parroquia santo tomás de villanueva -...

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ÍNDICE

DISTRIBUCIÓN De la RevISTa

TOMa Y lee Fraternidad seglar Oar-España, se envía a: ITALIA: Curia Generalizia, Comunidades de religiosos Oar.

eSPaÑa: Fraternidades, Curias provinciales, Comunidades de religiosos Oar, Monasterios y Casas de Monjas Agustinas Recoletas, Misioneras Agustinas Recoletas, Monjas Agustinas Descalzas.

aMÉRICa: Fraternidades: México, Costa Rica, Argentina, Brasil, Ve-nezuela, Perú, Panamá, Guatemala, República Dominicana, Colombia. Curias, Vicarías, Delegaciones pro-vinciales y Obispos: México, Costa Rica, Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú, Panamá, Gua-temala, República Dominicana.

Dirección y administración: Fraternidad seglar OAR-España. Parroquia Sto. Tomás de Villa-nueva. C/. Recoletos, 2.

18004 Granada. [email protected]

Dirección:

Consejo Nacional FSAR- EspañaIngresos : Fraternidad Seglar OAR-España. ccc. 2100-2127-17-0100163940 «La Caixa». C/ Cea Bermúdez, 63. 28003 Madrid

Preimpresión: Taller de Diseño Gráfico y Publicaciones, S.L., Granada.

Imprime: Imprenta Comercial. Motril-Granada.

Depósito Legal: GR - 693-98

número 51

Santa Magdalena de Nagasaki ................................3

Magdalena flor del Fujiyama ...................................5

La celebración de la eucaristía (I) ..........................7

Regla de Vida Fraternidad Seglar OAR (II) ........9

Peregrinación del Santo Padre a Fátima .............12

La voz de la Iglesia ...................................................13

Beatos mártires de Motril .....................................15

Acompañar a los laicos .......................................... 17

Cartago pensando ya en Tagaste ..........................20

Las agustinas recoletas establecen suprimera comunidad en Guatemala .......................25

Fr. Tiago Coelho, Marajoara, Agustino Recoleto y Sacerdote ...............................................26

Crece la Fraternidad de Santa Rita en Madrid .....28

Retiro nacional de pentecostés de las Fraternidades Seglares de México ...........................29

El Consejo Nacional informa ...............................30

Entrevista con Victoria Ramos Lapeña .................31

Convento de Jesús, María y José ..........................33

Nuestros difuntos ....................................................35

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Santa Magdalena de Nagasaki

EditorialFr. Miguel Ángel Hernández OAR

Hace pocos días que hemos cele-brado la fiesta de Santa Magdalena

de Nagasaki, patrona de la Fraternidad Seglar Agusti-no-Recoleta y la verdad es que releyendo la historia de nuestros mártires en Ja-pón, impresiona saber y es al mismo tiempo difícil de entender desde los criterios y valores de este nuestro mun-do acomodado, narcisista, instalado, que busca siempre el camino de lo fácil y placen-tero (hedonismo), entender que, en aquella época en las Órdenes religiosas, los frailes se disputaban el ser enviados al Japón, que era sinónimo de martirio seguro. El amor de Dios les inflamaba el corazón de tal manera que ellos que-rían entrar en la tierra del sol naciente para dar su vida por aquellas gentes. Era muerte segura y eran muertes muy crueles. De hecho, los cuatro frailes recoletos que murieron en Japón y que son beatos, fueron quemados vivos.

La Providencia divina quiso que Magdalena se tropezara en su camino con dos de estos frailes recoletos que habían ido a Japón: Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio. Dicen los biógrafos que Magdalena

se siente atraída por la profunda espiritualidad de ambos misioneros y por ello abrazará el carisma recoleto profesando en la Orden Tercera de los Agustinos Recoletos.

El resto de la historia nos la podemos imaginar: el cristianismo está prohi-bido y por tanto los que no renuncian a su fe viven huidos y escondidos en los montes de Nagasaki; por allí andan nuestros frailes, seguramente con muy poco o ningún dominio del japo-nés y Magdalena, en la labor evangelizadora de nuestros frailes, fue su boca, sus ojos, sus pies y sus manos.

Hoy hablamos de la misión compartida con los laicos; En 1620 esta colaboración entre laicos y religiosos era un hecho y los frutos de santidad que ha producido están ahí.

En 1632 cuando los frailes recoletos sufren el martirio y son quemados vi-vos, Magdalena nuevamente se queda huérfana, esta vez de sus padres espirituales.

A Santa Magdalena siem-pre se la representa con una bolsa colgada del brazo. ¿Qué lleva esta mujer en la bolsa? Seguro que no era el móvil, ni el iPod, ni el pintalabios, ni el maquillaje. Magdalena lleva la Biblia y

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otros libros para instruir y fortalecer la fe de los cristia-nos perseguidos. Magdalena era una catequista en el sentido más profundo de la palabra, es decir, predicaba, bautizaba, aconsejaba y daba consuelo espiritual a los que más necesitaban.

Magdalena, como he-mos dicho, se siente atraída profundamente por la espi-ritualidad de los recoletos en Japón, y fue eso lo que impulsó a nuestra santa a consagrarse a Dios como ter-ciaria agustina recoleta. Eso es evangelizar: dar testimo-nio, proclamar con la vida que estás enamorado de Jesús y que no te importa sufrir por Él. Se puede evangelizar sin hablar, ellos lo hicieron y San Agustín también lo decía: “Si callan tu voz que tu vida sea un grito”.

Continúan diciendo los biógrafos que Magdalena enseñaba el catecismo, pedía limosna para los pobres, infundía ánimo para perma-necer firmes en la fe, visitaba los enfermos, bautizaba a los recién nacidos y a todos alentaba con su palabra. Pero cuando vio que esto no era suficiente, en vista a las frecuentes apostasías de los cristianos atemorizados por las torturas a que eran sometidos, y deseosa de unirse para siempre a Cristo, Magdalena decide desafiar a los tiranos y se entrega, vestida con su hábito de terciaria.

En el evangelio de su fiesta, Jesús no nos dice: el que quiera seguirme que vaya a una escuela de rabinos a aprenderse bien la ley o a una academia de retórica

para aprender a vender pa-labras como decía Agustín, después de haber discursado delante del Emperador. “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la per-derá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”.

Si no tenemos y lleva-mos a Cristo en el corazón, podremos ser maestros, doc-tores y hasta predicadores pero nada más; cuando Cristo vive en mí, cuando siento que Jesús es Señor y dueño de mi vida y que le pertenezco por completo entonces me he convertido en testigo, en testigo de un amor mayor que no consigo guardar para mí sólo: como la Magdalena en medio de la noche, como los cobardes apóstoles, como tantos san-tos que se han dejado seducir y atrapar por Dios, como Magdalena de Nagasaki, como tantos de nosotros que estamos “pillaos”, en-ganchaos”, “enamoraos” de Jesús y no podemos menos de transmitir con nuestra vida lo que hemos visto y oído y principalmente lo que Dios va haciendo en nuestro corazón y en nuestra historia.

Todo esto debe tener consecuencias y repercusión en nuestra manera de en-tender la Fraternidad. ¿Que somos un grupo de forma-ción cristiana-agustiniana que sabe mucho sobre San Agustín y la Orden? No. Somos testigos de una for-ma de vida y de un amor mayor por el que soy capaz de entregar mi propia vida.

5 Santa MagdalenaFr. David Conejo, OAR

Magdalena flor del Fujiyama David Conejo es un

joven costarricense de 23 años, religio-so agustino recoleto,

de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, estudiante de teología y residente en la Casa de Formación de las Rozas, en Madrid. David es el autor de la pintura de Santa Magdalena de Nagasaki (patrona de la Fraternidad Seglar agustino-recoleta) que hemos elegido como portada de este nº 51 de nuestra Revista Toma y Lee.

El pasado 20 de octu-bre, festividad de Santa Magdalena de Nagasaki fue presentado el cuadro en el templo parroquial de Nues-tra Señora de Buena Vista (Getafe-Madrid). Asistían al acto un nutrido grupo de miembros de las Fraterni-dades Seglares de Madrid, el Presidente Nacional, An-tonio Larios, la responsable de la dimensión formativa en las Fraternidades de España, Pepita Olivas, los asistentes espirituales y un numeroso grupo de frailes de la Orden, entre ellos el Prior Provincial de San Nicolás, que presidió la celebración de la Eucaristía y tres Consejeros Generales, que coincidentemente se encontraban en España por diversos compromisos y los formandos de las Rozas que amenizaron la celebración litúrgica con sus cantos. También Fr. José Manuel G. Durán interpretó los himnos de laudes y vísperas

compuestos para la fiesta de Santa Magdalena.

David Conejo explicó para todos los asistentes la historia de esta preciosa pin-tura que no dejó indiferente a ninguno de los asistentes. Escuchemos sus palabras:

Después de varios meses de trabajo y aprendizaje, me complace compartir con vosotros el resultado de lo que, para mí, ha resultado mucho más que una expe-riencia al lado del lienzo y los pinceles. Como es ya conocido por muchos de nosotros, la familia agustino recoleta celebra este año el Año de la Santidad, que el LV Capítulo General quiso proclamar con ocasión de algunas efemérides impor-tantes en lo que se refiere a la santidad de algunos de nuestros hermanos; Magda-lena de Nagasaki entre ellos. No fue esta, sin embargo, la razón que me impulsó a proponer a mis superiores la realización de esta obra. En uno de nuestros momen-tos comunitarios, hablando de posibles trabajos en la

academia de pintura, salió su nombre como una suge-rencia que, poco después, resonó con fuerza al meditar en su persona y testimonio, y darme cuenta de que, en ese momento, yo contaba con la misma edad de nuestra santa en el momento de su martirio.

El proceso de trabajo fue lento, laborioso e in-terrumpido varias veces debido a ocupaciones más importantes. Podría califi-carlo, en general, como una experiencia enriquecedora en varios niveles: artística, espiritual y comunitaria. Agradezco a todos los her-manos que, desde el inicio, se vincularon al proyecto y me mostraron su interés y apoyo, en especial a los miembros del equipo de formación de nuestra casa, a mis hermanos profesos de las Rozas, y a Fr. Antonio Antón, cuyo entusiasmo ha permitido que este sea un momento memorable para todos nosotros.

En cuanto a los detalles del cuadro, quisiera men-

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cionar, en primer lugar, la escena representada en el cuadro. Magdalena, una vez consumado su marti-rio, aparece firme, mirando los sufrimientos por los que acaba de pasar. Sin embargo, no se detiene y su postura muestra que se encuentra en camino hacia la luz divina, que le ilumi-na el rostro. Sabiendo que pronto encontrará a Cristo, su amado, recoge y parece acomodar su hábito, a modo de preparación para recibir a aquel que ha confesado como su único esposo. En este momento, que podría-mos llamar su glorificación, aparecen en su mano, de manera tenue aún, el halo de santidad y la palma con que el Señor premia su per-severancia hasta el final. La escena se complementa con una alusión, a la izquierda,

a los bosques donde ella es-tuvo escondida con muchos cristianos, llevando adelante la obra de la evangelización, y el monte Fuji, a la dere-cha, símbolo del Japón y elemento que da nombre al cuadro. Por último, el mar que se encuentra a las espaldas de nuestra santa, nos recuerda el lugar donde fueron arrojadas sus cenizas, para impedir que los cris-tianos conservaran reliquias suyas. En ese escenario de muerte, brilla ahora el reflejo de su santidad y muestra la serenidad alcanzada por las almas que son fieles a Dios hasta las últimas consecuencias.

