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} t ieztextos basicos de ienciapolitica Textos de Seymour Martin Lipset Gaetano Mosca Mancur Olson WilliamH Riker Stein Rokkan y Sidney Verba Gabriel A Almond RobertA Dahl Anthony Downs Maurice Duverger David Easton Edicion a cargo de Albert Bat lle  eso  ibliotec ri l Cienci a polit ica

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    1. LA CLASE POUTICA*

    por GAETANO MOSCA

    I. Predominio de una clase dirigente en todas las sociedades. 2. Importancia polftica de estehecho. 3. Predominio de las minorfas organizadas sobre las mayorias. 4. Fuerzas polfticas.EI valor militar. S. La riqueza. 6. Las creencias religiosas y la cultura cientifica. 7. Influen-cia de la herencia en la clase polftica. 8. Perfodos de estabilidad y de renovaci6n de la cla-se polftica.

    1. Entre las tendencias y los hechos constantes que se encuentran en todos los or-ganismos politicos, aparece uno cuya evidencia se impone facilmente a cualquier obser-vador: en todas las sociedades, desde las medianamente desarrolladas, que apenas han lle-gado a los preambulos de la civilizacion, hasta las mas cultas y fuertes, existen dos cla-ses de personas: la de los gobemantes y la de los gobemados. La primera, que siemprees la menos numerosa, desempefia todas las funciones politicas, monopoliza el poder ydisfruta de las ventajas que van unidas a 61. La segunda, mas numerosa, es dirigida y re-gulada por la primera de una manera mas 0 menos legal, 0 bien de un modo mas 0 me-nos arbitrario y violento, y recibe de ella, al menos aparentemente, los medios materialesde subsistencia y los indispensables para la vitalidad del organismo politico.

    En la practica, todos reconocemos la existencia de esta clase dirigente 0 clase polf-tica, como la hemos definido otras veces.' Sabemos, en efecto, que en nuestro pais y enlas naciones vecinas hay una rninorfa de personas influyentes que dirigen la cosa publi-ca. De buen 0 mal grado la mayoria Ie entrega la direcci6n; de hecho, no podemos irna-ginar en la realidad un mundo organizado de otra manera, en el que todos estuviesen so-metidos a uno solo, aunque en pie de igualdad y sin ninguna jerarqufa entre ellos, 0 quetodos dirigiesen por igual los asuntos politicos. Si en teorfa razonamos de otra manera, sedebe en parte al efecto de habitos inveterados de nuestro pensamiento, yen parte a la ex-cesiva importancia que les damos a los hechos politicos, cuya apariencia se sima muy porencima de la realidad.

    EI primero de esos hechos consiste en la facil cornprobacion de que en todo orga-nismo politico hay siempre alguien que esta en la cumbre de la jerarqufa de la clase po-

    Ed. original: G. Mosca, Elememi di Scienza Politico. cap. 2. La lena, Roma, 1896.1. Mosca, Gaetano, Teorica dei governi e governo parlamentare, Loescher, Turin, 1884, cap. I.

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  • Utica y que dirige el llamado timon del Estado. Esta persona no siempre es la que le-galmente tendrfa que disponer del poder supremo: muchas veces ocurre que, junto al reyo al emperador hereditario, hay un primer ministro 0 un mayordomo de palacio que tie-ne un poder efectivo Superior al del propio soberano; 0 que, en lugar del presidente ele-gido, gobierna el politico influyente que 10 ha hecho elegir. Algunas veces, por circuns-tancias especiales, en lugar de una sola persona, son dos 0 tres las que toman a su cargola direccion suprema.

    EI segundo hecho es igualmente facil de percibir, porque cualquiera que sea el tipode organizacion social, se puede comprobar que la presi6n proveniente del descontentode la masa de gobernados y las pasiones que la agitan, pueden ejercer cierta influenciasobre la direccion de la clase politica.

    Pero el hombre que es jefe de Estado no podna gobernar sin el apoyo de una cla-se dirigente que hiciera cumplir y respetar sus 6rdenes; y si bien puede hacer sentir elpeso de su poder sobre uno 0 varios individuos particulares que pertenecen a esta cla-se, no puede oponerse a ella en su totalidad 0 destruirla. Y ello porque, si tal cosa fue-se posible, se constituiria rapidamente otra clase, sin que su acci6n quedara anulada porcompleto. Por otra parte, aun admitiendo que el descontenro de las masas lIegara a de-rrocar a la c1asedirigente, en el seno de la masa aparecerfa necesariamente --como masadelante demostraremos- otra minona organizada que pasaria a desempefiar la fun-ci6n de dicha c1ase. De otro modo se destruiria toda organizaci6n y toda estructurasocial.

    2. La que constituye la verdadera superioridad de la c1asepolitica, como base parala investigacion cientifica, es la preponderancia que tiene su diversa constituci6n en la de-terminacion del tipo politico, y tarnbien del grado de civilizaci6n de los diferentes pue-blos. En efecto, ateniendonos a la manera de c1asificar las formas de gobierno que estatodavfa en boga, Turquia y Rusia eran monarquias absolutas hasta hace pocas decadas;Inglaterra e ltalia, monarquias constitucionales; mientras que Francia y los Estados Uni-dos se incluyen en la categoria de republicas, Esta clasificaci6n se basa en que, en los dosprimeros pafses, la jefatura del estado era hereditaria y nominalmente omnipotente; en lossegundos, aun siendo hereditaria, tenia facultades y atribuciones limitadas; y en los iilti-mos era electiva. Pero esta clasificaci6n resulta evidentemente superficial.

    En efecto, se ve claramente que los regimenes politicos de Rusia y Turquia tenianmuy poco en cormin, dada la gran diferencia entre el grado de civilizaci6n de estos pai-ses y el ordenamiento de sus clases politicas. Siguiendo el mismo criterio, vemos que elregimen rnonarquico de Belgica es mas parecido al de la Francia republicana que al deInglaterra, tambien rnonarquica, y que existen diferencias importantisirnas entre el orde-namiento polftico de los Estados Unidos y el de Francia, a pesar de que ambos pafses sonrepublicas.

