revista de cine

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p.a.u.s.a.>>||<< revista de cine número 01| Marzo-Abril 2010 N a y r a I l i c | S e b a s t i á n L e l i o M a t í a s B i z e | P h i l i p p e B o i s i e r A l i c i a S c h e r s o n | C r i s t i á n J i m é n e z S u s a n a D í a z| V i n c e n t M o o n E z e q u i e l A c u ñ a | J e m C o h e n

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número 01| Marzo-Abril 2010

N a y r a I l i c | S e b a s t i á n L e l i oM a t í a s B i z e | P h i l i p p e B o i s i e r

A l i c i a S c h e r s o n | C r i s t i á n J i m é n e zS u s a n a D í a z| V i n c e n t M o o n

E z e q u i e l A c u ñ a | J e m C o h e n

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pausa.(del lat. pausa) f.

Breve interrupción del movimiento, acción o ejercicio.(Real Academia Española)

soon| pronto| bientôt

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Editorial 06

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salón cienfuegos 10 philippe boisier 12 p.a.u.s.a.>>||<< c i n e

nayra ilic 20 matías bize 32 alicia scherson 42 sebastián lelio 52 cristián jiménez 62

p.a.u.s.a.>>||<< f e s t i v a l e s

>>in-edit Nescafé julien temple | glastonbury 70 supersordo: historia y geografía de un ruido 74 smile | la historia de brian wilson 76 shadowplay | the making of anton corbijn 80 susana díaz 82 vincent moon 86 >>sanfic jem cohen 90

>>festival internacional de cine de valdivia carlos saura | fados 98 josé luis torres leiva | trance 100 siegfried | kinogamma 102 ezequiel acuña 104 victor jiménez | retrato de un antipoeta 114 p.a.u.s.a.>>||<< a d d i c t e d

christina rosenvinge | tu labio superior 118 the beatles | álbum blanco 120 ray loriga | ya sólo habla de amor 122 holden | en vivo en Amanda 124 shogún | el brujo (descarga) 126 pablo mackenna | centro cultural amanda 128

Foto Portada:

Natalia Grez durante el rodaje de Metro Cuadrado,el largometraje debut de Nayra Ilic.

Créditos: c. Felipe Fontecilla

p.a.u.s.a. >>||<< m a g a z i n eTextos|Diseño| Entrevistas| Edición Periodística| Dirección:

Rodolfo García M.

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p.a.u.s.a. >>||<< m a g a z i n e nace de una necesidad. Ésta es la de difundir el cine de buena calidad realizado en el país y recono-cido de manera internacional, con premios, becas y fondos.

Además, de comentar las excelentes pelícu-las extranjeras traídas a Chile por algunas muestras destacadas en el territorio, como lo son el Festival Internacional de Cine de Val-divia, el Nescafé In-Edit y el Santiago Fes-tival Internacional de Cine. Éstos dos últimos nacidos en la década del 2000, y el primero reestructurado en la misma época.

180 films pasaron por Valdivia en 2009, 80 estrenos para In-edit ese mismo año, y unos 15 mil espectadores acudieron a Sanfic en el período, al tiempo que se estrenaron 26 lar-gometrajes chilenos durante ese lapso.

4 películas nacionales llegaron a las salas francesas, de las cuales una -Navidad- se ganó a la crítica más dura de la mítica revista Cahiers du Cinéma, mientras que en Estados Unidos La Nana ganaba el premio del jurado en Sundance y era nominada a los Globos de Oro en Hollywood.

Chile cuenta ya con unas ocho escuelas de cine (en la Universidad de Chile, en la Escue-la de Cine de Chile, en la U. Diego Portales y la U. Mayor, aparte de carreras audiovisuales en ARCIS y UNIACC, entre otras), y las prime-ras generaciones de cineastas ya comenzaron a hacer sentir sus obras en la escena especia-lizada del planeta.

Como indica Sebatián Lelio, esto es apenas la punta del iceberg, de un universo crea-tivo que suma cada día más esfuerzo, rigor, técnica, innovación y profesionalismo, en los casos más destacados (José Luis Torres Leiva y Nayra Ilic, por nombrar dos valores emer-gentes).

Sin embargo, el fenómeno recién permea ha-cia un público acaso mayor. Los medios de co-municación actuales se revelan insuficientes, ya que el espacio dedicado al séptimo arte en la sección de espectáculos es mínimo. Apenas un par de párrafos, o menciones pequeñas.

El cine es nuestro espejo, parte de nues-tra identidad, y valor como país. ¿Por qué marginarlo?Es más, se habla más afuera del fenómeno del ‘Nuevo cine chileno’ -surgido con la democracia- que lo que se hace aquí mismo. ¿Por qué?

Mientras cadenas de televisión tan prestigio-sas como Arte (Francia y Alemania) compran y hasta producen cintas de autores chilenos, las redes locales hacen oídos sordos, y pro-yectan un par de comedias o de dramas sen-sibleros para quedar con la consciencia tran-quila.

Y eso que Arte es una red privada que fun-ciona como cualquier empresa. Es tiempo de acortar las distancias. Entre público y arte, entre ‘baja’ y ‘alta’ cultura.

Es hora de una pausa para detenerse a mirar que es lo que está sucediendo, aquí, y alre-dedor del mundo a través de esas maravillo-sas vitrinas que son Sanfic, Valdivia e In-Edit.

En este sentido, pausa es una revista perio-dística, no de crítica, que busca documentar esa creación incesante. Es una escapatoria al olvido.

Por eso mismo, es una revista impresa, cuya presencia física desafía al tiempo con su per-manencia, y a los trillones de terabytes de sobreinformación saturada que circula en in-ternet.

P.a.u.s.a. es una revista para detenerse y dis-frutar, para coleccionarla, por ello, posee un gran enfásis en lo visual, así como un criterio editorial que busca captar la excelencia, el atrevimiento y acaso, también, el ensayo-error.

Bienvenidos a este mundo, el mundo del cine, y el de la pausa en la mirada. La idea es dejar testimonio de toda esta incipiente efervescencia. En un mundo donde la imagense ha vuelto fundamental, a una velocidad exorbitante, resulta necesario detenerse y mirar de verdad.

El ciclo de vida de una película no termina ya con su paso por salas. Gracias a las nuevas tecnolgías, su existencia prosigue en DVD yproyecciones por internet o televisión, cuan-do no giras por el circuito festivalero mun-dial, algo en lo que los chilenos han adquirido experiencia y, algunos, renombre.

Por eso, éste es el mejor momento para lle-nar el vacío en Chile de una publicación es-pecializada e interpretativa que cubra el cineque se está haciendo ahora.

Aquél que tal vez comenzó el 2003,con Sába-do de Matías Bize, y su propuesta conceptual e iconoclasta de un experimento de una sola toma. Luego, Play y La Sagrada Familia arre-meten con una visión actual de la sociedad chilena, un par de años más tarde.

De ahí hasta ahora, Tribeca, San Sebastián, Sundance e incluso Cannes han sido testigos del talento nacional.¿Por qué no reconocerlo nosotros mismos?

Del mismo modo, nuestros cineastas han po-dido ver y escuchar a sus pares en sus exposi-ciones en el país.Todo un hito para Chile del Siglo XXI.

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Salón Cienfuegos:“Música interesantepara un público abierto”

Creado a un costado del concurrido y taquillero bar Constitución 61, el Cienfuegos se impone como una propuesta más madura para paladares refinados en cuanto a música, teatro, cultura y gastronomía.

Ideado como un largo pasillo en una casa antigua y refaccionada hasta en sus más mínimos detalles, el salón posee un restorán de alta cocina a la entrada, para luego dar paso al lounge con barra y dj ubicado al final.

Un salón con cómodos sillones y un sushi-bar que incluye buenos tragos como el Sex on the beach (Vodka con arándanos y jugo de durazno), champaña en balde y rolls generosos, ésta es la piedra angular de un sitio que ha teni-do privilegios como el de acoger la selecta fiesta privada de Radiohead tras su paso por el Esta-dio Nacional, que culminó con el cantante Thom Yorke en las perillas del disc jockey.

La agitada y joven productora Pía So-tomayor se ocupa de los eventos del cotizado y bailable Constitución 61, y designó a los capora-les del Cienfuegos. Lalo Prieto y José Martínez organizan veladas teatrales, y Philippe Boisier sus Sesiones Improbables de música, los días jueves.

“Nos dimos cuenta de que ahí sí funcio-naban ideas locas como una banda de rockabilly tributando a Roy Orbison. Además, de que al bar Constitución llegaba, a veces, un público mayor.Decidimos diferenciar productos, con un lugar más juvenil, por una parte, y, por otra, un salón más adulto”, declara Pía.

“Esto para personas con un oído más maduro, que podrían escuchar soul, por ejem-plo. Tuvimos un ciclo de jazz, también”, precisa Sotomayor. “Estamos buscando ahora incorporar cosas como la cumbia y el rocanrol, en algo que sea más creativo que lo tan obviamente dance”,prosigue la productora.

“Nos ha gustado mucho el resultado, ya que ofrecemos música interesante para un pú-blico abierto, el que, de verdad, ve aquí en elCienfuegos cosas que difícilmente vería en otro lado”, concluye Pía

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Philippe Boisier: El Señor ImprobableDesde abril de 2009, el músico y productor Philippe Boisier organiza todos los jueves encuentros

artísticos de gran creatividad en el Salón Cienfuegos de la calle Constitución.

Bautizadas como Sesiones Improbables, estas noches multidisciplinarias y únicas cuentan con actos de magia,directores de cine en el puesto del disc jockey, y tributos a grandes de la música.

“Irrepetibles”, así califica Philippe Boisier las noches que -des-de abril de 2009- organiza semana a semana en el Salón Cienfuegos, ubi-cado en el epicentro chic de Bellavis-ta, en Constitución 67.

Su apuesta se basa en abrir las perspectivas de la escena artísti-ca santiaguina en base a encuentros inesperados y novedosos, llamados Sesiones Improbables. La conducción de estas veladas le fue encargada a Philippe gracias a su red de contactos como músico y productor.

A sus 34 años, Philippe Boi-sier Echeñique (sobrino de Cecilia) posee una trayectoria que inició muy joven en la banda de cold wave Luna In Caelo. Luego, Philippe formó Mambotaxi junto al dj inglés Graham Wakefield, y terminó tocando junto a Pánico, con quienes partió a Francia a principios de esta década.

Desde París, Boisier y el con-junto dirigido por Eddie Pistolas fue-ron a Nueva York a grabar su disco ‘Telepathic Sonora’, junto a Mario Caldato Jr de los Beastie Boys, auspi-ciados por Sony Records.

“Fue ahí, en el desaparecido club Tonic de Nueva York, donde se me ocurrió el concepto de las Sesio-nes Improbables”, explica Philippe.

“Ello pues todas las noches se subían músicos de distintas bandas a probar cosas nuevas juntos sobre el escenario. Por ejemplo, Kim Gordon de Sonic Youth e Ikue Mori, o Sean Lennony Arto Lindsay. Ese espíritu abierto me motivó, pues es lo opues-to a Santiago, donde cada cual se mueve en su pequeño círculo sin salir de ahí”, precisa Boisier.

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A principios de 2009, mientras Philippe se desempe-ñaba como dj residente en el entonces restorán Cienfuegos, la productora del complejo Constitución 61, Pía Sotomayor, le propuso hacer la programa-ción de una noche en el salón, próximo aabrirse.

Al volver de Francia, dejando atrás Pánico para de-dicarse a su propio proyecto I-calma, este franco-chileno, de profesión arquitecto, se lanzó de lleno a producir eventos.

Los resultantes En-cuentros Internacionales de Música Actual (EIMA), coordi-nados con la embajada gala y el programa de difusión Géné-rations Musique, han logrado traer a cantantes consagradas como Jane Birkin, a emergen-tes como Coralie Clément, las bandas Holden, Nouvelle Vague y Wax Tailor, y los solistas Domi-nique A y Yann ‘Amélie’Tiersen, entre otros.

Ello en contacto con chilenos como Gepe y Javiera Mena, más salidas a regiones. La apuesta del franco-chileno fue más lejos.

“Me di cuenta de que podía ir más allá de la música, e inte-

grar otras disciplinas, en par-ticular aquéllque no fueran re-presentables sobre las tablas, como la arquitectura, el dibujo, la literatura y el cine”, profun-diza Boisier.

-¿Contento con el resultado?-Sí, muy contento. Hoy, lleva-mos18 sesiones ininterrumpidas to-dos los jueves. Con un progra-ma que, creo, ha tenido varios aciertos, como el de mezclar música popular con cosas más alternativas, como Leo Quin-teros con Namm, o el mezclar generaciones, como el escritor Óscar Bustamante leyendo con la joven banda de jazz y hip hop Cómo asesinar a Felipes to-cando en vivo.

-¿Tienes algún registro?-Sí, he grabado las sesiones en el programa ProTools. Ya te-nemos algunos episodios en la red, y ahora estoy negociando las que siguen.

El éxito depende de la noche. Algunas, que exhiben nombres llamativos con el de Blanca Lewin como disc jockey, o la cantante Nea (CHC) junto al músico Cuti Aste (La Negra Ester, Javiera y los Imposibles) en versiones de Nina Simone, traen gran afluenciade público.

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Bellavistamon amour

Desde la cineasta Alicia Scherson (Play, Turistas) enlas tornamesas junto a Moisés el Mago, hasta una velada en la que el crítico de cine Gonzalo Maza narra historias dibujadas y proyectadas in situ por los ar-tistasdel equipo de la obra Mi joven corazón idiota, todo puede ocu-rrir en el Cienfuegos.

Cuando no, en Consti-tución 67 sucede una guerra de los sexos en versión bloggers, con Zancada (mujeres) y Pániko (varones) interpretando una escena de Las vírgenes suicidas sobre las tablas; o un recital de Nutria desde Nueva York tras-mitido vía streaming en el sa-lón, seguido por Dj Squatt (Pá-nico, Makiza) haciendo bailar al público desde París vía webcam hasta Bellavista…

-¿Cómo ves tú esta propuestadentro del barrio?-Es como ir a una disquería cada semana a escuchar las noveda-des, las que te son propuestas por el dueño y que, en el fondo, sabes que te van a gustar, por un asunto de conexión. Hay un ingrediente de conducción ar-tística, cuestionable o no, que

es muy importante.

-¿Qué buscas en este manejo?-No necesariamente seguir mi propio estilo, sino que cubrir cosas que se destaquen por ser originales, con seriedad y pro-fesionalismo, ya sea dentro del jazz, el hip hop, la electróni-

ca o el rock. Hay cosas que no me llaman la atención y otras que sí, rockeros como el Goli de Tsunamis, por ejemplo. En Bellavista, yo creo que mi pro-puesta es la de un diario del acontecer cultural de manera bastante única, algo que ade-más está quedando registrado.

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Nayra Ilic es la próxima revelación dentro del cine chileno. Su debut Metro Cuadrado deslumbró a losjurados de festivales como Sanfic y Valdivia. Ésta es una cinta íntima y basada en la evolución del desamor en la pareja. Con una visión muy personal, Ilic afina los últimos detalles para terminarla.

Fotos: Felipe Fontecilla

La joven Nayra Ilic ha sor-prendido a los distintos jurados de festivales como Sanfic y Valdivia, consu primera película, Metro Cuadrado.

En la senda ya inaugurada pordirectores como Matías Bize, Alicia Scherson y Sebastián Lelio, la próxi-ma revelación del nuevo cine chilenoes una cinta íntima que recrea la des-integración de una pareja, presa deldesamor.

Según la actriz de la Universi-dad Católica -reconvertida en artistaaudiovisual tras una estadía en Fran-cia- su película funciona en forma deembudo, contrayéndose desde el es-pacio social de una fiesta (en la queaparece Nea Ducci, cantando comoinvitada) al de un departamento, para terminar en el ámbito más pri-vado del dormitorio.

Al revés de la narrativa ro-mántica tradicional -donde el públicoobserva la construcción de una parejaa través de múltiples aventuras-, aquí, el desgaste es lo principal.

Nayra aborda un tema sen-sible, interpretado en la música por álbumes como Loveless, de My BloodyValentine, o Disintegration, de The Cure, sin mencionar el himno post punk Love will tear us apart (el amor nos destrozará) de Joy Division.

Las referencias no son gratui-tas, ya que forman parte del catálogoauditivo de la autora, en un mundc contemporáneo donde la cultura poppermea implacablemente los sub-conscientes personales y colectivos.

En este universo de la post-modernidad, el ‘mal de vivre’, el ma-lestar paralelo a la alienación colec-tiva y urbana, resulta inevitable.

Metro Cuadrado resulta de una factura elegante, gracias a este minimalismo intimista. A sus anti-hé-roes y anti-heroínas. A su rechazo porlas formas y velocidades convencio-nales.

Nayra Ilic: Loveless

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La rica sensibilidad de Ilic ha sido captada por los festivales en los que ha participado, recibiendo los fon-dos necesarios para poder llevar a buen término este proyecto que ha sido co-mentado por agentes nacionales y ex-tranjeros de la industria del cine, como los de la cadena franco-germana Arte.

Una grieta en el pavimento (de donde crece una flor)

Los 33 mil dólares (el premio mayor de todo el certamen) que reci-bió Nayra en la reciente 16° edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia, como Work in progress, sig-nificaron el puntapié definitivo para consolidar un proyecto que nació con ambiciones muy humildes.

Apoyada en un principio por Lastarria 90, Ilic rodó y montó Metro Cuadrado con bajas expectativas y en total secreto e intimidad, durante el primer semestre de 2009. Hasta que la buena acogida la terminó por conven-cer de su potencial como realizadora.

