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Nivel Cero 10 Santander, 2002 Pág. 139-152 LOS MOLINOS DE LA ZONA DEL PALAO MAWIDA (ARGENTINA): CARACTERÍSTICAS Y USOS DESDE LAS PRIMERAS OCUPACIONES HASTA EL PRESENTE Isabel PEREDA Elena PERROTTA Programa Llamuco Sección de Arqueología-ICA-FFYL Universidad de Buenos Aires “Las casas de los más son de cueros y las mudan tres veces al año, porque en el in- vierno viven a las orillas del río o de la la- guna, que hay muchas, por ser donde se cuaja menos la nieve; la primavera y parte del verano y el otoño en los pinares en lo alto de la cordillera y cada uno tiene como hacienda propia su pedazo de pinar, como sucede con las viñas de los españoles” (Gerónimo Pietas, 1729) El mantenimiento de esta gente casi de or- dinario es piñones sacados de unas piñas... ellas son tan grandes. que vienen a ser del tamaño de una bellota de las de España y es tan grande el número de estos árboles que bastan para dar suficiente provisión a toda esta gente...” (Pedro Mariño de Lovera, ex- pedición de Pedro Leiva 1563) 1. INTRODUCCIÓN La zona donde hemos venido trabajando desde hace mucho tiempo se sitúa en un área circun- dante al cerro Palao Mawida, (fig. 1: 2) (Provincia del Neuquén) al comienzo de la Cordillera Andina Patagónica (L38º45’S/ L70º45’W) en zonas cuya altura varía entre 1000 m.s.n.m. y 1500 m.s.n.m. El extremo oriental de la zona trabajada es un punto situado en L70º12’W. Todo el paisaje se caracteriza por extensos mantos basálticos que determinan interfluvios mese- tiformes extensos, disectados por la excavación de los sistemas de drenaje de los arroyos Carrerri-Guayapa- Covunco, formadores de zonas mallinosas y a su vez alimentados por numerosos ojos de agua, así como por la existencia de una cadena de lagunas salobres (Fig. 1: 5) ubicadas en depresiones del relieve basálti- co -Lagunas I, II, III, IV, Los Flamencos, Loreto, Miranda, del Panteón y otras- ellas terminan, junto con los volcanes extinguidos de distintas edades Carrerri, Cansino, Bandera, Llamuco y otros, de conformar las características típicas de la zona (Mar- tínez, 1999). A mayor altura (1300 m.s.n.m. y más) co- mienzan los bosques de pehuén (Araucaria araucana) (Fig. 1: 6) puro o mixto con coihue, ñire, roble pellín y lenga (Nothofagus dombeyi, N. antartica, N. obliqua y N. pumila). Araucaria araucana, endémica en Neuquén, es una especie muy grande de hermoso aspecto, con raíces de fuerte desarrollo que soportan con facilidad los fuertes vientos helados que llegan de la Antártida y poseen una espesísima corteza que los hace bastan- te resistentes al fuego y a los derrames de lava. (Heus- ser et alii, 1988). Esta especie está protegida en los Parques Nacionales de Argentina y Chile. La dispersión del bosque de Araucaria arau- cana en el lado oriental de los Andes en general se acepta considerarla situada entre L37º45’S y L39º40’S y con presencia más escasa hasta L40º10’S, hacia el oriente el bosque alcanza la L.70º50’’W, (Fig. 2) en la latitud de la zona que estu- diamos. Hay que tener en cuenta que en el Oeste de la cordillera, en la vecina Rep. de Chile, lugar origi- nal de la etnía mapuche -la Araucanía- el bosque ocupa además del lado Oeste de los Andes en bosque mixto variado, dos manchones en la cordillera de la Costa, cercana al Océano Pacífico, con bastante más lluvia, determinando un ambiente totalmente distin- to. La vegetación, en general está formada por pastizales de coirón (Stipa sp.) que hace de matriz o continente y contiene a los paisajes descriptos ante- riormente. Dentro de los mallines, excepcionalmente extensos para esa región neuquina crece el “pasto de mallín” (Scirpus sp.) junto a ciperáceas y juncáceas varias. La presencia de agua permanente los hacen una buena oferta de pasturas todo el año especial- mente en invierno, cuando escasean en otros lugares. Hoy en día el área de mallines se encuentra mejora- do con semillas forrajeras. La caída de lluvia en la zona -media anual- fué, en el decenio 1941-1950 de 243 mm.; hay otra medición para el período 1964-94 basada en la me- dia anual, de 318 mm., con extremos de 115 y 570 mm. -sin contar la caída de nieve. Los niveles medios para las temperaturas en el decenio 41-50 fueron: para enero -mes más caluro-

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Nivel Cero 10 Santander, 2002

