jacq, nefertiti y akhenatón

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    NEFERTITI Y AKENATN CHRISTIAN JACQ

    POR BELLATRIX PARA PIDETULIBRO 1

    Christian Jacq

    Nefertiti yAkenatn

    Ediciones Martnez Roca, S.A.

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    Traduccin de F. Garca-Prieto

    Cubierta: Jordi RibasIlustracin: Arte Egipcio, Pintura / Agencia INDEX

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta, puede serreproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningn medio, ya seaelctrico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previodel editor.

    Ttulo original: Nfertiti et Akhnaton

    1990, Librairie Acadmique Perrin 1992, 1997, Ediciones Martnez Roca, S. A.Enric Granados, 84, 08008 BarcelonaISBN 84-270-2294-8Depsito legal B. 40.450-1997Fotocomposicin de Pacmer, S. A., Alcolea, 106-108, 08014 BarcelonaImpreso por Liberduplex, S. L., Constituci, 19, 08014 Barcelona

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

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    NDICE

    Introduccin: El misterio de Akenatn...................5

    1. A favor o en contra de Akenatn?..................................................112. El padre de Akenatn, Amenofis III, y lacivilizacin tebana.....................................................................................173. La madre de Akenatn, Tiyi, reina de Egipto................................284. Las premisas del culto de Atn y la educacin de un rey...........355. Corregencia?.......................................................................................436. Del ao 1 al ao 3: Atn se instala en Karnak................................46

    7. El ao 4 y el ao 5: La fiesta de regeneracindel rey y el reinado de Nefertiti..........................................................538. El ao 4: La eleccin del emplazamiento de la nueva capital.....659. El ao 6: El advenimiento de Akenatn y la creacinDe la ciudad del sol...................................................................................7010. Las malas palabras: Akenatn contra el clero tebano?.......8011. El ao 9: Atn fantico?..................................................................8512. El ejrcito se hizo cargo del poder?............................................90

    13. Aketatn, capital de un reinado......................................................9414. Aketatn, ciudad de Atn...............................................................10015. Monotesmo?.....................................................................................11516. Akenatn, maestro espiritual.........................................................12617. La diosa Nefertiti..............................................................................13118. Los templos de Atn..........................................................................13319. El culto cotidiano...............................................................................14020. La pareja real y sus hijas................................................................144

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    21. Vivir en Aketatn.............................................................................15222. Los hombres del faran.................................................................156

    23. Un arte revolucionario?...............................................................16724. El ao 12: Paz y guerra...................................................................17425. Los dramas del ao 14....................................................................19526. Del ao 15 al ao 17: El final de un reinado...............................20227. La muerte de Akenatn y su sucesin.........................................20628. Dos tumbas misteriosas..................................................................21129. Desaparicin de una capital...........................................................21830. Una posteridad bblica?...............................................................225

    Conclusin: Un sol para la eternidad..................................................232Bibliografa...............................................................................................236Lista alfabtica de los principales personajes citados..................240Lista alfabtica de los principales lugares citados.........................241Cronologa..................................................................................................242Notas..........................................................................................................243

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    INTRODUCCIN

    EL MISTERIO AKENATN

    El 17 de noviembre de 1714, un jesuita, el padre ClaudeSicard, se encuentra explorando el emplazamiento de Tunah al-

    Gebel, en el Medio Egipto, a ms de doscientos kilmetros al sur deEl Cairo. El lugar es impresionante, mgico. El cielo azul, eldesierto, los clidos colores de un otoo muy benigno crean unclima sin igual. Tunah al-Gebel es una ciudad de los muertos, unmundo de silencio y de paz profunda, donde no subsisten ms quetumbas de la poca grecorromana, abandonadas desde hace muchotiempo al viento y a unas cuantas familias rabes que han instaladoen ellas su domicilio.

    Ante Claude Sicard se extiende una inmensidad desrtica,bordeada por una colina. De pronto, algo atrae su atencin, unacosa sorprendente, una especie de piedra grabada que brilla bajoel sol. El jesuita se acerca. No se haba equivocado. Se trata, enefecto, de una obra del antiguo Egipto, pero una obraverdaderamente extraa. Su esttica difiere mucho de todocuanto el viajero ha visto hasta ahora. Los personajes -un rey, unareina y una princesa- tienen el cuerpo y el rostro deformados. Laescena representa una ofrenda a un curioso sol, del que brotanrayos que terminan en manos.

    Sin saberlo, Claude Sicard ha encontrado un testimonioesencial del reinado del faran Akenatn y su esposa Nefertiti. Loque tiene ante sus ojos es una de las estelas fronterizas quesealaban los lmites de la ciudad del sol, Aketatn, la nueva capitalfundada por la pareja real.

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    Sin embargo, la ciudad del sol divino, Atn, no se encuentraen este lugar, sino al otro lado del Nilo, en la orilla oriental, a

    sesenta y siete kilmetros al sur de la importante ciudad de Miniehy a cuarenta kilmetros de las tumbas de Beni Hassan, en Al-Amarna.

    Los emplazamientos arqueolgicos del Medio Egipto, muy pocovisitados y de un acceso relativamente difcil, forman parte de lospaisajes ms extraordinarios del mundo. Permiten percibir larealidad geogrfica de Egipto, con el Nilo nutricio, sus islotesabundantes en caza, los campos cultivados y los acantiladosdesrticos, donde fueron excavadas las moradas de eternidad deaquellos que, tras verse justificados ante el tribunal del otromundo, pueden recrear su mirada en la quietud del valle.

    Al-Amarna no es una excepcin a la regla. Este inmensocirco de montaas redondas que se encuentran en torno al Nilo -escribe Bernand Pierre describiendo el lugar-, ese fuerte que seextiende dentro del anfiteatro, ese palmeral verde que se

    extiende varios kilmetros a lo largo del ro, y detrs del cual seocultan poblados construidos en adobe, todo esto compone uno delos paisajes ms puros y ms bellos de Egipto.

    Al-Amama se presenta como un mundo cerrado, rodeado poralturas difciles de franquear, atravesadas por algunos uadis. Ellugar se repliega sobre s mismo, con una sola abertura: el Nilo.Abertura vital, puesto que el ro es la principal va de circulacin,por la que bogan un gran nmero de embarcaciones, transportando

    hombres, animales, gneros alimenticios y materiales diversos. Nolejos de all, se encuentran las canteras de alabastro. Enfrente, laciudad sagrada del dios Thot, Hermpolis.

    Visto desde arriba, el lugar recuerda el jeroglfico que figurados colinas entre las cuales sale el sol. Dicho jeroglfico se leeakhet, regin de luz, y forma la primera palabra que compone el

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    nombre egipcio de la ciudad, Aketatn, la regin de luz del diosAtn. La coincidencia es demasiado manifiesta para deberse al

    azar. Los antiguos buscaban siempre una armona en l. En estecaso, se trataba de una ciudad entera, ms an, de una capitalconsagrada al culto del sol. Por lo tanto, el territorio de esteltimo deba corresponder, simblica y geogrficamente, a laconcepcin religiosa de esta regin de luz de la que provienetoda vida. El conjunto de Al-Amarna constituye un jeroglfico, unapalabra de Dios, y hay que descifrarla como tal.

    El visitante que se dirige hoy a Al-Amama se expone a sufriruna cruel decepcin. Espera, sin duda, tener la ocasin de admirarlos templos, palacios y quintas que formaron la ilustre capital deuna pareja real cuya fama traspas los siglos y cuyo destino nossigue pareciendo tan fascinante como misterioso.

    Pero la ciudad santa de Nefertiti y Akenatn ya no existe.Ha desaparecido casi por completo. Sus escasos vestigios sloatraen hoy la atencin de los especialistas. Reinan en ellas el

    desierto, el silencio y la ausencia. Entre el Nilo y los acantilados,una inmensa llanura, vaca, rida, casi dolorosa.Tambin Nefertiti y Akenatn fueron, en cierto modo,

    eliminados de la historia, puesto que el faran hertico no figuraen las listas reales. El descubrimiento de Sicard permanecimucho tiempo aislado. Jean-Franois Champollion no identific aAkenatn durante su clebre viaje de 1828-1829. Hubo queesperar a mediados del siglo xix para que se formulase una

    hiptesis exacta, la de que el extrao monarca form parte de laXVIII Dinasta y rein entre Amenofis III y Horemheb.Las excavaciones realizadas a finales del siglo xix, tanto en

    Al-Amarna como en Karnak, fueron decisivas para situar aAkenatn en el lugar que le corresponda en la sucesin de losreinados y permitieron exhumar un material a partir del cual sereconstruy su aventura. El egiptlogo ingls Petrie empez aexcavar en el emplazamiento de la antigua Aketatn en 1891.

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    Gracias a l, se hizo posible trazar el plano de ciertos edificios,precisar la situacin de los principales barrios. De la ciudad

    arrasada, partan sendas en direccin a las estelas fronterizas y alas tumbas excavadas en el acantilado. En estas ltimas, seencontraron escenas e inscripciones que, pese a su mediocreestado de conservacin, proporcionaron informaciones esenciales.Desde aquella fecha y hasta el presente, se han sucedidonumerosas campaas de excavaciones para intentar arrancar elms pequeo indicio a las devastadas ruinas.

    La historia de Akenatn y Nefertiti no es fcil de escribir.No abundan los datos que pueden tenerse como seguros. Laduracin del reinado, diecisiete aos, forma parte de esascertezas. Pero qu edad tena el rey al subir al trono? Segnparece, diecisis como mnimo y veinticuatro como mximo.

    Las fechas del reinado continan siendo objeto decontroversia: de 1377 a 1360 segn Redford, de 1364 a 1347 segnTrigger y sus colaboradores, autores de una reciente historia

    social del antiguo Egipto, y de alrededor de 1353 a alrededor de1336 para Yoyotte y Vernus en su trabajo de sntesis sobre losfaraones... Y eso que me limito a citar tres hiptesis.

    La cronologa egipcia no es continua. Cada vez que un reysube al trono, se comienza de nuevo por el ao 1. Adems, enfuncin del fenmeno de la corregencia, las pocas de dosreinados pueden superponerse. Antes de la poca Tarda, nosfaltan puntos de referencia para fijar una cronologa absoluta. Por

    ello, a pesar de numerosos y detallados estudios, resulta imposiblesituar con mayor precisin el reinado de Akenatn, que gobernEgipto hacia mediados del siglo XIX a. de C. (ms bien conanterioridad). Por ello hemos elegido para describirlo el mtodoms egipcio, esto es, un recorrido del ao 1 a ao

    Se ha hablado tanto de Akenatn y Nefertiti que podrapensarse que su expediente cientfico est terminado, con unasbases bien establecidas. La realidad es muy distinta. Esta obra es

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    mi segundo libro de sntesis sobre el tema, y me he visto obligado amodificar radicalmente un cierto nmero de los juicios y

    conclusiones que formul hace solamente una docena de aos.Quines fueron realmente Nefertiti y Akenatn? Se

    rebelaron contra los sacerdotes de Amn? Fueron unosrevolucionarios? Quisieron crear una religin nueva y una nuevasociedad? Inventaron el monotesmo?

