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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA NÚMERO 19 • OCTUBRE 2013 • ISSN 1989-4104 Revista científica trimestral de acceso abierto http://www.laiesken.net/arqueologia/. Editada por Pascual Izquierdo-Egea en Graus, España © De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2013. Todos los derechos reservados. Correo: http://www.laiesken.net/arqueologia/contacto/. Impresa digitalmente en España. Tambo Viejo: un asentamiento fortificado en el valle de Acarí, Perú Lidio M. Valdez, 3-23 Cascabeles de cobre en la cultura Bolaños, Jalisco María Teresa Cabrero G. y José Luis Ruvalcaba Sil, 24-36

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANANÚMERO 19 • OCTUBRE 2013 • ISSN 1989-4104

Revista científica trimestral de acceso abiertohttp://www.laiesken.net/arqueologia/.

Editada por Pascual Izquierdo-Egea en Graus, España© De esta edición, Pascual Izquierdo Egea, 2013. Todos los derechos reservados.

Correo: http://www.laiesken.net/arqueologia/contacto/. Impresa digitalmente en España.

Tambo Viejo: un asentamiento fortificadoen el valle de Acarí, Perú

Lidio M. Valdez, 3-23

Cascabeles de cobreen la cultura Bolaños, Jalisco

María Teresa Cabrero G.y José Luis Ruvalcaba Sil, 24-36

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANANÚMERO 19 • OCTUBRE 2013 • ISSN 1989-4104

http://www.laiesken.net/arqueologia/

Revista científica arbitrada de acceso abierto, trimestral, distribuida a través de Internet en formato electrónico PDF.Online open access journal published quarterly in PDF electronic format. ISSN 1989-4104. Tít. abreviado: Arqueol.Iberoam. SPARC Europe Seal for Open Access Journals. Indexada en (indexed in the) Directory of Open Journals(DOAJ), LATINDEX, Scopus, Anthropological Literature, Regesta Imperii, e-revistas, DICE, WorldCat, Library ofCongress, Google Académico (Google Scholar), DULCINEA, ISOC-Arqueología y Revistas de Ciencias Sociales yHumanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). © De esta edición, Pascual Izquierdo Egea,2013. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia (License) Creative Commons Reconocimiento/Attribution 3.0 España/Spain (CC BY 3.0). Impresa digitalmente en España. Printed in Spain.

REVISTA CIENTÍFICA DE ACCESO ABIERTO REVISADA POR PARES Y DOBLE CIEGO

CONSEJO EDITORIAL ( Editorial Board)

Editor y Director (Editor & Publisher )Dr. Pascual Izquierdo-Egea

Editor Asociado (Associate Editor)Prof. Dr. Lidio M. Valdez (MacEwan University, Canada)

Ayudante Editorial (Editorial Assistant)Shannon Freire (University of Wisconsin-Milwaukee, USA)

CONSEJO ASESOR (Advisory Board)

Prof. Dr. Juan A. Barceló Álvarez (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. Marshall Joseph Becker(West Chester University of Pennsylvania, USA), Prof. Dr. Karen Olsen Bruhns (San Francisco State University,USA), Prof.ª Dra. Teresa Chapa Brunet (Univ. Complutense de Madrid, España), Prof. Dr. Robert W. Chapman(University of Reading, UK), Prof. Dr. José d’Encarnação (Universidade de Coimbra, Portugal), Prof. Dr.Jorge Estévez Escalera (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. Marcelo Fagundes (UniversidadeFederal dos Vales do Jequitinhonha e Mucuri, Brasil), Dr. Anabel Ford (University of California Santa Barbara,USA), Prof.ª Dra. Magdalena A. García Sánchez (El Colegio de Michoacán, México), Dr. Alexandra Legrand-Pineau (Maison René-Ginouvès d’Archéologie et Ethnologie, France), Prof. Dr. Antonio Lezama (Univ. de laRepública, Uruguay), Prof.ª Dra. Pilar López García (CSIC, España), Dr. Leonardo López Luján (Museo delTemplo Mayor, México), Dr. José Antonio López Sáez (CSIC, España), Prof. Dr. Joyce Marcus (University ofMichigan, USA), Prof. Dr. Miguel Molist Montaña (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof.ª Dra.Raquel Piqué Huerta (Univ. Autónoma de Barcelona, España), Prof. Dr. José Remesal Rodríguez (Univ. deBarcelona, España), Prof. Dr. Daniel Schávelzon (CONICET, Argentina), Prof. Dr. Fred Valdez, Jr. (Universityof Texas at Austin, USA), Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo Gil (Univ. de Córdoba, España), Prof. Dr. JavierVelaza Frías (Univ. de Barcelona, España), Prof.ª Dra. Assumpció Vila Mitjá (CSIC, España).

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© 2013 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 19: 3–23. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.

ARQUEOLOGÍA PERUANA

Recibido: 25-5-2013. Aceptado: 28-5-2013. Publicado: 31-10-2013.

Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.

TAMBO VIEJO: UN ASENTAMIENTO FORTIFICADOEN EL VALLE DE ACARÍ, PERÚ

Tambo Viejo: A Fortified Settlementin the Acari Valley, Peru

Lidio M. ValdezMacEwan University, Canadá

«Uno de los indicadores más obvios de la guerra ode la amenaza de la guerra es la presencia de fortifi-caciones o de otros patrones de asentamiento defensi-vos» (Allen y Arkush 2006: 7).

RESUMEN. La aparición de los asentamientos for-tificados y el origen del conflicto violento son temaspoco discutidos en el contexto de la arqueología pe-ruana. Considero que es oportuno investigar y de-terminar cuándo y por qué surgieron los primerosasentamientos fortificados. El propósito central deeste artículo está precisamente orientado a respon-der tales interrogantes y discutir el tema del conflic-to violento en el valle de Acarí y, por extensión, en lacosta sur del Perú. Las evidencias arqueológicas dis-ponibles señalan que, durante el periodo IntermedioTemprano, Tambo Viejo fue un asentamiento defen-dido por varias estructuras perimétricas. Otros si-tios contemporáneos de Tambo Viejo en Acarí tam-bién fueron fortificados. Además, existe en el mismovalle evidencia tangible de violencia en la forma deprisioneros que posteriormente fueron decapitados.En contraste a la evidencia proveniente de Acarí, noexisten asentamientos del periodo Intermedio Tem-prano identificables como fortificaciones, lo que hacede los sitios de Acarí los primeros asentamientosfortificados de toda la costa sur.

PALABRAS CLAVE: fortificación, conflicto violen-to, costa sur del Perú, Acarí, periodo Intermedio Tem-prano.

ABSTRACT. The emergence of violent conflict andof fortified settlements is a subject little studied within

Peruvian archaeology. However, I consider it vitalto investigate and determine the time and the rea-sons under which fortified settlements were first es-tablished. The central aim of this paper is to discusswhen and why fortified settlements emerged first inthe Acari Valley and, by extension, in the south coastof Peru. Available archaeological evidence indicatesthat during the Early Intermediate Period, TamboViejo was a fortified settlement protected by severalmassive walls. Other neighbouring sites in Acari werealso fortified. Furthermore, in Acari there is conclu-sive evidence for violence in the form of decapitatedindividuals. In contrast to evidence coming fromAcari, not a single Early Intermediate Period settle-ment from other valleys of the Peruvian south coastcan be securely identified as fortifications, thus mak-ing the Acari sites the earliest fortified settlementsof the entire Peruvian south coast.

KEYWORDS: Fortification, Violent Conflict, Peru-vian South Coast, Acari, Early Intermediate Period.

AL LLEGAR LOS OFICIALES INCAS AL VALLE DE ACA-rí, en la costa sur del Perú (fig. 1), encon-traron las ruinas de un antiguo asentamiento

establecido en el punto de unión entre las pendientesoccidentales de las montañas y la pampa desértica dela costa. Las ruinas habían sido establecidas sobreuna terraza elevada de formación aluvial y ubicadajunto a suelos agrícolamente importantes. Esta parti-cular ubicación posiblemente permitió no solo estarpróximo a los cultivos, sino también mantener visi-bilidad sobre una amplia sección del valle. Por cuan-to el referido lugar está relativamente alejado de los

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Figura 1. Ubicación del sitio arqueológico de Tambo Viejo en el valle de Acarí de la costa sur del Perú.

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de la revista Ñawpa Pacha. En dicho artículo, Rowe(1963: 11) anotó que Tambo Viejo era un asenta-miento «protegido por muros de fortificación cons-truidos con adobes y cantos rodados». Al mismo tiem-po, Rowe reconoció los sitios de Coquimbo, Amatoy Huarato, todos vecinos de Tambo Viejo, como asen-tamientos fortificados (Valdez 2006). De lo aquí ano-tado, es evidente que, inmediatamente después de lasprimeras observaciones de campo, los asentamien-tos del periodo Intermedio Temprano de Acarí fue-ron identificados como fortificaciones y, como tales,distinguidos de otros asentamientos contemporáneosestablecidos en los valles adyacentes al de Acarí, queno eran fortificaciones.

Desafortunadamente, esta observación inicial deRowe (1963) no recibió la atención necesaria porparte de los especialistas que investigaron en la cos-ta sur por mucho tiempo. Han tenido que pasar cincodécadas para que finalmente se empiece a investigarel caso particular de los sitios fortificados (Valdez2009b, 2010a, 2012b). Esta falta de estudios sobrelos asentamientos fortificados podría estar relacio-nada con el poco interés acerca del conflicto violen-to entre los especialistas (Arkush y Stanish 2005);supuestamente porque la guerra no jugó un rol im-portante en el desarrollo de las sociedades comple-jas del área central andina.

El objetivo central de este artículo es evaluar losmuros de fortificación de Tambo Viejo y determinarsu exacta antigüedad. Este análisis debió haberse he-cho hace mucho tiempo, por cuanto el tema de losasentamientos fortificados es central para explicarmejor el origen del conflicto violento, un tema demucho interés dentro de la disciplina antropológicaen general (Carneiro 1970; Allen y Arkush 2006;Haas 1982, 2001; Ferguson 1984, 1990; LeBlanc1999, 2006; Flannery y Marcus 2003; Elliot 2005;Arkush y Stanish 2005; Keeley 1996; Milner 2005;Roscoe 2008; Topic y Topic 2009; Vencl 1999). Parasu efecto, primero se hace una breve referencia alestado actual del sitio, para luego exponer el resulta-do del reciente trabajo de investigación efectuado enTambo Viejo. Seguidamente, se discute el resultadode las investigaciones, para finalmente contextuali-zar la información proveniente de Tambo Viejo a ni-vel del valle de Acarí y la costa sur en general.

TAMBO VIEJO

La historia de los sitios arqueológicos del Perú esen general una historia del desinterés y la falta de

cerros inmediatos, este también proporcionaba pro-tección frente a posibles ataques de orden militar(Menzel, Riddell y Valdez 2012: 405). Lo sobresa-liente de todo es que el antiguo asentamiento habíasido protegido por el lado que da al río por un preci-picio de formación natural, de aproximadamente 30metros de caída vertical, y por el lado que da hacia lapampa por grandes muros.