Para representar la figura de Magdalena, de quien no conservamos más que descripciones, he querido buscar la forma de expre-sar su belleza y juventud,

puestas de relieve por mu-chos testimonios, las cuales no son solo características físicas sino que describen elocuentemente su perso-nalidad. La hermosura de Magdalena es la de quien ama sin reservas. “Soy her-mosa porque amo, amad y seréis hermosos también vosotros”, parece decirnos hoy con su testimonio. A la vez, Magdalena fue y sigue siendo joven. Su ejemplo de vida sigue interpelándonos con fuerza, como signo de entrega generosa a Dios y a su pueblo.

Para mí, y me atrevo a decir que para cada uno de nosotros, miembros de esta familia recoleta en que Dios nos ha congregado, contemplar a esta mujer valiente, testigo del Evan-gelio y discípula fiel de la Verdad, es un motivo de ánimo constante para perse-verar en el camino de la fe, siguiendo a Cristo, nuestro Salvador, con decisión y valentía, en medio de las múltiples persecuciones que enfrentamos hoy, no en la horca como ella, pero sí en las dificultades y situaciones complejas que se nos plan-tean diariamente en nuestro trabajo apostólico, en nues-tras comunidades y familias, en nuestra vida espiritual y en nuestro trato con los de-más; escenarios, todos ellos, en los que estamos llamados a responder con alegría y convicción, como testigos de la Buena Noticia en medio de un mundo que pide ser consolado por el amor y la misericordia de Dios.

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Después del Vati-cano II, los libros fundamentales para la celebra-

ción de la misa romana son: el Missale romanum, promulga-do por Pablo VI el 3 de abril de 1969 y publicado el 26 de marzo de 1970, y el Ordo lectionum missae, publicado el 25 de mayo de 1969.

Ritos de introducción

Hay una serie de ritos introductorios, que van desde el comienzo hasta la oración colecta. Dichos ritos tienen una doble finalidad: promover el sentido de comunión de los fieles que se reúnen y suscitar en ellos la adecuada disposic ión para escuchar convenientemente la palabra de Dios y para celebrar la eucarist ía. Se trata, por tanto, de una preparación a toda la liturgia de la misa.

Un elemento nuevo, y quizá el más característico, de los ritos de introduc ción es el "acto penitencial". Este rito puede considerarse el resultado de la evolución de los elementos penitenciales que desde comienzos de la Edad Media aparecen al principio de la misa.

Según algunos autores, el hecho de que el acto penitencial se coloque al principio de la celebración proviene de un modo de considerar la peni tencia

cristiana más desde la pers-pectiva de la religión natural que desde la de la revelación. Efectivamente, los profetas en el Antiguo Testamento, y Cristo y los apóstoles en el Nuevo, primero anuncian la palabra de Dios que invita a la conversión y luego, en un segundo tiempo y como respuesta a la palabra, viene la penitencia que condu-ce a la conversión. Según este esquema, el lugar más adecuado para el acto peni-tencial sería después de la proclamación de la palabra y como respuesta a la misma. De este modo, sería más evidente que es Dios quien tiene la iniciativa de nuestra conver sión.

Proclamación de la palabra

Es la parte central de la liturgia de la palabra. El misterio de la palabra de Dios se celebra de un modo vivo, existencial. Es un diálogo entre perso nas. La palabra resuena en el aire, es proclamada con voz clara e inteligible para que la asamblea pueda acoger-la con todo su frescor. A continuación, esta palabra es explicada y aplicada a la situación concreta de la asamblea en la homilía.

La reforma del Vaticano II revalorizó los cantos entre las lecturas. El sal-mo responsorial es una

La celebración de la eucaristía (I)

Para vivir la LiturgiaP. Ángel Antonio García Cuadrado OAR

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especie de meditación de la palabra escuchada, una repetición contemplativa en clave poética e intuitiva. En concreto, la función de clave interpretativa de la lec-tura proclamada se expresa en el estribillo. Ha de ser siempre cantado. El canto anterior al evangelio con el aleluya requiere de suyo que se cante efectivamente. Es una aclamación gozosa y comunitaria al Señor que viene en su palabra.

La historia nos enseña que en el origen de los ritos para la lectura y la escucha de la palabra está la procla-mación de la Escritura con la explicación y la escucha con la respuesta. Por tanto, se pueden distinguir dos polos en esta celebración: propositivo y receptivo. Al polo propositivo pertenecen: la

primera lectura, el salmo responsorial, la segunda lectura, el versículo aleluyá-tico, el evangelio, la homilía; mientras que al polo receptivo o reac tivo pertenecen las aclamaciones después de las lecturas, el estribil lo del salmo responsorial, el aleluya, eventuales resonan-cias durante la homilía, la recitación del credo y la oración común o de los fieles.

El diálogo ritual, que se establece entre los dos polos de la celebración, tiene que ser auténtico, de modo que pueda realizarse el signifi-cado pro pio de la liturgia de la palabra, en la cual "Dios habla a su pueblo: Cristo sigue anunciando el evangelio. El pueblo res-ponde a Dios con cánticos y oraciones" (SC 33). Es la

estructura fundamental de la alianza: Dios habla, ama, crea, salva; el hombre acoge, recibe, se deja fecundar; el hombre responde, actúa.

A la diversidad de los participantes corresponde también una diversa función que la liturgia de la palabra desempeña en la asamblea. La palabra tiene una función kerigmática o de anuncio de la salvación realizada por Jesús y proclamada a los hombres. Este anuncio se acompaña también con una enseñanza, que la tradición llama "catequesis": se trata de explicar la buena nueva, de demostrar sus conse-cuencias prácticas para la vida. Finalmente, la palabra tiene una función mistagógica o de iniciación al misterio. Es sobre todo el cometido de la homilía.

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Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a oírla, en-gañándoos a vosotros

mismos. El que se concentra en una ley perfecta, la de la libertad, y permanece en ella, no como oyente olvidadizo, sino poniéndola en práctica, ese será dichoso al practicarla (St 1, 22. 25)

Origen y fuente

El espíritu de la Regla de Vida nace del evangelio de Jesús. Como nació del evangelio de Jesús la prime-ra comunidad cristiana en Jerusalén. No podía ser de otra manera. Y el evangelio es la persona de Jesús y su mensaje. Jesús es la Palabra

Formación en y con la Regla de VidaFr. Teodoro Baztán OAR

Regla de Vida Fraternidad Seglar OaR (II)

del Padre. Es la última y definitiva. No habrá otra.

La Regla no es otra Palabra de Dios. Cristo culmina y contiene toda la revelación. Pero Jesús entrega su Palabra, que es Él mismo, a la Iglesia. La Iglesia viene a ser la presen-cia continuada de Jesús en la historia. Cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo.

El crecimiento y progre-so de la Iglesia consiste en comprender, vivir y dar a conocer esa Palabra bajo la guía necesaria e imprescin-dible del Espíritu Santo. “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, os lo enseñará todo y os recor-dará todo lo que os dije” ( Jn 14,26), nos dice Jesús.

En este crecimiento y expansión de la Iglesia van apareciendo formas o esti-los de vida evangélica. El evangelio es humanamente inabarcable en su amplitud y profundidad. De ahí que surjan o vayan surgiendo en la Iglesia, por la acción del Espíritu y según las distintas circunstancias y posibilida-des, intentos y programas de vida para vivir el evangelio lo mejor posible. Entre otros, la vida fraterna de seglares agustinos recoletos con sus diversos matices y peculiaridades, dentro de la Orden de los agustinos recoletos.

Patrimonio de la Orden

En nuest ro caso, el fundador (san Agust ín) y los fundadores de la Recolección(capítulo de To-ledo) bebieron de la fuente del Evangelio y comenza-ron a vivir en comunidad, alimentados por la oración y entregados al servicio de la Iglesia. Y pusieron por escrito este estilo de vida. Entre otros: la Regla y otros escritos de nuestro Padre, y la Forma de Vivir en los inicios de la Recolección.

Pero antes, en Tagaste, una vez recibido el bautismo y viviendo en la casa pater-na, Agustín y sus amigos

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formaron a lo largo de unos tres años una verdadera comunidad cristiana, que podría llamarse -¿por qué no?- una verdadera Frater-nidad Seglar Agustiniana. Este es el testimonio de su biógrafo San Posidio:

“Después de recibir el bautismo juntamente con otros compa ñeros y ami-gos, que también servían al Señor, le plugo volverse al África, a su propia casa y heredad; y una vez esta-blecido allí, casi por espacio de tres años, renunciando a sus bienes, en compañía de los que se le habían unido, vivía para Dios, con ayunos, oración y buenas obras, meditando día y noche en la divina ley. Comunicaba a los demás lo que recibía del cielo con su estudio y ora-ción, enseñando a presentes y ausentes con su palabra y escritos” (SAN POSIDIO, Vida de Agustín III).

No eran clérigos ni pre-tendían serlo. Eran laicos. Vivían como hermanos. Agustín era su guía y maes-tro. Enseñaba con su vida, su palabra y sus escritos. Vivían unidos, no sola-

mente juntos. Se sentían animados por el mismo deseo de perfección. Era una comunidad no cerrada en sí misma sino abierta a las necesidades de quienes acudían a ellos.

En lo referente a la vida monástica, Agustín y, más tarde, los rel igiosos del Capítulo de Toledo fueron los iniciadores de una for-ma peculiar de vivir todo el evangelio de Jesús, y portadores de un carisma recibido del Espíritu Santo.

Ambas cosas, carisma y estilo de vida, las plasmaron por escrito. Primero la vida; después, la letra, pero letra llena de vida y espíritu. La Regla a los monjes, en sus inicios, era su misma vida alimentada por la Palabra. Después llegó la letra. Como ocurrió en las primeras co-munidades cristianas.

Es que el espíritu, sin la letra, se expone a morir pronto por falta de cauce apropiado. Y la letra, sin la vida, sería un cauce, quizás hermoso, pero seco.

El río de aguas vivas y abundantes no puede care-cer de un cauce adecuado.

Y bien sabemos que lo importante en el río no es tanto el cauce, cuanto las aguas que discurren por él. O mejor, ambas cosas. El cauce puede estar muy bien marcado. Sin agua sería sequedad y vacío. El agua es la vida que transcurre por él. El agua sin cauce se perdería. No habría río. La Regla es agua y cauce, espí-ritu y letra, vida y normas.

No es letra muerta

Pero la letra, el cauce o las normas, no son ele-mentos rígidos y muertos. Tienen vida y están, como el espíritu que contienen, al servicio de la vida. Y la vida es crecimiento, evolución y progreso.

Además, desde el mo-mento en que fue aprobada por la Iglesia, se convierte en norma de vida para los laicos que deseen beber en ella. Inspirada por el Espíritu, es expresión de la voluntad salvífica de Dios que quiere que seamos santos según un estilo de vida propio, siguiendo a Jesucristo.

El seglar agustino re-coleto habrá que retornar frecuentemente a ella para conocer la voluntad de Dios para con él. Esto se llama también acudir a las fuentes.

No segu imos a san Agustín, sino a Cristo. Cris-to es la meta y el Camino, y es también caminante o compañero de viaje con nosotros. Agust ín viene a ser, para nosotros, el indicador de ese camino y

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el que camina adelante o primero, guía y maestro, lámpara ardiente prendida en la luz de Cristo, testigo veraz, modelo de vida y de servicio a la Iglesia.

