maestrÃ-a y doctorado, guÃ-a de estilo

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Universidad Tecnológica de Pereira Maestría en Literatura Doctorado en Literatura Consideraciones sobre la presentación de textos académicos Carlos Alberto Castrillón Miguel Ángel Caro Lopera Universidad del Quindío Universidad Tecnológica de Pereira Presentación Tanto para las publicaciones académicas como para la presentación de textos destinados a la lectura por pares, la evaluación, la revisión, etc. (denominados genéricamente artículos, informes o avances), o para el cumplimiento de requisitos en los estudios de pregrado y postgrado (monografías, trabajos de grado, tesis, etc.), es indispensable seguir protocolos específicos que se recogen en guías, manuales o normas. Las normas dependen de los usos colectivos y de la tradición en cada disciplina. En este documento se procura balancear las exigencias formales para que cobijen los distintos tipos de escritos que circulan en la investigación y la docencia, los estilos heterogéneos de las disciplinas, los modelos de investigación involucrados y los diversos campos de acción, con énfasis en la investigación en literatura y lengua materna 1 . El protocolo escogido para la presentación de trabajos escritos, artículos e informes es el compendio de dos fuentes. En primer lugar, para los procedimientos generales y la estructura textual, lo que deriva de la experiencia en la producción de textos académicos y en la dirección de trabajos de grado, monografías y tesis en pregrado, maestría y doctorado. En segundo lugar, los principios y formatos adaptados de la norma de la American Psychological Association (conocida como Norma APA), que se publica con el título Publication Manual of the American Psychological Association (conocido como Manual de la APA). 1 Esta guía se diseñó originalmente para el grupo de investigación en Didáctica de la lengua materna y la literatura (Dilema), de la Universidad del Quindío.

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Universidad Tecnológica de Pereira Maestría en Literatura

Doctorado en Literatura

Consideraciones sobre la presentación de textos académicos

Carlos Alberto Castrillón Miguel Ángel Caro Lopera

Universidad del Quindío Universidad Tecnológica de Pereira Presentación Tanto para las publicaciones académicas como para la presentación de textos destinados a la lectura por pares, la evaluación, la revisión, etc. (denominados genéricamente artículos, informes o avances), o para el cumplimiento de requisitos en los estudios de pregrado y postgrado (monografías, trabajos de grado, tesis, etc.), es indispensable seguir protocolos específicos que se recogen en guías, manuales o normas. Las normas dependen de los usos colectivos y de la tradición en cada disciplina. En este documento se procura balancear las exigencias formales para que cobijen los distintos tipos de escritos que circulan en la investigación y la docencia, los estilos heterogéneos de las disciplinas, los modelos de investigación involucrados y los diversos campos de acción, con énfasis en la investigación en literatura y lengua materna1. El protocolo escogido para la presentación de trabajos escritos, artículos e informes es el compendio de dos fuentes. En primer lugar, para los procedimientos generales y la estructura textual, lo que deriva de la experiencia en la producción de textos académicos y en la dirección de trabajos de grado, monografías y tesis en pregrado, maestría y doctorado. En segundo lugar, los principios y formatos adaptados de la norma de la American Psychological Association (conocida como Norma APA), que se publica con el título Publication Manual of the American Psychological Association (conocido como Manual de la APA). 1 Esta guía se diseñó originalmente para el grupo de investigación en Didáctica de la lengua materna y la literatura (Dilema), de la Universidad del Quindío.

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El conjunto de criterios, procedimientos y formatos, con las aclaraciones recogidas en este documento, se considera protocolo obligatorio para la aceptabilidad de cualquier texto escrito que circule en la Maestría y en el Doctorado en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, tanto en los procesos investigativos como en la difusión de sus productos. Para el propósito presente, los textos escritos que no cumplan con estos protocolos serán rechazados, lo cual en la práctica significa que no serán leídos ni evaluados. 1. Sentido de una Norma Aunque las normas presentan variaciones según la institución o publicación que las promueve, en su esencia responden a unos principios generales que aquí enunciamos. Debe tenerse en cuenta que estos principios son el núcleo fundamental de cualquier norma; los aspectos relacionados con el formato y demás detalles son sólo el resultado de la aplicación sistemática de los principios para garantizar la comunicabilidad del conocimiento. En otras palabras, no deben confundirse las normas y el estilo que promueven con los formatos que de ellas derivan y que sufren incontables adaptaciones, adecuaciones y actualizaciones en todo el mundo. Por ejemplo, las revistas científicas del campo de las humanidades suelen adaptar la Norma APA (o cualquiera otra) y las convenciones de su estilo según las costumbres que determinan su acción en el diálogo académico o, simplemente, por criterios de diseño editorial. En términos generales, esas adaptaciones no significan pasar por alto la norma, puesto que no se violan sus principios. En esos casos, la adaptación se convierte en una instrucción sobre los detalles de formato que remplaza los que contempla el documento original de la APA. En su motivación, la Norma APA no es precisamente un listado de formatos sino un estilo de escritura y al mismo tiempo un estilo editorial para los trabajos académicos (APA style), que tiene por objeto resolver los problemas de escritura (estilo) y estandarizar la circulación (formato) de la producción científica en psicología; por lo tanto, no cubre las necesidades de todos los campos del conocimiento ni pretende remplazar los manuales de estilo que apuntan a otras ciencias y disciplinas, que suelen emplear normas distintas (MLA, Chicago, Harvard, etc.). Por eso Delgado (2007: 306) advierte que el estilo APA “se adapta mal a las disciplinas que forman parte de otros sistemas de conocimiento”. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la Norma APA y su estilo, en toda su magnitud, se diseñan exclusivamente para la preparación de manuscritos provisionales de trabajos de investigación, para ser revisados por pares, editados y posteriormente publicados en las revistas de la asociación —de ahí su nombre, Manual de publicación—, por lo que no contemplan de modo específico las tesis o monografías, no cubren todas las necesidades textuales, sólo se aplican en su contexto y no pueden trasladarse sin más a otros ámbitos. Cuando por su importancia, consistencia y vasto uso se adopta la Norma significa que al mismo tiempo se la adapta a las necesidades concretas. Además, y esto es lo más importante, la Norma APA responde a un contexto específico: la lengua inglesa, con sus tradiciones de escritura, y los procesos investigativos de la cultura académica norteamericana. Por lo tanto, sus criterios y componentes no pueden traducirse literalmente para la elaboración de textos en lengua castellana destinados al diálogo académico en contextos que tienen sus propias tradiciones. Por ejemplo, si bien el estilo APA recomienda el uso del signo & para las referencias bibliográficas de dos o más autores (en inglés, ampersand, pero de origen latino como ligadura de la conjunción Et en la expresión &cetera), esto riñe con el uso histórico de ese signo en

