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MITOS Y LEYENDAS DE TALAGANTE E ISLA DE MAIPO

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Educacion Escolar

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MITOS Y LEYENDASDE TALAGANTE E ISLA DE MAIPO

Talagante

El Perro Brujo de Talagante

Cuenta la leyenda que en Talagante existi en tiempos muy remotos, un brujo tremendamente poderoso, temido y respetado por todos los ciudadanos, ya sea por su poder o por su maldad. Siempre sala de noche y en las cantinas llegaba alardeando de ser el ms poderoso, tanto as que el mismsimo diablo le tema.Muchos sufrieron a causa de su poder, hechizando a todo aquel que se le opona durante una de sus correras en una cantina se le encontr contando sus historias sobre a cuantos hombres haba destruido gracias a su poder. En el rincn ms alejado del la cantina se encontraba un hombre flaco, alto, muy blanco, que haba llegado poco despus de obscurecer y que nadie haba visto antes Y ante este hombre se present el brujo, obligndole a que le convidara un trago amenazndolo en convertirlo en un perro si no le conceda su peticin, el extrao no solo no le convid lo pedido, si no que lo mand a la punta del cerro. Ante tal agravio el brujo le dijo que salieran afuera para ver que tan gallo era si se atreva.

Los parroquianos todos se lamentaron por la suerte de aquel forastero que pronto terminara transformado en quizs que engendro debido a los poderes de este brujo, el extrao se puso de pie pagando su cuenta al cantinero y sali, al recibir el dinero este se fijo en el extrao especialmente en su mano derecha donde vi en el dedo anular un gran anillo con una calavera con dos tibias cruzadas en donde relucan dos ojos rojos como zafiros.Con voz suave y una mirada fra y vaga sali el desconocido a enfrentarse con el brujo. Estando afuera comenz una guerra de hechizos uno tiraba y el otro devolva, mucho tiempo estuvieron los dos en esa pelea, hasta que el hechicero le grit al extrao te lanzar el hechizo ms potente que tengo, tan poderoso es que ni el mismo diablo podra detenerlo, y lo lanz. El extrao al sentir ese poder puso su mano al frente deteniendo el poder con su anillo devolvindoselo al brujo que alcanz a esquivarlo slo con su parte superior, quedando transformado en perro de la cintura hacia abajo.Entonces el extrao se acerc al brujo y le dijo, no que eras tan gallito y decas que hasta yo te tema infeliz? Entrate, yo soy el mismsimo diablo! y soy el nico que puede deshacer el hechizo pero no lo har, te dejar as hasta el da del juicio por creerte ms poderoso que yo. Desapareciendo en el mismo instante el brujo rog e implor misericordia a Satn pero fue en vano, hasta el da de hoy los habitantes de Talagante en las noches de luna llena escuchan el aullido de este brujo que suplica a Satans volver a ser humano.

El Culebrn de Talagante

Talagante es una tierra llena de relatos, los cuales nos llevan en un viaje por el tiempo, invitndonos a preguntar a nuestros padres y abuelos si nuestra tierra es de verdad tan mstica ac continuamos con nuestro trabajo cultural, en la bsqueda de historias y cuentos locales, dimos con esta antigua leyenda, la cual trascendi en el tiempo y lleg a dar un salto mgico para quedar en la memoria de muchos Talagantinos, les presentamos la leyenda de El Culebrn de Talagante, o de Tegualda como Uds. quieran llamarle, esperamos que les guste.Desde muy nio haba recorrido los cerros que estn cruzando el viejo puente del tren, acompaando a su padre a buscar lea para hacer pan y para calentar la casa, y los fines de semana con su mamita, a recolectar flores para la venta en la entrada del cementerio, su padre don Juan era uno de pescadores de la calle que antiguamente ostentaba ese nombre La Calle de los Pescadores llamada actualmente Eyzaguirre, se levantaban al alba armados a veces con una malla o con una caa de coligue, con estas rusticas herramientas lograban atrapar muchas carpas y pejerreyes que a media maana vendan en la puesta de su casa, era una vida esforzada, haba pocas horas de ocio o de relajo, su padre acostumbraba por las noches contarles algunos de los antiguos cuentos que por lo general hablaban de leyendas de entierros o de apariciones del diablo en el cerro, era pan de cada da or estas historias, fue as como una noche, les habl del Culebrn de la Quebrada, a mitad del cerro La Campana, se encuentra un hermoso paraje, los arboles cuelgan de los requeros aferrados de las inmensas y escarpadas rocas, all habita el Culebrn, un animal mtico que se asemeja a un lagarto de casi 2 metros de largo, de cabeza grande, casi desproporcionada a su corto y grueso cuerpo, similar a la cabeza de una vaca adulta, la cual posee unas poderosas mandbulas capases de comer a un nio o a una cabra, con ojos rojizos de grandes orbitas, y un pen como una cresta de ave que corona su enorme cabeza, su piel similar a la de una culebra, es de un color negro lustroso, cubierta de escamas, y unas cortas patas, pero agiles dan cuenta de esta bestia que muy pocas veces ha sido vista, pero la leyenda habla que sola robarse los animales que se criaban en la ribera del rio o muchas veces atacar a los nios pequeos llevndolos a su guarida en el cerro, contaban por ah que viva bajo una gran mata de chagual, acechando alguna presa o simplemente esperando algn rayo sol para salir a calentar su cuerpo.Era una de tantas leyendas que contaba su padre,existir en realidad el culebrn del cerro? Si miles de veces haba recorrido desde la base hasta la cima todas las colinas cercanas, pasando por El monte y Pelvin. ms nunca lo vio al mentado animal.As pasaron un par de aos hasta que un buen da, bajando por los requeros buscando miel de abejorro (antiguamente la recolectaban, la vendan a muy buen precio pues tena un sabor nico) mientras colocaba una soga para bajar por el dulce tesoro, miro hacia abajo y lo vi. Tendido tomando el sol. El culebrn era real, entre el nerviosismo subi rpidamente para buscar un mejor punto para observarlo, en su cabeza rondaba la idea de ir a avisar a su padre, o capturarlo, rodeo el lugar y llego a estar a poco ms de 10 metros de distancia, su corazn palpitaba repleto de adrenalina y miedo, la bestia de repente dirigi su mirada al asustado observador, ambas miradas se cruzaron fulminantes, se agach a recoger una piedra para arrojarle, estaba en eso y en un rpido movimiento el culebrn escap, corri tras el pero era demasiado tarde, la espesa arboleda haba servido de escape perfecto para la bestia. Corri rpidamente a contar a su viejo lo vivido, por ms que apuraron el tranco jams lo encontraron.Muchos aos despus cuenta la leyenda fue visto en varios lugares, en la curva al fondo de la calle 21 de Mayo, o en el camino que va hacia donde est el colegio Sagrado corazn, as siempre se mantena viva esta leyenda. Pero no debemos dejar pasar esta oportunidad de mencionar cuando apareci en donde hoy se encuentra el parque Octavio Leiva (Ex Parque Brncoli) el que aos atrs era un gran hoyo el cual estaba lleno de agua estancada, basura y totoras, muchos nios aseguraron haberlo visto, fue tanta la conmocin de esa poca, (aos 80) que hasta contaron que se haba comido a un niito, nunca se pudo comprobar si fue as o no, pero ac dejamos claro que si existi o no, lo dejamos a su juicio del lector, pero quien sabe, tal vez algn da volvamos a tener noticias del Viejo Culebrn de Talagante.Relato: Corporacin Histrico Patrimonial ACAI Talagante.

Camino del Diablo (El Pollito)

Fui ayer a la biblioteca, ped leyendas de Talagante, lo tpico de siempre las que todos conocen, claro esta no estaba y me decid a escribir, la historia me fue contada as con lujo y detalle, mas la traspaso para que quede y no se pierda. Antes que todo la dejo ac en el computador para mi hija Catalina y Matas, as es como los relatos pasan de generacin en generacin, como han cambiado los tiempos, yo la escuche al lado de un brasero por ah en los 80 tas donde mi abuela Rosa que viva en la calle Domingo Toro Herrera eran esas tpicas reuniones familiares, mi viejo siempre la contaba, era chico pero siempre recordamos la historia, bueno voy al grano mejor.Era aquella poca en la que me habra gustado vivir, esos tiempos en que los pantalones pata de elefante eran la moda y la gente de Talagante se diverta en la plaza, bailando Twist y Rock and Roll, eran los das de la nueva ola, de los Ramblers y el mundial del 62 (para trasportarlos en el tiempo), bueno mi to bailaba ah en el medio de la plaza, donde estaba ese recordado kiosco donde ponan msica, tenia como 20 aos y era un maestro para el bailoteo por lo que me han contado, un da de aquellos, era ms menos temprano, 10 de la noche cuando la parafernalia comenzaba a acabar, (recordemos que en esa poca eran otros tiempos) mi to se fue derechito para la casa, el viva nada menos que en la Parcela 7, Avenida Peaflor o ms conocida como Camino del Diablo, vesta un largo chaquetn, como una campera de esas de botones de madera medio alargados, tenia que caminar bastante as que andar abrigado era mas lo ms obvio.Esa noche caa una espesa neblina, que se acentuaba mas al acercarse a la avenida ya que estaba el canal, los sauces mecan sus ramas como todas las noches de ese verano, los que vivan por ah estaban algo acostumbrados a las leyendas del diablo o la llorona, adems ya era como algo comn para ellos, Domingo que es el nombre de mi to iba de lo ms feliz a medio camino de su casa, (por donde ahora hay un motel para ser exactos), silbaba de lo mejor cuando en eso vio delante en su camino un pollito, negrito, que rpidamente corri a atrapar, se meti entre unas matas al borde del camino pero al fin lo logro capturar, sin ms que echarle una mirada lo guardo en su bolsillo el que adems cerro para que no se escapara, y continu as su camino, a cada momento lo tocaba y senta que estaba calentito, un poco ms adelante casi en la puerta de la casa, sinti un aire raro, un fro que le congel hasta los huesos, pens rpidamente en guardar el pollito y echarlo en el gallinero, en eso sali mi abuela, su madre, le dijo: que hacia que no entraba, l le contest voy al gallinero, despus le cuento mam, abri la puerta de la jaula y meti su mano en su cartera, pero no encontr al pollito, en su bolsillo no hall nada, solo un polvo amarillo, que haba pasado si siempre sinti el bulto del pollo, su calor, si la cartera estaba cerrada que poda ser? Mientras, un raro y desagradable aroma lo envolva. Entr medio turbado a la casa, asustado pregunt a mi abuelo que era, que es ese olor Azufre mierda!!!. Viste algo en el camino? le pregunt mi abuelo, le cont del pollito que recogi mientras le mostraba su mano amarillenta con ese polvo, entonces se dieron cuenta que era don Sata que siempre tomaba alguna forma para mostrarse a los mortales, mi abuela asustada lo mand a lavarse las manos para comer y cuando volvi le dijo: NUNCA MAS VUELVAS A RECOGER NADA EN EL CAMINO!!!, YA QUE POR ALGO LO LLAMAN CAMINO DEL DIABLO.Mi to estuvo como 3 meses sin ir a bailotear, eso sin comentar que esa noche no pudo pegar un ojo ni el otro.Jaime Lagos

Sergio Porotos y el Caballo de la Estacin

Todo empez en la estacin de trenes de Talagante, esta era la tpica parada para los viajeros de verano a la costa, un gran espacio con rboles y bancos para descansar, en las tardes se converta adems el patio de juegos de muchos nios que vivan en los alrededores, Como siempre una improvisada pichanga con pelota de trapo por las tardes, un luche dibujado con un trozo de yeso en el cemento usando la vieja lata de pasta de zapatos o mentolato como tejo y la escondida cuando comenzaba a caer la noche era la predilecta antes de entrar a la casa. As se divertan todas las tardes, tiempos de cabezas desgreadas, pantaln corto, una polera algo rota para cubrir el torso, ojotas y la mayora de las veces pies descalzos. Perseguan una pelota de trapo, echa con calcetines viejos la cual a veces caa en la acequia quedaba sper dura y pesada, ayayay de un pelotazo, era el ejercicio diario de las tardes, jugar y pasarla bien.