Tal vez por las mismas razones aquí expuestas bre-vemente, los oficiales incas optaron por seleccionarel mismo lugar para establecer su único centro deadministración.1 En efecto, en el sector sureste delantiguo asentamiento fortificado, que al parecer per-manecía vacante, los incas establecieron el centro querepresentó y simbolizó al Cusco y la presencia incaen el valle de Acarí (Menzel, Riddell y Valdez 2012).De este modo, el valle de Acarí empezó a formarparte de un nexo más amplio denominado Tawantin-suyo, articulándose mediante una red vial (Valdez1996).

Como se ha discutido con anterioridad (Menzel,Riddell y Valdez 2012), los primeros trabajos de in-vestigación arqueológica en Tambo Viejo fueronefectuados en 1954 por Dorothy Menzel y FrancisA. Riddell (Rowe 1956; Valdez 2009a, 2011). Estosinvestigadores fueron los primeros en anotar queTambo Viejo no solo tenía una larga historia de ocu-pación humana, sino que también fue un asentamientoprotegido por grandes muros. En base al hallazgo dealgunas muestras de cerámica del Nasca temprano,Menzel y Riddell también sostuvieron que la ocupa-ción más antigua del sitio retrocedía al periodo Inter-medio Temprano.2

Mientras Menzel y Riddell venían trabajando enTambo Viejo, John H. Rowe visitó el valle de Acaríy, por supuesto, Tambo Viejo (Valdez 1998: 42-43;2000: 160). Durante dicha visita, Rowe inspeccionólas ruinas de Tambo Viejo y de otros asentamientosvecinos a este. Los resultados de dichas inspeccio-nes fueron publicados por Rowe (1956: 137), quiensostuvo que la ocupación más antigua de Tambo Vie-jo pertenecía a las primeras fases del periodo Inter-medio Temprano. Con posterioridad, Rowe realizóvarios trabajos en Acarí, incluyendo Tambo Viejo(Valdez 2012a); y los resultados fueron dados a co-nocer en un artículo publicado en el primer número

1 Los españoles también llegaron a instalarse en este mismolugar, posiblemente por la exclusiva posición del lugar.

2 Desafortunadamente, el informe final del trabajo de Men-zel y Riddell no llegó a ser publicado y, como resultado, dichoestudio permaneció desconocido hasta hace poco (Menzel,Riddell y Valdez 2012).

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Figura 2. Plano de Tambo Viejo pre-parado en 1954 por F. A. Riddell.

rables sitios arqueológicos denuestro país: destrucción, saqueoy la posibilidad de desaparecerpor completo en corto tiempo(Menzel, Riddell y Valdez 2012:404; Valdez 1996).

Como parte del primer traba-jo de investigación efectuado enTambo Viejo, Francis A. Riddellelaboró el primer y único planodel sitio (fig. 2). Dicho plano ylas descripciones no publicadasproducidas en 1954 constituyenlos únicos testimonios de lo queoriginalmente fue Tambo Viejo;un extenso asentamiento que denorte a sur se extendía por unadistancia de 1.5 km y, de este aoeste, por medio kilómetro. Almismo tiempo, el plano dejaconstancia que al lado oeste delsitio existían dos muros exten-sos, construidos de manera pa-ralela y que encerraron por com-pleto el antiguo asentamiento(Valdez 2012c). Además de losmuros, un total de doce platafor-mas, de varios tamaños y cons-truidas con adobes y cantos ro-dados, también habían sido es-tablecidas en varios lugares delasentamiento, aunque muchos deestos en directa conexión con losmuros (Valdez 2012d).

En 1954 el actual poblado deAcarí apenas constituía un pe-queño asentamiento, pero el mis-mo ha venido creciendo consi-derablemente con el transcursode los años. De acuerdo con elreporte de Menzel y Riddell

(1986: 2), Tambo Viejo estaba a 3 km al sur de Aca-rí. En la medida del crecimiento de Acarí y su ex-pansión en la dirección del sitio arqueológico, la dis-tancia original observada en 1954 desapareció. Comoresultado, el sector norte del sitio fue arrasado al cons-truirse nuevos inmuebles, incluido el local de un cen-tro educativo de educación secundaria. Muchos, sino todos, de estos inmuebles fueron establecidos con

protección de parte del Estado. Este organismo su-puestamente encargado de su cuidado no cumple conesa obligación. Como resultado, se observa la masi-va e irreparable destrucción de monumentos arqueo-lógicos que, al estar abandonados, son objeto de uncontinuo y sistemático pillaje que pone en peligro lamisma existencia de los sitios arqueológicos. Esta esla historia que Tambo Viejo comparte con innume-

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Figura 3. Cortes producidos en los muros del lado oeste de Tambo Viejo.

la autorización de las autoridades ediles del munici-pio de Acarí. Paralelamente, el proceso de destruc-ción de Tambo Viejo también se dio desde el ladooeste, lugar donde estaban los dos muros paralelosinicialmente registrados por Menzel y Riddell. Eneste caso, el establecimiento de nuevos terrenos agrí-colas, canales de irrigación, caminos e inmuebles sonlos causantes de la destrucción. Resultado de esteconstante y despiadado asalto, la extensión originalde Tambo Viejo ha sido reducida considerablemen-te, proceso durante el cual se han borrado muchosvestigios arqueológicos. En la actualidad, apenas que-dan pequeñas secciones de los muros del lado oeste.La permanencia de dichas estructuras no está garan-tizada por las mismas razones aquí señaladas.

Los muros de fortificación de T amboViejo

La destrucción arriba anotada pone en peligro lamisma existencia del único sitio arqueológico extenso

de todo el valle y cuya historia permanece descono-cida. Ante esta alarmante situación, en agosto de 2012se evaluaron las porciones que quedan de los dosgrandes muros perimétricos de Tambo Viejo. Dichoestudio se realizó siguiendo la información inicialproporcionada por el señor Jesús de la Torre, solodías después de mi llegada a Acarí, acerca de la exis-tencia de un corte grande producido recientementecon un tractor al lado oeste de Tambo Viejo. Siguien-do esta información, procedí a verificar el mencio-nado corte.3 Aproximadamente en las inmediacionesdel punto de ingreso del camino inca procedente deParedones (Nazca) hacia Tambo Viejo, se llegó aconstatar un corte vertical que en efecto había corta-do ambos muros (fig. 3). Algunos vecinos asegura-ron que, cada vez que las áreas cultivadas del ladonorte fueron irrigadas, quedaron inundados los terre-

3 La continuación del muro al lado norte del drenaje, por lomenos en su parte superior, también había sido demolida a ni-vel de la superficie.

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Figura 4. Detalle de los muros de adobes cónicos de Tambo Viejo.

nos adyacentes; por lo tanto, para controlar la inun-dación se procedió a abrir un drenaje (Valdez 2012d).Esta solución al problema de la inundación cortó demanera irreparable dos antiguas estructuras.

Simultáneamente, a un lado del drenaje tambiénse había habilitado una trocha para facilitar el pasode vehículos motorizados. A diferencia del drenaje,con la trocha solo se había llegado a cortar la partesuperior de los muros. De este modo, estas dos cons-trucciones expusieron la cimentación de ambos mu-ros así como los cortes verticales de varias dimen-siones. La limpieza y evaluación de los cortes, aquíbrevemente referidos, permite conocer varios aspec-tos relacionados con la construcción de los muros,los materiales culturales asociados a dichas estructu-ras y la antigüedad de los muros. Toda esta informa-ción es novedosa puesto que hasta hace solo poco nose conocían los detalles de las dos estructuras del ladooeste de Tambo Viejo.

Este estudio revela que la estructura del extremooeste de Tambo Viejo es la suma de varios muros

pequeños, construidos unos al lado de otros y, al pa-recer, establecidos dentro de un periodo de tiemporelativamente corto (Valdez 2012b, 2012d). Prime-ro, y ocupando una posición central, se encuentra unmuro de doble alineamiento de adobes cónicos quetiene un ancho de 1.10 m. Segundo, existe otro murotambién de adobes cónicos, pero esta vez solo de unalineamiento; este muro tiene un ancho de 0.85 m.Entre estos dos muros de adobes cónicos y estableci-dos de lado en lado existe un pequeño espacio vacíoque con posterioridad había sido cubierto con relle-no (fig. 4). Al lado opuesto del segundo muro de ado-bes cónicos aparece un tercer muro, construido conun alineamiento de cantos rodados unidos con barro.Al igual que los dos muros anteriores, este muro seproyecta hasta el borde del drenaje, pero donde esteconsiste en tres alineamientos de cantos rodados.Nuevamente, entre este tercer muro y el anterior existeun espacio vacío que posteriormente había sido re-llenado. Finalmente, en ambos lados de estos tresmuros aparecen dos muros adicionales, cada uno

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Figura 5. El gran «muro» del lado oeste de Tambo Viejo.

construido con una hilera de cantos rodados unidoscon barro. Entre estos dos muros y los muros inme-diatos también había pequeños espacios vacíos re-llenados con posterioridad.

La suma de estas cinco estructuras, construidasunas al lado de las otras y de distintos materiales,viene a ser la enorme estructura que sirvió para pro-teger el sitio de Tambo Viejo (fig. 5). De un extremoa otro, el ancho total del «muro» es de 6 m y unaaltura aproximada de 3.50 m. Queda abierta la posi-bilidad que la altura original fuese definitivamentesuperior. Como se anotó, entre los varios muros sehabían dejado pequeños espacios vacíos, que fueronposteriormente rellenados; al hacer esto se logró con-vertir las diversas estructuras en un «enorme muro».En los rellenos depositados entre los varios murosaparece material orgánico, como restos de plantas,crustáceos y moluscos. Además, están los fragmen-tos de cerámica diagnóstica (fig. 6), la mayoría delos mismos decorados en el estilo local (Valdez2012b). A su vez, en el relleno depositado al lado

exterior del muro de canto rodado del lado interno sehallaron tres fragmentos de cerámica del Nasca tem-prano (fig. 7). Estos hallazgos permiten confirmarque estas estructuras fueron edificadas durante el pe-riodo Intermedio Temprano.

Al mismo tiempo, fueron recuperadas muestras decarbón del relleno ubicado entre el muro de adobecónico de doble alineamiento y el muro de cantosrodados del lado interior. La primera muestra fue ob-tenida a nivel de la trocha y arrojó una fecha de 1890± 25 AP (cal. 104 ± 24 EC).4 La segunda muestra decarbón fue recuperada del mismo relleno, pero estavez cerca de la base del muro y produjo una fecha de1840 ± 20 AP (cal. 173 ± 34 EC) (Valdez 2012d).

