ricardo rivas- el origen de la nacion

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  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    1/17

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    Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de

    Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad

    Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y

    la preservación de la producción científico-académica édita e inédita

    de los miembros de su comunidad académica. Para más información,

    visite el sitio

    www.memoria.fahce.unlp.edu.ar 

    Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad,que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre-

    ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio

    www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar 

    LicenciamientoEsta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5

     Argentina de Creative Commons.

    Rivas, Ricardo Alberto 

    El origen de la nación y loshistoriadoreslatinoamericanos

    Cuadernos del CISH

    1996, Año 1 Nro. 1, p. 52-67.

    Cita sugeridaRivas, R. A. (1996) El origen de la nación y los histor iadoreslatinoamericanos [En línea]. Cuadernos del CISH, 1(1). Disponible

    en:http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2491/ pr.2491.pdf 

    http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    2/17

    ELORIGEN DELANACIÓNYLOSHISTORIADORES LATINO-

    AIVBICANOS

    icardo

     lberto

     ivas

     

    j

    Unidas con lazos que el cielo

    formo

    la

    América

    toda existe en Nación

    .,

    Vicente Salías,   8

    ..   formar argentinos a ejemplos de

    aquellos que por serlo golpeaban en 1810

    las puertas del Cabildo

    Carlos L. Massa, 1874.

    INTRODUCCiÓN

    Desde una perspectiva teórica de mayor

    alcance -cuyo resultado en este

    caso

    conside

    ro relativamente modesto-,

    trato

    de

    abordar

    la

    cuestión planteada sobre el origen de la nación

    en la historiografía latinoamericana, observan

    do el

    rico

    debate que al respecto están llevan

    do a

    cabo

    calificados historiadores y especia

    listas de

    otras

    disciplinas sobre el fenómeno

    Estado-nación .

    La intención es contextuar el tema en el

    proceso

    de conformación del Estado nacional

    en América Latina, considerando interno a él a

    las distintas formas de la conciencia social, cuya

      Versión corregida

    y

    ampliada de la ponencia presenta

     

    da en el Simposio América Latina a fines del siglo XX:

    Claves históricas de su presente . V Jornadas lnter-

    Ecuelss epartamentos

    de

    Historia

    y I

    Jornadas

    Rioplatenses

    Universitarias de Historia

    Montevideo,

    27, 28 Y 29 de setiembre de 1995.

    expresión en la historiografia es obvia.]

    El aporte de los historiadores a la función

    estatal no deja dudas. En efecto, la

    mediación

    que el Estado establece entre las clases socia

    lesno lo logra,simplemente comoartefacto sino

    también como conciencia; de allí el rol de los

    intelectuales del statu quo quienes, como dice

    Alberto

    Pla,

    suman

    su

    inteligencia a la fuerza

    y

    entre

    ambas

    integran los aparatos de domina

    ción.

      ...la relación IntelectualeslEstado es un

    problema superestructura1lo mismo que la po

    lítica,

    y

    tanto el pensamiento  sea ideología o

    ciencia) como el Estado aún considerándolo

    como poder político a lo  ax Weber) están

    inmersos en la total idad de la

    sociedad

     o sea

    en la relación estructura/superestructura).

    2

     or tratarse de una cuestión sobre el ori

    gen de la nación según la histor iograf ia, y te

    niendo en cuenta la impronta dejada

    por

    los his-

    1

    El problema no es nuevo ni el enfoque es original,

    pese a lo cual creo que este trabajo aporta algunos

    aspectos menos explorados en la copiosa producción

    acerca

    del tema y que en parte se cita más abajo.

    Como

    contexto historiográfico resulta muy

    útil el

    art ículo de Marta E.

    Casaús

    Arzú Los préstamos

    metodológicos de la his toria y las Cienc ias Soc ia les

    en América Latina en las últ imas décadas. Revisión

    bibliográfica

     

    • En Revista

    de Historia

    5. Depar

    tamento de Historia. Facultad de Humanidades. Uni

    versidad Nacional

    de

    Comahue. Mayo

    1995. Pág.

    11..38.

    l

    importante compilación de Antonio Annino,

    Luis Castro Leiva

    y

    Francois - Xavier Guerra - De los

    imperios a las naciones lberoemérice Ed. lber Caja.

    Zaragoza, 1994, hubiese s ido una gran ayuda, pero

    lamentablemente tuve

    conocimiento de

    esa obra

    luego de redactar este art ículo.

    2

    Alberto

    Pla-ví.os

    intelectuaJes

    y

    el Estado , en Anua

    rio Nº 16. Segunda época. Escuela de Historia. Fa

    cultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacio

    nal de

    Rosario 1993 1994. Pág.81 88.

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    3/17

    toriadores del siglo pasado, el objeto de estudio

    está

    impregnado de historia polít ica . De ta l

    manera

    que el

    tema

    puede -por

    su

    naturaleza

    provocar una fuerte tentación a

    mirar

    hacia la

    historia política y a la narrativa histórica;

    ya

    la

    vez, a plantear el desafio de sustentar el análi

    sis precisamente, desde la percepción globali

    zadora de la historia social y de las formulacio

    nes teóricas del materialismo histórico.

    ¿HISTORI SOCI L O HISTORI

    pOLfTIC

    En sí misma, ya se sabe,

    la

    historia social

    no

    constituye

    un

    paradigma conceptual

    homo

    géneo. De hecho, la diversidad ha sido recono

    cida

    aún

    entre los referentes de Annales

    aun

    que en su momento, fue relativamente unifor

    me la oposición a latradición historicista en sus

    vertientes

    más

    connotadas, tales

    como

    la his

    toria política y la historianarrativa.

    La rivalidad con la historiografia tradicio

    nal no tenía por qué tener efectos

    homogeneizadores. De hecho, no impidió dife

    rencias con algún

    grado

    de significación, tales

    como las que en cierta medida separaban

    a

    los

    que centraban su análisis en las

    tres

    duracio

    nes correspondientes a

    estructura coyuntu-

    ra y acontecimiento de los que recurrían a

    los

    tres

    niveles analíticos,

    producción clases

    sociales y Estado

    Es cierto que la historia social, económica

    y

    de las mentalidades,

    pudo provocar

    efectos

    negativos al impugnar la relevancia de los even

    tos políticos -cosa que lo s mismos·Anna/istas

    están revisando criticamente-, pero es

    muy

    di

    ficil que su aporte

    al

    estudio del

    pasado

    desde

    perspectivas totalizantes se

    haya

    agotado o que

    esté en crisis.

    3

    3 Cf Julián

    Casanova

    a

    .

    historia soctel

    y

    los histo-

    riadores Editorial Crítica. Barcelona 1991.

    Pág

    .3g·

    48 .

    La llamada crisis de la historia social

    y

    las

    múltiples

    causas

    esgrimidas

    por

    diversos auto

    res han servido en muchos casos

    para

    recla

    mar .el retorno

    a

    la historiografia tradicional,

    como reacción a supuestos vicios deterministas

    y a la ausencia de procesos políticos en la.his

    toria

    social.

    Es sabido que el estigma del determinismo

    es

    una

    acusación de vieja .

    data

    que ha apunta

    do en la mayoría de los casos contra el mate

    rialismo histórico,

    y

    si bien no

    puede

    exonerarse

    de culpa a todos los historiadores que trabaja

    ron desde

    esa

    perspectiva, la acusaciónes ex

    cesiva e indiscriminada.

    En cuantoa la ausencia de lapolítica,

    tam

    bién es probable una relativa exageración, pues

    no todos los historiadores sociales hicieron his

    toria

     s in

    política

    y

    de hecho, los historiadores

    marxistas en su mayoría no

    la

    dejaron de lado.

    Aunqueel

    narrativismo

    y

    la historia

    políti

    ca no tienen necesariamente que

    arrastrar

    con

    sigo

    lacaraeterística

    más importantede la his

    toria tradicional,

    tal

    como

    ser

    historia de

    élites

    es obvio que

    por

    el contenido que encierran, un

    retomo

    a ciertas formas puede no ser

    una

    de

    cisiónneutra de

    los

    historiadores,

    así

    como

    tam

    poco

    lo son formulaciones revisionistas que en

    algunos

    casos,

    se

    empeñan

     en hacer pasar

    novedad por

    innovación , como   diría Pierre

    Vilar.

