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ÍNDICE

PORTADASINOPSISDEDICATORIAMAPACAPÍTULO1CAPÍTULO2CAPÍTULO3CAPÍTULO4CAPÍTULO5CAPÍTULO6CAPÍTULO7CAPÍTULO8CAPÍTULO9CAPÍTULO10CAPÍTULO11CAPÍTULO12CAPÍTULO13CAPÍTULO14CAPÍTULO15CAPÍTULO16CAPÍTULO17CAPÍTULO18CAPÍTULO19CAPÍTULO20

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CAPÍTULO21CAPÍTULO22CAPÍTULO23CAPÍTULO24CAPÍTULO25CAPÍTULO26CAPÍTULO27CAPÍTULO28CAPÍTULO29CAPÍTULO30CAPÍTULO31CAPÍTULO32CAPÍTULO33CAPÍTULO34CAPÍTULO35CAPÍTULO36CAPÍTULO37CAPÍTULO38CAPÍTULO39CAPÍTULO40CAPÍTULO41CAPÍTULO42CAPÍTULO43CAPÍTULO44CAPÍTULO45CAPÍTULO46CAPÍTULO47CAPÍTULO48CAPÍTULO49CAPÍTULO50CAPÍTULO51CAPÍTULO52CAPÍTULO53CAPÍTULO54

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CAPÍTULO55CAPÍTULO56CAPÍTULO57CAPÍTULO58CAPÍTULO59CAPÍTULO60CAPÍTULO61CAPÍTULO62EPÍLOGODEMONOLOGÍACRÉDITOS

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SINOPSIS

Lahabilidaddeun jovenpara invocardemonioscambiaráeldestinodeunimperio…

TraselapasionantefinaldeLaleyendadelhechicero.Elguerrero,quedejósin aliento y con miles de incógnitas a sus lectores, nos reencontramos conFletcher y sus amigos en el éter. Allí deberán emprender una búsquedaextremadamentepeligrosaymortal,mientras intentanevitarsercapturadosporsusenemigos,cadavezmásterroríficos.PeroestonoesnadacomparadoconloquerealmenteleesperaaFletcher,yaquesunémesis,Khan,elorcoalbino,estádispuestoatodoparadestruirHominumytodoaquelloqueFletcherquiere.

Undesenlacellenodebatallasépicas,secretosyrevelaciones…

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Amipadre,pordarmelasherramientasparaescribirYamishermanos,portodaunavidadeamistad

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1

Un caleidoscopio de tonos violeta atravesó la visión de Fletcher. Después, seencontróenunabismo,conaguasoscurasqueleinundabanlabocaylanariz.

Algo elástico le golpeó el tobillo mientras pataleaba, resistiéndose alinexorablehundimientoenaquelvacíonegro.Lospulmonesleardíandefríoalatragantarseconellíquidosalobre.

Fueperdiendolaconciencia,quedesaparecíadeélalavezqueelcalordesucuerpo.Sequedóadormecido,ingrávido.

Devezencuando,destellosderecuerdos leatravesabanelcerebroansiosodeaire.Sariel,aplastadabajolosescombrosdelapirámide.Elrostrosonrientede Jeffrey pasando por encima de los cuerpos paralizados de sus amigos,cerbatanaenmano.Elportalquedabavueltas.Sumadre.

Estabaflotandoenelvacío.Perounosgruesosdedosleagarraronlosbrazosextendidosyloarrastraron

hacia arriba. Tuvo una arcada cuando el aire frío le sacudió en la cara y, acontinuación, sintió el golpe de un rollizo puño en la espalda a la vez que élvomitabaellíquidoquesehabíatragado.

—Esoes.Sácalotodo—murmuróOthelloaltiempoqueFletcherpestañeabaparaquitarseelaguadelosojosyverelnuevomundoquelosrodeaba.

Estaban enuna isla pequeñay escarpada con formade cuencodel revésycubiertaconunagruesacapadealgasverdes.

Se dio cuenta de que estaban enmedio de un cauce de aguas negras conárboles sumergidos, parecidos amanglares, que formaban una densa barrera acadalado.Elcieloeradeundébilazulplomizo,comounatardecerinvernal.

Su madre, Cress y Sylva también estaban allí, tiritando y empapadas,apretadas contra el costado de Lysander, mientras Tosk se acurrucaba en el

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regazo de su dueño. Ignatius daba lengüetazos a una desaliñada Athena, ySolomon yacía bocabajo, agarrado a la isla como si le fuera la vida en ello yjadeandoporelesfuerzohercúleoquedebíadehabersupuestoparaélsalirdelaguaysacartambiénalparalizadoGrifo.

—Se está moviendo—dijo Sylva a la vez que señalaba al portal que secontraíaa tresmetrosde la isla.Estabamediosumergidoenelaguaserena—.Por eso habíais llegado hasta allí cuando entrasteis por la cámara.—MientrasFletchermiraba,elportalparecíaalejarsealavezquesecontraíaparadespuésdesaparecerconunleveestallido.

—No —contestó Othello señalando con la cabeza hacia los árbolesmovedizosqueteníanasulado—.Somosnosotroslosquenosmovemos.

Eraverdad.Semovíanlentosperosinpausaporeloscurorío.Eracasicomosilaislaestuviese...flotando.

Fletchersearrastróhastaelbordedelaspiedras.Enelaguaturbiadeabajo,unacabezadereptilgiróhaciaelladoparamostrarunirismoteadoquelehizounguiño.

—No es una isla —susurró Fletcher a la vez que veía cómo una garrapalmeadasemovíabajolasuperficie—.EstamosencimadeunZaratán.

Retrocedió despacio, con cuidado de no resbalar en la superficie delcaparazón. Porque eso era: un caparazón. El demonio sobre el que seencontraban podría describirse como una tortuga anfibio gigante. Supuso quesería bastante joven, pues las especies podían llegar a sermuchomásgrandesqueelespécimensobreelquesehabíanencaramado.

Mientras contemplaba los árboles sumergidosque tenía a su lado,Fletcherpensóencuáleseransusopciones.Sintierraalavista,estaríanatrapadoshastaqueencontraranalgomejor.

Vio destellos de una luz azul sobre los árboles que los rodeaban y se giróparaverquelasiluetaescarpadadeSolomonhabíadesaparecido,perfundidaconelempapadocuerodeinvocacióndeOthello.

—Solomonsehundiríacomounapiedrasiéstequenosestállevandodecidesumergirse—dijoOthelloalavezquemirabaconinquietudelaguanegra.

—Buena idea —contestó Fletcher sintiendo una punzada de temor porLysander. El Grifo seguía paralizado por los dardos que le había disparadoJeffreyy,probablemente,sehabríaahogadosielZaratánnohubiesepasadopor

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allí.En cuanto a Ignatius, se había enroscado junto aAthena y usaba su calor

naturalparacalentarla;ella,encambio,habíacolocadosusalas sobreélcomounamanta. Fletcher los dejó tranquilos. A los dos demonios les vendría bienintimar.Necesitabaqueformaranunequipo,ahoramásquenunca.

El grupo se quedó sentado en silencio y el único sonido que se oía era elcrujido de los árboles con el viento.Con cada ráfaga, la serena superficie delaguaseestremecíacomounacriaturaviviente.

—La única pregunta es qué hacemos ahora—dijo por fin Cress,mirandohaciaelcielooscuroconlosojosentrecerrados.

—Esperar—respondióSylvaapoyandosucabezaenelhombrodeCress—.Esperaraencontrartierrasecaoalgúnlugardondeescondernos.EsperemosqueesteZaratánnossaquerápidamentedeaquí.

—¿Porquétenemosqueescondernos?—preguntóOthello.—¿Creesquelosorcosnovanadarsecuentadequenoshemosido?—dijo

Sylva,señalándolosatodos—.Veránlamanchadesangreenelsueloysabránque nos hemos escapado por un portal a su parte del éter. Por supuesto, lasclavesnonostransportanaunlugardeterminado,asíquenosabránexactamentedóndeestamos,perosísabránqueestamosenestazona.

—Puedequenosdejenenpaz—susurróCress,casicomosihablaraparasímisma.

—Acabamosdeentrarenelcentrodesulugarmássagradoyhemosacabadocon la mitad de un ejército que han tardado años en formar—repuso Sylvanegandoconlacabeza—.Novanadejarnosescapartanfácilmente.Losjinetesde losGuivernos nos encontrarán en cuestión de horas, entrarán en el éter encuanto regresen de perseguir a los demás equipos. Tenemos suerte de queFletcherenterraraatantosdelosdemoniosmáscercanosdelosbrujos.Estarándesorganizados,almenosduranteunrato.

—Sylvatienerazón—confirmóFletcher—.Vamosaesperarallegaratierrayaestarprotegidosporelbosque.Aquíafueraestamosdemasiadoexpuestos.

Se arrastró hacia atrás y se acurrucó junto a su madre. Se le hacía rarotocarla. Apenas podía creer que fuese real. ¿De verdad era ella... después detantotiempo?

Todos esos años observando los rostros de lasmujeres a las que conocía,

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pensandoenlapersonacruelquelopudohaberdejadodesnudoenmitaddelanieve.Yahora,descubrir que ella lehabíaqueridoyque lahabíanmantenidoapartadadeéltodoesetiempo.

Alapoyar lacabezaenelhombrodeella,Fletchersediocuentadequesumadreestabatemblando.Estabatanesqueléticaquesucuerponolaprotegíadelfríoylosmugrientosharaposquellevabapuestosestabanempapados.

—Cress,¿dóndeestánlasmochilas?—preguntóFletcher.—Pues...encuantoaeso...—murmuróCressalavezqueretorcíalasmanos

en su regazo—. Aterrizamos en el agua y yo necesitaba las manos parapermanecer a flote. Sólo conseguí agarrar uno de los sacos de pétalos y dosmochilas.LadeJeffreyylatuya.

EmpujólamochilaempapadadeFletcher.Alpensarenquehabíanperdidosusvaliosospétalos,Fletchersintióenelpechounaoleadademiedo,pueseranlaúnicafuentedeinmunidadanteelvenenonaturaldelaatmósferadeléter,peroalejóesepensamientoporunmomento.Abrió lamochilaysintióalivioalverqueelapretadorevestimientodecuerohabíaevitadoqueleentraseapenasagua.Trasrebuscarenelfondo,sacólachaquetaqueBerdonlehabíaregaladoporsucumpleañosyselacolocóasumadresobreloshombros,subiéndolelacapuchaporencimadelacabeza.Lamujerfrotólamejillacontra lasuavepelusadelapieldeconejo.

Porprimeravez,miróasumadrealosojos.Elaguadelaciénagalehabíalimpiado casi toda la suciedad de la cara y Fletcher se maravilló ante elsorprendenteparecido con sugemela, Josephine, lamujer a laquehabíavistojuntoaZachariasForsythdurantesujuicio.Sinembargo,noeranidénticas.Noensuactualestado,porlomenos.Sumadreteníalosojoshundidosylamiradaperdidaenelvacío.Élleapartóunmechóndepelodelamejilla,queestabatandemacrada que casi era esquelética. ¿Quién podría imaginar lo que debía dehabersufridodurantelosdiecisieteañosdesucautiverio?

—Alice, ¿puedesoírme?—preguntóFletcher.Tratódemirarla fijamente alosojos,peronohabíaluzenellos—.¿Madre?

—¿Madre?—repitióOthelloenvozbaja—.Fletcher...¿estásbien?ÉstaesladyCavendish.

—No—respondió Fletcher mientras ayudaba a aquella mujer a meter losdelgadosbrazosenlachaqueta—.LadyCavendishmurióensucaída;nuncafue

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ella laprisionera.Estamujerhaestadoallímuchomás tiempo... todamivida.ReconocióaAthenayllamóasubebéyyorecuerdosucaraenmisueño.Esmimadre.Losorcosselallevaroncuandoyoeraunniño.

Othello fruncióelceñoy,después,comprendió.Peroaunqueabrió labocapara hablar, rápidamente desvió la mirada hacia las aguas turbias que teníandetrás.

—¡Aparta!—gritóOthello lanzándose al otro ladodel caparazón.Fletcherestaba tumbado y oyó el hueco chasquido de unas fauces por encima de sucabeza. Un olor fétido a pescado lo invadió y, a continuación, la criaturadesapareció,volviendoa sumergirseen lasaguasoscurasque los rodeabansinapenasemitirningúnsonido.

Fletcherpudoentreverunacabezadereptily,duranteunbrevemomentodepánico,pensóquelosGuivernosloshabíanalcanzado.Peroentoncesvio,enelagua que los rodeaba, unas siluetas encorvadas y parecidas a troncos, y a sumenteacudierondeformaespontáneasusclasesenVocans.

Sobeks.Grandescriaturasbípedasparecidasa loscocodrilosqueutilizabansusfaucesygarrasparadescuartizarasusoponentes,siesquesusgrandescolasno les asestaban antes un golpe mortal. Encorvado a una altura de metro ymedio,elSobekeraundemoniodenivelnueve.

Yahoraestabanrodeadospordocenasdeellos.

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2

Fletchergateóhaciaatrásyarrastróasumadreconél.SeacurrucaronalladodeLysanderconlosdemás,peroseguíanestandoapocosmetrosdelaguaydelasfigurasencorvadasqueacechabanbajolasuperficie.

—¿Dedóndehansalido?—gritóCressmientrassacabasuseaxdelavaina.—Deben de haber visto al Zaratán —respondió Sylva—. Los Sobeks se

alimentandeseresmáspequeñoscomolosnuestros.El caparazón se agitó por debajo de sus pies y Fletcher vio que habían

detenidosulentoavanceporelagua.SeoyóunchapoteocuandoelSobekmáscercanosacudiólacolaconexcitación.Habíanarrinconadoasupresa.

—Nuestranavesevaasumergir—advirtióOthelloa lavezquetratabadeponersederodillas—.¿SeharecuperadoLysander?¡Sevaaahogar!

Sebalancearonconotrotemblor,peronosehundieron.ElZaratánmantuvosuposición,aunquelosSobekshabíanempezadoarodearlo,consusarrugadosycurtidoslomosapenassobresaliendoporlasuperficie.

—¿Porquénosesumerge?—murmuróFletcher.SeasomóamirarelaguayelZaratánledevolviólamiradaconsusojosdorados.

—Está...protegiéndonos—susurró—.Sabequemoriríamosenelagua.—Pues va a morir con nosotros si no hacemos algo antes—gruñó Sylva

sacándoseelarcodesuhombro.Levantólamanoparacogerunaflecha,peroelcarcajestabavacío,yaquesucontenidosehabíaperdidoenlaciénaga.

UnSobekembistióalZaratán.Eldemoniotortugasemovióconbrusquedadysumergióunlateraldesucaparazón,haciendoqueLysandersedeslizaraporsusuperficie. Trató débilmente de subir de nuevo, pero cuando se agarraba a lasuavependiente,elSobekmáscercanoviosuoportunidad.Elaguasecubriódeespuma blanca cuando dos Sobeks se separaron de la manada, moviendo la

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gruesa cola adelante y atrás amedida que se dirigían al impotenteGrifo. Losdemássequedaronatrás.Eranmáspacientesquesushermanos.

—¡No!—exclamóFletcheralavezquesacabasukhopeshyseabalanzabasobreelcuerpoinertedeLysander.Sylvalosiguióconsufalceenaltomientraslosdosmonstruosavanzabanrápidamentehaciaellos.Sevioeldestelloamarilloverdosodeunosojosy,acontinuación,elprimerosaliódelaguadeunsalto.Seacuclillósobresusdospatasyraspóelcaparazónconsusgarras,dejandounossurcos sobre la capade algas.Abrió el largohocicoydejóver una cavernosabocaamarillallenadedientesafilados.

Atacó con tanta rapidez que Fletcher apenas tuvo tiempo de esquivarlo,golpeando las cinco garras en forma de hoz con la curva de su khopesh. Lafuerzade losbrazosdelSobekera inmensayFletchercasinopudoevitarquesus agujas se le clavaran en la cara. Movió la espada en el aire con las dosmanos,desesperado.

El demonio levantó el segundo brazo y un golpe frenético de la falce deSylvadesvióellatigazo.Mientraslohacía,sinembargo,elotroSobeksaliódelaguayellatuvoquegirarseparaenfrentarseaél.

Unos dientes se clavaron en la hoja del arma de Fletcher, obligándolo ainclinarse hacia atrás, lo cual hizo que se tambaleara sobre el resbaladizorevestimientodelcaparazón.Entonces,elSobekseapartóysegiró.SacudiólapesadacolaybarrióconellalospiesdeFletcher.Elmuchachocayó,segolpeólacabezacontraelcaparazónylavisiónselenubló.Elkhopesh se leescurrióentrelosdébilesdedos.

Las fauces amarillas del Sobek destellaron, pero aunque lanzó su calientealientosobreFletcher,unaboladefuegoarrojóalaguaaldemonio,dejandounoloracarnequemadaenlasfosasnasalesdeFletcher.

Ignatiushabíaacudidoasurescate.Enplenaconmoción,FletchersepusoderodillasyvioqueOthello,Cressy

Sylvaavanzaban juntosdandomachetazosyesquivandoalotroSobek.Alverquesucompañerohabíasidoderrotado,eldemoniovolvióasumergirseconunrugidodefuria,ydejóalostresmuchachosjadeandoalbordedelagua.

—Nopodemosenfrentarnosatodos—resollóFletchermientrasrecuperabasukhopeshalavezqueIgnatiussesubíacorriendoasuhombro.Athenaseguíacon lamadredeFletcher, evitando así que la confundidamujer abandonara la

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relativaseguridaddelcentrodelcaparazón.ElSobekchamuscadonoparecíamuyperjudicadotraselataquedeIgnatius,

perohuyóalinteriordelamarañadeárbolesquehabíafrenteaellos.Suretiradano desalentó a los otros, que ya empezaban a acercarse en círculo, quizáanimadosporlapenosaresistenciadelequipovarado.Lesquedabapocotiempo.

—El fuegonova a servir denada enmediodel agua—dijoOthello entrejadeos—.Tampocolasdescargascinéticas.

—Los rayos —dijo Cress. De repente, Tosk se le subió al hombro,despidiendochispasdeelectricidadconsucolapeluda.

—¡No!—gritóFletcherlevantandolamano—.ElconjurosedispersaríaporelaguayalcanzaríatambiénalZaratán.Noshundiremos.

—Yanosocuparemosdeesocuandollegueelmomento—repusoCress—.Eselúnicoconjuroquefuncionará.

—No desperdicies tu mana—dijo Sylva señalando a los Sobeks que losrodeaban—.Noserálosuficientementepoderosoparamatarlosatodos.

Lysander gimió detrás de ellos, tratando de sobreponerse a los restos delveneno paralizante. Un Grifo de nivel diez luchando con ellos podría ser deayuda para igualar las posibilidades de ambos bandos, pero Lysander apenaspodíasubirporlalevependientedelcaparazón.

Otro Sobek se separó de la manada y se acercó para poner a prueba lasdefensasdelgrupo.Salpicarongotasdeaguacuandounapatapalmeadasurgiódelrío,haciendoqueelreptildieraunavueltaenelaire.Volvióacaerenmitadde una lluvia de agua, medio aturdido, y avanzó a trompicones hacia sushermanos.ElZaratánseestabadefendiendo.

«Piensa»,sedijoFletcher.Repasó losconjurosqueconocía.Losdeescudonoservíandenadacontra

losdemonios,pueslaenergíademoníacalosatravesabacomosifuesenpapeldearroz.Habíaconjurosparaadormecereldolor,paraabrirycerrarcerrojos,paraeliminarlahumedaddelaire.Conjurosqueamplificabanadisminuíanelsonido,conjurosquepermitíanalque los lanzabadetectarmovimientocercano.Todosinútiles.

Pero entonces, al mirar hacia las marismas que lo rodeaban, recordó otraciénaga,enlasjunglasdelosorcos.YaMalik,poniendoapruebaelconjurodelhielodeJeffreyenlascharcas,convirtiendoelaguanegraenhielosólido.Los

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Sobeksecongelaríandelmismomodo.Empezóagrabarlossímbolosenelaire,tratandoderecordarelpatrónque

Jeffrey les había enseñado.Era un jeroglífico complejo con formade copodenieve.

—Espera... —dijo Othello abriendo los ojos como platos—. Eso puedefuncionar.

Eldibujochisporroteóenelaire,peroelañodeentrenamientodeFletcherenloscalabozosdePeltinundósumentemanteniendofácilmenteelflujodemanahastasudedo.Comosilohubieseprovocadoelsímbolodeluzazul,ungrupodelos Sobeks que los rodeaban se separó.Tres de ellos, semovieron en el aguaformandounauve.

UnagotadesudorlecaíaporelceñoaFletcher.Movióeldedohaciadelanteyhaciaatrás;layemaleardíayselecongelabamientrastrazabalaúltimalíneaenelaire.LosSobeksestabantancercaquepudoverlamiradamalévoladesuspupilas rasgadas.Una flecha de la ballesta deCress le pasó junto al hombro,peronodioenelobjetivoydesaparecióenelaguaoscuraformandoapenasunapequeñaonda.

—¡Rápido,Fletcher!—exclamóSyvaalavezqueelZaratánseestremecíaasuspies.

Entonces,cuandoelprimerSobeksalíadelrío,unlargorayoblancosaliódelosdedosdeFletcherlanzandocristalesdehieloalinteriordelagua.Pudonotarcómoelmanaseleibaagotando,peroredoblósusesfuerzosylanzóunimpulsotrasotrohacialosdemoniosqueseacercabanhastaqueelairesellenóconunaventiscadecoposdenieve.Sólosedetuvocuandohubogastadolamitaddesumana,cayendoentoncesderodillasyjadeandoporelesfuerzo.

Despacio, los copos se posaron en el agua y mostraron el alcance de losesfuerzosdeFletcher.

Justo cuando iba a agarrar a Fletcher por el cuello, el Sobek se quedóinmóvildentrodeuncristaldentado,conlasfaucesmedioabiertasylasgarrasextendidas.Sólolacolaylaspatastraserasquedabanalaire,colgandosinfuerzaporlaparteposteriordelicebergflotante.Alosotrosdosdemoniosselespodíavermediosumergidosenelagua,conloscuerposcongeladosmientrasunacapadehielocrujíaychasqueabaasualrededorenlasuperficiedelpantano.

—¡Cielosanto!—murmuróCress—.Hafuncionadocomounhechizo.

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—¿Se encuentra bien el Zaratán?—preguntó Fletcher, preocupado por locercaquehabíaestalladoelconjurodelhielo.

Como respuesta, el caparazón que tenían bajo los pies tembló cuando elZaratánempezóanadar.Fletchermantuvoelsímbolodelhieloenelaire,perolos demás Sobeks habían empezado ya a apartarse al ver a sus pobrescompañeros,unoauno,alprincipio,yenseguidaenparejasytríosmientraselZaratánseacercabaalbordedelgrupoquelosrodeaba.

Prontovolvieronaestarsolosen lasciénagas.Loúnicoque interrumpíaelsilencioerael suavesusurrode las ramasde losárbolescuandounviento fríopasabaporencimadeellas.Habíansobrevivido.

Porahora.

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3

El Zaratán siguió nadando a medida que el cielo empezaba a oscurecerse,deteniéndose sólo de vez en cuando para comer las algas de río que pasabanflotando. Nadaba con una nueva determinación y recorrieron rápidamente ladistancia,peseaquesuentornoseguíapareciendoelmismo.Cadaminutoquepasabaeraunabendición,puessignificabaqueseestabanalejandocadavezmásdelazonadeléterdelosorcos,dondelosbrujosorcosylosGuivernossobrelosquemontabanyahabríancomenzado,sinduda,subúsqueda.

Mientrasesperabanllegaralfinaldelasciénagas,elfríoseconvirtióensumayor enemigo; el aire húmedo les exprimía el calor del cuerpo y los hacíatemblar,pegadosallevecalorquedesprendíanlospeludoscostadosdeLysander.Fletcher dejó que Ignatius se enroscara en torno a los hombros de sumadre,mientras Athena se le acurrucaba en el regazo. Alice retorcía los dedos demanera inconsciente entre el pelaje de Athena y sonreía con aire ausentemientraselGrifueloronroneabaybisbiseaba.

Un pesado letargo empezó a invadirlos conforme iba pasando el tiempo.FletcherapenasteníafuerzasparamoverseysepreguntósiseríanlosefectosdelosdardosdeJeffrey...osielvenenodeléterseestabaapoderandodeél.

Cuandocayó lanoche,encendieronunapequeña luzerranteysecomieronlasúltimasprovisionesquelesquedabandesumisión:tocinosaladodelacocinadeBrissyplátanosmagulladosquehabíancogidoenlajungla.Eraunacomidasencilla, pero Alice engulló el tocino con bruscos movimientos, como si nohubiesesaboreadolacarnedesdehacíaaños.Fletcherlediosuparteynosuposireíro llorarcuandoellase reclinóconungemido inconsciente,agarrándoseelvientrehinchado.Pocodespués,sequedócasidormida,conlacabezaapoyadaenelhombrodeFletcher.

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LaideaqueteníaFletchersobresumadre,duranteelbrevetiempoenquelahabíaconocidocomoAliceRaleigh,eraladeunamujerhermosaygentil,llenade amorpor suúnicohijo.Ahora se veía a símismocomoel guardiándeunalmaperdidaconlamentequebradaysinningúnrecuerdonitansiquieradeellamismay,muchomenos,desuhijo.Aunasí,mientraséllelimpiabasuavementeaAlice lasmanchas grasientas de las comisuras de la boca, descubrió que elcorazónselehabíapartidoporella.¿CómopodíaseguirdecepcionadoconelladespuésdetodoloqueAlicehabíasufrido?Laqueríadetodosmodos.

Sesirvierondelasúltimaslucesdelcrepúsculo—siesqueselepodíallamarasí en aquel mundo extraño— para comprobar sus provisiones y pertrechos.Contabaninclusoconalgoderopaseca,quesepusieronaescondidasusandoelcuerpo de Lysander como improvisada pared divisoria entre los chicos y laschicas.

Para sorpresa de Fletcher, descubrieron que conservaban todas sus armas,aunquelamayorpartedelapólvoraestabaempapada.TodaslasflechasdeSylvasehabíanperdido,peroFletchercontabaconalgunasparacompartirlasyaCresslequedabanotrassietedesuballesta.Pero,enaquelentorno,todossabíanqueeransusdemonioslosquelesserviríancomoherramientasmásútilesyFletchersintióunapunzadadelástimaporSylva.Aellanolequedabaningúndemonio,nitampocomana.

Mientrasenfundabansusarmasysepreparabanparapasarlanoche,Fletcherempezó a pensar en los pétalos. Había unos cien en el saco que Cress habíapodidosalvar,aunqueenmediodelaoscuridaderadifícilestarseguro.Ysibienlosrevisóyloscontóensilencio,Fletchersediocuentadequesusefectosibanmenguando y que el extraño letargo que todos sentían era cada vez mayor.Enseguidaempezaronatenerdificultadespararespirar,hastaquesintieroncomosi acabaran de subir la escalera oeste deVocans. Se alarmó por lo rápido queparecía estar desgastándose el poder protector de los pétalos y, de repente, lasmermadasprovisionesdeesesacoleparecieronunapatéticaprotecciónanteelairemortaldeléter.

Al ver que los demás dormitaban, Fletcher se dio cuenta de que erademasiado peligroso dormirse. Quizá nunca se despertaría si los efectosdesaparecíandurantelanoche.

—Necesitootropétalo—dijo,entrejadeos.

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—Noqueríaseryolaprimeraendecirlo—suspiróCress,altiempoqueabríalosojosycogíaunodelsaco.

SylvayOthellohicieronlomismoacontinuacióne inclusoAlicedejóqueFletcher le colocara un pétalo en la boca sin quejarse y se lo tragó cuandoFletcherleacariciósuavementelagarganta.

—¿Cuántotiempohapasado?¿Cincohoras?—preguntóFletchersintiendoalinstantequesucuerporecuperabalasfuerzas.

—Más omenos—respondió Othello—. Eso son casi cinco pétalos al díacadauno.Almenos,segúnloshorariosdenuestromundo.Séquelosciclosdelanocheyeldíavaríaneneléter.

—¿Sí?Deberíahaberprestadomásatenciónenclase—refunfuñóCress.—Notepreocupes.Estolohemosaprendidoenelsegundoaño—continuó

Othello—.Los días del éter son de unas diez horas en inviernoy cuarenta enverano, pero nuestros años y estaciones son de la misma duración. Por esopodemos predecir lasmigraciones que atraviesan la parte del éter a la que seaccededesdeHominum.Ahoraesinvierno,asíque...probablementedeberíamosdormir.Seharádedíadentrodeunascincohoras.

Fletcherescuchabaconatención.IbaunañopordetrásdeOthelloy,alestarconcentradoen el torneo,habíaolvidadomuchode loquehabía aprendido ensusclasesdedemonologíayéter.

—No estás teniendo en cuenta una visión global —le espetó Sylva,atravesandolaoscuridadconsuvozyhaciendoqueFletchersesobresaltara—.Vamosagastarcincopétaloscadacincohoras.¿Cuántotiempoquedaparaquesenosacabenynosvayamosenvenenandolentamentehastamorir?Enesesaconopuedehabermásdecienpétalos.Esosoncienhorascadauno.Diezciclosdedíaynocheeneléter.

La mente de Fletcher funcionaba a toda velocidad. Eso era poco más decuatrodíasenelhorariodeHominum.Cuatrodíashastaquesuscuerposdejarandefuncionaryfinalmente...murieran.

—Estoy seguro de que tiene que haber alguna de esas flores por aquí—sugirióFletcher,aunqueyahabíaempezadoadesanimarse.

—¿Vesalguna?—preguntóSylvaapuntandoalosarbustossumergidosquelosrodeaban—.Seguroqueexistenesasfloresenalgúnlugardelapartedeéterdelosorcos.Eslaúnicaexplicacióndeporquétienentantos.Peroaquíno.Estas

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marismas deben de estar en el mismo borde de su territorio. Ése esprobablemente el único motivo por el que los orcos no nos han encontradotodavía.

—¿Yesoimporta?—murmuróCress.—¿Aquénaricesterefieres?Porsupuestoqueimporta,malditasea—repuso

Sylva.Fletcherfruncióelceño.NoerapropiodeSylvamaldecir.—Chicas,tranquilizaos—dijoOthello,agitado.—No, quiero saberlo—gruñó Sylva desasiéndose de la mano de Othello

cuando éste trató de calmarla—.Quiero saber por qué cree queno importa loúnicoquenos impidecaerde rodillasmientrasechamosespumapor labocaynosretorcemoshastamorir.

—¡No importa porque, de todos modos, vamos a morir aquí! —exclamóCress. Y entonces, para asombro de Fletcher, rompió a llorar—. Cien horas,doscientas.¿Quémásda?—sollozaba,conlacaraescondidatraslasmanos—.Nohayvueltaatrás.

Sylva se quedó inmóvil y su réplica furiosa se quedó interrumpida en suslabios.

—Oye—dijoacercándoseaella—.Yosólo...despuésdelamuertedeSarielyahoralodelospétalos...heperdidolosestribos.Losiento.

RodeóaCressconlosbrazosyenterrólacabezaenelhombrodelaenana.A pesar de las circunstancias, Fletcher y Othello se miraron sonriendo.

DespuésdetodaslassospechasydetodaladesconfianzadeSylva,parecíaqueellayCresspodíanpor finenterrarelhachadeguerrayverse launaa laotracomodeverdaderan.

Fletcherdejóqueseabrazaranunpocomás,perosabíaqueaquellonopodíaquedarasí.Necesitabanunplan.Osimplementeunaleveesperanza.Seaclarólagarganta.

—Nosoncienhorasloqueaúnnosquedaparamorir—dijodandoasuvozuntonodeseguridadquenosentía.SylvaseseparódeCress,yFletchervioqueellatambiénteníaelrostrobañadoenlágrimas.

—¿Quéquieresdecir?—preguntó.—Sólotenemosqueencontrarunoscuantospétalosmás—continuóFletcher

—.Esoestodo.Pensadlobien:lasfloresdebenexistirtantoenlapartedeléter

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deHominumcomoenladelosorcos,asíquetienequeserunaplantacomún.Apuesto a que el diario de Jeffrey tiene toda la información que necesitamossobresuaspectoyellugardondecrecen.

—De acuerdo—dijo Cress con una voz que apenas era algomás que unsusurro—.Entonces,tenemosquebuscarlas.Pero...¿yquépasaconlodevolveracasa?

—No podemos crear un portal que nos lleve de vuelta a nuestro mundodesdeaquí.Nisiquieraaningunaotrapartedeléter.Nosinalgunaclavenueva—seapresuróaexplicarOthello—.Yasehaintentadoantes.

—Estupendo—dijoSylvacondesánimo.—Pero...síquepodemosvolveratravésdeunportalquealguiendenuestro

mundohayacreadoya.—¿Yquépropones?—mascullóCress—.¿Queledemoslavueltadealgún

modo a este Zaratán y regresemos adonde empezamos, eludamos a losGuivernosybrujos,busquemosunportalqueacabandeabrir,saltemosporél,nosabramospasopordondeseaquehayamosidoaparary,después,echemosacorrerporlajunglahacialafronteradeHominumconlamitaddelreinodelosorcospisándonoslostalones?No,gracias.

—Tienesrazón—intervinoFletchermientraslevantabalasmanosamododerendición—. Desde luego, no vamos a hacer eso. Vamos a alejarnos todo loposibledelapartedeléterdelosorcos.

—Yluego,¿qué?—preguntóOthello.ÉlyCressparecíanconfundidos,peroFletcherpudoverelcomienzodeunasonrisadibujándoseenelrostrodeSylva.Cogióaire.

—VamosasalirdeestasciénagasyaatravesareléterhastaqueencontremoslapartedeléterdeHominum.

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4

Fletchersedespertó.Oyóungolpesecoyrodóhaciaunlado.Después,oyóotroyrodóhaciaelvientredeLysander.

—¿Qué...?—consiguiódeciralavezqueabríalosojos.Había árboles a su alrededor. Árboles de verdad, con ramas que colgaban

comosaucesyloprotegíandelpálidocielo.ElrostrodeCressaparecióantesusojosconunabrillantesonrisadibujadaenél.

—Sheldon camina—dijo tirándole de la chaqueta—. Estamos saliendo delasciénagas.

Fletcher se incorporó con unamueca al sentir una punzada de dolor en laespalda.Nohabíasidounanochecómodayhabíadormidomuchomenosdeloquelehubiesegustado.

Suprimerpensamiento lodedicóaAlice.Estabadespiertaymordisqueabaun pétalo sentada junto a la cola de Zaratán,mientras contemplaba con gestoausentelosárbolesqueteníanencima.

Tenía unamancha amarilla en el labio superior. Fletcher se la limpió condulzuraylecolocóbienlachaquetaporencimadeloshombros,concuidadodenomolestaraIgnatius,queaúndormía.Athenaestabaalerta,peronosehabíamovidodelregazodeAlice.NotóunagranmelancolíaqueprocedíadelGrifueloysupoquequeríaaAlicetantocomolahabíaqueridosupadre.Leacariciólacabezaylasdejóalasdosjuntas.

—¿Sheldon?—preguntócuandopensóenloquelehabíadichoCress.—NuestroZaratán.Hemosdecididoponerlenombre—leexplicóSylvaala

vezqueleacercabaunpétaloaFletcherparaqueselocomiera—.Come.Hanpasadocincohoraso,almenos,esoesloquediceelrelojdebolsillodeCress.

Mientrasmordíaelagrioaderezo,vioqueSylvaestabacontandolospétalos

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delsacoyloscolocabaconcuidadoentresuspiernas.—¿Cómosabesqueeschico?—preguntóOthello,todavíadespatarradoenla

partefrontaldelcaparazón,conlosojoscerrados.—Lo he comprobado —contestó Cress, mientras el rubor le teñía las

mejillas.FletcherserioysearrastróhacialapartedelanteradelZaratán.Sheldonse

giró para mirarlo, guiñando pesadamente los ojos dorados. Era una criaturahermosa, con un terso pico amarillo y un cuello largo y flexible. Su caminar,aunquepausado, eramás rápidode loqueparecíay suspatas, separadasydezarpasafiladas,lepermitíanavanzarporelsueloconlargospasos.

Porunmomento,Fletcherpensósisepodríacontrolaraaqueldemonio.PerolosZaratánerandemoniosdenivelquince.DemasiadoaltoparaSylva.

—Noventa pétalos —anunció Sylva interrumpiendo sus pensamientos—.Justoloquepensaba.Nosquedannoventahoras.

Fletcherdirigiólamiradaalsueloquelosrodeaba,buscandoalgúnatisbodecolor amarillo. Pero todo lo que veía era verde y marrón: no había ningúndemonionifloralavista.

—DeberíamosseguirconSheldon—sugirióFletchermirandohaciadelante,donde el suelo seguía siendo pantanoso pero ya empezaba a estarmás seco einclusoseveíaalgunaqueotrazonadehierbatosca.Másallá,losárboleseranmásaltos,aunqueelterrenoestabaoscurecidoporlassombrasdelfollaje.

—Estoyde acuerdo.Esmás rápido que si fuésemos a pie—dijoSylva—.Además, tampoco es que no pueda defenderse. Sus garras y su pico parecenbastantefuertes.

—Y podemos seguir avanzandomientras dormimos si uno de nosotros sequeda vigilando —propuso Cress al tiempo que gateaba para acercarse aFletcher.

La enana extendió lamanopara acariciar aSheldony le rascó la base delcuello. Fletcher sonrió cuando el Zaratán gimió de placer. Sí, aquel amablegiganteseríaunestupendoaliadodurantelossiguientesdías.

SeoyóungraznidoseguidodeungritodeSylva.FletchersegiróyvioqueLysandersehabíarecuperadoporfin.SeestabaabalanzandosobreToskconlasplumas levantadas, acosándolo como un león a una gacela. Sumirada parecíadistinta:teníalaspupilasdilatadasycarentesdelainteligenciaqueanteshabía

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brilladoenellas.—Lysander, ¿qué haces? —gritó Fletcher. Sabía que Lysander no había

comidodesdequesehabíaquedadoparalizado,peroaquelloeraalgomásquehambre.

—Suvínculo conLovett se rompió cuando se cerró el portal—dijoSylvaasustada—.Vuelveaserunsalvaje.

Lysander se acercó un pasomás al aterrorizadoRaiju, a quien se le habíapuestodepuntaelpelajeazul.Toskarqueólacola,parecidaaladeunaardilla,yempezó a despedir rayos. El Grifo reaccionó abriendo el pico y soltando unrugidoquefueaumentandodevolumenhastaterminarconunchillido.

—¡Tenemosquehaceralgo!—gritóOthello,casiaoscurasbajo lasombradelGrifo—.¡Vaamatarlo!

LamentedeFletchertrabajabaatodavelocidad.ElpergaminodeinvocacióndeLysanderestabaguardadoenelfondodesumochila.ElproblemaeraquelamochilaestabadebajodelvientredelGrifo.

—Novoyapermitirque lehagadañoaTosk—dijoCress.Derepente, suballestayaestabacargadayconlapuntadirigidaalacabezadeLysander.

—Fletcher,¿algunaidea?—gritóSylva.Sylva.SinSariel,podríasercapazdecontrolaraundemoniodeniveldiez

comoLysander.Dosañosatrásteníaunnivelderealizacióndesiete.—Prepárate—dijoalavezqueseagachaba.—¿Quésesuponequesignificaeso?—preguntóSylvaconunbufido.Pero

nohabíatiempoparaexplicaciones.—¡Athena, ya!—exclamóFletchermientras subía a toda velocidad por el

caparazóndelZaratán.SedeslizóbajodelvientredeLysanderymetiólamanoenelbolsillolateral

desumochila.Elmundose iluminócuandoLysanderdiounsaltohaciaTosk,pero vio que su presa había sido apartada por el Grifuelo que se habíaabalanzadosobreél.

—¡Léelo!—bramóFletcher,altiempoquelanzabaelpergaminoalasmanosdelaperplejaSylva.

—¿Qué...?—empezóadecirSylva.Perodespués,leyó—:Lorodimaisilo.Lysander soltó un chillido y giró sobre sus talones en la superficie del

caparazón. Clavó la mirada en los ojos de Fletcher con un ansia profunda y

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animal.Fletchertuvoquehacerungranesfuerzoparanoapartarse.Ignatius daba vueltas alrededor de los dos, tras haberse despertado en el

cuellodeAliceconelgritodeSylva.Esperabasuoportunidadparaatacar,peroFletcherleordenóquesecontuviera.Necesitabantiempo.UnataquedeIgnatiusprovocaríaunenfrentamientodemasiadopronto.

ComosiSheldonhubiesepercibidoelalboroto,sucaparazóntemblóbajolospies de los demás. Aquellos temblores hicieron que el Grifo se detuviera yextendiera el cuerpo, desplegándose como un oso que cruza un lago helado.EmpezaronaaparecerunoshilosblancosentreélySylvaqueseretorcíanparaformarunacuerdadeluzresplandeciente.

—Date prisa —susurró Fletcher para que Sylva siguiera con su cánticomientraslaluzsearremolinabaentornoaellos.

Lysanderdiounpasovacilanteconelpicoabierto,atravésdelcualseveíaelbuche rosado del interior. Estaba resistiéndose mientras su vínculo con Sylvacrecía con cada palabra que ella pronunciaba. Fletcher se mantuvo inmóvil,conscientedequecualquiermovimientorepentinopodríaprovocaralGrifo.

Otro paso, y ahora Fletcher podía sentir los jadeos del cálido aliento delGrifo,húmedotraspasarporlagargantadeldemonio.Cerrólosojos.

Aquelpicofríoydurolerozólamejillay,entonces,sintiólasuaveagitacióndelasplumascuandoeldemonioloacarició,enterrandosuenormecabezaenelpechodeFletcher.ElcánticodeSylvahabíaparado...Lysanderestabadevuelta.

Fletcher rodeó con los brazos el cuello del Grifo, pero unos segundosdespués, estaban vacíos.Abrió los ojos y vio que elGrifo desaparecía en unaneblina de luz blanca mientras Sylva levantaba un cuero de invocación pordebajodeél.

Mientras la última luz entraba en ella, Sylva se sentó con los puñosapretados, estremeciéndose con la euforia de perfundir un demonio nuevo porprimeravez.Porfin,setumbóconunadulcesonrisaenloslabios.

Fletchersedejócaerjuntoaella,sobreelcaparazón,ydespuésIgnatiuscayósobre su espalda con un gorjeo de alivio. Resultaba extraño, pero el demonioparecíaahoramáspesado.LedioaFletcherunmordiscodeprotestaenlaorejaporhaberloasustadoyenseguidaseleenroscóalcuello.

—Muy bien. Alguien tiene que explicarme qué narices acaba de pasar—gruñóCress.

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Fletcher se giró y la vio acercarse por el caparazón hacia ellos, con pasodecidido.LosojosredondosynegrosdeToskasomabanbajosuchaqueta,dondesehabíaescondido.

—Es lo que pasa cuando los demonios pierden a sus dueños—le explicóOthellomientrassefrotaba laparteposteriordelcuello—.Debírecordarlo.Loaprendimos en el segundo año. Los demonios sólo son realmente sensiblescuando un invocador los captura y los controla. Antes de eso, no son másinteligentes que cualquier otro animal. Sin ese vínculo, vuelven a su estadoanteriorhastaquesevinculanconundueñonuevoyrecuerdanquiénesson.Esuna suerte que Lysander haya estado tanto tiempo paralizado. Normalmente,ocurremuyrápido.

—Escierto—confirmóFletcheralrecordaraAthenalanocheenqueélsehabíaquedadoalaspuertasdePelt.Ellahabíasentidolallamadasalvajedeléter,quetirabadetodosuser.

—Puesyapodríashabernosavisado—refunfuñóCress.FletchersepusodepieytratódedeshacersedelabrazodeIgnatius,peroel

demonio senegaba amoverse.Soltóun suspiroybajópor el caparazónhastaAlice, que estaba sentada con las piernas cruzadasmirando al infinito. No sehabíamovido,nisiquieracuandoLysanderhabíarugido.SóloelhechodequedevezencuandoleacariciaraellomoaAthenaledabaesperanzasdequealgúndíaellallegaraarecuperarse.

Fletcher había perdido a su padre biológico,Edmund. Pero no perdería denuevo a su madre. No ahora, cuando habían pasado tan poco tiempo juntos.Teníaquehaberunmododeconseguirlo.

Miróhaciaelpáramoenbuscadealgúnindiciodeesperanza.Peronohabíacomidaniflores,sólobarroyplantasverdes.

—Notepreocupes,Ali...mamá—murmuróFletcher,sintiendolaextrañezadeaquellapalabraensulabios—.Tellevaremosacasa.Teloprometo.

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Laluzdelcielocambiabarápidamenteeneléter,pasandodelsoldoradodelamañanaalgrisclaroenelespaciodeunahora.Lazonaquelosrodeabaseguíasiendodesoladoray laúnicaseñaldevidase laofrecióunsolitarioKappa:unhumanoideescuálidodepielverdequeseintrodujoenuncharcodeaguaturbiaencuantoseacercaron.Fletcherapenastuvotiemposuficienteparaidentificarloy ver la extrañamarca en formade cuenco que tenía en lo alto de su cabeza,dondealmacenabaelaguacuandoviajabaportierra.

Enciertomodo,sealegródequenohubiesedemonioscerca,puesesohacíaquelasesporádicasnecesidadesdealiviarseresultaranmásseguras.Cresshabíaasumido el papel de cuidadora de la madre de Fletcher, a quien guiaba pordelante de Sheldon hacia los arbustos con cierta regularidad, después de queTosklosexploraraparaconfirmarqueeranseguros.LecontóaFletcherquesehabía ocupado de su abuela de la misma forma cuando era demasiado viejacomoparacuidardesímisma.Élleestabaenormementeagradecido.Sabíaqueaúnnoestabapreparadoparaencargarsedeesascuestiones.

A medida que pasaban las horas, Fletcher experimentaba una extrañasensacióndesomnolencia,comosisucuerponopudierareconocerlosritmosdeaquel nuevo mundo. Suponía que habían pasado más tiempo en el éter queningúnhumano,elfooenano.

Noeraelúnicoquesentíaesosefectos.CressyOthelloestabanechandounasiesta, apoyados el uno en el otro en el centro del caparazón. Sylva estabasentadabajoelcuellodelZaratán,deespaldasaél.Teníalacabezainclinadaaunlado,comosiestuviesemirándoseelregazo.

Curioso,Fletchersecolocóasulado.—¿Quélees?—preguntóFletcheralverquelaelfinateníaunlibroabierto

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apoyado en las piernas. No se diferenciaba del de James Baker, pues en losmárgenesseapreciabandibujosdedemoniospequeñosconformadeinsectos.

—EseldiariodeesetraidordeJeffrey—leespetóSylva.Fletchercasipudosentirlarabiaqueirradiabadeellacomosifueseunhorno.

—Losiento—dijoélsinquererentrometerse.Se dispuso a levantarse, pero Sylva vio su expresión y lo agarró de la

muñeca.—No. Soy yo quien lo siente —susurró suavizando la expresión—. Por

haberte culpado... cuando murió Sariel. Si no hubieses actuado, ninguno denosotrosestaríavivoahora.

Bajólacabezaylomiróalosojos.Habíaenellossinceridady...algomás.Porunmomento, lamentedeFletcherviajóhasta el instante enquehabía

enterrado a Sariel bajo los escombros de la pirámide junto a los demoniosenemigosquesedisponíanaatacarlos.Nohabíatenidootraopción...¿osí?

—No tienes por qué disculparte—dijo Fletcher sintiendo una punzada deculpa,apesardeloqueellahabíadicho—.NoséquéhabríahechoyosihubieseperdidoaIgnatius.

Hizounapausamientrasbuscabaalgúntemadeconversaciónparaqueelladejara de pensar en Sariel. Por desgracia, lo primero que se le ocurrió no eramuchomásalegre.

—Aunasí,nopuedoevitarpensarqueloúnicoquehehechohasidoretrasarloinevitable—dijo—.Noestamosmáscercaqueayerdeencontraresasfloresamarillas.

FletchercasiesperabaqueSylvasedesanimaramáspero,parasorpresasuya,ellareaccionóconunasonrisa.

—Ahíesdondeteequivocas—dijoellaantesdepasarunascuantaspáginasydeslizarundedoporelpapelamarillento—.Mira.

Habíaundibujodeunabellaflorconuntallodelicadoygrandespétalosquesecurvabanunosalrededordeotrosenformadecaracola.Debajo,FletcherleyóunpequeñotextoescritoconlaletrasorprendentementeclaradeJeffrey.

Experimento786—Lasfloresdelastreshermanas

Las investigaciones del capitán Jacoby sobre el éter han dado hoy sus

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frutos... o debería decir, plantas. Un trío de plantas en flor, cada una conaparienciaidénticaalasotrasaexcepcióndelcolordelospétalos:rojo,azulyamarillo.Claramente,estánrelacionadasentresídealgúnmodo.

Por lo que Jacoby nos dice, las flores rojas (género: Medusa) tienden acrecercercadelasarenasdecolorsimilardelatierramuerta,quizácomounaespeciedemecanismodecamuflaje.

Lasfloresazules(género:Esteno)crecencercadelaguasalada,locualesunapena,puesapartedelasinfrecuentesypequeñasciénagassalobres,elaguasaladamáscercanaesunmarqueestáaciertadistanciadelapartedeléterdeHominum. Imagino que habrá utilizado una piedra de carga para mantenerabiertoelportal el tiempo suficienteparaque suChamrosh fuerahastaallí yvolviera.Impresionante.

Por último, las flores amarillas (género:Euryale). Al parecer, sólo crecencerca de la lava. Las que nos trajo las encontró en el cráter de un volcáncercano.Porsuerte,soncomunescercadenuestrapartedeléter.

Aunquenuestradisecciónde lasplantasdiopobresresultados, lacapitanaLovettseofrecióvoluntariaparaconsumirlasconelfindedeterminarsitienenalguna propiedad medicinal. Las probabilidades de envenenamiento eranmayoresquelasdelaobtenciónderesultadospositivos,peronoslajugamos.Alfinyalcabo,¿paraquésirveellasino?

Fletcher apretó los puños al leer aquella última frase. ¿Cómo se había

equivocadotantoaljuzgaraJeffrey?Habíasentidolástimaporaquelenclenquesirviente.Perolasaparienciasengañan.JeffreyhabíasidotandespiadadocomolosForsyth.

—¿Noloentiendes?—preguntóSylva interrumpiendolospensamientosdeFletcher—.Laflorquebuscamoscrececercadelalava.

Mostrabaunasonrisadeorejaaoreja,peroFletchernoeraoptimista.—Pero ¿has visto algún volcán? —preguntó mientras señalaba la tierra

pantanosaysinvidaquelosrodeaba—.SéquehayalgunoscercadelapartedeléterdeHominum,peroesprobablequenosencontremosavarioskilómetrosdeallíeinclusopuedequenoestemosyendoenladireccióncorrecta.

—¡PuesentoncesenvíaaAthenaparaqueecheunvistazo!—contestóellaexasperada—.Necesitamos un plan, Fletcher.Mira a tu alrededor. ¿Deverdad

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crees que quedarnos sentados esperando a que ocurra algo bueno es lo quetenemosquehacer?Séqueacabasdeencontrara tumadre,perosiguessiendonuestrolíder.Asíque,guíanos.

Fletchersabíaqueellateníarazón,perolaideadeenviaraAthenaaexplorarelterrenolollenabadetemor.Teníamiedodeloquepudieraver.¿Unhorizontevacío,sincolumnasqueindicaranlapresenciadehumovolcánico?¿Unmardevegetaciónquenoparecíatenerlímite?Noqueríaconocerlarespuesta.Aúnno.

MiróaAliceysefijóenlasuavidadconqueacariciabaellomodeAthena.Su madre parecía casi contenta. ¿Por qué no quedarse en aquel caparazón yesperar a que el destino decidiera? Estaba cansado de tomar decisiones, dejugárselotodo.Allíestabanseguros.

Comosihubiesenotadosusdudas,Sylvacolocó lamanosobre ladeél,ynotóelcontactodesupalmafríaysuave.Fletcherlevantólacabezaylamiróalosojos.

—Tú nos has traído hasta aquí —susurró ella—. Lysander es demasiadogrande...Erestúelúnicoquepuedehacerlo.

LamiradadelaelfinaestaballenadeesperanzayFletchersesintióasqueadoconsigomismo,consumiedoyconsusdudas.

—No quiero que corra peligro —dijo, odiándose con cada palabra quepronunciaba—. Puede que la vean. Deberíamos esperar, al menos, hasta queestemos más lejos... Aún tenemos tiempo. No quiero tomar decisionesprecipitadas.

Sylvabajólamiradayseseparódeélalavezqueseguardabaellibroenlachaqueta.

—Nohacernadatambiénesunadecisión,Fletcher,comoladehaceralgo—dijo—.Puedequeéseseaelmayorpeligrodetodos.

Se levantóy sebalanceóunpoco, amedidaque el caparazón se inclinabaconcadaunodelospesadospasosqueSheldonibadando.

—Piénsalo—concluyómientrassealejabadeél.Para sorpresa de Fletcher, Sylva fue a sentarse junto a su madre. La vio

sacarseunobjetodecolormarfildelatrenzadelpelo,dejandoquelosmechoneslecayeransueltosporencimadeloshombrosenunaondablancaydorada.

Era un peine tallado en hueso de ciervo. Sylva lo levantó y lo pasósuavementeporelpelodeAlice.AFletcherlediounvuelcoelcorazóncuando

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enloslabiosdesumadreaparecióunasonrisaylaviocerrarlosojos,echandolacabezahaciaatrás,paradisfrutardelasensación.

NoparecióqueSylvasedieracuentaysiguiópeinandoaAliceconlargasycuidadosaspasadashastaquelamelenaquedócolgandorectasobrelaespaldadesu madre, sin la suciedad que la había cubierto. El pelo amarillento pasóenseguidaaserunmantolustrosoyrubio,salpicadodeblancoenlasraíces.Trasguardarseelpeine,Sylvalevantólasmanosyempezóamoverloságilesdedosadelanteyatrás,retorciendolamelenaytrenzándola.

—Yaestá—dijoSylvadandounúltimotirónalpelodeAlice.Le había hecho una gruesa trenza que caía por la espalda de lamadre de

Fletcher.Elmuchachosonrió.Habíadesaparecidolamujersalvajeysulugarlohabíaocupadounadelicadayelegantebelleza.

—Gracias—susurróFletchertrasacercarseaellas—.Ellalonecesitaba.Ylatrenzaeshermosa.

—Me lo enseñó mi madre —contestó Sylva a la vez que se encogía dehombroscontimidez.

Fletchervolvióasonreír.—Ojalá hubiese tenido tiempode conocerla tras la reunióndel consejo—

dijoFletcher.Sylvabajólamiradahacialasmanos.—Muriócuandoyoeramuyjoven—dijo.Fletchersediounpuntapié.Claro.¿Cómoesquenuncalehabíapreguntado

porsumadre?Derepente,sediocuentadequesabíamuchomenosdeSylvaquedelresto

desusamigos.Desdequeseconocían,ellanuncalehabíahabladodesucasayrara vez habíamencionado a su familia. Pero cuando lo había hecho, siemprehabíahabladodesupadre:

—Losiento—sedisculpó—.Deberíahaberlosabido.—No...Nuncahablodeella—repusoSylvaconlavoztensaporeldolor.Fletchernodijonada.Noqueríapresionarla.Elsilenciocontinuóhastaque

Sylvavolvióahablarporfin.—Quizá debería —dijo con apenas un susurro—. Te habría gustado. Era

valiente y leal. Pero demasiado confiada. La envenenaron y... no pudimossalvarla.

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Apartólacaraysesecóunalágrimadelojo.—Yo...Esterrible,Sylva—dijoFletcher.Todoempezabaatenersentido.Su

dificultadparaconfiar,paratomarlecariñoa losdemás.Suconstantesospechaencuantoalosmotivosdeél.Aqueleraelmotivo.

—¿Quiénpodríahaberhechoalgoasí?—susurróFletcher.—Fuemihermana—leexplicóSylvaantesdevolveragirarlacara—.Era

lamayor. Quería ser jefa de clan y sabía que ella era la siguiente en la cola.Cuandoencontraroncicutaensuhabitación,supimosquehabíasidoella.Peronopudimosdemostrarlo,asíquelaexpulsarondenuestrastierras.Nolahevistodesdehaceochoaños.

Fletcher negaba con la cabeza, horrorizado. En cierto modo, se habíaimaginadoqueloselfosestabanporencimadeesetipodemaldades.

—Entonces... ¿por qué no eres tú la jefa? —preguntó Fletcher con laesperanzadepodercambiardetemadeconversación.

—Noeralosuficientementemayorytampocolosoyahora.Mipadreocupósulugar.Ennuestrasociedad,elliderazgopasadelamadrealahijamayory,sinolahay,alhijomayor.

Así que aquel era elmotivo de que lamayoría de los jefes de clan de loselfosfueranmujeres.EraunverdaderocontrasteconlasociedaddeHominum.

—Enfin,dejemosdehablardeello—dijoSylvaponiéndosederodillas—.Me alegra que tú hayas tenido la oportunidad de conocer a tu madre. Es unencanto.

Sylva se inclinó hacia delante y besó a Alice en la cabeza. Y entonces,ocurrióalgoincreíble.AlicelevantólamanoylaapoyóenlamejilladeSylva.

—¿Mamá?—preguntó Fletcher a la vez que el corazón se le aceleraba—.¿Puedesoírme?

Se inclinóparamirarlaa losojos.Porunbrevísimomomento,sumadre ledevolvió lamirada.Entonces, lamujerdejócaer lamanosobreel regazoysumiradaseperdióenelespesobosquecilloquelosrodeaba.

AFletcherloinvadiólaesperanza.Quizá su madre pudiera salvarse. Necesitaba normalidad, consuelo y

cuidados.Yélsabíaqueenaqueltristepáramo,noloencontrarían.Sylvateníarazón.Teníaquepasaralaacción.

—Athena—dijoFletcherseparandoalGrifuelodelregazodesumadre.Ella

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respondióconunchillido,contrariada,perodesplegóaregañadienteslasalasylomiró,expectante—.¿Tegustaríairahacerdeexploradora?

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6

Las hojas verdes se desdibujaban mientras Athena pasaba entre el manto deárboles en busca de uno alto sobre el que posarse. No quería salir al cieloabierto.Almenos,notodavía.Loqueencontrófueunaaltaconíferaparecidaaunpinodeásperacortezaypuntiagudashojas,parecidasaagujas.Selevantabapor encima de los árboles que la rodeaban y ella aterrizó con las garrasextendidas. Con cuidado de no ser detectada, subió por el tronco y se colocóentrelasagujasdelacopa.

Unasdecenasdemetrosatrásymásabajo,FletcherysuequipomirabanconatenciónlatabladeVeritydespuésdequeCressconfesarasinningúnpudorquelahabía«cogidoprestada»cuandolajovennoblenomiraba.

—Noveonada—murmuróOthelloacercándosemásalatabla—.Hayramasporenmedio.

FletcherempujóaAthenaconelpensamiento.Curiosamente,ellanoparecíaestar en absoluto asustada. Más bien, percibió euforia en ella y supo que seencontraba en su elemento entre las copas de los árboles. Los Grifuelos erantrotamundos solitarios por naturaleza; nunca permanecían en un mismo sitiomuchotiempo,porloqueaquelterritoriodesconocidonolaintimidaba.

Entre las ramas, Athena usó las garras para apartar las agujas verdes y, acontinuación,asomólacabezaparadivisarelpaisajequelarodeaba.Sirviéndosedesucuello,flexiblecomoeldelosbúhos,giródespacioparaproporcionarlesunavistapanorámicadelhorizonte.

—Malditasea—susurróCress.Lasmontañasseextendíanhaciaarriba,ysucolorrojooxidadocontrastaba

con el amarillo claro del cielo enturbiado. Se curvaban hacia el este, casirodeándolos con una sierra de picos dentados y elevándose tan alto que las

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montañasDientesdeOsoeransimplescolinasencomparación.Aloeste,relucíauncentelleantemardeaguaspocoprofundasycolorverdeesmeraldaque,pocoa poco, se oscurecían convirtiéndose en un azul oscuro de profundidadesinsondables.

Enloscielosnosedetectabaningunaclasedevida,salvoporunascuantasmotasquesemovíandemasiadolejoscomoparadistinguirquéeran.Unacortinadenubes colgabanbajas e impedíanver loquehabía justo encima.UnRopenquevolababajo,amenosdeunkilómetrodedistancia,eralaúnicacriaturaquese podía identificar: se trataba de un híbrido grande y sin plumas, a mediocamino entre murciélago y pájaro, con alas de membranas extendidas, picoparecido al de los pelícanos pero repleto de dientes y una alargada cresta pordetrásdelacabeza.

—Estamos atrapados —dijo Sylva pasando el dedo por las cimas de lasmontañas—.Maralaizquierda,montañasjustopordelanteyaladerecha.Nopodemos atravesarlas para ver qué hay detrás. Así que tenemos que volver.Arriesgarnosenlapartedeléterdelosorcos.

—Asíes—confirmóOthellomientrasnegabaconlacabeza.Fletcher apretó los dientes. El corazón le latía desbocado a causa de la

decepción. Habían desperdiciado quince horas desde su llegada, y su regresotendría que ser a través de las desoladoras ciénagas y las aguas infestadas deSobeks.PornomencionarelhechodequenecesitabanaSheldonparaavanzarpor el agua: no se había desviado ni una vez del camino, ni siquiera cuandoestaballenoderamascaídasdelosárboles.

—Sheldonnohagiradoniunavez—dijoFletcherpensandoenvozalta.—¿Quéquieresdecir?—preguntóSylvamientrasmirabaunamatadeliquen

quehabíacogidodelcaparazónylalanzabaconfuriahacialosárboles.—Sheldonsedirigedirectamentehaciaesasmontañas—explicóFletchera

lavezqueseponíadepieymirabaalZaratán.Comosireconocierasunombre,Sheldongirólapesadacabezahaciaellosy

parpadeó despacio antes de volver a su laborioso avance a través de aquelterrenoempapado.

—¿Yqué?—preguntóSylva,aunquelosojosselehabíaniluminado.—Sedirigeaalgúnlugarynoestáhechoparaescalar.Debedehaberalguna

formadeatravesarlas.Chicos,¿qué recordáisde losZaratanes?¿Tienenbuena

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orientación?—preguntóFletcher.La verdad es que nunca había creído que sus clases sobre demonología

pudieran ser importantes. Al menos, no las clases sobre demonios pococonocidoscomoelqueahoralosllevaba.

—Pueden crecer mucho, quizá tres o cuatro veces más que Sheldon —contestó Cress—. Pero creo que eso son sólo losmuy viejos. Probablemente,Sheldonseamuyjoven.

—Emigran cada año, como muchas otras especies de demonios—añadióOthello mientras se rascaba la barba—. Se juntan para procrear y poner sushuevos,aunquenonosespecificarondónde.

—¿Cuándo?—preguntóFletcher—.¿Cuándolohacen?—En invierno —respondió Othello, mientras una media sonrisa se le

dibujabalentamenteenelrostro—.Osea...ahora.—Entonces, a menos que nunca antes haya recorrido este camino, es

probablequesepaexactamenteadóndeva.—Fletchersonreíay,derepente,sesintió como si le hubieran quitado un enorme peso de los hombros—. Siseguimossobreéleltiemposuficiente,nosllevaráatravésdelasmontañas.

—Vaya diablillo —dijo Cress dándole una palmada a Sheldon en elcaparazón—.Vasenbuscadeunachica,¿verdad?

Fletcher soltó una carcajada. Le sentaba bien reír y los demás lo hicierontambién, hasta que les dolieron los costados y a Fletcher le empezó a costarrespirar. Incluso Ignatius parecía más contento, ladrando y dando vueltas.AthenavolvióconellosyseposódenuevoenelregazodeAlice.Porunavez,almenos,estabanfelices.

Perolaluzempezóprontoadifuminarseytambiénsufelicidad.Elestómagoles retumbabayseoíaelchapoteodesusbotellasmediovacías.Apesarde laaparente faltadevidaa sualrededor,unos ruidosextraños resonabanentre lascopas de los árboles y pudieron oír cómo unas criaturas nocturnas rondabancerca. Ya habían dejado atrás el terreno pantanoso y los árboles estaban tanjuntosqueaSheldonlecostabapasarentreellos.

Tosk hacía la vigilancia nocturna, pero con tanto chasquido y crujido,Fletcherterminósentadoymirandohacialapenumbra.Noveíamásquesombratras sombra. Aun así, Tosk parecía impertérrito, incluso cuando oyó un levegruñidoque,alparecer,veníadeunoscuantosmetrosdedistancia.

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Unmomentodespués,enlaoscuridadborrosa,aparecióunresplandorazul,unaluztanfríacomoelglacialmiedoqueseadueñódeFletcher.

—Chicos,despertad—susurró,mientraszarandeabaalosdemás.—¿Crees que estaba durmiendo?—preguntó Othello dándose la vuelta y

frotándoselaespalda—.Esimposibleconestecaparazónquepareceunapiñaytodoeseruido...

—¡Calla!—siseóFletchermientrascolocaba lapalmade lamanosobre labocadeOthello.

Sylvaestabaensilencio,perosediolavueltaysecolocóencuclillasconlafalcecasifueradelavainaquellevabaenlaespalda.

—Unaluzerrante.Allí—susurróFletcherapuntandohaciaelresplandor.Iba creciendo por segundos y Fletcher pudo ver unas formas oscuras que

pasaban corriendo junto a ellos: demonios diminutos quehuíande aquella luzantinatural.

FletcheroyóelrechinardemaderaymetalcuandoCressmaniobródespaciosu ballesta y el corazón se le desbocó en el pecho mientras miraba entre lapenumbra.

—¿Brujos?—susurróSylva.Laprimeramanchaseveíaahoraclaramente,resplandeciendoconuncolor

azul eléctrico en la oscuridad. Pronto aparecieron otras. Eran pequeñas, quizámáspequeñasqueunaluzerrantenormal,peromásbrillantesymásnumerosas,había cientos de ellas dispuestas en fila a través del bosque hasta dondealcanzaba la vista. Y lo que resultaba más extraño: su movimiento parecíadeterminadoycoordinado.

Entonces, lo vieron. Figuras que seguían el enjambre de luces, caminandoconellentopasodelossonámbulos.

—Estánpeinandoelbosque,buscándonos—dijoCressahogandoungritoyapartándose cuando el halo de luz tiñó el caparazón de Sheldon de un azulapagado—.¡Deberíamossubiralosárboles!

—No,espera—bramóOthelloalavezquelevantabalamano—.Mirad.Lassiluetasoscuraserandemonios.Alprincipio,confirmaronlassospechas

deFletcherdequehabíabrujocerca,pueshabíaunrevoltijodeespeciesqueraravezseveríanjuntas.UnCánidodepelodesgreñado,queavanzabaconlavistafija en las luces, tropezó con la raíz de un árbol. Tres Lavellanos, roedores

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andrajososconcolmillosvenenosos,seguíandecercaenfila.Juntoaellos,unadocenadeÁcarospequeñosdedistintoscolores,cuyostamañosibandesdeeldeungorgojohastaeldeunciervovolador,avanzabancondificultadporelsuelo.

Había incluso unBaku, un demonio poco común del tamaño de un cerdo,perocontrompaycolmillosdeelefante,ypelajedecolornaranja,rayadocomoeldeuntigre.Perotodoscaminabancomozombisdeleyenda,hipnotizadosporlaslucesqueibanporencima.

—Fuegos fatuos—dijoOthello con expresiónde consternación—.Nohayquepreocuparse.

—¿Aqué te refieres?—preguntó Fletcher echándose hacia atrás amedidaquelasmanchasdeluzazulseacercabanalcaparazón.

—Sellenanelabdomentraslúcidoconluzerranteylausanparatrasladarse,comodiminutasluciérnagassinpatas.

Mientras Othello le contestaba, Fletcher pudo ver diminutas motas negrasbajolasluces.

—¿Quéestánhaciendo?—susurróSylvamoviendo lamanohaciaunaquepasabaflotandoporsulado.

—Losguíanhaciasumuerte—murmuróOthello.ElCánidogolpeó lapataconformade troncodeSheldon,peronopareció

darsecuentaysimplementecontinuóavanzandobajoelvientredelZaratán.—Hipnotizan a los demonios con sus luces y los conducen a pantanos, a

arenas movedizas o a cualquier lugar en el que las víctimas puedan morir.Después, se alimentan de los cadáveres y dejan en ellos sus huevos.Probablementeéseeselmotivoporelqueestazonaestá tanmuerta.Debedeestar infestada de ellos. Por suerte, sólo funciona con demonios pequeños ysalvajes.

Fletcher se estremeció y se arrebujó en su abrigo. Tenían un aspectomuyhermosoy,sinembargo,suverdaderoobjetivoledejabaunasensaciónfríaenelfondodelestómago.

Sedio cuentadequeOthello era el únicodel grupoquehabíapasadodosaños en Vocans y que los conocimientos de aquel enano serían muy útilesdurante los siguientes días. Sólo esperaba poder esquivar a los demoniosmáspeligrososdeléter.

El grupo observó en silencio cómo se iban disipando la luz azul y los

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demonioshipnotizadosdesaparecíanentrelapenumbra.Fletcherseacercóasumadre,perovioquedormía,acurrucadajuntoaIgnatiusyAthena.

—Deberíamos haberlo matado —murmuró Sylva con voz tan baja queFletcherapenaspudooírlaporencimadelruidosordodelospasosdeSheldon.

—¿Aquién?—preguntó.—Al Baku—contestó ella apuntando hacia donde se habían dirigido los

demonios—. Es un demonio de presa. Ocupa un nivel bajo en la cadenaalimentaria.Tienebastantecarne.

—¿Quieres comer demonios? —preguntó Cress ahogando un grito alescucharla.

—Has estado comiéndolos desde que llegaste aquí. Maldita sea, inclusodesdeantesdeque llegarasaquí—dijoSylvaapuntandohacia lasmenguantesprovisiones de pétalos—. ¿No decíaElectra que, técnicamente, las plantas delétertambiénsondemonios?

—Sí,pero...nomeparecebien—repusoCressacercándoseaToskalpechoyacunándolocongestoprotector.

—Puesesesoomorirdehambre—respondióSylva—.AmenosquelapartedeléterdeHominumquedea lavueltade laesquinay,porelaspectodeesasmontañas,noloestá.Enalgúnmomentotendemosquealimentarnos.

—Nunca antes había oído que nadie comiera demonios, aunque sí que heoído que los brujos lo hacen durante algunas de sus ceremonias—reflexionóCress.

LaideadecomerseundemonionoselehabíaocurridonuncaaFletcher.Lerepugnabaenciertomodopero,porotraparte,losdemonioscomíancarnedesudimensión.¿Porquénopodíahaceréllomismoconladeellos?

—Fletcher,¿quéestáspensando?—preguntóOthelloalversucaramientrasloconsideraba.

Fletcher sonrió y sacudió la cabeza con un gesto de remordimiento, al serextremadamenteconsciente,degolpe,delagujeroqueteníaenelestómago.

—Dormidunpoco—dijoacercándoseasumadreytumbándoseasulado—.Mañanairemosdecaza.

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7

ElcieloyaseestabaoscureciendoyFletchersentíacalambresenelestómago,querugíaaldigerirtansóloelpétaloquesehabíacomidounashorasantes.Elequipo había estado de caza todo el día. Lysander los había llevado varioskilómetros por delante de Sheldon pero no habían encontrado nada.Ahora sehabíanseparadoparacubrirmásterreno.

Fletcher ya había estado igual de hambriento anteriormente, cuando elinvierno había llegado antes a Pelt y los caminos de la montaña estabandemasiadoheladosparaqueloscomercianteslosrecorrieran.Habíanprevenidolahambrunaconlacaza.Devezencuando,lossentidosseleaguzabanacausadeladesesperación,peroestabamásdébileibatambiénmáslento.Ladiferenciaestabaenque, en losbosquesdePelt, un intento fallido implicabaotrodíadehambre.Aquí,significabalamuerte.

Agachadobajolasombradeunnudosoarbusto,Fletcheroyóelgolpesecode unas pezuñas en el suelo húmedo, nomuy lejos de él.A continuación, unfuerte bufido y el suave chapoteo rítmico de un papel de sedamordido hastaformarunapasta.Eraelprimersignodevidaquehabíaencontrado.

Fletcherseatrevióaacercarsemás,colocandounpietrasotroconelcuidadoque lehabíaproporcionado lapráctica.No seatrevióa tensar suarco,pueselchasquido del cordel podría espantarlo.Otro paso y apretó la flecha contra elmangodelarcoporsihacíaruido.Detrásdelacadavezmásdelgadapantalladehojasdearbusto,Fletchervioasupresa.

Setratabadeunabestiapesada,tangrandecomounbúfaloymásomenosde lamisma forma, con fuertes lomos entre los que crecía una crin queno sediferenciabamucho de la de los caballos salvajes. Tenía una peluda cola quemovíaadelanteyatrás,unamuestradenerviosismoqueinquietóaFletcher.

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Comosinotaraqueestabasiendoobservada, labestiagiró lacabezahaciaabajo y hacia un lado, bufando y olisqueando, humedeciendo el aire con sumucosidad.

Protegido tan sólo por unas cuantas hojas y ramitas, Fletcher se quedóinmóvil,deseandocontodassusfuerzasqueaquellabestiatuvieramalavisión.Alfinyalcabo,teníaunosojospequeñosyrojos,unacabezadecerdoparecidaaladeunjabalíverrugoso,peroconunpardecuernoscurvadosenlafrenteyunos colmillos que eran más que prominentes. Tenía el hocico manchado deverde a los lados y Fletcher pudo ver unmontón de ortigas que había estadomascando.

Enesemomento, supoaquéseenfrentaba.Noeraunapresa fácil,aunqueloscarnívorosdenivelalto síque lascazabany se lascomían.Peroseríaunalocuraqueunhumanoatacaraunodeaquellosdemonios,pormuyhambrientoydesesperadoqueestuviera.SetratabadeunCatoblepas.

Esa especie se alimentaba solamente de plantas venenosas que pocosdemonios comerían, por lo que su forraje era abundante. Podía cornear a unatacanteconsuscolmillosocuernos,loqueprimeroselepresentara,peroésasnoeranlasarmasmáspoderosasdeaquellosdemonios.Eralasalivateñidadeverde, porque en ella se concentraban las toxinas naturales de las plantas.Unmordisco equivalía a una sentencia de muerte y su aliento húmedo era tanvenenosoquepodíadejarciegoacualquierasaltanteomataraquienloinhalara.Y ahora miraba fijamente a Fletcher con sus ojos rojos de cerdo y se girabadespacio, flexionando sus musculosas patas traseras con cada paso lento ydeliberado.

Seoyóunchillidoentrelosárboles.EraAthena,enunintentodedistraeraldemonio.ElruidonohizomásqueprovocarunlevemovimientodelasorejasdelCatoblepas.IgnatiussehabíaquedadoconSheldoncasiunkilómetroatrás,paraproteger aAlice.Losdemásestabancazandoaúnmás lejos.ÉlyAthenaestabansolos.

El demonio soltó un gruñido rociando gotas de vapor por la nariz. Lahumedadcrepitósobreelmantillodehojasmarronesquecubríanelsuelo.

Los conjuros no eran tan efectivos contra los demonios y los escudos aúnmenos,pues la energíademoníacaquegeneraban loscuerposde losdemonioseracapazdeatravesarlosfácilmente.Pensóensuspistolas,ambascargadas,pero

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el estruendo de los disparos podría alertar de su presencia a brujos queestuviesencercasurcandoloscielos.Tendríaqueserconelarco.

Conabsoluta lentitud, tiróhaciaatrásde lacuerdadesuarcopara tensarlaconsusdebilitadosmúsculos.Estabaagotado, tantoque lacabezade la flechaparecía desenfocarse y moverse, a la vez que los tendones del brazo se lecontraían y quedaban rígidos. Centímetro a centímetro, el arco rechinó hastaquedar completamente tenso. Aun así, no disparó, ni siquiera cuando elmonstruo arañó el suelo con una pezuña y encorvó el lomo hasta formar unasiluetaredondabajolapocaluzdelanochecer.

Lacabezadeaquellabestiaeraenorme,peroFletcher teníaque tomarunadecisión. El cráneo era demasiado grueso como para penetrarlo. Sólo unlanzamiento directo al tierno tejido de los ojosmataría al animal. Un disparodifícil,aunparaelarqueromásexperimentado.

Por debajo, el amplio pecho presentaba un blanco aún más grande. Laposibilidaddequeunaflechaatravesaralacajatorácicaeramayor,peropuedeque la bestia nomuriese tan rápidamente. Podría enfurecer, cargar contra él ydestrozarleelcuerpoantesdecaermuerta.Entonces,comosihubiesenotadolaindecisióndeFletcher,elCatoblepassoltóunrugidoyseabalanzóhaciaél.

Fletcher soltó la flecha y el astil chocó contra sumano en su trayectoria.Maldiciendo,saltóhaciaunladoyaterrizódoloridoentrelasraícesdeunárbolque había al lado. Fue en el momento preciso, pues el monstruo atravesó ladelgadapantallade ramasmediosegundodespuéschasqueando las faucesconfuria.

Había sangre en el suelo. La flecha se había clavado profundamente en elvientredeldemonioycolgabadeélcomounmacabrocordónumbilical.Eraunaheridaenlastripas,delasquenoprovocanlamuertehastahorasdespués.

Conunrugidoguturaldedolor,eldemoniosegiróenbuscadesutorturador.Fletchersequedóinmóvil,comounabalsadeaceite.Labestiaolisqueóelsuelo,lamiéndoloconsulargalenguacomosisaborearasurastro.Nopodíaverlo,puesestabaocultoentrelassombrasdelárbolylasúltimaslucesdelcielocasihabíandesaparecido.

Fletcherfueacogerotraflecha,perosólotocóelaireconlasmanos.Mirópor encima del hombro y vio que la munición se le había caído y estabaesparcida en el suelo, fuera de su alcance, pues con su desesperado salto, el

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carcajselehabíasoltadodelaespalda.Buscóconlamanoelmangodesukhopesh.Nolodesenvainó,pueselroce

de la hoja con la vaina alertaría a la bestia.Tendría quehacerlo conunúnicomovimiento,unsoloataquequesignificaríalamuerteparaunodelosdos.

Un ulular desde arriba le recordó queAthena seguía allí. Notó su agitadadesesperación y supo que Ignatius también la habría notado. Fletcher podíasentir que la pequeña Salamandra estaba corriendo, pero se había adelantadodemasiado aSheldon comoparaque su ayuda llegara a tiempo.El hocicodelCatoblepasbuscabasuolor,babeandoygruñendosobreelsuelohúmedo,cadavezmáscercadeél.

Teníaquealejarsedeél.Unalientoounagotadesalivapodríanmatarloalinstante.Athenapodría...No,erademasiadoarriesgado.

PeroelGrifuelopercibiósupensamientoy,derepente,sedispusoaplanearhacia él. Fletcher le ordenó que se apartara. Lo intentó con todas sus fuerzas,casihastaque losojosse lequedaronenblanco,peromientras se retorcíaporrecuperarelcontrolyapartarladeallí,Athenahizoloimpensable.Doblólasalasycayócomounapiedra.Hubounmomentodeatrozpánicoy,acontinuación,Athenachocócontraelcostadodelabestiaycayóalsuelo.LamentedeFletcherrecibióunaordendeAthena.Corre.

ElCatoblepassegiró,lanzandosalpicadurasdesalivaconunrugidogutural.Pasaron por encima de la cabeza de Athena, pues ella estaba tumbada en elsuelo,aturdidaporlacolisiónconeldurocostadodelabestia.

LavisióndeFletcherquedóinundadaporlapartetraseradeldemonio,quesacudíalacoladeunladoyaotro.Sepusoenpiedeunbrincoysaliócorriendohaciaelmonstruoy,enmitaddeunsalto,sacóelkhopeshdesuvaina.

Conungritoderabia,enterrólahojaenlomásprofundodelaespaldadelCatoblepasyenlosórganosvitalesdesuinterior.Golpeócontodassusfuerzasla espalda del demonio.Gracias a que estaba agarrado a la empuñadura de laespadanocayóalsuelo.

Sintióeloloragrioyanimaldeaquellamonstruosidadqueestabadebajodeél y que agonizaba entre coces. El pelo áspero del lomo le arañó las manoscuandoretorciólahoja,yFletchersetambaleóconcadacozdelCatoblepas.Eldemonio escupió en el aire una gota de vapor tóxico, pero no llegó hastaFletcher.Presionólahojacondesesperaciónhastaqueinclusolaempuñaduradel

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armaestuvomedioenterradaenlaespaldadeldemonio.Entonces, conunmugido suaveycasi triste, la criatura cayódesmayaday

soltósuúltimoyenvenenadoaliento.—¡Athena! —gritó Fletcher mientras se deslizaba por la espalda del

Catoblepashastaelsuelo,juntoaldemoniocaído.UnadelasalasdelGrifueloestabaaplastadabajoelvientredelmonstruomuerto,peroteníalosojosabiertosyllenosdevida.Conunrugido,Fletcherempujóelcadáver,escupiendosalivaporelesfuerzo.

Athena consiguió sacar el ala, pero Fletcher notó su dolor mientras ellamovíalosdelicadoshuesos,rotosporelenormepesodelabestia.DejócaerelcadáverconungolpesecoysearrodillóparacogeraAthenaentresusbrazos.

—¿Porqué?—preguntómientrasacunabaelmaltrechocuerpodelGrifuelo.Ellaledevolviólamiraday,porelamorquehabíaensusojosazules,supola

respuesta.

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Cuandolosdemásloencontraronporfin,élseguíaconAthenaentrelosbrazos.MientrasLysanderayudabaaarrastrarelcuerpodelCatoblepasalcaparazóndeSheldon,FletcherempezóaocuparsedelasheridasdeAthena.Sealegróalverque no tenía heridas mortales, aunque no podría volar durante una largatemporada.Ignatiushacíatodoloquepodíaporconsolarla,acariciándolaconelhocicoydándoleinútileslengüetazosalalaherida,perosusalivacicatrizantenoservíadenadaparahuesosrotosyFletchernopodíaarriesgarseausarelconjurodelacuraciónpormiedoaqueloshuesosnoselesoldaranbien.

Estuvotentadodeperfundirlaydejarquesecuraradentrodeél,perosabíaqueprontonecesitaríansuvisiónnocturna.Conelcadáverensangrentadosobreel caparazón,ésa sería lanochemáspeligrosahastaelmomento.No, tendríanquehacerloalaantiguausanza.

Puesto que por allí había pocamadera resistente, Fletcher entablilló el alarotaconelastil rectodeunadesusflechasy luego lesujetóelalaalcostado.Athena renqueó por el caparazón, triste de verse relegada al suelo. Pero sudesánimonodurómucho,pueslosdíasdehambrunahabíanacabadoyantesusojosaparecíatodounfestín.

Cortaronelcadáverconsusespadas,dividiéndoloenenormesmuslos,trozosde carne oscura ymontones de órganos temblorosos.Sacaron con cuidado losintestinosydemásórganosincomestiblesylosenterraronaciertadistanciadesucamino, pues el hedor era terrible y eso ayudaría a que los carroñeros nosiguieranlaesteladeSheldon.

El resto sedispusoconcuidadosobre lapiel,queextendidaocupaba tantoespacioquepodríanhabersehechoconellaunatiendadecampaña.

Era fundamental cocinar la carne, pero no querían encender un fuego

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directamentesobreelcaparazóndelZaratánpormiedoahacerledaño.Asípues,amontonaron tierra sobre el caparazón para aislarlo y usaron ramas secasrecogidasenelsuelodelbosqueparaencenderunabuenahoguera.

Primero dieron buena cuenta de los órganos comestibles, asados sobre lasllamasenlosespetonesdemaderaqueFletcherhabíacortadoydeshojadoconsukhopesh.Cadaórganoteníaunsabordiferente:elhígadoerasecoysuave,losriñones sustanciosos y abundantes, e incluso el corazón era correoso pero nodesagradable.

LosherbívorosSolomonyTosktuvieronqueapañárselasrecogiendobrotesdel bosque que los rodeaba, pero los carnívoros Lysander, Athena e Ignatiusestaban hambrientos y se comieron los pulmones crudos e inclusomordisquearonlossesosmientrasesperabansuturnoparalacarnecocinada.Lavisión de sus bocas ensangrentadas mientras se atiborraban de aquelladesagradablecarnefuecasisuficienteparaqueFletcherperdieraelapetito.Casi.

A continuación, devoraron los trozos de carne, asada en grandes pedazoscortadosconrápidosmachetazos.Lacarneoscurateníavetasdegrasadecoloramarillo que goteaba y chisporreteaban sobre la hoguera. Fletcher, Othello,Sylva,CresseinclusoAliceselacomieronmuycaliente:lamordisqueabanconlabocallena,mientrasladeabanlacabezaydabantironesconlosdientes.

Fue lamejor comida de la que Fletcher había disfrutado en toda su vida.Había trozosde laspatasyde los costados, del lomoyde la cadera.Cenaroncomo los más refinados nobles de Hominum, probando cada trozo ymaravillándoseantelavariedaddetexturasysabores.

Disfrutaron de la luz y del calor de su pequeña hoguera, pues habíandecidido—porsiacasoseveíadesdeelaire—queaquellaeralaúnicanocheenque se permitirían mantenerla encendida. Comieron felices y en un silenciointerrumpidosóloporlossorbosylamasticaciónmáspropiadeperroslamiendouncuencoquedepersonascivilizadas.

Othellofueelprimeroenhablar.—¿Siguespensandoqueesmalocomerdemonios?—mascullóconlaboca

llena.Cressmasticópensativaporunmomento.—No. Esto está delicioso, maldita sea —contestó ella antes de seguir

royendounenormefémur.

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Fletcher se dejó caer bocarriba, con el estómago lleno, y dejó escapar ungemido.Girólacabezayvioelmontóndecarnequeaúnquedaba.

—Quédesperdicio—dijoCressmientraslanzabaelhuesoalaoscuridadysetumbabaa su lado—.Si tenemos suerte,puedequepodamosdesayunarpor lamañanaantesdequeseestropee.

—Sí—confirmóOthelloaloírlos—.Poresoesporloqueestoyllenándomeelestómago.DespuésdeloquelehapasadoaAthena,noquierosalirotravezdecazahastaqueseanecesario.Escasezyabundancia,asítienequeser.

Sequedaronsentadosensilenciolargorato,hastaquehablóSylva.—Ojalátuviéramosaquíunelfodelbosque—suspirómientrassequitabalas

botasycalcetinesymovíalosdedosdelospiesjuntoalfuego.Fletcher sonrióal recordarqueOthellohabíahechoexactamente lomismo

mucho tiempo atrás, cuando se habían refugiado de la lluvia en un cobertizodespués del intento de asesinato deSylva.Huboun tiempo enque ella habríareprendidounaconductaasí.Ahora,lascosashabíancambiado.

—¿Yesoporqué?—preguntóCress—.¿Quédiferenciahay?—Loselfosdelbosquesoncazadorespornaturalezaypasanlamayorparte

desuvidaenelGranBosqueocupándosedelosrebañosdeciervosyviajandoamuchos kilómetros de nuestra tierra. Ellos sabrían cómo conservar la carne einclusoesconderla.

—Fletcher,¿túnopracticabasalgodecazaentutierra?—preguntóOthello.Pero la mente de Fletcher ya se había puesto en funcionamiento. No era

ningúnexpertoenelcurtidodepieles,puesselasdabaaloscurtidoresantesdeque comenzara el proceso. Pero sabía cómo secar la carne para convertirla encecina.Lohabíahechoensuterritorio,enlachimeneayhornodeBerdon.Todoaquelloleparecíaimposibleahora,enesehúmedoydesconocidobosque,pero,derepente,Fletcherdecidióintentarlo.

—Vamosanecesitarmásleñaparaelfuego—dijomientrasseincorporaba—.Perocreoquepuedohacerlo.Noquedaráperfecto.Malditasea,puedequenoresulteenabsoluto,peroreconozcoquemerecelapenaintentarlo.

Asípues,Fletchersepusomanosalaobra.Resultabadifícilenlaoscuridad,pues sólo podía guiarse con la hoguera, pero Fletcher tenía cerca todo lo quenecesitaba.Cortó ramas fuertesde los árbolesque colgabanbajosy construyóunaestructuraparecidaauntipisirviéndosedelostendonesdelCatoblepaspara

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atarlas.Acontinuación,laenrejóconramasdelgadasparahacerunaespeciedetendederoenelquecolgarlastirasdecarneparaquesesecaran.

Mientraslosdemáscortabanlacarneentirasfinas,élempezóadesollarlaenormepielutilizandoelseaxdeCressparaquitarlacarnesobrante.Enseguidatuvounafirmemembranadepieldecolorblancorosadoporun ladoypeludaporelotro.

Lapartemástruculentavinodespués.Alnotenerunacacerola,FletchersevioobligadoacortarelcráneodelacabezadelCatoblepasparausarlocomotal.

—¿Qué demonios estás haciendo? —gimió Othello al ver cómo Fletchercortaba y aplastaba el cerebro del Catoblepas para convertirlo en una masaviscosa.

—¡Conmiseax!—exclamóCress.—Estosirveparacurtirlapiel—respondióFletcherconunamuecadeasco

alrevolverlaasquerosamezcla—.Loscazadoresllevansigloshaciéndolo.Enseguida,procediódemalaganaaextenderellíquidosobrelapielconsus

propias manos, mientras Ignatius expulsaba aire caliente para secarlo. Lahogueracasisehabíaapagadocuandohubieronterminado.

—Yanosquedansólolasascuasyhepuestounosleñosdemaderasecaenloaltoquearderányhumearán toda lanoche.Ayudadmeahoracon lapiel—lesordenóFletcher.

Cada uno cogió un extremo y la levantaron. Juntos, la acercaron hasta elfuegoyenvolvieronconéstalaestructurallenadecarne,trasloquelacosieronhaciendo agujeros con el estilete de Sylva y enhebrándola con los últimostendones.Porúltimo,utilizaronelconjurodelenredoparaasegurarla.

Finalmente,seapartaronparaadmirarsuobra.Unanubehumeantesalíaporla parte de arriba de la estructura, como si fuera una chimenea. Por suerte, elhumo parecía lo bastante fino como para desaparecer en el aire antes deatravesarelfollaje.

—Avivaremoselfuegoconhojasverdesymásmaderadurantelanoche—dijo Fletcher—.Así curtirá la piel y ahumará la carne almismo tiempo. Perorecordadquenovamosacocinarla,sinoasecarla.Asíque,mantenedelcaloratemperaturabajayconstante.Nolohagáisdemasiadofuerte.Consuerte,estarálisto en seis horas contando desde este momento. La piel será útil paraprotegernosdelalluviao,almenos,paraqueelcaparazónseamáscómodopara

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laespaldadeOthello.—Sí—dijoOthellofrotándoseelcoxiscondisimulo.—Yomeocupodelprimerturnodevigilancia—seofrecióSylva.—Despiértame dentro de dos horas —respondió Fletcher tras recoger a

AthenayaIgnatiusensusbrazosytumbarsejuntoasumadre.Eranafortunadosportenerlosestómagosllenosy,consuerte,podríancontar

concarnesecaparavariosdías.Pero,aunasí,Fletchernopodíadormir.Tratódenopensar enqueel tiempo ibapasandoe ignoró laspunzadasde

frustración debido a su lento avance por el bosque oscuro. Pero con cadabocanadadeairequetomaba,sabíaqueseibaenvenenandoyquelavidaseleibaescapandodelcuerpo.Nopodíanhacernada.Sóloesperarydesearquetodosalierabien.

Diovueltasymásvueltassobreeldurocaparazónalavezqueoíaelcrujidoderamasylosextrañosruidosdelanocheenelbosque.

Y,porfin,peseaqueelcieloempezabaailuminarsedenuevo,Fletchersedurmió.

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Todosmirabanelfollaje,sobresuscabezas,mientrasmordisqueabanlospétalos.Ya tenían el estómago lleno: la carne seca había sido un buen aperitivo yFletcherhabíacocinadoalgunosdelosenormeshuesosdelCatoblepassobrelapequeñahoguera.Luegoloshabíaabiertoparaquepudierancomerseelnutritivotuétano gelatinoso del interior. Echó de menos tener un poco de pan paraacompañarlo, pues así era como había comido tuétano de ciervo cuandoescaseabalacomidaenPelt.

Habíanrepostadoaguaconlabrevelluviadeesamañana:trasestirarlapielencurtida del Catoblepas para recoger el agua, habían llenado sus botellas. Ellíquidoteníaunsaborahumado,peroeramuchomásfrescoqueelaguadelosocasionalescharcosqueencontrabanenelbosque.

Tuvieron que apagar el fuego después de comer porque el humo y el olorpodríanalertarasusperseguidoresdesupresencia.Curiosamente,aldespertar,Fletcher había encontrado a Ignatius acurrucado sobre las llamas durmiendoentrelasascuasencendidas.Fletchersupusoque,trasnadarenlalavaderretida,unahogueradebíaserpocacosaparaél,peroestabapreocupado.Ignatiusnuncahabíahechonadaparecido.LavozdeOthellointerrumpiósuspensamientos.

