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© Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ)© Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

Carrera 5 No. 67-01 Bogotá - Teléfono: 345 0046www.ictj.org

Editores: Marcela Briceño-DonnFélix ReáteguiMaría Cristina RiveraCatalina Uprimny Salazar

Comité editorial: Marcela Briceño-DonnJavier CiurlizzaFélix Reátegui CarrilloMichael Reed Hurtado

Primera edición: agosto 20091.000 ejemplares

ISBN: 978-958-98545-3-2Impreso en Colombia

Corrección de Estilo: María José Díaz GranadosIlustración de Portada y cenefas: Azulejos del muro La sombra del amor

del Parque Monumento, Trujillo, ValleFotografías: Iniciativas no oficiales de memoria y el ICTJ

Diseño de portada: Pablo PradaProducción gráfica: Opciones Gráficas Editores Ltda.

www.opcionesgraficas.com

Esta publicación se realizó con la ayuda financiera de la Comunidad Europea, en el marco del proyecto IFS-CRIS No. 2007/144-217 (EC)Apoyo a sociedad civil y víctimas para la elaboración de políticas de justicia transicional.

El contenido de este documento es responsabilidad exclusiva de los autores y en modo alguno debe considerarseque refleja la posición de la Unión Europea o del Centro Internacional para la Justicia Transicional.

www.delcol.ec.europea.eu

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Índice

Presentación ................................................................................................................................................. 5Michael Reed, director del programa Colombia del ICTJJavier Ciurlizza, director del programa Américas del ICTJ

Parte I. Aproximaciones conceptualesLas víctimas recuerdan. Notas sobre la práctica social de la memoria ............................................... 17Félix Reátegui CarrilloIniciativas no oficiales: un repertorio de memorias vivas ..................................................................... 43María Victoria UribeLa memoria como territorio en disputa y fuente de poder: un camino haciala dignificación de las víctimas y la resistencia no violenta .................................................................. 73Juan David Villa

Parte II. El proceso de algunas iniciativas no oficiales de memoria en ColombiaA manera de introducción. Iniciativas no oficiales de memoria en Colombia ................................... 107Marcela Briceño-Donn y Catalina Uprimny SalazarMemoria, lucha y resistencia ..................................................................................................................... 123Galería de la Memoria Tiberio Fernández MaflaLa memoria, una apuesta por la vida, la justicia y la dignidad ........................................................... 139Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit)Sobrevivientes hacen historia contra el olvido: municipios del Oriente antioqueño ........................ 165Bernardo Marulanda, Leididiana Valencia y Nadis M. LondoñoDiscutir el pasado para entenderse en el presente ................................................................................. 191Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe (CCRC)Édgar Alfonso

AnexoContacte a las iniciativas ............................................................................................................................ 204

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El Centro Internacional para la JusticiaTransicional (ICTJ), en el marco delproyecto Apoyo a sociedad civil y víctimas

para la elaboración de políticas de justicia transicional,se complace en presentar la publicación Recordary reparar, integrada por dos volúmenes. Este esel resultado de un largo proceso que contó conel apoyo de la Unión Europea, entidad quebrindó soporte financiero en el marco delinstrumento de estabilidad a través de suDelegación para Colombia y Ecuador.Correspondió al ICTJ liderar un consorciointegrado, además, por Fundación Social, elCentro de Estudios de Derecho, Justicia ySociedad (DeJuSticia) y la Corporación NuevoArco Iris. En la ejecución de estas actividadesparticiparon numerosas instituciones, quemencionaremos más adelante.

Esta publicación muestra los resultados delproyecto y expresa el apoyo brindado ainiciativas no estatales en temas de reparacióny memoria. Procura generar, a partir de sus

páginas y hallazgos, la profundización deldebate y el diálogo entre el Estado y la sociedadcivil. Asimismo, refleja las voces de la víctimascon el desarrollo de piezas comunicativas porparte de las distintas iniciativas no oficiales dememoria en el trabajo de esclarecimiento de laverdad, formula propuestas de políticaspúblicas de reparaciones en los niveles nacionaly local, y busca el fortalecimiento deorganizaciones de víctimas y de la sociedad civilpara su participación e incidencia en el debatepúblico sobre políticas de justicia transicional.

El contenido de estos dos volúmenes es diver-so. El lector encontrará relatos personales oinstitucionales respecto a experienciasconcretas de construcción de memoria y dereparación, en un tono muy cercano al dolorcotidiano de las víctimas. También hallaráinvestigaciones sociales y jurídicas queprocuran sistematizar una vasta informaciónencontrada en los modelos implementadosdesde el Estado y la sociedad civil. Interca-ladas entre ambas, procuramos introducir

Presentación

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6 Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

propuestas concretas de políticas públicas, aunque ladiversidad de las experiencias represente un enormedesafío para propuestas homogéneas.

El producto que está ahora en sus manos, y a disposiciónde su crítica, representa un arduo camino transitadodurante 18 meses de trabajo de campo, de reflexiónanalítica y de coordinación institucional. Singularmente,procura representar – de manera limitada, como todaintermediación – los potentes desafíos de la justiciatransicional en Colombia, el valor de las experienciaslocales y nacionales, y también darle voz a las víctimasde distintas regiones del país: desde el Orienteantioqueño, pasando por Chocó, Valle, y la CostaCaribe.

El instrumento de estabilidad que sustentó financie-ramente este proyecto, fue establecido como respuestaa una coyuntura particular generada a partir de laexpedición de la Ley 975 de 2005 – Ley de Justicia yPaz. A través de este marco normativo, el Estadocolombiano previó un esquema complejo de tratamientode la desmovilización de un número determinado deintegrantes de las denominadas Autodefensas Unidasde Colombia. Las expectativas generadas en las víctimasen este proceso fueron igualmente complejas y variadas,y oscilaron entre la incredulidad y la participación.

Sin embargo, como la Ley de Justicia y Paz no es el únicoy tampoco el más importante escenario de la justiciatransicional en Colombia, este proyecto buscóprecisamente identificar y visibilizar otros escenariosen los que se juegan las posibilidades de una transicióncon respeto de los derechos de las víctimas. Los textosque tienen en sus manos visibilizan otras formas dehacer justicia y reparación, y además de construirverdad y memoria: una fórmula “desde abajo” quepermite que las víctimas interpelen al Estado y exijanel cumplimiento de estos derechos, partiendo de lasparticularidades regionales.

* * *El proyecto involucró once componentes específicos,cuatro de los cuales están reflejados en la presentepublicación. Los que no están directamente represen-tados, y que fueron ejecutados directamente por el ICTJ,tuvieron que ver con iniciativas oficiales de memoria,como el Grupo de Trabajo de Memoria Histórica de laComisión Nacional de Reparación y Reconciliación, yla Comisión de la Verdad sobre los Hechos del Palaciode Justicia.

Varios componentes del proyecto fueron ejecutados pornuestros socios, con gran profesionalismo ycompromiso.

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Presentación 7

La Corporación Nuevo Arco Iris hizo uso de su extensared de organizaciones locales para promover laconstrucción de agendas propias para la incidencia enpolíticas de justicia transicional, por medio de mesasde trabajo.

Y DeJuSticia, además de los componentes investigati-vos sobre las reparaciones con potencial transformador,que son materia de uno de los volúmenes de estapublicación; desarrolló tres exitosos diplomados enjusticia transicional en Pasto, Bucaramanga y Medellín,incluyendo la selección de proyectos enfocados en temasde justicia transicional, que recibieron una subvenciónespecial para su desarrollo.

Las acciones generadas por este consorcio fueron siemprearticuladas y se reforzaron mutuamente. Nuestro balancees altamente positivo: el consorcio termina el proyectofortalecido y deseoso de dar continuidad a una actividadtan intensa como la desarrollada en estos dos años.

* * *Los dos volúmenes que integran esta publicacióncuentan con introducciones propias que explican condetalle su contenido, por lo que esta presentación selimita a explicar tres ideas centrales que articulan susdos componentes: recordar y reparar.

El ICTJ ha insistido en reiteradas ocasiones y peculia-res circunstancias, que los derechos de las víctimas for-man parte de un todo integrado que no puede sersegmentado, a riesgo de perder de vista el horizonte cen-tral de los mecanismos de justicia transicional. Se tratade contribuir a reconstruir lazos sociales básicos que cir-cundan la confianza ciudadana en sus instituciones, ensus prójimos y en el Estado. En otras palabras, la justiciatransicional no se limita al mero agregado de institucio-nes y procedimientos, por más sofisticados que éstossean. La satisfacción de los derechos de las víctimas nopuede ser, entonces, producto de las condolencias parti-culares de los gobernantes, o actos gratuitos de ayudahumanitaria. Su norte estriba en el fortalecimiento delEstado de derecho, a partir de la legitimidad del Estadoen su relación con las víctimas.

Mucho se ha escrito sobre la peculiar situación de Co-lombia. Sin duda que la combinación de los diversosfactores que se expresan en el conflicto armado es úni-ca e irrepetible. Algunos podrán incluso cuestionar lapertinencia, necesidad u oportunidad de imple-mentarmecanismos propios del post-conflicto, alertando sobrelos apresuramientos y riesgos que entraña conocer laverdad, reparar a las víctimas, enjuiciar a losperpetradores o reformar las instituciones, sin que elfuego haya cesado.

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8 Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

Estas condiciones particulares del conflicto colombia-no demandan, en nuestro criterio, creatividad para laformulación de mecanismos de justicia transicional quepermitan la defensa y promoción de los derechos delas víctimas y, de ninguna manera, la mera posterga-ción de esta agenda en nombre de circunstancias parti-culares. Los derechos de las víctimas no pueden aguar-dar la resolución final del conflicto armado para serprotegidos. Sostenemos, además, que los mecanismosde la justicia transicional son pertinentes para Colom-bia, porque sólo a través de ellos se puede garantizaruna paz sostenible y duradera, que vaya más allá deacuerdos bilaterales o soluciones unilaterales.

Si bien el conflicto colombiano es particular y el con-junto de sus elementos único, también es cierto que laexperiencia comparada tiene mucho que aportar, asícomo este país tiene ahora mucho que compartir y en-señar en otras latitudes. Los desafíos que se analizanen la presente publicación han estado y están presentesen otras realidades.

Para empezar, conocer lo ocurrido y, a partir de allí, hacerun recuento de atrocidades, es una dolorosa parte de laconstrucción de la memoria histórica. Sólo a partir delconocimiento se pueden articular estrategias sociales quepermitan reconocer lo ocurrido, es decir, otorgar a los fríos

datos el calor de la solidaridad y la intensidad de la res-ponsabilidad compartida. Como se expresa en detalle enel primer volumen, el reconocimiento de los crímenes co-metidos en Colombia forma la base de un movimientosocial que eventualmente transforme las consideracionesarmadas y que permita una paz sostenible. El poder delas víctimas puede transformarse en una poderosa razónpara la paz.

Para continuar, no existe reparación que sea pertinentey eficaz sin que medie el reconocimiento del crimen. Lapráctica internacional y la propia jurisprudencia colom-biana, han reafirmado que la ayuda humanitaria tieneobjetivos distintos a la reparación. Precisamente, en elsegundo volumen de esta publicación, se presentan lasconclusiones de una ardua investigación que cubre lasexperiencias colombianas en materia de atención a lasvíctimas, tanto a partir de las políticas del gobierno,como aquellas relacionadas con soluciones amistosasadoptadas en el marco del sistema interamericano dederechos humanos.

Los problemas en Colombia no tienen que ver con laausencia de referentes normativos, lo que es sin dudauna ventaja respecto a otros países en los que se buscaafirmar mínimamente los derechos de las víctimas enla legislación y en la actividad de las cortes. El problema

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Presentación 9

estriba precisamente en la singular falta de coherenciaentre marco normativo y políticas públicas a favor delos derechos de las víctimas, y en el desigual desarrollode los distintos aspectos de la justicia transicional. Porejemplo, es relativamente sencillo en Colombiaprescribir normas sobre la protección de las víctimas yes extremadamente complejo hacer que dichas normasse traduzcan en evitar que las maten o las amenacen.Por ello, recomendamos al lector tener presente que elanálisis normativo, debe ser mediado por conside-raciones fácticas derivadas del conflicto colombiano.

Para concluir, la presente publicación refleja el mayorhallazgo que el ICTJ ha encontrado en el escenario co-lombiano: la multiplicidad de voces, la riqueza y forta-leza de las organizaciones de víctimas, y las propues-tas en torno a la vinculación de verdad y reparación,de reconocimiento y de acción. Esta multitud de expre-siones pueden provocar cierta sensación de vértigo yde caos. Puede incluso llevarnos a pensar que en Co-lombia hay numerosas iniciativas en justiciatransicional, inconexas entre sí. Esta publicación buscaprecisamente exhibir el principal valor de esta diversi-dad: por fortuna en Colombia, la realización de los de-rechos de las víctimas no está en manos de una solainstitución ni depende de una sola voluntad. Desde elChocó hasta la Costa Caribe; desde el Valle del Cauca

hasta el Oriente antioqueño, la fortaleza de las organi-zaciones y sus propuestas van encontrando caminos ha-cia lo público.

* * *Esta publicación tiene mucho de ciencia. De hecho, losanálisis provistos particularmente en el volumen dereparaciones impresionan por su solidez conceptual. Sinembargo, a lo largo de todas sus páginas, hay uncompromiso con cientos de historias de vida que hemostenido el privilegio de conocer. Nuestro primer agrade-cimiento, por tanto, va a las víctimas, que en medio delmiedo aún imperante y del dolor de lo perdido, hancompartido con nosotros su testimonio.

Queremos agradecer igualmente a las iniciativas conlas que tuvimos el honor de trabajar. En el primer volu-men se refieren las actividades de varias de ellas. Nostocó en lo personal conocerlas y ser acogidos con unacalidez extraordinaria. Va nuestro agradecimiento a laComisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe, lasasociaciones de víctimas en municipios del Orienteantioqueño, la Galería de la Memoria “TiberioFernández Mafla”, en la ciudad de Cali, y la Asociaciónde Familiares de las Víctimas de Trujillo, en el Valle delCauca. La investigación sobre reparaciones no hubierasido posible sin la decidida y generosa contribución de

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la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo(Afavit), la Asociación de Víctimas 2 de Mayo, la Aso-ciación de Víctimas Unidas de Granada, el Consejo Co-munitario de la Asociación Campesina Integral delAtrato, el Foro Interétnico Solidaridad Chocó, el Gru-po Interdisciplinario por los Derechos Humanos (antesComité de Derechos Humanos Héctor Abad Gómez),la Organización Regional Embera Wounaan, la Dióce-sis de Quibdó y los familiares de los niños asesinadosel 15 de noviembre de 1992 en el barrio Villatina deMedellín.

A nuestros socios del consorcio. En particular, en cuantoa esta publicación se refiere, a DeJuSticia que coedita elsegundo volumen referido a las reparaciones. Nuestroespecial reconocimiento a Camilo Sánchez, María PaulaSaffon y a su director, Rodrigo Uprimny. Sus sólidasinvestigaciones nos permitieron enfocar las intervencioneslocales en un sentido transformador, brillante definicióndel fin último de la justicia transicional en Colombia.

A la delegación de la Comisión Europea para Colom-bia y Ecuador, en cabeza de su embajador, FernandoCardesa. Muy especialmente, nuestro reconocimientoal equipo conformado por María Gotsi y MarcelaSalazar. Ellas fueron las guías de esta aventura y quie-nes nos animaron a no doblegarnos frente a las adver-

sidades. Fueron mucho más que una agencia financie-ra, entregándonos sus consejos, advertencias y amis-tad.

En cuanto al ICTJ, queremos hacer expreso nuestroreconocimiento a Eduardo Gonzalez que fue quien ledio vida inicial al proyecto, lo ideó y trabajó en elestablecimiento de las bases que permitieron sudesarrollo. Asimismo, a Marcela Briceño-Donn y CatalinaDíaz, editora y coeditora, respectivamente, de los dosvolúmenes. Unas palabras de particular agradecimientoa Catalina Diaz, quien además de diseñar y dirigir lainvestigación sobre reparaciones desde abajo representóal ICTJ en la ejecución del proyecto y en las múltiplescoordinaciones que se desarrollaron.

Con ellas, un brillante equipo de investigadores dieronvida a los estudios de caso y velaron con entusiasmopor las iniciativas no oficiales. Catalina Uprimny en elárea de memoria fue el motor de ese entusiasmo conlas Iniciativas no oficiales de Memoria. María AngélicaZamora y Carlos Lozano lo fueron en cuanto a las in-vestigaciones sobre reparaciones.

Participaron también en este esfuerzo editorial muchasotras personas a quienes tenemos una deuda especialde gratitud. A María Cristina Rivera, quién coordinó el

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Presentación 11

trabajo de revisión editorial y de estilo. A EstefanieRobertson, asistente de dirección, quién sostuvo laconsistencia de dos componentes que se desarrollabancon intensidad.

El ICTJ cumple pronto tres años de presenciapermanente en Colombia. Con cargo a hacer nuestropropio balance, queremos decir que este proyecto hasido uno de los más desafiantes, difíciles y, al mismotiempo, satisfactorios que hemos podido conducir yejecutar. Con la certidumbre que en Colombia lasfrustraciones ocurren todos los días, este proyecto nosdio miles de razones para quedarnos y para continuar

en el largo y difícil camino de la paz . Una paz que dejeatrás, y para siempre, la atrocidad y la violencia. Laesperanza de las historias que aquí se presentan essuficiente razón para ser optimistas.

Bogotá, julio de 2009.

Michael ReedDirector del programa Colombia del ICTJ

Javier CiurlizzaDirector del programa Américas del ICTJ

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Parte IAproximaciones

conceptuales

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La fotografía fue tomada en el lanzamiento del Salón del Nunca Más, en Granada (Antioquia), un espacio de recordación de las víctimas de la violencia en la región. Foto: ICTJ Colombia

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Las víctimas recuerdan.Notas sobre la práctica social de la memoria

Félix Reátegui Carrillo1

Durante la década del 2000 se han hecho más visibles en la sociedad colombianalos esfuerzos organizados de las víctimas de la violencia por reconstruir sushistorias y hacerlas conocer al resto del país. Espontáneas, transitorias, huérfanas

de apoyo oficial, carentes de recursos materiales, asediadas por una violencia que nocesa, numerosas colectividades realizan desde hace años, en las más diversas regiones,un asombroso despliegue de valor e imaginación dirigido a hacer memoria desufrimientos y atrocidades que las voces del poder oficial querrían olvidar. No es fácilpredecir qué proyección y perdurabilidad alcanzarán en el largo plazo estas iniciativas,pues son muchos los factores de los que depende un proceso social de memoria. Pero síes posible afirmar que, a estas alturas, esos esfuerzos múltiples y heterogéneos hantransformado ya, de manera irreversible, el mapa imaginario de la violencia enColombia. Varias y distintas podrían ser las salidas institucionales al ciclo de violenciacontemporáneo en el país, pero lo cierto es que, hoy en día, ninguna de ellas podráafirmarse sin proveer verdad y memoria, y cumpliendo para ello ciertos estándares

1 Consultor del Centro Internacional para la Justicia Transicional para el proyecto Apoyo a la sociedad civil y víctimaspara la elaboración de políticas de justicia transicional (CRIS No 2007/144-217), auspiciado por la Comunidad Europea.Sociólogo y director de Investigaciones del Instituto Democracia y Derechos Humanos de la Pontifica UniversidadCatólica del Perú, Lima.

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básicos de profundidad e incluyendo las múltiples vocesde las víctimas. De las iniciativas no oficiales dememoria que hoy florecen en el Oriente antioqueño, enla Costa Atlántica, en el Valle del Cauca y en muchasotras regiones, podría decirse aquello que MichaelIgnatieff señaló como el aporte elemental de unacomisión de la verdad: ellas han estrechado el margende mentiras que pueden existir sin ser cuestionadas enesta sociedad2.

En este breve texto se presentan algunas reflexionessobre el significado de la práctica social de la memoria,en particular el de aquellas que adelantan laspoblaciones que han sido víctimas de diversos actoresarmados. Más que examinar las iniciativas no oficialesde memoria que motivan la publicación de este libro, elobjeto de esta reflexión es brindar ciertas ideas generalessobre las implicancias sociales y políticas que tiene, opodría tener, esa actividad, hoy floreciente en el paísen medio de una violencia recurrente. Para ello, estetexto se divide en dos secciones. En la primera de ellasse discutirá, en un plano algo abstracto, la relevancia

de las memorias de las víctimas para la reproducciónsocial, es decir, para los procesos institucionales ysociales por los cuales se mantiene o se transforma laorganización de la convivencia colectiva. En la segundaparte, el texto se ocupará de algunas complejidades dela producción de memorias sociales, y en particular lasmemorias de víctimas, atendiendo a cuestiones talescomo las funciones que tal práctica cumple para lascolectividades involucradas, y las relaciones entre esasmemorias inevitablemente parciales, aunque vívidas yplenas de legitimidad social, y otras narrativas ointerpretaciones más abarcadoras de la violencia.

En rigor, las dos secciones de las que se compone estetexto se hallan motivadas por un interrogante común:¿qué hacen las poblaciones victimizadas cuando hacenmemoria? Tal pregunta puede ser entendida al menosde dos maneras distintas, que son las que justifican ladivisión interna de esta reflexión. El quehacer social –individual o colectivo– puede tener, según ciertadistinción ya clásica en teoría social, dos tipos de efectoso de funciones3. Puede poseer una función objetiva,

2 Ignatieff, Michael. The Warrior’s Honor. Ethnic War and the Modern Conscience. New York, Henry Holt, 1998, p. 173.3 Véase el tratamiento ya canónico de este problema desde el funcionalismo estructural estadounidense en Merton, Robert K. Funciones manifiestas y

latentes. En Teoría y estructura sociales [1949]. México, Fondo de Cultura Económica, 1980. Versiones renovadas de esta distinción pueden hallarse en eltrabajo teórico de Jeffrey Alexander. Véase Alexander, Jeffrey (ed.). The Micro-Macro Link. Berkeley, University of California Press, 1987.

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Las víctimas recuerdan. Notas sobre la práctica social de la memoria 19

latente, que sucede al margen de las intencionesexplícitas de la gente y que, hasta cierto grado, se hallaasociada a la organización sistémica de la sociedad. Aeso nos referimos al preguntarnos por los potencialesefectos de las memorias sobre la reproducción social.Al mismo tiempo, ninguna mirada que se fije en losgrandes procesos institucionales y anónimos que sedespliegan en una sociedad puede ignorar que la gentesiempre sabe lo que hace. El quehacer de la memoria estambién, y principalmente, un acto de volición, unadecisión concreta de personas determinadas que seplantean metas y objetivos; es más, el quehacer de lamemoria es, fundamentalmente, un despliegue de lasubjetividad y un tejido de intersubjetividades. A esadimensión prominente de la memoria como prácticadeliberada de los sujetos corresponde una indagaciónmás amplia de la memoria en cuanto acción social, de lacual apenas se dará un atisbo en estas páginas.

Primera parte: memoria y sociedad

La actual efervescencia de la memoria sobre la violenciaen Colombia no ocurre en el vacío sino en un contextonacional particular, aquel signado por diversas iniciativasde sucesivos gobiernos orientadas a desactivar mediantearreglos políticos los focos de acción armada. Ningunode esos esfuerzos ha sido ajeno a críticas ni ha estado

exento de fallas y vacíos. Muchas de las objeciones a esasiniciativas –ya sea que hablemos de la fallida negociaciónde la administración Pastrana con las FARC en el Valledel Caguán, o del actual proceso de desarme delparamilitarismo vía la Ley 975– son realizadas en nombrede un criterio de eficacia. Desde una evaluación estratégicay táctica de los procesos, y analizando la racionalidad delos actores armados y los incentivos que pudieran tenerpara desmovilizarse realmente, los ofrecimientos y lasconcesiones del Estado han sido vistos como sostenidosen cálculos erróneos. Pero las preocupaciones que hoyresuenan más fuertemente en el ámbito de la opiniónpública son de otra naturaleza. Ellas se refieren alimperativo moral de hacer valer los derechos de lasvíctimas como horizonte de legitimidad básico paracualquier experiencia de pacificación, derechos que noestarían plenamente garantizados en los esquemas denegociación hasta ahora ensayados. Es en ese nuevohorizonte de expectativas donde cierto deseo social dememoria ha encontrado un terreno fértil para propagarse.

Los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y lasreparaciones son, de hecho, un continente nuevo en ladiscusión internacional sobre transiciones delautoritarismo a la democracia y de la violencia a la paz.Se podría decir que la ubicación de esos derechos en elnúcleo de la imaginación pública contemporánea procede

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20 Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

de una vigorosa transformación en el orden de lacultura, aun antes que en los ámbitos del derecho y dela política. Se trata de un último avance del humanitarismo,aquella revolución de la sensibilidad moral mundial cuyopunto de partida se identifica, en el mundo jurídico, conlos procesos de Núremberg, pero que se sitúa, enrealidad, en un horizonte más amplio y antiguo: el de lamoderna concepción filosófica de la universalidad de lohumano y de la dignidad que le es inherente4.

El humanitarismo, como conjunto de premisas y postu-lados que apuntalan un cierto orden moral, hace partede la historia contemporánea de las ideas, pero a la vezha tenido un destino infrecuente para la mayoría de sis-temas de pensamiento: se ha encarnado en el sentidocomún y se expresa desde hace décadas en la forma denormatividad jurídica de muy diversos signos. Se tra-ta, pues, de un sistema de valores que ha adquiridoexistencia institucional y que ha terminado por arrai-garse, también, en el orden de la política. Aunque lafuerza coactiva del Estado y de los poderes realmente

existentes siempre puede imponerse, en el largo plazosu legitimidad –esto es, su posibilidad de existir comoautoridad sin que medie la amenaza permanente– sehalla subordinada al respeto de esos valores.

Se podría sostener que la afirmación de tales valores ins-tituye un paradigma de legitimidad social –el de laideología de los derechos humanos– que coexiste en ten-sión con el anterior paradigma centrado en la razón deEstado. El teatro de esas tensiones es, hoy, la globa-lización. Ésta suele ser vista, principalmente, como laexpansión mundial de ciertos sistemas de administra-ción y gestión, sobre todo los de índole económica. Peroella es también un fenómeno cultural, en el sentido deque está enhebrado con las formas como nos imagina-mos la vida en sociedad: los lazos legítimos entre losindividuos y las formas de la subjetividad que corres-ponden a un individuo de nuestro tiempo. Una amplialiteratura sociológica y antropológica ha destacado, enlos últimos años, esta dimensión cultural de la globa-lización5, la cual se expresa, finalmente, en nuevos

4 Véase una condensada recensión de esa trayectoria de la idea humanitaria en Todorov, Tzvetan. La vida en común. Ensayo de antropología general. Madrid,Taurus, 1995.

5 Sobre la globalización como una exacerbación de la matriz cultural de la modernidad, véase Giddens, Anthony. Un mundo desbocado. Los efectos de laglobalización en nuestras vidas. Madrid, Taurus, 2000, y Giddens, Anthony. The Consequences of Modernity. Cambridge: Polity Press, 1991. Véase tambiénBauman, Zygmunt. La globalización. Consecuencias humanas. México, Fondo de Cultura Económica, 1999; Bayart, Jean-François. Le gouvernement du monde.Une critique politique de la globalisation. Paris, Fayard, 2004.

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Las víctimas recuerdan. Notas sobre la práctica social de la memoria 21

estándares de exigencia para las relaciones interestatalesy para la convivencia multilateral. Entre tales exigen-cias, ocupa un lugar importante el humanitarismopolítico y legal que nació después de los horrores de laSegunda Guerra Mundial.

La sociedad y el Estado colombianos, enfrentados a unaviolencia armada de décadas, constituyen un escenariointeresante de esa tensión político-cultural que habitaen la globalización. Durante mucho tiempo, a lo largodel siglo XX, las discusiones sobre la paz en Colombiahan estado centradas en un esquema institucionalistade negociaciones y de pactos. Hay huellas vivas de esaaproximación en figuras legales como la del delitopolítico, tipo penal infrecuente en otras sociedades deAmérica Latina. Ese esquema, no desaparecido del todo,convive ahora de manera incómoda con el lenguajeinternacional del humanitarismo, centrado en laimposible impunidad para ciertos crímenes atroces, yen el lugar central que los derechos de las víctimas hande tener en cualquier opción pacificadora6. Esta es unatensión todavía no resuelta en la que dialogan y seenfrentan los poderes oficiales o institucionales, losdiversos actores armados, los voceros de la opinión

pública, la amplia red de colectividades que constituyenla sociedad civil y, desde luego, los miembros de lacomunidad internacional. A ese elenco se han sumadocon un protagonismo creciente, ciertamente, lasvíctimas, quienes constituyen en sí mismas una pobla-ción diversa y con agravios muy disímiles que redimir.Diferenciadas y hasta divididas según el tipo de actorarmado que fue su victimario, la clase de abuso de lacual han sido objeto, la antigüedad de los crímenessufridos, los diversos grados de atención recibidos departe del Estado, ellas parecen estar de acuerdo, sinembargo, en una idea central: el ejercicio de la memoriaes la precondición ineludible de todo proceso de pazque se pueda adelantar legítimamente en el país.

Así, en la práctica social de la memoria en Colombia seentrecruzan varios de los caminos por ser recorridospara llegar a una paz con visos de legitimidad. Enprimer lugar, se expresa desde la voz de los directa-mente afectados una convicción moral y un deseo dereconocimiento. En segundo lugar, se plantea un desafíoa la imaginación política de la sociedad –el reto de lainclusión– que ha de ser tenido en cuenta para la validezde cualquier arreglo pacificador. En tercer lugar, desde

6 Véanse las discusiones sobre el tema realizadas en Orozco, Iván. Combatientes, rebeldes y terroristas. Guerra y derecho en Colombia. Bogotá, Temis, 2006, yOrozco, Iván. Sobre los límites de la conciencia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina. Bogotá, Temis, 2005.

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el énfasis creciente en el cumplimiento de los derechosa verdad, justicia y reparaciones, se afirman necesariosvínculos entre paz, democracia y ciudadanía. En cuartolugar, en el ejercicio mismo de la memoria y las accionescolectivas que tal ejercicio supone, se viene brindandouna dinámica distinta a la sociedad civil, un tejido deasociaciones que poco a poco disputa parcelas de acciónal Estado, aunque no para suplantarlo sino parainstruirlo en la práctica democrática y responsable delpoder. No es exagerado suponer, por tanto, que eldespliegue social de la memoria, a través de iniciativasno oficiales adelantadas principalmente por lasvíctimas, es algo más que una respuesta de emergencia–un refugio de los desamparados– a los asedios de laviolencia; es también, potencialmente, parte de unfenómeno más amplio y de plazos más largos como esel de la posible transformación de una sociedad política.Por ello se hace necesario, desde ya, no solamentemovilizar los recursos para el fomento de esasiniciativas, sino también entender su naturalezaespecífica. ¿Qué significa para las víctimas hacermemoria? ¿Qué clase de interacciones sociales sustentanla práctica de la memoria y son desencadenadas por

ella? ¿Qué producto social es la memoria y qué lugarocupa en las vidas cotidianas y en el espacio público?

Memoria y producción social

Para una consideración de las cuestiones arriba mencio-nadas hace falta reconocer, en primer lugar, la omnipre-sencia de la memoria. Sólo en un sentido metafórico esposible hablar del olvido como una manera social de si-tuarse frente al pasado. En rigor, toda representación delpresente y toda orientación de las acciones individuales ycolectivas se encuentran sustentadas en una cierta per-cepción organizada del pasado. A veces, esa percepciónes manifiesta y explícita, está conformada por enuncia-dos definidos sobre hechos pretéritos y por interpretacio-nes y valoraciones específicas de los mismos. En otrasocasiones, la memoria aparece, más abstractamente, bajola forma de “estructuras heredadas de percepción”, comose ha sostenido desde cierta sociología de la vida subjeti-va7. Es decir, ella no es necesariamente un conjunto deenunciados sobre hechos concretos, sino un conjunto dedisposiciones asentadas en una colectividad que orientana las personas a percibir los hechos de un cierto modo. En

7 Fundamentalmente, las investigaciones de Alfred Schütz. Véase Schütz, Alfred. Conceptos fundamentales de la fenomenología [1944]. En El problema dela realidad social. Buenos Aires, Amorrortu, 1974. Una poderosa recreación y proyección de este marco teórico al tema de la memoria se encuentra enRicoeur, Paul. La mémoire, l’histoire, l’oubli. Paris, Seuil, 2000.

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el dominio de la violencia armada y de las masivas vio-laciones de derechos humanos, esta sería la diferenciaentre, por un lado, una memoria que describa hechos yresponsabilidades concretas, y por otro lado, una per-cepción general del pasado que oriente a ver la violen-cia como una fatalidad. Cuando se habla de la necesidadde la memoria (concreta y específica) para poner atajoa cierta normalización de la violencia en el país, estamoshablando, precisamente, de combatir esas estructurasheredadas de percepción que, por presentar a la vio-lencia como una fatalidad inescapable, casi como undestino histórico, son el terreno propicio a la impuni-dad para los perpetradores y a la negligencia frente alas víctimas. Pero nunca, en todo caso, estamos ante unvacío de memoria sobre el pasado. Al igual que ocurrecon el territorio del poder político, tampoco el territo-rio del pasado admite vacíos: siempre hay una memo-ria ocupándolo, haciéndose cargo de él, dándole formay significado y, desde luego, condicionando el presen-te desde cierta percepción del pasado. El olvido, desdeesta perspectiva, no es otra cosa que una memoria decuyas fuentes u orígenes no somos enteramente cons-

cientes porque ha sido presentada con éxito como unaversión natural del pasado.

En segundo lugar, conviene tomar nota del papel que lamemoria ha tenido históricamente en la organizacióninstitucional del poder. Es algo reciente en las cienciassociales el reconocimiento de lo simbólico –este es elámbito donde hay que situar la memoria como objetosocial– en la reproducción de una sociedad. Entre losmejores intentos de entender la constitución de los Estadosmodernos o ciertos regímenes políticos como lademocracia, predominaban hasta hace pocas décadas lasexplicaciones centradas en la economía y la política o enuna combinación de ambas8. El foco desde donde seorganizaban y configuraban las sociedades, en nuestroentendimiento científico más difundido, se encontrabaen la disputa y la administración institucional del poder,cuyo núcleo es el Estado, y en los mecanismos deproducción y distribución de bienes, cuya plataforma esel mercado. Lentamente se fue reconociendo que el podery la repartición de los recursos son también, en un sentidomuy importante, fenómenos de orden cultural, es decir,

8 Véase, a manera de ejemplo, trabajos sobresalientes como la explicación del surgimiento de los Estados modernos por Charles Tilly, o la explicación delsurgimiento de la democracia por Barrington Moore Jr. Tilly, Charles. Coercion, Capital and European States: AD 990-1992 [1990]. Oxford, Blackweel, 1992.Barrington Moore, Jr. The Social Origins of Democracy and Dictatorship. Lord and Peasant in the Making of the Modern World [1966]. Boston, Beacon Press,1993.

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procesos de naturaleza simbólica que se sostienen enlas creencias colectivas, y, entre ellas, en las formassociales de recordación del pasado. Uno de los trabajosmás influyentes en este reconocimiento de la memoriacomo matriz de la organización política de una sociedadfue la innovadora reflexión sobre el fenómenonacionalista debida al historiador inglés BenedictAnderson. La idea de la nación como una “comunidadimaginada”, y el papel del Estado en la produccióninstitucional del recuerdo como medios para fundar talcomunidad, son moneda corriente en toda reflexiónpolítica contemporánea9. La elaboración institucional delas versiones del pasado aparece no solamente comouna fuente de legitimación del Estado –el cual seconstituye en una suerte de administrador yprogramador de la imaginación social– sino tambiéncomo una plataforma para las diversas formas de podersocial: por ejemplo, el tipo de poder que media entrelas clases sociales, o el que se proyecta difusamentedesde las organizaciones religiosas, o el que se ejerce

desde las instituciones culturales de una sociedad. Lasdesigualdades entre los miembros de una sociedad, asícomo la fuerza de un sector de ella para influir en lavida de los otros sectores, nunca es un fenómeno defuerza desnuda, sino que siempre está afincado en ciertorecuerdo colectivo, en cierta forma general depercepción del pasado10.

A partir de una reflexión tal, es imposible entender lamemoria solamente como una actividad privada(individual o colectiva) y de repercusiones en la esferadoméstica; en nuestro estado actual de comprensiónsociológica, la memoria es un factor constituyente delespacio público, es decir, ese territorio que comunica losocial con lo político. Se trata de una sustancia social quepuede ser eficaz tanto para la consolidación de un podercuanto para desafiarlo, transformarlo o desestabilizarlo.La memoria es un ingrediente importante de la mallasimbólica en la que se sostienen nuestros ordenamientossociales, sea que hablemos de las instituciones oficiales,

9 Anderson, Benedict. Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism. [1983]. London, Verso, 1991. Véanse especialmente loscapítulos 9, The Angel of History, y 11, Remembering and Forgetting.

10 Se entiende por poder social, en esta reflexión, un fenómeno distinto del poder político en el sentido de que no está fundado en autoridad formal. Esta esuna distinción básica en la sociología política de Max Weber (1867-1919), pero se puede rastrear también en la reflexión social de Alexis de Tocqueville(1805-1859). De este último, véase Tocqueville, Alexis de. L’ancien régime et la révolution [1856]. Paris, Gallimard, Collection Folio, 1967. Sobre este temaes relevante el Libro Primero. Sobre el poder entendido como una malla de redes sociales véase Mann, Michael. The Sources of Social Power: Vol. 1. AHistory of Social Power from the Beginning to AD 1760. Cambridge: Cambridge University Press, 1986.

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sea que hablemos de las interacciones cotidianas entreindividuos y colectividades.

En el dominio de la discusión formal sobre lastransiciones políticas y la consolidación de lademocracia, esta relevancia de lo simbólico no ha sidotodavía reconocida con fuerza suficiente. Aun cuandose hable de la cultura política como elemento importantepara el arraigo de las democracias, tal cultura políticaes entendida en sentido discreto como un conjunto dedisposiciones del sujeto frente al sistema político, nocomo una representación general de la sociedad y desu pasado por parte de los individuos. Así, para uno delos pensadores más creativos en esta materia desde lasciencias políticas, Larry Diamond, la cultura políticaestaría constituida por las creencias, las actitudes, losvalores, los ideales, los sentimientos y las evaluacionessobre el sistema político de un país y el papel de lapersona en ese sistema11. Lejos se encuentra estaconcepción de una mirada más abarcadora sobre elpapel de lo simbólico en la definición de una sociedadpolítica, como, por ejemplo, las ya antiguas reflexiones

de Alain Touraine sobre los movimientos sociales –y esrazonable ver en el actual impulso social de memoriaen Colombia una forma de movimiento social– comocontiendas alrededor de la historicidad, entendida comolos modelos culturales que definen un cierto ordencolectivo12.

Así, conviene no perder de vista que siempre, y en todacolectividad nacional, se desarrolla una cierta produc-ción cultural de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, enun esfuerzo por ubicar adecuadamente la significaciónpeculiar del actual proceso social de memoria, esnecesario identificar un cambio importante ocurrido aescala mundial en las últimas décadas. Se trata de laprogresiva pérdida del monopolio de la producción desímbolos por parte del Estado y de los sectoresprivilegiados –castas o clases prestigiosas–. Este cambioforma parte de una transformación general por la cualel Estado ha perdido su potencia para dirigireficazmente los procesos sociales mientras que lasociedad organizada se ha expandido y se ha ramificadoen redes de acción e intervención pública (demanda,

11 Véase Diamond, Larry. Developing Democracy. Toward Consolidation. Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1999, p. 163.12 Este matiz en las consideraciones sobre cultura y política es relevante si se busca interrogarse sobre el impulso de memoria como factor potencial de un

cambio social de mayor envergadura, que trasciende al tema de la pacificación. Véase Touraine, Alain. La voix et le regard. Sociologie des mouvementssociaux. Paris, Seuil, 1978.

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propuesta, participación, ejecución, fiscalización) quehacen todo proceso de gobierno mucho más complejode lo que era hasta hace unas décadas13.

En efecto, si en primer lugar reconocemos que ladirección política de una sociedad reposa siempre, enalguna medida relevante, sobre cierto orden culturalen el cual la memoria tiene un papel central, en segundolugar hay que recordar que la producción de ese ordencultural se hallaba, hasta hace poco, fuertementejerarquizada en América Latina. Desde la institucio-nalidad oficial, y a partir de los códigos de jerarquíasocial prevalecientes, la producción de la memorianacional se encontraba en manos de una elite queacaparaba de modo exclusivo el prestigio intelectual.Esto no significa en modo alguno que otras clases oestratos sociales no tuvieran prácticas de memoria y noelaboraran narrativas sobre el pasado, sino que esosestratos se encontraban excluidos de aquello que elcrítico cultural uruguayo Ángel Rama denominó laciudad letrada, un “anillo protector del poder” consti-

tuido por “una pléyade de religiosos, administradores,educadores, profesionales, escritores y múltiplesservidores intelectuales [...]”14. El tópico de la ciudadletrada como una fortaleza desde donde el poder seirradia simbólicamente sobre todo el cuerpo social tieneun reverso interesante. Ese reducto excluyente deerudición y alta cultura es también, a su modo, unrefugio –casi una prisión– en el que las elites resisten elasedio de las masas.

En el caso de Colombia, la asociación entre poderpolítico, orden social y cultura letrada tuvo durante elsiglo XIX y hasta mediados del siglo XX una fuerzasingular, la cual ha sido resaltada, entre otros, por elhistoriador británico Malcolm Deas15, quien reflexionasobre el cultivo de la filología y la gramática entre loshombres públicos (y en un plano más amplio, el culto ala norma lingüística castiza) y sus conexiones con elprestigio social y la legitimidad del poder. Se trataría,así, de una peculiar forma de manifestarse de la basesimbólica del poder político: el dominio experto de la

13 Véase en particular Lechner, Norbert. Tres formas de coordinación social. Revista de la Cepal, 61, 1997. Así mismo, Messner, Dirk. The Network Society.Economic Development and International Competitiveness as Problems of Social Governance. London, Routledge, 1997.

14 Rama, Ángel. La ciudad letrada. Ediciones del Norte, 1984, p. 25.15 Véase Deas, Malcolm. Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombianas. Bogotá, Norma, Taurus, 2006. Véase también

Palacios, Marco. La clase más ruidosa y otros ensayos sobre política e historia. Bogotá, Norma, Colección Vitral, 2002. Este sesgo es advertido también enBraun, Herbert. Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia [1985]. Bogotá, Aguilar, 2008.

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norma castellana culta habría sido no solamente, comoes común, una fuente irradiadora de estatus y prestigiosocial, sino también de legitimidad política, es decir,fundamento tácito de la autoridad institucional. Estetrasfondo histórico tiene una relevancia especial cuandose trata de aquilatar lo que significa, para la sociedadcolombiana contemporánea, esta irrupción de la memoriade las víctimas –y de sus testimonios y sus formaspropias, no académicas, no letradas, de rendir versionesdel pasado– en la esfera pública16.

Lo que sucede en Colombia, por lo demás, no esprivativo de este país. Este proceso guarda continuidadcon una tendencia regional a la apertura de los espaciospúblicos para acoger las voces de los excluidos comoingredientes importantes para la elaboración de lasimágenes nacionales del pasado. Es posible, así, que deuna manera oscuramente paradójica, al calor de losprocesos de violencia se esté acelerando otra forma dedemocratización en las sociedades de América Latina, unaapertura de los sistemas simbólicos –análoga a lasaperturas de los sistemas políticos que dieron fin a los

órdenes oligárquicos– de manera tal que estos seencuentran, ahora, más llanos al ingreso de memoriasheterogéneas que compiten con las versiones cultas oelitistas que antes predominaban soberanamente en cadapaís. Por lo demás, hay que tomar en un sentido fuerte laidea de memorias heterogéneas. Lo cierto es que la ideade otras memorias se refiere a varias cosas complejamentedistintas: memorias de actores diversos; memorias concontenidos divergentes sobre los mismos hechos; memo-rias estructuradas de una manera diferente y con diversoshorizontes de historicidad, y hasta con distintasconcepciones del tiempo; memorias que no privilegianla expresión verbal (y mucho menos escrita) sino que sesienten mejor expresadas en la acción y la performance;memorias que reposan sobre supuestos diversos acercade la relación con el poder y con el Estado.