    La documentacin en la que me baso se compone de textos -religiosos, administrativos y diplomticos- y de mltiples obras dearte, que van desde un coloso real hasta un modesto dibujo sobreun cascote de piedra calcrea. Este material, aunque fragmentario

    y con frecuencia enigmtico, permite obtener algunos datosprecisos, dignos de confianza. Sera poco honrado, sin embargo,ocultar que la manera de proceder a una reconstruccin de la vidade Nefertiti y Akenatn depende en parte de la visin personal delinvestigador y plantea interrogantes desde muchos puntos de vista.No olvidemos que, a diferencia de Grecia o de Roma, no hubo

    historiadores en el antiguo Egipto. El dato escueto, las fechas, elda del nacimiento o la muerte de los reyes no interesaban a losantiguos egipcios. Conceban la historia como una fiesta ritual, nocomo una sucesin de acontecimientos. El relato de las guerrasdel faran, por ejemplo, se construye siempre, en todas las pocas,sobre el mismo modelo, ya que simbolizan la victoria del ordensobre el caos. Probablemente, algunas de ellas nunca tuvieronlugar. Slo en los perodos ms tardos aparecen detalles

    concretos, ms enraizados en el mundo material. No ocurre as enla poca de Akenatn. Adems, dado que el rey orient su reinadohacia una reforma religiosa, los textos y las representaciones serefieren sobre todo a esta ltima. Lo sagrado, como sucedesiempre en Egipto, es el valor primordial. As lo comprobamos alestudiar la documentacin, y no hay que olvidarlo jams alinterpretarla.

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    Vistas las cosas desde esta perspectiva, la pareja realalcanz perfectamente su objetivo. Precisamente, el tema sobre

    el que estamos ms informados y que podemos describir mejor esla religin de Atn.

    Nos est permitido esperar el descubrimiento de nuevosdocumentos sobre Akenatn y su tiempo? Siempre caben losmilagros en egiptologa. Recientemente se extrajeron de ciertospilonos del templo de Karnak, en particular del pilono noveno,levantado por Horemheb, miles de pequeos bloques, muchos deellos decorados y con unas dimensiones medias de cincuenta y dospor veintisis centmetros. Los grabados que aparecen en un buennmero de dichos bloques, cuya denominacin cientfica estalatates, se refieren a los primeros aos del reinado, no menosenigmticos que los ltimos. Su estudio, que est lejos de haberterminado, aport ya algunas luces sobre la manera en queNefertiti y Akenatn organizaron su reino. Por ejemplo, seencontraron en Karnak ms de cuarenta y cinco mil pequeos

    bloques, que son otras tantas piezas de un rompecabezasgigantesco, del que slo se ha logrado recomponer una parte muypequea, debido a que los primeros descubridores de talatatescometieron errores lamentables.

    Aparecern algn da las momias de Nefertiti y Akenatn,cuyo examen permitira penetrar muchos misterios? Seexhumarn textos o monumentos con inscripciones que daten de lasltimas fases de sus reinados? O tendremos que contentarnos con

    lo que el tiempo y los hombres han respetado?Expondr en este libro los hallazgos de la investigacin, perono eludir los numerosos problemas que se mantienen en toda suintegridad. Sin duda plantear tantas preguntas como respuestasaporte. No obstante, el expediente Nefertiti y Akenatn es lobastante elocuente y nutrido para soportar una visin histrica,que har revivir, en la medida de lo posible, la epopeya de unapareja consagrada al sol divino.

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    A FAVOR 0 EN CONTRADE AKENATN?

    Desde el momento en que hicieron su aparicin en la historia,Akenatn y Nefertiti no han dejado de suscitar pasionescontradictorias. Phil Glass, uno de los mejores adeptos a la msicallamada repetitivo, acaba de escribir una pera en la queAkenatn, comparado a Einstein y Gandhi, aparece como unrevolucionario, que cre una ciudad ideal y trastoc nuestraconcepcin del mundo. El autor pertenece a una tradicinegiptolgica pro Akenatn, que Weigall ilustraba ya en estos

    trminos: Akenatn nos expuso, hace tres mil aos, el ejemplo delo que deba ser un esposo, un padre, un hombre honesto, de lo quedeba sentir un poeta, ensear un predicador, perseguir un artista,creer un sabio y pensar un filsofo. Al igual que otros grandesseores, lo sacrific todo a sus ideales y su vida mostr hasta qupunto sus principios eran impracticables.

    Se ha insistido mucho igualmente sobre la ternura, la bondady la dulzura del rey. H. de Campigny piensa que esa actitud se

    explica por un acontecimiento ocurrido durante la infancia deAkenatn: A los ocho aos, Akenatn vio a los soldados de supadre, el faran Amenofis III,amontonar ante ste, siguiendo lasangrienta costumbre de la poca, las manos cortadas a losenemigos vencidos y cados en la batalla. El espectculo conmovial pequeo, y el olor caracterstico le removi hasta tal punto quele hizo sentirse mal. Ms tarde, cuando relataba este recuerdo de

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    su infancia, confesaba que el simple pensamiento de la guerraevocaba en su memoria el olor a cadver.

    Este testimonio tendra una importancia capital si no fuerapor el hecho de que se trata de una pura invencin, del principio alfin. Que yo sepa, no existe ningn documento egipcio que dconstancia de la ancdota.

    Para el americano Breasted, Akenatn era un hombre ebriode divinidad, cuyo espritu responda con una sensibilidad y unainteligencia excepcionales a las manifestaciones de Dios en l.... unespritu que tuvo la fuerza precisa para diseminar ideas quesobrepasaban los lmites de la comprensin de su poca y de lostiempos futuros.

    Weigall, autor de un libro sobre Akenatn, dice que fue elprimer hombre a quien Dios se revel como la fuente de un amoruniversal, exenta de pasiones, y de una bondad que no conocerestricciones.

    Se podra componer as una verdadera letana favorable al

    rey y a la experiencia amarniana. Pero hay que reconocer que, conmucha frecuencia, estos panegricos rozan con el papanatismo yprescinden por completo de la documentacin.

    Ahora bien, la corriente en contra de Akenatn es todavams potente y ms segura de s misma, hasta el punto de inducir enciertos eruditos una especie de histeria vengadora. SegnLefbure, Akenatn era una mujer disfrazada de hombre. Elegiptlogo francs pensaba en Acencheres, hija de un rey Horus

    del que no se ha encontrado ningn rastro. Para Marlette, uno delos pioneros de la egiptologa francesa, el faran hertico no fueotro que un prisionero castrado que las tropas egipcias se habantrado del Sudn. Llegado al poder por vas tortuosas, eldesdichado se haba vuelto loco.

    B.D. Redford, autor de la obra cientfica ms recientesobre Akenatn y Nefertiti, se muestra enemigo encarnizado delrey. En su opinin, este ltimono era, en el mejor de los casos,

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    ms que un poeta. Dotado de una inteligencia escasa, enamoradode s mismo, nulo en lo que se refiere a la poltica internacional,

    perezoso y reinando sobre una corte corrompida, Akenatn secomport como un soberano totalitario, que negaba la libertadindividual y fue el campen de un poder universal, exigiendo unasumisin absoluta. Arrastrado por su pasin, el acrrimoadversario de Akenatn le acusa de locura por la simple razn deque haca celebrar las ceremonias rituales bajo el sol, insoportableen Egipto de marzo a noviembre.

    Claude Traunecker, autor de trabajos muy notables sobre lapoca amarniana, califica la experiencia de Akenatn delamentable fracaso. Ciertos egiptlogos acusan incluso al faranmaldito de haber provocado la decadencia y la cada del Egiptoramessida, es decir, de unos hechos ocurridos cerca de trescientosaos despus de su muerte...

    Dado que esta corriente apasionada en contra de Akenatn nose apoya en ninguna base seria, los adversarios del rey han tratado

    de encontrar argumentos indiscutibles. No habr sido Akenatnun gran perturbado? No faltaron eruditos para afirmar que lamezcla de sangre egipcia y asitica result perjudicial para elfaran, que fue un hombre tan refinado como degenerado. Acasono se observa, al mirar los retratos del rey, su extrao crneo, suslabios gruesos, su pelvis excesivamente ancha, su vientrehinchado?

    El egiptlogo francs Alexandre Maret nos ofrece esta

    descripcin abrumadora: Amenofis IV

    era un adolescente detalla mediana, de osamenta endeble y formas redondas afeminadas.Los escultores de la poca nos han legado fielmente ese cuerpo deandrgino de senos protuberantes, caderas demasiado anchas,muslos demasiado torneados, que le dan un aspecto equvoco yenfermizo. La cabeza no es menos singular, suavemente ovalada,con los ojos un poco oblicuos, una nariz larga y fina, laprotuberancia de un labio inferior prominente, el crneo redondo y

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    hundido, inclinndose hacia delante como si el cuello fuesedemasiado dbil para soportarlo.

    Por su parte, el egiptlogo alemn Erman nos proporciona untestimonio que l juzga decisivo. El joven rey, que estabafsicamente enfermo, como se ve en sus retratos, era sin la menorduda un espritu inquieto. Llev a cabo sus reformas desde elprincipio con un celo excesivo, que forzosamente tenia queperjudicarle.

    Los cientficos modernos han llevado su minuciosidad hasta elpunto de interrogar a los mdicos para identificar con el mximode certidumbre la supuesta enfermedad de Akenatn. Segn sedice, se trataba del sndrome de Frhlich, que el egiptlogoingls Aldred expone en estos trminos: Los hombres quepadecen esta enfermedad muestran frecuentemente unacorpulencia anloga a la de Akenatn. Las partes genitalespermanecen sin envoltura y pueden estar tan rodeadas de grasaque no sean visibles. La adiposidad se reparte de distinta manera

    segn los casos, pero se da, sin embargo, una distribucin de lagrasa tpicamente femenina, sobre todo en las zonas del pecho, elabdomen, el pubis, los muslos y las nalgas. La voz del enfermo nomuda, sus rganos genitales se mantienen en el estadio infantil y esincapaz de procrear, experimentando incluso aversin por los nios.

