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Atotonilco, pueblo huertero Patrimonio histrico cultural

Atotonilco, pueblo huertero. Patrimonio histrico cultural.Jos de Jess Hernndez Lpez Responsable tcnico

Universidad de Guadalajara

Consejo Estatal de Ciencia y Tecnologa de Jalisco

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Atotonilco, pueblo huertero Patrimonio histrico cultural

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Atotonilco, pueblo huertero Patrimonio histrico cultural

AGRADECIMIENTOS

Deseo agradecer, a nombre del equipo conformado para el desarrollo de este proyecto de investigacin, a las autoridades universitarias de nuestra Alma Mater la Universidad de Guadalajara, as como a las correspondientes del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnologa del estado de Jalisco. La licenciada Mara Esther Avelar lvarez rectora del Centro Universitario de Los Altos, el gegrafo Ricardo Garca de Alba Garca en su calidad de coordinador de investigacin y acompaante de este proyecto, el licenciado Fernando Falcn Lpez primero y despus el doctor Jorge Alberto Balpuesta Prez quienes fungieron como secretarios administrativos y responsables en la parte financiera del proyecto, fueron garantas, piedra angular, confianza para llevar adelante esta aventura y compromiso institucional y social. Muchas gracias por la oportunidad de entrar en contacto con realidades regionales y ser vnculo entre la universidad y la sociedad. Igualmente Rafael Reyes Gonzlez, rika de Anda, Csar Israel Chvez, Julio Martnez Jimnez y Mara del Carmen Salcedo estuvieron al tanto de las gestiones administrativas y soportaron desesperaciones y molestias. Otras tantas recayeron sobre mi asistente de investigacin Mara Guadalupe Rojas Cabrera, a ellos mi agradecimiento por su compromiso universitario. Gracias a Pablo Guillermo Padilla Barragn, Paulino Partida, Christopher Crdenas, Noem Gonzlez, Nansi Ysabel Garca, scar Zaragoza, Ricardo Garca de Alba Garca, Jos Luis Pimentel Equihua, Alejandro Rentera, Germn Ral Jimnez, Carlitos Alberto Hernndez y Gunter Daz Surez quienes en diferentes momentos formaron parte del proyecto, se identificaron con l y se involucraron en las problemticas de los huerteros atotonilquenses. En la vida real como dice Carlitos, sin la amistad y compromiso recibido de muchas personas en Atotonilco, comenzando por el presidente de la asociacin de huerteros regantes de Taretan y manantiales, Gustavo Snchez El Bonito, de los corredores de aguas, particularmente de Miguel Gaona, as como de huerteros como Jorge Olivares, Miguel, Manuel, Gregorio y Jos Gonzlez, de Jaime Snchez Armenta, de las autoridades municipales encabezadas por Trinidad Garca y Francisco Godnez, la investigacin, el diseo de polticas pblicas y la ejecucin de las obras hubieran sido un fracaso y los resultados muy pinges e irrelevantes. Fue un pequeo incentivo al patrimonio intangible atotonilquense lo que ofreci buenos cimientos al proyecto. Agradecimientos para todos y nuestro compromiso de seguir investigando y buscando fondos. A quienes involuntariamente omito mencionar en este documento, pero que saben que tambin contribuyeron con comentarios, observaciones, sugerencias, mi gratitud manifiesta.

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INTRODUCCINSituado en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, [Atotonilco] se encuentra recostado en las laderas de los cerros, extendindose por otras que van a diluirse en la margen derecha del ro de los Sabinos. Por ello el 95% de los suelos pueden utilizarse para la agricultura (Orozco, s.f.:7-11).

Hablar del patrimonio de un pueblo es hacer referencia a aquellos objetos, costumbres, tradiciones y formas de hacer la vida cotidiana que son valiosos para sus pobladores en un determinado momento de su historia. La identidad se relaciona de manera estrecha con los referentes patrimoniales. La arquitectura, la escultura y las grandes obras hidrulicas, de ingeniera civil y las artes suelen ser privilegiadas por museos, avenidas y centros de las poblaciones para dar a conocer a propios y extraos sobre algunas caractersticas distintivas y peculiares de sus pobladores. Empero, el patrimonio tambin es intangible y cotidiano: los bailes y danzas, la forma de hablar y las expresiones coloquiales o regionalismos, la gastronoma tan vasta en expresiones de cocinas y formas de preparar alimentos constituyen este patrimonio. Este libro que hace las veces de reporte de investigacin pone su nfasis en dos tipos de expresiones del patrimonio jalisciense radicado principalmente en Atotonilco el Alto, a saber, sus huertas en terrazas con retenes de piedra conocidos como galpagos, y sus obras hidrulicas (acequias o zanjas y canales) que les acompaan, y el ser huertero con su saber hacer. Es decir, la cultura material evidenciable en huertas y canales es reflejo del patrimonio inmaterial constituido por los huerteros y sus prcticas culturales cotidianas que perviven y se robustecen en un contexto de globalizacin, empero ha sido preciso el acicate que desde la academia hemos realizado. Ambos patrimonios haban permanecido soterrados, oscurecidos por el brillo que otras actividades econmicas y su capacidad para movilizar la fuerza de trabajo han tenido en las ltimas dcadas en la localidad atotonilquense: Cultivar agave y producir tequila aparentan ser la solucin al sustento de los pobladores. No obstante esta vinculacin con los mercados internacionales de Atotonilco, otras formas de obtener complementos a los ingresos domsticos, que bien pueden conceptualizarse como precapitalistas porque sus productos no pasan por el mercado y para sus operaciones comerciales no se utiliza la moneda de estado, siempre han sido constitutivas de la cultura atotonilquense. La base de los diferentes e histricos paisajes de la comarca, de los diferentes aprovechamientos y formas de organizarse para producir y reproducirse est en la calidad y cantidad de aguas que brotan de los manantiales de Atotonilco y en la produccin de tierras en las cuales se pudiera cultivar. La industria tequilera es altamente demandante de agua, las huertas tambin lo son e histricamente en torno a las huertas se constituyeron particulares formas de usar y manejar las aguas.

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Para ello se requiri y se sigue requiriendo, de ah la relevancia del patrimonio inmaterial representado por los huerteros, de la creacin de suelos enriquecidos con materia orgnica, funcionales para la agricultura y con capacidad de cumplir tareas que hoy consideramos ecolgicas: retener suelos, evitar la erosin, evitar inundaciones, controlar el volumen y modificar la velocidad de descenso de las aguas. Huertas en galpagos o simplemente galpagos y obras hidrulicas son un verdadero patrimonio por sus aportes ecolgicos, econmicos, sociales y paisajsticos, son la expresin de cientos de hora de trabajo y de ingeniera mesoamericana prehispnica, que por el grado de complejidad y organizacin social requerida deben conceptualizarse como monumentales, ya que esta caracterstica no reside en las dimensiones sino en la complejidad que implica su edificacin. En tiempos donde productos locales entran y salen de los mercados globalizados, donde el Estado asume funciones de gestor de mercancas en escenarios internacionales y encumbra el valor esttico de ciertos de sus paisajes y del potencial turstico de su nacin, la mirada a las actividades bsicas que garantizan abasto alimentario, la pervivencia de economas familiares que con pocos medios y mucha creatividad, pocos agroqumicos y muchas labores culturales mantienen la tierra en condiciones de producir, pero precisan de estmulos va conocimientos, tecnologas duras y blandas y capacidad para colaborar en la organizacin de grupos, especficamente para ahorrar agua, son capitales. Por ello, acadmicos en conjuncin con autoridades y pobladores, entre ellos los directamente involucrados en la problemtica, pusimos ideas y manos a la obra para conservar uno de los patrimonios atotonilquenses, no slo por su valor cultural o esttico paisajstico, pero sobre todo por su valor como obras que siguen funcionando para producir y generar valores econmicos, adems de contribuir al ahorro de recursos vitales como son el agua, la tierra, la biodiversidad. El compromiso ecolgico y los servicios ambientales que se cumplen desde el pueblo huertero, deben ser conocidos y reconocidos y esa tarea de difusin es la que sigue como resultado de la intervencin con este proyecto.

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I. ATOTONILCO: TAN CERCA DE GUADALAJARA Y DE MESOAMRICA La biodiversidad como expresin de diversos mestizajes De acuerdo con las crnicas ms antiguas, Atotonilco es un pueblo fundado en 1528 por 26 indgenas bajo las rdenes del monarca purpecha o tarasco Tzintzincha Cazonzin, debido a que su hija Tzintzintli que padeca una enfermedad desconocida qued sanada tras baarse en las aguas termales del manantial denominado Ojo Caliente en lo que actualmente se conoce como manantiales de Taretan (Recuerdos, 1930:23).1 Dos aos ms tarde, Nuo de Guzmn emprendera la conquista de la comarca que de acuerdo con las crnicas estaba habitada por indgenas cocas y tecuexes, etnia a la cual pertenecan tambin los habitantes de Tequila y de Ameca, todos ellos hablantes de nhuatl. Otros historiadores refieren que las tribus que habitaban la zona a la llegada de los espaoles eran guamaraes, huachichiles genricamente conocidos como chichimecas, igualmente hablantes de nhuatl. Los topnimos, las evidencias lingsticas y materiales que siguen utilizndose como referentes para los pobladores de Atotonilco sugieren que la comarca fue asentamiento de diferentes grupos tnicos desde antes de la llegada de los espaoles y todava hasta las ltimas dcadas de vida colonial. Pero en todos los casos nunca hubo poblamiento alguno cercano a lo que hoy se conoce localmente como el bao de Tzintzintli. Tampoco los hubo en la parte alta donde se recargaban los manantiales. Las evidencias ms antiguas de poblamiento se encuentran a varios cientos de metros debajo del ro que forman las referidas aguas termales. Algunos de los grupos antes mencionados puede probarse que no tuvieron relacin entre s precisamente por haber ocupado la zona en diferentes perodos histricos, sin embargo, tambin hay evidencias que en otros momentos histricos varios grupos o etnias fueron contemporneos, contribuyendo con ello al enriquecimiento de la cultura local con su diversidad de prcticas y formas de adaptacin al entorno. El resultado que hoy es observable es una poblacin que goza de una identidad peculiar que se actualiza y renueva con cada generacin. Entre los nombres de esos lugares antes aludidos destacan Atotonilco que en lengua nhuatl significa Lugar de aguas calientes; Taretan que en tarasco significa Milpa, sementera, siembra; Chichimeco que en nhuatl se traduce como perro con mecapal lo que significara algo as como errante, cazador recolector que trae en su alforja o talega todo su bastimento caracterstico de su trashumancia. Al ser una denominacin endilgada por1 Sin embargo, haba propiedades espaoles en la margen oriental del ro Taretan y dentro de la Repblica de Indios, lo cual era motivo de conflictos sobre los legtimos dueos. (Cfr. AHAG, caja 1, expediente 12). No obstante, existan excepcionales negociaciones entre hacendados e indgenas. En 1791 Jos Mara Gonzlez Castaeda, de la parentela del Mayorazgo de Milpillas, que entre otras haciendas comprenda la de Margaritas, era propietario de una parte de la ladera noreste de Atotonilco, conocida como El Chichimeco, cuyos montes, dehesas y pastos permita usar a la Repblica de Indios, para sementeras, tener ganado, tomar maderas y otros aprovechamientos, sin ms pensin que los cortos obsequios de que somos capaces, a saber, acceso a las aguas del ro de Taretan para conducirlas mediante una presa en tierras de la comunidad y sus respectivas zanjas a la hacienda de Margaritas donde se usaban para irrigar los trigales, y permitir que las ovejas de don Jos Mara pastaran y se extendieran en pertenencias de la Repblica, as como prestndole auxilio al citado personaje cuando acudiera a la Reduccin.