Aproximadamente 200 m más al sur, siempre enel mismo muro, se observaron otros cortes menoresproducidos en tiempos no determinados y que expu-sieron algunos segmentos del muro. Al lado interno

4 AP: antes del presente, EC: en la era común; las fechasque aparecen entre paréntesis son calibradas.

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Figura 6. Cerámica en el estilo local encontrada en los rellenos del muro del lado oeste de Tambo Viejo.

del muro existen campos cultivados, mientras que allado externo aparece una extensa formación de pan-tano haciendo esta sección bastante más húmeda queel lugar del primer corte descrito líneas adelante. Du-rante la limpieza y perfilamiento del corte, para de-terminar la composición del muro, identificar los ado-bes fue una tarea complicada precisamente debido ala humedad. No obstante esta dificultad, en ambosextremos se logró determinar la presencia de murosde cantos rodados unidos con barro. Aquel del ladoexterno es de dos alineamientos, mientras que el dellado interno es apenas de un alineamiento. Al ladodel muro externo había un muro de adobes y tenía unancho de 1.35 m; sin embargo, no fue posible deter-minar la forma específica de los adobes. Entre el murode adobe y el muro de cantos rodados del lado inter-no, había un espacio vacío rellenado con cascajo (fig.8). El ancho total de la suma de los tres muros y elrelleno es de 5.60 m, mientras que la altura es de2.30 m. Aquí es oportuno anotar que en este corte nose llegó a exponer la base del muro, por lo que laaltura original de este muro debió de ser definitiva-

mente superior a la medida aquí indicada. Restos or-gánicos, en particular restos de moluscos, y fragmen-tos de cerámica decorados en el estilo local aparecenen el relleno. Una muestra de carbón también fue re-cuperada del relleno y en el laboratorio arrojó unafecha de 1870 ± 20 AP (cal. 135 ± 41 EC).

A solo 4 m más al sur, también fue perfilada lacara opuesta del corte arriba descrito. Los resultadosfueron similares al anterior, excepto que en este casose observó la aparición de terrones blancos, aunquehúmedos, que tal vez son parte de algún tipo de ado-be. Representando la cara externa del muro, se ubicóuna estructura de dos alineamientos de cantos roda-dos unidos con barro (fig. 9). A su vez, representan-do la cara interna, se determinó la presencia de otromuro de un solo alineamiento de cantos rodados tam-bién unidos con barro. Entre estos dos muros habíauna acumulación de tierra y adobes al parecer rotos.Debido a la humedad fue imposible determinar sihabía muro alguno entre los muros de cantos roda-dos. En el relleno aparecen fragmentos de cerámica,pero es raro comparando con los cortes anteriores.

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2012d). El aparente hecho de que hay variación en laforma en que este muro fue establecido, abre la posi-bilidad de que el muro fuese establecido por variosgrupos de trabajadores, siendo cada grupo responsa-ble de un segmento del muro, donde cada grupo es-tableció el muro siguiendo sus propios criterios. Unaalternativa es que el muro haya sido reconstruido y,que para ser más efectivo, tal vez incluso consolida-do mediante la adición de nuevos muros en diversospuntos a lo largo del muro.

Tal como ilustra el plano original de Tambo Viejopreparado en 1954, al lado oeste del sitio existen dosmuros. El corte producido recientemente también ha-bía cortado el segundo muro que se encuentra a 30.50m al este del muro anterior (fig. 10). A diferencia delprimero, este segundo muro resulta ser más pequeñoy menos complejo. Efectivamente, este había sido

Figura 7. Cerámica del Nasca temprano encontrada en asociación con el muro de cantos rodados de la cara interna del muro dellado oeste de Tambo Viejo.

De este modo, la evaluación de tres cortes produ-cidos en el muro del extremo oeste de Tambo Viejopermite conocer por primera vez detalles del tododesconocidos hasta hace poco. Este estudio permitiódeterminar que dicho muro no fue construido siguien-do el mismo patrón. Por el contrario, aun cuando solose ha llegado a evaluar una pequeña sección del muro,se hace evidente que hay variación. Por ejemplo, enel primer corte se llegaron a definir dos muros deadobes cónicos en la parte central, que parecen noestar presentes en los otros dos cortes. Al mismo tiem-po, siempre en el primer corte, se llegó a determinarun total de cinco muros pequeños, mientras que enlos otros dos cortes solo se pudieron definir tres mu-ros. Por supuesto, esto podría ser debido a la hume-dad que hace difícil definir los adobes, aunque másparece que los muros simplemente no están (Valdez

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Figura 8. Aspecto del segundo corte del muro del lado oeste de Tambo Viejo.

del periodo Intermedio Temprano. Finalmente, todaesta estructura había sido cubierta por ambos ladoscon una densa acumulación de cascajo. Tal como sediscute más adelante, la intención parece haber sidohacer poco visible la estructura desde la distancia.

Además de los dos muros aquí referidos, aproxi-madamente a 120 m al este del segundo muro hay unrecinto rectangular amplio (ver fig. 2). En el interiorde dicho recinto existen numerosas estructuras cons-truidas con cantos rodados que, en opinión de Men-zel y Riddell (1986), vendría a ser el área residencialde Tambo Viejo. El muro del lado oeste del mencio-nado recinto se extiende de norte a sur y es posibleque originalmente haya llegado hasta el borde delabismo en su extremo sur. Este muro había sido cons-truido con dos alineamientos de adobes cónicos uni-dos con barro. A ambos lados del muro de adobescónicos, se habían levantado dos muros adicionalesde cantos rodados, cada uno de un solo alineamien-to. Entre estos dos muros y el muro de adobes cóni-cos había dos espacios vacíos que posteriormente

construido solo con dos alineamientos de cantos ro-dados unidos con barro y donde entre ambos alinea-mientos había un espacio vacío relativamente anchoque posteriormente fue rellenado con cascajo (fig.11). A nivel de la trocha, el ancho del vacío es 1.10m. Considerando que los alineamientos de piedra apa-recen inclinados hacia el interior del muro, el anchodel vacío debe ser más amplio a la altura de la base.Del mismo modo, siempre al nivel de la trocha, elancho total del muro es 1.60 m y su altura es de 1.20m. Es de suponer que el ancho debe ser más amplio anivel de la base y la altura también superior a la me-dida aquí anotada.

En el relleno depositado entre los dos alineamien-tos de cantos rodados aparecen restos orgánicos, es-pecialmente de moluscos, además de cerámica deco-rada en el estilo local (fig. 12). Un muestra de carbónrecuperada del relleno produjo una fecha de 1870 ±25 AP (cal. 140 ± 47 EC). Este resultado, más la apa-rición de los fragmentos de cerámica, confirma queel muro fue establecido durante las fases tempranas

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fueron rellenados con cascajo (Valdez 1998, 2010a).Aunque no se ha determinado la base de este muro,su ancho a nivel de la superficie es de 2.80 m y sualtura es de 2.50 m. Obviamente, estas medidas de-bieron de haber sido superiores en su forma original.En el relleno de este muro también aparecen restosde moluscos, así como fragmentos de cerámica siem-pre decorados en el estilo local. Desafortunadamen-te no existe fecha alguna para este muro.

Los datos aquí presentados proveen de informa-ción nueva que permite conocer —por primera vez—algunos aspectos de las estructuras establecidas enTambo Viejo. Las estructuras son distintas, algunasmás complejas que otras, y existen algunas semejan-zas —así como diferencias— con las estructuras delos otros asentamientos construidos en Acarí duran-te este periodo (Valdez 2010a). Lo más notable, sinembargo, es que el establecimiento de los muros cons-

Figura 9. Detalle del muro de cantosrodados de la cara externa del muro dellado oeste de Tambo Viejo.

tituyó un enorme esfuerzo quedefinitivamente demandó unamasiva participación humana. Enla siguiente sección pongo enconsideración este aspecto.

Tiempo y energíainvertida

Por razones muy obvias, es unatarea complicada determinar conprecisión el tiempo requerido yel total de energía humana em-pleada en la construcción de losmuros perimétricos de sitioscomo Tambo Viejo. Esta tarea sehace más complicada si se tieneen consideración que un muro nosiempre fue construido siguien-do un plan uniforme. Además,muchas de las estructuras ya fue-ron destruidas, imposibilitandoasí cualquier posibilidad de pro-ducir un cálculo general. Aquítambién es oportuno tener pre-sente la tecnología disponible enaquel entonces que fue de piedra.Aceptando estas obvias limita-ciones, considero necesario haceruna estimación para así tener una

idea aproximada de lo que representó edificar seme-jantes estructuras.

Partiendo del supuesto de que para construir unmuro de 1 m de largo y 3 m de altura se necesita unpromedio de 33 cantos rodados, para completar unmuro de 100 m de largo de una sola hilera y de 3 mde altura se requiere aproximadamente de un total de33000 cantos rodados. Y, considerando que el largototal del muro del lado oeste de Tambo Viejo fueaproximadamente de 1700 m, un promedio de 561000cantos rodados debieron de ser transportados solopara completar uno de los muros de cantos rodadosdel muro del lado oeste; para completar ambos mu-ros se debió de transportar un promedio de 1122000cantos rodados (Valdez 2012d).

Los cantos rodados utilizados en la construcciónde los muros de Tambo Viejo fueron transportadosdesde el río Acarí, ubicado aproximadamente a 0.5

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Figura 10. Aspecto del segundo muro del lado oeste de Tambo Viejo.

km al este del muro del lado oeste. Por cuanto loscantos rodados son grandes y por lo tanto pesados,una persona pudo transportar solo uno en cada viaje.Si este cálculo tiene alguna validez, durante un díaun trabajador posiblemente solo pudo transportar untotal de 10 cantos rodados y durante 30 días no másde 300 cantos rodados. Por lo tanto, solo para com-pletar los muros de cantos rodados del muro del ladooeste se debió requerir el esfuerzo aproximado de1000 personas trabajando por 4 meses. Obviamente,a esto se tiene que agregar el tiempo requerido pararemover los cantos rodados en el mismo río, la exca-vación para establecer el cimiento de las estructuras,la remoción de la tierra para preparar el barro utiliza-do en unir los cantos rodados y la transportación delagua requerida para preparar el barro. Todas estasactividades posiblemente duplicaron el costo arribaanotado (2000 personas trabajando por 4 meses).

Y, si se suma el costo que implicó la elaboraciónde los adobes y la construcción de los muros de ado-bes, se observa que estas son también actividades que

igualmente requieren arduo trabajo y una masivaparticipación humana. Esta actividad posiblementedemandó similar esfuerzo y tiempo de trabajo que latransportación de los cantos rodados y la erección delos muros de cantos rodados. Por último, rellenar losespacios vacíos implicó trabajo adicional. Todas es-tas actividades puestas en consideración hacen evi-dente que solo la construcción del muro del lado oestede Tambo Viejo requirió la participación de un pro-medio de 4000 personas trabajando continuamentepor un periodo de 4 meses.