Como el río que emana de la fuente y tiene vida propia y, a la vez, permanece unido a ella, así lo escrito, que tiene vida (la regla, los estatutos, etc.), emana en cierto modo del fundador para expresar y manifestar el designio permanente de Dios -fuente y vida- sobre la Fraternidad y sobre cada uno de nosotros.

Es el mismo carisma ofrecido por Dios, como don, en su día a san Agus-tín, posteriormente a los fundadores y ahora a no-sotros. Conoceremos mejor este carisma y, por tanto, el designio de Dios sobre nosotros en la medida en que permanezcamos tam-bién unidos a san Agustín, como a la fuente que nos brinda el agua de vida que es Cristo.

Estudio y conocimiento de la Regla

El primer paso para vi-virla es conocerla a fondo en su totalidad. El cono-cimiento no depende sólo de la lectura frecuente del texto, aunque necesaria bajo todo punto de vista. Se im-pone el estudio personal y comunitario, serio y, a ser posible, debidamente pro-gramado, y con la debida periodicidad.

La vida sigue, las cir-cunstancias varían, el ma-

gisterio de la Iglesia sigue presentando documentos sobre la vida religiosa, etc. De ahí que sea necesario reflexionar constantemente sobre lo que somos con el f in de mantener vivo el sentido de pertenencia a la Orden, ser fieles a su carisma y servir mejor a la Iglesia y al mundo desde nuestro ser de laicos agusti-nos recoletos, aquí y ahora.

Es preciso que nos iden-tifiquemos siempre con ella donde quiera que estemos, sea cual fuere el trabajo que tengamos entre manos o la situación en que vivamos, no importa la edad de cada quien, ni la variedad de culturas.

El Espíritu irá abriendo caminos de i luminación y de verdad para evitar interpretaciones erróneas y al capricho de cada cual.Libro de cabecera

Vale la pena repetir que la Regla de vida –siempre en primer lugar la Palabra de Dios- debe ser el libro de cabecera para todo laico agustino recoleto, el libro de la vida, porque es un camino evangél ico para

configurarnos día a día con Cristo. Debe ser, por tanto, objeto de reflexión personal y comunitaria

Esta lectura asidua y “rezada” no puede menos que generar fidelidad a ella. Y, por ella, a la Iglesia y a Jesucristo. Y la fidelidad genera gozo y paz, aunque se viva en situaciones de sufrimiento y dolor. Una fidelidad a toda prueba, sean cuales fueren las situacio-nes de la vida en que nos encontremos. Nuestra vida de fe, entonces, será más fe-cunda, nuestra convivencia más agradable, y nuestro servicio más generoso.

Termino con el último párrafo de la Regla de nuestro Padre, que dice así:

El Señor nos conceda cumplir todo esto con amor, como realmente enamorados de la belleza espiritual y exhalando el buen perfu-me de Cristo con nuestra ejemplar convivencia, no como esclavos sometidos a la ley, sino con la libertad de los constituidos en gracia (Regla 8, 1)

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Peregrinación del Santo Padre a Fátima

Te lo dice FranciscoFrancisco José Audije Pacheco. FSAR SANTA RITA, MADRID

Madre, y para confiarle a sus hijos e hijas. Bajo su manto, no se pierden; de sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para todos mis hermanos en el bautismo y en la humanidad, en particular para los enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y los abandonados.” Dijo el Papa en un momento de la homilía.

Igualmente, como acos-tumbra a recalcar, Francisco señaló que María también nos invita, en estos tiempos de indiferencia ante las in-justicias, a ser los cristianos agentes de esperanza y de paz para nuestros herma-nos que sufren. Recordó el Santo Padre, que todos los sufrimientos y contrariedades que tenemos que padecer los hombres, ya antes los pasó Jesucristo, y que por eso Él nos comprende. Jesús, el Se-ñor, no ha pedido al hombre

que suba a la Cruz, sino que se ha humillado Él, desde su condición divina, para bajar a la cruz de todos los suplicios humanos, y, de esta manera, ser nuestro Salvador.

“No queremos ser una esperanza abortada. La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad de otra vida. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24)”. Añadió el Papa.

Finalmente, en el viaje de regreso al Vaticano, durante la tradicional rueda de prensa en el avión, los periodistas preguntaron al Santo Padre, de qué hablaría con el Pre-sidente Trump, con quien tenía programada una visita, al poco de volver de Fátima, a lo que Francisco contestó: “Hablaré de paz”. “No puedo juzgar a nadie sin antes escuchar lo que tiene que decir”.

Los días 12 y 13 de mayo de 2017, el Papa Francisco acu-dió como peregrino al

Santuario mariano de Fátima, con motivo del Centenario de las apariciones de la Virgen en la Cova de Iria. Aprovechando la efeméride y el final del pro-ceso de canonización de dos de los videntes de Fátima, los pastorcillos Francisco Marto y Jacinta Marto, también se efectuó el rito de canoni-zación, que los proclamaba santos.

En la homilía del sábado 13 de mayo, el Santo Padre nos recordó que debemos invocar a Santa María, esa “Mujer tan bella”, como la describían los pastorcillos en Fátima, para que nos lleve a Jesucristo. Por esta razón, porque María nos enseña el camino a Dios, María es la esperanza del cristiano.

Nuestra Santa Madre, fue la que, con su carne, le otorgó humanidad a Dios, y, cuando Jesús subió al Cielo, al lugar que le corresponde como Hijo de Dios, lo hizo con esa misma carne huma-na, que Nuestra Madre dio a luz, después de gestarla en su vientre. Por eso, la “Mujer tan bella” de Fátima, es Madre de Cristo y Madre de toda la humanidad, y su misión es actuar de puente que nos conduce como hijos de María e hijos de Dios, hacia el Padre.

“No podía dejar de venir aquí para venerar a la Virgen

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Continuando con l a e xhor t a c ión apostólica del Papa Francisco, Evangelii

Gaudium EG (La Alegría del Evangelio), hablaremos de al-gunos puntos importantes que nos interesan como personas y como Agustinos Recoletos.

Nos dice el Santo Padre: “Una cultura en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los ciudada-nos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales” (EG 61). “En la cultura predominante, el primer lugar está ocupado por lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial, lo provisorio.” (EG 62).

Silvia Chávez. Fraternidad de Querétaro, (México)

La voz de la IglesiaDocumentos de la Iglesia

EVANGELII GAUDIUM II

En concordancia con lo anterior, San Agustín en sus confesiones nos enuncia que el proceso de dispersión y del pecado llevan al ser humano no solo a alejarse de Dios, sino a ser cada vez menos humano. Por eso, el obispo de Hipona nos invita a la interioridad “Noli foras ire”, a que no salgamos fuera de nosotros mismos (evitar la tentación que tiene el ser humano de abandonar su interior y de volcarse hacia las cosas materiales) Cf. Const 11. Y además invita a que cada uno regrese a sí mismo: “In teipsum redi”. No basta el no estar dispersos; es preciso regresar al propio

ser, es preciso regresar al interior, al corazón.

Pero este valioso en-cuentro con Dios en la interioridad, debe ser el detonante que nos lleve a la apertura hacia los herma-nos. Palabras del Papa: “hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata” (EG 127-129).

La autoridad para rea-lizar la misión viene de la unción con el Espíritu. El evangel izador real iza su misión en nombre de Jesús, el ungido del Padre; su anuncio no puede ser otro

Fraternidad de Querétaro- México.

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que la persona de Jesús, manifestado en primera instancia por el anuncio fundamental: “[...] El anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad” (EG 128).

Fr. Enrique Eguiarte, escribe en su obra Ministerios de Amor “San Agustín nos recuerda que un mal pastor es aquel que en lugar de anunciar a Cristo se anuncia a sí mis-mo, y se apacienta a sí mismo, buscando en la evangelización sus propios intereses, no los de Cristo” (Cf. Io. eu. tr. 123, 5). Se trata de malos pastores que son como lámparas que consumen mucho aceite, pero que no iluminan. Una lámpara de este tipo, dice

san Agustín, merece ser rota y desechada.

Nosotros los seglares tenemos el compromiso de participar activamente en la vida eclesial y en la evangelización. Somos sal de la tierra y testimonio en el mundo; debemos garanti-zar que la buena nueva del Evangelio se comparta y se inculture en la vida del lugar en que nos encontremos.

La exhortación apostóli-ca Evangelii Gaudium nos convoca: “La evangelización también busca el crecimiento, que implica tomarse muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene sobre ella. La educación y la catequesis están al servicio de este crecimien-to. El evangelizador requiere ciertas actitudes que ayudan a

acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, y acogida cordial que no condena” (EG 160-165).

“La Palabra de Dios es-cuchada y celebrada, sobre todo en la Eucaristía, alimenta y refuerza inter iormente a los cristianos, y los vuelve capaces de un auténtico testimonio evangélico en la vida cotidiana” (EG 174).

En este Año de la San-tidad, pidamos al Señor: Dame el valor y la generosi-dad de Tomás de Villanueva, para predicarte frente a reyes y mendigos.

El compromiso y las herramientas están para que seamos portavoces de la Palabra en un mundo que necesita conocer a Jesús. ¿A que te comprometes querido fraterno Agustino Recoleto?

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Por los senderos de la vida

Del 25 de julio al 15 de agosto de 1936 siete agusti-nos recoletos, encabezados por su prior, y un sacerdote diocesano, entregaron su v ida por Cr isto en las calles de Motril. Los siete rel igiosos eran hombres sencil los, consagrados a su ministerio sacerdotal. Todos procedían de tierras y familias de abolengo cris-tiano. Soler, Rada y Pinilla eran aragoneses; Inchausti, vasco; Moreno, r iojano; Deogracias, burgalés; José Ricardo, leonés.

Todos habían profesado la Regla de San Agustín y todos habían crecido bajo la mirada maternal de la Virgen en conventos Agust inos Recoletos de la ribera navarra y de la vega granadina. Los cinco primeros estrenaron su sa-cerdocio en Filipinas, donde experimentaron los rigores de la persecución. También regaron con sus sudores los dilatados campos de Brasil; cuando sus fuerzas comen-zaban a decaer, fijaron su residencia en Motril.

Inchausti y Pinilla lle-varon una vida rectilínea, de sacerdotes y misioneros enamorados de su ministe-rio. Pinilla se distinguió por su sencillez, su jovialidad, su asiduidad en el confe-sonario, su devoción a la Virgen de la Consolación

Vida de nuestros SantosJosé Antonio Lechuga Rodríguez. Fraternidad de Granada

Beatos mártires de Motril

y su amor a los niños. Rada y Moreno toparon con mayores obstáculos y atravesaron momentos difíciles. Moreno era un hombre culto. Amigo de la pluma, publicó centenares de artículos en periódicos, boletines y revistas religio-sas de España y Venezuela. El cariño del pueblo y de las autoridades convirtieron sus años venezolanos en el periodo más fecundo y feliz de su vida. Rada fue un párroco sensible a las necesidades espirituales y materiales de sus feligreses. El gobierno le otorgó la medalla del Mérito Civil por su interés en promover los recursos del pueblo. Los mismos rasgos reviste su actuación en Brasil. El obispo pide su presencia en las visitas pastorales y le requiere para confesar al clero.