    Como hemos sefialado antes, son antiguos habitos del pensar los que se opusierony se oponen en este punto al progreso cientifico. La clasificacion que sefialamos, que di-vide a los gobiemos en monarquias absolutas, moderadas y republicas, es obra de Mon-tesquieu, y sustituy6 a la clasica, propuesta por Arist6teles, que los dividia en monarquia,

    2. Se salle que 10 que Aristoteles lIam6 dernocracia no era sino una aristocracia mas extendida, y el mismoArist6teles habrfa podido observar que en todos los estados griegos, por aristocraticos 0 democraticos que fuesen, habiasiernpre una 0 poquisimas personas que tertian influencia preponderanre.

    3. Entre los autores que adrniten esta coexistencia basta citar a Spencer.

    aristocracia Ydemocracia.' Desde Polibio a Montesquieu, muchos autores perfeccionaronla clasificaci6n aristotelica, desarrollandola en la teona de los gobiernos rnixtos. Des-pues. la corriente democratica moderna, que cornenzo con Rousseau, se fund6 en el con-cepto de que la mayoria de los ciudadanos de un Estado podia, 0 mas bien debia, parti-cipar en la vida poiftica; y la doctrina de la soberania popular se impone todavfa en mu-chisimas mentes, pese a que la ciencia moderna hace cada vez mas evidente lacoexistencia de los principios democratico, rnonarquico y aristocratico en todo organis-mo politico.' No la refutaremos directamente aqui, porque es muy dificil destruir en po-cas paginas todo un sistema de ideas arraigado en una mente humana; ya que, como bienescribi6 Las Casas en su vida de Cristobal Colon, desacostumbrarse es en muchos casosmas dificil que acostumbrarse.

    3. En este punto creemos iitil responder a una objecion que pareceria muy facilhacer a nuestro enfoque. Si es claramente admisible que un solo individuo no puede co-mandar a una masa sin que exista una minoria que 10 sostenga, es mas dificil postular, encambio, como un hecho constante y natural, que las minorfas mandan a las mayorias yno estas a aquellas, Pero este es uno de los casos, como tantos que se dan en las demasciencias, en que la apariencia de las cosas se opone a su verdadera realidad. Es forzosoel predominio de una minoria organizada, que obedece a un unico impulso, sobre la rna-yorfa desorganizada. La fuerza de cualquier minoria es irresistible frente a cada individuode la mayorfa, que se encuentra solo ante la totalidad de la minoria organizada. Al mis-mo tiempo se puede decir que esta se halla organizada precisamente porque es minoria,Cien que acnien siempre concertadamente y con inteligencia, triunfaran sobre mil torna-dos uno a uno y que no esten de acuerdo; y al mismo tiempo, si son cien y no mil, lessera mucho mas facil a los primeros entenderse y actuar concertadamente.

    Es facil deducir de este hecho que, cuanto mas vasta es una comunidad politica, tan-to menor puede ser la proporci6n de la minoria gobernante con respecto a la rnayorfa go-bernada, y tanto mas diffcil Ie resultara a esta organizarse para acruar contra aquella,

    Pero, adernas de la enorme ventaja que da la organizacion, las minorias gobernan-tes estan constituidas por 10 cormin de tal manera que los individuos que las componense distinguen de la masa de los gobernados por algunas cualidades que les otorgan cier-ta superioridad material e intelectual, y hasta moral; 0 bien son los herederos de quienesternan estas cualidades. En otras palabras, deben poseer algiin requisito, verdadero 0 apa-rente, que sea muy apreciado y se valore mucho en la sociedad en que viven.

    4. En las sociedades primitivas, que estan todavia en el primer estadio de su cons-titucion, el valor militar es la cualidad que permite mas facilmente el acceso a la clasepolitica 0 dirigente. La guerra, que en la sociedad de civilizacion avanzada puede consi-derarse como un estado excepcional, puede ser en cambio casi normal en las sociedades

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    DIEZ TEXTOS BAsICOS DE CIENCrA POLITICA24

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  • 26 DIEZ TEXTOS BAsICOS DE CIENCIA POLtnCALA CLASE POLtnCA 27

    que estan al comienzo de su desarrollo; y entonces los individuos que despliegan mejo-res aptitudes guerreras logran facilmente la supremacia sobre los otros: los mas valientesseran los jefes. EI hecho es constante, pero las modalidades que puede asumir difieren se-gun los casos.

    Generalmente, se suele atribuir el dominio de una clase guerrera sobre una multi-tud pacifica ala supremacia de las razas, a la conquista de un pueblo relativamente debilpor otro belicoso. En efecto, algunas veces ocurre precisamente asi; y hemos tenido ejem-plos de ello en la India despues de las invasiones de los arios, en el Imperio romano des-pues de las de los pueblos germanicos, y en Mexico despues de la conquista espanola.Pero, mas a menudo todavfa, vemos, en ciertas condiciones sociales, aparecer una c1aseguerrera y dominadora tarnbien donde no se encuentran indicios de conquista extranjera,Cuando una horda vive exclusivamente de la caza, todos sus individuos pueden conver-tirse facilmente en guerreros, y pronto apareceran los jefes que tendran, naturalmente, elpredominio sobre la tribu; pero no se forrnara una c1ase belicosa, que al mismo tiempoexplote y tutele a otra dedicada al trabajo paclfico, Sin embargo, a medida que el esta-dio venatorio queda arras, y se ingresa en el agricola y pastoril, puede nacer, junto conel enorme aurnento de la poblaci6n y con la mayor estabilidad de los medios de influen-cia social, la divisi6n mas 0 menos nitida en dos clases: una, consagrada exclusivamenteal trabajo agricola; otra, a la guerra. Si esto acontece, es inevitable que esta ultima ad-quiera poco a poco tal preponderancia sobre la prirnera, que la podrfa oprimir impune-mente.