Pág. 139-152

LOS MOLINOS DE LA ZONA DEL PALAO MAWIDA

(ARGENTINA): CARACTERÍSTICAS Y USOS DESDE LAS PRIMERAS OCUPACIONES HASTA EL PRESENTE

Isabel PEREDA Elena PERROTTA

Programa Llamuco Sección de Arqueología-ICA-FFYL

Universidad de Buenos Aires

“Las casas de los más son de cueros y las mudan tres veces al año, porque en el in-vierno viven a las orillas del río o de la la-guna, que hay muchas, por ser donde se cuaja menos la nieve; la primavera y parte del verano y el otoño en los pinares en lo alto de la cordillera y cada uno tiene como hacienda propia su pedazo de pinar, como sucede con las viñas de los españoles” (Gerónimo Pietas, 1729) El mantenimiento de esta gente casi de or-dinario es piñones sacados de unas piñas... ellas son tan grandes. que vienen a ser del tamaño de una bellota de las de España y es tan grande el número de estos árboles que bastan para dar suficiente provisión a toda esta gente...” (Pedro Mariño de Lovera, ex-pedición de Pedro Leiva 1563)

1. INTRODUCCIÓN

La zona donde hemos venido trabajando

desde hace mucho tiempo se sitúa en un área circun-dante al cerro Palao Mawida, (fig. 1: 2) (Provincia del Neuquén) al comienzo de la Cordillera Andina Patagónica (L38º45’S/ L70º45’W) en zonas cuya altura varía entre 1000 m.s.n.m. y 1500 m.s.n.m. El extremo oriental de la zona trabajada es un punto situado en L70º12’W.

Todo el paisaje se caracteriza por extensos mantos basálticos que determinan interfluvios mese-tiformes extensos, disectados por la excavación de los sistemas de drenaje de los arroyos Carrerri-Guayapa-Covunco, formadores de zonas mallinosas y a su vez alimentados por numerosos ojos de agua, así como por la existencia de una cadena de lagunas salobres (Fig. 1: 5) ubicadas en depresiones del relieve basálti-co -Lagunas I, II, III, IV, Los Flamencos, Loreto, Miranda, del Panteón y otras- ellas terminan, junto con los volcanes extinguidos de distintas edades Carrerri, Cansino, Bandera, Llamuco y otros, de conformar las características típicas de la zona (Mar-tínez, 1999).

A mayor altura (1300 m.s.n.m. y más) co-mienzan los bosques de pehuén (Araucaria araucana) (Fig. 1: 6) puro o mixto con coihue, ñire, roble pellín y lenga (Nothofagus dombeyi, N. antartica, N. obliqua y N. pumila). Araucaria araucana, endémica en Neuquén, es una especie muy grande de hermoso aspecto, con raíces de fuerte desarrollo que soportan con facilidad los fuertes vientos helados que llegan de la Antártida y poseen una espesísima corteza que los hace bastan-te resistentes al fuego y a los derrames de lava. (Heus-ser et alii, 1988). Esta especie está protegida en los Parques Nacionales de Argentina y Chile.

La dispersión del bosque de Araucaria arau-cana en el lado oriental de los Andes en general se acepta considerarla situada entre L37º45’S y L39º40’S y con presencia más escasa hasta L40º10’S, hacia el oriente el bosque alcanza la L.70º50’’W, (Fig. 2) en la latitud de la zona que estu-diamos. Hay que tener en cuenta que en el Oeste de la cordillera, en la vecina Rep. de Chile, lugar origi-nal de la etnía mapuche -la Araucanía- el bosque ocupa además del lado Oeste de los Andes en bosque mixto variado, dos manchones en la cordillera de la Costa, cercana al Océano Pacífico, con bastante más lluvia, determinando un ambiente totalmente distin-to.

La vegetación, en general está formada por pastizales de coirón (Stipa sp.) que hace de matriz o continente y contiene a los paisajes descriptos ante-riormente. Dentro de los mallines, excepcionalmente extensos para esa región neuquina crece el “pasto de mallín” (Scirpus sp.) junto a ciperáceas y juncáceas varias. La presencia de agua permanente los hacen una buena oferta de pasturas todo el año especial-mente en invierno, cuando escasean en otros lugares. Hoy en día el área de mallines se encuentra mejora-do con semillas forrajeras.

La caída de lluvia en la zona -media anual- fué, en el decenio 1941-1950 de 243 mm.; hay otra medición para el período 1964-94 basada en la me-dia anual, de 318 mm., con extremos de 115 y 570 mm. -sin contar la caída de nieve.

Los niveles medios para las temperaturas en el decenio 41-50 fueron: para enero -mes más caluro-

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so- 19.0º C y para julio -mes más frío- 3,7º C. Duran-te el invierno las heladas son prolongadas y cortas en primavera y otoño. No es raro alguna helada en verano.

