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HUAMBRACUNA

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HUAMBRACUNA

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Alfredo Costales Samaniego

Dolores Costales Peñaherrera

HUAMBRACUNALa epopeya de Yahuarcocha

2002

IEAG

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HUAMBRACUNAAlfredo Costales SamaniegoDolores Costales Peñaherrera

1era. edición: Ediciones Abya–Yala.Av. 12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla: 17-12-719Teléfonos: 506-247 / 562-633 Fax: (593-2) 506-255e-mail: [email protected]

[email protected]

Diagramación: Abya–Yala Editing

ISBN: 9978-22-204-9

Diseño Portada: Raúl Yépez

Impresión: Sistema DocuTechQuito-Ecuador

Impreso en Quito-Ecuador, 2002

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Introducción................................................................................................................ 7

Capítulo IInvasión y conquista del Reino de Quito.- El imperialismo cuzqueño.- Túpac Inga Yupanqui, décimo primer inca del Perú.- Esquemas y técnicas de guerra de los contendientes.- Yanas y chinas, o ejército pasivo.- Mitimas.- Los mandos superiores.- Conquista de los chachapoyas, ayavacas, guancabambas, paltas y cañaris.- Los encuentros armados.- Los mantayas quitus.- Los isaminas o defensores del Reino de Quito.- Conquista sangrienta de Puruguaya Grande y presencia de Hualcopo.- Los generales Pillahuaso, Eplicachima y otros.- Huayna Cápac y Cacha.- Fin de la primera etapade la Conquista de Quito y sus provincias. ................................................................. 9

Capítulo IIEl décimo segundo emperador del Tahuantinsuyo.- Concentración en el Tomebamba y conquista de Puruguaya, Angamarca, Quesna, Macas, Tiquizambi, Sigchos y Pusilli.- Batallas para entrar a Quito.- El centro ritual y religioso de los quitu caras fundado por Quitumbe.- Características físicas.- Complejo de piyashas y tolas.- El general Pinta y sus fortalezas de guerra. - Derrota y desplazamiento hacia el norte. .................................................................. 19

Capítulo IIILos cayambis gobernados por los señores Puento.- Cochasquí y la reina Quilago.- Los angos de Caranqui.- Lucha desesperada de la primera línea defensiva entre las fortalezas de Shaygua y Malchinguí.- Pambamarca, Chumillos y sus fortalezas.- Conquista de Cochasquí y Pambamarca.- Batalla de Tontaqui y muerte del rey quiteño Cacha... 33

Capítulo IVCaranqui.- Asaltos nocturnos de los caranquis a las fuerzas imperiales.- Características del poblado.- Huayna Cápac asienta su real en Caranqui.- Los señores naturales del sector.- La laguna de Imbaya y el asalto final a las fortalezas de Aloburo.- Matanza en la laguna que desde entonces se llamó Yahuarcocha.- Morada provisional del inca en Caranqui.- Atabalipa, síntesis quitu - cara.................................................................. 45

Índice

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Capítulo VHuayna Cápac y los huambras, únicos sobrevivientes de los vencidos.- Lo que dicen los cronistas sobre la mortandad en la laguna de Imbaya que luego se llamó Yahuarcocha.- Fusión de los quitu caras con las jerarquías cuzqueñas del Tahuantinsuyo.- Caranqui y la suerte de los Angos.- Los huambras en las guerras civiles y posteriormente en la conquista del Tahuantinsuyo.- Quisquís, el gran general de los huambras de Quito. ................................... 53

Capítulo VICaranqui en la Colonia.- Características demográficas.- Las encomiendas.- Doctrina de los dominicos y los ermitaños de San Agustín.- Tenencia de la tierra.- Los repartimientos y las ventas.- Los Angos, dueños de las tierras de Yahuarcocha.- Presencia de los jesuitas y otras informaciones de importancia.- Cronología de la transmisión de dominio. .................................. 61

Notas bibliográficas..................................................................................................... 65

Índice onomástico ....................................................................................................... 71

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“Huayna Cápac iba visitando toda la tierra hacia Quito por todos los puruaes y, lle-gando a Quito, supo que estaba un señor que se llamaba Otavalo y señoreaba los curagas ypastos; y va sobre él con toda su gente, cerca de una laguna frontero a una provincia que sellama Mira; y allí junto a la laguna se dieron una batalla entre ambos a dos, que dicen ser lacosa reñida que entre indios se vió. Y como Guainacaba tenía la gente más diestra en la guer-ra y con mejores armas, mataron tanta cantidad de los otros, que la sangre de los muertos setornó la laguna de aquella color de sangre. Aunque de los Guainacaba murieron muchos,mataron allí al señor de Otavalo y fuese Guainacaba a su valle; y tenía una mujer aquel señormuy hermosa de la tierra; y tomóle por mujer. Llamaron aquella laguna Yaguarcocha, quequiere decir en nuestra lengua laguna de sangre. Y, como tomase aquella Señora por su mujer,empreñose de él y parió un hijo, que se llamó Atabalipa, tomado el nombre del valle que sedecia Otavalo.”

(Crónica de la Conquista. Alonso de Borregán)- 1563 -

Introducción

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Según la cronología más confiable,Túpac Yupanqui fue coronado emperador delTahuantinsuyo en 1438 y ostentaba la mas-caypacha y la borla carmesí que eran los sím-bolos de poder de su dinastía.

El espíritu expansionista de los sobera-nos incas los había llevado a someter por lasarmas, primero al Tahuantinsuyo, luego alContisuyo y al Collasuyo; pero quedaba aúnpor anexar al imperio la región del Chinchan-suyo que se extendía hacia el norte del Cuz-co u “ombligo del mundo”. Puesta su miradaen el Norte andino - Chachapoyas y Reino deQuito -, Túpac Yupanqui preparó numerosoejército y hacia 1477 inició la conquista deesos territorios; en la organización de estaaventura demoró tres años.

Según los cronistas tempranos, llevó“un ejército muy grande”. Sarmiento de Gam-boa dice que de doscientos cincuenta mil

hombres; Cieza de León, de doscientos vein-te mil (iscay pacha huaranga runas)*; y Pacha-cuti Salcamaygua, de ciento veinte mil). Es-quivel y Navia, coincidiendo con Garcilasode la Vega, habla de cuarenta mil. Ante talesdiscrepancias, historiadores más modernos,como González Suárez, no mencionan cifraalguna. El obispo historiador solo indica queHuayna Cápac “traía un numeroso ejército,aguerrido y bien disciplinado”1. Igualmente,Cabello y Balboa se limita a hablar de sus“muchos escuadrones de guerra”.

Es posible que los cronistas, al recibirla información, bien de los quipocamayos obien de los indígenas del común, hayan inter-pretado mal los términos de un idioma que lesera aún extraño. Los indígenas solían - y sue-len todavía - utilizar el adverbio manchanaypara referirse al miedo y tienen muchos deri-vados del verbo manchay que significa temer.Quizá alguno de estos vocablos fue usado en

Capítulo I

Invasión y conquista del Reino de Quito.- El imperialismo cuzqueño.- Túpac Inga Yupanqui, décimo primer inca del Perú.- Esquemas y técnicas de guerra

de los contendientes.- Yanas y chinas, o ejército pasivo.- Mitimas.- Los mandos superiores.- Conquista de los chachapoyas, ayavacas, guancabambas,

paltas y cañaris.- Los encuentros armados.- Los mantayas quitus.- Los isaminas o defensores del Reino de Quito.- Conquista sangrienta de Puruguaya Grande

y presencia de Hualcopo.- Los generales Pillahuaso, Eplicachima y otros.- Huayna Cápac y Cacha.- Fin de la primera etapa

de la Conquista de Quito y sus provincias.

* Pacha, como escribe Cieza, significa: mundo, tiempo. Puede también significar: vestido. Seguramentequiso decir "pachac": número cardinal que indica cien.

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lugar de la palabra manayupana, que quieredecir incontables. Al interpretar los cronistasestos vocablos, como mejor podían o que-rían, seguramente se tomaron la libertad dedar cifras a su entender, y eso explicaría la di-versidad de datos en cada una de sus cróni-cas. Nosotros nos inclinamos a aceptar el nú-mero que señala Esquivel y Navia; esto es,cuarenta mil hombres, cifra respetable y acor-de con la demografía de la época.

Para detener a esa fuerza veterana losquiteños debieron preparar un número por lomenos igual, si no mayor, de combatientes, locual significa que sumados los dos ejércitoshabía unos ochenta mil hombres.

Sabemos que los peruanos no solocontaban para la guerra con los integrantesdel ejército activo, sino con los del pasivo; osea, los yanas y las chinas. Pachacuti Salca-maygua dice en sus “Antigüedades” que Tú-pac Yupanqui llevaba “otros doce mil indioscon sus mujeres”*2. Cieza asegura que esta-ban agregados al ejército “los yanaconas ymujeres de servicio que no tenían cuenta delnúmero de ellos”3. Esto era lógico pues elejército necesitaba alimentarse y sobrevivir entierras ajenas. Los indios quitos, con el mismoancestro cultural que los cuzqueños, conta-ban con los unilas y las huarichas que desem-peñaban el papel de auxiliares en sus escua-dras de guerra.

Los yanas asimilados al ejército teníancomo obligación servir, cultivar la tierra,construir jarcas al mando de los pircacama-yos, levantar los campamentos provisionales,confeccionar vestimentas, construir armas, yotros tipos de trabajos que los auca runas (sol-dados) no podían realizar. Los yanas teníanfunciones fundamentales en las luchas deconquista. De ellos dependía que las coptrasestuvieran permanentemente abastecidas de

maíz, papas, quinua y jora, en los tambos y enlos depósitos. Como los centros de acopio delos que disponía el imperio estaban distantesde los campos de guerra, la propia tierra inva-dida tenía que alimentar al conquistador. Poreso es que el avance de las fuerzas estaba su-peditado a los ciclos agrícolas; es decir, cuan-do los yanas habían logrado sembrar y cose-char y los graneros estaban suficientementesurtidos. A los yanas se agregaban los prisio-neros de guerra para que cumplieran igualesfunciones logísticas.

Un ejército de cuarenta mil hombresdependía de la fuerza, pasiva y creadora a lavez, de los auxiliares. La organización y ladisciplina eran fundamentales para lograr losobjetivos bélicos. Por conveniencia de los in-vasores, los ingenieros militares iban constru-yendo en los nuevos territorios, edificios pú-blicos, templos, fortalezas, tambos, canalesde riego y caminos que luego facilitaran lamovilización de refuerzos según las necesida-des de la guerra.

Las chinas eran las mujeres de los ya-nas y tenían a su cuidado la preparación delos alimentos, enterraban a los muertos y es-tablecían en los tambos sitios adecuados paracurar a los heridos bajo la supervisión de losjambicamayos y yuyeros.

Los cronistas que se ocuparon de lasguerras de conquista no tomaron en cuentaestos detalles organizativos y logísticos, comosi las batallas de la prehistoria andina se hu-bieran dado entre simples hordas que no ha-bían desarrollado el arte de la guerra. Pero nosolo que el ejército estaba jerarquizado y ca-da uno de sus estamentos cumplía funcionesespecíficas, sino que yanas y chinas, últimosen la escala, eran de vital importancia pues deellos dependían tanto la subsistencia como elavance de las tropas.

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Garcilaso anota como característicabásica del imperio cuzqueño el dogma de laexpansión territorial que ha sido el origen desus históricas desavenencias con sus vecinos.Dice Garcilaso: “La educación militar era lamás importante de todas en un país que, contodas las protestas de paz, siempre estaba enestado de guerra para adquirir nuevos territo-rios”4. Pero el afán expansionista de la inci-piente geopolítica de los incas, al final desem-bocó en la desintegración de pueblos con sig-nificativo grado de desarrollo que habitaban alo largo de los Andes sudamericanos. De ahíque el Tahuantinsuyo, si bien fue una granunidad territorial y política conseguida a cos-ta de muchos miles de vidas humanas, fuetambién muy deleznable. No sin razón, y ad-virtiendo este muy particular sistema de orga-nización social, política y militar, sostenidotan débilmente, González Suárez opina: “Elimperio no tenía unidad perfecta ni armoníanatural; sus partes eran muy diversas y se con-servaban adheridas unas a otras por vínculosartificiales que, más tarde o más temprano,habían de acabar por romperse, produciendola disolución completa de aquel enorme cuer-po social formado artificialmente”5. Y, en ver-dad, ese cuerpo social denominado Tahuan-tinsuyo se asentó sobre una vasta geografía yocupó en el lapso de cinco siglos casi toda laAmérica meridional, succionando los valoresculturales de múltiples pueblos, naciones yreinos. Pero de ningún modo logró consoli-darse como una sola y verdadera nación, conidentidad propia.

Los incas, sabios en muchos aspectos,poderosos en lo socio económico y en lo gue-rrero, no tuvieron visión de futuro. Mientrascreían que la consolidación de su imperio te-nía como eje la adquisición de más tierras,aprestaban nuevas legiones para llegar al ca-mino del Sol y tomar la insignia de los Reyes

de Quito, la esmeralda, símbolo de la regiónsagrada de la Mitad del Mundo.

A Topa Inga Yupanqui, Cabello y Bal-boa lo llama también Pachacuti, o sea “el queiba a dar la vuelta al mundo una y otra vez”.Este soberano fue coronado en 1438; y, en1447, fiel a la política de sus predecesores, seaprestó a la conquista de los chachapoyas, acuyos dominios llegó no sin fuertes trabajos.Dominados los chachas y puestos sus ejérci-tos en manos de Tilca Yupanqui y de AuquiYupanqui, sus hermanos carnales, pasó a“Guancabamba y Ayavaca y sus comarcas, tu-vo gran trabajo en juzgar (¿sojuzgar?) a aque-llas naciones, porque son belicosas y robus-tas, y tuvo guerra con ellos más de cinco lu-nas”6, según relato de Sarmiento de Gamboa.

Entre los chachapoyas, ayavacas yguancabambas, permanecieron el inca y susgenerales de 1447 a 1449, batallando cons-tantemente. Los ejércitos se detuvieron mien-tras los auxiliares realizaban su trabajo deabastecimiento y los mitimas aseguraban laocupación. Descansadas y remozadas lasfuerzas imperiales, Pachacuti pasó a territoriopalta “la cual provincia ganó el inca con lasarmas, aunque es gente belicosa, pero puedemucho la mansedumbre de los príncipes”7.Sobre este hecho hay discrepancia entre loscronistas. Garcilaso de la Vega advierte que elsometimiento de los paltas (cabeza de agua-cate), y el de los zarzas, se realizó con ofreci-mientos y buen trato por parte de los cuzque-ños, y que ellos se sometieron mansamenteporque eran “poco aguerridos”. Tal afirma-ción es difícil de creer. Los descendientes delos pucamurus y los shuaras no pudieron serdoblegados sin que hubieran ofrecido resis-tencia. No hay que olvidar que los peruanosllevaban “la paz y la civilización en la puntade la espada”8. La verdad es que estos bravosseñores del Austro les esperaban en firme, re-

CAPÍTULO I 11

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fugiados en sus defensas donde combatieronhasta la muerte.

En nuestra obra “Los Isaminas” decía-mos: “la resistencia fue heroica en Celica; elpucará a cargo del bravo Consa fue campo degrandes batallas y una demostración de la tác-tica guerrera de los quitus de la parte austral.En Pózul, baluarte estratégicamente ubicado yconstruido, los generales Garguay y Sarangodetuvieron por algún tiempo la avalanchacuzqueña. Finalmente, la fortaleza de Acaca-na, en las alturas de Saraguro, defendida porGuarandeles, Paltahumas y Chillanes, quie-nes estaban dirigidos por Poma y Baldumma,ofreció tenaz resistencia a los invasores. Des-pués de enconados combates los paltas tuvie-ron que rendirse a la fuerza avasalladora delos cuarenta mil cuzqueños. Solo cuando loshombres aptos para la guerra fueron aniquila-dos, el cuzqueño pudo asentar sus plantas co-mo vencedor”9.

Pese a que Topa Inga Yupanqui conta-ba con numeroso ejército que viajaba “contan gran bagaje que henchía los campos”, envarias ocasiones tuvo que enfrentarse a la de-rrota. Los grupos australes del Reino de Qui-to, hijos de los “pintados de rojo”, de los “co-razones sangrantes” y de los indomablesshuaras, le dieron contratiempos y varias hu-millaciones antes de que consiguiera la victo-ria.

Los invasores sureños no habían ad-vertido a tiempo que en aquel territorio no so-lo tenían que enfrentarse a los legítimos due-ños, sino también a la imponente geografía10.Los paltas, de evidente sangre shuara, estabanpreparados en diferentes enclaves como Uca-ragua (u = zapallo, antiguo; cara = alacrán,animal totémico de los caranquis en la parro-quia Purunuma), Carango (cara = alacrán; an-go = gentilicio de nobleza de los caras) y Ca-

rapali (cara = alacrán; pulu = semilla, fruto,pueblo de los caras).

Topa Inga Yupanqui, Tilca Yupanqui yAuqui Yupanqui, tuvieron que guerrear contralos paltas durante seis años, de 1449 hasta1455, disputándoles su tierra bañada en san-gre. Allí se detuvo un tiempo el ímpetu de losconquistadores. Los auxiliares tuvieron quededicarse a cultivar la tierra con miras a lapróxima campaña. Los ejércitos mermadosdel inca recibían el auxilio de los chachas ylos ayavacas para la conquista de los cañaris.En ese momento los cañaris eran aliados delos señores de Quito y estaban listos a defen-der las fronteras del Reino. A decir de Garci-laso, los cañaris eran “cabeza de otras mu-chas, poblada de mucha gente crecida, beli-cosa y valiente”11. También los matiumas delargas cabelleras estaban a la espera del agre-sor. De ellos Garcilaso dice falsamente queeran “mal vestidos y casi desnudos, aunquetodos procuraban traer cubiertas siquiera lasvergüenzas”12. La guerra se sostuvo por añosy resulta de falsedad absoluta aquella afirma-ción de que salieron a dar obediencia al inca“con mucha fiesta”. Garcilaso, como siempre,desestima el valor de los grupos quiteños, ytrata de poner de relieve la fuerza y magnani-midad de los incas.

Con Dumma a la cabeza, los cañarisinician las acciones. Pelea también contra elinca el jefe “Pisar Cápac que se había confe-derado con Pillahuaso, cinche de las provin-cias y comarcas de Quito”13. Los cuzqueñosarremeten contra los cañaris que estaban de-cididos a “pelear con Topa Inga”14 y la victo-ria se mantiene largo tiempo dudosa “por par-te de los cuzcos porque los quitos y cañarisapretaban reciamente a sus enemigos”15. Re-firiéndose a este choque, Garcilaso afirmaque ambos contendientes tenían “grueso ejér-

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cito y estaban determinados a pelear por de-fender sus tierras y vidas ”16.

En la obra de Sarmiento de Gamboasobre la historia de los incas hay una falla evi-dente cuando desliga lo diacrónico de lo sin-crónico y se pierde el vínculo indispensableentre el tiempo y la geografía. Hay confusiónsobre cuándo y dónde tuvieron lugar losacontecimientos que se relatan sobre los mo-mentos iniciales de la conquista del Reino deQuito17. Según este autor hay un rápido suce-derse de situaciones sin ningún sentido. Des-pués de los choques violentos con los cañaris,los cuzqueños aparecen directamente en Qui-to, sin tomar en cuenta la existencia de terri-torios y grupos intermedios como los aguerri-dos puruguayes. Parecería que Túpac Yupan-qui hubiera saltado desde el Sur del Reino deQuito, a la capital, sin que nada ni nadie lehubiera opuesto resistencia. Hay que tomaren cuenta también que los enfrentamientoscon los cañaris no solo fueron sangrientos si-no que duraron varios años, luego de los cua-les las tropas imperiales del Cuzco deben ha-berse hallado no solo exhaustas sino tambiéndisminuidas.

Aunque los cañaris tenían fama de“hombres doblados y muy volubles”18, lu-charon durante seis años consecutivos e in-cluso en una ocasión expulsaron a los cuz-queños hasta Saraguro. Pero el empuje defini-tivo de los cuzqueños, la batalla en que se de-cidió su triunfo, debió tener lugar en la llanu-ra de Tarqui, más allá del Portete, en las cor-dilleras de Allpachaca, Sirvan, Tinajillas y Gi-rón. En esta batalla cayó prisionero el líderquiteño Pillahuaso. Como testimonio de estehecho han quedado en Girón innumerables ysucesivas jarcas de piedra que levantaron pa-ra la defensa los cañaris y sus aliados de Qui-to.

En la batalla de Tarqui Cumbe los cuz-queños ensangrentaron esa llanura y una vezvictoriosos pasaron a Guapondeleg, sitio alque denominaron Tumipamba. Los cuarentamil hombres que trajo Topa Inga Yupanqui pa-ra esa aventura guerrera, disminuyeron nota-blemente durante el asalto final a los cañaris,que se prolongó durante cinco meses. Treceaños de campañas continuas contra los cha-chapoyas, los paltas y, finalmente, los cañaris,no eran para menos.

Pero Toga Inga Yupanqui no estaba sa-tisfecho con esas conquistas y tenía puesta suambiciosa mirada en el Norte, en donde seencontraba la milenaria ciudad de Quito.Mas, para llegar a ella, tenía que salvar la ba-rrera natural que le presentaban el nudo delAzuay y el Curiquinga, términos sureños delReino de Quito. Para esta nueva operación pi-dió guerreros de todas las partes de su impe-rio y en tanto los ejércitos se recomponían, elinca se dedicaba a engrandecer Tumipamba,valiéndose de la fuerza de trabajo de los ca-ñaris doblegados. Allí nació su primogénitoHuayna Cápac. Desde ese mismo punto geo-gráfico en donde se había concentrado sucorte, realizó varias expediciones menorespara tiranizar a las naciones que se encontra-ban a la orilla del mar, como tumbecinos,huancavilcas, punáes, colonches y daulis.Avanzó también hasta las regiones de los pu-camuros y los shuaras, pero estos se defendie-ron tan decididamente que no consiguió do-minarlos. La mayoría de los cronistas aseguraque por ese entonces “se volvió el Inga alCuzco, donde gastó algunos años en los ejer-cicios del gobierno de sus reinos, haciendooficio de gran príncipe”19. Después, lleno deorgullo y vanidad, Túpac Yupanqui “mandólevantar un famoso ejército (no se indica elnúmero de hombres) y con él caminó hasta

CAPÍTULO I 13

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ponerse en los confines de Tumipamba”20,para seguir sus conquistas hacia el Norte.

Se hallaba el inca en el frío y empina-do nudo del Azuay, límite sur de la nación pu-ruguaya.

Garcilaso de la Vega, cuzqueño mesti-zo, parcial siempre hacia su tierra, da unaimagen negativa y adulterada de lo que era elReino de Quito: “Estas que las más son malpobladas y de tierra estéril, de gente muy rús-tica, sin señores ni gobierno ni otra policía al-guna, sin ley ni religión; cada uno adorabapor Dios lo que se le antojaba; otros muchosno sabían qué era adorar, y así vivían comobestias sueltas y derramadas por los campos,con los cuales se trabajó más en doctrinarlosy reducirlos a urbanidad y policía que en su-jetarlos”21. Si esa hubiera sido la realidad¿para qué el amo del Tahuantinsuyo levanta-ba un famoso ejército? ¡Vano esfuerzo paraenfrentarse nada más que a gente bestial, singobierno y que vivían como animales salvajesen medio de una tierra desierta!

En este como en otros aspectos, Garci-laso muestra poco discernimiento en el análi-sis histórico. Él mismo se contradice cuandoen otro momento señala: “Allí estuvo, siem-pre de pie, el Reino de Quito por ser famosoy grande”22. La sabiduría del historiador radi-ca, precisamente, en la incondicional búsque-da de la verdad, sin distorsionar los hechos niforzarlos según sus prejuicios. La condiciónétnica de Garcilaso no es garantía de veraci-dad. Tal como él ha presentado los aconteci-mientos de aquel momento histórico, la con-quista el Reino de Quito no sería más que unainsignificante escaramuza contra unos cuan-tos bárbaros.

El inca había concentrado sus fuerzasen Tumipamba, como ya quedó dicho. No sesabe cuántos hombres tenía ni qué capitanes

las comandaban. Probablemente fueron susmismos hermanos, Tilca Yupanqui y AuquiYupanqui. Era el verano de 1465 cuando lastropas abrieron la marcha con el sonido dequipas, guallacos y churuc, para tomar pose-sión del “poderoso Reino de Quito”, como loha llamado, entre otros, Guillermo Prescott.

Gobierna el Reino de Quito HualcopoDuchicela, Señor de Señores, decimocuartoCarán Shilli de la dinastía quiteña. Frente alpeligro, Hualcopo unifica a los comarcanosdesde Puruguaya hasta Pasto. Desde Liribam-ba, en donde tiene sede la familia real, man-tiene vigilancia sobre los avances de TúpacYupanqui. Al mando de las fuerzas quiteñasse encuentra Eplicachima, sobrino de Hualco-po. Este capitán traslada la sede del gobiernomilitar a la zona de Achupallas, en donde selevanta un enorme pucará defensivo. Achupa-llas y Pomallacta son los bulus (familias) qui-teños más importantes de esa región (los cuz-queños quichuizaron el nombre de los habi-tantes de la zona y los llamaron “quilacos”).

Los amplios repliegues y las explana-das del nudo del Azuay habían permitido alos quiteños levantar dos pucarás de guerra:uno al extremo oriental, Cayana Pucará (ac-tual Achupallas), y otro al occidental, Mapa-huiña (Pomallacta). Plantadas al filo de ba-rrancos inaccesibles, las fortalezas se benefi-ciaban también de la presencia del río Azuayy sus tributarios que constituían defensas na-turales. La misma topografía de las altas mon-tañas resultaba estratégica. Así es como apro-vecharon Cayana Loma (loma para llamar) yel Mapahuiña (de sucio nacimiento) para la-brar enormes promontorios con cercos sucesi-vos desde la base hasta la cumbre, en línea dechuro y forrados con cantos rodados. La zonade Guasuntos y Alausí estaba lista tambiénpara la defensa bajo el mando de los señores

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Apocanto y Apo Chaván Callo, respectiva-mente.

En los difíciles páramos de Zula, losseñores quiteños habían construido la fortale-za del Rey Lila para defender las infiltracionescuzqueñas desde el Azuay. Los achupallas,pomallactas, lausis y guasuntos estaban en es-pera de la guerra y deseaban detener al ene-migo en esa zona a cualquier costo.

Nótense aquí los nombres de los puca-rás construidos por los quitu caras, como elde Achupallas. Luego de la conquista esosnombres fueron cambiados por los de CayanaLoma, Mapahuiña y Pomallacta. De este últi-mo, desgraciadamente, no hemos podido des-cubrir el nombre primitivo.

Juan de Velasco dice que Túpac IngaYupanqui se detuvo en la fría cordillera delAzuay en espera de nuevos refuerzos. Mien-tras se prolongaba la espera construyó los ba-ños del inca en Coyoctor, y muchos edificiosen Culebrillas, a orillas de la laguna del mis-mo nombre. Molesto y preocupado por losavances del inca, Hualcopo Shilli “volvió to-das sus atenciones a fortificarse en la provin-cia de Puruhá (…) se encaminó personalmen-te a la pequeña provincia de Tiquizambi, con-siderada límite de sus dominios (…) edificóuna serie de baluartes entre los Tiquizambis yChimbus, pudiendo anotarse entre los princi-pales Achupallas y Pumallacta”23. La planamayor de los isaminas quiteños estaba confor-mada por Pillahuaso el viejo; Apoc Anto, deGuasuntos y sus comarcas; Mondana o Mon-dán, de los puruguayes de Xunxi; Jacho, deTacunga y sus bulos; Pocnina, de la provinciade Tincuirugua. No se sabe cuántos otros se-ñores vinieron desde el Norte, pero estabantambién Chimborazo e Illicando, de los quila-cos; Mainolas, de Hatun Sigchos; Lincango,de los collahuasos; Llangurima, de Luissa,

Lincán y Calpi; Puento, de Cayambe; y Angoe Inla, de Caranqui. Todos ellos, sin excep-ción, eran valientes mirucus (ancianos sabios)que tenían bajo su mando a millares de pulu-caris (guerreros).

En la gran fortaleza de Achupallas,cerca del río del mismo nombre, se concen-traron los guasuntos y los laussis (como ya di-jimos, sus nombres fueron quichuizados y lla-mados quilacos, por ser adoradores de la Lu-na y la serpiente). Los primeros encuentrosdemostraron a los cuzqueños la clase de “bár-baros” a los que se enfrentaban y compren-dieron que la tarea no sería sencilla.

Garcilaso refiere que el rey quiteñoHualcopo “murió de aflicción, de ver perdidala mayor parte de su principado y que no po-día defender lo que quedaba, ni osar fiar de laclemencia del príncipe ni aceptar los partidosque le ofrecía, por parecerle que su rebeldíapasada no tenía perdón alguno. Metido enesas aflicciones y fatigas, murió aquel pobrerey”24. Hualcopo sabía que su actitud rebel-de y la resistencia de su pueblo no podían serperdonadas por el conquistador.

Cuando supo la noticia de la muertede Hualcopo, el inca creyó que los quiteñosse rendirían; pero, de inmediato, Cacha, el su-cesor, se levantó con igual coraje y energía.Entonces los cuzqueños fueron midiendo cui-dadosamente su marcha. El inca ordenó a Su-mac Ñahui que atacara los pucarás de Achu-pallas y Pomallacta; pero el asedio a estosbastiones se prolongó sin resultado favorablepara el conquistador. Túpac Yupanqui se sen-tía cansado y encomendó a su hijo HuaynaCápac que continuara la guerra. El auqui, he-redero del trono peruano, retomó la campañacontra dichos baluartes con un alto costo devidas. Después de largas luchas logra desalo-jar a los defensores, gracias a la traición de al-

CAPÍTULO I 15

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gunos de los mismos oficiales quiteños. Cali-cuchima llevó entonces el resto de sus fuerzashacia Szasqui y Pucará para organizar nueva-mente la resistencia. Para ello fortificó el pu-cará de Atapo, ubicado en las cabeceras delPalmira, y colocó allí selecto grupo de guerre-ros laussis quienes aprovecharon la profundaquebrada de Coto Huayco para atrincherarse.

Caídos los pucarás de Achupallas yPomallacta, los zulas, los jubales y los quisnasdel lado oriental, asumieron la defensa del te-rritorio. Emplazaron sus fuerzas en Ushca Pu-cará, ubicado sobre el denso pajonal de Ca-pari Pamba (llanura de los gritos), y tambiénse protegieron en Pucará Urco, zona rodeadade peligrosas ciénagas. La historia dice que“las quebradas de Runa Pucará y Chimborazodetuvieron al invasor por largo tiempo”25.