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agricultores hablantes de nhuatl que haban dejado el nomadismo debido a su desarrollo tecnolgico para aprovechar aguas y tierras por ejemplo en la agricultura en chinampas, entonces el trmino chichimeco haca las veces de salvaje.

Fuente: Relacin de Michoacn. Ntese el grupo de la parte superior izquierda, aparece el trmino Tareta. En sus manos una caa de maz y un recipiente para almacenar el maz.

Entre las evidencias materiales se encuentran algunas represas en el ro de Taretan y las terrazas huerteras con sus zanjas para la conduccin y distribucin del agua. Ambas tecnologas son expresiones de las culturas hidrulicas del valle de Mxico. Sin embargo, basta un recorrido elemental por la zona conocida como el chichimeco, al Noreste de la localidad, para dudar si la adaptacin tecnolgica y ecolgica edificada ah para el aprovechamiento de aguas en la agricultura pudo ser obra de indgenas salvajes, a saber, esos que antes definamos

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como chichimecas. El contraste entre la toponimia y el grado de organizacin y de cultura requerido para la construccin de tierras o terrazas invitan a suponer que en algn momento la zona fue ocupada por chichimecas, los cuales nada tenan que ver con la tecnologa implementada posteriormente; o bien como parece ser ms probable, que los chichimecas eran un nombre genrico que no siempre refera a grupos indmitos, brbaros, cazadores recolectores, sin capacidad organizativa, y por lo tanto, constructiva. An ms, si los primeros y nicos pobladores fueran esas tribus brbaras, las cuales se movan en circuitos nmadas de caza y recoleccin, como conjuntos de individuos donde no exista una cabeza o figura de autoridad, se vuelve incomprensible el hecho de que en una comarca donde haba abundantes aguas y sobradas posibilidades para el desarrollo de la agricultura no hubiera grupos humanos con capacidad para aprovechar esos recursos antes de la presencia ibrica. Ahora, si con la llegada de los espaoles aparecieron la agricultura en terrazas y la actividad huertera, llama la atencin que se denominaran los lugares ms representativos y con alto potencial productivo con nombres indgenas y que se difundieran con tanta fuerza variedades de frutas, verduras, plantas y flores propias de las culturas indgenas, por ejemplo, la tuna, el guamchil, el mezquite, el chile, el tomate, el zapote, la ciruela, el maz, el frijol y la calabaza. La diversidad de frutas, flores, hortalizas, granos y semillas presentes al menos desde hace casi cuatro siglos evidencian que se trata de un interesante proceso de mestizaje, de un hbrido entre las culturas ibrica y mesoamericana presente en una zona habitada por cocas y tecuexes en los primeros aos de vida colonial, pero con notorias influencias de las formas de aprovechamiento del espacio propias de los tlaxcaltecas y los tarascos. Las reflexiones anteriores fueron un punto de partida en la investigacin que llega a una de sus metas en este documento. Entre las muchas preguntas que nos hacamos se encontraba aqulla de la incongruencia en denominar a una zona como chichimeca cuando el desarrollo tecnolgico, conocimientos, organizacin social y trabajo incorporado y materializado exhiban otra realidad. Cul era la relacin entre Taretan como expresin de sociedades agrcolas con capacidad y creatividad para realizar aprovechamientos sofisticados de agua, tierra y biodiversidad y, chichimeco como sinnimo de salvajismo? La respuesta era que a reserva de mayores evidencias, caba la posibilidad de pensar en adaptaciones ecolgicas al entorno muy diferentes y sucedidas en diferentes momentos histricos como ya se plante. As, ms interesante que orientar la bsqueda hacia el origen del actual Atotonilco o de su patrimonio cultural con ojos de pureza tnica, la originalidad e identidad de los pobladores, de sus tradiciones y de sus construcciones, debe ser entendida como parte de un proceso que se contina en el tiempo y en consecuencia no slo como un suceso acontecido en un momento histrico. Ese proceso que todava no termina tiene como su caracterstica el mestizaje, la hibridacin, la mezcla de tradiciones culturales en una zona de frontera entre Mesoamrica y Aridoamrica; entre lo domesticado y civilizado que convive con lo supuestamente brbaro e indmito; entre las zonas bajas y las mesetas alteas.

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Se trata de una conjuncin de factores, de elementos culturales originarios de diferentes grupos nativos de estas tierras, de los provenientes de Espaa y de los que se formaron como resultado de ese mestizaje en los albores del siglo XVI y continuaron los siguientes dos siglos, que fueron configurando el pueblo huertero de Atotonilco, el que pervive en ciertos aspectos y subyace a la cultura de los actuales atotonilquenses. El mismo que pretendemos visibilizar en este documento. En realidad, el patrn del actual pueblo ha sido modificado a partir de una base: la organizacin de las huertas por barrios, los cuales a su vez estaban basados en una distribucin ms aeja. As, la configuracin de esta traza particular tiene al pueblo de Atotonilco todava hoy atravesado por acequias (AHNPA, 1814:10) o por sus vestigios.

Mapa del obispado de Compostela. Mediados del siglo XVI. Ntese Atonilco en la parte superior derecha debajo de la leyenda Llanos de los Chichimecas. Sobre una edificacin con retenes de piedra.

Exploraciones arqueolgicas en la dcada de los ochenta del siglo XX en la comarca atotonilquense entregaron excelentes evidencias de una ocupacin prehispnica prolongada y diferenciada, con lo cual podra plantearse un desarrollo cultural propio de la regin. El grupo de investigadores parti del supuesto que se trataba de una zona que pudo haber pertenecido a los tecuexes y a los cocas, grupos nahuatizados que ocuparon esta regin en el siglo XVI, empero los descubrimientos resultaron ser mucho ms ricos y con una complejidad que no alcanzaba para ser atribuida slo a aquellos grupos (Castelln, 1987:8). En efecto, la

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adaptacin ecolgica al entorno y los eventos polticos que marcaron la historia colonial de la comarca han dejado evidencias en construcciones monumentales como las terrazas con galpagos o retenes de piedra. Algunas siguen siendo utilizadas como huertas, espacios de solaz y recreacin, otras pasaron a reforzarse para constituir los cimientos de las casas de un escalonado pueblo que semeja a ciertos pueblos mineros. En este libro queremos mostrar y destacar el valor patrimonial de esas evidencias materiales donde es clara la influencia de tecnologas mesoamericanas, de las formas de adaptacin al entorno propias de teotihuacanos, mexicas, otomes, tlaxcaltecas y tarascos, pero donde tambin la presencia ibrica y por extensin la mediterrnea y la musulmana estn presentes. Se trata de las terrazas en galpagos como localmente se conoce a los andenes, bancales o suelos creados en desniveles. A la par, as como es observable ese patrimonio tangible, tambin sigue habiendo testimonios de la forma como se elaboraron, de sus funciones diversas, de su potencial productivo y de la alternativa que constituyen para el aprovechamiento del entorno y como una fuente de obtencin alterna de recursos para el autoabasto, adems de su importancia en la produccin de oxgeno y otros servicios ambientales. Lo anterior es un patrimonio intangible que generacionalmente han recuperado, actualizado y puesto en prctica por los huerteros atotonilquenses, alma y corazn de las huertas todas, aunque aqu se privilegie como punto de partida las huertas en terrazas. Continuando con el relato histrico, en sus primeros aos de vida colonial Atotonilco fue una encomienda de don Martn del Campo. Lo anterior significa que los indgenas fueron reducidos, es decir concentrados o congregados donde actualmente est el centro administrativo de la poblacin, para ser educados en la fe mediante la asimilacin y contacto constante con espaoles y frailes. Por ende, el patrn de asentamiento del antiguo pueblo de Atotonilco, sobre el cual se construy el actual debi verse modificado y, como consecuencia, sustituir o ampliar el trazo que el pequeo pueblo debi tener en 1528, fecha declarada al inicio de este relato. La de los indgenas reducidos implic, en la prctica, una forma de organizacin del trabajo a favor de los encomenderos y que el indio fuera concebido como aqul individuo que viva en una reduccin, que trabajaba para el encomendero y que pagaba impuestos al mismo tiempo que era evangelizado, porque en cada congregacin debera haber una iglesia y un cura, mismo que se mantena de aquellos tributos. Las tierras y aguas a las cuales tenan acceso los indgenas eran propiedad de la reduccin y por lo tanto, no haba propiedad privada individual ni enajenacin. Al registro antes mencionado para los indgenas atotonilquenses le sigui otro del ao 1551. En esa fecha, legalmente los pobladores quedaron en encomienda de don Andrs de Villanueva,2 cuyas propiedades se extendan desde el valle circundante hasta la meseta altea. Para tales efectos, la evangelizacin religiosa corri a cargo de los frailes franciscanos quienes desde 1530 y hasta 1573 estuvieron presentes en la comarca. Esos personajes, como ya se ha documentado se dedicaron en gran medida a reducir a pueblos a grupos de indios que habitaban en las sierras o en lugares distantes de las primeras villas hispanas y los convertan en2

Cabe recordar que este personaje fue uno de los descubridores de las minas de Zacatecas, precisamente entre 1548 y 1550.