Soler fue un religioso ejemplar, dotado de senti-do social y amante de los

pobres. Dirigió la provincia de Andalucía 6 años y en 1926 fue elegido General de la Orden, cargo que aceptó a disgusto, y renunció al mismo. En Motril infundió nueva vida a los Talleres de Santa Rita, fundó el Círculo Católico de Obreros (1914) y abrió una escuela noctur-na. Su vida y su apostolado rezuman unción sacerdotal y amor a la Virgen, a san José y al Sagrado Corazón. Deogracias y José Ricardo, los jóvenes del grupo, no conocieron el horizonte filipino. Deogracias trabajó en parroquias de Brasi l y Argentina. Siendo muy joven, fue llamado a ta-reas administrativas. En 1936 era superior de la comunidad de Motril, a la que mantuvo unida y serena en el momento de la prueba. José Ricardo fue protagonista de una experiencia conmovedora. Hijo de madre soltera y deficiente mental, afrontó

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los prejuicios sociales y un drama interior. El 30 de enero de 1934 se consagró a Dios con los votos reli-giosos, con la esperanza de llegar un día al sacerdocio.

El martirio

Con el triunfo del frente popular, la inquietud, se convirtió en trágica realidad en la ciudad. Prohíben y persiguen toda manifes-tación religiosa. El Padre Soler advierte a las monjas del peligro y las anima con estas palabras: «algunos cae-remos y seremos mártires, pero después del Viernes Santo viene la Resurrección». A pesar de los avisos de gente amiga, la comunidad optó por permanecer en la ciudad

En la mañana del día 25 los Padres Deogracias Palacios, León Inchausti, José Rada y Julián Benigno Moreno, más el hermano José Ricardo Diez, fueron sacados violentamente del convento y acribillados a balazos en la vía pública. Al día siguiente, de 10 a 11 de la mañana, «entre burlas, mofas y escarnios», ametrallaron al padre Vi-cente Pinilla en el atrio de la iglesia de la Divina Pastora, en la que se había refugiado la noche anterior en compañía de su párroco, don Manuel Martín Sierra, a quien mataron unos me-tros más adelante. El Padre Vicente Soler, delatado por un joven, es encarcelado. En la cárcel rezaba con los presos, infundiéndoles ánimo. Confesó hasta al so-

cialista Juan Antúnez. Murió fusilado junto con otros 18 presos en la madrugada del 15 de agosto. En el paredón se ofreció a substituir a un preso, padre de ocho hijos, ofrecimiento rechazado pues su nombre ya estaba en la lista de los condenados. Él era el número 10 de la lista y pudo absolver a los que le precedieron, entre ellos un joven de Acción Católica, Francisco Burgos que so-brevivió a los tres disparos. A él debemos estos detalles sobre la prisión y muerte del padre Soler.

El mensaje

Estos mártires nos de-jan en herencia la sencillez de una vida consagrada al servicio de los demás sin alharacas ni exterioridades; el amor a la Virgen, en el que descuellan Soler, que consagró la Orden a la Virgen, y Pinilla, que di-fundió por doquier el culto a la Consolación; el celo misionero, que los llevó a di-fundir el Evangelio por tres continentes; la asiduidad en el confesonario; la atención a los pobres; y, sobre todo, el amor a Cristo ratificado en el momento supremo del martirio. Impresiona la fidelidad con que toda una comunidad selló con su sangre el compromiso que había firmado en su profe-sión religiosa. A Pinilla le sorprendió el tiro de gracia en actitud de bendecir a sus perseguidores y repitiendo las palabras de Cristo en la Cruz: «perdónalos porque

no saben lo que hacen». Uno de los asesinos excla-mó: «Yo no mataré más a nadie. Si es verdad que hay santos, éste es uno». Soler murió absolviendo a sus compañeros de paredón; y don Manuel, gritando «¡Viva Cristo Rey!».

La glorificación

Todos fueron enterrados a hurtadillas, en una fosa común. Sólo tras la libera-ción de la ciudad, el 29 de abril de 1937 se celebró un solemne funeral por todos ellos, y en octubre de 1939 se exhumaron sus restos con el fin de darles nombre y una sepultura digna.

La Orden comenzó pron-to a recoger datos con vistas a su posible beatificación.

En 1952 la curia grana-dina, muy entregada al P. Manjón, accedió a instruir el proceso de beatificación que se arrastró con una desesperante lentitud hasta 1971. El 2 de junio de 1972 concluye la segunda etapa procesal. Tras su paso por las distintas comisiones, el 25 de marzo de 1997 el Santo Padre mandó que se publicara el decreto de su martirio. Por fin, supe-radas nuevas dilaciones, el Santo Padre Juan Pablo II inscribía a los ocho siervos en el catálogo de mártires.

CF.: ArtíCulo “Vi-cente Soler y SuS Siete

compañeroS mártireS” del p. ángel martínez

cueSta, oar.

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En el anterior es-cr i to compar t í mi servicio en el acompañamiento

formativo, ese que realiza-mos con los candidatos a la vida consagrada Agustina Recoleta, a lo largo de todo el proceso de formación. Comentaba, que casi todo mi ministerio sacerdotal lo he realizado en este ministerio, aunque, siendo sacerdote, es muy improbable que el acompañamiento no lo ofrezcas, dentro del ámbito eclesial, a tantas personas que necesitan de él. En esta oportunidad quiero ofrecer mi experiencia acompa-ñando laicos y la idea, que voy precisando, de ambas experiencias.

“Padre estoy tan cansada”, en una ocasión me dijo una joven mujer que se acercó a conversar conmigo. No se le veía aspecto de que ese cansancio era producto de un duro trabajo físico. Siempre creemos que el trabajo fuerte es el único que tiene poder para can-sarnos. No es así, la vida carente de sentido, agobia, cansa y produce decepción y depresión. La señora contó algo de su vida. La escuché y, efectivamente, estaba muy cansada en su espíritu y albergaba un sin sentido que solo en Dios podía recuperar su des-canso. Entre otras cosas, me pidió que hablara con su esposo. Aproveché un

Fr. Jiovanny Marcelo Pantaleón.

acompañar a los laicos

Acompañamiento espiritual

encuentro furtivo que tuve con él y, viendo una ocasión providencial para cumplir mi promesa a aquella mu-jer, le abordé. De manera respetuosa, afable y hasta con un tono simpático de mediano humor, me dijo aquel joven médico: “padre, cómo se nota que usted no sabe lo que es estar casado y llevar la vida profesional que llevo”. Me quedé en silencio, dejé que aquellas palabras bajaran a mi corazón, para desde el sentimiento empático, ponerme en la piel de mi interlocutor o posible acom-pañado; luego dije: cierta-mente, no tengo ni idea de lo que es, lo que me acabas de decir. Nunca, después de una larga jornada de trabajo, he llegado a casa y una mujer bien vestida y entusiasmada me espera para salir a pasear. Ambos, tanto la cansada mujer, como el agotado esposo,

necesitaban, desde una aco-gida real, poder acogerse al amor misericordioso de Dios y reencontrarse. Ellos necesitaban alguien que les acompañara, porque la dramática que vivían les requería dar luz aquella situación, y sentían que en la fe la podían encontrar. Solos no podían hacerlo, era imprescindible el acom-pañamiento. Y, ¿qué tal, si ese que les acompaña, es un laico con una opción de vida semejante a la de ellos?

Estoy convencido que tener un tipo de experien-cia y vivirla a la luz de una reflexión compartida con alguien, guiado por el evangelio, a la escucha de lo que Dios tiene para decirnos en cada momento, resulta totalmente enrique-cedor y vivificante, quita el cansancio y el sin sentido que a veces nos produce el

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avatar de cada día. Eso es el acompañamiento espiritual y todos lo necesitamos y no es lo mismo, cuando al acompañar, hemos vivido la experiencia en nuestra propia realidad e historia personal, lo que vamos acompañando. Tener ideas claras de lo que está vi-viendo el otro, eso solo lo tendrá quien haya tomado en la misma fuente donde ha bebido el acompañado. Durante siglos se creyó que solo un consagrado tenía la autoridad y la capacidad para hacerlo hoy día, el paradig-ma ha cambiado y muchos laicos, para muchos casos, pueden hacerlo con más facilidad y hasta autoridad que un consagrado, porque ellos forman parte de lo que van a acompañar. Sin duda alguna, legitimo lo que me dijo el joven médico, no sé lo que es una relación de pareja y con toda humildad

doy más autoridad a quien sí la conoce por ser su opción de vida. Ese podrá acompañar esos casos con más asertividad que este humilde servidor.

Los consagrados tene-mos mucho que ofrecer a los laicos, pero más tiene que ofrecer un laico que comparte con él mucho de su propio estilo de vida. Escuchar a esa mujer que se siente desatendida por su esposo y escuchar a ese esposo que desea más com-prensión de su esposa en su compaginación de trabajo y familia, sin duda, alguien que viva esa realidad puede entrar con más autoridad en la relación empática.

Hace solo unos meses concluí un proceso de sali-da de un joven sacerdote a quien yo mismo recomendé un acompañamiento con un laico. Un creyente, esposo, padre, empleado. El joven

sacerdote se encontraba en una profunda crisis voca-cional. La relación entre acompañado y acompañante se logró, incluso la siste-matización del proceso y la continuidad, pero hubo algo, que a mi juicio, no posibilitó la conexión con la necesidad y sintonía del misterio de la persona: las experiencias de vidas, muy distintas entre ambos, debido a la disparidad de estados: uno sacerdote, otro casado. Hay vivencias, sentimientos, misterios que solo pueden ser captados en su esencia y profundi-dad solo por aquel que ha recorrido el mismo camino. Ese es capaz de entrar en la acogida y comprensión de ese misterio para reco-nocer la voluntad de Dios. Con toda sabiduría Jesús se despojó de su categoría de Dios, para, sintiendo como los hombres, entender a los hombres.

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Lo que quiero concluir es que es magnífico, que el laico haya asumido el compromiso de ofrecer a otro hermano en la fe, ese servicio, que sale al encuentro de la vida del otro para disponerse a escuchar la voz del Señor que habla a cada uno ofreciendo las luces que guíen su vida. Un laico tiene mucha autoridad, además de su preparación, para acompañar a otro laico y, un consagrado, pudiendo hacer ambos servicios, debe dejar espacio a los laicos y hasta remitir a ellos, en muchas realidades humanas-espirituales que son propias o inherentes a ese estado de vida. Por la misma razón, hay asuntos, consustanciales a la vida de un consagrado, que solo otro que posee ese estado lo podrá captar, entender y ayudar.

El acompañamiento es un servicio que cada vez más se organiza en las comunidades cristianas. Y ahora muchos laicos, gracias a Dios, lo están asumiendo en nuestras comunidades parroquiales. Ciertamen-te no es fácil encontrar maestros profesionales del acompañamiento, pero, no debemos de olvidar y hasta partir de que, el Espíritu Santo da al creyente que vive a fondo su fe, las certe-zas y corazonadas necesarias para proponer con audacia y valentía un camino que, más que buscar solucionar los problemas, le abra a la transformación profunda del propio corazón.

La tarea es preparar a esos acompañantes; Javier

Garrido nos da un perfil muy válido: Una persona con capacidad de escucha, con una madurez humana y experiencia espiritual: que se conozca a sí mis-mo, situado en la vida desde el proceso, abierto a la obra de Dios… Debe tener conciencia de la tras-cendencia de esta relación evangelizadora: "ayudar a las personas en sus procesos de liberación y hablar bien de Dios". No tiene por qué ser un experto, pero sí darse cuenta de lo que puede estar moviéndose en la persona acompañada, para orientarla e intuir qué recursos sencillos (libros, cursillos, ofrecimiento para charlar…) pueden ayudarle

en su momento. Debe ser capaz de intuir qué puede ayudar a otra persona en su situación concreta… ¡es toda una sabiduría! También ser consciente de hasta dónde se puede ayudar y hasta dónde no, para lo cual conocerse bien a uno mismo es importantísimo.