Un da viernes de verano, la tarde noche estaba perfecta para divertirse asta bien tarde as que decidieron jugar a la escondida, estaban en eso cuando Juanito el mas pequeo encontr un juguete tras unas zarzas, era una caballito de madera; con su cabeza de trapo y con un palo de escoba, como era el mas pequeo sali disparado cabalgando y gritando feliz por su suerte. Todos lo rodearon admirando y preguntando de donde haba salido el juguete, el contesto que estaba entre las moras bajo el rbol de Maquis, que en los veranos dejaba sus bocas moradas con el dulzor de sus frutos. Bien hecho le respondi pedro ahora juguemos a los vaqueros. Jugaron as asta bien tarde, no eran horas para nios, en esa poca muchas historias de brujas y del diablo obligaban a los padres a tomar medidas para que los nios se entraran temprano, fue as como en un momento 3 nios se encontraron sobre el caballito en la disputa por quien tomaba las riendas este comenz a crecer, sin darle mucha importancia y felices por poder montarlo fueron subiendo ms y ms nios al juguete, 4, 5, 6, 7 llegando a 11 todos sobre el caballo que a esas alturas se suspenda en el aire bamboleando a los traviesos jinetes. Solo faltaba uno por subir el mas tranquilo de todos, su familia era muy religiosa Sergio Porotos lo llamaban de cario, pues su madre era una esforzada trabajadora del campo, muy gil cortando porotos. Sbete si no va a pasar nada le gritaban todos a la vez, miedoso vamos sube. Sergio miraba compungido el tamao que haba alcanzado el caballo y vea impvido como sus amigos disfrutaban y montaban juntos tan extrao juguete. Pero en un momento, lo miro a los ojos, noto algo extrao en ese ojo que dejaba ver el crin que colgaba de la cabeza de trapo, sin casi pensarlo Grito fuerte. Recordando algo que dijo su madre para espantar a las brujas: SIN DIOS NI SANTA MARIA!! Despus un tremendo estruendo y una nube de polvo los envolvi, un grito demoniaco saco a todas las familias de sus casas para ver que pasaba! Los nios corran espantados en todas direcciones asustados, ya saban que no era nada bueno, cuando una voz gutural enfro la clida noche, UNO MS Y ME LOS LLEVO A TODOS PAL INFIERNO, MUAAJAJAJAJAJA, y el azufre era irrespirable en ese momento, la piel erizada de los que presenciaron la desaparicin y el palpito del miedo se mesclaron con el silencio plido de sus rostros, caminaron a sus casas y cerraron muy bien las puertas, prometiendo nunca ms dejar jugar a los nios solos y acordando que a las 10 de la noche deban estar todos en la cama.Sergio Poroto todos los das, bien tarde cuando todos dorman miraba por la rendija de la ventana, hacia el bajo el rbol de maquis de la estacin, lograba temerosamente divisar apoyado en el tronco El Caballo de Madera, con la cabeza de trapo

La Espuela del Diablo

Debajo de un parrn, cuajado de uvas rosadas, estaba sentado en su silln el abuelo con sus nietos, disfrutando del dulce buque del verano, Pancho el menor remarco, cuntenos un cuento abuelito.El abuelo con una sonrisa lo miro, terminando de saborear una uva, comenz a contarles con lenta voz:Bueno, bueno, bueno. Hace ya muchos aos, cuando yo era un nio, con dos amigos, el Mateo, y el Pato una noche de luna llena, decidimos de ir a ver el callejn del diablo, que haba intrigado mis pensamientos, toda mi niez.Caminamos por la calle Peaflor hacia las afueras de Talagante, todo iba bien, pero cuando pasamos el cruce del tren, sent un terrible escalofro sobre mi espalda al ver la oscuridad entre las sombras de los rboles, mire a mi amigo el Mateo, que tiritaba de pie a cabeza de miedo, y con una mano temblorosa nos deca, desde esa esquina, comienza el Callejn del Diablo hasta Peaflor.El Pato que era el menor, dijo, tengo miedo, creo que es mejor que regresemos a la casa, por que ya es tarde, le dije que no, vamos hasta el canal San Rafael y regresamos, el Mateo para evitar que yo le dijera cobarde, respondi, bueno.Continuamos caminando sobre el callejn del diablo, un gato negro se cruzo como una saeta frente a nosotros, desapareciendo sobre el pasto largo que crece a la orilla del camino el Mateo, exclamo temeroso: Un gato negro es mala suerte!Si le respond un perro negro es peor, por que te muerde.A lo lejos se escuchaban los cascos de un caballo corriendo sobre el camino, nos miramos unos con los otros, por instinto corrimos y nos ocultamos entre las ramas de un sauce llorn.Para mayor sorpresa nuestra, a corta distancia, vimos a la luz de la luna, que eran dos caballos, que galopaban velozmente con jinetes en sus grupas.El caballo que venia adelante era un soldado espaol de la conquista, en un caballo blanco con corazas de metal, corra despavorido, arrancando del otro caballo, que era negro lo montaba un guaso bien aperado, de los nostriles del caballo del guaso, cuando respiraba salan chispas, como las de un hierro contra el esmeril, al comps del galope, las rodajas de las espuelas del huaso tintineaban, se vea alrededor del jinete y el caballo, destellos de luces que iluminaban el callejn Ese es el diablo!, los tres dijimos a coro.El conquistador espaol, paro el caballo frente a nosotros. Desenvaino una gruesa y larga espada.El diablo paro en seco su galope, frente a nosotros, salan chispas de los casco del caballo sobre las piedras.El caballo del guaso lleno de energa como un motor a vapor vibraba El diablo daba grandes y largas carcajadas haciendo temblar el aire.El espaol con la espada en alto lo espero.Yo sent que corra hacia abajo por mis muslos algo tibio, senta tiritar de miedo los cuerpos de mis amigos.El diablo con spera vos dijo: Por no cumplir con el pacto que hicisteis conmigo tienes que morir desgraciado.No el espaol grito desesperadamente, me defender hasta la muerte.El diablo saco la penca de las riendas de su caballo y con una risa sarcstica mostrando la gruesa argolla de su penca grito. De un argollazo te matare.Se trenzo una pelea dentro de una polvareda sobre el camino, ruidos metlicos cortaban el silencio de la noche, el aroma de la primavera se torno en un olor sulfrico, el conquistador aterriza un golpe de su espada en la rodaja de la espuela del diablo quebrndola, salto tintineando hasta mis pies. El diablo al ver quebrada su espuela, furioso le dio un golpe en la cabeza con la argolla de la penca, partiendo el casco de hierro, derribando a jinete y caballo sobre el camino.El diablo poniendo la penca en las riendas del caballo, mir con desprecio a su contendor, y dando la vuelta en una pata del caballo, de un galope desapareci por el callejn.Mire a mis pies y con la luz de la luna pude ver la rodaja de la espuela del diablo la tome estaba caliente todava y la puse en mi bolsillo.Vi al conquistador espaol tendido que se esfumaba rpidamente, como el polvo sobre el camino hasta que desapareci, mire al Mateo, y al Pato y palpe sus rostros helados de miedo.Aqu se acab el cuento, se lo llevo el viento, pasa por un zapatito roto, hasta que les cuente otro Pancho con cara de sorpresa y de miedo, pregunto Abuelito y que hizo con la rodaja de la espuela del diablo.El anciano sonriendo miro a la esquina del parrn, con su dedo apunto a uno de los postes, hay esta colgada de un clavo la rodaja de la espuela del diablo, hasta que el diablo pase a buscarla. Los nios corrieron para ver con sus ojos la prueba de evidencia del cuento del abuelo.

La Leyenda del Hombre Cabeza de Chancho

Talagante significa en quechua Lazo del Hechicero y, a sabiendas o no de la etimologa de la palabra, muchas personas relacionan esta ciudad con brujeras. El nombre tambin deriva de uno de los fundadores de la ciudad: el cacique Tala Canta Ilabe, a quien los espaoles denominaron simplemente Talagante.Muchas historias similares sobre este mtico personaje rondan en los poblados alrededor de Talagante lugar en que Creemos nace esta historia segn un escrito fechado en enero 1933 (Lira Chilena) Fue muy comentada en la dcada de los aos 30 y 40 en los sectores de Melipilla, Buin, Paine, Ibacache, Curacav e incluso en los cerros porteos, la historia del Hombre Chancho fue creciendo mito dato importante es que el escritor Hernn Bustos Valdivia en su bsqueda de estas historias populares nos comento que este fue varias veces visto en la estacin de trenes de Melipilla, por all por los aos 60. Segn la gente campesina de estos lugares, aseguraban haber visto un hombre con cabeza de chancho que merodeaba por las noches en las casas del campo mirando por las ventanas o subiendo por las tapias a espiar incluso llegando hasta las cocinas en busca de alimentos. Se contaba que en el sector de Talagante, un sujeto ultraj a su madre y sta lo maldijo convirtindolo en este raro espcimen. En busca de la verdadera historia y con ese dato decidimos investigar ms sobre el nacimiento de este cuento popular, es as como en la localidad de Buin la historia se cuenta de la siguiente forma: El hombre chancho es una persona que tiene cuerpo de hombre y cabeza de Chancho. Se dice que le gusta andar en las poblaciones y localidades recorriendo en verano, a la hora en que los vecinos estn durmiendo la siesta. Su aspecto se debe a que un hombre muy malo se acost con una chancha y el fue la nica criatura que sali del vientre de la chancha. l busca a su padre desde entonces, nadie sabe donde vive y que come. Solo que toca el timbre entre las dos y tres de la tarde en los veranos trridos de la comarca del Maipo.El hombre chancho en Talagante, cuenta la historia que a fines de los aos 30 una familia acomodada de Talagante fue maldecida por un viejo brujo as toda su descendencia nacera con algn tipo de anormalidad, la familia tubo 3 hijos y todos nacieron con una extraa deformacin sus caras, con forma de cerdo, orejas puntiagudas y una tosca nariz aplastada. Su padre siempre trato de manteneros alejados de la sociedad de la poca, vivan en la antigua casa donde hoy se ubica la Corporacin Cultural de Talagante y la biblioteca, si Uds. al pasar por fuera de la casa vern unos barrotes en unas pequeas ventanitas. A la altura de la rodilla, en algo as como un subterrneo, que era donde ellos dorman, por las tardes salan a jugar al patio , un gran parque que se ubicaba atrs e la casa, crecieron y da a da su curiosidad los llamaba a tratar de escapar de su prisin , uno de ellos el mayor sali varias veces a andar por Talagante, y muchos aseguran haberlo visto en Melipilla y el Monte . Como no era muy agraciado le gustaba usar el viejo camino del cerro fue as que con el tiempo se quedo a vivir como un ermitao, asustaba en esas andanzas a todos quienes se topaba en su camino, con los aos se perdi su rastro pero muchos aseguran que fueron vistos varias veces ms en Talagante, hay un dato del cuerpo de bomberos que una vez en la poblacin las Palmeras se armo una tremenda trifulca pues haban asustado a unos vecinos. Adems varias personas aseguran que el fotgrafo Talagantino Daro Sarret fotografo una vez a los 3 hermanos, dato que seria importante confirmar en persona.