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lugares de visita de los conventos o curatos ms o menos cercanos (Yez, 2001:105). Entre las estrategias implementadas por los franciscanos para garantizar la permanencia de los indgenas estaba la responsabilidad de ofrecerles el abasto de alimentos durante los primeros aos. A partir de 1570 aproximadamente, la poltica colonial cambi las reducciones por reparto de indios, los cuales eran repartidos para trabajar en las haciendas y rancheras de los espaoles. Con ello, los misioneros agustinos asumieron la tarea de acompaar espiritualmente a los indgenas. El curato de Ayo el Grande en la frontera de los actuales Jalisco y Michoacn, a unas leguas del ro Santiago, fue la sede de los misioneros agustinos ms prximos a Atotonilco. En el siglo XVII pasara a ser Santa Mnica de La Barca la cabecera del curato. De ese perodo se tiene registro que indios de Atotonilco fueron enviados en repartimiento a varias haciendas, todas cercanas a Guadalajara para desempear oficios varios como segadores, pajareros, para limpiar acequias o abrir zanjas, oficios propios de indgenas cocas y tecuexes. Un ejemplo de lo anterior fue el reparto de indgenas para trabajar en la hacienda de los jesuitas ubicada en Toluquilla acualmente dentro de la zona conurbada de Guadalajara (Gonzlez, 1977). Los segadores realizaban tareas de cultivo y cosecha; los pajareros espantaban pjaros de los sembrados para evitar que las aves comieran los granos maduros, adems eran recolectores y realizaban tareas que hoy podramos considerar propias de los jornaleros.

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Fuente: Biblioteca Pblica del Estado de Jalisco. Mapoteca.Ca. 1717.

Por ello consideramos que los siglos de vida colonial, para los cuales tenemos documentacin histrica, demuestran que Atotonilco, un pueblo biodiverso que conjunta en sus diferentes alturas flora y vegetacin de climas clidos y templados, hmedos y secos, mediterrneos y mesoamericanos, es tambin un pueblo donde se sucedieron mltiples contactos entre grupos humanos dando como resultado el enriquecimiento de suelos, de flora y fauna que todava hoy pueden documentarse. Lo anterior a partir de las potencialidades existentes en el lugar para aprovechar las aguas de los manantiales de Taretan, motivo fundamental que incentiv el asentamiento, la relacin comercial con los grupos ah establecidos, y el considerar la localidad como un punto de encuentro y descanso de los arrieros en sus trayectos hacia las frtiles tierras michoacanas, el lago de Chapala, las minas de Zacatecas o Guanajuato, y el gran mercado de la ciudad de Guadalajara con el cual siempre estuvo articulada la localidad: Durante los siglos XVI al XVIII proveyndole maz, desde los siglos XVIII al XX abastecindole de frutas; y en diferentes perodos con mano de obra forzada a migrar a la gran ciudad. Por qu en un lugar de aguas termales y con una ladera tan empinada? Puesto en el mapa, Atotonilco se localiza en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, formando parte de las mesetas centrales de la vertiente del Pacfico. Metida en una depresin, la mancha urbana queda circundada por elevaciones3 cuyas pendientes en las laderas son mayores al 20% y, por ende, pudiera pensarse que por su ubicacin la localidad corre fuertes riesgos sobre todo en temporada de lluvias por los deslaves o crecidas de los arroyos en las partes altas. Sin embargo, como mostraremos en este documento las adaptaciones ecolgicas que se implementaron durante la poca Colonial impidieron que inundaciones o azolves, como resultado de suelos erosionados, impactaran la localidad. Las zonas donde se sentiran los efectos, y donde de hecho han comenzado a sentirse, son las partes bajas del poblado localizadas a lo largo del arroyo de Los Sabinos con una pendiente menor al 1%. A ese can que circunda Atotonilco le acompaan el otrora conocido como ro chico o Taretan que corre desde el Noroeste y hacia el Sureste; y el ro grande de los Sabinos que atraviesa la localidad de Este a Oeste, y de los cuales tambin nos ocuparemos. Los registros de incidentes y de riesgos que implica la edificacin de viviendas as como su dotacin de servicios bsicos son bastante recientes para esa zona, a saber desde hace un par de dcadas. Los fenmenos antes mencionados se han debido a eventos y cambios en los usos de suelo sin las debidas precauciones en las partes media y alta de la localidad. Lo anterior ha condicionado el desarrollo urbanstico de la poblacin hacia ese punto cardinal,Al Norte y Noroeste del centro del poblado la elevacin ms importante es la Mesa del Solorio; al Este y Sureste se encuentra el cerro de El Puerto y la mesa El Pino.3

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dando como resultado la expansin urbana hacia el Poniente y el Norte, sobre una zona histricamente destinada a la recarga de mantos freticos y a la agricultura huertera. El centro del poblado se encuentra a una altura promedio de 1 576 metros sobre el nivel del mar (msnm). La descripcin de un clima semiseco y un invierno seco por los meteorlogos no se ajustan totalmente a lo experimentado en el lugar, debido sobre todo a la gran cantidad de rboles y a la pervivencia de varias huertas que todava son irrigadas y que se ubican en la mancha urbana adems de aquellas que le abrazan en su permetro. La temperatura media anual es de 21C y la precipitacin media anual es de 880.4 milmetros (mm) con un rgimen de lluvias de junio a septiembre. Los vientos dominantes corren en direccin Sureste, refrescando la localidad por las tardes. Lo anterior sirve para entender cmo el entorno geogrfico y las condiciones atmosfricas de la comarca son particularmente relevantes para la actividad agrcola y hortcola que, al menos desde los primeros aos de vida colonial, se viene practicando. Hoy la cabecera municipal es una localidad con ms de 26 000 habitantes, ms de la mitad de la poblacin que conforma administrativamente el municipio, a saber 52 042 habitantes en una extensin de 638.15 km2. Ello resulta relevante para comprender que adems de la agricultura y la ganadera, el empleo en actividades comerciales, de servicios e industriales casi todas ubicadas en la ciudad son las alternativas. En trminos geolgicos los suelos atotonilquenses estn considerados dentro del perodo terciario; el subsuelo constituido por caliza, rocas gneas extrusivas, riolita 4, basalto5, toba6 y brecha volcnica. Debido al tipo de rocas pueden explicarse tanto la temperatura del agua de los manantiales de Taretan como las caractersticas de los suelos. El relieve con sus caractersticas edafolgicas puede distinguirse de la siguiente manera: Zonas accidentadas7, con pendientes mayores al 15%, con suelos tipo feozem hplico (Lf), o sea, suelo para cualquier clima, pero sobre todo de clima de lluvias, rico en materia orgnica y nutrientes, abundante en vegetacin de selva baja. Zonas semiplanas, con suelos tipo luvisol frrico (Lf). Estos existen principalmente al Norte de la localidad, sobre las planicies de las mesetas, donde hay mejores condiciones para la explotacin forestal. Zonas planas, con suelos tipo vertisol es decir, ricos en arcilla; cuando estn hidratados se expanden y se agrietan cuando se resecan. Los vertisoles de Atotonilco son principalmente crmico (Vc) y plico (Vp). Un vertisol crmico es comn enRocas volcnicas producidas por una violenta salida del magma al exterior de la tierra. Son rocas volcnicas, de composicin cida, color claro u oscuro, conformadas por el enfriamiento de lavas ricas en slice sobre la superficie terrestre, su composicin es bsica y su color oscuro. Generalmente se trata de rocas compactas y porosas. 6 Grupo de rocas arrojadas por las erupciones volcnicas, tales como ceniza y arena que posteriormente se compactan y cementan. 7 Al Oriente y Sur del municipio. Se trata de elevaciones entre los 1700 y 2000 metros. Destacan el cerro de El Embudo, Las Canoas y El Valle.5 4

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agricultura de riego como de temporal, ya que casi siempre es frtil, a pesar de ser difcil de labrar por su dureza, su lento drenaje y permeabilidad. Apto para el cultivo de granos y hortalizas. Puede utilizarse en actividades pecuarias y forestales. Los plicos son de color negro, con alta presencia de arcilla, materia orgnica, y nutrientes. Las zonas con menor grado de pendientes, ubicadas al Sureste y al Suroeste de la localidad, son las que cuentan con alto potencial agrcola, es ah donde se localiza la mayor parte de huertas de monocultivo, principalmente de lima y limn persa, pero con tendencia a incorporar aguacate y agave azul como monocultivo. Cabe destacar la vegetacin que se ha desarrollado a lo largo del ro de Los Sabinos con rboles de talla (Sabinos o ahuehuetes) que provocan un microclima importante en esa zona. No obstante la clara distincin del relieve de la localidad, cuando se analiza la diversidad de formas en las cuales las diferentes sociedades atotonilquenses se han desarrollado con el entorno,8 los suelos deben ser caracterizados de otra manera. En ambos casos se trata de suelos creados por la actividad humana: Suelos de aluvin. Se trata de los suelos comprendidos en la parte baja de la caada, de pendiente suave, y de los que se ubican en el pequeo valle de las riberas de los Sabinos, los cuales estaban superpuestos a terrenos arcillosos. Son suelos de aluvin, mezcla de arcilla que principalmente forma el terreno primitivo, con arena fina y con el limo que traen los ros y arroyos cercanos. stos son mezclados en mayor o menor cantidad por los agricultores de acuerdo con sus necesidades. Esa mezcla es necesaria porque el terreno puramente arcilloso es impropio para las huertas. Con la mezcla se form una capa de terreno suave, esponjoso, fcilmente arable, con capacidad para retener mayor humedad porque las capas inferiores son de arcilla, impermeable y evita que haya mayor desperdicio de agua por filtracin.

8 Los suelos del municipio se clasifican tambin segn sus aptitudes para el desarrollo humano. Los criterios para clasificar estn en funcin de las caractersticas fsico-naturales adems de considerar las cuestiones relativas a costos para la instalacin de infraestructura. * Zonas aptas. Aqullas donde las condiciones naturales y la implementacin de infraestructura no representaran costos adicionales al proceso de urbanizacin. Se localizan al Oeste y una pequea franja al Sur de la localidad. * Zonas condicionadas. Aqullas sustentadas en reas de cierta fragilidad en los ecosistemas naturales o topogrficamente difciles, con cercana relativa al rea urbana y a las fuentes de abastecimiento y zonas de descarga. Se localizan al Este, Norte, Sur y Oeste. * Zonas restrictivas. Aqullas donde existen riesgos de inundacin, pendientes escarpadas, problemas en el subsuelo, reas de preservacin ecolgica y servidumbres por infraestructura. Se localizan al Norte, en las laderas de la Mesa del Solorio, al Sur en las laderas del Pino y el cerro del Puerto. En las franjas correspondientes a la servidumbre federal de los arroyos los Sabinos y Taretan. Adems donde se encuentran las huertas y granjas al Sureste y Este de la localidad y en las reas de uso agrcola intenso localizadas al Suroeste de la mancha urbana. Adems de stas deben considerarse: * Zonas irregulares. Son la Colonia o Unidad Urbana La Loma, Lomas de Taretan, Vistas de Atotonilco, Buena Vista, Mara de Lourdes, Betania. Se trata de las zonas con las pendientes ms pronunciadas al Norte, y el fraccionamiento irregular Riveras de la Unidad gran parte de la colonia sobre un rea inundable, lo que propicia dificultades para su integracin urbana.

