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1 Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez Cortando en pedazos a Agag Escritura: 2 Corintios 1:2, Romanos 6:14-17 Código: 80-128 John MacArthur Hace un momento en el servicio, leímos el Salmo de la mañana y fue el Salmo 38. Y ese Salmo 38 está lleno de los sentimientos de una conciencia culpable. En el versículo 2 dice: “Porque Tus saetas cayeron sobre mí, Y sobre mí ha descendido Tu mano. Nada hay sano en mi carne, a causa de Tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí. Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi locura. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, ando enlutado todo el día. Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón.” Los sentimientos de una conciencia culpable, un contraste fuerte con lo que el apóstol Pablo nos ha dicho en 2 Corintios capítulo 1, versículo 12. Quiero continuar estudiando este asunto de la conciencia y el pecado en la vida del creyente y en 2 de Corintios capítulo 1, versículo 12, Pablo, realmente al otro lado del espectro del salmista dice: “Porque nuestra gloria es esta el testimonio de nuestra conciencia que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana sino con la gracia de Dios nos hemos conducido en el mundo y mucho más con vosotros.” Pablo estaba disfrutando el tener una conciencia limpia, una buena conciencia. El salmista estaba sintiendo la agonía de una conciencia acusadora. Hemos estado estudiando en 2 Corintios capítulo 1 esta pequeña sección desde el versículo 12 hasta el 14; y nos hemos enfocado en el sistema de advertencia del alma, la cual es la conciencia. Como hemos aprendido, la conciencia produce culpabilidad, vergüenza, ansiedad, incomodidad, temor, duda, enfermedad física y dolor y otras experiencias de depresión cuando el estándar o la norma más elevada conocida de conducta moral es violada. La conciencia nos es dada a nosotros como un regalo por parte de Dios para advertirnos acerca

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Cortando en pedazos a Agag Escritura: 2 Corintios 1:2, Romanos 6:14-17

Código: 80-128

John MacArthur

Hace un momento en el servicio, leímos el Salmo de la mañana y fue el Salmo 38. Y ese

Salmo 38 está lleno de los sentimientos de una conciencia culpable. En el versículo 2 dice:

“Porque Tus saetas cayeron sobre mí, Y sobre mí ha descendido Tu mano. Nada hay sano en

mi carne, a causa de Tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis

iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre

mí. Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi locura. Estoy encorvado, estoy humillado en

gran manera, ando enlutado todo el día. Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay

sano en mi carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción

de mi corazón.” Los sentimientos de una conciencia culpable, un contraste fuerte con lo que el

apóstol Pablo nos ha dicho en 2 Corintios capítulo 1, versículo 12.

Quiero continuar estudiando este asunto de la conciencia y el pecado en la vida del creyente y

en 2 de Corintios capítulo 1, versículo 12, Pablo, realmente al otro lado del espectro del

salmista dice: “Porque nuestra gloria es esta el testimonio de nuestra conciencia que con

sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana sino con la gracia de Dios nos hemos

conducido en el mundo y mucho más con vosotros.” Pablo estaba disfrutando el tener una

conciencia limpia, una buena conciencia. El salmista estaba sintiendo la agonía de una

conciencia acusadora.

Hemos estado estudiando en 2 Corintios capítulo 1 esta pequeña sección desde el versículo

12 hasta el 14; y nos hemos enfocado en el sistema de advertencia del alma, la cual es la

conciencia. Como hemos aprendido, la conciencia produce culpabilidad, vergüenza, ansiedad,

incomodidad, temor, duda, enfermedad física y dolor y otras experiencias de depresión

cuando el estándar o la norma más elevada conocida de conducta moral es violada. La

conciencia nos es dada a nosotros como un regalo por parte de Dios para advertirnos acerca

2

de lo que devasta al alma. El apóstol Pablo estaba viviendo una vida santa y por ello, tenía

una conciencia limpia que no lo acusaba. Él no era perfecto, pero tenía victoria sobre el

pecado en su vida.

Ningún cristiano puede dar testimonio, un testimonio honesto del hecho de que cuando se

volvió un cristiano el pecado fue borrado. No es así. La tendencia a pecar todavía existe en

nuestras vidas. Aunque somos salvos, todavía pecamos y peor aún, todavía derivamos placer

de nuestro pecado. Todavía luchamos con hábitos pecaminosos, no sólo actos pecaminosos

aislados. Y algunas veces, caemos en pecados vergonzosos, escandalosos. Nuestros

pensamientos y nuestras palabras no siempre son lo que deben ser. Nuestro tiempo con

frecuencia es desperdiciado en búsquedas frívolas y mundanas. Nuestras mentes y nuestros

deseos con frecuencia están enfocados en cosas pasajeras. Nuestros corazones con

frecuencia se enfrían hacia cosas santas y evangélicas.

Y podríamos hacer la pregunta: ¿por qué es esto así? Si regresamos a Romanos capítulo 6

podríamos concluir que todo debería ser diferente. El versículo 14 de Romanos 6 dice:

“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la

gracia.” En el versículo 17 dice: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado,

habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y

libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.” Si de hecho el pecado no tiene

dominio sobre nosotros, si realmente ya no somos esclavos del pecado, ¿por qué no

podemos vivir una vida pura y disfrutar de una conciencia limpia? ¿Por qué es que continúa

esta batalla?

Bueno, la respuesta es que todavía hay pecado que permanece dentro de nosotros. Hemos

sido salvos del pago del pecado y Cristo tomó la paga Él mismo al morir en la Cruz, hemos

sido salvados del poder dominador del pecado; y esto es: el dominio poderoso del pecado

sobre nosotros ha sido roto y no tenemos que obedecerlo. Inclusive hemos sido salvos hasta

cierto grado en la actualidad de la presencia del pecado porque ya no está con nosotros en

todo momento en toda expresión. Y algún día, seremos salvos en su presencia en totalidad.

Pero aunque os hemos sido salvos, redimidos y perdonados todavía hay pecado que

permanece en nosotros.

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Ahí yace el problema. El problema es que si usted quiere tener una vida pura y por lo tanto,

una conciencia limpia, tiene que enfrentar el pecado que permanece en usted. La pregunta es

¿cómo lo enfrenta? Quiero tomar una ilustración del Antiguo Testamento. Creo que puede

ayudarnos a tener un retrato vivido de cómo enfrentar el pecado que permanece en nuestras

vidas para que podamos tener una conciencia limpia. Y en lugar de tener la experiencia del

salmista, tengamos la experiencia de Pablo.

Pase a 1 Samuel capítulo 15. Primera de Samuel, capítulo 15. Esta gran historia del Antiguo

Testamento tiene la intención de enseñarnos la seriedad del pecado y la justicia de la ira

santa de Dios en contra del mismo. No quiero pasar por alto esas verdades ni el valor

histórico de esto. Pero quiero tomarlo más bien como una ilustración vívida o analogía de

cómo los creyentes deben enfrentar el pecado.

Veamos el versículo 1 en 1 Samuel 15. “Después Samuel dijo a Saúl: ‘Jehová me envió a que

te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.’”

Ahora, usted recordará que Saúl fue elegido porque era de hombros arriba más alto que otros,

era de la tribu de Benjamín, era aquel que el pueblo quería que fuera su rey y el Señor estuvo

de acuerdo en permitir que tuvieran al hombre que querían. Debía ser ungido. Pero había una

condición: si él iba a entrar en esta función, tenía que hacer algo; y era escuchar las palabras

del Señor. Él se iba a colocar en una posición en donde iba estar gobernando al pueblo de

Dios y por lo tanto, necesitaba escuchar a Dios quien era su verdadero soberano.