Claro está que, el laico acompañante, al igual que el consagrado acompañan-te, tienen que prepararse bien para ofrecer este servi-cio. En el siguiente artículo me dedicaré a hablar de esa preparación, así como a animar nuestros herma-nos laicos, que viven con entusiasmo nuestro carisma recoleto, a participar en este servicio.

20Fr. Rafael Mediavilla oar

San Agustín y...

Geloso era uno de los presbíteros de la ciudad de Cartago. Agripa

se había enterado del itinera-rio de la familia de Adeodato porque, siendo cristiano, mantenía relación con la comunidad de Cartago y con algunos diáconos, sobre todo con Aurelio. Cirino había ido hasta la residencia del obispo Saturnino para confirmar las noticias que le había dado su amigo y se había encontrado con el sacerdote. Se presentó como discípulo de Agustín en Roma.

– Estuve sólo unos me-ses en el aula de Agustín porque pronto se fue a Milán. Pero puedo decir que no escuché a ningún profesor como él, capaz de transmitir el entusiasmo por las grandes obras de los grandes autores latinos.

– También en Cartago fue profesor y alguno de sus alumnos, como Inocencio, le tenían verdadera veneración, además de ser su fiel amigo –respondió Geloso.

Por un momento Cirino volvió a pensar en lo que tanto le hacía reflexionar y, sin más, se preguntó en voz alta:

– ¿Se puede venerar y respetar tanto a una persona y al mismo tiempo ser su amigo?

El sacerdote no se re-sistió a darle una respuesta:

San agustín, Cirino y la amistad II

Cartago pensando ya en Tagaste

– No lo sé en otros casos, en el caso de Agus-tín era lo más común. Los alumnos que le admiraban se sentían también queri-dos por él y tratados como amigos.

– ¿Amigos? –preguntó extrañado Cirino- ¿en qué consistía su amistad?

– El mismo Agustín les decía, según me contó Inocencio –respondió Ge-loso– , en qué consistía su relación de amistad: “con-versar, reír, servirnos mu-tuamente con agrado, leer juntos libros bien escritos, bromear unos con otros y divertirnos en compañía; discutir a veces, pero sin agresividad, como cuando uno disiente de sí mismo y, con tales disensiones, muy raras, condimentar las mucha conformidades;

enseñarnos mutuamente alguna cosa, suspirar por los ausentes con nostalgia, recibir con alegría a los que llegaban” (confesiones 4,8,13).

Cirino quedó impresio-nado por una descripción tan atrayente de la relación entre amigos. Muchas de las cosas expresadas en la descripción del padre de Adeodato le parecían a él justa descripción de lo que había sido su relación con el hijo. Sólo recordarlas le producía un placer y al mismo tiempo un gran de-seo de repetir la experiencia con él y con otros que se hubieran unido al grupo, no una vez sino muchas veces. Encontrarse periódicamente con su amigo, aprovechar los viajes que hiciera hasta la provincia romana, el África proconsular, para volver a reír, a contarse sus experien-cias, a tratarse con humor, a discutir y a aprender con los debates.

Pero todavía se resistía a comprender que pudiera darse una amistad entre personas de distinto rango: entre un maestro y un dis-cípulo, entre un señor y sus siervos, entre un hombre y una mujer –aunque en este caso Geloso no hubiera hablado de ninguna de ellas ¿sería también posible?–. Por esto siguió preguntando:

– ¿Personas que en la sociedad romana tienen dis-

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tinta categoría y clase social pueden ser amigas?

– El que está en la cate-goría más alta, según decía el mismo Agustín, no debiera tener dificultad. Recuerdo que decía a los suyos, para que dejasen entrar en el grupo a otros: “no se ha de rechazar la amistad de quien quiere hacerse amigo nuestro; y si hay alguien que no se atreve a hacerse amigo, porque le asusta nuestro prestigio y dignidad, hay que abajarse hasta él y ofrecerle con afabilidad lo que no osa pedir por sí mismo” (Ochenta y tres cuestiones diversas 71,6).

Sin embargo, Cirino re-cordó que en aquel momen-to lo que más le interesaba era saber si la familia de Adeodato había ido a Ta-gaste y residía allí.

– ¿Sabes, amable pres-bítero, si Agustín y su hijo

residen en Tagaste? Sé que de Cartago salieron para allí, pero no sé si su destino era otro y si sólo fueron allí para que el hijo conociese el lugar donde nació Agustín y de donde eran sus abuelos. Sé que la abuela Mónica murió, pero no sé si el abuelo vivía todavía.

– No, no –respondió Geloso–, el abuelo, Patricio, murió antes de partir Agus-tín para Roma. Adeodato no llegó a conocerlo. Por eso Mónica estaba libre y pudo acompañar a su hijo hasta Roma y Milán. Sin embar-go, Agustín tenía también buenos amigos en Tagaste. Sobre lo que preguntas, al menos durante estos años han vivido allí porque, al-gunas veces, uno de los grandes amigos de Agustín de esta ciudad de Cartago, nos relataba las preguntas

que le hacía a Agustín por carta y las respuestas de éste. De hecho, incluso sa-bemos, por lo que contaba Nebridio, la forma de vida que llevaban en Tagaste y yo creo que continuará siendo la misma. Según decía su amigo residían en una mis-ma casa todos los amigos, se dedicaban al estudio y también a la oración. De hecho, Nebridio le repro-chaba al mismo Agustín esa forma de vida ociosa, aunque no sé si era, más bien, por el deseo que tenía de que su amigo y maestro se trasladase a la finca que Nebridio tiene aquí.

– Y ¿por qué no se unió Nebridio al grupo de Tagas-te? Porque parece que quería mucho a Agustín.

– Es cierto que le quería, y mucho, y también Agustín le amaba entrañablemente. Yo mismo vi en alguna de las cartas que le decía: “Mi Nebridio, amigo dulcísimo”. La razón por la que no es-taba con ellos es muy clara, la madre de Nebridio no so-portaba separarse de su hijo, a pesar de la insistencia de Agustín. Nebridio enfermó y era tal el afecto que tenía por él Agustín, que estuvieron planificando el trasladarle a Tagaste. Pero estando enfermo la madre se opuso todavía con mayor energía (Agustín, Carta 10,1).

La conversación se ha-bía prolongado y Cirino ya había encontrado respuesta a su pregunta fundamental: Agustín y su hijo estaban en Tagaste. Ahora que además había escuchado cómo pen-

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saba el padre de Adeodato se avivaba en él el deseo de en-contrarles, de experimentar con ellos eso que con tanta seguridad y acierto había descrito Agustín. ¿También padre e hijo discutirían de esa forma, como quien “di-siente de sí mismo”, y esa disensión sería condimento del alimento principal, que serían los más frecuentes acuerdos entre ellos? ¿Dis-cutirían sobre la amistad? ¿Intentaría Adeodato con-vencer a su padre de que a un amigo no se le puede abandonar y que conviene visitarlo y tratar con él para que no se pierda la amistad? ¿Estaría dispuesto el padre a que Adeodato fuese por algún tiempo con él a Roma y a Milán hasta la siguiente vez que él tuviera que venir al África?

Había acudido a la ba-sílica de Cartago a media mañana. Le acompañó Ar-temas pero una vez que se encontró con el sacerdote Geloso le pidió a su criado

que fuera a enterarse de los posibles viajes a Tagaste y que fuese preparando todo lo necesario para el trayec-to. Se había hecho tarde y decidió volver a la posada donde estaban aposentados. Sabía que Artemas no lo estaba esperando porque el negocio que tenía que hacer le llevaría todo el día. Todavía tendría tiempo de escribir una breve carta a su padre, y entregarla a los que viajaban al día siguiente en el barco hacia Roma para decirle que es posible que se retrasase a su vuelta. Le diría a su padre que le ha-bían informado de que en Tagaste, una ciudad no muy lejana de Cartago, también había buenos productos para Roma, que era famoso su aceite y que había decidido visitarla para discutir con los amos de los campesinos de aquella ciudad y ver si les convenía el negocio. Sabía que su padre se sentiría con-tento de ver que su hijo era decidido y tomaba iniciativas

que mostraban su interés y amor al oficio.

Al encaminarse ya para la posada se encontró con uno de los diáconos, era Aurelio. Geloso le había dicho la es-tima de que gozaba ante el obispo Saturnino y también cómo era muy estimado por el pueblo. Al enterarse Au-relio de que Cirino buscaba encontrarse con Agustín, le habló de él con admiración y recordó un episodio ex-traordinario que vivieron a los pocos días de volver Agustín de Roma. Agustín guardaba muy buena relación de amistad con Inocencio, funcionario de la prefectura y fue a hospedarse a su casa. Cuando llegaron a ella la familia estaba triste y lamen-tándose porque Inocencio estaba gravemente enfermo, a punto de ser intervenido quirúrgicamente. Los sacer-dotes, el obispo Saturnino y él mismo rezaban pidiendo a Dios la curación de Ino-cencio. Agustín que era tan sensible para preocuparse de lo que les sucedía a sus amigos se unió a la oración y antes de que le hubieran intervenido Inocencio sanó milagrosamente.

La curación le causaba asombro a Cirino, pero se admiraba todavía más del amor de amistad de aquellos hombres, que no temían importunar a los dioses y unirse todos en la súplica para que el Dios cristiano curase al amigo. Orar por los amigos que sufren o están en dificultad era una más de las características de la amistad descrita por Agustín.

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La Santa Sede ha acep-tado la petición de la Conferencia Episcopal Española para elevar al santo agustino a la ca-tegoría de doctor de la Iglesia. Varios obispos españoles y sudameri-canos lo apoyan. Las tres órdenes agustinianas (Orden de San Agustín, Agustinos Recoletos y Agustinos Descalzos) se han unido para la causa

E l proceso para con-vertir a Santo To-más de Villanue-va en doctor de la

Iglesia avanza según los plazos previstos. La Santa Sede ya ha aceptado la solicitud remitida por la Conferencia Episcopal Española (CEE). La Congre-gación para la Doctrina de la Fe ha comenzado a estudiar la petición. Para ello ha pe-dido tres copias de las obras completas del santo, que fue Arzobispo de Valencia.

La Congregación ha nombrado un monseñor que se encargará del se-guimiento del tema. Por el momento, una vez aceptada la solicitud que la CEE presentó a propuesta de la Federación Agustiniana Española (FAE), el proceso queda parado a la espera del estudio de la obra de Santo Tomás de Villanueva. Se analizará si realmente su doctrina es eminente y su testimonio es interesante.

Noticias de la Orden

La doctrina de Santo Tomás de Villanueva, en proceso para el doctorado de la Iglesia

Apoyos de la Conferen-cia Episcopal Española y otros países sudamericanos

La CEE ha sido la pri-mera que se ha posicionado a favor del doctorado de Santo Tomás. La FAE re-mitió el documento ‘Suplex Libellus’ (“Humildemente solicito”) en abril de 2016. Firmaron tres postuladores de las tres órdenes agusti-nianas –Orden de San Agus-tín, Agustinos Recoletos y Agustinos Descalzos– que veneran al santo. Mons. Ricardo Blázquez admitió rápidamente esta propuesta y la CEE la aprobó.