    Pese a toda su genialidad, Akenatn no fue, en opinin deestos autores, ms que un hombre enfermo, cuyo psiquismoexacerbado se expresaba en visiones msticas. En otras palabras,

    un personaje romntico y apasionado, que se sobrepona de vez encuando a su oscuro mal y se refugiaba en una religiosidad que lehunda poco a poco en el fanatismo.

    No se ha encontrado la momia de Akenatn. Por lo tanto,esos juicios mdicos se basan exclusivamente en los anlisis de lasrepresentaciones del rey, creadas por los artistas egipcios quetrabajaban bajo las rdenes del faran.

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    No olvidemos que las famosas caractersticas del rey, de lasque hablan todos los observadores, son igualmente visibles, aunque

    a veces en un grado menor, en su esposa Nefertiti, en losmiembros de su misma familia, los signatarios de la corte e inclusolos funcionarios de menor rango.

    Hay que deducir que una verdadera epidemia se abati sobreel conjunto de la corte de Akenatn y que el sndrome de Frhlichse extendi a una velocidad fulgurante? No sera mejor buscar enotra direccin y admitir que los artistas, por orden del rey,crearon voluntariamente tipos artsticos que ahora nos parecenextraordinarios porque no comprendemos su intencin?

    Las observaciones de Jean Servier me parecen muy'juiciosas: Los egiptlogos anglosajones deploran el aspectoenfermizo de Amenofis IV y su dbil constitucin. Tiene el rostrodelgado, pero sensual, dicen, los hombros cados, las caderasdemasiado anchas para un hombre, y el vientre abultado ya...Adems, los asuntos del Imperio no le inspiran ningn inters. Para

    sus colegas franceses, el prncipe es un idealista generoso, peroque se halla absorto en sus sueos, que carece de amplitud demiras, lo que evidentemente tena que provocar su cada. A nadieparece haberle llamado la atencin el rostro tranquilo delsoberano, como baado en la luz suave de las certidumbres al findescubiertas. Nadie ha pensado en que el busto en gres deAmenofis IV, que en otro tiempo se alzaba en Karnak, abre una vaque volver a emprender, muchos siglos ms tarde, el arte greco-

    bdico. Quiz el problema no resida en saber si un faran del sigloxix antes de nuestra era podra haber sido en la actualidad unjugador de crquet, haber remado en el equipo de Cambridge uOxford o si hubiera estado en su lugar en el banco de los ministrosdurante una de las repblicas francesas.Las alabanzas y las crticas ponen de manifiesto el mismodesconcierto del mundo cientfico frente a la experienciaamarniana. Yo encuentro todos esos juicios excesivos y sumarios.

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    Simplifican una realidad que es, sin la menor discusin, compleja. Ysobre todo, olvidan el contexto egipcio. Por qu empearse en

    juzgar a Nefertiti y Akenatn en funcin de nuestras concepcionesmodernas de la poltica y la religin? Por qu obstinarse enencajarles a toda costa en los esquemas racionalistas heredados dela historia reciente y formular contra ellos crticas desde lasalturas de una vanidad contempornea que no tiene ninguna raznde ser?

    Con los elementos de que disponemos y sin ocultar lasnumerosas zonas de sombra que subsisten, debidas a las lagunas denuestra informacin, intentaremos ahora captar el genio propio deesta poca, considerada como excepcional, y de este reinado, enapariencia extrao.

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    EL PADRE DE AKENATN, AMENOFIS III,Y LA CIVILIZACIN TEBANA

    Nacimiento del hijo de un rey

    El futuro Akenatn naci probablemente en el palacio deMalgatta, en la orilla oeste de Tebas. Me veo obligado a escribirprobablemente porque ningn texto menciona el acontecimiento.Los nacimientos fsicos no interesaban a los redactores de losanales. Slo cuenta la coronacin, en la medida en que constituye

    un acto sagrado.No obstante, la hiptesis es en extremo verosmil, puesto que

    el palacio haba sido construido por orden de Amenofis III paraservir de residencia a la familia real. La eleccin del lugar esinteresante: la orilla oeste, y no la orilla este, donde se alza laciudad-templo de Karnak, en la que reina el dios Amn. El faranparece alejarse deliberadamente del dominio de los sacerdotes deAmn, para habitar un palacio suntuoso, en la orilla en que la diosadel Bello Occidente acoge a las almas en su camino hacia el otromundo.

    El lugar no tena nada de triste ni de severo. Al contrario,jardines floridos rodeaban el palacio de Malgatta, que, de acuerdocon los escasos vestigios que se conservan, deleitaban la mirada.Todo en l era lujo y encanto. La decoracin, de un refinamientoextremo, cantaba las maravillas de la naturaleza. Pinturas murales

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    y suelos ornamentados mostraban aves, peces, vegetales. Dicho deotro modo, cantaban la belleza de la obra del Creador.

    Cuando nace Akenatn, no est destinado a reinar.Tericamente, el trono est reservado a su hermano mayor. Sinembargo, el rey no tiene por qu elegir a su sucesor en el seno desu propia familia, ni siquiera entre la casta de los nobles o de losaltos signatarios.

    El segundo hijo de Amenofis III pasar una infancia feliz enese palacio de ensueo, donde podr primero contemplar, y luegocomprender la manifestacin terrestre del Creador, a travs de lamagnificencia de la naturaleza. Una infancia tranquila, ya queAmenofis III reina sobre un Egipto fabulosamente rico, que gozade un verdadero apogeo. El rey ha recogido la herencia de lospoderosos monarcas que crearon el Imperio Nuevo, en cuyotranscurso el pas de los faraones se convirti en la primerapotencia del mundo mediterrneo y en el faro de la civilizacin. Elprestigio de las Dos Tierras, formadas por el Alto y el Bajo

    Egipto, es considerable. En el interior, el pas disfrutaba de unequilibrio sereno, gracias al cual la creacin artstica recibe unextraordinario impulso. Una economa bien administrada ha hechode Egipto un pas prspero y feliz. El pensamiento religiosoalcanza una profundidad extrema, inspirando la mano de losarquitectos, los pintores y los escultores, hasta hacerla parecercon frecuencia la mano de un dios. Las ceremonias sagradasrevisten un fasto sin precedentes. Las recepciones de la corte

    estn marcadas por el sello de una elegancia refinada.Sin embargo, Amenofis III no tiene buena prensa entreciertos egiptlogos, que le consideran como el tipo perfecto deldspota oriental, lascivo, regaln, perezoso. vido de los placeresms materiales, slo pensaba, segn ellos, en distraerse y pasaba lamayor parte de su tiempo comiendo u organizando suntuosaspartidas de caza, de un coste muy elevado.

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    Esta descripcin poco halagadora no se basa en elementosslidos. Se ha descubierto, por ejemplo, que la famosa caza del

    len estaba investida de un carcter ritual y que el rey cazadorintentaba sojuzgar las fuerzas caticas y domear la bestia, esdecir, el mundo de los instintos.

    La corte de Amenofis III no da la impresin de estarformada por una camarilla de juerguistas, siempre sumidos en suembriaguez. Al contrario, da pruebas de una dignidad queconcuerda con el pas ms grande del mundo y concede un lugarconsiderable a la teologa y al simbolismo.

    Hay en ella hombres de rara calidad, como el maestro deobras Amenhotep, hijo de Hapu, o los arquitectos Suti y Hor, oBeki, el director de los graneros, que son pensadoresexcepcionales. Las estelas y las estatuas han conservado eltestimonio de su experiencia espiritual, de una intensidad notable.A la floracin de los textos sagrados, se aade un deslumbradorprograma arquitectnico, que hace del reinado de Amenofis III

    uno de los instantes ms luminosos de la aventura humana.Pinsese, por ejemplo, en el tercer pilono de Karnak, en el palaciosur de Medinat Habu, en el templo de Soleb en el Sudn, en eltemplo de regeneracin de la orilla oeste (del que slo subsistenlos colosos de Memnon) y, por ltimo, en una de las maravillas msperfectas del arte egipcio, el templo de Luxor.

    En todas partes, la misma claridad de la piedra, la mismapureza de la forma. En todas partes, una fuerza sutil que ha

    dejado de ser esclava del tiempo. La armona de este arte reflejala de un reino cuya serenidad contina resplandeciendo en susobras.

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    La poltica exterior de Amenofis III

    La civilizacin del Nuevo Imperio descansa en gran partesobre la actitud de los faraones con respecto al mundo exterior ya los principales pases vecinos, algunos de los cuales suponenamenazas en potencia.

    Tebas se ha convertido en el smbolo del podero y laindependencia de Egipto. De Tebas parte el movimiento deliberacin que inspira a los ejrcitos egipcios el deseo de expulsar

    al invasor hicso. Pero la obsesin de una invasin por el norteperdura. Reyes como Tutms III y Amenofis II organizancampaas y desfiles militares, incluso en Asia, para demostrar a losposibles promotores de disturbios que el ejrcito egipcio estperfectamente organizado y no tolerar ninguna tentativa deagresin.

    El Egipto de Amenofis III es un estado soberano, dotado deunas fuerzas armadas tan importantes que ningn pas, ni siquiera

    los gobernados por grandes reyes, como el de Babilonia o el deMitanni, se atreveran a atacarlo. La doctrina del ministerioegipcio de asuntos exteriores no ha variado desde comienzos delNuevo Imperio: el asitico es el agresor; Egipto no har ms quedefenderse. Su territorio forma un santuario confinado en susfronteras, las franjas del Delta al norte, la primera catarata alsur. Para proteger mejor el pas, se han creado zonas tampones,situadas bajo protectorado egipcio. Al sur, se extiende Nubia,

    verdadera provincia, controlada por el faran con mano de hierro.Al noreste, hay un mosaico de pequeos reinos, mucho ms difcilesde mantener bajo tutela. Tambin de all puede venir el peligro.

    Los textos religiosos indican que el dios Amn permite alfaran reinar sobre los pases extranjeros. Estn teolgicamentesometidos a Egipto. Si sus habitantes se rebelasen, quebrantaranla ley y se convertiran en la abominacin de la luz divina.

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    Hacia 1380 a. de C., Egipto posee un Imperio que se extiendedesde las costas sirias hasta el Oronte y desde Nubia hasta la

    tercera catarata. Las buenas relaciones con Mitanni y Babilonia semantienen.

    En su correspondencia con el rey de Babilonia, Dusratta,Amenofis III no emplea el egipcio, sino la lengua babilnica. Setrata a la vez de una forma de cortesa muy refinada y de unaprctica mgica. Las palabras de los dioses, los jeroglficos, estnreservados al uso interior de los egipcios y no deben serempleadas en una correspondencia diplomtica de carcterprofano.