El paisaje descrito conforma tres ambientes distintos (Fig. 1: 4, 5 y 6) que se corresponden con la época del año en que se han encontrado instalados sus habitantes e informan sobre el tipo de actividad realizada; asimismo es diferente la oferta y uso de los recursos disponibles en cada uno de ellos según dicen los restos arqueológicos prehispánicos y los posterio-res datos escritos entre el siglo XVI y la actualidad. El ambiente llamado de mallines bajos (cotas de 1000 a 1200 m.s.n.m.) surcado por gran cantidad de ríos y arroyos y bañado por innumerables vertientes fué ocupado a fines del otoño y en el invierno y según las variaciones climáticas también durante la primavera temprana, siendo sus pastos aptos para Lama guanicoe, y ofreció a los grupos un aprovisionamiento abun-dante, accesible y seguro. Es la zona más fértil en hallazgos arqueológicos, y en uno de los mallines más extensos se halla el sitio multicomponente Alero IV. Un sub-ambiente a tener en cuenta se compone de una extensa zona de pampas de coironales atravesa-da por cuencas de importantes arroyos o ríos; es de clima más benigno y algo más húmedo, a menor altura sobre el nivel del mar. (Aguerre, 1994). Pre-senta una importante cantidad de arte rupestre (Gra-dín y Pereda, 1999) y un interesante cementerio de época post-contacto temprano, en Estancia Las Laji-tas. (Podestá y Pereda, 1979)

En la primavera y comienzo del verano los asentamientos tenían lugar sobre el rosario de lagu-nas salitrosas situadas a mayor altura y menor tem-peratura, ámbito que ofrece en esa época del año múltiples recursos: avifauna, huevos, caza de Lama guanicoe nonatos, neonatos y otros mamíferos peque-ños para utilización de los cueros y/o consumo y posibilidades de una recolección muy variada. El sobrepastoreo de esta zona en tiempos recientes -principios del siglo XX- erosionó mucho este am-biente y descubrió una gran cantidad de restos de antiguas instalaciones humanas, que hablan de una intensísima ocupación -restos en superficie en Las Lagunas y parapetos de caza- (Perrotta y Pereda, 1982) pero no facilitan las actuales -es conocido como el “voladero”.

En verano y comienzos del otoño se ocu-paba el tercer ambiente: el bosque, (cota 1500 m.s.n.m. en adelante); allí se recolectaba -aún hoy en día se hace- el piñon de la araucaria, alimento de primerísima calidad por su contenido en hidratos de carbono (amiláceas) elemento que completaba la dieta de los cazadores. Esa época del año es apta para la caza de Pterocnemia pennata (choique o avestruz petiso), ya que se trata de la época en que las hem-bras están más gordas. (Claraz, 1865-66).

Este traslado permitía tanto ayer como hoy, el aprovechamiento de los finos pastos de los malli-nes de altura por las manadas de animales silvestres y

posteriormente por el ganado europeo “cimarrón” o domesticado (siglos XVI al XIX) y las explotaciones comerciales actuales.

No dejamos de tener en cuenta el efecto per-turbador que deben haber tenido fuertes nevadas a destiempo, (1963, 82, 84, 86, 95), fuertes lluvias de ceniza, (1640, 1853, 87, 89, 1933, 40 y 88) aludes (1974, 84) además de fuertes cambios climáticos para ocupaciones en épocas muy tempranas o como suce-dió durante la Pequeña Edad de Hielo (siglo XVIII). En todos los ambientes se encontraron -y se encuen-tran aún- gran cantidad de piedras de moler -de ahora en adelante denominadas molinos y manos de moler- diseminados en superficie, como asimismo en posición estatigráfica procedentes de diversas épo-cas, estos últimos dentro del sitio multicomponente “Alero IV del Mallín del Tromen”. Del análisis de los tres componentes se obtuvieron los siguientes fechados radio carbónicos:

- KN 2673: 4400±130 BP. TR.A IV.Cuad.R. Ubicación: en componente “contra el piso natural” del alero. Molino Nº 48 A.

- KN2672: 3.560±70 BP. TR.A IV. Cuad. U/V. Ubicación: en componente” bajo la capa de ceniza volcánica, base. Molino Nº 54 A.

- GX3209: 890±120 BP. TR.A IV. Cuad.I. Ubicación: Componente reciente. Molinos Nº 47A y 56ª.

Ello nos habla de una intensa actividad de elaboración del piñón de Araucaria araucana y, seguramente de otros recursos vegetales como bulbos y rizomas y otras raíces, bayas y frutos a través del tiempo. Los piñones constituyen un recurso disponi-ble con abundancia desde fines de verano a princi-pios de otoño y su recolección coincide con el aban-dono de las veranadas altas y el viaje de regreso hacia las zonas bajas de invernada. Además otorga un tinte muy peculiar a los cazadores- recolectores de la zona, llamados desde el comienzo de las crónicas gente de los pinares: pehuénche. Resumiendo: Octubre, noviembre y diciembre: GUANACO; enero y febre-ro: AVESTRUZ; marzo, abril, mayo: PIÑON; In-vierno en los bajos, junio, julio y agosto: GUANACO (Casamiquela, comunicación personal). En la actualidad, aunque ya no se necesite completar una dieta pobre en hidratos de carbono, y el uso de los bosques por las agrupaciones indígenas se haya vuelto más complicado por la disminución de tierras fiscales, la recolección no ha perdido interés, es más, se realiza con entusiasmo, acompañada muchas veces por la ceremonia del nguillatún, con sus canciones sagradas taiël propias:

“Dame un día bueno. Tu que exis-tes, Vieja del rico piñón. Vieja del Chan-quel muy nombrada. Hoy estás mirando a tus hijos” (Rosa Prafil, informe de Ana Fer-nández Garay, 1978; Pereda y Perrotta 1994).

