carlos de foucauld: el aventurero que descansa en el desierto

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Carlos de Foucauld: el aventurero que descansa en el desierto Carlos de Foucauld es para los cristianos deI siglo XX un clâsico de la espiritualidad. Ha superado la barrera de las discusiones ideolôgicas porque se ha impuesto su espiritu, espiritu evangélico. Por eso, nos acer- camos a su vida, encrucijada de la duda y de la bUsqueda. Sin pretender inicialmente llevar a una imitaciôn deI hermano Carlos, captaremos la inquietud deI hombre y los caminos por los que se acercô a Dios a pesar de todos los pesares. "Yo que tanto habia dudado ... " Como todo hombre nacido y educado en una familia profundamente catôlica, Carlos de Foucauld viviô en su infancia una fe jubilosa y radian- te. Lo recuerda en su retiro de Nazaret con emociôn y ternura 1. Pero esto durô poco. A los quince anos se inicia la curva de la incredulidad, la duda empieza a minarlo hasta apoderarse totalmente de él 2. Devora los escritos de los pontifices deI agnosticismo antiguo y moderno: Aris- tôfanes, Luciano, Voltaire, Montaigne. Es un capitulo que llega hasta octubre de 1889, cuando el ex teniente de Cazadores de Africa ha alcan- zado los veintiocho anos. La duda llegô en de Foucauld a niveles muy hondos. Desmantelô su mundo cristiano desde los cimientos y le hizo vivir a la intemperie durante una cuarta parte de su vida. "Desde aquel mo- mento yo estoy en la noche, no me queda nada. No veo ya ni a Dios ni a los hombres. No hay mas que yo" 3. El deslizamiento hacia la duda radical fue progresivo e inexorable. Lento 0 rapido seglin se mire. Pero j". 1 R. BAZIN, Escritos espirituales, Madrid, Studium, 1964, pp. 62·63. 2 Oeuvres spirituelles, Paris, Seuil, 1958, p. 518. 3 lb., p. 519.

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Carlos de Foucauld: el aventurero que descansa en el desierto

Carlos de Foucauld es para los cristianos deI siglo XX un clâsico de la espiritualidad. Ha superado la barrera de las discusiones ideolôgicas porque se ha impuesto su espiritu, espiritu evangélico. Por eso, nos acer­camos a su vida, encrucijada de la duda y de la bUsqueda. Sin pretender inicialmente llevar a una imitaciôn deI hermano Carlos, captaremos la inquietud deI hombre y los caminos por los que se acercô a Dios a pesar de todos los pesares.

"Yo que tanto habia dudado ... "

Como todo hombre nacido y educado en una familia profundamente catôlica, Carlos de Foucauld viviô en su infancia una fe jubilosa y radian­te. Lo recuerda en su retiro de Nazaret con emociôn y ternura 1. Pero esto durô poco. A los quince anos se inicia la curva de la incredulidad, la duda empieza a minarlo hasta apoderarse totalmente de él 2. Devora los escritos de los pontifices deI agnosticismo antiguo y moderno: Aris­tôfanes, Luciano, Voltaire, Montaigne. Es un capitulo que llega hasta octubre de 1889, cuando el ex teniente de Cazadores de Africa ha alcan­zado los veintiocho anos. La duda llegô en de Foucauld a niveles muy hondos. Desmantelô su mundo cristiano desde los cimientos y le hizo vivir a la intemperie durante una cuarta parte de su vida. "Desde aquel mo­mento yo estoy en la noche, no me queda nada. No veo ya ni a Dios ni a los hombres. No hay mas que yo" 3. El deslizamiento hacia la duda radical fue progresivo e inexorable. Lento 0 rapido seglin se mire. Pero W·~Pl.~''1'C''''''

j". 1 R. BAZIN, Escritos espirituales, Madrid, Studium, 1964, pp. 62·63. 2 Oeuvres spirituelles, Paris, Seuil, 1958, p. 518. 3 lb., p. 519.

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arrastro consigo todo su mundo anterior y 10 sepulto sin piedad. Recor­damos dos pinceladas con que él mismo se dibuja: se ve, desde la altura de sus diez primeros aîios de convertido, "sin ningûn amor a la verdad" y "con indiferencia a todo excepto a mi gusto" 4.

Su duda es extrema, radical. No ya sobre esta 0 aquella verdad, sino sobre la misma capacidad deI hombre para conocerla, si es que existe.