    A propósito, Josep

    Fontana

    ha

    elaborado

    propuestas superadoras

    que,

    no obstante, en

    muchos casos podrían

    ser acusadas

    de con

    servadoras , como mantener el nombre y el

    uso

    de categorías

    tales como

    clase, burguesía,

    capitalismo, etc. 5

    Las

    recomendaciones de Fontana resul-

    4

    Peter Burke

    -

      a revo lución histor iográf ic

    tren ese

     «  scuel

    de

    los

    A n n a l e s : 1 9 2 9 1 ~ 8 9 .

    Edi;torial Gedisa. Barcelona 1993. Edición inglesa

    1990 .Pág.87-9a.

    5

    Josep Fontana

    -   a

    histori después

    del fin de la

    historia Editorial Crítica.

    Barcelona

    1992.

    53

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    4/17

     

    tan útiles a la hora de reflexionar sobre el tema

    cuestión, tema que, como dije al principio,

    bien puede tentar al historiador -desprevenido

    o consciente- a buscar en lahistoria política de

    viejocuñoelmodode abordar elproblemaacer

    ca del origen de la nación.

    Lahistoria

    política

    fuetradicicnalmente la

    manera

    comosemanifestó

    la concepciónelitista

    de la sociedad, por lo cual no debe sorprender

    que su contenido, expresadomediante la histo

    ria narrativa,

    haya

    predominado

    y

    no sólo

    du

    rante el siglo pasado bajo la guía de Ranke;

    tampoco debe sorprender que siempre habrá

    otra manera de interpretar la historia.

    Si biendesde los primeros tiempos predo

    minó la historia política

    y

    narrativa, la rebelión

    de los Ilustrados del siglo XVIII provocó un

    momentáneo desplazamiento cuya recupera

    ción parecía fuertemente lograda en el siglo

    XIX, aunque debió coexistir con modalidades

    historiográficas que se ocuparon de la cultura,

    la economía, la sociedad; tanto en Europa,

    como en Estados Unidos y en América Lati

    na.

    Enningúncaso la historia es solamente la

    narración

    de

    los hechos políticos, ni siquiera

    cuando éstos constituyen el eje temático de

    estudio, tal comoes el caso del Estado-nación.

    Efectivamente, su origen,

    contenido,

    declina

    ción actual

    y

    otros componentes del análisis,

    pueden como los demás temas, ser abordados

    desde la perspectiva más totalizante de la his

    toria social, así el objeto imponga un determi

    nado

    tipo de fuentes

    y

    un diseñometodológico

    relativamente específico. No se trata de desis

    tir de lahistoriapolítica,setrata decontextuarla.

    6

    S.obre el

    r t ~ r ~

    a la narrativa, la historia polít ica

    y

    el Impac to teór ico del debate, ver Jul ián

    Casanova

    Op

    cit.

    pág.11-4-137.

    Acerca

    de

    estas t e n d e n i ~

    en la

    que

    Peter Burke considera la tercera genera

    ción de la Escuela de los Annales, ver de este autor

    Op

    cit. pág

    .68 93.

    7 Peter Burke Op cit. pág.1S..19.

    SO RE EST DO V N CiÓN

    Eric Hobsbawn dice con .cierta ironía que

    podría ser un indicador del ocaso de las nacio

    nes

    y

    el nacionalismo, el hecho de que los his

    toriadores

    se

    ocupen del

    tema En

    efecto, los

    historiadores pueden analizar el origen de las

    nacionesdesdelaposiciónprivilegiadaqueotor

    ga un ciclo cuya declinación es obvia, aunque

    sea menos predecible el

    fin

    de este proceso.

    La contribuciónde lahistoriografia eneste sen

    tido es también poco predecible, pues ella de

    penderá de la destreza del investigador, pero

    también del contexto ideológicoen que se des

    envuelva.

    Demanera similar en la épocade la for

    mación de los estados nacionales en América

    Latina en el siglo XIX, los historiadores hicie

    ron un balance del pasado desde una posición

    que también creyeronprivilegiada. Comoen el

    caso anterior,la destrezay la ideología íbanjun

    tos, pero de la misma manera, esta última era

    definitoriaen

    el momentode juzgar el

    pasado.

    Los debates acerca de qué es.una nación

    y cuál es su origen estánocupando un impor

    tante espacio en los últimos veinticinco años,

    cuya diversidadde enfoques

    y

    cantidad de pu

    blicaciones .llega a parecer apabullante. Una

    muestra de esto puede verificarse en una im

    portante compilacióndeGilDelannoi

    y

    Pierre

     n ré

    Taguieff

     

    donde se incluyen trabajos

    de las décadas de los setenta

    y

    ochenta que

    permiten una visión de la evolución del trata

    miento

    de l

    tema durante esos años. También

    resulta de gran ayuda

    la  ntrodu ión

    de Eric

    Hobsbawm a su trabajo mencionado, así como

    el primer capítulo del l ibro de Andrés de BIas

    8 Eric J. Hobsbawn - Naciones y nacionalismo desde

    178 Trad. de Jordi Beltran. Editorial Crí tica. Bar

    celona

    1991.

    Pág .196 197.

    9 Gil Delannoi y Pierre André Taguieff compiladores)

    Nacionalismo

    Trad.

    Antonio

    López Ruiz. Ediciones

    Paidós. Barcelona, 1993.

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    5/17

    Guerrero sobre el nacionalismo europeo , por

    el estado de la cuestión que eh cada caso pre

    sentan.

    Estos autores dan una visión bastante aca

    bada de las diversas formulaciones teóricas al

    respecto, desde las pocas pero importantes

    contribuciones del siglo pasado hasta la actua

    lidad, aunque son escasas la referencias a los

    casos latinoamericanos.

    Ha

    sido

    el

    autor británico

      enedict

    Anderson

    quien

    ha dedicado una parte de su

    análisis al surgimiento de los estados naciona

    les en América (Estados Unidos, Brasil

    eHis-

    panoamérica), a los que califica como los pio

    neros criollos , sustentando que las naciones

    americanas preexistían a la independencia.11

    Esta hipótesis ha sido severamente cuestiona

    da

    por

    José Carlos Chiaramonte en diversos

    trabajos sobre el tema, así comoen una reseña

    sobre el l ibro de Benedict Anderson reciente

    mente publicada en el

      oletín

    nro. 10 del Insti

    tuto Emilio Ravignani.

    12

    10 Andrés de Bias Guerrero - Nacionalismos y nacio-

    nes en Europa. Alianza Editorial. Madrid, 1994.Pág. 15

    46

    11

    Benedíct Anderson - Comunidades imaginadas. Re-

    f lex iones sobre el origen y la d ifus ión del nac ional is-

    mo

    Trad. Eduardo L. Suárez. Fondo de Cultura Econó

    mica. México, 1993. La primera edición en inglés, 1983)

    Particularmente pág.77-101.

    12

    José Carlos Chiaramonte ha desarrollado su hipó

    tesis en numerosos trabajos, tales como Formas de

    identidad polít ica en el Río de la Plata luego

    de

    1810 ,

    en

    Boletín .del Instituto de Historia Argentina y Ameri-

    cana Dr Emilio Ravígnani.

    3 ser ie número

     

    Buenos

    Aires, 1989. uEI mito de los orígenes en la historiografía

    latinoamericana , en Cuademos de/Instituto Ravignaní

    Instituto

     

    Historia Argentina y Americana. Facultad de

    Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Núme

    ro 2. Octubre de 1991. El federalismo argentino en la

    primera mitad de siglo

    XIX ,

    en

    M

    arce

    11

    Carmagnani

     Coordinador),-. Federalismos latinoamericanos: Méxi-

    co Brasíl Argentina.

    Fondo de Cultura Económica. Méxi

    co,

    1993. Pág.81-132. Michael Riekenberg ha analizado

    la evolución del concepto de nación en un breve perío

    do, anterior a su consolidación luego del derrocamiento

    de Rosas. Cf u concepto de la nación en la región del

    Plata (1810-1831) ,

    en

     Entrepasados . Revista

    de

    Historia. Año

    111 Nro.

    4-5,

    1993. Pág.

    89-102.

    Resulta muy convincente la idea de, que'

    se está viviendo una declinación del nacionalis

    mo, como resul tado de la propia decadencia

    del Estado-nación .  st

    decadencia está ínti

    mamente asociada a la globalización del

    capitalismo, la cual expresa en gran medida,

    las característ icas de la crisis actual del siste

    ma.