    Amenofis III maniobra con destreza para no ofender lasusceptibilidad de sus interlocutores. Por ejemplo, durante lospreparativos para el matrimonio de su hija con el rey de Babilonia,aplica los principios del derecho babilnico, y no los del derechoegipcio.

    No considera la violencia y la represin como un buen medio

    para mantener la paz en sus Estados. Prefiere ejercer unavigilancia discreta, dejando a los pueblos en libertad para practicarsu religin y sus costumbres.

    Retengamos un hecho capital: la manera en que Amenofis IIIlleva su poltica exterior conduce a numerosos contactos religiosos

    y sociales entre Egipto y las comarcas vecinas. Se da un verdaderointercambio de dioses, un encuentro, a veces fraternal, entreideologas ms o menos complementarias. Las razas y las creencias

    aprenden a vivir sin enfrentarse.Egipto se abre al mundo, y el mundo se abre a Egipto. Esteclima tan particular no ser ajeno al nacimiento de la religinatoniana.

    A pesar de los brillantes xitos que jalonan su reinado,Amenofis 111 choc con un problema delicado: el progresivoaumento de la potencia militar de los hititas. El rey Subbiluliumase hace cargo en 1370 de los destinos del pueblo hitita. Desde el

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    principio se apresura a reforzar sus ejrcitos, y la rigidez de sucarcter no le inclina precisamente a una entente cordial.

    Subbiluliuma tiene espritu de conquistador. Ha concebidograndes ambiciones para su pas y quiere crear una nacin fuerte,capaz de desarrollar una poltica de conquista territorial. Por qulos hititas no han de romper el equilibrio del mundo en provechopropio?

    Su rey espera apenas para asestar un gran golpe. Seguro desus fuerzas, provoca abiertamente al faran invadiendo el pas deMitanni, aliado tradicional de Egipto.

    Lo lgico hubiera sido esperar una reaccin violenta einmediata por parte de ste. Sin embargo, Amenofis no intervienede modo directo. Rechaza el comienzo de una era de conflictossangrientos y prefiere firmar un pacto de no-agresin con loshititas. Ese contrato moral precisa que, a partir de ahora, ambospueblos respetarn las fronteras establecidas y que no seproceder a otras operaciones militares.

    Los aliados de Egipto no salen de su estupor. No alcanzan acomprender por qu las poderosas fuerzas egipcias no hanaplastado en su embrin el peligro hitita. Los prncipes siriospermanecen fieles a Amenofis III, pero el rey de Babilonia,sintindose inquieto, prefiere acercarse a Subbiluliuma. Tal vez supueblo sea el que reine maana sobre el mundo.

    Indecisos, algunos de los notables locales empiezan apracticar un doble juego: mientras afirman su fidelidad

    inquebrantable a Egipto, no se oponen a las intrigas hititas.Un hombre conserva la lucidez en medio de una situacin queempieza a degradarse y a volverse confusa: Ribbadi de Biblos.Profundamente apegado al pensamiento y a la civilizacin egipcios,denuncia los tejemanejes de los hititas, que, evitando elenfrentamiento directo, prefieren comprar conciencias, infiltrarinformadores, acordar alianzas secretas y atizar la discordia.

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    Debidamente advertido, Amenofis III no erradica esta situacin.Sin duda est convencido de que los hititas no se atrevern a

    sobrepasar ciertos lmites y que sus ardores guerreros, prontoapagados por el prestigio de Egipto, se limitarn a unas cuantasacciones sin trascendencia.

    Todos estos acontecimientos afectan de cerca al jovenAkenatn. Vive su gnesis y asiste a las lentas modificaciones dela situacin diplomtica de su pas. Simple observador, no sabetodava que esas circunstancias exteriores a Egipto ejercern unagran influencia sobre su destino.

    Amenofis III no se enfrenta nicamente con problemasdiplomticos. Existe tambin en el interior de Egipto una fuentede conflictos.

    En efecto, en el centro de la civilizacin de Amenofis III, sealza la inmensa y opulenta ciudad de Tebas. Prodigiosamente rica,administra con provecho los tributos de guerra trados delextranjero por los reyes conquistadores que precedieron al faran

    actual.Tebas, gran centro religioso, ornamentada con templosmagnficos, no se contenta con orientar la vida espiritual de Egipto.Rige tambin su vida econmica. Ciudad cosmopolita, acoge amercaderes y comerciantes extranjeros, favorece los intercambioscomerciales y, da tras da, contribuye a la expansin material de laDos Tierras. Menfis y Helipolis, las antiguas capitales queconservan todava un cierto renombre desde el punto de vista

    religioso, se desdibujan detrs de Tebas la Magnfica, que, unotras otro, los faraones de la XVIII Dinasta no han dejado deembellecer.

    Con la fortuna, nace el deseo de poder. Un problema latentecobra poco a poco proporciones inquietantes. Tebas es la ciudadsanta del dios Amn, El Oculto. Divinidad secundaria durante elAntiguo Imperio y el Imperio Medio, Amn se ha convertidodurante el Imperio Nuevo en el dios nacional. Su gran sacerdote,

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    encargado de cumplir su voluntad, reina sobre una castaeclesistica muy jerarquizada, en la que se incluye un clero

    dirigente, formado por los Padres Divinos y los Profetas deAmn.

    Estos signatarios disponen de bienes propios y de riquezasconsiderables, constituidas por tierras, materias primas de todotipo, rebaos, etc. Su fortuna la administra un personalimportante, entre el que figuran escribas, obreros y campesinos.

    Cuando el faran nombra al gran sacerdote, pronuncia estaspalabras: Eres gran sacerdote de Amn. Sus tesoros y sus

    guerreros quedan colocados bajo tu sello. Eres el jefe de sutemplo.

    Durante el reinado de Tutms I (1530-1520), los sacerdotesde Amn parecen ocuparse nicamente de las cuestiones religiosas.El rey, cuyas rdenes no se discuten, conserva la exclusiva de lapoltica estatal. Ostenta el poder administrativo y slo confa ensus colaboradores ms ntimos. De hecho, no existe ningn punto

    de divergencia entre el rey y el gran sacerdote de Amn.Pero al clero tebano no le agrada en absoluto el verseobligado a permanecer en la sombra. Su influencia va en aumento,hasta que consigue salir de su reserva gracias a un verdadero golpede estado. En efecto, sirvindose del orculo del dios en provechopropio, nombra un nuevo rey. Durante una ceremonia celebrada enKarnak, la estatua de Amn se inclina ante un joven, que asciendeas al trono con el nombre de Tutms III.

    Las repercusiones del acontecimiento son considerables.Esta vez, el clero de Amn adquiere una verdadera importanciapoltica. Los sacerdotes se evaden del estricto campo religioso,decididos a intervenir de manera directa en la marcha de losasuntos del pas.

    El gran sacerdote Hapuseneb incremento ms an el impactotemporal del clero tebano. Director de los trabajos, piensa que lecorresponde dirigir el conjunto de los cuerpos eclesisticos de

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    Egipto. Jefe de todos los templos, controla la vida interior delreino y vela para que la ideologa tebana se mantenga ampliamente

    extendida.Hapuseneb se comporta como un verdadero monarca.

    Considerando que el rey Tutms III no le manifiesta la sumisinsuficiente, le aparta del trono. En su lugar, nombra a una reinafaran, la clebre Hatshepsut, que no cesar de demostrar a suprotector respeto y confianza.

    Hacer y deshacer reyes... El clero de Amn participa en elgobierno de Egipto por intermedio de su gran sacerdote.

    No obstante, Tutms III consigue reconquistar el trono.Sera de esperar una reaccin violenta por parte del jovensoberano, privado durante algn tiempo del poder, pero esosupondra razonar en trminos de poltica contempornea. El reyno tiene por qu compartir su funcin con el gran sacerdote, nisiquiera por qu consultarle. El faran nombra a ese altodignatario, lo mismo que a todos los dems. Por lo tanto, le basta

    con colocar a la cabeza del clero tebano a uno de sus amigos,Menkheperreseneb.Tutms III es un conductor de hombres genial. Sabe elegir

    a sus colaboradores. Lleva una poltica exterior espectacular.Sale con frecuencia al extranjero y somete numerosos territoriosa la obediencia egipcia. De sus expediciones, se trae riquezas, queconfa al gran sacerdote de Amn para su administracin.

    De esta forma, el propio faran asegura plenamente la

    direccin del Estado, mientras que se acrecienta el esplendor y lafortuna de Tebas y sus sacerdotes.Hacia 1445, es Meri quien se convierte en gran sacerdote.

    Sus funciones se equiparan a las de un verdadero jefe de empresa.Completamente absorto en las tareas administrativas, Meri es eldirector de la Doble Casa del Oro, director de la Doble Casa dela Plata, director de los campos, director de los graneros de

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    Amn, director de los rebaos de Amn. Primer funcionario delImperio, Meri es en realidad un administrador.

    A la muerte de Meri, Tutms IV (1425-1408) nombra comogran sacerdote a un hombre elegido por l, Amenemhet. De unossesenta aos, es hijo de un maestro artesano, encargado de lafabricacin de las sandalias en el templo de Atn.

    Tras una larga carrera, consagrado al servicio de su dios, elnuevo gran sacerdote no alberga apenas ambiciones personales. Sededica a la teologa y a la prctica del culto. Para l, el faran esel jefe supremo del Imperio, de acuerdo con las normas de Egipto.El gran sacerdote de Amn debe plegarse a sus directrices.

    Al comienzo de su reinado, Amenofis III conserva suautoridad sobre el conjunto de los cultos y los cleros. El de Tebasno es una excepcin a la regla, pese a seguir siendo el msimportante de Egipto.

    Una estela nos informa de que el gran sacerdote Ptahmose hasido nombrado por el Amo del Doble Pas [el faran] para ejecutar

    los designios de Egipto y que es Director de todos los trabajosdel rey. Cul es la realidad cotidiana que se oculta detrs deestas frases? Puede el gran sacerdote de Amn tomar decisionespor su propia cuenta u oponerse al poder real?

    En la poca de Amenofis III, de ningn modo. El monarcadispone de medios para forzarle a la obediencia. Sin embargo,mucho ms avanzada la historia egipcia, un gran sacerdote deAmn, cediendo al extremo de la tentacin poltica, se har

    coronar rey en Tebas.En el periodo que nos ocupa, la direccin de los asuntos delpas permanece exclusivamente en manos del rey. Sera excesivoafirmar que el clero de Amn constituye un Estado dentro delEstado. Pero no se puede negar que algunos sacerdotes se sientenatrados por el poder temporal y que la preeminencia de su seorAmn, reconocido como dios del Imperio, les concede un estatutoprivilegiado.

