca rnac ión (v ida

s egún la carne , etc.) de D i o s (del H i j o de D i o s , etc.): 4 5 , 59 , 6 1 , 63 , 64, 82, 84, 108, 114, 116, 117, 119, 123, 124 , 131 , 138, 144, 165 , 166, 169, 180, 186.

E u s e b i o d e Panf i lo : 2 0 1 , 2 0 2 Esc r i t u r a : 85 , 115, 127, 130,

1 3 1 , 137, 162, 170, 172, 175, 176, 177, 179, 183, 189, 190, 192, 195 , 196, 197, 199.

E s p í r i t u S a n t o : de sobed i enc i a al E . S . : 179; d o n e s del E . S . : 200 ; insp i rac ión del E . S . : 198; r egenerac ión en el E . S . : 1 8 0 - 1 8 1 .

es ta tua de b ronce : 2 0 2 . es ta tuas (cul to ido lá t r i co) : 183 -

184.

E v a n g e l i o : 180, 186, 2 0 2 .

fa raón: 108.

fe ( confes ión , p r o f e s i ó n ) c r i s ­t iana: 64 , 128, 146, 162ss . , 1 7 8 - 1 8 0 , 192 , 193, 198, 199; insp i rac ión divina de la fe: 177; p u r e z a de la fe: 177;

Page 214: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 2 1 7

de la escucha : 187; de la

vis ta: 187.

G a b r i e l arcángel : 74, 8 1 , 85 , 90 ,

133.

G e t s e m a n í : 136, 145.

G o l i a t : 4 8 .

g r i e g o s : 107; f ábu las : 179; r i tos :

179; supers t i c ión : 184.

H a b a c u c : 130.

H e c h o s de los A p ó s t o l e s : 2 0 0 .

herej ías , heré t icos : 6 1 , 64, 122 ,

165 , 187.

H i j o de D i o s e n c a r n a d o : ver

encarnac ión ; f igura h u m a ­

na del H i j o : 165 .

H i j o d e M a r í a : D i o s ( c r e a d o r ,

p a d r e ) : 50 , 63 , 109 , 110 ,

120 , 124 , 138 , 1 4 1 , 1 5 5 ,

156; q u e t o d o lo c o n o c e :

133 ; j u e z : 128 ; g o z o : 123;

p r o v i d e n t e : 1 5 1 ; S e ñ o r :

152 ; V i d a : 120 , 123 , 1 3 2 -

133 , 1 3 5 , 139 , 140; a m o r

( b o n d a d , etc . ) de l H i j o :

86 , 110 , 1 5 1 , 157; e te rn i ­

d a d del H i j o : 120 , 139 ;

a l eg r í a del H i j o : 135 ; s a n ­

t i dad de l H i j o : 122 ; h u ­

m a n i d a d del H i j o : 120 ,

138 , 152 .

h o m b r e (na tura leza h u m a n a ) :

129; pa r t i c ipac ión de la

na tu ra leza divina: 129;

c o m b a t i d a p o r las t e m p e s ­

tades : 108; en el E d é n : 54;

i m a g e n d iv ina del h o m b r e :

127; na tu ra leza c o r p ó r e a

del h o m b r e : 118; deb i l i dad

( incapac idad , etc.) del

h o m b r e : 59 , 60 , 106, 1 5 1 ,

174; e levac ión del h o m b r e

a t ravés de Mar í a : 116, 123,

124; h a m b r e espi r i tua l del

h o m b r e : 156; i n t emperan ­

cia del h o m b r e : 54; ma les

del h o m b r e : 108; p o b r e z a

( o s c u r i d a d ) espir i tual del

h o m b r e : 154, 156; r a z o n a ­

m i e n t o del h o m b r e y co r ­

p o r e i d a d : 186, 187, 190,

1 9 1 ; y p e c a d o : 46 , 57 , 60 ,

6 1 , 107, 129, 154, 155 , 157.

(ver t a m b i é n p e c a d o ) .

