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JOHN REED: AÚN NO ESTOY DEL TODO HARTO DE MIRAR POR GUSTAVO GARetA Con una frecuencia que no deja de llamar la aten- ción, el ensayo norteamericano se ha dedicado a producir, en los últimos años, un conjunto de exce- lentes biografías de héroes casi míticos para la bo- hemia (como S)'Ma Plalh. melhod and madness de Ed\\ard Butscher>, y Tina Modolli. una vida frágil de ildred Constantine, ídolo enigmáticos de la cultura de ma a (M ontgomery C!lfr de Patricia Bosworth) y figura ubversivas sepultadas por las in titu ione (Frances Farmer Shadawland de Wi- Iliam Arnold). urio amente, John Reed se inscri- be en esta. tres categorías, establecidas de modo ca ual. u minucia a biografía, escrita por Robert . R senstone. construye, efectivamente, la ima- en de un de los grandes bohemios de la época de ma}or brin de Greenwich Village, un líder de opi- nl'n que. el e del conferenciante, el pe- ri di -m o la literatura, alentaba las causas más re- oluci narias, e hizo del periodi mo -y de su pro- pia n toriedad- un ehí ulo de ubversión y soli- daridad antiburgue a, lo que le trajo el aprecio al mism tiempo que la per ecu ión. a divi -i n dellibr en apítulo que corre pon- dan ti l s lugares en donde e tuvo Reed, e de una ran eficacia; 'i una idea eS clara a lo largo del texto cs la de lu vida om un tran curs continuo de ex- pcriencias que conducen al con cimiento y la ma- durc/.. e una manera general, e podría caracteri- .lar a Recd como miembro de esa generación com- buti ti qUé :>u edió a I s naturalistas como Frank orri:> tephcn rane y pn:ccdió a la Generación Perdida: e rresp nde al e tendid grupo de idea- II:>ta:> rartfcires del auge del mar' i mo norteameri- can . de la:> huelga, la primera guerra mundial. la difusi 'n del al11 r libre, una revolución nacionalista en México y una so ialista en Rusia; la' primera' víctima del naciente fascismo. 'ran ente:> conven idas "de que la visión artística el intele to podian, unido, dar forma a la comu- nidad, pero u optimi mo cayó entre la guerra y la revolución y la embe ti da de fuerzas irracionales que de de entonces recorren el mundo" (p. 432). John Reed nació en 1887 en Portland, Oregon, en una pre tigiada familia de la burguesía local que no tardaría en venir a menos; su padre, Charles Jero- me Reed, mantendría siempre el ideal del "sueño americano", que lo llevaría a aceptar puestos gu- para combatir la corrupción de sus propios amigos, los magnates y políticos de Ore- gon. Su hijo lo recordaría como ..... un gran lucha- dor, uno de los primeros de la pequeña partida de insurgentes políticos" (p. 42). En la de John Reed no habría ningún tipo de determtnlsmo, aunque él deseara lo contrario' si bi:n ..... en los. días John estuvo bajo' el y. la vlgtlancla de nodrizas que lo mante- nJan limpiO, pulcro y ajeno a toda diablura" (p. 30 26), con el paso de los años buscaría la soledad, aún en el deporte, el alimento y desahogo de la imagi- nación, al mismo tiempo que un afán de notorie- dad y prestigio social. Todo ello lo alcanzaría tras su ingreso, en 1906, a la Universidad de Harvard. Hacia 1908, ya colaboraba en dos revistas (Lam- paan y M onth/y) y en dos escuadrillas atléticas. En esa época se acentúa en la universidad el interés por las nuevas corrientes político-económicas, los alumnos exigen cátedras sobre socialismo y los miembros del Club Cosmos (becarios de distintas partes del país y el mundo) discuten sobre las difíci· les condiciones de vida de sus lugares de origen. Sus años en Harvard serán decisivos en la búsqueda de independencia y su iniciación en el pe- riodismo, publicando poemas, cuentos y ensayos: tenia ..... la esperanza de que el periodismo fuera sólo un primer paso en el camino hacia una vida creadora como poeta, dramaturgo y novelista" (p. 66). Después de un viaje a Europa (cruzó el Atlúntico en un buque lleno de ganado, donde hizo guardias nocturnas para cuidar a los animales), se estableció, en 1911, en Greenwich Village. Será ahí donde asuma sus primeros compromisos y su sen- tido de la aventura se oriente a fines estéticos y po- líticos claros, con la ayuda de intelectuales como Lincoln Steffens y Max Eastman; será el primero quien lo introduzca en varias publicaciones. especialmente The Masses, y quien le enseñará " ... que el reportaje podía ser un arte, algo que des- nudara la verdad con gracia, ingenio y estilo" (p. 109). Desde entonces, vocación intrépida y movimien- tos sociales coincidirían para enfrentar a Reed con una realidad política distinta, brutal; al ir a repor- tear lIna huelga textil promovida por la aguerrida agrupación de Trabajadores Industriales del Mundo (1 WW) en Paterson, es arrestado yencar- celado, conociendo directamente el abuso de auto- ridad, la represión, la inhumana existencia de la prisión. Indignado, organizaría inmediatamente una versión teatral de la huelga, en el Madison Square Garden, con dos mil obreros en escena re· presentándose a mismos. En 1913 es enviado al norte de México a seguir de cerca la revolución. A partir de ahí empieza a desarrollar un periodismo de nueva especie, perso- nal, entrañable y libre, muy cercano al ideal de Steffens; "Alterados los detalles y el diálogo en be· neficio de la estructura dramática, resulta una crónica de acontecimientos que trasciende el mundo del reportaje... Lo personal se fundía con el suceso histórico porque la escritura reflejaba una búsqueda de sentido y autodefinición" (p. 172· 173). En tierra extraña, con gente distinta y, a ve- hostil, Reed procura romper su individualidad. tncorporarse al ambiente, participar en un lucha con la que simpatizaba y dejar atrás la pasividad del reportero convencional; en sus crónicas contó, entonces, "... no sólo una historia de México en aro Gustavo García (Chiapas,. 1954) profesor e investigador versllano, prepara un breVIario sobre la historia del cine mexJ- cano que se publicará en breve.