La cordillera occidental era un ampliofrente de guerra con difícil topografía y pára-mos lluviosos y fríos, donde las guerrillas qui-teñas móviles ocasionaban sorpresas y mu-chos estragos en las filas enemigas. Mientrastanto, las fuerzas de Calicuchima, quien habíasucedido en el mando a su padre, Eplicachi-ma, habían ido acumulándose y preparándo-se en el pucará de Atapo.

Huayna Cápac no daba reposo a losquiteños y atacaba continuamente, bien lasfortalezas, bien las guerrillas de los páramos.Los puruguayes le ocasionaban grandes difi-cultades con sus violentas incursiones noctur-nas. Cacha y Calicuchima sabían lo que signi-ficaba para este guerrero hallarse en territoriosdesconocidos y querían aprovechar al máxi-

mo esta ventaja que tenían sobre él, y tampo-co dejaban de acosarlo.

El inca se detuvo un tiempo en Chari-cando* para dejar descansar a sus tropas yprepararse para nuevos asaltos contra los obs-tinados quiteños. En la espaciosa llanura ubi-cada frente al pucará del mismo nombre* per-maneció todo el invierno esperando que elcambio de estación ablandara las inclemen-cias del páramo.

El asedio al pucará de Atapo fue otrajornada larga y sangrienta. La llanura de Cha-ricando se cubrió de muertos y fue el escena-rio de una de las más feroces batallas de nues-tra prehistoria. Junto con Achupallas, Poma-llacta, Atapo, Galte, Tiocajas, Chipo y Laime,Charicando fue sitio de dolor para nuestrospueblos.

Huayna Cápac se esforzó mucho enAtapo por las dificultades que le presentaba ysolo logró expulsar de allí a Eplicachima lue-go de año y medio de asediarlo. Después fue-ron cayendo los baluartes de Palmira, Chipo,Laime, Galte y Pasñag, con gran sufrimientopara los quiteños. No se sabe cuántos años lu-chó en total el inca para llegar a Liribambadespués de las sanguinarias victorias que ob-tuvo en Ocpote, Yanacocha y Gatazo; perodurante todo el tiempo de su campaña fueatacado persistentemente por los puruguayesde Aguisacte, Lincán, Calpi, Xunxi, Punín yChambo. Los capitanes quiteños Mondana,Sagñay, Asaco, Bustén y Patahalo, habían re-sistido durante muchos meses, pero finalmen-te no pudieron evitar que las tropas sureñasentraran en Mocha.

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* Palabra quichua compuesta por las raíces: chari (detener) y Cando (apellido quiteño adoptado por loscuzqueños). Cuenta la tradición que los soldados quiteños gritaban a los enemigos “charicando”, o sea“deténte, Cando”. Cando era el apellido de un capitán de la vanguardia cuzqueña.

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Caían unos defensores pero enseguidase preparaban otros. Pocninas, paguayes, ma-zaquizas, tucunangos, pasaguayos, caxanaunaysas y pillaguas se habían levantado en to-da la zona comprendida entre Ambato y Qui-to. Huayna Cápac y sus generales cumplíanbien la tarea que les había encomendado Tú-pac Yupanqui. Aunque les tomó tiempo, susvictorias fueron continuas. Lucharon tanto enTahuala y Tatacto, sitios ubicados al pie delChimborazo, como en la llanura que se ex-tiende al pie del Huingupana, más al Nortedel Chilche. Los quiteños no pudieron conte-ner a los agresores, pero cada punto que estosconquistaban les significaba paciencia, tiem-po y derramamiento de mucha sangre; ade-más, continuamente tenían que pedir al impe-rio que les enviaran refuerzos.

Eplicachima y Hualcopo habían yamuerto. Cacha comandaba las fuerzas del rei-no junto a otro Duchicela de su linaje y a losseñores étnicos Acatac Ajuña, Puento y Ango.Estos últimos, mantayas del norte andino, dis-ponían de numerosa gente de guerra. En estepunto Garcilaso de la Vega dice: “Huayna Cá-pac pasó delante de Quito y llegó a otra pro-vincia llamada Quilacenca: que quiere decirnariz de hierro, porque se horadaban la terni-lla que hay entre las ventanas de las narices,y traían colgado sobre los labios un joyelitode cobre o de oro o de plata, como un zarci-llo; hallóles el inca muy viles y sucios, malvestidos y llenos de piojos, que no era paraquitárselos, sin idolatría alguna, que no sa-bían qué cosa era adorar, si ya no dixéssemosque adoraban la carne, porque son tan golo-sos por ella que hurtan ganado que hallan…De Pastu fue a otra provincia llamada Otaua-lo, de gente más política, y más belicosa quela pasada…pasó a otra provincia que da pornombre Caranque, de gente barbarísima devida y costumbres…”26. Sin conocer estas et-

nias ni esta tierra Garcilaso toma sin beneficiode inventario los datos de cronistas más tem-pranos como Cieza de León, Sarmiento deGamboa, Betanzos, Vaca de Castro y el virreyde Toledo, y no solo que habla falsedades co-mo aquella de la vileza y rusticidad supuestasde pastos, otavalos y caranquis, sino que repi-te hasta los errores geográficos contenidos ensus fuentes.

La conquista del norte andino del Rei-no de Quito le resultó a Huayna Cápac muydifícil de consolidar. Entre 1474 y 1480 se ha-bía empeñado en doblegar a los cayambis,cochasquíes, caranquis y pastos, y creía quelo había conseguido. Pero, cuando en 1491tuvo que volver al Cuzco para ascender al tro-no por muerte de su padre, pudo darse cuen-ta de lo frágil que era todavía su dominio.González Suárez dice que las provincias re-cién conquistadas (todas del norte del Reinode Quito), se rebelaron enseguida porque enellas “aún se conservaba levantado el tronode los Scyris”27. Esta afirmación hay que en-tenderla no solo en el sentido de la presenciadel rey quiteño, sino también como un símbo-lo de la conciencia de patria y territorialidadde los quiteños. Siguieron el ejemplo de lospueblos del norte todos los del sur, hasta elnudo del Azuay, salvo los cañaris que se ha-bían vuelto fieles al Cuzco. Los rebeldes qui-teños se apoderaron de las fortalezas, unasconstruidas o mejoradas por el inca, otrasdestruidas pero hábiles todavía para utilizar-las en la resistencia; también persiguieron alas guarniciones que había dejado HuaynaCápac, aunque un grupo de soldados logróhuir y concentrarse en Tomebamba para espe-rar los acontecimientos. Después de sortearuna serie de intrigas palaciegas, Huayna Cá-pac armó nuevamente una poderosa fuerzamilitar para reconquistar los territorios que sele habían ido de las manos.

CAPÍTULO I 17

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Pese a su mal estado de salud, el reyCacha se dispuso a afrontar una nueva guerray nombró conductor de sus ejércitos a Calicu-chima. Las fuerzas quiteñas volvieron a atrin-cherarse en Achupallas y Pumallacta. En elmismo sitio donde habían sido vencidos porel inca querían volver a enfrentarlo.

Según la cronología expuesta por granparte de los cronistas del siglo XVI y princi-pios del XVII, la invasión cuzqueña al Reinode Quito se inició en 1457, con la domina-

ción de paltas y cañaris. Después los cuzque-ños tuvieron que luchar durante varios añosen los Andes centrales contra los puruguayes,los tacungas y ambatos; en los Andes norte-ños, contra los quitus y caranquis, y con débi-les intentos, contra los pastos. Se luchó durí-simamente durante 18 años a lo largo de losAndes de lo que hoy es el Ecuador, hasta que,mermadas las fuerzas quiteñas, exhaustas porel poderío superior de los conquistadores, tu-vieron que rendirse para evitar la destruccióntotal de su tierra.

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Como ya lo dijimos, a principios de1481, cuando muere Túpac Yupanqui, Huay-na Cápac regresa al Cuzco para ser coronadoemperador del Tahuantinsuyo. Allí recibe consorpresa la noticia ingrata del alzamiento ge-neral de los quiteños a quienes personalmen-te había sojuzgado. Según Sarmiento deGamboa esta nueva de que “las provincias deQuito y Cayambi y Caranquis y Pastos yGuancabilcas se habían alzado”28, la cono-ció el inca a su regreso de Chile. El vasto te-rritorio comprendido entre el nudo del Azuay,al sur, y Rumichaca, al norte, estaba nueva-mente en pie de guerra. Los tucuricuc cuz-queños de las guarniciones militares queHuayna Cápac había dejado en esos lugares,habían sido degollados y los mitimas habíansido expulsados. Gracias a la protección delos cañaris, algunos de ellos se habían refu-giado en Tomebamba, en espera del regresodel inca. Quillagos, puruguayes, chimbus, ta-cungas, quitus, cayambis, caranquis y pastosse habían coaligado bajo el brazo guerrerodel general Calicuchima.

Huayna Cápac pregonó guerra abiertacontra los rebeldes y buscó gente en Tiahua-naco, tierra de los collas, y en otros lugaresdel imperio. Nombró por generales a “Mihi

de los hurincuzcos y Auqui Topa por los ha-nancuzcos”29. Mientras tanto, en Quito sehabía decidido “no dejarse sojuzgar por el in-ca, sino antes morir que perder su libertad”30.

El emperador llegó a Tomebamba enel verano de 1481 y encontró a su gente llenade consternación y lamentando la derrota.Con un nuevo ejército de cuarenta mil perua-nos inició la reconquista del Reino de Quito.El padre Cobo refiere sobre este punto que“desde Tumipamba enviaba el inca a sus ca-pitanes a diversas jornadas, y a otras iba élmismo, que pasó muchas dificultades, porquelos indios de aquellas provincias eran valien-tes guerreros, y muchas veces vencieron ydesbarataron los escuadrones del inca y nopocas veces pusieron en huida al mismorey”31.

Una y otra vez aparecen las contradic-ciones geográficas de los cronistas, debido aque no conocían la tierra de la que hablaban.Sarmiento de Gamboa cree que estando enTomebamba, Huayna Cápac realizó la con-quista de los pastos y dice que nombró a doscapitanes collas para que la ejecutaran: “unollamado Mollo Cabana y el otro Mollo Puca-

Capítulo II

El décimo segundo emperador del Tahuantinsuyo.- Concentración en el Tomebamba y conquista de Puruguaya, Angamarca, Quesna, Macas, Tiquizambi,

Sigchos y Pusilli.- Batallas para entrar a Quito.- El centro ritual y religioso de los quitu caras fundado por Quitumbe.- Características físicas.- Complejo de piyashas y tolas.- El general Pinta y sus fortalezas

de guerra. - Derrota y desplazamiento hacia el norte.

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ra y otros dos de Condesuyo, el uno llamadoApo Cautar Cauna y el otro Conde Mollo”32.

La verdad es que los ejércitos cuzque-ños debieron partir desde el nudo del Azuayhacia Puruguaya; luego hacia Tacunga, Qui-to, Cayambi, Caranqui y Pasto. Si toda la re-gión se había rebelado, ¿cómo el ejército delinca podía hacer tal recorrido, a no ser quehubiera tomado la ruta de las selvas orientalesen donde había tenido amargas experienciascon los pucamuros y shuaras? Para complicaraún más la comprensión de los hechos, Sar-miento agrega que los pastos ocasionaron tre-menda mortandad, sobre todo entre los co-llas, y que solo después de esta cruelísimaguerra el inca retornó a Tomebamba y a partirde allí conquistó “a los indios macas y losconfines de los cañaris y a quisna y a los an-gamarca y a la provincia de Puruay”33. ¿Có-mo, cabe preguntarse, logró Huayna Cápacdar esos saltos gigantescos para ir y volver en-tre Tomebamba y Pasto? Obviamente, el cro-nista desconoce la geografía a la que hace re-ferencia. Garcilaso de la Vega, pese a quesiempre copia y comenta a los cronistas másantiguos, algo cierto añade sobre las rutas deconquista: “...mandó levantar un famoso ejér-cito y con él caminó hasta ponerse en los con-fines de Tumipamba y de allí comenzó suconquista y ganó muchas provincias que hayhasta los confines del Reino de Quitu, en es-pacio de poco menos de cincuenta leguas,que las más nombradas son: Chanchán, Mo-ca, Quesna, Pumallacta, que quiere decir tie-rra de leones, porque se cría en ella más queen sus comarcas y los adoraban por dioses -

Ticsambi, Tiucassa, Cayambi*, Urcullasu** yTincuracu”34.

Por su parte, Cabello y Balboa respetaalgo mejor la geografía de la región. La gentede Huayna Cápac -dice- en la reconquista ycastigo de los quitos “salieron de Tomebambay conquistaron de camino los puruas, anga-marcas, tomavelas, sichos y latacungas y otrasnaciones (que aún no estaban bien domadas)llegaron a un asiento llamado Cochasquí,donde hallaron a los naturales puestos en de-fensa”35.

La más lógica ruta de la reconquistadebió haber sido la misma que se siguió en laprimera incursión. Como ya lo hemos dicho,la geografía es el cuerpo vivo de la historia yno se la puede ignorar y romper el equilibriode lo diacrónico y lo sincrónico. Sin embargo,muchos de los que han historiado y comenta-do los sucesos de la conquista y reconquistadel Reino de Quito, han repetido al pie de laletra los datos erróneos de Vaca de Castro yde Toledo, así como de Gracilaso de la Vega,Molina y Acosta.

La tarea de la reconquista resultó parael inca mucho más difícil ya que los pueblos“puestos en defensa”, conocían ya al enemi-go y sus tácticas de guerra. Además, HuaynaCápac había experimentado en carne propiael valor de aquellos a quienes había queridoconvertir en nuevos vasallos del imperio.

Huayna Cápac estableció su campa-mento en las gélidas cumbres de Culebrillas,pues allí disponía de un complejo de cons-

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* Corresponde a Cajambi, tambo establecido en el actual pueblo de Guamote. Garcilaso no debíacometer tan crasos errores en vista de que conocía bien el runa shimi.

** Con este nombre los cuzqueños conocieron al monte que era conocido como Chimborazo por losquiteños.

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trucciones con suficiente avituallamiento pa-ra la empresa. Traía un ejército remozado yfresco. Los auca runas alborotaban toda la co-marca con sus atabales. Mientras tanto, lospulucari quitos se preparaban tras los cercosforrados de piedra de sus fortalezas, portandobrillantes morriones y pucarás de cuero cru-do. La vanguardia de Huayna Cápac estabaconformada no solo por los orejones, sino porcollas y chiriguanos, habitantes de la puna yla yunga, acostumbrados a las grandes altu-ras. Los quiteños no disponían de tropas fres-cas, pues en ningún momento habían dejadode combatir, pero de todos modos permane-cían listos para la nueva lucha.

Una primera arremetida de los ejérci-tos imperiales no bastó para desalojar a losquiteños; los cuzqueños tuvieron que demo-rarse meses enteros en el asedio a las fortale-zas enemigas. Pero el amplio y renovado con-tingente de auca runas fue debilitando progre-sivamente la defensa. Las fortalezas quiteñasfueron cayendo pese a que “estos bravos eimplacables guerreros aprovechan la difíciltopografía de los Andes, los innumerables ypeligrosos pantanos, los tupidos y traicionerospajonales, las múltiples lagunas de los pára-mos, para castigar al reconquistador y derro-tarlo por repetidas ocasiones”36. Mucho hancambiado actualmente los Andes del Sur y yano son lo que eran en el siglo XV; en ese en-tonces estaban cubiertos de extensos y tupi-dos bosques de pie de montaña, alta vegeta-ción en los páramos, peligrosos torrentes,etc., que fueron aprovechados como auxilia-res valiosos por los guardianes de Quito.

Achupallas cayó primero y Pumallactadespués. La tragedia se cernió nuevamentesobre los campos de Tiocajas. Calicuchimaestaba al frente de las fuerzas quiteñas (Murúalo llama Talcuchimani) y, expulsado por losinvasores, se había concentrado en la fortifi-

cación de Atapo, ansioso de repetir el triunfoque sobre Túpac Yupanqui tuvo una vez, enese mismo lugar, su padre, Eplicachima.Mientras tanto, fiel a su política de tratar dellegar a acuerdos con los pueblos que queríadominar, fuese cual fuese el estado de la gue-rra, el inca “despachó una embajada de no-bles con el propósito de invitar al Shilli a de-poner las armas en beneficio de los dos ban-dos. Su fin primordial era observar las defen-sas quiteñas. Cacha, rey áspero y belicoso, te-mido de los comarcanos por su mucho poder,por su gran señorío, respondió “que él era se-ñor y no quería reconocer otro, ni quería le-yes ajenas, que él daba a sus vasallos las quese le antojaban”37. El derecho le asistía ple-namente al rey de Quito. Estaba defendiendola libertad, principal patrimonio de su pueblo.

Los ejércitos se enfrentaron nueva-mente. Los cuzqueños estaban en Charicandoy los quiteños, como dijimos, en Atapo. Trans-currieron meses de escaramuzas indefinidas,hasta que Huayna Cápac ordenó un ataquemasivo. El choque fue brutal y duró variosdías esparciendo la muerte en ambos bandos.Decisivo para el triunfo de los cuzqueños fueel hecho de que Calicuchima cayó herido demuerte, debido a la traición de uno de suspropios oficiales. Muchas veces la táctica deinfiltrarse en las filas enemigas para, median-te obsequios y ofrecimientos, conseguir la vo-luntad de algunos, le dio resultados positivosal inca. En esta ocasión terminó victorioso,aunque sus fuerzas habían disminuido nota-blemente. Felizmente, la totalidad de los ofi-ciales quiteños (Pillahuaso, Nazacota, Chim-borazo e Illicando) escapó hacia el pucará dePasñag junto con lo que había quedado de suejército38. A pesar de la dolorosa derrota deAtapo, Cacha se mantuvo firme y dispuso unaretirada estratégica hacia las fortalezas de Pas-ñag, como ya se dijo, y a las de Galte y Chi-

CAPÍTULO II 21

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po. Maltratada por la primera conquista cuz-queña y arrasada en la segunda arremetidaprotagonizada por Huayna Cápac, la tierra to-da de Puruguaya Grande (Urcullasu, segúnGarcilaso), recibió a los agotados defensores.

De los sucesos posteriores hay pocasinformaciones. Las crónicas más antiguas nodicen nada al respecto pero ponen al inca, derepente, sobre Quito, como si no hubiera te-nido que marchar primero por las comarcasintermedias entre Puruguaya y Quito.

Pero, en todo caso, lo cierto es que lareconquista del Reino de Quito se dilató pormuchos años. Cayeron unas fortalezas, seprepararon otra nuevas, y detuvieron la inva-sión semanas, meses y años. Pero la fuerzacuzqueña era poderosa y continuamente reci-bía auxilios. Los defensores de Quito iban ce-diendo paulatinamente y se retiraban cadavez más hacia el Norte, tratando de defenderlo que iba quedando del reino. Cada provin-cia ofrecía resistencia a Huayna Cápac y ha-cía lo posible por detenerlo.

Después de ocupar Liribamba, capitalde la tierra puruguaya, Huayna Cápac se en-frentó a sus enemigos en el pucará de Gatazo,donde su victoria se demoró algún tiempo.Mientras tanto, Cacha había concentrado asus pulucari en Taguán, Tucchucay y Patulú,al pie de las cabeceras del Xunxi, en las llanu-ras y lomeríos de Taguala, Tatacto*, Calshi yLuissa**. La batalla de Taguala-Xunxi debióhaber tenido lugar en las postrimerías del si-glo XV, entre 1484 y 1487, después de la de-rrota quiteña de Gatazo.

Esta batalla fue comentada breve y su-cintamente por el franciscano Juan Paz Mal-donado, vicario del convento de San Andrés,cuando habían transcurrido algunas décadasde la conquista española. Este fraile recogióoralmente los datos de boca de los señores eindios del común de la provincia de Purugua-ya. Como la información la recibió en las úl-timas décadas del siglo XVI, debió haberla to-mado en la lengua materna de los indígenas yno en la del inga que luego iría imponiéndo-se por la compulsión del adoctrinamiento y laevangelización. Lo que dice el sacerdote esverdad. Recordemos que el primer sínodoquitense, efectuado en 1594, ordenaba dar ladoctrina y el catecismo en las lenguas mater-nas, y a algunos sacerdotes les correspondiócatequizar en lengua cañar y puruguaya. PazMaldonado debió haber dominado precisa-mente la lengua puruguaya, porque su lugarde trabajo pastoral era esa zona, y eso le per-mitió recoger con fidelidad las informacionesde las que hablamos39.

Jiménez de la Espada deja este datosobre la comarca puruguaya: “Conquistó elinga esta tierra antes de que entraran los espa-ñoles a ella, y tuvo batalla en este pueblo deSan Andrés, junto a él media legua más arri-ba, en un llano y defendióle la entrada el se-ñor que gobernaba este pueblo, que se llama-ba, Montaña y prendióle el inga y llevóle alCuzco y allá murió”40.

En un estudio previo que realizamossobre la geografía arqueológica del sector, tra-tamos de recoger informaciones entre los in-dígenas de los diferentes anejos de la que fue-ra vicaría franciscana de San Andrés. Encon-

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* Batacto o Tatacto, términos quiteños que proceden de las raíces: Tata (padre) y to (tierra), significaría:Tierra del padre antiguo.

** En lengua quitense deriva de: lu (de luli, flor) y asan (sangre). O sea flor de sangre.

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tramos que se recordaba el hecho aunquebastante deformado; pero esa tradición oralfue valiosa para reconstruir debidamente losacontecimientos.

Como era usual en su política admi-nistrativa, los incas dejaron por gobernadoren Puruguaya al mitima Toca y apresaron aMontán, señor étnico de esa provincia quite-ña. Años más tarde, Atahualpa envió a lamuerte a Toca por haberlo desobedecido. AToca le sucedieron en el cargo su hijo Capo yluego su hermano Chala. Varios ayllos miti-mas se conformaron en Puruguaya luego de lavictoria peruana: Paucara, Chalca, Cullagua,Arunai y Chaquimarca. Siempre estuvieron endisputa con los grupos nativos o llactayos.

Lo que nosotros llamamos batalla deTahualá-Xunxi parece haber sido el aconteci-miento bélico más sobresaliente de la regióncentral de Puruguaya.

A los xunxis, tabanes, tuchucayes ypatulúes, se sumaron muchos hombres de losbulus de la región baja: macajíes, puníes, san-gaholes, puculpatas, luissas, calpis y licanes,bajo el mando de Mondán o Mendeno, últi-mo señor llactayo de aquella región. Estabaacompañado por los capitanes Patahalo, Hui-zarán, Chilcanichi, Ipolongo, Agualongo, Sa-naicela, Pilpicuji, Masabulu, Tomay, Limaycoy otros más, cuyos nombres se olvidaron conel pasar de los años.

En las cuestas de Calpi, entre bosquesde capulí y enormes hileras de cháhuar, seconcentraron los quiteños formando una pun-ta de lanza. Estaban dispuestos de modo que,de ser necesario, podían desplazarse sin pro-blemas hacia Licán o Luissa, en donde aguar-daban otros contingentes.

Experimentados como eran en el artede la guerra, a los cuzqueños no les pasó de-sapercibido el hecho de que los quiteños hu-bieran escogido como campo de batalla lasllanuras de Xunxi-Tahualá, Calshi y Tatacto,pues con ello pretendían cerrarles el paso ha-cia Mocha.

La vanguardia cuzqueña estaba con-formada por los auca runas y los apocóndo-res; el grueso de la tropa iba capitaneado porCuriargos, Huaraca, Poma, Chapaber, Chu-quimarca, Cuasihuaraca, Chuquicóndor, Ca-singa, Quispe, Hualcamaygua, Quindi, Hua-mán, Chuquipoma, Cargua, Auqui, Cacha,Toca y Maygua. Generales en jefe eran Chal-co Mayta y Mihi.

Los pulucaris quiteños comandadospor Pilpicuji montaban guardia en las proxi-midades de Xunxi en una loma pedregosa yarenisca. A partir de lo que hoy es el llano deSan Pablo, se extendía hasta Luissa la gruesalínea de los escuadrones quiteños. Cada bulullevaba su distintivo sobre las camisas de losguerreros. El extenso arenal de Luissa, con al-gunos repechos de montaña, se había enco-mendado a la custodia de Guilcapi, apoyadopor Paguaysaca y Paguay. Montán esperaba alenemigo en Tagualá, Calshi y Tatacto.

Las fuerzas invasoras de Mihi tantea-ron primero las defensas en Calpi y allí se en-zarzaron en lucha durante varios días. Venci-dos, los quiteños lograron refugiarse en Licán,al pie del Itsabug, acosados sin tregua por losenemigos. Después de varias semanas fueronempujados nuevamente hacia el Norte, es de-cir hacia Luissa. Chalco Mayta y Mihi trataronde aislar a los escuadrones de defensa que seencontraban en ese punto, pero no tuvieronmucho éxito. Entonces dispusieron sus cua-dros frente a frente a los quiteños dejando a

CAPÍTULO II 23

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sus espaldas el río Chibunga. Apenas a medialegua de distancia de los defensores, los cuz-queños acomodaron sus posiciones y arma-ron sus campamentos.

Montán fortificó su línea de batallaaprovechando los accidentes geográficos;hondonadas y quebradas permitieron que lossoldados se protegieran de la mirada de susadversarios. Retiró la segunda escuadra haciala retaguardia, esto es, hacia los páramos delChimborazo y las caídas del Llío, el Chucabiy el Pulug, en el Igualata. En los pajonales dePasguazo y Chuquipoguio dispersó batallonesmóviles con la intención de que evitaran quelos invasores rebasaran la garganta de Mocha-pata.

Pilpicuji se replegó hacia los lomeríosrocosos de Patulú. Los cuzqueños enviabande cuando en cuando grupos de orejones pa-ra que reconocieran la disposición del enemi-go. Sus chapac o espías trataban de filtrarsepor diferentes puntos enemigos sabedores deque si eran descubiertos morirían sin reme-dio.

El verano se había acentuado en la co-marca pero, aún así, en la madrugada deaquel día había caído la temida yana casa y sehabía acentuado el frío. El alba envolvió a losejércitos en una luz pálida y neblinosa queapenas devolvía algo de calor. La niebla sepegaba a la tierra y se deshilachaba entre losmatojos. Nítido, al fondo de la gran llanura,se levantaba el Chimborazu, de donde decíanque habían nacido los quitus; los cuzqueñoslo llamaban Urcullasu. Un tanto atrás se divi-saba al Carihuayrazu, como una arrugadaconcha de madre perla, levantando su cabezade canas alborotadas. También se perfilaba elgris Igualata, chato pero fornido y arrebujadoen sus propios pajonales. Al Oriente, sobre eltajo de granito del Pastaza, estaba el Tungura-

hua con el rojo incendio de su cráter. Y al Sur,en singular hilera, el Cundurazto, el Collanes,el Quilimas y el Sangay, envueltos en atmós-feras de fuego y nieve.

Este hermoso anfiteatro de nevados yvolcanes iba a ser escenario de la sangrientacontienda de dos ejércitos andinos que se dis-putaban la axo mama.

Formando un enorme rectángulo en elárea de lo que ahora es el pueblo de Xunxi(San Andrés), la vanguardia quiteña comanda-da por Pilpicuji, aguardaba el avance de losenemigos cuzqueños, huancas y chachapo-yas, comandados por Toca. El resto de lasfuerzas se había extendido de Oriente a Occi-dente aprovechando las quebradas que po-dían dificultar el avance del adversario. Ape-nas despuntó el día, los cuzqueños decidie-ron iniciar la batalla. Pulucaris (quiteños) yauca runas (cuzqueños) iniciaron sus movi-mientos estratégicos. Las escuadras de bam-botucas (grandes tambores) despertaron ecos;churos, bocinas y tutus, emitieron órdenes; enlos pechos de los combatientes se refractabael sol sobre las tincullpas de metal; estabanlistos el guallimbu, la huactana, la macana, elhacha y la lanza.

Los hombres de Pilpicuji llevaban faja-da la cintura con pesados gualotos húmedos ylevantaban redondos escudos de cuero crudode llama en la mano izquierda, y afilados gua-llimbus en la derecha. Armados de esta mane-ra se lanzaron a carrera tendida sobre los au-ca runas comandados por Huaraca y Curiar-gos. Los unos gritaban ensordecedoramente:“¡Mamashimbu! ¡Cullay!”; y los otros clama-ban a sus antepasados totémicos: “¡Huasta-puncay! ¡Huayna Abomata!”. Todo el am-biente se fue cubriendo de polvo a medidaque el choque se hacía más violento, pero se

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luchó sin descanso hasta la noche y sin que sedefiniera el resultado.

Los quipas de mando de los cuzque-ños dieron orden de retirada a los auca runas.Con la noche callaron todos los sonidos y seaquietaron las armas. Los últimos en retirarsehabían sido los cuzqueños de Umatic, quie-nes no cedían ante el empuje de sus adversa-rios. El frío helado de la muerte y las quejasde los heridos cubrieron la llanura.

Por mutuo acuerdo, al día siguienteambos ejércitos se dedicaron a recoger a losheridos y a enterrar a los muertos. Toda la co-marca se llenó del lamento de las plañiderasque llevaban la cara untada con betunes ne-gros y el cabello trasquilado como símbolo dedolor. Una semana transcurrió sin que ningu-no de los dos ejércitos diera muestras de mo-vilizarse.

No hay testimonio claro acerca delnúmero de combatientes que participó en es-ta batalla. Cuando recogimos información so-bre este suceso, hace cinco décadas, los an-cianos del lugar que aún conservaban memo-ria, respondieron indistintamente: “macha-nay” (muchísimos, de espanto); “taucaruna”(muchísimos hombres); o “timburicun, timbu-ricun” (hervían como burbujas en un manan-tial).

Después de este prolongado y mortífe-ro primer encuentro, los contendientes espe-raron sin batallar durante un tiempo que tam-poco se sabe con precisión. Parece que reciéndespués de uno o dos meses se reiniciaron lashostilidades. La amenaza del invierno losobligó a definir la situación. Huayna Cápacresolvió que sus generales Mihi y ChalcoMayta tomaran la iniciativa. La gente de Apo-cóndore, Nasca y Cóndor, inició el ataque enla zona de Luissa, donde se hallaban los qui-

tus de Guilcapi y luego la batalla se fue gene-ralizando a todo lo largo de la línea defensi-va, hasta el borde mismo del río Asaco. Lue-go se peleó en los lomeríos de Calshi y Tatac-to, donde el propio Chalco Mayta dirigía lasoperaciones.