—Necesitamos otro explorador, sobre todo para cuando lleguemos al otrolado de lasmontañas—dijo hurgándose los dientes con una ramita afilada—.Athenanopuedevolar.ToskoIgnatiuspodríansubirseaunodelosárbolesmásaltosparaecharunvistazoalhorizonte,pero tenemosquever loquehaymásadelante.

—Lysanderesdemasiadogrande.Podríanverlo—seapresuróapuntualizarSylva,peronadielacontradijo.

—NecesitamosunÁcaro—murmuróCress a la vezque raspabaunhueso

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consuseax—.Oalgoparecido.Fletcher sabía que tenían razón. Habían llegado casi a la mitad de sus

provisionesdepétalosylasmontañassecerníansobreellos.Sheldonnosehabíadesviadodesucamino,peroseríamejorsaberquélesesperabaalospiesdelacordillera.

—Deberíamosenviaralosdemoniosparaquefuerandecazasolos.Puedenevitar loqueseademasiadograndeycazarpequeñosdemoniosvoladoresparaqueunodenosotrosloscontrole—propusoFletcher.

Entonces,sediocuentadequeniélniSylvateníanexperienciaenlacazaycapturadedemoniosdeléter.RooknoleshabíapermitidoalosestudiantessalirdecazadurantesuprimeryúnicoañoenVocans.

—¿Hascazadomuchasveceseneléter,Cress?—preguntóFletcher.—Losdeprimerañoteníamosprohibidoentrarenelétercuandoyoempecé

—respondióCressencogiéndosedehombros—.Teníaalgoqueverconloquelehabía pasado a la capitana Lovett. Yo estaba tan feliz con Tosk que no meimportó,laverdad.Othellosíquecazó,alestarensegundoaño.

—Síquelohice—confirmóOthellorascándoselacabezapensativo—.PeroSolomonnofuenadaútil,malditasea.Conesasmanostanenormesytorpes,nopodíacogernadapequeñoy,detodosmodos,esdemasiadolentoyruidosoparacazarmuchascosas.

—Bueno, creo que a todos nosotros, excepto a Sylva, nos sobra nivel deinvocaciónparaunÁcaro—dijoFletcherconunasonrisa—.MásvalequedejesaSolomonestirarlaspiernas,pormuypocoútilquesea.Haestadoperfundidodemasiadotiempo.

Así,invocaronaSolomonyaLysanderylosenviaronacazarconlosotrosdemoniosalbosque,queseibavolviendomásespesoytropicalacadapasoquedabaSheldon.Dehecho,eratantalavegetaciónquelosrodeaba,queelZaratánsevioobligadoadesviarsedesucaminorectoparaseguirunsenderonaturalporelbosque.

Enseguida estuvieron sentados en círculo y Fletcher se ajustó la lente decristal para escrutar mientras los demás miraban atentamente sus piedras decristal.InclusoAliceseunióaellos,sibienFletchernosabríadecirsifueporeloloracarneoporundeseodeestarcercadeellos.

De todos los demonios, sólo quedabaAthena, que se recuperaba de su ala

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rotamientrasestabaenelregazodeAlice.Lasdosparecíancontentasdeestarjuntas, así que Fletcher se concentró en su lente de cristal para observar losavancesdeIgnatius.

La Salamandra iba veloz por el bosque, corriendo entre las zarzas y lostroncoscaídossinapartarlamiradaenelcielo.Suentusiasmoeracontagiosoyel corazón de Fletcher se aceleraba a cada salto que daba Ignatius bosqueadentro, alejándose del ruido que provocaban inevitablemente Lysander ySolomonalabrirsepasoentrelosmatorrales.

LosÁcarospequeñospasabanporaquíyporallá,peroIgnatiusnoleshacíacaso. No eran adecuados para un hechicero: requerían un nivel completo derealización, comounÁcaroEscarabeideo, pero carecían de lasmandíbulas, elaguijónolainteligenciadesusprimosmásgrandes.

Ignatiussededicóaescucharconatenciónasualrededor.Fletchersabíaquela Salamandra notaría la diferencia entre demonios simplemente por lafrecuenciayeltimbredesusaleteos,puessuscientosdeañoscazandoeneléterlehabíanagudizadolossentidos.Aunasí,nada.Losfuegosfatuoshabíanhechodesaparecerporcompletodelbosquetodoslosdemoniosmásbajosdelacadenaalimentaria. Aparte de Ácaros, el único demonio que vio fue un Coatl quecolgaba de una rama: un demonio con forma de serpiente que tenía el cuerpocubierto por capas de llamativas plumas, como un pájaro exótico. Pero erademasiado lento y llamaba demasiado la atención como para que les pudieraservir.

Mientras esperaban, Fletcher exploró la mente de su demonio con laesperanzadeescucharelsonidodelapresa.PerohabíaalgodistintoenIgnatius,yFletchersedabacuentaahora,alconcentrar tantosuatención.Laconcienciade la Salamandra era más grande en su mente. Incluso parecía como si losnivelesdemanadelpequeñodemoniohubiesencrecido también.Dehecho,elcalificativode«pequeño»apenasseajustabaasudescripción,puesFletchersediocuentadequeIgnatiusparecíahabercrecidodesdequehabíanentradoeneléter. Esa mañana, cuando había cargado con él, el peso le había parecidoconsiderabley,porsiesofuerapoco,el traserodelaSalamandrayasobresalíadeloshombrosdeFletcher.

En la conciencia de Ignatius estalló una sacudida de agitación que sacó aFletcher de sus pensamientos. La Salamandra estaba en la base de un árbol,

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subiendoporlaviejacortezaconsumocuidado.Porencimadeél,losaleteosdeun nuevo demonio habían llamado su atención. Fletcher podía oírlos también,unasordavibraciónenelairequeseintensificabadeformaintermitentecuandoeldemonioocultoseacercabaysealejabavolando.

Entonces, lovio.Percibióel tornasoladodestellodesuextrañocuerpo.Eracomosiunlagartoconalasestuvieseformadoporpartesdecuerposdedistintosinsectos.Susalas,aunquecon la formade lasdeunGuiverno,estabanhechasdelmismomaterialfrágilquelasdelasmariposas,conunamanchapalmeadaytraslúcida en el centro, rodeada por el llamativo tono verde azulado de unalagunapocoprofunda.En el cuerpo se apreciabanvetas delmismo color y separecía mucho al caparazón de un escarabajo con sus articulacionessegmentadas.Teníasólocuatropatas,perocadaunadeellasestabacubiertadefinísimospelosy terminabaenunagarradepuntaspequeñas.Lacola, conunaguijóndiminutoperopotenteenelextremo,actuabacomotimónycontrapeso.

Pero los ojos..., los ojos eran el rasgo más propio de un insecto: esferasnegras hechas de miles de formas más pequeñas colocadas bajo un par deantenas como las de las hormigas. Sólo la boca seguía siendo la de un reptil:poseíaunalengualargaycamaleónicaquesacabaconrápidosmovimientosparacazaraunÁcaropequeñoenelaire.

EraunaPirausta: resultaba tanpococomúnquenoexistían registrosde sucaptura, sólo descripciones por escrito de hechiceros que habían anotado losrecuerdos de perfusión de sus demonios. Eran malos luchadores, pero se losconocía por dos talentos en especial, que éste mostró al posarse en una hojagrandecercadeIgnatiusparadevorarasupresa.

Al instante, su cuerpo adquirió elmismo color verde luminoso de la hoja,camuflándosedeuna forma tanperfecta que incluso imitó las venasque teníapordebajo.LaPiraustaengullóalÁcaroconlaayudadesusgarrasfrontales.

Fletcher entrecerró los ojos paramirar por su lente de cristal y vio cómosacudíasusantenas.Acontinuación,sealejóderepenteyatodavelocidad.Lasantenas eran la segunda habilidad única aquellas criaturas, pues lesproporcionabaunasensibilidadcon laqueel restode losdemoniosni siquierapodíansoñar.

Ignatiusestabayaenelairetraspredecirelrepentinomovimiento.Aunasí,apenas consiguió tocar al demonio con una garra, enganchándose a la cola y

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arrastrándoloconélalcaeralsuelo.LaPiraustacayóasuladoy,deinmediato,Ignatius la aferró con la cola, sosteniéndola en alto con las alas y el aguijónatrapados.

Fueun trabajo limpio.Fletcher envió a Ignatiusun latidode felicitaciónyorgulloylaSalamandraladródeentusiasmoantesdesalircorriendo,devueltaalcaparazón.

—Hemos atrapado algo —anunció Fletcher—. Traed de vuelta a loscazadores,tenemosquecontrolaraundemonio.

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Para cuando llegó la Salamandra, sosteniendo victoriosa en alto a su presa, laPiraustahabíaadquiridoelmismocolorburdeosintensodelapieldeIgnatius.ElcuerodeinvocacióndeOthelloyaestabacolocadojuntoalfuego:eraelúnicoquelesquedabadespuésdequelasprovisionesypertrechosseperdieranenlaciénaga.

—SetratadeunaPirausta,malditasea—refunfuñóOthelloconciertotonodecelosenlavoz—.Nosvieneperfecta.

Fletcher se arrodilló, le acarició la cabeza a Ignatius y, a continuación, seapartóysemirólamano,sorprendido.LapieldelaSalamandraerafríaaltacto.

—Estáfrío—dijoFletcherconelceñofruncido—.Élnuncaestáfrío.—Quéraro—contestóSylvaalavezqueseagachabaasulado—.¿Puedo?Normalmente,eratabútocareldemoniodeotrohechicero.Almenos,sise

hacíaapropósito.FletcherasintióyellapasólamanoporlaespaldadeIgnatius.Fletcher sintió un involuntario placer y se ruborizó. Se apartó y colocó suchaquetadecuerosobreloshombrosdesumadre,conlaesperanzadequeSylvanosedieracuenta.

—Es extraño —murmuró la elfina mientras se ponía de pie—. Pero unasuerte. Es probable que ésa sea la razón por la que ha podido capturar a laPirausta.

—¿Aquéterefieres?—preguntóFletcher.—Lamayoríade loshechiceros sostienenque lasPiraustas soncapacesde

detectarmuchascosasconsusantenas.Elcaloresquizáelindicativomásobviopara ellas. Algunos dicen que también pueden sentir la más pequeña de lasvibraciones en el aire e incluso detectar la humedad. La mayoría están deacuerdo en que tienen un oído, gusto y olfato tan agudos como los de los

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Cánidos, puede quemás.El cuerpo frío de Ignatius ha debido de confundirla.Apuestoaquenohaymuchosdemoniosdesangrefríaporahí.

FletchersonrióymiróalaPirausta.Desdeluego,eraunabuenapresa.—¿CreesqueIgnatiuspuedecambiarsutemperaturasegúnsusdeseosose

tratadeotracosa?—preguntó.FletchermirólacoladeIgnatius,queparecíamáslargaaúnqueantes.¿Sus

omoplatoserantambiénmásprominentes,comolosdelaSalamandranegradeKhan?

—Sylva,¿creesqueestácreciendo?Sylvano looyó,pues estabaocupada inspeccionandoal preciosodemonio

Pirausta.—¿Qué?—preguntó levantando losojoshacia Ignatius—.Supongoquesí.

Acabadedisfrutardeungranalmuerzo.Fletcher no lo entendía.Quizá se trataba de una extraña reacción a lo que

habíaocurridoenelestanquedelavadebajodelapirámide.¿Oerasuregresoaléter? ¿Por haber comido carne de demonio? Se sabía muy poco sobre lasSalamandras,demodoquetalvezfueraunamezcladetodosaquellofactores.

—¿Quiénlovaacontrolar,entonces?—preguntóCressentusiasmada.—Yo no —respondió Sylva, acariciándole la cabeza a Lysander—. Este

hermoso Grifo es de nivel diez. Dudo que me queden suficientes niveles derealizacióncomoparacapturaraunaPirausta,tengalosnivelesquetenga.

—Creo que esta especie es de nivel dos —observó Othello mientras searrodillabaparaobservaraldemoniocapturado—.Puedeque tres.¿Aquién lesobrannivelesderealización?Yocomprobélosmíosenelrealizómetroantesdeltorneo.Tengoahoraunnivelcatorce.

—Yo sigo siendo nivel diez. Me quedan cinco —dijo Cress con tonoesperanzado.

—Elqueloencuentrase loqueda.¿Noesasí,Fletcher?—preguntóSylva,negandoconlacabeza.

PeroFletchernoestabatanseguro.OthellonecesitabaundemoniocomolaPirausta,algorápido,ligeroyútil.Solomon,aunqueeramuypotente,noeraundemonioversátil.ElGólemeracomounmazoylaPirausta,comounbisturí.

Othelloerasumejoramigo,sualiadoentodaslascosas.Ledebíamuchoaaquel enano y a su familia. ¿Ypara qué necesitabaFletcher unaPirausta?No

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servíademuchoenlabatallaconunarmaqueparecíasimilaralaguijóndeunÁcaro,yAthena,peseaestarherida,eraunabuenaexploradora.Nonecesitabaotrodemonio.No.TeníaqueserparaOthello.

—Estuya,Othello—dijoFletchersonriendo—.Lanecesitasmásqueyoy,detodosmodos,nisiquierasésiminivelderealizaciónessuficientementealto.Elañopasadoteníaunnivelnueveyloheconsumidotodo.

—Yo he subido tres desde entonces—intervino Sylva, exasperada ante lagenerosidaddeFletcher—.Othellohasubidocuatroniveles.Inténtalo.

—No pasa nada, Sylva—dijo Fletcher—.Él lo necesita. Solomon esmáslentoqueunamanadadetortugas.

—¿Lo dices en serio?—preguntóOthello con lamirada iluminada por laemoción.

—Sí,estuya.Venga,Ignatiuslasujetarásobreelpentáculo.Othellononecesitabaqueloconvencieran,demodoquesearrodillójuntoal

pentáculo.SonrióconremordimientocuandoCresssoltóungemidodecelos.—Se la devolveré después si cambia de opinión—dijo Othello al ver la

expresióndeSylva.AFletcherseleocurrióotromotivoyhablórápidamenteantesdequeSylva

pudieradecirnada.—Ahora, sinos separamos, todos tendremosdemoniosquepuedenvolaro

treparmuyaltoparavolveraencontrarnos.Tienesentido.Sylvasuspiróymoviólamanoparaquesiguieranadelantemientrasnegaba

conlacabeza,sindejardemiraraFletcher.Parecíadecepcionadaconél.PuedequeFletcherestuviesesiendodemasiadogeneroso,peronoleimportaba.

Ignatius se pavoneó orgulloso ante el cuero de invocación y sostuvo a laPiraustaporencimadeél.Unsegundodespués,elpentáculoemitióundestellovioleta cuandoOthello lo encendió. Capturar un demonio eramuy parecido aperfundirlo,sóloquemuchomásdifícil.Mantenerloinmóvileranormalmentelomáscomplicado.

Othelloapretabayabríalosdientes.Enlafrentelepalpitabaunavenaydejóescapar la respiración lentamente entre los dientes con un silbido,mientras semanteníaentensiónyclavabasusregordetesdedosenelcuero.

—Vamos, tú puedes —dijo Cress acercándose a mirar a la Pirausta.Despacio,muydespacio,eldemonioempezóadisolverseenrayosdeluzblanca.

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Othello emitió un fuerte gruñidoy el rostro se le enrojeciópor el esfuerzodecontrolar al demonio. Por fin, cuando estaba tan rojo que Fletcher empezó apreocuparse,desaparecióeneltapetelaúltimaluztraslúcida.

Othello cayó hacia atrás, respirando con dificultad por el agotamiento. Acontinuación, en su rostro apareció una expresión de felicidad al sentirseinvadidoporlaeuforiadehaberperfundidoaunnuevodemonio.

—Bienhecho—dijoFletcherdandounapalmadaaOthelloenelhombro—.¿Sabes?Ereselprimerodenosotrosquehacapturadoundemoniosalvaje.

—Bueno, lohacapturadoamedias—añadióSylva,perolesonriódemalaganaaOthello.

Othello tardó un rato en recuperarse y, a continuación, la Pirausta fueinvocadadenuevo.Secolocóenelcentrodel tapeteencuantosematerializó,temblorosa.

—Esmuyraro—murmuróOthello—.Sientomimentemuy...llena.—Nohace falta queme lo digas—respondióFletcher—.Pero te acabarás

acostumbrando.¿Creesquepuedescontrolarlalosuficientecomoparaenviarladeexploración?

—Sí—contestóOthelloextendiendounamano.LaPiraustaalzóelvueloyaterrizóensusdedos,mirándoloconsusextrañosojos.

—Esunahembra,porcierto—prosiguióOthello,alavezqueseacercabaeldemonioalacaraylomirabaconasombro—.LallamaréPria.

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Pria revoloteaba de un lado a otro, mientras su vientre cambiaba a un grisazuladoparafundirseconelcieloylamitadsuperiordesucuerpoaunamezcladeverdesparacamuflarseentreelfollaje,locualresultabaidealencasodequelavieracualquierdepredadorquepasasevolandoporencima.

CuandoOthello le pasó por la cola la gran piedra de cristal, Pria se lanzóhacia el cielo mucho más rápido de lo que Fletcher hubiera esperado. Habíatenidomuchasuertedeatraparla.

Al principio vieron una imagen clara del bosque y, después, Othellorefunfuñóylaimagenparpadeócontintesrojos,amarillosynaranjasmientraslaPiraustaplaneabaporencimadelosárboles,impulsadaporelviento.

—Puedeverelcalor—anuncióOthelloconorgullo—.Escomosisumentecambiara.Esperad,vamosaver...

Lapiedravolvióacambiar.Elbosque,sustituidoahoraporunaextrañamasadeformasnegrasyblancasondeantes,sevolvióespectral.

—Sonidos ymovimiento del aire, como aquel demoniomurciélago—dijoOthello.Arrugó el rostromientras tratabade recordar el nombre—. ¿Cómo sellamaba...?

Fletcher recordó los murciélagos gigantes y peludos que algunos brujosusabancomomonturasyseencogiódehombros.

—No importa. Sé rápido —dijo Fletcher—. Rara vez se aventuraría unaPiraustaasalirporencimadelrefugiodelosárboles.Silaven,puedelevantarsospechas.

Othello asintió y Pria estuvo enseguida rozando la línea de los árboles,volviendodevezencuando lavistaenbuscadedepredadores.Porencima, larojacordilleraseextendíaenelhorizonte,devorandoelcielogrisáceo.Fletcher

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sesorprendióbuscandounsolquesabíaquenoestaríaallí.Aúnnosabíancuáleralafuentedelaluzdeléter.

—¿Qué es eso? —murmuró Othello disminuyendo la velocidad de Priacuando se acercaba a la base de la montaña. Los árboles se interrumpían derepente donde empezaba la roca roja, como si el sedimento de óxido losrepeliera.Algomásarriba,parecíaarenisca,rugosaycubiertaconunafinacapadepolvo.AFletcherlerecordóalatierramuertadeléter.PeronofueesoloquelellamólaatenciónaOthello.

Habíaunagrietaenlaroca,tanestrechaquenolahabíanvistodesdelejos.Parecíacomosiunterremotohubiesepartidolaimpenetrablesierraporelcentroyhubiesedejadoundelgadosenderohaciaelcentrodelacordillera.ApenaseralosuficientementeanchocomoparaqueSheldonloatravesara,peroparecíamuyusado.Generacionesdepezuñas,garrasypieshabíandejadounclarorastrodesupasoenelsuelo.

—Tedijeque...—empezóadecirFletcher,pero,depronto,Othellolevantólamanoyabriólosojosconexpresióndepánico.

—Algoseacerca—susurró,comosiestuvieseallíconPria.LapantallaseiluminóconundestellorojocuandolaPiraustaselanzósobre

unarocacercana,lamásgrandeyaltadeunmontóndeescombrosesparcidosentornoa lagrieta en lasmontañas.Suvisióncambiódenuevoaesas imágenesextrañasyborrosasdelmundoydirigiósusojoshaciaelhorizonte,porencimade los árboles. Había ondas en el aire, como si hubiese en el cielo un granalboroto.

Suvisiónvolvióasernormalymostróalolejosunahordaenformadeuvede sombras negras, aún demasiado alejadas como para distinguirlas. Alprincipio,Fletchercreyóquesetratabadedemoniospájaro,quizáAlcaudones.Pero amedida que se acercaban, vio que eran demasiado grandes como paraserlo.

Guivernos.Fletcher contó sietedeellos—grandesbestias reptiles conalasarticuladasycabezascornudas—quesedirigíanhaciaelpuertodelamontaña.Eran tan grandes como tres caballos y aterrizaron con golpes sordos yestremecedores que hicieron que la roca y la imagen del cristal temblaran.Formaron surcos en el suelo cuando derraparon al detenerse, clavando en latierrasuszarpasganchudasysusalas.

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Othelloseestremecióalveralosjinetes:brujosorcosconresplandecientesyllamativos tocados de plumas y espirales de brillantes colores pintadas en elpechoylaspiernas.Cadaunoibaarmadoconuncarcajllenodejabalinasyunaporraplanadeguerra,conesquirlasdeobsidiana incrustadasen los lados,querecibíaelnombredemacana.

Otrosdemoniosaterrizaronentreellos,quedándosedetrásdelosGuivernos.EranAvispas,unoshíbridosentreabejayavispa,yEstirges,demoniosbúhodecuatropatasconplumasteñidasderojoyunosimponentespicos.Perohabíaotrodemonio que llamó la atención de Fletcher y que aún daba vueltas en lo altocomosi semostrase reacioaabandonar labúsqueda.EramáspequeñoqueunGuiverno,peroaFletcherseleencogióelcorazóncuandoaquellabestiaporfindescendió.Apareció como una figura grande en el cristal al aterrizar sobre larocaquesehallabasobrePria.LaPiraustasemantuvocompletamenteinmóvil.

—Mierda—murmuróCress.Era un Ahool: el nombre que Othello había tratado de recordar antes

aparecióderepenteenlamentedeFletcher.Separecíaaunmurciélagograndecon la musculatura, el pelaje y la gran boca de un gorila de lomo plateado.Resoplaba con un hocico parecido al de un cerdo ymovía nerviosamente laspuntiagudasorejas.Doscolmilloslesobresalíanaambosladosdelaboca:erantan afilados como agujas hipodérmicas, pero lo suficientemente largos comoparaensartaraunserhumanoporelpechoysobresalirporelotrolado.

Acontinuación,sujinetesebajódellomoconunsaltoyaterrizódecuclillassobreelsuelo.

Elorcoblanco.Khan.—Santocielo—susurróCress.Khanparecíaestargritandoysupielnacaradaresplandecíabajoelcielogris.

Sulargamelenarevoloteabaenelairemientrasélsemovíadeunladoaotroyordenaba a los brujos —con lo que Fletcher sabía que serían los guturalesladridosdelidiomadelosorcos—quebajarandesusmonturas.

Los brujos empezaron enseguida a merodear por el claro mientrasexaminabanelsuelojuntoalpuertodelamontaña.Losorcosnotardaronmuchotiempoenverquenohabíapisadas,aunquesíparecieronnerviososalobservarlasmarcasdepezuñasquehabíanquedadoporelsuelo.Elorcoblancodiounapalmadaalverlasy,acontinuación,ahuyentóalosotrosbrujosparaexaminarlas

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élmismo.RegresaronasusGuivernosylesdierondecomertrozosdecarnerojaquesacarondelascestasquellevabanatadasaloslomosdelosdemonios,

—Mirad...nosevan—dijoCressapuntandoalcristal.Los brujos no estabanmontando tiendas de campaña, sino que se estaban

refugiandobajolasalasdesusGuivernosyprendíanpequeñashoguerasconlossímbolos de conjuros de fuego que llevaban tatuados en los dedos. Khan seacercó a uno de ellos y se agachó sobre sus largas piernas para calentarse lasmanosconelfuego.

—¿Por qué ha venido Khan? —preguntó Sylva con un escalofrío,horrorizadaalveralaltoorcoblanco—.Hayunaguerraenmarchaennuestradimensiónyestádesperdiciandosutiempobuscándonosaquí.¡Notienesentido!

Khanno llevabamásqueunsimple taparrabos,un fuertecontrastecon lasplumasmulticoloresylallamativapinturacorporaldelrestodelosorcos.Teníauncuerpoenjutoymusculoso,yunalargamelenaqueparecíacasifemeninaencomparaciónconlamezclademoñosrecortados,cabezasafeitadasycoronillasenformadecuencodelosbrujos.

—¿Quéhago?—susurróOthelloalavezqueseñalabalaimagendelAhoolenelcristal.Estabadeguardiagirandolacabezadespacioaderechaeizquierda—.EncuantoPriasemuevalavaanotar.Malditasea,mesorprendequeaúnnolahayaolido.

—Los Ahooles no tienen buena vista—contestó Sylva—. Probablementepuedaolerlaperonoverdóndeestá.

—De todosmodos, la necesitamos allí—añadió Fletcher—. Si siguen ahíporlamañanapodríamosencontrarnosconellos.Priapuedevigilarlos.

—Sí—afirmóOthellosecándoseelsudordelafrente.El grupo se quedó sentado horrorizado y en silencio mientras el cielo

empezabaaoscurecerseylosdemoniosorcosmáspequeñosmontabanguardiaenloslímitesdelbosque,atentosacualquierpeligro.

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Por lamañana, los orcos habían desaparecido. Pria los viomarcharse con lasprimeras luces,volandoabajaalturaporelpuertodelamontaña.Elmomentohabíasidodelomásoportuno,puesSheldonllegóalaentradaunahoradespués.Unavezallí,elZaratánsedetuvoparapastarenel límitedelbosque,comosisupieraquehabríapocavegetacióndelaquealimentarseduranteeltrayectoqueteníanpordelante.

Elgruposaltóalsueloysedesperdigóparavigilarporsihubiesequedadoalgúndemonioorco.LascenizasdelashoguerasseguíancalientesaltactoylosexcrementosdelosGuivernoshabíandejadoenelaireunfuertehedorcáustico.

—Debende saberquevamosa irpor aquí—dijoFletchernegandocon lacabeza—.ElAhool debe de haber localizado nuestro olor. Tenemos suerte dequenoshayancreídomásrápidosdeloquesomos.Noshanadelantado.

—Si fuésemos caminando, seguiríamos aún por las ciénagas —añadióOthello, frotándose los ojosmedio adormilado—.Y si fuésemosmontados enotracosaquenofueseunZaratán,comounKirinounHipalectrión,estaríamosmuchomásadelantados.Debendepensarquevamosmontados,comoelCuerpodeDragones.

—Poresoestabantanemocionadosalverestashuellasdepezuñas—supusoSylva a la vez que se agachaba junto a las hendiduras que los brujos habíanestado examinando—. Por suerte para nosotros, unamanada salvaje de algúntipodedemonioshadebidodepasarporaquírecientemente.

—Sí—confirmóCress.EmpujóunmontóndeexcrementosdeGuivernoconuna rama—.Debendepensarquevamosmontadosendemoniosgrandesydenivelalto.Vamos,quenohabránenviadoprecisamenteaungrupodeestudiantesconexperienciadeunoodosañosalabocadellobo.

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Fletchersonrióantesusarcasmo,aunquepordentroestabaconfuso.Noeramaloque sus perseguidores sobreestimaran supoder pero, en algúnmomento,quizáselopensaranmejorydieranmarchaatrás.Yloqueeraaúnpeor,ahoraelequiposehabíaquedadosinlaproteccióndelosárboleseibaaestaratrapadoenelúnicocaminoqueexistíaenvarioskilómetrosalaredonda.Losdemoniosenmigración pasarían por ese puerto, desde manadas de Cánidos salvajes hastaMantícoras vagabundas en busca de apareamiento.Esono le gustaba, peronoteníanotraopción.Seestabanquedandosintiempo.

Como si Sheldon le leyera la mente, el Zaratán se tragó la pasta de lasúltimas hojas que había arrancado de los límites del bosque y empezó aadentrarse por el estrecho barranco sin hacer caso de los altos y escarpadosmurosdelasmontañasqueteníanaamboslados.ElgruposeapresuróasubirsealZaratán,conlospiescolgandoporencimadelsuelomientraselcaparazónseinclinabaaunoyotrolado.

EnseguidaestuvierontodosdenuevosobrelaespaldadeSheldon,conAlice,que ahora contaba también con Tosk entre el grupo de demonios que seacurrucaban sobre ella, como si encontraran consuelo en su comportamientocalmado. Ignatius incluso le llevaba los trozos de carne seca cuando todoscomíanypasabalamayorpartedeltiempoensuregazo.Ahoraqueyanoteníanhoguera,sutemperaturahabíavueltoalanormalidad.

ACressnoparecíaimportarlelanuevacompañíadesudemonioparadormir.PasabalamayorpartedesutiempodetrásdelcuellodeSheldon,rascándoledevezencuandoomanteniendoconversacionesunilaterales.Sehabíaencariñadomuchoconelmansogigantey,confrecuencia,lamentabaelhechodequefuesedeunniveldemasiadoaltocomoparahacerlosuyo.

Fletcher sonrió al cariñosomontón de demonios y besó a sumadre en lafrente. Mientras se dirigía a la parte delantera del caparazón, se preguntó siresultaríaextrañodemostraresaternurahaciaella.Peroaélleparecíanaturalycorrecto.

—Esellugarperfectoparaunaemboscada—observóSylvainterrumpiendolospensamientosdeFletcheralacercarseasulado.

Tenía razón. Se encontraban en un abismo serpenteante que seguía losestratosnaturalesde la roca, repletodecerradascurvasque les impedíanveramásdeunadocenademetrospordelante.Porencima,lasdeformacionesdelos

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muros del desfiladero creaban cornisas y hendiduras, ideales para que losGuivernoslosesperaranescondidos.

—Mandaremos a Pria para que vigile —dijo Fletcher—. Al menos, nosservirádeadvertencia.

Pria era el único demonio al que nadie asociaría con ellos, pues todos losdemáspodíanseridentificadosporlosNanauesolostrasgosalosquesehabíanenfrentadoenlapirámide.OthellolaacaricióconlagranpiedradecristalyselapasóaFletcher.Elenanosemostrabareacioaapartarsedeella.Habíapasadolaúltima hora haciendo experimentos con las transformaciones de Pria,sorprendidoporlavariedaddeformasquepodíacrearensucaparazón.

CuandoPriaseelevóporencimadeellos,aFletcherleparecióextrañoversereflejadoenelcristalylesorprendióelcambioensuaspecto.

Tenía la cara y la ropa cubiertos por unamezcla de barro, sangre y sudorseco.No se había lavado desde hacía varios días, limitándose a salpicarse unpocodeaguadeloscharcosputrefactosporlosquepasabaSheldon.Loquenoestabasucio,estabarasgadoporhaberseenganchadoconlasramaspuntiagudasde las junglasde losorcosyde losbosquesdeléter.Teníaelpelograsientoypegadoalafrente,comosiselohubiesemojadoenalquitrán.

Seechóelpelohaciaatrásy,después,sefrotódisimuladamentelasmejillashasta que Sylva lo miró, risueña. Ella había conseguidomantener un aspectoalgopresentable.Teníalacaralimpiayfresca,yllevabaelpelorecogidoenunacuidadatrenza.Inclusolaropalateníaencondicionesalgomejoresqueladeél.

—Venaquí—dijoellatirandodeFletcherparaquesesentaraconlaspiernascruzadasjuntoaella.Echóunpocodeaguaenuntrozodetelarazonablementelimpiaylefrotólacaraconél,asomandounpocolalenguaporlascomisurasdelos labiosmientras lomiraba—.¿Sabes?Notendremosmuchasopcionessinohayningúnvolcánalotroladodeestasmontañas—dijoenvozbaja.

—No creo que nos quede ninguna otra opción —respondió Fletcher, sinsaberbienadóndemirarmientrasellase inclinabahaciadelantepara limpiarlelasmejillas.

SehabíafijadoenquelapieldeSylva,normalmentepálidaysuave,estabaligeramentebronceadayespolvoreadadepecas,quehabíacogidoalgodecolortraslosdíasquehabíapasadoenlasjunglasdelosorcos.

—Tendremos que arriesgarnos a volar para buscar alguno—murmuró ella

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acercándosemásparaquelosdemásnolaoyeran—.Cogealgunospétalosparaelcamino.

—¿Yabandonaralosdemás?—preguntóFletcherhorrorizado.—Traeremos las flores de vuelta cuando encontremos un volcán —dijo

Sylvanegandoconlacabeza—.Esnuestraúnicaoportunidad.Yladeellos.Nosdividimosparasalirdecazaelotrodíacuandonecesitábamoscomida.Estoserásólounpocomásdetiempo.

—¿Cómo volveremos a encontrarnos?—preguntó Fletcher—. Esta vez noestaremosaunoscuantoscientosdemetrosdedistancia.

—Buscaremoselmodo—contestóSylvaconelceñofruncido.Fletchernegóconlacabeza.Noqueríadejarasumadre.Peroquizáfuerala

únicasalida.—Bueno,esperemosnotenerquellegaraeso—dijo.Mientrashablaba,sediocuentadequenolehabíahechocasoalcristalque

teníaenelregazoybajólamiradahaciaél.Loqueviohizoqueelestómagoselerevolviera.

—Chicos,tenéisqueveresto—anuncióconelcorazóndesbocado.Aldecirlo,supoqueyaerademasiadotarde.Sheldonacababadepasarpor

unacurvaenelcaminoylosmurosdelbarrancodesaparecieronparamostrarloquehabíavistoPriamomentosantes.

Un cañón. Un enorme y vacío espacio que ensanchaba el barranco y,después, se volvía a estrechar a lo lejos, al otro lado. Pero no fue eso lo quehabíaalarmadoaFletcher.

Unos huesos gigantes se amontonaban por encima, esparcidos como lospilares ruinososdeun temploolvidado.Erangruesosyaltos,como troncosdeárboles, cada uno de ellos de un deslumbrante color blanquecino tras años deexposiciónalaluz.

—¿Quéesestelugar?—susurróSylvaconlacabezainclinadaalpasarbajounacajatorácica.Loshuesossecurvabanalrededordeelloscomopalosdeunafragatahundida,proyectandobarrasdesombrassobreelgrupo.

Más adelante, se toparon con un malicioso cráneo al que le faltaba lamandíbula inferior, demodo que los afilados dientes estaban enterrados en laarena.EratananchoyaltocomotodoelcuerpodeSheldonylascuencasdelosojos eran lo suficientemente grandes como para que Lysander pudiera pasar

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volando por ellas sin tocar los lados. Había otros cráneos esparcidos por elcamino, lo cual demostraba que en aquel enorme barranco habían muertomontonesdedemonios.

—Escomouncementeriodeelefantes—dijoOthello.Se inclinóhacia fueray lediounapatadaaunode loshuesos:elsonidoa

huecoresonóportodoelcañón.—Estonosonelefantes—locorrigióCress.Ydehecho,noloeran.Esosdemonioseranmuchomásgrandesentamaño

que loselefantes.Fletchernopodía imaginarcómohabían llegadoaese lugar,puesapenashabríanpodidocaberporelbarranco.Pria,queaúnseguíavolandosobre sus cabezas, había llegado ya al otro lado del abismo y Fletcher vio larespuesta a su pregunta. El sendero era por allí mucho más ancho, losuficientementegrandecomoparaqueunaflotadebarcosloatravesara.

—Ennuestrasclasesdedemonologíanosedescribíanadaasídegrande—dijoSylva,horrorizadatodavíaporeltamañodeaquellosenormesesqueletos.

—Yosé loquepodrían ser—intervinoOthello, vacilante—.Hay leyendassobre criaturas de este tamaño, pero nunca nadie confirmó haberlos visto.Algunos dicen que se extinguieron. Leí sobre ellos en un viejo libro de labiblioteca,cuandoestudiábamosparalosexámenesdelañopasado.

Miróconmásatenciónelcráneocuandopasaronporsulado.—Losdientessoncomodeherbívoro,planosyconsurcos—dijopensando

envozalta—.Miradlastibias.Porsutamaño,seríanlosuficientementegrandescomo para pastar en las copas de los árboles. Son los comedores de árboles.Bégimos.

—Seanloquesean,estodamiedo—añadióCressconunescalofríoantesdeir a sentarse junto a Alice, que parecía absolutamente impertérrita ante aquelmacabrocementerio.

Pasaron la siguiente media hora inquietos, pero aquella tierra estaba tanmuertaeinertecomoloshuesosquelosrodeaban.Aunasí,fueunaliviosalirdeaquelsilenciosoosarioyentrarenelanchobarrancodelotrolado.

Sheldonhabíaaceleradoelpaso,comosiestuvieseansiosopor llegara lospiesdelasmontañas.Estaríadeshidratado,puesaunquelosdemáspodíanbeberdesusbotellas,laúltimavezqueélhabíabebidoalgohabíasidoenuncharcodeaguaestancadaenelbosque,esamañana.Además,eltiempohabíacambiado:el

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cielosehabíavueltomásluminosoyhacíamáscaloracadaminutoquepasaba.El caparazón se balanceaba por debajo de ellos y los riscos a cada lado

estabanahorademasiadoapartados comoparaprotegerlosdel fuerte calorquecaía del centelleante cielo. Enseguida guardaron silencio, agachados y juntosbajolapieldelCatoblepasparabeneficiarsedesuescasasombra.Parecíaquelasdistintaspartesdeléter teníanclimascompletamentedistintos,apesardeestartansóloaunoskilómetrosdedistancia.

Entonces,cuandoPriasalióvolandodelanchopuertodemontaña,lovieron,brillandocomounespejo,ondeandoyarremolinándoseenlapiedradecristal.

Eraunalaguna,variasleguasdeaguaazulcelesterodeadasdearenalimpiayblanca y de rocosos acantilados llenos de vegetación. Verdes junglas labordeabanyunserpenteanteríoseextendíaasuizquierdaendirecciónallejanoocéano,corriendojuntoalacordillerahastaquesefundíaenlasapartadasaguas.A la derecha, unas cataratas caían desde los afloramientos de roca negra,alimentandolostranquiloslagosquelasrodeaban.

MientrasSheldonavanzabaconrapidezendirecciónalagua,elaireempezóa volverse húmedo, tanto que el pelo suelto y rojo de Cress comenzó aencresparseantelosojosdeFletcher.Sheldonemitióungemidodefelicidadyelcaparazón rebotó mientras él avanzaba y las paredes de la montaña ibandesapareciendoacadalado.

—Creo que hemos llegado a su destino —dijo Cress con tono alegremientrassalíadelasombraqueproyectabalapielysearrastrabahastalapartedelanteradelcaparazón.

Le acarició alegremente el cuello al Zaratán y, después, soltó una fuertecarcajadacuandoélsezambullóenelaguaylamojó.ElZaratánsequedóallí,conlacabezasumergidabajolasuperficie.Elcuelloselemovíaaltragar.

Cressmetiólapalmadelamanoyselallevóaloslabios.—¡Esdulce!Podemosbeberla.Fletchernonecesitóqueselorepitieran.Saliócorriendoysaltóalagua,pues

estabatanlimpiaquepodíaverelfondo.Sintióungolpedefrío,peroenseguidael líquido fresco le sentó de maravilla a su piel, lavando su capa grasienta ydejandoqueelpeloflotaraingrávido.

ElaguasemovióasuladocuandoSylvasezambullójuntoaél,comounamancha de ropa blanca y burbujas en el agua. Se había dejado la camiseta

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interiorylasenaguasquelellegabanhastalasrodillasyquellevabadebajodelospantalones.

Fletchersaliópararespirary,enesemomento,lasonrienteelfinalesalpicóagua.

—¡Parecesunaratamojada!—seburlóella,salpicándolodenuevo.Alotroladodelcaparazón,CressyOthellosehabíanmetidoenelagua.No

losveía,pero seoían susgritosde felicidad.Fletcher sabíaquedeberíanestaroteando el horizonte en busca de un volcán pero, en ese momento, no leimportaba.Podíaesperar.LoúnicoqueveíaeranloscentelleantesojosazulesdeSylva.Élleechótambiénaguaalacaraylaexpresióndeincredulidadquevioensurostroloobligóasoltarunafuertecarcajada.

—Vale.Tevasaenterar—dijoSylvaconfingidarabia.Le hundió la cabeza a Fletcher en el agua y vio que él tiraba de sus pies,

arrastrándolabajoelaguaconél.Mantuvieronuna lucha,pechocontrapecho,conlosesbeltosbrazosdeellarodeandolosdeélmientrascompetían.AFletcherse le desbocó el corazón cuando cayeron sobre la suave arena del lecho de lalaguna,hastaquelanecesidaddeoxígenolosdevolvióalasuperficie.

Salieron del agua y se separaron, conteniendo la respiración mientrascontemplabandenuevoelesplendordeloquelosrodeaba.Elcielobrillabatantoqueelaguaresplandecíacomounpuñadodediamantes.Porunbrevemomento,lostemoresdelosdíaspasadosparecíaninsignificantesantetantabelleza.

Fletcher volvió a salpicar agua aSylva con fuerza y, a continuación, nadóhasta una borboteante cascada en la roca oscura que tenía cerca. Durante unmomento, se deleitó con el tamborileo del agua sobre su cansada espalda.Entonces,Sylvalometióenlacuevaquehabíadebajodelacornisapordondecaíaelagua.

Él se dejó caer sobre la roca plana, suave y redondeada por la erosión elagua.Ellasesubióasupechoyleinmovilizólosbrazoshaciaatrásmientraselaguacaíapordetrásdeellacomounmuroquelosseparabadelrestodelmundo,como una cortina brillante y ondulada que resonaba en el interior de aquellacueva oscura. El único sonido era la fuerza del agua y el anillo de gotas quecaíandelasestalactitasamedioformareneltecho.

Ellalomiróconexpresióntriunfantey,después,cuandoFletcherempezóaintentar quitársela de encima, Sylva se inclinó... y el espacio se oscureció.

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Othelloaparecióentrelacatarata,sacudiendolacabezacomounperromojado.—Sheldonemprendeelcamino—anunciómientraselaguaquechorreabade

sulargopeloydesubarbacaíasobreSylvayFletcher.Laelfinaseincorporó.Y,sinmás,aquelmomentohabíallegadoasufin.

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13

Era ya de noche y se habían sentado, tristes, en el centro del caparazón,envueltos en la piel delCatoblepas. Seguían con la ropamojada tras el baño,pueslaluzdeldíanohabíaduradolosuficienteparaquesesecara.LosúnicossonidoseranlassuaveszambullidasdeSheldonalnadarporlalaguna.Supasoera lento y relajado, sin ninguna dirección clara. Parecía como si estuvieseesperandoaalgo.

Sinseñalalgunadevolcanes,losánimoshabíandecaído,aunqueestuviesenlimpiosdenuevo. Inclusosumadre tenía lacara limpia.Cress lahabía lavadodiscretamentebajolatenueluzdelatardecermientraslosdemásinspeccionabanlosalrededores.

Enladistancia,pordelantedeellos,lasjunglasmermabanparaconvertirseen arena roja,mostrando la tierramuerta, un páramo desierto de arena rojiza.Más allá, la tierra se volvía oscura por encima del horizonte curvado, dondeterminabaeldiscoqueformabaeléteryempezabaelAbismo.

—VoyairmeconLysander—anuncióSylvarompiendolacalma—.Sivuelolosuficientementelejosquizápuedaverlacolumnadehumodealgúnvolcán.

Salió de debajo de la piel y se puso de pie, a la vez que se desperezaba.Lysanderlevantólavistaaloírsunombreysoltóungraznidodetristeza.HabíapercibidolasintencionesdeSylvaynoqueríaabandonaralgrupo.

—¿Qué?¿Ahora?—preguntóCress,alarmadaantelarepentinadecisión—.¿Enestemismomomento?

—Sabemos que los orcos no viajan de noche. Es el mejor momento paramoverse.Meesconderébajolalíneadelosárbolescuandodespunteeldía.

—¿Cómovasaorientarteenlaoscuridad?—preguntóOthello—.LosGrifostienenmala visión nocturna.No vas a poder encontrarlo nunca y,menos aún,

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volverconnosotros.—Fletcher...—Sylvahizounapausa,comosinoestuvieseyatansegura—.

Fletchervaavenirconmigo.Lysanderpuede llevarnosa losdosyusaremosaAthenaparaverenlaoscuridad.Suvisiónnocturnaesmejorqueladelosdemásdemonios,inclusoqueladetuPirausta.

—Os encontraremos siguiendo la cadenamontañosa hasta que volvamos aver la laguna —añadió Fletcher—. Sheldon no va a marcharse muy pronto.Parecequeestáesperandoalgo.

Mientras los demás rumiaban sus palabras, Fletcher no pudo evitarpreguntarseporquéhabíavaciladoSylva.Seguramentenoqueríairsesola.

¿Eraporloquehabíapasadoenlacatarata?¿Omásbienporloquenohabíapasado?Fletchersintióunapunzadaderemordimientoenelpecho.

Cualquieraquefueseelmotivo,ellayaestabacogiendosuracióndepétalosde sus menguantes provisiones, dividiéndola en montones iguales de cincopétalos. Fletchermetió en sumochila unos puñados de carne seca y volvió allenarsubotellaconaguadellago.

Trascogersuespada,suarcoysuspistolas,diounfuerteabrazoasumadrey deseó que ella lo rodeara también con aquellos brazos sin fuerzas que lecolgabanaambosladosdelcuerpo.

—Tellevaremosacasa,mamá—susurró,dándoleunbesoenlafrente.Un incómodo apretón demanos conOthello se convirtió en un abrazo de

oso. Cress lo besó en ambas mejillas y Fletcher notó que ella tenía la caramojadapor las lágrimas.Fue tododemasiado rápido, una decisión tomada sinprevioaviso.Seestabanquedandosintiempo.

PasóporAthenaelcristalyselopegóalojo.Deinmediato,suvisiónsetiñóde púrpura mientras el Grifuelo se le subía al hombro. Tras un momento devacilación,FletcherdirigiólapalmadelamanohaciaIgnatiusylaSalamandradesaparecióenellaconundestellodeluzblanca.

A continuación, Fletcher semontó en el costado deLysander y, cuando elGrifoempezóamoveryflexionarlamusculatura,elmuchachonotódeslizarsebajolosmuslossuespaldarugosaysupelaje.

—Pétalos,agua,comida,armas—murmuróSylva.Pasólosdedosporelarcoylafalcequellevabaenvainadosenlaespalda.El

mangodelaespadabloqueabalavistadeFletcher,asíqueAthenasaltóalregazo

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de Sylva y se estremeció de dolor cuando su ala entablillada chocó contra elhombrodelaelfina.Suvisióneraclaraenelcristal teñidoderosa,comosielmundoestuvieseiluminadoporunadocenadelunas.

—Volveremos—dijo Sylva, aunque habló tan bajito que Fletcher no supomuybiensihablabaconsigomisma.

Acontinuación,cuandoOthellosedisponíaahablar,Lysanderdiounsalto.Laspalabrasdel enano seperdieron cuando salierondisparadoshacia el cielo,ascendiendocongrandesembestidasdesuspoderosasalas.

Fletcher rodeaba con ambasmanos la cintura de Sylva, pero no servía demuchoparasujetarlo.Aella lecostabamantenerelequilibrio tantocomoaél.FletcherseinclinabaaderechaeizquierdaconcadaaleteoylosmúsculosdelapiernaledolíandesujetarsecontantafuerzaalcostadodeLysander.CuandoelGrifoempezóaplanearenelvientoporencimadelajungla,Fletcherrecuperóporfinelaliento.

Pordebajo, la lagunasehabíareducidoal tamañodeunamonedadeplata;unadelgadalíneaseñalabaelcursodelríoquesedirigíaaloeste,haciaelvastoocéano.Lacordillera,detrásdeellos,sedoblabaenuncuartodecírculo;alsurseveíaunamanchaoscuraquemarcabaellugardondeempezabanlasciénagas.Fletchersabíaqueelterritoriodelosorcosseencontrabaenalgúnlugarmásalláy que probablemente habría una fuente de flores Euryales allí. Aunque losGuivernos ya los habían adelantado, no le parecía bien retroceder tanto paraentrarenunterritoriodondeotrosbrujospodíanestartodavíabuscándolos.

—Nos dirigimos al este—dijo Sylva con la voz apenas audible entre lasrachasdeviento.

Así, Lysander giró inclinando las alas, en un viraje que les revolvió elestómago.Prontoestuvieronsiguiendoelirregulararcodelasierrayelmundose desplegaba por debajo de ellos como una alfombra rugosa de copas deárboles.

Fletcherexaminóelhorizonte,desesperadoporvera lo lejos lacumbrederoca.Inclusoobservólacordilleraconlavagaesperanzadequeaparecieraunacolumna de humo. Pero siguieron volando hacia el interior de la noche y lacordillerasefuecurvandodetrásdeelloshastaquedesaparecióenladistancia.Por debajo, las junglas parecían infinitas, interrumpidas solamente por eldesierto de arena roja de la tierra muerta, a la izquierda, y el Abismo que

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acechabamásallá.Fletcherseestremecióalverlaoscuridadsinfinalolejosyseacordódelas

atormentadascriaturascontentáculosqueallímerodeaban.LosCetáneos.—¿Ves algo? —gritó Sylva, cuyas palabras azotaron los hombros de

Fletcher.Nada.Nadaapartedelcieloiluminadoycontinuoqueteníanjustoencima.Él

lerespondiógritándolealoídoyentreoyóelgruñidodefrustracióndeella.Siguieronadelante;Lysanderseibaelevandocadavezmásenunintentopor

veraúnmáslejos.Latemperaturacayóhastaqueelairesehumedecióconcadaalientoyseconvirtióenresoplidosblancosqueelvientohacíadesaparecer.Aunasí, siguieron volando, temblando juntos mientras examinaban el paisaje.Fletcher echódemenos el reloj debolsillodeCress.Sólopor la luzdel cielosabíancuántotiempollevabanbuscando.¿Doshoras?¿Tres?

Sylva continuó hasta que los últimos vestigios del cielo oscuro seconvirtieroneneldulceresplandordelamanecer.Entonces,porfin,empezaronadescenderenespiralhaciaelcalorhúmedodelasjunglas.

—Allí—señalóFletchercuandolosperspicazmiradadeAthenasecentróenunhuecoentreelfollaje.Lomásacertadoparecíaelegirunclarodondetendríanmás visión en caso de que hubiese depredadores cerca cuando aterrizaran.Noerararoquealoscazadoresselestendieraunaemboscadaentrelamaleza.

Pero,amedidaqueelairecaliente los invadíaysudestinoseaproximaba,Fletchervioundestelloblancoenelclaroalquesedirigían.Piedrablancaquebrillabaconlaluzdelamañana.

—¿Qué demonios es eso?—preguntó Sylva mientras Lysander descendíahaciaallí.Aterrizóarañandoelsueloconlasgarrasyresbalandosobreunsuavemármol.

Fletchercayóalsueloconunfuertegolpesordoylarocaplanalehizodañoenlasrodillas.Consiguióponersedepieymiróasualrededor.

Unascolumnasdepiedraclaraselevantabanparasosteneruntechoqueyano existía, convertido en montones de escombros sobre el agrietado suelo demármol. Unas estatuas rotas, desgastadas por años de descuido, estabandispuestasenformademedialunaanteellos.Lasenredaderascaíanencascadaporlosbordesdelajungla,enredándoseenlascolumnasylasparedesenruinasen un intento de trepar hacia la escasa luz que se filtraba por el destrozado

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tejado.Habíaunosgrandessímbolosgrabadosenunarcoquesecurvabaentredospilares,peronoseparecíananadaqueélhubiesevistoantes.

—¿Quiénconstruyóestelugar?—susurróSylva—.Losorcosnohanpodidohacerlo,¿verdad?

Su voz resonó a su alrededor. Había un silencio sepulcral y las paredesparecíanobstruirelruidodelajungla.Parecíaunlugarsagradoconstruidoparadiosesantiguos.

Al sentirse vulnerable, Fletcher invocó a Ignatius. La luz violeta destellómisteriosaeneltemplopocoiluminadoylaSalamandraaparecióenelsuelo.

Siemprecurioso,Ignatiussalióacorretearpordelantedeélparaexplorarellugar.Fletcherlosiguióhastaqueseacercaronalafiladeestatuasqueestabandistribuidas en forma de media luna. La luz se filtraba por el follaje y lasiluminabacomosifueseuntragaluznatural.

Habíadiezestatuascolocadassobrepedestales.Cadaunadedistintotamañoy forma. Fletcher se acercó a las cinco de la izquierda. La parte superior delcuerpo de todas ellas era humana: dos mujeres y tres hombres. En lugar depiernas,elprimerhombreteníalaaletadeunpez,conescamasypúasgrabadasen la piedra. Lamujer de al lado era parecida, pero con las aletas y la parteinferiordelcuerpodeuna foca.Eranhermosasa lavistaycadauna teníaunacoronadeconchasenlacabeza.

Después, había una mujer con una hendidura en las fosas nasales y laspiernascomolacoladeunaserpientequesecurvabaalrededordesupedestal.Llevabaunacoronaconlaformadeunaserpienteenroscaday,pordebajo,unamelena lustrosa y espesa. Su mirada penetrante hizo que Fletcher sintiera unescalofríoypasaraalasiguiente.

Eraunhombreconcuernosdecabraquelesobresalíandelacabeza,piesenformadepezuñaypataspeludas,plegadasdeunaformaextraña.Asulado,unvarón de pelo largo con la mitad inferior de caballo y un torso humano quesobresalíaporencimadelaspatasdelanterasdelanimal.Losdosteníancoronasderamasespinosas.

—¿Son...demonios?—susurróFletcher.Habíaunagranestatuajuntoaotradiminutaenelcentro.Laprimeraerala

enormeycorpulentafiguradeungiganteconunrostrodeformeparecidoaldeunogro.Lehabíanarrancadounbrazo,queestabaenelsuelocomountroncode

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árbol caído. A su lado, una mujer muy pequeña se levantaba orgullosa en elpedestalconlasfaccionesdiminutasylasalasdeunamariposa.

—Yo sé lo que son —susurró Sylva apuntando a la fila de estatuas queFletcher había examinado—. Un tritón, una sirena, una lamia, un sátiro y uncentauro.

—Yesossonungiganteyunhada—añadióFletchermientrasseñalabaconlacabezaa lasdosdelcentro,aunquenuncahabíaoídohablarde lascriaturasmencionadasporSylva.Lasdosqueconocíaerande lashistorias infantilesdeBerdon.¿Quéhacíanallí,enlasprofundidadesdeléter?

—Pertenecenalaculturademipueblo.Mimadremehablabadeellos,perosesuponíaquenoeranreales—dijoSylvaconlosojosabiertoscomoplatosporlasorpresa—.¿Sabesloqueeseso?

Apuntóhaciaungranhumanoidetanaltocomounorco.Parecíaungoriladepelo largo que podía erguir el cuerpo y adoptar la postura de un hombre.Losojosdeaquellacriaturaeranamablesynollevabacorona.

—No... pero eso... eso es un ángel, ¿no? —contestó Fletcher al ver unaestatuaenelpenúltimopedestal.

Eraunhombre,peroéste llevabaunafaldayunacoraza.Sucoronaestabatachonadaconloquepodríanhabersidojoyas.Peroloquellamabalaatencióneranlasenormesalasquesalíandesuespalda,formadasporlargasyelegantesplumascomolasdeuncisne.

—Sondelahistoriadelacreacióndelaquehablatureligión—apuntóSylvamirandoaFletcher.

—Yanadieseacuerdadeesascosas—dijoél.Enrealidad,lareligióndeHominumerapocomásqueunasombradeloque

había sidoy susviejashistoriashabíandesaparecidode lamemoriaparadejarunavagaideadelcieloyel infierno.Lossacerdotespredicabanylosancianosacudían a sus congregaciones, pero la complejidad de los pecados y loscompromisos que exponían aquellos santones escapaban a la comprensión deFletcher.

En el último pedestal apenas quedaba nada. Había desaparecido todo,excepto los trozos deformes de lo que debían de haber sido dos pies. Algo oalguien había destrozado la estatua y los fragmentos que yacían en el suelohabíansidorotosasuvezhastaquedarconvertidosengravilla.

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—Sialgunavezregresamosacasa,apuestoaquemadameFairhavenquerráenterarsedeesto—dijoFletcher,acordándosedelaamablebibliotecaria.

—Yocreoque todos lo querrían—contestóSylva a la vez quepasaba losdedosporlaestatuadelhada.Aunqueelvientoylalluvialahabíanerosionado,aúnseguíanviéndosesusdiminutosdedos.Eramuypequeña,apenasmásgrandequeunamano.

—Propongo que descansemos aquí—sugirió Fletcher señalando un rincóndel templo, donde aún seguían en pie un trozo de tejado y las dos paredes.Graciasa lasombraqueproyectaban,allí la luzeramás tenue—.Nocreoqueningúndemoniovayaa refugiarseeneste lugar.Nohayrestosnihuesosenelsuelo.Seráunsitioseguro.

—¿Creesqueexistieron?—preguntóellamirándolos.—Puedeser.Peroestelugarnosehatocadoencientosdeaños,puedeque

miles —respondió Fletcher pensando en voz alta—. Quienesquiera queconstruyeranestelugar,desaparecieronhacemuchotiempo.

Seacercaron juntosal rincónyseacomodaronutilizando lamochilacomoalmohadaimprovisadaalavezquesetapabanconlaschaquetascomosifuesenmantas. Lysander se acurrucó a sus pies, envolviéndolos con su gran cuerpo.Athenasequedócomocentinela,puesledolíademasiadoelalarotacomoparadormir.

Porunmomento,FletcherpensóqueIgnatiusintentaríaenroscarsucuerpo,ahoramás grande, en torno a su cuello, pero el demonio se metió entre él ySylva, lo cual molestó a Fletcher más de lo que estaba dispuesto a admitir.QueríaestarpegadoaSylva,aunqueellanofuesetancálidacomoaqueldiablilloqueestabacreciendo.

EltemploestabatranquiloyensilencioyFletchersealegrabadepoderirseadormirsinlosextrañosruidosyelululardelosdemoniossalvajesdelajungla,aunquefueseenplenodía.

Pasaronlosminutos.Estuvierontumbadosenuncómodosilencio,calentitosyfelices.O,almenos,enloqueaFletcherleparecíauncómodosilencio.Sylvaseaclarólagarganta.

—Fletcher. ¿Sabes? En cuanto a lo de ayer... —balbuceó y, después, seinterrumpiócontorpeza.

—¿Sí?—murmuróFletcher.Estabamediodormido,perocuandorecordóel

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momentoenquehabíanestadoenlacatarata,sedespertórápidamente.Sylvapareciópensativaunmomentoy,después,volvióahablar:—Enmicultura...cuandoun...siunaltoelfoyunelfodelbosquesecasan,

sonexpulsados.Sonrepudiadosporsupuebloeinclusoporsupropiafamilia.Seles pide que vivan en el Gran Bosque. Y se les ordena que se marchen. —Hablabaaborbotones,comosilecostaraexpresaraquellaspalabras.

—Vale—contestóFletcher.—Nolesgustaquesemezclenlascastas—continuóSylva.Fletchernotólavergüenzaquehabíaensuvoz.—Son como Jeffrey —dijo Fletcher—. Él tampoco quería que hubiese

mezclas.Por el rabillo del ojo vio unamueca en el rostro de Sylva al escuchar el

nombredeaqueltraidor.—Sí,comoJeffrey—repitióellaenvozbaja.—¿Porquémecuentasesto?—preguntóFletcher.Silencio.—Nolesgustaquesemezclen...—murmuró.Dejó la frase sin acabar.Al entenderlo todo sintió cómounapiedra fría se

asentabaensuestómago.—Esque...nopuedo—susurróSylvaenvoztanbajaqueFletchernosupo

muybiensiellaqueríaquelooyera.Estarconélpodríadestrozarla.Esoeraloqueellaleestabadiciendo.Sylva se giró para que él no pudiera verle la cara. Fletcher se sentíamuy

estúpido.—Creíaqueeracontraesomismocontraloqueestábamosluchando—dijo

sinpoderevitaruntonoamargoenlavoz.Sylva no contestó. Le resultaba demasiado doloroso hablar de aquello. Él

quiso fingirqueella simplemente lehabíacontadocosas sobre sucultura,queeso no quería decir lo que sabía que quería decir. Pero las palabras que nopronuncióparecíantenermásfuerzaquelasquesíhabíapronunciado.

ApretóaIgnatiusentresusbrazosydejóunhuecoentreélySylva.Tardómuchoratoenquedarsedormido.

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Lanochecayóy,mientrasvolabanhacia lososcuroscielos, el fríoyelvientollegaron como una bendición. Tenían una excusa para no hablar. Ahora leresultabaincómodoagarrarsealacinturadeSylva.Nolegustaba.Sentíatantorechazoquecasipasóporaltoelhumo.

Unlejanohilodehumonegroaparecióen lapartesuperiorde lapiedradecristal.Loqueseveíadebajo...¿eraelcontornosombríodeunamontaña?Hablóporprimeravezenvariashoras.

—Miradallí—dijoapuntando.SabíaqueSylvanopodíaverlo,peroelestómago lediounvuelcocuando

Lysandercorrigiósutrayectoria.Losminutospasabanmientrasseguíanvolando,con la mirada fija en la oscuridad. Los primeros atisbos de luz en el cieloindicabanqueseacercabaelamanecer.Lesquedabapocotiempo.

—Dios mío—susurró Fletcher, mientras la esperanza lo invadía como sifueraunadroga—.Creoquelohemosconseguido.

El hilo se había convertido en una columna de humo negro que seensanchabaalelevarsecomounasetagrisy seperdíaenelcielodeléter.Pordebajo,habíaunúnicopicoque se elevabadel suelo comounagranpirámidecubiertaporunacapadebosqueverdeyoscurosuelovolcánico.Elresplandornaranja de la cima se hizo visible a medida que se acercaban, pues la lavafundida iluminabaunaenormecaldera.El lagode lavaera tangrandecomoelatriodeVocansylahondonadadetierraenlaqueseencontrabaeratodavíadosvecesmayor.

CuandoLysandersedirigióalbordedelcráter,elcalorlosgolpeócomounaola. A Fletcher se le rizó el vello de los antebrazos al aterrizar y, entonces...¡bum!Fletchergirólacabezajustoenelmomentoenquesalíaunallamaradadel

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volcán,cuyafuerzaledioenplenacara.En tornoalbordedelvolcán,habíauna franjade suelohumeante llenode

piedrascuyasuperficieeracomolacerafundida.Tancalienteestabaqueapenaspodíanapoyarlasbotas.Elestanquedelava,deuntonorojoanaranjado,hervíay burbujeaba, arrojando gotas de piedra fundida que chisporroteaban al caersobrelatierra.ElsuelosobreelqueseencontrabanseinclinabahaciaaquellagomortalyenlamentedeFletcherseabriópasoeltemorirracionaldequeestabansiendoabsorbidoshaciaelinteriordeaquelnúcleoincandescente.

—¿Cómopuedecrecernadaenunlugarasí?—preguntóSylvaelevandolavozparaqueFlectherpudieraoírlaporencimadelfragordelalava.

—Tenemosquesepararnos—dijoFletcherinvocandoaIgnatius.Sabíaqueeraarriesgadodespuésdeloquehabíapasadolaúltimavezqueel

pequeñodemoniohabíaestadocercadelalava.Aun así, la Salamandra era perfecta para aquella exploración, pues le

resultaría fácil acercarse a las zonas más calientes a las que ellos no podíanllegar. Supuso que, llegado el momento, podría volver a sacar al demonioutilizandounlazocinético,comohabíahecholaúltimavez.

Las garras de Lysander no podían aguantar la temperatura del suelo.Tampoco las deAthena.Así pues, los dos demonios se colocaron en el bordeparadisfrutardeunmerecidorespiro.ElGrifoapenaspodíatenerseenpie:laspenosasnochesde largosvuelosy sueño intermitentehicieronque se tumbarasobreelsuelomásfríoconlosojoscerradosporelagotamiento.

Ignatius se adelantó aFletcher cuando ésteySylva se separaron.Mientrasbuscabanlasesquivasflores,seveíanobligadosarodearelbordedelacalderayescudarse tras las rocas, corriendodeuna a otra para protegerse del calor queirradiaba.Noveíanmásquetierrayermayhumeante.

Fletcherempezóadesesperarsemientrasexaminabaconatenciónlacalderadel volcán. Nada. Sólo tierra, rocas y fuego. Iban a morir en aquel mundo,asfixiadosporaquelairevenenosocuandolospulmonesselesparalizaranenelpechoydejarandefuncionar.

Sylva debió de gritar, pero el tumulto de la lava impidió que él se dieracuentahastaquelevantólosojosylaviohaciéndoleseñasconlasmanosdesdeel otro lado del estanque de lava. Tardó cinco minutos en dar la vuelta,mascullandoentredientesporeldolorcadavezquerecorríaelespacioentreuna

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rocayotraparaprotegersetrasellas.Se desanimó cuando vio lo que Sylva había encontrado: la imagen estaba

algoborrosa,pueselintensocalorlehabíaresecadolosojos.Loúnicoqueellahabíahalladoeranunoscuantostallosrotosquehabíancrecidoalabrigodeunarocagrande.Loscapulloshabíansidoarrancados.Quedabanalgunosfragmentode pétalos amarillos por acá y por allá, destrozados y poco sustanciosos, perosuficientes como para confirmar que se trataba de las plantas que estabanbuscando.

—He intentado curarlos —gritó Sylva con el rostro afligido—. No hafuncionado.

—Puede que haya más por aquí cerca —contestó Fletcher mirando a sualrededorcondesesperación.

IgnatiusseacercabahaciaellosdesdeelotroladotrashaberinspeccionadolazonaqueélySylvanohabíanpodidover.EldemoniodiounpequeñoladridoyFletcher notó su frustración. Tampoco había nada por allí. Cayó de rodillas ycerrólosojosconfuerza.Habíanestadotancerca.

—Creía que el diario de Jeffrey nos iba a salvar—gruñó Sylva, con vozapenasaudible,porencimadelrugidodelvolcán—.Paraloúnicoquehaservidoesparamalgastarelpocotiempoquenosquedaba.

Recogió el resto de fragmentos amarillos y se los colocó en la manoformandounúnicopétalo intacto.Acontinuación, se los llevóa labocay losmasticódespacio.

—SíqueesEuryale—dijo,sacudiendolacabezaenungestodedecepción—.Valeparacincohoras.

Suvozapenaspodíaoírseporencimadelruidodelvolcán,peroFletchernolaestabaescuchando.Jeffrey...sunombrelehabíatraídounrecuerdo.Dealgunaforma perversa, aquel traidor los había ayudado a llegar hasta allí.Ahora, sinquererlo,losvolveríaaayudar,conelconjuroqueleshabíaenseñadoelprimerdíaenlasjunglasdelosorcos:elconjurodelcrecimiento.

—Espera.—Fletcher levantó lamanomanchada de tierra y la agitó en elaire.

Pocoapoco,fueapareciendounsímboloconlaformadeunahojaovalada.Delalíneaquelabiseccionabaporelcentro,partíaunamembranadepequeñasvenas.Fletcherlafijóylaapuntóhaciaeltrozodetierradondeestabanlostallos

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marchitados.—Esperoquefuncione—deseó,alavezquellenabasucuerpodemana.Una corriente de luz teñida de verde fluyó desde su mano formando una

línearectahacialostallosrotos.Sumanasaliódeélmásrápidoquenunca,peroelefectofuecasiinstantáneo.Lostallosflorecieron:unospétalosgruesosycontexturadecerasedesplegaronyretorcieronhastaformaruncapulloenformadecaracola.

—¡Fletcher, eres un genio!—exclamó Sylva envolviéndolo con un fuerteabrazo. Por un momento, se olvidó de todo y se quedó aferrada a él. Fue elvacilanteabrazoqueledevolvióFletcherloquelaobligóasepararse.

Avergonzada, apartó la vista de él y arrancóun capullo de su tallo.Al serarrancados de su base, los pétalos se separaron y formaron unmontón en sumano.Habíaunadocena.Trasverqueteníanunasveinteflores,Fletchercalculóqueeranbastantespara...

—Diezdías—dijopensandoenvozalta—.Noessuficiente.—No,Fletcher.¿Noloentiendes?—preguntóSylvaconunagransonrisa.Ellayahabíaquitadolamayoríadelasflores,rellenándolasensusbolsillos.

Fletcherseunió,desconcertado.Yahabíacogidolamayoríadelasfloresylashabíaguardadoenlamochila

de Fletcher. Esta vez, ella misma grabó en el aire el conjuro del crecimientoseñalandoalasplantasqueacababandedesflorar.Fletchercayóenlacuentaenelmomentoenqueotrodestelloverdelashizoflorecerdenuevo.

—Veintedías.—Sylvaguiñóunojo,inclinándoseparavolveracosecharlas.Fletchermetióunoscuantosmásenelbolsillo.Luegosecongeló...Algoiba

mal.Se giró y vio que la traviesa Salamandra corría hacia la lava atravesando

charcosenlosbordesdelestanqueprincipal.Fletchersepusodepiedeunsaltoysaliócorriendotrasellasinhacercasodelaexplosióndecalorqueleenvolvióelcuerpoalabandonarelrefugiodelaroca.

—¡Para!—exclamóconlavozroncaporelaireseco.Soltóun lazocinético,pero laSalamandraestabayamuylejos. Ignatiusse

hizoaunladoyesquivófácilmentelalíneatraslúcidaderesplandecientemana.Fletcher cayó de rodillas. Era la segunda vez que uno de sus demoniosdesobedecía.Noteníatiempoparaesascosas.

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CerrólosojosyseconcentróenlaconexióndesumenteconIgnatiusparaordenarlequesedetuviera.Perolaconcienciadeldemonioeraresbaladizacomounanguilaysesoltabadesuasideromental.

—Fletcher,¿quéhaces?—gritóSylva.Ignatiusestabayaenel centromismodelestanquede lava.Fletcherpodía

ver la cabeza de color burdeos del demonio, que semovía a un lado y a otrocomosifueseunanutrianadandoenunlago.Nuncaibaapoderalcanzaraquelobjetivotanpequeñoydistanteconunlazocinético.

Yloqueeraaúnpeor,nopodíaacercarsemás.Hacíatantocalorquelospieslequemabaninclusoatravésdelcueroyapenaspudomantenerlosojosabiertoscuandoelcalorsecoseestrellócontraél.

¿Quizá el conjuro del escudo para protegerse del calor? Entonces, parasorpresasuya,lacabezadesapareció.Ignatiussehabíasumergido.

No había ya nada que Fletcher pudiera hacer por él. Lo único que podíahacereraesperar.

Sepusodepieysediolavuelta.Laagobiantetemperaturaeratanfuertequesentíacomosielcalorleestuvieraarrancandolascejasdelacara.Maldiciendo,volviócorriendoalabrigodelapiedraysedejócaersobresupropiasombra.

—Maldito granujamalvado—gruñó—.Ha vuelto ameterse a nadar en lalava.

Sylvaestabaguardandopétalosenelbolso.Curiosamente,habíasacadocadaplanta, desenterrando los tallos y terrones para dejar las raíces al aire. Vio laexpresióndeélyseencogiódehombros.

—Nomequedamana,peroahoratenemostreintadíasmáseneléter—dijo.A continuación, señaló las plantas—. Si nos llevamos éstas, quizá podamosvolverahacerlascrecerdespués.

—¿Nosemoriránsinelcalordelvolcán?—preguntóFletcher—.Alomejoryotambiéndeberíausartodomimanaparaquevuelvanaregenerarse.Ignatiusvaagastarlotodoigualmente.

PeronooyólarespuestadeSylva.Miedo.Unmiedo repentino y abrumador se adueñó de su cuerpo.Athena

habíavistoalgoylaláminarosadadelcristaldeFletcherquedócompletamenteenfocadacuandoélbuscabaelorigendeaquelmiedo.Sequedóinmóvil.

Guivernos. Se dirigían directamente al volcán, tan cerca ya que Fletcher

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pudo distinguir a los coloridos jinetes sobre sus lomos y las largas colas queazotabantrasellos.Dirigiendolamanadaestabalasiluetapálidadelorcoblanco,montadoenelpequeñoAhool.

—Sylva,noshanencontrado—dijoFletchermientrasmetíafrenéticamentelasplantasypétalosensumochila—.¡Tenemosqueirnosahoramismo!

Eraevidente.Lasfloresarrancadas...Pocosdemoniosseenfrentaríanalcaloryalaalturadelvolcánparacomerlas.Habíansidolosorcos.Habíanidoallíarecolectarlasyaesperar,sabiendoquelosfugitivosacabaríanpornecesitarlas.

SeoyóungolpesordocuandoLysanderaterrizóalladodeellosyseagachóal abrigo de la roca. Tenía el plumaje chamuscado y humeante. Habíasobrevoladodirectamenteelcentrodelvolcán.

AthenabajódeunsaltodesuespaldayFletcherlaperfundiódeinmediato.Elpesoañadidodeellanolesvendríamuybien.Elpeso...

—Sube—gritóSylvamientrasmontabaenLysanderconlamochilacolgadaalhombro—.VolveremosluegoaporIgnatius.

PeroFletchernopodía.Enundíabueno,Lysandereramás rápidoque losGuivernos, inclusopuedeque tambiénmásqueelAhoolyque lasdocenasdedemoniospequeñosqueformabanelséquitodelosGuivernos.¿Peroconelpesodetodosasuespaldayensuactualestadodeagotamiento?Imposible.

—Novamosa conseguirlo—dijoFletcher.Laspalabras se le atragantaroncomopiedrasenlaboca—.Ningunodelosdos.Estáagotado.

Fletcher vio en los ojos de Sylva que lo entendía, pero ella negó con lacabeza,comosinoquisieraaceptarlaverdaddeaquellaspalabras.

—Teequivocas—dijo.Fletcher vio cómo una lágrima se abría paso por su rostro manchado de

hollín.Ellalelanzóunamiradadesafiante.—NopuedodejaraIgnatius—dijoFletcher,casicontonodedulzura.Enesemomento,losupo.Puedeque,enelfondo,siemprelohubiesesabido.

Khannodirigiríapersonalmenteatodasufuerzaaéreaenunamisiónpeligrosaal interior del éter simplemente por cinco fugitivos. O, al menos, no durantetantotiempoytanlejos.

Habíaidoallíporunaprofecía.PorlaSalamandraalaquehabíanvistoenlabatalladelapirámide,lamismaqueestabagrabadaenlosmurosdesulugarmássagrado.HabíaidohastaallíporIgnatius.

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Los Guivernos llegarían en cualquier momento. Le dio una palmada aLysanderenlagrupayelGrifodiounsaltoenelaire,comouncaballoasustado.

—Cuidademimadre—gritóél.—Volveréaporti—respondióSylva,perosuspalabrascasiseperdieronen

elaire.Después,desaparecieron.

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Fletchernosemolestóenesconderse.Loquehizofuealejarsemásde la lava,donde el aire era más fresco y podía pensar. Si tenía suerte, los orcos sedetendríanallíenlugardeseguiraSylva,quenecesitabatodoeltiempoqueélpudierabrindarle.

Notó cómoAthena se revolvía en su interior.Quería que la invocara paralucharjuntoaél.Fletchersenegó.Eramejorqueeldemonioheridosequedaraensuinterior,dondeestaríaasalvo.

En cuanto a Ignatius, esta vez la Salamandra estaba gastando el mana deFletcher con lamisma rapidez que lo había hecho en el pozo de lava bajo lapirámidepero,dealgúnmodo, lo recuperabaaúnmás rápidodealguna fuentedesconocida.Eracomosieldemonioestuvieseconvirtiendoelcalordelvolcánenmana.

Fletcherdesanudóelkhopeshdesuvainaysacólaspistolasdesusfundas.Disponíade tresdisparos: relativamente inútiles sobre lapiel acorazadade losGuivernos, pero quizá pudiera eliminar a algún brujo si apuntaba bien. PuedequealmismoKhan.

Para eso, usaría a Llamarada, pues su cañón más largo y estriado lepermitiríahacerundisparomáspreciso.Así,sumuertevaldríalapena.

Alpensarensumuerte,Fletchersintióunfuertenudodemiedoen lomáshondodesuestómago.Tratódeignorarlo,aunqueteníalasensacióndequeibacreciendoensuinterior.

LosprimerosGuivernosbajaronenpicadoalotroladodelestanquedelavaysussiluetasoscurasresplandecieronenelairecaliente.Teníanquehaberlovisto,sin duda, pero ninguno se acercó. En lugar de ello, los brujos desmontaron yformaronun semicírculoalotro ladodel lagoburbujeante,proporcionándolea

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Fletcherunamplioobjetivo.Pordesgracia,estabanfueradesucampodetiro.Khan no tardó mucho en llegar. Había estado esperando a que ellos

aseguraran el perímetro. Fletcher lo vio aterrizar: su pálida silueta destacabacontraelsuelonegrodelvolcán.

Parasuconsternación,unúnicoGuivernoyloqueparecíaunrebañoenterodeAlcaudones,AvispasyEstirgessiguieronvolandoporencimadeél.Habíanvisto a Sylva. Fletcher esperaba que ella les llevara suficiente ventaja paraperderlos.

Fletchertratódeiniciarsuconjurodelescudo,perolaatraccióndemanaporpartedeIgnatiuserademasiadofuerte, tantoqueinclusoeldeAthenasehabíaagotado. En aquellas circunstancias, los conjuros no iban a servirle de nada aFletcher.

OyóqueKhandabaunaordenyvioquealgoextrañosucedíaalotroladodelalava.Unaluzblancafluíadelosbrujosyseretorcíaporlatierrayalrededordelalagunadelavaendirecciónaél.Eracomosiunríodeaguasopacasfluyeraaunoscentímetrosdelsuelo.Conjurosdeescudo.

Fletcherseretirópero,pocossegundosdespués,lohabíaalcanzado.Porunmomento,pensóqueaquellaolaibaaengullirsucuerpo,peroenesemomentoselevantóunosmetrosyloenvolviócomounaburbuja,dejándolodentrodeunaesferadeluztraslúcida.Estabaatrapado.

Athenapodríaatravesarla,pueslaenergíadelaqueestabancompuestoslosdemoniospodíadestrozar losescudos,peroundemoniode su tamaño tardaríavarios segundos en atravesar un escudo tan grueso. Enfundó a Vendaval, supistoladedoscañones,ycurvólamanohastaconvertirlaenunpuño,demodoquequedaraoculto su tatuajedelpentáculo.Era laúnicacartaque lequedabaporjugar.

Cuando el escudo hubo rodeado por completo a Fletcher, Khan empezó aacercarse,caminandocondespreocupaciónporelbordeexterior.Sutaparrabosrevoloteabaenelairecaliente.SujetabaentrelasmanoslamacanadeguerramásgrandequeFletcherhabíavistoensuvida.

Eraunaporracasitanaltacomounhombre,peromásdelgadaquelasanchasporrasquenormalmenteusabanlosorcos,deunpalmodeancho.Enlugardeloshabituales fragmentos rectangulares de obsidiana incrustados de formaintermitentepor los lados, los fragmentosdeestaporraestabanalineadospara

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formarunúnicobordeafiladoalrededor.Se tratabadeunarmamortalyaquelorco la manejaba con la facilidad que daba la experiencia, apoyándola en elhombromientrasavanzabasobresuslargaspiernas.

Fletcher contuvo el aliento y se obligó a tomar fuertes bocanadas de aire.Aquélerasuenemigo.Sunémesis.

Habíallegadoelmomento.Lapistolaseleresbalabaenlasmanos,aunquenoestabasegurodesisudaba

debido al calor o a los nervios. Lo único que sabía era que el escudo que lorodeabaerademasiadogruesocomoparaatravesarloconundisparo.Apoyólafrentecontralaparedysintióelfríoresbaladizodelconjurosobresupiel.

Con sus dos metros y medio de altura, el orco albino se detuvo junto alescudo.Era tanaltoqueFletcher tuvoque inclinarelcuelloparaverle lacara.Susojos rojosy siniestros lomiraban fijamente,y susdos colmillos, a ambosladosdelaboca,enmarcabanunacruelsonrisa.

ParasorpresadeFletcher,Khansedejócaersobreunarodilla,detalmodoqueelrostrodelorcoquedótansóloapocoscentímetrosdelsuyo.Entonces,elorcohabló:

—Sólouncrío—gruñóconvozgutural.Fletcher se quedó boquiabierto y el orco soltó una profunda y ronca

carcajadaalversuexpresióndeperplejidad.—Sí,hablotuidioma—dijoKhanentrerisas.Su forma de hablar era más clara que la de Madre. Los colmillos más

pequeñosqueéllucíaeranunimpedimentomenor.—¿Cómo?—preguntóFletcher.Laspalabraslebrotarondeloslabiosantes

dequepudieracontrolarlas.—La mujer que tú nos robaste —respondió Khan apuntado con un dedo

acusatorio aFletcher—.Unaútil profesora—continuóelorco a lavezque serascabaelmentón—.Ellacreíaquenosotrosteníamosasubebé,asíqueledijequelomataríasiellasenegaba.Esofuesuficiente.Porsupuesto,cuandodejódesernosútil,ledijequelohabíamosmatadodetodosmodos.Estoysegurodequehabrásvistoloqueesoleprovocó.

Volvió a reírse, pero Fletcher se dio cuenta de que no dejaba en ningúnmomentodemirarlo a los ojos.El orco lo estabaprovocando.Sus palabras lellegaron a Fletcher hasta el alma, pero se aguantó la rabia.Necesitaba que el

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orcoperdiera losestribos,quebajara laguardia.Sóloel tiemposuficientepararealizarundisparo.

—Me llamo Fletcher Raleigh y yo soy ese bebé—dijo Fletcher en tonodesafiante—.Yomasacré a tus trasgos y enterré a los demonios de tus brujosentrelosescombrosdetulugarmássagrado.Copiétusclavesparaentrareneléteryrobéatusesclavos.Yo.Sólouncrío.

Ahoraletocóaélreírse,aunquesurisasonófalsayforzada.ElrostrodeKhanerainexpresivo,peroFletcherpudoverquehabíatocado

una fibra sensible, pues el orco aferraba ahora su macana con más fuerza.Fletcherinsistió.

—Has traído a todos tusGuivernos para cazarme.Apuesto a que nuestrasfuerzas han asolado tu tierra mientras te hemos conducido a una persecucióninútilporlasuperficiedeotromundo.Apuestoaque...

—¡Basta!—dijo Khan. Golpeó con el puño el lateral del escudo, que seresquebrajóligeramente—.Tumadreeraunaperraalaquedábamosdecomerlassobras—siseóa travésdelescudoysoltandobabaporsuboca—.Ladrabaparanosotrosydormíaensupropiamierda.Lagolpeábamospordiversiónhastaquesequedabasinsentidoy,después,lagolpeábamosunpocomás.Surecuerdomedarisa.

Fletcher dejó de contener el repentino torrente de odio, olvidando todasimulacióndesubravuconería.

Comosisehubiesesorprendidoporsupropioestallido,Khansealisóelpelohacia atrás y retrocedió un paso. Había en sumirada un destello de locura ysonrió.

—¿Dóndeestátudemonio?—preguntó.—Muerto—contestóFletcherpensandoatodavelocidad—.Ysehallevado

pordelanteamuchosdetusdemonios.Aquelloteníasentido:queFletcherestuvierasoloysinmanaparaproducir

supropioescudo.—ElCánido,¿verdad?—dijoKhanreflexivo—.Unapena.Esperabaque...Hizounapausa.—¿QuiéndevosotrostienelaSalamandra?—preguntó—.¿Tuamiga?HizounmovimientoenladirecciónhacialaqueSylvahabíasalidovolando.

Había formulado su pregunta en un tono despreocupado, pero observaba a

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Fletchercongranatención.Fletcher se esforzó todo loposiblepornomirarhacia el estanquede lava.

Ignatius seguía latiendo con mana. Le costaba pensar, pues la conciencia deldemonioestabacreciendotantoqueFletchercreíaquelamenteleibaaestallar.

—¿Ybien?—preguntóKhan.Fletcher no respondió. Se limitó a mirar a los ojos de Khan tratando de

aparentarseguridad.—Daigual.Laencontrarépronto—afirmóelorco.—¿Porquéquieressaberlo?¿Quieresotra?—preguntóFletcher.EstavezfueKhanelquepareciósorprendido.—Tevimosconéstaenlacámaracentral.Estábamosescondidosenlasvigas

queteníasjustoencima.Khanarrugólanariz,enungestodeirritación.—LasSalamandrassonpropiedadmía,mipatrimonio—gruñóKhan—.Está

escritoenlosmurosdenuestrotemplo.Fletcher vio la grieta en el escudo. Otro golpe permitiría que Athena lo

atravesara lo bastante rápido. El agujero sería suficiente para que él dispararacon Llamarada.Mantuvo la pistola quieta a un lado del cuerpo y volvió a laofensiva.

—Hevistoesosgrabados—dijoFletchercontonodedesdén—.Porloquevi,unaSalamandrapuedeperteneceraunbichorarocomotúoaunhumano.Detodos modos, las Salamandras no tienen nada de especial. Son fuertes paratratarsededemoniosdenivelcinco,perounGuivernose ladesayunaría.OunCánido,yapuestos.

—Nohablesdeloquenosabes—mascullóKhan—.LoimportantenoestáenloqueeslaSalamandra,sinoenloquepuedeconvertirse.

—Esoquedicesson tonterías—dijoFletcherencogiéndosedehombros—.Creenciaspaganasdelossalvajes.

—¿SabesquéesunDraco,niño?—bramóKhanconrabia—.¿OunDragón?PuedequeaunhumanoselepermitasoñarconcontrolaraunDraco,laprimeraetapaenlametamorfosisdeunaSalamandra.PerolasiguienteesladeDragón.No,sólounodelosdemiespecie,un«bichoraro»conminiveldeinvocaciónpuedehacerlo.PoresolaprofecíadicequeunaSalamandraes laclavepara lavictoria.Yahorayolastendréalasdos.

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Khan balbuceaba y toda expresión de sensatez había desaparecido de susojosrojos,dejandopuralocura.

—Yo nací para destruir a tu especie. Arrasaremos vuestras ciudades,asolaremoslatierraanuestropaso.Lasangrecorreráporlascalles.Noquedaránadie, ni niños ni ancianos. Dejaremos Hominum como una tierra baldía. Encienaños,nadierecordarásiquieraquevuestrarazahaexistido.

Fletcher no le hizo caso. ¿Dracos? ¿Dragones? Jamás había oído esaspalabras.Probablementefuesenantiguosdiosesdelosorcosoalgunatonteríadeesetipo.

Lecostabamuchopensar.LaconcienciadeIgnatiuseraenorme,comosielcalor del volcán hubiese inflado la presencia del demonio. Por suerte, habíadejadodecrecertrashaberinundadolamentedeFletcher.Juntoshabíanlogradounhito,peroFletchersedabacuentadequeIgnatiusestabadeseandoconseguirotro,muchomás allá del que ya habían alcanzado. Fletcher sentía como si sumentefueraahacerseañicossiseguían.

Noesqueleimportara.LoúnicoqueimportabaeramataraKhan.PuedequesiintentabarecuperarmanadeIgnatiusotravezosiatravesabalagrietacondosdisparosdeVendavalantes...

Mientras Fletcher trataba de recuperar su conexión con Ignatius, Khan sepuso de pie y suspiró. Su diatriba rabiosa parecía haberlo dejado agotado.Entonces, sonrióconpicardíacuandoFletcherdirigió lamanohacia supistolaenfundada.

—Quizáquierasqueyohagamásgrandeesagrieta,Fletcher—dijoelorco.Arrepentido,Fletcherapartó losojosde la fisuradelescudoyKhansonrió

aúnmás.Unríodeluzblancasaliódesuslargosdedosyextendióotracapamássobreelescudohastaquelasuperficiequedócubiertadeblancoconelgrosordelaesfera.

FletchervioaKhandoblardespaciolosdedoshastaformarunpuño.Parasuhorror,elescudoempezóaencogerse,estrechándoseyaumentandosugrosoramedidaquelasparedesblancasseacercabancadavezmás.GolpeóunladoconLlamarada,peroconsiguiólomismoquesihubiesedadounpuñetazocontraunmurodeladrillo.

Entonces, algo se removió en lo más profundo de la mente de Fletcher.Ignatius había notado el pánico de Fletcher. La conciencia de Athena parecía

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gritar, enviando señales a través de su propia conexión con la Salamandra.Ignatiusibaaacudir.

—¡Espera!—gritóFletcheraporreandoelresbaladizoespejoconsuspuños—.TediréquiéntienelaSalamandra.

El escudo dejó de contraerse, aunqueFletcher tuvo que agacharse para nodarseconlacabezaenlapartesuperior.NotabacómoIgnatiusnadabahacialasuperficie,atravesandolalavaconfuriosodesenfreno.Eldemonioestaríaallíenpocossegundos.

—Dímelo—gruñóKhan.Atravésde lasuperficieopaca,Fletcherpercibióelbrillorojorubídesussiniestrosojos—.Yharéquetumuerteseamásrápida.

Fletcher se acercó hasta que su cara estuvo a pocos centímetros de la delorco.

—Yo—susurróFletcher.Ignatius atravesó la lava enmitad de una lluvia de color naranja fundido.

Fletchervioundestellodecolorburdeoscuandoelescudoserompió,sintióqueuncuellosinuososeledeslizababajolaspiernasyqueunospoderososhombrosloalzabanenvilo.

SegiróparadispararaLlamaradayvioalorcoblancosalirdisparadohaciaatrásporelimpactodelabala.

Después,Fletchercayóporelbordedelacalderahaciaelvacío.

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16

No.Nocayó.Voló.Tenía unas alas a cada lado que planeaban por el aire y pudo ver los ojos

ámbardeIgnatius,queledevolvieronlamirada.PeroparasorpresadeFletcher,setratabadeunIgnatiusalqueyanoreconocía.

EldemoniohabíacrecidohastavolversetangrandecomoLysander.Teníalamismabocade tortuga, lascuatropatasy lacolapuntiagudadeantes,perosucuelloeraahoramáslargoyhabíadesarrolladodoscuernoscortosgiradoshaciaatrás en la cabeza.Lomás sorprendentede todoeran las enormesalasdepielcurtidaquelesalíandeloshombrosylebajabanporlaespalda.YanoeraunaSalamandra.

Sorprendido,Fletchersegiróyvioalorcoalbinodepieenelfilodelvolcánagarrándoseelhombroheridomientraslalargamelenalecaíahaciadetrás.Khansoltóun rugidodeodioy levantó el brazopara indicar a los demoniosque losiguieran.

—¡Sácanosdeaquí!—gritóFletcheralavezqueenvainabaaLlamaradaysacabaaVendavaldesufunda.

ElmundoseinclinómientrasIgnatiusgirabalasalashaciaarriba,batiendoelaireparasubirmásalto.Sedirigíaaunbancodenubesqueteníansobreellos,unaligeranieblaquepodríaocultarlosdesusperseguidores.Muchomásabajo,las junglas ondulantes parecían encogerse y fundirse en una mancha verdebordeadaporlafranjarojadelatierramuertaqueseextendíamásallá.

Pero avanzaban lentos. Fletcher notó el agotamiento de Ignatius tras sutransformaciónylaconfusiónporloscambiosqueelvolcánlehabíaprovocadoenel cuerpo.Estabadescoordinado, alnoestar acostumbradoamoverse entrelascorrientesdelvientoqueloszarandeaban.

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LosGuivernos ibancomiéndoles terreno, lentosperoseguros.Cadaunodeelloseraeldobledegrandeque Ignatius:poseíanafiladasgarrasyaterradorasbocasllenasdedientes.Eranonce,perobastabaconunoparadespedazarlos.Ylo que era peor, Fletcher estaba seguro de que Ignatius se había quedado sinmana. Lo había agotado en su transformación.No quedabamás que un poco,apenas suficiente para un débil escudo que saliera de Fletcher o una pequeñallamadeIgnatius.

Mientraspensabaenello,pasaronporsu lado lasprimerasbolasde fuego,dejandoasupasoestelasdehumo.Segirócuandoelsilbidodeunajabalinalepasópor encimade la cabezaparadesaparecer después en el bancodenubes.LosbrujosibanagazapadossobreloslomosdesusGuivernos,manteniendounprecarioequilibriomientraslanzabansusconjurosyproyectiles.

Apuntó con Vendaval a su perseguidor más cercano, pero le costabamantenerelobjetivoporelfrenéticobatirdealasdeIgnatius.Entonces,antesdepoder disparar, llegaron a la neblina y se sumergieron en una nube blanca.FletchermantuvosuconexiónconIgnatius.Leparecíamásfuertequeantes.LausóparacambiarlatrayectoriadeIgnatiusydespistarasusperseguidoresentrela niebla.Enseguida estuvieronplaneandopor la nubeblancamientras oían elsilbidodelabrisa,losladridosguturalesdelosbrujosyloslevesgruñidosdesusGuivernoscuandolosbuscabanentrelaniebla.

El viento le revolvía el pelo a Fletcher y la niebla le cubrió el cuerpo derocío,haciendodesaparecerelcaloryvolviéndolelapielqueteníaexpuestaalaire de gallina. Se apretó contra Ignatius, cuyo cuerpo seguía ardiendo por lalava. Aquella proximidad lo ayudó a calmar sus agotados nervios, pues elcorazónlelatíaatodavelocidaddentrodelpecho.

AquelloeradiferenteamontarenLysander.Fletchersesentíaseguroenelhueconaturalde la espaldade Ignatiusy la telade suspantalones se asía confacilidad a la piel de color burdeos que tenía debajo. Se agarró al cuello deldemonio y se deleitó al notar la fuerza de los músculos que se flexionabandebajo.AqueldebíadesereldemonioDracodelqueKhanlehabíahablado.

