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Universidad del Tolima Año 2007 Volumen 6 Nº 11 ISSN 1657-9992

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Universidad del Tolima

Año 2007

Volumen 6 Nº 11

ISSN 1657-9992

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Nº 11

Primer semestre 2007

Revista de filosofía, política, arte y cultura del

Centro Cultural de la Universidad del Tolima

Page 3: Orlando Fals Borda

Revista del Centro Cultural de la Universidad del Tolima.

Rector: Dr. Jesús Ramón Rivera BullaEditor: Julio César Carrión CastroConsejo Editorial: José Hernán Castilla Martínez

César Fonseca ÁrquezManuel León CuartasFernando Ramírez DíazGabriel Restrepo ForeroHugo Ruiz Rojas

Diseño y Diagramación: Leonidas Rodríguez FierroImpresión: Gráficas León Ltda.Dirección Postal: Centro Cultural Universidad del Tolima Barrio Santa Helena - IbaguéTeléfono: (+)57-8-2669156 - IbaguéCorreo Electrónico: [email protected] - [email protected]

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Tabla de contenido

CARTA DEL EDITOR

Orlando Fals Borda y La Violencia en Colombia ....................................................... 5Carta editorial ........................................................................................................... 9

IN MEMORIAM

María Cristina Salazar de Fals Borda ....................................................................... 17Alfredo Molano Bravo

María Cristina Salazar ............................................................................................. 19Fernando Sabogal

CONGRESO DE SOCIOLOGÍA

El IX Congreso Nacional de Sociología ................................................................... 21Homenaje ............................................................................................................... 25Seguir los rastros ..................................................................................................... 29Gabriel Restrepo

Violencia y paz ....................................................................................................... 33Michel Wieviorka

¿Babel, hostilidad, hospitalidad? ¿Podemos “escucharnos los unos a los otros”? ........ 45Gabriel Restrepo

Fals Borda, los intelectuales y el fútbol .................................................................... 65David Leonardo Quitián Roldán

LAS CIENCIA SOCIALES

Ciencias sociales y humanas, entre el statu quo y lo antisistémico ............................ 75Libardo Sarmiento Anzola

Los reduccionismos epistemológicos en las ciencias sociales ..................................... 83Pablo Guadarrama González

TEXTOS DE ORLANDO FALS BORDA

Por un conocimiento vivencial .............................................................................. 103La superación del eurocentrismo ........................................................................... 115Fals Borda y Luis Eduardo Mora-Osejo

Entre los paisas ..................................................................................................... 125Honoris Causa en la Universidad Nacional de Colombia ...................................... 137Obras de Orlando Fals Borda ................................................................................ 141

CARBONO 14

Textos de Carlos Mariátegui .................................................................................. 153Ricardo Sánchez Ángel

TOLLE LEGE, (TOMA, LEE)

Un libro sobre violencia ........................................................................................ 161Gonzalo Canal Ramírez

Una mirada a La Violencia en Colombia ............................................................... 163Eric Hobsbawm

Un vistazo hacia el pasado y reflexiones frente al espejo ......................................... 167Darío Barriera

Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy (de Alain Touraine) ........ 177Bernabé Sarabia

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La portada. Revista

Foto del maestro Fals tomada por Carlos Duque Arbeláez -Duqueimagen 2006-. Colección particular.

Aquelarre. Revista no venal, editada por el Centro Cultural de la Universidad del Tolima

Los artículos son publicados bajo la exclusiva responsabilidad de sus autores

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Carta del editor

En el Canto Tercero de la Divina Co-media Dante Alighieri, de la mano desu maestro Virgilio, se encuentra ante

la puerta del infierno en cuyo umbral estáfijada una terrible inscripción que lo llena depavura, ya que allí se sentencia que quienesla traspasen ingresarán “al reino de la eternapena” y deben “renunciar para siempre a laesperanza”. No franquear la puerta del infier-no y mantenerse fuera, ha sido, entonces, elprecepto impuesto por la “cordura” y la “ra-cionalidad” acobardada y conformista; la su-puestamente inteligente y lúcida opción delos sumisos. Sin embargo esta orden ha sidodesacatada por algunos personajes en la mi-tología, en la literatura y en la vida: Orfeo,padre y mentor de la música y la poesía, des-cendió a los infiernos, retó a la oscuridad,sedujo a los demonios y venció a la muertecon los arpegios de su lira, tras el intento fa-llido de recobrar la vida de su amada. Tam-bién Rimbaud tuvo su “Temporada en el in-fierno” y describió en “páginas horrendas desu carné de condenado”, su fracaso y la hu-millante situación de su castigo como serhumano.

Sondear el inframundo de esta sociedad des-compuesta e indagar la genealogía de la his-toria del crimen, del dolor y de las penas queagobian a Colombia, es la titánica tarea em-prendida por Orlando Fals Borda hace ya másde cincuenta años, desde cuando obtuvo sumagíster en Sociología de la Universidad deMinnesota -en 1953- y luego el doctorado

en Sociología Latinoamericana en la Univer-sidad de la Florida en 1955, época en quepublicara sus primeros libros, Campesinos delos Andes y El hombre y la tierra en Boyacá ,con los cuales dio comienzo a los modernosestudios sociológicos en Colombia, lo queseguidamente le llevó a fundar la primeraFacultad de Sociología en Latinoamérica, enla Universidad Nacional de Colombia, en1959, y a proponer, tan constante como inú-tilmente, el establecimiento de una reformaagraria en nuestros países, así como un nue-vo ordenamiento territorial, exigido por losprofundos cambios acaecidos en estas socie-dades rurales, herederas de régimen señorial-hacendatario vigente desde el período hispa-no-colonial.

Con el propósito de impedir, hasta dondefuese posible, el incremento de la violencia yla descomposición social que desgarran aColombia desde sus orígenes como nación,y como resultado de una investigación-accióncomprometida y militante, publica hace pre-cisamente 45 años, la obra cumbre de la So-ciología nacional, el libro La violencia en Co-lombia, estudio de un proceso social , encoautoría con Monseñor Germán GuzmánCampos y Eduardo Umaña Luna -contan-do, además, con la participación de CamiloTorres Restrepo, cofundador de la Facultadde Sociología-.

Esta obra inicia los estudios genealógicos dela violencia. Mediante el recurso de buscar

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las causas más profundas de esa feroz luchapolítica y social que ha sido nuestra historia,dentro del azaroso “teatro de la dominación”que, al decir de Michel Foucault, “pone enescena una violencia meticulosamente repe-tida”.Teatro de la historia de la opresión queconstantemente reemplaza y superpone lasformas de agresión, de exclusión, demarginalidad y crimen, dándole una atávicacontinuidad a la violencia y permitiendo queel pasado esté vivo en el presente. A partir deesta obra descubrimos que la violencia deantaño está instalada en la violencia de hoy,como en un palimpsesto, como en un maca-bro ritual de sangre y de desolación que nocesa, en ese juego de la historia siempre na-rrada y siempre escrita por los vencedores.

La obra de Orlando Fals Borda se inscribe,como la de Walter Benjamin, en el contextode la lucha contra el olvido y es la oportuni-dad del testimonio de los ausentes, de loshumillados, de los ofendidos… es la reitera-ción, no de una resignación fatalista, ni deuna melancolía indiferente e inmóvil que seabandona al nihilismo sin futuro, sino, unaimplacable y activa filosofía pesimista de lahistoria que, ante los monstruosos desastresque acompañan el desarrollo científico y tec-nológico y, en abierta oposición a la mecani-zación e instrumentación de los seres huma-nos bajo el capitalismo, o bajo el llamado “so-cialismo real”, propone, contra la ideologíadel progreso, el reencantamiento del mundoy de la vida, una nueva opción sentipensanteque debemos aprender de los pueblos venci-dos, y un “conocimiento vivencial” que déotro sentido a la existencia.

Tal como Benjamin, quien en su texto Alar-ma de incendio de 1923 anticipó y previnosobre los desastres que acarrearía esa optimistaideología del progreso y los mecanismos so-lapados del poder -que pronto develaron suinterior fascista- vaticinando la catástrofe quecaería sobre Europa con la “movilización to-

tal” y la industria de la muerte administradaen los campos de concentración y de exter-minio que el nazi-fascismo desplegara, de lamisma manera, Orlando Fals Borda y losotros “avisadores de incendio”, prendierontempranamente las alarmas en nuestro país,nos advirtieron sobre ese infierno en que seconvertiría Colombia si no se corregían lasestructurales fallas de nuestra construcciónsocial.

En el capítulo final del segundo tomo de Laviolencia en Colombia, con una abismal con-ciencia premonitoria, escribían los autores detan inquietante estudio que, “para intentarcualquier solución plausible…es necesariocrear en los colombianos un pensamiento, uninterés y una voluntad de nación”. Y con-cluían: “si tal cosa no se realiza como un lo-gro colectivo, es previsible que perduren fac-tores desintegrantes, con sorpresivos aflora-mientos de violencia…”. Afloramientos deviolencia que harto hemos padecido los co-lombianos durante la segunda mitad del si-glo XX y en lo que va corrido de este siglo.Tánto el fenómeno de la violencia ha marca-do a fuego la reciente historia de Colombia,que nuestro país llegó a constituirse, quizás,en el de mayores índices de homicidios, des-plazamientos y violación de los derechos hu-manos en el mundo, como resultado de lairracionalidad política que nos gobierna.

Esta imagen, esta identidad y esta fisonomíade “nación violenta” -y de “país inviable”- quehoy poseemos, nos ha llegado de la mano nosólo de las causas económicas, políticas, so-ciales y culturales que, precisamente, anali-zaran Orlando Fals Borda, MonseñorGuzmán y Eduardo Umaña Luna en esa obrainaugural de la sociología en Colombia, sinoque se han entroncado con múltiples facto-res que ya se presagiaban en los años cincuen-ta del pasado siglo. Ayer advertían los auto-res, tratando de establecer medidas y aportesterapéuticos al conflicto, que los militares

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deberían entender que “las solas medidas re-presivas no bastan…que lo más grave se es-conde en las condiciones infrahumanas devida…”. Exigían que la educación se com-prometiera en promover la convivencia polí-tica y los derechos ciudadanos, más allá delas simples rutinas escolares; pedían a losmedios de comunicación superar el ordina-rio interés por la noticia cruenta, instaurandoun movimiento de rechazo por los crímenesy de solidaridad con las víctimas. Y reclama-ban al sector parlamentario una auténticaobligación de representación. Citando almaestro Antonio García, precisaban que eraindispensable que el parlamento, recuperan-do su independencia, su prestigio y su facul-tad legislativa, se desligara del gobierno y “ju-gara su propio papel” en una repúblicaauténticamente democrática. A los políticosdel bipartidismo, les recriminaban por su res-ponsabilidad y les pedían rehacer sus proyec-tos, buscando librarse de los odios heredadosy organizarse como partidos políticos moder-nos.

La no rectificación de los rumbos que tantempranamente previeron estos “avisadoresdel incendio” en nuestro país, nos ha llevadoa esa especie de irreversible amalgamamientoentre los genocidios oficiales, la corrupciónpolítica y el paramilitarismo, que hoy se cum-ple en Colombia de manera cotidiana, tantoque algunos analistas no dudan en señalarestos execrables acontecimientos como expre-sión fehaciente de la instauración de un “Es-tado mafioso” y fascistoide.

Orlando Fals Borda ha sido el intelectual com-prometido e integral que, deambulando sere-namente por más de cincuenta años con sumirada de analista y su actividad permanentede militante radical, ha descendido al infiernode nuestra realidad social y entre los escombrosque dejan la violencia y el crimen, ha encontra-do fuerzas suficientes para la denuncia y para laorganización política de los sectores populares,señalando a los autores del desangre y propo-niendo alternativas, sin perder jamás el rigoracadémico y manteniendo viva la esperanza.

Julio César Carrión Castro

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Foto Banco Fotográfico Colombiano. 1951.

Foto tomada del libro Bandoleros, gamonales y campesinos. El Áncora Editores, 2000.

Testimonios gráficos de La Violencia en Colombia

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Carta editorial

Bogotá, mayo 14 2007

Sr. Profesor:JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRODirectorREVISTA AQUELARREUniversidad del Tolima

Apreciado colega:

Permítame en primer lugar felicitarlopor el día del maestro, ya que escriboen esta efemérides que nos congrega

en la misma pasión. Luego quiero manifes-tar mi júbilo por los diez números de la Re-vista Aquelarre, celebrados en días pasadoscon el lanzamiento de la colección en forma-to digital. En tercer lugar deseo agradecerlela hospitalidad de la revista que usted creó ydirige con acierto, para publicar un númeroespecial, el 11, dedicado al IX Congreso Na-cional de Sociología del cual fuí Coordina-dor General.

Me había solicitado usted hace un tiempocuando propuso esta idea que escribiera algu-nas notas sobre el Congreso para esta edición.Aprovecho la ocasión que ofrece el envío de latraducción realizada por Fernando RamírezDíaz y revisada por mí con el mayor cuidadodel esclarecedor ensayo de Michel Wieviorka

para escribir algunas reflexiones en torno a loque fue el IX Congreso Nacional de Sociolo-gía y a lo que debe seguir de ahora en adelan-te. Prefiero esta forma epistolar a la de un ba-lance impersonal, puesto que habiendo sidoun asunto de poner todo el corazón y el cere-bro en aquella aventura, este género se avienemás a cierto tipo de confesiones que de modoobligado debo ensayar.

Es inevitable indicar que algo más que unasuerte de ciclotimia caracteriza como arrítmicaa la organización de la sociología. Auge en ellustro inaugural de la sociología (1959-1965),decadencia orgánica (1966-1979), febril acti-vidad (1980-1992), parálisis (1993-2005) ex-cepto un breve esfuerzo (1995-1997), renaci-miento (2006) y, a juzgar por dos síntomaspreocupantes1, recaída (2007): todo para con-figurar un nuevo período muy incierto perocon un horizonte que quizás prometa algo: la

1 Dos convocatorias a la asamblea de la Asociación Colombiana de Sociología entre marzo y abril con asistencia en laprimera de menos de 40 y en la segunda de sólo siete.

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celebración del medio siglo de vida profesio-nal de la sociología colombiana en 2009, jus-to en la víspera del bicentenario de la Declara-ción de Independencia de Colombia (2010) yde seguro en momentos críticos deredefiniciones cruciales en las relaciones delestado y la nación.

Ninguna pauta puede deducirse de estos rit-mos. Es cierto que en un momento inauguralla sociología respondió a la esperanza entrañadapor el mensaje de paz del inicial Frente Na-cional y que su declive orgánico fue en esaprimera etapa señalado por la muerte trágicadel lamentado Camilo Torres Restrepo en fe-brero 15 de 1966. También parece correctoafirmar que la inmensa actividad de los ochen-tas puede alinderarse en la multiplicidad demovimientos sociales que convergieron en re-pensar el país con la Constitución de 1991,en cuyos preparativos usted participó en pri-mera fila del movimiento pedagógico y pormi parte desde la cultura y la sociología.

Pero, ¿cómo explicar que desde 1992 la so-ciología haya carecido de voz como tal, deórgano de congregación, de presencia públi-ca como cuerpo colegial? Nadie puede argu-mentar razones de obstrucción política, puesmal que bien los espacios públicos ofrecenlibertades básicas. Además, desde 1992 elnúmero de departamentos de sociología, deinvestigaciones y de publicaciones ha creci-do, incluso de un modo sorprendente. Tam-poco pueden mencionarse oclusiones de or-den cultural, por lo menos manifiestas, enuna sociedad que por las violencias y contra-violencias de distinto signo acallan y ejercenuna especie de censura sutil y de autocensura.Es bien cierto que los asesinatos delantropólogo Hernán Henao, del economistaJesús Antonio Bejarano, ambos en los espa-cios universitarios, están allí junto al omino-so crimen cometido contra uno de los gesto-res más dinámicos de la sociología colombia-na, Alfredo Correa D´Andreis y junto al aten-

tado al sociólogo y politólogo EduardoPizarro León Gómez, ahora director de laComisión Nacional de Reparación y Recon-ciliación. Pero descontando estas importan-tísimas excepciones, sociólogos y sociólogashan incursionado desde un punto de vistaacadémico y también práctico o político entemas muy críticos ya sea del Estado o de losdistintos agentes de las violencias o sea entemas sensibles como el de género, procrea-ción, violencias ciudadanas y otros con unarelativa libertad, heterodoxia y creatividadnunca antes alcanzada.Tampoco creo que seadel caso afirmar que la dispersión de la co-munidad sociológica obedezca a las conse-cuencias de esa nueva dinámica de los mer-cados, incluso del mercado laboral, que sue-len achacarse de modo grueso al llamado“neoliberalismo” o a la “globalización” queretaza, desprende y remueve a las personas yen ambos casos a las ciertas tendencias a pri-vatizar los espacios públicos y a morder y re-morder terrenos comunes.

Con el conocimiento de muchos años, pue-do afirmar por tanto que nuestra anomiainstitucional obedece más a causas endógenasque exógenas, como se dice en la jerga socio-lógica. Y por tanto remiten a la organizaciónde la “disciplina”, a la constelación axiológicade nuestro talante y a los estilos de afrontar yresolver distintos conflictos: generacionales,de género, de estilo, de práctica profesional.

Comenzaré pues por lo más fácil, la organi-zación del saber sociológico. El campo aca-démico ha crecido en las últimas décadas tan-to como en mayor proporción lo ha hecho elcampo profesional o aplicado. Pero aquí apa-recen dos escisiones, ambas derivadas de serla sociología un saber de límenes, con mu-chas fronteras, muchos límites, situación pro-picia para los intercambios sin duda, pero quedemanda un balance entre una disposicióncentrífuga y otra centrípeta que no creo sehaya alcanzado porque necesita de madurez.

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La constitución de campos transversales o deámbitos nuevos, por ejemplo los de género,estudios culturales, postcoloniales, de comu-nicación y tantos otros no se han realizadosin pocos desgarramientos y fracturas.

Quiero dar ejemplo de lo anterior con algode las confesiones que anunciaba: organizarla Mesa de Cultura, Sociedad, Artes, Letras yEspectáculos fue una tarea peor que resolverel cubo de Kubrik.Todo fue muy bien cuan-do se trataba de un panel de sociología de lacultura con importante tradición académicaen Colombia. Pero cuando a ello añadí unpanel de estudios culturales, ahí fue Troya. Ycuando como Coordinador del IX Congresoy gestor de la Mesa agregué también los te-mas de artes, teatro, letras, fiesta y deporte,el ostracismo y el anatema silenciosos se se-llaron. ¡Qué tal, me digo ahora, que me hu-biera empecinado como quería y como loharé algún día en organizar mesas redondasen torno a cocina, moda y belleza! Mis que-ridos colegas hubieran importado del Ecua-dor una de las palabras más bellas que co-nozco del siglo de oro: defenestrar, algo queen cierta forma hicieron. Por ventura mía, laventana por la cual me arrojaron daba a unInstituto de Estudios y Comunicaciones deCultura, IECO en la misma UniversidadNacional donde estos temas puedeninvestigarse con la mayor libertad.

Mi conclusión respecto a este punto es quela comunidad académica de la sociología co-lombiana es muy, pero muy conservadora enel peor de los sentidos, frente al imperativode “Abrir las ciencias sociales”. Mejor dicho,en el sentido de las encuestas mundiales devalores que aplicadas a Colombia la señalancomo una sociedad que recela el cambio.Quede esto en suspenso por ahora, porquelo retomaré más adelante. Esto por supuestocontradice toda la fama de una sociología conímpetus de cambio, que no comienzan porcasa según he señalado.

El segundo tema es la relación entre la co-munidad académica y la comunidad profe-sional. Aquí las brechas son mayores y muytajantes y se entreveran con muchas polari-dades de sentimientos encontrados y conpugnas generacionales e incluso de género.Para bien o para mal, la sociología colombia-na se ejerce en su mayor parte en el estado yno en la academia -que absorberá entre 5% o10% de egresados a lo sumo- o en la empresaprivada o en los movimientos sociales, loscuales congregarán máximo a otro 10%. Queen el estado se hayan abierto espacios distin-tos al gobierno central con las democraciaslocales (veinte años se cumplen en este 2007)representa un gran alivio por inaugurar “sen-deros que se bifurcan” para expresarlo con lametáfora de Borges.

Ahora bien, las relaciones de la comunidadacadémica con la comunidad profesional sondistantes y hasta hostiles. Quizás en ello nohemos superado el síndrome de desengañode la comunidad sociológica cuando el esta-do inicial del Frente Nacional no respondiócomo se esperaba a las expectativas de cam-bio. Y ello pese a que bien mirados los balan-ces, la sociología colombiana haya realizadocontribuciones muy notables en el diseño yejecución de programas muy importantes dereforma social: escuela nueva, sistema deindicadores sociales, medición de la pobre-za, organización comunitaria, políticas pú-blicas en ciencia, cultura, educación y mu-chos otros campos. Hay en ello resabios queprovienen de raigambres ideológicas queobran como solapas del propio conservadu-rismo. Y voy a relatar apenas una anécdotade las miles que en este terreno puedo na-rrar: cuando en calidad de Coordinador delIX Congreso Nacional de Sociología propu-se la realización de una mesa de políticas pú-blicas en la que concurrieran en el debateacadémicos, profesionales y expertos y auto-ridades técnicas del gobierno, se me acusó deorganizar el Congreso en beneficio de

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Planeación, del Presidente Uribe y sólo faltóque se me dijera que del Pentágono.

Quisiera salir de las anécdotas para revelaralgo del fondo. Según la citada encuestamundial de valores, el grado de confianzainterpersonal de los colombianos es de 10%,el penúltimo antes de Brasil en una encuestaaplicada en 66 países. La anomia sociológicaresponde en buena medida justamente a ello:una desconfianza generalizada. Dejemos estetema en tránsito, pero añadamos que ade-más en esta brecha entre campo profesionaly campo aplicado se revela todavía un dejoaristocrático de lo que he llamado modelode socialización, cultura y formación del su-jeto colonial y señorial: la distinción entreteoría y práctica, entre saber y saber hacer,algo que asombra a quien lo ha develado porlos modos como se distinguieron sin tocarseni mancharse (desde 1962 ¡hasta 1989!) loscampos de estudios de violencia (masculinos)y de estudios de familia o género (femeni-nos), lo mismo que las profesiones de la so-ciología (microsociología, con predominanciamasculina) y el trabajo social (microsociologíacon mayoría femenina). ¡Hágame el favor,como se dice, mi querido Julio César, y díga-me si los imaginarios culturales no son decierta duración casi geológica en nuestromedio!

Podría deshacer la madeja de las relacionesentre el campo académico y el profesional enfilamentos más sutiles, pero me extiendo de-masiado y más bien quisiera apurarme al ter-cer argumento que es el que más me impor-ta.

El conservadurismo y la desconfianza de lacomunidad sociológica apuntan a problemasde fondo de la sociedad colombiana que nohan merecido interpretación por falta de in-trospección crítica: pese a muchos desarro-llos reales y tangibles de la democracia co-lombiana (estoy muy lejos de seguir con la

cantaleta de la división entre el país formal yel país real), en muchas dimensiones de lavida experimentamos el grado cero de la de-mocracia, que es la desconfianza del estadonatural imaginado por Hobbes y que en si-tuaciones mayores y menores, extraordina-rias y cotidianas, nos sume en la tristeza,agonismo y antagonismo de muchos juegosde suma cero: como no se consolidan insti-tuciones y reglas de juego de cooperación yde solidaridad, los recursos, escasos porqueno se incrementan por ausencia de estas prác-ticas, deben someterse a una lógica perversa:para que yo obtenga algo, tengo por fuerzaque quitarle algo a otro, sea dinero, poder,influencia o prestigio. Pese, repito, a que unoconceda que hemos progresado en los dis-tintos derechos de diferentes generaciones, losimaginarios coloniales y señoriales son per-sistentes. Experimentamos, mi querido JulioCésar, lo que he llamado el síndrome de“Póngame a bailar ese trompo en la uña”: unmaximalismo de las creencias derivado delCatecismo de Astete (1599) remozado porizquierdas o derechas y un minimalismo dela ética convertida en etiqueta o de la moralen moralina por una Urbanidad agorafóbicacomo la de Manuel Antonio Carreño (1853)que sin cama y sin plaza no ofrece ni espa-cios pequeños ni espacios públicos para ra-zonar las diferencias.

Y esto me conduce a donde yo quería: haceralgunas glosas a la traducción del excelenteensayo de Michel Wieviorka, Violencia o Paz.No quiero referirme a las violencias mayo-res: es asunto que, confieso, me hostiga unpoco y dejo a politólogos, violentólogos,irenólogos, expertos en el Arte de la Guerra,en Klausewitz y demás especies, cuyo traba-jo creo necesario, disfruto y estudio con mu-cho cuidado por cierto. Pero es un asunto detalante personal. Mi guerra, mi tremendaguerra se libra entre la isla de mi concienciaante el océano de mi inconsciencia. Es allídonde de tantas batallas perdidas y pocas ga-

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nadas derivo de los fracasos y de los “levanta-mientos” los gramitos de sabiduría que apre-cio. Y es desde esta severísima introspecciónde los espacios cotidianos, la familia, el tra-bajo, las amistades, las actividades de dondederivo lecciones de sujeto, de aldea, de na-ción y de mundo. Todo ello está encerradoen los diarios que llevo desde hace 44 años yque son el fundamento de mi extensa pro-ducción académica, siempre más orientadaen el fondo por ellos que por los necesariostutelajes de Parsons, Weber, Kant, Rousseau,Adams o de cualquier pensador o escritor delos miles que he trasegado.

Pero, me dirá, apreciado amigo, qué relaciónguarda esto con la revisión de la traduccióndel ensayo Violencia y Paz de MichelWieviorka. Creo que las violencias mayoresno prosperan en un tubo de ensayo al vacío.En otras palabras, estimo que son como lapunta más visible de un iceberg y que noshorrorizaríamos quizás si en el trabajo deduelo que menciona Michel Wieviorka apre-ciáramos de qué modo estamos trabados enuna tela como la de Penélope que se hace ydeshace con el espíritu de violencia, con ladiké, el destino, y con el Kairos, el azar gue-rreros. No quiero significar con ello esa fraseinocua que dice que “todos somos culpables”.Quiero dilucidar, no escudar ni eludir.

Desde hace mucho tiempo me ha parecidonotabilísimo que en la mayoría de reunioneso seminarios en Colombia parezca existircomo una regla de juego tácita: se ha de mos-trar o aparentar conformidad con lo que pasao se dice. Es como si hubiera un horror a ladisidencia, a la expresión de puntos de vistacontrarios, a la polémica. Fue, para no ir máslejos, todo lo que disuadió de realizar un crucede argumentos entre funcionarios técnicos delEstado y la comunidad académica en el mar-co del IX Congreso Nacional de Sociología.¿No es esta la confusión más típica entre vio-lencia y conflicto? Lo que quiero decir es que

en una aparente disposición para rehusar laviolencia se reprime la expresión del conflic-to o de la diferencia como si estos fueran cau-sas de violencia. Basta ver una asamblea uni-versitaria para corroborar estas observaciones:unanimidades sospechosas. Creo que trazarlas causas de esta anulación del poder disi-dente y fundador de la palabra razonada encontrario remonta a muchas tradiciones pro-pias, la del Catecismo, la de la Regeneración,la del modelo higiénico (es preciso no conta-giarse de la palabra o de la presencia del ene-migo), la del Frente Nacional al cautelar laspalabras de diferencia, la de los autoritarismosde izquierda que impulsan conformidadescompulsivas, los de derecha que no son me-nos dogmáticos. La enseñanza escolar no con-tribuye nada a mejorar este panorama: seenseñan los valores (honradez, perseverancia,paciencia, diligencia) como si con unascañitas de pescar invertidas se bajaran de uncielo estrellado y a colores donde esos valoresexisten impolutos. Buena manera de criarhipócritas y de contera analfabetos para com-prender una subjetividad que siempre nosmuestra las caras contiguas de demens ysapiens. La peor recomendación que se oyede alguien es que es “una persona conflicti-va”, por lo que se suele entender una personano obediente, no conforme, no sometida.

Esto se junta, en el caso de nuestras comuni-dades intelectuales, entre ellas las académi-cas de la sociología, con lo que me pareceuna aburridísima y nefasta orientación a laacción en términos de una ética de convic-ción y un declinar de la ética de responsabili-dad que es la propia de un intelectual. Quien-quiera que se encuentre ante un grupo deamigos o de colegas cae en la dictadura de“lo políticamente correcto”, cualquiera sea elsigno. Para conversar uno ha de estar casipredispuesto a definirse como amigo o ene-migo para saber si puede proseguir. En mu-chas ocasiones he estado tentado a decir frentea cualquier opinión que se me pida: “¿Quie-

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re que le diga lo que usted quiere que le diga?O ¿quiere que le diga lo que yo pienso y quie-ro decir?”. No existe sentido de diversióncomo divergir de los caminos trillados. Meaburre confesarlo, pero sé, estimado colega,que pongo un ejemplo odioso: no soy ni“uribista”, ni “antiuribista” y, como se dice,no estar definido, no estar alineado, dudar,pensar, se convierten en un problema, tantosi uno cae entre uribistas, como si uno estáentre antiuribistas. También es terrible en-contrarse, cosa que es de lo más recurrenteen Colombia, como el tercero excluido. Por-que se aplica la lógica de que “si eres mi ami-go eres enemigo de mis enemigos”.

Excúseme que baje de nivel y mencione unejemplo de todo lo anterior: en un tiempose opusieron dos grupos de universidadesque se postulaban para ofrecer doctoradosen educación. Un grupo estaba conforma-do por cuatro prestigiosas universidadespúblicas de las ciudades del triángulo cafe-tero: Bogotá, Medellín y Cali. Otro por unacoalición de 10 universidades también pú-blicas, pero más regionales, “periféricas” di-rían los otros. Eran antagónicos, algo típicode nuestra estructura regional y nacional Yo,como suele suceder, tenía buenas relacionescon los dos grupos. Hasta que en una oca-sión, en Santiago de Chile, en la fiesta declausura de un Congreso de Educación La-tinoamericano, estando con el grupo de lasdiez universidades “periféricas”, una mujerdel “otro bando” se acercó a la mesa parainvitarme a bailar, algo que hice con gusto.Supe por ellos mismos que habían apostadoveinte dólares por ver si yo era capaz de tras-pasar los límites. El baile fue bueno. Perodurante más de diez años fui excluido deambos grupos. ¡Mi libertad fue tasada enveinte dólares!

Pero retornemos a los argumentos serios. Laclausura de la palabra que distingue, de la pa-labra disidente, de la palabra diferente, de la

palabra que duda, de la palabra que interroga,de la palabra que sorprende, de la preguntaque altera, de la pregunta divergente, de lapregunta paradójica, del pensamiento enaporías, lo mismo que la negación de espacioso de opciones diferentes entraña un ejerciciosádico de violencia que no es visible, sencilla-mente porque no “explota” como las otras vio-lencias, sino que “implosiona”, estalla dentrode la conciencia o peor de la inconscienciacomo una carga de profundidad.

Hoy, 14 de mayo, día del maestro, puedo de-cir apreciado Julio César que logré sobrevivira la organización del IX Congreso de Sociolo-gía. Y no es una metáfora. Experimenté a los61 años abandono, menosprecio, desprecio,hostilidad, indiferencia, rechazo, mezquindad,envidia, rencor. Mi contrato por una sumasimbólica vencía a dos días de terminado elCongreso y fue como si con ello me dieranuna patada por donde sabemos. Sobreviví conmi familia durante cuatro meses con deudasvencidas y acumuladas, gracias a las mil vecesbenditas menestras, como las llaman en Ecua-dor: lentejas y fríjoles con arroz, harina y cho-colate. Luego he debido empeñarme en milesde trabajos para pagar las deudas, hasta querecibí el generosísimo albergue del Institutode Estudios en Comunicación y Cultura,IECO, de la Universidad Nacional.

Hoy no guardo rencor, pero tampoco quieroesconder la palabra de queja. Para que no hayarencor hago pública la queja. Y con la quejaexijo un cambio de estilo y de fondo a quie-nes conforman hoy la Asociación Colombia-na de Sociología.

Por mi parte dedicaré algunas energías a es-tudiar los usos prácticos de la sociología. Es-pero contribuir con un libro que revele lo queel campo profesional de la sociología ha he-cho en políticas sociales y en programas pú-blicos por la transformación del país en ma-teria social.

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No renunciaré a seguir promoviendo desdeabajo la organización de la sociología en Co-lombia. Desde ahora y desde Aquelarre con-voco a la realización del X Congreso Nacio-nal de Sociología en la ciudad de Medellín el15 de febrero de 2009 para celebrar el mediosiglo de la sociología colombiana. Contribuiréa este congreso con la investigación que harépaso por paso de la Sociología como prácticaprofesional. Volveré a proponer, como loquería para el IX Congreso, que el tema fun-damental sea el de la Sociología en su mediosiglo en la víspera de los bicentenarios de in-dependencia. Insistiré en que entonces se rea-lice no solamente un balance de la sociologíaen su medio siglo, sino una proyección de

sus utopías de cara al centenario de la publi-cación de Peregrinación de Alpha, en el 2.052.

Y continuaré por supuesto con mi vocaciónpor la escritura para revelar con mis fantas-mas los fantasmas encerrados en los imagi-narios colombianos, para lo cual cuento deantemano con la generosa hospitalidad deAquelarre en sus próximos diez números.

Cordial saludo,

Gabriel RestrepoProfesor Especial del IECO, UN

El editor de Aquelarre, Orlando Fals Borda,Gabriel Restrepo (Coordinador del IX Congreso de Sociología) y su hijo Arturo.

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María Cristina Salazar de Fals BordaTranscripción del artículo publicado en El Espectador. Columna de opinión 16 de julio de 2006

Alfredo Molano Bravo

Murió en Bogotá María CristinaSalazar de Fals Borda. Fue tristey noble su despedida. La conocí

en 1964 en la Facultad de Sociología de laUniversidad Nacional. Fue mi profesora. Ellaacababa de regresar al país con un doctoradode la Universidad Católica de Washington.Era ordenada, puntual y tímida. Alguna vezinició una conferencia pública diciendo: “Se-ñoras y señores, dos puntos”. La gente se rióindulgente, porque fue una nota espontáneay sencilla. Muy suya.

La recuerdo ahora comentando un manualde sociología de la escuela norteamericana,Las funciones del conflicto social, de LewisCoser, enredando el aire con su dedo meñi-que. Nosotros andábamos haciendo nuestrosprimeros pinitos, leíamos La segunda decla-ración de La Habana y creíamos que todo loque fuera traducido del inglés era imperialis-ta. Ella entendió nuestro radicalismo y nosinvitó a leer una de las primeras defensas aultranza de la revolución cubana, EscuchaYankee , de C. Wright Mills, un sociólogonorteamericano hoy olvidado por la acade-mia. Nos enteramos con sorpresa que habíamarxistas gringos que, además, podían sertambién discípulos de Max Weber. MaríaCristina nos enseñó así a distanciarnos deldogmatismo y nos mostró otro ángulo de lacrítica social.

Como miembro de una familia rica y tradi-cional de la que se apartó ideológicamentedesde muy joven, entendió la necesidad dehuir de los esquemas y de fundamentar so-cialmente sus principios éticos. Sus abuelosfueron dos muy conocidos personajes de lavida política, ambos candidatos a la Presiden-cia de la República, uno conservador, FélixMaría Salazar, hombre millonario, secretariode Hacienda del general Reyes, y don Salva-dor Camacho Roldán, liberal radical, funda-dor de la sociología en Colombia. María Cris-tina hacía parte del grupo esclarecido de pro-fesores que fundaron la facultad, junto conOrlando Fals, Camilo Torres, CarlosEscalante, Eduardo Umaña Luna, VirginiaGutiérrez de Pineda, Tomás Ducay, entreotros. Con Camilo Torres, María Cristinatenía más de una identidad: hijos ambos dela aristocracia, cristianos ambos por forma-ción y por convicción, y rebeldes los dos porprincipio. La muerte de Camilo fue para ella,para Orlando -y para todos nosotros, susalumnos- un golpe brutal, un momento tras-cendental: los afianzó en el “milagro” de lasolidaridad, como lo dijo muy bellamente elpadre Javier Giraldo en la despedida que letributamos el martes pasado en la capilla dela Universidad Nacional.

María Cristina no abandonó un instante sucompromiso con la gente excluida, empobre-

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cida, perseguida. En Córdoba estuvo al ladode los campesinos en los días de lucha de laAnuc contra ese latifundio ganadero y vio-lento, que años más tarde engendraría a losMancuso & Castaño. De la experiencia polí-tica y científica que compartió con Orlandonació la Investigación-Acción, una metodo-logía acogida y reconocida en las grandesuniversidades del país y del exterior.

Su solidaridad con la izquierda la llevó a lacárcel cuando se descubrió el robo al CantónNorte y el M-19 le quitó al Ejército 5.000fusiles. Fueron los días en que el “único pre-so político” era Turbay, y los animales de laEscuela de Caballería mochaban orejas paradefender el primer Estatuto de Seguridad.Con un estoicismo y una dignidad admira-bles, María Cristina afrontó, al lado de

Orlando, la brutalidad paranoica de un régi-men que cobraba con un juicio arbitrario lasdenuncias que había hecho y nunca dejó dehacer. Y salió de la cárcel invicta: sin habersearrepentido un instante de sus ideas. Más aún,continuó trabajando con aplicada profundi-dad. Fue consultora de la OIT, de Unesco yrelatora de Amnistía Internacional. Denun-ció los atropellos que los gobiernos de turnopermitían -y permiten- en el país, contra laniñez. Escribió un maravilloso libro -testi-monio y legado- sobre el tema: Los esclavosinvisibles.

La muerte de María Cristina duele. Duelemucho. Se va de nosotros una época, y unser con quien tanto quería, como dice el epí-grafe de la Elegía de Miguel Hernández aManuel Sijé.

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El 10 de julio dejó de existir la socióloga, catedrática e investigadora MaríaCristina Salazar Camacho. Con ascen-

dencia intelectual de doble vertiente, recorrióen su vida una trayectoria consecuente con elgermen de sus posiciones ideológicas y cientí-ficas. Salvador Camacho Roldán, liberal radi-cal y fundador de la Sociología en Colombia,y Félix María Salazar, fueron dos antepasadossuyos, aspirantes a la Presidencia de la Repú-blica que contribuyeron a crear un entornofamiliar propicio para el desarrollo de las ideasque acompañarían durante toda su vida a lasvarias veces galardonada profesora e investiga-dora.

El valor de una mujer integral

La científica social bogotana estudió en Lon-dres y Estados Unidos, y se hizo licenciada enFilosofía y Letras de la Universidad Javeriana,en la capital colombiana. Siempre volvió alexterior con fines de avanzar en su cualifica-ción académica, y así se hizo socióloga de laUniversidad Católica de Washington. Es sin-tomático que María Cristina estudiara allí, yaque ella se ubicó en el pensamiento religiosoque nunca pugnó con sus posiciones socialesante la problemática de la niñez, los trabaja-dores y en general los sectores marginales.

En María Cristina, esa perfecta convergen-cia de religión y ciencia le dio un perfil cohe-rente con las corrientes predominantes en losaños 60 en Colombia, influidas poderosa-mente por la Teología de la Liberación quelideraba en Brasil el obispo Helder Cámara,en momentos en que Eduardo Umaña Luna,el sociólogo Orlando Fals Borda –más tardesu esposo-, y el sacerdote y sociólogo CamiloTorres Restrepo se constituían encofundadores de la facultad de Sociología dela Universidad Nacional.

Allí, en la más importante universidad del país,María Cristina Salazar desplegó un incesantetrabajo de construcción teórica, copartícipecon su esposo del enfoque de la Investigación–Acción participativa (IAP), matizado aquélcon una admirable cercanía física a los secto-res marginales, donde aplicaba su vocación ydejaba discurrir la esencia de sus preocupacio-nes vitales. Con un claro criterio pedagógico,se involucró en la formación de niños en quecombinaba la catequesis con la necesidad deque los sectores marginales adquirieran unacabal compresión de su condición y trabaja-ran por sus reivindicaciones.

El compromiso social de María Cristina, asícomo le permitía dejar un legado entre sus nu-

María Cristina Salazar*

Fernando Sabogal**

* Tomado de: Le monde diplomatique. Agosto 2006** Presidente de la ONG Derechos de Niños y Niñas Internacional-Colombia (DNI)

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merosos alumnos de la Nacional y otros cen-tros de educación superior, también le trajo lossinsabores quizás indelebles de la pérdida de li-bertad, al confinársele en la Cárcel del BuenPastor, en Bogotá, todo por haber servido defiadora en el contrato de arrendamiento de unlote desde el cual el M-19 sustrajo en 1979miles de armas del cantón Norte.

Y ni allí, en un recinto que le quitaba las alasa su destino académico, dejó de ser el valiosoelemento transmisor que fue de sus conoci-mientos y su vocación de guía y maestra.

Empleaba entonces su tiempo en hablar conlas compañeras de reclusión, muchas vecesinocentes como ella pero víctimas de una jus-ticia siempre cojeante y demorada.

El hecho doloroso de su detención por másde un año debió templar sin duda el caracterde esta profesora que dedicó su vida al estu-dio y también a su obsesión por un país me-jor, vislumbrado desde la práctica social quebusca revertir los resultados del trabajo decampo hacia el refinamiento de los instru-mentos científicos en pro del cambio social.

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Entre el 6 y el 10 de diciembre de 2006se celebró en Bogotá el IX CongresoNacional de Sociología. No se reali-

zaba congreso desde 1991, el año de la expe-dición de la Constitución Nacional vigente.A la luz del tiempo, muchos de los temas in-corporados en dicha Constitución fueron endécadas precedentes objeto de reflexión yacción de la sociología, junto a otras cienciassociales: el carácter multiétnico ymulticultural de la nación, la descentraliza-ción y la preocupación por el reordenamientoterritorial, los derechos y libertades indivi-duales y sociales, el principio de la paz comosupremo objetivo del Estado y muchos otrosmás.

En esta ocasión, el congreso se dedicó al tema:Sociedad y Sociología: balance y perspectivasnacionales y globales. Por primera vez, el con-greso fue organizado en forma solidaria porseis instituciones de Bogotá donde existenprogramas de formación de sociólogos: Uni-versidad Nacional, Universidad Javeriana,Universidad del Rosario, UniversidadExternado de Colombia, Universidad SantoTomás y Universidad Cooperativa. A ellas sesumaron las Universidades de Antioquia(Medellín), Universidad de Atlántico y Uni-versidad Simón Bolívar (Barranquilla), Uni-versidad Popular del Cesar (Valledupar),Universidad del Valle (Cali), Universidad delPacífico (Buenaventura), Universidad deCaldas (Manizales), Universidad de Nariño(Pasto), en las cuales existen programas de

El IX Congreso Nacional de Sociología

sociología. Esta convergencia de esfuerzos fueposible gracias a la Red Colombiana de Fa-cultades de Sociología (RECFADES) y a laAsociación Colombiana de Sociología, enti-dades que coordinaron las tareas del Congre-so.

Congreso de sociología

Esta versión del Congreso rindió homenajea dos figuras, dos siglos y dos símbolos en elcamino del saber social colombiano: Salva-dor Camacho Roldán (1827 - 1900) y Ma-

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ría Cristina Salazar de Fals (1931-2006), bis-nieta de Salvador Camacho Roldán ycofundadora de la sociología en las universi-dades Javeriana de Bogotá y PontificiaBolivariana de Medellín en el año de 1959.

Fundadores

Como disciplina profesional, la sociología sefundó en 1959 en la Universidad Nacional yen la Universidad Javeriana de Bogotá y en laPontificia Universidad Bolivariana de Medellín.

Cinco fundadores sobresalen entre otros,además de María Cristina Salazar:

Orlando Fals Borda (Barranquilla, 1925):magíster y doctorado de las universidades deMinnesota (1953) y Florida (1955), fundó lasociología en la Universidad Nacional; es au-tor de más de 25 libros clásicos de la sociolo-gía colombiana (Campesinos de los Andes, LaViolencia en Colombia, Retorno a la Tierra).Creó la Investigación Acción Participativa,cuyo primer congreso se realizó en 1977 ycuyas dos décadas de existencia se celebraronen Cartagena, 1997, con asistencia deInmanuel Wallerstein, Agnes Heller y cientí-ficos sociales de todos los continentes. Ha in-sistido en un ordenamiento territorial acordea las realidades de un país complejo y en polí-ticas públicas con sentido de justicia social.

La Universidad Nacional de Colombia haotorgado, por medio del Consejo Superior,en septiembre pasado el título Doctor Ho-noris Causa a Orlando Fals Borda por suscontribuciones intelectuales y por suprotagonismo en el surgimiento de las cien-cias sociales en Colombia. El título le seríaconcedido en el marco del IX Congreso Na-cional de Sociología. Discurso de aceptaciónque se publica en la presente edición.

Virginia Gutiérrez de Pineda (Socorro; Bo-gotá, 1999): fue una de las primeras mujeresformadas en la Escuela Normal Superior y ala influencia de la antropología francesa dedicha institución añadió la norteamericanacon sus estudios en la Universidad deBerkeley. Fue pionera de los estudios de fa-milia y género, autora del libro clásico LaFamilia en Colombia, publicado en 1963.

Camilo Torres Restrepo (Bogotá, 1929 -Santander, 1966). Sacerdote, estudió socio-logía en Lovaina. Su tesis de grado, Laproletarización de Bogotá, inició los estudiossobre pobreza urbana con enfoques cuanti-tativos y cualitativos; también fue autor deun ensayo clásico sobre pobreza y violenciaen el campo. Es una figura que, pese a la con-troversia que suscita, influyó en la sociologíacolombiana, en la teología de la liberación yen los movimientos sociales.

Orlando Fals Borda Virginia Gutiérrez de Pineda Camilo Torres Restrepo

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Ernesto Guhl (Berlín, 1915 - Bogotá, 2000),pionero de los estudios de geografía física,humana y de demografía regional con másde 20 libros publicados, maestro ejemplar,académico de toda una vida, viajero por to-dos los rincones de Colombia e investigadorforjado en un compromiso día a día, semanaa semana, mes a mes, año a año, década adécada.

Darío Mesa (Abejorral, 1921): egresado dela Escuela Normal Superior y con estudiosen Leipzig, ingresó al Departamento de So-ciología en 1966 y allí marcó huella con supropuesta de una sociología científica, nacio-nal y política. Profesor de historia mundial ynacional, introdujo la disciplina en lafundamentación filosófica y teórica de la so-ciología.

Eduardo Umaña Luna (Bogotá, 1931), es-tudió Derecho en la Universidad Nacional;fue coautor con Orlando Fals Borda yGermán Guzmán del libro clásico La violen-cia en Colombia. Pionero de la sociología ju-rídica en ámbitos como los derechos huma-nos y la familia, la integridad ética de su com-promiso con los derechos humanos ha deja-do honda huella.

Carlos Escalante Angulo (Cartagena, 1927),se formó como Antropólogo Social en el an-tiguo Instituto Etnológico Nacional. Estu-dió Master of Arts (Sociology) en laUniversity of Florida y estudios superiores enla Escuela Nacional de Antropología de Méxi-co. Fundador, decano y director del Depar-tamento de Sociología en la UniversidadNacional, abrió las investigaciones cuantita-tivas, la estadística social y la demografía.

En el Congreso se honró también la memoriade sociólogos nacionales ya fallecidos, comoLuis Antonio Restrepo (fundador de la socio-logía en Antioquia), Alfredo Correa D´Andreis(rector de la Universidad del Magdalena,miembro de la Red de Universidades por laPaz, profesor de la Universidad del Norte y laUniversidad Simón Bolívar), lo mismo que deotros científicos de las ciencias sociales que ensu vida colaboraron con la sociología, como elantropólogo Hernán Henao y el economistae historiador Jesús Antonio Bejarano, y el pro-fesor Edgar Emiro Fajardo.

La Coordinación Ejecutiva del Congreso fueresponsabilidad de Gabriel Restrepo, profe-sor de la Universidad Nacional, expresidentede la Asociación Colombiana de Sociología.

Ernesto Guhl Darío Mesa Eduardo Umaña Luna

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Este ofrecimiento, en el cual hablo conun yo inmerecido por una comuni-dad resucitada de sociólogos, se ins-

pira en su bordón: sabemos que no lo mues-tra como bastón de mando y que juega conél como elocuencia del gesto para señalar ca-minos y apuntar a esta tierra que tanto seyergue en su cabeza cana.

Elijo la forma epistolar, porque en días, no-ches, semanas, lunas, años, lustros, décadasde divagar en los cielos de las teorías o en losrastrojos de Colombia se han acumulado enmis diarios, mejor sería decir nocturnos, másque respuestas ante su obra abierta, miles depreguntas suscitadas por su epopeya solita-ria.

Evado temas recurrentes en los coloquios, yatrillados por otros o por este seguidor un pocoheterodoxo, y lo digo por la excentricidad delos lugares que he habitado como residenciapropia: me refiero a las dimensiones teóri-cas, metodológicas y aún éticas de su obra,de Campesinos de los Andes al Retorno a la tie-rra y más acá.

No es que no sean decisivas esas perspectivaspara la raíz y para el mundo, aún si hayansido ya tratadas, maltratadas o bien tratadas.Es que desde el fondo de mi propia angustia,desde los abismos de mis quejas, desde losfosos de las violencias grandes o pequeñas enlas cuales hallamos la certidumbre de ser latierra y nosotros mismos el mismo infierno,me asedian de anteayer y de ayer y de hoyinquietudes que son del orden del plano es-tético de su obra y de la clave religiosa que,hoy en día, me lucen cruciales en su vida yobra y han sido quizás desestimadas comorazón de ser de las mismas.

Como maestro de ceremonias de este IXCongreso lamento, no sabe cuánto queridomaestro, que su Canto Mensaje a Colombiano haya acompañado ni el inicio ni el finalde esta congregación. No sólo para refrendarsu inclinación musical, o su amor a la na-ción, o su benevolencia para expresar enpentagrama y en clave de sol su deseo por-que el don del perdón acompañe al renacerde Colombia entera en el reconocimientolabrado en una paz anclada en la justicia.

Homenaje

Sr. Dr.:ORLANDO FALS BORDAEl anciano maestro de la tribuCiudad Universitaria

Querido Orlando:

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Es que, si comprendo bien su obra, comoreluce en Retorno a la tierra, ha sido urdidano sólo en el cerebro, ni tampoco en la len-gua, o en los ojos, incluso en el tacto, el con-tacto o en el gusto o disgusto, sino -si mepermite- en la agudeza de orejas sutiles demurciélago, en la escucha fina de un compo-sitor, en los oídos secretos de un diplomáticoescapado de palacios por amor a los laberin-tos del pueblo o de aguzado terapeuta aven-turado en el diván de una multitud de ha-macas, de mistagogo que oficia como Poepara indagar en el lugar común el sitio don-de se ha escondido la carta más evidente deescamoteo de las promesas de todas las cartasconstitucionales, desde aquella que predica-ra Bolívar en la instalación de esa casa en elaire que fuera el Congreso de Angostura, has-ta lo anunciado en la Constitución de 1991,una que nos dijo entonáramos todos una vezmás el himno Nacional, el de Núñez, por-que el dilema del estado nacional: una na-ción casi sin estado, la del radicalismo, y un

Estado casi sin nación, de la Regeneración aacá, hallaría un sereno equilibrio que desdeentonces, desde nuestro VIII Congreso Na-cional de Sociología, extrañamos por ausen-cia, porque dicha carta constitucional no esninguna Carta a García: reconciliar el Esta-do Social de Derecho, la admisión de la plu-ralidad étnica, el multiculturalismo y el im-perativo de la paz con las libertades, los dere-chos humanos, el libre desarrollo de la per-sonalidad y el mercado, tan reacio a todo lla-mado que no sea su automatismo, es todavíaaventura por desentrañar, en la víspera denuestros bicentenarios de independencia.

Pero vuelvo a su composición estética. Y conuna pregunta que desde la hondura de mipropia desesperación me asalta, ahora no digocon más precipitación, sino con auténticoprecipicio. Con frecuencia cito a un poetaque fuera compañero del joven Hegel y deSchelling: Hölderlin en el poema Fiesta de laPaz: “desde que somos un sólo diálogo y po-

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demos escucharnos los unos a los otros. En-tonces somos canto”. Sabemos que Hegel yaentrado en años fue el primer escéptico enrelación al advenimiento del espíritu absolu-to como razón del universo; que Schellingpredicó como remedio el amor a la naturale-za; y sabemos que el poeta en el lúcido ocasode su razón aún creía en el retorno de los dio-ses y esperaba el regreso del Príncipe de la Paz.

Hablamos de poetas. ¿Cómo escuchar laheterofonía de la multitud, nación o mundo,como lo ha hecho usted en la gesta perseveran-te de los decenios, sin devenir loco de asilo comoHölderlin o Nietszche? Es una de mis pregun-tas, maestro querido. Otra clave de poesía:Rimbaud joven, meteoro, habla en su adoles-cencia de un “metódico desarreglo de los senti-dos para alcanzar la visión”, partiendo de unaexpresión, “yo soy otro”, pero en su experienciaafricana muere gangrenado después de portaren su cinturón millones de monedas, traficaren el comercio de armas, practicar la peor etno-grafía colonial y hablar pestes de “los negros”que según él tiene que soportar.

¿Quizás, querido maestro, la clave más alláde la estética radique en su sentido de tras-cendencia? Confieso mis vergüenzas anteusted, una vez más: la juventud, de la deRimbaud a la de El Pasquín, es no leve, sinoligera, sabia en algunas dimensiones, imbé-cil en otras. Yo, joven, fatigué los archivosque usted organizaba con alma de arconte delpueblo para encontrar razones de la sindica-ción vulgar que lo tildaba como agente delimperialismo. Lo único que encontré fueron,entre miles de carpetas de creación de insti-tuciones, tres archivadores o más con el títu-lo: “Concilio mundial de Iglesias”.

Usted fue acusado por la iglesia de ser comu-nista por ser protestante. Debió llamar alArzobispo para asperjar con agua bendita eledificio de sociología financiado con dinerosde la Ford.

No quiero extenderme mucho en este ofre-cimiento, inmerecido de mi parte por llevarespaldas flageladas: pero quiero urdir mis dostemas, el sentido estético de su obra y el sen-tido religioso, imaginándolo embelesado,como caribeño contertulio de Gabo y deObregón, en los cantos de esperanza del soulo del jazz o de la música bautista del sur deEstados Unidos, cerca de la Florida, dondeestudió.

Y son, con disonancias, diapasones distintos,órficos y cósmicos, los mismos que laten enel porro, en María Badilla, en las chirimías,en los cantos de las plañideras del Pacífico,en las quenas, en las arpas.

Maestro querido: su bordón me revela el ca-mino de abajo, llano, las trochas, las ende-chas, los cantos de esperanza, la invocación aDios como canto del pueblo que adquiere laconciencia de ser su voz en la tierra.

Si no es quizás por esa teología de la libera-ción, iniciada por su colega y amigo, CamiloTorres Restrepo, en quien nos comprende-mos y también por quien, desde cierto pun-to, quizás nos distanciamos, como debe seruna relación auténtica de maestro y apren-diz, tal vez la escucha de la multitud se hu-biera resuelto en locura o en sinrazón. En micaso, también debo decirlo, sólo espero lagracia de un Dios, como la invocaba el poetadesquiciado, Hölderlin, pero con los pies muybien puestos en la tierra, en esta tierra a don-de apunta su bordón y en donde se apoyaenseñando.

Grabiel, como me dicen en Córdoba. Con mu-

cho afecto por el querido Maestro Orlando.

Copia de este mensaje a Jorge Correa D´Andreis,

donde quiera que se encuentre, y a todos y to-

das los y las presentes.

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Quiero hilvanar estas palabras de sa-ludo y presentación de OrlandoFals Borda con la metáfora del tí-

tulo de mi breve intervención: seguir los ras-tros. Sé que hay libros canónicos de la socio-logía mundial que toman este tema comoobjeto de inteligentes y bellas disertaciones.Podría remitir al libro de un autor ya clásicode la sociología, Robert Merton, Sobre loshombros de los gigantes, en el cual rastrea laexpresión de Newton: “si podemos vislum-brar más lejos, ha sido porque nosotros, pig-meos, nos apoyamos sobre los hombros degigantes”. No obstante, con toda la deuda quehe contraído con el pensamiento mundial,

Seguir los rastros*

Gabriel Restrepo**

* Presentación de Orlando Fals Borda en la instalación del IX Congreso de Sociología Ciudad Universitaria, diciembre 6de 2006** Sociólogo. Profesor Universidad Nacional. Coordinador del IX Congreso Nacional de Sociología. Miembro del Conse-jo editorial de la Revista Aquelarre.

que sigo con atención, desde hace ya algúntiempo desprendí amarras, levanté el ancla ymi camino se nutre cada día más del humusde Colombia, esta tierra donde caminamoscomo humus erectus, arcilla levantada entrehumedales, quebradas, canciones y trochasde esta bella nación.