Disponemos de la propia confesion escrita a Henry de Castries que le habîa escrito dos cartas hablandole de su duda y pidiéndole consejo y orientacion:

"Durante doce alios he vivido sin fe alguna. Nada me pareda bastante probado; la fe igual con la que se profesan religiones tan divers as me pareda la condenaci6n de todas: menos admisible que ninguna se me presentaba la de mi infancia con su 1 = 3 ... Los fil6sofos estan todos en desacuerdo; permanecî doce alios sin negar ni creer nada, desespe­rando de la verdad, y no creyendo en Dios, ya que ninguna prueba me parecîa bastante evidente" s.

Lo mismo aparece cuando nos cuenta los primeros pasos hacia la con­version. Leyendo un libro cristiano no busca la verdad, que sigue pen­sando inaccesible para el hombre, sino s610 una norma de conducta: "Me hicisteis entrever que podrîa encontrar, si no la verdad (yo no creîa que los hombres puedan conocerla" ... ) 6.

Carlos vive en la duda, en el convencimiento de la incapacidad hu­mana para dar con la verdad, si es que existe. Desespera de la verdad.

y sin solucionar esta grave situaci6n -auténtico callejon sin salida­de jan do positivamente a un lado la verdad, su existencia y la posibilidad de dar con ella, busca un camino para la vida. El viraje es mayûsculo. A Carlos de Foucauld le duele la vida, su vida antes y mas que el agnos­ticismo que le atenaza. Le acompaîian un vacîo doloroso y una tristeza honda. Materialmente le abruman y le reducen a un mutismo fastidioso y humilIante en las mismas fiestas que él organiza 7. Llega un momento en que esta situacion se hace insostenible. Es entonces cuando resuelve dar la vuelta a su vida, aun antes de que su razon encuentre la luz. Y, tal vez, con el presentimiento de que el cambio de la vida acabara derri­bando el muro de la duda. SencilIamente, no cree de Foucauld que pue­da afrontarse honestamente, lealmente la busqueda de la verdad desde una vida rota, descompuesta.

Tenemos elementos sobrados -sobre los que volveremos inmedia­tamente- para afirmar ésto que creemos relevante y luminoso en la vida y mensaje deI Hermano Carlos.

4 lb., p. 518. 5 lb., p. 662. 6 R. BAZIN, O. C., p. 66. 7 lb., p. 64.

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De todos modos es cierto que su duda radical de todo no le impide "el respeto de la religi6n cat6lica"; que el no gustar de la verdad no le priva "de la estima deI bien y del afecto a ciertas hermosas y piadosas aimas" 8. Y, respecto a sî mismo, aun en la postraci6n moral en que se encontraba, confiesa tener todavîa luz para ver el mal que hada y que condenaba: "Hada el mal, pero yo no 10 aprobaba ni 10 queria" 9.

La vida lleva a la verdad

Creo que es la mejor palabra de de Foucauld: a la verdad se llega desde la vida. No hay que esperar a ver todo claro para comprometerse. Mejor a la inversa: comprometerse, vivir para llegar a disfrutar de la luz. Probablemente no echara nunca a andar por los caminos del bien quien espere para hacerlo haber eliminado antes totalmente sus dudas. Y el joven y aclamado explorador de Marruecos (hizo caminos cami­nando, derrib6 misterios sobre la marcha) 10 que queria (a vueltas de tantos desengafios) era echar a andar par caminos nuevos, cambiar de rumbo su vida. Y descubri6, no s6lo que no podîa esperar a aclarar sus dudas profundas sobre su mesa de lector, sino que debîa orientar en otro sentido sus pasos: bus car programas de vida, vivirlos y desde alti dar el salto a la verdad si fuera posible. Ya convertido nos dira que Dios tam­bién le conduda con las secretas mociones de su gracia por este mismo camino. La verdad se ilumina viviendo. La VERDAD se entiende, ante la que no cabe adoptar la postura fria deI que analiza a distancia para desentrafiar un misterio que enriquezca sus haberes intelectuales.

La duda que le cobija empieza a venirse abajo en el momento mismo en que empieza a darle as co la vida que alimenta. Cuando el loco y avaro disfrute hay que pagarlo al precio elevado del vado, de las interminables noches de amargura, de la angustia deI alma. Ha perdido todo su encanto la vida, esta vida de mentira, de indiferencia a los dolores de los demas, de pereza y gula, de extrema sensualidad.

Y "el gusto por la virtud, por la virtud pagana" 10 se abre paso con fuerza incontenible en de Foucauld. Y busca con avidez, primera "en los libros de los fil6sofos paganos". Desengafiado: le producen "vado y asco". Los deja. Y vuelve sus ojos a los escritores cristianos, con el mis­mo fin, anota, de "encontrar ensefianzas de virtud completamente paga­na" 11.