Entre los motivos por los cuales los agustinos creen que se le debe conceder el doctorado eclesial a Santo Tomás de Villanueva, en ‘Suplex Libellus’ se mencio-na principalmente su testi-monio de pobreza exterior, lo que hizo ser apodado

como ‘Limosnero de Dios’. “Su ejemplo puede dar un nuevo ardor para reactivar el anuncio del nombre de Cristo Resucitado”, dice el documento, que además ex-presa que “su celo apostólico y su infatigable esfuerzo evangelizador constituyen un testimonio claro y evan-gelizador”.

Al mismo tiempo, se ha buscado más apoyos en otros países donde la presencia de los agustinos, en cualquiera de sus ramas, es amplia. Los obispos de Panamá también se han dirigido a Roma pidiendo el doctorado de Santo Tomás después de recibir un do-cumento similar al ‘Suplex Libellus’. En ese caso fue el cardenal José Luis Lacunza, de los Agustinos Recoletos, quien defendió el asunto en la Conferencia Episcopal Panameña.

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También se ha buscado más seguimiento a la causa en Argentina, Perú, y en Norteamérica, donde está presente la Orden de San Agustín y los Agustinos Recoletos. También en México o Filipinas, a donde el santo envió misioneros.

Asimismo, esta petición de apoyos también se ha extend ido a obispos y cardenales vinculados es-trechamente con la Orden, quienes pueden tener una mayor representatividad. Es el caso del Cardenal Santos Abril.

El doctorado no debería demorarse

También Monseñor An-tonio Cañizares, arzobispo de Valencia, cátedra que

ostentó Santo Tomás de Villanueva, ha secundado con orgullo la petición. En una entrevista privada con los postuladores de la causa admitió que la doc-trina del obispo agustino está muy en sintonía con la sensibi l idad del Papa Francisco. Por eso cree que el nombramiento no debería tardar.

El P. M iguel Ángel Orcasitas OSA, quien está al frente de la comisión pro doctorado, afirma que se demorará dependiendo del estudio de las obras. “Ser un obispo que se ha preocupado tanto por los pobres y los problemas sociales como fue San-to Tomás de Vil lanueva puede ser algo positivo”, af irma.

Santo Tomás de Villanue-va, ejemplo de entrega a los pobres

El P. Imanol Larrínaga OAR, que también está involucrado en la comisión pro doctorado de la FAE, indica que Santo Tomás de Villanueva “ve la realidad de las personas que sufren la miseria, la realidad de los pobres”. “Transmite a sus fieles –continúa- una atmós-fera de auténtica pobreza”.

Orcasitas añade que es un hombre de oración. “Vive en una tensión espiritual constan-te”, dice. Asimismo, asegura que el de Santo Tomás es un testimonio de verdadera entre-ga a Dios. También Larrinaga indica que “desde el espíritu asume el ofrecimiento mayor de entrega a Dios”.

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Cuatro agustinas recoletas contemplativas partieron del Monasterio del Santí-simo Cristo de la Victoria de Serradilla (Cáceres, España) para iniciar la fundación de una casa de formación en Chimalte-nango, en la diócesis de Sololá, Guatemala.

E l Obispo de So-lolá, Gonzalo de Villa, SJ, invitó a las monjas del Mo-

nasterio del Santísimo Cristo de la Victoria de Serradilla a fundar en su diócesis. La Madre Adoración Argenta, priora de la comunidad, después de tratar la petición con las hermanas y con la Madre Federal de España, realizó varias consultas y pidió la colaboración de Martín Berástegui, Delegado de los agustinos recoletos en

Guatemala, para buscar una casa donde pudieran vivir las hermanas. El 19 de enero del presente año, Jesús Lanao, asistente de las agustinas recoletas de la Federación de España, acompañó a las hermanas Ernestina Andrade y María del Carmen Matzir para conocer el lugar. Consi-deraron que la mejor opción era residir en Chimaltenan-go, en una pequeña casa aislada situada en el recinto del Hogar de las Hermanas Misioneras Somascas.

Jesús Lanao impartió a las monjas de Serradilla un curso de dos semanas sobre la Constitución Apostólica “Vultum Dei quarere” sobre la vida contemplativa feme-nina, en este documento del Magisterio se trata sobre la federación de monasterios y se dan orientaciones para las nuevas fundaciones. Con

Noticias de la Orden

Las agustinas recoletas establecen suprimera comunidad en Guatemala

la aceptación del Obispo de Sololá, Gonzalo de Villa, SJ, el consentimiento de Francis-co Rico Bayo, Administrador episcopal de la diócesis de Plasencia, y la aprobación de la Madre Federal de España, sor Eva María Oíz, se han iniciado los trámites para la nueva fundación. La priora del Monasterio de Serradilla, sor Adoración Argenta, ha pedido a la Santa Sede los permisos para fundar en la diócesis de Sololá.

En el Monasterio del San-tísimo Cristo de Serradilla el día 1 de julio se reunió la comunidad con las hermanas que vinieron de Oviedo para el envío de las hermanas. Trata-ron sobre la nueva fundación y recordaron con gratitud los acontecimientos ocurridos durante los dos últimos años. A continuación, se celebró la Eucaristía de envío presidida

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Las celebraciones más significativas a lo largo de nuestra vida, suelen ser pun-

tos culminantes de un camino lleno de acontecimientos que, en ocasiones, marcan el final de una etapa y el inicio de una nueva; momentos distintos de un mismo camino, especial-mente cuando hablamos de nuestra vida cristiana, como seguidores de Jesús, de un modo específico, como son la vida matrimonial, religiosa o sacerdotal.

Es desde esta perspec-tiva – de haber iniciado un camino que comenzó en Portel, un pueblo de la Prelatura de Marajó (norte de Brasil), muy lejos de Granada (España) – que comparto con enorme gra-

titud un acontecimiento tan significativo en la vida de nuestra comunidad de frailes agustinos, como puede ser la ordenación sacerdotal de un fraile. Hace un par de años celebrábamos el IV Centenario de nuestra pre-sencia en tierras granadinas, y hoy, en el marco de los cincuenta años de nuestra comunidad educativa en Granada (2017-2018), uno se siente agraciado por haber recibido por manos de Mons. Eusebio Hernán-dez (Obispo de Tarazona – Zaragoza) el sacramento del Orden.

Como religioso OAR, es una oportunidad más que especial para recordar y dar gracias a Dios por los frutos de nuestra misión

por D. Antonio Cano, Vicario para la Vida Consagrada de la diócesis de Plasencia. Con-celebraron José Luis Franco y Jorge Trinidad, ambos de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y de Santa María de Guadalupe de Méxi-co; Primitivo Estévez, párroco de Serradilla, y José María Sánchez, capellán jubilado de la comunidad.

Sor Ernest ina Andrade Moyotl, mexicana, procedente del monasterio de Oviedo, es la priora de la fundación de la casa de formación San José. Además de la priora, componen la comunidad tres religiosas guatemaltecas que proceden del monasterio de Serradil la: sor Sacramento Simón Son, sor María del Carmen Matzir Xiá y sor María Azucena Perén Simón. El día 4 de julio llegaron a Guatemala, y al día siguiente acompañadas por Martín Be-rástegui, todas ellas llegaron a Chimaltenango.

El día 6 de julio, el Prior General, Miguel Miró, que se encontraba en Guatemala para participar en la reunión de la Comisión de unión de las provincias de Nuestra Señora de la Candelaria y Nuestra Señora de la Consolación, acompañado de los agustinos recoletos Martín Berástegui y Francisco Lopeandía, cele-braron la primera misa en la capilla de la casa donde habitan las hermanas. A esta misa asistió también la comunidad de las Hermanas Misioneras Somascas.

(Tomado de la Web de la Orden)

Fr. Tiago Coelho, Marajoara, agustino Recoleto y Sacerdote

Noticias de la Orden

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en Marajó; por el trabajo y oración de tantos frailes que, después de más de medio siglo, siguen encarnando nuestro carisma Agustino Recoleto junto y con el pueblo marajoara. Uno se ve agraciado y feliz por el don de la vocación junto a esta familia, desde aquellas tierras amazónicas. Después de tantas experiencias de fe compartidas en las Jar y por el servicio de voluntariado en nuestra ONGd Haren Alde (actual ARCORES), y con ayuda de los frailes, uno ha podido ir discerniendo este don, regalo e invitación del Señor, para seguirle a Él y servir al pueblo desde la vida religiosa y sacerdotal.

Desde el sent ido de gratitud por el don de la vocación recibida, haciendo el recorrido con la mente y el corazón, desde Marajó hasta Granada, uno puede reconocer muchas media-

ciones que el Señor a lo largo de estos once años (desde 2006 cuando ingresé en el seminario) ha puesto como auténticas señales de su presencia y confirmación para seguirle y servirle desde nuestro carisma Recoleto: Frailes, familiares, amigos, acontecimientos… tantas realidades por las cuales el Señor se encargó de ir demostrando su presencia en la vida de uno de sus servidores. Un camino co-menzado hace más de una década que t iene como bisagras, el 6 de agosto, cuando profesé los consejos evangélicos en Monteagudo (Navarra); el 7 de enero de 2017, cuando junto a fray Iván recibimos el orden del diaconato (Guadalajara – España) y, finalmente, el día de San Jerónimo de este mismo año, con la gracia de Dios he recibido el ministerio sacerdotal en

nuestra parroquia de Santo Tomás de Villanueva (Gra-nada – España).

Por todo lo compartido, vivido y celebrado, uno da gracias a Dios por el cami-no emprendido hasta hoy, en su compañía y en la de mis hermanos frailes. Uno también siente la necesidad de expresar con cuántos se acerquen a nuestra vida (sea en España, Argentina, Brasil o Venezuela…), espe-cialmente a los jóvenes, la invitación de platearse o el “estar atento” a la invitación de seguir al mismo Señor que me l lamó a mí, así como los que me precedie-ron, y que sigue llamando a tantos jóvenes para la vida religiosa, sacerdotal, o para la vida matrimonial. El sentimiento y sentido en momentos así, no es otro que el de dar gracias, gracias, y más gracias por lo recibido.

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Al caer de la tarde del pasado 28 de sep-tiembre en la parro-quia de Santa Rita,

Madrid, la familia agustino-recoleta celebró la memoria de los religiosos mártires de la familia agustiniana en el Japón del siglo XVII, destacando el martirio de tres jóvenes frailes de origen japonés y que hace poco tiempo ha salido a la luz pública su consagración a Dios como agustinos recoletos: Kaida Hachizo, que en religión se lla-mará Lorenzo de San Nicolás; Yukimoto Ichizaemon, que corresponde a Agustín de Jesús María; y Sawaguchi Kuhioe, o Pedro de la Madre de Dios.

La Eucaristía fue el cen-tro de la celebración, que presidió el prior provincial de San Nicolás Fr. Sergio Sánchez, acompañado por frailes de la comunidad pa-rroquial de Santa Rita y de la casa de formación San Agus-tín en Las Rozas (Madrid). Los cantos de la celebración fueron animados por fray An-tonio Antón con fray Julio Espinosa al órgano.

Por otro lado, se eligió esa fecha importante para dar inicio al año de prueba ne-cesario para la incorporación de diez nuevos miembros a la reducida fraternidad seglar agustino-recoleta de la parro-quia. Los candidatos leyeron durante la Eucaristía y ante el prior provincial, el párroco de Santa Rita Juan Carlos Avitia y fray Antonio Antón, acompa-ñante de dicha fraternidad, la petición de ingreso a su año de prueba.

