la mujer en tito livio

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    L A M U J E R EN T I T O L IV I OSi adfinitatis inter nos, si conubi piget in nos uertite iras;nos causa belli, nos uulnerum ac caedium uiris ac parenti-bus sumus; melius peribimus quam sine uestrum uiduaeaut orbae uiuemus (Liu. 1 13.3).

    Sobre las mujeres, mejor dicho, determinadas mujeres de Li-vio, se ha escrito mucho a lo largo de las diferentes pocas cultu-rales y en la literatura universal. Mujeres elegidas y presentadaspor el historiador romano, como modelos para la matrona roma-na de su poca que le ayudaran a recuperar las antiquaemores,que ya entonces estaban si no perdidas, s olvidadas. Desde los si-glos 11 y 1a. c. , las conquistas de la mujer, en el campo moral, so-cioeconmico y poltico haban sido considerables y se crecenta-ron en la poca del Imperio. La frase de P. Grimall: las matro-nas es taban destinadas a ser fecundas y tristes administradoras)),no era aplicable a las mujeres romanas de finales de la Repblicay del Imperio, quienes son conscientes, comenta Fau2,de la nece-sidad de ser instruidas. El matrimonio, en ocasiones, queda redu-cido a un compromiso entre dos personas con la posibilidad dedivorcio, no slo por repudio del hombre, sino por propia deci-sin de la mujer. El testimonio de Sneca3,quiz, es el m& elo-cuente cuando dice que algunas damas ilustres y nobles cuentansus alos no por el nmero de cnsules sino por el nmero de ma-ridos. Suetonio4es tambin u n testigo fehaciente con su obra, en

    ' P. Grimal,Historia mundial de la mq'er,Barcelona, Grijalbo (1973), vol. 1,p. 390.G. Fau, L'emanc~pationEemeMe dans le Rome antique (l'entourage fermaind'Auguste), Pars, Les Belles Lettres, 1978, pp. 12, 71.Sneca, De beneficis,iiI 16.Suetonio, Augustus. Sobre este tema vase A. del Castillo, Emaac~pacinde lamujm romana en el s~glo d.C, Granada 1976, p. 87-88.

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    la que aporta una lista de divorcios, complementada por las cir-cunstancias que rodearon a cada uno. No obstante no hay queolvidar que el nuevo rgimen implantado por Augusto, no tenaotra pretensin que la concentracin nacional y la restauracinde la antigua moralidad y como dice Bayet5: ((Tito Livio fue elms indicado, por su lealtad intelectual y su benvola modera-cin, para transmitir a la poca imperial una imagen autntica-mente nacional de la antigua Roma)), por ello no hay que extra-fiarse de que el escritor republicano, como lo llamaba el propioAugusto, se esforzara en presentar en su Historia a la matronaromana en el ms genuino sabor de la tradicin romana.Como muy bien advierte S.E. Smethurst" la desproporcinque existe, en cuanto a la presencia de la mujer, entre los dos pri-meros libros y los restantes es notable. Efectivamente, slo en elprimer libro Livio se detiene en diez ocasiones. Hay que pensarque la primera dcada es esencial, en tanto en cuanto era una ex-posicin del origen del pueblo romano. Origen lieno de leyendasromanas influidas por las griegas, pero que representaban el genio,la ndole y el talante del pueblo romano, verdadero protagonista desu obra, por lo tanto la matrona romana deba aparecer en todasu integridad y honestidad, austera y hacendosa. Leamos una vezms las palabras del prefacio del autor, en donde expone clara-mente cul es su prposito al escribir la Histonk de Roma: Hocillud est praec~pue n cognitione renun salubre ac fmgiferum,omnis te exempli documenta in dustn' posita monumento intuen,inde tibi tuaeque rejpublicae quod emitere capias (Praef: 0.1 1).Si recorremos detenidamente los 35 libros que han llegadohasta nosotros, encontramos numerosos pasajes en los que T. Li-vio coloca a la mujer en un papel destacado y la hace protagonis-ta del desarrollo de los acontecimientos histricos. En el captulotercero del primer libro, 1) Lavinia, esposa de Eneas, es presenta-da como la mujer de una gran fuerza de espritu, quien durante laminora de edad de su hijo Ascanio se vio obligada a presidir elpoder: Tan tisper tutela m ul'iebri, tanta indoles in La uhia era t, (13.1); otra mujer, 2 ) Rea Silvia, fecundada por uno de los dioses, e

