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1 Génesis y apocalipsis de la técnica PEDRO GÓMEZ GARCÍA El proceso de hominización y de humanización, y la supervivencia misma del hombre, ha sido indisociable del desarrollo de la técnica como medio cultural de adaptación al medio. Cada sistema tecnoeconómico entra en juego con el ecosistema, extendiéndose e intensificándose hasta alcanzar un punto crítico de rendimientos decrecientes o de esquilmación de los recursos. ¿Qué está ocurriendo con nuestro sistema tecnológico industrial? El artículo pone de relieve cómo esta tecnología y el tipo de sociedad que implica, por la destructividad ecológica, la tecnocracia política y la tecnologización epistemológica que les son inherentes, están conduciendo a nuestra especie al borde del colapso. Filósofos y antropólogos pensaron en la capacidad técnica como rasgo distintivo, exclusivo, del ser humano. Ligaron sus poderes con los de la racionalidad propia de nuestra especie. A ella le atribuyeron una eficacia casi mágica para la creación de un mundo humanizado mediante el trabajo. Esperaron de ella la salvación terrestre, o el ocio para cultivar el espíritu. ¿Qué decir hoy de tales interpretaciones? ¿Podemos confirmarlas? Trataré de dar un apretado repaso a la historia, las ideas y los supuestos implicados al hablar de la técnica. 1. TÉCNICA EN EL PROCESO DE HOMINIZACIÓN La idea de «técnica» es polivalente. Si, de forma elemental, entendemos por técnica el empleo inteligente de algún útil extrasomático para la solución de un problema o la consecución de un objetivo, entonces el reino animal está plagado de especies con habilidades técnicas, comenzando por algunos peces o por insectos como las hormigas. Para usar herramientas no hace falta un gran cerebro. Hay pájaros que utilizan piedras para romper la cáscara de huevos de avestruz. Diversos mamíferos utilizan ocasionalmente objetos para rascarse, despiojarse, machacar, extraer, defenderse... Entre los primates subhumanos, los monos y simios muestran una gran pericia manual en el manejo instrumental de objetos. Los chimpancés, por ejemplo, en Tanzania, preparan una fina ramita, la introducen por el orificio de un termitero, aguardan un tiempo para que las termitas la muerdan, luego la sacan con cuidado y se comen el exquisito bocado. También fabrican una especie de esponja con un puñado de hojas masticadas durante un rato; este tipo de esponja les sirve para empapar agua de beber, para secarse, asearse o limpiar a las crías. Los chimpancés adaptan palos y piedras para sus propios fines, fabricando palancas, martillos, yunques, ganchos, armas y proyectiles. Esto demuestra que «los chimpancés son capaces de desarrollar la habilidad de fabricar y utilizar herramientas» (Harris 1989: 39; véase Mosterín 1993: 45- 62); significa que no sólo usan instrumentos sino que también los construyen. Hay en ellos inteligencia, invención técnica, aprendizaje y transmisión social. En la genealogía de la familia homínida, los primeros australopitécinos, con

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    Gnesis y apocalipsis de la tcnica

    PEDRO GMEZ GARCA

    El proceso de hominizacin y de humanizacin, y la supervivencia misma delhombre, ha sido indisociable del desarrollo de la tcnica como medio culturalde adaptacin al medio. Cada sistema tecnoeconmico entra en juego con elecosistema, extendindose e intensificndose hasta alcanzar un punto crtico derendimientos decrecientes o de esquilmacin de los recursos. Qu estocurriendo con nuestro sistema tecnolgico industrial? El artculo pone derelieve cmo esta tecnologa y el tipo de sociedad que implica, por ladestructividad ecolgica, la tecnocracia poltica y la tecnologizacinepistemolgica que les son inherentes, estn conduciendo a nuestra especie alborde del colapso.

    Filsofos y antroplogos pensaron en la capacidad tcnica como rasgodistintivo, exclusivo, del ser humano. Ligaron sus poderes con los de laracionalidad propia de nuestra especie. A ella le atribuyeron una eficacia casimgica para la creacin de un mundo humanizado mediante el trabajo.Esperaron de ella la salvacin terrestre, o el ocio para cultivar el espritu. Qudecir hoy de tales interpretaciones? Podemos confirmarlas? Tratar de dar unapretado repaso a la historia, las ideas y los supuestos implicados al hablar dela tcnica.

    1. TCNICA EN EL PROCESO DE HOMINIZACIN

    La idea de tcnica es polivalente. Si, de forma elemental, entendemos portcnica el empleo inteligente de algn til extrasomtico para la solucin de unproblema o la consecucin de un objetivo, entonces el reino animal estplagado de especies con habilidades tcnicas, comenzando por algunos peceso por insectos como las hormigas. Para usar herramientas no hace falta un grancerebro. Hay pjaros que utilizan piedras para romper la cscara de huevos deavestruz. Diversos mamferos utilizan ocasionalmente objetos para rascarse,despiojarse, machacar, extraer, defenderse... Entre los primates subhumanos, los monos y simios muestran una granpericia manual en el manejo instrumental de objetos. Los chimpancs, porejemplo, en Tanzania, preparan una fina ramita, la introducen por el orificio deun termitero, aguardan un tiempo para que las termitas la muerdan, luego lasacan con cuidado y se comen el exquisito bocado. Tambin fabrican unaespecie de esponja con un puado de hojas masticadas durante un rato; estetipo de esponja les sirve para empapar agua de beber, para secarse, asearse olimpiar a las cras. Los chimpancs adaptan palos y piedras para sus propiosfines, fabricando palancas, martillos, yunques, ganchos, armas y proyectiles.Esto demuestra que los chimpancs son capaces de desarrollar la habilidad defabricar y utilizar herramientas (Harris 1989: 39; vase Mostern 1993: 45-62); significa que no slo usan instrumentos sino que tambin los construyen.Hay en ellos inteligencia, invencin tcnica, aprendizaje y transmisin social. En la genealoga de la familia homnida, los primeros australopitcinos, con

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    un nivel intelectual similar al de los chimpancs, pero con las manos yaliberadas por el avance en la postura erguida y la bipedacin, desde hace unos5 crones (el cron equivale a un milln de aos), seguramente desarrollaron lafabricacin y uso de algunos tiles en su modo de vida cotidiano. El manejode herramientas y la diferenciacin de las manos evolucionaron como rasgosconjuntos, interrelacionados, que se potenciaban (seleccionaban) recpro-camente, en el contexto de la adaptacin a una nueva dieta, compuesta dealimentos ms terrestres que arbreos y procurados en parte fuera de la selva,tal vez como carroeros.

    Seleccin natural y seleccin cultural de Homo

    El siguiente paso es la emergencia del gnero Homo: La seleccin naturalfavoreci a los individuos que aprendieron antes a fabricar las mejoresherramientas, que tomaron las decisiones ms inteligentes sobre cundo usarlasy que podan optimizar la produccin con arreglo a los cambios diarios oestacionales de la cantidad o disponibilidad de los alimentos de origen animaly de origen vegetal (Harris 1989: 53). El resultado de esta seleccin es sinduda Homo hbilis (1,9 crones), cuyo cerebro, en comparacin con elaustralopitcino, llega a ser un 50 por ciento mayor. Al parecer, losprotohumanos no superaron gran cosa a los australopitcinos, en el planotcnico. Su cultura es la olduvaiense (la primera del Paleoltico inferior, entrehace 2,5 y 1,5 crones), cuyos toscos artefactos de piedra abarcan un escasorepertorio: hachas talladas por una sola cara, martillos, raederas de lasca,punzones y protobifaces. Con la aparicin de la especie Homo erectus (desde hace 1,6 crones, enfrica), cazador avezado y dominador del fuego, llega la cultura achelense,caracterizada por instrumentos mejor tallados a partir de ncleos de piedra:hachas de mano bifaces, lascas retocadas, cuchillas, etc., que fueronperfeccionndose con el tiempo. Esta cultura se mantuvo hasta hace unos200.000 aos. De manera que los presapiens, con un cerebro mayor, siguieronutilizando tcnicas achelenses. El Homo sapiens neandertalensis (150.000-60.000 aos) desarroll la culturamusteriense (Paleoltico medio), de talla ltica ms cuidada: preparaban losncleos de slex para extraer lascas, luego perfiladas para producir hasta 60tiles diferentes. Con todo, el ritmo de evolucin tcnica era todavasumamente lento. Los fsiles ms tempranos del hombre moderno, Homo sapiens sapiens,datan de hace unos 120.000 aos. Su genoma que es el nuestro hizopresente el cerebro, el aparato fonador y la capacidad cognoscitiva y tcnicaque nos distingue a los humanos actuales. Sin embargo, no se dieron in-novaciones tcnicas y culturales con respecto al neandertal (con el que existien paralelo durante milenios) hasta hace 35.000 aos. A partir de entonces, sesuceden las culturas perigordiense, auriacience, solutrense, magdaleniense,propias del Paleoltico superior. Los artefactos de piedra, madera, hueso, marfily asta alcanzan un acabado indito y una variedad enorme; se fabrican objetosdecorativos y aparecen artes pictricas.