H o r e b : 80

i c o n o (pintura , r ep resen tac ión)

de J e s u c r i s t o (del V e r b o

enca rnado , etc.) : 165 , 166,

168, 169, 172, 176, 185 ,

186, 198 , 2 0 0 , 2 0 1 ; de la

M a d r e de D i o s : 129 , 156,

166, 169 , 176, 188, 2 0 0 ; de

los már t i res (de los s an tos ,

etc.): 166, 167, 169, 172,

176, 184, 186, 194, 197,

198; de las p e r s o n a s que r i ­

d a s : 196; de acon tec imien ­

tos h i s tó r i cos : 190; a c u s a ­

c iones con t r a los i c o n o s :

178, 199; a n t i g ü e d a d de los

i c o n o s en la Ig les ia : 188,

190; c o n t e m p l a c i ó n d e los

i c o n o s : 185 , 197; c o n s t r u c ­

c ión de i c o n o s : 129, 164;

de s t rucc ión de los i c o n o s :

176; m i l a g r o s : 2 0 0 - 2 0 3 ; p a ­

labras : 167, 187.

idola t r ía ( idó la t ras , etc.) : 114,

1 7 6 - 1 7 9 , 184, 196, 197;

a jena a los c r i s t i anos : 192,

Page 215: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

218 ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

199; sacr i f ic ios idó la t ras :

183 , 194, 195 .

í d o l o s : 6 2 , 162, 179, 185 , 189,

193; pecu l i a r idad de los

í d o l o s : 182 , 183; se rv ic io de

los í d o l o s : 193; Ig les ia c o n ­

tra í d o l o s : 190, 192.

Iglesia: 79, 108, 109, 168, 181 ,

193, 195; casa de D a v i d :

193; t emp lo de D i o s : 193;

p a g a d a con la sangre de

C r i s t o : 195; cons t ru ida p o r

C r i s t o : 181 ; a y u d a de C r i s ­

to a la Iglesia: 189; i n m u ­

tabi l idad de la Iglesia: 178;

per fecc ión de la Iglesia: 189;

un idad de la Iglesia: 146;

c o s t u m b r e de la Iglesia: 177;

o b i s p o s de la Iglesia: 189.

i m a g e n (es ta tua) del Señor :

2 0 2 .

i m á g e n e s (p roh ib i c ión de) :

162 , 188, 195 , 196.

in tención: 195 , 2 0 2 .

I saac : 190.

I sabe l : 53 , 69 , 88 , 89 , 94, 98 .

I sa ías : 8 1 , 102, 1 8 1 , 193, 194.

Israel : 80 , 97 , 99 , 104, 105 , 106.

J a c o b : 58 , 80, 90 , 104, 188.

J e r u s a l é n : 58 , 6 1 , 68 , 79 , 104,

130, 136, 140, 142 , 147.

J e r u s a l é n celest ial : 79 , 107.

J o n á s : 48 .

J o s é (pa t r ia rca) : 188.

J o s é ( e s p o s o de M a r í a ) : 5 1 , 73 ,

74, 75 , 90 , 9 3 - 1 0 4 , 106, 109.

J o s é (de A r i m a t e a ) : 145.

J u a n a p ó s t o l : 140, 145 , 1 8 1 .

J u a n B a u t i s t a ( p r e c u r s o r ) : 89,

98 .

J u a n ( o b i s p o de S inada ) : 1 6 1 ,

1 7 1 , 172.

j u d í o s (heb reos , i s rae l i tas) : 96 ,

99 , 107, 138, 1 4 2 - 1 4 4 , 156,

178, 179 , 183; m a l d a d de

los j u d í o s : 184; idola t r ía de

los j u d í o s : 179; incredul i ­

d a d d e los j u d í o s : 142, 143.

ju i c io ( re t r ibuc ión) final: 88 ,

146, 157.

Júp i t e r : 184.

ley ( leg is lac ión) jud ía : 44 , 54 ,

5 5 , 6 2 , 69 , 102, 186, 195 ;

jus t i f i cac ión s e g ú n la ley:

195 ; letra d e la ley: 44 , 4 5 ,

55 .

l iberac ión: 56, 64, 76, 110, 123,

157.

l iber tad cr is t iana: 182.

l uz (grac ia de la) : 5 5 , 116, 198;

luz - t in ieb las : 1 8 1 , 183.

M a l a q u í a s : 192.