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“Nuestra madre del piñón, nuestro

padre del piñón que todos los años des abundantes piñones, Pillán (Volcán) del piñón padre, Pillán del piñón joven, uste-des han dado esta comida en esta tierra, que digan ellos, apoyando a los que están en la tierra, que no les falte, para no tener hambre. (Ceferino Caitruz: Testimonios Ma-puches en Neuquén, 1992).

Los grupos indígenas actuales englobados bajo el título de mapuches argentinos reconocen para ellos mismos, orígenes mixtos. No quedan de-masiados que utilicen la lengua araucana, que de todas maneras hace de lingua franca local y aunque la mayoría es portadora de patronímicos araucanos, hay entre ellos numerosos apellidos de origen espa-ñol y otros más difíciles de ubicar, tal vez tehuelches septentrionales. (Casamiquela, 1965, 1969 y 1982). Se dicen descendientes de chilenos, de ranqueles de Pampa central, de huiliches o picunches -sur neuquinos, tehuelches. Después de la llegada del ganado europeo desde la pampa húmeda, una gran movilización de grupos tehuelches hacia el Norte y hacia el Este precedió y luego acompañó al cruce de la lengua, la cultura y la gente de la Araucanía chile-na, imponiéndose ambos sobre puelches y pe-huenches anteriores. Cada vez en mayor escala, el tránsito Oeste-Este por los numerosos pasos bajos de la cordillera neuquina se hizo intenso, fluido y con-flictivo; por fin la así llamada guerra de la conquista del desierto empujó y desubicó a todo ese complejo grupo de etnías. (Casamiquela, 1965, 1969 y 1982) que prefieren denominarse a sí mismas “paisanos” a diferencia del blanco que es siempre el “huinca”.

“Dentro de esta cordillera..... habita una gente, los cuales se llaman puelches y es poca... hay guanacos y leones y zorros... Susténtase esta gente de caza... ellos bajan a los llanos... por febrero y marzo... que es el fin del verano... que en abril empieza el invierno... salen al valle y traen mantas que llaman llunques y plumas de avestruces y de que se vuelven llevan maíz y otras comi-das...” (Vivar, 1558)

Esta cita es importante: describe claramente la existencia de los pobladores de las dos vertientes andinas y la relación entre los pueblos de la Arauca-nía, húmedas, menos frías, con valles aptos para el cultivo de cereales y el lado Este de Los Andes, las pampas, frías o muy frías, más secas y ventosas pero aptas para la cría de ganado. Se verá como en las observaciones provenientes del lado chileno sobre el uso de molinos se mencionan comidas -además de los piñones- a base de quinoa, maíz, porotos, -precolombinas- trigo y cebada -postcolombinas. Esto vale aún para el recetario de comidas actual (Valen-

zuela, 1981). Del lado argentino, en cambio encon-tramos en los recetarios del pasado y del presente, aunque basado en esta zona en el piñón, mucho uso de otros alimentos provenientes de plantas de ecoto-no y estepa, semillas: madi (Madia sativa), teca (Bro-mus mango) utilizada para hacer pan, yucón (Diposis patagonica), yaquil (Colletia farox) y papa del monte -3 variedades-, todos tubérculos. Al hacerse predominante la influencia arau-cana después del siglo XVIII y XIX, el uso del trigo, maíz y legumbres se hizo común. Se debe agregar la importancia que adquiere en toda la Patagonia ar-gentina el uso de molinos y sus manos para preparar el charqui insustituible alimento para los pueblos que habitaban el Sur. ¿Qué dicen los viajeros del siglo XIX de uno y otro lado de la cordillera? Unos mirando el mar y los otros la inmensidad de las “pampas”.

“Cuando han de hacer mucha chicha para una gran fiesta se juntan de noche las mujeres y puestas en rueda con sus piedras de moler, están todas cantando a una un cantar muy gracioso,... al compás del mo-vimiento de mole.r” (Rosales, 1651) Chile. “Traía manzanas en saco, i luego que se apeó, mandó que se le trajese una piedra pómez para hacer chicha; restregaba las manzanas contra lo áspero de la piedra, y lo molido caía a un cuer.o” (Cox, 1863) Ar-gentina.

“Las mujeres debían recoger las semillas del

pehuén y conservarlas para el invierno, triturarlas entre dos piedras.” (Poeppig, 1826) Chile.

“Fuimos a dejar harina tostada, piño-

nes,.....a Retricura. (piedra santa) Así pasa-mos.” (Lenz, 1895) Chile.

