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Nivel Medio Mayor 3 a 4 años PROGRAMA DE PREVENCIÓN TEMPRANA EN EDUCACIÓN INICIAL Descubriendo el Gran Tesoro Cuentos de Motivación del Núcleo

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Nivel Medio Mayor3 a 4 años

P r o g r a m a d e P r e v e n c i ó n t e m P r a n a e n e d u c a c i ó n i n i c i a l

Descubriendo el Gran Tesoro

Cuentos de Motivación del Núcleo

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Esta es la historia de Andrea, una niña de 4 años que vive en Punta Arenas, cerca de los pingüinos. Junto a su familia, don Humberto, su papá, la Sra. Nora, su mamá, que estaba esperando una guagüita, durante las vacaciones, visitó la feria costumbrista de Chiloé.

La familia de Andrea, al igual que otras familias del país, venía para probar muchos alimentos típicos de Chile. Algunos de ellos le gustaron mucho, como la leche y los huevos de campo, otros ni siquiera los conocía, como algunos tipos de papas chilotas.

Había hasta un puesto del norte de Chile donde vendían jugos de papayas y mangos. Andrea recordó que su mamá siempre le dice:

- Para la sed tome agüita no más, señorita.

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Andrea, y los alimentos saludables típicos de Chile...

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Sin embargo, durante la visita a la feria, su mamá la ha dejado tomar hartos jugos de fruta. Tantos, tantos jugos tomó Andrea, que siempre quería ir al baño.

- Hija, –le dijo su mamá– está bien que aproveches de probar el jugo de frutas que no hay en Punta Arenas, ¡pero déjale algo a los demás!

Así siguió la familia de Andrea, visitando distintos puestos de artesanías y platos preparados, con zapallo, con pescados, con mariscos, y tantas cosas ricas y sanas. Andrea se los quería comer todos.

En ese lugar don Humberto se encontró con un amigo de cuando era chico y que ahora vivía en Rancagua, lejos de Punta Arenas. Ese amigo tenía un hijo que se llamaba Gabo, que se pasaba todo el día arriba de su caballo de palo. ¡Qué suerte para Andrea encontrarse con un amiguito para jugar!

En esa feria pudieron ver distintos alimentos que hacen bien para el cuerpo y la salud. Ahí las dos familias escogieron un lugar para almorzar rico y sano. Andrea prefirió comer un rico plato de porotos.

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Tanto, tanto comió, que Andrea se sintió mal de la guatita…

– ¡Es bueno comer legumbres, pero el exceso de comida tampoco hace bien! –dijo la mamá de Andrea, cuando ella se sintió mejor.

- Andrea es muy golosa, –pensó su mamá– primero con el jugo de mango y ahora con los porotos granados…¡huum!

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Luego del almuerzo, visitaron los puestos que todavía no habían alcanzado a ver. Había tantas cosas ricas para comer, pero también había puestos de comida que no parecía tan saludable donde abundaban los dulces y las cosas fritas

- Mi mamá dice que demasiada fritura no nos ayuda a crecer sano porque nos pone muy gorditos - dijo Andrea con una actitud de doctora.

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Cuando llegaron al puesto donde estaba Rayén y su abuelita, Andrea ya se sentía bien, y ella y su familia probaron los piñones.

La abuelita de Rayén, al ver a Andrea y Gabo tan interesados, les explicó que el piñón es el fruto de la Araucaria, que es un árbol nativo. Con los piñones se hace harina para preparar tortillas, pero también te los puedes comer así.

- ¡Qué ricos son los piñones!-, exclamó Andrea

- Si te alimentas bien serás tan grande como estas Araucarias, que son árboles muy grandes–, les dijo a Andrea y Rayén su abuelita.

- Si yo fuera tan grande como la Araucaria, subiría a dormir la siesta en una nube–, dijo Andrea.

Todos se rieron. ¡Qué bueno es comer sano con frutas y verduras para cuidar la salud y crecer fuertes como las araucarias!

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¿Recuerdan a Amaru? Sí, nuestro amigo que vive en Arica, en el norte de Chile. Él vive con su papá, su mamá y sus dos hermanos mayores, Inti y Wayra.

Un día Amaru y sus hermanos Inti y Wayra estaban jugando en la pieza con una pelota saltarina, que sonaba “plaf”, “plif”, “plaf”, dando botes por todos lados. “Huy”, “hey”, “hay”, gritaban todos los hermanos tratando de atraparla. Pero la pelota, tan pícara, saltó tan alto que alcanzó la ampolleta, la que se quebró en varios pedazos.

Nivel Medio Mayor / Núcleo IdentidadLectura de motivación

Se quebró la ampolleta1

1 recogido y adaptado de en Busca del tesoro. manual de prevención temprana del consumo de drogas para niños y niñas de 3-6 años. cide-Senda 2012.

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- ¡Oh, oh! mejor voy a ver la tele - dijo Inti un poco asustado, y saliendo tan rápido como pudo de la pieza.

- ¿Qué vamos a hacer?, –dijo Amaru con aire realmente preocupado– ¡la mamá se va a enojar mucho, y nos va a castigar!

- No te preocupes hermanito, que yo soy Wayra, “el gran capitán y aventurero soluciona problemas”.

- Pero ¿qué vas a hacer? –le preguntó Amaru sin ocultar su asombro.

- Vamos a barrer todo, y luego no diremos nada.

Amaru no parecía muy convencido de esa solución, mientras iba a buscar la escoba y la pala que le había pedido su hermano mayor.

- ¿Sabes hermano?, yo creo que es mejor que le digamos la verdad a la mamá – dijo Amaru.

