la formación del credo

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Parroquia de San José Ejido s/n casi esq. con Durazno Las peritas, Mexico, D.F. 16010 Teléfono: 56419280 Correo electrónico: [email protected] La formación del Credo El credo representa la declaración de identidad del cristiano. Proclamarlo de manera pausada y consciente, motivados por la convicción de que su contenido salvífico se hace presente en nuestras vidas, es lo que nos distingue de otras confesiones religiosas, al mismo tiempo que refuerza nuestra opción por el Dios de la vida y por su Hijo Jesucristo, nuestro salvador. Esta es la verdad sobre el Credo, sin embargo, no siempre se ve reflejada en la práctica: en la Misa no es raro escuchar que la asamblea lo recite de manera autómata y atropellada. en la catequesis infantil, el Credo se convierte en un desafío para los catequistas y para los niños. los primeros tienen que mostrar su destreza didáctica para hacer que sus alumnos lo memoricen; los niños por su parte, han de esforzarse por fijar en sus cabezas la oración más larga del repertorio cristiano, que incluye frases que escapan a su total comprensión. La palabra. En latín se puede entender como yo creo; es como si el cristiano afirmara: al recitar estas palabras, me declaro creyente. Por tanto, en el acto de enunciar el Credo a la persona adquiere y reafirma una nueva identidad, la de seguidor de la fe en Cristo Jesús, en su Padre y en el Espíritu. El camino del Credo. A las antiguas profesiones de fe no se les llamaron credos, sino símbolos, porque símbolo significa señal por la que uno se le reconoce, y al cristiano se le reconocía por al profesión del Credo. Así pues, los símbolos de la fe eran el distintivo, la marca de identidad o señal con la cual se distinguía a los cristianos. En el catecumenado, o tiempo de preparación para el bautismo, los catecúmenos aprendían el credo, o la asimilaban y recitaban. Y en la ceremonia bautismal declaraban su fe en cada uno de los artículos, con lo que demostraban estar listos para formar parte de manera plena en la comunidad. El patriarca de Constantinopla Timoteo mandó recitar el Símbolo en todas las misas. En oriente, durante el S. VI, su uso estaba generalizado, y el emperador Justiniano (año 568) lo hizo obligatorio para toda la cristiandad.

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Tercer tema del curso en Línea del año de la fe. Parroquia de san José, las Peritas, Xochimilco, D.F.

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Page 1: La formación del Credo

Parroquia de San José Ejido s/n casi esq. con Durazno Las peritas, Mexico, D.F. 16010

Teléfono: 56419280 Correo electrónico: [email protected]

La formación del Credo El credo representa la declaración de identidad del cristiano. Proclamarlo de manera pausada y consciente, motivados por la convicción de que su contenido salvífico se hace presente en nuestras vidas, es lo que nos distingue de otras confesiones religiosas, al mismo tiempo que refuerza nuestra opción por el Dios de la vida y por su Hijo Jesucristo, nuestro salvador. Esta es la verdad sobre el Credo, sin embargo, no siempre se ve reflejada en la práctica: en la Misa no es raro escuchar que la asamblea lo recite de manera autómata y atropellada. en la catequesis infantil, el Credo se convierte en un desafío para los catequistas y para los niños. los primeros tienen que mostrar su destreza didáctica para hacer que sus alumnos lo memoricen; los niños por su parte, han de esforzarse por fijar en sus cabezas la oración más larga del repertorio cristiano, que incluye frases que escapan a su total comprensión. La palabra. En latín se puede entender como yo creo; es como si el cristiano afirmara: al recitar estas palabras, me declaro creyente. Por tanto, en el acto de enunciar el Credo a la persona adquiere y reafirma una nueva identidad, la de seguidor de la fe en Cristo Jesús, en su Padre y en el Espíritu. El camino del Credo. A las antiguas profesiones de fe no se les llamaron credos, sino símbolos, porque símbolo significa señal por la que uno se le reconoce, y al cristiano se le reconocía por al profesión del Credo. Así pues, los símbolos de la fe eran el distintivo, la marca de identidad o señal con la cual se distinguía a los cristianos. En el catecumenado, o tiempo de preparación para el bautismo, los catecúmenos aprendían el credo, o la asimilaban y recitaban. Y en la ceremonia bautismal declaraban su fe en cada uno de los artículos, con lo que demostraban estar listos para formar parte de manera plena en la comunidad. El patriarca de Constantinopla Timoteo mandó recitar el Símbolo en todas las misas. En oriente, durante el S. VI, su uso estaba generalizado, y el emperador Justiniano (año 568) lo hizo obligatorio para toda la cristiandad.

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El símbolo se difundió por todo el imperio durante el S. IX pero sólo hasta el 1014 se introdujo en Roma. Desde entonces se ha mantenido como un momento imprescindible en las eucaristías, sobre todo las dominicales. Además de su uso litúrgico, el Credo constituía la prueba de una fe recta y no errónea, pues se consideraba que las comunidades o las personas que negaban algunos de sus artículos vivían en el error y no podían formar parte de la gran Iglesia. De ahí que la fidelidad al Símbolo de la fe comenzó desde muy temprano a representar en la Iglesia. De ahí que la fidelidad al Símbolo de la fe comenzó desde muy temprano a representar en la Iglesia la autenticidad de la fe y la real adhesión a Jesucristo. Para Profundizar: DENZINGER-HÜNERMANN, Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, Herder, Barcelona, 199938, presenta en sus primeras paginas algunos ejemplos de los primero símbolos de fe:

Texto [según Rufino (forma romana)]

D-4 1. Creo en Dios Padre omnipotente; 2. Y en Jesucristo. su único Hijo, nuestro Señor, 3. que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo, 4. fué crucificado bajo Poncio Pilato y sepultado, 5. al tercer día resucitó de entre los muertos, 6. subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, 7. desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos 8. y en el Espíritu Santo, 9. la Santa Iglesia, 10. el perdón de los pecados 11. y la resurrección de la carne. 12.

[según el Psalterium Aethelstani

(forma griega)] D-5 1. Creo en Dios Padre omnipotente; 2. y en Jesucristo, su Hijo unigénito, nuestro Señor, 3. que nació del Espíritu Santo y de María Virgen, 4. que fué crucificado y sepultado bajo Poncio Pilato, 5. al tercer día resucitó de entre los muertos, 6. subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, 7. desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos 8. y en el Espíritu Santo, 9. la San[ta Iglesia,] 10. el perdón de los pecados