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    En el proceso de hominizacin, la seleccin natural no acta sola sino que latcnica y la cultura en su conjunto aaden un nuevo factor de seleccin que, ala larga, premia a los genotipos ms humanos, a los individuos con un cerebroms grande y complejo. Aunque en lneas generales hay una correlacin entreel registro fsil de las especies y el registro de tiles tcnicos, hemos observadoque la evolucin biolgica y la evolucin cultural no van del todosincronizadas. Y es que la programacin gentica (codificada en los genes) yla programacin cultural (informacin aprendida, codificada en el sistemanervioso) no se derivan la una de la otra. La especie ms avanzada hereda enprincipio la misma cultura que, como factor de seleccin, favoreci su propiaemergencia, y slo ms tarde la nueva especie alumbra innovaciones culturalesy tcnicas. El potencial cultural genticamente determinado, o posibilitado, semuestra siempre mayor que las formas culturales actualizadas de hecho. Elcaso ms claro es el sapiens sapiens: aparecido en el contexto paleolticomedio, va luego, con independencia de los cambios genotpicos, configurandolas culturas del Paleoltico superior, y del Neoltico y de todas lascivilizaciones antiguas y contemporneas.

    Tcnica, cultura, trabajo

    De lo expuesto se desprende que nuestra naturaleza biolgica estindeterminada y abierta a los logros de la cultura y que sta no estprecontenida en los genes sino que es obra de invencin, aprendizaje,transmisin social. Lo que denominamos tcnica no es sino un componente delsistema cultural. No existe aislada sino integrada en los procesos de trabajo,llamando as a la intervencin de la sociedad humana en la naturaleza, en ordena la produccin (en principio) de lo necesario para satisfacer las necesidadessociales. La energa humana de los trabajadores, conectada a un aparato tcnicode saberes/instrumentos, acta sobre materias primas o ya elaboradas paraproducir bienes y servicios... La articulacin de estos elementos se conocecomo modo de produccin econmico. Segn unos, la clave del modo deproduccin est en el progreso tcnico (Lewis Morgan, Leslie White, MarvinHarris). Para otros, tambin son clave las relaciones de produccin, es decir,la forma de dividir el trabajo y organizarse los trabajadores (Marx). Lo queparece irrefutable es que el trabajo no puede reducirse a una mediacin tcnicaabsolutamente independiente de la manipulacin humana. La tcnica nuncapuede ser totalmente autnoma, por muy automatizada que se conciba: alguienprograma y controla al robot. Y la manipulacin humana jams es asptica,sino que est supeditada a la organizacin social, a los poderes.

    2. REVOLUCIONES TCNICAS Y EVOLUCIN ANTROPOSOCIAL

    Marvin Harris subraya cmo nuestros antepasados sapiens modernostraspasaron un umbral crtico de despegue cultural, a la vez lingstico,tcnico, organizacional, simblico. Desde la emergencia del Homo sapienssapiens, la base gentica para el aprendizaje rpido y la comunicacinsimblica alcanz un punto crtico de despegue. Desde entonces, la

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    abrumadora pluralidad de cambios culturales surgi como un hecho ente-ramente independiente de cambios en las frecuencias de genes, y el ritmo delcambio cultural excedi con creces el ritmo del cambio gentico (Harris 1988:186). La cultura evolucion cada vez ms con arreglo a sus propios principiosde seleccin, con sus incertidumbres y determinismos propios. El ritmo deinnovaciones y acumulacin de rasgos culturales se aceler; se desplegaronfunciones especficamente sociales y psicolgicas; se sentaron los principiosde la ciencia, el arte, la religin. A partir de entonces, prima la seleccincultural sobre la natural. El modo de vida, de conducta y pensamiento presentauna incesante variabilidad, sometida al filtro de la fuerza selectiva de laseleccin cultural, cuyo criterio estriba en la eficacia para satisfacer lasexigencias o potencialidades de la naturaleza humana, eficacia visible en losbeneficios que reporta a la vida del grupo social. Todas las nuevas tcnicasestn sujetas a esa contrastacin selectiva.

    Revolucin neoltica

    Hace unos 10.000 aos, se produjo la transicin hacia la revolucin neoltica.Surgieron sistemas culturales basados en nuevas tcnicas tocantes a ladomesticacin de plantas y de animales. Sociedades de recolectores-cazadorestransformaron su economa, implantando la agricultura, o la ganadera.Alcanzaron gran eficiencia los medios de transporte, los tiles para fabricarherramientas y para el abastecimiento. El hombre neoltico perfeccion lapulimentacin de la piedra, el hilado y tejido, la alfarera y cermica, laconstruccin de viviendas, la navegacin, el arte. Los poblados llegaron ahacerse sedentarios y crecieron demogrficamente. La organizacin interna secomplejific. Las causas del Neoltico parecen estar en una crisis en el sistema deproduccin de alimentos, por agotamiento de la caza mayor y la recoleccinde vegetales silvestres. El cultivo de cereales fue la solucin. Pero el aumentodemogrfico oblig a ampliar las tierras de cultivo, a introducir el regado, aestablecer el comercio, con lo que se increment an ms la poblacin. Loshabitantes de Oriente Medio se multiplicaron por 30 entre hace 10.000 y 6.000aos. La mejora inicial del Neoltico desemboc en un empeoramiento: nivelms bajo de nutricin y salud, menos ocio y menor esperanza de vida que enel Paleoltico superior. Se agudiz la competencia por los recursos bsicos,sobrevinieron guerras y se formaron los sistemas polticos de jefatura. La llamada revolucin urbana fue la salida. La necesidad de organizar elregado artificial en gran escala, a partir de grandes corrientes fluviales, lanecesidad de regular el comercio y de centralizar el control militar dieronorigen a la aparicin ncleos burocrticos, la estratificacin social y el estadoincipiente. Las primeras ciudades (a nivel de civilizacin) se levantaron enMesopotamia, hace cerca de 6.000 aos. Los logros tecnolgicos que aportanlas artes bsicas de la civilizacin son: la metalurgia del bronce, el ladrillococido y el arco de mampostera, el torno de alfarero, el vehculo de ruedas, elbarco de vela, la escritura, el calendario, las unidades de peso y medida, y losrudimentos de las matemticas. Adems, el mercadeo, las clases sociales, lainstitucionalizacin del estado y de la religin.

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    Causas de la revolucin industrial

    La siguiente inflexin de primera magnitud que se suele marcar es la de larevolucin industrial. Producida en Europa, no puede considerarse un logro enexclusiva europeo. La tecnologa moderna sent sus primeras bases ya en lasculturas paleolticas olduvaienses, a partir de las cuales se sigue una cadenaininterrumpida de evolucin tcnica, desde los tiles lticos a las mquinas mscomplicadas del presente. Los descubrimientos y esfuerzos de innumerablespueblos, la mayora hoy desaparecidos, fueron desarrollando a lo largo demilenios las herramientas y conocimientos que han posibilitado la eraindustrial. El ritmo de innovacin, desesperadamente lento durante el Paleo-ltico, se aceler con el Neoltico y an ms con la revolucin urbana. Europa,donde no hubo ningn foco prstino de civilizacin, se benefici de toda estaherencia.

    Desde el 9000 al 500 a. C., Europa era una regin tecnolgicamente atrasada; loscentros del progreso tecnolgico se encontraban en Egipto, Anatolia, Mesopotamia, elValle del Indo y China. El inventario de cultivos bsicos de Europa trigo y cebadafue importado de pueblos no europeos. Asimismo, los animales de transporte y tiro deEuropa caballos, bueyes y asnos fueron domesticados por primera vez fuera deEuropa. El inventario arquitectnico de Europa ladrillos cocidos, piedra tallada, elarco tambin se compona de importaciones. Todas las tcnicas metalrgicas yqumicas bsicas de Europa tuvieron su origen en el Oriente Medio. Tanto los recipientesde cermica y vidrio, como los tiles de bronce, hierro y acero se inventaron fuera deEuropa. Lo mismo cabe decir de ruedas, engranajes, tornillos, palancas, poleas, bombas,taladros, pistones, prensas, fuelles, hornos y telares. Tambin las carretas, los carros y losbarcos de vela fueron inventos no europeos. Y, por supuesto, tambin lo fueron elalfabeto, la escritura, los libros, el calendario y los principios bsicos de aritmtica,lgebra, geometra y astronoma (Marvin Harris, Introduccin a la antropologa general[1971]. Madrid, Alianza, 1981: 366).