    Los estudios sobre

    la oncl

    descendente

    que afecta a la economía mundial a partir de

    los setenta ha provocado una copiosa literatura

    desde concepciones

    ideológicas,

    diferentes

    (estructuralismo,

    liberalismo,

    marxismo),

    que

    en

    muchos casos agregan el prefijo  neo como

    manera de diferenciarse

    superadoramente

    de

    sus matrices respectivas. A su vez, este dificil

    fin

    de siglo parece propenso a remozar viejas

    fórmulas

    para

    el conocimiento histórico, ten

    dencia que Jul ián Casanova ha llamado

     la

    moda de los retornos

    13,

    moda que en algunos

    casos, ha dado valiosos aportes al poner en tér

    mino medio formulaciones exageradamente

    excluyentes -casi maniqueas-, tales como las

    que consideraban insalvable la oposición entre

    historia social e historiapolítica.

    La

    cuestión del narrativismohistórico,

    por

    ejemplo, es uno de los temas cuyo debate de

    vieja'

    data

    fue reactualizado desde que

    Lawrence

    Stone propuso el

    retomo

    a la

    narra-

    t iva y Erie Hobsbawm lo consideró inconsis

    tente.

    En

    rigor, muy dificilmente

    un

    historiador

    pueda eludir el relato en forma absoluta; no

    obstante,

    el

    tema continúa instalado, y la auto

    ridad de

    HaydenWhite

    lo

    ha

    hecho insoslaya

    ble entre los historiadores de diversas matrices

    ideológicas. 14

    Otro de los retornos más significativos

    13

    Julián

    Casanova

    -

    Op

    cit .,Pág.114 y ss.

    14

    CI Hayden

    White

    -

    El

    contenido de la forma.

    Na-

    rrativa dlscurso y representación histórica

    Trad

    Jorge

    Vig il Rub io .

    Edi to rial Paidós. Barce lona ,

    1992.(La

    primera

    edición

    en inglés. ,1987).

    55

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    6/17

     

    erapercibidopor AlbertoPla cuandohacíanotar

    el nuevo interés sobre el Estado nacional como

    objeto

    de estudio,

    pero que

    no

    se

    trataba

    de

    analizar los

    aspectos superficiales del queha

    cer estatal, sinode su función en la divisióndel.

    trabajo que lehabía dado origen.

    Si bien este tema del Estado ha dado nu

    merosos frutos, tanto en investigaciones reali

    zadas sobre casos nacionales como trabajos

    más globales sobre el conjunto de América

    Latina, ha sido en los últimos años cuando el

    debate acerca del origen de la nación en el

    contextoestatal

    ha tornado

    mayor impulso,

    coin

    cidentemente con el cuestionamiento que el

    mismo está soportando.

    La crisis del Estadonacional como expre

    siónde la crisis delmododedivisióncapitalista

    del trabajo correspondiente al modelo de acu

    mulación que le es propio ha sido analizado

    extensamente, con enfoques más o menos

    novedosos del marxismo, tales

    COIDO

    los que

    proponeJohn Holloway en numerosos trabajos

    y

    cuyas hipótesis están resumidamenteexpues

    tas en

    una

    reciente compilación de artículos

    breves. 16

    En los análi.sis sobre América Latina el

    tema no ha pasado desapercibido, aunque los

    enfoques no siempre s n coincidentes en as

    pectos tan generales como la aceptaciónde una

    premisa de que

    l

    nación no preexiste al Esta

    do; la cual, sin embargo, parece que se amolda

    bien ala mayoría de los casos.

    Esto, aceptable para autores como Car

    los Real de Azúa, José Carlos Chiaramonte,

    John V. Lombardi, Alberto Filippi, Mario

    Góngora (para este último el caso chileno es

    lS

    Alberto Pla Compilador) • lntroducclén .

    Estado

      sociedad en el pensamiento norte   latinoamerica-

    no. Editorial Cántaro. Buesnoa Aires, 1987. Pág.7

    18.

    16 John HolJoway.. M arxísmo estado y capital. La crisis

    como expresi6n del po r del trabajo. Fichas temá

    ticas de Cuadernos del Sur. Editorial Tierra del Fue

    go. Buenos Aires

    1994.

    obvio, aunque no la totalidad

    de

    los

    restantes),

    lo es menos para otros como John Lynch y

    Benedict Anderson.

    Entre los historiadores mencionados en

    primer término, puede destacarse John

    V

    Lombardi, cuyo análisis sobre Venezuela tiene

    en este

    sentido

    una aplicación más general.

     Es en cierto modo

    una

    perogrullada

    de

    cir que en la Hispanoamérica de .1810.había

    solamente una serie muy rudimentaria de na

    ciones-estado,jurisdicciones territoriales cuya

    tenue cohesión. nacía

    más de España que

    de

    América..

    El

    convencionalismohistoriográfico

    de aludir a

    la

    historia colonial de Venezuela

    cuando esa entidad apenas- existía en las pos-:

    trimerías

    del

    siglo XVIII

    con

    frecuencia .

    nos.

    lleva ·3 proyectar sobre ese periodo colonial, y

    también sobre la época de la independencia, un

    concepto de identidad política

    que

    no se hizo

    visiblehasta bienentradoel sigloXIX. Elejem

    plo venezolanoindica la fragilidad de la identi

    dad nacional hispanoamericana tan. bien como

    pueda ilustrarla cualquier otro país del conti

    nente 17

    Con la finalidad de disponer de una hipo

    tética y sostenible fundamentación previa, po

    dría no ser ocioso determinarla mediante tres

    puntos básicos: 1) una nación moderna existe

    con los antagonismos que son propios a la so

    ciedad;2) elnacionalismoes una categoríaideo

    lógica; 3) comodice Erie Hobsbawm, las na

    ciones no construyen estados

    y

    nacionalismos,

    sino que ocurre al revés .

    La hipótesis de que el Estado precede ·a

    la nación y que el nacionalismo es,en definitiva

    una idealizaciónde ese Estado es un buenpun

    to de partida.

    Sólo eso, pues no resuelvetotal

    mente

    el problema por la simple inversión de

    17 John V. Lombardi - Venezuela. La búsqueda del

    orden. El sueño del progr eso. Editorial Crítica. Bar

    celona 1985.

     Primera

    edición en inglés 1982 .

    Pág.125.

    18 E. Hobsbawn, Op cito Pág. 18.

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    7/17

    los t ér mi no s, sino p or qu e c on vo ca a p on er en

    su lug ar a la reflex ió n teó rica. Pod ría llamar la

    atenció n el h echo de que sien do así, la relació n

    sociedad civil-sociedad política sufriríauna in-

    versión de lostérminos, ya q u en o s eria aqu ella

     productora

    de ésta, sino al revés.

    ¿Habría

    l og ra do Hegel p on er de c ab ez a a Marx

    No. Aseverar que el Estad o n acio nal p re

    cede a la nación no es afirmar que el estado

    político precede a la sociedad civil. La diferen

    ci ació n en c lase s y los di sti nto s co nf li ct os ya

    existían como herencia colonial; de

    ta l

    manera

    que, existiendo clases, el Estado

    era

    infaltable,

    así

    se estuv iera lejos de lo que se con sidera

    un

    Estado nacional.

    Los mec an ism os de r ep ro du cci ón no es

    taban a rt ic ul ad os en el s en o de i nst it uc io ne s

    estatales nacionales, pero alguna forma de Es-

    tado

    existía,

    así

    sea

    en

    las

    expresiones

    más

    pluralizadas o

    prenacionales

    del po der, c om o

    en alg un os cas os fue el cau dillis mo .

    Con

    posterioridad, la conformación de la

    clase dominante desde alguna

    capa

    de la

    bur-

    guesía sevio fav orecid a al

    estar

    en condicio

    nes de o rg an iz ar el

    trabajo

    sobre la

    base

    de

    un

    avanzad o estad o del p ro ceso de acu mu lación ,

    muy notable desde mediados del siglo pasado.

    Des mantelad a la may oría de los o b stácu

    los residuales de la Colonia tributos, estancos,

    esclavitud, corporaciones)

    y

    garantizado

    el

    con

    trol del recurso tierra y

    con

    él

    el

    de

    la mano

    de

    o bra, la trans ició n al cap italis mo era

    un

    hecho

    próximo a ser con su mado . En el largo camin o

    de

    la s

    guerras civiles pero también de los acuer

    dos, lasdiversas fracciones irían resolviendo la

    cuestión de la hegemonía en el Estado, pero

    se a

    c ua l fu ere el re su lt ad o, la e xcl usi ón de las

    clases populares .quedaba asegurada.