Ignatius estiró el cuello y Fletcher sintió su euforia mientras el demonioponíaapruebaloslímitesdesunuevocuerpo.Batiólacolayrasgólasnubes.Suconfusión se fue diluyendo con rapidez. Ahora tenía... determinación.Resolución.

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Unasombraapareciópordebajodeellos.Estavez,elchirridodelidiomadelos orcos se oía conmás fuerza.Más formas oscuras, por encima y a amboslados; nebulosas, pero cada vez más grandes. Los brujos sabían que estabancerca.Enpocossegundos,losGuivernoscaeríansobreellos.

Así que harían algo impensable. Fletcher dio una orden, al tiempo quepasaba un brazo en torno al cuello de Ignatius y agarraba la pistola de doblecañónconlamanolibre.Habíallegadoelmomentodedefenderse.

Ya.IgnatiusplególasalasyFletchersintióqueelestómagoseleponíadelrevés

cuando se precipitaron hacia abajo. Instantes después, oyó un golpeestremecedorcuandoIgnatiuschocócontraelGuivernoqueteníadebajo.Todoempezó a dar vueltas como en un caleidoscopio de colores blancos y verdesmientrasdosdemoniosluchabanenelaireycaíanpordebajodelasnubes.UnalalegolpeóelrostroaFletcher,peroIgnatiushabíaagarradoalGuivernodesdearribayeldemonionopodíagirarsepararajarloconsusgarras.DelabocadeIgnatius salió sangre cuando lemordióel cuello alotrodemonio, lacerando laescamosa piel y dejando expuesta al aire la carne del interior. Los rugidos dedolor y rabia del Guiverno eran tan fuertes que a Fletcher le dolieron lostímpanosyleexplotaroncuandodescendieronaunavelocidaddevértigo.

Fletchersintióqueloagarrabanconfuerzadeltobilloyloarrastrabanhaciaabajo.Disparóa ciegaspor encimadelhombro: el retrocesocasi le arrancó lapistoladelamanoyoyóungruñidodedolorantesdequeelvientoselollevara.Todogiródenuevoyelcuerpodelbrujopasójuntoaélensucaída,comounamanchagrisconpinturadeguerrarojayamarilla.

Lajunglaverdeapareciómásalláacercándoseagranvelocidadhaciaellos.—¡Para! —gritó Fletcher. Ignatius soltó al Guiverno con un gruñido

reticente.DesplególasalasyFletcherseprecipitóhaciadelanteconelimpulso,a lavezque segolpeaba lacabezacon laespaldadecolorburdeosyquedabacasi inconsciente. Un descenso a toda velocidad, tan desesperado y bajo queFletcher oyó el crujido de la copa del árbol cuando las garras de Ignatius laatravesaron,seguidodelespeluznantegolpedelGuivernocontraelsuelo.

Lasúbitacaída leshabíapermitidoaumentar lavelocidadde talmodoquepasaron como un rayo por encima de los árboles, pero Fletcher sabía por susestudios que a tan poca altitud cubrirían mucho menos recorrido. Sacudió la

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cabeza para ordenar sus pensamientos a la vez quemaldecía.Nohabía tenidotiempoparatrazarunplanconantelación.

Levantó la vista y se quedó sin aliento. Los demás Guivernos estaban yabajandohaciaellosconlasgarrasextendidasylasbocasabiertas,mostrandolasfaucesrosadasdesuinterior.Teníanunaúnicaopción.

Fletchercerró losojos, enfundó lapistolay seagarróal cuellode Ignatiusconambosbrazos.PudonotarelmiedodeIgnatiuscuandoelDracocomprendiósusintenciones,peronohabíaotrasalida.Fletcherbajólacabezaydiolaorden.

El estómago se le revolvió de nuevo y, a continuación, unas hojas legolpearon la cara.Vio pasar junto a él el destello de unos troncos retorcidos,mientrasIgnatiusgirabaaizquierdayderecha,sacudiendoaFletcheraunladoyaotrocomosifueseunmuñecodetrapo.Porencima,losGuivernosgruñíandefrustración, pues su mayor tamaño les impedía penetrar en el laberinto deárboles.IgnatiusaminorólamarchaparaplanearporlajunglamientrasFletcherescuchaba los bramidos sobre su cabeza. Los Guivernos los iban siguiendo,volandoporencimayesperandoaqueaparecieraunclaro.

Seoyóunavozllenadefuria.—Estosólopuedeacabardeunaforma,FletcherRaleigh—gritóKhan.Así que el orco albino los había alcanzado.Aún había una posibilidad de

matarlo. Fletcher casi deseó que Ignatius hubiese atacado en lugar de salirhuyendo, pero sólo habrían contado con unos segundos antes de que losGuivernoscayeransobreellos.

Aunasí,elorcoteníarazón.LamarañaderamasyárboleseraloúnicoquelosprotegíadelosGuivernosquevolabanenloalto.Unaaperturaenelfollajepermitiríaquelosmonstruoslosatraparan.

—Entonces, ¿por qué no bajas y te enfrentas a mí?—gritó Fletcher paraprovocaralorcoherido—.TuAhoolcontramiDraco.

Silencio.Ydespués:—Cuando estésmuerto, lo harémío—espetó el orco—.MiAhool puede

olerdesdeaquítumiedo.Teseguiráhastalosconfinesdeléter.Los confines del éter. La sombra de una idea apareció en la mente de

Fletcher. De nuevo, el miedo invadió la mente de Ignatius al notar lasintencionesdeFletcher. InclusoAthenaseoponía.Seríacomocorrerentreunalluviadebalasyesperarquealcanzaransóloasusperseguidores.

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—Por aquí—murmuró Fletcher al oído de Ignatius para que cambiara dedirección.

El fielDraco se giró sin vacilar, confiando en el buen juicio de su dueño.FletcherdeseópoderconfiarensímismotantocomoIgnatius.Erauna locura,perofuelaúnicaideaqueseleocurrió.

Siguieronvolando.UnrebañodeIndrikslosmiraronalpasar:erancriaturassimilares a jirafas, con pelaje de manchas grises, gruesas patas de elefante ycabeza parecida a la de los caballos. Una manada de Cánidos sarnososmerodeabancercaesperandoaqueunode los Indriksmás jóvenessesepararadel rebaño.La junglaestabavivay llenadesonidos:elzumbidode losácarospequeñosmás cerca y, a lo lejos, el fuertemugido de unGunni, una extrañacriaturaqueFletchersabíaqueseparecíamuchoaunwombatdeltamañodeunosoconastas.

Pero Fletcher apenas tuvo tiempo de mirar, pues tenía que conducir aIgnatiusporlaspartesmásdensasdelbosque,dondealosGuivernoslescostaríamástrabajoseguirlos.Sintióunapunzadaderemordimientoporsubuenasuerteenunaspecto:losdemoniosmáspequeñosdelosbrujoshabíanseguidoaSylva.SóloelAhoolestabaencondicionesdeseguirlos,peroFletchersabíaqueKhanera demasiado inteligente como para hacerlo.Aun así, sacó aVendaval de sufundaporsiseequivocaba.

IgnatiuslovioantesqueélylanzóunavisoatravésdelamentedeFletcher.Undestellodearenarojaapareciópordelante,donde losárbolesempezabanadesaparecer.Latierramuerta.

«Ahora.»Ignatiusaumentólavelocidadyseabalanzóenelaireconunaurgenciaque

nacíadeladesesperación.Salierondelajunglacomounabala,casicegadosanteelbrillantecielodeldesiertoalabandonarlosconfinesoscurosdelosárboles.

Los Guivernos rugieron, pero Fletcher sabía que los habían pillado porsorpresa.Nohabíanpensadoquesaldríandelaseguridaddelamaleza.Teníanunapequeñaventaja.Unaposibilidad.

El polvo rojo de la tierramuerta flotaba en el aire por encima del paisajeseco,cubriendolapieldeFletcher—húmedaporlaniebla—conunafinacapade color rojo. Entrecerraba los ojos a través de la calimamientras Ignatius seelevaba por encima de las arenas del color del óxido.En el suelo había rocas

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desperdigadas que canalizaban el viento convirtiéndolo en remolinos de polvoquerodabanporelsueloáridoyseelevabanhastaelcielo.

Detrás, el silbido de una bola de fuego en el aire al golpear el costado deIgnatius.Eldemoniosacudiólapata,comouncaballoquetratadeespantarunamosca.ElfuegoapenasprovocaríaningúndañoalDraco.Fletchernotuvotantasuerte.Lasiguientelechamuscóelpeloylequemólacaraalpasarlejuntoalaorejaizquierda.

SegiróyvioqueelGuivernomáspróximoestabatancercaquetratabadealcanzar la cola en movimiento de Ignatius, acercando peligrosamente losdientes.Elbrujosepusodepieconunajabalinapreparada,peroFletcherapuntóconlapistolayelGuivernogiró,apartándoseparaprotegerasudueño.AlcanzóalGuivernopordetrásylosdosseenredaronenelaire,locuallesproporcionóunosvaliosossegundos.

—Másrápido—gritóFletcheralavezqueseagachabaparaconvertirseenun objetivo más pequeño. Las alas de Ignatius batían en el aire en el últimotramohaciasudestino.ElAbismo.

Se abrió ante ellos una oscuridad infinita más allá de los escarpadosacantiladosqueformabanelbordedeldisco.Seadentraronenlasprofundidades.Allíeradondeaveriguaríasisuarriesgadajugadaibaateneréxito.

Elterritoriodelosorcosestabaavariosdíasdevuelodesdeelbordedelétery lo separaba una cordillera. Él había supuesto que los orcos rara vezdeambulaban por allí. Por tanto, sus conocimientos sobre las criaturas queacechabanenelAbismoseríanlimitados.

Detrásdeellos,losGuivernosretrocedieron.Fletchersabíaquelosdemoniostendríanmiedo y que serían incapaces de comunicar el motivo a sus dueños.Pudovera losbrujosespoleandoasusdemonioshastaque loscincoprimerosbajaronenpicadoaloshuecosqueseabríanenlosacantilados.

Ignatiussiguióadentrándoseaúnmás,pero losGuivernosvacilaban,dandovueltasallídondeaúnlesllegabalaluz.Fletcherlevantósuespadaconfingidotriunfo,comosiestuvieseescapandohaciaelinteriordelaoscuridad.Tratabadenohacercasodelaoscuridadqueseextendíapordebajodeél,nidelextremopeligroquecorría.

AunqueKhansequedóatrás,puessuAhoolsenegabaairmásalládelbordedelAbismo,susrugidosinstabanalosdemásacontinuaravanzando,hastaque

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los diezque componían todo el escuadrón remontaron el vuelopor encimadeaquelprecipiciosinfondoydejaronasujefedetrás.

El cielo estaba negro como el carbón, pero Fletcher pudo ver a losGuivernos, cuya silueta se recortaba contra el anillo de luz que iban dejandoatrás, en el borde del precipicio. Ignatius redujo la velocidad y se giró paramirarlos, aunque las oscuras profundidades se removían por debajo. Habíallegadoelmomento.

UntentáculosurgiódelvacíoconunasacudidayagarróaunGuivernoenelaireparaarrastrarlo,entregritos,alinteriordelAbismo.Después,hubomásqueazotaron a los asustados Guivernos. Aparecieron unas bolas de fuego quevolaban aleatoriamente mientras los demonios se desperdigaban, presas delpánico.

Entonces, surgió de la oscuridad el primer Cetáneo. Fletcher se quedóinmóvilalver losojosqueseabríanycerrabanalazary las fauces inmensas,llenasdedientesafilados.AparecieronmásCetáneos.Desuscuerpostortuosossalíanunmontóndepinzasytentáculos.Ningunodeelloseraigualalosdemás,perotodosformabanunrevoltijoespeluznantedeórganosybrazos.Pudooírlosagudoschillidosagonizantesdelosmonstruosasualrededorysintióunaextrañamezcladepenayterror.

Ignatiushabíaempezadoyaamoverse,dandovueltasenelaire,cuandolosprimeros tentáculos se extendieron hacia ellos. Todo volvió a dar vueltasalrededordeFletcherunayotravezmientrasIgnatiusrevoloteabadeunladoaotro.Aquelloyanodependíadeél.Loúnicoquepodíahacereraseguiradelanteytratardenogritarcuandolostentáculossesacudíanasulado.

YahabíandesaparecidotresGuivernosyotromásvolabasinjinetehaciaelborde, trashaberolvidadocuálerasuobjetivo.Quedabanseis,quedescendíandesesperadamenteparaevitarquelosCetáneoslosatraparan.Alolejos,elpuntonegroqueeraelAhooldeKhanflotabaenelairemientrasobservabacómolamitaddesufuerzaaéreadesaparecíaencuestióndesegundos.

Ignatius sacudió el cuerpo entero y a punto estuvo de tirar a Fletcher.Untentáculo había atrapado al demonio por el vientre. El Draco rugió, presa delpánico,mientraseranarrastradoshaciaabajo.Batió lasalascondesesperaciónpara detener el inexorable avance hacia la masa de monstruos que esperabanabajo.

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FletchersegiróydisparóelsegundocañóndeVendavalhaciaeltentáculo,pero éste se aferró con fuerzay susventosasde calamar se introdujeron en lapieldeIgnatius.Fletchermaldijo,desenvainósukhopeshyempezóadar tajosdesesperados a aquel apéndice gomoso. Con cada embestida, salía por lasheridas un líquido blanco y putrefacto que casi lo dejó ciego. Pero siguieroncayendoyFletcherpensóqueencualquiermomentoquedaríandestrozadosporaquellasgargantasllenasdedientes.

Otrotentáculosesacudióhaciaellos,perounaexplosióndelúltimoalientodefuegodeIgnatiusloalejó.Después,eltentáculosepartióconunúltimogolpedelkhopesheIgnatiusvolvióaelevarsehaciaelcielo.

LosGuivernos estaban huyendo. Fletcher pudo distinguir seis siluetas queflotabanporencimadelborde.LoscincoGuivernosquequedabanyelAhool,máspequeño.Khanmirabadesdelarelativaseguridaddelatierramuerta,dondesólolostentáculosmáslargospodríanllegar.

Fletcher sonrió e hizo una señal con la mano, consciente de que habíaconseguidounavictoriaparaHominumqueparalizaríaa lafuerzaaéreadelosorcos.Conunsologolpe,Fletcherhabíaacabadoconlamitaddelosprincipalesdemoniosde losbrujosvoladores.A lo lejos,oyóel rugidode rabiadeKhan,queresonabalevementeporencimadelosaullidosbabeantesdelosmonstruosdelasprofundidades.

PeroFletcherno estaba todavía a salvo.Nopodía regresar.LosGuivernosestarían esperándolo. Tampoco podía quedarse, pues los Cetáneos volveríanprontoadirigirsuatenciónhaciaél.

Era el momento de poner a prueba una teoría que habían debatido loseruditosdeVocansdurantecientosdeaños:quelosCetáneosnovivíanmásalláde las fronteras del éter. Aquella teoría no se había demostrado jamás, puesningún demonio de ningún invocador lo había probado nunca. Pero ladistraccióndelosGuivernoshabíaproporcionadoaFletcherlaoportunidadparaintentarlo.

Así,Ignatiussediolavueltaysiguióvolando.HaciaelinteriordelAbismo.

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Habíanpasadovariashoras,almenosdiez,puesFletchersehabíavistoobligadoacogerdospétalosdelosbolsillosparacomérselos.ElbatirdealasdeIgnatiusfue volviéndose más lento hasta que empezó a planear. Era como si todo eluniversohubiesedesaparecidoylaoscuridaddelanocheloshubieseengullidoportodoslados.Todoeraoscuro,aexcepcióndelafranjadeluzprocedentedelétermuymuylejos.Yhacíafrío...unfríoqueFletchernocreíaposible.

Fletcherhabríamuertocongeladohacía tiempodenoserporelcalorde laespaldadeIgnatius.Aunasí,amedidaquepasabanlosminutosylaluzqueseveíaalolejossevolvíamásymásgrande,sepreguntósiseríademasiadotardepararegresar.Losdienteslecastañeteabansinpararydelabocalesalíavaho.

Los orcos sin duda ya lo creerían muerto pero, por si seguían allí, habíahechoqueIgnatiustrazaseunalargacurvaparallevarloporlapartedelAbismoquequedabacercadelalaguna,ahorrándoletiempoenelviajedevuelta.

Habíaacertadoensucorazonada.La teoríahabíaquedadodemostrada.NohabíaCetáneosaesaprofundidaddelAbismo,puesnohabíacomida,ni luznicalor.Losmonstruos siempre se reunían alrededor de los bordesdel discodeléterconlaesperanzadepodercazaraalgúndemoniodescuidadoenlospuntosmásaltosdelosacantilados.Y,mientrasesperaban,hibernabanosecomíanunosaotros.

Tenía ahora un problema. Atravesar de nuevo el éter. Contaba con dosventajas.Laprimeraeraelelementosorpresa:losCetáneosnoesperabannuncaquesuspresasvinieranpordetrás,porloquetendríanlamiradafijaenelbordedelacantilado.

La segunda era que el frenesí que había visto podría haber atraído a losCetáneosdelosalrededoresparaunirsealbanquete,conloquequedaríanmenos

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enlafronteraalaqueélseestabaacercando.LosGuivernoseranunosdemoniosenormes. Cinco de ellos a la vez significabanmás comida de la que aquellosmonstruos rabiososhabíanvistonunca enunmismo sitio.Si tenían suerte, nohabríaningúnCetáneocercadellugarpordondeellosseproponíanatravesar.

Ya podía ver el borde, los acantilados de piedra roja en cuyas cumbres seextendía el áridodesiertode la tierramuerta. Ignatius, aunqueestaba cansado,aumentó el ritmo de sus aleteos. Lo único que Fletcher podía hacer eramirarhacialasprofundidadesqueseextendíanpordebajoconlaesperanzadequelosCetáneosseestuviesendandoelbanquetelejosdeallí.

Contuvolarespiración.Nada.Nadatodavía.Después, el calor, el resplandor del cielo que lo inundaba como un baño

caliente, haciendo desaparecer el frío que lo había calado hasta los huesos.AlivioyungorjeodealegríadeIgnatius.Laarenarojaseextendíapordebajodeellos.Yaestabanasalvo.

Quéfácilseríacerrarlosojos.Dormir.

Elverdorpasabaatodavelocidadpordebajodeél.Unabrisacálida.Elaromaembriagadorde lavegetación,comohierbareciéncortada,se lecolabapor lasfosasnasales.

Se incorporó con una mueca al sentir el dolor de su cuerpo rígido ymagullado.Sehabíaquedadodormido.O inconsciente.Perono importaba.Loúnico que sabía era que las criaturas monstruosas habían quedadomuy atrás,aunqueseleapareceríanensueñosduranteaños.

Ignatiushabíavoladobajo,justoporencimadelfollaje,dondelosrayosdeladébil luz del cielo les proporcionaban calor. El Draco, ya sin mana que loayudaraacalentarelcuerpo,habíasufridoenlafríaextensióndelAbismotantocomoél.

SeinclinóhaciadelanteyacaricióelcuellodeIgnatius.Eldemoniolohabíasalvado,arriesgandosuvidaenelintento.

FletcherpodíanotarelagotamientodeIgnatiusysabíaquenopodríanseguirasí mucho tiempo más. Pero el demonio se sentía también invadido por unasensación de expectativa, como si se estuviesen acercando a algo. Fletcherlevantólamirada.

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La laguna.Brillabacomouna fuentedeplata, lanzandodestellosamedidaque lassuavesolas la recorríandeun ladoaotro.Estabasediento,cubiertodehollín,barroyvertidosdelosCetáneos.Seríamaravillosozambullirse,perderseenaquellasaguas.PudonotarqueIgnatiusteníalasmismasintenciones.

Peroalgono ibabien. Ignatiusoyóalgo.Eldemonioempezóacambiarsutrayectoria,batiendolasalasconrepentinaurgencia.Unasensaciónderabiaydeinseguridad.Entonces,Fletcherlooyótambién.Unrugidoy,después,ungrito.¿Sylva?

—¡Vamos!—exclamó Fletcher animando al agotado demonio a continuar.Estaba completamente exhausto, sin municiones y casi sin mana. Pero iba aluchardenuevo.

Estaba rabioso. No habían llegado hasta allí para terminar así, con susamigosmasacradosysumadremuerta.Gruñóentredientesysacósukhopeshdelavaina.Yapodíaverelrastrodelasbolasdefuegoenelcieloyalosdemoniosbatallandoenunlargotramodeplayablanca,entrelajunglayelaguaazul.

UnúnicoGuivernoatacabaaLysandermientraselGrifosetambaleabaconlasplumasensangrentadas.Cadáveresdedemoniospequeñosinertesenlaarena,otrosaleteandoyatacandoatresfigurasqueluchabandándoselaespaldaentresí.Otrafiguraagachadaentreellas.Sumadre.

El viento le alborotaba el pelomientras se dirigían a toda velocidad, entrerugidosdeodio,haciaelinteriordeaquellamelé.

IgnatiusgolpeóalGuivernoconlavelocidaddeunalocomotorayleclavóelpicoalaenormebestia.Fletchersaliódisparadoenmediodeaqueltumultodegarras y alas. Aterrizó en un amasijo de brazos y piernas sobre la arena. Sequedótumbado,inmóvil,casisinfuerzas.

—¡Cuidado,Fletcher!—gritóSylva.Élrodóhaciaunladodeformainstintiva.Seoyóungolpesordocuandoalgo

cayó sobre la arena, a su lado. Se puso en pie de un salto y empezó a darcuchilladasaciegas.Sintióqueelfilodesuespadagolpeabaalgoyvioalbrujocaer de rodillas, con la hojamedio enterrada en el cuello. Fletcher le dio unapatada al cadáver para sacar la espaday, dejándose llevar por la rabia, echó acorrerhaciaelGuiverno.

Sintió en lamente el dolor. Ignatius salió volando por el aire y la sangreroció laarenade rojocuandoaterrizóenelaguapocoprofunda.Sequedóallí

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tumbado,inmóvil.Lysander avanzó cojeando, como si fuese a enfrentarse una vezmás, pero

cayópocospasosdespués.Enelcostadoseleveíaelsurcorojoquehabíadejadounagarra.

ElGuivernosegiróconlamiradafijaenFletchery,derepente,éstesediocuenta de lo insignificante que era su espada ante lamonstruosidad que teníaante él. Retrocedió despacio. Las piernas le temblaban por el agotamiento yapenas podían aguantar su peso. Casi no podía permanecer de pie y, muchomenos,correr.

ElGuivernodiounpasoadelantecon susaladosantebrazosextendidos; legoteabasangredelhocicoyteníaunaheridaprofundaenelpecho.Elcontroldelbrujohabíadesaparecido,peroaquellabestiasalvajeestabadolorida,confundidayrabiosa.Erananimalesviolentospornaturalezayéste,sinduda,aúnrecordabalasintencionesdesudueño.

Fletchersequedóinmóvil,conlaesperanzadequesedieraporvencido.Perofueinútil.ElGuivernonovacilóydiounsaltodesdelaarena.Fletcher

cayóhaciaatrásyvioeldestellodelabocaabiertayensangrentada.Entonces,algo salió de la jungla y golpeó el costado del Guiverno lanzándolo, con unchillido,alagua.

Sheldon.ElZaratánhabíaagarradoalGuivernoporlagargantaylehabíasujetadoel

escamosocuello con el picomientras lo arrastraba al agua.Losdosdemoniosdesaparecieron juntos en la laguna y sus oscuras siluetas se perdieron bajo lasuperficie.Lasangretiñóelaguaderojoy,después,aparecióunaespumablancamientraslosdosdemoniosluchaban.

Fletchersegiró,justoatiempodeveraTosklanzarunrayodesdeelcieloyderribar al último de sus atacantes, una Avispa con rayas de abeja que seprecipitóalasaguaspocoprofundasconunfuertechapoteo.

Fletcher cayó de rodillas mientras los demás—Sylva, Othello y Cress—corrían hacia él. Sus rostros lo rodearon, pero él no les hizo caso. Buscaba aIgnatius. Suspiró aliviado cuando el Draco se arrastró hasta la playa y usó lalenguaparauntarconsalivacicatrizanteelrepugnantetajoqueteníaenlacarnedecolorburdeosdelcostado.

—Lysander. Ocupaos de Lysander—consiguió decir Fletcher haciendo un

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gesto con lamano a los demás para que fuesen junto al demonio herido queestabadetrásdeél.

Vio un destello blanco cuando los tres pasaron por su lado y lanzaron elconjurode la curación.Dejó escaparun largo suspiro, como si hubiese estadoconteniendoelalientodurantemuchotiempo.ElGrifosobreviviría.

Ytambiénsusamigos.

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Sheldonsemoría.ElZaratánhabíasalidoalasuperficiedelaguaensangrentadaunosminutosdespués,juntoalcadáverdelGuivernoahogado.Perolabatallalehabíapasadounaterriblefacturaalpobredemonio.

Teníaespantosasheridas,pueslabestiasalvajelehabíaprovocadomontonesdecortesenlacabeza,elcuelloylaspatasmientraséllosujetababajoelagua.Vieroncondesesperacióncómosearrastrabahastalaplayaycaíasobrelaarenaroja,apenasrespirandobajolatenueluzdelcrepúsculo.

Todoshicieronloposibleporcurarleconloquelesquedabademana,perofue en vano. El Zaratán había perdido demasiada sangre y el conjuro de lacuraciónnopodíahacernadaporél.

Cressfuequienselotomópeor.Setumbóasuladoyleestuvoacariciandola cabeza durante toda la noche. Sylva se quedó con ella como muestra desilenciosasolidaridad,leyendoeldiariodeJeffreyjuntoalaluzdelahoguera.

Mientras esperaban lo inevitable, Fletcher habló en medio de la crecienteoscuridadylescontósuconversaciónconKhan,latransformacióndeIgnatiusysuhuidadelosGuivernos.Asuvez,Sylvaleshablódesudesesperadabúsquedaporeléter,decómohabíacreídoqueloshabíaperdidoydelaemboscadaqueleshabíantendidoenlaplayaunashorasdespuésdeencontraralosdemás,justoantesdequeFletcherllegara.

Entonces, cuando la noche empezaba a menguar, Othello les contó queSheldonloshabíadejadoentierrayquehabíadesaparecidopocodespuésdequeFletcherySylvasemarcharan,yqueelregresodelZaratánlohabíasorprendido.

Finalmente,cuandolaluzrosadadelamanecerempezabaateñirelcielo,elsueñoseadueñódetodos.

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FletchersedespertóyvioqueSheldonhabía fallecidomientrasdormía.Cress,desconsolada,llorabaenelhombrodeSylva,lasdosabrazadascomomarinerosenmediodeunatormenta.Othelloestabasentadoallado,conexpresiónafligidayunamanoapoyadaenelcaparazóndeSheldon.

Con una sensación de vacío, Fletcher fue a sentarse junto al cuerpo deldemonio, tratando de buscar palabras que no encontraba.ElZaratán los habíasalvadomilvecesyhabíadadosuvidaporellos.Noteníaporquéserleslealnitenía una conexión con ellos como la que pudieran tener un invocador y sudemonio.Elhechodequenolohubiesencontroladocomoaotrosdemoniosyque, aun así, él los hubiese protegido, era prueba de la gran inteligencia ycompasióndeSheldon.Lolloraroncomoaunamigo.

—Creía que iba a sobrevivir —sollozó Sylva, perdiendo su habitualcompostura.

—Noparecíaqueestuviesesufriendo—dijoFletchertratandodequenoselerompieralavoz.

Cressteníalosojossecos,pueshabíaagotadotodassuslágrimasdurantelanoche.

—Espero que hubiese encontrado una bonita hembra cuando estuvodesaparecido.

Lanzóunamiradafulminantealosdemásporsiseatrevíanareírse.—No.Tienes razón—dijoOthello con voz dulce a la vez que abrazaba a

Cress—.Poresohabíavenidoaquí.Apuestoaqueloconsiguió.ApuestoaquemuyprontohabrápequeñosSheldonscorreteandoporaquí.

—Sí—contestóCressmientrasacariciabalacabezadeldemoniootravez.Sequedaronunratoensilencio,escuchandoelsuavechapoteodelaorillade

lalaguna.—Deberíamosmarcharnospronto—comentóFletcherodiándoseasímismo

pormeterles prisa—.Es posible que algunode los brujos que quedaron tengaunapiedradecristalyhayavistolabatallaatravésdeundemoniomenor.Puedeque sepan que estamos en algún lugar junto a la laguna.Es posible que esténviniendohaciaaquí.

Hizounaseñalconlacabezahaciaelmontóndecadáveresdedemonios,unamezcladeAlcaudones,EstirgesyAvispas.

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—Tienesrazón—contestóCressalavezqueseponíadepieyasentíacondeterminación.Selimpióelrastrodelágrimasdelasmejillasyempezóarecogersuscosas.Othellosepusoenmarchadetrásdeella.

SylvasequedójuntoaFletcherunratomás.—Fletcher,antesdeirnos,necesitohablarcontigo.Despuésdelodeayer...si

mepasaraalgo,quieroquesepasunacosa.A Fletcher le dio un vuelco el corazón, pero por la expresión triste en el

rostrodeSylva,supoquenoteníanadaqueverconloqueellasintieraporél.Sylva se sentó y acarició la arena que tenía al lado. Él hizo lo mismo y sesorprendióalverquelaelfinapasabalashojasdeldiariodeJeffreydenuevo.

—He estado leyendo esto—dijo pasando las últimas páginas—.No habíallegadoalfinalhastaanoche.Mira.

Laspáginasdelfinaldeldiarioestabanllenasdenúmerosyfechas.Lomáscuriosodetodoeraquehabíaunacartametidaentrelaspáginas.Elselloestabaroto,peroFletcherreconocióelemblemadeForsythestampadoenlaceraroja.LastrescabezasentrelazadasdeunaHidra.

—Léela—dijoellalavezqueselaentregaba.

Jeffrey:Has logrado un gran triunfo por la seguridad de la humanidad, que

perdurarádurantesiglos.Serárecordadoenlosañosveniderosporloshijosnocorrompidos de nuestros descendientes. Debes saber que lo que haces eshonesto y bueno. La sangre de los inocentes es un sacrificio necesario paraprotegerlapurezadenuestraraza.

El siguiente paso debe darse dentro de tres días. Rook habrá colocado elbarril en el armario con las tarjetas en un sobre sellado encima. Repártelascuandosalgas.

Memorizaestacartayquémalacuandolaleas.Esperoqueestésbien,

ZACHARIAS

Porsupuesto,FletchersabíaquelosForsythysusaliadosestabanimplicados

enlosatentadosdelosYunques.Jeffreylohabíaconfesado.

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Las bombas que habían matado a seres humanos en los alrededores deCorcillumlashabíacolocadoelTriunviratoparatenderunatrampaalosenanosy a sus partidarios e incriminarlos de los ataques, poniendo a la gente deHominumensucontra.

Peroestoeradiferente.¡Eraunaprueba!—Yhaymás—continuó Sylva—.Hay registros de los pagos que le hizo

Zacharias,fechasdelossitiosylosmomentosexactosenquetuvieronlugarlosatentados, cálculos de la duracióndel detonador y el radio de la explosión.Siregistró todo eso fue por algún motivo: para protegerse a sí mismo, parachantajearalosForsythoalgoasí.

—Ahoralostenemos—dijoFletchercontonotriunfal.Porfin,algosalíabien.—No—contestóSylvanegandoconlacabeza—.Nolostenemos.—¿Porquéno?—preguntóFletcher.—¿NoteacuerdasdeloquedijoJeffrey?—LavozdeSylvateníauntonode

frustración—. En la pirámide, Jeffrey dijo que incluso el rey Alfric estabaimplicado.Leelacarta.MencionaaRook,uninquisidor.

—¿Y?—preguntóFletcher,peroyateníaelánimoporlossuelos.—¿Aquiénselallevamos?¿AlosPinkertones?Alfriclostienecontrolados.

¿A la Inquisición? No es posible. Se desharían de la carta en cuanto se laentregáramosodiríanqueesfalsaonosmataríanenesemismomomento.Nopodemosllevárselaalasautoridades.¡Ellossonlasautoridades!

—¡Pues llevémosela al rey Harold! —exclamó Fletcher—. Él sabrá quéhacerconella.

—Esperoquetengasrazón,Fletcher—dijoSylvaalavezquesemordíaellabio—.Encualquiercaso,laguardarébien.Sóloqueríaquesupierasqueexiste.

Fletcher suspiró y se frotó los ojos. Las pocas horas de sueño apenas lehabíanservidoensuagotamiento.

—Perdona. Es que por unmomento creía que teníamos algo. Gracias. Lodigodeverdad.

LeapretóelhombroysepusodepiejustocuandoOthelloyCressllegabanconsusarmasysusmochilaspreparadas.

—Yo iré con Othello —dijo Sylva mientras cogía la piel enrollada delCatoblepasde lasmanosdeCress—.Túdeberías llevara tumadreyaCress.

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VeoqueIgnatiusesunpocomásgrandequeLysander.—HizounapausaymirófijamentealDraco.Unadulcesonrisaaparecióensuslabios—.¿Quiénseloibaaimaginar?—murmuróalavezcontemplabaaldemoniodesdelabocahastalacola—.SerálaenvidiadetodosenVocans.

Moviendo la cabeza de un lado a otro, lanzó la piel sobre la espalda deLysander,doblándolapara convertirla enunasiento seguroy cómodo sobre laespina dorsal del Grifo. Fletcher sonrió, celoso por el ingenio de la elfina ycontentodequeellossellevaranlapiel.Selahabíanganado.

—Vamos—murmuróCressalavezquepersuadíaaAliceparaquesubierasobre el lomo de Ignatius—. Sé que está un poco distinto, pero es el mismoIgnatius.Notepreocupes.

La Salamandra se tumbó sobre la arena para que a la delicada mujer leresultara más fácil trepar a su lomo y ronroneó de placer cuando lo hizo,contento de que confiara en él. Fletcher se sentó delante y Cress se apretujódetrásdeAlice,paraasegurarsedequelaanciananosecayera.Fletchersonriócuando Alice, de manera instintiva, le rodeó la cintura con los brazos. ¿Suprimerabrazo?Bueno,noexactamente,perodemomentoleservía.

Losdosenanosparecíaninquietos.—Maldita sea. Odio volar —gruñó Cress—. Sobre todo, encima de un

demonioqueacabadedesarrollarsusalasapenashaceunashoras.LeacaricióelcuelloaIgnatius,nerviosa,yelDracosoltóunfuerteladrido

deánimoquelahizoencogerse.—Primero,vamosadecidir adóndevamosexactamente—propusoOthello

rodeandoaLysanderyaIgnatius—.Preferiríaquenolohabláramosahíarriba,porquelosGuivernospodríanvernos.Además,prefieropasarenelaireelmenortiempoposible.

—Ahora que contamos con buenas provisiones de pétalos, tenemos queencontrar lapartedel éter a laque seaccededesdeHominum—dijoFletcher,más para símismoquepara los demás—.Ypido al cielo que localicemos unportalcuandolleguemos.

—Porsupuesto—repusoOthelloconseriedad—.Peronohaymododesaberenquédireccióndeberíamosir.Yaunquelosupiéramos,podríamosvolarjustoporencimasinsaberlo.

—Bueno,perosísabemosque,alcontrarioquelapartedeléterdelosorcos,

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lanuestraestácercadelbordedeléter,juntoalatierramuerta—dijoSylva—.Tambiénhayvolcanescercade lanuestra.Creoque lomejoresquevolvamoshaciaellugardondeencontramoslospétalos.Habíaporallímásvolcanes.

—¿VolverhaciadondeestánlosGuivernos?—gruñóCress—.Acabamosdeescapardeellos.

—Losvolcanesesloúnicoquesemeocurre,amenosquealguientengaunaideamejor—contestóSylva.

—También sabemos que no hay ningúnmar cerca de la parte del éter deHominum—añadióFletcher—.OtrarazónparairhaciadondediceSylva.

—Ynoesqueseaunabuenaideasobrevolarunocéano.Notenemosniideade sus dimensiones. Podríamos tardar días —dijo Sylva, señalando hacia lalaguna.

Había una ancha desembocadura en la dirección en que ella apuntaba yFletchersabíaqueconducíaalaenormemasadeaguaquehabíanvistoantes.

—Puesnopuedesertangrande,porlosAlcaudonesydemás—dijoOthello—.Detodosmodos,noesquequeramosirdetrásdeellos.

—¿Alcaudones?—preguntóSylva.—¿Nooslohedicho?—repusoOthellosorprendido—.Vimosunaenorme

bandadadeAlcaudonesaldíasiguientedequetúyFletcherosfueseisabuscarpétalos de Euryale. Por suerte, pasaron volando justo por nuestro lado y sedirigieronhaciaelocéano.

—Yopreferiríanoirdetrásdeellos,especialmentesubidosenestastrampasmortales—añadióCressmirandofijamenteaLysanderyaIgnatius.

Sylvaentrecerrólosojos.—Losiento.Sóloeraunabroma—dijoCresslevantandolasmanosamodo

dedisculpa.—No,noeseso—contestóSylva—.Estoypensando.Semordióellabioy,después,cerródeltodolosojos.—¿Cuántosdíasdespuésdel torneoempiezael siguientecursoenVocans?

—preguntóSylvaconlacabezainclinada,enungestodeconcentración.—¿Yesoquétienequever?—exclamóCress.—Laverdadesquenomuchos—respondióOthellosinhacercasoaCress

—. Entre la guerra y demás, lo regulan demodo que las clases del siguientecursocomiencencaside inmediato.Unasemanaodos.Peronuestro torneose

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retrasó por los atentados de losYunques, por lo que, en teoría, Cress deberíahaberempezadosusegundoañohaceunassemanas.

—Aúnmejor.Cuando la capitanaLovett nos llevó al éter, acabábamos deempezarelañoacadémico,¿noesasí?—preguntóSylvalevantandoundedo—.Sólollevábamosunascuantasclasesconella.

—Exacto...—confirmóFletcher,aúnsinsaberconseguridadadóndequeríallegarlaelfina.

—YaValens loatacóunAlcaudón.¿NoaprendimosennuestrasclasesdedemonologíaquelosAlcaudonesmigranpornuestrapartedeléteralrededordeesasfechas?Enlaépocadelañoenquenosencontramosahoramismo.

LaideaimpactóaFletchercomosilehubieracaídoencimaunatoneladadeladrillos.LosAlcaudones.PodríanestardirigiéndosehacialapartedeléteralaqueseaccedíadesdeHominum.

—Sylva,eres todoungenio—exclamóFletcherconunasonrisadeorejaaoreja.

Porquevolvíanacasa.

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Elocéanoparecíainfinito,tangrandequetrasunahoradevuelo,latierrahabíadesaparecidodesuvisión.Nohabíasolporelqueorientarse.Laúnicaguíaerala curiosa brújula interior que todos los demonios poseían y que atraía a lascriaturasdeformainstintivahaciaelcentrodeléter.

Ignatius y Lysander volaban todo lo alto y rápido que se atrevían,conscientesdequepodíanagotarseperodeseandoalcanzaralosAlcaudones.Siibandemasiado rápido, se podrían cansar de inmediatoy caer almar antes dequellegaranatierra.Siibandemasiadolentos,laúnicaoportunidaddealcanzarlapartedeléterdeHominumdesapareceríaparasiempre...o,almenos,hastaelañosiguiente.Fletchernisiquieraqueríapensarlo.

En lugar de ello, trataba de vivir el momento y disfrutar de la alegría devolar.Sumundosehabíallenadodeloloralasaldelmar,elchoquedelasolasyelsordotamborileodelaleteodeIgnatius.

Los jinetes dieron inicio a un juego como pasatiempo, tratando de ser losprimerosenlocalizaralgúndemonioenmediodeaquellaextensiónazuloscuro.Fletcher había empezado cuando apuntó hacia un grupo de Encantados dandosaltosentrelasolas.Eranunascriaturasrosasparecidasalosdelfines,perocongarraspalmeadasenlascuatropatas.SuaparienciadedelfinescuadrúpedoseracomoelparecidodelosNanauesconlostiburonesolaextrañasimilitudentreunAkhlutyunaballenaasesina.Cresshabía soltadoungruñidode frustraciónalvera losEncantados,pueseranunashermosascriaturasymuypococomunes.Peronohabíatiempoparadetenerse.

Otearonelmaryelhorizontesinpararamedidaquepasabanlashoras,perosólovieronundemoniomás.Inclusoentonces,nofuemásqueladébilsiluetadeunTrunkosolitario,unaespeciequeteníacuerpodeballenablancayunalarga

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trompaenelmorro,queenesemomentoasomóalasuperficieparatomaraire.Ensusclasesdedemonología, loschicoshabíanaprendidoqueaquelapéndiceestabadiseñadoparaprotegeralosdemoniosdelosdepredadoresvoladoresdeléter,demodoquenotuvieranqueexponerellomoalsaliralasuperficie.

Siguieron volando aun cuando la luz empezó a desaparecer. AquellaoscuridadlepareciódiferenteaFletcher,pueslaacompañabaelsuavebatirdelas olas allí abajo y el cálido abrazo de su madre. Dormir, algo queaparentemente le había resultado tan fácil en el profundo y oscuro Abismo,parecía ahoradifícil, pues de repente lo acosaba el temor irracional de caerse,acompañado por la repentina sacudida en el aire cuando Ignatius se quedódormidoenplenovueloduranteunmomento.

AsíqueFletcherechóalgunacabezadaysefuedespertandoaratoshastaqueelcielose llenódeuna luzrosadaalcomenzarunanuevamañana.Bajoaquelnuevoresplandor,noveíanporningúnsitioalosAlcaudones,perolasombradeuna tierra lejana apareció en el horizonte. Se fue haciendomás grande a cadahoraquepasabayLysandereIgnatiusbatieronelaireconnuevadeterminación,desesperadosporpoderdescansar.

Pero, a medida que se aproximaban, las esperanzas de Fletcher se fuerondiluyendo. Aquella tierra no estaba poblada por las junglas del territorio deHominum. Era un desierto que se extendía tan lejos que casi llegaba alhorizonte, interrumpido tan sólo por una delgada línea verde donde la arenaterminabayempezabalajungla.Alolejos,unatormentadearenaselevantabaenelcieloazul,manchándolodeunnaranjaterroso.

AFletcherleparecíacomosihubiesendejadounocéanoyhubiesenentradoenotro,pues la tierraque teníandebajoformabaunasdunasqueparecíanolasinmóviles de polvo fino de color canela. El cielo era de un brillante tanagobianteytancalientequeaFletcherlepicabanlosbrazos,perladosdegotasdesudor.

Entonces, cuando Fletcher empezaba a creer que el desierto no terminaríanunca,aparecióalavistaelbordeverdedelajungla,alprincipiocomounafinafranja verdosa y, después, como una banda continua que se extendía hacia elhorizonte.

NovieronningúnAlcaudón,peropasaronvolandoenjambresdeÁcarosporacáyporallá. Inclusohubounmomentodepánicocuandopasósobreellos la

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sombra de un demonio grande. Por suerte, no era más que un Ropen, unacriaturaparecidaaunpelícano.Aquellabestiadealas curtidasypicodentadotenía un aspecto casi cómico con su cresta larga y puntiaguda en la parteposteriordelacabeza.

Fletchersealegródeverlascolumnasdehumoenladistanciaamedidaquedescendían. Eran volcanes, como en el territorio de Hominum. Sintió latentacióndepensarqueelviajehabíallegadoasufin,perorecordóquenohabíadesiertos ni océanos cerca de la parte del éter a la que se accede desdeHominum.Almenos,tardaríanundíamásenllegarallí.

Cuando aterrizaron, Ignatius y Lysander se dejaron caer en el suelo. Nopodíanseguirviajando,aunqueaúnquedaba luzdeldía.Asíque levantaronelcampamento:cortaronramasdelosárboles,quedespuésafilaronyclavaronenel suelo, alrededor de su recinto. No servirían de mucho para disuadir a losdepredadores, pero podría ser suficiente para evitar que los demonios máspequeños y curiosos se acercaran a ellos por la noche. Para ello, invocaron aAthenaparaquevigilaradesdeunaramaalta,pueselGrifuelohabíadescansadobastantetrashaberestadotantotiempoperfundidoenelinteriordeFletcher.

Lasprovisionesdecarnesecaseguíansiendoabundantes,aunqueempezabanavolversegrisesporlosbordesysabíanacueroamargoycorreoso.Aunasí,lacomieron, tostándola en la hoguera sobre ramitas verdes para darle un mejorsabor.

IgnatiusyLysander,agotados,sehabíanechadoadormirabrazadoselunoalotro como cachorros recién nacidos. Era un descanso bienmerecido y habíanrecibido una buena ración de la carne seca que quedaba antes de quedarinconscientes. Fletcher esperaba que los dos demonios estuviesen recuperadosporlamañana.

—Tendremosqueseguiradelanteaprimerahorade lamañana—murmuróFletcherdandogolpecitosenelfuegodemalagana—.NohayseñalalgunadelabandadadeAlcaudones.Debendeestarmásadelante.

—Sí. Pero, sin duda, volaban en esta dirección y sabemos que suelenmantenerse en las fronteras del éter, que es, más o menos, donde estamosnosotros.—LaspalabrasdeOthelloerasoptimistas,perosutonoerasombríoyapático.

—Puedequefueraunabandadadiferente—dijoSylva.

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—¿Qué? —preguntó Cress levantando la mirada como si no acabara decomprenderlaspalabrasdeSylva.

—UngrupodistintoalquepasaporelterritoriodeHominum.Notenemosniideadesihaydiferentesbandadascondiferentespautasdemigraciónalrededordel éter. El éter es enorme y parece que los Alcaudones son relativamentecomunes.

—¿Yporquénodijisteesoayer?—gruñóOthelloenterrandolacabezaentrelasmanos,

—¿Teníastúunaideamejor?—leespetóSylva—.¡Almenos,tenemosunadirecciónhacialaqueir!

—Chicos, estononosayuda—intervinoFletcher levantando lasmanos—.Puede que no sea la misma bandada, pero también puede que sí lo sea. Porahora,vamosaseguirlos.

—¿Seguir a quiénes? —refunfuñó Cress—. Ni siquiera sabemos dóndeestán.

—Siento que las cosas no hayan salido como esperabas—dijo Sylva contono sarcástico. Se levantó y se acercó a la mochila junto a la cual dormíaIgnatius—.Voyaversielconjurodelcrecimientofuncionaconestasflores—añadiómirandohaciaatrás.

AparecióunresplandorverdeySylvasoltóungritoahogadodealegría.Segiróylevantóenelaireunaplantareciénflorecida.Learrancólospétalosconunamanoyselosmostróasusamigos.

—Si vamos a estar aquí una temporada, más vale que hagáis crecer lasdemásplantasantesdequesemarchitenymueran—dijoSylvaalosdemás—.Yopreferiríanotenerqueirotravezalvolcán.¡Vamos,daosprisa!

Fletcherylosdemássereunieronconellaaregañadientesyenseguidahuboen el campamento otro destello verde. Aquellos conjuros estaban agotando elpoco mana que habían recuperado en su largo viaje a través del océano.Disponían de pétalos en abundancia y, si guardaban bien las plantas, tendríanprovisionesparatodalavida.

Laluzibadesapareciendoconrapidez,aligualqueelcalordeldía.Elequipoestuvoprontoapiñadobajo lapieldelCatoblepasparacalentarse,con lospiesjuntoalahoguera.Antes,lasnocheshabíansidooscurasyagobiantesylaúnicaluzproveníadelaspequeñasluceserrantesquelosguiabanalosarbustospara

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que pudieran aliviarse. Pero después de haber viajado tan lejos a través delocéano,Fletcherdudabaquelosorcoshubiesenpodidoseguirloshastaallí.Asíque durmieron junto al crepitar del fuego, que proyectaba sobre el pequeñocampamentouncálidoresplandornaranja.

Fletcher se despertó y se dio cuenta de que había bebido demasiada aguadespués del largo vuelo sobre el desierto sin probar ni una gota. No queríamoverse de su cálido cobijo, pero tenía la vejiga llena y sabía que no podríadormir si no la vaciaba. Los primeros destellos del amanecer iban tiñendo elcielo, pero no iba a poder esperar. Suspiró y salió de debajo de la piel concuidadodenodespertarasumadreniaOthello,quedormíanacadaladodeél.

Athenaululósuavementedesdearribamientrasélseabríapasoatravésdelabarreraderamasquelimitabasucampamentoydabaunospasosenlaoscuridad.Nolegustabalaideadealejarsetantodelcampamento,sobretodoporqueaúnnohabíanexploradolajungladealrededor,peronolequedabamásremedio.

A unos treinta metros, entre los arbustos, vio un espinoso árbol que leparecióunbuensitio,asíquesedirigióhaciaél,agradecidodequehubieseaúnsuficienteluzdelahogueraydequelaluzdelcielodelamañanailuminaraelancho tronco sin necesidad de una luz errante. Se detuvo y empezó adesabotonarselospantalones.

Pero algo no iba bien. Había demasiado silencio.Mientras viajaban en elcaparazón de Sheldon, las junglas estaban llenas de crujidos de los demoniospequeños, ululares lejanos y, de vez en cuando, rugidos de algún que otrodepredadornocturno.Ahora, apenas seoía el susurrodelviento.Algo le cayósobrelamejilla,húmedoypesadocomounagotadelluvia.Lotocóconlamanoyviounamancharojaensusdedos.

Fletcher levantó la mano y creó una luz errante. El globo azul girósuavementeenelextremodesudedomientrasleintroducíamana,hastaquelabolasehizotangrandecomosupuño.Fletchersequedósinrespiracióncuandoelhorrorqueteníaanteélquedópatentebajoelcrecienteresplandor.Lamuertehabíaidodevisitaalajungla.

Docenas de demonios estaban ensartados en las espinas del árbol. JustoencimadeélhabíaunJackalope,undemonioparecidoaunconejoconpequeñas

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astas afiladas.Tenía la caja torácica abierta y vacía y donde antes estaban losojos, sólo quedaban dos cuencas vacías. A su lado, ensartados, los restos delcaparazóndeunÁcarodelquenoquedabamásqueunaconchavacía.

Fletchersegiró.Elcorazónlelatíaconfuerzaanteelhorror.Empezóacorrer.

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Todos estaban de pie ante el árbol, examinando aquella macabra exposiciónmientraselamanecerseextendíaporelcielo.Setratabadeunavisiónespantosa,aunqueconelresplandordelanuevamañanaparecíamuchomenossiniestraqueelfantasmagóricoespectáculoteñidodeazulqueFletcherhabíavistomediahoraantes.

—Puesesunagrannoticia—murmuróSylvarestregándoselosojos,agotada—.Voyaseguirdurmiendo.

—¿Esto?¿Estoesunagrannoticia?—exclamóCressalavezquesegirabahaciaSylva,horrorizadayconfundida.

—Sí —murmuró Othello mientras volvía al campamento, atraído por lahogueracrepitante—.Despertadmedentrodemediahora.

—¿Me estoy volviendo loca o son ellos? —preguntó Cress mirando aFletcher.

PeroFletcheryasabíaquéeraloquequeríandecir,puesundatoolvidadoseabrió paso hasta la parte frontal de su mente. No era de extrañar que no lohubieserecordadodeinmediato,pueslohabíanenseñadoenunaclasealaqueFletcher no había asistido: lo habían sacado del aula para que le enseñara eldiariodeBakeramadameFairhaven.

—¿SabesdedóndetomaronsunombrelosAlcaudones?—preguntóFletchermientrasserascabaelmentón—.Acaboderecordarlo.

—Pues...laverdadesqueno—contestóCress—.Sitesoysincera,noprestémuchaatenciónenlasclasesdedemonología.Estabademasiadoconcentradaenganareltorneo.

—Pues recibieron su nombre de un animal real. Hay una especie de aveoriundadelafronterasdeldesiertodeAkhadconocidacomoAlcaudón.Tienela

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costumbre de ensartar a sus presas, normalmente insectos o lagartijas, enpinchos. De esa forma las puede tener sujetas mientras se las come. LosAlcaudonesdemoníacos tienen lasmismascostumbresalimenticias,por loquerecibenesenombre.

—Entonces,esoquieredecirquenohemosperdidoalosAlcaudones—dijoCressalcomprenderlotodo.

—Eso es —contestó Fletcher a la vez que miraba aquellos restos quegoteabansangreycombatíaunescalofrío—.Sólo tenemosqueseguirel rastrodeloscadáveres.

Al saber que estaban tan cerca de losAlcaudones, los ánimos de todos seensombrecieron.Ahoraestabanenpeligro,nosóloporlosAlcaudones,sinoporlos depredadores y carroñeros que seguían la senda de aquella bandada. ElmortíferoWendigoeraquizáelmástemidodetodosellos,puessuaficiónaloscadáveresleproporcionabaunhedorquesecorrespondíaconsufuentepreferidadealimento.

Porelestadodeloscaparazones,FletchersupoquelosAlcaudonesestaríanasentadosenlosárbolesqueseveíanalolejos,asíqueenviaronaPriaparaquerealizaraunaexploraciónprimeroy,después,seacercaroncautelososapieparanoencontrarseconaquellascriaturasmortales.

UnAlcaudónmachoyaerapeligrosoensolitario,puesteníalaenvergadurade un albatros, las garras de un águila y el pico aguileño de un buitre. Perocuandoemigraban,losdemoniossejuntabanengruposhastaformarunahordaimparablequediezmabalaspoblacionesqueencontrabanasupaso.

LasmásterroríficasdetodoeranlasMatriarcas, laslídereshembrasmenosusualesde la especiede losAlcaudones.Comosideunaextraña inversióndepapeles se tratara, el Alcaudón macho lucía una cresta insignificante y unapapadacomo lade lasgallinas,mientrasque lacrestade lamadrede laproleestabacompletamentedesarrolladay le sobresalíade lacabezacomo lade losgallos.Dosvecesmásgrandequesuscompañerosmasculinos,lashembraserancapacesdelanzarseenpicadosobreunCánidojovenylevantarlodelsuelo.

ElprimeravistamientoqueelequipotuvodelosAlcaudonesfuealamañanasiguiente,cuandolabandadaatravesóel follajeamásomenosunkilómetroy

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mediopordelantedeellosparacontinuarconsumigración,trashaberdejadolajungladealrededorsinningúntipodecriaturaviviente.Elgrupovolótrasellos,pero sólo cuando los demonios se convirtieron en unos puntos lejanos en elhorizonteysirviéndosedelabuenavisióndeAthenaparaseguirsurastro.

Eldíadiopasoalanochey,denuevo,aldía.Alanochecer,elequiposiguiólasendadelosdemoniosdurmientesyacamparoncomohabíanhechoantes.Secomieron sus pétalos y los penosos restos de carne seca, complementando sudietacon los restoscomestiblesque losAlcaudoneshabíandejado.A lanochesiguiente llovióysevieronempapados,peroagradecidosdepoderextender lapieldelCatoblepaspararecogerelaguayrellenarsusbotellas.

Y así siguieron,mientras la jungla se extendía por debajo de ellos en unaaparentealfombrainfinitadevegetación.Fletchernosehabíaimaginadonuncaque pudiera existir algo así, pues se extendía de un horizonte a otro sobre unterrenollanoquecarecíadepuntosdereferencia,ríosoclaros.Sóloaladerecha,muylejos,seveíaalgoparecidoaunainterrupciónenlosárboles:unafinalínearojaquemostrabadóndeterminabalajunglaycomenzabanlatierramuerta.

En la cuarta noche, cenaron las patas de un Yale muerto poco antes, undemonioqueparecíauncruceentreunantílopeyunmachocabrío,conunparde cuernos curvados que podía girar a su voluntad. La bestia sabía a carneromaduro,correosoperosabrosoymuchomásdeliciosoquelosrestosdesucarneahumada.

Fueesanochecuandovieronlosprimeroscarnívorosquemerodeabantraslabandada, rodeando los bordes de su improvisada barricada en la oscuridad,atraídosporlaluzyelolordelacarnecocinada.

Elgrupoobservóalosdepredadoresqueseacercabanatravésdesupiedrade cristalmientrasAthena se posaba sobre los árboles.Una solitariaLeucrotaconrayasdecebra trotabaalanochecer:eraunextrañomamíferoconpezuñashendidas, cola de león y cabeza de tejón.Después, una pareja deLicántropospasaron a escondidas. Aquellos lobos bípedos aullaron tristes cuando seasentaron a pocos metros de su campamento. Nadie durmió mucho aquellanoche.

Fue a la mañana siguiente cuando vieron el primer volcán y la enormecolumnadehumoqueselevantabaenelcielo.AquellavisiónaceleróelcorazóndeFletcher.ElterritorioeracadavezmásparecidoaldeHominum,escarpadoy

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con un cielo oscurecido por lasmismas nubes de ceniza que podía ver ahora.Peronohabíamododeestarseguros.Podíanvolarjustoporencimaynodarsecuenta.

Y lo que era peor, Othello les había recordado una cosa más, trasincorporarseenmediodelanocheyllegaraunaterribleconclusión.Eltiempomedioqueuninvocadormantendríaabiertounportaldelétererabreve,quizádemediahoracomomucho.Lazonaenlaquepodríaaparecerelportalpodíaserenorme,demodoque,aunqueestuviesenenellugarcorrecto,lasposibilidadesde atravesar un portal abierto cuando pasaran por su lado eran aún menosprobables.

Laúnicaesperanzaerapoder localizaralgunoduranteelvuelo, locualeraimposible,dadaladensidaddelfollaje.Asípues,FletchersealegródequelosAlcaudonesparecieranestaremigrandohacialatierramuerta,dondepodríanvermejor alguna esfera giratoria. Por ahora, estaban rodeando las rojas tierrasbaldías:unabuenaseñal.LosAlcaudonesestabanjuntoalatierramuertacuandoValenshabíasidoatacadodosañosatrás.¿Podríaserésteelmismolugar?

Pasaron varias horas volando por el borde de la jungla, asomándose a lacuenca de arena roja con la esperanza de ver la esfera azul giratoria que losllevaríaacasa.Peronohabíanada.

Agotados, acamparon para pasar su quinta noche desde que habíanatravesadoeldesierto,conlosojosinyectadosensangreyenrojecidosporculpadelvientoyelpolvo.TodoslosdemásparecíanhaberestadollorandoyFletchersupusoquequizáhubierasidoasí.Estabandesesperados.Condenadosaléter.

Parasiempre.

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—¡Fletcher,despierta!LavozdeSylvasiseóensuoído.Élsoltóungritodedolorcuandoella le

clavólasuñasenloshombros.—¿Qué...?—empezó a preguntar él, pero una mano le tapó la boca. Por

encima de él, los primeros rayos de luz empezaban a aparecer en el cielo,tiñendoelmundodeunlevetonoamarillo.

Seincorporóyvioelcristalensuregazo.Losdemásyaestabandespiertos,rodeándole.Elresplandordeunadiminutaluzerrantelesiluminabaelrostro.

—Ahí—susurróSylvaapuntandoalapiedra.Por unmomento, Fletcher creyó que estabamirando el débil reflejo de la

piedraerrante.Peronoeraasí.Setratabadeundestelloañil,enalgúnlugarmuyadentrodelatierramuerta.Demasiadolejoscomoparaverdedóndeprocedía.

Tratóde levantarse,peroelbrazodeOthelloeracomounabarradehierrosobresupecho.Laimagendelapiedradecristalsedesplazóhaciaelbordedelajungla.

Alcaudones.Cientos de ellos: sus negras figuras estaban posadas entre lasramas,comosilosárbolesestuviesencargadosdefrutapodrida.

Othello se inclinó hacia delante y señaló en silencio hacia arriba. Fletcherlevantó lacabezayvioquePriaestabaplaneando justoporencimade lacopadelárbol.¡LosAlcaudonesestabanjustoencimadeellos!

—Hayunciclóndepolvodondeestabanantes—musitóSylva,cuyavozeraapenas un susurro en su oído—. Deben de haber regresado aquí mientrasdormíamos.Athenamehadespertadohaceunosminutos.

Fletcher se estremecióybuscó alGrifuelo, que saltó a susbrazos.Dio lasgracias a las estrellas porque ella hubiese estado vigilando. Othello se acercó

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tantoquelabarbalehizocosquillasaFletcherenlamejilla.—Siesunportal,notenemosmuchotiempo—murmuró—.Estu llamada.

Túnoshastraídohastaaquí.ElcorazóndeFletcherlatíaatodavelocidadenelpechoconunasensación

incómoda. Era como si le hubiesen echado un cubo de agua fría, como si sehubieradespertadodeunsobresaltoylohubierainvadidounrepentinoterror.

—Podríatratarsedefuegosfatuos—dijoFletcherenvozbajamirándolosatodosalosojos—.Podríasercualquiercosa.

—Ypodríasernuestramejoroportunidadparallegaracasa—repusoCressmordiéndoseunlabio—.Sinosalimosya,loperderemos.

Era una elección imposible, en el peor de losmomentos. LosAlcaudonespodrían empezar adespertarse en cualquier instante, pues el amanecer llegaríapronto.Sielgruposalíadelaproteccióndelosárbolespodríaseravistadoporalgúnmadrugador.

—Othello,mandaaPriaparaquevayaaver.Losdemás, recogedvuestrascosas —ordenó Fletcher tratando de mantener la voz baja e inalterable—.Tenemosqueirnosdeaquídetodosmodos.

Pria salió volando en dirección a la tierra muerta. Su caparazón se habíavueltoyarojoparafusionarseconlaspolvorientasllanuras.

—Entonces,¿lovamosahacer?—preguntóCressconunrepentinotemor.—Siresultaqueesunportaldeverdadsabremosqueestamosenterritoriode

Hominum —susurró Fletcher—. Eso ya es una bendición. Podríamos haberpasado volando por aquí sin haberlo visto.Quizá tardemos varias semanas eninvestigarlazonahastaencontrarotroportal,peroesoquieredecirquetardeotempranoloencontraremos.

—¿Semanas?—preguntóOthelloconunlevegruñido.—Si losAlcaudones siguen su camino antes de que se cierre, deberíamos

estarlistosparairhaciaél—murmuróFletcher—.Delocontrario,esperaremos.Nomerecelapenamorirporesto.

Tardaron dos minutos en preparar apresuradamente las mochilas y, acontinuación, despertaron a Lysander e Ignatius. El grupo esperó junto a susfuturasmonturas,mirandoelcristalquesosteníaOthelloenlasmanos.

—Priasemuevedespacio—dijoOthelloenvoztanbajaqueFletcherapenasoyó lo que decía—.Algunos de losAlcaudones están despiertos, así que está

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volandopegadaalsuelo.Fletcherlevantólamiradaysintióunescalofríodemiedoquelerecorríala

espaldayleponíalacarnedegallina.Bajolaluzcadavezmásbrillante,pudover a aquellos demonios voladores entre las ramas, por encima de ellos. Susplumasnegrassefundíanconlassombrasnebulosasdelfollaje.Variosdeellosyasehabíandespertadoyasomabanlacabezapordebajodelasalas.Fletcherysu equipo tenían suerte de que aquellas aves no los hubiesen visto cuando sehabíanposadoallí.

—Deberíamosirnosya—susurróFletcher—.Aquínoestamosseguros.Se giró y miró la piedra de cristal. La fuente de aquella luz azul seguía

estandomuylejosparapoderverlabien,aunqueeramásgrandeenlapantalladecristal.Almismotiempo,elcolorazuleramenosvisible,pueslacadavezmásintensaluzdelamanecerhacíaquesuresplandorseatenuara.

Ensilencio,Fletcherapartóunascuantasramasdelabarricadaparasalirdelcampamentoehizounaseñalalosdemásparaquemontaran.Élhizolomismo,llamóaAthenaypidióaIgnatiusquesalieraporaquelhueco.LosAlcaudonespodríandespertarencualquiermomento.

El Draco plegó las alas contra las piernas de ellos para poder pasar poraquellasalida,posando laspatasconcuidadoparanoromperalgunaramaquehubiesepodidoquedarenelsuelo.AthenaseretorcíacontraelpechodeFletcheryéstesediocuentadeque,sinpretenderlo,laestabaagarrandocondemasiadafuerza por el miedo. La soltó y ella se colocó sobre su hombro, llamando laatencióndeAlice.LamadredeFletchersonrió,ajenaalpeligroquecorrían.

Ignatiusdiounpaso.Dos.Y entonces ocurrió lo que nadie podría haber imaginado. Alice soltó una

carcajadaconvozdesenfrenadaalextenderlamanohaciaelGrifuelo.Athenaseprecipitóasusbrazosconlaesperanzadehacerlacallar.

Peroerademasiadotarde.Seoyóunchillidodesdearriba.Después,otro.Arañabanelairecomouñas

sobre una pizarra. Despacio, muy despacio, Fletcher inclinó la cabeza haciaatrás.

Unadocenadeojoslomirabanfijamente,negrosybrillantesbajolaluzdelamanecer.Fuecomosieltiemposehubiesedetenido,dejándolotodocongeladoenunmomentode espanto.Entonces, una formaextraña seprecipitódesde el

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follajehastalasramasdeabajo,aterrizandoentresuscompañerosyagitandolashojas. Siguió otromás, que batía sus enormes alas en el aire. Soltó un brevegraznido,unsonidoestridenteycortantequeretumbóenlosoídosdeFletcherylollenódeterror.

Llegaronmás,uno trasotro,buscando laprocedenciadel ruidoquehabíanoído debajo de ellos. Las parejas se convirtieron en docenas y, luego, enveintenas,tantasquelasramascrujieronbajoelpesodeaquellasenormesaves.Una se posó tan cerca que Fletcher pudo ver el temblor de su papada rojamientraschasqueabaansiosamenteelpico.

—Tres—susurróSylva,losuficientementefuerteparaqueFletcherlaoyera.Élnoentendió,pueselmiedoleembotabalamente.—Dos.FletcherviocómoelprimerAlcaudóncaíaalsueloanomásdeunoscuantos

metrosdelospiesdeLysander.SylvayOthelloestabanyamontados.—Uno.Ignatiusseestabaagachando.Ah.FletcherselanzóalcuellodelDraco.—¡Ahora!Salierondisparadosdirectamentehacia arriba, de talmodoqueFletcher se

quedó pegado a su madre. Ella le rodeó la cintura con los brazos cuando elimpulsoloslanzómomentáneamentecontralaespaldadeIgnatius.

Unadisparatadacacofoníadechillidosledesgarrólosoídoscuandolosdosdemoniossalierondisparadosyseabrieronpasoentreelfollajeantesdesaliraldescubierto.

Elcielodelamanecer teníaelcoloramarillodeunaviejamagulladuray latierrarojaqueteníananteellosrelucíaconsuluz.ElmundoseinclinóunavezmáscuandoIgnatiusseadentróenlatierramuertay,después,empezaronabatirelaireenunfrenesídealeteos.Lysanderibaunpocomásadelante,puessucargamásligeraysuexperiencialedabanalgodeventajasobreelDraco.

LosAlcaudoneslosseguíanentrechillidosderabia.Fletchermiróhaciaatrásyselecortólarespiración.LosAlcaudoneslosseguíandecerca.Erantantosquelajunglacasihabíadesaparecidodelavistaantelamasadeformasnegrasqueibantrasellos.

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—Laluz.¿Dóndeestálaluz?—exclamóSylvaalavezquegirabalacabezaparamirarhaciaatrás.

Elcielobrillabaahora tantoqueelportalyano resplandecíacomounfaroque losguiara.Siguieronadentrándoseen la tierramuertacon laesperanzadepodervislumbrarlamanchaazul.

—Másrápido—gritóFletcher.LosAlcaudonesibanganandoterrenoylasMatriarcasliderabanlabandada.

Susalaserantangrandescomolasvelasdeuncúter;lasmovíanenelaireconlargas y pesadas sacudidas que los hacían avanzar en el aire a una velocidadvertiginosa. Ignatius hacía lo que podía por mantenerse alejado de aquellasgarrasextendidas,listasparaclavarseensucarnedecolorburdeos.

Undestellodedolor.FletchersegiróyvioqueelpicodeunaMatriarcasehabíaclavadoenlacoladeIgnatiuspero,enesemomento,elextremodelacoladelDracodiounlatigazohaciaarriba,golpeóelplumajedeldemonioyloarrojóaunlado.

Otracayódesdearribacon lasalasplegadasy lasgarrasdirigidasaCress.FletchersacóaVendavalydisparódosvecessinpensárselo.LaMatriarcasaliódespedidahaciaatrás,enundobleestallidodeplumasysangre.

El viento les alborotaba el pelo a medida que avanzaban por las llanurasrojasyelsueloderocasesparcidaspasabaatodavelocidadpordebajodeellos.El desierto se extendía por delante, el Abismo a la derecha y la jungla a laizquierda:nadalosguiaba,salvoladirecciónenlaquehabíadesaparecidoPria.

—¡Allí!—exclamóOthelloalavezquelanzabaunasalvadeperdigonesconsu trabuco,endireccióna lamasadeAlcaudonesqueseacercabanpordetrás.Tresdeellosrecibieronelimpactoysealejarontambaleándose,peroapartedeeso el disparo del enano apenas provocó daños en aquel tumulto de chillidos,alasypicos.

Fletcher no veía otra cosa queAlcaudones por detrás de él. Sólo sentía lainclinacióndelatrayectoriadeIgnatiusmientrasseguíaaLysanderenunanuevadirección. Por el rabillo del ojo veía la cara de su madre, calmada mientrasacariciabaalGrifueloqueteníaentrelosbrazos.

Elchisporroteodeunrayoapareciótrasella:procedíadelguantedebatalladeCress,queseabrióybalanceóparalanzarunconjuro.Lasavesmáscercanasdieron una brusca sacudida en el aire, retorciéndose y cayendo como piedras

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pararecuperarsedespuésyseguirconlapersecución.Fletchertratódehacerunconjurodeescudo,perolaluzblancadesapareció

enelvientoyseenredóenlasgarrasdeunaMatriarcaqueestabacerca,sinqueocurriera nadamás. Después, lanzó una bola de fuego con su otro dedo, queestallóenlasgarrasdeunasegundaMatriarcayacabóporderribarlasalosdos.

UnpequeñoAlcaudónaparecióporellateralyCresslanzóungritodedolorcuandolaarañóconsusgarras.Elfogonazocinéticoconelqueellarespondió,unidoalaflechadesuballesta,hizoquelabestiasaltaraporlosaires.Después,losAlcaudones estuvieronpor encima, por debajo y entre ellos.Los rodeabanportodoslados.

—Elportal—gritóSylva.Fletchersegiróparaverlaórbitaquedabavueltasalolejos,unpuntoazul

queflotabaenelhorizonte.UnaparejadeAlcaudonescayódesdearribasobreLysander, e Ignatius lanzóun torrente de llamas que los carbonizó. Sus restoshumeantespasaronporencimadelhombrodeFletcher.

ElGriforespondióconunchillidoysedejócaer.CogióalAlcaudónporlasalas y se las arrancó a la vez que otro le golpeaba el costado y le arañaba elpelajedeplumas.

Fletcher disparó con Llamarada y alcanzó a su atacante en el muslo, losuficienteparaque se alejaradandovueltas.Unagarra le rajó elbrazoyunasplumas le cegaron cuando unaMatriarca bajó en picado. Soltó un gruñido dedolor y enfundó la pistola antes de que se le cayera de entre los dedosentumecidos, pues la herida del brazo estaba tiñendo de carmesí su chaquetaazul.

—Ya casi. Allí —exclamó Othello pronunciando cada palabra con unfogonazocinéticoque lanzabahacia atrás a losAlcaudonesy a lasMatriarcasqueaparecían.

Cresssiguiósuejemploylaexplosióndecadaconjurofueacompañadadeuna ráfaga de viento y una caída de plumas. Fletcher sacó su khopesh con lamanoizquierdaalavezqueseapretabacontraelpechoelbrazoderechoherido.Extendió un dedo desde la empuñadura y disparó un rayo. Los destellos azuleléctricoatravesaronelaireyprovocaronunagujeroenlamelédeAlcaudones,muchosdeloscualescayeron.Casinolequedabamana.

Pasaron por su lado a toda velocidad sombras de Alcaudones que se

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zambullíanytratabandeacercarse,conscientesdelaferozdefensadesupresa.Notóotraoleadadedolor,estavezenlapantorrilla,yeldemoniosealejóatodavelocidadantesdequeélpudieseresponderconsukhopesh.

Todoledabavueltasysuvisiónperiféricasefueoscureciendo.Sentíaelhilocalientedesangrequelecaíaporlapierna,pueslaprofundaheridasangrabaconrapidez.Demasiada rapidez.Tratóde lanzar el conjurode la curación,pero sepulverizóenelaire,pueselcodose lemovíacon las sacudidasde lasalasdeIgnatius.

Oyó un grito de advertencia que le hacía Sylva y sintió el golpe de unAlcaudónenelhombro.Ignatiusemprendióunacaídavertiginosa.

Unresplandorazulseabalanzabahaciaél.

Derepente,todoerafríoyoscuro.FletchersintiólasacudidadeIgnatiusalcaer al suelo y, después, salió por el aire girando sobre sí mismo una vez y,luego, otra. Se golpeó contra el suelo y siguió dando vueltas hasta que quedótumbadoydolorido.Notóunapielpegajosasobreelrostro,cuyofuerteolorselecolóporlasfosasnasales.

Con los ojos medio abiertos, vio el perfil borroso del portal giratorio,bloqueadoenparteporunas figurasnegras.El resplandorseoscureciócuandoaparecióundemonioy,acontinuación,laesferaazulseapagóydejóellugarenunacompletaoscuridad.

Oyó unos pasos y notó la presencia de Ignatius a su lado. Notó el cálidolametónde la lenguadeldemonioen lapantorrillay, unmomentodespués, lemojóelbrazoconsaliva.Sintiólaoleadadeloquelequedabademanaalsalirde su cuerpo y el conjuro de la curación empapado en la lengua de laSalamandraseabriópasodentrodesucarneparacoserlosmúsculosylapiel.

Derepente,Fletcherfueconscientedelasvocesquelorodeaban.Gritosdesorpresa, de miedo. La habitación, pues en una habitación se encontraba, seiluminóconlaluzparpadeantedeunasantorchasquecobrabanvida.Suvisiónsefueampliando.

La voz de un hombre que daba órdenes se abrió paso entre el ruido. Yentonces lo vio, acercándose a él con determinación y con una mirada depreocupación.

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Arcturus.

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Habíanvoladoal interiordeunaclasedeinvocación.Dehecho,eralaprimeradel año académico. Tras la misión de rescate, Arcturus había regresado a laenseñanzaparaocuparellugardeRook.

Cuando Fletcher y su grupo habían visto el portal, Arcturus les estabaenseñando a sus alumnos los peligros de la migración de los Alcaudones.Estaban siguiendo la bandada desde la distancia segura de la tierra muertacuando,porsuerte,unestudianteobservadorhabíavistosudesesperadahuidaenelÓculo, la gigantesca piedra de cristal deVocans, antes de que terminara laclase.SacharissahabíaesperadoalotroladodelportalparaqueArcturuspudieravercómoavanzabanyhabíavueltoasaltarcuandoloschicosyaestabanasalvo.

Ahora,estabansentadosenlabiblioteca,disfrutandodeloscómodoscojinesde lossillonesydelcalorde lachimeneaquecrepitabaal lado.Fletcherhabíasubidoasumadreenbrazosylahabíatumbadoenunsofájuntoalfuego.

Los demás estaban sentados alrededor de una granmesa de roble llena delibros y rodeada por los altos estantes que dividían la sala en un laberinto depasillos repletos de libros. Casi era medianoche. La clase había sido de lasnocturnas.

—¿A quién esperamos? —gruñó Othello revolviéndose nervioso en suasiento.

No les habían concedido la oportunidad de lavarse ni tan siquiera decambiarsederopa.Arcturusleshabíadichoqueperfundieranasusdemoniosylos alejaran rápidamente de sus alumnos de primer año, que los mirabansorprendidos.

—Dejaréqueosloexpliquenellos—dijoArcturus,dandovueltasnerviosojuntoalapuerta.

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—¿Quiénes?—preguntóSylvaconunhilodepacienciatandelgadocomolalíneaqueformabansuslabiosapretados.

—Mirad,nisiquieraséquiénvaavenir—contestóArcturusalavezquesepasabalasmanosporelpelo—.HeavisadoalreyHaroldyaElai...lacapitanaLovett, pero puede que traigan o envíen a otros.Han cambiadomuchas cosasdesdequeosfuisteis...

—Puescuéntanoseso,almenos—dijoFletcher,hartodetantomisterio.Esperaba ser recibido como un héroe y no que lo esconderían como a un

delincuentecomún.Lasorpresadeesabienvenida lo indujoaguardar silenciosobreelrescatedesumadre.Arcturusapenassehabíafijadoy,probablemente,aúnpensabaque se tratabade ladyCavendish, lamadredeRufus.Esopodríaesperar.

—La capitana Lovett lo oyó todo —les explicó Arcturus sin dejar depasearse—. Al menos, hasta que Lysander atravesó el portal y se cortó laconexión.La confesión de Jeffrey, cómo habéis escapado, todo. Pero no tienepruebas, así que lohamantenido en silencio.En realidad, nadie creía siquieraquehubieraisentradoeneléter.

—No sabíamos que ella lo supiera —murmuró Sylva—. Creíamos queLysanderestabainconsciente.

—¿Quémás?—preguntóOthello.Arcturussedetuvoysemordióellabio.—Todo Hominum vio morir a Rufus —dijo por fin—. Vieron que lo

alcanzabaunade las flechasde laballestadeCressy, después, que Jeffrey seacercabacorriendoyselasacabaenunintentoporsalvarle.Porloqueaellosrespecta,CressmatóaRufus.NosabenquehabíasidoJeffreyquienledisparó.

Aquellanoticia fulminóaFletcher comoun rayo.Antes se sentía agotado,dispuestoadormirenelcálidoconfortdelabiblioteca,peroahorasentíaqueelfríolecorríaporlaespalda.

Rufusestabamuertocuandoentraronenlacámaradedebajodelapirámide.Nuncahabíanvistoquéeraloquelohabíamatado,sólounaheridaprofundaensuvientre. Jeffreydebiódedispararle la flechade la ballesta sin quenadie loviera.

—PeroJeffreycreíaqueno lohabíaconseguido—dijoCressahogandoungritoyllevándoselamanoalaboca.

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—Se vio por el rabillo del ojo de Lysander, justo antes de que quedaraparalizado—le explicóArcturus con expresiónmacilenta y seria—.Cerró losojosapenasunossegundosdespués.Probablemente,Jeffreynosediocuentadeque todo Hominum lo estaba viendo. La única razón por la que fingió queayudaba aRufus fuepara engañaros avosotros tres cuando salisteis del túnel.Esecabróntuvosuerte.

—Entonces, todosodianotra vez a los enanos—susurróOthello—.Creenqueenviamosaunasesinoparaquemataraaunodelossuyos.

Arcturussuspiróysefrotólosojos.—ElviejoreyAlfricyahaordenadoquelosPinkertonesrodeenelBarriode

los Enanos. Es un polvorín a punto de estallar. Pero ése no es el mayor denuestrosproblemas.

—¿No?—preguntóFletcheraterrado.Arcturusnegóconlacabeza.—Trasvariosañosdeformación,alosenanosreclutasreciéntituladosselos

haenviadoal frente.AtravesaránCorcilluma supasodesde la fronterade loselfosdentrodosdías.Cuandolleguenallíyveanquesuscasashansidositiadas,habráalgúntipodeconflicto.Nohaynadaquepodamoshacerparaevitarlo.

Arcturussequedócalladoy losmirócomosi fuera laprimeravezque losveía.

—Noséquévaapasarcuandoaverigüenqueestáisvivos—dijo,casicomosihablaraparasímismo—.PerocontadconquevanaarrestaraCress,sinoatodosvosotroscomocómplices,dadoelhistorialdeFletcheryOthelloconsusacusacionesdetraición.Sylva,sóloporturelaciónconestostres...

—Tenemosqueirnosya—dijoSylvamientrasseponíadepiedeunsalto.Arcturuslehizounaseñalconlamanoparaquevolvieraasentarsealavez

quenegabaconlacabeza.—Losestudiantesqueoshanvistoatravesarelportaleranplebeyos,pueslos

noblesnosehanmolestadoenasistir.Asíque tenemoshastamañanaantesdequesecorralavoz.Lesheordenadoquevayandirectosalacamaylehepedidoa madame Fairhaven que los vigile y se asegure de que no salen de sushabitaciones.Almenos,porestanocheestáisseguros.

Fletcher no se creía lo que estaba oyendo. Habían pasado de fugitivos afugitivos.¿Cómoeraposible?Habríanestadomássegurosviviendoeneléter.

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—Fletcher,¿quépasacon...?—empezóapreguntarSylva.Pero no terminó la frase porque el rey Harold entró por las puertas de la

biblioteca.Teníalosdoradosrizosempapadosdesudorypegadosalafrente,ylos observó con una mirada de sorpresa e incredulidad. Lovett iba detrás,abriéndosepasoenunasilladeruedasdemaderaconrespaldoalto.

—Asíqueescierto—dijoelrey,jadeante.—Os lodije—repusoLovettconsequedad.Sonrióymovió lacabezacon

fingidaincredulidad—.Apuestoaquetienenunahistoriabastantefascinantequecontar.Dieciséisdíasdeléter.¡Esoescasicomounasemananuestra!

Peroel reyno laescuchaba,ni tansiquieramirabaa loscuatroestudiantessentados a la gran mesa que tenía delante. Miraba fijamente a la madre deFletcher. Como si estuviese sonámbulo, se acercó tambaleante al sillón dondeellaestaba.Lasllamasparpadeantesproyectabansombrasensurostro.

—Alice—dijoconvozroncaa lavezquesearrodillabadelantedeella—.¿Erestú?

Miró a Fletcher sin entender y recibió como respuesta un solemneasentimiento.EnlosojosdelreyaparecieronlágrimasyagarrólamanoflácidadeAlice.

—No puede ser... Fletcher, ¿tú...? —Arcturus se interrumpió mientras sepasaba los dedos por la larga cicatriz que le estropeaba el rostro. La mismacicatriz que había recibido cuando buscaba vengarse de los orcos que habíanatacadoalosRaleighaquellanochefatídica.

Fletchervio la innegablealegríadeArcturusalencontrarasuviejaamiga.Unaexpresióndeasombrolecruzóelrostro,seguidadelasonrisamásgrandequeFlectherhabíavistojamásenloslabiosllenosdecicatricesdeaquelhombre.

Arcturusapoyóunamanoenelhombrodelreyal tiempoqueobservabalamiradaperdidadeAlice.Después,mientraslosdosseguíanobservándola,Aliceparpadeó un momento y una muy leve sonrisa se dibujó en sus labios. Acontinuación,desapareciótanrápidamentequenisiquieraFletcherestabasegurodehaberlavisto.

—Alice,soyyo—dijoArcturusapretándolelamano.Peroaquelmomentoyahabíapasado.Alicevolvióacontemplarlasllamas

sinpestañear.—¿Siempre...estáasí?—preguntóHaroldalavezqueunalentalágrimale

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rodabaporlacara.—Sí—respondióFletcher.Nohabíamásquedecir.

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Hubo poco tiempo para disfrutar del regreso deAlice, pormuy agridulce queéste fuera.Lamañanaseacercaba rápidamenteyelequipodeFletcher tendríaquehaberseidoparaentonces.

LaurgenciaaumentócuandoLovettlesrecordóqueunalumnopodíaenviaruna nota a través de un demonio volador y que probablemente los Forsythtendrían espías incluso entre los plebeyos de Vocans. Al fin y al cabo, ya sehabían ganado antes la lealtad de dos de ellos: Atlas y Jeffrey. Algúninfluenciable plebeyo de primero, asombrado ante la idea de que una familianobleyacaudaladaleofrecierasuamistad,podríadejarsecomprarfácilmente.

LovettlehabíacontadoyaalreyyaArcturusloquehabíapasadodurantelamisión.Asípues,Fletcherlescontóatrompiconessuviajeporeléter,mientraslos demás lo iban interrumpiendo cuando él se olvidaba de algún detalleimportante.LasrevelacionesdesuconversaciónconKhansobrelaformaenquelosorcoshabíantratadoaAliceprovocógruñidosderabiaentrelosdemásyunadiatribadefuriosasmaldicionesporpartedeLovett.

Cuandollegóalfinaldesurelato,Fletcherteníalagargantasecayroncaydejóalrestodelamesacavilandosobresusapurosbajoeltenueresplandordelmoribundofuegodelachimenea.SylvaterminólahistoriaconunresumendelcontenidodeldiariodeJeffrey,queahoraibapasandoporlamesamientraslosdemásasimilabanaquellainformación.

Cressfuelaprimeraenromperellúgubresilencio.—¿Noresultaobvio?—preguntóalavezquecogíaeldelgadolibrodelas

manosdeArcturusylososteníaenelaire—.Estáaquí.Laprueba.LapruebadequeJeffreyerauntraidor,lapruebadequeestabadetrásdecadaexplosiónydecadamuerte.Maldita sea, detrás de todo aquello por lo que la humanidad ha

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culpadoalosenanosduranteelpasadoaño.Silencio.—Sabrán que yo no maté a Rufus y que los ataques de los Yunques no

tuvieronnadaqueverconlosenanos—continuó,mientrasblandíaeldiario—.Esto es suficiente para meter a Zacharias Forsyth y al inquisidor Rook en lacárcel.

Aúnnada.MiróaHarold,exasperada.—¿Quévaisahaceralrespecto?—lepreguntóalavezquecogíalacartade

entrelaspáginasdeldiarioylasosteníadelantedelrostrodelrey.Fletchernopudoevitarsonreír.Reyono,Cressnoestabaparaceremonias.—No es tan sencillo —contestó Harold con el ceño fruncido ante su

impaciencia—. ¿A quién se supone que tengo que llevarle esto? ¿A losPinkertones? ¿A la Inquisición misma? Están bajo el control de mi padre.Inclusolamayorpartedelosjuecesloestán.

—Pero...vossoisrey...—dijoCressconexpresiónconfusa.Fletcher comprendía su perplejidad. Él le había dicho a los demás que

Haroldqueríaayudaralosenanosyque,debidoaeso,sehabíadistanciadodesupadre. Pero no les había dicho que era Alfric quien detentaba el poder enHominum,quesuhijoHaroldsolamenteteníadereyeltítulo.InclusoLovettyArcturusparecíanperplejos.Tambiénparaellosaquelloeraunaprimicia.

Elreysuspiróysefrotólassienes.—Mipadregobiernaenlasombra—explicóHarold—.Yonosoymásque

unhombredepaja, elcabezade turcosi lascosas salenmal.Élquiereacabarconlosenanosyllevaañosbuscandounaexcusaparaello.SusobjetivossonlosmismosquelosdelTriunvirato.

—¿Yelconsejo?—insistióCress—.¿Y las leyesquevosaprobasteisparaquelosenanospudieranluchar,paraquepudierantenerloshijosquequisieran?¿EsotambiénfuecosadeAlfric?

Haroldsuspiró.—Es cierto que yo tengo una mayoría en el consejo que me da ciertos

poderesporencimadelaleyymepermiteaprobarmedidasmenores.Peroparaalgoasí...no.

—¿Podríamos acudir a los generales del ejército, mi rey? —preguntóArcturusinclinandolacabezaconunarepentinareverencia.

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Suintencióneraclara:despejarlasdudasquepudieratenerHaroldacercadesulealtad.

—Sí—contestóLovettdándosegolpecitosenloslabiosconundedo—.¿Nopodríaisllevarlesaelloslaspruebas?

—¿Ymetera estepaís enunaguerracivil?—preguntóHaroldescupiendosuspalabrascomosifuesenácido—.MuchosdelosgeneralesestándelladodelTriunviratoylomismopasaconlosnobles.Dejadqueosloexplique.

Sepusodepieyapoyólosnudillosenlamesa.—Pongamos que convoco una reunión de los generales y la nobleza para

mostrarles la carta y el diario. Algunos lo creerán y pedirán el arresto de loscriminales.Otros,comomipadreysusamigos,diránquevosotrososlohabéisinventadotodoypediránelvuestro.Setrazaránlaslíneasdivisoriasycadaunotomará partido. Y en mitad de todo esto, llegarán los enanos reclutas. Unarebeliónenmediodeunaguerracivil.¿Osimagináiselcaos?

—Eso no es todo—dijo Sylva en voz baja y con tono preocupado—.Nosólotendríaisquelidiarconlosenanos.Sisedictaunaordendearrestocontramí,lahijadeljefedeunclan,elconsejodeelfostambiéndeclararálaguerraatodo Hominum. Nuestro ejército se está armando mientras mantenemos estaconversaciónparaprestarossuayuda.Sóloqueahoralousaránparairenvuestracontra.

Haroldlamiróconexpresióndesorpresa.—Esonosemehabíaocurrido—dijoconresentimientomientraspalidecía

—.Elejércitodeloselfosseestáempezandoamovilizarahora,peroentraránenHominumcuandoesténlistos.

—Y todos los soldados de las fronteras del norte se han ido —susurróArcturus,horrorizado.

—Encuantoaverigüenquevosotroscuatroestáisvivos,daránlaordenparaarrestaros —dijo Harold—. Quizá pueda convencerlos de que dejen fuera aSylva,peroparaentonces,puedequeseademasiadotarde...

Soltóunsuspiroyfruncióelceño.—Entonces,guerraconloselfossinoosllevoaunlugarseguro...yguerra

conlosenanoslohagaono.—Sí.DespuésdeveraRufusmorir, todoHominumcreequeCressesuna

asesina —dijo Arcturus—. Y ahora están aún más convencidos de que los

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ataques de los Yunques los orquestaron los enanos. Esto llegará a su puntocríticomuypronto.

—Cuando lleguen los enanos reclutas, mi padre enviará a los PinkertonesparaquetomenelBarriodelosEnanos—añadióHarold—.Melohadichoélynovaacambiardeopiniónpormuchoqueyo lediga.La luchaempezaráesamismanoche...

Lovettterminóloqueélhabíaempezadoadecir:—Entonces, mientras luchamos unos contra otros, el frente quedará

desguarnecidoyKhanvendráaliquidarnosatodos.Lahabitaciónquedóensilencioyelhorrordeaquellaspalabrascayócomo

ungranpeso.—Entonces, ¿qué se supone que tenemos que hacer? —preguntó por fin

Fletcher.Estabafurioso.Furiosoporquelacodiciayelodiodeunospocoshumanos

sedientosdepoder ibaa conducir a lamatanzademilesde inocentes.Furiosoporqueélysusamigosseencontrabanenmediodetodoesounavezmás.Loslatidosdesucorazónleatronabanenlosoídos.

—OsllevaremoshastaloselfosdelGranBosque—propusoHarold—.Allíestaréismássegurossi...

—No—lo interrumpió Othello levantando la mano—. Yo no voy a salirhuyendo.Sivaahaberunaguerra,mequedaréaquí,protegiendoamifamilia,noescondiéndomecomoundelincuentecomún.

—Sí,yotambiénmequedo—dijoCressalavezquecruzabalosbrazosenungestodesafiante.

—¿Noloentendéis?Sólovaisaempeorar lasituación—protestóel rey—.Aunquenooscapturen,losPinkertonesempezaránabuscaros,echaránabajolaspuertas de los enanos, destrozarán sus casas. La rebelión de los enanos darácomienzomañana. Si se sabe que habéis escapado, que los elfos os han dadoasilo...esonoocurrirá.Ytendrémástiempo.

Othellosereclinóensuasientoycerrólosojos.Cualquierahabríapensadoque se estaba echando una siesta de no ser por los nudillos apretados de suspuños.

—Siestallalaguerra,eldañoyaestaráhecho—dijoHaroldcontonoserioydesolado—.Podréisvolverentonces.Mientrastanto,osiréisconloselfosyyo

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intentaréevitareldesastre.Sinceramente,vuestrallegadalohaempeoradotodo.Haced lo que os digo. En este momento, tengo mayores preocupaciones quevuestraseguridad.

—¿Quépreocupacionessonésas?—leespetóCressapretandoloslabiosconrabia—. Si los Pikertones nos arrestan, vos tendréis en vuestras manos otroproceso público seguido de una ejecución inmediata. ¿Recordáis lo cerca queestuvo de estallar la guerra la última vez que eso ocurrió, cuando juzgaron aOthellopor traición?Exacto:yoy todos losenanosdelguetosabíamos loquepodíapasarsihubiesenejecutadoaOthello.

HaroldlelanzóaCressunamiradafulminante.—BasándoseenlosdelitosdeCressyenlosataquesdelosYunques,cuando

lleguenlosenanosreclutas,mipadreanunciaráatodoHominumquerevocalosderechosqueyoheconseguidoproporcionarlesen laúltimadécada.Volveráaaprobarlasleyesquelesimpidentenermásdeunhijo.Alosenanossoldadoslesquitará sus uniformes.Y lo que es aún peor, promulgará el cobro de enormesimpuestosalosnegociosdelosenanosydecretarátoquesdequedaparaquelosenanosnopuedansaliralacalledespuésdelanochecer.

—¿Porqué?—preguntóFletcher.Lapreguntalebrotódeloslabiossinquepudierahacernadaparaevitarlo.

—Porquequierequelosenanossoldadosseponganfuriososcuandolleguenaquí—bramóHarold—.Imaginadqueavarioscientosdeenanosarmadosselesdicequeyano sonciudadanosni soldadosdespuésdeunañode formaciónymiseriasenlasfronterasdeloselfos.Después,selesordenaquesevayanasuscasas antes de que caiga la noche o serán arrestados y, cuando llegan allí, losPinkertonesentranapatrullarsuscallesyaaterrorizarasusfamilias.

