ricardo rivas- el origen de la nacion
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8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
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Argentina de Creative Commons.
Rivas, Ricardo Alberto
El origen de la nación y loshistoriadoreslatinoamericanos
Cuadernos del CISH
1996, Año 1 Nro. 1, p. 52-67.
Cita sugeridaRivas, R. A. (1996) El origen de la nación y los histor iadoreslatinoamericanos [En línea]. Cuadernos del CISH, 1(1). Disponible
en:http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2491/ pr.2491.pdf
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
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ELORIGEN DELANACIÓNYLOSHISTORIADORES LATINO-
AIVBICANOS
icardo
lberto
ivas
j
Unidas con lazos que el cielo
formo
la
América
toda existe en Nación
.,
Vicente Salías, 8
.. formar argentinos a ejemplos de
aquellos que por serlo golpeaban en 1810
las puertas del Cabildo
Carlos L. Massa, 1874.
INTRODUCCiÓN
Desde una perspectiva teórica de mayor
alcance -cuyo resultado en este
caso
conside
ro relativamente modesto-,
trato
de
abordar
la
cuestión planteada sobre el origen de la nación
en la historiografía latinoamericana, observan
do el
rico
debate que al respecto están llevan
do a
cabo
calificados historiadores y especia
listas de
otras
disciplinas sobre el fenómeno
Estado-nación .
La intención es contextuar el tema en el
proceso
de conformación del Estado nacional
en América Latina, considerando interno a él a
las distintas formas de la conciencia social, cuya
Versión corregida
y
ampliada de la ponencia presenta
da en el Simposio América Latina a fines del siglo XX:
Claves históricas de su presente . V Jornadas lnter-
Ecuelss epartamentos
de
Historia
y I
Jornadas
Rioplatenses
Universitarias de Historia
Montevideo,
27, 28 Y 29 de setiembre de 1995.
expresión en la historiografia es obvia.]
El aporte de los historiadores a la función
estatal no deja dudas. En efecto, la
mediación
que el Estado establece entre las clases socia
lesno lo logra,simplemente comoartefacto sino
también como conciencia; de allí el rol de los
intelectuales del statu quo quienes, como dice
Alberto
Pla,
suman
su
inteligencia a la fuerza
y
entre
ambas
integran los aparatos de domina
ción.
...la relación IntelectualeslEstado es un
problema superestructura1lo mismo que la po
lítica,
y
tanto el pensamiento sea ideología o
ciencia) como el Estado aún considerándolo
como poder político a lo ax Weber) están
inmersos en la total idad de la
sociedad
o sea
en la relación estructura/superestructura).
2
or tratarse de una cuestión sobre el ori
gen de la nación según la histor iograf ia, y te
niendo en cuenta la impronta dejada
por
los his-
1
El problema no es nuevo ni el enfoque es original,
pese a lo cual creo que este trabajo aporta algunos
aspectos menos explorados en la copiosa producción
acerca
del tema y que en parte se cita más abajo.
Como
contexto historiográfico resulta muy
útil el
art ículo de Marta E.
Casaús
Arzú Los préstamos
metodológicos de la his toria y las Cienc ias Soc ia les
en América Latina en las últ imas décadas. Revisión
bibliográfica
• En Revista
de Historia
5. Depar
tamento de Historia. Facultad de Humanidades. Uni
versidad Nacional
de
Comahue. Mayo
1995. Pág.
11..38.
l
importante compilación de Antonio Annino,
Luis Castro Leiva
y
Francois - Xavier Guerra - De los
imperios a las naciones lberoemérice Ed. lber Caja.
Zaragoza, 1994, hubiese s ido una gran ayuda, pero
lamentablemente tuve
conocimiento de
esa obra
luego de redactar este art ículo.
2
Alberto
Pla-ví.os
intelectuaJes
y
el Estado , en Anua
rio Nº 16. Segunda época. Escuela de Historia. Fa
cultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacio
nal de
Rosario 1993 1994. Pág.81 88.
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toriadores del siglo pasado, el objeto de estudio
está
impregnado de historia polít ica . De ta l
manera
que el
tema
puede -por
su
naturaleza
provocar una fuerte tentación a
mirar
hacia la
historia política y a la narrativa histórica;
ya
la
vez, a plantear el desafio de sustentar el análi
sis precisamente, desde la percepción globali
zadora de la historia social y de las formulacio
nes teóricas del materialismo histórico.
¿HISTORI SOCI L O HISTORI
pOLfTIC
En sí misma, ya se sabe,
la
historia social
no
constituye
un
paradigma conceptual
homo
géneo. De hecho, la diversidad ha sido recono
cida
aún
entre los referentes de Annales
aun
que en su momento, fue relativamente unifor
me la oposición a latradición historicista en sus
vertientes
más
connotadas, tales
como
la his
toria política y la historianarrativa.
La rivalidad con la historiografia tradicio
nal no tenía por qué tener efectos
homogeneizadores. De hecho, no impidió dife
rencias con algún
grado
de significación, tales
como las que en cierta medida separaban
a
los
que centraban su análisis en las
tres
duracio
nes correspondientes a
estructura coyuntu-
ra y acontecimiento de los que recurrían a
los
tres
niveles analíticos,
producción clases
sociales y Estado
Es cierto que la historia social, económica
y
de las mentalidades,
pudo provocar
efectos
negativos al impugnar la relevancia de los even
tos políticos -cosa que lo s mismos·Anna/istas
están revisando criticamente-, pero es
muy
di
ficil que su aporte
al
estudio del
pasado
desde
perspectivas totalizantes se
haya
agotado o que
esté en crisis.
3
3 Cf Julián
Casanova
a
.
historia soctel
y
los histo-
riadores Editorial Crítica. Barcelona 1991.
Pág
.3g·
48 .
La llamada crisis de la historia social
y
las
múltiples
causas
esgrimidas
por
diversos auto
res han servido en muchos casos
para
recla
mar .el retorno
a
la historiografia tradicional,
como reacción a supuestos vicios deterministas
y a la ausencia de procesos políticos en la.his
toria
social.
Es sabido que el estigma del determinismo
es
una
acusación de vieja .
data
que ha apunta
do en la mayoría de los casos contra el mate
rialismo histórico,
y
si bien no
puede
exonerarse
de culpa a todos los historiadores que trabaja
ron desde
esa
perspectiva, la acusaciónes ex
cesiva e indiscriminada.
En cuantoa la ausencia de lapolítica,
tam
bién es probable una relativa exageración, pues
no todos los historiadores sociales hicieron his
toria
s in
política
y
de hecho, los historiadores
marxistas en su mayoría no
la
dejaron de lado.
Aunqueel
narrativismo
y
la historia
políti
ca no tienen necesariamente que
arrastrar
con
sigo
lacaraeterística
más importantede la his
toria tradicional,
tal
como
ser
historia de
élites
es obvio que
por
el contenido que encierran, un
retomo
a ciertas formas puede no ser
una
de
cisiónneutra de
los
historiadores,
así
como
tam
poco
lo son formulaciones revisionistas que en
algunos
casos,
se
empeñan
en hacer pasar
novedad por
innovación , como diría Pierre
Vilar.
A propósito, Josep
Fontana
ha
elaborado
propuestas superadoras
que,
no obstante, en
muchos casos podrían
ser acusadas
de con
servadoras , como mantener el nombre y el
uso
de categorías
tales como
clase, burguesía,
capitalismo, etc. 5
Las
recomendaciones de Fontana resul-
4
Peter Burke
-
a revo lución histor iográf ic
tren ese
« scuel
de
los
A n n a l e s : 1 9 2 9 1 ~ 8 9 .
