lo mejor está por llegar

7 – Lo Mejor Está Por Llegar

“Lo Mejor Está Por Llegar”

Marta era diaconisa en su congregación local por más de 40 años. Ella era una mujer jovial, alegre y optimista. Una de esas diaconisas sonrientes que reciben a las visitas con calidez cuando llegan a la iglesia. Ella se aseguraba de que se sintiesen bienvenidas.

Una cálida tarde de verano ella llamó al pastor Jim. Era inusual que ella molestara al pastor durante el día. La voz de Marta sonaba preocupada.

“Jim, realmente necesito hablar con usted lo mas pronto posible. ¿Podría venir a verme ahora? Jim realmente no sabía de qué se trataba. Era extraño que Marta lo llamase a esa hora, así que dejó lo que estaba haciendo, reajustó las prioridades de su horario, y se dirigió a la casa de Marta.

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Cuando Jim llegó, se dió cuenta que algo andaba mal. Marta estaba más ansiosa de lo que él pensaba. Pasaron unos momentos hablando del tiempo. Hablaron de los niños de Marta, también de los nietos. Hablaron de la familia de Jim, y entonces Marta dijo,

“Pastor Jim, esta mañana fui a mi examen médico anual. Descubrieron que tengo algo maligno, y que se ha propagado. El doctor me da a lo sumo dos meses de vida. Así que, pastor Jim, quiero hablar con usted acerca de mi funeral.

Pastor Jim, aquí están los himnos que me gustaria que se canten. ‘De la mano, Señor, llévame cual pastor, pues cansado me siento del mal. En la noche sin luz, guíame buen Jesús. De la mano, buen Señor, llévame’. Pastor Jim, me gusta también este antigüo himno, ‘Oh, que amigo nos es Cristo, el llevó nuestra aflicción, y nos manda que llevemos todo a Dios en oración.’

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Pastor Jim, aquí está mi texto favorito. 1 Tesalonisenses 4:16, 17, ‘Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor’. RVR’60. Pastor Jim, ese es mi texto. Léalo, predíquelo en mi funeral.

Y pastor Jim, venga a mi dormitorio, aquí a mi ropero, porque aquí tengo mi vestido azul para la iglesia. Usted sabe, yo lo he usado para asistir a la iglesia por muchos años. No sería sábado sin mi vestido azul. Pastor Jim, cuando me pongan en el ataúd, quiero que me entierren con mi vestido azul.

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Pastor Jim, aquí está mi Biblia y yo quiero que pongan mi Biblia en mi mano izquierda, la mano más cerca de mi corazón. Este libro me ha animado a través de los años. Así, cuando la gente pase a verme luego del servicio, quiero que mi ataúd esté abierto y quiero que vean a la vieja Marta en el ataúd con una sonrisa en su rostro, con su Biblia en su mano y con su vestido azul de sabado. Pastor Jim, hay una cosa más.

“Ponga un tenedor en mi mano derecha.” “Marta, no entiendo. Su vestido azul de Sábado, su Biblia, pero Marta, ¿por qué un tenedor en su mano derecha? ¿Que significa el tenedor?”

“Usted sabe, pastor Jim, yo soy diaconisa y he estado sirviendo las comidas de esta iglesia por más de 40 años. Y pastor Jim, cuando termina la comida, nosotras las diaconisas con frecuencia decimos ‘guarden el tenedor.’

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Ahora, pastor Jim, cuando decimos que guarden el tenedor, no es porque viene alguna gelatina aguada. No es por algún helado semi derretido. No es por alguna imitación de chocolate en una caja de budín. Cuando decimos que guarden el tenedor, eso significa que ¡lo mejor está por llegar!

Eso significa que están por llegar pasteles caseros de manzana y de fresas. Eso significa que viene el postre. Así que retengan el tenedor—lo mejor está por llegar.

Pastor Jim, cuando yo muera y me pongan en el ataúd, y pasen a verme y vean mi tenedor, ellos van a preguntar ¿qué significa eso? Y usted les va a decir, pastor Jim, ‘¡Marta creía que lo mejor esta por llegar!”’

