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    Discursos dela conferenciageneralSe anuncian cincotemplos nuevos

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    Liahona

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    CristoenseandoaMarayaMarta,porAnton

    Do

    rph.

    ElSalvadorentrenunaaldea;yunam

    ujerllamadaMartalerecibiensu

    casa.Estatenaunahermana

    quesellamabaMara,lacual,sen

    tndosealospiesdeJess,oasupalabra(Lucas10:3839).

    CORTESA DE HOPE GALLERY.

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    2 Resumen de la Conferencia GeneralSemestral nmero178

    SESIN DEL SBADO POR LA MAANA

    4 Bienvenidos a la conferenciaPresidente Thomas S. Monson

    7 Hgase con sencillezlder L. Tom Perry

    10 Por tanto, idSilvia H. Allred

    13 Sabes lo suficientelder Neil L. Andersen

    15 Porque mi padre ley el Libro deMormn

    lder Marcos A. Aidukaitis17 La reunin sacramental y la Santa

    Cenalder Dallin H. Oaks

    21 El poder infinito de la esperanzaPresidente Dieter F. Uchtdorf

    SESIN DEL SBADO POR LA TARDE

    25 El sostenimiento de los oficiales dela Iglesia

    Presidente Henry B. Eyring26 Venga lo que venga, disfrtalo

    lder Joseph B. Wirthlin

    29 El ministerio de ngeleslder Jeffrey R. Holland32 Incluso un nio puede entender

    lder Grald Causs34 El camino

    lder Lawrence E. Corbridge37 A Sin venid

    lder D. Todd Christofferson41 Ora siempre

    lder David A. Bednar

    SESIN DEL SACERDOCIO

    44 Honra el sacerdocio y utilzalo bienlder Richard G. Scott

    47 Brazos de seguridadlder Jay E. Jensen

    50 Cmo ganar la guerra contra el mallder James J. Hamula

    53 Impulsen desde donde estnPresidente Dieter F. Uchtdorf

    57 Oh vosotros que os embarcisPresidente Henry B. Eyring

    60 Aprendamos, hagamos, seamosPresidente Thomas S. Monson

    SESIN DEL DOMINGO POR LA MAANA

    68 Entrelazados nuestros corazones enuno

    Presidente Henry B. Eyring72 Valor cristiano: El precio del

    discipuladolder Robert D. Hales

    75 Dios ama a todos Sus hijos y losayudaObispo Keith B. McMullin

    78 El regreso a la virtudElaine S. Dalton

    81 La verdad de Dios seguir adelantelder M. Russell Ballard

    84 Encontrar gozo en el trayectoPresidente Thomas S. Monson

    SESIN DEL DOMINGO POR LA TARDE

    88 La pruebaPresidente Boyd K. Packer

    92 El matrimonio celestiallder Russell M. Nelson

    95 La enseanza del Evangelio:nuestro llamamiento msimportanteWilliam D. Oswald

    98 Regresando a casa

    lder Eduardo Gavarret100 El proceso de obtener untestimonio

    lder Carlos A. Godoy102 Quiero que sepas que

    lo pasamos muy mallder Quentin L.Cook

    106 Hasta que volvamos a vernosPresidente Thomas S. Monson

    REUNIN GENERAL DE LA SOCIEDADDE SOCORRO

    108 Cumplir el propsito de la Sociedadde Socorro

    Julie B. Beck112 Templos santos, convenios sagrados

    Silvia H. Allred114 Ya regocijemos

    Barbara Thompson117 La felicidad es su legado

    Presidente Dieter F. Uchtdorf

    64 Autoridades Generales de La Iglesiade Jesucristo de los Santos de losltimos Das

    121 Enseanzas para nuestra poca122 Se dirigen a nosotros124 ndice de relatos de la conferencia125 Noticias de la Iglesia128 Presidencias Generales de las

    Organizaciones Auxiliares

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    SBADO POR LA MAANA, 4 DE OCTUBREDE 2008, SESIN GENERALPresidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Presidente Thomas S. Monson.Primera oracin: lder Shayne M. Bowen.ltima oracin: lder Craig A. Cardon.Msica por el Coro del Tabernculo; MackWilberg y Ed Thompson, directores; ClayChristiansen y Andrew Unsworth, organistas:Bandera de Sin,Himnos, N 4; Oh, Diosde Israel,Himnos, N 5, arreglo de Wilberg,publicado por Hinshaw; Oh, est mi almaen comunin contigo,Hymn, N 123;Hijos del Seor Venid,Himnos, N 26;Haz t lo justo,Himnos, N 154, arreglo deWilberg, indito; Nuestro bondadosoPadre,Himnos, N 86; Seor te necesito,Himnos, N 49, arreglo de Wilberg, indito.

    SBADO POR LA TARDE, 4 DE OCTUBREDE 2008, SESIN GENERALPresidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Presidente Henry B. Eyring. Primeraoracin: lder James M. Dunn. ltimaOracin: lder Don R. Clarke. Msica a cargode un coro de la Primaria de Kaysville y FruitHeights, Utah; Colleen Paddock, directora;Linda Margetts, organista: Soy un hijo deDios,Himnos, N 196, arreglo de Wolford yMargetts, indito; La luz de Dios,Himnos,

    N 200; Hazme andar en la luz,Himnos, N198; Me encanta ver el templo, Cancionespara los nios, N 99; Te damos, Seor;nuestras gracias,Himnos, N 10, arreglo deWatkins, indito.

    SBADO POR LA TARDE, 4 DE OCTUBREDE 2008, SESIN DEL SACERDOCIOPresidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Presidente Thomas S. Monson.Primera oracin: lder David S. Baxter. lti-ma oracin: lder Keith R. Edwards. Msicapor un coro del Sacerdocio del Centro deCapacitacin Misional de Provo; DouglasBrenchley, director; Clay Christiansen, orga-

    nista: Llamados a servir,Himnos, N 161,arreglo de Boothe, publicado por New VisionMusic; Seor, yo te seguir,Himnos,N 138, arreglo de Dayley, publicado porJackman; Loor al profeta,Himnos, N 15;La luz de la verdad,Himnos, N 171, arre-glo de Ispon, indito.

    DOMINGO POR LA MAANA,5 DE OCTUBRE DE 2008, SESIN GENERALPresidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Presidente Thomas S. Monson.Primera oracin: lder Earl C. Tingey. ltima

    oracin: lder Daniel L. Johnson. Msica porel Coro del Tabernculo; Mack Wilberg, direc-tor; Andrew Unsworth y Clay Christiansen,organistas: Ya regocijemos,Himnos, N 3;Yo s que vive mi Seor,Himnos, N 73;Oh, el canto del corazn,Hymn, N 286,arreglo de Wilberg, publicado por Jackman;A Cristo Rey Jess,Himnos, N 30; Sientoel amor de mi Salvador, Canciones para losnios, N 42, arreglo de Cardon, indito;Ya rompe el alba,Himnos, N 1, arreglode Wilberg, indito.

    DOMINGO POR LA TARDE, 5 DE OCTUBREDE 2008, SESIN GENERAL

    Presidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Presidente Dieter F. Uchtdorf.Primera oracin: lder Paul B. Pieper. ltimaoracin: lder Marcus B. Nash. Msica por elCoro del Tabernculo; Mack Wilberg y EdThompson, directores; Bonnie Goodliffe yLinda Margetts, organistas: Jehov, se nues-tro gua,Himnos, N 39, arreglo de Wilberg,publicado por Jackman; Fe en cada paso,K. Newell Dayley, arreglo de Dayley, publica-do por Jackman; Qu firmes cimientos,Himnos, N 40; Pedimos hoy por ti,Himnos, N 12, arreglo de Wilberg, indito.

    SBADO POR LA TARDE, 27 DE SEPTIEMBRE

    DE 2008, REUNIN GENERAL DE LASOCIEDAD DE SOCORROPresidi: Presidente Thomas S. Monson.Dirigi: Julie B. Beck. Primera oracin: AnnW. Farnsworth. ltima oracin: Jana P.Staples. Msica por un coro de la Sociedadde Socorro de Alpine y Highland, Utah;Merrilee Webb, directora; Linda Margetts,organista: Oh Rey de reyes, ven,Himnos,N 27, arreglo de Ipson, indito; Seor, yo

    te seguir,Himnos, N 138, arreglo deWebb, indito; Ya regocijemos,Himnos,N 3; A Cristo, Rey Jess,Himnos, N 30,arreglo de Kasen, indito.

    LAS GRABACIONES DE LA CONFERENCIA ADISPOSICIN DEL PBLICOLas grabaciones de las sesiones de laconferencia estn a disposicin del pblicoen varios idiomas en www.lds.org. En loscentros de distribucin, por lo general, sepodrn conseguir las grabaciones de lassesiones de la conferencia dos mesesdespus de sta.

    DISCURSOS DE LA CONFERENCIA ENINTERNETPara tener acceso a los discursos de la confe-rencia en varios idiomas, por medio de inter-net, vaya a www.lds.org. Haga clic en GospelLibrary y despus en General Conference.Luego escoja el idioma que desee.

    MENSAJES DE ORIENTACIN FAMILIAR YDE LAS MAESTRAS VISITANTESPara los mensajes de la orientacin familiar yde las maestras visitantes, srvase seleccionaruno de los discursos que mejor satisfaga lasnecesidades de las personas a las que visite.

    EN LA CUBIERTAFrente: Fotografa por Matthew Reier. Atrs:Fotografa por Christina Smith.

    FOTOGRAFAS DE LA CONFERENCIALas escenas de la conferencia general, quese efectu en Salt Lake City, las tomaron

    Craig Dimond, Welden C. Andersen, JohnLuke, Matthew Reier, Christina Smith, LesNilsson, Scott Davis, Lindsay Briggs, RodBoam, Alpha Smoot, Cody Bell y MarkWeinberg; en Argentina, Javier Coronati yMara Gabriela Igarzabal; en Brasil, IsraelAntunes y Laureni Ademar Fochetto; enItalia, Jason Cole y Tyson Rollins; enMoldova, Dane Rigdon; en Nigeria, John OluFaoseke; y en Ucrania, Marina Lukach.

    Resumen de la Conferencia GeneralSemestral nmero 178

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    LOS DISCURSANTES POR

    ORDEN ALFABTICOAidukaitis, Marcos A., 15Allred, Silvia H., 10, 112Andersen, Neil L., 13Ballard, M. Russell, 81Beck, Julie B., 108Bednar, David A., 41Causs, Grald, 32Christofferson, D. Todd, 37Cook, Quentin L., 102Corbridge, Lawrence E., 34Dalton, Elaine S., 78Eyring, Henry B., 25, 57, 68Gavarret, Eduardo, 98Godoy, Carlos A., 100

    Hales, Robert D., 72Hamula, James J., 50Holland, Jeffrey R., 29Jensen, Jay E., 47McMullin, Keith B., 75Monson, Thomas S., 4, 60,

    84, 106Nelson, Russell M., 92Oaks, Dallin H., 17Oswald, William D., 95Packer, Boyd K., 88Perry, L. Tom, 7Scott, Richard G., 44Thompson, Barbara, 114Uchtdorf, Dieter F., 21, 53,

    117Wirthlin, Joseph B., 26

    NDICE DE TEMAS

    Activacin, 98Adversidad, 7, 13, 26, 72,102

    Alegra, 68, 84Amor, 95ngeles, 29, 57Aprendizaje, 60Ayuno, 75Bendiciones, 75Bienestar, 75Bondad, 68Cambio, 84Caridad, 21, 37Compasin, 117Compensacin, 26

    Conferencia general, 106Confianza, 26Conocimiento, 32Consuelo, 29, 102Convenios, 112Conversin, 10, 15Creatividad, 117Crecimiento de la Iglesia, 4,

    81Deber, 60Desnimo, 117Deuda, 7Dignidad, 44, 112Discipulado, 72Ejemplo, 60, 72, 114