Edi;torial Gedisa. Barcelona 1993. Edición inglesa
1990 .Pág.87-9a.
5
Josep Fontana
- a
histori después
del fin de la
historia Editorial Crítica.
Barcelona
1992.
53
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tan útiles a la hora de reflexionar sobre el tema
cuestión, tema que, como dije al principio,
bien puede tentar al historiador -desprevenido
o consciente- a buscar en lahistoria política de
viejocuñoelmodode abordar elproblemaacer
ca del origen de la nación.
Lahistoria
política
fuetradicicnalmente la
manera
comosemanifestó
la concepciónelitista
de la sociedad, por lo cual no debe sorprender
que su contenido, expresadomediante la histo
ria narrativa,
haya
predominado
y
no sólo
du
rante el siglo pasado bajo la guía de Ranke;
tampoco debe sorprender que siempre habrá
otra manera de interpretar la historia.
Si biendesde los primeros tiempos predo
minó la historia política
y
narrativa, la rebelión
de los Ilustrados del siglo XVIII provocó un
momentáneo desplazamiento cuya recupera
ción parecía fuertemente lograda en el siglo
XIX, aunque debió coexistir con modalidades
historiográficas que se ocuparon de la cultura,
la economía, la sociedad; tanto en Europa,
como en Estados Unidos y en América Lati
na.
Enningúncaso la historia es solamente la
narración
de
los hechos políticos, ni siquiera
cuando éstos constituyen el eje temático de
estudio, tal comoes el caso del Estado-nación.
Efectivamente, su origen,
contenido,
declina
ción actual
y
otros componentes del análisis,
pueden como los demás temas, ser abordados
desde la perspectiva más totalizante de la his
toria social, así el objeto imponga un determi
nado
tipo de fuentes
y
un diseñometodológico
relativamente específico. No se trata de desis
tir de lahistoriapolítica,setrata decontextuarla.
6
S.obre el
r t ~ r ~
a la narrativa, la historia polít ica
y
el Impac to teór ico del debate, ver Jul ián
Casanova
Op
cit.
pág.11-4-137.
Acerca
de
estas t e n d e n i ~
en la
que
Peter Burke considera la tercera genera
ción de la Escuela de los Annales, ver de este autor
Op
cit. pág
.68 93.
7 Peter Burke Op cit. pág.1S..19.
SO RE EST DO V N CiÓN
Eric Hobsbawn dice con .cierta ironía que
podría ser un indicador del ocaso de las nacio
nes
y
el nacionalismo, el hecho de que los his
toriadores
se
ocupen del
tema En
efecto, los
historiadores pueden analizar el origen de las
nacionesdesdelaposiciónprivilegiadaqueotor
ga un ciclo cuya declinación es obvia, aunque
sea menos predecible el
fin
de este proceso.
La contribuciónde lahistoriografia eneste sen
tido es también poco predecible, pues ella de
penderá de la destreza del investigador, pero
también del contexto ideológicoen que se des
envuelva.
Demanera similar en la épocade la for
mación de los estados nacionales en América
Latina en el siglo XIX, los historiadores hicie
ron un balance del pasado desde una posición
que también creyeronprivilegiada. Comoen el
caso anterior,la destrezay la ideología íbanjun
tos, pero de la misma manera, esta última era
definitoriaen
el momentode juzgar el
pasado.
Los debates acerca de qué es.una nación
y cuál es su origen estánocupando un impor
tante espacio en los últimos veinticinco años,
cuya diversidadde enfoques
y
cantidad de pu
blicaciones .llega a parecer apabullante. Una
muestra de esto puede verificarse en una im
portante compilacióndeGilDelannoi
y
Pierre
n ré
Taguieff
donde se incluyen trabajos
de las décadas de los setenta
y
ochenta que
permiten una visión de la evolución del trata
miento
de l
tema durante esos años. También
resulta de gran ayuda
la ntrodu ión
de Eric
Hobsbawm a su trabajo mencionado, así como
el primer capítulo del l ibro de Andrés de BIas
8 Eric J. Hobsbawn - Naciones y nacionalismo desde
178 Trad. de Jordi Beltran. Editorial Crí tica. Bar
celona
1991.
Pág .196 197.
9 Gil Delannoi y Pierre André Taguieff compiladores)
Nacionalismo
Trad.
Antonio
López Ruiz. Ediciones
Paidós. Barcelona, 1993.
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Guerrero sobre el nacionalismo europeo , por
el estado de la cuestión que eh cada caso pre
sentan.
Estos autores dan una visión bastante aca
bada de las diversas formulaciones teóricas al
respecto, desde las pocas pero importantes
contribuciones del siglo pasado hasta la actua
lidad, aunque son escasas la referencias a los
casos latinoamericanos.
Ha
sido
el
autor británico
enedict
Anderson
quien
ha dedicado una parte de su
análisis al surgimiento de los estados naciona
les en América (Estados Unidos, Brasil
eHis-
panoamérica), a los que califica como los pio
neros criollos , sustentando que las naciones
americanas preexistían a la independencia.11
Esta hipótesis ha sido severamente cuestiona
da
por
José Carlos Chiaramonte en diversos
trabajos sobre el tema, así comoen una reseña
sobre el l ibro de Benedict Anderson reciente
mente publicada en el
oletín
nro. 10 del Insti
tuto Emilio Ravignani.
12
10 Andrés de Bias Guerrero - Nacionalismos y nacio-
nes en Europa. Alianza Editorial. Madrid, 1994.Pág. 15
46
11
Benedíct Anderson - Comunidades imaginadas. Re-
f lex iones sobre el origen y la d ifus ión del nac ional is-
mo
Trad. Eduardo L. Suárez. Fondo de Cultura Econó
mica. México, 1993. La primera edición en inglés, 1983)
Particularmente pág.77-101.
12
José Carlos Chiaramonte ha desarrollado su hipó
tesis en numerosos trabajos, tales como Formas de
identidad polít ica en el Río de la Plata luego
de
1810 ,
en
Boletín .del Instituto de Historia Argentina y Ameri-
cana Dr Emilio Ravígnani.
3 ser ie número
Buenos
Aires, 1989. uEI mito de los orígenes en la historiografía
latinoamericana , en Cuademos de/Instituto Ravignaní
Instituto
Historia Argentina y Americana. Facultad de
Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Núme
ro 2. Octubre de 1991. El federalismo argentino en la
primera mitad de siglo
XIX ,
en
M
arce
11
Carmagnani
Coordinador),-. Federalismos latinoamericanos: Méxi-
co Brasíl Argentina.
Fondo de Cultura Económica. Méxi
co,
1993. Pág.81-132. Michael Riekenberg ha analizado
la evolución del concepto de nación en un breve perío
do, anterior a su consolidación luego del derrocamiento
de Rosas. Cf u concepto de la nación en la región del
Plata (1810-1831) ,
en
Entrepasados . Revista
de
Historia. Año
111 Nro.
4-5,
1993. Pág.
89-102.
Resulta muy convincente la idea de, que'
se está viviendo una declinación del nacionalis
mo, como resul tado de la propia decadencia
del Estado-nación . st
decadencia está ínti
mamente asociada a la globalización del
capitalismo, la cual expresa en gran medida,
las característ icas de la crisis actual del siste
ma.