En rigor, las memorias locales, comunitarias, no letra-das, siempre han estado produciéndose al margen delpoder institucional y, en muchas ocasiones, subordinán-dose formalmente a esos poderes y sin posibilidades deconquistar algún grado de visibilidad y reconocimiento

16 Los conceptos de espacio público y de esfera pública son de uso cotidiano hoy en día, pero su significado es complejo y elusivo. Aquí se debe entender elconcepto desde la perspectiva de Hannah Arendt en el sentido de “mundo en común” reconocido así por los habitantes de una colectividad socialamplia, y, a la vez, como espacio que media –en el sentido de que constituye un puente– entre “lo social” y “lo político”. Véase Arendt, Hannah. Lacondición humana [1958] Barcelona, Paidos, 1993. Véase también Patrón, Pepi. Presencia social, ausencia política. Espacios públicos y participación femenina.Lima, Agenda: Perú, 2000.

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más allá de las fronteras de la comunidad inmediata.Los fenómenos de exclusión se desarrollan también,secularmente, en el plano simbólico de la sociedad. Loque ahora cambia –y aquí hay que retomar la conexióncon la nueva conciencia humanitaria centrada en las víc-timas– es el grado de atención que se concede a esasmemorias como ingrediente de los procesos de paz ode transición política. En síntesis, y en relación con elasunto que nos concierne, el fenómeno que a veces esdescrito como una explosión de la memoria no ha de serentendido como el surgimiento de una práctica socialinédita en el seno de los sectores sociales excluidos ovictimizados sino como la incursión de sus memoriasen el espacio público con un potencial de eficacia polí-tica antes impensable.

Segunda parte: funciones de la memoria

Conviene hacer una primera distinción entre las direc-ciones que adoptan las iniciativas de memoria de lasvíctimas tales como las acogidas en el proyecto que daorigen a esta publicación. Una de esas direcciones seacomoda mejor a la idea de conmemoración, es decir,actos específicos de recordación de personas o de suce-

sos, ocasiones de significado ritual o instancias de con-vocatoria colectiva. Hablando de las conmemoracionesligadas a las dictaduras del Cono Sur, Elizabeth Jelinha escrito que se trata de “fechas en que el pasado sehace presente en rituales públicos, en que se activansentimientos y se interrogan sentidos, en que se cons-truyen y reconstruyen las memorias del pasado”17. Todoello está presente en las iniciativas no oficiales de me-moria de las que trata fundamentalmente este libro. Esaceptable, sin embargo, plantear una diferencia –aun-que sea con fines estrictamente analíticos– entre esasprácticas y el ejercicio de la memoria entendido comola elaboración de un relato estructurado sobre los he-chos y procesos pasados; esto es, la memoria comonarrativa. No todo acto conmemorativo posee esa voca-ción de narratividad y de estructuración del recuerdoen unidades temporales más amplias o de provisión demarcos explicativos o interpretativos sobre lo sucedi-do. Un acto conmemorativo puede satisfacerse en laestricta experiencia de la justicia y del reconocimientoo hallarse suficientemente justificado como instanciapara la expresión y la renovación de una cierta solida-ridad comunitaria. Esta distinción, sin embargo, nosignifica oposición sino dos figuraciones posibles del

17 Jelin, Elizabeth (comp.). Las conmemoraciones: las disputas en las fechas “in-felices”. Buenos Aires, Siglo Veintiuno - Social Science Research Council, serieMemorias de la Represión, 2002, p. 1.

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acto colectivo de recordar. Elizabeth Jelin, una vez más,resalta la “dimensión histórica de las memorias” y afir-ma que “las operaciones del recuerdo y el olvidoocurren en un momento presente, pero con una tempo-ralidad subjetiva que remite a acontecimientos yprocesos del pasado, que a su vez cobran sentido envinculación con una temporalidad de futuro”18. Es de-cir que los actos de conmemoración, tal como seentienden aquí, pueden hallarse insertos en procesosde elaboración narrativa o ser, de hecho, los factoresque desencadenan esa forma narrativa de la memoria.La distinción es, en todo caso, interesante si se trata dehurgar en el objetivo de las acciones de recordar y loque ellas significan para las colectividades implicadas.

No obstante, por debajo de estas posibles diferenciasexiste un sustrato común en toda iniciativa de memo-ria: en éstas se teje una realidad intersubjetiva con lacual se responderá a un estado de cosas hiriente ydesestructurante. Ha sido señalado el carácter disruptivode la violencia: ésta cancela las reglas de juego de lavida cotidiana, trastorna el sentido de las instituciones,instaura el reino de la desconfianza y distorsiona las

percepciones de la realidad y de la propia identidad19.Frente a esas disrupciones la sola práctica social de lamemoria cumple una función restauradora. Se trata deuna operación de constitución intersubjetiva del mun-do mediante la cual se crean acuerdos para dar signifi-cados a hechos dolorosos. De hecho, la actividadcolectiva de la memoria pone en escena una socializa-ción del dolor y, por esa vía, una transmutación en rea-lidad pública de aquello que es, en primera instancia,privado e incomunicable. Podría decirse, incluso, quees mediante esa práctica colectiva que se crean las con-diciones para que, en términos de Tzvetan Todorov, setrascienda el plano de la memoria literal –que aprisionaal sujeto en el pasado, en el sufrimiento y en la vengan-za– y se alcance el plano de la memoria ejemplar. Estaúltima, dice Todorov, abre el recuerdo “a la analogía ya la generalización” y, por ese camino, “nuestra con-ducta deja de ser puramente privada e ingresa en laesfera pública”20.

Existen, pues, funciones de integración social alrededordel ejercicio colectivo de la memoria. Pero, como essabido, la integración social no debe ser entendida

18 Ibid., p. 2.19 Benyakar, Mordechai. Lo disruptivo. Amenazas individuales y colectivas: el psiquismo ante guerras, terrorismos y catástrofes sociales. Buenos Aires, Biblos, 2003,

pp. 60-61.20 Todorov, Tzvetan. Les abus de la mémoire. Paris, Arléa, 2004, p. 31.

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siempre en un sentido armónico o consensual. Integracióntambién significa control social, vigilancia, exigencias deadecuación y conformidad al grupo21. Por ello, si lasiniciativas colectivas de memoria poseen ese caráctercohesivo y restaurador, hay en ellas también unaposibilidad residual de conflicto latente y de relacionesde poder dentro de la comunidad. En la memoria socialsobre la violencia en los andes peruanos, por ejemplo, seha detectado que las desigualdades de género moldeanlas versiones colectivas del pasado de un modo tal que sesubordina, posterga o instrumentaliza la experienciafemenina de la guerra22.

No obstante lo dicho, interesa destacar que las iniciati-vas no oficiales de memoria, por su carácter típicamentecolectivo, dan lugar a recreaciones simbólicas del pasa-do23, las cuales contienden con las versiones del mismo

que han sido transmitidas o impuestas por los sectoressociales más poderosos o por las instituciones culturalesde la sociedad, como pueden ser la escuela pública o losmedios de comunicación masiva. Se erigen, así, en dis-positivos para la crítica de aquello que desde la sociolo-gía fenomenológica se llamaría el mundo preconstituido24,esto es, las interpretaciones preexistentes del pasado quetienden a presentarlo a las conciencias como un hechonatural y, por tanto, sustraído a cuestionamiento. Ha-blamos, entonces, del despliegue de una actitud críticafrente al espacio público y a las relaciones de poder, au-toridad, jerarquía y precedencia social que en él impe-ran. La desnaturalización del orden social, la revelación(o, diríase, la denuncia) de su naturaleza convencional,son, históricamente, rasgos del tránsito de las socieda-des tradicionales hacia una modernidad democrática.Desde este punto de vista, es razonable preguntarse por

21 Sobre integración social conservan interés los escritos ya antiguos de Edward Shils, quien elaboró su sociología desde los marcos del funcionalismoestructural. Shils, Edward. The Constitution of Society. Chicago, The University of Chicago Press, 1982. Véase en particular el capítulo 1, The Integrationof Society.

22 Theidon, Kimberly. Género en transición: sentido común, mujeres y guerra. Memoria. Revista sobre cultura, democracia y derechos humanos, 1, Lima, Idehpucp,2007.

23 Este aserto se basa en cierta tradición de teoría social para la cual los actos de interpretación colectivos dan lugar a simbolizaciones del mundo, entendiendopor tales ciertas representaciones sociales que adquieren fijeza, consistencia objetiva y capacidad para imponerse a las conciencias individuales. Todorepertorio de memoria es una simbolización que, en cuanto tal, ofrece y hasta impone claves para interpretar no solamente el pasado sino también elpresente. Es en razón de ello que las denominadas “batallas por la memoria” poseen una importancia política de largo plazo que a veces no es perceptiblepara los protagonistas de esas batallas. Sobre interpretación y simbolización social, véase, entre muchas posibles fuentes, Blumer, Herbert. Society asSymbolic Interaction. En Symbolic Interactionism. Perspective and Method. Berkeley, University of California Press, 1969.

24 Alfred Schütz. Conceptos fundamentales de la fenomenología, op. cit.

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las conexiones entre el desarrollo de una actitud críticafrente al mundo social, por un lado, y el sustrato cultu-ral propicio para el ejercicio de la ciudadanía, por elotro25.

Memoria y ciudadanía son, ciertamente, una conjun-ción bastante verosímil, pues otra dirección de la me-moria elaborada colectivamente –esto es, de lasiniciativas de memoria como las reseñadas en esta pu-blicación– es la de la gestación de una conciencia dederechos. Los afectados por la violencia no siempre tie-nen una percepción de sí mismos como víctimas queson titulares de derechos a la verdad, la justicia y lasreparaciones. En muchos casos –y esto tiene significa-do especial para la sociedad colombiana– la identidadde las víctimas se encuentra invadida o saturada por otrorasgo social preexistente o concurrente, como puede serla pobreza, la exclusión socioeconómica o incluso lamarginación étnica. La historia de la población despla-zada forzosamente en Colombia a lo largo de varios ci-clos de violencia es un ejemplo de ello. Si la organizaciónde la población desplazada no es novedad en el país, sílo es, relativamente, la autodefinición de los afectadoscomo víctimas titulares de derechos específicos, más allá

de los que poseen en calidad de población empobreci-da por el destierro.

La práctica social de la memoria como ejercicio para laciudadanía o como plataforma para lograr avances enequidad tiene otras derivaciones interesantes, como lasque atañen a las relaciones de género. Se ha menciona-do líneas arriba el riesgo de subordinación de la expe-riencia femenina en los ejercicios colectivos de memo-ria. Al mismo tiempo, es necesario hacer notar elprotagonismo que las mujeres tienen en los esfuerzoscomunitarios de memoria, sobre todo en contextos ur-banos. Existe, desde luego, una explicación circunstan-cial para este protagonismo femenino: puesto que en unciclo de violencia los varones tienden a ser los principa-les blancos de los actores armados, son las mujeres rela-cionadas con ellos –viudas, madres, hermanas, hijas–quienes quedan para hacer el recuento dolorido de losucedido. Esa explicación, sin ser errónea, sí puede serinsuficiente y podría beneficiarse de una reflexión másvinculada con los rasgos específicos de la identidad degénero. Tópicos como el desarrollo diferenciado de laconciencia moral entre hombres y mujeres, como la di-rección prevaleciente de la conciencia femenina hacia

25 Sobre la memoria como un freno a la naturalización o normalización de la violencia en Colombia véase Pécaut, Daniel. Violencia y política en Colombia.Elementos de reflexión. Medellín, Hombre Nuevo Editores, 2003.

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los otros, o como la importancia que tiene para la con-ciencia femenina la conservación de los vínculosafectivos concretos26, son algunos de los temas que ca-bría examinar más a fondo en una indagación sobregénero y memoria. Ello podría ser provechoso, entreotras cuestiones, para entender algunos problemas deamplio alcance que atañen a la compleja relación entreiniciativas no oficiales de memoria –memorias directas,de víctimas, de actores sociales colectivos– y las iniciati-vas institucionales y oficiales que persiguen la recons-trucción de una memoria nacional insertada en un es-pacio público.

Memoria, acción colectiva y movimiento social

La cuestión del espacio público como destino de los ejer-cicios sociales de memoria es un asunto todavía debati-ble. ¿Cuál es el objetivo que persiguen las víctimas ysus allegados cuando se involucran en esfuerzos colec-tivos de memoria? ¿La memoria es plataforma de unaagenda político social, o es una acción social que se sa-

tisface en sí misma, en el acto restaurador de recordar ydignificar?

La experiencia acumulada indica que no es obligatoriooptar de modo excluyente entre esas dos posibilidadessino, en todo caso, diferenciar entre objetivos inmedia-tos y posibles objetivos intermedios. La potencialidadpolítica o de agenda pública de la memoria estaría enla órbita de los objetivos intermedios e incluso podríaestar en el plano de los objetivos, o funciones, tácitos,no deliberados y, acaso, no buscados.

Lo cierto es que el ejercicio colectivo de la memoria tie-ne a la vez como precondición y como efecto la existen-cia de cierta capacidad de coordinación grupal, aquelloque en la sociología contemporánea se denomina capi-tal social. Esto puede ser entendido como la posibilidadde las personas para actuar coordinadamente en pro-cura de una meta compartida aunque también se lodefine como las redes de que dispone un sujeto y en lascuales se puede apoyar para el logro de sus objetivos27.

26 Lo cual, para el tema de este texto, se referiría a que, para cierta racionalidad moral, la rememoración concreta de los desaparecidos no podría ser sustituidapor un acuerdo político más general. Es necesario advertir que el tema de las diferencias en el desarrollo de la conciencia moral y otros tópicos relacionados estodavía objeto de debate en el campo de la psicología. Entiéndanse estas reflexiones, por tanto, solamente como sugerencia de hipótesis o vías de indagaciónpor considerar.

27 Véanse referencias fundamentales al tema en Coleman, James. Foundations of Social Theory. Cambridge, The Belknap Press, 1990, y en Bourdieu, Pierre.Le capital social. Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 31, 1980.

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En las iniciativas no oficiales de memoria se resalta conmás frecuencia esta segunda figuración del capital social,en el sentido de que las víctimas valoran muy altamente lacapacidad de compartir con otros sus recuerdos y de apo-yarse en otros para la superación de las secuelas que losabusos han dejado sobre ellas. Se podría decir que esta esuna manifestación del capital social hacia dentro del grupoque ha optado por el cultivo de la memoria. Pero, en cier-tos casos, el grupo concibe y adelanta proyectos e inten-ciones dirigidas hacia fuera, es decir, hacia la sociedadcircundante, de la cual esperan obtener bienes diversosque pueden ir desde bienes inmateriales como el reconoci-miento hasta la adopción de ciertas decisiones públicas queatañen a la conducción del Estado nacional (reformasinstitucionales de amplio alcance) pasando, desde luego,por la ejecución de programas de reparaciones. Para la con-secución de estas metas u objetivos es útil considerar laprimera acepción de la noción de capital social: las inicia-tivas no oficiales de memoria son formas de acción colec-tiva que pueden llegar a constituirse en movimientos sociales28

con plena existencia y relevancia en el espacio público y

en el escenario político oficial. Esta potencial derivaciónde los ejercicios de memoria tiene una importancia circuns-tancial particular en la América Latina de hoy, en la cualla caducidad o el severo debilitamiento de los sistemas departidos políticos obligan a la sociedad civil a buscar nue-vos caminos para interactuar con lo público estatal. (Almismo tiempo, habría que reconocer que esa misma debi-lidad de los sistemas de partidos supone potencialmenteuna restricción para la proyección y la gravitación públicade los esfuerzos de memoria, pues los priva precisamentede los puentes para convertir en una causa pública nacio-nal aquello que nace desde lo colectivo particular y local).

Se ha dicho líneas arriba que el capital social puede servisto, alternativamente, como precondición y como efec-to de los ejercicios colectivos de memoria. Conviene de-tenerse brevemente en este punto. Uno de los efectosde la violencia local más frecuentemente mencionadoses la erosión de la confianza interpersonal, la instaura-ción del reino del miedo y el sentimiento de precarie-dad de la convivencia social29. En esas circunstancias,

28 Entre una amplia bibliografía sobre movimientos sociales, véase el texto clásico de Tarrow, Sidney. Power in Movement. Social Movement and ContentiousPolitics. New York, Cambridge University Press, 1998.

29 Se puede ver, al respecto, el ya citado texto de Benyakar, Mordechai. Lo disruptivo. Amenazas individuales y colectivas..., op. cit. Desde una perspectiva desociología política, es útil mencionar a Lechner, Norbert. Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política. Santiago, LOM, colección Escafandra.Lechner enfatiza en este libro la gravitación de los miedos sociales como disruptores de la convivencia social y como uno de los grandes problemasdesencadenados por la caducidad de las instituciones de mediación política clásicas.

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el emprender un esfuerzo colectivo de memoria puedeenfrentar, como primera tarea, la de generar lazos deconfianza que permitan la concurrencia de los afecta-dos a una convocatoria de ese tipo. Se suele hablar, enestos casos, de que la primera necesidad es crear capi-tal social. Pero, al mismo tiempo, la confianza es un fe-nómeno social que se reproduce a sí mismo. Es laconcurrencia a un mismo esfuerzo –sobre todo cuandoatañe a cuestiones tan íntimas como lo es el dolor– loque desencadena procesos de creación de confianza yseguridad cada vez más vigorosos.

Hasta este punto hemos señalado algunas ideas sobreel quehacer de la memoria de parte de las víctimas des-de un ángulo particular: hemos querido resaltar que setrata de una acción social de tipo colectivo mediante lacual se generan ciertos lazos internos en la colectividady desde la cual se gestan potencialmente ciertos efectosen la sociedad más amplia. Conviene, para finalizarestas reflexiones, volvernos ahora hacia este quehaceren cuanto producción de la memoria. Nos interesa abor-dar esta cuestión desde el punto de vista de los alcan-ces de la producción de estas memorias y,tangencialmente, desde sus relaciones con otras formasde memoria de naturaleza más institucionalizada, ofi-cial o académica.

El “encuadre” de las iniciativas de memoria

Se ha comentado líneas arriba que la reconocida diversi-dad de las memorias ha de ser entendida en un sentidomuy amplio. Esto no se refiere únicamente a la hetero-geneidad del contenido de la memoria –aquello que dicesobre los hechos pasados– sino, y tal vez con más impor-tancia, a la diversidad de las formas de la memoria -esdecir, de sus manifestaciones, de sus soportes, de su ma-nera de existir como práctica social. La distinción másclara puede ser la que se da entre las formas escritas,textuales y narrativas de la memoria, y aquellas otrasformas que se suelen denominar performativas. Una pri-mera manera de leer esa distinción puede ser en térmi-nos de mayores o menores recursos para hacer memoria.Una lectura superficial, y acaso prejuiciosa, pensaría quees la escasez de capital intelectual de las víctimas (instruc-ción formal) lo que las inclina a cultivar preferentemen-te formas rituales o performativas del recuerdo. Lo ritualsería un refugio o una solución de emergencia. Afortu-nadamente, ya estamos en capacidad de reconocer el va-lor sustancial y propio que tienen las iniciativas nooficiales de memoria en sus manifestaciones particula-res como expresiones sociales genuinas y sofisticadas dela necesidad y de la decisión de recordar. Más aun, sabe-mos hoy que hay cierto tipo de experiencias –la de la

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violencia atroz es una de ellas– que necesita existir so-cialmente, como condición de su eficacia, esto es, de surelevancia colectiva, en la forma de performance antesque en la forma de archivo o de repertorio30.

No obstante lo señalado, se puede asumir también queincluso esas prácticas performativas, rituales o tambiénicónicas, de la memoria poseen una tendencia a hilvanarlos retazos del pasado en una elaboración más amplia.Más de una de las iniciativas reseñadas en esta publica-ción muestran esa inclinación: sobre la base del desplie-gue de fotografías de los familiares desaparecidos, o apartir de la concurrencia de las víctimas a talleres de re-memoración o mediante los diálogos conducentes a lainstalación de un monumento conmemorativo, se va ac-tivando una rememoración y una interpretación de laexperiencia colectiva. Este punto es señalado porElizabeth Jelin al hablar de la producción de la memoriaalrededor de las “fechas infelices”31. Resulta pertinente,por tanto, considerar algunos rasgos de esa producción.

Conviene realizar esta consideración tomando en cuentavarios ejes. Desde el punto de vista de su amplitud

espacial, estas iniciativas no oficiales tienden a producirmemorias locales antes que memorias de alcancenacional o regional. Por su amplitud cronológica (y porderivación, por el arco de los temas de que se ocupan)tienden a ser memorias que versan sobre un casocircunscrito a un tiempo muy localizado, o a un sucesoo evento particular.

Sin embargo, hay que relativizar un tanto los dos señala-mientos realizados aquí. Lo que se constata en ejercicioscomo los visitados en esta publicación, es que según vanmadurando las iniciativas, se evidencia una intención deconstituir narrativas más amplias en busca, precisamente,de obtener una memoria más explicativa: es decir,insertando los hechos en un proceso más abarcador. Enalgunos casos esa intención puede desplegarse, incluso,hacia un horizonte histórico que no admite cortes muyclaros entre la historia social y la historia de la violenciaespecífica. Eso resulta visible, por ejemplo, en aquellasiniciativas donde la población afrocolombiana reclama quese reconozca la continuidad entre los abusos contemporá-neos y su particular historia de inserción en la historia delpaís vía la esclavitud, primero, y la marginación, después.

30 Véase Taylor, Diana. The Archive and the Repertoire: Performing Cultural Memory in the Americas. Duke University Press, 2003. Véase en especial el capítulo3: “Memory as Cultural Practice: Mestizaje, Hybridity, Transculturation”.

31 Jelin, op. cit.

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También puede ocurrir un cambio interesante cuando setoman en cuenta los agentes que son protagonistas de es-tas iniciativas de memoria. En primer lugar, estas sonmemorias de las víctimas dirigidas hacia las víctimas enuna suerte de actividad muy densamente comunitaria.Ello, sin embargo, no impide que paulatinamente se des-pliegue una perspectiva que las víctimas definen como“reconciliadora”, lo cual conduce a abrir los frutos de larememoración, o la invitación a rememorar, hacia los ve-cinos que no son víctimas directas y, en algunos casos, ala elaboración de un discurso dirigido a los propiosperpetradores.

Otro eje pertinente de análisis es el que podríamosdenominar el contenido de la memoria realizada por lasvíctimas, es decir, ¿sobre qué versa esa memoria? Por unaparte, podría decirse que las memorias se sitúan entre dosextremos, el de una memoria episódica y el de unamemoria histórica. Esta diferencia no afectanecesariamente al contenido de verdad o de legitimidadsocial que ella pudiera tener, sino a su proyección y altipo de conocimiento sobre el pasado que se pretendeproveer. Sobre esto último vale la pena rescatar preguntasde Daniel Pécaut acerca de cómo situar la memoria

necesaria y legítimamente parcial de las víctimas en unamirada más amplia y abarcadora y con unos ejes que lapotencien. Si la inserción de la memoria local en unamemoria nacional plantea el riesgo de expropiar a lasvíctimas su historia concreta, al mismo tiempo es uncamino para dotarlas de una proyección pública mayor,de una posible eficacia política y, al mismo tiempo, paraproveer sentidos e interpretaciones más amplios quepermitan –nuevamente en palabras de Todorov– pasarde la memoria literal a la memoria ejemplar.

Las memorias nacionales pueden, así, tener como funciónlo que Henri Rousso llama “encuadrar” las memoriasparticulares32. Esto no significa una delimitación ni unaacotación de las memorias producidas por quienes hanexperimentado directamente los hechos, sino unapotenciación de las mismas. Las memorias locales oparticulares traban, mediante sus relaciones con lamemoria nacional, una relación con unos mínimos deverdad necesaria y sitúan su recuperación de los hechosen una perspectiva interpretativa más abarcadora. Estoimplica también un marco axiológico, y ahí es donde lamemoria, en contextos transicionales, deja de serestrictamente una actividad social de base, en el caso de

32 Véase, entre otros textos en que se aborda esta cuestión, Rousso, Henry. Histoire, critiques et responsabilité. Paris, Complexe, Collection Histoire du TempsPresent, 2003.

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las iniciativas no oficiales, o una investigación científicao legal, en el caso de las iniciativas oficiales: ella,finalmente, se centra en una estructura básica de valoresasociados al Estado de derecho y a ciertos acuerdospolítico-morales, tácitos o explícitos, como los propiosde una democracia.

De otro lado, estas memorias tienen una valenciaespecífica en cuanto que están hechas de recuerdosubjetivo directo, de relaciones intersubjetivas, y encuanto están impregnadas de carga afectiva, la cual essiempre un componente central del pasado y, sobretodo, de los lazos entre pasado, presente y futuro. Esteelemento de subjetividad es una parte de lo que recogeun ejercicio oficial de memoria –digamos, una comisiónde la verdad– cuando está centrada metodológicamenteen las víctimas: es decir, cuando la recepción detestimonios es el componente central de su investigaciónempírica. Pero como lo han señalado sobre todo quienesobservan el proceso desde la antropología, la recepciónde testimonios de víctimas ya incluye una suerte de pactoepistemológico: el testimonio es recibido para serencuadrado en una historia más amplia, de carácternacional, y para que cumpla esa condición ha de ser enprimer lugar adecuada a un cierto formato. Losmecanismos oficiales de búsqueda de la verdadimprimen una norma expresiva a la voz de las víctimas,

lo cual no es necesariamente el caso cuando estamosante iniciativas no oficiales de memoria.

A estas alturas, ya se podría tener claridad sobre lo si-guiente. Los ejercicios de memoria tienden a ser (ven-turosamente) ingobernables en varios sentidos. No hayinstitucionalidad que pueda inaugurar y clausurar porsí sola un ejercicio de memoria. Al mismo tiempo, noes conveniente olvidar el carácter inarmónico de lasiniciativas de memoria. Eso no es un problema que sevaya a resolver o que se tenga que resolver. Podría de-cirse, en última instancia, extremando el argumento, quela profusión de memorias situadas, particulares, loca-les, parciales, es un indicador de éxito del proceso. Si sedice que los procesos de memoria son también proce-sos de construcción de ciudadanía, de civilización encierto sentido, de fortalecimiento de agencias sociales,entonces es necesario que esto ocurra. No cabe aspirara una narrativa que comande la memoria social en to-dos sus detalles.

Eso no es posible, pero tampoco es deseable. El actosocial de la memoria es un acto que tiende a ladiversidad y, diríamos, que se justifica en la diversidad.Lo que ocurre en una sociedad en transición o que buscauna transición, al fin y al cabo, es que coexisten en ellalas elaboraciones oficiales de memoria, con sus

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pretensiones de ser sistemáticas y exhaustivas, con losimpulsos locales y directos de memoria, ejercicios enlos que la relación a veces tensa entre verdad yreconciliación, en el sentido fuerte del término, resultaser mucho más directa: memoria para remendar los lazosde coexistencia frente a memoria para la realización dejusticia penal y de reformas institucionales. Un problemapresente es encontrar el equilibrio o, mejor aun, lospuentes de comunicación entre ambas. Por ahora, comolo testimonian las iniciativas no oficiales que se presentanen esta publicación, lo que tenemos es una memoria socialen movimiento. Y eso es bastante para mantener elimpulso hacia un proceso de autorreconocimiento y dereconocimientos mutuos, y para desterrar la idea de laviolencia como una fatalidad.

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Las víctimas de La Unión, Antioquia, marchan con velas en el corregimiento de Mesopotamia, en una de las jornadas de la luz del Oriente antioqueño. Foto: ICTJ Colombia.

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Iniciativas no oficiales: un repertorio de memorias vivasMaría Victoria Uribe

Grupo de Trabajo de Memoria Histórica1

Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR).

“Lo importante no es lo que han hecho de nosotros,sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros”.

Jean Paul Sartre

Existen diversas formas de guardar y transmitir la memoria. Éstas van desde losarchivos físicos, las fotografías y los testimonios orales, hasta gestos efímeros eimperceptibles anclados en el cuerpo. Diana Taylor es una estudiosa de los

archivos y ha construido una teoría sobre éstos tomando como referencia los escenariosde la conquista española en América. Sostiene Taylor que desde el principio los archivosestuvieron al servicio del poder colonial, mientras que lo que ella llama el repertorio, osea la memoria viva encarnada en el cuerpo, ha sido el capital por excelencia de las

1 Este artículo se realizó para el ICTJ en el marco del proyecto Apoyo a sociedad civil y víctimas para la elaboración depolíticas de justicia transicional. El Instituto Open Society apoyó las labores de recolección y sistematización de lainformación, y una versión más amplia de este ensayo aparecerá en una publicación del Grupo de Trabajo deMemoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) próximamente. Agradezco ala Organización Internacional para las Migraciones (OIM) su apoyo permanente al proyecto. También a mis asistentesde investigación Óscar Acevedo, Rocío Martínez, Diana Britto y Catalina Cortés, parte fundamental del proyectode investigación, por su interés y dedicación.

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territorio nacional y que intentan preservar otransformar experiencias traumáticas relacionadas conel conflicto armado. Se trata de prácticas,representaciones y significados que construyen lascomunidades y organizaciones afectadas por laviolencia con el fin de hacer público su dolor ydenunciar las injusticias de las que han sido objeto. Setrata de prácticas de resistencia que sirven comoantídoto contra la impunidad y el olvido e inciden enla recuperación de la autoestima y la confianza. Dentrodel amplio repertorio que hemos detectado en la fasepreliminar de la investigación, hemos podido identificariniciativas de memoria que, sin hacer alusión directa alos hechos violentos, permiten resignificar la vida yvolver a habitar los espacios de la devastación. El mejorejemplo de este tipo de iniciativa es el cine clubitinerante La Rosa Púrpura del Cairo de los Montes deMaría. Se trata de un proyecto que surgió cuando elclima de violencia en el municipio de Carmen de Bolívarera tal que los campesinos dejaron de cultivar, lasempresas tabacaleras se retiraron de la zona, y el queno pagaba vacuna tenía que desplazarse de la región.Los mecanismos de terror produjeron unentumecimiento y una parálisis de la sociabilidad quese tradujeron en el abandono de los espacios públicos.

comunidades. Denomina repertorio a los gestos, laperformatividad, la oralidad, el movimiento, la danzay el canto, entre otras manifestaciones, y nos dice queson un tesoro de inventiva que le permite a la genteparticipar en la producción y reproducción deconocimiento por el solo hecho de hacer parte de sutransmisión. Cuando Taylor habla de archivos se estárefiriendo también a documentos que hacen referenciaa la violencia, como fotografías y restos humanos depersonas desaparecidas. En su libro expone a un grupode teatro peruano Yuyachkani que se pregunta ¿qué lepasa a la memoria cuando no hay fotografías, nidocumentos y los huesos yacen tirados por ahí a lo largodel camino? La pregunta es pertinente para el casocolombiano donde con frecuencia las comunidades ylas personas deben recurrir a lo que Taylor denominael “repertorio” para reconstruir las memorias de laviolencia, a partir de los relatos de los sobrevivientes,sus gestos, los flashbacks traumáticos, las repeticiones ylas alucinaciones, en fin, todos aquellos actos quepudieran ser considerados formas efímeras e inválidasde conocimiento y evidencia2.

En este artículo me referiré al repertorio de memoriasvivas que se encuentran dispersas a lo largo del

2 Taylor, Diana. The Archive and the Repertoire. Performing cultural memory in the Americas. Durham, Duke University Press, 2003, pp. 190-211.

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la guerra sino la trama argumentativa, los actores y losescenarios de los filmes. Sobre los muros de la plaza deCarmen de Bolívar se hizo la primera proyección de lapelícula brasilera Estación Central buscando que la gentedejara el miedo. En esa oportunidad la gente vio lapelícula y tan pronto esta terminó se fueron para suscasas. Como dice el profesor Jair Vega de la Universidaddel Norte, analista en profundidad de este cine club,cada persona trae su silla y de manera silenciosa asistea la proyección de la película bajo el cielo estrellado;una vez finalizada la proyección cada quien regresa asu casa con su silla3. De manera intuitiva, tanto SorayaBayuelo como los asistentes a la cinemateca improvi-sada, han confiado plenamente en que los personajesde las películas saldrán de la pantalla y establecerán undiálogo directo con el público, a la manera de lospersonajes de la película de Woody Allen. Y lo que surgede esos encuentros virtuales son diálogos impercep-tibles para los actores de la guerra, lo importante es quecada quien regrese a su casa acompañado por lospersonajes que acaba de ver, lo que dará tema parahablar de las cosas propias pero a través de los intereses

En ese contexto violento es donde aparecen nuevas formasde resistencia y de construcción simbólica en la luchacontra la muerte, como el proyecto Cinta de Sueños queenmarca al cine club precario e itinerante cuyo nombrefue tomado de la película de Woody Allen, y con el cualse ha buscado invitar a la gente a que salga nuevamentea las calles. Si algo deja la guerra a su paso es la alteracióncompleta de las tramas cotidianas y reconstruirlas es aveces una labor muy difícil y casi imperceptible.

En efecto, Soraya Bayuelo se propuso reconquistar losespacios públicos en los municipios de los Montes deMaría valiéndose de un telón, un proyector y unosamplificadores. Proyectar películas en los espacios delterror, sean estos plazas, calles o parques, permite a lagente que se reúne en ellos encontrarse con los amigos,conversar o simplemente estar allí donde ya no se estabapor temor. Y las conversaciones comienzan a tejernuevamente intereses y temas comunes. La película noes más que el vehículo para que la gente se vuelva aencontrar, para que vuelva a conversar, sólo que ahoralos temas de conversación ya no serán los horrores de

3 Jair Vega ha escrito varios artículos sobre el cine club La Rosa Púrpura del Cairo entre los que se destacan los siguientes: Ganándole terreno al miedo: ciney comunicación en Montes de María; Tejiendo heridas con sueños. A propósito del primer festival audiovisual Montemariano. 29 de marzo a 1 de abril en elCarmen de Bolívar. Una mirada casi personal y casi optimista. Véase también el artículo de Carlos Eduardo Satizábal. Mientras huyo, canto. ”Arte, memoria,cultura y desplazamiento en Colombia y en los Montes de María. Reflexiones a partir de la III Expedición por el Éxodo”. Corporación Colombiana deTeatro. En: Revista Jangwa Pana No 4. Facultad de Humanidades, Universidad del Magdalena, Programa de Antropología.

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terminar ésta se marcharon nuevamente. En el pueblode El Salado proyectaron una película en la cancha defútbol donde ocurrió la masacre del año 2000 que dejósesenta y dos personas muertas.

Hay otras iniciativas que consideran que la preservaciónde la memoria en tiempos de guerra es un asunto devida o muerte, como puede verse en el caso paradig-mático de María de la Cruz, una mujer casada cuyonombre hace honor a su condición de víctima. En unanoche cualquiera del año 1996 a su vereda, en elmunicipio del Carmen de Viboral, entraron hombresarmados pertenecientes al bloque paramilitarcomandado por Ramón Isaza y se llevaron consigo adiez y seis campesinos acusándolos de ser auxiliadoresde la guerrilla del ELN. Desde entonces María de la Cruznunca volvió a saber de su marido ni pudo recuperarsu cuerpo, y cada vez que recuerda lo que pasó o hablade su marido su cuerpo se conmociona. Como Hécubala dolorosa griega, María de la Cruz fue privada delderecho a llorar a su ser querido y darle una sepulturadigna. Sin embargo, al igual que Hécuba, también ellacuenta con el apoyo permanente de la organización demujeres Promotoras de Vida y Salud Mental (Provisa-me) que la acompañan. A primera vista, la historia dedolor de esta mujer, como la de tantas otras mujeres enColombia, podría confundirse con olvido y silencio

y las palabras de otros. De esta manera, se vuelve a tejerla sociabilidad, la confianza y, ante todo, la complicidad.En su fase más reciente el cine club ha recorrido variosmunicipios de Sucre y Bolívar, además del Carmen deBolívar, como Chalán, Colosó, San Antonio del Palmito,María La Baja, Tolú Viejo, Ovejas, San Onofre y elGuamo. El cine club ha sido una estrategia demovilización social para conjurar el miedo y,paralelamente a éste, sus organizadoras implementaronun componente pedagógico buscando que la gentepusiera en escena sus propias historias valiéndose delvideo. Con ello han pretendido que sean los mismoshabitantes locales quienes reconstruyan la memoriacultural que laceró la guerra.

En el recorrido hecho por el cine club hay hechosimpactantes. En Chalán, por ejemplo, las FARCcargaron un burro con explosivos –al que los habitanteslocales denominaron burro-bomba– con el objeto dedinamitar el puesto de policía. A raíz del hecho, la gentese encerró en sus casas y apenas algunos habitantes seasomaban cuando veían venir el carro del cine club. Seconvocó a un taller al que no asistió nadie y después seproyectó una película en el polideportivo donde estallóla bomba. Cuando terminó la película la gente se fuepara sus casas. Más adelante los del cine club regresaroncon un video y la gente asistió a la proyección, y al

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Iniciativas no oficiales: un repertorio de memorias vivas 47

prácticas que enfrentan situaciones que muchas vecesatentan contra su sostenibilidad y permanencia. Entreéstas quisiera señalar las siguientes:

1. La primera situación tiene que ver con el contexto deguerra en medio del cual los sobrevivientes yfamiliares de las víctimas del conflicto colombiano,que son en su gran mayoría mujeres con sus hijos,luchan por preservar unas memorias personales ycolectivas de silencio y dolor de cara a la impunidady a las constantes amenazas. Las voces de estaspersonas conforman una subalternidad que tiene lafuerza de una memoria desafiante desde la cualconfrontan las injusticias de las que han sido objeto.

2. Sin pretender desconocer la existencia de crímenesde Estado en Colombia, es evidente la naturalezafragmentaria y localizada de las formas extremas deviolencia en el país. Con excepción del exterminiogenocida del partido político Unión Patriótica, elespacio de la devastación en Colombia se circunscribea las localidades, a lugares discretos en los cuales hansido asesinadas, mutiladas o desaparecidas variaspersonas cuyo número puede oscilar entre tres y más

debido a que no existe un registro escrito de la misma;se trata de una historia personal que no trasciende loslímites del lugar donde ocurrieron los hechos. Lasmemorias de esta mujer están condensadas en unascuantas imágenes que ella carga consigo a donde va enuna bolsa negra de esas que se utilizan para tirar labasura. Qué paradoja tan singular esa de cargar lo máspreciado precisamente en un dispositivo tan deleznable.Las imágenes que carga consigo María de la Cruz noson pedazos de memoria sino signos de una ausencia ycorresponden a retratos pintados de su marido y de susobrino, quien también está desaparecido. María de laCruz, literalmente, lleva unas memorias a cuestas quereiteran el carácter irremediable de su pérdida, por esola necesidad que tiene de inscribirla mnemónicamente4.Así como María de la Cruz son muchas las mujeres enColombia que llevan la memoria a cuestas portandofotografías, dibujos, pinturas, carteles y afiches dondeaparecen representados los familiares que fueronasesinados o desaparecidos. Se trata de una performa-tividad que pone en escena un dolor que no cesa.

Las iniciativas de memoria, sean éstas espontáneas oinducidas por personas ajenas a la comunidad, son

4 Véase Ortega, Francisco. Rehabitar la cotidianidad. En Francisco Ortega (ed.). Veena Das: Sujetos de dolor, agentes de dignidad, Bogotá, Instituto Pensar,Universidad Javeriana; CES, Universidad Nacional, 2008, pp. 15-69.

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Retratos pintados de familiares desaparecidos.Vereda La Esperanza, municipio del Carmende Viboral, Antioquia.Foto: María Victoria Uribe.

Retrato pintado del marido deMaría de la Cruz. Vereda La

Esperanza, municipio del Carmende Viboral, Antioquia.

Foto: María Victoria Uribe.

de cien, a lo largo de los últimos cincuenta años.Debido a esta fragmentación, la gran mayoría de lasiniciativas de memoria también son locales y sucobertura está muy restringida a las localidades.

3. La destrucción de la memoria supone una obstrucciónsistemática de la identidad en el plano histórico-social. Ante la desarticulación de la cotidianidadproducida por la violencia y el abandono estatal, lamemoria puede ser una forma de mediación críticaen la praxis social. Según Metz, uno de los dramascontemporáneos es que vivimos en una época de

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cuya sustancia es el resentimiento, entendido éste,en los términos de Jean Amery, como una formacontra el olvido7. Las iniciativas de memoria instauranun lugar que sirve para la autorreparación y larecuperación del tejido social.

Anamnesis es una palabra que viene del griego y quesignifica recuerdo. Es una reminiscencia, unarepresentación, una traída a la memoria de algopasado. La expresión “razón anamnética” se refiereno a la teoría platónica de la anamnesis sino a la ideabíblica del sufrimiento como un recuerdo subversivoen la historia. Esta idea del resentimiento como unaforma contra el olvido, y del sufrimiento comosubversión de la historia no necesariamente tiene quetener un contenido religioso, de hecho muchas vecesno lo tiene. El cúmulo de memorias dolorosas,silenciosas o vociferantes que escuchamos hoy en díaen Colombia reclama para sí una razón anamnética8.

amnesia cultural en la que el hombre se extraña cadavez más ante su propia historia5. Las iniciativas dememoria se debaten entre la creatividad y lapersistencia de sus gestores, y la indiferencia y elmenosprecio de quienes no forman parte de lacomunidad de víctimas.

4. Las víctimas son seres cuyo capital simbólico radicaen sus memorias, y cuyo dolor hace eco a los plantea-mientos de la Escuela de Frankfurt respecto a lahistoria como sufrimiento y a la memoria de lossufrientes como una dimensión subversiva de lahistoria6. Esta tradición de pensamiento reclama unarazón anamnética para la memoria, un logos conmemoria, es decir, un modo de pensar que no reduzcaal sujeto a una abstracción conceptual sin referenciaa la historia y a los procesos sociales. La memoria delos sufrientes no es otra cosa que el signo de unaausencia que pesa más que cualquier presencia, y

5 Tomado de Rebolo, Luis Joaquín. “Memoria subversiva y alternativas sociales”. En Página abierta 150, 2004, pp. 49-51.6 Ibid. Acerca de la razón anamnética véase Reyes Mate, Manuel. “En torno a una justicia anamnética”. En José M. Mardones y M. Reyes Mate (eds.) La

ética ante las víctimas. Barcelona, Anthropos, 2003, pp. 100-125.7 Véase Amery, Jean. Más allá de la culpa y la expiación. Pretextos; Valencia, 2001.8 Sumándose a la convicción propia del pensamiento judío de que la memoria es la única facultad capaz de sostener satisfactoriamente una ética, y

superando el dualismo entre la ética racional y las éticas de la compasión o la simpatía, Marta Tafalla evoca la obra literaria de Primo Levi dedicada arescatar la memoria de las víctimas del Holocausto, y analiza las complejas y lúcidas estrategias narrativas con que este autor consigue recuperar lashistorias individuales que fueron eliminadas por el totalitarismo. Véase Tafalla, Marta. Primo Levi y la razón anamnética. Enrahonar, Quaderns de Filosofía,30, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1999, pp. 89-97.

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5. A pesar de la persistencia de la violencia en Colombiay de su extrema crueldad, las comunidades afectadasse han ingeniado mecanismos de resistencia querescatan la vida de la incesante operación de lonegativo9. En los procesos de recomposición social ysimbólica han jugado un papel central las organiza-ciones de víctimas, por lo cual la preservación de lamemoria no ha sido una empresa solitaria. En su granmayoría las mujeres se niegan a inscribir su dolor enlas teodiceas del poder, y prefieren narrar sustestimonios, marchar, plantarse, volver a ocupar losespacios del terror mediante estrategias performa-tivas, representar su dolor, refundar la cotidianidad,en fin, expresar sus memorias de pérdida y dolorvaliéndose de medios expresivos y aun de elocuentessilencios.