    Slo con Grecia y Roma comenz Europa a aportar innovaciones cientficasy tcnicas. Durante la Edad Media se perfeccionaron los molinos movidos porel agua o por el viento. El reloj constituy el invento ms importante y mscomplejo de la era preindustrial. Pero, en el siglo XVI, la tcnica europea nosuperaba an los logros alcanzados por la tecnologa china, india o persa. Es la revolucin industrial la que confirma el decisivo despegue tecnolgicode Europa. En la revolucin industrial, se suelen distinguir tres fasestecnolgicas, caracterizadas cada una por nuevos inventos maquinistas yenergticos: 1) Tecnologa semimecanizada (1750-1830): mquina de vapor, energacarbonfera, nuevas tcnicas agrcolas, manufactura del hierro, maquinariatextil. 2) Tecnologa mecanizada (1850-1919): maquinaria agrcola, industria delacero, produccin qumica, ferrocarril, navegacin, energa elctrica, motor degasolina y automvil. 3) Tecnologa automatizada (desde 1945): energa nuclear, electrnica,ciberntica, teleinformtica, automatizacin. La fuerza de trabajo se ha idocualificando, cada vez ms especializada y fragmentada, en funcin de laproduccin industrial, que pasa a ser el sector predominante de la economa.El aparato productivo se agiganta a escala planetaria, mundializando tambin

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    los mercados. Al recapitular todo el recorrido de la evolucin tcnica, subrayamosesquemticamente: No existe etapa pretcnica del hombre, como no es posibleun hombre precultural. Cultura y tcnica son coextensivas con la humanidad.Las diferencias estriban en que los humanos paleolticos no producen susmedios de subsistencia, sino que recogen o capturan lo que produce la natura-leza silvestre (utilizando tcnicas de recoleccin y caza); el tipo de intercambioentre ellos es recproco. Por su parte, los humanos neolticos hacen producirpara ellos a la naturaleza, mediante el cultivo de plantas y la cra de animales,y aplican una frmula de intercambio recproco o redistributivo. La agriculturay la ganadera constituyen, hasta hoy, los mayores inventos de la historiahumana, pues aportan la base alimenticia de todas las civilizaciones, incluidanuestra sociedad industrial. Con el advenimiento de los humanos civilizadosse dispara la especializacin tecnoeconmica; el ser humano se desdobla endos clases: los que hacen producir a la naturaleza para s y para otros, y los queno hacen producir a la naturaleza sino a otros humanos sometidos. Se vaimponiendo un tipo de intercambio redistributivo estratificado y luego elintercambio mercantil. Los modos de produccin (asitico, africano, esclavista, feudal, etc.) varancombinando el sistema tcnico con la organizacin sociopoltica, adaptndoseen un contexto ecolgico y demogrfico dado. Los orgenes del industrialismo,el capitalismo y la democracia parlamentaria se sitan en la crisisdesencadenada por la intensificacin del modo de produccin seorial, queforz a introducir nuevas tecnologas y mquinas (cfr. Harris 1977: 231-234),y en la acumulacin de capitales engrosada por el saqueo colonial (Lvi-Strauss 1973: 294-299). Hoy, el ncleo duro del capitalismo lo forma elcomplejo interactivo de capital-ciencia-tecnologa, reforzndose entre s paraelevar ilimitadamente la tasa de beneficio (ms que para la redistribucin dela riqueza o para el bienestar de la gente).

    3. TCNICA Y TECNOLOGA RECONSIDERADAS

    Como parte de la infraestructura de todas las sociedades humanas, la tcnicase ha definido como el conjunto de tiles y prcticas empleados paraincrementar o limitar la produccin bsica de subsistencia, en especial laproduccin de alimentos y otras formas de energa, dadas las restricciones yoportunidades provocadas por una tecnologa especfica que interacta con unhbitat determinado (Harris 1988: 158). La gnesis de la tcnica se vinculaevolutivamente como hemos visto con la resolucin de problemas desubsistencia. Una tcnica siempre forma parte de un proceso de trabajo y de unmodo de produccin determinado. La tcnica, la herramienta y su uso suponeninvencin, hallazgo o descubrimiento, por la inteligencia humana, de losmedios que alcanzan determinados objetivos. Sin embargo, una vez abierta esaposibilidad inventiva, los objetivos perseguidos instrumentalmente acaso ya nocoincidan estrictamente con la satisfaccin de las necesidades humanas. En su Filosofa de la cultura, y en consonancia con su definicin un tantoidealista de la cultura, Jess Mostern define la tcnica como informacin

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    prctica transmitida por aprendizaje social: una informacin consistente en unaserie de instrucciones estandarizadas contenidas como un programaejecutable inscrito en el cerebro. En cuanto informacin debe, segn l,distinguirse de su puesta en prctica mediante acciones concretas, as comode los objetos resultantes de tales acciones y del grupo o corporacinsocial que posee ese saber hacer y lo aplica. La informacin de una tcnicase transmite y aprende socialmente de manera explcita, como un saber, o bienpor imitacin. Y aqu encaja la distincin entre tcnica y tecnologa: Latcnica es la informacin prctica propiamente dicha. La tecnologa abarca noslo la tcnica, sino tambin el contexto de conocimiento que la explica yjustifica; no slo el cmo, sino tambin el qu y el porqu (Mostern 1993:122). Es decir, la tecnologa incluye, adems de la informacin prcticasaber cmo hacerlo, la informacin descriptiva o terica, la explicacincientfica. Lo problemtico de esta definicin est, a mi modo de ver, en elcarcter neutro, asptico, puramente instrumental y carente de informacinvalorativa con que se presenta la tcnica. Igualmente me parece cuestionablela unilateral concepcin informacional e ideal, que hace consistir la cosa en surepresentacin mental, separada de su praxis real. En qu queda una tcnicasin la habilidad manual, sin los soportes de herramientas y mquinas, sin losimprescindibles recursos disponibles en el entorno? La tcnica se corresponde,ante todo, in actu con la accin tcnica (indisociable de la idea), y consiste enesa accin al menos tanto como en la idea inherente. Es verdad que, para elhumano, no hay tcnica sin informacin cultural (aspecto genotpico), pero estainformacin est actualizada en la ejecucin tcnica (aspecto fenomnico: suexistencia concreta). Adems, la tcnica permanece objetivada, siquieraparcialmente, en los productos y artefactos resultantes. Otros filsofos pensaron que la tcnica vino a liberar al hombre deservidumbres naturales. Jos Ortega y Gasset, en su Meditacin de la tcnicasustenta la idea de que el hombre ahorra esfuerzo, a fin de emplear el esfuerzovacante en desplegar sus infinitas posibilidades. Gracias a la tcnica vacael hombre a una serie de quehaceres no biolgicos, que no le son impuestos porla naturaleza, que l inventa a s mismo (Ortega y Gasset 1939: 334). Elsentido de la tcnica est fuera de ella, escribe, en proporcionarle ocio alhombre para poder vacar a ser s mismo. Porque al hombre le cumple undestino extranatural (p. 346), y la vida humana se cifra en lo quetrasciende la realidad natural y va en pos del deseo. Esta meditacin sobre latcnica adolece, no obstante, de ciertos puntos flacos. Por supuesto, cualquieractividad tcnica es ya un quehacer no dado naturalmente sino pertenecientea la cultura. Pero cabe argir que el destino del hombre, estando como suorigen en la cultura, es siempre biocultural; de modo que resulta poco acertadaesa ruptura o autonoma que evoca el calificativo extranatural aplicado a lacondicin humana. Por otro lado, el s mismo, la identidad humana, radicaprimeramente en la naturaleza biolgica, gentica, como ser vivo, lo queimplica una fundamental heteronoma. Toda autonoma autoconsciente de larazn y del deseo es a la vez dependiente. Por tanto, entiendo que el sentido dela tcnica est ante todo en lograr la subsistencia de los humanos, suadaptacin al medio, su supervivencia en ltima instancia, y no tanto enproporcionarle tiempo de ocio para infinitas tareas extranaturales. Hoy se dira

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    que los humanos, en lugar de cultivarse en ocio, andan confinados en elbrbaro subdesarrollo de s mismos, mientras que es la tecnologa la que se halanzado a explorar sus infinitas posibilidades. En cuanto a la creencia de queel progreso tecnolgico libera ms tiempo es desmentida por los hechos, sihablamos en trminos globales. No hay que dejarse llevar de optimistasapariencias, sealando que donde antes se fabricaban unos cientos de ladrillosahora se fabrican cientos de miles (a qu costo?, en qu relacin con lanecesidad social?). Salvo para las lites privilegiadas que han vividoparasitarias del trabajo ajeno, el tiempo libre disponible no ha ido en razndirecta con el desarrollo tcnico, sino ms bien al revs. La realidad es que novaca ms el obrero industrial que el cazador paleoltico: las sociedadesrecolectoras-cazadoras, para cubrir sus necesidades, trabajan un promedio de8 horas a la semana; mientras que los trabajadores de las sociedadesindustriales trabajan 40 horas semanales. Tampoco es cierto que laproductividad aumente siempre con el avance tcnico, a pesar de que se hayadado un incremento de la produccin (en la cantidad de energa per cpita alao). Al efectuar el clculo de la ratio entrada/salida, la eficiencia energticaha crecido si se tiene en cuenta solamente el trabajo humano directo; pero si,para calcular la eficiencia, tenemos en cuenta las otras fuentes de energasuplementarias, resulta que, pese a los avances tecnolgicos, se est dando unrendimiento decreciente en la produccin alimentaria. De manera que, en unsector tan estratgico como la produccin de alimentos por muy inverosmilque nos parezca la eficiencia energtica actual es menor que en el Neoltico,debido a la cantidad de trabajo indirecto requerido. Creer otra cosa no pasa deser un sueo falaz, contrario a los datos fehacientes. Hay otra meditacin ms singular, sobre la esencia metafsica de la tcnica,a cuyo anlisis ha dedicado un profundo artculo Pedro Cerezo (1990).Simplificando mucho por mi parte: Martin Heidegger retrotrae el atributo dela tcnica a la n en cuanto sta aparece como poiesis productora del ser;a su vez esa n reclama a la para poner de manifiesto su poder. Ahorabien, la tcnica moderna toma la iniciativa ejerciendo violencia a losuperpotente, hasta alcanzar una exhaustiva disponibilidad de la naturaleza, ala que desintegra como objeto, desde un saber que concibe lo que produce yviceversa, prescribiendo a la cosa lo que ha de ser, sin lmite alguno. De estaguisa se da la des-ocultacin del ser de la cosa como una forma del acaecerde la verdad. Tal es el destino del ser al hombre, conforme al cual no esla tcnica una accin instrumental al servicio del hombre, y en cierto modo,bajo su control y direccin, no es un a priori antropolgico, sinohistrico/ontolgico, en el que se encuentra yecto (Cerezo 1990: 37). Es comosi la tcnica fuera el modo como el ser dispone del hombre para su propiodesvelamiento: totalitarismo del ser escondido tras la postulada omnipotenciade la tcnica. As, para Heidegger, la tcnica es la metafsica consumada; laexplicacin por las causas ltimas preconcibe e incuba lo que la disponibilidadtcnica lleva a cabo y verifica; la verdad de la metafsica se muestra comoonto-tecnologa (p. 39). La tcnica constituye, pues, la esencia de lametafsica, no un instrumento antropolgico, sino un dispositivo de ladesocultacin del ser o la autogeneracin de lo absoluto. Presupone Heideggerque la subjetividad europea es la humanidad universal y que la tcnica

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    occidental es sin ms la tcnica, y que ambas han llegado a su consumacin:

    En el imperialismo planetario del hombre tcnicamente organizado, llega a su punto deapogeo el subjetivismo del hombre, para luego establecerse e instalarse en la llanura deuna uniformidad. Esa uniformidad pasar a ser luego el instrumento ms seguro de ladominacin completa, es decir, tcnica, sobre la tierra. La libertad moderna de lasubjetividad se disuelve completamente en la objetividad que le es conforme (Heidegger1950: 67-68).