Recuerdo al profesor Ernesto Guhl, a quienel Maestro Orlando con gran visión incor-poró al Departamento de Sociología: toda-vía en sus últimos años nos guiaba en su eter-no retorno a laguna negra en Sumapaz. Enesa divisoria vacilante de vertientes, la mayoresperanza del país halla un nombre denso y

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Foto del maestro Fals tomada por Carlos Duque Arbeláez -Duqueimagen2006-. Colección particular.

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críptico, la suma de la paz, allí mismo dondela violencia se expandió a los cuatro costadosde nuestra querida patria. Sin decir una pa-labra, Ernesto Guhl me proponía unas reglasde juego con la elocuencia de la acción: yo,que lo seguía, debía pisar allí mismo dondeél hundía los pies. Tema sin duda de la eco-nomía del caminar en la misma huella parano hollar la vegetación sagrada, yo intuía queaquella mimesis respondía a una lógica casishamánica, la de alguien que huyendo delrégimen nazi, proclamaba con sus pasos labúsqueda de libertad y el amor por la tierrade Colombia.

Si capté con total dedicación el simbolismode seguir los rastros fue porque desde la in-fancia hasta la muerte de mi padre lo apren-dí de él. Jamás hablé con él del “chinoMerton”, como llamaban al sociólogo esta-dounidense en mi casa cuando me desvelabaen la monografía de grado. Jamás una pala-bra de epistemología. Huérfano, expósito,abandonado a los seis años por padre y ma-dre, su vida halló sentido en el fútbol. Nosentendíamos con los pases precisos, del pie ala cabeza. Geometría del corazón, la mismadel Pibe Valderrama, también en el campode juego se experimenta esta ley de seguir losrastros.

Maestro de maestros, Orlando Fals Borda,querido Orlando: seguir sus rastros ha sidoalgo más tortuoso por razones de muchosquiebres históricos que ocurrieron en los añossesentas, tan bellos en algunos aspectos, taninfortunados en muchos otros porque deentonces datan males que la sociedad colom-biana no ha logrado conjurar. Confieso queingresé a sociología luego de una entrevistaque tuve con María Cristina Salazar y conusted. Recuerdo su afabilidad y la de ellacomo si fuera hoy. Y rememoro al queridoCamilo Torres, una suerte de fantasma per-sonal y colectivo, cuyas enseñanzas sigo y heseguido en toda mi vida desde que yo fuera

voceador del Frente Unido, excepto en la rutade las armas, con la que de modo radical nopuedo comulgar, y no por falta de valor por-que creo que defender la justicia social día adía sin armas distintas a la razón requierecoraje mayor a quien se ampara en ellas.

De modo preciso, la muerte trágica de Ca-milo Torres marcó mi ingreso a sociología yluego a los turbios hechos que ocurrieron allícon la leyenda que proclamaba a Orlando FalsBorda como agente del imperialismo. Leyen-da que causaría en mi vida una tremendaconmoción ética que hoy he elaborado comoel gran problema mundial y local del reco-nocimiento, precipitada desde cuando en lossetentas María Cristina y usted fueran tortu-rados y acusados como agentes comunistas.

Desde el alejamiento, yo seguía de lejos susobras y acciones. En aquella década más os-cura que la anterior, la de los setentas, unprofesor, como yo, tentado por las teorías clá-sicas, me sentía atraído por el inicio de laInvestigación Acción Participativa sin saberaún que la vida me llevaría a recrearla enmuchos proyectos. Acordamos nuestra pro-pia paz en el III Congreso de Sociología, enagosto 20 de 1980. Y luego en los ochentas,el reconocimiento comenzó a alcanzar la ple-nitud con la lectura del Retorno a la tierra ycon su lucha por abrir paso en la Constitu-yente de 1991 a una nueva esperanza de re-conciliación del Estado y la Nación.

¿Cómo olvidar que entonces, con una Aso-ciación Colombiana de Sociología muy di-námica como fuera en los ochentas, nos en-contramos con los amigos del Caribe en unhomenaje a Retorno a la tierra en medio delcarnaval de Barranquilla? ¿Cómo ocultar enesta memoria tanta tristeza al saber que elparamilitarismo se ensañó con un sociólogode humanidad gigantesca y uno de los másapasionados difusores de su obra, el líder delcapítulo de la Costa, Alfredo Correa

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d´Andreis, en cuya memoria se realiza tam-bién este Congreso? Por quien pido el reco-gimiento en un minuto de silencio.

El Retorno a la tierra significó también el re-torno suyo a la Universidad Nacional, pormuchos años en el IEPRI, con mucha parsi-monia luego en la institución que había fun-dado en 1959 y ahora con la plenitud delreconocimiento público en la celebración deeste IX Congreso Nacional de Sociología quesigue los rastros del primero iniciado por us-ted en 1963.

En bueno momento, la Universidad decidióconcederles a AlainTouraine y a Orlando FalsBorda el doctorado honoris causa que se en-tregará en la sesión solemne de la clausuradel evento. Tendremos muchos testigos in-ternacionales y nacionales para honrar estereconocimiento, entre ellos el privilegiado deMichel Wieviorka, presidente de la Asocia-ción Internacional de Sociología. Y no obs-tante, hay alguien que nos acompaña en es-píritu y a quien se ha dedicado este Congre-so, María Cristina Salazar, su esposa. Quisie-ra presentar el significado de su obra, queri-do Orlando, en pareja con la memoria deMaría Cristina, porque creo que no hemoslogrado en el caso de ella el debido reconoci-miento de lo que vida y obra ella encarnó. Elhecho de que fuera bisnieta de Don SalvadorCamacho Roldán es algo más que un datobiológico. En la justificación del Congresoseñalé que los caminos de la sociología co-lombiana, y aún los de la universidad, y aúnmás, los enigmas y dilemas del país se ras-trean en Don Salvador Camacho Roldán(1827 - 1900) y en su descendiente MaríaCristina Salazar (1931 - 2006). María Cris-tina hubiera podido escoger caminos muydistintos en su vida, según el modelo demuchos otros ascendientes, Ministros deHacienda y hombres de empresa. Pero eligióel camino del más universal y más sereno delos radicales, Don Salvador Camacho Roldán,

a quien evocó en sus libros y, más allá, a quienreencarnó en vida y en espíritu. Radical fuela Constitución de Rionegro y radical fue laUniversidad Nacional, como había sido sumodelo, la Comisión Corográfica y en ellaManuel Ancízar, con la primera obra quemarcó el talante de la Universidad Nacionaly de la sociología: Peregrinación de Alpha : ra-dical significaba entonces como ahora ir a lasraíces de Colombia, transformar el estadocentralista para un primer Retorno a la tierra,como lo ensayaran Mutis, Codazzi, Triana,Santiago Pérez, el Mosaico y tantos otros.

Nuestro Congreso ha escogido estas fechasdecembrinas para celebrarse, porque el 10 dediciembre se conmemora el día del sociólo-go en honor a la conferencia dictada por DonSalvador Camacho Roldán en ese día y mesdel año 1882, día que además coincide conel aniversario de la Carta Internacional de losDerechos Humanos expedida por el sistemade Naciones Unidas en San Francisco, el 10de diciembre de 1948.

No quiero extenderme mucho en mi presen-tación, por lo cual quiero cerrar mis argu-mentos con la justificación del rito que hare-mos, de acuerdo con usted, con laVicerrectoría de Sede y con la familia deMaría Cristina, este sábado nueve, en la vís-pera del día del sociólogo: depositar las ceni-zas de María Cristina Salazar en un memo-rial situado al frente del campanario de lacapilla de la Universidad. No pido por ellaahora un minuto de silencio, porque las con-diciones de ese acto del sábado serán la luzde las velas, el silencio reverente y la oraciónpor la paz de Colombia. No pocos, católicosy no católicos, han objetado que la Universi-dad se erija como camposanto, así sea en lafigura de una persona paradigmática. Por for-tuna, algunos han comprendido el sentidode este ritual. Una cosa es entender este me-morial como camposanto, otra es concebirlocomo santidad del campus. Santidad secular,

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como encarnara ella al ser madre putativa delos niños y niñas del mundo y de Colombia,defensora de los derechos humanos, fundado-ra de la sociología colombiana, primera mujerdoctorada en sociología. Pero, más allá de todoello, como un símbolo de la continuidad delespíritu del radicalismo como vocación por lasraíces de Colombia, de Manuel Ancízar y deDon Salvador Camacho Roldán a María Cris-tina Salazar. La erección de este monumentoen la víspera de los 140 años de la Universi-dad Nacional significa el valor de una tradi-ción, de un norte, de una brújula, de un com-promiso con la Nación, de una lucha cons-tante por reconciliar al pueblo con el estadoen la gracia de la paz y de la justicia social.

Aquí debo ser irreverente y confesar en pú-blico un pedido que usted formulara al ar-quitecto Fernando Samper, a mí, y por mí alSeñor Vicerrector de Sede: reservar para us-ted un espacio allí mismo para sus cenizas.María Cristina Salazar cumple este sábado lavocación de su bisabuelo y la invocación desu esposo por El Retorno a la tierra, a estatierra que simboliza la tierra colombiana, enese preciso paraje de la capilla universitaria, aesa raíz de Colombia que es esta universidad.

El paraje del monumento se ha elegido conmucho estudio de los símbolos. Se precisóun lugar situado al frente del campanario, una

hermosa donación del Banco de la Repúbli-ca a la Universidad al parecer en homenaje alos estudiantes que lucharon contra la dicta-dura, en 1958, el año de instalación del FrenteNacional con su promesa de paz y el año dela víspera de la fundación de Sociología, cuyavocación desde entonces fuera la búsquedade la paz. Esas campanas son el anuncio deuna promesa.

Hemos respondido, querido Orlando, a supedido. Descansará al lado de María Cristi-na algún día. Pero le hemos puesto una úni-ca condición, que ahora halla en este audito-rio a muchos y muchas testigos: que el díasea lejano, que demore la partida hasta queesas campanas suenen a rebato por la paz, quecumpla la tarea pendiente de luchar por elperdón, la reconciliación, la paz y la justicia,para que antes de su definitivo retorno a latierra, a esta tierra de tierras que es la Univer-sidad Nacional, el Estado también retorne ala tierra, se reconcilie con el humus de la na-ción, practique los principios constituciona-les que lo obligan a ser un Estado Social deDerecho, a buscar la paz en el reconocimien-to de nuestro carácter pluriétnico ymulticultural y con pleno despliegue de losderechos y libertades por los cuales orara ensu conferencia inaugural de la Sociología DonSalvador Camacho Roldán, hace ya 124 años,a los 15 años de fundada nuestra Alma Máter.

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Hace tan poco como tres décadasel título Violencia y Paz hubieracausado asombro, pues en esa épo-

ca el concepto de paz se oponía de modo clá-sico al de guerra más que al concepto de vio-lencia. Es pues necesario de entrada pregun-tarse por qué es legítimo plantear hoy la pre-gunta de la relación entre estas dos nocionesde violencia y paz.

En efecto hasta los años ochenta la guerra erael polo opuesto de la paz y también su hori-zonte: la paz antecedía y seguía a la guerra.Tanto la guerra como la paz podían ser en loesencial un asunto entre naciones, como sedenomina en efecto un libro importante deRaymond Aron, Paix et guerre entre les nations(Paris, Calmann-Lévy, 1962 1), o bien librar-se dentro de un estado-nación, o al menosen un estado soberano, caso en el cual se ha-blaba de guerra civil. Los politólogos remon-tan el modelo de guerras entre estados na-cionales al Tratado de Westafalia de 1648cuando se convino entre los firmantes queEuropa se organizaría justamente en torno asus estados nacionales. Por ello denominancomo era westfaliana el período iniciado en

el siglo XVII y concluido en los años sesentao setenta del siglo XX. Sin duda había otrasformas de violencia semejantes a la guerra,por ejemplo la guerrilla, una expresión queremite a las tácticas usadas para resistir al ré-gimen que intentaba imponer el primerNapoleón y por tanto a la resistencia armadaespañola no estatal. Pero mirado el asunto

* Traducción del francés de Fernando Ramírez Díaz y Gabriel Restrepo** Presidente de la Asociación Internacional de Sociología. Director del CADIS, el centro de investigación fundado porAlain Touraine en 1981. Director de Cahiers internationaux de sociologie con Georges Balandier. Ha escrito libros yaclásicos como Sociedad y Terrorismo, El espacio del Racismo, Pensar el sujeto (con Alain Touraine), entre muchas otraspublicaciones.1. Traducción al español como Paz y guerra entre naciones . Madrid, Alianza Universidad, 1985 (nota de los traductores)

Congreso de Sociología

Violencia y paz*

Michel Wieviorka **

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en conjunto hemos vivido cerca de tres si-glos con la idea de que la guerra modernacorresponde a la existencia de estados sobe-ranos susceptibles de confrontarse por las ar-mas o de escindirse por violencias civiles, enocasiones lastradas por significaciones religio-sas cuya disputa se centraba en el control delpoder del Estado.

La guerra fría constituyó a la vez el apogeo yel fin de este período histórico. Ciertamenteno fue un enfrentamiento militar directo,pues por el contrario las dos superpotenciasevitaron entrar en un conflicto armado fron-tal. Pero en una mirada de conjunto la gue-rra fría fue un período de enfrentamiento

entre los dos grandes bloques que remite denuevo a la lógica del estado-nación y así mis-mo a una especie de regulación bajo tutelade recurrentes conflictos armados entre paí-ses distintos a los Estados Unidos y a la UniónSoviética, todo por la sencilla razón de queen tales conflictos el apoyo limitado estabacondicionado porque el juego de alianzasdentro de cada bloque entrañaba el riesgo dellegar al límite de un enfrentamiento totaldesalentado por el equilibrio nuclear. Es ne-cesario entonces añadir la imagen de las dis-putas por los imperialismos al panoramawestfaliano de los estados y de sus relacionessiempre que se hable del período de la guerrafría, lo mismo que de la era de los Imperiosdel siglo XIX. Pero eso no modifica en lo esen-cial el hecho de que la guerra y la paz duran-te la guerra fría puedan pensarse bajo las ca-tegorías que el sociólogo Ulrich Beck ha de-nominado de un modo un tanto radical comonacionalismo metodológico para inscribir elanálisis en el marco del estado-nación y desu complemento, las relaciones internacio-nales.

Pero ahora ya no nos encontramos en esaórbita de pensamiento, como lo subrayan doshechos cruciales.

El primero es el fin de la guerra fría que sepuede fechar en 1986 con los primeros pasosde Gorbatchov hacia el libre mercado me-diante el Glasnost y la Perestroïka, o más sim-bólicamente con la caída del muro de Berlínen 1989. Con la desaparición de un princi-pio de estructuración conflictiva del mundolos eventuales enfrentamientos bélicos deja-ron de ser pensados en un marco que los en-cuadrara y los limitara: lo que no quiere de-cir que no haya habido menos muertes rela-cionadas con conflictos armados después dela guerra fría que durante ella, como lo prue-ba un informe del Centro de Seguridad Hu-mana de Vancouver. Existen violencias loca-les más fatales según dicho informe. El nú-

El cazador. Fernando Botero, 1999.

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mero de conflictos clásicos entre estados hadisminuido desde 1992, mientras que el nú-mero de conflictos más mortales (más de milmuertos por año sobre el campo de batalla)ha bajado a 80%. Pero en los informes au-menta el número de víctimas civiles compa-rado con las víctimas militares.

El segundo hecho crucial remite a laglobalización económica y por consiguienteal triunfo del capitalismo comercial y sobre-todo financiero sin fronteras que no haentrañado el declive de los estados-nación-como lo quería cierto número de pensadoresde los años 80 y 90-, pero los obligó a trans-formarse. La conjunción del fin de la guerrafría y la globalización significó ante todo favo-recer las nuevas formas de violencia, ellas mis-mas globales, imposibles de inscribir ahora enel nacionalismo metodológico de Beck.

Esta evolución se observa principalmente endos fenómenos de vital importancia, los cua-les suscitan numerosas reflexiones:

1. La desaceleración de las situaciones llama-das de crisis y de urgencia en las cuales unaviolencia considerable asemejándose en apa-riencia a la guerra civil, pero en el fondo muylejos de ella, llamaba a la intervención mili-tar de varios países que actuaban dentro deun marco supranacional o multilateral, lasNaciones Unidas por ejemplo. La descom-posición de la ex Yugoslavia, la violencia delos Grandes Lagos en África, pero también laformación de un estado independiente como

Timor, la experiencia desastrosa de Somaliao actualmente la que se experimenta enDarfour, o en el sur del Líbano, dibujan nue-vas configuraciones de la guerra, donde ini-cialmente las confrontaciones locales, posi-blemente cargadas de significaciones religio-sas o étnicas justifican la intervención con-junta de ejércitos cuyo objetivo consiste enestablecer o restaurar la paz sin que en elloimporte ya la instauración de un poder esta-tal determinado. En estas configuracionesmuchos aspectos son perturbadores o nue-vos. Ante todo nos indican que se desarrollaun espacio político-militar supranacional decontornos variables, puesto que las interven-ciones no movilizan necesariamente a losmismos países. Este espacio se prolonga enmuchos casos en instancias judiciales encar-gadas en particular de juzgar los crímenescontra la humanidad. Estas situaciones sus-citan preguntas delicadas: ¿no son tales ins-tancias dominadas a la postre por el podertotalitario de los Estados Unidos y demues-tran su imperialismo? Además revelan unimportante fenómeno como es la priva-tización de la intervención armada, ya sea porla presencia de actores sobre el terreno movi-lizados en gran parte bajo esquemas priva-dos, subcontratados por ejemplo por empre-sas que diseñan un nuevo tipo de mercena-rio, o sea, que actúan con las fuerzas de losestados que intervienen para obtener benefi-cio económico de su intervención armada,por ejemplo transportando comandos en losmedios de transporte de las empresas de esospaíses. Por añadidura la lógica militar se com-

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plementa por una parte con una lógica civilde reconstrucción -los especialistas hablan deacción cívico-militar- como tentativa porcrear o recrear en el lugar un sistema políti-co, ya sea por otra parte con las numerosasONGs que actúan en los lugares de este tipode intervenciones -de una dimensión huma-nitaria, particularmente si solicitan ayudaurgente-, con muchas tensiones entre estasdos tendencias. En situaciones límite fuerzasarmadas de varios países son llamadas a in-tervenir únicamente con fines civiles y hu-manitarios como en el caso de los que ac-túan en una gran catástrofe natural -nociónque merece ser largamente discutida- comopor ejemplo un tsunami. Todo esto no quie-re decir que la guerra clásica haya desapareci-do totalmente, sino más bien que nuevas for-mas de violencia permiten la intervención deotros actores, apelando a formas inéditas deintervención armada que nos obligan a salirdel cuadro tradicional de la guerra y la paz.

2. El segundo fenómeno importante en lareconsideración del dilema clásico es el ence-

rrado en el terrorismo y en el contra-terroris-mo. El terrorismo es un fenómeno que sepuede remontar a hace muchísimo tiempo.Pero el punto de vista que nos interesa es ladistinción de sus formas y significados talcomo van mutando entre los años 60 a 80del siglo XX, lo mismo que las dimensionesglobales que desde entonces reviste. En la pri-mera fase nos situamos todavía en el hori-zonte de la era westfaliana. En esa fase el te-rrorismo es en algunos casos interno, domés-tico lo llaman los norteamericanos, de extre-ma izquierda o de extrema derecha; en otroses separatista o independentista y entoncesse asocia a una lucha por la liberación nacio-nal; o bien asume la modalidad de la prolon-gación de una lucha que reclama una naciónen el escenario internacional –como es el casodel terrorismo abogando por la causapalestina sea centralizada y asociada a Al-Fatah de Yasser Arafat (por ejemplo con lamatanza de los atletas israelíes en la villa olím-pica de Munich en 1972), o, caso contrario,partiendo de elementos marginales más omenos manipulados por estados-garantes a fin

La guerra. Fernando Botero, 1973

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de impedir cualquier solución negociada alconflicto palestino-israelí. Pero a partir demediados de los años ochenta el terrorismoha llegado a ser en sus más destacadas mani-festaciones un fenómeno religioso, ya no so-lamente político, portador de unos significa-dos metapolíticos que han desbordado elmarco de los estados donde podría surgir.Con el islamismo radical devenido global seamalgaman dimensiones planetarias deDjihad o guerra santa con pretensiones de irmás allá de este mundo mediante atentadossuicidas y con las dimensiones que impidenubicarlo dentro de un estado o de otro. Losatentados de Londres en julio de 2005 o deMadrid en marzo de 2004 fueron por ejem-plo efectuados por actores vinculados a lasociedad inglesa o española y quisieron ejer-cer una presión sobre el estado británico oespañol, pero en todo caso a nombre de lareligión y de su visión metapolítica del mun-do con redes de orientación mundial. Losatentados del 11 de septiembre de 2001 enlos Estados Unidos fueron de hecho un casolímite nunca igualado de terrorismo univer-sal sin raíces en el estado-nación contra el cualse dirigieron, porque todos los actores vinie-ron de otra parte. Pero aún así no sobrevinoen tierra virgen porque el Islam existe inclu-sive en el seno mismo de la sociedad norte-americana, incluso allí con expresiones radi-cales. El terrorismo global ha generado, so-bretodo después del 9-11, una respuesta queha sido presentada por la administraciónnorteamericana como una guerra contra elterrorismo, con toda suerte de acciones: in-tervención multilateral en Afganistán con elauspicio de Naciones Unidas, guerra realnorteamericana y británica en Irak, colabo-ración policial y judicial entre estados, etcé-tera. Lo esencial aquí es que es difícil mante-ner los razonamientos de tipo westfaliano,excepto en la guerra en Irak en su fase inicial.El terrorismo global es a la vez interno y pla-netario y las respuestas conjugan al mismotiempo elementos de la acción militar inter-

nacional o transnacional o supranacional conel aumento de la seguridad interna y de lapolicía.

Se trata aquí del terrorismo global y delantiterrorismo como dos nuevas prácticas degestión militar de las crisis: se desvanecen lasclásicas fronteras entre los problemas inter-nos y los problemas internacionales; entre elinterior y el exterior de los estados sobera-nos; entre la cuestiones de defensa y las deseguridad; entre el rol de los militares y el dela policía. Del mismo modo el crimen orga-nizado ha llegado a ser hoy global y exige ar-ticular dimensiones supranacionales y loca-les inscritas en el espacio del estado-nación;demanda como todo terrorismo la necesidadde ser pensado y de actuar de manera global.

3. Es en este contexto donde surgen pregun-tas y reflexiones nuevas, ¿cómo se pasa de laviolencia a la paz – yo diría mejor al apaci-guamiento? Mi respuesta puede asombrar: através de la institucionalización del conflic-to.Transformando los problemas, la crisis, laslógicas de ruptura mediante una puesta enescena en la cual los actores actuales o poten-ciales concurran en el escenario de un siste-

Sin título. Fernando Botero, 1999

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ma de debates tan conflictivo como sea posi-ble.

Esta propuesta amerita una aclaración teóri-ca sobre las relaciones entre violencia y con-flicto.

En el lenguaje empleado hasta ahora el con-flicto y la violencia están a la par, son catego-rías compatibles. Es cierto que buena partede los conflictos concebidos como relacionespugnaces entre actores puede incluir ciertadosis de violencia, sobre todo de violenciainstrumental. La violencia es entonces unrecurso que movilizan ciertos actores paraalcanzar sus fines. Pero debemos oponer másanalíticamente las dos nociones y decir quesociológicamente la violencia es lo contrarioal conflicto y sobre todo al conflicto institu-cionalizado o posible de institucionalizar.Ilustraré de modo breve el asunto. La prime-ra referencia es histórica y remite a los nexos

entre el movimiento obrero como actor deun conflicto central y la violencia terrorista,es decir extrema y mortal. Expondré el casofrancés que es particularmente instructivo. EnFrancia existió entre 1892 y 1894 una ola deterrorismo -la epidemia terrorista según ladenominó el historiador Jean Maîtron- du-rante el cual algunos individuos sin nexosentre sí explotaron bombas contra los líderespolíticos para protestar contra la injusticiasocial como explicaron al momento de serjuzgados. La llamarada se apagó de repentejusto cuando se crearon las primeras Bolsasde Empleo y cuando surgió la Central Gene-ral deTrabajadores. Un sindicalismo hasta esemomento raquítico se organizó y tomó par-tido en contra del terrorismo, lo cual no leimpidió protestas muy duras como la accióndirecta, el sabotaje e incluso con la esperanzade la revolución y de la huelga general. Peroa medida que se constituyó como actor delconflicto redujo el espacio de la violencia te-

Sin título, Fernando Botero, 1978.

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rrorista. Luego, cuando se descompuso y per-dió su carácter central, desde los años 70 enFrancia (y también en Italia) el espacio de laviolencia terrorista se reabriría y es entoncescuando apareció un grupo terrorista, AcciónDirecta. Segunda Ilustración: Francia no hasido ajena en varias ocasiones desde los años80 a serias revueltas urbanas, la más especta-cular fue la de Vaulx-en-Velin de 1990, ocu-rrida mucho antes de los estallidos de octu-bre y noviembre de 2005. La traigo a cola-ción por un asunto preciso: al final de estasjornadas de violencia urbana se creó una aso-ciación de ciudadanos jóvenes, Ágora, con laidea de ofrecer a sus coetáneos un lugar paraque pudieran canalizar sus reclamos socialesy culturales. Esta asociación tuvo una rela-ción de agudo enfrentamiento conflictivo conel poder político local; pero gracias a su exis-tencia canalizó las demandas, la pasión o larabia que, sin ella no cobraría un carácterpolítico y se convertiría en violencia social yen delincuencia.

De modo general me parece que se puedeadmitir que donde hay actores capaces de ela-borar como conflictos las demandas socialesel espacio de la violencia es menos abiertoque cuando no los hay.

4. ¿Cómo pueden aparecer o imponerse ta-les actores? Lo propio de estas delicadas si-tuaciones hoy es que parecen articular diver-sas lógicas de acción y en muchas escalas quevan desde lo local a lo mundial. En especialtodo lo concerniente al Medio Oriente mez-cla actores no estatales actuando en una es-cena local -El Hezbollah libanés, el Hamaspalestino por ejemplo-, pero indisolubles deun islam más o menos radicalizado que fun-ciona a escala planetaria, junto a estados dela región -Israel, Siria, Irán, etc.-, a otros es-tados o regiones del mundo -Estados Uni-dos, la Unión Europea, Rusia, etcétera-, a loscuales se añaden los intereses económicosprivados -a veces muy poderosos, como es el

caso del petróleo-, las ONGs de carácter hu-manitario, organizaciones internacionalescomo las Naciones Unidas, el FMI, el BancoMundial. La paz no es siempre el objetivoprioritario de unos u otros: muchos la pasanpor alto o la emplean como retórica y cuan-do este fin es mencionado de modo explícitocon frecuencia se lo desplaza por otros obje-tivos que uno pensaría son subordinados,mientras que otros merecerían reflexión. Yolo he señalado muchas veces: las grandes po-tencias occidentales, pero también las Nacio-nes Unidas, cada vez más a menudo progra-man una estrategia ante las grandes crisis enla cual mezclan en una misma acción la in-tervención militar, especialmente para po-ner fin a la violencia local, la guerra civil, losenfrentamientos armados mortales y la in-tervención civil de reconstrucción cuyo ele-mento principal es la creación de actores ci-viles capaces de reorganizar los sistemas polí-ticos. Algunas ONGs como la Cruz Roja sonurgidas a incorporarse en los dispositivos des-tinados a conseguir la paz, objetivo que éstaconsidera que escapa a su misión: lo huma-nitario es subordinado entonces a la búsque-da de la paz, mientras que uno puede pensar

Mujer llorando. Fernando Botero, 1999.

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que deben jugar su papel en una dimensióntotalmente independiente, concentrándoseen las cuestiones urgentes de supervivencia,defensa de los derechos humanos cualquierasea la evolución del conflicto. Siempre suce-de que en estos procesos de búsqueda de lapaz el uso de la fuerza se mezcla con la pre-sión política tradicional para tratar de ani-mar conflictos en los cuales la violencia seaexcluida.

La globalización de las crisis más importan-tes puede saldarse por lo menos por tres ti-pos de esfuerzos exteriores o supranacionalespara ofrecerles una regulación. El más clási-co es el aporte de terceros, externos al con-flicto, que se presentan como apropiados porel sólo hecho de ayudar a los actores a buscarun reglamento conveniente para la resoluciónde su conflicto. En ese caso lo más impor-tante es obtener un reconocimiento mutuode parte de los protagonistas, quienes deben

aprender a transformar la imagen que ellostienen de su enemigo en la de uno o másadversarios. Noruega, por ejemplo, tiene unasólida reputación en la materia con su papelen las reuniones de Oslo entre israelíes ypalestinos, o en las negociaciones entre elpoder central de Sri Lanka y los Tigrestamouls independentistas. Debe admitirseque este tipo de negociaciones o arbitrajesson delicados y no pueden funcionar si losactores son demasiado numerosos, el ideal esque sean dos bien identificados, y si los ne-gociadores pueden imponer a los contendoreslas decisiones que tienen siempre un costopolítico. Tanto los acuerdos de Oslo comolos esfuerzos relativos a Sri Lanka han falla-do.

El segundo tipo de esfuerzo pasa por la im-posición a los actores encerrados en una cri-sis una solución decidida desde afuera. Estaimplica una considerable cantidad de recur-

Masacre en Colombia (fragmento). Fernando Botero, 2000.

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sos y la capacidad de obligar a todos los acto-res a plegarse a la solución propuesta, aun-que ello signifique el riesgo de que los acto-res no participen del proceso que se les im-pone. Los Estados Unidos son hoy por hoylos únicos que intentan imponer una solu-ción ante una crisis importante, lo que noquiere decir que ellos alcancen su objetivocomo se vio lamentablemente en Somalia.Esta es una lógica más propia del imperialis-mo que animada por la contribución a la pazy a la autonomía de los actores.

Finalmente el tercer tipo de esfuerzo pasa porla intervención de Naciones Unidas o de al-guna otra instancia supranacional para man-tener la idea de Nation building 2 o de Peacekeeping 3. Lo cual entraña la ventaja de quelas fuerzas armadas que son movilizadas nosean representantes de las naciones que de-fienden sus intereses, sus propias políticas,sino los portadores de valores universales.Uno constata cada vez que los mismos paísesque participan en intervenciones armadas ensituaciones de conflicto, después intentaninstalar formas de vida política y económica,por ejemplo enviando misiones para organi-zar elecciones democráticas. Muchas inquie-

tudes surgen de allí, pues con este tipo deintervenciones cada vez más recurrentes nosalejamos del modelo westfaliano cuyo elemen-to central es un derecho internacional fun-dado en el reconocimiento de la soberaníaabsoluta de los estados: la evolución recientede la guerra y de la violencia pone en tela dejuicio ese derecho, da una importancia cadavez mayor a los derechos humanos, al dere-cho de injerencia y autoriza a los estados aintervenir a nombre de valores no estatalesque trascienden los valores de la soberaníatradicional. Una consecuencia de esta evolu-ción es que es más difícil para estados que enel pasado se identificaron fuertemente conlos valores universales, como Francia, conti-nuar haciéndolo: se hace necesario en ade-lante acordar en caso de necesidad ser el ins-trumento de una acción supranacional iden-tificada con tales valores y que trasciende losestados en cuestión, por ejemplo cuandoaceptan ser parte de una operación multina-cional de mantenimiento de la paz o delNation-building.

Además en ciertos casos un estado enfrenta-do a violencias internas importantes ydurables se ve forzado a externalizar su pro-

2. En inglés en el original. Originalmente, el concepto Nation-building se refiere a los esfuerzos de las naciones reciente-mente independizadas, particularmente africanas, por restaurar los territorios, otrora colonias europeas en su mayoría.Esta incluyó la creación de una parafernalia nacional como banderas, himnos, días nacionales, fiestas, mitos, etc. En unnivel más profundo, significó la construcción deliberada y arbitraria de una identidad nacional. (N. de los T.)3. En inglés en el original. Peace keeping es una fuerza creada por la Organización de Naciones Unidas, definida como“una forma de ayudar a los países asolados por los conflictos a crear condiciones favorables para la paz sostenible" cuyoscombatientes -soldados y oficiales militares, oficiales de policía civil y personal civil procedentes de muchos países- super-visan y observan los procesos de paz que surgen con posterioridad a las situaciones de conflicto y prestan asistencia a losexcombatientes en la aplicación de los acuerdos de paz que se han firmado. (N. de los T.)

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5. Pero no existen sólo las situaciones que sevienen evocando; son también las grandescrisis locales que son al mismo tiempoglobales, las violencias locales, genocidios,purificación étnica, masacres en masa quemovilizan grandes energías, las que hacentambién considerar la cuestión de la violen-cia y la paz no obstante que se realizan pordebajo de confrontaciones más visibles, másespectaculares, más políticas, incluso limita-das a un país. Porque la violencia política, lade la guerra civil, las guerrillas, los movimien-tos organizados ejercen también efectosdevastadores dentro de la sociedad donde ellase despliega, destruyendo o devastando la vidacivil, debilitando los mecanismos institu-cionales y políticos democráticos. Vengo decitar la ETA: ETA no es solamente el terro-rismo de los atentados, es también el impues-to revolucionario que desalienta a los empre-sarios y les obliga a invertir en lugares distin-tos al País Vasco; es la violencia difusa urba-na de la Calle Boroko ; son estos comporta-mientos locales que están vinculados a losamotinamientos y a la intimidación que ha-cen que toda suerte de funcionarios, de em-pleados, elegidos en las municipalidades cu-yos nombres figuran en las listas negras de laorganización terrorista reclamen protecciónpolicial o bien que se les permita renunciarcuando no puedan cumplir sus funciones oresponsabilidades. La búsqueda de la paz enestas situaciones no se satisface sólo resolvien-do los asuntos de los actores organizados enla lucha armada: ella involucra también elesfuerzo de manera oculta por pacificar lasociedad entera, y por consiguiente combi-nar el tratamiento por lo alto con medidaspor lo bajo: nos referimos a políticas sociales,como por ejemplo el reconocimiento cultu-ral. En ciertas experiencias la violencia extre-ma suele aparecer también una contra-vio-lencia que funciona de un modo similar,mimética, haciendo surgir un contraterroris-mo que se parece mucho al terrorismo quedesea eliminar. En este caso el retorno a laMatanza de los inocentes. Fernando Botero, 1999.

blema, a hacer un reparto global de él, a mo-vilizar a otros estados, a otras instancias. Esasí, por ejemplo el caso de España cuando seenfrentó desde los años 60 con la violenciade la ETA: intentó en los años 80 obtener deFrancia, hasta entonces santuario para etarras,colaboración con la represión de la ETA, loque verdaderamente obtuvo a finales de losaños 80 cuando ejerció una presión constan-te sobre la Unión Europea en torno a la ne-cesidad de admitir que si todos los Estadoseuropeos eran democráticos, entonces todosdebían ayudar a España en su lucha contra elterrorismo, particularmente rechazando elasilo político a los etarras y aceptar extra-ditarlos si se les pedía.

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paz implica un reverso de la espiral de vio-lencia y de la contra-violencia, lo cual no esmuy evidente porque los estados sonrenuentes a reconocer su propia violencia y aacabar con ella. Y estos estados han sido co-rrompidos por una contra-violencia sucia queellos mismos fomentaron: este podría ser untema central para algunos países como Co-lombia con las dificultades que plantea lacuestión de los agentes paramilitares. Paravolver al ejemplo de la ETA es necesario re-cordar la experiencia de los GAL 4 que volca-ron su violencia contra los etarras durante losaños 80, hasta que los hechos confirmaronlo que muchos observadores presentían: laimplicación de las autoridades políticas delmás alto nivel del país, en ese entonces socia-listas. El estado puede disponer del mono-polio legítimo de la violencia, y si ésta resul-ta ilegal e ilegítima, vacilará en admitirlo. Labúsqueda de la paz no se allana inclusivecuando la contra-violencia se abandona mo-mentáneamente, porque la pregunta que sepuede hacer es no sólo la de las razones deestado y de sus límites y abusos, sino tam-bién el tema de la memoria, de la capacidadde un estado de reconocer sus errores histó-ricos: la cuestión de la paz es también la delreconocimiento de las violencias pasadas delestado, una pregunta siempre delicada en elescenario de América Latina hoy.

6. En este punto aparece un tema muy sen-sible: el lugar de las víctimas. En las numero-sas experiencias contemporáneas se puede verla constitución de grupos que se presentaninicialmente y ante todo como víctimas. Hayun fenómeno reciente que se puede fechar alcomienzo de los años sesenta con los movi-mientos de mujeres reclamando que tomenen serio la violencia que ellas reciben de par-

te de los hombres; de movimientos que abo-gan porque se hable de la violencia a los ni-ños; pero también de movimientos que re-cuerdan los crímenes contra la humanidad,el genocidio, las masacres en masa, la purifi-cación étnica, etcétera. Estos movimientostienen generalmente dos caras. La una esvictimaria: pone el acento en la destrucciónsufrida en el pasado por un grupo. Esta vi-sión representa -y no se tome esto como unjuicio de valor- la cara negativa de la identi-dad del grupo, cuyas expresiones contempo-ráneas son las de los testigos, descendientes osobrevivientes; realidades más o menos arti-ficiales o reales que ponen en escena los aten-tados a su integridad colectiva o individual.La otra es positiva y resalta los aportes de sugrupo a la democracia, a la justicia, a la cul-tura: rechaza así el confinamiento en unaidentidad de víctima o en una historia lacri-mal, como dice el gran historiador judío SaloBaron.

La mayor parte del tiempo las víctimas seconstituyen como tales en el espacio públicode un país una vez superada la etapa de lasviolencias y a veces sólo emergen muchotiempo después: los descendientes de anti-guos esclavos por ejemplo reclaman recono-cimiento para los hechos de un pasado rela-tivamente lejano. Su intervención interpelaa la nación y al estado para que reconozcansus errores históricos. Una demanda de estecarácter puede afectar a la historiografía, so-bre todo cuando ésta se erige como narra-ción que haya ignorado, banalizado o mini-mizado las violencias del pasado. Pero pue-den jugar un papel negativo en el trabajo delos historiadores, por ejemplo paralizándo-los en nombre de verdades memoriales resul-tantes de leyes votadas por un parlamento.

4 .Los GAL -Grupos Antiterroristas de Liberación- estuvieron activos en España de 1983 a 1987. Fueron agrupacionesacusadas de desarrollar el terrorismo de Estado, en colaboración con altos funcionarios del Ministerio del Interior español,entonces dirigido por el gobierno del PSOE, durante la presidencia de Felipe González. Sus acciones se dirigieron contrala ETA, contra líderes de izquierda independentista vasca, contra ecologistas y contra ciudadanos franceses. (N. de losT.)

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Las demandas de reconocimiento de este tipochocan a menudo con una concepción denación que prohíbe toda puesta en cuestiónde su pasado, basada en una noción de vidacolectiva que pretende evitar los desórdenesy que considera que el olvido es lo mejor. Dehecho para las víctimas de recientes crímenesen masa, su demanda inspira un profundoespíritu democrático y la invención de pro-cedimientos que deben llevar, según una co-nocida expresión psicoanalítica, a desencubrirmediante un trabajo del duelo, es decir a lacapacidad de toda la sociedad de proyectarseen el futuro con todos sus componentes pues-tos en la reconciliación y por lo tanto sin dis-torsionar el pasado.

Debo tener mucho cuidado en lo que afir-mo, pero me parece que Colombia se consti-

tuye hoy en un caso original muy importan-te, más complejo que otros en la medida enque la violencia, las masacres y la barbarie nohan acabado y en que al mismo tiempo apa-recen las víctimas que exigen que los críme-nes de ayer sean reconocidos. Contrario aotras experiencias, las dos lógicas, la de labarbarie y la de la democracia y de la justicia,la de la violencia y la de la paz, coexisten enun combate incierto donde se requiere serparticularmente valeroso para luchar contralas fuerzas del mal. Se desea obviamente quela paz se alcance, que las víctimas o sus repre-sentantes sean escuchados, lo que implica ami entender que ellas sean capaces no sola-mente de reclamar reconocimiento y justiciapor el pasado, sino también, y ésta es la carapositiva, de abogar por un país que se recla-me cada vez más democrático y más justo.

Una madre. Fernando Botero, 1999.

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Dedicatoria: a estos compañeros de mi genera-

ción que fueron mis amigos y de los que apren-

dí mundo y nación, letras y ciencias sociales. Por

las letras: Rafael Humberto Moreno Durán;

Miguel de Francisco, Arturo Alape, Jorge

¿Babel, hostilidad, hospitalidad?¿Podemos “escucharnos los unos a los otros”?

Gabriel Restrepo*

“Uno ha de ser enfermo de su tiempo para tener algo que decir respecto al posible diagnóstico de la época”.

Peter Sloterdijk

Valderrama. Por la economía, Jesús Antonio

Bejarano; por la antropología, las letras y el hu-

manismo, Hernán Henao; por la sociología y el

compromiso con la justicia, Alfredo Correa

D´Andreis: éstos tres asesinados por los ¨Trein-

* Bogotá (1946). Profesor de la Universidad Nacional. Sociólogo y escritor y miembro del consejo editorial de Aquelarre

Congreso de Sociología

Violencia. Alejandro Obregón, 1962.

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ta Tiranos¨, a los cuales se alude en este ensayo.

Y antes de todos ellos, a tres maestros: María

Cristina Salazar, socióloga, que enseñara el va-

lor de los derechos humanos y de los derechos

de niños y niñas; a Ernesto Guhl, que encarnara

la pasión por la tierra colombiana; y a Camilo

Torres, que mostró el compromiso de cambio,

aunque ello no signifique en mi caso su adhe-

sión a la lucha armada, que rechazo por los mo-

tivos que expongo en este ensayo.

Palabras clave: Reconocimiento: Anerkennen,

Anagnórisis. Paresia. Biopoder. Crisis de repre-

sentación. Poder como drama.Trama y red. Ha-

bladurías, hostilidad y hospitalidad. Resistencia

y creación. Ciencias sociales, humanidades, le-

tras, artes y espectáculos: pasajes y mediaciones.

Resumen: En 2007 se celebrará el bicentenario

de La Fenomenología del Espíritu de Hegel. Uno

de los temas cruciales de tal libro es el problema

del Anerkennen, el reconocimiento. A partir de

allí se plantea el reconocimiento de sí mismo y

de los otros como drama que asume inéditas for-

mas, incluso la de la anagnórisis griega, por no

hablar del psicoanálisis o de distintas teorías que

apuntan a la creación de una nueva subjetivi-

dad. El reconocimiento considerado como pues-

ta en escena se valida por teorías como la de

Jeffrey Alexander que formula la acción social

como performance y por textos de Guy Debord

y Paul Virilio, aunque bastaría volver a la Biblia

o a la Odisea para saber del significado de la

anagnórisis. Desde Hegel, el problema del reco-

nocimiento es cada vez más complejo por la cri-

sis de representación, pero también porque en

el régimen del biopoder la resistencia a la subor-

dinación y al sujetamiento en redada deman-

dan mayor esfuerzo de comprensión propia y

social. Se propone una creación “tramática” que

evite el “ser enredado”, creación que implica en

una sociedad traumática y fragmentada como la

colombiana, y aún la mundial, un pensar social

complejo, dúctil y hermanado con las artes y las

letras, capaz de gestar reconocimiento, anagnó-

risis y paresia con puestas en escena alternativas

a la Sociedad del Espectáculo.

Abstract: the next year a book published two

centuries ago would be part of the global

thinking agenda: Hegel´s Die Phänomenologie

des Geistes . One of his main problems,

Anerkennen, probably must arouse thousand of

thoughts, reviewed as a global drama. ¿May this

cornerstone concept be associated with the greek

ideas of ï anagnorisis and paresia, and also with

the psychoanalitical heritage and the theorical

trends oriented to see social action as drama and

aesthetik representation? Some reflections of the

Anerkennen´s problem are considered in this

essay in the light of the so called representation´

crisis. Concepts of web and tissue are opposed

and from this distinction the author argues in

favor of a strategy to counterbalance the

Minotauro horns (eufory as spectacle,

melancholy as terror, be it natural, social or per-

sonal) with an alternative misse en scene viewed

in the Schiller´s legacy as a feast of wisdom,

which begins with the proper Anerkennen.

Ressumé : la réconaissance de l´autre

(Anerkennen) ou la conscience du soi même dans

un monde anéantie par sa propre richesse sera

peut être le principal problème suscité l´anné

suivante par la célebration du 200 annés de la

Phänomenologie des Geistes. Aprés l´psychanalyse

et après l´apparition du plus de cent théories

pour faire face a la chûte de dieux, archives et

arcontes, nous, la multitude d´orphelins du tout

lieu ou temps, affrontons la tâche du chercher

un chemin nouveau qui nous livre du double

corne du Levithan contemporaine: d´un côté,

la abbondance du terreur ou contraterreur issue

du le sublime du nature, societé et persona dans

un orbis et urbis desorbité ou sortie de mère par

notre propre évolution comme humus erectus, et

de l´autre la multiplicité du desirs (Die Begierde)

dans laquel l´ekstasis du l´experire de notres jours

trouve a chaque nuit la vacuité et l´estupeur.

Structures piramidales et radicales (“ce qui

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s´atache a la racine”) s´opposent: et a nous est

question de décider en faveur d´un action

“tramatique”, capable de relier de la bas a l´haut

avec la représentation esthétique, étique et

raisoné de les autres invisibilisés, à condition de

commençer avec le propre reconaissance de soi.

Aussi, peût étre, nous essayerons une fascinante

misse en scene avec peripetia, anagnorisis,

Anerkennen et paresia.

Zusammenfassung1: im Zusammenhang mit der

Grundidee der Phänomenologie des Geistes ,

dessen 200. Jubiläum im kommenden Jahr

bevorsteht, sind nach wie vor zahlreiche

Perspektiven mit philosophischem Akzent zu

finden. Was (er)kennt man als Anerkennung?

Ist die Anerkennungsproblematik im Anschluß

an die marxistische Antwort lösbar? Ist Kojèves

Interpretationsweg plausibel? Ist Hegels Idee im

Rahmen der Psychoanalyse, sowohl im Kleinen

als auch in der Metapsychologie,

nachvollziehbar? Ist das Fundament von

Fukuyamas sogenanntem „Ende der

Geschichte“, das mit liberalem Charakter vor fast

15 Jahren verkündet wurde, von Hegel

abzuleiten? Ist es nicht besser, sich Derridas

Antwort auf diesen Autor zuzuwenden? Ohne

alle diese Fragen beantworten zu wollen, zielt

unserText auf neue Interpretationsperspektiven

ab, deren Ursprung zum eien aus der Idee der

anagnorisis in der antiken Tragödie und zum

anderen aus der Philosophie als Paresia haben.

Masacre 10 de abril. Alejandro Obregón, 1948

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El año venidero se conmemorará el bi-centenario de la primera edición dela Fenomenología del Espíritu (Hegel,

1966, 1970). Uno de los pasajes másiluminantes de la obra, el tránsito de la cer-teza sensible a la conciencia de sí, enuncia elproblema del reconocimiento (Anerkennen)ya no sólo en la relación de cada ser con lamultiplicidad de apetencias (Begierde), sinoen la lucha de amo y esclavo o señor y siervopor satisfacerlas2. El amo es amo porque haafrontado la muerte y ha vencido en la gue-rra. El esclavo lo es por temor a una muertesúbita que trueca por una muerte lenta enuna vida subordinada a la voluntad del amo.Amo o esclavo, ambos precisan del otro parasu reconocimiento.

Reconocimiento es decir desconocimiento:las polaridades son inevitables. El amo des-conoce al esclavo en la misma medida en lacual solicita su reconocimiento como amo.Ambos se desconocen y recelan, reclamandoempero el amo un saber superior porque esel saber de poder subordinar. Relación depoder, lo es también del saber. Poder saber.Saber poder. Saber del poder y poder del sa-ber. Y en cualquier caso, saber y poder remi-ten al poder de dar la muerte o cambiar lamuerte por una muerte perpetua porque elesclavo configura su existencia como una vidapara el Otro.

Confieso aquí que me sorprendo a mí mis-mo al repensar este problema del reconoci-miento hegeliano (Anerkennen) en términosde los conceptos clásicos de anagnórisis(Aristóteles, 1948: 35- 67; Mcleish: 48 -53)y paresia (Foucault, 1994: 97 - 103). La pri-mera, anagnórisis, significa la “conversión deuna persona desconocida en conocida”(Aristóteles: 45 – 46), algo que después delpsicoanálisis vale para sí mismo tanto comopara los demás, con la dificultad ya señaladaen Hamlet: “pretender conocer a otro es pre-tender comprenderse a sí mismo”; la segun-

da, paresia, es “decirlo todo” o “decir verdad”,algo alejado de la retórica (Foucault, 1994:98) o de esa retórica de la escuela que es ladidáctica y que Lacan enunciaba como “pa-labra plena” (Lacan, 1990; 1995), una pala-bra de vida o muerte. Pero mi sorpresa se in-tensifica aún más cuando examino la perti-nencia de estos conceptos en términos de lapropuesta de Jeffrey Alexander: “Pragmáticacultural: un nuevo modelo de performancesocial” (Alexander, 2005), una que conside-ra la acción social como puesta en escenaguiada por la interpretación de libretos cifra-dos en los mitos, distinguiendo en lahistoricidad momentos de fusión y des-fu-sión de los mismos. Una teoría que, si le aña-diéramos la pertinencia del papel de los fan-tasmas en sociedades como las de AméricaLatina y la colombiana, en las cuales desde elespiritismo chileno hasta la Comala de Rulfoellos se funden y confunden con los mitos,pero en el registro aleatorio y onírico de losimaginarios y de los sueños (por ejemplo, lavuelta de Quetzalcoatl, el regreso de Bolívar,la vida como purgatorio, los espectros dePerón o de Haya de la Torre), esclareceríamucho de las penumbras que nos pueblan.Agenda para pensar el tema a fondo en el año2007, aquí se advierte como un principio detrabajo.

La sorpresa de esta súbita asociación derivade una hipótesis cuyo argumento apenas sepuede enunciar aquí para un desarrollo enotro momento: el fin de la tragedia aparececomo la tragedia del fin. Situemos el asuntode otro modo: con la primera guerra mun-dial, la napoleónica que debería considerarseasí por ser matriz de las otras, el género de latragedia llegó a su fin como representaciónteatral porque la tragedia comenzó a ponerseen escena en gran escala a través de los ejérci-tos y de los simulacros o espectáculos en elescenario real del mundo3. El asunto podríaconsiderarse en apariencia paradójico si so-pesamos que a partir de entonces se

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instauraba el régimen del biopoder, uno enel cual según Foucault la soberanía ya no re-posará más en el poder de dar muerte (“elhacer morir” propio del Amo Absoluto), sinoen el dejar vivir, pero uno caracterizado porel control casi total sobre la vida: “El estable-cimiento, durante la edad clásica, de esa grantecnología de doble faz – anatómica y bioló-gica, individualizante y especificante, vueltahacia las realizaciones del cuerpo y atenta alos procesos de la vida – caracteriza un podercuya más alta función no es ya matar sinoinvadir la vida enteramente” (Foucault, 1991:169).

Este “ invadir la vida enteramente” es repre-sentado por Foucault como sujetamiento, unmodo de relación que ya no es el la domina-ción esclavista o feudal (amo a esclavo, señora siervo), ni tampoco el de la explotación ca-pitalista (capital y trabajo), sino uno basadoen lo que ya Tocqueville anticipaba con tre-menda visión en el segundo tomo de La de-mocracia en América , publicado ocho añosantes de que Marx redactara El Manifiesto ycon visión más duradera a la larga: “Piensopues que la especie de opresión que amena-za en la actualidad a los pueblos democráti-cos no se parecerá en nada a aquellas que lahan precedido en el mundo… Contemploa una multitud incontable de hombres se-mejantes e iguales, que dan vueltas sin cesaren torno a ellos mismos para procurarse pla-ceres pequeños y vulgares…Encima de to-dos aquellos se eleva un poder inmenso y tu-telar, que se encarga él sólo de procurar susgoces y vigilar por su suerte. Es absoluto,

detallado, regular, previsor y dulce. Pareceríala potencia paternal si como ella tuviera porfin preparar a los hombres a la edad viril; peropor el contrario, no persigue más que fijarlos demodo irrevocable en la infancia …”(Tocqueville, 1850, T. II: 357-360: cursivasmías). Sea el Estado de Bienestar keynessiano,sea la supuesta y encantadora “mano invisi-ble” del mercado en la teoría clásica yneoclásica, la predicción de Tocqueville for-mulada un siglo antes de la revolución digitalresultó profética.

La muerte prematura de Foucault quizásimpidió que esclareciera los fundamentoscontemporáneos del biopoder más allá de suarqueología. Por mi parte he sostenido queel sujetamiento se induce hoy por“telesoematización” (neologismo forzado paraexpresar una producción a control remoto desoma y sema, de cuerpo y de significados, enesa muerte que asoma entre soma y sema) yse ampara en dos cuernos complementarios(entiéndase como alusión al minotauro y allaberinto contemporáneos), uno de los cua-les produce disforia, el otro la euforiacompulsiva para mitigar la angustia genera-da por la primera.

La disforia concierne a la dimensión hoy másglobal de lo sublime ecuménico: la amenazade extinción absoluta sea por terrorismo ocontraterrorismo, total o parcial, la mismaque explica los más de mil millones de dóla-res de gasto anual militar en los países en loscuales habita la mayoría del 1% de la pobla-ción que se apropia el 57% de la riqueza

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mundial. No es pues del todo cierta la indi-cación de Foucault. Como Agamben, no seha cansado de señalar al apuntar a los cam-pos de concentración, el antiguo Soberanocomo aquel que exhibe el poder de hacermorir se agazapa en las fronteras del nuevorégimen del biopoder, listo a saltar a escenacuando el otro cuerno de la euforia no cum-pla el papel del sujetamiento dócil (Agamben,1998; 2000; 2001; 2004). El minotauro -elcapital anónimo, flotante, disperso y a la vezconcentrado- sabe esperar en los recodos. Elloha sido puesto de presente en la guerra conIrak y en las suspensiones de libertades civi-les en un país donde su retórica y su fuerzahan sido sagradas4. Pero además de producirdisforia, los gastos en seguridad amparan unadistribución muy desigual de la riqueza mun-dial, por ejemplo los $600.000 millones dedólares anuales en subsidios a productos agrí-colas cuya reducción en un simple 30% ha-ría irrelevantes los exiguos $56.000 millonesde ayuda anual externa que se dedican al “de-sarrollo” y que son la mitad de los necesarioscada año para cumplir las metas del milenio

de disminución de la mitad de la pobrezaabsoluta de aquí a más de una década.

Hay otras dos modalidades de lo sublime dis-tintas a las producidas por el horrorgeopolítico: la una, lo sublime de la naturale-za: terremotos, maremotos, inundaciones, se-quías, hoy acentuados por el mal uso de la tec-nología responsable del recalentamiento glo-bal o por poblaciones situadas en zonas vul-nerables y sin socorro; y la otra, lo sublime delo abismal de los individuos, como seejemplifica en la puesta en escena de tragediascontemporáneas: el caníbal de Rottemburgoen Alemania o el violador de niños Garavitoen Colombia, casos por supuesto entroncadoscon disrupciones sociales y con sutiles cade-nas de sujetamiento en donde se adivinan bi-sagras insospechadas entre familia y sociedad,psicogénesis y sociogénesis. Y que nos recuer-dan que en cada uno de nosotros habita unabestia terriblemente racional, diferente a losanimales porque si bien ellos no tienen no-ción de la compasión habitan en la economíade la cadena trófica sin desbordarla.

La violencia. Alejandro Obregón, 1958.