Noticias de las Fraternidades de España

Crece la Fraternidad de Santa Rita en Madrid

Du ra nte l a hom i l í a fray Sergio Sánchez indicó que la fe es seguridad de lo que se espera; no se trata principal-mente de unos contenidos, sino sobre todo de un encuentro de amor, una experiencia gozosa con el Salvador. Esto mismo quieren expresar las actas de los mártires que conmemo-ramos, dijo. El martirio no es un acto de masoquismo, sino que su motivación última hunde sus raíces en el amor; sólo el amor empuja a dar la vida. Más aún, el amor de Dios recibido capacita a dar la vida en sacrificio y saber amar a los demás como Dios quiere.

También dirigió unas pala-bras a los candidatos a la fra-ternidad y al grupo de Madres Cristianas de Santa Mónica; los animó a ser testigos del Amor en lo cotidiano, pues a partir de ahí pueden ser luz al tener relación y contacto con muchas personas en el día a día.

A continuación, en un rito sencillo cada candidato a la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta de Santa Rita recibió

la carpeta “Peregrinos”, donde se contienen los materiales para la formación durante el año de prueba; y a cada una de las mujeres de los coros de la asociación Madres Cristianas de Santa Mónica se les entre-gó un librito con la biografía de santa Mónica y algunas oraciones, como ayuda para mantener a diario la oración por los propios hijos y los de las madres que forman el coro.

La misa continuó al rit-mo ordinario. Antes de la bendición final fray Sergio Sánchez, se preguntó en voz alta: quiénes animaron a los religiosos japoneses durante la persecución, si los religio-sos a los laicos o al revés; e invitó a los laicos presentes en la celebración eucarística a animar a los mismos reli-giosos para ser testigos de la espiritualidad con la que los agració el Espíritu Santo.

Justo antes de finalizar la celebración, el párroco invitó a todos los asistentes a seguir confraternizando en el salón parroquial y a participar de un ágape.

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E l sábado 27 de mayo se llevó a cabo el Retiro Na-cional de Fraterni-

dades en el auditorio Santo Tomás del Colegio Fray Luis de León en la Ciudad de Querétaro.

Asistieron las Fraternida-des de la Ciudad de México: Avante, Postulantado San Agustín, Hospitales, Teca-machalco, Santa Mónica, Pantitlán, la Fraternidad de Cuernavaca y la de Queré-taro, como anfitriona. Es-tuvieron presentes Fr. José Manuel González Durán, quien se desempeñó como asistente nacional de las Fratern idades y Centros de Espiritualidad los dos últimos años, Fr. Francis-co Javier Goizueta, quien acompaña a la Fraternidad del Postulantado, Fr. Alfre-do Leitón Oviedo, asistente espiritual de la Fraternidad de Hospitales, y Fr. Alber-to Fuente Martínez, de la Fraternidad de Querétaro.

Las actividades que se realizaron, como parte de la agenda, fueron: oración inicial, dinámica de los dones y frutos del Espíritu Santo, a cargo de la Fraternidad de Querétaro, el tema: “Yo soy la Luz del mundo”, por Fr. Francisco Javier Goi-zueta de la Fraternidad del Postulantado San Agustín; el tema “Yo soy el Buen Pastor” por los hermanos de la Fraternidad de Te-camachalco, y una plática

Noticias de las Fraternidades de América

Retiro nacional de pentecostés de las Fraternidades Seglares de México

de “La Santidad” por Fr. Alberto Fuente Martínez, asesor espiritual de la Fra-ternidad Santa Magdalena de Nagasaki de Querétaro.

La comida fue el momen-to de convivencia fraterna en la que los hermanos de las Fraternidades dis-frutaron de los alimentos, amenizados por un grupo musical. No faltaron el baile y el canto, en el cual se divirtieron y compartieron experiencias.

Fr. José Manuel se despi-dió de los asistentes, anun-ciando que está destinado a España a una nueva misión encomendada. Los herma-nos le desearon parabienes en sus nuevas labores.

Para finalizar el retiro, se llevó a cabo la Celebración Eucaríst ica de manos de Fr. José Manuel González Durán, concelebrando Fr. Francisco Javier Goizueta, Fr. Alfredo Leitón Oviedo y Fr. Alberto Fuente Mar-tínez, en un ambiente de recogimiento.

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El pasado 19 de mayo, nos reunimos de nuevo en Madrid, por segunda vez

en este año, como siempre en la casa San Ezequiel Mo-reno, donde somos tan bien acogidos.

Tuvimos la agradable sorpresa y gran alegría de contar con la compañía de nuestro Prior General Fr. Miguel Miró que estuvo con nosotros toda la tarde. En su presencia debatimos los puntos que figuraban en el Orden del Día, escuchando nuestras propuestas y aten-diendo nosotros sus inter-venciones; muy amablemente contesta a las diferentes cuestiones que le planteamos los miembros del Consejo; él fue el encargado de hacer la oración del comienzo y en ella encomienda al Espíritu Santo que guíe las decisiones y deliberaciones de este Con-sejo, para que nos muestre el camino a seguir y así cumplir la voluntad de Dios.

En el apartado sobre la edición del libro “Piedras Vivas” escrito por El P. Teodoro Baztán, se decide imprimir 1.000 ejemplares; en el mismo momento, la Provincia de San Nicolás de Tolentino por medio de Fr. Antonio Antón, asistente espiritual de la Provincia en el Consejo, pide 250 ejemplares; posteriormente a la celebración del Con-sejo, constatamos la buena

El Consejo Nacional informaAntonio Larios. Presidente nacional FSAR- España

El Consejo informa

acogida del libro e incluso la petición para editarlo en América.

Respecto a la Escuela de Formadores el padre General, Fr. Miguel Miró, se congratuló de su puesta en marcha y nos dio varios consejos para el futuro de la escuela, al mismo tiempo que nos ofrecía la casa del generalato en Madrid, Casa de san Ezequiel Moreno (donde habitualmente nos reunimos), para iniciar dicha actividad también en Madrid; como veis la tarea es ardua.

Seguimos teniendo pro-blemas para crear una buena base de datos con todos los miembros de las Fraterni-dades de España y con el número de ejemplares de nuestra revista Toma y Lee que cada Fraternidad nece-sita, lo mismo que con su edición, pues las Fraternida-des no se involucran en la misma mandando artículos y colaboraciones, no se le presta a nuestra revista la atención que merece.

Con el Prior General hablamos de la creación de

un Pin que sea co-mún para todas las Fraternidades, las de España y también las de América, y quedamos en pre-sentar a estudio va-rios modelos aunque también comenta la posibilidad de pedir a algún experto que

se encargara de personalizar el Pin de las Fraternidades.

Comentamos al Prior General de la necesidad que tenemos de renovar nuestros estatutos, pues en los 35 años que hace que se aprobó la Regla de Vida se notan grandes vacios. Él por su parte nos expresa su deseo de llevar a cabo en este sexenio un encuentro mundial de Fraternidades, que se celebraría en Espa-ña, nos recuerda lo bien que están funcionando en México los CEAR (Centro de espiritualidad Agustino-Recoleta), y dice que es gracias a los laicos.

El Padre General se au-senta hasta la hora de tomar un café y nosotros seguimos debatiendo los puntos del orden del día.

Seamos Fraternos con un “ESTILO DE VIDA”, reconocible, que el mundo está necesitando.

Que Dios nos ayude, y la Madre de la Consolación y nuestra Patrona, Santa Magdalena, nos guíen en la tarea.

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Miguel Porras, presi-dente de la Frater-nidad Seglar de Ge-tafe ha entrevistado

a una de las Fraternas de dicha comunidad: Victoria Ramos Lapeña, Vicky, para los amigos.

Miguel: ¿Cuándo hiciste tus promesas en la Fraterni-dad Seglar OAR?

Vicky: Fue el 17 de enero del 2009, un emocionante día que tuve la felicidad de compar-tir con los hermanos fraternos María del Carmen, María de los Ángeles, Ana, Nieves, Maricela, Miguel (esposo de Maricela) y tú mismo, creando, así, la Fraternidad Nuestra Señora de Buenavista de Getafe.

Fue un día inolvidable, ¿recuerdas? Entramos cantando Ved qué dulzura qué delicia, y

todavía hoy me sigue emo-cionando de la misma manera que entonces, nuestro Templo se llenó de religiosos Agustinos Recoletos, hicimos las promesas ante el Padre Rafael Mediavilla, nuestro Provincial en aquel momento. Nos acompañaron las otras Fraternidades de Madrid, los formandos de Las Rozas, que llenaron con sus voces las paredes de la Parroquia, esta-ban acompañándonos nuestras familias, nuestros amigos... Inolvidable, fue maravillosa y cada vez que lo recuerdo, noto y revivo la inmensa satisfacción de aquel momento.

Muy cerca de nosotros, estaban los hermanos que nos acompañaban en nuestra for-mación y que tiempo después se han unido a la Fraternidad al realizar sus promesas.

Miguel Porras (FSAR-Getafe-Madrid)

La Entrevista

Victoria Ramos Lapeña(De la Fraternidad “Nuestra Señora de Buenavista” -Getafe, Madrid-)

Miguel: ¿Cuándo comen-zaste el camino cristiano?

Vicky: Sinceramente... no puedo ponerle fecha, recuerdo mi niñez junto a mis padres, mi abuela y mis siete hermanos. Recuerdo los domingos en los que mi madre nos vestía con las mejores galas e íbamos la familia entera a “oír” misa. Desde que me alcanza la me-moria, las largas sotanas negras y los hábitos de las Escolapias y Hermanas de la Caridad eran frecuentes en casa. Ellos eran familia directa.

Mientras vivió mi padre, orar, escuchar la Biblia, leerla y rezar el rosario era una dinámica diaria, aunque poco a poco y, con el paso de los años y los golpes de la vida, esa “vida” se quedó un poco agazapada. Creo que nació conmigo, pero nunca pude suplirla por otras cosas, pensa-mientos o sentimientos, por ello

no sé, no puedo ponerle fecha a mi fe. Solo te puedo decir que jamás he podido prescindir de ella, incluso cuándo alguna vez he dicho: ¿por qué? ¿Dios mío, por qué? No pude apartarme de mi fe, ni en los momentos de enfado con Dios, de indignación o de rechazo, que también los ha habido.

En los momentos más an-gustiosos o difíciles, Dios ha sido mi bastón, mi consuelo y quien ha enjugado mis lágrimas.

Sin embargo, sí que ha habido momentos difíciles, y esos momentos me enseñaron a gritar sin complejos, a decirles a mis hijos, a mi familia, a mis amigos... DIOS EXISTE, YO LE HE NOTADO.

He tenido dos momentos en mi vida, en los que yo, repito, he sentido la presencia de Dios, su mano sujetándome, la calidez de su aliento, cuando, sentada en el borde de la cama de un hospital, tuve la certeza indescriptible, inimaginable de que Él estaba allí, conmigo y que agarrada a su mano nada me pasaría.

Me abandoné a Él, le había pedido ayuda tantas veces... pero aquel momento fue decisivo, y supe entonces que estaba con-migo y fue como una llama que brota sin quemar, por eso no me canso de decirle a cuántos me escuchan, pídele a Dios, pídele, habla con El, cuéntale tu dolor, tu necesidad; Él siempre te escucha, Él siempre, siempre te ayuda.