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lengua castellana, más limitado y restringido a lo que su nombre genérico indica: “y comercial”. Lo mismo ocurre con aspectos de formato: La norma se basa en el sistema inglés y por eso pide márgenes de al menos una pulgada (unidad entera), lo cual se suele traducir como 2.5 cm; en nuestra cultura, que prefiere el sistema métrico, lo lógico es que se emplee la unidad entera más cercana, por ejemplo, 3 cm. ¿Tiene sentido eliminar de la escritura en castellano la abreviatura “etc.” en los párrafos corrientes, tal como lo pide el estilo APA, y buscar expresiones sinónimas? Pequeños problemas como estos son los que deben resolverse al momento de adoptar una norma pues, en general, los principios son más universales que los formatos. Los problemas que derivan de la aplicación de una norma no son responsabilidad de la norma misma sino de la reducción que opera sobre ella cuando se olvida su sentido, se violenta su propósito y se insiste sólo en sus derivaciones formales. En el medio académico esa reducción peligrosa ha adquirido vida independiente hasta convertirse en una mecánica de coerción formal que nada tiene que ver con la producción de textos. En muchos casos la norma se entiende sólo como el estilo, los formatos de referencia y las formas de citación, dejando por fuera lo que constituye la razón de ser del protocolo: la autoría, la ética del investigador, la responsabilidad de la escritura, el diálogo académico, la claridad del lenguaje, la consistencia. De todos modos, las comunidades académicas no son estructuras monolíticas dentro de las cuales las convenciones puedan circular bajo acuerdos unánimes. La dinámica propia de la investigación y la reflexión hace avanzar el conocimiento y los formatos y estilos no son ajenos a este proceso. El estilo APA, para insistir en el caso que nos ocupa, parte del supuesto de la posibilidad de un lenguaje neutro, lo que seguramente se puede aplicar sin problemas a los resultados de estudios experimentales, porque para ellos fue diseñado; esto no siempre es transferible a las ciencias humanas, en las que la hermeneusis abierta es frecuente, se discute a veces más sobre textos que sobre hechos, el autor y su codificación gramatical no son extraños a la elocución, el pensamiento analógico, la alegoría, la metáfora y otras formas de lenguaje figurado son recursos comunes. En este sentido, seguir ese estilo con sus consecuencias más inmediatas (lenguaje plano, ausencia o enmascaramiento del yo, argumentación factual, precisión extrema, etc.) debe hacerse después de considerar qué se pierde y qué se gana en cada caso según la tradición académica respectiva. En muchas disciplinas no existe una distinción clara entre lenguaje “literario” y lenguaje “científico”, por lo que el estilo APA se acomoda con dificultad; vale la pena considerar en casos particulares si una concepción restringida sobre la estilística del discurso científico y otra prejuiciosa sobre el estilo literario podrían entorpecer la exposición de las ideas. No es recomendable, entonces, generar la ilusión de que asumir una norma al pie de la letra sitúa el escrito en la tradición que la norma representa, fenómeno que ofrece como resultado una distorsión peligrosa: La hipertrofia del tecnicismo de la norma por encima del contenido científico, la originalidad, el buen estilo en lengua castellana y la comunicabilidad. Como lo afirma Delgado (2007: 303), en el mundo académico es común caer en el “error de proponer la ecuación: el estilo APA más unas cuantas probabilidades asociadas a valores de contrastes estadísticos es igual a una investigación científica”. En todos los casos en los que exista alguna discrepancia entre la norma y la tradición académica, deben prevalecer los usos propios de la lengua castellana, de la disciplina respectiva y de la tradición a la cual se destina el texto2. Por otra parte, debe distinguirse claramente lo que la Norma APA determina como obligatorio de aquello que propone como deseable, y sus

2 Se entiende que los textos escritos en otras lenguas o destinados a otros contextos deben ajustarse a las tradiciones que les corresponden. Aquí nos referimos a la escritura en lengua castellana para el ejercicio investigativo en las áreas del Lenguaje y la Literatura en el contexto hispanoamericano.

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principios constitutivos de aquello que la misma norma entiende como “los aspectos mecánicos del estilo editorial de las publicaciones de la APA” (APA, 2001: XXIV). Para la Maestría y el Doctorado en Literatura lo importante es que la Norma APA y su estilo proveen un marco general para la circulación y difusión de textos escritos, ampliamente aceptado por la comunidad científica. Además, es un protocolo acogido por muchas publicaciones especializadas y por universidades en todo el mundo. 1.1 Principios generales de las Normas Toda norma tiene como propósito fundamental promover unos principios en la comunidad académica y garantizar el diálogo y la circulación del saber. Los principios son la razón última de una norma y dan sentido a los formatos y al estilo que derivan de ella. Esos principios se resumen así: Diálogo académico

Se trata de promover la producción textual como resultado de la investigación y ubicar los textos dentro de la tradición que les corresponde para permitir el diálogo académico en el marco de un conjunto mínimo de reglas comunes. Escribir en el campo académico es situarse en una tradición de diálogo de saberes o dinámica investigativa; cualquiera otra concepción de la escritura sale del ámbito de la aplicación de una norma. Por este mismo principio es impensable un artículo o texto académico que no referencie otros autores o pretenda ser completamente autónomo, sordo a las elaboraciones conceptuales previas y desdeñoso de la tradición en la cual pretende insertarse. El principio hermenéutico de diálogo con la tradición es mucho más imperativo en los textos académicos por cuanto se trata de abordar en comunidad los problemas de investigación y discutir sus avances. Autoría y autoridad

Cada autor es responsable de las interpretaciones, los enfoques y las opiniones expresadas en su trabajo. Con su firma, el autor avala que las opiniones y conceptos de su texto le pertenecen (autoría) y con la responsabilidad con que asuma el proceso de escritura demuestra su competencia (autoridad). Es importante recordar que como autores de un escrito sólo deben aparecer los que han participado en el proceso de investigación y luego en la planeación, elaboración, redacción y revisión final del manuscrito. Actividades tales como recolección de datos, asesoría técnica o revisión de estilo no constituyen por sí mismas autoría. Originalidad

Las normas exponen criterios claros para evitar y desestimular el plagio y el robo intelectual A esto se debe la alta exigencia de respeto por los formatos de citación y referencia y la necesidad de declarar explícitamente la bibliografía y las fuentes de información que se emplean. Este principio implica la necesidad de confrontar con total exactitud las referencias bibliográficas y revisar con cuidado las citas de todo tipo para que el diálogo académico sea posible. Confrontación

Las exigencias para la documentación y la claridad de citas y referencias contribuyen a la confrontación y discusión de los conceptos empleados. Es indispensable que todo lo que se afirma en un escrito pueda ser confrontado y discutido a la luz del sistema de referencias; de allí que en

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todas las normas se les da mucha importancia a los formatos de cita y bibliografía. Esto permite, además, evitar y detectar las citas falsas, las falsas atribuciones, el non sequitur, las interpretaciones forzadas o sesgadas y, en general, los infundios y los fraudes. Preeminencia del contenido

Respetar una norma que es común en el campo académico supone que toda discusión se centre en el contenido, pues la norma proporciona soluciones a los problemas de formato y estilo y establece criterios convencionales para la disposición del material. De ese modo se evita la infatuación del autor (se restringe la codificación de su presencia en el texto), la pérdida del foco de escritura (se prevén los problemas formales) y el exceso especulativo (se pide confrontación permanente). La Norma APA, por ejemplo, tiene como propósito que un acuerdo sobre el formato y el estilo “permita a los lectores prestar mayor atención al contenido” (APA, 2001: XXIII). Consistencia

Las normas permiten que se hagan adaptaciones y adecuaciones de los estilos de escritura, las estructuras de los textos y los diversos formatos en función de usos específicos, prácticas culturales o contextos distintos de aquellos en los que se originan. Este principio indica que, luego de elegir una variación que se justifique por alguna razón, debe mantenerse en todo el escrito, de modo tal que estilo, escritura y formato sean consistentes. Por otra parte, la consistencia implica la correspondencia entre los aspectos internos del texto y su tipología, su destino y su público lector. Racionalidad

Las normas no son formatos rígidos que puedan ser aplicados sin discriminación a cualquier texto escrito. En la práctica de la escritura es normal encontrar aspectos de estilo y de formato que no están contemplados en las normas o que contradicen lo que se presupuesta para ellos. En esos casos, seguir la norma que los cobija sin prever las consecuencias puede causar problemas y confusiones que afectan la comunicabilidad. Es indispensable acudir al sentido común, a la tradición cultural y académica y a la mayor economía de recursos para resolver los problemas que se presentan, por cuanto las normas recogen la tradición y contribuyen a crearla, pero no pueden prever el avance en los medios de información, la incorporación de nuevas estrategias comunicativas y los usos de escritura en todas las lenguas. En otras palabras, las normas recogen lo que existe en un momento determinado —un estado del arte de los protocolos de comunicación académica— y proponen una sistematización y estandarización de los procedimientos, pero no pretenden constreñir el futuro de las prácticas académicas ni abarcar toda la casuística posible. Reescritura

Las normas promueven la revisión propia y por pares de todo escrito destinado a ser leído por instancias superiores o publicado en medios académicos. Esa revisión debe ser exhaustiva para garantizar la comunicabilidad y la inserción del texto en una tradición que lo avala por el cumplimiento de los protocolos mínimos y por un nivel de escritura aceptable. Recordemos que el cumplimiento de esos protocolos garantiza que lo único que deba ser discutido sea el contenido, los conceptos y las tesis defendidas. En consecuencia, la reescritura es fundamental para el cumplimiento de la norma. Los escritos se planean, se desarrollan, se confrontan, se revisan y se preparan para la lectura por otros o para la publicación; en ese proceso actúan tanto el autor como otros miembros de la comunidad académica en cumplimiento del principio de diálogo que la escritura implica. Un texto descuidado, con múltiples erratas, puntuación irregular, confuso y con problemas de sintaxis indica falta de rigor y disciplina, lo cual da una imagen del autor, erosiona su