-¿Cómo empezó todo?-Hace unos años atrás, creo que a fines del 2003, partí a Francia a ver a mis tíos y primos, con ganas de cambiar de aire y de hacer algo allá, como buscan-do mi destino.No sabía si me quedaría o partiría a España a recorrer.

-¿Te quedaste en París?-Sí. Inmediatamente, me encontré con amigos, y empecé a trabajar. Primero en documentales, y luego como monta-jista para un director norteamericano. Entonces, me metí en el video arte y, de a poco, comencé a agarrar yo mis-ma la cámara.

-¿Ése fue el principio?-Lo primero que hice fue un corto do-cumental sobre un músico argelino, que era ciego y tocaba en los metros. Un docu ficción bastante personal. Mi abuela era francesa y fue encontrar un poco su universo allá, el que también era mío.

-¿Dónde vivías?-Viví en París y viajaba mucho a una es-cuela de arte multimedia en Lille, don-de me acerqué al video arte y a líneas directrices no-narrativas, lo que, para una actriz como yo, era algo nuevo.

-¿Y luego?-Volví a Santiago y decidí que necesita-ba aprender técnica, en el manejo de cámara, de sonido y de fotografía. Así que entré a la Escuela de Cine, donde me aceptaron en segundo año.

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-¿Quedaste de inmediato?-Hablé con ellos, y les expliqué que quería acercarme más a la ficción que al documental, que había trabajado y estudiado en el área, y me aceptaron de inmediato y me abrieron sus puer-tas.

-¿Entonces?-Hice mis primeros cortometrajes,como Am, en 16 mm, una muy bonita expe-riencia. Con él, entré en la competen-cia internacional en Valdivia, lo que fue mi primer acercamientocon un festival, y sacó una mención es-pecial.

-Bravo...-Después, vino Ana, donde me acerqué a la alta definición en digital (HD). Ése ganó unos premios por ahí y estuvo en Sanfic, lo que me permitió conocer mejor el circuito de los festivales. Al tiempo, empecé a escribir una pelícu-la, todavía sin filmar. Con ese proyecto bajo el brazo, partí de nuevo a Francia el 2008.

-¿Qué ocurrió ahí?-Me fui con la idea de estar tres meses allá y de concretar este proyecto... Es-taba en proceso cuando empezó a apa-recer otra historia, que es la de esta pareja y se llama Metro Cuadrado.La primera parte de la historia la escribí

allá. De hecho, inicialmente, la quería grabar in situ, con una cámara y una locación que me conseguí, muy a lo guerrilla, ya me había conseguido una pareja de amigos para que actuaran.

-¿Lo hiciste?-No. Mis amigos no viajaron a Francia porque se separaron y esta historia se tornó de pronto en una de desamor.

-¿Love will tear us apart?-Totalmente. Cuando volví, de nuevo, a Chile, hice un pequeño teaser y me metí al concurso de cine digital de Las-tarria 90. Ahí, partí a Cuba a terminar de escribir mi otra peli. Al regresar a Santiago, me informaron de que había quedado seleccionada para lo de Las-tarria 90. Habían como 20 películas preseleccionadas, hasta que pasé las distintas etapas y ellos me financia-ron el rodaje. Este duró dos semanas a principios de 2009.

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-¿Versus un año de guión?-Sí, un año, entre Francia y Chile. Enalgún momento, aquí en Santiago, entró a colaborar conmigo DominiqueDepret (Mocke, guitarrista y compo-sitor de los franco-chilenos Holden).

-¿Mocke?-Él me ayudó mucho a discutir ciertos pasajes, y hay ciertas escenas que, prácticamente, fueron escritas por él. Discutíamos mucho el guión, y a mí me interesaba tenerlo como con-traparte creativa frente a mi visión femenina de las cosas, que él expu-siera lo masculino. En eso, estuvimoscomo un mes, a fines de 2008. Luego,él volvió a Francia, y yo, en el vera-no, seguí escribiendo.

-¿Una segunda etapa en la escritu-ra?Una tercera en el proceso de escri-tura. La primera sola, en Francia; la segunda, con Dominique, en Chile; latercera, acá -sola de nuevo- duran-te febrero 2009. Después, vino una cuarta etapa que fue el trabajo con los actores.

-¿Cómo?-Ello, porque si bien los diálogos no estaban predeterminados, yo quería encaminarlos hacia donde quería quefuesen, como una improvisación muy dirigida. En ésta, yo planteaba cuál era la situación y el estatus de los personajes, de qué trataba la escenay hacia dónde íbamos. Algo que fueraimprovisado, pero no libre.

-¿Se tiraron a la piscina?-Durante un mes y medio todos los días. Además, grabamos sin ensa-yar. Lo escudriñamos todo quién era quién, por qué estaba ahí, de dónde venía…

-Wow...-Llegó a tal punto que los dos perso-najes principales ya estaban compe-netrados perfectamente con su his-toria y hacia dónde iban. Llegamos a establecer un vocabulario propio, donde nunca les dije, cuando está-bamos rodando, lo que tenían que hacer.

-¿De qué manera?-Uno de mis principales referentes esNobuhiro Suwa, el director japonés de Una pareja perfecta, que es sobredos amantes que se separan. Él grabóen Francia sin hablar una gota del idioma. Aún así, se entendió con los actores a la perfección. Lo que más le importa a él son los estados, más que los diálogos, lo que es un lengua-je en sí. Traté de acercarme a él, de generar esto.

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-¿Un proceso intenso?-Mucho. Sobre todo, lo importante que fue el crear momentos a lo lar-go de las dos semanas de rodaje de Metro Cuadrado. Es algo que no se da en el mundo del teatro con facilidad, por eso me cambié al cine, para cap-tar esas atmósferas más íntimas. Aun-que, en algunas obras nuevas como Insomnio, es un proceso que también se está dando sobre las tablas, mu-chas veces con ayuda de recursos au-diovisuales.

-¿Cuáles fueron las locaciones?-Arrendamos un departamento a la salida del metro Bellas Artes, y luego, al principio, aparece Nea cantando en el bar Constitución. Hay un poco de calle, también. Establezco un pa-ralelo entre los edificios nuevos del barrio Bellavista con borrar lo que so-mos, sin memoria, ni pasado.

-¿Qué pasa con el montaje?-Estuve de abril a agosto, encerrada.Yo soy montajista, y para mí, ésta es la quinta parte de la escritura del guión. Me ayudaron con visitas un par de cineastas. La última parte, la trabajé con el director de fotografía Inti Briones. Con él, volví a encontrar la piedra angular de la película, con elementos que había cortado radical-mente y que volví a descubrir de la mano de Briones.

-Toda una aventura…-Ésa es la historia de esta película, de una cinta que nació mientras era otra la que estaba en proceso de gesta-ción, y que de la historia de amor de una pareja, pasó a una de desamor, el todo desde la mirada de la pro-tagonista, que es la que ve cómo se va destruyendo su relación. Otro re-ferente es Virginia Woolf, y la extra-ñeza frente a los cánones que debes cumplir en cierta etapas frente a la sociedad, y éstos no te son suficien-tes.

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Matías Bize: Paseo por el parque

Matías Bize prepara su nueva película, la que estrenará en 2010. Nos encontramos de casualidad.Mientras, él se apronta a ver una cinta a la que va atrasado. Hablamos de su último proyecto

en curso hasta llegar a la sala, sin poder acceder a la película. Aunque, es sólo una vez que deja-mos atrás el Aula Magna de la Universidad Austral, que la verdadera entrevista comienza.

El joven director Matías Bize (30) conoce algunos recovecos del par-que botánico de la casa de estudios gracias al tour que le ha hecho su cole-ga Cristián Jiménez (Ilusiones Ópticas), residente en Valdivia.

Uno bastante especial, ya que se trata de una ruta de los lugares don-de cadáveres han sido extrañamente hallados entre los arbustos y en el le-cho del río Calle Calle, a lo largo de los años, en esta área de laIsla Teja.

Esto calza bien con el humor negro de Jiménez, el mismo que ex-pone en su debut, estrenado aquí en FICV. ‘Es como Twin Peaks, sabes, esta ciudad que se ve tan tranquila y acoge-dora’, comenta Bize, refiriéndose a la clásica serie de David Lynch sobre un pueblo donde alguien asesina a la jo-ven Laura Palmer.

Menos callado que de costum-bre, Matías se muestra afable y lanza un par de bromas cuando se acerca una lancha con turistas que nos saluda. ‘Ahí vienen a tirar otro cuerpo’, dice, de repente. La casualidad fue la madre de todo esto.

Bize estaba para lo de la fiestade Ilusiones Ópticas en el Cienfuegos,

la semana anterior en la capital. La cita para una entrevista sobre su nuevo trabajo queda acordada para el inmi-nente Festival Internacional de Cine de Valdivia.

Sábado

Es sábado, el certamen bate su pleno y Matías llegaba el viernes al Sur. Así que está bueno llamarlo. No contesta pero queda un mensaje en su teléfono. Tras ver la apabullante Kino-gamma II de Siegfried en el certamen, lo mejor es descansar la vista tras ese viaje al extremo oriente uzbeco y mon-gol.

El parque al lado del MAC tras el puente y frente a la balsa donde duermen unos lobos marinos, es per-fecto para ello. Debajo del puente, en realidad. Han pasado cinco minutos y desisto llamar de nuevo a Matías.

Trepo por las escaleras y del otro lado del puente está José, el ami-go de Camilo Salas de Disorder, aunque en realidad le llaman Jose, sin acento al final. Junto a Jose está una amiga suya que he visto en alguna parte, pero claro, con tantas vueltas en la cabeza nunca estoy seguro.Se llama Catalina y es muy guapa y delgada, A su lado, aparece Bize.

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Tras un cierto temor ante los esta-dos alterados, el brillo de la luz del sol que se filtra entre el follaje verde fosforescentepuede más y acepto.

Lo bueno de hablar

En ese momento prístino, las pu-pilas se fijan a voluntad y ejercen el rol de un zoom. En realidad, esto determinó lo bueno de hablar de cine en tan arriesgadas condiciones. De cómo capturar volúmenes, luminiscencias y tonos de colores, además de emociones, tejer una historia e involu-crar al espectador con los personajes. Esto ocurre en una sala oscura, el cine, casi en secreto, sin interrupciones, ni acercamientos indeseables del mundo ex-terno que corten la experiencia, como lo explica tan bien Marguerite Duras.

Lo nuevo de Matías Bize se basa en un joven (interpretado por Tiago Correa)que vuelve a Chile luego de vivir diez años en Berlín, Alemania. En Santiago, se da cita con su antiguo amor y amigos, y la trama se desarrolla en el espacio de una fiesta en una casa (la locación del film) durante la noche en que se produce el reencuentro. La peli se llamará ‘La vida de los peces’.

‘Me han hecho la misma entrevista

diez veces’, le dice Matías a Jose, unos mi-nutos después de que he apagado la graba-dora, respecto al asedio que ha sufrido en el hotel por unos periodistas.

‘Siempre son las mismas pregun-tas, las que pueden haber sido dichas en la misma conversación, sólo que 4 años atrás’, añade Bize.

Seguimos caminando entre los edi-ficios, donde están las salas de estudio de la Universidad Austral, y Catalina ofrece agua. Matías termina la botella mientras avanzamos entre los árboles frondosos.

‘Me parece que éste es el cami-no’, indica Bize, mientras llegamos a una encrucijada. La banca al borde del lecho que buscamos está ocupada por un grupo de alumnos, así que seguimos refunfuñandopor el sendero hasta llegar al borde del río.

‘¿Dónde nos ganamos?’, pregunta Catalina, divirtiéndose con el acento que imposta. Creo que es actriz. No me extra-ñaría, ya que es muy bella. Llegamos hasta donde el agua intercepta los árboles, con el ramaje extendiéndose sobre las ondas. Un par de troncos forman un asiento natural sobre el lecho.

Catalina se encarga de echar a los que ocupan el sitio, elevando su tono de voz en nuestra propia conversación. Su razonamiento intuitivo da resultados y el mensaje sutil, pero notorio, que envía es recibido y acatado por los lugareños, que abandonan el puesto. La vista es hermosa y nos sentamos a charlar.

En la cama, en la cárcel

Matías y Jose son amigos desde hace un par de años. El director de 30 años había venido a otra versión del FICV y se le ofreció exhibir En La Cama, su segundo film, en la cárcel, como un off del festival.

Jose quería entrevistarlo y acor-daron realizar la conversación durante la muestra en el recinto penitenciario. Al lle-gar a los calabozos, Bize y Jose se saludan como conocidos. Luego, se internan en la división de reos de alta peligrosidad, en su mayoría presos por delitos sexuales, viola-dores y asesinos.

En La Cama transcurre en una sola locación, que es una pieza de motel donde Gonzalo Valenzuela y Blanca Lewin mantienen relaciones varias veces durante una noche en la que pasarán de extraños a contarse su vida más íntima y privada.

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Tanto el cineasta como el perio-dista palidecen frente a la concurrencia, mientras se internan entre los comensales.Primero, ríen. Luego, los invade el miedo, hasta terminar caminando pegados el uno al otro, como hermanos. Bize lo anotó ensu celular, después, como ‘Jose Valdivia’.

Cine para todos

‘No sé quién elige las películas-chilenas en TVN, pero deja mucho que de-sear’, murmura Matías. El director tiene un cierto reconocimiento internacional.Meinholf, el alemán que cada tanto viene a Valdivia en busca de material para comprar o producir, adquirió En La Cama para la ca-dena franco-alemana de televisión abierta Arte, de la que es co-director.

Tras ello, la cinta del chileno pasó varios domingos en la noche por hogares a lo largo de toda Francia. Ahora, Meinholf produce parte de la nueva película de Ma-tías. Además, Bize ha ganado múltiples pre-mios en festivales alrededor del mundo. Sin embargo, la respuesta en su propio país ha sido, todavía, muy mínima.

‘No sé, yo soy de los pocos que vivo plenamente de esto, de hacer pelícu-las. Estreno una prácticamente cada dos años desde Sábado, del 2003. Y ello sin tener que dedicarme a la publicidad o a hacer otras cosas. Todo gracias al aporte de productores, fondos y premios’, explica Matías.

Le pregunto si irá a la fiesta de Te creís la más linda (pero erís la más puta) en el Ocio bar, el domingo. Responde que parte ese mismo día. Bize tampoco asiste a la ceremonia de premiación y clausura, el martes. En ella, los sindicatos de trabaja-dores del rubro audiovisual (productores, directores, guionistas, directores de artey fotografía, documentalistas, actores… to-dos en conjunto) reclaman por el proyecto de ley de televisión digital enviado al par-lamento.

Quieren que TVN deje de ser una estación enfocada al lucro para que co-mience a difundir cultura, y creaciones chi-lenas. Los manifestantes, que son dos yleen una carta común, inquieren la falta de criterio de estaciones televisivas como Ca-nal 13 y la red pública.

Ello, a causa del fuerte impacto social que producen los medios de comuni-cación de masas en la conducta personaly colectiva. Citan los programas adoles-centes de baile y reggaetón de las 4 de la tarde.

Matías Bize genera la misma que-ja. Que La fiebre del loco y Sexo con amor están muy bien, pero se margina a casi latotalidad de la producción actual de nuevos talentos.

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Puede que se refiera a esa generación a la que su colega Sebastián Lelio alude, cuando dice que las 4 películas chilenas estrenadas el 2009 en Francia de manera comercial (La Nana, Huacho, Navi-dad e Ilusiones ópticas) representan apenas ‘la punta del iceberg’.

Eso, afirma Lelio, es apenas lo que aparece como más visible frente a un movi-miento mucho mayor de muchas cosas que están pasando en lo audiovisual en Chile. La verdad, rondan en el país crea-dores con talento como Elisa Eliash (Mami te amo), Tiziana Panizza (Una carta visual), José Luis Torres Leiva (El cielo, la tierra y la lluvia) o José Luis Sepúlveda (El pejesapo), sin contar el mundo del video arte, el cor-tometraje y el documental, todos ellos evo-lucionando en su propia esfera sin emerger realmente a nivel nacional.

Estos directores quedan recluidos al mundo de los festivales, o al par de se-manas que su película alcanza a durar en salas. Esto porque, en la industria, si una cinta no supera un número mínimo de es-pectadores durante su primera semana de proyección, es sacada de inmediato de ca-denas como Movieland y Hoyts (las que do-minan el mercado).

El caso emblemático este año (2009) fue Navidad, de Lelio. Mientras en Francia, es lanzada a 20 copias y recibe elogios de la ‘Biblia’ de la crítica europea –la prestigiosa revista gala Cahiers du Ciné-ma-, en Chile, dura una semana en salas, al llegar apenas a los dos mil espectadores. Si bien su debut, La sagrada fa-milia, logró un cierto éxito de taquilla y de elogios, su segunda obra pasó desaper-ibida en el país. Algo mezquino para los cuatro años que demoró en gestarse su película nueva, entre escritura del guión (gracias a una beca en Francia), rodaje y montar el corte definitivo (sólo eso duró 10 largos me-ses, junto a Soledad Salfate).

‘Es el cine que se está haciendo, que se exporta y que, en Chile, pasa sin pena ni gloria para la mayoría, o sale muy rápidamente de los circuitos de exposición pública’, concluye Bize.

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La cultura pop se inserta en Turistas como una radiación magnética subyacente einevitable. En su segunda película, Alicia Scherson deja la ciudad para internar a sus personajes

en el parque nacional Las Siete Tazas. En este entorno, la directora elige la músicafolk y electrónica de I-calma para su banda sonora.