—Seamotinarán—dijoOthelloenvozbaja—.YAlfricdiráquesetratadeunarebelión.

—Exactamente —confirmó Harold. Miró de nuevo a Cress—. ¿Lo ves?Tengoqueevitarqueesoocurra.Esomedaráunoscuantosdíasmásparapoderactuar.

Fletchernopodíacreerloqueestabaoyendo:queAlfricactuaradeformatanobviaycruel.Teníanqueimpedírselo.

—¿Ycuálesvuestroplan?—preguntó.—Capitana,hagael favor.—Se reclinóen suasiento, se tapó losojoscon

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unamano e hizo una señal aLovett con la otra, como si estuviese demasiadoagotadoparadarexplicaciones.

—Las piedras de cristal —dijo ella inclinándose sobre la mesa—. ElTriunviratolasharecuperadotodasdespuésdevuestramisiónylashaconectadoa un Ácaro salvaje. Después, las ha distribuido otra vez por todo Hominum.Alfricplaneahacersuanuncioatravésdelaspiedras.SiHaroldpuedematarocapturaralÁcaro, eso retrasaráel anuncioel tiemposuficientecomoparaquelos enanos reclutas puedan llegar. Por supuesto, es posible que se rebelen detodosmodosasullegada,peroesuncomienzo.

—¿Esoestodo?—preguntóOthelloapoyandoelmentónentrelasmanos.—Enresumidascuentas,eseso—contestóLovett—.Yhayotracosa.Alfric

podrátransmitirtambiénsuvozatravésdeloscristales.AquellosorprendióaFletcher.—Creíaqueesoeraimposible—dijo,conelceñofruncidoenunaexpresión

deperplejidad.—Lo era, pero Electra ha estado muy ocupada en su laboratorio durante

vuestra ausencia —explicó Lovett—. Yo la he estado ayudando con susexperimentosalquimistas.

Semetiólamanoenelbolsilloylanzósobrelamesaunapiedradecristal.Susuperficieestabateñidadenegro.Acontinuación,laimagencambióaltechode la biblioteca mientras Valens salía del bolsillo del uniforme de Lovett. Sesubió a su hombro y, por un momento, Fletcher oyó un leve zumbido queprocedíadelapiedra.LovettgirólacabezayacercólabocaalÁcaro.Fletchervioquemovíaloslabiosydecía:

—¿Puedesoírme?Pero aquellas palabras no sólo venían de su boca. También venían de la

piedra, y en voz alta. El sonido era metálico e irregular, pero inconfundible.Lovettsonrió.

—La piedra vibra con la misma frecuencia que mi voz y crea sonidosutilizando las reverberaciones. Es como la cuerda de un violín. Lo único quehacefaltaesutilizarelconjurodeamplificaciónsobreloscristalesdecorindónycargarlosconunapequeñacantidaddemana.Porsupuesto,esacargaseagotaráenalgúnmomento,perolasvibracionesnecesitanmuypocomana.

—No sé por qué sonríes—espetóHarold—.Ojalá no hubieseis publicado

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nuncavuestrodescubrimiento.Eslamaquinariadepropagandaperfectaparamipadre. Ha estado dando discursos todos los días advirtiéndonos de que losenanos se encuentran detrás de los ataques de los Yunques y que asesinaronademásalpobreeinocenteRufus.Quéascomeda.

—Ojalá hubiésemos podido hacerlo antes —se quejó Fletcher—. TodoshabríanpodidoescucharlaconfesióndeJeffrey.

Sylvasepusodepie.Habíaestadosentadayensilenciodurantelosúltimosminutos,peroahorateníalabocaentreabiertayensusojoscentelleabalatenueluzdelachimenea.

—Hayunasalida—susurró—.Podríaserlasolucióndetodo.Fletcherlamirófijamente,sinpodercreerloqueestabaoyendo.¿Quésele

habríapodidoocurrir?—Vosnonecesitáisalosgenerales—continuóSylva,dirigiendolamiradaa

Harold—.Nialanobleza.Necesitáisalpueblo.—¿Quéquieresdecir?—preguntóHarold—.¿Aquépueblo?—¿PorquécreéisqueAlfricnecesitadaresosdiscursos?—preguntóSylva

—. ¿Por qué él y el Triunvirato enviaron a Jeffrey para tender una trampa aCress? ¿Por qué colocaron esas bombas? Porque necesita que el pueblo deHominumsepongadesuparte.Lossoldados,losagricultores,losherreros,losmineros,lostrabajadoresdelasfábricas.Ellosconstituyenlafuerzadelaguerra.¿Creéis que podría ordenar lamatanza de todos los enanos sin contar con suapoyo?¿Sinestamentiraqueélhaurdido?

HaroldsequedómirandoaSylvacongestoinexpresivo.Laúnicamuestradeemociónfueunlevemovimientodelamandíbulaalapretarlosdientes.

—Escierto—dijoelreyporfin—.Claroquesí.Silagentecreyeraquelosenanos son inocentes, que han sido embaucados, jamás permitirían que estecomportamientoseprolongaraniquequedaranindemnessusperpetradores.

Sedetuvo,sorprendidoantesuspropiaspalabras.—Pero¿quéesperasquehagayo?—preguntóconunsuspiro—.¿Quehaga

mipropioanuncio?¿Quelesenseñeeldiario?Losespíasdemipadremevigilanen todomomento ymañana por la noche tengo que confirmar en un baile lascasasnoblesdeSeraphyDidric.VaaresultarmeimposibleescabullirmeyllegaralÁcarosinquemevean.

—Pero¿nopodríais...?—empezóadecirCress.

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Harold,sinembargo,lainterrumpióbruscamente.—Yaunqueloconsiguiera,¿quépasaríadespués?Mipadresabríaquemehe

vueltoensucontra.Seríaunaguerracivilylanoblezaylosgeneralestendríanquetomarpartidootravez.No.Nuncafuncionaría.

—Vosno—dijoOthellolevantandolacabezaqueaúnteníaapoyadaenlasmanos.

MiróaFletcheryasintióconlacabeza,despacio.Aquelloeraunalocura...peroerasuúnicaopción.

—Entonces,¿quién?—preguntóHarold.—Nosotros—contestóFletcher.

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24

Fletcher no recordaba muchos detalles del traqueteante viaje en carro aCorcillum,ni tampocorecordabaqueArcturus loshubieraconducidoescalerasarribaymetidoenlaspolvorientascamasdelatabernaElYunque.Todoeraunaconfusamezcladesueñoydesvelos, susurros furtivosymiradas fugacesen laoscuridad.

Habíadormido toda lanochey,alparecer, también lamayorpartedeldía,puesloquehabíavistodesdelaventanadesuhabitacióncuandolodespertóelolordealgoqueseestabacocinandofueelazul tenuede la tarde invernal.LacamadeOthelloestabavacía,asíqueFletcherbajóatrompiconeslosescalonesdemaderaparaaveriguardedóndeprocedíaaquelolordelicioso,tropezandoenelcaminoconunabotaquesehabíaquitadolanocheanteriorcuandosubía.

Tenía un hambre voraz: sentía calambres en el estómago cada vez queolfateabalacomidadeabajoylabocaselehacíaagua.Bajandodeunsaltolosúltimosescalones,Fletcherseacercóaunasmesasquehabíadelantedelabarra,juntadasdeformadesordenadayllenasdefuentesdecomidahumeante.Habíahuevosfritoscongrandesyemasdoradasysalchichasaúnchisporreteantes,tangruesas como su muñeca. En unos cuencos vio gruesas patatas, crujientes yperfectamente doradas, cubiertas con una guarnición de espinacas al vapor ysalpicadasdedientesdeajosfritosyramitasdeestragón.Unosvasosconzumode naranja lleno de pulpa completaban el cuadro junto con jarras de aguacristalina.

Eraunbanqueteconelquepodríaalimentarseaunpequeñoejército,perosólohabíacincocomensalesen lamesayyahabíanconsumidolamitaddesucomida. Sus compañeros apenas se limitaron a refunfuñar al verlo, pues aúnseguían devorando la comida como si en cualquier momento pudiera

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desaparecer.Perohabía alguienmáspresidiendo lamesa:una figura tanbajitacomoOthelloyCress,perovestidaconunalargatúnicaverde.

—¡Vaya!¡Miradquiénsehalevantado!—exclamóunavozfamiliar.Se trataba deBriss, lamadre deOthello. Fletcher sonrió y se inclinó para

darleunfuerteabrazoqueellaledevolviócariñosamente.—Dateprisaymétetealgodecomidaenelcuerpo—dijoellaalavezque

señalabaunasillajuntoalosdemás—.Othellomehaenseñadountrozodeesacarnesecaquehabéisestadocomiendolosúltimosdías.¡Horrenda!

Fletchernonecesitóquese lorepitiera.Sedetuvosolamenteparacogeruncuchillo y un tenedor antes de llenarse la boca. Los gloriosos minutos quesiguieronselospasómasticandoytragandoensilencio,hastaqueelmentónselemanchódeyemaamarillaysintióqueteníaelestómagomásllenoqueentodasuvida.

—Tumadreyahacomido,lapobre—parloteóBrissllenandoaquelsilencioconun poco de conversación—.Thaissa está arriba ocupándose de ella.Ya lahabrábañadoylahabrámetidoenlacama.ElreydicequelevaaconseguirlosmejorescuidadosdetodoHominum,asíquenotepreocupesporella.

Al final, lacomidahabíaquedadomilagrosamente reducidaaunascuantassobrasdeslucidas.

Othellodejóescaparunexageradogruñidoysefrotóelabultadovientre.—Noshasmatado—dijonegandoconlacabeza—.Muertosdetantocomer.—¿Cómo se supone que os va a caber la ropa ahora? —bromeó Briss

palpándoleelestómago—.Aestepaso,oslavoyatenerquearreglar.—¿Ropa?—preguntóFletcher.Briss susurró bajo su verde velo y se puso de pie. Fue entonces cuando

Fletchersefijólaropadobladaquedescansabasobreunamesa,trasella,juntoconunpardeloqueparecíansercajasdezapatos.

—Para el baile —susurró Cress con voz taciturna—. Si conseguimoscolarnos.

—No parecesmuy emocionada—dijo Fletcher, aunque el recuerdo de sunuevamisióntambiénloinquietaba.

—Ya verás —se quejó Othello—. Te has rendido muy rápido. De todosmodos,noséporquétequejas,Cress.Yotengoelpeoratuendodetodos.

Cresslomiróconunaampliasonrisa.Suexpresióntaciturnadesaparecióde

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inmediato.—Muybien,tranquilizaos—dijoBrissentrerisasymoviendolamanopara

queguardaransilencio.CogióunfardodetelaconvolantesrojosyselopasóaSylva, quien lo cogió con una mirada inquieta—. Por lo que Othello me hadicho,puedequeestonoseadetugusto,perodebestenerelaspectoadecuado—continuó,algoavergonzada—.Yahehechoantesunoscuantosdeéstosysonmuy populares entre las jóvenes de la nobleza. Arriba tienes listo un bañocalientecontodolonecesario.VeaprobárteloyluegoteayudaráThaissaconelpelo.

—Estoyseguradequemeencantará—mascullóSylvatratandodeocultarsurecelo.Subiódespaciolaescalerasujetandoelvestidocomosisetrataradeunaserpientevenenosa.

—Bien.Yahora...aversiestotecabe—dijoBrissconvozalegredespuésdequeSylvasefuera.

Cogióunaprendarosadelamesaylasacudióenelaire.Setratabadeunatúnica amplia, con flores bordadas en los dobladillos de las mangas y undelicado velo sujeto con una cadena de plata por la parte inferior. Era muyhermosoyFletcherseimaginóqueCressestaríamuyeleganteconaquelvestidotradicionaldelosenanos.Pero...

—El velo —dijo Fletcher—. No me extraña que estés tan malhumorada,Cress.Peroessólounanoche.

Othelloarrastrólospiesyelrostroseletiñódelmismocolorquelaropa.—Bueno,sí,pero...esonoesmío—respondióCressaguantandolarisaala

vezquemirabaalruborizadoenano—.Othello,creoqueelrosaestucolor...Lequedamuybienatucutis.

—Malditasea—gruñóOthello.Fletchernopudoevitarsoltarunacarcajadacuandoelmalhumoradoenano

seacercóydejóquesumadrelemetieralatúnicaporlacabeza.—PeronoselocontéisaAtilla—suplicómientrasCresssereíaacarcajadas.Lecolocóelveloporencimadelacarayleremetióunmechónsueltodela

barbaroja.—Deberíaveniraecharunvistazoyverquéaspectotendríaconunvestido

—serioFletcher—.Alfinyalcabo,estugemelo.—En serio, ojalá Atilla estuviese en tu lugar—dijo Cress secándose una

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lágrimadelojo—.¡Omásbiendeberíadecirentuvestido!VolvióadarleunataquederisayOthellosedejócaerdenuevoensusilla

conexpresióndederrota.—Nolocomprendo—dijoFletchercontrolandolarisa—.¿Porquévacon

unvestido?—Arcturus,Lovettyyohemosestadodespiertostodalanochediseñandoun

planparaquepodáisentrarenelpalaciosinqueosdescubran.Estáclaroquenovaahaberningúnenanoinvitadoalbaile,perosíhabrábastantesenanasenelservicio,todasmujeresytodasvestidasconesteuniforme.Asíque,Othellovaairdisfrazadohoy.Nosería laprimeravez.Recuerdacuando teníascincoaños,Othello,y...

—Vale.Yabasta—lainterrumpióOthelloenvozaltamientraslelanzabaasumadreunasalchichaamediocomer.

EllalaesquivóycogiódelamesaotrovestidoidénticoparadárseloaCress.—¿Sabes?Yanoparecetanmalo—dijoCresscontonoalegrealavezque

desplegabaelvestidoy se lo ceñíaal cuerpo—.Llevo siglos sinponermeunatúnica.

Se lo puso, dejando el velo sobre lamesa.Después, hizo una pirueta y lavaporosamuselinaflotóenelaire,mientraslaenanasacudíasurojamelenaconunamiradaradianteenlosojos.

—Estás guapísima —exclamó Briss cubriéndose la boca para ocultar susonrisadeplacer.

—Laverdadesque sí—confirmóOthello.Después, se aclaró lagarganta,incómodo.

FletchernopodíaverlacaradeOthello,peroimaginóqueelenanosehabíaquedadoconlabocaabiertabajoaqueldelgadovelorosa.

—Ahora tú,Fletcher—dijoBriss tras lanzarleaélyaOthellounamiradacómplice—.Eres demasiado alto como para ser un enano, así que Sylva y túasistiréis como invitados de Seraph. Por suerte, se hospeda en un hotel deCorcillumestanocheypodremosponerloalcorrienteenseguida.

FletchersonrióalpensarqueibaavolveraveraSeraph.ElfuturonobleeracomoFletcher enmuchos aspectos, un plebeyo convertido en noble que teníaunaestrecharelaciónconlosenanos.Sealegraríadeverlo.

—Osvamosavestircomosifueraisdosmiembrosdesuséquito—anunció

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Briss—.Túllevarásesto.Apuntó hacia la mesa, donde Fletcher vio un elegante traje de satén azul

marino ribeteado con encaje dorado y borlas en los hombros.Completaban elconjuntounpardemocasinesdebrillantepielnegraconhebillasmetálicas,asícomounosdelicadosguantesnegrosparacubrirlostatuajesdelamano.

—Veaprobártelo—ordenóBrissinstandoaFletcheraquesefuera.Fletchercogiólaropaentrelosbrazosysubiórápidamentelaescalera.—Ydateunbañotambién—gritóBrissasuespalda—.Novasairporahí

oliendomal.SylvayadebedehaberterminadoyThaissateprepararáotro.Fletchersonrióygiróaladerechaalsubirlaescalera.Llamóalapuertade

lahabitacióndelaschicas.—Lasiguientepuerta,Fletcher—dijo lavozdeThaissadesdedetrásde la

puerta—.¡Noentres!Correantesdequeseenfríe,casinonosquedaleña.CressyOthellolahanacaparadocasitodaestamañana.

¿Leña? Pasó a la siguiente puerta y vio una habitación con una pequeñaventana, un espejo, una banqueta y una gran bañera metálica llena de aguahumeante.Lossuelosylasparedesestabanalicatadosyhabíaungrandesagüedebajodelabañera.Enlachimeneadelapared,crepitabaunalegrefuegosobreelquecolgabauncaldero.Viounasuave toallaen labanqueta juntoconunoscalcetines limpios, ropa interior,unacuchilla,unapiedrapómezyunas tijeras.Habíanpensadoentodo.

En pocos minutos, Fletcher estaba disfrutando del profundo calor que leempapabahasta los huesos, frotándose el cuerpoy el pelo conunapastilla dejabón que olía a lavanda, hasta que la espuma se derramaba por el borde.Después,cuandoelaguaempezóaenfriarseylasburbujasdisminuyeron,atacóloscallosdemanosypiesyserestregóelrestodelcuerpohastaquelapielselevolviórosa,peromáslimpiadeloquenuncahabíaestado.

A continuación, se afeitó los pelos que le habían salido sobre el labiosuperioryelmentónhastadejarselacaracomoladeunbebé,másporBerdonqueporotracosa.Pensareneldócilgiganteleprovocóunapunzadadedolorenelcorazón.NoteníaniideadedóndepodríanestarélyelrestodelosaldeanosdePelt,sóloqueseguiríanaúnenalgúnlugardelnorte,dirigiéndosehaciaelsur.

Por fin,seató los rizosenunacoleta revueltayse recortó losqueseguíansueltos, quedándose con un puñado de pelos que tiró a escondidas por el

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desagüe.Conesobastaría.Saliódelagua,ahoraturbiaysucia,parasecarseconlatoallabajolatenue

luzdelfuegoqueseapagaba.AldarsecuentadequehabíatardadomuchomástiempoqueSylva,sepusolaropaybajódenuevolaescalera,sinapenasmirarseenelespejo.

—Vaya,vaya—serioCresscuandoFletcherllegóalahabitacióndelanteradelataberna—.Miracuántasofisticación.

Brissdiounaspalmadas,entusiasmada,yseacercócorriendoparatirarledela chaqueta por aquí y alisarla por allá. Después, se apartó para admirar sutrabajodeartesanía.

—Estásmuy elegante—dijoBriss—.Has perdido un poco de peso desdequetetomémedidaslaúltimavez,peroesoyalohabíasupuesto.Tequedacomounguante.¿Porquénoteponesloszapatos?Veamossitambiénheacertadoconellos.

Fletchermetiólospiesenlosmocasinesysonrió.—Podría acostumbrarme a llevarlos —dijo—. Cómodos. Pero también

podríacorrerconellosmásdeunkilómetro.—Puesquizánecesiteshacerloestanoche—lerecordóCressyélhizouna

muecaalrecordarelobjetivodeaquellosatuendos.—Echaunvistazoahídentro—dijoBrissapuntandoaunacajadezapatos.Fletcher se giró hacia la mesa desconcertado. La cogió. La caja parecía

extrañamentepesada.Llevadoporlacuriosidad,levantólatapa.Yviounacarapálidaqueledevolvíalamirada.—¿Quénarices...?—exclamóahogandoungritoydejandocaerlacajaenla

mesa.—Ah,hasvistotunuevorostro—leexplicóBrissalavezquecogíalacaja

ylasosteníafrenteaél—.Adelante,pruébatelaaversiteencaja.Fletcherechóunnuevovistazoalinteriordelacaja.Eraunamáscarahecha

deporcelanaytanpálidaquepodríahabersidounhuesoblanqueado.Dehecho,conlascuencasdelosojosvacíascasipodríahabersetratadodeuncráneo,denoserporlassuavescurvasdelasmejillasyloslabiosblancosenformademohín.

Unafinafiligranadeororecorríaelbordeovaladorizándosehaciadentroaintervaloscondelicadasespiralesquesecurvabanentornoa losojos,comosiquisieranatraerlaatenciónhaciaellos.Eraalmismotiempoterribleyhermosa,

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comounavederapiña.FletcherselallevóhacialacaraynotólasmanosdeBriss,quecolocabanla

máscara en su sitio con unos lazos que se ataban en la parte posterior de lacabeza.

—Esunbailedemáscaras,porsinolosabías—dijoBriss—.Yomedediquéalacerámicaparavendervasijas,locreasono,peronosencarganmáscosasdeéstas que de las otras.Los nobles celebran varios bailes demáscaras al año einsistenenllevarunanuevaencadafiesta.

—Gracias—dijoFletchertratandodebuscarlaspalabrasadecuadas—.Es...esinquietantementehermosa.

MiróaOthello,quesehabíalevantadoelveloparavermejor.—¿Sabesqué?Prefierollevarvelo—dijoelenanonegandoconlacabeza.—Meponelospelosdepunta—añadióCress.Brisssoltóunsuspiro.—Puesesoesloquelesgustaponerseaestosnoblesyyolahehecholomás

sutilposible.PerodeberíasverladeSylva.Tieneplumas.—¿Quetieneplumas?—seoyóunavozdetrásdeellos.Fletchersegiróysequedóboquiabierto.Sylvabajabalaescaleratransformada.Sumelenaclara,casiplateada,había

sido sustituida por unos mechones teñidos y rizados que le caían sobre loshombrosenunacascadaazabache.ElcambioeratanasombrosoqueFletchersequedósinhabla.Llevabaloshombrosdesnudosyelterciopelorojodelvestidoleceñíalasesbeltascurvasylacintura.Lascaderassosteníanunavaporosafaldaribeteada con delicados pliegues y capas que creaban la ilusión de una rosareciénflorecida.

Nuncahabíaestadomásguapa.—Quenadie se ría—gruñóSylvapasando juntoaellosconpaso firme—.

Vamosaacabarconesto.

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25

Las calles de Hominum pasaban velozmente al otro lado de la ventana delcarruaje, ensombrecidas bajo la luzmoribunda de la tarde de invierno. Pocaspersonascaminabanporellasy,lasquelohacían,andabanrápidoconlacabezaagachada bajo la creciente oscuridad. Flotaba en el aire una sensación depresagio,pesadayespesacomoelhumodeunalámparadeaceite.

CressyOthellohabíansalidohaciaelpalacioapiey,pocodespués,habíallegadoelcochedeSeraphpararecogeraFletcherySylva.Sesintieronfelicesde volver a verse, pero su alegría fue desapareciendo enseguida mientras seacercabanasudestino.Ahora,lostresestabansentadosensilencio,pensandoensumisióndeesanoche.

—Deberíahacerloyosolo—dijoSeraphalavezquenegabaconlacabeza—.OArcturus.Vosotrososestáisarriesgandodemasiado.

—Él es un conocido enemigo del Triunvirato, igual que tú —contestóFletcher—.Túvasasertambiénelcentrodeatencióndelanocheporqueeresun invitado de honor y todo eso.Esmuchomejor queSylva y yo seamos tusinvitadosanónimosy,después,nosescabullamosalaprimeraoportunidad.

Seraphrefunfuñó,peroaceptósuspalabrasaregañadientes.—Repasemosdenuevoelplan—dijoSylvaconfingidaalegríaenlavoz.—Deacuerdo—convinoFletcher—.Empiezatú.Seraphse inclinóhaciaellosparaescucharlos,con losojosbienabiertosy

llenosdecuriosidad.—ElÁcaroqueusaAlfricloguardaenelsalóndeltrono,justoencimadel

salón de banquetes —dijo Sylva con los ojos cerrados, mientras hablaba dememoria—.Aldemonioleamputaronlaspatasyestácolocadoenelextremodeunbastóndeendrinoenalgúnlugardeesacámara.Debedeestarcubiertoporun

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paño.Fletcherseestremecióal recordarcuandoArcturus leshabíacontadoaquel

horripilante detalle. El Ácaro era salvaje. No estaba conectado a ningúninvocador,por loque teníanquemantenerloguardadodurante losdiscursosdeAlfricalpueblodeHominum.

—Parallegaraél,tenemosquesalirporunadelaspuertaslateralesdelasalay subir la escalera—continuóSylva—.Allíusaremosel conjurode laganzúaparaentrar.YosacaréeldiarioquellevoatadoalapiernayempezaréaleerloenvozaltamientrasmuestrocadapáginaalÁcaro.

Fletcherintervinocuandoellahizounapausaparatomaraliento.—CressyOthelloestaránsirviendocomidaybebidasalosinvitados—dijo

—.Distraerán a todo elmundomientras nosotros entramos a hurtadillas en elsalón del trono. Si todo va bien, habremos acabado en pocos minutos y losinvitadosnisehabrándadocuenta.

Seraphfruncióelceño.—¿Quépasa si la distraccióndeCress yOthello no funcionay alguien se

enteradequeestásahídentrodandoundiscurso?—Entonces,tendremosquereteneraquienseahastaquetermineeldiscurso

—respondióFletcherconseriedad—.ElreyHaroldordenaráelarrestodeRookydelordForsyth.Después,esperaremos.VeremossiAlfricloconsiente.

—¿Ése es el plan?—preguntó Seraph con expresión de sorpresa—. ¿Y siAlfriclosdefiende?

—Estámetidoenestohastaelcuello—respondióSylvaconvehemencia—.Y todo Hominum se pondrá furioso. Si quiere evitar que se descubra que éltambiénestáimplicadoyqueunamuchedumbrearmadaconhorcasyantorchasvayaenmanifestaciónhastaelpalacio,sepondrádepartedeHaroldycondenaráa losotrosdospor traición.PuedequeelpueblodeHominumsientaantipatíaahoraporlosenanos,perocuandodescubranquiénestárealmentedetrásdelosataques,saldránsedientosdesangre.Alfriclossacrificaráparasalvarsupellejo.

Oyeronungolpeeneltechodelcarruaje,dondeibasentadoelcochero.—Bueno, supongo que ya no hay marcha atrás —dijo Seraph—. Hemos

llegado.Cogieronlasmáscarasqueteníansobreelregazoyselaspusieron:elolorde

laporcelanareciénhechalesinundólasfosasnasales.Pocodespués,seabrióla

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puertayFletcherviocómoloinvitabaasalirdelcarruajeunlacayoquevestíaununiformeblancoynegroylucíaunaexageradapelucablanca.

Sintióel crujidode lagravillabajo lospiesy,después, elpalacioaparecióantesusojos.Lohabíavistodesdelejos,pueseledificioestabaapartado,haciael norte de Corcillum. Pero desde tan cerca, quedaban claras no sólo lasverdaderasdimensionesdelpalacio,sinotambiénsumajestuosidad.

Lamansiónerademármolblanco,peroesanocheestabateñidadeuncolordoradoporlosdestellosdelasbengalascolocadasenlosalféizaresdesusmurosmásbajos.Teníaunaalturadecincoplantas,conunacúpulacentralydosalasanchas que salían a los lados. Montones de pilares, gruesos como robles yrodeadosporgrabadosde retorcidosviñedos, sostenían la fachada.En tornoaledificio, unos setos cuidadosamente recortados se cernían sobre el céspedinclinado,conelegantesfuentesqueborboteabanjuntoaloscaminosdegravilla.

AlfrichabíadejadoaHominumcasienlaruinaparaconstruiraquelpalacio.ÉsaeralarazónporlaquehabíarenunciadoaltronoenfavordesuhijoHarold.Los habitantes de Hominum había estado a punto de sublevarse en aquelmomentoyelcambiodegobernantehabíacalmadolosánimos.O,almenos,elsupuestocambiodegobernante.

—Poraquí,haganel favor—dijoel lacayo inclinando lacabezaenexcesomientraslosconducíaporlagravahacialailuminadaentrada.

Había una muchedumbre de personas que esperaban a ser anunciadas alentrar. Las temblorosas llamas de las antorchas, iluminaban sus llamativosropajes,formandouncaleidoscopiodecolores.

FletchermiróaSylvaparacomprobarquelamáscaraleocultabalasorejas.Aquellamáscarateníaundiseñosimilaraladeél,peroconuntrazadodeplataen lugar de oro. Estaba adornada con plumas de pavo real, de color verdeazulado,quesecurvabanhaciaatrásparacubrirlelasorejas,quelaelfinahabíaplegadoyatadoparaocultarlasbajosusnuevosrizos.

ApartándosedeFletcher,SylvaseagarródelbrazodeSeraphycaminópordelante.Alfinyalcabo,erasuinvitada.Conunairracionalpunzadadecelos,Fletcherserascóelcuelloylossiguió.

La gente que esperaba en el patio del palacio le recordó a Fletcher a unmontóndeavestropicalesqueseacicalabanyllamabanentresíenunexageradodespliegue de ostentación. Había creído que su ropa y la de Sylva eran

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preocupantementebrillantesyllamativas,peroahorasedabacuentadequeeransencillasencomparaciónconlasdelrestodelosinvitados.

Los oficiales, vestidos con sus uniformes de gala, desfilaban con el pechocubiertode llamativasyrelucientesmedallas.Muchasdesusmáscarascubríantansólolamitadsuperiordesusrostros:formasgrotescasdenaricesaguileñasycuernos, como si fueranunaparodiade lasmandíbulas cinceladasy atractivasque se ocultaban debajo. Los acompañaban mujeres con el rostro pintado deblanco, el cabello recogido en elaborados peinados y lunares falsos pintadosestratégicamenteen susmejillas.Sus faldasestaban formadasporvarias capasde floriturasdeseda, tanampliasypesadasqueFletcherestuvosegurodequeteníanquesostenerseconarmazonesmetálicos.Lamayoríanollevabanmásqueunasencillamáscaraparalosojos,demodoquehacíanalardedelabellezadesutezmaquillada.

Los nobles, aunque se distinguieran sólo por los símbolos de riqueza queadornabansuscuerpos,noresultabanmenosextravagantes.Enlospechosdelasmujeresdelanoblezacentelleabanjoyas,mientrasqueloshombreslucíanenlosdedospesadosanillosdeoroyplata.

Incluso con el aire frío del invierno, Fletcher empezó a sudar cuandoentraron bajo las luces de las antorchas sobre la alfombra roja de la puerta,uniéndosealacolatrasungrupodemujeresjóvenes.Pordelante,seanunciabanlos nombres de los invitados a medida que entraban entre las columnas yatravesabanlasenormespuertasdoblesdelaentrada.

UnrepentinopensamientoinundólamentedeFletchery,denuevo,empezóa sudar por la frente, que se volvía pegajosa al contacto con la máscara deporcelana.

—Nombre—susurróFletcherdandounpasoadelanteyapartandoaSeraph.—¿Qué?—preguntóSeraph.—Minombre,¿cuáles?—insistió.Lacolaseacercabayunpardeoficiales

subalternossepusierontrasellos.—No sé. Invéntate algo—contestóSeraph apartando el brazoyvolviendo

juntoaSylva.LamáscaradeSeraphsólolecubríalosojosyFletcherpudoverlapielbronceadadelamandíbuladelfuturonobletensarseporlainquietud.

Las muchachas de delante habían llegado al principio de la cola y sedetuvieron para reírse a carcajadas cuando una de ellas tropezó y el pie se le

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enganchóenelvestido.AFletcherselequedólamenteenblanco.JamesBaker.Mason.¿Porquéno

se le ocurría nada más? Apretó los dientes cuando el anunciante cogió lasinvitacionesdelasmujeresdedelanteyanunciósusnombresenrápidasucesión.

—¡PriscillaHawthorne!Aquelnombredabavueltasensucabeza.—¡VivienFindlay!¿Se suponía que su nombre debía parecer normal? ¿U oriental, como

BaybarsoPasha?—¡RosamundBambridge!Algosencillo.Loquefuera.—¡HelenaBambridge!Yentonces,SeraphmostrósuinvitaciónehizounaseñalaFletcherparaque

seacercara.—¿Nombre,señor?—preguntóelanunciante.—JamesRotherham—balbuceóFletchermientras las palabras le brotaban

deloslabiosantesdepoderevitarlo.—¡JamesRotherham!—gritóelanunciante.Un momento después, ya estaba dentro, tambaleándose bajo el intenso

resplandordoradodelvestíbulo.Quedócegadoporlabrillantelámparaalavezqueoíaelparloteodemilesdeconversaciones.

La entrada estaba atestada de gente que formaba círculos y extendía lasmanos para coger las jarras de centelleante vino que se les ofrecían, o loscanapéscoronadosconcremadesalmón.

Una ancha escalera demármol dominaba la sala conuna alfombra roja defieltroenelcentroqueconducíaalaelegantedoblepuertadelaplantasuperior.Aquella sala era más grande que el Atrio de Vocans, aunque no tan alta. Allevantar la vista, Fletcher se quedó fascinado cuando vio que el techo estabapintado con un coloridomural en el que aparecía un rey antiguo, de blancoscabellosydoradacorona,queteníalasmanosextendidasenelactodelanzaradocenasdedemoniosporeltechoabovedadoenunremolinodeluzblanca.

Aldarsecuentadequesehabíaquedadoembobado,Fletcherbajólavistayvioalassirvientas,vestidasconeltradicionaltrajerosadelasenanas,queenesemomentoseabríanpasoentre lamuchedumbreexpectante,sosteniendoenalto

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bandejas con bebidas y comida. Una de ellas se acercó rápidamente y volvióhaciaFletchersucabezacubiertaconunvelo.

—¿Unacopa,señor?Fletcherasintiósindecirnada.Cogióunacopadecristalestriado, llenade

vinoespumoso,yselaacercóaloslabios.—No te lobebasdeverdad—susurró la enana acercándosemás—.Debes

mantenerlacabezadespejadaestanoche.Enserio,nobebasnadamásqueagua,porsi...

Se interrumpió cuando un noble pasó por su lado y cogió una copa de labandeja.Fletchernopudoevitarsonreírysuinquietuddisminuyóunpoco.BajólacopayCresssealejó,esquivandoalagenteconlabandejavacíaenalto.Sedetuvojuntoaotraenana,cuyosanchoshombroshicieronpensaraFletcherquetalvezsetrataradeOthello.Enesemomento,reconocióloszapatosdealpargatarojaquellevabantantoCresscomoOthello:eraelidentificadorquepreviamentehabíanacordadoparadistinguirlosdelasdemássirvientasenanas,cuyoszapatoserandecolorbeis.

—¿Cuándoempieza?—preguntóSylvadetrásdeél,sobresaltándolo.Selederramóunpocodevinoenelsuelodemármolyseapresuróataparlo

consumocasín.—Tranquilo—respondióSeraphapretándoleelhombrodeFletcher—.Están

esperando a que llegue Didric. Será en cualquier momento. Vosotros dosapartaosdemí.Recordadquesoyelinvitadodeho...

Seraphsequedóinmóvilysinhabla.Fletcherlosvioentonces,entrandocondeterminaciónenelvestíbulo.TarquineIsadora.

Ysedirigíandirectamentehaciaellos.

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26

Losdosnobles ibanvestidosconuniformemilitardegala, adornadoscondosmáscarasajuegoquenoeranmásqueunasimpleviserablancapordelantedesusojos.Dehecho,Isadoranoeralaúnicamujerquellevabauniformemilitar.Porelrabillodelojo,Fletchervioqueotrasreciénllegadashabíanrenunciadoalosvestidosdefiestaenfavordeunestilomásminimalista:mujeresnoblesqueocupabanpuestosdealto rangoen las fuerzasarmadasoque tenían supropioejércitoprivado.

Sin hacer caso a los saludos de los demás invitados, la pareja fue directahaciaSeraph.FletchernotóqueSylvaletirabadelamanga,perolasorpresadeverlosallílohabíadejadoclavadoalsuelo.Cuandorecobrólacompostura,erademasiado tarde: Tarquin e Isadora se encontraban delante de ellos,observándolosalostresconsusojosenmascarados.

—Enhorabuena, Seraph —dijo Tarquin, con voz apagada y carente deentusiasmo—.Porfinnoble.Hasconseguidoascender.

—Gracias—contestóSeraphconrigidez.Tarquinapenashizocasoa su respuesta.Tenía losojosclavadosen losde

Fletcher, entrecerrados bajo la máscara. Fletcher permaneció en silencio peroinclinóligeramentelacabezaamododesaludo.

—Noseasmaleducado,queridoSeraph—dijoIsadorasacudiendolamelena—.¿Novasapresentarnosatusinvitados?

Seraphseaclarólagargantaparaganaralgodetiempo.—JamesRotherham—dijopor finconsuvozunaoctavamásagudade lo

habitual—.EsdeSwazulu.Havenidoasupervisarsusminasdeazufre.—James Rotherham —repitió Tarquin frunciendo el ceño—. Ése es un

apellidodelnorte.YesustedunpocopálidoparaserdeSwazulu,¿no,James?

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—Eh...nohablamuybiennuestro idioma—seapresuróadecirSeraph—.SusantepasadossonoriginariosdeHominum,deahísuapellidoysuapariencia,peroesextranjerocomoelquemás.

Fletcher inclinó la cabeza y juntó las palmas de las manos en señal derespeto.Tarquinrefunfuñóconexpresióndedesconfianza,apesardesumáscaraen losojos.Aunasí, suprincipal interés estabaenSylva,pues recorrió con lamirada su esbelto cuerpo durante más tiempo del que le hubiese gustado aFletcher.

—Dime, Seraph, ¿por qué has traído a una elfina al baile? —preguntóIsadoray,acontinuación,seriocuandovioqueSeraphsequedabadeprontosinaliento—. No te sorprendas tanto —se rio ella, dándole una palmada en elhombro a Seraphmedio en broma—. Tiene los ojos demasiado coloridos. Nisiquiera los ojos demamá eran tan azules. Sinceramente, Seraph, ¿es que notienesamigosdetupropianación?

Isadorafingióhacerunapausaparapensary,acontinuación,setapólabocaaltiempoquefingíaahogarunaabochornadaexclamación.

—Ah,espera.Todosestánmuertos,¿no?Losientomucho.SeraphbalbuceóconrabiayFletchertuvoquecontrolarseparanodarleun

puñetazo.Porsuerte,SylvaseacercósuavementeehizounareverenciaantesdequeSeraphpudieracontestar.

—Buenasnoches.Ensuspalabrasseoyóunacentodeelfo,puroyrítmico.Fueunaactuación

impresionanteyFletchersonrióbajosumáscara.—Soy representante de los clanes y he venido para negociar un acuerdo

armamentístico con lord Pasha.—Señaló a Seraph con la cabeza—.Nuestrastropasllegaránprontoalfrenteynecesitanarmas.Hemospensadoquelomejoreraquemipresenciaenelbailepasaradesapercibida,dadoelactual...clima.

Tarquinapretólamandíbulayfrunciómáselentrecejo.—¿No ha pensado en el Triunvirato para pedirle sus armas? —preguntó

Isadora con tono exageradamentedulce—.Nuestras fábricas estánmuchomáscercadesusfronterasquelasdelosPasha.

—Tenemos mucho cuidado a la hora de elegir con quién entablamosnegocios—declaróSylvacruzándosedebrazos—.Esunacuestiónde...gusto.

LosdossepusieronrígidosaloíraquelloyFletchervioaparecerunospuntos

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rojosenlasmejillasdeTarquin.—Vamos,Isadora—concluyóTarquinagarrandoasuhermanadelbrazo—.

DebemospresentarnuestrosrespetosaladyFaversham.Semarcharonlosdos,desapareciendoentrelamuchedumbresinmiraratrás.—¿Swazulu?—siseóFletcher—.¿Nosetepodíahaberocurridoalgomejor?—Oye, no me eches a mí la culpa —murmuró Seraph a la vez que se

acercabaparaqueFletcherpudieraoírlo—.Erestúelquenosehabíapreparadounahistoria,nitansiquieraunmalditonombre.Sabesqueacabodeenterarmedevuestrodisparatadoplanhaceunashoras tan sólo, ¿no?He tenidoquedejar amis dos invitados de verdad de brazos cruzados enmi habitación del hotel ytenéissuertedequeensusinvitacionesnofiguraranombrealguno.Noolvidesquesiestosalemal,mividacorrepeligro.Ayudaralostraidoresysercómplicedeellostambiénmeconvierteamíentraidor.

Fletchersoltóunsuspiroybebióunsorbodesuvino.Lesupoamargoyselotragóconunamuecadedesagrado.Searrepintióalinstante,puessintiócómoellíquidoácidolebajabahastaelestómagoyseasentabaenelfondo.

—Lo siento—se disculpó—. Pero parece que hemos salido indemnes, asíquenohapasadonadamalo.

—YSylva tampocoesque lohayahechomejor. ¿Teníasque enfrentarte aellos?—sequejóSeraph.

—Nohepodidoevitarlo—respondióellaconciertotonodearrepentimientoenlavoz.

—Alejaosdemíantesdequevengaasaludarmealgúnconocidomás.Comosihubieseestadoplaneado,elanunciantegritóelnombredeDidric,lo

que provocó que los murmullos y el alboroto se convirtieran en susurros.Fletcherpudoentreverasuenemigovestidoconeluniformederayasdeabejadesuejércitoprivado:unelegantetrajededospiezasconfeccionadoamedida,adornadoenloshombroscongalonesdecapitán.Llevabaunamáscaradeplataconformademedialunaquelecubríaalaperfecciónlamitadchamuscadadelrostro. Al instante, se vio rodeado de serviles nobles de rango inferior,desesperadosportrabaramistadconelnuevolord.

Pero no fue necesario escabullirse, pues el anunciante se dirigió a losinvitados.

—Señorasyseñores,porfavor,diríjansealsalóndebanquetes.

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Fletchernonecesitóqueselorepitieran.Sylvaselecolgódelbrazoyjuntosse unieron a lamuchedumbre parloteante que subía la escalera.A la elfina lecostabasubircadaescalón,puessuvestidoeralargoyseleenganchabaenlostacones. Fletcher se dio cuenta de que esos delicados zapatos de tacón altohabíansidounamalaeleccióndecalzadoparalamisióndeesanochey,además,carecíandesentido,puesapenasseveíanpordebajodelalargafalda.

Cuando llegaron a la puerta, Fletcher estaba sudando bajo el calor de lasbrillantes antorchas que iluminaban el camino, empapando en sudor losmechonesnegrosdesucabello.Entraronalanuevaluzdelsalóndebanquetesyahogaronungritodeasombro.

Habíatreslargasmesasunaalladodeotra,enunasalailuminadacontantoscandelabrosqueparecíacomosi el techoestuvieseen llamas.El sueloeradelcálido color ocre oscuro de la madera de caoba pulida y en las paredes sealineaban bustos de mármol que representaban a varias generaciones de lafamiliareal,mirandoconelceñofruncidoalosinvitadoscomosidesaprobaranaqueldesplieguetanextravagante.

Los afectados lacayos hicieron una exagerada reverencia amedida que losinvitados entraban, para luego acompañarlos a sus asientos. Fletcher vio queestabasentadoconSeraphySylva,enfrentedeunnoblerechonchoconelrostroya enrojecido por la bebida. Aquel hombre estaba sentado entre dos mujeresjóvenesqueclaramenteeransusinvitadas,puesloadulabancadavezqueabríalabocaparadeciralgo.Lasdosibandemasiadomaquilladasylucíanpeinadosaltosysimilaresmáscarasdoradasquelestapabanlosojos.

—Por supuesto, es una vergüenza —decía el hombre mientras Sylva ySeraph tomaban asiento a cada lado de Fletcher—. Es decir, el reyHarold esbuenagente,tieneunbuencorazónytodoeso,peroestavezhaidodemasiadolejos.

—Tienestodalarazón,queridoBertie.Haidodemasiadolejos—afirmóconentusiasmounadelasmujeres,inclinándosetantoqueFletcherpudoverungranlunarnegroensumejillaizquierda.

—Demasiadolejos—repitiólaotra,asintiendo.Teníauncuelloinusualmentelargoylacabezaselemovíadeunladoaotro,

comoladeunacigüeña.—Comosiempresuelodecir:daleslamanoytetomaránelbrazo—continuó

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Bertie, moviendo los carrillos y golpeando la mesa con los nudillos paraenfatizarsuspalabras—.Losenanostienenquesabercuálessusitio.Ymiradloque ha pasado ahora. Unos cientos de esos cabrones viniendo hasta aquí,armados hasta los dientes y,mientras tanto, sus bombas estallando a diestro ysiniestro.

—Es de lo más espantoso —dijo la del lunar—. No estamos seguros ennuestrascamasporlasnoches.

—Pero el viejo rey Alfric ha tenido una buena idea —masculló Bertie.Levantóundedoy,acontinuación,unacopaestriadadevinocentelleanteyselabebió de un solo trago, derramando la mitad del pálido líquido en su camisablancadeencaje.

Actoseguido,seinclinóhaciadelanteehizounaseñalaFletcher,SeraphySylvaparaqueseacercaran.Aregañadientes,lostresestiraronelcuello,aunquesólofuerapornoparecermaleducadosnillamarlaatención.

—SédebuenatintaqueelviejoreyhaordenadoquelosPinkertonestomenporlafuerzalostalleresdelosenanosmañanaporlanoche—susurróalavezquemirabaporencimadelhombro,porsihabíacercaalgunasirvientaenana—.Porque,claroestá,ahíesdondesefabricanlasbombas.SoyunviejoamigodeAlfricy,porsupuesto,élmelohacontado.

—Sí que estás informado—dijo la del largo cuello tapándose la boca conunamano.

—Desde luego,Alfricsiempreacudeamíenbuscadeconsejo—continuóBertieconostentosidad—.Nopuedetomarningunadecisiónsinmí.

—Eso es muy interesante —dijo Seraph siguiéndole la corriente a aquelfanfarrón—.Debedeconfiarmuchoensuopinión.

Fletcher dudaba mucho que el frío y calculador Alfric fuese amigo delborracho charlatán que tenía ante sí. Lo más probable es que aquel hombrehubiese oído rumores y simplemente estuviese jactándose ante aquellasinfluenciablesdamas.

Pero la noticia era inquietante. Las fundiciones de los enanos estabansituadas en los sótanos de sus casas, construidas en el interior de la roca yprotegidas con puertas metálicas. A Alfric le iba a costar derribarlas, lo cualindicaba que los Pinkertones tendrían que invadir las casas de los enanos.Además,intentaríanentrarenlossantuariosmássecretosdeéstos.Siesoeraasí,

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habríadisturbiosesanoche,deuntipoodeotro.TodocomopartedelgranplandeAlfricparaprovocarunarevuelta.

—Lomejordetodoesqueporfinpodremosvercómofabricansusmalditasarmas—continuóBertie—.Yolehedicho:«Alfric,tienesqueocupartedeesasarmas».Una vez que lo hayamos hecho, no necesitaremos a esos escurridizoscabrones.Podremosencerraramuchosdeellosytirarlallave.

Elnobleseechóenlabocalospososdesucopay,después,serelamióloslabios,suspirandodefelicidad.

—Bueno,esoseríademasiadoduro,Bertie—dijoladellunaralavezqueseabanicaba—. ¿No podríamos simplemente... echarlos? ¿Quizá meterlos en unbarcooalgoasí?

—Demasiadopeligroso—contestóBertiemientrasechabaunvistazoporlasalaenbuscadeunasirvientaquelerellenaralacopa—.Alfinyalcabo,hansidoelloslosquehanempezado.Lasbombasfueroncosasuyay,después,unaenanamatóaesemuchachovalienteenaquellamisión,justoantenuestrosojos.Ésaeslaprueba.PodríanregresaryhacernosdesaparecerdelafazdelaTierrasipudieran.No,Gertrude.Oellosonosotros.

—Pero¿porqué?Fletcher tardó un rato en darse cuenta de que era él quien había hecho la

pregunta.—¿Disculpe?—respondióBertiearrugandosuceñosudorosoporencimade

lamáscara.—¿PorquématóaRufusCavendish?—titubeóFletcher,sinestarsegurode

sidebíacontinuar.—Quiénsabe la razónpor laqueesascriaturashacencosasasí—contestó

Bertie,despachandolapreguntaconunmovimientodemanocomosisetrataradeunamoscamolesta—.ProbablementeparadarunmensajeatodoHominum,paradecirnosexactamentecómose lasgastan losenanos,pordecirlodealgúnmodo.Lacuestiónesqueellalohizo.

Elnoblefruncióelceñoaúnmásyentrecerrólosojostraslamáscara.Estabaclaro que aquel hombre no estaba acostumbrado a que lo cuestionaran de esamanera.

—¿Yquiéndemoniosesusted?—preguntó—.Noreconozcosuuniforme.—Esmiinvitado—respondióSeraphcondiplomaciamientrascolocabauna

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manotranquilizadorasobreelmuslodeFletcher—.YyosoylordPasha.Inclusopordebajodesumáscara,FletcherviopalideceraBertie.Alfinyal

cabo,larelacióndeSeraphconlosenanosnoeraningúnsecreto.—Yo...esdecir...—Lanuezdelcuellodeaquelhombresemovióaltragar

saliva—. Sé que tiene usted cierta... simpatía por los enanos. No pretendíaofenderlo.

—Nomehaofendido—respondióSeraphapretandosumanosobrelapiernadeFletcher, comopara advertirlo de que no insistiese.No era necesario, puesFletcheryaseestabaarrepintiendodesuestallido.

Silasituaciónnosevolvióaúnmásincómoda,fuegraciasalsuavetintineodeunascampanillasqueanunciabanque lacomidaestaba lista.Enseguida, lassirvientas empezaron a circular entre las mesas sosteniendo en equilibrioenormes bandejas, provistas de relucientes tapas que mantenían caliente lacomida.Enpocosminutos,elcentrodelamesaquedóinvadidoporlahumeantevajilla de plata y las sirvientas quitaron las tapaderas con un ostentosomovimientosimultáneo.

A Fletcher se le encogió de hambre el estómago al ver aquello. El aromadeliciosoqueselecolóporlanarizlellenólabocadesaliva.

Elmayor de los platos era un trozo de venado, un cuarto trasero asado afuego lentodurante lanocheparadejar lacarnesuculentayblanda.Asu ladocolocaronuncisnerellenodesetasyostras,conlapielcrujienteybañadaenunasalsa de higos y azafrán que centelleaba bajo las parpadeantes llamas de loscandelabrosdeltecho.Másallá,enotrafuente,unjabalíasadoconunamanzanarojasujetaenlaboca.

Además de aquellas enormes fuentes, había más carne dispuesta en lasmesas;sartenesdeliebrecongelatinademandarina,buñuelosdelucio,esturiónescalfadoconguarnicióndesupropiocaviareinclusounafuentedegooducken,laextravagantemezcladegansorellenodepatorellenoasuvezdepollo.

Alrededordelascarnes,habíamásexquisiteces:verdurassalteadasconajo,ciruelasguisadasenaguaderosas,castañasendulzadasycuencosdefrutosrojoscon nata. Fletcher sólo podía ver la comida de su mesa, pero le parecíademasiado.Tratóderesistirseaextenderlamanoparaprobarelplatoqueteníamáscerca.Enlugardeello,sedesenganchólaparteinferiordesumáscaraparapodercomer.

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—Cressdicequesólobebamosagua—susurróSeraphdespuésdequeunaenanavestidaderosasealejaradeél.

Entonces,lavozdelanuncianteseoyóentrelasexclamacionesdeasombroyeltintineodeloscubiertos.

—Lores,damasyhonorablescaballeros,¡quecomienceelbanquete!

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FletchernotuvotiemposiquieradeextenderlamanohacialacomidaantesdequeSylvadeslizarasulargapiernapordebajodelasientodeSeraphparadarleunapatadaenel tobillo.Élcontrolóungruñidodedecepciónyvioa laelfinaponersedepieyhacerunareverencia.

—Elolordetodaestadeliciosacomidamehamareadounpoco—dijoSylvaa lavezque levantabadramáticamenteunamanopara llevárselaa la frente—.SeñorRotherham,¿sería tanamabledeacompañarmea tomarunpocodeairefresco?

Fletcher tardó un poco en darse cuenta de que se dirigía a él y, acontinuación,sepusodepiedemalaganaylacogiódelbrazo.Nonecesitabanandarsecontantateatralidad,pueslosnoblesquelosrodeabanapenasmiraronala pareja: estaban demasiado ocupados devorando la comida con tanto decorocomopodíanexhibir.

ParaFletcher,loúnicobuenofuequenotendríaqueaveriguarquécubiertoutilizar, pues el mantel estaba adornado con una gran variedad de cuchillos,cucharas, tenedores y otros utensilios que no sabía reconocer. Aun así, era elmejor momento para marcharse, mientras el resto de los presentes en la salaestabandistraídos.

—Vamos—susurróSylvaapartándolodesuasientoyconduciéndoleporlalargamesa.

Sabíanadóndeteníanqueir:haciaunaspesadaspuertasdoblesdellateraldelasala.Fletchersintióqueunescalofríolerecorríalaespaldacuandoalgunosdeloscomensalesempezaronamirarlos,pueseranlosúnicosinvitadosqueestabandepie.Sedistrajoobservandoelrestodelacomidaquehabíaenlamesa.Parasu sorpresa y horror, un lacayo estaba trinchado una marsopa asada en el

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extremodelamesaprincipal.Después, vio a los invitados que rodeaban al pobre animal y una nueva

sensaciónderepugnanciaseapoderódeél.Casitodossusenemigosestabanallísentados: el viejo rey Alfric, lord y lady Faversham, los gemelos Forsyth einclusoelmismoDidric.ElreyHaroldestabasentadoentreellos,riéndosedeunchistequesupadrehabíacontado.

Fletchernotóqueestabaapuntodetambalearse,peroSylvaloarrastróparaque siguieraadelante sinparar, agarrándolo fuertementedelbrazo.Élnopudoevitarmirarhaciaatrásalpasar.Resultabafascinanteverloscharlar.Siempreselos había imaginado intrigando en salas oscuras, no disfrutando juntos de unabuenacomida.

Momentos después, atravesaron las dobles puertas, abiertas por unossirvientes confusos que no estaban seguros de adónde iban aquellos dosinvitadosyque,sinembargo,noseatrevíanadeteneraquienespodríanserunosnoblesimportantes.

Estaban en un pasillo largo y oscuro con una alfombra roja. Sólo unascuantas velas parpadeantes mostraban una escalera en mitad del pasillo. SequitaronlasmáscarasyFletcherrespiróhondo,aliviado.

—Camina.Nocorras—dijoSylvaadueñándosedelasituaciónytirandodeélparaquelasiguiera—.Noqueremoslevantarsospechasysesuponequelosinvitadosnodebeniraexplorar.

Fletcherjadeabaconlarespiraciónentrecortadaylasmanossudorosasbajolosguantes.

—AHaroldledebederesultardifícilseguirfingiendodíasíydíatambién—dijoFletcher,hablandoparacalmarsusnervios.

PeronoescuchólarespuestadeSylva,puesladoblepuertaseabrióconungolpedetrásdeellos.Fletcherpudoveraunguardiaquesosteníauncandelabroenunamanoyunaespadaenlaotra.Acontinuación,notóqueSylvaloatraíahaciaella,lerodeabaelcuelloconlosbrazosybuscabasuslabios.LaelfinalobesócontotaldesenfrenoyFletcherledevolvióelbesoconlamismapasión.Seentregóaaquelbeso,sintiendolasuavidaddelcuerpodeellacontraelsuyo.Porunmomento,nadamásimportaba.

—Sólosondostortolitos—gruñóelguardia—.Nadadeloquepreocuparse.Laspuertassecerraronconunsuavegolpesordo.

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Al instante, Sylva se apartó y volvió a dirigirse hacia la escalera a todavelocidad.

—Vamos—dijo mirando hacia atrás—. Esperarán que estemos pronto devuelta.OthelloyCresstendránquealcanzarnos.

Fletcherlasiguió,invadidoporunapunzadadetristeza.Sólohabíasidounamaniobradeengaño.Nadamás.

Subieronlosescalonesdedosendos.Sylvaibadescalza,conloszapatosdetacónenlasmanos.Fletchertratabadenopisarlelacoladelvestido.Resultabaridículotenerquearrastrartantotejidopordetrásdeella.

El pasillo al que salieron era aún más oscuro, iluminado tan sólo por eldestello de la escalera que tenían detrás y una única vela en una hornacinacercana.Habíanllegadoasudestino:variaspuertasenormesjustoenfrentedelaescalera.Laentradadelsalóndeltronosealzabaanteellos,oscuraeinquietante.

—Esperemos que Othello y Cress hayan comenzado ya su maniobra dedistracción—susurróFletcher.

—Déjameamí—dijoSylva.Sudedoseiluminódeazulydibujólaformadelojodeunacerraduraenel

aire.Despacio,lafuebajandohacialacerraduradelapuertaeintrodujoporellaunrayode luzplateada.Seoyóun fuertegolpey,acontinuación, lapuertaseabrióconelchirridodelosgoznes.

Al otro lado, una enorme cámara apareció ante sus ojos, iluminadapor unrayodeluzdelunaqueentrabaatravésdeunaclaraboya.Lasalaestabadivididaporunagruesaalfombra roja, a cuyos lados seveíael suelodemármol.Unascolumnas de piedra, que proyectaban largas sombras, se alineaban junto a lasparedes.Perohabíaalgoquellamabalaatenciónporencimadetodolodemás.Un tronodeoro,plataypiedraspreciosas,con incrustacionesdemadreperlaybordeadodemaderapulida,quesehallabasobreunestradoalotroextremodelalargaalfombraroja,alfondodelasala.Cadaelementodeltronoformabapartede un mosaico que representaba demonios entrelazados: las piedras preciosaseran losojos,mientrasque losmetalesdelineabanel contornode sus cuerpos.Era majestuoso y resplandecía a pesar de la luz tenue. A Fletcher le costabaapartarlosojosdeél.Nuncahabíavistotantariquezaenunmismolugar.

Y entonces, lo vieron, incrustado en el suelo justo delante del trono. Unbastónnegrocubiertoporunpañodeencaje.Suobjetivo.

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—Rápido—susurróSylva,ajenaalesplendordeaquelsillónreal.Fletcherlasiguióyelruidosordodesuspasosresonóenlasala.Peroapenas

habíanrecorridolamitaddelaestanciacuandoelchirridodelasbisagrasseoyódetrásdeellos,seguidodelgolpedelaspuertas.

Fletchersegiróybuscóconlamanounaespadaquenoestabaensusitio.—Vaya vaya —dijo Rook saliendo de entre las sombras—. Mira qué

tenemosaquí,Zacharias.Unaelfinayuntraidorquehansalidodeexcursión.

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LaenormesiluetadelordForsythapareciópordetrásdelinquisidoragitandosuleoninamelenaparamostrarquelefaltabaunaoreja.Ningunodelosdosllevabamáscara,peroambos ibanvestidosconsuspompososuniformesdegala:eldeRook,unasotanadepañooscuroconbordadosdeplata,yeldeZacharias,ununiformenegroconborlas,adornadoconcharreterasybotonesdorados.

—Ha sido una estupidez por vuestra parte venir aquí —dijo ZachariasForsyth convoz resonante y profunda—.Cuandomis hijosmehandichoquehabía una elfina en el baile... en fin. Os hemos estado vigilando. No hemostardadomuchoenaveriguarquiéneseraisyensaberquépretendíais.

Diounpasohacia la luzylacicatrizdesuoreja leotorgóasucabezaunaaparienciatorcida.

—Sois unos valientes, eso os lo reconozco —dijo con una sonrisa—.Supongoquehabéisvenidoporelbastón.

Hizounaseñalconlacabezahaciaelbáculoqueteníandetrás.—Robarlo no os traerá nada bueno. Sembrasteis la semilla y tendréis que

atenerosa lasconsecuencias. Impedirquehayaunoscuantosdiscursosmásnocambiaránada.Ytampocoestaréisaquíparaverlo.

Fletchermoviólasmanosalaespaldaysequitólentamentelosguantes.Losdos hombres que tenía ante él eran expertos magos de batalla y Zacharias,además, era un consumado veterano de una guerra brutal. Lo tenía todo encontra.

SeescuchóunruidodeteladesgarradayFletchervioporelrabillodelojoque Sylva estaba rompiendo el tejido sobrante de su vestido. Luego cortó ellateralconunestileteparapodermoverseconmáslibertad,dejandoalavistaeldiarioquellevabaatadoalapierna.

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—¿Quéeseso?—preguntóRookalavezqueSylvalocogíaparaesconderlorápidamentedetrásdeella.

Fletcher levantó la mano y creó un muro de energía protectora. Era losuficientementeampliocomoparaprotegerseasímismoyaSylva,perolosdoshombresselimitaronasonreírconsuficienciayamirarlosatravésdelaopacabarrera.

No entendían que él y Sylva no estaban intentando robar el bastón, sinoenviarunmensajealpueblodeHominum.Creían,portanto,queteníantodoeltiempodelmundo.

—La cuestión es: ¿los matamos aquí u ordenamos que los arresten yesperamos el juicio y la ejecución? —cavilaba Rook—. Un juicio sería máspúblicoyprovocaríamásdiscrepancias.

Hablabaenvozbaja.Estabanahora juntoalbastóny suspalabraspodríanhaberseoídoportodoHominumsihubiesehabladoconvozmásalta.

—Losmatamos—contestóZachariasagachándoseligeramenteyseparandolasmanos,listoparaunposibleataque—.Siarrestamosalaelfina,eseidiotadeHarold intervendrá para protegerla y evitar una guerra con los elfos. Comosabes,losjuiciosson...impredecibles.

FletcheroyóelsusurrodeunatelacuandoSylvaquitóelpañoquecubríaelbastón.Seviounresplandorazulmientrasellagrababaunsímboloenelairey,acontinuación,un rayode luzprocedentedeuna luz erranteblanca, un conjuroque rara vez se utilizaba porque requería mucho mana. Los rayos luminososproyectaron una larga sombra por delante de Fletcher y su silueta negra seextendióentreélysusdosenemigos.

—Sí,muybien—serioZacharias—.Giraelbastónhaciaaquíparaquetodoelmundopuedaverlobien.Cuando loselfosveanquematamosa supreciosaprincesa,tendremosotraguerra.Estavez,unadeverdad.Losenanosmañanay,después,loselfos.

—Yvosotrososllenaréislosbolsilloscondineroensangrentado—mascullóFletcher.

—Siessangredeloselfosodelosenanos,serátodomásagradable—dijoRookconunasonrisacruelensurostrocetrino.

Sylva empezó a hablar. Su voz sonaba baja, pues estabamurmurando porencimadelacabezadelÁcaroinmóvil.Fletchermiróhaciaatrásyvioqueella

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sujetaba la carta deZacharias ante los ojos inmóviles del demonio, señalandoconeldedoelsellodelosForstyhqueaparecíaalpiedelacarta.

—Cállate—leespetóRookdandounpasoadelante—.¿Quéestásdiciendo?Entonces, aZacharias le centelleó lamiraday, trasver el trozodepapel a

travésdelescudoopaco,loentendiótodo.—¡Detenla! —gritó y, de repente, movió los dedos en el aire y un rayo

restallóentodalasala.Golpeóconélelescudo,resquebrajólaparedblancaylasuperficieserompiócomoelhieloagrietadodeunlago.

Rook añadió después un torbellino de fuego, cuyas llamas onduladaslamieronelescudoyfuerondisolviendolasuperficiecapaacapa.

—Rápido,Sylva—exclamóFletcheralavezqueelescudosedesintegrabaantesusojos—.¡Enséñaleseldiario!

Necesitaba invocar a Ignatius, pero lo único que podía hacer era impulsarmásmanaalinteriordelescudoparareforzarloconbandasdeluzblancaenlaspartesmásdebilitadas.Usandolamanoderecha,trazóenelaireelsímbolodelfuego con desesperación, pero aunque fijó el conjuro a su dedo, Rook yZachariascrearonsuspropiosescudosovalesutilizandolamanoquelesquedabalibre.

Sylvagritabaahoraysuspalabrasseperdíanantesdellegara losoídosdeFletcherbajoelestruendodelosconjurosqueseestrellabancontrasuescudo.

Fletcher arrojóunabolade fuegoal aire, quedibujóunarcohasta estallarcontra el escudo de Zacharias. Luego cayó por los lados en una catarata dellamasquechamuscaron la ropadelnoble.Aunasí, seguíancayendoconjurossobrelabarreradeFletcher.

NotóqueseestabaquedandosinmanaytambiénsintiólasconscienciasdeIgnatiusyAthena,deseososdeserliberados.Lanzóunaúltimaoleadademanaalescudoydespués,yasinenergía,lodejóflotando,sacudidoporlaembestidade rayos azules y llamas naranjas. Sumente se retorcíamientras daba vida aIgnatiusatravésdelamano.

Eramásdifícilahora,puesIgnatiuseramuchomásgrandeyelpentáculoquellevabatatuadoenlamanoerapequeño.Peromomentosdespués,elDracorugíaasulado.

Los conjuros de los dos hombres cesaron al ver al Draco. Un trozo delescudo se cayó y se disolvió en la llameante alfombra roja. Todo quedó en

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silencio, a excepción del suave chisporroteo de las fibras al quemarse y elmurmullodeSylvamientrasleíaotrapáginadeldiariodeJeffrey.

Rook yZacharias debieron de darse cuenta de que estaban en peligro.Notenían cueros de invocación y los demonios de Fletcher podían atravesarfácilmentesusescudos.

Fletchersesirviódeesetiempoparareforzarsutambaleantebarreray,conlaúltimagotademanaquelequedaba,colocóunacapareparadoraenlasuperficieresquebrajado.Yaantesdisponíadepocomana,puessusreservasnosehabíanrecuperado desde que había estado en el éter. Pero Rook y Zacharias no losabían.

LoúnicoqueahorateníaquehacereraesperaraqueSylvaterminara.Loquefuera que Cress y Othello habían hecho, había funcionado. Todavía no habíallegadoningúnguardia.

—¿Porquénovienes a enfrentarte conmigodehombreahombre?—gritóZachariasdesdedetrásdesuescudo—.NingúndemonionitampocoRook.Sólotúyyo.

—Sylva,¿cuántotiempomásnecesitas?—preguntóFletchermirandohaciaatrássinhacercasoalofrecimiento.

—Unosminutos—gritóella—.TengoquecontarlesloquelepasóaRufus.Fletcher sonrió con tristeza y volvió amirar a sus oponentes. Losmiraba

fijamente,tratandodeaparentarcalmayseguridad.—¿Tienes miedo, Fletcher?—preguntó Rook—. El gran Fletcher Raleigh

tienelaoportunidaddebatirseendueloconsupeorenemigoencondicionesdeigualdadyseniega.Siemprehesabidoqueerasuncobarde.

Fletcher sabía que lo estaban provocando, que esperaban que bajara laguardiayatacaraaZacharias,perdiendoasísuventajadedefensa.

—Un cobarde y un tonto que confía en enanos y elfos en lugar de en supropia raza—le espetó Zacharias acercándose hasta quedar justo delante delescudo de Fletcher. El óvalo pálido que era su escudo seguía aún sujeto a lamuñeca—. Eres igualito que tu padre. Edmund también traicionó a su raza.Siempre visitaba a los elfos para tratar de intermediar en los negocios entrenuestrasnaciones.

Hizounapausa,comosipensaracuálesibanasersussiguientespalabras.—Peroésenoeselúnicomotivoporelquelotraicioné—continuóconvoz

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másbajaparaquesóloFletcherpudieseoírlo.—¿Quéhasdicho?—preguntóFletchermientrasunescalofríolerecorríala

nuca.—Minegocioarmamentísticoestabaestancándose.Muchapaz,yasabes.—

ZachariasmirófijamentealosojosdeFletcherparaquevieraquehablabaconsinceridad—.Necesitabauncatalizador.Asíqueenviéunmensajea losorcos.LeshablédelpasadizosecretodeRaleighshire,decuándoydóndeatacar.Todo.No te imaginas lo perfectamente que encajaba todo: las tierras de tu familia,heredadaspormiesposa,lahermanadetumadre.Unaguerraconlosorcosparaestimularminegociodearmas.Yotro traidorde la razamuerto, laguindadelpastel.Estanochevoyatenerqueponerfinaesteasunto.Nuncahayqueenviaraunorcoparaquehagaeltrabajodeunhombre.

Fletchermirólosfríosysibilinosojosdeaquelhombreysupoqueeracierto.Quizálohubiesesabidodesdesiempre,desdequesirCaulderhabíahabladodeun«traidor»ensujuicio.Perolohabíaborradodesumente.Nohabíaqueridopensarenello,enqueunhombrepudieraserdeverdadtanmalvado.Nohabíaqueridocederalodio.

Pero ahora ese odio bullía dentro de su pecho, profundo y doloroso.Zacharias tenía que morir. Si esto salía bien, ese hombre sería enseguidaencerrado, fuera del alcance de Fletcher para siempre.Nunca volvería a tenerunaoportunidadcomoésta.

Elescudo.Podríareabsorberloensuinterior,repostarsumana.Losuficienteparaunúnicoypotenteataque.

Ya.Fletchersoltóungruñidomientrasintroducíalaparedblancaenuntorbellino

deluz.Almismotiempo,lanzólostresconjurosenunvertiginosorayoquesalíadesdesusdedos.AtravesóenespiralelescudodeZachariasconunresplandordepoderosaenergía.Elóvaloserompiócomounhuevoyexplotó,despidiendountorbellinodeesquirlasquelanzaronalnoblecontraunacolumna.Seestrellóconunespantosocrujidoycayóalsueloinconsciente,comouncadáver.

—¡Fletcher!—exclamóSylva,peroelgritodetriunfodeFletchermurióensuslabios.PorqueelescudodeRookhabíadesaparecidoy,enesemomento,unaoladefuegoatravesólasala.

Ignatius dio un salto para recibir el golpe con las alas extendidas. No lo

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consiguió.LallamaradallegóhastaFletchercomounariada,lanzándoloalsuelodeun

rincóndelsalóndeltrono.Resbalóporelsuelomientraslasllamaspasabanporencimadeélylocegaban.Oyóelrugidodeaquelinfiernoynotócómolaropaseennegrecíaydesaparecía.Elcalorleabrasabalapiel.

Peronosentíadolor.Nolecausabasufrimientoquesucarnesechamuscaranitampocoelhedordelpeloquesequemaba.Diovueltasenelsuelohastaquelopeordelasllamashuboconsumidoloquelequedabaderopa.Sepusodepietambaleándosemientrasdabagolpesa la ropa llameanteyparpadeaba, cegadoporelhumo.

AllíestabaRook,respirandoagitadamenteporelesfuerzo.Poreltamañodelas llamas, el Inquisidor debió de haberlo dado todo en aquel ataque, hasta laúltima gota de mana que le quedaba. Pero, de algún modo, Fletcher habíaconseguidoescaparprácticamenteindemne.

Una bola traslúcida de energía cinética alcanzó a Rook en el pecho,arrojándolo al suelo y dejándolo allí clavado. Sylva atravesó la sala con unagélidamiradaderabiaenlosojos.

—Deberíamosmatarlosalosdos—dijo.Teníaeldedoenaltoyunrayochisporroteantesalíadelsímboloque tenía

grabado en la punta. Ignatius mostró su conformidad con un ladrido que suenorme pecho convirtiómás en el rugido de un león que en el aullido de unperro.Unasacudidaderabia,procedentedelaconcienciadeAthena,confirmótambién lo que opinaba el Grifuelo al respecto. Los dos demonios estabanconsternadosporlocercaquesudueñohabíaestadodelamuerte.

Fletchermiró el bastón, temeroso de repente de que sus palabras pudieranoírseportodoHominum,peroestabacubiertodenuevoconunpañopesado.Fueentonces cuando se dio cuenta de que lo habían conseguido. En Hominumhabíanescuchadosuhistoria.Ahora,loúnicoqueteníanquehacereraesperar.

Rookestabagimiendodedolor,resollandoporelgolpequehabíarecibidoenel pecho. Se había quedado sin respiración y apenas podía moverse cuandoSylvaseinclinósobreélyleacercóalacaraelchisporreteanterayo.

Fletcher se acercó tambaleándose y, de algún modo, el odio que habíaborboteado en su interior pareció reducirse al ver los cuerpos postrados deaquellos hombres. Sumente fue a la deriva hasta preguntarse por qué seguía

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vivo.Elfuegodeberíahaberlomatado.¿Cómoesquehabíasobrevivido?—No—contestóFletcher tosiendo,con labocasecaporelhumo—.Si los

matamos, no quedará nadie a quien puedan culpar en Hominum y Harold nopodráencarcelaranadie.Necesitamosquetodosveanqueseloscondena.

Yporunmomento,sepreguntósideverdaderaésalarazón.¿Oesquenoquería asesinar a sangre fría a dos hombres desamparados?Deseópoder decirquelesorprendíaqueSylvafueracapazdehaceralgoasí,peroalmirarlaalosojosnolecupoduda.

SylvausólatelarotadesuvestidoparaatarlasmanosypiesdeZachariasyRookmientrasIgnatiusvigilabaasulado.Tambiénlemetióuntrapoenlabocaa Rook y lo amordazó, pues había empezado a soltar obscenidades a los dosnadamás recuperar el aliento. En cuanto estuvieron atados como unos polloslistosparaasar,FletcherySylvalossubieronalomosdeIgnatiusysalieronporlaspuertasdeentrada.

Fletcherse tomó la libertadde robarleaZacharias lospantalones,pues lossuyoshabíanquedadoreducidosaunpuñadodejironeschamuscados.Viocontristesatisfacciónloridículoqueestabaaquelgrandullónenropainterior,pueslas blancas piernas contrastaban con el tono bronceado del rostro y losantebrazos.

—Vamos—dijoSylvacuandoFletchersehuboremangadolaparteinferiordelospantalones—.Averquiénnosesperafuera.

Los pasillos estaban vacíos. Tampoco en las escaleras se veía ningúnalboroto.Eracomosisudiscursonohubiesetenidolugary,porunmomento,aFletcher se le desbocó el corazón por la preocupación de que no hubiesefuncionado,queSylva lohubiesehechomal.Perocuandoabrieron laspuertasdel salóndebanquetes, quedó claro elmotivodequenadie hubiese ido en subusca.El hedor los golpeó comounaola y las náuseas se abrieronpaso en lagargantadeFletcher.Eraelolorputrefactodelvómito,tanfuertequecasipodíamascarlo. Nobles, generales, invitados e incluso algunos sirvientes yacían portoda la sala, gimiendo por su malestar. Por los ocasionales borboteos ysalpicaduras de líquido grumoso, Fletcher supo exactamente qué tipo dedistracciónhabíanutilizadoOthelloyCress.

Habían planeado varias cosas: bloquear las chimeneas para que el humoinvadiera las salas, romper las tuberías para inundar de agua los suelos, usar

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conjuros para provocar fuertes ruidos e, incluso, prender fuego a los setos delexterior. Pero este plan... lo habían descartado por ser demasiado arriesgado.Claramente,OthelloyCresshabíancambiadodeidea.

La pareja había saboteado las bebidas colándose en la cocina paracontaminarlas con ayahuasca en polvo, una planta que tradicionalmente serelacionaba con los brujos orcos, quienes la bebían para inducir vómitos yprovocarfuertesalucinaciones.Aúnseveíanmuestrasdeestoúltimo,pueshabíanoblesque levantaban lasmanoshacia lasvelas encendidasdel techoconunaestúpida sonrisa en sus caras manchadas de vómito. Fletcher sintió un placerperverso al ver a Bertie caminando por la sala vestido tan sólo con la ropainterioryriéndoseentredientes.

NisiquieraSylvapudoevitarreírsecuandovieronalosgemelosForsythenel suelo,moviendobrazosypiernasenplenodeliriohacia loscandelabrosdeltecho. Les caía la baba por las mejillas y contemplaban embobados a sualrededor, con una estúpida sonrisa en los labios. Tarquin se rio y movió lasmanoscuandovioquesellevabanasupadre.

—Se lo tienen merecido —dijo Sylva mientras pasaba con cuidado porencimadelbrazoextendidode Isadora—.Meencantaríaverles la caraspor lamañana.Estolollevoesperandodesdehacemuchotiempo.

—Yotambién—sonrióFletcher.Nohabíarastrodeningúnenano.Eraobvioquelassirvientashabíansalido

huyendoportemoralasrepercusiones.YOthelloyCressconellas.Tras examinar la sala,Fletcher sedio cuentadequemuchosde losnobles

másimportantesyanoestabanallí, incluidosAlfricyHarold.Estabaclaroquelosguardiasseloshabíanllevadorápidamenteaalgúnlugarseguro.Dehecho,inclusoconIgnatiusysuscautivosaremolque,pudieronatravesarlasalaybajarla escalera sin apenas tener que mirar dos veces. Incluso los criados estabandemasiadoocupadosenatenderalosenfermos.

AFletcher leparecía increíble todaaquellasituaciónmientrassalíanalairelibre.Lagravillacrujióbajosuspiesylaluzdelalunalosiluminó.Suestadoera lamentable: Fletcher con la ropa medio quemada y los pantalonesremangados, y Sylva con el vestido desgarrado, por nomencionar las piernasdesnudasdeZachariasa lomosdelDraco,quehastaelmomentohabíapasadodesapercibido.

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Dealgúnmodo,habíansalidosinquenadielospersiguieraynitansiquieradieralavozdealarma.

—Lohemosconseguido—susurró.—Esverdad—confirmóSylvaenvozbaja—.Pero¿quépasaahora?Fletchernolosabía.SóloHaroldhabíaprevistoloqueseharíaapartirdeese

punto. De nuevo, eran los peones de un juego mucho mayor. Pero él sabíaadóndeteníanqueir.

—Ignatius,¿creesquepuedesllevarnosaloscuatroalBarriodelosEnanos?—preguntóFletcherapoyandolacabezaenladelDraco—.Noestálejos.

El demonio ronroneóy, amodode respuesta, le dio un pequeño empujón.Fletcher y Sylva semontaron en sus hombros, sentados a horcajadas sobre laespalda a sus cautivos. Ambos sonrieron cuando Rook gruñó a través de sumordaza.

Ignatius soltó un rugido de triunfo, se echó hacia atrás y salió disparadohaciaelcielo.

Yacontinuación,desaparecieronenmediodelanoche.

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29

Amparándoseenlaoscuridad,aterrizaronjuntoalacasadeOthellotrasesperaraqueunanubeoscureciera la lunaantesdebajar.Habíanobservadohoguerasvigía de los Pinkertones alrededor de los límites del Barrio de los Enanos ysabíanquesupresenciadispararíamuchasalarmassilosveían.

Una vez dentro de la enorme tienda, se reunieron conCress,Othello y sumadreBriss, que los recibieron con aplausos.A continuación, les dijeron queAthol, Atilla, Thaissa y Uhtred se habían ido a las cuevas situadas bajo delBarriodelosEnanos,preparándoseparalopeor.

Pero lacelebracióndelgrupoporeléxitode lamisióndurópoco.Los tresenanosempezarondeinmediatoainquietarseporlapresenciadelosdosnoblesensucasa.Elsecuestronohabíaformadonuncapartedelplan.Ahora,loúnicoque podían hacer era avisar a Harold a través de un Ácaro que el rey habíadejado al cuidado de Briss, con la esperanza de que el soberano supiera quéhacer. Así que aguardaron en un silencio nervioso. Ignatius tenía las garrasapoyadas en el cuello de sus prisioneros, por si había algún movimientorepentino.

Harold y sus hombres acudieron a por ellos en menos de una hora,atravesandoelBarriode losEnanosyentrandoen lacasadeOthellocomounejército invasor. No eran Pinkertones ni inquisidores, sino guardias reales,vestidos con el traje tradicional de coraza, yelmo con plumas y lanza. LapresenciadeHarold fue loqueevitóque sedispararaningúnarmacuando losdiezhombresirrumpieronenlacasa.

—¿Qué significa esto? —protestó Othello cuando los soldados armadosentraronensutiendayesparcieroncojinesasuspies.

—Son mis guardaespaldas —le explicó Harold levantando las manos y

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mostrandounaencantadorasonrisa—.Noospreocupéis,tengoplenaconfianzaenellos.

—No me importa que confiéis en ellos. ¿Por qué están aquí? —insistióOthello.

—Sólo han venido porque lamayoría de los enanos no saben que soy sualiado. Dadas las actuales tensiones, sin la adecuada protección no hubierapodidocruzarelgueto.Alfinyalcabo,enteoría,soyelreydeHominum.

AlveraHarold,Zachariasempezóagritar incoherenciasbajosumordaza.Rookpermanecióensilencio,conunamiradacentelleanteensusojosnegros.

Haroldmirófijamentealapareja,luegosepaseóyseagachójuntoaellos.Bajó la cara hasta pocos centímetros de la de Zacharias, tan cerca como unamante.

—Esoes—susurró—.Trastodosestosaños,vuestratraiciónserájustamenterecompensada.

ElrostrodeZachariasenrojecióysusgruñidossordosllegaronacompañadosdebabasmientrastratabadequitarsesusataduras.Haroldsepusodepieygrabóen el aire un símbolo palmeado. Poco después, unos hilos resplandecientes,parecidos a los de unArácnido, rodearon lasmanos y los pies de la pareja einclusolesinmovilizaronlosdedos,formandounovilloapretado,paraevitarquepudieranhacerusodelosconjuros.

—Creoqueesmejorquedejéisquenosllevemosaestoscriminalesantesdequesedescubraqueestánprisionerosaquíysemalinterpretecomounaagresióndelosenanos.

—Gracias aDios—dijoBrissmoviendo lasmanos ante el rostro cubiertoporunvelo.

Harold hizo una señal a sus hombres y los soldados se acercaron y ataronpicas entre los brazos y piernas de los nobles. Los levantaron como si fuesencazadores que transportan un ciervo atado a un pértiga, dejando que los dosquedarancolgadosybalanceándoseenelaire.

—Tomad.Usadestoparataparlos—lesofrecióThaissaseñalandounadelasgrandesalfombrasqueestabanenunrincóndelatienda—.Nadielosreconocerásillevanestoencima.

—Hacedloysacadlosdeaquí—ordenóHarold.Loshombresobedecierondeinmediato.

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Momentos después, se quedaron solos en la tienda y la tensión disminuyóconsiderablemente.

—¿Quétehapasado?—lepreguntóHaroldaFletcherconelceñofruncidoalverlosrestoschamuscadosdelaropadeFletcher.

—Rookmehalanzadounconjurodefuego—contestóFletcheralavezquedescubría al hablar que lo que decía resultaba difícil de creer—. Ha sidoespantoso.Pero...nomehahechodaño.

Harold lo miró con sorpresa y, a continuación, una sonrisa se dibujólentamenteensurostro.

—InmunealvenenodeMantícorayalfuego—serio—.Erestodaunacajade sorpresas,FletcherRaleigh.EseDraco tuyodebedehaberteproporcionadoprotección.

—¿Esporeso?—preguntóSylva—.CreíaqueFletcher sehabíacuradoélsolo.

—Por supuesto que no —repuso Harold mientras movía la cabeza conasombro—.Nuncapodría curarse tan rápido.Piénsalobien.Un invocador conunArácnidoounÁcarosevuelveinmunealvenenodesupropiodemonio.LainmunidaddeFletcheralfuegodebedeformarpartedeestefenómeno.Eresunjovenafortunado,FletcherRaleigh.

Fletchermiró a Ignatius y sonrió al ver que el perezoso demonio se habíaquedadodormidojuntoalcalordelachimeneametálicaqueseextendíaporlaescaleraenespiralsituadaenelcentrodelahabitación,hastallegaraltechodelatienda.Síqueeraafortunado.

—¿Yquépasaahora?—preguntóCress,carentedeinterésporlainmunidaddeFletcher—.¿Hafuncionado?¿Lagentenoshaoído?

Elfuturodesurazaestabaenjuegoyqueríarespuestas.—La mayor parte de los invitados se ha recuperado de vuestro... ¿cómo

llamarlo?Condimentoen lasbebidas—dijoHarold—.Porsuerte,a losnoblesmás importantes se los llevaron rápidamente sus guardaespaldas antes de quepudieranpasardemasiadavergüenza.Deboadmitirqueaúnmesientounpocoindispuesto.¡Podríaishabermeavisado!

Guiñó un ojo a Cress y a Othello para demostrarles que no les guardabarencor.

—La noticia de vuestras declaraciones ya se ha extendido por todo el

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territorio. Incluso los invitados del banquete conocenya todo el contenidodeldiscursodeSylva.Hastamañananosabremossiselohancreídoono.

—Entonces,¿esposiblequenohayaservidodenada?—preguntóCress.—LoúnicoqueséesqueelhechodequeFletcherySylvahayancapturadoa

esosdostraidoresmeobligaatomarmedidas—contestóHarold—.Lehedichoa mi padre que he sido yo quien ha ordenado su arresto, de ahí que hayandesaparecido.Nolehahechomuchagracia,perolapruebaeratanconcluyentequelohaaceptadocasideinmediato.Loqueseacontaldenoverseimplicadoenesteasuntotansórdido.

—Esoesbueno,¿no?—insistióCress—.¿Hemosganado?—Notanto—respondióHaroldconunsuspiro,al tiempoquesepasaba la

mano por la cara—.Mira, Alfric ha ordenado quemedio ejército entre en laciudad. En principio era para preparar su anuncio de que anula todos losderechosdelosenanos,demodoquepodríanenfrentarsealosenanosreclutasyal resto de vuestro pueblo en cuanto empezaran a amotinarse. Pero ahora nopuedehacereseanuncio.Esdemasiadoarriesgadoparaél.AsíquehadeclaradoundíadefiestanacionalyhaorganizadoundesfilemilitarenelúltimomomentoparacelebrareléxitodevuestramisiónyelrescatedeladyRaleigh.

—Estupendo.Entonces,¿cuáleselproblema?—preguntóFletcher.—SielpueblodeHominumcreeloquehadichoSylva,recibiráalosenanos

reclutas con los brazos abiertos. Algo así como si dijeran: «Os perdonamos.Estábamosequivocados».Alfricsabequesihaceelanuncioqueteníaplaneado,todosevolveráensucontra.Lagentesentiráaúnmássimpatíaporlosenanos.Aunquelosenanossesubleven,lossoldadosnoloveráncomounarevoluciónynoempezaránamasacrarlos.

—Precisamenteésehasidoelplandesdeelprincipio—convinoFletcher.PeroHaroldnohabíaterminado.—Porotraparte,si losenanosreclutas llegany lagentey lossoldados los

recibenconfrialdad,mipadresabráquesuodioestanprofundoquenotendránencuentalaverdad.Siesoocurre,haráelanuncioenesemismomomento.LosPinkertones invadirán las casas de los enanos, éstos se sublevarán y a lossoldadosselesordenaráqueentrenenelBarriodelosEnanosparaacabarconlarebelión.Conviolencia.

—Entonces,despuésde todoloquehemoshecho,¿el futurodemiespecie

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depende del recibimiento de mañana? —preguntó Othello con expresión derabia.

—Esometemo—contestóHarold.

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30

Resultabaextrañoveruncielotanbrillanteyalegreenmediodeaquellatensión.Laprimaverahabíallegadoprontoyeldíaeraespecialmentecaluroso.Estabanen la taberna El Yunque, sentados en la terraza y viendo a la gente pasearsedebajodeellos.AOthelloyCressyanolesimportabaquelosvieranyFletcherySylvasehabíandecididoahacerlescompañíadespuésdequelosdosenanoslosconvencieran.

Enrealidad,eranpocoslosquelevantabanlasmiradashaciaellosmientraslos soldados humanos desfilaban con todas sus galas: sus bayonetasresplandecíanbajolaluzdelsolylacálidabrisahacíaondearsuscasacasrojas.A lo largode lasaceras, losciudadanosdeCorcillum los saludabanmoviendobanderas en el aire yuniéndose a los cánticos irreverentesde los soldados.Elritmolomarcabaelestruendodelostamboresquetocabanjóvenesdenomásdetreceañosquedesfilabanorgullososdeuniforme,juntoalossoldados.

Incluso Othello se sorprendió tarareando las alegres melodías y tuvo quecontrolarse.Elambienteeraalegre,locualeraunbuenaugurioparalallegadade los enanos reclutas. Pero, al mismo tiempo, no se respiraba la rabia queFletcherhabíaesperadotraslarevelacióndequeunodelosnoblesdeHominumhabíaatentadocontrasupropiopueblo.Detodosmodos,esedíanohabíanadaseguro.

—Son muy jóvenes, ¿no? —observó Cress inclinándose hacia fuera parapodervermejoralossoldados.

—Esoesporquetodosvienendenuestroscampamentosdereclutamientoenlafronteradeloselfos—leexplicóSylva—.Hanllegadounosdíasantesquelosenanos,asíquesonbastanteinexpertos.Dudoqueningunodeelloshayaentradotodavíaenacción.

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—¿Eso aumenta o disminuye la probabilidad de que den un buenrecibimientoalosenanos?—preguntóFletcher,casicomosiselopreguntaraasímismo.

Othellopensóunmomentosurespuesta.—Bueno,hanestadoentrenándosejuntoalosenanosreclutasdurantemásde

unaño,perodesdelosataquesdelosYunques,hahabidomuchastensionesentreellos: unas cuantas discusiones acaloradas e incluso una o dos peleas.Probablemente,Alfricnopodíaarriesgarseatraeralosveteranosdelfrente,asíque ha traído a éstos. Eso es bueno, creo yo. Estos hombres no han matadonuncaanadie.Dudoquetenganagallascomoparamasacraramujeresyniños.Pero es posible que Alfric también piense que son más proclives a obedecerórdenesalestartanverdes.Yaloveremos.

PeroFletcherapenas loescuchaba.Habíaunalborotocalleabajoy,porunmomento, pensó que se trataba de los enanos. Pero entonces vio a los reciénllegadosynopudoevitarsonreíreinclinarseparaverlosmejor.

Dragones. La caballería de los magos de batalla, docenas de hombres ymujeres vestidos de azul montados en poderosos demonios. Sus rápidosmovimientosysufamademortíferoslesdabaunareputaciónlegendaria.Yunasilueta familiar de cabello oscuro los dirigía, con Sacharissa avanzandolentamenteasulado.

Arcturus iba montado sobre un Hipalectrión, uno de los demonios máshermososqueFletcherhabíavistonunca.Lamitaddelanteradesucuerpoeradecaballo, pero tenía un hocico terminado en un pico afilado y amarillo y unapapadarojaquesustituíaa lacrina lo largodesucuello.Enlaspatas traserasteníauñas,comolasdeungallo,yafiladosespolonesqueseflexionabanacadapaso.Lacolaeraundestellodeplumasdevivoscolores,unallamativamezclade rojos y verdes a conjunto con el pelaje y las plumas que cubrían todo elcuerpodeaqueldemonio.Teníalasiluetaelegantedeuncaballomezcladaconlallamativabellezadeunavedepresa,distinguidaymortalenigualmedida.

—¿QuélehapasadoaBucephalus?—sepreguntóCressenvozalta.—Ahoraeseldemoniode lacapitanaLovett—respondióSylvaconcierto

remordimientoensuvoz—.TrasperderaLysander, leregalóaBuckparaqueellapudieravolveravolarconlasFuerzasCelestialesyélpudieraunirsealosDragones. Me lo contó cuando me ofrecí a devolverle a Lysander, cuando

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estábamosenVocans.—¿Ynoloaceptó?—preguntóOthellosorprendido—.Lovettadorabaaese

Grifo.—Losé.Estoyendeudaconella—dijoSylvaconmásremordimientoaún.EldesfiledeDragonesseacercabayFletcherempezóaverquelosmagosde

batallamontabantambiénaotrosdemonios.QuedóclaroquelosHipalectrioneseranlosmáspopularesentrelastropasdeélite.

Pudo ver Slepinires, caballos musculosos con seis fuertes patas que lossituabanentre losdemoniosde tierramásrápidos.YMusimones,queparecíanenormesmachos cabríos conbarbaydosparesde cuernos: los inferiores erancurvadosygruesosylosotros,largosyafiladoscomolosdelostoros.

Había incluso un extraño Kirin, con apariencia de caballo pero hocico dereptilyunúnicocuernoenlafrente.Lucíadiferentestonosdeverdeportodoelcuerpoypenachosdepelorojoquelesalíandelacrin,lacolaylaspatas.

AFletcherlequedóclaroquetodoslosdemoniosestabandiseñadosparalavelocidady el ataqueviolento, cualidades idealespara las tropasde asaltodelimperio.

Cadamagodebatallallevabaunpetoblindadoyunyelmoconplumaseibaarmadoconunsabledecaballería:unaespadalargaycurvadaquepodíacortarconunabrutaleficacia.Ademásdeaquellasarmasmortales llevabancarabinasrecortadas enfundadas a ambos lados de sus cinturas. Fletcher las miró conenvidia: aquellas armas eran más largas y precisas que las pistolas pero máscortas y ligeras que losmosquetes. Eran armas increíbles pero poco prácticasparaunsoldadodeinfanteríacomoFletcher.

—¿Cómopodríamosperderconellosdenuestro lado?—dijoFletchera lavezqueveíaaaquellaimponentecabalgatapasarpordebajodeellos.

—¿Losenanosvanapasarporaquí?—preguntóSylva.—No.DesfilaránporelextremonortedeCorcillumhacialaplazaCorwin—

contestóOthelloalavezquedesurostrodesaparecíalaemocióndeverpasaralosDragones—.Allí es donde termina el desfile.Habrá alguna ceremonia, unjuramento de lealtad al rey por parte de todos los nuevos reclutas, enanosincluidos.

—¿Yloharán?—preguntóFletcher.Othellosemordióellabio.