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autoridad y es signo del poco respeto que tiene por el lector. En consecuencia, un texto de tales características es completamente inaceptable como texto académico. Respeto

Se trata de respeto a los lectores, a la tradición de la disciplina científica correspondiente y a la comunidad académica en la que, por la escritura misma, el autor se inserta. El respeto tiene mucho que ver con la preparación cuidadosa, la buena escritura, la sujeción a las normas de la lengua, la clara disposición de los textos en la página, la pulcritud, la revisión, la reescritura y el manejo de los protocolos compartidos, así como con los límites en extensión y alcance que se fijan para cada texto según su propósito y su destino. El otro flanco de este principio, muy importante en la actualidad, es el respeto sincero por el otro, que se traduce en el uso de un lenguaje libre de ofensas, señalamientos, reduccionismos y discriminaciones, en especial cuando se trata de asuntos relacionados con el género, la raza, la religión, el trato a las minorías, etc. La comprensión del carácter dialógico del discurso y la capacidad para situarse en las dinámicas de la alteridad son fundamento de la escritura en ciencias humanas. 1.2 Los principios en la práctica Las exigencias de una norma no son arbitrarias sino que responden a necesidades concretas que deben considerarse cuando la norma se adapta; esto evita la multiplicación de reglas sin sentido que se convierten en obstáculos para el desarrollo de la escritura. Ilustremos los principios anteriores con algunos ejemplos de la Norma APA para mostrar cómo opera una adaptación que se somete a ellos y flexibiliza los formatos de acuerdo con el contexto. Ejemplo 1. La norma propone que se usen sólo las iniciales del nombre y el primer apellido completo del autor en las fichas bibliográficas; si se aplica este criterio, tres referencias ordenadas alfabéticamente quedarían así:

Ángel, A. (1974). El hombre que se adelantó a su fantasma. Bogotá: Banco Popular. Ángel, A. (1998). “Out of silence”. Encuentros, (24): 1-14. Ángel, A. (2004). Cantos y encantamiento de la lluvia. Bogotá: Apidama Ediciones.

Como en la segunda y la tercera se trata de una escritora que es objeto de estudio y no de un investigador reconocido cuyo nombre figure en los índices, la referencia es oscura y poco indica a quien, desde otras tradiciones o disciplinas, o simplemente desde el desconocimiento de la autora, quiera saber de quién se trata. Además, si tenemos en cuenta que en otras publicaciones la escritora firma “Alba Lucía Ángel”, las referencias apuntarían a “Ángel, A. L.”, lo que haría pensar en autores distintos. En la primera ficha el autor es el poeta colombiano Alberto Ángel Montoya, cuyo nombre, al codificarse según la norma, queda idéntico al de las otras dos fichas; si lo cambiáramos por “Ángel, Alberto” poco se ganaría en reconocimiento e individualización. Para evitar la confusión, las fichas deberían quedar así, tal como los autores firmaron sus libros:

Ángel Montoya, Alberto (1974). El hombre que se adelantó a su fantasma. Bogotá: Banco Popular.

Ángel, Albalucía (1998). “Out of silence”. Encuentros, (24): 1-14. Ángel, Albalucía (2004). Cantos y encantamiento de la lluvia. Bogotá: Apidama Ediciones.

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El principio indica, entonces, que para las referencias bibliográficas de poca circulación o de acceso muy local y para aquellas que se presten a confusión o no correspondan a autores cuyos nombres se puedan ubicar fácilmente en los índices internacionales, lo mejor es utilizar el nombre completo y el apellido. Igual ocurre con las bibliografías propias de estudios sobre aspectos muy marginales. Téngase en cuenta, además, que en la onomástica castellana es frecuente que en los apellidos el reconocimiento se desplace hacia el segundo elemento (García, Gabriel o García, Federico no son tan reconocibles como García Márquez o García Lorca), por lo que al omitirlo el nombre queda mutilado o con identificación dudosa; también debe considerarse la existencia en la tradición castellana de apellidos asociados, con guión o sin él (García-Peña, González Pérez), y compuestos (Ladrón de Guevara, Gil de Biedma, Ortega y Gasset), que deben tratarse como una unidad. Acomodar las costumbres antroponímicas castellanas, o de cualquiera otra lengua, a la tradición anglosajona de un solo apellido y la estructura first name, middle name, last name, que es la que aparece en la mayoría de las normas, no es consistente con la necesidad de identificar claramente los referentes y riñe con usos históricos muy significativos. Así, no es extraño que un autor como Rafael Gutiérrez Girardot aparezca en los índices automáticos como “Girardot, Rafael G.” y el poeta mencionado como un irreconocible “Montoya, Alberto Á.”.

Un nombre castellano “traducido” al formato anglosajón. Nótese la inconsistencia en

el supuesto middle name. En un estudio reciente se demuestran los altos índices de ambigüedad y complejidad en las secuencias nominativas en castellano y otras lenguas. Como el nombre propio es signo de identidad y punto clave de la indexación en los sistemas automatizados de información, el asunto no se resuelve con la simple transposición a otros formatos porque “la ambigüedad que podemos encontrar en nombres de autores dedicados a la investigación, la literatura y las artes, dificulta la adjudicación acertada de las obras concebidas” (Barceló et al., 2009: 154). En la lengua castellana, la estructura nominativa para las personas comprende un nombre (simple, compuesto o asociado) más dos apellidos con iguales características, lo que puede producir secuencias nominales complejas en las cuales, como lo muestra la investigación, “en muchas ocasiones resulta difícil distinguir el inicio y término de [los] elementos” (155). En consecuencia, la automatización no resulta siempre posible y la ambigüedad puede incrementarse al vaciar la secuencia en formatos ajenos a la tradición de origen: “Las indeterminaciones que se presentan cuando las cadenas nominales son empleadas en otras lenguas, deben ser remediadas con la intervención humana por las diferencias que se presentan en su estructura” (168). Por otra parte, aunque sea un detalle menor, en los estudios culturales es importante la identidad de género y el origen de los autores que se estudian o referencian, para lo cual el uso del nombre completo aporta pistas que en el formato sintético se pierden. Podríamos afirmar que la Norma APA propone el uso de un componente antroponímico con función individualizadora, el apellido (last name), que en el contexto que le corresponde suele ser una estructura simple de un solo elemento. En nuestro contexto, por norma y tradición, ese mismo componente comprende una estructura doble con dos o más elementos. Ante estos problemas, lo mejor es acogerse a las tradiciones culturales correspondientes, los usos comunes y la mayor

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claridad. En todo caso, por el principio de consistencia, una vez elegido el formato, debe conservarse a lo largo de todo el escrito. Ejemplo 2. La Norma APA no considera necesario declarar la filiación institucional o el origen de las revistas académicas; esto, que funciona bien para las revistas indexadas y ampliamente conocidas de la APA y de otras asociaciones científicas, que tienen nombres únicos que se pueden consultar en las bases de datos internacionales, no es recomendable en artículos que referencien revistas no indexadas, de circulación restringida o de difícil ubicación, pues iría contra del principio de confrontación. Así, una referencia como la citada, aun con el dato completo de la autora, no sería fácilmente confrontable porque el nombre de la publicación periódica es genérico y no corresponde a una asociación académica:

Ángel, Albalucía (1998). “Out of silence”. Encuentros, (24): 1-14. La confrontación se facilita si aportamos la filiación y el origen con una de estas opciones:

Ángel, Albalucía (1998). “Out of silence”. Encuentros, IDB Cultural Center, (24): 1-14. Ángel, Albalucía (1998). “Out of silence”. Encuentros, IDB Cultural Center, New York, (24): 1-

14. En casos extremos habría que apelar a una declaración más explícita que permita la confrontación plena, como esta:

Ángel, Albalucía (1998). “Out of silence”. Encuentros, Inter-American Development Bank, Cultural Center, New York, (24): 1-14.