    J. Bayet, Literatura Latina, Barcelona, Editorial Anel, 1966, p. 256.Citado por C. Gallardo y A. Sierra en Tpicos sobre la mujer en la HistoriaRomana de T. Livio. La mujer en e/ mundo ant~guo.Univ. Autnoma de Madrid,1986, pp. 299-306.Estudios Clsicos 113, 1998

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    elegida para ser la madre del fundador de Roma: Vi compresaVestalis cum gemiu partum dedisset, seu ita rata seu quia deusauctor culpae honestior erat, Martem incertae stirpis patremnuncupat (1 4.2).Ante el conflicto con los sabinos, 3) Hersilia, esposa de R-mulo, acosada por las splicas de las sabinas, pide a ste que per-done a sus padres y que los acepte en la ciudad y establecer as laconcordia en el Estado. Comenta el autor: facile impetratum (111.2), posiblemente Livio pensara como su antecesor, Catn elCensor, conservador y orgulloso de que su pueblo fuera domina-dor de todo el Mediterrneo pero que irnicamente admite queaunque todos los pueblos obedecen a los Rom anos, stos obede-cen a sus mujeres7;4) en el episodio de Tarpeya, hija de EspurioTarpeyo, comandan te de la ciudadela romana, muere vctima desu propia traicin. En esta ocasin T. Livio parece que intentajustificar, en parte, la accin punible de la joven sobreinterpre-tando que al pedirles a los sabinos lo que llevaban en el brazo iz-quierdo, les peda por derecho las a rmas y al sentirse estos enga-fiados la mataron : Sunt qui eam ex pacto tradendi quod in sinis-tris manibus esset, derecto a m a petisse dicant (1 11.5 9).Las mujeres sabinas 5) estn dispuestas a perder sus propiasvidas, a asumir el propio peligro, a cambio de poner fin al ya lar-go enfrentamiento entre el pueblo rom ano y sabinos, y a cambiode salvar del peligro a la colectividad. Estas son sus palabras: ...melius pen'bhus quam sine alteis uestrum uiduae aut orbaeuiuemus. (1 13.3). T. Livio desarrolla el hecho con gran realidady dramatismo para resaltar y recuperar, ciertamente, la tradicio-nal fama de que gozaban las mujeres sabinas entre los ciudada-nos romanos: modelos de integridad moral; 6) ante la muerte deHoracia, hermana menor de los Horacios, que por llorar la de-rro ta de su amante, uno de los Curiacios, es atravesada por la es-pad a de su propio herm ano, quien al mismo tiempo la recriminacon dureza, tachndo la de inconsciente y de poco am or a sus her-manos y a su patria: A b i hinc cum inmaturo amore ad sponsum,oblia fiatum mortuorum uiuique, oblita patriae (1 26.4). Nues-tro historiador, en un primer momento, lo califica de crimenatroz, pero inmediatamente lo justifica, seguramente era lo exigi-