Su tú estás en la cúspide del mundo hoy—si estás encontrando satisfacción en tu trabajo—tu familia es maravillosa—tu salud es fantástica—tus finanzas van bien—¡lo mejor está por llegar!

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Si estás pasando por algún desánimo hoy por tus hijos que fueron criados en la iglesia pero ahora no están asistiendo, lo mejor está por llegar.

Si estás pasando por la agonía desgarradora del trauma de un divorcio y te preguntas cómo juntar los pedazos de tu vida, lo mejor con Jesús está por llegar.

Si tu cuerpo está siendo devastado por el reumatismo y la artritis, o quizá para alguno, el cáncer se ha esparcido, lo mejor está por llegar.

Si vienes de un pasado quebrantado y de una familia dividida, y aún se están sanando tus cicatrices, lo mejor está por llegar.

Si tu has pasado por reveces financieros, lo mejor está por llegar.

Si estás luchando con la culpa, lo mejor está por llegar.

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Si algún pecado te ha tomado y aprisionado, lo mejor está por llegar.

Estudiemos la vida de Moisés, porque la vida de un seguidor de Dios es una vida de victorias ininterrumpidas que tal vez no parecen serlo aquí, pero lo parecerán en el más allá.

Moisés nació con una maldición sobre su cabeza—el Faraón pasó un decreto que todos los niños varones de los Israelitas fuesen muertos al nacer.

Sin embargo, la historia de Moisés muestra que Dios cambia maldiciones en bendiciones.

Exodo 1:22, RVR ’60. “Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida.

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Faraón pasó un edicto sobre la vida de los hebreos, y cuando Faraón pasó ese edicto, el dijo que cada niño varon debía ser muerto—echado al río. Faraón estaba preocupado por el crecimiento y expansión de los israelitas. Así que condenó a los niños hebreos a muerte. Sorprendentemente, Dios tornó esa maldición en una bendición. Y con Dios, nuestras maldiciones más grandes a veces se tornan en nuestras bendiciones mayores. El efecto del decreto fue lo opuesto de lo que Faraón pensó.

Ahora sigan la línea bíblica de razonamiento. Faraón quería dominar a los israelitas con mano de hierro. El quería destruirlos, retenerlos para que no crezcan, porque el tenía temor de que algún líder de los israelitas se levantase a prominencia y derrocase al Faraón y a las fuerzas egipcias. Así que Faraón pasó un decreto para que los niños varones hebreos fuesen muertos.

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Como resultado de ese decreto, la madre de Moisés lo tomó y lo puso en una canasta, y fue allí, a través de la providencia de Dios, que la hija de Faraón encontró a Moisés. Y fue por ese decreto que Moisés recibió su educación en Egipto que lo habilitó a tener habilidades militares y amplio conocimiento geográfico y una comprensión de la historia y liderazgo que Dios tomó y santificó y refinó y usó para liderar a los israelitas cuando estuvieron vagando por el desierto.

El punto es, que la maldición fue tornada en una bendición. El punto es, que la intención de Faraón de destruir a Moisés llegó a ser el medio que Dios usó para entrenar y educar a Moisés. Fue a través de ese decreto que una puerta fue abierta por Dios para que Moisés se educase en las cortes de Egipto. ¡Alabado sea su santo nombre, Dios torna las maldiciones en bendiciones! Porque con Dios, lo mejor siempre está por llegar.

Nuestra vida de así llamada trauma y dolor no es otra cosa que una vida de pasos ininterrumpidos hacia la victoria, no aparentemente ahora, pero sera vista así en la eternidad.

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Si Dios puede tomar las actividades malvadas de los hermanos de José quienes lo arrojaron a un pozo, y tomar a José del pozo y ponerlo en un palacio, Dios puede tomar las actividades de otros en contra de ti, y tu puedes pasar de la oscuridad del pozo a las glorias del palacio, porque lo mejor está por llegar para ti.

Si Dios puede tomar el ataque de Nabucodonosor a Jerusalén, esa ciudad brillante, si Dios puede tomar la cautividad de Daniel, dejando su hogar, su padre, su madre y todos los sueños de su juventud, y si Dios puede usar a Daniel en el trono de Babilonia, lo mejor para ti está por llegar.