Y después, aquí él se vuelve muy específico. Aquí esta lo que el Señor tiene que decir y esto

es lo que tienes que escuchar y obedecer, versículo 2: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos:

‘Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.

Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a

hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.’” A eso se le

llama genocidio. Ve y destruye a una raza entera. Esto realmente no era una raza sino una

tribu entera de personas llamados por un hombre llamado Amalec.

El mandato de Dios era muy claro. Saúl tenía que enfrentarlos despiadadamente a estos

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amalecitas. Él no sólo debía matar a los hombres sino también a las mujeres y a todos los

niños y a todos los bebés. Y él, después tenía que matar a todos sus animales. La tribu entera

tenía que ser borrada de la existencia de manera despiadada y cruel. No debían tomar

rehenes y la implicación es que tampoco botín alguno. Ahora, la pregunta que surge de

manera inmediata es ¿por qué un Dios de amor infinito y misericordia y gracia determinó un

juicio tan severo en contra de una tribu pagana?

Permítame ver si puedo responder esa pregunta. Los amalecitas eran una tribu antigua. Ellos

eran nómades y viajaban por todas partes. Y ellos ocuparon el sur de Canaán. Ellos eran los

descendientes de Esaú y por lo tanto, estaban fuera de la línea de la promesa así como

Génesis 36:12 lo indica. Eran los enemigos perennes de los judíos y una vez que los judíos

llegaron a la tierra de Canaán, de hecho, ustedes recordarán cuando los judíos llegaron a la

tierra de Canaán inicialmente, tenían miedo de entrar a la tierra. Usted recordará que ahí en

Cades-Barnea titubearon mucho. Ellos no querían entrar a la tierra. Tenían miedo debido a la

ferocidad aterradora de los amalecitas.

De hecho, fue ahí que ellos desobedecieron a Dios porque estaban tan intimidados por esta

tribu tan feroz, mala y viciosa. Fueron la misma tribu, como se hace referencia aquí, que atacó

a Israel en Refidín. De hecho, fue poco después del éxodo, como lo señala, y esta fue la

famosa batalla registrada en Éxodo 17 cuando Aarón y Ur, usted recuerda, tuvieron que

sostener en alto los brazos de Moisés para que la victoria pudiera venir.

Y se habían involucrado en la guerra en contra de los israelitas de una manera muy cobarde.

Lo que hicieron, como leeremos más adelante, es que atacaron por atrás a esta masa de

humanidad que se estaba moviendo y saliendo de Egipto del éxodo, camino a la tierra

prometida. Los atacaron por la retaguardia, esto es lo que venían por atrás. ¿Y quiénes eran

ellos? Gente de edad, niños pequeños, mujeres embarazadas, personas enfermas, cualquier

persona cansada, débil, desmayándose. Fue una manera cobarde de atacar por la

retaguardia.

Entonces, ellos habían emboscado a Israel masacrando a todos los que se habían quedado

por atrás. Y atacando de esta manera, por atrás, hasta que finalmente se involucraron en la

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batalla y esto se nos indica por cierto en Deuteronomio capítulo 25, como lo leeré en tan sólo

un momento. Fue una expresión de su impiedad, su odio hacia Dios, su odio por aquellas

cosas que eran santas, su actitud salvaje hacia otros. Y Dios libró a Israel en ese día. Y usted

recuerda esa historia ahí sosteniendo en alto los brazos de Moisés. Los amalecitas huyeron y

se escondieron. Y en la conclusión de la batalla en Éxodo 17, versículo 14, Dios le juró a

Moisés esto: “Borraré de manera total la memoria de Amalec de debajo del cielo.” Dios dice

que va a borrar de la existencia de manera total a ese pueblo.

Él estaba tan comprometido con esto que Él hizo a este voto parte de la ley mosaica. Está en

el Pentateuco en Deuteronomio 25. Escuche los tres versículos, los últimos tres en el capítulo

25. “Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo

te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban

detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios.” Y aquí

está la clave. “Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos

alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la

memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.” Esto debe suceder. Fue un pueblo

aterrador, intimidante, mortal, los amalecitas; y la ira de Dios ardió en contra de ellos debido a

su impiedad.

De acuerdo con Números, capítulo 24, versículo 20, Dios inclusive llamó a un profeta corrupto

Balaam a profetizar su condenación. Jueces capítulo 6, versículos 3 al 5 dice que a estas

personas les gustaba molestar a los judíos. Y los que les encantaba hacer era sobre todo

entrar y destruir sus cultivos. Y claro, esto implicaba destruir su vida y su provisión de

alimentos. Ellos odiaban a Dios. Ellos odiaban a los judíos. Ellos se deleitaban en la violencia.

Ellos eran pecadores viciosos. Y por todo esto y porque Dios había hecho un voto, Dios iba a

destruir a los amalecitas. Y cuando usted llega ahora al texto que yo le señalé, 1 Samuel 15,

es aquí que ha llegado el momento para tomar acción. Y entonces, Dios ahora dice que Israel

tiene un rey y es tiempo de actuar. ‘Ve ahora y ataca a Amalec.’ Saúl y sus ejércitos debían

ser el instrumento mediante el cual Dios iba a guardar Su voto y ellos llevarían a cabo su

santa ejecución de una tribu tan feroz, mala y viciosa. Pero la obediencia de Saúl fue sólo

parcial.

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Retomemos la narración en 1 Samuel 15, versículo 7. “Y Saúl derrotó a los amalecitas desde

Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.” Indica que fue una victoria

devastadora, amplia. Él los mató de extremo a extremo, de adelante hacia atrás, de norte a

sur. Una derrota aplastante. Pero, versículo 8: “Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a

todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de

las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo

bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.”

Motivados por la avaricia, motivados por el amor al dinero, se quedaron con los mejores

animales, se quedaron con las mejores posesiones, recolectaron el botín de la victoria. Ni

siquiera hicieron un buen trabajo, por cierto, minucioso de ejecutar a los amalecitas. Muchos

de ellos escaparon. Y después, lo peor de todo, perdonaron a Agag. Perdonaron al rey.

¿Por qué? ¿Por qué es que Saúl había sido tan desobediente? Bueno, no fue sólo

materialismo, en este caso fue orgullo. Aquí había un monarca aterrador de esta tribu quien

era conocido por todos como el peleador y guerrero más grande y victorioso, delante de quien

otros se desmoronaban. Saúl iba a mostrar su gran poder, su gran fuerza al mostrar el trofeo

de Agag diciendo ‘miren lo que tengo, miren a quién derrote’. Fue orgullo y materialismo.

Simplemente fue un corazón malo por parte de Saúl quien de manera abierta desobedeció a

Dios. Pero el pecado fue tan serio que Dios inmediatamente derrocó a Saúl, lo quitó del trono

y a todos sus descendientes para siempre del trono.

Observe en el versículo 23. De hecho, podríamos comenzar en el versículo 22: “Y Samuel

dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a

las palabras de Jehová?” Se acuerda usted que Saúl se había quedado con algunos de los

animales para ofrecerlos como sacrificios y Dios le está hablando a él a través de Samuel

diciéndole: “¿Crees que me interesan los holocaustos? Lo que me interesa es la obediencia.

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de

los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la

obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para

que no seas rey.” El derrocamiento del rey.

Y entonces, él fue depuesto. Un asunto serio. Ahora, vaya al versículo 32. “Después dijo

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Samuel: Traedme a Agag, rey de Amalec.” Ahora, usted tiene que saber que de la gente de

Amalec que habían sobrevivido, probablemente de alguna manera estuvieron en contacto con

su rey y mientras su rey estuviera vivo sentían que su pueblo todavía tenía razón de existir.