Repertorio de memorias vivas

El asunto de las memorias del conflicto en Colombianada tiene que ver con formas de sufrimiento originariocomo lo fueron el Holocausto, la Esclavitud o elApartheid. Estas corresponden a tecnologías masivas deexpropiación y destrucción de seres humanos por parte

9 Término utilizado por Veena Das en su artículo Trauma and Testimony. Véase Das, Veena. “Trauma and testimony: Implications for Political Community”.En Anthropological Theory, 3 (3), 2003, pp. 293-307.

Madre e hija representan su dolorportando un corazón negro en elpecho. Puerto Nare, MagdalenaMedio antioqueño. Foto: María

Victoria Uribe.

Representacionesartísticas pararecordar a lapersona ausente,Orienteantioqueño.Foto: ICTJColombia.

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de prácticas materiales mediadas por la cultura. Aunquela memoria sirve de puente entre los diferentes sentidos,no hay que olvidar que cada sentido tiene su propiamemoria, por ello es factible hablar de iniciativasauditivas, visuales, táctiles, etc.10

Iniciativas cuyo vehículo es el cuerpo

Los abrazos

Los abrazos son una metodología de encuentroscorporales basados en el diálogo y el reconocimientodel sufrimiento del semejante. En el Oriente antioqueño,por ejemplo, los abrazos son moderados y orientadospor mujeres Promotoras de Vida y Salud Mental(Provisame), que han pasado por un proceso deformación vivencial en dos sentidos. El primero es queellas vivieron la victimización en su propia familia, y elsegundo, que han vivido un proceso de formaciónpsicosocial en el que han aprendido técnicas de escuchay apoyo emocional. Las Provisame pasan a multiplicarsu experiencia de elaboración del duelo y de la memoriaenseñando fundamentalmente que el dolor puede seruna potencia dinámica de transformación subjetiva,

de otros seres humanos que por su capacidad dedestrucción son vistos como fuerzas innombrables.Aunque en Colombia la crueldad, la sevicia y la faltade compasión por el otro han sido la característicapredominante, y aunque muchas de las víctimas noalcanzan a nombrar lo que les ocurrió, comparativa-mente con las formas anteriores la escala colombianaes definitivamente otra. Algo similar sucede con lasiniciativas de memoria, son pocas las que tienencobertura nacional, como es el caso del Movimiento deVíctimas de Crímenes de Estado (Movice), de Hijos eHijas, o de Iniciativas de Mujeres por la Paz, pormencionar solo algunas. En cambio, abundan aquellasde cobertura local, que son prácticamente desconocidas.Las iniciativas de memoria que preservan o modificanlos efectos de la guerra en Colombia son muy variadasy heterogéneas, y se las puede agrupar en variascategorías. Las categorías que aparecen a continuaciónhan sido establecidas teniendo en cuenta el medioexpresivo del cual se vale la gente para dar trámite aldolor y al trauma. Muchas de ellas son memoriasancladas en el cuerpo y en los sentidos. Como diceNadia Seremetakis, la memoria no se puede confinar aesferas mentales o subjetivas únicamente pues se trata

10 Tomado de Seremetakis, Nadia. “The Memory of the Senses, Marks of the Transitory”. En N. Seremetakis (ed.). The Senses Still. Perceptions and Memoryas Material Culture in Modernity. Chicago, University of Chicago Press, 1994, p. 9.

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se dan entre sí las mujeres, y por los lazos de solidaridadque tejen entre ellas11. Estos restauran la confianza,facilitan el duelo, elevan la autoestima y confortan aquienes sufren.

Los bailes

Los bailes son un medio expresivo utilizado por algu-nas comunidades étnicas para recordar. Tal es el casode los indígenas Kankuamos de la Sierra Nevada deSanta Marta quienes dicen que bailan para no olvidar puesse trata de uno de los grupos indígenas más golpeadospor el conflicto armado. O de la nueva ética del cuerpoque propone el Colegio del Cuerpo con su escuela dedanza en Cartagena donde acogen a jóvenesafrocolombianos pertenecientes a los estratos socialesmás bajos golpeados por el conflicto con el fin de ense-ñarles otra ética sobre su propio cuerpo. También hayque mencionar la iniciativa Danza por la Tolerancia,auspiciada por las fundaciones Paz y Bien, Alvaralice yThird Millenium. Este proyecto se originó en el distritode Aguablanca en la ciudad de Cali, de la mano delprograma Francisco Esperanza que trabaja con jóvenesen alto riesgo social. Luego de ver el talento que algu-nos jóvenes afrocolombianos tenían para el baile, la pro-

grupal, comunitaria y política. Los abrazos entrepersonas se cierran con un abrazo colectivo y grupalcomo símbolo que sella un pacto de palabra. Estosencuentros dialógicos han alcanzado la cobertura demás de 2.000 personas en el Oriente antioqueño, y semultiplican día a día. Su éxito radica en el efecto decontagio que provee la articulación de la palabra y elafecto como espacio de refugio y apoyo para laspersonas que sufren. En ellos la memoria está viva, esrepertorio en el encuentro. De los espacios queconforman las abrazadas surgen propuestascomunitarias que representan y exponen en público lacausa del sufrimiento: jornadas de la luz, trochas por lavida, galerías, árboles de la memoria, calvarios, etc.,prácticas que trascienden el espacio privado del abrazohacia el universo público del pueblo y la región. EnColombia, las mujeres sobrevivientes han contado conuna solidaridad de género que se asemeja al modeloplacentario, figura utilizada por la bióloga HeleneRouch en una entrevista con la feminista Luce Irigaray.Como su nombre lo indica, el modelo placentario llevaimplícitos el intercambio, la comunicación y los lazossociales, algo similar a lo que ocurre con elacompañamiento femenino ante el dolor y la pérdida,el cual se caracteriza por la calidez de los abrazos que

11 Citado por Luisa Passerini, Fascism in Popular Memory. The cultural experience of the Turin Working Class; Cambridge University Press, 1987, p. 48.

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movilización corporal. Las marchas son la iniciativacorporal más difundida entre las comunidades devíctimas que se desplazan para protestar por diferentesmotivos; las hay de diferentes tipos:

1. Jornadas de la luz, o alumbramientos

Las marchas de la luz nacen en el año 2004, despuésde una reunión regional de los Comités deReconciliación de los 23 municipios del Orienteantioqueño. El sentido de las marchas se vincula conla conmemoración que por esos días se haría del díade la madre mediante un acto en memoria de lasmadres muertas. Dicha ceremonia fue el núcleo deesta idea, y se aprovechó la ocasión para unirdistintos símbolos que podían ayudar a tramitar eldolor: la madre y su necesidad de salir adelante, lasbanderas blancas como símbolo de paz, y las velasportadoras de luz como símbolo de la esperanza. Alos participantes se les ocurrió poner una vela en cadacasa del pueblo a medida que lo transitaban. Estefue el origen de las marchas de la luz, las cuales sellenan de múltiples significados como la solidaridad,el rechazo a los actos violentos, hacer visibles a lasvíctimas, encender una luz de esperanza para unasociedad acorralada por el miedo. Los habitantes delOriente antioqueño, alejados del poder de los medios

puesta consistió en hacer un intercambio cultural de unasemana para participar en el XIV Festival Anual del RedHook que se realiza en Nueva York. Con este objetivoen mente, el grupo de jóvenes, hombres y mujeres, al-gunos de ellos ex integrantes de pandillas rivales delsector de Mojica, crearon una coreografía en la que plas-man muchos de los problemas e injusticias que pade-cen. El resultado fue una puesta en escena en la que sehace una presentación del pasado de esclavitud comoprimer acto, y en el segundo se presenta el tiempo ac-tual con los problemas asociados a la marginalidad y alconflicto armado. El planteamiento escénico traza unalarga línea de tiempo entre las memorias asociadas alas injusticias del pasado -como el proceso deesclavización- y las memorias ancladas en los cuerposproducto de la violencia del presente.

Las marchas

Caminar es una práctica corporal de acción política, unapolítica corporal que abre nuevos lenguajes y espaciosde lo político. Como práctica estética y de resistencia,permite a las comunidades darle un nuevo significadoa los espacios que han sido atravesados por la violencia.Caminar es una forma de experiencia colectiva de luchasocial donde no solo está implicada una batalla pornuevos significados sino una forma emotiva de

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porta el significado pro-fundo y sagrado de lavida, del espíritu y delentendimiento. Una de lasconsignas en las marchasha sido “apaga el miedo yenciende una luz”.

2. Trochas por la vida

Como su nombre lo indica,es una práctica que pre-tende abrirle caminos a lamemoria de los desapa-recidos, organizandocaminatas a los lugaresdonde cayeron muertosparientes, o donde se

presume que están enterrados los cuerpos de laspersonas desaparecidas. Estas marchas –cuyonombre completo es “Abriendo trochas por la viday la reconciliación”– son extensas caminatasconformadas por al menos cien personas entre niños,jóvenes, adultos y adultos mayores y convocadas porlas asociaciones de víctimas de los diferentesmunicipios. Tienen por objeto transitar por las víasolvidadas o prohibidas por el miedo con el fin de

de comunicación y de la financiación privada,recurrieron a sus creencias religiosas para combatirla violencia, la orfandad, la viudez y la indiferenciadel Estado y de los demás pobladores. En lasmarchas, la luz está ligada al alumbramientocristiano, al fuego del espíritu santo (“llamas quecomo lenguas de fuego se posaron sobre suscabezas”); los habitantes identifican en ella loscaracteres de la confirmación de su fe: el fuego es y

Jornadas de la luz, Oriente antioqueño. Foto: ICTJ Colombia.

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Trochas por la vida en el Oriente antioqueño. Foto: Leydi Diana Valencia.

territorial también es una forma de recu-perar la memoria y las vivencias que estáninscritas en aquellas rutas, son un modo desimbolizar el camino de la esperanza, dedignificar a los muertos de la guerra yvolverse a conectar con el hábito antio-queño de caminar, lo que recuerda alarquetipo del arriero caminante de trochas,emblema constitutivo de la identidad eneste departamento. Para muchas víctimas,caminar las trochas es también hacer cami-no sobre el dolor, es la manera de recordar,de afrontarlo desde el cuerpo para avanzardesde él hacia un nuevo lugar en el futuro.

3. Marchas conmemorativas y de resistencia

Este tipo de iniciativa implica un recorrido físico osimbólico por aquellos espacios que han sidoescenarios de la violencia, lugares que han quedadomarcados por la impronta del terror y a los cuales lagente no ha querido regresar. Se trata de marchasque se organizan con un motivo y un recorridopreciso, con el objeto de conmemorar eventosviolentos del pasado. Se destacan las que han tenidolugar en la comunidad de paz de San José deApartadó en Urabá, o entre los wayuu para

recuperar los caminos y lugares que antes cumplíanuna función en la apropiación del territorio. Seconvoca a los habitantes en la mañana y se regresaen la tarde. Durante el trayecto, las personas portanfotos de las víctimas, pancartas y consignas dondereclaman sus derechos. Se trata de una práctica queabre espacios para la recreación, y en la que serealizan talleres pedagógicos con el apoyo deentidades de derechos humanos. La gente lleva sualmuerzo y, cuando se puede, vuelven a nadar enlos charcos o van a los lugares que antaño eran derecreo en la ruta. Recuperar el espacio geográfico y

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conmemorar la masacre de Bahía Portete en La Guajira.También sobresalen las que organiza la comunidadde indígenas Bari en la región del Catatumbo, que sedesplazan por el territorio para protestar por laimplementación de megaproyectos de desarrollo, o porhechos de violencia que han atentado contra lacomunidad. Lo mismo sucede en varias localidadesdel Magdalena Medio antioqueño, donde el movi-miento de víctimas Ave Fénix propicia las marchascomo una forma de acompañamiento a las víctimas.

4. Peregrinaciones

La memoria corporal ha tenido gran importancia paralos familiares y acompañantes de los familiares delas víctimas de Trujillo en el Valle, debido a la per-manente alusión que el padre Javier Giraldo ha he-cho del cuerpo como lugar político y teológico. El afánpor preservar las memorias de la masacre se ha tra-ducido en peregrinaciones anuales organizadas porla ONG Justicia y Paz y por la Asociación de Fami-liares de Víctimas de Trujillo, Afavit. Se trata de unapráctica impulsada por esta ONG entre los habitan-tes de varias comunidades bajo su influencia, comoTrujillo, en el Valle, la comunidad de paz de San Joséde Apartadó, en Urabá, Caño Sibao, en el Meta, yCacarica en el Chocó.

Los plantones

Son iniciativas que implican una escenificación públicadel dolor. La puesta en escena puede ser individual ocolectiva, periódica o efímera y en ella se recuerdansituaciones dolorosas a partir de la memoria sensorialcomo mediadora de la sustancia histórica de la

Plantón del Movice en la Plaza de Bolívar, Bogotá. Foto: Óscar Acevedo

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Montaje del grupo de teatro Varasanta en homenaje a las víctimas de Bojayá.Foto: Óscar Acevedo.

del movimiento Madres de La Candelaria en Antioquia,y el Movice que organizan plantones periódicos enmemoria de sus víctimas. Consiste en pararse endeterminados espacios –pueden ser plazas o esquinas–durante periodos determinados de tiempo, exhibiendolas fotografías de los familiares que han sido asesinadosy desaparecidos. La Ruta Pacífica de las Mujeres es unaorganización de carácter nacional que los ha puesto enpráctica también durante los últimos martes de cadames y lo hace simultáneamente en todas las ciudadesdonde tienen activistas. Usan vestidos negros parahacerse visibles y como señal de duelo y luto por elsufrimiento de las mujeres y hacen plantones en silenciopara señalar la ausencia de la voz de las mujeres en lahistoria y porque consideran que faltan palabras paraexplicar los horrores de la guerra. Finalmente, otraorganización que se vale de los plantones es Asfamipazla cual agrupa, desde 1999 cuando fue creada, afamiliares de policías y militares secuestrados por lasFARC. Esta organización realiza lo que llama plantoneslibertarios todos los martes, desde el 2003, en la Plazade Bolívar de Bogotá.

Las puestas en escena

Algunas puestas en escena son representaciones en lascuales se escenifican episodios violentos significativos

experiencia. Son acciones que traen a escena el pasadoen el presente. El plantón es una práctica prestada delas Madres de la Plaza de Mayo en Argentina que enColombia la han utilizado las mujeres que hacen parte

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12 Tomado de Seremetakis, op. cit.

con el conflicto armado. También hay que mencionarvarias escenificaciones del grupo Grupo Varasanta apropósito de la masacre de Bojayá en el Chocó y losdesaparecidos.

Los performances

Los performances son actos que reconstruyen situacionesa partir de la memoria sensorial como mediadora de lasustancia histórica de la experiencia. No se trata de imitarsino de transformar y de traer a escena el pasado en elpresente12. Diana Taylor define el performance como “untesoro de inventiva que permite la agencia individual”.Puede incluir elementos narrativos y argumentales, ycomportamientos corporales tales como gestos, actitudesy tonos no reducibles al lenguaje.

Iniciativas visuales

Mantas y telones bordados

Como su nombre lo indica, se trata de utilizar la costurapara representar hitos históricos importantes paraalgunas comunidades que han sido golpeadas por elconflicto. Se destacan dos iniciativas impulsadas por

con el propósito explícito de denunciar las atrocidadesde la guerra e incentivar el no olvido. Tal es el caso de laobra La Siempreviva del grupo de teatro El Local que poneen escena memorias cruciales relacionadas con la tomadel Palacio de Justicia por parte del grupo guerrilleroM-19 y la posterior retoma hecha por el Ejército nacional.O las obras Ricardo III, Prometeo, y otras del grupo MapaTeatro que toman en consideración memorias asociadas

Performance callejero en homenaje a los desaparecidos, Bogotáwww.actualidadcolombiana.org. Foto: Óscar Gutiérrez.

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mujeres: el telón de Bojayá donde aparecenbordados los nombres de las víctimas de lamasacre ocurrida en la iglesia de este pueblo enel Chocó en el año 2002; y las mantas bordadaspor las mujeres desplazadas de Mampuján,Bolívar mediante las cuales se refieren aprocesos de larga duración como la esclavitud,la construcción de los palenques y los hitos mássignificativos de la violencia actual.

Pinturas y dibujo

La pintura es uno de los medios expresivos másutilizados por los movimientos de víctimas ypor ex combatientes de la guerrilla y de losgrupos paramilitares que han participado entalleres en los que pintan y dibujan los hechosque afectaron sus vidas con el fin de sanar lasheridas de la guerra. Se destacan las pinturasde excombatientes auspiciadas por la ONG Conciu-dadanía en la Casa de la Cultura de La Ceja, Antioquiay en municipios del Oriente antioqueño.

Fotografías

La fotografía ha sido un medio importante de denunciade los crímenes de desaparición forzada y secuestro.

En los municipios de Sonsón, Argelia y Nariño delOriente antioqueño se está consolidando el proyectodenominado “Iniciativas sociales para la búsqueda dela verdad y la recuperación de la memoria histórica”.Se trata de un proyecto que busca recoger informacióny fotografías referentes a las víctimas del municipio. Conel material recogido se elaborarán mapas del conflicto,archivos fotográficos y archivos técnicos, y se realizarán

En el Salón de Nunca Más en Granada, Antioquia, visitantes observan las fotos de las víctimas.Foto: ICTJ Colombia.

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(CARE) en el municipio de San Carlos, Orienteantioqueño, con el fin de hallar fosas comunes. PastoraMira ha liderado el proceso a partir de su experiencia

videos que den cuenta del proceso vivido por lascomunidades de estos tres municipios durante elconflicto13. La fotografía ha sido un medio utilizadodurante los plantones para denunciar la desapariciónde los seres queridos. Así lo hacen Movice, la corpora-ción Ave Fénix del Magdalena Medio, las Madres de laCandelaria y tantas otras más. La Fundación País Libre,que agrupa a los familiares de las personas secuestradas,convocó a todos los familiares y amigos de personassecuestradas o desaparecidas a enviar fotografías conel fin de conformar una fototeca. La intención ha sidodenunciar que el tema del secuestro va más allá de lasestadísticas y que los secuestrados no son un número ouna cifra pues tienen rostro, historia y nombre. El bancode fotos de esta organización ha recopilado un grannúmero de imágenes correspondientes a las personasprivadas de la libertad con el fin de darlas a conocer eimpulsar acciones de solidaridad, y en defensa de lalibertad

Cartografías

Las cartografías han sido utilizadas por el Centro deAcercamiento para la Reconciliación y la Reparación

Mapa mental hecho en un taller de víctimas en Trujillo, Valle. Foto: María Victoria Uribe.

13 Este proyecto ha sido impulsado por ICTJ con el acompañamiento del Programa por la Paz del Cinep, y el apoyo de la delegación de la ComisiónEuropea para Colombia y Ecuador.

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a iniciar procesos similares. En algunos casos, los jefesparamilitares dan coordenadas precisas de dóndeenterraron a sus víctimas, pero en la mayoría de casosla colaboración de la comunidad es la que ha permitidoa la Fiscalía exhumar los cadáveres. Gracias a esadinámica, Antioquia es hoy en día el departamentodonde más cadáveres se han identificado hasta la fecha14.

Mapas mentales

Los mapas mentales son una técnica mediante la cuallas víctimas dibujan los espacios y los lugares del terror.Ha sido común entre las organizaciones de víctimasinteresadas en preservar las memorias del conflicto enlocalidades como Trujillo, Valle y en los Montes deMaría donde la organización Narrar para Vivir los hautilizado para fomentar el diálogo y la participación delas mujeres víctimas del conflicto en los diferentesmunicipios.

Álbumes de la memoria

Los álbumes son una técnica que permite recopilar yarchivar cartas, textos manuscritos, poemas, dibujos ydemás recuerdos. Entre éstos se destaca el álbum

personal en busca del cuerpo de su hija. En junio de2007, el CARE propuso una marcha para avanzar en elhallazgo de las 95 personas reportadas comodesaparecidas. Se entregaron 200 copias del mapa delmunicipio con sus respectivas veredas, y se solicitó quecualquier información sobre fosas comunes o personasdesaparecidas fuera reseñada en éste. Para que el miedono fuera un obstáculo, se indicó que las hojas podíanser dejadas de forma anónima en la Alcaldía, laPersonería o debajo de las puertas de las casas de las

líderes del CARE. Posteriormente se sumaron losdesmovilizados más cercanos al CARE, los cualeshan empezado a brindar información de gran valor

para las víctimas. Esta experiencia haanimado a varios municipios del

O r i e n t eantioqueño

14 El Espectador, julio 8 de 2008.

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Iniciativas textuales

Libros de la memoria

Los hay de varios tipos, manuscritos e impresos. Es unade las formas más comunes utilizada para recogertestimonios, y archivar fotografías y otros recuerdos.La idea del libro Hoja de Cruz nació de la necesidad dela Organización Indígena Kankuamo, que habita en lasestribaciones de la sierra nevada de Santa Marta, dehacer un ejercicio de reconstrucción de memoria yelaboración del duelo. La comunidad Kankuamo hasido duramente golpeada por el conflicto armado ymuchos de sus miembros han muerto asesinados odesaparecidos. El libro constituye un esfuerzo dememoria notable pues documenta, uno a uno, todos loscasos de indígenas asesinados y reconstruye los hechosocurridos entre 1982 y 2005.

Archivos documentales

Los archivos documentales son verdaderos proyectosde preservación de las memorias del conflicto,recopilados a lo largo de los años por algunasorganizaciones y movimientos sociales y guardadoscelosamente por estos. Se trata de la documentaciónexhaustiva de casos que algunas veces sirven de apoyo

llamado “Tiberio Vive”, hecho por las víctimas deTrujillo con el objeto de recordar el asesinato del párrocode Trujillo Tiberio Fernández.

Iniciativas sonoras y auditivas

Canciones

Cantar es una práctica cultural muy común entre lospueblos afrocolombianos que habitan las vertientes dela costa Pacífica y en la región Caribe. En algunas zonasduramente golpeadas por la guerra, como Bojayá, en elChocó, El Naya, Cauca o en la Ciénaga Grande de SantaMarta se han registrado canciones compuestas por lopobladores con ritmo de vallenato o de aires musicalesde la zona. Son canciones interpretadas por sobrevi-vientes que cantan para no dejar morir los recuerdos.

Programas radiales

Abundan los programas radiales que se refieren alconflicto y que son emitidos por diferentes emisoras.Se destacan, entre otros, las Voces del Secuestro,programa conducido por el periodista Erwin Hoyos ydedicado a acompañar a las personas que se encuentransecuestradas facilitando la comunicación entre estas ysus familiares.

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con el objeto de propiciar la interactividad y laparticipación. Allí se realizan talleres de memoria y decreación, y talleres de sensibilización para los habitantesdel municipio con énfasis en los jóvenes con el fin deque se apropien del Salón15.

Galerías de la memoria

Una de las más conocidas es la galería Tiberio Fernándezde Cali. El grupo de personas que se encarga de la

al sistema judicial. Los más conocidos son los archivosconformados por el Cinep y el proyecto ColombiaNunca Más.

Monumentos y espacios de la memoria

Museos de la memoria

Los museos de la memoria son espacios dedicados a laconmemoración de determinados episodios de violenciay a preservar la memoria de las víctimas. El SalónNunca Más de Granada, Antioquia, es unproyecto apoyado por ICTJ que construye unescenario donde de manera permanente sevisibilizan las historias de vida, los efectos delconflicto armado y los mecanismos derecuperación emocional, social y comunitaria delas víctimas. El salón está ubicado en la casa de lacultura Ramón Eduardo Duque, es un espacioamplio que cuenta con entrada independiente yestá concebido como un lugar para que lamemoria se vuelva a tejer de manera dinámica,para que el pasado no sea inamovible sino que serevise y se reescriba. El proyecto recolectatestimonios de las víctimas en audio y en video

15 Este proyecto ha sido impulsado por ICTJ con el apoyo de la delegación de la Comisión Europea para Colombia y Ecuador.

En el Salón del Nunca Más en Granada, Antioquia. Foto ICTJ Colombia.

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galería hace parte del proyecto “NuncaMás;” desde 1999, cuando comenzaron aactuar los grupos paramilitares en el Valledel Cauca, este grupo comenzó adocumentar los crímenes cometidos porestos grupos. Hacen parte del Movice yuno de sus referentes fundamentales hansido las Madres de la Plaza de Mayo deArgentina. La galería fue inaugurada el 27de mayo de 2007 con el interés decompartir ampliamente la informaciónque han recogido a partir de las víctimasy sus organizaciones, por más de treintaaños. Los anima la necesidad de recuperarla memoria de los proyectos sociales y devida de las personas afectadas por elconflicto armado.

Monumentos de piedras pintadas

Los habitantes de algunos municipios del Orienteantioqueño recuerdan a sus familiares mediantepequeños monumentos que consisten en piedraspintadas de colores donde aparecen los nombres de lasvíctimas. Se trata de piedras fijas que contrastan conlas piedras portables que fabrican los miembros de lacomunidad de paz de San José de Apartadó, las cuales

Piedras pintadas en la vereda la Esperanza del Carmen de Viboral, Antioquia. Foto: María Victoria Uribe.

llevan consigo cada vez que se ven forzados a despla-zarse.

Rituales de raigambre católica

Calvarios

Los calvarios son una costumbre católica que ha sidoreadaptada por los habitantes del Oriente antioqueñopara conmemorar y recordar a sus víctimas. Losfamiliares construyen pequeños monumentos a la vera

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También son comunes las oracionescomunitarias frente a fotos y objetos personalesque representan y sustituyen al cadáverausente. En el Catatumbo la forma expresivaadoptada para denunciar el anonimato de lasvíctimas fue el Viacrucis Diocesano, iniciativaimpulsada por la Pastoral Social de Tibú. Esteconsistió en nombrar sin interrupción a lasvíctimas asesinadas y desaparecidas por partede todos los actores del conflicto. El acto durómás de veinticuatro horas seguidas y tuvo porobjeto sacar del anonimato a las víctimas ycomunicar la dimensión de la tragediahumanitaria sufrida por la población civil delCatatumbo.

Adopción de NN

La adopción de NN es un ritual humanizante querescata los restos de las personas no identificadassepultadas bajo el rótulo de NN. Hemos identificadoeste ritual en tres lugares: en Puerto Berrío, en elMagdalena Medio antioqueño, donde los habitantes delpueblo adoptan a los NN con el fin de pedirles favoresa cambio de cuidados que van desde arreglar su tumbahasta la adopción y la imposición de un nombre.También se registró hasta hace unos años este tipo de

de los caminos donde han caído asesinados sus fami-liares y de manera periódica organizan peregrinacionespara visitar estos monumentos, a la manera de loscalvarios que se celebran en la Semana Santa.

Eucaristías y misas

Las eucaristías y misas se celebran en varias partes deColombia para conmemorar hechos de violencia.

El Parque de la Vida en Granada, Antioquia. Foto ICTJ Colombia.

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Mujer adoptante de NN en Puerto Berrío, Magdalena Medio antioqueño.Foto: María Victoria Uribe.

Tumba de un NN escogido en Puerto Berrío, Antioquia. Foto: María Victoria Uribe.

en cuya elaboración se refuerzan los lazos comunitarios.Las hay desde aquellas que se valen de telas y cartulinasen las cuales se pintan, bordan o cosen episodios deviolencia significativos para las comunidades, hastaladrillos de adobe mediante los cuales se simboliza alos desaparecidos. Los objetos resultantes de estasacciones creativas pueden ser: cajas que semejanataúdes, colchas, telones, pancartas, pinturas, mapasmentales y árboles de la memoria. Estos últimos sondibujos a gran escala en los que las víctimas construyen

ritual en el cementerio de Marsella, Risaralda. Otroejemplo de este tipo de ritual que busca darle un entierrodigno a los que mueren sin identificación tiene lugaren el cementerio Gente como Uno en Riohacha, Guajira.

Iniciativas que plasman el sufrimiento y el sentidode ser víctimas en objetos de memoria

Existen gran cantidad de iniciativas de memoria quedan por resultado una serie de objetos muy diversos y

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estructuras que semejan árboles y utilizan las hojas paraponer en ellas los nombres de las víctimas o susfotografías. Se construyen de manera colectiva de talmanera que mientras se hacen las personas compartensus penas. Este tipo de iniciativa tiene por objeto narraro representar los traumas individuales y colectivos,colectivizar el dolor y denunciar los crímenes. Muchosde estos trabajos se convierten en objetos emblemáticosde memoria expresiva que las comunidades guardancon mucho celo.

Consideraciones finales

Aunque en este artículo se mencionaron algunasiniciativas no oficiales de memoria relacionadas conacontecimientos recientes, el panorama expresivo de lamemoria constituye una polifonía de voces que no dejade sorprender. La mayoría de ellas dan cuenta del dolorsufrido y unas cuantas abren espacios para el encuentroy la posible reconciliación con los perpetradores. Lasiniciativas tienen diferentes ámbitos de expresión quevan desde el ámbito local hasta el nacional y elinternacional; unas son nacionales, otras son regionales,y otras son expresiones comunitarias locales; otras másprovienen de movimientos sociales o de organizacionesde victimas y algunas son individuales. Se trata deprácticas que reconstruyen las memorias de la violencia El lanzamiento del Salón del Nunca Más en Granada, Antioquia, se convirtió en un

espacio de reconocimiento del dolor de las víctimas. Foto ICTJ Colombia.

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como memorias de un sufrimiento que es narrado,representado y agenciado por los dolientes. Sonprocedimientos que movilizan sentidos y ubican hitosespaciales y temporales de gran significación social. Ensuma, son prácticas que le dan un sentido, un propósitoy un futuro al acto y al trabajo de la memoria; sonesfuerzos colectivos que establecen relaciones entre elpasado, el presente y el futuro, y entre los dolores delas víctimas, los hechos y sus responsables.

Las memorias se condensan en torno a elementos quefuncionan como puntos nodales. En tal sentido hay quemencionar, ante todo, los lugares y espacios que estánasociados a determinados acontecimientos. Estos lugarespueden ser plazas, parques, municipios, calles y ríos,espacios públicos y privados que tienen significaciónsocial y cuyos usos y significados cotidianos han sidoalterados por acciones violentas. Otro de los puntosnodales que articulan iniciativas de memoria son loshechos y acontecimientos que producen gran impactoen el tejido social y en la estructura de las relacionessociales. Se trata de masacres, tomas armadas amunicipios, secuestros, y desplazamientos forzados,eventos que modifican violentamente las dinámicas yla cotidianidad de las personas.

A manera de síntesis puede decirse que en las regionesdonde aún persiste el conflicto armado, o donde no hanexistido procesos (o no han sido efectivos) deDesmovilización, Desarme y Reinserción (DDR), laelaboración de la memoria está en fase de latencia, a laespera de ser producida. En cambio, en aquellasregiones o lugares donde existe una relativa situaciónde “post conflicto” y donde las comunidades hanlogrado conjurar el miedo, las memorias han florecidoy se han expandido de manera creativa entre lasdiferentes colectividades. Es necesario destacar lacorrelación que existe entre las iniciativas de memoriay la magnitud de los hechos que las originan directa oindirectamente. En una determinada región puede noexistir un adecuado proceso de DDR y sin embargo lamagnitud de la tragedia ocurrida hace que los hechospervivan en la memoria de las comunidades. Losprocesos parciales de DDR, la legítima oposiciónideológica en el marco democrático de quienes se hanvisto afectados por la violencia del Estado y la magnitudde los crímenes cometidos, configuran un mapaheterogéneo de memorias donde en ciertos lugares seempiezan a escuchar voces mientras en otros semantienen los silencios. Se trata del mapa incompletode las memorias, los silencios y los olvidos.

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En el Oriente antioqueño, las víctimas y toda la comunidad, incluidos los niños, participan en distintas jornadas de conmemoración. En la fotografía se pueden ver símbolos del arraigo a la tierra, a lafamilia, así como a los íconos religiosos. Foto: ICTJ Colombia.

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La memoria como territorio en disputa y fuente de poder:un camino hacia la dignificación de las víctimas

y la resistencia no violenta1

Juan David Villa2

Introducción

El presente texto busca comprender la importancia de la memoria en los procesosde reconstrucción del tejido social, el empoderamiento de las víctimas, sus formasde resistencia frente a la agresión y la violencia, y la transformación de los

imaginarios que perpetúan la violencia. En este sentido, se parte de una hipótesis detrabajo: la memoria en sí misma no posibilita necesariamente una reconstrucción detejido social, por el contrario, puede ser portadora de nuevas rupturas y, por tanto,puede ser el instrumento de legitimación de nuevas formas de violencia.

No se trata simplemente de recuperar la memoria histórica y reivindicarla. Se trata dedefinir lo que se recuerda, pero sobre todo cómo se recuerda, por qué se recuerda ypara qué se recuerda. Pero a la vez, qué es lo que se olvida, cómo se olvida, por qué se

1 El autor desea manifestar su agradecimiento a las organizaciones de víctimas del Oriente antioqueño, pues estetexto es en parte resultado de la experiencia que compartió en esta región. Con ellos, y especialmente con lasmujeres que allí habitan, comprendió que más allá de las ideologías está la vida... Y la vida no se negocia.

2 El contenido del presente artículo refleja el punto de vista de su autor.

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olvida y para qué se olvida. La memoria, expresada enlas narraciones, los símbolos, las tradiciones, los ritos ylas expresiones colectivas que definen a una comuni-dad, un pueblo o una nación, como proceso que marcaidentidades y también define las sendas por las que vaa transitar dicha colectividad, es un territorio en dispu-ta. Por tanto, es una fuente de poder: la que define quié-nes somos, cómo somos, cómo actuamos y qué debemoshacer como sociedad.

La memoria es como la cartografía política de unterritorio, define al ser individual y colectivo de unasociedad, puesto que es la base para la escritura de lahistoria, para la construcción de las imágenes de cómola sociedad se ve a sí misma y las directrices que trazansu futuro. Por tanto, la lucha por su monopolio no essólo la lucha por la identidad, es también una lucha porel horizonte y el sentido, por los rumbos sociales,políticos, incluso económicos que abordará unasociedad. Es una confrontación por una fuenteinagotable de poder, puesto que quien maneja la formacomo hacemos memoria y la forma como construimosla historia es quien detentará los hilos que conducen auna localidad, una región, una nación.

Así, partiendo del eje teórico que liga memoria conidentidad, y a estas categorías con la afirmación y la

resistencia como posibilidades de ejercer uncontrapoder que se pone de frente a una lógica dedominación u opresión, es importante problematizartanto la memoria, la acción de recordar, como laconstrucción de identidad que puede llevar a unaafirmación cerrada del ser y el quehacer de una personao de un colectivo.

De esta manera se puede pasar a una visión más amplia,en la cual la memoria se liga con dignificación yhumanización, y éstas a su vez posibilitan la resistenciacomo necesaria en la lógica de superación del conflictoarmado colombiano: resistencia no-violenta, en la cuales posible la lucha contra la dominación, la opresión yla exclusión, pero de forma incluyente, sin la pretensiónde eliminar a otros, ni al adversario ni a otras formasde estar y concebirse en el mundo.

Para fundamentar esta hipótesis inicial se procederá demanera sistemática, pero el objetivo no es corroborarlasino mostrar cómo un ejercicio de memoria históricaincluyente, libre de exclusiones y manipulaciones,abierto y con respeto hacia el otro y sus diferencias,puede constituirse en un relato en el cual nos incluya-mos todos. Y, por tanto, en un camino posible, entreotros, para superar la violencia histórica que atraviesanuestro país desde hace más de cincuenta años.

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El texto se inicia con una breve reflexión sobre la me-moria como dotación biológica de lo humano, y desdeallí se irán asociando y conectando diferentes nivelesque abordan lo psíquico, lo social y lo político, para ate-rrizar en la interconexión permanente entre lo indivi-dual y lo colectivo, lo social y lo psicológico, y de todoesto con lo político. Se evidenciará así mismo que laconfiguración de los relatos y las narrativas de memo-ria desde lo social y lo político determinan de formaclara las identidades personales (psicológicas si se quie-re) y colectivas de un pueblo, haciendo de la memoriaun territorio de disputa.

La memoria como dotación biológica y psíquica

Como mecanismo neurofisiológico, la memoria es fun-damental para que exista cualquier tipo de aprendiza-je. Esto vale tanto para especies animales cuanto paralos humanos.

A nivel psíquico, en los seres humanos la memoria cum-ple un papel central en el reconocimiento propio. Esdecir, podemos afirmar algo sobre nosotros mismos por-que tenemos la habilidad de recordar las experienciasque nos ocurrieron. Esto lo hacemos a través de distin-

tas narraciones sobre cada uno, su historia, sus relacio-nes, su visión del mundo. El yo de cada quien es, enúltimas, el sistema de narraciones que cada uno tienede sí mismo y que se interrelaciona y se activa de acuer-do con los momentos y las circunstancias por las queatraviesa la persona3. Puede decirse que la memoria esla base sobre la cual se asienta la identidad de cada per-sona, puesto que cuando preguntamos a otro quién es,necesariamente recurre a la memoria para poder con-tarnos los trozos de su historia que va hilando en unrelato donde puede mirarse como en un espejo y reco-nocerse.

Esto puede evidenciarse de forma dramática en los casosde amnesia. Si una persona borra su memoria no sabequién es. Sencillamente se siente perdida en el mundo.No reconoce familiares ni trabajo ni una historia. Enrealidad, es una experiencia angustiante que no es fácilde superar, entre otras cosas, por la misma ansiedadque se genera al no saber “quién soy”. Y en muchoscasos, casi es necesario para la persona reinventarse apartir de las historias que los otros le cuentan.

Debe comprenderse la importancia de la memoria enla construcción de la identidad individual. Ésta depende

3 Gergen, Kenneth. Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construcción social. Barcelona, Paidós, 1996.

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de lo que recordemos de nosotros pero el proceso estambién selectivo: escogemos los relatos, lasnarraciones, los símbolos, los ritos y las imágenes denosotros mismos, que proyectamos, vendemos,reflejamos y contamos a los demás.

El escritor español Juan José Millás, en su novela El Mun-do4, ofrece una imagen que ilustra este fenómeno. El au-tor describe un lugar donde viven las personasamnésicas. Allí llegan y empiezan a reconstruir sus his-torias. Es decir, empiezan a tejer nuevas narraciones so-bre sí mismas. La situación se vuelve sorprendentecuando alguien comienza a recordar pero finge seguiramnésico porque se angustia ante lo que recuerda y pre-fiere seguir desempeñando el nuevo papel que ha cons-truido, su nueva personalidad. Luego, la persona se dacuenta que otros están viviendo la misma situación. Esdecir, prefieren instalarse en estas nuevas narrativas so-bre su ser y quehacer, ignorando las otras que les refe-rían su pasado.

En el fondo todos hacemos algo similar. En la construc-ción de nuestras identidades, es decir, en la forma derelatarnos a nosotros mismos, de narrarnos y contar-

nos, siempre escogemos trozos y pedazos que vamostejiendo para armar un rompecabezas que siempre serádiferente. Por eso es preferible hablar de identidades yno de identidad.

La metáfora del teatro, en la que cada uno de nosotrosdesarrolla un papel en un escenario, teniendo presenteque cada ser humano actúa en diversos espacios, pue-de ser una imagen que nos da la idea sobre lo que quie-ro afirmar y que ha sido trabajada por Goffman5 en susestudios sobre la identidad social. Este autor recuperala palabra “persona” en su sentido etimológico paradefinir que cada ser humano dispone de diferentes más-caras, diferentes “personalidades”, identidades quedespliega según los contextos donde interactúa. De allíque la acción humana esté delimitada por esos contex-tos –formatos, como los denomina Goffman– deinteracción.

Sin embargo, y como sucede con otras dimensioneshumanas, se ha tenido la tendencia a naturalizar lamemoria, especialmente en el campo de la psicología.Esto significa que se considera la memoria como unasimple función cognitiva de almacenamiento de datos,

4 Millás, Juan José. El Mundo. Madrid, Planeta, 2006.5 Goffman, Erving. La presentación de la persona en la vida cotidiana. Madrid, Amorrortu Editores, 1993.

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en muchos casos pasiva o aislada de su contexto socialy político, como una función netamente psíquica quehace parte de la dotación psicobiológica del cerebro.

Así pues, la memoria se suele definir desde la metáforadel computador: es decir, un aparato que almacena in-formación, la clasifica y, luego, cuando se activa unatecla o una función, las imágenes vuelven tal cual son,con su realidad y su nitidez. Creo que esta metáfora dela memoria, sin ser del todo falsa, y siendo válida en elnivel neuropsicológico, es incompleta, porque en reali-dad de lo que se trata es de la activación de formas derecuerdo y olvido que interactúan sistémicamente de-pendiendo de las circunstancias en las que se cuenta lahistoria, del contexto social, histórico y político, de re-laciones familiares, sociales, de los procesos culturalesen los que está involucrada la persona.

Cuando se naturaliza la memoria y se quiere momificaren un solo relato, en una sola imagen, en un solo grupode narrativas y de símbolos, perdemos contacto con elser, con la vida misma. Jacques Lacan afirmaba que locoes aquel que se cree Napoleón, aunque sea Napoleón6.Esto significa que la momificación del relato de sí mis-mo proporciona una imagen inmóvil, pétrea, como la

de un muerto. De allí que en lo individual, la memoriaes un territorio en disputa, un lugar de afirmaciones ynegaciones, de producción o exclusión de la propia iden-tidad, de las identidades que nos constituyen como me-diaciones para reconocernos en el mundo. Unaidentidad inmóvil, quieta, absoluta es un contrasenti-do, una negación de la vida, una locura.

¿Para qué todo esto? Para decir que la memoria no esneutral ni objetiva. No es natural, no es absoluta. Esuna construcción. La hacemos y la rehacemos según elmomento, las circunstancias, el contexto (familiar, so-cial, político, económico), según la emoción con que semire.

De igual manera, el olvido no es algo neutral ni objetivo.Tampoco natural y absoluto. Es una construcción quese define por la ausencia, por lo no dicho, por lo calladoy por lo borrado. También por lo sepultado, voluntariao involuntariamente, lo reprimido, lo oculto. Así pues,la memoria se hace esencial y deja de naturalizarsecuando se mira desde la perspectiva de su otro y de supar infaltable: el olvido. Cuando se empieza a olvidar,es cuando se hace necesaria la memoria. Por eso en lasculturas indígenas las memorias son patrimonio de los

6 Zuleta, Estanislao. Sobre la idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos. Bogotá, Procultura, 1985.

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ancianos. Nuestros abuelos cuentan sus historias parano olvidar y para que no los olviden. Esa es la magia delas tradiciones orales, de las historias, los relatos, losmitos y las leyendas. Son formas de afirmación del ser,de la identidad, frente a la llegada inexorable del olvido.

Ahora bien, el contenido de eso que llamamos memo-ria, de esos relatos, está marcado por el contexto fami-liar, social, político, cultural e histórico de cada sujeto.No somos en el vacío, somos en relación con otros, y laconstrucción de cada uno de los sujetos, seres huma-nos, de sus identidades, está mediada por procesos cul-turales y de socialización, a través de los cuales lapersona se incorpora a las redes sociales, a las normas,los valores, las tradiciones, las instituciones y las me-diaciones de cada sociedad. Por tanto, este reconoci-miento del sujeto, cuando cuenta su propia historia,cuando activa los relatos de sí mismo, de sí misma, a suvez, está marcado y en parte condicionado por la ma-triz que atraviesa lo cultural, lo socio-histórico, lo polí-tico y lo económico7.

Es decir, las formas como se activan la memoria y elolvido, el juego sistémico que se da allí, entran eninterrelación con la historia de cada uno, con sus

determinaciones psíquicas, sociales, políticas,culturales. Por tanto, sus versiones diferiránnecesariamente, aun sobre los mismos hechos. ¿Cuálde las versiones sería la verdadera? Si suponemos queno entran en juego otras variables como la trampa o elengaño premeditado, puede afirmarse que ambasversiones serán verdaderas, que ambas portan verdad.Aún así serán significativamente diferentes, porque lascategorías de interpretación que han definido lasidentidades de cada uno les dan marcos diferentes,formas de olvido y formas de memoria que constituyennarrativas de los hechos y de sí mismos que nocoinciden.