Si Dios puede tomar el encarcelamiento de Pablo y usarlo para escribir Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, las grandes epístolas para bendecir al mundo, Dios puede escribir una epístola en tu vida a través de la experiencia de prisión por la que tú has pasado, porque lo mejor está por llegar para ti.

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Si Dios puede tomar una vieja cruz y un hombre con clavos en sus manos y sangre corriendo por sus brazos, si Dios puede tomar la corona de espinas, si Dios puede tomar una lanza, si Dios puede tomar clavos herrumbrados, si Dios puede tomar la agonía y muerte en la cruz y tornarla en un instrumento de salvación, aún para ti, a través de la cruz, lo mejor está por llegar.

Mira más allá de tus lágrimas.

Mira más allá de tus penas.

Mira más allá de tus quebrantos.

Mira más allá de tus decepciones.

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Mira más allá del divorcio.

Mira más allá de la enfermedad maligna.

Mira más allá del dolor.

Mira más allá del sufrimiento.

Mira más allá de las cicatrices, porque contemplándolo a él, quien es invisible, lo mejor está por llegar, porque él toma nuestras maldiciones y las torna en bendiciones, como lo hizo con Moisés. Con él, lo mejor está por llegar para ti.

Viéndolo a él quien es invisible ¡lo mejor está por llegar!

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Moisés fue forzado a huir—su deambular por el desierto se tornó en encuentros divinos. Luego de 40 años en las escuelas de Egipto, Moisés fue obligado a huir. Aún había lecciones que Dios necesitaba enseñarle a Moisés.

Como la calcomanía que a veces vemos en los paragolpes de los autos—“Tenme paciencia, Dios aún no ha terminado conmigo.” Moisés creía estar listo, pero Dios le dijo, tú aún no estás listo.

Al comienzo de los 40 años en el desierto, Moisés dijo, “Señor, haste a un lado. Yo estoy listo.” Dios dijo, “Moisés, tú no estás listo.” Al final de los 40 años, Moisés dijo, “no estoy listo,” y Dios dijo, “tú estás listo.” La forma en que nosotros pensamos y en que Dios piensa son muy diferentes.

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Moisés vio a un egipcio matando, persiguiendo, castigando y azotando a un israelita. Moisés, en su furia, mató al egipcio. Al día siguiente, Moisés vió a dos hebreos discutiendo, y ellos le dijeron, “Moisés, ¿qué vas a hacer? ¿Matarnos como hiciste con el egipcio?” Moisés fué forzado a huir, porque sabía que la pena de muerte colgaba sobre su cabeza.

Y Moisés fué al desierto—a vagar por el desierto. Oscuro y solo, desanimado y descorazonado. El error de Moisés fué un error fatal. El tomó la obra de Dios en sus propias manos. Sus objetivos eran buenos; sus métodos fueron pobres.

¿Se había arruinado el sueño? Ahora imaginen lo que habrá pasado por la mente de Moisés en su vagar por el desierto. Desanimado, desilusionado. Dios ya no puede usarme.

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Lleno de recriminación y vergüenza, con la sensacion de fracaso—de derrota. “He pecado. Estas son manos ensangrentadas. Con estas manos he matado a un hombre. Dios tenía sueños para mi vida, pero por mi propia elección, he arruinado el sueño. Dios tenía planes para mi vida, pero yo he arruinado esos planes.”

“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.” Exodo 3:4, RVR’60.

¡Dios tornó una pobre decisión en un encuentro divino! Sabes, es algo increible cuando lo piensas. ¿Por qué se apareció Dios en un arbusto que ardía pero no se quemaba? Un arbusto que arde pero no se quema capta la atención.

Y Moisés, andando por el desierto, corriendo, se vio cara a cara con el encuentro divino. Y Dios dijo, “Aquí estoy. No vengas más cerca. Quita tus zapatos, porque el lugar donde estás santo es.”

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Lugar santo en el desierto.

Lugar santo cuando estoy corriendo para Dios.

Lugar santo en mis desilusiones.

Lugar santo cuando he tomado la vida en mis manos y he hecho una mala decisión.