Su rey estaba todavía vivo, todavía estaban intactos y lo que estaba pasando entre

bambalinas era que los miembros sobrevivientes estaban comenzando a reforzar y revivir la

realidad de su rey. Samuel dijo: “Tráiganme a Agag, rey de Amalec.” Y Agag, pensando que

todo está bien, que ya todo está perdonado, “Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag:

Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a las

mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres.” Lo cual es otra de manera de

decir que lo va a matar. “Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en

Gilgal.”

Es una escena más bien nauseabunda, ¿no es cierto? Fue Dios quien mandó que fuera

hecho. Y Samuel lo hizo delante del Señor y Samuel no era un soldado. Samuel era un

sacerdote. Pero aquí estaba Dios enviando juicio divino a partir de ira Santa en contra del

pecado. A diferencia de Saúl y el resto de los israelitas, Samuel cumplió con los mandatos del

Señor.

Este es un retrato tremendo de la actitud de Dios en contra del pecado. No obstante, y

tristemente, la batalla que supuestamente debía exterminar a los amalecitas, que

supuestamente tenía que borrarlos, terminó antes de que la meta fuera cumplida.

Aparentemente, los soldados estaban preocupados recolectando el botín y asegurándose de

que estuvieran a los escogiendo los animales buenos y separándolos de los malos; y

realmente nunca cumplieron con la misión. Las Escrituras registran que unos años después,

la tribu, con un vigor renovado, atacó el territorio del sur y tomó cautivos a todas las mujeres y

los niños.

Pase al capítulo 30 de 1 Samuel. Versículo 1: “Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag

al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y

le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que

estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los

habían llevado al seguir su camino. Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que

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estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos. Entonces

David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas

para llorar. Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal

el de Carmel, también eran cautivas.”

Entonces, regresan y este terrible grupo de amalecitas los había vuelto a atacar y en el

versículo 16 de 1 Samuel 30 leemos: “Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados

sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín

que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.” Estos son los amalecitas.

“Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos

ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.” Una

matanza de 24 horas. Ahora, algunos jóvenes se escaparon, el resto fue masacrado. “Y libró

David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos

mujeres. Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de

todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David. Tomó también David todas

las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.”

David, por la misericordia de Dios, rescató a esas mujeres e hijos cautivos y todo ese botín de

esas personas.

Y como dije, este es un principio tremendo que nos ayuda a entender la actitud de Dios hacia

los pecadores y Su santidad de ira contra el pecado. Pero quiero usar esto simplemente como

una analogía esta mañana. Cuando usted y yo fuimos salvos, en ese momento, hubo una

derrota aplastante del pecado. Una derrota aplastante. De un extremo al otro, de este a oeste,

de norte a sur, nuestro pecado fue aplastado. Pero todavía tenemos pecados que

permanecen. Hay algunos amalecitas que están corriendo en la vida de todos. Todos tenemos

a nuestros Agags. Y el problema en nuestra vida es que nuestro pecado no ha sido aplastado

con una derrota aplastante. Así ha sido. Pero todavía hay pecado que permanece. Hay

algunos amalecitas inicuos que están sueltos en todos nosotros. Y aunque hubo una derrota

grande y gloriosa y triunfal en el momento de nuestra salvación, existe la necesidad de que

los pecados que permanecen sean despedazados. O revivirán. Van a atacar nuestros

corazones y van a quitarnos la fortaleza espiritual. No podemos ser misericordiosos con los

Agags de nuestra vida. No podemos ser misericordiosos con los pecados que quedan en

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nuestra vida o de lo contrario se volverán y crearán una insurrección y una rebelión; e

intentarán destruirnos.

De hecho, bien podría ser que como los amalecitas, el pecado que permanece, que queda en

nosotros, con frecuencia se vuelve más feroz, más formidable que nunca antes porque no lo

esperamos. Ciertamente, los hijos de Israel habían pensado que los amalecitas eran un

enemigo derrotado. Su rey había sido hecho pedazos y aquí llegaron. Las Escrituras nos

llaman a enfrentar nuestro pecado como Samuel enfrentó a Agag. A matarlo. Hay pecado que

permanece en nosotros residiendo en nuestra humanidad no redimida, en nuestra carne y

tiene que ser matado. Tiene que ser encontrado y destruido. Y hasta que no hagamos eso, no

vamos a experimentar lo que Pablo experimentó en su confianza valiente acerca de tener una

conciencia santa, sincera y piadosa.

Ahora observe por un momento Colosenses, capítulo 3. Y en Colosenses, capítulo 3,

versículo 5, el texto de hecho dice en el versículo 5: “Por tanto, consideren los miembros de

su cuerpo terrenal como muertos.” Pero la lectura marginal dice: “Hagan morir los miembros

que están sobre la tierra.” Cosas como la inmoralidad, la impureza, la pasión, los malos

deseos y avaricia que es idolatría. Mátenlos. Háganlos morir. No lo pueden hacer

parcialmente. No lo pueden hacer a medias. No simplemente pueden tener una especie de

Agag que queda y dejarlo ahí en algún lugar en su vida. Él va a guiar una rebelión. Tiene que

continuar hasta que la tarea se haya acabado. Pecados, como los amalecitas, tienen una

manera de escapar la matanza reproduciéndose y reviviendo y lanzando ataques inesperados

en nuestras áreas más vulnerables.

Regrese a Romanos capítulo 8, versículos 12 y 13. Versículo 12, Pablo dice: “Así que,

hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si

vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,

viviréis.” Hacer morir las obras del cuerpo es característico de alguien que está viviendo. En

otras palabras, es característico de un creyente el estar matando las obras de la carne, del

cuerpo, estar ejecutando a los amalecitas en su vida y haciéndolo por el poder del Espíritu.

Eso es lo que él está diciendo ahí. Después de declarar victoria sobre el pecado en Romanos

6, él entonces describe la batalla continua con el pecado en Romanos 7. Y ahora, él describe

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el triunfo y la experiencia que gana la batalla y silencia o carga la conciencia. Y él dice: ‘está

aquí, es hacer morir a las obras del cuerpo.’ Matar al pecado, despedazándolo hasta matarlo.

La conducta distintiva de aquellos que son salvos y aquellos que tienen victoria sobre el

pecado es que continuamente están haciendo morir sus obras malas, matándolos.

Mortificando el pecado, como dice una versión. Pablo está diciendo que esa es una

característica de un verdadero creyente. Ellos matan las obras de la carne, matan al pecado.

Un verdadero creyente no va a actuar como Saúl, quien quería consentir y preservar a Agag.

Sino que actuará como Samuel quien lo hizo pedazos sin misericordia. Lo despedazó.

Amados, no pueden domar a la carne. No pueden hacerle una mascota. No pueden coexistir

con ella. No pueden decir ‘bueno, sólo hay unos cuantos que están ahí afuera, déjenlos

sueltos, no van a lastimar a nadie.’ Pablo dice ‘más vale que busquen a todos y los maten tal

como Dios instruyó a su pueblo a hacerlo con estos amalecitas.’ Acción dramática.

Nuestro Señor habló de una acción dramática como esa en varias ocasiones, una de ellas

está en Mateo 5:29 y 30 cuando dijo: “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo

de ti pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado

al infierno. Y si tu mano derecha que te es ocasión de caer, córtala y échala fuera de ti.

Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al

infierno.” Él no está llamando a una mutilación personal, está llamando a la mortificación. Es

algo semejante. Usted tiene algunas cosas en su vida que usted necesita matar y Pablo está

diciendo esencialmente lo mismo de regreso en Romanos cuando está hablando acerca de

matar al pecado. Pablo nunca le promete a un creyente libertad inmediata del ataque del

pecado. Él no dice que en el gran triunfo todos los amalecitas murieron. O morirán. Él dice

que usted va a tener que seguir matándolos a lo largo de su vida. Y Pablo no dice que usted

puede resolver este problema con un momento de crisis, una segunda bendición, una

segunda obra de gracia, una experiencia de santificación instantánea. Él no dice eso. Él no

dice que usted lo puede resolver con un enfoque pasivo y dice ‘yo no hago nada y dejo que

Dios haga todo. No puedo hacer nada, no voy a hacer nada. Simplemente me siento. No voy

a involucrarme en esto, voy a dejar que Dios lo haga todo.’ Pablo no dice eso. Y él no sugiere

algún punto clave decisivo de re dedicación o de consagración al final de una invitación

después de un sermón.

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Él dice que usted tiene que hacer esto continuamente, de manera interminable a lo largo de

toda su vida como lo es notado por el tiempo verbal, hacer morir las obras de la carne. Tiene

que estar moviéndose, matando pecados todo el tiempo. Es una lucha continua, de manera

persistente matando las obras de la carne. Él no está llamando a algún tipo de vida de dolor

físico. Esa no es la idea. Me acuerdo cuando conocí a un hombre que usaba un cinturón

pegado a su carne que estaba lleno de clavos porque quería estarse lastimando e hiriendo su

carne todo el tiempo para que pudiera de alguna manera estar lidiando con sus pecados. Él

no está hablando de eso. Sé de personas en la historia de la Iglesia Católica que colocaron

tachuelas y clavos y rocas en sus zapatos para estar experimentando dolor, pensando que de

alguna manera podían así hacer morir al pecado. Pablo no está llamando a una vida en la

cual usted está aplicándose dolor. Él no está llamando a una privación monástica. Él no está

llamando a una mutilación personal. Él no quiere tener nada que ver con lo que el castigo

externo personal. Más bien, él está describiendo un estilo de vida que busca matar al pecado,

aplastarlo, quitarle su fortaleza, privarlo de su influencia y de esta manera, dar lugar a una

conciencia limpia y buena que da lugar a la paz, al gozo, al descanso, la seguridad, la certeza

y a la esperanza.

Básicamente, la mortificación del pecado, el matar al pecado, involucra el cultivar nuevos

hábitos de piedad combinados con la eliminación de hábitos viejos de pecado. Del lado

positivo, usted comienza a hacer cosas piadosas. Del lado negativo, usted deja de hacer

cosas pecaminosas. Y esa es una lucha constante en la cual debemos permanecer

comprometidos de manera perpetua.

Ahora, las Escrituras nos ofrecen, voy a llevar el mensaje a la conclusión con algunas de

estas cosas, algunas medidas prácticas mediante las cuales podemos destrozar a Agag.

Medios prácticos mediante los cuales podemos matar a los amalecitas que permanecen en

nuestra vida. Y ninguno de ellos es carnal, ninguno de ellos es externo, ninguno de ellos es

mecánico, ninguno de ellos es ceremonial, ninguno de ellos es ritual. No tiene nada que ver

con candelas y ceremonias. No tienen nada que ver con algún tipo de cosas de esas. John

Owen, el gran pensador y escritor de los tiempos puritanos observó que la mayor parte del

sistema religioso católico romano consistía, y cito: “de maneras erróneas y medios

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equivocados de mortificación.” Fin de la cita. Él dijo ‘estos católicos, siempre están tratando de

mortificar al pecado en su vida con medios cerrados: con votos, órdenes, ayunos, penitencia.’

Todo eso es inútil. El pecado no puede hacer aniquilado a través del legalismo o el monacato

o la piedad o el ascetismo o el fariseísmo o el celibato o la autoflagelación o a través de los

confesionarios, o los rosarios, las aves Marías o ningún otro medio externo. El instrumento de

mortificación está en el corazón. Es el poder del Espíritu, Romanos 8:13. Por el Espíritu haga

morir. Esto es algo espiritual, no es algo físico. El Espíritu va a estar ahí pero nosotros

tenemos que estar activos en el proceso, no pasivos. Todos los medios de mortificación son

extraídos de mandatos simples de las Escrituras a creyentes que debemos obedecer.

Permítame enfatizar algunos. Vamos a ver un pequeño flujo y secuencia. Si usted quiere

matar al pecado en su vida; y ese es el único modo de tener una conciencia limpia, si usted

quiere enfrentar el pecado en su vida, así es como lo debe hacer. Paso uno: absténgase de

deseos carnales. Absténgase de deseos carnales. Santiago dice ‘cada uno es tentado cuando

de su propia concupiscencia es atraído y seducido.’ Entonces, la concupiscencia, habiendo

concebido, da a luz el pecado. Si usted va a matar al pecado, usted tiene que detener el

deseo pecaminoso. Tiene que enfrentarlo inicialmente. Primera de Pedro 2:11; y Pedro dice -y

creo que es tan simple y directo como usted puede decirlo: “Los animo como extranjeros y

peregrinos a abstenerse de los deseos carnales que batallan contra el alma.” Ahora, ¿qué

está diciendo? Le voy a decir lo que está diciendo. ‘Dejen de tener deseos pecaminosos.’ No

es demasiado místico. Dejen de tener deseos pecaminosos.

Es como 1 Corintios 6:18 “huid de la fornicación.” ¿Quiere matar los deseos pecaminosos en

su corazón? Entonces, deje de entretenerlos. Pedro no describe algún programa complejo de

terapia. Simplemente él dice que dejen de tener deseos carnales. Déjelos. Sáquelos de su

vida. No hay punto alguno en esperar que algún tipo de poder celestial quite el deseo

pecaminoso. No hay punto alguno en pasar horas y horas y años y años buscando la fórmula

correcta para perseguir al demonio del deseo pecaminoso. Aquí está el medio más simple y

directo de matar al pecado. Deje de tener el deseo pecaminoso. Deténgalo. Es como Santiago

4, el cual dice ‘resiste al diablo y huirá de usted.’ Deje de tener el deseo pecaminoso y usted

dejará de pecar.

13

Usted pregunta cómo detiene el deseo pecaminoso. Bueno, vayamos a Romanos 13:14 y

aquí hay un mandato muy simple al final del versículo: “Y no proveáis para la carne ni sus

deseos.” Si usted quiere dejar de tener deseos pecaminosos, entonces no provea nada para

que se alimente el deseo pecaminoso. ¿Entiende eso? No acomode su deseo pecaminoso. El

deseo pecaminoso tiene que ser detenido antes de que comience. Digo, si usted lucha con la

glotonería, no vaya al mercado con mucho dinero, hambriento y solo. Vaya con poco dinero,

lleno y con un amigo espiritual. ¿Sabía que estoy diciendo? No se coloque en esa posición. Si

usted lucha con la glotonería, no se llene de comida chatarra. Si usted se ve tentado por el

deseo sexual, no llene su mente con las imágenes que alimentan la tentación. No vayan a una

película que demuestra ese tipo de cosas o lea una novela que trata de eso o vea programas

en televisión que alimentan eso y después se pregunta por qué siempre está luchando con el

deseo pecaminoso y por qué siempre tiene una conciencia que lo acusa. No provea para los

deseos de la carne. Es como matarla de hambre.

A mí antes me gustaban las papitas. No es un pecado, pero un punto de ilustración. Las

papitas no son buenas para mí me - dijo el doctor. La única manera en la que puedo dejar de

comer papitas es no estar cerca de ellas. Si están cercas, me las voy a comer. Me las como,

con moderación. Pero si no están cerca de mí, no tengo problema alguno. Es maravilloso

algunas veces cuando me acerco a la alacena y no están ahí y puedo felicitarme a mí mismo

por mi gran dominio propio. Y para empeorar las cosas, vivo a 3 km del supermercado más

cercano. Es algo fácil quitar lo que alimenta la mente con el medio para entretener

pensamientos malos. No haga preparativos para la posibilidad de pecar; y entonces, mátelo

antes de que se reproduzca. Entonces, si se va a abstener de deseos pecaminosos, no haga

provisión para los mismos.