    Enseanza, 95, 114Escrituras, 95Esperanza, 21Espritu Santo, 34, 50, 100Exaltacin, 92Expiacin, 47Familia, 92, 108Fe, 13, 21, 41, 102, 108Felicidad, 26, 92, 117Gratitud, 41, 84Hijos, 32Historia de la Iglesia, 81, 88Hogar, 98

    Humildad, 68

    Impulsar, 53Inspiracin, 72Jesucristo, 34, 75, 84, 106Libro de Mormn, 10, 15Llamamientos, 53Matrimonio, 44, 92Modestia, 7Mujeres, 44Obediencia, 34, 50Obra misional, 10, 81, 98Optimismo, 102Oracin, 41, 50, 68, 75Palabra de Dios, 32Palabra de Sabidura, 7Patriotismo, 88

    Perspectiva, 26Preparacin, 7Proteccin, 29, 78Rectitud, 102Reflexionar, 95Reunin Sacramental, 17, 47Revelacin, 68, 88Reverencia, 17Risa, 26Sacerdocio, 44, 53, 57, 60Santa Cena, 17, 47Santidad, 37Seguridad, 47Seriedad, 50Servicio, 53, 57, 75, 98, 106,

    108, 114Simplicidad, 7, 32Sin, 37Sociedad de Socorro, 108,

    114Templos, 4, 78, 92, 112Testimonio, 13, 15, 100ltimos das, 50Unidad, 37, 68Valor, 72Vida eterna, 106Virtud, 78

    L IAH O N A NO VIEMBR E DE 2008 3

    LIAHONA Noviembre de 2008Vol. 32, Nmero 11 02291-002Publicacin oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los ltimos Das, en el idioma espaol.La Primera Presidencia: Thomas S. Monson,Henry B. Eyring, Dieter F. UchtdorfEl Qurum de los Doce Apstoles: Boyd K. Packer,L. Tom Perry, Russell M. Nelson, Dallin H. Oaks,M. Russell Ballard, Joseph B. Wirthlin, Richard G. Scott,Robert D. Hales, Jeffrey R. Holland, David A. Bednar,Quentin L. Cook, D. Todd ChristoffersonEditor: Spencer J. Condie

    Asesores: Gary J. Coleman, Kenneth Johnson,Yoshihiko Kikuchi, W. Douglas ShumwayDirector administrativo: David L. FrischknechtDirector editorial:Victor D. CaveEditor principal: Larry HillerDirector de artes grficas:Allan R. LoyborgEditor administrativo: R. Val JohnsonEditora administrativa auxiliars: Jenifer L. Greenwood,Adam C. OlsonEditores adjunto: Ryan CarrEditora auxiliar: Susan BarrettPersonal de redaccin: Christy Banz, David A. Edwards,Matthew D. Flitton, LaRene Porter Gaunt, Carrie Kasten,Jennifer Maddy, Melissa Merrill, Michael R. Morris, Sally J.Odekirk, Judith M. Paller, Joshua J. Perkey, Chad E. Phares,Jan Pinborough, Richard M. Romney, Don L. Searle, JanetThomas, Paul VanDenBerghe, Julie WardellSecretaria principal: Laurel TeuscherDirector administrativo de arte: M. M. KawasakiDirector de arte: Scott Van KampenGerente de produccin: Jane Ann PetersPersonal de diseo y de produccin: Cali R. Arroyo,Collette Nebeker Aune, Howard G. Brown, Julie Burdett,Thomas S. Child, Reginald J. Christensen, KimFenstermaker, Kathleen Howard, Eric P. Johnsen, Denise

    Kirby, Scott M. Mooy, Ginny J. NilsonAsuntos previos a la impresin: Jeff L. MartinDirector de impresin: Craig K. SedgwickDirector de distribucin: Randy J. BensonCoordinacin de Liahona: Enrique Resek, Diana R. TuckerPara saber el costo de la revista y cmo suscribirse a ellafuera de Estados Unidos y Canad, pngase en contactocon el Centro de Distribucin local o con el lder del barrioo de la rama.Los manuscritos y las preguntas deben enviarse a Liahona,Room 2420, 50 East North Temple Street, Salt Lake City,UT 84150-3220, USA; o por correo electrnico a:[email protected] (un trmino del Libro de Mormn que significabrjula o director) se publica en albans, alemn,armenio, bisiama, blgaro, camboyano, cebuano, corea-no, croata, checo, chino, dans, esloveno, espaol, esto-nio, fidji, finlands, francs, griego, haitiano, hindi,holands, hngaro, indonesio, ingls, islands, italiano,japons, kiribati, latvio, lituano, malgache, marshalls,mongol, noruego, polaco, portugus, rumano, ruso, samo-ano, sinals, sueco, tagalo, tailands, tahitiano, tamil, telu-

    gu, tongano, ucraniano, urdu, y vietnamita. (La frecuenciade las publicaciones vara de acuerdo con el idioma.) 2008 por Intellectual Reserve, Inc. Todos los derechosreservados. Impreso en los Estados Unidos de Amrica.El material de texto y visual de la revista Liahona se puedecopiar para utilizarse en la Iglesia o en el hogar, siempre queno sea con fines de lucro. El material visual no se puedecopiar si aparecen restricciones en la lnea de crdito delmismo. Las preguntas que tengan que ver con este asunto sedeben dirigir a Intellectual Property Office, 50 East NorthTemple Street, Salt Lake City, UT 84150, USA; correoelectrnico: [email protected] aparece en Internet en varios idiomas en el sitiowww.lds.org. Si lo desea, pulse Gospel Library, luegoPDF. Ahora haga clic en la cubierta que est debajo deLiahona International y despus pulse Select a language.Para los lectores de Mxico: Certificado de Licitud dettulo nmero 6988 y Licitud de contenido nmero 5199,expedidos por la Comisin Calificadora de Publicacionesy revistas ilustradas el 15 de septiembre de 1993.Liahona es nombre registrado en la Direccin deDerechos de Autor con el nmero 252093. Publicacinregistrada en la Direccin General de Correos nmero100. Registro del S.P.M. 0340294 caractersticas218141210.For readers in the United States and Canada:November 2008 Vol. 32 No. 11. LIAHONA (USPS 311-480) Spanish (ISSN 0885-3169) is published monthly byThe Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 50 EastNorth Temple, Salt Lake City, UT 84150. USA subscriptionprice is $10.00 per year; Canada, $12.00 plus applicabletaxes. Periodicals Postage Paid at Salt Lake City, Utah. Sixtydays notice required for change of address. Include addresslabel from a recent issue; old and new address must be in-cluded. Send USA and Canadian subscriptions to Salt LakeDistribution Center at the address below. Subscription help li-ne: 1-800-537-5971. Credit card orders (Visa, MasterCard,American Express) may be taken by phone. (Canada PosteInformation: Publication Agreement #40017431)POSTMASTER: Send address changes to Salt LakeDistribution Center, Church Magazines, PO Box 26368,Salt Lake City, UT 84126-0368

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    Mis queridos hermanos y her-manas, los ltimos seis mesesdesde que nos reunimos la

    ltima vez se fueron volando. Muchoes lo que se ha llevado a cabo a medi-da que la obra del Seor ha seguidoadelante sin interrupcin.

    He tenido el privilegio, en compa-a de mis consejeros y de otrasAutoridades Generales, de dedicartres templos nuevos: en Curitiba,Brasil; en la Ciudad de Panam,Panam y en Twin Falls, Idaho, por loque el nmero de templos en funcio-namiento por todo el mundo ascien-de a 128.

    La noche antes de que se llevara acabo la dedicacin de cada uno de los

    templos, se efectuaron esplndidosprogramas culturales. En Curitiba,Brasil, cuatro mil trescientos treintamiembros del distrito del templo, conel apoyo de un coro de mil setecien-tas voces, presentaron un programasumamente inspirado de canciones,danzas y videos. El enorme estadiodonde se llev a cabo el espectculoestaba lleno de espectadores. Habaestado ventoso y pareca que iba allover. Hice una oracin y le ped al

    Padre Celestial que tuviera misericor-dia de aquellos que se haban prepa-rado de manera tan diligente para quenos divirtiramos, y cuyos trajes y pre-sentaciones se echaran a perder conla lluvia y el viento. l contest esaoracin, y la copiosa lluvia no cay si-no hasta ms tarde, una vez que con-cluy la actuacin.

    Se hizo una presentacin de lahistoria de la Iglesia en Brasil conmsica y danzas. Una escena particu-

    larmente conmovedora fue la repre-sentacin de los lderes James E.Faust y William Grant Bangerter, quie-nes prestaron servicio como misione-ros en Curitiba en 1940. Al aparecerlas fotos de ellos en las enormes pan-tallas, la audiencia aplaudi llena dejbilo. En general, fue un aconteci-miento glorioso.

    En la Ciudad de Panam, la nocheantes de la dedicacin del templo en

    ese lugar, vimos a cerca de nove-cientos jvenes, de todas partes dePanam; vestan coloridos trajes fol-clricos a medida que bailaban y pre-sentaban mensajes sobre la familia, elhermanamiento y la fe. Nos entera-mos de que haban estado practican-do durante un ao. Provenan delugares tan distantes como las islasSan Blas y la regin Changuinola, al

    Bienvenidos a

    la conferenciaP R E S I D E N T E T H O M A S S . M O N S O NNuestro Padre Celestial est al tanto de cada uno de nosotrosy de nuestras necesidades. Ruego que seamos llenos de Suespritu al participar en los asuntos de esta conferencia.

    SESIN DEL SBADO POR LA MAANA4 d e o c t u b r e d e 2 0 0 8

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    noreste de Panam. Para llegar a la ca-pital, los jvenes de San Blas viajarontres das por tierra y mar. El aconteci-miento fue magnfico e inspirador.

    En los preparativos para la dedica-cin ms reciente de uno de nuestrostemplos, en Twin Falls, Idaho, losmiembros locales de la Iglesia constru-

    yeron un enorme escenario en el lu-gar donde suelen llevar a cabo la feria

    de Filer, Idaho, y llenaron el campocon csped y otras decoraciones, in-cluso una cada grande de agua pararepresentar las cascadas Shoshone, unfamoso lugar ubicado a tres kilme-tros de distancia del nuevo templo. Lanoche de la presentacin, tres mil dos-cientos hombres y mujeres jvenesentraron en ese campo ondeando lis-tones azules y blancos, convirtiendo el

    lugar en la representacin de un rogrande y caudaloso. La celebracin, in-titulada Agua viva, de Juan 4:10, con-greg a jvenes de catorce estacas enel nuevo distrito del templo. Con m-sica y danzas representaron su depen-dencia del agua viva del Salvador parasu vida espiritual, y su dependencia delos arroyos y ros de las montaas dela regin para su vida fsica. Los que

    L IAH O N A NO VIEMBR E DE 2008 5

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    tuvimos el privilegio de presenciarese acontecimiento fuimos elevados

    y edificados.Yo apoyo acontecimientos como

    sos, que permiten que nuestros jve-nes participen en algo que para ellosser verdaderamente inolvidable. Lasamistades que forjan y los recuerdosque forman los llevarn consigo parasiempre.

    El mes prximo se rededicar elTemplo de la Ciudad de Mxico, tras

    extensas renovaciones. En los prxi-mos meses se terminar la construc-cin de otros templos y se llevarn acabo recepciones de puertas abiertas

    y dedicaciones.Esta maana tengo el placer de

    anunciar cinco templos nuevos paralos cuales se han adquirido los terre-nos y los que, en los prximos meses

    y aos, se construirn en los siguien-tes lugares: Calgary, Alberta, Canad;Crdoba, Argentina; Kansas City y la

    periferia; Filadelfia, Pensilvania; yRoma, Italia.Hermanos y hermanas, nuestra

    fuerza misional, que presta serviciopor el mundo, sigue en busca deaquellas personas que buscan las ver-dades que se encuentran en el Evan-gelio de Jesucristo. La Iglesia crece aritmo constante, como lo ha hechodesde que fue organizada hace msde ciento setenta y ocho aos.