    A pesar de todo, las interrogantes surgen en el mismo autor: Es la cienciay la tcnica la nica medida de la estancia del hombre en el mundo? Esaesencia tcnica, en el fondo enigmtica, misteriosa, es el nico modo demanifestacin del ser? No se destruye no ya el humanismo, sino el propioporvenir de la humanidad? Es posible volver a la perdida experienciaoriginaria de la poiesis, recuperando la accin expresiva y esttica? Cabearmonizar la explotacin tcnica industrial del mundo y su habitabilidad? Nose encuentra en Heidegger ninguna respuesta clara, salvo balbuceos obarruntos que slo emplazan a esperar a ver qu pasa: Slo un dios puedesalvarnos. La nica posibilidad de salvacin la veo en que preparemos, con elpensamiento y la poesa, una disposicin para la aparicin del dios o para suausencia en el ocaso (citado en Cerezo 1990: 61). A la postre, lo queparadjicamente parece desvelar la esencia de la tcnica es ms bien la nadaque no el ser. Caracterizada la tcnica como violencia, no se planteadiscriminar entre lo constructivo y lo destructivo, no analiza tendencias, ni lasrelaciones con el poder poltico. Heidegger pone tanto nfasis en que el hombreest dispuesto por la tcnica de la que dispone, como por un fatum metafsico,que no marca la diferencia entre el inexorable determinismo natural y elcarcter incierto de la tcnica como creacin cultural. Adjudica al dispositivotcnico del hombre la misma ineluctabilidad natural, y a su progreso, comodestino, una explotacin ciega de todas las posibilidades, sin lmite para ladisponibilidad, es decir, sin parar mientes en la aniquilacin de rdenesautnomos en el plano csmico, biolgico y antroposocial. La omnipotenciaatribuida a la tcnica termina finalmente en la absoluta impotencia; elpregonado alumbramiento de la verdad conduce a una tiniebla de silencio. Dala impresin de que el casi crptico idiolecto del filsofo se extrava en sunebulosa, y uno, despus de haberlo seguido en sus viajes elucubrativos de ideaen idea, comprueba que ha perdido el tren de aterrizaje. No deja de tener sulgica que acabe exclamando slo un dios puede salvarnos. Ese agnsticosuspirar por una nueva epifana nos desvela hasta qu punto el rey estdesnudo. La violencia tcnica no es reducible al impacto fsico o a la descomposicinde un sistema organizado, generando desorden y entropa, ni a la antagnicafuerza que hace emerger organizaciones ms complejas, sino que exige unaconsideracin desde la ptica de un juicio moral sobre el uso del saber/poderen todos esos supuestos.

    Ambigedad del progreso tecnolgico

    Al hablar del progreso tecnolgico, hay que remontarse a la civilizacin

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    auspiciada por Descartes, cuando propona una ciencia que nos haga amos yposesores de la naturaleza. Comenz con la mquina del siglo XVI, laformacin de la ciencia moderna en el siglo XVII, y la primera revolucinindustrial en el siglo XVIII. Una corriente del pensamiento ilustrado, desdeCondorcet y Adam Smith a Comte y a Marx, lo interpretaba optimistamentecomo el incesante desarrollo de las fuerzas productivas, a travs de sucesivosestadios histricos estructurados, que iba a desembocar en una era deabundancia para toda la humanidad. Era la promesa de la nueva religin desalvacin terrestre. Pero la lnea del desarrollo econmico y social ha sidomucho ms quebrada, discontinua, sinuosa (cfr. Lvi-Strauss 1973: 294-299).Y no sabemos hasta qu punto el desarrollo de las fuerzas productivascomporta al mismo tiempo desarrollo de las fuerzas destructivas. Slorecientemente vamos cobrando conciencia de esto. En primer lugar, el uso de una determinada tecnologa puede considerarsepositivo o negativo, segn se encuentre supeditado a un ethos constructivo o,por el contrario, deletreo. La diferencia reside en el telos respectivo, que semueve en la incertidumbre y slo se va explicitando en los resultados: un telosincuba un proyecto de convivencia y civilizacin mundial sostenible,universalizable, con valor de supervivencia biosfrico y de calidad de vidahumana para todas las poblaciones de la especie. El otro manifiesta la falta definalidad humana, o su imposible durabilidad, o su inviable generalizacin, osu ms inmediata destructividad. En segundo lugar, los efectos deletreos pueden deberse no slo a un mal usode una tecnologa dada, sino a esa misma tecnologa en s. No es ya que losfines sean malos, son malos ya los medios. Ciertas tecnologas productivasllegan a volverse fundamentalmente destructivas, cuando producen objetos deltodo superfluos, nocivos, que contaminan los elementos naturales, queesquilman los recursos renovables, que provocan tambin disgregacin socialy miseria para otros. No es tecnologa para la destruccin la mayor parte delcomplejo industrial-militar, la fisin nuclear, la fabricacin de armamentoqumico, biolgico, bacteriolgico, radiolgico? Cabe preguntar en qu medida es inherente a la megamquina industrialcontempornea el carcter destructivo, ya por su intrnseca estructura, ya porsus productos principales o sus subproductos. Esta pregunta requerira unarespuesta pormenorizada, cuantificada, para la que sin duda existen hoyinstrumentos de medicin. De hecho, cada vez conocemos ms datos. Entrminos globales, es fcil sealar algunos sntomas representativos de nuestrasituacin y que posiblemente suscitarn en nosotros la angustia, el ahogoque sigue a la frustracin de la omnipotencia proyectada en la tecnociencia.Desde la alta poltica a la vida cotidiana repasemos algunos hitossignificativos: Cuatro siglos de hegemona mundial de Occidente, caracterizados porgrandes progresos, sobre todo en el arte de la guerra y la destruccin; cientosde culturas implacablemente masacradas; slo en la segunda guerra mundial,ms de 60 millones de seres humanos inmolados. Desde Hiroshima hasta ahora, el dispositivo de guerra nuclear, encerrandoen sus ojivas la destruccin total asegurada, delata lo ms terrorfico de esedesarrollo tcnico. La llave de la ofensiva atmica, que los presidentes de las

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    superpotencias custodian celosamente, controla y expresa la potenciaomnmoda de aniquilacin. Pero, al mismo tiempo, est proclamando elestruendoso fracaso en la lnea de convencer por la razn y construir un mundohumano. La energa petrolfera, procedente de yacimientos que tardaron 600 millonesde aos en formarse, se consumir/despilfarrar en tan slo un siglo y medio,en beneficio casi exclusivo del club de pases industrializados, sin que hayadisponibilidad para en 80% restante. La agricultura tecnologizada ha elevado enormemente la produccin dealimentos, pero el nmero de muertos a causa del hambre en el mundo (ms de40 millones cada ao) sobrepasa las cotas de las edades ms sombras de lahistoria. La industria automovilstica es un gran invento: los automviles nos llevanrpido al trabajo y a casa, y de vacaciones. Pero a la vez corroen la ciudad,atestan todas nuestras calles, envenenan el aire que respiramos, recalientan laatmsfera. Al cabo del ao matan a 200.000 personas. Y a cada uno denosotros, aparte el riesgo de un siniestro, nos van lentamente minando la salud.Algn da nos conducirn al hospital y, por ltimo, un coche fmebretransportar los restos mortales al cementerio. Tal es la ambivalencia de latcnica. Los omnipresentes medios de comunicacin, en especial la televisin, traeny llevan por todo el globo palabras e imgenes. Pero han venido a estorbar lacomunicacin propiamente humana y a sumir a cada persona en una soledady un individualismo deshumanizadores. La repetitiva visualizacin de srdidosy violentos mundos imaginarios convierte ese doble manipulado de lo queverdaderamente existe en motivo de diversin evasiva, desmoralizacin,paralizacin, desertificacin mental. Podramos continuar mencionando ambivalencias de la ciberntica, larobtica, las nuevas tecnologas, preguntndonos por su lado oculto. El denominado progreso ha sido para una minora del 20 por ciento, acosta del descalabro de todos los dems. Las promesas de la revolucin tecno-cientfica han resultado falsas promesas para el conjunto de la humanidad. Lastcnicas realmente operativas han sido y son un instrumento del poder de lospoderosos y de los pocos que alcanzan a gozar de sus productos ms refinados;han sido y son el mecanismo para lograr la acumulacin de beneficios, sin queimporte que sea mediante aplicaciones productivas o destructivas. Para lascapas medias (entre las que nos encontramos), suponen un medio parasatisfacer las necesidades impuestas por el sistema. Pero, para la inmensamayora, es apenas un sueo imposible, que interfiere el cada da ms difcilempeo por subsistir. La cruda realidad es que el llamado desarrollo tecnolgico ignora consus-tancialmente la destructividad social y medioambiental que conlleva o segrega.Slo se mueve por un determinado clculo de beneficios particulares, sinconsiderar las prdidas que exporta. Ese clculo viciado se convierte en elfactor de seleccin determinante de lo que es un avance tcnico y del sentidoque realmente tiene esta tecnologa. No se hace el cmputo global de costos ybeneficios para la sociedad, para la humanidad, para el ecosistema, para labiosfera. No se hace, o no se tiene en cuenta. Cmo extraarse de que los