    Si bien hasta

    las últimas décadas

    del

    siglo

    pasado

    los conflictos intra-clase postergaron la

    consolidación de muchos estados americanos,

    restando definir el ejercicio de la hegemonía en

    el seno del poder, es evi dent e que la ex clu si ón

    de las clases p op ulares no

    estaba en

    discusión,

    que el Estadonacional existía comota l y que el

    nac iona li smo apor ta rí a su

    apariencia

    homogeneizante

    y legitimadora. El

    Estado

    pro

    pagaba

    mediante diversos mecanismos los ele

    men to s de s olid arid ad n acio nal, entre los cua

    les la hi sto ri a no

    era

    de menor importancia y

    para lo

    cual

    contó, además de la fuerza, con la

    intelectualidad correspondiente.

    Si se admite que en América Latina las

    naciones fueron

    producto del Estado que se

    configuró

    en

     elperíodo de tran sición al

    c ap it al ism o; q ue en esta transición la clase

    d omin an te con tó con ese artefacto para com

    pletar el p ro ce so de a cu mu la ci ón ; que ese Es-

    tado fue

    resultado de

    un

    pacto político entre

    clases o fraccio nes de clase que exclu yó a gr n

    parte

    de la so ci ed ad

    y

    s ob re la c ua l a pl icó los

    mecanismos de control que le son propiosy qu e

    la historiografia coadyuvó a la consagración de

    a lg un as f or mas de la co nsc ien ci a so cial en tr e

    las que se incluye el nacionalismo, quedará des

    p ejad o el camin o para

    la

    indagación del

    tema

    en cuestión, aunqueparezca una excesiva sim

    plificación de la realidad.

    D es de el E st ad o se c re ó la n ac ió n, y des

    de el Estad o-nación se completó el p ro ceso de

    acumulación y latransición al capitalismo. Pero

    el Estado,

    en

    lugar de reconocer su propia obra,

    se con sideró h ered ero de una nación preexis

    tente,

    ta l

    como los h is to riad ores de la épo ca se

    esforzaron en demostrar.

    LOS HISTORI DORES DEL SIGLO

      V EL ORIGEN DE L N iÓN

    Los h isto ria do res del sig lo p as ad o, q ue

    fundaron las historiografias nacionales y apor

    taron

    con

    imágenes

    del

    pasado

    la legitimación

    de un presente históricamente justificado, te

    n ían en b uena

    parte una

    íntima vinculación con

     

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    8/17

     

    el Estado. Su relación con éste era directa, pues

    a la vez que fundamentaron su origen con la

    indagación del pasado, en su mayoría pertene

    cían

    a la élite

    y muchos de ellos integraban

    el

    aparato estatal como burócratas o gobernan

    tes, tales

     omo

    José Manuel Restrepo  Histo

    ria de la Revolución de la República de Co

    lombia 8 5 8 ~

    Lucas Atamán

     Historia de

    México

    1849-1852 ; Rafael María Baralt y

    Ramón Díaz Resumen de la Historia de

    Venezuela

    1841 ; Diego Barros Arana

     His

    toria General de la Independencia de Chi

    le 1854-1857 ; Bartolomé Mitre  Historia de

    Belgrano   de la Independencia Argentina

    1876-1877

    y

    la

    Historia de San Martín   v de

    la Revolución  Sudamericana

    1887 ; Francis-

    co Adolfo Varnhagen  Historia geral do Bra

    sil 1854-1857 .

    Junto a otros pensadores de la época, los

    historiadores participaron en la idealización del

    Estado nacional, al que consideraron emergen

    t e natural de un pasado que indagaron con

    métodos eruditos que creyeron insospechables

    y

    que .demostraba, a fin de cuentas , que las

    naciones ya existían como tales al momento de

    producirse la Independencia y en consecuen

    cia, las .clases que asumían el control no eran

    usurpadoras del poder que ahora detentaban.

    . Los historiadores europeos y norteameri

    canos del siglo pasado se dedicaron poco al

    tema

    latinoamericano

     más

    ocupados

    en

    sus

    propios casos nacionales , excepto los españo

    les, que lo hicieron desde otra perspectiva al

    abordar estudios sobre historia americana, ta -

    les como Mariano Torrente

     Historia de la re

    volucionhtspanoamertcana

    1829-1830 ; Gil

    Gelpi

    y

    Ferro

     Estudios sobre la América.

    Conquista colonización gobiernos colonia

    les y gobiernos independientes ]864-1870 ;

    Miguel

    Lobo

     Historia General.

      ntiguas

    colonias Hispano

      mericanas

    Desde su

    descubrimiento hasta el año

    mil

    ochocien-

    tos ocho

    1875 ; José Coroleu

     América. His

    toria de su colonización dominación e in

    dependencia

    1894-96 . Lo hicieron tanto des

    de el liberalismo como desde el absolutismo,

    pero en su mayoría consideraron la Indepen

    dencia una segregación, salvando los matices

    que

    los diferencia

    Para España, la cuestión de la nación es

    taba íntimamente asociada a América. Prime

    ramente, al promover la versión de que todos

    los súbditos eran iguales ante la Corona duran

    te

    la

    Colonia, cuyo punto culminante

    se alcan

    zó con la convocatoria a los representantes

    americanos   las Cortes de Cádiz en 1812; lue

    go, cuando en la segunda mitad del siglo pasa

    do su política colonial en Marruecos, Filipinas y

    en América presentaba más dificultades que

    éxito

    y

    se esgrimía el panhispanismocomo ve

    hículo del pretendido expansionismo español y

    del concepto de

    raza hispánica

     nación espa

    ñola .

    Es decir; para los historiadores españo

    les, la cuestión de la nación incluía a América

    y

    en no pocos casos a Portugal, además de la

    abultada agenda de temas peninsulares como

    ocupación francesa, caudillismo, federalismo,

    liberalismo, republicanismo, guerras civiles,

    regionalismo, etc, según la época en que reali

    zaran su trabajo historiográfico y por supuesto,

    según lamatriz ideológicadela cual provenían,

    Sin duda, estas obras de historia america

    na realizadas por españoles no deberían faltar

    en un análisis de mayor aliento; tampoco sise

    tratara de una investigación sobre la cuestión

    de la nación española;pero para el. caso aquí

    abordado interesa ci rcunscr ibirse

    a

    la s

    historiografias nacionales, sin dejar de lado

    las

    obras sobre el conjunto americano como la del

    chileno Diego Barros Arana, Compendio de

    la historia de América

     1865 , que en ténni

    nos generales adoptaba interpretaciones

    historiográficas de los autores latinoamerica-

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    9/17

    nos antes mencionados, así como de otros indi

    cados en la actualización bibliográfica que

    in

    corporó a la segunda edición de 1894. En su

    obra de madurez, Historia general de hile

    (1884-1902), DiegoBarros Arana alcanzó una

    de las realizaciones más importantes de la his

    toriografia latinoamericana del siglo pasado;

    siendo a la vez el historiador de Chile y el

    americanista más destacado de su época.

    Un estudio prosopográfico realizado hace

    algunos años

    por

    Bradford

    Bums

    sobre

    63

    his

    toriadores latinoamericanos del siglo pasado

    daba como resultado, entre otras cosas, que

    salvo

    un

    caso, todos eran varones y que

    perte

    necían a la clase dominante.

    En un

    trabajo

    recientemente concluído

    hice al respecto el siguiente comentario:

     Ni la ubicación social ni el alto índicede

    masculinidad debe sorprender, ni siquiera si se

    lo compara con otras actividades  de la cultura

    donde la tendencia era menos:acentuada en

    ambos casos, aunque la postergación, tanto

    social como de género, explica en parte esa

    situación. En la época, la tarea del historiador

    estaba asociada a la actividad propia de la so

    ciedadpolítica

    y

    ésta,

    como se sabe, estaba

    in

    tegrada en su mayor parte por los varones de

    la clase dominante .

    20

    Los intelectuales en general aportaron lo

    suyo. Los historiadores que integraban esa

    intelectualidad constituyeron una comunidad a

    19

    E.Bradford Bums - Ideology in Nineteenth - Century

    Latin

    American Historiography

    en  iepentc

     merican istorical

    Review

    58 (3),

    ·Pág

    40Q

    431

    20 ,Ricardo A. Rivas - Historiadores del

    siglo XIX

    y la

    Historia de mérica Serie Estudios e Investigaciones,

    nro. 26. Facultad de Humanidades y Cs. de la Educa

    ción. Universldad Nacional de La Plata, 1995. Pág. 47.