    Cf. Plutarco, a t o Malor, 8.4)Ektudios Cl&-icm113. 1998

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    do por el orgullo y pundonor (la pietas?, la uirtus?)del autnticociudadano romano, y afiade: sedrecensmeritum acto obstabat.Hasta ah ora me he detenido en esos episodios en los que Liviose h a servido de la presencia y participacin femenina como veh-culo, directo e indirecto, de las grandes virtudes morales que de-ban distinguir a las matronae et uirgines romanae.En los relatosnegativos qu e aparecen a lo largo del Ab urbe condita, la mu-jer que describe el au tor representa la am bicin, la intriga, la ma-nipulacin, capaz de arras trar al hombre y hacerlo cmplice desus pasiones y crmenes, como se deja ver en los personajes deTanaquil y las dos hermanas Tulia. 7)Tanaquil, esposa de Tar-quinio Prisco, no conforme con su situacin y deseosa de conse-guir, a cualquier precio el poder y olvidndose del natural amor asu patria, convence a su marido para llevar a cabo su empresa.De la descripcin que hace Livio de ella se desprende un ciertodesprecio a semejante comportamiento: ((Tanaquil, summo loconata est et quae haud facile iis in quibus nata erat humiliora sine-ret e a cum innupsissetn (1 34.4).Ms adelante retoma al personaje con el mismo tono despecti-vo: Tanaquii, perita ut uolgo Etrusci caelestium prodigiorummulier (1 34.9); la misma actitud deja traslucir Livio an te el relatode las dos hermanas Tulia, casadas con dos de los Tarquinios. 8)Tulia la menor, llevada por una incontrolable envidia y pasinpor el reino, no duda en arrebatarle el marido a su hermana,L.Tarquinio, deshacerse del propio y una vez que ha conseguidoel matrimonio deseado, insta, acosa, induce a L.Tarquinio paraque termine con el reinado de su padre, Tulio, y as, de una vezpor todas, hacerse con el poder. Vale la pena destacar el comen-tario del propio autor: ut fere fit: malum malo aptisshum, sedlnitium turbandi omnia a femina ortum est (1 46.7).Un comenta-rio que puede reflejar una cierta misoginia del historiador, peropuede tambin entenderse si se tiene en cuenta, que la saga de losTarquinios representaba la dominacin del pueblo romano porlos Etruscos durante casi un siglo.

    Como colofn a su primer libro, Livio, expone uno de los he-chos que ms poda impresionar y consternar a la conciencia dela sociedad rom ana. U n episodio, como en otras tantas ocasionesde su Historia, cuya protagonista es una mujer en la que compen-dia las caractersticas de lo que constitua las antiquaemoresres-

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    pecto a las matronae et ukgenes romanae. 9) Lucrecia, la esposade Colatino, mientras las dems nueras de Tarquinio el Soberbiose entretienen in c o n u ~ ~ ~ ~ ousuque cum aequalibus uiderant tem-pus temperantesella, deditam lame inter lucubrantes ancillas inmedio aedium sedentem. Violada por Sexto Tarquinio, celosa desu pundonor y reputacin, prefiere la muerte a vivir sin honra.Aprovechando el momento psicolgico del episodio, el autor , po-ne en boca de la herona una expresin cargada de angustia y pa-tetismo que poda ser la norrna.de vida para la patricia romanaque se preciara com o tal: ...q uid enim salui est mulieri amissa pu-dici&a . . ego me etsi peccato absoluo, supplicio non libero: neculla deinde hpudica Lucretiae exemplo uiuet(1 57-58). Entre losmuchos escritores de nuestra literatura que se han servido de esteepisodio titoliviano, merece especial mencin el noble y estudiosocastellano D. IAigo Lpez de Mendoza8, primer Marqus de San-tillana, quien en uno de sus Proverbios, (Praeclanbusmulieri-bus (no 25), comenta personalmente:

    Lucrecia entre las loables Romanas contadas, mui altamentees escrito el su fecho por Tito Livio...; de como ella siendomujer de Colatino, fue violentamente forzada por Sexto Tar-quinio; por la qual cabsa con un cuchillo o espada se mato,diciendo: Yo voy quita de la culpa, mas no sere de la pena.

    U na vez expuesto el origen divino y hum ano de la fundacinde Ro ma a lo largo del libro primero y en el que la m ujer ha ju-gado un papel muy relevante, intencionadamente, pienso, TitoLivio pasa a desarrollar la historia poltica y militar del puebloromano tra s haber conseguido la expulsin de la Gens Tarquiniay la liberacin de la dom inacin etrusca.A partir de este momento la alusin del historiador Paduanoal papel jugado por la mujer en la Historia Romana es marcada-mente inferior, casi espordica. En sus ltimos esfuerzos por des-hacerse de los etruscos, el senado premiaba toda accin heroicaque colaborara a ello, as la doncella 10) Cloelia9consigue burlarla guardia etrusca y devolver a Rom a y a sus familias un grupo

    Cf. R. Delicado, Tito Likio en Espaa (Cdices latinos en /as Bibfiotecas Espa-olas. La Tradicin castellana: dimta e indimta), Tesis Doctoral, UniversidadComplutense de Madrid 1991, p. 491.Cf. L. Catin, En Lisaat TiteLive, Pars 1944. Cap. d e s Heroinem.