La primera impresión tras salir de Turistas es la de sentir que Alicia Scherson ha sido un tanto cruel con los personajes de su nue- va película. Con subtextos pop insertos en la cinta, la historia de cada uno de ellos se vemarcada por el leitmotiv de la canción de Joy Division que Alicia tiene la delicadeza de traducir, aunque nunca en un tono ob-vio. No pone el tema en la banda so-nora, sólo se escucha de los labios de Sofía Geldrez, en una de las escenas en el baño del parque nacional Siete Tazas.

“Love will tear us apart” (“el amornos despedazará”) es la constante que unea Carla, la protagonista (Aline Kuppenhe-im), a su marido (Marcelo Alonso), a Ulrik (Diego Noguera), el mochilero noruego, al guardaparques y hasta la familia que acam-pa al lado del extranjero y la (anti) heroína.

La letra compuesta por Ian Curtis, en medio de la destrucción de su matrimo nio a través del hastío, es el eje de la pelí-cula y ritma las distintas historias íntimas de cada uno de ellos. “No puedo mentir. Si, a veces, la vida es así”, dice Scherson.

¿Los deja al descampado, enton-ces? “Ellos establecen lazos, lo que les permite seguir adelante y reconstruirse”, responde la directora. “Son seres en mo-vimiento, de todas maneras, no entidades estancadas en alguna desesperación.

Torpes, incapaces de comprender el mundo que los rodea, pero móviles, y con espe-ranza, a pesar del profundo malestar que los invade, que es el que llega con la vida adulta que no tienen idea de cómo mane-jar”, indica Alicia.

Al verla por segunda vez, Turistas revela esta templanza. Tal vez, porque es como una canción pop que quieres escu-char otra vez para captar mejor los detallesy las sutilezas. Algo aún más notorio que enPlay, el alabado debut de Scherson.

La frase que canta Claudia Huido-bro junto a la melodía de Philippe Boisier en “Même si (demo)”, uno de los temas deapertura de Turistas, expone la sensibilidadde Alicia.

“Aunque ya no me quieras, dimecosas dulces”, murmura la vocalista en francés: “Même si tu ne m’aimes plus, dis-moi des mots doux”. Es la misma imagen que deja el entorno natural.

Aunque los personajes son “tu-ristas”, extraños a este fenómeno que los rodea -marcados por una manera de ser urbana y sabiendo que tienen un punto de retorno-, son cobijados por el verde intensoque predomina en todos los tonos a lo largode la visualidad de la película.

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¿La esperanza en medio de la des-trucción? “El folk de la guitarra de Philippecalza muy bien con esta atmósfera, y los toques electrónicos reflejan el tono actual de la historia”, comenta Scherson.

-¿Cómo mezclas música e imagen en Tu-ristas?-Utilicé el mismo director de fotografía, elmismo director de arte y el mismo diseña-dor de sonido que en Play, esa parte es bien parecida. El desafío era encuadrar la na-turaleza con el mismo cuidado que cuando quieres captar una construcción arquitec-tónica.

-¿En qué sentido?-Es decir, no dejarse llevar por la bellezainmediata tipo documental, sino construiry ficcionar la naturaleza.

-¿Cómo?-Eso, usando los colores, las líneas del bos-que, viendo lo natural del mismo modo en que asumirías un interior o una ciudad. Una naturaleza controlada por el hombre, siguiendo las líneas del bosque como segui-rías las de los edificios en una ciudad. Ahíjuegas también con los colores, los tonosde verde.

-¿El sonido?-Eso también, porque está el sonido real, que es maravilloso, pero éste se puede di-señar y trabajar. Por eso, es tan bueno ver la película en un cine, porque hay un juego con los volúmenes, con los distintos par-lantes en el surround. Fue un trabajo muy delicado con un diseñador de sonido fantás-tico, que es Miguel Hormazábal.

¿Qué pasa con la banda sonora?-Se la encargué a Philippe Boisier. Un pococon la idea detrás de recuperar el sonido

de la guitarra, de lo acústico, pero inter-venido con electrónica como para incluir lo documental del estilo. Por supuesto, la guitarra hace referencia a la fogata y a todo lo que eso implica, las canciones que se esperan.

-¿Quemas un guitarra, por qué?-Es una larga historia… (Se ríe y calla un momento). Yo creo que en todo este juego de las fogatas y el guitarreo en ellas, Carlaes una mujer tan torpe, que no sabe cómotocar una guitarra, pero ésta le puede darcalor a través del fuego…Fue algo contro-vertido dentro del equipo de rodaje, todosme preguntaban por qué lo hacía. Es un plano secuencia, muy catártico y en un mo-mento de clímax en la película, ves cómose queman las cuerdas y van saltando una auna, y luego se consume…

Viejas canciones

Las primas Susana (Viviana Herrera y Sofía Geldrez, ambas con el mismo nom-bre en el rol) son góticas que trabajan en el almacén del parque. El guardaparques Orlando Palma les ha traducido el tema de Joy Division. A él le encanta hablar de vie-jas canciones.

Las referencias se van entremez-clando con la trama siempre en un punto casi subyacente, como una suerte de me-moria colectiva. En un Chile post político, post-histórico, radicado en una actualidad difícil de definir, sino por ciertos elementoscomo las máquinas que invaden el bosque de forma destructiva, representando acasoel peligro real en esta época, más allá de las epopeyas sociales.

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Turistas juega en el detalle, en lo íntimo, en las historias pequeñas-pero sig-nificativas- de los protagonistas. Y aquí las canciones, y lo pop, son parte de la identi-dad.

-¿Cómo te haces cargo de la culturapop en Turistas?-Es como una suerte de “basura ambiente”, la cultura pop ha sido un fenómeno tan grande, tan emisora. Tengo un diálogo en este corto Llorando debajo del agua donde hay un piloto de avión que creer viajar a través de un cielo vacío. Pero, en realidad, este espacio está lleno de ondas, de viejos programas de televisión y canciones.

-¿Inevitable?-Yo creo que es más difícil obviar este fe-nómeno que dejarlo entrar, porque está en todas partes. Aunque estés en la natura-leza, vas a encontrar, no sé, una letra de Metallica en un tronco, y eso en todas par-tes del mundo. Por ello, creo que lo pop es parte de lo que somos.

Turistas incluye una escena de bádminton. “Este es un deporte que me gustó porque es liviano, ligero, aéreo”, ex-plica Scherson. Luego, Alicia se dio cuentade la similitud con el clásico icónico de Michelangelo Antonioni, Blow Up, una de los films favoritos de la directora. En éste, unos mimos juegan tenis sin una pelota, o con una imaginaria. En la cinta de la chile-na, hay pelota pero no cancha.

“Me di cuenta de la cercanía y Vi-viana Herrera lleva una camiseta de la pelí-cula de Antonioni”, añade Scherson.

Huerquehue

Philippe Boisier trasladó por com-pleto el estudio de ensayo y grabación que mantiene al borde del Parque Forestal a una cabaña en la precordillera del sur de Chile, para grabar la banda sonora de Turis-tas, generada a través de su proyecto Ical-ma. Batería, interfaces de protools, bajo, teclados, efectos y guitarras.

En la cabaña frente a la de Boisier, Soledad Salfate y Alicia Scherson realizan el montaje de la película, mientras el músico dedica su día (y, a veces, noche) a producirel material que conformaría temas como “Même si”, “Huerquehue” y “Aline Alone”.Las canciones de Turistas apelan al post- folk de Papa M (el guitarrista de Slint y Tor-toise), Directions in Music y Will Oldham, el norteamericano tras Palace Brothers y Bonnie Prince Billy.

Durante las noches de fogata, se escuchan ecos de una versión de “Los Mo-mentos” de Eduardo Gatti y los Blops. Una suerte de demo en el que parece oírse una voz femenina de lejos (¿Armelle Pioline, de Holden, otrora vocalista de Icalma?).

La versión definitiva incluye (en vivo) a Gepe en las voces, Julián Peña en Piano Rhodes, Pablo Flores en instrumentos electrónicos y metalófono, a Franco Cicce-ro y a Pedro Greene (el baterista original de Los Blops).

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Esta última es la que aparece en el desenlace de la película, y que cuenta con un clip con tomas de la cinta. El vi-deo restituye la atmósfera postmodernista de Icalma, de recontextualizar el tema con ritmos electrónicos.

Aparte de esta banda, This Co aporta con un tema dark. Los Muebles ha-cen lo suyo con “Vanidad”. Este grupo se presenta en vivo bajo el concepto del pla-yback, con un folk rock cercano a lo pri-mero de R.E.M. y The Wallflowers y letras divertidas como la del hombre que le ad-vierte a una mujer que no se acerque mu-cho o la violará…

Éste es un salto para Alicia, quien había trabajado con lo más granado de la avanzada norteamericana de electrónica indie en Play, su debut en largo.

Ello, gracias a su experiencia como becaria Fulbright en la Universidad de Chi-cago en artes visuales (donde fue profesora asistente de video arte).

Telefon Tel Aviv, Pulseprogram-ming y L’altra colaboran con temas más ligados a lo urbano. Una suerte de genera-ción de relevo después de los experimentos de Tortoise, estas bandas forman parte de sellos tan creativos como Aesthetics y Hef-ty.

Al ser Turistas una película que se desarrolla en la naturaleza, la propuesta musical debía ser la contraparte de Play, un film de ciudad. Por eso, el sabor a madera y a bosque del folk de Icalma, actualizado a través de los aportes electrónicos.

Tal vez porque, en la historia, los personajes se pasean por un mundo que saben que dejarán, y volverán a sus vidas, aunque modificados por la experiencia de internarse en su propio bosque emocional, evolucionando a tientas, sin saber adónde llegarán.

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vía www.super45.net

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Sebastián Lelio: Monsieur Navidad

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La segunda película de Sebastián Lelio se estrenó en Francia a 20 copias y ganó buenas críticas enmedios como Cahiers du cinéma. Navidad narra la experiencia iniciática de tres adolescentes, cada

uno huérfano a su manera, durante estas fiestas. Con una fotografía y actuación impecables, el autor logra un reconocimiento desde el guión, escrito gracias a una residencia del festival de Cannes.

Sebastián Lelio está feliz, sentadoen un café en Providencia. A unas semanas del lanzamiento en Francia de su segunda película, Navidad, ésta ha recibido sólo elogios de la exigente y entendida crítica gala.

Cahiers du cinéma, la revista más prestigiosa del país, no sólo le dedicó una página completa, sino que, agrega el direc-tor, descubrió todos los puntos que afloranen la cinta, en profundidad. ‘Mientras que La Sagrada Fami-lia se ensañaba en destruir la familia, Na-vidad se empeña en construir una, a partir de la llegada de Alicia, una joven fugada de 15 años que busca a su padre y que se invita a la mesa de la joven pareja conformada por Aurora y Alejandro. Ellos se encargaràn de tejer una familia de corazón y no de sangre, temporal y no definitiva, libertaria y no burguesa’, escribe Nicolas Azalbert. Un éxito que el cineasta agradece.‘Es otro país’ alude Sebastián acerca de Francia. Allá, su cinta, junto a otras tres chilenas (entre ellas, Huacho y La nana), se exhibe comercialmente en varias ciuda-des y es bien recibida.

Navidad transcurre por tiempos casi contemplativos, con una acción sutil ysubterránea. Tres adolescentes se encuen-tran en una casa en la precordillera el díade la pascua.

Todos son huérfanos, a su mane-ra. Aurora y Alejandro llegan a la casa del difunto padre de ésta, la que ha sido ven-dida, pero ella quiere recuperar una caja perdida de discos (vinilos) de su progenitor.

En el invernadero, Alejandro encuentra a Alicia, quien ha huido de la casa de su ma-dre para ubicar a su papá.

-¿Por qué tardaste 3 años en volver desdeLa Sagrada Familia?-Porque, en Navidad -y en la primera, tam-bién- me tomé, de partida, un año para montar. Ahí ya va uno. Entonces, en rigor, es un tiempo normal, si consideras un año de guión, uno de producción –encontrar losfondos y rodar- y uno de montaje.-¿Cómo fue el proceso de Navidad?-Fue interesante. Nunca sé bien de dónde me aparecen las ideas, y desde que ésta apareció hasta escribir el guión pasó un año. Gracias a que me gané la residencia de Cannes, estuve en Francia prácticamen-te siete meses dedicado sólo a escribir.

-¿Qué ocurrió, entonces?-Nos planteamos hacer una película muchomás delicada que La sagrada familia, y esorequiere mucha dedicación, mucha escritu-ra. Independiente del tema de la visualiza-ción, escribimos mucho ya que para poderllegar a esos espacios de improvisación, és-tos requieren de un marco que debe estar muy bien definido, y eso fue muy trabaja-do.

-¿Escribiste junto a Gonzalo Maza?-Sí. La idea original es mía y escribimos juntos el guión. Estuvimos siempre conec-tados a través de Skype mientras yo estaba afuera. Luego, el montaje, que es uno de los procesos que más me interesan, fueron diez meses junto a Soledad Salfate. Fue muy bonito, ya que nos dedicamos obsesi-vamente a depurar y tratar de ser lo más elegantes y económicos posibles.

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-¿Ah sí?-Quizás, en todo esto, yo siento que es una película que si entras, todo bien, pero que, si no te metes, te puede dejar un poco afuera.

-¿Afuera?-Sí, ya que las cosas ocurren muy por deba-jo, muy sutilmente.

-¿Cómo elegiste tan bella locación?-Mira, esto es lo que los franceses llaman un ‘huis clos’, o un encierro. Es un relato entre paredes, aunque hay una salida. Me encanta la idea de este claustro pero con vista, de un encierro flotante, ya que siem-pre están las ventanas.

-Ok-En La sagrada familia pasaba un poco lo mismo, aunque ahí era el mar. Aquí, es este paisaje montañoso que te hace flotar en medio de árboles. En ese sentido, la lo-cación, en términos técnicos no era muy cómoda, ya que me brindaba la sensación de cabaña. De refugio, también. Era muy importante encontrar una buena casa.

-¿Dónde queda, en El Arrayán?-Queda en Lo Cañas, arriba de La Florida y Peñalolén. Bueno, la casa, en sí, es como un personaje. Es como el cadáver del pa-dre. Para mí, desde el guión, el padre des-de la ultratumba, ejercía una influencia sobre lo que estaba pasando. No algo fan-tasmagórico, sino a través de los objetos, como restos de una vida.

-¿Como su música?-Su música, la casa misma, su época (los años setenta). El sector, aparte, esa cosa medio hippie, medio de izquierda.

-Reunía todo lo necesario...-Como es una película en la que la visuali-dad y el tiempo son importantes, también lo es el espacio, y el ‘encierro flotante’ fue lo que más me gustó de esa casa. Rodri-go Bazaes (Machuca, Los 80), el director de arte, la pintó entera y la envejeció, la intervino acorde a lo que queríamos. Las lecturas que él hizo del guión y su mate-rialización objetual para la película fueron claves.

-¿Cómo fue el trabajo con Benjamín Echa-zarreta en la fotografía?-Con Benjamín somos amigos. Nos conoci-mos mientras estudiábamos juntos en la Escuela de Cine de Chile el ’96, y él le hizo la dirección de foto a mi primer corto. Hi-cimos un par de cosas más juntos y había quedado en el aire la idea de trabajar am-bos un día.

-¿Resultó?-Ahora, Echazarreta es un muy buen direc-tor de fotografía, muy dedicado, con mu-cha delicadeza en lo que hace, muy maño-so, muy francés, a fin de cuenta. Yo creo que hicimos un buen ajuste entre mi forma más desordenada y poco convencional de abordar la cámara con su trabajo mucho más obsesivo.

-¿Es más cuidado que tu debut?-De todas maneras. Compartimos la cámara e hicimos una iluminación en 360° lo que permite mucho más movimiento. En vez de un sistema de corte, realizamos uno de ‘no-corte’, donde yo lo decía y simplemen-te cambiaba la cámara de lugar, ello para no romper con las líneas emocionales de losactores. Para no hacerlos parar, sino seguir todo el rato actuando.

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-¿Cuánto duró el rodaje?-Un mes. Yo creo que Benja logró sacarle mucho provecho a la alta definición digital (HD) y lograr esa nostalgia, casi como si se tratase de un recuerdo, que la película exu-da. Lo hablamos mucho como desafío, y fue una meta que se cumplió.

-¿Cómo fue la experiencia respecto a tu primera cinta?-Tuve una sensación mucho más fuerte de estar buscando en el camino, mientras la hacía, el hilo conductor de la película. En ese sentido, en el rodaje nos fuimos en-contrando con ese tempo, ese ritmo, que tiene Navidad. A mí me gusta la sensación de filmar lo que no se puede escribir, de encontrarse con el acontecimiento durante el rodaje.

-¿Cómo?-De encontrar momentos que escapan a lo ‘literatoso’ del cine para llegar a un punto mucho más documental donde la cámara capta algo que es efímero, que se va, o algo que ocurre sólo una vez. La película está construida en un gran porcentaje de mo-mentos así, más allá de lo construido, de loque se documentó, o plasmó en la cinta, al final.

-¿Ello involucra al espectador al construir él mismo una narrativa?-Sí, de hecho, en el guión mismo, la pelícu-la está construida con mucha información que técnicamente se llama filtraje. Hay muchos datos sustraídos del relato, mucha elipsis y señales que están fuera de cuadro y que el espectador debe reconstruir como si fuera un puzle. En este sentido, te obliga a participar.

-¿Te sientes cercano al cine contemplati-vo de José Luis Torres Leiva?-A mí me encanta el trabajo de José, cla-ro que encuentro que mi trabajo tiene una vocación mucho más narrativa y melodra-mática, él tiene una deconstrucción mu-

cho más importante del lenguaje. Ya que en Navidad, el story line es un melodrama tradicional: ‘tres adolescentes perdidos se encuentran en navidad, en una noche que cambiará sus vidas’. Lo que pasa es que está construida con métodos visuales que están en tensión con eso. Me interesa lle-varlo hacia lugares nuevos, aunque con ese punto de partida.