Isla de Maipo

Leyendas o Verdades?

Como todo pueblo que se precie de tal, Isla de Maipo tambin tiene sus leyendas, algunas de las cuales se pueden considerar como poco crebles, pero por lo impactante que resultaron para quienes las vivieron, en algunos casos con resultados gravsimos tanto para su salud psquica, como para su vida cotidiana a continuacin las vamos a abordar.

Un Duende Anti Alcoholico

En los tiempos de apogeo del mineral de Naltagua, un hecho anecdtico para unos y muy deprimente para don Custodio Curiante, se produca cuando este seor de un espritu de trabajo ejemplar y de una eficiencia reconocida por la propia administracin de la empresa, cada cierto tiempo de duro laboral, caa en el vicio por semanas completas. Para poner termino a ese flagelo sus familiares lo sometieron a cuanto tratamiento les fue posible, pero no haba caso sus deslices no se atenuaban, ni lo humano, ni lo divino, incluido los ruegos y mandas de sus parientes, llegado el momento de caerse al frasco, lo hacia religiosamente. Un da que totalmente ebrio transitaba por su camino habitual, entre La Fundicin y La Llavera se le apareci un duende de no ms de cincuenta centmetros de estatura, que se le abalanz encima, dndole una feroz paliza. Este trato lo empez a recibir el seor Curiante desde entonces, cada vez que se emborrachaba a tal punto que se le hacia muy difcil caminar por ese sector cuando los grados de alcohol le hacan una mala jugada. Entonces presuroso se diriga en busca de un vecino pidindole que lo acompaaran a pasar el lugar donde el duende lo sola esperar para darle su merecido. Nunca nadie de sus ocasionales acompaantes vio nada extrao. Razn por lo que dudaban de sus temores etlicos, pero cambiaban de parecer, cuando a los pocos minutos de partir solo, regresaba machucado como membrillo, diciendo que el duende lo golpe. Durante los muchos aos que don Custodio Curiante residi en Naltagua, el mentado duende, jams lo dej emborracharse tranquilo.

El Diablo Bailaba Cueca

El hermoso cerro Lonqun sagrado para los aborgenes picunches, tambin tiene una historia relacionada con Satans, ya que en el citado cono montaoso existe un sitio conocido como La Pata del Diablo o La Mesa. Cuentan los vecinos del sector que muchos aos atrs viva en ese lugar una tranquila familia cuya hija menor tenia la habilidad de tocar la guitarra como los ngeles. Sus delicadas manos sacaban dulces melodas del instrumento los que eran del total agrado del vecindario y transentes (No hay que olvidar que Lonqun hasta el ao 30 era paso obligado entre Santiago y el sur de todo el transporte en carretas). La joven de voz privilegiada, era especialista en interpretar cuecas, ganndose merecida fama. De la noche a la maana en el cerro se empez a sentir acompasados zapateos al ritmo del baile nacional, lo que fue repitindose noche a noche, empezando a alarmar al vecindario cuando comprobaron que una tosca roca se pona lisa como una mesa gracias a las infernales chinganas.Todo lo anterior preocup mucho a la gente, que solicitaron a la nia que no tocara ms la guitarra ni menos cantara.Atemorizada la joven obedeci a sus amigos y nunca mas se escucharon sus melodas en Lonqun, a tal extremo que el Diablo al terminrsele la msica se suba a la enorme roca a esperar que empezara la fiesta, dejando as estampadas sus pisadas en su pista rocosa. Dicen que cansado de tanto esperar se aburri y decidi trasladarse al pueblo de Peumo en la Sexta Regin, para continuar sus chinganas en el cerro Gulutrun. (fiesta en mapuche).Como recuerdo De lo anterior dicen muchos residentes de Lonqun, que a veces en las noches se siente un fuerte olor a azufre anunciando el paso de Satn, con la esperanza de escuchar alguna cueca.

Explosin En La Noche

Aos antes que se construyera el puente de Naltagua y la cuesta de El Rosario. All por 1920, un grupo de jvenes isleos iban a trabajar a Los Huertos de Naltagua, salanmuy de madrugada de La Isla por la calle Santelices para cruzar el ro antes de que aclarara y remontar el cerro a toda carrera, para calentar el cuerpo llegando a sus labores junto con la salida del sol.Al final de la jornada el proceso se reverta y ms de una vez alguno de los muchachostuvo que quedarse trabajando hasta muy entrada la noche, debiendo hacer el trayecto solo. As fue como uno de ellos en una ocasin regresaba de madrugada. Subi por la huella tan familiar de sus diarias andanzas hasta la cima de donde la claridad de la luna llena le indicaba el respetable ro que deba cruzar. Bajaba unos cuantos metros para enfrentarlo, cuando se produjo un gran resplandor seguido de una fuerte explosin tras l. Trmulo de espanto emprendi una loca carrera cerro abajo, siendo alcanzado por unos brillantes peascos que lejos de golpearlo. Ms parecan que trataban de imponerse en su marcha, para que l los tomara. Pese al miedo cogi algunos y a toda carrera y sin desvestirse cruz el ro y continu su marcha hasta su casa donde mostr las brillantes piedras, que resultaron ser trozos de oro. Das despus los vendi en Santiago a un precio que le alcanz para comprarse un pedazo de terreno, animales dejando algo para el bolsillo, que le permiti a partir desde entonces a llevar una vida ms tranquila.Este inesperado golpe de suerte, trajo consigo muchas envidias y hasta un imitador que sin tener justificacin alguna intent hacer el mismo recorrido, cindose a todos los detalles, incluida la hora (medianoche). El resultado fue desastroso, ya que cuando bajaba la montaa en demanda del ro por noveno da consecutivo. Repentinamente desde la cima surgi un enorme ser, que a grandes zancadas le segua. Como alma que se lleva el diablo, el hombre al darse cuenta de la situacin emprendi una loca carrera, con tal mala suerte, que al afirmarse en un risco, lo hizo sobre el lomo de una huia (gato salvaje). El animal se engrif horriblemente, aumentando el pavor al mximo de nuestro hroe , que no supo como atraves el Maipo, pues se vino a dar cuenta que estaba vivo, solo semanas despus de reponerse del tremendo susto, y lo primero que dijo despus de sacar el habla, ya de vuelta en su casa. Fue prometer que jams volvera a repetir dicha empresa.

El Zorro Plateado

El rigor de vivir en suelos bajos mirando de lejos los cerros y rodeados por un ro que si bien es generoso, tambin es traicionero, templ a los isleos dotndolos siempre de un afn de aventuras hacia esas cumbres en excursiones muy alegres y nostlgicas, porque hoy todas esas montaas de la noche a la maana aparecieron con dueos que impiden internarse ene ellas. Pero hasta hace pocos aos atrs, eso no suceda, permitiendo organizar viajes en cualquier momento del da o la noche.As fue como un grupo de jvenes que conversaban en la Plaza islea esa noche, decidieron amanecer en la hermosa Laguna de Aculeo. En contados minutos se organizaron y una hora despus estaban cruzando el ro en El Lanchero en demanda del cerro El Rosario.Caminaban a medianoche por la Cuesta de Los Pescadores rumbo a la cima, cuando se les apareci un zorro con un hermoso pelaje plateado. La reaccin fue inmediata. Casmoslo!! gritaron casi a coro. Acto seguido se inici la persecucin del animal, el cual no pona mucho inters en escapar, por el contrario al verlos se introdujo en una cueva lo tenemos! gritaban los muchachos con entusiasmo.Como el zorro no dejaba su escondite, juntaron maleza ponindola en la entrada encendindola con l nimo de que el humo forzara al animal a salir. Tras horas de intil espera y denodados esfuerzos por sacarlo se aburrieron, disponindose a continuar el viaje rumbo a la Laguna, cuando uno de los jvenes tropez con algo extrao. Lo cogi tirando suavemente hasta desenterrar una espada, la cual a simple vista se vea muy antigua.Das despus vendieron el sable en Santiago, donde el anticuario les manifest que esa arma era del tiempo de la conquista espaola y seguramente en el sitio de este hallazgo exista algn entierro importante y eso fue lo que les revel el extrao zorro plateado.Los jvenes picados en el amor propio volvieron a La Cuesta de Los Pescadores pero por ms que buscaron y exploraron nunca pudieron encontrar rastros del sobrenatural encuentro.

Tragedia En La Ruta

All por el ao 1915 eran tan comunes los viajes a Santiago en carreta, que a nadie sorprenda ver uno de estos lerdos y bulliciosos vehculos tirados por dos o tres yuntas de bueyes doblando desde la Alameda hacia San Diego rumbo a Isla de Maipo, va San Bernardo, Calera de Tango , Lonqun. Ese trayecto les resultaba familiar, desde hacia dcadas, pero no por ello dejaba de ser peligroso, de tal modo que para protegerse de los cuatreros viajaban en caravanas de varias carretas, las cuales se unan de a poco durante la marcha.En una ocasin la larga fila de carretas se acercaba a la Capital despus de pasar San Bernardo con la carga completa para venderla en la Vega y entregarla a clientes ya convenidos, dado el gran prestigio que tenan los productos isleos en ese mercado. Luego adquiriran sus propias necesidades en distintos puntos de la ciudad, para juntarse en un sitio preestablecido y juntos retornar a La Isla.Desgraciadamente, nadie se percat que la ltima carreta sin causa justificada se qued cada vez ms atrs, pese a los esfuerzos de su conductor.Cuando se encontraba en el actual paradero 28 de la Gran Avenida, desde el otro lado del alto deslinde, salt un enorme animal que lo atac corriendo por entre las yuntas de los bueyes. El carretero se defendi con la picana que chorreaba de sangre, mientras los bueyes corran desesperados de pavor hacia La Cisterna (donde se descansaba y daba de beber a los animales antes de llegar al colonial Santiago de entonces y que hoy es recordada al tomar la comuna del mismo nombre)La desesperada llegada de los nobles animales tirando la carreta llevando desfalleciente a su abnegado conductor, alert a la caravana y pese a los esfuerzos por reanimarlo, este esforzado isleo muri en brazos de compaeros .

El Gentil Matn De La Cuesta De El Rosario

A partir del da en que la Cuesta de El Rosario se puso al servicio publico all por el ao 1947 casi todos los rosarinos se trasladaban por ella en demanda del puente de Naltagua, que les permita cruzar el ro y tomar locomocin sin el peligro de cruzar en lancha el imponente ro. Con el tiempo este movimiento se hizo habitual a cualquier hora del da e incluso de noche.Luego de la puesta del sol, repentinamente surgi un problema inesperado y de desagradables consecuencias para los varones, y no para las damas.Casi nunca el zigzagueante trayecto de casi seis kilmetros por la falda del cerro que los vecinos hacan solos o en grupos para hacer menos tediosa la caminata tuvo algn traspi. Pero ocurri que de un da para otro al oscurecer, apenas salan del puente e ingresaban a la Cuesta les sala un fornido ser, que las emprenda a golpes de puos con los hombres dejndolos a muy mal traer, sin importar l numero de que se compusiera la caravana. Igual a todos los dejaba con moretones y magulladuras en el rostro y cuerpo. Lo curioso y extraordinario de esta situacin, es que el hombronazo si iban mujeres en el grupo, a ellas no les hacia el menor dao, no as a los acompaantes varones, que como ya lo dijimos, los dejaba convertidos en una calamidad.Un buen da a alguien se le ocurri poner un Cristo Crucificado en el lugar, y desde entonces el matn desapareci para siempre.