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Ahora bien, frente a estas tres dimensionesde lo sublime: naturaleza, sociedad parterade violencia, individuos que estallan en lo-cura, el biopoder se sustenta “normalmente”en el cuerno de la producción de euforia. Elcaso extremo es por supuesto el de las dro-gas, tema paradójico porque el encuadreprohibicionista pareciera negar su legitimi-dad, produciendo empero como antes con laprohibición del alcohol un “encarecimiento”de su uso; “encarecimiento” en el doble sen-tido del término: precio artificialmente ele-vado y aura falsamente sagrada de lo secreto.Baste decir que empero ellas son la punta deliceberg de la producción de euforia asociadaal terror psíquico en una suerte de sístole ydiástole que ya ha sido tema canónico de laliteratura mundial, desde los más célebresescritos de Thomas de Quincey (Confesionesde un comedor de opio y Suspiria de Profundis),a Baudelaire, Benjamín y el ya clásico WilliamBurroughs, con muchos ecos en Colombia.El primero observaba en su propia personaesa oscilación entre eudemonismo y terrorque fuera tema de toda la literatura románti-ca. Allí se representa en vivo, entre clamoresy sordina, entre contra-dicciones e inter-dic-ciones, una tragedia cotidiana de millones depersonas ligadas a la producción, al consu-mo o al reciclaje de los dineros de la droga enventa de armas, corrupción, concentraciónde tierras o dineros. Las explosiones de afue-ra son experimentadas por el adicto –el granesclavo entre los esclavos, como dijeraBurroughs en Almuerzo desnudo- comoimplosiones estupefactas dentro de sí, esta-llidos de profundidad en los umbrales de laconciencia. Contra-dicciones e inter-diccio-nes en las cuales la dicción se ahoga; el decirse quebranta; el quejido obtura el paso haciala queja; la palabra se rehúsa; la persona sesepulta en la cripta de lo inefable o indeci-ble.

Otras adicciones se manifiestan en elconsumismo en general o en algunos consu-

mos obsesivos específicos como la pornogra-fía, pero ante todo en la dependencia de eufo-ria producida por lo que, primero entre to-dos, Guy Debord examinó de modo ejem-plar como Sociedad del espectáculo5; luego, porlo que Paul Virilio develó con ojo crítico enmuchas obras (Virilio, 1989, 1993); y demodo más reciente y polémico por lo quePeter Sloterdijk tematizó en tono milenaristacomo el fin de la era del humanismo literario(Sloterdijk, 1999). Los libros y el pensar con-tenido en ellos ya no tienen poder vinculanteni calado social. Pese a que se editen yreediten, se lean y relean, ellos son el alimen-to de una “inmensa minoría” frente al con-sumo mediático e inmediático. ¿Cuál es elgasto anual en la industria del entretenimien-to? Quizás cien veces más que el relativo aseguridad y ello abona a las tesis delsujetamiento por telesoematización para em-plear de nuevo el neologismo. La multiplici-dad de ofertas de goce telemamario y su velo-cidad mercurial obturan el nacimiento en lossujetos de una visión periférica del mundo,hoy precaria, huérfana y desheredada. Se re-cuerda en Colombia la desaparición de unagran emisora cultural, la HJCK, suplantadapor “Los cuarenta principales” (una emisora

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de música popular), tema que fuera motivode una razonada denuncia por parte de laRevista El Malpensante. Y que prosigue conla obstinación de la Hacienda por grabar conun Impuesto al Valor Agregado de 10% laedición y venta de libros, mientras la televi-sión cuenta con las mayores ventajasreduplicando la concentración de ingresoscon las cadenas de producción, distribucióne inducción telemática del consumo para laproducción de esas dosis de euforia dispues-

de expedición de la Constitución de la Rege-neración, una que duró hasta 1991 y cuyostrasfondos aún se camuflan en la Carta quesupuestamente quería borrar las huellas delrégimen presidencial omnímodo y de los es-tados de excepción y de las emisiones y ma-nejos de dinero autoritarios!!!

Las anteriores tesis apuntan a un nudo muydenso de problemas, cuya relevancia se exa-mina a partir de unas preguntas: ¿por quétodos los avances en el pensamiento desdeHegel en la admisión, extensión e intensi-dad del problema del reconocimiento no pe-netran a la sociedad en su conjunto y en par-ticular a la estructura de un poder que pare-ce inmune al nuevo saber? En sentido figu-rado, ¿por qué el Minotauro, global o local,vence todos los hilos de Ariadna tramadospor el saber y con ellos mismos fabrica encadena redes para una redada planetaria quecruza toda geografía? ¿Por qué aquel pensa-miento complejo que emerge de las múlti-ples crisis de representación parece naufra-gar ante el automatismo de la reproducciónde mitos sometidos una y otra vez a la críticaen los tribunales al parecer inocuos de la ra-zón? ¿Por qué la refusión del pensamientocontemporáneo en nuevos mitos como el dela sabiduría se destejen a cada noche comoen el telar de Penélope a favor de una acu-mulación de riqueza e imagen del 1% quecontrola el 57% del producto planetario yde los imaginarios globales?

En efecto, la crisis de representación es lo quecaracteriza al pensamiento contemporáneo,llámeselo como se quiera, aunque hunde susraíces de siglo y medio a ahora. Es algo queatraviesa todos los campos: en la filosofía porla crítica a la tradición metafísica emprendi-da por el martillo de Nietzsche, por laderruición (Zörsterung) de Heidegger, por ladesconstrucción de Derrida; en la matemá-tica por la aparición de geometrías noeuclidianas y por el principio de indecibilidad

tas para olvidar que somos el estado nacionalque encarna más a la perfección en el mun-do el síndrome de Jekyll y Hyde: el pueblomás feliz del mundo, según algunas encues-tas, y el pueblo más sufrido y trágico de to-dos los que habitan el planeta. Resulta muycurioso que la célebre novela de Stevenson sehubiera publicado ¡¡¡en 1886, el mismo año

Mujer llorando. Fernando Botero, 1949

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de Gödel; en la física por el principio de in-certidumbre o por la teoría de la relatividad;en la teología por la conciencia de la multi-plicidad de creencias y por la relación nounívoca de fe y razón, ya enunciada en Kant;en las ciencias de la salud por la complejidadde la tecnología, por la nueva conciencia dela relación entre salud y sociedad, y por lapuesta en escena de medicinas y modos decura alternativos, sean tradicionales o de nue-va era, por las urdimbres entre genética, neu-rología, psicología y socioantropología; en laestética por la multiplicación de la imagenen la época de “la reproducción técnica”, porel fin de la ilusión de “la verdad en pintura”6

y por la aparición de otros medios y modosde representación; en el teatro, con Pirandelloy Brecht por el teatro dentro del teatro, porel distanciamiento o por la conciencia de queel teatro se juega en escenarios de poder; enla psicología, por la conciencia aportada porel psicoanálisis en relación al papel del in-consciente en la configuración de los suje-tos, pero además por la crítica al mismo psi-coanálisis de dentro o fuera, lo mismo quepor la fuerza del conductismo o los estudiosde etología o de la psicología cognitiva o dela comprensión; en la etnografía por la tomade conciencia de la multiplicidad de los otros,minorías o no, y por la lucha contra las re-presentaciones estereotipadas de sus identi-dades; en la economía por el cambio de pa-trones fijos de oro o plata como referentesabsolutos a favor de patrones de

convertibilidad o de flotación de monedas;en la política por la crisis de la representa-ción y la entropía de los discursos de ideolo-gías y de partidos en una época hiper -mediummática en la cual hasta los presiden-tes resultan pintores de paletas, actores y can-tantes en clave de do o en registro del si, y enla cual se ha pasado, como en Colombia, deuna nación casi sin estado (1850 a 1886) aun estado casi sin nación (1886- 1986, 1981y quizás más allá) en una globalización quetorna extraños y casi inanes ambos concep-tos; en la historia por la sustitución de laHistoria representada en los héroes a favorde la historia potenciada por el albergue a lamultiplicidad de las historias7; en los estu-dios de género por la conciencia emergentede las diferencias entre sexo (constituciónbiológica del cuerpo) y el género (construc-ción cultural de la identidad corpo-social) ypor la nueva conciencia del papel de la mu-jer en la sociedad; en las ciencias sociales porel descubrimiento de Marx cuando indica quese habla desde una posición social; por lasdistinciones entre juicios de valor y juiciosde realidad y más allá por la aparición de unaconciencia autoreflexiva o autoetnografia detercer grado; por el llamado a romper con elparadigma de la simplicidad en aras de unparadigma de la complejidad que atienda ala multiplicidad de movimientos sociales.

Pero nada de lo que allí emerge como pensa-miento complejo rompe la simplicidad de losmitos que sustentan una globalización injus-ta o un estado por lo general intolerante frenteal clamor de la justicia. La lucha por el reco-nocimiento, planteada por Hegel, no ha he-cho más que ahondarse porque pese a todoel pensamiento que irrumpe con la fuerza dela promesa, ni la universalización del Espíri-tu Absoluto, ni la extensión del supuestoportador de la historia, la clase obrera, hansabido realizar más que simulacros de ilus-tración o espectáculos de un cansino socia-lismo real. La caída del Muro sirvió primero

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para anunciar con euforia a cuatro vientos labuena nueva del fin de la historia repensadocomo ideología liberal por parte deFukuyama (1992), pronto desmentido porel anuncio de un Apocalipsis Universal for-mulado por el renacimiento delfundamentalismo White Anglo SaxonProtestant de Huntington (1997). La agudacrítica de Derrida (1995) al primero no mo-vió un milímetro el eje de gravedad del po-der, como tampoco lo había logrado la sor-prendente predicción de Morin y Castoriadiscuando en el diálogo entre ambos el primeroanunciaba como balance de la primera gue-rra del Golfo en 1991: “Esperemos lo ines-perado” (Castoriadis, 1997), mucho antes dela caída de las torres gemelas del 11 de sep-tiembre. En estos pensadores críticos, noobstante, el acontecer de un nuevo adveni-miento: la utopía como un lugar del no lu-gar, como el lugar común depurado de loslugares comunes de los mitos patriarcales,como el lugar de lo común en un mundo deiguales y diferentes, según la expresión deTouraine (1998), sostiene resquicios de es-peranza para el advenimiento de una multi-tud reconciliada en la sabiduría del recono-cimiento, la anagnórisis y la paresia de la jus-ticia.

Pero en el lugar común de multiplicaciónhiper-mediática de los mitos camuflados escomo si la disforia y la euforia produjeranuna especie de “sonambulismo civil” en unaesfera que ha perdido su carácter público, elkoinon por el cual han velado los filósofosdesde que la filosofía se constituyera comopoder de interrogación continua de los mi-tos (Sloterdijk, 2001; Castoriadis, 2004). Loque naufraga en un mundo contemporáneoadocenado en responder es la capacidad deser responsable en la capacidad de preguntar.Es cierto que la constitución del globo siguela teleología de un pensamiento ya abiertoen el medioevo con la irrupción primera delas ciudades: el mundo concebido como una

circunferencia cuyo radio está en todas par-tes y cuyo centro no radica en ningún punto(Sloterdijk, 2004). Todos somos ahora elombligo y la sobrebarriga del mundo, perocomo tales experimentamos lo que en la co-cina argentina se denomina “el vacío”, aque-llo que tanta carne reviste. El descentramientoy el desplazamiento constantes no siguen lalógica de la equivalencia, ni el camino a unadomesticación global en la patria-tierra(Morin, s.f.) de la mano reparadora de lamujer y de la piedad que ella ha reservadocomo fuego votivo y no como botafuego:como Geist, fuego controlado, y no Gheis,fuego desbordado, según la distinción deDerrida (1987).

La nueva esperanza aparece como una mul-titud diferenciada de la masa que construyaconciudadanía global a partir del reconoci-miento, la anagnórisis y la paresia de las dife-rencias, pero también con fundamento enuna solidaridad dirigida a la comprensión delos otros mediante el ejercicio de la compren-sión radical de sí mismo. La conciudadaníase diferencia del concepto liberal clásico deciudadanía, tanto como de los conceptoscomunitaristas, porque reconociendo la igual-dad abstracta de los individuos propia de la

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tradición liberal, lo mismo que la existenciade comunidades de adscripción o de senti-do, parte del mismo modo de las diferenciasontológicas y postula la creación de tejidosempáticos por la solidaridad y la urdimbrecultural, pero más allá de los conservaduris-mos comunitarios por extenderla por enci-ma de los ámbitos de raza, pertenencia a unacultura o adscripción a una región. Ése es elsentido de la revolución psicagógica,mistagógica8 y socioantropológica que, pa-sando por la transformación de los deseosproduzca comprensión crítica y recíproca yen ella más que tolerancia genere hospitali-dad como apertura hacia el otro, comenzan-do por los múltiples otros que en cada unoanidan como fantasmas en un mundo enapariencia liberado de la historia. Ésta habríade ser una revolución antes espiritual, edu-cativa, estética y cultural que material, aun-que prefigure en las ideas, en el pensar y antetodo en un pensar encarnado en la benevo-lencia, nuevos modos de coexistencia en laequidad económica o en la justicia política.

Ello supone diferenciar estructuras de red yestructuras de trama. La red, tal como semanifiesta en el biopoder global, es un dis-positivo piramidal; transforma energía socialen información para el control; apropiaplusvalía mediante la devaluación cultural delos otros; configura una aparición mediáticasimétrica a la sobrerepresentación del 1% quecapta el 57% de la riqueza global con lainvisibilidad no sólo de los otros, sino de lascondiciones trágicas de su existencia (en sen-tido etimológico como el vivir fuera de sí),desanudando cualquier referencia a lo subli-me (muerte, mal, miseria) con la inundaciónde cánones de belleza pautados por el goceescaso y movilizando con ello la envidia so-cial como poder de succión mimética; la redes asimétrica, apropia, expropia, desplaza,triza, fragmenta, diluye, dispersa, pero man-tiene el dominio de los flujos, no fluyendo;la red es objetiva e instrumental, medida y

calculada, cosifica, nulifica, empareja enraseros de tasas intercambiables aquello quees diferente e inconmensurable; la red oye,pero no escucha; mira, pero no ve; carece desentimiento; es abstracta; la red sí sabe de lahistoria como su propia historia que cosificaa los otros en la aritmética del debe y del ha-

ber; la red encarna el mito patriarcal, desdeOdiseo quien, contra lo imaginado por loinacabado del mito, no radicó nunca en Ítaca,fugándose hacia nuevas guerras, fundandomundo en la expropiación, la expatriación yen el abandono. Dejándonos comoTelémacoen la tarea de reconciliar el mundo con lacasa.

Homenaje a Camilo. Alejandro Obregón, 1968.

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La trama, en cambio, es ho-rizontal; rizomática; equiva-lente; es par; se funda en lasolidaridad y en la coopera-ción, más que en la compe-tencia; procede del cumpannis, compañero; de lacomensalidad, el compartir lamesa; es, como distinguióRodolfo Kush en un libromagistral (1999), más estarque ser, siendo el estar un es-tar con otros, junto a otros,distinción que retrotrae a lacomunidad en la tipología deTönnies antes que a la socie-dad, que suele ser anónimacuando la otra es distintiva:distingue, como dicen, alotro; es igualitaria; reparte acada cual según la necesidad;obra según el principio de locircular antes que de lopiramidal; irradia la palabray la pregunta; escucha; es so-

lidaria; se guía por la piedad, la comprensióny la compasión; responde; encarna el mitomatricial, la madre tierra, el saber no sólo dela vida sino el saber que da vida, es próxima ala naturaleza, senti-pensante como se dice,hospitalaria. La figura encarna en prototiposcomo los koguis (las mujeres hilan, ellos tra-man como metáfora del permanecer en lacomunidad), pero también en la resilenciadel pueblo, en la paciencia de la multitud,en la espera de su propio adviento.

Una distinción se impone. Una red puedecontener tramas, como la red global de co-municaciones, lo que la torna fascinante porla multiplicación de los horizontes horizon-tales, para expresarlo en una redundancia. Enella, por ello, Michel Serres (1995) adivinaángeles, Hermes, mensajeros, duendes, en-cuentros inusuales, sorpresas fascinantes. Perocomo China, India, Brasil y otros países han

denunciado, el control final de la red depen-de de una empresa privada ligada a los inte-reses de Estados Unidos. También la tramapuede convertirse en red cuando establecejerarquías o elige y erige centros: por ello lapalabra trama posee el doble sentido de laurdimbre amable o de la astucia perversa. Lared se recubre como trama para tramar reda-da. Pero la distinción pese a sus vaivenes ytraslapos se sostiene. El control de la red siem-pre será piramidal, tenderá a ganar espacioquitando espacio, se definirá como un juegode suma cero. De estas vacilaciones entre redy trama surgen los juegos astutos de una re-sistencia o mejor de las disidencias creativasque escapan a la seducción de erigirse en cen-tro, de un juego de voluntad de ser centrosiempre excéntrico, de jugar al poder en laexhibición del no poder, del desclasamientoy del desplazamiento porque aquí el juegomás sublime y bello consiste en poner a cir-cular la palabra y en señalar a cada cual comocentro suscitando la pregunta por su “vacío”.Ésa también la diferencia entre masa y mul-titud, entre igualdad forzada y diferencia,entre un socialismo real de uniformes y pa-radas, y un socialismo posible o como prefie-ra llamarse (por mi parte prefiero la nociónde un centro radical) de libertades y recono-cimientos en la diferencia.

Todo, decía Mallarmé, se juega en la heren-cia bifurcada de la alquimia medieval: “Al-guna deferencia, mejor, respecto del apaga-do laboratorio de la gran obra, consistiría enrecuperar, sin humo, las manipulaciones, ve-nenos, enfriados de distinto modo que en lapedrería, para continuar por la simple inteli-gencia. Como sólo están abiertas, a la bús-queda mental, nada más que dos vías, en lasque se bifurca nuestra necesidad, a saber, laestética de un lado y la economía política delotro: de esta última concepción, principal-mente, la alquimia fue el glorioso, tempranoy turbio precursor. Todo lo que es igualmen-te puro, como falto de un sentido, antes de

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la aparición, ahora, de la multitud, debe serrestituido al dominio social. La piedra nula,que sueña el oro, llamada filosofal: pero, enlas finanzas, ésta anuncia el crédito futuro,que precede al capital o lo reduce a la humil-dad de la moneda.” (Mallarmé: 123-124). Eneste horizonte, se explica el afán del sistemafinanciero mundial por coronar su dominiocon el atesoramiento de las obras de arte paraprocurarse el aura de lo sagrado.Todo se pre-figuraba ya en la escisión entre Van Gogh yTheo, el pintor y su hermano el mercader dearte, entre el llamado a redimir la miseria enlas minas de carbón y la vocación por trans-formar el padecimiento en símbolo deplusvalía. El poder del Amo o del Minotaurose expresa como poder no sólo de la palabra,sino como poder de adueñarse de la imagen,sea en pintura o en movimiento: el controlmágico y ahora seudo racional del mundorepresentado.

Es aquí, en este contexto donde un pensa-miento como el de Federico Schiller se ex-

traña y se postula al mismo tiempo como unacarta de navegación posible. De meteoros, eldel poeta y filósofo alemán es más estelar queel por cierto fulgurante de Rimbaud, que tan-to se cita cuando se infla más allá de lo debi-do la dimensión psíquica de aquello que Jungllamaba el Puer Aeternus. La diferencia entreuno y otro en el saludo al porvenir es empe-ro abismal. Y la distinción entre ambos estri-ba no sólo en la capacidad filosófica deSchiller (1952), sino en su propia exigenciade reconocimiento de sí mismo comoAnerkennen, Anagnórisis y Paresia , de la quecareció Rimbaud. Como he señalado en otrolugar y a cuya bibliografía remito (Restrepo,2006), la mitificación de la experiencia afri-cana de Rimbaud no se sostiene en los he-chos, porque aún si no se admite como pare-ce probado que no comerciaba con esclavos,por lo menos no para otros, traficaba armasen las guerras interétnicas lucrándose de ellas,se guiaba por la codicia y lo que más produ-ce piedad es su falta de propio reconocimien-to crítico porque sin saberlo seguía los pasosde un fantasma, su padre, nunca esclarecidoen su conciencia. Cierto: su intento de vi-sión y su poesía son un anuncio del porve-nir. Su expresión “Je est un autre” (“el yo esotro”), pudiera asemejarse a ese relato formi-dable de Borges, El etnógrafo cuando predicaque el cruce de fronteras, el ponerse en loszapatos ajenos (a ello nos referiremos) y elatreverse a soñar los sueños ajenos es la con-dición para devenir bibliotecario o arcontede los secretos de la gran biblioteca del uni-verso. Pero la etnografía africana del Rimbaudextraviado en las rutas de traficantes de ar-mas reveló en la práctica el peor tipo deaproximación axiológica imperial hacia “losnegros”, con los cuales se había apareadocomo poeta: “car nous menons un triste exis-tente au milieu de ces nègres”, “pues or noso-tros (sic) llevamos una triste existencia enmedio de estos negros” (Rimbaud, 1992: 47,itálicas y llamado de Gabriel Restrepo).

El desfile. Fernando Botero, 2000.

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De Federico Schiller sus ideas precursoras nosparecen procedentes como arquetipos parauna América Latina y una Colombia que sony se declaran senti-pensantes: allí esa graciaen la conciliación de lo sublime y de lo bello,ese empeño por obligar a que la razón seasensible y el sentimiento sea razonable pormedio de las artes, el humor, el amor, la fies-ta y la creación; esa imaginación como hi-landera del pensamiento a través de la profu-sión de metáforas, imágenes y pensamientoscomo se potenciará en Italo Calvino; ese sen-tido de la tragedia y de la comedia; esa vo-luntad de transformar la dificultad en opor-tunidad; el padecimiento en pasión; el resen-

timiento en reconoci-miento. Ésa unción depoesía, drama y pensa-miento filosófico.

Ponerse en los zapatos deotro. La alusión es obli-gada a la pintura y en estecaso a la interpretacióncrítica de Derrida en tor-no a las hermenéuticas delos zapatos de Van Goghen el libro La verdad enpintura (Derrida, 1978).En un recorrido por dis-tintos campos del senti-

miento y del pensamiento, desde el pintorhundido en los socavones a la exégesis de suobra por un crítico, Shapiro, o por un filóso-fo, Heidegger, el gran pensador francés nosdenuncia el presente y nos anuncia el porve-nir. Denuncia el presente por ejemplo allídonde en la hiper complejidad de las institu-ciones de industria cultural del arte ni críti-cos ni curadores “pueden indicar a los otros elsitio de un tesoro” (El Aleph), en este caso eltesoro de Van Gogh, la verdad en pintura, elsignificado del par de zapatos. Denuncia elpresente por ejemplo allí donde la pornomiseria es incapaz de ponerse en los zapatosde otro, urbanos o rurales, porque no se anu-

da como par a ellos sino que juzga la miseriadesde la posición del amo que pisotea o laevade con la profusión de baratijas. Anunciael porvenir del arte porque nos pone a pen-sar en andar a la par en la “verité torride”, la“verdad tórrida” (Derrida, 1978: 434), a ex-presar lo inexpresable descendiendo a lasminas de carbón para encontrar el registroiridiscente de la noche oscura del alma des-pués del paso por la negritud del carbón, talcomo lo hace Primo Levi cuando en El siste-ma periódico termina su escritura con un pun-to de grafito. Como si se pintara al carbón oal carboncillo, tal cual lo hacía LorenzoJaramillo.

Y para mencionar tristes carbones, ¿quién seacuerda por ejemplo de ponerse en los zapa-tos del otro en la noche del seis de noviem-bre de 1985 en la plaza de Bogotá, la de ladoble toma del mal llamado “Palacio” de laJusticia? ¿Tantos zapatos sin dueño?¿Tantoszapatos deshabitados? ¿Tantos pies pisotea-dos? ¿Alguien podría decir contra quién ju-gaba el equipo de fútbol Millonarios aquellanoche que marcó época, la de la doble tomadel “Palacio de Justicia” y qué juegos se juga-ban, qué guayos se calzaban y qué jugarretasse jugaban durante y después de uno de lospartidos de fútbol más compulsivamente te-levisados de la era del fútbol colombiano paratapar el drama de la plaza pública sometida adoble escarnio? ¿Alguien puede aludir allí,distinto a Doris Salcedo, a Gustavo Zalamea,a Álvaro Restrepo o a Arnaldo García, lo quesignifica el arte contra los 30 rostros sin ros-tro de los distintos tiranos en esa nueva Stoaconjurada por la poesía, las artes, las letras yla filosofía ante la plaza ensangrentada porlos treinta tiranos? ¿Cuándo una nueva Stoapuede disolver los fantasmas de los poderesabsolutos con una nueva filosofía y otra esté-tica impuestas ante el horror de la plaza?

Problema viejo, la disputa por la plaza es tam-bién nuevo. Emplazamiento, aplazamiento,

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reemplazo y desplazamiento configuran ladestinación (Schicksaal) de la humanidaddesde una domesticación parcial, la delneolítico, a una domesticación global hoy enuna historia (Geschichte) que si algo revela esque la especie configurada por el GranSelector, la del humus erectus, no se ha domes-ticado a sí misma. De ahí que la historicidad(Geschichtlichkeit) del envío (schicken) aparez-ca como inacabada y trunca, mientras no sehalle la formación en sabiduría necesaria parahabitar con justicia la ecumene.

La vocación de la filosofía responde desdeHeráclito con la vigilia del Koinon, espacio oesfera común, desde el poder de interroga-ción permanente del cual surgieron tanto lademocracia como la filosofía griega, hasta sucarta de nacimiento como filosofía para elmundo con los estoicos al intento de domes-ticar por razón, ética y estética el poder in-dómito que figura en cualquier plaza:

“Retirándose pues al pórtico Pecil (llamadotambién Pisianactio y Pecil por las pinturasde Polignoto), comenzó a pronunciar allí(Zenón de Citia) algunos discursos, con de-signio de que aquel lugar fuese frecuentadode gentes, ya que bajo los treinta tiranos ha-bían sido muertos en él hasta milcuatroscientos ciudadanos. Concurrían ade-más sus discípulos y por esto fueron llama-dos estoicos…Y aunque también se habíanantes llamado estoicos algunos poetas quevivieron allí, como dice Eratóstenes en el li-bro VIII De la comedia antigua, pero los dis-cípulos de Zenón dieron mayor celebridad aese nombre”9.

Es cierto que la historia enseña lo indomablede los poderes que surgen y resurgen con lasdistintas máscaras de los treinta y más tira-nos en todas las épocas, de aquellos de Ate-nas a los del nazismo y el socialismo real delos Gulags o a los campos sin ley de la guerrade Irak diseñados por el Pentágono, a los dis-

tintos fascismos de Argentina, Chile, Brasily a los autoritarismos más camuflados deColombia y otros Estados de América Lati-na.

Si esta alusión a distintos zapatos y zapatazosse hace aquí es porque el juego nos concier-ne como espectáculo y nos constituye comopueblos. Y porque pensar estos temas es pen-sar en asuntos que interesan a casi todos.Permítaseme una referencia muy personal:nunca crucé con mi padre palabra de episte-mología, pero hablé con él poniéndome ensus guayos y midiendo tiros certeros a su ca-beza cuando ya era cana y casi cadáver.

Si menciono el tema de ponerse en los zapa-tos de otro de modos tan distintos, es tam-bién para subrayar con una metáfora una re-flexión en torno a la sociedad colombiana:su ser impar, su existencia nona, su ser cons-tituido por fragmentos, sus patasolas, sus llo-ronas, se diría las alpargatas rotas, las derivasen tantas cotizas, de tantos pies descalzos, lostrasiegos de tantos fantasmas, sus divorcioscon tantos carramplones, sus aporías en piesde juanetes, sus interdicciones y contradic-ciones, sus aporías, sus irresoluciones, las lu-

Homenaje al estudiante muerto. Alejandro Obregón, 1957.

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chas infinitas, los callos de tanto pisar, el do-lor de tanto andar en vano, el horror de salircon los pies en polvorosa, su humus holladopor tanta parada de fuerzas contrarias. Y conello me refiero a los productos de una vio-lencia ciega de mil rostros.

Y para derivar de allí el oficio de resilencia deuna creación tramática ante una sociedadtraumática: situarse a la par, a ras de piso,buscar pasajes en los recovecos de la ciudadcomo Walter Benjamín y con él hallar signosen las encrucijadas, crear tramas, compren-

derse para comprender, producircada cual su propia Anerkennung enlas luchas contra los amos internos,la anagnórisis en la admisión de lastragedias íntimas y públicas, la ver-dad como palabra plena y paresiacontra tanto secreto, segregación,apartamiento. Una épica de cada in-dividuo, cualquiera, contra su legiónde fantasmas significaría un passovero pasaje para la multitud. El crucedel nuevo mar Rojo. En cada llavepara un candado se fabrica la cerra-jería para pasaportes de la multitud.En cada chateo, alguna brizna delpedestal celeste alumbra. En cadanoche de agonía superada se encie-rra un canto al universo de los nue-

vos visionarios de la escala.

Retomo las preguntas del título de la confe-rencia. ¿Babel? Habladuría, Rederei, Causerie,ruido, incomunicación por exceso, embarrasdu richesse, estupefacción por exceso, sociedadestupefacta y estupefaciente. Hostilidad, laque nos es tan constitutiva en un país dondela confianza interpersonal es de sólo 10% ydonde muchas veces gozamos jugando el jue-go del suma cero: es preciso quitar a otro yotra dinero, poder, mujer o fama para ganar-la. Hospitalidad, la que nos viene tambiénde lejos por albergar el universo y por sermetecos y desplazados y descentrados a tra-

vés de nuestra existencia de siglos de aban-dono y deriva. Haber sido la “cloaca univer-sal” como en algún pasaje llamara a nuestracondición Simón Bolívar, nos puede situarcon la frente en alto en un mundo que eshoy día un vertedero de todos los desechos.

Quizás nos movamos aquí en esta latitud crio-lla un poco, algunos metros más (cerca de lasestrellas) desde que “podamos escucharnos losunos a los otros”, como indica el subtítulode este ensayo, tomado en préstamo al poe-ma de un loco, Hölderlin, en su canto Fiestade la paz. “Desde la mañana, desde cuandosomos un diálogo y nos escuchamos los unosde los otros, mucho ha sabido el hombre; maspronto somos canto...”. Hay que advertirentonces entre el ruido y las habladurías, enel silencio de la vigía del mundo, en la deso-lación de la noche, en el abandono del mun-do, el canto que ya desde antiguo se entona.Polifonía quizás, asonante y disonante. Y laObra, la gran Obra, se advertirá en cada cualcomo anuncio de la promesa. Porque la es-cucha engendra una palabra plena y subvier-te el monólogo del Minotauro, según la ex-presión de Blanchot: “El amo adquirió elderecho de palabra porque fue hasta el findel peligro de muerte: sólo el amo habla, pa-labra que es mandamiento. El esclavo sólo oye.Hablar, hé aquí lo importante. El que no pue-de sino oír depende de la palabra y viene sola-mente en segundo lugar. Pero la audición, esaparte desheredada, subordinada y secundaria,se revela finalmente como el lugar del poder y elprincipio del verdadero dominio” (Blanchot,1992: 40 a 41, cursiva mía).

Potenciar una nueva mirada, la obra del arte,es tan importante como elaborar palabranueva desde la escucha, como ensayaronBono de U2 y otros músicos al escenificaruna puesta en escena a favor de la poblaciónde África en un show que utilizando los re-cursos de la Sociedad del espectáculo la retuer-ce. ¿Qué significa la mirada? Desde los grie-

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gos, sabemos que los ojos dan vida, hacenaparecer, producen aletheia. Pero tambiéndañan y matan, como se dice en Colombiadel mal de ojo y se urdía como mito entre losgriegos con la Gorgona:

“El señor me miraba -confiesa una integrantede los paramilitares encargada de una ejecu-ción-. Yo no lo miraba a la cara, porque a unole enseñan que no debe mirar a los ojos a lapersona que va a matar. Pero él me miraba conesa cara de decirme ayúdeme, porque yo era laúnica mujer y yo no tenía cara de mala. Losmuchachos me decían: mátelo. Le hablé duroy le dije: ¡arrodíllese! Y no lo miraba a la cara.Le disparé tres tiros en la cabeza.”10

Ante ello, ¿qué queda de la expresión deLevinas: “ver a Dios en el rostro del otro”? Serecuerda más bien ante esa escalofriante con-fesión la frase final de Ítalo Calvino en LasCiudades invisibles con su insistencia en eltema de la visibilidad y la mirada tan presen-te en su legado:

“El infierno de los vivos no es algo por venir;hay uno, el que existe aquí, el infierno que

habitamos todos los días, que formamos es-tando juntos. Hay dos maneras de sufrirlo.La primera es fácil para muchos: aceptar elinfierno y volverse parte de él hasta el puntode dejar de verlo. La segunda es riesgosa yexige atención y aprendizaje continuos: bus-car y saber quién y qué, en medio del infier-no, no es infierno, y hacer que dure, y dejarleespacio”.

Pero no se crea que esta mirada extrema de lamujer paramilitar conminada por “los mu-chachos” a ser como ellos impasible sea insu-lar. La guerra no es asunto, digámoslo de paso,del patriarcalismo: en ella naufragamos to-dos, desde la Helena de Troya a esta pobrechica mandada a ser como los muchachos,pese a que su rostro de mujer enunciaba esabondad propia del dar la vida. El asunto esmás complejo: todos los cánones de las urba-nidades hasta ahora se fundan de modo ex-plícito o implícito en “una mirada cruel”, lapropia de los amos con distintos rostros, losmismos responsables, uno por ciento, de quela apropiación del 57% de la riqueza mun-dial signifique el olvido y la sombra para el99% de la población. Mirar de otro modo,mirar con sutileza, mirar a fondo, mirar demodo radical, mirar en el lugar común lo queno hay propiamente de común: hacia allí hatendido siempre el arte, como la música nosprepara para acercarnos a la polifoníaecuménica, como la danza nos alista parasubir y descender por la escala de Jacob.

Fiesta de la paz, la espera de un advenimien-to que nos marque el camino de una utopíallana y tan sencilla como la que ya nos vienedesde el humus, el arcano, la arqueología y elmismo dolor que es el máximo maestro queenseña en el vía crucis del experimento decada uno en los límites de sí mismo. Siempreque el estupor del sufrimiento se transformeen palabra de razón y el quejido se formulecomo queja, para que haya reconocimiento,anagnórisis y paresia en nuestro drama colec-Madre e hijo. Fernando Botero, 2000.

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tivo. En los cuales se fundan, no lo olvide-mos, la verdad, la justicia y la reparación.

Quizás todo ello se precipite como revelaciónde las historias en nuestros bis-centenariosde la independencia, en la reflexión retro -prospectiva de nuestras cartas en sufrimien-to, en nuestras cartas perdidas en La estacióncentral (entiéndase la metáfora de la películade Walter Selles como las cartas que se pier-den en la plaza del poder, como la de El Co-ronel no tiene quien le escriba) en las dead letterso cartas muertas e incineradas del célebrecuento de Melville, en nuestras cartas cons-titucionales tan distintas a la Carta a García(las cartas imperiales que alcanzan sudestino…manifiesto), en nuestra Cartas Cons-titucionales a la deriva; en la promesa de larefundación de estado y nación, allí cuando,como he dicho, hemos sido muchas veces unanación casi sin estado y un estado casi sin

nación, abiertos al nuevo mundo que ya seatisba porque se anuncia allí cuando la per-plejidad es resuelta en complejidad pensada.

Ocasión para hacer del pensamiento de lafiesta una fiesta del pensamiento. Y del pen-samiento, una fiesta de la oración, de la ac-ción y de la curación poética. Para abrir unanueva puerta, otra nueva día roba y atesoraen la noche para el desvelo de muchos, sea-mos los fabricantes de fabulosas ganzúas yforcemos para el pasaporte de todos las puer-tas selladas.

Desde aquí, desde esta querida UniversidadNacional de Colombia en Bogotá en muchasnoches del octubre y del noviembre del añoque ya termina, 2006. Con toda el alma. Ypensando en mis maestras y maestros y ami-gos muertos, por la vida de los vivos.

Notas

1 Agradezco al filósofo Sebastián Pereira Restrepo,quien realiza su doctorado con Martín Seld enla Universidad de Frankfurt por la correccióndel borrador que yo había preparado en mi ale-mán muy criollo. De paso, ofrezco disculpas porlos errores posibles en las versiones inglesa y fran-cesa del resumen.

2 Se excusará la no referencia al género, por nohaberla en Hegel (salvo muy conservadoras enla filosofía del derecho), pero el asunto mereceglosas apasionantes porque la relación antagó-nica de amo y esclavo se plantea como juego desuma cero que además de ser propio de la guerra(desde el potlach, a las guerras napoleónicas parano salirnos de la órbita del filósofo), recuerda elestado natural de Hobbes y permite medir la dis-tancia entre la solución de aquel, El Leviatán, yla solución de Hegel, el Estado Universal comoSaber Absoluto del Espíritu. Pero situado el asun-to en el escenario más “público” y “espectacu-lar” por excelencia que es la guerra, permite re-pensar por qué la oclusión de la perspectiva degénero en Hegel y por qué el Estado Universalcomo Saber Absoluto se convierte de entrada en

una propuesta irrealizable sin el espíritu de lamujer o sin que Simmel llamara “cultura feme-nina” se emancipe de su mimesis varonil (en re-lación a este tema: RESTREPO, 1995).

3 Sólo en esas condiciones es posible que un au-tor genial como Thomas de Quencey escriba delas ejecuciones públicas (el antiguo espectáculosublime del Soberano) esa obra irónica: Del Ase-sinato considerado como una de las Bellas Artes.Lo sublime (de ello hablaremos luego) ha deja-do de serlo para situarse en el terreno de lo be-llo, una categoría enteramente distinta. La pro-liferación de la muerte en la guerra banalizó elespectáculo de la muerte en la plaza.

4 La devaluación del discurso clásico de los pa-dres fundadores ha sido objeto de la ironía re-ciente de un excelente video de Heartly White,titulado Crítica taxonómica, inscrito en YouTubey reproducido en Colombia por Esfera Pública:http://esferapublica.org/infblog/?p=60 (consul-tado en 2006/11/14).

5 Versiones completas se consiguen de modo fácilen internet.

6 Más en torno a ello adelante. Por ahora, bastecitar el famoso cuadro de Magritte: “Ceci n´est

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pas une pipe”, como una fórmula casi matemá-tica en su ironía desconstructiva.

7 Prefigurada en poesía con el célebre poema deBertold Brecht del cual se ofrece aquí una tra-ducción del autor de este ensayo: “Preguntas deun trabajador que lee ¿Quién construyó a Tebas,la ciudad/de las siete puertas?/ Los libros desta-can los nombres de los reyes. / ¿Se arrastraronellos de la cantera a la ciudad con los bloques acuestas? /¿Quién reconstruyó a Babilonia, /tan-tas veces destruida?/ ¿En qué casas de la iridis-cente Lima vivieron los constructores? /¿A dón-de fueron los albañiles aquella noche cuando sealzó /del todo la Muralla China? /Roma, la granciudad, multiplicó arcos de triunfo. ¿Quién loslevantó? /¿Contra quiénes triunfaron los Césares?Bizancio, tan cantada, /¿sólo albergaba en pala-cios a sus habitantes? Hasta en la legendariaAtlántida, /tragada por el mar, en la noche delnaufragio los habitantes /bramaban suplicandoayuda a sus esclavos. /El joven Alejandro con-quistó India./¿Él solo? /César venció a los Ga-los./¿No llevaba consigo siquiera a un cocinero?/Felipe II de España lloró al saber hundida /Suflota. ¿Nadie más lloró? /Federico II venció enla Guerra de los Siete Años. /¿Quién la vencióademás? /En cada página una victoria. /¿Quiéncocinaba los banquetes de los vencedores? /¿Ungran hombre cada diez años? /¿Quién pagabasus gastos? /Tantas historias. Tantaspreguntas.”Traducción del alemán de Gabriel

Restrepo. Bertold Brecht, 1934, del libro Histo-rias del calendario, 1939)

8 A diferencia de la pedagogía (Paidos agein), quees conducir a los niños en su etimología y en suarrastre esclavista o domesticador burocrático(imperio latino, imperio católico, imperio esta-tal, imperio trasnacional), la psicagogía es guiaren el diálogo de la psique al modo del psicoaná-lisis reconociendo al otro como sujeto porque elque enseña se enseña como sujeto; la mistagogía(guiar a través de lo secreto), empero, pese a latonta herencia de los ocultismos y esoterismos,es sencillamente algo que se puede emparentarcon el arte mayéutica (el arte de parir concien-cia) aplicada aquí a examinar lo que hay de nocomún en el lugar común, una filosofía si sequiere de la calle que escudriñe en ella lo queestá oculto en el tránsito y en el tráfago, es develaraquello que no se deja leer (“Es lässt sich nichtlesen”) en el hombre de la multitud, el hortusanimae, “el jardín de las almas”, con toda sumaleza, pero también con toda su floración (Poe:El Hombre de la multitud).

9 Diógenes Laercio. “Vidas de Filósofos más Ilus-tres”. En: Biógrafos griegos. Madrid, Aguilar. Pá-gina 1274, al relatar la vida del protoestoicoZenón de Citio.

10 “Él me miraba con cara de decirme, ayúdeme”,en Historias de mujeres homicidas. El Tiempo .Domingo 19 de noviembre 2006, página 1-4.

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El auditorio León de Greiff de la Uni-versidad Nacional de Colombia (UN)estaba lleno y la causa no era el con-

cierto de la Filarmónica de Bogotá sino lapresencia en nuestro país del autor de Lasvenas abiertas de América Latina (1971); esdecir, del escritor Eduardo Galeano. Sin em-bargo, el motivo de su intempestiva visitacausó extrañeza a los cerca de dos mil privi-legiados espectadores que una soleada ma-ñana de 1995 ocupamos las cómodas sillasdel acústico escenario universitario. Galeanovenía a presentar su última obra literaria enla que parecía apartarse de la temática de de-nuncia social que le convirtiera en uno delos exiliados más célebres de todo el puebloiberoamericano.

El libro que servía de pretexto para congre-garnos en torno a la valiente pluma urugua-ya se titulaba El fútbol a sol y sombra (1995) yla reseña del mismo corrió por cuenta de lafigura fundacional de la sociología en nues-tra patria: Orlando Fals Borda… ¡El fútbol,el “opio moderno de los pueblos” era la cau-

Fals Borda, los intelectuales y el fútbolReflexiones tardías del IX Congreso Nacional de Sociología

David Leonardo Quitián Roldán*

¿Saben en qué se parecen Dios y el fútbol? Respuesta: en que ambos gozan de popularidad y los dos son negados

por los intelectuales.

Eduardo Galeano

sa de reunión de dos símbolos de resistenciapopular! ¿Cómo era posible que un deportehegemónico, de la metrópoli europea, fueraobjeto de culto por parte de dos pensadoresy activistas contrahegemónicos yreivindicadores de la cultura popular? ¿Cómose explicaba que el fútbol, un productonetamente massmediático, que naciera comopasatiempo aristocrático, excluyente y clasis-ta que después degeneraría en elemento demanipulación política sobre la masa; de alie-nación de asalariados y descamisados hubie-ra capturado la comprometida literatura de

* Sociólogo Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de la maestría de antropología social, Universidad Nacional.Autor del libro Fútbol sin barrera. Actualmente hace una etnografía con boxeadores de alta competencia bogotanos.

Congreso de Sociología

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Galeano y contase con el auspicio del revo-lucionario inventor de la IAP? se preguntabaun centenar de estupefactos estudiantes desociología que organizaron en su facultad unaespontánea protesta por la “desilusión” pro-vocada por los dos reconocidos académicossuramericanos.

Doce años después, en el marco del IX Con-greso Nacional de Sociología dedicado a lamemoria de María Cristina Salazar (esposade Fals Borda), otra figura intelectual del conosur aterrizó en Bogotá en calidad de ponenteinvitado a la Mesa Especial bautizada como“Deporte y Sociedad”. El que llegase como“invitado” y el que hubiese una mesa (así seacon el diciente mote de ‘especial’) dedicadaal “exótico” tema del deporte habla con elo-cuencia del cambio de percepción experimen-tado por los científicos sociales de la Univer-sidad Nacional que ahora veían como legíti-mo asunto de estudio algo que una décadaatrás no toleraban como producto académi-co.

Claro que la aceptación de la Mesa de depor-te en ese Congreso no fue unánime ni deltodo sincera y claro que el invitado riopla-tense no gozó del tratamiento dispensado porla organización a otras personalidades con-vocadas al certamen académico. Anecdóti-camente habría que contar que PabloAlabarces, el huésped de honor al que hace-mos alusión, llegó in extremis al condumiosociológico traído por la gestión de GabrielRestrepo, alumno aventajado de Fals Borday autor de varias obras sobre cultura popular,juego y carnaval; sin embargo, el importe desu pasaje lo pagó la empresa privada (lo quetodavía es una herejía en ciertos círculos dela universidad pública) y sus condiciones deestadía fueron procuradas por el mismo pro-fesor Restrepo quien lo alojó en su casa.

No obstante lo anterior, hay que hacerle jus-ticia a Pablo Alabarces, sociólogo argentino,

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mencionando que estuvo a la altura del de-safío iluminando con su novedosa reflexiónsobre la cosa deportiva las sesiones de la mesaparticular y descollando en el panel centraldel evento en el cual demostró que el depor-te (el fútbol para ser más exactos) es un espa-cio donde se despliegan algunas de las opera-ciones narrativas más pregnantes y eficacespara construir identidades. De hecho paraOrtega y Gasset (1966) el origen del estadoestá en el deporte, para Hobsbawm (1990)es importante señalar la importancia del de-porte en la construcción de los nacionalis-mos “desde abajo” y para Elías (1992) el de-porte es el mejor proceso civilizador queOccidente haya tenido. Entonces, “en esaperiferia de lo legítimo (porque el lugar cen-tral seguirá siendo de la cátedra o la políticao los medios, según su capacidad histórica-mente variable de instituir y administrarlegitimidades del discurso) podemos leer ope-raciones de tipificación que colaboren en lasdificultosas construcciones de las narracionesidentitarias” (Alabarces, 2004: 7). Más aun:Alabarces, nadando en aguas ya braceadas porsu maestro y compatriota Eduardo Archetti(2003), evocó en sus intervenciones en elLeón de Greiff (acto al que inesperadamenteacudió ante la ausencia de un ponente cen-tral) a Clifford Geertz cuando aludió la cuar-ta cualidad de la etnografía: su carácter mi-croscópico; su capacidad para elaborar unainterpretación general de la sociedad a partirde “los conocimientos extraordinariamenteabundantes que [se] tienen de cuestiones ex-tremadamente pequeñas” (Geertz, 1993: 12).

En otras palabras, el profesor titular del Se-minario de Cultura Popular y Cultura Masi-va de la Facultad de Ciencias Sociales de laUniversidad de Buenos Aires (UBA), anima-ba a descubrir en la minucia de la aldea (quebien podría ser la “aldea deportiva”) concep-tos básicos para comprender nuestra socie-dad como lo son el honor, el poder y la vio-lencia. Claro que dicha invitación del autor

de Fútbol y patria (2002) más que un home-naje explícito a Geertz, es una ofrenda aca-démica a Fals Borda y su conocimientovivencial sintetizado en la fórmula etnográficadel “observador observado” y al carioca Ro-berto Da Matta quien sentenciaba que elBrasil con mayúscula se hará conocer en todoel orbe por la samba, el Carnaval de Río deJaneiro y por lo que la prensa internacionalconoce como el ‘jogo bonito’ de su selecciónnacional de fútbol (1982). A propósito demúsica y carnaval tendríamos que devolver-nos a leer la Historia doble de la costa (1979)para descubrir que el vallenato y el folclorfiguran en la obra del maestro Fals Bordacomo elementos constitutivos del habituscosteño y cómo su compadrazgo con los ju-glares Rafael Escalona y los hermanos Zuletaes más propio de un sentipensante del trópi-co que de un acucioso antropólogo británicoperdido en las islas Trobiand 1. De hecho elpapá y el Papa de la sociología -como lo bau-tizara su pupilo Alfredo Molano- es un fielexponente del genio davinciano al conjugarel talento artístico de la raza caribe expresa-do en composiciones musicales como Men-saje a Colombia (himno a cuatro voces quenació de su sentimiento de indignación porel asesinato de Jorge Eliécer Gaitán)2 con lasapiencia costeña evidenciada en su prolíficaobra que alcanza medio centenar de librospublicados e inéditos. En ese sentido FalsBorda se sitúa al lado de otros grandes hom-bres de la Provincia Caribe como GarcíaMárquez, Gómez Jattin, Alejo Durán y el‘Pibe’ Valderrama, quienes son cobijados pordos leyendas costeras: la del “Hombre Cai-mán” y la de “Francisco El Hombre”; perso-nalidades del litoral norte que responden su-ficientemente al pregón popular que reza:“inteligente que sea costeño es doblementeinteligente”.

Y es que ese ha sido el modus operandi delcoautor de LaViolencia en Colombia (1962 y1964): su terquedad para acometer empresas

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difíciles y su rara cualidad para ubicarse en ydesde lo marginal; en y desde lo excluido; eny desde lo provincial; en y desde lo campesi-no (en y desde lo subalterno) cuando sus per-gaminos formales le exigían ir por el centro(por el andarivel de la metrópoli; por la sen-da centroeuropea y/o angloamericana). Poresa razón, entre otras, el escritor de Campesi-nos de los Andes (1960) tuvo que refugiarseen la segunda mitad de la década del 60 en lasolidaridad de todos los que en Colombiacreían en la urgente necesidad de emprenderuna reforma agraria; exilio interno que, a di-ferencia del europeo padecido por Galeano y

Neruda por parte de gobiernos de derecha,fue de carácter interno e inflingido por unafracción de la izquierda estudiantil colombia-na que equivocadamente le señalaba su pre-sunto contubernio con lo que todavía se lla-ma “el imperio” basándose, para tan falaz acu-sación, en la financiación de proyectos deinvestigación social que Fals Borda consiguie-ra como director del Departamento de So-ciología de la UN, de parte de las fundacio-nes Ford y Rockefeller3 que él conocía desdetiempos de sus estudios posgraduales en lasuniversidades de Minnesota y de La Florida4.

Cierto es que ese período histórico compren-dido entre 1959 y 1970 ya empezaba a pare-cerse al de ahora: eran días de profunda divi-sión partidista y de generalizada violenciapolítica. Fue el tiempo de magnificación deradicalismos estudiantiles y del nacimientode las guerrillas; fue la década de la Revolu-ción cubana, del Mayo francés, de la apari-ción de las Farc y el Eln, de la muerte delChe Guevara y del sacrificio de Camilo To-rres Restrepo. Por tanto, fueron días en losque la susceptibilidad política estaba exacer-bada tanto en lo externo como en lo interno:sea por las consecuencias negativas de la Gue-rra Fría (fracaso de la Alianza para el Progre-so en Latinoamérica y puesta en marcha dela Doctrina de Seguridad Nacional deEE.UU.; escándalo de “Watergate” y clímaxde Vietnam) o por la torpe ofensiva guber-namental hacía las Repúblicas Independien-tes del Tolima Grande colombiano.

Haciéndole eco a las palabras de EduardoGaleano quien se queja de que la historia deAmérica Latina es mal enseñada a los niñosya que nunca a los profesores de sociales seles ocurre integrar los acontecimientos depor-tivos que marcaban nacionalidad5 a las fechasimportantes de sus países (Galeano, 1995:59), es que debemos decir que la primeradécada vivida por la sociología en nuestrapatria (la sexta del siglo pasado)6 fue el tiem-"Cochise" Rodríguez

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po en que asistimos a la rebeldía con causade la leyenda boxística afroamericanaautodenominada “Muhammad Alí”, fue -ennuestro medio- el período de aparición de“Cochise” Rodríguez y del Kid Pambelé y ellapso cronológico en el que se vio el últimomundial del genial ‘Garrincha’ en “Chile 62”,el fraude inglés en la Copa Mundo de “In-glaterra 66” (que nos regaló al mozam-biqueño Eusebio) y el esplendoroso ocaso deO rei Pelé en “México 70”; así mismo fue eseel decenio en el que observamos el renacerdel torneo profesional de fútbol colombianoque ya no disfrutaba la flema extranjera de“El Dorado” de los 50’s, teniendo que jugar-se con los “pies de obra” producidos por latierrita y que vio coronar como campeonesrepetidos a los dos equipos capitalinos: San-ta Fe y Millonarios; al Deportivo Cali, alDeportes Caldas y a un sorprendente equipocosteño: el Unión Magdalena que no debeser el club amado por Fals Borda quien comohijo de la Provincia Caribe (él nació encurramba en 1925) nos hace suponer quedebe compartir pasión con la mitad de inte-grantes del Grupo de Barranquilla; entre otroscon el ‘Nené’ Cepeda Samudio y con Ale-jandro Obregón que también hinchaban porel onceno “Tiburón”: el Atlético Junior.

No obstante el amigo del cura Camilo To-rres, del abogado Eduardo Umaña Luna, dela etnóloga Virginia Gutiérrez de Pineda, delgeógrafo Ernesto Guhl, del filósofo DaríoMesa y del antropólogo Carlos EscalanteAngulo (cofundadores de la Facultad de So-ciología de la Universidad Nacional) encon-traría apoyo a su honesta posición de partede sus camaradas de sueño y de su propiamujer: María Cristina Salazar, bisnieta -comolo contara Gabriel Restrepo en la presenta-ción del IX Congreso Nacional de Sociolo-gía7- del primer hombre que dio una cátedrasociológica en Colombia (Restrepo, Olga &Gabriel: 4): don Salvador Camacho Roldán

(1827- 1900)8, a quien debemos la celebra-ción del “día del sociólogo” que se instituyótodos los 10 de diciembre; fecha que recuer-da aquel 1882, año en el que ese abogadoliberal-radical dictara la primera charla desociología en la Universidad Nacional. De eseradicalismo del ex gobernador liberal de Pa-namá nos acordamos hoy cuando OrlandoFals Borda y otros intelectuales, académicos,ex constituyentes, periodistas, sindicalistas,profesores, estudiantes, campesinos y gentesdel común afirman que son militantes de lademocracia radical que se opone al sofismade seguridad democrática del gobierno deturno.

Haciendo un aventurado parangón entre so-ciología y fútbol y usando la técnica de losdos canales (el A y el B) que usara con maes-tría en Historia doble de la costa, podríamosdecir que Orlando Fals Borda es a la sociolo-gía de nuestro país lo que Francisco Maturanaes al fútbol colombiano: Fals Borda siempreha estado en el corazón mismo de la discipli-na del conde Saint-Simon en Colombia y“Pacho” Maturana es considerado, en nues-tra patria, como el artífice de la madurez at-lética del deporte enaltecido por Sir StanleyRous. Todas las empresas intelectuales y eje-cutorias políticas del escritor de El Hombre yla Tierra en Boyac á (1957) han tenido el ca-rácter de pioneras y sus reflexiones académi-cas siempre empiezan admitiendo la inexis-tencia de experiencias similares; señal inequí-voca de las obras fundacionales. Así mismo,el odontólogo chocoano que llegó a ser Di-rector Técnico de la Selección Colombia esel iniciador de un ciclo exitoso en materia deresultados futbolísticos que no tenía antece-dentes en la historia del deporte nacional.Maturana no solo es el líder de una genera-ción de futbolistas que ganó muchas cosas,sino también es el mentor de un estilo dejuego que llegó a rotularse como “la identi-dad futbolística colombiana”.

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Fals Borda ha hecho tantas cosas por prime-ra vez que inventariarlas es una labor titánica.Él fue quien primero constituyó una Juntade Acción Comunal (JAC) en nuestro país;tal hazaña la consiguió junto a los agriculto-res de la vereda de Saucío (Chocontá) en1950. De igual manera, el profesor Fals fueel primero -entre una camada ilustre de so-ciólogos colombianos- en doctorarse en estadisciplina consiguiéndolo en la exigente es-cuela norteamericana. También es el primerinvestigador criollo en elaborar un estudiosistemático del campo colombiano (se hizoexperto en la incipiente sociología rural de laépoca)9 y es el primer sociólogo en propie-dad en ocupar un cargo directivo en el Mi-nisterio de Agricultura (de 1951 a 1961).

Por su parte el ex defensor del Nacional,Bucaramanga yTolima presenta un palmarésatiborrado de acciones deportivas destacablesy de procesos pedagógicos que estamos enmora de reconocer. El DT nacido en Quibdóen 1949 (un año después de inaugurado elTorneo de Fútbol Profesional colombiano)fue el primero en clasificar la selección abso-luta a una Copa Mundo FIFA. Esto sucedióen “Italia 1990”; proeza que repetiría cuatroaños después (Mundial de “USA 94”), conel ingrediente adicional del “5 a 0” inflingidoa la Selección Argentina en el prestigioso es-tadio de River Plate: el “Monumental deNúñez” de la ciudad de Buenos Aires. Deigual manera, el profesor Maturana fue elprimero en conducir a un equipo colombia-no a la victoria en el certamen de clubes másimportante del continente; La CopaLibertadores de América que honrando lamemoria de San Martín, O’ Higgins, Artigas,Páez y Simón Bolívar es celebrada anualmen-te siendo ganada, en 1989, por el AtléticoNacional que tenía una particularidademancipatoria especial: el no contar en sunómina con extranjeros, por lo que ese con-junto fue conocido como el de “los puroscriollos”. De igual manera, Francisco “el hom-

bre” fue el primero -de una camada de ilus-tres adiestradores nacionales- en dirigir en elextranjero pudiéndolo hacer en la exigenteescuela europea. También es el primer entre-nador vernáculo que se preocupó por el esti-lo de vida de los futbolistas; intentando queentendieran la importancia de administrar susrecursos físicos y monetarios; antes que élnadie se ocupó de la “cabeza” de los jugado-res lo cual se ve en su obsesión de expresaruna y otra vez que el éxito de cualquier de-portista depende de su madurez psicológicay en la frase, subsidiaria de la anterior, quereza que “la preparación académica es direc-tamente profesional a la capacidad para ma-nejar la fama que da el deporte”. En eso Pachoy Fals coinciden: los sujetos de una comuni-dad, sea campesina o deportiva, mejorará suestilo de vida si se apropian de su realidadmediante el ejercitamiento intelectual; puesbien, Maturana -sin excesos- aplicó el prin-cipio de investigación, acción participativaal retribuir a sus dirigidos las conclusiones alas que él llegó al convivir con ellos; no seolvide que un técnico -tal como se hace enun ejercicio etnográfico- vive más tiempo consus dirigidos que con su propia familia. En-

Kid Pambelé

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tonces, para evidenciar mejor el accionarpráctico-filosófico de Maturana, digamos quesu observación profunda se resume en lamáxima sociológica que repetía en ruedas deprensa: “Se juega como se vive”/ “se juegacomo se es”.