Los enfrentamientos duraron varias se-manas sin que los guardianes quiteños cedie-ran terreno. El inca tuvo que despachar a losorejones de su propia guardia personal haciaXunxi para empujar a los enemigos hacia lasproximidades de Chuquipoguio; pero tam-bién allí se encontraron con la resistencia por-fiada de la vanguardia. En tanto, Luissa habíaquedado aislada y allí murieron todos sus de-fensores. Montán formó un último grupo deresistencia con los capitanes Chilcanichi, Ipo-longo, Agualongo, Simaycela y Masabulu, pe-ro cayó prisionero mientras peleaba en laquebrada de Asaco. La retaguardia que viva-queaba desde Pulug, Chucabi y otras alturas,se desplazó hacia Mocha, donde estaba elcuartel general de Cacha. Cuando supo la no-ticia, el shilli lamentó la suerte de su capitán.Pero ordenó que se siguiera guerreando. Noobstante, la resistencia fue inútil. El inca entróvencedor a Mocha y con ello terminó la granresistencia de los puruguayes del valle centralde Chambo. El resto de los ejércitos quiteñospermanecía, de todas maneras, pronto a ladefensa, acantonado en los alrededores deMocha, en la estratégica garganta ceñida porel Puñalica y el Igualata.

La resistencia de Mocha fue otro biza-rro capítulo del ejército quiteño que poco seha estudiado. Huayna Cápac conocía la geo-grafía del sector pues ya había estado allí an-teriormente con su padre. Tomó las alturas deCasaguala, venció a los puninas y a los tubo-nes y, aunque con dificultad, avanzó por Ti-gua, Apagua, Zumbahua y otras fortalezas

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que fueron cayendo a su paso. Llegó así a lasaltas montañas de la provincia de los yumbosserranos, bravos descendientes del pueblo ca-ra que había levantado toda una cadena depucarás de guerra.

Lo duro vino en la provincia de Cati-gosín, llamada Angamarca por los cuzqueños,donde le salieron al paso Conse, Tusazanín yChicaiza, señores de las yungas y las tierrasaltas. Con anterioridad a la primera llegada delos cuzqueños con Túpac Yupanqui, cuandoHuayna Cápac era apenas un mozo, los qui-teños de esos territorios habían levantado for-talezas en distintos lugares: Churo Pucará, Pa-ya Pucará, Punta Urcu, Churo de Panyato, Pa-dre Huasi, Quishpe, Pinllopata, Sicoto, Puca-rá, Maygua Pucará, Pucará Muñuna y Llimili-bi. Desde todos estos puntos se podían contarlos caminos y entradas hacia la tierra de Cati-gosín, así como el paso hacia las yungas. Lasfortalezas habían sido instaladas en lo más al-to de las cuchillas de la cordillera occidental,en las divisorias de las aguas de los ríos Fi-nambi y Catigosín, que daba nombre este úl-timo a la provincia. También se habían fortifi-cado los pasos de montaña con el fin de de-fender los poblados. Comandaba a los guerre-ros llamados caras serrano el capitán Con-chocando, junto con su hijo Tibán. EstabaConchocando asociado también con Conse,Cunú o Cunchi, Caxana Unaysa y Canto, to-dos ellos señores de la región de Sigchos. Enesta guerra se distinguieron del lado cuzque-ño los capitanes Jacho, Zanipatín y Saragosín.Mientras duró la contienda en esas regionesabruptas y de enmarañada topografía, las ba-tallas fueron extremadamente violentas. Latradición oral ha conservado memoria de losencuentros de Luzán y Huañuña como lospeores. El vocablo Huañuña parece estar indi-cando la veracidad de la tradición, pues en

lengua cuzqueña habla de muerte y extermi-nio.

En referencia a estos acontecimientos,Aquiles R. Pérez dice que “ advertidos de laproximidad de los enemigos quichuas, se de-fendieron (los quiteños) en una gran fortalezadel Churu, en la cuchilla de Lusán (lo = en-trar; san = sangre) que la tomaron en cruentalucha. Prepararon trampas para las cualeseran diestros los de la parcialidad de Igipisa(ibi = trampa; quisha = hacemos). Vencidos,los vencedores los rodearon de espías y dela-tores con las parcialidades de los cañaris, cin-co quichuas; todas mitimaes”41.

La entrada a las yungas, que había si-do de los sigchos - angamarcas, pueblo demercaderes que comerciaba con oro, algo-dón, pescado seco y ají, fue de vital importan-cia para los sureños. Por eso su empeño enconquistar esa zona durante años. Consolida-da la conquista de Catigosín y Sigchos, deja-ron allí guarniciones cañaris y avanzaron ha-cia el norte con el propósito de acercarse aQuito.

Con respetuosa reiteración, en variasde nuestras publicaciones anteriores hemosdenominado a Quito matriz de pueblos, tan-to en sentido filosófico como religioso y ar-quitectónico. La razón de este apelativo esque en este cuenco geográfico rodeado porlas caídas orientales del Pichincha y las cres-tas del Lumbisí y el Guangüiltagua, aparecióel primer poblador de estas tierras que luegoconformaría el Reino de Quito. En tanto ger-men de la población de esta tierra, Quito eraun símbolo religioso que hablaba a través delos materiales con los que el hombre primiti-vo fue levantando su ciudad matriz: el barro,el ladrillo crudo y, más tarde, el canto rodado.

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Tan descuidados o llenos de prejuicioshemos sido en cuanto a la investigación de lahistoria antigua de los pueblos que nos dieronorigen, los quitu caras, que no supimos adver-tir que el padre Juan de Velasco nos habíaproporcionado numerosos elementos para co-nocer cómo fue la capital ancestral de estospueblos andino equinocciales. Hablando so-bre su arquitectura dice: “fueron poco adelan-tados y de mal gusto, siendo así, que tuvieronel conocimiento y práctica de los arcos, y bó-vedas, que se niega al común de las nacionesindianas. Sus fábricas las hacían de piedra re-gularmente labrada; mas sus puertas eran im-perfectísimas, y distintas de las que usan todaslas naciones del mundo; porque eran casitriangulares, esto es, muy anchas abajo, ymuy angostas por arriba”42. Estas formas ar-quitectónicas no deben causar extrañeza aun-que no parezcan muy usuales, y aunque, dehecho, no coincidan con los gustos y los mo-delos europeos. No podían coincidir porqueobedecían a una concepción arquitectónica ya una estética que hacían alusión a símbolossagrados. Por eso las puertas seguían las lí-neas del tasqui, vaso sagrado que se utilizabapara las abluciones purificatorias. Estos hom-bres de nuestra remota antigüedad todavía noseparaban a la religión de los demás estamen-tos de la vida; por el contrario, todas sus acti-vidades estaban sacralizadas.

Juan de Velasco no entra a dar detallesde las técnicas de construcción pero nosotrossabemos que usaban no solo la piedra labra-da, sino las lajas o “lanlanes”, la cangahua la-brada o la piedra pómez. Para levantar los pu-carás o fortalezas labraban las enormes mon-tañas naturales o las imitaban artificialmente,elevando tolas con grandes bloques de canga-hua. Muchos testimonios de estos monumen-tos bélicos han quedado a lo largo de la cor-dillera de los Andes. Velasco nos dice que sus

construcciones militares disponían incluso de“plaza de armas” que “no era otra cosa, queciertos terraplenes de figura cuadrada de uno,o dos altos, con escalas levadizas”43. El autormenciona también la presencia de tolas paraenterramientos y de pirámides con fines astro-nómicos, regadas por todo el territorio de lapoderosa buluhuaya (gran familia) de Quito.

Los pobladores de Quito, la ciudadmatriz, la levantaron al pie del Pichincha, allídonde se habían salvado los matutatas o pa-dres ancestrales. No debemos pensar en unaestructura urbana perfecta según la concep-ción europea. La cultura material de nuestrospueblos formativos era una respuesta tanto ala naturaleza que les rodeaba como a sus mi-tos, creencias y costumbres. Sus creacionesmateriales obedecían específicamente a susnecesidades vitales. La época de desarrollo delo quitu cara no fue de construcciones monu-mentales; estas vinieron después con los co-llas y los incas. Los quiteños construyeron consencillez sus centros urbanos y religiosos, sinpretender superar la grandeza de la naturale-za que los circundaba.

Refiriéndose al templo del Sol que losquitus habían levantado en el Panecillo o Ya-virac, Velasco dice que “era de figura cuadra-da, todo de piedra labrada con bastante per-fección, con cubierta piramidal, y una granpuerta al Oriente, por donde herían los prime-ros rayos del sol a su imagen representada enoro”44. No era un templo monumental ni so-berbio. Como lo señalamos en nuestra obra“Los Señores Naturales de la Tierra”, la Quitumilenaria era un conjunto de tolas y piyashas,es decir, montículos y pirámides dispuestossobre las faldas del Pichincha. No fue unaciudad monumental como el Cuzco, sino unpoblado comunitario erigido sobre la base deconcepciones míticas y filosóficas de loshombres que lo habitaron. Empero, Quito era

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codiciada desde antiguo por los cuzqueños,tanto por ambiciones políticas cuanto porquesu ubicación sobre la exacta mitad del mun-do la convertía en centro privilegiado del cul-to solar.

En la época de la conquista cuzqueña,Quito era la sede del gobierno de los Shillis.La ciudad estaba rodeada por otros pueblosmenores, tanto en el valle de Machachi comoen la parte suroriental del Pasochoa; allí seubicaban los pueblos guerreros de Pintag,Sangolquí, Uyumbicho, Guangobulu y Cono-cotog. La gente de Huayna Cápac había teni-do que pasar a sangre y fuego a todos estospueblos que se habían coligado para detener-lo. Quitulá o Quitu era, como el término loindica, ciudad de tolas, y centro ceremonialsemejante a los que chimúes y nascas habíanlevantado en el Perú. El palacio del shilli seerguía en el centro de una gran construcciónpiramidal rodeada por muros de piedra tosca-mente labrada y unidos con barro, más o me-nos en donde hoy día se levanta la iglesia deSan Francisco. El palacio era un enorme bo-hío techado con paja y rodeado de construc-ciones menores; se alzaba en la ladera orien-tal del Pichincha y una calzada de piedra lan-lán ascendía por ella, hasta la chorrera endonde los quiteños realizaban abluciones pu-rificatorias. Sobre el actual Panecillo, comoya lo dijimos, se levantaba el templo del Sol.Velasco afirma que allí habían existido co-lumnas con las que se realizaban observacio-nes y mediciones de los solsticios. El templode la Luna, en cambio, estaba sobre la actualloma de San Juan. Tenía el santuario forma re-donda “con varias troneras, o ventanas redon-das en contorno de las paredes, dispuestas demanera que, siempre entraba por alguna deellas la luz de la luna a herir su imagen, he-cha de plata y colocada en medio”45. Pese aser adversario de Juan de Velasco, Jacinto Ji-

jón y Caamaño confirma las aseveracionesdel jesuita cuando en su obra “El Tesoro delItschimbía”, afirma: “en el Itschimbía erigie-ron los primeros moradores de esta pobla-ción, un templo a la luna que se supone ado-rada por ellos”46. Confirma también la exis-tencia “de un muro de piedra que se extiendede Este a Oeste por algo más de ciento cin-cuenta metros, construido con cantos roda-dos”47, tal como lo había mencionado Velas-co. Jijón y Caamaño habla también de la exis-tencia de “ricas tumbas” anteriores a la con-quista de Quito por el inca Túpac Yupanqui48

y que todos estos vestigios revelan la existen-cia de una ciudad y de unos pobladores ante-riores a los cuzqueños, hecho del que aún du-dan algunos de nuestros historiadores.

Otras construcciones del mismo estilo,aunque de menor proporción que la del shilli,se levantaban en el sitio que se denominó To-la Grande de Santo Domingo. También habíaedificaciones entre las quebradas de Ullan-guanga y de Sanguña, en el actual sitio de ElTejar. Entre el lugar denominado Guanacauriy el Ichimbía existía un conjunto de tolas fu-nerarias49. En la playa del Machángara, unnumeroso grupo de montículos artificiales deenterramiento, constituía una especie de ce-menterio de los señores de Quito. La gentedel común tenía habitaciones similares a lasde los chimúes y los nascas, como ya indica-mos.

Como la quitu era una cultura agríco-la, la ocupación de la tierra estaba supeditadaa los cultivos. Los núcleos poblacionales esta-ban distribuidos en los sitios que ya señala-mos, y rodeados por sementeras. La ciudadera protegida por la vegetación natural del piede montaña que formaba tupidos chaparros ybosques de quishihuares, cholanes, pumama-quis y alisos de páramo, con abundante y va-riada fauna.

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Con su llegada, los cuzqueños trans-formaron la arquitectura y la fisonomía de laciudad; el antiguo centro ceremonial de losquitus se transformó en lo que los cronistastempranos llamaron: “el otro Cuzco”. Los in-cas trajeron las construcciones de piedra, pe-ro el pueblo sencillo siguió usando sus ele-mentos y técnicas ancestrales. Sobre el sitioen el que se levantaba el palacio del shilli,Huayna Cápac erigió el cusilla huasi o casadel placer, que habría de sorprender a losconquistadores blancos. Cieza de León, quienhabla con admiración de los aposentos deRiobamba, Mocha y otros lugares del Reinode Quito, nada dice de Quitu, aunque asegu-ra que sus habitantes “adoran al sol, hablancon el demonio los que entre todos escogenpor más idóneos para semejante caso, y tuvie-ron, y aun parece que lo tienen, otros ritos yabusos, como tuvieron los ingas, de quienfueron conquistados”50. Al referirse a la gen-te de Quitu sólo dice que era buena y que lle-vaba “ligadura a la cabeza”. En cuanto a laciudad reconstruida por los cuzqueños, tam-bién sus referencias son pobres: “está asenta-da en unos antiguos aposentos que los ingashabían en el tiempo de su señorío mandadohacer en aquella parte, y habíalos ilustrado yacrecentado Guaynacápac y el gran Topain-ga, su padre. A estos aposentos tan reales yprincipales llamaban los naturales Quito, pordonde la ciudad tomó denominación y nom-bre del mismo que tenían los antiguos. El sitiosano, más frío que caliente. Tiene la ciudadpoca vista de campos o casi ninguna, porqueestá asentada en una pequeña llanada a ma-

nera de hoya que unas sierras altas donde ellaestá arrimada hacen, que están de la mismaciudad entre el Norte y el Poniente. Es tan pe-queño sitio y llanada que se tiene que el tiem-po adelante han de edificar con trabajo si laciudad se quiere alargar, lo cual podría hacermuy fuerte si fuese necesario”51.

Huayna Cápac trasladó su corte y sufamilia a los edificios que construyó en Qui-to. De allí que, mucho después de la conquis-ta española, en todo aquel sector donde ac-tualmente se extienden los barrios de San Ro-que, La Merced, San Diego y San Francisco,se encontraban apelativos como Llupangi In-ga, Rimachi Inga, Tacuri, Ñusta, Cóndor, Pu-ma, Huamán, Palla, etc., ya en pleno procesode mestizaje. La persistencia de estos apelli-dos de origen cuzqueño es evidente. MatheoYupanqui, hacia mil seiscientos, vendía aFrancisco Remache Inga un solar junto alconvento de San Diego, cerca de las que fue-ran casas principales de don Francisco Ata-hualpa52. También aparece el apelativo quite-ño Atahualpa. Carlos Atahualpa, hijo de Fran-cisco y nieto de Atahualpa, vende “un peda-cito de tierra del suelo de mis casas que ten-go en la parroquia de San Roque” (53). Estosignifica que quedaron en poder de los des-cendientes de Atahualpa todas las tierras queocuparon tanto el palacio de shilli como lacasa del placer del inga*.

Pero, en conjunto, no son muchos lostestimonios que han quedado de la Quitu másantigua, la que fue fundada por el mítico Qui-tumbe. La tradición oral y los documentos es-

CAPÍTULO II 29

* Rodríguez de Aguayo describió así a Quito: la dicha ciudad está asentada en una casi ladera al pie deuna sierra grande, alta y larga de muchas leguas, al nacimiento del sol. Tiene algunas cavas, que allídicen quebradas, a los arrabales y en la ciudad, las cuales se pasan por puentes. Tuvieron los ingas quepoblaron este sitio por fortaleza las dichas quebradas y así los españoles, cuando conquistaron aque-lla provincia poblaron el dicho sitio y se aprovecharon de las casas y edificios que hallaron de losdichos indios.

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critos hacen mención a veces a las llamadas“tolas”. También se han conservado nombrestan reveladores como Tola Alta, Tola Baja,Toctiuco e Ichimbía. Algunos documentos pú-blicos, sobre todo de compra y venta de pre-dios y casas, contienen también referencias alas antiguas construcciones quitus. Por ejem-plo, en el testamento de Mariano Cabezas(1739), se habla de su casa de vivienda ubica-da en la parroquia San Sebastián, y refiere queestaba situada “en La Calle del Mesón frentea la pirámide”54. Esa pirámide o tola era laque ceñía al Panecillo y en donde los incas le-vantaron el Pasña Huasi, o sea, el Monasteriode las Vírgenes del Sol.

En una escritura de venta de una cua-dra de tierra en la Loma Grande de Santo Do-mingo (1759), se dice que estaba ubicada enel predio conocido con el nombre de Censo-pamba que lindaba por abajo con la quebradagrande que baja de San Marcos, por el otro la-do con tierras de indios nombradas tolas.

Las tolas que estaban al pie de la pam-pa que se extendía hasta el Machángara, cons-tituían sin duda el cementerio de los quitus ypor ello quedaron en manos de indígenas qui-teños hasta avanzada la época colonial.

Los primeros documentos españolesque constan en el llamado Libro Verde, nadadicen sobre la ciudad de Quitu ni sobre laposterior reconstrucción que de ella hicieronlos cuzqueños. Alguna vez, en los repartos desolares, se las menciona vagamente. Cuandose entrega uno de ellos a los padres francisca-nos, se habla de las cavas que no son otra co-sa que las jarcas de piedra o fortalezas de tipocuzqueño. Concretamente, se trata del lugaren donde se ubicó la casa del placer y que de-sapareció porque Rumiñahui la incendió yporque en 1543 el Cabildo ordenó que se bo-taran todos los restos de construcciones anti-

guas para señalar los ejidos. Sin embargo, laspiedras de las cavas y jarcas indias se utiliza-ron para los cimientos de las primeras cons-trucciones de la ciudad blanca.

En los valles aledaños a Quito, comoel de Los Chillos, los llactayos estaban prepa-rando la defensa. El joven Pinta o Pinto (másconocido como Píntag, con la “g” explosivade la fonetización castellana), hijo de Puga-che y de una señora Anagumbla, había recibi-do el encargo de comandar la guerra. Puga-che, su padre, gobernaba el valle en calidadde señor principal.

A pesar de su juventud, Pinta ya habíaprobado su bravura en los combates de Ma-chachi. En lengua quiteña su nombre significa“agua sagrada del padre”. Era pequeño de es-tatura, pero de contextura robusta; su cabeza,cubierta de pelo negrísimo, liso y brillante, serodeaba de una cinta amarilla con ribete rojo.Llevaba camiseta larga de lana con franjas ro-jas y blancas; la cintura iba ceñida con una fa-ja multicolor de cuatro dedos de ancho. Untapi le cobijaba el dorso. Sobre el pecho lucíachaquira multicolor tejida con abalorios y, so-bre ella, refulgía la tincullpa dorada con unoso de anteojos en relieve (ñahui zapa utu-rungu), símbolo de valor y de mando.

En la mano derecha llevaba siempre elguallimbu, arma eficaz fabricada con unaaleación de cobre y oro, para degollar de unsolo tajo. La comunidad entera le había nom-brado isamina, pues había pasado la inicia-ción ritual en las aguas míticas de Catequilla.Ahora, junto con los unilas (jóvenes guerre-ros), estaba dispuesto a desalojar al invasor dela geografía quitu. Formando grupos peque-ños, de gran desplazamiento, asechaba a losenemigos para caer sobre ellos sorpresiva-mente. Los cuzqueños tenían que caminarcon cautela.

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Pinta comandaba las fuerzas coligadasde Guallichicomen, Sangolquí y Guangubulu.Después de dejar organizada la defensa enUyumbicho, se concentró con numerososguerreros en los pucarás de Ingoloma y Aña-ro. Otras fuerzas conformadas por gente deLumbisí, Añaquito, Lincán y Alóag, resistíanbravamente. En cuanto a las fortalezas desdedonde combatió Pinta, diremos de paso quehan quedado referencias de ellas en la geo-grafía arqueológica: Diego López de Quinta-na, en julio de 1596, daba a conocer el des-cubrimiento de una huaca y “registraba entérminos de esta ciudad en el pueblo de Pintaque es como subimos de este dicho pueblohacia el páramo por el camino viejo de los in-gas que iba al Perú media lengua a la redon-da del dicho pucará a donde ha tenido y quesacaron cantidades de dinero”55.

Efectivamente, la fortaleza desde laque guerreó Pinta estaba sobre el camino realque conducía al Sur, junto a la entrada deQuito. Allí peleó al lado de Mainolas y de Pu-gache, su padre. En el pucará de Añaro la re-sistencia quiteña fue vigorosa, pero aún asílos defensores fueron empujados hacia elOriente y tuvieron que dirigirse hacia Pamba-marca, siguiendo los altos de Huamaní y laTropa Encantada. Pinta no solo que dejó decombatir con guerrillas, sino que obligó alenemigo a seguirlo en su retirada estratégica,para extenuarlo. Pero en Pambamarca le es-peraban mayores desafíos.

Luego de la sangrienta batalla de Im-baya, llamada de Yahuarcocha por los cuz-queños, Pinta fue calificado como “ bárbaro ”por el cronista Montesinos y como “ valientí-

simo ” por Sarmiento de Gamboa56*. Pintaescapó “con seis mil soldados” quiteños paraestablecerse en los fríos y difíciles páramosdel Antisana. Desde allí organizó nuevamen-te una perseverante guerrilla contra el inca, alque mantuvo desconcertado durante meses.Puruguayes, caranquis, sigchos y quitus, esta-ban bajo el mando del valiente Pinta. PeroHuayna Cápac envió grandes partidas de ore-jones para dar con él. Después de una san-grienta lucha lograron cercarlo, aprisionarlo yconducirlo a Quito.

Huayna Cápac no logró convencerlode que pasara a formar parte de su guardiapersonal (inga Chaquis). Tan ofendido se sin-tió Pinta con esta petición que se dejó morirde hambre en la prisión. Sorprendido antetanto valor, Huayna Cápac ordenó que se ledespellejara y con esa piel se fabricara un Ha-tuntaqui de guerra. Luego el tambor fue en-viado al Cuzco para que se lo utilizara en lascelebraciones del inti raymi en el Coricancha.

Sarmiento de Gamboa, resumiendo elcontenido de los quipocamayos de Toledo,narra así el final de la sangrienta invasión yconquista del Reino de Quito por Huayna Cá-pac: “...y despachó un capitán con gente enseguimiento de Pinta que iba huyendo y ha-ciendo mucho mal. Y le siguió, hasta que Pin-to se metió con sus compañeros en una mon-taña, en donde se escapó por entonces, hastaque, después de que Huayna Cápac hubodescansado algunos días en Tumebamba, su-po como andaba por las montañas y le hizocercar y atajar las entradas y salidas de todasaquellas montañas, y así, fatigado de hambrese rindió él y los suyos. Fue este Pinto valien-

CAPÍTULO II 31

* Algunos descendientes de Pinta se establecieron en el barrio de San Marcos en Quito. Una de ellos esMaría Quilamba y otros los Anagumbla y Pugache que dejaron descendencia en el propio pueblo dePinta, en el pueblo Viejo del Inga y en la parroquia de San Marcos de Quito.

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tísimo, y tanto coraje tenía contra Huayna Cá-pac, que aun después de preso, con hacerle elinga muchos regalos y buen tratamiento, nun-ca le pudieron ver la cara. Y así murió empe-rrado, y por esto Huayna Cápac le mandó de-sollar y hacer de su cuero un atambor, paraque con él hiciesen un cuzco taqui ques dan-zar al sol; y hecho le envió al Cuzco, y así conesto se dio fin a la guerra”57.

El emperramiento que mencionaGamboa demuestra el heroísmo de Pinta,igual al de los huambracuna o toalongos qui-teños que resistieron al conquistador en la ba-

talla de Imbaya. En la piel de Pinta debieronreunirse la voz de trueno de Pillallau y la lla-mada materna de la Pachamama quiteña, porsobre la soberbia de los invasores. Es muyprobable que Atahualpa, Calicuchima, Quis-quís, Sotaurco y Rumiñahui, hayan rescatadoel tambor elaborado con la piel del valientePinta, cuando entraron como vencedores alCuzco después de la batalla de Quipaypán.

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Sarmiento de Gamboa confirma en sucrónica que Huayna Cápac se preparó luegopara la conquista de Caranqui, que era una“nación muy belicosa”58. Los cuzqueños ha-bían ido arrinconando y desplazando a lasfuerzas quiteñas desde la provincia de Puru-huaya en adelante. Los baluartes de Pamba-marca y Cochasquí receptaron a los defenso-res que retrocedían. Cabello y Balboa diceque cuando los cuzqueños “llegaron a unasiento llamado Cochasquí (donde) hallaron alos naturales puestos en defensa”59.

Después de la caída de Quito, Capitaldel reino del mismo nombre, la defensa de losvalles aledaños de Tumbaco y Cumbayá ha-bía sido encomendada al señor de Perucho(zona conocida como “valle sangriento”),Muenango. Este Muenango logró una victoriapasajera cuando desalojó a Huayna Cápac dela fortaleza de Guangüiltagua (gran collar delabuelo). Con tanto brío se lanzó Muenangocontra el inca que este tuvo que enviar al Pe-rú por refuerzos y solo con una verdaderaavalancha de combatientes logró derrotar alos quiteños. Es después de la derrota de la lí-nea defensiva de Muenango que los quiteñosretroceden hacia Pambamarca, al costado oc-cidental del río Cochasquí. Este topónimo fue

cambiado por los cuzqueños por el de Quis-pe que, finalmente, quedó deformado en Pis-que.

Para preparar el ataque último y defi-nitivo a los bastiones quiteños, Huayna Cápacpermaneció largamente en Quito, ciudad queya había dominado su ejército. Las cavas delpoblado se llenaron de auca runas y orejones;las collcas se colmaron de alimentos, armas yropa para los que seguían llegando desde elsur a remozar el ejército disminuido por lamortandad de las constantes batallas. Los ya-nas y las chinas auxiliares del ejército se dedi-caron a prepara alojamientos para los con-quistadores. Quito se transformó en una ciu-dad populosa, en pleno fervor bélico; el incano dejó de levantar nuevas construcciones,pues los quiteños habían entregado su ciudadal fuego antes de someterla al imperialistamonarca sureño.

El historiador de origen colla, Pacha-cuti Salcamaygua, dice que los refuerzos lle-garon desde pueblos del altiplano peruano,acostumbrados a la guerra en las frías y eleva-das regiones del sur. A más de los generalesMihi y Auqui Topa, entran en acción MolloCabana y Mollo Pucara, como ya se indicó.

Capítulo III

Los cayambis gobernados por los señores Puento.- Cochasquí y la reina Quilago.- Los angos deCaranqui.- Lucha desesperada de la primera línea defensiva entre las fortalezas de Shaygua y Malchin-

guí.- Pambamarca, Chumillos y sus fortalezas.- Conquista de Cochasquí y Pambamarca.- Batalla de Ton-taqui y muerte del rey quiteño Cacha.

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Los alrededores de Quito también seconvirtieron en activas áreas de preparaciónpara la guerra. En los pueblos de Machangari-lla, Cotocollao, Lloa, Chillogallo, Oyombi-cho, Alangasí y Guápulo, se reclutó gente en-tre los guayacundos, cóndores y guayguacón-dores (todos mitimas cuzqueños). Los quite-ños habían establecido su línea de defensa endirección oriente - occidente, desde Chumi-llos (pucará del Quinche), la unión de los ríosCochasquí y Shaygua, hasta Perucho y Puélla-ro y los desfiladeros occidentales del Mojan-da. Las planicies de Malchinguí, los lomeríosde Cochasquí, Tanda y Moronga, estaban lle-nos de pulucaris al mando de Muenango y dela legendaria reina Quilago.

Apoyado en gran aparato de guerra,bien reanimado y abastecido su ejército, el in-ca se dispuso a salir hacia el norte desde lafortaleza de Guangüiltagua. Parte de sus fuer-zas se dirigió a las fortalezas de Shaygua(Chaquipamba, Asuacatu, Hornillos, etc.).Otro contingente partió hacia Cochasquí (Mo-ronga, Mishquilla, Tiacchuro, Oyagachi, Con-rrogal y Agato), bajo el mando del propioHuayna Cápac. Le acompañaban Auqui Topa,Apo Cuantar Cauna y Condo Molle, con vein-te mil hombres, a más de dos mil orejonesque pertenecían a la guardia personal del in-ca. Mihi, Mollo Cabana y Mollo Pucara lleva-ban otros veinte mil hombres. Estos preparati-vos sucedían en 1486.

Muenango, Quilago e Inla tenían unnúmero suficiente de hombres para salirle alpaso a Huayna Cápac. En Pambamarca,

Puento, Pinta, Collaguazo el mozo, Cando yÑacatac Ajuña habían distribuido sus fuerzasen dieciséis fortalezas. Al principio los ejérci-tos se encontraron solo en ligeras refriegas,pero luego los combates fueron tomando im-pulso y Huayna Cápac desalojó los pucarásde Shaygua solo después de cinco meses deluchar porfiadamente. Luego de estudiar la to-pografía del sector, el inca encaminó sus fuer-zas desde el pueblo arqueológico de Shaygua(llamado luego Guayllabama, llanura verde),por el Mauca Bulu, hasta llegar a la playa ba-ja del río Cochasquí. En una espaciosa llanu-ra, en Pucará Grande Chahuar (Cabuyal), leesperaba nuevamente la defensa quitu cara.Los quiteños habían aprovechado esta vez elcollar de promontorios de la zona bañada porel Cochasquí para ubicarse hábilmente y difi-cultar el paso al inca en Pucará Chico, Gua-rangal, Tunal, Mishquilla y Huamán. Atrave-sar el Cochasquí le significó gran trabajo alconquistador, pues los ataques de los quiteñosle venían desde las angostas playas cubiertasde algarrobos, guarangos, mosqueras, cabu-yales y tunas. En cada intento de Huayna Cá-pac por atravesar el río, le llovían desde losmatojos espinosos flechas y lanzas emponzo-ñadas. Una segunda línea de defensa de losquiteños se había ubicado en lo alto de losbarrancos del río y allí aguardaba el momen-to oportuno para dejar caer enormes piedrassobre los invasores. Huayna Cápac estaba im-paciente por esta prolongada lucha sin resul-tados y ordenó un ataque general y masivo ymandó construir improvisados puentes conlos que, finalmente, logró salvar el obstáculodel río*. Mientras precariamente los cuzque-

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* Los puentes o chacas se construían así: cuatro bejucos que atraviesan el río, gruesos de dos palmos opoco más o menos, y en el medio figura a manera de zarzo entretejen mimbres verdes gruesos comode dos dedos bien tejidos de suerte que unos no queden más flojos que otros, atados en buena forma,y sobre estos ponen ramas atravesadas de modo que no se vea el agua y de esta manera es el paso delpuente. Así lo testimonia De La Hoz.