En concreto habla de la castidad ("por la fuerza de las cosas me obli-

8 lb., pp. 63-64. Mas tarde, ap6stol silencioso en Tamanrasset, permanecera fiel a esta aper-tura al hombre, a todo hombre, amigo de todos.

, lb., p. 64. 10 lb., p. 65. 11 lb., pp. 65-66.

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gàsteis a ser casto" 12) que se le convirtio "en una dulzura y una necesi­dad deI corazon", y que le abre, espacioso, el camino hacia la verdad: "Esto era necesario para preparar mi alma para la verdad" 13.

Eco de su propia experiencia, antes y después de la conversion, son estas palabras escritas a Henry de Castries el 14-10-1909: "Comenzad por "venir" siguiéndome, imitândome, practicando mis ensenanzas. Y luego "veréis", gozaréis de la luz en la misma medida en que hubiereis practicado. Y 0 he visto hasta tal punto, por experiencia, la verdad de estas palabras" 14.

"Las bellas aimas"

También juegan un papel importante en este cerco que acaba par ren­dir la fortaleza deI escéptico Carlos de Foucauld "las bellas aImas" que encuentra principalmente en su familia. La vida de estas personas res­ponde plenamente a 10 que él busca, todavia por caminos no cristianos. Le convencen como viven. No llegan aun a comprender el porqué, qué es 10 que motiva des de dentro su conducta buena. Pero, sin duda, estâ dispuesto a admitirlo si da como fruto la vida que él observa. Este en­cuentro fue decisivo para el buscador de "virtudes paganas" en filosofos paganos 0 en escritores cristianos. También aqui se da el mismo proce­so: de la bondad a la verdad; de la vida a las ideas. La verdad cuestiona la verdad sobre la que se edifica. Y cuestiona la propia postura escéptica frente a la religion catolica: "Puesto que esta alma es tan inteligente, la religion en que ella cree firmisimamente no debe ser una locura como yo pienso" 15. "TaI vez, esta religion no sea absurda."

Y, con una logica despiadada, prosigue: "Puesto que la religion no es una locura, lopuede la verdad que no existe en ninguna parte de la tie­rra ni dentro de ningun sistema filosofico, existir en ella?" 16.

La verdad sigue sin existir en ninguna parte de la tierra ni dentro de ningUn sistema filosofico, pero es innegable la bondad de la vida de estas "aImas bellas", "muy inteligentes, muy virtuosas, muy cristianas" 17; es innegable "la atmosfera de virtud" en que vive en su familia. Honrada­mente tiene que hacerse la pregunta: lono estani aqui la verdad, esa ver­dad de la que desesperaba? Mâxime cuando él, Carlos de Foucauld, to­davia sin la verdad, se va sintiendo renacer, experimenta el contagio del bien que le recrea, "primavera después deI invierno": "Vivi a en una at-

12 lb., p. 65. IJ lb., p. 65. 14 Cfr. Nouveaux écrits spirituelles, Paris, Plon, 1950, pp. 72·73. «No nos pide Dios luz para

seguirle, sino amor. A Dios le es tan faei! eondueirnos en la oseuridad como en la luz» (ib., p. 86) 15 R. BAZIN, O. c., p. 67. 16 lb., p. 67. Cfr. Oeuvres ... , p. 663. 17 Oeuvres ... , p. 663.

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mosfera tal de virtud, que mi vida cambiaba a simple vista. .. Es por me­dio de este suave sol por 10 que crecio en mi este deseo de bien, el as co deI mal, la imposibilidad deI recaer en ciertas faltas, la bûsqueda de la ver-dad" 18 ; '''c'\i!:,\I: ,if 1

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Antes de haber comunion de fe, de verdad, ya existe comunion de vida. El primer lazo, el mas fuerte es el de la vida. Y notemos que entre los rasgos deI hombre nuevo que va naciendo al calor de la vida, de Fou­cauld enumera "la bûsqueda de la verdad".