Hay un tercer paso en el flujo aquí. Estamos retrocediendo. Enfoque su corazón en Cristo.

Este es el mismo versículo, versículo 14: “Sino vestíos del Señor Jesucristo.” Vestíos del

Señor Jesucristo, busque la semejanza Cristo. No esté satisfecho, no esté contento hasta que

despierte a su semejanza. Como dijo el salmista o tomando las palabras de Pablo que dijo

‘estoy en dolores de parto hasta que Cristo sea formado plenamente en vosotros.’ Busque el

ser semejante a Cristo. Primera de Juan 3:3: “El que tiene esperanza en sí mismo se purifica

a sí mismo así como Él es puro.” Enfoque su corazón en Cristo y la semejante a Cristo y

14

pregúntese qué es lo que Cristo quiere usted haga. Sabe una cosa, es una ley espiritual

absoluta que usted se va a volver como el objeto de su adoración. Así es.

Y veo esto en los deportes. Usted sabe, puede ir a cualquier centro comercial en cualquier

lugar del país y tienen 1, 2, 3, 4, 5 o media docena de tiendas en donde usted puede ir y

comprar fotos de los héroes deportivos de nuestra cultura o sus playeras o gorras. Digo, es

interminable. Hace algún tiempo atrás, fui a un juego de los Kings con un amigo que juega

para los Canucks de Vancouver y él estaba jugando esa noche. Y tuvimos algo de comunión.

Él conoce y ama al Señor. Y cuando entré, no había pasado mucho tiempo, me sorprendió ver

a todos estos hombres pasados de peso, que usaban este jersey de Wayne Gretzky, de Kelly

Rudy Luc Robitaille o de alguien más. Estaban todos ahí y que tenían este número y el

nombre del jugador en la parte de atrás de su playera y estaban tratando de convertirse en su

héroe, en su dios. Y claro, sabemos que probablemente ellos apenas podrían haber atinado

de un final de la cancha el otro. Pero había cierta adoración de héroes que resultaba en que

ellos adoptaran las características que identificaban a su dios, su héroe deportivo.

Y así es. El Salmo 135 inclusive identifica eso. Dice que los ídolos de las naciones no son

más que oro y plata, la obra de mano de hombres. Tienen bocas, no hablan; tienen ojos, no

ven; tienen oídos, no oyen; ni hay aliento en ellos en sus bocas y los que los hacen son

semejantes a ellos. Digo, es una ley espiritual absoluta que usted se convierte en lo que usted

adora. Los paganos se vuelven como sus dioses, sean ídolos o sean atletas, cuánto más los

cristianos se van a convertir como Cristo cuando lo hacemos a Él el enfoque de nuestra vida,

porque no sólo nos estamos convirtiendo como Él por nosotros mismos sino por la obra del

Espíritu Santo que nos está transformando de un nivel de gloria al siguiente nivel de gloria a la

imagen de Jesucristo. Conforme usted enfoca su corazón en Cristo se va a volver como

Cristo. Conforme usted se vuelve como Cristo, no va a escoger las cosas que proveen para su

deseo pecaminoso y por lo tanto, usted se va a abstener del deseo carnal.

Retrocediendo un paso más, a un cuarto mandato, Salmo 119, versículo 11. Uno muy

conocido, usted lo conoce bien. Salmo 119:11: “En mi corazón he guardado Tus dichos para

no pecar contra Ti.” Medite en la Palabra de Dios. Josué 1:8 dice lo mismo, que debemos

tomar el libro de la ley y no dejar que se aparte de nuestra boca, meditar en el día y noche,

15

hacer todas las cosas que están escritas en él y entonces haremos que nuestro camino sea

próspero. Jesús le oró al Padre: “Santifícalos en Tu verdad, Tu Palabra es verdad.” Pablo dijo:

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros.” Y cuando la Palabra lo llena a usted y

la Palabra lo domina y la Palabra vence su manera de pensar y su vida y está saturado por la

Palabra, eso es lo que lo lleva a un enfoque centrado en Cristo. Conforme usted ve la gloria

del Señor revelada en la Palabra, usted es transformado en conformidad a la imagen de

Cristo. Y cuando usted es transformado a la imagen de Cristo, usted no hará provisión a los

deseos de la carne. Usted se abstendrá del deseo carnal, usted matará al pecado. De hecho,

usted descubrirá la espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios y ésa es la espada con

la cual usted hace pedazos al pecado. Es el arma más eficaz que tenemos.

Hay un quinto medio espiritual que debe ser señalado: meditar en la Palabra de Dios lleva al

enfoque en Cristo, lo cual lleva a que no hagamos provisión para la carne, lo cual lleva a

abstenernos de deseos pecaminosos. Pero hay algo más que es absolutamente esencial y

eso es orar. Estar constantemente en oración. Se acuerda usted cuando los discípulos de

Jesús dijeron ¿cómo oraremos? Jesús, entre las cosas que les enseñó dijo esto: “Cuando

oren, oren así: “no nos metas en tentación sino líbranos del mal.” Es cuestión de oración. Es

cuestión de pedirle al Señor. Usted recordará en Mateo 26:41 y creo que es Lucas 22:40,

tenemos una nota ahí. Jesús dijo: “Velad y orad para que no entréis en tentación.” La oración

es un componente absolutamente crucial conforme le pedimos al Señor fortaleza.

El salmista en el Salmo 19 dijo esto: “Señor, guarda a tu siervo de pecados presuntuosos.”

Detenme de pecar, una oración muy directa. Es realmente eso lo que creo que está en el

corazón del escritor de Hebreos cuando él escribe en Hebreos capítulo 4, versículo 16 y dice:

“Acerquémonos pues confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar

gracia para el oportuno socorro.” Creo que el tiempo de necesidad ahí es el tiempo de

tentación, la batalla del creyente contra el pecado. Ahí es cuando necesitamos gracia, ahí es

cuando necesitamos misericordia y es cuando Él la provee. Todo esto, amados, la oración, el

tiempo en la Palabra, el enfoque en Cristo, no alimentar deseos pecaminosos y abstenerse de

sus impulsos. Todo esto es parte de desarrollar dominio propio en su vida.

En 1 Corintios capítulo 9, quiero llevarlo a este texto. En 1 Corintios capítulo 9, y usted conoce

16

bien el texto, Pablo dice: “Todo el que compite en los juegos ejerce dominio propio en todas

las cosas.” Usted tiene que dominar su vida de oración, controlarla, su tiempo en la Palabra,

su enfoque en Cristo, decir no a las cosas que alimentan su deseo pecaminoso si es que

usted va a ser un ganador. Y Pablo dice que la gente compite en los juegos ejerce dominio

propio en todas las cosas. Controlan su dieta. Controlan su plan de ejercicio, su programa de

entrenamiento, su sueño. Digo, usted sabe que un gran atleta es alguien que tiene su vida

bajo control. Y lo hacen, dice él, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una

incorruptible.

Entonces, Pablo en el versículo 16 27 dice: “golpeo mi cuerpo,” hupopiazō, literalmente pegar

debajo del ojo. Yo golpeó mi cuerpo. Yo lo disciplino para traerlo bajo control, para hacerlo

que se someta. Esa es la razón por la que Pablo tenía una conciencia limpia. Él tenía una

conciencia limpia porque él enfrentó el pecado. Él controló su cuerpo, una disciplina personal

vigilante. Una disciplina personal que es un hijo de la oración constante y la meditación

constante en la Palabra. Es aquello de lo que Lucas 21:34 habla cuando dice ‘velad, estad en

guardia para que sus corazones no estén cargados de disipación y embriaguez y las

preocupaciones de la vida’. Pablo se disciplinó a sí mismo para elevarse por encima de eso.