“La gente seguía dispersa por los valles de

la cordillera ocupados en recoger la cosecha de piñones” “Las mujeres se apre-suraron a moler un poco de charqui.” (Musters, 1969) Argentina.

“Cuando los indios atrapan un guanaco no

dejan nunca de llevarse los huesos de cara-cú. Las mujeres lo trituran entre piedras y derriten la grasa.” (Claraz, 1856) Argenti-na.

“La pintura para la cara se compone de

ocre rojo, o tierra negra, mezclada con gra-sa sacada de los huesos medulares muertos en la caza, huesos que las mujeres reservan celosamente y que cuando llega la oportu-

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nidad, muelen y cocinan espumando y guardando.” (Musters, 1969) Argentina.

“En ninguna ruca (casa) mapuche falta el

instrumento para hacer harina tostada. Se tiende en el suelo una piel, llamada tre-cum, sobre el cual se asienta la piedra de moler. (kudí/kuzí). Su cabeza descansa sobre un madero algo arqueado para que la harina corra hacia la piel, al pie de la pie-dra. Hecho todo se echa a puñados el trigo (maíz) tostado”. (Möesbach, 1850) Chile.

2. MOLINOS Y MANOS La razón por la cual empezamos a ocupar-nos de los molinos y manos, fué al advertir como dentro de las casas de la población actual se encon-traron estos y sus manos en uso cotidiano. En todos los casos, se advirtió que eran los mismos que habían sido usados antes, ahora se seguían usando para determinadas tareas. (Fig. 3: 1, 3, 4 y 5; Fig. 4: 1, 2 y 3). En cada “puesto” de los establecimientos agro-ganaderos; en cada paraje habitado por agru-paciones indígenas, estamos hablando de poblados dispersos, ya fuese dentro del grupo de una comuni-dad determinada, formando un caserío, o en vivien-das aisladas dentro de pequeños minifundios propie-dad de una familia más o menos extensa se repetía el uso y la elección de determinados instrumentos de molienda para cada cosa pasible de ser molida. Bus-cando en las crónicas, desde las primeras aparecidas luego de la conquista hasta los viajeros del siglo XIX o los estudios recientes las informaciones siempre coinciden en este patrón de comportamiento. Comenzamos con una colección local, eli-giendo los que tenían adjudicada una procedencia confiable; en segundo lugar se recogieron los que estaban cerca de los sites o dentro de las excavaciones y áreas prospectadas en cada uno de los ambientes descriptos anteriormente. Se consideraron 216, entre la enorme canti-dad todavía posible de recuperar y/o excavar. En el ambiente “malllines bajos” se encuentran semi-enterrados mezclados con restos líticos y/o cerámicos a orillas de un ojo de agua; en el área “lagunas”, en superficie, generalmente junto al círculo de piedras que formaba la base del toldo, donde también se encuentran aglomeraciones de restos líticos y/o ce-rámicos. El ambiente “bosque”, es el menos trabaja-do y el de menor visibilidad arqueológica. Tanto los molinos como las manos de moler configuran útiles expeditivos por excelencia. Que-dan siempre en el sitio en que habían sido usados y en la gran mayoría de los casos con la cara dorsal hacia arriba, de manera que no se llegue a juntar agua en la concavidad en cuyo caso se partirían con la helada.

Sobre esa cantidad se tomaron en cuenta dos varia-bles básicas: Materia Prima utilizada y Ambiente o Región de donde provenían, de esa manera surgió una primera clasificación. Luego se procedió, des-pués de un análisis exhaustivo a considerar otras variables complementarias: formas, tamaño, -longitud, ancho y espesor-, caras utilizadas, posición estatigráfica si la tiene, restos -pinturas, alimentos adheridos-, modificaciones por lascado y/o alisado en bordes, etc. Se construyó una base de datos, usando Microsoft Access, lo más completa posible, que permitió extraer algunas conclusiones estimadas valederas. Estas son las variables utilizadas para la clasificación de los molinos: - Región/Sitio:Lagunas.Mallines Bajos, Bosque. - Posición estratigráfica (sí la hay): Capa, cuadrícula, fechados radiocarbónicos. - Materia Prima: Areniscas (sedimentarias) gruesas y finas. Pelita(sedimentaria) Basaltos(ígneas): Alveolar (vesicular) grueso y Alveolar fino. Andesitas (ígneas), traquiandesitas, basandesitas.