Los estudios sobre
la oncl
descendente
que afecta a la economía mundial a partir de
los setenta ha provocado una copiosa literatura
desde concepciones
ideológicas,
diferentes
(estructuralismo,
liberalismo,
marxismo),
que
en
muchos casos agregan el prefijo neo como
manera de diferenciarse
superadoramente
de
sus matrices respectivas. A su vez, este dificil
fin
de siglo parece propenso a remozar viejas
fórmulas
para
el conocimiento histórico, ten
dencia que Jul ián Casanova ha llamado
la
moda de los retornos
13,
moda que en algunos
casos, ha dado valiosos aportes al poner en tér
mino medio formulaciones exageradamente
excluyentes -casi maniqueas-, tales como las
que consideraban insalvable la oposición entre
historia social e historiapolítica.
La
cuestión del narrativismohistórico,
por
ejemplo, es uno de los temas cuyo debate de
vieja'
data
fue reactualizado desde que
Lawrence
Stone propuso el
retomo
a la
narra-
t iva y Erie Hobsbawm lo consideró inconsis
tente.
En
rigor, muy dificilmente
un
historiador
pueda eludir el relato en forma absoluta; no
obstante,
el
tema continúa instalado, y la auto
ridad de
HaydenWhite
lo
ha
hecho insoslaya
ble entre los historiadores de diversas matrices
ideológicas. 14
Otro de los retornos más significativos
13
Julián
Casanova
-
Op
cit .,Pág.114 y ss.
14
CI Hayden
White
-
El
contenido de la forma.
Na-
rrativa dlscurso y representación histórica
Trad
Jorge
Vig il Rub io .
Edi to rial Paidós. Barce lona ,
1992.(La
primera
edición
en inglés. ,1987).
55
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erapercibidopor AlbertoPla cuandohacíanotar
el nuevo interés sobre el Estado nacional como
objeto
de estudio,
pero que
no
se
trataba
de
analizar los
aspectos superficiales del queha
cer estatal, sinode su función en la divisióndel.
trabajo que lehabía dado origen.
Si bien este tema del Estado ha dado nu
merosos frutos, tanto en investigaciones reali
zadas sobre casos nacionales como trabajos
más globales sobre el conjunto de América
Latina, ha sido en los últimos años cuando el
debate acerca del origen de la nación en el
contextoestatal
ha tornado
mayor impulso,
coin
cidentemente con el cuestionamiento que el
mismo está soportando.
La crisis del Estadonacional como expre
siónde la crisis delmododedivisióncapitalista
del trabajo correspondiente al modelo de acu
mulación que le es propio ha sido analizado
extensamente, con enfoques más o menos
novedosos del marxismo, tales
COIDO
los que
proponeJohn Holloway en numerosos trabajos
y
cuyas hipótesis están resumidamenteexpues
tas en
una
reciente compilación de artículos
breves. 16
En los análi.sis sobre América Latina el
tema no ha pasado desapercibido, aunque los
enfoques no siempre s n coincidentes en as
pectos tan generales como la aceptaciónde una
premisa de que
l
nación no preexiste al Esta
do; la cual, sin embargo, parece que se amolda
bien ala mayoría de los casos.
Esto, aceptable para autores como Car
los Real de Azúa, José Carlos Chiaramonte,
John V. Lombardi, Alberto Filippi, Mario
Góngora (para este último el caso chileno es
lS
Alberto Pla Compilador) • lntroducclén .
Estado
sociedad en el pensamiento norte latinoamerica-
no. Editorial Cántaro. Buesnoa Aires, 1987. Pág.7
18.
16 John HolJoway.. M arxísmo estado y capital. La crisis
como expresi6n del po r del trabajo. Fichas temá
ticas de Cuadernos del Sur. Editorial Tierra del Fue
go. Buenos Aires
1994.
obvio, aunque no la totalidad
de
los
restantes),
lo es menos para otros como John Lynch y
Benedict Anderson.
Entre los historiadores mencionados en
primer término, puede destacarse John
V
Lombardi, cuyo análisis sobre Venezuela tiene
en este
sentido
una aplicación más general.
Es en cierto modo
una
perogrullada
de
cir que en la Hispanoamérica de .1810.había
solamente una serie muy rudimentaria de na
ciones-estado,jurisdicciones territoriales cuya
tenue cohesión. nacía
más de España que
de
América..
El
convencionalismohistoriográfico
de aludir a
la
historia colonial de Venezuela
cuando esa entidad apenas- existía en las pos-:
trimerías
del
siglo XVIII
con
frecuencia .
nos.
lleva ·3 proyectar sobre ese periodo colonial, y
también sobre la época de la independencia, un
concepto de identidad política
que
no se hizo
visiblehasta bienentradoel sigloXIX. Elejem
plo venezolanoindica la fragilidad de la identi
dad nacional hispanoamericana tan. bien como
pueda ilustrarla cualquier otro país del conti
nente 17
Con la finalidad de disponer de una hipo
tética y sostenible fundamentación previa, po
dría no ser ocioso determinarla mediante tres
puntos básicos: 1) una nación moderna existe
con los antagonismos que son propios a la so
ciedad;2) elnacionalismoes una categoríaideo
lógica; 3) comodice Erie Hobsbawm, las na
ciones no construyen estados
y
nacionalismos,
sino que ocurre al revés .
La hipótesis de que el Estado precede ·a
la nación y que el nacionalismo es,en definitiva
una idealizaciónde ese Estado es un buenpun
to de partida.
Sólo eso, pues no resuelvetotal
mente
el problema por la simple inversión de
17 John V. Lombardi - Venezuela. La búsqueda del
orden. El sueño del progr eso. Editorial Crítica. Bar
celona 1985.
Primera
edición en inglés 1982 .
Pág.125.
18 E. Hobsbawn, Op cito Pág. 18.
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los t ér mi no s, sino p or qu e c on vo ca a p on er en
su lug ar a la reflex ió n teó rica. Pod ría llamar la
atenció n el h echo de que sien do así, la relació n
sociedad civil-sociedad política sufriríauna in-
versión de lostérminos, ya q u en o s eria aqu ella
productora
de ésta, sino al revés.
¿Habría
l og ra do Hegel p on er de c ab ez a a Marx
No. Aseverar que el Estad o n acio nal p re
cede a la nación no es afirmar que el estado
político precede a la sociedad civil. La diferen
ci ació n en c lase s y los di sti nto s co nf li ct os ya
existían como herencia colonial; de
ta l
manera
que, existiendo clases, el Estado
era
infaltable,
así
se estuv iera lejos de lo que se con sidera
un
Estado nacional.
Los mec an ism os de r ep ro du cci ón no es
taban a rt ic ul ad os en el s en o de i nst it uc io ne s
estatales nacionales, pero alguna forma de Es-
tado
existía,
así
sea
en
las
expresiones
más
pluralizadas o
prenacionales
del po der, c om o
en alg un os cas os fue el cau dillis mo .
Con
posterioridad, la conformación de la
clase dominante desde alguna
capa
de la
bur-
guesía sevio fav orecid a al
estar
en condicio
nes de o rg an iz ar el
trabajo
sobre la
base
de
un
avanzad o estad o del p ro ceso de acu mu lación ,
muy notable desde mediados del siglo pasado.
Des mantelad a la may oría de los o b stácu
los residuales de la Colonia tributos, estancos,
esclavitud, corporaciones)
y
garantizado
el
con
trol del recurso tierra y
con
él
el
de
la mano
de
o bra, la trans ició n al cap italis mo era
un
hecho
próximo a ser con su mado . En el largo camin o
de
la s
guerras civiles pero también de los acuer
dos, lasdiversas fracciones irían resolviendo la
cuestión de la hegemonía en el Estado, pero
se a
c ua l fu ere el re su lt ad o, la e xcl usi ón de las
clases populares .quedaba asegurada.