Ejemplo 3. La Norma APA exige que en un artículo de extensión promedio una cita directa de cualquier fuente no debe sobrepasar las 400 palabras por bloque ni las 800 en la suma de todos los bloques citados del mismo texto; más allá de eso deberá obtenerse el permiso escrito del autor o del editor. Para tener una idea de ese límite, considérese que este párrafo tiene exactamente 150 palabras. En algunas disciplinas (la crítica literaria, los estudios filológicos, el comentario y la interpretación de textos, el análisis de la estructura de un escrito, etc.) la aplicación literal de esta regla es de difícil manejo y requiere sopesar las ventajas y desventajas del límite de texto citado. En todo caso, lo importante es el llamado de atención acerca de la necesidad de restringir el peso específico de la palabra ajena en el texto propio y evitar el abuso de la cita textual. Ejemplo 4. Aunque la norma no especifica cuántas referencias o fichas bibliográficas se pueden incluir en un escrito, es evidente que conviene algún indicador para evitar el exceso bibliográfico en el que a veces se incurre. Para el efecto, se distingue entre referencias y bibliografía; en las primeras se hace el listado restringido de las fuentes o recursos que efectivamente se usan en el escrito (se citan, se referencian, se aluden); en la segunda, además de las referencias, se suelen agregar otras fuentes no citadas que se consideran de interés, hacen parte del recorrido formativo del autor o proveen información o soporte teórico adicional. En los textos cortos es recomendable usar las referencias en

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lugar de la bibliografía, que es más común en los escritos de cierta longitud (monografías, trabajos de grado, tesis, libros, etc.). Por regla general, el listado de referencias o de bibliografía en ningún caso debería superar el 10% de la longitud total del escrito Ejemplo 5. En la Norma APA se usa el doble espaciado de los textos porque facilita la revisión, la anotación y la preparación tipográfica. Además, la APA calcula el tamaño que ocupará el manuscrito una vez impreso en sus publicaciones (cuatro páginas de manuscrito a doble espacio equivalen a una página impresa en sus revistas). Es claro, entonces, que esta regla de formato carece de sentido cuando el texto tiene otros destinos; si el texto es sólo para ser leído y evaluado, la legibilidad se logra también con espacio y medio. Téngase en cuenta, además, que si uno no escribe para las revistas de la APA tendrá que adecuar su texto al formato escogido por la publicación de destino, que puede ser de uno, uno y medio o dos espacios. Por las razones que hemos expuesto, el hecho de que una revista declare que sigue la Norma APA no quiere decir que los formatos que acoja sean idénticos a los de la norma original, como en el siguiente ejemplo:

Ejemplo 6. En general, los estudios literarios y los relacionados con la literatura producen textos que se refieren a otros textos; esas fuentes de trabajo son algo más que hechos: son complejas propuestas de sentido, fenómenos discursivos que se fundamentan en la ambigüedad, en las múltiples posibilidades de interpretación, y suelen surgir al margen de cualquier norma que no sea la de la larga tradición de la escritura. Esto debe tenerse en cuenta para evitar que el exceso de estandarización violente la naturaleza de los textos originales. En general, el estilo aséptico y con ansias excesivas de objetividad significa la muerte de la escritura como tradición en el campo de la literatura. Por ejemplo, no es del todo impensable que un ejercicio de crítica o hermenéutica literaria, dentro de las corrientes que promueven la insurgencia del lector, se constituya en un “irrespeto” al lector o a la tradición, no desde la mala escritura o el descuido formal, sino mediante estrategias discursivas y metadiscursivas que no están orientadas al diálogo sino a la polémica abierta y la provocación, incluso contraviniendo la exigencia de lenguaje “políticamente correcto”, que es común en el ejercicio académico.

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De todos modos, y esto es lo más importante, si por su temática o enfoque la escritura bordea peligrosamente los límites de estos principios o los contradice, en un texto académico es obligación del autor declarar explícitamente las razones de los usos idiosincrásicos y las transgresiones; esto previene al lector para sopesar con justicia el texto y verificar si tales desbordes se justifican en función de la comunicabilidad y la consistencia. 1.3 Textos a los que se aplican las normas Las normas se aplican a tipos de textos específicos que circulan en el ámbito académico y científico. No aplican, por supuesto, a ensayos de libre factura, obras de creación, escritos personales y demás textos que no tienen como propósito su lectura y difusión entre pares o evaluadores del campo disciplinar, aunque siempre es conveniente adoptar en ellos los principios generales que las normas proponen para un mejor nivel de escritura y mayor comunicabilidad (respeto por el lector, revisión, reescritura, consistencia, etc.). Los siguientes son los tipos de texto comunes en el campo académico. Son los mismos que propone Colciencias como requisitos de contenido de las revistas que aspiran a la indexación. Aunque la correspondencia con los intereses de una Maestría o de un Doctorado no es exacta, sirven de guía para los textos que comúnmente deben producirse en el proceso de investigación. Artículo de investigación científica y tecnológica. Presenta resultados originales de proyectos

terminados de investigación. Debe corresponder a la estructura: Introducción, metodología, resultados y conclusiones.

Artículo de reflexión. Presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica sobre un tema específico.

Artículo de revisión. Presenta resultados de una investigación terminada, con el fin de dar cuenta de los avances o tendencias de desarrollo. Se caracteriza por tener una amplia bibliografía.

Artículo corto. Presenta resultados originales y parciales de una investigación que, por lo general, requieren de una pronta difusión.

Reporte de caso. Presenta resultados de estudios sobre una situación particular con el fin de dar a conocer las experiencias de un caso específico. Incluye la revisión bibliográfica de casos análogos.

Revisión de tema. Documento que es el resultado de la revisión crítica de la literatura sobre un tema en particular.

Documento de reflexión no derivado de investigación. Reflexiones originales sobre un problema o tópico particular.

Ponencias. Resultados de investigación que se organizan para ser leídas y sustentadas ante un público especializado.

Traducción. De textos clásicos o de actualidad. Reseñas bibliográficas. De libros, revistas y otras producciones académicas de importancia o

actualidad. Otros textos comunes en la academia son los ensayos, los informes, los estudios de casos, los reportes y las réplicas de investigación. En nuestro contexto, esta guía aplica para todos los documentos que se produzcan en los procesos investigativos de la Maestría y el Doctorado en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

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1.4 Norma explícita y norma superior Un manual de estilo o una guía para la preparación de textos escritos, cualquiera que sea, es un documento de consulta, no un conjunto de formatos que puedan aplicarse irreflexivamente. El principio fundamental es que formato y estilo deben corresponder al texto (la lengua en la que está escrito, el registro elegido, el propósito, el destinatario, la tradición en la que se inscribe, etc.) y no al contrario. Por otra parte, existen normas superiores que están por encima de la norma en uso y que se convierten en obligatorias para casos particulares, ya sea que acojan o contradigan total o parcialmente la Norma APA o cualquiera otra que se tenga como referencia. En estos casos, el texto, tanto en su estilo como en su formato, debe adecuarse a las exigencias propias de la instancia que tiene como destino. Algunas de esas normas superiores o normas internas son: � Las guías de tesis y trabajos de grado de cada universidad. Cada institución suele tener sus

propias guías o manuales, a veces de carácter reglamentario, para la presentación de trabajos escritos.

� Las recomendaciones o normas internas de las publicaciones periódicas. Las revistas académicas, indexadas o no, proponen unas instrucciones que deben ser seguidas por quienes aspiren a publicar en ellas. Generalmente las revistas declaran alguna norma, pero es común que los formatos específicos no coincidan con los que derivan de misma por cuanto el manejo editorial depende de factores tales como la tecnología empleada, las tradiciones consolidadas, el tamaño del impreso, las limitaciones de espacio, etc.

Revista que declara una norma distinta

� Los criterios editoriales y de diseño específicos para una publicación. Lo común es que todo

proyecto editorial declare requisitos formales que derivan del diseño y el soporte más que de las normas que se usan en el mundo académico.