-¿Hacia dónde? -Ni yo lo tengo tan claro. A mí, justamente, me gusta ir encontrando la película en el camino, al hacerla, y luego ver con estos espacios de improvisación que es lo quedó de lo que hicimos todos. En ese sentido, para mí, la verdadera escritura está en el montaje más que en el guión, si bien éste dicta pautas predefinidas. Es al momento de montar que decanta de verdad la pelícu-la, con una escritura mucho más fina.

-¿Cuán importante es el montaje para ti?-Mucho. Pues es donde realmente se arma la película. Si bien, siempre estás hacien-do cine durante la escritura de guión o en el rodaje, el montar es el punto culmine, ‘donde las papas queman’, donde los dados están tirados y tienes que hacer con lo que dispones. Ahí empiezas a tratar de hacer algo con ese material, que la suma de las partes sea más. Yo creo en la construcción de sistemas, en el fondo, me interesa des-cubrir uno donde todo resuene entre sí de una manera poética, misteriosa y que la su-matoria sea algo que potencie los fragmen-tos, que los eleve.

-¿Cómo incorporaste lo político-histórico como subtexto?-Eso es una jugada súper consciente, muy delicada, que está muy de fondo, nunca adelante. Hay un tema en la película que es la orfandad, bueno, vivencial pero, tam-bién, metafórica de los personajes. Ellos pertenecen a una generación post-utopías, la primera nacida en democracia.

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-¿De qué manera?-Estos son errantes, tanto en sus divagacio-nes, como en lo ideológico. Aquellos están buscando algo con lo que quedarse, del le-gado.

-¿Por eso la hija busca la caja de discos de su padre?-Por eso la caja de discos es tan importan-te. De alguna manera ahí, siento que esos ecos del pasado, también, traen consigo una carga relacionada con la herencia de una generación que intentó hacer un cam-bio de manera colectiva. Es otro contexto político y todo.

-¿Y la nueva generación?-En cierta manera, estos personajes de aho-ra están, igualmente, buscando herramien-tas para el cambio, aunque sea cambiarse a sí mismos. La película intenta crear un vaso comunicante entre las dos generaciones a través, principalmente, del arte y la músi-ca, que traen consigo una carga ideológica.

-Aparece Víctor Jara entre los vinilos…-Claro, pero aparte la música que escuchan (como Aguaturbia) eran como los albores del rock, que si bien en la época era lo me-nos servil a la causa política, hoy aparece con toda una connotación de rebeldía. Y ellos pueden intentar reciclar algo de eso, que aún es muy útil, aunque en un contexto diferente, en uno donde el individualismo no es un valor negativo.

-¿Una autoafirmación?-En la misma película, los personajes bus-can separarse de una serie de ataduras familiares y de herencias con las que no quieren cargar. En ese corte, hay una cier-ta violencia implícita, que está ausentada pero que ocurre. En todo ello, y en lo que van descubriendo, nunca volverán a ser los mismos.

-¿Cómo?-En el proceso de individualización de un

ser humano, siempre hay que hacer un cier-to daño, tiene que haber un poco de san-gre, o un corte. Es algo que también apare-ce en La sagrada familia, pues me interesamucho. Aquí, los personajes son más chi-cos, pero buscan cortar con algo para llegar a ser quiénes son.

Respecto al rito que implica la na-vidad y la iniciación de estos tres jóvenes, Lelio da algunas referencias. ‘El abrir y ce-rrar las cortinas al inicio y final de la pelícu-la tiene que ver con un asunto de hipnosis’, precisa Sebastián.

También, para el director, con algo como de brujería. ‘En algunos rituales se dibuja un círculo de tiza y, al final, éste se borra, eso tiene una función simbólica de delimitar el territorio donde va a ocurrir la magia’, indica.

La fecha misma de navidad es un terreno de juego constante para Lelio en términos simbólicos. Como cuando en el invernadero (establo), aparece (nace) una niña, Alicia. ‘Ella es una suerte de María abandonada, alguien a quien cobijar’, co-menta Sebastián. La actriz que la interpre-ta, Alicia Rodríguez, resultó un hallazgo de talento para el cineasta. Hija de una ami-ga, se presentó a los castings y encajó de manera sorprendente en improvisaciones con los otros actores.

Rodríguez quedó elegida y tenía 15 años al momento de rodar. ‘Además de su naturalidad, su desparpajo e inteligen-cia, ella, en su interpretación, siempre está al límite, con una cosa entre ser muy niña, medio malévola, entre medio inocen-te, otro poco sexual…todo ese claroscuro es muy bonito, el no saber bien quién es ella’, estima el director. >>||<<p.a.u.s.a.

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Cristián Jiménez: La importancia del detalle

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Ilusiones Ópticas es el debut en largo de Cristián Jiménez. La cinta inauguró la última edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICV) con fuertes

dosis de humor negro, con un estilo cercano al de los hermanos Coen.

Ilusiones ópticas inauguró la úl-tima edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia con un toque de humor negro y una mirada ácida hacia la entrada de la modernidad en la provincia chilena, ya que ésta posee rasgos hilarantes al ser adoptada con aires aún tradicionales.

Durante la apertura, el director Cristán Jiménez menciona: ‘hice esta pelí-cula tras volver de Inglaterra donde estuve un par de años. Me encontré con una Val-divia con mall y McDonald’s, y, a pesar de todo esto, me di cuenta de que seguíamossiendo igual de provincianos’.

Ilusiones Ópticas se sitúa en este territorio, con un humor que busca los de-talles absurdos en lo cotidiano. Un guardia de centro comercial que se enamora de una ladrona -la que, en realidad, es una señora bien, interpretada por Valentina Vargas-, por ejemplo.

También, un judío que no profesa y al que a su hijo le da por el fanatismo (de-cide circuncidarse bajo recomendación de un rabino neoyorquino con el que se escribe por internet). El padre se ha quedado sin trabajo por la crisis y es derivado a un out-placement, que es un despido camuflado de capacitación a su nueva vida de cesante.

El ex-ejecutivo se enamora de su secretaria, la que quiere utilizar el benefi-cio de la empresa de seguros de salud para la que trabajan y hacerse una cirugía de au-mento de busto, frente a un doctor inter-pretado por el propio Jiménez que le dice que de todas maneras no tiene remedio.

A todos estos absurdos, se suma eldel personaje principal, interpretado porIván Álvarez de Araya, un ciego que recupe-ra la visión y que se asusta un poco frente al mundo que ve.

Con un guión coescrito por Alicia Scherson (Play, Turistas), Ilusiones ópticas se aboca a describir un sur actual y urbano, buscando lo ridículo en el desfase entre la modernidad que llega a una ciudad que si-gue siendo pueblerina en su mentalidad.

El afán de Jiménez por hurgar en los detalles rutinarios se acerca bastante al trabajo de los hermanos Coen (El gran Le-bowsky) y, sin duda, al teatro del absurdo.

-¿Por qué una película en Valdivia?-Soy valdiviano. En realidad, hasta hacer el corto El tesoro de los caracoles, esta-ba medio desenchufado de Valdivia. Ahí fue cuando tomó cuerpo que era posible hacer una película sobre y desde esta ciudad.

-¿Cómo?-Algo que tuviera en cuenta algunas obser-vaciones al respecto y que simplemente fluyó, sin que yo lo hubiese planeado de antes. Tuve un clic y, por lo menos, ahora, tengo ganas de hacer un par de cosas más acá.

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¿Cómo contactaste la productora de Bru-no Bettati?-Cuando volví de Inglaterra, y empecé a planificar el rodaje de ‘El secreto de los caracoles’, me enteré de que Bruno había instalado una productora acá. Lo contacté y nos dimos cuenta de que teníamos un pro-yecto en común, con el que me sentía re-presentado. De ahí en adelante, el trabajo entre ambos ha sido bueno y lo veo como algo a largo plazo para adelante.

-¿Por qué elegiste el humor como género?-Es voluntario, en la medida en que estoy trabajando sobre el humor, e intento con-trolarlo y dosificarlo, con una cierta inves-tigación. Pero, es involuntario, en el senti-do en que lo que hago me sale bien: cuando estaba en la universidad, escribía cuentos, y siempre el resultado llegaba a un punto entre melancólico y divertido.

-¿Ah sí?-También, creo que es el registro en el que mesiento más cómodo. De todas maneras, tampoco es sólo humor, siempre mantiene un dejo villero y de tristeza. Un poco como lo que hace Woody Allen, aunque no lo he intentado, creo que llegaría a algo pareci-do.

-¿Cómo es tu trabajo sobre lo ridículo en lo cotidiano?-Trato de trabajar bastante en la obser-vación. No es que uno encuentre cien por ciento lo que busca, pero sí fragmentos, anécdotas e imágenes que luego reconstru-yo. Extraigo esto de la vida real y luego, en el proceso de escritura, construyo una historia alrededor de este fragmento.

-¿De qué manera?-Comienzo a preguntarme, qué es lo que hace que esto ocurre, qué es lo que hay alrededor de esto. En ese sentido, en mi proceso, observar es vital.

-¿Encontrar el detalle curioso?-Trabajo así: recopilo el material y luego lo distorsiono, lo moldeo y lo trato de hacer divertido. Mis colores, por así decirlo, mi base, la traigo desde la realidad.

-¿Cómo fue la experiencia de hacer tu primer largometraje?-Fue bien exigente este proyecto, ya que el guión era complicado y teníamos que rodar en muchas locaciones en poco tiempo. El rodaje duró 26 días y eso nos exigió mucho en términos de producción. Pero, igual, yo quedé muy conforme con ello, creo que pude adquirir un tono y una cierta mirada con esta película. Los actores quedaron muy contentos con el resultado en panta-lla. Ahora, tengo ganas de hacer algo nue-vo, no necesariamente en la misma línea. Aunque, esto es una etapa que había que quemar.

-¿Te sientes próximo a Boris Quercia, en el humor?-No mucho, creo que somos distintos. Me siento más cercano a Alicia Scherson, a Elisa Eliash, a Sebastián Silva, a José San-doval de Te creís la más linda, y a Andrés Waissbluth, quien está de productor en Ilu-siones Ópticas, somos amigos y comparti-mos muchas cosas.

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julien temple | g l a s t o n b u r y

Julien Temple | Glastonbury

Ubicado al lado del valle de Ava-lon y del grupo de menhires y dólmenes de Stonehenge, Glastonbury es un lugar mítico en Inglaterra. Corre la leyenda de que ahí está el santo grial y que el mismo Jesucristo habría visitado esta zona.

Hoy, gracias al tesón de un gran-jero, es también el sitio donde se realiza año a año uno de los festivales de música más grandes del mundo, albergando en la actualidad a unas 300 mil personas.

Julian Temple realizó este do-cumental para la cadena BBC, y mira con ojos curiosos este bastión cultural. El ci-neasta recopila material desde los inicios en 1971 hasta ahora. Mucho más que un simple festi-val pop, Glastonbury es la expresión de un fuerte movimiento contra-cultural. En los setenta, Michael Eavis descubrió el movimiento hippie y se apasionó con sus ideales de una sociedad distinta, en plena Inglaterra rural y conservadora, en el su-doeste de la isla.

Eavis quiso copiar el modelo de Woodstock, con críticas al capitalismo y la búsqueda del dinero y el éxito, a los que acusa de estar destruyendo el planeta. En las imágenes, conciertos con el público desnudo, alojados en carpas y en éxta-sis y comunión con el hermoso entorno de la campiña británica. Eran los años de la marihuana, el ácido, el amor libre, las protestas contra la guerra, el pacifismo y la ecología, unidos a ideales de izquierda.

El dejarlo todo para volver a la tierra, al cultivo propio y la autarquía era la meta. El rock, el folk y la música afri-cana presentes en este evento, la voz de una generación.

En Glastonbury, no se le permitió entrar a la policía sino hasta hace pocos años. El público podía hacer lo que se le diera la gana sin restricciones, en una forma anárquica que terminó por generar su propio sistema de vida. Lo que partió como una fiesta comunitaria fue crecien-do como una bola de nieve.

Durante los ochenta, Glastonbury agrupaba a gran parte de los opositores a la dama de hierro, Margaret Tatcher, que reprimía las revueltas producto del des-empleo con una policía violenta, no muy lejana a la de una dictadura, golpeando descarnadamente a los ciudadanos.

El libre mercado desarrollado al máximo en este experimento económico que fue Chile tras 1973 se convirtió en el modelo a seguir por la primera ministra -gran amiga de Pinochet tras su colabora-ciòn con Gran Bretaña durante la guerra de las Malvinas-, con efectos devastado-res y recesivos para las clases populares. En el festival de Glastonbury, nació la consigna ‘No, Maggie, no’, coreada hasta por los niños.

Eavis tuvo que luchar todo el tiempo con el ayuntamiento del pueblo, espantado por toda esta gente extraña que llegaba ‘sucia y maloliente’, por ahí hasta el festival.

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Cuando la represión llegó al máximo, los policías desalojaron un cam-pamento de nómades establecidos en Stonehenge, a pocos kilómetros, durante 1985. En la época de la recesión, la op-ción para algunos para no vivir en la calle era vivir en un tráiler.

El documental muestra el des-alojo, con policías golpeando con lumas a mujeres en el rostro hasta dejarlas in-conscientes y sangrando, sacando a los niños del pelo, agarrando entre varios a los hombres a patadas en el suelo.

Eavis acogió a los nómades, e incluso simuló expulsarlos para que la policía se quedara tranquila. Ellos empe-zaron a trabajar en el festival en labores menores, pero en 1990, organizaron una revuelta y se enfrentaron entre ellos por mujeres, dinero y drogas.

El granjero no tuvo más que ex-pulsarlos, se reforzó la cerca del evento y se pusieron cámaras en todos lados. Los músicos protestaron, diciendo que se había perdido el espíritu de Glastonbury, que Eavis se había aburguesado.

El mismo Joe Strummer (The Clash) aparece rompiendo cámaras en el escenario, e incluso, en su ira, le pega al lente de Julien Temple, su amigo, al que le pedirá disculpas luego.

Mucho más que pop, en Glaston-bury aparecen músicos negros tocando estilos tradicionales, gente de la India y árabes, haciendo del festival un lugar cos-mopolita donde confluyen todas las cultu-ras y colores.

Si bien las drogas son un tema ahí, Michael Eavis fiscaliza y requisa los estupefacientes, al tiempo que declara que la continuidad de la fiesta se debe a que él mismo no consume sustancias. Aún así, éstas son ingeridas por algunos asis-tentes.

Aunque, así como hay excesos, también hay familias que disfrutan con sus hijos, o gente de la tercera edad que acude al evento.

En términos musicales, Julian Temple expone sabrosos cortes. Da gus-to cómo valoriza la música de su país, al mostrar en sobrecogedoras actuaciones a Pulp, Primal Scream, Blur y David Bowie (quien declara haber estado ahí en los se-tenta). Hasta Coldplay suenan increíbles (de verdad) y con una energía fuera de lo común, así como Massive Attack y Björk (mostrada en sus inicios con un hermoso ‘Human Behaviour’).

Radiohead aparece con una ver-sión que eriza la piel de ‘Fake plastic trees’, mientras que Morrissey lo hace con ‘The boy with a thorn in his side’, Prodigy con ‘Firestarter’, además de Nick Cave & The Bad Seeds y The Chemical Brothers.

El clima de carnaval que evoca el festival es reflejado en la cinta con tomas de los atuendos exóticos y hasta disfraces de la concurrencia, y de las distintas ac-tividades (hasta fiestas gay) que incluyen los tres días que dura el evento en Glas-tonbury.

Asimismo, el pasar de largo y no dormir, o la gente que trata de colarse por la cerca, siendo repelidos brutalmen-te por la policía (es fácil entender porque se les dice ‘the pigs’, los cerdos). Tam-bién, lo que significa la experiencia para las personas que acuden al lugar, y lo que representa esto dentro de la contra-cul-tura británica.

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Historia y geografía de un ruido es un documental que retrata de manera fiel el aura intensa, eléctrica y demoledo-ra de Supersordo, banda emblemática del sonido experimental del rock de la déca-da de 1990 en Chile.

Primer episodio de una trilogía -que incluye una mirada al hardcore de esos años y una investigación en torno al sello y colectivo de electrónica abstracta Ojo de Apolo-, éste es el debut de la rea-lizadora Susana Díaz.

Supersordo se formó a inicios de los ‘90 y existió hasta principios de 1998, integrado por Rodrigo “Katafú” Rozas, en guitarra; Miguel Ángel “Comegato” Monte-negro, en bajo; Jorge Cortés, en batería y Claudio Fernández en voces. Todos ellos, provenientes de experiencias disímiles, las que supieron conjugar a la perfección en el sonido híbrido y avasallador de la banda.

Comegato venía de vivir en Brasil y tocar en bandas de metal, Fernández llegó desde Italia con mucha influencia del har-dcore y lo experimental, Katafú venía del punk (en grupos como Caos y Anarquía), mientras que Cortés era un fan de King Crimson y del rock progresivo de Yes.

Juntos, desarrollaron una mixtura improbable de todos sus gustos, en una ex-periencia única, a degustar de preferencia en vivo, donde lo entregaban todo arriba del escenario. Ello es muy bien reflejado por Historia y geografía de un ruido, docu-mental que intercala material en directo con entrevistas a los músicos, además de apreciaciones externas, como la de Álvaro España. Su grupo Fiskales Ad Hok apadrinó a Supersordo, dándoles la oportunidad de abrir en casi todas sus fechas en la época.