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    Existieron conflictos declarados entre el faran y el clerotebano? Ningn texto se hace eco de ellos. No olvidemos que el

    rey de Egipto es un rey-dios. La salvaguardia del pas depende desu persona, simblica y metafsica. El clero de Amn, como losdems cuerpos estatales, le est sometido teolgico y realmente.Slo la debilidad de un monarca puede modificar esta realidad ydejar libre curso a las ambiciones individuales.

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    LA MADRE DE AKENATON, TIYI,REINA DE EGIPTO

    Todos aquellos a quienes obsesiona el aspecto fsico deAkenatn se esfuerzan por encontrar una justificacin racionalpara sus chocantes deformidades. No estar la explicacin en elorigen no egipcio de Akenatn?Tal teora hall una confirmacin aparente cuando se estudiaroncon atencin los retratos de la madre de Akenatn, la reina Tiyi.

    Para algunos eruditos, se trata indiscutiblemente de la

    fisonoma de una extranjera, tal vez una semita. La reina muestracon frecuencia un rostro grave, de rasgos duros, casi cerrados. Dala impresin muy clara de ser una mujer de cabeza, con ideasfirmes y una voluntad de hierro. Tiyi no se parece en nada a esasdamas encantadoras cuya belleza saban evocar tan bien lospintores y dibujantes de la XVIII Dinasta. Nada en supersonalidad se debe al deseo de seducir o convencer sirvindosede una delicada feminidad.

    Pero nada demuestra tampoco que la reina Tiyi haya sido deorigen extranjero. Se sabe con certeza que era hija de Yuya y deTuiu, una pareja que desempeaba funciones religiosas y que -hecho capital- no era de sangre real. El nombre de su padre esYuya -dice el texto grabado en un escarabajo para conmemorar lasbodas reales-, el nombre de sumadre es Tuiu. Tiyi es la esposa del

    poderoso rey, Amenofis III, cuyafrontera est en Karoy [Sudn]y cuya frontera del norte est en el Naharina [Irak].

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    Yuya, el padre de la reina, ostentaba el ttulo de PadreDivino y ocupaba el cargo de sacerdote del dios Min. A esas

    dignidades de orden religioso se aada una responsabilidad militar,puesto que Yuya estaba encargado del cuerpo de carros. La madrede la reina, Tuiu, era Superiora del harn de Min y Superioradel harn de Amn, dos cargos de rango difciles, pero laconvertan en una dama de rango muy elevado.

    No cabe duda de que Tuiu, que llevaba tambin el poticottulo de Ornamento Real, era autnticamente egipcia. Gracias asus funciones religiosas, tena acceso a los apartamentos privadosdel palacio y viva, pues, en la intimidad de los ms altos personajesde la corte, conociendo al dedillo las reglas de la etiqueta.

    Se ha dicho de Yuya que quiz fuese un prncipe sirio educadoen suelo egipcio. Una hiptesis reciente, de carctersensacionalista, identifica incluso a Yuya con el Jos de la Biblia.Bien adaptado a su nuevo pas, encontr en l una esposa de vala,que le gan su admisin definitiva en la sociedad de los grandes

    signatarios del reino. Los anlisis ms recientes tienden arechazar esta tesis y a demostrar que era originario de la ciudadegipcia de Ajmin, en el Alto Egipto, y que hizo una carrera religiosa

    y administrativa bastante brillante, dentro de un marcoestrictamente egipcio.

    Se puede, pues, afirmar sin la menor duda el origen egipcio deTiyi y su pertenencia a una familia noble, bien introducida en lacorte y gozando a los ojos del rey de una excelente reputacin.

    No obstante, el matrimonio de Amenofis III y Tiyi constituyeun acontecimiento inslito, por lo menos a nuestros ojos. El granrey, en lugar de elegir por esposa a una mujer de sangre real, elevaa la dignidad de reina a una joven que, sin ser de rangodespreciable, no pertenece a su entorno prximo. Los padres deTiyi fueron colmados de riquezas y honrados como personajesimportantes. La decisin del faran supone para ellos unaverdadera bendicin, que les asegur la fortuna y la consideracin.

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    Por qu fue elegida la futura reina de Egipto en una familiano vinculada a la corona? Ante lo extrao de la situacin, algunos

    egiptlogos supusieron que Yuya y Tuiu no eran ms que los padresadoptivos de Tiyi. Mas, en ese caso, por qu se haban desilenciar sus posibles ttulos de nobleza?

    En sentido contrario, se pens que el matrimonio era unaespecie de desafo lanzado al gran sacerdote de Amn, unescndalo con respecto a las reglas habituales. Tal opinin derivade una visin romntica de Egipto, una visin que carece de todovalor. El faran no tiene la menor obligacin de rendir cuentas aningn clero. Simplemente, da la impresin de que, al casarse conuna mujer de origen modesto, Amenofis III deroga la costumbreque preconiza al rey la unin con una mujer de sangre real. Ahorabien, gracias a su matrimonio, Tiyi se convierte en soberana depleno derecho. Uno de sus hijos ser el faran legtimo.

    Proclamada Gran heredera, Hija real, Hermana real, Esposareal, Tiyi es reconocida como reina, con todos los poderes y todos

    los deberes que confiere este cargo a la cabeza del Estado y allado del faran.Personalidad sobresaliente de la historia egipcia, Tiyi no es

    una reina sin relieve, que se mantenga discretamente a la sombrade su omnipotente marido. Desde el principio de su reinado, seafirma como una mujer de gobierno, que participa en las grandesdecisiones polticas y, en ciertos casos, incluso las provoca.

    Tiyi toma parte en todas las ceremonias oficiales, en todas

    las fiestas, y acompaa a su marido en sus viajes a travs del pas.Detalle sorprendente, aparece siempre al lado del rey en lasmanifestaciones pblicas en que la corte de Egipto exhibe suesplendor.

    Cierto que Egipto no fue nunca misgino ni relegexclusivamente a la mujer a las actividades domsticas. Lasmujeres egipcias accedan a las ms altas funciones, y su condicinsocial era con frecuencia muy notable. Hubo un linaje de damas

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    muy grandes, que representaron un papel decisivo en el gobiernodel pas. Fueron reinas tebanas las que iniciaron el movimiento de

    liberacin que, despus de expulsar al invasor hicso, dio nacimientoal Imperio Nuevo. Tiyi pertenece a este linaje. Es la compaerade Amenofis III y trata los asuntos de Estado con una eficaciaque nadie pone en duda. El poder de la reina se manifiesta de lamanera ms patente cuando se hace construir un templo en elSudn. Desempeando el papel de una maestra de obras, ensalzael ejercicio de realeza mediante la construccin tradicional deltemplo.

    Poseemos una prueba excepcional de la influencia de la reinay de su competencia. El rey Dusratta de Mitanni enva una carta aAmenofis IV, el nuevo soberano, donde se lee esta asombrosadeclaracin: Todas las palabras que he intercambiado con tu padre,las conoce tu madre, Tiyi. Nadie ms que ella las conoce, y las

    podrs conocer por ella... Desde el comienzo de mi realeza ydurante todo el tiempo en que Amenofis III, tu padre, continu

    escribiendo, escribi sin cesar a propsito de la paz. No habaninguna otra cosa sobre la cual me escribiese sin cesar. Tiyi...conoce todas las palabras de tu padre, que me escribaconstantemente. Es a Tiyi, tu madre, a quien debes interrogarsobretodo lo que se refiere al tema (Cartas Amarna EA 28 y 29).

    Imposible indicar ms claramente que la reina Tiyi estabainformada de los expedientes ms importantes y que, en ciertoscasos, era la nica en soportar tan pesada carga.

    Tiyi comparti con su hijo los secretos de que eradepositaria. Fue ella, por lo tanto, quien expuso al faran lasituacin interna de Egipto y el estado de las relacionesinternacionales, de acuerdo con sus puntos de vista. Cierto queAkenatn no ignoraba todo eso y que se haba forjado ya susopiniones propias, pero su madre le aport complementos deinformacin de un valor inestimable.

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    La reina Tiyi contribuye de manera decisiva a la formacin delpensamiento poltico de Akenatn. Tiyi tiene ideas precisas sobre

    el porvenir de su pas. Ante todo, no desea que Egipto se encierreen s mismo. Las Dos Tierras son ricas, su civilizacin msexuberante que nunca. Los dioses colman de beneficios al puebloque les venera. Pero la reina no se contenta con esa felicidad,cuyas bases le parecen a veces frgiles. Impulsada por su aficin alos vastos horizontes, acta en el sentido de una expansin a la vezeconmica y religiosa. Abre Egipto a las influencias exteriores yprocura crear un Estado cosmopolita, donde los pueblos aprendan aconocerse sin confundirse. Gracias especialmente a losintercambios comerciales, es posible ofrecer a los distintos pasespuntos de comparacin y modos de comprensin, mientras queEgipto continuar siendo el centro y el foco luminoso del mundo.

    En el aspecto religioso, Tiyi hizo evolucionar de modoextraordinario las ideas de su tiempo. Su hermano Aanendesempe cargos fuera de lo comn. Una estatuilla conservada en

    el museo de Turn nos informa de que era Gran Vidente enHelipolis y Segundo profeta de Amn. Esta doble funcinconfiere a Aanen un estatuto muy excepcional. Por una parte, sehalla inserto en la todopoderosa jerarqua tebana y, gracias a surango, conoce sus mecanismos. Por otra parte, pertenece al cleroheliopolitano, relegado a segundo rango por el podero creciente delos sacerdotes de Amn.

    Gracias a ese lazo familiar, Tiyi est perfectamente

    informada de los pensamientos expresados por los miembros de lasdos comunidades religiosas. Admira los grandes principios de lateologa solar, tan apreciados por Helipolis, y vigila con atencin eldesarrollo de la ambicin tebana.

    Es probable que la reina dispusiese de observadores en todoslos puntos neurlgicos de la sociedad egipcia, figurando entre ellosAaren, que fue uno de los personajes clave de este periodo.

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    Se content el hermano de la reina con disfrutar de lasprerrogativas de un gran dignatario o se convirti en uno de los

    defensores de la antigua religin solar, a la que se ve reaparecerpoco a poco durante el reinado de Amenofis III? Tiyi compartaesta concepcin de lo sagrado, en que la divinidad se expresaba dela manera ms directa bajo la forma del sol. Favoreci al clero dela antigua ciudad santa de Helipolis, restableciendo el equilibrioque se haba perdido en favor de los sacerdotes de Amn, queconservaron, sin embargo, su preeminencia.