    Polonia ofrece un ejemplo caracterfstico de esta transformaci6n gradual de la c1aseguerrera en c1aseabsolutamente dominante. En sus orfgenes, los polacos tenian un orde-namiento en comunas rurales que sobresalfa entre todos los pueblos eslavos; y en elIas nohabfa ninguna distincion entre guerreros y agricultores, 0 sea nobles y campesinos. Pero,despues que se establecieron en las grandes lIanuras que recorren el Vfstula y el Niemen,comenzaron a desarrollar la agricultura y, al mismo tiempo, persisti6 la necesidad de gue-rrear contra vecinos belicosos; esto llevo a los jefes de las tribus, 0 woiewodi, a rodearsede cierto mimero de individuos seleccionados que se especializaron en el uso de las ar-mas. Estos se distribufan en las diversas comunidades rurales y quedaban exentos de lostrabajos agncolas, aunque recibian su porci6n de los productos de la tierra, a la que te-nian derecho como los demas integrantes de la comunidad. En los primeros tiempos suposicion no era muy arnbicionada, y se vieron ejemplos de campesinos que rechazabanla exenci6n de las tareas agricolas con tal de no combatir. No obstante, como este ordende cosas se fue haciendo estable, y Como una c1ase se habitu6 al empleo de las armas ya las reglas militares mientras la otra se dedic6 unicamente al uso del arado y de la aza-da, los guerreros se convirtieron gradualmente en nobles y patrones y los ciudadanos, decompaiieros y hermanos que eran, se transformaron en villanos y siervos. Poco a poco,los belicosos senores de la guerra multiplicaron sus exigencias, al punto de que la parteque tomaban como miembros de la comunidad creci6 hasta abarcar todo 10producido porella, menos 10 absolutamente necesario para la subsistencia de los agricultores. Cuandoestos intentaron huir, fueron obligados por la fuerza a permanecer ligados a la tierra. De

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    esta manera, su condici6n adquiri6 las caracterfsticas de una verdadera servidumbre de la

    gleba'Una evoluci6n analoga ocurri6 en Rusia. AIIf, los guerreros que constitufan la drou-jina, 0 sea el sequito de los antiguos kniaz 0 prfncipes descendientes del RUrik, tambienobtuvieron, para vivir, una parte del producto de los mir, 0 comunas rurales de los cam-pesinos. Poco a poco esta parte creci6, y como la tierra abundaba y faltaban brazos y loscampesinos pretendfan emigrar, el zar Boris Godunov, a fines del siglo XVI, otorg6 a losnobles el derecho a retener por la fuerza a los campesinos en sus tierras, dando origen ala servidumbre de la gleba. Pero en Rusia la fuerza annada nunca estuvo constituida ex-c1usivamente por los nobles: los mujiks marchaban a la guerra como agregados a losmiembros de la droujina, y despues Ivan IV el Terrible constituy6 con los strelitzi uncuerpo de tropas casi permanente, que dur6 hasta que Pedro el Grande 10 sustituy6 porregimientos organizados segun el tipo europeo-occidental, cuyo cuerpo de oficiales seformaba con los antiguos miembros de la droujina y militares extranjeros, y los mujiksconstitufan los contingentes de soldados.'

    En general, pues, en todos los pueblos que han entrado recientemente en el estadioagricola y relativamente civilizado, encontramos el hecho constante de que la c1ase mili-tar por excelencia corresponde a la c1ase politica y dominante. En muchas partes, el usode las armas quedaba reservado exclusivamente a esta clase, como ocurri6 en la India yen Polonia; pero tambien fue habitual que los miembros de la c1ase gobemada fueraneventualmente enrolados, aunque siempre como agregados y en los cuerpos menos esti-mados. Asl, en Grecia, en la epoca de las guerras rnedicas, los ciudadanos pertenecientesa las c1ases acomodadas e influyentes constitufan los cuerpos seleccionados de los caba-lleros y los hoplitas, mientras que los pobres combatfan como lanceros u honderos, y losesclavos, 0 sea la masa de trabajadores, quedaba casi completamente excluida del mane-jo de las armas. Un ordenamiento analogo encontramos en la Roma republicana hasta laprimera guerra piinica y aun hasta Cayo Mario, as! como entre los galos de la epoca deJulio Cesar: en la Europa latina y germanica del Medievo, en la Rusia antes citada y enmuchos otros pueblos.

    5. Como en Rusia y en Polonia, como en la India y en la Europa medieval, lasc1ases guerreras y dominantes acapararon la propiedad casi exclusiva de las tierras, queen los pafses no muy civilizados son la fuente principal de producci6n de riqueza. Pero,

    4. EI rey Casimiro el Grande (1333) lrat6 en vano de frenar la prepotencia de los guerreros, y cuando los cam-pesinos reclamaban contra los nobles, se Iimitaba a preguntarles si no tenfan palos y piedras. MM tarde. en 1537, la no-bleza impuso que los burgueses de la ciudad fuesen obligados a vender sus tierras, de manera que 1a propiedad no pudie-se pertenecer mas que a los nobles; y al mismo tiernpo hacla presi6n sobre el rey paraque iniciase en Roma las gestionesnecesarias para lograr que en Polonia s610 los nobles fuesen admitidos en las 6rdenes sagradas, con 10que se queria ex-cluir totalmente a los burgueses y campesinos de los cargos honorificos y de toda imponancia social. Vease Mickiewicz,Slaves, cap. IV. pp. 376-380; Histoire populaire de Pologne, Hetzel, Paris. 1875, caps. I y Il,

    5. Leroy-Beaulieu, Anatole. L'Empire des tzars et les Russes, Hachette, Paris. 1881-1882.1, pp. 338 Y ss.6. Cesar hace notar reiteradamenle que los caballeros reclutados entre la nobleza constitufan el nervio de los ejer-

    CilOS gatos. Los eduos, por ejemplo, no pudieron resistir mas a Ariovisto cuando la mayor pane de sus caballeros muri6combatiendo.

  • 7. Con el aumento de la poblaci6n suele crecer, al menos en ciertas epocas, la renta ricardiana, especialmente por-que se crean los grandes centros de consumo que fueron siempre las metropolis y las grandes ciudades antiguas y moder-nas. Sin duda una poblaci6n estabiecida y la creaci6n de grandes ciudades son condiciones casi necesarias para una civili-zacion avanzada.