Me permito llamar la atencion deI lector sobre el "salto" poco aca­démico que da el Hermano Carlos de J esûs en el texto mas arriba cita­do. Del "no debe ser una locura", deI "tal vez no sea absurda" la religion de estas personas, pasa al "no es" que deja el camino abierto a la reso­lucion, colgada todavîa de una interrogacion, l,no existira la verdad en ella? No 10 sabe. Pero la pregunta hay que tomarla en serio, honrada­mente, con lealtad. No se puede ni se debe escamotear. Desde luego no 10 hace el apostol de los tuaregs. Esa religion debe estudiarse sin prejui·­cios, con animo franco y abierto. Es la tercera resolucion a la que llega: "Estudiemos, pues, esta religion; tomemos un profesor de religion cato­lica, un sacerdote instruido, y veamos 10 que ella es y si es conveniente creer 10 que ella dice" 19.

El sacerdote instruido sera el P. Huvelin al que Carlos de Foucauld permanecera estrechamente unido hasta la muerte del sabio y santo co ad­jutor de la parroquia de S. Agustin y al que sometera todo en su vida. Mas tarde, a la hora de acon se jar el camino para dar con la verdad de la fe, senalara siempre la eleccion y sumision a un buen confesor. Lo ve­remos después.

La oraci6n de un incrédulo

Extrana y desconcertante la actitud de este hombre peregrino de tan­tos caminos, prodigo organizador de tantas fiestas, facil para satisfacer todos sus caprichos. El hombre de la duda, todavia en la duda, "sin creer" busca el silencio y la suave oscuridad de la Iglesia para orar a Dios ... "si existe".

"Esta necesidad de soledad, de recogimiento, de piadosas lecturas, la necesidad de ir a vuestras iglesias, yo que no crela en V os, esta duda deI alma, esta angustia, esta busqueda de la verdad, esta oraci6n: "Dios mio, si existfs, hacédmelo conocer" 20.

18 R. BAZIN, O. c., p. 66. 19 lb., p. 67. 2. lb., pp. 66.67.

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Mâs explicito en la tantas veces citada carta a de Castries: "Iba a la Iglesia, sin creer, no me encontrando bien nada mâs que allî y pasando [argas horas repitiendo esta extrana oraciôn: Dios mîo ... " 21.

Aun disfrutando "deI descanso en la verdad" 22, "de la luz radian­te" 23 de la fe reencontrada invitarâ a sus amigos incrédulos a apropiarse esta oraci6n suya, a orar al Dios desconocido, al Dios "si existe" para que se dé a conocer. Oraci6n larga, abundante, indeficiente: "Ore, ore mucho" 24; "Sobre todo, ora" 25, aconseja a su primo Luis. El mismo si­gue con esa misma "extrafia" oraci6n "muchos dîas al principio de mi conversi6n" 26, "porque en los comienzos de la fe tuve que vencer muchos obstâculos", "no creî todo en un dîa" 27.

Orar sin creer es también mandar el coraz6n por delante de la raz6n, abriendo carninos a los ojos. Orar es ir al encuentro deI Dios descono­cido, no aceptado aun por la raz6n, pero sin el que ya no se puede vivir, por la vîa râpida: la deI amor hecho suplica. Orar es invocar a Dios que se desvele el mismo cuando la raz6n ha hecho quiebra en su tentativa de alcanzarlo. Orar es renunciar a alcanzar a Dios y pedir ser alcanzado por El. Orar es humillarse. Y hurnillarse es ya poseer a Dios. La oraci6n de un incrédulo, la oraci6n deI incrédulo Carlos de Focauld, a Dios ... "si existe" es la confesi6n de fe de un creyente al que le sigue doliendo su incredulidad cuando ya la ha echado fuera de su vida. De Foucauld hizo su primera confesi6n el dîa en que arrodillado en un rinc6n de la parroquia de S. Agustîn repetîa obsesivamente: "Dios mîo, si existes, haz que yo te conozca." Y en la oraci6n pacientemente repetida, silenciosa­mente gustada 0 sufrida, el valiente explorador de Marruecos se pronun­ciaba a sÎ mismo ante Dios. Si grita a Dios para que se le revele no es para acabar con la duda, sino para centrar y recoger su vida. Esta es la oraci6n del que busca.

La referencia a Jesus

Los tres pasos observados hasta ahora, sin ser propios de la etapa de conversi6n, sÎ son predominantes en ella. Pero la duda y las aventuras deI hermano Carlos no terminaron ahî.

Después de la conversi6n empieza para Carlos una "odisea espiritual" en busca de su vocaci6n definitiva. Una simple enumeraci6n de lugares y fechas, de experiencias de vida religiosa, de idas y venidas nos da una idea de la insatisfacci6n de su espîritu que busca ansioso una vocaci6n

21 Oeuvres ... , p. 663. 22 Contemplaci6n. Textos inéditos, Salamanca, Sfgueme, 1969, p. 168. 23 Oeuvres ... , p. 665. 24 lb., p. 665. 25 Contemplaci6n ... , p. 160. " lb., p. 160. 27 Oeuvres ... , p. 664.