Mar í a : y la encarnac ión : 53 , 59 ,

6 1 , 7 5 , 8 1 - 8 5 , 89 , 93 , 1 0 0 -

1 0 1 , 107, 1 1 4 - 1 1 5 , 123, 133 ,

135 , 1 4 1 , 144, 149; y la a le ­

gría: 4 5 , 46 , 60 , 8 1 , 9 2 , 95 ,

128, 133, 134; en la h i s t o ­

ria de la sa lvac ión : 44 , 54 ,

5 9 - 6 1 , 76 , 8 1 - 8 5 , 9 2 , 106 -

109, 116, 117, 119, 1 2 2 - 1 2 4 ,

128, 130, 133; in te rces ión

( m e d i a c i ó n ) , as i s tenc ia de

M . : 53 , 54, 57 , 63 , 64 , 74,

76 , 84, 107, 110, 1 1 1 , 116 -

119, 130, 139, 146, 1 5 3 - 1 5 7 ,

169; c u e r p o (carne) de M . :

1 1 6 - 1 2 1 , 130, 1 3 1 , 135 ,

141 -144 , 149, 150, 152;

Page 216: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 2 1 9

d o r m i c i ó n (muer t e , a s u n ­

c ión al c ie lo , etc.) : 113,

1 1 9 - 1 2 1 , 128, 129, 130, 1 3 1 ,

1 3 2 - 1 3 3 , 136, 137, 140 -146 ;

par ien tas de M . : 137; e s p í ­

ri tu ( a lma) de M . : 118 , 119 ,

135 , 1 4 1 .

m i l a g r o s (en el N T ) : 2 0 2 .

M i q u e a s : 105

mis t e r ios : c r i s t ianos : 4 3 , 4 5 ,

165 , 179, 1 8 1 , 192, 197; j u ­

d ío s : 6 7 - 6 8 ; de l o s sa r r ace ­

n o s : 180.

mis t e r io c r i s t iano ( e c o n o m í a ,

p l a n d iv ino , etc.) : 49 , 74,

85 , 88 , 1 0 1 , 103, 106, 119,

187, 189.

mís t ica : 180, 181 .

M o i s é s : 80 , 96, 108 , 191 .

m u n d o : corrupción, ruina del

m u n d o : 134; g o z o del

m u n d o : 140; p a z del mun­

d o : 146.

N a c o l i a : 1 6 1 - 1 6 2 , 170, 1 7 1 .

N a t á n : 164.

N a z a r e n o : 104.

N a z a r e t : 100.

N o é : 108.

n o v e d a d de v ida : 148.

n o v e d a d en la Ig les ia : 177.

o b r a s b u e n a s : 166, 168, 185.

O c c i d e n t e : 6 1 .

o f renda (eucar ís t ica) : 180.

O r i e n t e : 46 , 52 , 6 1 .

o r t o d o x i a : 6 1 .

P a b l o após to l : 140, 1 4 1 - 1 4 3 ,

165 , 175 , 1 8 1 , 182, 184,

187, 191 -196 , 197, 2 0 1 , 2 0 2 .

p a n (eucar is t ía) : 46 , 156, (ver

t a m b i é n c u e r p o , s ang re de

C r i s t o ) .

Páneas ( C e s á r e a ) : 2 0 2 .

paña l e s de J e s ú s : 149 , 1 5 1 , 152,

156.

P a r a í s o ( re ino celest ial , etc.) :

76, 110, 136, 139 , 145 , 148,

157.

p a r a í s o terrestre: 5 2 , 1 0 1 , 136.

pa r t i c ipac ión : 165 , 1 8 1 , 198.

p a s i o n e s : 108, 134; mor t i f i ca ­

c ión d e las p a s i o n e s : 1 5 1 ;

o s c u r i d a d de las p a s i o n e s :

57 .

p a z : 108, 114, 153.

p e c a d o (p revar i cac ión) y sus

consecuenc i a s : 46 , 48 , 53 ,

54 , 57 , 59 , 75 , 79 , 107,

123 , 136, 148, 153, 154,

155 .

P e d r o após to l : 134, 1 4 1 , 142 ,

143, 145 , 2 0 1 , 2 0 2 .