Simplemente es disciplina personal. Realmente es Filipenses 2: ‘ocupaos de vuestra salvación

con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce tanto el querer como el hacer

por Su buena voluntad.’ Usted tiene que estar comprometido con ello, trabajar duro en esto;

disciplina personal.

Pero por otro lado, es Dios quien lo está haciendo. Y esto lo lleva de regreso a Romanos 8:13,

¿no es cierto? Por el Espíritu. Es el poder del Espíritu operando en nosotros que mata al

pecado pero no sin nuestra participación. Usted no puede nada más sentarse, como dije

antes, y esperar que los amalecitas y los Agags de su vida simplemente se vayan. Usted no

puede coexistir con ellos. Usted tiene que ser agresivo y tiene que estar activo en oración,

meditando en la Palabra, fijando su corazón en Jesucristo y vistiéndose del Señor Jesucristo

evitando todos lo que alimenta su deseo pecaminoso y absteniéndose del deseo pecaminoso

de esa manera.

Y sabe una cosa, el Nuevo Testamento tiene algunos otros deberes, algunos otros deberes

17

que matarán al pecado, como vestirse de humildad, 1 Pedro 5:5, como tener la mente de

Cristo, Filipenses 2:5; como despojarse de sentimientos vengativos hacia otros, Efesios 4:31 y

32; como vestirse de la armadura de Dios, Efesios 6; como dejar de lado las actitudes

pecaminosas, Colosenses 3:8 y 9, añadir las gracias de crecimiento espiritual, 2 Pedro 1:5 al

7. Pero básicamente, el resumen de esto es la Palabra, la oración, la semejanza a Cristo,

evitar el tipo de cosas que alimentan el deseo pecaminoso y por lo tanto dejamos de tener

deseo pecaminoso, dejamos de pecar. Resumiéndolo todo, en la misma carta que estamos

estudiando, 2 Corintios 7:1, Pablo dice: “Así que amados, limpiémonos de toda contaminación

de carne y de espíritu perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” Esto quiere decir que

es nuestra responsabilidad el hacer esto. Es por el poder del Espíritu Santo, esa es la parte

misteriosa. Pero mi parte, limpiémonos de toda contaminación, deshágase de eso, mátelo.

Deshágase de eso. No sea que regrese de una manera devastadora como lo hicieron los

amalecitas.

La carne es sutil, la carne es engañosa, puede dejarlo solo por un tiempo, hacerlo pensar que

se deshizo de ella y después, regresará con una furia infernal. El pecado, como usted puede

ver, es alguien que está siempre listo para atacar y usted nunca puede descansar, siempre

está buscando cómo atacar. Cuando Agag venga a usted y con gusto diga “ciertamente la

amargura de la muerte ha pasado,” lo cual es otra manera de decir que se acabó la guerra,

que usted es salvo, que usted está bien, yo estoy derrotado. No se preocupe por mí. Cuando

Agag y sus amigos amalecitas quieran hacer la paz con usted y declarar un fin de las

hostilidades, ahí es cuando usted toma su espada y los hace pedazos. No somos ignorantes

de las estrategias de Satanás. Más vale que no seamos ignorantes de nuestras armas.

Inclinémonos en oración.

Padre, Te damos gracias en esta mañana por este maravilloso tiempo de adoración. Gracias

por lo práctico que es este texto. Gracias por la gran historia de los amalecitas y Agag. Te

damos gracias por la manera en la que nos revela Tu justicia, Tu juicio, Tu ira Santa, Tu odio

hacia el pecado. Y Señor, hemos descubierto que en ese acontecimiento histórico tremendo

de Samuel despedazando a Agag nos presenta una analogía apta para cómo debemos

enfrentar el pecado en nuestras vidas.

18

Que seamos personas que oran, que mediten en la palabra, que enfocan sus corazones en

Cristo, que no proveen oportunidad alguna para la carne y por lo tanto, que dejan de tener

deseos pecaminosos, que detenemos nuestros pensamientos malos, que detenemos nuestras

palabras malas, nuestras formas malas, nuestros deseos malos. Y que estemos matando al

pecado en nuestras vidas y por lo tanto, disfrutando de una conciencia valiente, llena de

confianza; una que es santa y piadosa en su sinceridad como la de Pablo.

Te doy gracias por los que en esta mañana aquí con nosotros dicen que su conciencia está

limpia. Quizás inclusive en esta mañana sus pecados fueron confesados de manera total y en

estos días de adorarte a Ti, en esta temporada del año, quizás sus corazones se han fijado en

Ti de una manera especial y la conciencia está limpia. Pero Señor hay otros aquí que se

sienten más como el salmista y la herida es profunda y el dolor es real. Y sienten cierta

enfermedad física de vez en cuando y vergüenza, culpabilidad, ansiedad, temor, duda,

pérdida de gozo; y es porque Tu mano está en ellos de manera pesada través de su

conciencia porque no están enfrentando a los amalecitas en su vida. Que nosotros, Señor,

siempre estemos haciendo morir las obras de la carne para que podamos disfrutar de una

vida pura, limpios de toda contaminación de carne y de Espíritu, perfeccionando la santidad

en el temor de Dios y de esta manera, disfrutando la bendición y el beneficio de una

conciencia limpia. Buscamos eso y Te damos gracias por hacerla disponible a nosotros por Tu

Espíritu, el único que puede lograrlo en nosotros conforme nos hace estar dispuestos. En el

nombre de Cristo oramos. Amén.

Estaba pensando después de que terminé el mensaje esta mañana lo importante que es lidiar

con este asunto de hacer morir al pecado, lo esencial que es en nuestras vidas. Y recordé de

nuevo el hecho de que haré mi mejor esfuerzo un domingo por la mañana de enseñarles esa

verdad, sabiendo que usted lo puede comprender, lo puede entender, lo puede afirmar, puede

estar de acuerdo con el mismo, puede creerlo, puede aplicarlo, pero eso no termina la batalla.

Y esa es la razón por la que tenemos que regresar y repasarlo uno y otra vez y otra y otra vez

semana tras semana porque debemos sostener ese nivel de rendición de cuentas con la

verdad, tenemos que confrontar, constantemente, semana tras semana tras semana los

pecados de la gente para que puedan ser traídos a rendir cuentas delante de un Dios santo

una y otra y otra vez. Es sorprendente que las cosas que conocemos pueden ser hechas a un

19

lado en nuestras mentes y el pecado puede volverse a levantar y salir a la superficie y ser

nuevamente entretenido.

Casi pienso que al vivir en el mundo en el que vivimos en la actualidad en el cual el pecado

nos es vendido a través de un proceso avanzado de medios de comunicación es difícil el

poder llegar domingo a domingo y más vale que usted se esté exponiendo más que tan sólo

domingo a domingo a la Palabra o de lo contrario va a encontrar que su vida se va a

resbalando hacia una tolerancia del pecado. Al mismo tiempo que la cultura ha empeorado,

hay buenos Cds y libros cristianos que han incrementado y han proliferado y la radio cristiana

está ahí y hay recursos. El punto no es sólo para darle información. Podemos dar la

información y usted puede conocer la información, creerla, inclusive podría ser lo

suficientemente bueno como para enseñarla. El punto es estimularlo al amor y a las buenas

obras. Es la razón por la que nos congregamos como nos dice Hebreos 10, colocarnos al nivel

de la rendición de cuentas habiendo adorado al Señor y venir ante Él en oración y venir

también a Su mesa, esto es también un punto de rendición de cuentas. No sólo es

información, es repetición que es necesaria porque llegamos a no hacer lo que conocemos y

esto de manera tan fácil. Entonces estoy aquí no sólo para darle nueva información o

información antigua en un nuevo paquete, sino para recordarle a usted una y otra y otra y otra

vez porque la batalla continúa.