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    efectos devastadores se acumulen tambin, indefectiblemente? Hasta que, unda, la montaa de los costos incontabilizados se venga encima. Porque elbalance de costos y beneficios, para el conjunto de la humanidad y del planeta,parece ser, hoy por hoy, netamente negativo. En la crisis del presente modelo tecnoindustrial, la tecnologa, como laciencia, es excesiva y a la vez insuficiente; est hiperdesarrollada, pero ansubdesarrollada con respecto a los enormes problemas que debe resolver,empezando por los que ella misma ha causado. El mundo necesita urgente-mente otra tcnica y otra modo de pensarla. Mientras tanto, esta civilizacin cientfica y tcnica sigue acelerando sugigantesca mquina generadora de entropa, y repartiendo prdidas entre laspoblaciones humanas empobrecidas, entre las otras especies vivas y el todo dela biosfera planetaria, como en una carrera enloquecida que, cada minuto quepasa, aleja ms al sedicente progreso de aquel pacto con el Sol, que la vidaterrestre firmara un da remoto, hace casi cuatro mil millones de aos, y quenuestra misma especie religiosamente supo respetar durante ms de cienmilenios.

    4. DE LA TECNOLOGA A LA TECNOCRACIA

    Hablar de la tcnica no es slo mentar un fenmeno externo; es hurgar enalgo tan ntimo a nosotros como nuestro modo de ser cultural. En la cultura, enel fondo todo es tcnica, todo es artificio exigido por nuestra naturaleza deanimal simbolizador. Lo vital del tema no es tanto la presencia irrecusable dela tcnica, sino el discernimiento de qu sistema tcnico nos permitirsobrevivir y vivir como especie, como sociedad y como individuos humanos.

    Crtica a la razn instrumental

    El racionalismo ilustrado era humanista, conjugaba el conocimiento objetivodel mundo con una visin del sujeto humano libre y razonable, y con unacreencia en el progreso como emancipador de la humanidad. Pero la posteriorreduccin de la racionalidad a razn cientfico-tcnica instrumental, industrial,capitalista, burocrtica, arrastra una corrupcin epistemolgica de la razn, unaracionalizacin, cuyas consecuencias prcticas son antisociales, etnocidas yantiecolgicas. La razn instrumental, con su universalismo abstracto que deviene concretopor el poder tcnico, es adems irracional precisamente por desdear loirracional. Slo conoce el clculo y la manipulacin. Desconoce la afectividaddel ser humano, la idiosincrasia tnica, las necesidades sociales, la autonomade la naturaleza. Max Horkheimer formul su teora crtica a partir del anlisis del tipo deracionalidad propio de la sociedad tecnocrtica. Su origen est ya en la raznilustrada, que equipara lo heterogneo (las diferencias reales) reducindolo agrandes abstracciones, mientras que ella misma se comporta cada vez ms, confrialdad, como cmputo manipulador, como un instrumento cuyo objetivo esel poder y el provecho. Pero los hombres pagan el acrecentamiento de su

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    poder con el extraamiento de aquello sobre lo cual lo ejercitan. El iluminismo[la razn ilustrada] se relaciona con las cosas como el dictador con loshombres... (Horkheimer 1969: 22). Perdida la finalidad tica, utpica ypoltica, slo queda la racionalidad tecnocrtica, ideologa que interviene paraadaptar la sociedad a los requerimientos de una ciencia y tcnicaautonomizadas, cosificadas. La esencia de esta razn es su carcter totalitario:todo se reifica; la naturaleza y la sociedad se reducen a objeto de dominio. Sereifica el mismo espritu del hombre, se cosifica como mero instrumento demanipulacin, vaco de interioridad. Consiguientemente, tambin se adulteranlas relaciones internas entre los hombres, e incluso las relaciones del hombreconsigo mismo. El individuo, negado en cuanto sujeto autnomo, se reduce aun nudo de reacciones y comportamientos exigidos por el sistema, y esconsiderado como cosa, como elemento estadstico. El industrialismo reificaa los seres humanos: el pragmatismo los lanza a una actividad desenfrenada,a vivir para la produccin masiva segn pautas robotizadas, que se quierenhacer pasar por naturales y razonables. Su lgica no es otra que la deldominio irrestricto, que despliega una forma de nueva barbarie: laexplotacin irracional de la naturaleza y del hombre. La crtica a la razn ilustrada y la tecnocracia va en ntima conexin con lacrtica al capitalismo: La razn ilustrada, que ha identificado sin ms con larazn cientfico-tcnica, lleva en su seno la irracionalidad del dominio quesocialmente se plasma al mximo en la forma de sociedad capitalista. Elcapitalismo ha pasado a ser un caso ms, el ms consecuente, de la sociedadirracional en los fines y racional en los medios, engendrada por la raznilustrada (Estrada 1990: 133). La razn instrumental se rige por una lgicatotalitaria, que slo ve la sociedad desde el prisma de la manipulacinomnmoda y el control absoluto sobre el individuo. Las libertades de lasdemocracias liberales se vuelven ilusorias, desde que los medios masivosconsiguen que las gentes interioricen los valores del sistema, abdicando de laconciencia crtica. Por otro lado, este mismo diagnstico lo reitera y profundiza HerbertMarcuse con sus incisivos anlisis. Las capacidades cientficas y tcnicas dela sociedad contempornea son mayores que nunca, pero tambin lo es ladominacin sobre el individuo humano, reducido a un ser unidimensional,atrapado en el crculo febril de produccin y consumo de mercancas indus-triales, determinado a priori por el aparato tecnolgico del sistema. Latecnologa ejerce el control social y tiende a ser totalitaria; se expande a todaslas esferas de la vida pblica y privada; se extiende por todos los continentesbajo la doble forma del capitalismo y del comunismo sovitico. Contra esarazn tecnolgica que se ha hecho razn poltica, contra semejante sociedadindustrial unidimensional, la unin de una creciente productividad y unacreciente destructividad; la inminente amenaza de aniquilacin; la capitulacindel pensamiento, la esperanza y el temor a las decisiones de los poderes exis-tentes; la permanencia de la miseria frente a una riqueza sin precedentesconstituyen la ms imparcial acusacin (Marcuse 1954: 23). Le pareceurgente un cambio cualitativo en esa sociedad avanzada que convierte elprogreso cientfico y tcnico en un instrumento de dominacin (p. 46).Aunque l parece esperar la mutacin a partir de las contradicciones internas

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    de esa misma civilizacin, que abocaran a una subversin radical de laorganizacin y direccin predominante del progreso (bidem); puesto quesegn l la automatizacin de la produccin material generar talabundancia que permitir trascender los lmites del reino de la necesidad... Tales la tesis de su obra El final de la utopa: la utopa ya es realizable, porque, alfin, el desarrollo tecnolgico est en condiciones de solucionar todos losgrandes problemas de la humanidad, haciendo innecesaria la represin. Elproblema est puede objetarse, primero, en que toda oposicin al sistemasea eficazmente integrada, amortiguada o aniquilada. Segundo, que el modelohegemnico de progreso tecnolgico resulte estructuralmente incapaz deproducir para todos sin ir a la quiebra econmica y ecolgica, que locolapsara.