Concluyamos este atropellado ejercicio decomparación argumentando que el ensayistade Revoluciones inconclusas en América Lati-na (1970) fue el único heredero de Comteen ser elegido popularmente para ocupar unasilla en la Asamblea Nacional Constituyenteque en 1991 redactó la actual ConstituciónPolítica de Colombia (de hecho, elreordenamiento territorial que nos rige hoydía no es tan arbitrario como el de la Consti-tución de 1886 gracias a las luces aportadaspor él). Todo eso sin olvidarnos que el sociocreador de esa leyenda periodística hecha re-vista, llamada Alternativa, fue gestor del na-cimiento de la facultad de sociología en laUniversidad Nacional y es el único compa-triota que hasta el sol de hoy ha generadouna metodología de investigación de alcancey respeto mundial; hecho último que tienemayor mérito si nos percatamos que su pro-puesta metodológica fue concebida para es-tudiar “el Tercer Mundo”, lo que desvela suespíritu comprometido con la cruda realidadde su entorno inmediato; así sea que la In-vestigación-Activa que a partir de 1977 llevala chapa de Investigación Acción Participativa(IAP) sea también aplicada en estudios y co-munidades de la metrópoli.

A su vez el protagonista de tres libros querelatan su vida (Clopatofsky, 1990 y 1994;Ramírez, 2001) fue el único personaje deldeporte nacional que los colombianos esco-gieron para que los representara en lareescritura de la Carta Magna del 91. Esa esotra coincidencia de Pacho y Fals: los dosfueron miembros de la lista que la AlianzaDemocrática M-19 propuso a escrutinio pú-blico, tras el cierre del Congreso por causa

del plebiscito espontáneo fomentado por es-tudiantes universitarios que promovieron la“séptima papeleta”. Pues bien, Maturanaprestó animosamente su nombre al listadode personalidades públicas simpatizantes delgrupo guerrillero en esa fecha reciéndesmovilizado (el M-19 firmó la paz en 1989)y que todavía hoy tiene vigencia política enlas figuras de miembros del gobierno, colum-nistas y congresistas que ayer fueron comba-tientes. La única diferencia en este punto esque Fals acogió la decisión del pueblo y fungiócomo constituyente mientras que “Pacho”(curiosamente el último elegido por el elec-torado en el coincidencial puesto 19 de lalista de partido) entregó la titularidad de sucompromiso y se refugió en la suplencia po-lítica de la selección tricolor. Todo eso sinolvidarnos que Pacho, demostrando ser unsentipensante de la Región Gran Antioquiapudo llegar -sin haber leído a Fals- a un co-nocimiento orgánico de su profesión al ex-presar esta perla sociológica que es subsidia-ria del Kaziyadu10: “La selección nacionalnecesita delanteros costeños que con su des-parpajo y frescura burlen defensas rivales;mediocampistas de recuperación antioqueñosque expresen la tenacidad y coraje de los arrie-ros de la montaña y también volantescreativos del Valle del Cauca que mezclen lacreatividad del Pacífico que les permite so-brevivir con poco con la fortaleza de su raza.Finalmente requiere de defensorescundiboyacenses que cumplan con discipli-na de agricultor de páramo y con la fortalezade ánimo de los andinos los continuos ata-ques que ya no son de la naturaleza, sino delos rivales… ah, y en el arco a un tipo comoHiguita” (Romero: 2003, p. 16) … descrip-ción que le hace un homenaje al sabio Cal-das (1966) y que encuentra en La insurgen-cia de las Provincias (2003) de Fals Borda unapresentación sofisticada pero comprensiva dela estrecha relación entre Cultura y Territo-rio. Por esos conceptos cargados de sentido,por su táctica del toque-toque y por su estra-

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tegia de “defenderse con la pelota” es queMaturana es el único DT colombiano res-petado en el mundo y sus experiencias sonexplotadas, incluso, en el primer mundo delfútbol: Europa; toda una proeza que las co-munidades académicas subalternas sueñanejecutar algún día.

Orlando el humanista y Francisco el futbolis-ta tienen otro rasgo común: siempre trabaja-ron para que los anónimos recuperaran suidentidad; sea que pasaran de ser siervos sintierra a campesinos sentipensantes; sea quepasaran de ser hinchas desconocidos a poten-ciales DT’s de la selección nacional (cuandojuega la tricolor todos somos técnicos de ella).Juan Nuño resume ese actuar al decir: “Gra-cias al fútbol, cualquier perdedor dentro delsistema de triunfadores ricos y guapos de nues-tra ‘sociedad del bienestar’ al menos gana porcinco a cero una o dos veces en la vida”11; esdecir, el fútbol -tal como lo hace la sociologíacomprometida- permite el chance de burlarsedel invulnerable sistema edificado para pre-servar privilegios de una minoría.

Fals y Maturana ya han hecho lo suyo y hoydía están mas allá del bien y del mal; los doshan tenido que enterrar a numerosos colegasy compañeros silenciados por las balas asesi-nas que vigilan el estado sodomita y espartanoque nos cobija; así mismo han visto renaceresperanzas expresadas en los valientes soña-dores que esta patria pare sin planificaciónanticonceptiva alguna. Los dos, entonces, seresumen en la expresión de Shakespeare y quefue reeditada por el propio Maturana quedecía: “Perder es ganar un poco” 12. Los dos,Fals y Pacho, son objeto de numerosos reco-nocimientos políticos y académicos que tie-nen a Pacho como recipiente de la Cruz deBoyacá; consultor de la FIFA, presidente dela Asociación de entrenadores de Colombiay Director de los XVIII Juegos Nacionalesque en el 2008 se disputarán en el Valle delCauca y San Andrés. Por su parte Orlando

Fals sigue recibiendo títulos sociales y acadé-micos: en su mayoría placas y distincionespúblicas y doctorados como el que recibierade parte de la Universidad Nacional el pasa-do 10 de diciembre de 2006; día en el que sedepositaron las cenizas de su compañera,María Cristina Salazar, en la capilla universi-taria que regentara su amigo Camilo Torres.Fals estuvo acompañado en ese homenaje asu mujer, de un centenar de sociólogos queclausuraron así el IX Congreso Nacional deSociología y de Alain Touraine (tambiénmodelo 1925) que también se doctoró reco-nociendo que el preponderante papel que lasociología otorga actualmente al sujeto tambiénse debe, entre otros, al peso de teoríasmetodológicas como la de Fals Borda13.

Por constituir una sociología desde abajo,desde la base y para la base; por no cejar ensu empeño crítico de la sociedad que le tocóvivir y de los gobiernos que le tocó sufrir. Pordeclararse, sin equivocación alguna, como “elanciano de la tribu”. Por el Frente Social yPolítico y la Fundación Nueva República. Porsu presidencia honoraria del Polo Democrá-tico Alternativo. Por esa nueva “Alternativa”que se llama Revista CEPA14 y que tiene comolema de existencia la frase “Atreverse a pen-

Efraín "Caimán" Sánchez

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sar y luchar es empezar a vencer”; por su pre-sunta militancia en las toldas ñeras del Ju-nior de Barranquilla; por sus compadrazgosviscerales con “el Caimán” Sánchez, El ‘Fla-co’ Meléndez y el ‘Pibe’ Valderrama… Porsu admiración a Guadalupe Salcedo, al Cau-dillo Gaitán y a Martin Luther King; por suentrañable amistad con Camilo, ArturoAlape, Santiago García, Escalona y EduardoGaleano; por eso y mucho más, miles de ce-lebraciones de gol para Fals y miles de aplau-sos para una vida combativa; para una obrade ejemplar resistencia popular.

PD: ¿Qué le habrá escrito Fals a su compa-ñera en el papelito que primorosamente de-positó en la urna que alojaba sus cenizas? ¿Le

habrá pedido que lo esperara poco tiempo ole habrá confesado su soñado deseo de viviralgunos días en una sociedad que respete eldisenso y la diferencia? ¿Tal sueño llegará enlas elecciones que coinciden con el bicente-nario de la independencia? Quizá el maestroFals haya leído -en el lanzamiento literariocon que empezó este escrito- la dedicatoriaque su compadre Galeano hiciera, en Fútbola sol y sombra, para unos niños que cantabanun estribillo a la esperanza que pudo habersido la razón de Fals para su señora, cantine-la infantil que también puede ser una sínte-sis de su obra. La cantata de los pibes decía:

¡Ganamos, perdimos,igual nos divertimos!

Notas

1 Realmente Bronislaw Malinowski (1884- 1942)era de origen polaco, pero su formaciónantropológica profesional se perfeccionó en lasuniversidades de Londres, Cornell y Harvard enInglaterra.

2 Mensaje a Colombia (1948). Composición deOrlando Fals Borda. Himno al caudillo inmola-do en el Bogotazo. Esta obra vería la luz pública55 años más tarde gracias a que el maestro Eduar-do Carrizosa preparó las partituras para cada unode los instrumentos de orquesta.

3 Más detalle se encuentra en: Restrepo Forero,Olga & Restrepo Forero, Gabriel. La Sociologíaen Colombia: estado académico. Asociación Co-lombiana de Sociología. Bogotá, 1997.

4 Según los hermanos Restrepo (Olga y Gabriel)“Fals Borda había hecho su maestría en la Uni-versidad de Minnesota, donde Pitirim A.Sorokin, el sociólogo ruso emigrado a EstadosUnidos, había fundado, años antes, la especiali-dad de sociología rural. Obtuvo luego el docto-rado en la Universidad de Florida, con una tesisdirigida el sociólogo rural norteamericano LynnSmith…”. En: Restrepo, Olga & Gabriel, Op.cit., p. 8.

5 Gabriel Restrepo propone que nos preguntemospor qué el Torneo Profesional Colombiano (in-augurado a las volandas en 1948) fue estrenado

justo después de “El Bogotazo” y por qué en latoma del Palacio de Justicia por parte del M-19(en 1985) y en la muerte de Luis Carlos Galán(1989) se sobredimensionó la transmisión departidos de fútbol como eventual estrategia paraconjurar la protesta popular ante sendosmagnicidios.

6 Fals Borda y CamiloTorres fueron los fundado-res, en 1959, de la primera Facultad de Sociolo-gía en Latinoamérica: la de la Universidad Na-cional de Colombia.

7 Ver: Restrepo Forero, Gabriel. Portafolio IXCongreso Nacional de Sociología. UniversidadNacional de Colombia. Bogotá. Diciembre de2006. p. 7.

8 Olga y Gabriel Restrepo Forero señalan que “el10 de diciembre de 1882, se inauguró la prime-ra cátedra de sociología en la Facultad de Dere-cho de la Universidad Nacional de Colombia,dictada por Salvador Camacho Roldán (1827-1900), justo en el mismo año en que se creabael primer departamento de sociología del mun-do, el de la Universidad de Chicago”. En:Restrepo, Olga & Gabriel, Op. cit., p. 4.

9 Además del ya citado Campesinos de los Andes,se encuentran otros títulos como Historia de lacuestión agraria en Colombia (1975), SentidoPolítico del Movimiento Campesino en Colombia ,Estudios Rurales Latinoamericanos, no.2, Bo-gotá, 1978, Aspectos psico-sociológicos de la vivien-

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da rural colombiana. Bogotá, D.E., Colombia:Editorial San Juan Eudes, entre otras obras.

10 Proyecto estratégico de mediano y largo plazo,RENACER, ideado por Fals Borda y apoyadopor el PDA.

11 Frase de Juan Nuño extraída de la RevistaTOPOde España. Edición 589. Número del mes demayo de 1982.

12 Irónica cita de Shakespeare para vilipendiar alusurero Shylock en su obra El Mercader deVenecia .

13 Fragmento de discurso ofrecido la noche del 10de diciembre de 2006 por Alain Touraine en laceremonia de Clausura del IX Congreso Nacio-nal de Sociología.

14 Título de la revista dirigida por Fals Borda cuyasigla indica “Centro Estratégico de Pensamien-to Alternativo”, CEPA. Vale advertir que el nuevoeslogan “Atreverse a pensar y luchar es empezara vencer” remoza el de la fundación de la Revis-ta Alternativa, fundada por Fals Borda en com-pañía de Gabo y Enrique Santos Calderón y quetenía por lema la frase: “Atreverse a luchar esempezar a pensar”.

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El conocimiento del mundo es insepa-rable de su propósito de transformarlo. A través de la historia diferentes

pensadores (Platón, Spinoza, Marx,Nietzsche, entre otros) han puesto de pre-sente que ni la interpretación del mundo ni

Ciencias sociales y humanas, entre el statu quo y loantisistémico

Libardo Sarmiento Anzola*

su transformación son actividades aisladas ydistintas. Desde Marx reconocemos la inani-dad de un tipo de conocimiento que no ten-ga, al mismo tiempo, intención eman-cipadora y autocreadora. Hoy sabemos queel conocer no es pasivo, sino producto de

* Economista, Master en teoría económica. Filósofo, diplomado en Análisis Existencial. Miembro de los comités de redac-ción de Le Monde Diplomatique -Edición Colombia- y Desdeabajo. Editor de las revistas CEPA y Sentido y Existencia. Sociodel Instituto Colombiano de Análisis Existencial y Logoterapia Víctor Frankl. Escritor e investigador independiente.

Las Ciencias Sociales

Entrega de guerrilleros. 1953. Foto: Luis Gaitán. Archivo LUNGA, Bogotá

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nuestra interacción con la realidad. La infor-mación obtenida del mundo depende, engran medida, de la intervención humana enél. No hay metafísica ni ciencia sin ética osin política1.

Los cientistas sociales fetichizan el conoci-miento que generan cuando proclaman laneutralidad valorativa y la asepsiainvestigativa; son ingenuos o ignorantes obien pretenden engañar. Aún en las cienciasexactas, que para los investigadores es el mo-delo a emular en las ciencias sociales y hu-manas, tal aspiración entró en crisis y ya fuesuperada. En los umbrales del siglo XX, loscientíficos estaban convencidos de que ha-bía llegado a su fin la búsqueda y control dela realidad. Estos afirmaban que a través demediciones y verificaciones objetivas habíandescubierto las leyes universales y absolutasque rigen el universo. Todos los fenómenosde la naturaleza podían reducirse a pequeñosfragmentos de materia a su vez rigurosamen-te definidos por la mecánica newtoniana. Erael clásico modelo científico basado en el vie-jo dualismo de un sujeto frente a un objeto,un observador frente a un acontecimiento,considerando que la realidad era aquello sus-ceptible de ser medido y verificado objetiva-mente.

Las investigaciones iniciadas por Max Planckrespecto a los fenómenos para los cuales laciencia clásica no ofrecía explicación alguna(el efecto fotoeléctrico y la catástrofeultravioleta), fueron continuadas por AlbertEinstein, Niels Bohr, Louis de Broglie yEdwin Schroedinger. Los descubrimientosque produjeron socavaron en sus cimientosla rígida estructura del dualismo científico.La más devastadora conclusión provino del“principio de indeterminación” deHeisenberg: el sujeto y el objeto están ínti-mamente unidos, el observador no es inde-pendiente del acontecimiento, el universo nose puede manipular sin a la vez alterarlo.

La medición objetiva y la verificación nopueden ser ya determinantes de la realidadabsoluta, debido a que el objeto medido nose puede separar nunca por completo del su-jeto medidor; lo medido y el medidor, lo ve-rificado y el verificador, a este nivel, son unay la misma cosa. El sujeto no puede manipu-lar el objeto, porque el sujeto y el objeto sonen definitiva una y la misma cosa.

En una analogía lógica del principio físicode indeterminación de Heisenberg, el mate-mático Kart Gödel demostró que todo siste-ma lógico cerrado debe poseer por lo menosuna premisa que no se puede demostrar overificar sin contradecirse a sí misma. Porconsiguiente, es imposible establecer la co-herencia lógica de cualquier sistema deduc-tivo complejo, a no ser que se acepten prin-cipios de razonamiento cuya coherencia in-terna sea tan cuestionable como la del pro-pio sistema. En consecuencia, tanto desde unpunto de vista lógico como físico, la verifica-ción “objetiva” no es prueba de realidad (ex-cepto con fines consensuales). Si todo debeser verificado, ¿cómo se verifica el verifica-dor, ya que sin duda forma parte del todo?Edwin Schroedinger, fundador de la mecá-nica cuántica, afirma: “El sujeto y el objetoson uno solo. No puede decirse que la barre-ra entre ambos se haya derrumbado comoconsecuencia de la experiencia reciente de lasciencias físicas, ya que dicha barrera jamásha existido”2.

Efoque y acción práctica de los cientistas sociales

Holístico

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Atomístico

Statu quo

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En el estudio de las ciencias sociales y huma-nas en Colombia, no obstante lo afirmado,aún podemos encontrar, si bien no un deba-te, tendencias atomísticas que defienden elempirismo y el positivismo cientifista y conél la defensa del statu quo socio-político. Encontraste, aunque en minoría, la teoría críti-ca o filosofía de la praxis, que enfrenta la cues-tión fundamental de la relación entre “ser” y“deber ser” alimenta las luchas antisistémicasdesde una perspectiva holística. Al análisis deestas tendencias (ver diagrama) se orienta elpresente ensayo.

1. Positivismo y defensa del statuquo

A partir de la década de 1980 las ciencias so-ciales y humanas en Colombia derivan haciaun pensamiento conservador. Con el ocasode pensadores holísticos e interdisciplinarios,los estudios sociales y sobre el individuo to-man un cariz fragmentario, positivista y em-pirista.

En este nuevo contexto socio-histórico, laeconomía política es reemplazada porparadigmas basados en la mecánicanewtoniana, la sociedad es vista como uncampo donde solo convergen las fuerzas abs-tractas de oferta y demanda, el individuo sereduce al homo económicus programado paraoptimizar la relación costo-beneficio, todo enun marco funcionalista de equilibrio general(los enfoques matemáticos y la econometríamarcan el distintivo de ciencia pura, con unaalta representación de ingenieros devenidosen economistas). La psicología abandona losenfoques profundos (psicoanálisis, psicologíaanalítica e individual, análisis existencial),humanistas o transpersonales y reduce suámbito de actuación a los procesos cognitivosy a la conducta humana, ambos observablesy, por tanto, controlables empíricamente, sir-viendo de base, a la vez, al desarrollo de lasciencias de la educación. Historia, sociolo-

gía, antropología, política, derecho, religio-nes y creencias se proclaman positivistas y,en consecuencia, limitan el trabajo a las cla-sificaciones, las descripciones comparativas yal simple análisis de los fenómenos de su cam-po de trabajo. Los estudios culturalistas quetomaron fuerza en el contexto norteameri-cano de la década de 1960, imponen su modaen la Colombia de 1990 (de la mano de lanueva Constitución que reconoce al paíscomo multicultural y pluriétnico) y hacenmetamorfosis en el relativismo pluralista quese torna dominante en el mundo académicocon el rotulo de postmodernismo. La filoso-fía analítica se torna hegemónica y acompa-ña el surgimiento del estudio de las cienciasy de la lingüística como campo dominantedel saber y su aplicación práctica en las cien-cias de la información y medios de comuni-cación.

Curiosamente los diferentes caminos que hantomado las ciencias sociales y humanas enColombia arriban a dos lugares comunes: i) la

Entrega de guerrilleros. 1953. Archivo El Espectador.

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creencia en que los factores que condicionano determinan la vida humana se reducen acausas naturales o al azar, promoviendo así unaespecie de fatalismo, dependencia y obligación;ii) La razón humana es intrínsecamente local,culturalmente relativa, arraigada a los hechoscambiantes de la naturaleza y la historia hu-mana, una cuestión de “prácticas, formas devida, marcos de referencia y esquemas concep-tuales” diferentes. No existe norma de razo-namiento que trascienda lo que es aceptadopor una sociedad o una época determinada.De este modo diferentes personas pueden asu-mir legítimamente pautas de acción distintas.La única justificación, en última instancia, deuna creencia asume la forma de “que sea justi-ficada para mí”. Este enfoque de las Cienciassociales y humanas contempla el mundo des-de una perspectiva relativa y el pensamientopone un énfasis radical y compulsivo en verlotodo desde un marco de referencia relativo ysubjetivo3.

La “política de identidad”, es decir, la preocu-pación por formas políticas basadas en identi-dades impuestas o adoptadas (etnia, color, gé-nero y preferencias sexuales), refleja el desgas-te de la confianza en una política universal delibertad susceptible de unir a las víctimas delas diferentes formas de opresión y explota-ción en una lucha común. En consecuencia,el “orden social” depende, más que de la legi-timidad del statu quo, en la fragmentación dela conciencia social que impide desarrollar unaperspectiva integral de la sociedad. La concien-cia cotidiana es despojada de su poder de sín-tesis; esta se torna fragmentaria5.

El proceso seguido en las últimas tres déca-das por las ciencias sociales y humanas enColombia esta dominado por el paradigmade la “ciencia clásica”, esto es, un proceso deprogresiva racionalización, abstracción y re-ducción de la entera realidad al sujeto bajo elsigno del dominio, del poder. Hasta el len-guaje de estas ciencias ha cambiado; ahora

todas hablan de actores, escenarios y socie-dad civil. Los actores son individuos sin res-ponsabilidad alguna, pues los libretos sonapócrifos, sin autor. Los escenarios no tienenhistoria ni raíces, cambian de escena a esce-na, todo se vuelve presente. La sociedad civiles un fetichismo que oculta las clases socialesy sus conflictos, simple apéndice del Estado.

Proceso denunciado hace tiempos por MaxHorkheimer y Theodor Adorno, como eldesarrollo histórico de un proceso de aliena-ción, de cosificación y fetichización5. El in-dividuo es anulado por completo frente a lospoderes del sistema. Poder y conocimientose tornan sinónimos. En su mayoría, loscientistas sociales en Colombia son defenso-res a ultranza del statu quo, han sidocooptados por el poder, la “prostitución delsaber”. Schopenhauer, en su tiempo, resumióa los autores de esta obra de domesticación,autismo y disciplinamiento coercitivo delpensamiento como “los filósofos a sueldo delEstado”.

2. Teoría crítica y luchasantisistémicas

Toda teoría crítica está pensada con una in-tensión práctica: la de criticar y subvertir to-das las formas de dominación y explotación;también busca potenciar las facultades dehombres y mujeres como seres universales yantropocósmicos, y apoyar la construcciónde sociedades más humanas en un procesocontinuo y abierto de auto-emancipación yde auto-creación, de libertad y de responsa-bilidad, de auto-distanciamiento y de auto-trascendencia. Por tanto, le preocupa a esteenfoque el modo en que los intereses, los con-flictos y las contradicciones sociales se expre-san en el pensamiento, y cómo se produceny reproducen los sistemas de dominación.

La crítica se extiende y desarrolla desde unapreocupación por las condiciones de la posi-

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bilidad de la razón y el conocimiento (Kant)hasta una reflexión sobre la emergencia delespíritu (Hegel), la comprensión de formashistóricas específicas -el capitalismo- y las po-sibilidades y condiciones para su superación(luchas antisistémicas). La filosofía lingüísti-ca y las filosofías de la ciencia -tradicionalesen el pensamiento anglo-americano- igual-mente han sido incorporadas a la teoría críti-ca. El objetivo es sentar las bases de una ex-ploración, en un contexto de investigacióninterdisciplinaria, de cuestiones referentes alas condiciones que hacen posible la produc-ción, reproducción y la transformación de lasociedad, al significado de la cultura y la re-lación entre el individuo, la sociedad y lanaturaleza. La teoría crítica acomete el exa-men de la influencia recíproca entre la es-tructura, los hábitos sociales y la construc-ción de las subjetividades, de la mediaciónde lo objetivo y lo subjetivo en fenómenossociales e históricos determinados.

La teoría crítica es antiempirista, pero noantiempírica. La tradición investigativa deeste enfoque es empíricamente abierta, his-tóricamente desarrollada, prácticamenteorientada; nunca un sistema cerrado de pen-

samiento. Desde las primeras obras, Marx yEngels (1844-1847) rechazan expresamenteel apriorismo y cualquier doctrina de ideasinnatas; conciben el conocimiento como algoirreductiblemente empírico; tienden a des-aprobar la abstracción como tal, y se enca-minan hacia el inductivismo baconiano. Enla obra tardía, Marx expone su compromisometodológico con el “realismo científico”.Con relación a su crítica de la economía vul-gar afirma que esta se apega en todas partes alas apariencias en contra de la ley que las re-gula y explica (El Capital, parte 3, cap.II). Elempirismo ve el mundo como colección deapariencias inconexas; ignora el papel de lateoría en la organización activa y la reorgani-zación crítica de los datos proporcionados poresas apariencias, y es incapaz de identificarsu función como intento de representar en elpensamiento las relaciones generales que lageneran (toda ciencia sería superflua si lasapariencias externas y las esencias de las co-sas coincidiesen directamente). Frente a lareificación empirista de los hechos y a la per-sonificación de las cosas, Marx declara la dis-tinción entre el proceso (transitivo) del co-nocimiento y la realidad (intransitiva) de losobjetos.

Niños Guerrilleros. Tolima. 1953. Archivo El Espectador.

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Más aún, la perspectiva epistemológica no esindependiente del planteamiento de Marxsobre la función de las clases sociales en eldesarrollo histórico de la sociedad; conformala unión de su realismo científico con elhegelianismo. La teoría crítica es fundamen-talmente la expresión de un sujeto antes queel conocimiento del objeto; es la expresiónteórica del movimiento revolucionario,emancipador y autocreador. Esta epistemo-logía es expresiva (cada momento o cada partecontiene implícitamente el todo) y teleológica(el presente sólo es inteligible en relación conel futuro que anticipa).

A esta tendencia clásica de la teoría críticahay que sumar los conceptos de totalidad,esto es, la supremacía omnipresente del todosobre sus partes, y conciencia (Lukács,Korsch, Escuela de Frankfurt), estructura(Althusser), intersubjetividad de las personas(Gramsci), cambio determinado (Marcuse),praxis humana (Lefèbvre, Fromm, Heller,Sartre, Kolakowski, Kosik, Markovik), accióncomunicativa y hermenéutica crítica(Habermas, Apel), la reconstrucción de lasenda de la modernidad desde la fuente de laprimera Escuela de Frankfurt (Wellmer) y laarticulación de la tradición frankfurtiana yel pensamiento de la diferencia de proceden-cia foucaultiana (Honneth).

En resumen, hay dos cuestiones episte-mológicas predominantes en la teoría críti-ca: su énfasis en la objetividad y en el papeldel trabajo en el proceso cognitivo y, de ahí,en el carácter social históricamente irreduciblede su producto (praxis). Estos dos temasinterrelacionados -objetividad (cientificidad)y trabajo (historicidad de los procesoscognitivos)- suponen la sustitución episte-mológica de empirismo e idealismo, escepti-cismo y dogmatismo, hipernaturalismo yantinaturalismo, igualmente6. Esta epistemo-logía crítica deberá dar cuenta del procesohistórico de la autoconstitución de la especie

humana como género de los géneros, esto es,el punto en que el universo llega a adquirirconciencia de sí mismo.

La teoría crítica es holística. En los Manus-critos económico-filosóficos de 1844 Marx yaformula la idea de que la “la ciencia naturalincorporará algún día la ciencia del hombre,del mismo modo que la ciencia del hombreincorporará la ciencia natural; existirá sola-mente una ciencia única”.

Un siglo y medio después de la prediccióndel joven Marx se comienza a vislumbrar laaparición de una nueva teoría del todo, co-nocida como TOE (abreviatura del términoen ingles: Theory of Everything). Una teoríadestinada a unificar todas las leyes conocidasdel universo en un único y omniabarcadormodelo que explicaría la totalidad de lo exis-tente. En palabras de Ken Wilber, uno de losprincipales animadores de esta construcción,“Una verdadera “visión integral” -unaautenticaTOE- debería incluir la materia, elcuerpo, la mente, el alma y el espíritu tal ycomo se nos presentan en su despliegue a tra-vés del yo, la cultura y la naturaleza. Deberíatratarse de una visión comprehensiva, equi-librada e inclusiva, una visión que abrazasela ciencia, el arte y la moral, una visión queenglobase todas las disciplinas (desde la físi-ca hasta la espiritualidad, la biología, la esté-tica, la sociología y la oración contemplativa)y se expresase a través de una política inte-gral, una medicina integral, una espirituali-dad integral…”7

3. Fals Borda, en contravía

Después de la desaparición de los grandespensadores holísticos, interdisciplinarios eintegrales en Colombia -Antonio Garcia, Ca-miloTorres, Estanislao Zuleta, Luis AntonioRestrepo, Gerardo Molina, entre otros-Orlando Fals Borda es de los pocos que nosquedan de este género. Su evolución intelec-

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tual va en contravía de lo acaecido con lasciencias sociales y humanas en el país. Iniciósu formación académica en el más puroempirismo y positivismo anglo-americano, endonde la teoría crítica no era considerada“científica”. Actualmente es el principal lu-chador antisistémico y fuerza motriz del so-cialismo raizal y la democracia radical8.

Su encuentro con el conflicto colombiano ysus investigaciones sobre la violencia lo lle-varon al pensamiento crítico, a la dialéctica,al materialismo histórico y al estudio delmarxismo, en compañía de sus estudiantesen la Universidad Nacional.

En el libro La subversión en Colombia, visiónde cambio social en la historia, escrito durantelos años 1966-1967, Fals afirma en el prólo-go que “A través de una serie de frustracionescolectivas, nuestro lindo país colombiano se havisto envuelto en una red de deformidadesespirituales, económicas, políticas. Semejan-te desastre exige la atención y debe producirpreocupación, no solo entre las clases domi-nantes a cuyas decisiones se debe la debacle,sino entre los científicos sociales cuya misiónes entender el sentido de aquellos aconteci-mientos, así como el de los portentos quehabrán de venir”9. Si bien es claro la apropia-ción histórica, la identificación del conflictode clases y la necesidad del cambio social, noobstante, el lenguaje todavía es ambiguo: “Laencrucijada es de tal complejidad que noqueda otro camino que examinar con unanueva objetividad aquella derivada de la apli-cación del método científico a realidades pro-blemáticas y conflictivas” (p.11). “Admito,pues, que tengo el sesgo de lo que Lester Wardllamaría la “télesis social”, o sea, el reconoci-miento de la finalidad de los hechos sociales.Al admitirlo, reconozco también dos elemen-tos concomitantes: i) que el conflicto va im-plícito en todo esfuerzo estratégico de supe-ración colectiva; y ii) que el paradigma queemerge del análisis de los procesos históricos

nacionales es el del desequilibrio social”(p.12). “La verdadera sociología (la científi-ca) encara la problemática vital de la colecti-vidad y no la disfraza con verbalismos o conesguinces de diferente índole. Cuando la so-ciología evita el compromiso que la lleva aesos sitios de acción y pasión, temiendo losataques que le puedan dirigir algunos gruposinteresados, no logra tampoco llegar al cora-zón de la explicación causal de los cambioshistóricos, y se frustra allí mismo su razón deser como ciencia positiva y como factor realdel progreso de los pueblos” (p. 14).

Durante el de-sarrollo de lainvestigación,el enfoque crí-tico se va ha-ciendo mástransparente.En uno de losapéndices dellibro, al final,Fals Borda co-menta que“Los científi-cos compro-metidos con transiciones históricas de estetipo, hoy como en el pasado, tienden a pre-guntarse como muchos de sus antecesores¿para qué es el conocimiento que se adquie-re? La respuesta no es: La ciencia per se; sinosu aplicación concreta, aunque la misma cien-cia, por regla general, se enriquezca tambiénde paso, durante el proceso. La tradición del“para qué” científico (además del clásico “porqué”) tiene un origen muy respetable en lasociología: fue en esencia la misma actitudde pensadores y científicos a quienes muchodebemos hoy, hombres impulsados por altospropósitos, muchas veces “subversivos”, quese inspiraban en un ideal o que tenían unsentido misionero de la vida” (p.276). FalsBorda culmina su libro recordando la famo-sa Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx, esto

Niños campesinos muestos durante la violencia. Tolima. 1950.Archivo LUNGA, Bogotá.

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es, “la necesidad de completar el conocimien-to esotérico de la filosofía con el sentido dela urgencia de transformar el mundo” (p.276).

Cuatro décadas adelante, el 20 de septiem-bre de 2002, precedido de valiosas contribu-ciones académicas y compromisos directoscon la lucha política, al recibir el galardónGerardo Molina, la opción radical, holísticay antisistemica de Fals Borda no deja dudaalguna: “Hay, pues, proyectos políticos parareconstruir la nación colombiana, que pue-den llegar a ser convincentes, que invitan ala participación popular, y a revivir la utopíasocialista necesaria para encender la acción.Corresponde adelantar ahora la estrategia deconstruir la segunda República en nuestropaís, la que habrá de contestar adecuadamen-te al inédito y fructuoso reto del trópico”10.

En los últimos años, el Maestro Fals Borda haconsolidado su propuesta teórico-política quele permite el “desarrollo de un pensamientopolítico propio y crítico, afín al socialismo

raizal y de su equivalente la Democracia Ra-dical (…) para cambiar radicalmente los go-biernos locales actuales y darle al estado co-lombiano la reorientación moral y democrá-tica de verdad que necesitamos para sobrevi-vir en el problemático mundo actual”11.

Por su carácter y obra, Orlando Fals Borda esun revolucionario. De acuerdo con la des-cripción de este concepto, realizada por elpensador y psicoanalista de la Escuela deFrankfurt Erich Fromm, “El carácter revolu-cionario está identificado con la humanidad.Tiene también una profunda reverencia antela vida, una profunda afinidad con la vida yun gran amor por ella (…) El carácter revo-lucionario piensa y siente en lo que podríallamarse un “espíritu crítico” (…) cuandodigo carácter revolucionario no me refiero aun concepto conducta sino a un conceptodinámico (…) El carácter revolucionario esun humanista en el sentido en que siente ensí mismo a toda la humanidad, y en que nadahumano le es ajeno. Ama y respeta la vida.Es un escéptico y un hombre de fe”12.

Notas

1 Camps, Victoria, (1998), Historia de la ética (edi-tora) –Prólogo, Editorial Crítica, Barcelona, pp.7-8.

2 Para la descripción de este procesoepistemológico ver: Wilber, Ken, (1997/2005),El espectro de la conciencia, editorial Cairos, Bar-celona, pp. 35-59.

3 Ver el análisis que sobre este tema lleva a cabo:Wilber, Ken, (1996/2003), Una teoría de todo,Editorial Kairós, Barcelona, pp. 35-36.

4 Callinicos, Alex, (1993), Contra el postmo-dernismo, una crítica marxista, El Áncora edito-res, Bogotá.

5 Horkheimer, Max, Theodor, Adorno, (1969/2004), Dialéctica de la Ilustración.

6 Bhaskar, Roy, (1984), Teoría del conocimiento ,en: Diccionario del pensamiento marxista ,

Bottomore, Tom (director), Editorial Tecnos,Madrid, pp. 159-171.

7 Wilber, Kent, (1996/2003), Una teoría de todo,Editorial Kairós, Barcelona, p. 11.

8 Ver sus artículos en la Revista CEPA, Nº 1, 2 y3, Bogotá, Noviembre 2006 –Abril de 2007.

9 Fals Borda, Orlando, (1967), La subversión enColombia, visión del cambio social en la historia,Ediciones tercer mundo, Bogotá, p. 11.

10 Fals Borda, Orlando, (2003), Ante la crisis delpaís, ideas-acción para el cambio, El Áncora edi-tores, Bogotá, pp. 146-147.

11 Fals Borda, Orlando, (2007), La consigna del nue-vo radicalismo, en: Revista CEPA, Nº 2, febre-ro, Bogotá, pp. 34-36.

12 Fromm, Erich, (1981), La condición humana ac-tual, Barcelona, pp. 57-78.

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Antecedentes del reduccionismoepistemológico

Reducir, que también en el discurso cotidia-no se entiende por disminuir o estrechar,constituye en el plano ontológico-episte-mológico una forma simple, sencilla de con-cebir la diversidad y complejidad de la reali-dad atribuyéndole a un determinado elemen-to de la misma el papel protagónico y deter-minante para su desarrollo, lo cual presupo-

Los reduccionismos epistemológicos en las cienciassociales

Pablo Guadarrama González*.

ne privilegiarlo a la hora de alcanzar un co-nocimiento elaborado del mismo.

Normalmente en el proceso de percepciónde la realidad el sujeto presta mayor atencióna una parte o parcela de la totalidad que poralguna razón u otra despierta en él mayorinterés y esto puede conducirlo a hiper-bolizarla afectando la comprensión integraldel mismo. Según Pascal: “Todas las cosas sonayudadas y ayudantes, todas las cosas son

* Pablo Guadarrama González (1949) Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Doctor en Ciencias(Cuba) y Doctor en Filosofía (Leipzig).Doctor Honoris Causa (Perú). Profesor Titular de la Cátedra de Pensamientolatinoamericano de la Universidad Central de Las Villas Santa Clara Cuba. Autor de varios libros sobre teoría de la culturay el pensamiento filosófico latinoamericano, así como numerosos artículos publicados en Cuba y en otros países. Hadirigido varios proyectos de investigación y tesis doctorales en su país y en el exterior. Ha impartido cursos de postgradoy conferencias en varias universidades latinoamericanas, de España, Estados Unidos, Rusia, Italia y Alemania.

Las Ciencias Sociales

La marcha. Jorge Elías Triana, 1962.

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mediatas e inmediatas, y todas están ligadasentre sí por un lazo que conecta unas a otras,aun las más alejadas. En esas condiciones con-sidero imposible conocer las partes si no co-nozco el todo, pero considero imposible co-nocer el todo si no conozco las partes”.1 Demanera que solo una visión holística del ob-jeto posibilita en verdad una adecuada com-prensión de esa porción de la realidad.

El ser humano desde los primeros momen-tos de su evolución intelectual y de su praxissocial ha hecho de la reducción epistemo-lógica un ejercicio que le ha posibilitado unacomprensión elemental de la realidad que noha sido causada exclusivamente por factoresde carácter cognitivo, sino condicionada tam-bién por factores de carácter social e inclusi-ve de orden ideológico, condición, esta últi-ma, que, como hemos analizado en otromomento2, no necesariamente es de falsedadpues, como sostiene Frederic Jameson “...lapalabra ideología no es peyorativa (...) unconcepto puede ser al mismo tiempo ideoló-gico y también correcto y verdadero”3

Dadas las dificultades para obtener una res-puesta ante innumerables incógnitas que sele presentaban al hombre en los primeros es-

tadios de su desarrollo apeló a la magia comouna forma alienante de simplificación de losnexos que existen en cuanto a la relación cau-sa-efecto en su vínculo con la naturaleza ycon sus semejantes (J. Frazer) y en tal apela-ción ejercitó la reducción epistemológica demanera tal que atribuía a cualquier factor ais-lado la condición de desencadenante de al-gún acontecimiento y así podía dirigir su ac-ción específicamente hacia él para intentarproducir la reacción deseada, con el conse-cuente índice de probabilidad de éxito o errorque siempre el empirismo proporciona.

En cierta forma las diversas modalidades deprácticas pre-religiosas como el animismo, elfetichismo, el totemismo, etc., independien-temente de su referida condición presupo-nían de algún modo una postura epistémicaen la que la reducción a buscar sus ancestroso nexos familiares en un animal, planta, fe-nómeno natural, etc., significaba la vía mássencilla para encontrar alguna respuesta ainnumerables problemas que se le plantea-ban a aquel hombre que aun no había acce-dido a abstracciones de tipo superior comola que le proporcionaría en su momento elmonoteismo o el nacimiento de la filosofía ylas ciencias.

Resultaba plenamente comprensible que enaquellos estadios preliminares del desarrollodel intelecto, del lenguaje, de la capacidadde abstracción el hombre intentase encon-trar respuestas al problema de conocer los máscomplejos fenómenos naturales y humanos,entre los que se encontraban los espirituales,y a la forma de comportarse ante ellos, acu-diendo a elementos muy concretos y cotidia-nos que le acompañaban en su cotidiano exis-tir o a lo sumo a algunas de sus imágenessintetizadas en diversas expresiones simbóli-cas.

En el pensamiento antiguo fue muy comúntambién tratar de encontrar un principio co-

La violencia. Ignacio Gómez Jaramillo, 1954.

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mún (arjé) a todas las cosas bien en algúnelemento cualitativo como el agua, el aire, elfuego, o en una sustancia indeterminadacomo el apeyron o en una determinacióncuantitativa como el número. Tales tipos deejercicios intelectuales de una forma u otraconstituían ciertas formas de reduccionismostanto ontológicos como epistemológicos yfueron determinantes en la comprensión detodo lo existente, incluyendo la condición delpropio ser humano.

Tal vez una de las formas más propiciadorasde los reduccionismos epistemológicos enaquellas primeras etapas de la evolución dela humanidad se produjo al aparecer la ideade los dioses y finalmente la de un solo Dios,con las cuales, si bien por un lado por razo-nes ideológicas se renunciaba de hecho a plan-tearse la búsqueda del conocimiento de lascausas propiamente dichas de los fenómenosy en su lugar se propiciaba solamente atener-se a apreciar los efectos de sus respectivas vo-luntades, en cierta medida tal actitud impli-caba también una especifica asunción dereduccionismo epistemológico.

Durante la Edad Media la función omni-comprensiva de la filosofía quedó limitada ysubordinada al poder de la religión, que seautoconstituyó en saber absoluto dominan-te y no posibilitaba autonomía a los elemen-tales conocimientos científicos existentes, nia la filosofía y mucho menos al pensamientopolítico y jurídico.

No había forma del pensamiento que esca-para a su tutela.Tal subordinación quedó re-frendada en San Buenaventura, para quien“...todo conocimiento viene subordinado ysirve a la teología, ciencia de Dios, por lo cualtoma ejemplos y usa términos de todo géne-ro de conocimientos”4, como en Tomás deAquino quien dejó muy poco margen de li-bertad en cuanto a la delimitación del objetode la filosofía al plantear que “las reflexionesde casi toda la filosofía se ordenan al conoci-miento de Dios”5 (El subrayado es nuestroP.G.).

Así se le planteó al saber filosófico la misiónde emanciparse de la tutela religiosa parapoder desarrollar plenamente su funcióncosmovisiva. Siempre que la filosofía hacealgún tipo de concesión en cuanto a su obje-to de estudio y los métodos racionales paraestudiarlo, pierde parte de su poderío y au-tonomía.

Al parecer las inquietudes inicialmente filo-sóficas y posteriormente científicas que pro-curaban encontrar explicaciones a las innu-merables interrogantes sobre el mundo ge-neraron nuevas formas de reduccionismos, ental caso más de carácter ontológico queepistemológico

Aun cuando no es posible considerar propia-mente la existencia de las ciencias sociales enla antigüedad y en el medioevo ya que estasson, en verdad, un producto de la madura-

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ción de la modernidad, sin embargo tampo-co se pueden ignorar los gérmenes de un pen-samiento social que se articula en dichas an-teriores etapas de evolución de la humani-dad en las que se puede plantear la existenciade cierta forma de reduccionismo teológicoya que se intentará lograr una comprensióndel mundo mediada eminentemente por laperspectiva teocéntrica.

Precisamente el giro antropocéntrico que iráproporcionando el humanismo renacentistapropiciará nuevos enfoques de la realidad tan-to natural como social y permitirá incipien-tes análisis laicos de la vida social como losde Maquiavelo, considerado entre los gérme-nes de las ciencias sociales.

El reduccionismo mecanicista

Los avances que se observan en el desarrollode las ciencias a partir del Renacimientocuando la cultura occidental se había benefi-ciado de algunas de las conquistas científi-cas, tecnológicas e incluso cosmovisivas y fi-losóficas, de los logros de la cultura árabe,como se aprecia en el caso de Averroes yAvicena, del extremo Oriente, en particularla India, China y Japón, así como la apropia-ción de muchos de esos valores del mundoamericano precolombino contribuyeron decierta forma a propiciar los transformacio-nes que se operarían en las concepciones yestudios en relación al universo, tal es el casode Giordano Bruno, y en particular al siste-ma solar con la teoría de Copérnico.

Tanto los estudios mecánicos de Da Vinci,como los experimentos de Galileo, las ideasde Kepler y especialmente los descubrimien-tos de Newton en los que la interdependen-cia entre fuerzas centrípetas y centrifugas encampos gravitacionales, propiciaron elmecanicismo cartesiano y de La Metrie en lacomprensión del hombre y en general de lasociedad.

Si bien hoy puede resultar extremadamenteingenuo considerar que el ser humano pue-da ser concebido articulado por engranajesmecánicos en los que sistemas de poleas ytransmisiones intentan expresar sus movi-mientos, nada tiene de extraño que en aque-lla época dado el extraordinario avance de lafísica y en particular de la mecánica se inten-tase una comprensión del hombre en su di-namismo como un artefacto privilegiado.

Cuando palancas y émbolos desplegabanfuerzas desconocidas hasta entonces poten-ciando el incipiente desarrollo tecnológicotan exigido por el naciente capitalismo quese coronaría en la revolución industrial el pen-samiento social podía permitirse cierta licen-

Desplazados. Fernando Botero, 1999.

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cia de concebir la complejidad societal redu-cida a la acción y el manejo de algunos mó-viles básicos.

El pensamiento científico y filosófico moder-no en su enfrentamiento al dogmatismo es-colástico se caracterizó por una preocupacióninsistente en la problemática del método, dela cual se derivaron posturas empiristas yracionalistas que se caracterizaron por enfa-tizar uno de los dos momentos básicos delproceso cognitivo y en tal sentido constitu-yeron también formas especificas de reduccio-nismos en el orden epistémico que tanto Kantcomo otras interpretaciones mas dialécticas,holísticas y complejas en pensadores poste-riores.

El reduccionismo geográfico

En el proceso expansivo y fagositósico de lacultura occidental en el que fue devorando ydigiriendo mundos especialmente con elimpulso de la modernidad en la que el bojeode África permitió también el acceso colo-nialista hacia el extremo Oriente por un ladoy el encontronazo con el continente ameri-cano por el otro resultaba comprensible quenuevos análisis sobre la significación del me-dio geográfico llamasen la atención entre losfactores determinantes en el proceso civili-zatorio de los diferentes pueblos del orbe.

No solo en el caso de Montesquieu, por ra-zones de alguna fundamentación epistémicase apreció la hiperbolización del mismo en lavaloración de los múltiples factores que inci-den en el desarrollo social, sino que se hizocomún en el siglo XVIII saturado de guerrascoloniales por el reparto del mundo que sebuscasen las justificaciones más diversas.

El destacado pensador francés llegó a argu-mentar las razones por las cuales la caña deazúcar debía ser cortada por negros esclavosdada la contextura de su piel más resistente a

los rayos del sol que la de los europeos blan-cos. No hace falta ser muy versado en der-matología para percatarse de las razones ideo-lógicas que subyacían en tales concepciones.

Nada tiene de extraño tampoco que en ple-na ilustración los anteriores debates sobre lacondición humana de los aborígenes ameri-canos e incluso hasta de los animales y plan-tas de esta región reverdecieran en Bufón yde Paw, entre otros. Es evidente que los fac-tores ideológicos parece que hubieran tenidoun mayor peso que los epistemológicos entales consideraciones.

Ahora bien, no se debe pensar queestuviesen absolutamente despro-vistas de racionalidad las argu-mentaciones de quienes hiperbo-lizaron factores naturales como elclima, el ambiente, el factor étni-co, etc. en la conformación y de-sarrollo de los pueblos ya que losmismos constituyen variablesobligadas de consideración encualquier investigación social.

Por supuesto que no podrían sos-tenerse las mismas concepcionesrespecto al trabajo, el ocio, la pro-piedad, el ahorro, el individuo yla comunidad, etc., en pueblosamenazados por un crudo invierno como loseuropeos o por amplias zonas desérticas comolas prevalecientes en la mayor parte del mun-do árabe que las que se desarrollaron en am-bientes tropicales o en zonas de permanen-cia templada.

Nadie puede dudar que tales factores estu-vieron muy presentes tanto en las concep-ciones y prácticas de la vida cotidiana de losdiferentes pueblos del orbe e ignorarlos osubestimarlos puede conducir a conclusionestambién taradas epistemológicamente. Perohiberbolizarlos siempre puede conducir a

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enfoques unilaterales como el que conduje-ron a Max Weber en su análisis sobre el pa-pel de la ética protestante en la génesis delcapitalismo.

La valoración del papel del factor ambientalen los estudios sociales constituirá siempreuna necesidad insoslayable y con mayor ra-zón en la actualidad cuando se han presenta-do algunas evidencias de las posibles conse-cuencias del ecocidio cometido por algunasgeneraciones humanas y por otra parte sabi-do es, como planteara Marx, que un mediogeográfico demasiado favorable no siemprecontribuye a impulsar la capacidad creativay productiva de un pueblo.

Ahora bien, una cosa es justipreciar la signi-ficación del factor geográfico en el desarrollode determinados procesos sociales y otra esla hiperbolización de los mismos que impli-ca el reduccionismo geográfico que aun sub-siste en algunos estudios con la imprescindi-ble dosis ideológica que los anima. El inves-tigador de las ciencias sociales debe saber quetiene siempre una gran responsabilidad quele evite los nefastos extremos hiperbolizadoreso subestimadores del componente geográfi-co en sus análisis.

El reduccionismo biologista

El siglo XIX estuvo marcado, inicialmente,por un lado por el desarrollo extraordinariode la biología y por otro por los estudios eco-nómicos y sociológicos.

El descubrimiento de la célula por Schwamcomo elemento común al mundo vegetal yal animal incluyendo al hombre, de labioquímica por Kart Schorlemmer y de lateoría evolucionista de Darwin eran todosavances de las ciencias que planteaban seriasdudas a la dicotomía maniqueísta ycreacionista entre el la sociedad humana y lanaturaleza. Al mismo tiempo planteaban laposibilidad de nuevas ciencias como laetología con Konrad Lorenz, Niko Tim-bergen que fundamentaban la posibilidad deuna visión mas unitaria de lo humano y loanimal y como plantea Desmond Morris, losetólogos llevaron el laboratorio afuera y tra-jeron las afueras al laboratorio.6

Sobre la etología se infiere la necesaria consi-deración filosófica de muchos de susnovedosos planteamientos, que como plan-tea Alfonso Fernández Tresguerres, “rompeel dualismo entre las ciencias sociales y las

Guerrillero. Jorge Elías Triana, 1967.

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ciencias naturales, porque es una ciencia na-tural y a la vez social”, 7 tal vez a tenor con lautopía concreta que pensaba Marx de que enel futuro habrá una sola ciencia: la cienciadel hombre.

Si bien, acertadamente FernándezTresguerresprevenía contra cualquier tipo de redu-ccionismo biologicista en la comprensión delhombre al considerar que “la pretensión deletologismo se halla injustificada y resulta insu-ficiente 8, pues “ hubo un momento (¿Cuán-do?) en que el hombre soltó la rémora de sunaturaleza biológica para ser, desde enton-ces, un animal cuyo comportamiento hay queexplicar en clave de Cultura”9, aun cuandotoda concepción de la cultura diferencia alhombre no sólo de la naturaleza sino tam-bién de las excrecencias sociales que éste pro-duce10 siempre deberá presuponer contar conel inevitable fermento biológico consustan-cial al hombre.

José Martí durante su estancia en México, alapreciar las cruentas batallas que se reprodu-cían en los pueblos latinoamericanos despuésde su independencia afirmaba: “Es naturalque en la guerra se lucha y se mata; la guerraes una de las semejanzas del ser humano conla fiera, y el hombre fiera duerme en el fondodel más humilde ser”11. Sin embargo su hu-manismo práctico12 y su optimismo realista ensu concepción antropológica le indujo siem-pre a hurgar más en los espacios donde seconstruye el hombre superior que en aque-llos donde pueda propiciarse su destrucción

El reduccionismo biologista fue propiciadopor el positivismo, sufrió una metamorfosissui generis en América Latina13. Su fundadorAuguste Comte intentó sintetizar los logrosde la ciencia hasta entonces en un esquemaúnico de subordinaciones, elaborado por él,en el que las matemáticas, dada su condiciónde profesor de esa disciplina ocuparía tam-bién un privilegiado lugar y explicaría la ten-

dencia cuantitativista que ha caracterizado lasinvestigaciones inspiradas en el paradigmapositivista. A su juicio, el conocimiento hu-mano debía poseer una base empírica. Esabase positiva es el primer momento del co-nocimiento: el fundamento de las cienciasnaturales.

Su intención de gestar una física social o so-ciología indudablemente constituía un pasode avance en el proceso de consolidación delas ciencias sociales, pero a la vez evidenciabael reduccionismo biologista que acompaña-ba aquel alumbramiento.

En correspondencia con la tesis comteana deque en la naturaleza existe una permanenteevolución de todos sus componentes, su se-guidor Herbert Spencer formuló la tesis -quepudiera considerarse una consecuencia inver-tida del reduccionismo biologicista- de latransformación universal de lo “homogéneoindefinido en lo heterogéneo definido”. A sujuicio todos los fenómenos primero son ho-mogéneos pero indefinidos y luego por unproceso normal de diferenciación de las par-tes, estos se hacen cada vez más heterogéneos,pero en la misma medida más definidos14.

Un rasgo típico del positivismo en sus dife-rentes expresiones ha sido su reduccionismoepistemológico, es decir, intentar explicar losfenómenos de determinadas esferas del saber

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científico a través de los parámetros yformulaciones de otras ciencias de niveles mássencillos de complejidad. Así, en el siglo XIXprimero intentaron explicar todos los fenó-menos, incluyendo los sociales, a través de labiología, posteriormente le tocaría el turnodel predominio sobre los demás saberes aotras ciencias, como la sicología, la lógica, lafísica, la lingüística, etc.

Cuando Spencer traslada al mundo social lavalidez de las leyes de la biología, crea la teo-ría del darwinismo social. Es cierto que porlo general, y especialmente en Europa, estas

nados factores como el medio (melieu) quepueden contribuir a subsanar esas diferenciasy mejorar constantemente el mundo. Esta esla base fundamental de la teoría delmeliorismo, según la cual el mundo no esbueno ni malo por naturaleza, pero sí es siem-pre susceptible de perfeccionamiento.

Las tesis melioristas propugnan que el me-dio es un producto que conforma el hombrey lo perfecciona. La raíz de esta concepciónse encuentra en aquellas ideas de John Locke,cuando sostenía que el hombre es un pro-ducto de sus circunstancias, porque es unaespecie de hoja en limpio (tabula rasa) cuan-do nace.

Posteriormente Marx sostuvo que el hombrees un producto del medio en grado relativo,pues es el hombre quien ante todo activa-mente genera sus propias circunstancias y lastransforma15. De lo contrario, se tendría queadmitir que el hombre es un ser pasivo y sim-plemente un producto del medio. Si se acep-ta dicha tesis, de nada serviría la acción depadres, maestros y todos aquellos que inter-vienen en su educación. Si no son capaces deinculcar la autotransformación y se aceptanfatalmente las circunstancias dadas, no ha-bría en ese caso que modificar nada.

Estas ideas spencerianas eran también muylejanas a las del positivismo jurídico deLombroso y Ferri en Italia, que compartíanlos criterios de la frenología, según la cual lascapacidades intelectuales, cualidades y com-portamientos de las personas estaban fatal-mente determinados por su capacidadcraneana y otros rasgos biológicos. Como esconocido, la ideología fascista, en especial elnazismo, hiperbolizó estas ideas y las utilizócomo fundamento de sus prácticasmisantrópicas.

Pero el socialdarwinismo de Spencer distabamucho de tales posiciones archirreaccionarias.

ideas conducían a justificar posturas racistasy reaccionarias que pretendían explicar los fe-nómenos sociales como producto de la evo-lución natural, y esto le llevó a suponer laexistencia de pueblos inferiores y otros supe-riores. Esto significa que hay pueblos que porsu naturaleza deben ser dirigidos por otros.