Así pues, desde las mismas categorías (sociales,culturales, políticas) desde las que se construyen losrelatos, hay ya, de por sí, un escenario donde la memoriay el olvido son territorios de disputa, pues implicanconstrucciones del mundo, cosmovisiones diferentes.Qué recuerda cada uno: lo que es significativo para él oella, lo que tiene sentido, lo que es relevante, en muchoscasos lo que duele o lo que enoja, lo que constituye suidentidad. Qué olvida: lo que no quiere ver, lo que noes importante, lo que devuelve una imagen que no sereconoce, en muchos casos lo que duele o lo que enoja,

7 Martin-Baró, Ignacio. Acción e ideología. San Salvador, UCA Editores, 1989.

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lo que no quiere o no puede reconocer como parte desu ser, de su sí mismo. Pero este proceso no estotalmente inocente, porque también están implicadasdecisiones, formas de vida, lugares de poder o decomodidad sobre los cuales se han construido losrelatos, y que en muchos casos ni se pueden o ni sequieren abandonar.

La dimensión social

De la misma manera que un individuo se reconoce enlos relatos que hace de sí mismo –que son, en últimotérmino, su memoria–, en las sociedades podemosafirmar que lo que identifica a un pueblo, a un colectivo,son los relatos que hace de sí mismo, expresión de suproceso de memoria. Un pueblo define unos valores,un estar en el mundo en coherencia con la historia queha construido y esto lo transmite de una generación aotra: allí está el núcleo de la definición de su identidad.

Si estos relatos desaparecen, si este pueblo se haceamnésico, puede afirmarse que desaparece como tal.Se convierte en un pueblo fantasma, que no lograreconocerse a sí mismo y que no tiene espejos dóndedescubrirse. Una película muy bella, Ararat, del directorAtom Egoyan, presenta una reflexión oportuna sobreeste tema.

El protagonista, un joven inmigrante de tercera gene-ración en Canadá, de origen armenio, intenta recupe-rar su propia identidad ahondando en el reconocimientodel genocidio vivido por sus antepasados en 1915, du-rante la Primera Guerra Mundial, a manos de los tur-cos. En el proceso de conocerse, reconocerse y definirsu identidad, es necesario a la vez recuperar la historia,la memoria de su colectividad, que en el marco de lapelícula aparece como horizonte de reflexión colectivapara los armenios que podrían estar en cualquier lugardel mundo y en cualquier espacio temporal.

El director intercala la vida de Michael, el protagonista,con la experiencia de elaboración del pintor Gorky,sobre el mismo tema, cinco décadas antes, en la ciudadde New York: la necesidad de reconocer este aspectode la historia, que pareciera condenado al olvido peroque define a ese colectivo y a sus sobrevivientes, muchosde los cuales en la diáspora, lejos de su tierra, dejan dereconocerse como parte de ese pueblo.

Como afirma Carvajal, no sobra recordar, y este es unrecuerdo que nos trae la misma película, que Hitlerpara justificar ante sus generales el exterminio judíose preguntó si alguien recordaba el genocidio armenio.“Es probable que si en aquella época se hubieseintervenido y juzgado el genocidio de los armenios por

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parte de los turcos, la historia –tal vez– hubiese sidootra”8.

El salmo 137 nos regala otra expresión que da cuentade esta realidad. El salmista en el exilio de Babilonia,después del año 587 a.C, expresa la nostalgia porJerusalén: “si me olvido de ti Jerusalén que se seque midiestra, que mi lengua se pegue al paladar”. Noreconocer la historia de un pueblo, no incorporarla alser, es negarse a sí mismo. Y al mismo tiempo laafirmación del ser como pueblo está mediada por elrecuerdo que tenemos de eso que somos.

Así pues, la lengua, las tradiciones, los ritos, lossímbolos, las fiestas, las historias, los mitos, las leyendas,las costumbres son las formas a través de las cuales unpueblo hace memoria y se reconoce como tal. Pero almismo tiempo, lo que se cuenta, la forma cómo secuenta, lo que se resalta y se pone a la luz, y lo que sedeja en el olvido, son asuntos que no operan de formainocente, se van entretejiendo en redes de poder, dondelos intereses se van entrelazando y con ello aparecen,priman unos relatos, unas imágenes, y se sepultan otras.

De allí que sea necesario afirmar que socialmente la me-moria es fundamental en el reconocimiento de cualquierpueblo, es decir, en la construcción de su identidad o desus identidades. Por esta razón, un bastión central de laresistencia de los pueblos indígenas estriba en la conser-vación de la memoria, expresada en su propia lenguacomo el vehículo fundamental para manifestar lo máspropio del ser, de la persona9. Es más, un pueblo existe,mientras haya gente que pueda recordar su historia ytransmitirla. Si la posibilidad de narrarse, de relatarse,de recordarse desaparece, ese pueblo deja de ser sujetopolítico y se convierte en objeto de la arqueología.

En este punto aparece un nuevo elemento: el de lasubjetividad política, que ayuda a profundizar en la tesisinicial. Recordar es una acción política, y lo político escorrelativo y fundamental para la construcción de laidentidad10. Pero a la vez el acto de construir lasidentidades individuales y colectivas en los procesosde memoria, de recuerdo y olvido son también accionespolíticas. Nos afirmamos al contar y al recordar. Perotambién este proceso de reconocimiento sufre procesosde “naturalización” en los cuales se “oficializa” una

8 Carvajal, Álvaro. Los componentes estructurales del Genocidio, 2007 En: www.anniehayiling.googlepages.com Comentario a la película Ararat.9 Marco Martínez, José Pascual. Un nuevo concepto de ayuda para la una política de cooperación española. Madrid, Sistema, 1995, pp. 115-118.10 Lechner, Norbert. Los patios interiores de la democracia. Madrid, Siglo XXI, 1997.

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versión, se inmoviliza, se define, se enmarca y delimitanunos aspectos sobre los cuales se “debe” recordar.

Es desde aquello que se borra que surge la necesidadde recuperar la memoria, de reconocer los relatos quenos han constituido. ¿Qué significa esto? Que en elproceso de construir colectivamente los relatos queidentifican como pueblo a un grupo humano, o cuandouna sociedad construye los relatos sobre sí misma, existetambién una disputa entre las diferentes versiones.

Por tanto, la memoria social comienza a ser un territorioen disputa, donde está en juego el poder. No podemosser ingenuos. No todo relato histórico, no todo procesode memoria porta los mismos significados.

Un ejemplo muy sencillo y reiteradamente abordado:para Colón llegar a América fue un descubrimiento,para los indígenas de Guananí, fue el comienzo de sufin, una tragedia. ¿Qué historias se han contado?Conocemos y estudiamos las versiones de Colón, la delos reyes católicos, la de España. La de los indígenas deGuananí, no la tenemos. Aunque tenemos la de otrospueblos indígenas que han resistido durante 500 años,que han mantenido sus relatos.

Por eso, aunque es un ejemplo reiterado, sigue siendoun relato subterráneo, porque tanto en España como entoda Iberoamérica de forma mayoritaria se siguecelebrando, si bien no el descubrimiento, sí el “encuentrode dos culturas”; cuando más que encuentro fue masacre,donde prácticamente se condenó a una de ellas alexterminio, a lo sumo al mestizaje. Y el otro relato fuecondenado al olvido. Pero su rescate y su hacerse públicoen los últimos veinte años, especialmente a partir del Vcentenario de este suceso, nos ha permitido a loslatinoamericanos empezar a nombrar este hecho de otrasformas, a construir otros relatos y desde allí poderdefinirnos en nuestras identidades de otras maneras.

En esta línea es pertinente traer estas palabras del poetaJuan Manuel Roca que circulaban por Internet11, y quepodrían expresar de forma más gráfica lo que quieroafirmar en torno a la construcción de las identidades,desde los lugares donde hacemos memoria:

Los más alevosos y equívocos insultos que aún seoyen en Bogotá, suelen rematarse con una invitaciónmiserable: «no sea indio». El utofágico insulto puedeser proferido muchas veces por alguien de rasgos evi-dentemente indígenas, por algún muisca de Everfit

11 Tomado de http://inforiente.info/content/view/10677/170/

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en trance de blanquearse. Otras veces lo hacen losque se llaman a sí mismos blancos, gentes que sue-ñan con un pasado virreinal y que cuelgan a placerantepasados y antepasadas en las ramas secas de unárbol genealógico, que casi siempre ha sido abonadocon sus propias miserias. Cuando una comunidadcomo la de los paeces se levanta erguida tras más de500 años de soledad y de expolio y se enfrenta a lasfuerzas armadas, a los robocops, a los miembros delEsmad, del Ejército Nacional y la Policía, valdría lapena decirle a cada colombiano: «sea indio».

Cuando las víctimas no olvidan, por ejemplo, lamatanza del Naya, la memoria y persecución deManuel Quintín Lame Chantre por los gamonales delCauca y por uno que otro poeta parnasiano trepadoen un camello surreal; cuando se siguen enfrentandoa las vejaciones feudales de los terratenientes y a losaires rentistas, estaría bien decirle al periodistaamordazado por sí mismo: «sea indio». Cuando elpresidente de la República le exige a los indígenascaucanos que pidan perdón a la policía, ¿no habráquién le diga que le dé vacaciones a su autocracia ysea indio? Cuando el Estado necesita tanto desplie-gue militar para desbandar las mingas de loslegítimos territorios paeces, dan ganas de ser indio,aunque sea en un grado «honoris Cauca».

Ahora, si no quiere ser indio, si no quiere acompañarsu justa protesta para estar al lado de las víctimas deun secular expolio, también puede ser negro, comolos corteros de caña, que además de pobres sonesclavos. La verdad, frente al generalizadoaturdimiento intelectual de buena parte del pueblocolombiano, ellos viven dando a cada tanto, tras elpermanente exterminio de muchos de sus líderes, unalección de dignidad.

De esto es de lo que se trata: ¿Quién cuenta la historia?¿Cómo la cuenta? ¿Desde dónde la cuenta? ¿Quiéndefine la forma como una sociedad se ve? ¿Desde dóndese define que indio es un insulto? Y también: ¿desdedónde empezamos a decir que indio es un referente dedignidad?

Cuando hablamos de la memoria como territorio endisputa estamos diciendo que no hay inocencias en suconstrucción. Quizás tampoco pueda hablarse desde la“teoría del complot”. Quizás no haya nadie específica-mente maquinando la historia, pero sí hay un juego deintereses que se traduce en relatos, y la primacía de unossobre otros será un asunto de poder, el cual puede serdesarrollado como un ejercicio de dominación y deimposición, o como uno de inclusión y participación.Por tanto, la recuperación de la memoria en sí misma

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no nos garantiza un espacio de humanización, dignidady afirmación de los pueblos, de las víctimas, sino tambiénla forma cómo se haga. Es decir, que pueda hacerseevidente lo que se reprime, lo que se inhibe, lo que secalla, lo que se cuenta. El cómo y el desde dónde se hace.

Con este ejercicio, por tanto, se está definiendo lasubjetividad individual, social y política, lasidentidades, las formas de ser, las formas de acción. Untexto muy bello de Ignacio Martín-Baró12, El latinoindolente, trabaja de forma profunda la forma comohistóricamente se han construido los relatos que handefinido la identidad latinoamericana. Y devela cómomuchos de estos relatos que se encarnan en sujetosconcretos e históricos, son producto de las relacioneshistóricas de poder que han relegado a grandes masasde población al lugar de la indolencia, es decir: al de lapasividad, la resignación, al de la religión comoalienación, al de la indiferencia, la no participación y laaceptación de su condición como si estuvieradeterminada por un destino indefectible, dado por Dios,que para nada puede transformarse.

Estos relatos traen consigo la dificultad de generarprocesos de transformación social y defensa de los

propios derechos, puesto que se han asimilado yconstruido desde relaciones históricas de dominaciónque confirman la regla. Allí hay una memoria, unashistorias, unas afirmaciones de identidad. Pero lamemoria también podría traer consigo la historia de losmovimientos sociales, de las luchas sindicales, de laresistencia de los indígenas, y ahora en este tiempo laacción de las mujeres, los movimientos noviolentos ylas múltiples acciones en todos los rincones del país porconstruir la paz, la democracia y unas condiciones devida dignas, que normalmente son excluidas de losrelatos y las narraciones de la educación básica y media,de los grandes medios de comunicación y otros espaciosde poder; como si no existieran. Estos relatos esperanel lugar de su emergencia, su posibilidad de expresión.Y todo esto es asunto de recuerdo, de memoria, deafirmación de identidad, de dignificación y deresistencia.

El conflicto armado colombiano y la voz de lasvíctimas

En el contexto del conflicto armado colombiano podría-mos identificar varias voces: la de las víctimas, la de losvictimarios (guerrilla, Estado, paramilitares), la de la

12 El latino indolente. En I. Martín-Baró (edición de A. Blanco), Psicología de la liberación (pp. 73-101). Madrid, Trotta, 1991.

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sociedad en la forma de “opinión pública”, en algunoscasos mediatizada vía encuestas, y como sociedad civilorganizada en movimientos sociales, ONG y otras for-mas; la de los medios de comunicación, la de los políti-cos, la de los jueces, la de los empresarios. Todas estasvoces interactúan y entran en la dinámica de fuerzasde poder. Y suele suceder que la naturalización de lacual venimos hablando empieza a operar cuando undiscurso predomina sobre otros, se impone, cuenta contodos los medios para ser construido, expresado, difun-dido, argumentado y hasta demostrado, con lo cualempieza a constituirse en historia oficial, ocultandootras narraciones, otras verdades, otras formas de con-tar los relatos sobre la realidad, sobre sí mismos.

Este proceso genera dinámicas de identificación muyfuertes en varios sectores de la sociedad. Si la historiase cuenta, se escribe, se publica, se investiga, se enmarcay se construye desde un lugar de verdad como poder,como demostración, otras versiones comienzan aconvertirse en “sub/versiones” de la versión oficial y,por tanto, pueden ser condenadas, atacadas,perseguidas y, en último término, destruidas. Yefectivamente se califican como “subversivas” puestoque entran a disputar un orden establecido, un statuquo, unas formas de vida, unas relaciones sociales ypolíticas, y unas estructuras que tendrían que moverse

de su lugar para dar cabida a estas “sub/versiones” que,como la palabra lo indica, desde abajo “conmueven”cimientos y construyen otros referentes tanto para laconstrucción de las identidades, como para la genera-ción de nuevas formas de relación y estructuraciónsocial.

En un país en guerra o en medio de un conflicto como elque vive Colombia una de las voces que suele ser silen-ciada o modulada de acuerdo con intereses de bando esla de las víctimas, puesto que su voz, además de “sub-vertir” las versiones de la historia oficial, “con-mueve”los cimientos sobre los cuales construyen sus relatos losdiferentes bandos en conflicto, que en la mayoría de loscasos se atribuyen a sí mismos el poder legítimo de re-presentarlas. Y además con-mueve el lugar de “seguri-dad y confort” que los estratos altos y medios de lasciudades, que representan el grueso de la denominadaopinión pública, han construido con precariedad y vul-nerabilidad, especialmente en los últimos años. Precisa-mente su voz, la de las víctimas, en la mayoría de los casosel primer efecto que tiene es el de cuestionar la represen-tación que se atribuyen los actores de la guerra y la quese ha construido en el país durante el último gobierno.

¿Qué es lo que sucede? Que las víctimas son lasportadoras del horror que unos y otros cometieron, y

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no quieren ver ni aceptar que los términos de la guerrase legitiman con eufemismos como: “guerra contra elterrorismo”, “cruzada por la justicia”, “salvaciónnacional”, “liberación nacional”, “lucha contra lahecatombe”, “defensa de la civilización cristiana”“autodefensa campesina”, y un largo etcétera.

Las víctimas nos ponen de cara a nuestra propia barbariecomo pueblo y como nación. No son una, no son dos,son miles. Según datos de la Asociación de Familiaresde Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) puede haberen Colombia cerca de 30.000 desaparecidos. LaConsultoría para los Derechos Humanos y elDesplazamiento (Codhes) asegura que hay más de4.000.000 de desplazados en el país; así mismo, hubocerca de 25.000 secuestros entre 1996 y 2008, según PaísLibre, y las víctimas de homicidios por causa delconflicto no se han logrado definir claramente, porquepueden estar entre las 70.000 y 250.000 muertesviolentas. Lo cierto es que, según la Fiscalía, 175.000víctimas han solicitado ser reparadas en el marco de laLey de Justicia y Paz.

La voz de las víctimas activa uno de los relatos que,precisamente por lo doloroso, por lo que nos enrostra,como sociedad se quisiera olvidar. Confluyen así dostipos de relatos: los de aquellos que intencionalmente

promueven el olvido de las historias contadas por lasvíctimas, con los de aquellos y aquellas quesimplemente “quieren vivir su vida tranquilamente sinque se les moleste”. Por todo esto, los relatos de lasvíctimas, en este juego de poder y en esta disputa queimplica hacer memoria, necesitan abrir escenarios parapoder contarse.

A pesar de lo dicho, tendríamos que devolvernos en laargumentación: cuando se habla de la voz de lasvíctimas sería legítimo preguntar: ¿la voz de cuálesvíctimas? Hasta el recuerdo y el testimonio de lasvíctimas son territorio de disputa. ¿De cuáles voceshablamos? La pregunta es necesaria porque algunas deesas voces son utilizadas para legitimar la violencia yla guerra, para darle legitimidad ética y política a unaacción violenta. ¿Cómo serían los relatos de las milesde víctimas anónimas de las guerrillas si se publicaran,si tuvieran escenarios propicios? ¿Qué tendrían quedecirle al Estado, al gobierno, a la cooperacióninternacional, a la opinión pública?

Pero a la vez, ¿cuál es la historia de país que puedencontar las víctimas del paramilitarismo? ¿Qué nos puedecontar el sobreviviente de una masacre, la profesora quedesde el salón de su escuela vio cómo le cortaban lacabeza al padre de uno de sus alumnos y luego se le

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ponía en una estaca como “escarmiento público”,después de haber jugado fútbol con ella? Es decir, ¿dequé horrores nos hablarían? ¿Cómo nos podrían contarla historia de las alianzas, connivencias, complicidadesde actores estatales, civiles y militares, políticos yeconómicos en todos los rincones del país, con este tipode grupos? ¿Qué pasaría si su voz fuera escuchadarealmente, si tuvieran las luces y el escenario suficientes,además de la seguridad, para expresarse? Y aún más,¿cuál es la historia de país que contarían, que cuentanlas víctimas de Estado, bien sea porque sus seres queridosfueron asesinados, desplazados o desaparecidosdirectamente por agentes estatales o por agentesparaestatales a su servicio? Allí están las víctimas delPalacio de Justicia tratando de alcanzar justicia despuésde más de veinte años, y aún se mueven hilos para queesto no suceda. ¿Qué historia de país nos pueden contarlos sobrevivientes al genocidio de la UP? Estoy seguroque tendríamos una historia de país diferente a la oficial.

Dice Nativel Preciado en su novela Camino de hierro, apropósito de la guerra civil española:

ya sé que recuperar la memoria tiene en estos díasmuchos detractores, pero es un acto imprescindible

para declararnos definitivamente la paz, con los otrosy sobre todo con nosotros mismos [...] Soy conscien-te que sólo se puede comprender la vida echando lavista atrás, pero sólo se puede vivir mirando haciaadelante. –Y más adelante afirma–: no estoy prepa-rada para una memoria aséptica [...] Se debe repartircon más equidad que hasta ahora las vilezas. Tengoderecho a recordar en voz alta. Nadie puede dar pordefinitivamente olvidada su historia personal ni lade su familia ni la de su país”13.

El binomio memoria/olvido no es patrimonio de ungrupo político ni de un bando del conflicto. Es elpatrimonio exclusivo de las víctimas y lossobrevivientes, y a través de ellos y ellas de toda lasociedad. Son la base para la construcción deidentidades que lleven a la reconstrucción social ypolítica de un pueblo o de un país; pero también,pueden ser la base para la construcción de una historiaoficial en uno u otro bando. Así pues, el discurso de lasvíctimas puede ser manipulado para convertirse en undiscurso legitimador de formas de violencia, tal comose esbozaba en párrafos anteriores, puesto que a partirde allí se pueden construir historias, mitos fundantes yotros símbolos en torno a glorias, héroes nacionales,

13 Preciado, Nativel. Camino de hierro. Madrid, Espasa Calpe, 2007.

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hechos que posibilitan apelar a la venganza14 y a laviolencia como forma de reivindicación política, socialo económica.

Tal como lo describe Kaldor15 al hablar de las nuevasguerras en el mundo, muchas de ellas están ligadas acuestiones de identidad en las cuales la posibilidad deafirmación de una etnia, una nación o un pueblo estádenegada y sus relatos, memorias, ritos, narracionesestán coartadas o han sido borradas, con lo cual, a suvez, se legitima la acción violenta de retaliación. Asípues, tal y como lo hemos afirmado, hacer memoria noes una acción inocente, sigue siendo un territorio endisputa, un escenario que debe construirse y que lasvíctimas y sobrevivientes necesitan construir entre ellasy ellos, dando lugar a todas las voces para que puedanrepartirse, como dice la cita de Nativel Preciado, deforma más clara y más equitativa, tanto los dolores comolas vilezas.

En un conflicto como el colombiano ni las vilezas ni losdolores son patrimonio de un bando. La cuestión y el

problema están en parcializar la mirada, en sólo verunos hechos y ocultar otros; tanto en un lado como enotro.

Así, la memoria de unas víctimas y el olvido de otraspueden convertirse en medio legitimador de poderesestablecidos que generan exclusión, dominación, explo-tación y violencia16. Siguiendo a este autor, podemosreconocer que también se construyen juegos de inclu-sión y exclusión donde se identifica a los malos y a losbuenos, es decir, ellos y nosotros, que constituyen unaidentidad cerrada, donde la víctima permanece comovíctima y construye un relato de sí que no se abre aotras posibilidades de narrarse, se define a sí mismacomo “la víctima de...”. Y por tanto, se ubica en un ban-do, la ubican en un bando, y desde allí se legitima laacción de venganza, la generación de resistencias vio-lentas o la afirmación de identidades que perpetúan losconflictos violentos y las guerras.

De esta forma, en muchos países donde hay conflictosse constituyen asociaciones y grupos de víctimas cuyo

14 Corry, Geoffrey. Del conflicto armado a la solución política negociada: lecciones del proceso de paz de Irlanda del Norte. En III Congreso Nacional deReconciliación. Bogotá, Pastoral Social Nacional, 2005.

15 Kaldor, Mary. Las Nuevas Guerras: violencia organizada en la era global. Barcelona, Tusquets, 2001.16 Malouf, Amín. Identidades asesinas. Madrid, Alianza Editorial, 2001.

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marco de identificación se define más por la acción y eltipo de victimario, que por otras posibilidades de rela-tar su experiencia. Ahora bien, esto no siempre implicauna opción violenta, lo que Malouf17 afirma, y que tam-bién recoge Kaldor18, es que la construcción de identi-dades cerradas desde estos relatos puede convertirseen pretexto para legitimar formas de violencia en unou otro bando, refiriéndose al caso de Israel y en rela-ción con el holocausto judío, pero que podría ser apli-cable a lo que los Tutsis están haciendo ahora a losHutus en el noreste del Congo:

Y no se trata sólo de algunos casos aislados, pues elmundo está lleno de comunidades heridas que aúnhoy sufren persecuciones o que guardan el recuerdode antiguos padecimientos y que sueñan con obtenervenganza. No podemos seguir siendo insensibles a sucalvario, no podemos por menos que apoyarlas [...]Pero de esa comprensión derivamos a veces a la in-dulgencia [...] y precisamente por eso nos olvidamosde sus víctimas –las que ellos generan– hasta que co-rren ríos de sangre. Es que nunca se sabe dónde acabala legítima afirmación de identidad y dónde comien-

za a invadir los derechos de los demás [...] Denuncia-mos una injusticia, defendemos los derechos de unapoblación que sufre y al día siguiente nos encontra-mos con que somos cómplices de unas muertes19.

No se trata de eludir el tema de los autores de lasviolaciones de los derechos humanos. Es fundamentalque la acción de la memoria como construcción deidentidades posibilite el encuentro de múltiples relatosque permitan reconstruir el propio, resignificarlo, verlodesde diferentes perspectivas, para posibilitar elencuentro con otro, con otra, que no necesariamente esmi enemigo.

Un ejemplo de esto es el que se desarrolla en eldocumental Promesas con la dirección de JustineShapiro, Carlos Bolado y B. Z. Golberg. En esta películase trabaja con niños israelíes y palestinos sobre losimaginarios construidos alrededor de sí mismos y delotro. Es decir, aborda el tema de la construcción de lasidentidades propias, que se tienden a cerrar sobre símismas, para luego mirar al otro como el enemigo, elpeligro, que ataca y por lo cual me tengo que defender.

17 Idem.18 Kaldor, op. cit.19 Malouf, op. cit., pp. 40-41.

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El proceso de la película pretende mostrar cómo losniños de ambos lados, cuando logran acercarse, cono-cer y reconocer al otro, intentando ver su diferencia, deuna u otra forma “el monstruo” que se suponía era eseotro, comienza a tener rostro humano, tan semejante ytan diferente, se constituye en un espacio de respeto ala diferencia y en una pregunta a la construcción de unaidentidad cerrada e inmóvil.

Alguien podría refutar esta idea señalando que enColombia no hay un conflicto de identidades, ni étniconi religioso. Pero los procesos de organización devíctimas, si se definen desde la construcción deidentidades cerradas, en la legitimación de un actor yla deslegitimación del otro, mantendrán la lógica bipolarque alimenta la confrontación. El dolor de las víctimaspuede terminar siendo útil a intereses de manipulaciónpolítica que busca dividendos en términos de poder.

Como lo señala el texto hasta ahora: el ejercicio de hacermemoria es un ejercicio de afirmación de identidad, deidentidades que se construyen en procesos históricos.Estas identidades afirmadas posibilitan la aparición devoces y de luces en el escenario. Ahora bien, algunas vo-ces pueden tener más iluminación, mejor sonido en laescena, condenando a otras o al ostracismo, o a una apa-rición de segundo orden o incluso a una manipulación

que las “reinterpreta” a la luz del discurso protagónico.Es cuando se constituye la historia oficial.

El ejercicio de una memoria incluyente requiere portanto la aparición en el escenario, con luces y sonidopleno, de esas otras voces que deben ser escuchadas:las de las víctimas. Pero en el marco de un conflictocomo el colombiano, y quizás en cualquier conflicto,hay víctimas de todos los bandos, de allí que seanecesario recogerlas, no para afirmar identidadescerradas como víctimas de un agresor y desde allílegitimar la demonización o la eliminación del contrario,sino como espacio de reconocimiento entre ellas parapoder lograr una afirmación del ser en el reconocimientode las diferencias, pero también de los elementos encomún que posibiliten una transformación real delconflicto en la vía de la construcción de la paz.

Así, toda afirmación de identidades a través de lamemoria se convierte en una afirmación de resistencias.Pero estas resistencias pueden conducir, o bien a lajustificación de la historia oficial, o bien a legitimar laviolencia de cualquiera de los bandos y a mantener laimagen del enemigo, porque en éste se ha encarnado elmal, al que se debe eliminar, con el cual no hay nada encomún y de cuyo exterminio depende “nuestrasupervivencia”.

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Por lo demás, si de cualquier manera unas formas dememoria y de olvido construyen unas u otras identida-des, tendría que pensarse entonces en un lugar desdeel cual se hace la memoria. El cómo, el para qué de esamemoria. Sin duda, el lugar de la memoria debería serel lugar de la dignificación de las víctimas, un lugar dehumanización, el espacio donde la dignidad que ha sidoatropellada pueda recuperarse y manifestarse.

Por tanto, cabe preguntarse: ¿cómo hacer de la memoriaun vehículo de dignidad, de humanidad, de identida-des abiertas que se reconocen en las diferencias? Hay unelemento fundamental, como principio orientador: setrata de no excluir ni mandar al olvido ni descalificar eldiscurso, el recuerdo, el testimonio y la versión de todoslos actores, en el caso de las víctimas, de todas, incluyen-do las que tienen un color diferente al que me identifica.

AMOR y Aproviaci: resistencia y memoria

Las reflexiones contenidas en este texto son producto deuna experiencia y de la posibilidad de ser testigo de unproceso, el de las mujeres de la Asociación de Mujeresdel Oriente antioqueño (AMOR).

En el año 2001, en medio de la incursión paramilitar ensu región, cuando estaban en el momento más álgido de

la confrontación, estas mujeres pensaron una propuestaque denominaron el Horizonte de Reconciliación. Siningenuidades, se reconocieron en una realidad vivida deprimera mano, que se constataba en varios hechos: enprimer lugar, las víctimas de uno u otro bando eran sushijos, sus hermanos, sus familiares, y algunas de sus víc-timas más cercanas habían sido atacadas indistintamen-te por grupos de paramilitares, guerrilla o ejército. Asíse empezaron a encontrar con madres que tenían, porejemplo, un hijo asesinado por el ejército, otro por la gue-rrilla, uno desaparecido por los paramilitares y toda lafamilia desplazada en un enfrentamiento.

Después de trabajar en el Urabá chocoano, en lossantanderes, en la región suroriente del país, en Córdo-ba, en Cartagena, en el Eje Cafetero y en el departamen-to de Antioquia, puedo afirmar que en todas estasregiones nos encontramos con estos dramas, no comoalgo marginal, sino como algo central dentro del uni-verso de víctimas.

Ciertamente, hay mujeres, hijos, hijas, familias, vícti-mas exclusivamente de la guerrilla. También las haydel paramilitarismo, de las fuerzas militares, delparaestado. Pero resulta que esas personas, en muchoscasos, viven una al lado de la otra, son vecinas, son ami-gas y han convivido pacíficamente por largos periodos

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de tiempo, la guerra ha roto su tejidosocial y ha sembrado desconfianzasentre ellos y ellas, las ha condenadoal aislamiento, al anonimato y a lasoledad. Muchos y muchas vivieronestos hechos con desolación y postra-ción; las comunidades, los barrios enlos municipios, incluso las familiasextensas se rompieron. ¿Qué hacer enestos casos?

Parecería obvio que las víctimas deuno y otro bando, al identificar a susagresores, procedieran a unirse y tra-bajar de acuerdo con las demandas ju-rídicas y políticas que esto implicaría.Existe esta lógica y al afirmar que pue-de haber otras, no se desconoce la va-lidez de este procedimiento, pues, siél faltase tampoco podríamos hablarde escenarios de memoria, de afirma-ción de identidades desde ladignificación ni de resistencias a laguerra y a la violencia.

Y mucho menos podríamos hablar dereconciliación si no se desarrollan

En el Oriente antioqueño las mujeres, lideres de los procesos de memoria, se unen para recordar y superar sutragedia. Foto: ICTJ Colombia

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procesos de verdad, justicia y reparación donde los res-ponsables sean claramente definidos, las sanciones jurídi-cas queden establecidas, y las reparaciones sean evidentespara las víctimas y para toda la sociedad.

Por tanto, no se trata de plantear una disyuntiva entreuna forma de proceder y otra. En efecto, y como se veráa continuación, en la realidad fue así como sucedió enla región del Oriente antioqueño. Y es así como vienesucediendo en otras regiones como en Tierralta (Cór-doba) o en algunos municipios del Magdalena Mediocomo Puerto Berrío y San Pablo, para hablar de los ca-sos conocidos de primera mano por el autor del pre-sente texto.

Las mujeres, “unidas por la fuerza del amor para cons-truir escenarios de vida”20, pudieron desarrollar una for-ma de encuentro. De por sí ya en los grupos de mujeres–puesto que AMOR es una asociación de defensa de losderechos de la mujer y el fomento de la participaciónciudadana de éstas en escenarios públicos y políticos–,las víctimas de unos y otros bandos venían encontrán-

dose para trabajar asuntos relacionados exclusivamentecon los temas de las mujeres. Pero en estos procesos laguerra, la violencia y la represión se hicieron presentes yempezaron a generar fracturas, bien por las desconfian-zas y los miedos que se empiezan a instaurar en las so-ciedades atravesadas por el conflicto armado21, o bienporque el dolor y el sufrimiento son tan grandes, que nohay espacio para nada más22.

Así pues, estas mujeres plantearon la necesidad de susci-tar encuentros entre ellas para poder abordar sus dolores,sus angustias, sus tristezas, sus preguntas; para compren-der lo que estaba pasando, identificar las raíces del con-flicto, desarrollar una mirada compleja de lo que estabanviviendo. Acercarse a sus miedos, a las desconfianzas, so-breponerse a las rupturas y reconstruir el tejido de susrelaciones23.

Este proceso dio origen al proyecto “Promotoras de viday salud mental” (Provisame), que posibilitó la formaciónde mujeres que participaban en AMOR para que pudierancoordinar estos espacios de encuentro y diálogo a través

20 Este es el lema que caracteriza a AMOR como organización.21 Beristain, Carlos Martín, y Riera, Francesc. Afirmación y Resistencia. La Comunidad como apoyo. Barcelo, Ed. Virus, 1994.22 Villa, J. et ál. Nombrar lo innombrable: reconciliación desde la perspectiva de las víctimas. Bogotá, Cinep, 2007.23 Idem.

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de la metodología de los grupos de apoyo mutuo. Estosgrupos se denominaron simbólicamente Abrazo, comoimagen de la necesidad del encuentro y del tejido quese quería volver a fortalecer. Así pues, no se trata deque unas ONG hayan juntado a las víctimas de uno yotro bando, y luego creado una organización donde seencuentran todas. Y si a esto le añadimos que muchasde estas mujeres pueden ser madres de combatientesde cualquiera de los grupos en conflicto o de varios almismo tiempo, el mapa queda abierto aún más para elescándalo desde algunas organizaciones sociales queno logran comprender la complejidad de este fenómeno;quizás porque su historia y la forma como han vividola victimización es diferente.

Cuando la identidad se construye por la vía de quienfue el autor de los hechos, haciendo énfasis en la identi-dad cerrada como víctima, es normal que las víctimasde la guerrilla, organizadas en asociaciones y otras for-mas, y las del paramilitarismo y del Estado, en sus di-ferentes manifestaciones, no puedan reconocer lacomplejidad de lo que ha sucedido en el Orienteantioqueño y lo que está sucediendo en otras regionesdonde la identificación no se ha construido desde losautores, ni siquiera desde su condición de víctimas, sinodesde el territorio, desde la comunidad y en la defensa

de un tejido social que ha sido golpeado por unos yotros.

En Colombia, especialmente en las décadas de los se-tenta y ochenta, la mayoría de las víctimas lo fuerondel Estado y los paramilitares, por lo que es legítimoque constituyan organizaciones de víctimas que reivin-diquen historias que han sido borradas por la historiaoficial. Es necesario que estos relatos emerjan y que es-tas víctimas puedan hacer pública su historia y recla-

ot-10-a u t a d o , e n s u s 7 8 1 . 2 1 1 2 T D t e r g é n d p o i c a m i o n e ( E n t N G h a y i c t i m i z a c o r . D c - 0 . 0 o m p s t o r i a y r e c 6 . 4 6 2 2 T m 0 . 0 0 2 1 T l u g n - ) 6 9 e z u p o s l u i e a l n s t - l a - 0 . h s d é r z a c i o n r i n e s y o t r a s f 9 i -e s c á n d a l o - 0 . 0 2 l ( e n c Q p o r a s o r b r e f o r m 6 p o s y a n r e c o n o c e - 1 . 2 1 1 2 T D 8 r o n ) T j 6 9 e z u p o s l u i e a c i ó n n o r . h s d é ( C u g í a d e r m a ( t e h a c e r p n e s y o t r a s 7 a d e ) T j ú b l i l a c g í a s i m b ó l s e e l c u b r m 6 p o s . E s n e c e s d o l o g í a d e s s o c i a l e s q u e ) T j 0 0 4 3 1 3 7 T l o s g r u p o s d o l a i v i r 0 0 6 p o s l a u n l T * é n i c i a l T D 0 . o a ú n d e l o s s e -

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confianza, se fueron planteando nuevos horizontes, re-afirmaron su identidad y empezaron a fortalecer susresistencias desde un marco de noviolencia24.

Fue en este proceso cuando las mujeres que eran vícti-mas y sobrevivientes se plantearon, ante la coyunturapolítica que vivía el país (desmovilización de sectoresdel paramilitarismo y Ley de Justicia y Paz), constituiruna organización de víctimas que posibilitara su parti-cipación en los escenarios que se empezaban a consti-tuir en Colombia sobre el tema, en la lucha porreivindicar sus voces para que fuesen escuchadas, re-construir la memoria histórica que dignificara a sus se-res queridos, y a sí mismas y a sus familias, a lascomunidades y a la región, además de luchar por lagarantía de sus derechos a la verdad, la justicia y la re-paración.

Así pues, en noviembre de 2005 AMOR convoca al“Primer encuentro regional de víctimas del conflictoarmado en el Oriente antioqueño” en el municipio deNariño, con el lema: “Para que otras voces se escuchen

y el dolor sea propuesta”. Se construyó una agendapolítica de las víctimas de la región y las bases para laorganización regional que se constituyó legalmente alaño siguiente con el nombre de Asociación Provincialde Víctimas a Ciudadanas (Aproviaci), que mantuvo ellema del encuentro y partió de un horizonte claro: elser víctimas no es una condición ni una esencia, no esuna identidad inmóvil ni cerrada, ser víctimas ha sido,para decirlo de forma aristotélica, un “accidente” de lavida. Claro, un accidente que responde a las lógicas delconflicto, a intereses, a fuerzas que desestabilizan, quedesestructuran la organización social porque no sonfuncionales a poderes económicos, políticos y sociales.Accidente en la medida en que no es una condiciónsustancial del ser, sino un acontecimiento que puedeser elaborado y trabajado desde diferentes horizontes,no define su ser, sino un aspecto de su ser25.

El propósito de la organización fue el de superar lacondición de víctimas. De tal manera que la historiacompartida en los Abrazos como apoyo mutuo no sequedara en un momento de elaboración personal y

24 Idem.25 Es necesario aclarar la palabra “accidente” para evitar equívocos. No es algo que ocurre por casualidad, sino a algo que, aunque ocurra intencionalmente

y con lo cual se quieran romper las formas de resistencia y de afirmación social y política de la gente, no constituye una esencia de la persona, no sedefine solamente desde esos hechos, sino desde una historia de vida que contiene mucho más que ese hecho, que a pesar de marcarla, no agota su ser nisu identidad.

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comunitaria, lo cual de por sí implicaba un paso muyimportante en el proceso, puesto que se empezaba agestar el reconocimiento que no era “problema” de unasola, ni de dos, sino de muchas personas, de toda unacomunidad, incluyendo a muchos hombres. Por estarazón, la dinámica del proceso fue llevar a que seampliaran los abrazos, para que participaran varones,para que se formaran nuevas Provisame, para que seinvitara a participar a comunidades y grupos de otrasregiones y, lo más significativo, llevar a la necesidad dehacer público lo que se estaba compartiendo en losgrupos de apoyo. La historia compartida entre unospocos con una identidad muy fuerte tenía que hacersevisible para la sociedad, los municipios, la región y elpaís.

Por esta razón, comienza un ejercicio de movilizaciónque fue correlativo al evento en el municipio de Nariño(es importante aclarar que cuando se organizó esteencuentro el proyecto Provisame y el de Abrazos yallevaban un año y medio), donde la gente empezó ahacer de la memoria una herramienta para ladignificación de sus seres queridos asesinados odesaparecidos en el conflicto armado. En la mayoría delos municipios se realizaba una acción no-violentamensual, los primeros viernes del mes, en la que la gentese reunía en el parque principal, en el atrio de la iglesia,

en un barrio o en algún lugar del pueblo para encenderunas velas en memoria de los seres queridos.Lentamente esta acción silenciosa se acompañó defotografías, de telones con mensajes, de consignas, deactividades culturales. También se fueron uniendoalgunos sacerdotes y se posibilitó que la eucaristía dela tarde de ese primer viernes fuera por las víctimas.

Esto empezó a generar una conciencia ciudadana sobrela realidad del conflicto en la región puesto que, a pesarde las evidencias, los sectores políticos y económicosdel Oriente lo seguían definiendo como un remanso depaz, y existía un silencio sobre los hechos de violenciasufridos y especialmente sobre la magnitud de latragedia y las víctimas, debido a la imagen quenecesitaban mantener para sostener el turismo que semueve hacia la región, y para no perjudicar las diversasactividades económicas que se desarrollan en unterritorio lleno de riqueza.

De nuevo nos encontramos con el binomio memoria/olvido como un territorio en disputa. Para lasautoridades civiles, económicas y militares el juego dela memoria y el olvido se inclinaba claramente por unalógica de pasar de largo la página, afirmar la existenciade un conflicto en el pasado, “tapar” lo sucedido yseguir invitando a los turistas y reavivando la economía.

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Simplemente mantener un “recuerdo” de los años duros(entre 1999 y 2002), pero después vender la imagen delos municipios y de la región como remansos de paz,casi que en una lógica de legitimación del procesocontrainsurgente que se llevó a cabo con una fuerzapertinaz, desconociendo los controles del presente y las

lógicas de dominación, eincluso de violencia delpresente, tal como lo siguereportando en sus diversosinformes la Mesa de Dere-chos Humanos del Orienteantioqueño (2006, 2007,2008); y por tanto, mante-niendo a las víctimas en elanonimato.

De otro lado, las víctimas quepasaron del dolor privado ala expresión pública delmismo, han logrado generarun movimiento de solidari-dad a su alrededor y enalgunos casos han incididoen las autoridades localespara obtener un reconoci-miento social y político que

se traduce en acciones públicas de mayor envergaduray duración. Así, en el municipio de Granada se halogrado que la administración municipal conceda unsalón de la casa de la cultura que se ha convertido en elSalón del Nunca Más, donde se han recogido cerca de300 fotografías y testimonios de personas asesinadas o

A las afueras del Salón del Nunca Más en Granada, Antioquia. Foto: ICTJ Colombia.

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desaparecidas en medio del conflicto armado en elmunicipio, y se han expuesto con el fin de dignificar suhumanidad, su historia y sus vidas, más allá de lasrazones que dieron los diferentes grupos armados paraatacarlas, en una lógica de resistencia a las fuerzaslegitimadoras de la guerra.

En esta experiencia hay una manifestación clara de re-chazo al conflicto armado, a las lógicas violentas de losactores armados, y una confrontación abierta al discur-so que apela a la “maldad” de la víctima para eliminar-la. Es decir, no es legítimo bajo ninguna circunstanciasegar la vida de una persona, sea quien sea. Por estarazón, los testimonios recogidos pretenden recuperarlos sueños, las esperanzas, los dolores, las ilusiones, losconceptos de las familias, los recuerdos de las víctimascaídas, y a su vez, permitirles a sus familiares sobrevi-vientes levantar la cabeza y afirmar con dignidad quequienes los asesinaron o desaparecieron no tienen ra-zón, aunque sigan justificándolo.

Además, le permite conocer al resto de la sociedad–que ha permanecido en el silencio del miedo o en laindiferencia práctica o en la indolencia cínica– que loque ha pasado no ha sucedido porque esa persona

estuviera “metida en algo” o “porque se lo buscó” o“porque en algo andaría”, sino porque en medio de laguerra, una de las formas de control y dominación escrear terror, inmovilizar a la población y quitar losposibles apoyos, efectivos o imaginarios, a los actoresen conflicto26.

En otros municipios se vienen desarrollando otras ac-ciones de largo plazo, que han impactado en la socie-dad local y que tienen una visión de permitir el olvido.En la casa de la cultura de La Unión se está desarrollan-do una multimedia interactiva que permita recuperarla historia del conflicto armado en el municipio, desdela perspectiva de las víctimas. En el municipio de SanFrancisco se está construyendo un mural con Caracolaspropias de la región, que simbolizan los desaparecidosy los cuerpos sin vida que iban a parar al río Magdale-na, unido a sus testimonios vitales, como una forma dehacer pública la indignación y la injusticia que se hacometido. Y así, en la gran mayoría de los municipioshay acciones públicas periódicas y con intención de per-manencia en las que los testimonios, las expresiones através del arte, la poesía, la danza, la palabra, la pintu-ra han posibilitado que “otras voces se escuchen y eldolor sea propuesta”.