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    de doncellas que junto con e lla form aban parte de los rehenes enlos campam entos etruscos (11 13.6); con el exilio de M . Coriolanoy su integracin en el ejrcito de los volscos, Rom a se ve amena-zada, no slo por un pueblo enemigo sino po r la traicin de unode los suyos. 11) Veturia y Volmina, madre y esposa de C oriola-no, respectivamente, se encargan con sus ruegos y lgrimas deque el traidor desista de sus propsito de asediar a R oma, su pa-tria (11 40.41).El historiador resalta nuevamente la uirtus en la m atrona ro-mana, por eso, tanto en uno com o en el otro comportamiento he-roico, Livio deja clara su opinin y el agradecimiento del puebloromano. En el primero comenta: Pace redintegrata Romanino uam in femina uirtutem nouo genere honoris, statua equestn,donauere;en el segundo exclama: quoniam amis uin defendereurbem non possen t, m ulieres precibus JacrUnisque defenderen , ytermina el relato: Monumento quoque quod esset, tempJwn For-tunae muliebri aedifcatwn dedicatumque est.

    En el tercer libro en el que la lucha con los pueblos vecinos esconstante y los esfuerzos por restablecer definitivamente la Re-pblica son realmente considerables, tiene lugar en Roma unnuevo crimen pasional, con unas graves consecuencias como su-cedi con la violacin y muerte de Lucrecia. En esta ocasin losdecenviros, ante la reaccin popular, no slo cayeron sino queperdieron el poder. La joven plebeya, 12) Virginia, hija de LucioVirginia, acepta ser sacrificada antes de ser presa de la lasciviadel decenviro Apio Claudio (111 44.50).As podamos con tinuar citando pasajes en los que la presen-cia femenina juega alguna relevancia como, 13) la doncella deArdea (IV 9.4); 14) las dos hijas de F ab io Ambusto (VI 34.6); 15)la mujer que con slo su presencia y su splica logra detener y f i -nalizar uno de los combates ms encarnizados (VI11 24.15); 16)Busa, mujer ilustre de la ciudad de Apulia (X XII 52.7).Acerca de las mujeres orientales, exticas que tuvieron unaactitud heroica citadas por T. Livio, tambin h a corrido bastan tetinta. M ujeres de la talla de 17) Sofonisba, hija d e Asdrbal, fueexigida como rehn por Escipin (XXX 12.15); 18) la esposa deOrtiagn, quien estando prisionera es seducida y violada por elcenturin que la custodia (XX XV III 24-25); 19) Teoxena, que ro-deada de sus hijos y de los hijos de su hermana, exclama valiente-

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    mente ante la muerte: Mor4 inquit, una uindicta est. Viae admortem hae sunt: qua quemque animus krt, effugite seperbamregiam! (XL 4-5). Nuestro Lope de Vega la ensalza as a la her-mosa Sofonisba en sus Rimasy Sonetos(soneto 109):

    Con lgrimas escucha Masinisaal grave Scipin, y ardiendo en saamaldice la amistad hecha en Espaa,y de Numidia los laureles pisa.................Arde el amor, y la virtud remisano se resuelve tan herica hazaa,mas cuando el justo honor le desengaa,a Sofonisba de su muerte avisaL0.