Si bien hasta
las últimas décadas
del
siglo
pasado
los conflictos intra-clase postergaron la
consolidación de muchos estados americanos,
restando definir el ejercicio de la hegemonía en
el seno del poder, es evi dent e que la ex clu si ón
de las clases p op ulares no
estaba en
discusión,
que el Estadonacional existía comota l y que el
nac iona li smo apor ta rí a su
apariencia
homogeneizante
y legitimadora. El
Estado
pro
pagaba
mediante diversos mecanismos los ele
men to s de s olid arid ad n acio nal, entre los cua
les la hi sto ri a no
era
de menor importancia y
para lo
cual
contó, además de la fuerza, con la
intelectualidad correspondiente.
Si se admite que en América Latina las
naciones fueron
producto del Estado que se
configuró
en
elperíodo de tran sición al
c ap it al ism o; q ue en esta transición la clase
d omin an te con tó con ese artefacto para com
pletar el p ro ce so de a cu mu la ci ón ; que ese Es-
tado fue
resultado de
un
pacto político entre
clases o fraccio nes de clase que exclu yó a gr n
parte
de la so ci ed ad
y
s ob re la c ua l a pl icó los
mecanismos de control que le son propiosy qu e
la historiografia coadyuvó a la consagración de
a lg un as f or mas de la co nsc ien ci a so cial en tr e
las que se incluye el nacionalismo, quedará des
p ejad o el camin o para
la
indagación del
tema
en cuestión, aunqueparezca una excesiva sim
plificación de la realidad.
D es de el E st ad o se c re ó la n ac ió n, y des
de el Estad o-nación se completó el p ro ceso de
acumulación y latransición al capitalismo. Pero
el Estado,
en
lugar de reconocer su propia obra,
se con sideró h ered ero de una nación preexis
tente,
ta l
como los h is to riad ores de la épo ca se
esforzaron en demostrar.
LOS HISTORI DORES DEL SIGLO
V EL ORIGEN DE L N iÓN
Los h isto ria do res del sig lo p as ad o, q ue
fundaron las historiografias nacionales y apor
taron
con
imágenes
del
pasado
la legitimación
de un presente históricamente justificado, te
n ían en b uena
parte una
íntima vinculación con
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
8/17
el Estado. Su relación con éste era directa, pues
a la vez que fundamentaron su origen con la
indagación del pasado, en su mayoría pertene
cían
a la élite
y muchos de ellos integraban
el
aparato estatal como burócratas o gobernan
tes, tales
omo
José Manuel Restrepo Histo
ria de la Revolución de la República de Co
lombia 8 5 8 ~
Lucas Atamán
Historia de
México
1849-1852 ; Rafael María Baralt y
Ramón Díaz Resumen de la Historia de
Venezuela
1841 ; Diego Barros Arana
His
toria General de la Independencia de Chi
le 1854-1857 ; Bartolomé Mitre Historia de
Belgrano de la Independencia Argentina
1876-1877
y
la
Historia de San Martín v de
la Revolución Sudamericana
1887 ; Francis-
co Adolfo Varnhagen Historia geral do Bra
sil 1854-1857 .
Junto a otros pensadores de la época, los
historiadores participaron en la idealización del
Estado nacional, al que consideraron emergen
t e natural de un pasado que indagaron con
métodos eruditos que creyeron insospechables
y
que .demostraba, a fin de cuentas , que las
naciones ya existían como tales al momento de
producirse la Independencia y en consecuen
cia, las .clases que asumían el control no eran
usurpadoras del poder que ahora detentaban.
. Los historiadores europeos y norteameri
canos del siglo pasado se dedicaron poco al
tema
latinoamericano
más
ocupados
en
sus
propios casos nacionales , excepto los españo
les, que lo hicieron desde otra perspectiva al
abordar estudios sobre historia americana, ta -
les como Mariano Torrente
Historia de la re
volucionhtspanoamertcana
1829-1830 ; Gil
Gelpi
y
Ferro
Estudios sobre la América.
Conquista colonización gobiernos colonia
les y gobiernos independientes ]864-1870 ;
Miguel
Lobo
Historia General.
ntiguas
colonias Hispano
mericanas
Desde su
descubrimiento hasta el año
mil
ochocien-
tos ocho
1875 ; José Coroleu
América. His
toria de su colonización dominación e in
dependencia
1894-96 . Lo hicieron tanto des
de el liberalismo como desde el absolutismo,
pero en su mayoría consideraron la Indepen
dencia una segregación, salvando los matices
que
los diferencia
Para España, la cuestión de la nación es
taba íntimamente asociada a América. Prime
ramente, al promover la versión de que todos
los súbditos eran iguales ante la Corona duran
te
la
Colonia, cuyo punto culminante
se alcan
zó con la convocatoria a los representantes
americanos las Cortes de Cádiz en 1812; lue
go, cuando en la segunda mitad del siglo pasa
do su política colonial en Marruecos, Filipinas y
en América presentaba más dificultades que
éxito
y
se esgrimía el panhispanismocomo ve
hículo del pretendido expansionismo español y
del concepto de
raza hispánica
nación espa
ñola .
Es decir; para los historiadores españo
les, la cuestión de la nación incluía a América
y
en no pocos casos a Portugal, además de la
abultada agenda de temas peninsulares como
ocupación francesa, caudillismo, federalismo,
liberalismo, republicanismo, guerras civiles,
regionalismo, etc, según la época en que reali
zaran su trabajo historiográfico y por supuesto,
según lamatriz ideológicadela cual provenían,
Sin duda, estas obras de historia america
na realizadas por españoles no deberían faltar
en un análisis de mayor aliento; tampoco sise
tratara de una investigación sobre la cuestión
de la nación española;pero para el. caso aquí
abordado interesa ci rcunscr ibirse
a
la s
historiografias nacionales, sin dejar de lado
las
obras sobre el conjunto americano como la del
chileno Diego Barros Arana, Compendio de
la historia de América
1865 , que en ténni
nos generales adoptaba interpretaciones
historiográficas de los autores latinoamerica-
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
9/17
nos antes mencionados, así como de otros indi
cados en la actualización bibliográfica que
in
corporó a la segunda edición de 1894. En su
obra de madurez, Historia general de hile
(1884-1902), DiegoBarros Arana alcanzó una
de las realizaciones más importantes de la his
toriografia latinoamericana del siglo pasado;
siendo a la vez el historiador de Chile y el
americanista más destacado de su época.
Un estudio prosopográfico realizado hace
algunos años
por
Bradford
Bums
sobre
63
his
toriadores latinoamericanos del siglo pasado
daba como resultado, entre otras cosas, que
salvo
un
caso, todos eran varones y que
perte
necían a la clase dominante.
En un
trabajo
recientemente concluído
hice al respecto el siguiente comentario:
Ni la ubicación social ni el alto índicede
masculinidad debe sorprender, ni siquiera si se
lo compara con otras actividades de la cultura
donde la tendencia era menos:acentuada en
ambos casos, aunque la postergación, tanto
social como de género, explica en parte esa
situación. En la época, la tarea del historiador
estaba asociada a la actividad propia de la so
ciedadpolítica
y
ésta,
como se sabe, estaba
in
tegrada en su mayor parte por los varones de
la clase dominante .
20
Los intelectuales en general aportaron lo
suyo. Los historiadores que integraban esa
intelectualidad constituyeron una comunidad a
19
E.Bradford Bums - Ideology in Nineteenth - Century
Latin
American Historiography
en iepentc
merican istorical
Review
58 (3),
·Pág
40Q
431
20 ,Ricardo A. Rivas - Historiadores del
siglo XIX
y la
Historia de mérica Serie Estudios e Investigaciones,
nro. 26. Facultad de Humanidades y Cs. de la Educa
ción. Universldad Nacional de La Plata, 1995. Pág. 47.