Miguel: ¿Qué ha supuesto en tu vida pertenecer a la Fraternidad?

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Vicky: Ha sido un gran paso, ha supuesto redescubrir la importancia de la “comuni-dad”, comprobar lo necesario e importante que es vivir, convivir y desarrollar la fe y el Amor a Cristo en el carisma agustiniano, la forma en cómo se aborda ese amor, esa comprensión que tantas y tantas veces nos falta, la forma en la que nos sentimos UN SOLO CORA-ZÓN, ver que mi hermano es mi amigo, mi compañero, aprendo de todos vosotros, de vuestras palabras y experiencias y me ha ayudado a descubrir y comprender la palabra amor, creo que la Fraternidad ha rescatado de mi alma algo dormido, insensibilizado ya, acostumbrado y adormecido, el amor compartido, la alegría, compartida, la pena compartida y que Dios está ahí..., aquí..., compartido y único para cada uno de nosotros. Ha supuesto ser más tolerante, he sido capaz de pedir por aquel que más me daña o ha dañado, he sido capaz de perdonar, y eso para mí, siempre ha supuesto una gran lucha interna.

He descubierto que las personas que no comparten mi visión o mis pensamientos, en cualquier sesgo de la vida, tienen el mismo derecho a ser escuchadas que aquellas otras que siempre han sido afines a mí; he descubierto que cada uno de nosotros debemos sa-ber pedir perdón, debo saber pedirlo porque no es malo ni humillante hacerlo. Todos nos necesitamos, todos.

He descubierto cualidades magníficas en personas que an-tes no me aportaban gran cosa,

pero es que todo este cúmu-lo de sentimientos que se “cue-ce” en los Agustinos Recoletos es muy difícil ponerle adjetivos, describirlo con palabras es muy complicado, pero sí te añado

que vivir para adentro es de-sarrollar el amor hacia fuera y el silencio y la interioridad de cada uno está impregnada de las enseñanzas incuestionables de nuestro Padre San Agustín, te digo algo en confesión, a mí me ha hecho mejor persona.

Miguel: ¿Qué es lo que más te gusta de la Frater-nidad?

Vicky: Mira, hay muchas cosas que me gustan, pero tengo que reconocerte que el taller de oración me encanta, a mi juicio, creo que es importantísimo y necesario, es más, tan necesario que debería ser permanente, tal y como hemos comentado en nuestras reuniones. Ese tiempo nos prepara, nos cala tan dentro, que absolutamente todos y cada uno, nos hemos expresado en este sentido, sin olvidar, por cierto, que lo hemos venido solicitando desde los primeros pasos posteriores a la creación real de la Fraternidad Nuestra Señora de Buenavista.

Me gusta la convivencia con nuestros sacerdotes mismos, porque ello nos proporciona un conocimiento y reconocimiento mucho mayor, y, por tanto, una mejor integración en la vida agustiniana.

También me gustan los reti-ros que hacemos, la convivencia con los frailes de Marcilla es inmensamente enriquecedora.

Al compartir unos y otros, nuestros sueños mutuos, y las experiencias enriquecedoras de aquellos frailes que han entrega-do sus vidas a la evangelización y ayuda al prójimo, es algo que, a mí me ha marcado para siempre, es en esas convivencias cuando más cerca y definitiva-mente encuentro, doy y recibo mi pertenencia a la Orden, bueno, es muy satisfactorio encontrar un calor sincero y jovial en esos abrazos finales, porque he descubierto la alegre personalidad que imprime la vida agustino-recoleta.

Por otro lado, también me gusta la implicación de prácti-camente todos los miembros de esta Fraternidad que compar-timos, y que puede aplicarse a todo lo que te he enumerado en la anterior pregunta.

¿Lo que más me gusta? Descubrir el camino alegre de esos jóvenes en Las Rozas, que son las de las eternas enseñan-zas del ayer para el futuro, un futuro cada vez más escaso en vocaciones.

Me encanta, insisto, la hermandad, la fraternidad con nuestra comunidad de sacerdotes tan entregados a facilitarnos el camino que andamos juntos; no sé cómo describirte lo que siento sa-biéndome y sintiéndome Agus-tina Recoleta Seglar.

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“Di chosos los que viven en tu casa, ala-bándote siem-

pre” y “Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los herma-nos unidos”, son versículos de los salmos que expresan lo esencial de nuestra vida agustino-recoleta: “Alabar a Dios con una sola alma y un solo corazón”.

¿Quién puede vivir esta vida? A quien el Padre ha dado este don inmerecido, para el que no precede ningún mérito, para que nadie pueda vanagloriarse.

“Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siem-pre”… hermosa ocupación, no se le alaba sólo con la oración y la liturgia sino también con todos los que-haceres diarios, haciendo de la propia vida una ofrenda a Dios a cada momento del día. Actitud de amor que hace que todo lo ordinario se vuelva extraordinaria-mente fecundo a pesar de seguir siendo ordinario. Es esta una vida capaz de lle-nar de amor y gozo toda la existencia, pues, como decía nuestro Padre San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

“Ved qué dulzura qué delicia, convivir los her-manos unidos”… y esto

Conociendo nuestra familiaSor María Concepción Orta Hernández OAR

Convento de Jesús, María y Joséagustinas Recoletas De Medina Sidonia

a pesar de las diferencias personales, pues unidad no significa igualdad; así como una variedad de flores com-ponen un hermoso ramo de flores, así las hermanas diferentes entre sí pero unidas por el amor, vivimos el deseo de nuestro Padre San Agustín: “Vivir con una sola alma y un solo cora-zón dirigidos hacia Dios”. Siendo diferentes, no faltan las diferencias de pareceres o de costumbres y sin em-bargo, por encima de todo, luchamos por mantener la unidad por la caridad que “todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”(1Cor 12,7)

Nuestra v ida es una vida escondida en Cristo, a semejanza de las raíces

de un árbol que no se ven pero que lo nutren y lo sustentan. ¿Qué sería del árbol, sin raíces?... Oramos para que el Señor envíe más almas a los claustros para que nunca falte a la Iglesia esta ayuda, que, aunque firmemente funda-da sobre Cristo, la única Roca que la sustenta, no le falten almas que a tra-vés de este modo de vida ayuden a que la caridad de Cristo llegue a todos sus miembros. Orad con nosotras por esta intención y en cuanto les sea posible ayuden a que muchos jó-venes tengan un encuentro personal con nuestro Señor Jesucristo que les ayude a descubrir la vocación que han recibido.

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Todos tenemos vocación, pues hemos sido enviados a l mundo con una mi-sión específica dentro de la Iglesia, donde la vocación esencial es la llamada a la santidad que puede vivirse en todos los estados de vida (matrimonio, sacerdocio, vida consagrada, fraternidad seglar OAR, laicos compro-metidos… y diversas formas de vida consagrada a Dios), pues somos el Cuerpo de Cristo, donde “no todos los miembros tienen la misma función”.

Hay que ayudar a que los jóvenes descubran su vocación, ese tesoro escon-dido en su corazón, pero ¿cómo van a encontrar el tesoro escondido sin cavar para buscarlo? Es necesario acercarse a Jesucristo, abrir ante Él nuestro corazón para que nos ayude a descubrir el tesoro que hemos recibido y una vez hallado, ser capaces de dejarlo todo, perderlo todo con tal de ganar el Reino de los Cielos y lograr así, aún en medio de las tribulaciones -inevitables en esta vida-, nuestra felicidad plena, como lo atestiguan las personas ancianas que habiendo vivido su voca-ción pueden decir que han sido felices, especialmente nuestro frailes y nuestras monjitas ancianas, cuyo ejemplo de vida nos hace constatar que vale la pena vivir sólo para Cristo.

A todas nuestras herma-nas dedicamos los siguientes versos compuestos hace mucho tiempo por un grupo de novicias:

Si al pasar te preguntan el por qué,tu vida la has consagrado al Señor, si el amor que te impulsó, no lo consiguen comprender, debes con tu sonrisa responder.

Mira el sol, si me quieres comprender, sal al campo y ve morir alguna flor, si no consigues ver, cómo la aurora vuelve a nacer, jamás podrás mi vida comprender.

En tu mirar asoma tu corazón, rebosante de amor y felicidad detrás de un claustro tú, sólo vives de la oración el mundo no comprende la razón.

Yo quiero ser una monja como tú, y detrás de un claustro hallar mi libertad, vivir de la oración y gozar de la vida común, consagrándole mi vida a Jesús.

Sí, sí, sí, Recoleta quiero ser, una vida más austera en el vivir, recogida así sé que lo encontraré a Jesús reinando dentro de mi ser.

Nuestro Padre Agustín muy contento estará y Madre Mariana lo acompañará, en dar gracias al Señor por esta gran bendición, por vivir con alegría nuestra misión.

35Palmira de Pedro y Jesús María González

Nuestros difuntos35

Estas dos hermanas pertenecían a la fraternidad de Santa Mónica, Madrid

Emilia fallecía el 16 de junio de 2017. Siempre se distinguió por su cercanía a la espiritualidad agustiniana, pero fue a partir del 31 de mayo de 2006, fecha en la que hizo las Promesas, cuando manifestó su interés por vivir en profundidad las exigencias de nuestro carisma, que supo transmitir a cuantos tuvimos la dicha de compartir con ella la Fraternidad.

Ambas eran dos personas que cola-boraron desde hace muchos años en la vida parroquial de santa Mónica. Mientras Emilia era soltera, extrovertida, alegre, algo refunfuñona, cuidó con esmero y dedicación a su hermana hasta la muerte de ésta. La conocíamos todos como “mi amor”, porque siempre utilizaba esa mu-letilla cuando hablaba con alguien. Era una persona de salud frágil, pasaba largos periodos entrando y saliendo del hospital.

Emilia Barco Jiménez y Lola Zamora Novalvos

Lola fallecía precisamente el día de San Agustín, el 28 de agosto de 2017, era viuda, madre y abuela, de un carácter más serio, introvertida, pero afable y de trato agradable, hizo sus promesas hace 17 años el 24 de abril de 2000.

Ambas consideraban a santa Mónica como su segunda casa. Además de la fraternidad participaban en otros grupos y en la vida (actividades y celebraciones) de santa Mónica. Ambas eran de comunión diaria, la cual les daba las fuerzas para encarar los quehaceres de cada día. Eran ejemplo de los tres amores que nos habla san Agustín (oblativo, ordenado y difusi-vo). Tenían bastante respeto a los frailes, pero si había algo con lo que no estaban de acuerdo no se callaban. Echaban de menos los momentos florecientes y sufrie-ron mucho con esos tiempos convulsos de santa Mónica.

Nuestra oración por Emilia y por Lola, el deseo de que Dios las haya acogido en su Seno y premiado su bondad. D. E .P.

Oración para el Año de la SantidadPadre Santo: toda nuestra esperanza está en tu gran misericordia. Te damos gracias y bendecimos tu nombre. Que tu Espírituabra nuestro corazón a la conversión;una conversión que nos una a Jesús,que transforme nuestro modo de pensar y de vivir. Concédenos la gracia de ser creadores de comunión, que seamos transmisores de tu paz en la Iglesia y en el mundo. Haznos sensibles a las necesidades de los que viven sin fe, que estemos cerca de los que sufren y de los pobres. Danos humildad y disponibilidad para seguir a Jesús. Que Él llene nuestra vida de esperanza, que nos llene de amor a ti. Infúndenos, Padre, tu Espíritupara responder con alegría a tu llamada a la santidad.Amén.