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Suelos cascajosos. Corresponde a los terrenos de cultivo en fuertes declives, sostenidos por retenes de piedra o terrazas localmente denominadas galpagos, los cuales descansan en terrenos cascajosos.9 En agricultura, una terraza es una superficie horizontal que se edifica en laderas o terrenos con un declive considerable, y que para sostenerse se construye una pared de palos con piedras, tierra de mayor dureza o piedras, como en el caso de Atotonilco. En esos suelos, si bien es cierto que la primera capa de terreno vegetal tambin lo forma una mezcla de arcilla, arena, hojas de rboles y limo probablemente trada de las inmediaciones de los Sabinos, su espesor tiene un promedio de 75 cm, y descansa en un terreno cascajoso, permeable, que se deja pasar con facilidad por el agua que no retiene y pierde por filtracin.

Huerta de lima en terrazas con galpagos de corta altura.

Esa diferencia en el subsuelo de la capa arable vegetal, tambin provoca distinciones en los volmenes de agua por unidad de cultivo. Por lo cual, la faja de terreno de fuerte pendiente requiere ms agua por hectrea para cultivo que el terreno suave.Aunque la concha del reptil es parecida a la forma de las piedras, el nombre parece aludir a la funcin. Un sinnimo de galpago es aparato que sirve para sujetar fuertemente la pieza con que se trabaja. http://es.thefreedictionary.com/gal%C3%A1pago En arquitectura un galpago es una masa de metal vertida en un molde de arena. http://www.parro.com.ar/definicion-de-lingote Tambin refiere tanto a una de las formaciones defensivas del ejrcito romano, protegidos por los escudos, como a los lingotes para fabricar las monedas.9

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Adems se agrega el hecho que son los terrenos que ms trabajo humano tienen incorporado, ya que requieren mantenimiento constante, pero para su edificacin se requiri transportar con seguridad durante el siglo XVII, pero existen hiptesis que podran extender su antigedad a los siglos XVI y XV- a fuerza de sangre (humana o animal) suelos gruesos de las mrgenes de los Sabinos, cascajo y cantos rodados, as como excretas animales de las partes altas. La distincin es importante porque pasa de slo referirse a la inclinacin del terreno, ubicacin y tipo de suelo, a incluir volmenes diferenciales de agua que son requeridos, pero todava ms, que en las zonas de relieve accidentado se construyeron esos otros suelos que conocemos como terrazas. Por la destreza, habilidad, organizacin social y divisin del trabajo que debi implicar tal empresa, slo puede pensarse en indgenas que eran genios constructores y con un alto sentido de aprovechamiento de las condiciones del entorno para el desarrollo de una agricultura intensiva en pequeos espacios.

Extracto de documento que menciona Tareta en cuya caada se estableci un molino de trigo. Caja 1, expediente 2. AHAG. Parroquias. Atotonilco. 1792.

Esta clasificacin puede subdividirse a su vez para mostrar con mayor precisin los diversos tipos de huertas existentes en la mancha urbana de Atotonilco segn otros criterios: a) Acceso a riego y b) Tipo de suelo. As entonces se tienen: 1. 2. 3. 4. Huertas galpagos con riego Huertas galpagos sin riego Huertas en el valle con riego Huertas en el valle sin riego.

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Generalmente las huertas ubicadas en el valle son de monocultivo, predominando la lima y el limn persa con tendencia a migrar hacia el cultivo de aguacate. Las huertas galpagos sin riego, por ubicarse por encima de los 1 600 y hasta los 1 800 metros, tienen algunos rboles de mango, manzana, aguacate, guamchil y destinan una porcin para la siembra de maz de temporal. Las huertas galpagos con riego son las ms biodiversas y las que mejor representan el mestizaje de las culturas indgenas y europea, del cual hablaremos ms adelante. En ellas pueden encontrarse flores, plantas de ornato, plantas medicinales y alimenticias, plantas de olor y rituales, rboles frutales y de sombra, hortalizas, frutas, verduras, algunos granos como el caf, as como pastos, alfalfa y ocote o bamb. En las partes ms bajas dominan las hortalizas: cebolla, rbano, cilantro, te de limn, alfalfa; en las partes medias los ctricos como naranja, chabacano, guayaba, ciruela, lima, limn; en las partes altas los mangos, aguacates, guamchiles, nogales. Tal diversidad garantizaba un mejor manejo del agua al aprovechar las mismas aguas ms su enriquecimiento gradual en los diferentes niveles, provocando as la conservacin de la humedad. Desde el punto de vista econmico, si algn cultivo no prosperaba, haba otros. Cabe mencionar que la expansin de la superficie huertera se dio desde la mancha urbana hacia las rancheras, siendo el siglo XIX el momento en el que se inici ese proceso. Con respecto al agua, fundamental para las actividades desarrolladas en Atotonilco, aqulla nunca fue problema debido a la abundancia y al fcil acceso. Por una parte estaba el ro Zula, por otra el ro Taretan. De ello hablaremos ms adelante.

Fuente: Biblioteca Pblica del Estado de Jalisco. Mapoteca. Siglo XVIII.

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Espacio de huerta donde se aprecia un perro bajo una chayotera, adems de un rbol de guayaba, dos cafetos, al fondo un tejabn que funge como pequea bodega y lugar de descanso.

El ro de los Sabinos y Zula El ro Zula, con una extensin total de ms de 100 kilmetros, tiene como arteria principal la que nace en las cercanas del cerro de la Campana en el municipio de Arandas. En su camino hacia el ro Santiago va captando el agua de otros afluentes, por ejemplo, el arroyo de la Caada del Muerto, la Caada de Guadalupe, Agua Nueva, San Francisco, Gachupn, Corambre, Carrizal y el ro de los Snchez. Desde su nacimiento hasta la poblacin de Atotonilco, el ro es conocido como ro de los Sabinos por la cortina de rboles que le acompaa en su descenso hacia Atotonilco. Una vez que abandona esta poblacin y despus de recibir las aguas del ro de Taretan la hilera de ahuehuetes desaparece, el ro con su afluente principal se dirige hacia la localidad de Zula. La cuenca principal de alimentacin del Zula es cercana a los 1 024 km 2, formada por lo general, por terrenos de mediana permeabilidad, arcillo arenosos que son arrastrados por las crecientes durante la temporada de lluvias, mezclndose con la hojarasca arbrea, maleza y ramas de arbustos.

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Es justo esta mezcla de limos y materias orgnicas la que fertiliza los terrenos de cultivo del valle de Atotonilco y una parte de Tototln, ya que al derramarse el agua cargada de sedimentos, entarquina y abona ampliamente los terrenos de labor (AHA. Aprovechamientos Superficiales. Caja 488. Expediente 7941:1-250). Taretan Los manantiales que brotan y descienden hacia la mancha urbana de Atotonilco de manera perpendicular al ro de Los Sabinos, son conocidos como Taretan, voz purpecha que significa sementera, sembrado o milpa, como ya se dijo. 10 Aqullos nacen en el cauce del arroyo del mismo nombre a una distancia de la confluencia con el ro de Los Sabinos de entre 3 508 a 2 930 metros, con un descenso de 92.75 metros hasta ste y con una pendiente de .028 por metro. A Taretan se debe el histrico desarrollo de la localidad, su patrn de asentamiento y en buena medida la articulacin que actualmente experimentan las industrias ah ubicadas con los mercados internacionales. En realidad Taretan fue el nombre de los predios cercanos a los manantiales que comprendan algunos lomeros, terrenos cascajosos y en fuertes pendientes as como el pequeo valle ubicado antes del actual primer cuadro de la ciudad. Por eso en los documentos ms antiguos siempre se hace referencia a los manantiales de Taretan. En el siglo XVII el ro aparece referido como ro de Atotonilco. Todava en 1881 era claro que los manantiales deban su nombre a los terrenos cercanos aprovechados desde antes de la Colonia en actividades agrcolas. (AHA. Aprovechamientos Superficiales. Caja 1241. Expediente 17132. Ao 1881). La mayora de ojos de agua o veneros que no brotan del lecho del arroyo lo hacen en la pared izquierda o norte del cauce del mencionado arroyo, ladera que rompe con la meseta altea. Ambas riberas lo mismo que su lecho son formaciones rocosas de origen volcnico. Las aguas que en ciertas pocas del ao sobre todo en verano se acercan a los 40 centgrados afloran en una superficie de 10 metros de ancho por 100 metros de largo. Esas aguas tienen su origen en Los Altos de Jalisco. La naturaleza permeable de los terrenos que conforman aquella meseta es la que provoca que la absorcin directa del agua de lluvia sea importante. En su camino subterrneo aquella agua va a ponerse en contacto con rocas de elevada temperatura que la calientan y la hacen aparecer en la superficie como aguas metericas de reconocida importancia. Al hacer uso de tecnologas actuales que permiten identificar va fotografa area, imgenes de satlite, ortofotomapas o programas para visualizar la tierra desde el espacio se vuelve evidente la relacin de Atotonilco con la zona de Los Altos de Jalisco, dado que aqul se encuentra al pie del escaln de las mesetas montaosas donde se ubican Tepatitln, San Ignacio Cerro Gordo y Arandas. All arriba, a 400 metros de altura sobre Atotonilco, se

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En un expediente de 1780 ya se consigna el trmino Taretan. (BPEJ).

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encuentra la zona de recarga o produccin del agua que brotar unos cuantos kilmetros adelante para dar vida a los manantiales a los cuales venimos haciendo referencia.11

Manantiales de Taretan. Fuente: Archivo Histrico del Agua. Aprovechamientos Superficiales. Caja 488. Expediente 7941. Aproximadamente 1920.

La medicin ms antigua con que se cuenta con respecto al volumen de agua que era encauzada desde los manantiales a los canales de irrigacin de huertas, se realiz en el primer tercio del siglo XX por ingenieros de la Secretara de Agricultura y Fomento, en ella se estim un gasto de 290 litros por segundo durante el estiaje. Cantidad nada despreciable ya que se traduce en 25 056 m3 por da, pero inferior a la que se conseguira aos despus por encima de los 500 litros. En ese descenso de Taretan de casi tres kilmetros hasta el ro de los Sabinos para tributar sus aguas, se constata cmo la mancha urbana se form, creci y se ha ido expandiendo desde a partir de las riberas taretenses constituyndole en una columna vertebral de las actividades productivas pero tambin de la traza urbana. 1211 Si en la meseta altea se implementaran tecnologas para retener los suelos y para que las mismas aguas torrenciales se filtraran en mayor cantidad, a travs del repoblamiento extensivo de bosques, levantando lienzos o cercas de piedra, otra sera la situacin que se experimentara en Atotonilco. 12 El ro Taretan bajaba por la calle principal conocida entonces como Calle Real, luego De la Constitucin, 16 de septiembre y ltimamente Hidalgo. Su cauce fue modificado por los espaoles colonizadores entre los siglos XVII y XVIII para ganar superficie al Poniente del ro (Cfr. Orozco, 2007:34-35 y, Orozco, s.f.:80-81).