Si se tienen en consideración los otros dos murosy las plataformas, todas construidas con adobes ycantos rodados, el esfuerzo invertido en tales cons-trucciones fue por lo menos el doble de la estima-ción presentada líneas arriba (8000 personas traba-jando por 4 meses). Por obvias razones, se desconoceel número de personas que residieron en Tambo Viejodurante el periodo Intermedio Temprano. A pesar deque el sitio es extenso en comparación con cualquierotro asentamiento contemporáneo construido de toda

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Figura 11. Detalle del segundo muro del lado oeste de Tambo Viejo construido con cantos rodados.

la costa sur, es posible que su población total no hayasuperado los 1000 habitantes. Si esta observación escorrecta, para dicha población, el poder establecersemejantes estructuras debió de haber representadoun reto mayor, sobre todo el poder completar el pro-yecto en un tiempo relativamente corto. Esto sim-plemente porque los muros en particular, para serefectivos como sistemas de protección, debieron deser construidos en un tiempo relativamente corto.

Tres de las cuatro fechas obtenidas para los murosde Tambo Viejo indican que estas estructuras fueronlevantadas aproximadamente alrededor de los años130 y 140 de la Era Común y culminadas alrededordel 170 también de la Era Común. Esto indica quelas estructuras fueron edificadas aproximadamentedentro de un tiempo de 30 a 40 años. Esto tambiéndeja abierta la posibilidad de que los diversos murosobservados en el muro del lado oeste (ver fig. 5) po-siblemente fueron levantados en tiempos diferentes,siendo los más antiguos al parecer las estructuras in-ternas. Nuevamente, considerando que la población

residente en Tambo Viejo durante el periodo Inter-medio Temprano no fue necesariamente numerosa,es muy probable que las estructuras presentes en elsitio hayan sido construidas dentro del marco de va-rios años (fig. 13). Cualquiera que haya sido el tiem-po requerido para completar dichas obras, es obvioque estas precisaron un enorme esfuerzo humano.Para contextualizar el porqué de tales estructuras, enla siguiente sección, presento el caso de los otros asen-tamientos de Acarí, establecidos y ocupados parale-lamente a la ocupación de Tambo Viejo.

LAS FORTIFICACIONES DEL VALLEDE ACARÍ

Desde los trabajos iniciales realizados en los añoscincuenta y que continuaron durante los primerosaños de los sesenta (Rowe 1956, 1963), se ha nota-do, aunque no de una manera explícita, que los asen-tamientos establecidos a inicios del periodo Interme-

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Figura 12. Cerámica en el estilo local hallada en el relleno del segundo muro de cantos rodados.

dio Temprano en el valle de Acarí eran diferentes alos asentamientos contemporáneos establecidos enlos valles adyacentes. Durante los últimos años, losasentamientos de Acarí han sido materia de variosestudios arqueológicos, algunos de estos orientadosprecisamente a verificar los muros perimétricos pre-sentes en cada uno de los sitios de Acarí (Valdez2010a, 2010b). Dicho análisis también permitió de-terminar que durante las fases iniciales del periodoIntermedio Temprano existieron un total de 8 asen-tamientos extensos, todos establecidos en la seccióninferior del valle (Valdez 2009b: 402-403).

Una característica que todos los sitios de Acarícomparten —y a la vez los distingue de otros asenta-mientos contemporáneos de los valles ubicados in-mediatamente al norte— es precisamente la presen-cia de los grandes muros, que en los sitios mejorconservados encierran por completo el asentamiento(Valdez 2009c, 2012b). Este es el caso particular deAmato, uno de los pocos asentamientos mejor con-servados del valle (Valdez 2006, 2009b, 2012c).

Otros asentamientos, como Huarato, ubicado solo acorta distancia valle arriba de Amato, posiblementefueron también protegidos por estructuras similares,pero las mismas han sido demolidas como resultadode la expansión agrícola (Valdez 2012d).

A su vez, otros asentamientos habían sido estable-cidos próximos a formaciones naturales que ofrecíanprotección, como en el caso de los abismos. Este esel caso, por ejemplo, de Monte Grande Alto, estable-cido sobre una planicie elevada, pero inmediato a unapendiente de más de 150 m de caída vertical. La in-tención parece haber sido aprovechar la pendientepara los propósitos de defensa y, de este modo, hacerdel sitio un lugar difícil de acceder. Esta ubicaciónparece que fue preferida para minimizar el costo deconstruir los muros, aprovechando una formaciónnatural para fines defensivos. En este caso, mientrasque un lado del sitio está protegido por una barreranatural, el lado que da hacia la planicie había sidoprotegido por grandes muros perimétricos, construi-dos con cantos rodados transportados desde el río y

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Figura 13. Aspecto general del principal muro del lado oeste de Tambo Viejo.

adobes. Estos muros tienen un promedio de anchode 4 m y una altura que sobrepasa los 3 m. Original-mente, la altura de los muros posiblemente fue supe-rior a los 3 m.

Previamente, se hicieron las evaluaciones de lasestructuras defensivas de los sitios de Huarato, Amatoy Monte Grande Alto (Valdez 2009b: 403, 2010a:134-137). Recientemente, se hizo también el esfuer-zo de evaluar los muros de los sitios de Coquimbo yMolino, ambos también contemporáneos a TamboViejo y ubicados en Acarí. De este modo, y por pri-mera vez, es posible comparar y contrastar detallesde los muros perimétricos de varios asentamientosde este valle. Entre los más notables destaca, prime-ro, que los muros perimétricos de los sitios del pe-riodo Intermedio Temprano de Acarí no fueron cons-truidos de la misma forma. Aun cuando los materialesde construcción fueron los mismos, existen algunasvariaciones de un sitio a otro. Por ejemplo, tanto enMolino como en Coquimbo se ha notado una mayorfrecuencia de las piedras del campo en lugar de los

cantos rodados (Valdez 2012d). Segundo, en el casode Chaviña, Coquimbo, Huarato y Amato, el objeti-vo parece haber sido construir un solo muro de pro-tección, mientras que en Tambo Viejo y Monte Gran-de Alto habían sido establecidos varios muros. Estadiferencia indica que los residentes de algunos asen-tamientos invirtieron mayor energía en tales cons-trucciones. Tercero, a nivel de cada sitio, los murostampoco fueron construidos de la misma forma; sinoque cada muro fue establecido de manera distinta yeste es el caso específico de Tambo Viejo. Por últi-mo, incluso la construcción del mismo muro presen-ta variaciones, lo que hace difícil asumir que las es-tructuras fueran idénticas.

En todos los casos, sin embargo, existe algo encomún. Primero, en todos los muros evaluados apa-recen fragmentos de cerámica decorados en el estilolocal. Segundo, las fechas absolutas hasta hoy obte-nidas indican que estas estructuras fueron estableci-das a inicios del periodo Intermedio Temprano. Y,finalmente, en todos los casos hasta hoy conocidos

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los grandes «muros» perimétricos son la suma de va-rias estructuras pequeñas, más la presencia de espa-cios vacíos donde se depositaron rellenos de mate-rial diverso. Los rellenos posiblemente fueron unaforma de minimizar el costo que significó la cons-trucción de estas enormes estructuras. Para visuali-zar en el contexto de la costa sur en general, en lasiguiente sección hago una breve evaluación de lasevidencias de fortificaciones existentes en los vallesubicados al norte de Acarí.

LOS ASENTAMIENTOS PARACASTARDÍO Y NASCA TEMPRANO

La principal interrogante a responder es: cuándosurgieron las primeras fortificaciones en la costa surdel Perú. Con el objetivo de contestar a esta pregun-ta, se hizo una evaluación de los trabajos efectuadosen la región, prestando atención particular al ParacasTardío (circa 300-100 AEC) y el Nasca Temprano(circa 100 AEC-350 EC); en parte porque las cabe-zas trofeo —a menudo asociadas con la guerra(Proulx 1989; 2006: 35)— hicieron su aparición entiempos del Paracas Tardío. Además, las primerasestructuras complejas de la región también comen-zaron a ser levantadas durante el Paracas Tardío (Mas-sey 1991: 324). Esta evaluación permite observar queel estudio de muchos especialistas, realizado a lo largode varias décadas, no ha resultado en la ubicación desitio alguno perteneciente al Paracas Tardío que seaidentificable, con certeza, como una fortificación.Entre los especialistas existe una unanimidad en sos-tener que los asentamientos del Paracas Tardío fue-ron pequeñas villas establecidas a lo largo del cursode los ríos, pero en ningún caso fueron fortificadas(Reindel 2009: 451-452; Reindel e Isla 2006: 172).De todos los sitios del Paracas Tardío investigados,Pinchango Viejo en el valle de Palpa y La Puntilla enla cuenca del Nazca son las excepciones. Para el pri-mero, Reindel (2009: 450) sugirió que se trataba deun asentamiento fortificado, a pesar de que solo fue-ron halladas estructuras «defensivas» (muros) en unlado del asentamiento. En una comunicación perso-nal más reciente, Johny Isla, quien viene trabajandocon Reindel por más de una década, anotó que Pin-chango Viejo no fue fortificado y que los muros delsitio posiblemente fueron para impedir y/o controlarel acceso desde el referido sitio hacia las minas deoro ubicadas en la parte superior del asentamiento.

Un caso similar ofrece el sitio de La Puntilla. Ini-cialmente, Van Gijseghem (2006: 426; Van Gijseg-

hem y Vaughn 2008: 116) planteó que el asentamien-to del Paracas Tardío de La Puntilla había sido esta-blecido en un lugar «defensivo». Van Gijseghem tam-bién hizo referencia a «ciclos de guerra y agresión»,con lo que se creó la impresión no solo de que LaPuntilla fue un sitio defensivo, sino también que du-rante el Paracas Tardío se vivieron tiempos conflic-tivos. En una reciente comunicación personal, VanGijseghem reconoce que la descripción de La Punti-lla como sitio «defensivo» no es lo correcto; de acuer-do con el autor, el término «defensivo» solo se refie-re a su ubicación en la parte superior del valle. Dichoesto, La Puntilla no es una fortificación y su ubica-ción posiblemente obedece solo al esfuerzo de no uti-lizar suelos agrícolamente importantes para el esta-blecimiento de las zonas residenciales. De este modo,durante el Paracas Tardío no había en la costa sur unsolo asentamiento fortificado.

Del mismo modo, del estudio de muchos especia-listas y por varias décadas se desprende que los asen-tamientos del Nasca Temprano fueron, por lo gene-ral, similares a los sitios del Paracas Tardío; es decir,pequeñas villas establecidas de manera dispersa a lolargo de los ríos (Conlee y Schreiber 2006: 97; Proulx2006: 35; Silverman 2002: 147; Reindel 2009: 451;Reindel e Isla 2006: 172; Vaughn 2009; Van Gijseg-hem y Vaughn 2008: 117). El aspecto más importan-te es que ninguna de estas pequeñas villas había sidofortificada. Esta breve referencia, por lo tanto, dejaclaro que durante los periodos aquí considerados nose establecieron asentamientos fortificados en la costasur. En la siguiente sección se verá el caso del vallede Acarí, contrastando con la información hasta aquídiscutida.