    Analizo

    éste y

    otros aspectos de fa historiografía del

    siglo

    XIX. Las fuentes

    y

    las

    consultas

    bibliográficas

    fueron

    relativamente numerosas

    y he

    tratado

    en lo

    pos ible de no repet ir las en estas notas pese a que

    su

    utilización

    en el

    presente

    trabajo

    es

    obvia

    en

    particular algunas

    citas.

    partirde ciertos cánones que consideraron pro

    pios de la disciplina, a la que

      le

    adjudicaron el

    llamado método critico y que incluía forma y

    contenido del discurso histórico, prevaleciendo

    la historia política y narrativa de los nuevos

    Estados a par ti r de la Independencia.

    El predominio narrativista debió afrontar

    cambios de los ejes temáticos en

    la

    historiografía fmisecular, cuyo espectro fue

    notoriamente ampliado desde comienzos del

    siglo XX, al desplazar

    en

    parte el énfasis casi

    exclusivo de la historia política y militar, como

    ya lo hacían Ernesto Quesada, Capistrano de

    Abreu y varios otros. No obstante, el conteni

    do elitista de la historiografia asociada al

    Esta

    do no varió, ni por la incorporación de nuevos

    temas, ni porque cambiara la forma del discur

    so histórico.

    De todos modos, aunque la interpretación

    histórica siguiera correspondiendo a ese con

    tenido, el avance de la disciplina abría nuevas

    perspectivas. Diego Barros Arana es un ejem

    plo claro al respecto, siendo un intelectual es

    trechamente vinculado al Estado chileno, aun

    que no siempre al gobierno de tumo

    Su

    simpa

    tí a

    personal

    y

    política con Bartolomé Mitre se

    expresó en muchos aspectos, entre los cuales

    no menos significativo fue su decidido apoyo

    en la polémica con Vicente F. López. A la his

    toria política. y al narrativismo había adherido

    desde su juventud, siguiendo a

     n rés

    Bello y

    sus discípulos de la Universidad de Chile, tal

    como lo demostró desde su primera obra de

    importancia, cuando a los 23 años inició la pu

    blicación de su

    Historia general de la Inde-

    pendencia de

      hile

    en 1853.

    Años más tarde, cuando el Estado chile

    no estaba férreamente consolidado y las nove

    dades historiográficas europeas se adaptaban

    a la etapa, Barros Arana reconocía los límites

    de una historiografia en servidumbre total a la

    secuencia cronológica

    y

    que excluyera otros

     

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    10/17

     

    temas distintos a la política. Sobre lo primero,

    creía conveniente adherir,

    pero

    concedía que

    su importancia podía ser relativa y   en cuanto a

    lo segundo afirmaba lo siguiente:

     Lahistoria de un pueblo no es

    ya

    única-

    mente la de sus gobernantes, de sus ministros,

    de

    sus generales, y de sus hombres notables,

    sino la del pueblo mismo, estudiado en todas

    sus manifestaciones, sus costumbres, sus le-

    yes, sus creencias, su vida materialy moral. .. 21

    Ahora bien, no debe llamar la atención que

    la historiografia primigenia imaginara un pasa-

    do nacionalprevio a la Independencia. Por W1

    lado, la nacionalidadpreexistente otorga legiti-

    midad al se r naciones oprimidas las que se li -

    beran

    y

    no   élites que usurpan

    un

    poder que

    nunca les perteneció. En los países hispano-

    americanos construye factores de diferencia-

    ción con la exmetrópoli

    y

    entre ellos mismos,

    cuando ni la lengua ni la religiónresultaban ser

    los adecuados

    para

    el caso. En

      rasil

    sucede

    otro tanto; de la exmetrópoli se diferencia en

    aspectos raciales,

    tan

    obvioscomoen la propia

    geografía; del resto de América, por el pasado

    colonial, el proceso independentista y la evolu-

    ción política ulterior.

    22

    Si la legitimación en clave de nación pre-

    existente no era novedosa en el mundo de la

    época, sí lo eran las condiciones en que se pre-

    sentaba luego

    de

    la

    independencia en la s

    excolonias. En efecto, como lo hizo notar José

    Aricó en

      rx

     

    mérica Latín

    1982), ni

    las diferencias étnicas o lingüísticas, ni una cul-

    tura oral antepuesta a la alta cultura del coloni-

    zador, ni mucho menos el recurso de una uni-

    dad

    nacional previa a la conquista daban el

    fun-

    21 Diego

    Barros Arana - His toria

    gener{il Chile.

    '16

    vol .Ed Rafae l

    Jover

    Santiago, 1884. torno

     

    Prólo-

    go. Pág.

    XI.

    22 Manoel Luis Salgado   u i m r ~ s .. Nacao e CivilizacaQ

    nos Tr6picos:O Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro

    e o Projeto de uma Históría Nacional ; en Estudios hIs-

    tóricos

    Caminbhos

    da

    historiografía nro

    1.

    Río de

    Janeiro,

    1988.Pág. 5-27.

    damento necesario. En consecuencia las alter-

    nativas eran dos; o se buscaba raíces en el más

    remoto pasado prehispánico, o se trataba de

    encontrar el origen de la nación en el pasado

    colonial al que precisamente se repudiaba. En

    gran medida, hasta promediar

    el

    siglo pasado

    aproximadamente, el pensamiento liberal pre-

    firió la primera, en

    tanto

    que la historiografia

    recurrió a la segunda cuando se conformó más

    específicamente como disciplina y cuando los

    estados nacionales adquirieron una definición

    mayor.

    Enuna insinuanteinterpretaciónde lapri-

    mera opción, Barros Arana dice en su

    Com-

    pendio de Historia de mérica

    ya

    citado, que

    los criollos habían olvidado las tradiciones es-

    pañolas

    y se

     llamaron descendientes

    de

    Atahualpa

    y

    de Guatimocin, de Caupolican

    y

    de

    Lautaro . .

    Esta hipótesis, de connotación romántica,

    parecería ser fuerte en México, donde

    elori-

    gen precolombino de la nación había sido sos-

    tenido

    por

    el liberalismo

    más

    radical, tal como

    lo interpretaba CarlosMaria Bustamante;

    tam-

    bién en el Río de la Plata, donde el pasado indí-

    gena no ofrecía iguales posibilidades, Juan Maria

      ut ié rr ez l lamaba  nuest ros padres

    a

    Moctezuma

    y

    Atahualpa, ensu discurso inau-

    gural del Salón Literario 00   1837.

    24

    De

    la misma manera, para

    Rafael

    Maria

    Baral t, el pasado prehispánico había dejado

    poco para recordar. La nacionalidad se había

    conformado en un medio natural distinto al de

    la metrópol i, con costumbres que se fueron

    23 Diego Barros

    Arana .. Historia de América

    Imprenta

    Cervantes. Santiago de Chile, 1908. Tomo  

    .Pág.74.

    (Edición de 1894, levemente modificada

    y

    actualizada.

    Primera edición, 1865).

    24

    Juan

    Marra

    Gutiérrez - Fisonomía

    del

    saber español:

    cual

    deba

    ser entre

    nosotros

    (Discurso inaugural del

    Salón Literario,

    junio

    de 1837), en Brat riz Sarlo (se

    lección

    y

    prólogo)

      uan Marís

    Gutierrez La literatu-

    ra de Mayo

    y

    otras páginas crfticas Centro Editor de

      mérica

    Latina.

    Buenos Aires

    1979. Pág.9.

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    11/17

    haciendo propias y que diferenciaron a los crio

    llos,

    tanto

    de los indígenas como de los españo

    les, pese a descender de estos últimos.

     Dos hechos al parecer contradictorios

    na

    man

    desde luego la atención en las

    antiguas

    costumbres venezolanas; es a saber, la perfec

    ta .identidad de el las con las de España en las

    clases principales de la sociedad, y la falta

    total

    de recuerdos comunes (. .), los criollos apenas

    se acordaban de su . origen .

    25

    La hipótesis de

    que

    la formación de la

    nación se había plasmado durante la colonia fue

    la que en general obtuvo mayor aceptación en

    las últimas décadas del siglo pasado, sin dejar

    por eso de sustentarse en

    una

    fuerte diferen

    ciación con España,

    cuya

    atenuación

    -como

    veremos-, fue progresivamente notoria.