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Tipos de terrenos. Fuente: Archivo Histrico del Agua. Aprovechamientos Superficiales. Caja 488. Expediente 7941.

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Represas para distribuir agua en canales. Taretan. Ca. 1911. AHA. A.S. Atotonilco.

Represas para distribuir agua en canales. Taretan. Ca. 1911. AHA. A.S. Atotonilco.

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Represas para distribuir agua en canales. Taretan. Ca. 1911. AHA. A.S. Atotonilco .

Lo anterior significa que durante los ltimos 400 aos aquellos manantiales (aguas mansas) y las aguas torrenciales (aguas broncas) que tambin conforman durante la temporada de lluvias el ro de Taretan, han sido un referente de la identidad local y por ende, ms que una fuente de agua para el riego agrcola, el principal motor de las actividades productivas de la localidad.13 Taretan14 es todava hoy uno de los rganos vitales de la localidad, es el corazn de Atotonilco. Empero, el agua por s sola no ha provocado tal forma de vida, de ah que deba destacarse a sus moradores y su trabajo con el cual han transformado el entorno configurando esplendorosos paisajes como otro de los rganos fundamentales.

Aunque en los ltimos aos no siempre de los lugareos. En noviembre de 1950 se puso en servicio el parque Taretan mismo que ha experimentado remodelaciones y ampliaciones en diferentes ocasiones.14

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Manantiales de Taretan. El color rojizo obedece a la erosin de los sueos alteos.

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De los histricos usos de aguas y suelos. Las aguas de Taretan han ido incrementando el nmero de usos con el paso de los aos. Tres patrones histricos pueden distinguirse: El del pueblo huertero Con aguas abundantes que alcanzaban para abastecer a una poblacin de varios miles de habitantes, con una relacin totalmente directa con los recursos naturales tierra y agua. El acceso a esos recursos exhiba la organizacin social, la centralidad del poder y el ejercicio que se haca del mismo a travs del fomento del intercambio y reciprocidad de frutos de la naturaleza. Cuando se suscit la presin y competencia por aguas y tierras fue debido a la presencia de espaoles, pero menos a consecuencia de una cuestin demogrfica que a su inters por contar con mayores volmenes de agua para reconvertir la zona y cultivar trigo, caa de azcar e introducir ganado. A pesar de la divisin del pueblo indgena reducido y asentado sobre la margen Este del ro Taretan, y la villa de espaoles ubicada desde el siglo XVII15 sobre la margen Oeste del mismo ro (Recuerdos, 1930:23),16 as como la presencia de trapiches, el patrn se extiende hasta fines del XIX.

15 El libro de bautismos ms antiguo correspondiente al curato de la localidad es de 1699. Se distingue con claridad cuando indica indio del pueblo de Atotonilco o espaol de la villa de Atotonilco. 16 Sin embargo, haba propiedades espaoles en la margen oriental del ro Taretan y dentro de la Repblica de Indios, lo cual era motivo de conflictos sobre los legtimos dueos. (Cfr. AHAG, caja 1, expediente 12).

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Durante el lapso de tiempo correspondiente al primer patrn que hemos identificado, las aguas de Taretan eran utilizadas en la Repblica por los indgenas para el riego de huertas, labores, sementeras y solares, para abrevar a los animales, adems de aquellas otras relativas a las necesidades domsticas Para lavar, las mujeres acudan a los ros de Taretan o de Los Sabinos, o en algunas zanjas por donde corra el agua hacia las huertas o los caaverales (Gutirrez, 2001:34), y para el desage de la poblacin. Las obras hidrulicas construidas para la distribucin del agua tambin cumplan funciones de saneamiento al transportar sustancias no dainas, va los desages de las casas. Esa materia orgnica era aprovechada precisamente para enriquecer las huertas.

Recorte que muestra cmo canales y zanjas atravesaban Atotonilco todava a principios del siglo XX. Fuente: AHA. A.S. Atotonilco.

Aquellos primeros pobladores de la Reduccin conformaron en 1793 la cofrada del Santsimo Sacramento,17 entre cuyos haberes destacaban 23 huertas, 28 pedazos de tierra para sembrar caa y otros frutos. Adems otras tierras de riego con porciones de las cualesPara 1835 la cofrada de nuestro amo el Santsimo Sacramento est integrada por espaoles e indgenas. (AHNPA, 1835:8v). En 1856 es una archicofrada. Ver tambin AHAG. Parroquias. Atotonilco. Caja 1. Carpeta 2. 1780-1815.17

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obtenan 60 cargas de trigo. Todas ellas estaban ubicadas en terrenos de suave pendiente cercanos al centro de la poblacin, en ambas mrgenes del ro. Esos terrenos haban sido formados por suelos erosionados y por las corrientes aluviales arrastradas por los ros Taretan y de los Sabinos.

Otro recorte que muestra cmo canales y zanjas atravesaban Atotonilco todava a principios del siglo XX. Fuente: AHA. A.S. Atotonilco.

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El del pueblo industrial. Relativo a las disputas por el agua entre huerteros (grandes y pequeos) versus los usos industriales que representan nuevos intereses para el uso y aprovechamiento, nuevas formas de organizacin social y de ejercicio del poder en Atotonilco. El patrn sirve para documentar la presencia de molinos, lineras y despus destileras. En 1938 se documentan molinos de harina propiedad de Francisco Salcedo y otro de Emilia Velzquez de la Pea, fbrica de hielo propiedad de Enrique Hermosillo, una planta de luz particular de Margarito Ramrez, y ms tarde la fbrica de tequila de Jos Gonzlez.18 Las aguas seguan utilizndose para el riego de 300 huertas, 19 pero adems tenan varios usos industriales, a saber, fuerza motriz y generacin de electricidad, 20 apareciendo con ello otro tipo de fricciones entre los diferentes usuarios interesados. Los nuevos usuarios reclamaban derechos preferentes porque slo requeran el agua para la generacin de fuerza motriz o en procesos de enfriamiento; los huerteros por su parte reclamaban el detrimento en el caudal de aguas del que eran objeto por los industriales, y argumentaban poseer preeminencia en el uso. En un contexto problemtico como se, los repartidores o corredores de agua complicaran ms el acceso al lquido y su distribucin. En parte actuando por intereses propios, pero en otros casos movidos por los intereses de sus representados. Ms adelante dedicaremos un apartado para hablar de la figura del corredor de aguas. Otros usos consistieron en el abasto de las necesidades domsticas 21 y el saneamiento.22

La concesin de agua ms antigua para esta fbrica es de 1949. Se utilizaban 2 lps durante 365 das, a razn de 24 horas diarias, hasta completar volumen anual de 63 072 m3. Contrasta con los 200 lps solicitados por lvaro Ramrez Ladewig en 1956, para el servicio de baos pblicos (balneario) a razn de cinco horas diarias hasta completar un volumen de 1 314 000 m3. (AHA. Aprovechamientos Superficiales. Caja 3029. Expediente 41719. Ao 1956). En 1959, Ignacio Gonzlez Vargas solicit nuevamente 2 lps por 24 horas durante 365 das, las aguas usadas en la destilacin sern devueltas en la fbrica de vino 7 Leguas. 19 La superficie irrigable en la margen derecha era de 262 ha a 73 cm con volumen de 3 244 007 m 3 por ao. A la izquierda tena una superficie de 244 ha 95 a 11 cm con volumen requerido de 2478548 m 3. 20 Las instalaciones de generacin de electricidad se ubicaban por la margen poniente del ro; la primera a 899.87 m de los manantiales. A principios del siglo XX su propietario era Severo Velzquez Brcenas; a 270 m delante de la sta, se encontraba el molino de Nixtamal El Refugio, propiedad de los seores comerciantes Salcedo y Vaca. Ah se usaban 165 lps para la generacin de electricidad por medio de una turbina de eje horizontal y un canal de conduccin con capacidad mxima de 171 lps. La ltima cada era aprovechada para mover el trapiche El Mayorazgo de los seores Pea. A fines del siglo XIX se instal sobre la margen oriental del arroyo un molino de trigo, que utilizaba 150 lps que dejaba caer a 15.10 m para producir una fuerza de 24 HP. Despus pas a ser la famosa fbrica de hielo de Servodeo Hermosillo. (Vase Orozco, s.f.:114). Otro tipo de fbrica que apareci fue la de vino de naranja, propiedad de Gregorio Santos e hijos. Y trapiches que con maquinaria moderna, molan la caa para elaborar piloncillo. stos fueron propiedad de Salvador y Jos de la Pea. 21 A fines del siglo XIX Atotonilco tena una poblacin cercana a los 5 000 habitantes, para cuyo abasto se destinaban 5.3 lps, equivalente a 91 l por persona por da. 22 Como ya se indic, el saneamiento se haca en general vertiendo los desechos en las zanjas de riego que son arrastrados por la corriente aguas abajo. Esto aumentaba el caudal del ro y agregaba materia orgnica que en huertas ubicadas al sur de la poblacin se aprovechaba (AHA. AS. 488, 7941:1-250).

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Desde la primera mitad del siglo XIX las aguas fueron utilizadas como fuerza motriz de molinos de trigo y como generadoras de electricidad. A principios del siglo XX un volumen de 5,3 litros por segundo se derivaba a la poblacin para atender las necesidades domsticas. Ese volumen se captaba mediante una simple obra de mampostera ubicada sobre la margen derecha del arroyo (hacia el sur), no estaba considerada en el gasto total de los manantiales que se destinaba, como ya se indic, al riego y a la fuerza motriz. Despus del depsito