    8. Vease Jannet, Claudio, Le istituzioni pelitiche negli Stati Unui d'America, Biblioteca PoJitica, UTET, Turin,segunda pane, caps. X ss, EI autor cita a muchisirnos autores y diaries nortearnericanos que hacen irrecusable su afir-maci6n.

    a medida que la civilizaci6n progresa, el rendimiento de estas tierras aumenta,' y enton-ces. si otras circunstancias concuerdan, puede producirse una transformaci6n social muyirnportante: la cualidad mas caracterfstica de la c1ase dominante pasa a ser la riqueza an-tes que el valor militar; los gobernantes son los ricos, mas que los fuertes.

    La principal condici6n necesaria para que se opere esa transformaci6n es la si-guiente: es preciso que la organizaci6n social se perfeccione de manera que el respaldode la fuerza publica resulte mas eficaz que el de la fuerza privada, En otras palabras, senecesita que la propiedad privada sea tutelada suficientemente por la fuerza practica yreal de las leyes para que no sea necesaria la tutela del propietario. Esto se obtiene me-diante una serie de cambios graduales en el ordenamiento social que transforman el tipode organizaci6n politica, que lIamaremos Estado feudal, en otro tipo, esencialmente di-ferente, que denominaremos Estado burocratico, Ya podemos afirmar que la evoluci6na la que nos hemos referido suele verse muy facilitada por el progreso de las costumbrespacfficas y de ciertas practicas morales que la sociedad adquiere con el progreso de la ci-vilizaci6n.

    Una vez consumada dicha transformaci6n ocurrira que, asf como el poder politicoprodujo la riqueza, ahora la riqueza producira el poder. En una sociedad ya bastante rna-dura, cuyas fuerzas individuales estan limitadas por la fuerza colectiva, si por un lado lospoderosos son por 10 general los ricos, por otro basta ser rico para convertirse en pode-roso. En realidad es inevitable que, cuando esta prohibida la lucha a mana armada, y s610se permite la que se hace a fuerza de billetes, los mejores puestos sean conquistados porlos que estan mas provistos de dinero.

    Es verdad que existen Estados con una civilizaci6n avanzadisima, organizados enbase a s6lidos principios morales, que parecen excluir esta preponderancia de la riqueza.Pero este es uno de los tantos casos en que los principios te6ricos no tienen mas que unaaplicaci6n limitada en la realidad de las cosas. En los Estados Unidos, por ejemplo, to-dos los poderes emanan directa 0 indirectamente de las elecciones populares, y el sufra-gio es universal en todos los Estados; y hay mas: la democracia no se ve s610en las ins-tituciones, sino tambien en las costumbres, y los ricos sienten cierta aversi6n a dedicarsea la vida publica, ast como hay cierta resistencia por parte de los pobres a elegir a los ri-cos para los cargos electivos.

    8Esto no impide que un rico sea siempre mucho mas influ-

    yente que un pobre, porque puede pagar a los politicastros venales que disponen de lasadministraciones publicas; y tampoco impide que las elecciones se hagan a fuerza de do-lares; que parlamentos locales enteros y numerosas fracciones del Congreso sean sensi-bles a la intluencia de las poderosas compafifas ferroviarias y de los grandes senores delas finanzas. Hay quien asegura que, en varios de los Estados de la Uni6n, el que tenga

    9. Jannet, op. cit . y capitulos citados (

  • 7. En ciertos pafses encontramos castas hereditarias: la clase gobemante se hallaabsolutamente restringida a un mimero detenninado de familias, y el nacimiento es el

    12. AI menos era asf hasta hace algunos decenios, cuando los examenes de los mandarines versaban unicamentesobre las disciplinas literarias e hist6ricas, lal como estas discipJinas eran entendidas por los chinos.

    13. Parece, por 10demas, que el ane de gobierno, salvo casos excepcionales, es una cualidad muy diflcil de com-probar en los individuos que todavfa no han rendido la prueba practica de poseerlo.

    de su literatura sagrada fuese escrita, y obligaban a sus alumnos a fijarla fatigosamenteen la memoria. A la misma fmalidad debe atribuirse el uso tenaz y frecuente de las len-guas muertas, que encontramos en la antigua Caldea, en la India y en la Europa medie-val. Algunas veces, por ultimo, como precisamente ocurrio en la India, se prohibi6 for-malrnente conocer los Iibros sagrados a las clases inferiores.

    S610 en una fase rnuy avanzada de la civilizacion, las nociones especializadas y laverdadera cultura cientifica, despojada de todo caracter sagrado y religioso, se convirtie-ron en una fuerza politica importante; y fue entonces cuando pennitieron el acceso a laclase gobemante a quienes posefan esos conocirnientos. Pero aun en este caso hay que te-ner presente que 10 que tenia un valor polftico no era tanto la ciencia en sf misrna comosus aplicaciones practicas que podfan beneficiar al pueblo 0 al Estado. A veces no se re-quiere mas que la posesion de los procedirnientos rnecanicos indispensables para obteneruna cultura superior, tal vez porque es mas facil comprobar y medir la pericia que el can-didato ha podido adquirir en ellos. Asi, en ciertas epocas del antiguo Egipto la profesi6nde escriba conducfa a los cargos publicos y al poder, tal vez tambien porque aprender laescritura jeroglifica requerfa largos y pacientes estudios; del mismo modo, en la Chinarnoderna, el conocirniento de los numerosos caracteres de la escritura china ha fonnadola base de la cultura de los rnandarines." En la Europa de hoy y en America, la clase queaplica los hallazgos de la ciencia modema a la guerra, a la administraci6n publica, a lasobras y a la sanidad publicas, ocupa una posici6n social y polfticamente destaeable; y enlos rnismos pafses --al igual que en la Roma antigua- es absolutamente privilegiada lacondici6n del jurista, del que conoce la complicada legislaci6n cormin a todos los pue-blos de antigua civilizaci6n, especialrnente si a sus nociones jurfdicas agrega la elocuen-cia que mas seduce a sus conternporaneos.