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JOHN REED:

AÚN NO ESTOY DEL TODOHARTO DE MIRAR

POR GUSTAVO GARetA

Con una frecuencia que no deja de llamar la aten­ción, el ensayo norteamericano se ha dedicado aproducir, en los últimos años, un conjunto de exce­lentes biografías de héroes casi míticos para la bo­hemia (como S)'Ma Plalh. melhod and madness deEd\\ard Butscher>, y Tina Modolli. una vida frágilde ildred Constantine, ídolo enigmáticos de lacultura de ma a (Montgomery C!lfr de PatriciaBosworth) y figura ubversivas sepultadas por lasin titu ione (Frances Farmer Shadawland de Wi­Iliam Arnold). urio amente, John Reed se inscri­be en esta. tres categorías, establecidas de modoca ual. u minucia a biografía, escrita por Robert

. R senstone. construye, efectivamente, la ima-en de un de los grandes bohemios de la época de

ma}or brin de Greenwich Village, un líder de opi­nl'n que. de~de el e ·tr~ldo del conferenciante, el pe­ri di -m o la literatura, alentaba las causas más re-oluci narias, e hizo del periodi mo -y de su pro­

pia n toriedad- un ehí ulo de ubversión y soli­daridad antiburgue a, lo que le trajo el aprecio almism tiempo que la per ecu ión.

a divi -i n dellibr en apítulo que corre pon­dan ti l s lugares en donde e tuvo Reed, e de una

ran eficacia; 'i una idea eS clara a lo largo del textocs la de lu vida om un tran curs continuo de ex­pcriencias que conducen al con cimiento y la ma­durc/.. e una manera general, e podría caracteri­.lar a Recd como miembro de esa generación com­buti ti qUé :>u edió a I s naturalistas como Frank

orri:> tephcn rane y pn:ccdió a la GeneraciónPerdida: e rresp nde al e tendid grupo de idea­II:>ta:> rartfcires del auge del mar' i mo norteameri­can . de la:> grande~ huelga, la primera guerramundial. la difusi 'n del al11 r libre, una revoluciónnacionalista en México y una so ialista en Rusia;~erfan la' primera' víctima del naciente fascismo.'ran ente:> conven idas "de que la visión artísticael intele to podian, unido, dar forma a la comu­

nidad, pero u optimi mo cayó entre la guerra y larevolución y la embe ti da de fuerzas irracionalesque de de entonces recorren el mundo" (p. 432).