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ños construían los puentes con gruesas cuer-das de chuchau o cabuya, continuamente seveían obligados a replegarse debido a la cons-tante lluvia de piedras conque los quiteños losabatían. Pero al fin, primero los orejones yluego el grueso de los auca runas, lograronpasar y se apoderaron de la angosta playa yestablecieron jarcas para refugiarse de los fe-roces ataques de los hombres de Muenango.Luego, paso a paso, a costo de muchas vidas,fueron apoderándose de la empinada laderacubierta de tupido y espinoso bosque. En esazona de difícil topografía calurosa y plagadade mosquitos y zancudos, Huayna Cápac sevio obligado a permanecer algunos meseshasta que su ejército lograra abrirse paso.

Los cronistas relatan las grandes bata-llas de Huayna Cápac para apoderarse delReino de Quito, poniendo énfasis principal-mente en las que tuvieron lugar en el norteandino; pero ni Montesinos, ni Cabello y Bal-boa, ni Sarmiento de Gamboa, dejan de caeren imprecisiones geográficas. Por ejemplo,Sarmiento de Gamboa dice: “...fue esta bate-ría y resistencia tan reñida y con tanto corajede ambas partes, tanto que no tenían por don-de andar los que peleaban, sino por encimade sus muertos. Y deseaban todos tanto moriro vencer, que acabaron las lanzas y flechas yarremetieron a las puñadas. Mas como los delInga echasen de ver que su capitán era muer-to, empezaron a retirarse hasta un río, al cualse echaban sin consideración por salvar susvidas. Mas, como el río traía mucha agua per-diéronla muchos de ellos, que se ahogaron, yasí esta fue una gran pérdida de la gente deHuayna Cápac. Y los que del río y de las ma-nos de los enemigos escaparon hicieron altodesotra parte del río, desde donde hicieronmensaje a Huayna Cápac de lo pasado”60 Y

Bernabé Cobo: “...fue tan reñida esta guerra ymorían en ella tantos hombres de ambas par-tes, que había grandes montones de cuerposarrimados a las murallas. Viendo el ejércitodel inga muerto a su capitán general, comen-zó a retirarse, y no perdiendo esta ocasión losCayambi salieron tras de él, y siguiendo el al-cance hasta un río caudaloso que no se podíavadear, degollaban a cuantos habían a las ma-nos. Hallándose los del inga confusos por im-pedirles el río la huída, se arrojaban a él, porno caer en manos enemigas, adonde muchosmurieron ahogados. Los que por gran venturaescaparon, hicieron alto de la otra parte delrío, y los cayambis victoriosos, se volvieron ala fortaleza con los despojos de los enemigosmuertos”61.

Ambos autores traen la misma infor-mación como si la batalla de la que comentanse hubiera realizado en Atuntaqui o en la for-taleza de Aloburo; pero en ninguno de estosdos sectores hay un río caudaloso ni profun-do. El Tahuando o el Ambi, que corren poresos llanos, son riachuelos de poca agua. No-sotros ubicamos el famoso suceso bélico en elrío Shaygua, hoy Guayllabamba, que llevaconsiderable cantidad de agua cuando se jun-ta con el Cochasquí en La Caldera, sobre to-do en el invierno. Estos lugares fueron losverdaderos escenarios de las tremendas gue-rras que narran los cronistas citados, sin darninguna precisión geográfica, ni siquiera elnombre del capitán peruano que cae muertoy que no es, en todo caso, Auqui Toma, her-mano del inca.

Huayna Cápac vive en esas regionesandinas del Norte del actual territorio ecuato-riano, horas verdaderamente negras. Mientrastrata de traspasar los ríos Shaygua y Cochas-quí, no se apercibe a tiempo de la presencia

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del pucará de Tiac Churo*, ni de las fortalezasde Purungil**, Oyagachi o Canta Gallo, y másal occidente, de las de Conrrogal y Agato.Cuando tras tanto esfuerzo logra sobrepasar ala vanguardia quiteña y alcanzar la extensallanura de Jerusalén, en donde se levantabanlas indicadas fortalezas, encontró que el grue-so de las fuerzas de Muenango y la Quilago leesperaba allí. El desastre de los cuzqueños fuede proporciones; allí murió lo selecto de losorejones del inca y sufrió menoscabo la famaguerrera de su jefe. Pero el propósito deHuayna Cápac era conquistar el territorio dela Quilago y envió por nuevos refuerzos. Losgenerales quiteños Muenango, Inla y Cabas-cango, que dirigieron esta batalla, hicieron ar-der las jarcas y los puentes levantados por loscuzqueños y restauraron las defensas en losbordes superiores del Shaygua.

Huayna Cápac se vio obligado a revi-sar sus tácticas guerreras. Los espías o chapacque había enviado del otro lado del río Co-chasquí, no observaron mayor movimiento enHuandango, Guarangal, Pucará, la fortalezadel Cabuyal, Chahuar Yablón, La Buitrera,Mishquilla y el Moronga. De sus informes elinca dedujo que podía enviar escuadras porlas quebradas de Supay Huayco y Guallacoque caían hacia el río Cochasquí. Aunqueotra parte de su gente atacaba por Tiacchuro,Oyagachi, Gallo Cantana y Alojansi, el obje-tivo que tenía en mente el inca era la infiltra-ción en la parte baja de Cochasquí. Durantevarias semanas envió a sus orejones, protegi-dos por la noche, para que se ubicaran en las

mencionadas quebradas y permanecieran es-condidos durante el día. Mientras, satisfechopor la victoria obtenida en esa zona, Muenan-go la había descuidado un tanto y se movíaconstantemente entre San Juan, Agato y Con-rrogal, totalmente al otro lado de donde se ha-llaba el objetivo inmediato de Huayna Cápac.

Los cuzqueños habían logrado tenderun nuevo puente, esta vez sobre el río Co-chasquí, justo en el ángulo en donde torcía ha-cia el occidente. La vanguardia del inca, febrilpor el deseo de venganza, se volcó hacia laorilla. Pero el lugar no estaba de ningún modosin protección. Una punta de lanza cuzqueñaintentó forzar el paso en el sitio denominadoPiedra Voladora; pero los defensores comen-zaron a descender de las empinadas barrancasdel Huandango, la Buitrera y el Guarangal. Elfrente de lucha se estableció en esos puntos yde inmediato acudieron las guarniciones deSan Juan, Conrrogal y Agato, dirigidas porMuenango. Gran parte de los efectivos del in-ca logró instalarse en las playas del Cochasquípero vio dificultado su paso por los numerososbarrancos en donde les detenían los quiteños.En todos los puntos mencionados lucharon losejércitos durante meses. El inca logró final-mente instalar jarcas en el barranco del Mish-quilla, pucará auxiliar del Moronga, e introdu-jo una parte de sus tropas por Diablo Huayco,Turuco y la quebrada del Guallaco. Eso le per-mitió apoderarse de Tanda.

Dijimos ya que para llegar al Morongadesde la ribera del Cochasquí, era preciso

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* Tiac Churo o caracol sentado, así llamaron los cuzqueños a esta fortaleza quiteña. Dice la tradiciónoral que ahí se recogían los churos comestibles con escoba. De las raíces tiac (estar, permanecer oasentarse) y churo (caracol).

** Purungil también es término quichua. Puru (calabazo redondo que produce el árbol del mismo nom-bre). Puede derivarse de purunpacha (masa redonda de cangahua que se produce naturalmente). Tam-bién puede significar huallaco.

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vencer cuatro tablazos formados por las lla-nuras de Tanda, Jerusalén, Moronga propia-mente y Malchinguí, que presentaban grandesquiebras a modo de defensas naturales (Mal-chinguí, Iruto, Guallaco y Supay Huayco).Cuando finalmente los invasores llegaron aapoderarse de la llanura de Tanda, se encon-traron con que no podían avanzar hacia el oc-cidente porque les cerraba el paso el barran-cón de Cuchicebana, así como las abras pro-fundas de Iruto y Malchinguí. Los yanas te-nían que encargarse de levantar apuradamen-te hileras de jarcas de piedra y cangahua paraprotegerse de los combatientes de Muenangoy la Quilago. En Tanda el inca se detuvo paradescansar de las fatigas de tan prolongada ydifícil conquista. Los quiteños, por su parte,no se quedaron quietos sino que, de cuandoen cuando, enviaban grupos móviles para nodar tregua al enemigo. Huayna Cápac vio no-tablemente disminuidas sus tropas y tuvo queesperar otros contingentes que le llegabandesde Quito. También los quiteños recibieronauxilio de los otavalos, pero tuvieron que de-dicar considerable tiempo para enterrar a susmuertos. La contienda se estacionó. Durantesemanas no se produjeron nuevos encuentros.Solo los suyuntas o ullaguangas sobrevolabanlos campos aquietados por la mortandad de laguerra.

Muenango y la Quilago reforzarontambién las defensas del pucará de Morongaque parecía ser el nuevo blanco de los con-quistadores. En efecto, Huayna Cápac queríarendir al Moronga por asalto. Montesinos re-lata así la victoria del inca, vinculándola consu mítico poderío: “Estando allí tuvo noticias,cómo la gente de la otra banda del río Quis-pe (Pisque) se había rebelado y cómo gober-naba la gente una señora llamada Quilago.Huayna Cápac receloso del tumulto de esagente, partió de aquella parte con ejército a la

vista de los contrarios, que estaban río en me-dio fortificados de la otra banda. Hubo mu-chas escaramuzas, quiebras de puentes ymuertes de ambas partes. Duraron estos en-cuentros sin hacer cosa de provecho, más dedos años. Recobróse en este tiempo de genteel inga; hízoles una plática a sus soldados,animándoles: Díjoles que como enfrentabansus fuerzas hombres gobernados por una mu-jer que él estaba determinado a romper con elenemigo de poder a poder, porque su padre elSol le había prometido la victoria; y en señalde ello le había dado una honda y tres piedrascristalinas con su estólica. Quedaron con es-to los soldados muy alentados; fingen aquí losamautas que les avisó el sol cómo los contra-rios habían determinado dejarlos pasar el río,y que luego los cogieron en una emboscadaen unos pajonales de la otra banda del río, yque dio en una piedra grande y que se quebróy salió mucho fuego que abrazó a los pajona-les y a los soldados que estaban en la celada;conque pasó de la otra banda el ejército sincontradicción y venció a los contrarios en unamuy reñida batalla”62.

Pero la relación del encuentro “reñi-do” es en realidad muy sencilla para el cronis-ta que la escribe en estos términos: “...Llegan-do aquí Huayna Cápac apercibió a sus escua-drones para el asalto y, creyendo que con fa-cilidad la hubieran no lo acometieron conmayor cuidado que querría el hecho, y poresa causa se vieron los cuzcos muy a puntode ser perdidos, hasta que el cuidado y valen-tía de los cochasquís los despertó y los hizoandar alerta y acometieron con mayor cuida-do y menos confianza de sí propios, bien sepodría decir, que pesada sangre ganaron a loscochasquis la fuerza, pues murieron tantos ensu combate que los del inca que no se holgómucho por la victoria, mas al cabo quedó

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vencedor y perdidos tanto como los venci-dos”63.

Parece que Montesinos sí conoció ellugar de los hechos, aunque no lo precisa; pa-rece también que él mismo recogió las infor-maciones al respecto, cuando todavía se con-servaban frescos los recuerdos entre la gentedel pueblo. Las noticias de lo acontecido lasobtuvo de boca de los mismos cochasquíesque allí habían peleado; ellos le contaron quelas guerras se dilataron por más de dos años,hasta que se produjo la caída de la tierra de laseñora Quilago. Aunque no entrega datosgeográficos precisos, Montesinos es de los po-cos cronistas que se aproxima objetivamentea los hechos que narra, debido a que sus in-formantes fueron indígenas conocedores delos acontecimientos de la conquista peruanade su tierra.

Muenango había confiado la defensadel flanco oriental a la reina Quilago y a suscapitanes Tocachi, Malchinguí y Herazo. Des-pués de apoderarse de Tanda, con muchostrabajos el inca logró poner cerco al Moronga(2798 m) en donde se levantaba una inmensafortaleza quiteña. Las fuerzas invasoras tam-bién se hallaban en el Mishquilla y periódica-mente obligaban a los quiteños a movilizarsepara impedirles el paso, de modo que queda-ban algunos puntos débiles por donde podíanlos cuzqueños entrar inesperadamente.

Después de varios meses de habermantenido el cerco al Moronga, Huayna Cá-pac se decidió por un ataque definitivo. Trasrendir las fortalezas menores que los quiteñostenían en el valle de Tanda*, los cuzqueños

tomaron el borde del Cuchicebana** y la que-brada de Iruto. Otro grupo se preparaba, entanto, para atacar el Moronga desde la zonade Mishquilla. En la angosta vaguada que me-diaba entre el pie del Mishquilla y el Moron-ga los enemigos se enfrentaron cuerpo a cuer-po con guallimbus, gualcanes y guachis. Losquiteños estaban bien parapetados tras elgrueso muro de piedra de la fortaleza. El ge-neral Auqui Topa trató de forzar el paso conun grupo de orejones, pero fue sorprendido ylogró a duras penas escapar con vida juntocon unos pocos de sus hombres. El sangrien-to macanacuy (combate) era observado porHuayna Cápac quien permanecía en la cum-bre del Mishquilla y tuvo que dar la voz de re-tirada a su gente. Los quiteños lo habían dete-nido con gran esfuerzo y gracias al coraje deTocachi, Herazo, Pillajo, Simbaña, Puento, Pi-llas, Asaquilango, todos ellos guerreros queescribieron un capítulo brillante en la defensadel Reino de Quito.

Pasadas unas semanas, acostumbradocomo estaba a las vicisitudes de la guerra,Huayna Cápac volvió a la carga. Una batallaperdida no iba a detenerlo. También la reinaQuilago había tenido que conseguir nuevosguerreros para continuar manteniendo la pro-tección del Moronga.

Los intrusos enviaron escuadras volan-tes que se desplazaron por el boquerón deCochasquí y por las orillas del Shaygua, conla esperanza de encontrar un paso débil odescuidado, pero en vano. El cansancio cun-día entre las tropas del inca, debilitadas nosolo por los continuos enfrentamientos, sino

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* Tanda en quichua significa pan de maíz, igual que la humita o chogllotanda.** Cuchicebana viene de dos palabras castellanas quichuizadas: Cuchi (cochino, cerdo) y cebana (de se-

bo). Lugar para cebar puercos.

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por enfermedades como la disentería, el palu-dismo y la deshidratación. Medio año transcu-rrió en esta situación hasta que el inca se de-cidió a enviar a los veteranos a descansar enQuito, desde donde debían llegarle tropas re-novadas. También trajo gente nueva desde elContisuyo, así como un grueso contingente decañaris. Con estas escuadras inició nuevamen-te el ataque hasta que cedió el cerco básicodel Moronga y así pudo ir ganando los demás,hasta llegar a la cumbre de la fortaleza.

Montesinos señala que desde las pri-meras escaramuzas al pie del Moronga hastacuando éste cae, transcurrieron más de dosaños. Acorralados por los enemigos, la reinaQuilago y sus capitanes tuvieron que rendir-se. Muchos combatientes quiteños habían lo-grado reunirse con las tropas de Muenangoque todavía se mantenía firme en Conrrogal yAgato sobre la banda occidental del Mojanda.El historiador peruano contemporáneo, Wal-demar Espinoza Soriano, retoma los criteriosde Murúa y dice sobre la rendición de la for-taleza de Moronga: “ (el combate) revistió ca-rácter épico y Cochasquí perdió gran númerode guerreros intrépidos, que preferían morircon heroicidad ante la presencia del jefe má-ximo del Tahuantinsuyo”64. Las breñas delQuispe*, donde estaba situada la gran fortale-za de Moronga y las otras auxiliares: Tiacchu-ro, Oyacoto, Mishquilla, Guandango, Gua-rangal y Chahuar, quedaron bañadas en san-gre quiteña. Cada palmo de tierra fue disputa-do a los conquistadores con numerosos muer-tos. Esta gran batalla, junto con las de Atapo,Charicando, Achupallas, Mocha e Imbaya,fue demostración del valor y de la resistenciade la confederación quitu cara. Concluida labatalla del Moronga, los cochasquíes actua-

ron según la costumbre de sus ancestros carasy asolaron la región y la incendiaron para de-jar sin abastecimientos a los agresores65.

Desde la cima del Moronga, HuaynaCápac pudo contemplar el poblado de Co-chasquí y el centro ceremonial con sus majes-tuosas pirámides de cangahua. La Quilago es-peró en sus dominios al inca, vencida perodigna. El monarca llegó transportado en regialitera, precedido de una escuadra de taquis.La reina Quilago lo recibió en su palacio don-de el inca ordenó iniciar las celebraciones porla victoria. La Quilago, mientras fingía partici-par del regocijo de los vencedores, planeabala muerte del conquistador de su tierra. Sinembargo, cuando Huayna Cápac descubriósus planes no solo que perdió la guerra sinotambién la vida.

Vencidas las tierras de Quisaya, Peru-cho, Puéllaro, Malchinguí, Tocachi y Chim-burlo; y rendidos los bastiones de San Juan,Conrrogal y Agato, Huayna Cápac procedió anominar autoridades cuzqueñas y estableciófuertes guarniciones de cañaris en Tiacchuro,Mishquilla y Guandango. A quienes habíanparticipado en los planes de la reina Quilago,el inca los hizo degollar y a la gente de Co-chasquí la dispersó por diferentes provinciasdel Reino. Cochasquí quedó así totalmentedespoblado y sólo en la época colonial fue re-cuperándose con forasteros de Quito y Lata-cunga.

Mientras luchaban contra Muenango yQuilago, los cuzqueños habían tenido queenfrentarse también con los cayambis, dirigi-dos por Nazacota Puento, que se habían con-centrado en las fortalezas de Pambamarca.Esas fortalezas han sido estudiadas por el pro-

CAPÍTULO III 39

* Nombre dado al río Cochasquí por los peruanos. Hoy día se lo llama Pisque, nombre deformado deQuispe, que significa libertad. En los mapas antiguos figura este río como Quispe.

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fesor Aquiles R. Pérez y por los chilenos Pla-za y Larraín. Nosotros, por nuestra parte, con-servamos la “Composición de Tierras de Pam-bamarca”, documento en el que se encuen-tran interesantes referencias a las menciona-das fortificaciones de guerra quiteñas66.

Los generales cuzqueños Mollo Caba-na y Mollo Pucara tenían dificultades para do-meñar a la bravía gente de Puento. Colla Topay Guayna Achachi fueron enviados por Huay-na Cápac para darles auxilio y ubicar sus fuer-zas en Pambamarca, frente a los pucarás delos extremos oriental y occidental. NazacotaPuento aprovechó la topografía de la zona yplantó distintas escuadras para hostigar conti-nuamente los campamentos cuzcos y collas.Los chasquis llevaban diariamente noticias dela guerra al inca quien, en tanto, peleaba conMuenango y la Quilago. Preocupado por losescasos resultados que sus generales obteníanen Pambamarca, les ordenó apretar y ganar te-rreno a como diera lugar. La orden tenía quecumplirse. Entonces se multiplicaron los ata-ques contra los pucarás quiteños.*

Aquiles Pérez refiere que “ cualquierintento de penetrar a Pambamarca resultabaimposible por la presencia siempre vigilante

de estas grandiosas fortalezas”. Monseñor Ha-ro Alvear agrega: “…La cantidad de bastiones,el tipo de construcción, el enorme cúmulo depiedras recogido y distribuido, la altura y lon-gitud de los muros, los profundos zanjonescavados al pie del inferior, la estratégica loca-lización, hacen un sistema defensivo, el másextenso, admirable e inigualado por ningúnotro pueblo indio del Ecuador…Desde allí di-chas torres, particularmente las del frente oc-cidental, dominaban toda la hoya del Guay-llabamba, la meseta de Tabacundo-Malchin-guí, todo el valle del Quinche-Tumbaco, todala loma de Puengasí y parte del valle de Ma-chachi”67.

En efecto, si observamos el sistema dePambamarca, de Occidente a Oriente (Con-rrogal, Agato, Tiacchuro, Alojanchi, Guan-dango, Chumillos y la Loma de Quito), sololos de Achupallas, Atapo y Pasñag, puedencomparársele. Los cerros habían sido aprove-chados para labrar en ellos las fortalezas queabarcaban todo el ancho de la hoya delGuayllabamba; es decir, cerca de cuarenta ki-lómetros. Esas fortalezas son testimonio de laarquitectura monumental quiteña. Jijón yCaamaño (pese a que no demuestra ningúninterés por el suceso histórico que estamos re-

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* Respecto a los años que gastaron los dos bandos en la guerra, hay opiniones diferentes. La mayoría deautores modernos ha manejado con poca reflexión la afirmación de Gerónimo Puento, señor de Ca-yambe, quien dice que: “sustentaron la guerra contra los ingas tiempo de veinte años sin ayuda de otrosnaturales y les impidieron pasar adelante en la conquista”. Esta afirmación, sin embargo, no calza conla realidad histórica ni con la realidad geo’demográfica. ¿Cómo podía el señor de los cayambis, sinayuda de nadie, detener por veinte años la avalancha cuzqueña de más o menos veinte mil hombres?La demografía de la zona era poco representativa. Todos los cronistas antiguos hablan de la existenciade una liga, alianza o junta de todos los pequeños estados del norte. Por eso, mal puede atribuirse só-lo a Puento una resistencia en la que estuvieron implicados todos los habitantes del Reino de Quito.En cuanto al cálculo de veinte años, probablemente se refiere a todo el tiempo que duró la primeraconquista, así como al período de la segunda penetración cuzqueña. Los quitus derrotados fueron des-plazados desde el Sur por el enemigo y así, quilacos, tiquizambis, puruguayes, guaconas, etc., fueronconcentrándose hacia el norte, principalmente en las fortalezas de Cochasquí y Pambamarca. Todosestos pueblos deben haber aportado con miles de hombres que se sumaron a los cayambis y caranquisquienes disponían de una bien plantada cadena defensiva en todo su territorio.

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visando) dice que “ la conquista de los ca-yambis aguerridos fue sin duda la que mástrabajo le costó al ejército peruano”68.

Los collas, infatigables para la luchaen las alturas andinas, concentraron sus es-fuerzos en dos puntos: quebrar la línea pro-tectora establecida en el Collero, el Chumillosy en el pucará de la Loma de Quito, para en-trar en la hoya de Cangahua; y atacar Otón yCusubamba para dejar expedito el camino alinca hacia Puento Yasel. Con esta estrategialos cuzqueños hicieron que los demás puca-rás de Pambamarca quedasen aislados y sinprotección, de manera que sus defensores tu-vieron que rendirse por hambre. Una vez lle-gada a la hoya de Cangahua, la columna quedirigía Huayna Cápac se juntó a la de CollaTopa y Huayna Achachi para poner cerco a lafortaleza de Guachalá, en la entrada a los fér-tiles valles de Cayambi. El sitio duró variosmeses y, una vez arrasado el bastión, el incavio que todavía le esperaban los caranquiscon su fuerza defensiva intacta.

Este nuevo triunfo le costó caro en vi-das al inca. En siete años de lucha contra losgrupos del Norte del Reino de Quito había per-dido muchísimos orejones y aliados del sur.Pero el inca era tan cruel como paciente.Cuando se derrumbaron los muros de Guacha-lá, diezmó a lo pobladores, arrasó los cultivosy solo perdonó la tierra desolada. El quiteño ledevolvía iguales golpes de ferocidad69.

Garcilaso de la Vega no hace referen-cia alguna a los cayambis, aunque se detienea analizar la cultura de los caranquis y dice,como ya señalamos, que eran antropófagos ybestiales. La omisión del cronista es imperdo-nable. Sarmiento de Gamboa señala que des-

pués de que el ejército invasor había rendidoCochasquí y Pambamarca, la gente de Quitoque logró escapar “ se refugió en la fortalezade Carangui”70.

En efecto, la guerra aún no había ter-minado para los defensores del suelo quiteño.Combatientes de todas las provincias se des-plegaron hacia la tierra de los imbaya-caran-quis, donde se había establecido la corte y laresidencia del shilli. Reunidos allí, los manta-yas del Reino decidieron resistir al enemigohasta el final.

Luego de su triunfo en Pambamarca,Huayna Cápac decidió dar un largo reposo asus tropas en Puento Yasel antes de lanzarsecontra los alzados reunidos en la provincia deCaranqui.

Collas, huancas, changas, chachas,aymaras y cañaris descansaban en Puento Ya-sel, junto a Cayambe. El inca reposaba física-mente, pero trabajaba en sus planes de gue-rra. Mientras tanto, las fuerzas del rey Cachase preparaban en las fortalezas de Tontaqui yCaranqui. Junto a Cacha dirigían las accionesbélicas Nazacota Puento, Muenango, los An-gos de Otavalo y Caranqui, Cando de Sig-chos, Pinta y Collahuazo*. Huayna Cápac di-vidió sus fuerzas. Una columna iba con él,Auqui Topa y otros generales collas. Otra ibabajo el mando de Mihi con el propósito deamagar por Pesillo y caer a Caranqui por Zu-leta y Angochahua. Huayna Cápac trepó elfrío Cajas y descendió luego a Otavalo dondeencontró varios pucarás en los alrededores dela laguna de Imba Cocha, sitio en el que tuvode guerrear con Angos, Gualopiangos, Urcu-quíes y más señores quiteños que resguarda-ban la zona. El general Mihi tuvo que refrenar

CAPÍTULO III 41

* Collahuazo era un señorío de los indios quitos que se ubicaba en todo el valle de Guayllabamba. Sushabitantes fueron reducidos después en Cotocollao, Pomasqui, El Quinche y Yaruquí.

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sus ímpetus en el pucará de Pesillo, así comoen las defensas de la Chimba y Muyu Urcuque le impidieron rodear el Imbabura hastaCaranqui. Momentáneamente las dos colum-nas invasoras estaban inmovilizadas en Pesi-llo e Imba Cocha. Los cuzqueños creían queel verano les sería suficiente para llegar hastaCaranqui. Pero pasó el verano, llegó el invier-no y vino otra vez el verano y seguían refugia-dos en incómodas jarcas, realizando sucesi-vos ataques fracasados. Pero al fin lograronvencer simultáneamente los dos pasos y pu-dieron caer sobre Tontaqui** en donde tuvoque luchar en Tupiangui y Acpulrro.

La fortaleza de Tontaqui, pegada al Im-babura, esperaba al inca con gran número desoldados quiteños. Mihi se retrasaba porque laguerrilla lo detenía y le obstaculizaba el pasodesde Pesillo. Esa demora fue de algunos me-ses en los que Huayna Cápac tuvo que dedi-carse sólo a la tarea de ablandamiento de losrebeldes. El primer asalto a la fortaleza se in-tentó solamente cuando se supo que Mihi esta-ba por arribar. Cacha y sus generales vieron lle-gar un nuevo y poderoso contingente de ene-migos. Ante esto tuvieron que enviar refuerzosal sector de Agualongo. En Pucará y Pucará Al-to situaron numerosas guarniciones. En lasquebradas de Yana Yuco y Tumbabitzi, estable-cieron cuerpos móviles autónomos. La líneacomprendida entre Ami y el Agualongo se en-comendó a los bravos Pinta y Acatac Ajuña71.

Cabello y Balboa comenta que Huay-na Cápac y sus generales se encontraron con“ bravísimos ” defensores, de manera que los

enfrentamientos fueron sangrientos y costarona muchos la vida.

El combate se generalizó en todos losfrentes. El asalto por parte de los cuzqueños eraviolento y feroz, pero se vio paralizado cuandose produjo el choque cuerpo a cuerpo en elque los invasores llevaron la peor parte.

Este día fue para los peruanos el máslargo de la historia de su conquista pues su se-ñor, su dios, su sol, estuvo a punto de perderla vida. Los orejones que constituían una fuer-za de élite y, por tanto, la guardia personal delinca, tuvieron que dar pie atrás ante la arre-metida del ejército quiteño, al extremo que “apenas los caranguis (quitos) descubrieron elpunto de su flaqueza, cuando sin darles lugara alentar ni tratar de reunir, les acometieroncon ímpetu y furor no pensado, y fue este tanvehemente que los orejones de tanta confian-za y en quien estaba la fuerza del ejército, de-sampararon a Huayna Cápac y aun cayó en elsuelo el perdidoso rey, sin poder hacer otracosa y si no acertaran a llegar tres capitanescon alguna gente de su guardia, que se llama-ba Cuzqui Topa Yupanqui y Guayna Achachiy Cápac aquel día se acababa la guerra muya favor de los caranguis; estos lo salvaron detierra y lo pusieron a salvo. Y como la voz fuepor el campo que el inga había caído, resol-vieron los orejones contra los enemigos ”72.

“ El replegamiento desde los pucarásde Agualongo, ocurrió en orden y disciplina.El inca no pudo, por tanto, batir a las avanza-das, sino a costo de gravísimo riesgo. Por elloescuchaba, a distancia, el tremendo alboroto

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** Tontaqui es la traducción del término “hatuntaqui”, quichuizada, según anota Velasco. Significa ungran tambor de guerra o también “tierra de muchos humos”, según Ponce de León. Este significado mu-cho más antiguo, derivaría de las raíces: Tu (tierra), ta (apócope de tata, padre) y qui (mitad), o sea, tie-rra del padre de la mitad (del mundo). Puede también relacionarse con el término tasqui (vaso sagra-do para libaciones).

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que los hombres de Píntac producían en susdesplazamientos. Batieron tambores y desple-garon ununos rojos en apretadas columnas, yavanzaron llanura adelante, hacia la fortale-za. En la quebrada de Tumbibitzi, donde ter-minaba el mayor de los terraplenes, formandocadenas y collados humanos, entre una y otracota de desnivel, logró ubicarse esta podero-sa fuerza a combatir ”73.