    Este reequilibrio sutil y modesto se desarroll sin ningnconflicto. Durante una ceremonia, en el momento de montar en unabarca llamada Esplendor de Atn, la reina Tiyi proclam ante losmiembros de la corte su inclinacin a la mstica solar. El dios Atnrecibi as oficialmente la confirmacin de la adhesin de la parejareal. Por qu haban de preocuparse los sacerdotes de Amn? Setrataba de un acontecimiento sin importancia, que confirmabasimplemente el papel teolgico y espiritual representado desde

    siempre por la reina de Egipto.Esta ltima, en efecto, encarna a Maat, el orden, la armonadel mundo, la regla eterna que los humanos tienen el deber derespetar. Es tambin Hater, la diosa del cielo, el ojo del sol, lafuerza csmica en que resucita cada mujer. Con Tiyi, no existetodava una religin atoniana. Slo una tendencia a promover unacorriente muy antigua de ideas, que, por lo dems, comparte con sumarido, Amenofis III.

    El futuro Akenatn no pudo ser indiferente al clima religiosode la corte real. La fuerte personalidad de sus padres representun papel determinante en la evolucin de la suya propia, sobre todoa partir del momento en que se produjo el acontecimiento quedecidira su destino: la muerte de su hermano mayor.

    Amenofis III y Tiyi juzgaron a su segundo hijo capaz deacceder al trono de Egipto. Tomara el nombre de Amenofis IV,

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    inscribiendo su reino en la continuidad del de su padre, para gloriadel dios Amn.

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    LAS PREMISAS DEL CULTO DE ATNY LA EDUCACIN DE UN REY

    El mundo de lo sagrado es la base de la civilizacin egipcia.Las formas de expresin adoptadas para dar cuenta del mismo son,pues, esenciales. Cada faran, en el curso de su reinado, elige unprograma sagrado, que insiste sobre uno u otro aspecto de lodivino.

    El dios Atn constituir el centro del pensamiento deAkenatn, que descubri su existencia durante su educacin en el

    palacio. Fue Atn una invencin de la poca de Amenofis III ose hallaba ya presente en el panten tradicional?El faran Amenofis II, cuyo reinado se inici a mediados del

    siglo XV antes de Cristo y dur alrededor de veinticinco aos, nacien Menfis, la ciudad sagrada del dios Ptah. En su protocolo, aadiel ttulo de Dios regente de Helipolis, expresando as su interspor la antigua capital de Egipto. Helipolis era sobre todo elcentro teolgico ms antiguo del pas, donde haba tomado cuerpo

    por primera vez la sabidura egipcia.Sensible a esta tradicin primordial, Amenofis II decidi

    infundirle un nuevo esplendor. En consecuencia, puso enexplotacin las canteras de Tura y emprendi la construccin denuevos monumentos en Menfis y Helipolis. Con esto esperabaequilibrar la omnipotencia de Amn y sus adoradores. Por lodems, para Amenofis II, el seor de los dioses no es Amn, sinouna ternaridad divina llamada Amn-Ra-Atum. Y es ese dios

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    nico en tres personas quien pone en el corazn del rey la idea deactuar de tal modo que Egipto le sirva.

    En un gran himno a Amn, se evoca al dios como aquel que hacreado la humanidad, los animales, el rbol de la vida y los pastosque alimentan al ganado. Esta vinculacin entre el principiocreador y la naturaleza reaparecer en los himnos a Atn, que seapropia as, por lo tanto, de ciertas caractersticas de Amn.

    Tutms IV, el sucesor de Amenofis II, vivi en el desiertouna aventura asombrosa. Al final de un da de caza, se adormeci

    junto a la esfinge, la cual, en un sueo proftico, le prometifavorecer su acceso a la realeza si la liberaba de las arenas deldesierto. Tutms obedeci sus instrucciones y, en consecuencia,no fue entronizado por el dios Amn, sino por la esfinge,ntimamente relacionada con la religin de Helipolis.

    Al elegir el nombre de Aquel que purifica Helipolis yregocija a Ra, Tutms IV toma sus distancias con respecto a lossacerdotes de Amn. Su ideal religioso no se reduce al plano

    terico, puesto que se concreta en medidas administrativas. Elgran sacerdote de Amn deja de disponer del poder supremo sobreel conjunto de los cleros de Egipto y de ocupar la funcin de visir.Sin embargo, en los textos oficiales, Tutms IV reconoce que esAmn quien concede las victorias militares e incremento la gloriadel pas.

    Los ejemplos de Amenofis II y Tutms IV demuestran queexista ya, antes del reinado de Akenatn, una tendencia que

    consista en equilibrar los diversos cultos egipcios y en no concederla supremaca absoluta a los ricos sacerdotes de Tebas. AmenofisIII precipit esta revolucin, sobre todo en el campo de las ideasreligiosas, insistiendo en la importancia del dios Atum, el primercreador, y en la riqueza simblica del culto solar.

    Un clima intelectual semejante era propicio a las mutacionesms variadas. Pero por qu eligi Akenatn al dios Atn para ser,en cierto modo, el portavoz de un Egipto nuevo?

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    Atn no es una divinidad indita en la religin egipcia. Desdela poca de Tutms I, se le considera como una potencia creadora,

    que no se reduce a la forma exterior del sol. Cuando el faranmuere, su alma inmortal se eleva hacia el cielo y se une al discosolar, el Atn, para resplandecer eternamente. Subi al cielo -diceun texto a propsito del faran Amenemhet I- y se uni al Disco, elcuerpo de Dios en comunincon Aquel que lo crea.

    Poco a poco, se empieza a concebir a Atn como el cuerpo deRa. Rejmire, El que conoce como el sol, compara incluso a su rey,Amenofis III, con el dios Atn en el momento en que se revela as mismo. Al hacerse inseparable de la persona del faran, Atndisfruta forzosamente de una gloria cada vez ms dilatada.

    Ya durante el reinado de Tutms IV se rinde culto a Atn. Enla poca de Amenofis III, se conoce a un hombre que esIntendente de la morada de Atn y se sabe que se honra al diosincluso en el interior del recinto de Tebas. En Helipolis y Menfisexisten cleros de Atn, que reactualizan progresivamente los

    elementos de la antigua religin csmica.Est claro que Akenatn tom del antiguo fondo egipcio laarquitectura y los smbolos de su reforma religiosa. Tutms IV yAmenofis III, respectivamente abuelo y padre de Akenatn,tuvieron con el sol divino una relacin ms estrecha que losfaraones precedentes. El primero, en un escarabajoconmemorativo, designa al disco solar como aquel que le ha dado lavictoria en el combate: los prncipes de Naharina, portando sus

    presentes, miran al rey cuando sale de su palacio, escuchan su vozcomo la del hijo de Nut [el cielo]. Lleva el arco en lamano, comoheredero de Chu [el aire luminoso]. Si se despliega paracombatirteniendo a Atn ante l, destruye las montaas, aplastando consus

    pies los pases extranjeros (traduccin de Doresse). La poesacortesana se refiere al rey como El disco en su regin de luz. Elpalacio real es la Morada del disco. Amenofis III recibe elnombre de l es el disco deslumbrante. El nombre de Atn

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    entra en los eptetos aplicados a una compaa del ejrcito y a labarca real.

    Una multitud de indicios convergen en el mismo sentido: eldios Atn afirma su presencia en el pensamiento religioso ya en lapoca de Amenofis III.

    Aos de formacin

    El futuro Akenatn se educ en Menfis, al menos en parte,como otros muchos hijos del rey? Ningn documento lo precisa.Probablemente estuvo all, puesto que la gran ciudad, bautizada conel nombre de Balanza de las Dos Tierras, continuaba siendo unode los mayores polos econmicos y religiosos. Helipolis, la ciudadsanta del dios sol desde los tiempos ms antiguos, no distabamucho de Menfis.

    Ra, Horus de la Regin de Luz (Horajti), Chu, Atn... Otros

    tantos dioses solares que formaban parte del paisaje intelectualdel joven prncipe, otras tantas formas metafsicas que atrajeronsu atencin ms all del culto oficial de Amn, dios del Imperio yamo de Karnak.

    Un palacio como el de Malgatta signific por s solo unaenseanza para el adolescente. All descubri lo sagrado en lanaturaleza y en las representaciones creadas por los artistas. Elcamino hacia Dios estaba all, ante sus ojos, en las paredes donde

    pintores geniales haban sabido dar vida, en aquello que tienen deeterno, a la fauna y la flora.

    El muchacho estudi los textos sagrados de la tradicinegipcia, tan rica en experiencias espirituales. Como todo futurorey, estaba obligado a adquirir un buen conocimiento de los

    jeroglficos, tras haber sido iniciado en las ciencias sagradas.Segn la ley de Maat, un faran deba ser a la vez un cientfico yun sabio.

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    Un personaje fuera de lo comn parece haber ejercido unagran influencia sobre la educacin de Akenatn. Se trata de

    Amenhotep, hijo de Hapu. Cientfico prodigioso, que fue divinizadodespus de una larga y extraordinaria carrera al servicio deEgipto, era un arquitecto genial y un administrador de granenvergadura y gozaba de toda la confianza de Amenofis III. Elrey honr a su amigo de manera poco corriente, concedindole laautorizacin para construir su propio templo.

    Jefe a la vez del ejrcito y de los escribas, Amenhotep, hijode Hapu, se presentaba sobre todo como Director de todos lostrabajos del rey. A la cabeza de los maestros de obras, estabaconsiderado como un verdadero heraldo de la divinidad, como sercapaz de percibir y aplicar los designios del Creador. Por eso, deacuerdo con sus inmensas virtudes, alcanz la edad sagrada deciento diez aos, que la tradicin egipcia atribua a los sabios.