El Bulto Del Terrapln

Un kilmetro al poniente de la Plaza de Armas de Isla de Maipo est El Terrapln lugar en donde muchas personas vivieron dramticas experiencias. Aunque el sitio preciso de estos sucesos se encuentra entre el lugar sealado y el Canal San Luis por el oriente y no a mas de quinientos metros al sur de la Avenida Santelices. El autor solo se limitar a relatar brevemente tres o cuatro casos conocidos por ser los afectados muy prximos a l.Al salir licenciado mi padre de su Servicio Militar en el Regimiento Tacna volvi a La Isla encontrndose con unos amigos que lo invitaron a celebrar su retorno al pueblo despus de un ao de ausencia. Los festejos terminaron en libaciones hasta muy entrada la noche. Contaba mi padre que bastante ebrio, y pese a las advertencias de los presentes que lo invitaron a dormir en la casa de la jarana, emprendi la marcha a su hogar bordeando el canal San Luis en busca de la huella interior que le permita acortar el trayecto. As lleg a un deslinde tras el cual serpenteaba el sendero amigo que le conduca donde los suyos un poco mas all de El Paso de La Escopeta conocido como El Rincn donde compr su padre Juan de Dios junto a su padrino de bautismo don Gregorio Pinto cuando se vinieron de Naltagua, lugar donde naci mi progenitor, pero hoy con veinte aos se consideraba isleo ciento por ciento, y conoca la ruta como su casa, la cual estaba ubicada entre dos esteros muy cerca de donde confluan con el ro. Cuando Juan Moiss (mi padre) quiso traspasar la cerca, se puso frente a l un enorme bulto negro que le brillaban unos descomunales ojos del tamao de un huevo frito. Al muchacho se le helaron los huesos y el efecto del alcohol se le esfum como por encanto, Desorientado, sac fuerzas de flaqueza e instintivamente corri hacia la casa ms cercana, donde viva un joven descendiente de un veterano de la Guerra del Pacifico, toda esa familia era muy querida y respetada por su valenta, (mi padre pese a los aos transcurridos de ese episodio, aun temblaba cuando lo recordaba) En un momento de mxima angustia, deca. Corr como alma en pena, mas el bulto solo alarg el paso, para alcanzarme, acogindome de la ropa, me alz hasta la altura de sus hombros, dejndome caer de varios metros de altura. El golpe fue horroroso, pero el temor era mayor. A partir de ese momento res y grit a todo lo que daban mis pulmones. Talvez eso me salv, pues logr llegar a la casa citada, desfalleciente. Golpee con todas mis fuerzas la puerta de ese hogar pidiendo ayuda en forma desesperada, la que fue escuchada, saliendo mi joven amigo de la infancia a socorrerme, y preguntndome te sali El Bulto, verdad Moiss? si Rafael!! respond casi sin habla, acto seguido tom un enorme sable militar, gritando hasta cuando asusta a la gente este maldito bulto!!! ya ver lo que va a pasar conmigo, rugi, y ordenando a su mujer que diera algn calmante al maltrecho Moiss, sali al patio. En ese preciso instante un violentsimo sacudn similar a un terremoto estremeci la casa botando todos los utensilios al suelo. Albo como un papel y apenas sostenindose en pie el dueo de casa, volvi al comedor y con entrecortadas palabras deca. El Bulto tiene cogida la casa como si fuera un bal y la est remeciendo.El susto de esa interminable noche tuvo por varios meses a muy mal traer al joven Juan Moiss Inostroza Rodrguez e igual suerte corri su valeroso y leal amigo Rafael Prez. Su esposa no resisti la impresin y no vivi en paz hasta que consigui irse a vivir al pueblo.

Los Arboles Caminaron

Otro vecino del Rincn de Los Muoces que vivi la dura experiencia de conocer el Bulto, fue don Humberto Mora oriundo de la ciudad de Mulchn y casado con islea, quien tambin con unas copas de mas, toma por Santelices y dobla en El Terrapln al camino de Los Muoces, cuando cruzaba entre el tupido bosque de eucaliptos que por el oeste flanqueaba la ruta y una frondosa higuera por el este, vio que el rbol se parta en dos y una parte empez a caminar junto a l, acompandolo por espacio de un kilmetro, que le parecieron eternos a don Humberto, hasta dejarlo en su misma casa, donde desfalleciente lo encontraron sus familiares.Casi un ao le cost reponerse de tamao susto, claro que renunciando tambin a seguir viviendo en el sector.Del Susto A La Muerte

Sin duda que el ms dramtico episodio al respecto, lo vivi Antonio Pinto, impetuoso joven, bastante conocido por su aficin y gran tcnica como boxeador, igual que su hermano Serafn, verdadero crdito isleo en los cuadrilteros de la zona.Una noche despus de despedirse de sus amigos el Tuco Pinto se dirigi a su casa donde lo esperaban su abuela Socorro Rodrguez y Gregorio Pinto, verdaderos patriarca del Rincn de Los Muoces, al enfrentar nuestro personaje la frondosa higuera, le sali al encuentro un burro que no le dejaba pasar al lanzarle violentas coses. Su temperamento valeroso no decay por el contrario, con enojosas palabras hacia el animal despus de un rato le dijo. Que te crees burro desgraciado, acaso piensas que no puedo irme por dentro del bosque? y acto seguido, tomo por un atajo usado por los vecinos (de da claro) para acortar la ruta en diagonal de sus viajes al pueblo. Esta maniobra fue fatal para el joven, ya que apenas ingres al bosque, con una altura similar a la de los altos eucaliptos y confundindose con ellos, le estaba esperando El Bulto que no dndole tiempo para nada, lo cogi lanzndolo a las moras, desesperado Antonio Pinto busc una salida, la cual no encontr y por mas que se esforzaba por salir del pequeo bosque no lo consigui y cuando lleg el nuevo da, con sus ropas destruidas, sangrando por las mltiples heridas causadas por la foresta hostil, se dio cuenta de que toda la noche vag en circulo sin alejarse del sitio donde lo esper El Bulto al ,lado de la calle, la cual cruz para dirigirse a la casa cercana, narrando a don Isidro Vera la trgica aventura que le toc vivir, minutos despus, dej de existir.

Un Ser De Gran Estatura

Una de las ltimas noticias de esta sobrenatural visin la cont don Antonio Muoz, cuando junto a su esposa retornaban a su casa desde el pueblo. Fuertes ronquidos sobresaltaron su marcha, pensando en que algn conocido se pudo quedar dormido luego de alguna parranda y bien poda pillarle la noche y pasar un gran susto si se encontraba con el Bulto ya que estaba justo en sus dominios, se acerc al tupido deslinde de mora para observar quien roncaba tan fuerte y vio con espanto estirado entre las hileras de duraznos un ser de mas de diez metros de largo, absolutamente negro que dorma tranquilamente.Sin decir una sola palabra, cogi del brazo a su mujer, alejndose presurosamente de ese sitio tan temido por los isleos abajinos.

El Bulto Sala Del Agua

Las muchas personas que vivieron aterradoras experiencias con El Bulto en el sector de El Terrapln y el Camino de Los Muoces y el propio vecindario, por ms conjeturas que se hicieron por aos, jams se imaginaron que esta gigantesca aparicin surga de las mltiples vertientes y arroyuelos del sector. Quien sin proponrselo descubri el misterio fue un joven estudiante de no ms de catorce aos de edad, que una calurosa tarde de diciembre de 1960 se diriga desde el liceo isleo donde estudiaba a su domicilio en El Paso de La Escopeta, lugar al cual lleg desde El Rosario, trado por sus tos con el propsito de que completara su Enseanza Media en La Isla.Acostumbrado el muchacho a caminar por los espesos matorrales del cerro y los valles rosarinos, jams tuvo temor para internarse en el bosque de El Terrapln siguiendo el atajo que todos hacan y menos ahora que los viejos eucaliptos estaban siendo cortados para dar paso a la plantacin de viedos.El calor reinante a las tres de la tarde lo tentaron a beber de las cristalinas aguas de una vertiente que surga a la vera del sendero. En el preciso momento en que el joven se inclinaba para tomar el primer sorbo. Desde el agua empez a elevarse un gigante negro. El nio al ver el sobrenatural fenmeno salt como un rayo hacia un lado cayendo desmayado. Horas ms tarde fue encontrado por transentes del sector y llevado al hospital donde por dos semanas estuvo sin habla y presa de pavor.Desde que el muchacho cont de donde sala El Bulto del Terrapln este no a vuelto a aparecer.

Reflexin

Las apariciones de este descomunal ser, nos lleva a pensar y reafirmar que Isla de Maipo en pocas pretritas fue un lago, que tras un constante acarreo de lgamo por el ro se convirti en archipilago y despus en la actual isla. Pero lo mas impactante es el hecho que el aterrador fenmeno nos puede indicar que nuestro planeta alguna vez estuvo habitado no solo por dinosaurios enormes, si no que los antecesores del actual hombre dadas las circunstancias tambin para sobrevivir, obligatoriamente tenia que ser un gigante, y las apariciones fantasmales en La Isla nos lo ratificara, y estuviese demostrando que aqu en este suelo tuvieron su hbitat y que muy bien estas leyendas, pudieron ser milenios atrs, autenticas realidades.

El Agua Siempre Presente

Contaban nuestros abuelos, haber escuchado de los suyos una historia que recordaba como se form la laguna de Aculeo: Ella fue la causa de una apuesta entre los caciques del norte del ro Mapocho y los del sur del Maipo. Cuando en una regada ceremonia nativa, surgi la idea de enfrentarse en una carrera a caballo entre las mejores colleras de ambos lugares y el premio era nada menos que el vencedor quedara dueo absoluto de las pequeas lagunas de Aculeo y Pudahuel. Es decir el vencedor ser el propietario de los dos espejos de agua y el perdedor estaba obligado a trasladar l liquido elemento de su ex laguna hacia la del vencedor. Ante tan menuda tarea para, los oponentes se esmeraron en la preparacin del evento y llegado el da de la carrera fue tenso y el resultado amargo para los pendones de Pudahuel que perdieron su hermosa laguna.Como era lgico cuando se entreg el trofeo Isla de Maipo pag los platos rotos, porque por acuerdo de los machis se procedi a sacar el agua de Pudahuel por medio de las nubes y as trasladarla hacia Aculeo, Razn por el cual se produjo un violento temporal en el trayecto y sobre La Isla en ese memorable da en que call del cielo una lluvia de pescados sobre sus valles, cerros y todo su archipilago.