Spencer pensaba que efectivamente hay hom-bres inferiores y superiores, sin embargo, leotorgaba una extraordinaria importancia a laescuela y a otras instituciones educativas. Se-gún él, aunque los hombres sean desigualespor problemas biológicos, existen determi-

La furia y el dolor. Ignacio Gómez Jaramillo, 1958.

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Marx y Engels criticaron el socialdarwinismoal considerarlo una especie de malthusia-nismo al revés, aplicar la teoría de la progre-sión geométrica del crecimiento de la pobla-ción, buscando una explicación natural. Es-tas opiniones dieron lugar a que no sólo enla literatura marxista se calificase de maneracomún peyorativamente toda posturasocialdarwinista sin establecer diferenciasentre sus distintas formulaciones.

No siempre se ha tomado en consideraciónde manera adecuada que el positivismospenceriano en su enfoque socialdarwinistaconstituía un intento de explicación de lo queposteriormente se denominaría enfoquesistémico de la sociedad y de un análisis es-tructural-funcional de la misma. Esta teoríano presuponía en todas sus expresiones in-tenciones racistas y reaccionarias como se leha querido a veces reducir, aunque en verdaden algunos casos estas ideas hayan servidotambién para esos objetivos. No deben serconsideradas de manera similar por su im-pacto ideológico que las misantrópicas pos-turas socialdarwinistas de Nietzsche,Glumpowitz, Gobineau o Rosemberg o lasconcepciones frenológicas de Lombroso yFerri, entre otros.

Es interesante observar las manifestacionesde este tipo de reduccionismo biológico enalgunos de las teorías neoclásicas de econo-mía como en el caso de Marshal quienes hanconsiderado que al igual que en los procesosla evolución biológica la duración de los mis-mos es prolongada y se considera que la ma-

yor parte de los elementos se mantienen cons-tantes excepto una matriz que desempeña lafunción de variable principal y así del mis-mo modo debe ser considerada la evoluciónde los procesos económicos y sociales. De-trás de esas concepciones se esconde, por su-puesto también, la postura ideológica quefavorece los procesos graduales evolutivos através de reformas no radicales en lugar deconsiderar las revoluciones sociales como “lo-comotoras de la historia” tal como las conci-biera Marx.

El reduccionismo economicista

En la Antigüedad el intento omicomprensivode la filosofía quedó plasmado en lo que seconsideró sus tres partes fundamentales: físi-ca, lógica y ética. Posteriormente esta divi-sión no fue suficiente para determinar su ver-dadero radio de acción y nuevas complejassubdivisiones se incorporarían de forma cadavez más especializada, como filosofía de lahistoria, del derecho, del arte, de la religión,etc. Se trataba de dejar bien establecido queno existe porción alguna de la realidad quepueda escapar a su mirada escrutadora y suintención de comprender todos los fenóme-nos del infinito universo.

Esa pretensión abarcadora y predictiva semantiene presente en la filosofía contempo-ránea, aun cuando sea de un modo diferen-te, pues algunas, aunque hayan rechazadoexplícitamente el criterio de considerar a lafilosofía como una ciencia de las ciencias, nohan renunciado a que su escalpelo metodo-

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lógico descubra los misterios entrañables denuevas esferas de la realidad y por tanto delconocimiento antes ignoradas por el hom-bre.

Así, aunque la postura de Marx y Engels eracrítica frente a los sistemas filosóficosabsolutizantes y cerrados, porque considera-ban que “el sistema es, cabalmente, lo efíme-ro en todos los filósofos. (...), y lo es precisa-mente porque brota de una necesidad impe-recedera del espíritu humano: la necesidadde superar todas las contradicciones. Perosuperadas todas las contradicciones de unavez y para siempre, hemos llegado a la llama-da verdad absoluta, la historia del mundo seha terminado, y, sin embargo, tiene que se-guir existiendo, aunque ya no tenga nada quehacer, lo que representa como se ve, una nue-va e insoluble contradicción.Tan pronto comodescubrimos -y en fin de cuentas nadie nos haayudado más que Hegel a descubrirlo- queplanteada a así la tarea de la filosofía, no signi-fica otra cosa que pretender que un solo filó-sofo nos de lo que sólo puede darnos la huma-nidad entera en su trayectoria de progreso; tan

pronto como descubrimos esto, se acaba todafilosofía, en el sentido tradicional de esta pa-labra. La ‘verdad absoluta’, imposible de al-canzar por este camino e inasequible para unsolo individuo, ya no interesa, y lo que sepersigue son las verdades relativas, asequiblespor el camino de las ciencias positivas y de lageneralización de sus resultados mediante elpensamiento dialéctico.”16

Sin embargo, algunos de los seguidores delmarxismo le construyeron con el materialis-mo dialéctico un aparato tan especulativocomo aquellos sistemas inamovibles queaquél había criticado, sin que esto significaserenunciar a la necesaria sistematización delsaber que demanda toda filosofía.

El hecho de que Marx y Engels le dedicasenatención especial al análisis de la estructura obase económica de la sociedad como elemen-to que a su juicio en última instancia deter-mina todas las relaciones sociales y se expresatambién en expresiones en la superestructu-ra ideológica, política y jurídica de la socie-dad condujo a que algunos de sus discípulos,

Colombia llora a un estudiante. Ignacio Gómez Jaramillo, 1958.

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como reconociese Engels17 hiperbolizaran lasignificación del factor económico en detri-mento de la necesaria visión holística e inte-gradora reclamada por el enfoque dialéctico.

Un nuevo tipo de reduccionismo se propagóen algunas de las interpretaciones mas dog-máticas y simplificadoras, propiciado por elprivilegiado lugar que tuvo el estudio de lasrelaciones capitalistas de producción en la obracumbre de Marx, El Capital, cuando no se di-ferenció adecuadamente como plantea KarelKosik ‘”La distinción entre estructura econó-mica (que es uno de los conceptos fundamen-tales del materialismo marxista) y el factor eco-nómico (que es un concepto frecuente en lasteorías sociológicas vulgares), proporciona laclave para comprender el significado centralde la economía política en el sistema de lasciencias sociales y el primado de la economíaen la vida social”.18 Pues en verdad “La con-cepción materialista de la estructura econó-mica se halla indisolublemente ligada al pro-blemática del trabajo y de la practica”19 por loque si no se toma en consideración ese impor-tante aspecto puede degenerar en lahiperbolizacion del papel del factor económi-co y caer en el reduccionismo economicista.

Sin embargo pensar que esta errónea concep-ción es exclusiva de interpretaciones unilate-rales de la concepción materialista de la his-toria propugnada por el marxismo seríainexacto pues han sido múltiples las inter-pretaciones de aquellos que fundamentanideológicamente el neoliberalismo distancia-

dos del marxismo, como Friedrich von Hayeko de Milton Friedmmann que también hanhiperbolizado el papel del mercado y del fac-tor económico como detonante básico de lastransformaciones sociales.

El reciente derrumbe de la Unión Soviética yde los países considerados socialistas de Eu-ropa Oriental ha estimulado la idea de que elfactor determinante de dicho proceso de des-montaje fue el elemento económico y espe-cial el retardo tecnológico con las consecuen-tes incidencias en la producción de bienes deconsumo para la población.

Tales nuevas formas de reduccionismoeconomicista se caracterizan por subestimarel extraordinariamente amplio conjunto defenómenos de carácter político, cultural, ideo-lógico -entre los cuales no se debe pasar poralto el religioso-, jurídico, generacional etc.,que también desempeñaron su función en talproceso de desmerengamiento.

El reduccionismo lógico analítico-lingüístico

Con el desarrollo de la lógica especialmentede la lógica matemática a fines del siglo XIX einicios del siglo XX como factor condicionantede los avances de la física quántica y los cam-bios cosmovisivos que se produjeron con eltrascendental descubrimiento de la teoría dela relatividad formulada por Einstein que cum-ple ahora su centenario tomó un auge inusita-do el desarrollo de los estudios lógicos.

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La labor de Bertrand Russell con sus aportesa la teoría de los conjuntos y en particular eldespliegue del atomismo lógico así como laconjunción con Ludwig Wittgenstein en re-lación a la significación del lenguaje estimu-laron los enfoques de corte lógico-lingüísti-co no sólo en el terreno de la filosofía y laepistemología, sino en su despliegue hacia lasciencias sociales.

El impacto del positivismo lógico o neopo-sitivismo del Círculo de Viena no se limitóal terreno de la física y las matemáticas comopodría pensarse sino que irradió tambiénhacia las ciencias sociales.

Las contribuciones de Saussure a la lingüísti-ca, el desarrollo posterior de la semiótica y talvez el avance más significativo para todas lasciencias e incluso para la vida cotidiana conlos descubrimientos de Norman Wiener en elterreno de la cibernética que condujeron a la

información sistematizada a encontrar el lu-gar que le corresponde en desarrollo delepisteme indudablemente contribuyeron alinusitado protagonismo contemporáneo deesas disciplinas con el merecido reconocimien-to por una parte y la extrapolación de sus po-sibilidades por otra que nos ha conducido anuevas formas de reduccionismos en este casode carácter lógico-analítico-lingüístico.

Por supuesto que a nadie se le ocurre mini-mizar el papel de esas disciplinas en el cono-cimiento y la vida humana pero de ahí a su-bordinar de manera absolutizante e imperialel papel de la informática, la virtualidad, laautomatización, la amenazante robotizaciónde las industrias, y hasta el posible aniquila-miento de los maestros aplastados por loscomputadores como ha sugerido AlvinTofflerva un largo trecho.

El reduccionismo estructuralista-funcionalista

Desde mediados del siglo XIX cuando se es-tablecen en los estudios biológicos la corre-lación entre la estructura y función de losórganos en los organismos se dieron premisasfavorables para que apareciese este tipo dereduccionismo estructural-funcionalista queno siempre se ha caracterizado por enfatizarequilibradamente ambos momentos de di-cha correlación y en su lugar en ocasiones seha revelado más como estructuralismo y enotras como funcionalismo, según el aspectoque se haya privilegiado.

Resultaba comprensible que después de losestudios biológicos en los que se demostrabacon argumentación suficiente la interdepen-dencia imprescindible entre la estructura or-gánica de cualquier organismo vivo con lasfunciones que desempeñan los diferentes ór-ganos que la componen ese análisis se trasla-dase de una forma con algunas razones al es-tudio de algunas ciencias sociales en particu-Autodefensas. Alipio Jaramillo, 1950.

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lar la economía, la sociología, etc. Incluso enalgunos de sus enfoques sobre los mecanis-mos de funcionamiento de la sociedad capi-talista Marx utiliza estos referentes aun cuan-do no lo convirtiese en fundamento básicode su perspectiva metodología. Del mismomodo Durkheim y Weber apelarían con fre-cuencia al método estructural-funcionalistacomo una herramienta heurística de extraor-dinario valor.

Pero fue en el siglo XX cuando el enfoqueestructuralista tomara fuerza extraordinarialo mismo en la perspectiva ideológica deapuntalar la sociedad capitalista como en elcaso deTalcott Parsons o en el funcionalismode Robert Merton así como en su referentemarxista propiciado por Luis Althusser yMaurice Godelier, entre otros. Para este últi-mo: “(…) hay que partir de las estructuras,de su relación y su papel exacto para captarla racionalidad del comportamiento de losindividuos”.20

Realmente resulta imposible en los estudiossociales evadir de algún modo el análisis dela estructura de los fenómenos sociales ya queinevitablemente esta no solo existe en la rea-lidad objeto de estudio, sino que siempre deforma necesaria se revela y constituye unanecesidad del investigador referirse a ella ytratar de determinar su especificidad. Sinembargo, es necesario tomar distanciamien-to crítico frente al posible estatismo que pue-de derivarse de una postura estructuralistaque no evalúe adecuadamente el dinamismonecesario en que se desarrollan los fenóme-nos sociales así como el exigido enfoque dia-crónico en lugar del limitado análisis sincró-nico.

El reduccionismo hermenéutico

Originalmente se entendía solamente comotraducción o interpretación21. de un textosagrado según Platón pero ya Aristóteles lo

concibe como un métodomucho más amplio que tie-ne que ver con la relaciónentre el pensamiento y lossignos lingüísticos. Poste-riormente con Schleier-macher alcanza un desarro-llo y extensión a diversasdisciplinas del saber. La in-terpretación y la compren-sión se planten como im-prescindibles de ahí queDilthey le considere comoel método universal de lasciencias del espíritu. ParaNietzsche no existían loshechos sino solamente lasinterpretaciones. En tantoHeidegger le otorgó unadimensión ontológica al noreducir la hermenéutica auna interpretación de tex-tos sino a la actitudexistencial del hombre en elmundo como intérprete delSer. Gadamer concibe ellenguaje como el verdade-ro Ser y Ricoeur identificael Ser con el yo admitiendo la posibilidad demúltiples hermenéuticas. MientrasHabermas y Apel han desarrollado una teo-ría crítica del discurso y una hermenéuticade las ideologías.

El reduccionismo fenomenológico

Aunque procede también de los términosgriegos relacionados con la apariencia en ver-dad cobra fuerza el término en la moderni-dad con Lambert y Hegel pero su consagra-ción se produce en Husserl para quien lafenomenología trascendental es un métodoque posibilita describir el sentido de las co-sas y las concibe como fenómenos noemáticosde conciencia. Su tarea es esclarecer las cosasmismas a partir de la subjetividad por cuan-

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to todo necesariamente se percibe desde ésta.Y como hechos de conciencia deben ser apre-hendidos en su intencionalidad. La descrip-ción fenomenológica no es concebida comoempírica ni psicológica sino trascendental.Pretende ser un fundamento crítico del saber,una especie de metaciencia o ciencia a priorique fundamente a las demás ciencias a partirde su método de la intuición eidética. 22

el mayor perfeccionamiento de los instru-mentos y capacidades informativas, comu-nicativas y del conocimiento va un largo tre-cho.

Tal pareciera que los ancestrales problemasque cada día nos golpean al despertar desdela pantalla del televisor como las trasnocha-das guerras por repartirse las fuentes energé-ticas mundiales, la lucha de clases en amboshemisferios planetarios con intensidaddiversificada por las atenuantes que provocadisfrutar de algunas de las jugosas migajas quese desechan en el primer mundo, las heren-cias de la dominación colonial, el injustonuevo (viejo) según Chomsky, orden econó-mico mundial que conduce a que la deudaexterna de los países subdesarrollados sea con-cebida como eterna y ya se plantee con acier-to que los países acreedores son los verdade-ros deudores, el ecocidio universal patroci-nado por la voracidad utilitaria del capitalis-mo, etc., todo esto pareciera que quedaseopacado por la neblina del exclusivo enrique-cimiento epistémico.

Pensar que todo se va a resolver por el perfec-cionamiento de la acción comunicativa (Apel-Habermas) o por la ampliación la red de lainformación (Castells) o por la dominaciónuniversal de las computadoras (Bennet), pa-reciera nuevas utopías abstractas.

Paradigmas ancestrales yemergentes superadores de losreduccionismos

Del mismo modo que desde los primeros es-tadios del desarrollo humano existen premisasepistemológicas, ideológicas y sociales paraque se presenten diversas formas de reduccio-nismos, a la vez existen similares condicio-nes para que hayan aparecido en la historiadel pensamiento humano diversos enfoquesque con diferentes términos pero con conte-nido conceptual de profundas aproximacio-

Los reduccionismos emergentes

Nuevos reduccionismos han ido aparecien-do en los últimos tiempos acorde con losnuevos tiempos de globalización e intentosde postmodernidad. Entre ellos se destaca elde la apología de la sociedad del conocimien-to, de la información y la comunicación.

Se pretende subsumir todos los elementos deldesarrollo socioeconómico, tecnológico, po-lítico, social, etc, en la simple ecuación delmayor o menor dominio del episteme.

Por supuesto que abundan los elementos paraatribuirle al saber una potencialidad extraor-dinaria en el proceso civilizatorio, pero de ahía llegar a pensar que la sociedad contempo-ránea se mueve exclusivamente dominada por

Masacre. Alipio Jaramillo, 1950.

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nes han tratado de superar los enfoquesreduccionistas. Entre ellos se destacan:

1. El paradigma dialéctico

Tal vez sea uno de los más antiguos pues semanifestó tanto en la China en el taoísmo deLao Tse como en Heráclito hasta sus versio-nes modernas en Bruno, Spinoza, Kant,Hegel, Marx, etc. Inicialmente se concibióetimológicamente con el arte de discutir endiálogo, pero los estoicos la identificaron conla Lógica y así se mantuvo durante el auge dela escolástica. Concibe todo lo existente enconstante devenir y evolución contradicto-rios en el que se producen transformacionesde carácter cuantitativo que se acumulan ypropician cambios cualitativos como media-ciones, negaciones y superaciones permanen-tes que posibilitan el desarrollo de todos losfenómenos. Esta visión se ha articulado lomismo a concepciones idealistas como ma-terialistas del mundo.

2. El paradigma holista

El término “holismo”, derivado de la voz grie-ga holos, que significa el todo, lo entero, otambién lo universal, se utiliza con relativamayor frecuencia en los últimos tiempos enlos ámbitos académicos y desde distintas dis-ciplinas por distintas razones. Entre ellas seencuentra el indudable efecto producido porel incremento de la especialización del sabercientífico que implica el nacimiento de nue-vas ciencias y que motivó que desde el siglo

XIX aparecieran preocupaciones respecto ala atomización del conocimiento humano, detal modo que se pusiera en peligro la visiónintegradora del mundo e incluso el propiostatus de la filosofía, como se puso de mani-fiesto en el positivismo spenceriano. Antetales peligros surgieron voces reclamando lanecesaria revalorización de algunascosmovisiones de la antigüedad caracteriza-das por concebir el mundo como la articula-ción orgánica de elementos diversos peronecesariamente interdependientes entre sí.

3. El paradigma de la complejidad

El término complejidad retoma en Morin elsentido latino de “complexus” que es aquelloque “está tejido en conjunto” 23. La aparenterepetición del nombre de cada trabajo no esmás que eso, apariencia. Ya que en cada unode ellos hay un bucle recursivo que seretroalimenta y se re-crea en una dialécticaque se conforma “en kiklos-paideia”,enciclopédicamente, en círculos virtuosos, esdecir, en oposiciones cíclicas creativas. Lapropuesta de Morin es una propuestametodológica que integra el conjunto del“paradigma de la complejidad” que partebásicamente de tres teorías: la teoría de lainformación, que permite entender y asumirel orden y el desorden de un todo o sus par-tes; la cibernética como ciencia del manejo yla regulación de los sistemas; y la teoría delos sistemas que permite ver las partesinteractuando en el todo. A partir de estasteorías y la integración de los conceptos de

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autoorganización propuestos por las cienciascontemporáneas Edgar Morin elabora su dis-curso.

El “Pensamiento Complejo” tiene tres princi-pios básicos desde los cuales aborda e inter-retro-actúa con la realidad24. El primero es“el principio dialógico”, en el cual se inte-gran posiciones contrarias, antagonistas, apa-rentemente incompatibles que se dan al in-terior de los diversos procesos; otro, es “elprincipio de recursión”, en el cual se conci-ben los procesos como un “bucle” autoor-ganizador; y por último, el “principio holo-gramático” por medio del cual podemos ob-servar en cada punto del todo al todo mis-mo, es decir, las partes están en el todo y loconforman, pero también, cada una de laspartes contienen el todo y en ellas éste estápresente. Esta propuesta surge como reacciónal deseo de la racionalidad moderna de sim-plificar, dividir, y desintegrar. La idea básicaen este caso no es negar la simplicidad, sinointegrarla dentro del proceso total de la rea-

lidad en el cual no se pierde la individuali-dad sino que ésta se afirma a través del todo

4. El paradigma poscolonial

Este enfoque que ha aparecido tal vez gestadopor algunos intelectuales de la India por unaparte como una reacción frente al eurocen-trismo propugnando la necesario intercul-turalidad en los análisis sociales se planteacomo señalan Santiago Castro-Gómez, FreyaSchiwy y Catherine Walsh la necesidad deIndisciplinar las ciencias sociales para lo cualEl reto mayor de las ciencias sociales no es yadistanciarse de las otras epistemes con el pro-pósito de garantizar una mayor objetividaddel conocimiento sino acercarse a ellas.25, Paralo cual aseguran: la subalternización del pen-sar y de los conocimientos, sin embargo, nose resuelve mediante la integración de lo“otro” a la epistemología dominante. Si que-remos descolonizar la colonialidad del poder/ saber y no ser subsumidos y silenciados, lasformas disciplinarias mismas, sus meto-dologías y tecnologías de producir y repre-sentar los discursos tienen que serdescolonizadas. En efecto y como proponeeste volumen, la tarea actual es indisciplinarlas ciencias sociales para acceder a nuevas for-mas de pensar tanto adentro como afuera deellas26 pues “Indisciplinar las ciencias socia-les no significa desechar las herramientas oconceptos centrales de las ciencias ni tampo-co las hermenéuticas críticas de las humani-dades”.27

Unos y otros, con viejos y nuevos argumen-tos, estos paradigmas se entrelazan, superpo-nen, confrontan, diferencian y presuponencomo para indicar que las ciencias en su de-sarrollo y en particular las sociales jamás po-drán asumir el nihilismo como paradigma sien verdad aspiran a continuar elevando lahumanidad a nuevos niveles de autocono-cimiento.

Violencia. Carlos Correa, s.f.

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Cinco tesis conclusivas

1. Los distintos tipos de reduccionismosepistemológicos que se han desarrollado enlas ciencias sociales cuentan con antece-dentes significativos desde los primerosestadios del desarrollo del pensamientohumano y especialmente con la constitu-ción de la filosofía antigua y sus vaivenesmedievales ante el poder de la religión.

2. Pero sus referentes mas inmediatos se fue-ron conformando desde la constituciónde la modernidad y en particular con elprotagonismo e impulso de las cienciasnaturales en especial la física, la biologíay las matemáticas, posteriormente con elavance constitutivo de algunas de las cien-cias sociales llamadas a conformar el apa-rato de fundamentación del capitalismocomo la economía política y la sociologíay de mejor comprensión integral del in-dividuo humano y sus congéneres comola psicología, la antropología, la lingüís-tica, etc.

3. Los diferentes tipos de reduccionismosepistemológicos que se han presentado enlas ciencias sociales han estado condicio-nados básicamente por el desarrollo de laciencia en general, en lo cual se ha apre-ciado un determinado protagonismo concarácter cíclico, especialmente en los tresúltimos siglos. Entre los factores condicio-nantes del mismo ha estado la diversidaddel desarrollo social y factores de carácterideológico que no deben ser subestima-dos ni hiperbolizados.

4. Siempre han existido y existirán razonesepistémicas suficientemente fundamen-

tadas para concebir tanto unilateral comomultilateralmente la realidad y el hechode que prevalezca una u otra perspectivadependerá tanto del nivel de desarrollode la ciencia y la filosofía, del reconoci-miento mayor o menor que tenga elprotagonismo de algunas ciencias en par-ticular dado su impacto tecnológico osocial así como del grado de desarrollo ysolución de las contradicciones sociales dela época histórica en que se generan y di-suelven los reduccionismos.

5. El hecho de que en los últimos tiemposhaya ido tomando mayor auge los enfo-ques dialécticos, sistémicos, holísticos,complejos, transdiciplinarios, etc., en lasinvestigaciones científicas en general y enparticular en las ciencias sociales que hantraído como consecuencia un relativo de-bilitamiento de los diferentes tipos dereduccionismos epistemológicos no signi-fica que estos hayan desaparecido o se en-cuentren en vías definitivas de extinciónpues la humanidad aunque avanza infini-tamente en el proceso de enriquecimientode su episteme no puede ignorar algunastrabas, obstáculos, ídolos (F. Bacon), quesubyacen y reverdecen con frecuencia so-bre todo cuando aparecen nuevos horizon-tes o paradigmas científicos y filosóficos.

Así la historia parece repetirse como ciclosinfinitos en los que los nuevos reduccionis-mos emergentes son enfrentados críticamentepor paradigmas epistemológicos mucho másamplios y enriquecedores que le permiten alser humano cada vez incorporar nuevos blo-ques científicamente validados que elevan laaltura a la infinita atalaya epistémica y prác-tica de las nuevas generaciones humanas.

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Notas

1 Citado por Morin, E. Epistemología de la com-plejidad en Colectivo de autores. Nuevosparadigmas, cultura y subjetividad. Paidós. Bue-nos Aires. 2002. pg. 422.

2 Guadarrama, P. El lugar del componente ideo-lógico en la filosofía y en el pensamiento políti-co.” Filosofía y Sociedad. Director de colectivode autores. Editorial Félix Varela. La Habana.2000, Tomo I p. 82-100.

3 Jameson, F. “Apuntes sobre la globalización comoproblema filosófico”. En Pensar en los intersti-cios. Teoría y práctica de la crítica postcolonial .Castro-Gómez, S. y otros Editores. Pensar.Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999.P. 76.

4 Buenaventura, San. “Reducción de las cienciasa la teología” en. Torres, Eduardo. Antología delpensamiento medieval. Editorial Ciencias Socia-les. La Habana. 1975. p. 510.

5 Aquino, Tomás. Suma contra gentiles . Torres,Eduardo. obra cit. p. 322.

6 Morris, D. Patterns of Reproductive Behavior .London. 1970. P. 11.

7 Conferencia en la Universidad Central de LasVillas, Santa Clara, Cuba. durante el I Encuen-tro Hispano-Cubano de Filosofía (1994).

8 FernándezTresguerres, A. Sociobiología... ¡por quéno!. El Basilisco. no. 5. Oviedo. mayo-junio 1990.p. 96.

9 —————. “Antropología y agresión. Notaspara un análisis filosófico.” El Basilisco Oviedo.n. 3. enero-febrero. 1990. p. 26.

10 “Para lograr una definición de cultura que logreeludir el carácter estrecho o unilateral de mu-chas concepciones que abundan en los ambien-tes académicos y usualmente en mayor medidafuera de estos debe considerarla como el gradode dominación por el hombre de las condiciones devida de su ser, de su modo histórico concreto deexistencia, lo cual implica de igual modo el controlsobre su conciencia y toda su actividad espiritual,posibilitándole mayor grado de libertad y benefi-cio a su comunidad. Si determinados animalesson capaces de en su actividad de cumplimentartales requisitos axiológicos que demandara siem-pre este concepto -no por simples razonesetimológicas- entonces no habría inconvenien-tes en incluir sus actividades dentro del mismo,

el problema radicaría más bien en la considera-ción de que sus actividades “culturales” resultenprovechosas o no a dicha especie” Guadarrama,P y N. Periliguin,. Lo universal y lo específico enla cultura Universidad INCCA de Colombia.Bogotá. 1988.; Editora de Ciencias Sociales. LaHabana.1989. Universidad INCCA de Colom-bia. Bogotá. 1998. p. 300.

11 Idem. p.219.

12 Véase: Guadarrama José Martí y el humanismolatinoamericano. Convenio Andrés Bello. Bogo-tá. 2003.

13 Véase: Guadarrama, P. Positivismo yantipositivismo en América Latina . EditorialCiencias Sociales. La Habana. 2004.

14 Este proceso lo formula como semejante al quese aprecia a partir de células simples como laameba, en que por mecanismos de interaccióncon el medio se hacen más complejas la estruc-tura y función de otros organismos superiores.En esa época se había producido el descubri-miento de la célula, y es el momento en que estáa punto de formularse la teoría de la evoluciónde Darwin. Resulta interesante que la filosofíase adelantara en cierta forma a las ciencias natu-rales, ya que Spencer formula la teoría de la evo-lución en un plano eminentemente filosófico,sin poder demostrarla de manera científica. Estolo hace posteriormente Charles Darwin, sinembargo, el eminente biólogo inglés supo reco-nocer la talla intelectual de Spencer, y le dedicósu libro considerándolo como precursor de laformulación de dicha teoría.

15 "La teoría materialista de que los hombres sonproducto de las circunstancias y de la educación,y de que por tanto, los hombres modificadosson producto de circunstancias distintas y de unaeducación modificada, olvida que son los hom-bres, precisamente los que hacen que cambienlas circunstancias y que el propio educador ne-cesita ser educado. Conduce pues, forzosamen-te a la división de la sociedad en dos partes, unade las cuales está por encima de la sociedad (así,por ejemplo, en Robert Owen). La coinciden-cia de la modificación de las circunstancias y dela actividad humana solo puede concebirse yentenderse racionalmente como práctica revo-lucionaria.” Marx, K. “Tesis sobre Feuerbach”.En Marx, K. Y Engels, F. Obras escogidas. Edito-rial Progreso Moscú. 1973. p. 8.

16 Engels, F. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofíaclásica alemana. Marx, C. y F. Engels. Obras Es-

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cogidas. Ediciones en lenguas extranjeras. Mos-cú. 1955. 384-385.

17 Carta de F. Engels. Bloch, 1895. Marx, C. y F.Engels. Obras Escogidas. Ediciones en lenguasextranjeras. Moscú. 1955.

18 Kosik, K. Dialéctica de lo concreto. Grijalbo. Bar-celona. México. 1998. P. 127.

19 Ibidem.

20 Godelier, M. Racionalidad e irracionalidad en laeconomía. Editorial Siglo XXI. México. 1970. P.96.

21 “La metodología hermenéutica tiene un puntode partida, y este es el de establecer que la ac-ción humana conlleva una intencionalidad, unsignificado profundo, y que tal significado pue-de ser comprendido e interpretado, en tanto esaacción es objetivable en un texto” Quiroz, Mi-randa, S. Metodología y ciencia social. El paradig-ma emergente. Busca. Mexicali, 1997. p. 122.

22 “Las ciencias son creaciones del espíritu, que per-siguen cierto fin y deben ser juzgadas por tantocon arreglo a este fin. Y lo mismo puede decirsede las teorías, las fundamentaciones y en generaltodo aquello que llamamos método. Una ciencia

es en verdad ciencia, un método es en verdad mé-todo, si es conforme al fin a que tiende. La lógicaaspira a investigar lo que conviene a las verdade-ras ciencias, a las ciencias válidas como tales, ocon otras palabras, lo que constituye la idea de laciencia, para poder saber por ello si las cienciasempíricamente dadas responden a su idea y hastaqué punto se acercan a ella, o en qué chocan con-tra ella.”.Husserl, E. Investigaciones lógicas. Revis-ta de Occidente. T.I. Madrid. 1967. p. 57.

23 Morin, Edgar; El método, Ed. Cátedra, Madrid,1981- 1983. T. I-IV

24 Morin Edgar, La necesidad de un pensamientoComplejo, en, Moena Sergio Compilador, Pen-samiento Complejo, Ed. Magisterio, Bogotá,2000. Esta es una interesante síntesis elaboradapor Edgar Morin a petición de su alumno Pen-samiento Complejo.

25 Castro-Gómez, S. Freya Schiwy y CatherineWalsh Introducción a Indisciplinar las cienciassociales. Universidad Andina Simón Bolívar. Edi-ciones Abya-Yala. Quito 2002 p. 12.

26 Ídem. P. 13.

27 Idem. P. 15.

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Monseñor Germán Guzmán, Teóficlo Rojas (a. Chispas) y un niño bandolero. Tomado de larevista El Minuto de Dios Nº 6, julio de 1962. Bogotá.

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Araíz de mi reciente retorno a la Universidad Nacional de Colombia (Ins-tituto de Estudios Políticos y Rela-

ciones Internacionales), un colega me pre-guntó qué tendencias dentro del campo cien-tífico social me habían parecido las más sig-nificativas durante el periodo de veinte añosde mi retiro de las aulas. Me puso a pensar:no había duda sobre la gran significación dealgunos procesos vividos durante el periodo.Decidí entonces valerme de esta conferenciamensual del Instituto, que formaliza mi rein-tegro al mundo académico, para articular unaprimera y rápida respuesta a aquella incitan-te pregunta.

Por un conocimiento vivencial*

Orlando Fals Borda

Entre las tendencias de los últimos dos dece-nios dignas de tal reflexión, hay una medioescondida que merece salir del claroscuro. Merefiero a la incidencia sobre determinadosgrupos académicos y políticos de Europa yNorteamérica, de una contracorriente inte-lectual autonómica que se ha formado entrenosotros los del Tercer Mundo. Junto a estefenómeno, como elemento de refuerzo de lamisma tendencia, figura un mayor y respe-tuoso conocimiento de la realidad cultural yhumana de nuestras sociedades tropicales ysubtropicales adquirido durante este perio-do tanto por nosotros cuanto por loseuroamericanos.Tiendo a pensar que muchos

* Conferencia inaugural en la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, abril 7 de 1987, auspiciada por el Instituto deEstudios Políticos y Relaciones Internacionales de la misma.

Textos de Orlando Fals Borda

Mompox. Plumilla de Jaime di Filippo. 1996.

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de estos descubrimientos se han realizadodentro de un marco crítico común que invi-ta a retar políticamente a las instituciones delpoder formal así en los países dominantescomo en los dependientes. Pero el orto deeste movimiento, con sus impulsos raizales yremolinos revolucionarios, parece hallarsemás entre nosotros los periféricos que en elmundo desarrollado.

Por supuesto, estas premisas implican variospuntos debatibles. El primero, que en los úl-timos años en verdad se ha configurado, ennuestros países pobres y explotados, un gru-po de científicos sociales y políticos retado-

les. No obstante, la producción de estas per-sonas por regla general no ha trascendido lasfronteras nacionales precisamente por el mi-metismo que despliegan.

Todo esto es debatible, pero quizás hayaacuerdo general en que existen pruebas parademostrar en principio las dos premisas su-geridas, lo que me excusaría de tomar el tiem-po de esta conferencia para hacerlo. Más bienme dedicaré a explorar una hipótesis com-plementaria. Sostendré que aquella inciden-cia intelectual del Tercer Mundo tropical so-bre grupos homólogos críticos de países do-minantes encuentra acogida en razón de lacrisis existencial que afecta a las sociedadesavanzadas de las zonas templadas, sea por lasproclividades auto-objetivantes de la cienciay la técnica modernas desarrolladas allí, seaporque hoy surgen amenazas serias para lasupervivencia de todo el género humano re-lacionadas con los avances inconsultos de esamisma ciencia euroamericana fetichizada yalienante.

Los euroamericanos, evidentemente, progre-saron y se enriquecieron con el desarrollocientífico-técnico, mucho a expensas de no-sotros los del Tercer Mundo. Pero ello fuetambién a expensas de su alma y de los valo-res sociales, como en el contrato mefistoféli-co. Ahora, después de haber botado la llavedel arca del conocimiento prístino de dondepartió el progreso, hastiados de éste por laforma desequilibrada que tomó, y avergon-zados de la deshumanización resultante, losnuevos Faustos pretenden reencontrar la lla-ve del enigma en las vivencias que todavíapalpitan en las sociedades llamadas atrasadas,rurales, primitivas, donde existe aún la praxisoriginal no destruida por el capitalismo in-dustrial: aquí en América Latina, en África,en Oceanía.

Si esto fuese cierto, tal constatación de lasfallas existenciales e ideológicas en la zona

res del statu quo cuya producción indepen-diente ha tenido efectos localmente y más alláde las fronteras nacionales. El segundo pun-to diría que se ha acumulado tanta informa-ción fresca sobre sectores de nuestras socie-dades como para dar base a una reflexión teó-rica y metodológica propia que modifica an-teriores interpretaciones por lo regularexogenéticas o eurocéntricas. Claro que lostrabajos rutinarios no han desaparecido deentre nosotros, ya que sus marcos de referen-cia continúan reproduciéndose por inercia eninstituciones académicas y en medios de co-municación masiva controlados por perso-nas caracterizables como colonos intelectua-

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templada podría darnos todavía más certezay justificación a los del Tercer Mundo en labúsqueda autónoma para interpretar nues-tras realidades. Y más seguridad en nuestracapacidad de saber modificarlas y construirformas alternativas de acción política y so-cial para beneficio nuestro y, de contera, tam-bién para el de todos los pueblos explotadosy oprimidos de la tierra.

La frustración del eurocentrismo

No es nuevo lo que voy a decir a continua-ción para sostener estos puntos de vista ini-ciales, y lo repetiré sucintamente. Desde co-mienzos del presente siglo, y en especial apartir de los desastres materiales y espiritua-les de la Primera y Segunda Guerras Mun-diales, muchos científicos y filósofos euro-peos reconocieron el problema existencialaludido y cuestionaron el propósito final desus conocimientos y acumulaciones técnicas,así en las universidades como en los labora-torios. El inspirador de esas tareas había sidoel cartesianismo analítico junto con la tenta-ción teleológica de obtener control sobre losprocesos naturales. Además, en lo político sehabían diseñado formas democráticas repre-sentativas apuntaladas en un positivismo fun-cional y en las ideologías de la libre empresay la propiedad absoluta. Como no todo an-duvo bien, la sociedad europea se dividióentre utopistas y realistas, dando origen a esa

controversia permanente que parte deHobbes y encuentra su nadir en el fascismo.

Al cabo de casi dos siglos de experiencias, ladesilusión y la protesta se convirtieron en ali-mento diario de aquella sociedad. Recorde-mos, entre otras voces díscolas, el pesimismode Spengler sobre los resultados de la bús-queda del desarrollo económico, y la críticafenomenológica de Husserl sobre el desvíodel positivismo, creando escuelas que desem-bocaron en revisiones sustanciales de la in-terpretación ontológica. Hasta las cienciasnaturales experimentaron esta desazón y bus-caron una revisión orientadora. Encabezadospor los físicos cuánticos, descubrieron la in-finitud de la estructura interna de las partí-culas atómicas y dieron el salto del paradig-ma mecánico de lo cotidiano, de Newton, alinfinitesimal y relativo de Einstein, comple-mentándolo con la inesperada y heréticaconstatación (de Heisenberg) sobre la inde-terminación del conocimiento experimentaly el papel antrópico del observador.

En el campo filosófico hubo también esfuer-zos para alejarse del cartesianismo y del posi-tivismo que vale la pena recordar: entre otroslos de la Escuela Crítica de Frankfurt al com-binar el rechazo al nazismo con el rescateantidogmático del marxismo; y el de la filo-sofía de la ciencia (Gaston Bachelard).Todosestos esfuerzos fueron de grandes proporcio-

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nes para el subsecuente desarrollo científicoy técnico y para la revisión de actitudes anteel conocimiento y el progreso humano. Enlos países delTercer Mundo, quizás por razo-nes de lenguaje, apenas si llegaron los mur-mullos de esa revisión. En lo concerniente alas ciencias sociales, por ejemplo, éstas siguie-ron apegadas al cientificismo positivista, ytodavía hoy se hallan en la anticuada etapadel paradigma newtoniano.

Sin embargo, hubo igualmente lastres per-sistentes en el desarrollo de la reinterpretacióncrítica europea. Por lo general, los intelectua-les iconoclastas pretendieron resolver,comprensiblemente, sus problemas de con-cepción y orientación todavía dentro de losparámetros del conocimiento tradicional.Europa seguía siendo el ombligo del mun-do, el modelo a seguir por todos los demásaunque su sociedad fuera perdiendo sabor ysentido para sus propios miembros. Se pen-só entonces que la solución de los problemasexistenciales de las naciones avanzadas podíaalcanzarse si se desanduviera allí mismo elrecorrido hasta retrotraerlo al complejo car-tesiano como reconocido punto de partidadel desvío cientificista. Y luego tomar el per-dido rumbo humanista que corregiría lospeligros de la alienación de los intelectualesy de los científicos.

Estas propuestas de enmienda, evidentemen-te parroquiales, siguieron discutiéndose por

un buen tiempo. Hasta Habermas, la últimagran figura de la Escuela de Frankfurt, cayóen el simplismo de la continuidadeurocéntrica y del modelo del desarrollo avan-zado. Ello limitó las implicacionesuniversalistas de sus tesis sobre conocimien-to e interés como fórmula para superar el sín-drome de la deshumanización moderna queadvirtió, interpretó y condenó en toda suamplitud.

Desde cierto punto de vista, el eurocentrismoumbilical es inexplicable, porque la sociedady la ciencia europea son en sí mismas el frutohistórico del encuentro de culturas diferen-tes incluyendo las del actual mundo subde-sarrollado. Es natural preguntarse, por ejem-plo, si Galileo y los demás genios de la épocahubieran llegado a sus conclusiones sobre lageometría, la física o el cosmos sin el impac-to del descubrimiento de América, sus pro-ductos y culturas, o sin la influencia deslum-brante de los árabes, hindúes, persas y chi-nos que bombardearon con sus decantadosconocimientos e invenciones a la Europa ru-dimentaria del pre-Renacimiento.

El revezo de la vieja corrientecolonizadora

Últimamente, los grupos de intelectualessufrientes de Euroamérica han tratado decorregir aquella tendencia narcisista yparroquial. Es posible encontrar ahora entre

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ellos expresiones de reconocimiento respetuo-so del mundo marginal pauperizado, un que-rer sentir y comprender empáticamente losvalores de las sociedades tropicales ysubtropicales no industrializadas, cierta ad-miración nostálgica por la resistencia de losindígenas y campesinos analfabetas y explo-tados delTercer Mundo ante los daños y per-juicios del desarrollo capitalista y de la racio-nalidad instrumental.

No podré hacer ahora un tratado sobre talesgrupos de protesta intelectual y científica quevan más allá de las descripciones de aspavien-to de viajeros y misioneros de siglos anterio-res. Pero vale la pena recordar algunas expre-siones notables, y examinar sus lazos o afini-dades ideológicas con lo nuestro. Veremoscómo muchos asuntos principales tratadospor ellos se enraízan en la problemática delTercer Mundo y se articulan con ella. Estodemostraría cómo las viejas corrientes inte-lectuales colonizadoras del norte hacia el surpudieran estar cambiando parcialmente decurso en estos años para volverse en direc-ción contraria, del sur hacia el norte, y crearinteresantes olas de convergencia temáticainspiradas en la vieja consigna de conocerpara poder actuar bien y transformar mejor.En cuyo caso, lo que estaríamos observandosería realmente el comienzo de una herman-dad universal comprometida políticamentecontra sistemas dominantes, una hermandadconformada por colegas intensamente pre-ocupados por la situación social, política,económica y cultural de todos nosotros losque heredamos este mundo injusto, defor-me y violento, allá como acá, y que quere-mos cambiarlo de manera radical.

Para empezar nuestra revisión de datos y ex-periencias relacionadas con este fenómeno,veamos una expresión de la convergencia te-mática y compromiso espiritual y político enquienes han rescatado la cultura popular eindígena. Con este esfuerzo se ha descubier-

to otra visión del mundo muy distinta de latransmitida por culturas opresoras. Como sesabe, para alcanzar esa visión Claude Levi-Strauss hizo viajes frecuentes a América Lati-na y África, y plasmó en páginas admirativasel “pensamiento salvaje” que allí detectó. Sonlas realidades cosmológicas sobre circuitos dela biosfera y el mecanismo del “eco humano”que comunicaron también los indios desanade nuestra Amazonía a Gerardo Reichel-Dolmatoff. Estos estudiosos, como muchosotros autores, recogieron aquella sabiduríaprecolombina que los científicos occidenta-les habían despreciado, pero que el pueblocomún tercermundista preservó a pesar detodo en sus lejanos caseríos y vecindarios.

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No nos sorprenda que allí, en ese mundorústico, elemental o anfibio (el del hombrecaimán y el hombre hicotea) que ha atraídoa los antropólogos, se haya configurado tam-bién el complejo literario del Macondo, hoyde reconocimiento universal. Científicos eintelectuales del norte y del sur convergieronasí creadoramente con novelistas y poetas paraabrir surcos nuevos de comprensión del cos-mos y retar versiones facilistas y parciales delconocimiento que provienen de la rutina aca-démica. Los Macondos, junto con los bos-ques brujos de los yaquis, las selvas de losmundurucú y los ríos-anaconda de los tupisson símbolos de la problemática tercermun-dista y de la esperanza euroamericana: reúnen

lo que queremos preservar y lo que ansiamosrenovar. Retan lo que cada uno cree que pien-sa de sí mismo y de su entorno. En fin, lomacondiano universal combate, con senti-miento y corazón, el monopolio arrogantede la interpretación de la realidad que haquerido hacer la ciencia cartesiana.

Tampoco se salvan de los retos del mundosubdesarrollado los practicantes de las cien-cias naturales, especialmente aquellos quepersisten en ver el universo como si fueseconstituido de partículas o bloques elemen-tales finitos, medibles y matematizables. Laconcepción mecanicista del mundo que he-redó el físico austriaco Fritjof Capra, porejemplo, empezó a caer cuando éste y suscolegas analizaron los problemas ecológicosde explotación de la naturaleza y advirtieronformas no lineales en procesos vitales comu-nes. Eso no lo descubrieron solos, sino quelo aprendieron mayormente de comunida-des indígenas y de la sabiduría intuitiva deéstas. Capra protestó por la desorientacióninhumana de la ciencia moderna, y encon-tró factores de equilibrio para esa tendenciamortal sólo en el I-Ching y en enfoquesholísticos basados en el ying y el yang y en elmisticismo de los pueblos olvidados del Le-jano Oriente. Con base en estos postuladostercermundistas, presentó su desafiante doc-trina del “Punto de retorno” y su propuestade una meta-física que comparten otras au-toridades científicas (no todas, por supues-to).

De manera similar, el epistemólogo canadien-se Morris Berman descubrió las limitacionesde los conceptos académicos de circuito, cam-po de fuerza, conexión e interacción a travésdel estudio de la alquimia medieval, deltotemismo y de los cultos a la naturaleza delos indígenas americanos. Fueron trabajos deafricanos (Chinua Achebe y otros) de los quemás le iluminaron para replantear la impor-tancia que tienen para la ciencia moderna

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tesis derivadas de esas formas no académicas,y la necesidad de “reencantar el mundo” conlo que él llamó “conciencia participativa”. Asíhizo eco a clamores similares de grupos lati-noamericanos e hindúes que planteaban, des-de antes, metodologías innovadoras con estaclase de conciencia.

¿Qué llevó a Foucault, por su parte, a postu-lar la conocida tesis sobre “insurrección deconocimientos subyugados” en su primeraconferencia de Turín? Él mismo lo explicacomo una reacción a la tendencia erudita deproducir un sólo cuerpo unitario de teoríacomo si fuera la ciencia, olvidando otras di-mensiones de la realidad, especialmente lasde las luchas populares no registradas ni ofi-cial ni formalmente. No sabemos con exacti-tud, por su prematura muerte, cuánto inci-dió en Foucault el constatar la difícil situa-ción de los indígenas americanos a quienes

visitó, y de quienes alabó sus supervivenciasculturales y uno que otro alucinógeno. Nodebió ser poco, ya que la homologa con lasluchas olvidadas que él mismo documentasobre el loco, el enfermo y el preso. De allí sederivan sus análisis sobre las relaciones entreel saber y el poder político y los condicio-nantes sobre el poder científico, análisis queconvergen con claras preocupaciones tercer-mundistas anteriores y contemporáneas.

Puede parecer antipático hacer un examensobre la originalidad de las ideas en gruposde intelectuales del norte y del sur; pero comola hipótesis complementaria sobre la acogidaexistencial e ideológica de los norteños quehe venido explorando lleva hacia allá, voy aintentarlo con la consideración debida. Meparece que los hechos hablan por sí solos, demodo que procederé no más que a mencio-nar los polos temáticos respectivos, declaran-do fuera de concurso, anticipadamente, a es-critores-historiadores latinoamericanos comoEduardo Galeano y Alejo Carpentier, por lasobvias razones de su demostrada universali-dad.

La dialógica moderna se propuso primero enel Brasil (Paulo Freire). Dar voz a los silen-ciados y fomentar el juego pluralista de vo-ces diferentes, a veces discordantes, se con-virtió en consigna de estudio y acción parasociólogos influyentes del Canadá (Bud Hall)y Holanda (Jan de Vries), entre muchos otros,y para todo un movimiento renovador de laeducación de adultos a nivel mundial.

Las teorías de la dependencia y el sistemacapitalista mundial, así como el desarrollo delsubdesarrollo, encontraron sus primeros cam-peones en Egipto, Senegal (Samir Amin) yAmérica Latina (Fernando H. Cardoso, CelsoFurtado, André Gunder Frank), con repli-caciones posteriores en Europa (InmanuelWallerstein, Dudley Seers). De la mismamanera han tenido repercusiones los aportes

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de la Comisión Económica para AméricaLatina (CEPAL) en las teorías sobre el equi-librio económico regional, así como la críti-ca tercermundista de los “economistas des-calzos” (Manfred Max-Neef ) que demuestralas graves fallas técnicas y teóricas de esta dis-ciplina, sus objetivos y alcances.

La propuesta praxiológica de la subversiónmoral que se extendió por todo el mundo,incluyendo las universidades de los paísesavanzados, tuvo su cuna entre las gentes denuestras islas y montañas y en sus luchas (Ca-milo Torres, Ché Guevara). Asimismo, y ensimilares circunstancias, emergió de nosotrosla teología de la liberación (GustavoGutiérrez, Leonardo Boff ) que ha llevado arevisar la rutina eclesial católica y ecuménica.El rescate de las luchas populares y de la per-sonalidad y cultura de los “grupos sin histo-ria” ha sido iniciativa de bengalíes, hindúes yceilaneses (da Silva, Rahman y otros) con re-sonancias posteriores en trabajoseuroamericanos (Eric Wolf, Georges Haupt).

Además del impacto de las revoluciones deCuba y Nicaragua que han colocado aLatinoamérica en las vanguardias de movi-mientos de liberación sociopolítica, registra-mos el positivo efecto sobre el marxismoesclerosado de los europeos con aportes con-cretos de nuestros investigadores sobre pro-blemas de la periferia en América, África, Asia

y Australia (Bartra, Stavenhagen, GonzálezCasanova, Benarjee, Taussig, Mustafa). Algosemejante ha ocurrido con las teorías del Es-tado y la democracia originadas en el conosur americano (Lechner, O’Donnell); sin ol-vidar el extraordinario aporte original de loshindúes a la física cuántica.

El Simposio Mundial de Cartagena sobreinvestigación-acción en el que las voces y ex-periencias del Tercer Mundo fueron deter-minantes, sostuvo tesis sobre intervención yparticipación social que complementaron oreorientaron trabajos convergentes en Fran-cia, Austria, Suiza, Holanda, Suecia y los Es-tados Unidos.

La lista puede seguir. Pero quizás lo que vie-ne dicho sea suficiente para confirmar par-cialmente la hipótesis complementaria quehe propuesto sobre la originalidad a que in-vita el estudio autonómico de nuestros pro-blemas y el acoplamiento a estos estudiosentre los norteños que sufren su propia crisisexistencial e ideológica. Es evidente: asfixia-dos por sus nubes tóxicas, basureros radioac-tivos y lluvias ácidas, aturdidos por lavacuidad juvenil, asustados por misiles y co-hetes militares, los euroamericanos buscanrespuestas, soluciones y equilibrios en nues-tros aires frescos y horizontes vitales. Lo quevengo relatando muestra también cómo lacorriente del pensamiento del centro hacia

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la periferia se ha venido revezando, y cómoella está tomando igualmente la interesantederivación sus-sur.

Parece que se ha venido formando así, desdehace unos veinte años, un movimiento con-junto de colegas de diversos orígenes nacio-nales, raciales y culturales preocupados porla situación del mundo en su totalidad, cu-yos puntos de vista confluyen a nivel de igual-dad de manera comprometida y crítica con-tra el statu quo y los sistemas dominantes. Eneste movimiento conjunto me parece quehemos quedado involucrados muchos denosotros en nuestras propias búsquedas, al-gunos, como yo, por fuera del ámbito uni-versitario.

Un reto político universalmentecompartido

En últimas, el efecto de todos estos trabajoses de carácter político y seguramente de al-cance universal. Puede verse que la herman-dad de los intelectuales críticos del norte ydel sur propende por un mundo mejor en elque queden proscritos el poder opresor, laeconomía de la explotación, la injusticia enla distribución de la riqueza, el dominio delmilitarismo, el reino del terror y los abusoscontra el medio ambiente natural. Comohemos visto, sobre estos asuntos vitales nosreforzamos mutuamente los unos a los otros.Por encima de las diferencias culturales y re-gionales, reiteramos el empleo humanista dela ciencia y condenamos el uso totalitario ydogmático del conocimiento. Tratamos debrindar, por lo tanto, elementos para nuevosparadigmas que recoloquen a Newton y Des-cartes. Buscamos dejar atrás a los dos tétricoshermanos: el positivismo y el capitalismodeformantes, para avanzar en la búsqueda deformas satisfactorias de sabiduría, razón ypoder, incluyendo las expresiones culturalesy científicas que las academias y los gobier-nos han despreciado, reprimido o relegado a

segundo plano. Es lo que, en términos gene-rales, se llamó durante el decenio de 1960,“ciencia social comprometida”.

Una revisión detallada de los trabajos men-cionados puede demostrar que existe en to-dos ellos no sólo el ideal del “compromiso”de la década de 1960 y la reacción contra elmonopólico paradigma positivista, sino elafán político de dar un paso más y ofreceruna alternativa clara de sociedad. Esta pro-puesta -queda dicho- se alimenta de un tipode conocimiento vivencial útil para el pro-greso humano, la defensa de la vida y la co-operación con la naturaleza. Quienes hemos

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querido ayudar a construir esta propuesta,hemos hablado de participación cultural, eco-nómica y social desde las bases, la construc-ción de contrapoderes populares, la procla-mación de regiones autónomas y el ensayoabierto de un federalismo libertario. Además,la propuesta vivencial alternativa invita a re-visar concepciones antiguas sobre laautodefensa justa, el tiranicidio y el maquia-velismo sólo sancionadas antes en España eItalia.

Queremos, pues, fomentar actitudes altruistasque equilibren la parcial visión hobbesianade la sociedad del hombre-lobo-para-el-hom-bre que nos han transmitido en la escuelaeuropeizante y fuera de ella como verdaduniversal y eterna. En fin, queremos sondearlas relaciones dialécticas que existen entreconocimiento y poder y colocarlos al servi-cio de las clases explotadas para defender losintereses de éstas.

La propuesta alternativa también se constru-ye como neutralizador ideológico de las so-luciones nazifascistas, xenofóbicas y de fuer-za que acabaron con Europa y amenazan aúna democracias maduras, para favorecer encambio salidas pluralistas, tolerantes, de di-ferencias y puntos de vista diversos construi-dos con movimientos sociales de base, lo cualha sido una contribución específica de esfuer-zos populares del Tercer Mundo con metás-tasis en el Primero. Paradójicamente, éste erael tipo ideal de conocimiento y acción, me-dio utópico quizás, por el que propugnaronlos filósofos principales de los siglos XVII yXVIII, empezando con la invitación de sirFrancis Bacon de crear una tecnología hu-manista. Supongo que Descartes nunca ima-ginó las distorsiones vivenciales y los desas-tres ecológicos que sus tres reglas de análisispositivo impusieron a la sociedad. Ni queGalileo hubiera querido que la matema-tización de la naturaleza iniciada por él, lle-vara a la bomba atómica.

Aún así, los ideales de bienestar humano deaquellos filósofos y científicos persisten. Lasrecientes generaciones de intelectuales com-prometidos del norte y del sur, sin volver atrásel reloj de la historia, han empezado a revisarmitos y tabúes creados desde la Ilustraciónalrededor de las instituciones sociales, reli-giosas y políticas vigentes, ya que éstas, conel paso de los años, han perdido su espíritupara tornarse en cosas y fetiches. Tal el casocon los conceptos de Estado-nación, el par-tido político, la democracia representativa, lasoberanía, y la legalidad del poder público,por una parte; y por otra, los conceptos deiglesia-Estado, el concordato eclesial, la pri-sión, el servicio militar, y el desarrollo eco-nómico. El desempeño contagiante de estasinstituciones enfermas y alienantes ha sidoclaramente denunciado por la hermandadcrítica del norte y del sur, aunque del TercerMundo se hayan levantado voces más clarasproducidas quizás por el efecto empeoradode la experiencia regional derivada. Porqueaquí sí parece que se cumpliera la tesis leni-nista sobre el rompimiento del sistema porel eslabón más débil.

No es sorprendente, por lo mismo, que es-tén sobre el tapete las fórmulas alternativasde democracia y sociedad mencionadas atrás.Ello invita a ensayar estilos nuevos de hacerpolítica y entenderla. Por eso tanto en Euro-pa como en la India y en Colombia busca-mos métodos frescos y alegres de organiza-ción popular diferentes de los impuestos porlos dogmas (así liberales como leninistas) so-bre los partidos con sus solemnes tesis sobreracionalidad, verticalidad del mando, centra-lismo de cuadros y monopolio de la verdad,dogmas y tesis que se han constituido en partede nuestras crisis actuales. Y salen voces“bacanas” y luces correctivas desde nuestrospaíses subdesarrollados que iluminan la po-tencialidad creadora de los azares de las lu-chas, de la espontaneidad y de la intuiciónde las masas para ir organizando movimien-

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tos regionales sociales y políticos indepen-dientes.