    Durante los ltimos seis meses hetenido el privilegio de reunirme conlderes de pases y con representantesgubernamentales. Aquellos con losque me he reunido tienen buenossentimientos hacia la Iglesia y hacianuestros miembros, y han demostra-do cooperacin y amistad. Sin embar-go, hay todava lugares del mundodonde nuestra influencia es limitada ydonde no se nos permite compartir elEvangelio libremente. Del mismo mo-

    do que lo hizo el presidente SpencerW. Kimball hace ms de treinta y dos

    aos, los exhorto a que oren para quese abran las puertas de esos lugares,a fin de que podamos compartir conellos el gozo del Evangelio. Al orar enaquel entonces en respuesta a las s-plicas del presidente Kimball, vimosdesplegarse milagros a medida quese abra pas tras pas, los que previa-

    mente se encontraban cerrados a laIglesia. Eso mismo volver a sucedersi oramos con fe.

    Ahora bien, mis hermanos y her-manas, hemos venido a este lugar pa-ra ser instruidos e inspirados. Algunosde ustedes son nuevos en la Iglesia;les damos la bienvenida. Algunos lu-chan con problemas, desafos, desni-mo o prdidas; los amamos y oramospor ustedes. Durante los prximosdos das se compartirn muchos men-

    sajes. Les aseguro que los hombres ylas mujeres que les dirigirn la palabrahan orado en cuanto a lo que debendecir; han sido inspirados y han reci-bido impresiones al buscar la ayuda yla gua del cielo.

    Nuestro Padre Celestial est al tantode cada uno de nosotros y de nuestrasnecesidades. Ruego que seamos lle-nos de Su espritu al participar en losasuntos de sta, la conferencia generalsemestral nmero 178 de la Iglesia. s-

    ta es mi sincera oracin, y la digo en elnombre de Jesucristo. Amn.

    Misioneros de tiempo completo y miembros de la Iglesia de Italia se alegran al or

    las noticias de que se construir un templo en Roma.

    Miembros de la Iglesia se renen afuera de una capilla en Crdoba, Argentina.

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    Los que hemos vivido por algntiempo, y el lder Wirthlin y yohemos vivido mucho tiempo, he-

    mos notado que existen ciertos mode-los en la prueba de la vida. Hay ciclosde temporadas buenas y malas, altas ybajas, periodos de gozo y tristeza, ypocas de abundancia as como de es-casez. Cuando nuestra vida toma un

    curso inesperado y no deseado, aveces experimentamos tensin y ansie-dad. Uno de los desafos de esta expe-riencia terrenal es el no permitir quelas tensiones y las contrariedades de la

    vida nos venzan, sino perseverar en lasdiversas pocas de la vida mantenien-do una actitud positiva e incluso opti-mista. Quizs cuando sobrevengan lasdificultades y los desafos, deberamostener grabadas en la memoria estas

    palabras de esperanza de RobertBrowning: Todava nos aguarda lo me-

    jor (Rabbi Ben Ezra, en Charles W.Eliot, ed., The Harvard Classics, 50 to-mos, 19091910, 42:1103). No nos esposible predecir todas las tribulaciones

    y tormentas de la vida, ni siquiera lasque estn a la vuelta de la esquina, pe-ro, como personas de fe y esperanza,sabemos sin lugar a dudas que el Evan-gelio de Jesucristo es verdadero y quetodava nos aguarda lo mejor.

    Recuerdo un perodo particular demi vida en el que me hallaba bajo una

    tensin fuera de lo comn. Tena pro-blemas con mi empleo y, a la vez, a miesposa se le diagnostic una enferme-dad que amenazaba su vida. Fue unade esas pocas en las que pareca queel adversario se haba ensaado con-tra m y mi familia. En los das en losque las tensiones y las presiones denuestra atribulada vida estaban a pun-to de abatirnos, mi esposa y yo en-contramos una forma de aliviarlas.

    Manejamos a un lugar a pocos kil-

    metros de casa para alejarnos y tenermomentos de tranquilidad, conversary darnos consuelo emocional el unoal otro. Nuestro lugar era la laguna

    Walden; era una pequea y hermosalaguna rodeada de bosques. Cuandomi esposa se senta con suficientes ni-mos, solamos caminar alrededor deesa laguna. Otras veces, cuando no de-seaba someterse al esfuerzo de la cami-nata, simplemente nos sentbamos en

    el auto y charlbamos. La lagunaWalden era nuestro lugar especial paradetenernos, reflexionar y reponernos.Quizs se haya debido en parte a suhistoria, a su relacin con respecto alos esfuerzos de Henry David Thoreaupor apartarse de lo mundano durantealgunos aos, que la laguna Walden

    nos brindaba tanta esperanza de en-contrar la sencillez y nos ofreca unescape sumamente renovador denuestra compleja vida.

    En marzo de 1845, Thoreau deci-di mudarse a las riberas de la laguna

    Walden y pasar dos aos tratando dedescubrir el significado de la vida. Seestableci en un pequeo terreno queperteneca a su buen amigo, Ralph

    Waldo Emerson. Thoreau compr lacasucha de un trabajador del ferroca-

    rril y la derrumb; de la madera de lacasucha y de leos del bosque constru-

    y su propia cabaa. Llev meticulososregistros financieros y lleg a la conclu-sin de que por una casa y libertadtan slo gast $28,12 dlares. Plantun huerto donde sembr arvejas [gui-santes, chcharos], papas, maz, frijoles[porotos, judas] y nabos para mante-ner la vida sencilla que llevaba. Sembruna hectrea de frijoles con la idea deutilizar la pequea ganancia para cubrir

    sus necesidades. Y en efecto la ganan-cia fue pequea: $8,71 dlares.Thoreau vivi independiente del

    tiempo; en su pequea cabaa no te-na ni reloj ni calendario; pasaba eltiempo escribiendo y estudiando lasbellezas y las maravillas de la naturale-za que lo rodeaban, entre ellas plan-tas, pjaros y animales del lugar. No

    viva como ermitao, ya que casi todoslos das visitaba el pueblo de Concorde invitaba a otras personas a ir a su ca-

    baa y disfrutar de charlas edificantes.Al cabo de los dos aos, abandon sucabaa sin lamentarse, pues considerque el tiempo que haba pasado allfue suficiente para lograr su propsito:experimentar las ventajas espiritualesde un estilo de vida sencillo; tambinsinti que le aguardaban otras expe-riencias en la vida y que era el mo-mento de seguir adelante y explorarotras oportunidades.

    Hgase consencillez L D E R L . T O M P E R R YDel Qurum de los Doce Apstoles

    En nuestra bsqueda por aliviar las tensiones de la vida,ruego que sinceramente busquemos las maneras de

    simplificar la nuestra.

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    De las experiencias que tuvo en lalaguna Walden, Thoreau concluy quenicamente haba cuatro cosas que elhombre necesita en realidad: alimen-to, ropa, refugio y combustible. Megustara explicar ms a fondo cadauna de estas necesidades bsicas, ascomo las ventajas espirituales de unestilo de vida sencillo.

    La primera necesidad es el alimen-to. Como miembros de La Iglesia de

    Jesucristo de los Santos de los ltimos

    Das, poseemos conocimiento sagradode la verdad revelada sobre la relacinque existe entre el cuerpo y el espritu.Doctrina y Convenios 88:15 declara:el espritu y el cuerpo son el almadel hombre. Para bendecirnos tantofsica como espiritualmente, el Seortambin nos revel una ley de saludque nos indica qu alimentos y sustan-cias son buenos para el cuerpo y cu-les no lo son. A esas instrucciones le

    acompaa la promesa que se halla enla seccin 89 de Doctrina y Convenios:Y todos los santos que se acuer-

    den de guardar y hacer estas cosas,rindiendo obediencia a los manda-mientos, recibirn salud en el ombli-go y mdula en los huesos;

    y hallarn sabidura y grandestesoros de conocimiento, s, tesorosescondidos;

    y corrern sin fatigarse, y andarnsin desmayar.

    Y yo, el Seor, les prometo queel ngel destructor pasar de ellos,como de los hijos de Israel, y no losmatar (versculos 1821).

    No existe mejor consejo sobre laPalabra de Sabidura que el que se en-cuentra en el folletoPara la fortalezade la juventud, que dice:

    El Seor te ha mandado cuidardebidamente tu cuerpo; para hacerlo,guarda la Palabra de Sabidura, que se

    encuentra en Doctrina y Convenios89. Come alimentos nutritivos, hazejercicio con regularidad y duerme eltiempo suficiente. Si haces todas esascosas, permaneces libre de adiccionesnocivas y tienes control de tu vida;obtienes las bendiciones de un cuer-po saludable, una mente alerta y lagua del Espritu Santo

    Cualquier droga, sustancia qumica

    o prctica peligrosa que se utilice conel fin de provocar una sensacin o esta-do de euforia puede destruir tu bienes-tar fsico, mental y espiritual; entre ellasse incluyen las drogas duras, el abusode los medicamentos que se puedencomprar con receta o sin ella, y sustan-cias qumicas domsticas (pg. 36).

    No daemos nuestro cuerpo mor-tal, pues es un don de Dios, y parte delgran plan de felicidad de nuestro PadreCelestial es la reunin de nuestro cuer-

    po inmortal con nuestro espritu.Otra necesidad bsica es la ropa.Una vida simplificada que brinde ben-diciones espirituales requiere el usode ropa sencilla y modesta. La vesti-menta y la apariencia personal comu-nican a los dems la clase de personaque somos e influyen en la forma enque nos comportamos con los dems.Cuando vestimos de manera recatada,invitamos la compaa del Espritu del

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    Seor para que nos sirva de escudoy proteccin.

    La tendencia del mundo en la modafemenina siempre se inclina hacia losextremos. Con los estilos ms actuales,muchos diseadores de moda tratande hacer dos o tres vestidos con la can-tidad de tela que se necesita para ha-cer uno. En general, quitan demasiadode la parte de arriba y de abajo de la

    ropa femenina y de vez en cuando sequedan cortos tambin a la altura dela cintura. La moda masculina tambinest adoptando estilos extremos queen mi poca se habran calificado co-mo desaliados e inapropiados. Piensoque la forma de vestir demasiado infor-mal casi siempre va seguida de moda-les sumamente informales.

    Muchos de ustedes se esfuerzan de-masiado por ser originales en su vesti-menta y apariencia personal con el fin

    de llamar, lo que el Seor considerara,la clase de atencin incorrecta. En elrelato del Libro de Mormn del rbolde la vida, fueron las personas cuya ro-pa era excesivamente fina las que seburlaban de los que participaron delfruto del rbol. Nos hace pensar el dar-nos cuenta de que los mofadores preo-cupados por la moda que estaban enel edificio grande y espacioso fueronresponsables de que muchos se

    avergonzaran, y los que se avergonza-ron cayeron en senderos prohibidos

    y se perdieron (1 Nefi 8:2728).El presidente N. Eldon Tanner nos

    amonest en una ocasin con estaspalabras: El vestirse de forma recata-da es una cualidad de la mente y delcorazn que surge de respetarse auno mismo, de respetar a las demspersonas y al Creador de todos.