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—Tienenquehacerlo—fuesuúnicarespuesta.—¿Nopuedehablarconellostupadreydecirlesloquepuedepasarsinolo

hacen?—preguntóFletcher.—Simipadreylosancianostuvieranesecontrolsobrenuestroshombres,el

discurso de Alfric tampoco importaría—dijo Othello mientras negaba con lacabeza,afligido—.Hasalidoallíahablarconellos,peronodicennadaNosabeslo que es eso, Fletcher. Cientos de años de sometimiento. Los Pinkertonesmatándonos con total impunidad, nuestras vidas gobernadas por las leyes denuestrosopresores.

—Losiento—murmuróFletcher—.Nocreíaque...—Estosenanos jóveneshandejado todoesode ladoante laposibilidadde

convertirseenciudadanoslibreseiguales—explicóOthello—.Hansuperadolasmiserias del frente de los elfos, las instrucciones sin fin, los desfiles y lasórdenes que les escupían sus oficiales. Y ahora, cuando todo está a punto determinarporfin,¿selesdicequenohaservidodenada?¿Quevuelvenaimperarlas viejas leyes? ¿Que se hagan a un lado mientras vemos a los Pinkertonesinvadirnuestrascasas?

Llamaronalapuerta,trasellos,yBrissaparecióenlaterraza.—Athol acaba de avisar. Los enanos han llegado —dijo—. Están a un

kilómetroymedio.Cresssuspiróysepusodepie.—Vamos—dijo—.Deberíamosiralaplazaantesdequesellene.Yasílohicieron,saliendoapresuradamentedelatabernayabriéndosepaso

por las calles atestadas de gente.Mantuvieron la cabeza gacha y se pusieroncapuchas,apesardelcalordeldía,paraevitarquelosreconocieran.

Mientras se abrían paso por las calles, Fletcher se sorprendió al ver lacantidaddevendedoresquepregonabansusmercancíasalamultitud.Hombresymujerespasabanconbandejasdecomida:elolorentremezcladodesusbuccinosescabechados,anguilasengelatina,pastelesdecarneypescadofritoinvadíanelaire.Otros vendían gaseosa de jengibre y cervezamelosa en vasos de cartón,cuyosrestosyallenabanlascalles,convertidosenbolasblancasyarrugadasquelagentepisoteaba.

PorsuerteparaFletcherylosdemás,lagentesereuníaalolargodeldesfileporlascallesprincipales,permitiéndolestomaratajosporlascalleslateralessin

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que losmolestaran. Fletcher se sorprendió por la facilidad con queOthello seguiaba por aquel laberinto de callejones, girando a izquierda y derecha paraevitar vías públicas, e incluso corriendo por el techo bajo de un edificioabandonadoparallegarhastalaplaza.

—Casi hemos llegado—dijo Othello, jadeante, mientras pasaban por unacalleespecialmenteestrecha.ElespacioentrelosedificioseratanpequeñoqueFletcherpodíaextenderlosbrazosymeterlasmanosporlasventanasquehabíaacadalado.Yapodíanoírelalborotodelamultitudalotrolado,cantandoconfuerzaelhimnonacionaldeHominumalunísono.

Llegaronaloqueparecíauncallejónsinsalidaconparedesdeladrillo,peroOthello miró con una sonrisa las expresiones de perplejidad de sus amigos yapartó a un lado un listón de madera apoyado en la pared. Detrás había unagujerolosuficientementegrandecomoparaquelopudieranatravesar.

—Cuando te persiguen los Pinkertones, terminas conociéndote todos losatajos—dijoOthelloconunguiño—.Vamos,antesdequealguiennosvea.

Ytrasesaspalabras,salieronalaplazaCorwin.

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31

ElruidogolpeóaFletchercomounmurosólido.Laplazaeraenormeyenellasehabíancongregadomilesdepersonasquerodeabanuncordónrojodondelossoldadossereuníanformandoordenadasfilas.Alestirarelcuello,Fletcherpudoverquetresdelascallesquedabanalaplazaestabanllenasdeespectadoresquedejaban un único camino de entrada a través del cual seguían desfilando losbatallonesdesoldados.

—Vamos a buscar un buen sitio—gritó Sylva, su voz apenas audible porencimadeloscánticosdelamuchedumbrecongregada.

AgarróaFletcherporlamanoyloarrastróporunhuecoentrelamultitud.Élapenas tuvo el tiempo suficiente para asir lamanga deCress antes de que seabrieranpasohacialasprimerasfilas.Enseguida,todoloquerodeabaaFletcherse llenódecodos,pisotonesyprotestas furiosasamedidaquepasaban juntoacuerposqueseagitaban.

Entonces, de algúnmodo, lo consiguieron y se encontraron con el vientreapretadocontralacuerdamientraselpúblicopasabaporunladoyotro.Ahoraque tenían una visión clara, Fletcher pudo ver que habían colocado unaplataformacubiertaconunornamentadotechodelonaenelcentrodelaplaza.Una delgada fila de guardias reales rodeaba la base. Sobre ella estaban dosfigurasqueyaconocían,sentadasenextravagantestronos.

AlfriccontemplabaconfrialdadlasfilasdeuniformesqueteníapordebajodeélmientraseneltronomásgrandequeteníaalladosesentabaelreyHarold,conunabenevolentesonrisaenelrostro.Parecíamuchomáscalmadodeloquea Fletcher le habría gustado. ¿Había olvidado lo que podría significar paraHominum una rebelión de los enanos? ¿No estaba pensando en las miles devidas que se perderían en ambos bandos ni en la vulnerabilidad del imperio

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mientrassuejércitoestabadividido,librandounaguerraendosfrentes?—Esmuybuenactor,¿verdad?—casigritóSylvaaloídodeFletcher,como

sipudieraleerlelamente.Fletcheresperabaquefueraasí.Habíavistoalreyennomásquetresbreves

encuentros y ahora el futuro de la raza de los enanos parecía estar en lacapacidaddeaquelhombreparamanejarasupadredéspota.Fletcheresperabaque suconfianzano fuese infundada. ¿Quién sabía aquépodría estar jugandoHarold?

Sóloalgunasde las tropasque teníananteelloseran lasde losmuchachosjóvenesquehabíanvistoantesdesdeelbalcón.Laaparienciadelosdemáseramás descuidada, pues la mayoría llevaban la camisa por fuera y la barbadesaliñada. Mientras los muchachos permanecían firmes, aquellos hombresestaban despatarrados y escupían en el suelo.Algunos incluso daban sorbos apetacas.

Fletcherpensóquequizáfueranveteranosdelfrente,perosusuniformeserannuevos. Sospechó que se trataba de convictos reclutados por la fuerza en lasprisionesdeDidric:atracadores,ladrones,estafadoresydemásindeseablesalosqueseleshabíaofrecidolibertadacambiodequesealistaran.

Nuevos vítores llamaron su atención hacia la entrada y, por unmomento,Fletchersintióundestellodeesperanzadequefuesenlosenanos.Perono.EranlosDragones, que se dirigían imponentes al interior de la plaza, tocándose lafrenteconlamanoderechacomosaludoalrey.Cuandollegaronasuspuestos,inclusolosdemoniosmismossearrodillaron,conunapatadelanteraflexionaday la otra extendida en señal de sumisión. El efecto de sus disciplinadas filasquedó ligeramente arruinado por los demonios pequeños que acompañabandesordenadamente a sus dueños; la mayoría Cánidos, Félidos y Vúlpidos.Sacharissa estaba entre ellos, con su gran lengua rosa fuera mientras jadeababajo el calor del cielobrillanteydespejado.Sóloquedaba en la plaza espacioparaunregimientomás.

Entonces, como si hubiese recibido una señal, la muchedumbre quedó ensilencio: detrás de los Dragones, relucientes bajo la calima, desfilaban losenanos.

Incluso desde lejos, Fletcher pudo ver que sus uniformes y armas erandiferentes. El metal de sus cascos redondos y de la cabeza de las hachas de

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guerra que llevaban colgadas a la espalda lanzabadestellos.También llevabanmosquetes,aunquelossuyoseranalgomáscortos,paraadaptarseasuestatura,ynodisponíandebayonetas,comolossoldadoshumanos.Lomáscuriosodetodoera su mezcolanza de ropa: sólo las chaquetas rojas que llevaban sobre lascamisas eran iguales. El resto se componía de prendas tradicionales de losenanos,hechasdepesadaspielesylona.

Elsilenciofueenaumentoamedidaquelosenanosseacercaban.Elpúblicoque estaba a cada lado se limitaba amirar y, en ocasiones, se inclinaba haciadelante para susurrarse algo al oído. Fletcher podía ver ahora el sudor en lasfrentes de los enanos, el agotamiento en sus rostros. Esos hombres habíandesfiladodesdeunextremodeHominumhastaelotro,porelreyyporsupaís.¿Searrodillaríandespuésdetodoloqueocurrido?SehabíanunidoalastropasantesdequetuviesenlugarlosataquesdelosYunques,antesdequeelodioseconvirtiera en moneda corriente. Era un buen truco de Alfric el obligarlos aarrodillarse.

Fletcher miró las caras de los que lo rodeaban. Muchas carecían deexpresión.Otraseransolemnes.Unhombreentrecerrabalosojos.¿Erarabialoqueseveíaenellos...osóloeraporelsol?

Seguíanacercándose.Ahorapodíaoírel ruidodesuspasos,el tintineodelmetal. La respiración de Othello se volvió trabajosa y rápida a su lado. Elsilencio era ensordecedor. ¿La apatía de aquella muchedumbre era suficienteparaqueAlfricdierasudiscurso?

Fletcherlevantólosojos.Elviejoreyhabíallevadoelbastón,encuyapuntase veía el negro caparazón del Ácaro. No estaba tapado y contemplaba a losenanos que se aproximaban. Todo Hominum estaría mirando a través de susojos.

Los enanos llegaron a laplaza.Seguía sinhaberninguna reacción entre lagente,salvolossuavessusurrosqueFletchernoconsiguiódescifrar.Yluego,allíestaban,ocupandosulugarantelaplataforma,conlamiradaalfrente.Haroldsepusodepie.

—PueblodeCorcillum—empezóadecir.Suvozera fuerte,demasiado talvez.Estabautilizandoelconjurodelaamplificación—.Noshemosreunidoaquíparapresentarnuestros respetosa loshombresymujeresqueprotegennuestroimperiode las salvajeshordasque seestáncongregando justoalotro ladodel

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horizonte.Suspalabrasresonabanen toda laplaza:sóloelaleteode la lonaque tenía

sobreélyelsuavesusurrodelabrisalasinterrumpían.—En honor a su sacrificio, vamos a entonar el himno nacional. ¡Músicos,

porfavor!Obedeciendo la orden, los muchachos de los tambores comenzaron un

redoble lento y pausado que indicaba la introducción de la vieja canción. Lossargentos blandieron sus cornetas, normalmente usadas para dar órdenes a sushombresenelfragordelabatalla.Alunísono,añadieronsuestridentefanfarriaalamelodía.

Se trataba de una canción tan antigua como el mismo Hominum y laentonabanelprimergobernadordeHominum,el reyCorwinysushombresaldesfilarhacia labatallayobligara losorcosaregresardenuevoa las junglas.Eramásunbrevecánticoqueotracosa,perotodoslosjóvenesdeHominumselasabíandememoria.

Fletcher sintió un escalofrío al mirar hacia el escenario. Alfric estabasonriendoyensurostroseapreciabaunaexpresióndejúbilo.Setratabadeunacanción llena de historia, teñida del recuerdo de la época en que los enanoshabíanperdidosutierraamanosdelosinvasoreshumanos.

Alfric no creía que los enanos la fuesen a cantar.Ni siquiera creía que sesupiesen la letra. Aquello formaba parte de su plan y Harold se había vistoobligadoaseguiradelanteconél.

PeroAlfricseequivocaba.

Oídnos,enemigosdetierraomar:Nuestrosmuchachosmarcharánhastaelinfiernoyvolverán,

paracontravosotrosluchar.

Los enanos cantaban con profundo tono de barítono, elevando sus gravesvocesporencimadelasdispersasentonacionesdelpúblico.

Nuncanosveréisvacilarnidejardecumplirconnuestrodeber,

ningunoatravesaránuestrosfrentes,niveránuestrasbanderascaer.

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Inclusoel sonidodemilesdepersonascantando seperdía en la intensidad

delcorodeenanos,tantoquemuchasdelasvocesentreelpúblicoempezaronaapagarse,avergonzadasporsufaltadefervor.

Traedavuestrossoldadosportierraomar.Nuestropueblolucharáhastaelúltimoaliento

alasórdenesdenuestrorey.

Los enanos atacaron la última estrofa con la cabeza inclinada hacia atrás,elevando lavozenmitaddeunacrecienteoleadade trompetasy tambores.Nisiquieralosrudossoldadospudieronigualarelsonorotimbredesusvoces.

¡Hominum,Hominum,Hom-in-uuuum!

Silencio. Flotaba pesadamente en el aire. Los enanos mostraban una

expresiónseriayensusojoscasiseadvertíaunaexpresióndesafiantealmiraralpúblicoquelosrodeaba.Conaquelgesto,elpueblodeCorcillumsupoquenadiepodríacuestionarsupatriotismo.

Entonces,seoyóunaúnicaovación.Unmuchachoqueestabasentadosobreloshombrosdesupadre,apocosmetrosdeFletcher,empezóaaplaudiryareírtrasaquellaactuación.Después,otro.Yotro.

—¡Bravo! —exclamó una mujer entre la muchedumbre. Los aplausosdesperdigados se convirtieron en un alboroto acompañado de gritos yexclamaciones de los espectadores. Enseguida, toda la plaza estuvo lanzandovítores,yasinmiedodeserlosprimerosenreaccionar.

Entonces, los enanos hicieron algo que Fletcher jamás hubiera imaginado.Uno tras otro, se arrodillaron mirando hacia el público. Con una rodillaflexionada, colocaron un puño sobre el corazón y bajaron la cabeza ante lasmasas que los rodeaban. Se trataba de un juramento de lealtad... hacia ellos.Haciaelpueblo.

Fletchersupoquéhacerentonces.CayóderodillasyarrastróaOthelloyaSylvaconél.

—¿Quéhaces?—susurróCressagachándoseasulado.

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—Confíaenmí—respondióFletcher,rezandoportenerrazón.La primera en unirse a ellos fue una anciana mujer. Sonrió a modo de

disculpamientras seapoyabaenelhombrodeFletcherparapoderarrodillarsejuntoaélsobrelospolvorientosadoquines.Unhombrederostrorubicundofueel siguiente, quizámás por deseo de descansar los pies que comomuestra derespeto a los enanos. Pero hubomás: lamayoría se sentaron, peromuchos searrodillaronlomismoquehabíanhecholosenanos.Fuecomounaola.Filatrasfila,lospresentessefueronapoyandoenelsuelo.

Tardaron treinta segundos. Ni una sola persona por detrás del cordónpermaneciódepie.Lossoldadosqueestabandentrosemantuvieronenpieconexpresiónnerviosa,sinsabersidebíanhacerlomismo.

LavozdeHaroldresonóentodalaplaza.—¡Arrodillaos!—ordenó.Loshombresrespondieronconprestezayseoyóelruidodemetalesalavez

quesusarmastocabanelsuelo.Haroldrespiróhondo.—¿Juráislucharporelreyyelpaís?Decidsí.—¡Sí!—exclamaronalunísonocadahombre,mujeryniñopresentesen la

plaza,contagiadosporelfervorpatriótico.Nadie,sinembargo,lohizocontantafuerzacomolosenanos.

—¿Juráis defender estos territorios con todo vuestro corazón y matar acualquieraquesupongaunaamenazacontrasuseguridad?

—¡Sí!La sonrisa deHarold brilló entre toda lamuchedumbre, pero no era nada

comparada con la mirada fulminante y cargada de negro odio del viejo reyAlfric.

ElreyHaroldextendiólosbrazos.—¡Levantaos,soldadosdeHominum!

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32

Hubomuchas celebraciones esanoche.La tabernaElYunquehabía abiertodenuevo y los tablones de madera que habían tapiado las ventanas fueronamontonadosyquemadosenlachimenea.Enunasdesvencijadasmesas,subidasdesdeelsótano,sesirviócomidaycerveza.

La mayor parte de los invitados eran enanos reclutas que se habíanescabullidodesucampamentoalasafuerasdeCorcillum.ResultabadifícilsabercuántossehabíanmetidoenaqueledificioyFletchersevioapretujadojuntoaunamesabajarepletadeenanosmorenos,resistiéndosealatentacióndeprobarlasjarrasdecervezaquegenerosamenteleofrecíanacadarato.

Todossabíanquiénera.Sabíanloqueélysusamigoshabíanhechoporlosenanos.Teníadelantedeélmásjarrasdecervezaynosabíaquéhacerconellas.Uhtred había pasado la mayor parte de los últimos días manteniendoconversacionesconlosreclutas.Élhabíasidoelresponsabledesuactuacióndeesedía,aunque,porunmomento,lasituaciónhabíasidocrítica.

Desde distintos rincones de la sala, los enanos entonaban al unísonocancionestradicionalesdesupueblo.Cadagrupotratabadeahogarloscantosdelos demás con una fuerte cacofonía de voces. Sylva y Cress habían sidoadoptadasporotramesay susdulcesvocesgorjeabanporencimade todas, locualaúnanimabamásaloshombresquelasrodeaban.Unextrañoinstrumentoqueparecíaunamezcladegaitay trompeta tocabaunamelodíaque,de algúnmodo,consiguióserlaúnicaquenadiecantaba.

TodalafamiliaThorsagerseafanabadetrásdelabarra.ElfelizreencuentrodeOthello con losmiembrosmasculinos de su familia quedó reemplazado deinmediatopor lanecesidaddeservirasusmontonesde invitadoshambrientos.Delapequeñacocinasalíaaunavelocidadimpresionantecomidatradicionalde

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losenanos,peroalamismavelocidaddesaparecíaenlasbocasdelospresentes.Fletcher,sinembargo,eraunbuenarivalparaaquellossoldadoshambrientos

ydisfrutódelavariedaddecomidaydesusdeliciosossabores.Elpanblandoydulzónrellenodenuecesyfrutassecortabaentrozosyseservíacomoaperitivoparalosmontonesdeempanadillasrellenasdeajoycarnedecerdo.Lascestasdecrujientestubérculosparecíangozardelamayorpopularidad:grelos,batatasyyucascortadasenfinasrodajas,sazonadasconsalgruesa,queseservíanfritasyaúnchisporroteantes.

Fletcher empezó a asimilar que sus problemas más inmediatos habíanllegadoasufiny,porprimeravezenmuchotiempo,sumenteviajóhastaPelt,su antiguo hogar. Pero Pelt había desaparecido. Berdon... eso era lo quesignificabaparaélsuhogar.

Peronohabíaformadesaberdóndeestabansusegundopadreysusvecinos.ElviajedePeltaRaleighshireerapeligroso,plagadodebandidosytimadores.

Empezó a pensar en la posibilidad de salir a volar por la mañana, paraexaminarlosprincipalescaminosdesutravesía.Élhabíarealizadoeseviajeenlapartedeatrásdeuncarrodeovejasque,porloquesabía,podíahabertomadomuchosdesvíosalolargodelcamino.Esetrayectohabíaduradodossemanas,peroeldeellos...enfin,podríanllegarencualquiermomento.Eneseinstanteounmesdespués.

Estaba sumido en esos pensamientos cuando las puertas de El Yunque seabrieron de golpe y entraron los hombres armados con sus lanzas cruzadasformando un sólido muro de madera y acero. A Fletcher le dio un brinco elcorazón,perorápidamentesetranquilizóalverqueHaroldibatrasellosconlasmanosenaltoyunasonrisadedisculpaenlacara.

La presencia del rey provocó que la alegría cayera más rápido que unabombadecañónyHaroldarrastró incómodamente lospies,ante lamiríadaderostros barbudos que lo observaban. Empezó a oírse un leve zumbido demurmullos.

—Muchachos,sientointerrumpiros—dijoHaroldconexpresiónseriaahoraquecontabaconlaatencióndetodos—.Perodebopedirosqueosmarchéisdeinmediato.

Losmurmullosseconvirtieronensilencio.—¡Venga ya!—gruñó uno de los enanosmás ebrios—. Uníos a nosotros

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paratomarunacopa.Haroldmiróalenanoconunasonrisaforzada,perofueronpocoslosquese

rieron.LosenanossabíanqueHarolderaamigodesupueblo,perosuintrusiónduranteaquellanochedecelebraciónnoerabienrecibida.Fletcherestabasegurode que había malinterpretado aquella situación. En el fondo de su mente sepreguntabasiobedeceríansiél se loordenaba.¿Eransincerosenel juramentoquehabíanprestadoapenasunashorasantes?

—Uhtred—gritóHarold—.Fletcher,Othello.¿Podemoshablar?Seguidporahora,muchachos.

Lostresseabrieronpasoentrelosenanosyseagacharonalpasarentrelaslanzas.Elembrujosehabíaroto:lamúsicasehabíadetenidoyunosmurmullosdedescontentoempezaronainvadirlasala.

—Son losPinkertones—susurróHarold—.Siguena lasafuerasdelBarriodelosEnanos.Mipadrenoleshaordenadoquesevayan.

—¿Por qué? —preguntó Othello con el ceño fruncido—. Ya deberíanhabersemarchado.

—Después de lo que ha visto hoy... está furioso. Cuando hemos vuelto alpalacio ha dicho que va a arriesgarse de todosmodos. Aunque no tenga a lagentedesupartenia lossoldados,creequeenviara losPinkertonesparaqueinvadanvuestrascasaspodríasersuficienteparaquelosenanossesublevasen,sobre todo si violentan un poco a vuestras mujeres. Es lo que ha dicho,literalmente.

—Perosidaesaordenahora,pareceráunmonstruo—gruñóUhtredmirandohaciaatrásparaasegurarsedequelosotrosenanosnolosoían—.Poresoesporloquenohapronunciadohoyeldiscurso:lagentesevolverácontraélyperderátodosupoder.

—Bueno,silosenanosnooponenresistencianiempiezanaenfrentarsealosPinkertones, por supuesto que será así. Pero si lo hacen, él tendrá entre susmanosunarebeliónquepodráaplacarcontodalaviolenciaquepueda.Yoloheconvencidodequeesonovaapasar,asíque,porahora,noscontenemos.Perosiaverigua que hay cientos de enanos borrachos en una taberna al fondo de lacalle,lanzarálosdados.Tenemosquesacarlosdeaquí.Ya.

Uhtredcerrólosojosyapretólospuños.—Hagamosloquehagamos,siemprehabráalgomás,unanuevaamenaza—

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dijoUhtredconlavoztensaporlaemoción—.¿Quépasarásilapróximaveznotenemossuerte?¿Quéocurriráentonces?

—Eso lo hablaremos después. Ahora mismo, necesito que saques a estoshombresdeaquíantesdequepasealgomalo.

Uhtredsedio lavueltaypasóagachándosebajo las lanzasde losguardiasreales.

Sesubióaunamesayhablóparatodoslospresentes:—Latabernaestácerrada.Todosfuera.Cogedtodalacomidaquequeráisy

dejadlasjarras.Athol,Atilla,Cress,Thaissa,aseguraosdequevandirectosalosbarracones.Sinexcepción.

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Quedaban seis en la taberna, sentados alrededor de una mesa junto a lasparpadeantes ascuas del fuego agonizante: Fletcher, Sylva yHarold instaladosenfrente de Othello y sus padres. Incluso a los guardias reales se les habíaordenadoquesalieranyestablecieranunperímetroalrededordelaentrada.

—Tengo noticias para vosotros —dijo Harold—. Y siento decir que sonmalas.

—Puesescupidlas—leespetóUhtredapretandolasmanossobrelamesa.Eraobvioque seguíaenfadadopor lode losPinkertones.Por lo cercaque

estaban,apesardetodoloquehabíaocurrido.—SetratadelordForsythyelinquisidorRook.Suprisión.EstáenPelt.Uhtredsoltóunfuertesuspiroycerrólosojos.—No loentiendo—dijoFletcher—.Pelt sehaconvertidoenun infierno...

Losémuybien.—Noparaellos—gruñóUhtred—.¿Noescierto,Harold?Haroldasintiócondesgana.—Mi padre lo ha acordado hoy con Dildric. Los han acomodado en ese

nuevocastillosuyo,conhabitacioneseneláticoycriadosasudisposición.Leshemos hecho daño, los hemos privado de su libertad, pero no va a haber unjuicio público ni ninguna ejecución. Probablemente los dejará libres dentro deunoodosaños,cuandolarabiahayadesaparecido.

AFletcherse lecayóelalmaalsueloaloíraquello.Peseaqueloshabíanpilladocon lasmanosen lamasa,aquellaparejahabíaevitadoelcastigo.¿Nohabíajusticiaparalosricosypoderosos?

—¿Notenéisningunaautoridad?—preguntóBriss.—No la suficiente comoparaponermeen contrademipadre—respondió

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Harold pasándose una mano por los rizos—. Él sigue pensando que somosamigosynoesconscientedequeyoséqueestá implicadoenlasexplosiones.Por suerte, entiendequeyoestéenfadadoconForsythyRook,al igualque loestánlosplebeyos,asíquenomehainsistidoenquelosperdone.Peronuncavaapermitirquesusdosaliadosmáscercanossepudranenunacelda.

AhoraeraBrisslaquesuspiraba.—Porlomenos,esalgo.Hubounsilencio,porunmomentointerrumpidotansóloporelchisporroteo

delasllamasdelachimenea.Entonces,hablóUhtred.—¿Habéisconsideradoalgunavez...apartarlo?—preguntóvacilante.Haroldsoltóunacarcajadallenadeamargura.—¿Quieresdecirmatarlo?Pormuchoquemedueladecirlo,esaideaseme

hapasadoporlamente.Pordesgracia,mipadrehatomadoprecaucionesanteunrepentinoataque.¿Conocéiselconjurodelabarrera?

—Sí.LoutilizanenlostorneosdeVocans,¿verdad?—contestóUhtred.—Exacto —asintió Harold—. Pues ese mismo conjuro es la constante

compañíademipadre,unabarrerainvisiblequeloprotegeentodomomento.Señalóhacia fuera, dondeFletcherpudover la siluetade las lanzasde los

hombresdeHaroldatravésdelasventanas.—Aunquemisguardaespaldassonhombresbienentrenados,losdemipadre

son magos de batalla de la Inquisición, que mantienen vivo el conjuro día ynoche.Porsupuesto,unataquelosuficientementefuertepodríaatravesarloyundemonioescapazdepenetrarlocon relativa facilidad, igualqueunconjurodeescudo,perosóloconesoseríamuydifícilquenadiequenoseauninvocadorlomatara.Ningunabalaniespadapuedeacercarse.

—Peronosotrossí—dijoFletcher.Laspalabrasse leescaparonantesdequepudierahacernadaparaevitarlo.

Sintió una repentina punzada de remordimiento. Estaban hablando de unasesinatoasangrefría,eldelpadredeHarold,nadamenos.Eraeltipodecosasqueharíansusenemigos.

—Siento decirlo, pero no creo que eso sea verdad —respondió Haroldnegando con la cabeza—. ¿Cuatro magos de batalla jóvenes contra diezinquisidoresentrenadosyelinvocadormáspoderosodetodoHominum?Jamássaldríabien.

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—Perdonad,pero¿porquéno lohacéisvos?—preguntóSylva—.Tantoélcomovostenéisnivelesdeinvocaciónparecidos,siloquedicenlosrumoresescierto.

—¿Puedes imaginarte el desorden al que se vería lanzado el imperio si elpuebloaveriguaraquehecometidoparricidiosinningúnmotivoaparente?—leespetóHarold,comosiestuvieseafirmandoalgoobvio—.Conlosinquisidoresprotegiéndolo día y noche... no sería una batalla silenciosa, aunque la pudieraganar.Supongoqueelpalacioquedaríaenruinasalterminar.

Entonces,respiróhondoybajólamiradahaciaelregazo.—Y,enrealidad,nocreoquemeatrevieraahacerlo.Volvieron a quedar en silencio y a Fletcher lo invadió una sensación de

alivio. Alfric era un monstruo pero, en cierto modo, planear su asesinato leerizabalapiel.

—Estonopuedeseguirasí—dijoSylvarompiendoelsilencio—.Losenanosno están seguros en Corcillum. Lo único que hemos conseguido es darles unrespiro,hastalasiguienteconspiración.

—Sialgunavezhahabidounmomentoenelquecometerunaosadía,eséste—añadióThaissa.

Haroldasintióconexpresiónseria.Derepente,sepusodepieyseacercóala chimenea.Durante unmomento, se quedómirando las llamas, con el ceñofruncidoenungestodeconcentración.

—Sí...—sedijo—.Podríasalirbien.SegiróymiróaFletcher.Lascomisurasde losojos se learrugaronenun

gestoqueaFletcherlepareciórisueño.—Creo que tengo una idea —dijo Harold antes de regresar a la mesa y

sentarseatodavelocidad,presadelaagitación—.Algoqueantesnoeraposible.Pero con Fletcher aquí... No es perfecto, pero sí que resuelve todos nuestrosproblemas.Yesloúnicoquesemeocurre.

—¿Quées?—preguntóFletcher,confundido.Haroldseinclinóhaciadelanteyjuntólosdedosdelasmanos.—Raleighshire.Losenanospodríanestablecerseallí.Fletcher lo entendió todo entonces. Claro. Ningún noble habría permitido

quelosenanosvivieranensuterritorioyeláreadesérticadeSeraphestaballenadearenascalientesymovedizas,loquehacíacasiimposibleconstruirallícasas

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habitablesparalosenanos.PeroRaleighshire lepertenecíaaél,puesse lohabía regaladoel reycomo

legado de sus padres para que hiciera con aquellas tierras lo que quisiera.YaestabareubicandoallíalagentedePelt...¿Porquénoalosenanos?

Cuandosedisponíaaabrirlabocaparadecirqueestabadeacuerdo,Uhtrednegóconlacabezayseleadelantó.

—Nuestrosnegociosestánaquí.Nuestrostalleres,nuestrosamigos,nuestroshogares. Todo. ¿Queréis que lo dejemos todo para irnos a vivir a una zonasalvaje?

—Noteofendas,Fletcher—seapresuróadecirBrissalavezqueapretabaelbrazodesumaridoparareprenderlo.

Fletcherlevantólasmanosytratódesonreír.—Notepreocupes.El intento de reubicar a los ciudadanos de Pelt en ese lugar desconocido

suscitóunrepentinotemor,perceptibleenlaspalabrasdeUhtred,peroFletcherloignoró.Aquellaconversacióneramuyimportante.

—Nomerefieroa todoslosenanos—aclaróHarold—,sinoaunacolonia.Losjóvenes.Losquetodavíatienenqueecharraíces.

—¿Quétendríaesodebueno?—preguntóOthello.—Toda vuestra especie dejaría de estar confinada en un solo lugar —le

explicó Harold—. Se reduciría el peligro al alejar a algunos enanos de losPinkertonesydelejército.

—Lodecíscomosisetrataradeunaecuaciónmatemática—protestóUhtred—.Setratadepersonasdeverdad,Harold.Madres,padres,hijos.

—Hayotrarazón—dijoHaroldsinhacercasodelasprotestasdeUhtred—.Sialgoasívuelveaocurrir,tendríaisalgúnlugaralqueiranteelprimeratisbode problemas. Podríais desaparecer por los túneles sin que Alfric lo supiesesiquierayseguirlossenderoshastaRaleighshire.Sóloesunviajedeunoodosdíasapie,aúnmásrápidoconjabalíesycarros.Podríaisestarallíantesdequenadiesedieracuentadequeoshabéisido

Uhtredsemesó labarbaa lavezquesereclinabahaciaatrásycerraba losojos.

—¿Fletcher se mostraría abierto a esa sugerencia? —preguntó BrissvolviendoelrostrohaciaFletcher,bajoelvelo—.Puedequenonosquieraallí.

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Es su tierra. Y al pueblo de Pelt no le entusiasmaría la idea de compartir sunuevohogarconunpuñadodeenanos.LagentedeCorcillumnoshaaceptado,pero los humanos de un pueblo rural como Pelt pueden mostrarse más...reticentes.

—Si se parecen a Fletcher, no deberíamos preocuparnos —dijo Othellosonriendo.

—¿YsisoncomoDidric,CalistaoJakov?—preguntóFletchercayendoenel desánimo. Hasta ese momento no se le había ocurrido que pudiese haberconflicto entre los habitantes de Pelt y los enanos. Encargarse de un pequeñogrupoderefugiadosyaibaaserbastantedifícilsinañadir,además,alosenanos.

—Fletcher, vas a necesitar algo más que los restos empobrecidos de lapoblación de Pelt para devolver la vida a Raleighshire —dijo Harold,desestimandolapreocupacióndeBriss.

—Todavíanosehadecididonada—dijoUhtredconlosojosaúncerrados.Harold levantó lasmanos con frustración y se puso en pie de nuevo para

acercarse a la chimenea y aplacar su impaciencia. Por fin, Uhtred soltó unsuspiroyseinclinóhaciadelanteantesdeextendersusgrandesmanossobrelamesa.

—Si lo hacemos, no obligaré a nadie. Sólo voluntarios—dijo mirando aFletcher a los ojos—. Y lo vamos a hacer limpiamente. A Fletcher se lecompensaráporpermitirnosmudarnosasuterritorio.

—Esoesentrevosotros—contestóHaroldlevantandolasmanos.ElcomportamientodeUhtredhabíacambiado.Estabaerguidoensuasiento

ysuvozadquirióuntonopráctico.—Vas a necesitar provisiones a fin de reconstruir Raleighshire —dijo—.

Dinero,manodeobra,materiales.Ahoramismo,nodisponesdeesastrescosas.Teniendo eso en cuenta, podemos proporcionarte lo último: comida,herramientas,ganado,transporte...todoloquepuedasnecesitarparainiciarunanuevavida.Pero,acambio,necesitamosalgomásqueelsimplearrendamientodetustierras.

—Padre...—intentóintervenirOthello.Uhtredlevantóunamanoparaacallarasuhijo.—Seraph fue el primero en sugerirlo cuando estabas en prisión, Fletcher.

Atraer a un tercer socio a nuestro negocio.Alguien con tierras, con tierras de

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verdad,nolasdunasestérilesquesupadreposee.Dondehayarecursosalosquelosenanosy losPashano tenemosacceso, comomadera,hierro, lana...Ahoramismopagamosprecios desorbitados por esasmaterias primas.Está acabandoconnuestrosnegocios.

—PeronadiesearriesgaríaaenfrentarsealTriunvirato—intervinoBriss—.InclusolafamiliadelacapitanaLovettnosrechazó.

—¿Yquésugieres?—preguntóFletcher,dandovueltasaaquellacuestiónenlamente.¿Dedóndehabíasalidoaquello?Primeroestabancelebrandosuéxitoy,derepente,estabannegociandounacuerdoempresarial.

—Unasociedadapartesigualesentrelosenanos,losPashaytú—contestóUhtred—.NuestropropioTriunvirato,porasídecirlo.

Fletchersintiócómolafrenteseleperlabadesudor.—Nofuecómohabíaimaginadoqueseríaesanoche.—¿Cómo va a ser a partes iguales si todos estamos aportando cosas

distintas?—Los detalles podrán definirse más tarde —repuso Uhtred—. Pero nos

aseguraremos de que nadie aporta más de lo que le corresponde en justicia.Puedesconfiarennosotros.

Todo aquello era demasiado abstracto. La explotación de un territorio quenunca había visto en un negocio que apenas conocía. Pero necesitaba toda laayudaquepudierarecibir.Pensóenlaschozasenlasquehabíanvividoantesloshabitantes dePelt. ¿Es que seríamejor su asentamiento enRaleighshire sin laayudadelosenanos?

FletchermiróaOthello.—¿Quéopinastú?—preguntó.Sialguienconocíalospormenoresdeloque

Uhtredpedía,eraOthello.Pero Othello parecía asustado, como si tuviera que elegir entre familia y

amistad.—Yo creo que... es decisión tuya —dijo con cautela—. Es una decisión

importante.Yosólopuedoprometertequecumpliremosconnuestrapalabra.Fletcher tenía miedo. De algún modo, la presión de aquella decisión era

muchomayorquecuandohabíaarriesgadosuvidaeneléter.DeseóqueBerdonestuvieseallíparaaconsejarlo.Peroéstaeraunacargaquetendríaquesoportarélsolo.

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—Cincuenta enanos como mucho —concluyó Fletcher tras pensarlo unmomento—.Almenos,paraempezar.Asínosuperaránennúmeroamipueblo.

—Tratohecho—dijoUhtred.—Migente va a necesitar alojamiento cuando llegue aCorcillumantes de

emprender el camino hacia Raleighshire y vosotros les proporcionaréis lasprovisiones.¿Puedesencargarte?

—Sí—contestóUhtredseñalandoalaescaleraqueteníadetrásdeél—.Estataberna tienequincehabitacionesyel restopuedenusarestazonadelbaryelsótano.OrdenaréaAtholqueseencarguedelascamasquefalten.

—Ylleganmañana—dijoHaroldapartándosedelachimenea—.SirCaulderhaenviadoelaviso.Mehetomadolalibertaddedecirlesquenosveremosenlapuertadelataberna,yaqueesaquídondesevanaquedar.

Fletchernopudoevitarsonreíraloíraquellanoticia.ElpocotiempoqueélyBerdon habían pasado juntos tras su liberación había sido fugaz.No se habíadado cuenta hasta ese momento de lo mucho que echaba de menos a aquelhuraño herrero. Por un segundo, Fletcher sintió un nudo en la garganta y laslágrimasleasomaronalosojos.Lascontuvoysepusodepie.

—Muybien—dijoextendiendounamano—.Sociosapartesiguales.En el rostro barbudo de Uhtred apareció una sonrisa. Apartó la mano de

Fletchery lediounabrazodeoso.Fletcher lediounasfuertespalmadasen laespaldacuandoleempezóafaltarelaire.

—Ahorapertenecesalafamilia—dijoThaissasonriendocuandoUhtredlosoltó.

—Comosinolofueraya—serioOthello.Le agarró lamano aFletcher y, esta vez, elmuchachohizo unamueca de

dolorporlafuerzadelenano.—Enhorabuena—dijoSylvaconunasonrisa.Lediounpequeñobesoenla

mejilla.—Entonces,estádecidido—dijoThaissa—.Harold,¿tenéisalgunaotramala

noticiaopodemostranquilizarnosya?—Lo cierto es que tengo buenas noticias—respondió, mientras una leve

sonrisaaparecíarepentinamenteensuslabios—.Paravosotrostres,almenos,yparaCress,cuandoregrese.Locreáisono,oshetraídounregalo.

Elreyteníaunbolsodepielquelehabíadejadounodelosguardaespaldas

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antes de salir.Harold lo levantó con esfuerzo. El bolso pesabamás de lo queparecía.Tintineócuandolocolocóenlamesa.

—Vuestras ganancias por la misión. Mil quinientos soberanos de oro porhaberdestruidoloshuevosdetrasgoyrescataraladyCav...omejordicho,ladyRaleigh.

—Me había olvidado de eso—dijo Sylvamirando la bolsa con asombro.Estabaabiertayensuinteriorcentelleabanlasmonedasdeoro.

—Suficienteparaquecadaunodevosotroscontrateunpequeñoejército—dijoHaroldconunasonrisa—.Apropósito,hayotracosadelaquehevenidoahablar.

MiróaFletcherylasonrisadesurostrosedesvanecióenciertomodo.—Fletcher,ahoraeresunnoble,contupropioterritorio.Legalmente,tienes

laobligacióndeprotegeresastierras.Hastahacepoco,lordForsytheradueñodeRaleighshire y defendía sus fronteras ante los orcos con sus propios hombres,una banda de guerreros acampados en el antiguo puerto de montaña. Prontotendráquesustituirlos.

—¿Cuándo?—preguntóFletchersintiendoderepentesobresushombroselpesodelaresponsabilidad.

—No sé —contestó Harold—. Pero será dentro de pocos meses comomucho,antesdequelordForsythmandeabuscarlos.Almenos,ahoratieneslosmedios.HeavisadoestamañanaalosbarraconescentralesdeCorcillumdequevasanecesitarhombres.Sepresentaránalgunosvoluntariosallímañana.Tienesquedecidirsiloscontratas,losentrenasylosvistes.

Fletcher trató de no pensar en las muchas tareas a las que ahora seenfrentaba.Nisiquierasabíapordóndeempezar.

HaroldlediounapalmadaaFletcherenelhombroylededicóunasonrisadedisculpa.Elmuchachoseobligóacorresponderdelmismomodo.Al reyse ledabamuybienvolversuvidadelrevéscadavezqueaparecía.

—Ahora deberíais todos descansar un poco —sugirió Harold dando unapalmada—.Mañanaseráotrodía.

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Parecían mendigos. Sus ropas eran poco más que jirones y empujaban suspertenencias en desvencijados carros de mano y trineos improvisados quetraqueteabanporlascallesadoquinadasdeCorcillum.Fletcherapenasreconocióaloshombresymujeresquesedesplomaronagotadosjuntoalataberna.

Entonces,lovio.Berdon.Lacabezayhombrosdeaquelhombresobresalíanporencimadelresto,consulargocabellorojoenredadoydespeinado.Llevabaadosniñossobresuespaldayarrastrabatrasélelcarromásgrande,peroseguíasiendoaltoeimponente.

ApenastuvotiempodedejaralosniñosenelsueloantesdequeFletcherloenvolviera en sus brazos y enterrara la cara en el hombrodeBerdon.Bajo sucamisa,Fletcherpudonotarlascostillasdesupadre.Elviajenohabíasidofácilparasupadreadoptivo.

—Tranquilo, hijo—dijo Berdon, al tiempo que sonreía y cogía entre susgrandesmanoslacaradeFletcher—.Mealegrodeverte.

—Creía que era yo el que había sufrido las guerras —contestó Fletcher,mientrasuna sonrisa seabríapasoentre sus lágrimas—.Peropareceque tú lohaspasadopeor.

—Eso no lo sé —dijo Berdon secándose sus propias lágrimas—. Hemosvisto cada minuto de esa misión tuya. Esos orcos y trasgos hacen que losbandidosdelascarreterasparezcanunoscobardes.

—¿Bandidos?—preguntó Fletchermirando al grupo y dándose cuenta, derepente, de que el número era muy inferior al que recordaba—. ¿Alguien haresultadoherido?

—No, gracias a sir Caulder —contestó Berdon, mientras arqueaba suspobladascejasyseñalabaporencimadelhombro.

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Fletcherlevantólamiradayvioalancianocascarrabias,queenesemomentose acercaba a ellos: seguía tan delgaducho como una calavera, pero no estabamásdeteriorado.Losniñosimitabansusandarestorcidosyélfingiógolpearlosconsugarfio,locualhizoquelospequeñosgritaranyecharanacorrerhaciasuspadres.SonrióylediounapalmadaaFletcherenlaespaldaconlamanobuena.

—Muybien,muchacho.Mealegraverquehasregresadodeunapieza.Másde loquesepodríadecirdemícuandomeenfrentéaellos laúltimavez,¿eh,chaval?—dijo,altiempoquesegolpeabalapatadepaloconelgarfio.

—Seguroquehayunpardeorcosporahíalosquelesfaltanunaodospatasgraciasausted—contestóFletcherconunasonrisa.

Los habitantes de Pelt ya estaban entrando en la taberna, donde la familiaThorsager los esperaba con comida caliente y ropa limpia. Fletcher atisbó aJanet,lacurtidoraquehabíasidolaportavozdePeltcuandofuerondesalojadospor los hombres de Didric. La muchacha ignoró el saludo que le brindabaThaissayentróen la taberna sinprestarle atención.Fletcherhizounmohínalversucomportamientoperoloatribuyóalagotamientotrasellargoviaje.

—Bueno,¿ydóndeestánesosreclutasdelosquemehahabladoHarold?—gruñó sir Caulder mirando a su alrededor con los ojos entrecerrados—. Sumensajedecíaqueestaríanaquíparaayudarnosaordenaresteequipaje.

—Todavía no hemos ido a recogerlos—contestó Fletcher—. Están en losbarracones, a pocas calles de aquí.Aunque, sinceramente, no estoy seguro dequeaparezcaninguno.

—No dejemos para mañana lo que se pueda hacer hoy —le espetó sirCaulder—. Podemos servirnos de algunos muchachos para que nos ayuden aordenartodoesto.Venga,vamos,noperdamoseltiempo.

Berdon se rio al ver la expresión de incredulidad de Fletcher y le dio unpequeñoempujón.

—Veatuscosas,hijo.Yoyaheestadoenestataberna.Measegurarédequetodoelmundoseacomode.

FletchersequedómirandoaBerdon.—¿Qué pasa? ¿No lo sabías? —preguntó Berdon con una carcajada—.

Cuandoestuvisteen lacárcel, losThorsageryyonosocupamosdesuplicaralreyquesecelebraratujuicio,¿recuerdas?Uhtredyyopasamosmuchasnochesahídentrocompartiendonuestraspenasconunacerveza.Porsupuesto,esofue

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antesdequelosataquesdelosYunquesempezaranysecerraralataberna.Fletchersintióciertoremordimiento.Habíamuchascosasahoraquenosabía

delavidadeBerdon.—Deacuerdo—dijoFletchernegandoconlacabezaconciertaincredulidad

—.PerodileaUhtredquevoyanecesitarlostransportesyquenuestrosenanosvoluntariosesténlistosparasaliraprimerahoradelamañana.

—¿Voluntarios?—preguntóBerdon.—Uhtredteloexplicará—mascullóFletcher,singanasdeprofundizarmás.Pormuchasvueltas que le diera, no eraprobableque a la gentedePelt le

entusiasmara la idea de tener que compartir su nuevo hogar con extraños,especialmente unos a los que hasta hacía poco todo el mundo considerabaanarquistasyasesinos.Asípues,retrasaríalasexplicacionestodoloquepudiera.

—Deacuerdo—respondióBerdonconelceñofruncido—.Másvalequetepongas en marcha antes de que Janet te aborde. Ha estado dudando de sudecisióndesdequesalimosdeaquellasmalditasmontañas.

FletcherdioaBerdonotroabrazorápidoy,acontinuación,sefue,seguidodecercaporsirCaulder.

Los barracones estaban a cinco minutos a pie desde la taberna El Yunque.Durante el camino, sirCaulder le estuvo contando a Fletcher anécdotas de suviaje desde Pelt: lobos hambrientos que les seguían el rastro y bandidosmerodeadoresquehabíansubestimadolapreparacióndeaquelintrépidogrupo.

Su número habíamenguado de unos ochenta a sesenta, en sumayoría defamiliasconhijospequeñosque loshabíanabandonadoparabuscar trabajoenlasciudadesporlasquepasaban.PerolaconfianzadeBerdonensuhijohabíamantenidounidoalamayorpartedelgrupo.Amedidaqueibaescuchandocadauna de las anécdotas, Fletcher se fue desanimando. Sólo esperaba que laconfianzaquehabíandepositadoenélnoseecharaaperder.

Losbarraconesseencontrabanenunrecintoqueocupabatodaunacalle,conunacercaquelosrodeaba.Porencimadelospostesdemadera,seveíanfortinesprovistosdetronerasparadisparar.Yunoscentinelasvigilabandesdelastorresdecadaesquina.SetratabadeunfuerteenelinteriordelaciudadyFletchersesintiófueradelugaralpasarjuntoalosbatallonesdesoldadosquedesfilabany

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alatravesarlasvallas.Aparecieron en el borde de un patio interior con más fortines que los

rodeabanacadalado.Habíaunúnicoocupanteenelcentro:unancianoconunalarga nariz aguileña sobre la cual descansaban unas gafas doradas. Estabasentado en una granmesa repleta de libros y, al parecer, estabamuy ocupadoescribiendoconunapluma.

—¡Acérquense!—lesespetósinlevantarlavistadesuslibros.Sorprendido, Fletcher obedeció y se detuvo ante lamesa de aquel hombre

como un estudiante travieso. Sir Caulder lo siguió tambaleándose, con unaexpresióndeconfusiónenelrostro.

—LordRaleigh, supongo—dijo elhombreconvozaflautada, sindejardeescribirconsupluma.

—Sí,asíes—respondióFletcher.¿Loesperaban?QuizáHaroldloshubieseadvertidoconantelación.Elhombresoltóunsuspiro.—¡Squeems!—gritó,sobresaltandoaFletcher.Seabrióunapuertadeledificioqueteníandetrásysaliócorriendounjoven

vestidoconununiformerojoyunagorradevisera.—Traea losvoluntariosdeeste jovenlord,rapidito—leordenóelhombre

congafas.—Enseguida,jefedepersonalMurray—respondióSqueemsalavezquese

levantabalagorraymirabaaFletcherantesdevolvercorriendopordondehabíavenido.

—Funcionarios—murmurósirCauldercontonoburlón.Murraysedetuvoylevantólavistadesusescritos.—Laadministracióndelosmilitaresesamenudodespreciadaporlosbobos

—ledijoasirCaulder—.Cualquiertontopuedecargarydispararunmosquete.—Y cualquier cobarde puede esconderse tras los muros de sus libros

mientraslosverdaderossoldadosvanalaguerra—contestósirCaulder.Murrayno respondióyse limitóa sonreírcuandoSqueemssaliódenuevo

porlapuerta.Ungrupodemuchachos,nomayoresqueFletcher,loseguíanenuna fila desordenada.En cuanto losmuchachos entraron en el patio, Squeemsdesapareciódenuevoenelinteriordelfortín.

—Una de las mejores cosas de ser funcionario es decidir qué voluntarios

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enviar a la formación y cuáles dejar para hacer de sirvientes aquí o sercontratados fuera —dijo Murray, ampliando la sonrisa—. Os he reservado aalgunosdelosmejores.ÉstossondelincuentesreciénsalidosdelacárcelqueseofrecenvoluntariosparaevitarsuviajealaprisióndePelt.

Fletcher tratóde impedirquesenotarasudecepcióncuandomiróconmásatención a sus nuevos soldados. Eran quince en total, vestidos con camisas ypantalonesde lona tejidos amano,muyprobablemente la ropaque les habíandadoenlacárcel.Formabanungrupodeaspectorudo,conelpelograsientoydesaliñado y la barba sin afeitar. Los que no se estaban mirando los pies lelanzaban a élmiradasmalhumoradas, resentidos por la situación en la que seencontraban.

—Másvalequelosvigilen—dijoMurrayconunfuerteyexageradosusurro—.Yahahabidounoscuantosintentosdehuida.

—¿Esto es todo? —preguntó sir Caulder con tono aparentementedespreocupado ante el pedigrí de sus nuevos reclutas—. ¿Quince muchachosparadefendertodouncondado?

—Éstossonsólolospresidiarios—contestóMurray,entonogrosero—.Hayunos cuantos hombres libres lo suficientemente locos como para ofrecerse devoluntariosparaustedes.Dicenqueconocenaestejovenlord.

—¿Quemeconocen?—preguntóFletcherenvozalta.¿Dequiénpodíatratarse?Squeems estaba ya acercándose con algunos jóvenes más, todos ellos

desconocidosparaFletcher.Erandelgadosysólosumabanseis,menosdeloqueFletcherhabíaesperadopero,porlodemás,noparecíanfueradelonormal.

—Siguensinsersuficientes—observósirCaulder.—Squeems, trae a los invitados que llegaron la semana pasada—ordenó

Murray—.Creoqueheencontradoellugaridealparaellos.—¿Serefierea...?—empezóapreguntarSqueems.—Obedece,muchacho—insistióMurray.Squeemssaliócorriendoconunaexpresióndetemorenelrostro.—Lord Raleigh. —Un muchacho de piel oscura del grupo de los recién

llegadosdiounpasoal frente—.Hemosvenidoencuantonoshemosenteradodequebuscagenteparacontratar.

—Lo siento, yo... —se dispuso a contestar Fletcher. Entonces, lo supo.

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Parecíaquehabíapasadomuchotiempo,perohabíavistoaesejovenapenasdossemanas antes, encadenado a una pared y rodeado de una horda de trasgosdormidos. Aquellos muchachos eran algunos de los esclavos a los que habíaliberadoenlapirámide—.Casinotereconozco—dijoFletcherestrechándolelamanoaljoven—.¿Cómotellamas?

—Kobe,milord—contestóelmuchacho.—Después de lo que habéis pasado, suponía que querríais alejaros de los

orcoslomásposible—dijoFletcheralosesclavosquehabíanhuido.Kobesonrióysusdientesbrillaronsobrelapieloscura.—Antestenemosqueajustaralgunascuentas.Pero Fletcher apenas escuchó la respuesta del joven, pues Squeems había

aparecidoconelsiguientegrupodereciénllegados.Elfos.

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Elfosdelbosque,paraserexactos.Erandiez,tantovaronescomohembras,todosvestidosconlastúnicastradicionalesdesupueblo.Fletcherpodíaadivinarcuálerasucastaporeltonoámbardelosojosyelcolordelcabello:unamezcladerojizo,moreno y castaño en lugar del tono dorado claro de sus hermanos, losaltoselfos.

—Parece sorprendido —dijo Murray con un tono divertido en su vozaflautada—.Loselfoshanenviadoaunoscuantosvoluntariosparaqueaprendana usar los mosquetes. Llegaron la semana pasada. Los hemos mantenidoocupados barriendo suelos. Un poco de disciplina, ya sabe. Por suerte paranosotros,havenidoustedparallevárselos.

Serioacarcajadas,comosiacabaradeconseguirunavictoriasobreFletcher,perosedetuvoenseguida,cuandoviolaexpresióndesatisfaccióndelmuchacho.Los elfos del bosque eran experimentados rastreadores y serían una buenaadiciónasupequeñacuadrilladesoldados.

Suúnicoreceloeralaactituddeloselfos,quealverlofruncieronelceñoycruzaronlosbrazos.UnaelfinaenparticularparecíarealmentehostilymirabaaFletcherfijamentebajoelceñoarrugado.

—Tendremos que llevárnoslos—dijo sir Caulder, menos emocionado queFletcherantelaperspectivadetenerqueformaraungrupodeelfos.

—Desde luego que sí —contestó Murray, irritado por el hecho de queFletcher no pareciera muy decepcionado—. Váyanse ya. Ahora sonresponsabilidadsuya.

Fletchervacilómientrasmirabalastreintaytantascarasqueledevolvíanlamirada. Sir Caulder notó la expresión de Fletcher y dio un paso al frente,encogiéndosedehombroscondesconcierto.

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Su voz sonó como un látigo en el patio al obligar a los reclutas a queformaranunafilaimprovisada.

—Vamos,no tenemos todoeldía.Tú,ponte recto.Eresun soldado,nouncodo.—Fletchernopudoevitar sonreírmientraselviejoveterano losacosabaparaque formaran loquepodríapasarporuna fila—.Yahora,primeroelpieizquierdoymiradaalfrente.¡Pasoligero!

Lacolumnaeraundesastre,conelpasoperdidoydemasiadoapretada,perolosreclutasestuvieronenlacalleenbreve.Sinembargo,antesdequepudierandar comienzo a la tarea de dirigir a esos hombres hacia la taberna, aparecióAthol,queseacercócorriendoaellosconlacarahinchadayroja.

Porunmomento,aFletcherlediounrespingoelcorazónalveralnerviosoenanoyempezóaimaginarmentalmentealgunaterribleemergencia,peroAtholsonrió con expresióndedisculpamientrasdoblaba el cuerpopara recuperar elaliento.

—Mealegraquesigáisaquí—dijojadeanteyapuntandocalleabajo—.Novayáisalataberna.Tenemosqueequiparavuestroshombres.

Vioaloselfos.—Eh...ymujeres.—¡Alto!—ordenósirCaulderhaciendoquelosreclutassedetuvieran.Atholtomóunpocomásdeairey,después,seincorporóyseñalóhaciauna

tiendaqueestabacalleabajo.Fletchervioelemblemaconespadayescudoquecolgabasobrelapuerta,yeldestellodeunasarmasenelescaparate.

—Seguidme—dijoAtholcolocándoseelprimero.—Izquierda... ¡Ar! —ordenó sir Caulder dando una patada a uno de los

hombresparaquesecolocarabiencuandogiróhaciaelotrolado.Enlapuertadelatienda,seordenóalosreclutasqueestuviesenfirmesysir

Caulder dio instrucciones a Kobe y al resto de los esclavos huidos para quevigilaran a los convictos por si desertaban mientras ellos entraban en elestablecimiento.

—NotendremosningúnproblemacuandoestemosenRaleighshire,avarioskilómetros de la ciudad más cercana, pero más vale que por ahora tengamoscuidadoconellos—murmurósirCauldermientrasseguíaaAtholalinteriordelatienda.

ElherreroquehabíaenFletchersesorprendióalvereldesplieguedearmas

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expuestasenlosestantes.Cadaunaestabacolocadaenunestuchedeterciopelo,con la luz de las ventanas altas de la fachada de la tienda ingeniosamentepensadaparaquecayerasobreelresplandecientemetal.

Por encima y a la izquierda había todas las espadas imaginables, desdebracamantes de hoja ancha hasta claymores de doble empuñadura, tan largoscomoaltoeraunhombre.Debajohabíahachas,colocadasaesaalturaparalosclientes enanos, cuyas preferencias en cuestión de armas eran de sobraconocidas.

Enelladoderecho,habíaarmasdefuegoenvitrinasdecristal,puessuvaloreramuchomayorqueeldelasarmasblancas.Laspistolasconinscripcionesdeoroyplataeranlasmáspopulares,diseñadasparaoficialesricosalosqueselespermitíallevararmasdemano.

—Nocreoquequierasningunadeéstas—dijoAtholalverlaexpresióndeFletcher—.Demasiado bonitas para tus hombres. Por cómo lasmiran, lomásprobable es que las vendieran a la primera oportunidad. Vamos, sígueme yvamosaverlossaldos.

Atholloscondujoatravésdeunapuertasituadatraselmostradordelfondode la tienda y entraron en otra habitación. Ésta eramuchomenos glamurosa,pero la cantidad de armas era asombrosa: cientos de espadas, pistolas yarmaduras apiladas como si fuesen leña en los estantes y percheros queocupabanlasparedes.Curiosamente,habíafardosdetelaalosladosymaniquíesintercaladosentrelasarmas.Atholencendióunalámparadeaceiteylalevantó,proyectandounassombrasparpadeantesportodalahabitación.

—Compartimos almacén con un sastre—explicó Athol mientras Fletcherexaminabaunodelosmodelosdemadera—.Apropósito,Brissyahapreparadovuestrosuniformes.Lapobre sehapasado lamitadde lanochepreparandoelprototipo.Peroahora,empecemosaarmaratushombres,¿eh?

—¿Puedoyoelegiralgo?—preguntóFletcher,conteniendoeldeseodehacermáspreguntassobrelosnuevosuniformesdeBriss.

—Sí—respondióAtholconunasonrisa—.Queremosquelanuevacoloniaestéprotegida.Espornuestropropiobien.

Fletcherresistiólatentacióndeabrazaralenanomorenoy,enlugardeello,miróasirCaulder.

—¿Quéopina?—lepreguntóFletcher.

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SirCauldersedetuvoparapensarenlarespuesta.—Al soldado corriente se le proporciona un mosquete estándar y una

bayonetaparaquelapongaenelextremo—cavilómientrascogíaunaespadayla levantabaparacomprobarsiestabaequilibrada—.Personalmente,nuncamehangustadolasbayonetas.Noesmásqueunahojapunzante:sinversatilidadnifinura.Sonbaratasyfácilesdeafilar.Poresolasutilizan.

—En eso tiene razón —convino Athol señalando un montón de armassencillas—.Simepermitenelcomentario,sonunúltimorecursoyelmosquetesedañalamitaddelasveces,sobretodocuandoseusaparaesquivarungarrote.

Atholhizounapausamientrasexaminabalamultituddeespadas.—Supongoquelapreguntaes:¿quétipodeguerrerosquieresqueseanlosde

tucompañíadesoldados?—preguntó.—Algomásquepersonascapacesdecargarunapistolayapretarungatillo

—contestó Fletcher—. Quiero soldados que puedan enfrentarse a jinetes decasuarios y cortarle las patas a cualquier orco que esté atacando desde abajo.Soldados que sepan enfrentarse en una lucha cuerpo a cuerpo contra orcos ytrasgos,yavayanarmadosconmacanas,lanzasoporras.

Atholrespiróhondoysonrió.—¿Esoestodo?—preguntó.—Tambiénvamosaquerermosquetes—dijoFletcher—.Nadadelujos,sólo

armassólidasyfiablesquenoseoxidenconlaprimeragotadelluvia.—Bueno, eso está más claro—comentó Athol mientras se acercaba a un

armariodepistolasy levantabaunadeellas.ParaFletcher,eracomocualquierotromosquete,conuncañónlargoysencillo,unaculatademaderatallada,ungatilloyunpedernal.

—Éstos sonmás ligeros que vuestrosmosquetes habituales. Hemos usadomaderadearceenlugardemaderadenogal.Igualdefuerteperomenosdensa.Tantoelacerocomolamaderahansidotratadosconaceitedelinazaparaquenoseoxidennisepudran.

—Noslasllevamos—dijoFletcherconunasonrisa,cogiendoelarmadelasmanosdeAtholycalibrandosupeso.Apenaspesabamásquesupropiaespada.

—Vayamosalasuntodelaluchacuerpoacuerpo—dijoAtholvolviendoacolocarensusitioelmosqueteyrevisandoelrestodelasarmas—.Sitienesqueesquivar un ataque de caballería o de un casuario, lo cual es probable,

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necesitarásunalanza,¿nocree,sirCaulder?—Esoes—respondiósirCaulder—.Algoquesepuedaapoyarenelsuelo

paraquetropiecenconello.Además,lamayorlongitudseráútilconlosorcos.Tienenunosbrazoseldobledelargosqueloshombres.

SiguieronaAtholhastaunmontóndelanzas,varasyotrasarmassimilaresqueestabanamontonadasenverticalsobreunpercherolargodemadera,desdelasmásaltashastalasmáscortas.

—Querrás lanzas de punta para clavar y cortar —sugirió Athol—. Y unhachaparagolpear cuando se acerquendemasiadoydeslices lasmanospor lavara.Creoquelamejorparatieslaalabarda.

Atholcogióunaalabardanuevadelpercheroylalevantóhacialaluztenuedelalámparadeaceite.EraunarmaimponenteyFletcherapenaspodíacreersequepudieraexistirunacombinaciónde tantasherramientas.Unapuntaafiladasalíadelextremoy,justopordebajo,lahojaanchaycurvadadeunhacha.Enelotroladodelhacha,vioelcubocuadradodeunmartilloconunaextrañapuntaenformadeganchoquesalíadelcentro.

Fletcher sabíaqueaesahoja se la conocíacomopicodecuervo,diseñadatantoparaatravesaralosenemigoscomoparaengancharalosjinetesytirarlosdesusmonturasoderribaralosluchadoresquefuesenapie.Elmartilloactuabacomounpesoañadidoparadaralhachaimpulsoenelgiroyproporcionabaalpicodecuervolafuerzasuficientecomoparaatravesarlaarmaduraoelgruesocráneodeunorco.

Atholseñalóunmetalquereforzabaelterciosuperiordelavara,cubriendolamaderaconunmangodemetal.

—Noencontrarásunarmamásversátil—dijo—.¿Vesesto?Hemospuestounalancetaalolargodelpuñoparamanejarlasinromperlamadera.

Fletchersonrióypasólosdedosporlahojadelhachaehizounamuecaalnotarloafiladodelacuchilla.

—Incluso tiene un pincho en el otro extremo para ayudar a hundir laalabardaenelsueloodarunacuchilladahaciaatrás,segúnseaelcaso—explicóAthol a la vez que señalaba una punta corta metálica en la parte inferior delmango—.Y tieneuna rodelaparaevitarqueunahojasedeslicey tecorte losdedos.

Golpeteó un pequeño disco demetal cerca de la parte superior de la vara,

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justopordebajodelalanceta,queseparecíaaunaempuñadura.—Deacuerdo,nohacefaltaquesigas—dijosirCaulderdandounapalmada

aAtholenlaespalda—.Fletcher,yocreoqueesunabuenaarma.Silasquieres,entrenaréalosmuchachosparaquelausenadecuadamente.Soytanbuenoconlaslanzaslargascomoconlaespada.

—Nos las llevamos también —dijo Fletcher, sorprendido por haberencontradounarmatanidóneadeformatanrápida.

—¡Estupendo!—exclamó Athol con cierto alivio en la voz—. Creía queíbamosapasaraquítodoeldía.Yahora,pasemosalagranrevelación.Esunapena que Briss no esté aquí para enseñártelo, pero está demasiado ocupadacuidandodetusinvitados.

Sedispusoaadentrarsemásenlasala.FletcherapenaspodíaresistirseaecharacorrerpordelantedeAthol,perono

tuvoqueesperarmuchotiempo.Atholsedetuvoatansólounadocenadepasos.Levantó la lámpara de aceite para enseñarle un maniquí colocado como siestuvieseenposicióndefirmes.Estabavestidoconununiformenuevo.

—Esbonito—suspiróFletcher.Eluniformeerade telaverdeoscuraconbotonesnegrosybotasdemedia

cañadepieloscura.Lacasacaeracruzadaybajabahastajustoporencimadelarodilla;pordebajo,lospantalonesrectosestabanmetidospordentrodelapartesuperiordelasbotas.

El trabajo artesanal de Athol había dotado al conjunto de las partes máshermosas.Elmaniquíllevabadosbrazalesreforzadosenlaparteexteriordelosantebrazos para bloquear golpes que podrían provocar una fractura o undesmembramiento;entornoalcuello,llevabaungorjaldeaceroqueprotegíaloshombros, la parte superior del pecho y la garganta sin constreñir losmovimientos.

—No queríamos que llevaran mucho peso de armadura —explicó Atholarrastrando los pies tímidamente—. Así que hemos tenido que hacerconcesiones.EstáhechodelamismalanaqueusóBrissparatuuniformedelamisión,asíqueesabrigado,perotranspirableeimpermeable.

—Santo cielo—dijo sir Caulder acariciando el tejido—. Tienes aquí unaminadeoro,muchacho.

—Sí—respondióFletchersonriendo—.Latengo.

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Porloaltoqueestabaelsol,yaestabaavanzadalamañanacuandoFletchersedespertó.Eraelmomentodeafrontarlasconsecuencias.

Fletchersepusosuuniformenuevo—puesteníapocomásparavestirse—y,acontinuación,secolocólaspistolas,laespalda,elarcoyelcarcaj.Llevabaenlaespaldalamochiladesumisióny,entonces,Fletchersediocuentadequeesoeratodo.Todassusposesionesterrenalesestabanahoraconél.

Porunmomento,tuvoellocodeseodedeshacersedelasobligacionesdelanobleza.Deescabullirsepor laventana,cogerunbarcoaSwazuluynovolverjamás.Alejódesumenteesatentaciónconunatristesonrisaysedirigióhacialapuerta.

Abajo, la zona del bar estaba abarrotada de grupos de hombres ymujeressentadosenelladoderecho,mientrasquelosenanosocupabanelizquierdo.Lasala, antesunherviderodeconversaciones, sequedóen silencioamedidaquetodoslosrostrossevolvíanhaciaél.BerdoneraelúnicohumanosentadoentrelosenanosymiróaFletcherasintiendoconlacabeza,paraalentarlo.

Fletcherseaclarólagarganta.—Mealegraverosatodos—dijo—.Vertantosrostrosfamiliares.Silencio.—Nuestrosnuevosamigos,losenanos—dijoseñalandohacialaizquierda—

han tenido la gentileza de ofrecernos alojamiento durante la noche, así comotransportehastanuestrodestino.Tambiénnoshanproporcionadoherramientas,comida, ropa y material de construcción. Todo lo que necesitamos paracomenzarnuestranuevavida.Estoysegurodequenosoyelúnicoenpensarquelesestamosagradecidosportodoloquehanhechopornosotros.

Suspalabrasprovocaronalgunosaplausosentrelapartederechadelasalay

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unapunzadadealiviolerecorrióelcuerpo.Perosóloporunmomento.—Yyoestoyseguradequenosoylaúnicaquesepreguntaaquécoste—

dijounavoz.LapersonaquehablabasepusodepieyFletchervioquesetratabadeJanet,

laportavozdePelt.—¿Dóndeestálatrampa?—preguntó—.¿Yporquésenoshaconvocadoa

todosaquí?Hayalgoquenonoshasdichoycreoqueséquées.—Estoyapuntodecontároslo—respondióFletcherdandoasuvozuntono

queesperabaquefuesedeautoridad—.Sétanamabledesentarteyescuchar.Janetsesentó,peroporsusbrazoscruzadosysumiradafulminante,Fletcher

supoquenohabíaconseguidoapaciguarla.—Acambiodesuayuda,heacordadoquecincuentaenanospuedanvenira

nuestracolonia.Sonlaspersonasqueestánsentadasaquíconvosotros.Señalócon lasmanosa losenanos,queesperabannerviosos lareacciónde

loshumanos.Janetfruncióelceño.—Entonces... ¿no les debemos nada?—preguntó—. ¿No han venido para

cobrar?—No. Claro que no —contestó Fletcher, confundido—. ¿Es eso lo que

creías?—¿Has visto lo que hay ahí fuera? —preguntó Janet señalando hacia la

puertadelataberna—.Hayunmontóndecarrosllenosdefardosdetelaylona,equiposdepesca,hachas,picasyespadas,velas,utensiliosdecocina,mosquetesparacazary semillaspara todos losmalditoscultivosquepuedahaberbajoelsol. —Cogió aire—. He visto baúles llenos de jabones y medicinas, tintas ypapeles, sábanasyalmohadas.Maldita sea, tienenmediadocenadecabrasahíatrás.¿Ydicesqueesparanosotrossinmás?¿Sinquelesdebamosnada?

—Es para todos —contestó Fletcher señalando a toda la sala—. Enanos,hombres...todos.Estamosjuntosenesto.

Janetsonrióderepente.—¡Puesesoesunapuñeteramaravilla!Algunosdelosaldeanosyasonreíanyotrosinclusolevantabansuscopasen

direcciónalosenanosdesdeelotroladodelahabitación.PeroFletchervioqueno todos los aldeanos estaban contentos con la situación. Unos cuantos

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contemplaban sus vasos,muy serios, y otros inclusomascullaban algo en vozbaja.Levantóunamanoparapedirlaatencióndetodos.

—Nosvamospronto,asíquequieroquetodosrecojáisvuestraspertenenciasyossubáisaloscarrosconlosenanosdeinmediato.Peroantesquierodejaralgoclaro.Sialgunodevosotrosnoestácontentoconlasituación,puedemarcharseahora mismo. Hay miles de oportunidades en esta ciudad, sobre todo paratrabajadorescualificadoscomovosotros.Asíque,sicreéisquenovaisapodersoportarvivirconenanos,ahíestálapuerta.

Fletcherposólamiradaenlosaldeanosqueparecíanmásdescontentos.Losconocíaatodos,sabíacómoerasucarácter.Pelteraunpueblopequeño.

—Yonovoy—anuncióuno a la vezque seponíadepiey sedirigía a lapuerta. Era un hombre grandullón que había pertenecido a la guardia de laciudad. Se llamaba Clint y mucho tiempo atrás había sido rival de Didric.Fletchersupusoqueéseeraelmotivoporelquenolehabíanofrecidounpuestoentre los guardias de la nuevaprisióndePelt—.Probaré suerte con los demiraza—continuó,sinhacercasodelasmiradastorvasqueledirigíansuspaisanos—.MehandichoquelosPinkertonesnecesitangente.

Otros aldeanos lo siguieron, algunos con expresión avergonzada, otroslevantándoseorgullososydandounapalmadaaClintenlaespalda.

—Saludaa lossargentosMurphyyTurnerdemiparte—ledijoFletcheraClintmientrasélylosdemássalían.

La puerta se cerró con un golpe cuando salieron, pero su marcha parecíamascarse dentro de la sala. A fin de cuentas, se habían ido una docena dehombresymujeres,locualdejabasólouncentenardepersonas,entreenanosyhumanos,enlataberna.

—Muybien—dijoFletcherdandounapalmada—.Pongámonosenmarcha.

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Las despedidas fueron demasiado apresuradas. Esa misma mañana, Othello,CressyAtillahabíanrecibidolaordendepartidadelrey,quelosnombrabaalostres oficiales del batallón de enanos. Cress había llorado al despedirse deFletcher y tanto éste como Othello habían tenido que secarse los ojos condisimulo tras un fuerte abrazo. Los tres enanos semarcharon antes de que elconvoyhubiesepartido,ansiososporasumirelmandodesushombres.No losenvidiaba.Mientrasél teníaquedirigirsolamentea treintaydossoldados,susamigosestaríanalfrentedevarioscentenares.

Sylva emprendió el viaje para reunirse con el ejército de elfos que bajabadesdeelnorte;sudulcebesodedespedidapermanecióenlamejilladeFletchermuchotiempodespuésdequeellayLysanderhubierandesaparecidoenelcielo.Fletcherlaviovolverlavistaatrásaldespegar.Fueunrecuerdoagridulcedeloquesabíaquejamáspodríaser.

Enmediodel ajetreode lospreparativosde la expedición, él casi sehabíaolvidado de que su camino sería distinto al de sus amigos más queridos yempezóaecharlosdemenosantesinclusodeperderlosdevista.Lopeordetodoseríasumadre,alaquenohabíatenidotiempodevisitar.Porsuerte,saberquepodríavolvervolandoconIgnatiusparavisitarlafueloquelediofuerzasparamarcharse. Hasta entonces, Harold le había prometido que ella recibiría losmejorescuidadosquelosmédicosdeCorcillumpudieranproporcionarle.

Fueuna feliz sorpresadescubrirqueThaissa iríacon loscolonos.Presentócontimidezasumaridoantesdequesubieranasucarro,unjovenherreroenanollamadoMilloquehabíasidoaprendizdeUhtredantesdeabrirsupropiotaller.

Se produjo cierto alboroto cuando Uhtred retrasó el tráfico matutino decarruajesparaquelaexpediciónpudierasaliry,después,partieronporlascalles

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adoquinadas enmedio de un estruendo de ruedas y cascos de caballos.Habíaenanos que agitaban pañuelos a su paso y otros que corrían hasta ellos paradarlesregalosdeúltimahora—comidasobretodo—alverpasarloscarros.Enmenosdeunahorahabíansalidodelaciudadyavanzabanpesadamenteporelpolvoriento camino hacia el sur, rodeados de ondulados terrenos de cultivo ypequeñoscaseríos.

Al principio, Fletcher cabalgaba al frente con sir Caulder y Berdon, pero,poco después, la pareja se sintió cansada, pues ambos estaban agotados de sulargoviaje.Asíque,mientrasdormían,élsubióalacubiertaparasentarsejuntoaljefedelacaravanayhablarsobreel trayectoquelosesperaba.Peroelviejoenano parecía temeroso y constantemente miraba hacia atrás. Fletcher lepreguntódequéteníamiedo.

—Bandidos —contestó secamente el jefe de la caravana mientrascontemplabaelpaisajevacío.

Fue entonces cuando Fletcher se dio cuenta de lo valioso que era aquelconvoy.Dejando a un lado suparte del premio enmetálico, que llevaba en lamochila, el contenido de los carros podría venderse por mucho dinero en elmercado negro. Eran un valioso objetivo para cualquiera de las bandasitinerantes de bandoleros que recorrían Hominum. Su pequeño grupo desoldados,pensó,noestabaenabsolutopreparadoparadefenderlos.

Alguienteníaqueexplorarlosalrededores.Asípues,saltódelcarroyentróenuncampodetrigocercano.SequedómirandocómopasabalaexpediciónysealegródeverquesirCaulderhabíaapostadoasussoldadosentrescarrosenelfrente, en medio y al final, preparando así al convoy para un ataque desdecualquierdirección.Entotal,sumabanveintevehículosycadaunodeellosibaenganchadoaunpardejabalíes,enormesanimalesaltoscomounburroperoeldoble de corpulentos.Observó a aquellas extrañas bestiasmientras esperaba aquepasaran,fascinadoporel tonoanaranjadodesupelajeerizadoyloscortoscolmillosquesalíancurvadosdesusmandíbulasinferiores.

Acontinuación,cuandohuboperdidodevistaaloscarros,invocóaIgnatiusyaAthenaydespegó.Fuetanemocionantecomolohabíasidolaprimeravezsalirdisparadohaciaelcieloyvercómoelcaminoseconvertíaenunadelgadalíneamarrón,queserpenteabaentre lacolchaderetalesverdesyamarillosqueeranloscamposquelosrodeaban.Peroestavez,fuemejor.Nohabíademonios

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a los que temer ni orcos de los que salir huyendo. El cielo estaba casi vacío,salpicadosólodejironesdenubesy,alolejos,unabandadadegansossalvajesquevolabanenformación.

Athenaseguía recuperándose,aunqueelalaheridayacasiestaba listaparaquepudieravolverausarla,asíquesecolocóenlaparteposteriordeIgnatiusy,devezencuando,seasomabaparamirarelpaisaje.Aleste,FletcherpudoverlalejanasiluetadeVocans,mediooscurecidaporlaneblinadelamañana.Porunmomento, tuvo la tentación de volar hacia allá e incluso entrever a losestudiantes a través de la claraboya abovedada del techo. Lo único que se loimpidiófuelaseguridaddelaexpedición.

Alprincipio,FletcherhabíadeseadotenerlavisióndecalordePria,peronoteníaporquépreocuparse.LamiradadelincedeAthenaloveíatodo.Asípues,pasóel restodeldíadeslizándosepor labrisamientrasbuscabaen las llanurasquerodeaban laexpediciónalgúnmovimientosospechoso.Perosihabíaalgúnbandido,nolovio.Sóloalgúnpastorocasionalysurebañorompíanlaquietudde las llanuras... eso y las delgadas columnas de humo que salían de laschimeneasdelostranquiloscaseríosquesalpicabanelpaisaje.

A medida que avanzaban, el terreno se fue volviendo cada vez menospoblado. Los campos de cereales se convirtieron en colinas rocosas yaparecieronlosrestosdegranjasabandonadashacíamuchotiempoenformademontículos de escombros. Fletcher sabía que los frentes estaban justo al otroladodelhorizonteyqueelsueloqueteníandebajohabíasidodevastadoporelinterminableconflictoentrelosorcosyloshombres:desdelosasaltosdeorcossiglosantesdequecomenzaralaguerrahastalassangrientasbatallasacaecidasdesdeentonces.Todalazonacarecíadevidahumana,unatierradenadieentrelacivilizaciónyelsalvajismo.

Elcaminoqueteníandebajosebifurcaba.Unollevabahaciaelfrentedelsuryelotrosecurvabahaciaeloeste,haciaelmarVesánico.Laexpedicióntomóelcaminoqueibahaciaeloesteyempezóaavanzardeformamáslenta.Fletcherbajóenpicadoparaobservarmásdecercayvioqueel caminoestabaenmalestado. Las hierbas y las raíces caprichosas habían invadido la vía y eranecesario que sir Caulder diera el alto de vez en cuando para ordenar a losreclutas que cortaran los matorrales con sus hachas. En otras ocasiones, erancharcosdebarrolosquebloqueabanelpasoylospasajerosseveíanobligadosa

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bajarseyrodearlosapieparaque lospesadoscarrosnosequedaranatascadoscuandolasruedasatravesaranloscenagales.

Y así siguieron.La tarde fue dando paso al anochecer, hasta que el sol seconvirtióenundiscograndeyamarilloenelhorizonte.Lacarreteraseextendíamás allá, por lo que Fletcher se vio obligado a enviar luces errantes que lesiluminaranelcamino,grandesbolasdemanaqueagotaronsusreservasperoqueflotabanporencimadelconvoycomominúsculaslunasazules.

Fuealrededordelamedianochecuandollegaronalrío.Enlaoscuridaddelanoche,elaguaparecíanegraalpasarsilenciosapordebajodeungranpuentedepiedra que parecía haber estado allí desde el principio de los tiempos. Era elindicadordelcomienzodeRaleighshire.Elterritorioquequedabadetrásdeelloslepertenecíaalrey.Elquehabíaapartirdeesepunto...aél.

Mientraslaexpedicióncruzaba,Fletcherescuchólosterriblesresoplidosdelosjabalíes,asustadosporelsonidodelaguaquepasabapordebajodeellos.Sumenteviajóhacialahistoriadeaquellugar.Allísehabíalibradounagranbatallaquellevabaelnombredelpuente:elpuentedeWatford.

Estaban ahora en la sabana: lo que hasta entonces había sido un mar deverdes camposondulados, allí adoptabaun tonoamarilloy se convertía enunterreno llano, intercalado de bosquecillos de árboles y matorrales. El caminoapenas existía, cubierto de hierbas altas y salpicado de piedras y plantasincipientes.Enfrentadosalavegetaciónsalvajedecasidosdécadas,losreclutasde Fletcher se vieron obligados a usar sus alabardas para trazar un sendero,trabajando desde la madrugada hasta los primeros atisbos del amanecer. Losenanos y los aldeanos les echaron unamano apartando los restosmientras lossoldadoslosibancortando.

Yentonces,cuandolosprimerosrayosdelsolseextendíanyaporelcielo,lovio.

Raleightown.

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38

La expedición llegó al amanecer. Las luces errantes se habían apagado,quedandoenlanadadurantelanochealagotarseelmana.Así,sobrelaciudadse proyectaba un resplandor naranja cuando los vehículos se detuvieron eIgnatiusaterrizóconungolpesecojuntoalcarroqueibadelante.

Nosemovíanada.Habíanllegadoalcentrodelaciudadenruinas,entreeltraqueteode ruedaspor las calles aún adoquinadas aunque cubiertasdehierbaquesehabíanabiertopasoentre lasgrietas.Estabanenunapequeñaplaza,unespaciosencillodondepodíancabertodosloscarrossilosjuntaban.

Portodasparteslosrodeabanlosrestosdeedificiosdecadentes,cuyosmurosdepiedraaúnseguíanenpietrascasidosdécadasdeabandono.Lostejadossehabíancaídohacíatiempoporladejadezylosespaciosdelasventanasnoeranmásquehuecosvacíos.Todoestabacubiertodeverde,desdelacapademusgosobrelaspiedrasempapadasporelrocíohastalasenredaderasquebajabanporlascasasya lo largode lascallescomounacatarata tornasolada.Todoestabacubiertoporeltonodoradodelamanecerquecalentabaelairefríodelanoche.

Fletcher desmontó y escuchó los sonidos de su nuevo hogar. Había unconstante zumbido de insectos interrumpido por los gorjeos y trinos de lospájaros que daban la bienvenida a la mañana. Eran éstos los sonidos de losterritoriossalvajesquehabíanidoaconquistar.Lamúsicadesupatria.

SirCaulderpasójuntoaloscarrospersuadiendoalosagotadossoldadosparaque salieran de ellos y formaran filas. Fletcher se compadeció de los pobresreclutas,muchosdeellosbalanceándosesobresuspies,dejandocaerlacabezaalsentirelcalordelamañana.Lospasajerossalierondespuésdeellos,bostezandoydesperezándoseconlaluzdelamanecer.

—EscuchadlasórdenesdelordRaleigh—gritósirCaulder.

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Elviejocaballeroarqueó lascejas,mirandoaFletcher,y lehizounaseñalconlosojos.HabíallegadoelmomentodequeFletchertomaraelcontrol.Sóloque...élnohabíaplaneadodarordenninguna.

—Séquehasidounanochelarga.—Fletchermaldijoel temblordesuvozcuandoempezóahablar—.Estoyorgullosodevosotrosporhaber traídohastaaquíanuestropueblo.Ahoratenemosunaúltimatareaquehacerantesdepoderdescansaryestablecernosennuestronuevohogar.

Losreclutaspermanecíanensilencioconexpresiónhosca.Sólounaelfina,lamisma que había mirado a Fletcher con tanta vehemencia en los barracones,mostrabaciertoatisbodefuerza.Diounapatadaaunapiedra,peronodijonada.

Tenía un rostro angular y feroz, con el pelo castaño claro recogido enapretadas trenzasa los ladosy, enelcentro,unagruesaplumaquesecurvabahaciaatrásylecaíaporlaespalda.Lomásllamativodetodoeransusojos,deunintensocolorámbar,queaFletcherlerecordaronalosdeungatomontés.

Una tos sutilde sirCaulderhizoqueFletchervolvieraa la tareaque teníaentremanos:suprimeraorden.Habíamilcosasquehacer.Perosisabíaalgodela supervivencia en la naturaleza, era que la prioridad era buscarse un lugardondecobijarse.Almenos,mientrastuvieranbarrilesdeaguaenloscarros.

—Estas casas llevan casi dos décadas abandonadas. Los suelos demaderaestaránpodridos,siesqueaúnexisten.Todotipodeanimaleshanpodidohacerdeestosedificiossuhogar:serpientes,hienasyjabalíes.Necesitoquedosgruposexplorenypeinencadaedificioybusquenunlugarqueseaseguroparaacampar.

Hizounapausamientraspensabaenquiénelegir.Habríavenidobiensabermásdeunnombre.

—Kobe, elige a quince reclutas y registrad la zona este de la ciudad—ordenóFletcherdividiendoalgrupoendosconunmovimientodelbrazo—.Siencontráisunposiblelugar,dejaallíatushombresparaquelolimpienyvuelveparainformar.

Kobe sonrió, pues claramente tomó aquella responsabilidad como uncumplido.

—Y en cuanto al resto de vosotros... ¿Cómo te llamas? —preguntóseñalandoalaelfinamalhumorada.

—Dalia—contestóella,elevandoelmentón.—Dalia,llevaalrestohaciaeloeste—leordenóFletcherseñalandohaciala

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calle en ruinas—. Quiero a los líderes de los dos grupos de vuelta en veinteminutos.

Dalia y Kobe se quedaron un momento quietos sin saber cuál era elprotocolo.

—Bien.Yalohabéisoído.¡Moveos!—ordenósirCaulder.Los equipos se apresuraron a obedecer, pero en sus rostros se veía aún el

descontento mientras avanzaban tambaleándose por las calles cubiertas devegetación. Fletcher se preguntó qué se habían esperado al alistarse en losbarracones. Lo único que sabía era que nunca habrían imaginado que un díaestaríanallí, inaugurandounacoloniaenlomásprofundodelanaturaleza.¿Sesentíandecepcionados?¿Aliviados?Nosabíaquépensarysospechabaqueellostampoco.

—Buentrabajo,muchacho—dijosirCaulderacercándoseaél—.Ahoraloscolonos.Tambiéneressujefe,¿losabes?

Fletchermiróalgrupodealdeanosyenanos.Muchoscaminabansinningunadirecciónenconcreto,otrosestabanquietosyparecíandesconcertados.InclusoBerdonsehabíaacercadoaunodelosedificiosymirabaatravésdelosrestospodridos de una puerta. Necesitaban una orientación y, como su líder, eraFletcherquienteníaquedársela.

Mirandoa sualrededor, resultabaextraño saberque todoaquelloera suyo,aunque estuviese en un estado ruinoso. Y el terreno, hasta donde la vistaalcanzaba y más allá. Todo suyo. Poseer tanto no le causaba una sensaciónagradable.

—Necesitoquetodososquedéisjuntoalconvoy—gritóFletcher—.Berdon,Thaissa,Janet,Millo,¿puedohablarconvosotros?

Mientras los cuatro se acercaban rápidamente a él, Fletcher trataba dehacerse a la idea de que no eran sólo los soldados, sino también todos losintegrantesdelaexpediciónlosquerespondíanahoraanteél.Inclusosupropiopadre.

—Tengo treinta y dos soldados, si incluimos a sir Caulder.Más cincuentaenanos,sonochentaydos.Janet,¿cuántosaldeanos?—preguntóFletcher.

—Cincuentaydos—respondiótraspensarlounmomento.—Esosumacientotreintaycincoentotal—dijoFletchersorprendidoporla

cantidaddecolonos.Erancasitannumerososcomolohabíansidoloshabitantes

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dePelt,antesdequeDidriclaconvirtieraenprisión.—¿Ycuáleselplan?—preguntóThaissaalisándosenerviosaelvelo.—Vamos a levantar un campamento en algún sitio para descansar y nos

pondremos manos a la obra mañana —contestó Fletcher. Vio bostezar a unaldeanoytuvoquecontenerseparanohacerlomismo—.Perovoyanecesitarun informe completo de nuestros víveres, herramientas y provisiones antes dequeacabeeldía.Thaissa,Millo,vosotrostendréismásinformaciónacercadeloquehayen loscarros, asíqueosdejoacargode la tarea. JanetyBerdon,megustaría que evaluaseis las aptitudes de nuestros colonos. Sabemos quecontamos, al menos, con dos herreros, pero vamos a necesitar carpinteros,albañiles, agricultores, leñadoresy alfareros, pornombrarunospocos. ¿Podéisencargaros?

—Sí,podemoshacerlo—respondióBerdonsonriendoorgullosoasuhijo.Loscuatroiniciaronsustareasmientrashacíanseñasaalgunoscolonosque

teníancercaparaquelosayudaran.—¿Ynosotros?—preguntósirCaulder.—Vamosaexplorarunpoco—respondióFletcherempezandoadisfrutarde

aquello—.Ustedpuedeenseñarmedóndeestabatodoantes.Laparejaempezóacaminarporlacalleendirecciónalsurdelaciudad.Sir

CauldercontemplabalasruinasdeloqueanteshabíasidosuhogaryFletchersepreguntóquésesentiríaalvolverdespuésdetantosañosyverlasruinasdeotravida.

—Allí estaba el herrero—dijo sirCaulder, señalandoun edificio bajo conunagranentradaydospuertasquellevabanyamuchotiempopodridas.

En su interior, Fletcher pudo ver un yunque y herramientas oxidadasesparcidas por el suelo. En el rincón había un montón de lingotes de metalordenadamenteapilados.

—Podemoslimpiarelóxidodealgunosdeésos,paraquesepuedanutilizar—continuósirCaulder.

SeadentraronmásenlaciudadyFletcherempezóahacerseunaideadesutamaño. Eramás pequeña de lo que había creído al principio.Muchos de losedificios tenían una altura de dos o tres plantas, lo que significaba que habíatenidounapoblacióndensaenunespacioquefácilmentepodíacaberdentrodelcírculodelfosodeVocans.

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Sepodíairdesdeelpuentehastalaciudadenmenosdediezminutos.—Ahí estaban las cuadras y las perreras—dijo sirCaulder señalando otra

casa baja dividida en establos—. Carpinteros, boticario, panadería,ayuntamiento...

De repente, sedetuvodelantedelayuntamiento:ungranedificiodemuroscurvosconunhuecoenel tejadopodrido.Detuvo lamiradaenunagujerodelsuelo, en el centro de un espacio vacío situado frente a la entrada principal.Estabarodeadodeescombros.

—Deaquísalieron—dijosirCaulderconunamiradadura,alavezqueseagachabajuntoalagujeroypasabalosdedosporlaspiedrassuciasysueltasdelcentro.

—¿Losorcos?—preguntóFletcher.—Sí—contestó sir Caulder arrojando una piedra por la calle cubierta de

maleza—.Aquíhabíaunaestatuadetuabuelo.Eltúnelqueibaalotroladodelasmontañasestabadebajo.Mira.

Casi estaban en el límite de la ciudad y podía verse la sabana entre losedificios.Ymásalláquedabanlasmontañas,queseelevabanhaciaelcielo.

—Esa cordillera se extiende desde el río hasta el mar—dijo sir Caulderpasandoundedoporlallanura—.SeparaRaleighshiredelajungladelosorcos,salvoporelpasodemontaña,queestáatansólocuarentaminutosapie.

PeroFletcheryanomirabalasmontañas.Acababadeverunedificiosituadoatreintametrosdellímitedelaciudad:losrestosdeunamansiónquereconocía,peseaquellevabadiecisieteañosabandonada.

Lacasadesufamilia.

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Lasruinasdelaviejamansiónestabanenpeorestadoqueelrestodelaciudad.Losescombrosde la explosióndurante laúltimabatallade suspadres estabanesparcidos por lo que antes había sido el césped, ahora estropeado y lleno dearbustosymalashierbasenredadas.Lamitaddelafachadadelamansiónhabíadesaparecido,dejandoalavistaelsuelodepiedradelasegundaplanta.

—Yo vi este lugar una vez —dijo Fletcher mientras se dirigían hacia elhueco—.UnsueñodeperfusióndelrecuerdodeAthena.

Sir Caulder no dijo nada y se limitó a sentarse pesadamente en el bordedestrozadodelaentrada.

Contemplólosescombrosquelorodeabanconlamiradaperdida,hastaquepareció reparar en los restos de una escalera que se curvaba amedio caminohacialasegundaplanta.

—¿Cómoconsiguiósobrevivir?—lepreguntóFletchersentándoseasulado—.Dicenquevieronalosorcosllevarsetodosloscuerposy...—Hizounapausaalrecordareldestinoquesindudahabíasufridoelcadáverdesupadre.

—Mesalvóunorco—contestósirCaulder.Acontinuación,violaexpresióndeFletcherynegóconlacabeza—.Esdecir,sucuerpo.Erauncabrónenorme.Me cubrió por completo. Cuando las Fuerzas Celestiales llegaron unas horasdespués,me encontraron allí yme sacaron antes de que regresaran los orcos.Demasiadotardeparaelbrazoylapierna,peromesalvaronlavida.

SirCauldersoltóunsuspiroysequedómirandoelhorizonte.—Ojalá hubiese tenido la oportunidad de ver a tu madre, Fletcher —

murmuró sirCaulder envoz tanbajaqueFletcher tuvoquehacer un esfuerzoparaoírlo—.Necesitopedirledisculpas.Yonolosdetuve.NosalvéaEdmund.

Fletchernegóconlacabezaylediounapalmadaenelhombroalanciano.