- Nº de Catálogo. - Forma de las Caras: (Ventral y/o Dorsal) Cónca-

vas, Convexas, Planas, Irregulares. - Lado:Caras utilizadas: A, B, A+B. - Medidas:Largo, Ancho y Espesor. - Profundidad de la concavidad: 0 a > - Variación en las medidas de la forma de la

concavidad. - Tratamiento de bordes: Natural, Regular, Irregu-lar, Modif. Por Lascados, Alisado y Combinados entre ellos. Modificaciones: Grabados, Pinturas, otros restos en Caras A, B, A+B Se ilustra, en la figura 5, el análisis del moli-no 21 A, proveniente del ambiente Mallines Bajos y que presenta sus bordes regularizados y modificados por lascados. Asimismo merece ser descrito un ejemplar excepcional, el molino 29 A proveniente del Mallín Molina. Se trata de un molino de forma oval, cara A (ventral) cóncava, materia prima basalto vesicular (alveolar), bordes modificados por abrasión y pulido y grabado en la cara B (dorsal) con motivos oculados de grecas con peineformes y figuras radiales de cuer-po serpentiforme con tendencia al paralelismo (Fig. 3: 1). En su trabajo de 1957, Juan Schobinger publica un molino semejante proveniente de una zona cercana (Dpartamento Picunches, Provincia del Neuquén). Resulta interesante pues no existe ningún otro dato publicado que mencione este tipo de moli-nos grabados. En estos molinos de bordes regularizados, se usaron técnicas de trabajo diferente, según fuese la materia prima utilizada para su confección. Los mo-linos realizados en arenisca gruesa o fina fueron modificados por lascados; los confeccionados en

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basalto vesicular grueso o fino se modificaron por abrasión y pulido. Pertenecen a aquel tipo que J. Adams califica como “estratégicos” en el sentido que han tenido un tratamiento intencional por diversas razones que podrían ser: quién los usó?, o para que se usaron?, y se consideraron dignos de ser conserva-dos. No hemos encontrado información actual sobre ello. Los molinos que no presentan ningún tipo de borde regularizado, o modificaciones en su cons-trucción y que constituyen la mayoría son considera-dos “expeditivos”. Al igual que en el Alero IV del Tromen se han encontrado molinos y manos en todas las ocupa-ciones de “Chenque Haichol” situado a 60 Km. al Norte y fechado desde el 6000 BP en adelante (Fer-nández, 1988). Respecto a las manos de moler, numerosí-simas, ha sido posible recuperar algunos datos actua-les de interés (vid. infra citas Sra. de Geldres, D.Arturo Crisóstomo y Dr. Rodolfo Casamiquela). Las manos de moler presentan, al igual que los molinos, gran variedad en el tipo de rocas utilizadas como materia prima: basalto vesicular fino, areniscas finas y grue-sas, traquiandesitas, etc. Se contabilizaron 16 de ellas con restos de pintura roja en una o las dos caras. 3. USOS DADOS A MOLINOS Y MANOS

Como capítulo final nos referiremos ahora a los diversos usos dados a los molinos y manos, infor-mación brindada por diversos autores y asimismo aquella obtenida de informantes conocidos por no-sotros hace mucho tiempo, buenos amigos todos ellos, siempre dispuestos a colaborar.

“Gracias a Dios que hay aquí piñones. Con piñones nos sostenemos. Si no hubiese piñones, no sé en que forma nos dejaría nuestro Dió. Con el piñon se hace torta, lo-cro, se hace mucho, es lo mismo que la harina del trigo, se hace el “ñaco”. Se tues-ta y se muele con la piedra de moler.” (Damasio Caitruz, 1966) “Una nieta suya pelaba piñones hervi-dos y otra los molía en la piedra.” (Juan Benigar, 1929) “La sopa se espesaba con harina de pi-ñones secos, frutos del pehuén.” (Pablo Paillalef, 1962) “El piñón se seca, se muele crudo. O sino se cocina, se pela, se seca y se muele grueso para usar en la sopa en vez de fideos o arroz.” (Juana de Arce, Vega Maipú)

“Acá tengo los piñones de la chicho-ca, están cocidos, los muelo y hago un pu-ré, y lo pongo en la sopa.”(Ermelinda Gar-cé, paraje Los Alazanes) “En mi casa molían en piedra: sal pe-huéncha, ñaco y locro. El locro se muele crudo, para el ñaco se lava el trigo y se tuesta, se deja enfriar y se muele en la pie-dra de moler con agua y azúcar del pai-sano, así lo tomábamos cuando éramos chicos. También se toma con leche, grasa, chicharrón y con vino (chupilca). Tenía-mos la cayana, es una lata con un palo para tostar el piñón. Los piñones se pelan, se se-can durante una semana y luego se mue-len y se hace chichoca y también se le puede poner salsa con cebolla, ají, un poco de grasa y agua.” (José Rodriguez, Bajada del Agrio) La Sra. viuda del cacique Quinchao (Laguna Los Flamencos) muele el piñón para preparar harina, pan y harina tipo tor-ta frita. “Seco los piñones al sol, los muelo y los echo a la sopa” (Ubelinda Yañez, paraje Macho Negro)

Arturo Crisóstomo (Estancia Llamuco) in-forma que las manos largas y espesas se usan con morteros planos y movimientos de fricción -maíz, trigo- y las manos circulares chatas con molinos con concavidad con movimientos aplastantes -cosas jugo-sas- (Fig. 6: 2-3).