Cuentos de una Isla

Cuentos Rurales De La Zona De Isla De Maipo

Lautaro Farias

La Leyenda DeRocky(Lautaro Faras)

CAPITULO I

Despert sobresaltado, trat de moverme pero la cuerda que apretaba mi cuello me lo impidi. Tratando de no enredarme logr por fin enderezarme, estir mis cansados msculos e instintivamente ladr. Protegiendo lo que yo consideraba mis dominios. La noche era de una hermosa claridad, las estrellas estaban casi sobre mi cabeza. A la distancia pude escuchar otros ladridos. Rasqu una molesta pulga que descaradamente caminaba por mis costillas. Fui lentamente afectado por la nostalgia y sin darme cuenta me encontr aullando lastimeramente con m nariz, apuntada hacia las estrellas, como si ellas fueran las causantes de mis desdichas. Hipnotizado por la belleza de los cuerpos celestes, no me di cuenta que se habra la puerta de la humilde vivienda en la que descansaba mi amo. Este enfurecido sala al pequeo patio, portando en sus manos un garrote, que yo ya conoca. Volv en m cuando sent el primer golpe. Este cay sobre mi cuello, con tal fuerza que casi pierdo el conocimiento. Solo atin a acurrucarme hasta casi hacerme un ovillo, sin atinar a esquivar los golpes y puntapis que llovan sobre m._ Hasta cuando vay a gritar perro desgraciado. Vociferaba enardecido y continuaba golpendome. Para mi buena suerte en la vivienda vecina se abri una puerta y una voz interrog hacia este lado._ Que pasa vecino, hay algn problema? .Preguntaba alguien alarmado._ No se preocupe vecino. Este perro de mierda que no deja dormir a nadie. Pero no hay nada que no se soluciones con un buen garrote. Maana este huevn no come, estrese noms vecino. Termin diciendo ste. Me dio el ltimo puntapi ingresando nuevamente a la vivienda. Semiinconsciente escuch los comentarios del vecino:_ Ya est otra vez castigando a ese pobre animal. Cualquier da se le pasa la mano y lo mata. Desde que se le fue la mujer, le ha dado con desquitarse con el pobre bruto. No es capaz de darle comida, menos agua. Acot una voz de mujer._ Ese huevn es un desgraciado, deja a ese pobre animal amarrado das enteros a pleno sol, con un pedazo de soga, que apenas puede moverse._ Ese infeliz es un maldito, cualquier da el perro se suelta y hasta ah noms le va llegar la alegra. _ Yo he visto como este lo mira. El mismo lo tiene transformado en una fiera. El pobre va p los tres aos amarrado ah. Jams lo suelta para que haga sus necesidades y menos lo va a sacar a pasear.El tono de voz femenino, se hizo menos audible, las luces de ambas viviendas se apagaron y yo pude respirar mas tranquilo. Senta el cuerpo molido, pero no era la primera vez que me golpeaba. Cuando llegaba borracho era peor. Por lo dems yo ya estaba acostumbrado, llegando a tomarlo como algo normal. Yo era un animal y l era humano. Debido a eso tena el poder sobre m. Hasta de matarme si l quera como siempre repeta:_Uno de estos das te voy a colgar perro desgraciado. Amenazaba con los ojos inyectados en sangre y alcohol. El temor me sobrecoga y muchas veces me sorprend con ms de una lgrima, escurriendo por mis hinchados ojos.Mientras dorma, los ms negros presagios invadan mi mente. Senta como mi amo, en un arranque de locura, pasaba una cuerda por mi cuello, para posteriormente pasarla a travs de una rama de un gran rbol, el que raramente no tena una sola hoja, lo que lo haca parecer ms terrible an. Era el rbol de la muerte, de m muerte. La cuerda lentamente comenzaba apretar mi cuello impidindome respirar. Todo era real. Mientras yo exhalaba mis ltimos suspiros, mi enloquecido amo, continuaba tensando la cuerda hasta dejarme suspendido en el aire. Mientras lanzaba aterradoras carcajadas. Despertaba aterrado, lo que le impeda conciliar el sueo por el resto de la noche .Cuando trataba de dormirme, volva a escuchar sus diablicas carcajadas. Al final el cansancio haca presa de m vencindome en la madrugada.Cuando mi amo, sala de su casa con la intencin de irse a su trabajo, me sorprenda durmiendo. Uno o dos puntapis en mis costillas, me hacan ponerme rpidamente de pie. Esa era su forma de despedirse. Aun as yo quedaba feliz, pues no lo vera en el resto del da.A meda maana, normalmente la generosa vecina, me tiraba un pedazo de pan y me daba un poco de agua._ Pobrecito, mire como lo tienen en los puros huesos. Exclamaba la generosa seora. Me atrevo a decir que eran las nicas palabras amables que reciba en mis tres aos de vida. Si es que a eso se le puede llamar vida.El da transcurra sin grandes novedades, el sol del medioda me calcinaba los huesos. Tena la ms absoluta seguridad que cualquier da mi amo me encontrara muerto. En mi imaginacin lo vea llorando arrodillado junto a mi cadver, pidindome perdn por todo lo que me haba hecho sufrir.Despus del medioda los muchachones que regresaban del colegio, se entretenan lanzndome piedras o clavndome las costillas con unos trozos de madera. Yo trataba de defenderme, pero la cuerda atada a mi cuello me lo impeda. Por lo que todos mis intentos eran vanos. Al final ya cansados de maltratarme abandonaban el lugar dejndome por fin tranquilo.Esa haba sido mi vida desde que tena recuerdos. Por las noches, ya no me atreva a ladrar y menos a aullar, temeroso de despertar mi amo y su ira. Lo nico que deseaba era morir. Mi instinto me deca que era la nica forma de descansar.Los das y noches transcurran para m sin ningn cambio. Una tarde cualquiera, delante de la casa, se detuvo una camioneta sospechosa. En el interior dos personas conversaban siempre mirando hacia donde yo estaba. Pasado un buen rato abandonaron el lugar. Al otro se volvi a repetir el hecho, pero esta vez descendieron del vehculo, acercndose a donde yo estaba. Mi reaccin fue la normal. Me coloque de pi dispuesto a atacar a quienes intentaran ingresar a la vivienda. Al parecer mis colmillos los atemoriz ya que se mantuvieron a una distancia prudente, riendo divertidos ante mis demostraciones de furia.Esta vez los dos sospechosos estuvieron ms tiempo observndome. Eran un joven larguirucho y un hombre de ms edad. A simple vista not que el larguirucho, era como el ayudante y la otra persona la que mandaba._Que le parece jefe. Coment el joven. _ Como lo encuentra._ Por sus colmillos se ve que es un perro joven. No debe tener ms de tres o cuatro aos. Antes de entrenarlo habra que recuperarlo, se encuentra en los puros huesos. Respondi el otro._Pero aun as tiene cara de inteligente. Me interesa. Termin por decir el jefe._ Yo mas rato en la tarde vuelvo a ver si este compadre ha llegado, converso con l y maana le cuento. Que le parece_ Bien contest el jefe. _Pero antes que nos vamos quiero hacer algo.Caminaron hacia el interior de la poblacin, para volver al poco rato. Ambos disfrutaban de sendas bebidas. El jefe portaba en sus manos un extrao paquete. Sin demostrar temor a mis demostraciones de furia. Se acerc a m._ Ya, calmado precioso. Te traigo un regalo. Dijo.Lentamente y sabiendo que contaba con mi atencin procedi a abrir el extrao paquete. Mientras yo continuaba gruendo. Tratando de parecer indiferente. En ms de una ocasin haba escuchado a mi amo hacer comentarios sobre algunos animales que haban sido envenenados. Aun as el extrao no me produca tanta desconfianza. Claro que a l yo no se lo demostraba y si me queran envenenar no les resultara tan fcil.Cuando por fin termin de abrir el extrao paquete, mis ojos no podan dar crdito a lo que vean. En sus manos sostena un hermoso y apetitoso trozo de carne, y me lo ofreca generosamente. Aun as yo desconfiado mantena una prudente distancia. Siempre mostrando mis colmillos. Al fin ste aburrido del juego y con la finalidad que yo lo tomara, lo acerc casi hasta tocar mi nariz. Su aroma invadi hasta mi cerebro. La desesperacin haca presa de m._ Bueno, lo quieres o no. Dijo ste casi metindolo en mi hocico. No pude soportar ms y lo atrap entre mis dientes sintiendo su exquisito sabor. Un poco de jugo escurri hasta mi garganta torturndome de placer. Aun as permanec con la presa entre mis fauces para demostrar que no me venda.El joven larguirucho, rea a ms no poder ante mi reaccin._ Ya jefe, dejemos solo. El pobre ya est que corta las huinchas por devorarlo. El jefe asinti con la cabeza. Subieron al vehculo y sin ms se marcharon. Yo permanec unos segundos de pi, negndome aceptar lo que ocurra. Posteriormente y muy lentamente me tend dispuesto a disfrutar el jugoso trozo de carne. Clav mis colmillos desgarr y me engull el primer trozo, el que recorri lentamente mi garganta hasta llegar a mi estmago. Gru de placer y entre gruidos, fui devorando el resto. En esos momentos era capaz de matar si alguien intentaba arrebatarme mi presa. Fue un hermoso da para m. El enorme hueso que qued una vez que devor hasta el ltimo trozo de carne, me mantuvo entretenido el resto de la tarde, llegando incluso a olvidar que mi amo no tardara en llegar.Al caer la tarde este volvi. Esta vez vena acompaado del joven larguirucho. Se mantuvieron un buen rato conversando en la calle.El ruido de sus voces, apenas llegaba a mis orejas, por lo que no pude escuchar lo que hablaron. Posteriormente se dieron la mano Y el joven se retir. Me acurruqu esperando la acostumbrada agresin cuando pasara junto a m. Y cosa extraa pas a mi lado ignorndome. Esa noche dorm como haca mucho tiempo que no lo haca. Plcidamente y sintiendo an el delicioso sabor del trozo de carne. El hueso, lleno de tierra permaneca a mi lado como mudo testigo de que todo haba sido realidad y no un hermoso sueo.A la maana siguiente, mi amo no concurri al trabajo, pero permaneci al interior de su vivienda. Al parecer algo le preocupaba, ya que cada cierto tiempo sala a la calle como si esperara alguien.A media maana, sali a la vereda y continu esperando. La impaciencia lo consuma. Algo muy importante iba a ocurrir. Lo presenta. Por fin lo vi. sobarse las manos, cuando un vehculo se detuvo frente a la vivienda. Descendieron el joven larguirucho y su jefe. Conversaron con mi amo un buen rato. En un momento determinado pude observar que el jefe pasaba a mi amo, un montn de papeles. Este los cont en reiteradas oportunidades, guardndolos por fin en su bolsillo._ Ahora viene lo bueno. Escuch decir al larguirucho.Seguidamente los tres se acercaron hasta donde yo estaba. Rpidamente me puse de pie. Si me iban a matar luchara hasta el final. El cobarde de mi amo como siempre amenazante esgrimi el garrote._ No, no guarda ese palo, ya no lo volvers a golpear. Amenaz el jefe en forma autoritaria. _ Djenme a m. Psame el paquete. Pidi al joven. Este obedeci al instante y nuevamente ante mis ojos, volvi a aparecer un trozo de carne. Pero esta vez el jefe no me lo entreg, sino que procedi lentamente a acercarse a m. Yo retroced hasta que la cuerda se tens. Entonces l se sent sobre una piedra y simplemente esper. En esos momentos poda atacarlo. Prcticamente se encontraba a mi merced. Pero mi instinto me deca que deba esperar. Permanec casi sin respiracin tirando de la cuerda. El muy tranquilo esperaba. La respiracin me faltaba por lo que ced un poco. Eso le gust al jefe porque volvi a mostrarme la carne. Agach las orejas y di un primer paso. El dej el trozo de carne en el suelo. Di otro paso desconfiado. El trozo estaba ah a mi alcance. Y en momento ms inesperado lo tom en mi hocico. Cre que intentara algo, pero no se movi de su lugar. El trozo era mucho ms chico que el anterior, por lo que rpidamente di cuenta de l. Mi amo se mantena expectante. El jefe casi rozndome, sin apuros como si tuviese todo el tiempo del mundo. Not que sus manos an tenan restos de la carne. l tambin se dio cuenta y en forma temeraria me la acerc para que yo la oliera. Saba que en esos momentos poda destrozrsela de un mordisco. Pero lo que hice me asombr an a mi mismo. Como un perro faldero me acerqu y lam su mano. Enseguida hizo lo mismo con la otra y yo volv a repetir lo anterior. Mientras lama golosamente su mano, l con la otra acarici suavemente mi cabeza. Jams haba recibido una caricia, por lo que todo era nuevo para m. El continu suavemente acaricindome. Me sent transportado al paraso de los perros. Reaccion con vergenza cuando me di cuenta que al igual que a un cachorrito, mova alegremente mi cola. En forma natural el jefe se puso de pie y solt la cuerda de la estaca que me ataba al suelo. Mientras tanto el joven abra la puerta del vehculo, con la intencin de hacerme subir. En ese momento la cosa se puso seria y trat de escapar. El jefe nuevamente me tranquiliz._ Tranquilo, tranquilo, no te va a pasar nada confa en m Repeta con voz suave y montona.Desconfiado di los primeros pasos. Lo que pasara de ah en adelante siempre iba a ser mejor. Pens. Y continu dando paso tras paso.El jefe, paciente total. Ya me encontraba prcticamente en el interior del vehculo, cuando ocurri algo inesperado._Ya, est bueno terminen con tanta delicadeza. Exclam el cobarde. Y con el garrote en sus manos, quiso darme lo que l seguramente consider el ltimo golpe antes que entrara al vehculo. Mi reaccin fue la que siempre anhel. Tir la cuerda y el jefe en una actitud cmplice me solt. El cobarde cuando vio que me encontraba libre, solt el garrote y trato de escapar al interior de la vivienda. Lo segu y antes que entrara, logr clavar mis colmillos en sus glteos. El gritaba pidiendo ayuda. Yo no lo soltaba.Squenmelo, squenmelo! Me est matando. Gritaba el cobarde. Cuando mi placer lleg al mximo, lo solt para que escapara al interior y de un salto sub al vehculo. Apenas haba sido un atisbo de venganza. Lo que igual me haca sentir reconfortado. Muchas veces haba soado con ese momento. El vehculo, se puso en movimiento y nos alejamos. El jefe a do con el joven no cesaba de rer ante mi actitud._Le vio los ojos que abri cuando usted se lo solt. No supo ni del garrote, el maricn abusador. Putas que me gust. Termin por decir el joven.Los tres estbamos al interior de una camioneta. El joven conduca, el jefe al lado y yo en el asiento de atrs. La lengua, me colgaba. Me encontraba muy excitado con lo ocurrido._Ya, ahora reljate. Exclam el jefe. Volvindose haca donde yo estaba, acaricindome la cabeza efusivamente. _Vamos a tu nuevo hogar.Poco entenda lo que estaba pasando. Lo ms importante eraque me alejaba para siempre de mi amo Quien seguramente ya no tendra ningn inters en m, a menos que se tratara de matarme. Lo que pasara de ah en adelante lo dejaba en manos del jefe, en quien ya empezaba a confiar.El vehculo, sali de la poblacin y se dirigi al centro de la ciudad de Talagante, Las conclusiones las saqu conforme a la conversacin de las dos personas. El panorama me mantena absorto, muchas personas en las calles. Pasamos por un lugar donde haba una iglesia. Un costado una preciosa plaza. Mucho pasto y verdes rboles adornaban el lugar._ En veinte minutos ms estamos en la papelera. Dijo para s el joven conductor._Isla de Maipo, te espera amigo mo. Exclam el jefe. Dirigindose a m. Yo no entenda nada. Adems empezaba a sentirme un poco mareado por el encierro y movimientos. Seguramente comenc a poner los ojos raros. El jefe lo not, abri las ventanas del vehculo, eso me alivi bastante.