- ¡Nooo!, –respondió de inmediato Wayra– ya sé lo que vamos a hacer. Vamos a cambiar la ampolleta y ¡san se acabó!

- ¡Eso sí que es peligroso y te puedes hacer daño! – exclamó horrorizado Amaru.

Pero Wayra estaba resuelto, trajo una silla y la subió a la cama. Miró para todos lados para ver que todo estaba bien, y le dijo a su hermano:

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- Ya verás hermanito que no me voy a caer–. Entonces, tomando impulso, se dirigió a la cama para subirse a la silla que había ubicado sobre ella.

- ¡¡¡Noooo!!! - alcanzó a gritar Amaru, pero ya nada podía hacer para evitarlo.

- ¡No puedes ser tan arriesgado! Te dije que eso puede ser muy peligroso. Te puedes caer, te puede dar la corriente -Amaru estaba muy enojado con su hermano, y asustado por lo que insistía en hacer.

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Avergonzado Inti de haberlos dejado solos, entró nuevamente en la pieza y se dio cuenta de lo que estaban haciendo sus hermanos.

- ¡Pero ustedes están loquitos, no ven que esto es muy peligroso! – dijo horrorizado.

- Ya lo sabemos, no te preocupes, hay peligros que debemos evitar- terminó por aceptar Wayra.

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Los tres observaron la ampolleta rota, luego bajaron la silla de la cama y la volvieron a su lugar.

- ¿Saben?, –dijo Amaru– vamos a contarle a la mamá que se nos quebró la ampolleta de la pieza con la pelota, ella va a ayudarnos.

- Sí hermanito, tienes razón, - dijeron –quizás el papá se enoje un poco con nosotros, porque siempre nos pide que juguemos en el patio. Pero es mejor hacer las cosas bien.

Como arte de magia, apareció la mamá que escuchó con calma y atención lo que los niños le contaron.

- Arreglemos este problema- dijo, con dulzura, la mamá de Amaru.

Los niños se pusieron muy contentos. ¡Hasta el miedo de que los retaran se les pasó! Rápidamente trajo una escalera muy segura, cortó la electricidad, y cambió la ampolleta.

- Ahora niños, a jugar al patio- dijo con una sonrisa en los labios la señora.

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Nivel Medio Mayor / Núcleo ConvivenciaLectura de motivación

Gabo se baja del caballo y ayuda a su papá a poner la mesa

¿ Saben quién es Gabo? Es nuestro amigo que vive en Rancagua con su papá, y que tiene un caballito de madera del que no se baja nunca y que se llama Azúcar.

Durante uno de esos días en que los niños no van al colegio, algunos amigos del curso y sus papás hicieron un grupo para pasear por los lugares típicos de Rancagua. Como era su costumbre, Gabo tampoco se bajó de su caballo de madera. A algunos de sus compañeros, eso ya empezaba a gustarles, y se decían a sí mismos: Nosotros también queremos tener un caballito así.

- ¡Ay! - dijo el papá de Gabo cuando casi, casi pasa a llevar un macetero de greda que estaba en un jardín.

- ¿Yo puedo hacer lo mismo, mamá? - preguntó, con ganas de ir a jugar, un niño del grupo.

En otra oportunidad, Gabo se había dormido mirando tele abrazado a su caballo de madera. Siempre, siempre sus amigos lo querían imitar, pero sus mamás estaban ahí para decirles:

- Ahora a lavarse los dientes. Ya es tarde, hay que ir a dormir. Antes de comer, lavarse las manos. Primero debes ordenar los juguetes.

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Pero Gabo también tenía responsabilidades en su casa, por ejemplo, dejar todos los días su ropa en el canasto de la ropa sucia luego de jugar, y ordenar sus juguetes y libros antes de ir a dormir. También ayudaba a su papá a recoger las hojas de los árboles cuando barrían la vereda de su casa.

Un día, junto a su papá, prepararon unos ricos porotos granados que tanto le gustaban. Gabo estaba tan entusiasmado que hasta se bajó de su caballo Azúcar, y ayudó a pelar los porotos, porque además, vendría su amiga y vecina Amapola, con la que le gustaba jugar. Todo esto, siempre, siempre con un ojo puesto sobre su caballo.

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- Bueno Gabo, ahora me ayudas a poner la mesa– le dijo su papá.

- ¿Puedo hacerlo a caballo?– preguntó el niño.

- Yo creo que no, necesitas las dos manos para llevar las cucharas a la mesa.

Cuando llegó Amapola, ella no entendía por qué no dejaba su caballo de madera ni de noche, ni de día. En un momento de descuido del niño, ella quiso jugar con él, y Gabo le dijo muy serio:

- A mi caballo “Azúcar”, sólo le gusta jugar conmigo.

- Es un regalo que le hizo su tío Alberto, en su último cumpleaños, por eso le gusta tanto– comentó al pasar con los platos humeantes, su papá.

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Después de almuerzo, Amapola tenía la panza muy llena de tanto comer y tomar bebida. Se sintió muy mal y se quiso ir a su casa. Gabo se preocupó, no quería que su amiga se fuera y lo dejara solo, entonces le dijo:

- Si quieres, puedes jugar con mi pony Azúcar.

- No creo que sea el momento para jugar– le advirtió su papá.

- ¡Pero si ella quería, papá!

Dos días después, Amapola volvió a ir a la casa de Gabo. Ya se le había pasado el dolor de guatita. Entonces Gabo, sin siquiera pensarlo mucho, le prestó su caballo de madera y jugaron alegremente con los juegos de Gabo.

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Amapola y Gabo jugaron alegres largo rato antes de que su papá les pidiera ordenar los juguetes, lavarse las manos y tomar la leche.

¡Qué divertido es hacer las cosas con ayuda de otros!

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