    Demostrar recato de ese modo re-fleja una actitud de humildad, decen-cia y decoro. Los padres, los maestros

    y los jvenes deben conversar acercade los detalles referentes a la vesti-menta y la apariencia, siempre de for-ma que concuerde con los principios

    ya mencionados y con la gua delEspritu, para aceptar, valindose delalbedro, el asumir la responsabilidad

    y escoger lo correcto (El matrimo-nio eterno: Manual para el alumno,

    Presidente N. Eldon Tanner, pg. 289).Ahora analicemos la tercera nece-sidad segn Thoreau: el refugio. Losperidicos estn repletos de informesde la actual crisis habitacional en losEstados Unidos. En casi todas las con-ferencias generales de la Iglesia de quetengo memoria, se nos ha alentado ano vivir ms all de nuestros ingresos.Nuestro ingreso debe determinar eltipo de casa que podamos obtener,

    y no la casa grande del vecino de en-frente. El presidente Heber J. Grant di-jo en una ocasin: De mis primerosrecuerdos, desde los das de Brigham

    Young hasta ahora, he escuchado ahombres desde el plpito instar a lagente a no meterse en deudas; y creoque la causa de gran parte de nuestrosproblemas de hoy se basa en no seguirese consejo (en Conference Report,

    octubre de 1921, pg. 3).Una de las mejores formas de sim-plificar nuestra vida consiste en seguirel consejo que con tanta frecuenciahemos recibido de vivir de acuerdocon nuestro ingreso, evitar las deudas

    y ahorrar para casos de emergencia.Debemos practicar y mejorar los hbi-tos del ahorro, del trabajo arduo, de laeconoma y la frugalidad. Los integran-tes de una familia bien administradano pagan inters, ms bien lo ganan.

    La ltima necesidad de Thoreauera el combustible. ltimamente he-mos odo mucho sobre el combusti-ble y la energa: del alto costo, de lalimitacin en el suministro, de la im-predecible e insegura dependencia delos proveedores y de la necesidad defuentes de energa nuevas y sosteni-bles. Dejo la discusin de estos com-plejos temas a los lderes del gobierno

    y de la industria. El combustible del

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    que deseo hablarles es el combustibleespiritual.

    El Seor nos ha dado un hermosoplan sobre la manera de regresar al, pero la culminacin de nuestra jor-nada terrenal requiere combustibleespiritual. Debemos emular a las cin-co vrgenes prudentes que guardaron

    suficiente combustible para acompa-ar al esposo cuando llegara (vaseMateo 25:610). Qu se requiere pa-ra mantener un depsito suficiente decombustible espiritual? Debemos ad-quirir conocimiento del plan eternode Dios y de nuestra funcin en l; yal vivir una vida justa y someter nues-tra voluntad a la del Seor, entoncesrecibir las bendiciones prometidas.

    Tal como el lder William R.Bradford ense desde este plpito:

    Hay gran simplicidad en la rectitud.En toda circunstancia que enfrenta-mos en la vida existe la manera correc-ta o la manera incorrecta de proceder.Si elegimos la forma correcta, nuestraforma de actuar se ve apoyada por losprincipios de rectitud, los cuales po-seen el poder de los cielos. Si elegi-mos la manera equivocada y actuamosde acuerdo con esa eleccin, no existetal promesa o poder de los cielos, yestamos solos y destinados a fracasar

    (lder William R. Bradford, Rectitud,Liahona, enero de 2000, pg. 103).Justo antes de morir, se le pregun-

    t a Thoreau si haba hecho las pacescon Dios. l contest: No saba quenos hubiramos peleado (en MardyGrothe, comp., Viva la Repartee ,2005, pg. 181).

    En nuestra bsqueda por aliviar lastensiones de la vida, ruego que since-ramente busquemos las maneras desimplificar la nuestra. Que acatemos

    el consejo y la direccin inspiradosque nos ha dado el Seor en el granplan de felicidad. Que seamos dignosde tener la compaa del EsprituSanto y que sigamos la gua delEspritu al navegar por esta jornadaterrenal. Que nos preparemos paralograr el propsito final de esta prue-ba terrenal, el volver a vivir con nues-tro Padre Celestial, es mi ruego, en elnombre de Jesucristo. Amn.

    10

    E

    l Seor ense que el que nonaciere de agua y del Espritu,

    no puede entrar en el reino deDios1; por lo tanto, el bautismo esesencial para nuestra salvacin.

    Antes de que el Salvador resucita-do ascendiera al cielo, instruy a Susdiscpulos: Por tanto, id, y haced dis-cpulos a todas las naciones, bautizn-dolos en el nombre del Padre, y delHijo, y del Espritu Santo; ensendo-les que guarden todas las cosas queos he mandado2.

    En la poca de la Restauracin, re-

    piti Su mandato: As que, sois llama-dos a proclamar el arrepentimiento aeste pueblo3.

    La Iglesia del Seor tiene la res-ponsabilidad de predicar el Evangelioen el mundo; esto es el fundamentode la obra misional, y el deber denuestros misioneros es invitar a laspersonas a venir a Cristo a fin deque reciban el Evangelio restauradomediante la fe en Jesucristo y Su

    expiacin, el arrepentimiento, elbautismo, la recepcin del don delEspritu Santo y el perseverar hastael fin4.

    Me gustara hablar y testificar delgran impacto y de las bendiciones dela obra misional en la vida de los con-

    versos, de las futuras generaciones yde los misioneros; y de cmo pode-mos participar en la obra misional.

    Cuando yo tena catorce aos, unahermosa maana de agosto, el lderPrina y el lder Perkins llamaron ala puerta; comenzaron a ensear anuestra familia acerca de la verdaderanaturaleza de Dios. En las visitas sub-siguientes, nos ensearon a orar.Tambin nos ensearon acerca de laRestauracin y del plan de salvacin.

    Despus de la tercera o cuarta visita,casi toda mi familia dej de escuchara los misioneros, salvo mi hermanaDina, de diecisiete aos, y yo. Ambassentimos el testimonio del EsprituSanto en nuestro corazn y recibimosla confirmacin espiritual de que elmensaje era verdadero.

    Compramos un ejemplar delLibro de Mormn y comenzamos aleerlo. Todos los das, despus de laescuela, corramos carreras a casa pa-

    ra ver quin llegaba al libro primero.Mientras la que haba llegado prime-ro lea, la otra esperaba impaciente-mente hasta la hora de comer, comadeprisa y luego tomaba su turno paraleer hasta la hora de dormir. Tal eranuestro entusiasmo. Comenzamos aasistir a la Iglesia y al poco tiempo pe-dimos que nos bautizaran. Nuestropadre dio su permiso de inmediato,pero nuestra madre estaba indecisa

    Por tanto, idS I L V I A H . A L L R E DPrimera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

    Todos podemos participar en la obra misional; staes la obra del Seor y l nos ayudar a realizarla.

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    y nos tom un mes ms persuadirlapara que firmara el permiso. El dade nuestro bautismo, ella y el restode nuestros hermanos fueron a laIglesia por primera vez, y ella sintiel Espritu. Despus de escuchar

    nuestros testimonios, se dirigi a losmisioneros y les pidi que empezarana ensearle de nuevo. Varias semanasdespus, mi madre, mi hermana y mishermanos menores se bautizaron. Mi

    vida cambi para siempre, y el Evan-gelio de Jesucristo lleg a ser la fuerzamotivadora de mi vida.

    Me es imposible expresar mis pro-fundos sentimientos de gratitud por elSeor y por los misioneros que l en-

    vi a nuestro hogar. El Seor me ben-

    dijo con el conocimiento del Evangeliorestaurado y sent la urgencia de com-partir ese conocimiento con los de-ms; quera ser una misionera.

    A los pocos meses, mi hermanaDina y yo fuimos llamadas a ser misio-neras locales en San Salvador. Ese lla-mamiento nos dio la oportunidad deir de puerta en puerta para compartirlas buenas nuevas del Evangeliorestaurado de Jesucristo y llevar a

    muchas personas a las aguas del bau-tismo. A su debido tiempo, ambas ser-

    vimos misiones de tiempo completoen la Misin Centroamrica.

    Mi misin tuvo un gran impacto enmi vida. Aprend a depender ms del

    Seor, a buscar la gua del Espritu y asentir un gran amor por los hijos deDios. Aumentaron mi conocimientode las Escrituras y mi comprensinde las doctrinas, adems de mi deseode ser obediente y guardar los man-damientos con exactitud. Mi testimo-nio del Salvador y de Su expiacininfinita se fortaleci. Mis experienciasmisionales llegaron a ser parte de lapersona que ahora soy; la obra misio-nal lleg a ser mi pasin y ha influido

    en mi vida y en la de mi familia msque cualquier otra cosa.El lder Jeffrey R. Holland describe

    el efecto que su misin tuvo en supropia vida: Despus de cuarenta ysiete aos, mi misin lo es todo param. Quizs haya pasado un da en esoscuarenta y siete aos en que no hayapensado en mi misin; pero no estoyseguro cul habra sido ese da5.

    Hace un par de aos, mi nieto

    Christian cumpla ocho aos y planea-ba con gran entusiasmo su serviciobautismal. Le pregunt a su mam si

    yo podra ser una de los discursantesy compartir la historia de mi conver-sin. Cuando le pregunt por qu

    quera que lo hiciera, l respondi:Abuela, eso es tan importante. Tedas cuenta de que si no hubierasaceptado el Evangelio, yo no me esta-ra bautizando? Ni siquiera sera lapersona que soy.

    No s si los misioneros se dancuenta del gran alcance de su obra. Enmi propia familia, las bendiciones delEvangelio han llegado a cuatro genera-ciones. No dijo el presidente GordonB. Hinckley que cuando salvamos a

    una jovencita, salvamos a generacio-nes6? Yo me cas en el templo y ten-go ocho hijos, todos los cuales sonmiembros fieles de la Iglesia, investi-dos en el templo; seis de ellos estncasados y tienen sus propios hijos. Eneste momento somos treinta y cuatro.Pero eso no es todo; tanto mi esposocomo yo servimos en misiones, ynuestros dos hijos y tres de las seis hi-jas tambin han servido en misiones.

    Misioneros de tiempo completo de Roma, Italia, invitan a personas a venir a Cristo con el Libro de Mormn.

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    Colectivamente, hemos ayudado

    a cientos de personas a aceptar elEvangelio en muchos pases; algunosde esos conversos y sus hijos tambinhan servido en misiones.

    La obra misional infunde vida a laIglesia. No hay obra ms grande nims importante; bendice a todos losque participan en ella y seguir bendi-ciendo a generaciones futuras.

    Quizs se pregunten: Cmo pue-do ayudar en la obra misional? Cmopuedo participar? Hay dos verdades

    fundamentales que hay que tenerpresente al embarcarse en la obra. Laprimera es tener una clara compren-sin de que Dios ama a todos Sus hi-jos y desea la salvacin de ellos. EnDoctrina y Convenios 18:13 leemos:Y cun grande es su gozo por el almaque se arrepiente!. La segunda es quenuestro mensaje de Cristo y de SuEvangelio restaurado es el don msimportante que se pueda obsequiar.

    Tal como se explica enPredicad

    Mi Evangelio , la obra misional esuna labor de cuatro aspectos: encon-trar investigadores, ensear y bauti-zar, hermanar a miembros nuevos, yhermanar y ensear a los miembrosmenos activos7. Todo miembro dela Iglesia, tanto nios, como jvenes

    y adultos, pueden ayudar con cual-quiera de esos aspectos o con todosellos.

    Para empezar, sean buenos vecinos

    y amigos. Sean un ejemplo de recti-

    tud y de amabilidad; que su sonrisairradie amor, paz y felicidad; vivan una

    vida que gire en torno al Evangelio.Luego, sean ms especficos en su

    labor misional. Permtanme sugerir al-gunas ideas; tal vez dos o tres den re-sultado para ustedes:

    Si tienen hijos en casa, preprenlospara prestar servicio misional.

    Preprense ustedes mismos paraprestar servicio misional.

    Inviten a su familia y amigos a es-cuchar a los misioneros o a asistira las reuniones y actividades de laIglesia.

    Acompaen a los misioneros a loshogares de los investigadores o in-

    vtenlos a ensear a no miembrosen casa de ustedes.

    Inviten a personas a una noche dehogar en casa de ustedes.

    Inviten a personas a un centrode historia familiar o aydenles a

    efectuar investigacin de historiafamiliar. Den referencias a los misioneros.

    Los miembros pueden ser la fuen-te mejor y ms conveniente dereferencias.

    Compartan sus creencias y su testi-monio con amigos y familiares nomiembros.

    Busquen oportunidades de servira los dems.

    Ofrezcan su amistad a los investiga-dores y a los nuevos conversos.