John Reed nació en 1887 en Portland, Oregon, enuna pre tigiada familia de la burguesía local que notardaría en venir a menos; su padre, Charles Jero­me Reed, mantendría siempre el ideal del "sueñoamericano", que lo llevaría a aceptar puestos gu­bern~menta.les para combatir la corrupción de suspropios amigos, los magnates y políticos de Ore­gon. Su hijo lo recordaría como ..... un gran lucha­dor, uno de los primeros de la pequeña partida deinsurgentes políticos" (p. 42).

En la v~d~ de John Reed no habría ningún tipode determtnlsmo, aunque él deseara lo contrario' sibi:n ..... en los. ~rime.ros días John estuvo bajo' elc~lda~o y. la vlgtlancla de nodrizas que lo mante­nJan limpiO, pulcro y ajeno a toda diablura" (p.

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26), con el paso de los años buscaría la soledad, aúnen el deporte, el alimento y desahogo de la imagi­nación, al mismo tiempo que un afán de notorie­dad y prestigio social. Todo ello lo alcanzaría trassu ingreso, en 1906, a la Universidad de Harvard.Hacia 1908, ya colaboraba en dos revistas (Lam­paan y M onth/y) y en dos escuadrillas atléticas. Enesa época se acentúa en la universidad el interés porlas nuevas corrientes político-económicas, losalumnos exigen cátedras sobre socialismo y losmiembros del Club Cosmos (becarios de distintaspartes del país y el mundo) discuten sobre las difíci·les condiciones de vida de sus lugares de origen.

Sus años en Harvard serán decisivos en labúsqueda de independencia y su iniciación en el pe­riodismo, publicando poemas, cuentos y ensayos:tenia ..... la esperanza de que el periodismo fuerasólo un primer paso en el camino hacia una vidacreadora como poeta, dramaturgo y novelista" (p.66). Después de un viaje a Europa (cruzó elAtlúntico en un buque lleno de ganado, donde hizoguardias nocturnas para cuidar a los animales), seestableció, en 1911, en Greenwich Village. Será ahídonde asuma sus primeros compromisos y su sen­tido de la aventura se oriente a fines estéticos y po­líticos claros, con la ayuda de intelectuales comoLincoln Steffens y Max Eastman; será el primeroquien lo introduzca en varias publicaciones.especialmente The Masses, y quien le enseñará" ... que el reportaje podía ser un arte, algo que des­nudara la verdad con gracia, ingenio y estilo" (p.109).

Desde entonces, vocación intrépida y movimien­tos sociales coincidirían para enfrentar a Reed conuna realidad política distinta, brutal; al ir a repor­tear lIna huelga textil promovida por la aguerridaagrupación de Trabajadores Industriales delMundo (1 WW) en Paterson, es arrestado yencar­celado, conociendo directamente el abuso de auto­ridad, la represión, la inhumana existencia de laprisión. Indignado, organizaría inmediatamenteuna versión teatral de la huelga, en el MadisonSquare Garden, con dos mil obreros en escena re·presentándose a sí mismos.

En 1913 es enviado al norte de México a seguirde cerca la revolución. A partir de ahí empieza adesarrollar un periodismo de nueva especie, perso­nal, entrañable y libre, muy cercano al ideal deSteffens; "Alterados los detalles y el diálogo en be·neficio de la estructura dramática, resulta unacrónica de acontecimientos que trasciende elmundo del reportaje... Lo personal se fundía con elsuceso histórico porque la escritura reflejaba unabúsqueda de sentido y autodefinición" (p. 172·173). En tierra extraña, con gente distinta y, a ve­~es, hostil, Reed procura romper su individualidad.tncorporarse al ambiente, participar en un luchacon la que simpatizaba y dejar atrás la pasividaddel reportero convencional; en sus crónicas contó,entonces, " ... no sólo una historia de México en aro

Gustavo García (Chiapas,. 1954) profesor e investigador un~'

versllano, prepara un breVIario sobre la historia del cine mexJ­cano que se publicará en breve.

mas, sino también la de un radical norteamericanoque reacciona ante la revolución "(p. 192).