    Con la configuración de los Estados na

    cionales la historiografia

    coadyuvó

    a las

    tareas

    nacionalizadoras que desde el estado impulsa

    ba la clase o fracciones de la clase dominante,

    aún sin haber logrado su total hegemonía.

    Al promediar el siglo XIX, la fundamen

    tación

    y

    justificación histórica en sentido na

    cional avanzaba

    en

    casi todos los países lat i

    noamericanos.

    En el

    Cono

    Sur, las

    historiografias nacionales

    más desarrolladas

    coincidían con

    una

     mejorconfiguración del pro

    pio Estadonacional encada caso, y con

    W1

    buen

    entorno institucional para el fomento de la dis

    ciplina.

    Se trata de Chile

    y

    Brasil, donde por dis

    tintas

    razones se había

    avanzado

    hacia una pre

    coz configuración del

    Estado

    nacional, aunque

     

    forma   y incompleta por el momento. En

    efecto, entre el paso de la república autorita

    ria a la  república liberal , en Chile se :fueal

    canzando un conflictivo pero perdurable pacto

    político entre las distintas fracciones de la cIa-

    25 Rafael María Baralt y Ramón Díaz

    esumen e

    la   istoria

     e

    Venezuela A. Bethencourt e hijos.

    Curazao

    1887.

     Primera edlclón París 1841

    Tomo

     

    pag.434.

    se dominante. La Universidad de Chile creada

    en 1842, con la firme conducción de Andrés

    Bello -admirador de Herder y part idario de la

    narrativa erudita- y un conjunto de brillantes

    historiadores (Amunátegui, Vicuña Mackena,

    BarrosArana) impulsóuna de las historiografías

    nacionales más importantes de América Lati

    na. Si en la primera mitad del siglo elliberalis

    mo republicano se expresaba en una versión

    antiespañola con

    los

    escritos de Infante y

    Lastarria,

    en

    la segunda

    mitad

    prospera

     una

    visión discretamente atenuada,

    ta l como

    la que

    elaboraron los historiadores mencionados y que

    en general, puede considerarse la  historia ofi

    cia l ; el

    Estado

    nacional chileno tenía ya un

    pasado ejemplar y un futuro promisorio.

    En Brasil el proceso se había configurado

    en el paso dela Regencia al remado de Pedro

    II

    y

    allí la contribución de la historiografia

    en

    la

    idealización del

    Estado

    fue también fecunda.

    Desdeel Instituto Histórico

    y

    Geográfico creado

    en 1838 se impulsó la investigación histórica

    y

    se indicó qué historia hacer. En efecto, el artí

    culo Como se debe escribir la historia del

      rasil

     1845)

    del investigador alemán Karl

    Friederich Philipp

    van Martius

    publicado en la

    Revista

    del Instituto fue considerado

    un

    mode

    lo a desarrollar,

    que

    en parte adoptó Francisco

    Adolfo Varnhagen en su Historia general de

      rasil 1854-1857.

    Al promediar el siglo

    pasado

    la

    historiografia latinoamericanahabía resuelto en

    medida la cuest ión de la naciente nacio

    nalidad, interpretando que se trataba de nacio

    nes

    sojuzgadas, emergentes

    de

    la lucha

    anticolonialista

    como estados

    independientes.

    La versión

    antiespañola

    de

    la primera

    historiografia tenía ese carácter nacionalizador

    y

    si bien moderó su radical ismo a partir de las

    últimas décadas del siglo pasado, radicó

    una

    imagen indeleble que constituyó

     el

    mito de los

    orígenes

    .

     

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    12/17

     

    Esta cuestión sobre la que tanto insiste

    Chiaramonte no necesita más demostración.

    Como curiosidad, agrego entre las innumera

    bles

    muestras

    el

    caso

    de

    un

    periódico

    insurreccional (1810-1812) que tres veces cam

    bió de nombre, iniciándose como

    Desperta-

    dor Americano

    luego

    Ilustrador Nacional

    y

    nuevamente Ilustrador Americano siendo

    muy posible que el retomo al calificativo

    ame-

    ricano

    se adecuara mejor para garantizarad-

    hesiones, pues el término nacional era menos

    conocido

    por

    las clases populares, según co

    mentaba

    hace

    var ios años

    J.

    M. Miguel y

    Vergues en un estudio sobre la prensa mexica

    na de la época.

    En varios casos, la historiografía hispano

    americana consideró

    1810

    el año onomástico

    de las naciones emancipadas,  la Santa her

    mandad del año 10 como la llamaba Vicuña

    Mackena en su

    Historia

    de

    la Revolución

    de la

    Independencia

    del Perú 18 9-

    1819,(1860) Y que según Bartolomé Mitre en

    su

    Historia

    de

    San Martín...

    se habían le

    vantado ese año corno movidas por un mismo

    resorte : 7

    En su

    Historia de Be/grano.

    ..,

    Bartolomé

    Mitre interpretaba

    que

    el gobierno surgido el

    25 demayode la primera constitución política

    (...) se emancipaba invitando a los pueblos a

    seguir el ejemplo de Buenos

    Aires

    En términos similares lo había hecho Ra-

    fael Maria Baralt en su

    Resumen de la histo

    26

    J.M.Miguely Vergues

    .. La Independencia Mexi-

    cana

    y

    la Prensa Insurgente Fondo de

    Cultura

    Eco

    nómica.

    México,

    1941.

    27 Bartolomé Mitre ..

    Historia

    de San Martín y de la

    Revolución

    Sudamericana 2d a e di ci ón d e 1890.

    Reproducida en la Colección de Historia de los Gran

    des Hombres Argentinos. Ed Jackson, Buenos Aires,

    sf. Tomo 1. Pág. 60.   Primera edición, 1887).

    28 Bartolomé Mitre -

    Historia

    de Belgrano

    y

    de la

    Independencia rgentina 4t a

    edición

    de 1887. Re

    producida en la Colección de Historia de los Grandes

    Hombres Argentinos. Ed Jackson, Buenos

    Aires,

    sf.Tomo   Cf. Capítulos VIII a X. Cita en pág.

    349.

    ria de Venezuela que publicó en 1841, al ex

    presar que el 19 de abril de 1810 Caracas ha

    bía enviado emisarios a las provincias para con

    viciarlas a

     

    unión

    Este

    convite

    al igual que la

    invitación

    mencionada por Mitre, podría significar clara

    mente la inexistencia de una nación previa.No

    obstante, se interpretólo

    contrario, plasmándo

    se otra imagen

    en

    los símbolos de la nación,

    cuya proyección mediante la educación tuvo

    características

    bastante similares

    en

    toda

    Amé

    rica Latina.

    Al respecto, los dos epígrafes con que se

    inicia este artículo son ejemplos válidos, tanto

    para el caso

    venezolano

    como

    el

    argentino.

    En el primero, tomado de la marcha Glo

    ria al bravo Pueblo que fuera redactada en

     

    por Vicente

    Salías,

    la única referencia a

    la nación se expresaba en términos de

    Améri-

    ca:

     Unidas con lazos que el cielo formó, la

    Américatoda existe en Nación . (Tampoco en

    elRío

    de La Plata, como

    lo

    ha

    demostrado José

    Carlos Chiaramonte, existía en la

    época

    un

    identidad nacional argentina). Sin embargo, la

    marcha mencionada fue consagrada

    como

    Himno

    Nacionalde

     enezuel en 1881, duran

    te la gestión de Guzmán Blanco, cuando el Es

    tado

    había alcanzado una relativa consolidación.

    El segundo, -fragmento del Prefacio a El

    Ciudadano argentino. Nociones de Instruc-

    ción Civica de Francisco Guerrini (1892)-, ha-

    bía sido redactado

    por

    Carlos L. Massa, quien

    llamaba

    argentinos

    a los

    protagonistas

    de

    Mayo: ...formar

    argentinos

    a ejemplos de

    aquellos que

    por

    serlo, golpeaban en 1810

    las

    puertas del Cabildo... 3 0

    2 ; Rafael Maria Baralt

    y

    Ramón Díaz .. Op cito Tomo

      Pág.48-49.

    30 Francisco Guerrini

    - El ciudadano

    argentino No-

    ciones de Instrucción   ívica Aprobado como texto

    por el

    Consejo

    nacional de Educación y por el Con

    sejo General de la Provinc ia

    de

    Buenos Aires. 4 edi

    ción.

    Talleres Solá Hnos.

    La Plata, 1895.

      Primera

    edición, 1892 . Sic,

    subrayado

    por el autor . Pág.5.