    No faltan ejemplos en los que vemos como, en la fracci6n mas elevada de la clasepolftica, la larga practica en la direcci6n de la organizaci6n militar y civil de la comuni-dad, hace nacer y desarrollarse el verdadero arte de gobierno, mas que el craso empiris-mo y 10 que pudiera provenir de la sola experiencia individual. Es entonces cuando seconstituye una aristocracia de funcionarios, como el Senado romano 0 el veneciano, yhasta cierto punto la misma aristocracia inglesa, que tanto admiraba Stuart Mill y que hadado alguno de los gobiemos que mas se han distinguido por la madurez de sus desig-nios y la constancia y sagacidad en ejecutarlos. Este arte no es ciertamente la ciencia po-lftica, pero ha precedido sin duda a la aplicaci6n de algunos de sus postulados. Sin em-bargo, asf como este arte se afinn6 de alguna manera en ciena clase de gente que teniadesde hacfa tiempo las funciones polfticas, su conocimiento no sirvi6 a quienes estabanexcluidos de esas funciones por su condici6n social. 13

    14. Vbse Mosca. GaetanoI1principio aristocratico ed il democratico nel passato e nell'avvenire>. Extraldo dela Riforma Sociale, Roux y Viarengo. Turin. 1903. fascs, 3 a 10. vol. XIII, segunda serie.

    15. A primera vista, el principio democnilico de la elecci6n por sufragio muy amplio parece estar en contradic-ci6n con esta tendencia a la eslabilidad de la clase polltica que hemos seilalado. Pero es preciso observar que casi siempreson elegidos los que poseen las fuerzas politicas que hemos enumerado y que con gran frecuencia son heredilarias. Asf. enlos parlamentos ingles Y frances, vemos con frecuencia a hijos, herrnanos, sobrinos y yemos de dipuladOS y ex dipulados.Pero junto a la fuerza de la inercia aetuan siempre, con mayor 0 menor energfa, otraS fuerzas que lienden a renovar los or-denamientos sociales. Hay epocas en las cuales prevaJece la fuerza de la inercia y otras en las que predominan las fuerzasrenovadoras de la sociedad.

    31LA CLASE POLtnCA

    unico criterio que decide el ingreso a dicha clase 0 la exclusi6n de la misma. Los ejern-plos de estas aristocracias hereditarias son muchos, y casi no hay pals con civilizaci6n an-tigua donde la clase dirigente no haya sido por algun tiempo mas 0 menos hereditaria dehecho. En efecto, encontramos una nobleza hereditaria en cienos perfodos de la historiachina y en el antiguo Egipto, en la India, en la Grecia anterior a las guerras con los per-sas, en la Roma anugua, entre los eslavos, entre los latinos y germanos de la Edad Me-dia, en Mexico en tiempos del descubrimiento de America y en Jap6n hasta hace pocasdecadas.

    Sobre este punto querernos fonnular dos observaciones. La primera es que todas lasclases polfticas tienden a volverse hereditarias, si no de derecho, al menos de hecho." To-das las fuerzas politicas poseen esa cualidad que en ffsica se llama inercia; es decir, latendencia a pennanecer en el punto y en el estado en que se encuentran, El valor military la riqueza se conservan facilmente en ciertas familias por tradici6n moral y por efectode la herencia, Y la practica de los grandes cargos, el habito y casi todas las aptitudespara tratar los negocios de importancia, se adquieren mucho mas facilmente cuando se hatenido con ellos cierta familiaridad desde pequeiio. Aun cuando los grados acadernicos,la cultura cientifica Y las aptitudes especiales, probadas por medio de examenes y con-cursos, penniten alcanzar los cargos publicos, no desaparecen las ventajas especiales quefavorecen a algunos, y que los franceses definen como las ventajas de las posiciones ad-quiridas. En realidad, por mas que los examenes y concursos esten te6ricamente abier-tos a todos, la mayorfa siempre carece de los medios necesarios para cubrir los gastos deuna larga preparaci6n, y otros no tienen las relaciones y parentelas mediante las cuales unindividuo se sima rapidemente en el buen camino, que Ie evita las vacilaciones y erro-res inevitables cuando se ingresa a un ambiente desconocido, donde no se tienen gufas ni

    isapoyos.

    La segunda observaci6n es la siguiente: cuando vernos una casta hereditaria quemonopoliza el poder politico en un pais, se puede estar seguro de que tal estado de dere-cho ha sido precedido por un estado de hecho. Antes de afinnar su derecho exclusivo yhereditario al poder, las familias y las castas poderosas debieron tener el bast6n de man-do muy seguro en sus rnanos, debieron monopolizar absolutamente todas las fuerzas po-Ifticas de la epoca y del pueblo en el que se afmnaron. De otro modo, una pretensi6n deeste genero habrfa suscitado protestas y luchas muy enconadas.

    Seiialemos tarnbien que, con frecuencia, las aristocracias se han vanagloriado de suorigen sobrenatural 0 al menos diferente y superior al de la clase gobemada. Un hechosocial irnportantfsimo explica esta aspiraci6n: toda clase gobemante tiende a justificar su

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    DIEZ TEXTQS BAsICOS DE ClENCIA POLtnCA30

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  • 16. V~ase Gumplowicz, Der Rassenlwmpf, cit. Este concepto se extrae del esplriru mismo de su obra, pero apa-rece afirmado mas claramente en el libra Il, cap. xxxm.

    17. A menudo los hijos de personas de mentalidad muy elevada poseen un intelecto mediocre; pero si el genicno es casi nunca bereditario, se puede comprobar un grado m:ls elevado del prornedio intelectual en los descendientes delas clases mas cultas. En conclusion, las aristocracias hereditarias no se fundan casi nunca en la superioridad intelecrual,sino en la del car.icter y la riqueza.