26 Martín-Baró, Ignacio. De la guerra sucia, a la guerra psicológica. En Psicología social de la guerra. San Salvador, UCA Editores, 1990.

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Todas estas acciones nos ponen en el lugar de lahumanización y la dignificación. Es decir, en laafirmación de unas identidades abiertas en las que, másque justificar la eliminación del contrario, se afirma lavida de los sobrevivientes y se recoge la dignidad delos muertos y desaparecidos. Y para ello, las víctimasde uno y otro bando se encuentran, se reconocen, semiran a la cara, aceptan su lugar de diferencia y desdeallí saben que los procedimientos legales y jurídicoshacia la justicia y la reparación les llevarán por víasdiferentes; pero a su vez, se identifican en el dolor, enel absurdo de lo que han vivido, en la injusticia que haimplicado la pérdida de los seres queridos, y desde allísaben que la memoria y la verdad les llevarán por lamisma vía, la de la lucha por el final del conflicto, porafirmar uno de sus lemas: “no más, ni una (víctima)más, nunca más: otro Oriente es posible”.

Estamos pues evidenciando el camino de otraresistencia, de carácter noviolento, donde lo central sonla dignidad, el respeto y la inclusión. La delreconocimiento del otro como legítimo otro. La quedevela el discurso maniqueo de buenos y malos, la quelo trasciende y lo transforma en un escenario deencuentro. La que no permite la legitimación de losciclos interminables de violencia. Por esta razón, no hasido problema que en el movimiento participen mujeres

y ahora hombres que pueden tener hijos en uno u otrobando.

Sobra repetir las complejidades en las que se ha vividoel conflicto en la región. Pero no sobra decir que unamadre que ha tenido hijos muertos por guerrilla,paramilitares y/o ejército, y que además uno o variosde sus hijos militan en uno u otro grupo, no podríaclasificarse en ningún lugar. Estos no son casos aisla-dos, es muy frecuente encontrar mujeres y hombres enesta condición. Además, en la vida cotidiana la gentevive junta, comparte trabajos, barrios, comunidades,calles, fiestas; y cuando se quisieron encontrar para tra-mitar sus dolores en los grupos de apoyo, simplementese juntaron como comunidad que son. Allí no se identi-ficaron por sus diferencias, sino por lo que los unía, eldolor. Y desde allí el dolor se hizo propuesta, memoria,movimiento social, se hizo organización. Y tuvieron unapalabra que partió de lo privado a lo público, y se ma-nifestaron como lo que son: víctimas de una violenciasin sentido en un territorio que aman y al que se sien-ten pertenecientes.

Este proceso de reconstrucción de la memoria, que haconducido a la generación de un movimiento social delas víctimas en la región, ha posibilitado la emergenciade una propuesta práctica, concreta, posible, realizable

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y razonable que apunta a la convivencia pacífica y a pro-cesos de reconciliación social. La imagen de la víctimaabrazando a un victimario será sólo posible en muy po-cos casos, y puede que no sea siquiera lo deseable. Lareconciliación apunta a la reconstrucción del tejido so-cial, y esto se hará en el apoyo mutuo, en la construcciónde la memoria y en la realización de los derechos a laverdad, la justicia y la reparación, y sobre todo en losespacios que garanticen la no repetición y una conviven-cia como la que han sabido construir las mujeres y lasvíctimas de esta región, y que se presentan en este texto.

Las imágenes idealizadas de la reconciliación deben darcabida a otras propuestas. Pero tampoco se puede caeren la experiencia cínica, donde no pasa nada, no hay ver-dad, no hay justicia, no hay reparación, “pero como tie-nen que convivir unos y otros en la práctica, pues que sereconcilien, y que tengan una convivencia ciudadana”.Esta sería la lógica del silencio, de la resignación, de larevictimización. Y como se presentó a lo largo del texto,éste también es un lugar donde emergen identidadescerradas que alimentan formas de violencia en el futuro,porque no permiten ni la afirmación ni la dignificación.

Las mujeres de AMOR y las víctimas organizadas enAproviaci han dicho un no rotundo a estos escenarios.Por eso no pueden participar en lo que se ha pretendi-

do constituir en la región, porque hay un imperativoético y moral, el de la necesidad de dignificación. Esce-narios abiertos para la justificación del victimario, enun contexto donde conserva todo su poder, no son es-pacios ni de memoria ni de reconciliación, sino de legi-timación de la historia oficial y de la imposición delolvido como “garantía” de convivencia y seguridad.

Una propuesta de construcción de memoria como la quese viene tejiendo por las mujeres y las víctimas/sobrevivientes en el Oriente antioqueño apuntaprecisamente a no caer en los extremos y en la afirmaciónde un paso que le compete a la sociedad civil: el derecordar, el de no permitir el olvido. Pero también el deexigir, porque aunque la verdad, la justicia y la reparaciónson competencia del Estado o de autoridades judicialesinternacionales, el deber de exigirlas compete a estasociedad. Y en escenarios como el que se teje en el Orienteantioqueño, aún cuando se puedan discutir y miraralternativas para hacerlos viables, no hay una renunciade principio a verlos cumplidos y garantizados puesto quela memoria, como afirmación de sus identidades, comolugar de dignificación y humanización, apunta no sólo auna resistencia a la lógica de la violencia, sino también ala reivindicación plena de sus derechos, puesto que es lavía expedita para el reconocimiento social, político ehistórico de esa dignidad por la cual están luchando.

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Conclusión

La construcción de la memoria, la lucha contra algunasformas del olvido, la resistencia contra las lógicas de lahistoria oficial pasarían, por tanto, a otro plano: el de lainclusión y el reconocimiento de todas las historias. In-cluyen la historia y la versión de los victimarios y losestamentos de poder. Pero no desde un lugar de domi-nación y exclusión, sino en un escenario de divulga-ción, publicación, visibilización y difusión de todos lostestimonios, los relatos y las narraciones.

Como esto no ha sido posible, y en la realidad lo queprima es la construcción del relato de la historia oficial,el proceso de las víctimas y de los excluidos es el deconfigurar escenarios de resistencia a través de la afir-mación de sus identidades y de su dignidad por la víade la acción pública para reconstruir la memoria histó-rica. Son estos testimonios y estos relatos los que pue-den ayudar a la sociedad colombiana en todos susestamentos a reconocerse desde el dolor que ha produ-cido, desde la injusticia que ha generado y legitimado,desde su indolencia e indiferencia, y desde allícuestionarse a fin de comenzar a movilizar las trans-formaciones necesarias para poner fin al conflicto so-cial, político y armado que nos corroe desde hace cercade sesenta años.

Antes de finalizar es importante incluir un último ma-tiz. Se debe tener cuidado con un peligro. Cuando ha-blamos de construir una memoria incluyente se puedecorrer el riesgo de decir que todos y todas somos res-ponsables de los hechos. Nada más fácil para el poderestablecido que salir por esta vía. En efecto, este discur-so trata de imponerse en los últimos años. Es allí cuan-do de nuevo tenemos que apelar al derecho y a la víajurídica. Así pues, una responsabilidad tiene el autormaterial de un hecho, otra el autor intelectual del mis-mo. Otra la acción de los cómplices y si éstos son pasi-vos o activos. Una responsabilidad diferente es la delque vio y no hizo nada, y otra la del que vio y luchó através de la denuncia, la organización, la defensa de losderechos humanos, el compromiso por la paz.

Identificar a los responsables de las violaciones de de-rechos humanos, de crímenes de guerra y de lesa hu-manidad, es una tarea fundamental para la sociedadcolombiana. Y los procesos de memoria son tambiénun paso fundamental para llegar a estos escenarios. Sonun paso más dentro de su lógica de afirmación,dignificación y resistencia. Sabemos también que éstees y será otro escenario en disputa. Pero quiero quequede claro que son fundamentales para el fortaleci-miento de la democracia y el Estado de derecho. Tene-mos que hacerlo y no podemos eludir esta tarea. Y nada

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de esto es contradictorio con los procesos de construc-ción de memoria que presenta este texto.

Por tanto, urge en Colombia una memoria históricainclusiva, respetuosa, sin sesgos radicales, con todas lasvoces y matices, sin descalificaciones, sin trampas, sinpretensiones de borrar, tachar o enmendar lo que nogusta o lo que no se quiere oír, o lo que atentaría contraunos u otros intereses. Una memoria que incluya a todaslas víctimas y nos permita como sociedad reconocernosen este espejo. Una memoria dignificante ydignificadora, para construir relaciones desde otrosmarcos, más horizontales; tal como han hecho lasvíctimas y las mujeres en el Oriente antioqueño.

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Parte IIEl proceso de algunas iniciativas

no oficiales de memoria en Colombia

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Cuando se diseñó el componente de Apoyo técnico en búsqueda de la verdad delproyecto Apoyo a la sociedad civil y víctimas para la elaboración de políticas de justi-cia transicional con la delegación de la Comisión Europea para Colombia y Ecua-

dor2, uno de los productos finales más importantes que se previeron fue la presentepublicación. Su principal objetivo fue recoger la experiencia de cada una de las iniciati-vas no oficiales con las que el ICTJ trabajó desde el inicio del proyecto, con un enfoquede justicia transicional.

Lo que en ese momento no estaba determinado era la forma cómo esto se materializaría.¿Cómo recoger la experiencia de las iniciativas no oficiales de memoria? ¿Cómo analizarlasrespetando su esencia, su proceso y sus objetivos? La respuesta presentaba indudablementeun gran desafío y la decisión fue considerar que la mejor forma de entenderlas eraoyéndolas. La mejor metodología para recoger su proceso y evaluar sus opciones comoconstructores de memoria en medio del conflicto era permitiendo que ellas mismas lodescribieran. Que ellas determinaran el tono, el estilo, sus énfasis y sus prioridades.Finalmente, la construcción de la memoria en cada comunidad es un proceso tan diferentecomo único y su comprensión no debe estar mediada por la interpretación académica oexperimental, debe contar con un espacio que tradicionalmente han ocupado los textos

A manera de introducción1

Iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

1 Marcela Briceño-Donn, Catalina Uprimny Salazar, Área de Verdad y Memoria, Programa ICTJ Colombia.2 Proyecto CRIS No. 2007/144-217.

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oficiales y los procesos judiciales, en los que la voz de lasvíctimas suele estar ausente.

Tal como lo ha expresado María Paula Saffon, evocan-do a Alfredo Gómez-Müller:

Por lo general los relatos de las víctimas son negadospor la versión mayoritaria de los hechos, a través de almenos dos estrategias: por un lado, la racionalidad delas víctimas es puesta en duda, pues se las presentacomo seres patológicos, con problemas sicosociales,demasiado emotivos, resentidos, etcétera. Por otrolado, las víctimas son sometidas a la teoría de los dosdemonios, de conformidad con la cual las atrocidadescometidas en su contra se justifican en función de supertenencia o cercanía al grupo enemigo, cuya aniqui-lación por parte del Estado es justificada. Lo anteriorno sólo somete a las víctimas a un nuevo sufrimiento,sino que, ante todo, impide que su voz sea escuchaday que sus versiones sean tenidas en cuenta como partede la memoria social sobre lo sucedido. Ello hace quela dignidad de las víctimas, perdida y pisoteada conlos actos atroces, no pueda ser restablecida, e incluso

sea aun más arrasada. Pero además, ello evita que lamemoria colectiva sobre lo sucedido tenga en cuentauna versión fundamental de los horrores, que de otramanera permanecería oculta3.

El presente capítulo busca dar un espacio para escu-char la voz de las diferentes iniciativas no oficiales dememoria (en adelante, INOM), con sus característicaspropias, las que el lector podrá identificar y derivar deéstas sus propias reflexiones y conclusiones, así comoentender el sentido de sus voces. “En el caso de los pro-yectos de verdad no-oficiales, así como de muchas co-misiones de la verdad, escuchar y registrar las voces,los relatos, las historias orales de las víctimas suele sersu característica más importante. De hecho, muchos deesos mecanismos se implementan sobre la base de queno se ha escuchado adecuadamente a las víctimas”4.

Este capítulo, como las colchas de la memoria a las que hacíareferencia María Victoria Uribe, está escrito a varias ma-nos y con miles de corazones. Encontraremos apartadostan difíciles de articular como las mismas organizaciones.Este sería el caso de la Comisión Ciudadana de Repara-

3 Saffon, María Paula. “Oír a las víctimas“. En Revista Semana, agosto 09 de 2007. Tomado de http://dejusticia.org/interna.php?id_tipo_publicacion=1&id_publicacion=405

4 Bickford, Louis. “Proyectos de verdad no oficiales“. En Verdad, memoria y reconstrucción. Estudios de caso y análisis comparado, Mauricio Romero (editor),Bogotá, ICTJ, 2008.

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A manera de introducción. Iniciativas no oficiales de memoria en Colombia 109

ción y Reconciliación, que se valió de la capacidad perio-dística de Édgar Alfonso, del equipo de comunicacionesdel ICTJ, para desarrollar su texto a partir del sentir devarios de sus miembros. También encontraremos quienes,con su buena disposición y las lecciones aprendidas deltrabajo con las víctimas, nos ayudaron a componer un tex-to que explicara el proceso casi unificado de una localidadtan azotada por la violencia como valiente: el Orienteantioqueño. Se trata de nuestros colegas del Centro de In-vestigación y Educación Popular (Cinep), quienes han sidoun constante apoyo para el trabajo con las organizacionesdel Oriente y a quienes agradecemos profundamente suparticipación en este proyecto. Finalmente, contamos conla voz directa de las organizaciones del Valle del Cauca: laGalería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla y la Aso-ciación de Familiares de las Víctimas de Trujillo (Afavit),quienes con una voz conjunta alternada con opiniones in-dividuales de sus miembros nos dan una clara exposiciónde quiénes son, cuál es su apuesta en materia de memoriahistórica, cuáles sus opciones y expectativas.

Consideramos importante, antes de entrar a escu-char/leer la voz de las iniciativas, explicar brevementeen qué consistió el proyecto con la Delegación de la

Comisión Europea, su enfoque y la razón por la cual lasiniciativas de este libro fueron seleccionadas. Es en estecontexto que se deben entender los artículos expuestos.

El desarrollo del proyecto

Como se señaló anteriormente, uno de los resultadosglobales previstos en el proyecto de la Unión Europeabuscaba que “iniciativas no oficiales, parciales o loca-les de búsqueda de la verdad lograran avances concre-tos en sus planes de trabajo para producir informes uotras piezas comunicativas de esclarecimiento de la ver-dad y recuperación de la memoria histórica”. En estesentido, se estableció que el ICTJ brindaría apoyo con-ceptual/académico y financiero a tres iniciativas no ofi-ciales de búsqueda de la verdad o construcción de lamemoria histórica, con el objetivo de fortalecerlas téc-nica y operativamente. Como resultado de tal apoyo, altérmino del proyecto se publicaría un libro destinado aconvertirse en parte de la memoria de las iniciativas nooficiales de búsqueda de la verdad.

Con base en el mapeo preliminar realizado por el ICTJen el año 20065, se establecieron los criterios que

5 Reategui, Félix. Iniciativas de búsqueda de la verdad en Colombia. Una visión panorámica. Centro Internacional para la Justicia Transicional, documento de trabajointerno. Bogotá, 2006.

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110 Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

permitieron identificar las organizaciones e INOM conlas que se trabajó en el marco del proyecto.

Estos criterios de selección se enfocaron, en primeramedida, en la evaluación de las necesidades y capaci-dades de las organizaciones, así como en su voluntadde hacer parte del proyecto. En segundo lugar, en elinterés del ICTJ de lograr obtener el panorama másamplio posible, con recursos y tiempos limitados, so-bre los procesos, labores y dimensiones de diferentesconfiguraciones de las INOM en un país donde el con-flicto sigue tan vigente como cuando sucedieron loshechos que las llevaron a surgir. Por esta razón, se de-cidió trabajar con tres tipos de organizaciones de acuer-do a las particularidades y a la geografía del conflicto.Como punto de partida se enfocó la labor en diferentesniveles: el regional, el local y un tercer nivel, derivadodel acaecimiento de hechos concretos o casos.

Son estas las iniciativas que, en el curso del último añoy teniendo en cuenta los parámetros antes descritos,hicieron parte del proyecto:

• La Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla,en la ciudad de Cali, como una iniciativa de jóve-nes.

• La Asociación de Familiares de las Víctimas deTrujillo, en el Valle del Cauca, organización creada apartir de la masacre de Trujillo.

• Las asociaciones de víctimas en municipios del Orien-te antioqueño, como iniciativas locales en cinco mu-nicipios:- Asociación de Víctimas Unidas de Granada.- Asociación de Víctimas Revivir una Nueva Espe-

ranza de la Unión.- Asociación de Víctimas por la Paz y la Esperanza

del municipio de Sonsón.- Asociación de Víctimas Soñando por Nuestro Pue-

blo del municipio de Nariño.- Asociación de Víctimas Caminos de la Esperanza

del municipio de Argelia.

• La Comisión Ciudadana de Reconciliación del Cari-be, en cuanto iniciativa regional.

Con cada una de las iniciativas seleccionadas, y despuésde consultar sus intereses, conocer sus percepciones, elcontexto en el que desarrollaban –o querían desarrollar–su trabajo, se avanzó en una primera fase de apoyotécnico, a través de la capacitación del ICTJ a sus líderesen temas básicos de justicia transicional, con énfasis en

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A manera de introducción. Iniciativas no oficiales de memoria en Colombia 111

Mapa de Colombia donde se ubica geográficamente las iniciativas no oficiales de memoriaobjeto del proyecto. Ilustración: ICTJ Colombia.

aquellas materias que, por razón desu trabajo o de sus propios interesescomo proyectos colectivos, repre-sentaban un avance en la construcciónde sus proyectos de verdad y memoria,desde una óptica soportada enexperiencias comparadas y enconceptos en los que hasta entonces nohabían profundizado.

El objetivo de esta fase fue, en lamedida de lo posible, nivelar lascapacidades de las distintas inicia-tivas, corrigiendo desbalancescausados por el acceso diferencial arecursos humanos o materiales, perorespetando, ante todo, sus procesosparticulares y demandas de conoci-miento de temas específicos. Losprocesos de capacitación fuerondiseñados de acuerdo con necesidadesde cada iniciativa, por lo que setrataron diferentes y diversos temasdentro del amplio campo de la justiciatransicional. Así mismo, cada tallercontó con la participación de expertosque han trabajado con comisiones de

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verdad, centros de documentación de memoria históricao iniciativas no oficiales de búsqueda de la verdad enpaíses cuyas experiencias son relevantes para Colombia.

El más amplio de los talleres, encaminado a la integra-ción de todas las iniciativas, fue realizado en Medellínel 10 de septiembre de 2008. Mediante la presentacióndel trabajo de cada una de las iniciativas, se abrieronespacios de diálogo entre ellas, que permitieron que,bajo los mismos términos, cada una explicara de qué setrataba su trabajo, los obstáculos que enfrentaban, laimportancia de su labor y su proyección a futuro.

Más adelante, con la concreción de sus aspiraciones res-pecto del producto o productos que esperaban consoli-dar al término del proyecto, se suscribieron convenios yles fue otorgada una subvención, que permitiera a lasorganizaciones materializar tales iniciativas. Al términodel presente proyecto, como lo registran las voces y lasfotografías incluidas a lo largo de la presente publica-

ción, se han logrado importantes avances en los objeti-vos propuestos.

Las iniciativas de casos seleccionadas fueron dos, conperfiles diferentes: de una parte, la Galería de la Me-moria Tiberio Fernández Mafla, y de otra, la Asocia-ción de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit)6.

La Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla nacecomo una iniciativa de jóvenes integrantes del EquipoValle del Proyecto Colombia Nunca Más7 como una propues-ta de las víctimas de crímenes de Estado y de las organiza-ciones de derechos humanos, con el interés de compartirampliamente la información que desde las propias vícti-mas y sus organizaciones se ha venido recogiendo por másde treinta años sobre los casos de violaciones a los dere-chos humanos por el Estado en la región. La Galería hacememoria a través de la exposición y divulgación de lostestimonios de las víctimas, de documentos, registros fo-tográficos y audiovisuales.

6 Colombia Nunca Más es un proceso iniciado por varias organizaciones sociales y de derechos humanos, convocado a nivel nacional y realizado pornumerosas organizaciones sindicales, campesinas, comunitarias, eclesiales, culturales, etc., de carácter local, regional y nacional, que se fueron articulandoa través de los equipos de trabajo que en diferentes regiones fueron conformados. Han documentado información de más de 41.000 víctimas de torturas,desaparición forzada y/o ejecución extrajudicial en todo el país. En: Colombia Nunca más [citado 13 de marzo de 2009]. Disponible en internet: http://www.colombianuncamas.org/

7 Cabe señalar que los fondos destinados al apoyo de esta iniciativa fueron asumidos directamente por el ICTJ para garantizar la integralidad de la interven-ción en torno a Trujillo.

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El tipo de memoria de la Galería es, en sus propias pala-bras, “una respuesta a la necesidad de comunicar de ma-nera eficaz la realidad de las víctimas de crímenes de Es-tado”. Busca la reivindicación de los ausentes y resistirseal olvido para un “nunca más”. Es importante aclarar queno consideran “la reconciliación” como una posibilidadviable a corto o mediano plazo.

Por su parte, Afavit se crea en 1995 como consecuenciade la masacre ocurrida entre 1988 y 1994 en los munici-pios de Trujillo, Bolívar y Riofrío (Valle). Como asocia-ción de víctimas, su principal objetivo es la promociónde sus derechos y la construcción y mantenimiento delparque-monumento, erigido de acuerdo a una recomen-dación de la Comisión Interamericana de DerechosHumanos respecto al caso de la masacre de Trujillo.

Su memoria se basa en los casos concretos en tiempo, lu-gar, víctimas y actores de la masacre. Además, el caso esquizás el más avanzado con relación a las otras INOM entérminos de reconocimiento de responsabilidad estatal yreparación. El caso de los hechos violentos de Trujillo lle-gó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Huma-nos y a una solución amistosa con el Estado8. Sin embargo,Afavit continúa buscando justicia y una “verdadera repa-

ración integral”, así como visibilización nacional y repu-dio social a los autores de las violaciones a los derechoshumanos.

Las iniciativas locales están referidas a las asociacio-nes de víctimas en cinco municipios del Orienteantioqueño que se crean como parte de un proceso re-gional de paz y reconciliación con el apoyo del Progra-ma por la paz del Cinep. Su principal objetivo es cons-tituirse como un grupo de apoyo mutuo que logre ini-ciar el proceso de duelo de las víctimas, avanzar en suempoderamiento, dignificación y reconocimiento de susderechos a la verdad, la justicia y la reparación.

Estas INOM se circunscriben a una zona determinada yazotada por el conflicto armado interno, agudizadodesde 1988, aproximadamente. Son iniciativas con unenfoque local, que hacen memoria de un conflicto decaracterísticas muy precisas y en un lapso de tiempo máso menos determinado por el rango de fechas de muertesy desapariciones de los familiares de quienes integranla organización, que cada día tiene más miembros.

Las INOM del Oriente antioqueño trabajan la memoriacomo proceso de duelo, en principio como un proceso

8 Para mayor información, ver http://www.cidh.org/annualrep/94span/cap.IV.htm#COLOMBIA

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individual, pero al mismo tiempo como un medio paraexigir verdad, justicia y reparación. Estas organizacio-nes no descartan que sea posible llegar a una reconci-liación como resultado final del proceso.

Finalmente, la iniciativa regional está representada porla Comisión Ciudadana de Reparación y Reconciliación(en adelante CCRC o Comisión). Esta iniciativa, queintegra los ocho departamentos de la Costa Caribe (SanAndrés y Providencia, La Guajira, Magdalena, Cesar,Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba), surge a raíz de laidentificación de intereses e inquietudes similares entrediversos líderes y personas de la región. Durante lostalleres de consulta ciudadana que realizó la ComisiónNacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) en laCosta Caribe9, se hizo evidente la necesidad de crearuna organización de esta naturaleza. La propuesta dela CCRC consiste en organizar espacios ciudadanos quegeneren confianza, diálogo y fomenten la creación desalidas a la situación regional en materias de justicia,verdad, reparación y reconciliación desde la perspectivade los derechos y la dignidad de las víctimas.

9 En la segunda mitad del 2006, la CNRR inició una serie de consultas sociales en las que se definieron las tareas para la creación de una Red Regional deAtención a Víctimas. Tomado de Redepaz. Comienza la consulta social de la CNRR. En Redepaz, 30 de octubre de 2006. [citado 5 de feb. 2009]. Disponible enhttp://www.redepaz.org.co/Comienza-Consulta-Social-de-la

En distintas regiones del caribe, la CCRC realiza diferentes talleres de formación enreconciliación. Las mujeres participan activamente en este proceso. Foto: CCRC.

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Se trata de un espacio compuesto por actores de la so-ciedad civil. Sus miembros son personas activas en ladefensa de los derechos humanos que a nivel personalo en representación de organizaciones o universidadeshacen parte de la organización. A julio de 2009, la CCRCcontaba con una base social que incluía, por lo menos,una universidad de cada departamento, representan-tes de 160 organizaciones y voluntarios10.

La CCRC trabaja con la memoria de forma indirecta, a tra-vés de las organizaciones de víctimas que hacen parte dela Comisión, pero sobre todo como una herramienta máspara llegar a su principal objetivo, que es la reconciliación.

La perspectiva de género: el conflicto, la partici-pación y el duelo

Es evidente que el conflicto y sus consecuencias sonvividos de forma diferente por mujeres y hombres. LaComisión Interamericana de Derechos Humanos en elinforme sobre las mujeres frente a la violencia y la dis-criminación derivadas del conflicto armado en Colom-bia11, manifiesta reiteradamente que:

(…) las mujeres colombianas han sufrido situacionesde discriminación y violencia por el hecho de ser mu-jeres desde su nacimiento y el conflicto armado sesuma a esta historia ya vivida. Para las mujeres, el con-flicto armado es un elemento que agrava y perpetúaesta historia. La violencia y discriminación contra lasmujeres no surge sólo del conflicto armado; es un ele-mento fijo en la vida de las mujeres durante tiemposde paz que empeora y degenera durante el enfrenta-miento interno. En el ámbito del conflicto armado,todas las características que han expuesto a las muje-res a ser discriminadas y a ser sujetas a un trato infe-rior históricamente, sobretodo sus diferencias corpo-rales y su capacidad reproductiva, así como las conse-cuencias civiles, políticas, económicas y sociales paraellas de esta situación de desventaja, son explotadas yabusadas por los actores del conflicto armado en sulucha por controlar territorio y recursos económicos.

Partiendo de esta base, es fundamental diferenciar en-tre la victimización de mujeres y hombres en el conflictoy la participación de unos y otros en las organizacionesde víctimas creadas como consecuencia del mismo.

10 Información entregada por la comisión en la Propuesta de mandato CCRC. Encuentro de La Comisión Ciudadana de Reconciliación Costa Caribe. San Andrés.2, 3 y 4 de abril de 2008.

11 Disponible en http://www.cidh.org/countryrep/colombiamujeres06sp/IyII.htm#Dinámicas

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Respecto del primer punto y para efectos de esta publi-cación, las conclusiones del Informe Trujillo del Grupode Memoria Histórica (GMH)12, son válidas y aplica-bles. Se trata de diferenciar grosso modo las razones porla cuales las mujeres son víctimas inmediatas en el con-flicto armado. En otras palabras, ¿cuáles son las razo-nes que tienen los perpetradores para atacar a las mu-jeres? Las razones principales son las siguientes:

1. Por tener vínculos de consanguinidad con alguno delos varones objeto de persecución. (Identidadtransitiva).

2. Como castigo. Torturan o matan a la mujer para des-moralizar al enemigo. (Identidad emblemática).

3. Por revelarse ante el rol femenino tradicional sonobjeto específico de la persecución. (Papel transgre-sor).

4. Para que cumplan con su rol al interior de la tropa.Es decir que se llevan a las niñas a cocinar o prosti-tuirse. Eso termina en reclutamiento forzado (tratade personas) o en el asesinato de las niñas.

En sentido inverso y referente a la participación, el ma-yor porcentaje de miembros de las organizaciones devíctimas corresponde a las mujeres. Mujeres que, si bien

no fueron necesariamente agredidas físicamente, sonvíctimas del conflicto armado, pues perdieron hijos, her-manos y padres. Conocieron de primera mano el ho-rror de la guerra, fueron desplazadas, amenazadas y sevieron obligadas a sacar adelante solas a sus familias.Sin embargo, en menor medida, los hombres tambiénson parte de estas organizaciones. Ellos también per-dieron algún familiar y, sobre todo, también han sidodesplazados. Las mujeres miembros de las organiza-ciones explican la poca concentración de hombres, enlos siguientes términos:

A ver, yo siempre he dicho que los hombres son másmachistas y piensan que si ellos cuentan todo aquelloque les está pasando como que pierden esa dignidadde hombres. Que el hombre siempre es de corazónmás duro y no le gusta reconocer que él también sufre,porque el hombre…uno sabe que tiene muchas cosasque no las comparte ni siquiera con su mujer, es queno las comparte, a él puede haberle pasado miles ymiles de cosas en el camino, pero en el afán de nopreocupar a la familia se está haciendo también esedaño a él y piensa que si con irse para un espacio acontar todo aquello va a dejar de ser ese macho, quecree él que es un macho por guardarse todo.

12 CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica. Trujillo, una tragedia que no cesa. Bogotá D.C., Editorial Planeta, 2008, pp. 44-47.

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(miembro de la Organización de Víctimas Unidas porGranada)

Por su parte, la participación de hombres y mujeres enotras iniciativas, tales como la Comisión Ciudadana deReconciliación del Caribe y la Galería de la Memoria Ti-berio Fernández Mafla, debe analizarse desde larepresentatividad más que desde la cantidad. De esta for-ma, aunque mayoritariamente las organizaciones comola CCRC y la Galería de la Memoria están compuestaspor mujeres, quienes están en cabeza de las mismas, to-mando las decisiones, son en su mayoría hombres.

El anterior aparte no pretende sino exponer las percep-ciones de género del trabajo con las INOM. No pretendeser una crítica profunda a ellas, pues al final todos so-mos el reflejo de lo que sucede en la sociedad. Sin em-bargo, invita a una reflexión más profunda el hecho deque la única estructura social que desafía este patrón departicipación representativa son las organizaciones devíctimas. Por lo menos lo son hasta que los hombres de-cidan participar más activamente en ellas.

El sentido de los relatos

Con el propósito de recoger en la publicación la experien-cia de las organizaciones, el ICTJ las invitó a elaborar un

escrito construido colectivamente por sus integrantes, enel que expresaran su sentir respecto tanto del origen y ra-zón de ser de la propia organización, su orientación y pro-pósitos como acerca de su concepción de memoria, el im-pacto de su trabajo en la comunidad y las perspectivasque, como organización, tienen hacia el futuro.

Los textos que se presentan a continuación son, pues,el resultado de este ejercicio de reflexión, que ha per-mitido a las organizaciones plantearse, en retrospecti-va, el sentido de su trabajo con una óptica de memoriahistórica y proyectar, sobre la base de la experiencia enel marco del proyecto, su persistencia y su opción deconstrucción de memoria en medio del conflicto. Cadauno de los escritos permite aproximarse a la orienta-ción, perspectiva y concepción del desarrollo de la me-moria “desde abajo” y comprender los diferentes enfo-ques que sectores de la sociedad civil tienen respectode su expresión en la práctica.

En todos ellos predomina lo “conmemorativo” comoeje de su trabajo: hacer memoria en el sentido de evocar,si bien algunos tienden lazos entre conmemorar yelaborar narrativas integradoras. La Galería de laMemoria Tiberio Fernández, por ejemplo, recupera lamemoria de las víctimas desde sus proyectos de vida, através de la reivindicación de las opciones políticas y la

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adhesión a una política de izquierda, lo que ofrece unmatiz interesante al acentuar la centralidad de lo políticocomo eje de la memoria. En Oriente y Trujillo, el elementoreligioso tiene una importante presencia, al tiempo queen el Caribe, la búsqueda de espacios de diálogo entrediferentes sectores, en busca de espacios comunes deconstrucción, reconocimiento y, a la postre, reconcilia-ción, caracterizan su naturaleza como asociación.

El aprendizaje que aporta el trabajo de estas organiza-ciones, jóvenes y aún pequeñas, es invaluable. Organi-zaciones que conviven con el conflicto en mayor o me-nor grado, cuyos integrantes –en la mayoría de los ca-sos– sólo están unidos por su condición de víctimas, queno cuentan con formación jurídica ni tienen pretensióndiferente a reconstruir el pasado, dignificar a quienes,en sus familias o entornos sociales y comunitarios, hansido directamente afectados por el conflicto armado ybuscan la realización de su derecho a la justicia.

Las lecciones de esta experiencia representan un ejem-plo vivo de que es posible, aún en las condiciones porlas que atraviesa el país en la actualidad, construir na-rrativas de memoria desde abajo, visibilizar la persis-

tencia de las causas que dieron origen a los conflictos,buscar espacios de dignificación y reconstrucción de lacondición ciudadana de quienes habitan lugares afec-tados por la violencia originada en los diferentes acto-res del conflicto y, particularmente, que es posible pro-pender a través de la reconstrucción de la memoria, porla generación de garantías de no repetición de los he-chos y por la realización de la anhelada reconciliaciónen el país.

En este sentido, el “primer paso para la reconciliaciónes que la gente no puede reconciliarse con sus expe-riencias, ya que si no puede compartirlas con otros ydarles una dimensión social, no puede hacerlas partede su vida. La gente que ha perdido a sus familiaresquiere y necesita saber qué pasó con ellos, dónde estánsus cuerpos. En caso contrario, se les obliga a un duroproceso de duelo y a quedar excluidos de nuevos pro-yectos personales y colectivos”13.

Asimismo, como lo expresa Beristain, “para laspoblaciones afectadas por la violencia la memoria tieneno sólo un valor terapéutico colectivo, sino también dereconocimiento social y de justicia, por lo que puede

13 Beristain, Carlos Martín. ”Memoria colectiva y reconstrucción de sociedades fracturadas por la violencia”. En Verdad, memoria y reconstrucción. Estudios decaso y análisis comparado, Mauricio Romero (editor), Bogotá, ICTJ, 2008, p. 330.

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tener un papel preventivo a escala psicológica, social ypolítica”14.

Los textos que se incluyen a continuación son, por unaparte, una invitación a las organizaciones y los ciuda-danos que vean reflejados en éstos sus intereses, susdolores, sus expectativas, para aprender del ejemplo deestas iniciativas no oficiales, para evaluar la pertinen-cia y el sentido del enfoque que han dado a sus proyec-tos, para comprender que es posible reconstruir lashistorias de una localidad, de una región, de un casoparticular y trabajar colectivamente hacia una reflexiónprofunda alrededor de los conceptos de la ciudadaníay el ejercicio de los derechos fundamentales, en unmarco de tolerancia y respeto.

De otra parte, estos textos invitan también a los dife-rentes sectores estatales y sociales a conocer la realidadde algunos colombianos y colombianas que reflejan ensus relatos la irracionalidad de una guerra de la que nodeberían hacer parte, el abandono, la indiferencia y la

desprotección y, especialmente, que invitan a adoptaracciones concretas que les permitan vivir como ciuda-danos, con las garantías que siempre debieron tener,para recuperar su confianza en las instituciones y re-componer ese tejido social afectado por generaciones.Son, finalmente, un homenaje a quienes, desde las pro-pias organizaciones, nos abrieron las puertas para dar-nos a conocer su realidad, sus temores, expectativas ysueños, y quienes continúan buscando la verdad, la jus-ticia y la reparación integral, aún a pesar de las dificul-tades.

Para terminar, es relevante recordar las palabras de ElieWiesel, sobreviviente de los campos de concentraciónnazis, al recibir en 1986 el premio Nobel de Paz, cuan-do expresó que “lo que todas las víctimas necesitan, so-bre todo, es saber que no están solas; que no las esta-mos olvidando, que cuando sus voces sean ahogadasdebemos prestarles las nuestras, que mientras su liber-tad dependa de la nuestra, la calidad de nuestra liber-tad depende de la suya”15.

14 Idem.15 Wiesel, Elie. Night, The Nobel Prize acceptance speech delivered by Elie Wiesel in Oslo on December 10, 1986. New York, Hill and Wang, 2006, pp 117-120.

Traducción informal del inglés.

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Las actividades conmemorativas se mezclan con las artísticas en la Galería de la Memoria. En la foto, niños practican capoeira. Foto: Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla.

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Memoria, lucha y resistencia:Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla*

Antecedentes

En el año de 1998, a partir de un trabajo que comenzó a gestarse en 1995 en tornoal propósito de desarrollar un proceso de Nunca Más en Colombia, como EquipoValle del Proyecto Colombia Nunca Más iniciamos un inmenso trabajo dirigido a

recuperar la memoria de las víctimas de crímenes de Estado. Este trabajo de recupera-ción de la memoria estuvo enmarcado desde el principio en un objetivo principal: la norepetición de estos crímenes.

De este modo, recogimos una gran cantidad de información que, más allá de ser datosescritos, fotográficos, de audio o audiovisuales, eran memoria histórica. En un principiopudo parecer que información y memoria eran lo mismo, pero con el paso de los díasfuimos comprendiendo que un testimonio no era información, sino un acto sagrado dedolor y de duelo, una acción de decidido compromiso con las víctimas, un paso de unproceso por reconstruir y reivindicar las opciones y acciones de los y las ausentes.

* El presente artículo fue escrito por la Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla. Su contenido refleja exclusiva-mente el punto de vista de sus autores.

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Partiendo de esta visión de la memoria histórica nues-tra labor necesariamente tenía que trascender los actosde recoger, procesar, sistematizar, analizar información,o producir un informe en cualquier formato. No podía-mos actuar como consumidores de datos. Debíamos asu-mir esa memoria como un compromiso con la personaausente y con sus familiares y compañeros, con nuestrasociedad presente, y con la niñez que aún no ha nacido.

Así, era impensable que el fin fuera una publicación. Elverdadero fin era una sociedad justa donde este tipo dehechos nunca más se presentaran. Ese fin fue parido en eldolor de los mismos crímenes, cuando muchas de las víc-timas eran militantes de opciones políticas de carácter di-verso que entregaron su vida por pueblos, comunidades,familias y personas con vida digna y plena libertad. Si elfin era una sociedad justa, donde nunca más se cometieraneste tipo de crímenes, debíamos encontrar caminos apro-piados. Aprendimos de otras experiencias que la verdad,la justicia y la reparación integral eran rutas ineludiblespara alcanzar ese fin, por lo que, para hacer realidad esostres conceptos, comenzamos a construir el primer paso:la recuperación de la memoria histórica de las víctimas,la cual reivindicamos como necesaria y pertinente.

Una memoria histórica necesaria y pertinente tambiéndebía ser eficaz, por lo que la manera en que se

VOCESLa Galería de la Memoria como refugio

“Recordar una y otra vez, recontar el proceso, revivirlos hechos, eso es horrible para mí aún.

Ha sido muy duro porque yo todavía no acepto lamuerte de mi hija, para mí todo esto es una pesadillaporque le dañaron sus sueños; ella era una niña conmuchas aspiraciones y de un momento a otro matar-la como lo hicieron, yo no acepto eso, ni mucho me-nos que hayan llamado acá, a decir que fue en un en-frentamiento con el ejército sabiendo que eso fue fal-so.

Para mí ha sido muy duro y el refugio que encontréfue la Galería, donde me han ayudado y me han apo-yado a superar esto bastante, porque lo importanteno es quedar callados sino seguir en la lucha y que elmundo se entere de lo que está pasando en Colom-bia, de los asesinatos que el gobierno comete y queno se queden en la impunidad como tantos casos, en-tonces la Galería me ha ayudado mucho en eso y ahívoy recuperando poco a poco aunque esto es muyduro”.

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Trabajo por casos: Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla 125

comunicara debía ser adecuada. Frente a esto,tristemente observábamos que la memoria histórica sóloestaba siendo entregada a personas y organizacionescercanas a los procesos, o estaba siendo convertida enrigurosos y extensos documentos académicos que rarasveces salían de los empolvados anaqueles de lasbibliotecas de los especialistas.

Fue en ese permanente cuestionamiento como nació laGalería de la Memoria, como una respuesta a la necesi-dad de comunicar de manera eficaz la realidad de lasvíctimas de crímenes de Estado. No como una ideanovedosa, sino como una práctica en permanente crea-ción, de tal manera que evitara la homogeneidad y larutina, que aprovechara las numerosas investigacionesemprendidas por diversas organizaciones de derechoshumanos y organizaciones de víctimas, que acogiera alas víctimas sobrevivientes, a los familiares y constru-yera un espacio de comunicación con la comunidad engeneral.

El primer paso: la materialización

Con el objetivo de concretar la idea de la Galería de laMemoria, y conscientes de que debíamos materializar-la aunque no existieran las condiciones ideales para talfin, comenzamos a dialogar entre defensores y defen-

soras de derechos humanos, entre familiares de vícti-mas de crímenes de Estado, entre organizaciones y en-tre comunidades afectadas. Otras experiencias como elParque Monumento de Trujillo nos animaban con suejemplo, y procesos como el de Las Madres de la Plazade Mayo alimentaban nuestra esperanza y compromi-so, teniendo como horizonte ético-político las reflexio-nes del Proyecto Colombia Nunca Más.

Debíamos emprender la iniciativa a pesar de los vacíos,los miedos y las dificultades. Empezamos buscando unlugar, y entonces nos tropezamos con la primera pie-dra en el camino, la cual consistió en la imposibilidadde hallar un espacio apropiado, ya que ninguna fami-lia ni inmobiliaria estaba dispuesta a arrendarnos susinmuebles para desarrollar proyectos como el de la Ga-lería.

Por tanto, recurrimos a un familiar de un integrante delequipo que tenía una casa disponible. Era una casa muybonita, una casita antigua, con paredes de barro y puer-tas sencillas de madera, tenía una sala pequeña, dospiezas, un corredor largo y la cocina.

Posteriormente apareció otra piedra en el camino, quede hecho sigue representando un gran obstáculo: la fal-ta de recursos para mantener un espacio destinado a

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recuperar la memoria. En principio reuníamos recur-sos entre todos y todas, quien podía poner mil pesos,quien podía poner veinte mil o más, quien no tenía nadaen dinero y aportaba su trabajo, quien se endeudaba —y aún continúa con deudas— para cancelar el montodel arriendo, los servicios y gastos de exposiciones.

rrio reconocido por la presencia de delincuentes comu-nes y organizados, calificado como muy inseguro porel imaginario urbano. A pesar de todo ello estuvimosallí por más de seis meses, e infortunadamente la afluen-cia de público era poca, salvo cuando se organizabaneventos a los cuales asistía el círculo más cercano deorganizaciones, personas y familiares de víctimas.

Por esta razón comenzamos a buscar otro espacio y re-cursos para su sostenimiento. Literalmente, caminamostoda la ciudad de Cali, del centro a la periferia, de nortea sur, de occidente a oriente, la ciudad en su totalidad.La única manera de conseguir un espacio fue acudien-do a instituciones y personas que reconocen y respal-dan el trabajo de derechos humanos, que asumieron elcompromiso y hoy en día hacen parte del contrato dearrendamiento. En este contrato se establece que el in-mueble será destinado a instalar un espacio cultural yeducativo para la juventud, y se señala entre sus cláu-sulas la exigencia de no perturbar el orden público y latranquilidad general. Ese es el espacio donde nos en-contramos hoy.

El espacio

La Galería de la Memoria tiene dos escenarios, uno per-manente y otro itinerante. El espacio permanente es un

VOCESBuscando la casa de la Galería de la memoria

“Ninguna familia y menos la inmobiliaria queríaarrendar un espacio para este tipo de propuestas,nos decían descarnadamente que no. Nos exigíandecenas de papeles para luego exigirnos más hastaaburrirnos, nos expresaban desde complejas hastasimples excusas, pero todas, absolutamente todas,se negaban a arrendarnos un espacio para la Gale-ría de la Memoria. Y no logramos conseguirlo poreste medio.”