Analizo
éste y
otros aspectos de fa historiografía del
siglo
XIX. Las fuentes
y
las
consultas
bibliográficas
fueron
relativamente numerosas
y he
tratado
en lo
pos ible de no repet ir las en estas notas pese a que
su
utilización
en el
presente
trabajo
es
obvia
en
particular algunas
citas.
partirde ciertos cánones que consideraron pro
pios de la disciplina, a la que
le
adjudicaron el
llamado método critico y que incluía forma y
contenido del discurso histórico, prevaleciendo
la historia política y narrativa de los nuevos
Estados a par ti r de la Independencia.
El predominio narrativista debió afrontar
cambios de los ejes temáticos en
la
historiografía fmisecular, cuyo espectro fue
notoriamente ampliado desde comienzos del
siglo XX, al desplazar
en
parte el énfasis casi
exclusivo de la historia política y militar, como
ya lo hacían Ernesto Quesada, Capistrano de
Abreu y varios otros. No obstante, el conteni
do elitista de la historiografia asociada al
Esta
do no varió, ni por la incorporación de nuevos
temas, ni porque cambiara la forma del discur
so histórico.
De todos modos, aunque la interpretación
histórica siguiera correspondiendo a ese con
tenido, el avance de la disciplina abría nuevas
perspectivas. Diego Barros Arana es un ejem
plo claro al respecto, siendo un intelectual es
trechamente vinculado al Estado chileno, aun
que no siempre al gobierno de tumo
Su
simpa
tí a
personal
y
política con Bartolomé Mitre se
expresó en muchos aspectos, entre los cuales
no menos significativo fue su decidido apoyo
en la polémica con Vicente F. López. A la his
toria política. y al narrativismo había adherido
desde su juventud, siguiendo a
n rés
Bello y
sus discípulos de la Universidad de Chile, tal
como lo demostró desde su primera obra de
importancia, cuando a los 23 años inició la pu
blicación de su
Historia general de la Inde-
pendencia de
hile
en 1853.
Años más tarde, cuando el Estado chile
no estaba férreamente consolidado y las nove
dades historiográficas europeas se adaptaban
a la etapa, Barros Arana reconocía los límites
de una historiografia en servidumbre total a la
secuencia cronológica
y
que excluyera otros
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
10/17
temas distintos a la política. Sobre lo primero,
creía conveniente adherir,
pero
concedía que
su importancia podía ser relativa y en cuanto a
lo segundo afirmaba lo siguiente:
Lahistoria de un pueblo no es
ya
única-
mente la de sus gobernantes, de sus ministros,
de
sus generales, y de sus hombres notables,
sino la del pueblo mismo, estudiado en todas
sus manifestaciones, sus costumbres, sus le-
yes, sus creencias, su vida materialy moral. .. 21
Ahora bien, no debe llamar la atención que
la historiografia primigenia imaginara un pasa-
do nacionalprevio a la Independencia. Por W1
lado, la nacionalidadpreexistente otorga legiti-
midad al se r naciones oprimidas las que se li -
beran
y
no élites que usurpan
un
poder que
nunca les perteneció. En los países hispano-
americanos construye factores de diferencia-
ción con la exmetrópoli
y
entre ellos mismos,
cuando ni la lengua ni la religiónresultaban ser
los adecuados
para
el caso. En
rasil
sucede
otro tanto; de la exmetrópoli se diferencia en
aspectos raciales,
tan
obvioscomoen la propia
geografía; del resto de América, por el pasado
colonial, el proceso independentista y la evolu-
ción política ulterior.
22
Si la legitimación en clave de nación pre-
existente no era novedosa en el mundo de la
época, sí lo eran las condiciones en que se pre-
sentaba luego
de
la
independencia en la s
excolonias. En efecto, como lo hizo notar José
Aricó en
rx
mérica Latín
1982), ni
las diferencias étnicas o lingüísticas, ni una cul-
tura oral antepuesta a la alta cultura del coloni-
zador, ni mucho menos el recurso de una uni-
dad
nacional previa a la conquista daban el
fun-
21 Diego
Barros Arana - His toria
gener{il Chile.
'16
vol .Ed Rafae l
Jover
Santiago, 1884. torno
Prólo-
go. Pág.
XI.
22 Manoel Luis Salgado u i m r ~ s .. Nacao e CivilizacaQ
nos Tr6picos:O Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro
e o Projeto de uma Históría Nacional ; en Estudios hIs-
tóricos
Caminbhos
da
historiografía nro
1.
Río de
Janeiro,
1988.Pág. 5-27.
damento necesario. En consecuencia las alter-
nativas eran dos; o se buscaba raíces en el más
remoto pasado prehispánico, o se trataba de
encontrar el origen de la nación en el pasado
colonial al que precisamente se repudiaba. En
gran medida, hasta promediar
el
siglo pasado
aproximadamente, el pensamiento liberal pre-
firió la primera, en
tanto
que la historiografia
recurrió a la segunda cuando se conformó más
específicamente como disciplina y cuando los
estados nacionales adquirieron una definición
mayor.
Enuna insinuanteinterpretaciónde lapri-
mera opción, Barros Arana dice en su
Com-
pendio de Historia de mérica
ya
citado, que
los criollos habían olvidado las tradiciones es-
pañolas
y se
llamaron descendientes
de
Atahualpa
y
de Guatimocin, de Caupolican
y
de
Lautaro . .
Esta hipótesis, de connotación romántica,
parecería ser fuerte en México, donde
elori-
gen precolombino de la nación había sido sos-
tenido
por
el liberalismo
más
radical, tal como
lo interpretaba CarlosMaria Bustamante;
tam-
bién en el Río de la Plata, donde el pasado indí-
gena no ofrecía iguales posibilidades, Juan Maria
ut ié rr ez l lamaba nuest ros padres
a
Moctezuma
y
Atahualpa, ensu discurso inau-
gural del Salón Literario 00 1837.
24
De
la misma manera, para
Rafael
Maria
Baral t, el pasado prehispánico había dejado
poco para recordar. La nacionalidad se había
conformado en un medio natural distinto al de
la metrópol i, con costumbres que se fueron
23 Diego Barros
Arana .. Historia de América
Imprenta
Cervantes. Santiago de Chile, 1908. Tomo
.Pág.74.
(Edición de 1894, levemente modificada
y
actualizada.
Primera edición, 1865).
24
Juan
Marra
Gutiérrez - Fisonomía
del
saber español:
cual
deba
ser entre
nosotros
(Discurso inaugural del
Salón Literario,
junio
de 1837), en Brat riz Sarlo (se
lección
y
prólogo)
uan Marís
Gutierrez La literatu-
ra de Mayo
y
otras páginas crfticas Centro Editor de
mérica
Latina.
Buenos Aires
1979. Pág.9.
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
11/17
haciendo propias y que diferenciaron a los crio
llos,
tanto
de los indígenas como de los españo
les, pese a descender de estos últimos.
Dos hechos al parecer contradictorios
na
man
desde luego la atención en las
antiguas
costumbres venezolanas; es a saber, la perfec
ta .identidad de el las con las de España en las
clases principales de la sociedad, y la falta
total
de recuerdos comunes (. .), los criollos apenas
se acordaban de su . origen .
25
La hipótesis de
que
la formación de la
nación se había plasmado durante la colonia fue
la que en general obtuvo mayor aceptación en
las últimas décadas del siglo pasado, sin dejar
por eso de sustentarse en
una
fuerte diferen
ciación con España,
cuya
atenuación
-como
veremos-, fue progresivamente notoria.