    El historiador Paduano en escasas ocasiones expone las situa-ciones en las que el comportamiento femenino deja bastante quedesear frente a los esquemas planteados por la poltica augusteay exigidos por la tradicin romana. Vestales que violan sus pro-mesas, como 20) Minucia (VIII 15.7), Opimia y Floronia (XXII57.2); matronas romanas que se encargan de envenenar a destaca-dos ciudadanos romanos (VIII 18.7); 21), mujeres que se rebelan, ensmbolo de su propia autoafmacin, contra la lex Opia (XXXIV1.6) que les prohbe el uso de joyas y vestidos lujosos. Ante la re-presin de los cultos rfico-bquicos (XXXIX 8.12), el ms graveescndalo religioso, la mujer, representante de un grupo socialsignificativo, se implica en l con todas las consecuencias".

    A lo largo de este recorrido por el Ab urbe condita para resal-tar el papel de la mujer en la opera titoliviana, pese a que las citasno son escasas, no son testimonios fidedignos que nos ayuden adescubrir la opinin que el autor romano tena acerca de la mu-jer; tampoco nos revela cul era la funcin que desarrollaba, ensu poca, la mujer en los estamentos poltico, econmico, social yreligioso. Por otra parte el retrato que hace de ella, aunque nodel todo perfilado, no es el de la mujer griega relegada al gineceo,ajena a todo acontecimiento en la polis y a los intereses masculi-

    'O Cf. J.M. Blecua, Lope de Vega. Obras poticas 4 Barcelona, Editorial Planeta,1969, p. 87 ." J.P. Balsdon, R o m Women: t h a s t o y a n d a b t Westport 1975, pp. 37,43.

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    nos1" por el contrario, la mujer de Livio parece consciente de supapel significativo en el curso de la historia. En los momentoscruciales y decisivos del futuro del pueblo romano, ella siempreest presente, generosa, valiente, dispuesta a asumir el peligropor el bien de la colectividad, segn el ideal de la mujer en lamentalidad conservadora y tradicionalista romana.R.M. gilvie13, despus de estudiar con detencin varios pasa-jes de la primera pntada de la primera dcada, llega a conclusio-nes que hay que tener en cuenta a la hora de hacer un juicio so-

    bre cul fue la intencin que movi a T. Livio a recurrir con tan-ta frecuencia al protagonismo femenino en su Historia. El fillo-go y latinista ingls considera que son muy pocos los da tos realesarrancados a la leyenda que tienen que ver con la vida de la mu-jer rom ana de los tiempos en que estn situados.En ot ra ocasin Ogilvie hace una observacin sobre el patetis-mo de algunos pasajes de Livio. Pese a la propia experiencia queel historiador paduano tuviera de la guerra, comenta Ogilvie, lainfluencia y el convencionalismo de los historiadores helensticos,muy en boga en su poca y las inspiraciones literarias en la picay las tragedias son patentes1" Por su parte S.E. Smerthus", des-pus de considerar a fondo la obra de Livio, se pregunta por elpapel que Livio concede a la mujer en su obra. Su traba jo le llevaa decir que existe un convencionalismo y desinters, po r parte delhistoriador paduano, en la caracterizacin de los personajes fe-meninos frente a los masculinos; parcialidad en el juicio de lasconductas, segn favorezcan o no a los intereses de Rom a. Bals-d o n lh d o p ta una postura algo ms positiva y trata, en cierto mo-do, de justificar la actitud de Tito Livio. Comenta que los historia-dores de los primeros siglos de Rom a eran principalmente conser-vadores y supermoralistas, convencidos de la evidente irrelevan-cia histrica de la mujer y su papel aleccionador, unas veces porsu excepcional virtud y otras m erecedoras de crueles castigos.

    l2 Cf. C. Mosse, La mujk en la Grecia CTsiki, Madrid, Ed. Nerea S.A. 1990, p.33. Vase C. Garca Gual, Audacias femehas, Madrid, Nerea S.A., 1991.l3 R.M. Ogilvie, A Commeatary on L iv , Bookr I-vOxford 1970, pp. 219 y 47.l4 R.M. Ogilvie, op.cit.,pp. 120-230.l5 S.E. Smethurst, loc.cit.,p. 2.l6 J.P. Balsdoa, op.cit., . 43.