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mencionado, el lquido era conducido por un tubo de fierro que gradualmente disminua de 4 pulgadas de dimetro a 2. Para 1919 la poblacin de Atotonilco alcanzaba los 5 000 habitantes, lo que quiere decir que por habitante se distribuan 91,5 litros diarios. En 1928, don Salvador Vzquez solicit se le concediera permiso para utilizar cinco pulgadas de agua para utilizarlas en baos pblicos. El agua la tom de la turbina del Molino del Refugio, y en su trayectoria la tubera pasaba por la calle Hidalgo, para despus de utilizarlas incorporarlas a travs del canal de La Capilla para el riego de huertas. (AHA. Aprovechamientos Superficiales. Caja 289. Expediente 7648. Ao 1928). El de la ciudad con su industria y su campo. Donde el riego de huertas est relativamente abandonado a su suerte debido a factores diversos, internos y externos. Destaca particularmente el ensanchamiento demogrfico de la localidad, la especulacin inmobiliaria, el crecimiento de la industria tequilera y de comercio y servicios. El patrn corre desde las ltimas tres dcadas del siglo XX hasta la actualidad. Se visitaron casas cuyo perjuicio obedece a la humedad originada con los riegos de ese terreno. Se sugiere la conveniencia de que se construya un dren que rodee la huerta y evite la filtracin de las aguas en las propiedades vecinas; los daos que consignamos, en pocas anteriores no existan, porque los terrenos en su mayora estaban dedicados a diversos cultivos y en la actualidad se han urbanizado y como decimos anteriormente hasta se abri una nueva calle, la que no se ha podido pavimentar por los daos que causan las aguas sobrantes en esa huerta. (AHA. Aprovechamientos Superficiales. Atotonilco. Caja 473. Expediente 7898. Aos 19661971). Si bien en los dos primeros patrones la informacin permite sostener que los conflictos no se presentaron por escasez de agua sino por la forma como deba distribuirse, en el ltimo y ms reciente, adems de los problemas en la distribucin, se aaden los relativos a la mayor presin por agua proveniente de una mancha urbana en crecimiento, una industria ms demandante y a una menor disponibilidad. Los tres patrones son formas de encuadrar las transformaciones que con el paso del tiempo se experimentan en la localidad, y aunque son histricas formas de aprovechamiento de los recursos y de organizacin para conseguirlo, esos tres modelos no son excluyentes, al contrario, hay evidencias materiales e intangibles de los tres y en ciertos contextos se les puede encontrar conviviendo. Por ejemplo, cuando las represas prehispnicas o coloniales siguen cumpliendo funciones de canalizadoras de las aguas del ro de Taretan hacia las obras hidrulicas coloniales a travs de las cuales aqullas se hacen llegar lo mismo a huertas coloniales, edificadas en el siglo XX o a los jardines y espacios ldicos construidos en las ltimas dcadas para el recreo y solaz de sus propietarios.

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Por ello, al tomar como eje el pueblo huertero con seguridad tocaremos tambin elementos que perviven y se relacionan con el pueblo industrial y con la transformacin ms reciente de la localidad en una importante ciudad productora de tequila con una mancha urbana en expansin.

Regadera al centro de la imagen y de una zona de galpagos. 400 metros debajo de Los Altos de Jalisco.

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Atotonilco, pueblo huerteroObservndose el casero alternando con las huertas enclavadas sobre galpagos y terrazas delimitadas por calles en curva y de tortuoso desnivel que con antiguos callejones serpean caprichosamente conformando un singular jardn poblado (Orozco, s.f.:7).

Los pueblos huerteros Desde la primera dcada del actual siglo los pueblos huerteros comenzaron a estudiarse como una categora de anlisis referida a una forma de adaptacin agrcola que debi anteceder a la agricultura extensiva y, por lo tanto, a las sociedades agrarias. Investigadores de El Colegio de Michoacn (Snchez, Boehm, Hernndez), el Colegio de Postgraduados (Martnez) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social (Rojas) han encabezado estas investigaciones. La categora pueblo huertero es diferente a la consideracin de un pueblo con huertas descrita as simple y llanamente; tambin es distante de una definicin que considera a un pueblo huertero como una zona de produccin hortcola cercana a un poblado; la caracterstica de los pueblos huerteros es que las evidencias materiales dan cuenta de una combinacin de los espacios de produccin con los espacios propios de la vida. Por tanto, las actividades econmicas estn ligadas a las sociales y polticas y ello se refleja en la arquitectura, en el patrn de asentamiento y en la traza urbana. Adems la identidad as como la construccin de smbolos como significados vividos tienen sus referentes en las prcticas culturales ordinarias: Sembrar, plantar, regar, podar, cosechar una fruta o comerla, etctera. El sealamiento sobre la existencia de un tipo particular de asentamiento humano caracterizado por la presencia de las huertas o huertos dentro del ncleo urbano y de una red de acequias que lo cruzaban no se haba tornado un argumento central de particulares procesos adaptativos. Los trabajos sobre pequeo riego, sociedades hortcolas, produccin para autoconsumo fueron un referente importante para el despegue de estos estudios. ngel Palerm, por ejemplo, en su bsqueda de la relacin entre agricultura de riego y desarrollo de la civilizacin en Mesoamrica, distingui tres tipos de tcnicas de cultivo fundamentales en esta rea cultural: roza, barbecho y regado (Palerm, 1980: 10-29). La huerta de casa o calmil, Palerm la considera como una variante del barbecho que tiene una gran importancia econmica porque ha servido para estabilizar y hacer permanente la habitacin (Palerm, 1980: 23). Teresa Rojas, al estudiar los componentes bsicos de la agricultura prehispnica: plantas, instrumentos, trabajo humano, tcnicas, mtodos y su integracin en los diferentes sistemas de cultivos, coloca a los huertos como un sistema agrcola especial y los divide en huertos domsticos o familiares y los huertos de especies comerciales. Los primeros se

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encontraban junto a las casas, casi siempre eran mixtos en su composicin vegetal. Los segundos eran monocultivos (Rojas, 1990:109-110). Por su parte, Mara de los ngeles Romero Frizzi al estudiar la agricultura en el Mxico colonial ha puesto al sistema hortcola como el sector de la agricultura india que ms abierta estuvo al cambio resultante del contacto entre las dos culturas. El rea de experimentacin por excelencia durante la poca prehispnica se conserv y se benefici con los productos de Castilla (Romero Frizzi, 1990: 159-160). Toms Martnez Saldaa quien al analizar la dispora tlaxcalteca en el norte novohispano, identifica al huerto como uno de los sistemas agrcolas prehispnico tlaxcalteca y los distingue segn su fuente de agua: huertos de riego y huertos de temporal (Martnez Saldaa, 1998: 107). Para este autor, el huerto como sistema agrcola fue el ms difundido en el norte de Mxico y se localiza sin excepcin en los lugares que estuvieron los tlaxcaltecas: Venado, Mezquitic y Moctezuma en San Luis Potos. Santa Mara de los Lagos, Colotln, Santa Mara y Tlatelolco en Jalisco. San Cristbal Hualahuises, Boca de Leones, Lampazos y Bustamante en Nuevo Len. Villa de Hoyos en Tamaulipas. Santa Mara de las Parras, Viesca, General Cepeda y Saltillo en Coahuila (Martnez Saldaa, 1998: 115-116). Boehm y Snchez, incorporaron a la metodologa para el estudio e identificacin de pueblos huerteros la etnohistoria y los sistemas de informacin geogrfica, los cuales les apoyaron en el anlisis de la informacin proporcionada por Las relaciones geogrficas de Michoacn. Los autores encontraron que el sistema agrcola tipo huerto no slo era un sistema de cultivo, sino que tambin haba configurado un modelo o tipo de poblamiento a ser considerado en la historia urbana regional. Adems afirmaron que este modelo era el resultado de la conjuncin de prcticas agrcolas y de poblamiento tanto autctonas como espaolas (Snchez y Boehm, 2005: 137-139); eso sin dejar de mencionar que eran espacios con sobradas evidencias de la combinacin de cultivos de rboles frutales, hortalizas y plantas de distinta ndole tanto americanas como europeas. Esta simbiosis est presente incluso en el lenguaje en virtud de que las voces huerta y huerto fueron adoptadas en los territorios americanos, y en el caso particular de Mxico no se ha identificado una diferencia tajante en los documentos histricos entre huerta y huerto. En una obra posterior titulada Entre campos de esmeralda los autores enfatizaron la importancia del sistema agrcola tipo huerto como una de las bases del sedentarismo humano, su presencia en mbitos europeos y americanos, las distintas denominaciones que tuvo y tiene en Mxico y, destacadamente, el papel que jug el riego para definir la cuadricula urbana (Boehm, 2002: 58-61; Snchez, 2002: 77-99). A partir de entonces el eje de anlisis pas a ser la relacin entre el espacio que ocupa la actividad hortcola, la traza urbana y el sistema de riego en la construccin y en los procesos de cambio de paisajes culturales y polticos. En esa direccin Hernndez, ha puesto atencin en cmo la industria tequilera en los casos de Tequila, Amatitn y tambin en Atotonilco, se han establecido y consolidado su notable despegue industrial y comercial, a partir de las bases que los pueblos huerteros tenan: disponibilidad de agua, red de obras hidrulicas para su distribucin, una organizacin social ligada al uso y manejo del agua.

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Empero, el estudio de los pueblos huerteros sigue dando temas y tpicos para analizar, investigar o debatir, esto debido a los constantes descubrimientos de ms pueblos huerteros que se estn sucediendo. Algunas de las varias lneas de investigacin que se siguen estudiando en la actualidad y en las cuales se inserta este documento son, por ejemplo, las que giran en torno a la pregunta relativa a la antigedad de los pueblos huerteros son coloniales, prehispnicos o por el contrario una difusin europea? Otra de las lneas es a propsito de los trminos huerta y huerto, a qu se refieren? Uno ms tiene que ver con su ocaso en el tiempo y las posibilidades que pueden ofrecer para discutir a propsito de la seguridad alimentaria, el autoabasto, la sustentabilidad y la ecologa, pero tambin sobre la produccin en pequea escala como complemento de la economa familiar. Al momento la categora ha alcanzado para considerar que en algn momento de su historia las siguientes localidades fueron pueblos huerteros, y en los cuales todava perviven ciertas evidencias materiales, por ejemplo: Jacona en Michoacn; Saltillo, Mzquiz y Arteaga en Coahuila; Aldama y Parras en Chihuahua; Irapuato en Guanajuato; Santa Mara de los ngeles, Colotln, Tequila, Pueblo de Moya Lagos- en Jalisco; pero tambin Santiago en Chile, Trujillo en Per y Mendoza en Argentina. Los datos anteriores sugirieron que los pueblos huerteros eran tpicamente americanos y que haban sido enriquecidos con la experiencia y especies europeas. La idea tom fuerza cuando la bsqueda en Europa se volva infructuosa: Todos los pueblos huerteros estaban en el continente americano. El anlisis cartogrfico de algunas de las poblaciones antes mencionadas evidenciaba la presencia de huertas o de solares para casa, tierras de pan llevar y huerta dentro del ncleo urbano y, el cruce de canales as como la traza urbana paralela o perpendicular a las fuentes de agua (ros, arroyos, acequias o canales) era contundente, a la par que mostraba la peculiaridad de esos asentamientos. No obstante ello, varias referencias al mundo europeo y particularmente a la antigua Flandes, actual Blgica, las cuales fueron localizadas en crnicas religiosas, representaron un verdadero aliciente para replantear las pesquisas y poner en duda los planteamientos relativos a la originalidad de los pueblos huerteros como americanos. Snchez y Boehm (Snchez y Boehm, 2005: 160) encontraron que el fraile agustino Matas de Escobar en sus crnicas describa o asociaba los paisajes de Jacona con algunos que pudo haber visto o conocido a travs de materiales impresos de origen europeo: Orden el pueblo ms en forma de pas virtuoso Flamenco, que en concertado comercio de calles y plazas; fundndolo todo a orillas y mrgenes del caudaloso ro que lo divide. A la moda de la soberbia Nnive, por cuyo medio pasa el crecido ufrates, o como Troya, que la divida el caudaloso Xanto. (Matas de Escobar, 1924: 866-867).