P re sen t ac ión (fiesta de la) : 60 ,

62 , 63 , 74.

p r o f e t a / a s : 50 , 52 , 53 , 57 , 60 ,

6 7 - 7 0 , 72 , 79 , 8 1 , 97 , 98 ,

100, 102 , 104, 166, 179,

180, 182 , 183 , 185 , 192 -196 ,

199.

p r o g e n i t o r e s : 5 1 , 55 , 59.

p u e b l o / o s : b á r b a r o s : 64; de I s ­

rael: 80; de las nac iones : 9 5 .

p u e b l o (grey , es t i rpe , etc.) c r i s ­

t iano (de C r i s t o ) : 119, 125 ,

127, 153, 154, 156, 177,

180, 188, 192, 194, 195 ,

198.

p u e b l o e l eg ido de D i o s : 68 .

pu r i f i cac ión ( r enovac ión , etc.) :

148 , 149 , 151 .

Page 217: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

2 2 0 ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

q u e r u b i n e s : 47 , 56 , 58 , 63 , 88, 196.

r econc i l i ac ión c o n D i o s : 155 . r eun ión ( fes t iv idad, ce lebra­

c ión , etc.) cr is t iana: 43 , 59 , 66 , 78 , 79 , 157, 197.

reyes ( s o b e r a n o s ) c r i s t ianos : 64 , 8 1 , 170, 200 .

r o m a n o s : 103.

s á b a n a santa : 143, 144, 145. sab idur ía : 193, 194, 195. s ac r i f i c io /os ( r i t o / o s ) : s i m b ó l i ­

c o s : 179; incruento : 46 , 1 8 1 ; p a g a n o : 114, 184; a l o s d e m o n i o s : 179.

s a l m o s ( l ibro de l o s ) : 197. S a l o m ó n : 44 , 5 1 , 69 , 129, 174,

193

sa lvac ión : d e D i o s : 168; a t ra ­vés de M a r í a : 1 4 1 , 154, 169; (ver t a m b i é n in te rce­s ión de M a r i a ) ; e s p e r a n z a de : 197.

S a n t o de los s an tos : 59 , 60 , 6 2 -63 , 66 , 68 , 69 , 72 , 73 , 80 , 90 , 99.

s an tos (már t i res ) : 133 , 162 , 166, 167, 184, 190, 198; in­t e rcesores , etc.: 162 , 170; g lor i f icac ión de los s an tos : 170.

s a r r acenos : 179. seraf ines: 63 . s í m b o l o de fe: 180. S i m e ó n : 69 . S inada , s inadense : 1 6 1 , 1 7 1 ,

172. s i n a g o g a : 96 . s í n o d o : 170.

S i ó n (nueva , espir i t . ) : 6 1 , 80 , 104, 148.

S o z ó p o l i s : 200 .

t abe rnácu lo inmater ia l : 60 . T a b o r : 135. T a r a s i o : 1 6 1 . T a r s i s : 107. t e m p l o espir i tual : 56 . t e m p l o s ( ig les ias) en h o n o r de

M a r í a : 129, 148, 149 , 152, 156.

t en tac iones : 155. T i m o t e o : 195. t inieblas ( s o m b r a s ) : 55 , 60 , 62 ,

76, 110, 116, 135 , 156. T o m á s o b i s p o : 175 , 176. t rad ic ión de la Ig les ia (de a p ó s ­

to les , etc.): 177, 1 8 6 - 1 8 9 , 192.

T r i n i d a d (y U n i d a d ) d e D i o s : 4 8 , 4 9 , 109 , 1 1 5 , 117 , 163 , 164 , 169 , 173 , 180 , 192 , 194 , 198 ; d a d o r a , v iv i f i ca ­d o r a : 9 2 , 163 , 192 ; g l o r i ­f i c ac ión de la Tr . : 163 , 194 .

va t ic in ios ( c u m p l i m i e n t o de l o s ) : 5 5 .

vene rac ión : de las cr ia turas : 164, 167, 172, 192, 193, 196, 197; de h o m b r e s v i v o s ( s o b e r a n o s , etc.) : 164.

vene rac ión (serv ic io , g lor i f ica­c ión , etc.) cr is t iana: en e s ­p í r i tu (y v e r d a d ) : 124, 168, 187, 194; de D i o s (ún ico , invis ib le , etc.): 162 -163 , 164, 180, 188, 192, 194,

Page 218: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 221

197, 198; de D i o s a t ravés de los s an tos : 166, 167; de J e s u c r i s t o : 164, 194, 195 , 197; de la T r i n i d a d : 164, 180, 194, 195 , 198; de los i c o n o s : 165 , 166; di ferencia d e venerac ión : 168, 169, 170.

ve rdad : 6 1 , 153, 163, 167, 168,

179 , 1 8 1 , 184; D i o s de la ve rdad : 194, 199, 203 .

v ida eterna (celest ial) : 108, 134, 148, 1 5 1 , 153 , 154, 157 (ver t a m b i é n p a r a í s o ) .