El logro de Susana Díaz es el de re-crear audiovisualmente el poder devastador de una de las mejores bandas de su tiempo,

a años luz tanto del brit pop (copiado de forma deplorable) por sus contemporáneos, como del sonido de un rock mucho más clá-sico y convencional cultivado por otros.

Ello, a punta de nervio y empeño, ya que este documental no cuenta con fon-do alguno para su realización, sino el apoyo de un puñado de amigos melómanos y con-vencidos. Un favorito dentro de la compe-tencia nacional de este In-Edit, donde su estreno fue exitoso y a tablero vuelto.

Notable, también, es el mostrar el recorrido posterior de cada uno de los miembros de Supersordo. Katafú formó los esenciales Familea Miranda, conjunto que reside en Barcelona, España, actualmen-te. Lo integran, también, Rodrigo Gombe-roff en bajo y José Junemann (Zigaretten Pause) en batería, y es uno de los mejores proyectos en emerger del underground san-tiaguino en la presente década.

Cortés formó el colectivo Ojo de Apolo, abandonando para siempre la ba-tería (instrumento en el que se destacó dentro de la escena), y ahora hace electro experimental con Cáncer, y micro house con Receptor y Jorge C, al tiempo que ha aprendido a mezclar con tornamesas como disc Jockey.

Comegato fundó Yajaira, trío de stoner rock muy psicodélico, junto a Sam Maquieira (The Ganjas), y luego el grupo de doom metal Electrozombies, en la senda de Fudge Tunnel y Neurosis, mientras que Fernández desarrolló un programa de radio virado al noise, y un proyecto solista que mezcla reggaeton y metal.

Todo ello es recogido y expuesto en Historia y geografía de un ruido, dán-dole un plus indudable al documental, al mostrar las distintas carreras que empren-dieron los integrantes de Supersordo dentro del panorama chileno de hoy.

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Corre 1966 y Brian Wilson, com-positor para The Beach Boys, ha descu-bierto los encantos de la marihuana y otras drogas (LSD), que lo hacen reinter-pretar totalmente los alcances de sus par-tituras.

La experimentación en el estu-dio de sonoridades y texturas lleva a Wil-son al universo sicodélico de Alicia en el País de las Maravillas y de Disney. El resul-tado será Pet Sounds (Capitol, 1966), un álbum de pop barroco, lleno de detalles y matices, muy visionario para su época.

“Mi impresión la primera vez que me pegué una volada, fue que tras pedir un vaso de agua, sentí que era la primera vez que bebía agua en mi vida, sabía tan fresca y revitalizante…”, indica el genio trastocado. Si bien las ventas no son fabu-losas, el disco es visto por sus pares músi-cos como una obra de perfección avanza-da. Brian recibe dos halagadoras llamadas telefónicas. La primera, de John Lennon; la segunda, de Paul McCartney. Los reyes del rock, en plena época de gloria, caían rendidos a los pies de Wilson.

Radicado en California, Brian es, ahora, un reconocido productor que va diez pasos más adelante que cualquiera en Los Ángeles. La discográfica Capitol re-acciona entusiasmada frente a la aproxi-mación naif de Wilson a la sicodelia, que es la de un niño que juega e intenta des-cubrir las facetas positivas de un mundo que se cae a pedazos entre la guerra de Vietnam y una polarización no tan fría como dicen los libros de historia. La re-acción de Brian frente a la actualidad que enfrenta no es sino la del asombro frente a todo lo que ve. Capitol le encarga producir el nuevo disco de Beach Boys, y componer-lo. Esto lo realiza en interminables sesio-nes de grabación en el estudio que se ex-tenderán por más de seis meses, durante 1967, en un perfeccionismo inaudito para

la época. Graba y regraba cien veces las maquetas, ensayando nuevas fórmulas, con la presión auto-impuesta de crear un “disco perfecto”. De aquí en adelante, todo se vuelve complejo y nebuloso, y extrae un sencillo de adelanto: “Good vi-brations”, que llegará a ser número uno.

Brian Wilson ha dado con una al-quimia rara, que sabe está justo un poco más allá que sus contemporáneos. Le urge sacar pronto el álbum, antes de que otros se le adelanten por la senda trazada por Pet Sounds. Su ánimo está radiante cuando llega el momento de exponerle su cuidado trabajo a la banda. Ha creado una de las piezas más complejas y osadas del pop, con aires revolucionarios. Pero, la banda termina por rechazar el disco, ya que encuentra sus letras y melodías de-masiado experimentales, inentendibles para el gran público.

De ánimo jovial, Wilson comien-za a verse atrapado en una espiral cre-ciente de desilusiones y presiones. De pronto, Beach Boys decide enjuiciar a su disquera por los términos de su con-trato, y grandes colaboradores de Smile, el anunciado disco por venir, se retiran. Entre ellos, el talentoso letrista Van Dyke Parks. En este punto, Brian no da más y abandona el proyecto, para caer en una espiral autodestructiva que durará hasta su matrimonio de 1995.

Sus cercanos niegan que sea la droga. “Brian fumaba marihuana, pero eso era positivo para su trabajo. Él era muy obsesivo, y la marihuana le permitía concentrarse para trabajar muchas más horas de lo común, y satisfacer su creati-vidad compulsiva”, indica uno. En efecto, el breakdown que sufre Wilson se debe mucho más a su desequilibrio emocional por el rechazo que tuvo frente a lo que él considera como su obra maestra, y la mayor pieza de ingeniería pop que jamás se haya construido hasta entonces.

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Pasa el tiempo, y The Beatles sa-can Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, en 1967, siguiendo los postulados de Pet Sounds y llevándolos un poco más lejos. Wilson sabe lo que tiene entre manos, di-namita pura, y le frustra que un disco que frente al suyo sería convencional, como lo es el de los fab four, reciba los aplausos como un álbum de vanguardia pop. El silencio durará no menos de 37 años, hasta que en 2003, apoyado por ami-gos y una banda que acaba de formar, Brian decide retomar la composición de un Smile inconcluso, y cerrar el asunto con una pre-sentación en vivo en Londres.

Smile ve, al fin, la luz durante 2004. Wilson comprueba que su “catedral de sonidos” es bien recibida, a pesar de no ser muy accesible. El documental narra su historia y las distintas fases por las que atraviesa en este proceso, el que termina siendo uno de sanación, cerrando las heri-das abiertas por la prematura postergación del disco en pos de la industria. Brian se da cuenta de que siempre había estado en lo correcto y queda en paz consigo mismo.

Una historia similar vivirían dos grandes genios con una visión muy adelan-tada respecto a sus pares: Kevin Shields, quien todavía, tras casi 19 años, no pue-de darle un sucesor al titánico Loveless de My Bloody Valentine, y Scott Walker, quien pasó 20 años sin firmar una canción propia tras el fracaso comercial de su disco más ambicioso hasta entonces, Scott 4. Brian Wilson, eso sí, contó con una legión de se-guidores, todos muy connaisseurs y precio-sistas.

Ello, con figuras particularmente interesantes del indie y del pop, como lo son Jim O’Rourke, Stereolab, High Llamas, The New Pornographers, Ladybug Transis-tor, Yo La Tengo y Robert Wyatt, sólo por nombrar algunos de sus fans más notables.

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Shadow play es un documental que explora la vida y obra de Anton Cor-bijn, uno de los principales fotógrafos y videastas que ha plasmado en imágenes el mundo de la música desde hace más de tres décadas.

Si bien comienza a principios de la década de 1970 a sacar fotos de recita-les, es en 1979 que su carrera toma rele-vancia, al trasladarse a Londres y captar la bullente escena post punk de bandas como Public Image Limited (P.I.L.) y Joy Division.

Su relación con estos últimos lo lleva a dirigir su primer largometraje, el biopic Control (2007) sobre el conjunto de Manchester. Su pasión por el blanco y negro, el grano y una cierta visión pu-rista sacada de los franceses lo llevan a destacarse dentro de la fotografía, en sus inicios, trabajando para revistas como Vo-gue y Rolling Stone.

Su dislocada imaginación lo lleva a dirigir clips delirantes para Echo and the Bunnymen y Depeche Mode (como “Per-sonal Jesus”), sus principales clientes du-rante los años ‘80, con algunos trabajos para U2 y David Sylvian.

Durante la década de los ‘90, An-ton Corbijn se consolida como un artista visual reconocido, y el exigente Kurt Co-bain le encarga el polémico y descarnado clip para “Heart shaped box”.

Éste ganará un premio MTV, aun-que el videasta lo describe como uno de los trabajos más oscuros y complejos que él haya dirigido, al punto de que le solici-tó a Cobain sacar algunos elementos por ser demasiado tétricos.

Nick Cave and the Bad Seeds, Grant Lee Buffalo, Metallica, Mercury Rev y hasta unos terminales Roxette se suma-rán a sus acreedores, al tiempo que man-tiene a U2 y Depeche Mode.

El año 2000 encuentra a Anton Corbijn convertido en figura de culto, mientras que figuras emergentes como At The Drive In, Coldplay, Travis y The Killers le realizan encargos.

Ya en 2006, Corbijn se suelta y se decide a dirigir su largo Control, basa-do en una novela escrita por la viuda de Ian Curtis. Shadow play retrata la carrera de este destacado artista visual, con en-trevistas a quienes él supo retratar de la mejor manera posible.

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Con más pasión que medios, la joven realizadora Susana Díaz logra establecer un retrato fiel y tangible de una de las agrupaciones más enigmáticas, descarnadas e influyentes

del Chile en democracia: Supersordo. Historia y Geografía de un Ruido documenta el paso en agita-dos torbellinos de esta rara avis de la escena nacional que surgió y cayó en la década pasada, con

una intensidad y una electricidad avasalladoras.

Durante 2006, la directora Su-sana Díaz empezó a interesarse en de-jar testimonio de las distintas corrientes subterráneas que ella misma experimen-tó dentro de la audiencia de una escena post dictadura en los ‘90, que abarcaba el hardcore, los sonidos de vanguardia elec-trónica del colectivo Ojo de Apolo, y el indie rock de grupos como Congelador.

Con el tiempo, la idea de hacer algo con Supersordo comenzó a tomar for-ma, hasta que Díaz se decidió a llevar a cabo el proyecto.

Susana Díaz se vínculo como públi-co y fan a Supersordo, hasta que luego de recibirse en audiovisual decidió dejar testi-monio de una banda que se había transfor-mado en un mito.

A pesar de lo confidencial de su existencia, el cuarteto santiaguino influ-yó en casi todos los grupos que valdrían la pena en el rock independiente local: Mos-tro, Congelador, Guiso y Griz se declararían seguidores de su sonido, entre otros.

Para Los Ex de Colombina Parra, Supersordo es un grupo de cabecera, y la revista Rolling Stone los catalogó dentro de los mejores 20 discos chilenos de la histo-ria, tras encuestar a distintos músicos na-cionales.

Historia y Geografía de un Ruido permite a las nuevas generaciones aden-trarse en el sonido laberíntico de Supersor-

do, y muestra el impacto en vivo del con-junto, como un cataclismo sónico.

-¿Cómo se gestó el documental?-Este proyecto nació el 2006, mientras ela-boraba una trilogía de sonidos de los no-venta. Fue en paralelo a un documental so-bre el hardcore en Chile, el que abandoné por falta de archivos, o por lo precario del material. El 2007, lo de Supersordo tomó protagonismo.

-¿El trabajo duró tres años, por qué?-En parte porque los músicos eran medios inaccesibles. Mi primer contacto fue con Claudio Fernández, el vocalista. El vivía en Valdivia, y hace dos años fui para allá, al festival de cine. Él ya se había mudado a Ancud. Fui con mi amigo Felipe Ramírez, y Claudio nos recibió en su casa. Él trabajaba en audiovisual y me entregó dos cintas mini dv con material de la banda, fue lo primero que tuvimos. Fue nuestra primera entre-vista, también, la que usé para investiga-ción. Durante mucho tiempo fue lo único que poseía, ya que nadie me quería pasar material.

-¿En serio?- Recién cuando presenté el teaser de 7 minutos del documental en el festival de documentales musicales In-Edit 2008, co-menzó a aparecer más gente interesada en pasarme archivos. Ahí estuvimos como Work in Progress.

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-¿Fue durante 2009 que pudiste trabajar más, entonces?-Sí, 2007 y 2008 fueron más años de inves-tigación. Como era un proyecto paralelo a Hardcore, a veces trabajaba en uno, y lue-go en otro. A través de un amigo en común que estuvo un tiempo en lo de Supersordo, tuve al fin acceso a Katafú, quien accedió a autoentrevistarse en Barcelona, y con-formar así gran parte de la narración del relato. Yo soy amiga de Jorge Cortés, pero nunca quiso hablar. Comegato tuvo mucha buena onda, y accedió al fin a la entrevista. Lo raro, es que ninguno guardaba material del grupo, ni los discos, ni tomas en vivo, nada.

-¿Cuál es el sonido que se escucha en au-dio, entonces?-Es el mismo sonido en vivo de las cintas VHS que me conseguí. Por alguna razón, gran parte de los amigos de la banda, los que los registraban en video, eran del mun-do audiovisual, y se nota que era material en bruto para una edición a futuro, ya que está muy bien trabajado. Supersórdido me lo conseguí a través de Cristián Solar, quien lo remasterizó y subió a la red. Tzzzt me lo pasaron, y gran parte del audio corres-ponde al disco en vivo Un inmenso ruido de rock que sacó CFA.

-¿Cómo realizaste el montaje?-Me ayudó Efraín Robles, quien uniformó todas las tomas, de fuentes distintas, en el blanco y negro que yo había pre-concebido, además de añadir transiciones y efectos de post producción que hacen del documen-tal algo cabal. Él trabajó plano a plano, mejorando la imagen, estructurando ma-

temáticamente las secuencias, regulando los encuadres. En un trabajo en conjunto, quisimos hacer primar la energía en vivo de Supersordo. Hay muchas tomas que no sé de quiénes son, pero que estaban muy bien trabajadas. En algún momento, quise rea-lizar un trabajo inspirado en el documen-tal Instrument que hizo Jem Cohen sobre Fugazi.

-¿Un trabajo sobre la atmósfera?-Sí, darle continuidad a través de acoples, los juegos con la luz y sombra, y las na-rraciones que se intercalan con las tomas en vivo. Todo esto fue autogestionado, sin apoyo económico alguno, sino el trabajo desinteresado de muchos amigos, como Efraín. Reconstruimos un poco también lo que fue la movida de los ‘90, en su aspecto más experimental. Ellos tocaban con ban-das muy distintas en los conciertos, y ve-nían de backgrounds muy diferentes. Esto gatilló que luego todos siguieran haciendo música, con perspectivas radicalmente dis-tintas, como es el caso de Jorge Cortés, quien, a pesar de ser reconocido como un enorme baterista, dejó su instrumento para siempre, para dedicarse a la electrónica.

-¿Qué sigue ahora?-Mostrar el documental en In-Edit, en di-ciembre próximo. Estrenar oficialmente a principios del 2010, y tratar de movernos en festivales, además de hacer una edición en DVD del asunto. En cuanto a nuevos pro-yectos, queríamos hacer algo con Políticos Muertos, pero existe poco material, y con un amigo, estamos viendo co-dirigir un do-cumental sobre el Ojo de Apolo, el que fue realmente el primer sello de electrónica experimental en Chile.

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entrevista | vincent moon

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El francés Vincent Moon es un artista de lo inmediato. Presente para la última muestra de In-Edit en Santiago, el cineasta parisino expuso varios de sus largometrajes y dio una charla sobre su trabajo en La Blogothéque. Moon ha trabajado con Arcade Fire, Animal Collective, The National y R.E.M, entre

otros. En Chile, registró en Valparaíso a artistas nacionales como Camila Moreno y Goli.

“Can you hear me now?…Oh, that’s a Shellac song”, bromea Vincent Moon mientras prueba su micrófono en la antesala de la charla que dará en unos minutos en Lastarria 90 con motivo de su calidad de invitado a la última versión del Festival In-Edit en Santiago. Moon, cuyo verdadero nombre es Matthieu Saura (34 años), es un parisino que un día se mudó a Nueva York y descubrió su camino en la vida.

El día en que llegó a Estados Uni-dos a vivir por un tiempo con su novia, ésta lo dejó. Ello le indicó que debía se-guir en lo suyo, que estaba en lo correcto. ¿Qué era aquello? Las grabaciones (“my little movies”, como le gusta llamarlas) que le empezaron a encargar para el sitio La Blogothèque.

Con un olfato innegable y una verdadera adicción por la música, Matthieu-ahora-Vincent no sólo había visto cuanto con-cierto interesante se presentara en París. En NYC, siempre tuvo lo último entre sus manos. Para La Blogothèque, Vincent Moon estrenó una serie –que sigue hasta hoy- llamada Concerts à emporter, o Take away shows. En ella, se dedicó a grabar bandas en la cresta de la ola de lo que estaba saliendo, en un contexto muy es-pecial.

Más allá de producir un clip, con escenografía, o edición de locaciones, o cualquier producción artificial, Moon hizo

tomas inmediatas con sonido directo, de artistas tocando en la calle, en un par-que, en una iglesia o hasta un ascensor. Por sus manos, han pasado des-de Arcade Fire –los del elevador- hasta nombres confidenciales como el de Mar-la Hansen, o más conocidos como Animal Collective, The Dodos y The National. Lo último que prepara es el lanzamiento ofi-cial previsto para marzo de Burning, un largo sobre tomas en vivo de Mogwai, bus-cando reflejar todo el poder de los esco-ceses, tal como lo hizo con The National en su documental sobre la elaboración de Boxer. En este último trabajo, Moon cap-tura mucho el ambiente y la atmósfera, desde el barullo infernal del metro neo-yorquino, hasta las dudas de los integran-tes durante los seis meses de grabación del disco que los consagró.