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—No tiene por qué disculparse. Los traicionaron y nadie pudo hacer nadaporevitarlo.

Antelamenciónasupadre,Fletchertratódeimaginarsealhombredepelooscuroquehabíavistobrevementeenaquel sueño.Entonces, sediocuentadeque no tenía que recordar. Había un cuadro que aún colgaba sobre una viejachimenea,enelladoizquierdodelahabitación.

Se acercó corriendo y se sorprendió al ver que se hallaba en muy buenestado. Allí estaba su padre, Edmund, con una barba incipiente, el peloalborotado y los brazosmorenos en torno a Alice. Ella sonreía y sostenía enbrazosaunbebéreciénnacido.Eraél.

—Dios mío. ¿Cómo es que sigue esto aquí?—susurró sir Caulder—. Loencargaroneldíaenquenaciste.

Fletcherextendiólamanoparatocarlafrentedelbebé.Rozóconeldedounalevísima barrera resbaladiza antes de llegar al lienzo.Entonces, se dio cuenta.Cristales de corindón incrustados en los bordes del cuadro. Durante todosaquellosañoshabíanactivadoundébilconjurodebarreraquehabíamantenidoellienzoasalvodelosestragosdeltiempo,delviento,delcalorydelalluvia.Supreciosindudaeraelevadísimo.Aquelladebiódeserlaposesiónmásvaliosadesuspadres.

Entonces, fue consciente de ello. De todo lo que había perdido. Habercrecidosinelamordesuspadres.Sinconoceraquellatierrahermosaysalvaje.¿CómohabríasidolavidasilordForsythnoloshubiesetraicionado?Dirigiósuspensamientos hacia sumadre, hacia el caparazón vacío de lamujer que habíasido.Parecíatancontentaenelcuadro.

Sintióquelosojosseleinundabandelágrimasytratódecontenerlas.—Esigualquetú—dijounavozdetrásdeellos.Berdon. El herrero también estaba contemplando el cuadro, con una

expresióndetristezaenelrostro.—Exactamente igual que tú. Recuerdo cuando te sostuve en brazos por

primeravez... lofelizqueestaba—dijo—.Pensarqueacababasdeperdera tufamilia...Losientomucho,hijo.

—Perdí a una familia —dijo Fletcher sonriendo entre lágrimas mientrasabrazabaalcampechanoherrero—.Perotengounanuevagraciasati.Notienesporquédisculparte.Sinti,hoynoseríaelhombrequesoy.

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Porunmomento,sequedaronabrazadosysirCaulderseapartó,secándoselosojoscuandocreíaquenolomiraban.

Porfin,Berdonsoltóalmuchacho.—Lossoldadoshanvuelto—dijoconbrusquedad—.Hemosencontradoun

sitiodondeacampar.

Era una iglesia.Las vidrieras habían desaparecido, pero el techoy los tejadoseran de piedra abovedada y habían resistido el paso del tiempo y les ofrecíanahora un techo estable. Los bancos habían permanecido secos y a salvo delembate del viento, por lo que les podían servir. Aparte de algunas hierbascaprichosasylosrestosdehojasmuertasquehabíanentradoporlasventanas,setrataba de un refugio tan bueno como cualquier otro para que los colonos seasentaranallí.

SirCaulderleshabíaenseñadounviejopozocuandovolvían:sisacabanlosrestosanimalesylavegetaciónpodridaquesehabíanmetidoenélalolargodelosaños,podríanusarlo.

Suprincipalpreocupacióneralacomida.LoqueaFletcherlehabíaparecidoabundante apenas era suficiente para unas cuantas comidasmás comomucho,pues ciento treinta y cinco personas no tardaríanmucho en consumir los dosbarrilesdetocinoycarnedevenadoquelosenanoshabíanllevadoconellos.

Pero, por ahora, la prioridad de Fletcher era montar el campamento yresolver losproblemasmásacuciantes.Ordenóquecolocaran las lonasque lessobrabanenloshuecosdelasventanas.Quitaronelpolvoconviejasescobasquehabíanencontradoenlascasascercanasycolocaronalmohadasycamasparaloscolonosadormilados.

Ataron a los jabalíes y las cabras en los establos, pues los parajes que seextendían a su alrededor tal vez estuvieran demasiado llenos de depredadorescomoparadejarlospastarlibremente:habíanvistoporlasproximidadeshienas,chacales y grandes felinos. Enviaron a los aldeanos a por forraje de los altospastosquerodeabanelcampamentoya recogeryarrancarnuecesy raícesdelsueloparaloshambrientosjabalíes.Alospolloslosdejaronensusjaulasylesdieron de comer los escasos puñados de semillas que pudieron reunir de lospastosdetrigodelazona.

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Cocinaron una comida con tres calderos en los que hirvieron un sencillocaldo de carne salada y tubérculos, para mantener el hambre a raya. Dejaroncentinelas para vigilar, por si se acercaban depredadores, y limpiaron yengrasaronlasalabardasdespuésdelastareasdelanoche.Sehicierondivisionesparacrearespaciosparadormirysehicieronapresuradaspresentacionesqueseolvidaronigualderápido.

Seplantearoninfinidaddepreguntas,yFletchernoteníarespuestaparacasininguna de ellas. Sólo el firme apoyo de sir Caulder y la presenciatranquilizadoradeBerdonhacíanquenoperdieralapaciencia.

Cuandoterminarondevaciaryorganizarloscarros,yconcluyeronlastareasmásimportantes,latardeyacasitocabaasufin.

Yentonces,cuandoelsol iniciabasulentodescensohaciaelhorizonte, loscolonossequedarondormidosporfin.

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40

El principal problema era la madera. Podían arrancar las hierbas, cortar lavegetaciónylimpiarlosdesperdicios.Peromuchostejadoshabíandesaparecidoosehabíanpodridoyestabanapuntodecaerseylossuelosdemaderaentrelasdistintasplantasestabanpeor.

Luego estaba la comida.Muchas casas conservaban aún los restos de sushuertos,ahoracubiertosdezarzasyenredaderas.Salvaronloquepudieronparacompletar sus provisiones, pero la carne casi se había acabado después deldesayuno. A menos que quisieran subsistir con puñados de raíces, verduras,frutasybayas,necesitaríancazar.Ypronto.

Había tres carpinterosdePelt:unhombre, suesposay suhijo,quehabíanhecho muebles y entablados con la madera de pino de las montañas. Cuatroenanos,dosvaronesydosmujeres,tambiénerandiestrosconlamadera,aunqueensucasoselimitabamásbienaculatasdepistolasyarcos.Aunasí,eramásque suficiente para que empezaran a restaurar las casas que tenían cerca yenseñaran a otros colonos las nociones básicas. Sólo necesitaban la materiaprima.

Cuando se acercaba el mediodía, Fletcher terminó por fin de dividir lastareas,separandoengruposaloscolonosqueseencargaríandelcuidadodelosanimales, de limpiar el pozo, de replantar los huertos y de la dura tarea dearrancarlasmalashierbasylimpiardeescombroslaciudad.EnvióaBerdonyMillo a recuperar las herramientas que pudieran de las viejas carpinterías yherrerías, para después limpiarles el óxido con la ayuda del jugo de limassilvestresylosestropajosdelanadeaceroquehabíanllevado.

Fletcher reunió a los integrantes de su ejército al día siguiente, ahora bienalimentados y descansados, y los condujo al interior de la sabana verde y

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amarillaformadaporaltashierbas,matorralesyarboledas.Enesapartedelsurelclimaeracálido,inclusoaprincipiosdelaprimavera,porloqueelsolestabaalto y el calor apretaba mientras se abrían paso entre las hierbas hacia lasllanuras de Raleighshire. Avanzaban completamente armados, con bandolerasllenas de cartuchos para losmosquetes colgadas del pecho y losmosquetes yalabardascruzadosalaespalda.

—Quiero que tengáis losmosquetes listos—ordenó Fletcher—.Mantenedlosojosbienabiertosporsiveiscualquiercosaquesepuedacocinarestanoche.

SirCaulderseacercóaél.—Aúnnotienencargadoslosmosquetes—susurró—.Nosabenhacerlo.—Puesenséñelesahacerlo—dijoFletcher.—Yo soy un viejo guerrero —contestó sir Caulder mirando hacia los

soldadosqueestabanesperando—.Esasarmasaparecierondespuésdemiépoca.—Kobe—gritóFletcher.Elmuchachoseacercócorriendoa lavezque se

secabalafrente.—¿Quédesea,lordRaleigh?—preguntóKobe.—Antesfuistesoldado,¿verdad?¿Sabescagarunmosquete?—Hanpasadounoscuantosaños,pero...másomenos.—Enséñalesahacerlo—ordenóFletcher.—Sí,señor.Fletcher vio cómo Kobe regresaba con los demás y se descolgaba el

mosquete. El muchacho vacilaba, pero los movimientos que efectuaba leparecían acertados a Fletcher, si es que cargar unmosquete se parecía algo acargarunapistola.

—Tenemos que enseñarles las técnicas adecuadas —dijo Fletcherentrecerrando losojosparaprotegersedelsoldemediodía—.Líneasdefuego,formaciones, cargas rápidas, apuntar... En el ejército reciben una formaciónbásica,peroestos...

—¿NoteenseñaronesoenVocans?—preguntósirCaulder.—No.Meperdíelsegundoaño—contestóFletchera lavezquerecordaba

loslibrosdeestrategiasytácticasquesehabíanquedadosobrelosestantesdelabiblioteca mientras él estudiaba demonología y conjuros—. Es probable queKobesepamássobremosquetesqueyo.

—En eso no puedo ayudarte. Pero dame unas semanas con ellos y serán

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mejoresconesasalabardasqueningúnotroguerrero.—Esoespero.Fletchersuspiróymiróhacialasabana.Habíaunagranarboledacercacon

troncos altos y rectos y las copas cubiertas por un amplio paraguas de ramas.Sombra.

—Pronto vamos a necesitar madera —dijo Fletcher señalando hacia losárbolesconelmentón—.¿Sabealgosobreárboles?

—Sóloloquemecontótuabuelo—respondiósirCauldermientrasmirabahacialaarboledaconunasonrisatriste—.Esosárboleslosplantócuandoteníatuedad.Queríaunbosquedondejugaransusdescendientes.Ah,quéviejosoy.Recuerdoesosárbolescuandoapenaseranretoños.

ElcomienzodeunaideaempezóaformarseenlamentedeFletcher.Segiró.—Muchachos,seguidme—dijoenvozalta.Un elfo sorprendido disparó su mosquete a medio cargar, al apretar sin

querer el gatillo. Se oyó un estallido, seguido del hedor del azufre y de unabaquetaquediovueltasenelairehastacaerenlahierba,atresmetrosymediodedistancia.Fletchernegóconlacabeza,decepcionado.

—Vamos a buscar un poco de sombra —dijo dándoles la espalda ydirigiéndosehacialosárboles.

Ellos lo siguieron, sudorosos y frustrados. Sin esperar a que les dieranpermiso, lamayoríade los soldados sedejaroncaer al sueloparadescansar alfresco.Fletcherno teníaánimospara reprenderlos.¿O talvezvacilódebidoalmiedo?

Había unos cien árboles en aquella arboleda, todos tan altos como treshombressubidosunoencimadeotro.Muchosteníannidosdetermitasalrededorde la base, aunque los árboles no parecían afectados por la presencia de losinsectos.

El suelo estaba sembrado de frutos redondos, caídos de las ramas de losárboles.Parecíanlimas,conunacáscaraamarillaverdosa.SirCauldercogióunodeaquellosfrutosdelsueloyloabrióconelfilodesuespada.

—Bayas de chacal—dijo cuando un ácido olor a cítrico invadió las fosasnasales de Fletcher—. Pruébala. Aún no están maduras pero rara vez seencuentra alguna morada. Los animales se las comen antes. Sobre todo, loschacales,deahísunombre.

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Fletcher le diounbocadoy el jugo le estalló en la boca como si fuera unzumodelimónendulzado.Eradeliciosa,desaborparecidoaldelcaqui.

—Serviránparaaumentarnuestrasescasasprovisiones,aunquenocacemosnadaparacomerestanoche—dijoFletcherconlabocamediollena.

Contempló la extensión de hierba. Habíamanadas de antílopes a lo lejos,peroelcentelleodelacalimahacíadifícilcalcularladistancia.

—Sepuedehacerharina con ellas cuando sehan secadoymolido, por nomencionarunbrandybastantedecente—dijosirCaulder,entonomelancólico,ala vez que le daba un bocado a una de aquellas bayas—. Y no escupas lassemillas.Tambiénsecomen.

Sorprendido,Fletchermasticólassemillasqueselehabíanquedadoentrelosdientesycomprobóqueteníanunagradablesaborafrutoseco,parecidoaldelasalmendras.

—¿Ylamadera?—preguntóFletcherensartandounabayadechacalconsukhopesh y lanzándosela a uno de los soldados.El hombre la cogió y soltó ungemidodeplaceralmorderla,desatandounareacciónencadenaamedidaquelosdemásreclutastambiéncogíanbayasdelsuelo.

—Puesesoeslomejor—contestósirCaulderconunasonrisa—.Tuabueloeligióestosárbolesporsufruta,perotienenotracosaespecial.Sonapruebadetermitas.

Señalóhacialosmontículosrojosdelosinsectosquecrecíanalrededordelabasedelosárboles.

—Las termitas y estos árbolesmantienen una relación especial. Las raícesprotegenloshormiguerosy,acambio,lastermitaslosdejanenpaz.Nisiquieratocanlamaderadelosárbolescuandoloscortan.

Fletchersonrióypasólamanoporlacortezaásperadelárbolqueteníamáscerca.Habíaencontradounafuentedemadera.

—Entonces, ¿es así como se llaman? ¿Árboles de bayas de chacal? —preguntóFletcher—.Nuncalohabíaoído.

—No.Tienenotro nombre—respondió sirCaulder conuna sonrisa en loslabios—.Lamayoríadelagentelosllamaébanos.

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Ese día no hubo caza. Los hombres se dedicaron a trabajar con sus alabardaspara cortar los primeros árboles que se emplearían en la reconstrucción deRaleightown. Volvieron a aparejar los carros para sacarlos a la llanura de lasabana y transportar las primeras ramas, recortadas de los troncos principalesparaqueloscarpinteroslasconvirtieranenartículosdeprimeranecesidad,comocuencosdemaderaypuntalesparamuebles.

Apesardequeeranbastantes,Fletcherseunióasushombres:sequedóenmangas de camisa y se puso a talar la base de su árbol con una de las pocashachasparacortarquellevabanenlaexpedición.

Cadahora,elgritode«¡Troncova!»precedíaalcrujidodelasramasalcaery al golpe del tronco al desplomarse en el suelo. Después, los hombres lorodeaban como las termitas que vivían en las raíces y procedían a cortar lasramasparadejartroncoslargosyrectosqueseconvertiríanmástardeentablas,vigasymaderos.

Cuandoelsolempezóaponerse,lossoldadosdisfrutaronporfindeunbrevedescanso. Tenían los brazos adormecidos, pero apenas media hora después,Fletcher—que casi no se tenía en pie de agotamiento— ordenó que trajerancuerdasyqueacudieranloscolonosqueestabanenlaciudad.

Lostroncoserandemasiadopesadoscomoparaquepudieransubirlosaloscarros,asíque losatabanconcuerdasporel tocóny,agotados, losarrastrabancentímetro a centímetro hasta las carpinterías, donde habían preparadoherramientasparaeltrabajonocturno.Silosjabalíesnohubiesenestadoallíparaayudar,nohabríanpodidoconseguirlo.

Entonces, les llegabaa loscarpinterosel turnodeponersea trabajarconelapoyodeunaveintenadeayudantes.Losagotadossoldadossequedaronen la

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iglesia,donde se les sirvió lechecalientedecabray los enanos lesprepararontubérculosfritosparasaciarelhambre.PeroFletchernofueconellos,pueslosprimerostroncosseestabantallandoconelobjetodedevolverasuasentamientoelantiguoesplendor.

Mientrasibandelaiglesiaalacarpintería,sesorprendióporloquehabíancambiado las cosas en un solo día. Los escombros del pueblo habíandesaparecido,laszarzasestabancortadas,lasenredaderasarrancadasyelmusgoeliminadodelasmamposteríasmásbajas.

LoscarpinterossepusieroneufóricoscuandollegóFletcher,puesteníanmásde una docena de troncos con los que trabajar. Le enseñaron que el cortetransversaldecadatroncoestabaformadoporunfinoanillodecortezamarrónclaroquerodeabaunduramentanoscuroquecasiparecíanegro.Eraébanodelamejorcalidad,ledijeronloscarpinteros,unamaderadegranofinoydenso.

No estaban solos en su tarea.BerdonyMillo estabanderritiendo el hierrooxidado que no podía salvarse y, después, golpeaban el metal fundido paraconvertirloenlasherramientasquenecesitaríanparareconstruirelasentamiento:clavos,martillos,punzonesylossoportesdeaceroquerequeriríanlasvigasdemadera.

Thaissa leproporcionóaFletcher lasmedidaspara lasventanasde toda laciudad,asícomoelnombredeunenanocristaleroqueledaríaunbuenprecio.Janet ayudó a Fletcher a detallar qué otros materiales y enseres les faltaban:agujas,especias,salyalimentossecos.LuegoestabanlosproductosadicionalesqueFletcher quería.Necesitaban lingotes de acero para complementar los quehabíanencontradoenlaviejafragua.Habíamuypocascabrasypollos,ningunaovejaparaobtenerlana,nitampocomulasquelosayudaranconeltransporteylaconstrucción.

Con todo esto enmente, Fletcher preparó una lista detallada de pedidos yseleccionó a diez colonos para que volvieran con un convoy de carros aCorcillumyse reabastecieran.Porvezprimera,buscóensubolsodeoroparapagarlotodo,sacrificandounapartedelaspesadasmonedas.Setratabadeunainversión.

La caravana con los mercaderes salió a última hora de la tarde, con laesperanzadequellegaranaCorcillumporlamañanayregresaranalanochecerdeldíasiguiente.Elviajeseríamásrápidoconmenoscarros,pornomencionar

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quetambiénibanmenoscargadosyquelacarreteraestabamásdespejadatraseltrayecto previo. Fletcher les dio los mosquetes de caza que le sobraban paradefenderse, con la esperanzadequeno tuvieranqueusarlos.Después, tras unempujón mental por parte de Ignatius, invocó al Draco para que los vigilaradurante el viaje y, durante las siguientes horas, su conciencia estuvo inundadapor el entusiasmo del demonio al verse libre para vagar por los cielos de lanoche.

Habíaaúnmáscosasquehacer.Bajolaluzdelaschisporroteantesantorchas,los carpinteros trabajaron hasta bien entrada la noche, tallando los primerostablonesdemaderaoscuraqueparecíantansuavesyduroscomounapiedradeónixbajouncielollenodeestrellas.Habíaquevolverallenarlosbarrilesconelagua del pozo, racionar la carne y cocinarla al fuego. Dos colonos habíanenfermado tras comer bayas silvestres, por lo que hubo que atenderlos. Y asísiguió durante la noche hasta que, por fin, los primeros rayos del amaneceraparecieronenlasllanurasyFletchercayóenunprofundosueño.

—Despierta,dormilón.LacaradeBerdonaparecióantesusojosyFletcherseincorporóalavezque

serascabalanuca.—Toma,comealgo—dijoBerdonpasándoleunalonchadecarnedecerdo

fría.Fletcherlediounbocadoyselatragó,paladeandosufuertesabor.Teníaun

hambrevorazy sedio cuentadequenohabía comidonada lanoche anterior.Habíanestadodemasiadoocupados.

—¿Quéhoraes?—preguntóFletcher.ÉlyBerdonestabansolosenlaiglesiayelsolbrillabaconfuerzaatravésdelalonadelasventanas.

—Esporlatarde.Fletcherdioungruñidoysedispusoalevantarse,peroBerdonleapoyóuna

manoenelhombro.—Despacio.SirCaulderhaempezadoaentrenaratussoldadosestamañana

ylosdemáscolonosandanocupados.Notienesporquéhacerlotútodo,¿sabes?—Necesitamosmásmadera—dijoFletchervolviendoasentarse.—Algunos colonos están encargándose de ello ahora mismo —contestó

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Berdonmientras lepasabaunvasodeagua—.Yaestán trayendomás troncos.Probablementeseansuficientesparatrabajarconellosdurantelospróximosdías.

—¿Ylacomida?—preguntóFletchertrasdarunlargosorbo.—Puesporesotehedespertado.Elconvoyhavueltoyhantraídosuficiente

paraundíamás.Peroesonoestodoloquehantraído.—¿Aquéterefieres?—preguntóFletcher.—Digamosque tenemos invitadosnuevosyunpar deviejos amigos a los

quehacíatiempoquenoveíamos.Estánenlaplaza.Fletcher se levantó y dio un leve quejido. Le dolía todo el cuerpo por el

trabajodeldíaanterior.—Entonces,más vale que vaya a ver—dijo dirigiéndose a la puerta.Una

sacudidaprocedentede laconcienciade Ignatius lehizosaberqueeldemonioestabadormidoenalgúnlugar.Ningunapistaporeselado.

Mientrasavanzabanpor lacallecaminode laplaza,Fletchervioqueyasehabían iniciado las reparaciones de las primeras casas: en algunas estabanintroduciendovigasarqueadasporlaspuertas,mientrasqueenotrasseveíanlasescaleras de cuerda que los colonos utilizaban para empezar a arreglar lostejados. Incluso estaban usando la panadería para cocer las tejas eimpermeabilizarlasaprovechandouncarrollenodearcillarojaprocedentedeunabrevadero.

Fletcherestaba tanembelesadocontemplando losavancesquenovioa losrecién llegados hasta que casi tropezó con ellos. Tampoco ayudó mucho adistinguirlos el hecho de que fueran vestidos con elmismo uniforme que sussoldados.

Enanos.Eransieteentotal,quearrastrabanlospiesnerviososmientraséllosmirabaincrédulo.Entonces,oyóunavozprocedentededetrásdeuncarro.

—Esperoquenoestésenfadado—dijoAtholconlasmanoslevantadasenungestode rendición—.OthelloyCress sehanenteradodeque sólo teníasunostreinta soldados. Estos valientes muchachos se han ofrecido voluntariosrecientemente, pero no son demasiado inexpertos y pueden encajar con tusreclutas que ya tienen un año de formación. Así que nuestros amigos hanpensadoquepodríasaprovecharlos.

Fletchersonrió,felizdeverasuviejoamigo.—¿Porquéibaaestarenfadado?—preguntóFletcherdándoleunapalmada

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alenanomorenoenlaespalda—.Sonmásquebienvenidos.Miróalosenanos.—Bienvenidos a Raleightown,muchachos. Por ahora, está siendo todo un

pocoimprovisado,peromealegraqueestéisaquí.Losenanossonrieronyleresultóextrañoverqueaaquellosjóvenesdebarba

desgreñadalespreocupabatantoloqueélopinarasobreellos.—Berdon,¿dóndeestánelrestodelossoldados?—preguntóFletcher.—Cerca de la viejamansión—contestóBerdon apuntando hacia donde se

habíandirigidolosenanosreclutas.—Porfavor,dadlasgraciasaOthello,CressyAtilla.—Bueno, Uhtred pensaba que quizá lo interpretarías como que estábamos

intentandometeramásenanosenlacolonia—dijoAthol,ruborizándosedebidoalavergüenza.

—Ahoraquenoshemos libradode los agitadores, no creoque seaningúnproblema tener a unos cuantos enanos más en la colonia —repuso Fletchermientras se frotaba la nuca—.Pero si te soy sincero, connuestras reservasdecomidaesposiblequenoqueramosmuchosmásporahora.

A la vezquehablaba,Fletcher sintió que el estómago se le retorcía por elhambre.EnviaríaaIgnatiusacazar.Almenos,hastaqueencontraranunmodomás sostenible de encontrar comida. Pero le preocupaba lo poco que habíanpodido encontrar hasta ahora. Aunque no habían enviado a ningún grupo decazadores,asíquesucapacidaddeéxitoestabaaúnporver.

—Puedequetengaalgoparavosotros.Algonuevoenloquehemosestadotrabajando.Miraesto.

AcompañóaFletcherhastauncarroqueestabaallado.Ensuinteriorhabíanuevearmasdefuegodispuestassobreunamanta.

—Los llamamos rifles, por las estrías que tienen dentro del cañón.¿Recuerdas que tu pistola, Llamarada, tiene esas muescas para hacer que lasbalasgiren?Puesestoesigual.

Fletcher cogió uno. Era más largo y pesado que los demás mosquetes eincluso tenía un apoyo para la mejilla en la culata del arma, lo que permitíaapuntarmásfácilmente.

—Estosprototipostieneneldobledealcanceyprecisiónquelosmosquetes—le explicó Athol—. Las balas vienen envueltas previamente dentro del

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cartuchoenuntrozodecueroparaagarrarsealasestríascuandoeldisparosalede la recámara. El problema es que esas estrías dificultan meter el tiro y lapólvoraconlabaqueta,asíquesetardaeldobleencargardenuevoqueconunmosquete con cañón de ánima lisa. No son muy prácticos en las descargascerradas,peroestoysegurodequeseránútilescuandosesalgadecaza.Sólohayqueasegurarsedeusar lamuniciónconmoderación.Hay solamenteunosciencartuchos.

—Nos aseguraremos de utilizarlos—dijo Fletcher a la vez que dejaba elarma—.Mealegromuchodeverte.¿Quieresque teenseñe todoestoantesderegresar?

—Noexactamente—contestóAtholvacilante.Hizounapausa,avergonzado—.Hemosoídohablardevuestroébano—continuó.

—Sí,hasidounasuerte—dijoFletcher—.Nohabríasidoposiblehacer lareconstrucciónsinél.

Señalóunadelascasascercanas,sobrecuyosmurosdepiedrayaseveíalaestructurademaderadeltejado.

—Puesesperábamospoderllevarnosunpoco—dijoAthol—.Esunamaderaresistentealmohoyalastermitasytieneunbonitocolornegro,intenso.Seríaperfectaparaconstruirculatasdearmas,empuñadurasymangos,sobretodoparalosoficialesynoblesricos.

Asíqueeraeso.—¿Cuántanecesitaríais?—preguntóFletcher.—Untroncoseríasuficienteparaempezar.Osdaríamosunabuenapartede

nuestrosbeneficiosporlasventas.Fletchernotuvoquepensárselomucho.Eraelprimerintercambiocomercial

deloqueesperabaquefueseunalargayfructíferarelación.—Vealacarpinteríaquehaycalleabajoycogeunodeallí—dijoFletcher,

altiempoqueleestrechabalamanoaAthol—.Llévatetambiénalgunasramas.—Desde luego que sí —respondió Athol con una sonrisa de alivio—.

Gracias,Fletcher.Nosveremospronto.Teinformarédecómovatodo.Fletchernopudoevitar sentirseentusiasmadoalverqueelenanosaludaba

respetuosoconlacabezaaBerdonysemarchabacalleabajo.Todopuebloteníaque producir algo. Pelt había sido conocido por sus trabajos en piel y cuero.QuizáRaleighshire fueseconocidoporsuébano.Aunque también teníaplanes

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paralasovejasquehabíanllegadoyqueesperabanenlosestablos.—¿Sabes? No era necesario que te mostraras tan misterioso al decir que

habías visto a unos viejos amigos—le dijo Fletcher a Berdon—. Vi a Atholapenashaceunosdías.

—Lociertoesquenomereferíaaél—repusoBerdon,mientrasledabaunapalmadaenelhombroaFletcheryloempujabahacialasalidasurdelaplaza—.Debendeestarconlossoldados.

—Dimequiénesson—sequejóFletcher,cansadodetantomisterio.Yentonces losvio, justodondeacababaelpuebloycomenzaba la sabana.

Estaban mirando hacia las llanuras, donde los soldados se ejercitaban en esemomento,asíquenopodíaverleslacara.Perohubierareconocidoencualquiersitioaquellamatadepelorubioyaquellosrizosrojos.

¡RoryyGenevievehabíanllegadoaRaleighshire!Echóacorrer,sorprendidoalverlosallí.SirCaulderseencontrabaentrelos

dos,supervisandolosejerciciosdelossoldadosqueteníaanteél.—¡Hola!—gritóFletcher.Segiraronaloírsuvoz.FueentoncescuandoFletchersediocuentadeque

nosetratabadesirCaulder.Nohabíavistoaquellacaradesdehacíamásdedosaños. Un hombre que había llegado y había desaparecido como un poderosovendavalyquehabíapuestosuvidadelrevés.

Rotherham.

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Fletchersedetuvoensecoysequedómirandoalviejoguerrero.—Vaya,vaya—dijoRotherhamcon lasmanosen lacintura—.Miraquién

estáaquí.—Hola,Fletcher—losaludóRorypasándoseunamanonerviosaporelpelo.—¿Quéhacéisaquí?—preguntóFletcherconincredulidad.—Es que un pajarito me ha dicho que necesitáis hombres —respondió

Rotherham,mientras una sonrisa se insinuaba en su rostro entrecano—.Y esepajaritoesnuestrorey,claro.

—¿Elrey?—preguntóFletcher.—Sí.Somosuñaycarnelosdos—respondióRotherhamrascándoselabarba

canosa—.¿Porquécreesqueyonoestuvedurantetujuicioporasesinato?Esereynuestroesunmentirosoyuncabrónmuylisto.Encuanto loshombresdelTriunvirato empezaron a buscarme,me hizo desaparecer, prácticamente. Sabíaquenoteayudaríaqueyosubieraalestrado,porquesoyuntipoextravagantey,encima, un desertor según algunos. Desde entonces, he tenido que estaresperandoenunagranja.

—Dichososlosojosqueteven—dijoFletcher,sonriendoalviejoveterano—.Podemosaprovecharnosdetuexperiencia,esoseguro.

—Sí, señor.O lord.Diablos, cómo cambian las cosas, ¿eh?Lamejor y lapeordecisiónquehetomadojamásfueladedarteeselibro.Porloquehevistoenesoscristales,estaríamosenterradosenexcrementodetrasgosinofueseportiytupequeñodemonio.

—Bueno, ya no es tan pequeño —dijo Fletcher dando una palmada aRotherhamenlaespalda—.Yaloverás.

Miró a Rory y a Genevieve, que habían guardado silencio, incómodos y

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avergonzados.—¿Yvosotros?—Pues...noshemosenteradodequenecesitabassoldados,igualqueRotter

—respondióGenevieve—.Asíque...elejército...bueno...—Lo que Genevieve trata de decir es que no nos gustaba el ejército —

intervinoRoryrascándoselanuca—.Nonosqueríanpornuestroliderazgo.Nisiquieraqueríanquelucháramos.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Fletcher—. Necesitamos en el frente atodoslosmagosdebatallaquenosseaposibleconseguir.

—Nosqueríanporlaspiedrasrecargables—leexplicóGenevieve.FletcherloentendióentoncesyregresómentalmentealasclasesconRook,

durante su primer año. Las piedras recargables eran un grupo de cristales decorindónmáspequeñosydelmismocoloryseusabanparaalmacenarelmanaquedespués seutilizaba.Él sólo las habíavisto emplear comoayudapara losinvocadoresnovatoscuandotratabandeabrirporprimeravezportaleshaciaelinteriordeléter.Perosabíaqueeranfundamentalesenelfrente,dondeelexcesodemanaseusabaparamantenerlevantadoslosescudosdelosmagosdebatallaporencimadelastrincherascuandolosbrujosorcosleslanzabanbolasdefuegoporlanoche.

—LosÁcarostienenpocomanaperolorecuperanmásrápidoquelamayoríadelosdemonios.Asíque, todoslosdíasnosordenabanvaciarenellosnuestromanay,después,nosdecíanquenosfuéramos.Nonosconsiderabanimportantesporque nuestros niveles de invocación son bajos —dijo Rory, restregando elsueloconunabota.

—Asíquelesolicitamosalreyuntrasladoyélnoslohaconcedido,conlacondición de que tú nos aceptes —le explicó Genevieve, con una miradasuplicanteenlosojos.

Por dentro, Fletcher se alegraba. Por muy bajo nivel de invocación quetuvieran,contarconaquellaparejaseríaunaenormeventajaencasodebatalla.Por no mencionar el hecho de que los dos habían recibido formación enestrategiaymandomilitar.

—Seréissegundostenientes—dijoFletchertratandodecontrolarlaemociónde suvoz—.Peroestaréis almandodeunpelotóncadauno.Si aceptáis estascondiciones,seráunhonorcontarconvosotros.

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—¡Aceptamos!—exclamóGenevieveconunacarcajada.Acontinuación,Fletchersevioconunamatadepelorojoenlabocacuando

lajovenmagadebatallalediounfuerteabrazo.—Gracias—dijoRory,tendiéndolelamano.AúnapretujadoentrelosbrazosdeGenevieve,Fletcherconsiguiósacaruna

manoyestrechócálidamentelaqueRoryletendía.Porprimeravez,sintiócomosiRoryyGenevievelohubiesenperdonadodeverdadporestarapuntodematara Malaqui en el torneo. No se había dado cuenta de lo mucho que le habíapesadoesaculpaenlaconcienciahastaesemismomomento.

—Si semepermite el atrevimiento—dijoRotherham,mientrasGenevievesoltabaaFletcherparasecarseunalágrimadelojo—,vasanecesitarunoodossargentosparameterencinturaaestastropas.Enseñarleseloficio,porasídecir.Yo soy un veterano, he estado luchando desde que era un chiquillo. ¿Seríapresuntuosopormiparterecomendarmeparaelpuesto?

El canoso veterano pareció encogerse bajo lamirada de Fletchermientraséste lo pensaba. Se lo debía. Y necesitaba un sargento que transmitiera lasórdenesdeRoryyGenevieve.Yeraunguerreroexperimentado.Conocíacadatrucoyatajoquelastropaspudierantomar.¿Porquéno...?

—Deacuerdo,serássargento—convinoFletcher,altiempoqueledabaunapalmada aRotherham en el hombro y empezaba a adentrarse en la sabana—.PerodebessaberquesirCaulderseránuestrosargentomayoryrecibirásórdenesde él. Eso va también por vosotros dos, Rory y Genevieve: sir Caulder serávuestrosuperior.

FletchercontrolóeldeseodegirarseparamirarlaexpresióndeRotherham.Sinduda,aaquelancianolohabíanapartadomuchasvecesdelosascensosenelejército.Un sonido gutural de sorpresa fue lo único que le dio a Fletcher unapistadecuálhabíasidolareaccióndeaquelhombre.

—Ahoravamosaecharunvistazoanuestrastropas—dijoFletcher,mientrasse abría paso entre las altas hierbas en dirección al lugar donde estabanentrenandolossoldados.

HabíanformadouncírculoysirCaulderhabíasacadoaunaparejaparaquelucharanentresí.Losluchadoresnoestabanutilizandosusalabardas,sinopicaslastradas,esdecir,sencillospalosdemaderaconuntrozodemaderasujetoenelextremoparaimitarelpeso,lalongitudyelequilibriodelasalabardas.

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—Buen muchacho, Kobe —gritaba sir Caulder, pues el joven soldadoacababa de derribar a su oponente pasándole el palo bajo los pies y ahorasosteníaelbloquedemaderajuntoasucuello—.Usadcadapartedelarma.Elmangoylaempuñadurasontanútilescomolapunta.

Kobelucíaunabrillantesonrisa:susblancosdientesdestacaronencontrastecon la piel oscura cuando le tendió unamano a su oponente para ayudarlo alevantarse.Fletcherreconocióalluchadorderribadocomounodelosconvictos:un muchacho flacucho y dentudo con marcas de acné en ambas mejillas. Elmuchachoignorólamanoextendidaysepusodepietambaleándose.EscupióalospiesdeKobeysealejó.

Kobe se encogió de hombros y saludó a sir Caulder antes de regresar alcírculo.

—Descansad,muchachos—gritósirCaulderalverqueFletcherseacercaba—.Tomaosunrespiro.

Lossoldadossedejaroncaeralsuelo,agradecidos,ymuchosdeellosdieronun trago a sus botellas de agua. Tenían el rostro cubierto de sudor por losejercicios de ese día y Fletcher sospechaba que sir Caulder los había tenidoentrenandodesdeprimerahoradelamañana.

—¡Benditosseanmisojos!¿EséseRotter?—gritósirCaulder renqueandohacialoscuatro.

—Espere,¿loconoce?—preguntóFletcher.Entonces, cayó en la cuenta: la exclamación de sorpresa deRotherham se

habíadebidoalnombredesirCaulder,noasuascenso.—Puesclaroqueloconozco—dijoRotherhamconunacarcajadadeplacer

—. Hemos sido uña y carne desde que éramos unos muchachos. Además,servimos en el mismo regimiento un tiempo, antes de que este viejo tontoempezaraatenerairesdegrandezayseconvirtieraenelguardaespaldasdelordRaleigh.

—Nada de viejo tonto—dijo sirCaulder dando un empujón aRotherhamconelgarfiodelamano—.Sólosoyunosañosmayorquetú.

—¡Quécasualidad!—serioGenevieve.—Yasabesloquesedice—añadióRotherhamabrazandoasuviejoamigo

—. Hay soldados viejos y soldados valientes, pero no soldados valientes quelleguenaviejos.Creoquenosotrossomoslasdosúnicasexcepciones.

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—¡Ja!Puedequeunodenosotros losea—dijosirCaulder.Miróa losdosnuevosoficialesylesguiñóunojo—.Rory,Genevieve,québienqueoshayáisunidoanosotros.Esperoquenooshayáisolvidadodeloqueosenseñé.

—No,señor—contestóRoryalavezqueledabaungolpecitoalfloretequellevabasujetoalacintura—.Estamoslistosparameternosdelleno.

—Bueno,porahorano.Aúnnosquedanunassemanashastaqueocupemosnuestro puesto en ese paso de montaña de allí —dijo sir Caulder, mientrasseñalaba los picos de la sierra que se alzaba tras las ruinas de la mansiónRaleigh.

Fletchermiróhacialasmontañastratandodedistinguirdóndeestabaelpaso.ParecíaquehabíaunpuntodondelospicossecurvabanhaciadentroacadaladoformandounaU,conunapendienteenlapartedeabajo.Ahoraquelasmiraba,lasmontañasparecíanmuypróximas.Seestremecióalpensarenlocercaqueseencontrabandelasjunglasdelosorcos.Necesitabaquesushombresestuviesenlistoscuantoantes.

¿QuiénsabíacuándoabandonaríansuspuestoslastropasdelordForsyth?

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—¡Muybien,muchachos,prestadatención!—exclamóRotherham.EstabaanocheciendoysirCaulderhabíaterminadoporfinsuclaseconlos

reclutasyleshabíaconcedidounmomentoparaengullirbocadillosdecarnedevenado antes de volver a lo que se había convertido en su campo deentrenamiento:elviejojardíndelamansiónRaleigh.

—Osvoyaenseñarlaformaadecuadadecargarydispararunmosquete—continuóRotherham—.Unsoldadodeélitepuederealizarcuatrodisparosenunsolominuto.Sepuedehacerylovoyademostrar.Yovoyahacercinco.

Rotherhamsedescolgóelmosquete,unarmaidénticaentodoslosaspectosalasde lossoldados.La levantóhastacolocárselaa laalturadelojoymovióelarmahaciasuobjetivo:eltocóncubiertodesetasdeunárbol.

—Unmosquete podrá hacer blanco en un objetivo de doce centímetros acuarentaycincometros,másomenosladistanciaalaqueseencuentraeltroncodeallí—dijoRotherhamentrecerrandolosojosalmirarporelcañón—.Cuandose dispara a un grupo de enemigos, abriremos fuego a más del doble dedistancia,peroquemeaspensinosoiscapacesdeelegirvuestroobjetivocuandoesténatiro.Caulder,cuentaunminutocuandoyodispare.

SirCaulderasintióylevantóenelaireunrelojdebolsillo.—Ahora,contadconmigo—gritóRotherham—.¡Uno!Disparó enmedio de unanubede humoy el tronco entero tembló cuando

una bala astilló la parte central. Fletcher abrió los ojos como platos cuandoRotherhammoviólamanorápidamente,cogióuncartuchodelacartucheraquellevabacolgadaauncostadoy,después,abrióelextremoconlosdientes.Echóuna pizca de la pólvora en la cazoleta del mosquete y, acto seguido, por elextremodelcañón.Sonólabaquetaalsalirporsuranura,pordebajodelaboca

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delarma,yRotherhamla introdujounavezporelcañón, luegootra.Después,volvióameterlaensusitioyseapoyóelmosqueteenelhombro.Conlamano,tiróhaciaatrásdelpercusordelarma.Unsegundo.Pum.

—¡Dos!Eltocóntemblódenuevocuandootrabaladelmosquetedioenelblancoy,

denuevo, se repitió todoelproceso.Fletcher sonrióalviejoyastutoveteranomientrasrealizabaconlasmanoslosmovimientosquehabíapracticadodurantecasiunadécada.Elairesellenódelolordelazufreyelhumoseelevóentrelosreclutas que observaban asombrados a Rotherham. Siguieron contandoentusiasmados:susvocesresonabanenlallanuracomouncorodelestallidodeldisparodelmosquete.

—¡Tres!Otro disparo se incrustó en el árbol, levantando una nube de polvo.

Rotherhamnovacilóenningúnmomentomientrasescupíaelpapeldelabocaycargabadenuevo.Susmovimientoserancasimecánicos:movía losdedosconagilidad y rapidez mientras manejaba el arma como si fuera un instrumentomusical.

—¡Cuatro!Elobjetivoestabaquedandodestrozado,convertidoenunmontóndetrozos

de madera que colgaban en un revoltijo de astillas y serrín. Seguramente yahabría pasado un minuto. Pero no. Sir Caulder seguía mirando su reloj debolsillo. Rotherham estaba sudando, pero movía las manos con precisión.Deslizólabaquetaporelcañóny,acontinuación,sólounadécimadesegundodespués de que Rotherham realizase su quinto y último disparo, sir Cauldergritó:

—¡Tiempo!Los soldados lanzaronhurras y aplaudieron, algunos tosiendopor el humo

queaúnlosrodeaba.HabíasidounahazañadeauténticadestrezayFletcherlarecordaría en el futuro. Con un ejército que pudiera disparar así, serían unenemigodearmastomar.

—Le he concedido un segundo más—susurró sir Caulder al acercarse aFletcher—.Perohasidounestímuloparalosdemás,¿verdad,muchacho?

—Desdeluegoquesí—contestóFletchermientrasveíacómosussoldadosse ponían de pie y felicitaban a su sargento—.No se lo diga a él. Se sentiría

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decepcionado.—Ni pensarlo—dijo sir Caulder sonriendo a la vez que el viejo veterano

aceptabaaregañadientesloselogiosdelosreclutas—.Hemosluchadojuntosenmuchasbatallasymehasalvadode losdisparosmuchasmásvecesde lasquepuedorecordar.Seráunsargentoexcelente.

Elanochecerseacercabadenuevo,lanzandounresplandorcálidoyanaranjadosobrelatierra.Loshombresestabanalineadosconsusobjetivosaunadistanciade cuarenta y cinco metros: unas losas llenas de musgo, arrojadas por laexplosióntantosañosatrás.Rotherhamleshizorepetirlosmovimientosdecargasinmunición real al principio, para que no la desperdiciaran. Pero después deuna hora corrigiendo su técnica, pensó que estaban listos para comenzar adispararconcartuchosdeverdad.AhoraFletcher,RoryyGenevievesehabíanhechoaunladoyobservabansuactuación.

—Preparados—gritóRotherham.Seoyóelchasquidodetreintayochopercusoresalecharloshaciaatrás.—Apunten.Treinta y ocho mosquetes se levantaron y se apoyaron en treinta y ocho

hombros.Fletchermirólalíneadefuego.Sietearmasparecíanmásbajasdebidoaladiferenciadealturadelosenanos.

—¡Fuego!El ruido alcanzó los oídos deFletcher y el humo estalló lanzandograndes

bocanadas blancas. Las balas de los mosquetes acribillaron las losas, peroFletcher contó no más de una docena de nubes de polvo que salieron de losobjetivos. El resto de los impactos se perdieron entre las hierbas altas queestabandetrásoseincrustaronenlatierra,aunoscentímetrosdedistancia.

—¡Carguen!—ordenóRotherham.Seoyóunestrépitodearmasymovimientosfrenéticosmientrasloshombres

cogíanloscartuchosylosabríanconlosdientes.Fletcher contaba en silencio.Quince segundos habían pasado antes de que

Rotherhamgritara:—¡Preparados!Eraundesastre.Lamayoríadeloshombresseguíancargandosuscañonese

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inclusolosmásrápidoscontinuabantratandodedeslizarlasbaquetasparavolveracolocarlasensusitio.

—Apunten—gritóRotherham.Sóloselevantaronunpuñadodemosquetes.—¡Fuego!Tresmíserosdisparosseesparcieronentrelahierbaseguidosdeunabaqueta

quesaliódandovueltas,disparadaporuntiradorquehabíaolvidadosacarladelcañón.Niunasolabaladioenelblanco.

Rotherhamsuspiróalavezquesepasabaunamanoporlacaraenungestocansado.

—Espantoso—gruñó—. Puntería penosa. Carga lamentable. Nos veremostodoslosdíasalatardecerparapracticar.Ycontinuaremoshaciéndolohastaquesepáis realizar al menos cuatro disparos en un minuto. Seréis los mejores,caballeros.

—Hasidonuestraprimeravez—sequejóelconvictoconmarcasdeacné.—Sihacéisestoenelcampodebatalla,losorcosseoscomeránvivos—le

espetó Rotherham, al tiempo que se giraba hacia él—. Vuestra supervivenciamisma depende de vuestra rapidez y precisión en elmomento de disparar esemosquete.

Losreclutassemiraronlospies,avergonzados.—Pero no tenéis de qué preocuparos—dijo Rotherham con un repentino

tono alegre—.Muypronto convertiremos los toconesde los árboles en serrín.¡Podéismarcharos!

Los soldados soltarongemidosde alivioyvolvieron a la iglesiadejandoaFletcher con Rory, Genevieve, sir Caulder y Rotherham. Esperaron hastaquedarsesolos.

—Vamos a necesitar más munición para los entrenamientos —dijoRotherham,entonodedisculpa—.Eslamejorformadeaprender.

—Latendrás—contestóFletcher—.Peronecesitoquemedes losnombresdelosochomejorestiradores.Notienenporquéserrápidos,perosíprecisos.

—¿Paralosrifles?—preguntóRotherham.—Exacto.—Atholmelosenseñóalvenir—dijoRotherhamrascándoseelmentón—.

Ya tengo unos cuantos en mente. Los buenos tiradores siempre vienen bien.

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Puedenliquidaralosquevandelanteconunadescargayeliminaraexploradoresyguardiasenemigos,segúnseaelcaso.

—Bien —dijo Fletcher—. Sir Caulder, puede dedicar la tarde alentrenamiento.

—Meparecebien—respondiósirCaulder—.Prontoestaránformados.Lesenseñaré a enfrentarse a lanzas, porras, macanas, caballería y todo lo demás.Concédemeunassemanasconellos.

—Tenemos de tiempo hasta que esos hombres que protegen el paso demontaña se marchen—dijo Fletcher al tiempo que miraba hacia la sierra—.Después,tendremosqueesperaraquelosorcosnonosataquendeinmediato.

Fletchersintióunescalofríoenlaespalda.LehabíadichoaKhanqueeraunRaleigh. El orco albino sabía que ésas eran las tierras de sus antepasados. Sibuscabavenganza,éseeraelprimerlugarqueasaltaría.

—Prepárelos —dijo Fletcher sintiendo un escalofrío a pesar del calor—.Quizálosnecesitemosantesdeloquepensamos.

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Los días parecían confundirse cuando empezaron los entrenamientos en serio.Fletcher, Rory yGenevieve llevaban a los soldados a la llanura cadamañanatempranoparaenseñarlesmaniobras:marcha,giros,formaryvolveraformarendistintasfilasrápidamente.

Después, estaban las formacionesmás complejas, comohacer un schiltronparaprotegersedeunasaltoacaballo;loshombressedisponíanencírculoylasfilas delanteras utilizaban las alabardas para atravesar a los animales quecargaban sobre ellos mientras que las de atrás disparaban de maneraindiscriminadaalacaballería.

Otra táctica era laordende retirada, cuandovarios equiposde tiradores secubríanunosaotrosmientrasseretirabanengruposdeseis.Enlasescaramuzas,loshombressedesperdigabanenunaformaciónsindefinirparaconvertirseenobjetivosmásdifícilesparalasjabalinasquecaían.Tambiénpracticabanlacargadisciplinada, diseñada para que un muro de hombres colisionara con susoponentesenunasolaoleada.

Por orden de Fletcher, Rory y Genevieve recibieron un equipo de quincesoldados cada uno para que los entrenaran, con una participación idéntica deenanos, elfos y humanos.Losotros ocho fueron seleccionadosporRotherhamparaconvertirlosenfusileros:losentrenabaporseparadoendíasalternoshastaquesupieronarrancarunabayadechacalacienmetrosdedistanciaydarleauntronco tres de cada cinco veces desde cuatrocientos metros. Practicaron supuntería contra objetivos enmovimiento y, cada noche, la colonia cenaba losfrutos de sus esfuerzos: filetes chisporroteantes de ágiles gacelas y órices delargos cuernos, y, una noche, incluso un búfalo robusto alimentó a toda lapoblacióndeRaleighshire.

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Por las tardes,sirCaulderentrenabaa los reclutasenelcombatehastaqueestaban cubiertos de sudor. Fue perfeccionando sus técnicas de tal modo queFletcherapenasreconocíayaaaquellossoldadosbronceadosporelsolcuandoluchabanentresíbajoelcalordelatarde.Loshombresaprendieronenseguidaatemer a sir Caulder. Los que se enfrentaban a él terminaban retirándoserenqueandoyconhematomasrojosenbrazosycara.Aunasí,aquellossoldadosse estaban convirtiendo en un ejército formidable y las armas con las quepracticaban se desdibujaban con la misma velocidad y ferocidad con que seatacaban entre sí.Al final de cada sesiónde entrenamiento, habíamásde unamagulladura y Fletcher se sorprendía al ver que los soldados se curaban cadaheridacomosiestuviesenlimpiándoseunamancha.

Encuantoalasnoches,loscolonosempezaronadiferenciarlashorasdeldíaporlaintensidaddelosdisparosysabíanqueelsolseestabaponiendocuandoelsilencio caía de nuevo sobre la llanura. Fletcher se aseguró de que él,Rory yGenevieve tuvieran la misma formación que sus soldados en el arte de losmosquetes y, aunque dormían cada noche con los hombros doloridos y losnudillosdesollados,alfinaldelprimermestodoserancapacesdedispararcuatrovecesenunminuto,comounreloj.

Fue un alivio cuando Rotherham declaró que estaban preparados pero, acontinuación,llegaronlastácticasdetiro.

Tenían que disparar por filas: la primera disparaba y se arrodillaba en elmomento de volver a cargar, la segunda se ponía de pie y disparaba acontinuación.Deesemodo,elenemigorecibíacadasietesegundosuna ráfagadebalasdemosquete.Tambiénpracticabanlaestrategiadelfuegodepelotón,enlaquecincohombresdisparabana lavezenla líneadeinfantería,provocandounconstantezumbidodebalasqueselanzabanhaciaelenemigo.

Alfinalizaraquelprimermes,lossoldadosestabanmásqueacostumbradosalasmaniobrasmilitares,demodoqueFletcherysusdostenientesselosllevabana expediciones por la sabana para cazar o para buscar ébano. Pronto tuvierontantacarnequenosabíanquéhacerconella,inclusodespuésdequeIgnatiusseatiborraseconlassobras.

Así pues, Fletcher envió convoyes demercancías para vender la carne—previamenteconservadaenbarrilesdesal—enlosmercadosdeCorcillum.Encuanto a lamadera,Fletcher enviaba a los hombres a que cortaran, podarany

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seccionaran los árboles adentrándose en la sabana, para después arrastrar lamadera en trineos improvisados. Participaba en cada tarea, asegurándose detrabajarmásduroqueningunodeellos,demodoque,aregañadientes,seganósu respeto.Antesdequeacabarael segundomes, los soldadoshabíanperdidotodasugrasainfantilysuscuerposerantanesbeltosycorreososcomolosdelosperros de caza. InclusoKobe y sus delgaduchos compatriotas se cubrieron demúsculosyFletchernosehabíasentidomásfuerteensuvida.

Ahoraquecontabancon la intervenciónde lossoldados,Raleightowntuvoenseguidasuficientemaderacomopara terminarsusproyectosdereparaciónyreconstrucciónynuevos troncosdeébanoencontraronpor fin suhuecoen losconvoyes de mercancías. Bajo la supervisión de Berdon y Thaissa, las casasestuvieron terminadas rápidamente y los colonos no tardaron en instalarse. Laiglesia se convirtió enseguida en comedor y lugar de reuniones, con cristalesnuevosenlasventanasylargasmesasdemaderanegraquelaocupabandeparedapared.

Fletcherempezóadesearlallegadadecadanoche,cuandoelfelizmurmullode lasconversaciones inundabael espacioypodíadejarse llevarpor laalegríageneral.ÉlyBerdonhabíanconvertidolaviejaherreríaensuhogarypasabancadanocherecordandoviejostiemposyhaciendoplanesparaelfuturo.

Con cada regreso de las expediciones comerciales, venían con ellas oro ymás provisiones y Fletcher dividía equitativamente los ingresos entre lostrabajadores y él mismo. Al ver los beneficios, empezaron a surgir nuevosproductosentreloscolonosemprendedores.Searrancabanfrutasexóticasdelasparcelasdeárbolessilvestresysevendíanjuntoalacarne.Losprimerosfardosde lanadesupequeñorebañodeovejasseañadieronpocodespuésa losotrosproductos,aunquelosataquesdeleonesychacaleshabíanreducidoelrebañoauntercio.

Pero no todo eran buenas noticias. Fletcher no podía visitar a su madre.Habíarecibidounmensajedelosmédicosdelreyenelqueledecíanqueestabamejorando pero que temían que verlo a él, en un momento tan frágil de surecuperación,pudieradevolverlaasuanteriorestado.Loatormentabanopodervisitarla, pues lo habían separado de ella sin una despedida en condiciones lanocheenquehabíanregresado.

Aunasí,elhechodepodervolarotravezlesubíaelánimo,inclusoestando

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tantriste.Cadaamanecer,montabaenIgnatiusyseelevabahacialoscielossinnubes. El ala de Athena estaba por fin curada, de modo que la alegría delGrifuelo completaba la de Fletcher mientras sobrevolaban aquel paisaje ymemorizabancadapliegueygirodelterrenoquehabíanllegadoaconsiderarsuhogar. Volar era magnífico y Fletcher no podía creer que algunas personaspudieranpasar todasuvidasinexperimentarlo.Peropormuchoque trataradepersuadir a Berdon, el corpulento herrero se negaba siquiera a montar sobreIgnatiusy,muchomenos,adejarqueelDracoloelevaraunosmetrosdelsuelo.

Aunqueély loscolonosestabancontentos,habíadivisionesenel senodelejércitodeFletcher.Enningúnlugarsenotabamásqueenlascenas.Losenanospreferían sentarse a susmesas, capitaneadas por un enano de expresión ariscallamadoGallo,cuyabarbaera tan largaque teníaquemetérselapordentrodelcinturón.FletchersupoporThaissaqueélylosdemásenanosreclutashablabanentre ellos el idioma de los enanos incluso cuando los humanos estabanpresentes,loquelesgranjeólairademuchossoldadoscompañerossuyos.

Kobeysusantiguosesclavoshabíanestablecidovínculosconlosconvictos,queerandescaradoseimpetuosos,perodebuencarácter.Pordesgracia,elmáspopulardeelloseraelmuchachoconmarcasdeacnéquesellamabaLogan,unalborotadornato.Noerararoverlosaélyasuscolegasreírsedealgunabromaacostadeunenanoounelfo.

Luego estaban los reservados elfos, con Dalia como cabecilla. Se habíamostradocariñosaconFletcherenlosúltimosmesesysucaráctereracivilizado,aunquealgobrusco.Sinembargo,Fletchernoestabasegurodehaberseganadodeverdadsurespetoosihabíasido la llegadadeuna insólitamascotaparasuejércitoloquehabíaprovocadoqueellaestuvierademejorhumor:unzorrodeldesierto,pequeñocomouncachorrito,conelpelajeblancoydoradoylasorejasexcesivamentegrandes—parecidasa lasdeunmurciélago—queeranpropiasdesuespecie.

Había empezado a seguirlos durante sus incursiones en la sabana parapedirles lassobrasde lacarneydeleitarsecon lascostillasque lossoldados ledaban.Dalia había adoptado de inmediato a aquella pequeña criatura y desdeentonceselzorrolaacompañabaatodaspartes,trotandoasuspiesduranteeldíay durmiendo junto a ella por la noche.Aunque el zorro era supuestamente deDalia,todalacompañíadesoldadosloconsiderabacomounbuenaugurioyle

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habíanpuestoelnombredeConejodebidoa susorejas.Recibía losmimosdetodosycadaunodeellosy,devezencuando,conseguíaarrancarleunasonrisaalrostrodeDalia,normalmenteserio.

Una noche como otra cualquiera, cuando ya llevaban dos meses deentrenamiento,empezaron losproblemas.Casi todos loscolonossehabían idoya a la cama, pues el entrenamiento había duradohasta tarde y lamayoría deellosyahabíancomidocuandolossoldadosllegarona la iglesia.Esedíahubopocacazaysucomidaconsistíaenunestofadohechoconrestosdeldíaanterior,porloquelosánimoseranmáslúgubres.

Fletcherestabasentadoenelextremode lamesaconRory,Genevieve,SirCaulderyRotherhamcuandosediocuenta.Loganhabíacogidomediarebanadadepanyselahabíacolocadosobreelmentón,comosifueseunabarba,alavezquesacabalalenguaalosenanos.Quizásólofueseunabroma,perolosenanosno sonreían.Más bien lo contrario. Y por el modo en quemiraban a Logan,Fletcherpensóquenoeralaprimeravezqueseburlabadeellosdeesaforma.

—Simepusieraderodillas,nohabríaningunadiferencia—anuncióLoganganándose las risas de losmuchachos que estaban sentados a su alrededor—.Además, los enanos se han estado arrodillando mucho últimamente, ¿no escierto,chicos?

Aquellaburlaprovocóqueunenanosepusiesedepie,peroGalloloobligóasentarsedenuevoylesusurróalgoaloído.

Decepcionadoporlafaltadereacción,Logandirigiósuatenciónaloselfos.Partióelpanendosysepusountrozoencadaladodelacara,comosiquisieraimitarsusorejas.

—¿Quéopinan,señoras?—gritóalaselfinas—.¿Meparezcolosuficiente?Detodosmodos,enlaoscuridadtodossoniguales,¿no,muchachos?

Daliasalvó ladistanciaque losseparabadeunágil saltoyagarróaLogandelcuello.Lahojadeunestileteapareciódelanada.

—¿Quieresparecerteaunelfo?—ledijoentredienteslaelfina—.Dejaqueteafilelasorejas.

Derepente, loscuchillosquesehabíanusadoparacomerdesaparecieronyquedaronocultosbajolasmesas.Losconvictossepusieronenpiedeunsaltoy

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Logansoltóungritoqueeraunamezclademiedoyrabia.—¡Quietosahoramismo!—gritóFletcher.Elcorazón le latíacon fuerzaenelpechoy le sorprendía lavelocidadcon

que sus soldadoshabíanpasadode ser compañeros a enemigos.Pero antes dequepudieradecirnadamás,elestiletedesaparecióyDaliaempezóaretrocederdeespaldasconunasonrisadepredadora.

—¿Quétepasa,Logan?—preguntólaelfina,inclinandolacabezaaunlado—.¿Nosabesaceptarunabroma?

Élfarfullóunarespuesta.Todalasalaconteníaelalientoy,acontinuación,Logan volcó su cuenco con un gruñido y se marchó dando resoplidos.Desaparecióen lanoche trasatravesar lapuerta.La tensiónse relajóunpoco.Loscuchillosaparecierondenuevosobre lasmesasyel levemurmullode lasconversacionesllenóotravezlasala.

Fletcher se dejó caer en su asiento a la vez que soltaba un lento suspiro.Habíaterminadotodo,porahora,perocuandoelprimeratisbodealivioredujolavelocidaddesuspulsaciones,pensóenelrestodelanoche.

—Quieroquevosotroscuatrodurmáisestanocheenlosbarracones—ledijoaRory,Genevieve,sirCaulderyRotherhampensandoenellimitadoespacioenelquesealojabanlossoldados—.Aseguraosdequelacosanopaseamayores.

—Tienesrazón,muchacho—susurrósirCaulder—.Perotodoestonosevaaolvidarenunanoche.Sellevafraguandodesdehaceuntiempo.

—Losé—dijoFletchermientrasveíaalosenanossalirdelasalayobservarconevidentehostilidadalosconvictos.Acontinuación,Gallosegiróysepasóundedopor el cuello, con lamisma sutilidadque si lanzaraun ladrillo contraunaventana.

Fletcher resopló con los dientes apretados, invadido por la frustración. Élhabíapermitidoqueaquellofueraenaumentoyseenconaradíatrasdía,habíapreferido hacer la vista gorda amedida que la división aumentaba. Ahora, eldañoyaestabahecho.

Yletocabaaélarreglarlo.

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Elgolpeteodelasgotasdelluviaacompañabalasfuertespisadasdelossoldadosmientras formabanen laplazadeRaleightown.Erauna lluviacálida,degotasgruesasypesadasqueempapabanelpelodeFletchery lecaíansobre losojosmientrassupervisabaelejércitoqueteníaanteél.Elentrenamientodelamañanahabíasidocanceladoyahoratendríanqueafrontarlasconsecuencias.

Enalgúnlugaralolejos,elsuaveretumbardelostruenosresonabaentreelfuertegolpeteodelasgotas.Ensumente,FletchersentíaqueIgnatiusyAthenaestabanporencimadelatormenta,disfrutandodelosvientosquelespermitíanplanearaltosintenerquemoverlasalas.Fletcherloshabíaenviadoavolarsinél,puesnodeseabacastigarlesporunerrorsuyo.

Lossoldadosestabanallídepie,empapadosytaciturnos.Ningunodeelloslomiraba a los ojos mientras él esperaba, con los brazos cruzados y los ojosentrecerrados. Los observaba mientras aguardaba a que el verde de susuniformesseoscurecieraconelaguayelpeloselesquedarapegadoalacabeza.Elmensajeeraclaro:aquelloerauncastigo.

—Estoy avergonzado —gritó moderando la frustración de su voz yconvirtiéndolaenuna furiacontrolada—.Sesuponíaqueerais losmejores,unejército del que sentirse orgulloso. Miraros ahora. Peleándoos como niñoscaprichosos.

Se detuvo y examinó sus rostros. ¿Era vergüenza lo que veía? ¿O sólofrustraciónporquelosobligabaaestarfuera,bajolalluvia?

—La culpa es mía —masculló Fletcher—. Llevo demasiado tiempopermitiéndolo.Asíquevoyadarosunaoportunidaddeolvidarlotodoyacabarconesto.

AhoraeranelloslosquemirabanaFletcher.

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—Logan,Dalia,Gallo,venidaquí—ordenó.Los tres salieron a regañadientes de la fila y caminaron hacia delante.

FletcherleshizounaseñalaRoryyGenevieveconunsutilgirodelamanoylosdos oficiales salieron del refugio de los barracones para unirse a ellos bajo lalluvia.SirCaulderyRotherhamlosmiraban.

Entonces, Fletcher levantó la mano. Unos hilos transparentes de energíacinéticasalierondelapuntadesudedotatuadoyseenroscaronalrededordelospiesy lasmanosdeLogan.Elmuchachoahogóungritocuandosintióque loshilos se tensaban y que la lluvia salpicaba en la cuerda invisible que ahora louníaaldedoresplandecientedeFletcher.

A su lado, Gallo y Dalia también trataban de deshacerse de sus atadurasmientrasRoryyGenevieveseguíanlasinstruccionesqueFletcherleshabíadadoesamañana.

—¿Quéhaces?—gritóLogan.—Comooshedicho,todostienenunaoportunidad—respondióFletchercon

tonoserio.Miróalossoldados,queobservabansorprendidos.—Enanos, elfos, quiero que forméis una única fila delante de Logan. El

resto,delantedeGalloyDalia.Lossoldadosseloquedaronmirandodenuevo,paraluegodesviarlamirada

haciasuscompañerosmaniatados.—Yalohabéisoído.¡Hacedlo!—ordenósirCaulder,locualmotivóquelos

soldadosfuesencorriendoaocuparsuspuestos.—Logan hizo anoche comentarios odiosos sobre vuestras razas—anunció

Fletcher—.GalloloamenazópasándoseundedoporelcuelloyDalialepusouncuchilloenlagarganta.Ningunodelostresesinocente.

Respiróhondo,conlaesperanzadequesuplanfuncionara.—Tú,Tallon—dijoFletcherapuntandoaunenanoqueestabadelante.Era uno de los que se había levantado con rabia al oír los comentarios de

Logan.Tallonlomiróconunaexpresióndemiedoenelrostro.—Pégale.Tallonvaciló.—Yo...—Anocheteviponertedepie,dispuestoapelear—gritóFletcheratravésde

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lalluviamientrasseacercabaaTallon—.¿Esasícomotratasatuscompañerosdefatigas?

Segiróhacialossoldadosqueestabandetrásdeél.—Lamayoríateníaiscuchillosenlasmanos.¡Noloneguéis!Ahora veía que se avergonzaban.Bajaban lasmiradas y giraban la cabeza

haciaotrolado.—Puesaquítenéisvuestraoportunidad—gruñóFletcher.Tallon miró al muchacho que tenía delante. Logan lo miró a los ojos y

levantóelmentón,enungestodesafiante.—Vamos—espetóFletcherdandounempujónaTallon.El enano se tambaleó sobre los adoquinesy recuperó el equilibrio apocos

centímetros de Logan. Miró fijamente a su rival, entrecerrando los ojos paraprotegerse de la lluvia que seguía cayendo. Entonces, Tallon le dio un suaveempujónenelhombroaLogan.

—Estoesunaestupidez—dijoTallonbuscandoapoyoentrelosdemás.Peropermanecieronensilencioyselimitaronadevolverlelamiradaconmiedoenlosojos.

—¿Aesolellamaspuñetazo?—preguntóFletcher—.Creíaqueloodiabas.—Noestábien—respondióTallon.—Parecía que estabas dispuesto a clavarle un cuchillo anoche —dijo

Fletcher a la vez que le clavaba un dedo a Logan—. Esto no es nada encomparación.

—Novoyahacerlo—repusoTallon.—Entonces,vuelvealafila—gruñóFletcherapartándolo.Volvió a girarse hacia las tropas, acechando entre las tres filas. Detuvo la

miradaenCooper,unodeloscompinchesdeLogan.—¿Ytú,Cooper?—lepreguntó—.¿OdiasaGallo losuficientecomopara

ajustarlelascuentas?ElmuchachofulminóconlamiradaaGallo,cuyorostropalideciócuandoel

muchachodiounpasoadelante.—Déjalo en paz —dijo Cooper—. Lo arreglaremos como lo hacen los

hombres.Unocontrauno.—¿Qué pasa?—preguntó Fletcher—. Ahí está tu enemigo. Justo ahí. Lo

únicoquetienesquehaceresextenderelbrazoygolpearlo.

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—Estáindefenso—dijoCooper,negandoconlacabeza.—¿No matarías a un orco si perdiera su arma en la batalla? —preguntó

Fletcher—.Estaríaindefenso,¿no?—Esoesdistinto—protestóCooper.—A los dos los odias como enemigos, ¿verdad?—dijo Fletcher—. Él no

significanadaparati.Hazlo.Cooperdiounpasoadelanteehizocrujirelcuello.MiróaGalloalosojosy

tensó los músculos de la mandíbula al apretar los dientes. Pero algo lo hizocontenerse.

—No—dijoCoopernegandoconlacabeza—.Novoyahacerlo.Fletcherempujóalmuchachohacialafila.—¿Alguienmás?—preguntóFletcher—.Algunodevosotrostienerabiaque

quieraliberarsobreestostresindividuos.Ahoratenéisvuestraoportunidad.MiróalmuchachoqueestabadelantedeDalia,unantiguoesclavollamado

ArifquesehabíaapresuradoacogeruncuchilloparadefenderaLogan.Ariflevantólasmanosyretrocedió,retirándosealfondodelafila.—Asíque,derepente,yanadiequierehacerledañoanadie—dijoFletcher

forzandounacarcajada—.¿Quéhacambiado?Laúnicarespuestaqueconsiguiófueelchapoteodelalluviayelestruendo

lejanodelatormenta.—Ésta es la cuestión —dijo Fletcher pasándose una mano por el pelo

empapado—.Siosodiaraisunosaotros,esteespectáculohabríaresultadomuydiferente.Perovuestroproblemanoeselodio,sinoelorgullo.

Negóconlacabeza,enungestodedesaprobación.—Demasiado orgullosos como para aguantar el insulto. Demasiado

orgullosos como para quedar en evidencia. Demasiado orgullosos como paraperdonar.

Lossoldadospermanecíanensilencio,avergonzadosmientrasFletcherdabariendasueltaasurabia.

—¿Veiseso?—preguntóFletcherapuntandohaciaatrás, endireccióna lasruinasdelacasadesusantepasados—.Mifamiliafuemasacradaporlosorcos.Todosloshabitantesdeestaciudadfueronempaladosyabandonadosparaquesepudrieranenlosbordesdelajunglaquehayalotroladodeesasmontañas.Esoesodio.Éseeselenemigo.

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Liberó a Logan del conjuro cinético dejando que el muchacho cayera derodillassobreelempedrado.Trashacerlesunaseñal,RoryyGenevievehicieronlomismoyGalloyDaliacayeronalsuelo.

—LosForsythloorganizaron—dijoFletcher.Violasorpresaenelrostrodetodos—.Lesdijeronalosorcoscómoentraryadóndeir.Esverdad.

LevantóaLogandelsuelo.—Comomuybiensabéis,sufamiliahasembradoladesuniónentrenuestros

pueblosensupropiobeneficio.Yvosotrosestáisensusmanos.Sealimentandevuestroorgullo.Devuestromiedoalodesconocido.Noselopermitáis.

FletcherseinclinóhaciadelanteysusurróaloídodeLogan:—Vuelveahacercomentariosdeesetipoyquedarásfuerademiejército—

ledijo—.Éstahasidotuúnicaoportunidad.Loganvolvióconlosdemás,ayudadoporunpequeñoempujóndeFletcher.

Sumensaje a Logan había sido alto y claro, aunque las palabras en sí no lashubieseoídoelrestodelatropa.GallolededicóaFletcherungestoderespetocon la cabeza mientras volvía a las filas, aunque Dalia se alejó sin dignarsesiquieraamirarlo.

Fletchersuspiróensilencio:saberloquepensabaDaliaeratandifícilcomosaber lo que pensabaSylva.Aun así, sabía que la rabia de los soldados habíaquedadoaplacadaporelmomento.Esperabaquesiguieraasí.

—Milord—gritóunavoz.Fletchersegiróyvioaunmuchachoquesalíaporlacallededetrásdeélconexpresióndemiedo—.Vienensoldados.

Fletchersediolavueltaparamirarhacialasmontañas,pordondevendríanlosguardiasdelosForsyth.Peronovionada.Elmuchacholetiródelamangayapuntóhacialacallepordondehabíallegadoél.

—No,milord,porallí.—Nohayrazo...—empezóadecir,perolaspalabrasseleatascaronenlos

labios.Unoshombresllegabandesdeelnorteyquedaronalavistadetodoelmundo

algirarporlacalleprincipaldeRaleightown.Incluso a esa distancia, Fletcher distinguió los colores negroy amarillo de

susuniformes.EranlossoldadosdeDidric.

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Eran decenas. Al menos, sesenta, según los cálculos de Fletcher. Desfilabanrápidamenteporlacalleapesardelalluvia.Alacabeza,Fletcherpudoveraunhombreconaspectodegorilaqueavanzabapesadamente:Jakov.Juntoaél ibaDidric.ParasorpresadeFletcher,el jovennoble llevabaaún lamediamáscaradelbaile.Estabaclaroquelegustabalaaparienciaqueledaba.

Berdonseagachóparapasarpor ladoblepuertade lafraguayseacercóaFletcher,mirandoconlosojosentrecerradosatravésdelalluviaaloshombresqueseacercaban.

—¿Qué crees que han venido a hacer?—preguntó—. Son los guardias deDidric,sinomeequivoco.

—Nolosé—contestóFletcher—.Perosíséquenopuedesernadabueno.Distinguió una sonrisa de satisfacción en el rostro de Didric, que se fue

haciendomásymásampliacuandosemiraronalosojos.—¿Les decimos a los hombres que preparen sus mosquetes? —preguntó

Berdon.—No —contestó Fletcher—. Si hubiesen venido a masacrarnos habrían

utilizadoelelementosorpresa.Y,detodosmodos,conestalluvialosmosquetesnodispararían.

Considerólasituación.Sushombresteníanalabardasymosquetes,perolosriflesseguíandentro.

—¡Sargentos,venidunmomento!—gritó.SirCaulderyRotherhamseacercaronrápidamente.—SargentoRotherham,sube los riflesa laventanade laplantadearribay

cárgalos.Prepárateparadispararporsihayproblemas.—Sí,señor—respondióRotherham.

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—Sir Caulder, ponga a los hombres en formación de media luna en laentrada.Quieroqueesténrodeadoscuandoentren.

SirCaulderasintióyempezóadarórdenesasussoldados.—Genevieve,Rory, asumidelmandodevuestras tropas.Nopermitáisque

empiecenalgoquenopodamosterminar.Estosevaaponerfeo.Laparejacorrióacumplirconsudebery,casicomosiestuvieraplaneado,la

lluviaseredujoaunafinallovizna.—Berdon,métetedentro—dijoFletcher.—Estavezno,hijo—respondióBerdonquedándosefirmeasulado.Sesacó

unmartillodeherrerodelcinturónylodejócolgandoentrelosdedos.FletcherllamómentalmenteaIgnatiusyaAthenaparaqueregresaran.Pero

estabanavarioskilómetrosdedistancia,trashabervoladoendirecciónnoroestehacialosconfinesdeRaleighshire.Tardaríanmediahoraenvolver.

Yentonces,llegaronlossoldadosdeDidric,quesedetuvieronjustodelantedelafinalíneaqueformabanlastropasdeFletcher.Trasellos,pudoverqueloscolonos loshabíanseguido.Sumaban,en total,unosveintehombresymujeresadultos,locualhacíaqueestuvieranprácticamenteenigualdadnumérica.

—Así que es aquí adonde vinisteis corriendo—dijoDidric, al tiempo queextendía los brazos. Detrás de él, algunas contraventanas se abrían mientrasotrosvecinosmástímidosmirabanpordetrásdelascortinas.

—¿Aquéhasvenido,Didric?—preguntóFletcher.—No hay mucho que ver, ¿no? —continuó Didric—. Creo que estabais

mejorenaquellaschozasdePelt.LoshombresdeDidricserieronaloírelcomentario.—Vealgrano—espetóFletcher—.Otendrásproblemas.Desabrochólavainadesukhopesh,sujetaauncostado.—Veoqueseoshanunidootroscuantosindeseables—dijoDidricsinhacer

caso a la amenaza de Fletcher y mirando fijamente a los enanos reclutas y,después,aloselfos—.Novoyadecirquemesorprende.

Daliaescupióconsornaalescucharaquello.Alhacerlo,DidricvioaConejosentadoasuspies.Elpequeñozorrolesoltóungruñidoagudocuandoéllomiróy Didric lo golpeó con la bota, haciendo que el animal aullara y salieracorriendo.

—Nolotoques—susurróDalialevantandosualabarda.

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—Ratita repugnante—dijo Didric sonriendo con suficiencia a la vez queveíaalzorrodesaparecerentrelamalezaconelraboentrepiernas.

—Novoyapreguntártelootravez.¿Aquéhasvenido,Didric?—leespetóFletcherconlosbrazoscruzados.

—Pues hemos venido a recoger a los hombres de lord Forsyth—contestóDidricextendiendounamanohacialasmontañasquesealzabantraslasruinas,detrásdeFletcher—.Pordesgracia,estecuchitrilquedabadecamino.

—¿HaciéndoleeltrabajosucioaForsyth?—Unfavoraunamigo—respondióDidric—.Estáunpocoindispuestoen

estemomentograciasavuestrapequeñatreta.—¿Lo llamas amigo? —repuso Fletcher señalando hacia los restos de la

antigua casa de sus padres—. ¿Ves eso?Es lo que esa serpiente traicionera lehaceasusamigos.

—Túlollamastraición.Yoloconsideroelpreciodehacernegocios—dijoDidric encogiéndose de hombros—. Debes admitir que fue un movimientoaudaz.Elestúpidodetupadrenoloviovenir.

Sentía cada palabra como una bofetada en la cara. Fletcher notó que lasangrelesubíaalasmejillas.

—Repiteeso—gruñóFletcheralavezquesacabasuarma.DidricsonrióydiounpasoatrásparadejarqueJakovhablaraporél.—Apártate—dijoJakov,cuyamanoagarrabafirmementelaempuñadurade

laespada—.Tenemosasuntosqueatender.—No en mis tierras —respondió Fletcher—. Estáis invadiendo mis

propiedades.DadmediavueltayesperadaloshombresdeForsythenelpuenteWatford.Nosotrososlosenviaremos.

Jakovsacósuespadaconunchirridometálico.Detrásdeél,lossoldadosdeDidrichicieronlomismo.

—¡Hedichoqueteapartes!—gritóJakovlevantandolaespada.Entonces,seoyóundisparo.Laespadadespidióunalluviadechispasycayó

alahierba,trassalirvolandodelasmanosdeJakov.—Siqueréispelea,dejadlasespadasenelsuelo—gritólavozdeRotherham

desdelosbarracones—.Elsiguientehombrequesemuevarecibiráundisparoenlacabeza.OpuedequeempieceporDidric.Aúnnolohedecidido.

Jakovgirósobresus talonesybuscócon lamiradapor lasventanasde las

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casas. Se agachó a coger su espada, mirando aún hacia arriba. Se oyó otrodisparoquealejólaespadadesumano.

—Puedoseguirasítodoeldía—gritóRotherham.—¡Deacuerdo!—gritóDidric.Miró a su alrededor y vio que se encontraba en apuros. Con armas, sus

hombreshabríanllevadoventaja.PerosilosciudadanosdeRaleighshireseuníanalapeleaapuñetazos...notanta.

—Porfavor,tiremoslasarmasalsuelo—bramóBerdonalladodeFletcher—.Tengoasuntosqueresolverconesehombredeahí.

Hizo crujir el cuello y levantó los puños. Jakov palideció cuando elgrandullóndiounpasoal frente: sóloerauncentímetromásbajoqueél,perotenía los hombros igual de anchos. Jakov y sus guardias habían dejadoinconscienteaBerdondeungolpeylehabíanquemadolacasalanocheenqueFletcherhabíahuido.Síqueeranasuntossinresolver.

—Sí, hagámoslo —gritó Gallo por detrás de Fletcher—. Ya veréis loindeseablesquesomoscuandosientaslabotadeunenanoenelculo.

Hubomássoldadosquegritarontambién:elfos,humanosyenanos.—Atrás—ordenóDidrictirandodeJakov.Loshombresdeuniformenegroy amarillo se retirarondándose la espalda

unos a otros.Con las espadas levantadas, la formación tenía el aspecto de unpuercoespín.

—Formacióndefalange—ordenóFletcher.Sushombresobedecierondeinmediatoyseordenaronentresfilaserizadas

dealabardas.—¡Adelante!Siguieron a los soldados en retirada a lo largo de la calle, avanzando al

unísono para formar un muro inexpugnable. Mientras tanto, Didric y Jakovmiraban temerosos lascasasque los rodeaban,aterradosante laposibilidaddequelosderribaranconalgúndisparo.

Paso a paso, los llevaron hasta los límites de la ciudad. La lluvia habíacesado ya y lasmanchas grises que eran las nubes empezaban a diluirse. Loshombres deDidric se adentraron entre las altas hierbas levantandomucho lospiesparanotropezar.

—¡Carguen!—ordenóFletcher.Deinmediato,seecharonlasalabardasala

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espaldayempezóasonarelruidodelasbaquetas.Al ver los mosquetes, los hombres de Didric emprendieron la retirada en

masa,tropezándoseunosconotrosporladesesperacióndehuirdeallí.Erapocoprobable que losmosquetes pudierandisparar con la lluvia, perono estabademásdarlesunpocodeincentivo.

—Quépocadisciplina—murmurósirCaulder.Los hombres lanzaron vítores cuando los enemigos empezaron a correr.A

continuación,derepente,sequedaronensilencio.DidricyJakovyaestabanfueradesualcance,perosussiluetaspodíanverse

claramentetodavíaporlapradera.Sehabíandetenidojuntoaunárbolraquítico.Jakovestaba levantandoalgo.Algoconpelajedoradoquese retorcíaentre

susmanos. Lo empujó contra el tronco.Una vez.Dos.Después, se giraron ysiguieronalejándoseporlapradera.

—¡No!—gritóDaliacayendoderodillas.HabíanmatadoaConejo.

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Enterraron a Conejo bajo el suelo donde entrenaban, colocando el cuerpodestrozado a dos metros bajo tierra y dejando la espada de Jakov a su lado.Nadie dijo nada, sólo se derramaban lágrimas, incluso las de los enanosmásrudos.

Lamuerte del pequeño zorro había sido un acto de crueldad sin sentido yFletcher había tenidoquehacer usode todo tipode razonamientos para evitarquelossoldadosfuerantras loshombresdeDidric.Peroelenemigoteníamáshombres y los estarían esperando. Eso y el hecho de que Fletcher no podíajustificarunabatallacostosaporlavidadeunanimal,pormuchoquesetrataradeunamascotamuyquerida.

Aunasí,lamuertedelzorroloshabíaunidoenlapena.Enanos,humanosyelfoslloraronjuntos,compadeciéndoseycontandoanécdotasdelqueridoamigoalquehabíanperdido.Ignatiusvolvióconunimpalaentrelasgarrasyloasaronsobre una hoguera para cenarlo con cerveza de bayas de chacal. Esa noche,borrachos y hartos de comida, los soldados entonaron canciones tristes de susrespectivas tierras.Mientras tanto,Fletcher losobservabadesde losbarraconesconsusoficialesysargentos.Ellosnopodíanparticipar.Nohabríaestadobien.

—Que se hagan amigos—había dichoRotherham—.Nonecesitan ningúnoficialquelesarruinelanoche.

Asípues,Fletcherempezóaprepararlascosasparaelsiguientedía.Elentrenamientohabíaterminado.LoshombresdeDidricestaríanesperando

a las tropas de Forsyth.Athena los había seguido de vuelta a su campamentojuntoalpuentedeWatford,dondeesperabantrasunabarricadaimprovisada.

Si los convoyes demercancías iban a llegar a Corcillum, los hombres deDidric tendríanquemarcharse, y eso significaba ir a buscar a los soldados de

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lordForsyth.Tendríanqueiralpasodemontaña.Ypronto.Peronecesitaríanprovisiones.

Asípues,Fletcherysusoficialesseprocuraronunodeloscarrosdesupequeñaflota.Berdon se encargóde reforzar las ruedasparaquepudieran rodarpor elterreno lleno de baches y, mientras tanto, organizaron todo lo que podríannecesitar.

Cogieron barriles de carne salada de antílope y agua de los almacenes,ademásdetiendasdelona,utensiliosdecocina, telasimpermeablesparaevitarque las armas se oxidaran ymollejones paramantenerlas afiladas. PrepararonunodelosbarrilesdepólvoraqueSeraphleshabíaenviado,asícomopapelparacartuchos,moldesdebalasdemosqueteybarrasdeplomodeBerdon,todoelloparaproducirsupropiamunición.

Cogieron dos cabras para tener leche ymetieron cuatro de sus nidadas depollos en jaulas de madera para estar abastecidos regularmente de huevos.Añadieronmontones de fruta, no sólo bayas de chacal, sino también las otrasfrutasquelosvecinoshabíanempezadoaproducir:pepinosafricanos,amarillosy con espinas por fuera pero con una dulce pulpa de color verde oscuro pordentro, que sabía a lima, papaya y banana a la vez; frutipanes gigantes quecrecíancomomelonespeludosygranulosos tangrandescomolacabezadeunorco.Había incluso unas cuantas cestas de fruta de durián, que apestaba peroteníaunsaborinesperadamentedulce.Noeradesorprenderqueesafrutanosehubiese vendido bien en Corcillum, por lo que Fletcher cogió toda la queencontró.

Y quedaba aún una tarea, ésta secreta, que Fletcher encargó aThaissa. Laenana, tendría que trabajar toda la noche para terminarla a tiempo, peromereceríalapena.

Alamañanasiguiente,lastropasdesfilaronporelcampodeentrenamientoalavista de los vecinos, que se habían congregado para despedirse de ellos. Lotenían todo listo paramarcharse: los bolsos de cuero y las armas sujetas a laespalda;losuniformes,limpiosycepillados.Todosparecíanesbeltosyansiosos,comoperrosdecazaquetirandesuscorreas.

RoryyGenevieveencabezabanorgullosossuspelotones,conRotherhamy

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supequeñabandaderiflerospordetrás.SirCaulderibadelante,listoparaactuarcomo instructor militar. El simple hecho de poder liderar a aquellos hombresllenabaelpechodeFletcherdeunainmensagratitud.

Respiró hondo, pues las palabras que con tanto cuidado había preparadodurante la larga noche parecían vacilar en sumente. El día anterior los habíareprendido.Ahora,necesitabamantenerlosunidos.

—Estoyorgullosodeloquehemosconseguido—dijodelantedeellos,conlasmanosdetrásdelaespalda—.Ahorasoislaélite,soldadosalosqueestaríaorgullosodeconduciralcorazónmismodelatierradelosorcos.Yporello,osdoylasgracias.

Lastropaspermanecíanensilencio,conlaespaldarectaylamiradaalfrente.Huboalgunosaplausosentrelosvecinos.PeroFletchernohabíaterminado.

—Hoynosdirigiremoshacianuestronuevocampamentoenlafronteraentrelas junglasde losorcosyel lugarqueahora llamamosnuestrohogar.AllínosprepararemosparanuestralargavigiliaparaprotegernosóloaRaleighshire,sinoatodoHominum.Puesdefendemoslapuertadeunimperio.

Fletchersegiróyseñalóhaciaelhorizonte.—Allí, al otro lado del horizonte, a no más de un día de viaje, está

Corcillum.Milesdeinocentesempiezansurutinadiaria.Vosotrossoisladelgadalíneaquelosmantieneasalvodelashordassalvajesdenuestrafronterasur.Nosemeocurrenadiemejorparaenfrentarseaesalabor.

Se empezaron a ver algunas sonrisas, incluso una muy leve en el rostromismodeDalia.Fletchersabíaqueestabasiendodramático,peroerasinceroencadaunadesuspalabras.

—Pero ¿cómo debemos llamarnos? —preguntó Fletcher señalando suuniforme—.Vamos a recibir a un contingente de las Furias de Forsyth. Ayerfuimos abordados por los hombres a los que Didric llama sus guardianes.Entonces,¿quiénessomosnosotros?

Mientras hablaba, Thaissa se iba acercando hacia donde él estaba por lacalle. Vio las expresiones de extrañeza en los hombres e incluso el vacilantetemblor de sus labiosmientras se mordían la lengua para no responder a esapregunta.

Thaissa le entregó un ovillo de tela atada a un palo. Saludó con unainclinaciónyseapartómientrassusurraba:

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—Hehechotodoloquehepodido,perononosquedabaverde.—Estoysegurodequeestámuybien,Thaissa.Muchasgracias—respondió

Fletcherenvozbaja.Conunademánostentoso,fuegirandoelpaloparadesenvolverlatela:una

banderasedesplegóyondeóenlabrisa.—PueblodeRaleightown,ospresentoa...¡LosZorros!—anuncióFletcher,

aliviado al oír un clamor de aprobación tanto de soldados como de vecinoscuandovieronlaobradeThaissa.

Eralaprimeravezqueélveíalabanderayelresultadoleparecióasombroso.Bordada en una tela de intenso color burdeos se veía la silueta dorada de unzorro del desierto, con una pata levantada y el hocico apuntando como unaflecha.Ondeabaalviento,magníficatantoenlosdetallescomoenelcolor.

—Zorros, ¿estáis listos para luchar? —gritó Fletcher, interrumpiendo losvítores.

—¡Señor,sí,señor!—respondieronconungritoalunísono.—SirCaulder,délaorden—dijoFletcherforzandounasonrisa.—¡Mediavuelta!—gritósirCaulder.Cuarentaydosparesdepiesgiraronsobresustalones.Cuarentaydosmás

seapoyaronconunfuertegolpeenelsuelo.—¡Avancen...ar!YelcorazóndeFletcherpalpitódeemoción.PorquelosZorrosdeFletcherseponíanenmarcha.

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Eracomosihubiesenllegadoalpiedelamontañaenunabrirycerrardeojos.Eraverdad,porotrolado,queelpasodemontañaalquesedirigíanestabaatansólo cuarentaminutos a pie en línea recta. Ahora que Fletcher lo pensaba, leresultaba extraño saber que los hombres de Forsyth estaban tan cerca y nohaberlosvistoenmásdedosmeses.

Alverlasierraqueseextendíaaizquierdayderechahastadondealcanzabalavista,FletchersediocuentadequeaquellascumbresnoseparecíanennadaalasmontañasDientesdeOso.LoscostadoserantanescarpadoscomolosmurosdeVocansyerandeuntonomarrónclaro,comolaarcillasecadaalsol,aunquesabíaporlashistoriasquelehabíacontadosirCaulderquelasmontañaseranenrealidaddeareniscaquesedesmenuzaba.Pero,apesardesucomposición,eranconocidascomolosRiscosdeBronce,unnombreinnobleypocoapropiadoparaaquella maravilla natural que separaba las junglas tropicales de las llanurastempladas de Raleighshire, por no hablar de que también separaba el mundocivilizadodelashordasbárbarasdeorcos.

—No venía aquí desde... ya sabes—dijo sir Caulder elevando la voz porencimadelchirridodelasruedasdeloscarros.Estabasentadoenelejetrasero,pues la largacaminata le irritabaelmuñóncuando lapiel le rozaba lapatadepalo—.Nohabíamuchoqueverenaquelentoncesytampocolohabráahora.

Iban subiendo por una pendiente cuyas paredes empinadas formaban unembudoacadalado.Porencima,elcielobrillabaconunazulvacíoyFletchertuvolatentacióndeinvocaraIgnatiusysobrevolarelterreno.Peroentonces...

—¡Alto!—gritólavozdeRotherhamdesdedelante.Fletcher adelantó rápidamente a los carros, abriéndose paso entre las filas

ordenadasdesustropas.Yentoncessedetuvo,confuso.Habíanllegadoallugar

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exacto,peronohabíanadieallí.—¿Dónde están los hombres de Forsyth? —gruñó Rotherham—. Esos

desgraciadosdeberíanestaraquí.Mirandoa sualrededor,Fletcherpudoverqueestabanenel interiordeun

cañónnomuydiferentealquehabíanatravesadoeneléter.Allínohabíahierba,sólo barro seco bajo los pies, ensombrecido por los baluartes naturales que seelevabanhaciaelcieloasualrededor.Lasparedesdelasmontañassecurvabanhaciadentroyterminabanenunagujeronomásanchoqueelhuecopordondepudieratirarseunaroca.Atravésdeél,Fletchervioelverdordelaenmarañadavegetacióny,másallá,lashojasymatorralesqueelvientomecíaenloslímitesdelajungla.

Enlapareddeladerecha,parecíahaberseformadounsalientenaturalporellado,losuficientementeanchoparaqueunhombrecaminaraporél.Ensupuntomáselevado,aunaalturadedosplantasyaunoscuarentametrosdelaentradadel cañón, el saliente se extendía hacia fuera formando una especie deplataforma.Allípodíanverselosrestosalgoparecidoaunedificio,queahoranoeranmásqueuncírculodecimientos,conelrestodeescombrosesparcidosporelsuelo.

—Es la antigua torre vigía —dijo sir Caulder por detrás de él—. Sederrumbóhacemucho tiempo,antes inclusodequenaciera tupadre.Solíamoscolocarcentinelasenlacornisa.Cabíanahímediadocenadehombresyunfuegodecampamentoylabasequedabaresguardadadelviento.Tambiénsetieneunavisiónbastantebuenadelosqueseacercanalcañón.

—Muy práctico —observó Fletcher evitando la tentación se subirse a lacornisaparaecharunvistazo.

Enlugardeeso,siguiócaminandohacialabocadelcañón.Sesorprendióalver lo estrecho que resultaba el hueco. Ignatius podría sentarse en el centro ytocar los bordes si extendía las alas. Si tenía que pasar por allí un ejército,tendríanquedesfilarporesecuellodebotellaenunacolumnadenomásdediezhombrespegadosunosaotros.

—LollamamoslaHendidura—dijoRotherham,queseguíaaFletcher—.Sisevedesdearriba,parececomounrelojdearena:estehuecoescomolaparteenlaqueseestrecha.

—¿YésteeselúnicocaminohaciaRaleighshire?—preguntóFletcher.