CAPITULO II

Al rato y despus de bajar una empinada pendiente, el vehculo comenz a disminuir su velocidad. Present que ya estbamos llegando. Tan rpido como lo pens hizo un viraje a la izquierda y se detuvo ante lo que supe despus era una barrera de seguridad. El jefe, baj el vidrio de su ventana, ante la presencia de un hombre vestido con uniforme azul._ Deme el kilometraje jefe por favor. Pidi el hombre de azul. Anot algo en su cuaderno. Para posteriormente levantar el fierro de color blanco y rojo, que atravesaba el camino. A una velocidad muy reducida ingresamos. Grandes construcciones forradas en lata. En su frontis grandes letras de color verde identificaban la industria. PLANTA PAPELERA VERA Y GIANINNI. Una papelera. Mucho movimiento de personas y maquinarias, que hasta el momento yo jams haba visto. Al interior de esta fabrica, se escuchaban ruidos ensordecedores. Grandes patios, llenos de enormes fardos de papel, amontonados unos sobre otros. Hasta alcanzar la altura de un rbol. En los techos de lo grandes galpones, unos tubos de lata con sombreros, por lo que escapaba una especie de neblina. El vehculo lleg por fin hasta las orillas de un canal, donde se detuvo. Algunos hombres se detenan curiosos observndonos. El jefe descendi tom la cuerda y me inst a bajar. Me resist en un principio. El jefe volvi a tranquilizarme por lo que tmidamente descend._ Muy bien. _Dijo el jefe. Ahora camina conmigo. Dio un suave tirn a la cuerda y yo dcilmente lo segu._Con ese montn de huesos piensa controlar la situacin jefe. Grit socarronamente un individuo que en esos momentos se dedicaba a mojar los grandes montones de papel, con una poderosa manguera. El jefe no se dign a contestar y continu caminando a mi lado. Yo, era el montn de huesos.Un angosto tabln, era el puente por el que atravesamos el canal, para llegar por fin a un sector ms alejado de todo lo que era fbrica. No poda dar crdito a lo que vean mis ojos. Enormes y verdes potreros rodeaban el hermoso lugar. Cercos de madera muy ordenados y pintados de color blanco los separaban entre s, lugar en que pastaban hermosos caballos. Instintivamente ladr hacia el lugar._ No, dijo el jefe. Los caballos no. Tu trabajo ser otro. Solo atin a bajar mis orejas.Debajo de unos hermosos y grandes rboles, un grupo de personas, se afanaban en construir una caseta con madera, lo que a futuro sera nuestro puesto de mando. Inmediatamente al lado una estructura metlica de unos cinco metros, terminaba en un techo tambin metlico.Cuando nos vieron llegar, suspendieron por unos momentos sus actividades, para saludarnos alegremente._ Jefe, por fin llega, eche una miradita a ver como est quedando la pega._Me gusta. Dijo._ Cuando creen que estar terminada. Miren que despus tendremos que construirle un canil, a este regaln. Esta preciosura ser el sptimo elemento de nuestro equipo de seguridad. Claro que antes deberemos darle una sobre alimentacin, llevarlo al veterinario y despus calculo yo en unos veinte das comenzar con su entrenamiento como uno mas de nosotros. Mientras tanto hay que dejarlo descansar y en la noche le habilitamos una pesebrera para que duerma._ Est medio flaco este quiltro. Dijo uno a quienes los otros llamaban el Martnez. _ Le damos algo de comida jefe? Este asinti, por lo que rpidamente tena ante mis ojos, un plato lleno de un raro alimento formado por bolitas, al lado un pequeo balde con agua fresca. Ol desconfiado el extrao alimento. Tena buen olor. Pero no era como servirse un trozo de carne. Me acerqu y prob. Me gust el sabor y la textura del extrao alimento. Lentamente al principio comenc a devorarlo, hasta dejar el plato reluciente._ Ahora amrrenlo bajo ese arbolito, pnganle agua y que descanse.El Martnez, cumpli lo ordenado y al rato yo descansaba plcidamente. Recin comido y con una fuente de agua fresca.No poda pedir ms. Los ojos, se me empezaron a cerrar solos por lo que no me resist. Cuando despert cre que al abrir mis ojos, me dara cuenta que todo haba sido un sueo. Pero no. Los jvenes y el jefe, continuaban entusiastas con la construccin de la caseta de madera._ Despert el prncipe. Exclam el Martnez. Desea algo ms el seor?Todos rieron con las palabras del joven. Yo como no entenda nada me dediqu a estirar mis atrofiados msculos, despus beb un poco de agua y volv a echarme contento y satisfecho. Como nunca lo haba estado.Las necesidades de mi cuerpo, empezaron a llamarme. Me puse de pi y ladr repetidas veces._Que le pasa a este quiltro mal agradecido, le dimos comida y agua. Y ahora quiere mordernos. Dijo uno del grupo._ Al revs. Dijo el jefe. Solo quiere ir al bao. Sultalo Martnez._ Pero jefe, se nos va a arrancar. Replico ste._ Sultalo noms. Vamos a ver si ha entendido algo._Conforme, bajo su responsabilidad. Termin ste procediendo a sacarme el mugroso pedazo de cuerda, que por tanto tiempo me haba atormentado. Por primera vez en toda mi existencia me encontraba libre. Pudiendo hacer lo que quisiera. Record, los caballos, no. As que aun trote cansino me dirig a los potreros, hice mis necesidades y despus simplemente corr. Era libre. El olor de la fresca hierba era estimulante. Me revolqu en repetidas ocasiones. En las inmediaciones encontr un canal de agua fresca y transparente. No lo dud y me introduje. Jams haba nadado, pero instintivamente mov mis extremidades logrando mantener mi cabeza fuera del agua. El grupo que estaba atento a lo que yo, irrumpan en aplausos cuando sala del canal, para despus de un salto, estar nuevamente en el agua. Disfrut como un cachorro. El jefe y su grupo haban continuado con sus actividades y me haban dejado solo. Por el resto de la tarde, deambul por todos lados. Todo era nuevo para m. Pero en todo momento sent la mirada del jefe sobre m. Aun as continu oliendo y rascando la fresca tierra del potrero. El resto de la tarde, dorm al sol, lo que contribuy a secar mi pelaje y reconfortarme.Cuando la tarde ya mora, escuch silbidos e instintivamente par mis orejas, observando hacia donde estaba el grupo. Era el jefe, volvi a silbar. No haba dudas era para m. En pocos segundos estaba a su lado. Esto al parecer le agrad ya que me premi acaricindome efusivamente. Enseguida se dirigi a donde estaban los dems. Dcilmente fui tras l.

_Ya, jvenes este seor eligi quedarse con nosotros. Dijo el jefe refirindose a m. Y continu _ Ahora hay que bautizarlo. Entre todos busquemos un nombre que se ajuste a su carcter.Por varios minutos estuvieron deliberando que nombre ponerme. Yo, en medio de todos los observaba con cara de bobalicn. Haban nombres que les causaban risas a todos Al fin eligieron uno en el que todos estaban de acuerdo. El nombre me agrad. Ya nadie podra llamarme saco de huesos. De ah en adelante me llamara Rocky. Posteriormente el jefe sac de una bolsa que colgaba del gancho de un rbol, un trozo de suela con unas incrustaciones metlicas y procedi a colocarlo en mi cuello. Tena mi primer collar._Ya, dijo el jefe, los que tienen que irse pueden retirarse. Los dos que continan su turno de noche, se llevan a Rocky, lo acomodan en una pesebrera y lo dejan que descanse toda la noche.Alegres y presurosos los jvenes procedieron a arreglar sus cosas y se marcharon dejndome con dos personas, las que seguidamente tomaron sus bolsos y los tres nos dirigimos al lugar donde pasara mi primera noche. Atravesamos en silencio los dos potreros. Me di cuenta que mis dos acompaantes se encontraban cabizbajos. No les agradaba la idea de quedarse solos. Yo, tambin me sent triste cuando el jefe se retir. Llegamos por fin a un lugar extrao para m. Haba un especie de pasaje. Y a ambos lados, sendas puertas que correspondan cada una a su pesebrera. Caminamos hasta el final del pasillo. Poda escuchar los caballos en su interior. Se encontraban inquietos con mi presencia. Abrieron una puerta, y me hicieron entrar. El lugar estaba vaco y limpio. En el piso haban colocado un montn de paja, sobre el que yo deba dormir. Me pusieron un tiesto con agua y cerraron la puerta. Escuch como ellos se instalaron tambin en la pesebrera del lado, escuchaba sus voces. A intervalos regulares los escuchaba salir para volver al rato, al trmino de lo que ellos llamaban rondas. As fue mi primera noche.