De la información aquí presentada de manera so-mera, resulta evidente que entre el Formativo Tardíoy las fases iniciales del periodo Intermedio Tempra-no no existieron asentamientos fortificados en los va-lles ubicados al norte del valle de Acarí. En contraste,las evidencias arqueológicas provenientes del vallede Acarí indican que los primeros asentamientos for-tificados en dicho valle surgieron durante las fasesiniciales del periodo Intermedio Temprano. Por lotanto, la información arqueológica disponible vienedejando claro que los primeros asentamientos forti-ficados de toda la costa sur son aquellos construidosen Acarí (Valdez 2010a, 2012c). Para contextualizarpor qué las primeras fortificaciones surgieron en Aca-rí, en la siguiente sección presento evidencias adi-cionales que indican un contexto violento que motivóla edificación de asentamientos provistos de siste-mas defensivos.

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DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Entre los especialistas existe el consenso de que elconflicto violento tiene una historia muy antigua yque, no obstante su variabilidad, sus manifestacio-nes son arqueológicamente visibles (Allen y Arkush2006: 1; Flannery y Marcus 2003: 11801; LeBlanc2006: 437). Entre estas, se anota que la presencia deáreas vacantes (DeBoer 1981) y fortificaciones, ade-más de evidencia de trauma e instrumentos asocia-dos con la guerra (Keeley 1996: 36, 55-56; Elliott2005: 299; Arkush y Stanish 2005: 15; Trigger 1990:121-122; Vencl 1999: 67-70; Roscoe 2008: 513; Fieldy Lape 2010: 114) son las mejores manifestacionesde la existencia de conflictos violentos en el pasado.De todos, sin embargo, se sostiene que las fortifica-ciones son las más obvias (Allen y Arkush 2006: 7).

Tal como se ha señalado a lo largo de este trabajo,la inicial identificación de los asentamientos de Acarícomo fortificaciones fue hecha por Rowe (1963). Sinembargo, hasta antes de las excavaciones arqueoló-gicas efectuadas en Amato, un asentamiento fortifi-cado en el valle de Acarí (Valdez 2006), la posiblefunción defensiva de los muros perimétricos no fuedel todo aparente. Esta percepción cambió conside-rablemente con las excavaciones en Amato, que re-sultaron en el hallazgo de decenas de cuerpos huma-nos con indiscutibles signos de muerte violenta(Valdez 2008, 2009b, 2009c). Por ejemplo, huesosfragmentados que nunca llegaron a fusionarse, ade-más de pies y manos atadas, y el hecho de que lasvíctimas habían sido decapitadas, dejaron en eviden-cia que los residentes de los asentamientos fortifica-dos de Acarí vivieron tiempos difíciles. Del mismomodo, fracturas en los huesos de los brazos dejanabierta la posibilidad de que hubiese un enfrentamien-to frente a frente (Tung 2007: 952), mientras que lashuellas de cortes presentes en los huesos cervicalesdenotan decapitación (Milner 1995: 230; Verano2001: 168; Stodder 2005).

Las evidencias aquí brevemente referidas sugie-ren que los muros perimétricos presentes en todoslos sitios del periodo Intermedio Temprano de Acarífueron establecidos para los propósitos de protección.La violencia, sobre todo el miedo a ser víctimas decualquier ofensiva enemiga, hizo que los residentesde cada uno de los asentamientos invirtiese un enor-me esfuerzo en crear los muros. Dichas construccio-nes, como las de Tambo Viejo, son enormes y defi-nitivamente debieron de ser muy costosas (Valdez2012c, 2012d). Además de los muros perimétricos,la configuración de los asentamientos parece haber

sido diseñada para minimizar cualquier ataque mili-tar y, en su efecto, para capturar posibles atacantes.

Como se anotó líneas arriba, el sector oeste de Tam-bo Viejo estaba protegido por dos largos muros. Elsegundo muro fue más pequeño que aquel del extre-mo oeste y había sido cubierto con cascajo. Dichomuro, por su tamaño pequeño, posiblemente fue pocovisible en la distancia; y el hecho de que fuese cu-bierto con cascajo posiblemente hizo efectivo su es-tablecimiento. De este modo, quienes buscaron ata-car Tambo Viejo desde el lado oeste, posiblementerecién llegaron a percatarse de la presencia del se-gundo muro después de haber superado el primer obs-táculo. De este modo, los intrusos se habrían encon-trado entre dos muros, atrapados, y fáciles de sercapturados por quienes estaban encargados de la pro-tección del lado oeste de Tambo Viejo. Además, enTambo Viejo existen otros accesos forzados que songeneralmente angostos y, sobre todo, obligan a vol-tear en un ángulo de 45 o 90 grados. En tal situación,un grupo de intrusos no solo se ve en la obligaciónde ingresar en fila, sino también a voltear, quedando,por lo tanto, expuestos a cualquier ataque (Keeley,Fontana y Quick 2007: 64; Vencl 1999: 67; Roscoe2008: 514-515).

De lo discutido, surge la interrogante de por quésurgió la violencia en Acarí antes que en cualquierotro valle de la costa sur del Perú. Esta no es unapregunta fácil de responder (Valdez 2012d); sin em-bargo, y esperando que futuras investigaciones denalguna luz al respecto, se pueden adelantar algunasideas. En primer lugar, es importante considerar queel valle formado por el río Acarí es extremadamenteangosto y, como resultado, tiene limitados suelos agrí-colamente importantes (Valdez 2009a, 2010c). Enotras palabras, Acarí es un típico valle costeño cir-cunscrito por el medio ambiente (Carneiro 1970). Y,en segundo lugar, el río no siempre lleva agua, pues-to que depende de las precipitaciones pluviales en lacabecera del río. Tiempos de sequía en la sierra ne-cesariamente implican tiempos sin agua en Acarí, locual conlleva tiempos sin cosecha y tiempos sin ali-mentos (Valdez 2007). En un valle como Acarí, ex-puesto a periodos de sequía prolongada (Carmichael1998: 216), el crecimiento de la población posible-mente conllevó una mayor competencia por los es-casos recursos del valle (Read y LeBlanc 2003: 74;LeBlanc 2006: 438). Por la extensión de los asenta-mientos del periodo Intermedio Temprano, que sonmás grandes que aquellos establecidos con anteriori-dad, puede haber poca duda de que hubo crecimien-to demográfico.

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Muchos especialistas sostienen que en efecto lafalta de recursos genera la competencia y el subsi-guiente conflicto violento (Spielmann 1991: 7; Ab-bink 2001: 129; Schöder 2001: 147). Por lo tanto,parece probable que los antiguos residentes de Aca-rí, en su intento de acceder y controlar los pocos re-cursos entraran en competencia y se vieran envuel-tos en un conflicto violento, especialmente cuandopoblaciones atacadas intentaran resistir los ataques(LeBlanc 2006: 441; Flannery 1994: 104; Earle 1997:105). En tal situación, tal vez la única forma de re-sistir cualquier ofensiva enemiga fuese, primero, es-tableciendo asentamientos extensos para poder ofre-cer una resistencia satisfactoria en caso de ataques y,segundo, los asentamientos tenían que estar dotadosde sistemas defensivos como son los muros perimé-tricos de sitios como Tambo Viejo. A la luz de lasevidencias disponibles, esta parece ser la explicaciónmás satisfactoria al por qué fue necesario invertir tan-to esfuerzo en la construcción de las fortificacionesen Acarí. La ausencia de construcciones similares enlos valles vecinos de Acarí, a su vez, parece estarindicando que la situación fue distinta, posiblementemenos conflictiva, tal vez porque los recursos en di-chos valles no eran tan escasos como en Acarí. Comoresultado, en dichos valles los asentamientos conti-nuaron siendo pequeños, dispersos, y nunca se vie-ron en la necesidad de construir fortificaciones.

Para resumir, el estudio arqueológico de los mu-ros perimétricos de Tambo Viejo, más la evidenciade muerte violenta proveniente de Amato, hace evi-dente que las fortificaciones son resultado del con-flicto violento que surgió en este valle a inicios delperiodo Intermedio Temprano. Aunque es difícil de-terminar con precisión las causas de la emergenciadel conflicto violento, parece probable que este sur-giera como resultado de varios factores que incluyenel crecimiento de la población, periodos de sequíaprolongada y la escasez de los recursos del valle, es-pecialmente de los suelos agrícolamente útiles. Elconflicto violento fue interno al valle y se dio entrelos residentes de los diversos asentamientos del va-lle. Además, el conflicto parece que fue severo y queresultó, finalmente, en el abandono de los mismosasentamientos fortificados, excepto Chaviña. Conposterioridad surgieron nuevos asentamientos, peroestos nunca fueron fortificados y tampoco llegaron aser extensos. Las estructuras de los nuevos asenta-mientos, como Gentilar (Valdez 1994), fueron cons-truidas con quincha. Y, sugiriendo que los residen-tes de Chaviña tal vez participaron activamente enestos eventos y que tuvieron rol importante en el pos-

terior abandono de sitios como Tambo Viejo, es in-teresante notar que la mayor cantidad de cabezas tro-feo —posiblemente resultado de los actos de decapi-tación— provienen precisamente de Chaviña, sitioubicado en la desembocadura del río Acarí y con ac-ceso directo sobre el delta. Nuevamente, el hecho deque Chaviña continuase siendo ocupado hasta ini-cios del Horizonte Medio indica que este sitio jugópapel importante en la vida sociopolítica del valle.

Agradecimientos

Este estudio fue posible gracias al financiamientootorgado por la MacEwan University de Canadá.Durante el trabajo de campo se contó con la eficienteparticipación de Martín Roque, Éber Meléndez, JuanBolívar y Alexander Gutiérrez, a quienes extiendomi más sincero reconocimiento. Mientras, en Acarítambién recibí el apoyo y colaboración de Ángel Igle-sias, Juan de la Torre y Fermín Valencia. A todosellos también extiendo mi agradecimiento. Un avan-ce de lo discutido en este trabajo fue inicialmentepresentado al Simposio Paracas-Nasca: una épocatransicional efectuado en la ciudad de Ica (Perú) enagosto del 2012, y otro en la conferencia anualChacmool organizada por la University of Calgary,efectuada en la ciudad de Calgary en noviembre del2012.

Sobre el autor

LIDIO M. VALDEZ ([email protected]),es Editor Asociado de la revista Arqueología Ibero-americana desde 2010. Obtuvo el grado de Doctoren 1998 en el Departamento de Arqueología de laUniversidad de Calgary. Ha ejercido la docencia envarias universidades canadienses, incluyendo las deCalgary, Alberta, Victoria y Trent. Actualmente, esprofesor en la Universidad MacEwan, la de Leth-bridge y la de Alberta. Sus investigaciones incluyenel periodo del Horizonte Medio Andino, la culturaNasca de la costa sur peruana y las ocupaciones pre-incaica e inca en el valle de Ayacucho (Perú).

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ARQUEOLOGÍA MEXICANA

Editor/Publisher: Pascual Izquierdo-Egea. Todos los derechos reservados. All rights reserved. Licencia/License CC BY 3.0.