México insurgente fue el primer gran libro sobrela revolución mexicana y el que confirmaría la exce­lencia y fama de Reed, quien fue enviado inmedia­tamente al frente oriental de la recién declaradaguerra m undial. De la experiencia no surgió ningúntexto memorable, pero llevó al corresponsal a unaserie de arrestos, equívocos, hambres y el horror deuna pelea irracional que producía montes de cadá­veres en donde los pies se hundían en carne putre­facta y agusanada. En un intento desesperado porforzar su actuación en esa situación indescifrable,Reed tomó un rifle y disparó dos veces contra lastrincheras alemanas.

Al volver a Estados Unidos, encontró un país di­ferente; orillado a la guerra por los grandes magna­tes, el Estado había hecho del patriotismo unaxioma inviolable, usado para legitimar todos losabusos, todos los llamados a la intolerancia y elchovinismo, toda persecusión contra pacifistas ocríticos. La propia izquierda estaba dividida entreel rechazo a la guerra o su aceptación, y la bohe­mia, antes subversiva defensora de los prestigios deAllan Poe y Norris, había degenerado, en Green­wich Village, en un negocio casi surrealista; porveinticinco centavos, " ... los visitantes podían ob­servar a hombres barbados y mujeres de sayo leerpoesía en voz alta, rasguear guitarras, embadurnarlienzos... bebiendo y discutiendo de arte, sexo ocualquier otra cosa que escandalizara o cosqui-

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lleara a los espectadon:s" (p.294).Deprimido por el [Janoral11a político. pn:sio­

nado por la falla de dinero. de espacios p;tra [Jubli­car y por las exigencias de ulla madre viuda. vol­verú a encontrar motivos de cslílllUlo v entu~iasJllo

en la revolución rusa. Ya desde una b'reve estanciaen Rusia durante la primera guerra. se había ~en­

tído impresionado [Jor lo desmedido de la natura­leza en ese país, [Jor el vigor de sus habitantes. lograndioso de sus ciudades y sus campos. No esextraño, entonces, que escribiera: "La revoluciónfrancesa, en sus causas y su arquitectura. siempreme ha parecido esencialmente un asunto humano.criatura del intelecto ... ; la revolución rusa, en cam­bio, es como una ruerza de la naturaleza" (p. 313).

Así como en México siguió a Pancho Villa, enRusia acompañó a Lenin y Trosky, a los soldados.oficiales y burócratas en sus esruerzos por reorga­nizar al país y defenderse de la contrarrevolución.Trabajó en el Buró de Propaganda, la M isión de laCruz Roja Americana y, por unas horas, rue cónsulde la República Rusa en Nueva York. De sus expe­riencias, los cientos de notas y documentos recopi­lados, saldría un trabajo periodístico superior a susartículos sobre México, Diez días que conlllovieronal mundo; "(Reed) había demostrado en Méxicoque el reportaje podía ascender a la categoria de unarte ... Comparado con su obra anterior el libro so­bre Rusia es un gran paso adelante. Pese a sus bri­llantes viñetas y descripciones. México insurgentees una dispersa serie de episodios unificados por el

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tema del joven que se descubre a sí mismo... Diezdías que conlllol'ieron a/mundo es muy diferente...(el narrador) se halla en último término; no es másque una cámara registrando una historia que em­pequeñece la de cualquier individuo o grupo hu­mano" (p. 376).

ientras lanlo, en Estados Unidos, erac1au urada The Masses y us editores, incluyendo aReed, eran sometidos a proce o por "conspira­ción". Reed se presentó y fue absuelto, junto conu amigos, pl.:ro la fobia anticomunista estaba en

su punto mús allo y la cekbridad de Reed ya no erauna ventaja sino un riesgo. Aprovechando la nece­~idad de in~cribir al Partido Comunista Laboraln rteamerieano en la Internacional Comunista,\01 ió. seriamente enfermo y agotado, a la Unión

o iétil:a. en 1919. ntonces advirtió los primerossíntoma' de autoritarismo y de la administraciónde la "ra/ón de 'stado" por encima de cualquierolr IIlteré~. <.:entraliLado en el omintern. Hon­rado <.:omo representante norteamericano en el Co­mllé 'Jel:UllvO de la Intcrnaci nal omunista, tuvoun 'e~lo final de vitalidad participativa al cargar enhomow~ ¡¡J aduslo Lenin, que no comprendió laoroma, en la dausura de la reunión. Al año si-