CAPITULO III

Abr los ojos, cuando ya amaneca. En las pesebreras, los caballos se mantenan inquietos, al parecer mi presencia aumentaba su intranquilidad.Al cabo de un rato, escuch que alguien abra mi puerta._Ya, Rocky, muvete vamos saliendo antes de que saquen los caballos. Dijo este, apresurndose a recoger su bolso y a abandonar conmigo el lugar.El sol, ya sala cuando llegamos nuevamente al lugar de la caseta, donde nos esperaba el segundo hombre, a quien ya echaba de menos. Este se encontraba a orillas de una fogata, sobre la cual herva una vieja y tiznada tetera. En sus rostros, pude advertir las huellas de una noche sin dormir. Sus continuos bostezos me lo confirmaban._Estoy como perro de cansado, mis pobres pies, ya no dan mas, en cada ronda estamos demorando casi una hora compadre._Yo estoy en las mismas socio. Tengo las patas totalmente mojadas. A algn huevn, se le ocurri regar los potreros, cuando me di cuenta ya tena el agua hasta las rodilla, Trat de escapar corriendo y fue peor. Coment el otro.Al final, ambos terminaron riendo sobre las peripecias de la noche anterior.Posteriormente sacaron de sus bolsos, unos aplastados sndwich, y se dispusieron a tomar desayuno.Estuvieron varios minutos sin hilar palabras, como sumidos cada uno en sus propios pensamientos. De improviso el que haba cado agua, se levant moviendo exageradamente los brazos._ Rocky, compadre perdname. Repeta mientras hurgaba en un saco de papel color amarillo. _Me olvid darte desayuno. Seguidamente fue colocado ante mis narices un plato un plato repleto de bolitas y el sagrado tiesto con agua fresca, del que di cuenta en un dos por tres. Para despus analizar a mis dos compaeros.El que me dio el alimento era un individuo joven, moreno, alto, muy simptico. Su principal caracterstica era su labia. No paraba de hablar y mova exageradamente sus manos, colocando nfasis en cada una de sus palabras. Le apodaban El Virutilla.Su acompaante, por lgica era ms callado y pausado. A simple vista parecan tener la misma edad. Not que rea constantemente ante la actitud teatral del Virutilla. Lo otro fue que deliberadamente me ignoraba. A Valdebenito, sencillamente yo no le agradaba. Su comentario posterior me lo confirm._ La firme compadre, a m no me gustan mucho los perros. Este quiltro lo nico que va a hacer es darnos mas pega. Que no se nos arranque, que hay que darle comida, que hay que llevarlo al bao al lindo etc. Aparte de eso debemos hacer las rondas y lo que ms me chorea. Termin. _ Es que no tenemos un lugar donde descansar aunque sea un ratito. Estamos viviendo igual que Tarzn, debajo de los rboles.Al terminar de demostrar su descontento, el Virutilla, confirm mi anlisis. Ya, que colocndose de pie y golpendose el pecho, procedi a proferir unos desgarradores gritos. Los que Valdebenito, entre carcajadas celebraba a mas no poder._ Tranquilzate compadre. Termin riendo el Virutilla. _ Cuando terminemos la caseta, todo va a cambiar, tendremos un lugar para descansar y tomar un poquito de choca en estas fras noches. Concluy dramticamente ste.La conversacin continu pausadamente esperando la llegada del personal para dar inicio al nuevo da. A mi la emocin me embargaba, esperando ver nuevamente al jefe. Al final el Valdebenito y el Virutilla, se retiraron y los recin llegados continuaron con lo quePara ellos era lo ms importante. La construccin de la caseta. Tambin estaba con ellos el larguirucho, a quienes identificaban como Palma. El resto lo componan el Martnez, individuo de mediana estatura y rostro moreno. Era el que diriga los trabajos. Ya que segn l. Era el que mas le pegaba a la construccin. Al parecer Bentez era el mas joven de todos. Estatura normal, muy compuesto para su edad y sobrio en su comportamiento. Por ltimo estaba Guzmn, una persona de estatura sobresaliente, muy buen carcter y buena disposicin en sus quehaceres. De acuerdo a mi humilde y perruna opinin era un muy buen grupo.Se notaba que no haban sido elegidos al azar. Ah tena que estar la mano del jefe. Que siendo casi media maana, an no apareca.La conversacin era muy fluida. Las opiniones iban y venan._ Cabros, entre mas rpido terminemos esta casita, mas rpido cambiaremos nuestra situacin, el jefe prometi que esta semana llegaran los uniformes. Con esta pinta no nos pesca nadie. Como Equipo de Seguridad, valemos callampa.Opinaba en esos momentos el Constructor, y continu: La torre de vigilancia ya est terminada, con su respectivo foco de iluminacin. De arriba podemos cachar todo lo que ocurra en los patios. Termin.En esos momentos Valdebenito, que haba subido a la torre de vigilancia comentaba:_ De aqu se controla todo compadre. Gritaba. Y cuando tengamos los binoculares, les vamos a ver hasta el caracho a estos malacatosos._ Mientras no nos incendien la planta estamos al otro lado. En caso contrario, mejor que solitos pesquemos nuestras pilchas y nos echemos el pollo. Incluyndote a ti Rocky, opin riendo el Virutilla._ Hey cabros, all viene el jefe con otra persona. Grit el que se encontraba en la torre. Bajando velozmente.Cuando los recin llegados atravesaron el tabln, todos se encontraban martillando o cortando algn pedazo de madera._ Ya jvenes no hagan ms teatro. Dijo este. Todos rieron con la salida del jefe._ Quiero presentarles a Don Alberto, l es el veterinario, que se har cargo de todo lo que concierne al Rocky. Cualquier problema que ocurra debern llamarlo a l. Su telfono, quedar apuntado en el Libro de Novedades. Estamos? Todos asintieron.Don Alberto me dio mala espina en cuanto lo vi. Por lo que le mostr mis colmillos._ Miren al Satans, todava no me conoce y ya me quiere atacar. Coment riendo pero medio nervioso el veterinario. Para posteriormente colocar su maletn, sobre una improvisada mesa y sacar de su interior una serie de instrumentos que yo jams haba visto. Entre el instrumental, haba un especie de collar muy parecido al mo._ Jefe, por favor coloqumosle el bozal, para poder revisarlo y no me muerda.El jefe, tom en sus manos extrao accesorio.Primero deb introducir mi hocico, en una especie de tubo de suela, lo que me impeda defenderme ya que apenas me dejaba respirar. Posteriormente pas unas correas por detrs de mi cabeza, abrochndolos con una hebilla. Estaba totalmente indefenso. El jefe me acarici suavemente mientras Don Alberto, proceda a revisarme hasta los dientes. Enseguida sac un tubito de vidrio que contena lquido en su interior._ Ya jefe, afrmelo con fuerzas. Pidi este.Sent un doloroso pinchazo en mi muslo trasero. Pero no me mov. Despus vinieron dos pinchazos ms. Los soport sin escndalo. Mientras el jefe, estuviera a mi lado me senta protegido. Retir el collar y me dej en libertad.Una vez que el seor veterinario, se retir deb tragarme tres pastillas las que segn supe despus era para los parsitos internos.Los siguientes das transcurrieron sin grandes acontecimientos. Se continuaban los trabajos, y por las tardes volvamos nuevamente a la pesebrera. El jefe como siempre iba y vena. Yo, continuaba recuperndome, al punto que debieron soltarme el collar. Mi cuello, haba aumentado. Me senta cada vez ms fuerte. En la intimidad de mis pensamientos, lo nico que deseaba era salir en una ronda. Yo era un perro de seguridad. Pero an me faltaba algo. Me faltaba que. Me preguntaba yo.La construccin de la caseta, estaba llegando a su fin. Mientras tanto yo, todas las noches a la pesebrera. Encerrado me entretena parando las orejas y escuchando las aventuras que se corran al interior de los patios.Una noche, mientras me entretena escuchando, sent un pinchazo muy parecido a los del veterinario, pero ah estaba solo y encerrado. El pinchazo, se repiti y otro y otro, me estaban enloqueciendo. Eran pulgas, pero no pulgas corrientes. Mientras yo, con mis dientes me defenda, las cobardes me atacaban por todos lados. Eran cientos. Soport toda la noche. A la maana siguiente cuando abrieron la puerta, sal corriendo como enloquecido y sub a una ruma de fardos de pastos para los caballos, y continu rascndome desesperado. Permanec as todo el da. Al atardecer cuando volvimos nuevamente a las pesebreras, me negu rotundamente a entrar, y en un descuido trep nuevamente a la ruma de fardos de pasto, y de ah no me mov. Otra noche mas y me devoraran. No lograron bajarme de ninguna forma. Me gritaban amenazantes. Igual me mantuve toda la noche bajo las estrellas. Mis compaeros, volvan de las rondas y nuevamente insistan. Llegaron hasta ofrecerme uno de sus preciados sndwich, pero no me mov. Al fin optaron por dejarme tranquilo.A la maana siguiente antes de retirarse, volvieron con el jefe. Yo, inmutable, permaneca a cinco metros de altura echado sobre los fardos de pasto._ Rocky, ven ac. Me orden el jefe. Solo par mis orejas movindole la cola, pero no baj. Lo observ mientras se rascaba la cabeza, pensando que ocurra._ Palma, ve a ver y revisa el lugar donde duerme, ah puede estar la explicacin. Es posible que haya comido algo extrao para que se comporte as.El larguirucho, acompaado del otro guardia, que haban ingresado a la pesebrera, en esos momentos salan gritando._ Jefe, no se acerque es una plaga de pulgas. Son miles gritaban, mientras procedan a sacarse sus ropas, hasta quedar casi desnudos. _ Estn en todas partes. _No son pulgas comunes, stas son cibernticas. Gritaba Palma. _ No mueren con nada.Las cibernticas, eran de un tamao menor a las pulgas corrientes y eran voraces. Lo nico que tenan para alimentarse era a m.La explicacin que dio el veterinario, era que una de mis pulgas, haba quedado en la paja y con el calor de mi cuerpo se haban reproducido rpidamente transformndose en plaga. En todo caso fue la ltima vez que dorm en la pesebrera. Con el correr de los das, solo fue un mal recuerdo. Ahora cada vez que una pulga, camina por mi cuerpo, solo ruego que no sea una ciberntica.

