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Waquant, Loic. Cap. 1. La Calle y El Ring. en Waquant, Loic. Entre Las Cuerdas. Cuadernos de Un Aprendiz de Boxeador

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  • 106 LOIC WACQUANT

    del diez por ciento de sus modestas retribuciones, es decir, algunos billetes de20 dlares por noche). Tanto por principio como por falta de medios, Dee-Dee no asiste jams a una reunin local si no puede entrar gratuitamente: en-cuentra completamente absurda la idea de pagar por presenciar un combate.Despus de todo, su fama es tal que es increble que no tenga invitaciones paraentrar.Como la mayora de los entrenadores, sobre todos los de la vieja escuela, Dee-Dee mantiene relaciones complejas y ambiguas con sus pupilos, para los que esal mismo tiempo entrenador, mentor, guardin, consejero y confidente y que letienen un respeto filial que supera ampliamente su admiracin profesional8 5.Fue el caso de Alphonso, para quien DeeDee llegaba a cocinar en el gym cadatarde para asegurarse de que se alimentaba correctamente. Sucede hoy con Cur-tis, a quien trata con una mezcla de desinters fingido y de afecto rudo que virahacia el autoritarismo y con quien ha desarrollado a lo largo de los aos una rela-cin casi paternal. Ante este ltimo, DeeDee afecta una actitud de indiferenciahacia su comportamiento fuera del gimnasio, aunque en realidad se preocupaconstantemente: la prueba es que est en contacto telefnico diario con Sherry,la mujer de Curtis, para saber si ste sigue sus instrucciones en los aspectos de suvida que puedan afectar el rendimiento entre las cuerdas: alimentacin, relacio-nes familiares, prcticas sexuales. Media entre Curtis y su manager; lo ayuda a controlar sus tumultuosas relaciones con la responsable de la guardera que ocu-pa la parte delantera del edificio del club Woodlawn Boys donde Curtis trabajacomo limpiador; sigue atentamente el curso de sus dificultades financieras, susproblemas de vivienda o sus altercados en la oficina de asistencia social. En resu-men, el viejo entrenador se implica en la vida privada de Curtis, quien, por suparte, lo considera su segundo padre y valora mucho su sabidura: DeeDee y yotenemos una relacin, hablamos, nos lanzamos insultos continuamente, perotambin tenemos conversaciones serias; creo todo lo que me dice, porque [ba-jando la voz para indicar su respeto] por algo ser que ha llegado a los setentaaos. Ya sabes que no tena setenta aos cuando naci y sabe muchas ms cosas queyo. No podra alcanzarlo. Pero es necesario que discutamos de vez en cuando, s-lo para darle una satisfaccin. As, cuando me marcho, puede sonrer y sacudir lacabeza y todo....

    Por ejemplo, la maana del combate en el que Curtis conseguira el titulo decampen del Estado de Illinois, DeeDee se queja medio en serio medio enbroma y evidentemente orgulloso de que ste lo trata como a un nio no de-jndole fumar ni beber, aunque l debera tener el derecho a esos pequeos pla-ceres a su edad: Si me ve fumar, viene y me grita: "Deje ese cigarrillo, DeeDee,apagelo inmediatamente", y me empieza a gritar como a un nio. [Refunfu-ando.] Tengo sesenta y nueve aos, si a esa edad no puedo darme un gusto, nos cundo... Si me ve con un vaso de vino o de alcohol se enoja y me regaa, medice que lo deje. Igual con el cigarrillo. Vamos, no soy su padre ni l es mi hijo,digo yo! Lo cuido, de acuerdo, pero no es mi hijo, no para decirme lo que debo

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    o no debo hacer. Nos remos y bromeamos dicindole que despus de todotiene suerte de que Curtis se preocupe por l para que llegue a viejo.