Ante el revés sufrido, Huayna Cápactuvo que llenarse de prudencia y dejó pasaralgunos días sin atacar a los quiteños y espe-rando que su ejército se repusiera. Reflexio-nando con sus generales y capitanes, cambiósus esquemas y estrategias de combate, modi-ficando todo lo que creyó necesario, especial-mente la posición de la vanguardia que habíasido la que sufrió mayores bajas y, en general,evitando cualquier otro riesgo como aquel enque casi pierde la vida. Una vez que vio quesus hombres habían recobrado las fuerzas yreajustado sus milicias “… ordenó un ataquegeneral a la fortaleza, con todos sus efectivosde guerra ”. A pesar de la resistencia, el cuz-queño empujó y avanzó ganando “ cuatrolienzos ”74, y en el último de ellos, “ al entrara los cayambis ”, Auqui Toma fue aplastado,según Cabello y Balboa, “ por una gran piedra” y murió de este terrible modo75.

Este suceso animó a los unos y enfure-ció a los otros y la batalla llegó a su clímax.La muerte de Auqui Toma desalentó a los cuz-queños y collas, tanto que aflojaron su ataqueinicial hasta abandonar los cercos sangrienta-mente conquistados, “ en una vergonzosahuida ”76.

Píntac advirtió con prontitud el des-bande de los cuzqueños y arremetió con sushombres a la desorientada y vacilante escua-dra enemiga. Pronto las cercas del baluartequedaron vacías.

Ofuscados y sin saber qué partido to-mar, los atacantes retrocedieron atropellada-mente, y cuando al fin lograron refugiarse enlas jarcas, los quitos se detuvieron disciplina-damente y castigaron con dureza las trinche-ras. De toda suerte, no lograron desalojar alos orejones quienes dieron al fin cara a la ad-versidad y se mantuvieron sin retroceder.

Velasco, quien se distingue por ver loshechos históricos en forma sistemática, espigalo dicho por los cronistas y hace suya una ver-dad que ya estaba expuesta y conservada porla historia oral. Relata la batalla de Tontaqui(Hatuntaqui) de modo muy claro: “ Duraronlas primeras refriegas algunos días, suspen-diendo de acuerdo a las armas diversas vecespor dar sepultura a los respectivos muertos yengrosar los ejércitos con los reclutas de unay otra parte. Dada la última general y obstina-dísima batalla, en que parecía inclinarse a fa-vor del Scry, cayó mortalmente herido de susilla, con una lanza atravesada de parte a par-te, y cayó juntamente con él todo el ánimo yel valor de los suyos ”77.

Tontaqui tuvo, como se ve, aconteci-mientos de relieve; el propio inca estuvo apunto de morir y escapó milagrosamente; Au-qui Toma, el gran general cuzqueño, perdió lavida; y, por último, Cacha, Señor de señoresdel pueblo de Quito, también fue muerto enesta batalla.

El resumen de Velasco es cabal, perohay que precisar que Tontaqui, si bien fueobstinadísima batalla, no fue la última, comodice el historiador. Tampoco con la pérdidadel rey Cacha decayeron el ánimo y el valorde los quiteños. La rendición de Tontaqui y lacaída de los pucarás auxiliares no significó lade Caranqui. Muerto el rey, su sucesora, Pac-cha, asumió de inmediato las responsabilida-des del mando para defender lo que aún que-daba de su territorio.

CAPÍTULO III 43

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Los triunfantes cuzqueños plantaronsus tolderíos en la vasta llanura de Tontaqui.Los aposentos de Huayna Cápac se ubicaronen la plaza rectangular de la fortaleza del mis-mo nombre. Quedaron en pie todavía algunasfortalezas quiteñas: Santiaguillo, “Pillague (Pi-lo-an-gue = pueblo de la laguna, parcialidaddel Ejido, lugar cenagoso); un pucará y una to-la fortaleza hacia La Florida, punto de entradaal valle de Ibarra, varias tolas fortalezas en elTahuando y un lugar adoratorio sobre San An-tonio”78.

En todos estos sitios los quiteños vol-vieron a levantar líneas defensivas para impe-dir el avance de los sureños hacia Aloburo yla laguna de Imbaya, llamada luego Yahuar-cocha. El inca tuvo que desplegar gran esfuer-zo para tomar en primer lugar el pueblo deCaranqui, pero no logró doblegar la resisten-cia de los guardianes. En la obra “Huayna Cá-pac”, que publicamos hace unos años, deta-llamos una célebre descamisada quiteña so-bre el campamento cuzqueño. La noche es-cogida para esta empresa los quiteños ataca-ron con “ímpetu tan furioso”, que causarongran mortandad entre la gente del inca. Iróni-camente, nuestro historiador quiteño, Juan deVelasco, califica a esta acción defensiva como“negra traición contra el inca”. Los orejones

evitaron que la carnicería fuera mayor. Pintaaprovechó la confusión que se produjo con elataque para acercarse a los aposentos del em-perador79. Algunos autores modernos, entreellos monseñor Haro, creen fundamentalmen-te en la realidad de esta famosa descamisadaacometida por los caranquis. “ Los Caranquis–dice monseñor Haro- debieron reiterada-mente atacar el Real del Inca, aun después depacificado Atuntaqui ”80.

Nuevamente el emperador del Ta-huantinsuyo dejó transcurrir algunos mesesantes de empeñarse en nuevos ataques. Que-ría investigar y conocer la abrupta geografíadel Tahuando detrás de cuya línea de barran-cos se habían apostado los quiteños. A las es-paldas del Tahuando estaban, también, la for-taleza de Aloburo y otras fortificaciones. Entanto, los quiteños repetían una y otra vez losataques sorpresivos. Sus generales: Nazacota,Pinta, Collahuazo, Cando, Muenango, Ango,Tocagón, Cacuango, Paspuel, Tusa y Gua-chacmira, se preparaban para la batalla final,fortaleciéndose tanto en Aloburo como en losalrededores de la laguna de Imbaya.

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En un período de cuarenta y dos añosel poder cuzqueño logró consolidar una uni-dad nada sólida en los territorios y pobladoresdel Reino de Quito. Diversidad de etnias consus particularidades formaban dicho Reino yestas, pese a la imposición de lengua, costum-bres y hasta religión, mantuvieron gran partede su herencia cultural milenaria. Los cuz-queños se relacionaron con los quiteños y seacondicionaron a sus particularidades conmayor facilidad que con otros pueblos, tal vezpor el hecho de que ambos habían surgidoancestralmente de una matriz común. Inclusolos mitimas (cuñas sociales implantadas ensuelo quiteño con la guerra) se fusionaron conlas jerarquías locales y facilitaron las tareas deconquista. De todos modos, y pese a la efec-tividad de las técnicas de dominación pacífi-ca que tenían los cuzqueños, los quiteños nodejaron nunca de sentirse y saberse diferen-tes, así como de tratar de recuperar su liber-tad.

Las altas jerarquías del poder se man-tuvieron en manos de los incas de sangre re-gia. Para los conquistados quedaron apenaslos mandos medios; sin embargo, con el pasodel tiempo y con la mezcla de sangre entremitimas y llactayos, imperceptiblemente fue

retornando el poder también a manos quite-ñas. Llegó un momento en que los mantayasquiteños gobernaban los bulus (grupos de fa-milias quiteñas) y, los curacas cuzqueños, losayllus (familias peruanas) trasplantados a latierra conquistada. El mantaya tenía el mismopoder que el curaca. En algunos casos, las je-rarquías quiteñas y cuzqueñas llegaron a fu-sionarse en determinadas regiones geográfi-cas, como en Quito y Caranqui.

Habíamos visto ya que Garcilaso de laVega tiene un criterio bastante peyorativo res-pecto de los caranquis, parcializado como sepresenta siempre en favor de las glorias pe-ruanas. “La provincia de Caranqui - dice - esde gente bárbara y cruel, que comía carne hu-mana y ofrecía en sacrificio la sangre, cabezay corazones de los que mataban, no pudien-do llevar el yugo del inca, particularmente laley que les prohibía comer carne humana”81.Estos criterios los rectifica tres siglos más tar-de otro historiador peruano, Espinoza Soria-no, quien dice: “al arribo de los incas, los Ca-yambis y Caranquis eran dueños de una cul-tura bastante homogénea. Estaban estratifica-dos en clases, conocían el telar horizontal, elalgodón, la lana, la cabuya y la cerámica; pu-lían la piedra, grababan en concha y hueso,

Capítulo IV

Caranqui.- Asaltos nocturnos de los caranquis a las fuerzas imperiales.- Características del pobla-do.- Huayna Cápac asienta su real en Caranqui.- Los señores naturales del sector.- La laguna de Imbaya yel asalto final a las fortalezas de Aloburo.- Matanza en la laguna que desde entonces se llamó Yahuarco-

cha.- Morada provisional del inca en Caranqui.- Atabalipa, síntesis quitu - cara.

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fundían metales; tenían espejos y plumeros;dominaban la cestería utilizando bejucos ytotoras; sabían esculpir signos convenciona-les; poseían una gran gama de tintes para te-ñir sus tejidos con colores firmes; cultivabanla tierra con artefactos rudimentarios de pie-dra y madera, etc.”82. En síntesis, la de los ca-yambis y caranquis era una cultura desarrolla-da que dista mucho del cuadro pintado porGarcilaso.

Ninguna otra información de historia-dores y cronistas de Indias, refiere lo que se-ñala Garcilaso. A pesar de sus obvios embus-tes, no puede dejar de admitir que “esas fieras- como los llama - peleaban obstinadamente”para defender su tierra y su cultura. Es posibleque todos los calificativos que dirige Garcila-so a los cayambis y caranquis, se deban a suafán por demostrar el supuesto papel civiliza-dor de los incas. Desgraciadamente, es la tó-nica que han seguido muchos historiadoresperuanos a partir de él.

Ayuda a desechar definitivamente loserrados criterios de Garcilaso y otros historia-dores posteriores, la documentación parro-quial de los pueblos de Caranqui y de San An-tonio de Tuarraquí, en donde constan los an-tropónimos de las familias de mayor jerarquíaque escogieron esos lugares para asentarse.Allí aparecen importantes jerarquías quitu ca-ra: “los Angos, transformados luego en Carva-jal, Velásquez, Góngora y Guzmán; los Du-chicelas de Puruhuaya; los Hattis de Tacunga;los Farinangos de Imbaya; los Tulcanazas delos Pastos emparentados posteriormente conla línea materna de Atabalipa; también varioscuracas de los mitimas peruanos se radicaronallí, entre ellos, los Cóndores, Carúas, Yupan-guis, Collacanchas, Chuqui Cóndores, Curiar-gos, Ingas, Pomas, Ninatoas, Yunga Aucas yÑustas”83.

Lo que Jijón y Caamaño llamó “paíscaranqui” era, cuando se produjo la conquis-ta peruana, un vasto territorio que ocupaba loque hoy es la provincia de Imbabura. Estabaconformado por unidades menores entre lasque sobresalían, según Velasco: Imbaya, Ca-huasquí, Chota, Tumbabiro, Mira, Pimán,Quilca e Imbabura. En el tiempo de los quitustodos estos grupos recibían el nombre genéri-co de imbaya . Cuando se produce la fusiónde estos con los caras, son bautizados con elnombre de caranquis, que significa “caras dela mitad (del mundo)”. De la fusión entre im-bayas (quitus) y caranquis (caras) surgió unanación que se enfrentaría decidida contra lainvasión liderada por los incas desde el Sur.Precisamente en Caranqui se había concen-trado tanto el ejército quiteño como sus jerar-quías políticas, administrativas y guerreras,que habían venido siendo desplazadas porHuayna Cápac desde la provincia de Puru-guaya.

Cuando Huayna Cápac doblegó al úl-timo rey de Quito, llenó de mitimas a Caran-qui para consolidar su conquista. Estos miti-mas procedían de la sangre real del Anan y elUrin Cuzco. Entre los Anan dividió todo loque era Caranqui o Imbaya, hasta el río Cho-ta. Los Urin se establecieron en los llamadospueblos pastos: Huaca, Dehuaca, Mira, Tul-cán y El Puntal. Con ello se cambió toda la or-ganización territorial quiteña. Los españolesemplearían después, por razones prácticas, lamisma estructura del poder dejada en esos te-rritorios por Huayna Cápac.

En 1629, años después de fundadaIbarra, figuraba como alcalde mayor de natu-rales de Anansaya, Cristóbal Carvajal (Ango),de origen caranqui; y como alcalde mayor deUrinsaya Pedro Tulcanaza, señor de Tulcán.Este es un ejemplo claro de cómo los manta-yas quiteños llegaron después a manejar nue-

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vamente el poder dentro de la estructura cuz-queña. Pasados los años, quitus, caras e incas,conformaron una sola unidad etnodemográfi-ca, aunque frágil debido al ansia de libertadde los conquistados. A la llegada de los espa-ñoles existía ya un amplio proceso de mesti-zaje entre indígenas.

El matrimonio de Huayna Cápac conPaccha, heredera del trono quiteño, determi-nó que Caranqui se convirtiera en el eje polí-tico de la nueva organización que surgía conla conquista. En ella los Angos, señores natu-rales de Caranqui, jugaron papel importante.

Como pequeño reino confederadodentro de la estructura mayor del Reino deQuito, Carangue, Caranquin o Caranqui, estu-vo gobernado por un señor Ango, que habíamuerto antes de que llegaran los españoles,durante una guerra que mantuviera con losnaturales de Chapi y Pimampiro.

Benalcázar dio con el heredero de es-te señor Ango y lo ayudó a castigar a sus ene-migos de Chapi. Parece que el heredero deAngo recibió el bautismo y desde entonces selo conoció como “Cristobalito de Caranqui”.Convertido en amigo y colaborador de losblancos, Cristobalito obtuvo algunos privile-gios y logró educar a su hijo mayor, GabrielCarvajal, en el colegio San Andrés. Para 1547,tanto Otavalo como Caranqui eran doctrinasadministradas por Hernando del Prado. Enuna investigación que realizamos sobre lospadres agustinos habíamos señalado que “Ga-briel Saona, Juan Carvajal y Francisco Velás-quez, establecieron a la orilla de la laguna deYahuarcocha el primer conventillo priorato dela zona. En Carangue, sede del gobierno indí-gena, estos mismos sacerdotes establecieronlas primeras misiones en 1575. El hijo mayordel señor natural de aquellos territorios tomóel nombre de Gabriel en homenaje al padre

Saona, así como el apellido de fray Juan Car-vajal. El hijo segundo tomó el apelativo Velás-quez, perteneciente a fray Francisco” 84. Heaquí la razón por la que los hijos de Angoaparecen con apellidos distintos.

Todos los frailes mencionados, a másde Pedro Bedón, estuvieron presentes en lafundación de Ibarra en 1606. En los apellidosde los mantayas o señores naturales de la re-gión, se encuentran también los de los enco-menderos Guzmán y Góngora, adoptados enel proceso de blanqueamiento que se vivió enla primera etapa de la conquista española, pe-ro eso no significa que hubiera habido tam-bién mezcla biológica.

En cuanto a la estructura del poder,Tontaqui y Caranqui tenían un mando común.En la visita del oidor Diego Zorrila de SanMartín (1612) aparecen con apellidos españo-les los señores de Tontaqui: Luis VelásquezApoango; Francisco Tontaquina; Luis de Guz-mán; Gerónimo Velásquez Apoango y FelipeApoango Vivas. Este hábito de tomar nombresy apellidos españoles ha dificultado mucho lainvestigación genealógica, aunque los indíge-nas mantuvieron su apelativo natural en se-gundo término.

Felipe Velásquez fue señor de Caran-qui entre 1577 y 1599. Tuvo tres hijos: Fran-cisco, Marco y Ana. Francisco residió en Tua-rraquí (hoy San Antonio), siendo su señor na-tural, y en 1613 fue nombrado alcalde mayorde naturales de Ibarra. Juan Carvajal fue señorprincipal de Caranqui entre 1609 y 1612. LuisGuzmán, señor de Caranqui en 1589, casadocon Isabel Angoquilago.

Señores de Tontaqui fueron los Angos,blanqueados con apellidos españoles: FelipeCarvajal Góngora entregó el señorío a LuisGóngora, hijo legítimo de Gabriel de Góngo-

CAPÍTULO IV 47

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ra y de María Paraquilago, en 1654. María erahija de Luis Góngora y nieta de otro del mis-mo nombre.

El padre Juan de Velasco consideró aCaranqui como ciudad de segundo orden a laque cree que se le concedió importancia porhallarse ubicada en la ruta del “camino delsol”85. Por eso dice: “El pueblo de Caranqui,distante una legua de la villa, está sobre losvestigios del asiento de los españoles (se refie-re a la ciudad colonial) y de la antigua ciudadde los indianos, célebre por su magnífico pa-lacio real donde nació el inca Atahualpa; porfin su riquísimo templo del sol y por su mo-nasterio de vírgenes, de todo lo cual apenasqueda indicios para conjgeturar donde estu-vieron”86.

No se sabe por qué se abandonó laciudad indígena y luego el asiento de blan-cos, para fundar en 1606 la villa de Ibarra enlugar diferente. Se ignora por qué pueblo in-dígena tan antiguo perdió importancia a ini-cios de la colonia. El hecho es que los propiosseñores naturales pidieron al rey que fundarala villa de Ibarra. Según la documentación delos inicios de Ibarra, todos los blancos disper-sos en la región, principalmente del asientode Caranqui, constituyeron el primer vecinda-rio de Ibarra “por ser la parte más cómoda yllana y de mejor temple que hay en el dichovalle”87.

Del asiento de Caranqui procedíanAntonio Pardo del Canal, Vicente Insuasti,Antonio Cordero, Juan Gómez, Inés Rodrí-guez y Francisco Gómez de la Tabla; de Ur-cuquí, Pedro González Vaca, Juan Piñán delCastillo y otros; y del Puntal (hoy Bolívar),Juan García Játiva.

Es posible que los indígenas nobles nohayan querido tener interferencia de los blan-

cos, y por eso prefirieron que se asentaran enotro sitio.

Cieza de León, mucho antes que Juande Velasco, describe a Caranqui refiriéndoseprimero a sus “grandes y suntuosos aposen-tos” y agrega que “estos aposentos de Caran-gue en una plaza pequeña, dentro de elloshay un estanque hecho de piedra muy prima,y los palacios y moradas de los ingas estánasimismo hechos de grandes piedras galanasy muy sutilmente asentadas, que es no pocode ver. Había antiguamente Templo del Sol yestaban en él dedicadas y ofrecidas para elservicio más de docientas doncellas muy her-mosas... esta casa del Sol era en tiempo de losseñores ingas tenida en mucha estimación, yteníanle muy guardada y reverenciada, llenade grandes vasijas de oro y plata y otras rique-zas, que no así ligeramente se podía decir,tanto que las paredes tenían chapadas deplanchas de oro y plata; y aunque está todoesto muy arruinado, se ve que fue grande ca-sa antiguamente”88.

Cieza visitó personalmente el lugar yhalló destruidos los aposentos (1546 - 47), apocos años de la conquista española; pero to-davía vio en ellos la grandiosidad que tuvie-ron en otro momento, con templo del Sol yPasña Huasi. También Oviedo y Valdez, alapuntar algunos aspectos de la conquista delnorte del antiguo Reino de Quito dice que enCaranqui “se halló una casa del sol chapadade oro, e plata por dentro e por fuera, aunquepequeña”89.

Allí, en Caranqui, en el palacio deHuayna Cápac, nació Atahualpa, hijo de laquilaco (reina) Paccha Duchicela. Los cronis-tas discrepan en cuanto a este hecho. Lo nie-ga el propio Cieza, pero lo confirma entreotros, Esquivel y Navia.

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Por desgracia para la historia de Ca-ranqui, los españoles, soldados de Benalcá-zar, “prendieron fuego, junto con su templo,dedicado al sol” , a los aposentos que habíansido de los incas90. La destrucción la inició elcapitán Diego de Tapia (1535); después de sa-quear Caranqui pasó hasta el Angasmayo ysolo en Tucale (Tulcán) encontró una débil re-sistencia, según refiere Herrera y Tordesillas.Luego Juan de Ampudia terminó con lo pocoque había quedado y dejó el asiento de Ca-ranqui reducido a ruinas.

Allí comenzó la decadencia del otroraimportante centro político religioso de losquitu caras, que terminó por convertirse enuna pobre reducción -doctrina de indios-, acargo de dominicos y agustinos.

Cuando Huayna Cápac ocupó Caran-qui, encontró que sus edificaciones de ladrillocrudo y canto rodado, no pedían favor a lasde las ciudades del Tahuantinsuyo. Pero, igualque en Liribamba, Tumipamba, Mocha, Pa-chusala y Quito, trató de engrandecer a la ur-be que había sido asiento de la corte de losshillis. Mientras los quiteños vigilaban desdeel otro lado del Tahuando, el inca cambiabala fisonomía de Caranqui.

El ejército cuzqueño había levantadosus campamentos en las abiertas llanuras deTontaqui y Caranqui, exponiéndose a las mo-lestas incursiones de los pulucaris quiteños;sin embargo, las tropas del inca lograron con-trolar esos ataques. En relación con la activi-dad que tuvo Huayna Cápac con Caranqui ysus gentes, monseñor Haro comenta un datotraído por Cieza de León: “...se hicieron, endonde esta batalla cedió, bultos de piedra ypadrones (columnas) para memoria de lo quese había hecho; Huayna Cápac envió aviso detodo hasta el Cuzco y se reformó la gente, yfue adelante de Carangue”. O sea, se situó en

la entrada de lo que actualmente es Ibarra,para iniciar el ataque a la fortaleza de Yahuar-cocha. Según Cieza, esos “bultos” de que sehabla en la crónica, eran estatuas de Viraco-cha, trabajadas en piedra. Según monseñorHaro, tal vez la palabra española “bulto” fuetrocada por los indios en “hualtos”91. Defe-rencia especial hacia esta tierra fue el hechode que el inca trajera las estatuas de Viraco-cha, supremo hacedor, pues eso le dio catego-ría regia. No hay que olvidar que cosa seme-jante hizo en Tumipamba con la estatua deMama Ocllo, por tratarse del lugar en el queél había nacido.

Pero los quiteños todavía no se dabanpor vencidos y asaltaron el campamento ene-migo “haciendo mortandad considerable enlos nobles guardias de los orejones, (y) corriópróximo peligro la vida de Huayna Cápac”92.Tal acción lo indignó al punto de que dispusode inmediato una réplica contra la línea de-fensiva quiteña que permanecía en el Tahuan-do. Velasco dice que el inca “marchó ese mis-mo día... con todo el ejército (y) pasó a de-güello todos los hombres capaces de coger ar-mas, sin que pudiese escapar ninguno”93. Pe-ro nosotros discordamos con esa afirmación,pues los quiteños no se quedaron a esperarque los degollaran, sino que se opusieron contodas sus fuerzas y defendieron el Tahuandopor algún tiempo.

Los barrancos y derrumbes del Ta-huando ayudaron en la defensa quiteña.Grandes contingentes de combatientes se ha-bían dispuesto tanto en la loma Alta de Reyescomo en el Churo; esto es, tanto al norte co-mo al sur. Con eso demoraban el paso de losconquistadores hacia Aloburo o Pucará Gran-de. Mucho esfuerzo le costó a Huayna Cápacsalvar esas defensas y acercarse a Aloburo.Allí se peleó durante todo un día y la planiciequedó cubierta de muertos y heridos. Monse-

CAPÍTULO IV 49

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ñor Haro, quien tan bien conoció esa zonadebido a su ministerio pastoral, relata así labatalla de la laguna de Imbaya y del pucaráde Aloburo: “...Sacadas las gentes del campo,dice Cabello y Balboa, fingió atacar solo(Huayna Cápac) y aun dio valeroso ejemplo,para volver a tomar sus andas en disimuladaretirada. Los caranquis sorprendidos del ata-que y de la retirada súbita de Huayna Cápac,salieron de la fortaleza de Yahuarcocha haciael asiento de Caranqui, para acosar al inca yprenderlo, pero se toparon con la fuerza de lafortaleza de Pesillo. Entre tanto, la tropa delgeneral cuzqueño Mihi, que simuló pasar delargo al norte a reforzar la fortaleza de Rumi-chaca, había acampado a la noche hacia elactual Pimán, en espera de lo convenido, decortar la retirada de su enemigo, después delasedio de cinco días. De esta manera los ca-ranquis (dígase quitu caras) fueron cogidospor tres frentes. Luego de cruzado el río Ta-huando, en paso del derrumbe, bajo la lomade “El Alto de Reyes”, los caranquis fueron es-trechados por las fuerzas de los tres ejércitosincas combinados. Entre tanto ardía la fortale-za central casi oculta de Yahuarcocha, incen-diada por las avanzadas del norte que se ha-bían ocultado en las quebradas vecinas du-rante la noche, bajando desde Aloburo por uncamino que hemos recorrido y que pasa jun-to a una fortaleza con su rampa. Este ataquerelámpago tuvo final rápido y realmente trági-co, ya que las reliquias del ejército de los ca-ranquis, al mando de los generales Píntag yCando, se retiraron al último reducto defensi-vo situado sobre el actual pueblo de Yahuar-cocha”94.

El historiador Haro acierta al decir quela laguna de Imbaya y sus fortalezas fueron“el punto final de retirada de todas las fuerzasdel Reino de Quito”. Atacados por tres fren-tes, los defensores de la tierra quiteña se vie-

ron limitados en sus acciones; solo la lagunay su estrecha llanura estaban expeditas para elchoque. Por eso, “en la mitad de la playaoriental, junto al poblado que queda en unllano cubierto antiguamente de totorales sedesarrolla la última fase de la batalla”95. Enese momento, el inca puso en juego nueva-mente su astucia y experiencia. Dividió a sushombres en dos columnas, la primera a órde-nes de Mihi, por la llanura del Norte, bor-deando el lago; la otra, la de Colla Topa y suscollas, diestros en la conducción de embarca-ciones de totora. Con ese material había cons-truido numerosos caballitos (totora Huambu).Tanto los hombres que seguían a pie, comolos de la flotilla lacustre, partieron al mismotiempo. Deseaban cercar al enemigo. Los ca-pitanes quiteños advirtieron la maniobra y seaprestaron a repeler el ataque. Una flotilla dehuambo totoras, guiadas por caranquis, salióal encuentro de los agresores. Aprovechandolos gruesos y rugosos troncos de sauce quepoblaban los llanos de Piula, improvisaron -así lo señala Motesinos- “andamios de uno yotro altos y bajos, en tal disposición que ca-bían más de dos mil personas en ellos “ 96. Lalaguna iba a ser el escenario donde se decidi-ría la suerte del Reino de Quito. Al mediar eldía, las flotillas de totora se enzarzaron encombate en plena laguna. Se combatió condesesperación, con los sentidos embotadospor la furia. Poco a poco las aguas se tiñeronde rojo. Los cadáveres flotaban y dificultabanel desplazamiento de los caballos de totora.Los collas, preparados en ese tipo de comba-te, terminaron por desarticular la flotilla imba-ya. Avanzaron entonces, en forma inconteni-ble, hasta la orilla opuesta, donde los espera-ban las máquinas de guerra de los quitos,construidas con armazones de sauce97.

Los pulucaris peleaban cuerpo a cuer-po con los orejones; unos y otros eran la flor

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y nata de los ejércitos contendientes. Cuandolos collas arribaron a la orilla, fueron recibi-dos con una lluvia de flechas que terminaroncon las primeras filas; pero siguieron llegandootras más en oleadas sucesivas. Había granmortandad entre los collas y algunos huían atodo remo, presas del pánico. Pero Colla To-pa, el apusquipay que los comandaba, censu-ró su actitud y logró juntar de nuevo las nave-cillas de totora.

Nazacota, Pinta y Cando dirigían elataque de los quiteños desde los andamios*

de madera que habían levantado al filo de la

laguna; pero el número y el arrojo del enemi-go los abrumaban. La batalla, tanto en el aguacomo en la orilla de la laguna, continuaríapor más de dos horas. Al caer la tarde habíamuerto casi la mitad de los combatientes. Elandamio en el que se encuentraban encara-mados los quiteños, fue desintegrándose; ycuando no quedaban sino unos pocos made-ros, lograron asirse de ellos “sus dos caudillosllamados Pinto el uno y el otro Canto, valien-tísimos indios. Y a pedradas los derribaron losde Guayna Cápac y allí perecieron y el Pintose escapó con mil valientes cañares”98. El

CAPÍTULO IV 51

* Respecto de este episodio del que hablan Sarmiento y Montesinos, hay criterios divergentes entre loshistoriadores modernos. Jijón y Caamaño se muestra incrédulo: “la fortaleza que Nazacota Puento cons-truyó en Yahuarcocha aprovechándose de ocho árboles de sauce muy grandes puestos en redondo, ha-ciendo andamios de uno a otro lado, altos y bajos, con tal disposición que cabían más de dos mil per-sonas en ellos, bien a las claras demuestra que el héroe de la defensa contra los incas, descendía degentes habituadas a un medio tan distinto del imbabureño, de las que aprendió a construir esta clase defortalezas propias de lugares en donde existe una vegetación arbórea importante. Salvo los sauces deYahuarcocha, probablemente plantados ad hoc, apenas habría sido posible encontrar en Imbabura ochoárboles suficientemente cercanos y robustos, para poder servir de refugio a un ejército”. Esto lo dice ensu “Nueva contribución al Conocimiento de los Aborígenes de la provincia de Imbabura”.Huáscar guayau, variedad americana de grandes proporciones (salix humboldtniana) es común en losclimas templado - fríos de los Andes y crece en las tierras húmedas de las proximidades de ríos y la-gunas. Sobre este hecho histórico, González Suárez y su discípulo Jijón y Caamaño se contradicen. Entanto el primero asegura que en la provincia de Imbabura se conservaba levantado el trono de los Scy-ris mientras se producía la conquista cuzqueña, el segundo piensa que la fortaleza de Aloburo habíasido construida por Nazacota Puento. Aunque existía una alianza entre todos los pueblos del Reino deQuito, no podía el señor de Cayambe levantar construcciones en territorio caranqui, por razones ob-vias. Solo podían hacerlo los señores Angos, mantayas de esa región. Por lo tanto, no puede con eseargumento atribuirse a Puento este episodio heroico de la lucha contra los incas.No solo en Imbabura (Yahuarcocha), sino a lo largo de todos los territorios de Quito hay contradiccio-nes entre los cronistas y entre los historiadores modernos, contradicciones que se profundizan por eldesconocimiento de unos y otros respecto de la geografía arqueológica, así como la distribución y ubi-cación de las familias etno lingüísticas que para entonces poblaban estos territorios.Jijón y Caamaño se niega a admitir que en Imbabura era posible encontrar árboles robustos como pa-ra construir el andamio citado. Piensa que toda aquella región era un área depredada de árboles, talcomo él la conoció en 1919, fecha en que realizó su estudio. En 1491, el lago de Imbaya tuvo sin du-da una vegetación tupida que facilitó la defensa en los términos en que relatan las crónicas antiguas.Las planicies donde hoy se asientan las aldeas de El Priorato y Yahuarcocha estuvieron cubiertas de tu-pidas manchas de sauces centenarios, de los que, precisamente, se valieron los defensores quiteñospara construir el famoso andamio.