Por último, si la revisión que acabo de hacerresultara cierta, así fuese parcialmente, ten-dremos que cambiar los viejos mitos hereda-dos sobre la superioridad del faro intelectualeuroamericano que tanto ha condicionadonuestra vida política, económica y cultural yque nos mantiene en el atraso y en la pobre-za permanente. Aun admitiendo la sintoníapositiva con ese faro, sería triste mantener-nos en los paradigmas ya superados por losdesarrollados técnico-científicos modernos, yseguir repitiendo e imitando autores, filóso-fos e ideólogos cuya vigencia puede resultardiscutible. ¿Para qué seguir llevando flores aídolos dudosos, citar acríticamente a escrito-res obsoletos, o elevar como maestros a cole-gas cuyo pensamiento ha sido eco o desarro-llo de nuestros propios análisis, un eco a ve-ces ampliado por la resonancia de aparatoshegemónicos? Si según muchos euroame-ricanos prominentes la llave del arca del co-nocimiento vivencial se encuentra entre no-sotros los de la periferia del Tercer Mundo,¿no resulta absurdo persistir en hallarla a tra-vés de terceros que, por razones histórico-culturales, no saben bien de los cofres tropi-cales y macondianos en que pueda estar es-condida?

Como dije al principio, estos datos debierandarnos a nosotros los periféricos todavía máscerteza en la interpretación de nuestras reali-dades, más seguridad en saber transformar-las, y más confianza en construir autó-nomamente nuestros propios modelos alter-nativos de democracia y sociedad. Sin em-bargo, habría que ponernos de acuerdo, losgrupos críticos de todas partes, por lo menosen una condición de justicia histórica: quelos esfuerzos de interpretación, cambio yconstrucción de los modelos nuevos se diri-jan prioritariamente a beneficiar al pueblohumilde y trabajador que celosamente guar-

dó aquella llave del arca vivencial a través desiglos de penuria, explotación y muerte. To-davía podemos aprender mucho de las for-mas de creación y defensa cultural así comode las tácticas de resistencia secular de nues-tros humildes grupos de base, formas y tácti-cas que pueden servir para que todos con-juntamente sorteemos con éxito la época degraves peligros en que nos ha tocado vivir.

Haber llegado a sentir, principalmente concolegas de países dependientes, cómo ibanconformándose estos procesos sociales, cien-tíficos y políticos en tantas partes del mun-do, fue de los tónicos que más me estimula-ron durante estos jalonantes, aleccionadoresveinte años de alejamiento de la UniversidadNacional.

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El 4 de enero de 2001 suscribimos ypublicamos un primer “Manifiesto”sobre la autoestima y la creatividad

en la ciencia colombiana, que fue discutidoen diversos ámbitos académicos, comoColciencias, el Icfes, la Universidad Nacio-nal de Colombia, la Universidad del Tolima,la Universidad del Quindío y la AcadémicaColombiana de Ciencias Exactas, Físicas yNaturales. Fue además reproducido en algu-nos periódicos y revistas. El texto tambiénfue conocido en Europa, donde se está pu-blicando la versión inglesa en revistas cientí-ficas interesadas en la actual polémica sobrelos efectos del eurocentrismo en el desarrolloy simultáneo ensanchamiento de la brechaentre los países del norte y del sur. Fue tam-bién discutido en el Tercer Congreso Inter-nacional de Matemáticas realizado en Dina-marca en abril de 2002.

En nuestro país, como en otros, el asunto si-gue teniendo vigencia, en vista de la desorien-tación que se experimenta con frecuencia enlas universidades y centros tecnológicos, edu-cativos y culturales en relación con el papel

de la ciencia y la responsabilidad que tienenlos científicos de ocuparse en el estudio yanálisis de las causas lo que viene ocurriendoen nuestras sociedades y territorios. Estas ins-tituciones suponen cumplir a cabalidad consu cometido transfiriendo conocimientos

La superación del eurocentrismoEnriquecimiento del saber sistémico y endógeno sobre nuestro

contexto tropical

Orlando Fals Borda*Luis Eduardo Mora-Osejo**

* Orlando Fals Borda, sociólogo y Doctor Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela, PH.D. de la Universi-dad de Florida.** Luis Eduardo Mora-Osejo, biólogo, Doctor en Ciencias de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz. Premio

Nacional de Ciencias.

Textos de Orlando Fals Borda

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obtenidos de frente a realidades correspon-dientes a otras latitudes diferentes a nuestrasrealidades. Por eso, queremos insistir, otra vez,ante el país y sus autoridades, para retomarla tesis del primer Manifiesto con aclaracio-nes y argumentaciones adicionales que cree-mos necesarias. Esperamos de nuevo que estedocumento pueda servir a los ajustes estruc-turales sugeridos.

Hipótesis del contexto

Los marcos de referencia científicos comoobra de humanos, se inspiran y fundamen-tan en contextos geográficos, culturales e his-tóricos concretos. Este proceso es universal yse expresa en diferentes modalidades. Se jus-tifica en la búsqueda de plenitud de vida ysatisfacción espiritual y material de los queintervienen en el proceso investigativo y crea-dor, así como de los que lo difunden, com-parten o practican.

Dificultades por el eurocentrismo

En nuestro país como en muchos otros esaceptada la validez del conocimiento cientí-fico originado en Europa y luego con granéxito transferido a Norteamérica. Quizás enrazón de tal éxito se llega al extremo de con-siderarlo también, suficientemente adecua-do, tanto en su modalidad básica como apli-cada, para explicar las realidades en cualquierlugar del mundo, incluidas las de los trópi-cos húmedos.

Tan elevado aprecio por el conocimiento ori-ginado en Europa, de frente a las realidadesnaturales, culturales y sociales, de ese conti-nente, impide percibir las consecuencias ne-gativas que ello implica cuando se transfie-ren y se intenta utilizarlos para explicar reali-dades tan diferentes, como las que son pro-pias del medio tropical complejo y frágil, ypor esto mismo ni siquiera en nuestras uni-versidades, y menos aún en los centros tec-nológicos, educativos y culturales percibenla urgente necesidad de nuestras sociedadesde disponer junto con el conocimiento uni-versal, conocimientos contextualizados connuestras realidades singulares y complejas.

No hace mucha falta comprender y aceptarque la sola transferencia de conocimientosbásicos o aplicados, válidos para explicar fe-nómenos o sucesos característicos de otraslatitudes o la introducción a nuestro mediode innovaciones o productos -así seansorprendentemente sofisticados, novedosos yde comprobada utilidad para otros medios-,no siempre resultan apropiados para conce-bir soluciones surgidas en nuestro medio; porel contrario, suelen generar situaciones caó-ticas y oscurecen la urgencia de promover elconocimiento científico básico, o aplicado ytecnológico, para captar nuestras realidadesy enriquecer nuestros recursos naturales conel valor agregado del conocimiento científi-co o tecnológico.

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Desde luego, se requiere también que nues-tros científicos extiendan su acción, en el sen-tido de contribuir a llenar los vacíos de co-nocimientos para que nuestras comunidadespuedan aprovechar en forma sustentable esosrecursos. Esto último implica que nuestroscientíficos difundan ampliamente los cono-cimientos que con tal fin obtengan y los pon-gan al alcance de las comunidades rurales yurbanas, quienes apoyadas en tales conoci-mientos, de suyo contextualizados con lasrealidades locales y regionales, puedan resol-ver las dificultades que en un momento dadolas agobien.

Cabe, sin embargo, señalar que la utilizaciónde conocimientos científicos modernos -tan-to básicos como aplicados, transferidos des-de los países europeos a otros países del he-misferio norte, a raíz de acontecimientos re-lacionados con el poder político-militar, eco-nómico y tecnológico-, obtuvieron éxito,merced al impacto benéfico por ellos produ-cido, a favor de las sociedades de los paísesnórdicos beneficiados.

Con el transcurso del tiempo, tales procesosde transferencia generaron un patrón mun-dial para la comparación de un nivel de desa-rrollo alcanzado por un determinado país, conrespecto al país europeo de donde procedierael conocimiento utilizado para solucionar pro-blemas inherentes al desarrollo económico. Elpatrón se expresa en una escala, de tal modoque el sitio que ocupe un determinado paísen tal escala, señale la magnitud de la brechaque lo aleja de los países del hemisferio nortede donde proceden los conocimientos y lastecnologías utilizadas, y que de hecho se cali-fican como desarrollados; en contraste con losllamados países subdesarrollados, receptoresdel conocimiento y de las tecnologías, comolos países tropicales, o del hemisferio sur.

La linealidad implícita de este modelo, des-conoce la complejidad y elevada fragilidaddel medio tropical, en donde la intervenciónhumana sobre el medio, tal que se ajuste a lacondición de sustentabilidad, requiere delconocimiento contextualizado que tenga encuenta la interrelación sistémica de las men-cionadas características, así como las igual-mente complejas interrelaciones de las comu-nidades multiétnicas y multiculturales de lasociedad. Sobre todo, si no sólo se trata dealcanzar un lugar más alto en la mencionadaescala lineal, sino el “desarrollo sostenible”que asegure la persistencia de la vida en nues-tro medio y la disponibilidad de los recursosnaturales, indispensables tanto para las pre-sentes como para las futuras generaciones quenos sucederán. Pero también la biodiversidad,en particular, en nuestro país poseedor de unade las más elevadas del planeta.

De lo contrario, en un mundo económica-mente globalizado, cada día se tornará, ensociedades como la nuestra, más y más im-perceptible el papel decisivo que correspon-de al conocimiento sobre nuestras realidadespara el logro de los objetivos expuestos. Laignorancia sobre nosotros mismos, sobre

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nuestro origen, nuestro devenir histórico,nuestra geografía, nuestros recursos natura-les, entre otros; más pronto que tarde, nosllevará a convertirnos en el gran mercado deproductos y tecnologías de los países pode-rosos y, sin que nos lo propongamos, en pro-motores de la economía de consumo. La mis-ma, que nos conducirá hacia el endeudamien-to, cada vez mayor y la sobreexplotación denuestros recursos.

Nivelación de paradigmas

Sin embargo, con base en las hipótesis del con-texto que acabamos de señalar, estos no prue-ban que los paradigmas dominantes -talescomo el positivismo cartesiano, el meca-nicismo newtoniano y el funcionalismoparsoniano- sean superiores, mejores o máseficaces para fines específicos, que aquellosotros paradigmas que puedan construirse ogenerarse en otras latitudes que conduzcan alfortalecimiento de nuestro mundo. De don-de resulta que todos esos conocimientosdevienen en constructos. Por esta razón escomprensible que si un marco científico dereferencia no se arraiga en el medio donde sequiere aplicar, aparezcan rezagos y desfases teó-ricos-prácticos, con implicaciones disfun-cionales para los sistemas culturales, sociales,políticos y económicos.Tal ha sido de nuestropaís y de sus ambientes, de nuestras culturas yde nuestros grupos humanos. La situaciónempeora cuando los marcos de referencia quese emplean aquí resultan copias textuales o li-mitaciones impuestas de paradigmas desarrai-gados del contexto propio.

Estas imitaciones o copias, que resultaninviables, son fuente de desorganización yanomia que llevan a tensiones expresadas enviolencias, desordenes y abusos del medioambiente. Necesitamos, pues, construirparadigmas endógenos enraizados en nues-tras propias circunstancias que reflejen lacompleja realidad que tenemos y vivimos.

Complejidad y vivencia en eltrópico

Las condiciones vitales del país tropical co-lombiano -así amazónico como andino- sonúnicas y diversas y por lo mismo inducen yexigen explicaciones propias, manejos técni-cos e instituciones eficaces según paradigmasendógenos, alternativos y abiertos. Comoviene sugerido, estos constructos necesitanreflejar el contexto que los sustenta. Desde elpunto de vista del científico, el conocimien-to de las realidades locales resulta tanto másútil y rico cuanto más se liga con la com-prensión y autoridad de la vivencia personal.Autoridad científica e intuición que provie-nen del contacto con la vida real, las circuns-tancias, el medio y la geografía. Por lo mis-mo, de esta endogénesis pueden surgir des-cubrimientos e iniciativas útiles para la so-ciedad local que alivien las crisis del propiocontexto. Nosotros los que pertenecemos alos trópicos poseemos recursos privilegiadospara acceder a estos conocimientos especia-les y sistematizarlos, con la contribución delos pueblos indígenas involucrados de origen.

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Es sabido que las características del mediotropical contrastan con las de las zonas tem-pladas de la tierra. Pero de allí proceden lasrecomendaciones equívocas muchas vecespara el desarrollo económico, que nos hanpredicado como suficientes o finales. Losparadigmas cerrados de otras partes llevan confrecuencia a la castración intelectual en nues-tro medio y al colonialismo intelectual. Ade-más, son los mismos que en las últimas déca-das y, en particular en los países tropicales,han incidido negativamente en el deteriorode las relaciones hombre-naturaleza. Recor-demos, entre otros ejemplos, que en la selvaamazónica (donde se suponía, de acuerdo conlos paradigmas foráneos, presencia de suelosricos en nutrientes minerales) la escasez denutrientes del suelo alcanza grados críticos,por los cuales las especies tienen que utilizarlas más sutiles posibilidades para tener acce-so a aquéllos. Son nuestros grupos campesi-nos y aborígenes los que mejor conocen deestos ciclos vitales del continuo crecimiento,y los que han creado o descubierto varieda-des de plantas útiles, así como formas de con-ducta y organización social congruentes conesas condiciones básicas. Pero los paradigmascerrados construidos en las zonas templadas,por regla general son incapaces de acomodarestas antiguas sabidurías indígenas.

Por fortuna, la llegada del nuevo siglo coin-cide con la disponibilidad de novedosas he-rramientas intelectuales del tipo abierto, quese derivan de saberes consolidados de diversaíndole, como los nuestros. Por ejemplo, teo-rías como las de la complejidad, sistemas ycaos nos ayudarían a analizar dimensionescomplejas, irregulares, multilineales yfractales, aplicables a nuestras estructuras tro-picales.

He aquí una ilustración de lo que venimosdiciendo: en nuestras tierras se registran losíndices de diversidad orgánica más altos.Cada día es más evidente la extraordinaria

diversidad biológica de nuestras selvas húme-das y de los bosques y páramos, así como delas sabanas, arrecifes de coral y pisos de losmares profundos. Retos similares se encuen-tran en las costumbres, valores y formas deorganización social que nos hemos dado, yque debemos ir ajustando con el paso deltiempo y con la multiplicación de las necesi-dades. Pero también es aquí donde se pre-sentan ahora los mayores descensos en labiodiversidad, y los mayores peligros para lasupervivencia de la sociedad y de la vida, nosólo en Colombia sino en el mundo entero.

Necesidad de la endogénesis

Así, la endogénesis explicativa y reproductivaes necesaria entre nosotros porque las condi-ciones locales que impone el contexto andinoy tropical son infinitas. Ello no está anticipa-do adecuadamente por los paradigmaseurocéntricos. Debemos ser conscientes delas marcadas diferencias del trópico en cuan-to al clima, el suelo y el grado de compleji-dad y fragilidad de nuestros ecosistemas en

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comparación con los de las otras zonas. Ellocondiciona la conducta humana y enrique-ces el acervo cultural.

La reconstrucción de la armonía entre elhombre y la naturaleza en nuestro país ob-viamente implica empezar por conocer laspeculiaridades del medio en el cual nos co-rresponde vivir. Esto lleva a investigacionescientíficas independientes dirigidas a cono-cer la intrincada realidad natural y nuestrodesenvolvimiento social y cultural. Ello pue-de hacerse dentro del marco de una concep-ción holística y sistémica que advierta sobrela inconveniencia de generalizar los conoci-mientos de un fragmento de la realidad a todaella.

Recordemos que el clima tropical se caracte-riza por la estacionalidad térmica circadiana:verano en el día, invierno en la noche, con-dición que se acentúa a medida que aumen-ta la altura en las montañas. El clima tropicalse caracteriza también por la ocurrencia deoscilaciones intermitentes de la radiación, dela humedad relativa y de la temperatura du-

rante el período de luz del ciclo diario, noobstante la estabilidad de los promedios men-suales de parámetros climáticos. Además, enlos trópicos, en áreas relativamente reduci-das, existen centenares de especies de árbolesy de otros organismos, pero de cada una seencuentran pocos individuos en el mismositio. Las abundancias suelen ser bajas, espe-cialmente de la megafauna.

La estructura del hábitat, a manera de unamalla fina de nichos específicos, es la formacomo se concreta la gran complejidad ybiodiversidad de los ecosistemas tropicales.Estas son características propias de nuestromedio, que han condicionado a la vez formasde pensar, sentir y actuar en nuestros gruposculturales y étnicos, cada cual en su lugar y ensu región. De este flujo dinámico puedenobtenerse soluciones efectivas para problemasdados, por ser relevantes al medio contextual.Estas soluciones no pueden entenderse ni apli-carse copiando o citando esquemas de otroscontextos como autoridad suficiente, sinoliberándonos de éstos con el fin de ejercer laplena autodisciplina investigativa de la obser-vación y la inferencia.

Creatividad nacional y suma desaberes

Es por lo tanto posible, lógico y convenientedesarrollar paradigmas científicos y marcostécnicos de referencia que, sin ignorar lo uni-versal o lo foráneo, privilegien la búsquedade la creatividad propia. Para esta tareaautopoiética, la idoneidad de nuestro elemen-to humano ha sido ampliamente confirma-da y conocida desde hace siglos -por lo me-nos desde Caldas-, por su acceso relativamen-te expedito a los elementos intrínsecos delmedio natural, por su creatividad y produci-dos con conocimientos tradicionales y mo-dernos, sin necesidad de xenofobia.Todo estolo hemos realizado hasta ahora, como lo de-muestran concursos recientes de inventores

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colombianos, pero en condiciones difíciles acausa de la pobreza y explotación existentes,la discriminación política y de clases, la de-pendencia político-económica y el fracciona-miento de la sociedad, sin olvidar la subordi-nación anímica y mental.

No se trata de aislarnos del mundo intelec-tual externo ni de ser xenófobos. Se requierecumplir con una necesidad de acumulaciónde conocimientos congruentes con nuestrocrecimiento y progreso, que en la Investiga-ción-Acción Participativa (IAP) se definecomo “suma de saberes”. La acumulación delos norteños y su superioridad técnica nopueden negarse. Pero pueden ligarse, de ma-nera horizontal y respetuosa, con lo que lossureños hemos aprendido y descubierto enel contexto propio y con la ciencia popularde suyo contextualizada.

Por fortuna, la llegada del nuevo siglo coin-cide con la disponibilidad de novedosas he-rramientas analíticas del tipo abierto que se

derivan de saberes consolidados de diversaíndole. Al combinarlas acá, con buen juiciocrítico, pueden ayudarnos a entender las di-mensiones complejas, y regulares,multilineales y fractales de nuestras estruc-turas tropicales, así sociales, naturales. En estaforma sumatoria, teorías de europeos sobrecomplejidad y sistemas (P.B.Checkland, ErnstMayr) se enriquecen con las de Maturana ocon las de los indígenas Desana (circuitos dela biosfera) estudiados por Reichel; la teoríadel caos (Mandelbrot, Prigonine) se refrescacon los estudios de la cotidianeidad de la co-lega venezolana Jeannette Abuabara; lacosmovisión participativa de Meter Reasonse contextualiza con la utopía participativade Camilo Torres; el holismo de Bateson yCapra encuentra apoyo en pensadores orien-tales y aborígenes. Se perfila así una alianzade colegas del norte y del sur en la que pode-mos tomar parte motivados por los mismosproblemas e impulsados por intereses simi-lares, una alianza entre iguales que logre co-rregir en todas partes los defectos estructura-les e injusticias del mundo contemporáneo.

Política científica propia

Este desarrollo propio en la resolución deconflictos sociales y disfunciones con la na-turaleza, debe ser meta principal de las polí-ticas científicas y culturales de nuestro país.Como hemos dicho, la simple repetición ocopia de paradigmas eurocéntricos debes de-tenerse si entendemos por cultura lainteracción de la sociedad con el medio so-cial y natural que la sustenta. Tenemos quepotenciar tal interacción con el conocimien-to de nuestra historia, nuestras realidadesgeográficas, de nuestros recursos de tal modoque resulten valores compartidos, generado-res de solidaridad y robustecedores de nues-tra identidad cultural.

Para evitar tal insuceso, entre otros, nuestroscentros educativos, académicos y científicos

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deben asumir el compromiso de superar latendencia a considerar a la enseñanza que seimparte en cualquiera de los niveles educati-vos como simple transmisión de la informa-ción que luego los alumnos deben repetir dememoria cuando enfrentan las pruebas deevaluación. Se debe también superar aquellaconfusión de equiparar el significado del vo-cablo conocimiento con el del vocablo in-formación. Por el primero se debería enten-der el enunciado de interpretaciones abstrac-tas explicativas de los factores o causas impli-cadas en la ocurrencia de un determinadofenómeno, natural o social. Interpretacionesa la vez interrrelacionables y confortantes deun cuerpo de explicaciones total, dotado dela capacidad de generar predicciones,sometibles a la prueba de la observación oexperimentación.

En síntesis, se trataría de obtener que el co-nocimiento resulte de la confrontación dia-léctica de tales cuerpos de explicaciones o“saberes”, conformadores de las líneas de pen-samiento con la realidad local, regional ouniversal. Los conocimientos así obtenidos,pueden formularse en forma de teorías, mo-delos o enunciados.

Por otra parte, la información se refiere a he-chos, acontecimientos cualitativos y cuanti-tativos en referencia a fenómenos de las rea-lidades sociales o naturales del ámbito localo regional o universal. Sin embargo, la infor-mación puede contribuir a originar conoci-miento, si de la interrelación de sus conteni-dos surgen interpretaciones explicativas,sometibles a prueba.

Estas diferenciaciones deberán tenerse parti-cularmente en cuenta en el establecimientode criterios para la evaluación del rendimien-to y nivel de calidad académica, científica otecnológica en nuestras instituciones educa-tivas, en sustitución de aquellos criterios queapuntan a medir la simple capacidad de rete-

ner, en la memoria, así sea pasajeramente, lainformación sobre los temas o asuntos ex-puestos en las cátedras o en los textos de es-tudio y consulta. Sobra destacar la importan-cia que esto tendría en la formación en nues-tros países, de nuevas promociones de cien-tíficos, así como en los procesos de creaciónde los conocimientos indispensables para se-ñalar el camino apropiado que conduzca anuestra sociedad hacia el desarrollo sustenta-ble endógeno.

Universidad participativa

Nuestros centros educativos, académicos ycientíficos deben establecer criterios, deacuerdo con las metas ya enunciadas, para laevaluación de las tareas e informes técnicos.Tales criterios deben ser prioritariamente deinspiración legal y no transferidos desde lasregiones del mundo hoy dominantes. Losproductos de nuestros trabajos deben ser juz-gados principalmente por su originalidad,pertenencia y utilidad para nuestra propiasociedad. No pueden valer más por el sólohecho de comunicarse en inglés, francés oalemán, entre otras lenguas europeas, o porpublicarse en revistas de países avanzados.Tampoco debe perderse el vínculo vital conlo propio y regional en las comisiones educa-tivas que se realicen en el exterior, ni tampo-co querer repetir aquí versiones de lo asimi-lado e inspirado en contextos foráneos.

Controlar la explotación inequitativa del co-nocimiento que producimos cuando los in-teresados de otras latitudes desconocen losaportes y derechos de los creadores raizales eindígenas, debe ser motivo de permanentepreocupación. No estamos proponiendo elretorno a formas coloniales de explotación yexportación de productos tropicales, sinoatender a un desarrollo integral de éstos, quecomprenda su valor agregado y las técnicasde su transformación. Para estos fines con-viene anticipar un uso sustentable y autonó-

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mico de nuestros recursos de tierra, agua,viento y sol y otras fuentes de energía, asícomo las formas productivas y reconstructivasde la ocupación humana del territorio, paralo cual es indispensable disponer de conoci-mientos científicos contextualizados comoviene dicho.

Nuestras crisis se agudizan, entre otras razo-nes, por la carencia de una conciencia activasobre el papel que ha tenido y tendrá el cono-cimiento científico en el desarrollo de la hu-manidad, sea que provenga de las CienciasNaturales o de las Ciencias Sociales.Tampocoexiste clara conciencia sobre el papel cumpli-do por el pensamiento racional causal en eldesarrollo de la ciencia post-renacentista. Me-nos aún sobre el que corresponderá al pensa-miento sistémico complejo en el desarrollo y

unificación de las ciencias en las cuales pode-mos sustentar la interdisciplina.

Para apoyar estos procesos, necesitamos uni-versidades democráticas y altruistas que esti-mulen la participación creativa de los estu-diantes en la búsqueda de nuevos conoci-mientos, y en tal medida consideren la in-vestigación como herramienta pedagógica delmayor valor, sustentadora de la autonomíaacadémica. Que tengan por tarea prioritariala consolidación de un ambiente cultural quepropicie la creatividad a lo largo de todas lasetapas de formación que contribuyan al pro-ceso de reconstrucción social y al bienestarde las mayorías desprotegidas de la población.Se requieren universidades participativas,comprometidas con el bien común, en espe-cial con las urgencias de las comunidades de

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base, que mediante técnicas de educación,investigación y acción combinadas tomen encuenta la formación de ciudadanos capacesde emitir juicios fundamentados en el cono-cimiento de las realidades sociales y natura-les. Las universidades participativas deben sercrisoles centrales de los mecanismos de crea-ción, acumulación, enseñanza y difusión delconocimiento.

Esto contribuirá a sustituir las definicionesdiscriminatorias entre lo académico y lo po-pular y entre lo científico y lo político, sobretodo en la medida en que se haga énfasis enlas relaciones complementarias. Así tambiénmereceremos vivir y progresar de manera sa-tisfactoria y digna de autoestima, emplean-do nuestros grandes y valiosos recursos.

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Masacre del 9 de abril. Débora Arango, 1948.

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Abrumado y complacido como estoypor el galardón que me ha concedido la respetabilísima Universidad de

Antioquia, no puedo dejar de reflexionar,como sociólogo, sobre el fabuloso universodentro del cual ustedes -estudiantes, profe-soras y miembros del Consejo de la Facultadde Ciencias Sociales y Humanas, el ConsejoAcadémico, el Consejo Superior, la Vice Rec-toría y la Rectoría- me han colocado con tantagenerosidad y confianza. Les estoy especial-

Entre los paisas:Reconociendo su misión en la historia*

Orlando Fals Borda

mente agradecido, porque ustedes lo handecidido a conciencia de mis heterodoxias yrebeldías. La Rectoría lo ha resumido muybien en la tarjeta de invitación, a saber: “tra-bajos sobre historia y cultura regional, teoríay práctica social, investigación participativay ordenamiento territorial”. Tareas en parteinconclusas, a decir verdad, aunque todavíade vibrante futuro; y que ahora, gracias a estegran acto académico, quedan de nuevo ilu-minadas ante toda la nación. ¡Qué bueno

* Tesis para elTítulo Honoris Causa de Sociología. Paraninfo, Edificio de San Ignacio, Medellín, 11 de noviembre de 2005

Textos de Orlando Fals Borda

La salida de Laureano o 13 de junio. Débora Arango, 1953.

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recibir semejante estímulo, quizás inusual, deíndole política y académica a la vez! Pero estodavía mejor saber que sigue habiendo enColombia instituciones serias, como las deestos claustros de doscientos años, semillerosde inteligencia y rectitud que envidiaríanBologna y Salamanca.

Apreciado señor Rector y estimados colegas:mi esposa María Cristina y yo, junto connuestras dos familias (la una costeña y la otracachaca, bien unidas) os llevaremos siempreen nuestros corazones. Ahora quiero estar ala altura de la confianza que se me ha brin-

Zenú y las albricias de la Santa Tabla de lospescadores del río San Jorge.

Para elaborar formalmente mis pensamien-tos en esta feliz ocasión, voy a partir de unapregunta frecuente entre historiadores: ¿cómofue que Antioquia y el abúlico puebloantioqueño observado por el visitador Mony Velarde en 1790, se convirtieron en el po-deroso y recursivo emporio capaz de movili-zar y a veces hasta saturar el conjunto de lanación colombiana? No se preocupen: no voya repetir conocidas y autorizadas respuestas.Intentaré buscar algunas alternativas siguien-do pautas reinterpretativas de historia y so-ciedad según la fenomenología de H.G.Gadamer, en función del papel que jueganpersonajes emblemáticos en etapas crucialesdel pasado y del presente.

Por eso, el trabajo que traigo se divide entreuna visión histórica inicial, y una considera-ción praxiológica sobre la actualidad, comohe hecho en algunas de mis obras. Con elloaspiro a que podamos recuperar algunos denuestros mitos fundantes y valores socialesoriginarios que hicieron grande a Antioquiay también a Colombia, valores cuya vigenciapuede estar golpeada, pero que aún viven enla mente y en el corazón de muchos, a la es-pera de desarrollos de fondo.

Mi primer descubrimiento

Mi primer descubrimiento de Antioquia ensus fuentes ocurrió durante los años univer-sitarios. Los profesores latinoamericanistas dela Universidad de Florida -entre los mejoresde Estados Unidos- me enseñaron allí, consus estudios, que en todo nuestrosubcontinente no ha habido sino un solo casode cambios estructurales profundos en la so-ciedad, con el surgimiento endógeno de unaclase media rural identificable. Sostuvieronque este inusitado desarrollo estructural des-de abajo, sin necesidad de apoyos ni présta-

dado, no sólo aceptando tan singular honor,sino también ofreciendo de mis recuerdos,lecturas y experiencias. Mucho agradezcotambién a los tres pares académicos -EdgarRey Sinning, Alfredo Molano y GabrielRestrepo- que rindieron concepto sobre estedoctorado; de la misma manera aprecio a loseducadores de las otras universidades y cole-gios de Medellín, dirigentes y activistas deorganismos de trabajo social y político, y co-terráneos de la Costa Atlántica y de otraspartes, por venir a acompañarme en este díainolvidable. Para todos va el toque amigo del

Mujer pronta a la defensa. Pedro Nel Gómez, 1956

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mos externos, había ocurrido en el sur de laregión antioqueña de Colombia, a finales delsiglo XIX y comienzos del XX.

Ya empezaban a conocerse los estudios degeógrafos maestros, como James Parsons so-bre la “colonización paisa”, proceso que des-de el ocaso de la época colonial había toma-do impulso con la fusión de las tres provin-cias de la vieja Gobernación, para conformarel nuevo Estado Soberano de Antioquia. Gra-cias a Parsons y a los estudiosos que le siguie-ron, como Everett Hagen y Alvaro LópezToro, hasta llegar a los activos grupos del Ins-tituto de Estudios Regionales y otros impor-tantes centros de la Facultad de Ciencias So-ciales y Humanas de esta Universidad, tam-bién supimos que aquella eclosión humanase debió a una afortunada combinación defactores, entre los cuales se destacaron la in-troducción, producción y exportación delcafé y la creación de un mercado interno dealguna extensión. Factores que abrieron laspuertas a una incipiente industrialización yal mejoramiento sustancial del nivel de vidade la población. Todo esto se alcanzó en pazy evolutivamente, aunque a veces interferidopor períodos de guerra civil.

Lo más impresionante del caso antioqueñoque descubrí en Florida, fue su circunscrip-ción, porque apareció como un islote de pro-greso y tranquilidad sitiado por sus cuatrocostados por los otros Estados Soberanos (Bo-lívar, Santander, Tolima y Cauca) donde se-guían sin cambio alguno los latifundios y te-rratenientes tradicionales, la atrasada noble-

za señorial y los caudillos militares. Los ejér-citos de esos enemigos, mal denominados li-berales, habían estado a punto de invadir aAntioquia con el fin de destruir el núcleo deaquellos montañeses garladores a quienesveían como “conservadores”. En esto creo quese equivocaron, como trato de explicar ense-guida con base en algunas fuentes históricasprimarias.

Un marco postmoderno:La teoría de los pueblosoriginarios en Antioquia.

Es probable que la designación partidistapudiera haber sido la contraria: que Antioquiafuera el Estado liberal, y los otros los conser-vadores. Aquel período del medio siglo XIXy las décadas siguientes, como se recordará,se caracterizaron por la versatilidad políticay la indefinición ideológica. Los dos parti-dos principales se habían bautizado con losmismos adjetivos por turnos confusos, ymuchos dirigentes cambiaban sus lealtadescon libertad y sin sonrojarse. Así lo hicieronprohombres como José María Samper y Jor-ge Isaacs, entre muchos otros. La confusióncreció cuando, a raíz de la Revolución Fran-cesa de 1848, se importó al país la nuevanoción del socialismo utópico que, con ad-jetivos diversos y persecuciones babélicas, hapersistido hasta hoy.También a sus adherentesse les empezó a llamar “los rojos”.

Releyendo documentos con la hermenéuticade Gadamer, ahora tengo la impresión de queaquella Antioquia renaciente parecía tener

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naturales simpatías por los “rojos utópicos” ypor los humildes sin tierra de la región. Sa-bemos, en principio que, históricamente, es-tos grupos rústicos de Antioquia incluíanaquellos habitantes que laboraban en mon-tes, valles y ríos, grupos humanos marginalesnumerosos que durante la Colonia y la Pri-mera República fueron explotados y oprimi-dos en distintas formas. Ellos eran, en pri-mer lugar y como los más antiguos, los indí-genas en sus pequeños resguardos (como lospantágoras, supías, ituangos, peques,guamocóes, tahamíes, etc.) para quienes losvalores sociales dominantes eran -y siguensiendo- los de la solidaridad humana y el res-

peto ambiental, la cooperación y el brazoprestado. En segundo lugar, están los negrosindependientes, libres o en sus palenques(como en Buriticá, San Andrés, San Pedro,Guarne, etc.) cuyos valores bullían con el sen-timiento de la libertad. En tercer lugar, esta-ban los campesinos españoles pobres quehabían traído consigo los valores de la digni-dad política y personal, además de su anti-gua tradición antiseñorial, como fundadoresde esos bellos pueblos andaluces de plaza cen-tral, con sus cabildos de vecinos comuneros(como los de Concepción, Amalfi, Fredonia,Cocorná, Jardín, San Carlos y tantos otros)enemigos del “mal gobierno” como cuandosus hermanos estallaron en El Socorro,Santander.

A estas expresiones de solidaridad, libertad ydignidad de base popular se añadió más tar-de un cuarto valor social: el de la autonomía,proveniente de la inmensa tropa de colonosde la frontera agrícola. Estos valores sociales,que en realidad son de naturaleza humanistay de aceptación casi universal, son los queteóricamente crean los fundamentos ideoló-gicos de lo que se ha identificado, desde losdías de Mariátegui y Arguedas en el Perú,como “socialismo raizal o autóctono”, distin-to del socialismo real que vimos actuar, condesvarío, en las heladas tundras de Europa.

Como estos grupos originarios eran humil-des y vivían de la agricultura, la selva y losríos, del mazamorreo del oro, y de la arte-sanía, buscaron siempre recovecos baldíos oescondidos, lejos del paso de los ejércitos par-tidistas reclutadores, donde lograron vivir ensosiego, sin autoridades formales (tenían lasnaturales). Con amor, respeto y mutua ayu-da generosa, mezclaron sus sangres para con-cebir la formidable realidad triétnica y tropi-cal de la raza cósmica de Vasconcelos. Logra-ron así, cada cual en su región o subregión,elaborar culturas propias, que ahora son detodos los colombianos y colombianas. Ya estáLa danza. Débora Arango, 1948.

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más claro que estos campesinos, indígenas,negros y colonos unidos estaban construyen-do, o habían construído ya desde tiemposprecolombinos, un ethos de no violencia comoel que habría de distinguir al bloqueantioqueño de sus belicosos y señoriales ve-cinos.

Por ello dentro del marco teórico aquí pro-puesto, cabe sostener que el ethos no violen-to y popular de los grupos cósmicos y tropi-cales fundantes de Antioquia, fue natural-mente receptivo del socialismo utópico yhumanista, aunque sus portadores nuncahubieran sabido de Fourier o de Saint-Simon.Eran ideas de acción trasladadas desdeCartagena por los artesanos negros seguido-res de Juan José Nieto, o desde Bogotá porlos artesanos mestizos de las Sociedades De-mocráticas del “Alacrán” Joaquín Pablo Po-sada y Lorenzo María Lleras, que apoyaronel golpe de José María Melo en 1854. Los“rojos”, también ahora llamados “radicales”,surgieron en las tres provincias paisas: se sabede intelectuales de esta estirpe crítica enMedellín, como Juan de Dios Restrepo(Emiro Kastos) y Camilo Antonio Echeverri.En los pueblos del común aparecieron diri-gentes populares “melistas” como el que iden-tificó en Supía don Benigno Gutiérrez (au-tor de valiosas monografías regionales y mu-nicipales, e hijo del poeta Gutiérrez González)con el nombre de Laureano Urrego. Esta pa-rece ser la punta de un iceberg socialista opara-socialista de más amplia distribución enlas provincias paisas: faltan los estudiossociohistóricos regionales que nos ilustrensobre esta hipótesis.

Recordemos que el golpe de Melo no durósino ocho meses, pero las semillas del cam-bio social revolucionario quedaron plantadasen varias partes del país, entre ellas Antioquia.Aquí los seguidores asumieron diferentesnombres, y lograron llevar a la presidencia aldirigente liberal don Pascual Bravo, cuando

Mosquera y Nieto expulsarondel poder en 1861 a MarianoOspina Rodríguez. Sabemosque un golpe contra Bravo, quedebía por eso denominarse“conservador”, llevó entonces alpoder en Antioquia a quien se-ría su líder histórico por exce-lencia: el doctor Pedro JustoBerrío, comandante del solita-rio fortín antioqueño ante laofensiva radical que le venía des-de los cuatro puntos cardinales.

Deseo explicar enseguida porqué abrigo dudas sobre elconservatismo rancio y “godo”de este fortín. Mis dudas se fun-damentan en los componenteshumanistas de base de los habi-tantes, esto es, en los valoresfundantes del pro-socialismoraizal que provenían de la etapaformativa originaria, como lo heexplicado. A estos grupos se su-maron los colonos internos, quefueron llenando los intersticiosentre las provincias, prontodesbordándolas hacia el norte, elsur y el occidente, desde Sonsónhasta Manizales, portando como bandera laautonomía administrativa y política, otro delos valores originarios. Todos conocemos lasaga de la colonización: cuando aquellos gru-pos humildes lograron derrotar a punta dehacha y bordón a las concesiones y a los lati-fundistas que hallaron a su paso, se instala-ron en 53 nuevos pueblos y fomentaron elcomercio, con la adición del cafeto. Queda-ron así conformadas en Antioquia las basesde la única sociedad endógena de clase me-dia rural de América Latina no individualis-ta ni capitalista salvaje, con propiedades pe-queñas y medianas, pero productivas, quelograron el reconocimiento de los grandesacadémicos de Florida.

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El baluarte autónomo del doctorBerrío.

Por los indicios que vengo presentando, meatrevo a pensar también que Pedro JustoBerrío, como otros dirigentes versátiles de laépoca, pudo haberse bautizado como socia-lista en vez de conservador. Percibo que nolo hizo, por la feroz satanización de aquel tér-mino llevada a cabo por clérigos, aristócratasy terratenientes asustados. Quizás el dirigen-te se habría sentido más cómodo si se hubie-ra afiliado a la peculiar escuela del “socialis-mo católico” de Manuel María Madiedo

(1860) que por un tiempo sus-citó gran interés nacional enaquellos días.

Y en efecto, ¿quién en verdadsalvó a Berrío y a su baluarteigualitario de la inminente ani-quilación de 1864? Ustedesbien lo saben: lo salvó el nuevopresidente socialista y radicalManuel Murillo Toro, quienacordó formalmente, en eseaño, el cese de hostilidades yordenó el desarme de los ejér-

citos hostiles a Antioquia. Murillo Toro yaera conocido de autos, y como director dea lpartido liberal fue quien ordenó la incorpo-ración de los socialistas como tendencia den-tro del partido, principio que todavía fun-ciona para cooptar opositores. El doctorBerrío (siempre se opuso a que le dijeranCoronel) estaba ya poniendo en práctica susconsignas maestras: “Paz, orden y progreso”,consignas inspiradas en el positivismocomteano (como ocurrió en el Brasil) queprohijó al socialismo europeo y al anarquis-mo de Proudhon. Sus consignas no fueronsólo las de “autoridad y orden” como se hahecho ver en textos de historia oficial.

Por estas razones, intuyo que Berrío tuvo yrespetó los valores socialistas originarios o

raizales de los pueblos cósmicos de Antioquia.Merece ser estudiado según marcospostmodernos, y colocarlo de nuevo en elcontexto económico y social de su época, ta-rea interesante que desgraciadamente ya nopodré adelantar, ojalá ustedes quieran abo-carla. Sabemos, por supuesto, que Berrío fueun típico paisa en su patriarcalismo y devo-ción por el trabajo y el deber, pero que nollegó a ser hirsuto. Fue un ardiente burócrataque redactaba sus propios decretos y viajabacon frecuencia de una provincia a otra paravigilar la marcha de la administración. Deorigen modesto, no se enriqueció en el po-der y murió tan pobre que sus hijos queda-ron como entenados de otra familia. En susnueve años de mando, fomentó las artes y laeducación, pero no fue un déspota ilustrado:reinició en el antiguo Convento de San Fran-cisco en 1864, como Colegio del Estado, laUniversidad de Antioquia y fue su Rector en1873. Hasta él hago llegar mi admirativohomenaje. Defendió la paz a todo trance, ynunca dejó que los ejércitos vecinos traspa-saran las fronteras de su Estado, sabia deci-sión identificatoria que hoy permite conce-bir a Antioquia como Región Plena en elreordenamiento territorial pendiente desde1991. Hubo prosperidad en la región, y asífraguó el “milagro paisa” en su primera ex-presión.

Claro que tuvo sus seguidores obsecuentes yáulicos que, al ir terminando su período degobernante, propusieron reformar la Cons-titución del Estado para permitir la reelec-ción de Berrío como presidente por otro pe-ríodo. ¿Suena familiar? Pero cuán diferenteen aquel entonces. Ironías de la historia: se-gún su más cercano vecino y biógrafo Benig-no Gutiérrez, cuando Berrío supo de tallambonería, gritó furibundo: “¡Sepan que yono soy irreemplazable!” Ordenó que se ar-chivara el proyecto en la Asamblea, e indujoa su autor a que se fuera de Medellín. La éti-ca todavía primaba en la práctica política.

Pedro Justo Berrío

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Cambios de rumbo

Voy a completar ahora mi exposición con laparte praxiológica que, sin olvidar el pasado,nos ayude a examinar con serenidad algunosde los problemas actuales que nos afectancomo universitarios e intelectuales preocu-pados por la suerte del país.

Para comenzar, y sin ánimo de polemizar, lesconfieso que la diferente visión que derivéde mis lecturas sobre Pedro Justo Berrío mellevaron inevitablemente a reflexionar sobreciertos aspectos de la conducta de los políti-cos colombianos a partir del siglo XX, y aapelar a la regla kantiana del “imperativo ca-tegórico”. Por ejemplo, el que a un dirigenteeficaz se le considere irreemplazable, o que élmismo llegue a creerlo, no es raro en la his-toria de la humanidad, y en Colombia elloha ocurrido en diversas ocasiones. Los casosmás recientes y notorios son los de los presi-dentes boyacenses Rafael Reyes (1909) yGustavo Rojas Pinilla (1957). Ambos fueronlegal y formalmente reelegidos en AsambleasConstituyentes; pero ello fue porque los man-datarios “metieron el dedo” en las reglas deljuego político vigente, para cambiarlas en supropio beneficio y seguir gobernando. Se sen-tían muy apoyados por el pueblo, basados enimportantes logros. Sin embargo, dichasmaniobras no pudieron ocultar una fallamoral de origen: la interferencia interesadade los mandatarios. Los universitarios de en-tonces fueron los primeros en advertir esa falla

e insistieron, con reconocidos filósofos ytratadistas, en que hay diferencias importan-tes entre lo que es legal y lo que es legítimo, yque la gobernabilidad depende más de lo le-gítimo que de lo puramente legal. Aquellosdos mandatarios fueron criticados en la pla-za pública, y las protestas se dieron con in-menso apoyo popular, a tal punto que tantoReyes como Rojas tuvieron que renunciar ysalir del país.

Deduje, pues, que el olvidar la lección deBerrío y la mala suerte de Reyes y Rojas debeser motivo de preocupación tanto entre losgobernantes como en los gobernados. Elloporque decisiones del tipo descrito puedenllevar implícita la falla moral de origen queafecte la universalidad de las leyes y las reglasde la equidad, debido al pecado de la libidoimperandi o ansias de poder, que según SanAgustín es la antesala de la tiranía. Todo ellolleva a cuestionar los fundamentos éticos dela conducta de los políticos actuales, que nila presente estructura de valores del pueblopaisa ni la del pueblo colombiano parecenanticipar suficientemente. Ello invita a co-rregirlo.

Tendremos entonces que concluir que algoextrañamente exógeno y grave desde el pun-to de vista de la moral pública ha estado pa-sando con aquella Antioquia dura, calvinistay de vanguardia, defensora de derechos de laclase media y popular. El empuje de sus líde-res sigue vibrante, pero tomando direcciones

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muchas veces obtusas o adoptando metasgrises teñidas de intereses no muy santos.

No es esta la ocasión de sustentar tan delicadojuicio. Retribuyendo con el respeto y cariñoque ustedes siempre me han dado, me sientocompelido a hacer la siguiente advertencia queretomo de nuestra terrible historia: cuidadocon la ominosa carga potencial de ilegitimi-dad manipulada que un segundo mandatopresidencial siempre ha llevado entre nosotros,como lo han sostenido ya algunos periodistasimportantes. Quizás estemos abocados a unmal menor que ojalá no lleve a repetir lo ocu-rrido antes a los presidentes depuestos en 1909y en 1957. Pero de todos modos podemosacordar, sin mucha controversia, queAntioquia fue motor visible y aceptable detodo el país durante la primera mitad del sigloXX, lo que quedó demostrado en la elección aplenitud de cinco paisas como presidentes dela República, tan extraordinarios como el ac-tual, en un record que sólo había alcanzado elCauca en el siglo XIX.

Sin embargo, algo como un desplome colec-tivo empezó a sentirse en la Montaña con laViolencia de los años 50, fenómeno que seextendió al resto del país. Todos lo hemossufrido. Un viento malsano salió entonces detodos los palacios, y el veneno cayó sobre elcampo y empeoró la iniquidad y la pobreza;pero por su propio impulso aquella maléficaconsigna de “a sangre y fuego” se devolvió alas cúpulas y allí quedó activada, pervirtien-do ahora a toda la niñez y la juventud con-temporáneas que, según las reglas de Ortegay Gasset, pertenecen ya a la tercera Genera-ción de la Violencia. ¡Qué horrible designio!En esta forma, nuestra “horrible noche” nova cesando. Sólo Afganistán, SriLanka yLiberia nos ganan. Eso es jugar irresponsa-blemente con el destino de nuestra nación.Hasta en Antioquia la paz, la moral, la justi-cia y el progreso económico equilibrado, quehabían sido destellos de marca en la repúbli-ca de Berrío, han pasado a segundo plano. Ycon algunos gobernadores al mando,Antioquia desplazó alTolima como la región

Le incendiaron el rancho. Pedro Nel Gómez, 1950.

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de más alta incidencia de confrontacionesarmadas y crímenes, y se convirtió en lo quenunca antes había sido: en un ensangrenta-do campo de Agramante.

En efecto, al ir madurándose en el poder, lossucesivos dirigentes dieron muestras de ex-tremismo: la tanatomanía se puso de modacon órdenes de muerte a gente inocente ydelincuentes por igual, se repitió la consignade no dejar ni la semilla de oponentes y desacar a enemigos políticos de sus veredas paraocuparlas. Hasta curas paisas, como los delinteresante movimiento de Golconda, fue-ron perseguidos y algunos muertos. Con elMAS y la Mano Negra, entre otros inferna-les inventos, se asesinó a defensores de dere-chos humanos en las calles de Medellín, y enlas veredas de Antioquia la autodefensa ar-mada se disimuló como cooperativas de ce-ladores y delatores, más tarde con soldadoscampesinos. La mafia del narcotráfico hizosus primeras letales apariciones.

Ocurrieron entonces en Antioquia, con im-pacto severo en otras partes, dos espeluznan-tes fenómenos: uno político y el otro simbó-lico. El político fue el rápido crecimiento delas fuerzas paramilitares desde pequeñas cé-lulas Conviveres hasta volverse un King Kongque ya el Estado no pudo controlar: los go-bernantes se habían convertido en nerviososaprendices de brujo. El hecho simbólico fuela conversión del hacha colonizadora en mo-tosierra asesina. El imperio de la muerte seextendió como neblina tenebrosa desde lagaitera Ovejas en el norte hasta el sumisopueblo de Trujillo en el sur. Lamentable ta-rea que ha incluido la sed de venganza, lacodicia acumulativa y corruptora, la delin-cuencia organizada, el belicismo como for-ma de poder y de movilidad socioeconómica,y la manipulación mediática, engañosa ysemi-religiosa, con la astucia y la imposturacomo reglas de conducta. Nada de lo queacabo de describir parece paisa. Y continúa

vivo con todos sus deletéreos efectos en nues-tra sociedad.

Creo que los antioqueños y los grupos deotras partes tocados por la guerra interna y ladescomposición social tendremos que exor-cizar, tarde o temprano, los demonios de es-tas tendencias suicidas. Es urgente que estecambio de rumbo y de dirigentes ocurra enel momento actual, que es crucial en muchossentidos, porque se juega el futuro de toda laRepública. Hay peligros de retrocesosantidemocráticos y golpes contra el Estadode Derecho, que otra vez se originan en lospalacios del gobierno, así como se adelantanjuegos de un poder bastardo que tienden aperpetuar la maldición de la Violencia.

Papel reconstructor del socialismoraizal antioqueño

En este contexto problemático y criminal deleterno retorno al pasado tanatómico, vuelvea aparecer el ideal del socialismo con mayorperfil que el que tuvo durante el siglo XIX.Todavía busca enraizarse en los valoresfundantes de los pueblos originarios aquídescritos, no con el fin de volver atrás en lahistoria, sino para proyectarlos hacia el pre-sente y el futuro, reconociéndoles su vitali-dad humana permanente. Es por lo tanto unsocialismo más propio y maduro que algu-nos observadores y políticos ya han llamadocomo “del siglo XXI”. Resulta uno diferentedel europeo que hemos conocido, que pro-viene de otro contexto cultural e histórico,aunque de allí asimile elementos convergen-tes. Se añaden entonces clases sociales emer-gentes en sectores urbanos e industriales delcapitalismo naciente.

Gerardo Molina, el gran político y educadorde Gómez Plata que fue mi respetado men-tor y guía, lo vio claramente al expresar, ensu penúltimo libro, que “el socialismo demo-crático es necesario y conveniente, porque no

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se vislumbra otra salida racional en el pre-sente cruce de caminos. El socialismo, a pe-sar de todo, es posible. Basta que las mayo-rías lo quieran. El deber de los intelectualeses inducirlos a que lo intenten”.

Antioquia lo ha intentado. A partir del sigloXX surge en la Montaña una pléyade de fi-guras pioneras en la búsqueda de nuevas ymejores formas de gobernar y hacer políticarespetando la moral pública, con el socialis-mo raizal y humanista como opción política.Recordemos rápidamente por lo menos aRafael Uribe Uribe, María Cano, BaldomeroSanín Cano, María Eastman, Luis Tejada,

Blanca Ochoa y Gerardo Molina. Eran so-cialistas paisas de la mayor dimensión queconcibieron una Colombia unida paradóji-camente por la diversidad de sus regiones,como es nuestra realidad dinámica y contan-do con Antioquia. En este grupo de maravi-lla coloquemos también, entre muchos, a Pe-dro Nel Gómez, Manuel Mejía Vallejo yDébora Arango, libertarios y rebeldes quebucearon con sus grandes talentos en el paísque nos merecemos. Los habitantes de lasotras regiones colombianas les debemos mu-cho a estos visionarios críticos, y ese legadoprofundo pertenece a toda la democracia co-lombiana.

Hoy surge otro líder nacional desde Sopetrán,el profesor, magistrado y senador CarlosGaviria Díaz, oteando nuevos horizontes enla estratégica tarea de unir a las izquierdasdemocráticas. Nos referimos ante todo a lasfuerzas populares decididas a continuar lalucha honorable por una sociedad superior,aquella lucha iniciada por nuestros mayoresrecordados hoy, que prefirieron sacrificarsepor la utopía antes que ceder a la cooptaciónpor el poder corrupto. Las esperanzas siguenvivas con el Senador Gaviria, impecable can-didato presidencial para demostrar que esasfuerzas nuevas sí pueden (podemos) gober-nar mejor a Colombia.

Termino, pues, invitando en especial a losintelectuales, universitarios y jóvenes deAntioquia para que, atendiendo al MaestroMolina, reasuman la histórica y pacífica mi-sión del pueblo paisa como constructores yhacedores de naciones. Cansados segura-mente de nuestra sempiterna guerra inter-na que vuelve a sus andanzas en otras qui-zás más pérfidas formas, parece que no que-da otro camino que tratar de reconstruir enserio la nación de naciones originarias queson como las raíces vivas del árbol colom-biano, y hacerlo buscando una paz que nosea la del cementerio, ni la paz de los pu-

Gerardo Molina

Carlos Gaviria Díaz

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dientes ni la Pax Americana . Antioquia pue-de ser de nuevo motor de estos cambios sa-ludables y razonables para defender entrenosotros la civilidad, la dignidad, la demo-cracia y la naturaleza tropical en su propioterritorio y en las demás regiones colombia-nas donde se ha visto directa o indirecta-mente involucrada. Por ejemplo, como enmi azotada tierra sinuana y sabanera, don-de hay fuerte influencia paisa en la culturay en la tendencia de la tierra. Supongo queno será una continuación del viejoexpansionismo paisa, como se ha visto aveces con espanto, porque el contexto ac-tual, distinto del anterior, es autonomista yunitario según los mandatos de la Consti-tución Nacional, con respeto a la diversi-dad cultural regional, y buscando tejer es-tructuras para una sociedad justa.

Es obvio que, para llegar a un Estado Regio-nal Unitario funcional en Colombia, habríaque actuar con más altruismo y con sentidoético de servicio público. Con el mismo viejoempeño del Berrío positivo, pacífico y trans-parente sin tapujos que recordamos hoy, peroahora rejuvenecido de verdad, sin caer en elfacilismo de adscribir el vetusto carismacaudillesco o mesiánico a ningún dirigentecontemporáneo. Porque ese resabio atrasadoresulta ineficaz e incoherente para resolver losproblemas estructurales del postcapitalismoque nos agobia. Así se podría corregir lo quese ha hecho mal en cada región y por genera-ciones anteriores y presentes.

No abrigo dudas sobre las respetables reser-vas personales e institucionales que Antioquiatodavía tiene para esta labor reconstructoranacional y unitaria, ojalá con el socialismohumanista y raizal como pegante ideológico,empezando por esta ilustre institución contodos sus estamentos, porque es la “Univer-sidad digna de 200 años”; con la Iglesia tole-rante y de los pobres y sus heroicas servido-ras y servidores; con los empresarios visiona-

rios que han empezado a humanizar el capi-tal más allá de la beneficencia ostentosa; ycon los intelectuales y excelsos patriarcas queno han creído en los espejismos de la moder-nidad materialista con que nos compran ynos venden.

Humanicemos, pues, otra vez nuestras rela-ciones y combinemos mejor la teoría y lapráctica, el estudio-investigación con la ac-ción política sana. Porque como vamos, va-mos mal. Para mí, lo más decepcionante se-ría ver que a la cabeza de la estampida des-compuesta e inhumana de estos años fatales,estén todavía los mismos paisas inteligentesy creadores, pero ya olvidadizos de su estir-pe, ya sepultureros de su magnifica historia,ahora vendedores mefistofélicos del alma co-lectiva. Necesitamos otro tipo de dirigentesa todo nivel, con suficiente ecuanimidad, se-renidad y estudio, que tengan corazón gran-de y lo demuestren sin engaños ni ambages.Porque, ¿qué se puede pensar de un gobier-no que ame más a los banqueros que a los

Dos mujeres en vigilancia nocturna. Pedro Nel Gómez, 1956.

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desventurados jubilados de las universidadespúblicas?

Este es, pues, el momento del sentimientohonrado, como era en la época de los poetasy cuenteros de la arriería.Tenemos derecho avivir felices y a campo abierto no atrapadospor los miedos y las verjas de la “inseguridadno democrática”. Por eso, necesitamos al ti-món del gobierno a verdaderos hombres deEstado que sepan guiarnos con la sabiduríaancestral, que sepan apelar a nuestras deida-

des tutelares, y que nos calmen y alivien conla respetable aureola de las canas.