    En cuanto al caracter, es difleil afirmar si infiuye mas en su fonnaci6n la herencia 0 la educaci6n. En otras pala-bras. si su predominio se debe a la sangre 0 aI ambieme inrelectuat y moral en el cual se ha formado.

    poder de hecho, apoyandose en un principio moral de orden general. Recientemente, larnisma pretension recibi6 el apoyo de un grupo de cientfficos: algunos autores, desarro-llando y ampliando las teorfas de Darwin, creen que las c1ases superiores representan ungrado mas elevado de la evoluci6n social y que, por 10 tanto, elIas son mejores que lasinferiores por constituci6n organica. De Gobineau, Gumplowicz y otros van mas lejos, ysostienen resueltamente el concepto de que, en los pafses con civilizaciones modernas, ladivision de los pueblos en c1ases profesionales se funda en la heterogeneidad etnica. ,.

    No obstante, en la historia son muy conocidas las cualidades y tambien los defec-tos especiales, unas y otros muy acentuados, que han mostrado las aristocracias que per-manecieron hermeticamente cerradas, 0 que hicieron muy dificil el acceso a su c1ase.Hasra hace mas de medio siglo, las noblezas inglesa y alemana nos proporcionaron muyclaramente la idea del tipo de fenorneno que seiialamos. Solo que, frente a este hecho ya las teorfas que tienden a exagerar su alcance, se puede oponer siempre la misma obje-cion: que los individuos pertenecientes a estas aristocracias debfan sus cualidades espe-ciales, no tanto a la sangre que coma por sus venas, como a la esmerada educaci6n quehabfan recibido y que habfa desarrolIado en elIos ciertas tendencias intelectuales y mora-les con preferencia a otras."

    Se dice que esto puede ser suficiente para explicar las aptitudes puramente intelec-tuales, pero no las diferencias de caracter moral, como serfan la fuerza de voluntad, el co-raje, eI orgullo, la energia. La verdad es que la posicion social, las tradiciones de familiay los habitos de la c1ase en que vivimos contribuyen mas de 10que pudiera creerse al ma-yor 0 menor desarrollo de las cualidades seiialadas. En efecto, si observamos atentamen-te a los individuos que cambian de posicion social, ya sea para mejorar 0 para empeorar,y que entran como consecuencia de ello en un ambiente diferente al que estaban acos-tumbrados, podemos comprobar facilmente que sus actitudes inrelectuales se modificanmucho menos sensiblemente que las morales. Haciendo abstraccion de la mayor ampli-tud de miras que el estudio y los conocimientos dan a cualquiera que no este absoluta-mente privado de dotes, todo individuo, aunque no pase de simple secretario 0 Begue arninisrro, solo alcance el grado de sargento 0 ascienda hasta general, sea millonario 0mendigo, se rnantendra en el rnismo nivel intelectual que la naturaleza Ie ha dado. Por elcontrario, con el cambio de posicion social y de riqueza, podemos apreciar como eI or-gulloso se vuelve hurnilde, y como el servilismo se trueca en arrogancia; c6mo un carac-ter franco y noble, obligado por la necesidad, tiende a mentir 0 cuando menos a disirnu-lar; y c6mo, quien se ha visto obligado a disimular y a rnentir durante mucho tiempo,adoptara tal vez una aparente franqueza e inflexibilidad de caracter, Es tarnbien verdad

    18. Escribi6 Mirabeau que. para cualquier hombre. un ascenso importante en la escala social produce una crisisque cura los males que ya tiene y genera otros nuevos que antes no tenia. Correspondance emre le comte Mirabeau et Iecomte de La Marek. Librairie Le Nonnant, Paris. 1851. 11.p. 228.

    19. Tendria que probarse con numerosos ejemplos la afmnaci6n de Gumplowicz de que la diferenciaci6n de lasclases sociales depende, sobre 1000. de las variedades ~tnicas; de 10contrario, se Ie pueden oponer fkilmente muchos hechos, entre ellos el muy evideme de que con gran frecuencia distintas ramas de una misma familia pertenecen a clases so-ciales muy diferemes.

    que quien desciende adquiere con frecuencia fuerza de resignacion, de sacrificio y de ini-ciativa; asf como tambien quien asciende suele darle mayor importancia al sentimiento dejusticia Y de equidad. En suma, ya sea que cambie para bien 0 para mal, ha de estar ex-cepcionalrnente templado el individuo que conserva inalterado su caracter al mudar deposicion social. 18

    EI coraje guerrero, Ia energfa en el ataque y el estoicismo en la resistencia son cua-lidades que por rnucho tiempo se han crefdo monopolio de las c1ases superiorcs. Cierta-mente, con respecto a estas cualidades la diferencia innata entre un individuo y otro pue-de ser grande; pero para que se presente en mayor 0 menor medida en una categoria nu-merosa de hombres influyen, sobre todo, las tradiciones y las costumbres del ambiente.Vemos generalmente que quienes se familiarizan con el peligro, y mejor todavfa con unpeligro determinado, hablan de el con indiferencia y permanecen tranquilos e irnpertur-babies en su presencia. Por ejemplo, los montaiieses, aunque muchos pueden ser timidospor naturaleza, afrontan impavidos los abismos; y los marinos, los peligros del mar; y deigual modo las poblaciones y c1ases habituadas a la guerra mantienen en alto grado lasvirtudes militares.

    Y esto es tan verdad que tambien poblaciones y c1ases sociales, corrientemente aje-nas al uso de las armas, adquieren rapidamente dichas virtudes cuando sus individuos seincorporan a ciertos micleos donde el valor y el arrojo son tradicionales; y ello porqueson -valga la metafora-e- fundidos en crisoles humanos fuertemente embebidos en aque-lIos sentimientos que se les quiere transmitir. Mahomet II reclutaba sus terribles jeniza-ros entre niiios robados principalmente a los apocados griegos de Bizancio. EI tan des-preciado fellah egipcio, desacostumbrado desde hacia siglos a las armas y habituado a re-cibir humilde y sumisamente los azotes de todos los opresores, cuando se unio a losturcos y albaneses de Mohamed-Alf se convirti6 en buen soldado. La nobleza francesagozo siempre de gran fama pot su brillante valor, pero hasta fines del siglo XVIII esta cua-lidad no se le atribufa de igual modo a la burguesia del mismo pafs. Sin embargo, las gue-rras de la Republica y del Imperio dernostraron ampliamente que la naturaleza habia sidoigualmente prodiga en otorgarles valor a todos los habitantes de Francia, y que la plebey la burguesfa podian aportar no solo buenos soldados, sino tambien excelentes oficiales,10que se crefa privilegio exclusivo de los nobles."