    Hagan su mejor esfuerzo para ha-llar a los que buscan la verdad.

    Si tienen familiares o amigos en lamisin, envenles cartas de amor yde nimo y oren por ellos.

    Ustedes sentirn gozo por el frutode su trabajo, y un mayor entusiasmopor la obra misional fortalecer a todosu barrio o rama. La Iglesia enterasentir los efectos de su labor.

    Cuando nuestra hija Margie estabaen segundo grado, invit a su mejoramiga a acompaarla a la Primaria.

    A ambas les asignaron partes para lapresentacin en la reunin sacramen-tal. El pap de su amiga haba recha-zado a los misioneros en el pasado,

    pero cuando Margie se present ensu casa con un puado de folletos dela Iglesia, l escuch atentamente sussencillas explicaciones y su testimoniode Jos Smith y de la Primera Visin.No slo permiti que su hija siguieraasistiendo a la Primaria, sino quetambin le dio permiso de recibir laslecciones de los misioneros y de bau-tizarse. l y su esposa asistieron al ser-

    vicio bautismal.Todos podemos participar en la

    obra misional; sta es la obra delSeor y l nos ayudar a realizarla. SuEvangelio tiene que ir a toda nacin ynosotros podemos ser instrumentosen Sus manos para bendecir la vida deotras personas al compartir con ellasSu verdad. Al mismo tiempo, seremosgrandemente bendecidos.

    Somos hijos de un amoroso PadreCelestial. l envi a Su Hijo a abrir elcamino para que pudiramos vivircon l para siempre. De esto testifico

    en el nombre de Jesucristo. Amn.

    NOTAS1. Juan 3:5.2. Mateo 28:1920.3. D. y C. 18:14.4.Predicad Mi Evangelio, 2004, pg. 1.5. Jeffrey R. Holland, The Atonement,

    Seminario para nuevos presidentes demisin, 26 de junio de 2007.

    6. Gordon B. Hinckley, Our Responsibility toOur Young Women,Ensign, septiembre de1988, pg. 10.

    7.Predicad Mi Evangelio, pgs. 237238.

    Un matrimonio misionero conversa con un hombre de Nigeria.

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    Me regocijo junto con ustedes

    de ser miembro de La Iglesiade Jesucristo de los Santos delos ltimos Das. Cuando el presiden-te Monson comparti la maravillosanoticia de los cinco templos nuevos,pens cmo en todo el mundo, en ca-da continente, en ciudades grandes opueblos pequeos, somos una granfamilia de creyentes. Nos hemos enca-minado juntos hacia la vida eterna;es la mayor de todas las jornadas.Marchamos hacia adelante tomando

    sobre nosotros el nombre de Cristo,teniendo la determinacin de servirlehasta el fin1.

    Aunque existen muchas experien-cias como la de hoy, llenas de poderespiritual y confirmacin, tambin haydas en los que nos sentimos incom-petentes y sin preparacin, cuando laduda y la confusin inundan nuestroespritu, cuando se nos dificulta hallarnuestro fundamento espiritual. Parte

    de nuestra victoria como discpulosde Cristo es lo que hacemos cuandonos sentimos de ese modo.

    Hace casi cuarenta aos, al meditaren los desafos de servir en una mi-sin, me sent muy inepto y sin prepa-

    racin. Recuerdo que al orar deca:Padre Celestial, cmo puedo serviren una misin si tengo tan poco co-nocimiento?. Crea en la Iglesia, perosenta que mi conocimiento espiritualera muy limitado. Al orar, tuve estesentimiento: No lo sabes todo, perosabes lo suficiente!. Ese consuelo mebrind el valor de dar el siguiente pa-so para ir a la misin.

    Nuestra jornada espiritual es unproceso de toda la vida. No lo sabemos

    todo al principio ni aun durante el ca-mino. Nuestra conversin llega paso apaso, lnea por lnea. Primero edifica-mos los cimientos de la fe en el Seor

    Jesucristo; atesoramos los principios ylas ordenanzas del arrepentimiento,del bautismo y de la recepcin del dondel Espritu Santo; despus incluimosel compromiso continuo de orar, ladisposicin a ser obedientes y untestimonio constante del Libro deMormn. (El Libro de Mormn es un

    potente alimento espiritual.)Entonces, permanecemos firmesy pacientes a medida que avanzamosen la vida terrenal. La respuesta delSeor a veces ser: No lo sabes todo,pero sabes lo suficiente, lo suficientepara guardar los mandamientos y ha-cer lo correcto. Recuerden las pala-bras de Nefi: S que [l] ama a sushijos; sin embargo, no s el significa-do de todas las cosas2.

    En una ocasin visit una misindel sur de Europa. Llegu el da enque un misionero recin llegado sepreparaba para regresar a casa por in-sistencia propia. Tena su boleto parairse al da siguiente.

    Nos sentamos a conversar en la ca-sa del presidente de misin. El misio-

    nero me relat los desafos de suniez, sus problemas de aprendizaje

    y de haber pasado de una familia a laotra; habl con sinceridad de su inep-titud para aprender un nuevo idioma

    y adaptarse a una nueva cultura y lue-go aadi: Hermano Andersen, ni si-quiera s si Dios me ama. Cuandodijo esas palabras, experiment unfuerte y potente sentimiento en miespritu que me deca: l s sabe quelo amo; l lo sabe.

    Lo dej continuar por unos minu-tos ms y despus le dije: lder, com-prendo lo que ha dicho, pero debocorregirle en algo: usted s sabe queDios lo ama; usted lo sabe.

    Al decirle esas palabras, el mismoespritu que me haba hablado a m lehabl a l. Inclin la cabeza y comen-z a llorar. Se disculp: Hermano

    Anderson, dijo, s que Dios meama, lo s. l no lo saba todo, perosaba lo suficiente; saba que Dios lo

    amaba. Ese invaluable conocimientoespiritual fue suficiente para que la fereemplazara su duda y hall la fortale-za para permanecer en la misin.

    Hermanos y hermanas, todos te-nemos momentos de fortaleza espi-ritual, momentos de inspiracin yrevelacin. Debemos afirmarlos enlo ms profundo del alma. Al hacerlo,preparamos nuestra reserva espiri-tual para los momentos de dificultadpersonal. Jess dijo: Dad cabida a

    esto en vuestro corazn, de que ha-gis las cosas que os enseare y osmandare3.

    Hace unos aos, un amigo mo tu-vo una hija que falleci en un trgicoaccidente. Con los sueos y las espe-ranzas destrozados, mi amigo sintiun pesar insoportable y comenz adudar de lo que se le haba enseado

    y lo que l haba enseado como mi-sionero. La madre de mi amigo me

    Sabes lo suficiente L D E R N E I L L . A N D E R S E NDe la Presidencia de los Setenta

    Como discpulos del Seor Jesucristo contamos coninmensos depsitos espirituales de luz y verdad ennuestros das difciles, escogemos el camino de la fe.

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    escribi una carta y me pidi que lediera a l una bendicin. Al poner lasmanos sobre su cabeza, sent que de-ba decirle algo que antes no habapensado exactamente de esa forma; laimpresin que tuve fue: la fe no es s-lo un sentimiento, es una decisin. ltendra que elegir la fe.

    Mi amigo no lo saba todo, pero sa-ba lo suficiente y eligi el camino dela fe y la obediencia; se arrodill y as

    recuper su equilibrio espiritual.Han transcurrido varios aos des-de ese acontecimiento. Hace pocorecib una carta de su hijo que ahorase encuentra en la misin; la cartaestaba llena de conviccin y testimo-nio. Al leer su bella carta, vi cmo ladecisin de un padre de tener fe du-rante un momento muy difcil hababendecido grandemente a la siguien-te generacin.

    Los desafos, las dificultades, laspreguntas o las dudas forman partede nuestra vida terrenal; pero no esta-mos solos. Como discpulos del Seor

    Jesucristo contamos con inmensosdepsitos espirituales de luz y verdad.El temor y la fe no pueden coexistiren nuestro corazn al mismo tiempo;en nuestros das difciles, escogemosel camino de la fe. Jess dijo: No te-mas, cree solamente4.

    A lo largo de los aos tomamosestos importantes pasos espiritualesuna y otra vez. Comenzamos a verque el que recibe luz y persevera enDios, recibe ms luz, y esa luz se hacems y ms resplandeciente hasta elda perfecto5. Nuestras preguntas ydudas se resuelven o dejan de preo-cuparnos, nuestra fe llega a ser senci-lla y pura, y llegamos a saber lo que yasabamos. Jess dijo:

    Si no os hacis como nios, noentraris en el reino de los cielos6.

    Hadley Peay actualmente tiene sieteaos; Hadley naci con un serio pro-blema auditivo que requiri extensa ci-ruga slo para adquirir una audicinlimitada. Despus de ello, sus padres lacapacitaron de manera incansable para

    que aprendiera a hablar. Hadley y sufamilia se han adaptado alegrementeal desafo de la sordera de ella.

    Una vez, cuando Hadley tena cua-tro aos, estaba con su madre en elsupermercado en la fila para pagar.Mir hacia atrs y vio a un pequeitoen una silla de ruedas, y not que lefaltaban las piernas.

    Aunque Hadley haba aprendidoa hablar, se le dificultaba controlar el

    volumen de su voz. En su voz ms al-

    ta, le pregunt a su madre por qu elnio no tena piernas.

    En voz baja y con sencillez su ma-dre le explic a Hadley que nuestroPadre Celestial crea a todos Sus hijosde forma diferente. Est bien, con-test Hadley.

    Despus, de forma imprevista,Hadley se dirigi al pequeito y ledijo: Sabas que cuando el PadreCelestial me cre mis odos no funcio-naban? Eso me hace ser una persona

    especial. l te cre a ti sin piernas yeso te hace especial. Cuando Jessvenga, yo podr or y t tendrs pier-nas. Jess har que todo est bien.

    Si no os hacis como nios,no entraris en el reino de los cielos.

    Hadley saba lo suficiente.Jess es el Cristo, l ha resucitado,

    l es nuestro Salvador y Redentor.Todo estar bien cuando l regrese.sta es Su santa obra. Por medio delprofeta Jos Smith, Su sacerdocio

    se ha restaurado sobre la tierra y Suprofeta hoy en da es el presidenteThomas S. Monson; de ello testificoen el nombre de Jesucristo. Amn.

    NOTAS1. Moroni 6:3.2. 1 Nefi 11:17.3. Vase Joseph Smith Translation, Luke

    14:28.4. Marcos 5:36.5. D. y C. 50:24.6. Mateo 18:3.

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    Buenos das, queridos hermanos

    y hermanas. Siento un profun-do gozo y honor al hablarles

    hoy. Ruego que Dios gue mis pala-bras y que Su Espritu est con noso-tros a fin de que el que la[s] predica

    y el que la[s] recibe [puedan com-prenderse] el uno al otro, y ambos[sean] edificados y se [regocijen]juntamente (D. y C. 50:22).

    Considero el 2 de junio de 1940un da sumamente importante enla historia de mi familia. Ese dami padre fue bautizado en estaIglesia.

    Al escribirle a su padre, el lderJack McDonald, uno de los misioneros

    que bautiz a mi padre, describi eseda con estas palabras:

    El domingo pasado fue un da es-pecialmente hermoso. Los misionerosfuimos a un lugar apartado en el cam-po, junto a la orilla del ro, y all el l-der Jones y yo [el lder McDonald]efectuamos nuestro primer bautismo.

    Antony Aidukaitis entr en el agua he-lada y se convirti en miembro de laIglesiaTodo era perfecto, el cielo

    azul, el campo tan tranquilo, verde,tan hermoso que ninguno poda evi-tar sentir la presencia de una graninfluencia.

    [Al caminar] con nuestro nuevomiembro, l nos dijo que no podaexplicar lo maravilloso que haba sidoese da para l, que en realidad sesenta como un hombre nuevo Esefue nuestro primer bautismo, pero ni

    yo ni nadie puede acreditrselo: l seconvirti a s mismo.