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    13/17

    La educación, que el

    Estado

    argentino

    promovía desde la década del 80 , se sustenta

    ba en dos asignaturas escolares fundamenta

    les

    para

    nacionalizar la sociedad: la Instrucción

    Cívica

    y

    la

    Historia Patria.

    Se propagaba

    el

    conjunto de símbolos adecuados a ciertas pau-

    tas ciudadanas, incluyendo entretantos, la cues

    tión del origen de la nación.

    Resuelta la transición al capita lismo, la

    organización estatal y la solidaridad nacional

    resultaron ser las expresiones

    político-ideológi

    cas de Ia etapa. Los historiadores, muchos de

    ellos desde la masonería, contribuyeron adap

    tando

    imágenes del pasado a las nuevas exi

    gencias de la

    consolidación

    del Estado nación,

    no siendo desestimable su aporte al producirse

    el conflicto

    entre

    Estado e Igles ia y mucho

    menos al ser superado, pues ésta, subordinada

    al Estado -en distinto grado según los casos-,

    sumó

    los suyos a los mecanismos implementa

    dos desde el poder para disciplinar y moralizar

    a las masas.

    ENTRE FINALES DE SIGLO Y LOS

    PRIMEROS  Ñ S DEL

    La historiografia finisecular

    desarrolló

    nuevas interpretaciones sobre el

    pasado

    y

    cam-

    bió algunas valoraciones, pero en

    gran

    medida

    mantuvo

    una

    interpretación análoga en cuanto

    al origen de la nación. Liberales y conservado-

    .res, hispanistas y antihispanistas confrontaban

    cada

    vez menos y coincidían

    cada

    vez más en

    que las naciones americanas preexistían a los

    .estados

    y que las guerras civiles, el caudillismo,

    el federalismo, las alianzas con países extran

    j

    eros, etc, constituían fuerzas disgregadoras y

    en consecuencia, antinacionales.

    Por diversas razones, varias historiogra

    fías nacionales no compartían la valoración del

    año

    10 , como Uruguay

    por

    su

    peculiary pos-

    terior

    independencia o en

    México,

    donde

    1810

    o

     8

    constituían fechas de acontecimientos

    cuya valoración la historiografía republicana

    debatía junto con el origen prehispánico o colo

    nial de la nación mexicana,

    pero

    en líneas ge

    nerales, éste y otros diferendos quedaron sal

    dados desde finales del siglo pasado, oficiali

    zándose imágenes menos controversiales y más

    apropiadas al momento.

    En el

    Uruguay, esto se lograba con la obra

    de Francisco

    Bauzá

    que esbozaba una tesis de

    la Independencia de

     todo yugo

    fundada en la

    preexistencia de

    una

    nación enraizada en la

    Colonia, cuyo carácter de historia oficial fue

    analizada por Carlos Real de

    Azúa

    en l JOS

    orí-

    genes de la nacionalidad uruguaya 1991

    También Uruguay era

    una

    nación preexistente

    y,

    contrariando a Bartolomé Mitre, diferencia

    da de la de

    los

    argentinos.

    En

    tanto

    que la

    obra

    que

    organizó

    Vicente

    Palacio Riva en 1889 -publicada en los prime

    ros años de este siglo-,

    México a través de

    los siglos

    reconciliaba interpretaciones encon

    tradas entre las tradiciones liberal y conserva

    dora, que en

    gran

    medida estaban representa

    das por

    las obras de Carlos

    María

    Bustamante

    y Lucas Alamán, respectivamente. La Inde

    pendencia constituía

    para ambas versiones

    historiográficas, la culminación de un proceso

    de liberación nacional, diferenciándose en que

    mientras para la pr imera, el origen es taba en

    el

    pasado

    anter ior a la Conquista ,

    para

    la se

    gunda se ubicaba en el periodo colonial, o his

    pánico como preferían llamarlo.

    El positivismo mexicano

    propusouria

    in-

    terpretación superadora que en definitiva, pri

    vilegiaba el pasado hispánico, tal

    como

    lo fun-

    damentaba Riva

    Palacio

    en la

    obra

    menciona

    d

    La

    Nueva España

    no fue la vieja nación

    conquistada que recobra su libertad después de

    trescientos años de dominación extranjera.

    Fuente de históricos errores y de .extraviadas

    63

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    14/17

     

    consideraciones filosóficas ha sido considera

    da así, cuando es un pueblo cuya embriogenia

    y morfología deben estudiarse en los tres siglos

    del gobierno español durante los cuales, con el

    misterioso

    trabajo

    de la

    crisálida y

    con

    heterogéneos componentes, formóse la

    indivi

    .dualidad social y política que, sintiéndose viril y

    robusta,proclam ó su

    emancipación en

    1810. 3

    También es el

    caso

    de la Historia de o-

    lombia

    de José María Henao y

    Gerardo

    Arrubla, realizada

    por

    encargo de la Academia

    de la Historia en 1910, texto oficial

    para

    la en

    señanza de la historia y síntesis superadora del

    conflicto del siglo.

    XIX

    entre la historiografía

    liberal

    y

    la conservadora, que en buena medida

    representaban José Manuel Restrepo

    por

    un

    lado,

    y

    José Manuel Groot

    por

    el otro.

    Los casos se repiten en varios países latí

    noamericanos, con matices

    pero

    con

    una

    ten

    dencia similar. Nuevas generaciones de histo

    riadores, a veces desde lo que se denominó

     nuevas escuelas sólo algunas lo fueron en

    sentido estricto),

    analizaron

    críticamente la

    historiografia anterior

    y

    propusieron una inter-

    -pretación alternativa. Ricardo Levene, Francis

    co Encina, José Gil Fortoul , Vicente Palacio

    Riva, Joao Capistrano de Abreu, son algunos

    de los más representativos. Sin embargo,

    tanto

    las diferencias

    y

    confrontaciones

    iniciales,

    como

    las eclécticas

    y

    conciliadoras soluciones men

    cionadas no modificaron sustancialmente la

    cuest ión de los orígenes, pues en el

    pasado

    prehispánico o en la colonia hispánica se en

    contraba el origen. de la nación, en casi todos

    los casos.

    Si en el

    paso

    de uno a otro siglo las for-

    31 Citado por Silvio Zavala   Vivencias de la historia

    mexicana en época hispánica .

    Conferencia dictada

    en el Liceo Internacional de Saint

    Germain

    en Laye.

    el

    22

    de abril

    de 1986. Reproducida en

    Enrique

    M.

    Barba

     in memoriam).  stu ios

    de istor ia

    Funda

    ción Munic ipa l

    de La

    Pla ta , 1994.

    Pág.

    547-554.

    Cita en pág. 551,

    mutaciones menos antihispanistas fueron ga

    nando espacio, al aproximarse la fecha del Cen

    tenario esto fue

    más

    notorio, profundizándose

    en los años posteriores. Además

    del

    .fuertehis

    panismo

    sustentado por

    historiadores

    como

    Rómulo

    Carbia y

    el mexicanoCarlos Pereyra,

    esta

    tendencia

    tuvo adherentes desde otros

    enfoques. Tal es

    eleaso

    de

    una

    hipótesis muy

    debatida

     y

    que en algunos círculos continúa

    siendoexplorada) que caracterizaba como gue

    rra

    civil al conflicto bélico con España..Histo

    riadores.españoles habían recurrido a

    ella

    se

    ñalando que se trató de una.

    guerra

     fratricida ,

    como la definía .el

    historiador

    catalán José

    Coroleu,

    autor

    de una historia americana publi

    cada

    en 1894-1896, en la cual además esgri

    mía el argumento del origen español del.fede

    ralismo, coincidentemente con la valoración que

    sobre el tema venía desarrollando Francisco

    Pi

    y

    Margall.

    Esta hipótesis,

    por

    un lado, atenuaba la

    versión de

    W1

    conflicto anticolonial; por el otro,

    abría perspectivas

    para

    un análisis basado en

    el conflicto social.

    En

    el primer caso,

    tuvo

    su

    expresión

    más

    extremaen hispanismo de base

    clerical, pero

    predominóla

    íntesis superadora

    del pensamiento positivista. En el segundo,

    in-

    teresó a la historiografía marxista contemporá

    nea, al emparentar aquel debate con el que tra-

    taba de dirimir si el proceso

    había

    sidoo no una

    revolución,

    tal

    como lo señalóGermán Carrera

    Damas

    en una ponencia que tituló

    Las

    élites

    y

    la revolución presentadaen Caracas conmo

    tivo

    del Bicentenario del natalicio de Simón

    Bolívar 1983).