© 2013 ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANA 19: 24–36. ISSN 1989–4104. http://www.laiesken.net/arqueologia/.

CASCABELES DE COBREEN LA CULTURA BOLAÑOS, JALISCO

Copper Bells in the Bolaños Culture, Jalisco

María Teresa Cabrero G.* y José Luis Ruvalcaba Sil**

* Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México; ** Instituto de Física, UNAM, México

Recibido: 21-8-2013. Aceptado: 20-9-2013. Publicado: 31-10-2013.

RESUMEN. En el sitio de El Piñón, perteneciente ala cultura Bolaños, se recuperaron siete cascabelespequeños de forma globular elaborados en cobre na-tivo y elementos traza de arsénico y plata. Como enotros sitios del occidente de México, se encontraronasociados a entierros, lo cual sugiere una relaciónreligiosa enfocada a la muerte. Las circunstanciassociales y económicas de este hallazgo, en especialdentro de la cultura Bolaños y en el centro rector dela región como lo fue El Piñón, es probable que re-presentaran objetos de muy alto valor que llegaronal sitio como un regalo destinado al grupo de poder,como lo atestiguan los entierros donde fueron en-contrados.

PALABRAS CLAVE: cascabeles de cobre, culturaBolaños, Jalisco, México, Mesoamérica.

ABSTRACT. At the site of El Piñon, belonging tothe Bolaños Culture, seven small globular bells madein native copper were recovered. The bells have traceelements of arsenic and silver. Like other sites inwestern Mexico, these objects were associated withburials, suggesting a religious relationship focusedon death. The social and economic circumstances ofthis find, particularly within the Bolaños Culture andgiven El Piñon’s location near the governing centerof the region, likely represent very high value itemsthat reached the site intended as a gift for the groupin power, as evidenced by the burials where the bellswere found.

KEYWORDS: Copper Bells, Bolaños Culture, Ja-lisco, Mexico, Mesoamerica.

INTRODUCCIÓN

EL DESCUBRIMIENTO DE LA METALURGIA EN EL MUN-do prehispánico de México ha llevado a losinvestigadores a diversas conclusiones:

a) Se notó que no había evidencias de un procesode experimentación para trabajar los minerales: oro,plata y cobre.

b) El mineral más antiguo utilizado fue el cobre.c) Hasta la actualidad no se han descubierto minas

prehispánicas con túneles; solo son a tajo abierto, esdecir, al descubrir una veta de cobre se desprendía elmineral con herramientas de piedra o astas de vena-do; se molía en morteros de piedra con mazos de pie-dra para luego fundirlo en crisoles como lo ilustranlos códices Mendocino, Florentino y el Lienzo deJucutácato (Grinberg 2004).

d) Donde aparece primero el trabajo de la metalur-gia, en específico en cobre, fue en el occidente deMéxico: Michoacán, Colima y Nayarit.

Lo anterior dio pie a considerar la posibilidad deque el trabajo de la metalurgia llegase a las costasdel Occidente desde América del sur, posiblementedel Ecuador, donde ya se conocía a partir del 1000 a.C. Además, las técnicas y los objetos manifiestan unagran similitud con las del occidente de México.

Hosler (2005) realizó un estudio sobre la metalur-gia mexicana en tiempos prehispánicos. Con base encomparaciones estilísticas y análisis químicos de al-gunos objetos de cobre y crónicas del siglo XVI, fun-damenta la posibilidad de que navegantes marítimosprocedentes de Ecuador llegaran a las costas del oc-cidente de México trayendo las técnicas metalúrgi-cas del trabajo en cobre. Esta idea no es nueva, pues

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Figura 1. Probable transmisión del trabajo del metal.

Mountjoy (1969) y varios otros (Lothrop 1977; Ri-vet 1921) propusieron también la posibilidad de queel conocimiento de la metalurgia viniese de Américadel Sur, notando la similitud de algunos objetos ela-

borados en cobre, y añadió que era significativa laausencia de un proceso de aprendizaje para trabajarlos metales. La razón principal por la cual navegan-tes de América del Sur se atrevieron a explorar las

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costas del océano Pacífico era la búsqueda del Spon-dylus, molusco muy apreciado entre las culturas, pri-mero de Ecuador y posteriormente de Perú, cuyaextracción masiva disminuyó sustantivamente en elgolfo de Guayaquil, Ecuador. El Spondylus sp. es unbivalvo que vive en las costas del océano pacífico,cuyo colorido de las conchas fue muy apreciado en-tre las culturas mexicanas también. Se elaboraban conél cuentas, pendientes y fragmentos rectangulares ycirculares utilizados para formar mosaicos de diver-sa índole. Los usaba el grupo de poder y estaban aso-ciados a fines religiosos y ceremoniales. Los estudiosde Murra (1982: 265-273) sobre documentos histó-ricos demostraron que en los Andes centrales se inter-cambiaban objetos de cobre por el mullu (es el bivalvoSpondylus en lengua quechua).

Los documentos del siglo XVI mencionan quehabía balsas grandes en las que cabían hasta 20 na-vegantes que se aventuraban hacia el norte costean-do por el océano Pacífico. Los estudios de lascorrientes marinas demuestran que estas son muyfuertes para navegar en mar abierto (Murphy 1939:14), pero costeando sí sería posible. En esa forma, seestablecería un comercio a larga distancia para inter-cambiar mercancías y obtener a cambio el codiciadobivalvo. Existe una carta del contador Rodrigo Al-bornoz dirigida al rey, fechada en 1525, en la querelata la existencia de grandes canoas que venían delsur (sin especificar el lugar de salida) a comerciar enZacatula, lugar situado en la desembocadura del ríoBalsas.1 Menciona también que «… algunas veces,cuando la mar andaba braba… se quedaban los quevenían acá cinco o seis meses, hasta que venía elbuen tiempo, e se sosegaba la mar e se tornaban air…» (Colección de Documentos Inéditos de Indias13: 45-84) (fig. 1).

El occidente de México cuenta con dos grandescorrientes fluviales: el río Balsas y el sistema Ler-ma-Santiago; este último desemboca en los límitesde Nayarit.2 Posiblemente, emplearon ambas corrien-tes fluviales para viajar tierra adentro y, en esta for-ma, llegar a los pueblos asentados desde épocas muytempranas como lo atestigua la cerámica Capacha si-tuada en las costa de Colima,3 que data del 1400 a. C.y cuyas formas son semejantes a las de Ecuador (Me-

ggers 1965; Evans 1966). Consideramos que, a tra-vés del comercio a larga distancia desde las costasde América del Sur, penetraron los viajeros periódi-camente en las costas del occidente de México; te-niendo como testigo la tradición de tumbas de tirooriginarias, probablemente, de Ecuador, Colombia yPerú, donde muestran una antigüedad mucho mayor(1400 a. C.). En ellas se descubrieron objetos de oroy cobre. Esta singular costumbre funeraria solo seencuentra en el occidente de México.

Otro rasgo que sugiere la penetración de viajerossudamericanos es la presencia del trabajo en cobreen Michoacán. Tanto la metalurgia como la gente quevivió en este estado (Michoacán) provienen muy pro-bablemente de América del Sur. A pesar de que lalengua purépecha contiene algunos términos con sig-nificación semejante a la lengua aimara, lo que suge-riría nexos con dicha lengua (hablantes prehispáni-cos en Colombia), no existe evidencia lingüística paraseñalar su parentesco. Tampoco existen evidenciasde un proceso experimental metalúrgico sino que apa-rece ya desarrollado, además de que los objetos sonmuy semejantes a los de Colombia, Perú y Ecuador(Meighan 1969; Mountjoy 1969).

Lo anterior son las bases históricas en que se fun-damenta la teoría de que la metalurgia provino deAmérica del Sur a través de los navegantes marinos.Por otra parte, se han realizado estudios de las co-rrientes marinas (Clinton 1969) que afirman que cos-teando es muy factible poder navegar desde las cos-tas de América del Sur. Además, se han realizadoestudios comparativos de los objetos de cobre de es-tos países sudamericanos y los descubiertos en Mi-choacán, resultando una profunda similitud estilísti-ca (Meighan 1969).

Con estos breves antecedentes sobre el origen dela metalurgia en el México prehispánico, nos enfo-caremos en los cascabeles descubiertos durante lasexcavaciones en el sitio de El Piñón, perteneciente ala cultura Bolaños. Trataremos de exponer su com-posición química y el contexto arqueológico dentrodel cual aparecieron para, posteriormente, proponeralgunas conclusiones sobre su presencia dentro deesta cultura.

LA CULTURA BOLAÑOS

La única investigación que se ha realizado en laregión de Bolaños se debió al proyecto arqueológicobajo la dirección de la Dra. Cabrero con duración de20 años. La denominación hecha para esta cultura se

1 El río Balsas desemboca en el océano Pacífico en los lími-tes de Guerrero y Michoacán (ver fig. 1).

2 Ambos sistemas fluviales recorren una extensión muy gran-de del país, por lo cual conectan diversas regiones donde sedesarrolló una amplia variedad de culturas en diferentes épo-cas (ver fig. 1).

3 Ver fig. 1.

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Figura 2. Croquis de El Piñón.

basó en la región en que se desarrolló. Se trata delcañón que lleva su nombre, situado dentro de la pro-vincia Mesetas y Cañadas de la Sierra Madre Occi-dental. Corre en dirección noroeste-suroeste con ex-tensión de más de 180 km en línea recta. Dicho cañónlimita en ambos lados con una alta serranía. En elfondo corre el río que lleva su nombre. Principia enel valle de Valparaíso, Zacatecas, internándose en elestado de Jalisco hasta desembocar en el río Grandede Santiago, en los límites con Nayarit. La regiónpresenta tres pequeños valles que, de norte a sur, sonValparaíso, Mezquitic y San Martín de Bolaños, eneste último es donde se encuentran los sitios rectoresde la región arqueológica, llamados El Piñón y Po-

chotitan (Cabrero y López 2002) (fig. 2). A pesar deldesconocimiento total de la filiación étnica y la len-gua que hablaron los habitantes que vivieron a lo lar-go del cañón, hemos propuesto, con base en la simi-litud del patrón de asentamiento y la presencia de lastumbas de tiro, que su origen se encuentra en el cen-tro de Jalisco, donde existen ambos rasgos con undesarrollo espectacular. Los conjuntos circularesmuestran grandes dimensiones, juegos de pelota concabezales y tumbas de tiro con dos o tres cámaras yprofundos tiros; por ello, se ha sugerido que fue enesta zona donde se originó esta «tradición», como hasido catalogada por Weigand (Weigand 1996). Losasentamientos del cañón de Bolaños carecen de es-

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Figura 3. Planta de la estructura 15.

pectacularidad debido, probablemente, a dos facto-res principales. Primero porque el paisaje agreste nose prestaba para construir los conjuntos circulares degrandes dimensiones, y segundo porque las condi-ciones económicas y sociales de los grupos reciénllegados serían poco estables ya que procedían de unambiente muy diferente. Mientras que en el centrode Jalisco existían grandes espacios planos aprove-chables y agua en abundancia, en el cañón era loopuesto, se encontraron que los espacios planos solose tenían en las mesas altas de los cerros y la fuenteprincipal de agua era el río; por ello tendrían un pe-riodo de adaptación al nuevo ambiente natural paraconstruir con los materiales existentes a su alcance.