    Ese acontecimiento cambi la his-toria de mi vida. No estoy seguro deque mi padre haya podido prever lasabidura de sus acciones, pero loamo por lo que hizo ese da; l falle-ci hace ms de treinta aos, pero yohonrar y bendecir su nombre parasiempre.

    Mi padre era hijo de lituanos, perohaba nacido en Escocia; se mud aBrasil cuando todava era joven. Su

    aptitud para hablar ingls facilit suconversin dado que pudo leer elLibro de Mormn en ingls cuandotodava no haba una traduccin fiableen portugus. Esa barrera del idiomaimpidi que mi madre se uniera a laIglesia hasta unos pocos aos despus,pero, cuando lo hizo, fue un poderoso

    ejemplo, para nuestra familia, de dedi-cacin hacia los dems y de amor aDios; ella tiene noventa y dos aos

    y se encuentra aqu hoy. Me da grangozo decir que la amo por su extraor-dinaria fidelidad; tambin honrar ybendecir su nombre para siempre.

    Admiro la valenta que mi padre tu-vo de bautizarse en la Iglesia a pesarde las circunstancias que afrontaba enese tiempo. No fue fcil; su esposa nose haba bautizado con l y los vicios

    del tabaco y del alcohol eran tentacio-nes muy grandes para l; era pobre

    y su madre estaba en contra de quel se uniera a la Iglesia y le dijo que sil se bautizaba ya no lo considerarams su hijo. Con menos de trescien-tos miembros en Brasil, la Iglesiani siquiera tena una capilla all.

    Verdaderamente me sorprende la de-terminacin y la valenta de mi padre.

    Cmo pudo tomar una decisinas ante tantas circunstancias desfavo-

    rables? La respuesta es muy sencilla:pudo hacerlo porque mi padre ley elLibro de Mormn y, al hacerlo, supode la veracidad del mensaje de laRestauracin. El Libro de Mormnes una prueba de que La Iglesia de

    Jesucristo de los Santos de los ltimosDas es verdadera. La guaPredicadMi Evangelio ensea: El Libro deMormn, combinado con el Espritu,es el instrumento ms poderosopara la conversin (2004, pg. 108).

    El presidente Gordon B. Hinckleydeclar: Los que lo han ledo [elLibro de Mormn] y orado al respec-to, fueran ricos o pobres, eruditos oignorantes, han crecido espiritual-mente bajo su poder

    Sin reservas, les prometo que sileen el Libro de Mormn y oran acer-ca de l, a pesar de las muchas vecesque lo hayan ledo antes, entrar a sucorazn el Espritu del Seor; se

    Porque mi padreley el Libro de

    Mormn L D E R M A R C O S A . A I D U K A I T I SDe los Setenta

    Invito a todos los que me oyen hoy a leer el Libro de Mormny a poner en prctica la promesa que ste encierra. Quieneslo hagan, sabrn que el libro es verdadero.

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    fortalecer ms en ustedes la resolu-

    cin de obedecer los mandamientosde Dios y recibirn un testimonioms firme de la realidad viviente delHijo de Dios (vase El Libro deMormn,Liahona, octubre de 1988,pgs. 27; vase tambin The Powerof the Book of Mormon,Ensign,junio de 1988, pg. 6).

    Esas promesas llegaron a ser unarealidad para mi padre y para mi fami-lia. De acuerdo con lo que se nos haenseado, leemos las Escrituras en fa-

    milia todos los das; lo hemos hechopor muchos aos. En casa, hemos le-do el Libro de Mormn varias veces ycontinuaremos hacindolo. Como seha prometido, el Espritu del Seorha conmovido el corazn de los inte-grantes de nuestra familia, hemossentido la fuerte resolucin de andaren obediencia a Sus mandamientos

    y recibido un firme testimonio de larealidad viviente del Hijo de Dios.

    Al saber que el Libro de Mormn

    es verdadero, uno sabe que JosSmith fue llamado por Dios para res-taurar la Iglesia de Jesucristo sobrela tierra; sabe que Jos Smith vio alPadre y al Hijo y que existe slo unafe y un bautismo vlido; sabe que unprofeta de Dios vive sobre la tierraen la actualidad y que l posee todaslas llaves del sacerdocio y el derechoa ejercerlas, al igual que Pedro enla antigedad. Tambin sabe que

    Jesucristo es el Hijo de Dios, el nico

    nombre por medio del cual se recibela salvacin; sabe que Dios el Padre vi-ve y que nos ama; sabe que Su plande salvacin es perfecto y siente el de-seo de efectuar las ordenanzas, de vi-

    vir los mandamientos y de perseverarhasta el fin.

    Me da mucha tristeza cuando al-guien a quien se le ha dado el Libro deMormn y se le ha explicado todo estoan se rehsa a leerlo. Me entristece

    que algunas personas permitan que

    otras influyan en ellas, rechacen inves-tigar el libro y lo dejen a un lado co-mo algo sin valor, sin participar delbanquete espiritual que ste ofrece.Para m, eso es incomprensible; escomo si un hijo o una hija que se en-cuentra separado de un padre amoro-so se rehusara a leer una carta de lsin siquiera abrir el sobre. Los quedeciden hacer eso, son como niosconsentidos que se niegan a probar lacomida que con tanta ternura su ma-

    dre ha preparado para ellos.Dios revela Su verdad cuando lagente sigue la exhortacin de Moronique se registra en Moroni 10:35 enel Libro de Mormn. EnPredicad MiEvangelio se resumen las instruccio-nes de Moroni de la siguiente manera:

    Uno: Leer el Libro de Mormn ymeditar sobre su mensaje concer-niente a Jesucristo.

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    Dos: Orar a Dios con fe enJesucristo para recibir el testimo-nio de que el Libro de Mormn es

    verdadero y que Jos Smith es elProfeta de la Restauracin.

    Tres: Orar sinceramente y converdadera intencin, lo que quieredecir que tienen la intencin de ac-

    tuar de acuerdo con la respuestaque reciban de Dios (pg. 115).

    Para quienes dicen que no pode-mos saber estas cosas, les testificoque s podemos cuando somos lo su-ficientemente humildes para hacer loque Dios nos ha indicado medianteSus profetas sobre la tierra. Creer locontrario sera aceptar la absurda no-cin de que Dios no sabe dnde sepuede encontrar la verdad o no tiene

    el poder para mostrrnosla. Slo por-que alguien no haya puesto en prcti-ca lo prometido en este libro nosignifica que otros no lo hayan hecho.

    Por qu amo y honro el nombrede mi padre? Porque mi padre leyla promesa del Libro de Mormn y lapuso a prueba. Por qu amo y honroel nombre de mi padre? Porque l norechaz la respuesta que haba recibi-do, a pesar de tener que afrontargrandes desafos. Por qu amo y hon-

    ro el nombre de mi padre? Porque lbendijo mi vida, aun antes de que yonaciera, al tener la valenta de hacer loque Dios esperaba de l.

    Invito a todos los que me oyen hoya leer el Libro de Mormn y a poneren prctica la promesa que ste encie-rra. Quienes lo hagan, sabrn que ellibro es verdadero.

    Testifico que el Libro de Mormnes la palabra de Dios. Debido a ello,s que Jos Smith es un profeta de

    Dios; s que l no escribi el Librode Mormn, sino que lo tradujo pormedio del poder de Dios. S queThomas S. Monson es el profeta deDios sobre la tierra en la actualidad, elnico hombre en la tierra que poseetodas las llaves del sacerdocio y el de-recho a ejercerlas. S que Jesucristoes nuestro Salvador y que l vive. Sque Dios vive y nos ama. En el nom-bre de Jesucristo. Amn.

    Vivimos en los tiempos peligro-sos sobre los que profetiz elapstol Pablo (vase 2 Timoteo

    3:1). Los que tratan de andar por elestrecho y angosto camino ven seduc-tores desvos por todos lados; esopuede distraernos, degradarnos, en-

    tristecernos o deprimirnos. Cmologramos el Espritu del Seor paraguiarnos en nuestras decisiones ymantenernos en el camino?

    En la revelacin moderna el Seordio la respuesta en este mandamiento:

    Y para que ms ntegramente teconserves sin mancha del mundo, irsa la casa de oracin y ofrecers tus sa-cramentos en mi da santo;

    porque, en verdad, ste es un da

    que se te ha sealado para descansarde tus obras y rendir tus devocionesal Altsimo (D. y C. 59:910).

    Es un mandamiento con promesa:Si participamos semanalmente y enforma apropiada en la ordenanza dela Santa Cena, nos hacemos merece-dores de la promesa de que siempre[tendremos] su Espritu [con noso-tros] (D. y C. 20:77). Ese Espritu esel fundamento de nuestro testimonio;nos testifica del Padre y del Hijo, nos

    recuerda todas las cosas y nos condu-ce a la verdad. Es la brjula que nosgua por nuestro camino. El presiden-te Wilford Woodruff ense que esedon del Espritu Santo, es el don msgrandioso que se le puede otorgar alhombre (Deseret Weekly, 6 de abrilde 1889, pg. 451).

    I.La ordenanza de la Santa Cena hace

    que la reunin sacramental sea la ms

    sagrada e importante de la Iglesia. Esla nica reunin del da de reposo a laque toda la familia puede asistir junta.

    Adems de la Santa Cena, el programade esa reunin siempre debe planear-se y presentarse para enfocar nuestraatencin en la expiacin y en las ense-anzas del Seor Jesucristo.

    Mis primeros recuerdos de la reu-nin sacramental se remontan al pe-queo pueblo de Utah donde se me

    La reuninsacramental y

    la Santa Cena L D E R D A L L I N H . O A K SDel Qurum de los Doce Apstoles

    La ordenanza de la Santa Cena hace que la reuninsacramental sea la ms sagrada e importante de la Iglesia.

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    orden dicono y donde tom parteen repartir la Santa Cena. Si las com-paro con esos recuerdos, las reunio-

    nes sacramentales a las que asistoahora en diversos barrios han mejora-do notablemente. Por lo general, laSanta Cena se bendice, se reparte ylos miembros la reciben en una at-msfera de apacible reverencia; sedirige la reunin, incluso los asuntosnecesarios, de manera breve y digna.Los discursos son espirituales en sucontenido y presentacin; la msicaes apropiada, as como las oraciones.sta es la norma y ello representa un

    gran progreso desde las experienciasde mi juventud.De vez en cuando hay excepcio-

    nes. Me doy cuenta de que algunosjvenes e incluso algunos adultos to-dava no han llegado a entender elsignificado de esta reunin ni la im-portancia que tienen en ella la reve-rencia y la adoracin individual. Loque siento la inspiracin de ensearaqu est dirigido a los que an nohan comprendido ni practicado estos

    principios importantes ni estn disfru-tando todava de las bendiciones espi-rituales prometidas de tener siempreconsigo Su Espritu guiador.

    II.Empezar por hablar de la forma

    en que los miembros de la Iglesia de-ben prepararse para participar en laordenanza de la Santa Cena. Hace cin-co aos, en una reunin mundial de

    capacitacin de lderes, el lderRussell M. Nelson, del Qurum de losDoce Apstoles, ense a los lderes

    del sacerdocio de la Iglesia cmo pla-near y dirigir las reuniones sacramen-tales. Conmemoramos Su Expiacinde una manera muy personal, dijo ellder Nelson, llevando a la reuninsacramental un corazn quebrantado

    y un espritu contrito. Es lo que tienems realce en nuestra observancia delda de reposo (La adoracin en lareunin sacramental,Liahona, agos-to de 2004, pg. 12).

    Y nos sentamos en la capilla mu-

    cho antes de que empiece la reunin.Durante ese tiempo de quietud, lamsica del preludio ser suave; no esmomento para conversar o transmitirmensajes, sino que es un perodo demeditacin acompaada del espritude oracin mientras los lderes y losmiembros se preparan espiritualmen-te para participar de la Santa Cena(vase La adoracin en la reunin sa-cramental,Liahona, agosto de 2004,pg. 13).