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IJ" que no acaba nunca de realizar. Oscila continuamente entre la soledad y el apostolado, con planes y proyectos que aparentemente se contradicen.

Aquî radica la prueba dolorosa que va purificando progresivamente el alma de Carlos de Foucauld ante su propia inestabilidad y la logica incomprension de cuantos le rodean. En él la duda se convierte en insa­tisfaccion, inquietud, bùsqueda. Existen, sin embargo, dos puntos fijos que son el eje de su estabilidad: imitacion de J esùs en la vida oculta de Nazaret, la guîa espiritual de su confesor que trata de interpretar los ca­minos de Dios en la aventura de su dirigido.

Desde el principio Carlos ha sentido la Hamada a la perfecta imita­cion de Cristo:

"Deseaba ser religioso y vivir solamente para Dios, y hacer 10 mas per­fecto, fuera 10 que fuese. Mi confesor me hizo esperar tres anos ... ; yo mismo no sabla qué orden escoger. El Evangelio me ensenaba que el primer mandamiento consiste en amar a Dios con todo el coraz6n, y que todo habla que hacerlo por amor; ya se sabe que el primer efecto deI amor es la imitaci6n; s6lo faltaba que yo entrase en la Orden donde pu­diera encontrar la imitaci6n mas perfecta de Jesus. No me sentla Hamado para imitar su vida publica en la predicaci6n; yo debla imitar la vida escondida deI pobre y humilde obrero de Nazaret. Me pareci6 que nada mejor que la Trapa podla ofrecerme esta vida" 28.

El deseo de la vida oculta de N azaret, su obsesion, Carlos 10 sintio durante su primera peregrinacion a Tierra Santa y 10 bebio en la misma espiritualidad de su confesor, l'abbé Huvelin. En el corazon de su diri­gido quedarân grabadas las palabras de un sermon de su confesor: "Estas palabras de M. Huvelin en un sermon: 'Vos escogisteis de tal manera el ùltimo lugar que nadie jamâs pudo arrebatâroslo', tan inviolablemente gra­badas en mi alma" 29.

Carlos de Foucaul no es, pues, un hombre inquieto que no sabe su­jetarse a una norma de vida y que sigue siendo el aventurero de los afios mozos. El sabe bien 10 que busca; constantemente confrontar su situa~ion con el ideal que ha intuîdo y no descansarâ hasta que consiga este estado de abyeccion de Jesùs en Nazaret, el ùltimo puesto. Un texto deI 4 de octubre de 1893, cuando en la Trapa de Akbés comprende que no es ésa su vocacion religiosa, nos describe con lucidez el ideal por el que ha luchado toda su vida y que solo se ha realizado después de su muerte de un modo completo:

"Viendo que no era posible llevar en la Trapa la vida de pobreza, de abyecci6n, de renuncia efectiva, de humildad y, hasta me atreverfa a de­cir, de recogimiento de nuestro Senor de Nazaret, me he preguntado si el Senor me ha concedido tan vivamente estos deseos para que yo se los

28 Oeuvres ... , p. 664. 29 Citado par J. F. SIX, Carlos de Foucauld. Itinerario espiritual, Barcelona, Herder, 1967,

p. 71.

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sacrifique, 0 bien, ya que no existe actualmente una Congregaci6n en la Iglesia que ofrezca la posibilidad de realizar con El la vida que llevaba en este mundo, si no se trata de buscar algunas aImas con las cuales se pueda formar un inicio de Congregaci6n de este tipo. Su fin seria llevar 10 mas exactamente posible la vida de nuestro Senor, viviendo ûnicamen­te deI trabajo manual, sin aceptar ofrendas espontaneas ni pedir limosna, siguiendo a la letra todos sus consejos: sin poseer cosa alguna, dando a todos los que piden, sin reclamar nada, privandose 10 mas posible, ante todo para ser mas semejantes a nuestro Senor, y también, de igual ma­nera, para poder darselo a El en la persona de los pobres. Anadir a este trabajo mucha oraci6n ... No formar sino gmpos pequenos (los monaste­rios numerosos adquieren necesariamente una importancia material que es enemiga de la abyecci6n y de la humildad); extenderse por todo el mundo, de modo especial en los palses infieles 0 abandonados, donde seria tan du1ce aumentar el amor y los servidores de Nuestro Senor" 30.