� Los requisitos formales para presentar ponencias en un congreso. Por tratarse de textos que tienen doble función (primero se leen en público y luego se publican), las ponencias tienen limitaciones formales que dependen de cada evento.

� Las condiciones de participación en un concurso. Al igual que las ponencias, los concursos derivan sus condiciones formales de la naturaleza del evento.

� Las normas de la Real Academia Española (RAE) en el Diccionario, la Ortografía y la Gramática. Los usos avalados por la RAE son imperativos para quien escribe en castellano por

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cuanto marcan la tensión permanente entre la tradición y el cambio en el uso de la lengua y permiten distinguir la escritura innovadora del descuido por ignorancia. En los textos académicos son especialmente importantes las convenciones sobre el uso de las abreviaturas, los símbolos, la toponimia, los gentilicios, las mayúsculas y demás detalles que siempre son motivo de dudas.

Formato para presentar ponencias en un congreso

� Las Guías de Estilo de las casas editoriales. Las más importantes casas editoriales manejan como

norma interna guías de estilo muy completas y útiles que compendian normas, formatos y convenciones para facilitar la claridad y la precisión del lenguaje.

� Las instrucciones específicas de un profesor. Finalmente, es posible que una instrucción particular determine el formato de un ejercicio de escritura para un curso regular por los intereses de un docente.

Ejemplo de ficha bibliográfica en la norma interna de la revista Poligramas (Universidad del Valle)

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Sentido de una Norma

Principios

Norma

APA

Listado de formatos

Estilo de escritura

Resolver problemas de

escritura(estilo)

Estandarizar la circulación (formato)

Textos de Psicología

Manual de publicación

Se adopta Se adapta

CONTEXTO

Lengua Disciplina Tradición

Marco general para la

circulación de textos

académicos

Principio de Sensatez

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2. La Norma de la American Psychological Association En sus orígenes (1952), la Norma APA estaba destinada a establecer criterios generales para la presentación de artículos para las revistas de la American Psychological Association, pero en las ediciones sucesivas la norma amplió su ámbito de aplicación al estilo que mejor convenía a los informes de investigación en ese campo disciplinar. Desde la 2ª edición (1974) la norma incluye recomendaciones que se pueden aplicar a disciplinas distintas a la psicología; la 4ª edición (1994) enfatizó los aspectos éticos de las publicaciones científicas y la neutralidad del lenguaje; y la 5ª edición (2001) incorporó el entorno de las tecnologías de la información, lo cual exigió una 6ª edición (2009), debido al vertiginoso avance de los medios de comunicación en la era digital. La norma se difunde en el Publication Manual of the American Psychological Association, en numerosas cartillas y en la página de Internet de la asociación, donde es posible encontrar las novedades que superan la edición anterior y se incorporan a la norma como criterios obligatorios o deseables. Los cambios, como corresponde a una norma dinámica tan ampliamente empleada en disciplinas distintas de aquella para la cual fue pensada, obedecen no sólo a las necesidades generales del discurso científico sino también a los avances tecnológicos, los cambios en las costumbres editoriales, la irrupción de nuevos enfoques y el avance de las ciencias. La Norma APA está diseñada para la preparación de manuscritos destinados a la publicación, no para las tesis y otras formas de textos reglamentados. Contrario a lo que se cree, la norma se refiere más a un estilo de escritura que a formatos, incluye más recomendaciones generales (lo deseable) que criterios formales específicos (lo obligatorio) y no pretende resolver todos los problemas que puedan aparecer en el proceso de preparación de un texto:

El Manual presenta requerimientos explícitos de estilo pero reconoce que a veces es necesario buscar alternativas; los autores deben sopesar las reglas del Manual con buen juicio. Como el discurso escrito de la psicología cambia más lentamente que la psicología misma, el Manual no ofrece soluciones para todos los problemas de estilo. En ese sentido, es un documento transicional: Sus normas de estilo se basan en la literatura científica existente y no pretenden imponerse sobre esa literatura (APA, 2001: XX).

Esta flexibilidad hace que muchos de sus criterios sean fácilmente extrapolables a otras disciplinas y tipos de texto. En el núcleo de todo esto opera un principio de sensatez: Cuando se duda sobre la aplicación de una regla en un caso particular o se está en presencia de un problema no contemplado en la norma, “escoja lo más simple, la claridad y el lenguaje directo” (APA, 2001: XXVI). De ahí el lema de la norma: “standard of procedures, to which exceptions would doubtless be necessary, but to which reference might be made in cases of doubt”. Componentes de la Norma El Manual de la APA comprende seis aspectos principales, que resumimos a continuación. Los principios de la escritura científica El énfasis en la responsabilidad del investigador, en la ética de la autoría y en la reducción del lenguaje discriminatorio convierten el Manual de la APA en un referente necesario para situar la escritura en el nivel de rigurosidad que requiere la academia. Independientemente de la libre

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elaboración conceptual, la escritura implica un compromiso con las tradiciones de la comunidad científica, la cultura y el lenguaje. Es muy importante para la APA que el investigador asuma un enfoque y un discurso que eviten la discriminación, el señalamiento y la subvaloración de las personas y los grupos humanos, lo cual debe reflejarse en las palabras que emplea y en la capacidad de comprender la diversidad de concepciones y comportamientos. El contenido y la organización de un texto científico Dentro de las limitaciones que impone el tipo de textos que circulan en la APA, el Manual fija los criterios básicos para el diseño de los diversos documentos que se producen en el ejercicio académico. Esto incluye la planeación, estructuración, revisión y ajuste de los manuscritos en el marco de los formatos más comunes, que se pueden adaptar a otras formas de escritura, como tesis, ensayos, informes, reportes, etc. La expresión de las ideas El Manual propone una escritura clara y concisa, un lenguaje imparcial y la búsqueda permanente del más alto grado de comunicabilidad. La objetividad en la expresión y en la presentación de los datos es una de las exigencias ineludibles en la difusión de los avances de muchas disciplinas. El estilo editorial de la APA Por “estilo” se entiende aquí no una particular disposición del escrito, desarrollo de las ideas o preponderancia de rasgos de escritura, sino los aspectos notacionales que contribuyen a la corrección y la comunicabilidad: puntuación, uso de mayúsculas, tipos y estilos de letra, abreviaturas, símbolos, convenciones de citación, formato general, etc. El estilo comprende las convenciones de la APA para los textos escritos en inglés, con un amplio conjunto de reglas que tratan de cubrir las necesidades más comunes y las particularidades tipográficas que facilitan la edición de un texto. Referencia y citación Se refiere al manejo de las múltiples formas de referencia bibliográfica y citación. Por la importancia que tiene en la cultura académica el principio de confrontación, este componente del estilo APA ha adquirido independencia como formato base de las instituciones y publicaciones que adoptan la Norma. Preparación de un texto para su publicación Explica en detalle cómo debe prepararse y revisarse un artículo para su publicación. Los criterios específicos son muy útiles, pero sólo son válidos en su totalidad para las revistas de la APA y otras que hayan asumido la norma sin modificaciones. Es decir, esta es la norma interna para la aceptación de artículos que maneja la APA; recordemos que la mayoría de las publicaciones científicas del mundo manejan su propia norma interna.