    Amenhotep, hijo de Hapu, era el smbolo viviente del serrealizado, en el que se unan la espiritualidad ms viva y la potencia

    de la accin creadora. Qu dicha para el joven prncipe conversarcon este sabio entre los sabios, que conoca tan bien el corazn dela piedra como el del hombre? Durante largas veladas, en elsilencio perfumado de los jardines de palacio, el futuro rey y elmaestro arquitecto hablaron de lo sagrado, evocando a Hator, lavaca celeste, Anubis, el chacal que purifica el mundo, Horus, la luzde los orgenes..., todos ellos dioses que hacen referencia al nico,la fuerza creadora que, a cada instante, recrea el universo y toma

    los mil rostros de los dioses. Amenhotep, hijo de Hapu, ense alhijo del rey que deba construir su vida como se edifica un templo.El futuro Akenatn se benefici tambin de la enseanza de

    otros preceptores, puesto que la corte de Amenofis III abundabaen seres de gran vala. Nos basta como prueba uno de los msbellos textos del periodo preamarniano, el himno compuesto por loshermanos arquitectos Suti y Hor, que, por un curioso azar, llevanlos nombres de los dos dioses hermanos ms clebres de la

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    mitologa egipcia. Suti y Hor estaban encargados de dirigir lasconstrucciones de Amn, desempeando as uno de los ms altos

    cargos del Estado. Ahora bien, su estela funeraria ofrece untexto que, en contra de lo que se podra esperar, no exalta al diosAmn tal como lo conceban los tebanos, sino a un curioso Amnsolar, muy prximo al dios de Akenatn. Veamos algunos pasajes, alos que el futuro rey fue sin la menor duda muy sensible:

    Saludar a Amn cuando se alza, en tanto que Horus, delhorizonte oriental por el jefe de los trabajos, Suti, y por el jefede los trabajos, Hor,- homenaje a ti que eres el Ra perfecto decada da... El oro purono es comparable a tu esplendor Cantero quese ha tallado a s mismo, fundiste tu propio cuerpo, oh, escultorque no ha sido nunca esculpido... Todos los ojos ven gracias a ti ydejan de ver cuando tu majestad sepone. T pones a los seres enmovimiento, tus rayos crean la maana, abren los ojos que sedespiertan... Seor nico, que alcanza cada da elextremo de lastierras... (Traduccin de A. Varille).

    El disco solar se define como aquel que crea a todos, con loque quiere un estatuto de demiurgo. Recordemos, sin embargo, queSuti y Hor son servidores de Amn. Por lo tanto, oponer demanera radical la religin tradicional de Amn y la religininnovadora de Atn supondra un error total de perspectiva.

    Amenofis III y Atn

    Todos los indicios tienden a demostrar la existencia de unentendimiento perfecto entre Amenofis III y su hijo. Armonapsicolgica y afectiva, sin duda, pero tambin coincidencia depuntos de vista en cuanto a la direccin de los asuntos del Estado.En cierto modo, Amenofis III pone las bases de la poltica queseguir su hijo, permitiendo sobre todo que Atn y el antiguo cultosolar se afirmen oficialmente con mayor vigor.

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    En ciertas ocasiones, Amenofis III se aleja de Tebas y deAmn, por ejemplo para una de las ceremonias ms sealadas en la

    vida de un faran, su fiesta del sed, consistente en una serie deritos que se desarrollan durante varios das y que estn destinadosa regenerar el poder mgico del rey, agostado por varios aos degobierno. Todas las divinidades de Egipto se renen paraparticipar en esta resurreccin del ser del faran.

    Amenofis III elige la muy lejana Soleb, en el Sudn, comomarco para las festividades. Su primer arquitecto, Amenhotep,hijo de Hapu, erige all un templo admirable, comparable al deLuxor. Lo consagra a la pareja real y a la regeneracin mgica delrey.

    Recordemos que el palacio del rey de Egipto, en la orillaizquierda de Tebas, est dedicado a Atn. Akenatn conservar elmismo nombre -la casa de Faran es esplendor de Atn- para suresidencia de la ciudad del sol. El nombre es algo esencial para unegipcio, ya que define la naturaleza profunda del ser o de la cosa

    que designa. Dicho de otro modo, Amenofis III pone su vidacotidiana bajo la proteccin del dios Atn y le manifiesta ladevocin de la familia real.

    Por ltimo, cmo no recordar una escena encantadora, con untrasfondo religioso evidente? Amenofis III haba hecho construirun lago de recreo cerca del palacio que acabamos de evocar. Fueinaugurado durante la Fiesta de apertura de los estanques. Elrey y la reina Tiyi montaron con tal ocasin en una esplndida

    barca, que fue la primera en cruzar el lago. Y el nombre de esabarca era, como hemos dicho, Esplendor de Atn, o Atn esresplandeciente. El texto egipcio lo canta as:

    Su Majestad orden que se excavase un lagopara la granesposa real Tiyi -que su vida sea preservada en su dominio deAquel que expulsa la noche. Su longitud era de tres milsetecientos codos,su anchura de setecientos codos.

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    En el decimosexto da del tercer mes, Su Majestad celebrla fiesta de la apertura del lago,Su Majestad se pase por l,en la

    barca real Atn brilla.As, mediante pinceladas sucesivas, Amenofis III aporta

    modificaciones cada vez ms importantes a la mentalidad religiosade su tiempo. La luz del dios Atn empieza a manifestarse.

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    CORREGENCIA?

    Entre las instituciones polticas del antiguo Egipto, figura loque se llama la corregencia, es decir, el poder compartido,durante un tiempo ms o menos largo, entre un faran que vaenvejeciendo y el sucesor que ha elegido. Se conocen variosejemplos, hasta el punto de que algunos se han preguntado, no sinmotivo, si no se tratara de una regla, cuya mayor ventajaconsistira en asegurar la formacin sobre el terreno del futurosoberano. El rey en ejercicio le transmitira as su experiencia.

    Durante unos meses o unos das, dos faraones no rivales serepartan las responsabilidades. Ahora bien, aunque el sucesor erasiempre el hijo, no hay que tomar el trmino al pie de la letra.En diversos casos, se trat de un hijo espiritual.

    Cuando Amenofis IV, el futuro Akenatn, es coronadoritualmente, Amenofis III, su padre, acaba de morir o sigue vivotodava? Dicho de otro modo, hubo una corregencia entreAmenofis III y su hijo?

    La cuestin ha suscitado debates interminables entre los

    egiptlogos. Algunos sostienen la tesis de que Amenofis IV no fuecoronado hasta despus de la muerte de su padre, rechazando todaposibilidad de corregencia. Tal es el caso de Redford, por ejemplo,quien afirma que Amenofis IV no figura nunca en los monumentosde su padre y que no hay ms que una referencia a su existencia deprncipe, una inscripcin sobre una jarra para vino encontrada enlas ruinas del palacio de Malgatta. nica certidumbre: Tiyi, esposade Amenofis III y madre de Akenatn, vivi como mnimo doce

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    aos despus de la muerte de su marido y permaneci presente,por lo tanto, al lado de su hijo, ejerciendo sobre l una influencia

    cuyo alcance es difcil de determinar. En consecuencia, slo sepodra hablar de corregencia, dice Redford, y aun as forzando lanocin, entre madre e hijo.

    En sentido contrario, se han avanzado diversos argumentosen favor de la corregencia. Una estela, procedente de una casa deAl-Amarna y conservada en el British Museum, muestra a AmenofisIII sentado, en compaa de Tiyi, delante de un altar cargado devituallas. Encima de l, el dios Atn, rodeado de rayos, sostieneuna llave de vida ante la nariz del rey. El rey aparece cansado,encorvado, envejecido. Uno de sus brazos pende sobre susrodillas. Si se admite que la imagen le representa cuando todavaestaba con vida, el documento probara que la corregencia dur porlo menos nueve aos. Pero se acepte esto o no se acepte, la escenaindica que Amenofis III y Tiyi participaban en la celebracin delnuevo culto.

    Ms demostrativa an resulta una estatuilla que lleva losnombres de los dos faraones y el del dios Atn. Segn ciertoseruditos, dado que este tipo de documento no aparece antes delao 9 del reinado de Akenatn, se deduce que Amenofis III seguavivo nueve aos despus del coronamiento de su hijo.

    Se puede, sin duda, aadir al expediente la representacin depadre e hijo, ambos coronados, sobre la cara oriental del zcalonorte del tercer pilono de Karnak. Aldred calcula que los aos 28-

    30 del reinado de Amenofis III corresponden al sexto ao delreinado de su hijo y que el ejercicio conjunto de la soberana durcomo mnimo ocho aos, tal vez ms.

    Los defensores de la realidad de la corregencia considerancomo prueba decisiva la escena representada en un bloqueprocedente de Athribis, donde se ve a Amenofis III y AmenofisIV presentando juntos una ofrenda a una divinidad. Segn ellos, y

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    debido a factores de datacin, esta prctica ritual tuvo lugardespus del advenimiento de Amenofis IV.

    La tesis extrema milita en favor de una corregencia de doceaos, basndose en una carta al rey Dusratta descubierta en losarchivos de Amarna y que hace referencia al luto de la corte. Setrata claramente del fallecimiento de Amenofis III y de lasegunda toma de poder de Akenatn, esta vez en solitario.

    Una dificultad parece oponerse a la utilizacin de estedocumento capital. En efecto, falta el comienzo del texto, y slose lee: ... 2. Por lo tanto, no queda ms remedio que poner una cifraantes del 2, una cifra que no puede ser ms que 1. Poner un 2 y leerao 22 es imposible, puesto que el reinado de Akenatn no seprolong tanto. Comprender simplemente ao 2 es asimismoimposible, puesto que resulta notoria la presencia de una laguna.

    No hubo corregencia? Hubo dos aos, seis, ocho o doce decorregencia? Amenofis III permaneca en Tebas, mientras queAkenatn reinaba en su nueva capital? Residan los dos reyes

    juntos en Aketatn? Estas preguntas permanecen sin unarespuesta definitiva.

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    DEL AO 1 AL AO 3:ATN SE INSTALA EN KARNAK

    El ao 1 del reinado de Akenatn comienza, lgicamente, consu coronacin ritual. Esta ltima, hecho fuera de lo comn, notiene lugar en el templo de Karnak, sino en Hermonthis, en laregin tebana, una eleccin que, claro est, no se debe a lacasualidad. Hermonthis es la Helipolis del sur, la ciudadcorrespondiente, en el sur, a la gran ciudad solar del norte. Setrata, pues, del primer homenaje rendido al antiguo culto solar y a

    su clero.Es probable que quien dirigi la ceremonia de coronacin nofuese otro que Aanen, el hermano de Tiyi, que desempeaba cargosreligiosos tanto en Karnak como en Hermonthis. As se afirmaba ellazo entre los diversos cultos.

    En este comienzo de reinado, no se da una ruptura con lastradiciones. En el templo de Sesebi, en el Sudn, existan criptasque formaban parte de un culto solar. Akenatn aparece

    representado en ellas en compaa de varios dioses, de acuerdo conlas reglas del arte clsico. Otras representaciones nos ofrecen laimagen de un Akenatn adoptando las actitudes habituales en losreyes de Egipto.

    Como afirma un texto de la bella tumba tebana de Keruef,Akenatn es todava El elegido de Amn-Ra. Lasrepresentaciones muestran al rey haciendo una ofrenda a Atum,seor de Helipolis, y a otras divinidades, como Hator, seora del

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    cielo. Sealar de pasada que Akenatn no hizo destruir lasescenas en que aparece como un faran de lo ms clsico, junto a

    su padre, el rey Amenofis III, y su madre, la reina Tiyi, e insistirms particularmente en los ritos realizados ante Atum. En efecto,este gran dios creador de los orgenes est vinculado a la teologade Helipolis, cuya presencia en la filosofa religiosa de Akenatncomprobaremos con frecuencia.