“Llevo trece meses sin tener una casa fija, viajando, y he estado en este tiempo en los cinco continentes”, comen-ta Vincent. No sólo de indie rock vive este hombre, quien ha capturado, además, a artistas de África y Asia con la misma pa-sión que lo hace con los grupos que serán la próxima revelación en Pitchfork.

Ello incluye desde música tradi-cional japonesa, de Tanzania o flamenco. O, más recientemente, a Camila Moreno, Chinoy, Goli, Gepe, Kaskivano y Fernando Milagros, algunos de los chilenos que par-ticiparon en sus sesiones de grabación de Take away shows en su paso por Valparaí-so.

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Cercano en cierta medida a Lars Von Triers, Matthieu Saura ocupa todo lo que ocurre en el momento, los detalles, la emoción y los transeúntes, con una cierta voluntad documental de la impresión esté-tica.

“Una vez me grabaron mientras rodaba un clip, y fue horrible, parecía como un insecto, dando vueltas alrededor, contorsionándose de manera nerviosa y lle-no de tics, era francamente repulsivo”, se ríe Moon frente a la especie de posesión que sufre mientras tiene una cámara en la mano.

Vincent admite que lo suyo es compulsivo, y que es su momento en la vida para hecerlo. Ello lo ha llevado a trabajar con gente como R.E.M y a colaborar con pe-lículas como Miroir Noir, sobre Arcade Fire, aunque él no haya querido aparecer en los créditos. A la salida de la charla en Lasta-rria 90, Moon se muestra afable, mientras camina con su terno gris y corbata.

-¿Cuándo empezaste a hacer tus pelícu-las?-Hace unos cuatro años, empecé a grabar conciertos, y luego conocí a este amigo que se llama Pat, que tenía La Blogothèque y me propuso hacer esto, un poco por azar.

-¿Comenzaste solo con los Concerts à em-porter?-Sí, luego se sumó más gente, y ahora hay varios que están subiendo material.

-¿Vives en Nueva York?-He pasado mucho tiempo ahí, porque me encanta esa ciudad y trabajar en ella, pero estoy establecido principalmente en París.

-¿Qué tal lo de Mogwai?-Es un documental de 45 minutos hecho a partir de material en vivo que otra perso-na y yo habíamos capturado, es bastante violento.

-¿Cuál fue tu relación con Arcade Fire?-Hicimos varias cosas y luego me fui de gira con ellos.

-¿Para lo de Miroir Noir?-Sí, claro. Pero, de repente, había acumu-lado mucho material, y ya no tuve tiempo de trabajarlo como realizador. Les dejé lo que hice, pero al no llevarlo hasta el final, no quise que pusieran mi nombre ahí.

-¿Cómo lo haces para elegir la gente con la que trabajas?-No lo sé, voy a muchísimos shows en vivo, y luego, hay varios músicos de los cuales me hago amigo y termino rodando algo so-bre ellos.

-¿Cuánto tiempo llevas viajando?-Hace trece meses que no he vuelto real-mente a casa para quedarme. A ver… ¡Ya di la vuelta al mundo! En noviembre 2008 estuve en Tanzania, luego Japón, Nueva Ze-landa, América del Norte y ahora América del Sur.

-¿Cómo integras los ruidos y fenómenos del ambiente en tus pelis?-Creo que todavía no voy tan lejos en ese aspecto. Adoro el silencio. Éste nunca es un silencio absoluto, o vacío, en él pasan un montón de cosas. Me encanta un cineasta francés que hizo una cinta que se llama Sombra. Es una obra maestra, donde logra adquirir una densidad y presencia del soni-do, una tensión que es formidable a partir de nubes.

-¿Te gusta Lars Von Triers y su aproxima-ción a la cámara?-Sí, bueno, no me voy a quebrar la cabeza pensando en cómo iluminar un lugar, me quedo con lo que hay en el momento.

-¿Citaste a Shellac en la charla?-Sí, este año los vi cuatro veces en vivo.

-¿Cómo abordas el instante, lo que pasa en el momento?-No me gusta aferrarme al pasado, y para mí el presente es lo que existe y lo que puedo captar, lo que tengo a disposición y sobre lo que puedo jugar.

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Con una contundente muestra de material, el cineasta Jem Cohen fue tal vez la figura más relevante del Sanfic 5. Su mezcla de documental, video arte y cine experimental lo confirma con uno de los

grandes talentos independientes de las últimas décadas, llamando la atención de artistas como Patti y Elliott Smith, Fugazi, The Ex y REM.

Presente en Sanfic 5 con una retrospec-tiva a su trabajo en la sección Shoot the shooter, el cineasta independiente Jem Cohen expuso su particular visión del cine (y del mundo) junto a trabajos colaborati-vos con músicos como Patti Smith, Fugazi y Elliott Smith. Sus evocadoras imágenes de Nueva York y Ciudad de México reve-lan una fuerte tendencia a tratarlas como una pieza musical.

“Me considero un pescador de imágenes”, explica Jem Cohen en el cine arte Normandie, poco antes de comenzar su montaje Ciudad de México por azar (2009). El norteamericano nacido en Ka-bul, Afganistán, está presente con una re-trospectiva a su trabajo en Sanfic 5, en la sección Shoot the shooter, con muestras y clases magistrales, más este trabajo gra-bado y mostrado en marzo en la capital mexicana.

En principio llamado Manifiesto DF, este recorrido por parte del centro histórico de la ciudad cuenta con imá-genes de Cohen, música en vivo de Todd Griffin, Dj Rupture, Andy Moor (The Ex) y Guy Picciotto (Fugazi), y, para la versión chilena, la narración de Juan Pablo Basta-rrachea, uno de los gestores “in situ” del proyecto.

De inmediato, la visión de Cohen a través del lente difiere del formato na-rrativo “tradicional”. Se suceden situa-ciones, personajes y objetos, como el Mercado de Sonora; obreros trabajando en El Zócalo, esa enorme plaza al medio del epicentro de la urbe que creció sobre Tenochtitlán; personas bailando cumbia en la calle, una adolescente rezándole a la santa Muerte, una prostituta sentada, y transeúntes.

Todos caen bajo la cámara de Co-hen, quien les agradece en los créditos y los encuentra en su paseo guiado por Bastarrachea y sus amigos del Festival de México en el Centro Histórico. Ellos lo contactaron en BAFICI (Buenos Aires Fes-tival Internacional de Cine Independien-te) y le propusieron la idea de capturar el DF con su óptica particular. Esta incluye tomas en 8 y 16 milímetros, con planos largos, que se apuran o se vuelven más lentos según la subjetividad del cineasta, ahora expuesta en SANFIC.

Otra música

“No me importa”, replica Cohen frente a sus colaboraciones con REM. Sus vinculaciones con la música son de larga data y abarcan algo más que retratar la historia que aparece en una canción. “Cuando comencé a hacer pe-lículas justo nacía MTV, que redujo las enormes posibilidades de la relación ima-gen-audio a términos obvios (bikinis) y publicitarios de hacer un spot (clip) para un producto (álbum). Yo no quería eso”, aclara Jem, al día siguiente en su clase magistral “La otra música”, ofrecida en la cineteca del Centro Cultural Palacio de la Moneda.

-¿A qué te refieres con “otra música”?-A hacer música con las imágenes: cómo moldeas un sonido, y, también, cómo po-drías escuchar una pieza de Shostakovich, la que atraviesa distintos estados. Puede ser a que va mucho más allá del concep-to de banda sonora con canciones, don-de hay una escena, sube la música, luego baja para el diálogo y vuelve a subir.

jem cohen: el vértigo de mirar (la música en imágenes)

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“La película que ustedes verán terminará de completarse en sus cabezas, entre sus ojos”, indica Jem, antes de ex-hibir sus cortos en la cineteca. La cinta Little Flags exhibe un realismo naturalista de documental, de mostrar la realidad –una manifestación de acogida a los soldados tras la 1ª guerra del Golfo, en 1991-, aun-que de manera deconstruida. Asimismo lo hace NYC Weights and Measures, o Ciudad de México por azar.

Gracias a los ritmos, la luz y las velocidades, se generan una suerte de equivalente de los drones difuminados en la música. Atmósferas, sensaciones. “Ima-ginen que es un sueño”, anuncia Cohen.

Un sueño despierto, y uno que a veces tiene implicancias políticas. “Nunca me gustó el crear una fantasía, como lo ha-cen los clips, sino capturar una cierta rea-lidad vista desde una perspectiva”, explica Jem. El baterista de Godspeed! You Black Emperor lo acompaña con unos sonidos en un corto y la relación con el trasfondo ideo-lógico de los canadienses es coincidente.

Despertar

Gran cultor del esteta, filósofo y ensayista Walter Benjamin, Cohen le dedi-có dos de sus obras expuestas durante seis meses en la Fondation Cartier de París, en conjunto con Patti Smith, el año pasado.

“Benjamin tenía esa posición en el cine, acerca de crear un sueño en la panta-lla, pero uno que provoque un despertar”, cita Cohen en la cafetería del Gatsby del cine Hoyts de la Reina. Tal como los discos de Godspeed…

Por los parlantes suena un tema ochentero, y a sus 46 años, Cohen se decla-ra harto. “Odio la mala música de mi país, en particular la de los 80as”. Vinculado en esa misma década -donde empezó a rodar a los 21 años mientras estudiaba arte- a ban-das que formaron parte del underground, como Fugazi y REM, el director detesta la estandarización radial.

“¿Viene Kenny G a Chile? Oh, él es el peor”, protesta. Sus preferencias van por íconos arty como Benjamin Smoke, un cantante gay que murió de Sida en 1999, tributado en el documental de Cohen por Chan Marshall y Vic Chesnutt. Hace un par de años, Cohen le puso imágenes a The Coral Sea, la colaboración entre la narrativa beatnik de Patti Smith y las nubes de guitarras ruidosas de Kevin Shields (My Bloody Valentine), en Londres. ¿Las proyecciones? “El mar, el cielo, las nu-bes, las olas y el cielo, y el mar”, recuerda Jem, con delicia y una gota de provocación frente a su minimalismo evidente.

-¿Por qué usas planos tan largos, de tres segundos?-¡Quince segundos, treinta, y más! Lo nece-sario hasta que veas realmente lo que está en la pantalla.

La simplicidad a veces es la fór-mula. Al menos, la que le resultó a Cohen en los registros intimistas de Elliott Smi-th que capturó a fines de 1996 en Port-land, Oregon. Este retrato audiovisual no sólo resulta conmovedor, de una belleza prístina apoyada sobre pocos elementos, sino que, además, es tal vez el único do-cumento de esta naturaleza producido

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por el cantautor, y editado por su se-llo de entonces, Kill Rock Stars, bajo el nombre de Lucky Three.

Daydream Nation

La amistad de Jem Cohen con Fu-gazi, nacida de haberse criado en el mismo barrio que el guitarrista Ian Mackaye, par-tió por una admiración mutua y un primer esfuerzo en Glueman. Este corto de Jem sobre un hom-bre que inhala pegamento bajo su ventana fue musicalizado por los de Washington DC, con letras como “Lo gasté todo”. Este ex-perimento colaborativo derivó en una déca-da de seguimiento plasmada por Cohen en su documental Instrument (1999, Dischord) que incluye tomas en Chile de la gira de 1997.

Con Guy Picciotto, el cineasta ha colaborado en otros proyectos tras el rece-so indefinido de Fugazi, como el disco de Vic Chesnutt que Cohen produjo con inte-grantes de A silver mount zion y el guita-rrista. “¡Vic Chesnutt es el rey!”, recalca Jem en castellano, acerca del cantautor admirado por Michael Stipe, Lambchop y Calexico.

Cat Power, los holandeses The Ex y Sonic Youth se suman al currículum de Cohen. “No soy muy fan de estos últimos, pero hice algo con ellos hace poco”, dice con reserva.

-¿Por qué la música?-No lo sé, debe ser por que cuando escucho música me siento como dentro de la cabe-za de otra persona, que es precisamente lo

que quiero hacer con mis imágenes, más que algo tradicional.

-¿Otro cine?-¿Cuál es el otro cine?, supongo que es, de verdad, el primer cine, el que empieza con tan sólo mirar, el que todos olvidan. El de los hermanos Lumière, que siguió luego con gente como Jean Vigo…Nunca fue cierto que fuese inaccesible esta otra tradición, no es lo que se le ha tildado de ser. No se puede ser inaccesible si estás mostrando el mundo en el que vives.

-Lo concreto…-Esto no es acerca del avantgarde o del film experimental, sino una vuelta a los oríge-nes. Me considero un clasicista, más que parte de la vanguardia.

Una ciudad con las venas abiertas

Dentro de las múltiples activida-des que Cohen realizó durante su semana en Chile, destacó la visita que hizo al Es-tadio Nacional junto a la cineasta local Ti-zianna Panizza.

“Visité los pasillos interiores y me pareció muy extraño el contraste entre la historia del lugar y lo que estaba pasando allá afuera en la cancha, como si nada”, reflexiona Jem.

Lo insólito es parte de su cine, en un surrealismo que va más allá de la ten-dencia a la locura de Dalí, sino que se en-marca dentro de las capacidades de obser-vación del cineasta.

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“Benjamin hablaba del surrea-lismo como una construcción casual de la naturaleza en la cual las relaciones entre los objetos dados provocan algo”, analiza el director.

El hecho es que, en su hiper-sensi-bilidad visual, Cohen siempre observa hasta encontrar un detalle revelador. “No lo sé, sólo ocurre, sucede que veo la punta en-cendida de tu cigarrillo, luego las cenizas que están por caer, y así. Puede ser la rama de un árbol, veo su forma, luego el fondo con el que se relaciona”.

En su visión de mundo, no sólo lo que le llama la atención participa, el deta-lle curioso, sino también un velo de miste-rio. Como lo estima Jean Luc Goddard en sus escritos, Cohen siempre deja algo no revelado en sus películas.

La interpretación varía según el espectador. “En la música pasa lo mismo: alguien que escucha a Bob Dylan puede en-contrar letras que lo identifiquen; y, otro, una melodía que va a tararear toda su vida sin saber siquiera de donde vino”, indica Jem.

Durante sus exhibiciones, alguien del público le pregunta al director por su afición a mostrar la basura en las calles. “Fue una muy buena pregunta”, afirma Co-hen.

Su visita acaba con la premiación de Sanfic en el Castillo Hidalgo. A este ac-tivista de Washington DC le parece inaudito que sea un alumno de Milton Friedmann, y uno de los más grandes banqueros y millo-narios chilenos, quien esté tras el festival

con Corpartes, la compañía que fundó Ál-varo Saieh para destinar sus impuestos a cultura en vez del Fisco, como lo permite la Ley Valdés.

En su trabajo con Patti Smith, Cohen la ha retratado más de una vez re-corriendo Manhattan y pensando en cómo cambió todo desde los movidos y beat se-senta hasta el dominio actual de los yup-pies.

En la noche de clausura, Cohen sube las escaleras a regañadientes para ver los premios, insinuando que eso no es lo im-portante. Seguro tiene razón, lo esencial, más que la fiesta y el encuentro social en el que las jóvenes se mueren por estar y brillar con sus tenidas, ha sido el recorrido por su propio lente, por su cine, un cons-tante generador de preguntas, inquietudes, sensaciones, ideas.

El vagar por su superación de los lugares comunes, a través de un proceso cercano al errar poético de Charles Bau-delaire, como en su enigmática Lost Book Found, quizás su obra culmine. Ésta muestra a Nueva York a través de un vendedor de maní y su relación con un extraño cuaderno de anotaciones encon-trado en la rejilla del metro, con direccio-nes, fórmulas químicas y conceptos físicos.

Una ciudad con las venas abiertas, lista para ser devorada por el espectador hasta en sus más mínimos (y curiosos) deta-lles.

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fados| carlos saura

Escuchar fado es una vuelta al pasado. Es una suerte de antropología musical en la cadena de distintos estilos que parecen entrelazarse hasta hoy de manera insospechada.

Existe un aire de algo etimoló-gicamente antiguo en este estilo prove-niente de Portugal, que posee una raíz medieval pagana que alterna con el tran-ce. También, un aire cálido, del Medite-rráneo, y moderno en sus acordes com-plejos.

Es el primer día en Valdivia, y la inauguración aún no ocurre. Sin embargo, ya parte esta muestra de Armonías, músi-ca y audiovisual curada por el director José Luis Torres Leiva.

Ésta explora las distintas posibi-lidades de imagen-sonido a través de do-cumentales y video arte. Destaca la obra del propio director, Trance, que reúne a distintas personas caminando y escuchando canciones por sus audífonos. Entre éstas, temas cedidos (algunos para la ocasión), como los de Animal Collective y The Dirty Three.

Una de las grandes atracciones de esta muestra es Empire II, que retrata el post punk – no wave de Nueva York, con música de Patti Smith, entre otros. Lo cu-rioso es que su exhibición es postergada por problemas técnicos, y los con ánimos punk que llegaron a la sala se van indignados. Re-sulta divertido, que el fado sea más punk que ellos. Artistas contemporáneos que han empezado en esa veta, o con ese espíritu rupturista, muchas veces son mucho más respetuosos del pasado que los que se van con las manos vacías de la función.

Matt Elliott, antes el radical señor The Third Eye Foundation, se ha vuelto ha-cia la música rusa, española y portuguesa antigua retransformándola, con elemen-tos no distintos a ciertas características del fado. Basta escuchar sus discos bajo su nombre para darse cuenta de que su postu-ra es mucho más nihilista que tres acordes con distorsión. Y se ha valido de invitados como Thom Yorke en las voces.