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3. Formatos de citación3 El material citado directamente de otro autor o de un trabajo propio publicado previamente, así como los datos literales que se toman de otras fuentes, deben transcribirse o resumirse con fidelidad. No se recomienda introducir en un artículo o escrito académico citas oscuras (citas anidadas o citas de citas, de segunda mano o de memoria), pues eso afectaría el cumplimiento del principio de confrontación ante los riesgos de un material que no ha sido verificado en su forma original por el autor. Las citas oscuras sólo se justifican en casos extremos, cuando se consideran absolutamente necesarias o cuando se trata de fuentes de muy difícil acceso. No puede olvidarse que, por el principio de autoría y autoridad, quien firma un texto asume la responsabilidad por la fidelidad de las fuentes y por las transcripciones que de ellas hace. Recuérdese, además, que toda cita debe corresponder a una ficha en el listado de Referencias o en la Bibliografía. En este apartado se abordarán dos tipos de citas: directa (literal, textual) o indirecta (paráfrasis, resumen, alusión, etc.). 3.1 Citas directas Toda cita directa o textual debe ir entre comillas dentro del párrafo regular si ocupa menos de sesenta (60) palabras. Si se trata de una cita de extensión igual o superior, se escribe separada del párrafo regular, con sangría a la izquierda, a un solo espacio, con tamaño de letra menor y sin comillas. En ambos casos se indica el apellido del autor del texto citado, el año de publicación y la página o páginas de origen, todo ello entre paréntesis, según estos modelos: (Autor, año: página), Autor (año: página). Ejemplos de cita corta: El uso de estos arcaísmos se muestra bien en el Quijote: “El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino” (Cervantes, 1954: 53). En el ámbito gramatical, lo primero que debemos recordar sobre el artículo lo preconiza González Calvo (2000: 191): “El origen del artículo determinado en español está en los demostrativos latinos”. Ejemplos de cita larga:

A todo esto, bien podemos preguntarnos si no es don Rodrigo, por efectos de la ironía que hemos venido rastreando, una de las mejores marionetas de Les Luthiers, máxime si le aplicamos, por los aparatosos infortunios que sufre, la falta de afectación, que aparece

cuando el alma (vis motrix) se localiza en algún otro punto que el centro de gravedad del movimiento. Pero siendo así que el titiritero, en nuestro caso, mediante el hilo o el alambre, no tendría absolutamente ningún otro punto a su disposición sino ese: entonces los restantes miembros serían lo que deben ser, puros péndulos muertos, y obedecerían meramente a la ley de la gravedad; un atributo envidiable, que buscaríamos en vano en la mayoría de nuestros bailarines (Kleist, 1986: 31).

3 No se explican aquí los detalles de formato ni las convenciones para la elaboración de bibliografías, que varían periódicamente. Las últimas versiones se pueden consultar en el sitio web de la APA.

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Sobre la historia del artículo definido en español, debemos recordar que, de tanto trasegar con el sustantivo como el más fiel de sus monaguillos y sin predios en el latín (así los acreditara en otras lenguas), adquirió apellido español. Al menos así lo saludó don Antonio de Nebrija (1492: §9) en la primera Gramática de la Lengua:

Todas las lenguas, cuantas he oído, tienen una parte de la oración, la cual no siente ni conoce la lengua latina. Los griegos llámanla “arzrón”; los que la volvieron de griego en latín llamáronle artículo, que en nuestra lengua quiere decir artejo; el cual, en el castellano, no significa lo que algunos piensan: que es una coyuntura o ñudo de los dedos; antes se han de llamar artejo aquellos huesos de que se componen los dedos; los cuales son unos pequeños miembros a semejanza de los cuales se llamaron aquellos artículos que añadimos al nombre para demostrar de qué género es. Y son los artículos tres: el, para el género masculino; la, para el género femenino; lo, para el género neutro, según que más largamente lo declaramos en otro lugar, cuando tratábamos del género del nombre.

Las citas directas, por definición, deben seguir exactamente la escritura, ortografía y puntuación de la fuente original, incluso si parece incorrecta o confusa. No es lícito operar en ellas para modificarlas. De todos modos, si algo aparentemente incorrecto puede desorientar a los lectores, se debe insertar entre corchetes la marca “sic” justo después de la expresión que podría inducir al error, así: La evolución lexicográfica del Español ofrece interesantes vetas de estudio. El siguiente enunciado de Covarrubias (1611: 83) aporta para el caso significativos ejemplos: “Después, en el canto undécimo, vuelve a hacer mención desta mesma máquina, y me es fuerza haber de poner aquí seis estancias, porque me excusen lo que yo había de decir con razones groseras, y hame de perdonar el letor [sic], que no pude acabar conmigo otra cosa”. En la disposición de las citas directas, se distinguen dos modalidades de construcción, de acuerdo con la inclusión o no de ligadura sintáctica. 3.1.1 Modo de citación sin ligadura sintáctica Corresponde a la citación textual en oración independiente de aquella que la introduce. Suele marcarse con algún signo de puntuación. Ejemplos de cita corta con el modelo Autor (año: página): Esta es la definición que propone Fish (1992: 157): “La ironía no es una propiedad de la obra ni la creación de una imaginación desbordada, sino una manera de leer, una estrategia interpretativa que produce el objeto de su atención, un objeto que será claro para quienes comparten o han sido persuadidos a compartir la misma estrategia”. Ejemplo de cita larga con el modelo (Autor, año: página): En el marco de discusiones en torno a la consideración del artículo como morfema nominal, los filólogos se alinean en bandos diversos, tal como se nota aquí: “Para Alarcos, sólo el es artículo (incluida la forma neutra lo), y no es una parte de la oración o clase de palabra. El artículo es un signo átono y dependiente o no autónomo. Es, como el género y el número, un accidente o morfema del sustantivo” (González, 2000: 190). Ejemplo de cita larga:

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Sobre la pertinencia de una definición lingüística de la ironía y el humor, Ducrot (1988: 22) afirma:

Si bien es cierto que la ironía y el humor no pertenecen a la lengua y son simplemente utilizaciones de la lengua, también es cierto que en todas ellas se puede expresar el humor y la ironía: es un fenómeno universal. Me parece necesario entonces incluir en los conceptos generales utilizados para describir la significación lingüística, nociones que prevean la posibilidad de estas utilizaciones humorísticas o irónicas. Una descripción de la lengua que no previera esas posibilidades, sería una descripción bastante incompleta.

3.1.2 Modo de citación con ligadura sintáctica En virtud de la dinámica misma de la escritura, es muy usual que el autor integre a su exposición las palabras de otros por medio de diversos tipos de conectores intrafrásicos (según, a partir de, como dice, tal como lo expresa, etc.). En este caso, lo que pertenece al autor y lo que pertenece a la cita forman una única estructura sintáctica cuyos límites están marcados por las comillas. Ejemplo de cita corta: Podemos citar a Fish (1992: 157), quien postula que la ironía “no es una propiedad de la obra ni la creación de una imaginación desbordada, sino una manera de leer, una estrategia interpretativa que produce el objeto de su atención, un objeto que será claro para quienes comparten o han sido persuadidos a compartir la misma estrategia”. Ejemplo de cita larga: Sobre la pertinencia de una definición lingüística de la ironía y el humor, Ducrot (1988: 22) afirma que,

si bien es cierto que la ironía y el humor no pertenecen a la lengua y son simplemente utilizaciones de la lengua, también es cierto que en todas ellas se puede expresar el humor y la ironía: es un fenómeno universal. Me parece necesario entonces incluir en los conceptos generales utilizados para describir la significación lingüística, nociones que prevean la posibilidad de estas utilizaciones humorísticas o irónicas. Una descripción de la lengua que no previera esas posibilidades, sería una descripción bastante incompleta.

Las citas directas con ligadura o sin ella ofrecen una casuística muy variada. Se exponen a continuación algunos ejemplos comunes. Cita dentro de cita o cita anidada Para el efecto se alternan las comillas (“ ”, « », ‘ ’). En una cita anidada se puede utilizar cualquiera de estas variantes: “Del mismo modo, no debe existir desarticulación entre conocimiento y práctica, pues al respecto, plantea Pupo (1990: 99): «es cierto que el conocimiento se funda en la práctica y está determinado por ella, sin embargo, la práctica resulta estéril al margen del conocimiento»” (Guadarrama, 2009: 94). “Del mismo modo, no debe existir desarticulación entre conocimiento y práctica, pues al respecto plantea Pupo (1990: 99): ‘es cierto que el conocimiento se funda en la práctica y está determinado

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por ella, sin embargo, la práctica resulta estéril al margen del conocimiento’” (Guadarrama, 2009: 94). En una cita ubicada dentro de una cita larga, se usan las comillas dobles para encerrar la expresión del caso. Ejemplo: Al respecto, González (2006: 88) aclara:

Se preguntan algunos autores qué cosa es una marioneta, y se contestan: “generalmente un objeto pequeño, inanimado, hecho de madera, metal, cuero, paja, harapos, capaz de hablar: Y es un objeto no humano con la habilidad más humana, aquélla de la palabra”. Aclaran esos mismos autores que por palabra entienden “un complejo sistema de comunicación que comprende la conversación y la interacción que hace uso de una gran variedad de voces”. Añaden para finalizar que la constitución semiótica del espectáculo de marionetas es el humorismo producido por la combinatoria de elementos disonantes, estridentes, de distintas procedencias y texturas. Ahora bien, éste es un humorismo semiconsciente, o acaso inconsciente del todo. Es el humorismo irónico más fino.