    Dos grandes centros religiosos, Menfis y Helipolis,continuaban nutriendo la espiritualidad egipcia, a pesar de lapreeminencia de Tebas. Los faraones del Imperio Nuevo visitabancon frecuencia Menfis, gran centro econmico y ciudad del diosPtah, patrono de los artesanos. En cuanto al prestigio deHelipolis, segua siendo inmenso. Los faraones que prepararon lava para el atonismo tendieron cada vez ms a apoyarse en elclero de Helipolis, a fin de frenar las ambiciones tebanas.

    Las relaciones polticas y religiosas entre Akenatn yHelipolis fueron privilegiadas. Dado que desconfiaba de los

    tebanos, el rey tena necesidad de una corporacin religiosaejemplar. Por su parte, los heliopolitanos estaban probablementemuy interesados por el ideal solar del rey, cercano al culto al quese consagraban.

    En la montaa situada al este de Al-Amarna, se excav unatumba para Mnevis, el toro sagrado de Helipolis. Adems, el gransacerdote del culto de Atn ostentaba el ttulo de El mayor de losvidentes, es decir, el ttulo exacto del gran sacerdote de

    Helipolis.Estos datos precisos permiten afirmar que la religin deAtn se concibi en Helipolis, el On de la Biblia, donde Moissfue instruido en toda la sabidura de los egipcios? El estadoactual de la documentacin no permite dar una respuestadefinitiva, pero es seguro que el pensamiento de Helipolis influyen Akenatn de manera determinante. Al menos en parte, el culto

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    de Atn se presenta como una reactualizacin de las antiguasprcticas religiosas de Helipolis.

    Tenemos la prueba en la posicin privilegiada que Akenatnatribuy al dios halcn Horajtl, el Horus de la Doble Regin deLuz, smbolo del aspecto creador de la luz solar. El rey concedertambin la mayor atencin al dios Chu, el que da la vida. Ambasdivinidades pertenecen al fondo ms antiguo de la religin egipcia yse hallan presentes en los Textos de las pirmides, consagrados ala resurreccin del rey en el ms all. En Helipolis se invoca aAtn bajo su nombre de Chu. Como ha sealado Van de Walle, lareina y las princesas adoptaron el tocado de plumas de Chu,aludiendo as a una mitologa muy antigua. El disco solar,encarnacin del dios Atn, es figuracin de la vida en su funcin deluz. Sus rayos terminan en manos que sostienen el signo ankh,vida, una simbologa que insiste sobre el acto esencial del don yde la ofrenda. As se prolongaba la filosofa tradicional deHelipolis, que defina a Atum, el creador, como Aquel que es y

    Aquel que no es y que trae a la existencia lo que debe ser creado.No se da ninguna ruptura entre Helipolis y Al-Amarna. Losprincipios bsicos de la civilizacin egipcia no han variado.

    Akenatn no se contenta con elegir la Helipolis del sur comoteatro de su coronacin. Adopta un ttulo absolutamenteinhabitual, definindose como Primer profeta de Ra-Horajti, quese regocija en la regin de luz en su nombre de Chu que es Atn.Ra-Horajti contribuye a la creacin permanente de la vida: Chu es

    la luz solar vivificante; Atn aparece por primera vez como unconcepto sinttico que engloba todas estas nociones.Atn, divinidad luminosa, vibra y se regocija en la regin de

    luz, es decir, el universo entero, en el que se inscribe Egipto. Elnombre de esta potencia creadora aparece grabado en un doblecartucho, con objeto de manifestar su realeza celeste y terrestre,su reinado efectivo sobre levante y poniente, sobre la aparicin dela vida y su desaparicin momentnea en las tinieblas.

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    Amenofis IV hace construir importantes monumentos enKarnak para honrar a esta divinidad solar, en cuyo gran sacerdote

    se convierte. Es el primer acto de su reinado, el nico del que haquedado constancia. Segn los textos, dichos edificios sernduraderos como el cielo y semejantes al disco solar.

    De acuerdo con una inscripcin descubierta en las canterasdel Gebel Silsileh, el rey orden llevar a cabo el trabajo de sur anorte y emplear numerosos obreros para edificar en Karnak el granbenben de Ra-Horajti, en su nombre de Brillantez que est en eldisco.

    El benben era la piedra celeste, la primera eminencia de lacreacin, que constitua el centro del gran templo solar deHelipolis, lo que significa que Amenofis IV, al construir en Karnak,toma como modelo ese santuario de las primeras edades. Suprimera obra arquitectnica fue fiel a Helipolis hasta el punto deconstruir un obelisco sobre una base, smbolo del benben? Loignoramos, ya que los edificios atonianos de Karnak fueron

    destruidos y slo subsisten en forma de pequeos bloquesrecortados e incluidos en el interior de los pilonos. A travs deeste obelisco, o del piramidin, Egipto celebraba el nacimiento dela luz, la permanencia de un rayo petrificado, manteniendo lapresencia divina en la tierra.

    Amenofis IV no combate al dios Amn. No entabla ningunalucha religiosa contra los sacerdotes de Amn. Se limita aconvertir Karnak en el templo de Atn.

    El acto es revolucionario en la medida en que parececambiar al propietario divino de un templo. En realidad, no seexpulsa a Amn de su morada. Contina siendo su dueo, aunqueuna nueva forma divina ocupe, al comienzo del reinado de AmenofisIV, el primer plano de la escena religiosa.

    Los santuarios atonianos se levantan al este de Karnak, alldonde sale el sol. Conocemos sus nombres. Hay cuatro templos,cada uno de los cuales lleva un nombre especfico: El disco solar

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    ha sido encontrado (gem-pa-Aton); La morada de la piedraprimordial (hut-ben-ben) que est en "el disco solar ha sido

    encontrado", nombre determinado por un obelisco; Robustos sonlos monumentos del disco solar para siempre (rud-menu-n-Aton-r-neheh), donde existen escenas que muestran al rey y su cortedirigindose hacia las mesas de ofrendas, cubiertas de pan, vino yaves, mientras que los sirvientes aclaman al rey y al disco solar; porltimo, el santuario llamado Exaltados son los monumentos deldisco solar para siempre (ten-menu-n-Aton-r-neheh), donde sevean muchas escenas de la vida cotidiana en palacio. Redford,utilizando un texto que, desdichadamente, no est completo,calcula que haba alrededor de seis mil ochocientas personasempleadas en los cuatro templos. Como se ve, no se trataba deimplantar una modesta capilla en honor del dios Atn, sino deorganizar un nuevo culto en el interior de la inmensa Karnak.

    En esos nuevos templos, aparece representado por primeravez el disco solar cuyos rayos terminan en manos. Adems, el

    nombre del dios Atn est situado en un cartucho, es decir, elvalo que, en las inscripciones jeroglficos, rodea al nombre de losfaraones.

    Se considera, por consiguiente, a Atn como un rey-dios,identificndole con el propio faran. Seor del cielo y de la tierra,Atn tiene como smbolo un disco solar, en torno al cual se enroscauna serpiente. Del cuello del reptil cuelga la famosa llave devida. En Egipto, la serpiente no evoca el mal, sino que est

    vinculada a la idea de las incesantes metamorfosis de la vida.Los talatates, los pequeos bloques que formaban esosmonumentos, nos han permitido conocer las escenas escogidas porAkenatn para ilustrar su reinado. Se ve especialmente al reypasendose en carro, portador de la corona azul. El acto es ritual,como explica el texto: Aparicin en gloria sobre su carro por SuMajestad, semejante al disco solar en medio del cielo, iluminando

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    las Dos Tierras. Los caballos son magnficos, con penachos deplumas. Llevan un nombre sagrado: [Tiro] creado por Atn.

    En un talatate del segundo piloto, el faran ofrece plantas aldios solar con cabeza de halcn. El estilo resulta un pocosorprendente, comparado con la esttica tradicional. El dios y elrey tienen la misma configuracin corporal, con el vientre hinchado.

    Pero hay algo ms sorprendente todava, las estatuascolosales del faran, de cinco metros de alto, que muestran unaasombrosa deformacin del rostro y de ciertas partes del cuerpo.Las facciones han sido alargadas y agrandadas. Tienen los ojosrasgados, las orejas enormes y con los lbulos agujereados, la narizmuy larga, la barbilla y los labios gruesos. Esos colosos estabanadosados a los pilares de uno de los templos de Atn, en Karnak.Amenofis IV, que lleva en las muecas y los bceps brazaletesadornados con cartuchos conteniendo los nombres de la divinidad,sostiene en la mano derecha el flagellumy, en la izquierda, el cetroheka. Y aunque esos atributos, lo mismo que la doble corona, son

    absolutamente tradicionales, el cuerpo del rey presentaparticularidades inslitas: senos, caderas y pelvis femeninos.Algunas de esas estatuas muestran al soberano desnudo y sin sexo.

    Como Osiris, Amenofis IV, que est en la postura del reymuerto y divinizado, ha perdido su sexo, que debe ser recuperadopor Isis, encarnada en la reina. Nefertiti acta teolgicamente asemejanza de Isis a fin de recrear el poder gensico del rey. Aeso se debe el que la divinidad slo pueda encarnarse, en su

    totalidad, en una pareja.

    Acaso el rey asexuado no es el smboloperfecto de esta unicidad divina? A la vez hombre y mujer,representa el principio nico antes de la separacin de los sexos.

    Segn Yoyotte, los extraos colosos son la expresin de unsimbolismo extremo, que muestra al rey a semejanza de Atn, esdecir, como padre y madre de la creacin. No es al individuoAmenofis IV al que exponen a la mirada, sino a un rey-dios.

  • 5/24/2018 Jacq, Nefertiti y Akhenat n

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    Creer que los colosos son retratos fieles del monarca sera,en mi opinin, un error. El rey ha pedido a los escultores que creen

    una esttica particular, correspondiente a la nueva formulacin deAtn, que ha convertido en el corazn de su reinado.

    Existen probablemente dos retratos de Amenofis IV, unoconservado en el Louvre y procedente del taller del escultorTutmosis, en Al-Amarna; el otro conservado en el Museo de ElCairo. El primero, de sesenta y cuatro centmetros de altura,forma parte de un grupo construido en esteatita, mostrando elrostro magnfico de un rey plenamente sereno. El segundo,esculpido en roca calcrea, representa al monarca tocado con lacorona azul. La representacin, admirable, es de un clasicismoperfecto. La expresin de recogimiento se refleja con unaintensidad poco comn. A esas dos obras se les puede aadir sinduda una mscara de yeso, procedente i