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—Exacto—contestóRotherham—.LasmontañasseextiendenhastaelmarVesánicohaciaeloesteylosfrentesprotegenlasfronterasdeleste,másalládelríoWatford.Nohaymás.

Fletcherdiounpasomásy,después,tropezóalgolpearconelpiealgohuecoymetálico.

—¿Quéesesto?—preguntócasiparasusadentros.Searrodillóylequitóelbarro a un objeto de forma redondeada, tan oxidado que se confundía con latierra—.¿Otrareliquiadelpasado?—preguntó.

—Lociertoesqueesunpocomásreciente—contestósirCaulderapoyandounarodillaypasandounamanoporelobjetooxidado—.Locreasono,ésteesel primer cañón jamás construido, semanas antes de que nacieras. De hecho,segúnsecuenta,fuelaprimeraarmadefuego.—Serioynegóconlacabeza—.Mesorprendequeestabellezasigaaquí.

—Espere...¿noinventóelpadredeOthellolasarmasdefuego?—preguntóFletcher.

—Así es, muchacho—dijo sir Caulder limpiando un poco de tierra parasacaralaluzunapalabragrabadaenellateral.

THORSAGER

—¿Yquéhaceaquí?—preguntóFletcheralavezquepasabalosdedospor

encimadelasviejasletrasqueformabanelapellidodeOthello.—Tupadre,Edmund,loencargó.DesafióatodoslosherrerosdeCorcillum

paraque inventaranalgoquefuesedevastadorenunazonapequeña,pensandoenesehuecodeahí.Asípues,Uhtredleenseñóesto.Porsupuesto,noeramuchomásqueun tubodehierro llenodepólvora rudimentariayviejos clavos,perosirvió.Losprimerosprototipossehicieroncon trozosdebambú,¿te lopuedescreer?

Fletcher sonriómientras se imaginaba a un jovenUhtred trabajando en sufragua con los trozos de bambú. Sir Caulder soltó un suspiro y le dio unosgolpecitosalmetaloxidado.

—Nuncadisparamosesamalditacosa,salvocuandoUhtredlomostró,claro.Debe de haber estado aquí desde la noche en que murieron tus padres. EsprobablequelosForsythcreyeranquenoeramásquechatarra.

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—Esunaobrahistórica—dijoFletcher—.TantoparaUhtredcomoparamifamilia.HaréquelollevenaRaleightownylomonten.

LegustabasaberquesupadreylafamiliadeOthellohabíantenidorelación.De hecho, la invención de aquel cañón era lo que había dado comienzo a lacampañadelosenanosporlaigualdad.Quizásisupadrenohubieseplanteadoesedesafío,elmundoseríaunlugardistinto.

—Ah,ahíesdondeseescondenlosmuchachosdeForsyth.Veounahoguera—gritóRotherham—.Ytambiéntiendasdecampaña.

Fletcher se giró y examinó el cañón vacío, a su espalda, como si hubiesepasado por alto a los soldados al entrar. Pero no. La mano de Rotherhamapuntaba en dirección a la salida del cañón, hacia las altas hierbas que seencontrabanalotrolado.CuandoFletchermiróconmásatención,distinguiólassiluetasdelastiendasentrelahierba.

—Esosidiotas—gruñósirCaulderpasandoporlaHendiduraparaentrarenlosmatorrales—.Hanacampadoenellugarequivocado,malditasea.

Fletcherlosiguió.Hizounamuecacuandoelsollodeslumbróalsalirdelassombras del cañón.A izquierda y derecha, lamontaña se curvaba hacia fueradejando unos cientos de metros de enredaderas y arbustos antes de quecomenzara el muro de vegetación que era la jungla. Unos cuantos árbolesraquíticossalpicabanlazonapero,porlodemás,nohabíamásvida.

—¿Hayalguienaquí?—gritóFletcheralavezqueempezabaainquietarse.Había docenas de tiendas esparcidas por aquella zona, pero si alguien las

ocupaba, no se notaba su presencia.Muchas de las lamentables estructuras sehabíancaídoyhabíavariosbarrilesycajasabandonadasjuntoaellas.

Unasuavebrisasoplabayseintroducíaporelcañónqueteníanasuespalda.—Esosestúpidosvagoshanabandonadosuspuestos—concluyósirCaulder.

Lediounapatadaalaspiedrasdelsueloconsupatadepaloyunadelaspiedrassaliórodandohaciaunmontóndebambúamedioquemarquehabíaenelcentro—. Probablemente hayan vuelto a Corcillum cuando nosotros llegamos aRaleightown.¡Hemosestadoindefensostodoestetiempo!

Pero Fletcher no estaba tan seguro. Se agachó y enterró un dedo en lascenizasdelahoguera.

—No—dijoalsentirunleveatisbodecalor—.Estahoguerasehaapagadohace una hora, más o menos. Además, las cenizas se habrían volado ya si

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hubiesen llevado aquí más tiempo. Puede que Didric les enviara un mensajeanochey lesdijeraque se fueran al puentedeWatford estamañana.Quizá seacabendeir.

—Pero esono explicaporqué lohandejado todo aquí—dijo sirCaulder,rascándoselabarbacanosa.

LosZorros ibanatravesando laHendidurayobservabanconcuriosidad losrestos del campamento de Forsyth. Poco después, los soldados empezaron arecorrer sin rumbo las tiendas abandonadas, empujándolas con la espada ylevantandolastapaderasdelosbarriles.

Fue entonces cuando Fletcher lo vio. Un hombre semidesnudo, de pie ydelantedeunárbol,amediocaminoentre laHendiduray la jungla.Noestabaseguro.Sólopodíaverloatravésdelaresplandecientecalima.No...noestabadepie.Estabaatadoalárbol.

—¡Zorros, formación de escaramuza! —gritó Fletcher. Al instante, lossoldadosentraronenacciónyseapresuraronaformarunafilapocodefinidaporlacuencallenadehierba.

El corazón de Fletcher latía con fuerza. Podía tratarse de cualquiera. Undesertor, quizá, abandonadopor lasFuriasdeForsythparadejarlomorir.PeroFletcherteníaotracorazonada.

—Marchen,despacio—ordenóFletcherdirigiéndosehaciaelhombre.Recorrióveintepasospordelantedesussoldadosobservandolafronterade

la jungla.Lashojas semovían con labrisa, ofreciendoaFletcherunmurodevegetacióncambiante.

Alprincipio,creyóverrocas,desparramadasjustopordelantedelbordedelajungla.Peroentonces,violasmanchasrojassobrelahierbaquelasrodeaba,losmosquetesylasespadasdiseminadascomoramasdesechadas.

Muertos,vestidosdenegro.EluniformedeForsyth.Loscadáveresteníanlosojosabiertosy lamiradafija, labocaamedioabrirenunaexpresiónde terrorpetrificado. Había mucha sangre, más de la que Fletcher hubiera imaginadojamás.

—¡Alto!—gritó.Enesemomento,loshombrestambiénvieronloscuerposyFletcheroyósus

exclamaciones de horror. Fletcher dirigió la mirada hacia el hombresemidesnudo.Estaba...moviéndose.

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Fletcher echó a correr hacia delante, desviando la mirada del árbol a loscadáveres,conelcorazóndesbocadoenelpecho.Entonces,violasmanzanasdelamuertepudriéndoseenelsuelobajoelfollaje.Eraunárboldelamuerte,tanvenenoso que si alguien se cobijaba debajo de él, las gotas de lluvia que sedeslizaranporsushojasleabrasaríanlapielcomosifueseácido.Yaquelpobrehombreestabaatadodesnudoasucorteza.

Unmechóndepelocastañooscuroletapabaelrostro.Porsucuerpoflacoysupechohundido,Fletchersediocuentadequenoeramásqueunmuchacho.

Fletchersacósukhopeshycortólasenredaderasqueatabanalmuchachoaltronco, haciendo unamueca de horror al ver la piel llena de ampollas por laespalda,rojayconllagasabiertas.Aquellohabíasidoobradelosorcos.

Entonces, elmuchacho segiróyFletcher se sobresaltó al reconocerlo.EraMason,elesclavohuidoquehabíaguiadoalequipodeMalikdurantesumisión.MientrasFletcherabríalosojoscomoplatosanteaquellasorpresa,elmuchachomusitóalgo,apenasunsusurroentresuslabiosagrietados.

Fletcherseinclinóylevantóalmuchachoconcuidadodenotocarlelapieldelaespalda.Nopesabacasinada.Erapocomásquepielyhuesos.

—¿Quéhapasado?—preguntóFletcherinclinándosehaciadelante.Fueapenasunsusurro,pero lapalabrasonócomoun toquededifuntosen

losoídosdeFletcher.—Corre.

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Salieronde los árboles entreungran estrépitode ramasquebradas.Casuarios,demasiados como para poder contarlos, con sus cuerpos de plumas negrassaliendodisparados,consusmocosrojoscolgandobajosuscuellosazulesyconferocesojosnaranjas.Ahorcajadassobreellos,lostrasgosdepielgrislanzabangritosdeguerra,consuslanzasyporrasdemaderaenalto.

—Cerrad filas —gritó sir Caulder detrás de Fletcher—. ¡Formación dedefensa!

Nohabíatiempoderegresarconloshombres.FletcherinvocóaIgnatiusconunestallidodeluzblancaysubióelcuerpodeMasonalaespaldadelDraco.Élsemontósobreelmuchachoalavezqueunajabalinalepasabajuntoalacabezaconunsilbido, tancercaqueFletchersintió lavibracióndelaireen lamejilla.Otra le rozó un costado a Ignatius, dejando un surco de sangre entre la carneexpuestayrosada.Seoyóelgolpeteosordodemásjabalinasqueseestrellabancontrael tronco.Mientras, las lanzasseclavabanenelsueloenpenumbraquelosrodeaba.Ignatiusseelevóenelaire,conlosdosmuchachossobrelaespalda.Cadavezsalíanmásenemigosdelajungla.

Fletchersesituófueradelalcancedelas jabalinas,sindejardeobservar loque sucedíamásabajo.Seoyerondisparosde los soldadosque,desesperados,vaciaban sus mosquetes sobre los enemigos que iban en cabeza. Algunoscasuarioshabíancaídoyaalsuelo,peroseguíansaliendomásdelajungla.Habíayaunoscincuentaenelcampodebatallayotrostantosquesalíandelfollaje...yluego,másaún,sumandomásdecien.Unríoaparentementeinfinitodejinetesquesoltabangraznidos.

Unsoldadocayóconunajabalinaclavadaenlapierna,antesdepoderllegaral pequeño círculo de hombres que se había formado durante los primeros

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segundos de la batalla. Rotherham lo recogió y se lo echó sobre el hombro,llegandoalosrefuerzosjustoatiempo.

Entonces,laprimeraoleadadecasuariosseabalanzósobreelpequeñogrupode soldados, rodeándolos como una ola, arrojando lanzas y blandiendo susporras.CayeronmásZorros, aunque tambiénhubo trasgosquecayeronde sussillasycasuariosalosqueensartaronconlasalabardas.Labatallaseconvirtióenunfrenesídegarrasquepateabanyplumasqueflotabanenelaire.

Losjinetesformabancírculosyseseparabanparavolveraformardespués,cargando contra las alabardas, recibiendo las balas en sus cuerpos con undesenfrenosuicida.Eraunaluchalocaybrutal,dondelasuperioridadnuméricaamenazabaconengulliralasediadocírculodesoldados.

Uncrepitarde rayosprocedentesdeGenevieve lanzóa loscasuarioshaciaatrás,locualproporcionótiempoaloshombresparaarrastraralosheridoshaciaelcentro,dondelosesperabaeltoquesanadordeRory.Asulado,losmosquetesde loshombresmásaltos restallabanyarrojabanhilosdehumo, sembrando lamuertesobrelapraderaconexpertaprecisión,derribandoalosrezagadosqueseles echaban encima.Los enanosmovían las alabardas por debajomientras loscasuarios embestían, cortándoles las largas piernas y terminando la tarea concortesrápidosyprecisos.LosZorrosapenaspodíanmantenerlaformación,puesel peso de los casuarios que caían entre sus apretadas filas dejaba huecos.Mientras,delafronteradelajunglaibansaliendomáscasuarios.

—¡Abajo! —gritó Fletcher haciendo un barrido de Llamarada hacia lasegundaoleadadejinetes.

SacóaVendavaldesufundajustocuandoseprecipitabana todavelocidadporelaire.ElaullidodeIgnatiussefundióconelrugidodelvientoenlosoídosdeFletcher.Vaciólosdoscañonesyviosalirdoschorrosidénticosdesangreyplumasnegrasdeloscasuariosqueibanencabeza.Tantoelloscomosustrasgosacabaronenelsuelo.

Entonces, Ignatius se abalanzó sobre las filas enemigas con las garrasabiertas,repartiendomordiscosaunoyotrolado.Lostrasgoscaíandesussillasyloscasuariosseprecipitabanalsuelo.FletcherdisparósuLlamaradaalpechodeuntrasgo.Lalanzaqueésteestabaapuntodearrojarcayódesusmanosyasinvida.

El mana se agitaba dentro de la conciencia de Fletcher cuando Ignatius

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aterrizó y, a continuación, se giró y lanzó una llamarada sobre los cuerpos detrasgos y casuarios caídos. La mitad de los jinetes habían sido derribados, elrestosealejabaenmediodelcaos.

Pero la tercera oleada de enemigos ya se estaba acercando y se vieronobligadosalevantarelvuelodenuevo.FletchersintióeldolorensuconcienciacuandounalanzaatravesóladelicadamembranadelaladeIgnatiusyotraseleclavóenloscuartostraseros.

Se elevaron en el cielo, renqueando.Elmana se iba agotandomientras lasheridasde Ignatius se curaban,muchomás lentamentede loque aFletcher lehabría gustado. Arrancó la lanza de la grupa del Draco e hizo unamueca dedolorcuandovioelchorrodesangre.Lalanzóinútilmentealosenemigosquecargabanpordebajodeellos.IgnatiusestabadecayendoyFletchernoseatrevióa invocar a Athena en medio de aquella lluvia de jabalinas, especialmenteporqueelGrifueloteníaciertatendenciaadesobedecer.

Másabajo, laúltimaoleada seabalanzaba sobre la formaciónde soldados.Estavezsedisolvieronenpequeñosgruposdesoldadosqueluchabandebidoalimpulso de los casuarios empalados. Los disparos se redujeron y la batalla seconvirtióenuncaos sangrientodealabardasque seagitabanyalgunaboladefuego lanzada por Rory y Genevieve. En el centro, sir Caulder y Rotherhamestabandepiejuntoaunmontóndesoldadosheridos,matandoconunaeficacialetala todos losqueseacercaban.Peroeranmuypocosy los jinetes,muchos.Necesitabanayuda.

Fletcher enfundó sus pistolas y sacó su khopesh apuntándolo hacia elenemigo.

—¡Otravez!—gritóeIgnatiusempezóalanzarseenpicadoparaunúltimoataque.

Chocaroncontralaretaguardiadejinetesymandaronporlosairesamediadocena de trasgos. El campo de visión de Fletcher se llenó de soldados queluchaban,esquivabangolpesyembestían;deporrassacudidasporbrazosgrisesyrostrosdenarizaguileña;decasuariosquedabanpatadasconsalvajefrenesí.

A continuación, se asomó y dio una cuchillada por encima del hombro deIgnatius,alcanzandoauntrasgojustoenlaboca.LacriaturacayóhaciaatrásyFletcherperdiólaespadaenmediodelapelea,puesnopudoarrancarlelahojadelcráneo.Unaráfagadedisparoscasilodejósordoyelhumoselemetióen

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losojos.Estabanperdiendo.LospocosZorrosqueaúnquedabanpiesetambaleaban

agotadosmientrascadavezmásheridoscaíantraselfrágilcírculodedefensores.Había ahoramenos disparos.No tenían tiempo de volver a cargarmientras lahordaderuidosascriaturasseguíaatacando.

Una elfina gritó delante de él cuando un trasgo arrojó una lanza, entrerugidos,yselaclavóenelvientre.EraDalia,pálidaporlasorpresa.Sinarmas,Fletchersólopodíamaldecirylanzarunrayoalaespaldadeltrasgo,matándoloconunespectacularchillido.DaliasedejócaeralahierbamanchadadesangreparaponerseasalvobajolasespadasdeRotherhamysirCaulder.

Dolor. Tanto que Fletcher apenas podía creerlo. Ignatius se desplomóhaciendoqueelcuerpodeMasoncayerasobreFletchercuandoaterrizaronenlahierba ensangrentada. Un trasgo triunfante le había clavado una lanza en elcuelloaIgnatius.ElDracosacudiólacolaycasidecapitóaltrasgoconlapunta,peroeldañoyaestabahecho.Ignatiuscayó.Eldolorerademasiadointenso.

—¡Fletcher!—gritóGenevieve.Elmuchacho rodóhaciaun lado, evitandopormuypocoqueunaporra lo

golpeara en la cabeza. El arma impactó contra la hierba con un ruido sordo.Masonagarróporlapiernaaltrasgoqueloshabíaatacado,haciendoacopiodelas pocas fuerzas que le quedaban. Fue suficiente para que Fletcher tuvieratiempodecogerdelsuelolaalabardadeDaliayatravesarleelvientrealtrasgo.

El trasgo cayó encima de Fletcher, inmovilizándolo en el suelo. Justoentonces,unalanzasurgiódelanadaylapuntalerasgólamejillaalmuchacho.Faltó muy poco para que se le clavara en el ojo. Fletcher sintió el borbotóncalientede la sangreen la carayvioqueun trasgovolvía a levantar la lanza.Teníalasmanosatrapadasbajoelcuerpo.Nohabíatiempo.

Entonces, una mancha marrón y peluda lo golpeó con fuerza y el trasgointentóagarrarseelcuello,enunintentoportaparlaheridaquederepentehabíaaparecido allí. Un grito se impuso al fragor de la batalla y, de repente, habíaduendecillosportodaspartes.

Ibanmontadosensusmaras,parecidasaconejos,yululabansindescansoalavezqueclavabansusdagasdedientesdetiburónenlostobillosexpuestosdelos trasgos,partiendo tendonesyabriendoarteriasconunaeficacia letal.Unosescoltas apostados en los márgenes lanzaban vertiginosamente dardos

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venenosos, derribando a casuarios y trasgos que se retorcían de maneraespantosacuandolastoxinasempezabanahacerefecto.

—¡Nohagáisdañoalosduendecillos!—gritóFletcherconsuúltimoaliento,aplastado bajo el peso de Mason y el trasgo muerto. Los apartó y trató deponersedepie.

El dolor le atravesaba el cráneo, cegándolo ante la furiosa batalla que selibraba a su alrededor. Tocó con las manos el mango de la lanza que seguíaclavadaenelcuellodeIgnatiusylasacó.Porunmomento,loinvadieronunasoscurasoleadasdenáuseasylaagoníadelDracofuecomoungritoensumentemientrastrazabaelconjurodelacuración.Acontinuación,empezóaimpulsarlaluzblancasanadoraenlaherida.

La visión se le fue aclarando y el dolor fue disminuyendo. Volvían aescucharsedisparosasualrededor,lasmarascorríandeunladoparaotro,dandosaltos para que los duendecillos que las montaban pudieran degollar a lostrasgos. La batalla había dado un giro radical. Los trasgos muertos estabantirados en el suelo como peces varados, con los ojos vidriosos. Un casuariovolvíarenqueandoalajungla,arrastrandoaunjinetemuertoqueteníaenredadoenlasgarras.Ahoranoquedabamásdemediadocenadetrasgosy,mientrassecicatrizabanlasúltimasheridasdeIgnatius,losZorrosqueaúnseguíanenpielesdispararon.

Después,todoacabóyloúnicoquepodíaoírseeranlosgemidosdelosqueagonizaban.

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Fletcher pasó el conjuro de curación a su propia mejilla y, después, avanzótambaleándose entre los cadáveres hasta los heridos, sin hacer caso a losduendecillosquedesmontabancercadeél.SearrodillójuntoaDalia, lanzandoluz blanca por el dedo para curarle la herida: el irregular corte fuedesapareciendo, como si hubiera echado agua limpia sobre una mancha depinturaroja.

Rotherhamhizoformaralossoldadossupervivientesenuncírculoportemoraqueaparecierannuevosenemigos.RoryyGenevievesedejaroncaeralsueloasulado,parapoderayudarconlascuraciones.

—Apenasmequedamana—dijoGenevieveconlasmanostemblorosasporlosnervios.

—Hazloquepuedas—contestóFletcherconvozronca,puesderepentelagargantaselehabíaquedadosecaporlased.

Fueunaduratarea,pueselmanaseleestabaacabandomuchomásrápidodelo que hubiese querido. Los que tenían peores heridas fueron los primeros encurarse,aunqueaFletcherseleencogióelcorazónalpasarjuntoaunenanoquehabíamuertoantesdequepudiesellegaraél.Teníaeluniformeverdeempapadoderojasangre,puesdoslanzaslehabíanatravesadoelpecho.

Otros teníanbrazos rotosy fracturascranealesqueFletchernopodíacurarpor temor a que los huesos se soldaran mal y provocaran una deformidadpermanente.CuandoGenevieveyRory sequedaron sinmana,hicieron loquepudieron entablillandomiembros rotos con trozos de tela ymangos de lanzaspartidas,perolossoldadosheridosnopodríanvolverprontoalalucha.

—¿Cuántas bajas en total? —gritó Fletcher mientras curaba al últimohombredeuntajoprofundoenelmuslo.

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Sir Caulder se acercó desde el círculo de soldados que rodeaba a los tresmagosdebatallaysearrodilló.

—Cuatromuertos—dijo—.Unenano,doshombresyunelfo.Luegoestáunjovenconlacabezaabiertaydosmásconmiembrosrotos.

Fletchercerrólosojos.¿Cómohabíaocurrido?—Tranquilo,muchacho—dijosirCaulderaFletcherhablándolebajoaloído

—.Noshaidobien.Habíacasidoscientostipos.Podríahaberidomuchopeor.Créeme,lohevisto.

Fletcherasintió,peronopudoevitarqueunalágrimalecayeraporlamejilla,mezclándosecon lasangrequeaún le teñíasurostro.Leshabía idobien,perohabíanperdidoaexcelentessoldados,tantohombrescomomujeres.¿Eraculpasuyaporhaberlos llevadotancercade lafronterade la jungla?¿Yquiénsabíacuántosmáspodríanhabermuertosinohubiesesidoporlarepentinaaparicióndelosduendecillos?Sepasóunamanoporlospárpados,reticenteaponersedepietodavía.Unrepentinoagotamientosehabíaadueñadodeél.

—Encuantoanuestros rescatadores,parecequeunodeellosquierehablarcontigo.—SirCaulderseñalóconelpulgarporencimadesuhombro.

Fletchersuspiróyconsiguióponersedepieparadespuésabrirsepasoentreelcírculodesoldados.Alhacerlo,bajóconlamanolosmosquetesconlosquesushombres apuntaban a los duendecillos y forzó una alentadora sonrisa. Hacíatantos años que a los duendecillos se los consideraba enemigos que no podíaculparasushombrespormostrarserecelosos,sobretodoteniendoencuentaelparecidoentreaquellarazaylaespeciedelostrasgos.Élhabíasentidolomismonohacíamuchotiempo.

Había hasta cuarenta duendecillos recorriendo el campo, apuñalando a loscientos de cadáveres enemigos para asegurarse de que estaban muertos.Resultabaunespectáculocruel,peroalgúnqueotrogritorevelabaque,almenos,unoscuantostrasgoshabíanestadofingiendo,aunquellevadosmásporinstintoanimal que por astucia. Fletcher sabía por experiencia que los trasgos apenaseran más inteligentes que un chimpancé de la jungla, que eran incapaces dehacerusodeunlenguajecomplejoodeelaborarunpensamientointeligente.

Unduendecilloseencontrabadelantedetodoslosdemás,conlasmanosenlacinturaylaspiernasseparadas.Fletcherloreconocióalinstanteporelmuñónqueteníaenunladodelacabeza,allídondelefaltabaunaoreja.Setratabade

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Mediaoreja,unodelosjefesdelosduendecillosalosquehabíaconocidoenlaMadrigueradurantesumisión.

—¿Quéhacesaquí?—preguntóFletcheralavezqueseagachabaparaestaralmismonivelqueeldiminutoduendecillo.

Mediaorejasecruzódebrazosyescupiócondesprecio.Estabaclaroquelaideadeayudarlosnohabíasidosuya.Elduendecilloseñalóhaciaatrás,hacialafronteradelajungla.Fletchersequedóboquiabiertoanteloquevioallí.

Habíacientosdeduendecillosqueentrecerrabanlosojos,deslumbradosporlaluzdelsol,amedidaquesalíandelosmatorrales.Mujeres,ancianos,niños...lamayoríallevabanfardosdecomida,herramientasyarmasalaespalda.Alladode ellos caminaba una multitud de animales, no sólo maras. Podían versediminutos jerbos, sujetos con correas de hierba trenzada. Parecían ratones deorejasmuygrandesypatas traseras largasyesqueléticas, con lasque saltabancomo los canguros. Había peramélidos que arrastraban trineos cargados deniños, olisqueando el suelo por delante de ellos con sus hocicos demusaraña.Inclusohabíapesadosybarrigoneswombatsque eranusados comobestias decarga:transportabancestasdefrutaypescadosecosobreellomoyparecían,entodoslosaspectos,ososenminiatura.

Peroapesardeaquellaprocesióndeanimalesyduendecillos,Fletchersólosefijóenlafiguraqueibaalacabeza.Lareconoció,apesardeestaralotroladodelcampo.Azul.

El duendecillo ibamontado en una fosa, un animal que podría haber sidofrutode lamezcladeungatoyunhurónyquecaminabasinuosamentepor lahierbaconunaeleganciafelina.

AlveraFletcher,Azulespoleóa sumonturay sedirigióa todavelocidadhaciaél.SedetuvojustodelantedeFletcherconunaampliasonrisaensurostroderanayunamiradadejúbiloensusojossaltones.

—Encontramosotravez,Fletcher—dijoAzulsaltandodesumonturaparacolocarsejuntoaMediaoreja—.Túeressuerte,creo.

—Suerteespoco—contestóFletcherforzandounasonrisaapesardequeloscadáveresdesussoldadosestabantancerca.

—¿Yoesperartúestásbien?—preguntóAzularrastrandoinquietolospies.Detrás de él, los duendecillos se habían detenido aunque seguían saliendo

otrosde la jungla.Habíaya,almenos,unmillardeellosy losmosquetesque

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Fletcher tenía detrás empezaron a levantarse de nuevo poco a poco. No eramomentodeestardecháchara.

—Azul, dejémonos de cortesías, ¿eh?—dijo Fletcher bajando la voz paraque sus hombres no pudieran oírlo—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde estáMadre?

AloírelnombredelaMatriarcadelosorcos,Azulpególasorejasalcráneoysusgrandesojossellenarondelágrimas.

—Muerta.Orcosmatanaella—respondióAzulenunsusurroentrecortado,comosiestuvieseapuntodeecharseallorar.InclusoMediaorejamiróhaciaotrolado,conunaexpresióndetristezaensurostrohabitualmentellenodeodio—.Ellosavanzan—continuóapuntandohacialajungla—.AtacandotodasnuestrasMadrigueras a la vez, llenándolas de humo ymandan hienas. Ellos nos cazanhastaextinción.

—¿Inclusoalosesclavos?—preguntóFletcherhorrorizado.—Ellos los matan. Algunos escapando —gorjeó Azul, retorciéndose sus

dedospalmeadosalhablar—.Nomuchos.—¿Porqué?—preguntóFletcher,casisinpodercreerlalocuraqueeratodo

aquello—.Los orcos llevanmiles de años utilizando a los duendecillos comoesclavos.

—Porque Khan dice que tendrán esclavos humanos pronto. No másnecesitanduendecillos.

Azul hablaba ahora más rápido, animado por la llegada del grupo derefugiadosdetrásdeél.

—Unainvasiónsucediendoahora—dijoAzulenuntonobajoyapremiante—.Milesymilesdeorcosatacanfrentes.Todassustribusluchandojuntas.Eslabatallaparaterminartodaslasbatallas.

Señalóhaciaeleste,másalláde lasmontañas,dondeestaba la fronteradeHominum.¿Loqueoíaalolejoseraelfragordeloscañones?¿Osóloelecodelviento?

—Queelcielolosayude—murmuróFletcher—.Tengoqueavisar...—Yasiendotarde—lointerrumpióAzul,mientrasnegabaconlacabezacon

expresióntriste—.Yahaempezado.Fletchersemordióellabiomientrasasimilabaaquellanoticia.Podríallegara

labatallaenmenosdeunahoradevuelo.

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Mientras aquella idea cruzaba su mente, miró a Ignatius, quien se habíaarrastradodesdeelcampodebatallaysehabíaacurrucadoenunapequeñazonadehierbaespesa.ElDracoestabamediodormido,peroelhorrordelocercaquehabíanestadodelamuerteseguíadandovueltasensumente.¿PodríaponerdenuevoaIgnatiusenpeligro,cuandoacababandesalvarmilagrosamentelavida?

—Entonces,¿loscasuariosandabandetrásdevosotros?—preguntóFletcher,mientras los primeros y tímidos refugiados pasaban por su lado, separándosecomounríoquesebifurcaalllegaralpequeñogrupodeZorros.

—No—contestóAzulmirandodenuevohaciaatrás.Por primera vez, Fletcher se dio cuenta de que no miraba a los demás

duendecillos,sinohacialajunglaqueteníaasuespalda.—Losorcosatacandoendosejércitos.Orcosaleste.Trasgosaloeste...aquí.

—Azulabriólosbrazosy,acontinuación,losdoblóelunohaciaelotro—.Es...¿cómosedice?Movimientodetenaza.

—Entonces, ya está, ¿no? —preguntó Fletcher sintiendo un frío nudo detemorenlabocadelestómago—.Acabamosdematarlos.

Azulnegóconlacabezayvolvióaagachardenuevolasorejas.—Ésoseran lavanguardia,exploradores.Haymásquevienenapie.Puede

queunahoradetrás—explicóAzul.—¿Cuántos?—preguntóFletcher,mirandoasusagotadosyensangrentados

soldados.Azulnocontestó.Selimitóamontardenuevoensufosayaacariciarleel

sedosopelajedelacabeza.—Tehepreguntadoquecuántosson—repitióFletcher,mientraseltemorse

convertíaenverdaderomiedo.Azulcerrólosojosyrespondióconunaúnicaycruelpalabra.

—Miles.

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Fletcher convocó un urgente consejo de guerra con sus oficiales y sargentos,apartándosedelossoldados.Eléxodomasivoderefugiadosyasehabíaabiertocamino por la Hendidura en dirección a la incierta seguridad del campo deHominum.FletcherhabíaenviadoconellosasushombresheridosjuntoconunmensajeparaBerdonenelque lo advertíadequeunejército se acercabay leordenabaqueevacuaraRaleightownysemarcharantodosaCorcillum.

—No podemos defender el paso de montaña solos —dijo sir Caulder, elprimeroenhablardespuésdequeFletcherlesdieralanefastanoticia.

—Noestamossolos—repusoFletcher—.Azulnoshaprometidocuarentaydosduendecillosguerrerosparaquenosayuden.

—¿Tanpocos?—preguntóGenevieve.—Mehadichoquelamayoríadelosduendecillosguerreroshanmuertoen

la huida—respondió Fletcher—. Han tenido que librar una batalla constantedurante todo el camino hasta llegar aquí, usando la mayoría de sus dardos,añadiría yo. Tenemos suerte de que nos los deje. Son la mayor parte de losvaronesadultosquequedanensuespecie.

—De poco nos van a servir—refunfuñó Rotherham—. Han pillado a lostrasgosporsorpresayporlaretaguardiaencampoabierto.Nosobreviviríanalabatallaqueestamosapuntodelibrar.

—Ya veremos más tarde cómo podemos aprovecharlos—dijo Fletcher—.Peroloimportanteesquenotenemosqueganar.Sólotenemosquefrenaralostrasgoshastaquellegueayuda.

—¿Quéayuda?—preguntóRory—.¿Creesquenuestrosvecinosnosvanaayudar?Nisiquierasabencargarunmosquete.

Tenía unamirada demiedo en los ojos.Malaqui, nervioso, revoloteaba en

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tornoasucabeza.—No—dijoFletcher—.Soncolonos,nosoldados.Nolespediríanadaasí.—Entonces,¿quién?—preguntóGenevieve.Fletcherrespiróhondo.—Didric—dijo.—¿Qué?—exclamóRory—.¿Estáslocoderemate?—Sonsesenta soldadosentrenadosyestánapocashorasdeaquí—repuso

Fletcher—.SiconesodefendemosRaleighshire,losaceptaré.—¿Y si no son suficientes? —respondió Rory con rabia—. Tu amigo el

duendecillohadichoque sonmiles. ¿Esoquées? ¿Dosmil? ¿Diezmil? ¡Hayunagrandiferencia!

—No creo que se haya parado a contarlos —le espetó Fletcher—. Lacuestión es que si no defendemos el paso demontaña, los trasgosmarcharándirectossobreRaleighshireyatacaránlosfrentesdesdeatrásantesdequepaselanoche.Nopodemospermitirlo.

—Menosdeciensoldados...queademásseodianentresí,añadiríayo...,yunos cuantos duendecillos sarnosos contra todos los trasgos que existen. Mepregunto cuántos habían roto el cascarón antes de que destruyeras al resto—refunfuñósirCaulder.

—Novamosahuir—dijoFletcher—.Pero tiene razón, sirCaulder.PuedequeinclusoconloshombresdeDidricnoseamossuficientes.Avisaremosalreyy a los hombres del frente occidental. Podrían llegar refuerzos de jinetes enmediodía,conunpocodesuerte.

MiróaRoryyaGenevieve.—Necesitoquelosdosvolváiscorriendoalcarroyescribáisunascartasen

minombreparaexplicarlaamenazaqueseciernesobreHominum.Genevieve,escribe a Didric e implórale que regrese. Rory, necesitomensajes para el reyHarold,Arcturus,Othello, Lovett..., cualquiera que pueda estar en los frentes.Después,enviadatodosvuestrosÁcarosconlascartasatadasallomo.

—Nonosquedamana—dijoRory—.Sinnuestrosdemoniosestaremos...—Como cualquiera de estos soldados, sí—contestóFletchermirándolos a

losojos—.Perovoyanecesitarvuestroliderazgo,vuestrocoraje.Soismásquemagosdebatalla.Soisoficialesymuybuenos,malditasea.

Asintieroncongestoserio.

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—Ahoravamos,notenemosmuchotiempo—ordenóFletcher,enviándoloslejos.

LamentedeFletcheribaatodavelocidad,tratandodeaveriguarcómosacarprovechodeaquellabatalla.Observóelpaisajequeteníadelante,desplazandolamiradadeunladoaotro.Seleempezaronaocurrirlasprimerasideas.Amedioconcebir,puesnohabíaformadesabersifuncionarían.Peroteníaqueintentarlo.

Se dio la vuelta y se acercó a sus soldados, con lasmanos agarradas a laespalda.

—Muy bien, muchachos —anunció Fletcher de forma tan repentina queKobesesobresaltó—.Escuchad.Nosesperaotrabatalla.

Entonces, vio el temor en sus ojos. Algunos incluso miraron hacia laHendiduraqueteníanasuespalda,comosibuscaranunavíadeescape.

—Hoyme habéis hecho sentir orgulloso.Nos han tendido una emboscadadiez veintenas de jinetes y hemos ganado, en campo abierto, nada menos.Estamospreparadosparaellos.Vamosademostrarlesloquedeverdadpodemoshacer.

Algunos asintieron con fuerza pero, aun así, hubo unos cuantos quemurmuraronentreellos:Loganyunpardesusamigos.

—Ospidoqueconfiéisenmí—dijoFletchercolocándosedelantedeLogany obligándolo a mirarlo a los ojos—. Sabéis quién soy. Me he enfrentado ahordasde trasgos en el corazónde la tierra de losorcosyhe sobrevivido.Helibrado batallas contra los brujos y sus Guivernos a solas en un Abismodesconocido,peroaquíestoy.Sepuedeconseguir.

Paseólamiradaporsustropasparaquevieransuconvicción.—Soyamigotantodelosenanoscomodeloselfos.Soyunhechiceroyun

mago de batalla experimentado.Nacido noble, criado como un plebeyo y conantecedentespenales.

Suspalabras resonabanpor el pasodemontaña junto conel suave susurrodelvientosobrelahierba.

—Soytodasesascosas,peroningunasepuedecompararconloquevamosaser esta noche. Aquí es donde nos hacemos nuestro nombre. Aquí es dondeluchamoscontraelenemigo.

Fletcherhizounapausaparadejarqueasimilaransuspalabras.—Quieroque sepáisquealotro ladode lasmontañas se está librandouna

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batalla como nunca antes se ha visto.Miles de seres estánmuriendomientrashablamosyelresultadoaúnnoesdefinitivo.Perosinodetenemosalenemigoaquímismo,atravesaránRaleighshireydestruirántodoaquelloqueapreciamos.Nohaynadiemásquenosotros.Aguantaremoshastaquelleguelaayuda.

Los soldados le devolvieron la mirada y él vio cómo cambiaba sudeterminación, apretaban lamandíbula y endurecían lamirada. Era suficiente.Teníaqueserlo.

—Rotherham,escogeadiezhombresyquesehagancontodalamunición,espadas y mosquetes que puedan quitarles a los cadáveres—ordenó FletcherseñalandoaloscuerposabandonadosdelossoldadosdeForsyth—.Kobe,Gallo,cortadelmanzanillodelamuerteentrozosytraedlos.Cuidadoconlasavia,nolatoquéisconlasmanosdesnudas.

—¿Elárbol,señor?—preguntóKobevacilante.—Nosquedamenosdeunahorahastaquellegueelenemigo.¡Hacedlo!—

dijoFletcher,cuyavozrestallócomounlátigo.Loshombresfueronraudosacumplirconsutarea.—Quieroalosriflerossobrelatorrevigía,conlasarmascargadas.Elresto,

dirigíosalajunglaycortadunabrazadadebambú.Después,venidconmigoalaHendidura.Deprisa.

NadieseretrasóyenseguidaFletchersequedósoloconloscadáveresdesussoldados. Se quedó mirándolos apenado, grabando aquella imagen en sumemoria. No había tiempo para enterrarlos. Ni tampoco a los hombres deForsyth.Undestinotristeparaaquelloshombresymujeresvalientes.

Entonces,oyóquealguienseaclarabalagargantadetrásdeél.Mason. Fletcher casi se había olvidado de aquel joven, pues parecía él

mismo un cadáver, tendido entre los demás cuerpos. El muchacho estababebiendosorbosdeaguadeunabotellaquelehabíandado.

—Gracias por curarme las heridas, señor —dijo Mason acariciándose elflequillo—.Estabaapuntodemorir.

—Dimequéhapasado—lepidióFletcheryendoalgrano.—LosForsythmeascendierondespuésdequelosayudaraenaquellamisión.

Meenviaronaquíymedijeronqueseríauntrabajofácil.—Supongoqueestabanequivocados—dijoFletcher.—Elúnicoproblemaesquenuestrocapitánesunverdaderoimbécil,sime

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permite la expresión—continuóMason negando con la cabeza, indignado—.Acampamosenellugarequivocadoporqueélqueríatomarelsol,elmuyidiota.Nospillaronenbragas,porasídecirlo.

—¿Yelárbol?¿Porquétú?—Yo maté a unos cuantos trasgos, así que supongo que ha sido por

venganza.Queríanquemuriera lentamente.Asíquemedejaroncomoanzueloparanuevaspresas.Aunqueotrahoramásymehabríamuertodetodosmodos.

—Bueno, no cantes victoria tan pronto —dijo Fletcher levantando unmosquetedelsueloycolocándoloenlasmanosdeMason—.Vamosanecesitaratodosloshombresquenosseaposibleparadefenderelfrente.Loquequieredecirqueatitambién.

—Lucharépor ti—respondióMasonmirándolo fijamente—.Voyapormibracamante.Ytambiénbambú,¿noeraeso?¿Paraquélonecesitas?

—Esonoescosatuya—respondióFletchercontonomisterioso—.Veaporél.Nohaytiempoqueperder.

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Se agazaparon detrás del bajo muro de piedra, para observar a través de laHendiduralosárbolesqueelvientomecía.Laúltimahorahabíasidofrenética,pero se habían preparado lo mejor que habían podido. Habían llevado a lossoldadosmuertosalpasodemontañayloshabíancubiertocontiendasenseñalderespeto.

El muro era frágil, construido con las piedras sueltas que quedaban de latorre de vigilancia y unamezcla de argamasa de arcilla, hecha con agua y latierra arenosa que tenían bajo los pies. La construcción tenía forma de U, demodo que el enemigo recibiera el fuego desde todos los lados al entrar en elespacio que se abría al otro lado de la Hendidura. Los soldados de Fletcherestabandesplegadosasualrededorenunaúnicafila,conlosmosquetescargadosy apuntados hacia la jungla.Disponían de otros treintamosquetes que habíancogidoaloshombresdeForsyth.Notodoselloshabíanllevadoarmasdefuego,peroesoproporcionabaa todosloshombresunarmaderepuestoparadispararantesdetenerquevolveracargar.

Azul y sus compañeros duendecillos estaban al lado, incapaces de ver porencimadelmuro, pero con las baquetas a punto para cargar losmosquetes derepuesto una vez que se hubiesen disparado.Mediaoreja fruncía el ceño, aúnfuriosoporquehabíatenidoquemandarasusbestiasconlosrefugiados:seríandepocaayudaenlosestrechosconfinesdelpasodemontaña.

—¿Ves algo?—preguntó sirCaulder.Le crujieron las rodillas al asomarseporencimadelparapeto.

—Todavíanada—respondióFletcher.Llevaba su piedra de cristal, sujeta como un parche sobre la cara. Por

encima,Athenahabíaencontradounagrietaen laquecobijarseyobservaba la

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junglaconatención.Peroapesardelaclaridaddelaimagen,elfollajeoscurecíaelinteriordelbosque.ElejércitopodíaestaresperandopocosmetrospordetrásdelalíneadeárbolessinqueFletcherpudieraverlo.

EncuantoaIgnatius,Fletcherhabíaaprendidoyalaleccióntraslabatalla.ElDraco no tenía una coraza como los Guivernos pero seguía suponiendo unobjetivogrande,muyvulnerable a las jabalinas y lanzas enun combate largo.Así pues, había enviado a Ignatius a volar por el cielo para interceptar acualquierdemonioexploradorquesehubieseadelantadoalejércitodetrasgosy,también,paraquesirvieracomorefuerzosicambiabaelcursodelabatalla.Devez en cuando, su sombra revoloteaba por encima de ellos cuando el Dracogirabaybajabaenpicado,impacienteporluchar.

—¿Cómovamosdemunición?—gritóFletcher,porencimadelhombro.—Tenemos varios cientos de balas extra—respondióGallo levantando un

cartuchodeformado—.Aunquenosonprecisamentebonitas.Galloyotrostressoldadoshabíanrecibidoelencargodefundirloslingotes

deplomoenunapequeñahoguerayconvertirlosenbalasdemosquete,mientrasotros dos soldados las envolvían en papel con lo que les quedaba de pólvora.Con la cantidadde trasgos que se les iban a echar encima,Fletcher sabía quenecesitaban recibirlos con una lluvia de balas y que sus actuales niveles demuniciónseagotaríanrápidamente.

Elmuroteníatambiénotrafinalidad.Nosólolosprotegeríadelaráfagadejabalinas y lanzas, sino que también los protegería de los otros planes deFletcher.Esdecir,encasodequetodosalieramal.TeníaunasorpresaesperandoalosprimerostrasgosqueatravesaranlaHendidura.

—Nonosquedaplomo—dijoGallolevantandoelúltimoypesadosacodecartuchos recién preparados—. Eso es todo. También estamos ya apurando elbarrildepólvora.

—Deacuerdo,bienhecho.Reparte losnuevoscartuchosentre loshombres—ordenóFletcherapuntandoalrestodesacosqueestabanalospiesdeGallo—.Yenvíaunospocostambiénalatorredevigilancia.Cuandosequedensinbalasderifle,podrándispararesosacortadistancia.

Gallopalidecióalverelestrechosenderoquesubíahastalaplataformaqueestabaasuderecha,dondepodíanverseloscañonesderiflescolocadossobreelcírculode rocasque antiguamentehabía sido labasede la torredevigilancia.

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Rotherhamestabaallíconellos,dirigiendoasupequeñopelotóndetiradores.—Yalohagoyo—seofrecióLoganalverlaexpresióndeGallo.Se acercó corriendo y le cogió la bolsa al pálido enano, ganándose una

miradaderespeto.Fletcher sonrió, a pesar de sus nervios. Aquello tenía su lado positivo.

Cualesquiera que fueran las quejas que los soldados tuvieran antes, ya habíanquedadoenelpasado.Sisobrevivíanaesto,losZorrosestaríantanunidoscomoungrupodehermanosdelejércitodeHominum.

Sintió una sacudida de excitación de Ignatius justo cuando sir Cauldersoltabaunlevegruñido.

—¿Dóndedemoniosestán...?Uncadávercayójuntoaellosconunestallidodeplumasnegrasyblancasy

sir Caulder soltó una serie de maldiciones al verse manchado de sangre. SetratabadelcuerpodestrozadodeunAlcaudón,conungrantajoenelestómago.En el cielo, Ignatius lanzaba rugidos desafiantes. Un segundo Alcaudón máspequeñochocócontralaparedysucuerpoderribóunapiedraenmediodeunanube de polvo. El Draco se encontraba en su salsa y Fletcher podía verlodescenderenpicadoyplanearmientrasunospequeñospuntosnegrossedirigíanhaciaél.Esosólopodíasignificarunacosa.

—Ya empieza —dijo Fletcher, sacando a Llamarada de su funda yapoyándolaenelparapetodelmuro.

Pero sus palabras quedaron ahogadas por un espantoso ruido. Eran comocientos de voces que gritaban, acompañadas de un estertor sobrenatural.Resonabadeformainquietantepor todoelcañónyenel interiordelbarranco,haciendoqueFletcherrechinaralosdientes.

Yentonces,enellímitedelbosque,vieronlosprimerostrasgosquesalíandeentrelosárbolesenmediodeunaoleadagris.Erancientos.

—No disparéis—gritó Fletcher al ver que el hombre que tenía a su ladosujetaba con fuerza el arma, hasta el punto de que los nudillos se le habíanpuestoblancos.

Centró la mirada en la lámina rosa del cristal. Había demasiados trasgoscomoparapodercontarlos,puesdesfilabanporlahierbaformandounaenormemasadesordenadaque iba saliendode la jungla.Al igual que sus compañerosquemontabanencasuarios,estostrasgosnollevabanmásqueuntaparrabospara

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cubrir sududosorecato.Peroademásde lahabitualvariedadde lanzas,porrastachonadasconpiedrasyjabalinas,llevabanescudosdecuerosincurtirsobreelantebrazoizquierdoygolpeteabansusarmascontraellosmientrasseadentrabanenelcañón, loqueexplicabaenparteelmotivodel terribleruido.Peronolosgritos.

—¿Dedóndevieneeseruido?—gritóLogantrasvolverdesuprecarioviajehastalatorredevigilancia.

—Silbatosdelamuerte—respondióMason.EstabaagachadoalaizquierdadeFletcher,aúndescamisado,peroarmadoahoraconsubracamanteenformadecuchillo—.Veréis a algunos orcos haciéndolos sonar. Unas cosas horribleshechasparaasustaralenemigo.Noleshagáiscaso,muchachos.

Y,dehecho,traslaprimeraoleadadetrasgosvieronsaliravariosorcosdelfollaje,congrandesmacanassujetasalaespalda.Llevabanhienasqueaullaban,atadas aunas correas,ydaban latigazos en la espaldaa los trasgosque teníancerca,conduciéndoloscomosi fuesenganado.Cuando lavisióndeAthena losenfocó,Fletcherpudoverquetambiénllevabanpipasdecerámicaenformadecráneosujetasentreloscolmillos:aquéleraelorigendelaterradorruido.

—Pues les funciona —dijo Logan estremecido a la vez que ocupaba supuestoenelmuro.

Inclusodesdesupuestodeobservacióntraselmuro,Fletchersabíaquelostrasgosestabanfueradelalcancedelosrifles.Rotherhamhabíaclavadodosfilasde estacas por la praderapara que los hombres supieran cuándodisparar.Unaparalosrifleros,laotraparalosmosqueteros.Elejércitoenemigoesperabajustodetrás de la primera empalizada, detenidos por las voces guturales de loscomandantesorcos.

—Venga,vamosaporvosotros—oyóFletcherquegruñíaRotherham,desdesupuestoelevado.

Pero los trasgos no se acercaron más y el ruido empezó a desaparecer.Enseguida,elsilencioseextendióporelcañóncubiertodehierba.HabíanvistoloqueFletcherleshabíadejado,justodespuésdesusfilas.

Los cadáveres de los jinetes trasgos habían sido esparcidos por la pradera,dispuestos en un macabro despliegue de miembros y heridas abiertas. Loscasuariosestabanjuntoaellos,entristesmontículosdeplumasnegras.Fletchersabíaqueelhedordelacarnepodridaseríafuerteyasquerosopero,enrealidad,

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el origende la peste no estaba en los cadáveres de sus aliados, pues aún erandemasiadorecientes.

No.AFletcherselehabíaocurridounusoparalosbarrilesdefrutadeduriánque llevaban en su carro de provisiones. Al abrirlos y colocarlosestratégicamentebajoloscadáveres,desprendíanunhedoramuerte.Elenemigohabíaintentadousarelmiedoconél.Fletcherledevolvíaelfavormultiplicadopordiez.

Hastaelúltimoguerrerodesuvanguardiahabíamuertoynohabíarastrodesusasesinos.PodríahabermilhombresalotroladodelaHendidura.

—Rotherham, lánzalesuna ráfagade rifles—gritóFletcher.Suvoz resonóconunafuerzafantasmalenelbarranco—.Apuntadalosorcos.Liquidadalosjefes.

—Deacuerdo—respondióRotherham—.Muybien,muchachos,hacedquecadadisparomerezcalapena.

—Están fuera de nuestro alcance, señor—respondió uno de los soldados,nervioso.

—Puesmásvalequeapuntesalpecho—dijoRotherhamconentusiasmo—.Ahora, tranquilos. Escoged vuestro objetivo. Apretad despacio el gatillomientrassoltáiselairedelospulmones.Atentos...¡Fuego!

ElrestallidoderiflesinundólosoídosdeFletcherymediosegundodespués,ladescargaalcanzólasnumerosasfilasdelenemigo.UndisparofallidotiróauntrasgoalsueloyotroastillóunadelasestacasdeRotherham,peroelrestodelosdisparosalcanzaronsuobjetivo.Unorcoechólacabezahaciaatrás,losdemássesacudieron como si les hubiesen clavado un punzón; dos cayeron de rodillas,otroseagarróelbrazo.Niunasolabaladioenelmismoobjetivo,testimoniodelbuenentrenamientodeRotherham.

Empezaronaoírsegritos,queseextendíanentrelostrasgosamedidaqueseretirabanytropezabanunosconotros,invadidosderepenteporelpánico.Paraellos,losdisparosveníandelmismocielo.

—Dejaddemirarycargaddenuevo—resonólavozdeRotherham—.Estoeslaguerra,nounentrenamiento.

Poco después, se oyó el traqueteo de las baquetas, pero el ruido quedóahogado por el repentino rugido de los demás orcos, unos gritos primitivos yllenosderabia.Unahienaaulladorasaltóderepenteyagarróporelcuelloaun

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trasgoqueseretiraba,sacudiéndolodeunladoaotrocomosifueseunmuñecodetrapo.Seoíaelrestallidodeloslátigosylamareaseretirómásrápidamentedeloquehabíallegado:lostrasgoscaíanalsuelomientrastratabanderegresarasus puestos, algunos incluso tropezando con los cadáveres de sus compañerosjinetes.

—Comopastorearaunasmalditasovejas—susurróMason.—Peroésosnosonperrospastores—repusoLogan—.Másbienlobos.—Silencioenlasfilas—ordenósirCaulderhaciendocallaralapareja.Pero Fletcher dirigía su atención a otro lugar. Enfocó con la mirada un

movimientoensucristal.Unalborotoenelinteriordelajungla,tangrandequelosárbolesseagitabanenunlentomovimientoenlínearectaquesedirigíahaciaellos.Unruidosordodepasosqueparecíanhacertemblarlatierra,reverberandoporelcañónysofocandolosgritosdepánicodelostrasgos.

Entonces, un gigante de piel gris salió del bosque y los trasgos sedesperdigarona izquierdayderechamientrassalíaa la luz.Susgrandesorejasaleteaban con el viento y su enorme cuerpo era claramente visible al avanzarpesadamenteporelclaro.

—¿Quédemonioseseso?—preguntóLoganconungemido.EraunFantauro.Elmenoscomúndetodoslosdemoniosorcos,unelefante

bípedoquesuperabaenestaturaalosorcoscomounamadreasuhijo.Teníaunapiel curtida tangruesaque lasbalasnopodíanpenetrarlay susgrandespuñoseran igual de formidables que su larguísima y gigantesca trompa y que suscolmillosdentados,quemovíaaunladoyaotroporencimadelsuelo.

Eldemoniosedetuvocuandosubrujosaliódeloslímitesdelajungla.Ensupiedra de cristal, Fletcher vio que se trataba de un espécimen decrépito yjorobado, casi sin dientes y cubierto por una capa andrajosa de fibrasentretejidas. El viejo orco sujetaba un bastón retorcido entre las manos y seapoyabaenélacadapasovacilantequedaba.Porunmomento,Fletchersintióundestellodecompasiónporél.

Entonces, levantó un dedo largo y arrugado, e incluso sin la ayuda deAthena,Fletcherpudovereldestellonaranjadeunaboladefuegoenloslímitesdelajungla,másgrandequeningunaotraquehubiesevistoantes.

—Acubierto—gritóFletcher.Élysushombresselanzaronalsuelocondesesperación.Derepente,elmuro

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depiedraparecíatansólidocomounahojadepapel.Enlapiedradecristal,Fletchervioquelaboladefuegocrecíacadavezmás

hasta hacerse tan enorme que el brujo desapareció detrás de ella.Después, seelevó,resplandeciendoenelaire,trazandounenormearcoydejandounaestelade humo y resplandor tras ella. Ningún escudo de Fletcher podría resistir unataqueasí,noconelpocomanaquelesquedaba.Labolasiguióelevándose,tanbrillanteycegadoraqueeracomosiAthenaestuviesemirandofijamentealsol.

Cuando labola inició su lentodescenso, elFantauro soltóunbramidoquehizo rechinar los dientes de Fletcher. Pasaron dos segundos de silencio por elaturdimiento.

Yentonces,comounaola imparable, los trasgosgritaronycargaronpor lahierba,sedientosdesangre.

LabatallaporRaleighshirehabíaempezado.

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—¡Ignatius,corre!—gritóFletcher.Desdearriba,elDracodescendíayaenpicadohacialaboladefuego,conlas

alasechadashaciaatrás,lanzándosecomounaverapaz.LaatravesócomounaflechaatraviesaunamanzanayelestallidodeluzdeslumbróaAthena.

FletchernonotóningúndolorprocedentedeIgnatius.Elfuegohabíapasadoporlapieldeldemoniosincausarningúndañoylabolasehabíandivididoenotras más pequeñas, que se habían disparado por la ladera de la montaña enmitaddeunalluviaderayosluminosos.

Media docena de aquellas bolas atravesaron la Hendidura, posándose encharcosdefuegosobreelmuroyelsuelodelantedeellos.Hubopiedrasdesuimprovisada barricada que estallaron y tiraron al suelo a varios soldados. Unenanoempezóagritarfrenéticamentecuandoaunamangaseleprendiófuegoyempezóadarlegolpesconlachaqueta.QuedóextinguidoporunaráfagadeairecuandoIgnatiusselanzóenpicadoporelpasodemontaña,volviendodespuésalasalturasparaluchardenuevoconlosdemoniosorcos.

—Preparaos—gritó sirCaulder vaciando su cantimplora por encima de lateladelbrazodelenano.

ElretumbardecientosdepiesdetrasgospodíaoírsemientraslosZorrossearrastrabancondificultadycolocabanlosmosquetesporencimadelabarricada.Montonesdepiedra fundidaburbujeabandelantede losmuros, solidificándoseen cristales al enfriarse. Fletcher levantó a Llamarada y dio gracias al cieloporque el fuego no hubiese acabado con la sorpresa que sus hombres teníanpreparada.

Por el hueco pudo ver un remolino de cuerpos grises que cargaban endirección a ellos. Los rifles ya estaban disparando y los orcos se sacudían y

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tropezabandebidoalavertiginosaráfagadebalas,aunquelaenloquecidarabialosimpulsabaaseguiravanzando.Losprimerostrasgosatravesaronlasegundafiladeestacas.

—¡Fuego!—gritósirCaulder.Un único estallido de ruido y de humo ondulante aturdió a Fletcher y, a

continuación, apretó el gatillo. Varios trasgos cayeron hacia atrás cuando unalluviadebalasdemosqueteatravesólasprimerasfilas,haciendotropezaralosdeatrásconsuscadáveres.

—¡Fuego!—bramóFletcher.Una segunda ráfaga, más irregular que la primera pero no menos mortal,

alcanzóalamasa.Lasangreempañabaelaireamedidaquecaíanmástrasgos,perolamultitudseguíaavanzandoentreaullidos,animadosporloslatigazosdesusjefesorcos.Estallaronmásriflesyotracabezadeorcosaliódespedidahaciaatrás.Peronoerasuficiente.Sólounacosapodríapararaquello.

—¡Cargad!—ordenó Sir Caulder en voz alta pero calmadamientras dabafuertes pisotones por detrás de sus hombres—. Tranquilos, muchachos, concalma.

UnaAvispacayóal suelo, casi cortadaendosporelpicode Ignatius,queestaba más arriba. Las baquetas repiqueteaban en los cañones y un hombremaldijocuandoselecayólasuyaalsuelo.Cincuentapasos.Cuarenta.

—¡Fuegoadiscreción,muchachos!—gritósirCaulder—.Acabadconellos.Por encima del muro salían balas demosquete de forma esporádica y los

disparos más cercanos hacían caer a los trasgos, cuyos cuerpos desaparecíanentrelasmasasalserpisadosporlosdemás.

—Disparad a los que van delante—gritó Fletcher a la vez que sacaba aVendavaldesufundayapuntabahacialostrasgosqueseadelantabanalahorda.

Disparó y sintió el retroceso en el brazomientras la bala alcanzaba en elcuelloaltrasgoqueestabamáscerca,lanzándoloadocemetrosdelagrieta.Susegundodisparosedesvióydesaparecióentrelamuchedumbreconunchorrodehumoysangre,perounabaladeMasondejóasuobjetivodesplomadosobreelcuerpodelprimero.

Elespacioquehabíadelantedelmurosellenódehumo,unaniebladeazufrequesemezclóconelgrisdelostrasgoscuandolosprimerosconsiguieronentrarpor la Hendidura, con las lanzas y los escudos en alto. Algunos disparos

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eliminaronalosimpacientescorredores.FletchernotóensumenteelmiedodeAthena y las señales de dolor que enviaba Ignatius, que seguía peleando condocenasdedemoniospequeñosenelcielo.

El cuerpo principal estaba a veinte pasos de la Hendidura. Un poco máscerca...

Diezpasos.«Ahora.»Fletchersaltóporelmuro.—Nodisparéis—gritósirCaulder—.Cargadlasarmasderepuesto.—Rifles,cubridaFletcher—exclamóRotherham.Yentonces,Fletcherechóacorrerconunavolutadefuegollameandoenel

extremodeundedo.Lostrasgossiguieronllegando.Unadocenadeellosentróporelhuecoycorrieroncomolocoshaciaél.Fletcherpodíaolerelhedorsuciodesuscuerposmientrascorríaatodavelocidad,aporreandoelsueloconlospiesynotandoenlosoídosellatidodesucorazón.Unosdisparosderifleapartaronalos trasgos más cercanos y una jabalina pasó por su lado, haciendo saltaresquirlasdelmuroqueteníaasuespalda.

Cien enemigos atravesaban ahora laHendidura, reduciendo lavelocidad alver a aquel hombre solitario que corría hacia ellos, pero empujadosinevitablementeporelimpulsodelasmasasquegritabanpordetrás.

Fletchersearrojóalsueloyrodóporél,yaatirodepiedradesusenemigos.De su dedo salió un hilo de fuego naranja, que dirigió hacia su objetivo. Susorpresa.

Era una fila de cien trozos de bambú semienterrados, cada uno con unamecharudimentariadecuerdacubiertadepólvoraenelextremoposterior.Yenel centro de todos ellos, estaba el rechoncho y oxidado casco del cañón deThorsager, apuntalado sobre un montículo de tierra excavada. Todos losfragmentosdebambúestabanllenosdepólvorayguijarroshastaelborde.

Unalanzaseclavóasulado,cortándoleelfilodelachaqueta.LasmechaschisporrotearoncuandoelconjurodeFletcher fueavanzandoporelcordel.Sefueron quemando a gran velocidad hasta llegar a las cargas explosivas.Demasiadorápido.

—¡Corre!—gritóRoryalverloqueestabaapuntodeocurrir.Fletchercorrió.FueunacarreradesenfrenadayFletcher lanzóunescudopor encimadeél

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justo a tiempo, sintiendo el crujido de los impactos cuando varias jabalinas ylanzaslepasabansilbandoporencima.Unestruendodedisparosderifleresonósobreély,acontinuación,Genevievegritó:

—¡Agáchate!Fletcherseagachóytodosevolviódelrevés.Elpolvoyelhumosecernieronsobreélcuando laexplosión retumbópor

todo el barranco. En su cristal, Fletcher vio que la sangre inundaba el airecuandomil proyectiles atravesaron lamasa de trasgos lanzándolos hacia atráscomo si el puño de un gigante invisible hubiese golpeado sus filas. El centrorecibiólomásdurodelgolpe,pueselcañónconcentrólaexplosiónenunconoestrecho de muerte pulverizada que se extendió más allá de la Hendidura yalcanzó a lamuchedumbre que aún empujaba por detrás. Por unmomento, loúnicoqueseoyófueelsilbidodelvientoylosgemidosdelosqueagonizaban.

—¡Fuego!—gritóFletcher.Unapausay,después,unaráfagadebalasdemosqueteatravesóelhuecoen

direcciónalosasombradossupervivientes.—¡Otravez!—exclamósirCauldera lavezquecogíaunmosquetequele

acercabaAzul.Lasegundadescargaalcanzóalasfilasyderribóalostrasgosdederechae

izquierda.Losriflesdispararonunmomentodespuésy,enestaocasión,lamayorpartedeladocenadeorcosqueseguíanenpiemurieron,pueseraimposiblenodarlesatancortadistancia.

Porencima,IgnatiussoltóunbramidodetriunfoyunAhoolcayóenpicadodel cielo: su cuerpo de alas curtidas se estrelló con un ruido sordo contra loscadáveresdelostrasgos.

Yentonces,todosalavez,lostrasgossedieronlavueltayhuyeron.

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Lamarea sehabíadado lavuelta.Las siluetasgrisesde los trasgos corríandevueltaalafronteradelajungla,dejandocientosdemuertosatrás.Losorcosquequedabangritabanórdenes,pero inclusoellossehabíanalejadoparaponerseasalvo y no podían evitar que los trasgos volvieran corriendo al refugio delbosque. En el cielo, Ignatius volvía a rugir mientras los demonios enemigosbatíanlasalasensuvelozretirada.Claramente,elAhoolhabíasidoelmásfuertedetodosellos.

A pesar de todo, lo quemás horrorizaba a Fletcher era que parecían estarllegando aúnmás trasgos, que se abríanpaso entre sus compañerosquehuíanmientras ellos salían de los árboles y se concentraban alrededor de la siluetainmóvil delFantauro. ¿Quién sabía cuántosmás acechaban entre el follaje sinqueellospudieranverlos?

Alincorporarse,Fletchersediocuentadequesuescudolohabíaprotegidode la llamaradade laexplosiónaunque,por suerte, lamayoríade los tubosdebambú se habían mantenido unidos, arrojando su contenido por los extremosabiertos. Pero algunos tubos de madera se habían roto en pedazos por laexplosión,lanzandoproyectilesentodasdirecciones,incluidohaciaél.Esedaño,junto con el de las jabalinas y lanzas, implicaba que apenas merecía la penareabsorberelescudodestrozadocuandolevantósucuerpomaltrechodelsuelo.Aunasí,lohizo.Susreservasestabancasivacías.

Cuando volvió con los Zorros,Azul y sus duendecillos habían saltado losmurosybuscabansupervivientesentrelostrasgos,levantandoydejandocaersusdagas de diente de tiburón.Fletcher trató de no hacer caso de losmacabros ygorgoteantes ruidosypasóporencimade labarricada, tirandoun trozoconelpieporlasprisasdeponerseasalvo.

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Estabatemblando,aunquenosabíasieraporlaadrenalinaoporelmiedo.—Cabrones cobardes —gritó Logan con una sonrisa en su cara llena de

marcasdeacné.Atravésdesucristal,Fletcherhabíavistoquelosorcosazotabansinpiedad

alostrasgosqueseretirabanyquesoltabanasushienasparaquerondaranporlos límites de la jungla y mordieran a los que pasaran corriendo. No pasaríamucho tiempo antes de que los amos volvieran a controlarlos o dirigieran unnuevoasaltoconlastropasqueemergíandelajungla.

Aunasí,ahoraseríanmáscautelosos.Unterciodelosorcoshabíanresultadomuertosynoeramuyprobablequesus jefessearriesgaranaquedardenuevodentrodelalcancedelasarmas.Peroenalgúnmomento,lostrasgoscargaríandenuevo contra la Hendidura y no quedaba más pólvora para realizar otraexplosión.Sólolequedabaunasenlamanga.

—Fletcher,quierohablarcontigo—dijoRory.HizounaseñalaFletcherparaqueseapartaradeloshombresquecelebraban

lavictoria.Fletchervioquelamejilladelmuchachoestabamanchadadehollínpor los disparos de mosquete y que tenía el pelo rubio manchado de sangre,debidoauncorteenlafrente.

—Tenemosunproblema—murmuróRoryencuantosealejódelosZorrosconFletcherparaquenolooyeran—.Noselohedichoanadieytampocoesquehayatenidotiempodehacerlocuandohanaparecidolos trasgos.Pero...esDidric.Novaavenir.

SiFletcherhabíasentidoelmásmínimoalivioantes,ahoralosustituíaunafríaoleadadetemor.

—Tienequevenir—susurróFletcher,tratandodecontrolarseparanogritar—.¡Elfuturodelimperiodependedeello!¿Estássegurodequeseloexplicabastodoentumensaje?

Rorynegóconlacabeza,indignado.—Se lo he explicado todo. Ha salido corriendo hacia el norte mientras

nosotrosestamosaquíhablando,devueltaasucastillo.Suspalabrasexactashansido:«¿Porquéenviaraunoshombresbuenosdetrásdeunosmalos?».¿Te lopuedescreer?Consideraquelaguerrayaestáperdida.

—Elmuycobarde—espetóFletcher.—Hay otra cosa —dijo Rory sin mirar a Fletcher a los ojos—. Son los

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vecinos del pueblo. Cuando Malaqui ha dejado su mensaje, han empezado adiscutirsideberíanmarcharse.Berdonestáhaciendoloquepuede,peroMalaquinohavistoseñalalgunadeellosmientrasesperaba ladecisióndeDidricenelpuente.Nocreoquesehayanmarchadotodavía.

—Quéidiotas—protestóFletchermirandohaciaelcañón,hacialapradera.A lo lejos, podía ver la silueta de los edificios de la ciudad. Estando tan

cerca...¿nooíanlosdisparosylasexplosiones?—Ahora no podemos preocuparnos por eso. ¿Qué hay del resto de los

mensajes?—preguntóFletchertratandodecontrolarelpánicoensuvoz.—Aúnestánvolando—contestó—.YheenviadoaMalaquiparaqueayude

a buscar al rey, a un general, a cualquiera que pueda ayudarnos. La mayoríadeberíanllegaralfrenteenmenosdeunahora,Genevieveincluida.Pero...misÁcaros han oído explosiones y han visto humo y destellos en el horizonte.Cualquiera que sea la batalla que estamos librando nosotros, no es nadacomparado con lo que está pasando allí. Buscar a alguien importante paraentregarleunmensajepuederesultardifícil.

FletcheragarróaRorydeloshombros.—Sinorecibimosayudapronto,estaremostodosmuertosymilesdetrasgos

atacaránalejércitodeHominumdesdeatrás.EsosinosaqueanantesCorcillumcuandovayandecamino.

RoryabriólosojoscomoplatosconexpresióndemiedoyFletcherlosoltó,conunsuspiro.

—Cuéntaselo a Genevieve, pero a nadie más. Debes conseguir que tumensaje llegue. Enviaría a Ignatius, pero lo necesitamos ahí arriba. Tú eresnuestraúnicaesperanzaahora.

El joven oficial se alejó y Fletcher vio la expresión seria de Genevievemientrasrecibíalanoticia.MiróaFletcheralosojosylehizounaseñalenérgicaconlacabeza.

—Muybien,muchachos.Yabastadecharla—seoyólavozdesirCaulder,interrumpiendo los gritos de júbilo de los Zorros—. Dalia, Gallo, traed losbarriles de agua del carro. La guerra da sed. El resto de vosotros, limpiad lapólvoradevuestrasarmassucias.Usadelaguaomeadsobreellassitenéisquehacerlo.

Animado por las órdenes dadas por sir Caulder, la mente de Fletcher se

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concentró en la batalla que los esperaba. Sin ninguna ayuda que viniera arescatarlos pronto, probablemente se quedarían sin munición en muy pocotiempo.Lasalabardasresultaríanfundamentalesdeunamanerauotra.

—Logan, Kobe, id con ellos —ordenó Fletcher cuando volvió al muro,mientrasechabaunvistazoalamuchedumbreapiñada—.Quieroquetraiganelmollejónyseafilenbientodaslasalabardas.

Losdosmuchachossoltarongruñidos,perofueronacumplirconelencargoy lo dejaron a solas con Mason. El muchacho no se había unido a lascelebracionesdelosdemás,aunquenoeradesorprender,pueslosconocíamuypoco.

—Hassidomuyvalientealquedarteaquí—dijoFletcher.—Llevo toda la vida enfrentándome a ellos—dijoMason—.Además,mi

madreymishermanasvivenenCorcillum.Noestaríabienmarcharme.—¿Tienes algún consejo para mí? —preguntó Fletcher señalando con el

mentónalostrasgosqueseibanagrupando.—Son cobardes por naturaleza, los trasgos —le explicó Mason—. Si les

hacéis bastante daño, se darán la vuelta y saldrán corriendo de inmediato. Elproblema es que llevan toda su corta vida recibiendo patadas de los orcos, ycomoconsecuencialestienenmásmiedoaellosqueaningunaotracosa.

Fletcher dirigió sumirada almontón de trozos demadera delmanzanillo,querezumabansaviablancaporloscortesquehabíancausadolasalabardas.

—Yanosencargaremosdeeso—dijo.

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Las alabardas estaban afiladas y Kobe estaba sentado detrás de una rueda depiedrarugosaqueélmovíaconelpiemientraslossoldadossearrodillabanasuladoparaafilarlasespadas,enmediodeunachirriantelluviadechispas.InclusoFletchertuvosuturnoparaafilarsukhopeshdespuésdeterminarderecargaraVendavalyLlamarada.

Limpiaronlaspistolas,lasinspeccionaronylasvolvieronalimpiar,mientrassereparabaelmuroysereforzabaconunamezcladebarroyescudosylanzasquehabían recogido.Losduendecilloshabían llevadoespeluznantes trofeosdela batalla y Mediaoreja desfilaba orgulloso con un collar de orejas de trasgoensartadas en una correa sucia. Fletcher no los quiso desanimar e incluso lespidióalosduendecillosquedesplegaransustrofeosjuntoaloscadáveresenelinterior de la Hendidura, como advertencia a cualquier trasgo que decidieravolveraentrarenella.

Mientrastanto,losorcosladrabanygritabanórdenesguturales,empujandoalos trasgosparaqueocuparan suspuestos justoenel límitedel alcancede losrifles.Habíansoltadoalashienasdentrodelosbosques,presumiblementeparaqueatraparanalostrasgosquehabíanhuidoylosllevarandevueltaalcampodebatalla.LoqueFletchersísabíaseguroeraqueseibaaproducirungranasaltoyquenocontabaconmuchotiempoparaprepararse.

Habíallegadoelcarroconlaspalasquehabíanusadopararevolverlatierray preparar la argamasa de barro para susmuros. Pero a Fletcher se le ocurriódarles otro uso. La zona que se encontraba justo antes de laHendidura habíaquedado destrozada con las explosiones de las bombas de bambú y Fletcherenvió a un contingente de hombres para que la ampliara hasta formar unatrinchera cuya profundidad les llegara a la cintura. Una vez hecho esto,

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incrustaron las puntas de piedra de las lanzas de los trasgos en el fondo, locubrieron con las lonasde las tiendasde losForsythy lo camuflaron conunafinacapadetierra.

Lazanjaerademasiadoestrechaylostrasgospodríansaltarlafácilmentey,por otro lado, tampoco es que pudiesen ocultar al enemigo observador lo queestabanhaciendo,peroFletcherestabasegurodequeenelfragordelabatalla,almenosunoscuantostrasgoscaeríanyseclavaríanlaspuntasdeabajo.

Encuantoalamaderadelárboldelamuerte,Fletcherordenóquelallevaranal espacioquequedabamás alládelmuro ehizoque añadieran almontón lascubiertasdelastiendassobrantes,lanzasyelbambúquenohabíanusadoenlapreparacióndelasbombas.SeguíasiendounmontículomuchomáspequeñodeloqueaFletcherlehabríagustado,perotendríanqueapañárselasconeso.

—Rory,¿algunanoticia?—preguntóFletcheraljovenoficial.ÉlyGenevievesehabíansentadolejosdelosdemás,conlosojoscerradosy

el ceño fruncido enungestode concentración.Tenían en lasmanospequeñosfragmentos de piedra de cristal y Fletcher pudo ver en ellos las imágenes enmovimientodeunpaisajeasoladoporlaguerra.

—Sólo podemos oír y ver lo que sienten Malaqui y Azura —respondióGenevieve antes de queRory pudiese decir nada—. Son los únicos que estánconectadosconnuestroscristales.

—Porsupuesto—dijoFletchermordiéndoseellabio.Rory,aúnconlosojoscerrados,habló:—Los demás sólo tienen instrucciones, pero no podemos oír lo que ellos

oyen.SólosabemosqueelmensajesehaentregadoysentiremoslasemocionesquetengannuestrosÁcaros.Siestáncontentos,podemossuponerqueelrescatevienedecamino.

—Noelrescate.Refuerzos—locorrigiósuavementeGenevieve.FueentoncescuandoFletchervioque losdosestabancogidosde lamano.

Sonrió.Yaerahora.—Hanentregadounmensaje—dijoRorydepronto conuna sonrisa en su

pálidorostro—.Espera....Creo...—Señor,haymovimientos—gritóKobe.Roryabriólosojosylaparejaseencaminóhastasusrespectivospelotonesa

ambos lados del muro. Fuera lo que fuera lo que Rory iba a decir, quedó

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olvidado.Fletcher volvió a concentrarse en su cristal y el corazón se le llenó de un

horror frío.Era el Fantauro.La enormebestia avanzababatiendo sus enormesorejas, con los brazos extendidos. Detrás, lo seguía una columna de lo quepodrían ser cien trasgos, con los escudos de cuero levantados para protegersetraselenormecuerpodeldemonio.

Ya habían pasado la primera fila de estacas y estaban casi en el radio dealcance de los mosquetes. A cada paso, el volumen del coro de silbidos demuerteyeltraqueteoibaaumentandolentamente,acompañadosdeloschillidosdeloscientosdetrasgosquelosseguían.

SirCauldertomóaireparaordenarunadescarga,peroFletcherlocontuvo.—¡No disparéis!—gritó Fletcher a los Zorros—. Tiene la piel demasiado

gruesa.—Entonces, ¿qué se supone que tenemos que hacer? —le espetó Dalia,

apuntandodetodosmodosconsumosquete—.¿Dejarquelleguenyacabenconnosotros? En cuanto estemos luchando cuerpo a cuerpo, los demás cargaráncontranosotros.

—No —dijo Fletcher. Su mente iba a toda velocidad. Se giró hacia losriflerosqueestabanenelcírculodepiedradelaviejatorredevigilancia.

—¿Puedesdarleenlosojos?—preguntóaunodeellos.—Nos queda pocamunición, pero nada como un disparo a tiempo, sime

permiteelchiste,milord—respondiólavozdeRotherham.—Entonces,hazlo—ordenóFletcher.El Fantauro estaba ya al alcance del mosquete y Fletcher podía ver a los

trasgos que iban detrás a través del espacio entre sus patas, enormes comotroncosdeárbol.¿Deberíaordenarasusmosqueterosquedisparasen?

Peroinclusolosriflesestabanfallando.Elprimerdisparorebotóenlamejilladel demonio y, después, cuando lanzaron más disparos, la enorme bestia selimitó a meter sus orejas hacia dentro para cubrirse la cara, reduciendo lavelocidadamedidaqueseacercabaalaHendidura.Extendiólosbrazosysiguiócaminandoaciegas.

Fletcher miró a sir Caulder esperando una solución, pero el ancianosimplementesequedómirandocómoseacercabaaquellabestia,sujetandoconfuerzalaempuñaduradesuespada.

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Tendríaqueresolveraquelloporsísolo.La mente de Fletcher regresó a sus clases en Vocans. Había leído diarios

polvorientosdemagosdebatallaquehabíanmuertohacíatiempoyenlosquesehablabadequelaspuntasdelatrompadelFantauroerancomoundedopulgaryuníndice,conlamismasensibilidadydestreza.HabíaaprendidoquesupieleratangruesaquesólounalanzaarrojadaagranvelocidadpodíapenetrarlayqueelFantaurousabaloscentrosnerviososdelasalmohadillasqueteníaenlaspatasparasentirlospasosdeposiblescompañerosamásdeunkilómetrodedistancia.

YfueentoncescuandoFletchersupoquéhacer. Ibaanecesitarunpocodesuerte para que le saliera bien la jugada. Pero ni en broma iba a rendirse sinluchar.

—Rory,necesitoatupelotón—dijoFletchersaltandodenuevoporencimadelmuro—.Sóloconlasalabardas.

Rory se quedóboquiabierto. Por unmomento, Fletcher pensó que le iba apreguntaralgo,pero,acontinuación,asintióconexpresiónseriaydiolaorden.Fletchermiróhacialaplataformaqueteníanencima.

—Rotherham, quiero un fuego continuado sobre esas orejas, que sigacegado.

—Sí, señor—contestóRothermanenfatizando su respuesta conundisparodesurifle.

Paraentonces,Roryysushombresyahabíansaltadoelmurotrasunbrevemomentodeconfusión,cuandolostresenanosdelgruposequedaronatascadosen lo alto. Gallo y Dalia estaban en su pelotón y, para sorpresa de Fletcher,treparon también por la paredMediaoreja, Azul y unos cuantos duendecillos,dispuestosaacompañarlos.

—Nosotros también vamos—dijoMediaoreja con desprecio a la vez quedabaunlametónaunadagadeaspectoterrible.

Fletchersonrióehizounaseñalalossoldadosparaquesiguieranavanzando.Sitodosalíasegúnelplan,sólohabríaunosbrevesmomentosdelucha.Sino...enfin...unoscuantosguerrerosmásnoimportaría.

—Haycien trasgosyunFantauroapuntodeentrarporahí—dijoMason,menos preocupado por el decoro que por los hombres—.Espero que sepas loqueestáshaciendo.

—Limítateacubrirnos—contestóFletcherenvozaltaparaquelooyerael

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pelotóndeGenevieve.Entonces,sinmiraratrás,sacósuespadaycorrióhacialaHendidura.

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ElclamordelostrasgoseracasiensordecedorensuavancehacialaentradadelaHendidura,dondeFletcherysussoldadoslosesperaban.Sehabíanagachadojunto al montón de madera y bambú para protegerse de los ocasionalesproyectilesquelostrasgospudieranlanzardesdedetrásdelFantauro.Porsuerte,laenvergaduradeldemonioeratanbuenabarreraparalasjabalinascomoloeraparalasbalasdemosquetedelosZorrosylamayoríanoacertabaenelobjetivo.

—Deberíamos cargar contra ellos en la Hendidura, donde se estrecha elhueco—susurróRory agachándose junto aFletcher—.Saltar la trinchera, ir aporlaspatasdelFantauro.Enesemomentonoimportarátantocuántosson.

—No.Esperaremos—repusoFletcher a la vez que observaba a la enormebestia continuar su pesado avance. Ya casi estaba en la Hendidura, con sudescomunalcuerpocubiertoporlasombradelamontaña.

—¡Fletcher, sinopasamosyaa laacción, serádemasiado tarde!—susurróRory.

—Tehedichoqueno,Rory—contestóFletcherdeseandoque elFantaurosiguieseavanzando.

Duranteunbrevesegundo,labestialevantóunaorejayladejócaercuandoundisparorebotósobreunafiladocolmillo.Fletcherpudoverlasmarcasquelosdisparos le habían dejado en la piel. De algunas incluso salía sangre. Peroningunaeralosuficientementeprofundacomoparaprovocarundañoreal.

—Vamos—susurróFletcher.ElFantauroestabaatravesandoyalaHendidurayelsuelotemblabaacada

paso que daban sus pies de planta redondeada. Los trasgos se amontonabandetrásdeélmientrasreuníanelvalorparaluchar.

Levantó un pie y lo bajó con un golpe sobre el otro lado de la trinchera.

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Malditasea.Después,empezóamoverelsiguiente...demasiadolejos.FletchersacóaVendavalydisparóhastavaciaramboscañones.Undisparo

rebotó en el vientredelFantauro conunabocanadadepolvo, pero el otrodiosobrelasensiblepuntadelatrompa.Labestialanzóungemidodedolorydiounpasoatrás.Justoalinteriordelatrinchera.

—¡Ahora,Zorros!—exclamóFletchercargandocontraelenemigo.Elairesellenódegritosdeguerra,peroalinstantequedaronahogadosporel

aullido de dolor del Fantauro cuando las puntas de lanza le atravesaron lassensiblesplantasde lospies.Movió losbrazosenel aireycayó, aplastandoaunadocenadetrasgosenmitaddeunchasquidodehuesosrotosychillidosdeterror.

SeoyóunbramidodeIgnatiusmientrasdescendíaenpicado,respondiendoala llamadadelaconcienciadeFletcher.Yunsegundodespués,seencontrabanentrelostrasgos,moviendosusarmasenelaire.UnespécimenconunacicatrizenlacarasedispusoaapuñalaraFletcherenelvientre,peroélloesquivóconlacruzdesuespadaylediouncabezazoqueprodujouncrujido.Despuésatacóalenemigoqueestabadetrás,mientrasRoryensartabaaltrasgotambaleanteconsuestoque y Fletcher le hacía un corte en el hombro al siguiente, hasta llegar alhueso.Lediounapatadaalaespadaycayóalsuelo,dondeesperabaMediaorejaconsucuchillo.

—¡Hacedlos retroceder!—gritóFletcher agachándosemientraselFantaurosacudíalatrompaarribayabajo,enbuscadeenemigos—.¡ProtegedaIgnatius!

Los rifles disparaban ahora sin cesar y las balas rebotaban peligrosamentedesdelacaradesprotegidadeldemoniohacialostrasgosqueseapiñabantrasél.Lasorejasvolvierona su sitioy los rifles sedirigieronentoncesa los trasgos,mientras los disparos pasaban con un incómodo zumbido junto a los oídos deFletcher. Disparaban unos pocos mosquetes, que dirigían sus disparos a losenemigosqueatacabanalpequeñogrupoqueformabanlosZorros.

—Se acerca el resto —oyó Fletcher que gritaba Rotherham, y dirigió lamiradaalcristalquellevabasobreelojo.

La muchedumbre del ejército enemigo se dirigía a toda prisa hacia laHendidura, cientos y cientos de salvajes y descerebrados que gritaban. Teníamenosdeunminuto.

Con una ráfaga de viento, Ignatius aterrizó sobre el pecho del Fantauro y

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clavó bien hondo sus garras en la piel del demonio para sujetarse bien. Loscolmillos de la bestia se movían a izquierda y derecha, pero el astuto Dracohabíapuestolacabezaenmedioyconelpicolesujetabalatrompaaldemonio.

—Rápido—gritóFletcheralavezqueapuñalabaconfuerzaauntrasgoquenodejabadegruñir.Atravésdesuconciencia,impulsólasensacióndeurgencia,aunqueelalborotodelejércitoasaltantelesinvadía.Rorypasóporsuladodandounsalto, repartiendomachetazosadiestroysiniestroparaapartara los trasgosque estaban más cerca, destrozándoles la cara a la mayoría. Al otro lado delFantauro, Dalia entonaba una canción de guerra de los elfos: su voz pura ycadenciosaseibaelevandoporencimadelruidodelabatalla.

FletchersegiróparaayudaraIgnatius,peroelDracoyahabíaclavadosusgarrasaambosladosdelabocaelefantinadelFantauroyselaestabaabriendoconuna fuerzabrutal.Fletchernotócómoelmanaseagitabaen laconcienciadeldemonioy,entonces,IgnatiussoltólatrompadelFantauroyclavóelpicoenlaaberturacavernosa.Salieronllamasconunafuerzaexplosiva.Elcalorpodíanotarse por toda la Hendiduramientras el Draco lanzaba chorros de fuego alinteriordelagargantadelFantauro.

Labestiaconsiguióemitirunúltimoquejido,mientrasexpulsabahumoporelextremodesuagitadatrompa.Acontinuación,quedóensilencio,carbonizadopordentro.Muerto.

—Atrás—gritóFletcherapartandoaRorydelostrasgos.Elmuchachosetambaleaba,perolosiguióalexteriordelaHendidura.Había

tantos cadáveresde trasgosenel sueloque losdosmuchachos tropezaronconbrazos y piernas y caras de ojos abiertos. Ninguno de los supervivientes delregimiento del Fantauro fue detrás de ellos, sorprendidos por la ferocidad delcontraataque.

El resto de los hombres no necesitaron que se lo ordenaran dos veces.Saltaron la trinchera y volvieron a toda velocidad almuro. Fletcher se detuvojunto al montón demadera, aunque Rory lo había adelantado tambaleándose.Ignatiushabíautilizadocasitodoelmanaquelesquedabaenaquelataque,peroaúncontabaconunapequeñacantidad.Lasuficienteparaunúltimoconjuro.

Fletcher cerró los ojos y sacó el mana de sus reservas, dejando que lasúltimasgotasdeenergíacorrieranporsusvenas.SeoyóungolpesordocuandoIgnatiusaterrizódelantedeélysintióundestellodedolorcuandounajabalina

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seclavóenloscuartostraserosdelDraco.Eldemonioloestabaprotegiendoconelcuerpo.

Con un alarido primitivo de furia, Fletcher lanzó una ola de fuego a lamadera,convirtiéndolaenunahogueraquecrepitabaconuncalorintenso.

—¡Casihan llegadoa laHendidura!—gritóGenevievedesdedetrásde losmuros.

Ignatius rodeó la cintura de Fletcher con la cola y lo empujó hacia atrás,mientras otras jabalinas se iban clavando en el suelo, a su alrededor. Fletcherpudoverunacolumnadehumoqueseelevabahaciaelcielo.

Yentonces,Ignatiusabriólasalasyempezóabatirlasconunlargoylentoritmoquehizosoplarlanieblanegrahaciaelinteriordelcuellodebotellaentrelasmontañas.Fueentoncescuandocomenzaronlosgritos.

Fletcherconsiguióponersedepieylevantóenelairesukhopesh.—¡Alataque!—exclamójadeantemientrasechabaacorrerdenuevohacia

laHendidura.Los Zorros rugían a la vez que seguían a su líder hacia la batalla: unas

cuantas docenas de valientes contra una infinita legión de salvajes. Tomaronposicionesaambosladosdelatrinchera,conlosmosqueteslevantadoshacialagrannubedehumo.Cadavezque Ignatius batía las alas, les revolvía el pelo.FletcherpudodistinguirlavagasiluetadelFantaruo,quebloqueabaelhuecoconsu enorme cuerpo. La hoguera seguía crepitando y Fletcher pudo ver que elhumo manchaba las paredes de la Hendidura con una sustancia parecida alalquitrán,detandensayempalagosaqueeralacenizadesuinterior.

Acontinuación,laprimeraveintenadetrasgosempezóasalirtambaleándosede aquella niebla, tapándose los ojos y tosiendo, olvidándose de sus lanzas yescudos. El humo tóxico del manzanillo los cegaba y asfixiaba, tal y comoFletcherhabíaimaginado.

—¡Fuego!—gritósirCaulder,ylosdisparossepropagaronportodalalíneahaciendocaeralostrasgos.

Los duendecillos pasaron losmosquetes de repuesto y se oyó de nuevo laorden.

—¡Fuego!Elsuelosellenódemuerte,ylasfilasdetrasgosfueronmermandoaltiempo

que gritaban y se llevaban las manos al cuello. Un par de ellos cayeron

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tambaleándose a la trinchera, lanzando roncos gritos de dolor al quedarensartados en las puntas de las lanzas que había debajo. Después, losduendecillos saltaron la zanja y se unieron a los demás para empezar a cortartendonesde tobillos y piernas con total desenfreno, lanzando amás trasgos alhoyo. Los soldados cargaban sus armas frenéticamente mientras que, desdearriba,FletcheroíaaRotherhamgritar.

—Esloúltimo.Pasadalamunicióndemosquetes,muchachos.Apenas importaba. A esta distancia, los rifleros de Rotherham no podían

fallar.Sonaronsietedisparosmássobrelasfilasdetrasgoscegados.ElhumoseibadisolviendoyFletcherpudovermontonesdetrasgosquese

llevabanlasmanosalacarayseahogabanalaentradadelaHendidura,enplenaconfusión.UnoscuantostratarondetreparporencimadelcadáverdelFantauro,pero fueron derribados por los tiradores de Rotherham, dejando dos canalesestrechos a cada lado por donde podían pasar los trasgos. Fue ahí donde losZorrosdeFletcherconcentraronsusdisparos.

Unadescarga tras otra, fuerondestrozando al enemigo. Incluso cuando losZorros sedeteníanparacargaryunoscuantos trasgoshuíanpor laHendidura,los duendecillos los liquidaban, pues su corta estatura los protegía de losdisparosquepasabanporencima.Fueunamatanzahorrible.Lejosdetriunfante,Fletchersesentíamareadoanteaquellavisióndelsueloempapadoensangreylosmontonesdemuertosconlamiradavacía.

—Señor,casinonosquedamunición—gritóGallo.El enano tenía el bigote ennegrecido de tanto morder los cartuchos para

abrirlos.Mientrashablaba,FletchernotóqueunoscuantosZorrosarrojabansusmosquetes, mientras otros rebuscaban con desesperación en sus bolsas decartuchos. Los sucios cañones dispararon una última descarga irregular. Acontinuación,silencio.

El humo blanco de los últimos disparos semezcló con el humo negro delmanzanillo,que seguíaardiendoenunapiladeascuas resplandecientes.En supiedradecristal,Fletchervioqueelhumoatravesabaelcañónyllegabahastaelborde de la jungla. Allí, los trasgos expulsaban flemas y se cubrían los ojos,escondiéndosebajolosescudosdecuerocomosiéstospudiesenprotegerlosdelintenso humo. Los efectos no eran tan fuertes a esa distancia, pero sí losuficientecomoparahacerquelesescocieranlosojosylavisiónselesvolviera

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borrosa,asícomoparasentirenlagargantaelpicordelastoxinas.Muchossehabíandadoyalavueltaparasalirhuyendo,perounadocenade

orcos sehabíadesperdigadopor los límitesde la jungla, con sus látigos listosparacualquieraquesepusieraasualcance.Seformóunamuchedumbregrisdetrasgos que se tambaleaban, a punto de retirarse enmasa. Pero losmosquetesestabanvacíosyelhumohabíadesaparecidodelaHendidura.

—¡Un último esfuerzo! —gritó Fletcher—. Por Raleighshire. ¡PorHominum!

Cargarontodosalavez.Labatalla se convirtió en una carnicería.Los trasgos nopodíanver ni tan

siquieraoírporencimade losfuertesgritosdeagoníadesuscompañeros.Lasalabardasselevantabanenelaireybajabany,acontinuación,volvíanaelevarse,golpeandoycortandoconlosdosladosdelaspuntas.Losenemigoscaíancomoeltrigodurantelasiega.

Lostrasgosseempujabanentresíparaabrirsepaso.Losqueestabandelantese retiraban y los que estaban en la retaguardia empujaban hacia delante pormiedo a sus dueños. Entonces, los primeros trasgos contraatacaron. Llegaronnuevas tropas del valle.Miraban a través de ojos enrojecidos y llorosos y lescostabarespirar,perolosprimeroshombresdeFletcherempezaronagritar.Unalanzaatravesóelhombrodeunelfo.Elcododeunmuchachoquedódestrozadoporunaporra.

Peroseguíanluchandoylabatallaseconvirtióenunaimplacablecolisióndecuerpos en la estrecha franja que separaba los hombros del Fantauro y lasescarpadasparedesdelcuellodebotellaqueeralaHendidura.