Con la configuración de los Estados na
cionales la historiografia
coadyuvó
a las
tareas
nacionalizadoras que desde el estado impulsa
ba la clase o fracciones de la clase dominante,
aún sin haber logrado su total hegemonía.
Al promediar el siglo XIX, la fundamen
tación
y
justificación histórica en sentido na
cional avanzaba
en
casi todos los países lat i
noamericanos.
En el
Cono
Sur, las
historiografias nacionales
más desarrolladas
coincidían con
una
mejorconfiguración del pro
pio Estadonacional encada caso, y con
W1
buen
entorno institucional para el fomento de la dis
ciplina.
Se trata de Chile
y
Brasil, donde por dis
tintas
razones se había
avanzado
hacia una pre
coz configuración del
Estado
nacional, aunque
forma y incompleta por el momento. En
efecto, entre el paso de la república autorita
ria a la república liberal , en Chile se :fueal
canzando un conflictivo pero perdurable pacto
político entre las distintas fracciones de la cIa-
25 Rafael María Baralt y Ramón Díaz
esumen e
la istoria
e
Venezuela A. Bethencourt e hijos.
Curazao
1887.
Primera edlclón París 1841
Tomo
pag.434.
se dominante. La Universidad de Chile creada
en 1842, con la firme conducción de Andrés
Bello -admirador de Herder y part idario de la
narrativa erudita- y un conjunto de brillantes
historiadores (Amunátegui, Vicuña Mackena,
BarrosArana) impulsóuna de las historiografías
nacionales más importantes de América Lati
na. Si en la primera mitad del siglo elliberalis
mo republicano se expresaba en una versión
antiespañola con
los
escritos de Infante y
Lastarria,
en
la segunda
mitad
prospera
una
visión discretamente atenuada,
ta l como
la que
elaboraron los historiadores mencionados y que
en general, puede considerarse la historia ofi
cia l ; el
Estado
nacional chileno tenía ya un
pasado ejemplar y un futuro promisorio.
En Brasil el proceso se había configurado
en el paso dela Regencia al remado de Pedro
II
y
allí la contribución de la historiografia
en
la
idealización del
Estado
fue también fecunda.
Desdeel Instituto Histórico
y
Geográfico creado
en 1838 se impulsó la investigación histórica
y
se indicó qué historia hacer. En efecto, el artí
culo Como se debe escribir la historia del
rasil
1845)
del investigador alemán Karl
Friederich Philipp
van Martius
publicado en la
Revista
del Instituto fue considerado
un
mode
lo a desarrollar,
que
en parte adoptó Francisco
Adolfo Varnhagen en su Historia general de
rasil 1854-1857.
Al promediar el siglo
pasado
la
historiografia latinoamericanahabía resuelto en
medida la cuest ión de la naciente nacio
nalidad, interpretando que se trataba de nacio
nes
sojuzgadas, emergentes
de
la lucha
anticolonialista
como estados
independientes.
La versión
antiespañola
de
la primera
historiografia tenía ese carácter nacionalizador
y
si bien moderó su radical ismo a partir de las
últimas décadas del siglo pasado, radicó
una
imagen indeleble que constituyó
el
mito de los
orígenes
.
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
12/17
Esta cuestión sobre la que tanto insiste
Chiaramonte no necesita más demostración.
Como curiosidad, agrego entre las innumera
bles
muestras
el
caso
de
un
periódico
insurreccional (1810-1812) que tres veces cam
bió de nombre, iniciándose como
Desperta-
dor Americano
luego
Ilustrador Nacional
y
nuevamente Ilustrador Americano siendo
muy posible que el retomo al calificativo
ame-
ricano
se adecuara mejor para garantizarad-
hesiones, pues el término nacional era menos
conocido
por
las clases populares, según co
mentaba
hace
var ios años
J.
M. Miguel y
Vergues en un estudio sobre la prensa mexica
na de la época.
En varios casos, la historiografía hispano
americana consideró
1810
el año onomástico
de las naciones emancipadas, la Santa her
mandad del año 10 como la llamaba Vicuña
Mackena en su
Historia
de
la Revolución
de la
Independencia
del Perú 18 9-
1819,(1860) Y que según Bartolomé Mitre en
su
Historia
de
San Martín...
se habían le
vantado ese año corno movidas por un mismo
resorte : 7
En su
Historia de Be/grano.
..,
Bartolomé
Mitre interpretaba
que
el gobierno surgido el
25 demayode la primera constitución política
(...) se emancipaba invitando a los pueblos a
seguir el ejemplo de Buenos
Aires
En términos similares lo había hecho Ra-
fael Maria Baralt en su
Resumen de la histo
26
J.M.Miguely Vergues
.. La Independencia Mexi-
cana
y
la Prensa Insurgente Fondo de
Cultura
Eco
nómica.
México,
1941.
27 Bartolomé Mitre ..
Historia
de San Martín y de la
Revolución
Sudamericana 2d a e di ci ón d e 1890.
Reproducida en la Colección de Historia de los Gran
des Hombres Argentinos. Ed Jackson, Buenos Aires,
sf. Tomo 1. Pág. 60. Primera edición, 1887).
28 Bartolomé Mitre -
Historia
de Belgrano
y
de la
Independencia rgentina 4t a
edición
de 1887. Re
producida en la Colección de Historia de los Grandes
Hombres Argentinos. Ed Jackson, Buenos
Aires,
sf.Tomo Cf. Capítulos VIII a X. Cita en pág.
349.
ria de Venezuela que publicó en 1841, al ex
presar que el 19 de abril de 1810 Caracas ha
bía enviado emisarios a las provincias para con
viciarlas a
unión
Este
convite
al igual que la
invitación
mencionada por Mitre, podría significar clara
mente la inexistencia de una nación previa.No
obstante, se interpretólo
contrario, plasmándo
se otra imagen
en
los símbolos de la nación,
cuya proyección mediante la educación tuvo
características
bastante similares
en
toda
Amé
rica Latina.
Al respecto, los dos epígrafes con que se
inicia este artículo son ejemplos válidos, tanto
para el caso
venezolano
como
el
argentino.
En el primero, tomado de la marcha Glo
ria al bravo Pueblo que fuera redactada en
por Vicente
Salías,
la única referencia a
la nación se expresaba en términos de
Améri-
ca:
Unidas con lazos que el cielo formó, la
Américatoda existe en Nación . (Tampoco en
elRío
de La Plata, como
lo
ha
demostrado José
Carlos Chiaramonte, existía en la
época
un
identidad nacional argentina). Sin embargo, la
marcha mencionada fue consagrada
como
Himno
Nacionalde
enezuel en 1881, duran
te la gestión de Guzmán Blanco, cuando el Es
tado
había alcanzado una relativa consolidación.
El segundo, -fragmento del Prefacio a El
Ciudadano argentino. Nociones de Instruc-
ción Civica de Francisco Guerrini (1892)-, ha-
bía sido redactado
por
Carlos L. Massa, quien
llamaba
argentinos
a los
protagonistas
de
Mayo: ...formar
argentinos
a ejemplos de
aquellos que
por
serlo, golpeaban en 1810
las
puertas del Cabildo... 3 0
2 ; Rafael Maria Baralt
y
Ramón Díaz .. Op cito Tomo
Pág.48-49.
30 Francisco Guerrini
- El ciudadano
argentino No-
ciones de Instrucción ívica Aprobado como texto
por el
Consejo
nacional de Educación y por el Con
sejo General de la Provinc ia
de
Buenos Aires. 4 edi
ción.
Talleres Solá Hnos.
La Plata, 1895.
Primera
edición, 1892 . Sic,
subrayado
por el autor . Pág.5.