De esa forma, todos los conjuntos circulares delcañón de Bolaños presentan dimensiones de menortamaño, la arquitectura es modesta y los juegos depelota son abiertos o cerrados sin cabezales. Ahorabien, la migración de uno o varios grupos que salie-ron del centro de Jalisco para colonizar el cañón deBolaños vendría integrada por un pariente directo delgobernante de uno de los sitios principales y gentedel pueblo dispuesta a construir los asentamientosdonde radicarían (Cabrero 2007).4 Así, el primer va-lle que encontraron desde su salida del centro de Ja-lisco fue el valle de San Martín de Bolaños, dondeconstruyeron en la mesa alta del cerro de El Piñón el

centro rector más importante de la región y, en lamargen oeste del río, frente a dicho sitio, construye-ron un conjunto circular aprovechando la terraza pla-na. A este último sitio se le reconoce hoy día con elnombre de Pochotitan.

EL SITIO DE EL PIÑÓN COMOCENTRO RECTOR DE LA REGIÓNDE BOLAÑOS

Nos enfocaremos en este sitio por ser el único don-de se encontraron siete cascabeles de cobre durantelas excavaciones. Se ha clasificado como centro rec-tor por ser el único que comprende la total secuenciatemporal de ocupación (30 a. C.-1260 d. C.) en laregión, además de observar una multiplicidad de fun-

4 Se ha propuesto esta posibilidad por varias razones: la pre-sencia de un dirigente del grupo, perteneciente al mismo linajedel gobernante principal de los sitios ubicados en el centro deJalisco, debido a la presencia de tumbas de tiro en los sitiosrectores del cañón de Bolaños, como lo fueron La Florida, si-tuado en la entrada norte del cañón, y El Piñón y Pochotitan,situados en el primer valle encontrado a partir del centro deJalisco. Se ha propuesto también que las tumbas de tiro se re-servaban para el gobernante y su linaje debido a la compleji-dad y costo de su construcción (Cabrero 2007).

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ciones sociales, económicas, políticas y religiosasinferidas desde la arquitectura —tumbas de tiro, en-tierros directos con ofrendas ricas en objetos de con-cha marina, entre los cuales destaca el Spondylus sp.;juego de pelota, talleres de obsidiana, etcétera— yde la variedad de objetos elaborados en diversas ma-terias primas, algunas de ellas de importación comola obsidiana y la concha marina de múltiples espe-cies; otras locales como la concha de río, rocas vol-cánicas (andesita y basalto) y la cerámica. Probable-mente, controlaba la ruta comercial hacia el norte(Chalchihuites y La Quemada) y el paso de las mer-cancías que transitaban por el río, teniendo como in-termediario el sitio de Pochotitan, asentado en la mar-gen oeste del río.

La excavación en este sitio fue de 19 estructuras(edificios habitacionales de élite, un juego de pelotacerrado, sin cabezales, y un edificio dedicado al cul-to o templo). Habrá que señalar que el sitio compren-de muchas más estructuras de índole habitacional queno pudieron excavarse (fig. 2). Los cascabeles se re-cuperaron en las estructuras 15, 17 y 18. La primera(estructura 15) se localiza sobre la mesa alta de laelevación oeste del cerro, con amplia visibilidad ha-cia el río y el sitio de Pochotitan. Se trata de una ha-bitación colocada sobre una plataforma baja que, al

construirse en 1120 d. C. provocó el desplome de labóveda de una tumba de tiro correspondiente a unatemporalidad anterior (250 d. C.). Asociada a estahabitación se descubrieron 3 entierros directos colo-cados en posición flexionada, adultos de sexo mas-culino y acompañados por una ofrenda de brazaletesde concha, pero solo uno de ellos presentaba un cas-cabel de cobre (fig. 3).

La segunda (estructura 17) se localiza en la segun-da terraza habitacional del lado noroeste, frente a laplaza principal del sitio. Se descubrieron los cimien-tos de varios cuartos correspondientes a, por lo me-nos, dos fases de ocupación; en la más temprana seencontró un entierro directo en posición extendidadorsal y en la tardía se recuperaron cuatro entierrosdirectos asociados cada uno a un cascabel de cobre.Fueron depositados en posición flexionada, todosadultos de sexo masculino (figs. 4 y 5).

La tercera (estructura 18) se localiza en un nivelinferior a la anterior. Se trataba de dos habitaciones,cada una con una división interna. En una de las ha-bitaciones se descubrieron dos entierros directos enposición flexionada, adultos de sexo masculino aso-ciados cada uno a un cascabel; pero uno de ellos es-taba completamente aplastado, por lo que no se pudover su forma ni tamaño (cascabel n.º 7).

Figura 4. Planta de las estructuras 17 y 18.

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OBJETOS DE COBRE

Se recuperaron 7 cascabeles de cobre asociados aentierros: uno en la estructura 15 (cascabel n.º 1),dos en la 18 (cascabeles n.º 2 y 7) y cuatro en la 17(cascabeles n.º 3, 4, 5 y 6). De acuerdo con la pro-fundidad estratigráfica y su asociación con fechas de

14C, corresponden a una temporalidad de 650 d. C.los cascabeles de las estructuras 17 y 18 y solo elcascabel recuperado en la estructura 15 correspondea una fecha de 1120 d. C (fig. 6). Cinco cascabelespresentan forma globular, de los cuales uno conser-va el badajo o resonador (cascabel n.º 6), y uno piri-forme. Ninguno presenta decoración (tabla 1).

Figura 5. Entierros de adultos masculinos, en posición flexionada, asociados a cascabeles de cobre.

Tabla 1. Forma y tamaño de los cascabeles.

Cuerpo Cascabel Altura (cm) Ancho (cm) Altura Argolla

1 Globular 1,30 1,00 0,50

2 Piriforme 1,70 1,60 0,70

3 Globular 1,40 1,60 0,70

4 Globular 1,10 1,10 0,60

5 Globular 1,10 1,10 0,60

6 Globular 1,70 1,60 0,90

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Figura 6. Cascabeles de cobre de la cultura Bolaños.

TÉCNICA DE MANUFACTURA

En realidad se ignora la técnica de manufacturaempleada para elaborar los cascabeles. Algunos au-tores han propuesto la técnica de la cera perdida conbase en las ilustraciones de los códices Florentino,Tlotzin y Mendocino correspondientes a la culturamexica, además del lienzo de Jucutácato provenien-te de Michoacán. Sin embargo, dichas ilustracionesmuestran la técnica de fundición del mineral a travésdel proceso de reducción cuando los minerales soncarbonatos u óxidos de cobre, utilizando la fundi-ción en crisoles como lo ilustran los códices mencio-nados y, a manera de fuelles, cañutos para soplar yavivar el fuego (Grinberg 2004). La técnica que se-guían los orfebres la describió Sahagún en el CódiceFlorentino Libro Nono, donde describe los pasos queseguían los plateros para elaborar diversos objetos yespecifica la técnica empleada para elaborar objetosde oro (Códice Florentino Libro Nono, ilustraciones38, 39, 61-65) (fig. 7).

«De la manera de labrar los plateros[...] Con carbón con cera diseñaban algo... el que

presidía les repartía carbón [...] lo muelen bien, lo ha-cen polvo [...] lo mezclan con un poco de lodo de olle-ro, el que es pegajoso [...] hacen laminillas, las tien-den al sol [...] En dos días se secan [...] se endurecen[...] luego se moldea el carbón [...] se graba [...] lafigura [...] para que en ello salga lo que se quiere ha-cer [...] así se dispone el carbón al irse raspando, alirlo labrando cuidadosamente [...] cuando se acaba degrabar el carbón [...] luego se hierve la cera, mezclán-dose con incienso blanco de la tierra [copal] con elcual se endurece bien [...] Enseguida se tamiza paraque con esto caiga su suciedad, su tierra su lodo de lacera luego en una laja se adelgaza, se hace lámina conun rodillo de madera [...] luego se pone en el carbónse extiende sobre la superficie [...] se va cortando [...]de modo que entre en los huecos [...] se embute dondese ha labrado el carbón; con un palito se va pegando[...] luego se tiende polvo de carbón en agua sobre lasuperficie de la cera [...] Otra vez se le pone una capa

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Figura 7. Proceso de elaboración decascabeles según el Códice Floren-tino.

con que se reviste por completoy se cubre enteramente. Estacapa es carbón mezclado conbarro pegajoso no muy molido[...] cubierto y revestido lo quese moldea [...] por dos días aúnse seca y luego se le pone el tubopara el oro, también hecho decera [...] por allí ha de entrarcuando sea derretido y otra vezse conecta [...]» (Sahagún 1956,t. III, pp. 67-70).

Su descripción se ha inter-pretado como la técnica «a lacera perdida» como así la lla-maron en tiempos modernos.Hosler (2005: 100) mencionala descripción de Sahagúnañadiendo «en el caso de ob-jetos huecos, como los casca-beles, se extraía el núcleo in-terior de arcilla usando unaherramienta filosa». Siguien-do la descripción de Sahagún,el cascabel quedaría hueco consu badajo en el interior, tapán-dolo totalmente con la capa dearcilla y carbón para que, unavez fundido, se rompiera lacapa externa y así quedaría elcascabel hueco sin necesidadde extraer de su interior nada.

ANÁLISIS DEISÓTOPOS DE LOSCASCABELES

Se llevó a cabo un análisisde isótopos estables para sa-ber los elementos traza de suscomponentes, resultando:

Cascabel 1: cobre nativo100 %.

Cascabel 2: cobre nativocon elementos traza de 0.03 %

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de plata y 0.07 % de arsénico; ambos minerales es-tán presentes en forma natural.

Cascabel 3: cobre nativo con elementos traza de0.06 % de arsénico y 0.05 % de plata; ambos minera-les están presentes en forma natural.

Cascabel 4: cobre nativo con elementos traza deplata en un 0.08 %, presentes en forma natural.

Cascabel 5: cobre nativo 100 %.Cascabel 6: cobre nativo 100 %.Cascabel 7: cobre nativo con elementos traza de

plata en un 0.01 %.En esta muestra, los cascabeles fueron elaborados

con cobre nativo, con presencia de plata y arsénicoen menos de un 1 %, por lo que significa que veníanen el mineral en forma natural.

POSIBLE INTERPRETACIÓN

Su escasa presencia supone que llegaron a El Pi-ñón a través de la ruta de intercambio comercial comoobjetos de alto valor destinados al grupo de poder.Su asociación con entierros representaría una razónideológica similar a la hipótesis ya postulada por otrosautores que plantea una asociación con algún tipo deceremonias, debido al sonido que manifestaban conel resonador y a la naturaleza del material metálicoen que fueron elaborados (Hosler 2005).