    La formulación conciliadora del positivis

    mo había tenido su

    más

    clara expresión en Ve

    nezuela, cuando en 1911 Laureano Vallenilla

    Lanz

    sostuvo su hipótesis de guerra civil ante

    lo cual reaccionó José

     

    Fortoul, defensor de

    la tradición liberal;

    pero

    esta reacción estaba

    lejos de sus congéneres de la primera hora.

    Por

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    15/17

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    16/17

     

    familias de posición, entre la gente bien . Para

    -Recabarren, el 18 de septiembre se celebraba

    el centenario de  la independencia de la clase

    .burguesa

    y

    no

     la

    independencia delpueblo ,

    33

    Entre los festejos del

    Cuarto

    Centenario

    del Descubrimiento y el Centenario Patrio, se

    perfilaron nuevas valoraciones de la Indepen

    -dencia, pero se interpretó un solo origen verda-

    dero, disputándose en

    todo

    caso, la legitimidad

    de los herederos.

    Durante

    el

    período

    de

    entreguerras

    el

    marxismo profundizó el tema. Luis Chavez

    Orozco México), José Car los Mar iá tegui

    (Perú), Carlos Irazabal (Venezuela), Rodolfo

    Puiggrós (Argentina) realizaron estudios de la

    historia de sus respectivos países, sin replan

    tear

    totalmente

    l

    cuestión de los orígenes, pero

    desde enfoquesque aproximaban una perspec

    tiva superadora de la tradicional.

    En 1928 Mariátegui explicaba la Indepen

    dencia en el contexto del capi talismo a nivel

    mundial y de los intereses de clase. Así como

    presumía al final del periodo colonial la exis

    tenciade una embrionaria burguesía , también

    sostenía que en América emergían embriona

    rías .formaciones nacionales , considerando a

    la Independencia, inspirada y movida, (...) por

    los intereses de la población criolla y aún de la

    española, mucho más que por los intereses de

    la población indígena  3 4.

    Con este enfoque l legaba luego a esta in

    teresante conclusión:

     No

    somos un pueblo que asimila las ideas

    y

    los hombres de otras naciones, impregnándo

    las de su sentimiento y su ambiente, y que de

    esta suerte enriquece, sin deformarlo, su espí-

    33 Luis E. Recabarren - Ricos   pobres a t ravés de un

    siglo de vida republicana Editorial Quimantú. San

    t iago, 1971.

      Publicado

    por primera vez en 1910 .

    34

    José Cartos Mariátegui - Siete ensayos de interpreta-

    ción de la reslid d peru n Blblloteca Amauta.

    1O

    ed.

    Lima, 1969. Pág.16-17

    Y

    ss. Publicado por pri

    mera vez en 1928).

    ritu nacional. Somos unpueblo en el que

    convi-

    ven, sin fusionarse aún, sin entenderse todavía,

    indígenas y conquistadores. La República se

    siente

    y

    hasta

    se

    confiesa

    solidaria,

    con

    el

    Virreinato. Comoel Virreinato, la República es

    el Perú de los colonizadores, más que, de los

    regnícolas. El sentimiento y el interés de las

    cuatro quintas partes de la población no juegan

    casi ningún rol en la formación de la nacionali

    dad y de sus instituciones

    35

    Rodolfo Puiggrós (1940) también llegaba

    a conclusiones en parte análogas, tales como

    ubicar el proceso independentista en el contex

    to del capitalismoa nivel mundial y básicamen

    te centrar el análisis en las clases sociales. En

    el diagnóstico mediante el cual explica lascau-

    sas

    por

    las cuales no se conformó una nación

    hispanoamericana (según la conocida fórmula

    de

    José

    Stalin), Puiggrós encontraba .responsa

    bles en  las relaciones de clase precapitalis

    13s

    pero seguía creyendo, sinceramente, que

    durante las invasiones inglesas se había des

    pertado la conciencia nacional ,

    36

    Estos y otros historiadores eintelectuales

    marxistas vacilaban en acertar una propuesta

    alternativa a la de la historiografia tradicional,

    pero

    es evidente que estaban planteando otra

    manera de pensar la historia.

     ON LUSION S

    Las

    investigaciones sobre el origen de la

    nación en las condiciones esbozadas anterior

    mente pueden const itui r un aporte al conoci

    miento de la situación actual y fundamental

    mente vislumbrar algunas perspectivas cuando

    la situación del Estado nacional en el mundo

    35 Ibid. Pág.10S-106.

    3e

    Rodolfo

    Puiggrós - De la olonia

    a

    la Revolución

    Ediciones Leviatan. Cuarta

    edición

    modificada

    y am

    pliada.

    Buenos

    Aires,

    1956.

    En particular el Capítu

    lo VI. Pág. 249-276.

      Publicada por

    primera vez en

    1940) .

  • 8/18/2019 Ricardo Rivas- El Origen de La Nacion

    17/17

    anuncia una crisis de gran alcance.

    Por su parte, un estudio sobre el origen de

    la nación sostenido en fuentes historiográficas

    reviste un gran interés, no solo porque por ese

    camino se garantiza

    IDl

    mejor conocimiento de

    la evolución de la disciplina y de las ideas pre

    valecientes, sino porque puede ser un buen ve

    hículo para el análisis de una realidad mayor

    como es el Estado

    y

    los intelectuales.

    También resultan útiles las recomendacio

    nes de Pablo Buchbinder de agregar a las fuen

    tes que se vienen utilizando (códigos, cartas y

    pronunciamientos, congresos constituyentes)

    los informes diplomáticos, la prensa periódica

    y la correspondencia privada, avanzando en el

     conocimiento de la historia política.  

    De acuerdo, aunque conviene recordar

    que es necesario enmarcar el análisis en los

    .aspectos propios del funcionamiento estatal, su

    conformación y consolidación, las relaciones

    internas e internacionales, etc, de tal manera

    que se disponga de un marco explicativo que

    facilite la búsqueda de respuestas al interro

    gante sobre

    el

    origen del Estado-nación

    y

    a su

    crisis actual, enel marco de la división del tra-

    bajo.

    Al respecto -ya   dije-, la historia social

    sigue ofreciendo instrumentos adecuados para

    el análisis, pues en última instancia, se trata de

    abordar el estudio de la esfera ideológica. y po

    lítica en el contexto de la realidad total , sin

    caer

    en la simple narración de la polít ica .

    Con la globalización, parecería que el na-

    cionalismo como versión ideologizada del Es

    tado

    ha

    perdido consistencia. El Estado mismo

    muestra síntomas de incapacidad operativa en

    aspectos tales como en la subordinación del

    tra-

    bajo al capital

    y

    en la retención de éste mismo

    37

    Pablo Buchblnder - La historiografía rioplatense

    y

    el

    problema

    de los o rígenes de la nac ión en Cua-

      rnos   l

    CL EH nro 69. Montevideo. 2da serie

    año

    19.

    1994. Pág.

    29 47.

    dentro del espacio territorial que le compete,

    como lo ha señalado John Holloway.

      ...cambió radicalmente la relación entre

    el estado nacional y el movimiento global del

    capital, y por lo tanto cambió radicalmente la

    naturaleza misma del Estado. Si uno parte del

    supuesto de que cualquier Estado tiene nece

    sariamente que tratar de

    atraer

    a su territorio o

    de retener dentro de su territorio el mayor ca

    pital posible, entonces está claro que con el auge

    masivo de la movilidad del capi tal a parti r de

    los 70, las condiciones de existencia de los es

    tados cambiaron radicalmente.

    38

    Son esas condiciones, precisamente, las

    que ñan puesto a prueba la cuestión de la na-

    ción como elemento cohesionante; puede ser

    incluso que esté atravesando una crisis de du

    dosa recuperación, pero mientras el Estado

    exista, dispondrá de elementos homogeneiza

    dores de una sociedad de clases.

    Para ello, cuenta con los aparatos de do

    minación a los que se refería Alberto Pla al

    analizar la relación de los intelectuales y el Es

    tado, entre ellos los historiadores.

    Cabe a otros

    intelectuales reflexionar desde otra perspecti

    va, incluyendo, claro está, a los historiadores.

    38 John

    Hol loway- EI poder del Trabajo y la Reorga

    nización

    Territorial

    de los Estados Capitalistas en

    Op cit

    pág.164.

    67