Citas modificadas A veces es necesario operar sobre el texto citado por razones de claridad, de mesura o de sintaxis. Para indicar que se ha omitido una parte de texto de la fuente original, se incluye en el punto de omisión la marca de puntos suspensivos entre corchetes […], como en estos ejemplos: El maestro Reyes escribe: “Gran música el lenguaje, indecisa escultura de aire vaciada en la cavidad de la boca. […] Tal es el ser vivo del lenguaje si lo escuchamos desde afuera del hombre, desde afuera del espíritu” (1962: 197). El maestro Reyes, al referirse al lenguaje habla de “[…] las exigencias de cierta topografía en el fuelle del pecho, las cuerdas vibratorias de la garganta, la corneta o resonador de la nariz…” (1962: 197). En las citas con ligadura sintáctica es común que se requiera operar alguna modificación (de género, número, concordancia, etc.) sobre el texto que se cita. En esos casos las palabras o partículas agregadas o modificadas se escriben entre corchetes. Ejemplo: Apunta González Calvo (2000: 191) que la Gramática de Port Royal terminó de justificar todos aquellos fenómenos relacionados con invenciones e innovaciones “románica[s] del artículo, por la necesidad de determinar la significación vaga de los nombres comunes”. En cuanto a la relación entre Filosofía y Pragmática, Serna recuerda que en las diversas culturas de corte oral, palabras como “Dios”, “Justicia”, “Alma”, “Bien” no podrían considerarse como vocablos “separad[o]s, divorciad[o]s tanto del resto de la oración como de su contexto social, pero una vez que se les confiere la realidad física de la escritura, cobran vida propia” (2005: 22). Lo mismo vale para elementos que deban añadirse o cambiarse con el fin de que la cita encaje en la estructura sintáctica de la oración que la contiene. Ejemplos: En cuanto a la transformación lipogramática, Genette (1989: 56) recuerda que “Casanova [escribió] para Vestris un papel entero evitando el fonema /r/, que pronunciaba mal”.

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Ya escribía el maestro Reyes (1962: 197) que “gran música [es] el lenguaje, indecisa escultura de aire vaciada en la cavidad de la boca”. En otras oportunidades, es necesario agregar a la cita un referente que en el original es perfectamente explícito, pero que desaparece al llevarlo al nuevo texto. Dicha inclusión se marca también con corchetes. Ejemplo: Camarero (1992: 132) aclara que “[el lenguaje] es el que articula la génesis de no pocas constricciones”. Cuando sea necesario resaltar en la cita alguna expresión que interese al autor, se puede marcar en letra cursiva y luego a pie de página agregar la expresión: “La cursiva es [nuestra, mía]”. Ejemplo: Como bellamente lo describe Alfonso Reyes:

Gran música el lenguaje5, indecisa escultura de aire vaciada en la cavidad de la boca. Ceden su tono y sus compases a las caricias, a las exigencias de cierta topografía en el fuelle del pecho, las cuerdas vibratorias de la garganta, la corneta o resonador de la nariz, el muro de rechazo y apoyo del paladar, el puente movedizo de la lengua —que, a veces, obra de palanca—, las almohadillas de los labios y los sutiles respaldos de los dientes: tan sutiles ellos que, dividiéndose milimétricamente al menos en tres partes, modifican la pronunciación según que se use del filo, del medio diente o de la juntura con la encía… (1962: 197).

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5 La cursiva es nuestra. 3.2 Citas indirectas Ocurre cuando el autor no cita textualmente la fuente original y prefiere expresar con sus propias palabras las ideas que toma de otros, mediante procedimientos como la paráfrasis, el resumen o la alusión. Si bien es cierto que, por norma general, no se requiere indicar la página, se exhorta a que se incluya para facilitar la confrontación (APA, 2003: 121). Ejemplo: Booth (1986: 13) se ocupa de los factores lingüísticos y extralingüísticos que influyen en la comprensión de la ironía y la contempla como aquello que puede corroer y destruir diversos discursos aparentemente herméticos, gracias a su poder de desnudar contradicciones internas. De todos modos, no debe olvidarse que una paráfrasis implica una interpretación y esa interpretación puede resultar errada. De ahí, el cuidado con las generalizaciones o supresiones excesivas que podrían desfigurar el sentido original de las ideas leídas. Se muestran a continuación algunos casos frecuentes de cita indirecta. Referencia general a la idea de un autor Al fin y al cabo, como nos lo recuerda Stern (1950: 68), Momo, dios de la burla, es hijo del Sol y de la Noche; de esta manera, la ironía nace de la paradoja y se nutre de las antípodas: lo sacro y lo profano, el saber y el des-saber, el juego y lo serio, el decir y el no decir…

Referencia general a una teoría

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En este punto, pretendemos mostrar, desde las teorías de Austin (1962) y Searle (1965) sobre emisiones realizativas y actos de habla, los infortunios presentes en la obra «Cantata de Don Rodrigo Díaz de Carreras» de Les Luthiers, como otra manera de rastrear la presencia de la ironía en las alturas pragmáticas del texto. Para esto, el coro repite ex profeso el verbo ser al lado de cada adjetivo, con lo cual invoca modalizadores aléticos e incorpora argumentaciones desde la cantidad (Perelman, 1997), que vencerían 3 por 1 a la del solista. 3.3 Variantes de formato En el trabajo de escritura las situaciones concretas a las que se enfrenta el autor son muy variadas. En la citación directa e indirecta pueden aparecer, entre otros, los siguientes casos. Disposición del nombre del autor Decidir si el nombre del autor citado se dispone dentro o fuera del paréntesis depende de la redacción que se adopte. Puede hacerse así: Desde la proxémica, en el escenario se advierte la estructura entre solista y coro, con turnos de intervención simétricos y alternados, lo que Calsamiglia y Tusón (2001: 35) llaman pares adyacentes, encadenados por “dos turnos normalmente consecutivos en los que el primero supone la aparición del segundo”. O así: Desde la proxémica, en el escenario se advierte la estructura entre solista y coro, con turnos de intervención simétricos y alternados, los llamados pares adyacentes, encadenados por “dos turnos normalmente consecutivos en los que el primero supone la aparición del segundo” (Calsamiglia y Tusón, 2001: 35). Además, si el año y el autor están incluidos en la redacción, sólo habría que indicar dentro del paréntesis la página respectiva. Ejemplo: En la edición castellana del 2003, Adelino Cattani propone al lector la siguiente justificación del hecho retórico: “Pocas veces en la vida se enfrentan lo positivo y lo negativo en términos absolutos; por lo general, nos las tenemos que ver con situaciones cuyos respectivos pros y contras hay que evaluar” (11). Rangos de página Se puede citar de una página, de dos o más páginas consecutivas, de páginas no consecutivas o de un rango de páginas. Una cita que proviene de una sola página: Afirma Guadarrama (2009: 31) que “no existen investigadores científicos innatos. Todos se forman y adoptan la experiencia de otros investigadores más experimentados; por eso es importante que estos últimos organicen su experiencia y la plasmen sistemáticamente en trabajos de carácter teórico-práctico que puedan ser de valor para las nuevas generaciones de investigadores”. Cita que proviene de dos páginas consecutivas:

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“Algunos investigadores ponen en duda la validez real de cualquier marco teórico que posibilite un debate a partir de posiciones relativistas de la verdad. Sin embargo, aun así, se ven obligados a considerar que no es posible avanzar en la ciencia sin un marco teórico comúnmente aceptado, por frágil que éste resulte” (Guadarrama, 2009: 73-74). Cita que proviene de dos páginas no consecutivas, generalmente con marca de omisión: “Los problemas científicos deben formularse de un modo claro, concreto y entendible. […] El enunciado del problema: consiste en la explicación de los elementos que conforman un problema, cómo se encuentran articulados, las relaciones de interdependencia, etc.” (Guadarrama, 2009: 105, 107) Cita de un concepto distribuido en un rango de páginas: Si bien Andueza (1989: 55-61) advierte sólo dos claras tipologías —privada y pública—, los géneros de la entrevista se han multiplicado según los diversos propósitos desde los que se aborden. Para citar fragmentos de obras que están estructuradas por acápites, apartados o párrafos numerados, en lugar de la página se prefiere el número de la sección, precedida del signo §. “Los problemas filosóficos surgen cuando el lenguaje hace fiesta” (Wittgenstein, 1988: §38). Los libros o compendios de libros divididos por versículos u otras estructuras tradicionales se citan con la anotación que corresponde a la estructura (capítulo, canto, versículo, etc.), lo que permite la confrontación con múltiples ediciones: “¡Ya viene mi amado! ¡Ya escucho su voz! Viene saltando sobre los montes, viene saltando por las colinas” (Cantares, 2: 8). Citas de una misma fuente Cuando en un párrafo se referencia dos o más veces el mismo texto, se anota la información completa de la fuente sólo la primera vez; para las siguientes se escribe entre paréntesis sólo el número de página. No se usa la abreviatura ibíd. Ejemplo: Por eso, ya que “pensar era tan difícil [y] ella no sabía cómo se pensaba” (Lispector, 1994: 19), el narrador puede inventar sentencias que compitan con los inventarios de colmos y exageraciones más atrevidos y acuña los suyos para la modalidad de Macabea: “es tan tonta que a veces sonríe a los demás en la calle. Nadie responde a su sonrisa porque ni la miran” (6). Pero si en medio de las dos citas de la misma fuente aparece la referencia a una segunda, se deben recuperar los datos completos, así: Por eso, ya que “pensar era tan difícil [y] ella no sabía cómo se pensaba” (Lispector, 1994: 19), el narrador puede inventar sentencias que compitan con los inventarios de colmos y exageraciones más atrevidos. En una especie de “transición sin fin” (Ricoeur, 1987: 50), acuña los suyos para la modalidad de Macabea: “es tan tonta que a veces sonríe a los demás en la calle. Nadie responde a su sonrisa porque ni la miran” (Lispector, 1994: 6).

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En cambio, cuando dos citas de la misma fuente se introducen en dos párrafos consecutivos o cercanos, se prefiere anotar la información completa para cada caso. No se usa la expresión abreviada op. cit. Ejemplo: Tal como lo plantea Montes (1983: 21-27), el tema de la motivación, al igual que el de la arbitrariedad, uno de los aspectos significativos en el acto de nombrar, está siempre presente en todas las lenguas y de forma muy evidente. Las modalidades lingüísticas que vamos aprendiendo en nuestro ambiente vital no son completamente estáticas. Bien sabemos que los múltiples comportamientos lingüísticos cambian de acuerdo con los movimientos sociales, políticos, económicos y estéticos que se van originando. Cada época histórica tiene sus protagonistas, sus asuntos y preocupaciones más sobresalientes, sus eventos más significativos, los cuales hacen variar la historia, las concepciones, los comportamientos y, entre estos, los correspondientes al habla. En lo que se refiere a la motivación, el citado autor afirma lo siguiente: “Una palabra es motivada cuando es explicable por el hablante común, sin estudios especiales, en su estructura semántica y semántico-gramatical”. Y más adelante: “La denominación es inmotivada cuando el usuario corriente de la lengua no puede decir nada sobre la estructura (semántica o gramatical) de ella” (Montes, 1983: 14). En onomástica esto se relaciona con dos principios fundamentales que actúan como presupuesto de todo estudio: Principio de evidencia semántica (los topónimos tienen significado en las lenguas en que fueron creados) y principio de motivación objetiva (los nombres con frecuencia se deben a alguna característica de los lugares a los que dan nombre). Citas de dos o más autores Para citar un trabajo de dos autores, se debe incluir siempre el apellido de los dos: “Se confirma, entonces, que la validez de la escritura no depende de ella misma sino del contexto, es decir, de los criterios que se posean para su valoración” (Camargo y Uribe, 1998: 161). Cuando se trate de una publicación de tres autores, se referencian todos en la primera aparición; de ahí en adelante se puede anotar sólo el apellido del primero seguido de la expresión “et al.”, siempre y cuando la forma no se preste a confusión. Por ejemplo, un libro se puede referenciar así la primera vez que se cita: “Desde el punto de vista morfológico, por ejemplo, las flexiones de número, caso, género, persona, tiempo, modo, voz, etc., son desconocidas en la gran mayoría de los pidgins; dándose el caso frecuente de que con una sola forma es posible cubrir todo el espectro morfológico que haría una lengua analítica” (Areiza, Cisneros y Tabares, 2004: 120). De ahí en adelante, el mismo texto se puede referenciar así: "Valdría la pena cuestionar la razón por la cual los esclavizadores no aprendieron la lengua de los esclavos en el Caribe y por qué, al contrario, fueron los esclavos los que transformaron la lengua de los amos para utilizarla en la comunicación con ellos” (Areiza et al., 2004: 118). Las fuentes de cuatro o más autores se referencian siempre por el primero, seguido de la expresión “et al.”. Ejemplo: “Los neurocientíficos experimentales suelen ser médicos u otros científicos con un doctorado en Psicología, Biología, etc. y, dado que es un campo interdisciplinario, utilizan metodologías variadas” (Soriano et al, 2007: 16).

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Si la cita es tomada de una publicación de un autor corporativo, la primera vez se escribe completo y con el acrónimo; en las siguientes referencias se usa sólo el acrónimo. Por ejemplo, un libro de autor corporativo se puede referenciar así la primera vez que se cita: Para la muestra, bien vale un estándar de grados octavo y noveno: “Produzco textos orales de tipo argumentativo para exponer mis ideas y llegar a acuerdos en los que prime el respeto por mi interlocutor y la valoración de los contextos comunicativos” (Ministerio de Educación Nacional, MEN, 2000: 18); en este caso, los subprocesos correspondientes revelan fehacientemente la estrecha cercanía con lo que anteriormente hemos expuesto De ahí en adelante, el mismo libro se puede referenciar así: En este caso, los subprocesos correspondientes revelan fehacientemente la estrecha cercanía con lo que anteriormente hemos expuesto: “Organizo previamente las ideas que deseo exponer y me documento para sustentarlas; identifico y valoro los aportes de mi interlocutor y del contexto en el que expongo mis ideas; caracterizo y utilizo estrategias descriptivas y explicativas para argumentar mis ideas, valorando y respetando las normas básicas de la comunicación” (MEN, 2000: 18) Cuando la fuente no tiene autor y en la ficha bibliográfica se ha puesto en su lugar la primera parte del título, ésta asume el campo del autor dentro del paréntesis, así: “The rights of personal liberty guaranteed to U.S. citizens by the 13th and 14th amendments to the Constitution and by acts of Congress” (Webster New Collegiate Dictionary, 1953: 227). 3.4 Recomendaciones finales Por norma general, en todos los casos las referencias deben mostrar como autor y año los mismos que aparecen en las fichas bibliográficas y debe haber una correspondencia consistente y sistemática entre lo que se cita y lo que se recoge en la bibliografía. En las construcciones que lo requieren, el punto seguido o aparte va siempre después de las comillas o del cierre de paréntesis si lo hay. En castellano se dispone de comillas dobles o angulares, también llamadas latinas o españolas (“ ”), inglesas (« ») o simples (‘ ’). Si bien las primeras son las más utilizadas, las demás pueden servir para distinguir las citas anidadas o para diferenciar los títulos de los textos u obras que, según las normas de estilo, no se escriben con letra cursiva (cuentos dentro de un libro, títulos de poemas, canciones, etc.). Las comunicaciones personales, cartas, memos, correos electrónicos, grabaciones, entrevistas, etc., como no son recuperables y son difíciles de confrontar, no van en la lista de referencias ni en la bibliografía, pero pueden citarse dentro del escrito con los respectivos datos a pie de página. Se recomienda el uso moderado y cuidadoso de esas fuentes no confrontables, de tal modo que se asegure su relevancia académica.

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Association (5ª ed.). Washington, DC: APA. American Psychological Association (2009). Publication Manual of the American Psychological

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