En esta forma se pone a prueba la resisten-cia cultural y el temple moral del pueblopaisa. En tan ponderosa tarea, desde la her-mana Región Caribe que represento, les de-seo a todos ustedes, queridos colegas, ami-gos y amigas de la Montaña y de la centena-ria Universidad de Antioquia que me hahonrado tanto, les deseo buen viento y bue-na mar.

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Señor Rector, señores Vice-Rectores,Decanos y Decanas, profesores y estu-diantes, profesor Touraine, maestra

Elsa Gutiérrez y coristas del ConservatorioNacional que, como siempre, han cantadotan bellamente mi “mensaje a Colombia”,Maestro Carlos Gaviria y señora, amigas yamigos todos.

Honoris causa en la Universidad Nacional deColombia*

Orlando Fals Borda

Los eventos de esta noche son causa de ale-gría y también de nostalgia. Alegría por loshonores, nostalgia por el recuerdo de mifinada esposa. Pero hagamos la síntesis, sea-mos fuertes y ayudémonos. Porque vale lapena mirar aún el futuro con optimismo.

Aprovecho para agradecer al arquitecto Fer-

* Bogotá, 9 de diciembre de 2006

Textos de Orlando Fals Borda

Facultad de Derecho Universidad Nacioanal de Colombia. 1940. Foto: Mguel Antonio Rodríguez.

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nando Samper Salazar, ganador del concursoorganizado por la Facultad de Artes y a susupervisor el notable pintor GustavoZalamea, por el diseño y ejecución del pre-cioso mausoleo que recibirá los restos de nues-tra compañera, está noche.

Constituye para mí y para mi familia un in-menso honor recibir un Doctorado HonorisCausa de mi Alma Mater, la que resume ytraduce la esencia de las naciones colombia-nas. No puedo articular suficientes palabraspara agradecer este honor, que acepto congrande emoción, en especial porque su en-trega va vinculada, por voluntad de las auto-ridades de la universidad y con el impulso denuestra Asociación Colombiana de Sociolo-gía y de su coordinador el eminente colega yamigo el profesor Gabriel Restrepo, a la co-locación de las cenizas de mi compañera laprofesora María Cristina Salazar, en los ama-dos y sacrosantos predios de la Ciudad Uni-versitaria.

A María Cristina dedico con absoluto reco-nocimiento, gratitud y grande amor la dis-tinción que hoy recibo. Estoy por lo mismodoblemente conmovido, y este evento me seráimperecedero. Todavía más porque está pre-sente mi querido amigo y colega de muchotiempo, el eminente sociólogo de reconoci-miento universal, el doctor Alain Touraine.Mil gracias a todos y todas.

Se acostumbra en estas solemnes ocasionespresentar una tesis especial o reflexión aca-démica pertinente. No obstante, pienso queno es regla absoluta y pido humildemente quese me exonere en esta ocasión. En parte, por-que estoy seguro de que lo que diría a uste-des ya lo habrán escuchado de mis labios enalguna otra ocasión, por ejemplo, sobre in-vestigación participativa, ordenamiento te-rritorial, violencia, democracia radical y so-cialismo del siglo XXI o raizal. Cada uno deestos conceptos requiere capítulos especiales

o críticas a fondo. Hay mucho talento y re-sistencia entre ustedes, acendrados por nues-tros sufrimientos para hacer esta tarea, y yono. Tales experiencias empáticas de riesgoabundan entre ustedes, a pesar de estar ac-tuando y viviendo en uno de los países másdescompuestos, conflictivos y desequilibra-dos del mundo, les dejo este encargo

Pero todos llevamos la ilustre y trágica cargade nuestros mártires, héroes y heroínas quehan sufrido la muerte, maltratos, torturas ydesapariciones a manos de agentes de un Es-tado que no puede verse sino como terroris-ta. A partir de la confrontación bélica denuestro fundador Camilo Torres, siguen losmaltratos y torturas a tantos colegas, compa-ñeras y compañeros durante el primer régi-men de “seguridad democrática”, y el asesi-nato de Alfredo Correa y Jaime Gómez conel sinnúmero de colegas indígenas, negros,campesinos y colonos de nuestros grupos ori-ginarios, estudiantes, y maestros víctimas delactual gobierno de inseguridad antidemo-crática. É pur si muove: a pesar de este trágicodestino para nuestra sociología aquella re-flexión de Galileo la hemos proclamado to-dos ante el pasmo universal.

Repito, pues, que me parece que resulta me-jor que esta tarea reconstructora de la socie-dad la hagan los colegas. No me cabe dudade que ustedes, con nuevas perspectivas y téc-nicas, podrán ir más lejos que yo en estas ma-terias y entrar a nuevos y más fértiles cam-pos. Además, hace apenas dos noches y eneste mismo sitio expuse más largamente misideas sobre el presente y el futuro de la socio-logía y de la universidad.

Evidentemente, una tarea intelectual y aca-démica en esta forma es lo que estamos ne-cesitando con urgencia en las institucionessuperiores, en especial en nuestra Universi-dad Nacional donde se está experimentan-do, como en otras universidades, un impre-

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sionante renacer de la investigación crítica.La creatividad nacional ha sido desafiada.Hay conciencia de los límites de la coloniza-ción intelectual eurocéntrica. Se buscan ymiran, con mayor interés e intensa curiosi-dad, las raíces de nuestros pueblos fundantescon sus especiales culturas. Se aprecia más lotropical. Son síntomas positivos que me dana entender que se está fraguando por fin la“ciencia propia” que pedía en mi libro mexi-cano de 1970. Si esto es así, como lo espero,ello motivaría para todos el mayor de lostriunfos, y le daría al país una certidumbretecnocientífica propia necesaria para mostrarcómo se suma el saber científico a la sabidu-ría y experiencia populares. Se buscaría de-rrumban los muros que aún separan, más dela cuenta, a la universidad de la comunidady de los problemas vitales de nuestras onceregiones histórico-geográficas.

La descentralización del conocimiento y elacceso de las masas a las técnicas modernasconstituyen en esta forma otro gran reto paratodos. Ello implica “desbogotanizar” el go-bierno y tener mayor confianza en la capaci-dad de autonomía de los pueblos de base. Loque sería otra prueba más de nuestra madu-rez intelectual y política.

Ya veremos entonces si las universidades co-lombianas, y en especial la Nacional, se colo-can a la vanguardia de esta gran transforma-ción. La universidad viva, la de la participa-ción horizontal sujeto-sujeto, sería más útil-mente productiva para las mayorías necesi-tadas de la población, más que para las élitesy clases burguesas condicionadas hoy por elethos de la acumulación capitalista y el egoís-mo del prurito personalista.

Quizás yo mismo no alcance a ver esta vi-brante evolución. Pero todavía me ha queda-do alguna energía para pedir que se realice.Nada me haría tan feliz que observar desdeel más allá, junto a María Cristina, cuántovalía la pena el gran esfuerzo. Y desde allí,enviaríamos las lluvias cósmicas de energíasolar y lunar para alimentar la savia de lospueblos. Que así sea, es mi final deseo en estainolvidable y bella jornada con tantos ami-gos y colegas, muchos de toda la vida, queme vieron crecer con ellos en la búsquedaeterna de la certitud y de lo verosímil.

De nuevo mil gracias por este honor que tan-to me complace y que llenará mis futuros díasde nuevas esperanzas y de infinitos logros.Hasta pronto y hasta siempre.

Capellanía Universidad Nacional de Colombia

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Monseñor Germán Guzmán Campos y el bandolero Teófilo Rojas (a. “Chispas”).Tomado de la revista Minuto de Dios Nº 6 . Julio de 1962. Bogotá.

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Obras de Orlando Fals Borda

El presente listado de las obras de Orlando Fals Borda, fue elaborado apartir de la base de datos soportada en el Programa AbsysNET de laRed de bibliotecas del Banco de la República. No pretende reunir la

totalidad de la obra del maestro; es una herramienta básica para quienes deseenadentrarse en el estudio de su pensamiento a lo largo de más de 55 años.

ACCIÓN y espacio: autonomías en la nue-va república / Orlando Fals Borda. Santa Fede Bogotá: IEPRI, Tercer Mundo Editores,2000. xx, 99 p.; 22 cm.

ANTE la crisis del país: ideas-acción para elcambio /Orlando Fals Borda. Bogotá: ElAncora Editores, Panamericana Editorial,2003. 147 p.; 23 cm.

EL BRASIL: campesinos y vivienda: (prepa-rado para el gobierno del Brasil) / OrlandoFals-Borda. Bogotá: Imprenta Nacional,1963. 167 p.: mapas; 22 cm. - Serie Latinoa-mericana; no. 3

CAMPESINOS de los Andes: estudio socio-lógico de Saucío/Orlando Fals Borda; versióncastellana de Alvaro Herrán Medina. Bogo-tá: Editorial Iqueima, 1961. xxiii, 340 p.:mapas; 23 cm. - Monografías sociológicas;7. Otra edición: Bogotá: Punta de Lanza,1978. xxiii, 364 p.: mapa; 21 cm.

CAPITALISMO, hacienda y poblamiento:su desarrollo en la Costa Atlántica / porOrlando Fals Borda. Bogotá: Punta de Lan-za, 1976. 70 p.: il., mapa; 22 cm.

CARTA libro por ahí no es la cosa: sociolo-gía desenfocada [manuscrito] / Orlando FalsBorda. 1972. 3 h.; 28 cm.

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CIENCIA propia y colonialismo intelectual/ Orlando Fals-Borda. México: Ed. NuestroTiempo, 1970. 138 p.; 19 cm. - La cultura al

pueblo. Otras ediciones:Bogotá: Editorial OvejaNegra, 1971. 138 p.; 19 cm.- La cultura al pueblo.México: Editorial nuestrotiempo;, 1973. 149 p.; 18cm. - Colección la culturaal pueblo. Bogotá: CarlosValencia Editores, 1987.165 p.; 21 cm. Bogotá: Pun-ta de Lanza, 1976. 149 p.;16 cm.

EL CONFLICTO, la violen-cia y la estructura social co-lombiana /Orlando Fals Bor-

da. Bogotá: Universidad Nacional de Colom-bia. Facultad de Sociología, 1962. 361-381 p.;23 cm.

CONOCIMIENTO y poder popular: leccio-nes con campesinos de Nicaragua, México, Co-

lombia / por Orlando FalsBorda; colaboradores BerthaBarragán... [et al.].] Bogotá:Siglo Veintiuno Editores,Punta de Lanza, 1986. 177p.: il.; 18 cm. - Sociología ypolítica

C O N V E R G E N C I Aparticipativa en conoci-miento, espacio y tiempo /Orlando Fals Borda.[Cartagena?: s. n.], 1997.[6] p.; 28 cm.

COSTA Atlántica [mate-rial cartográfico]: Sinú-Sabanas, corrientes depoblación, (siglos XVI a XVIII) / OrlandoFals Borda. [Montería?, 980?]. 1 mapa ms.:col.,; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]: Sinú-Sabanas, enclaves y semienclaves extranjeros,(1698-1970) / Orlando Fals Borda. [Monte-ría?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.,; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, encomiendas y resguardos,época colonial / Orlando Fals Borda. [Mon-tería?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, expansión de la hacienda /Orlando Fals Borda. [Montería?, 1980?]. 1mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, niveles de desarrollo desigual,siglo XIX / Orlando Fals Borda. [Montería?,1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, niveles de desarrollo desigual,siglo XVIII / Orlando Fals Borda. [Monte-ría?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, niveles de desarrollo desigual,siglo XX (modo de producción capitalistaneo- colonial) / Orlando Fals Borda. [Mon-tería?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, niveles de desarrollo desigual,siglos XVI y XVII / Orlando Fals Borda.[Montería?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x49 cm.

COSTA Atlántica [material cartográfico]:Sinú-Sabanas, pueblos establecidos entre1533 y 1788 / Orlando Fals Borda. [Monte-ría?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.; 67 x 49 cm.

LA EDUCACIÓN en Colombia: bases parauna interpretación sociológica / Orlando FalsBorda. Bogotá: Universidad Nacional de

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Colombia. Facultad de Sociología, 1962. 37p.; 24 cm. - Monografías sociológicas; 11

FRAY Pedro de Aguado: el cronista olvidadode Colombia y Venezuela / Orlando FalsBorda; traducido del inglés por Fray CarlosMartínez S. Cali: Editorial Franciscana deColombia, 1956. 88 p.; 21 cm.

FUNDAMENTOS de la política oficial dereforma agraria en Colombia /Orlando FalsBorda. Bogotá: [s.n.], 1959. [21] h.; 30 cm.

HISTORIA de la cuestión agraria en Colom-bia / Orlando Fals Borda.] Bogotá: Funda-ción Rosca de Investigación y Acción So-cial,1975. viii, 160 p.: fotos., mapas; 24 cm.- Publicaciones de La Rosca. Otras edicio-nes: Bogotá: Punta de Lanza, 1979. 159 p.:il., mapas; 22 cm. Bogotá: Carlos ValenciaEditores, 1982. ilustraciones Riou A. deNeuville... [et al.].179 p.: il., mapas; 21 cm.

HISTORIA doble de la Costa / Orlando FalsBorda; ilustraciones Luis Angel Rengifo. Bo-gotá: Carlos Valencia Editores, 1979-1986.4 v.;: il., mapas, retr.; 20 cm. Otras edicio-nes: Bogotá: Universidad Nacional de Co-lombia, Banco de la República, El AncoraEditores, 2002. 4 v.;: il., mapas, retr.; 22 cm.- Maestros de la sede.

EL HOMBRE y la tierra en Boyacá: basessociológicas e históricas para una reformaagraria / Orlando Fals-Borda. Bogotá:Antares, 1957. xiv, 259 p.: il., mapas; 23 cm.- Ediciones Documentos Colombianos.Otras ediciones: [2a. ed. revisada y actualiza-da con una nueva introducción.] Bogotá:Punta de Lanza, 1973. 215 p.: mapas; 22 cm.Bogotá: EdicionesTercer Mundo, 1979. 214p.; 21 cm. Bogotá: Universidad PedagógicayTecnológica de Colombia, 2006. 4a. ed. 272p.: il., mapas; 24 cm.

IdeNTIDAD Caribe: Síntesis y génesis de lanacionalidad colombiana / selección, presen-tación y entrevistas Marco A. Contreras To-rres. Bogotá: Ediciones Corpocaribe, Publi-caciones Casa de la Cultura de la Costa, 2006.508 p.; 24 cm.

LA INSURGENCIA de las provincias: ha-cia un nuevo ordenamiento territorial paraColombia / Ernesto Guhl... [et al.]; presen-tación Orlando Fals Borda. Bogotá: Univer-sidad Nacional de Colombia; Siglo XXI Edi-tores, 1988. 236 p.: mapas; 18 cm. - Socio-logía y política

LA INTRODUCCIÓN de nuevas herra-mientas agrícolas en Colombia: resultado devarios experimentos agro-sociológicos / porOrlando Fals Borda. [Bogotá?]: [s.n.], 1958.p. 23-42: il.; 24 cm. – Industrias Agrícolas

INVESTIGACIÓN participativa / OrlandoFals Borda, Carlos Rodrigues Brandao; co-mentario Ricardo Cetrulo. [2a. ed.] Monte-video: Instituto del Hombre, 1987. 73 p.; 19cm. - Ediciones de la Banda Oriental

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KAZIYADU: registro del reciente despertarterritorial en Colombia / Orlando Fals Borda.Bogotá: Ediciones Desde Abajo, 2001. 159 p.;20 cm. - Biblioteca vértices colombianos

MAYORAZGOS momposinos en los vallesdel César, Ariguani y Magdalena [materialcartográfico]: (Siglo XVIII) / Orlando FalsBorda. [Montería?, 1980?]. 1 mapa ms.: col.,;67 x 55 cm.

UN NUEVO pacto social y político en Co-lombia / Orlando Fals Borda. Conferenciainaugural de la Fundación Antonio Garcíade Ibagué. Bogotá: Biblioteca Luis ÁngelArango, 1982. 22 p.; 20 cm.

LA ORINOQUÍA y el nuevo régimen polí-tico administrativo del país /Ponencia pre-sentada por el constituyente Orlando FalsBorda.] Arauca: Corpes de la Orinoquía,1991. 32 h.; 27 cm.

PONENCIA general: Provincias y asociacio-nes (rurales) de municipios / Orlando FalsBorda. Bogotá: Asamblea Nacional Constitu-yente. Comisión Segunda, 1991. 39 h.; 28 cm.

EL PROBLEMA de cómo investigar la reali-dad para transformarla: por la praxis /

Orlando Fals Borda. [2a. ed.] Bogotá: Edi-cionesTercer Mundo, 1979. 111 p.,; 21 cm.Otras ediciones: Bogotá:Tercer Mundo Edi-tores, 1989. 119 p.; 20 cm. - Sociología ypolítica.

EL PROBLEMA indígena en la historia con-temporánea de Colombia /Orlando Fals Bor-da.Tunja: Univ. Pedagógica y tecnológica deColombia, 1975. 46 p.; 24 cm. - La rana y eláguila

PROVINCIAS y asociaciones (rurales) demunicipios / Orlando Fals Borda. Bogotá:Asamblea Nacional Constituyente. ComisiónSegunda, 1991. 39 h.; 28 cm.

¿QUIÉN teme a las provincias? / OrlandoFals Borda.

REGIÓN e historia: elementos sobre orde-namiento y equilibrio regional en Colombia/ Orlando Fals Borda. Santa Fe de Bogotá:IEPRI, TM Editores, 1996. viii, 105 p.; 21cm. Otras ediciones: Bogotá: Tercer mundo,1996. 105 p.: mapas; 21 cm.

REGIÓN y cultura: algunas implicaciones teó-ricas y políticas /Orlando Fals Borda. Bogotá:Universidad Nacional, 1990. 13 p.; 27 cm.

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LAS REVOLUCIONES inconclusas enAmérica Latina: (1809-1968) /Orlando FalsBorda. [2a. ed.] México: Siglo XXI, 1970.82 p.; 14 cm. - Colección mínima; 19. Otrasediciones: México: Siglo XXI, 1971. 82 p.;14 cm. - Colección de Fals Borda.

SEMINARIO-Taller: metodología y técnicasde la investigación acción participativa (IAP)/ Orlando Fals Borda. Cartagena: Coreducar,1988. 85 p.: il.; 28 cm.

LA SUBVERSIÓN en Colombia: visión delcambio social en la historia / Orlando Fals-Borda. Bogotá: EdiciónTercer Mundo, 1967.293 p.; 20 cm. - Serie Monografías socioló-gicas; 24. Otras ediciones: Bogotá: TercerMundo, 1968. xxiv, 217 p.: il.; 20 cm. - Eldedo en la herida; 29.

SUBVERSIÓN y cambio social / OrlandoFals-Borda. [Edición revisada, ampliada ypuesta al día de La subversión en Colombia.]Bogotá: Tercer Mundo, 1968. xxiv, 217 p.:il., láms (retrs.); 20 cm.

SUBVERSIÓN y desarrollo: el caso de Amé-rica Latina / Orlando Fals Borda. Bogotá:Tercer Mundo, 1970. 18 p.; 21 cm.

LA TEORÍA y la realidad del cambiosociocultural en Colombia /Orlando Fals Bor-da. Bogotá: Universidad Nacional de Colom-bia, Departamento de Sociología, 1959. 44p.; 24 cm. - Monografías sociológicas; 2

LA TRANSFORMACIÓN de la AméricaLatina y sus implicaciones sociales y econó-micas / Orlando Fals Borda. Bogotá: Uni-versidad Nacional de Colombia. Facultad deSociología, 1961. 21 p.; 24 cm. - Monografíassociológicas; 10

VIGENCIA de utopías en América Latina /por Orlando Fals Borda. Guadalajara: [s. n.],1992. 21 h.; 28 cm.

Obras en colaboración

ACCIÓN comunal en una vereda colombia-na / Orlando Fals Borda con la colaboraciónde Nina Chávez e Ismael Márquez. Bogotá:Universidad Nacional de Colombia. Depar-tamento de Sociología, 1960. 96 p.: il., fo-tos; 25 cm. - Monografías sociológicas; 4

ACCIÓN y conocimiento: cómo romper elmonopolio con investigación-acciónparticipativa / Orlando Fals Borda... [et al.];

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traducción Raquel González. [Editor Cami-lo Borrero G.] Santafé de Bogotá: Cinep,1991. 232 p.; 22 cm.

CALIDAD de vida: enfoques, perspectivas yaplicaciones del concepto / Orlando Fals Bor-da... [et al.]. [María Carolina MoralesBorrero, Wilson Herney Mellizo Rojas edi-tores.] Bogotá: Universidad Nacional de Co-lombia, Programa Interdisciplinario Calidadde Vida, Localidad 4a San Cristóbal y áreascircunvecinas. 267 p.: il.; 23 cm.

COLOMBIA. Comisión de OrdenamientoTerritorial. [Materiales de consulta sobre or-denamiento territorial [archivo de datos le-gible por máquina] / Comisión de Ordena-miento Territorial; redactados por OrlandoFals Borda... [et al.].] Santa Fe de Bogotá: LaComisión, 1994. 1 disquete; 3 1/2 plg.

COMISIÓN de Ordenamiento Territorial /presentado por los delegados constituyentesOrlando Fals Borda y Héctor Pineda, de la

lista Nacional, Alianza Democrá-tica M-19.] Bogotá: AsambleaNacional Constituyente. Secreta-ría General, 1991. 6 h.; 28 cm. -Proyecto; 14

LA COMUNICACIÓN de lasideas entre los campesinos co-lombianos: un análisis socio-es-tadístico / Paul J. Deutschmann,Orlando Fals Borda. Bogotá:Universidad Nacional de Colom-bia, 1962. 24 p.; 24 cm. -Monografías sociológicas; 14

CRÓNICAS de Sincelejo / Nicolás J.Chadid; reproducidas por Orlando Fals Bor-da. [Montería: s. n.], 1988. 132 p.; 22 cm.

DERECHOS, garantías y deberes funda-mentales: título III /Antonio Navarro W....[et al.]. Bogotá: Asamblea Nacional Consti-

tuyente, Secretaría General, 1991. 24 h.; 28cm. - Proyecto No. 50

DISCURSO y razón: una historia de las cien-cias sociales en Colombia / Orlando Fals Bor-da... [et al.]. [Editores Francisco LealBuitrago, Germán Rey.] Santafé de Bogotá:Tercer Mundo Editores, 2000. vi, 335 p.; 22cm. - Sicología política. Historia

EDUCACIÓN, pedagogía y cultura /Orlando Fals Borda... [et al.]. Bogotá: Fun-dación Foro Nacional por Colombia, Escue-la Nacional Sindical, 1984. 144 p.; 21 cm.

EDUCACIÓN popular y política en Amé-rica Latina: foro-panel /Francisco Vio Grossi,Orlando Fals Borda, Adriana Delpiano.] San-tiago de Chile: CEAAL, 1989. 26 p.: il.; 24cm. - Educación popular y democracia; 1.

ENCUENTRO NACIONAL PREPARA-TORIO DEL MOVIMIENTO POPULAR(1983: Bogotá) [Memoria del encuentro na-cional preparatorio del Movimiento Popular/ Colectivo Nacional, Comité de Impulso del

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Movimiento Popular; presentación OrlandoFals Borda.] Bogotá: Fundación para el De-sarrollo de la Democracia Antonio García,1983. 64 p.; 21 cm.

FORO REGIONAL LA ORINOQUÍA YEL NUEVO RÉGIMEN POLÍTICO AD-MINISTRATIVO DEL PAÍS (1991: Mayo4,5) Arauca, Colombia) [La orinoquía y elnuevo régimen político administrativo delpaís: proyecto de acto reformatorio de la cons-titución política de Colombia No. 104 / ForoRegional la Orinoquía y el Nuevo RégimenPolítico Administrativo del País; autores Fran-cisco Rojas Birry, Orlando Fals Borda, HéctorPineda Salazar.] Arauca: Consejo Regional dePlanificación Económica y Social de laOrinoquía, 1991. [5] h.; 27 cm.

GUÍA práctica del ordenamiento territorialen Colombia: contribución para la soluciónde conflictos / Orlando Fals Borda, con lacolaboración de Miguel Borja.

IN-SUR-GENTES: construir región desdeabajo / William Fernando Torres, BernardoTovar, Luis Ernesto Lasso, compiladores;Orlando Fals Borda... [et al.]. [EditoresWilliam Fernando Torres, Bernardo TovarZambrano, Luis Ernesto Lasso.] [Bogotá]:Editorial Universidad Surcolombiana, 2003.331 p.; 21 cm. - Imaginarios de futuro co-lectivo en la región surcolombiana

INVESTIGACIÓN acción participativa /Orlando Fals Borda... [et al.]. Bogotá: Di-mensión Educativa, [1985?]. 72 p.; 24 cm. -Aportes; 20

El MARXISMO en Colombia / Orlando FalsBorda... [et al]. Bogotá: Universidad Nacio-nal, [1983]. 264 p.; 20 cm.

MANUAL de investigación y extensión envivienda rural / Orlando Fals Borda, ErnestoE. Vautier y Josephina R. Albano. Bogotá:Centro Interamenricano de Vivienda yPlaneamiento, 1958. iii, 70 p.: il.; 27 cm. -Serie. Manuales; 5

MOVIMIENTOS sociales, Estado y demo-cracia en Colombia / Orlando Fals Borda...[et al.]. [Editores Mauricio Archila y MauricioPardo.] Bogotá: Universidad Nacional de Co-lombia, Instituto Colombiano de Antropo-logía e Historia, 2001. 549 p.; 21 cm.

¿POR QUÉ el socialismo ahora?: retos parala izquierda democrática / Orlando Fals Bor-da, Jorge Gantiva Silva, Ricardo SánchezÁngel. Bogotá: Fundación Nueva Repúbli-ca, 2003. 107 p.; 21 cm.

LA PRODUCCIÓN de sal y el resguardoindígena de Zipaquirá durante el siglo XIX /Magdalena Peñuela Uricoechea; directorOrlando Fals Borda. Bogotá D.C.: Universi-

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dad de los Andes, Facultad de Humanidadesy Ciencias Sociales, 1994. 112, [8] h.; 28 cm.

PROVINCIAS de la costa [materialcartográfico]: estudio preliminar de 1985 /Orlando Fals Borda. [Montería?, 1980?]. 1mapa ms.: col.,; 67 x 55 cm.

PROYECTO de reforma constitucional no. -: de las entidades territoriales / por los consti-tuyentes: Francisco Rojas Birry, Orlando FalsBorda y Héctor Pineda Salazar.] Bogotá: Asam-blea Nacional Constituyente, Secretaría Ge-neral, 1991. 10 h.; 28 cm. - Proyecto; no. 104

PUEBLOS indígenas y grupos étnicos: infor-me -ponencia /Orlando Fals Borda, LorenzoMuelas Hurtado.] Bogotá: Asamblea NacionalConstituyente. Comisión Segunda. Subcomi-sión Casos Especiales, 1991. 44 h.; 29 cm.

ROMPER el monopolio del conocimiento:situación actual y perspectivas de la investi-gación-acción participativa en el mundo /Mohammad Anisur Rahman y Orlando FalsBorda.

SINDICALISMO y democracia: cambios enel movimiento; nuevo enfoque de la acciónsindical / Luis I. Sandoval M.; prólogo deOrlando Fals Borda. Bogotá: Instituto Ma-ría Cano; Fescol, 1988. 124 p.; 23 cm. - Se-rie reforma política; 7

TALLER LA REGIONALIZACIÓNCOMO INSTRUMENTO DE DEMO-CRACIA Y PAZ, (1998: Bogotá) [Guía prác-tica del ordenamiento territorial en Colom-bia: contribución para la solución de conflic-tos / Orlando Fals Borda, con la colabora-ción de Miguel Borja.] Bogotá: [s.n.], 1998.29, 14 h.; 28 cm.

TERRITORIO, economía y sociedad Paez:María Teresa Findji, José María Rojas /Orlando Fals Borda.

LA VIOLENCIA en Colombia: estudio de unproceso social / Germán Guzmán Campos,Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna.Bogotá: Ed. Iqueima, 1962. v.: mapas; 24 cm.- Monografías sociológicas; 12. Otras edicio-nes: Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1962-1964. 2 v.: il., mapas, fots.; 21 cm. -Monografías sociológicas; 12. Bogotá: Edicio-nes Tercer Mundo, 1964. 2 v.: il.; 20 cm. Bo-gotá: Punta de Lanza, 1977. 2 v.: il., mapas;20 cm. - Monografías sociológicas; 12. Bogo-tá: Carlos Valencia Editores, 1980. 2 v.: ma-pas; 21 cm. Bogotá: Taurus, 2005. 2 v.: fots.,mapas; 23 cm. - Taurus. Historia

LA VEREDA de Chambimbal: estudio yactuación en vivienda rural / ed. por: Ernes-to E. Vautier y Orlando Fals-Borda. Bogotá:[Talls. del Sicd del Cinva], 1958. 93 p.: il.(mapa); 28 cm. — Serie: Técnica; no. 6

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Obras en otros idiomas:

APPROCHES participatives pour undéveloppement durable: exempes d’Afrique,d’Amérique latine et d’Asie. [Marc P.Lammerink et Ivan Wolffers (éds).] Paris:Editions Karthala; Douala (Cameroun):Institut Panafricain pour le Développement,1998. 209 p.: il.; 21 cm. - Economie etdéveloppment

THE APPLICATION of participatoryaction-research in Latin America /OrlandoFals Borda; traslated by Brian Mallet. SantaFe de Bogotá: Dimensiones Educativas,1987. p. 329-347; 23 cm.

FACTS and theory of sociocultural changein a rural social system /Orlando Fals Borda.Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.Departamento de Sociología, 1960. 48 p.; 25cm. - Monografías sociológicas; 2 bis

FRAY Pedro de Aguado: el cronista olvidadode Colombia y Venezuela / por Orlando Fals-Borda; traducido del inglés por Fray CarlosMartínez S. Cali: Editorial Franciscana deColombia, 1956. 96 p.; 20 cm.

FUTURE action: making sense ofconvergence / Orlando Fals Borda.][Cartagena?: s. n.], 1997. 3 p.; 28 cm.

INVESTIGATING reality in order totransform it: the colombian experience /Orlando Fals Borda. Amsterdam: ElsevierScientific Company, 1979. p. 33-55; 26 cm.

KNOWLEDGE and people’s power: lessonswith peasants in Nicaragua, México andColombia / Orlando Fals Borda; colabora-dores Bertha Barragán... [et al.]. New Delhi:Indian Social Institute, 1988. 122 p.; 22 cm.

PARTICIPATORY research and rural socialchange / by Orlando Fals Borda. Bogotá:Jornaul of Rural Cooperation, 1982. p. 25-40; 24 cm.

PEASANT society in the Colombian Andes:a sociological study of Saucio / Orlando FalsBorda.] Gainesville: University of Florida,1955. xii, 277 p.: il.; 24 cm.

EL REFORMISMO por dentro en AméricaLatina / Orlando Fals Borda; traducción deOFISEL (Oficina de Investigaciones Sociales,Económicas y Legales). [2a. ed.] México: SigloVeintiuno Editores, 1974. 215 p.; 15 cm. -Colección Mínima; 48

A SOCIOLOGICAL study of therelationships between man and the land inthe Department of Boyacá, Colombia /Orlando Fals Borda. Ann Arbor: University

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Microfilms International, 1983. viii, 265 p.:il., mapas; 21 cm.

SOME premises for the development ofparticipatory action research in the thirdworld / by Orlando Fals-Borda; Aide-Memoire for UNDP/SID GRIS Dialogue,(New York 3-4 June 1983). New York: s.n.,1983. 6 h.; 30 cm.

SUBVERSION and social change in Colom-bia / Orlando Fals-Borda; translated byJacqueline D. Skiles.] New York; London:

Columbia UniversityPress, 1969. xiv, 238 p.;22 cm.

Artículos enrevistas:

LA ACCIDENTADAmarcha hacia la democra-cia participativa en Co-lombia / Orlando FalsBorda. En: Análisis polí-tico: revista del Institutode Estudios Políticos yRelaciones Internaciona-les. - Bogotá. - No.14(Sep.-Dic. 1991). - p.46-58.

ALGUNAS reflexionesactuales sobre movimientos sociales /OrlandoFals Borda. En: Colombia hoy informa (Bo-gotá). - Vol. 17, No. 146 (Jun. 1996). - p.20-21

ASPECTOS críticos de la cultura colombia-na 1886-1986 / Orlando Fals Borda. En:Revista Foro (Bogotá). - no. 2 (Feb. 1987). -p. 81-90.

BASES territoriales de la gobernabilidad enColombia / Orlando Fals Borda.../et.al./. En:Administración y Desarrollo / ESAP

(Bogota). - No. 41 (Primer Semestre 2004).- p. 126-145.

CIENCIA y compromiso / Orlando FalsBorda. En: Eco (Bogotá). - Vol. 21, no. 2(Dic. 1967). - p.181-198

COMENTARIOS a la Mesa Redonda sobrela Historia doble de la Costa /Orlando FalsBorda. En: Anuario colombiano de historiasocial y de la cultura (Bogotá). - No. 16-17(1988-1989). - p. 231-240

El CRIC y la tradición libertina campesina /Orlando Fals Borda. En: Controversia (Bo-gotá). - No. 80 (1979). - p.23-27.

EL CONGRESO que ya pasó... / María Cris-tina Ocampo y Orlando Fals Borda. En:Análisis político (Bogotá). - no. 19 (May./Ago. 1993). - p. 78-81.

CULTURA e identidad obrera, Colombia1910-1945 / Orlando Fals Borda.] En: Aná-lisis político (Bogotá). - no. 16 (May./Ago.1992). - p. 95.

CANDELA que no se apaga / Orlando FalsBorda. En: Lecturas Dominicales (Bogotá).- (Abr. 30, 2005). - p. 2-3

ESTRATOS sociales entre los campesinoscolombianos / Orlando Fals Borda. En: Eco-nomía Colombiana (Bogotá). - Vol. 5, no.14 (Jun. 1955). - p.593-604

EXPERIMENTOS agrosociológicos colom-bianos / Orlando Fals Borda. En: Mito (Bo-gotá). - Vol. 3, no. 18 (Feb./Mar. 1958). - p.465-462

FUENTES y encrucijadas de la identidadsinuana / Orlando Fals Borda. En: Aguaita:revista del Observatorio del Caribe Colom-biano. - Cartagena de Indias. - no.2 (Nov.1999). - p. 79-81

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EL GENERAL en su laberinto / Orlando FalsBorda. En: Análisis político (Bogotá). - no.7 (May./Ago. 1989). - p. 92-94.

GRIETAS de la democracia / Orlando FalsBorda. En: Análisis político (Bogotá). - No.28 (May./Ago. 1996). - p. 65-72

MOVIMIENTOS sociales y poder político /Orlando Fals Borda. En: Análisis político (Bo-gotá). - no. 8 (Sep./Dic. 1989). - p. 49-58.

NOTAS sobre la evolución del vestido cam-pesino en la Colombia central / Orlando FalsBorda. En: Revista de Folklore (Bogotá). -no. 2 (Jun. 1953). - p. 139-147.

EL PACTO político de los movimientos so-ciales / Orlando Fals Borda. En: Revista Foro(Bogotá). - No. 11 (Ene., 1990). - p. 64-74.

LA PARTICIPACIÓN comunitaria: observa-ciones críticas sobre una política gubernamen-tal / Orlando Fals Borda. En: Análisis político(Bogotá). - no. 2 (Sep./Dic. 1987). - p. 84-91.

EL PROBLEMA de la autonomía científica/ Orlando Fals Borda. En: Eco (Bogotá). -Vol. 21, no. 6 (Oct. 1970). - p.600-627

EL PROBLEMA de la tierra visto a través delos linderos de un resguardo indígena /Orlando Fals Borda. En: Bolivar (Bogotá). -No. 51 (Mar./May. 1959). - p. 459-471

EL REORDENAMIENTO territorial: itine-rario de una idea /Orlando Fals Borda. En:Análisis político (Bogotá). - No. 20 (Sep./Dic.1993). - p. 90-98.

SIETE peligros por el territorio nacional: ne-cesidad y urgencia de la ley territorial en Co-lombia / Orlando Fals Borda. En: Revista de

las fuerzas armadas (Bogotá). - Vol. 51, no.159 (Abr./Jun. 1996). - p. 11-22.

UNA SOCIEDAD campesina en los andescolombianos / Orlando Fals Borda. En: Eco-nomía Colombiana (Bogotá). - Vol. 13, no.37 (May. 1957). - p.399-449

TERCERAS fuerzas triunfantes en Colom-bia / Orlando Fals Borda. En: Revista foro(Bogotá). - No. 9 (Mayo 1989). - p. 3-7.

LATRANSFORMACIÓN del agro en His-panoamérica: el caso de Nariño en Colom-bia / Orlando Fals Bor-da. Revista de ciencias so-ciales (Río Piedras). - Vol.8, no.4 (Dic. 1964). -p.389-402

Compilaciones deOrlando FalsBorda:

CONGRESO Mundialde Convergencia en In-vestigación Partici-pativa’97 (Cartagena,Colombia). Participa-ción popular: retos delfuturo / compilación yanálisis de Orlando FalsBorda; con aportes deWallerstein. [et. al.]. - Bogotá: ICFES, IEPRI,Colciencias, 1998. x, 274 p.; 22 cm.

Traducciones de Orlando Fals Borda:

HACIA un marxismo vivo: política y filoso-fía, marxismo y dialéctica / Lucio Colletti;versiones de Joëlle Diot y Orlando Fals Bor-da. - Bogotá: Punta de Lanza, 1976. 108 p.;20 cm. Colección Orlando Fals Borda 1.

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Foto tomada del libro Bandoleros, gamonales y campesinos.El Áncora editores. Bogotá, 2000.

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Aprovechando la loable iniciativa dela Revista Aquelarre y de su directorJulio César Carrión de celebrar un

encuentro de la inteligencia en torno a la viday obra del gran colombiano universal, el pen-sador Orlando Fals Borda, presento un con-junto de artículos, que sobre política colom-biana y la personalidad de Baldomero SanínCano, escribió el Maestro de América JoséCarlos Mariátegui.

Dos circunstancias concurren a esta iniciati-va, la primera, en tanto la actitud intelectualy vital de Orlando Fals Borda se inspira en latradición del Amauta, en forma creativa y conpotencia emancipadora para los intereses dela unidad de los pueblos de Nuestra Améri-ca. Fals Borda representa el más consecuentecontinuador del Amauta; la segunda razónes que este puñado de artículos, que puedenser los únicos que Mariátegui dedicara a Co-lombia tienen una frescura para el pensamien-to histórico de indudable relevancia.

Los textos aquí presentados, fueron inicial-mente publicados en los Periódicos limeñosVariedades y Mundial y están recopilados enel libro: Temas de Nuestra América . Lima:Empresa Editorial Amauta. Ediciones Popu-

Textos de Carlos MariáteguiA propósito de estos textos

Ricardo Sánchez Ángel*

lares de las Obras Completas de José CarlosMariátegui, 1959.

Sanín Cano y la nuevageneración1

Sanín Cano coincide, sin duda, con BernardShaw, en la apreciación del periodismo. Noaspira al título de ensayista ni de filósofo,porque le basta el titulo de periodista. Y siperiodismo es todo lo que pretende, BernardShaw, el escritor colombiano se contenta conuna clasificación que no oscurece ni dismi-nuye sus méritos de pensador y polígrafo.

Urge convenir en que el descrédito del perio-dista, particularmente el de América, resultajustificado. El periodismo ejercido general-mente por una muchedumbre más o menosanónima de diletantes, aparece como un gé-nero que no requiere ninguna preparacióncultural y ninguna aptitud literaria. El perio-dista se supone el derecho de discurrir de todosin estar enterado de nada. Frente a una cues-tión económica o a una doctrina social, no sesiente jamás embarazado por su ignorancia.Lo sostiene una confianza excesiva en que laignorancia de sus lectores sea aún mayor. Elsocialismo, señaladamente, sufre en la prensa

* Profesor asociado Universidad Nacional de Colombia. Profesor titular Universidad Externado. Autor del libro Bonapatismopresidencial en Colombia. El gobierno de Alvaro Uribe Vélez. Bogotá (2005)

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4las más inverosímiles desfiguraciones por obrade gentes de las cuales no sólo se puede decirque no han leído nunca a Marx, Engels, Lasalleni Sorel, sino que serían absolutamente inca-paces de entenderlos.

Pero se registra ya un movimiento de reivin-dicación de la profesión de periodista. Estareivindicación no se reduce, por supuesto, alvocinglero empeño de Henri Béraud de de-mostrar que un reportero puede escribir tanbien como el mejor literato. (Las mediocresnovelas de Henri Béraud, en verdad, no loprueban todavía). El artículo del escritor res-ponsable y calificado desaloja crecientementede la prensa a la divagación inepta del gaceti-llero. El público distingue cada vez mejor lasvarias jerarquías de periodistas.

Esta rectificación debe mucho, en el sectorhispánico, a la obra de Sanín Cano, que hacontribuido poderosamente a elevar el co-mentario y la crítica periodísticos, con visi-ble influencia en la educación del público yen especial del que no llega al libro.

Al período del apogeo del “cronista”, duran-te el cual la predilección de los lectores fue

acaparada por escritores del tipo de GómezCarrillo, ha seguido un período de apogeodel ensayista. Lo que demuestra que al lectorno le basta ya la sola anécdota.

Se destaca frecuentemente, como uno de losrasgos mayores de Sanín Cano, su humoris-mo. La aparición de este ‘filósofo de la risa’según Araquistain -quien corrobora un con-cepto de Armando Donoso a propósito deArturo Cancela-, es uno de los signos demaduramiento literario de Hispanoamérica.

El agudo escritor colombiano es, sin disputa,un humorista. Pero su humorismo no es sucualidad sustantiva, ni la que más lo distingueentre los pensadores del Continente. A pesarde su humorismo -él diría que precisamente acausa de su humorismo- Sanín Cano se sin-gulariza por su pensamiento circunspecto,coherente y hondo. Su gesto de escéptico nole impide guardar una leal y honrada devo-ción a algunas ideas fundamentales, verbigra-cia la idea de la libertad. La ironía, el humor,en ningún momento restan seriedad ni uni-dad a su pensamiento. Sanín Cano se com-porta siempre como un espíritu constructivo,que asume, libre, pero fielmente, una misión

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docente en la evolución intelectual de estospueblos. No lo atrae el apostolado; pero quie-re cumplir sin alarde y sin desplante una obrade orientador y educador.

La labor de Sanín Cano, forma parte del mag-no esfuerzo que hacen las mentes más lúcidasde Hispanoamérica por dotar a nuestros pue-blos de la atmósfera de ideas que fundadamenteha echado de menos en ellos la crítica europea.Se le debe una divulgación eficaz -y a veces unaversión original- de las ideas y hechos más cons-picuos de los últimos lustros. Y este trabajo seha caracterizado por la autonomía austera, aun-que sonriente, de su espíritu.

El trato íntimo con el pensamiento occiden-tal, no ha descastado a este escritor de Amé-rica, que, desde su juventud, explora los másdiversos caminos de la literatura de Europa.Cada vez que opina sobre un problema deAmérica, lo hace con acendrado sentimientode americano. Su ejemplo nos decide a creerque existe ya una estirpe de buenos america-nos en vías de afirmar su personalidad y dellenar su función con la misma excelencia quela estirpe de los buenos europeos.

La cultura británica -y quizá también e1 es-píritu británico- han dejado su huella en laproducción de Sanín Cano, pero sin enfla-quecer su savia ni deformar su sensibilidadde hispanoamericano. No se le puede repro-char ninguna abdicación de su independen-cia al juzgar las cosas y los hombres anglo-sajones. El espectáculo de la hegemoníaanglo-sajona, encuentra en Sanín Cano unestudioso cauto que no pierde nunca su equi-librio. Inglaterra no lo deslumbra. Y esto notraduce, frialdad sino mesura.

No creo mucho en su escepticismo. Sé queprocede de una generación ponderada que,con Rodó, se impuso el gusto de la líneaateniense (Sanín Cano, sin embargo, no esmuy indulgente con algunos aspectos del

patrimonio greco-romano. Véase su ensayoBajo el signo de Marte).

La generación de hoy por razones de época,piensa y obra con un ritmo más acelerado.Le toca acompasarse a una hora de violencia.Pero, salvada esta diferencia de pulsación es-piritual, puede reconocer en Sanín Cano unprecursor y un maestro por su pasión de ver-dad y de justicia.

Ante el fenómeno norteamericano, SanínCano ha tenido siempre una actitud de vigi-lante defensa de la autonomía y de la perso-nalidad de la América Latina. Hace poco in-citaba a su país a la previsión de los peligrosde los préstamos yanquis.

Pocas actitudes de su pensamiento, a mi juicio,definen su ambición como la justicia que hacea Brandes en estas palabras: “La muerte deBrandes priva a la idea de la libertad de su másalto representante y de su más asiduo y eficazdefensor en los últimos sesenta años. Mientrasotras inteligencias ochocentistas, claudicaron yse rindieron, escondiendo en pliegues de sutilironía su escepticismo en materia de libertades,Brandes perseveró siempre dedicado a los prin-cipios formulados ruidosamente con estupen-da claridad y hermosura en su conferencia delaño setenta”. Me complace el haber coincididocon Sanín Cano en la estimación del que yotambién considero como el mayor mérito delpensador escandinavo.

A Sanín Cano, sus pósteros* le reconoceránel mismo mérito de haberse conservado fielal pensamiento liberal y progresista, en unaépoca en que, turbados por la atracción reac-cionaria, lo renegaba la mayoría de sus másveteranos militantes.

Política colombiana2

En Colombia, los conservadores no estánmenos divididos que los liberales. La vecin-

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4dad de las elecciones ha revelado la acrituddel conflicto interno del Partido Conserva-dor. La candidatura del General VásquezCobo, se opone irreductiblemente a la delpoeta Guillermo Valencia. La fractura delPartido Liberal es, desde hace tiempo másnotoria y visible aunque no sea sino porque,en la oposición, el cisma de un partido cobramás estridente evidencia.

El General Vásquez representa, hasta por elgrado marcial, la misma tendencia que elGeneral Rengifo, instigador famoso de la úl-tima “ley heroica” contra el movimiento so-cialista colombiano. Los bonos de esta ten-dencia se cotizan algo bajos desde la agita-ción estudiantil y popular que obligó últi-mamente al doctor Abadía y a otro de susministros a pedir su dimisión al GeneralRengifo. Los dos generales, Vásquez yRengifo, quieren la, dictadura.

Guillermo Valencia, en política tan conserva-dora como en poesía, después de algunostropos y algunas erratas de su ya cancelada ju-ventud, lleva su ortodoxia reaccionaria hastala pena de muerte. Pero los Primos de Riveraen barbecho apremian al Partido Conserva-dor a decidirse por una prosa menos académi-ca, sin tantas reminiscencias de Parnaso.

El gobierno del doctor Abadía parece incli-narse por un sucesor civil. El “vasquizmo”acusa a uno de sus ministros de abusar de sufunción para maniobrar en el partido contrala candidatura del General Vásquez. El doc-tor Abadía no se ha desprendido del GeneralRengifo, sino cuando las muchedumbres selo han exigido en las calles de Bogotá en tér-minos bastante perentorios. Bajo este aspec-to, su gobierno no puede haberse mostradomás complaciente con la manera fascista.Mas, los acontecimientos últimos, debenhaberlo reafirmado en la preferencia del hom-bre de toga o de pluma.

Guillermo Valencia y VásquezCobo3

Los dos candidatos conservadores -GuillermoValencia y Vásquez Cobo- continúan enColombia irreductiblemente sostenidos porsus partidarios del Congreso. De hecho, elPartido Conservador se presenta escisionadoante el problema presidencial. Valencia, haobtenido la mayoría en la votación de los re-presentantes a congreso de su partido. Perolos 45 representantes que han votado porVásquez Cobo se manifiestan resueltos a lu-char hasta el fin por su candidato. El PartidoLiberal, en minoría en el Congreso, no ten-drá, candidato. Frente al dilema Valencia oVásquez Cobo, es probable que, con ciertascondiciones y ante el significado ostensibleque ha dado a la candidatura del General larecomendación del Arzobispo de Bogotá, sedecida a concurrir a la victoria del candidatocivil. Los liberales andan divididos; pero son,aún así, una fuerza. El Partido Socialista Re-volucionario, que los reemplaza cada vez máscomo partido de izquierda, no cuenta, pues-to casi fuera de la ley, con representación par-lamentaria ni con prensa.

Las razones del Arzobispo de Bogotá paraapoyar a Vásquez Cobo, son, en orden a lapolítica internacional, las mismas que ha te-nido para vetar a,Concha.

Vásquez Cobo, no es persona ingrata a losEstados Unidos, a cuyo canciller Root le tocósaludar cortésmente, a nombre del gobiernocolombiano, vivo aún el resentimiento porla desmembración de Panamá, cuando ese,activo gerente del panamericanismo visitó laAmérica Latina en gira oficial. Concha, quecomo ministro representó una política decelosa reivindicación de los intereses colom-bianos frente a Norte América, no está en elmismo caso. Su elección como presidente dela república podría perjudicar a la reconcilia-

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ción yanqui-colombiana. La razón de Esta-do es decisiva para los Políticos de la Iglesia.

Valencia, en las últimas semanas, quizá enparte a consecuencia de la fisonomía abierta-mente dictatorial y reaccionaria que ha mos-trado la candidatura de su opositor, apoyadopor el ex Ministro de Guerra Rengifo, el hom-bre de la ley “heroica” y de la represión deSanta Marta, parece haber ganado terreno.La votación así lo demuestra.

Instantánea del panoramaeleccionario de Colombia4

Colombia se acerca, con la elección de presi-dente de la república, a la última etapa de sularga experiencia conservadora. El procesoeleccionario está descubriendo la irremedia-ble crisis, la apresurada descomposición delpartido que desde hace mucho tiempodetenta el poder en Colombia. Los conser-vadores se mantienen divididos en rededorde dos candidaturas irreconciliables: la delGeneral Alfredo Vásquez Cobo y la del poe-ta Guillermo Valencia. Una facción que tien-de ostensiblemente a la política dictatorial,al gobierno, fuerte, a todo lo que quería ha-cer el truculento represor de las huelgas de laregión bananera, el ministro de la ley “heroi-ca”, General Rengifo, se separa de la facciónque, por temor a la aventura, por apego alestilo siempre algo académico delconservadorismo colombiano, encuentra suhombre en Guillermo Valencia. En esta ba-talla, los dos bandos comprometen todas susfuerzas, empeñan todos sus recursos. El Ar-zobispo de Bogotá, Monseñor Perdomo, haungido la candidatura de Vásquez Cobo conla gracia eclesiástica, contrariando una tradi-ción conservadora y católica codificada enmagnífica prosa por don Marco Fidel Suárez,que quiere al clero neutral en la luchaeleccionaria. Y, mientras las dos corrientesconservadoras chocan, en el parlamento seacusa al ex Ministro de Guerra, general

Rengifo, llamado a rendir cuentas no sólo delos desmanes de sus subordinados, excitadospor su estridente alalá fascista, sino tambiénde despilfarros y fraudes, cubiertos con suresponsabilidad de ministro. El partido, elclero, el ejército, están simultáneamente encausa. Los tres aparatos de la política conser-vadora, se presentan descompuestos, deto-nantes; los tres han roto con el estilo clásicode un conservadorismo que siempre ha abun-dado en rectores ortodoxos y en latinistas ar-cádicos.

Un juicio simplista podría definir a VásquezCobo corno el más conservador y a GuillermoValencia como el más liberal de los candida-tos conservadores. Pero esto sería una inter-pretación sumaria, propia de gentes que se atie-nen a datos tan convencionales como la indu-mentaria, y la profesión. Vásquez Cobo, es,sin duda, un reaccionario a quien entusiasmala idea de emplear en el poder la manera fuer-te y marcial, propuesta por Rengifo. Pero, porsu misma veleidad tropical de aspirante a undestino dictatorial o fascista, Vásquez Coboes propenso al uso de la demagogia, como lohan sido, por lo demás, todos los absolutistasde filiación, clerical e hispánica. Un editorialde Universidad , la revista de GermánArciniégas -tribuna de Sanín Cano, López deMesa, Armando Solano y otros intelectualescolombianos altamente cotizados en Hispa-no-América- insisten en lo que hay en la de-signación de Vásquez Cobo de gusto por laaventura. La entiende como un modo de “in-vitar al país a que juegue, a que se haga juga-dor, a que tire la carta de Vásquez Cobo comose tira un dado, con la esperanza de que salgansuertes y que no salgan ases”. “Una de las ca-racterísticas de nuestro tiempo -agrega el co-mentador de Universidad- puesto bajo la pre-sión de la desesperanza, es la de apuntarse a lacifra en que menos se puede confiar, paraarriesgar más y sentir mayores emociones. Esuna manera de ser tahúres, y de sustraerse alas leyes matemáticas de las probabilidades, que

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4los colombianos odiamos conocer porque nosobliga a pensar en un vivir modesto y discipli-nado.Tenemos algo del genio español, que selanzaba a la aventura más azarosa y enigmáti-ca, a la aventura del Dorado, pero que no hapodido organizarse nunca en una forma cien-tífica para el trabajo consciente y para la disci-plina constante”. Bajo este aspecto, la repulsade Universidad es una repulsa de gente de or-den. Guillermo Valencia, hasta por su condi-ción de literato, pertenece a esa estirpe de hu-manistas y oradores que tanto se ha acordadosiempre con el gusto del conservatismo colom-biano. Su candidatura, aunque esté auspicia-da por elementos que aspiran a cierto cambiode hombres y de sistemas dentro del dominiocon-servador, está más a tono que la deVásquez Cobo con el estilo y la tradición desu partido. Y, según tópicos de su programa,trasmitidos por el cable, Valencia no está, enel, fondo, menos contagiado de filofascismoque el General Vásquez Cobo. Los hombresde letras, son en esto, más proclives, al desva-río y al plagio que los hombres de espada o denegocios. De la hora de la espada, el primeroen hablar en Sudamérica ha sido un poeta,varón pacífico, contemplativo y sedentario porexcelencia. Valencia, por ejemplo, no ha deja-do de hacer suyo el más retórico pensamientode Mussolini: el del retorno al agro, el deldescongestionamiento de la urbe.

Para un letrado, en el fondo patriarcal y pro-vinciano, de Popayán, es éste un gesto fácil.Su gobierno sería el de una clase de terrate-nientes, de filiación muy española y católica,que se arrullaría a sí misma con su ideal depueblo agrícola, mientras el capitalismo im-perialista explotaba sus mejores riquezas, yen primer término, la fuerza de trabajo desus manos proletarias. Y en cuanto a rigor enla represión, el poeta Guillermo Valencia noiría muy a la zaga del General Vásquez Cobo.Universidad ha refrescado la memoria de loscolombianos con documentos, como los dis-cursos pronunciados por Antonio José

Restrepo en 1925, señalando a Valencia comopersecutor de libros y de ideas bajo la dicta-dura del General Reyes. El discurso de Va-lencia en el congreso del mismo año, defen-diendo la pena capital, certifica la aptitud ycomplacencia del letrado conservador paraemplear su verbo en servicio de la fuerza.

La crisis de la política conservadora en Co-lombia, por otra parte, no se expresa toda enestos signos de crisis de partido. Sanín Canome escribía no hace mucho que la situaciónactual de su país se parecía mucho a la delPerú en los tiempos del guano y del salitre,con la diferencia de que lo que aquí, se de-rrochaba entonces, procedía de una riquezareal. Universidad trata con severidad este as-pecto de la administración del Dr. AbadíaMéndez. En 1924, “en pleno régimen de lafarándula de la trapacería”, los gastos de laRepública ascendían a $38’913,540. El Dr.Abadía prometió entonces una política deprudencia y de mesura. “Los hechos contra-dijeron sus palabras -escribe el editorialistade Universidad-. De $38’913,540 que se gas-taron el año 24, pasó el nuevo mandatario agastar en 1928 la suma de $110’812,702, esdecir un aumento neto de más de setentamillones de pesos o sea de 184 por 100, con-sumido estérilmente en empresas bizarras,enterrando millones en los ferrocarriles ma-nejados sin orden, sin plan, sin técnica, comolo fueron indicando los azares de la política”.

Contra esta política, se agitan en Colombialos liberales, divididos en dos corrientes, laintelectual, que se contenta con el ejerciciode su facultad crítica, otra impulsiva, movi-da en parte por cierta nostalgia de los tiem-pos de beligerancia heroica del liberalismo, yque por esto representa mejor quizá la tradi-ción del partido. Pero el liberalismo formal,doctrinario, ha envejecido en Colombiacomo en todas partes. Y la función liberal,en su verdadero sentido histórico, ha pasadoa otro campo, a otro partido. Al partido que

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está ahora en sus tiempos de beligeranciaheroica: el socialismo revolucionario.