    Mitos de la tecnocracia

    La mitologa encierra insospechadas enseanzas. Pero hay ciertas mitologas,o tal vez mejor ideologas, cuya misin es ocultarnos las cosas, crear imgenesilusorias. La civilizacin tecnocrtica est convirtiendo nuestro mundo en undesierto tal que aquello que creemos estar viendo como viva realidadeconmica y poltica acaso no sea ya sino espejismos. Ya se esfum el mito leninista segn el cual el monopolio estatal de lamegamquina industrial traera la desaparicin de las clases sociales. Pero elmito del liberalismo y el crecimiento econmico an exhibe a sus hroes: lasfusticas multinacionales prosiguen su duelo de titanes, alardeando degigantismo financiero, investigativo, manufacturero y mercantil, compitiendoen tecnologa punta por la conquista del mundo. (Uno recuerda cmo, en laera de los dinosaurios, el futuro estaba reservado para unos insignificantesmamferos...) Por sus obras los conoceremos. Al armamentismo y a lascatstrofes nucleares es estpido buscarles la ideologa poltica: su tecnologadestructiva es idntica. Las relaciones humanas quedan supeditadas a losintereses econmicos. La democracia, secuestrada por el dinero y la tecnologa,tiende a degenerar en burocracia. La tecnificacin del pensamiento expulsa de su nido a los grandes mitostradicionales, pero engendra los omnipresentes medios masivos, difusorescaudalosos de mitologas efmeras, psimas, desarraigadoras: seuelo de ideasy valores advenedizos. El tiempo libre ya no es creativo ni sirve para el cultivode la persona, sino que tambin viene pautado, como forma encubierta detrabajo, por el mercado del ocio y el colonialismo cultural. El sueo de la prosperidad y riqueza para todas las naciones se transmut enpesadilla para el 80 por ciento de la poblacin pobre, excluida del desarrolloindustrial posible. En su obra Hacia el cibernntropo, Henri Lefbvre dedica un captulo a losmitos de la tecnocracia. Los objetos industriales se invisten como smbolos deprestigio y poder, cuya dictadura se impone canalizando los deseos de la gente,sin reparar en hasta qu punto pueden ser elemento de desculturalizacin, dedestruccin por dentro del mundo civilizado (Lefbvre 1971: 18). Porejemplo, el urbanismo moderno, el automvil y otros artefactos de consumocamuflan su irracionalidad bajo la apariencia de una racionalizacin tcnica,

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    aun cuando su nivel tcnico sea dudoso. En esta sociedad burocrtica deconsumo dirigido, como la llama, los signos de tecnicidad son manipuladospor los tecncratas, sometidos a su vez al poder, para seducir publicitariamentea los pasivos consumidores. Y lo que es ms grave, tanto la derecha como laizquierda estn de acuerdo, de hecho, en una representacin: el mito de latecnocracia (bidem: 24). La tcnica misma invade el pensamiento y la accin,convirtindose en ideologa dominante, y as refuerza el cierre del horizontede un mundo tecnificado, hasta amenazarlo de destruccin. Frente a ello,postula la necesidad de abrirle las puertas, insertando la tcnica en la vidacotidiana. Ivn Illich, en libros de gran impacto (excesivamente pronto olvidados),desentraa los efectos expropiadores para la sociedad y degradantes para elmedio producidos por el seoro de la herramienta sobre el hombre, impuestopor la productividad industrial. Hace ver cmo la profesionalizacin tcnica yla institucionalizacin de la escuela, la medicina oficial, la construccin deviviendas, el sistema de transportes, etctera, inhabilita a las personas, atrofiala creatividad humana, irresponsabiliza, anula la solidaridad social. Laindustrializacin genera un simulacro de hombre, cuyas necesidades se reducena aquello que puede ser satisfecho mediante bienes y servicios producidosindustrialmente y obtenidos en el mercado: El modo de produccin industrialestablece su dominacin no slo sobre los recursos y la instrumentacin, sinotambin sobre la imaginacin y los deseos (1973: 121). Illich hace unllamamiento a denunciar la hipertrofia cancerosa y la dominacin del modode produccin industrial como la ltima forma de idolatra (p. 144), y a llevara cabo una reconstruccin convivencial: elegir una vida austera conherramientas convivenciales (p. 145), frente a las megaherramientas enexpansin. Esta idea de herramienta convivencial es sumamente interesante.La convivencialidad es lo inverso de la productividad industrial; supone lalibertad individual dentro del proceso de produccin, en una sociedad equipadacon herramientas eficaces, que estn a la mano para satisfacer las propiasnecesidades, utilizando la propia energa personal de forma creativa. Por suparte, tambin Erich Fromm (1968) rastrea las posibilidades de humanizacinde la sociedad tecnolgica. El tipo de tcnica/herramienta resulta fundamental. Porque, sin duda, no setrata slo de la irracionalidad de los fines (los fines del capitalismo o deltotalitarismo, antisociales y antinaturales), sino de la misma irracionalidad delos medios tecnolgicos, en s mismos (en su estado actual, negativos para elhombre y el ecosistema). El problema no es slo la subordinacin de latecnologa industrial moderna a la estructura capitalista (segn apuntaMarcuse, o Lefbvre), sino la propia tecnologa moderna como tal, con susexcesos y sus insuficiencias. En fin, la mitologa tecnolgica y el cientismo,esa religin de los medios, a la zaga de tantas otras supersticiones delpasado, desempea perfectamente el papel de opio del pueblo (Garaudy1979: 45). Hasta hace poco, al desarrollo de las fuerzas productivas y del progreso sele atribua un papel hefstico, prometeico, mesinico, pero hoy se ha vueltoambiguo, sospechoso, hasta diablico, en su realidad terica y prctica. Eseprogreso, que se presentaba como salvador de la humanidad, nos muestra ahora

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    el rostro del verdugo. La mquina tecnolgica, mediadora entre hombre ynaturaleza no slo ha prostituido esta relacin, sino que pone en peligro mortala ambos. Evidentemente nadie pretende estigmatizar ni la tcnica en general ni todaslas tcnicas utilizadas en la sociedad industrial. Se trata de llamar la atencinsobre el hecho de que el aparato tecnolgico del modo de produccinindustrial, base del capitalismo tecnocrtico, no es o ha dejado de seradaptativo para la especie humana. Pues no es sostenible ni generalizable. Losmitos del industrialismo de los siglos XIX y XX han muerto.

    Inviabilidad del sistema industrial

    Ms de uno se preguntar si no ser una hiprbole retrica esa afirmacin deque el modo de produccin industrial de nuestras sociedades desarrolladas, porsu propia estructura tecnolgica, ha dejado de ser no ya justo, sino viable. Yahe sealado, ms arriba, algunos contrastes alarmantes entre logros ydescalabros de una misma tcnica. Cada vez son ms numerosos los informesy estudios cientficos globales que aportan datos concluyentes y contundentes:por ejemplo, los informes al Club de Roma (King 1991, Mesarovic y Pestel1974, Meadows 1972); los del Worldwatch Institute; El mundo en el ao 2000,de la administracin norteamericana (Barney 1981); el Informe sobre eldesarrollo humano 1992, de la ONU. Un primer argumento puede ser lo nociva que es la lgica interna de unsistema econmico y poltico basado en el control de la tcnica por el dinero,cuyo objetivo no es slo producir bienes y servicios sino, ante todo,incrementar la posesin de dinero, a fin de tener siempre ms y poder comprarcada vez ms. La produccin est subordinada al mercado, y el mercado a laobtencin de la tasa de beneficios ms alta posible. El mayor prestigio vaaparejado a la mayor acumulacin de riqueza. As, el capitalismo provoca,inevitablemente, desigualdades acusadas en la riqueza, cimentadas en lapropiedad o el acceso diferencial a los recursos y a la infraestructura de laproduccin (Harris 1988: 326). La produccin de pobres es consustancial aeste sistema tecnopoltico, y correlativa a la lgica de la acumulacin. Pero eselanzarse a un aumento ilimitado de los beneficios mediante un aumentoilimitado de la produccin tropieza con una contradiccin: la produccin nopuede incrementarse indefinidamente, pues la naturaleza es limitada: Larentabilidad de la produccin no puede expandirse indefinidamente. Todoincremento de la cantidad de tierra, agua, minerales o plantas empleados en unproceso productivo especfico por unidad de tiempo constituye unaintensificacin (Harris 1977: 238), y la intensificacin productiva conduceinevitablemente a la disminucin del rendimiento, a la cada del beneficio y,en consecuencia, al empeoramiento del nivel de vida. Slo el cambiotecnolgico constante permite mantener la intensificacin. Hasta cundo?Porque tambin hay lmites absolutos e irreversibles. Detengmonos un momento a examinar el mecanismo de la disminucin delrendimiento por causa de la intensificacin. El conjunto de los recursosnaturales y el clima, con una tecnologa concreta de produccin, fijan el lmitede produccin de energa, que a su vez determina el mximo de poblacin que

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    se puede mantener. En principio, dada una tecnologa, se puede aumentar laproduccin ampliando el rea productiva (cultivando nuevas tierras, al mismoritmo), a lo que se llama expansin del sistema. O bien, haciendo que trabajems gente, o que trabajen ms horas o ms rpido: esto es la intensificacin.Como los recursos son finitos, todos los modos de produccin acabanenfrentndose a estos problemas. Una veintena de civilizaciones acabaronhundindose por estas causas. Pero, antes, el colapso fue siempre regional.Ahora, por primera vez, la amenaza se plantea a escala planetaria. Laexpansin no puede continuar sin fin (al topar con los ltimos lmites de latierra cultivable). La intensificacin puede ser la solucin slo durante untiempo, hasta que empieza a causar un dao irreversible al ambiente (porejemplo, el agotamiento del suelo o de recursos no renovables), y entonces sellega al punto de los rendimientos decrecientes (cfr. Harris 1988: 272-273),es decir, cada vez se produce menos por unidad de esfuerzo empleado. A partirde ah la produccin puede mantenerse o incluso seguir creciendo, claro quea un costo cada vez mayor, que propender a hacerse insostenible. La respuestasuele ser la innovacin tecnolgica y las nuevas fuentes energticas, cuyoscostos, sin embargo, pueden volver a magnificarse. Si la evolucin cultural y tcnica ha llevado consigo un crecimiento en lacantidad de energa producida per capita, no es ya tan evidente que laeficiencia productiva haya crecido con el industrialismo, si contabilizamostodos los gastos energticos requeridos para la produccin. La produccin alimentaria es la base del mantenimiento de toda civilizacin.Pues bien, la agricultura mundial est en crisis productiva; no hay ms tierrasdisponibles; la revolucin verde en pases del Tercer Mundo ha fracasado; seha traspasado el punto de rendimientos decrecientes: se comprueba que losavances en la tecnologa han producido un decrecimiento de la eficiencia de laproduccin alimentaria; as lo demuestran los enormes imputs de energa quecaracterizan a los sistemas agrcolas industriales (Harris 1988: 287). Porejemplo, hoy se emplean en Estados Unidos 2.790 caloras de energa paraproducir y ofertar una lata de cereales que contiene 270 caloras. En laactualidad la produccin de carne requiere dficits energticos an msprodigiosos: 22.000 caloras para producir 100 gramos, que contienen lasmismas 270 caloras que la lata de cereales (Harris 1977: 253). La produccinganadera puede ser tan contraproductiva como para necesitar entre 7 y 10gramos de protena cereal por cada gramo de protena animal obtenida, siendoprcticamente equivalente el valor nutritivo de una protena y otra. Algoparecido ocurre con la pesquera ocenica, donde el ndice de eficienciaproductiva se ha reducido a la mitad, pese a la intensificacin y la innovacintecnolgica, y donde la cantidad total de pescado capturado se ha estancado,en poco ms de los 70 millones de toneladas, desde 1970. La deforestacin del planeta es tal que, desde 1880, se han talado ms del60% de los bosques existentes, sobre todo los tropicales (para beneficio de lospases ricos). Estamos llegando a un umbral crtico. La sequa y la escasez de agua dulce es grave en numerosas regiones muypobladas, cuyo desarrollo agrcola e industrial, slo por esta escasez, es yaimpensable. Los pases industriales (el 20%) consumen enormes cantidades ysubproducen mayor volumen de aguas residuales contaminadas que el conjunto