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    Se ha hablado tambin de tpicos sobre la mujer de Livio".Tpicos como vehculos de lo m ora l, tan to en los episodios nega-tivos como positivos. En los primeros la mujer representa cual-quier valor negativo, como la am bicin, la pasin que le apartade la uirtus y pietas. En los segundos, por el contrario, aparececomo smbolo de honestidad, generosidad, humanidad, abnega-cin. Tpicos tambin respecto a la familia, en donde la verdade-ra misin de la matrona es criar y form ar a los hijos y servir dereferencia como argumento de valor para los soldados siempreque la pa tria se ve amenazada18.Todas estas consideraciones manifestadas por diferentes estu-diosos y autores pueden ayudarnos a interpretar la misin feme-nina a lo largo de Ab urbe condita del paduano que en ningnmom ento lo deja reflejar, como lo han hecho otros escritores ro-manos: Catn, Cicern, Plauto, Catulo, Sneca y Tcito, entreotros. Hay un momento que pone en boca del censor Catn unadura reflexin, en contra de las mujeres, que no se sabe si sola-mente pretende transmitir las palabras del defensor de la antigua

    moralidad nacional o al mismo tiempo, aunque indirectamente,dejar transparentar su pensamiento. Estas son las palabras: Datefrenos impotentinaturae et kdomito animaJi, et sperate ipsas mo-dum Jicentiae facturas, nisi feceretis (XXXIV 2.13).Yo me inclino a pensar, de acuerdo con Sarah B. Pomeroylgque: En el rea de la historia social la intencin de Livio no e rala de registrar sin ms los hechos del pasado, sino la de presentar-los como propaganda de la legislacin de Augusto sobre el matri-monio. Se ha d e tener en cuenta que Augusto estaba haciendoun gran esfuerzo por consolidar las bases de la familia mediantetres leyes y recuperar as las antiquae mores, fundamentalmente:la Jex de adultefis coercendis; Jex (Idia) de mantandis ordinibus;Jex Papia PoppaeaZ0.'"C. Gallardo-A. Sierra, Tpicos sobre la mujer en la Historia Romana de T.Li-vio, &mnano de Estudios de la M@r, Universidad Autnoma de Madrid, 1986,pp. 298-306.l8 S.E. Smethurst, loc. cit., p. 2. Para un estudio ms amplio y detallado, vaseHistoria de las mqu/eresLa Aat~;eiedad),vol. 1 . Bajo la direccin de G. Duby y M.Perrot, Madrid, Ed. Taurus, 1991, pp. 116172, 425-458.l9 Cf. S.B. Pomeroy, Goddesm. WZ~ores,Wives aad Slava. Womea ia C l a s i dAntiquity, Londres 1976, p. 209.m S.I. Kovaliov, Historia de Roma. 2. Madrid, Akal editor, 1975, pp. 16-26.

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    El crculo de poetas, escritores e historiadores de la poca au-gustea, entre ellos Virgilio, Horacio y Tito Livio, le ayudaron endicho esfuerzo. Virgilio con su gran poema pico la Eneida, don-de el poeta canta el origen divino del pueblo romano y las virtu-des y hazafias de su fundador, el padre Eneas. Horacio en algu-nas de sus Odas presenta los fines que Augusto se propone reali-zar en la sociedad, en el orden moral, religioso y poltico, comose puede comprobar en la Oda XXI y XXII. En esta ltima reco-mienda a la juventud tres virtudes: el valor militar, la ciudadanay la fidelidad en los cargos. En la XXVIII, el poeta lamenta unapeligrosa debilitacin de las prstinas virtudes que hicieron deRoma la seiiora del mundo. Esta Oda la escribi el poeta proba-blemente a requerimiento del mismo Augusto.Livia, segn se desprende de este estudio, no pretendi otracosa, al escribir su Ab urbe condita, que colaborar en la empresade su protector, Augusto. No estaba en su nimo, ciertamente,reflejar en su obra lo que pensaba sobre la mujer y el papel quejugaba o jug en la evolucin de la sociedad romana, sino queprocur resaltar lo que deba haber sido para que la sociedad, enla que le toc vivir, tuviera los modelos si quera recuperar lasprstinas virtudes.

    Estudias Clakicas 113, 1998