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bárbaro -así llama a Pinta Cabello y Balboa-escapó con más de seis mil soldados.

No fue pues, como se ha sostenido amenudo, en la laguna de Imbaya, llamadadespués Yahuarcocha por los cuzqueños,donde tuvo lugar el degüello de los quitos, yasin resistencia armada. También se cree que eldegüello fue un castigo del inca, y eso nopuede interpretarse de tal manera. Los cuz-queños llamaron Yahuarcocha a la laguna deImbaya por la cantidad de sangre que vertie-ron ambos ejércitos y por el espectáculo demuerte que ofreció después de la batalla, a lacual Cieza de León no da la trascendenciaque tuvo: “rompieron dos cercas de la fortale-za que a no haber otras que iban rodeando uncerro, sin duda por ello quedara la victoria,mas como su usanza es hacer un cercado condos puertas y más alto otro tanto, y hacer enun cerro siete u ocho fuerzas, para si la unaperdiera, subirían a la otra, el inca con su gen-te se guareció en la más fuerte del cerro, don-

de, al cabo de algunos días, salió y dio congran coraje”99.

Desde que Huayna Cápac emprendióla reconquista de los quitos que se habían re-velado ante su dominio, transcurrieron diezaños hasta la batalla final en la laguna de Im-baya. Una década sangrienta le había costadoal inca integrar a su imperio el Reino de Qui-to. Solo Pinta logró escapar de la batalla deYahuarcocha con varios miles de valientes“Puruáes, Quitos, Cayambis, para seguir ase-diando a las tropas del conquistador HuaynaCápac, hasta que fue preso en las montañasde Chillo, o sea en las breñas del Antisa-na”100.

Cuando cae la fortaleza de Aloburo ytriunfa el inca en la batalla de Imbaya, con-cluye la conquista del “poderoso Reino deQuito”. Huayna Cápac había bañado en san-gre todo el territorio quiteño, desde el nudodel Azuay, al sur, hasta Aloburo, al norte.

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Terminada la batalla después de díasy días de obstinada lucha, las quipas, los chu-ros y los guallacos peruanos proclamaron lavictoria del inca. Como dijimos, miles de sol-dados quiteños habían logrado escapar y tre-paron por las lomas con la idea de fortalecer-se para continuar la lucha en otra geografía.La quietud volvió a la comarca; el poblado(actual caserío de Yahuarcocha) se llenó delos lamentos de miles de niños y mujeres, úni-cos sobrevivientes, que lloraban a sus padres,hermanos o esposos. Huayna Cápac se hizoconducir hasta allí en su rico huando real y,mirando ese espectáculo de dolor y desola-ción, exclamó señalando hacia la laguna:

!Yahuar cocha¡

Dirigiéndose hacia los indefensos so-brevivientes, añadió indignado:

Campa, mana pucula tucuy huambracuna* (vosotros no me haréis guerra, porquesois todos ahora muchachos)101.

Les perdonaba la vida solo porqueeran muchachos y no le representaban nin-gún peligro. Después, a hombros de sus ágilesingachaquis se dirigió hacia Caranqui dondehabía asentado su real, ignorante del gloriosopresagio que para los quiteños encerraba suúltima sentencia.

De todas maneras, el inca ordenó quemuchos de aquellos muchachos fuesen dis-persados en los territorios recién conquistadosdel Reino de Quito. Constantemente los qui-teños recibían las burlas de los conquistado-res, quienes los llamaban huambracuna enforma despectiva; pero ellos se autodenomi-naron toalongos, o sea, muchachos de la tie-rra. Algunos de los desterrados que se estable-cieron en Chambo, adoptaron como símbolode su rebeldía el apellido Toalongo. Los quese quedaron en la tierra de Caranqui dejaronel nombre Agualongo entre sus topónimos yotros lo llevaron hasta Tisaleo y Mocha.

Esos huambracuna o toalongos forma-ron después la vanguardia de Atahualpa

Capítulo V

Huayna Cápac y los huambras, únicos sobrevivientes de los vencidos.- Lo que dicen los cronistassobre la mortandad en la laguna de Imbaya que luego se llamó Yahuarcocha.- Fusión de los quitu caras

con las jerarquías cuzqueñas del Tahuantinsuyo.- Caranqui y la suerte de los Angos.- Los huambras en lasguerras civiles y posteriormente en la conquista del Tahuantinsuyo.- Quisquís, el gran general de los

huambras de Quito.

* En quichua, llamado también runa shimi, se pluraliza el sustantivo posponiendo la partícula cuna. Porlo tanto, huambra cuna significa muchachos.

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cuando el rey quiteño dominó con sus tropasla tierra de sus antepasados paternos. Coman-daba a los antiguos huambracuna el generalCalicuchima y con esas huestes hizo temblarde espanto a los cuzqueños. Huambracuna ytoalongo son voces que hablan de los hechossangrientos de la conquista cuzqueña ennuestros territorios y especialmente de la ba-talla con la que se selló la dominación, la dellago de sangre que hoy agoniza sin que nadiehaya recuperado su gloriosa historia india.

Un empadronamiento realizado en1871 revela que el topónimo toalongo se ex-tendió en numerosas comunidades del territo-rio puruguay, hoy provincia del Chimborazo.Otros topónimos que llegaron hasta allí fue-ron Quitio o Quito, Píntag, Caranqui, Toca-chi, Pillajo, Cayambe, Cacoango, Ango, Sim-baña, Ati, Amaguaña y Pallo, todos pertene-cientes a comunidades del norte quiteño102.

Para la época del reinado de Atahual-pa, las tierras puruguayas presentaban un 3%de pobladores de origen quitu cara; 96% depuruhuayes originarios y 1% de mitimas cuz-queños. Otro numeroso grupo de los cayam-bis fue trasplantado al valle del Mantaro paraque cultivara la coca; los cañaris fueron lleva-dos hacia el Cuzco en donde formaron unode los doce ayllus de la nobleza imperial. En-tre los descendientes de los famosos huam-bras de Yahuarcocha aparecen algunos caudi-llos indígenas de las épocas republicana y co-lonial, como Julián Quito, quien encabezó lasangrienta rebelión de 1803.

Huayna Cápac no podía saber que elcapítulo de los huambracuna marcaría elprincipio de la disolución del Tahuantinsuyo.Los muchachos que fue dejando en territorioimbaya, llorosos y asustados, luego de dos dé-cadas se convirtieron en adultos llenos de de-seos de libertad y venganza que habrían de

llevar la bandera quiteña con la pluma dora-da de la curiquinga sobre fondo blanco, has-ta el Cuzco, Capital del imperio.

Monseñor Haro concluye que, luegode avasallar a los quitos, el matrimonio del in-ca con la hija del último rey de Quito “se rea-lizó tras el castigo de los rebeldes caranquis,cayambis y puruhaes, luego de dos batallas,junto a la inexpugnable fortaleza de Yahuar-cocha”103. Incluso este lúcido historiador ha-bla de “castigo” del inca contra los quiteños,como si la defensa de su tierra hubiera sido undelito. Velasco señala que Huayna Cápac seapoderó del Reino de Quito “ no por título deconquista, que hablando propiamente no lofue, sino prepotencia y usurpación”.

Después del matrimonio de la prince-sa Paccha con el inca, se sosegaron los áni-mos y vencedores y vencidos tuvieron queenfrentar la difícil tarea de la convivencia. Loscampos que habían quedado asolados yabandonados por la guerra, comenzaron a re-verdecer. El propio inca quiso ennoblecer alpueblo de Caranqui y ordenó levantar gran-des construcciones de piedra al estilo impe-rial, y allí estableció su residencia por algunastemporadas, debido al agradable clima de lazona. “Atahualpa nació en Caranqui mientrasHuayna Cápac asentaba su conquista más alnorte”104; esto es, en la tierra de los pastos.

Desde 1491, año de la masacre de Ya-huarcocha, transcurrieron treinta y siete paraque los huambracuna dispersados por el incallegaran a formar una élite de guerra en losmismos ejércitos imperiales del Cuzco. Huay-na Cápac debe haber muerto en 1523, dejan-do dividido su imperio entre sus dos hijosHuáscar y Atahualpa. A este último le devol-vió los territorios quiteños, su legítima heren-cia materna. Gutiérrez de Santa Clara comen-ta: “ …dexó todas estas tierras que conquistó

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por aca abaxo, en paz y quietud, y por heren-cia a su hijo Atahualpa, y le dio la borla y se-ñal de los reyes de esta tierra nombrándolepor inga universal, señor de todas las tierras yprovincias que por allí había ganado “105. Je-rez insiste: “ el Cuzco viejo dejó por señor dela provincia de Quito, apartada del otro seño-río principal a Atahualpa “106.

Atahualpa gobernó su tierra por algu-nos años sin contratiempos; pero los cuzque-ños no admitieron la justa entrega de los terri-torios quiteños a su legítimo heredero. Esqui-vel y Navia, historiador cuzqueño, expresa: “año 1529 del Señor y 487 de la fundación ymonarquía del Cuzco, comenzó a reynar entodo el Perú el inca Atahualpa, hijo bastardo(¿ilegítimo?) de Huayna Cápac, sin otro dere-cho que las armas, por cuya razón ni los na-turales, ni los historiadores, le computan entrelos incas y reyes peruanos, teniéndole por ti-rano e intruso. Pero como quiera que fuesereinó de hecho en todo el imperio, y así lecomputamos ”107.

Esquivel y Navia glosa tendenciosa-mente lo que dejó dicho Garcilaso en el sen-tido de que lo que recibió Atahualpa fue con-tra el fuero y estatuto de todos sus antepasa-dos108. Tanto Garcilaso como Esquivel y Na-via utilizan criterios occidentales para defen-der sus argumentos; pero esos criterios no tie-nen sustento en el mundo indígena. Por ejem-plo, el término “bastardo” no existe ni en elidioma totémico de las jerarquías imperialescuzqueñas ni en el runa shimi del pueblo co-mún; mal puede entonces aplicárselo al mo-narca quiteño. Lo que hizo Huayna Cápac fuerestituir legítimamente la tierra que había sidode los antepasados maternos de Atahualpa,los shillis, reyes de Quito, aunque tal decisiónno satisficiera a la nobleza del Cuzco.

El problema, en realidad, tenía conte-nido geopolítico, pues los cuzqueños ambi-cionaron desde siempre esta tierra bendecidacon toda clase de climas y altitudes, en con-traposición a sus cordilleras, estériles punas ydesiertos costaneros.

Durante seis años Huáscar y Atahual-pa gobernaron sus respectivas tierras sin so-bresalto109. Pero la madre de Huáscar activólas intrigas palaciegas en el Cuzco y acabócon la tranquilidad de los vecinos. Primero seenvió desde el Cuzco maliciosas embajadasque fracasaron en su propósito y luego, yaabiertamente, se lanzó al ejército contra lasprovincias que querían volver a tener bajo sudominio. Según Velasco, es la llegada al Ca-ñar de dos mil orejones del Cuzco, lo que en-ciende las “ llamas del oculto incendio “110.

Viéndose atacado, Atahualpa enco-mienda el mando del ejército a Chalcochima(Calicuchima), su tío materno, con el cargo deapusquipay. Otros altos oficiales se ponen ba-jo el mando de este hábil guerrero: Quisquís,Incura Huallpa, Rumiñahui, Yupangui, UrcuGuaranga, Illescas, Huayna Palcón, Villaoma,etc.

Pocas noticias han dejado los cronis-tas sobre el general Quisquís. Aunque sus an-cestros proceden sin duda del Cuzco, fuequiteño de nacimiento, y su madre parecehaber sido una quilago, o sea, una dama no-ble de los quiteños conquistados. Esquivel yNavia, analista de la historia vieja del Cuzco,encuentra que los antepasados de Quisquíspertenecían al ayllu Apu Mayta Huarín Cuz-co de Yupanqui, el quinto rey inca. En esteayllu se refugió el auqui Quisquís “ cuyo ta-taranieto fue el gran capitán Quisquís de Ata-hualpa Inca ”111.

CAPÍTULO V 55

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Sus ascendientes se ubicaron en el ay-llu de Uzca Mayta, a decir de Gutiérrez deSanta Clara, y Quisquís habría sido descen-diente segundo, hijo del primer inca, intipacchuri, según la estructura de la nobleza de losHijos del Sol.

Calicuchima y Quisquís armaron unpoderoso ejército y con él se dirigieron alCuzco. Oviedo y Valdez señala que Quis-quís” era hombre de guerra y muy astuto y so-brino de Guaynacava…y primo de Atabali-pa”. Hacia 1440, cuando Túpac Inga Yupan-qui inicia la conquista del Reino de Quito pe-netrando en tierra de los cañaris, figura elabuelo de Quisquís entre los más valerososcapitanes. Murió en uno de los choques enTahuala y Tatacto, luchando contra el isaminaquiteño Montán, Mendena o Montaña112.

Para entonces el padre de Quisquíspertenecía a los urin cuzcos y servía en la se-lecta guardia imperial. Quisquís, nacido enterritorio quiteño, emparentó con los señoríoslocales y debido a su mestizaje tuvo gran as-cendiente tanto entre los llactayos como entrelos mitimas. Andrade Reimers supone que elgeneral debió nacer en 1475, en Oyombicho,en donde vivían los Guayacundos, Cóndores,Guayguacóndores y otros nobles más. Quizásvivió en el período de la rebelión de Quito yla reconquista que inició Huayna Cápac entre1474 y 1486. La rebelión quiteña fue san-grienta y en ella murieron muchos miembrosde las guarniciones peruanas que había deja-do establecidas el inca en el norte. Quisquíslogró sobrevivir porque su padre estaba unidoa una noble quiteña.

Después de Yahuarcocha, Quisquís esllamado por su tío, el emperador Huayna Cá-pac, a la escuela de guerra cuzqueña. Cuan-do hacia 1532 se inicia una cruelísima guerracivil entre los dos herederos del inca, Quis-

quís se encuentra en el bando quiteño de Ata-hualpa, el agraviado, quien” dio mando aChalco Chima, que estaba ya nombrado porcapitán general, a Quisquís que era constitui-do en su oficio a manera de Maese de Cam-po, por ser como era cruel, sagaz y maño-so”113. Y luego:” a Quisquís creó General Ad-ministrador del ejército y a Chalco Chima, hi-zo como Barrichel de Campaña y a Rumiña-hui como Sargento Mayor”114.

El ejército de Atahualpa estaba consti-tuido por ochenta mil hombres, entre ellos elselecto grupo de los antiguos huambracunade Yahuarcocha. El cronista Jerez, quien viopersonalmente a los ejércitos de Atahualpa,los describe así:”esta gente que Atabalipa te-nía en su ejército, eran todos hombres muydiestros y ejercitados en la guerra, comoaquellos que siempre andan en ella, e sonmancebos e grandes de cuerpo que solo mildellos bastan para asolar una población deaquellas tierras, aunque tengan veinte milhombres”115.

Herrera reafirma el criterio anterior in-dicando que estos guerreros (pulucaris)” eranprivilegiados”116 por ser tan valerosos.

Atahualpa tuvo descalabros iniciales.Cabello y Balboa ha relatado estos encuentroscon mucho conocimiento. Como protegidoque era del obispo De la Peña, pudo recorrertodo el territorio de Quito obteniendo infor-maciones, a más de las que recibió personal-mente de Mateo Yupanqui, tío de Atahualpa,así como de otros señores nobles. Dice el cro-nista que después de haber desalojado Ata-hualpa al enemigo de la provincia de Puru-guaya, avanzó a tierra cañari y en Tomebam-ba:” se comenzó otra no menos sangrientabatalla que las pasadas y al cabo de ella (yaún del día) comenzaron a blandear los delCuzco y a retirarse (haciendo rostro) hacia los

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paredones de su pueblo y allí los hicieron losmandones regresar y volver con las lanzas adefender la entrada a los del Quito, que ya ve-nían apellidando victoria; de nuevo se co-menzó allí la pelea, con tanto coraje, como sino hubiera medido otra vez las lanzas a laparte del Cuzco, dio con ella en tierra, conpoco peso, y los de Quito (como cebados envictorias) cargaron la mano en su seguimien-to, e hiciéronles pasar de la otra parte de Po-mapongo y muchos se ahogaron por arrojarseal río y huyendo de la muerte la iban a hallaren el agua; bien se deja entender lo queHuanca Auqui sentiría esta pérdida y en loque Atavallpa estimaría una ganancia a tan le-gítima coyuntura”117.

A partir de la derrota de las fuerzas deHuáscar en Pumapungo, Atahualpa encontrópropicio el tiempo para castigar, quizá conexceso de crueldad, a los cañaris que le ha-bían vuelto la espalda. En Cusibamba vuelvea derrotar a Huáscar y las fuerzas de éste ter-minan huyendo hasta Cajamarca sin detener-se. Gutiérrez de Santa Clara afirma que Ata-hualpa se dirigió hacia Chachapoyas con unlucido ejército de cincuenta mil hombres, ba-tiendo tambores, haciendo flamear”unan-chas” (¿querrá decir ununos o banderas quite-ñas?), mientras los antiguos huambras asola-ban lo que hallaban a su paso.

Quisquís fue el más recto y famoso decuantos generales tuvo Atahualpa. Siendo ca-beza principal de los orejones, acaso por” ha-berse criado desde joven con Atahualpa, cu-ya viveza militar y ardor era su mayor encan-to, le cobró grandísimo amor, y por respeto,acompañado de la misma inclinación se ha-bían quedado en Quito todos los orejonesque le hacían la corte de Huayna Cápac”118.Se le conoció con el nombre de Quisquís por-que desempeñaba el oficio de barbero real deHuayna Cápac y Atahualpa.

El avance fulminante de los ejércitosquiteños puso a merced de Quisquís y Calicu-chima la suerte del Tahuantinsuyo. Epílogo deeste gran capítulo de nuestra historia es la cé-lebre batalla de Quipaypán (Chonta Cajas pa-ra otros autores), en la que cayó preso el pro-pio Huáscar. Cabello y Balboa relata cómo seeclipsó para siempre el sol de los incas:”…donde no se podrá encarecer el encendidocoraje con que los unos y los otros se mata-ban, ya los vivos morían contentos con morirmatando y ansí de ofender al contrario, losmontes y los valles resonaban voces, las lo-mas y las laderas destilaban sangre, las nubesestaban ya gruesas con el polvo y el aliento delos combatientes, todo nadaba en armas, todoardía de ira, ya no había orden en matar, nihacía caudal de solo herir y con tales estragosse sostuvieron hasta la hora de vísperas, quela mucha porfía de los de Quisquís, bastó pa-ra echar las manos en las andas de Huáscar, ylo derribaron en tierra (a costa de muchas vi-das) fue preso y luego comenzó a aflojar elcombate y se declaró la victoria por los deQuito”119. Relata Balboa, además:” Allí pren-dieron a Huáscar y los orejones comenzarona huir afrentosamente, creyendo que cadauno llevaba un Quisquís a las espaldas, con lalanza en la mano”120.

El mercedario Martín de Murúa cuen-ta en su”Historia de los Incas Reyes del Perú”,el ardid de guerra que empleó Quisquís en labatalla de Quipaypán:” y como Huáscar tuvonoticia desto y de lo que venían haciendo, seaderezó luego y salió de esta ciudad y fue pa-ra Quipaypán, ques una legua de esta dichaciudad, donde se dio la batalla y aunqueHuáscar tenía mucha gente, al fin fue vencidoy preso con bravo ardid que Quisquís tuvo, yfue que como traían muchas celadas y cam-pos y otras muchas cosas todo de plata y plan-chas que para el efecto habían pulido, se pu-

CAPÍTULO V 57

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sieron enfrente del sol a pelear con Huáscar ypara les quitar la vista y con este ardid fueronvencidos; murió mucha gente de ambas par-tes y fue tanta que se dice por cosa cierta se-rían más de ciento y ochenta mil indios”

Cabello y Balboa califica como cruella conducta de guerra de Quisquís y su gente;relata su entrada al Cuzco al día siguiente dela batalla de Quipaypán y dice que, mientrasQuisquís rendía obediencia a Ticci Cápac,ante la estatua que lo representaba”como elseñor de los confines de la tierra”121, matabaa los capitanes cuzqueños, cañaris, chacha-poyas y huancas que estuvieron con el perde-dor y añade que”hasta las insensibles piedrassintieron dolor con su entrada”122.

Los quiteños estaban en guerra y enella desfogaban el odio y la venganza que ha-bían reprimido contra sus enemigos durantemás de tres décadas, luego de la matanza deYahuarcocha. Los huambras que peleabancon Quisquís se cobraron una vieja”deuda desangre” que tenían pendiente con los cuzque-ños. En nuestra obra”Los Isaminas” decíamosque en el mes de abril de 1532 se desmoronóel Tahuantinsuyo en Chontacajas (o Quipay-pán), gracias a la pericia guerrera de Quisquísy Calicuchima. Los quiteños, avasallados porlos cuzqueños durante tanto tiempo, ocupa-ron ahora victoriosos la capital del imperio, lasaquearon y mataron a todos los que teníanrelación directa con Huáscar123. Los quite-ños - según Andrade Reimers – habían pelea-do diez batallas contra ejércitos cada vez másmultitudinarios, hasta que” consiguieron ocu-par el Cuzco y poner a flamear en el relum-brante edificio del Coricancha, la gran bande-ra blanca con la pluma dorada, símbolo delReino de Quito”124).

A partir de entonces, Atahualpa elmestizo, señoreó como emperador del Ta-

huantinsuyo; sin embargo, casi enseguida seprodujo su prisión a manos de los españoles ysus fuerzas se desbandaron. Al comienzo cun-dió la mayor confusión entre los quiteñosquienes veían prisionero a su señor y sobresuelo enemigo. Sancho de la Hoz dice queQuisquís acampaba con sus tropas en los al-rededores del Cuzco y que Manco Inca Yu-panqui, hermano de Huáscar, alertó a Pizarrocontra los quiteños. Allí se iniciaron los en-frentamientos con los españoles y con loscuzqueños a la vez; Manco Inca creyó ver enla llegada de los blancos la oportunidad de to-mar el poder y arrojar de su tierra a los quite-ños y por ello ayudó a Pizarro reuniendo mu-cha gente” para echar a los de Quito”. Persi-guió a Quisquís con cinco mil indios y cin-cuenta españoles de a caballo; pero el gene-ral quiteño les tendió numerosas trampas ysus enemigos confabulados tuvieron que vol-ver al Cuzco sin haber obtenido resultado po-sitivo. Quisquís recorrió territorio enemigoasolando lo que hallaba a su paso, destruyen-do puentes, colocando asechanzas en los pa-sos difíciles de los Andes y eliminando todo loque podía facilitar el avance de blancos ycuzqueños.

Uno de sus capitanes, Incurabaliba,puso en serios aprietos a españoles y cuzque-ños que se hallaban entre el Cuzco y Xau-xa125. Sancho de la Hoz, testigo presencialde los hechos, cuenta cómo tenían que esfor-zarse los recientes aliados para echar de esastierras a los quiteños126.

Quisquís se retiró desde el Cuzco bur-lando la persecución que se desató en su con-tra por parte de Fernando y Gonzalo Pizarro yHernando de Soto. Lo hizo en perfecto orden,dividiendo su ejército en escuadras estratégi-cas. Sota Urco estaba a cargo de la vanguar-dia. El grueso de las tropas lo comandaba elpropio Quiquís, según lo testimonian Zárate y

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Gómara, los escuadrones que iban a los flan-cos eran poderosos y la vanguardia era tannumerosa que ocupaba” quince leguas de tér-mino” según el mismo Gómara. El ejército lle-vaba un bagaje de veinte mil ovejas de la tie-rra (llamas) cargadas de maíz. Según el padreVelasco, después del rey no había” …en todoel reino ni en el imperio todo, hombre tangrande ni de tanta autoridad” como Quis-quís127. Con su monarca prisionero, Quisquístrataba de operar con la máxima prudenciasabiendo, además, que enfrentaba a dos ene-migos coligados. A tiempo que trataba de in-quietar y de debilitar a los blancos, queríasostener la dinastía shiry inca. Por eso” coro-nó en el mismo ejército al inca Paulu”, hijo deHuayna Cápac en una mujer quiteña que mo-riría luchando contra los blancos en el Cuzco.Paradójicamente, ya no eran los cuzqueñoslos que defendían el imperio, sino los quite-ños. En los primeros momentos de la conquis-ta española, los quiteños fueron la única fuer-za que se les enfrentó y trató de detenerlos.Quisquís desafió a Almagro en Vilcas, pero tu-vo que retirarse hacia Quito porque sabía queun fracaso en territorio enemigo podría signi-ficar la ruina de todo el imperio. Pizarro en-comendó a Soto y a sus hermanos Juan yGonzalo que interceptaran e inmovilizaran algeneral quiteño. Almagro también intentó de-tenerlo pero fue burlado con la proverbial as-tucia de este guerrero. Quisquís quiso escu-char el criterio de sus oficiales más experi-mentados y todos fueron unánimes en pedirleque regresaran a su patria”. Andaban entreellos - señala Herrera - guamaraconas, des-cendientes de aquellos que habitando lospueblos de Caranqui, Otavalo, Cayambe, yotros de la comarca de Quito…el Quisquís lerepresentó pues la mayor parte del Chincha-suyo estaba ya ocupada de los castellanos yque sería bien volver a Quito para vivir en elcampo que sus padres labraron y ser enterra-

dos en sus sepulturas; y juró por el soberanoel sol y por la sagrada tierra, que si lo toma-ban por capitán, y eran fieles que los llevaríaa sus tierras”128.

En su retirada hacia Quito, Almagro yAlvarado se toparon con la vanguardia co-mandada por Sota Urco. En mala hora toma-ron a este jefe prisionero y obtuvieron de élinformación sobre la situación del grueso delejército de Quisquís. Los españoles no pudie-ron capturar a Quisquís y solo consiguieron lamuerte de catorce de sus hombres. Según Ji-jón y Caamaño, Quisquís”llegó con su ejérci-to de huambracuna a los feraces valles imba-bureños”129 y de allí se desplazó a Purugua-ya. Allí comenzaron los desacuerdos; Quis-quís quería mantener unida la fuerza que aúnle quedaba para conservar el imperio desdeQuito; el joven y ardoroso capitán HuaynaPalcón quería enfrentarse con los blancos, yotros jefes querían rendirse para preservar lapaz. Quisquís, el hombre que” andaba albo-rotando la tierra” en gráfica expresión de Zá-rate, y que venía siendo perseguido por Sotoy los Pizarro, iba a terminar su vida trágica-mente. Ningún autor menciona el lugar delsuceso, pero Velasco da a entender que se tra-taba de tierra puruguaya. De un documentodel año 1560, en el que Mateo Yupanqui pideel alguacilazgo de la ciudad de Quito, el in-vestigador Aquiles R. Pérez desprende estosdatos:” preso y muerto Atabalipa en Cajamar-ca, su general Quisquís, con los suyos, se le-vantó en armas para acabar con los extranje-ros. Vino desde el Cuzco, destruyendo tam-bos, puentes, atacando a las fuerzas españolasy a las indígenas colaboradoras de los invaso-res; con Mateo Guallpa Yupanqui Inga, llegóa los pueblos de Chimbo, trasmontó la cordi-llera de Navas (Navac) y occidental; ya en losalrededores de la laguna de Colta (¿Cacha?),fue asesinado por Huayna Palcón, por lo que

CAPÍTULO V 59

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Mateo Huallpa, regresó a Chimbo y allí dioobediencia a las autoridades españolas; conlos suyos participó en la pacificación de Lita;en la de Quijos y Sumaco con el gobernadorGil Ramírez Dávalos, regresó al gobierno desu cacicazgo”.

Parece que Quisquís y Huayna Pal-cón, ambos”de violento genio”130, cruzaronpalabras fuertes. Según Zárate” Huayna Pal-cón le dio con una lanza por los pechos y lue-go le acudieron otros capitanes, y con porrasy hachas le hicieron pedazos, y derramaron lagente, dejando ir a cada uno donde qui-so”131. Esa fue la suerte del” mayor hombreque vio jamás el floreciente imperio del Pe-rú”132. La resistencia india comenzó a dismi-nuir desde aquel momento. Los únicos favo-recidos fueron los blancos quienes veían alla-nado el camino de la conquista.

Después de aplastar la resistencia queofrecía Rumiñahui, Benalcázar tomó comopatrimonio suyo la gente y las tierras del Rei-no de Quito, en un golpe de gran audacia. Loshuambras que habían paseado la bandera deQuito en el Tahuantinsuyo, volvieron a unamás terrible y penosa dependencia. Los bra-vos combatientes quedaron convertidos enyanaconas de servicio para los nuevosamos133.

En la geografía de Pichincha, unamontaña de segundo orden recibió el apelati-vo del legendario general Quisquís que se en-frentó a blancos y cuzqueños para mantenerlibre su tierra y unido el imperio bajo el cetrode los reyes de Quito. Pero, apenas había ex-pirado, su ejército se disipó como el hu-mo134.

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Pacificada la tierra del Norte andinodel que fuera Reino de Quito, se comenzó aentregar a los primeros conquistadores las en-comiendas y a los misioneros las reduccionesy las doctrinas. Los padres dominicanos reci-bieron bajo su responsabilidad a los indígenasgobernados por los señores Angos.

En la relación de Ponce de León, rea-lizada en 1582, consta que Diego Méndez delos Ríos recibió en encomienda a los indiosde Caranqui, San Antonio (Tuarraquí), Chapi yPimampiro, que conformaban una poblaciónde apenas 1.291 personas. Poco dice sobreCaranqui la relación citada, probablementeporque en las primeras décadas de la Coloniahabía perdido toda importancia demográfica.Antes de la conquista blanca habían goberna-do allí los señores Angos, ligados después conHuayna Cápac y otros miembros de la noble-za del Cuzco.