Lugar santo cuando mis planes han fracasado.

Lugar santo cuando estoy lleno de vergüenza.

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Lugar santo cuando estoy poseído de condenación.

Lugar santo—un encuentro divino. En el momento de mi necesidad más grande, él está allí.

Entonces él dice en el versículo 7, “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias.”RVR’60.

¿Estás pasando por alguna angustia en tu vida? ¿Estás pasando por alguna desilusión en tu vida? Dios dice, “Yo conozco tus penas. Yo estoy contigo en tu agonía. Yo estoy allí en lo más profundo de tus desilusiones. Yo estoy allí en tus noches aisladas y solitarias.

“Yo estoy allí cuando te sientes solo y aislado. Yo estoy allí en tu vergüenza. Yo estoy allí en tu condenación cuando tú no vives a la altura del ideal divino y te sientes sucio y culpable.”

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Dios dice, “Yo estoy allí. Yo estoy allí en el arbusto. Yo estoy allí y conozco tus penas, tus desilusiones.”

Y entonces Dios le dijo a Moisés—Exodo 3:14, RVR’60. “Moisés, YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” Moisés, tú estás listo ahora. Arrodillado ante mí en deshonra y culpa, abriendo tu corazón para recibir mi perdón, tú estás listo, y YO SOY EL QUE SOY. ¿Qué quiere decir cuando Dios dice “YO SOY EL QUE SOY?”

El le estaba diciendo a Moisés: “YO SOY tu fuerza”.

YO SOY tu suficiencia.

YO SOY tu valor.

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YO SOY tu alimento.

YO SOY tu columna de fuego por la noche.

YO SOY tu nube de proteccion en el día.

YO SOY tu cubierta.

YO SOY tu guía.

YO SOY lo que tú necesitas.

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Y cuando yo vengo a él en mi deambular por el desierto, mi vagar por el desierto se convierte en un encuentro porque me encuentro con él en el arbusto. Y él dice, “YO SOY todo lo que necesitas. YO SOY el amor que no recibiste de niño. El dice, YO SOY el perdón de tu culpa.” El dice, “YO SOY el poder de liberación en tu vida.” El dice, “YO SOY tu alimento para la soledad profunda de tu alma.” El dice, “YO SOY todo lo que necesita tu corazón. YO SOY el YO SOY.”

Cuando nos alejamos de él, cuando corremos de él, y le damos la espalda, a veces nos encontramos con él en un encuentro divino en el desierto. Cuando sentimos que nuestros planes han desaparecido, Dios mismo toma nuestro divagar por el desierto y lo torna en un encuentro divino.

Humillados por nuestra necesidad—la necesidad es el material del cual están hechos los milagros. El propósito final de Dios es llevar a Moisés a un lugar de dependencia de él. ¡Una forma en que Dios hace esto es trayéndonos a un lugar de necesidad!

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Las necesidades son oportunidades para milagros. Los milagros surgen de la necesidad. Donde no hay necesidad, no hay milagros. Donde no hay necesidad, no hay eventos sobrenaturales. La Escritura describe el milagro del maná. Dios torna necesidades en milagros.

El objetivo de Dios era llevar a Moisés a un lugar de dependencia. ¡Una forma en que Dios intentó hacer esto fue en llevar a Moisés a un callejón sin salida!

Exodo 16:2-3, RVR’60. “Y toda la congregacion de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto.

Y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne,

cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.”

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“Mira, Moisés, al menos en Egipto nuestros amos nos daban algo que comer para que pudiésemos hacer ladrillos sin paja. Mira, Moisés, al menos cuando estábamos en Egipto, nuestros estómagos estaban llenos. Pero tú nos has traído al desierto a morir”.

Dios nos enseña a depender cuando tenemos una necesidad. Las necesidades son la sustancia de milagros. Había una necesidad. ¿Tienes tú una necesidad? La necesidad de ser amado. Alguna necesidad financiera en tu vida. ¿Tienes alguna necesidad en tu vida hoy? Donde hay vista no hay necesidad de un milagro para sanar la ceguera. El hecho de que yo soy ciego físicamente significa que yo necesito la vista. Jesús no sanó a gente de la vista si no era ciega. El sanó a gente que necesitaba ver. Donde no había una mano seca, el no sanó de una mano seca.