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
13/17
La educación, que el
Estado
argentino
promovía desde la década del 80 , se sustenta
ba en dos asignaturas escolares fundamenta
les
para
nacionalizar la sociedad: la Instrucción
Cívica
y
la
Historia Patria.
Se propagaba
el
conjunto de símbolos adecuados a ciertas pau-
tas ciudadanas, incluyendo entretantos, la cues
tión del origen de la nación.
Resuelta la transición al capita lismo, la
organización estatal y la solidaridad nacional
resultaron ser las expresiones
político-ideológi
cas de Ia etapa. Los historiadores, muchos de
ellos desde la masonería, contribuyeron adap
tando
imágenes del pasado a las nuevas exi
gencias de la
consolidación
del Estado nación,
no siendo desestimable su aporte al producirse
el conflicto
entre
Estado e Igles ia y mucho
menos al ser superado, pues ésta, subordinada
al Estado -en distinto grado según los casos-,
sumó
los suyos a los mecanismos implementa
dos desde el poder para disciplinar y moralizar
a las masas.
ENTRE FINALES DE SIGLO Y LOS
PRIMEROS Ñ S DEL
La historiografia finisecular
desarrolló
nuevas interpretaciones sobre el
pasado
y
cam-
bió algunas valoraciones, pero en
gran
medida
mantuvo
una
interpretación análoga en cuanto
al origen de la nación. Liberales y conservado-
.res, hispanistas y antihispanistas confrontaban
cada
vez menos y coincidían
cada
vez más en
que las naciones americanas preexistían a los
.estados
y que las guerras civiles, el caudillismo,
el federalismo, las alianzas con países extran
j
eros, etc, constituían fuerzas disgregadoras y
en consecuencia, antinacionales.
Por diversas razones, varias historiogra
fías nacionales no compartían la valoración del
año
10 , como Uruguay
por
su
peculiary pos-
terior
independencia o en
México,
donde
1810
o
8
constituían fechas de acontecimientos
cuya valoración la historiografía republicana
debatía junto con el origen prehispánico o colo
nial de la nación mexicana,
pero
en líneas ge
nerales, éste y otros diferendos quedaron sal
dados desde finales del siglo pasado, oficiali
zándose imágenes menos controversiales y más
apropiadas al momento.
En el
Uruguay, esto se lograba con la obra
de Francisco
Bauzá
que esbozaba una tesis de
la Independencia de
todo yugo
fundada en la
preexistencia de
una
nación enraizada en la
Colonia, cuyo carácter de historia oficial fue
analizada por Carlos Real de
Azúa
en l JOS
orí-
genes de la nacionalidad uruguaya 1991
También Uruguay era
una
nación preexistente
y,
contrariando a Bartolomé Mitre, diferencia
da de la de
los
argentinos.
En
tanto
que la
obra
que
organizó
Vicente
Palacio Riva en 1889 -publicada en los prime
ros años de este siglo-,
México a través de
los siglos
reconciliaba interpretaciones encon
tradas entre las tradiciones liberal y conserva
dora, que en
gran
medida estaban representa
das por
las obras de Carlos
María
Bustamante
y Lucas Alamán, respectivamente. La Inde
pendencia constituía
para ambas versiones
historiográficas, la culminación de un proceso
de liberación nacional, diferenciándose en que
mientras para la pr imera, el origen es taba en
el
pasado
anter ior a la Conquista ,
para
la se
gunda se ubicaba en el periodo colonial, o his
pánico como preferían llamarlo.
El positivismo mexicano
propusouria
in-
terpretación superadora que en definitiva, pri
vilegiaba el pasado hispánico, tal
como
lo fun-
damentaba Riva
Palacio
en la
obra
menciona
d
La
Nueva España
no fue la vieja nación
conquistada que recobra su libertad después de
trescientos años de dominación extranjera.
Fuente de históricos errores y de .extraviadas
63
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
14/17
consideraciones filosóficas ha sido considera
da así, cuando es un pueblo cuya embriogenia
y morfología deben estudiarse en los tres siglos
del gobierno español durante los cuales, con el
misterioso
trabajo
de la
crisálida y
con
heterogéneos componentes, formóse la
indivi
.dualidad social y política que, sintiéndose viril y
robusta,proclam ó su
emancipación en
1810. 3
También es el
caso
de la Historia de o-
lombia
de José María Henao y
Gerardo
Arrubla, realizada
por
encargo de la Academia
de la Historia en 1910, texto oficial
para
la en
señanza de la historia y síntesis superadora del
conflicto del siglo.
XIX
entre la historiografía
liberal
y
la conservadora, que en buena medida
representaban José Manuel Restrepo
por
un
lado,
y
José Manuel Groot
por
el otro.
Los casos se repiten en varios países latí
noamericanos, con matices
pero
con
una
ten
dencia similar. Nuevas generaciones de histo
riadores, a veces desde lo que se denominó
nuevas escuelas sólo algunas lo fueron en
sentido estricto),
analizaron
críticamente la
historiografia anterior
y
propusieron una inter-
-pretación alternativa. Ricardo Levene, Francis
co Encina, José Gil Fortoul , Vicente Palacio
Riva, Joao Capistrano de Abreu, son algunos
de los más representativos. Sin embargo,
tanto
las diferencias
y
confrontaciones
iniciales,
como
las eclécticas
y
conciliadoras soluciones men
cionadas no modificaron sustancialmente la
cuest ión de los orígenes, pues en el
pasado
prehispánico o en la colonia hispánica se en
contraba el origen. de la nación, en casi todos
los casos.
Si en el
paso
de uno a otro siglo las for-
31 Citado por Silvio Zavala Vivencias de la historia
mexicana en época hispánica .
Conferencia dictada
en el Liceo Internacional de Saint
Germain
en Laye.
el
22
de abril
de 1986. Reproducida en
Enrique
M.
Barba
in memoriam). stu ios
de istor ia
Funda
ción Munic ipa l
de La
Pla ta , 1994.
Pág.
547-554.
Cita en pág. 551,
mutaciones menos antihispanistas fueron ga
nando espacio, al aproximarse la fecha del Cen
tenario esto fue
más
notorio, profundizándose
en los años posteriores. Además
del
.fuertehis
panismo
sustentado por
historiadores
como
Rómulo
Carbia y
el mexicanoCarlos Pereyra,
esta
tendencia
tuvo adherentes desde otros
enfoques. Tal es
eleaso
de
una
hipótesis muy
debatida
y
que en algunos círculos continúa
siendoexplorada) que caracterizaba como gue
rra
civil al conflicto bélico con España..Histo
riadores.españoles habían recurrido a
ella
se
ñalando que se trató de una.
guerra
fratricida ,
como la definía .el
historiador
catalán José
Coroleu,
autor
de una historia americana publi
cada
en 1894-1896, en la cual además esgri
mía el argumento del origen español del.fede
ralismo, coincidentemente con la valoración que
sobre el tema venía desarrollando Francisco
Pi
y
Margall.
Esta hipótesis,
por
un lado, atenuaba la
versión de
W1
conflicto anticolonial; por el otro,
abría perspectivas
para
un análisis basado en
el conflicto social.
En
el primer caso,
tuvo
su
expresión
más
extremaen hispanismo de base
clerical, pero
predominóla
íntesis superadora
del pensamiento positivista. En el segundo,
in-
teresó a la historiografía marxista contemporá
nea, al emparentar aquel debate con el que tra-
taba de dirimir si el proceso
había
sidoo no una
revolución,
tal
como lo señalóGermán Carrera
Damas
en una ponencia que tituló
Las
élites
y
la revolución presentadaen Caracas conmo
tivo
del Bicentenario del natalicio de Simón
Bolívar 1983).