Y entonces, es tan importante que la gente sea fiel en adorar al Señor domingo, tras domingo,

tras domingo sin perderse un domingo porque usted cae en patrones de tolerancia en su vida

cuando usted no es llevado a la rendición de cuentas, cuando usted no se está sentando bajo

la predicación directa de la Palabra de Dios. Por eso me preocupo tanto por personas que se

sientan en iglesias en donde la meta del mensaje es hacer que los incrédulos estén cómodos.

Porque lo que va a pasar en últimas, es que el creyente va a sentirse muy cómodo por su

pecado porque nunca es confrontado, realmente nunca es enfrentado. Entonces, usted va a

tener a una multitud de incrédulos felices que están bien entretenidos y un grupo miserable de

creyentes que está perdiendo la batalla con el pecado.

Es crucial, entonces que cuando la Iglesia se congrega, se confronte a sí misma con esta

necesidad de santidad. Esa es la razón por la que hacemos lo que hacemos el día del Señor.

20

Y sólo quería añadir esto como un comentario al margen esta mañana porque creo que es tan

importante que usted entienda que mi función aquí no es darle nueva información sino hacerlo

que sea responsable con la información antigua, la verdad antigua, la verdad que cambia la

vida que algunas veces caemos con tanta frecuencia de manera tan regular que necesitamos

ser traídos de regreso a esa rendición de cuentas una y otra vez. Y para ayudarle y traer un

aguijón a su conciencia es parte de la función del predicador. Y ciertamente, la función de la

mesa del Señor, el confrontar nuestros fracasos y nuestros pecados y nuestras transgresiones

y nuestra conciencia que nos acusa.

Entonces, en esta noche, antes de que lleguemos a la mesa del Señor - lo cual haremos en

un momento - me gustaría recordar algunas cosas que no dije en esta mañana y a manera de

recordatorio, a manera de comentario al margen, quiero añadir al mensaje de esta mañana

algunas ayudas finales en este proceso de matar al pecado. Ahora recuerde, Romanos 8:13

dice que ‘si por el Espíritu hacéis morir a las cosas de la carne, viviréis’. Es por el poder del

Espíritu Santo por el que matamos el pecado que queda en nosotros. Y debemos estar

ocupados en tomar la espada del Espíritu, por así decirlo, en el poder del Espíritu Santo y

matar a los pecados que quedan en nuestra vida.

Y en el proceso de hacer eso, usted recordará que señalamos que debe abstenerse de

deseos carnales, no debe hacer provisión para la carne, debe vestirse del Señor Jesucristo,

debe meditar en la Palabra, esconderla en su corazón para no pecar, debe valorarla para no

entrar en tentación. Vimos todos esos mandatos. También señalamos que debe estar lleno del

Espíritu Santo porque Él es el poder que lo hace suceder. Y debe disciplinarse para tener

dominio propio, golpear su cuerpo para que usted no quede descalificado. Y añadimos otros

deberes que van de la mano como buscar la humildad y cosas por el estilo.

Pero permítame darle algunos recordatorios finales conforme usted se involucra en aplicar

todos esos principios en su vida. Hay algunas cosas que necesita saber. Y le voy a dar unas

cuantas antes de que lleguemos a la mesa del Señor.

Número uno: el pecado no está matado cuando es meramente cubierto. El pecado no es

matado cuando es meramente cubierto. Usted puede ser muy exitoso en cubrir su pecado.

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Hasta donde otros pueden ver, usted puede tener mucho éxito en esconderlo de toda persona

que lo rodea. Pero eso no es matarlo. Si un pecado simplemente ha sido cubierto con algún

tipo de protección, si ha sido cubierto con algún tipo de pintura, como pintura en una pared,

eso es hipocresía; y la hipocresía es simplemente otro pecado. Si la conciencia de alguna

manera ha sido cubierta de azúcar, usted está en un estado mucho más peligroso de lo que

estaba antes. Cubrir de manera exitosa su pecado no mata su pecado, lo hace inclusive estar

más vivo porque no ha sido expuesto; se está escondiendo. Y en Proverbios 28:13 leemos

esto: “El que encubre sus pecados no prosperará. Pero el que los confiesa y se aparta,

alcanzará misericordia.” Usted no ha cumplido con su deber en matar al pecado hasta que lo

ha confesado y lo ha dejado. Cubrirlo sólo lo empeora.

En segundo lugar, en ayudarle al aplicar este deber necesario de matar al pecado, necesita

recordar que el pecado no ha sido matado cuando únicamente ha sido internalizado. El

pecado no ha sido matado cuando únicamente es internalizado. Alguien podría pensar que

hubo cierto pecado que practicaron de alguna manera, pecados de su boca, de su lengua,

pecados cometidos con su cuerpo, con sus manos, con sus ojos, sus oídos, lo que sea. Y

después, cuando dejaron de hacerlo, cuando dejaron la práctica externa de esa maldad,

imaginan que por lo tanto lo han matado; cuando la realidad es que están disfrutando de los

placeres de ese pecado en su propia mente. Podría encontrarse a usted mismo llegando al

punto de su experiencia cristiana en donde usted dice no voy a entretenerme a mí mismo al ir

a películas que desfilan inmoralidad. Y entonces, usted deja de hacerlo. Pero las imágenes

vívidas de esas experiencias de ver esas películas, usted permite que regresen a su mente y

usted las entretiene una y otra y otra vez. Usted no ha matado al pecado en absoluto. El

pecado no es matado cuando sólo es internalizado. No está muerto si usted todavía puede

meditar en los placeres del pecado. Quizás pudo haberlo movido de afuera hacia adentro y

quizás pudo haberlo movido de la privacidad de su imaginación en donde sólo es conocido

para usted y para Dios. Pero ese pecado no está muerto. Al contrario, se ha vuelto más mortal

porque ahora, está casado con la justicia pretenciosa. Ahora es peor a los ojos de Dios. Es

aquello por lo que Jesús reprendió a los fariseos. Ellos evitaban el homicidio, pero toleraban el

odio. Ellos evitaban la fornicación y el adulterio, pero toleraban el ver a una mujer para

desearla de manera pecaminosa. Y Jesús inclusive los declaró dignos del infierno eterno. El

pecado no está matado cuando meramente está cubierto con hipocresía. No está matado

22

cuando es internalizado. En ambos casos, puede llegar a ser aún más peligroso.

En tercer lugar, y esto también es algo muy práctico que debe considerar, el pecado no es

matado cuando es intercambiado por un pecado diferente. Algunas personas imaginan que

debido a que han dejado un pecado y lo han reemplazado con otro, realmente han hecho

cierta obra, han tomado ciertas acciones para hacer morir el pecado en su vida. ¿De qué sirve

intercambiar los deseos de la carne por los deseos de los ojos? ¿O los deseos de los ojos por

la vanagloria de la vida? Y los deseos pecaminosos simplemente han cambiado de forma.

Reemplazar la fornicación con la avaricia no lo lleva usted a ningún lugar. Ese tipo de táctica

lo coloca en una situación de peligro porque lo colocan una posición en la que usted se

endurece por el engaño del pecado. Usted deja algún pecado y escoge algún otro y usted se

imagina que eso es progreso espiritual y se está engañando. No es así.