La palabra del contesol'

En medio de esta busque da atormentada de la voluntad de Dios, Car­los tiene un punto de referencia extemo, al que se somete totalmente: su confesor. L'abbé HuveIin sigue los pasos de su dirigido con una cierta ansiedad; su direccion es enérgica; quiere contrastar con sus orientaciones precisas la inseguridad de su hijo espiritual. En los momentos cruciales l'abbé HuveIin marcarâ la ruta a Foucauld. No entenderâ siempre desde el principio donde Dios quiere llevar a su dirigido, pero permanece abier­to a la interpretacion de los carninos de Dios. De él Carlos recibirâ la aprobacion de algunos pasos decisivos: entrada en la Trapa, gestiones para pedir la dispensa de los votos, vocacion de vida oculta en N azaret como demandadero de las clarisas, decision de recibir las ordenes sagra­das, proyecto de evangeIizacion en Beni Abbés, mision entre los tuaregs en Tamanrasset. En dos puntos sobre todo HuveIin frenarâ providencial­mente los impetus de su dirigido: constantemente le prohibe que funde una familia reIigiosa 0 que arrastre otras compafieros en su aventura hasta que no haya nuevos signos de la voluntad de Dios; en 1900, cuando una extrafia inquietud por comprar el Monte de las Bienaventuranzas se apo­dera de Carlos, su confesor le reiterarâ con firmeza la orden de permane­cer en N azaret siguiendo la vida oculta y humilde que habla empezado.

Impulso interior y direccion espiritual son los dos puntos firmes que marcan la ruta deI futuro ermitafio deI Sahara. En medio de las dudas y de las contradicciones, a través de la oracion constante ante el Santisi­mo, la meditacion de la Escritura y de los escritos de los Santos, espe­cialmente de Santa Teresa de Jesus, en el alma de Carlos de Foucauld se renueva y perfila su extrafia vocacion de ermitafio y de evangelizador

30 Oeuvres .... p. 30. El mismo texto en pp. 701-702.

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que 10 llevara finalmente a Beni Abbés y a Hoggar. La direcciôn espiri­tuaI deI abbé Huvelin, enérgica y c1arividente, dara el sello de autentici­dad a este nuevo brote de vida evangélica.

"Si el grano de trigo no muere ... "

El ûltimo enigma de la vida de Carlos de Jesûs es el aparente fracaso de su vocaciôn coma ennitano. Cuando al fin encuentra la realizaciôn de las tres vidas de Cristo (soledad contemplativa y oculta, trabajo manual, testimonio y predicaciôn deI evangelio) en su cabana de Beni Abbés pri­mero y de Tamanrasset después, no se disipan las tinieblas de la oscuri­dad. En el c1aroscuro de la vida de fe la purificaciôn de Dios y el des­prendimiento de todo van llegando hasta el fondo de su ser. Es el "ano­nadamiento" completo.

Como evangelizador tiene que cons tatar personalmente su fracaso to­tal que va madurando en él una honda actitud de abandono a Dios. Una serie de textos autobiograficos nos 10 demuestran:

"No he hecho una conversi6n seria en los siete anos que hace estoy aqui... un nino pequefiito que crlan los padres blancos y que Dios sabe 10 que saldra y una pobre vieja ciega ... Como conversi6n seria, cero" 31.

"Manana hara diez anos que digo misa aqui (Tamanrasset) y ni una con­versi6n" 32.

"Nos inc1inamos a poner en primer término las obras cuyos efectos son visibles y tangibles; Dios pone en primer término el amor y luego el sa­crificio inspirado por el amor y la obediencia que se deriva deI amor ... A El toca dar a conocer si quiere para nosotros la vida de Pablo 0 la de la Magdalena" 33.

Como fundador también SU fracaso resulta total. Ha redactado con inmenso carina las Constituciones para los Pequenos Hermanos y Peque­nas Hermanas deI Corazôn de J esûs y el Directorio de los Hermanos y Hermanas deI Sagrado Corazôn, pero en vida no lograra tener siquiera un companero; sôlo un pequeno grupo de seglares en Francia sigue con un cierto interés la actividad deI ermitano deI Sahara.