Ese primer espacio era agradable en términos arquitec-tónicos y era favorable en términos económicos, peroestaba muy mal ubicado en términos geográficos. Que-daba lejos de todas las rutas de transporte y de todoslos centros de circulación de la comunidad, en un ba-

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Trabajo por casos: Galería de la Memoria Tiberio Fernández Mafla 127

local arrendado sobre la principal avenida de la ciudady está conformado por un salón amplio, dos habitacio-nes pequeñas, una cocina minúscula y un baño en pre-carias condiciones. El salón más amplio está dotado demesas, colchonetas y sillas; allí desarrollamos activida-des de conmemoración de la memoria de las víctimasde crímenes de Estado, las clases de capoeira, el videoforo, diferentes reuniones propias de la Galería, del Mo-vimiento de Víctimas, o reuniones de organizacionessociales y comunidades que no cuentan con un espacio

propio o requieren unopara la programación deactividades puntuales. Yes fundamentalmente ellugar para encontrarnoscon familiares, amigos,compañeros y personasde la comunidad quequieren compartir o co-nocer la memoria histó-rica de las víctimas decrímenes de Estadosucedidos en Colombia.

Una de las habitacionesestá destinada al Centrode Documentación, que pretendemos sea una rica bi-blioteca, videoteca y discoteca, con énfasis en memoriahistórica de las víctimas de crímenes de Estado, dere-chos humanos y derechos de los pueblos. Este centrocomienza progresivamente a ser consultado por estu-diantes.

La otra habitación funciona como oficina; allí tenemosel computador, el teléfono, los archivadores y el con-trol del sonido. En todos los espacios, a excepción de lacocina, figuran relatos, fotografías y accesorios sobre

La Galería cuenta con un espacio físico y otro itinerante. El físico es el centro deactividades artísticas y de conmemoración. Foto: GNTFM.

Centro de documentación Galería. Foto: ICTJColombia.

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VOCESEl espacio de la Galería de la Memoria

“La Galería de la memoria es un espacio físico y tambiénde compromiso de un grupo de personas que trabajan porrecuperar la verdad de los crímenes de Estado y de lesahumanidad que se han cometido durante la historia a cam-pesinos, indígenas, afrocolombianos, estudiantes, defen-sores de derechos humanos, mujeres, niños…”

las víctimas de crímenes de Estado, que procuramosrenovar permanentemente para mantener la dinámicadel lugar.

El espacio Itinerante hace referencia a las exposicionesde fotografías y relatos que realizamos en diferenteslugares públicos como parques, plazas, colegios, uni-versidades, sedes de organizaciones, escenarios de mo-vilización. Como parte de nuestras exposiciones tam-bién tenemos planeado crear la Carreta de la Memoria,que consistirá en un montaje móvil de audio, en unacarreta, que nos permitirá transitar a lo largo de la ciu-dad, difundiendo la memoria histórica de las víctimasde crímenes de Estado.

La Galería como producto del equipo Valle del pro-yecto Colombia Nunca Más

La Galería lleva como nombre Tiberio Fernández Maflaen honor a un sacerdote recordado por su trabajo en lacomunidad de Trujillo, y por haber denunciado las vio-laciones de derechos humanos que se estaban perpetran-do en esa comunidad. Por esas denuncias fue ejecutadode la forma más terrible. Este homenaje es un símbolodel trabajo de reivindicación que la Galería busca hacerrespecto de la memoria de las víctimas desde sus proyec-tos de vida, desde las organizaciones sociales, comunita-rias, sindicales, desde los movimientos políticos, de

VOCESEl espacio de la Galería de la Memoria

“Para mí la Galería de la Memoria representa el lugar de apo-yo, sensibilidad y comprensión para las personas que somosvíctimas de crímenes de Estado como es mi caso, y tambiénel lugar donde puedo encontrar asesoría y documentarme so-bre lo que sucede en cuanto a los temas que trabajan”.

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mujeres, de derechos humanos, desde las comunidadesindígenas, afrocolombiana, campesinas, religiosas y degénero; reivindicando la vida en los entornos familiaresy personales, los sueños, las esperanzas, las apuestas. Nosproponemos hurgar en la memoria de cada víctima pararescatar su aporte a la historia de Colombia, su huella enlo público y en lo particular, la contribución que cadamujer y cada hombre víctima de asesinato, desapariciónforzada, tortura, abuso sexual, exilio, desplazamiento, ma-sacre, encarcelamiento político, amenaza, hizo y sigue ha-ciendo por la construcción de una sociedad donde todosy todas tengamos vida en dignidad plena.

Este trabajo de reivindicación de la memoria de las víc-timas es un desarrollo de nuestra propuesta política, lacual está atravesada por un enfoque de género que bus-ca denunciar los actos del Estado cuando ha victimizadopersonas que hacían lo mismo que hacemos nosotrosahora, y que compartían el deseo de transformar estepaís de desigualdad y miseria en el paraíso que soña-mos y merecemos.

Como parte del Movimiento de Víctimas de Crímenes deEstado (Movice), nos adherimos al Movimiento por losDerechos Humanos y de los Pueblos, y nos consideramosseres políticos con la obligación de aportar alfortalecimiento organizativo de las víctimas, pero también

VOCESEl movimiento

“La Galería es parte del Movice, el Movice es un movimiento depersonas que han sido víctimas de crímenes de Estado, este movi-miento tiene un espacio donde se planean actividades, se brinda ase-soría, se unen personas de diferentes instituciones sociales para de-sarrollar propuestas, también permite comunicar, denunciar críme-nes y analizar situaciones en las que nos encontramos como vícti-mas para estudiar las leyes nuevas y las noticias que se presentan,con grupos de análisis que buscan profundizar y desarrollar activi-dades en pro de nuestros derechos. Plantea, planea y realiza activi-dades de contenido social, de memoria, construye textos y otras for-mas de documentación. También brinda asesoría y apoyo a las per-sonas víctimas en pro de sus derechos”.“El movimiento es algo muy bueno, hay que apoyarlo y muchasvíctimas de Estado deberían participar, porque somos muchas y de-bemos fortalecernos. El Movice hace mucha presión para que seaclare la verdad, la justicia y la reparación integral y es muy bueno.El Movice ha hecho mucho por nosotros porque lo de Katherinetodo el tiempo se está denunciando, hace la presión al gobierno yayuda para que mucha gente se entere de la muerte de Katherine yhan estado con nosotros en las marchas denunciando, prácticamen-te ese es nuestro único medio para denunciar lo que ha pasado, por-que no tenemos otro, en marchas, en la Galería, en los plantones yen todo eso”.

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de los movimientos sociales de los cuales nosotros y lasvíctimas hacemos parte. En este sentido, asumimos eldesarrollo de las estrategias del Movimiento Nacionalde Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) yemprendemos desde nuestras posibilidades eldesarrollo de éstas, reconociendo que estamos en unproceso, que no todas las estrategias puedendesarrollarse en todas las regiones del país al mismotiempo y, aunque así lo deseáramos, no contamos conlos recursos suficientes, pero sobre todo porque comomovimiento mismo debemos fortalecernos y en esamedida ir concretando nuestros sueños.

Los sentidos

Hemos procurado siempre mantener un profundo res-peto por el trabajo de quienes, desde el pasado, se ubi-can al frente nuestro para guiar nuestro caminar. Poresa razón siempre hemos afirmado que el Movimientoy las diferentes ideas que permitieron construirlo nonacieron hace algunos años en el encuentro nacional,ni en la materialización de la Galería cuando arrenda-mos un espacio.

El camino recorrido nos ha indicado qué estamoshaciendo bien y qué debemos recrear para mejorar.Desde un primer momento hemos planteado que

tenemos una opción por las víctimas de crímenes deEstado, hemos aprendido que existen otras violenciasque también generan dolores profundos, lo que merecenuestro sincero respeto y ante ello hemos decididodialogar desde el Movice.

VOCES:La idea

“La creación de la iniciativa en un principio fue propia,para aquellos que la pensaron, pero para otros como yo,fue sugerida, fui invitada a ser partícipe, yo no diría que laGalería de la Memoria sea un movimiento, es una formade expresión y apoyo al (Movice), se puede denominarmejor como organización”.

“Para mí la galería de la memoria es un grupo de personas,una comunidad que hace una denuncia pública de los crí-menes de Estado o de lesa humanidad, además de ser unlugar en el que se recuerda a las Víctimas y a nuestrosmártires a través de la forma como vivieron y como actua-ron. Asimismo puedo decir que la Galería es un proyectoque busca acompañar a los familiares de víctimas duranteel duelo y todo lo que conlleva esto, para así formar unagran familia, que transforme este país”.

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En ese mismo andar mantenemos nuestra convicciónideológica, esa que heredamos de las víctimas, susorganizaciones y movimientos. Sentimos orgullo alreivindicarnos de izquierda, nos negamos a olvidar lamilitancia de las mujeres y los hombres que recordamos.

Las iniciativas de memoria para las víctimas signifi-can recordarles, reivindicar sus vidas, sus sueños,todo aquello que pensaban y que por ello mismomurieron de una forma cruel, violenta, y si no mu-rieron quedaron desaparecidos. Es decirle a la comu-nidad en general: estas personas son víctimas de estesistema que no permite la diferencia, que no acepta asu “adversario”, sino que busca todos los medios paraeliminarlos, pero que además de ello, es también de-cir ¡hey! Esto no es de hace unos añitos para acá, estoes un proceso sistemático, desde hace décadas quese viene efectuando (Integrante Galería).

Con fundamento en el significado de esta iniciativa dememoria, el acompañamiento que hacemos es primor-dialmente político y psicosocial en tanto luchamos porimpedir que el dolor nos destruya y nos impida conti-nuar luchando. Sin embargo, lo psicosocial, lo artístico,lo afectivo son fines en sí mismos orientados a alimen-tar un fin mayor: el de edificar con fuerza mujeres yhombres con posición política crítica ante la injusticia y

la represión del capital. No convocamos para acongo-jarnos con el dolor y sentirnos bien en la caridad,convocamos para sentir el dolor mismo y solidarizar-nos hasta entregar la vida, si ha de ser necesario, paraque ese dolor no vuelva a repetirse en contra de ningúnser humano, y allí hemos entendido que eso sólo esposible como verdad, como justicia, como reparaciónintegral, si edificamos una sociedad distinta, donde ladignidad de la persona humana, la naturaleza, las co-munidades y los pueblos sean lo esencial.

Es la forma de recuperar eso que quisieron quitarleslas balas a sus seres queridos, porque cuando se

Los muros de la Galería sirven como espacio de denuncia pero también deexpresión artística. Foto: ICTJ Colombia.

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recuerda y se da a conocer quién era mi hijo, mi padre,mi hermano, qué hacía, cuando se le grita al Estadoque no logró lo que quería, que era desaparecer de lamente y de los recuerdos a esa persona, entonces lasfamilias se encuentran, se dan cuenta que no estánsolas y que hay muchas personas a quienesdesafortunadamente les ha pasado los mismo y seencuentran y resisten juntas y hacen memoria juntas(Integrante Galería).

Las víctimas como presencia

No negamos la muerte, reivindicamos la vida más alláde lo biológico, no desde lo sobrenatural, sino desde lohistórico, es decir, creemos con profunda convicción, enpalabras de Rubén Blades, que la peor muerte es el olvi-do, que uno muere cuando le olvidan. Por tanto, las víc-timas están presentes en lo que hacemos y en cuantoaprendemos a amar de ellas, porque aquello que estabaoculto para muchos y va emergiendo, nos muestra a per-sonas maravillosas, lógicamente en su humana condi-ción con defectos y errores, pero personas que amaron,que soñaron, que sufrieron, que lucharon; cuando ellose muestra va fortaleciéndose su presencia entre noso-tros, en el ejercicio de su grito en nuestra voz, de su pen-samiento en nuestras letras, de su estética en nuestrascreaciones, de sus ideales en nuestros procesos.

Así mismo, es importante señalar que no se trata de laausencia física únicamente, también hay un esfuerzopermanente por las personas que están vivas, porquienes padecieron un crimen en su misma humanidado son familiares de una víctima ausente. La presenciade las víctimas no puede concebirse únicamente comola presencia de quienes fueron asesinadas ydesaparecidas.

En ese sentido, tenemos un amplio camino por recorrerdebido a que muchas veces, sin darnos cuenta, ignora-mos el dolor que crímenes no mortales causaron. Portal motivo, estamos procurando optimizar nuestro que-hacer, mejorando las estrategias de acercamiento y

VOCESLas víctimas

“En la Galería hay víctimas que por su trabajo, por su formade pensar e inconformidades, por que lucharon, fueron signi-ficativas. Tanto grandes líderes como amigos que la comuni-dad y nosotros las vemos como ejemplo a seguir, por las ac-titudes de cambio frente a la vida inspiran respeto, admira-ción, y su ejemplo nos anima a seguir pensándonos una vidamejor… o país… o mundo… o universo… algo mejor”.

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acompañamiento a otras personas que están presentesen nuestras comunidades, en las organizaciones, en lasfamilias, que sin quererlo estamos invisibilizando, peroque debemos convocar, porque tienen muchísimo quecompartir, que aportar, y también duelos inmensos porelaborar.

En un principio me vi como una víctima, debo reco-nocer que me sentía mal, incómoda más bien, por-que no entendía bien lo que significaba esa palabrota,sin embargo, con el tiempo empiezo a comprender-la, además… siento que las personas llegamos a laGalería como víctimas y con el tiempo hacemos par-te de la Galería, de planear las actividades y eso esmuy importante para mí, también porque no logra-ba significar la pérdida, estar allí era enfrentarme ala realidad, era saber qué sucedía en nuestro país, yeso implicaba salir de mi esquema mental, era comoenfrentarme a una realidad que yo negaba… era com-plicado. También me veo apoyada, comprendida, es-cuchada, además siento confianza, lo que para mí esmuy importante, porque si no fuera así… pues yo nofuncionaría en un grupo. Yo me veo como unapartecita, también integral, dando ideas, dando co-nocimiento de cosas que de pronto quiero que haga-mos y compartir (Integrante Galería).

La dimensión central de la memoria

La memoria gira alrededor de diferentes ejes como sonel artístico, el religioso, el emocional, el jurídico, perotal vez, el más importante es el político pues éste ayu-da a delimitar cómo deben trabajar las otras dimen-siones.

VOCESLas víctimas

“No sé si llamarles héroes o mártires, lo que sí hay sonunas víctimas reconocidas, famosas por decirlo de algunamanera, que se suelen rememorar: son Tiberio FernándezMafla, Jhony Silva, Kathe, Julián Hurtado, José OrlandoGiraldo, entre otros, creo ellos son los principales. Nosrelacionamos con ellos, con su memoria de una maneramuy especial, se les tiene un gran aprecio, tal vez porqueson recientes, son cercanos, algunos pertenecían a laUniversidad del Valle. A ellos en el día de su aniversario,de su muerte siempre se trata de realizar alguna actividadpara reivindicarles. El resto de víctimas se les estáempezando a hacer algo especial a través del Video Foro,dándole a cada ciclo el nombre de alguna de lasvíctimas”.

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La nuestra es una memoria política-artística-emocional.Se hace desde lo religioso cuando desde la teología dela liberación reivindicamos a quienes tomaron la mis-ma opción de Jesucristo. La practicamos desde lo cul-tural porque tenemos que lograr que la gente interioricela importancia de la memoria. Y hacemos memoria des-de lo emocional porque somos seres que amamos yodiamos, nos duelen nuestros muertos, pero tambiénlos admiramos y reivindicamos.

perando dignidad y, poco a poco, con un acompaña-miento, van reconstruyendo formas de vida que fue-ron destruidas. El trabajo que realizamos es protesta,es resistencia, es crítica a la impunidad, es reparaciónen el sentido de tener una verdad, la verdad de las víc-timas.

El sostenimiento del proyecto

Ni las ideas ni las acciones se sostienen por sí solas, lasprimeras necesitan alimento ideológico permanente, lassegundas requieren planeación que les dé sentido.Ambas son necesarias y complementarias entre sí. Sinembargo, es importante tener en cuenta que lo ideoló-gico y lo práctico requieren de recursos, lo cual es nues-tra mayor dificultad.

Podría pensarse que la mayor amenaza es el terrorismode Estado; eso es cierto. Pero desde el primer momentocontamos con ello, sabemos que puede pasar, que pro-bablemente suceda, y en tal sentido buscamos construirun tejido que no dependa de lo individual, sino de laacción colectiva, de tal manera que si una persona esvíctima, el resto de personas levanten sus banderas, lassumen a las propias y continúen con la apuesta conjun-ta. No pretendemos obrar de mártires, porque comopueblo necesitamos mantenernos vivos, pero tampoco

VOCESLa memoria

“La dimensión de la memoria es de todo tipo pero sobretodo política y tal vez emocional, lo digo por los sueñosde las víctimas. Lo político articulado con lo religioso,en cuanto a aquellas víctimas que profesaban alguna re-ligión, pero más que eso, luchaban por su pueblo desdesu opción de fe, un ejemplo claro de ello es TiberioFernández Mafla, y también la hermana Yolanda Cerón,asesinada por paramilitares en Tumaco”.

Así mismo se hace énfasis en los hechos, en la dignidady en el proyecto de vida de las víctimas, cuando pormedio de los relatos las víctimas son escuchadas recu-

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podemos quedarnos inmóviles por temor a la represión,rememorando a monseñor Gerardi, el martirizado obis-po de Guatemala; no queremos privilegios, como no lostuvieron todas las víctimas. Los crímenes fueron consu-mados en contra de un pueblo sin consideración de na-die: el mismo dolor, el mismo miedo, la misma sevicia...

Promovemos, gestionamos, nos apoya el Fondo No-ruego para el arriendo y los servicios. Somos un equi-po de 17 personas y los familiares, a las actividadesque hacemos invitamos a distintos sectores, la ges-tión económica, esa la hace una persona, es una ta-rea difícil. Somos 17 personas con el compromiso deluchar por la verdad, contra lo que como pueblo nosdaña y con y por otros que lo necesiten, en todo mo-mento y en la medida en que el trabajo y demás de-beres de sobrevivencia lo facilitan.

La producción simbólica

La reparación simbólicaapunta a la dignificación delas víctimas mediante unsímbolo, que puede ser unmonumento, un acto home-naje, una jornada de conme-moración, y también mani-festaciones del delito o la vio-lación cometida y la denun-cia a los criminales. En estesentido, este tipo de repara-ción es responsabilidad ex-clusiva del Estado, el cualdebe evitar su utilización

VOCESLos sueños

“Definitivamente lo que queremos es llegar a niños y niñas,jóvenes, mujeres… Lo que nosotros conocemos frente a la rea-lidad de comunidades y personas poder difundirlonacionalmente, haciendo proyección de imágenes, foros, char-las, etc. Y generando contactos con personas u organizacionesinternacionales que nos visitan o que nosotros hemos visitadopara ampliar la información a muchas más personas. Propor-cionar espacios de verdad, de memoria histórica, donde la so-ciedad entienda en qué país vive. Y las víctimas reciban apoyo,amor y compromiso”.“En el equipo de trabajo de la Galería somos personas decidi-das a tener un mundo mejor y la reunión de los principios, saberesy afectos que entre nosotros existen, nutren y nutrirán por mu-cho tiempo el trabajo por la memoria histórica, ojalá acompa-ñados de más personas, en un espacio nuevo y propio que que-remos encontrar”.

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como medio para eludir su obligación dereparar integralmente a las víctimas, yaque en ese caso la reparación simbólicase convierte en un acto de impunidad yno constituye un acto de reparación.

En otra vía, la producción simbólicaatañe a nuestras iniciativas para hacermemoria, por lo que en el proyecto dela Galería lo simbólico emergepermanentemente por medio de lasfotografías, los relatos, la música, lapintura, los espacios y los gustos, en fin,son un sinnúmero de aspectos de la vidade las personas, de objetos de lasvíctimas, de elementos que nos traen depresente su memoria. En su justaproporción defendemos la riqueza de losimbólico como herramienta pertinentede nuestra labor de comunicación y, en

ese sentido, de construcción de puentes,para ir y venir, estableciendo diálogocon el mayor número de personasposible.

Sin embargo, lo simbólico no puede con-vertirse en fin en sí mismo. Lo simbólicoes un medio y, como tal, no puede nidebe encerrar la esencia de la víctimaporque de ser así ésta terminaría presaen una placa, en una escultura, en unapintura, en una canción o en un poema,tal vez en algún libro, documental, oquizá en una película. Lo simbólico esuna herramienta para convocar a las per-sonas a conocer las diferentes facetas delas víctimas, no para admirarlas, sinopara asumirlas. Es el puente que permi-te la generación de ideas que alimentanacciones transformadoras.

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En medio de ceremonias religiosas, en el mausoleo del padre Tiberio Fernández, las víctimas recuerdan a sus familiares ausentes. Foto Afavit.

Las esculturas en los osarios del Parque Monumento representan el esfuerzo pormantener viva la memoria de quienes ya no están. Fotos: ICTJ Colombia.

Las víctimas de Trujillo unidas en un ejercicio comunitario de conmemoración,consolidación y aprendizaje mutuo. Fotos: Afavit.

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La memoria: una apuesta por la vida, la justicia y la dignidad1

“Todo pueblo tiene derecho a recordar sus sufrimientos.La historia de sus sufrimientos pertenece a su inalienablepatrimonio cultural, que nadie tiene derecho a desconocerni a reprimir. Los memoriales del sufrimiento, erigidos en

monumentos, esculturas, escritos y poemas, pinturas, etc.,tienen la función irreemplazable de vehicular la reconciliación

de un pueblo con su pasado, con su presente y con su futuro,estigmatizando lo que destruye”

Javier Giraldo

Nota metodológica

Muchas personas saben que algo pasó en Trujillo. En los titulares de las noticias serepite con alguna frecuencia que hubo una masacre. Y es que éste, como pocos, es uncaso conocido de la violencia en el país. Se trata de una masacre extendida desde 1986hasta 1994, con más de 342 víctimas a manos del narcotráfico, los paramilitares y lasfuerzas armadas del Estado. Pero, ¿se sabe que hay una organización de víctimas cons-tituida desde 1995: la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit), que

1 El presente artículo fue escrito por la Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo (Afavit). Su contenido reflejaexclusivamente el punto de vista de sus autores.

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avanza el largo camino hacia la verdad, la justicia y lareparación como tantas otras víctimas en Colombia?

La opinión pública intuye que ha sido un proceso lar-go, un camino confuso. Con comisiones de investiga-ción, con peticiones ante la Comisión Interamericanade Derechos Humanos, con una solicitud de perdón delEstado, con intentos de reparación. El país entero revi-vió la masacre con el Informe del grupo de MemoriaHistórica de la Comisión Nacional de Reparación y Re-conciliación (CNRR), Trujillo, una tragedia que no cesa.Pero, ¿se sabe que Afavit aún recuerda? ¿Que aún quie-ren contar su verdad y siguen esperando justicia? ¿Seconoce cuál ha sido el proceso de la organización devíctimas de una de las masacres sobre la cual existenmás reacciones del Estado? ¿Se sabe hoy qué esperaAfavit de su lucha por la memoria?

El presente artículo pretende exponer, desde la propiavoz de Afavit, el nacimiento, el desarrollo, las metas,las dificultades y los retos de la asociación. En sus pala-bras, lo que pretenden por este medio es “dar a conocera la comunidad en general, la memoria, la experienciay el proceso vivido a partir de 1986”. Quieren relatarque se sienten excluidos y abandonados por el Estado,pero que como organización están construyendo me-

moria y buscando que se conozca toda la verdad, quese haga justicia y que haya reparación integral para to-das y todos los familiares de las víctimas de la masacrede Trujillo. El artículo pretende mostrar, junto con elproceso de la Asociación, los esfuerzos parciales de re-conocimiento y reparación del Estado, que no son sufi-cientes para Afavit.

La metodología utilizada pretende, sobre todo, ofrecerlos testimonios y las voces de las víctimas como fuenteprincipal. Al final, se trata de exponer el proceso queellas han experimentado y la forma en que lo han en-tendido. Nadie mejor que ellas mismas para compar-tirlo. Asimismo, no se trata exclusivamente de puntosde vista personales, pues los testimonios que inundanel artículo son una producción colectiva de Afavit, fru-to de un taller realizado en cinco sesiones, acompaña-do por Rosalba Moreno y la hermana Maritze Trigos.Por su parte, la redacción de dicho material se realizóconjuntamente por Luis Enrique García, Sandra Car-dona, Orlando Naranjo, Luis Enrique Mejía, AldenibierCano, José Velásquez, Miguel Briceño, DiegoArciniegas, Catalina García, Yhon Jairo Pineda, UlberyFernández, Edward Gracia, Javier Naranjo y María Ele-na Correa, todos miembros de Afavit.

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Esperamos que el presente artículo despierte másconciencia crítica ante los mecanismos de represióny estrategias de muerte, mayor sensibilidad, másapoyo y acompañamiento, elementos esenciales parala continuidad de nuestros proyectos. Seguimosconstruyendo memoria, construyendo país, estamosvivos y no estamos solos. Unimos nuestra memoriaa muchas otras memorias de comunidades deColombia, que siguen luchando, resistiendo, paraquienes está prohibido olvidar (testimonio demiembro de Afavit).

La memoria tiene raíces

En Trujillo llevamos 18 años en la lucha por cons-truir la memoria, por la no repetición de los hechos.Para nosotros familiares, lo más importante es man-tener esta memoria de las víctimas con el fin de exi-gir justicia y que no se quede en la impunidad (testi-monio de miembro de Afavit).

Desde el año 1995, cuando nace Afavit, sólo teníamosel dolor y sufrimiento acumulados, el miedo que para-lizaba, los recuerdos de noches oscuras, de días desola-dos, de heridas abiertas, de soledad y de lágrimasatragantadas en la garganta.

El informe del Grupo de Memoria Histórica de laComisión Nacional de Reparación y Reconciliación:

La masacre

La masacre de Trujillo es una secuencia de desapariciones for-zadas, torturas, homicidios selectivos, detenciones arbitrariasy masacres, de carácter generalizado y sistemático, ocurridasen los municipios de Trujillo, Riofrío y Bolívar entre 1986 y1994, con un total de 245 víctimas, perpetradas por una alian-za regional y temporal entre las estructuras criminales de losnarcotraficantes Diego Montoya y Henry Loaiza, y las fuerzasde seguridad del Estado como la Policía y el Ejército, cuyoprincipal designio criminal fue contrainsurgente.

CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica.Trujillo una tragedia que no cesa. Bogotá, Planeta, 2008, pp. 37-38.

Hoy le decimos al mundo, que aunque somos personassupremamente lastimadas y adoloridas, seguimosaquí, poniendo todo nuestro empeño para trabajar,para luchar, para que sepan que aquí estamos y quelos invitamos para que conozcan nuestra historia,nuestro pasado y presente, que nos acompañen en laconstrucción de nuestro futuro, con muchos sueños yesperanzas.

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A continuación se presentan las percepciones de algu-nos de los miembros de Afavit:

El solo reunirnos y recibir el terreno donde se construiríael Parque Monumento fue como los campesinos cuandosiembran una planta, echar raíces de vida con la laborde apropiación de este terreno, regado con la sangre denuestros seres queridos, el compromiso radical delPadre Tiberio y el inicio de nuestra lucha en defensa delos derechos humanos.

Salta a la memoria, con nuestro querido pastor padreJavier Giraldo, quien ayudó básicamente al esclareci-miento de los hechos, hacer presencia con familias delas víctimas de Trujillo, en el lote lleno de monte, enesa colina majestuosa, que se convertiría años más tardeen lugar sagrado. Venían de las veredas La Sonora,Monte Loro, Puente Blanco, La Betulia, en tiempo de

cuaresma, con ritos religiosos, el vía crucis con altaresespeciales, donde reflexionábamos, recordábamos lapasión de Cristo, cuyo dolor continuaba en Trujillo:mujeres viudas, madres tristes, niñas y niños huérfanos,jóvenes abandonados... Estos ritos religiosos fueronfortaleciendo la organización, hasta llegar a instanciasdel Estado, para exigir la verdad, la justicia y la reparaciónintegral (testimonio de Luis Enrique García).

Memoria de los hechos

Todos tenemos recuerdos porque la vida lo merece, te-nemos recuerdos porque no queremos el olvido. Habla-mos acerca de nuestra historia, porque si no lo hacemosnosotros, ¿entonces quién? Hablamos porque si no losrecuerdos se hunden en el abismo oscuro del olvido.

Los sacaron de la casa en horas de la madrugada ynunca volvieron, los pasaron por la motosierra y lostiraron al río Cauca, los bajaron del bus, del Willys ya la orilla de la carretera quedaron asesinados, llega-ban los uniformados y el carro blanco, seguro ya vie-nen por otros… y la gente no podía hablar, no decíanada, tenía miedo, era la época de Trujillo bajo el te-rror y la amenaza, se llevaron a nuestro amigo y pas-tor el padre Tiberio y lo torturaron, lo asesinaron…hoy persiste el miedo y el silencio…En una ceremonia religiosa en el mausoleo del padre Tiberio F. Foto: Afavit.

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Hoy 17 de enero del 2009, quiero recordarles mi his-toria sobre las memorias de la violencia del munici-pio de Trujillo, Valle, sucedidos por allá en los añosnoventa. Mi vida era muy tranquila, era como la decualquier campesina, dedicada a las labores de la casay el campo; mi esposo Germán Martínez, mi hija Dia-na y yo, podríamos decir que éramos felices, hastauna fatídica noche en la que aparecieron unos hom-bres encapuchados y tras agredirnos verbal y física-mente, esos desgraciados nos “jodieron” la vida, puesa partir de ese momento se acabó la tranquilidad queteníamos, y peor aún, porque a los pocos días asesi-naron a Germán mi esposo, no contentos con esto,empezaron la persecución en contra mía, teniendoque dejar todo tirado, para salir huyendo, dejandolo poco que tenía, ya que me escapaba o me moría...(Testimonio de María Elena Correa).

Nuestro dolor ya no proviene del exterior, cada unolo llevamos dentro de nosotros mismos, como unmanantial que no se agota, es necesario entonces es-perar, aunque la esperanza haya de verse a vecesfrustrada, pues, la esperanza misma es una dicha, ysus fracasos por frecuentes que sean, son menos ho-rribles que su extinción (Orlando Naranjo, escrito en

el rito de desagravio del mausoleo del padre Tibe-rio, en febrero de 2008).

Parto de la concepción, que la familia es el núcleocentral de una comunidad y los miembros que lacomponen significan la razón de ser de nuestra vida.Por tal razón, cuando un familiar nuestro es arran-cado violentamente de nuestro lado, se crea en no-sotros en primer lugar, un estado de tristeza, dolor,indignación, impotencia que nos postra; a la vez es-tablecemos un vínculo mental con ese ser querido ysu memoria permanece con nosotros por tiempo in-definido (testimonio de Luis Enrique Mejía).

Estos pedazos de recuerdos perdidos en la bruma delos años, que aun cuando incompletos, velados y controzos perdidos o escondidos, se constituyen en fuenteactual de reconstrucción de un pasado vivido con du-reza por unos hombres y mujeres que en su momentolucharon por salvaguardar su precaria existencia2.

Como dicen Iván Cepeda y Claudia Girón:

La contemplación de las ruinas es la determinacióndel inventario de lo que ha sido dañado, la deducción

2 Riaño, Pilar. Nuevos silencios de viejos olvidos. Memoria y ciudad. Corporación Región, 1997, p. 151.

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del contexto del que provienen los fragmentos […] através de la reconstrucción de las ruinas se puededeterminar a ciencia cierta qué fue lo que se destruyó,y por qué se dio esa destrucción. Buscando entre losobjetos y restos de ese mundo material desintegradose encuentra el testimonio de los derechos que fuerondesconocidos en el pasado3.

Lo insólito de Dios es que nos muestra que ahí dondese quiso excluir, destruir y arrasar en una cultura deviolencia y de guerra, surge la vida e irrumpen la espe-ranza y la justicia. De esta memoria se levanta un par-que a la vida, unas esculturas que hablan de proyectos,jardines con aroma de justicia, símbolos de fraternidady solidaridad. Nace una organización de familias quereivindican la vida y luchan contra la impunidad,Afavit, otro símbolo de resistencia y de fe, de esperan-za y dignidad. Es la razón para que cada miembro de laAsociación siga fiel a sus principios, no se deje romperni dividir, permanezca unido en su lucha digna, justa ylibre. Es el momento de seguir construyendo esta mag-na obra humana y trascendente como es la justicia y,como dice el profeta Isaías 54,14, “La justicia te haráfuerte, quedarás libre de opresión y miedo y el terrorno volverá a inquietarte”.

Los silencios que guardamos están repletos de vida, yes preciso que esos silencios hablen para que surja lavida y podamos recrearnos como personas y como pue-blo. Si nuestra generación no habla, si no escribe, si noobra, permanecerá marginal a la historia, y como estahistoria es radicalmente la vida humana, simplementeno existirá.

Al recuperar la memoria nos convertimos endibujantes de los acontecimientos, rastros de memo-ria que necesitamos para reencontrarnos con noso-tros mismos, con la historia de nuestro pueblo, conun nivel de conciencia emancipada, y en el lenguajedel filósofo Camus, comprometernos a ser “historia-dores del instante” (hermana Maritze Trigos, acom-pañante de Afavit).

Proceso y formas de reconstrucción de la memoria

El proceso de reconstrucción de la memoria se convier-te en un largo camino con sus facetas religiosas, políti-cas, artísticas y sociales. Proceso vivido con obstáculosy amenazas permanentes, con sudores e ilusiones, conmingas de trabajo convertidas en fiesta, el sancocho depiedra, con diálogos y acuerdos, aprendizajes y apoyos

3 Cepeda, Iván y Girón, Claudia. La memoria histórica. Justicia y paz intercongregacional, 13, 2000, p. 39.

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solidarios, celebraciones religiosas, peregrinaciones, etc.“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Gracias a la memoria se da en los hombres lo que sellama experiencia. Es realmente desesperante poseeruna memoria que comienza demasiado pronto y queperdura por mucho tiempo... Hay cosas que me gus-taría olvidar, por ejemplo, los cientos de rostros de viu-das e hijos huérfanos, los hogares destruidos y lo quemás repugna, ver la cara de cientos de niños y niñasllorando, porque les arrebataron a su padre, mientrasél la cargaba (testimonio de Orlando Naranjo).

En el proceso de resistencia a la barbarie aparecen losacompañantes: religiosas, sacerdotes, laicos defensoresde derechos humanos, los cuales se apersonan e inicianun trabajo tenaz y perseverante reviviendo en todosnosotros el deber de dignificar la memoria de nuestrosmártires. Con sus doctrinas, sus enseñanzas, sussentimientos, han logrado nuestra credibilidad, valorpor recuperar en un mundo donde la maldad, el odio yel crimen son el pan de cada día, especialmente ennuestra comarca que ha sido escenario de uno de losepisodios más sangrientos de la historia de Colombia.

Estas personas interesadas y comprometidas, colabo-raron para reconstruir lo que parecía destruido total-

mente. Comenzando por erradicar el miedo que poco apoco ha ido desapareciendo. La lucha es grande. Perolo es también la gente de Trujillo, que poco a poco vaenfrentando sus dificultades para salir adelante. El pro-ceso ha sido lento pero progresivo, y en él han partici-pado muchas personas, desde artistas de diferentesfacetas como escultores, pintores y artesanos, tambiénarquitectos, escritores, muralistas, poetas, religiosas yla gente de nuestro pueblo, que de una y otra formahan aportado lo que está dentro de su capacidad para

Osarios y esculturas en el parque monumento. Foto: ICTJ Colombia.

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que la memoria esté presente, sea viva y actuante, paraque la memoria camine abriendo nuevos caminos… Sinel aporte de tantas personas con conciencia y compro-miso en la defensa de los derechos humanos hubiesesido imposible lograr lo que se está haciendo en torno ala reconstrucción de la memoria. No dejar que el mie-do, la indiferencia y la impunidad consuman nuestrasociedad.

Los primeros acompañantes de Afavit salían a recogerinformación sobre la masacre de nuestros familiares:

contábamos lo sucedido, se hacían reuniones con ellosy nos enseñaban a dibujar, también estaban las danzas,y así a elaborar duelos. De esta forma empezaron lostrabajos en el Parque Monumento: la Media Torta quedesapareció por falta de recursos, los osarios, la ermita,el mausoleo, el muro “La sombra del amor”, el salón“Memorias y palabras de dignidad”, donde se hacen lasreuniones, el oratorio al padre Tiberio, y en la actuali-dad, la construcción de la Galería de la Memoria y ungran Auditorio. Lo único terminado desde el inicio es laobra de la naturaleza, en la cual dos árboles de guamose abrazan, convirtiéndose en el primer monumento: elabrazo solidario y de fraternidad entre los pueblos.

Somos Afavit, una familia unida y con muchas ga-nas de luchar por la justicia, la paz y el honor de nues-tros seres queridos. No hay palabras para demostrarlo lindo que es recordar en nuestros corazones a se-res tan especiales y valiosos para nuestras vidas, concada foto, escultura, ritos religiosos, peregrinaciones,poemas, canciones, es la expresión y sentido de per-tenencia por la memoria del Padre Tiberio y demásvíctimas que en un tiempo las personas han tratadode olvidar, pero con nuestra memoria los hacemospresentes y ha vuelto a nacer la luz y esperanza paratodas y cada una de las familias (testimonio de UlberyFernández y Edward García).Los árboles de guamo abrazados en el Parque Monumento. Foto: ICTJ Colombia.

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El trabajo colectivo de reconstrucción de la memoria enel proceso Trujillo es muy rico en expresiones, formasdiversas, estilos literarios, artísticos, musicales, mediosmagnéticos, etc. En los siguientes apartes haremos re-ferencia a las formas más significativas.

El Parque Monumento

El Parque Monumento es algo muy importante paranuestro municipio, es la memoria de nuestras víctimas

El informe del Grupo de Memoria Histórica de laComisión Nacional de Reparación y Reconciliación:

el Parque Monumento y Afavit

El Parque Monumento y Afavit se crean simultáneamenteen el marco de la aceptación de responsabilidad del Esta-do por parte del presidente Samper, en 1995. Con la crea-ción de la Asociación se buscaba continuar con la luchaen pro de la justicia y hacer una veeduría al Estado paraque cumpliera en la práctica con las recomendaciones ylos compromisos adquiridos con la Comisión Interame-ricana de Derechos Humanos en la solución amistosa*.

*La Comisión conoció del caso de Trujillo porque fue presentadopara su examen por organizaciones no gubernamentales en 1992.Desde entonces, y con el intento de solución amistosa, el caso conti-núa abierto, con posibilidad de que pase a conocimiento de la CorteInteramericana.

CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica. Trujillo una trage-dia que no cesa. Bogotá, Planeta, pp. 282-293.

que en silencio claman justicia para que nunca vuelva asuceder algo igual, para que la sociedad comprenda queno podemos olvidar lo que pasó, para que las futurasgeneraciones estén conscientes de no cometer estoserrores:

Restos del sarcófrago del padre Tiberio, destruido de manera violenta el 29 deenero de 2008. Foto: ICTJ Colombia.

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El informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comi-sión Nacional de Reparación y Reconciliación:

el parque monumento

El parque está dividido en cuatro áreas: la de los hechos; ladel entierro, donde están los osarios; luego viene el área dela Memoria, que es donde están el muro y el mausoleo y,finalmente, la Galería de la Memoria que pretende servir debiblioteca. En la parte alta de la colina se encuentran la tum-ba del padre Tiberio Fernández y un muro cuyo nombre es“La sombra del amor”. El muro fue hecho por el constructorkurdo Hoshayar Rasheed, quien replicó una costumbre desu región natal. En huecos cavados en los muros se guardanobjetos personales. […] El significado del muro es de pro-tección, de resistencia. Los nichos del muro, al igual que elnúmero de pisos de los osarios, aluden al número de la ple-nitud y de la perfección, que es el siete.

El parque monumento conmemora el asesinato y desapari-ción de 235 víctimas ocurridos desde 1986 y a lo largo de lossiguientes años, mediante repertorios funerarios representa-tivos, como la construcción se osarios donde reposan losrestos de algunas de ellas, acompañados por objetos que lespertenecieron. Cada osario cuenta con una placa, algunas deellas completamente borradas, donde aparecen los nombresde la víctima y las circunstancias, lugar y fecha de su muer-te. Bajo las placas, se presentan en auto relieves los oficiosque en vida desempeñaba cada una de las víctimas, en un

intento quizás los sobrevivientes por volver a la cotidianidadque la violencia les arrebató.

En la parte baja del monumento hay una construcción incon-clusa, prueba de la ausencia de recursos estatales. En el planoriginal es denominada “Galería de la Memoria”, donde seencuentran las fotos de las víctimas a las cuales está dedicadoel monumento. Al lado de ésta se encuentra una pequeña cons-trucción dedicada a la memoria del padre Tiberio donde hayfotos del padre y testimonios escritos por las víctimas.

Hacia el futuro se proyecta el túnel “noche y niebla” que va aser dedicado a los victimarios: el alacrán, Diego Montoya y elcoronel Urueña.

CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica, Trujillo una tragediaque no cesa. Editorial Planeta. Bogotá D.C. 2008. pp. 184 -185.

En el Parque Monumento tenemos los restos de nues-tros seres queridos y aquellos que no recuperaronlos cuerpos hicieron un cajón simbólico con recuer-dos, para colocarlos en los osarios. Hemos hecho lasesculturas, cada familiar ha diseñado lo que la vícti-ma hacía, cómo era en su físico y en sus sentimien-tos, y hemos sentido como si estuviera con la perso-na en vida, nos hemos sentido muy bien (testimoniode Aldenibier Cano ).

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Las esculturas del Parque Monumento

Tenemos el Parque Monumento a la vida, un espa-cio físico donde se recuerda a nuestros seres queri-dos, convirtiéndose en el punto de partida para larecuperación de la confianza y punto de encuentropara todos en las peregrinaciones y celebraciones re-ligiosas. El Parque Monumento a la vida ydignificación de la memoria a los mártires nos ense-ña que recordar y no olvidar es la manera para cono-cer lo que jamás debe repetirse en Colombia y el mun-do. Percibo que la memoria a nuestras víctimas notiene la función de mantener abiertas las heridas, sinoque su objetivo es el de cerrarlas y curarlas a travésdel perdón pero con justicia (testimonio de Luis En-rique Mejía ).

Nos sentimos muy orgullosos con el Parque dondellega gente de muchas partes a visitar y conocer elcaso Trujillo, también la resistencia de todos los fa-miliares. ¡Cómo fue de emocionante recuperar la fi-gura de Reynel!, con el barro y el cagajón amasar bienpara hacerle la parte de su cuerpo y se formó bien sucara y sus brazos. Reynel murió para todo el mundo,en mi memoria vive, y con la escultura lo damos a co-nocer a todos (testimonio de Catalina García y YhonJairo Pineda).

En los osarios del Parque Monumento, las esculturas recuerdan a los muertos loque hacían en la vida. Foto: ICTJ Colombia.

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Hacer la escultura fue como devolver el tiempo y abrirla herida; de alguna manera empecé el duelo, sentí eldolor muy grande, una angustia, rabia, tristeza, duda,impotencia, una cantidad de sentimientos encontra-dos, que sólo pude calmar llorando y recordando pasoa paso lo vivido con él... Cuando terminé la escultura,la miré fijamente, me dio la impresión que sonreía,que ahora sí había cumplido su objetivo; mi angustiadesaparecía poco a poco... esto fue una gran experien-cia para los que tuvimos la suerte de hacerla paso apaso (testimonio de María Elena Correa).

Rehacer las esculturas de los osarios nos ha permiti-do reencontrarnos con nuestros seres queridos, vol-ver a acariciarlos, hablarles y sentirlos, nos ha dadofortaleza, ganas de seguir luchando por nuestro de-recho a la justicia, mantener viva la memoria. Tam-bién hemos logrado conocer a otros familiares, ela-borar duelo juntos, hemos aprendido a llorar a nues-tras víctimas, cada vez que vamos al parque a haceresculturas sentimos que no estamos solos, que con-tamos con la presencia de muchas personas que nosapoyan en nuestro proceso, además sentimos la pre-sencia y la vida de todos nuestros seres queridos queestán allí. Su vida se reivindica con cada escultura ysu amor y memoria vive en nuestros corazones (tes-timonio de Yamileth Vargas G.).