En una relación de 1537, probable-mente escrita por el capitán Juan Salinas deLoyola, encontramos estos datos:” En el pue-blo de Caranqui podía haber un pueblo de es-pañoles, es el mejor y más sano temple debuen cielo y suelo de las indias; está a quinceleguas de la ciudad de Quito y veinte y cinco

de la de Pasto; alcanza tierra fría y caliente; estierra fértil, abastecida de leña y yerba y haytierras vacas y perdidas donde se podría sem-brar, los pueblos de los indios aún no estánjuntos, porque tienen los caciques indios seisy ocho leguas donde ellos viven y conveníaque estuviesen poblados, así para el sustentode la vida humana, como para su conserva-ción y policía, y sería necesario reducirlos enforma de pueblo donde tuviese iglesia queacudiesen a una campana; y el que hubierede hacer junta y congregación, con gran cui-dado convendría buscar, sitios sanos y proveí-dos de agua y leña, y los demás requisitos ne-cesarios para fundar un pueblo”135.

El franciscano Antonio de Zúñiga indi-ca en 1579 cuatro sitios que podrían conver-tirse en villas, entre ellos Caranqui. A más deestos datos, muy poco es lo que se sabe de es-te lugar antes de la llegada de los españoles.Aquiles R. Pérez se limitó a decir que” muyimportante población fue Carangui en tiem-pos prehistóricos y en los protohistóricos de ladominación inca. Edificada al pie de las fal-das nororientales de la montaña de Imbabura,se llamó Imbaya como nombre primitivo”136.

Capítulo VI

Caranqui en la Colonia.- Características demográficas.- Las encomiendas.- Doctrina de los domi-nicos y los ermitaños de San Agustín.- Tenencia de la tierra.- Los repartimientos y las ventas.- Los Angos,

dueños de las tierras de Yahuarcocha.- Presencia de los jesuitas y otras informaciones de importancia.-Cronología de la transmisión de dominio.

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Dos parcialidades figuran como partede la jurisdicción territorial de Caranqui: Cu-chambilse y Tuarraquí. Nosotros considera-mos que dos etnias figuran en el origen de Ca-ranqui: los quitus (imbayas) y los caras. Am-bos se fusionaron antes de la conquista cuz-queña y formaron parte de la alianza integra-dora del norte andino del Reino de Quito. Porrazones obvias, luego de la conquista blanca,Caranqui perdió su importancia política y so-cial, y su gente se diluyó en pequeñas parcia-lidades que se dispersaron por todo su territo-rio. Por eso la relación de 1573 advierte quelos pueblos indios no están juntos, pese a susano temple y a su buena tierra. Como las tie-rras eran tan extensas en esa región, los po-blamientos españoles se iniciaron tardíamen-te, a medida que iban apareciendo reparti-mientos y doctrinas, esto es, a partir de 1573.Entonces se inicia la transferencia de dominiode las tierras consideradas vacas, dejando delado las que pertenecían a las comunidades ya los señores naturales Angos. Angumbas, An-rrangos, Caguascangos, Carangos, Farinan-gos, Imbangos, Matangos y otros más.

El interés por Caranqui comienza so-lamente un año antes de la fundación de la vi-lla de Ibarra. El 25 de enero de 1605, el frailedominico Pedro Bedón Pineda pedía para lafundación de un convento” seis cuadras encontorno de los tambos viejos de dicho pue-blo” (de Caranqui)137. El fraile se refería alcomplejo que Huayna Cápac había estableci-do en aquel punto para su corte; el palacio, eltemplo del Sol y el aclla Huasi, que para en-tonces estaba en ruinas. Seguramente sobrevi-vían todavía los vestigios de las construccio-nes quiteñas anteriores, levantadas con ladri-llo crudo y adobe. Bedón Pineda basaba supedido en el hecho de que en la zona había”mucha gente de naturales”.

Los ermitaños de San Agustín estable-cieron Vicariato de Anillo en la aldea de Ya-huarcocha y construyeron convento; estoocurrió entre los años 1573 y 1575, treinta ydos años antes de que los dominicos se esta-blecieran en Caranqui. Las tierras de Yahuar-cocha, Aloburo, Tababuela, Puentaquí y Ca-ranqui, permanecían en manos de los curacasAngos (convertidos luego en Carvajal, Guz-mán y Góngora) y ocupaban entre seis y ocholeguas. Los Angos y sus parentelas comenza-ron a dividir en pequeñas parcelas las tierras.Además, el mismo Cabildo de Quito puso enventa y pregón muchas caballerías de la zonade Caranqui.

Veamos cómo ocurrió la transferenciade dominio de la tierra en la zona que ocupaactualmente la provincia de Imbabura:

- Quito, mayo 5 de 1574: Pedro Monte-negro, vecino de San Miguel de Ibarra, re-cibe una caballería de tierra (11,29 has.)como heredero de Inés Rodríguez, su sue-gra. Se llama Apuz-monte, a orillas de lalaguna de Yahuarcocha, y de sus títulos sehabía apoderado Gabriel Gómez.

- Quito, mayo 5 de 1574: Al mismo PedroHernández Gallego por ser casado, tenermujer e hijos en el asiento de Caranqui yhaber labrado la tierra para su sustento, sele dona una caballería más.

- Quito, Por el día 8 de 1574: A pedido dePedro Hernández Gallego, residente deCaranqui, el doctor Pedro López Diez deArmendáriz del Consejo de Su Majestad,otorga merced por tres pedazos en Caran-qui138.

- Caranqui, diciembre de 1574: Pedro deHinojosa, juez de la Comisión, da la po-sesión de la dicha tierra a Pedro Hernán-dez Gallego.

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- Quito, marzo 4 de 1574: Se hace mer-ced de trece caballerías a Hernán Gó-mez, residente de Caranqui. El sitio se de-nomina Lolonguí, en la laguna de Yahuar-cocha. Toma posesión ante el alguacilJorge Pinto.

- Caranqui, 17 de septiembre de 1580:Jorge Pinto vende a Juan Céspedes unacaballería de tierras para sembrar en eseasiento.

- Quito, diciembre 30 de 1583: Inés Ro-dríguez, vecina del pueblo de Caranqui,pide al Cabildo, Justicia y Regimiento deQuito, doce caballerías. Entró en pose-sión de ellas en mayo de 1584.

Igual que los casos que acabamos decitar, existen infinidad de ejemplos de traspa-so de tierras en la zona de Caranqui*. Un ca-so especialmente interesante es el de julio de1584, cuando el prior de San Agustín en Qui-to, pide al Cabildo le entregue en propiedadlas tierras aledañas a la laguna de Yahuarco-cha que él considera que no tienen ningunautilidad, para sembrar allí”arbolados de Casti-lla”. En efecto, las tierras cercanas a la lagunase entregaron a los padres agustinos en la per-sona de fray Gabriel Saona; pero parece quela desecación que ellos querían hacer en lalaguna no era para sembrar árboles, sino pararescatar el tesoro que se creía que los indioshabían arrojado en su fondo. Los agustinos to-maron posesión de la laguna y sus tierras cir-

cunvecinas el 11 de mayo de 1590, en el pue-blo de Otavalo, ante el corregidor Juan Bau-tista Valencia139. El mismo día se recorrió lazona a caballo y se establecieron con mojo-nes los linderos de la nueva propiedad de losagustinos140. Al respecto, conviene saber losiguiente:” Y después que los indios supieronque tenían intento de desaguar la dicha lagu-na han publicado que dentro de ella hay mu-chos tesoros que eran del inga y otras perso-nas y los echaron de ella porque los españo-les encontraron en aquellas tierras y que aho-ra querían dar orden como desaguarse la di-cha laguna para el efecto de hacer una here-dad y para ello se hiciese merced de dar in-dios y me pidió y suplicó mandase que deaquel dicho pueblo de Caranqui le diesen aldicho convento veinte indios que no sean dela quinta parte, por el tiempo que durase eldesagüe”141. Agrega el documento que losindios” atentos a que cada noche han de dor-mir en su casa por el tiempo que dure el de-sagüe de la dicha laguna pagándoles lo ordi-nario para que contasen lo que los indios handicho acerca de los tesoros y si la relaciónfuese falsa no se impute al dicho convento aque ha defraudado a su Majestad”.

En el mismo año eran también propie-tarios de tierras en Yahuarcocha los padres dela Compañía de Jesús. Los bienes habían sidocomprados a Juan Rodríguez de Ávila y a Mi-guel de Sandoval y Gaspar de Arandoña142.

CAPÍTULO VI 63

* Juan Rodríguez pide que se le dé posesión de las tierras que ha comprado a Gabriel Carvajal, caciquedel lugar. Felipe Velásquez tiene tierras en el valle de Urcuquí y pide permiso para venderlas. Las tie-rras citadas tienen sembríos de olivares y se denominan Jayaro. Gaspar Londoño vende seis caballeríasen Yahuarcocha a Juan Rodríguez de Ávila. Rodríguez toma posesión de esas tierras ubicadas en el ce-rro Aloburo, en los términos de Caranqui, encima de la laguna de Yahuarcocha. Gabriel Carvajal, se-ñor principal del pueblo de Caranqui, y su mujer, Juana Atabalipa, tienen varias heredades en el vallede Santiago y Caranqui, así como también en Mira, y solicitan licencia para venderlas.

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Ninguno de los propietarios de tierrasque lindan con las que recibieron los agusti-nos presentó oposición a que esta comunidadtuviera allí una gran extensión. El título depropiedad lo recibieron los agustinos del vi-rrey Hurtado de Mendoza en 1591.**143. Lastierras de la región de Caranqui habían sidopropiedad de los señores Angos, como ya loindicamos, que después españolizaron susnombres. Cuando llegó la época del repartode tierras, los mismos indígenas comenzarona venderlas alegando la necesidad de pagarlos tributos. El patrimonio territorial de las co-munidades indígenas en la jurisdicción deCaranqui, Yahuarcocha, Tuarraquí, etc., pasaa poder de particulares, especialmente de losjesuitas y agustinos. Estos últimos no consi-guieron desaguar la laguna; la calentura porhacerlo les duró hasta la última década del si-glo XVI. Pero la tradición de los tesoros siguióviva, y en 1567 el portugués Vicente Álvarez

Botello compró dos caballerías próximas a lalaguna, a sus propietarios los agustinos, paracontinuar la búsqueda y repartirse lo que ha-llara, a partes iguales144. No se sabe cuál fueel resultado de esta nueva búsqueda.

Los agustinos se dedicaron después ala cría de mulas, cabras y bueyes en esas tie-rras. De todas maneras, las extensas propieda-des de las comunidades religiosas, impidieronque se siguiera fragmentando la tierra; sin em-bargo, las cabras y las mulas fueron acrecen-tando el espacio de tierras estériles y redu-ciendo progresivamente la frontera agrícola.

A inicios del siglo XX, las tierras de Ya-huarcocha, síntesis de la historia de los pue-blos aborígenes quiteños, pasaron a poder delEstado, calificadas como bienes de manosmuertas. Desde allí, la historia de esas tierrasen las que se libraron batallas decisivas denuestra prehistoria, se sumió en el olvido.

64 HUAMBRACUNA. LA EPOPEYA DE YAHUARCOCHA

** “Hago merced a dicho convento de San Agustín de la ciudad de San Francisco de Quito de la dicha la-guna llamada Yahuarcocha para que pueda hacer y haga de ella la heredad que de suso se refiere ymanda al Corregidor del distrito donde está dicha laguna (roto) la posesión de ella y del pueblo deCaranqui la reparta y de veinte indios por el tiempo de un año”, decía el virrey Hustado de Mendoza.

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1 González Suárez, Federico:”Historia de la República del Ecuador”. Edit. CCE. 1969. To-mo 1, p.63.

2 Santa Cruz, Pachacuti:”Relación de las Antigüedades del Reino del Perú”.3 Cieza de León, Pedro:”Del Señorío de los Incas”. Edit. Soler, Buenos Aires, 1943, p.

291.4 Prescott, Guillermo:”La Conquista del Perú”. Madrid, 1847, p.57.5 González Suárez, Federico. Ibídem, p. 84.6 Cieza de León, Pedro. Ibídem, p. 261.7 Garcilaso de la Vega, Inca:”Comentarios Reales”. Edit. EMECE, Buenos Aires, p. 65.8 Prescott, Guillermo. Ibídem, p. 165.9 Costales Piedad y Alfredo:”Los Isaminas”. Edit. Vernaza, s.f., pp. 24 y 25.10 Gallardo Moscoso Hernán:”Presencia de Loja y su Provincia”. Edit. CCE, núcleo de Lo-

ja, 1978, p. 5.11 Garcilaso de la Vega, Inca. Ibídem, p. 271.12 Ibídem.13 Ibídem, p. 164.14 Ibídem, p. 165.15 Sarmiento de Gamboa, Pedro:”Historia de los Incas”. Edit. EMECE, Buenos Aires, 1947,

p. 213.16 Ibídem, p. 213.17 Ibídem.18 González Suárez, Federico. Ibídem.19 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. Cit. P- 168.20 Ibídem.21 Ibídem.22 Ibídem, p. 170.23 Costales Piedad y Alfredo:”Huayna Cápac”. Edit. CCE/NA. Cuenca – Ecuador, 1964, p.

128.24 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. cit. p. 172.25 Costales, Piedad y Alfredo:”Los Isaminas”, p. 68.26 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. cit. pp. 172 y 173.27 González Suárez, Federico. Op. cit. p. 75.28 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 240.29 Ibídem, p. 241.30 Cieza de León, Pedro. Op. cit. p. 304.31 Cobo, Bernabé S. J.:”Historia del Nuevo Mundo”. Tomo II. Edit. Atlas, Biblioteca de Au-

tores Españoles, Madrid, 1964, p. 91.32 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Ibídem, p. 242.

Notas Bibliográficas

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33 Ibídem.34 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. cit. p. 168.35 Cabello y Balboa, Miguel:”Miscelánea Austral”. Edit, Ecuatoriana, Quito – Ecuador,

1945, p. 346.36 Costales, Piedad y Alfredo:”Los Isaminas” pp. 68 y 6937 bídem, pp. 73 y 74.38 Ibídem, p. 110.39 Compte:”Varones Ilustres de la Orden Seráfica del Ecuador”. Vol. I, 1883, p. 299.40 Jiménez de la Espada, Marcos:”Relaciones Geográficas de Indias”. Vol. II. Edit. Atlas,

Madrid, 1965, pp. 261 a 264.41 Pérez R. Aquiles:”Los Pseudo Pantsaleos”. Revista Llacta No. 14, Talleres Gráficos Na-

cionales, Quito, 1962, pp- 109 y 110.42 Velasco, Juan de: Op. cit. p. 91.43 Ibídem, p. 92.44 Ibídem, p. 140.45 Ibídem, p. 141.46 Jijón y Caamaño, Jacinto:”El Tesoro del Itchimbía”. London, s.f. p. 9.47 Ibídem.48 Ibídem, p. 15.49 Ibídem.50 Cieza de León, Pedro. Op. cit. p. 149.51 Ibídem, p. 133.52 ANH/PQ: Sec. Prot. Notaría 1: Venta de solares de Matheo Yupanqui. Mayo de 1600;

fol. 471.53 ANH/PQ: Sec. Prot. Notaría 1. Vol. 42, año 1606. Venta de Carlos Atahualpa Inca; fol.

517.54 ANH/PQ. Notaría V. Tomo III, año 1759; fol. 64 y 65.55 ANH/PQ. Notaría 1. Año 1596. Descubrimiento de una huaca en Pinta. Fol. 387 v.56 Ibídem.57 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 247.58 Ibídem, p. 243.59 Cabello y Balboa, Miguel. Op. cit. p. 346.60 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 245.61 Cobo, Bernabé:”Obras. Historia del Nuevo Mundo”. Tomo II, Madrid, 1964, p. 91.62 Montesinos, Fernando:”Memorias Antiguas Historiales y Políticas del Perú, seguidas de

las informaciones del Señorío de los Incas”, Madrid, 1882, pp. 161 y 162.63 Ibídem.64 Espinoza Soriano, Waldemar:”Los Cayambis y Caranquis”. No 61, p. 300.65 Costales, Piedad y Alfredo:”Historia India de Cochasquí”. Segunda edición, 1961, pp.

37 y 38.66 ANH/PQ. Sec. Tierras, caja 21, año 1628. Composición de tierras de las haciendas de

Cangahua y Pambamarca de don Fernando Santos Estoraque, presbítero; fols. 8 y 8v.67 Haro, Silvio Luis:”Atahualpa Duchicela”, Ibarra, 1965, p. 109.

66 HUAMBRACUNA. LA EPOPEYA DE YAHUARCOCHA

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68 Costales, Piedad y Alfredo:”Los Isaminas”, p. 251.69 Ibídem.70 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 243.71 Costales, Piedad y Alfredo. Op. cit. pp. 274 y 275.72 Cabello y Balboa Miguel:”Miscelánea Austral”, p. 346.73 Costales, Piedad y Alfredo. Op. cit. p. 279.74 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 246.75 Cabello y Balboa, Miguel. Op. cit. p. 353.76 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Ibídem.77 Velasco, Juan de:”Historia Antigua del Reino de Quito”. p. 32.78 Haro, Silvio Luis. Op. cit. p. 100.79 Costales, Piedad y Alfredo:”Huayna Cápac”. Pp. 194 y 195.80 Haro, Silvio Luis, ibídem, p. 114.81 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. cit. p. 239.82 Espinoza Soriano, Waldemar. Op. cit. 83 APC/I: Bautizos, matrimonios y defunciones de 1786 a 1822. Archivo Histórico. AHB-

C/I. Sec. Prot. Años 1626 a 1641.84 Costales, Piedad y Alfredo:”Los Agustinos, Pedagogos y Misioneros”. Obra inédita. Pp.

124 y 125.85 Velasco, Juan de:”Historia Natural”. Tomo I, 1960, p. 273.86 Velasco, Juan de:”Historia Antigua del Reino de Quito”, p. 462.87 Libro de Cabildos de la Villa de Ibarra.88 Cieza de León, Pedro. Op. cit. p. 126.89 Oviedo y Valdez, Gonzalo:”Historia General y Natural de las Indias”. Edit. Huaranía,

Asunción – Paraguay, 1944, p. 239.90 Haro, Silvio Luis. Op. cit. p. 103.91 Ibídem, p. 115.92 Velasco, Juan de. Op. cit. p. 34.93 Ibídem.94 Haro, Silvio Luis. Op. cit. p. 119.95 Ibídem.96 Montesinos, Fernando. Op. cit. p. 166.97 Ebadango, José, natural de Ibarra. Recopilación, 1950.98 Sarmiento de Gamboa, Pedro. Op. cit. p. 247.99 Cieza de León, Pedro. Op. cit. p. 307.100 González Suárez, Federico. Op. cit. 101 Cieza de León, Pedro. Op. cit. pp. 54 y 130.102 ANH/R. Sec. Empadronamientos. Cajas 10 y 11. Año 1871.103 Haro, Silvio Luis. Op. cit. p. 121.104 Ibídem.105 Gutiérrez de Santa Clara, Pedro:” Historia de las Guerras Civiles del Perú, 1544 –

1548”. Tomo III, BEM, Quito – Ecuador, 1960, p. 279.

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 67

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106 Jerez, Francisco de:” La Prisión de Atahualpa, Guerras entre Huáscar y Atahualpa”,BEM, Quito – Ecuador, 1960, p. 112.

107 Esquivel y Navia, Diego de :” Noticias Cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco”, to-mo I, p. 66.

108 Garcilaso de la Vega, Inca. Op. cit. p. 241.109 Velasco, Juan de. Ibídem, p. 129.110 Ibídem.111 Esquivel y Navia, Diego de. Op. cit. p. 19.112 Paz Maldonado, Juan:” Relación del Pueblo de San Andrés o Xunxi”. Relaciones Geo-

gráficas de Indias, Madrid – España, 1889.113 Cabello y Balboa, Miguel. Op. cit. p. 398.114 Ibídem. P. 40.115 Jerez, Francisco de. Op. cit. p. 408.116 Herrera, Antonio de :” Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y

Tierra Firme y Mar Océano”, CME, Quito, 1960, pp. 356 y 357.117 Cabello y Balboa, Miguel. Op. cit. p. 402.118 Velasco, Juan. Op. cit. p. 119 Cabello y Balboa, Miguel. Op. cit. p 422.120 Ibídem, p. 423.121 Ibídem, p. 425.122 Ibídem.123 Costales, Piedad y Alfredo:”Los Isaminas”, p. 176.124 Andrade Reimers, Luis:”El Legendario General Quisquís”, Diario El Comercio, Quito,

20 de noviembre de 1991.125 Sancho de la Hoz, Pedro:”Relación de la Conquista del Perú”, BEM. Quito – Ecuador,

1960, p. 117.126 Ibídem, p. 185.127 Velasco, Juan de:”Historia Antigua del Reino de Quito”, p. 131.128 Herrera, Antonio de. Op. cit. p. 135.129 Jijón y Caamaño, Jacinto:”Benalcázar”. Tomo I, edit. Xerox, 1983, p. 103.130 Velasco, Juan de. Op. cit. p. 199.131 Zárate, Agustín.132 Velasco, Juan de. ibídem.133 Monroy, Joel:”El Convento de la Merced de Quito, 1534 – 1671”, Quito – Ecuador,

1938, p. 235.134 Velasco, Juan de. Ibídem, p. 234.135 iménez de la Espada, Marcos:”Relaciones Geográficas de Indias”, Ministerio de Fomen-

to, tomo II, Madrid, Tip. Hijos de M. G. Hernández, 1897, p. 76.136 Pérez R., Aquiles:”Quitus y Caras”. Talleres Gráficos Nacionales, Quito – Ecuador,

1960, p. 72.137 ANH/PQ. Sec. Prot. Notaría VI, Vol. VII: Denuncia de una huaca. Año 1605; Fol. 133v.138 ANH/PQ. Sec. Prot. Notaría VI, año 1605: Fundación de la Recolección de Santo Do-

mingo de Caranqui; fol. 200.

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139 AHSA/Q. 1605 – 1655, Tomo V: Títulos de las haciendas Tababela, Yahuarcocha y Alo-buro. Fols. 17 y 17v.

140 Ibídem. Fols. 18, 18v y 19.141 Ibídem. Fols. 19, 20 y 20v.142 Ibídem. Fols. 23, 23v, 24, 24v, 25 y 26.143 AHSA/Q. 1574: Las tierras de Tababuela y las demás hasta el río de las Salinas, puente

de Mira, desde las tolas de Yahuarcocha que nos vendió Delgado. Fols. 52 y 52v.144 ANH/PQ, Notaría I. Tomo 202, año 1657: Venta de las tierras de Yahuarcocha al con-

vento de San Agustín a favor del Cap. Vicente Botello y convenio con el susodicho so-bre el agua de la laguna y su tesoro. Fol. 41.

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 69

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ANTROPÓNIMOS

A

Acatac Ajuña: Señor quiteño (o mantaya) delvalle de Tumbaco.Achuango: Capitán quiteño de Cochasquí.Agualongo: Capitán quiteño de Tisaleo.Aizaga, Martín: Conquistador y veedor espa-ñol.Almagro, Diego: Capitán español de conquis-ta.Alvarado, Pedro: Capitán español de conquis-ta.Álvarez Zavala, Pedro: Encomendero y feudalde Ibarra.Ambanllero: Capitán quiteño de Cochasquí.Anagumbla: Capitán quiteño de Atahualpa.Andrade Reimers, Luis: Historiador ecuatoria-no moderno.Ango: Señor quiteño del sector de Caranqui.Anrraguán: Capitán quiteño de Cochasquí.Anrrayba: Capitán quiteño de Cochasquí.Añasco, Pedro: Conquistador español de losPastos.Añazumba: Capitán quiteño de la etnia dePuembo.Añulima: Mantaya quiteño de Cebadas.Apo Cóndore: Curaca y guerrero cuzqueño.Apo Cuantar Cauna: General cuzqueño delContisuyo.Apoango: Capitán quiteño.Apoanto: Señor quiteño del sector de Gua-suntos.Arcos, Francisco: Oidor de la Real Audienciade Quito.

Argandoña, Gaspar: Vecino poblador de Iba-rra.Arias, Luciana: Vecina y pobladora de Ibarra.Asaco: Señor del sector de Chambo, capitánde los ejércitos quiteños.Asaquilago: Capitán quiteño de la etnia deMalchinguí.Atabalipa (o Atahualpa): Rey de Quito y em-perador del Tahuantinsuyo.Auca runa: Soldado raso, entre los cuzque-ños.Augio Topa: General cuzqueño del Contisu-yo.Auqui Yupanqui: Hermano del inca y generalde sus ejércitos.Auqui: Príncipe o guaranga camayuc cuzque-ño.Axotungo: Capitán quiteño de la etnia de Pifo.

B

Baldumma: General quiteño de los cañaris.Barragán, Juan: Propietario de tierras en Pam-bamarca.Bedón Pineda, Pedro: Fraile dominico, funda-dor de Ibarra y creador de la Escuela Quiteña.Betanzos: Cronista español de Indias.Bustem: Señor quiteño de los litos.

C

Cabascango: General quiteño de Caranqui.Cabello y Balboa, Miguel: Historiador espa-ñol.Cabezas de Anaya, Juan: Medidor real de tie-rras.Cáceres Francisco: Oidor de la Real Audien-cia de Quito.

INDICE ONOMÁSTICO

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Cacoango: Apellido quiteño de la zona deCochasquí.Cacha: Rey de Quito, sucesor de Hualcopo.Caizatoa: Capitán quiteño de Atahualpa.Calicuchima: General en jefe de los ejércitosquiteños.Cañar Cápac: Capitán de los cañaris, aliadode los quitos.Cañari: Familia etnolingüística del sur quite-ño.Carballo, Pedro: Escribano público del Cabil-do de Ibarra.Cargua: Curaca y capitán cuzqueño.Carguaparín: Capitán quiteño de la etnia delQuinche.Carrera, José: Alférez Real, dueño de Pamba-marca.Carvajal, Juan: Señor quiteño de Caranqui.Carvajal: Apellido español tomado por un se-ñor de Caranqui.Caxana Unaysa: Señora y gobernadora de lossigchos y los yumbos.Castro Macedo, Melchor: Corregidor de Qui-to.Céspedes, Alonso: Vecino de Ibarra.Cevallos y Velasco, María: Esposa de SantosEstoque.Cinches: Capitanes quiteños.Cobo, Bernabé: Cronista español de las In-dias.Cofanango: Apellido quiteño de la zona deCochasquí.Cofarín: Apellido quiteño de la zona de Co-chasquí.Collín: Capitán quiteño de Atahualpa.Condo de Mollo: General cuzqueño del Con-tisuyo.Cóndor: Curaca y capitán cuzqueño.Cordero, Antonio: Vecino de Caranqui.Cotacachi: Apellido y etnia de los caranquis.Cuguipoma: Capitán cuzqueño.Cumbla: Capitán quiteño.Curiargos: Guaranga camayo cuzqueño.

Cusiguaranga: Guaranga camayo de los músi-cos de guerra.Cusilago: Apellido quiteño de la zona de Co-chasquí.Cuxilambaquera: Apellido quiteño de la zonade Cochasquí.Cuzqui Topa Yupanqui: General cuzqueño,pariente de Huayna Cápac.Chacanama: Curaca y jefe guerrero cuzque-ño.Chacha: Curaca y capitán de los chachapo-yas.Chala: Hermano de Toca en el gobierno deXunxi.Chalcochima: Otro nombre de Calicuchima.Chamba o Achamba: Señor de Chambo alotro lado del río del mismo nombre.Chapalvay: Capitán de Atahualpa.Chapaver: Curaca y capitán cuzqueño.Chávez Guerrero, Luis: Alférez Real y Corre-gidor de Otavalo.Chica Cápac: General cañari aliado de losquitos.Chicaiza: Capitán quiteño de AngamarcaChilcaniche: Capitán cuzqueño.Chimborazo: Señor quiteño del sector de Ta-guala.Chuguimarca: Capitán cuzqueño.

D

Delgado, Pedro: Vecino de Caranqui.Díaz Buin, Antonio: Vecino de Ibarra.Duchicela: Apelativo de nobleza entre los pu-ruguayes de Cacha.Duma: Apellido indígena del Cañar trasplan-tado a Yahuarcocha.Duma: General cañari, aliado de los quitos.

E

Eplicachima: General en jefe de los ejércitosquiteños en la primera invasión cuzqueña.

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Esquivel y Navia: Historiador peruano de laColonia.

F

Farinango: Mantaya de Imbabura.

G

Gallardo Moscoso, Hernán: Historiador ecua-toriano moderno.García Játiva, Juan: Vecino de El Puntal.Gómara López, Francisco: Cronista españolde las Indias.Gómez de la Tabla, Francisco: Vecino espa-ñol de Caranqui.Gómez, Gabriel: Vecino español de Ibarra.Gómez, Juan: Vecino español de Caranqui.Góngora: Apellido español que tomaron losAngos de Caranqui.González Suárez, Federico: Historiador ecua-toriano de la República.González Vaca, Pedro: Vecino español de Ur-cuquí.González, Hernán: Vecino español de IbarraGuachacmira: Señor quiteño de la región deMira, antes Chonta Huasi.Guaina Achachi: General cuzqueño.Gualcamba: Apellido quiteño de la zona deCochasquí.Gualopiango: Capitán quiteño de Atahualpa.Guallichicomen: Capitán quiteño de la etniade Guajaló.Guayacundo: Capitán mitima al servicio deAtahualpa.Guaycundo: Nombre genérico de los mitimascuzqueños de Amaguaña. También apellido.Gutiérrez de Santa Clara, Pedro: Cronista es-pañol de las Indias.Guzmán: Apellido español que tomaron losAngos de Caranqui.

H

Hallo Zumba: Capitán quiteño.Haro Alvear, Silvio Luis: Historiador ecuato-riano moderno.Hatti: Mantaya quiteño de Tacunga.Herazo: Capitán quiteño.Hernández Gallegos, Pedro: Residente espa-ñol de Caranqui.Hinojosa, Pedro de: Juez de Comisión para elreparto de tierras.Hualcopo Duchicela: Décimocuarto shilli deQuito.Huancavilca: Etnia de la costa pacífica delEcuador.Huaraca: Curaca y guerrero huanca del Perú.Huáscar o Huascara: Hijo de Huayna Cápacy hermano de Atahualpa.Huayna Cápac: Hijo de Túpac Yupanqui, em-perador del Tahuantinsuyo.Huayna Palcón: Capitán quiteño, hermano deAtahualpa.Huilca Maygua: Guaranga camayuc de loshuilcas cuzqueños.Hurtado de Mendoza, García: Virrey del Perú.