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Donde no hay necesidad, no hay necesidad de un milagro. Así que en toda necesidad que tienes en tu vida que no puedes suplir, en cada necesidad en tu vida que es imposible para ti resolver, hay necesidad de Dios. Si tú pudieses resolver todos tus problemas, no habría necesidad de Dios. Si no hubiese dificultades en la vida y tú tuvieses control de todo, ¿dónde quedaría Dios? Así que Dios permite que en la vida enfrentemos necesidades, dificultades, obstáculos, montañas, túneles de los cuales no vemos la manera de salir, y el contexto del milagro ocurre en el contexto de la necesidad humana. Cuando unimos la necesidad humana y la fe y la dedicación, éstos proven los ingredients a través de los cuales Dios puede obrar un milagro.

Exodo 16:4, RVR’60 – “Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os hare llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día.”

Versículo 7 – “Y a la mañana veréis la gloria de Jehová.”

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Moisés, lo mejor está por llegar. Moisés, en el contexto de tu necesidad, en el contexto de tu hambre, lo mejor está por llegar.

Mark Finley cuenta la historia de cuando él era un estudiante de colegio: “Mientras viajábamos en una ambulancia por la selva de Brasil, íbamos bajando una cuesta cuando la persona que manejaba metió un cambio yendo sobre un escombro, pero en vez de hacer el cambio correcto, entró el reverso. Escuchamos el ruido de los engranajes crujiendo—y los tres quedamos varados en las junglas del Brasil. No podíamos avanzar, no podíamos retroceder. Un camión de la selva generalmente pasaba una vez por día. Porque estábamos en plena en la selva, estos camiones llevaban productos para los pequeños pueblos a cientos de millas de distancia. Cuando el camión vino, mandamos a uno de nuestro equipo, quien era un dentista, para que busque ayuda en el pueblo llamado Pashes Inpetitris, a unas 60 millas de donde estábamos. Yo me crié en los suburbios, así que no sabía mucho de la selva. Saben, en la noche uno escucha el sonido de la selva; los monos en los árboles y los gatos monteses. Yo me crié pensando que si perdía una comida me iba a morir de hambre. Yo era como cualquier otro joven de 21 años de edad. Me

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gustaban los deportes, jugaba al golf, basketball, etc. Veintiún años de edad—y ahora estaba en la jungla. No comí el primer día. No comí el segundo día. Tercer día—nada. Al tercer día, yo ya estaba al borde de morirme de hambre. Al quinto día estaba de rodillas orando. ‘Querido Señor, no entiendo ésto. Estoy en medio de la selva. No tengo qué comer. Tengo mucha, mucha hambre, Señor. Yo sé que no va a ser fácil, Señor, pero si tu pudieses conseguirme algo para comer, me gustaría mucho.’ Yo comencé a escuchar la bocina de un camion. Sonaba y sonaba, y yo dije, ‘¿que está pasando? ¡Estoy en la selva! ¿Que sera ésto?’ Yo abrí la puerta de atrás de la ambulancia y dos luces de un camion me encandilaron los ojos. Pronto mi vista se acomodó y pude acercarme al camión. Mi compañero también se acercó. El camionero nos entregó una caja—estaba llena de comida. Entonces nos dijo, ‘su amigo llegó sano y salvo a un pueblo a unas 60 millas de aquí. Está haciendo los arreglos para mandar un helicóptero para ayudarlos. Mientras tanto, él pensó que tendrían hambre. Yo le dije que venía para ese lado, y él me dijo cómo encontrarlos y me dio esta caja de comida para que

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tengan qué comer hasta que llegue el helicóptero’”.

Yo le agradezco a Dios que en el contexto de nuestra necesidad, Dios obra milagros. ¿Tienes tu hoy una necesidad en tu vida? ¿Quién tiene una necesidad? ¿Alguna necesidad en tu matrimonio?

¿Una necesidad con tus hijos?

¿Una necesidad con tus finanzas?

¿Una necesidad con tu salud?

¿Simplemente una necesidad? Levanten la mano.