CAPITULO IV

Lleg por fin el anhelado da de mi entrenamiento. El jefe lleg vestido de buzo deportivo. Adems protega sus brazos con unos largos guantes de cuero. Acaso crea que yo poda atacarlo?En todo caso no le di mucha importancia. El me salud cariosamente como todos los das. Enseguida enganch una larga correa de cuero a mi collar, con una especie de mosquetn metlico. Se colocaba y se sacaba rpidamente. Iniciamos todo con un suave trote. Yo, estaba feliz, mientras corra a su lado izquierdo. Cuando deba detenerme, el suavemente tiraba la tralla, enganchada a mi collar y bruscamente se detena. Las primeras veces me sorprenda, por lo que el tirn en mi cuello, era brusco. Cuando esto ocurra yo lo miraba hacia arriba reprochndole con mi mirada su brusquedad. l se daba cuenta y cariosamente acariciaba mi cabeza, en seal de disculpa._ Rocky, entre mas rpido aprendas ser mucho mejor para los dos. Me deca.Me propuse ser el mejor alumno, que el jefe haya tenido.Por lo que al medioda, ya corramos juntos sin ningn problema.l se detena y antes que viniera el tirn, yo haca lo mismo. Tan concentrado estaba y a tanto lleg nuestra comunicacin que prcticamente yo saba lo que l iba a intentar y realizaba el ejercicio antes que diera la orden. Las felicitaciones no tardaban en llegar. l estaba feliz con mi desempeo._ Muy bien. Repeta. _ Eres extraordinario amigo mo. Muy bien.Recuerdo que el primer ejercicio, fue el Junto!Si el caminaba, yo caminaba, si el corra, yo corra. Siempre apegado a su pierna izquierda. Primero fue con tralla, la que rpidamente me fue quitada y podamos correr juntos sin la molesta correa. Estuvimos varios das as. El jefe, no se cansaba de alabar m desempeo. A m, me encantaba correr a su lado. Caminaba, corra y se detena tratando de sorprenderme. Haca giros imprevistos y yo siempre pegado a su pierna izquierda. Debo decir que en algunas oportunidades se detena y yo pasaba de largo, para volver con las orejas agachadas a su lado. Eso a l le causaba mucha risa y para no avergonzarme, se agachaba abrazndome por el cuello y acaricindome.Pasamos a otra etapa, en la que yo deba detenerme y permanecer en mi lugar, mientras l avanzaba agazapado, ocultndose de un enemigo imaginario. Cuando se encontraba a una distancia considerable, me gritaba Junto! a la vez que me haca una seal, golpendose su pierna izquierda con la mano del mismo lado. Yo, deba correr rpidamente a su lado. A veces mi impaciencia me jugaba malas pasadas y corra antes de tiempo. Al ver mis orejas agachadas me tranquilizaba repitiendo el ejercicio y agregndole una voz de mando suave pero autoritaria Queda aqu! Repeta. Y continubamos con los ejercicios, que yo rpidamente iba dominando. Con el correr de los das, me sentaba, avanzaba, rodaba, botaba. El junto para que decir. Aprenda muy rpido.Muchas veces cuando estbamos en pleno entrenamiento, poda divisar a algunos curiosos observando lo que ocurra. Se quedaban con la boca abierta ante mi destreza y muchas veces aplaudan mi actuacin, distrayndome en mi trabajo. Por lo que el me repeta: Concntrate Rocky!, Bastaban esas palabras para que volviera en m y continuremos con los ejercicios.Cada da que pasaba me senta ms fuerte. Siempre al trmino de la jornada, tena esperndome una racin de comida extra. La que devoraba. El estar en movimiento, aumentaba considerablemente mi apetito.Un da al atardecer, el jefe rompi su rutina y no se retir como sola hacerlo. Ese da no realizamos ningn ejercicio, a cambio tuve el da libre y pude dormir a mis anchas, realic mi deporte favorito que era correr tras los queltehues, tratando de atraparlos antes que stos pudiesen levantar el vuelo. Fue un da que lo disfrut.Ya entrada la noche, el jefe me coloc la tralla y caminamos por lugares para mi desconocidos. Hasta ese momento siempre habamos estado en los potreros, y ahora por primera vez ingresbamos a los patios de la industria. Enormes filas de fardos de papel, estaban muy ordenados. Pude percibir un insistente olor a papel quemado. Antes de llegar nosotros, la papelera haba sufrido un incendio, que al parecer haba sido intencional. Ese era el motivo por el que nos encontrbamos ah.Impedir a toda costa, que el hecho se volviera a repetir. Como dije, caminamos entre los montones de fardos de papel. Incluso subimos hasta su base, caminando con mucha precaucin. Desde esa altura, podamos dominar mejor el panorama. Siempre sin llegar hasta el fardo de la orilla. Como mucho hasta el penltimo Pisar en las orillas, era peligroso, podamos caer con fardo y todo. Una cada a esa altura poda resultar fatal. En esa ocasin pude darme cuenta del peligro, ya que algunos fardos haban sido mal aparcados por los operadores de los montacargas, y podan caer desde una altura de cuatro o cinco metros, en cualquier momento aplastndonos cuando caminramos por los pasillos. Estuvimos arriba lo suficiente para que yo me acostumbrara a la altura. Al cabo de unos minutos ya haba perdido el temor inicial. Posteriormente caminamos hasta los lmites de los patios, entre los potreros y la industria. El jefe se sent sobre unos fardos, sin hablar y sencillamente escuchamos.Los ruidos de la fbrica, eran apagados por las paredes que formaban los grandes patios repletos de fardos. Cada cierto tiempo, apareca un montacargas equipado con un gran foco de luz. Sacaba uno o dos fardos e ingresaba nuevamente al interior.Todos eran movimientos muy rpidos y volvamos a quedar a oscura y en silencio. Pude apreciar el ruido de aguas en movimiento. _ Un ro. Dijo el jefe, como si leyera mis pensamientos.Algunas aves nocturnas pasaban volando sobre nuestras cabezas. Apreci que entre la industria y los patios, quedaba un espacio libre, por el que transitaban personas, vehculos y maquinarias. Era una especie de calle. El jefe me ambientaba al movimiento nocturno de la fbrica. Me atrevo a decir que ese fue mi primer entrenamiento en la noche.Al da siguiente, volvimos a repetir lo anterior. Claro que mis horas de descanso las dediqu a dormir, para estar bien en la siguiente noche.Para m, era excitante el caminar con el jefe, entre las sombras por los angostos pasajes que se formaban entre las rumas de fardos. Pensaba que en cualquier momento poda ocurrir algo y ocurri. Mientras nos desplazbamos, el jefe en forma muy silenciosa y casi susurrndome en la oreja, me repeta: Atento Rocky, atento Rocky! l lograba que todos mis sentidos estuvieran alertas. Mis orejas levantadas y mis ojos taladrando la oscuridad. Entonces lo vi. Fue como una sombra que se cruz ante nosotros. Mi corazn, aument sus latidos. Trat de seguirla pero el jefe me tranquiliz con un suave tirn de la tralla.Nos mantuvimos silenciosos en la oscuridad. Expectantes. Poda sentir los latidos del corazn del jefe. El seguramente tambin senta los mos. Era como un tambor en mi pecho. Entre los ruidos normales de la noche, volv a escuchar unas pisadas. El tambin, pero me tranquiliz pasndome su mano por la cabeza._ Calmado Rocky, esperemos el momento oportuno. Susurr. No s que ocurri en mi cabeza, pero sin darme cuenta comenc a gruir, mostrando mis poderosos colmillos. Entonces sorpresivamente una persona nos atac. Fue como si una sombra se hubiese desprendido de las otras sombras, y se plant ante nosotros, esgrimiendo un amenazante garrote. Reaccion tratando de saltar sobre el atacante. La firmeza de las manos del jefe, impidieron mi cometido y ca hacia atrs debido al fuerte tirn, lo que dio tiempo al atacante para escapar. Mir al jefe. Porque no me dejaba atraparlo? El solo trataba de tranquilizarme. _Muy bien Rocky, muy bien. Repeta sin soltarme. Despus caminamos en la oscuridad. No dejara que nada volviera a sorprenderme. Despus de un rato volvimos a la caseta, donde nos esperaban el Martnez con Valdebenito.Como estuvo la actuacin jefe? Pregunt el Martnez. A quien not muy excitado._ La tuya Martnez, muy bien pero la de Rocky: Extraordinaria, si llega a soltarse te come. En todo caso de aqu en adelante estaremos prevenidos. Si llega a soltarse, debes sacarte rpidamente el pasamontaas y gritarle por su nombre. Eso lo tranquilizar. Espero. Termin el jefe.Ya en la madrugada el jefe se retir y pude por fin descansar. No sin que antes me dieran mi racin extra. Por lo dems me la haba ganado.Los entrenamientos nocturnos continuaban, y los ataques en las sombras eran cada vez mas frecuentes. Fue en una de esas oportunidades que se solt el mosquetn y qued libre para actuar. Cuando me di cuenta que tena libertad, la sombra velozmente daba vuelta una esquina. Por lo que sin pensarlo, lo segu. En esta ocasin no escapara. Aun as logr escuchar los gritos del jefe:_No Rocky, vuelve ac. Martnez, arranca se solt!Las ltimas palabras no las escuch, mi cabeza solo estaba atenta a las pisadas del atacante escapando y mas atrs las del jefe, tambin corriendo. La sombra, corra a una velocidad increble, pero yo tena cuatro patas. No tardara en darle alcance.Entonces el individuo de un salto espectacular qued colgando a una altura tal, que no poda alcanzarlo y continu como poda escalando la pared de fardos. Salt tratando de atraparlo. Sent como mis colmillos, chocaban unos contra otros. Entonces record y sin dudar rode por atrs y logr subir. Lo esperara arriba.El individuo, estaba por llegar a la cima cuando me vio. Gru mostrando mis colmillos. En esos momentos el jefe llegaba al lugar._ Rocky, clmate ven aqu. Gritaba en forma autoritaria. Pero esta vez no lo dejara escapar. Entonces el individuo grit: _ Rocky, clmate soy yo. Saba mi nombre! Entonces soltando una de sus manos Volvi a gritar desesperado: Rocky soy yo! Entonces lo reconoc. El enmascarado era: el Martnez!_ Rocky, Volvi a gritar el jefe. Ven aqu.Lentamente di la vuelta y baj por el mismo lugar que haba subido. El jefe, me coloc la tralla, y volvimos a la caseta. El Martnez, permaneci colgado a los fardos por varios minutos ms, sin atreverse a bajar.Mi cabeza, daba vueltas negndose a entenderlo ocurridoAcaso el Martnez era el atacante? Porque haba tratado de golpearme, que haca entre las sombras?Pas un buen rato, antes de que volviera a aparecer. Cuando lo hizo, luca agotado. Su rostro brillaba por el sudor. En sus manos an tena el pasamontaas._ Jefe, dijo. Apenas poda articular palabras. _ Nunca ms, nunca ms. _ Si el Rocky me pilla me mata. _Nunca ms. Volvi a repetir._ El jefe, dio las disculpas del caso. Yo, recin comprend que todo era un entrenamiento. En todo caso haba demostrado que conmigo no se jugaba. El Martnez, voluntariamente quiso darme la racin extra. Acarici mi cabeza. Yo, lam sus manos. Ambos lamentando lo ocurrido.Ellos, tambin saban que podan contar conmigo.

CAPITULO V

Los entrenamientos, se sucedan noche a noche. De tal forma que despus por las pisadas llegu a saber quien era el enemigo, que le corresponda actuar esa noche. Todo para m se transform en un juego. Pero deba actuar como si todo fuese real. Puedo decir nadie se presentaba voluntario para hacer de enemigo. Pero la norma era que todos deban pasar la prueba.Pasado unos quince das, continuamos con los entrenamientos nocturnos. Pero en esa ocasin, eran los guardias, los que deban guiarme y actuar conmigo en caso de una situacin real. El jefe solamente sper vigilaba dando instrucciones a cada instante._ No lo tires, estimlalo, tranquilzalo. Repeta el jefe sin cansancio. Los das transcurran sin grandes novedades. Hasta que por fin lleg para mi el da esperado. Hara verdaderos turnos.En esa oportunidad, el jefe nos reuni a todos con el fin de rayar la cancha. Como siempre deca. Los dos guardias nocturnos, impecablemente vestidos de azul, botas tipo militar, mas un equipo de radio, para terminar en un gorro tipo comando. Yo, con reluciente arns de cuero y una hermosa y abrigadora capa, tambin color azul. Usando un trmino muy humano, estaba increblemente emocionado, al igual que mis compaeros. El larguirucho Palma y Bentez. Pude apreciar un brillo especial en sus ojos esa noche._ Bien seores, Comenz el jefe, muy ceremonioso, hoy es un da muy important