I

Illicando: Señor de los indios quitos.Imba: Apellido de los desterrados de Cochas-quí.Incura Huallpa: General quiteño de Atahual-pa.Inla: Señor del Perú y de los caranquis deQuito.Insuasti, Vicente: Vecino español de Caran-qui.Ipolongo: Capitán puruguay.

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J

Jacho: Señor quiteño de Latacunga.Jijón y Caamaño, Jacinto: Historiador y ar-queólogo ecuatoriano.Jubal: Señor y grupo étnico de la provincia deTiquizambi.Julichimbo: Capitán quiteño de Atahualpa.

L

Lincango: Señor de los collahuazos de Quito.Londoño, Gaspar: Vecino español de Ibarra.Lope Diez de Armendáriz, Pedro: Miembrodel Consejo de Su Majestad.López, Freddy: Autor de estudios arqueológi-cos.Luna, Miguel: Vecino español de Ibarra.Llagua Argos: General mitima de Atahualpa.Llangurima: Señor de Luissa, Calpi y Lincán.Llimayco: Capitán quiteño de Xunxi.

M

Mango Inga Yupanqui: Hermano de Huáscar.Mainolas: Señor y capitán de Hatun Sigchos yde los yumbos colorados.Masabulu: General quiteño.Matango: Apellido quiteño de Cochasquí.Maygua: Guaranga camayuc de los quite-ños”vestidos de morado”.Mazaquiza: Mantaya de los indios sigchos.Méndez de los Ríos, Diego: Encomendero es-pañol de Chapi y Pimampiro.Mihi: General cuzqueño de la reconquista deQuito.Miño, Juan Bautista: Fraile ermitaño de SanAgustín.Mollo Cabana: General peruano.Mollo Pucara: General peruano.Monta o Montán: Señor y capitán quiteño deXunxi.

Montenegro, Pedro: Vecino español de SanMiguel de Ibarra.Montesinos, Fernando: Cronista español de laColonia.Morán, Antonio: Oidor de la Real Audienciade Quito.Muenango: General quiteño de Perucho. Murúa, Martín: Historiador español pertene-ciente a la orden de la Merced.

N

Ninatoa: Mantaya quiteño.

Ñ

Ñusta Juana o Juana Atabalipa: Mujer de Ga-briel Carvajal.

O

Ormaza, Antonio: Dueño de tierras en Pam-bamarca.Otavalo: Apelativo del señor de esa regiónquiteña.Oviedo Valdez, Gonzalo: Historiador o cro-nista real.Oyagata: Apelativo de Cochasquí.

P

Paccha Duchicela: Madre de Atahualpa.Pachacuti Salcamaygua: Cronista peruano deraigambre indígena.Pachacuti: Emperador del Tahuantinsuyo.Paguay: Mantaya de Cacha y Yaruquíes, suje-to a los Duchicelas.Pardo Canal, Antonio: Vecino de Ibarra.Pasaguayo: Mantaya de Latacunga: capitán deguerra.Pasquel: Señor de Pasto, aliado de los quitos.Pastos: Etnia que ocupaba lo que hoy es laprovincia del Carchi.

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Patahalo: Señor quiteño de la etnia de Ceba-das.Paz Maldonado, Juan: Doctrinero de Xunxi.Peña y Montenegro, Alonso: Obispo de Qui-to.Pérez, Aquiles: Historiador ecuatoriano mo-derno.Peronegro, Juan: Oidor de la Real Audienciade Quito.Picacanga: Apellido de Cochasquí.Picango: Apellido de Cochasquí.Pilpicuji: Capitán quiteño.Pillaguas: Mantaya y guerrero quiteño.Pillahuazo: General quiteño.Pillajo: Curaca y capitán cuzqueño.Pillas: Capitán quiteño de la etnia de Mal-chinguí.Pinta: Capitán quiteño.Pinto, Jorge: Vecino español de Ibarra.Piñán del Castillo: Vecino de Caranqui.Pisar Cápac: Capitán de los cañaris, aliadosde los quitos.Pisulí: Capitán de Atahualpa.Pocnina: Señor de Tincuracua y Chimbo.Poma: Curaca y capitán de los mitimas delCuzco.Poma: General quiteño de los paltas.Prado, Hernando: Doctrinero.Puento: Señor de los cayambes, general qui-teño.Pugachi: Señor de la región de Pinta.Pulucari: Guerrero de los quitos.Pullagpagsi: Capitán de Atahualpa.

Q

Quichiguango: Capitán quiteño.Quilago: Reina de Cochasquí.Quindiguamán: Guarango camayuc del”coli-brí y el Cóndor”Quingalumba: Capitán quiteño de la etnia deCumbayá.Quispi: Guaranga camayuc cuzqueño.

R

Ramírez Dávalos, Gil: Gobernador de Quito.Rava Ocllo: Madre de Huáscar, inca.Rodríguez de Ávila, Juan: Vecino español deSan Miguel de Ibarra.Rodríguez Tobar, Baltasar: Español vecino deIbarra.Rodríguez, Inés: Vecina española de San Mi-guel de Ibarra.

S

Sagñay: Mantaya y capitán quiteño.Salcatzi: Capitán de Atahualpa.Salinas de Loyola, Juan: Capitán de conquis-ta.Sanaycela: Capitán quiteño.Sandoval, Miguel: Vecino español de Ibarra.Santillana y Hoyos, Antonio: Juez Compone-dor de Tierras.Santos Estoque, Fernando: Dueño de la ha-cienda Cangahua.Santos Estoque, Fernando: Hijo el anterior.Sarmiento de Gamboa, Pedro: Cronista espa-ñol de la Colonia.Shilli: Señor de Señores, título de los reyes deQuitoShuar: Pobladores del oriente del Reino deQuito.Simbaya: Mantaya y capitán quiteño de la zo-na de Cotocollao.Sota Urco: Capitán de Atahualpa.

T

Tacuri: Capitán mitma de los cuzqueños.Tahuantinsuyo: Nombre del imperio inca quesignifica”las cuatro partes del mundo”.Talcuchimani: Otra forma de llamar a Calicu-chima, general quiteño.

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Tilca Yupanqui: General cuzqueño, hermanodel inca.Tito Atauchi: Capitán mitma de Atahualpa.Toma Rimay: Capitán de Atahualpa.Tomay: Capitán quiteño que luchó en Xunxi.Tontagón: Capitán de guerra de Pambamarca.Tontaqui, Francisco: Señor de Caranqui.Tontaqui: Capitán de los quitos y caranquis.Troya, Alonso: Oidor de la Real Audiencia deQuito.Tubón: Capitán de Atahualpa.Tucunango: Mantaya y capitán quiteño de La-tacunga.Tulcanaza, Pedro: Señor de los tulcanes.Tulcanaza: Señor de los pastos.Túpac Inga Yupanqui: Undécimo inca del Pe-rú.Tupiza: Capitán de Atahualpa.Tusa: Señor de Tusa y otros pueblos de la zo-na de San Gabriel.

U

Urcu Guaranga: Capitán quiteño de Atahual-pa.Uyabata: Apellido de Cochasquí.

V

Valladolid, Andrés: Vecino de Ibarra.Velázquez Apoango, Gerónimo: Señor de Ca-ranqui.Venegas de Cañaveral, Pedro: Oidor de laReal Audiencia de Quito.Villaoma: Capitán quiteño de Atahualpa.

X

Xerez (Jerez), Francisco de: Cronista españolde las Indias.

Y

Yanchagallo: Capitán quiteño de Atahualpa.Yapanqui: Capitán quiteño de Atahualpa.Yunga auca: Curaca cuzqueño.Yupanqui, Mateo: Descendiente de HuaynaCápac, en Quito.

Z

Zámbiza: Capitán quiteño de Nayón.Zanipatín: Capitán quiteño de Atahualpa.Zorrilla de San Martín: Visitador español.Zumba: Capitán quiteño de Atahualpa.Zúñiga, Francisco: Encomendero asentado enel Norte del territorio quiteño.

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TOPÓNIMOS

A

Aclla Huasi: Casa de las Vírgenes de Caran-qui.Agato: Pucará próximo a Perucho.Agualongo: Etnia y Pucará cercanos al lagoSan Pablo.Alangasí: Grupo étnico y pueblo próximos aQuito, en el valle de Los Chillos.Aloburo: Pucará sobre la laguna de Imbaya.Alojansi: Pucará próximo a Perucho.Allpachaca: Cordillera de tierra cañari.Ambi: Río en tierra de los caranquis.Angasmayo: Río hasta donde se dice queavanzaron los cuzqueños en su conquista deterritorio quiteño.Angochahua: Etnia y pueblo de Imbabura.Añaro: Pucará en Pinta.Apuela: Río de la provincia de Imbabura.Arunay: Ayllo mitma asentado en Xunxi.Asaco: Riachuelo tributario del Guano.Asuacatu: Pucará de guerra próximo a Co-chasquí.Atacama: Cordillera y pucará de los paltas.Atapo: Pucará de guerra en el desierto de Tio-cajas.Ayavaca: Provincia vecina de Chachapoyas,conquistada por los cuzqueños.Azuay: Nudo entre la provincia del Chimbora-zo y la del Cañar. También nombre de un río.

B

Batacto o Tatacto: Sitio en Xunxi.Bolívar: Antiguo territorio de los chimbus,hoy provincia del mismo nombre.

C

Cahuasquí: Pueblo de los quitos en Imbabura.Caiza: Fortaleza próxima a Cangahua.

Cajanuma: Nudo de Loja.Cajanuma: Nudo en tierra de los paltas.Calderas: Pucará y unión de los ríos Shayguay Cochasquí.Calpi: Pueblo del Chimborazo.Calshi: Sitio de la parroquia San Andrés,Chimborazo.Campana: Fortaleza de Pambamarca.Capari pamba: Llanura y pajonal de Tiocajas.Caranqui: Pueblo y región de Imbabura, tierrade los antiguos imbayas.Carapali: Sitio de Loja.Carchi: Río y provincia del Norte.Cargua: Fortaleza de Pambamarca.Catamayo: Valle en tierra de los paltas.Catamayo: Valle y río de Loja.Cayana Pucará: Nombre quichua con el quese cambió el quiteño de la fortaleza de Achu-pallas.Censopamba: Llanura al pie de Quito.Cuchicebana: Barranco junto a Tanda y Mal-chinguí.Cochabilse: Etnia quito de San Antonio deIbarra.Cochasquí: Sede del gobierno de la reinaQuilago.Colla: Collasuyo, una de las”cuatro partes delmundo”.Collca: Nombre de la loma de San Juan, enQuito.Cóndor puma: Sitio de Yahuarcocha.Conrrogal: Pucará próximo a Malchinguí.Coto Huayco: Quebrada cerca de la fortalezade Atapo.Cotocollao: Pueblo y etnia próximos a Quito.Cotopaxi: Montaña y tierras en Latacunga.Coyoctor: Complejo cuzqueño en la cumbredel Azuay.Cubi: Río en el pueblo de San José de Minas.Culebrillas: Construcciones cuzqueñas y la-guna.Cumbayá: Pueblo y valle próximos a Quito.

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Cumbipirca: Ruinas y paredones próximos aCuenca.Curiquinga: Nudo y cordillera entre Chimbo-razo y Cañar.Cusibamba: Pueblo (y etnia) donde se fundóLoja.Cusubamba: Etnia y pueblo de Quito.Chachapoyas: Provincia fronteriza entre terri-torio cuzqueño y el Reino de Quito.Chahuar: Pucará al borde del río Pisque.Chalagua: Pueblo y etnia quitos en Tixán.Chanchán: Río que baja de la Sierra hacia laCosta.Chapana: Valle de la provincia de los cañaris.Chapi: Pueblo de los quitos en Imbabura.Chaquipamba: Fortaleza al borde del ríoShaygua.Charicando: Gran llanura frente al pucará deAtapo.Chaupiloma: Fortaleza en Pambamarca.Chilche: Llanura al pie del Huingupana, ca-mino al Toachi.Chile: Actual república de Chile.Chillanes: Etnia y pueblo paltas.Chillogallo: Grupo étnico próximo a Quito.Chimba: Sitio frente a la fortaleza de Pesillo.Chimbo: Provincia y etnia puruguayas.Chimborazo: Nevado y quebrada de los pára-mos de Zula.Chimburlo: Fortaleza de los quiteños.Chinchansuyo: Una de las cuatro partes delTahuantinsuyo.Chipo: Punto situado en la llanura de Atapo.Chiri (shiri) culapo: Pucará de los paltas.Chiriculapo: Abismo en las montañas de Loja.Chiro: Montaña y defensa de los paltas.Chonta Cajas: Nombre que también se le da ala batalla de Quipaypán.Chota: Pueblo quito en Imbabura.Chumillos: Fortaleza al lado oriental delQuinche.Chuquimarca: Ayllo mitima en San Andrés,Chimborazo.

Churo de San Alfonso: Fortaleza en Pamba-marca.Churo de Yahuarcocha: Fortaleza frente al la-go Imbaya.Churo de Yánez: Fortaleza en Pambamarca,Churo Yuraccruz: Fortaleza auxiliar de Alo-buro.

D

Dehuaca: Pueblo y etnia quiteña de los pas-tos.

E

El Ejido: Ciénaga cerca de Ibarra.

F

Francés Pucará: Fortaleza en Pambamarca.Fundi: Etnia quiteña del pueblo de Punín.

G

Galte: Parte de la gran llanura de la fortalezade Atapo.Gatazo: Pucará a la salida oriental del antiguoLiribamba.Girón: Valle muy quebrado en la provinciadel Cañar.Gompuene: Etnia quito en Punín.Granobles: Río y sitio de Cayambe.Guachalá: Fortaleza y hacienda próximas aCangahua.Guahaló: Pueblo y etnia al sur oriente de Pi-chinchaGualimburo: Ramal de la cordillera del ladooriental del Pichincha.Guallabambito: Etnia mitima asentada enChambo.Guallacón: Etnia quito de la parroquia de Lic-to.Guamaní: Sitio de Pambamarca:

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Guangüiltahua: Fortaleza quiteña, próxima aIñaquito.Guápulo: Pueblo y etnia de los quitos.Guarandales: Etnia de los paltas.Guarangual: Fortaleza auxiliar del pucará ma-yor del Pisque.Guasipuro: Sitio próximo a Yahuarcocha.Guasuntos: Pueblo y río de la etnia de los qui-lacos.

H

Hatuntaqui o Tontaqui: Fortaleza de los qui-tos al pie del Imbabura.Hornillos: Fortaleza quiteña.Huagrauma: Nudo de Loja.Huagrauma: Nudo en la tierra de los paltas.Huamán: Fortaleza auxiliar en el Moronga.Huamaní: Cordillera en la provincia de Pi-chincha.Huasñag: Río tributario del Azuay, llamadotambién Guasuntos.Huayñag: Río en la región de Alausí.

I

Ibarra: Villa fundada por el capitán Cristóbalde Troya.Igualata: Montaña y nudo en Chimborazo.Imbaya: Nombre antiguo del lago San Pablo,en Imbabura.Imbaya: Pueblo y etnia de los quitos, en Im-babura.Inga Loma: Pucará en Pinta, Pichincha.Iruto: Quebrada que baja del Mojanda al Pis-que.Itchimbía: Cerro que rodea a Quito.Itsabug: Montaña de forma cónica en Licto.

J

Jerusalén: Llanura árida al pie de Malchinguí.Jorupe: Río en tierra de los paltas.

LLa Esperanza: Pueblo en Tabacundo.Laime: Punto geográfico cercano a Guamote.Lanlán: Etnia quiteña en Punín.Laussi: Etnia de la provincia de los quilacos.Leonpug: Etnia quiteña en Cajabamba.Lima: Capital del virreinato del Perú.Lincán: Pueblo y etnia del lado oriental de Pi-chincha, hoy cambiado con el nombre de ElInca.Liribamba: Poblado ceremonial quiteño. Sunombre fue quichuizado como Riopamba ycastellanizado como Riobamba.Lolongui: Sitio en Yahuarcocha.Loma de Quito: Fortaleza en Pambamarca.Loma Gorda: Nombre hispánico del Yavirac.Loma Pucará: Fortaleza en Imbabura.Longos: Loma que bordea el río Asaco.Luissa: Pueblo quiteño de Calpi.Lumbisí: Sistema montañoso en Pichincha.Lloa: Río y grupo étnico próximos a Quito.

M

Macará: Río y pueblo palta.Macas: Pueblos guamboya y shuar de la Ama-zonia.Machangarilla: Sitio cercano a Quito, hoy lla-mado La Magdalena.Maguiayllu: Pueblo y etnia quiteños en Tixán.Majipamba: Etnia quiteña en Cajabamba.Malacatos: Valle del río de los paltas.Malchinguí: Pueblo y grupo étnico quiteños.Mancabulo: Camino que iba de Shaygua ha-cia el río Cochasquí.Mandar: Fortaleza en Pambamarca.Manosalvas: Quebrada en Quito.Mantaro: Río y valle de destierro de los ca-yambes en el Perú.Mapahuiña: Nombre quichuizado de Papa-llacta.Mira: Pueblo y etnia quiteños en Imbabura.

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Mishquilla: Fortaleza próxima a Cochasquí.Moca: Etnia de los yumbos.Mocha: Pueblo y fortaleza entre el Igualata yel Chimborazo.Mochapata: Sitio en Mocha.Mojanda: Monte y nudo que separa Pichin-cha de Imbabura.Moronga: Fortaleza y etnia próximas al ríoPisque.Moyacancha: Pueblo y etnia mitimas en Ti-xán.Murunche: Río palta.

N

Navas o Navac: Cordillera nevada entreChimborazo y Chimbo.Nayón: Etnia del nororiente de Pichincha.

Ñ

Ñahuira: Topónimo introducido por los cuz-queños en Quito e Isinlibí.

O

Olján: Fortaleza en Pambamarca.Otón: Pueblo y etnia quiteños.Oyagachi: Fortaleza próxima a Malchinguí.Oyacoto: Fortaleza próxima a Perucho.Oyombicho: Grupo étnico y pueblo mitimapróximo a Quito.

P

Paccha: Fortaleza en Pambamarca.Pachuzala: Fortaleza próxima a Latacunga.Palmira: Pueblo asentado en las proximidadesde Atapo.Palta: Provincia sureña confederada a Quito.Paltaumas: Etnia de la provincia de los paltas.Pambamarca: Macizo de montañas cubiertode pucarás.

Parca: Fortaleza en Pambamarca.Pasñag: Fortaleza cerca de Atapo.Pastos: Grupo étnico del norte andino delReino de Quito.Patulú: Pueblo en San Andrés.Perucho: Pueblo y etnia quiteños, al occiden-te de Quito.Pesillo: Fortaleza en Cayambe.Pichilig: Etnia quiteña en Tixán.Piedra Voladora: Barranco en las caídas deCochasquí.Pifo: Etnia quiteña al oriente de Pichincha.Piguta: Quebrada en Pambamarca.Pilague: Pueblo cercano a la laguna de SanPablo.Pillallau: Sitio en Yahuarcocha.Pilliculo: Pueblo y etnia cercanos a Cotoco-llao.Pimán: Pueblo de los quitos en Imbabura.Piscobamba: Río y valle en tierra de los pal-tas.Pisque: Río llamado anteriormente Cochas-quí. Su nombre se corrompió primero enQuispe y, finalmente, en Pisque.Pitarina: Sitio en Pichincha.Piula: Llanura próxima a la laguna de Imbaya.Puca: Montaña en Alausí.Puca: Montaña nevada en el nudo del Azuay.Pucará Alto: Fortaleza en torno a la laguna deYahuarcocha.Pucará Alto: Fortaleza próxima a la laguna deSan Pablo.Pucará Asnaco: Fortaleza en Pambamarca.Pucará Bajo: Fortaleza en Pambamarca.Pucará Cenicero: Fortaleza en Pambamarca.Pucará Chico: Auxiliar del Pucará Grande.Pucará Chico: Fortaleza en la parroquia Pesi-llo.Pucará Chiquito: Fortaleza en Pambamarca.Pucará de Araque: Fortaleza al pie del Imba-bura, cerca del lago San Pablo.Pucará de Tababuela: Fortaleza en Imbabura.

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Pucará de Tarapamba: Fortaleza en Pamba-marca.Pucará Grande: Fortaleza al borde del Pisque.Pucará La Marca: Fortaleza en la parroquiaLulubamba.Pucará Rey Loma: Fortaleza en Yahuarcocha.Pucará Rumicucho: Fortaleza ceremonial enLulubamba.Pucará Urco: Fortaleza en la misma región.Pucará: Fortaleza de los páramos de Zula,Alausí.Pucará: Fortaleza en el lago San Pablo.Pueblo Viejo del Inga: Sitio en Pichincha.Pueblo Viejo: Etnia quiteña en Tixán.Puembo: Etnia y pueblo quiteños próximos aQuito.Puentoyacel: Templo en Cayambe.Pulug: Pajonal del Igualata.Pumallacta: Pueblo y fortaleza de guerra en-tre los guasuntos.Pumapungo: Ruinas de piedra cerca de Cuen-ca.Puntal: Etnia de los quitos en tierra de los pas-tos.Puntepiedra: Abismo en tierra palta.Puñalica: Montaña en Mocha.Puruguaya: Grupos étnicos quiteños de laprovincia de Riobamba.Purunjil: Auxiliar del pucará del Moronga.Purunuma: Parroquia de Loja.Purunuma: Pueblo de los paltas.Pushicocha: Fortaleza en Pambamarca.

Q

Quil: Sitio próximo a Yahuarcocha.Quilcas: Etnia y pueblo de Imbabura.Quillasinga: Provincia vecina a la de los pas-tos.Quinche: Pueblo y etnia de los indios quitos.Quinchucajas: Hacienda y sitio.Quinsaya: Nombre antiguo del pueblo de SanJosé de Minas.

Quinua Cruz: Laguna donde nace el ríoAzuay.Quipaypán: Llanura próxima al Cuzco, llama-da también Quicho Cajas.Quisna: Grupo étnico del lado oriental delChimborazo.Quito: Nombre del señor que le dio su apela-tivo al Reino.Quizlao: Etnia de los quitos en Tixán.

R

Reino de Quito: Unidad geopolítica de pe-queños Estados confederados, en territorio delactual Ecuador.Rey Llilla: Fortaleza en los páramos de Zula.Rumichaca: Puente natural entre Ecuador yColombia.

S

Sabañag: Etnia quiteña en Punín.San Antonio: Lugar adoratorio en Bellavista.San Juan: Fortaleza en el río Shaygua.San Juan: Fortaleza en la unión del Shayguacon el Pisque.San Luis Chico: Fortaleza en el mismo lugar.San Luis Grande: Fortaleza en el mismo lugar.San Marcos: Parroquia de Quito.San Roque: Pueblo de Otavalo a los pies delImbabura.San Sebastián: Parroquia de Quito.Santiaguillo: Fortaleza en Imbabura.Saraguro: Etnia y pueblo de los paltas.Sarango: General palta que luchó en el Cuz-co Viejo.Shaygua: Río y valle central de Quito.Shuyucucho: Etnia mitima asentada en Licto.Sirvan: Monte en tierra cañari.Sulsul: Etnia quiteña del mismo lugar.Sumaco: Montaña y etnia en la región de losquijos.

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Supayguayco: Quebrada a los pies de Co-chasquí.

T

Tababela: Sitio en Imbabura.Tabacundo: Cabecera del cantón Pedro Mon-cayo, en Pichincha.Tabunque: Río que nace del Cotacachi.Tahuala: Sitio en San Andrés.Tahuán: Pueblo quiteño en Xunxi.Tahuando: Río próximo a Caranqui.Tambo Blanco: Ruinas arqueológicas en Sara-guro.Tanda: Planicie árida cercana a Cochasquí.Tarque: Valle próximo a Tomebamba.Tatacto o Batacto: Llanura junto a Tagualá.Tiacchuro: Fortaleza en el Pisque.Tinajillas: Monte en el Cañar.Tincuracua: Volcán de los puruguayes.Tiocajas: Gran llanura de arena alrededor deAtapo.Tiquizambi: Provincia de los puruguayes enAlausí.Tiucassa: Desierto de la parroquia Tixán.Tixán o Tiquizambi: Pueblo y etnias quiteñosen Alausí.Totoras: Etnia quiteña en los páramos de Zu-la.Tropa Encantada: Sistema montañoso orientalen Pichincha.Tuarraquí: Etnia quiteña en Imbabura.Tucali: Nombre antiguo de Tulcán.Tuchucay: Pueblo quiteño en Xunxi.Tugualá: Etnia y llanura próximas a Xunxi.Tumbabiro: Etnia quiteña en Imbabura.Tumbabitzi: Quebrada en el monte Imbabura.Tumbaco: Pueblo y valle aledaños a Quito.Tumipamba: Nombre cuzqueño españolizadoluego en Tomebamba.

Tunal: Fortaleza auxiliar del Moronga.Tungurahua: Montaña y etnia de los purugua-yes.Turuco: Arrugamiento colosal junto al Gualla-co en Tanda y Moronga.

U

Ucaragua: Poblado y etnia quiteños entre lospaltas.Ugcha Pucará: Fortaleza de los jubales y quis-nas de Laussi.Ullaguanga: Quebrada de Quito.Urcullazu: Nombre primitivo del monteChimborazo.Urcuquí: Pueblo y etnia quiteños de Caran-qui.Urise: Sitio próximo a Ibarra.Urube: Río que nace del Cotacachi.Usque: Sitio próximo a Ibarra.

V

Vilcabamba: Valle y río en tierra de los paltas.

Y

Yahuarcocha: Laguna y pueblo en Imbabura.Yanacocha: Fortaleza en las cabeceras del la-go Colta.Yanayacu: Quebrada en el Imbabura, al ladode Caranqui.Yavirac: Monte en Quito, llamado luego Pa-necillo.

Z

Zamora: Río en territorio palta.Zarza: Provincia de los paltas.Zula: Río en la provincia del Chimborazo.

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ARMAS, VESTIMENTAS Y OTROS

A

Apacay: Aguacate quiteño o palta quichua.Asua: Chicha de jora hecha de pishu (maíz)en toda la región andina.Auqui: Término cuzqueño para designar alpríncipe heredero.Axo Mama: Madre tierra.Ayllu: Núcleo familiar cuzqueño. Arma. Bo-leadora.

B

Bambotucas: Tambores de guerra quiteños.Buluguaya:”Gran familia social”, casa delpueblo, entre los quiteños.

C

Caballito de totora: Embarcación usada enlos lagos andinos.Cacha: Mensajero, en lengua quitense.Cacha: Señor de todos, Shilli.Cancha: Tostado en tiesto. Plaza pública.Coptra: Granero o troje, entre los cuzqueños.Cuji: Espía, en lengua quitense.Cushma: Poncho pequeño para los trabajosagrícolas.Cusilla Huasi: Casa del Placer de Huayna Cá-pac, en Quito.Chacas: Puentes de bejuco sobre los ríos, tér-mino cuzqueño.Chahuar: Agave americano.China: Sirvienta entre los cuzqueños.Chucchu: Calentura maligna o paludismo.Chuchau: Agave americano.Chumbi: Faja de lana peruana. Arma de losquiteños.Chuño: Papa deshidratada de los aymaras.

G

Gualoto: Poncho de tejido basto.Guallaco: Instrumento musical.Guallimbu: Arma quiteña.Guarango: Bebida del mishqui fermentado dela cabuya.

H

Hondero: Arma llamada también huaraca porlos huancas.Huactana: Arma quiteña.Hualcana: Arma quiteña.Huando: Andas en las que se conducía a losseñores.Huaricha: Mujer de los soldados quiteños.Huasta puncay: Progenitor remoto, antepasa-do.Huayna abomata: Progenitor remoto, antepa-sado.Hunu Pachacuti: El diluvio.

I

Inga chaqui: Portador de las andas o huandosreales.

J

Jambi camayo: Médico indígena.Jarca: Construcción provisional de los cuz-queños para detener a los enemigos.Julay: Juboncillo de lana o algodón y de mu-chos colores.

L

Llactayo: Nativo del lugar, diferente de los mi-timas o forasteros.

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M

Macana: Arma quiteña.Macanacuy: Ritual, pelea previa a las bata-llas.Manchanay: Cantidad inmensa, de verdaderoespanto.Mantaya: Señor o gobernador quiteño.Matutatas: Padres ancestrales.Micuhuanus: Guerreros quiteños.Mitima: Grupos sociales implantados por loscuzqueños en los territorios conquistados.

O

Ombligo del mundo: Nombre religioso de laciudad del Cuzco.Orejones: Guardia de cuerpo de los incas.

P

Pacarina: Divinidad personal de los quiteños.Pajtá: Sol, en lengua quiteña.Papacara: Escarcha menuda que cae en el pá-ramo.Pasña Huasi: Casa de las Vírgenes del Sol, enCaranqui.Pata: Pared, en quichua común o runa shimi.Pirca camayo o camayuc: Arquitecto o cons-tructor cuzqueño.Pishupala: Nombre de las chacras de maíz, enlengua quiteña.Piyasha: Pirámide.Porra: Arma.Puca caris: Varón de rojo, entre los cayambesde Quito.Pulucaris: Guerreros o soldados quiteños.

Q

Quilla quipa: En runa shimi significa”despuésde un mes”.

Quipu camayuc: El que escribe y lleva la con-tabilidad.Quitulá. Nombre antiquísimo de la ciudad deQuito.

R

Ragua: Surco.Rinrín zapa: Igual que los orejones del inca.Rucu: Antiguo en el tiempo.

S

Sacha runa: Hombre de la selva, en runa shi-mi.Sahuari: Matrimonio, unión, entre los quite-ños. Igual que el tinguinacuy cuzqueño.Silli o Shilli: Señor de todos, en lengua quite-ña.

T

Tambo: Mesón, residencia militar.Tapi: Poncho pequeño.Taqui: Tambor de guerra cuzqueño.Taruga: Animal de los páramos andinos. Jue-go ritual.Tasqui: Manantial de agua purificatoria.Taucha: Muchísimos.Tiano: Nombre del chundino quitense.Timburicun: Hervir.Tincullpa: Pectoral.Tinguinacuy: Matrimonio, unión, entre loscuzqueños.Toa: La madre, en lengua quitense. Madre detodos los hombres.Toglla: Anudamiento, amarra.Tucasina: Arma.Tucuman: Casa redonda, bohío.

84 HUAMBRACUNA. LA EPOPEYA DE YAHUARCOCHA

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U

Ullaguanga: Gallinazo, en lengua quitense.Unila: Varones, guerreros quiteños.Ununus: Banderas de los batallones quiteños.

Y

Yana: Sirvientes varones para trabajos fuertes.Auxiliares de los ejércitos.

Yungas: Valles bajos y calientes.Yuyero: Nativo que conocía las aplicacionesmedicinales de las plantas.

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