Ulcnte, tra~ serle negado el n:torno a E tado Uni­do~, mUrlÓ en Moscú. 'n 1917 había hecho un ba­lance de ~u Ida que anunciaba su próximos de­~engai\(),: "'Ie iajado por loda uropa, y a lasrronlera~ de riente, a México, empeñado ena\enlura~ ... He mirado a la civiliLación cambiar yemllnl:harse endulL;Hse a lo largo de mi vida, y hetralado de a) udar: y la he visto marchitarse y des­mOfl)nar~e en el rojo estallido de la guerra '" Aúnno e~to delt du harto de mirar, pero llegaré a es­tarlo, e~o lo ~é. i vida futura no erá lo que ha~Ido. por ellu quiero delenerme un minuto, y verhal:la alr<'ls, )' orienlarme" (p. 290).

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J hn Reed o el oficio como búsqueda de impactositale~. u afán de aventura corre ponde al auge

dell:apitali. mo yanqui, la idea del mundo como supro incia y el norteamericano como "ciudadanodel mundo"; coincide con el prestigio de un queha­cer literario periodí tico rápidamente captado,producido tran mitido (es la época de la novelanaturalista crítica, del reportaje enviado instan­táneamente por cable)' de la interrelación entre losdo campo de e critura).

Ree~ pertenece a una generación intermedia quepreludia claramente a Hemingway ("Para Reed,er hombre e relacionaba con beber, maldecir, pe­

lear, aportar las penalidades y asumir cierta pos­tura que, basada en lo principios, arriesgara ladestrucción", p. 173). Del mismo modo, la lecturade u cuento, relatos paródicos o documentalesde la burguesía y el proletariado estadounidenses,remiten inmediatamente a Scott Fitzgerald y a Dos

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Passos; sus libros de crónicas serán la base de lasmejores obras de Steinbeck.

Finalmente, queda Reed y el periodismo mo.derno, Reed como posible padre del Nuevo perio·dismo; si para Carlos Monsiváis es "'a primera fi·gura relevante (del Nuevo periodismo)... (y) enReed el reportaje alcanza la intensidad y la preciosión narrativa de la gran literatura que es, a la vez.un hecho político"), para el "nuevo periodista"Tom Wolfe, es apenas un "candidato no del todomalo... algunos fragmentos (de Diez días... ) entodo caso, en especial la escena donde los proleta·rios desafían la autoridad del oficial del navío.. .'·¡

Si caracterizamos al Nuevo periodismo comouna forma especial de ejercer el oficio, con unaobligación nueva por documentarse previamente)borrar los límites entre literatura, ensayo y repor·taje, como un ejercicio estético al mismo tiempoque funcional, nadie puede negar todo ello en la la·bar de John Reed; cotéjense las trayectorias segui·das por él en sus libros para relacionarse con ellu·gar y sus gentes y extraer información, con la si·guiente declaración de principios y métodos deotro de los grandes cultivadores del Nuevo perio·dismo, Gay Talese: "(Es)... tan digno de confianzacomo el reportaje más directo aunque busque unaverdad más amplia que la que se logra a través de lasencilla compilación de los hechos verificables, deluso de las citas directas y de la adhesión al rígidoestilo organizado de la forma más antigua... Tratode seguir a mis personajes sin entrometermemientras los observo en situaciones reveladoras,anotando sus reacciones y las de los demás ante e·1I0s")

El cuidado con que Rosenstone consigna en sulibro todos los detalles posibles sobre John Reed,sin importar cuán íntimos o triviales puedan pare·cer, rescata, confirma y proyecta con nueva fuerzaa un individuo y a una época complejos y básicospara la cultura contemporánea. Su nueva difusióny la resistematización de la gran cantidad de datosdispersos y mitificados, obligan a unarelectura dela Historia que es un aj uste de cuen tas con la ideo·logía. Ese es uno de los compromisos de cualquierbiografía actual. O

Notas

'Carios Monsiváis, El estilo es la noticia. no/as sobre el NUffli

periodismo norteamericano, "Textos"; año 2, No. 7·8, 1975.México.

l Tom Wolfe, El nuevo periodismo, Barcelona, 1977, Ana·grama, p. 69.

J Gay Talese, Fama y oscuridad, Barcelona, 1975, Grijalbo.p.7.

Robert A. Rosenstone: John Reed. un revolucionario romónrico.traducción de Juan Tovar, Ed. ERA, Serie Claves, México.1979.