Zaca r í a s : 53 , 5 5 , 72 , 75 , 88 , 94, 98.

Zaca r í a s : p rofe ta : 80 , 193.

Page 219: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Í N D I C E G E N E R A L

I n t r o d u c c i ó n La vida de Germán de Constantinopla 5 Los escritos de Germán 15 Las Homilías mariológicas de Germán y su refe­rencia a los apócrifos 18 La teología y la espiritualidad de las Homilías ma­riológicas 26 Las Cartas de Germán sobre las imágenes cristia­nas 35

Germán de Constantinopla H O M I L Í A S M A R I O L Ó G I C A S

H o m i l í a I De nuestro padre san Germán, arzobispo de Cons­tantinopla, sobre la entrada de la santísima Madre de Dios 43

H o m i l í a II De nuestro padre san Germán, arzobispo de Cons­tantinopla, panegírico en honor de la santa Madre de Dios, de cuando, a la edad de tres años, fue presentada en el templo por sus padres 66

H o m i l í a III

Del mismo san Germán de Constantinopla, en la fiesta de la Anunciación de la santísima Madre de Dios 78

H o m i l í a IV

De nuestro padre san Germán, arzobispo de Cons­tantinopla, sermón primero sobre la venerabilísima Dormición de la santa Madre de Dios 112

Page 220: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

224 ÍNDICE GENERAL

HOMILÍA V

Del mismo san Germán, sermón segundo sobre la santa Dormición de la santísima Señora nuestra, Madre de Dios y siempre virgen María 122

HOMILÍA VI

De nuestro padre san Germán, arzobispo de Cons­tantinopla, elogio de la santa y venerable Dormi­ción de la gloriosísima Señora nuestra, Madre de Dios y siempre virgen María 132

HOMILÍA VII

Sermón de nuestro padre san Germán, arzobispo de Constantinopla, sobre la Dedicación del vene­rable templo de la santísima Señora nuestra y Madre de Dios y acerca de los santos pañales de nuestro Señor Jesucristo 147

Germán de Constantinopla C A R T A S A C E R C A D E L A S S A G R A D A S I M Á G E N E S

CARTA I

Del beatísimo Germán, que fue patriarca de Cons­tantinopla, a Juan, obispo de Sinada 161

CARTA II

De nuestro padre san Germán a Constantino, obis­po de Nacolia 171

C A R T A III

De Germán, arzobispo de Constantinopla, a Tomás, obispo de Claudiópolis 174

ÍNDICE BÍBLICO 205

ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 215

Page 221: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

Editorial Ciudad Nueva B I B L I O T E C A D E P A T R Í S T I C A

1 - Or ígenes , C O M E N T A R I O A L C A N T A R D E L O S C A N T A R E S ,

2 . a Ed., 326 págs.

2 - Gregor io Nacianceno, H O M I L Í A S S O B R E L A N A T I V I D A D ,

2 . a Ed., 154 págs.

3 - J u a n Cr i sós tomo, L A S C A T E Q U E S I S B A U T I S M A L E S ,

2. a Ed., 256 págs.

4 - Gregor io Nacianceno, L A P A S I Ó N D E C R I S T O ,

2 . a Ed., 208 págs.

5 - J e rón imo , C O M E N T A R I O A L E V A N G E L I O D E S A N M A R C O S ,

2 . a Ed., 136 págs.

6 - Atanas io , L A E N C A R N A C I Ó N D E L V E R B O ,

2 . a Ed., 160 págs.

7 - M á x i m o el Confesor, M E D I T A C I O N E S S O B R E L A A G O N Í A D E

J E S Ú S ,

2 . a Ed., 136 págs.

8 - Epifanio el Monje, V I D A D E M A R Í A ,

2 . a Ed., 192 págs.