La formulación conciliadora del positivis
mo había tenido su
más
clara expresión en Ve
nezuela, cuando en 1911 Laureano Vallenilla
Lanz
sostuvo su hipótesis de guerra civil ante
lo cual reaccionó José
Fortoul, defensor de
la tradición liberal;
pero
esta reacción estaba
lejos de sus congéneres de la primera hora.
Por
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
15/17
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
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familias de posición, entre la gente bien . Para
-Recabarren, el 18 de septiembre se celebraba
el centenario de la independencia de la clase
.burguesa
y
no
la
independencia delpueblo ,
33
Entre los festejos del
Cuarto
Centenario
del Descubrimiento y el Centenario Patrio, se
perfilaron nuevas valoraciones de la Indepen
-dencia, pero se interpretó un solo origen verda-
dero, disputándose en
todo
caso, la legitimidad
de los herederos.
Durante
el
período
de
entreguerras
el
marxismo profundizó el tema. Luis Chavez
Orozco México), José Car los Mar iá tegui
(Perú), Carlos Irazabal (Venezuela), Rodolfo
Puiggrós (Argentina) realizaron estudios de la
historia de sus respectivos países, sin replan
tear
totalmente
l
cuestión de los orígenes, pero
desde enfoquesque aproximaban una perspec
tiva superadora de la tradicional.
En 1928 Mariátegui explicaba la Indepen
dencia en el contexto del capi talismo a nivel
mundial y de los intereses de clase. Así como
presumía al final del periodo colonial la exis
tenciade una embrionaria burguesía , también
sostenía que en América emergían embriona
rías .formaciones nacionales , considerando a
la Independencia, inspirada y movida, (...) por
los intereses de la población criolla y aún de la
española, mucho más que por los intereses de
la población indígena 3 4.
Con este enfoque l legaba luego a esta in
teresante conclusión:
No
somos un pueblo que asimila las ideas
y
los hombres de otras naciones, impregnándo
las de su sentimiento y su ambiente, y que de
esta suerte enriquece, sin deformarlo, su espí-
33 Luis E. Recabarren - Ricos pobres a t ravés de un
siglo de vida republicana Editorial Quimantú. San
t iago, 1971.
Publicado
por primera vez en 1910 .
34
José Cartos Mariátegui - Siete ensayos de interpreta-
ción de la reslid d peru n Blblloteca Amauta.
1O
ed.
Lima, 1969. Pág.16-17
Y
ss. Publicado por pri
mera vez en 1928).
ritu nacional. Somos unpueblo en el que
convi-
ven, sin fusionarse aún, sin entenderse todavía,
indígenas y conquistadores. La República se
siente
y
hasta
se
confiesa
solidaria,
con
el
Virreinato. Comoel Virreinato, la República es
el Perú de los colonizadores, más que, de los
regnícolas. El sentimiento y el interés de las
cuatro quintas partes de la población no juegan
casi ningún rol en la formación de la nacionali
dad y de sus instituciones
35
Rodolfo Puiggrós (1940) también llegaba
a conclusiones en parte análogas, tales como
ubicar el proceso independentista en el contex
to del capitalismoa nivel mundial y básicamen
te centrar el análisis en las clases sociales. En
el diagnóstico mediante el cual explica lascau-
sas
por
las cuales no se conformó una nación
hispanoamericana (según la conocida fórmula
de
José
Stalin), Puiggrós encontraba .responsa
bles en las relaciones de clase precapitalis
13s
pero seguía creyendo, sinceramente, que
durante las invasiones inglesas se había des
pertado la conciencia nacional ,
36
Estos y otros historiadores eintelectuales
marxistas vacilaban en acertar una propuesta
alternativa a la de la historiografia tradicional,
pero
es evidente que estaban planteando otra
manera de pensar la historia.
ON LUSION S
Las
investigaciones sobre el origen de la
nación en las condiciones esbozadas anterior
mente pueden const itui r un aporte al conoci
miento de la situación actual y fundamental
mente vislumbrar algunas perspectivas cuando
la situación del Estado nacional en el mundo
35 Ibid. Pág.10S-106.
3e
Rodolfo
Puiggrós - De la olonia
a
la Revolución
Ediciones Leviatan. Cuarta
edición
modificada
y am
pliada.
Buenos
Aires,
1956.
En particular el Capítu
lo VI. Pág. 249-276.
Publicada por
primera vez en
1940) .
-
8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion
17/17
anuncia una crisis de gran alcance.
Por su parte, un estudio sobre el origen de
la nación sostenido en fuentes historiográficas
reviste un gran interés, no solo porque por ese
camino se garantiza
IDl
mejor conocimiento de
la evolución de la disciplina y de las ideas pre
valecientes, sino porque puede ser un buen ve
hículo para el análisis de una realidad mayor
como es el Estado
y
los intelectuales.
También resultan útiles las recomendacio
nes de Pablo Buchbinder de agregar a las fuen
tes que se vienen utilizando (códigos, cartas y
pronunciamientos, congresos constituyentes)
los informes diplomáticos, la prensa periódica
y la correspondencia privada, avanzando en el
conocimiento de la historia política.
De acuerdo, aunque conviene recordar
que es necesario enmarcar el análisis en los
.aspectos propios del funcionamiento estatal, su
conformación y consolidación, las relaciones
internas e internacionales, etc, de tal manera
que se disponga de un marco explicativo que
facilite la búsqueda de respuestas al interro
gante sobre
el
origen del Estado-nación
y
a su
crisis actual, enel marco de la división del tra-
bajo.
Al respecto -ya dije-, la historia social
sigue ofreciendo instrumentos adecuados para
el análisis, pues en última instancia, se trata de
abordar el estudio de la esfera ideológica. y po
lítica en el contexto de la realidad total , sin
caer
en la simple narración de la polít ica .
Con la globalización, parecería que el na-
cionalismo como versión ideologizada del Es
tado
ha
perdido consistencia. El Estado mismo
muestra síntomas de incapacidad operativa en
aspectos tales como en la subordinación del
tra-
bajo al capital
y
en la retención de éste mismo
37
Pablo Buchblnder - La historiografía rioplatense
y
el
problema
de los o rígenes de la nac ión en Cua-
rnos l
CL EH nro 69. Montevideo. 2da serie
año
19.
1994. Pág.
29 47.
dentro del espacio territorial que le compete,
como lo ha señalado John Holloway.
...cambió radicalmente la relación entre
el estado nacional y el movimiento global del
capital, y por lo tanto cambió radicalmente la
naturaleza misma del Estado. Si uno parte del
supuesto de que cualquier Estado tiene nece
sariamente que tratar de
atraer
a su territorio o
de retener dentro de su territorio el mayor ca
pital posible, entonces está claro que con el auge
masivo de la movilidad del capi tal a parti r de
los 70, las condiciones de existencia de los es
tados cambiaron radicalmente.
38
Son esas condiciones, precisamente, las
que ñan puesto a prueba la cuestión de la na-
ción como elemento cohesionante; puede ser
incluso que esté atravesando una crisis de du
dosa recuperación, pero mientras el Estado
exista, dispondrá de elementos homogeneiza
dores de una sociedad de clases.
Para ello, cuenta con los aparatos de do
minación a los que se refería Alberto Pla al
analizar la relación de los intelectuales y el Es
tado, entre ellos los historiadores.
Cabe a otros
intelectuales reflexionar desde otra perspecti
va, incluyendo, claro está, a los historiadores.
38 John
Hol loway- EI poder del Trabajo y la Reorga
nización
Territorial
de los Estados Capitalistas en
Op cit
pág.164.
67