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    de los subdesarrollados (el 80%). La produccin de petrleo y gas no slo ha traspasado el punto del rendi-miento decreciente, sino que se efectan estimaciones sobre cundo seagotarn los yacimientos conocidos y los que previsiblemente se descubrirn.Tal vez en veinte o treinta aos empiece a escasear. Todava hoy la baseenergtica de la civilizacin industrial se apoya fundamentalmente en lapetroqumica. Y no hay sustitutivo disponible. Para los pobres no podr habersiquiera petrleo. Queda ntidamente claro que la tecnologa petrolfera no esuniversalizable. Las centrales nucleares desarrolladas el ltimo medio siglo constituyen lamayor monstruosidad tecnolgica engendrada por la sociedad industrial, aldecir de algunos altos directivos dimisionarios (de la General Electric). Sloson explicables por su vinculacin militar y por un afn de lucro a toda costa,digno de ser tipificado como delito de lesa humanidad. Ya en 1974, el segundoinforme al Club de Roma demostraba la absoluta inviabilidad de la panaceanuclear como alternativa energtica. Dejando aparte la ruina financiera quesupondra esa alternativa nuclear y que ni siquiera habra combustible (por loreducido de las reservas mundiales de uranio), est sin resolver el problema delas miles de toneladas de residuos (algunos de los cuales tienen una vidaradiactiva de 25.000 aos); adems los accidentes graves son a la largainevitables (no olvidemos Harrisbourg en 1979 y Chernbil en 1990). Los restantes recursos minerales combustibles, no renovables, como losesquistos de petrleo y el carbn son abundantes; pero todo depende del ritmode aumento de la tasa de consumo energtico anual. Al ritmo previsible, todoslos combustibles detectados hasta ahora se agotarn a mediados del siglo XXI. Los recursos minerales no combustibles tienen una importancia crucial parala industria. Teniendo a la vista la evolucin de la demanda y los yacimientosconocidos, resulta que, de ellos, flor, plata, zinc y mercurio han entrado enfase de agotamiento total. Otros, como azufre, plomo, tungsteno, estao, cobre,nquel, platino y fosfato mineral se agotarn en los prximos 30 aos. Y otros,como manganeso, hierro, aluminio, cromo y potasio, pueden durar para entre40 y 60 aos. Depende del hallazgo de nuevos yacimientos el que estos plazosse prolonguen, nunca ms del cudruple (cfr. Barney 1981: 344). Es un hecho el deterioro y la contaminacin de los elementos, de los ros,mares y lagos, del aire, de las tierras de cultivo, a causa de productos y sub-productos industriales. Aun en el caso de que el dao sea reversible, larecuperacin ser costosa, lenta, quiz improbable. Est comprobado elpaulatino calentamiento de la atmsfera, por acumulacin en el aire del dixidode carbono emitido. Como consecuencia, nos amenaza el efecto invernadero,el cambio climtico, etctera. Ciertos gases industriales estn descomponiendola capa de ozono de la estratosfera, que protege a la Tierra de los rayosultravioleta, muy peligrosos para los seres vivos. El agujero aumenta sin cesardesde 1987. Para restaurar los niveles de ozono que haba en 1990, habr queaguardar nos dicen ahora los cientficos hasta mediados del siglo XXI, yesto si se cumplen los acuerdos internacionales de la Cumbre de la Tierra,celebrada en Ro de Janeiro en 1992. Si todo esto lo combinamos con el crecimiento exponencial de la poblacinmundial, los problemas adquieren la dimensin sobrecogedora que verdadera-

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    mente tienen. Mil millones de seres humanos en 1830. Dos mil, en 1920. Tresmil, en 1961. Cuatro mil, en 1975. Cinco mil, en 1986. Los seis mil estn alcaer. Y cada ao que pasa, casi 100 millones ms en el planeta, que necesitanalimento, agua, vestido, vivienda, sanidad, educacin... Qu les ofrece lacivilizacin industrial? Las doctrinas ultraliberales lo han comprendido muybien: se refieren con un cinismo lacerante al 80% de la poblacin deAmrica Latina y frica catalogndola como masa sobrante, no incorporableal mercado mundial. Los datos de la crisis tecnoeconmica y tecnoecolgica estn ah antenuestros ojos, si queremos ver. Este sistema de produccin industrial, fundadoen una errnea explotacin de la naturaleza, funciona ya escamoteando sudecadencia. Tal vez consiga contar con alguna prrroga adicional, pero susuerte est echada. El incremento de consumo energtico por habitante, que erahasta ahora la medida del progreso, debiera considerarse ya una mala noticia,pues representa un paso adelante hacia el borde del precipicio. Lamentablemente, las lneas de horizonte profetizadas por Jacques Attali, deun mundo organizado en torno a dos grandes espacios dominantes (elespacio del Pacfico, y el espacio europeo), con su respectiva periferia,como nueva forma de cultura y mercado emergente, es muy dudoso que lle-guen a abrir el largo perodo de abundancia auspiciado. El mismo autorreconoce que, en los mismos centros hegemnicos esa nueva forma del ordenmercantil es peligrosa para la especie humana: sustituye actos vivientes porartefactos, transforma la naturaleza en mercanca, amenaza con hacer delpropio hombre un producto en serie; ahonda el abismo entre nmadas de lujoy nmadas de miseria (Attali 1990: 33). Hasta cundo aguantar laperiferia? Cunto soportar la naturaleza? Esta tecnologa y las nuevas tecnologas que acuden a reforzarla cons-tituyen la herramienta de la autodestruccin de la civilizacin industrial. Elcrculo vicioso de intensificacin-crisis-cambio tecnolgico energticamentems costoso slo retrasa un tiempo el colapso y la era de calamidadesplanetaria, en tanto dure, primero, la posibilidad de transferir costos a laperiferia, succionando de ella recursos, energticos, capital, mano de obra ycerebros; y segundo, la factibilidad de exportar entropa al ecosistema sin queste se desplome. Por lo tanto, no es ya que las nuevas tecnologas, en manos de lasmultinacionales, despojen a los individuos y a naciones enteras de laautonoma econmica, es decir, de la facultad de producir por s mismos lonecesario para satisfacer sus necesidades bsicas (la tcnica, que, en un primermomento, dot a los grupos humanos de medios eficaces para satisfacer susnecesidades y adaptarse al medio, luego, en su ltimo avatar, monta el aparatoque expropia, cada da en mayor medida, a casi todos los seres humanos detales medios). Tampoco es slo que la mayora de los pases no dispongan deenerga y recursos, ni de la tecnologa, ni de la capacidad financiera, ni delnivel de formacin requeridos para la industrializacin. Es que, si todos lospases consumieran petrleo en la misma proporcin que lo gastan las nacionesindustriales, todo el petrleo del mundo se agotara antes de fin de siglo. Sitodos los pases consumieran madera como las naciones ricas, ya se habrantalado todos los bosques. Si todos las sociedades utilizaran el automvil como

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    las ms ricas, moriramos por envenenamiento de la atmsfera. Si todosgastaran agua, minerales y metales en la misma proporcin que los que ms,no habra para todos. Cmo se podra universalizar la civilizacin industrial? La expansin mundial de esta tecnologa resulta del todo inviable, por suimposibilidad material, puesto que el intento arrastrara consigo la devastacinecolgica irreversible del planeta. Ante la inviabilidad del modelo actual, al que no le cabe universalizacinsino slo una generalizacin destructiva, la cuestin es hacia qu modelotecnolgico ir. No hay salida real de la crisis sin la sustitucin de la cultura yla tecnologa industrial por otra que sea viable. Habra que dar preferencia aluso de recursos renovables, cuyo ciclo natural es imprescindible respetar, y darpreeminencia a energas inagotables, del sol, el viento, las mareas... Dado que el sistema tecnocientfico e industrial de Occidente no esuniversalizable (por sus presupuestos mismos tanto como por sus resultados),esto significa que la pretendida civilizacin mundial, incoada por elcolonialismo europeo, no puede basarse en el correspondiente pensamiento delOccidente europeo, tal como soaran Husserl, Heidegger y tantos otros queconfundieron su provincianismo cultural con lo universal. Si a la metafsica deEuropa, a su idea, a su subjetividad, a su humanidad, le es conformecomo se lucubra el moderno sistema tecnoindustrial, neocolonial, military mercantil, hoy imperante, entonces la humanidad real y la posibilidad de unacivilizacin planetaria quedan fuera de esa falsa totalidad. De igual manera que los orgenes de las revoluciones tcnicas siempre fuerondeudores de las confluencias y el mestizaje cultural, hoy y maana los avancescientfico-tecnolgicos que llevarn a superar la crisis actual se debern, denuevo, a las aportaciones de sabios de muy diferentes nacionalidades, con talque logren romper la camisa de fuerza tecnocrtica y responder a las demandasurgentes de medios basados en tecnologas adaptativas, ecocompatibles yconvivenciales.