    Pero la pedagoga pugilstica no intenta slo transmitir una tcnica; su fun-cin es adems establecer de forma prctica las esperanzas objetivas que faci-litarn el ascenso del aprendiz de boxeador en la jerarqua del gym. Para en-contrar y conservar su sitio en el universo pugilstico hay que conocer y tener en cuenta en todo momento las limitaciones fsicas y morales de cadauno, no dejar que las aspiraciones vuelen de manera irreal, no intentar su-bir ms rpido y ms alto de lo lgico a riesgo de dilapidar la energa, dearriesgarse a que un rival muy superior te muela y exponerte a perder presti-gio. Por eso las instrucciones del entrenador incitan a menudo a la modes-tia, son invitaciones a repetir sin refunfuar los mismos gestos sin intentarsobrepasar las capacidades, a respetar la marcha, en apariencia estacionaria,que imprime al aprendizaje. Por sus observaciones, sus crticas, sus estmu-los, pero tambin sus silencios prolongados o su presencia atenta, DeeDeeanima a los que, por falta de confianza o timidez, se subestiman (Sabesboxear tan bien como los otros, Louie: si te hago pelear con Jeff le vas a daruna buena paliza) y rebaja a aquellos que, embriagados por sus progresosen el gimnasio o por sus xitos en el ring, fanfarronean, se creen que hanllegado e intentan boxear por encima de sus posibilidades. La pedagogapugilstica es por tanto inseparable de una pedagoga de la humildad y delhonor que tiene por objeto inculcar en cada uno el sentido del lmite (que esasimismo un sentido del grupo y de su lugar en l), como demuestran estosdos fragmentos de mi diario.

    El 22 de octubre de 1988, durante la noche de gala organizada cada ao pa-ra reflotar la caja del club, Little John (24 aos, mensajero y vigilante en unbarrio de pisos de proteccin oficial) combate por primera vez. Est nervioso y confuso, golpea muy fuerte y un poco a lo loco. [...] Veo a DeeDee que lo ful-mina desde su oficina. De pronto, entra en la sala, con el ceo fruncido, y vo-cifera en direccin al ring: Qu intentas hacer, John? Deja de hacerte el im-bcil y limtate a boxear. Intentas parecerte a un boxeador y no te pareces nada!. Se da media vuelta disgustado y regresa a la sala de atrs para vendar las manosde Rico.El 22 de marzo de 1989, Curtis se fue a Carolina del Sur para entrenarse en elrancho de su manager y preparar su primer gran combare en Atlantic City elmes siguiente, una oportunidad para hacer en poco tiempo su entrada en la cla-sificacin internacional. Pregunto a DeeDee si se ha ido en avin o en autobs.Pues en autobs, Louie! Quin es l para ir en avin? Killer Keith se asombra:No es mucho para ir tanto tiempo en autobs, DeeDee, porque son cuntas,

  • Curts, victorioso, posa con sus hermanos, que enarbolan el cinturn de campe-n de Illinois recin conquistado.

    temido por su experiencia y su pegada, durante una noche en la que el cabeza decartel era el legendario Roberto Manos de Piedra Duran, que a los treinta y siete aos obtuvo su cuarto ttulo mundial y su 97 a victoria profesional.Su manager, Jeb Garney, un blanco rico criador de perros que posee varias gran-jas y cuadras en Illinois y en Carolina del Sur y que forma parte del consejo deadministracin del club, tiene grandes esperanzas en l: Curts no sabe hastaqu punto es bueno. Si ven las pelculas de los grandes boxeadores como JohnnyBratton, Sugar Ray Robinson, Sandy Saddler o Henry Armstrong se darn cuen-ta de que tiene algunos de los golpes y gestos de los grandes. Lo lleva dentro. Esjoven y no tiene experiencia, tiene mucho que aprender, pero s que puede con-vertirse en un gran boxeador. Sin embargo, Curtis carece de disciplina personaly no se impone la higiene de vida que exige su carrera. Para poderse entrenar enbuenas condiciones y poder vigilarlo, el club le ha dado un empleo de tiempoparcial como limpiador. Despus del entrenamiento, Curtis espera el cierre paralimpiar la sala, pasar el trapo en los vestuarios, aspirar la alfombra de la entrada,vaciar las papeleras y colocar las mesas de la guardera.Boxeador felino e impulsivo, dotado de una gran velocidad de brazos y de reac-cin, as como de un sentido agudo de la respuesta, su comportamiento excep-