Elaborar las esculturas significa reunirnos, contarnuestras historias, llenarnos de sentimientos quecompartimos, mantenemos la esperanza de conse-guir justicia, lloramos como símbolo de que esimpagable la ausencia de nuestros seres queridos, noscontamos anhelos y creamos el pacto de lucha por unfuturo donde no vuelvan a ocurrir esta clase de hechos(testimonio de Julián Ortiz).

El informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comi-sión Nacional de Reparación y Reconciliación:

el asesinato del padre Tiberio Fernández Mafla

Se trata de uno de los hechos centrales de la masacre deTrujillo y de la víctima socialmente más reconocida. Es latortura y el homicidio del párroco municipal TiberioFernández Mafla y la desaparición de sus acompañantes.

El impacto que dejó este homicidio en la comunidad fuecatastrófico debido a que no sólo exacerbó el miedo en lacomunidad, sino que las cooperativas campesinas que pro-movía para mejorar los ingresos económicos de la poblaciónse disolvieron tras su muerte.

CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica, op. cit.

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Tiberio Fernández Mafla en el Parque Monumento

Para mí es un gran honor haber conocido a Tiberiode cuerpo presente, fui su acólito, anduve en las ve-redas celebrando las eucaristías, presenciando el granamor que la gente le demostraba (testimonio deDiego Arciniegas).

Perdí a uno de mis grandes amigos y pastor del pue-blo, el padre Tiberio... malditos aquellos que me qui-

taron la oportunidad de crecer y compartir sus sabi-durías. Hoy los recuerdo a todos, porque un hombresin memoria es un hombre perdido (testimonio deOrlando Naranjo ).

Memoria biográfica

En el oratorio del Parque Monumento, el visitante en-cuentra el libro manuscrito: ¡Tiberio vive hoy! Testimo-nios de la vida de un mártir, Tiberio Fernández Mafla.El libro está compuesto por testimonios escritos a mano,con dibujos y dedicatorias. Fue un trabajo personaliza-do, familia por familia, una ocasión para transmitir lamemoria de Tiberio a los jóvenes, niñas y niños que nolo conocieron. La diagramación hecha por Lina Trigos,elaborada a mano, hoja por hoja, encarna en sus símbo-los cada uno de los cuatro capítulos:

1. El contexto: Trujillo, ¡escenario de terror y muerte!2. La familia donde crecí... vida vivida...3. Sueños y resistencias, evangelio hecho vida...4. Trujillo: una gota de esperanza en un mar de impu-

nidad. Su Martirio.

En ocasiones, las abuelas hacían el recuento pero no sa-bían escribir, entonces eran los niños los que escribían.En esta elaboración paciente, seria y comprometida, un

Osario del padre Tiberio F. ubicado en el centro de los osarios en el ParqueMonumento. Foto: ICTJ Colombia.

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niño dijo: “si escribo el nombre de mi abuela como au-tora, ¿yo qué? Luego concluyó: “soy el escribiente”.

Hoy Afavit guarda la memoria colectiva de una bio-grafía del padre Tiberio cuyo contenido se convierte endesafío, en reto y camino para la Iglesia, para los autén-ticos defensores de los derechos humanos que sabendar la vida con amor: “Si mi sangre contribuye paraque en Trujillo amanezca y florezca la paz que tantoanhelamos, gustosamente la derramaré”.

Tiberio: fuiste y sigues siendo en nuestras vidas comouna espiga de trigo o un granito de mostaza. Aque-lla semilla que siendo tan pequeña hacía brotar gran-des ilusiones y proyectos para ver prosperar nuestragente y cambiar la imagen fea que tuvo un díaTrujillo.

Quisiste ver un pueblo luchador y emprendedor, lle-no de progreso y mucho calor humano, donde lagente se sintiera feliz y orgullosa de su tierra y notuviera que salir a buscar nuevos horizontes en otraparte.

Puedo decir con orgullo que sembraste en mí la espe-ranza de tener un futuro definido y próspero. Pusistemucho empeño para que todos saliéramos adelante y

lucháramos por nuestros ideales. Plasmaste con mu-cha sabiduría el nombre de la microempresa, dándoleel nombre de Trigo Verde, porque trigo significa pany verde la esperanza (Tiberio Vive. Testimonio en ellibro manuscrito. Jair Giraldo y Martha L. Naranjo).

El oratorio

Construí el oratorio en el cual están todos losrecuerdos vivos del padre, desde su familia, su misiónsacerdotal y su martirio. Todo en el oratorio essignificativo, todo en él habla de Tiberio. Es lamemoria de un pastor del pueblo, entregadogenerosamente, servidor y defensor de la vida de lospobres. En este Oratorio, los visitantes pueden orar,hablar a solas con Dios sobre los hechos ocurridos,hablar con Tiberio, dialogar con su memoria. Cuandohablo del padre Tiberio siempre lo hago imaginandoque está vivo y lo hago precisamente porque comoél pensaba: si se entrega la vida por el prójimo eso noes morir, es vivir para con Dios. Toda la gente lorecuerda con tristeza por lo que le ocurrió y esesentimiento es inevitable puesto que nadie mereceuna muerte tan atroz y mucho menos alguien comoél, que sólo sabía servir al prójimo. Como Jesucristotambién lo torturaron y le violaron todos susderechos, lo pisotearon y trataron de no dejar huellas,

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De la misma forma que se recogió la biografía del padreTiberio, cada familia, apoyada por la acompañante, re-dactó y escribió a mano la biografía de su ser querido ehizo el dibujo de cómo lo quería ver en la escultura. Cadaescritura de biografías se convirtió en un rito familiar,íntimo, de elaboración de duelo, de dignificación y tras-cendencia de la vida de campesinos, recolectores de café,ebanistas, madres de familia, inspectores, maestros,vendedores, empleados, aserradores, agricultores,motoristas, jóvenes, etc., cada una y cada uno nos hablay su reivindicación es un grito de justicia.

Galería de la Memoria

La Galería de la Memoria guarda todo sobre las vícti-mas: los hechos ocurridos, la denuncia de losvictimarios, el proceso de Afavit, archivo de prensa,archivo fotográfico, archivo documental, archivo de vi-deos, pinturas y material poético.

En la entrada, al lado derecho de la Galería se pre-senta un cuadro con la fotografía del padre, la cualla hice en madera de nogal como homenaje al nom-bre que él dio a una empresa comunitaria que habíacreado. Me quedaría corto en decir lo que Tiberiosignifica para mí y mi pueblo. Y cuánta falta nos hace,espero que se haga justicia y Trujillo salga adelante.

Homenaje al padre Tiberio Fernández Mafla, en eloratorio del parque monumento. Foto ICTJ Colombia.

pero por el contrario, gracias a Dios, el mundo se dacuenta de lo que pasó. Y estoy seguro, por mi fecristiana, que Dios tiene algo grande para él. Alprincipio todo era temor y zozobra, nadie queríahablar del asunto por temor a perder la vida, estamosdesprotegidos y sin ley, ¡pero Dios está con nosotros,es lo principal! (testimonio de Diego Arciniegas).

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Todo, absolutamente todo, es vital en el proyecto.Gracias primeramente a Dios y a todas las personasque de una y otra forma colaboran en este gran pro-yecto de la reconstrucción de la memoria (testimoniode Diego Arciniegas).

En la misma entrada, al lado izquierdo de la Galería,están las fotografías de los victimarios, esta memoriaes también importante, para señalar a los culpables ypoder entender ¿Quién lo hizo? ¿Por qué lo hicieron?¿Cómo actuaron?, y ¿Qué pasó? Sus fotos y nombresestán en una lata oxidada, rota, hace contraste con elcuadro hermoso de Tiberio y demás pinturas.

Los objetos de la Galería de la Memoria

Desde pintar una piedra con el cuerpo del padre Tibe-rio, guardar el canasto de los campesinos de la épocadonde recolectaban el café, tener el serrucho, los vesti-dos de las víctimas, rastros de seres vivos que dejaronhuella; los objetos son testigos de una existencia, soncomo sacramentos, signos de vidas que destruyeronbajo el control del terrorismo de Estado.

Ahora en mi trabajo de carpintero he puesto un granode arena contribuyendo en la fabricación de muchasde las cosas que se necesitan para este gran propósito

de la reconstrucción de memoria como las cajas paratrasladar los restos que fue algo muy significativo, enellas también se llevaban los recuerdos de aquellos queni siquiera fueron encontrados, o mensajes de afecto,expresando a los seres queridos lo importantes queeran para la familia. Las cruces pintadas en blanco, enmadera, donde se grabaron los nombres de lasvíctimas, memoria de su cruz dolorosa de sufrimiento,y desde la fe, signo de resurrección. Fabriqué el ataúddel padre Tiberio con criterios de sencillez, dehumildad, como era él, y tuve el honor de participaren el acto tan solemne como fue su exhumación, dondesacamos sus huesos torturados, maltratados, huella ymemoria de su martirio.

Con mucha convicción y compromiso con la recons-trucción de la memoria participé fabricando las ban-cas donde aparecen los nombres de las víctimas es-culpidos en forma artística por un familiar, los mar-cos para resaltar expresiones artísticas de memoria ylas puertas del salón que siempre estarán abiertas pararecibir al visitante (testimonio de Diego Arciniegas).

Peregrinaciones, memoria convocante que camina

En Trujillo, rememorando al pueblo de Israel, deseo-so y urgido de salir de la esclavitud a la liberación,

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en busca de la tierra prometida, a partir del mes deabril del año 1995, se han realizado cada año las pere-grinaciones con las que se plasma para la memoriade un nunca más a la barbarie. Un lema con un pro-fundo sentido de rechazo a los violentos que a suvez invita a continuar con las banderas en alto, a lu-char, persistir y resistir en la búsqueda de la justicia,la verdad y la reparación (testimonio de Luis Enri-que García).

En el año 1995 se organizó la primera peregrinacióncuyo lema fue: “Trujillo, una gota de esperanza en unmar de impunidad”, con la participación de delegacio-nes a nivel departamental, nacional e internacional. Seprofundizó acerca del verdadero sentido de peregri-nar como fuente de recuperación de la memoria. Así,sucesivamente, se han realizado hasta el momento ochoperegrinaciones animadas con el canto, con consignas,cartelones y símbolos, danzas, celebración eucarística,actos ecuménicos, foros, todo esto con el apoyo decidi-do de gran cantidad de personas y organizaciones com-prometidas con Afavit.

Las peregrinaciones son una forma simbólica, conme-morativa, de mantener la memoria en una actitud decaminantes que resisten a las fuerzas de la muerte. Es

un acto político, donde las organizaciones populares,cristianas, los movimientos sociales y de derechos hu-manos, nos damos una cita para hacer visibles a losmártires del pueblo, para expresar a la opinión públicaque estos hechos horrendos sucedidos en Trujillo, crí-menes de lesa humanidad, Nunca más deben repetirseen ningún lugar del mundo.

Cabe recordar con profundo sentimiento el impactoque me causó cuando en junio de 2002 se llevó a cabola peregrinación con los restos mortales de nuestrosfamiliares, que partió desde el coliseo cubierto hastael Parque Monumento como sitio sagrado, se proce-dió a colocar en los osarios preclavados cada uno delos restos y pertenencias de las víctimas. Esto fue unode los momentos más solemnes y sagrados en la his-toria del Parque Monumento; significa mucho paratodos los familiares de las víctimas. Para darle másgrandeza a este hermoso lugar en el año 2003 fuerontrasladados los restos mortales del padre TiberioFernández de la parroquia de Trujillo donde perma-neció sepultado durante 13 años, con mucha tristezanos ha tocado presenciar su profanación. Todavía nocomprendo cómo a pesar de ser un sitio sagrado(campo santo) existan personas que no respetan unlugar como éste (testimonio de Luis Enrique Mejía).

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La memoria en el proceso jurídico*

El Colectivo de abogados José Alvear Restrepo, organi-zación que nos acompaña en el proceso jurídico, expre-sa cómo...

La impunidad carcome toda la sociedad, desvertebrael tejido social y le da la certeza a los delincuentesincluyendo a los violadores de derechos humanosque pueden reincidir en sus conductas pues éstas noserán castigadas, el derecho pierde cualquier capaci-dad de control social y los valores y principios sedesvanecen para dar paso al autoritarismo y al atro-pello. Pero la impunidad se hace más peligrosa cuan-do a los crímenes que se cometen en el ejercicio arbi-trario del poder se les garantiza la impunidad.

La memoria jurídica en el Caso 11.007 sobre la masacrede Trujillo es presentada ante la Comisión Interame-ricana de Derechos Humanos (CIDH), y el 26 de sep-tiembre de 1994 se suscribe en Washington, con delega-dos del gobierno de Colombia, un acta de entendimientoque dio origen al Decreto 2771 del 20 de diciembre de

1991 y 1992: Dos sentencias absolutorias para el ma-yor Alirio Urueña, teniente Fabio Berrío,Henry Loaiza y Diego Montoya, entreotros.

1994: Comisión especial de investigación dela masacre de Trujillo ante la CIDH, don-de sacan doce conclusiones, resaltandola culpabilidad del Estado colombiano,y diez recomendaciones en torno a la re-paración integral y simbólica, procesojurídico y estructura paramilitar.

1995: El Estado, en la persona de su presidenteErnesto Samper, reconoce sólo 34 casosy públicamente afirma la culpabilidaddel Estado por acción y omisión.

* Este aparte demuestra la forma en que Afavit entiende el proceso de la justicia. Es sumamente valioso permitir que se exponga su interpretación de loshechos, aunque existan algunas imprecisiones, dado que los autores no cuentan con formación jurídica. Para profundizar en el recorrido de los procesosjudiciales, más allá del sentir de las víctimas en relación con éstos, consultar CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica, op. cit., pp. 233 a 301.

1994 en el cual se creó la Comisión especial para la in-vestigación de los hechos correspondientes al caso 11.007de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Lo jurídico nos refiere a un camino de injusticia e im-punidad, de corrupción y de inoperancia administrati-va en materia de justicia y reparación integral:

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1996: La Comisión Intercongregacional deJusticia y Paz expresa inconformidadpor solución amistosa.

1997 El Gobierno propone reiniciar el diálo- Abril: go, la CIDH presenta un documento

con 17 sugerencias para desbloquear laadministración de justicia.

1997 La CIDH visita a Colombia, pide una Noviembre: evaluación y hace nuevo informe. Para

esta fecha un colectivo de organizacio-nes, con la Comisión Intercongre-gacional a la cabeza, presenta un Actade Evaluación sobre 235 casos, tenien-do en cuenta los criterios: impunidad,nivel de esclarecimiento y tipicidad delcrimen de lesa humanidad.

1999: Se rompe la negociación amistosa. 2002: Evaluación del proceso jurídico de par-

te de la Comisión Intercongregacionalde Justicia y Paz ante la ComisiónInteramericana de Derechos Humanos(CIDH).

2005: Afavit da poderes en lo penal y admi-nistrativo al Colectivo José AlvearRestrepo ante la CIDH.

2006: Detención preventiva a Henry LoaizaCevallos.

2007: Detención preventiva al mayor AlirioUrueña, a los tenientes de la policíaFabio de Jesús Berrío, al tenienteÁlvarez, y a Diego Montoya.

2007 Derecho de petición al presidente ÁlvaroSeptiembre: Uribe de no extradición a Diego

Montoya S. antes de que se cumplan enColombia las penas contempladas en laley por los numerosos crímenes de lesahumanidad en Trujillo.

2007 y 2008: Se dan nuevas declaraciones ante Fis-calía de parte de testigos y familiaresde víctimas.

2008: Investigación por parte de ContraloríaGeneral de la Nación sobre corrupciónfinanciera en inversión social, como re-paración a la región de Trujillo.

2008: Órdenes de captura y múltiples deten-ciones preventivas de militares yciviles.

2008 Audiencias públicas en un proceso deEnero: tres campesinos contra Henry Loaiza

Cevallos.2008: Directiva No. 0019 de ProcuraduríaSeptiembre General de la Nación.2008 Extradición de Diego Montoya sin haberdiciembre: sido juzgado por la masacre de Trujillo.

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Para Afavit estos hechos son la negación a su derecho ala verdad, a la justicia y a la reparación integral, el Esta-do está en deuda y sólo ha cumplido muy parcialmen-te con la reparación simbólica y en parte con la indem-nización económica a sólo 34 familias; en lo penal seencuentra en la total impunidad.

¿Podrán repararse la destrucción del tejido social, ladestrucción de conciencias que apenas despertabana sus derechos de dignidad, de vida humana?¿Podremos reparar los sufrimientos prolongados deviudas, madres, huérfanos, etc.? ¿Podrá repararse laindignación ética que sentimos las y losacompañantes de estas comunidades en resistencia?El dolor profundo lo llevamos dentro y lo hemosdejado penetrar en nuestra piel, nos duele desdenuestra conciencia ética, política y religiosa, de verfrustrados nuestros principios de libertad y dejusticia, de democracia y de fraternidad, ¡de lafundamental ley natural dada por Dios de respetarla vida humana! Nos duele la destrucción de valoreshumanos, reemplazados por actitudes salvajesencarnadas en seres deshumanizados y, peor aún,en funcionarios del Estado, encargados desalvaguardar la vida y honra de las y los ciudadanos(testimonio de Maritze Trigos).

Hacia una conclusión

Nos apremia seguir escribiendo en forma creativa lamemoria, con mil medios y expresiones, en esta formavamos haciendo conciencia histórica colectiva de losucedido aquí en Trujillo y en tantos otros sitios de lageografía nacional; reconstruyendo el tejido social ypersonal, trascendiendo el dolor y convirtiéndolo enresistencia y esperanza, en dignidad y justicia.

[…] quiero trabajar para mi comunidad, pues tengouna deuda de gratitud con todos, ya que creyeronen mí sin yo dar ni una libra de arroz, los concejalesde los municipios de sexta categoría, a los concejalesles pagan muy poco, pero así y todo, siento que me herealizado como madre, esposa, amiga y ser humano. Mefalta mucho más, pero ahí vamos, mientras Dios nospreste la vida, seguiremos en la lucha por nuestrasvíctimas, hijos y por nosotros mismos (testimonio deMaría Elena Correa).

Hacer memoria es no olvidar nunca a nuestros seresqueridos, dignificarlos y decirle al Estado colombia-no que exigimos verdad y justicia, una reparaciónintegral; no queremos más injusticia, porque se si-guen cometiendo los crímenes con la estrategia

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paramilitar que incursiona en el municipio de Trujilloy buscamos construir un país diferente para las nue-vas generaciones, un país con justicia social (testi-monio de Aldenibier Cano).

Soñamos con que Afavit con su lucha y compromisoconvierta el Parque Monumento y la Galería de laMemoria en un espacio físico de encuentro pararecordar a nuestros seres queridos. La base para larecuperación de la confianza y del tejido social quela violencia destruyó, dejando viudas, huérfanos,madres abandonadas y solitarias, proyectos alterna-tivos destruidos. Asumimos el compromiso decontinuar recuperando la memoria de nuestrasvíctimas, como un derecho a la verdad, a la justicia ya la reparación integral (testimonio de OrlandoNaranjo).

En consecuencia, queremos convertir la memoria, comolo escribe nuestra acompañante la hermana MaritzeTrigos:

1. En una nueva sabiduría que nos dé elementos paraseguir leyendo e interpretando la realidad, el con-flicto armado que actualmente vivimos. Sabiduríaconvertida en lectura sociopolítica que nos ofrezcaelementos interpretativos críticos, que ahonden las

causas y consecuencias de la violencia y concienciaalternativa de una sociedad, para que nunca más es-tos hechos se repitan. Memoria en el recinto de lasideas y el pensa-miento.

2. En energía paraacumular fuerzas yconvertirla en focotransformador ha-cia nuevas estruc-turas sociales,políticas, económi-cas y eclesiales.Energía que es re-sistencia y esperan-za, energía vitalque nos hace due-ñas y dueños denosotros mismos,con dignidad y li-bertad. Memoriaen el recinto delcompromiso, de lamilitancia políticay compromisoorganizativo. Foto ICTJ Colombia.

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160 Recordar en conflicto: iniciativas no oficiales de memoria en Colombia

3. En norma ética para defender losvalores y derechos humanos. Ver conojos nuevos y escuchar con oídoscríticos, palpar con la sensibilidad soli-daria y actitud de justicia, en el respe-to a la diferencia y la dignidad huma-na. Somos la memoria, Trujillo es eldepositario de sus vivencias doloro-sas, pero también de su conciencia quebusca ser emancipada y liberada.Memoria en el recinto de la conciencia,donde se salvaguardan los valores, ladignidad humana, la mirada defuturo.

En fin, la memoria es un compromiso éti-co-político, es una construcción social queayuda a entender a las diferentes disci-plinas científicas los horrores de la cruel-dad y de la guerra, el sufrimiento y la vio-lencia, con el desafío de que “otro mun-do es posible”.

Es prohibido olvidar, nadie podrá callarnuestras voces de memoria, justicia ydignidad, vividas en resistencia yesperanza...

Bibliografía

Cepeda, Iván y Girón, Claudia. La memoria histórica. Justicia y pazintercongregacional, 13, 2000.

CNRR, Grupo de Trabajo de Memoria Histórica. Trujillo una tragediaque no cesa. Bogotá, Planeta, 2008.

Riaño, Pilar. Nuevos silencios de viejos olvidos. En memoria y ciudad.Corporación Región, 1997, p. 151.

Archivo: Afavit.

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Trabajo por casos: Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo 161

Archivo: Afavit.

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El Salón del Nunca Más convoca a las víctimas del Oriente antioqueño en un ejercicio de conmemoración y recordación: un museo a la memoria de los que no están. Foto: ICTJ Colombia.

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Sobreviviente hacen historia contra el olvido:municipios del Oriente antioqueño1

Siento que logramos que la gente entendiera que el sentido de la memoria no esrecordar para sentir dolor, sino recordar para poder generar una memoria colec-tiva que permita acciones concretas de carácter grupal.

Integrante de la Organización de Víctimas por la Paz y la Esperanza,del municipio de Sonsón.

Las iniciativas no oficiales de memoria en el Oriente antioqueño son el resultadode un proceso social adelantado por las asociaciones de víctimas, que cuenta conla asesoría y el acompañamiento psicosocial del Programa por la Paz del Centro

de Investigación y Educación Popular (Cinep)2. De estas iniciativas forman parte, prin-cipalmente, los familiares de las víctimas y sobrevivientes del conflicto armado de cin-co localidades: Argelia, Granada, La Unión, Nariño y Sonsón.

1 Un agradecimiento especial para Bernardo Marulanda, Leydydiana. Valencia y Nadis M. Londoño, quienes comointegrantes del Programa por la Paz del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep) y acompañantes de lasorganizaciones de víctimas del Oriente antioqueño, han hecho posible la ejecución de los convenios y contribuido aesta publicación con la elaboración del presente artículo, que refleja exclusivamente su punto de vista y no compro-mete la postura del ICTJ. En el artículo se encuentran, adicionalmente, apartes de entrevistas realizadas por el equipodel ICTJ Colombia en enero de 2009.

2 El Cinep es una fundación sin ánimo de lucro creada por la Compañía de Jesús en 1972. Para más información,remítase a http://www.cinep.org.co

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Mapa: municipio El Peñon, Antoquia. Disponible en: http://elpenol-antioquia.gov.co/apc-aa-files/61303265393635306662326132663630/

Mapa_de_Oriente.jpg

Contexto y surgimiento de las iniciativas

Para acercarnos a esta región, y a las iniciativas no ofi-ciales, es necesario hablar del conflicto armado que vive

el país desde hace más de cincuenta años. El Oriente esuna de las nueve subregiones del departamento deAntioquia, un territorio con grandes riquezas hídricas,forestales y ambientales, y polo de desarrollo industrialy turístico. Por estas razones, desde los años setenta losgrupos armados ambicionan el control de la región, con-virtiéndola en un escenario de confrontación de diver-sos sectores económicos, empresariales, políticos y, porsupuesto, actores del conflicto.

Como suele suceder en confrontaciones por el territo-rio, la población civil es la que sufre los funestos efec-tos del conflicto armado: secuestros, desapariciones for-zadas, masacres, muertes selectivas, desplazamientosmasivos, daños a la infraestructura, pueblos arrasadosen tomas guerrilleras, campos minados, falsos positi-vos (ejecuciones extrajudiciales) y violaciones sexualesrealizadas por todos los actores armados (incluida laFuerza Pública). Actualmente, es difícil encontrar unafamilia a la que no le hayan arrancado a alguno de susintegrantes, en especial hombres, campesinos, o líde-res sociales o políticos.

Las dinámicas de la guerra están llegando a un nivel dedeshumanización tal que se ha perdido el valor sagra-do de la vida, llegando a legitimar la violencia políticacomo marco de referencia y, generalmente, como una

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justificación para resolver la mayoría de los conflictossociales y políticos que se viven en la región, generan-do un ambiente de señalamiento, estigmatización, con-trol absoluto de la vida cotidiana, desconfianza y rup-tura del tejido social.

Yo sí quiero hacer como claridad en algo: Sonsón tie-ne una cantidad de víctimas impresionante. Noso-tros podemos más o menos pensar que, del 90 al 2003,hubo más de 800 o 900 víctimas, pero registrados le-galmente, nosotros así con estadísticas, contamospues así que tengamos fijo, como 582, 572, algo así, sino estoy mal. Pero nosotros viendo el conflicto en elmunicipio sabemos que hay muchísimas más vícti-mas. ¿Por qué digo yo eso? Porque en Sonsón, en laépoca de los 90 al 2000, mataron muchas personasque eran de bien en el municipio […]. Imagínese queen el anterior censo teníamos 45.000 habitantes y enel último quedamos como con 38.700 personas, o seaque fue un bajón muy impresionante. De toda la genteque mataron, mataron entre los 15 y los 25 años. En-tonces hay un desfase en esa población, que dentrode 10 años vamos a ver muchos más viejos y no va ahaber gente entre los 30 y los 40 o los 25 y los 40 años(miembro de la Organización de Víctimas por la Pazy la Esperanza, del municipio de Sonsón).

Hace 10 años, la población [de Argelia] era de 13.000o 14.000 habitantes y desde el 2000 al 2005, que fuecuando hubo la confrontación armada, cuando losdesplazamientos, las desapariciones, las detencionesarbitrarias, el reclutamiento forzoso, entonces todoese tiempo fue cuando bajó a 7.000 y ya a partir delaño antepasado hacia acá volvió a ir subiendo unpoquito la población (miembro de la Organizaciónde Víctimas Caminos de la Esperanza de Argelia).

En este contexto, las iniciativas de memoria históricadel Oriente antioqueño son el resultado de una necesi-dad individual, colectiva e histórica, de carácterpsicosocial y político. Las víctimas, al no encontrar po-líticas locales o nacionales para su restablecimiento per-sonal, familiar y/o comunitario inician, con el apoyode organizaciones no gubernamentales, procesos derecuperación emocional denominados Grupos de Apo-yo Mutuo o “Abrazos”, que evolucionan como organi-zaciones civiles de víctimas locales y regionales desdelas que se concientiza acerca de la necesidad de ser unactor social y político visible.

Por ejemplo, una persona era víctima y tenía el dolor,y muchas veces ni siquiera sabía que había, cierto,más personas a las que les había pasado lo mismo.

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Entonces es como una forma de uno identificarse conotras víctimas a las que les pasó lo mismo y podersecomunicar mutuamente y contarse las cosas que lesha pasado (víctima de Argelia, al referirse a las bonda-des de la Asociación).

Estas organizaciones están conformadas, casi en su to-talidad, por mujeres, campesinos y habitantes de laszonas urbanas de bajos recursos económicos. Antes dela guerra, muchas de estas mujeres eran amas de casa yhoy son también cabezas de familia que cotidianamenteluchan por satisfacer las necesidades básicas de sus se-res queridos. Ellas encuentran en el ejercicio de la me-moria una oportunidad para elaborar sus duelos, re-construir su vida y llenarla de nuevos significados.

[Uno de los intereses que tienen las víctimas al hacerparte de una Asociación tiene que ver con] su forma-ción, es decir, la mayoría son mujeres y siempre suactividad fue en el hogar y sienten que los que mu-rieron fueron las cabezas del hogar y que ahora ellasse ven desamparadas totalmente, que tienen que asu-mir y, claro, lo que ven es la posibilidad de que eco-nómicamente algo les resulte para poder solucionaresa situación (miembro de la Organización de Vícti-mas por la Paz y la Esperanza, del municipio deSonsón).

Este proceso de memoria les ha permitido experimen-tar la ciudadanía y reclamar sus derechos. Sin la me-moria como construcción histórica desde la perspecti-va de quienes padecieron la violencia, es imposible acer-carse a una verdad real, caminar por senderos de justi-cia y reparar integralmente los efectos de la violencia.

De esta forma, se establece el puente entre los procesosde recuperación emocional subjetivos con los procesosobjetivos de verdad, justicia y reparación. Las asocia-ciones de víctimas adquieren un carácter humanitario ypolítico y buscan, con los proyectos de memoria, hacer-se visibles con sus necesidades, apuestas y propuestas.

Sin embargo, aunque es un enfoque y un reto comparti-dos, debido al hecho de que los proyectos de las inicia-tivas se establecen de acuerdo con sus propios dolores,necesidades, sueños y fortalezas, cada asociación apor-ta reflexiones y experiencias diferentes de memoria.

Ese dolor antes era una cosa muy horrible, pues quesi uno hablaba era por allá como no mirando muchola persona, sí, cuando no que era llorando, cuandono que era temblando, cuando la persona llegaba ala casa era uno más bien escondido, que uno tratabade no hablar con nadie, que uno no se sentía comocon ánimos o con alientos. Hoy, yo a usted no lo

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conocía y hoy yo le doy toda mi confianza, no temo ahablarle, no temo expresar lo que sé y yo veo queusted también me da la confianza. Entonces, ese esun medio que yo veo y que llega a nosotros parapoder seguir más tranquilos. Hoy nos vemos mástranquilas, pues –yo digo– si yo veo cuatro o seisguerrilleros y que dice la compañía que llevo: “ellosson guerrilleros”, el señor nos favorezca, pero ellosson personas como nosotros y yo no les he hecho nadaa ellos para que ellos vayan sobre mí. Entonces, ¿porqué me va a dar miedo si yo ya tengo un apoyo muygrande después de Dios y de la Virgen? Ya salimoscomo fuera, salimos de la oscuridad a la luz. Graciasa Dios, que todo hay que agradecérselo a Dios nuestroseñor y a su grandísima madre (miembro de laOrganización de Víctimas Soñando por NuestroPueblo, de Nariño).

La gente no tenía ni siquiera un poquito de conoci-miento de la memoria pa’ qué servía. La memoriaera la memoria como recuerdo, no era la memoriacomo instrumento de posibilidad, de carácterpsicosocial, pero también de carácter histórico, dehacer valer sus derechos. Eso la gente no entendía yyo creo que lo ha entendido bien, pero sobre eso hayque seguir (miembro de la Organización de Víctimaspor la Paz y la Esperanza, del municipio de Sonsón).

Descripción de las iniciativas de memoria histórica

Granada

Me daba mucho miedo el dolor de su papá: él quedócomo loco, con los ojos en el otro mundo; al tiempologramos sacarlo de ese mundo donde lo metió laguerra.

Entré en una gran depresión, no dormía y en todaslas horas del día lloraba, perdí la memoria, estuveaislada de la realidad teniendo a mi familia olvida-da, especialmente a mis dos hijos queridos.

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En estos momentos, cuando falta tanto por la ausen-cia de mi esposo, trato de salir adelante, yo trabajoen la finca, junto a mis hijos desyerbando y cogiendocafé (Testimonios de integrantes de la Asociación deVíctimas del municipio de Granada, Asovida).

Éstas, y centenares de voces más, buscaban ser escu-chadas, reconocidas y afirmadas. Exigían una vozconfirmándoles que era tan cierto como absurdo einjusto lo que habían vivido. Pedían descargar ytrascender su dolor. Requerían, a través de susrecuerdos, el reconocimiento de una sociedad y de unEstado que propendiera por la garantía de sus derechoscomo víctimas de un conflicto armado y, sobre todo,como ciudadanos y ciudadanas de su “Granada, tierrasoñada”, como reza su lema.

En esta búsqueda, iniciada por las mujeres, se empren-dió un proceso organizativo de encuentro, escucha ydebate, que materializa varias propuestas, entre éstasla que denominaron Proyecto para la recuperación dela memoria histórica Salón del Nunca Más.

Como componente principal de este proyecto, se buscógestar un escenario público, político, físico y simbólico,donde de manera permanente y dinámica fuesenvisibles las historias de violencia de las cuales fueron

VOCES

Los objetivos del proyecto

• “Los niños y los jóvenes deben conocer lo que pasó, escu-char que nosotros rechazamos eso, para que no sientan laviolencia como una gran hazaña. Que comprendan los da-ños que ocasiona la guerra, para que no quieran nunca vin-cularse a ella”.

• “Nos ayuda a aprender de los errores cometidos y que hanllevado a la muerte a muchos inocentes, como, por ejemplo,a través de los chismes y de la intolerancia”.

• “Encontramos amigos, vecinos, desconocidos que tienen his-torias parecidas, unas que no conocíamos y otras que al co-nocerlas nos vemos en ellas, salimos de la soledad y encon-tramos caminos para salir de la impotencia y no parar lavida”.

• “Con todas estas historias, la gente no se dejará de pregun-tar: ¿dónde están? ¿Por qué pasó? ¿Y qué pasó con los quehicieron el daño?”

• “Recordar estas cosas nos enseña a solidarizarnos, ayuda ala unión, al fortalecimiento de la misma asociación a la quepertenecemos, porque se recupera la confianza y sumamosfuerzas para rechazar estos hechos tan dolorosos”.

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Este espacio se viste de fotografías que dan cuenta tan-to de los ausentes como de los hechos que aún recuer-dan los que están presentes. Recupera los testimoniosque se registran a través de audios, videos, dibujos ycartas. Es una forma de reconocimiento, sensibilizacióny denuncia. Se plantea la importancia de que el espaciosea testigo de las consecuencias que produce el conflic-to armado en las personas y las comunidades, de queregistre los mecanismos de recuperación emocional,social y comunitaria, pero, además, a través de lengua-jes artísticos, se pretende ayudar a reconstruir y forjarno sólo las memorias individuales sino también el mar-co histórico y sociopolítico en el cual se desarrollaron.

Es importante anotar que por las condiciones de segu-ridad y reconocimiento no toda la información hizoparte del espacio físico y no es visible a los ojos de to-dos, pero sí se documentaron los casos y se construyóun archivo debidamente preservado. Esta es una situa-ción que se vive con la mayoría de las organizacionesde víctimas del Oriente antioqueño.

Cuando la compañera y yo salimos a recoger los tes-timonios, pues a nosotros no nos hicieron esa negati-va, sino que veíamos que ellos se atemorizaban y yopregunté como en tres partes: “¿a ustedes por quéles da miedo?”. Me dijo: “no, es que de pronto ya

víctimas centenares de granadinos en el conflictoarmado. Sin embargo, no sólo la tragedia seríarecordada: también lo serían la vida, los sueños, las ideasy las obras de quienes desaparecieron para siempre. Asímismo, las historias de resistencia de las víctimasdirectas e indirectas, que con el dolor, la pena y laausencia caminaron para no dejarse ir y recuperar suser, sus vidas, sus espacios, sus derechos y suciudadanía.

Detalle del memorial del Parque de La Vida en Granada, Antioquia.Foto: ICTJ Colombia.

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comienzan a llamarnos, y que tienen que traer testi-gos y tal otra y que por eso nos da temor”, y les dije:“no mijita, ¿es que esto acaso es para llevarlo a unafiscalía o por allá a esas oficinas grandes de ley?, estoes para una memoria, esto va a quedar en una ofici-na como en un recordatorio, como decir, esto es comoun recordatorio; más tarde, cuando usted quiera irallá, donde van a quedar todas estas cosas, usted pue-de mirar, buscar y todo eso así, pero no es para más”.Entonces ya ellos se animaban. O sea, se atemorizanporque de pronto empiezan con la ley y que ya los

ponen en vueltas, porque así me lo decían, que losponían en vueltas y que ya ellos habían perdido supadre, o que habían perdido su madre, o que su her-mano, o que su hijo (miembro de la asociación devíctimas Soñando por Nuestro Pueblo, de Nariño).

El salón es un espacio interactivo, abierto a nuevos re-latos, a través de libros en que los niños y habitantesdel municipio dibujan y reescriben sus historias. Igual-mente, este sitio se consagra como espacio de reuniónde la organización de víctimas, que allí mismo desarro-lla encuentros, tertulias, capacitaciones, entre otras ac-tividades en pro de la defensa de los derechos huma-nos y de la memoria.

Así, en una construcción que parte del recuerdo indivi-dual, se reconstruye colectivamente, desde la mismacomunidad, a través de talleres con adultos y niños, unahistoria en la que el dolor encuentra posibilidad de serescuchado, plasmado y resignificado. Un dolor que dejade ser privado y encuentra sus dolientes en toda la so-ciedad colombiana. Es así como se explota su potencialde transformación también en escenarios comunitariosy públicos.

Pero el proceso no termina en los talleres de reflexión,sensibilización y recuperación colectiva de las memorias

Imagenes que forman parte del Salón del Nunca Más en Granada. Foto: ICTJ Colombia.

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individuales y la historia común. Después de esteproceso, se hace necesaria la construcción colectivasobre cómo debe ser representada la memoria, deacuerdo con los tipos de victimización vivida y lasrealidades recordadas. En todo el proceso fue necesarioel acompañamiento de una artista plástica que amasarael sentir y las propuestas de la comunidad parapresentar una sola idea, en la que todos se vieranrepresentados y reconocidos.

Una búsqueda más que sustenta este proyecto es la ne-cesidad de muchos granadinos de reparar su buen nom-bre y la dignidad de sus seres queridos y sus familias,que fue puesta en entredicho frente a toda la comuni-dad por alguna de las muchas razones por las cualeslos actores del conflicto armado dicen que “se justificamatar”. La misma comunidad, como efecto psicosocialde la guerra, termina justificando los hechos tras ex-presiones como “si lo mataron por algo sería”.

Trabajamos primero recuperando la dignidad de eseser querido que falleció, luego la dignidad de noso-tros los que quedamos como seres humanos y, antetodo, defendiendo el valor de la vida. Eso lo rescata-mos mucho, porque no sólo hay que recuperar la dig-nidad de ese ser querido que falleció, sino tambiénla dignidad de nosotros como seres humanos que

quedamos y, antetodo, visibilizar elvalor de la vida,porque hemos di-cho, siempre deci-mos, hoy en día valemás la vida de unperro que la vida deun ser humano(miembro de la Aso-ciación de víctimas unidas, de Granada).

En el proceso de construcción del Salón se escuchó lavoz de todos, incluso de las madres o los hijos de losactores del conflicto, quienes igualmente tenían histo-rias dolorosas, sueños, ideas que registrar. En conclu-sión, se dignificó el valor de lo humano y la importan-cia de la vida para todos.

Es necesario tener en cuenta que este proyecto seestablece como una forma de reparación simbólicadesde la misma comunidad, como un camino paraaportar a la verdad del país y, más adelante, si así lodesean las víctimas, para emprender procesos jurídicosque contribuyan a la justicia. Este proceso no exime sinoque, por el contrario, invita y reclama al Estado paraque, como garante de los derechos de sus ciudadanos,

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emprenda sus propios procesos de verdad, justicia yreparación.

Así mismo, estos esfuerzos fueron respaldadosinstitucionalmente por dos personeros, por recursosasignados por el Concejo Municipal a través del presu-puesto local desde un ejercicio de participación políti-ca adelantado por las víctimas, por el alcalde, y por elapoyo económico y moral de una corporación y unacooperativa. Igualmente, acompañaron y asesoraron elproceso desde sus inicios organizaciones como el Pro-grama por la Paz del Cinep, el Centro Internacional parala Justicia Transicional (ICTJ), el Programade las Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD), la Iglesia, la Casa de la Cultura,personas independientes a través de impre-siones, escaneado de fotografías, cámaras,aporte de ideas, acompañamiento, difusióny visibilización de la propuesta.

Finalmente, como lo establece el nombredel proyecto, Salón del Nunca Más, esteproceso, que da cuenta de hechos, historiasy horrores que jamás debieron presentar-se, será exitoso en la medida en que permi-ta, como ejercicio de memoria, sentar lasbases para la no repetición.

La Unión

Alientos detenidos,corazones sorprendidos por un profundo dolor

sobrevivieron y hoy cuentan su historia.

La Asociación de víctimas del municipio de La Unión,Revivir una Nueva Esperanza, desarrolla un proyectoque apunta a dar pasos en la reconstrucción de la me-moria histórica del conflicto armado en la localidad.

En el corregimiento de Mesopotamia, hito de la violencia en La Unión, familias unidas recuerdan a susseres queridos. Foto: ICTJ Colombia.

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Los 120 integrantes de la organización de víctimas tie-nen el propósito de que el recuerdo de sus seres queri-dos, desaparecidos o asesinados, y los efectos de la gue-rra no se limiten al ámbito de lo privado (personal ofamiliar) sino que adquieran relevancia pública y per-manezcan en la memoria colectiva. Por eso es impor-tante para ellos hacerse oír y que sus voces formen par-te activa de la sociedad.

La experiencia pretende rescatar la voz de las víctimas.El valor de la palabra para mantener la memoria; el tes-timonio que expresa el sentir y la necesidad de hacervisible la crítica realidad de las víctimas; la palabra comopropuesta para dignificarlas; la palabra que forma y sen-sibiliza para que estos hechos no se repitan; la palabrapara conjurar el miedo y encontrar nuevos sentidos paravivir.

La propuesta pretende resignificar los espacios de si-lencio que han dejado los seres queridos con su ausen-cia, y comunicar su tragedia a un público más amplio,con el fin de educar a sus paisanos sobre el pasado yproclamar juntos el “Nunca Más”. Atendiendo a susdeseos, el proyecto se basa en construir la memoria delos hitos de dolor que han impactado la localidad, esdecir, los puntos de referencia que marcan los eventosimportantes de la historia del conflicto armado en el

municipio, que la gente identifica y que, por tanto, sedecide sistematizar, investigar y hacerlos públicos.

En la memoria de La Unión se destacan cinco hitos fun-damentales. La mayoría de estas historias de victimi-zación se desarrollaron en el corredor que conduce almunicipio de Sonsón, en las veredas de San Juan y SanMiguel SantaCruz, y en elcorregimiento deMesopotamia.

Precisamente, elprimero de los hi-tos tuvo lugar enMesopotamia: unamasacre que oca-sionó un desplaza-miento masivo y lamuerte violenta decinco jóvenes en elparque del corre-gimiento. Este mo-mento trágico fuellamado “la nochenegra” por los ha-bitantes. Muchos

Corregimiento de Mesopotamia.Foto: ICTJ Colombia.

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de los integrantes de la Aso-ciación hacen parte delcorregimiento y este procesoha permitido rescatar sus his-torias individuales como par-te de una tragedia colectiva.Los sobrevivientes tienen unpapel fundamental: ser testi-gos de lo sucedido.

El segundo hito histórico seconstruyó a partir de laterritorialización del dolor y larecopilación de las historias enla vereda San Miguel SantaCruz, una zona relativamentepequeña y quizá la másgolpeada. Se trata dereconstruir las historias quehay detrás de cada casaarruinada y abandonada, elpánico que vivieron lospobladores y el abandono quesufrió la escuela como centrodel conflicto. Se pretendemostrar cómo, en medio de lavida cotidiana de niños que

salen a estudiar, se experimenta la muerte de conocidosde la región y de NN que son abandonados alrededordel centro educativo.

Otro de los hitos es la muerte violenta de cinco conceja-les y un alcalde. Sus vidas y sus historias de granliderazgo, que fueron silenciadas de forma violenta, handejado impotente a la ciudadanía y grandes vacíos enel trascender político-democrático de la localidad.