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Dios no hace llover maná cuando estás en algún restaurant con abundancia de comida y tu estómago está lleno. Si los israelitas estaban comiendo en los restaurantes de Egipto, escogiendo alimentos equivocados, nunca hubiesen visto el maná llover del cielo. Nosotros vemos caer el maná cuando estamos con hambre, y vemos a Dios suplir nuestra necesidad cuando tenemos hambre. Así que la necesidad no es para desanimarnos, la necesidad no es para desalentarnos, la necesidad no es para causar que tengamos falta de fe, sino que la necesidad es para hacernos alzar la vista a Aquel que tiene la solución para nuestra necesidad.

El torna maldiciones en bendiciones. ¡Lo mejor aún está por llegar!

En el deambular por mi desierto yo tengo encuentros divinos. ¡Lo mejor está por llegar!

Cuando tengo una necesidad, de eso mismo están hechos los milagros. ¡Lo mejor está aún por llegar!

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Y cuando nuestros sueños más queridos son destruídos,

cuando nuestras esperanzas se esfuman como una sombra,

y cuando la vida se termina—no me refiero a muerte—pero cuando a veces nuestro interior muere y decimos, ya no puedo cumplir mis sueños, considera a Moisés.

¡Lo mejor aún está por llegar!

Moisés llega al fin. La vida ha terminado. La vida se ha ido. El ha vivido para una sola cosa. Está viejo ahora. El fué enseñado 12 años por su madre, 40 años educado en las escuelas de Egipto, y 40 años andando por el desierto. Ahora está al borde de la tierra prometida. Su rostro está marcado y sus ojos profundos. El ha pasado por prueba tras prueba, y ahora está enfocado en solo una meta.

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Deuteronomio 34:5, RVR’60, dice, “Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab.” ¡No, Dios, no! No en la tierra de Moab. No entre los paganos, no entre aquellos que no te conocen. No entre los adoradores de ídolos.

Dios, tengo una esperanza. Tengo solo un sueño. Dios, déjame morir en la tierra prometida.

Moisés tenía un sueño, pero lo mejor aún estaba por llegar, porque Dios tenía un sueño mayor.

Moisés tenía un plan, pero Dios tenía un plan mejor.

Moisés tenían una meta, pero Dios tenía una meta mayor.

Su sepulcro no se conoció.

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In Judas 9, Jesús, el todo-poderoso Cristo, arguye con Satanas por el cuerpo de Moisés. Jesús resucita a Moisés. El lo lleva no a una tierra prometida terrenal para morir, para que sus huesos se blanqueen y su carne se descomponga, para permanecer en una tumba por miles de años hasta la segunda venida. Ese no era el plan de Dios. Esa no era la meta de Dios.

La meta de Dios era resucitar a Moisés allí mismo y llevárselo consigo al cielo como un anticipo de todos los que serán resucitados. El plan de Moisés debía fracasar para que el plan de Dios tuviese éxito. El sueño de Moisés debía morir para que el sueño de Dios pudiese nacer. Dios tenía algo mucho mejor para Moisés. Es mejor estar en el cielo que en la tumba. Y Dios llevó allí a Moisés, porque Dios puede hacer mucho mas abundantemente de lo que pedimos o pensamos.

Cuando tus sueños se quebrantan, cuando tus planes son destruídos, cuando tus metas se desmoronan, lo mejor está por llegar. Porque en Jesús no hay fracaso.

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En Jesús no hay fracaso.

En Jesús, no hay caídas permanentes. Para Moisés fue llegar a casa finalmente, porque lo mejor aún está por llegar.

Un día viviremos en una tierra donde no habrá más enfermedad, tristeza ni dolor.

Un día todas nuestras penas y tristezas no serán más. Tito 2, verso 13 dice, “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. RVR’60. Para ti y para mí—¡lo mejor aún está por llegar!

Un día lo veremos cara a cara, sentiremos su cálido abrazo, experimentaremos su presencia, y gritaremos…

¡Al fin en casa! ¡Al fin en casa! ¡Al fin en casa! ¡Porque lo mejor aún está por llegar!

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lo mejor está por llegar

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