    5. EPISTEMOLOGA DE LA TECNOLOGA

    Como ya he dicho, la tcnica no puede pensarse aislada, sino inserta en unproceso de trabajo y un modo de produccin. La clave del trabajo productivono es slo la tcnica; est tambin en la organizacin social, en las relacionesde produccin. Frente al enfoque simplificador que otorga toda la causalidadsociocultural a la tcnica (Lewis Morgan, Marvin Harris), es necesario, paraatenerse mejor a la complejidad de lo real, pensar las estrechas relaciones entretcnica y organizacin; pues sabemos que hay un vnculo que va de la cienciaa la tcnica, de la tcnica a la industria, de la industria a la sociedad, de lasociedad a la ciencia, etc. (Morin 1982: 77). Hay un embuclamiento deretroacciones recursivas. De hecho, la seleccin de una lnea de investigacino de una tecnologa responde normalmente a una opcin econmica y poltica.Lo tpico de la tecnocracia es ocultar esas opciones (el poder) bajo capa detcnica. Pero toda tcnica concreta, siendo una cuestin evidentementetcnica, implica una dimensin notica y tica, por cuanto comporta un tipo deconocimiento y unos fines humanos, unas consecuencias prcticas, de orden

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    sociolgico y ecolgico.

    Tecnologizacin de la epistemologa

    Edgar Morin sostiene que el circuito entre ciencia-tecnologa-industriapolariza, sobre todo, la idea de manipulacin. La ciencia occidental, comociencia emprica, dise medios de manipular para verificar y as hallar elconocimiento verdadero. Pero este bucle manipulacin W verificacin provocasocialmente una inversin de finalidad, es decir, cada vez ms se verifica paramanipular (Morin 1982: 79). Comienzan siendo manipulados tcnicamentelos objetos naturales, por una idea de emancipacin humana, pero el propiohombre acaba siendo manipulado por el hombre. Con esta tecnologa, lamanipulacin de las cosas necesita el sometimiento de los hombres a lastcnicas de manipulacin (bidem). Ms an, la tecnificacin ha invadido elpensamiento, hasta infiltrarse en la misma epistemologa. En nuestracivilizacin, cada vez se aplica ms la lgica de la mquinas artificiales, losesquemas tecnolgicos y la ciberntica, no slo a la produccin, sino a lavida social, a la concepcin del mundo y del hombre. Como la mquinaartificial no tolera el desorden, no se regenera, no se reproduce, slo aplica unprograma, su modelo resulta simplista para entender la vida, la sociedad y elhombre: el gran problema de toda organizacin viviente y de la sociedadhumana sobre todo, es que funciona con mucho desorden, leas y conflictos(...) constituyentes claves de toda existencia y organizacin social. Esto es loque hay que intentar concebir epistemolgicamente (p. 82). La existencia del ser vivo, individuo, sujeto, fue dejada fuera de laracionalidad tecnocrtica, como si de un residuo irracional se tratara. A lainversa, habr que reintegrar el factor tecnoeconmico en la compleja realidadbio-socio-antropolgica que somos. La epistemologa tecnologizada es propuesta errneamente como modelo deracionalidad, cuando no constituye sino una simplificacin reductora,racionalizacin demencial, generada por el proceso de autodestruccin dela razn ilustrada. La lucha contra la racionalizacin tcnica y contra latecnologizacin de la epistemologa se vuelve una urgencia a la vez terica yvital para la humanidad.

    Racionalidad y racionalizacin tecnolgica

    La raz de esa perversin de la razn que desemboca en la racionalizacintcnica y la manipulacin generalizada se encuentra oculta en la propia razn,capaz de volverse totalitaria, considerndolo todo, hasta los hombres, comopuro objeto de dominio. As se transmuta en razn instrumental. La raznse vuelve loca, como mera herramienta del poder, para justificarfilosficamente el sojuzgamiento de las otras civilizaciones y culturas (ennombre de una racionalidad seudouniversal), y para proporcionar tecnocien-tficamente las mquinas de guerra y comercio con que ejercitar dominaciny destruccin. La crtica epistemolgica reciente ha abierto el camino a la relativizacin delvalor universal de la cientificidad, que siempre debe referirse a sus condiciones

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    histricas y preguntarse por sus lmites ideolgicos. Toda razn absoluta,autosuficiente y clausurada ha de ser rechazada racionalmente. Lo real excedesiempre a lo racional. La razn es evolutiva, debe permanecer abierta a lacomplejidad de lo real, debe autocriticarse, autosuperarse, saber despojarseincluso de los paradigmas que le sirvieron de apoyo. Roger Garaudy, a propsito de la ciencia y las tcnicas que en los tiemposmodernos nos prometieron la omnipotencia, habla de la barbarie occidental,y la atribuye al deslizamiento de la razn hacia un racionalismo lisiado, cuyomayor exponente es el cientismo. Analiza cmo este cientismo procede a unaserie de reducciones y obedece a una serie de postulados: Una racionalidadpuramente analtica, parcial, esterilizada y esterilizante no retiene ms que unfragmento de nosotros mismos y arroja a las tinieblas exteriores a sus lucestodo lo que da sentido y alegra a la vida (Garaudy 1979: 49). No pretendedescalificar la ciencia, sino relativizar cada ciencia, poniendo al descubiertosus postulados. La ciencia occidental se caracteriza como un conocimientoseparado de la sabidura, que es la reflexin sobre los fines: De estaseparacin escribe naci el racionalismo lisiado, fundamento delembrutecimiento cientista y tecnocrtico, que, por no reconocer sus postuladosy su dependencia de una concepcin global del hombre y sus fines, se haconvertido a s mismo en su propio fin (p. 51). La revisin severamente crticade la filosofa y la ciencia europeas que realiza Garaudy le lleva a formular laconclusin radical de que no ser posible reencontrar la plenitud del hombrey su trascendencia sin romper con nuestra cultura occidental y emprender unautntico dilogo de civilizaciones. La verdad es que lo racional se define insuficientemente por la consistencialgica y la contrastacin emprica, por cuanto a ellas se les escapa y porque deellas derivan manipulaciones tcnicas destructivas para la vida. En efecto, loracional de la razn debe incluir el xito vital (Rupert Riedl: biologa delconocimiento), el valor de supervivencia. Y aun algo ms, la apertura a unavida con un sentido que trascienda el humanismo antropocntrico yegocntrico. Como en la moral de los mitos, encomiada por Lvi-Strauss,deberamos colocar el mundo antes que la vida, la vida antes que el hombre,el respeto a los otros antes que el amor propio (ltima pgina del tercer tomode Mitolgicas). Si la revolucin neoltica se fund en la domesticacin de la naturaleza, deplantas y animales tiles a la supervivencia humana, la actual crisis exige ladomesticacin de la tecnologa, como si dijramos, la seleccin cultural deaquellas especies de saberes y tcnicas susceptibles de ser tiles para lasupervivencia de la biosfera terrestre y, en ella, del hombre. Nadie en su sanojuicio propugna la vuelta, por lo dems necia y terrorfica, a una erapaleotecnolgica (recordemos el genocidio perpetrado por Pol Pot y susjemeres rojos en Camboya, en los aos 70); pero s el controlar tcnicamentelas tcnicas destructivas, superar el presente infradesarrollo tecnocientfico,desarrollar tecnologas tanto ms avanzadas cuanto ms ecolgicas y msticas. En medio de la crisis, la tcnica, suficiente para traernos la perdicin,es an ms necesaria para evitrnosla; pero no le confiemos nunca no ya lasalvacin, sino ni siquiera la solucin de nuestros problemas cotidianos, quedebe estar por principio en nuestras manos.

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    Nosotros, hombres del crepsculo industrial, no seremos los nicos encomprender que las reificaciones del deseo en productos fabricados en serieacaban frustrando, y que no todas las carencias se satisfacen tcnicamente.Ante condiciones y dilemas semejantes, mucha gente por doquier optar porsalidas similares, que tal vez prosperen mejor si se da una toma de conciencia.Aunque lo cierto es que las sociedades humanas cruzaron los umbrales msimportantes de la evolucin cultural sin que nadie tuviera clara conciencia delo que estaba pasando. Nos encontraremos ms all del infortunio cuando,refundiendo de nuevo tcnica y arte en un nuevo arte de vivir juntos, hayamosreemplazado la solipsista bulimia de objetos industriales por una austeridadconvivencial, que todava hoy ilusoriamente reputamos indeseable y anti-econmica.

    OBRAS CITADAS

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