    8. En fin, si seguimos a quienes sostienen la fuerza exclusiva del principio here-ditario en la clase politica, lIegaremos a una conclusion: la historia polltica de la huma-nidad deberia ser mucho mas sencilla de 10 que ha sido. Si verdaderamente la c1ase polf-tica perteneciese a una raza diferente, 0 si sus cualidades dominantes se transmitiesen

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    DIEZ TEXTOS BAsICOS DE CIENCIA POLfTICA32

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  • principalmente por medio de la herencia organica, no se comprenderia por que, una vezconstituida esta clase, tendria que declinar y perder el poder. Se admite comunmente quelas cualidades propias de una raza son muy tenaces y. si nos atenemos a la teoria de laevoluci6n, las aptitudes adquiridas por los padres son innatas en los hijos y, con la suce-si6n de las generaciones, se afman cada vez mas. De este modo, los descendientes de losdominadores deberfan ser cada vez mas aptos para la dominacion, y las otras clases de-berfan ver cada vez mas lejana la posibilidad de medirse con ellos y sustituirlos. Sin em-bargo. la mas vulgar experiencia basta para asegurarnos que las cosas no ocurren preci-samente as..20

    Lo que vemos es que, no bien cambian las fuerzas politicas, se hace sentir la nece-sidad de que otras actitudes diferentes de las antiguas se afirmen en la direcci6n del Es-tado; y si las antiguas no conservan su irnportancia, 0 se producen cambios en su distri-bucion, cambia tambien la composici6n de la clase politica, Si en una sociedad apareceuna nueva fuente de riqueza, si aumenta la irnportancia practica del saber, si la antiguareligi6n declina 0 nace una nueva, si se difunde una nueva corriente de ideas, al rnismotiempo tienen lugar importantes cambios en la clase dirigente. Se puede decir que toda lahistoria de la humanidad civilizada se resume en la lucha entre la tendencia que tienenlos elementos dominantes a monopolizar en forma estable las fuerzas politicas y a trans-mitirlas a sus hijos por medio de la herencia, y la tendencia no menos fuerte hacia el re-levo y cambio de estas fuerzas y la afirmaci6n de otras nuevas, 10 que produce un conti-nuo trabajo de end6smosis y ex6smosis entre la clase alta y algunas fracciones de las ba-jas. Las clases polfticas declinan inexorablemente cuando ya no pueden ejercer lascualidades que las llevaron al poder, 0 cuando no pueden prestar mas el servicio socialque prestaban, 0 cuando esas cualidades y servicios pierden importancia en el ambientesocial en que viv en. La aristocracia romana declina cuando ya no suministra en exclusi-vidad los altos oficiales del ejercito, los administradores de la republica y los gobernado-res de las provincias. Del mismo modo, la aristocracia veneciana decae cuando sus patri-cios dejan de mandar las galeras y ya no pasan gran parte de su vida navegando, comer-ciando y combatiendo.

    En la naturaleza inorganica encontramos el ejemplo del aire, cuya tendencia a la in-movilidad. producida por la fuerza de la inercia, es cornbatida continuamente por la ten-dencia al cambio, consecuencia de las desigualdades en la distribuci6n del calor. Las dostendencias, prevaleciendo reciprocamente en diversas partes de nuestro planeta, producena veces la calma, a veces el viento y la tempestad. Sin pretender buscar ninguna analogiasustancial entre este ejemplo y los fen6menos sociales, y citandolo unicamente porque re-sulta c6modo como paralelo puramente formal, observamos que en las sociedades huma-nas predomina a veces la tendencia a la clausura, la inrnovilidad, la cristalizaci6n de laclase politica, y otras veces la que tiene por consecuencia su renovaci6n mas 0 menosrapida.

    Las sociedades de Oriente, que consideramos inmoviles, no 10 han sido siempre enrealidad, porque de otro modo, como ya seiialamos, no habnan podido hacer los progre-50S de los que han quedado abundantes testimonios. Es mucho mas exacto decir que lasconocimos cuando estaban en un periodo de cristalizacion de sus fuerzas y clases politi-cas. Lo mismo ocurre en las sociedades que corminmente llamamos envejecidas, en lasque sus creencias religiosas, su cultura cientffica y sus modes de producir y distribuir lariqueza no han sufrido en largos siglos ningiin cambio radical, y que no han sido pertur-badas en su marcha por los influjos materiales 0 intelectuales de los elementos extranje-ros, En estas sociedades, al ser siempre las mismas las fuerzas politicas, la clase que po-see el poder 10 mantiene de un modo indiscurido, por 10que el poder se perpenia en cier-tas farnilias, y la inclinacion hacia III inmovilidad se generaliza igualmente en todos losestratos sociales.

    Asf, en la India vemos estabilizarse mas rigurosamente el regimen de castas des-pues de ser sofocado el budismo. Tarnbien vemos que en el antiguo Egipto los griegosencontraron castas hereditarias, pero sabemos que en los periodos de esplendor y reno-vaci6n de la civilizaci6n egipcia no existia la herencia de los oficios ni de las condicio-nes sociales. El ejemplo mas notable y tal vez el mas importante de una sociedad quetiende a cristalizarse, 10 tenemos en la historia rornana, en el periodo del Bajo Imperio,en el que, despues de algunos siglos de inmovilidad social casi completa, se vuelve cadavez mas nitida la diferencia entre dos clases: una, de grandes propietarios y funcionariosimportantes; otra, de siervos, colonos y plebe; y, cosa atin mas notable, la herencia de losoficios y de las condiciones sociales, establecida mas por la costumbre que por la ley, sefue generalizando rapidamente.