31 As! escribe el 9 de febrero de 1908; citado en J. F. SIX, O. c., p. 285, n. 54. El tema aparece reiteradamente en su diario. As! escribe con dolor el 12 de abri! de 1903: «el cate­ct1meno Pablo me ha abandonado después de haber cometido faltas graves; el catect1meno Pedro me ha abandonado ___ ; el catect1meno José dei Sagrado Coraz6n, enviado a Argel con los Padres Blancos, los ha abandonado de mala manera. Nada mas quedan en la Fraternidad dos personas: el pequefio cristiano Abd JesUs y la anciana catect1mena Maria» (cfr. Oeuvres ... , p. 344). Y, sin embargo, suspiraba por la conversi6n de los arabes: «es verdad que las con­versiones de los musulmanes son raras, pero también es cierto que ellos, igual que los demas, estan llamados al Evangelio y tienen que tener la oportunidad de abrazarlo... Si no hay mas musulmanes que se convierten puede ser que sea porque nosotros, los misioneros, somos de­masiado tibios, demasiado poco fervorosos, poco hombres de oraci6n, de sacrificio y de renun-cia ... !! (Oeuvres ... , p. 739). .

32 Asl escribe a M. Bondy el 20 de maya de 1915, citado por F. J. SIX, O. c., p. 311. 33 Carta a M. Bondy deI 20 de mayo de 1915 (Oeuvres ... , p. 726).

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En su vida espiritual experimenta la sequedad y la duda:

"La soledad aumenta. Uno se siente cada vez mas solo en el mundo. Los unos han partido para la patria; los otros llevan una vida cada vez mas al margen de la nuestra; uno se siente camo la oliva que se ha quedado sola, olvidada, en la punta de una rama después de la recolecci6n" 34.

"l,Podemos otro medio mas tierno, mas delicado que la cruz, la tentaci6n, la sequedad, par las que cada hora es una dec1araci6n de amor? Una prueba de puro amor, un acta de amor en la noche, la apariencia de abandono, la duda en si mismo entre todas las amarguras deI amor sin ninguna de sus dulzuras" 35.

El desenlace de su vida esta escrito con la misma l6gica evangélica que ha guiado su existencia por el camino de la imitaci6n de Cristo. El 1 de diciembre de 1916 unos desconocidos 10 asesinan. Esa misma manana habia celebrado la misa y habia hecho su adoraci6n eucaristica; habia tenido tiempo incluso para escribir una carta. Pocos dias mas tarde en­contraran su cuerpo muerto a la entrada de su bordj y unos metros mas lejos la custodia con la hostia consagrada recubierta de arena, arrojada por los an6nimos asesinos deI hermano de los tuaregs.

La ultima imagen que nos queda de Carlos de Foucauld evoca espon­taneamente el texto evangélico de Juan: "Si el grano de trigo ... " Su cuer­po muerto y la hostia recubierta de arena estan gritando que la asimila­ci6n de Carlos a su Bienamado Hermano y Senor Jesus ha sido comple­ta; ambos son un simbolo elocuente de la palabra evangélica que resume la vida de nuestro ermitano: "Si el grano de trigo no cae en tierra y mue­re, quedara solo; pero si muere llevara mucho fruto" 36.

;,Un mensaje para hoy?

Para un tiempo de busqueda e inquietud como el nuestro Carlos tiene s6lo el mensaje parad6jico de su vida, aparentemente ineficaz, envuelta en el fracaso. Dos eminentes conocedores de su espiritualidad ponen de relieve este aspecto de su existencia.

J. F. SIX escribe al final de su libro en el que ha trazado el itinerario espiritual de Carlos de Foucauld:

"Cuando se mira ahora, a cuarenta afios de distancia, la vida de fray Car­los en su desenvolvimiento, esa vida nos aparece marcada, en ese desen­volvimiento mismo, par el signa de la cruz. Fray Carlos no lleg6 nunca a

34 Carta a M. Bondy deI 1 de septiembre de 1910 (Oeuvres ... , p. 719). 35 Citado por F. J. SIX, O. c., p. 312. 36 Cf. Jn 12. 24. Carlos de Foucauld habia dicho: <mna condici6n para hacer un poco de

bien, una condici6n absoluta es el espiritu de sacrificio, el olvido de si mismo. Ese es el vehiculo para llegar a las aImas, darse, sacrificarse; olvidarse de si mismo: «si el granD de trigo no cae en tierra y muere, quedara solo; pero si muere llevara mucha fruto». No hay otro medio de hacer bien a las aImas» (citado por F. J. SIX, O. C., p. 65).