A continuación, Ignatius aterrizó sobre el Fantauro, repartiendo latigazospara empalar a los trasgos desde arriba.Abrió la boca y soltó un rugido y elestremecedorruidoretumbócomounestallidoporlaHendidurayenelinteriordelcañón.

Y,entonces,lostrasgossedieronlavueltayempezaronacorrer.

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57

Todo estaba lleno de muertos y heridos que agonizaban. Fletcher no mirabahaciaabajomientrasvolvíatambaleándosealaseguridaddelmuroytratódenohacercasodelosaullidosdelosheridosmientraslosduendecilloscumplíanconsu tareade acabar con los supervivientes.Sushombres lo siguieron, aturdidosporlavictoria.Algunoscojeaban,otrosgemíanporlasheridas,perosusvidasnocorríapeligro.

Ensucristal,Fletcherpudoverquelostrasgosseretirabanenmasa,pasandoa toda velocidad junto a los orcos a pesar de los crueles latigazos que lespropinaban. En el campo de batalla no quedabamás que un puñado,mirandofijamenteelhuecollenodecadáveresentrelosmurosderocadelamontaña.

Yentonces,Fletcherlovioalvolveraenfocarlavistafueradelcristal.Unasiluetainmóvil,sentadaconlaespaldaapoyadaenelmuro.Rory.

El muchacho tenía la mirada perdida y una leve sonrisa en la cara. Seapretabalasmanossobreelvientre,dondelasangreseextendíaporlatelaverdedesuuniforme.

—Rory—dijoGenevievedejandocaer laespadaycorriendoasu lado.Lozarandeómientrasporsurostrocorríanlaslágrimas—.No,no,no,no.

Repetíaaquellapalabramientrasledabacachetadasenlacara.Alprincipio,suavemente,y,después,másfuerte,tratandodedevolverloalavida.Fletchersearrodillójuntoaellaylaapartó,sujetándolelasmanos.

—Hamuerto—dijo Fletcher abrazándola.Casi no podía creer sus propiaspalabras.

NohabíavistoaRoryenesaúltimabatalla.Sumentevolvióaljovenoficial,quesetambaleabapordelantedeéltraslabatallaconelFantauro.Rorydebióderesultarheridoenlalucha.Dehaberlosabido,podríahaberlocurado.Peroahora

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erademasiadotarde.¿Eraculpasuya?—Él... nomedijoque estabaherido—susurróFletcher incapazde apartar

losojosdelrostrodeRory.SirCaulderseagachóasuladoycerrólosojosdelmuchachoconsuavidad.—Vámonos—dijo tirandode losdosparaquese levantaran—.Dejémoslo

enpaz.PeroGenevieve no quería. Se deslizó por la pared hasta caer a su lado y

volvióaagarrarlelamano.—Siguecaliente—dijo,mientrasselaacariciaba.SirCauldersorbióporlanarizyFletcherpudovereldestellodeunalágrima

ensuojo.LosZorrossecongregaronentornoaellos,conlacabezaagachada.—Ha muerto luchando por su país —dijo Fletcher. Las palabras se

esforzaban por abrirse camino entre el nudo de su garganta—. Y ha sido unhombremásvalientequeyo.Asegurémonosdequenohayamuertoenvano.

Cuando empezaron a oírse los sollozos de Genevieve, Fletcher se dio lavuelta. Apenas unos minutos después, cuando las tropas se marcharon, élcomenzóallorar.Pasaron dos horas. Lamitad de los orcos seguían allí, junto con cien trasgosdesperdigados por el cañón. Usaban sus escudos para protegerse del sol delcielo,alaesperadesuspróximasórdenes.

LosZorrosaprovecharonesetiempoparaafilardenuevosusespadaspero,apartedeeso, loúnicoquepodíanhacereradescansarymontarguardiasparavigilaralostrasgos,queestabanamitaddelcaminohacialatorredevigilancia.

Ignatiusfueperfundido,puesyanoquedabamanaparaquesepudiesecurarasímismoylasheridasqueelDracohabíarecibidoenlagrupayellomoeranprofundas.Fletcherlediolasgraciasaldemonioconunbesoenelpico.

AsimilóeldolordeldemoniocuandoIgnatiusdesaparecióensuinterior.En cuanto aGenevieve, permaneció junto aRory, con losojos encendidos

porlarabia.Mientras,susÁcaroscontinuabanlabúsquedaenmitaddeloque,segúnledijoaFletcher,eraunabatallafrenéticaenlosfrentes,llenadedisparosygritosdelosmoribundos.

Asípues,Fletcheraguardóenelmuro,observandolosavancesatravésdesucristal.Nopodíahacernadamásqueesperar.

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—Puedequelosorcoshayanhuido—dijoLoganescupiendoporencimadelmuro—.Quizáloshayamosahuyentado.

—Paranada—contestóFletchertrasdarungransorbodeaguadesubotella—.Antesdemorir,elFantaurohavistoqueéramospocos,locualsignificaquelos brujos lo saben también. No van a abandonar. Esperemos que Genevieverecibaalgúnmensaje.LasFuerzasCelestialespuedenllegaratiempo,sitenemossuerte.

Mientrashablaba,unruidoresonóentodoelcañón:uncuernoquealguiensoplabalargoratoyconfuerza.Eraunsonidograveyfuertequereverberabaenlasparedesquelosrodeaban.FletchersintióunaoleadademiedoqueinvadíaaAthena como un frenético aviso. Contempló entonces la lámina rosada de sucristal.

Cientos y cientos de trasgos aparecían en los límites de la jungla. Variashienasmerodeabanentresusfilas,acompañadasdesusdueñosorcos.Laprimeraoleada de trasgos volvía en masa y, lo que era peor, Fletcher podía verejemplares de ojos rojos entre la muchedumbre. Los enemigos a los queacababan de derrotar estaban volviendo, atrapados entre las hordas que sedirigíanalcampodebatalla.

—¿Quées?—gritóMason.LaHendiduraestaba tanatestadadecadáveresquenopodíanverlatormentaqueselesveníaencima.

Fletchernoibaamentirles.Nolesquedabamunición.Nohabíamáspólvoranitrampas.Nopodríansobreviviralsiguienteataque.ApenaspodríanretrasarloantesdequelostrasgosinvadieranRaleighshire.

Miróasusvalientessoldados,quesehabíanenfrentadoaunafuerzaquelossobrepasabanenciencontrauno,quehabíanamilanadoaunejércitocreadoparaponeratodoHominumderodillasyalquehabíanvencidounayotravez.

YvioelrostroinmóvildeRoryylalíneadecadáverescubiertosconlonasquehabíadetrás.Nopodíapedirasushombresquemurieran,noenunabatallaquenopodríanganar.Yalehabíandadodemasiado.

—Se están acercando y nosotros nos vamos—anunció Fletcher—.Logan,Kobe, traed el carro.Sacad la comiday subid en él los cadáveres denuestrosZorros.DejadaquíalasFuriasdeForsyth,nohaysitioparaellos.

Los dos soldados se pusieronmanos a la obra, corriendo atropelladamenteporelcañón.FletcherseacercóaRoryyse locargóconsuavidadalhombro.

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GritóalosZorrosmientraséstospasabanporencimadelosmuros.—Quiero también en el carro a los heridos y a los duendecillos.Vamos a

correrhaciaelpuentedeWatford.Enelcristal,Fletcherpodíaverquelostrasgossereuníanparaelataque.Los

orcosnocorrían,esperandoaquesalierancadavezmás trasgosde las junglasmientras las hienas lesmetían prisa.Contaba los segundos, consciente de quecadamomentosignificabaestarunospasospordelantedelashordasqueveníandetrás. ¿Lo conseguirían? El carro suponía tanto una bendición como unamaldición, pues podía llevar a los que eran incapaces de andar, pero en élavanzaríanmásdespacioquecorriendo.SeríaunacarreradesenfrenadadedoshorashastaelpuentedeWatford,sinosedesviabandelcamino.

Mientras pensaba en lo malo de su situación, llegó el transporte: Loganazuzabaconlasriendasalosdosjabalíesqueloarrastraban.FletcherdejóqueGenevieve llevara el cuerpo deRory al carro, incapaz de negarse a lamiradaapenadadeellamientrasextendíalosbrazosparacogerlo.

—Hashechomásdeloquenadiepodríadesear—dijosirCaulderpasandoelbrazo bueno por encima de los hombros de Fletcher—. Tus padres estaríanorgullososdeverelhombreenelquetehasconvertido.

Fletchermirabamientras losúltimoshombresdeRotherhambajabande laplataforma.Habíallegadoelmomento.

—Perotodoesonovaaservirdenada—dijoFletcheraporreandolatierrabajo los pies—. Tendremos suerte si no nos alcanzan. Más vale que suba alcarro.Conlapierna...

—Bueno,ésaes lacuestión—dijosirCauldermirandoaFletcherconunaforzadasonrisa—.Yonovoy.

—¿Qué quiere decir?—preguntó Fletcher casi sin escuchar mientras veíacómolosheridosylosduendecillossubíanapartetraseradelcarro.

—Tengoquesaldarunacuentapendiente—contestósirCaulder,levantandolaespada.

—SirCaul...—No—repusoelviejosoldado,interrumpiéndolo—.Ésteesmisitio.Yale

falléaRaleighshireunavez.Nuncamás.Yolosretendréydaréamismuchachosunaoportunidadparaquepuedanhuir.

—Nuncapodrásretenerlostúsolo,estúpidosacodehuesos—seoyólavoz

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deRotherhampordetrás—.Haydoscaminosdeentradamásalládeesecadáver.SirCauldersoltóungruñido.—Oye,Rotter,noesmomentode...—Asípues,supongoqueserámejorquemequedecontigo—leinterrumpió

elcanososargentoalavezquesacabasuespada.Lamiróysonrió.—Túmevendisteestaespada,Fletcher.Escurioso,¿verdad?Cómocambian

lascosas.—Nohaytiempoparaestaslocuras—lesespetóFletcher.—Entonces,másvalequetevayas—dijoRotherham—.Porquenosotrosno

vamosacambiardeopinión.Vete,onoservirádenada.Fletcher abrió la boca para gritarles, pero, en esemomento, vio lamirada

tercadelosdosancianos.Erainútildiscutirconellos.—Yo...noséquédecir.SirCaulderdiounpasoadelanteyloabrazó.Sucuerpoparecíamuyfrágil

bajolateladeluniforme.—Cuidadetodocuandoyonoesté,¿eh,muchacho?—dijo,acariciandocon

los nudillos lamejilla de Fletcher—.Eres digno hijo de tu padre.Ha sido unhonor.

Acontinuación,seapartóyblandiósuespadaenelaire.—Teveré al otro lado,muchacho—dijoRotherham—.Unaúltimabatalla

paramíyestegruñón.Haremosquesearecordadaenloslibrosdehistoria.—Nopermitiréquenadie loolvide—contestóFletcher sonriendobajo sus

lágrimas.—Séqueloharás—dijoRotherhamlanzándoleunguiñoparaanimarlo.Acontinuación,éltambiénsefue,silbandounaalegremelodía.Fletchersequedómirandoa losdosunmomento,caminandocondecisión

haciasuúltimabatalla.Acontinuación,sediolavuelta.—Muybien,Zorros—dijoalavezquesesecabalaslágrimas—.¡Salgamos

deaquí!

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58

Corrieron. Corrieron hasta que el pecho les quemaba con el aire seco de lasabana, tropezando sobre el terreno irregular en dirección a Raleightown. Eltraqueteodelasruedasdelcarrorepiqueteabaensusoídos.

Fletcher había dejado a Athena en las rocas que había por encima de laHendidura para saber la ventaja que les llevaban a los trasgos. Hizo todo loposiblepornomirarhacia lasdos figurasmelancólicasqueesperabanconsusespadasdesenvainadas.Losorcosseguíanaguardando,mientrassustropasibanaumentandoconlosrefuerzosquenodejabandesalirdelajungla.Prontofuerontantosquesehabíanextendidomásalládelaprimerafiladeestacasclavadasenel sueloy seguíandirigiéndosehacia la segunda.Hasta tresmil trasgospodríahaberallí.UnejércitoquepodíaasolarCorcillumsiteníalaoportunidad.

Había pasado media hora cuando Fletcher y sus soldados atravesaron lasvacías calles adoquinadas deRaleightowny siguieronpor el caminode tierra.Pero justo cuando Fletcher tuvo una sensación de alivio al ver que la ciudadhabíaquedadodesierta,ocurrió.Lostrasgosiniciaronelataque.

Habían aprendido la lección. Los orcos enviaron primero a un grupo parahacerunaexploración,unosveintetrasgosqueseadentraronconpasotemerosoenlaHendidura,llenadecadáveres.

—¡Vamos, feos renacuajos! —oyó débilmente Athena que gritabaRotherham.

Fletcher sonrióconamargura.Nopodíaverlos,perooyóelgritoagudodelostrasgoscuandodescubrieronalosdosespadachinessolitariosquelosestabanesperando.

—Ya te tengo, canalla —exclamó sir Caulder cuando empezaba un durocombateenelestrechohuecodelaHendidura.

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Fletcherapartólosojosdelcristal.Elsolterminabasulargocaminohaciaelhorizonte. ¿De verdad había pasado tanto tiempo? Quizá hubiesen perdido labatalla ymiles de orcos estuvieran ya cruzandoHominum. ¿Y dónde estabanBerdon y los demás colonos? ¿Habían regresado a Corcillum para ponerse asalvoohabíansalidodemasiadotardeysóloibanunoskilómetrospordelantedeellos?

Mientraslosgritosdelostrasgosreverberabanensucabeza,losánimosdeFletcher se vinieron abajo. Justo detrás de una arboleda podía verse una granexpedicióndecarros.Ynosemovían.

—¿Qué demonios estáis haciendo aquí todavía?—gritó Fletcher con vozroncamientrasechabaacorreryadelantabaasussoldados.

Vio a Berdon allí, con el pelo rojo llameando a la luz del atardecer. Elgrandullón estaba agachado en la parte de atrás del carro, rodeado por unadocenadecolonos.

ElpadredeFletcherlomirósorprendidocuandoviosuropaensangrentadaymanchadadehollín.Entonces,Fletcher sevioenvueltoenungranabrazo, tanfuerte que sintió que las costillas se le iban a romper por la presión. Golpeófrenéticamente la espalda deBerdon hasta que aquel hombre cariñoso le dejóapoyardenuevolospiesenelsuelo.

—Estásvivo—dijoBerdonsecándoseunalágrima.—Nopormuchotiempo,sinonosponemosenmarcha—contestóFletcher

controlandolasganasdellorar—.DeberíaisestaryaenCorcillum.Loscolonosquelosrodeabanmurmuraronconpesimismo.—Sonloscarros—dijoBerdondandounapatadaalqueteníamáscerca,con

un resoplido de frustración—.Alguien vino anoche y serró los ejes. Tenemossuertedehaberllegadotanlejosantesdequeempezaraelataque.Eltuyoeselúnicoquesigueindemneporqueloestábamoscargandoenesemomento.

—Didric—murmuró Fletcher—. Nos ha saboteado para que no podamosvendernada.

—Sí —confirmó Berdon inclinándose hacia Fletcher—. Ese cretinorencoroso.Yahoraestosestúpidosnosequierenmarchar.Noquierendejarsuspertenencias.

Fletchermiróaloscolonos.Lamayoríasehabíareunidoentornoaellosalveralossoldadosagotados.Fletchervioalosniñosyalosancianosqueestaban

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entreellos.Demasiadoscomoparaquecupieranensucarro.—Escuchadme—dijoFletcher,mirandoalosojosaloshombresymujeres

allí reunidos—.Enmenosdeunahora,milesde trasgosvanadispersarseporesteterritorio.SirCaulderyRotherhamsehanquedadoatráspararetenerlos.Susacrificio nos proporcionará tan sólo unos minutos. No voy a permitir quemueranmientrasmalgastamosel último regaloquenoshanhechodiscutiendopornuestrasposesiones.Nosmarchamos.Quienquieraquedarse,quesequede.Malditasea,nosestaréishaciendounfavor.Mientrasosmatan,seretrasarán.

Sabía que sus palabras eran duras, pero la verdad era que debía sonardecididoencadasílaba.

—Los que no puedan seguir nuestro paso, irán con los heridos en nuestrocarro: ancianos y niños. El resto, dejadlo todo excepto la ropa que lleváisencima.¡Yahora,vamos!

Para entonces, ya habían llegado los soldados y el carro apenas se detuvomientraslosancianosylosniñossesubíanaélporlapartedeatrás.Conelpesoañadido, los jabalíes tiraronde sus correasyelvehículo semovió lentamente,másdespaciodeloqueaFletcherlehabríagustado.

Losduendecillossebajarondeunsaltoparaaligerarlacargayempezaronacorrerjuntoalcarroconbastantefacilidad,peseatenerlaspiernasmuycortas.

—Cambiad a nuestros cerdos por otra pareja nueva —ordenó a Gallomientraselcarrorodabaporlahierba,pueselcaminodetierraestababloqueadopor losotroscarros inutilizados—.Y traea todos losquepuedasparaque losquevanmáslentosmontensobreellos.TendremosqueintercambiarlosconlosdelcarroconregularidadsiqueremosllegaraCorcillum.

El ruidode labatalla resonabaensumentey,entonces,Athenaemprendióuna vertiginosa caída en picado desde las rocas. Diez trasgos salierontambaleándose por el canal mientras sir Caulder, sangrando, pero triunfante,levantaba en el aire su espada para saludar al Grifuelo. Rotherham se apoyópesadamentesobreelcostadodelFantauroalavezqueseagarrabaunaheridadelmuslo,perosonriómientrasgritabaporencimadelcuerpodeldemonio.

El cuerno volvió a sonar tan fuerte que Fletcher hizo unamueca de dolorcuandoelruidolereverberódentrodelcráneo.Yentonceslashordasempezarona cargar desde el otro lado del cañón, pisoteando al grupo de exploradores enretiradaquehabíanenviadoantes.

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—No—susurróFletchercuandoAthenaempezóagirarporelcielo.Seconcentróencolocarunpiepordelantedelotro,peronopodíaapartarla

miradadelaescenaquesedesplegabaenelcristal,delantedesuojo.Lostrasgosatacarondosvecesmásy,enlasdosocasiones,elenemigofue

repelido por la destreza y el coraje de los veteranos. Un ejército invasortaponadoenaquelcuellodebotella,quedabapasoaunimperio,graciasadosancianos valientes. El corazón de Fletcher se llenó de orgullo, aunque lostentáculosdeladesesperaciónempezabanainvadirlo.Aquellonopodíadurar.

Los trasgos subían por encima del cadáver del Fantauro a la vez quearrojaban jabalinas y lanzas, obligando a los asediados a retirarse. Los doshombres se defendían espalda con espalda; sus espadas lanzaban destellos yembestidas, enviando a un trasgo tras otro a la muerte mientras las masasseguíanentrandoentrechillidos.Unorcoseabriópasoentrelosdemásygolpeócon el látigo los pies de ambos ancianos, haciendo que Rotherham cayera derodillas.

Sir Caulder lanzó su espada y ensartó al orco por la garganta. Acontinuación,tensóelcuerpocuandounalanzaseleclavóenlaespalda.

—Eshorademarcharse,Athena—susurróFletcher,ordenandoasuGrifueloquesealejara.

Miróalosdoshombresporúltimavez,rodeadosdehordasquenoparabandeaullar.SirCaulderderodillas,Rotherhamasulado,conlaespadalevantadaenungestodesafiante.Elclamordevictoriadelostrasgosqueibanentrando.

Después,losperdiódevista.Fletcher sintió las lágrimas amargas que le corrían por el rostro mientras

Berdonlepasabaunbrazoporloshombros,ensilencio.—Hanmuerto—dijoFletcher.SusdosamigoshabíanfallecidoluchandoyRaleighshirehabíacaído.

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Athena no podía rezagarse, pues los demonios que se habían enfrentado aIgnatiusenelcielohabíanregresadoporfin.Fletcherlaestrechóentrelosbrazoscuando ella aterrizó a su lado, absorbiendo el cariño y el consuelo que allíencontraba.Fletcherechabademenosasusamigos,

Lamarchaeralentaconelcarrosobrecargadodeheridosyancianos.Peseaque los niños se habían bajado e iban a hombros de sus padres, a Fletcher leparecíaqueaquelpasoeracomoeldeundesfilefunerario.Portodosladosveíahuellasdelosduendecillosquehabíanpasadoantesqueellos:algunascáscarasdefrutasporaquí,losexcrementosdealgúnmamíferopequeñoporallá.AzulyMediaoreja jaleaban felices cuando veían aquellos indicios e incluso seagachabanparaolerlosexcrementosytocarlos,determinandoasílaventajaquelesllevaban.

Mientras pasaban los minutos, Fletcher se distraía con sus obligaciones,asegurándosedequecambiabanalosjabalíescadamediahoraparaarrastrarlapesadacargaporaquelcaminodetierrayenviandoaAthena,devezencuando,aecharunvistazohaciaatrás.

No había pasado una hora, cuando Athena vio la nube de polvo de lostrasgos que los seguían, manchando el horizonte como una magulladura. Lostrasgosavanzabanapasorápido,deesoestabaseguro.

Ymientras,susánimoscaíanyelcorazónseleencogíaenelpecho,puesamedidaqueelenemigoseibaacercando,ibasiendoconscientedequenoloibanaconseguir.NollegaríanaCorcillum.

Consuerte,llegaríanalpuenteatiempo.Peroaunasí,continuóadelante.ElpuentedeWatforderaunbuen lugarpara librarunabatalla,puessussoldadospodíancolocarseencolumnasdediezyenfrentarsea los trasgoshastaqueno

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quedara ningún hombre. Quizá el resto tuviera entonces alguna posibilidad,escondiéndose en el paisaje accidentado y escabroso mientras los trasgos sedirigíanaCorcillum.

—Genevieve,¿algunanovedad?—gritóFletcher.Lajovenoficialsetambaleabacomounasonámbula,conlamiradafijaenel

cristalqueteníaenlasmanos.Negóconlacabezasindecirnada.Así,siguieronavanzandoporlasabana,observadosporcuriososantílopesy

unaperezosamanadadeleones.Fletcheribadetrás,animandoalosrezagadosyobservandolacadavezmásgrandenubedepolvoqueveníapordetrás.

Athenapudoverenseguidalassiluetasgrisesdelostrasgosquelosseguían,formandounagranhordaqueseextendíaporlallanura.Losqueibanencabezanoestabanamásdeunosminutosdedistancia.

Fletcheroyógritospordelantedeél.Habíaunapendientequeformabapartede una amplia colina por la que subía el camino de tierra antes de llegar alpuente.Los jabalíes seesforzabanpor tirarde supesadacargapor el sendero,agotadostrassuavanceatodamáquinaatravésdelasabana.Yloqueeraaúnpeor,elcaminosehabíallenadodebachesdespuésdetodaslasexpedicionesdecomerciantes que habían pasado por allí en los últimos meses y ahora a lasruedaslescostabagirarenlosprofundossurcos.

Berdony los demás añadieron su peso a la parte de atrás del carro con laesperanza de que se levantara por delante, pero fue inútil. Los jabalíes senegabanaseguirtirandoyunodeelloscayódebrucesagotado.

—LordRaleigh—gritóMason.Fletchersegirójustoatiempodeveralosprimerostrasgosavanzandoporla

largapraderaendirecciónaellos.Teníanmenosdeunminutohastaquecayeransobre ellos. Por detrás, podían verse las enormes siluetas de los orcos bajo elresplandecientecalor:lapinturadeguerradestacabasobresupielgris.

—¡Zorros, venid conmigo!—gritóFletcher—.Berdon, que todo elmundobajedelcarroycruceelpuente.Nosotros lucharemoshastaquenos reunamosconvosotros.

Peromientras los soldadosdeFletcher se reunían agotados a su alrededor,Berdon fue con ellos, acompañado de una docena de los colonosmás fuertes.Algunos llevabanhachaspara talar árboles,mientrasotros llevabanpiquetasycuchillosdecocina.

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—Thaissa y Millo se encargarán de ello —gruñó Berdon, blandiendo unmartillodesufragua—.Novamosadejarqueluchéissolos.

—Berdon...—empezóadecirFletcher.—¡No!—exclamóBerdonalavezqueagarrabaaFletcherdeloshombros

—.Novoyaperderteotravez.Seguiremosjuntospaseloquepase.—Entonces,poneosdetrásdenosotros—dijoFletchermirandoaBerdoncon

unalúgubresonrisa.LoshombressecolocaronenformaciónjuntoalcarroyFletchersoltóalos

jabalíes.Lasbestiascayeronalsuelo,demasiadocansadascomoparamoverse.Tras ellos, los colonos llevaban a los heridos colina arriba y algunos yaempezabanadesaparecerenloalto.Fletcheresperabapoderreteneralostrasgoseltiemposuficienteparaquesepudiesenesconder.

Fletcher buscó a Rotherham para que diera la orden, o a sir Caulder. OinclusoaRory.Elcorazónse leencogióaldarsecuentadequeyanoestabanallí. La mirada de Genevieve estaba apagada y sin vida mientras regresabatambaleantealcarro.Seguíaconsternada.

Tododependíadeél.—Enfrentaosalenemigoyretrocededenformacióndesemicírculo—ordenó

Fletcher—.¡Vigiladlosflancos!Formaronunsemicírculo irregular,sujetandocasisin fuerzas lasalabardas.

Todoerainútil.Encampoabierto,noduraríanmásqueunosminutos.Los trasgos estaban ya a sólo cien pasos de ellos, reuniendo el valor para

atacaraaquelpequeñogrupodesupervivientes.PerocuandoFletcherempezabaa tener esperanzas de que quizá pudieran subir la colina y llegar al estrechopuentequehabíadetrás,oyóelsonidodeuncuerno.Yconungritodeodio,laolagrisempezóelataque.

—Ha llegado el momento, Zorros —oyó que gritaba Kobe—. Nosllevaremosaunoscuantospordelante.

Los soldados lanzaron vítores, y sus débiles voces interrumpieronbrevemente el estruendo de la corneta. Fletcher sentía ahora un retumbar bajosuspiesmientrascientosdetrasgosaullabanyechabanacorrerconlosescudoslevantados,sedientosdesangre.

Peroelruidoqueresonóporlapraderanoprocedíadelenemigo.No.Veníadesdeatrás.Fletchersegiróparamirarhacialacimadelacolina,entrecerrando

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losojosbajoelsolqueseencontrabaensucénit.El suelo temblaba y a Fletcher se le paró el corazón al ver una fila de

sombrasqueaparecíasobrelacolina.Lostrasgoslosteníanrodeados.—Formad una barrera de escudos —gritó Fletcher con desesperación—.

¡Berdon,Azul,metedavuestragenteenelcentro!Peronohabíatiempo.Lassiluetasqueestabansobrelacolinaempezarona

avanzar y Fletcher oyó el golpeteo de las pezuñas y vio el destello de losmetales.

Peronoerantrasgos.Eranenanos.Susbarbasrevoloteabanenelvientomientrasavanzabanensus

peludos jabalíes, lanzando un estruendoso ataque. Se separaron en torno alpequeño grupo de guerreros de Fletcher, como un río que se bifurca, y selanzaroncontraloscabecillasdelostrasgos,blandiendosushachasdeguerraenelaire.Suscascosresplandecíanbajolaluzdelsol.YallíestabaOthello,delantede todos, agitando un martillo de guerra con largos movimientos de suspoderososbrazos.

—Corre,Fletcher—gritóOthello.—Hanvenido—susurróFletcherconelpechoinvadidodeesperanza.Yaunasí,peseaquesusrescatadoresempezabanalucharcontraelenemigo,

sabíaqueaquéllanoseríaunabatallafácil.Habíasolamentecienjinetesy,trasloscabecillasdesperdigados,lashordas

esperabanformandounenormemurodelanzas.Mediadocenadeenanoshabíancaídoyaysusjabalíeshabíanmuertooagonizabanporembestidasdelanza.Elrestovacilabaantelafiladelanzas,girándoseyrecorriendolabarrera.Fletchersabíaloqueteníaquehacer.Losenanosnecesitabanunabrechaenlapareddelaslanzas.NoabandonaríaaOthelloahora.

—Alataque—gritó—.¡PorHominum!Se lanzaron contra el enemigo, corriendo a toda velocidad y de forma

desordenada pendiente abajo, con las alabardas levantadas ante ellos. Entregritos, chocaron contra las filas a medio formar de los trasgos, apartando amartillazos las lanzas y apuñalando a las asombradas criaturas con absolutofrenesí.

—¡Fuego!—gritóOthello.Los trabucos descargaron perdigones contra las hordas concentradas,

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provocandohuecosdesigualesentresualborotadaformación.FletcherlanzóunrugidoalavezqueapuñalabaauntrasgoenelcuelloyelmartillodeBerdonibaabriendounabrechaa su lado.Losduendecillos lanzabanchillidospordebajomientrashacíantajosconsusdagasentrelosenemigos,quedespuésrematabanlossoldadosconcortesrápidosybrutalespracticadosconlasafiladashojasdelasalabardas.

Y a continuación, los jabalíes cargaban contra los trasgos, derribando susfilas rotas comohocesdurante la siega.Seoyóen el aireun rugido atronadorcuandolasiluetaescarpadadeSolomoncayósobrelossupervivientesdelasfilasposteriores en un ataque imparable, lanzando trasgos al aire con vigorososmovimientosdesuspuños.

Fletchersintióunapunzadadedolorcuandounalanzalehizouncorteenelantebrazo.YBerdonlanzóunrugidomientrasaplastabaalculpable.Seoyóunchisporroteode rayosa suderechaqueacabóconunaveintenade trasgosquemurieron entre convulsiones. Fletcher vio cómo Cress echaba a correr haciaellos,lanzandosugritodeguerrapordelantedelosenanosquehabíanperdidoasus jabalíesenelataque.Toskavanzabadandosaltosasuspies.LosrefuerzosapuntalaronlosflancosdeFletchery,juntos,susguerrerosatacaronalasalvajemasa a la vez que dejaban paso para que los jinetes de los jabalíes loaprovecharan.Fletcheroyólosresoplidosdelasbestiasporcinasdetrásdeélyvio cómo los trasgos retrocedían al ser golpeados por los largos y amarilloscolmillos.

Habían penetrado ya en el interior de la horda: un círculo de hombres yenanosque luchabanmientras los enemigos los iban rodeandopor detrás.Lostrasgos, sin embargo, daban la vuelta aterrados, mientras trataban de huir deaquellalocaysuicidaarremetidadelosvalientesaliados.

Derepente,Fletchervioquesuespadasemovíavacíaenelaireyque lostrasgos se alejaban de su pequeño grupo de soldados, tambaleándose. Vio eldestelloazuldeunconjuropero,antesdepodergirarsehaciaelresplandor,unmuroruidososeabalanzósobreél.Laondaexpansivalolevantóliteralmentedelsuelo,tododabavueltasmientrasélgirabaenelaire.Aterrizóenlahierba,conlaespadaaúnagarradaentrelasmanos.

Teníasangreenloslabiosmientrastratabadeponersedepie.Entonces, lacabezaleempezóadarvueltasalverladevastaciónquetenía

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ante él. Una explosión cinética había acabado con cien trasgos del centro delejércitoenemigo.Alguienhabíahechousodetodosumanaenunúnicoybrutalataque.

Enlosbordesdeladetonaciónhabíatrasgosquesetambaleabanaturdidos,trashaberperdidosusarmas.Quedabantodavía,almenos,unosmilenpieycasilamitadmásquevolvíanalevantarse.Susaullidoshabíanquedadosilenciados,derepente,porlaexplosión.

Contemplaron a los enanos, que seguían masacrando a los que habíanescapado de la explosión cerca del frente de la batalla; contemplaron loscadáveresdesuscamaradas,queseamontonabanenelsuelo.

Y,todosauna,segiraronyecharonacorrer.Fueungranéxododefigurasgrises.Losorcosencabezabanalgrupoenuna

frenéticacompeticiónporhuirdesusperseguidores.Sedeshacíandesusarmasylosmáslentoseranpisoteadosporlaoleadadeenemigosqueseretiraban.

Prontosóloquedaronlosheridos,querenqueabantodolorápidoquepodíanmientraslosenanosterminabanconlosquequedabanenelfrente.

Habíanganado.Fletchercayóderodillasylasmanosletemblaronalsoltarsukhopesh.SintiócómolosbrazosdeBerdonloenvolvíanyenterrólacaraenelpechodesupadre,jadeanteyaliviado.

—¡Adelante!—gritóunenano—.Llevadlosdevueltaalajungla.Elsuelotemblócuandolosjabalíessalieronalgalopedetrásdeellos.—Infantería, venid conmigo —oyó que ordenaba Cress—. Matad a los

supervivientes.FletcherseapartóyBerdonloayudóaponersedepie.Sequedaronquietos,

demasiado agotados comoparaunirse a lamatanzade trasgos,muchosde loscualesyacíanheridosoagonizantesentreeldesordenadomontóndecadáveresque se extendía a lo largode la líneadebatalla.A su espalda,Fletcher vio lafranjadecadáveresquelosenanoshabíandejado,comosifueraunsenderodecuerpos grises y hierba manchada de sangre. Y había uniformes verdes entreellos.Apartólamirada.Noqueríaversusrostros.Nopodríasoportarlo.Todavíano.

LosduendecillosyenanosnocompartíansusescrúpulosyFletchertuvoquedesviar lamiradamientras ellos realizaban su sangrienta tarea. Sentía náuseasportodaesamuerteytodaesamasacre.Losbuitresempezabanyaadarvueltas

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porelcielo,alaesperadesubanquete.Nohabíaningunagloriaallí.Entonces,oyóungritodeangustiadeCress.Algoibamal.Estabaarrodillada

entre los cadáveres y con la cabeza agachada. Y en sus brazos, un cuerpobarbudoysinvida.

Unrostroquereconoció.—Othello—dijo Fletcher entre sollozos, tambaleándose entre los cuerpos

destrozados—.No.No,no,no.Repetía aquella palabra una y otra vez mientras corría hacia Cress y se

dejabacaerderodillasjuntoalenano.—Hamuerto—dijoCress entre lágrimas, apartandounmechón rojo de la

frenteensangrentadadelenano—.Nohepodidocurarlo.

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Fletcher cogió entre las suyas las manos del enano. No podía creerlo. Sintiónáuseasytodoempezóadarvueltasasualrededor.

—Todovaasalirbien—susurró—.Noestámuerto.Noloestá.A lo lejos, Fletcher vio la figura escarpada de Solomon avanzando con

pesadezhacialostrasgos,ajenoaloocurrido.No.Nopodíaser.ElGólemlosabría.Entonces, se oyó el graznido de un pájaro sobre ellos. Un Caladrius que

volaba en lo alto llorando su tristeza. Y fue entonces cuando Fletcher se diocuenta: al comprender la verdad, sintió como si una piedra fría se hubieseasentadoenelfondodesuestómago.NoeraOthello.EraAtilla.

Sugemelo.

Todo había terminado. Humanos, enanos y elfos caminaban por el campo debatalla,aturdidosporlavictoria.Habíamuchísimoscadáveres.MásinclusoqueenlaHendidura.

—Nos habéis salvado —le dijo Fletcher a Cress secándose los ojos—.Creíamosquenovendríais.

Se sentaron juntoal cuerpodeAtilla, incapacesdedejarlo soloentre tantocadáver.Nolesquedabanmáslágrimasquederramar.

—HasidoAtillaelquenoshasalvadoatodos—dijoCressentreresoplidos—.Sehalanzadocorriendohaciaellosconlaúltimaampolladenuestromanayhahecho explotar el conjuro ahímismo.Estas heridas... él sabía queno iba avolver.

Fletchermiróasuamigo,quehabíadadotantoparaqueotrospudieranvivir.

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Elenanoparecíatranquilo,conelrostrovueltohaciaelcieloaúncálido.—¿Cómonoshabéisencontrado?—preguntóFletcheralavezquetratabade

contenereltemblordelaemociónensuvoz.—Ha sido Malaqui —contestó Cress, contemplando el paisaje con las

rodillasapretadascontraelpecho—.Élnosencontró.Perolosgeneralesnonosdejabanmarchar.

Apretólasmanosalrecordar.—Diossabequequeríamosirnos,peroestabaninvadiendolosfrentes.Miles

deorcosatacandodesdelajungla.Sinavisar,sinpodernospreparar.Laprimerahorafueunamasacre.

CressmiróaFletcher,conunaexpresióndetristezaenlosojos.—Ylosdemonios.Cientosdeellos.Losorcos losmandabana lamuertee

invocaban a otros nuevos con los manuscritos que conservan. Llevan añosplaneandoesto.

—¿Quéhaocurrido?—preguntóFletchermirandohaciaeleste,comosidealgúnmodopudieseverelcampodebatallaatantoskilómetrosdedistancia.

—Nos retiramos una y otra vez. Han muerto muchos. Cientos y cientos.Estamosperdiendoterreno,peronohaterminadoaún.Almenos,cuandoyomefui.

Silencio.Fletcherapenaspodíacreerlo.Ibanperdiendo.—El reyesperaque loselfos lleguena tiempoparaayudarnos—murmuró

Cress—.Dicequelastropassalierondesuterritoriohaceunosdías.Sonnuestraúltimaesperanza.

—Entonces, ¿por qué habéis venido? —preguntó Fletcher horrorizado—.Hominumpodríacaer,siesquenohapasadoya.Osnecesitan.

—Lo ha ordenado el rey—contestó ellamirándolo a los ojos—.Malaquillegó también hasta él. Pero me sorprende que ese pequeño Ácaro lo hayaconseguido.Actuabadeformaextrañacuandonosdejó.Comosiyanoquisieseseguirluchando.

El corazón de Fletcher se encogió al oír aquello. El valiente Ácaro habíacontinuadoconsumisiónpeseaque sudueñohabíamuerto.No tenía fuerzassuficientesparacontarleloquelehabíapasadoaRory.

—Peronohasidoparadeteneralostrasgos—continuóCresssinrepararenel dolor que empañaba la mirada de Fletcher—. Ni tampoco para salvar

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Raleighshire.Hasidoparasalvarteati,Fletcher.—¿Amí?—preguntóélconfundido.—Hayunarazónporlaqueestamosperdiendo—leexplicóCress,queahora

hablabarápido,comosihubieserecordadoelmotivoporelquehabíaidohastaallí—. EsKhan. Su demonio... es... es como una versión gigante de Ignatius.Peroacorazado,comounGuiverno.

—Un Dragón —susurró Fletcher mientras su mente regresaba al volcán,tantosmesesatrás.

—NuestrasFuerzasCelestialestratarondeliquidarlo...pero...elfuego...Loestámatandotodo.Cadavezquecreemosquetenemoslasarténporelmango,aparece de repente y lo convierte todo en cenizas. Nadie puede siquieraacercarseaél,salvo...

Seinterrumpió.—Salvoyo—dijoFletcher,paralizadoanteaquellaidea.Élerainmunealfuego.YtambiénIgnatius.Suluchanohabíaterminado...Acababadeempezar.

FletcherqueríaesperaraqueOthelloregresaradesuataquealostrasgos.Queríaestarconélcuandovieraasuhermanomuerto.Peronohabíatiempo.

Sedespidióporúltimavezdesusamigosysoldados, lamayoría incapacesdemantenersedepiedebidoalasheridasyelagotamiento.

—Vuelve,¿meoyes?—dijoBerdonconvozentrecortadacuandoFletchersedespedíadeélconunabrazo.

—Cuentaconello—susurróFletcher.UnúltimoabrazodeCress,demasiadobreve,puesellateníaqueencargarse

delosenanosdesperdigados.Acontinuación,semontósobreIgnatiusy,renqueando,seelevaronhaciael

cielo.El pobre Draco seguía sufriendo por las heridas que había recibido en la

batallaconelFantauro,por loquesuvueloeraerráticoy lento.Fletcherpudover los dentados agujeros de las alas de Ignatius y la sangre que se le habíacuajadoenlaspatastraseras,dondelalanzahabíadejadounaprofundaherida.Habían quedado casi tullidos, pero no tenían otra opción. Nadie más podía

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enfrentarsealDragón.CressapenashabíapodidotratarlasheridasdeIgnatius.Habíautilizadolas

últimas gotas demana para curar un rasguño del antebrazo delDraco.En esemomento, sobrevolaban en círculos el campo de batalla para orientarse. A lolejos,FletcherpudoveraOthelloyasusenanosenbuscadelejércitodetrasgos,dejandounaestelademuertosasupaso.Lesdio lasgraciasensilencioehizoviraraIgnatiusparaalejarsedeallí.

Mientrasgiraban, seguidosporAthenaqueplaneaba juntoaellos,Fletcheroyóungritoagudoporencimadeél.ElCaladrius surgiódeentre lasnubesydescendió en espiral, como si fuera una paloma que bajaba desde los cielos.AterrizósuavementesobrelaespaldadeIgnatiusyFletcherviolaextrañaauraquerodeabaaldemonio,comosiestuvieraenvueltoenunaneblinaborrosa.

Ahoraquesudueñoyanoestaba,elCaladriussentíadenuevolallamadadelanaturalezayempezabaaregresaraléter.Fletcherestabafascinadoporaqueldemonio: el Caladrius lo observó con sus ojos azules mientras extendía suslargas y delicadas alas sobre las de Ignatius. Fletcher pudo ver dolor en sumirada.

UndestellodeluzblancacubrióelcuerpodeIgnatius.Fletchersintióqueeldolordesudemoniosereducíay,delantedesusojos, lasheridasempezaronadesaparecer,encogiéndoseycurándosecomosieltiempofuesemarchaatrás.Acontinuación,desapareciólaheridadesupropiobrazo.

Mientrastanto,eldemonioloobservaba.LaluzblancasefueatenuandoyelCaladrius le acarició la mejilla con la punta del pico. Después, emprendió elvueloysealejóparallorarsupérdidaentrelasnubesdelcielo.

Fletcher había oído una vez que una parte del alma del invocador seguíaviviendo en sus demonios, que sus conciencias se fundían al morir. Era uncuento de viejas del que el comandante Goodwin se había mofado cuandoSeraph le había preguntado sobre esa cuestión en una de sus clases. Habíarespondido que, con el paso de los años, quizá a los demonios se les pegaranalgunosrasgosdelcarácterdesusdueños,peroqueesoeratodo.

Aun así, mientras volaban hacia el este, Fletcher no estaba tan seguro.DirigiósumiradaaAthena,quelohabíaamadodeformaincondicionaldesdeelmomentoenquesehabíanconocido.¿Seguíaviviendosupadredentrodeella?¿LacuracióndelCaladriushabíasidounregalodedespedidadeAtilla?

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Encontró consuelo en ese sentimiento mientras Athena los guiaba,sirviéndose de su oído para llevarlos hacia el estruendo de los cañones queresonabanporelaccidentadoterrenoque teníanasuspies.Acadaminutoquepasaba,elsolseguíasu lentodescensohaciaelhorizonteysusrayos lo teñíantododecolorsepia.

Fueentoncescuandoempezóasentirsobresushombroslaenormidaddesutarea. El destino de un imperio era un gran peso. ¿Podrían conseguirlo?¿Tendríanalmenosalgunaposibilidad?Lasdudasinvadíansumente.

Pocodespués,lacálidabrisadelatardeletrajoaFletcherelecolejanodelabatalla.Preocupadoporversetraslasfilasdelenemigo,FletcherviróelrumbodeIgnatiushaciaelnorte.

Siguieronvolando, a ciegasahora, esperandoverCorcilluma lo lejosparapoderorientarse.PerofueotracosaloquevioFletcher.

Un gran rebaño de ciervos se extendía por los verdes campos que habíadebajo de él. Sobre sus lomos, armados con arcos y espadas de largasempuñaduras,ibanloselfos.

Estaban divididos por clanes, cada uno identificado por el color de suarmadura.Pordelante,FletcherpudoverelcolorrojodelafamiliadeSylva.Alacabezaibaunelfomontadosobreunalce,unafiguraaltaydeespaldarectaquesólopodíaserelpadredelaelfina.Detrásdeél,losfuertesalcessacudíansusastasramificadas,deseososdelibrarlabatalla.

Mientraséllosobservaba,laprocesiónempezóagalopar,dandobrincosporel terreno.Fletchervioadóndesedirigían:unacercananubedehumo,bajo lacual se vislumbraban destellos de luz y se oían los disparos de las armas defuego.

Entonces, abrió los ojos como platos. En el centro de todo, pudo ver lasiluetadeunviejocastillosobreelhorizonte.EraVocans.Dealgúnmodo, losorcos habían obligado al ejército de Hominum a adentrarse en el imperio.Corcillum, con todos sus inocentes habitantes, quedaba ya a unas horas decamino.Elfuturodesumundopendíaahoradeunhilo.

Un destello de advertencia de Athena atravesó la mente de Fletcher. Pordebajo,unafiguraseelevabahaciaellos.UnGrifo.

Elcorazónlediounrespingo.Sylva.

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Unmomentodespués,ellaestabaasulado,conlahojalargaycurvadadesufalce en alto. Llevaba la armadura de laminillas rojas de su clan y el pelorecogidoenunmoñoatadoenlanuca.

—¡Fletcher!—gritómientrasacercabaaLysander—.Estásvivo.Creíaque...Mealegraverqueestásbien.

Élvioelalivioensurostro:loslabiosentreabiertos,lamiradadeemociónenlosojos.

A pesar del miedo que se había adueñado de él, Fletcher no pudo evitarsonreíralverla.Siellaestabaasulado,quizátuvieraalgunaposibilidad.

Sylvateníaunaspectomásfierodelquejamáslehabíavisto.Lapinturadeguerra de color carmín le resaltaba las mejillas. Fletcher quiso extender lasmanosparaabrazarla,decirleloquesentía,mandarapaseoladiplomacia.

Peronohabíatiempo.—CreíamosqueerasKhanconsuDragón—dijoSylva,elevandolavozpara

hacerse oír por encima de las ráfagas de viento que soplaban entre ellos—.Nuestros exploradores nos informan de que se ha perdido todo, que estáacabandocontodoelcampodebatalla.

—Estáallí—contestóFletcherseñalandohacialanubedehumoqueseibaacercando—.Voyaenfrentarmeaél.

—Pues, entonces, vamospara allá—dijoSylva alentando aLysander paraqueaumentaralavelocidad.

—Sylva,vuelvecontuclan.Sóloyopuedohacerlo—gritóFletcher—.Soyinmunealasllamas.

Sylvasegirópararesponderle.—¡Intentadetenerme!Ydichoeso,desapareciódentrodelhumo.

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Estaban por todas partes. Miles de orcos, más de los que Fletcher creía quepudieran existir, extendiéndose en una enorme horda por un paisaje nublado.Trasellos,pueblosyárbolesardíancomopirasfunerarias.

Yaunoscienmetrospordelantedeellos,formandounalínearojaantelaspuertasdeVocans,estabaloquequedabadelejércitodeHominum:pocomásdemilhombres,ataviadosconuniformerojo,yungrupodeunoscuantoscientosmás,lossupervivientesdelosregimientosnoblesquehabíansidodiezmadosenlalucha.Yunúnicopelotóndeenanos,diseminadosporelcentroengruposdedosydetres.

—Quépocos—dijoFletchertosiendoporelhumo.El aire despedía un fuerte hedor a azufre, una mezcla embriagadora de

pólvorayhumodelosedificiosquesequemabanenlasaldeasqueardíanaunkilómetrodedistancia.Todoestabateñidodenaranjaporlaslejanasllamasquesefundíanconeldestellorojodelatardecer.Prontoseharíadenoche.

Ymientraselmundoqueteníaasuspiessequemaba,FletchervigilabatodoslosmovimientosdeSylvaasu lado,sinpoderevitareldeseodequepudieranquedarse allí, juntos, lejosde la batalla.El pelodeSylva revoloteaba tras ellamientrasLysanderseprecipitabaporelaire,rozandoconlaspuntasdesusalaslasdeIgnatius.Laelfinaestabaespectacularbajolaluzdelsolqueseponía,conunaexpresióndecididaenelrostroylafalceenalto,listaparalabatalla.

—Podemoshacerlo—dijoSylva,mirándoloalosojos.Fletcher lesostuvo lamirada,dispuestoacompartir suesperanza.Conuna

renovadadeterminación,segiróparaobservarlaescenaquesedesarrollabaallíabajo.

Destellos,rayosyfuegoenaquellatierradenadieentrelosdosejércitos.Allí

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seestabalibrandounabatalla.Lasbestiaschocabanentresí,destrozandogarras,escamasypelaje.Cientosdedemonioslibrabanunaguerradebajodeél:eraelpreámbulodelenfrentamientodefinitivodedoscivilizaciones.

Viounafilademagosdebatalla,desplegadosdelantedesushombres,quelanzabanbolasdefuegoyrayosasusequivalentesbrujos,situadosalotroladodelosrestoscalcinadosdeaquelterritorio.Haroldysupadreestabandelantedetodos, con un escudo en forma de cúpula de cristal que los protegíamientrasordenabanaLicántroposyAnúbidosqueentraranencombate.

Delantedeellos,losDragonesluchabanenmediodelcampodebatalla:enelcentrodelasoladoterritorio,susmonturasatacabanapesadosOnishumanoidesyNanauesconformadetiburón.ElpelooscurodeArcturusrevoloteabatrasélmientras su Hipalectrión se encabritaba y lideraba el contraataque hacia elasediado frente occidental. Fletcher sintió que el orgullo le invadía el pechocuandosumentoratacólaslíneasenemigasapesardetenerpocasposibilidades.Incluso desde la distancia, Fletcher veía que los demonios de Hominum eraninferioresennúmero.

Oyóunrugidoporencimadesucabeza.IgnatiusseempezóamoverantesdequeaFletcherledieratiempoapensar,

y salió disparado hacia arriba para adentrarse en la nube de humo y niebla.Estabaoscuro,pueselmantodevaporteñidodehumobloqueabalosrayosrojosdelsoldelatardecer.Ahoratodoestabaensilencio.

No.Aleteos.Comoellentolatidodeuncorazónenalgúnlugaralsur.EnsucristalvioqueAthenasemanteníabajoelbancodenubes,tratandodeaveriguarelparaderodelDragón.Nada.

Yentonces,allíestaba.Unamasaoscuradecurtidasalassaliódeentre lasnubes.Extendió las garras y las clavó en la tierra, desgarrando a un grupo deCánidosdeHominumyagarrandoaunodeellosconelpico.Mientrasplaneabaportodoelcampodebatalla,engullóasupresadeunsolobocadoycomenzóunlargogiropararealizarunsegundopase.

Mientrasgiraba,FletchervioqueeracomounDracoexceptoporeltamañoylapiel,puesteníaelcuerpocubiertodeunacorazadeescamas.DebíadesertangrandecomotresFantaurosjuntos,conunaenvergaduraqueeclipsabaelsolmientrasatravesabaelhorizonte.

—¡Fletcher!—gritóSylva.

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Lysandersaliódelbancodenubesconungruñidodefrustración,girandolasalasenelaire.

—LosmiembrosdelasFuerzasCelestialesestánmuertososehanescondido—escupióSylva,entonodespectivo—.HanliquidadoalosGuivernos,perosólolacapitanaLovettyOpheliaFavershamsiguenluchando.HanintentadoatacaraKhanpor la espaldaen lasnubes,peroelDragón les lanzaba llamascadavezqueseacercaban.

PordetrásdeSylva,Fletcherpudover las sombrasdeLovettyFavershamflotandojustodetrásdelasnubes.Peroantesdequepudierasaludarlas,huboundestellodeluzyFletchersegiróparamirar.

Elenormedemoniovolvíaabajarenpicadoyunagranoladefuegopeinólatierra a lo largode todoel frentede las líneasdeHominum.LosDragones sedesperdigaron y Arcturus escapó de la estela de fuego y destrucción saltandodesde sumontura.Detrás, losmenos afortunados siguieron gritandohasta quesóloquedaronesqueletoschamuscados.

UnrugidodetriunfosaliódelasfaucesdelDragón.Asuespalda,Fletcherpudover lapálidafiguradeKhan,montadoahorcajadassobreelcuellodesudemonio.Elorcomovióenelairesulargamacana.Unavez.Dos.

Eraunaseñal.Conunagranoleada,lasfilasdeorcosempezaronaavanzar,atravesandoatodavelocidadelterritorioarrasadoporlasllamas,enmitaddeunululantecorodegritosdeguerraquelepusoaFletcherlospelosdepunta.Porlos lados, atacaban jinetes a lomos de rinocerontes, con los cuernos bajados ylistosparaelimpacto.Unaolaimparabledebárbaros.

Los disparos se propagaron por la línea de hombres. Hubo orcos que segiraron,seestremecieronycayeron,peroseguíanllegandootrosqueavanzabansinvacilarnireducirlavelocidad.Quincemetros.Doce.Losmagosdebatallaylosdemonioslanzabanrayosyllamaradasquecaíansobrelaslíneas,provocandohuecosenlashordas.Noerasuficiente.Enabsoluto.

Pero había algo más. Se oía un estruendo. Un retumbar de cascos y...cánticos.Vocesarmónicasqueseelevaban,que llenabanelpaisajedepalabrasélficas.

Y entonces, galopando con elegancia alrededor de la delgada línea dehombresdesesperados,llegaronlosalces,enroscándosecomoloscuernosdeuncarnerocontralosflancosdelosorcosqueatacaban.

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Giraron las astas hacia abajo y apartaron a los orcos mientras los arcoslanzaban flechas a las filas cada vezmás cercanas. Conmortal precisión, lasflechasseclavabanencráneosycuellos.Lasespadasenformadehozoscilabanaderechaeizquierda,arrancandocabezasllenasdecolmillos.

Rinocerontesyciervoschocaronconunimpactoquehizocrujirsushuesos.Enmitaddeaquella refriega, los jinetesdeunosyotrossalíanvolandodesusmonturas.

Yabajo,enelcentro,losmosquetesdeHominumsemovieronhaciadentroparaconcentrarsu fuegodonde laélfica tenazano lohabíaencontrado.Veintepies.

Algunos orcos salieron despedidos hacia atrás por la ferocidad de losdisparos,losmáscercanosempujadoscomomarionetasquetirabasdesushilos.Setambaleabanycaían,condocenasdeheridas.Elataqueempezabaafallar.

Al este deFletcher, elDragón lanzó un rugidomientras dibujaba un largoarcopreparándoseparaatacar.Yelmuchachovioentoncesloqueestabaapuntodepasar:lasllamasquecaíansobreladelgadafiladehombres,lamasadeelfosque se ahogaban en un mar de llamas. Eso era lo que Khan había estadoesperando.Habíaestado jugueteandoconelloshastaahora.Alaesperadequellegaranlosejércitosaliados.

PeromientrasFletcherveíaellentogirodelaenormebestia,supoquéteníaquehacer.

Unúltimolanzamientodedados.—Ve a por Lovett yOphelia y escondeos en las nubes de allí arriba—le

gritóFletcheraSylvaalavezqueclavabasustalonesenelcostadodeIgnatius—.Esperadmiseñal.

Ignatius se zambulló y Fletcher oyó la respuesta de Sylva antes de que seperdieraenladistancia.

—¿Quévasahacer?Peroestabadecidido.Nohabíatiempoparacontestar.—Gracias,amigo—susurróFletcherabrazándosealcuellodeldemonio.Sintió un latido de amor procedente del valiente demonio mientras se

lanzabanenpicadohacia elDragón.Elviento le alborotabaelpeloy lehacíallorarlosojos.Ovencíanomoríanjuntos.Nocabíaotroresultado.

Siguieronvolandoporencimadelosaullidosdelabatallaylasdetonaciones

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de los disparos. Pudo ver que el Dragón completaba su giro delante de él einiciabasubarridohacialosaliados.UngritodeAthenaloadvirtiódelpeligro.

Era ahora o nunca. Dibujó en su cuello el conjuro de la amplificaciónexprimiendolopocoquelequedabademana.

—¡Khan!—gritóFletcher,conunavozqueresonóportodalapradera.Apesardelfragordelabatalla,elorcoalbinolooyó.ElDragónlevantólos

ojos justo cuando Fletcher se abalanzaba por el cielo en dirección a ellos,blandiendosukhopesh.

Khannegóconlacabezasinhacerlecaso.Elobjetivoqueteníadebajoerademasiado tentador.Milesdeenemigos suyos, juntos enuna largahilera enelcampodebatalla.

—¡Enfréntateamí,cobarde!—loprovocóFletcherconunataquealorgullodellíderdelosorcos.

Khanlevantóentonceslamiradaygruñó,frunciendoloslabiosporencimade los colmillos.Alzó unamano e Ignatius se apartó justo a tiempo.Un rayopasósiseandoporsulado.Aunasí,selanzaronenpicadocontrasuenemigo.

—¿Dónde están tus Guivernos, Gran Khan? —gritó Fletcher—. ¿Hasperdidoalrestomientrasvolvíasdeléter?

ElDragónseinclinabaahorahaciaarriba,arrojandopolvosobreelcampodebatallaconsusgrandesalas.Estabafuncionando.Khanhablóelevandolavoz.

—SoyelRedentor—dijo,conunavozteñidadefervorreligioso—.YosoyelElegido.

—Demuéstralo—lerespondióFletcher—.¡Luchacontramí!¿Oesque«elElegido»letienemiedoaunsimplemuchacho?

Se oyó entonces un rugido, tan poderoso que Fletcher lo sintió dentro delpecho. Y entonces, el Dragón echó a volar hacia ellos con las faucescompletamenteabiertas.Ensuinterior,Fletcherviolaagitacióndelasllamas.

—Hazlo—susurróFletcher.Ignatius se apartó con un aullido y su velocidad provocó un viento

huracanadoquecasi tiróaFletcherdesuasiento.Empezaronavolarhacia lasnubesqueseencontrabanenloalto.Ignatiusselanzabahaciadelanteconcadabatirdealas.Demasiadolento.

Khan se reía ahora con fuerza y blandía su espada, ansioso.Los segundospasabanrápidosyelDragónlesganabaterreno.Lacorrientequeprovocabansus

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aleteostirabadeelloshaciaabajo.Casihabíallegado.Podíasentirenelairelahumedad,verelbancogrisblanquecinodenubesatirodepiedra.

Pordebajo,labocadeldemonioseabríacomoladeunaserpiente.Elfuegoseacumulabaensuinterior,proyectandosobreIgnatiusundestellonaranja.

—¡Ahora,Sylva!—gritóFletcher.Tres figuras aparecieron en lo alto y se lanzaron en picado hacia ellos.

EntrevióelAlicorniodeLovett.LasastasdeunPeritio.YaLysander,queemitíaelchillidodeunáguila.

Sevioundestellodeluzsobreelloscuandolasllamasatravesaronelaire.—Ahora—susurróFletcher.Ignatius desplegó las alas y las dejó inmóviles en el cielo. El fuego subió

hastaellas.LasllamasalcanzaronelcuerpodeFletcherylohicieroncaersobrelaespaldadeIgnatius.Tomóairedentrodeaquelinfiernoynotóelcalorsecoenelpecho.Sucamisaysuchaquetahabíandesaparecido.

Abrió los ojos y vio que la llamarada los rodeaba y giraba en el cielo,bloqueada por las alas extendidas de Ignatius. Un remolino de llamas y tresdemoniosquebajabanporeltúnelvacíodelcentro.

Elfuegosedetuvo.ElataquedelDragónseapagó.Oyóelcrepitardelfuegosobresupiel.YungritodeodiocuandoLovett,SylvayOpheliapasaronjuntoaellosatodavelocidad.Entonces,ellostambiénempezaronacaer,conlasalasdeIgnatiusvueltashaciaatrásparaunirsealataque.

Opheliahabíadesaparecidoya:elPeritio,inerte,colgabadelpicodelDragónmientraselcuerpodelamagadebatallaseretorcíaycaíaenpicadoalsuelo.

La lanza de Lovett se rompió al chocar con la mejilla del Dragón y ellaestuvoapuntodecaersedesumontura,tambaleándoseenunrevoltijodealasypezuñas.Yentonces,Sylvadiounsaltoconsufalceenalto.ElGrifolanzóungruñidoenelaladelabestiaalavezquerasgabaladelicadamembrana.SeoyóunrugidodedolorcuandoSylvaclavólahojadesufalceenelojodeldemonioylahundiócontodassusfuerzas.

Eltiempopareciódetenerse.Ignatius chocó contra la cabeza del Dragón, arañando con sus garras las

escamasparasujetarse.FletchercayódelaespaldadelDraco,debidoalimpacto.SegiróenelaireygolpeóaKhanenunamarañadebrazosypiernas.

Estabancayendo.Dandovueltas.PudoverVocans cadavezmáscerca.La

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cúpuladecristaldesucentro.Haciéndoseañicos.Oscuridad.

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ElatriosedeslizabaantelosojosdeFletcher.Sentíamuchodolorqueleoprimíaelcráneocomounaprensa.Ignatius.TeníaqueencontraraIgnatius.

Lasuperficiecurtidaqueteníadebajodeélhabíaatenuadolacaída:unalarota,extendidaa lo largodeaquellacavernosasala.Consiguióponersedepie,tambaleándoseporlarugosidaddeaquelapéndicedestrozado.

ElDragónhabíamuerto.Teníaelcuellovueltohaciaatrásenungrotescoángulorecto,conelpicoa

medio abrir y la lengua colgando fuera. Y junto a la base de sus hombros,Fletcherviounasiluetainertedecolorburdeos.

—Ignatius—gritó Fletcher, mientras se acercaba a él dando traspiés. Porencima,seoíanlossuavesecosdelabatalladelexterior.

ElDraco levantó la cabeza cuandoFletcher se acercó.Gimoteó y trató deincorporarse.Perosedesplomó.Teníademasiadodolor.LaagoníaqueFletchersentía en la mente redobló su intensidad y el muchacho cayó de rodillas. ElDraco tenía trozos de cristal incrustados en el cuello y los costados, anchos ylargoscomoespadas.Acurrucadocontraelpechodeldemonio,FletchervioelcuerpoinconscientedeSylva.Aquellacriaturavalientelahabíaprotegidoconsucuerpoalatravesarlacúpula.

—Vas a ponerte bien—susurró Fletcher a la vez que colocaba unamanosobreelcostadodeldemonio—.CuandoSylvasedespiertetecurará.

Zarandeóalaelfina,peroSylvapermanecióquietayexánime;laúnicaseñaldevidaeraellentomovimientodesupecho.Pudoverunamagulladuraquelecruzabalafrente.YlasangredeIgnatius,quegoteabasobreelsuelodemármol.Eldemonionoteníamanaparacurarse.Seestabamuriendo.

—Meequivoqué—dijounavoz.

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ElterrorinvadióelpechodeFletcher.Lentamente,unapálidafiguraemergiódelaoscuridad.Khan.Entróenlaluzdelacúpularota.Sulargopeloblancoresplandecíacomola

platabajoelsuaveresplandordelcielodelatardecer.Novestíanadamásqueunsencillotaparrabos,decolortanclarocomosupropiapiel.

ElorcolevantósumacanaylaapuntóhaciaFletcher.—MiSalamandranoeraladelaprofecía.Eralatuya.Fletcher desvió la mirada de un lado a otro, buscando su arma. No

encontraba su khopesh por ningún lado, perdido en algún lugar en lasprofundidadesdelatrio.Entonces,vioundestellodetrásdelenormeorco.EralafalcedeSylva,enterradaenelojodelDragón.Teníaquecogerla.

—Has perdido, Khan—dijo Fletcher a la vez que trataba de rodear a suoponente—.Laprofecíaeramentira.

Elorcosonrióatravésdesuscolmillosylebloqueóelpasodesplazándoselánguidamentehaciaun lado.Fletcherapenaspodíacreer lograndequeeraenrealidadelorco.Medíaporlomenosdosmetrosymedio,ysuespadaeracasitanaltacomoFletcher.

—Laprofecíaesreal—contestóKhannegandoconlacabeza—.ElquetienelaSalamandraganarálaguerra.

Fletchersehabíadistraído.Athena.Podíasentirla,escondidaentrelasvigasque sostenían el techo del gran salón. Se obligó amantener lamirada fija enKhan,sinhacercasodeaquellasiluetaqueplaneabaydescendíahacialaplantasituadaencimadelatrio.Seocultótraslasbarandillasmetálicas.

—Siesoescierto,entonces,yaheganado—dijoFletcher.—No—espetóelorco—.Nositelaquito.FletcherlevantólamanotatuadayKhanseestremecióalverla.—TuDragónestámuerto—dijoFletcher—.Notienesmana.Podríamatarte

encualquiermomento.Mientras el orco seguía con la mirada fija en los dedos de Fletcher, el

muchachovolvióarodearloyconsiguiócolocarseunosmetrosmáscercadelaespada.

—Demuéstramelo—loprovocóKhan,derepente.—Nomehagasreír—respondióFletcheralavezqueextendíaeldedocon

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eltatuajedelrayo.Seacercóunospasosmásalafalce.—¡Te he dicho que me lo demuestres! —gritó Khan lanzándose hacia

Fletcher.Fletcher dio un salto hacia delante y notó que la macana le pasaba por

encimadelacabezacuandoelorcoarremetiócontraél.Acontinuación,rodóporelsuelohastaquelafalcequedóasualcance.

LasacódelojodelDragónconunchapoteonauseabundoy la levantópordelantedeél.

Khanserio.—Asíqueelcachorritoquierejugar—seburlódandovueltasalamacanaen

lamano—.Esomegusta.Aquel arma de larga empuñadura le resultaba pesada y rara. Nunca antes

habíatenidounafalceenlasmanos.—Venga, empecemos—dijo Khan a la vez que blandía su macana hacia

Fletcher.SusespadaschocaronyaFletcherletemblaronlosbrazosporlafuerzaque

elorco lehabía imprimidoa sugolpe,hasta elpuntodequeel armaestuvoapunto de caérsele de lasmanos. Dio un salto hacia atrás, deslizándose por elsuavemármol.

—Esonohasidomásqueunacaricia—seburlóKhan.El golpehabía rotouna esquirla deobsidianade la porra largaydeborde

negro, que se deslizó por el suelo hasta desaparecer en las sombras. Fletchersabíaqueelcristalvolcánicoerafrágilpero,aunasí,másafiladoqueunbisturíyque podía cortar la carne con mucha más facilidad. No podía lanzarsedirectamentecontraelorco.Seríaunsuicidio.

KhanvolvióamoverlamacanaysugolpepasóporencimadelacabezadeFletchercuandoésteseagachó.Acontinuación,lamovióenlaotradirecciónyFletchertuvoquerodarporelsueloparaevitarquelediera.Sihubieseintentadopararla,lamacanalohabríaatravesado.

—Baila,muchachito—serioKhan.Rotherhamlehabíaenseñadoaircontralasrodillas.Fletcherembistióconsuespadacuandosepusodepie,ungolpetorpeque

Khan esquivó con la parte lisa de su porra de madera. Movió un pie haciadelanteygolpeóaFletcherenlascostillas,loquehizorodaralmuchachoporel

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atrio.Casiselecayólaespada,pueslahojagolpeóelsuelodemadera.Sintióundolorenelcostado.

—Bastadejuegos—gruñóKhanmientrasFletcherseponíadepie—.Tengoquearrasarunimperio.

—Ya...has...perdido—dijoFletcherconvozentrecortada.Apenaspodíalevantarlafalce.Algosehabíarotoensuinterior.Ledolíaal

respirar.Athenapudosentirsudolor.SeagazapóporencimadeKhan,conlamirada

fijaenlaespaldablancadelorco.Ahoraonunca.Ahora.Fletcher echóa correrhacia elorcoconunchillidoque le salióde lomás

profundo a la vez que se enfrentaba al dolor que lo estaba desgarrando pordentro.Athenaselanzóconlasgarrasextendidas.Khanmoviósuhojaalmismotiempo que el Grifuelo le clavaba las garras en los ojos. Ciego, no consiguiódarleaFletcherenlacarapormuypoco,provocándoleensulugaruncorteenlaoreja.

Fletcherseabalanzócontodassusfuerzas.SintiócómolaespadaseclavabaenlapiernadeKhanylellegabahastaelhueso.Oyóelrepiqueteodelamacanaalcaeralsuelo.

Pero su ataquenohabía tenido suficiente fuerza, pues las costillas rotas lehabían dificultado la embestida. Athena soltó un chillido cuando una manoenorme la empujó. Fletcher notó cómo unos dedos le rodeaban el cuello y loalzabandelsuelo.

Khanacercóasucaraelrostrodelmuchachoyrugió.Fletcher le dio una patada en el vientre.Era comodarle a una roca.Khan

apretómáslamanoyloatrajoaúnmáshaciaél.—Mírame a los ojos —le bufó el orco, entrecerrando sus rojas órbitas

mientrasapretabalamano—.Quierovercómodesaparecelaluzdelostuyos.Todoempezóaponerseborroso.Laoscuridadavanzabaporlosbordesdesu

campodevisión.PudoveraAthenaarrastrarseporelsuelo.Sentíaeldolordelos huesos rotos del Grifuelo reflejado en los suyos. Apenas podía sentir aIgnatius.

Ibaamorir.Fletchercerrólosojosyesperóelfinal.Y entonces, la presión desapareció.Cayó al suelo tratando de recuperar la

respiración.Elsueloqueteníaasuladoestaballenodesangrequecaíaporlos

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troncosblancosqueeranlaspiernasdelorco.Levantó lamirada y vio la hoja de su khopesh enterrada en el costado de

Khan.Viocómoelgigantesedabalavueltaytirabaalsueloasuasaltanteconelpuñoextendido.

Sylva.—Elfinainmunda—gruñóKhanalavezqueledabapatadasasucuerpopor

elsueloyleapretabaunpiesobreelcuello.Sylva se quedó allí tumbada, tratando de zafarse mientras él se inclinaba

haciadelante.Sellevólasmanosalcuello.—No—susurróFletcher.Su mana. Sylva tenía que usar su mana. Pero ella no se daba cuenta,

demasiadoocupadatratandodeapartarelpiequeteníaenelcuello.Fletchersintióquelasnáuseasloinvadíanmientrastratabadecogerlafalce.

Sumanoencontróunaempuñadura.Lamacana.Oyó los gorgoteos de Sylva y la risa gutural del orco albino mientras la

ahogaba.Entonces,lonotó.Unfinohilodemanaprocedentedelaconcienciagemela

queteníadentrodeél.AthenaeIgnatius.Leestabandandotodoloquetenían,auncuandoelloslonecesitabanmás.Losuficienteparaunúltimoydesesperadointento.

Levantóunamanoynotóeldolorque leatenazabaelcostado.Levantóundedo, loapuntóhaciael interiorde la rodilladeKhan.Ysoltóelúltimomanaconunaexplosióncinética.

La pierna del orco salió disparada hacia delante y Khan cayó de rodillas,gritando de rabia. Y con las pocas fuerzas que le quedaban, Fletcher se echóhaciaatrás,balanceándoseygritandocontodosuímpetu.

El tiempo pareció detenerse cuando la enorme porra hendió el aire. Unmomento de vacilación a la vez que la hoja de obsidiana golpeaba la carnepálida. A continuación, atravesó el cuello del orco y la enorme cabeza cayórodandoalsuelo.ElcuerpodeKhansedesplomóychocócontraelsuelocomountrozodecarne.

Peronohabía tiempopararecuperarse,apesardehaberganado.TeníaquecuraraIgnatius.

Sylvagirólacabeza,tomandoairecomounpezvarado.

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—Hevenidoencuantohepodido—susurró.Tenía la vista perdida y la magulladura de su cabeza se había extendido

formándoleunafeamanchaenlasien.Fletcher notó que lo invadía una sensación de vértigomientras trataba de

ponerse de pie. Con cada inhalación de aire fue recuperando las fuerzas.SuficientesparaacercarseaSylva, tambaleándose,yarrastrarlaporelsuelodemármol, pese a que el dolor de las costillas le quemaba como si le hubieranatravesado el pecho con un atizador incandescente. Se levantaba y volvía aresbalarsobrelasangredeKhan,maldiciéndoseporsupropiadebilidad.

ElDracoteníalosojoscerrados.Lasangrerodeabasucuerpocomounhalorojo.Fletchertratódebuscarensuconciencia.Aúnquedabaunlevedestellodevida,peroseibaapagandoconrapidez.

ASylvalecolgabalacabezahaciadelanteylosojosleparpadeaban.Estabaapuntodedesmayarse.

—Despierta—gritóFletcheralavezquelazarandeaba—.TienesquecuraraIgnatius.

Ellaabriólosojosyextendióunamanosinvida.Movióundedoenelaire,grabandoelsímbolodelcorazónconunhiloazul.Salióunaluzblancaquefluyósobrelostrozosdecristal.

Despacio, las heridas se fueron sellandomientras los fragmentosde cristalsalían y caían al suelo, tintineando. La chispa de la conciencia volvió aencenderse. Al principio, como una pequeña luz en la mente de Fletcher y,después, con un gran resplandor a la vez que el demonio se ponía de pie ytratabaderecuperarelaliento.

Fletcher se lanzó llorando sobre el cuello del demonio. Lo invadió unasensacióndealivio,comosifueraunadroga,ysuavizóeldolordesucostado.

Sintió un cuerpo sedoso que se deslizaba bajo su brazo y le acariciaba laheridaconelhocico.Athenahabíavueltoconél.Estabadestrozadaymagullada,perotambiénviva.SeapartóycogióalGrifueloparallevárseloalpecho.

—Gracias—susurrómientrasledabaaldemoniounbesoenlafrente.Yentonces,lonotó.Elsilencio.Ningúndisparo.Ningúngritonichoquede

armas.—¿Hemosganado?—susurróSylva.ExtendióelbrazoyFletchertiródeella

paraayudarlaaponersedepie.Seapoyaronelunoenelotrocomomarineros

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borrachos.Apesardel silencio,Fletchernosentíamiedo.Yanoestabaensusmanos.

Habíahechotodoloquehabíapodido.—Vamosaaveriguarlo—murmuró.IgnatiusseagachóyFletcherhizounamuecadedolormientrassubíaasu

espalda.SylvasesentódelantedeélparaqueFletcherpudierasujetarlasivolvíaaquedarseinconsciente.Ellaapoyólacabezaenelhombrodeldemonió.

—¿Seguro que tienes fuerza suficiente para esto, amigo? —preguntóFletcheracariciandoellomodeIgnatius—.Hasperdidomuchasangre.

Eldemoniosoltóunladridoy,conunlentosalto,selanzaronavolarporelaire, dandovueltashacia la cúpula rota.Fletcher se estremeció al pasar por elagujeroysaliralcielovacío,dondeplanearonconelviento.

AgarróconfuerzaaSylvaalverelresultadodelabatallaquesedesplegabapordebajodeellos:todoestaballenodelhumodelasarmasdefuego,desangreybarro.ElgritodelosheridosseelevabaentreelvientoysintiócómoelcuerpodeAthenaseestremecíacontrasupecho.

La muerte y la devastación habían convertido el campo de batalla en unrevoltijo de tierra quemada y cadáveres.Había hombres que semovían comosonámbulosa travésdeaquelcampodemuertos,aliviandodesumiseriaa losorcosqueaúnseguíanconvida.

Alolejos,unosalcestrotabansobrelapraderaconsusjinetes.Yjustomásallá,unahordadeorcosseretirabahaciaelhorizonteteñidoderojo.

—Hemosganado,Sylva—susurróFletcherabrazándolaconfuerza.Ella lecogiólasmanosyjuntoscontemplaronloshorroresqueseabríanbajosuspies.

Nohabíaningúntriunfoenestavictoria.Sólotristeza.Sólopérdida.—Hemosganado.

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EPÍLOGO

FletcherpensóquenuncahabíavistoaLovettmáshermosaquecuandoArcturusla empujaba por la rampa de la iglesia deRaleightown. Los vecinos lanzaronvítorescuandolalevantódelasillaylallevóalcarruajetiradoporcaballos.

Elblancolesentababien.Elmatrimonio...lesentababien.Arcturus sonreía de oreja a oreja, con la cara roja por el vino que había

bebido en el banquete. Fletcher lanzó otro puñado de arroz sobre la pareja ySacharissa estornudó cuando le cayó encima. Le habían peinado y rizado elcabello y le habían colocado un lazo en el cuello. Ellamiraba enfadada a losjuerguistas, retando a cualquiera que se atreviese a tocarla. Fletcher no pudoevitarsonreír.

—Espera,espera—dijoLovettdeteniendoderepenteaArcturus.ÉllediolavueltaparaqueellapudieracogerelrostrodeFletcherentrelas

manosyplantarleunbesoenlamejilla.—Graciaspororganizarlotodo—dijoconelrostrorelucientedealegría.—De nada. Yo estoy en deuda con los dos mil veces más —respondió

Fletcherlevantandolavozparahacerseoírentrelosgritosdealegría.Todoelpueblohabíaasistido,y también lamayorpartedelpersonalydel

serviciodeVocans,unaveintenademagosdebatallayunascuantasdocenasdeenanos. Incluso el cascarrabias del comandante Goodwin había ido, aunqueahoraestabadurmiendotrasbebersetodaunajarradecervezabajoelaltardelaiglesia.Habíasidounacelebracióndignaderecordar.Fletchersólodeseabaquesumadrehubiesepodidoestar allí,pero seguíademasiadoenfermacomoparasalir del hospital. Y Berdon, al que habían llamado por un asunto urgente enCorcillum.

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LosinvitadossecongregaronenlascallesalaesperadepodersaludaralaparejacuandoemprendiesensucaminodevueltaaCorcillum,dondeHaroldleshabíapreparadounahabitaciónenelpalacio.AhoraqueAlfricestabamuerto,asesinado por un orco en el campo de batalla, el joven rey tenía el gobiernoabsolutodellugar.

—Fletcher, no los distraigas más —dijo Othello rodeando el pecho deFletcherconunbrazo—.OllegarántardeasucenaconHarold.

Fletcherhizounamuecadedolor.Apesardequehabíapasadounmes,aúnledolíanlascostillas.

SacharissalediounempujónaArcturusconelhocico.—De acuerdo, de acuerdo —se rio Arcturus, dejándose empujar—.

Vendremosavisitartepronto,Fletcher.—¡Másosvale!—gritóFletcherasusespaldasmientrasArcturusllevabaa

Lovettalinteriordelcarruaje.Fletchersintióqueundelicadobrazolecogíaelsuyomientrasdespedíaala

parejaylamuchedumbrepasabajuntoaellos,dispuestaaseguirelcarruajeporlascallesdeadoquines.

—Qué felices parecen —dijo Sylva con una sonrisa—. Quién lo habríadicho.

—Yoteníaunacorazonada—dijoFletcher.—Mentiroso—intervinoOthello.Levantólavoz—:Cress,Fletcherdiceque

sabíaqueArcturusyLovettsegustaban.—Mentiroso—gritóCress,que seestabacomiendoun trozode tartaen la

puertadelaiglesia.FletchersonrióysedispusoacaminarconSylvaporlacalle.—Venid.Aúnnoosloheenseñado—dijohaciendounaseñalalosenanos

paraquelossiguieran.Mientrascaminaban,Fletchervioquealgunosduendecillosmerodeabanpor

lasafuerasdelaciudad,aunquepocosdeelloshabíanreunidoelvalordeentrarpara participar en los festejos.Azul había fundado una nueva colonia junto alpuentedeWatford,dondelacomidaeraabundanteylatierralosuficientementeestable como para cavar una nueva Madriguera. Vendían su pescado a loshabitantes de Raleightown y entre los dos pueblos se había ido forjando unaamistad.Aunasí, lamayoríadelosduendecilloserantímidosyobservabanlas

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celebracionesdesdelaseguridaddelasabana.LoscuatropasaronjuntoalaestatuaqueFletcherhabíaerigidosobrelavieja

entrada al ayuntamiento. La habían instalado esa misma mañana, paraadmiracióndesusinvitados.Unenano,unhombreyunelfo,juntos.Ydebajo,una placa con los nombres de todos los que habían muerto defendiendoRaleighshire.

NombrescomoAtilla,Rory,Dalia,sirCaulder,Rotherhamyotros,másdeunadocena.Demasiados.Othellosedetuvoantelaplacayensurostroaparecióunaleveexpresióndedolor.

—Murieron para que nosotros pudiésemos vivir —fue lo único que dijomientraspasabaundedoporelnombredeAtilla.

—Héroestodosellos—contestóFletchercontonosolemne.LevantólosojoshacialacaradelenanoyAtillaledevolviólamirada.—OjaláhubieseslevantadounaestatuadeDidric,quizájuntoalapuertade

lasletrinas—dijoCressdandounapatadaalsuelo—.Ydebajo,loquehizo,paraquesucobardíasigavivaparasiempre.

—Yocreoquelasolucióndelreyhasidomáselocuente—repusoOthello,mientrasunasonrisaseleibaformandoenloslabios.

LanegativadeDidricalucharenlabatallanohabíapasadodesapercibidaalrey Harold. En su nuevo puesto como gobernante, no sólo había castigado aDidric, sino tambiénal restodelTriunvirato.Habíanpuestoa las tres familiasunas enormesmultas y el dinero se había utilizadopara reconstruir lo que losorcoshabíandestruido.

PorloquehabíaoídoFletcher,losCavellhabíanquedadoarruinadosyseloshabíavistoporúltimavezenunbarcohaciaSwazulu,provistos tansólode laropaquellevabanpuesta.

Yloqueeraaúnmejor,lasmontañasDientesdeOso,quecubríanlamitaddelosterritoriosdelosFavershamylatotalidaddelastierrasdeDidric,habíansido regaladas a los enanos como compensación por los delitos que elTriunviratohabíacometidocontraellos.Habíanempezadoasurgiryacoloniasdeenanosalolargodesuscumbres,connuevascasasexcavadasenelinteriordelaroca.

EncuantoalordForsythyalinquisidorRook,ambosfueronencarceladosenlos calabozos de Corcillum para pasar el resto de sus vidas en cautividad. A

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Fletcherleparecíaunfinalapropiadoparalapareja,aunquemuchomejorqueelquesemerecían.

LalevesonrisadeOthelloseensanchóypasóunbrazoporloshombrosdeFletcher mientras caminaban hacia el viejo campo de entrenamiento de losZorros.

Pero ahora había algo diferente al otro lado del campo. Las ruinas de lamansióndelosRaleighhabíansidotransformadas,reconstruidasporlosvecinosdeRaleighshiremientrasFletcher se recuperabade susheridas. Inclusohabíanlimpiadolosescombrosdelosjardines.

—Malditasea.Tegustavercómovivelaotramitad,¿eh,Othello?—bromeóCress.

—Laverdadesqueaúnnoheentrado—dijoFletcher.—¿Porquéno?—preguntóSylva.—Nome parece apropiado—contestó él, encogiéndose de hombros—.Al

menos,noporahora.—Estásloco—dijoCress—.Sinolaquieres,mequedoyoconella.—Comomejoramigosuyo,yotengomásderechos—bromeóOthello.—Nihablar—contestóCress—.Voyairaelegirmihabitación.Fletcher sonrió mientras Othello y Cress echaban a correr hacia la vieja

mansión.—Más vale que te des prisa antes de que ellos se queden lasmejores—

bromeóFletchermirandoaSylva.Ellamiróconunalevesonrisahaciaelhorizonte.—¿Sabes?Deberíaponermeenmarcha—dijomientrassacabaelpergamino

deinvocacióndeunbolsillodesuvestido—.Mipadremenecesitaenlafronterasur.Los elfos la estándefendiendomientrasHominumvuelve a reconstruir suejército.

—¿Tanpronto?—preguntóFletchercondesánimo—.TodoelejércitodelosorcoshuyócuandovieroncaeralDragóndeKhan.Yanocreenenlaprofecía.

—Hanempezadootravezconsusincursiones—contestóSylvadejandocaerlacabezacontristeza—.Hayunejércitodeorcossinningúnlíderenlafrontera.Nosabenhacerotracosa.Loseducaronparaluchar.Laguerranohaterminado.

ViolaexpresióndedecepcióndeFletcherysecalló.Seacercóylobesóenloslabios.

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Fletcherestabatansorprendidoquenisiquieratuvotiempodereaccionar.NoantesdequeLysandersematerializarayellasubieraalGrifodeunágilsalto.

—Vendréavisitarte—dijoconvozsuave.Después,sefueydesaparecióenelcielo.Fletcher la vio partir con tristeza, sin albergar esperanzas pero, aun así,

sonriendo.Eraimposiblesaberloqueellapensaba,peroeltiempolodiría.Porahora,estabacontentodeestarvivo.DeverseliberadodelacargadelfuturodeHominum.

Oyó el relincho de un caballo. Fletcher se giró y vio un carruaje queavanzaba por el jardín, provocando un profundo surco sobre la hierba reciéncortada.

—Esovaadejarmarca—gruñóFletcher.Seacercócorriendo.—Llegastarde—legritóFletcheralconductorqueibaenelpescante—.Si

tedasprisa,quizápuedasalcanzarlosenelcaminoaCorcillum.Apuntó hacia la calle a la vez que se abría la puerta del carruaje. Salió

Berdonconunatímidasonrisaenlacara.—Losiento,hijo—dijoBerdonconuncariñosoabrazo—.Habíaolvidado

quehabíanarregladoeljardín.—Nomeimportaelcésped.Loquemeimportaesquete lohayasperdido

todo—repusoFletcher—.¿Sabes?Cualquieraquefueraeseasunto,podríahaberesperado.Nisiquieraquedatarta.Cressselahacomidoentera.

—Bueno,ésaeslacuestión—dijoBerdonsonriéndole—.Laverdadesquenopodíaesperar.Hayunapersonaquequiereverte.

PeroFletchernoloescuchaba.Porqueunamujerhabíasalidodelcarruaje.Alice.Sumadre.Se la quedó mirando sin entender nada. Sus ojos. Era como si lo mirara

fijamente.Diounpasoindecisohaciaella.—¿Fletcher?—dijoella,entonovacilante.—Vamos,hijo—dijoBerdondándoleunsuaveempujón.Fletcher tenía el rostro bañado en lágrimas, pero ella estaba allí para

abrazarloconfuerza.Eracomosiensuinteriorsehubieseabiertounapresaqueloinundódealegría.Despuésdetodosesosaños,detodoloquehabíasufrido...teníaasumadredenuevo.

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—Losiento—dijoellaentresollozos—.Losientomucho.Fletcherseapartóparamirarla.Leacarició lamejilla, sinapenascreerque

ellafuesereal.—Nolosientas—dijoFletcher—.Ahoraestoyaquí.Túestásaquí.Ellasonrióentrelágrimas.—Vamos—dijoellaagarrándolelamano.CaminaronhacialamansiónyBerdonloanimóconungesto,altiempoque

soltabaunaalegrecarcajadaquelollenótodo.Fletchernohabíasidonuncamásfeliz.Porque,porfin,estabaencasa.

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DEMONOLOGÍA

Ácaro–Nivel1(Rory,GenevieveyLovett)

LosÁcarossonlosdemoniosmáscomunesenlapartedeléteralaqueseaccededesde Hominum y constituyen, además, una fuente de alimento para muchasotras especies demoníacas. Aunque hay varias especies de Ácaros pequeños,similaresalosinsectos,losÁcarosEscarabeideossonlosmáspoderososdentrode este género. Son grandes escarabajos voladores, cuyo color varía desde elmarrónapagadohastalostonosmásvivos.Cuandolleganalaedadadulta, losEscarabeideos—dotados de poderosas mandíbulas— desarrollan un arma: unpeligrosoaguijón,capazdeparalizartemporalmentealenemigo.SonmuchosloshechicerosqueutilizanÁcarosparaexplorareléter,antesdeenviardecazaundemoniomáspoderoso.

Lutra–Nivel4(RufusyAtlas)

Estos demonios, del tamaño de un perro, se asemejan mucho a una nutriaenorme. Poseen una cola con púas, como si fuera un lucero del alba, y dosgrandes incisivos. Se encuentran a menudo en ríos y lagos del éter, pues lesencantanadar.

Alcaudón–Nivel4(Amber)

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Estosdemoniospájaromigrananualmenteycruzanlapartedeléteralaqueseaccede desdeHominum, lo cual hace que, durante una semana al año, resultepeligrosísimoentrareneléter.Conocidosporsuslargasplumasnegras,poseenuna envergadura que supera la estatura de la mayoría de los hombres. Lasplumasmáspróximasalapuntadelasalassonblancas.LosAlcaudonesposeen,además,un letalpicoganchudo,unabrillantebarbarojizabajoelcuelloyunacrestatambiénrojasobrelacabeza,parecidaaladeungallo.

Salamandra–Nivel5(Fletcher)

LasSalamandrassonmuypocofrecuentesynoexistenenlapartedeléteralaqueseaccededesdeHominum.Nosesabemuchoacercadesuhábitatnidesuhistoria,aunqueexistenpruebasdeque losorcos lascapturabanantiguamente.Son del tamaño de un hurón, con el cuerpo menudo y las extremidades lobastantelargascomoparapodercorrerconlaeleganciadeunpuma,enlugardearrastrarse como un lagarto. La piel, lisa, es de un intenso tono burdeos. Losojos, grandes y redondos como los de un búho, son de color ambarino. Estosdemonioscarecendedientes,peroposeenunhocicoterminadoenpunta,similaralpicodeunatortugaderío.

AlcaudónMatriarca–Nivel6

ElAlcaudónMatriarcaes,comosunombreindica,lamatriarcaenunabandadade Alcaudones. La Matriarca puede llegar a ser el doble de grande que unAlcaudóncorriente,porloquenodebesubestimarsesufuerza.Siselepresentalaoportunidad,unaMatriarcaescapazdecapturarinclusoaunejemplarjovendeCánido.

Leñoso–Nivel6(Seraph)

Estosdemoniosconformadetejónposeenunapielmuycurtidaqueapenasse

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distinguedelacortezadeárbol,cosaquelessirveparacamuflarseenlasjunglasdeléter.Aunquesonbastantecomunes,sutendenciaaesconderseenloaltodelos árboles, y las venenosas espinas que pueden disparar con el lomo, losconvierten en demonios de muy difícil captura. Se alimentan únicamente deplantas,quetrituranconlaboca,quetienenrepletadeprotuberancias.

Vúlpido–Nivel6(Penelope)

ParientescercanosdelCánido,aunquealgomáspequeños,estosdemonioszorroposeentrescolasysontanágilescomoveloces.

Cánido–Nivel7(SylvayArcturus)

Separecenalosperros,peroposeencuatroojos,garrasletales,coladezorroyuna espesa crin que les recorre el lomo. El tamaño de estas criaturas puedevariar,desdeeldeunperrograndehastaeldeunponi.

Félido–Nivel7(IsadorayScipio)

Estos gatos bípedos tienen cuatro ojos y se asemejan, en cuanto a estatura einteligencia,aunchimpancéde la jungla.Existendiversasrazas: la leonina, laatigrada y la leopardina, que se parecen, respectivamente, a leones, tigres yleopardos.

Anúbido–Nivel8(Malikysupadre,Baybars)

Parientes lejanos delCánido, estos demonios tan inusuales caminan sobre dospatas y poseen cabeza de chacal. A diferencia de lo que es habitual en losparientescercanosdelCánidocomún,losAnúbidossólotienendosojos.

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Gólem–Nivel8(Othello)

Estosdemoniosinusualesyprimariospuedenestarhechosdedistintasclasesdeminerales,entreelloslaarcilla,elbarroolaarena.ElmáspoderosoeselGólemdepiedra.LosejemplaresjóvenesdeGólemmidenaproximadamenteunmetroounmetroymedio,peroconeltiempopuedensuperarlostresmetrosdealtura.Tienenunaspectohumanoide,aunquelasmanosestánformadasúnicamenteporundedolargoyunpulgaroponible.

Hidra–Nivel8(Tarquin)

UnaHidraesundemoniomuygrandecontrescabezasdeserpientesobresendoscuellos largos y flexibles. El cuerpo es similar al de un varano yaproximadamentedeltamañodeunCánidogrande.Enotrostiempos,lasHidraseranmuycomunesenlapartedeléteralaqueseaccededesdeHominum,peroenlaactualidadestánprácticamenteextinguidas.

Grifo–Nivel10(Lovett)

Estos inusualesdemoniossedejanverocasionalmenteen lapartedelétera laqueseaccededesdeHominum.Deltamañodeuncaballo,losGrifosposeenelcuerpo,lacolaylaspatastraserasdeunleón,perotambiénlacabeza,lasalasylasgarrasanterioresdeunáguila.

Minotauro–Nivel11(Rook)

Estosdemonioshumanoidessonaltos,peludosymusculosos.Poseencabezadetoroypezuñasenlugardepies.AdiferenciadelGólem,elMinotaurotienelasmanosprovistasdegarrasypuedemanejararmasconellas,aunqueenseñarles

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esunatareamuycomplicada.EspocofrecuenteverdemoniosdeestetipoenlapartedeléteralaqueseaccededesdeHominum.

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Laleyendadelhechicero.ElmagoTaranMatharu

Nosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270ysiguientesdelCódigoPenal)

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Títulooriginal:Summoner.TheBattlemage

Diseñodelaportada,HodderandStoughtonLimitedAdaptacióndePlanetaArte&Diseño©delailustracióndelaportada,©MatgorzataGruszka

©TaranMatharuLtd.f/s/oTaranMatharu,2017

©porlatraducción,JesúsdelaTorreOlid,2017

©EditorialPlaneta,S.A.,2017Avda.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España)www.editorial.planeta.eswww.planetadelibros.com

Primeraediciónenlibroelectrónico(epub):octubrede2017

ISBN:978-84-08-17798-2(epub)

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Conversiónalibroelectrónico:ElTallerdelLlibre,S.L.www.eltallerdelllibre.com