En cuarto lugar, el pecado no es matado cuando es reprimido. Usted preguntará cómo es que

la gente reprime el pecado. Le voy a decir cómo: algunas personas lo hacen con el alcohol.

Simplemente se emborrachan hasta perder la conciencia. Ellos prefieren experimentar

elefantes rosas que la culpabilidad. Algunas personas ahogan su culpabilidad con el

entretenimiento y otras distracciones. Algunas personas van a otros consejeros y otras

personas que van a elevar su autoestima y de esta manera imaginan que su culpabilidad ya

se acabó cuando realmente únicamente está siendo reprimida bajo el engaño del consejo no

sabio.

Martyn Lloyd-Jone escribió en una ocasión, y cito: “Si usted simplemente reprime una

tentación o su primer movimiento del pecado dentro de usted, probablemente va a regresar

con mayor fuerza. A este punto, yo estoy de acuerdo con el psicólogo moderno que la

represión siempre es mala. Bueno, ¿qué hace usted?, pregunta alguien. Yo respondo ‘cuando

usted siente ese primer movimiento del pecado, simplemente levántese y diga claro, no voy a

enfrentar en nada esto’. Exponga la cosa y diga ‘esto es malo, esto es vil, esto es lo que sacó

al primer hombre del paraíso.’ Sáquelo, véalo, denúncielo, ódielo por lo que es. Y entonces,

usted lo ha enfrentado. Usted no debe meramente empujarlo en un espíritu de temor o en una

manera temerosa. Sáquelo, expóngalo, analícelo y después denúncielo por lo que es hasta

que lo odie.” Fin de la cita. Ese es buen consejo. Enfrentamos nuestro pecado de manera

23

valiente cuando le pegamos en la cabeza. Someterlo un poco no es suficiente. Necesitamos

exterminarlo como aprendimos en el caso de Agag, al hacerlo pedazos. Esa tarea de toda la

vida.

Entonces, en cierta manera lo estamos cubriendo desde todo ángulo posible: el pecado no es

matado cuando simplemente es cubierto y no es matado cuando es internalizado. El pecado

nos matado cuando simplemente es intercambiado por un pecado diferente. Y, el pecado no

es matado cuando es meramente reprimido.

Y un pensamiento final, lo cual nos lleva de regreso a donde comenzamos en esta discusión

en esta mañana. El pecado no es matado hasta que la conciencia está callada. El pecado no

es matado hasta que la conciencia ha sido apaciguada. La meta en toda nuestra batalla en

contra del pecado se identifica en 1 Timoteo 1:5: la meta es amor de un corazón limpio y una

buena conciencia y una fe sincera. Mientras la conciencia nos esté todavía atacando, mientras

que la conciencia permanezca contaminada, el pecado no ha sido matado. En 1 Pedro tres,

escuche los versículos 15 al 16: “Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén

siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en

ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto, manteniendo la conciencia limpia.” Tenga una

respuesta para lo que cree, esa es la primera polémica.

La segunda, es una vida pura que da lugar a una buena conciencia. ¿Quiere tener un impacto

en el mundo? ¿Quiere callar a los críticos, la gente que calumnia a la fe? ¿Quiere hacer una

diferencia? ¿Quiere que la gente venga Cristo? Dos cosas: tengo una respuesta y tenga una

buena conciencia. La primera polémica es tener la capacidad de defender la fe. La segunda

polémica es ser capaz de defender su devoción a la fe. Una cosa es ponerse de pie y decir

“creo en el cristianismo, creo en la fe cristiana, estoy comprometido con la fe cristiana, estoy

comprometido con el Señor Jesucristo, este comprometido con el hecho de que Él es Dios en

la carne humana, murió en la Cruz, resucitó por mi estoy completamente comprometido con la

Biblia.” Y después, alguien le pregunta “¿por qué estás entonces viviendo en pecado?” ¿Con

qué nivel de compromiso está usted comprometido? Entonces, hay una doble polémica en

ese texto. La primera es conocer la respuesta por la razón de la esperanza que hay en usted y

la segunda es mantener una vida pura la cual da lugar a una conciencia buena de tal manera

24

que no puedan calumniar lo que usted cree sino que no puedan calumniar la manera tan

profunda y entregada con la que lo cree.

Parte del proceso de la verdadera mortificación o hacer el morir el pecado es enfrentar el

asunto de la culpabilidad. Si usted quiere saber en dónde en su vida el pecado no ha sido

enfrentado, simplemente escuche su conciencia. Esto es un contraste total, por cierto, con la

sabiduría popular de nuestro día. La sabiduría popular de nuestros días es muy diferente.

Escuche lo que escribió John Owen: “Si usted quiere matar el pecado, cargue su conciencia

de la culpabilidad del mismo.” Fin de la cita. Guau.

La mayoría de la gente en la actualidad elevada decir que huya de la culpabilidad. John Owen

dijo ‘cargue su conciencia de culpabilidad’. Él creía que los dolores de la culpabilidad eran una

consecuencia natural y saludable de hacer algo malo. Avergüéncese, escribió él.

Avergüéncese mucho porque él vio la vergüenza como una ventaja. Escuche a su conciencia

avergonzada y culpable. Como puede ver, él de manera correcta - John Owen - entendió que

debemos entender lo que Pablo entendió cuando escribió 2 Corintios 7:10: ‘la tristeza que es

según la voluntad de Dios produce un arrepentimiento sin remordimiento’. La verdadera

tristeza piadosa producirá arrepentimiento. ¿Y que produce la tristeza piadosa? Una

conciencia culpable. ¿No fue eso lo que leímos en el Salmo 38? ¿No fue en el Salmo 38 que

leímos esta mañana una ilustración clásica de tristeza piadosa producida por la culpabilidad?

Y fue esa vergüenza que llevó al salmista a su gran confesión. Esas personas que tan sólo

afirman con su cabeza su culpabilidad reclaman de manera trivial la promesa del perdón y se

confortan rápidamente a sí mismos y después ya no piensan en su pecado y se están

sometiendo a sí mismos al engaño del pecado que endurece el corazón. Deje que la tristeza

haga su obra plena en producir un arrepentimiento profundo y honesto; y esos pecados serán

debilitados de manera severa.

De esta manera, podemos matar a los amalecitas en nuestra vida. De esta manera, podemos

hacer pedazos al Agag y podemos enfrentar con el pecado que queda en nosotros. Es una

tarea de por vida. No tenemos que hacerlo solos como vimos en esta mañana. ‘Ocupaos de

vuestra salvación con temor y temblor,’ Pablo dijo en Filipenses 2:12 – y en el siguiente

versículo dijo ‘porque Dios es el que en vosotros produce así el hacer como el querer por Su

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buena voluntad.”

El pecado, es algo serio. Es algo serio que roba nuestro gozo. No sé usted, pero me gustaría

llegar al lugar en mi experiencia cristiana en donde sería rutinario para mí el poder decir,

repetir las palabras de Pablo ahí atrás en ese primer capítulo de 2 Corintios: “Nuestra

confianza es esta: el testimonio de nuestra conciencia que en santidad y en sinceridad

piadosa no en sabiduría carnal, sino en la gracia de Dios nos hemos conducido en el mundo y

especialmente hacia vosotros.” El poder decir todo el tiempo ‘mi conciencia está limpia’ como

le dijo a los corintios. Sin que nada lo acuse. Aquí estaba un hombre que realmente estaba

enfrentando su pecado. Él no sólo lo estaba cubriendo. Él no sólo lo estaba internalizando. Él

no lo estaba reprimiendo. Él no lo estaba cambiando por otro pecado. Él realmente lo estaba

enfrentando y su conciencia estaba en paz. Escuche a su conciencia. Es el sistema de

advertencia del alma. Le envía mensajes que Dios quiere que usted oiga.

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