    Cuando el Salvador apareci a losnefitas despus de Su resurreccin, lesense que deban suspender la prc-tica del sacrificio por el derramamientode sangre, y que, en cambio, debanofrecerle como sacrificio un coraznquebrantado y un espritu contrito(3 Nefi 9:20). Ese mandamiento, repe-tido en la revelacin moderna, estable-ce que debemos tomar la Santa Cenatodas las semanas, y nos dice cmo

    hemos de prepararnos. Segn lo queense el lder Nelson, cada miem-bro de la Iglesia es responsable del en-

    riquecimiento espiritual que provienede la reunin sacramental (Liahona,agosto de 2004, pg. 14).

    En sus escritos sobre las doctrinasde salvacin, el presidente JosephFielding Smith ensea que tomamosla Santa Cena como parte de nuestraconmemoracin de la muerte y de lossufrimientos del Salvador por la reden-cin del mundo. Esta ordenanza se ins-tituy a fin de que renovemos nuestrosconvenios de servirle, obedecerle y re-

    cordarle siempre. El presidente Smithagrega: no podemos retener elEspritu del Seor si no cumplimos coneste mandamiento (Doctrina de sal-vacin, Tomo II, pg. 321).

    III.La forma en que nos vestimos es

    un indicador importante de la actitudy la preparacin que tenemos paracualquier actividad en la que tomemosparte. Si vamos a nadar, a caminar o a

    jugar en la playa, la vestimenta queusemos, incluso el calzado, lo indicaras. De la misma manera debe sernuestra forma de vestir cuando vamosa participar en la ordenanza de la SantaCena. Es como ir al templo; nuestraforma de vestir indica hasta qu puntocomprendemos y honramos la orde-nanza en la cual participaremos.

    En la reunin sacramental, y espe-cialmente durante el servicio de la

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    Santa Cena, debemos concentrarnosen la adoracin y en especial abstener-nos de cualquier conducta quepodra interferir en la adoracin quelleven a cabo los dems. La personaque se queda dormida en silencio porlo menos no molesta a los dems. Lareunin sacramental no es un momen-

    to para leer libros ni revistas. Jvenes,no es un momento para cuchicheosen telfonos celulares ni para enviarmensajes de texto a otras personas.Cuando tomamos la Santa Cena, hace-mos el convenio sagrado de que siem-pre recordaremos al Salvador. Qutriste es ver a alguien violar ese conve-nio precisamente en la misma reuninen la que hace dicho convenio!

    La msica es una parte esencial denuestra adoracin en la reunin sacra-

    mental. Las Escrituras ensean queel canto de los justos es una oracinal Seor (vase D. y C. 25:12). LaPrimera Presidencia ha dicho que elcanto de los himnos muchas veces esen s un elocuente sermn (Himnos,pg. IX). Es maravilloso cuando todaslas personas que asisten se unen en elcanto para ofrecer su adoracin, espe-cialmente en el himno que nos prepa-ra para participar de la Santa Cena.Toda la msica de esta reunin debe

    programarse cuidadosamente, tenien-do en cuenta siempre que esta msi-ca es para adorar y no para lucirse.

    El presidente Joseph FieldingSmith ense lo siguiente:

    esta es una ocasin en la que sedebe presentar el Evangelio, en la quese nos debe llamar a ejercer la fe y areflexionar en cuanto a la misin denuestro Redentor, y a dedicar tiempoa la consideracin de los principios desalvacin del Evangelio y no a otros

    propsitos. La diversin, la risa, la fri-volidad, todo eso est fuera de lugaren las reuniones sacramentales de losSantos de los ltimos Das. Debemoscongregarnos con el espritu de ora-cin, de mansedumbre, y con devo-cin en el corazn (vaseDoctrinade salvacin, Tomo II, pg. 322).

    Cuando hacemos eso, cuando nosunimos en la solemnidad que debeacompaar siempre la ordenanza

    de la Santa Cena y de la adoracin alSeor en esta reunin, nos hacemos

    merecedores de la compaa y de larevelacin del Espritu. Esa es la ma-nera de obtener gua para nuestra

    vida y paz a lo largo de la jornada.

    IV.El Seor resucitado hizo hincapi

    en la importancia de la Santa Cenacuando visit el continente americanoe instituy esa ordenanza entre losnefitas fieles; l bendijo los emblemasde la Santa Cena y se los dio a Sus dis-

    cpulos y a la multitud reunida (vase3 Nefi 18:110) al mismo tiempo queles mand:

    Y siempre haris esto por todoslos que se arrepientan y se bauticenen mi nombre; y lo haris en memoriade mi sangre, que he vertido por voso-tros, para que testifiquis al Padre quesiempre os acordis de m. Y si osacordis siempre de m, tendris miEspritu para que est con vosotros.

    Y si hacis siempre estas cosas,benditos sois, porque estis edifica-

    dos sobre mi roca.Pero aquellos que de entre voso-tros hagan ms o menos que esto, noestn edificados sobre mi roca, sinosobre un cimiento arenoso; y cuandocaiga la lluvia, y vengan los torrentes,

    y soplen los vientos, y den contraellos, caern, y las puertas del infier-no estn ya abiertas para recibirlos(3 Nefi 18:1113).

    La Santa Cena es la ordenanza quereemplaza los sacrificios de sangre y

    los holocaustos de la ley mosaica, ycon ella se recibi la promesa delSalvador: Y al que venga a m conun corazn quebrantado y un espritucontrito, lo bautizar con fuego y conel Espritu Santo (3 Nefi 9:20).

    V.Ahora me dirijo particularmente a

    los poseedores del sacerdocio que ofi-cian en la Santa Cena. Esta ordenanza

    Un jovencito de So Paulo, Brasil, recibe ayuda mientras se prepara para asistir a

    una transmisin de la conferencia.

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    siempre se debe llevar a cabo con re-verencia y dignidad. Los presbterosque ofrecen las oraciones en nombrede la congregacin deben pronunciarlas palabras lenta y claramente, expre-sando los trminos de los convenios yde las bendiciones prometidas. ste esun acto sumamente sagrado.

    Los maestros que la preparan y losdiconos que reparten los emblemasde la Santa Cena tambin efectan unaaccin muy sagrada. Me gusta el relatodel presidente Thomas S. Monson decmo siendo un dicono de doce aos,el obispo le pidi que llevara la SantaCena a un hermano que estaba en ca-ma y anhelaba recibir esa bendicin.Su gratitud me conmovi, dijo el pre-sidente Monson. El Espritu del Seor

    vino sobre m y sent que estaba sobre

    suelo santo (Inspiring Experiencesthat Build Faith, 1994, pg. 188).Todos los que ofician en esta sagradaordenanza estn sobre suelo santo.

    Los jvenes que ofician en la orde-nanza de la Santa Cena deben ser dig-nos. El Seor ha dicho: Sed limpios,los que llevis los vasos del Seor(D. y C. 38:42). La amonestacin delas Escrituras sobre el hecho de tomarla Santa Cena indignamente (vase

    1 Corintios 11:29; 3 Nefi 18:29) seaplica sin duda tambin a los que ofi-cian en esa ordenanza. Cuando unobispo disciplina a miembros de laIglesia que han cometido pecadosgraves, puede privarlos por un tiempodel privilegio de tomar la Santa Cena

    y ciertamente, por la misma autori-

    dad, se puede quitar el privilegio deoficiar en esa sagrada ordenanza.Lo que mencion antes sobre la

    importancia de que los que recibanla ordenanza de la Santa Cena vistancorrectamente se aplica, obviamente,de forma especial a los jvenes delSacerdocio Aarnico que oficien encualquier parte de la sagrada ordenan-za; todos deben estar bien aseados ymodestamente vestidos; no debe ha-ber nada en su apariencia ni en sus

    modales que atraiga la atencin hacia smismos ni que distraiga a ninguno delos presentes y le impida prestar unatotal atencin a la adoracin y a losconvenios que hacemos, los cuales sonel propsito de este servicio sagrado.

    Hace trece aos, el lder Jeffrey R.Holland ofreci una valiosa enseanzasobre este tema en una conferenciageneral. Puesto que la mayora denuestros diconos actuales ni siquiera

    haban nacido cuando pronunci esaspalabras aqu, las repetir para su be-neficio y el de sus padres y maestros:Permtanme sugerir que, siempreque sea posible, tanto los diconoscomo los presbteros que administranla Santa Cena lleven camisa blanca.Para las sagradas ordenanzas de la

    Iglesia, con frecuencia utilizamos ropaceremonial; por tanto, una camisablanca se podra considerar un tiernorecordatorio de la ropa blanca que uti-lizaron en la pila bautismal y un prece-dente de la camisa blanca que prontose pondrn en el templo y en la mi-sin (Haced esto en memoria dem,Liahona, enero de 1996, pg. 77).

    Por ltimo, la Santa Cena se prepa-ra, bendice y reparte slo cuando hasido autorizada por alguien que posee

    las llaves de esta ordenanza del sacer-docio. Esa es la razn por la que gene-ralmente no se prepara, bendice yreparte en el hogar ni en reunionesfamiliares, aun cuando haya all sufi-cientes poseedores del sacerdocio.Los que ofician en la mesa sacramen-tal, preparan la Santa Cena o la repar-ten a la congregacin deben serdesignados por alguien que poseeo ejerce las llaves de esta ordenanza;me refiero al obispado, o a las presi-

    dencias de los qurumes de maestroso diconos, mi casa es una casa deorden, dijo el Seor (D. y C. 132:8).

    Cmo podemos tener el Espritudel Seor para guiarnos en nuestrasdecisiones a fin de conservarnos sinmancha del mundo (D. y C. 59:9) y enel camino seguro a travs de la vida te-rrenal? Debemos ser merecedores delpoder purificador de la expiacin de

    Jesucristo; esto lo logramos al guardarSu mandamiento de venir a l con un

    corazn quebrantado y un espritucontrito y al participar de los emble-mas de la Santa Cena en esa hermosareunin semanal y hacer los conveniosque nos habilitan para la preciada pro-mesa de siempre tener Su Espritu connosotros (vase D. y C. 20:77). Es mihumilde ruego que podamos hacerlosiempre, el cual ofrezco en el nombrede Aqul cuya Expiacin lo posibilitatodo, el Seor Jesucristo. Amn.

    Una familia de Argentina disfruta del estar juntos durante una transmisin

    de la conferencia.

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    Estimados hermanos y herma-nas y amigos, qu da tan glo-rioso; hemos sido testigos del

    anuncio de cinco templos nuevos pornuestro amado profeta. Qu da tanhermoso para todos nosotros.

    Hacia el final de la Segunda GuerraMundial, a mi padre se le reclut paraservir en el ejrcito alemn y lo envia-ron al frente occidental, lo que hizo

    que mi madre quedara sola al cuida-do de nuestra familia. Aunque tenaslo tres aos, an recuerdo esapoca de temor y hambre; vivamosen Checoslovaquia y, da tras da, laguerra se acercaba ms y el peligroaumentaba.

    Por fin, durante el fro inviernode 1944, mi madre decidi huir a

    Alemania donde vivan sus padres.Ella nos abrig y de alguna manera

    logr que abordsemos uno de los l-timos trenes de refugiados con rum-bo hacia el oeste. Viajar en esa poca

    era peligroso; por dondequiera quebamos, el sonido de las explosiones,los rostros de ansiedad y el hambreconstante nos recordaban que estba-mos en una zona de guerra.

    A lo largo del camino, el tren se de-tena de vez en cuando para adquirirprovisiones. Una noche, durante unade esas paradas, mi madre baj rpi-do del tren en busca de alimentos pa-ra sus cuatro hijos. Al regresar, para sugran horror, el tren y sus hijos se ha-

    ban ido!La preocupacin la consuma y ora-ciones de desesperacin colmaron sucorazn. Frenticamente busc en lagrande y obscura estacin de trenes, ycon rapidez cruzaba entre las diferen-tes vas con la esperanza de que eltren an no hubiese partido.