9 - Gregor io de Nisa , L A G R A N C A T E Q U E S I S ,

2 . a Ed., 172 págs.

Page 222: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

10 - Gregor io T a u m a t u r g o , E L O G I O D E L M A E S T R O C R I S T I A N O ,

2 . a E d , 180 págs.

11 - Cirilo de Jerusa lén , E L E S P Í R I T U S A N T O ,

3. a Ed. , 112 págs.

12 - C ipr iano , L A U N I D A D D E L A I G L E S I A - E L P A D R E N U E S T R O -

A D O N A T O ,

2 . a Ed., 160 págs.

13 - G e r m á n de Constant inopla , H O M I L Í A S M A R I O L Ó G I C A S ,

2. a Ed., 232 págs.

14 - Ciri lo de Alejandría, ¿ P O R Q U É C R I S T O ES U N O ? ,

2 . a Ed., 184 págs.

15 - J u a n C r i s ó s t o m o , H O M I L Í A S S O B R E E L E V A N G E L I O D E S A N

J U A N ,

354 págs.

16 - Nicetas de Remesiana, C A T E C U M E N A D O D E A D U L T O S ,

148 págs.

17 - Orígenes , H O M I L Í A S S O B R E E L É X O D O ,

228 págs.

18 - G r e g o r i o de Nisa , S O B R E L A V O C A C I Ó N C R I S T I A N A ,

132 págs.

19 - Atanas io , C O N T R A L O S P A G A N O S ,

128 págs.

20 - Hi lario de Poitiers, T R A T A D O D E L O S M I S T E R I O S ,

122 págs.

21 - Ambros io , L A P E N I T E N C I A ,

2 . a Ed., 152 págs.

22 - Gregor io M a g n o , L A R E G L A P A S T O R A L ,

420 págs.

Page 223: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

23 - Gregor io de Nisa , S O B R E L A V I D A D E M O I S É S ,

252 págs.

24 - Ni lo de Ancira, T R A T A D O A S C É T I C O ,

252 págs.

25 - J e r ó n i m o , L A P E R P E T U A V I R G I N I D A D D E M A R Í A ,

104 págs.

26 - Cesáreo de Arles, C O M E N T A R I O A L A P O C A L I P S I S ,

190 págs.

27 - Atanas io , V I D A D E A N T O N I O ,

148 págs.

28 - E v a g r i o Póntico, O B R A S E S P I R I T U A L E S ,

296 págs.

29 - Andrés de C r e t a , H O M I L Í A S M A R I A N A S

192 págs.

30 - G r e g o r i o Nacianceno, L O S C I N C O D I S C U R S O S T E O L Ó G I C O S ,

288 págs.

31 - G r e g o r i o de Ni sa , V I D A D E M A C R I N A - E L O G I O D E B A S I L I O ,

176 págs.

32 - Basilio de Cesárea , E L E S P Í R I T U S A N T O ,

280 págs.

33 - J u a n Damasceno , H O M I L Í A S C R I S T O L Ó G I C A S Y M A R I A N A S ,

232 págs.

34 - J u a n Crisóstomo, C O M E N T A R I O A L A C A R T A A L O S G Á L A T A S ,

200 págs.

35 - G r e g o r i o Nacianceno, F U G A Y A U T O B I O G R A F Í A ,

272 págs.

36 - D íd imo el Ciego , T R A T A D O S O B R E E L E S P Í R I T U S A N T O ,

208 págs.

Page 224: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

37 - M á x i m o el Confesor, T R A T A D O S E S P I R I T U A L E S ,

256 págs.

38 - Tertul iano, E L A P O L O G É T I C O ,

256 págs.

39 - J u a n C r i s ó s t o m o , S O B R E L A V A N A G L O R I A , L A E D U C A C I Ó N D E

L O S H I J O S Y E L M A T R I M O N I O ,

268 págs.

40 - J u a n C r i s ó s t o m o , L A V E R D A D E R A C O N V E R S I Ó N ,

232 págs.

41 - Ambros io de Milán, E L E S P Í R I T U S A N T O ,

280 págs.

42 - G r e g o r i o M a g n o , L I B R O S M O R A L E S / l ,

408 págs.

43 - Cas iodoro , I N I C I A C I Ó N A L A S S A G R A D A S E S C R I T U R A S ,

240 págs.