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resultado 0 logro alguno. Todo 10 que es, todo 10 que hace da la impresion constante de algo inacabado. No es un autor mistico, porque le faIta, en el pIano deI pensamiento, la plenitud firme y vasta de un San Juan de la Cruz. En el terreno de las realizaciones no llega siquiera a comenzar la menor fundacion, cuando Santa Teresa de Jesus llego a terminar decenas y admirables. En términos humanos se hablani de dialéctica 0 de paradoja al examinar esta tentativa incesante, en fray Carlos, para conciliar 10 que parece realmente inconciliable. En perspectiva de redencion hay que ha­blar de la cruz ... " 37.

"En el aniquilamiento es don de fray Carlos reconoce, con los ojos de la fe, una esperanza ineluctable de resurreccion... Su muerte coma toda su vida, de la que fue tan exacto signo, preparaba vivaces germinaciones" 38.

R. VOILLAUME, el providencial continuador de su obra, nos recuerda esta dimensi6n parad6jica de la figura de Foucauld:

El Apostol deI desierto es ahora cada vez me jar conocido y su irradia­cion va ganando progresivamente los medios y los paises mas diversos. Pero el esplendor naciente de esta gloria postuma no debe hacemos 01-vidar cual fue durante su vida y después de su muerte, el balance de sus éxitos apostolicos: éste solo podna registrar, al menos para los ojos hu­manos, un completo fracaso, y no puedo dejar de oir todavia el acento de protesta escandalizada de un periodista con el cual evocaba el destino deI ermitafio deI Hoggar: "Qué fracaso su vida ... ; los tuaregs, en el fon­do, jamas le comprendieron. No eran dignos de él. Entonces, l,para qué ha servido su vida? l,Y qué huellas dejo en el desierto? jCuanta riqueza moral desperdiciada en pura pérdidaL .. " y esto es cierto para todo el que pretenda medir la fecundidad de su vida, por su eficacia inmediata. Aigunos afios después de su muerte, l,qué quedaba, en efecto, coma re­sultado de su accion en el desierto? Nada, 0 casi nada. Sus. ermitas aban­donadas, una escuela coranica establecida en la capilla misma de Beni­Abbés, mientras sus familiares intimos, testigos de su santidad heroica, iban cayendo en la decadencia 0 en una oscura mediocridad moraL ..

Ningun disdpulo deI Padre De Foucauld debera olvidar jamas esta austera y ruda leccion: renuncia a todo éxito comprobado, la inutilidad aparente de una vida, el fracaso, deseado, para imitar al Salvador de los hombres, traicionado y crucificado: tal es el germen mismo deI que bro­taron sus fratemidades 39.

En nuestra sociedad, guiada por criterios de técnica y eficacia, Car­los de Foucauld recuerda, quizâ mas que otros modelos espirituales esta dimensi6n necesaria deI evangelio e incluso de la vida humana. No siem­pre tras la noche viene la luz y el dolor se convierte en gozo. A veces la espera es larga, interminable. No siempre se resuelve el enigma del mis­terio de Cristo y de la Iglesia a corto plazo; ni la sangre de martires es semilla y fruto de nuevos cristianos en una cosecha inmediata.

37 O. C., p. 309. 38 lb., pp. 314-315. 39 En el coraz6n de las masas, Madrid, Studium, 1968, p. 20.

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Carlos de Foucauld recuerda todas estas verdades a la Iglesia del, si­glo XX que experimenta colectiva e individualmente su fuerza y su fla­queza. El marca caminos de autenticidad evangélica, siembra semillas de espiritualidad que germinaran a su tiempo. Para él 10 que cuenta es el amor, no las realizaciones tangibles segun sus propios planes. Foucauld recuerda con intransigencia que a Dios hay que amarlo puramente por El mismo; el evangelio no se instrumentaliza para proyectos humanos ni para realizaciones "divinas". Es Dios quien guîa la historia por caminos des concertantes a los ojos humanos. Todo esto esta implîcito en el men­saje del Padre de Foucauld.

Por otra parte la pujanza de la familia espiritual que se inspira en su vida, la aceptaci6n que suscita su espiritualidad y su método de evan­gelizaci6n, son la prueba de la fuerza secreta que tiene la paradoja evan­gélica deI grano que tiene que morir para dar fruto. A la larga, hace mas un cristiano que permanece fiel al Evangelio en medio de la prueba que mil teorizantes de la renovaci6n de la Iglesia. No es seguramente la ûnica lecci6n que los cristianos de boy pueden aprender de Carlos de Foucauld, pero puede que sea una de las mas necesarias.

MAXIMILIANO HERRAIZ, OCD Desierto de Las Palmas Apartado 111 Caste1l6n

JESUS CASTELLANO, OCD piazza san pancrazio 5 a 00152 ROMA