    Tal vez nunca llegue a saber todo loque pas por el corazn y la mente demi madre esa obscura noche al buscarentre una deprimente estacin de tre-

    nes a sus hijos perdidos. No tengo du-da alguna de que estaba aterrorizada yestoy seguro de que pens que si noencontraba ese tren posiblementenunca volvera a ver a sus hijos. Scon certeza que su fe venci su temor

    y su esperanza venci su desespera-cin. Ella no era el tipo de mujer quese sentara a lamentarse de su trage-dia. Ella actu y puso su fe y esperan-za en accin.

    Por esa razn, corri entre las vas ylos trenes hasta que finalmente encon-tr nuestro tren, el cual haban movidoa una seccin alejada de la estacin.

    All, por fin, encontr a sus hijos.Con frecuencia pienso en esa no-

    che y por lo que mi madre debi ha-ber pasado. Si pudiese regresar al

    pasado y sentarme a su lado, le pre-guntara cmo logr salir adelanteante sus temores. Le preguntara encuanto a la fe, la esperanza y cmo

    venci la desesperacin.Aun cuando eso es imposible, tal

    vez podra sentarme hoy al lado deustedes y al lado de todo aquel que sesienta desalentado, preocupado o so-lo. Hoy me gustara hablarles del infi-nito poder de la esperanza.

    La importancia de la esperanzaLa esperanza, junto con la fe y la

    caridad, constituye una de las tres pa-tas de un banco; las tres estabilizannuestra vida sin importar los terrenosdesnivelados o escabrosos en los quenos encontremos en determinadomomento. Las Escrituras son claras yespecficas sobre la importancia de laesperanza. El apstol Pablo enseque las Escrituras se escribieroncon el propsito de que tengamos

    esperanza1

    .La esperanza tiene el poder de col-mar nuestra vida con felicidad2. Su au-sencia, cuando este deseo del coraznse demora, produce un tormento delcorazn 3.

    La esperanza es un don delEspritu4; tenemos la esperanza deque, por medio de la expiacin de

    Jesucristo y del poder de Su resurrec-cin, seremos levantados a vida eter-na debido a nuestra fe en el Salvador5.

    Esta clase de esperanza es tanto unprincipio de promesa al igual que unmandamiento6y, como con todos losmandamientos, tenemos la responsa-bilidad de hacerla una parte activa denuestra vida y superar la tentacin deperder la esperanza. La esperanza enel misericordioso plan de felicidad denuestro Padre Celestial conduce a lapaz7, a la misericordia8, al gozo9y a laalegra10. La esperanza de salvacin es

    El poder infinitode la esperanzaP R E S I D E N T E D I E T E R F . U C H T D O R FSegundo Consejero de la Primera Presidencia

    La esperanza en Dios, en Su bondad y en Su podernos renueva con valor durante desafos difciles.

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    semejante a un yelmo protector11; esel fundamento de nuestra fe12, y el an-cla de nuestra alma13.

    Moroni, en su soledad, an des-pus de ser testigo de la destruccintotal de su pueblo, crea en la espe-ranza. En el ocaso de la nacin nefita,Moroni escribi que sin esperanza noheredaremos el reino de Dios14.

    Entonces por qu existe ladesesperacin?

    Las Escrituras nos indican que de-be haber oposicin en todas las co-sas15; y as tambin lo es con la fe, laesperanza y la caridad. La duda, la de-sesperacin y el no cuidar a nuestroprjimo nos conducen a la tentacin,lo que puede ocasionar que perda-mos selectas y valiosas bendiciones.

    El adversario se vale de la desespe-

    racin para atar el corazn y la menteen una obscuridad agobiante. La de-sesperacin nos despoja de todo loque es conmovedor y alegre y dejaatrs los restos vacos de lo que la vi-da debi haber sido. La desesperacinmata la aspiracin, acelera la enferme-dad, contamina el alma y desfallece elcorazn. La desesperacin es comouna escalera que lleva, nicamente ypara siempre, hacia abajo.

    Por otro lado, la esperanza es co-mo los rayos del sol que se elevan porencima del horizonte de nuestras cir-cunstancias presentes. Penetra en laobscuridad con un brillante amanecer

    y nos alienta e inspira a poner nuestraconfianza en el cuidado amoroso denuestro eterno Padre Celestial, quienha preparado el camino para aquellos

    que buscan la verdad eterna en unmundo de relativismo, de confusiny temor.

    Entonces, qu es la esperanza?Las complejidades del idioma ofre-

    cen diversas variaciones y tonos de lapalabraesperanza . Por ejemplo, unnio podra tener la esperanza de re-cibir un telfono de juguete; un ado-lescente podra tener la esperanza derecibir una llamada telefnica de un

    amigo especial; y un adulto simple-mente podra tener la esperanza deque el telfono dejara de sonar deuna vez por todas.

    Hoy deseo hablarles de la esperan-za que va ms all de lo trivial y que secentra en la Esperanza de Israel16, lagran esperanza de la humanidad, a sa-ber, nuestro Redentor Jesucristo.

    La esperanza no es conocimien-to17, sino, ms bien, es la confianza

    perdurable de que el Seor cumplirSus promesas; es confiar en que sihoy vivimos de acuerdo con las leyesde Dios y las palabras de Sus profe-tas, recibiremos las bendicionesdeseadas en el futuro18; es creer y es-perar a que nuestras oraciones seancontestadas; es una expresin de

    confianza, optimismo, entusiasmo ypaciente perseverancia.

    En el idioma del Evangelio, esa es-peranza es firme, inquebrantable yactiva. Los profetas antiguos hablande una firme esperanza19y una es-peranza viva20. Es una esperanza glo-rificar a Dios mediante las buenasobras y por medio de la esperanza

    viene el gozo y la felicidad21. Con laesperanza podemos [tener] pa-ciencia y [soportar] todas [nues-

    tras] aflicciones22.

    Hay cosasporlas que esperamos ycosas en las que tenemos esperanza

    Las cosasporlas que tenemos es-peranza son por lo general aconteci-mientos futuros. Si slo pudiramos

    ver ms all del horizonte de la vidaterrenal lo que nos aguarda despusde esta vida. Es posible imaginarseun futuro ms glorioso que el queha sido preparado para nosotros por

    nuestro Padre Celestial? Gracias al sa-crificio de Jesucristo no debemos te-mer, porque viviremos para siempre,para nunca volver a probar de lamuerte 23. Gracias a Su Expiacin infi-nita, podemos ser limpios del pecado

    y ser santificados ante el tribunal deljuicio24. El Salvador es el Autor denuestra salvacin25.

    Cul es el tipo de existencia enel que debemos tener esperanza?

    Aquellos que vengan a Cristo, se arre-

    pientan de sus pecados y vivan en fe;vivirn para siempre en paz. Piensenen el valor de este eterno obsequio.Rodeados por aquellos que amamos,conoceremos el significado de la ma-

    yor dicha al progresar en conocimien-to y en felicidad. No obstante lomiserable que parezca el captulo denuestra vida hoy da, gracias a la vida yal sacrificio de Jesucristo, tendremosla esperanza y la seguridad de que el

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    final del libro de nuestra vida excede-r nuestras ms grandes expectativas.Cosas que ojo no vio, ni odo oy,ni han subido en corazn de hombre,son las que Dios ha preparado paralos que le aman26.

    Las cosasen las que tenemos espe-ranza nos sustentan en nuestro diario

    vivir. stas nos sostienen durante laspruebas, las tentaciones y los pesares.Todos hemos experimentado el desa-liento y la dificultad; de hecho, hay

    veces que la obscuridad parece serinaguantable. En esas ocasiones, losdivinos principios del Evangelio res-tauradoen los que tenemos esperanzanos sostienen y nos guan hasta que,una vez ms, caminamos en la luz.

    Tenemos esperanza en Jesucristo,en la bondad de Dios, en las manifes-

    taciones del Santo Espritu, en el co-nocimiento de que las oraciones seescuchan y se contestan. Ya que Diosha sido fiel y ha guardado Sus prome-sas en el pasado, podemos tener laesperanza y la confianza de que Dioscumplir las promesas que nos ha he-cho en el presente y en el futuro. Entiempos de afliccin, podremos asir-nos fuertemente a la esperanza de quetodas las cosas obrarn juntamentepara [nuestro] bien27 si seguimos el

    consejo de los profetas de Dios. Estetipo de esperanza en Dios, Su bondady Su poder nos renueva con valor du-rante desafos difciles y da fortalezaa quienes se sienten amenazados porlos muros sofocantes del temor, de laduda y de la desesperacin.

    La esperanza nos conduce a buenasobras

    Aprendemos a cultivar la esperanzade la misma manera en la que apren-

    demos a caminar: un paso a la vez. Alestudiar las Escrituras, al hablar connuestro Padre Celestial a diario, alcomprometernos a guardar los man-damientos de Dios, como la Palabrade Sabidura, y pagar un diezmo nte-gro, adquirimos esperanza28. Nuestracapacidad de [abundar] en esperan-za por el poder del Espritu Santo29

    aumenta al vivir el Evangelio msperfectamente.

    Habr ocasiones en las que deba-mos tomar la valiente decisin de te-ner esperanza a pesar de que todolo que nos rodee sea contrario a estaesperanza. Al igual que el padre

    Abraham, que crey en esperanzacontra esperanza30 o como un escri-tor lo expres: En la profundidad delinvierno [encontramos] en [nuestro]interior un verano invencible31.

    La fe, la esperanza y la caridad secomplementan entre s; a medida queuna crece, la otra tambin lo hace. Laesperanza viene por la fe32, puestoque sin feno hay esperanza33. De lamisma manera, la esperanza proviene

    de la fe, porque la fe es la certezade lo que se espera34.

    La esperanza es esencial tanto parala fe como para la caridad. Cuando ladesobediencia, la decepcin y la pos-

    tergacin socavan la fe, la esperanzaest presente para sostener la fe.Cuando la frustracin y la impacienciadesafan a la caridad, la esperanza for-talece nuestra resolucin y nos insta acuidar de nuestro prjimo incluso sinesperar una recompensa. Cuanto msbrille nuestra esperanza, mayor sernuestra fe. Cuanto ms fuerte seanuestra esperanza, ms pura sernuestra caridad.

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    Las cosasporlas que tenemos es-peranza nos conducen a la fe, mien-tras que las cosasen las que tenemosesperanza nos conducen a la caridad.Las tres cualidades: fe, esperanza y ca-ridad35, trabajan juntas fundadas en la

    verdad y en la luz del Evangelio res-taurado de Jesucristo y nos guan paraque abundemos en buenas obras36.

    La esperanza de las experiencias

    personalesCada vez que se realiza una espe-ranza, sta crea confianza y nos guaa una esperanza mayor. Recuerdo va-rias ocasiones de mi vida en las queaprend por mi propia experiencia elpoder de la esperanza. Recuerdo muybien los das de mi niez rodeados delos horrores y de la desesperacin deuna guerra mundial, la falta de opor-tunidades de formacin acadmica,los problemas de salud, de vida o

    muerte durante la juventud y las desa-lentadoras y desafiantes experienciaseconmicas como refugiado. El ejem-plo de nuestra madre, an en los peo-res momentos, de seguir adelante yde convertir la fe y la esperanza en ac-cin, no slo en preocupaciones oaoranzas, sostuvo a nuestra familia ya m y nos dio la seguridad de que lascircunstancias presentes daran pasoa bendiciones futuras.

    Por medio de estas experiencias sque el Evangelio de Jesucristo y el sermiembro de La Iglesia de Jesucristode los Santos de los ltimos Das for-talecen la fe, ofrecen una esperanzaradiante y guan hacia la caridad.

    La esperanza nos sustenta durantela desesperanza. La esperanza nos en-sea que hay un motivo para regoci-jarse aun cuando todo a nuestroalrededor parezca o