“Todavía la gente de la zona hace charqui, especialmente de yeguarizo, cuando hay. Usan los cuartos. Cortan lon-jas de carne gruesas. (Muestra 2 ctms. de espesor) Después se sala y se airea para se-carlo. Una vez que está seco se ablanda con una mano de moler y lo comemos con grasa o en agua como sopa.” (Arturo Cri-sóstomo) “El pan de piñon lo muelen ya el pi-ñon tostado, lo preparan con cebolla y gra-sa y lo comen en la sopa.” (Segundo Solor-za, Chenque Colorado)

La Sra. Aurora de Geldres, (paraje La Ra-madilla) muele piñón, sal, trigo. Nos demuestra la forma en que muele: los movimientos son aplastan-do, “como de sapo” dice, para el ajo o el ají. Agrega que con el extremo de las manos cilíndricas se gol-pean –percusión- cosas duras. “A todos nos gustan más estos (se refiere al molino de caras cónca-vo/convexas con concavidad marcada confeccionado

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en basalto vesicular gruesa) los otros (de arenisca) cuando se alisan por demás, hay que picarlos para usarlos bien”. Doña Rosalía Duminao, (paraje La Pedre-ra) dice preferir los molinos sin concavidad alguna. (Fig. 4: 3).

“La mano del molino. se llama en arau-cano meshkewe. Esto significa ‘frotador”, es decir, que este molino molía así, por re-fregado o frotaciones a diferencia de los profundos, que trabaja por percusión (ma-chacado, pisado) Según mi informante en el molino con concavidad molían yerba, charqui, raíces... en el plano, pintura, sal... Pero es obvio que uno hondo sirve para pintura... del mismo modo que yo he visto machacar el charqui en uno plano El piñón lo molían con el “kudi” araucano, es decir frotando con ambas manos y con este arte-facto tambien se muele el trigo. La clave es-tá en que ambas sustancias han de estar co-cidas, blandas.” (Casamiquela, Rodolfo, com.pers.).

Fuimos a visitar a Doña Elba Zeballos (Es-tancia Llamuco) para aprender sobre el mote, el ñaco, el locro. Nos recibe, como en todo puesto cordillerano con mate y piñones.

“Acá se hace el mote, se hace locro, ñaco, y se hacen catutos. Para hacer ña-co, este es ñaco, vió? El maíz o el trigo se tuestan. Se deja enfriar y se muele en esta piedra. Se agrega a la sopa. Igual que el lo-cro, tiene que quedar molidito vió para la sopa. A esta piedra que tengo hay que pi-carla para que agarre bien, aprieto parejito. Pero el locro se hace con el trigo crudo. Queda más entero. Hago ñaco y hoy co-mimos locro... Esta piedra que trajo Ud., no es para moler esto. Esa es para moler sal, moler ajo, con esta (piedra) la paso así y muelo los ajos, la sal” (señala un molino cóncavo).” (Ilda Carinao del paraje Cañe-te)

A la pregunta de cómo hace los “catutos” responde: “Y bueno, los va haciendo así (Fig. 6: 4). Siempre hincada así y antes todo se hacía a piedra nomás y vió que hay unas piedras grandotas? Esas si que son hermosas para moler y tiene que ser hinca-da nomás. Abajo le pongo un mantelito y el “mucha-cho” entre medio (es una pequeña piedra para darle inclinación).” “Ahora el mote lo hacemos con piño-nes o con trigo molido y ceniza nomás, se hierve, se lava y luego se hace el muday para el Nguilla-tún.” “Ahora los catutos, vió, los hacían en día Domingo para los niños en el campo y los comían con azúcar. “Con trigo o piñón tostado se hace el

catuto. Cocido bien cocidito y lo muelen tibio, después con la misma piedra lo va sacando, los va haciendo así. Ve, la misma piedra los va envolvien-do”. Hace fuerza para abajo en forma envolvente y salen arrolladitos finos que se comen con dulce. Otra receta es el “merquen”. Se tuesta el ají. Lue-go se muele hasta que quede polvo fino. Se le agre-ga cilantro. La próxima visita ha quedado fijada para la primavera. Creemos que todavía quedan muchas visitas para hacer, muchos secretos para descubrir y poco tiempo para que se nos vayan todas las Doñas Elbas. Las jóvenes Margarita Sepúlveda, Sofía Cheuquel y Josefa Calfuqueo se irán a la ciudad y todas usarán el procesador y el microondas. Nos queda la esperanza de descubrir en los viejos molinos y manos rescatados del Tromen Alero IV los restos de piñón, de yucón o de teca. AGRADECIMIENTOS Dr. Carlos Gradin: por el análisis de los motivos del Molino Grabado Nº 29 A Profesora Susana Rodríguez: por contactarnos con el Grupo Arqueológico ATTICA. Licenciada Ana María Albornoz: por su colabora-ción en el análisis e ilustración de las características del Molino Nº 21 A. Licenciado Rafael Goñi: por su intervención en el reconocimiento de las materias primas utilizadas. Licenciada Lucrecia Jara: por su ayuda en solucio-nar los problemas de computación. Mariana Benavides: por la compaginación del Mapa y de la ilustración correspondiente al Molino Nº 21A. Dra. Ana Fernández Garay: por la transcripción y traducción de la canción taiël en el nguillatún del cacique Prafil. GLOSARIO Azúcar del paisano: molle blanco (schinus o’donnellii): “se junta en marzo, se le saca la pelusa, se une la semilla porque tiene una liga, se hace una pelota, se pone en agua para hacer un almíbar”. (José Rodriguez) Chanquel: volcán Llaima, los volcanes son “pillán“, sagrados. Huiliche: gente que vive al sur, picunche: gente que vive al norte. Llunques: se refiere a los mantos de pieles de guanaco, típica vestimenta de los cazadores tehuelches de la Pata-gonia Argentina. Mallín: zonas bajas y pantanosas de campo natural ubi-cadas en laderas o bordes de arroyos, con humedad abun-dante causada por filtraciones de vertientes o cursos de agua que favorecen la formación de suelos ricos y pastos finos de gran desarrollo en primavera y verano.