Las estructuras en que se depositaron los entierrospertenecen al estrato alto de la sociedad ya que for-maban parte del centro ceremonial del sitio. Por otraparte, habrá que notar que los cascabeles están aso-ciados con individuos adultos de sexo masculino, locual sugiere una relación estrecha por sexo y edad.Lo anterior supone que los cascabeles eran símbolosde poder y prestigio entre los miembros destacadosde esa sociedad, ya fuera por el material en que fue-ron elaborados o por su sonido o ambos factores.

CASCABELES EN OTRAS P ARTESDEL OCCIDENTE DE MÉXICO

En todos los sitios —Amapa, Nayarit; varios si-tios de Colima; Tuxcacuesco, Jalisco; Chametla, Si-naloa— se descubrió un mayor porcentaje de casca-beles, incluyendo algunos decorados con algún tipode personaje o simplemente con alamares. Sin em-bargo, es significativo el hecho de estar siempre aso-ciados a entierros. En Amapa (Meighan 1976) se rea-lizó el análisis de sus componentes, cuyo resultadofue de una mayoría de cobre nativo con 0.01 % de

plata y 0.01 % de arsénico, lo que permite pensarque los cascabeles de ambos sitios (Amapa y Bola-ños) fueron elaborados en un mismo lugar. De losdemás sitios únicamente se reporta el hallazgo sinllegar a realizar un análisis de sus componentes. Porejemplo, en El Zalate, Colima, se descubrieron sar-tas de cascabeles colocados a manera de ofrenda envarios entierros (Almendros y Ruiz 2008, 2009). Enestos artículos se describe el hallazgo, la forma y seasientan probables interpretaciones sobre el papel quejugaron en ese contexto.

PAPEL QUE JUGARON LOSCASCABELES ENTRE LASCULTURAS PREHISPÁNICAS

En todo el mundo prehispánico están presentes loscascabeles; sin embargo, se desconoce a ciencia ciertael papel que jugaron. Se ha propuesto que el sonidoque producen fue una de las causas de su utilización;otra, sus colores; por ejemplo, López Austin (1998)planteó que el azul-verde y amarillo representan lavida y la muerte. El azul perteneció a la muerte; elverde a la vida al renacer la vegetación y el amarilloal tiempo en que maduran los frutos, y añade queestos colores están presentes en el pensamiento meso-americano.

Schulze (2008), en su estudio sobre cascabeles delTemplo Mayor de Tenochtitlan, compara esta inter-pretación con los colores que producen. Al ser ela-borados son amarillos5 y, con el tiempo, se vuelvende color azul-verde debido a la pátina que se adhiereal objeto. El autor plantea la posibilidad de que unode los simbolismos que tuvieran los cascabeles po-dría corresponder a la interpretación ya mencionadade López Austin.

Las fuentes etnohistóricas que tratan sobre el pue-blo mexica o azteca son abundantes y con temas muydiversos, por lo que el investigador interesado tienela oportunidad de llevar a cabo interpretaciones ba-sadas en ellas. En los códices y documentos de loseclesiásticos del siglo XVI abundan las ilustracionesde dioses, guerreros y nobles luciendo sus atavíos, yes frecuente que incluyan cascabeles. En ellos se pue-de observar incluso la manera en que se utilizaban;así se conoce que, prioritariamente, los usaban en bra-zos, piernas y torso, casi siempre como sartales

5 El autor señala que los mexicas o aztecas aplicaban el co-lor amarillo a los cascabeles de cobre sin que significara quefueran de oro ( Schulze 2008: 203).

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(Schulze 2008: 204). Entre los mayas no se tiene estecúmulo de conocimientos, ni se han llevado a cabomuchos estudios dedicados a los cascabeles. El estu-dio mejor conocido proviene del hallazgo en el ce-note sagrado de Chichen Itzá,6 donde encontraron va-rios cascabeles de oro, por lo que suponen formaronparte de las ofrendas depositadas en su interior. En-tre los mixtecos, grupo que trabajó el oro, existenalgunos códices en que aparecen deidades y señoresprincipales usando cascabeles, por lo que se tiene unafuente confiable de información (Torres y Franco1996).

A diferencia del occidente de México, donde noexiste este tipo de información ya que se tienen úni-camente las figurillas huecas o sólidas que represen-tan a seres humanos de ambos sexos, plantas y ani-males. Lo anterior supone la ausencia de dioses. Sinembargo, la complejidad arquitectónica que consti-tuyen las tumbas de tiro y, posteriormente, las tum-bas de caja, además de entierros directos, todos acom-pañados por ricas y variadas ofrendas, señalan lapresencia de una religión bien organizada y desarro-llada que, ineludiblemente, debió de incluir un pan-teón sagrado. Consideramos que el error de los ar-queólogos ha sido tratar de identificar deidades conatributos semejantes a los de las demás culturas meso-americanas, y si el occidente de México muestra unaidiosincrasia muy particular, su religión debió decomprender otras manifestaciones religiosas distin-tas.

Lo anterior podría justificarse por dos principalesy muy importantes razones: la primera porque el de-sarrollo cultural del occidente de México fue muydistinto al resto de Mesoamérica, y la segunda por-que arqueológicamente se mantuvo olvidado hastala década de los 70 cuando se iniciaron las investiga-ciones sistemáticas, por lo que el conocimiento delos habitantes prehispánicos apenas se está entendien-do. Ahora se sabe que esta área cultural sostuvo rela-ciones con el centro de México a través del inter-cambio, tanto comercial de objetos como de ideas yconceptos, desde tiempos muy antiguos; sin embar-go, mantuvo su propia particularidad o idiosincrasia.

Por ejemplo, una figurilla hueca descubierta en unade las tumbas de tiro en el cañón de Bolaños, querepresenta a un guerrero sosteniendo un escudo alfrente, muestra el símbolo del día dentro de la reli-gión mesoamericana (comunicación personal de A.López Austin). La máscara de concha marina de un

6 Sitio tardío ubicado en la península de Yucatán y uno delos más importantes de la zona maya.

entierro directo descubierto en El Piñón7 tiene un col-gante que representa a una serpiente bífida emplu-mada semejante a las representaciones teotihuaca-nas. Ambos ejemplos demuestran que existieroncontactos comerciales con el centro de México sinque se crea que los teotihuacanos hayan llegado has-ta el cañón de Bolaños. Más bien, a través de la rutade intercambio comercial del interior propuesta porKelley (1980) se realizaría el intercambio, en estecaso, de ideas que reprodujeron los bolañenses en sulocalidad.

En resumen, se puede señalar que:1. La aparición de la metalurgia tuvo lugar en el

occidente de México alrededor del 650 d. C. de acuer-do con las primeras fechas de 14C obtenidas en el ca-ñón de Bolaños.

2. Esta temporalidad había sido propuesta con an-terioridad sin estar respaldada por fechas de 14C (Hos-ler 2005).

3. Existe la posibilidad de que las técnicas paraelaborar objetos de metal hayan sido traídas desdeAmérica del Sur —Colombia y Ecuador, donde setrabajaba el metal desde por lo menos 1000 años an-tes— por navegantes que llegaban a la costa del océa-no Pacífico buscando el Spondylus, concha sagradaentre las culturas de Ecuador y Perú donde había es-caseado por una sobreexplotación.

4. Son pocos los estudios que tratan sobre los cas-cabeles y menos aún los análisis de sus componen-tes.

5. El análisis de este tipo de objetos que se realizóen Amapa, Nayarit, coincide con el análisis hecho enlos cascabeles provenientes de Bolaños; es decir, fue-ron hechos con cobre nativo y elementos traza de ar-sénico y plata. A diferencia con los cascabeles delTemplo Mayor, que mostraron, además de un altoporcentaje de cobre, presencia significativa de arsé-nico, plomo y estaño como elementos componentes(Schulze 2008: 277). Lo anterior sugiere distintasfuentes de extracción del cobre.

6. Las interpretaciones sobre el simbolismo queencierra este tipo de objetos entre las culturas pre-hispánicas son escasas; las más confiables son lasrelacionadas con la cultura mexica o azteca, dondese tiene información escrita e ilustrada derivada delos documentos eclesiásticos del siglo XVI. Sin em-bargo, dicho simbolismo puede ser diferente en eloccidente de México debido a su desarrollo culturalparticular.

7 Centro rector de la cultura Bolaños situado en el valle deSan Martín de Bolaños, en el norte de Jalisco.

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7. Llama la atención que los hallazgos de cascabe-les en los distintos sitios del occidente de Méxicosiempre se asocian con entierros. Lo anterior sugiereque los cascabeles tenían un simbolismo enfocadohacia la muerte por tratarse de un objeto de gran va-lor.

8. Es imposible asignar el significado del sonido yel color de los cascabeles como Hosler (2005) lo se-ñala, debido al desconocimiento que se tiene todavíade la religión de estas culturas. Los señalamientosque hace esta autora se refieren únicamente a losmexicas o aztecas cuyo panteón religioso está muybien definido.

9. Si bien existe una base común para el surgimien-to de una religión mesoamericana, como lo afirmaLópez Austin (comunicación personal) y de ahí, pos-teriormente, cada cultura adapta y adopta nuevas mo-dalidades creando su propia religión; cada pueblo daráun significado distinto tanto a sus deidades como alos objetos sagrados y los de alto valor. Lo anteriornos lleva a la conclusión de que, en este caso, uncascabel, no tendrá el mismo significado entre losmexicas o aztecas que entre los purépechas de Mi-choacán o los habitantes del resto del occidente deMéxico.

10. Se hace notar que los entierros asociados a cas-cabeles fueron adultos de sexo masculino.

CONCLUSIONES

La presencia de cascabeles a partir del 650 d. C. escomún en todo el occidente de México y, hasta don-de el conocimiento alcanza, todos se han encontradoasociados con la muerte en entierros.

El conocimiento incipiente sobre el comportamien-to cultural de esta área en tiempos prehispánicos im-pide sostener interpretaciones sobre el papel social yreligioso que desempeñó este tipo de objetos. Hastael momento, solo podemos señalar que tuvieron granvalor, posiblemente por el material en que fueron ela-borados y, muy probablemente, por el sonido que pro-ducían.

Sobre los autores

MARÍA TERESA CABRERO G.. ([email protected]),Doctora en Arqueología por la Universidad Nacio-nal Autónoma de México (UNAM), es InvestigadoraTitular del Instituto de Investigaciones Antropológi-cas (UNAM), miembro de la Academia Mexicana de

Ciencias, de la Academia Mexicana de Ciencias An-tropológicas y de la Society for American Archaeo-logy. Ha recibido diversas condecoraciones, publi-cando media docena de libros y más de 40 artículos.

JOSÉ LUIS RUVALCABA SIL es Investigador Científicodel Instituto de Física de la UNAM.

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ARQUEOLOGÍA IBEROAMERICANAEL DÍA 31 DE OCTUBRE DEL AÑO 2013

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PASCUAL IZQUIERDO-EGEA,GRAUS (ESPAÑA).

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