Tara Jane O’neil es otra. La ba-jista de los ruidosos y extremos Rodan, ha abrazado elementos como el acordeón. El mismo Prefuse 73 se nutre de la músi-ca portuguesa, andaluza y brasileña en su grupo Savath and Savalas. Si bien en una reconstrucción post modernista, todos ellos ahondan en tradiciones que sus pares dejan de lado. Así como estuvo el cliché de nutrir-se de la India en el pasado (Beatles), o de Marruecos (Lee Ranaldo de Sonic Youth, a través de los Yayoukas), la música ibérico-portuguesa posee más de un encanto.

Mientras la sala se vacía de los simpatizantes punks, emerge el verdadero valor del fado tras las imágenes intrigan-tes de Carlos Saura (uno de los herederos de Buñuel en España y una de las figuras del cine de ese país en los 1970). El fado, visto a través de chromas (pantallas de un color, como el damasco o el violeta), emer-ge como la raíz de la saudade. Aquel vital componente de ese gran estilo que es la bossa nova aparece aquí.

Si se quiere, al igual que el mee-ting pot humano brasileño que ocurre del encuentro de negros, europeos (y nativos), el bossa nova no es más que el cruce del inmemorial fado con los ritmos africanos y algo de jazz (otra raíz negra). Pero claro, el fado es la versión antigua, a escuchar con los padres y abuelos. Aunque, a través de los distintos artistas expuestos por Saura, aparecen actualizaciones, como ese grupo de hip hop que lo mezcla con el fado, con un resultado muy similar (y original), simi-lar al de bandas como Bajo Fondo Tango Club, que mezclan el tango y la electróni-ca.

En otras palabras, el fado es lo que le queda a Blonde Redhead si le sacas el hardcore y las guitarras eléctricas. Si le quitas el ritmo urbano del siglo XXI. Para muchos, esto es insoportable, para otros, es tan bello como disfrutar de un paseo por un museo de cuadros antiguos, o por una ciudad tranquila y hermosa como Valdivia. Es cuestión de principios, y de intereses. Me pareció ver a Matt Elliott entre el públi-co…

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En el 16º Festival Internacional de Cine de Valdivia, las jornadas dedica-das a la música y el cine, dentro del ciclo “Armonías, música y audiovisual” han ad-quirido ribetes experimentales, en tonos desafiantes y que perturban la percep-ción de los espectadores acostumbrados al cine clásico, tanto en formato como en narrativa. No es inhabitual que varios se retiren de la sala.

Con un corte radical, el chileno José Luís Torres Leiva –además, el curador de la muestra- expone Trance, una suma de 10 cortometrajes trabajados con el exce-lente director de fotografía Inti Briones.

En ellos, Torres Leiva se aboca a retratar a personajes cercanos con una téc-nica particular, que incluye imágenes don-de lo contemplativo supera a la acción, o bien ésta pasa en cámara lenta, ganando en intensidad y fuerza.

Esto resulta ser insoportable para casi la mitad del público de la sala Lord Cochrane, donde se exhibe el lunes 19 de octubre a las tres de la tarde. La tensión alcanzada es grande, como en el corto que incluye a Diego Noguera, de noche, en un paseo (un trip, un viaje) que incluye la mú-sica como eje central del relato.

En la serie Trance, el concepto ra-dica en la reacción de las personas frente a las melodías, y busca reflejar el mundo interno de cada participante.

En el capítulo dedicado a Noguera, el tema noise, experimental y pegado de un norteamericano -en la senda de Merzbow- hace crujir los dientes con su electricidad avasalladora, como una pared de ruido blanco, en el que la imagen grabada con night shot aparece áurea. Es fácil perderse en los planos, y todo se vuelve saturado, por momentos, de una manera extenuante.

Un momento emotivo es el que muestra en toda simplicidad a Macarena Teke con el hijo que tuvo con Néstor Can-tillana. Un instante casi sagrado y sobreco-gedor. Otro que quita el aliento es el que incluye a Low, que deja a la audiencia en un silencio, ensimismada.

El de Dirty Three resulta intrigan-te, con un fuerte dejo de nostalgia en la mirada, mientras que el de Quasi es urbano y sincopado.

Animal Collective se suma al proyecto con una canción sicodélica y lo-fi. Pocos direc-tores en Chile (y en el ámbito indie, en ge-neral, en el globo), se han dado el gusto de trabajar con artistas de esta categoría, y con un resultado tan prístino y personal.

Tal vez, unos cuantos, entre ellos, Braden King, que filmó el documental Dutch Harbour. Este trata sobre el remoto pueblo de Unalaska en la península boreal ameri-cana, con una banda sonora compuesta por colaboraciones entre los miembros de Tor-toise, Gastr del Sol, Palace Brothers, Dirty Three y Vandermark Five.

Para algunos en el cine Lord Co-chrane, lo de Torres Leiva no tiene nom-bre. Tienen razón. En sus propias palabras: “Trance nace como un gesto muy modesto por querer archivar en imágenes la música que admiro y los rostros de las personas que me rodean e importan.

La experiencia de este “registro”, constituye un acto de cine en sí, indepen-diente de su existencia posterior como obra. Es por eso que la mayor ambición de-trás de estas imágenes tiene que ver con la simpleza del acto de escuchar.”

José Luís agrega en su manifies-to: “Ser testigos de ese instante, fugaz e irrepetible donde finalmente es la música la que llena por completo esta pantalla y traduce estos rostros, gestos y sentimientos a un público que en definitiva, está invitado a sentarse, mirar y escuchar, sin buscar do-bles sentidos o explicaciones complejas a lo que estamos viendo.” Notable lo suyo.

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josè luis torres leiva | trance

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siegfried | kinogamma

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El francés Siegfried se ha conver-tido en un personaje en esta 16ª edición del Festival Internacional de Cine de Val-divia. Reconocible de inmediato por su look tipo Manu Chao, con el pelo largo y rubio sostenido por un turbante y su ropa de viajero errante, como una suerte de Arthur Rimbaud, tras internarse en el de-sierto. Su estilo de vida sale de lo común.

Le Sig, como se hace apodar, viaja por todo el mundo (en sentido literal y dando la vuelta) capturando imágenes de perso-nas: rostros y miradas de niños, mujeres, ancianos y hombres. “Soy un adicto, no puedo dejar la cámara descansar”, co-menta en un castellano marcado por el acento galo. Tiene un largometraje de fic-ción que se desarrolla en 17 países entre Europa, África, Asia y América, y, en la muestra Armonías, música y audiovisual, proyecta su serie Kinogamma, compuesta de 2 películas.

Además de personas, Siegfried capta paisajes, ciudades, cielos, aviones, metros, en una sucesión frenética de si-tuaciones ritmadas por la música que el mismo compone, o extrae de composito-res como Debussy y Shostakovich. Kinoga-mma 1 (East) retrata la ex Unión Soviética de una forma actual y urgente, aunque sin las pretensiones de un documental histórico-narrativo.

Entre la nieve, Moscú, Estonia, conservatorios, aeropuertos y trenes, Le Sig realiza un montaje impresionista, de mucha luz, como una sucesión de imá-genes con una riqueza fotográfica inten-sa, que se articulan gracias a la melodía. Siegfried rehuye hablar al respecto. En el panel de Cine Experimental realizado en el Sky Bar del hotel Dreams, junto a personajes como el realizador norteame-ricano Scott Stark, el Sig declara: “Todo lo que tengo que decir lo dicen mis pelícu-las, están pasando una en este momento, los invito a verla”. Y se va de la sala.

En las dos Kinogamma, el espectador via-ja con Siegfried, imbuyéndose de las sen-saciones (auditivas y visuales) que pro-voca el estar en un elemento extraño y desconocido. En el segundo episodio, Far East, la audiencia traspasa las fronteras para internarse en un universo cada vez más lejano (en atuendos, costumbres, cultura y raíces), aunque sin una preten-sión antropológica o explicativa que no sea la de captar la fuerza de una imagen inmediata.

A veces grabadas en un par de meses, las cintas de Sig son el reflejo de sus aventu-ras junto a su cámara, internándose en la geografía humana y natural del planeta. Sentados a la mesa, en el local Haussman de crudos y cerveza, el Sig anota los te-léfonos de los comensales. Tiene ganas de grabar a niños en el norte de Chile. Muestra dos abultados bolsillos y declara: “Esta es mi vida”.

De estas verdaderas bolsas mar-supiales extrae puñados de papeles: tar-jetas, boletos de avión, direcciones de conocidos en alguno de los tantos países que ha recorrido (desde el Nepal hasta Burkina Faso), papelillos, poemas, re-cuerdos… Un artista errante, Siegfried no sabe nunca donde estará después, aun-que su improvisación de la vida la hace de manera seria y calculada, coordinando posibilidades de acción.

Kinogamma 2 se aleja y se aleja cada vez más, hasta llegar a los cantos cacofóni-cos y ensordecedores de las mezquitas, que se exponen como un ruido gutural y primigenio, y los campos de colores de la Mongolia profunda. Serio y prolijo en su desorden, el Sig posee un ojo como po-cos y una sensibilidad musical virtuosa. Desbordante de talento, es un personaje de gran luminosidad. Un loco, ok, pero un loco lindo, como dicen.

versión web:www.super45.net

siegfried | kinogamma

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entrevista | ezequiel acuña

Con Excursiones, Ezequiel Acuña logra resumir simpleza, elegancia y emoción. Utilizando un mínimo de recursos, este astro lejano del nuevo cine argentino llega hasta los huesos con una mirada poéti-ca y cargada de nostalgia. Con espacio para el humor, la tragedia y los afectos, Acuña se aferra a un lenguaje audiovisual muy cercano al pop, mezclando a la perfección una música shoegaze con bellas

imágenes en blanco y negro, a través de la historia de dos amigos.

ezequiel acuña: un océano de acordes en eco

Ezequiel Acuña nada en olas de nostalgia y pop (entendido como un uni-verso en el conviven Slowdive y Jem Co-hen). Su nueva película Excursiones (en funciones en MALBA, Buenos Aires, du-rante todo enero) logra fundir con maes-tría la música incidental, un guión acer-tado y emotivo, además de una fotografía en blanco y negro tributaria de todo el horizonte indie tanto cinematográfico como de clips.

En su mundo –el Buenos Aires ac-tual, La Plata-, conviven personajes como una joven (Martina Juncadella) que anda siempre en patines, o el bajista de una banda (Ignacio Rodgers) que se agarra a golpes con el vocalista porque simple-mente no lo traga y porque “al muy estú-pido” se le ha ocurrido estudiar medicina y postergar los ensayos. Ello para luego embaucar a la chica en cuestión con un discurso nulo sobre cómo el patinar sobre el hielo congenia elementos primigenios como el agua, la tierra y el aire.

Ezequiel Acuña, de 33 años, plantea reflexiones en clave todo el tiem-po, respecto a asuntos como la amistad o la muerte. Marcos, egresado de teatro que se había dedicado a otra cosa, queda sin trabajo y le pide ayuda para montar una obra a Martín, al que no ve desde hace diez años. Éste es guionista y ha tenido éxito en programas de televisión, pero no se ven desde que murió Lucas, el tercero de la pandilla.

Claro que la amistad, desde el punto de vista del director, pasa por asuntos hilarantes como cuando uno le pide al otro que se saque la camiseta del concierto de Morrissey que anda trayen

do, ya que lo acusa de robársela, pero que ‘no importa’ y se la puede quedar (cuando la acusación huele a falsa y total-mente fuera de lugar).

Acuña posee una mirada prísti-na sobre sus personajes, lo que alterna con bellos paisajes internos reflejados a través de la banda sonora que inunda los momentos claves. No cualquiera, en rea-lidad. Ezequiel ofrece una oportunidad única gracias a su olfato de connaisseur de la activa escena rioplatense. Esta mis-ma que tantas alegrías le ha dado al indie rock sudamericano con bandas como 107 Faunos, Jaime sin Tierra o El Mató a un Policía Motorizado. Acuña ha participado de ello apoyando a bandas, montando un sello y produciendo recitales.

La música, y el indie rock en par-ticular, del cual Acuña es fan -al punto de declarar: “ya no escucho a Slowdive, porque me basta con los días de lluvia, como los de Valdivia”- imbuyen las cin-tas de Ezequiel. Ya en Nadar Solo (2003), aparecen múltiples referencias, ya que el personaje principal tiene un grupo con su mejor amigo (y Jaime sin Tierra aporta con temas originales). Luego, en Como un Avión Estrellado (2005), la melodía es el metrónomo de las emociones de los pro-tagonistas.

Ahora, en Excursiones (tal vez el secreto mejor guardado del cine del otro lado de la Cordillera), los acordes son una marea que reverbera la luz de la proyec-tora. Desde que empieza, para un fan de shoegaze, o de noise pop, o de pop con saudade o lo que sea la mezcla de spleen y rock, la entrega es bien recibida, con aires de sentirse en casa.

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Resultó divertido que, tras ver una copia de Nadar Solo sobre la mesa en la última Feria del Libro de Santiago, Alberto Fuguet y Ray Loriga asumieran haber estado hace poco con Ezequiel, y que, también, sentían su mundo como su hogar. Acuña, en cuanto a él, se declara fan de Congelador.

-¿Cuánto tiempo demoraste en hacer Ex-cursiones?-Un año, porque grabábamos tranquilos los fines de semana. Eso, y sin las presiones de tener que terminar el rodaje en dos meses o algo así. Algo muy relajado.

-¿Cómo relacionas la música y la imagen?-En las tres películas que he hecho me ha gustado mucho trabajar el soundtrack con canciones de una banda de rock, o ligadas a sonidos que me gustan. Me agradan las bandas sonoras originales, pero también trabajar con grupos y de ahí sacar material de las pistas de audio de sus temas. En Na-dar Solo, tuve a Jaime sin Tierra, quienes de hecho aparecen tocando en la película, además de composiciones incidentales en piano. Luego en Como un Avión Estrellado salen Jackson Souvenirs y Mi Pequeña Muer-te, quienes comparten un integrante.

-¿Y ahora?-En Excursiones, la música del soundtrack la hizo uno de los actores, que se llama, Santiago Pedrero, y el resto son cinco can-ciones de un grupo uruguayo que se llama La Foca. El asunto de los permisos y de los derechos de autor es costoso y complicado, así que agarro lo que tengo más a mano, aunque me encantaría tener temas de, por ejemplo, Congelador, en ciertas escenas. O de Sigur Ros, aunque eso es como muy flotante. Aparte, que así uno puede redes-cubrir lo local.

-¿Cómo partió esto?-No lo sé, vengo trabajando en ello hace un tiempo. Para la época de Nadar Solo, produje un par de eventos con Interamas, y con una banda que se llamaba Bauer. Había un asunto con el diseño, también. Ahí salió la idea de montar un pequeño sello, y em-pecé a editar material de estos grupos. Se llamó Nadar Solo Discos y editamos tres dis-cos. Algo muy lindo, tipo post rock, y muy poco comercial.

-¿Qué pasó, entonces?-Luego, sacamos las canciones de Nadar Solo, la película, en un compilado de ban-das que iban por la misma línea. Después de un tiempo, con Excursiones, llegamos a un acuerdo con el cantante de La Foca en que los dos pusimos plata para el tiraje de unas mil copias del disco, Vos Lejos de Vos, el arte y esas cosas. Es como un sello más fantasma que otra cosa: Yo No Fui Doña. En el arte, sale un chico con una pelota que le rompió el vidrio a la vecina. A lo mejor sa-camos algo del vocalista en solitario pero, no es un proyecto como para exigirnos sa-car dos discos al año o algo así. Es algo que me gusta y que volvería a hacer.

-¿Cómo incorporas la música que te gusta a tus imágenes?-No lo sé, es un proceso muy intuitivo. Aho-ra, por ejemplo, me traje un I-pod donde tengo desde Congelador hasta Camera Obs-cura, más pop español como Los Planetas. Y bueno, hay lugares que te generan una idea, una emoción, y luego tienes una ban-da de la que te gustó una canción de al-gún disco, y luego ves cómo va. Ahora, por ejemplo, con Excursiones, elegí unas cin-co canciones y fui seleccionando pedazos. Por ejemplo, dices: “esta parte de guitarra está buena y la podría usar”, y ahí fui tra-bajando de acuerdo a estos extractos.

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entrevista | ezequiel acuña

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-¿Es mucho más que un adorno, para tí?-Sí, bueno, hay películas donde salen dos personajes cantando en un auto, o en esce-nas de un baile, no lo sé. Sí, es una mani-pulación, del momento en que hay gente a la que no le gusta la música. Y está bueno incorporarlo como un elemento más que te aporte. Sin llegar a extremos de lágrimas como Cinema Paradiso…

-¿Al extremo de dejar la cinta en off y darle todo el volumen a la canción?-Sí, viste, había momentos incluso sin soni-do ambiente, o algunos ruiditos, pero muy abajo…A mí no me gusta eso de alternar diálogo con canción, si vas a tirar un tema, que se oiga.

-¿Has trabajado en clips?-Sí, junto a músicos como Fidel Nadal, un tipo de Mano Negra y de Todos Tus Muertos, con cosas por encargo. Pero, ello lo mezclo con una estética muy parecida a la de Como un Avión Estrellado. También, he trabajado con una banda que se llama Ojas. Y des-pués, hice unos videos para La Foca, que salen en su disco, y luego para un grupo que se llama Nubes en mi casa. No es un laburo constante pero lo hago de vez en cuando.

-¿Con qué elementos contaste para Ex-cursiones?-Tenía seis actores, para dos personajes principales, dos secundarios y dos más que aparecen. Las locaciones fueron mínimas, básicamente la misma casa, desde distintos ángulos para hacerla parecer sitios distin-tos, que es el hogar de uno de los actores, muy amigo mío.