La historia del municipio la marcó otro hecho de dolor,la muerte de unos mellizos debido a la explosión deuna bomba. Las noticias en periódicos y mediostelevisivos fueron recolectadas por su familia, con elfin de ser publicadas y presentadas a la comunidad engeneral.

El último hito agrupa los casos particulares de cadaintegrante de la Asociación Municipal de víctimasRevivir una Nueva Esperanza. Sus historias escritasquedaron plasmadas en el “Libro de la Memoria”, ysus testimonios quedarán grabados por siempre. Se tratade la decisión de hacer público su dolor, mostrar sushistorias, dar cuenta de las personas asesinadas, de lossueños y los proyectos de vida que tenían. A partir delos relatos y testimonios se reviven los hechos que dancuenta del contexto de victimización, el camino

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recorrido por las familias de los afectados para obtenerla verdad, la justicia y la reparación, y las condicionesque evidencian la dificultad de hacer posible larealización de sus derechos.

Todo este trabajo investigativo dentro del proyecto seagrupó en una multimedia que está disponible en unaoficina de la Alcaldía, para que la sociedad pueda ir aconocer la Asociación y los resultados del proyecto. Unode los principales propósitos de este material pedagó-gico es sensibilizar y mostrar la historia del conflictoarmado desde las víctimas en centros educativos, orga-nizaciones comunitarias y a la ciudadanía en general.Esta visión no sólo se queda en la localidad. La idea estraspasar fronteras para que el país y el mundo conoz-can y reconozcan la historia de dolor que vivió la co-munidad de La Unión.

Muchos habitantes del municipio están descontex-tualizados, no conocen con claridad lo que ha pasado.El corregimiento de Mesopotamia está a sólo veinteminutos de la cabecera municipal, y aún muchos sesorprenden cuando se habla de la masacre. Difundir losucedido trae grandes oportunidades para las víctimas,porque hay un reconocimiento público de su dolor, unatragedia histórica, muchas veces tan cercana y pococonocida. La unión de las víctimas posibilita juntar

Integrante de la Asociación Revivir una Nueva Esperanza en una marchaconmemorativa. Foto: ICTJ Colombia.

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dolores, que, por ser individuales y en tiempos distintos,no se han dimensionado en su real proporción.

La multimedia se centra en el mapa de La Unión, y cadahito está ubicado allí. Además de la presentación de laorganización de víctimas, se exponen los casos particu-lares de cada integrante, que recogen su dolor comoefecto de la guerra. El ciudadano o visitante tendrá laoportunidad de mirar en forma física el libro de la me-moria y el mapa impreso, pero también la multimedia

que recoge testimo-nios —audios—, vi-deos y símbolos querepresentan los dife-rentes tipos devictimización.

El proyecto de me-moria ha llenado lasexpectativas de lasvíctimas, pues han te-nido la oportunidadde conocer sus dere-chos, reflexionar so-bre la memoria, abrirespacio para asumirel dolor y resignificar

proyectos de vida individuales. La cultura habla de olvi-dar para sanar; la gran enseñanza que muestra el proceso esasumir para superar. Para las víctimas es imposible re-construir su vida sin la memoria.

Es sorprendente cómo, después de un proceso de me-moria, las víctimas cuentan sus historias de una formadistinta: es como si se trascendiera el dolor y el miedo,y se adquiriera una fortaleza y seguridad, la de ser tes-tigos sobrevivientes de los estragos de la guerra. El res-cate de sus voces, cuando la guerra les impuso el silen-cio, es uno de los principales logros del proyecto. Enesta experiencia encontraron el espacio para hablar yvalidar sus recuerdos.

Para la asociación de víctimas, esta experiencia abrió laposibilidad a las redes institucionales y a la junta direc-tiva de planear, elaborar y ejecutar proyectos, estable-cer nuevas alianzas e interlocutar como actor social conla administración pública. Representa la oportunidadde ser más visible y reconocida en la localidad por suaporte significativo en la reconstrucción de la memoriahistórica del conflicto armado en el municipio.

Con esta multimedia será posible reconocer el legadohistórico de las víctimas y los elevados costos que tienepara la sociedad el daño ocasionado por las violaciones

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de los derechos humanos. Esta experiencia representauna carrera contra el tiempo, el reto de relacionar lamayor cantidad posible de episodios de dolor que mar-caron al municipio, antes de que la generación que mejorrecuerda los hechos ya no esté más entre nosotros.

Sonsón, Argelia y Nariño

Estas tres localidades desarrollan un proyecto de ini-ciativas sociales enmarcadas en la búsqueda de la ver-dad y la recuperación de la memoria histórica. Con lasactividades de este proceso pretenden hacer de la me-moria un elemento fundamental para el reconocimien-to de los derechos de las víctimas e identificar y cons-truir elementos de la identidad que permitan a sus in-tegrantes convertirse en sujetos históricos capaces depropiciar transformaciones sociales.

A ver, yo pienso que la organización de víctimas sur-gió por la necesidad de organizarnos, de ser escu-chados, de que el hecho de la palabra víctimas no sequedara solamente así, en víctima, sino en qué sepuede hacer por esa víctima y cómo va a hacer parasacar esa víctima de su lado de victimización, quefuera parte de una sociedad, puesto que el hecho deser víctima hacía que se aislara de la sociedad, que

no participara de ella, que sus temores o sus miedosno permitieran que ella pudiera estar normalmenteparticipando como las demás personas en las activi-dades que se daban en un municipio o en el ámbitodonde estuvieran (víctima de Argelia).

Los procesos de memoria en estos municipios seconstruyen a través de testimonios e historias de vidanarrados voluntariamente por familiares y testigossobrevivientes de los hechos. Se trata de narraciones

Tochas por la paz. Foto: Organización de Víctimas por la Paz y la Esperanza.

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orales contadas en grupos de apoyo mutuo que acompa-ñan las promotoras de vida y salud mental (Provisame),en talleres y conversatorios en los que se da a conocerla importancia de la memoria como elementofundamental para el restablecimiento de la dignidad dequienes cayeron. Es terapia para la elaboración del dueloy es relato que, sumado a otros, se convierte en unahistoria colectiva: la que señala que el conflicto internoes consecuencia de grandes y profundas violenciasestructurales.

A mí me decía un señor: “ay doña, la señora mía vieneacá a estas reuniones y va tan contenta y cuando noviene es aburrida y viene aquí y al otro día amanecetoda feliz, toda contenta”, y entonces que él lepregunta: “¿y a usted qué le pasó que está como tancontenta?”. Dijo: “ay no, es que uno va a esasreuniones y sale como nuevecito; allá lo apoyan tantoa uno”. Dijo: “mijo, vamos”, y que eso lo habíamotivado a él a venir, que de ver que ella cambiabacomo la forma de ser cuando venía a las reuniones(miembro de la Organización de Víctimas Soñandopor Nuestro Pueblo, de Nariño).

Relatos, fotos, testimonios de jóvenes, mujeres, niños yancianos de origen campesino y habitantes de la zonaurbana de la localidad –en su gran mayoría de los Fo

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estratos 1 y 2, y el 80 por ciento de ellos menores de 18años– son los materiales con los que se construye estamemoria, atravesada por dimensiones religiosas ypolíticas, con expresiones artísticas y un reclamopermanente de sus derechos. Estos procesos de memoriacolectiva serían imposibles de construir sin la sensibilidady la solidaridad, pues, al contar a otros los hechos, laspersonas construyen relaciones de confianza querestablecen el tejido social, roto por el miedo y el temorgenerado por la guerra.

Recordando la forma de ser de los seres queridos,ellos nos los describían, qué eran ellos, como quéilusiones tenían, qué les gustaba, qué los hacíarecordar más, qué sobresalía de ellos, en la mente deellos, una canción, un vestido, un sonido, unalimento, muchas cosas, muchas cosas que ellosrecordaban (…) de la memoria de ellos. Entonces pormedio de eso [talleres de víctimas] se daba a conocerla importancia de lo que es hacer memoria, que sinosotros nos quedábamos callados frente a lasituación con esas circunstancias de que “yo no digonada porque qué miedo”, entonces por este mediodaba la forma de que ellos entendieran la importanciade qué es eso [hacer memoria] (miembro de laOrganización de Víctimas Soñando por NuestroPueblo, de Nariño).

Toma guerrillera de Nariño en 1999. Fotos: Organización de Víctimas Soñando porNuestro Pueblo.

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Con las actividades de este proyecto se desea recolec-tar, sistematizar y hacer visibles los hechos de violen-cia creados por los diferentes grupos armados y las con-secuencias para los habitantes de los territorios que sedisputan: homicidios, desplazamientos forzados, se-cuestros, desapariciones y accidentes por minasantipersonal.

El proyecto desarrollado cuenta con varios componen-tes: recuperar la memoria histórica de las asociacionesde víctimas Por la Paz y la Esperanza, del municipio deSonsón; Soñando por Nuestro Pueblo, del municipiode Nariño, y Caminos de la Esperanza, de Argelia. Paraesto se capacita a través de talleres a los integrantes delas asociaciones en temas como los derechos de las víc-timas, y se realizan encuentros de participación paraelaborar un mapa del conflicto.

Asimismo, se sistematiza la información de los integran-tes de las organizaciones de víctimas y se documenta lamemoria histórica a través de los testimonios, ademásde un registro fotográfico, elementos con los cuales seelaborará un libro de la memoria.

Y otra cosita que también me parece muy importan-te ahora que estamos con lo de recolección de testi-monios, porque todavía estamos recogiendo. Y per-

sonas que le dicen: “¿usted todavía está recogiendotestimonio?”, y nosotros, “claro”, porque para expli-carle uno para qué consiste eso, entonces ellos dije-ron: “qué rico debe ser hacer memoria en este muni-cipio, porque es que realmente acá nunca se hablabade eso”. Entonces eso yo creo que también los ha mo-tivado, porque a uno se le... yo tengo un toldito en laplaza y ellos se le acercan a uno y le dicen: “ustedtodavía está haciendo eso, huy, qué rico, ¿cuándo esla reunión pa’ que usted me redacte el testimonio por-que yo no sé escribir o no sé?...”, y yo: “ah, cuandoquieran”. Hay cositas que llaman la atención de lagente y yo pienso que eso ha sido bueno (miembrode la asociación de víctimas Soñando por NuestroPueblo, de Nariño).

Otros componentes del proyecto son la elaboración deun archivo físico y la producción de un video sobre elproceso de memoria de las víctimas del conflicto quedé la importancia y el valor real que representan losarchivos en la salvaguardia del patrimonio documen-tal para la historia y la sociedad, para con ello fortale-cer los procesos de memoria en el municipio. Con to-dos estos elementos se efectuarán procesos de sociali-zación en diferentes instituciones y organizaciones so-ciales, con lo que se pretende sensibilizar a gran partede las poblaciones de estos tres municipios.

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Enfoque, tópicos y dimensiones

El conflicto armado, además de surcar la vida emocio-nal y psicológica del individuo, lesiona las redes, lostejidos sociales y culturales, los valores e imaginarioscolectivos; todos éstos, efectos sistemáticamente previs-tos por los actores del conflicto armado que buscan elcontrol de la mente, el espíritu y la conducta tanto delos civiles como de su territorio, apuestas y recursos.Frente a las afectaciones de violencia sociopolítica, lamirada no puede ser de carácter psicológico o socioló-gico, sino desde un enfoque psicosocial de carácter políticoque permita no cargar únicamente al sujeto con la obli-gación de su recuperación —sin descartar que de él tam-bién depende— sino, por sobre todas las cosas, a la so-ciedad y a su sistema, que han permitido que sus miem-bros sean víctimas y victimarios de lesiones de intole-rancia e irrespeto de los derechos humanos, y se hayanagredido en el valor históricamente más sagrado: lavida.

No, simplemente se hablaba así muy... muy secreto,la palabra de víctimas era muy secreta antes del 2004que todavía estábamos temblando todo mundo, nouno nada más sino todo el mundo, porque lo quesufrimos aquí no fue así cualesquier cosa, de eso deuno salir y si uno tenía que madrugar como a irse

VOCES

Importancia de la memoria histórica

“También otra cosa es enseñarle a las personas para vercómo vamos a desarmar más que todo los niños, a hacer-les conocer lo que nos sucedió para que tal vez ellos pien-sen y digan —‘no, no, no debe volver a pasar’—, a losadultos, a las personas adultas y a los niños, yo entiendoasí. […] Que no se crezcan como dentro de una violen-cia, porque mire que a los niños siempre les gustan lasarmas. A mí me gustaría si, darles como, como motivar aalguien para que les dé capacitación, cierto, en cuanto loque nos sucedió a nosotros, les cuente la historia”.

“Esperamos que estos procesos no sólo sirvan como da-tos estadísticos, como información, sino que permitanconservar la memoria histórica, para que estos hechospasen de la dimensión de lo privado a lo público y nosayuden a pensar en cómo sanar y no repetir las profundasheridas que esta violenta dinámica de la guerra ha causa-do en cientos de hogares en los que habita la angustia yla desesperanza”.

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pa’ tal parte en un aparato o lo que se fuera, por elcamino que fuera a coger, lo primero que se encon-traba era en la calle a las personas ahí tiradas. Enton-ces para uno era una cosa muy horrible y todavíanos da miedo, todavía nos da gana de temblar, perono, ya nosotros tan acostumbrados, pues digo yo yatan acostumbrados sí, ya nos dimos la confianza ycomo esa gana de reclamar, de recordar, pero ya sintemor, de pronto como por uno sentirse un poco másapoyado, pues de una amiga, ya de un grupo, y delotro, que ya el uno le dice: “no, pues somos víctimas,pero tenemos un apoyo”, y entonces ya uno se sientecomo más libre (miembro de la Organización de Víc-timas Soñando por Nuestro Pueblo, de Nariño).

Es así como los procesos de reconstrucción de memo-ria histórica no se conciben como rememoraciones pu-ramente individuales que se establecen en espacios pri-vados o divanes en los que se sientan las víctimas en lacondición de enfermos y los psicólogos en condiciónde médicos. En este proceso, por el contrario, se debeentender que el o la afectada está respondiendo comonormalmente lo debería hacer cualquier ser humanoque se vea sometido a estas aterradoras formas de vio-lencia. Desde este punto de vista, el enfermo no es elindividuo sino el sistema social, cultural y político delcual hace parte.

Antes de los 90, salían [la comunidad de Sonsón] apaseos a centros recreacionales, a discotecas,heladerías, pues se veía mucha gente saliendo a pa-seos. Eso disminuyó sobre todo del 95 al 2000, dismi-nuyó por ahí un 90 por ciento. La gente era toda teme-rosa de salir a la calle, muertos del miedo de verdad,porque a toda hora era “que vea que están por tal par-te, vea que los paramilitares, vea que se llevaron a fu-lano”. Mataban a las 11 de la mañana, a la 1 de la tar-de, a las 3 de la tarde, a las 5 de la tarde; mataban 2 y 3personas en una noche, y entonces uno se levantabaal otro día y era: “¿cuántos amanecieron hoy? ¿Cuán-tos muertos amanecieron hoy?”, y entonces uno erapues súper miedoso para salir a la calle. Las discote-cas fueron desapareciendo, porque en este momentopues en Sonsón no hay ni dónde bailar. Hay dos o tresdiscotecas, pero ya es para todos los sardinos del mu-nicipio a punto de reggaetón y todo eso, o sea para laspersonas adultas ya no tenemos dónde ir a bailar(miembro de la Organización de Víctimas por la Pazy la Esperanza, del municipio de Sonsón).

Las dimensiones en las que se inscribe el desarrollo delas propuestas de memoria deben tener en cuenta,entonces, matices individuales –en el reconocimientode sus testimonios, valores, creencias morales y/oreligiosas que también definen la forma y el grado en

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que se ve afectada una comunidad o sujeto– y culturales,políticos y jurídicos.

Desde este enfoque, los proyectos de memoria históri-ca descritos anteriormente sitúan a los afectados en unlugar pro-activo —se usa la palabra como herramientade la memoria—, que permite salir del lugar pasivo yde impotencia que le otorga la violencia a la poblacióncivil, generando un proceso de rechazo y resistenciapacífica aun en medio del conflicto armado.

El proceso ha contribuido al restablecimiento de la dig-nidad de los sujetos vulnerados, a su reparación emo-cional, que además trasciende a lo público al promoverexigencias políticas, demandas y clamores, dejando deser un problema del individuo para convertirse en unanecesidad social y pública que requiere transformacio-nes políticas. Para que esto sea una realidad se requiereque los procesos de memoria histórica no se den en elvacío sino que se articulen a dinámicas sociales,organizativas y políticas que propendan por transfor-maciones estructurales que promuevan y exijan la norepetición de los hechos, la garantía de procesos de ver-dad, justicia y reparación.

Yo sí veo que el espacio [creado con la Organizaciónde víctimas] se ha convertido en un espacio de reco-

nocimiento, no solo de nosotros como las personas queestamos al frente, sino entre ellos mismos, es decir,hay una confianza entre ellos porque se encuentran,es decir, se reconocen como víctimas que no son una,ni dos, ni tres, sino que es, digamos, un sector socialque fue golpeado y se reconocen y el espacio se con-virtió en un espacio de encuentro. Es casi como que,como cuando uno iba a misa pues con el interés dever la novia, aquí la gente va con el interés de encon-trarse con el otro y hablar y contar en qué va su proce-so, pero también contarse cosas desde el punto de vis-ta humano (miembro de la Organización de Víctimaspor la Paz y la Esperanza, del municipio de Sonsón).

Sin embargo, dadas las condiciones de conflicto en lasque continúan el país y la región (homicidios selecti-vos, desapariciones, violencia sexual), donde se han de-sarrollado estas iniciativas, el bajo nivel de escolaridadde quienes participan de estos procesos, la insatisfac-ción de sus necesidades básicas y la falta de voluntadpolítica de los gobiernos en todos los niveles, hay mu-cho camino por recorrer. Con mayor razón, se entiendeque las rememoraciones colectivas deben seguir sien-do actos políticos y públicos que exijan la no repeticiónde los hechos, ayuden a sensibilizar y preparar tanto alas víctimas como a la sociedad para escenarios futurosde verdad, justicia, reparación y reconciliación.

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A nosotros sí nos daba temor, porque en lo que era lajornada de “Trochas” nosotros nos visibilizábamos.Entonces nosotros no podemos, ahorita no estamospues... como se dice, “el palo no esta pa’ cuchara”, esmejor no. Pero entonces nos pegamos a otras pro-puestas que había y estuvimos muy pendientes deellas (miembro de la Organización de víctimas deArgelia, al referirse a la razón por la cual no han vuel-to a realizar las jornadas de “Trochas por la Vida” enel municipio).

En esta medida, los tópicos en los que más se hace énfa-sis tienen que ver inicialmente con la resistencia, la dig-nidad, los proyectos de vida de las víctimas y la repara-ción, y se proyecta, mientras el contexto así lo permita,por escenarios jurídicos, de protesta y articulación con elmovimiento de víctimas regional y nacional.

Dejamos con esta experiencia un camino abierto, unasalida al callejón que se empieza a recorrer; como tal,aunque los proyectos de memoria permiten dar pa-sos muy importantes en la reparación individual, elrestablecimiento de las relaciones comunitarias, la

visibilización e incidencia política no constituyen elrestablecimiento integral de los derechos de las víc-timas, en el cual el Estado debe ser el principal ga-rante y responsable.

Los niveles de impacto en las localidades son muy al-tos, a tal punto que las organizaciones de víctimas sehacen más visibles como actores sociales, al concertarel desarrollo desde sus intereses y propuestas. A nivelregional, estos procesos se han convertido en proyec-tos piloto para replicar en otros municipios, y desde laorganización regional de víctimas Asociación Provin-cial de Víctimas a Ciudadanos (Aproviaci)3 hay un re-conocimiento importante y una proyección para inter-cambiar experiencias a nivel regional y nacional.

Es la oportunidad de que muchas personas vayandiciendo y creando la confianza en la organizaciónde víctimas, logre decir su verdad, logre hablar suverdad y no que la verdad sea de acuerdo a la conve-niencia de los que la están diciendo. […] La memoriaes súper importante, sobre todo porque conocemosla verdad de las personas, la verdadera verdad

3 La Asociación Provincial de Víctimas a Ciudadanos (Aproviaci) es una entidad de carácter colectivo, sin ánimo de lucro, constituida por las diferentesorganizaciones de hecho y de derecho que aglutina a las víctimas del conflicto armado interno que vive Colombia, residentes en la región del Orienteantioqueño, o víctimas que pertenezcan a las colonias de víctimas de los municipios y residan en otras ciudades del país. Para más información, remítase ahttp://www.internationalnetworkforpeace.org/spip.php?article155

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(miembro de la Organización de Víctimas Caminosde la Esperanza, de Argelia).

Siento que logramos que la gente entendiera que elsentido de la memoria no es recordar para sentirdolor, sino recordar para poder generar una memoriacolectiva, que permita acciones concretas de caráctergrupal (miembro de la Organización de Víctimas porla Paz y la Esperanza, del municipio de Sonsón).

El proceso ha sido muy importante, porque se hanfortalecido [los miembros de la organización de vícti-mas], porque mira que al principio la gente como es-taba tan victimizada y siempre a uno le dicen“pobrecito”, y uno como que vuelve y doblega. Ya no,ya la gente tiene otra vez como ese proyecto de vida,

porque uno siempre como está tan victimizado, esta-ba desproyectado. Entonces vuelven y tienen otra vezesa gana de empuje, de arranque, de emprender, en-tonces ahora hablan: “yo quiero un proyecto de traba-jo, un proyecto que de agricultura, bueno, aprender ahacer algo, pero queremos dejar de ser víctimas y serde víctimas a ciudadanos y ciudadanas”. Porque nonos vamos a quedar que, como dicen que siempre nosquedamos, sobándole la herida al perro, pero la ideaes que no nos quedemos ahí siempre sobándonos lallaga. Entonces la gente que ha participado del proce-so tiene mucho conocimiento ya y ha salido de vícti-mas a no dejarse sentir tan aplastado, porque uno dice,afligido como digo yo, alicaído, zurumbático y aplas-tado, y yo ya dejé de ser alicaída, zurumbática y aplas-tada, mijo, porque, ¡si no…!

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La Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe realiza talleres sobre la importancia de la reconciliación en distintas regiones de la Costa Atlántica, los niños son parte importante de este proceso.Foto: Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe.

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Discutir el pasado para entenderse en el presente:Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe1

Édgar Alfonso

Víctimas, investigadores, jóvenes, artesanos, mujeres, religiosos, afrocolombianos,activistas, líderes de opinión, abogados, comunicadores… Son tan variados lossectores de la sociedad civil que tienen representación en la Comisión Ciudada-

na de Reconciliación del Caribe (CCRC), que en tres años de trabajo el significado deltítulo que escogieron sigue siendo tema de debate. ¿Por qué reconciliación? ¿Por quéno reparación? ¿Por qué no verdad o justicia?

Para las más de 160 organizaciones que forman parte de la Comisión en ocho departa-mentos, las diferencias ideológicas y la interpretación que cada cual le da al conflictoarmado no han sido obstáculo para empezar a ponerse de acuerdo sobre la necesidadde que la región enfrente su pasado y busque salidas.

Por eso, a diferencia de iniciativas no oficiales de otros lugares de Colombia, en laCosta Caribe decidieron no sólo explorar el derecho a la verdad y sus manifestaciones

1 Escrito elaborado por Édgar Alfonso, investigador del Área de Comunicaciones del Programa ICTJ Colombia, conbase en los insumos entregados y las entrevistas realizadas a integrantes de la Comisión Ciudadana de Reconcilia-ción del Caribe.

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mediante propuestas de esclarecimiento histórico, sino,de entrada, reflexionar sobre qué viene después de re-cordar, qué viene después de buscar respuestas en ins-tancias judiciales, qué viene después de la reparación alas víctimas. A eso le llaman reconciliación. El proble-ma, desde luego, ha sido limitar el alcance de esta ideay, al mismo tiempo, dar cabida a, por lo menos, 160formas de entender la reconciliación.

Comisión Ciudadana de Reconciliación del Cari-be: un espacio para debatir

En 2005, en el contexto de la desmovilización paramilitary tras la promulgación de la Ley 975 o de Justicia y Paz,nació la Comisión Nacional de Reparación y Reconci-liación (CNRR), que cuenta con 13 miembros, nueve delos cuales son funcionarios del Alto Gobierno o sondesignados por el presidente de la República. El origeny la composición de la CNRR fue una de las situacionesque motivó en decenas de organizaciones de la CostaCaribe la iniciativa de conformar una Comisión parale-la de carácter regional, independiente y ciudadano quesirviera de contrapeso a la otra, nacional y ligada a laoficialidad.

La idea se consolidó luego de una audiencia entre laCNRR y representantes de la sociedad civil llevada a

cabo en Sincelejo en 2006, en la que estos últimos ex-presaron sus expectativas frente al mandato de la Co-misión. Este encuentro formó parte de una serie de cin-co reuniones consultivas —en igual número de regio-nes— organizadas por el Centro Internacional para laJusticia Transicional (ICTJ).

Aún sin un camino definido, en medio de las expectati-vas que abrió la reunión con la CNRR, se agruparonorganizaciones de Sucre y Bolívar en lo que luego pa-saría a denominarse Comisión Ciudadana de Reconci-liación del Caribe (CCRC). Se les sumaron Atlántico,Córdoba, La Guajira y Magdalena. Luego llegó Cesar,y finalmente ingresó San Andrés, Providencia y SantaCatalina.

En la actualidad, más de 160 organizaciones de los ochodepartamentos costeños conforman la Comisión, y tie-nen en común ser actores regionales de la defensa delos derechos humanos y el derecho internacional hu-manitario, y contar con altos niveles de confianza ensus comunidades.

En cada departamento participan, en promedio, entreuna docena y 30 organizaciones sociales. Estas consti-tuyen el grupo base, del que se desprende un equipocoordinador departamental compuesto por siete u ocho

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personas, que a su vez envía un representante al comi-té coordinador regional, integrado por ocho personas,donde se definen los lineamientos políticos de la Comi-sión.

La CCRC cuenta además con el apoyo de la FundaciónSocial, el Centro Internacional para la JusticiaTransicional (ICTJ), el Comité Central Menonita (Esta-dos Unidos), el Instituto de Paz de los Estados Unidos(USIP), Iglesias Unidas de Cristo (UCC), Instituto Ara-dos (Estados Unidos), y un equipo de asesores extranje-ros.

Para las organizaciones integrantes, el puntodiferenciador del trabajo de la Comisión es lareflexión alrededor de las implicaciones de ladesmovilización, reinserción, judicialización yreparación para las víctimas del conflicto ar-mado, que ha dejado hondas marcas en la CostaCaribe en las últimas décadas. Su enfoque, másque en los temas prácticos de la atención y re-paración a las víctimas, es la reflexión que lasociedad hace sobre esos temas y el sentidopolítico que conllevan.

Por eso, aunque ha sido un ente movilizadorde acciones conjuntas entre organizaciones de

la sociedad civil para, por ejemplo, brindar asesoría avíctimas u ofrecerles talleres a fin de mejorar la com-prensión de sus derechos, la Comisión es una instanciade debate, como lo define su propuesta de mandato:

Debe ser un espacio de discusión serio, abierto, in-cluyente, pluricultural, autónomo e independiente,en el cual se creen líneas de acción claras para hacerpropuestas que pretendan construir procesos de re-conciliación a partir del respeto de los derechos delas víctimas. Es un espacio que debe trabajar directa-mente con las comunidades, víctimas y

La Comisión busca ser una instancia de debate sobre la forma de avanzar enprocesos de reconciliación. Foto: CCRC.

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desmovilizados, buscando desde las bases generarmedidas de abajo hacia arriba que permitan incidiren la elaboración de políticas públicas que cambienlas estructuras existentes, facilitando los procesos dereconciliación en Colombia.

En esa medida, son tres las áreas en las que trabaja laCCRC: el acompañamiento a comunidades que desa-rrollen iniciativas de reconciliación a partir del recono-cimiento de los derechos de las víctimas; la generaciónde espacios de diálogo, análisis y formación alrededor

de las condiciones necesarias para emprender proce-sos de reconciliación, y la incidencia en políticas públi-cas orientadas a promover la reconciliación en la región.

¿Qué es reconciliarse?

Para los miembros de la CCRC, desde el comienzo fueclaro que lo primero que necesitaban hacer antes deemprender actividades conjuntas era discutir a qué tipode reconciliación querían apuntarle y hasta qué puntoes pertinente, en los contextos nacional y regional, ha-

blar de reconciliación, mientras el con-flicto armado sigue, y mientras los de-rechos de las víctimas a la verdad, la jus-ticia y la reparación no han sido satisfe-chos.

Son muchas las facetas que tiene esteproceso de reconciliación —reconoce Ri-cardo Esquivia, director de la AsociaciónSembrando Semillas de Paz y coordina-dor regional de la CCRC— y no lo esta-mos definiendo sino caracterizando,porque definirlo es muy problemáticoy el concepto de reconciliación tiene unacarga política impresionante.

Pero además de espacio de debate, la Comisión acompaña a comunidades enprocesos de reconocimiento de sus derechos. Foto: CCRC.

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Trabajo regional: Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe 195

Esquivia explica que cada entidad representada en laComisión tiene su propia versión de qué es reconciliación:para unos, es el primer paso antes de hablar de verdad,justicia o reparación; para otros, es empezar de nuevo laconvivencia entre víctimas y victimarios, olvidando elpasado; otros más la ven como un fin, como el puntoque cierra la confrontación armada y la espiral deviolencia. Esas diferencias de criterio son, a escalaregional, las mismas que enfrenta en general la sociedadcolombiana acerca de cómo parar la guerra y garantizarque unos y otros convivan en paz, agrega Esquivia.

Por eso, el grupo de organizaciones participantes de laCCRC decidió entender conjuntamente la reconciliacióncomo un proceso integral que incluye, y no que limita, losderechos a la verdad, la justicia y la reparación.

Al margen de los planteamientos políticos hay consen-so sobre qué debe incluir la reconciliación:

para que la reconciliación se dé, tiene uno que saberqué fue lo que pasó. Cómo se responde a eso nos llevaa la justicia. Cómo se resuelve ese proceso nos lleva ala reparación. Cómo evitar que eso vuelva a ocurrirnos lleva a las garantías de no repetición. Cómohacemos para tener hitos o elementos que nos esténrecordando esto nos lleva a la memoria.

Así resume Esquivia el mapa conceptual que necesitóla CCRC para explicarse su mandato a sí misma y a suscontrapartes.

En últimas, lo que busca la Comisión es que aquellascomunidades que a lo largo de los años se han ido se-parando —a pesar de que sus miembros tienen que se-guir viviendo unos junto a otros— vuelvan a encon-trarse, cuenta Amelia Cotes, coordinadora del Cesar,líder regional de la Iniciativa de Mujeres Colombianaspor la Paz (IMP), y coordinadora de la Unidad de Vícti-mas de la Oficina Asesora de Paz de la Gobernacióndel Cesar.

Y Esquivia complementa: “Lo que se busca es abrir es-pacios para que la gente que de alguna forma fue sepa-rada por el conflicto pueda volver a encontrarse, por-que siguen viviendo en las mismas comunidades, enlas mismas ciudades”.

Unos en la base, otros en la academia

“La Comisión incluye organizaciones que trabajandirectamente con víctimas, otras con desplazados ydesmovilizados, otras tienen trabajo más específico deliderazgo comunitario, y otras se dedican a lainvestigación social, económica y ambiental de estas

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comunidades y de la comunidad en general”, resumeVíctor Negrete, coordinador de la CCRC en Córdoba,quien es director de la Fundación del Sinú, del Centrode Estudios Sociales y Políticos de la Universidad delSinú, y de la Escuela de Liderazgo Democrático.

¿Cómo se concilian los campos de acción de unos yotros? A través de la apertura de la CCRC a recorrerlos dos caminos. Por un lado, a brindar capacitacio-nes, hacer acompañamiento a comunidades y líde-res sociales, hacer talleres lúdicos y otras tareas si-milares. Por el otro, a investigar la si-tuación de derechos humanos de la re-gión, crear mesas de discusión con ac-tores clave en la toma de decisiones po-líticas y sensibilizar alrededor de la me-moria histórica, por ejemplo. El puenteentre ambas maneras de trabajar por lareconciliación son los espacios de dis-cusión e incidencia que se generan alre-dedor del tema.

Mantener una base social tan grande enlos ocho departamentos en que hacepresencia ha sido el mayor reto que laCCRC ha afrontado hasta ahora. ParaEsquivia,

la ventaja es que es un espacio amplio donde haydiferentes visiones y eso enriquece, y además da se-guridad sobre la continuidad del trabajo, porque alser amplio hay mucha gente que está vinculada y estátrabajando. La desventaja es que, por esa misma ra-zón, si queremos ser democráticos las cosas se nos

Foto: CCRC.

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demoran mucho, las decisiones son lentas por tantospensamientos e intereses.

Otra dificultad radica en las diferencias de pensamien-to y de prioridades, que han dado lugar a discusionesprolongadas entre los miembros y han complicado ladefinición de objetivos y acciones conjuntas. Negretepone un ejemplo:

En Córdoba hay una organización que agrupaa la mayoría de las víctimas, el Comité Civil deVíctimas de la Violencia en Córdoba (Confavic),y otra que agrupa a desplazados. Nuestra tareacon estas organizaciones ha consistido en quese coordinen, porque hay posiciones distintasentre uno y otro. Eso ha sido difícil. Nosotrosno vamos a crear organizaciones sino a fortale-cer las que hay, sin importar su orientación po-lítica.

De igual manera, como la CCRC está conformada pororganizaciones con alto impacto en la región, las accio-nes individuales o institucionales podrían llegar a opa-car el papel de la Comisión.

Una manera de resolver ese cuello de botella ha sido,por ejemplo, la iniciativa de IMP en el Cesar. Su parti-

cipación en acciones específicas de la Comisión no sue-le cruzarse con las acciones propias, por lo que, públi-camente, el trabajo de la CCRC puede ser másdiferenciable. En otras organizaciones se define en ins-tancias institucionales cuáles acciones se consideraránpropias y cuáles de la CCRC, a pesar de que sea unasola organización la que las desarrolle.

La clave es entenderse como coalición, y no como alian-za o red. La diferencia entre el primer término y losdemás, según lo entiende la CCRC, es que en una coali-ción todas las organizaciones mantienen su identidady se integran con las demás sólo para determinadas ac-ciones sin reemplazar o subordinar las que cada orga-nización lleve a cabo.

Otra manera de garantizar que la coalición se manten-ga es contar, en cada departamento, con una institu-ción universitaria que, además de servir de escenariofacilitador, cuente con la suficiente credibilidad comopara convocar a las demás organizaciones, que en lamayoría de los casos perciben a la academia como unente neutral, a pesar de que las universidades cuentencon una marcada orientación política.

En La Guajira participa la Universidad Nacional Abiertay a Distancia (UNAD); en Magdalena, la Universidad

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del Magdalena; en Atlántico, la Universidad Simón Bolí-var; en Cesar, la Universidad Popular del Cesar; en Bolí-var, la Universidad de Cartagena; en Sucre, la Corpora-ción Universitaria del Caribe (Cecar); Córdoba, la Uni-versidad del Sinú, y en San Andrés, el Instituto de Capa-citación Técnica Profesional de San Andrés (Infopap).

La decisión de incluir una universidad en cada depar-tamento es estratégica, pues aporta estabilidad al fun-cionamiento de la CCRC, al respecto afirma Esquivia:

al involucrar a las universidades, están claros los es-pacios de interlocución y tenemos la sensación de quees algo más académico y no político y, por lo tanto,no hay señalamientos. Además, entre las organiza-ciones hay tendencia a creer solo en su grupo y esolas hace sectarias y crea muchas desconfianzas fren-te a otros grupos. Si lo hacemos a nombre de la Igle-sia entonces es visto como algo propio de la Iglesia.Si lo hacemos desde los protestantes, entonces eso esde evangélicos y no vamos allá. Igual con mujeres eindígenas. Hemos luchado para que la gente entien-da que ésta es una propuesta de todos y la universi-dad quita esa sensación de que sea de iglesia o deindígenas o de mujeres, y cuando se habla de uni-versidad es mucho más amplio. Por lo general, aun-que las universidades tienen sus líneas políticas, casi

nunca se piensa en ellas. Además, nos permiten con-tar con su espacio físico.

Entre diagnósticos y capacitaciones

Hasta ahora, la CCRC tiene pocos productos para mos-trar, pero cuenta con amplio terreno abonado en el diag-nóstico del contexto regional y en capacitación a susintegrantes y a líderes comunitarios sobre las condicio-nes mínimas para la reconciliación. Hasta el año pasa-do, la prioridad fue generar el ambiente necesario paraque en la Costa Caribe se dieran las primeras discusio-nes alrededor de la reconciliación, y conocer a profun-didad el contexto en que se mueven las organizacionesparticipantes. “Realmente lo que podemos ofrecer esmuy poco en productos específicos, pero ya contamoscon un espacio que puede integrar una acción políticaen los ocho departamentos”, dice Esquivia.

En palabras de Amelia Cotes:

Lo que propusimos fue no enfocar los recursos enactividades en concreto, sino para centralizar elmandato de la Comisión, asumir los roles que cadauno estaba jugando e ir “vendiendo” la idea. El añopasado (2008) tuvimos más bien un enfoque hacia loformativo: plantear a qué reconciliación estamos

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apuntando, si vamos a apuntar a la convivencia o aprocesos de exigibilidad de derechos.

Este enfoque formativo se hizo extensivo a comunida-des receptoras de grupos de víctimas, y en varios comi-tés regionales ha habido capacitaciones —de parte demiembros de la CCRC— en temas como prevención delreclutamiento forzado, alternativas para jóvenes, y lanecesidad de mantener viva la memoria de los hechos.

Entre los productos terminados con que cuenta laComisión se incluyen un diagnóstico de lasorganizaciones regionales que manejan temas dereconciliación y de atención a víctimas, y un mapeo dela situación social y de derechos humanos en cada unode los ocho departamentos de la Costa Caribe3. Elpropósito es que, logrados estos insumos, se empiecena concretar proyectos más específicos. Uno de estosproyectos, sobre educación para la paz y fortalecimientode la gobernabilidad en dos municipios de cadadepartamento costeño, fue presentado a mediados de2009 ante la Agencia de Estados Unidos para elDesarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés)y, si bien está a la espera de financiación, da cuenta delinterés de las organizaciones participantes de la CCRC

de dar continuidad al trabajo conjunto. De acuerdo conlíderes de la Comisión, como este hay otros proyectosen camino, pues hacen parte de un plan de accióntrazado en 2008, con iniciativas concretas.

No obstante, una de las prioridades sigue siendo la in-cidencia en el terreno público: “Hemos tratado de sen-sibilizar en los medios y a través de charlas la situaciónde las víctimas; hemos promocionado espacios de es-cucha de fortalecimiento de las organizaciones y quesus logros se difundan, se den a conocer y se conozcanpor parte del gobierno y de otras organizaciones”, agre-ga Negrete.

En ese sentido, miembros de la CCRC participan cons-tantemente en eventos públicos, en grupos de estudioy análisis, y en espacios de planeación de políticas yprogramas de entes oficiales como alcaldías ygobernaciones.

“Lo más destacado: mantenernos”

Después de tres años de trabajo, el mayor logro —segúnlíderes de la CCRC— ha sido la apertura de espaciospara discutir, a escala regional, las implicaciones de un

3 Este producto hizo parte del proyecto realizado con el ICTJ y financiado por la Delegación para Colombia y Ecuador de la Comisión Europea.

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proceso de reconciliación a partir de las secuelas delconflicto armado. Se han establecido alianzas entreorganizaciones y, mediante los diagnósticos de lasituación regional, se ha ampliado el panorama deposibles aliados, lo que incluso ha motivado que lasrelaciones existentes entre las organizacionesparticipantes tiendan a formalizarse a través de alianzaspara temas paralelos a la Comisión. Ricardo Esquivia loresume así:

lo más destacado que hemos hecho es mantenernos.Mantener este grupo activo durante estos tres años.Eso es un logro, porque es muy difícil coordinar un

grupo tan grande. Llevo cuarenta y pico de años tra-bajando en Colombia en movimientos sociales de pazy es difícil unir gente, porque hay mucha desconfian-za y surgen muchos intereses. Los colombianos so-mos expertos en que después de cada evento surgeun aparato, y yo he participado en la conformaciónde muchos de ellos. Por lo general las cosas se hacendesde Bogotá, pero en este caso el logro es articularen la región una propuesta, conformar un equipo ysaber que a pesar de las diferencias se va conforman-do una red de afecto.

En Córdoba, por ejemplo, el fortalecimiento de la rela-ción entre organizaciones sociales ha reforzado la pro-puesta de crear la Corporación de Desarrollo y Paz deldepartamento, y ha impulsado un movimiento ciuda-dano llamado Otro Córdoba es Posible, que está en eta-pa de registro legal. El propósito, en los dos casos, esampliar la incidencia política de los miembros de laCCRC, la principal prioridad de ahora en adelante. Se-gún Negrete,

las ONG ven difícil dar el paso, porque muchos líde-res comunitarios ya tienen su propio grupo; otros tie-nen temor, pues Córdoba tiene muchos problemasde seguridad. Otros dicen que quieren crear un mo-vimiento, pero requiere años para que se fortalezca.

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No le ven mucha perspectiva, pero si no lo hacemos,nos quedamos en estas cosas, en estos eventos, enestas capacitaciones y publicaciones. Pensamos quehay que dar un paso adelante, pero para el departa-mento y la Costa es difícil en este momento.

En el Cesar, otro punto que resalta es el interés de ahon-dar, en el futuro, sobre la importancia de la memoriahistórica de los hechos de violencia que han ocurridoen la región mediante, por ejemplo, el seguimiento acasos emblemáticos, y la elaboración de informes y ca-pacitaciones sobre el derecho a la verdad. AfirmaAmelia Cotes:

la memoria es muy importante. Hay que apuntarlede manera primaria a garantizar el derecho a la ver-dad, para que se garantice el derecho a la justicia. Nosolamente que se sepa la verdad para que se dé laconfesión de un hecho, sino para que la misma vícti-ma pueda describir los hechos que padeció, los da-

ños y sus deseos de reparación de una mejor forma.Las víctimas por lo general sesgan sus versiones olas amplían o se limitan a decir aspectos que paraellos son prioritarios. Dicen “soy desplazado”, y hastaahí, pero hay que ir más allá, porque usted se des-plazó por algo.

¿A dónde quiere llegar la Comisión? Amelia Cotes loplantea a muy largo plazo:

se espera llegar a un estado de cesación del conflicto,que las partes puedan entrar a un diálogo para apun-tar a una nueva oportunidad que supere ese estadode conflicto. Se necesitan algunos elementos, y la re-conciliación la vemos desde el punto de las víctimas.El enfoque central de la comisión es tener en el cen-tro a las víctimas, teniendo en cuenta verdad, justi-cia y reparación. ¿La reconciliación es un fin? Lo he-mos venido abordando como un proceso, un proce-so largo.

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Talleres sobre reconciliación en el Caribe. Foto: Comisión Ciudadana de Reconciliación del Caribe.

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Organización

Asociación de víctimas “Revivir una NuevaEsperanza" del municipio de la Unión,Antioquia

Asociación de víctimas “Caminos de laEsperanza” del municipio de Argelia,Antioquia

Asociación de Víctimas Unidas de Granada,Antioquia

Asociación de Familiares de Víctimas deTrujillo, Valle

Galería de la memoria Tiberio FernándezMafla, Cali

Correo electrónico

[email protected]

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[email protected]@hotmail.com

[email protected]

[email protected]

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(...) lo que todas las víctimas necesitan, sobre todo, es saberque no están solas; que no las estamos olvidando, que cuandosus voces sean ahogadas debemos prestarles las nuestras, quemientras su libertad dependa de la nuestra, la calidad de nues-tra libertad depende de la suya.

Palabras de Elie Wiesel al aceptarel Premio Nobel de la Paz en 1986

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Este libro se terminó de imprimir en la ciudad de Bogotá,a los 18 días del mes de agosto de 2009 en los talleres de Opciones Gráficas Editores Ltda.

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