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Hallazgos de tal envergadura, comprobables en planos belgas y flamencos del siglo XVI donde ya era evidente la relacin entre huerto, riego y traza urbana 23 modificaron el inters por documentar la originalidad de los pueblos huerteros, pero sin despreciar sus peculiaridades que obedecan tanto a cuestiones ecolgicas, como a procesos sociales e histricos, y comenzaron a buscar los puntos de contacto entre Asia y los recordados jardines de Babilonia, los pueblos huerteros americanos y cualquier otra evidencia en los restantes continentes. Para decirlo de otra manera, estamos ante procesos que se presentaron en muy distantes espacios geogrficos pero ms o menos contemporneos. Queda pendiente documentar si se trata de un proceso de difusin, o como creemos, de evoluciones que no se desprenden de un solo centro y por ende son mltiples y que suceden como resultado de la relacin de las sociedades con su entorno. Lo que se ha conocido como evolucionismo multilineal. Cualquiera sea el caso, las diferentes fuentes de informacin en las cuales se da cuenta de lo que ahora denominamos pueblos huerteros o, a travs de las cuales se reconstruyen planos, sus paisajes y la forma de vida de antiguas sociedades, muestran otra caracterstica: Trtese de planos europeos o novohispanos, de pinturas o de descripciones, involuntariamente queda reflejado el contacto de las sociedades humanas en la diversidad de frutas, tecnologas e instrumentos de labranza. Esto es, los pueblos huerteros, en sus procesos evolutivos constituyen tambin una combinacin de tradiciones diversas simultneas o acontecidas en el transcurso del tiempo. A propsito de la diferencia entre huerta y huerto, Hernndez Lugo recuerda que huerta fue un concepto castellano que serva para denominar a la porcin de tierra que se destinaba al cultivo de frutos y hortalizas, pero en la cual predominaban ms los primeros. Mientras que huerto todava en discusin si era un espacio ms pequeo o ms grande que la huerta, era el espacio donde predominaban las hortalizas sobre los rboles frutales, pero que con el tiempo queda referida al espacio donde se encuentran las plantas y las macetas. Adems, en las huertas haba regado (Hernndez Lugo, 2009). As entonces, mientras en las huertas hay riego inducido a travs de obras hidrulicas, en los huertos el riego es manual. Para el caso de Atotonilco, Gutirrez, sin hacer referencia a las figuras que realizaban las respectivas labores, distingue entre huerta y hortaliza, esta ltima propia del horticultor. De acuerdo con su interesante descripcin, los terrenos que lindaban con algunas huertas, se ocuparon para el cultivo de una variedad de hortalizas requeridas para satisfacer los gustos de los lugareos y vecinos de la regin (Gutirrez, 2001:92-93). Sospechamos que Gutirrez considera que las huertas eran los espacios planos donde slo se cultivaba una fruta, mientras que las terrazas eran espacios hortcolas. Ms adelante mostraremos cmo en realidad ambas son huertas y en ambas hay una rica variedad de cultivos.23

Existen estudios como los de urbanismo en Amrica, los cuales tienen en comn el hecho de estar centrados en la influencia de las ordenanzas de Felipe II (1573); hay otros que reparan en la importancia de ciertos espacios pblicos y edificios civiles o eclesisticos y su relacin con la estructura cuadriculada desde donde aparentemente iban creciendo los pueblos, empero, como argumentamos, aspectos como la red de distribucin del agua o la existencia de espacios productivos de tipo rural en los asentamientos urbanos y su influencia en la traza urbana, no han tenido cabida en esta discusin. Pensamos que los pueblos huerteros como tales no han merecido el estudio que se requiere de parte de urbanistas, historiadores, arquelogos, arquitectos, etctera.

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Para Gutirrez los terrenos que lindaban con las huertas [y que podan ser parte de la misma propiedad] se destinaron a la produccin de legumbres y verduras como: cacahuates, calabazas de rbol, camotes, cebollas, habas, jitomates y tomates, sandas, melones blancos, frijol y alfalfa principalmenteComo la huerta conocida con el nombre de El Llano, terreno de gran extensin, pues se compona de una huerta de naranjos, una parte destinada para el cultivo de hortalizas, otra parte para el cultivo de caaverales y otro terreno que ocupaba un planto de caf. (Gutirrez, 2001:93).

Fuente: Archivo histrico del Agua.

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Hernndez Lugo incorpora un trmino ms a la discusin, las casas-huerto de tradicin rabe. Las cuales son caractersticas de lugares ridos, desrticos o distanciados de los centros de produccin. Fueron introducidas por los musulmanes en Espaa durante la Edad Media. stas primero son adoptadas por los religiosos que huyen de las ciudades para refugiarse en los monasterios lejos de las tentaciones y vicios que ofrecan las ciudades. En ellas se encontraba una alternativa de autosuficiencia para abastecerse de verduras y de frutas frescas. (Hernndez Lugo, 2009). As las cosas, algunas de las constantes encontradas son las siguientes: Organizacin social y divisin del trabajo. Por tratarse de una combinacin entre zonas de trabajo y de residencia, las actividades son desarrolladas por las familias o grupos domsticos garantizando as la transmisin de conocimientos de una generacin a la siguiente. Sedentarismo humano. Al ser espacios donde se vive y se obtiene lo necesario para vivir, los pueblos huerteros son un ejemplo alternativo de desarrollo sustentable y de autoabasto alimentario al garantizar la sobrevivencia en el tiempo de varias generaciones. Histricamente todo parece indicar que pueblos como los huerteros constituyeron una de las bases para el sedentarismo humano. Distribucin del espacio. En los pueblos huerteros estudiados los terrenos de cada grupo domstico tenan modestas dimensiones, solares con casa y huerta segn consignan los documentos donde junto con la familia habitaban animales domsticos y unos cuantos para la obtencin de protenas as como para realizar ciertas tareas, por ejemplo, para la traccin. Diversidad. En esas pequeas dimensiones se combinaba el cultivo de rboles frutales y de sombra, hortalizas, semillas y plantas con distintos usos culturales, por ejemplo, medicinales, comestibles, de ornato, aromticas y rituales. En el caso de Mxico, la diversidad responde a la combinacin de saberes y tradiciones de orgenes mesoamericanos e ibricos. Ambos aportaron frutales, injertos, animales domsticos, arte culinario, creencias religiosas y formas de organizarse para vivir y trabajar. Urbanismo y acceso al agua. En trminos urbanos, la traza de los poblados, generalmente ajustada a una cuadrcula o damero, no responda a las disposiciones de la Corona espaola que estableca un centro con edificaciones civiles y religiosas desde donde se expandiera la colonizacin espaola. En su lugar, en los pueblos huerteros, la traza corresponda con la ubicacin de las fuentes de abastecimiento de agua y a las zanjas que la atravesaban que, casi sin excepcin, pasaran a convertirse en callejones, calles y avenidas. Los edificios principales se definan tambin por su cercana y control del agua.

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Interdependencia o conciencia social. Al ser las aguas y sus obras hidrulicas un eje organizador del espacio, la conciencia de la ubicacin familiar y de las propias titularidades o propiedades frente a los dems tambin es una caracterstica de los pueblos huerteros. Cada uno saba quin tomaba el agua antes y hacia dnde y quin deba conducirse una vez que le usaba. Atotonilco, la Venecia de Jalisco Lo expuesto hasta este momento da pie para argumentar que Atotonilco es uno ms de los pueblos cuya urbanizacin estuvo asociada al uso y manejo del agua, principalmente para usos agrcolas. Lo anterior significa que en torno al agua se configur la identidad de sus pobladores y por ello durante muchos aos decir Atotonilco fue sinnimo o equivalente de ser huertero que significa que vive, trabaja y se relaciona con personas que se dedican a actividades similares.

Fuente: Archivo Histrico del Agua. Aprovechamientos Superficiales. Caja 488. Expediente 7941. Vista desde el Ro de Los Sabinos hacia el poblado. Dcada de 1920.

Como se indic antes, nombres de lugares y algunos artificios en el paisaje invitan a pensar en la presencia de varios grupos pertenecientes a tradiciones culturales distintas pero que con el tiempo se mestizaron y complementaron. Las presas, zanjas, las regaderas y las terrazas evidencian un pasado vinculado con Mesoamrica, muy probablemente a travs de los tarascos y los tlaxcaltecas quienes apoyaron las tareas de colonizacin y poblamiento del actual Occidente y Norte de Mxico. De los tlaxcaltecas se recuerda su capacidad organizativa, laboriosidad, inteligencia; de los tarascos que provienen de una zona frtil, abundante en mantenimientos en especial de maz, frijol, calabaza, chle, frutas varias.

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Hernndez Lugo documenta la presencia de tlaxcaltecas en Lagos en 1563, pocos aos despus del descubrimiento de las minas de Zacatecas, donde tambin hubo poblamiento tlaxcalteca. En la comarca de los lagos los lugareos vivan temerosos de los ataques de los indgenas Xiconaques o Custiques. Los tlaxcaltecas, aliados espaoles quienes para llegar a Lagos probablemente pasaron por Atotonilco, ya que descripciones del pueblo de Atotonilco correspondientes a la primera centuria de vida colonial sugieren la presencia de tlaxcaltecas en Atotonilco, los cuales traan consigo cerdos, guajolotes, borregos y cabras. Adems de frijol, calabaza, chilacayote, chile, jitomate tomate, biznaga, cha y quelites, aguacate, zapotes, chicozapotes, capulines, tejocotes y magueyes, a los cuales se aadieron para el complemento diettico aquellos otros que la regin les prodigaba, a saber: conejos, liebres, tunas, flor de nopal, aguamiel, mezquites, venado, codorniz, tlacuache, berro, verdolaga, organo, chile de monte, miel de abeja, peces y patos (Hernndez Lugo, 2009).

Adems de ello, el patrn de asentamiento, la distribucin del espacio y la diversidad corroboran que efectivamente podemos pensar la localidad como un pueblo huertero similar a los otros que han documentado los autores antes mencionados pero con sus caractersticas peculiares y distintivas como ahora pasamos a mostrar. El eje seleccionado para mostrar la organizacin de un pueblo huertero es el manejo del agua, fundamental para dar vida a un pueblo con sus huertas. Un pueblo huertero puede ser visto con un sistema donde interactan elementos vivos y otros en los cuales se materializan las decisiones y valores de quienes lo conforman.