La abstención liberal enColombia5

El Partido Liberal colombiano, contra lo quese esperaban algunos, ha decidido en su con-vención no presentar candidato en las próxi-mas elecciones presidenciales. Insiste en suactitud abstencionista de 1925, fundándosesiempre en el escrutinio fraudulento del 21,pero ateniéndose, probablemente, a nuevasperspectivas. Ha habido, sin embargo, unatendencia eleccionaria y han figurado comoprobables candidatos dos liberales conspi-cuos, diplomáticos ambos: el Dr. Fabio Lo-zano y el Dr. Enrique Olaya Herrera. Estatendencia corresponde, seguramente, a lafracción pacifista del Partido Liberal, dividi-do en dos corrientes, una de las cuales,nostálgica de empresas bizarras, preconiza lavida revolucionaria, mientras la otra se incli-na a la conquista legal de la opinión.

Los liberales más avanzados ideológicamen-te son los que recomiendan este segundo ca-mino; los partidarios de la violencia y la ofen-siva no han evolucionado nada doctrinal-mente y tienden a la revolución por ciertotradicionalismo de grupo. Pero, prácticamen-te son éstos los que tienen una posición másfiel al liberalismo y les tocaría, por tanto, serdesignados como fracción de izquierda. Por-que no tiene en verdad valor práctico, ennuestro tiempo, un liberalismo intelectual yacadémico, por grandes que sean las coque-terías en que se entretenga especulativamentecon el socialismo. El ideario liberal carece enel novecientos, como cuerpo de doctrina, devalor revolucionario. No se concibe ya, fren-te a los regímenes franca o larvadamente fas-cistas, sino al liberal de acción.

La mayoría liberal se propone sin duda, apro-vechar de la lucha entre dos candidatos con-

servadores, para reforzar su influencia sobrelas masas, cada día más ganadas al socialismo.El Partido Conservador se presenta a la vota-ción escindido en dos grupos y dos candida-turas inconciliables. Guillermo Valencia yVásquez Cobo se disputarán la presidencia conextremo encono. Es probable que en un sec-tor intelectual y pacifista del Partido Liberalprevalezca un humor más o menos favorable aValencia o Vásquez Cobo. Pero Valencia tieneel favor oficial. Y esto ha obligado a los libera-les a coincidir en algunos movimientos conlos partidarios de Vásquez Cobo, en pugnacon el gobierno. La estrategia del liberalismoen esta época es sumamente difícil y contra-dictoria. La experiencia del Partido Liberalcolombiano muestra bien este aserto.

Las elecciones colombianas6

Ha concluido el gobierno de los conservado-res en Colombia. En apariencia, los liberaleshan ganado las elecciones a causa de que losconservadores se presentaron divididos enellas. Pero no hay que atenerse a lo aparencialen la estimación de los fenómenos históri-cos. La división no habría sido posible sinuna grave y honda crisis de la política con-servadora. Es a esta crisis a la que los conser-vadores deben su derrota eleccionaria. El cis-ma del partido, el antagonismo de valencistasy vasquistas, no era sino un síntoma.

El gobierno conservador tendía, frente a laagitación social y política del país, a una polí-tica fascista. El acto más significativo de laadministración del Dr. Abadía ha sido la “leyheroica” que niega a la acción política clasistadel proletariado, las libertades que la Consti-tución del Estado acuerda a la expresión detodos los programas e ideologías. La represiónsanguinaria de las huelgas de las bananeras noha sido otra cosa que la aplicación la luchacontra las reivindicaciones proletarias de losprincipios fascistas en que se inspiraba es leyde excepción. El General Rengifo, Ministro

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4de Guerra del Dr. Abadía hasta los aconteci-mientos que impusieron su caída, no ha disi-mulado sus propósitos fascistas. Se ha ofreci-do en todos los tonos a la clase conservadorapara el aplastamiento de las fuerzas revolucio-narias. Es uno de esos Martínez Anido hispa-no-americanos que sueñan con los honores delos gendarmes de la reacción. El GeneralVásquez Cobo era el candidato de su tenden-cia. En los primeros tiempos sonó el del pro-pio Rengifo como el de un posible candidato.Pero Rengifo había caído demasiadoestruendosamente, repudiado por las masas,en las manifestaciones que forzaron al Dr.Abadía a licenciar a sus más belicosos y com-prometedores ministros. Vásquez Cobo, ade-más, a juicio de un, mayor número de conser-vadores, reunía mejores aptitudes para desen-volver un programa equivalente.

Pero no todos los conservadores se inclina-ban a este método. La mayoría del partidoestá aún formada por gente parsimoniosa,reacia a salir de las viejas normas delconservatismo clásico. La escisión del parti-do ha sido, por esto inevitable.

Los liberales no estaban dispuestos a presen-tar candidato. Hace algunas semanas creíanque su mejor política era una vez más, la abs-tención. Una rama del partido entendía laabstención como el preámbulo de una accióninsurreccional.

El declinio de los conservadores, el descréditocreciente de su método gubernamental, refor-zaba crecientemente al Partido Liberal. Los li-berales se aprestaban a recoger la herencia delgobierno. Pero había discrepancias sobre lamejor manera de apresurar la sucesión. Eltriunfo de Olaya Herrera en las elecciones esel triunfo de la tendencia pacifista y concilia-dora del partido. A Olaya Herrera le ha pre-ocupado ante todo, la conveniencia de pre-sentarse como un candidato nacional, comoun hombre exento de espíritu de facción.

Los intereses imperialistas juegan un rol pri-mordial en la política colombiana. Uno delos más sonoros incidentes dé la designaciónde los candidatos conservadores, fue, comose sabe, el veto del Dr. Concha por sus ante-cedentes de canciller que defendió celosamen-te la soberanía nacional frente a la agresivapolítica yanqui. Vásquez Cobo representabaostensiblemente una política favorable al ca-pitalismo norteamericano.También, bajo esteaspecto, aunque muy discreta y atenua-damente, Valencia encarnaba la tradiciónconservadora. Olaya Herrera, ex embajadoren Washington, tiene toda la simpatía de losintereses de Estados Unidos. Sus declaracio-nes, a este respecto, han sido por, lo demásexplicitas.

El proletariado colombiano ha afirmado enlas elecciones, su orientamiento clasista vo-tando por la candidatura de AlbertoCastrillón, líder de la huelga de las bananeras.El Partido Socialista Revolucionario no se hahecho ninguna ilusión respecto a su fuerzaelectoral al presentar esta candidatura. Haquerido únicamente proclamar la autonomíade la política obrera.

Notas

1 Publicado en Variedades: Lima, 8 de octubre de1927

* Descendientes.

2 Publicado en: Mundial: Lima, 23 de agosto de1929

3 Publicado en: Mundial: Lima, 6 de septiembrede 1929

4 Publicado en: Variedades: Lima, 25 de septiem-bre de 1929

5 Publicado en: Mundial: Lima, 22 de noviembrede 1929

6 Publicado en: Mundial: Lima, 15 de febrero de1930

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A los cuarenta y cinco años de la primera edición de La Violencia en Colombia

Un libro sobre violencia*

(Comentario a la primera edición del libro La violencia en Colombia, estudio de un proceso social de Monseñor

Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna)

Gonzalo Canal Ramírez

No suelo perder el sueño -“primer plato en el ban-quete de la vida”-. Anoche me desvelé. No era posi-ble dormir después de haber dado vuelta a la últi-ma hoja de este libro que, a lo largo de sus cuatro-cientas páginas, me llevó y me trajo por los mássangrientos caminos de Colombia. Sentía miedo,angustia, misericordia, indignación, rebeldía, tre-menda orfandad de ciudadano; pero, sobre todo,dolor, auténtico dolor de patria. De esta patria do-liente, cuyo principal dolor es la violencia.

He de confesar a Monseñor Germán Guzmán, aOrlando Fals Borda y a Eduardo Umaña Luna,los autores de este excelente libro -acaso el másimportante de cuantos he leído de autor colom-biano-, que en varios capítulos sentí la tentaciónde terciarme también yo una carabina y salir almonte, a hacer rancho aparte.

Cuando fui secretario de coordinación de la JuntaMilitar de Gobierno tuve la oportunidad de co-nocer muy de cerca hechos y personas protago-nistas de violencia, y de hablar muy largamentesobre el tema con el doctor Juan Lozano y Loza-no, el personaje que, con Monseñor Guzmán, esacaso quien ideas más claras tiene en Colombia

sobre el tremendo flagelo. Propuse que se publi-cara un Libro gris sobre la Violencia en Colombia ,donde, sin contemplaciones, se dieran a conoceren su verdad escueta, desnuda, descarnada, loshechos, las causas, el proceso y las repercusionesde la violencia, sin más respeto que el de la ver-dad, para abrir los ojos a los colombianos tanempecinados en cerrarlos ante este principal fla-gelo de nuestro país, cuya etiología y terapéuticaes muy diferente de lo que la gente piensa. Miiniciativa no tuvo ningún éxito. Se consideró útil,

* Tomado de: El minuto de Dios - la revista del diálogo. Número 6. Bogotá, Julio 28 de 1962

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pero escandalosa y contraproducente en un paísinfantilista, de ampollada epidermis y confusaconciencia, a quien se considera, hoy también,incapaz de poder conocer cierta porción de susrealidades, como si fuera un menor de edad o unconvaleciente en peligro.

LaViolencia en Colombia, de los tres autores nom-brados, es algo muy semejante a lo que yo, porentonces, intentara. Monseñor Guzmán, el colom-biano que más ha palpado la llaga viva del proble-ma, nos da la historia, el proceso del fenómeno.En sus capítulos aparecen, a veces, las luces in-mensas sobre causas, orígenes y efectos y docu-mentos de su colección privada, irrefutables en suautenticidad, capaces por sí mismos de romperlas sombras acumuladas culpablemente sobre laconciencia colombiana a propósito de nuestramayor desgracia. Hay algunos de ellos, como aque-lla confesión de Chispas, que lo dejan a uno sen-cillamente en suspenso, con el alma vacilante, presade una revolución íntima, cruzada por las mássorpresivas tentaciones… Hay conclusiones antelas cuales uno no puede dudar, como aquella deque la violencia comenzó como una autodefensadel campesino ante el abuso, la codicia y la perse-cución de ciertas autoridades… o como la otradel engaño y del fanatismo político… MonseñorGuzmán sabe lo que dice. Durante años ha reco-rrido, una a una, las zonas de violencia; ha recibi-do la confidencia de unos y otros; ha merecido laconfianza de todos; ha coleccionado los documen-tos auténticos en el lugar de los hechos; tiene va-lor civil y religioso para llamar las cosas por sunombre. El nombre de aquellos que “echaban lachusma contra el ejercito o la policía, para despuésechar el ejército y la policía contra la chusma”. Esprecisamente este valor de autenticidad, de since-ridad en llamas, de conocimiento profundo de loshechos y los autores, el que quita el sueño despuésde leer este libro.

El estudio de Eduardo Umaña Luna sobre los fac-tores socio-jurídicos de la impunidad no es me-nos profundo ni inquietante. En un reparto deresponsabilidades, este capítulo de Eduardo esquizá más aterrador que todo. Porque la impuni-dad no ha sido obra del bandolero, del guerrilleroo del “chusmero”, sino sencillamente de la autori-dad, del juez, del legislador, de las institucionesen una palabra.

La monografía de Fals Borda sobre las repercusio-nes de la violencia en el agrietamiento de nuestraestructura social no es menos válida.Tiene páginastranscendentales que también dejan en vela y com-plementan admirablemente el plan de la obra y desus coautores: de etiología e historia en MonseñorGuzmán; jurídico en Eduardo Umaña; y sociológi-co en Fals Borda. Una trilogía completa, de inne-gable autoridad que la Facultad de Sociología de laUniversidad Nacional ha logrado integrar.

Bueno es advertir que este no es un libro seme-jante a los de aquella cosecha de literatura sobre laviolencia, que floreció por los años de 1953 a 1955.Nada tiene que ver con aquella literatura de hi-pérbole, de propaganda, de ficción y de partidotomado, que se secó tan ligero como la tinta conque había sido impresa. Este, al contrario, es unlibro fundamental, riguroso en el raciocinio y enla documentación, desapasionado y objetivo. Desu lectura nadie saldrá incólume. Al cerrarlo unoqueda hecho un violento o un apóstol de la paz.Lo que allí se lee es demasiado serio como paraque uno pueda dormir tranquilamente.

Creo que es el libro que hacía falta para ser con-ciencia sobre el fenómeno de la violencia que es-tamos creyendo menos importante que el fenó-meno hidráulico, sin darnos cuenta de que esta-mos jugando con la propia vida y con la vida de lanación.

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El Año Nuevo de 1963, después de aquellascuriosas Navidades, lo pasé en Bogotá.Colombia era un país cuya existencia no

parecía conocer casi nadie fuera de Latinoamérica.Fue mi segundo gran descubrimiento. Modelosobre el papel de democracia constitucionalbipartidista, casi completamente inmune a losgolpes militares y a la dictadura en la práctica, apartir de 1948 se convirtió en el campo de lamuerte de Sudamérica. Por aquel entonces Co-lombia había alcanzado una cota de homicidiosespeluznante, por encima de los cincuenta casospor cada 100.000 habitantes, aunque esas cifraspalidecen al compararla con el celo de los colom-bianos por el asesinato a finales del siglo XX1. Alescribir estas páginas tengo ante mí los amarillen-tos recortes de periódico que recogí en aquellaépoca. Hicieron que me familiarizara con el tér-mino genocidio, que los periodistas colombianosutilizaban para designar las pequeñas matanzasperpetradas en las aldeas campesinas y entre lospasajeros de los autobuses de línea: dieciséis muer-tos aquí, dieciocho allá, veinticuatro más allá.¿Quiénes eran los asesinos y quiénes los muertos?<Un portavoz del ministerio de la Guerra ha di-cho… que no podía darse ninguna informacióncategórica acerca de los autores, pues las veredasde esa zona (de Santander) se veían afectadas conbastante regularidad por las “vendettas” entre losmilitantes de las fuerzas políticas tradicionales>,

A los cuarenta y cinco años de “La Violencia en Colombia”

Una mirada a La Violencia en Colombia*

esto es, el Partido Liberal y el Conservador, a unode los cuales, como bien saben los lectores deGarcía Márquez, todo colombiano pertenecía des-de niño por lealtad familiar y local. La oleada deguerra civil llamada “la Violencia”, iniciada en1948 y oficialmente concluida hacía mucho tiem-po, había seguido causando la muerte a 19.000personas en aquel “año tranquilo”. Colombia era

* Tomado de: Hobsbawm. E. J. Años interesantes. Una vida en el siglo XX. Crítica, Buenos Aires, 2003, pp. 340-342

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y continúa siendo la prueba de que la reforma gra-dual del marco de la democracia liberal no es laúnica alternativa, ni siquiera la más plausible, alas revoluciones sociales y políticas, incluso a aque-llas que fracasan o son abortadas. Descubrí un paísen el que la evitación de una revolución socialhabía hecho de la violencia el meollo constante,universal y omnipresente de la vida pública.

Lo que era o había sido exactamente “la Violen-cia” no estaba ni mucho menos claro, aunque tuvela suerte de llegar en el momento en que estaba apunto de aparecer el primer estudio importantesobre el tema, a uno de cuyos autores, mi amigoel sociólogo Orlando Fals Borda, debo mi prime-ra introducción a los problemas colombianos.2 Enaquella época quizá prestara más atención al he-cho de que el principal estudioso de “la Violen-cia” fuera un obispo católico, y de que algunas delas primeras investigaciones en torno a sus reper-cusiones sociales acabaran de ser publicadas porun joven sacerdote increíblemente apuesto perte-neciente a una de las familias fundadoras del país,un rompecorazones terrible, según se decía, quetraía locas a las jóvenes de la oligarquía, el padreCamiloTorres. No fue una casualidad que la con-ferencia episcopal latinoamericana que unos añosmás tarde inició la Teología de la Liberación, de

tendencias radicales en el ámbito social, se cele-brara en la ciudad colombiana de Medellín, toda-vía conocida entonces por los cárteles de la indus-tria textil y no por los de las drogas. Mantuve va-rias conversaciones con Camilo y, a juzgar por lasnotas que recogí entonces, tomé sus argumentosmuy en serio, aunque todavía se hallaba muy le-jos del radicalismo social que lo llevaría tres añosmás tarde a unirse a los nuevos guerrillerosfidelistas del Ejército de Liberación Nacional, queaún sigue vivo.

En medio de “la Violencia” el Partido Comunistahabía creado zonas de “autodefensa armada” o “re-públicas independientes”, concebidas como refu-gio de los campesinos que desearan o tuvieran queponerse a salvo de las bandas de asesinos del Parti-do Conservador y a veces también del Liberal.Acabaron convirtiéndose en la base del formida-ble movimiento guerrillero de las FARC (FuerzasArmadas Revolucionarias de Colombia). Las másfamosas dentro de ese tipo de zonas “liberadas”,Tequendama y Sumapaz, estaban a vuelo de pája-ro increíblemente cerca de Bogotá, pero al tratar-se de un país montañoso, la distancia equivalía aun largo y dificultoso viaje a caballo o en mula.En Viotá, una comarca de haciendas dedicadas alcultivo del café expropiadas por los campesinosdurante las reformas de los años treinta, de las quese habían retirado los terratenientes, ni siquierahacía falta combatir. Hasta los soldados del Ejér-cito se abstenían de poner los pies en su territorio,mientras que de la gestión de los asuntos se ocu-paba un cuadro enviado a la zona por el Partido,un antiguo trabajador de una fábrica de cervezas,y la venta de su producción de café se llevaba acabo en el mercado internacional a través de loscauces habituales. Las montañas de Sumapaz, te-rreno fronterizo para los hombres y las mujereslibres, estaban bajo la autoridad de un líder ruraloriginario de la región, uno de esos curiosos ta-

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lentos campesinos que se libraron del destino pro-nosticado por el poeta Gray en su famosa elegía,esto es, el de ser “unos Milton mudos y sin glo-ria,… unos Cromwell sin culpa de la sangre de-rramada de su país”. Pero Juan de la Cruz Vareladistaba mucho de estar mudo y de ser pacífico. Alo largo de su complicada carrera como jefe deSumapaz, destacó como liberal, seguidor deGaitán, comunista, jefe de su propio movimientoagrario y revolucionario liberal, pero siempre semantuvo firmemente al lado del pueblo. Descu-bierto por uno de esos maravillosos maestros deescuela que fueron los verdaderos agentes de laemancipación para la mayor parte del género hu-mano durante los siglos XIX y XX, se convirtióen un lector y un pensador práctico. Adquirió sueducación política leyendo Los miserables de VíctorHugo, obra que llevaba consigo a todas partes,subrayando los pasajes que la parecían particular-mente afines a su situación personal o la situaciónpolítica de la época. Mi amiga Rocío Londoño,que estuvo trabajando en su biografía durante latemporada que pasó investigando en el BirkbeckCollage, heredó el ejemplar de la obra que solíallevar Varela y el resto de sus papeles. Conoció elmarxismo o lo que entendiera por tal bastante tar-de, a través de las obras de un clérigo inglés, en laactualidad olvidado, entusiasta de la URSS, el di-funto Hewlett Jonson, deán de Canterbury (irre-

mediablemente confundido siempre en el extran-jero con el arzobispo de esa misma ciudad), que leproporcionaron, al parecer, los comunistas colom-bianos, cuya fe en la revolución agraria lo atrajo.Aceptado durante mucho tiempo como hombrepoderoso e influyente, cuya región se hallaba fue-ra del alcance de las tropas gubernamentales, eradiputado del Congreso. Sumapaz siguió fuera delalcance de la capital incluso después de su muer-te, y en su funeral le rindieron honores -según mecontó Rocío que asistió a él- sus hombres arma-dos a caballo. Las primeras negociaciones para lle-gar a un armisticio entre el Gobierno colombianoy las FARC se celebrarían en su territorio.

Las propias FARC, que se convertiría en el movi-miento guerrillero más formidable y duradero deLatinoamérica, todavía no habían sido fundadascuando llegué a Colombia, aunque su líder mili-tar durante mucho tiempo, Pedro Antonio Marín(Manuel Marulanda), otro campesino de la zona,actuaba ya en las montañas próximas a la viejafortaleza de la agitación agraria y fortaleza comu-nista del Sur del Tolima. 3 No nacieron hasta queel Gobierno colombiano, deseoso de utilizar con-tra los comunistas las nuevas técnicas antiguerrillaideadas por los asesores militares norteamericanos,expulsó a los combatientes de su feudo deMarquetalia. Varios años después, a mediados delos ochenta, pasaría algunos días en la que fuera lacuna de la actividad guerrillera, el municipio ca-fetero de Chaparral, en casa de mi amigo PierreGilhodes, que se había casado con una mujer dela localidad. Las FARC, más fuertes que nunca,seguían en las montañas que rodeaban la ciudad,accesible desde hacía poco en automóvil desdeBogotá y lo bastante en contacto con el mundoexterior y la prosperidad para que en el quioscode la plaza se vendiera Vogue . Los caminos de he-rradura y los senderos conducían a las montañas através de empinados barrancos. Era un paisaje

Violencia en Colombia. Foto archivo Monseñor GermánGuzmán

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tranquilo en el que, como cabría suponer, la dis-creción era la regla de oro. Los campesinos delChaparral estaban a punto de descubrir el poten-cial del cultivo de la adormidera, pero creo quetodavía no lo habían hecho.

Colombia, como escribí a mi regreso, estaba ex-perimentando “la mayor movilización armada decampesinos (ya sea como guerrilleros, bandoleroso grupos de autodefensa) en la historia recientedel hemisferio occidental, con la posible excep-

Grupo de campesinos asesinados. Tolima. 1953. Foto: Luis Gaitán. Archivo LUNGA,Bogotá.

ción de determinados períodos de la Revoluciónmexicana”4. Curiosamente, este hecho pasó sinpena ni gloria o fue silenciado por la ultraizquierdatanto dentro como fuera de Sudamérica (cuyasintentonas de insurrección guerrillera guevaristafueron en todos los casos un fracaso espectacu-lar), debido aparentemente a su relación con unPartido Comunista ortodoxo, pero de hecho por-que cuantos se inspiraban en la Revolución cuba-na no entendían ni querían entender qué era loque inducía realmente a los campesinos latinoa-mericanos a empuñar las armas…

Notas

1 Andrés Villaveces, <A comparative statistical note onhomicide rates in Colombia> en Charles Bergquist,Ricardo Peñaranda y Gonzalo Sánchez G., eds.,Violence in Colombia 1990-2000: waging war andnegotiating peace, Washington, Delaware, 2001, pp.275-280

2 Monseñor G. Guzmán, Orlando Fals borda y E.Umaña Luna, LaViolencia en Colombia, Bogotá 1962,1964, 2 vols.

3 Eduardo Pizarro Leongómez, Las FARC (1949-1966):De la autodefensa a la combinación de todas las formasde lucha, Bogotá 1991, p. 57.

4 E. J. Hobsbawm, Rebeldes primitivos, Crítica, Barce-lona, 2001, p. 232.

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El prestigio de la editorial Siglo XXI entrelos estudiosos de las Ciencias Sociales delmundo de habla hispana es indudable. En

1996 lanzó al mercado una nueva colección -ElMundo del Siglo XXI- que, se-gún palabras de su presenta-dor -Pablo González Casano-va- “...se propone publicar al-gunas de las obras más signi-ficativas de los investigadoresy pensadores contemporáneosde Asia, África, América Lati-na, Europa y Norteamérica”.El objetivo de la misma pare-ce estar a la altura de quienesse lanzan a la aventura, auncuando aseguran -de un modoalgo altisonante- que procura-rán “...que en sus primeroscien libros se encuentren algu-nos de los mejores que hoy sepublican en todo el mundo.”

El trabajo que tenemos entremanos es el inicio de la serie. A instancias de unapropuesta realizada por el profesor ImmanuelWallerstein, en julio de 1993 se creó la “Comi-

Un vistazo hacia el pasado y reflexiones frente al espejo*

(Diagnósticos y propuestas prácticas en el “Informe Gulbenkian”) **

Reseña de Darío Barriera

sión Gulbenkian para la reestructuración de lasCiencias Sociales”. La Fundación CalousteGulbenkian había patrocinado la primera fase delproyecto denominado “Portugal 2000”; las re-

flexiones resultantes de este pri-mer emprendimiento tambiénhan sido editadas en portuguésen una serie denominada “Por-tugal, los próximos veinteaños”. El proyecto presentadopor Wallerstein fue acogido en-tonces con beneplácito comouna suerte de continuación deaquella primera experiencia,ahora acotada en lo disciplinaral campo de las Ciencias Socia-les, pero ensanchada muchomás allá de las fronteras portu-guesas en cuanto a la incum-bencia espacial de la temática.Desde junio de 1994 y hastaabril de 1995, diez académicosprovenientes de las ciencias so-ciales, de las humanidades y de

las ciencias naturales, reclutados entre los más pres-tigiosos de América, Europa, Asia y África, cele-braron tres reuniones plenarias (la primera en Lis-

* Tomado de la revista Prohistoria Nº 2 Vol. 2, 1998. Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Darío Barriera, director.** Nota crítica acerca de Wallerstein, Immanuel -coordinador- Abrir las Ciencias Sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian para lareestructuración de las ciencias sociales, México 1996, trad. de Stella Mastrángelo, 114 pp.

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boa, la segunda en París y la tercera enBinghamton), al cabo de las cuales elaboraron elinforme que aquí analizaremos.

El mismo está estructurado en cuatro partes biendiferenciadas, aunque soportan también una di-visión en dos: la primera y segunda parte del in-forme tienen por objeto formular una sucinta his-toria y un diagnóstico del estado actual de las Cien-cias Sociales. La tercera (en que no faltan elemen-tos que amplían el diagnóstico anterior) y la cuar-ta, van de lleno a la formulación de propuestas.

Para poder hacer una lectura de este informe, hayque tomar algunas precauciones: en primer lugar,recordar que se trata precisamente de una síntesisy en segundo término, que se trata de un trabajocolectivo, en donde no debió estar ausente la ne-gociación de interpretaciones o de la utilizaciónde términos. Nos detendremos sobre las grandeslíneas del texto y no sobre tal o cual detalle, pues-to que no sería funcional, ya que nos estaríamosdesviando del eje verdaderamente interesante deeste trabajo, que podemos encuadrar como unensayo acerca de la “política de la ciencia”.

En este sentido, el Informe presenta varios y muyinteresantes aciertos.

A lo largo de todo el texto, se detecta un marcadoénfasis en un aspecto que siempre aparece descui-dado por quienes hacen historia de las CienciasSociales: las referencias a la creación, desarrollo,modificación y reproducción de las estructurasinstitucionales sobre las cuales se asienta la pro-ducción del conocimiento es permanente. Esto nopuede pasar desapercibido ni aún para quien hagauna rápida lectura del libro. Esta presencia cons-tante es el resultado de una preocupación por darcuenta de un punto de vista que no hace casoomiso a las estrategias de producción y reproduc-ción del conocimiento y de los productores delconocimiento. De la mano de este vector, descu-brimos que fenómenos como la autonomía“existencial” de las Ciencias Naturales respecto dela Universidad como estructura de validación tie-ne su historicidad; que la racionalidad de la crea-ción de disciplinas múltiples descansa sobre crite-rios de eficacia vinculados a la producción de co-nocimiento, pero que este proceso se da de mane-ra simultánea con el redescubrimiento de la Uni-versidad como espacio legítimo de producción deun conocimiento socialmente necesario: actores einstituciones presentan intereses convergentes.Mientras que “los que no eran científicos natura-les” recuperaban a la Universidad, ésta -de sumano- se recuperaba a sí misma.

Immanuel Wallerstein

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Siguiendo en esta línea, apenas formulada unashipótesis acerca de las razones que pueden apun-tarse para explicar el nacimiento de “…las múlti-ples disciplinas de ciencia social...” en el siglo XIX-donde no falta la dimensión política-, el informeejercita una primera mirada reflexiva allí donde lahistoriografía de las ciencias sociales tiene una desus mayores carencias: en el proceso deinstitucionalización (pp. 16 y ss.). El mismo seráanalizado en los cinco países donde se produjo lainstitucionalización más visible -“Gran Bretaña,Francia, las Alemanias, las Italias y Estados Uni-dos”- y alrededor de las cinco disciplinas que atra-vesaron el proceso exitosamente -historia, econo-mía, sociología, ciencia política y antropología-.

A propósito de la historia, los autores encuentranque su autonomía real descansó en el rigurosoénfasis puesto en la búsqueda wie es eigentlichgewesen ist -la formulación rankeana, moderna-,contrapuesta a la producción de historias imagi-nadas y básicamente apologéticas, característicasde la práctica histórica medieval. Si bien la distin-ción no falta a la verdad, parece producirse unbrutal dérapage en el enfoque: si de autonomíainstitucional real hablamos, las operaciones queinteresan ser señaladas son de otro calibre. La in-troducción de la historia en los programas de en-señanza universitarios no solo vino de la mano desu pretensión de objetividad en los términos for-mulados por Ranke; aquí sería oportuno marcar,por una parte, en qué términos esta pretensiónera acercada al modelo de las ciencias naturales(conocimiento científico verdadero para los crite-rios de aquella centuria -idea que permanece aúnen buena parte del imaginario social) pero sobretodo, y siguiendo el mismo eje de análisis pro-puesto por los autores del informe, tratando demostrar cuáles fueron las estrategiasespecíficamente institucionales, cuáles fueron lasarticulaciones con los Estados Nacionales y, en

definitiva, cuáles fueron los dispositivos académi-cos y políticos elaborados desde las diferentes ins-tancias para que esta sanción institucional de lahistoria fuera eficaz. Cuando señalan la creacióndel “archivo” -como entidad homologable al la-boratorio del naturalista- y la existencia de un pro-ceso en que el estado había comenzado a dirigirsea especialistas para crear política, parecen estar enesta línea, pero quedan allí, en sugerencias quelamentablemente no son profundizadas.

Sin embargo, el remate de la argumentación delproceso de institucionalización vuelve sobre la lí-nea de una explicación causal fuerte: la Comisiónse afirma en una idea atractiva -y corrientementeaceptada, al menos entre los historiadores mate-rialistas-: la ciencia social nace como una necesi-dad del estado moderno, de un Estado Modernoy Colonial que demandaba la producción de co-nocimiento empíricamente validable a instanciasde la pregunta por la superioridad europea sobreel resto del mundo y de la necesidad de especialis-tas-asesores en materia política que este Estadotenía. La influencia de la física newtoniana y lasteorías darwinianas se erigen como los soportes“teóricos” del triunfo de los modelos nomotéticosy del ideal de la supervivencia del más apto, res-pectivamente.

Otro acierto del informe respecto de la constitu-ción histórica de las ciencias sociales consiste enmarcar que, hasta 1945, la producción dominan-te de la historia, la economía, la ciencia política yla sociología estaba dedicada a la construcción deconocimiento acerca de los países en que eran prac-ticadas. No serían las universidades ajenas a la pro-ducción de conocimiento acerca del resto delmundo, pero éste era segregado en algunas disci-plinas particulares -por ejemplo en la Antropolo-gía, disciplina que cargó con el peso de la cons-trucción de un conocimiento “colonial”, deriva-

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do de la conquista que Europa había encaradosobre el resto del orbe. Esta disciplina, se asegura,“...se había iniciado en gran parte fuera de la uni-versidad como práctica de exploradores, viajerosy funcionarios de los servicios coloniales de laspotencias europeas [..y..] fue posteriormenteinstitucionalizada como disciplina universitaria,aunque [...] estaba totalmente segregada de lasotras ciencias sociales que estudiaban el mundooccidental.” (p. 24, los resaltados me pertenecen).Los antropólogos del siglo XX saben bien el costoque han debido pagar por esta carga. El comienzodel fin de esa segregación puede ubicarse en el fuer-te giro que la antropología estructural dio, a par-tir de la segunda posguerra, hacia un tipo de cien-cia nomotética, de la mano de modelos elabora-dos por los lingüistas -puestos en claveantropológica por Claude Lévi-Strauss.

La Comisión revela también algunos fenómenospolíticos subyacentes: la ciencia social basaba susprácticas en una visión particular y no declaradade la espacialidad: “El conjunto de estructuras es-paciales por medio del cual se organizaban las vi-das, según la premisa implícita de los científicossociales, eran los territorios soberanos que colec-tivamente definían el mapa político del mundo.Casi todos los filósofos sociales daban por senta-do que esas fronteras políticas determinaban losparámetros espaciales de otras interacciones clave[...] Cada uno de ellos suponía una congruenciaespacial fundamental entre los procesos políticos,sociales y económicos. En ese sentido, la cienciasocial era claramente una criatura, si es que nouna creación, de los estados, y tomaba sus fronte-ras como contenedores sociales fundamentales.”(p. 30)

Señalan -también con acierto- otro punto claveen la organización de los dispositivos: la amplia-ción del dominio de estas ciencias en distintas ins-

tancias del campo académico (cursos, cátedras,departamentos, facultades), la creación de biblio-tecas especializadas, la aparición dentro de estasbibliotecas de criterios de catalogación cada vezmás específicos, de publicaciones especializadas,en definitiva, de numerosos síntomas de produc-ción de identidad disciplinar, destinados a san-cionar la creación del campo, su pertinencia y le-gitimidad.

El análisis del proceso constructivo de las cienciassociales entre el siglo XVIII y 1945 cierra con unareseña acerca del trayecto de aquellas disciplinasque, como la psicología o las ciencias del derecho,no llegaron a cristalizar como ciencia social; la “tri-nidad estadocéntrica” de sociología, economía yciencia política, consolidó así su lugar preeminentecomo núcleo nomotético de las ciencias sociales.El proceso es considerado como una historiaexitosa. Se crearon “...estructuras viables y pro-ductivas de investigación, análisis y enseñanza quedieron origen a la considerable literatura que hoyconsideramos como el patrimonio de la cienciasocial contemporánea. Para 1945 la panoplia dedisciplinas que constituyen las ciencias socialesestaba básicamente institucionalizada en la ma-yoría de las universidades importantes del mundoentero.” (p. 36)

Para el período que se inicia en ese año, tres pro-cesos afectarían profundamente la estructura cons-truida en el ciclo anterior: el cambio en la estruc-tura política del mundo, la máxima expansióndemográfica y productiva a escala mundial y porúltimo, la “...expansión extraordinaria, tanto cuan-titativa como geográfica, del sistema universitarioen todo el mundo.” (p. 37)

En referencia al último punto, se constata el cre-cimiento de la inversión en la producción cientí-fica, como así también los magros porcentajes des-

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tinados a las ciencias sociales. Siempre en el planode lo político, los cuestionamientos de las líneasdivisorias entre las ciencias sociales refieren a lasestrategias de los principales estados surgidos delorden posterior a la II Guerra Mundial con espe-cial atención sobre los estudios de área norteame-ricanos (area studies), rápidamente adoptados enFrancia. La diversidad de las filiacionesdisciplinares de los investigadores convocados, lle-varon a consecuencias organizacionales de un al-cance inesperado: “...su práctica ponía de mani-fiesto el hecho de que había una dosis considera-ble de artificialidad en las nítidas separacionesinstitucionales del conocimiento de las cienciassociales.” (p. 42). Así, los modelos antes aplicadoscomo estadocéntricos, navegaban exitosamente enotras aguas, particularmente en la aplicación alestudio de sociedades no occidentales. La expan-sión geográfica del objeto junto a un fenómenode similares características respecto del recluta-miento de los científicos, transformó la situaciónsocial dentro de las instituciones académicas delmundo entero. De todos modos, el informe noomite señalar que detrás de este movimiento seidentifican claramente las políticas de moderni-zación y desarrollo de los países centrales paraaquellos que por entonces se denominaban como“subdesarrollados”, cuya expresión académica erala interpretación del “...desarrollo histórico delmundo occidental como la progresiva y precozrealización de la modernización.” (p. 45)

Las superposiciones disciplinares (o, como prefe-rimos nosotros, las hibridaciones) produjeron otrasconsecuencias de interés: de manera progresivafueron apareciendo dentro de las mismas discipli-nas cuestionamientos importantes respecto a lacoherencia y legitimidad de las premisas intelec-tuales que sostenían aquellas separaciones -prime-ro- y las que sustentaban estas superposiciones -después. Institucionalmente, de igual modo, ya

no habría vuelta atrás: hacia los 1970s. ya habíanaparecido nuevas nomenclaturas, nuevas etique-tas designando nuevos campos; nuevos programasde estudios, departamentos especializados, nue-vas publicaciones periódicas y nuevas categoríasde clasificación en bibliotecas que daban cuentade la multiplicación disciplinar producto de esteproceso. Pero, aun cuando estamos muy de acuer-do con el encuadre y los ejes elegidos para carac-terizar el punto, las explicaciones ofrecidas nosparecen insuficientes. En primer lugar, la men-ción de una presión social por el aumento de laespecialización aparece relacionada causalmente“...al hecho de que los estudiosos buscaban nichosque pudieran definir su originalidad o por lo me-

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nos su utilidad social.” (p. 38). En rigor, creemosque aquí se confunde el huevo con la gallina. La“utilidad social” de la concurrencia de dos o másciencias sociales es una elaboración concernientea la propuesta científica y, la búsqueda de nuevosnichos originales se debe, sobre todo, a procesosde acumulación, densidad y estrangulamiento pro-ducidos al interior de las disciplinas y de sus apa-ratos institucionales específicos. Estos procesos, asu vez, sí son tributarios de problemas sociales máscomplejos, por lo que nos parece que el tema, talcomo está expuesto en elinforme, aparece bien en-carado, pero sumamentesimplificado. Por otra par-te, tampoco acordamos enel diagnóstico del informeen cuanto a que el primerimpacto de las “intru-siones” interdisciplinares,dicen, fue la omisión de“...las varias legitima-ciones que cada una de lasciencias sociales había eri-gido para justificar susespecificidades como rei-nos reservados.” (p. 38)Aquí se acierta al señalarque la hiperespecia-lización fue alimentadapor la expansión econó-mica de los países centra-les, pero nuevamente se oblitera el canal de análi-sis abierto promisoriamente: no sólo este fenóme-no fue un resultado postrero, manifiesto hacia fi-nes de los ’80 -desacuerdo en la periodización- sinoque además el informe ignora aquí que el procesoverdaderamente creativo, radicó en aquello queseñalan -parcialmente- más adelante como las con-secuencias de los area studies, por ejemplo, no solola construcción de nuevos cuadros institucionales

sino también y, sobre todo, la elaboración máscompleja de las legitimidades correspondientes aestas nuevas ciencias sociales.

El tema del parroquialismo (pp. 53 a 66) es otrode los que está correctamente abordado. La im-posibilidad de escindir las consecuencias en apa-riencia epistemológicas -en clave de la falsa oposi-ción universalismo/particularismo- de lasadmisiblemente caracterizadas como políticas,aparece como una cuestión de primer orden en la

presentación del problema.Lo mismo sucede con lasapreciaciones en torno a losestudios culturales y las ten-tativas deconstructivas delposmodernismo, temáticasque cierran la exposicióndel segundo capítulo del li-bro (pp. 66 a 76).

La tercera parte se abre conuna pregunta que pretendedelinear algunas vías de so-lución. “¿Qué tipo de cien-cia social debemos cons-truir ahora?” comienza conuna distinción esencial: latarea de alentar el debateintelectual -previendo quegenere algunas conclusio-nes estimulantes- es más

sencilla que la de transformar el nivel organiza-cional. Aquí nos parece fundamental señalar, noobstante, que la reflexión sobre la dinámicaorganizacional debe estar presente en el debateintelectual y que, en definitiva, la distinción su-gerida en el informe conviene ser considerada entérminos de operatividad para la exposición de losproblemas y no como una escisión políticamenteconveniente a la hora de plantear el debate.

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Aquí, algunos de los supuestos acerca de la expan-sión de la hibridación disciplinar se desvanecen.“Las estructuras disciplinares -aseguran- han cu-bierto a sus miembros con una reja protectora, yno han alentado a nadie a cruzar las líneas.” (p.77). De hecho, “...las disciplinas controlaban lospatrones de la carrera de los estudiosos una vezterminada su preparación. En general, tanto loscargos docentes como los de investigación en lasuniversidades así como las estructuras de investi-gación requerían un doctorado (o su equivalen-te), y para la mayoría de los cargos el doctoradoera imprescindible que fuese en una disciplina es-pecífica. Publicar trabajos en los periódicos ofi-ciales y cuasioficiales de la disciplina a la que lapersona estaba organizacionalmente vinculada era,y en general sigue siendo, un paso necesario paraprofesar en la carrera.” (p. 77). Las reuniones cien-tíficas -jornadas, congresos, etc.- han sido convo-cadas en general en torno a objetos específicos y -agregamos nosotros- las publicaciones periódicasmás importantes parecen seguir igual camino enlos últimos años, mostrando un especial énfasisen la confección de números monográficos.

El conflicto reaparece en el plano de lo organi-zacional: en la medida que las nuevas disciplinasintentan ubicarse en el plano institucional, la co-yuntura de presupuestos estáticos conduce a quelas mismas obtengan sus logros, muchas veces, aexpensas de los recursos antes destinados a las dis-ciplinas tradicionales. Con toda razón, identifi-can este sitio como uno de los campos en dondela puja por la reorganización de las ciencias socia-les puede conducir a los mayores y más severoscambios en las estructuras académicas,investigativas y burocráticas de la ciencia social.

El tercer nivel de la reestructuración supera las cues-tiones departamentales e incluso las fronterasdisciplinares al interior de las facultades: la enorme

expansión del sistema universitario después de 1945produjo un proceso de acumulación y elitizaciónde los recursos humanos al interior de su estructu-ra. Este fenómeno puede advertirse en cualquierpaís del mundo. La suma de estos problemas plan-tea, siguiendo la línea del informe, “...la cuestiónde si en los próximos cincuenta años las universi-dades, como tales, continuarán siendo la principalbase organizacional de la investigación académica...”(p. 80). Desde nuestra perspectiva tenemos dos ob-servaciones para realizar: en primer lugar y, al me-nos para el caso argentino, nos aventuramos a ade-lantar una respuesta negativa. Esta negativa tieneque ver de manera directa con la segunda proposi-ción: por una parte, la expansión del aparato uni-versitario no puede ser exponencial, por lo tanto,no existe ninguna posibilidad de que el sistema sos-tenga un cierto equilibrio por demasiado tiempo.Aún cuando la universidad produce no solo pro-ductores de conocimiento sino también “re-produc-tores” (docentes) destinados a trabajar en otras par-celas del sistema educativo, el conjunto de la cues-tión pertenece al ámbito de las políticas de estado.Tanto el sistema educativo en general, el universi-tario en particular (contemplado como ámbito deenseñanza e investigación) como los aparatos delestado creados a sus efectos, están atravesados y li-mitados por políticas de estado que no parecenreversibles en el corto y mediano plazo; si a estosumamos el carácter histórico de los procesosinstitucionales, incardinados en este estado con elcual sostienen relaciones vinculantes que propendena la reproducción del sistema, la descontinuaciónde la hegemonía de la universidad como producto-ra de conocimiento no solo está claramente ame-nazada sino que, además, es deseable.

El informe plantea tres problemas teórico-metodológicos centrales en torno a los cuales de-batir y construir nuevos consensos que permitanel avance de la producción de conocimiento: la

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relación entre el investigador y la investigación, lareinserción de tiempo y espacio como variablesconstitutivas internas al análisis del cientista so-cial y la superación de las separaciones artificialeserigidas en el siglo XIX “...entre los reinos, su-puestamente autónomos, de lo político, lo eco-nómico y lo social (o lo cultural o lo socio-cultu-ral)”. (pp. 82-83) La conclusión es clara: los pun-tos de vista oficiales de las disciplinas tradiciona-les no concuerdan con la práctica actual de la in-vestigación científica. En segundo lugar, descar-tada la “neutralidad” del investigador, si se proce-de a la reinserción de las variables mencionaldas,la interacción mundial entre los cientistas debeser real y no formal, acabando con la hegemoníade la perspectiva científica elaborada en los paísescentrales. Este último punto, considerado funda-mental, sugieren evaluarlo desde las siguientesproposiciones:

1. Rechazar la distinción ontológica -moderna-entre naturaleza y seres humanos; siendo lainteligibilidad del mundo un proyecto centraltanto para cientistas naturales como sociales,ya que tanto hoy como en el futuro, “...los re-cursos son una cuestión altamente política, yla demanda de la expansión de la participa-ción en la toma de decisiones es mundial.” (86)

2. Negarse a considerar al estado como origen delas únicas fronteras posibles, dado que “...elestadocentrismo de los análisis de la cienciasocial tradicional era una simplificación teóri-ca que incluía la suposición de espacios ho-mogéneos y equivalentes...” (91)

3. Aceptar la tensión entre lo universal y lo parti-cular como rasgo permanente de la sociedadhumana y no como un mero anacronismo,puesto el caso de que, por ejemplo, para mu-chos “...científicos sociales no occidentales ladistinción entre lo político, lo religioso y lo

científico no parece ser enteramente razona-ble o válida” (95)

4. Lograr un tipo de objetividad plausible a laluz de las premisas presupuestas por las cien-cias, una objetividad “...vista como el resulta-do del aprendizaje humano, que representa laintención del estudio y la evidencia de que esposible” (99).

Los ejes de análisis generales, tanto como las líneasde discusión propuestas nos parecen inteligentes yplausibles. En lo que de todos modos no podemosacordar de manera acrítica, de acuerdo nuevamen-te con nuestras propias realidades -que hasta don-de sabemos son compartidas por un buen númerode países latinoamericanos- es en la cuestión de laomisión de políticas particulares para cada caso. Esdecir, nos parece que la figura del estado está pre-sente de una manera teórica y en un análisis macro,pero que está deficientemente considerada en cuan-to a una dimensión crítica que debe ser abordadapor los análisis locales que, por oposición, debenser pragmáticos y profundamente políticos.

El informe finaliza con unas “proposiciones prác-ticas” que la comisión sugiere para la reestructu-ración de las ciencias sociales:

1- La expansión de instituciones, dentro de lasuniversidades o aliadas con ellas, que agrupenestudiosos para trabajar en común y por unaño en torno a puntos específicos urgentes.

2- El establecimiento de programas de investiga-ción integrados dentro de las estructuras uni-versitarias, cortando transversalmente las líneastradicionales, con objetivos intelectuales con-cretos y fondos para periodos limitados (alre-dedor de cinco años).

3- Nombramiento conjunto obligatorio de losprofesores.

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4- Trabajo adjunto para estudiantes de posgrado.

A lo que debe agregarse, fuera de numeración, elaprendizaje obligatorio de varias lenguas -obliga-toriedad del inglés incluida.

El panorama de estas proposiciones es desolador.En primer lugar, contradictoriamente respecto delanálisis en torno a las potencialidades de la insti-tución universitaria, la misma aparece confirma-da como protagonista enlos cuatro puntos enume-rados. En segundo térmi-no, se está dando por sen-tada la posibilidad de con-tinuar expandiendo estesistema -con lo cual no seplantea siquiera de manerahipotética la tensión entreel incremento de aparatosy las políticas de estado.Para seguir, cualquiera deestas propuestas encuen-tran ejemplos nítidos quellevan ya varios años encualquier país del mundo,-¡y por distintos motivos!,que van desde la prescrip-ción de las políticas univer-sitarias a la necesidad, porejemplo en la inscripcióndel investigador en variosproyectos y hasta en variascátedras-. Por último, noexiste el más mínimo cuestionamiento -por el con-trario, se consolida la tendencia- hacia los salvajesprocesos de elitización vividos al interior de lasestructuras universitarias y para-universitarias (endocencia e investigación) ya que, en el caso de lasúltimas, el cursus honorum universitario suele

funcionar como elemento determinante para laadquisición de una plaza también fuera del ámbi-to universitario. Por lo demás, y esto ni siquiera essorprendente, no existe la mínima intención deincorporar la dimensión política aplicada en elanálisis del campo (global) al momento de for-mular estas sugerencias de política científica (apli-cables en tiempos y espacios concretos, con la in-tervención de grupos e intereses perfectamenteidentificables y particulares).

El cierre del informe pre-senta quizás, su arista másdecepcionante. En defi-nitiva, contra una elabo-ración de diagnósticosque, por los ejes elegidosy el tratamiento practica-do, ensanchaba nuestrasexpectativas frente a untrabajo que podía consti-tuirse como una herra-mienta para el cambio, laformulación de las pro-puestas acabó por mos-trar los límites que estareflexión se autoimpone.Límites que provienen deel eje político por el quese encuentra atravesadaesta empresa científicaque, reconociendo aque-lla dimensión en su dis-curso de análisis del pa-

sado, no desea transgredir los marcos actuales desu propia reproducción para proponer otros nue-vos que, presumiblemente, abriéndose a otros ac-tores y a otro tipo de relaciones vinculantes, fue-ran a cuestionar los seguros cimientos sobre loscuales reposa el modelo.

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Post-scriptum.

El veintiuno de agosto de 1939, un inmigrantepolaco decidía abandonar un barco que no lo lle-varía de regreso a su patria y se internaba, poco apoco, en una Buenos Aires gris y polvorienta. En

Notas

1 “La necesidad del estado moderno de un conocimientomás exacto sobre el cual basar sus decisiones habíaconducido al surgimiento de nuevas categorías de co-nocimiento desde el siglo XVIII [...]” (p. 8), idea yaanticipada cuatro páginas antes con el trinomio mo-dernidad-conocimiento-validación y confirmada unasmás adelante (p. 11).

2 De esto nos hemos ocupado en otro trabajo. Cf. BA-RRIERA, Darío Notas sobre la Nouvelle Histoire , en

un día claro y sereno, mientras los vendedoresde diarios voceaban el inicio de la guerra, el in-migrante polaco se alegraba de su Perdición y sedecía en voz alta: -Nada le importa a la truchaque golpeen al Camarón.

Anuario 17 de la Escuela de Historia de la FHyA de laUNR, Rosario 1996, pp. 381 a 394.

3 Para un interesante análisis de este fenómeno, Cf.DOGAN, Matei y PAHRE, Robert Las Nuevas Cien-cias Sociales. La Marginalidad Creadora, México 1993[en francés, Presses Universitaires de France, 1991].

4 La historia está tomada del comienzo de Transatlánti-co, de W. Gombrowicz

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Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy(de Alain Touraine) *

Reseña de Bernabé Sarabia en El Cultural

Publicado en Francia el pasado año, Un nue-vo paradigma para comprender el mundo dehoy es un texto que se inscribe en ese interés

de Alain Touraine por el actor social que podemosencontrar en Anthony Giddens y en el filósofo ale-mán Jürgen Habermas. De este último toma su pre-ocupación por el estudio de la comunicación -y yano de la conciencia- y por encontrar un universa-lismo de tipo kantiano como componente esencialde la ética de la conducta humana.

Lo que ha resultado una verdadera e interesantesorpresa en este último libro de Touraine no estanto su deriva -anunciada ya para un lector aten-

* Ediciones simbioticas | 21 de mayo de 2006

to a su obra- hacia un individualismo metodo-lógico sino la radicalidad de su postura. Para em-pezar, afirma que el análisis de la realidad socialrequiere un nuevo paradigma de pensamiento. Sila sociedad se estudiaba hace doscientos años entérminos políticos, esto resulta ahora imposible.La revolución industrial y el capitalismo despla-zaron, en su opinión, al poder político y se consti-tuyeron en la base de la organización social. Di-cho de otro modo, para Alain Touraine las socie-dades occidentales pasaron de un paradigma polí-tico, en el que las categorías de análisis sociológi-co eran la paz frente a la guerra o el rey frente a lanación, a otro paradigma económico y social. Eneste último, las categorías analíticas eran otras,como burguesía y proletariado, sindicatos y pa-tronal, o estratificación y movilidad social. Aho-ra, en pleno siglo XXI, en realidad lo que se preci-sa es un análisis “no social” de la realidad social.Dicho análisis requiere construir un nuevo para-digma capaz de conceder toda su importancia alos problemas culturales. En el nuevo paradigmalas cuestiones culturales cobran tal importanciaque el pensamiento de la ciencia social debe orga-nizarse ineludiblemente en torno a ellos.

Para articular su propuesta, Alain Touraine ha di-vidido Un nuevo paradigma en dos partes. En la

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primera, presenta el final de lo social y el conjun-to de fenómenos de descomposición social y deresocialización que marcan el transito al siglo XXI.En la segunda, presenta las nociones que están enel núcleo del nuevo paradigma: el sujeto y los de-rechos culturales. El paso marcado por AlainTouraine parte de su reflexión sobre la globaliza-ción vista como una forma extrema de capitalis-mo que separa la economía de las institucionessociales y políticas. La primera consecuencia detodo ello es la fragmentación de lo que antes sedenominaba la sociedad y el derrumbamiento delas antiguas categorías. La segunda es el triunfo deun individualismo que, además, propician losmedios de comunicación y la publicidad.

En realidad, esta doble preocupación ante el fe-nómeno de la globalización y la pérdida de lo so-cial a manos de un sujeto que se erige como ver-dad última es algo que encontramos en distintospensadores. Es el caso, por poner dos ejemplos,de Vicente Verdú y de Zygmund Bauman. En lasdos últimas obras de Verdú se plantea el fin delcapitalismo de producción a manos de un sujetomarcado por su afán de consumo y por una des-medida necesidad de satisfacer su individualidad.Por su parte, el polaco Bauman, en Modernidadlíquida, muestra cómo las viejas lealtades y las asen-

tadas creencias han pasado de la antigua solidez aun estado líquido que se amolda a cualquier nece-sidad planteada por el imperio del dinero. En suopinión, se ha creado una élite global desgajadade todo tipo de territorialidad. El poder de estaélite reside en su capacidad para eludir toda res-ponsabilidad social.

Mientras Zygmund Bauman escribe desde unaposición a caballo entre la filosofía y las cienciassociales, Alain Touraine se ciñe al pensamientosociológico. Anclado en la sociología, advierte allector, con mucha razón, de la necesidad de re-pensar los conceptos y los marcos de pensamien-to que se han venido utilizando para estudiar yanalizar la sociedad. Términos como clase social,movimiento obrero, flujos de personas o emanci-pación han de entenderse a la luz del tiempo pre-sente. Un nuevo paradigma es un brillante análisisdel cambio social que las sociedades complejas hanexperimentado a lo largo de las dos últimas déca-das. Las condiciones de vida de las institucionespolíticas y sociales se han transformado empuja-das por un conjunto de nuevas reglas y costum-bres que los ciudadanos han tomado como suyasen un espacio de tiempo que asombra a muchospor su brevedad. Y ese cambio requiere, paraTouraine, una nueva manera de pensar la socie-dad. Valga la redundancia, un nuevo paradigmaque, sin duda, aparece cargado de incertidumbre.

Sin embargo, no todo es pesimismo en AlainTouraine. Sobre el individualismo se eleva el de-seo del ser humano de constituirse en actor y su-jeto de su propia existencia. Dicho sujeto es capazde crear instituciones y “reglas de derecho” quesostengan la urdimbre de su propia libertad y desu creatividad. Familia e instituciones educativasconstituirían dos ejes básicos sobre los que cons-truir un nuevo dinamismo social, en el que lasmujeres habrían de desempeñar un papel crucial,

Alain Touraine

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Tolle, lege (Toma, lee)Tolle, lege (Toma, lee)

capaz de recomponer lo que el modelo occidentalha destruido.

La importancia de lo femenino como factormultiplicador de un cambio que alcanza su para-digma en las distintas expresiones de la cultura.Las mujeres disponen, en opinión de AlainTouraine, de una mayor capacidad para entender,propiciar y asimilar los nuevos derechos cultura-les que reclaman grupos minoritarios como sonlos inmigrantes o quienes, en razón de sus creen-cias o sus orientaciones sexuales o políticas, se sien-ten maltratados o en desventaja.

En un pensador como Alain Touraine, de forma-ción clásica, quizá extrañe una obra como la quenos ocupa, destinada a mostrar que lo social, ele-mento clave de la sociología, ha cedido su

centralidad a lo cultural. En todo caso, la densalínea argumental de Un nuevo paradigma para com-prender el mundo de hoy está acompañada por unareflexión innovadora que, desde distintas posicio-nes, converge con la suya.

Nacido en Francia en 1925, Alain Touraine esprofesor en la Universidad de Paris-Nanterre, di-rector de la Escuela de Altos Estudios de CienciasSociales y uno de los pensadores más brillantes yreputados de su generación. Desde que en 1965publica Sociología de la acción, su interés por elanálisis del comportamiento humano visto a tra-vés de los sistemas de trabajo ha constituido unapreocupación central en sus investigaciones. Conel paso de los años su campo de estudio se ha idodeslizando hacia un mayor interés por el sujeto dela acción social.

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