44 - Pedro Cr i só logo , H O M I L Í A S E S C O G I D A S ,

256 págs.

45 - J e r ó n i m o , C O M E N T A R I O A L E V A N G E L I O D E M A T E O ,

352 págs.

46 - León M a g n o , C A R T A S C R I S T O L Ó G I C A S ,

288 págs.

47 - Diadoco de Fótice, O B R A S C O M P L E T A S ,

208 págs.

48 - Orígenes , H O M I L Í A S S O B R E E L G É N E S I S ,

368 págs.

49 - Gregor io de Nisa , L A V I R G I N I D A D ,

192 págs.

Page 225: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

50 - P A D R E S A P O S T Ó L I C O S

640 págs.

51 - Orígenes , H O M I L Í A S S O B R E E L C A N T A R D E L O S C A N T A R E S ,

128 págs.

52 - Minucio Félix, O C T A V I O ,

176 págs.

Próximos volúmenes*:

— J u a n C r i s ó s t o m o , H O M I L Í A S S O B R E E L E V A N G E L I O D E

S A N J U A N / 2

— J u a n Damasceno , L A F E O R T O D O X A

— J u a n C r i s ó s t o m o , S O B R E E L M A T R I M O N I O Ú N I C O

— J u a n C r i s ó s t o m o , C O M E N T A R I O A L O S S A L M O S

— G r e g o r i o M a g n o , L I B R O S M O R A L E S / 2

— Rufino, C O M E N T A R I O A L S Í M B O L O

* El p resen te o r d e n n o p r e j u z g a el o rden real de apa r i c ión ni el tí­tu lo def ini t ivo de las o b r a s .

Page 226: GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

B i b l i o t e c a de P a t r í s t i c a

L o s Pad res s iguen c o n s t i t u y e n d o h o y en

d ía un p u n t o de referencia i nd i spensab l e

p a r a la v ida cr is t iana.

T e s t i g o s p r o f u n d o s y a u t o r i z a d o s de la

m á s inmed ia t a t rad ic ión apos tó l i ca , par t í ­

c ipes d i rec tos de la v ida de las c o m u n i d a ­

des c r i s t i anas , se d e s t a c a en e l los u n a

r i qu í s ima temát ica pas to ra l , u n desa r ro l l o

del d o g m a i l u m i n a d o p o r un c a r i s m a e s p e ­

cial, una c o m p r e n s i ó n de las Esc r i t u r a s q u e

t iene c o m o gu ía al E s p í r i t u . L a pene t r ac ión

del mensa je c r i s t i ano en el amb ien t e s o c i o -

cul tural de su é p o c a , al i m p o n e r el e x a m e n

de var ios p r o b l e m a s a cual m á s de l i cado ,

l leva a los P a d r e s a indicar s o l u c i o n e s q u e

se revelan e x t r a o r d i n a r i a m e n t e ac tua les

p a r a n o s o t r o s .

D e a q u í el « r e t o r n o a los P a d r e s » m e d i a n ­

te una iniciat iva edi tor ia l q u e t rata de

detec tar las ex igenc ias m á s v ivas y a veces

t amb ién m á s d o l o r o s a s en las q u e se d e b a ­

te la c o m u n i d a d cristiana de nues t ro t iem­

p o , para esclarecerla a la luz de los enfoques

y de las s o l u c i o n e s q u e los Pad res p r o p o r ­

c ionan a s u s c o m u n i d a d e s . E s t o p u e d e ser

a d e m á s una garant ía de cer tezas en un

m o m e n t o en q u e f o r m a s de p l u r a l i s m o ma l

en tend ido p u e d e n o c a s i o n a r d u d a s e incer-

t i d u m b r e s a la h o r a de afrontar p r o b l e m a s

vi ta les .

L a co lecc ión cuen ta c o n el a s e s o r a m i e n t o

de i m p o r t a n t e s p a t r ó l o g o s e s p a ñ o l e s , y las

o b r a s s o n p r e p a r a d a s p o r p r o f e s o r e s c o m ­

pe ten tes y e spec i a l i z ados , q u e t r aducen en

p r o s a l lana y m o d e r n a la e s p o n t a n e i d a d

con q u e escr ib ían los Pad re s .