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Las partes de este sistema son: los regantes y huerteros, el Estado Mexicano a travs de personajes adscritos a diferentes dependencias y la sociedad en su conjunto. Las evidencias materiales o elementos tangibles de la relacin y organizacin social son las huertas, los canales, los estanques y pequeas represas, las bodegas y los callejones. Podran faltar otros, pero stos son importantes. El eje de ese sistema es el agua. Los expedientes, documentos y las entrevistas realizadas demuestran que en torno al agua, ms que la tierra gira el sistema y los problemas tienen que ver con el reparto de un recurso que es de todos. El calendario agrcola se mueve entre la temporada de lluvia y la disponibilidad de un volumen aceptable para el riego durante el estiaje. La diversidad de los cultivos, la calidad de la fruta y las enfermedades tambin dependen en buena medida del agua y del acceso que se tenga. El horario personal de los huerteros o la organizacin que se implemente para la atencin de la huerta, a saber, si se acude directamente, a travs de un empleado o de un familiar, tiene que ver con los das y horarios de riegoEl agua es el factor que une y que dispersa. Abordaremos el funcionamiento del sistema a partir de sus elementos. Las huertas y los huerteros del vergel de JaliscoSituado en el fondo de un valle de exuberante vegetacin y rodeado de montes elevados que lo circundan por el Oriente, Norte y Sur, visto desde cualquiera de sus cumbres presenta el panorama ms encantador que se pueda imaginar: Un blanco casero surcado de calles desiguales y tortuosas, rodeado de inmensos plantos de naranjos, caaverales, flores y hortalizas (Recuerdo, 1930:5).

En la localidad no existe un tipo de huertas sino una diversidad de formas que combinan caractersticas de las sociedades hortcolas o agrcolas, de las agrarias y tambin de una agricultura ms moderna y tecnificada. Por ende, existen mltiples maneras para caracterizar las huertas atotonilquenses, a saber, segn su historicidad (antiguas o nuevas), su modernizacin tecnolgica (tradicionales, modernas que aplican agroqumicos y maquinaria), su organizacin social (caracterizada por vnculos de parentesco o por un manejo racional volcado hacia el mercado), o por su arquitectura (combinacin de espacios para vivienda, cultivo y pequea granja o con casas de campo y espacios ldicos), calidad agronmica (suelos cascajosos o de aluvin) y relieve (en terreno con pendiente o en el llano), por la diversidad botnica o por las tecnologas hidrulicas. A las conceptualizaciones anteriores agregamos que la huerta es ese pequeo espacio donde se pasa buena parte de la vida establecindose una relacin de contacto constante con la naturaleza y con la sociedad ms cercana e inmediata. Es decir, la huerta es un pequeo espacio de trabajo, de donde se obtiene un ingreso para el sustento, pero tambin un espacio donde se vive y se reproducen los seres humanos.

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El vocablo huerta localmente se utiliza lo mismo para referirse a la extensin de varias hectreas ubicada a unos cuantos kilmetros del poblado y que se destinan al cultivo de limn persa, lima o aguacate, que a ese pequeo solar al que antes nos referimos y que se ubica a unas cuantas cuadras del primer cuadro de la poblacin, que habitan una diversidad de rboles y plantas, pero tambin animales domsticos y silvestres. Jos Menndez Valds refiere para la ltima dcada del siglo XVIII (1789-1793) la conformacin tnica de la poblacin y las actividades a las que se dedican: 189 indios, 260 espaoles, 252 mulatos y 207 de otras castas ocupados en las siembras de maces, trigo, caa y cultivo de huertas, saliendo a las jurisdicciones inmediatas al expendio de sus hortalizas y semillas (citado en Torres, 2007:27). Y a propsito de la configuracin, en el siglo XIX Lpez Cotilla describe as la localidad: Un ro pequeo que nace al Norte de la poblacin en el punto nombrado Taretan, atraviesa la mayor de sus calles y riega sus huertas. El nmero de habitantes que contiene es de 4 464, sin embargo de haber perdido un 10% en la epidemia de clera morbus. La agricultura, el cultivo de variedad de frutales y verduras, y los tejidos comunes de algodn y lana forman la industria principal de sus moradores. (citado en Torres, 2007). Una descripcin ms del Atotonilco de principios del siglo XX recuerda: Alrededor del pueblo predominaban las huertas, las haba grandes y pequeas, desde 70 metros cuadrados como la llamada Quinta del Ferrocarril, y hasta de ocho hectreas como la huerta conocida con el nombre de la Enrramada. En las huertas se encontraba una gran diversidad de rboles frutales, tales como: arrayanes, cidros, ciruelos, granados, duraznos, limos, limones, tambin rboles de mamey, mangos, melones zapotes, nogales, platanales, perones, toronjos, zapotes negros, guayabos de variedades chino, colorado y agrio, as como mandarinos y naranjos agrios y de las variedades navel, escaln, valencia y la llamada corriente, y entre estos rboles frutales, tambin algunos fruticultores acostumbraban tener pequeos cafetales y rboles de aguacates. Pero la mayor cantidad de rboles frutales en las huertas eran los naranjos, de tal manera que lleg a ser la naranja la fruta que identificaba a Atotonilco el Alto, inclusive ocup los primeros lugares en produccin a nivel nacional. Despus le seguan las guayabas, las limas y los aguacates. Hubo huertas exclusivas de rboles de guayabos, otras de mangos. (Gutirrez, 2001:75-76).

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Por ello desde fines del siglo XIX Atotonilco fue definido por propios y extraos como el vergel de Jalisco por lo abundante de su vegetacin, la diversidad existente y las fragancias que se respiraban desde las cercanas al poblado. Un documento fechado en el primer tercio del siglo XX recupera una diversidad de cultivos que al menos durante la primera dcada del siglo XX se producan en el municipio: Maz, garbanzo, trigo, cebada, frijol, linaza, caa, camote, cacahuate, naranjas, limas, guayabas, maguey de pulque y de alcohol, mameyes, chicozapotes y en general, toda clase de frutas y productos propios de la zona templada y caliente, sin faltar los de la zona fra, por estar la ciudad al pie de la Sierra de Los Altos (Recuerdo, 1930:6). En una clara distincin, contina la narracin documental: las naranjas, dems frutales y las caas en el valle, eran los principales cultivos de la cabecera municipal, mientras que en los campos cercanos se cultivaba maz, trigo, garbanzo, frijol, etctera (Recuerdo, 1930:6). Adems se menciona una gran diversidad de rboles frutales: Arrayanes, cidros, ciruelos, granados, duraznos, limos, limones, rboles de mamey, mangos, melones zapotes, nogales, platanales, perones, toronjos, zapotes negros, guayabos de variedades: chino, colorado y agrio, mandarino y naranjos agrios y de otras variedades: navel o de ombligo, escaln, valencia y corriente; entre los rboles frutales algunos fruticultores acostumbraban tener cafetos y rboles de aguacate (Recuerdo, 1930:75). Otro documento que da cuenta de la amplia diversidad de frutas producidas en la localidad, esta vez en el contexto de la construccin del ramal del ferrocarril, el cual servira para el transporte de la fruta. Se trata de una referencia que apareci en un estudio de la Sociedad Agrcola de Jalisco en 1907. Entresacamos algunos datos: El ferrocarril parte de Atotonilco, cabecera de Departamento, poblacin de 2 000 habitantes y un extenso municipio de 20 000 habitantes. La parte baja del municipio est formada por ricas haciendas y numerosos ranchos. Su produccin se compone de: naranjas, limas, pltanos y guayabos; y otras frutas de tierra caliente que dan como 15 000 toneladas de carga; maz 150 000 hectolitros; garbanzo y garbanza 25 000 hectolitros, 800 000 kilos de panocha, 2 500 kilos de trigo; 7 000 hectolitros de frijol; 200 000 kilos de linazas. Hay en el municipio 25 000 cabezas de ganado vacuno, caballar 7 000, de pelo 8 000, y porcino 15 000. Un molino de cilindro y otro de piedra, ambos para trigo y cuatro molinos para linaza. Terreno de riego en la poblacin donde se cultivan ms de 150 000 rboles; legumbres para 25 carros de ferrocarril. Tanto las naranjas como las legumbres se exportan para los mercados del Norte como Zacatecas, Chihuahua, Ciudad Jurez y hasta los Estados Unidos. Las huertas de naranjo y las haciendas de la

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parte plana estn servidas por indios, mestizos y mulatos: los dueos son de raza blanca. En la parte alta domina la raza blanca tanto en los peones como en los propietarios (Torres, 2007:55-56). En aquel contexto de bonanza que se experiment prcticamente durante el perodo porfiriano, las cosechas eran sacadas de la localidad va el ferrocarril que corra de Atotonilco a Ocotln, desde donde se haca llegar a la ciudad de Guadalajara (Orozco, s.f.:110). Ese ramal se construy precisamente por la importancia de la produccin hortcola. El lmite de la produccin, segn los ingenieros de la Secretara de Agricultura y Fomento era los problemas en la distribucin del agua. Los pequeos huertos o huertas, como se indic tambin, han configurado la traza urbana. El tamao de las parcelas visto en el mapa da cuenta de un patrn de asentamiento y de tenencia de la tierra marcado por una fuerte subdivisin de la propiedad y, por lo tanto, de la existencia de numerosos pequeos agricultores que combinando tradiciones culturales mantienen la riqueza ecolgica observable en la cabecera municipal.

Evidencia de galpagos cerca de la casa y establo en un rancho ubicado en el chichimeco.

Las huertas con mayor diversidad se ubican dentro de la actual mancha urbana o en un primer cinturn que acompaa la ladera Norte, en un trayecto que va desde el Este y hacia el Oeste. En los suelos con poca inclinacin y cercanos al ro de los Sabinos tambin se pueden ubicar estas huertas cuya cosecha se vende sobre todo en el mercado regional.

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Por lo que toca a las otras huertas, sas se localizan en las riberas del ro de los Sabinos, en los suelos de mejor calidad. Por tratarse de monocultivos, el volumen cosechado es mayor y alcanza para ser comercializado en Guadalajara. Algunos huerteros se han asociado para exportar principalmente limn persa. Las caractersticas del medio han sido condiciones posibilitantes del cultivo de una amplia variedad de frutas, as como de granos y cereales sobre todo de maz, frijol, trigo, cebada, garbanzo, cacahuate y alfalfa. En las ltimas dcadas se incluyeron la plantacin de agave, limn persa y aguacate, cultivos que han aumentado su superficie desde la ltima dcada del siglo XX. A pesar de la deforestacin que se ha vivido en la comarca en los ltimos cien aos, Atotonilco sigue siendo una zona de diversidad arbrea. La mancha urbana est circundada por manchones de encino y madroo resabio de bosques ms amplios24; tambin abundan los huizaches, la madera de palo dulce, palo bobo o casahuate, espino, mezquite, borreguillo, papelillo, copalil