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Mapuche: gente de la tierra. Mudai: bebida fermentada de maíz, trigo o piñón de la araucaria. Nguillatun: rogativa indígena anual. Puelche: gente del este. Así llamados por los primeros Cronistas (Rosales, Pietas, Vivar, etc.) Sal pehuéncha: adaptación de la denominación pe-huenche (gente de los pinares) para designar una zona donde se da Araucaria araucana coexistiendo con peque-ñas salinas. Taiël: género vocal sagrado entonado por el coro de mujeres.

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Fig. 1. 1: Eduardo Levilaf extrayendo la sal “pehuencha”. 2: Cerro Palao Mawida y su zona. 3: FranciscoMi-llaqueo traslada su ganado a la “veranada”.4. Ambiente I: ”Coironales” en el Mallin Molina. 5. Ambiente II: Laguna Los Flamencos. 6. Ambiente III: Bosque de Araucaria araucana: árboles siempre verdes, altura media 20 metros. Alcanzan la venerable edad de 800 años. Su semilla el “piñón” complementaba la alimentación de los indígenas.

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Fig. 2. Dispersión de la Araucaria araucana en la Provincia de Neuquén (según A. Castellanos).

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– Fig. 3. 1: Molino Grabado Mallines Bajos 29 A. Materia prima: Basalto vesicular. Bordes modificados por abrasión. Medidas: L47/A247E5 ctms. Profundidad concavidad 2,5 cm. 2: Molino Grabado, estilo geométrico ortogonal. Motivos sinuosos y paralelos. Medidas: L31/A21 cm. ( Schobinger, 1957) 3: Molino Laguna 22- Materia prima: Arenisca gruesa. Borde natural irregular. Medidas L43/A24/E4. Profundidad concavidad 20x10x5 cm. 4: Molino Mallines Bajos 52 A. Materia prima: Basalto vesicular. Bordes modificados por abrasión. Medidas: L48/A32/E10/ Concavidad: 36x23x6 cm. 5: Molino Laguna 233. Materia prima: Arenisca fina picada. Bordes: modificados por lascados. Medidas: L38/A23/E3 cm. 6: MolinoTromen Alero IV Nº 54A.Cuadrícula U/V.Pr.60/65 Materia prima: Basalto. Ceniza adherida. Medidas:L48/A31/E15 ctms. Borde natural Irregular. 3 manos in situ. Fecha: TR.A.IV C.U/V, KN2672: 3.560±70BP.

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Fig. 4. 1: Molino Mallines bajos 21 A. Materia prima: Arenisca fina. Bordes modificados por lascados. Medidas:L44/A27/E4 cm. Concavidad: 29x16x3 ctms. Pintura roja en caras A y B. 2: Molino Laguna 41. Materia prima: Basalto vesicular. Bordes modificados por abrasión y pulido. Medidas:L39/A25/E3 cm. Concavidad 38x26x5 cm. 3: Molino Laguna 180. Materia prima: vesicular grueso. Bordes modificados por abrasión y pulido. Medidas: L44/A24/E3 cm. Sin concavidad. 4: Numerosas manos de moler confeccionadas en variadas materias primas.

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Fig. 5. Estudio realizado por Ana Albornoz sobre el Molino Nº 21A proveniente del ambiente Mallines Bajos, realizado sobre arenisca fina (sedimentaria), caras A+B con restos de pintura roja y bordes modificados.

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Fig. 6. 1: El “piñon” es el fruto de la Araucaria araucana, los indígenas lo molian para harina por ser rico en hidratos de carbono. 2: Moliendo “charqui”. 3: Cuarto trasero de ovino “charqueado”. 4: Doña Elba moliendo grano para hacer “catutos”. 5: Mario moliendo sal “pehuenche”. 6: Doña Duminao muele el maíz para la sopa. 7: Doña Elba moliendo sal “pehuenche”.

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