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    cionalmente agresivo entre las cuerdas, a veces cerca de la prdida de control des mismo y del reglamento, le vale ser considerado con razn como un duro enel ring. Esta personalidad deportiva de bicho encaja a la perfeccin con su estilo,que es someter al adversario a una presin en todo instante adelantndose todoel tiempo y golpeando desde todos los ngulos. Sin embargo, la fe cristiana es laque marca su inspiracin entre las cuerdas: lleva siempre un crucifijo que intro-duce en las botas durante los combates y que siempre besa ceremoniosamenteantes y despus de cada encuentro. Nunca sube al ring sin haberse recogido pri-mero con sus cinco hermanos y su primo sacerdote. Cuando le pregunto si loha celebrado despus de su sorprendente victoria sobre el campen del Estadoen el International Amphiteather, el boxeador estrella de Woodlawn me respon-de con sobriedad: No lo he celebrado, he dado gracias a Dios. He dedicado micombate a Dios. No hago nada ms que lo que l me dice. Slo ejecuto sus pla-nes para m, en el ring, fuera del ring, y le doy las gracias, eso es todo. La ambi-cin de Curtis es la de muchos jvenes boxeadores en ascenso que slo ven elcielo como techo: ganar el ttulo mundial, aun mejor, unificar los tres ttulos desu categora y llevarse de paso bolsas de millones de dlares.Curtis procede de una familia del subproletariado en el lmite de la mendicidad(nueve hijos, padre ausente, madre que trabaja por temporadas como camarera y que sobreviven gracias a la asistencia social) que ya es conocida en la calle. Dee-Dee cuenta que todos los hermanos son unos pendencieros. Todos saben pelear.Pero ninguno viene a la sala, slo l. Tiene un hermano mayor que es ms bajoque l pero que es an ms duro, verdaderamente peligroso. [Con un lamento enla voz.] Es una pena que no venga. Es duro, realmente duro, un boxeador pornaturaleza. Pero es un cabeza hueca, no se calienta la cabeza. Parecido a Curts.Mujeriego empedernido y padre de un nio de dos aos y de una nia de uno,Curtis se cas con la madre de sus hijos despus de que sta lo amenazara con se-pararse tras cuatro aos de difcil vida en comn. Cuando un camarada le recuer-da que DeeDee dice que slo hay una cosa peor que la comida basura [para unboxeador]: las mujeres, Curtis asiente: S, por eso me cas. Todos los combatesque he perdido fueron por andar con mujeres. Cuando mi mujer me dijo que sino nos casbamos se marchaba, se acab. Me hizo pensar, porque la quiero y to-do eso, as que me dije: no quiero perderla, y adems todos las citas me estro-pean el boxeo. As que me cas con ella.

    Por la escasez e irregularidad de sus ingresos (su empleo en el club le supone me-nos de 100 dlares a la semana despus de las deducciones y no incluye segurosocial ni mdico), llegar a fin de mes es difcil y los vales de alimentos que la fa-milia recibe del gobierno son fundamentales; a veces Curtis me vende alguno pa-ra disponer de dinero cuando sus fondos estn completamente agotados. Su mu-jer, que al igual que l dej el instituto a medias, aprende mecanografa en uncurso nocturno con la esperanza algo ilusa de convertirse en secretaria de archivoen el tribunal de polica de la ciudad. Mientras tanto trabaja desde hace tres aoscomo camarera en un puesto de comida para llevar de una familia tailandesa en

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