-¿Muy lo fi?-Totalmente, sale mi casa, mi habitación, lugares que aparecen dados vuelta para convertirse en otra cosa…No es tan obvio, pero se puede jugar con los planos y los ob-

jetos. A veces, es difícil arrendar un lugar, o sacar a la gente, o poner extras. Si no te lo consigues, bueno, haces con lo que tienes a mano. Importa mucho más la finalidad de una escena que si tienes a alguien pasando por ahí o no, sobre todo si queda bien en términos visuales.

Tras pasar una temporada en Chile, Acuña se declara fan de Julián Peña. El director asume, también, un fenómeno extraño, que es que el indie en Santiago es más conoci-do por los chilenos, que lo que es el rock platense en Argentina. “Existe una brecha enorme entre el rock de estadio de grupos como La Renga y las bandas más indepen-dientes”, dice Ezequiel. “Luego, al medio, hay un vacío, y tras él, todas las bandas under como los 107 Faunos o El Mató a un Policía Motorizado”, prosigue.

-¿Jaime sin Tierra?-Jaime sin Tierra es quizás la menos des-conocida, porque le tocó abrir para gente como Sonic Youth en Buenos Aires, o para Luna y Tortoise. No tenía un tremendo nú-mero de público, pero funciona como un grupo padre que dejó a varios seguidores de su sonido, como Prieto Viaja Al Cosmos Con Mariano, o Norma… son todas bandas de La Plata, y ahí hay un movimiento bas-tante importante.

-¿Un círculo más bien hermético, sin tanta difusión?-Sí, obvio, Jaime sin Tierra, cuando le iba bien, podían ser unas doscientas personas. Nunca para estadio. Tal vez para lo de Sonic Youth, o lo de Luna.

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-Congelador le debe bastante a Galaxie 500…-Sí, claro, a Rodrigo Santis lo conocí jus-to antes del receso que se tomaron, el 2005. Ellos estaban medio desintegrados y él andaba con todo lo de Gepe, Que-masucabeza y el compilado que sacaron por la época (Panorama Neutral). Yo era muy fanático de estas bandas. Si estás con ganas, siempre puedes descubrir lo que te gusta, hace poco en una Rock de Lux, descubrí una banda italiana que se llama Kinder Forever. Una banda italiana editada por Elephant, y están increíbles, medios pop a lo Burt Bacharach. Si tie-nes curiosidad, siempre vas a descubrir, como, por ejemplo, cuando en Argentina teníamos a Suárez. En Buenos Aires, o en Santiago, tenían la misma cantidad de pú-blico, 25 personas (se ríe). Lee Ranaldo venía bastante a Argentina, a tocar con El Otro Yo, luego vinieron Los Planetas. Mogwai no tocó en Buenos Aires, eso sí (se queja).

Ezequiel termina recomendando la música incidental que Yo La Tengo le hizo a Old Joy. “Funciona muy bien como mezcla paisajes tipo Valdivia con la mú-sica de ellos, y les sale buenísimo”, con-cluye Acuña. Su segunda película, Como un Avión Estrellado, está para descarga gratis en Cinepata.

Más áspero que melancólico, el director ha declarado a la prensa de su país que la melancolía no le gusta desde el momento en que asoció a Chris Martin de Coldplay cantando con una guitarra en la playa. También, Ezequiel Acuña ha ma-nifestado que no le molesta la juventud de sus personajes. Le cuesta trabajar con actores de más edad, y encuentra algo fascinante en el estado de la adolescen-cia.

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nicanor parra | retrato de un antipoeta

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Retrato de un antipoeta es un documental que muestra muy bien la personalidad del físico, artista y escritor Nicanor Parra. Expuesto en todas sus fa-cetas, tanto la pública como la privada, la película funciona como un fiel reflejo de uno de los personajes más interesantes de las letras chilenas y latinoamericanas.

Entre los múltiples aspectos del poeta, en la cinta de Victor Jiménez, des-tacan el particular sentido del humor de Parra, su afición por Shakespeare y sus encendidos discursos. También, su rela-ción con sus hijos, Barraco y Colombina, y su nieto, en la intimidad de sus casas de La Reina y Las Cruces.

Resulta esencial descubrir su influencia en los poetas beatnicks, una de las vanguardias literarias más impor-tantes del siglo XX. Su editor en Estados Unidos era quien poseía la librería que frecuentaban escritores como Allen Gins-berg y Jack Kerouac, y la antipoesía de Nicanor les era familiar. Ello según la in-vestigación del cineasta Jiménez, quien obtuvo estos datos de una profesora de literatura en Cambridge.

El mismo Parra alojó a Ginsberg tras conocerlo en la visita que hizo a Chi-le con motivo del encuentro de poetas americanos organizado por Gonzalo Rojas en la universidad de Concepción en los sesenta.

Su influencia iría aún más allá, al haber sido publicado en Inglaterra, siendo conocido entre los poetas de Liverpool, de cuyo círculo emergieron The Beatles.

Otro punto relevante del docu-mental son los artefactos que diseña el autor, como una suerte de antiarte, los cuales fueron expuestos en España y lue-go en Chile, en aquella polémica expo-sición debajo del Palacio de La Moneda. En ella, a la entrada había un círculo que acogía al público con ‘las botellas vacías del autor’, con envases de vino y licores.

Aunque, lo más notorio fue su obra ‘El pago de Chile’ en la que aparecen colgados todos los presidentes chilenos, incluído Augusto Pinochet.

Retrato de un antipoeta ahonda en detalles como la relación de Nicanor con las mujeres, o con su hermana Vio-leta. También, su profunda vocación eco-lógica y su relación ambigua con los pre-mios literarios.

Victor Jiménez logra perfilar al personaje tras diez años de rodaje inter-mitente y una buena cantidad de invalua-ble material de archivo. Parte de ello es curioso, como el discurso que pronunció en 1998 en la feria del libro de Santiago, a poco de saberse la detención de Pino-chet en Londres.

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foto: warner p.a.u.s.a. >>||<<

Christina Rosenvinge:Tu labio superior(Warner Brothers)

La rubia danesa-española está de vuelta con su primer discoen castellano en más de diez años. Tras dejar su exitosa bandaChristina y Los Subterráneos, Rosenvinge se mudó a Nueva York

para convertirse en una artista de culto en inglés.

Gracias a su talento y con la ayuda de Sonic Youth–los ‘padres del rock independiente’- Christina encandiló

a la cosmopolita ciudad, hasta que decidió volver a Madridpara criar los hijos que tuvo con su ex –marido,

el escritor Ray Loriga.

Tu labio superior es un disco sensual y provocador,que describe la vuelta a la vida de soltera de la cantante.Warner sacó su disco en Chile, a la espera de su regreso

a los escenarios latinoamericanos.

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foto: emi p.a.u.s.a. >>||<<

The Beatles:(Álbum Blanco)Stereo Remaster 2009 (EMI)

Emi acaba de relanzar la discografía de los Beatles,cuyas ediciones no veían mejoras de audio

desde su traspaso al CD en 1987.

Con una nueva masterización digital, la músicade los Fab Four adquiere una nueva fuerza

y resaltan el brillo de la batería de Ringo Starr,la intensidad del bajo de Paul McCartney

y la electricidad de las guitarrasde John Lennon y George Harrison.

Los temas de los británicos recuperan la calidez de los longplayen vinilo, formato para el cual fueron hechos.

Disponible en una caja de lujo con todos los discos,o por separado, destaca en esta saga el álbum blanco doble

de 1968, llamado, simplemente, The Beatles.

Un disco vanguardista en cuanto a la experimentaciónen el estudio de estilos y sonoridades, esta pieza icónicaposee clásicos ineludibles como Helter Skelter, Revolutiony Happiness is a warm gun, además de hermosas canciones

como Dear prudence, Long long long y Blackbird.

Más que nostalgia, ésta es la ocasión perfecta pararedescubrir en matices insospechados una de las piezas

claves del rock and roll y de la cultura pop contemporánea,como lo es el álbum blanco de The Beatles.

Page 62: Revista de Cine

Ray Loriga:Ya sólo habla de amor

(Alfaguara)

En una época turbulenta de su vida, tras la separación de su matrimoniocon Christina Rosenvinge, el chico prodigio de la narrativa española actualarremete con una novela que retrata el mundo interior de un personaje

que está a dos metros del posible amor de su vidaen una reunión social en la embajada suiza.

El hombre se debate entre recuerdos de su vida afectiva,consideraciones prácticas y matices de idealismo,

y la novela dura el tiempo de esta fiesta.

Ray Loriga crea un universo rico en sentimientos y anécdotas,las cuales se pueblan de las mujeres que colman la vida de Sebastián,

el personaje de Ya sólo habla de amor.

Este libro es una reflexión en torno al mundo de las relaciones,ahondando en todos sus aspectos,

desde los conflictivos hasta los gratificantes y curiosos.

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foto: alfaguara p.a.u.s.a. >>||<<

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foto: gentileza holden p.a.u.s.a. >>||<<

Presentes en Chile el tiempo de una gira primaveral, los franceses de Holden finalizan

una suma de diez fechas initerrumpidas entre Santiago y regiones. La despedida es en el Centro

Cultural Amanda, tras una noche encendidaen El Clan. El ahora trío expone su último disco,

Fantomatisme, en formatos inusuales.

Armelle Pioline toca el bombo de manera sincopada, un poco como Moe Tucker de The VelvetUnderground, mientras Holden ejecuta un tema de

rock encendido de una energía primigenia. Cristóbal Carvajal envía secuencias en vivo

desde sus máquinas electrónicas, al tiempo que toca el bajo, mientras que Mocke toca su

guitarra con inspiración.

Por momentos, la banda genera una catarsis auditiva, al terminar uno de sus temas con

trozos incidentales de un ruido cálido y atmosférico. Algo antes visto sólo en experimentos como los de Broadcast y My bloody valentine, dos de los

referentes avantgarde de los franceses.

‘Antes trabajábamos mucho en torno a loops,construyendo sobre una base que se repetía’, indica

Armelle. ‘Ahora, hicimos Fantomatisme de una manera mucho más clásica y desnuda. Muchas

veces a partir de voces a capella, como cuando cantas una canción de cuna’, precisa la vocalista.

Pioline alterna la guitarra con percusiones y melódica sobre las tablas del Amanda.

Fantomatisme es el primer disco hecho tras la abrupta salida del baterista Pierre-Jean Grappin

debido a sus constantes problemas personales. ‘Él ya no estaba en condiciones de tocar,

ni de jugar, ni siquiera consigo mismo’, confía Armelle.

Del pop con tintes de jazz, electrónica e indiede sus primeros discos, Holden pasó a una forma

mucho más despojada, con un minimalismo paradojalmente muy difícil

de construir. ‘Tuve que volver a trabajar el canto, y, técnicamente, es lo más complejo

que hayamos hecho’, explica Pioline.

Todas las canciones quedan reducidasa su más mínima estructura y, a pesar de lo arriesgado que significa hacer una gira sin baterista, Holdensuena mucho más innovadory sólido que nunca. El trío lo entrega todo arriba del escenario, divierte y convence a su público.

En Francia están tocando a dúo, sólo Armelle y Mocke, ya que Cristóbal, el bajistachileno, se mudó de París a Santiago hace un par de años. Esta misma fórmula la repiten con motivo de una mini-gira por Brooklyn y NuevaYork, que efectúan a fines de 2009. ‘Fuimos y estuvo formidable’, escribe Armelle por correo, ya en casa.

La simplicidad es la clave para Fantomatisme. ‘Esto es como un espejismo, algo difuso, que parece haber estado ahí pero que captas muy de reojo’, indica Mocke. Menospop que sus discos anteriores, este álbum gana en madurez. La canción de autor es claramenteun referente para ellos. ‘A mí me encanta Violeta Parra’, cuenta Armelle. La vocalista la descubrióaños atrás de la mano de sus padres, jóvenes en los años sesenta.

‘Ahora, también, estoy haciendo eventos en mi departamento, shows en solitario para cincuenta personas en los que cocino entremeses para los asistentes’, detalla la cantante.Ello, un par de veces al mes, para seguir explotando su pasión por la música durante las pausas de Holden.

La banda, con los años, ha sabido definir su propio circuito dentro del underground parisino,y ha ganado en estima y críticas con Fantomatisme. Con un nuevo sonido, Holden mira el futuro con losojos de la experiencia. Si bien el rock and rollde sus primeros éxitos, como La Machine, unidos al easy listening, sigue presente en sus shows yespíritu, lo nuevo apunta al grano y en profundidad.

Desde ya, los franceses se despiden, perocon la promesa de un pronto regreso a Chile.

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Page 64: Revista de Cine

Shogún:El Brujo (Luna)

Cinco años demoró Cristián Heyne en hacer un nuevo disco de Shogún, tras La Rata.

Cinco años en que se lo cuestionó todo y abandonósus sonido habitual de guitarras con efectos

y una máquina de ritmos.

Lo nuevo, El Brujo, un mini lp de poco más de mediahora, es el reflejo de esta búsqueda incesante.

Una guitarra acústica e introspectiva es la base para nuevas melodías como Las Palabras.Ruinas se interna en juegos de voces inquietantes.

Ésta posee un clip a cargo de Alberto Fuguet, disponible en la web.

El brujo es uno de los trabajos más emotivos de Heyne, quien empezóShogún hace quince años. Más conocido por ser el productor

de actos tan disímiles como Supernova, Javiera Mena y, ahora, Dënver y Gepe, Cristián muestra una nueva faceta en uno

de sus mejores discos a la fecha. La pulcritud y emotividadson dos conceptos claves en su torturado nuevo álbum.

Descarga gratis en: http://www.cristianheyne.compassword: 74

p.a.u.s.a.>>||<< descarga

foto

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foto: amanda

pablo mackenna>>||<<amanda

‘Hölderlin y Rilke’, contesta Pablo Mackenna respecto a sus poetas favoritos. Este conductor

de televisión de 40 años se ocupa desde abrilde 2009 del Centro Cultural Amanda, ubicado en

los Cobres de Vitacura.

Las ex-salas del Multicinedieron vida a un proyecto único en el área,

poblada de pubs de dudoso gusto.

Amanda ofrece teatro,gastronomía, talleres de canto y actuación,

además de una buena selección de música en vivo.

Mackenna fundó este complejo, de dos salas (una principal para conciertos y fiestas, y otra

para teatro, talleres y proyecciones) junto a otros 4 socios.

El equipo fundador de Amanda lo conforman, ade-más, la publicista Magdalena Leighton, el ingeniero comercial Eduardo Córdova, el ingeniero industrial

Peter Pollak y la gastrónoma Javiera Silva.

‘No sólo tenemos fiestas’, dice Pablo frente al aspecto más conocido

del local. ‘Amaya Forch dicta talleres de cantopara niños y adolescentes, mientras que Julio Jung se encarga de los de teatro’,

prosigue Mackenna.

‘Además, poseemos una muy buena carta a precios accesibles para lo que son los platos’, explica el conductor, mientras señala un bocado de avestruz agridulce que en otro restaurante del sectorcostaría seguramente el doble.

Pablo se ve feliz con Amanda. Es un proyecto que él y el equipo siempre habían querido realizar.

Su pasión por las letras (es columnista y escritor) la extrapolaa todas las otras disciplinas artísticas.

Como si la experiencia sensible quisiera expandirla lo más posiblea todas las áreas de la percepción, ya sea el gusto, la visión o el oído.

Mackenna contesta que no es periodista, aunque se le nota orgulloso del diario delAmanda, que condensa la cartelera,datos de tendencias, la carta y una editorial.

Sus estudios son de filosofía, y los cursó en Alemania. Prefiere poetas germanos y nórdicos a los franceses, y, a pesar de suaura bohemia, Baudelaire y Rimbaud nunca le llamaron la atención.

Page 66: Revista de Cine

pablo mackenna>>||<<amanda p.a.u.s.a.>>||<< gestión

foto: amanda

En Amanda, la producción de eventos le corresponde a la publicista y

disc jockey Fernanda Arrau. Ella toca en el circuito, a veces junto a Pía

Sotomayor (productora de Constitución)bajo el alias de dj amigas.

Grupos como Holden,Astro y CHC, o solistascomo la francesa Coralie Clément, se han

presentado con éxito en Los Cobres,y las fiestas del lugar ya son parte del

circuito nocturno santiaguino.

Por ello, Amanda es una experiencia que sepresenta desde ya como sofisticada y

completa. Un visitante puede ver una obra (como las de Teatro a mil, festival al que el local

adhiere), luego cenar, para finalmente ver unabanda en vivo y terminar bailando hasta tarde,

si está de ánimo.

‘Tenemos un área para la familia, también, que son los talleres, y el teatro infantil de

los sábados en la mañana’, replica Mackenna. Èl es padre de una niña, y busca que el

fenómeno cultural sea una vivencia paratodas las edades.

Una de sus mayores alegríases grabar a su hija con una mini cámara que graba en HD (High definition), su último juguete.

El Centro Cultural Amanda funciona como un punto magnético para quienes busquen algo más que el simple consumo en Vitacura. Su oferta supera con creces la de los centros nocturnos de la comuna y ha sido bien recibida por el público.

Para este año, Amanda busca seguir proyectándose, aumentando la oferta de talleres y obras, además de potenciar otrasdisciplinas como el cine, o el diseño(realizan la feria Mandarina algunos finesde semana).

Con una buena infraestructuray auspicios de marcas de ropa, alcoholes ytelefonía, la idea de sus fundadores es disfrutarde la cultura en las mejores condiciones.

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amaya forch dirige los talleres de canto en amanda

Page 67: Revista de Cine

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soon| pronto| bientôt