    21

    Por el contrario, puede suceder -y ocurre a veces en la historia de las naciones-que el comercio con extranjeros, la necesidad de ernigrar, los descubrimientos Y las gue-rras, creen nuevas pobrezas y riquezas, difundan conocimientos hasta entonces ignoradosy promuevan el influjo de nuevas corrientes morales, intelectuales Y religiosas. Entonces,puede suceder que, por lenta elaboraci6n intema 0 por efecto de estos influjos, 0 por am-bas causas, surja una ciencia nueva, 0 se vuelvan a valorizar los resultados de la antigua,que habia sido olvidada, y que las nuevas ideas y creencias remuevan los habitos inte-lectuales sobre los que se fundaba la obediencia de las masas. La clase polftica puedetambien ser vencida y destruida, en todo 0 en parte, por invasiones extranjeras. y cuandose producen las circunstancias mencionadas, puede tarnbien ser derribada de su sitial porlos nuevos estratos sociales expresados en nuevas fuerzas politicas. Es natural que so-brevenga un periodo de renovaci6n, 0, si se prefiere definirlo asi, de revoluci6n, duranteel cual las energias individuales tienen importante participaci6n y algunos de entre los in-dividuos mas apasionados, mas activos, mas audaces e intrepidos. pueden abrirse caminodesde los grados inferiores de la escala social hasta los mas elevados.

    Este movirniento, una vez iniciado, no se puede mterrumpir de golpe. El ejemplode contemponmeos a quienes se ve salir de la nada y llegar a posiciones erninentes, esti-

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    LA CLASE POLtTICA 35

    20. En verdad, segun DeGobineau y otros aUlo~s. la clase dominante perderla sus aptitudes para el mando a cau-sa de los cruzamientos y mezclas que se producirian entre sus miembros y los de las clases dominadas. Pero en este caso,la decadencia de la clase dominante deberfa ser mas Ienta y menos acentuada; y alll donde e1 sistema de castas cenadasimpide la mezcla entre las distintas razas, sucede mas bien 10contrario, como ha ocurrido en la India.

    21. Mommsen Y MaIquardt. Manuel des antiquites romaines, trad. Humbert. Thorin, Paris. 1887; Fustel de Cou-langes, Nouvelles reehereMs sur quelques problemes d'histoire, Hacherte, Paris, 1891.

  • 22. No citarernos ejemplos de pueblos que se encuentran en perfodos de renovacion, porque en nuestra epoca se-rlan innecesarios. Recordaremos solamente que, en los parses recientemente colonizados, el fen6meno de la l'llpida reno-vaci6n de la clase polltica se presenta con mas frecuencia y de modo muy notable. De ahf que, cuando comienza la vidasocial en dichos parses, no existe una c1ase dirigente perfectarnente constituida y, durante el periodo en el que se forma. esnatural que el ingreso a la misma resulte mas accesible. Par otra pane. el monopoJio de la tierra y de otros medios de pro-ducci6n se vuelve, si no totalrnente imposible, cuando menos bastante mas dificil que antes. Por eso las colonias griegasofrecieron, hasta cierta epoca, un amplio desahogo para todos los caracteres energicos y emprendedores de la Helade; y enlos Estados Unidos, donde la colonizacion de nuevas tierras abarc6 todo el siglo XIX, y nuevas indusoias surgieron conti-nuarnente, los hombres que pasaron de la nada a la notoriedad y a fa riqueza fueron mas numerosos que en Europa, 10 queconoibuye a rnantener la ilusion de que la democracia es una rea1idad.

    mula nuevas arnbiciones, nuevas codicias, nuevas energfas, y la renovaci6n molecular dela cIase polftica se mantieneactiva hasta que un largo perfodo de estabilidad social la cal-ma nuevamente." Entonces, cada vez que una sociedad pasa del estado febril aI de cal-ma, asf como las tendencias psicol6gicas del hombre son siempre las misrnas, los que for-man parte de la cIase polftica van adquiriendo el espfritu de cuerpo y de exclusivismo, yaprenden el arte de monopolizar en su beneficio las calidades y las actitudes necesariaspara lIegar al poder Yconservarlo. En fin, con el tiempo, se forma la fuerza conservado-ra por excelencia, la de la costumbre, por la cual muchos se resignan a estar abajo, y losmiembros de ciertas famiIias 0 cIases privilegiadas adquieren la convicci6n de que paraeIIos es casi un derecho absoluto estar arriba y mandar.

    A un filantropo Ie corresponderia indagar si la humanidad es mas feliz 0 vive me-nos atribulada cuando se encuentra en un perfodo de calma y cristalizaci6n social, en elque cada uno debe permanecer casi fatalmente en el grado de la jerarquia social en el quenaci6, 0 cuando atraviesa el periodo totalmente opuesto de renovaci6n y revolucion, queles permite a todos aspirar a los grados mas destacados y a mas de uno IIegar a eIIos. Talindagaci6n sena diffcil Y, en sus resultados, deberfa tener en cuenta muchas condicionesy excepciones, y tal vez estana siempre influida por el gusto individual del observador.Por eso nos cuidaremos bien de haceria nosotros; sobre todo porque, aun euando pudie-sernos obtener un resuitado indiscutible y seguro, serfa siempre de escasisima utilidadpractica: puesto que 10que los fiI6sofos y teologos IIaman el libre albedno, esto es, la es-pootanea elecci6n de los individuos, ha tenido hasta ahora, y quiza tendra siempre, po-qufsima 0 casi ninguna influencia en cuanto a apresurar el fin 0 el principio de a1guno delos penodos hist6ricos senalados,

    I. Este informe se limita al analisis de las elecciones pluralistas; 50 excluyen las elecciones plebiscitarias de lasdemocracias populares, porque responden a una realidad sociol6gica diferente, que requeriria un estudio especial.

    Asimismo, por Ja naturaleza de este trabajo se ha lirnitado a una descripcion muy esquematica. Para un analisis masprofundo, nos permitimos rernitir a nuestra/ntroduction

  • 8. LA LOOICA DE LA ACCI6N COLECTIVA*

    por MANCUR OLSON

    I. El argumento aquf defendido comienza con una paradoja que se manifiesta enla conducta de los grupos. A menudo se da por supuesto que si todos los miembros de ungrupo de individuos 0 de empresas tienen determinado interes en comun, el grupo mani-festara una tendencia a satisfacerlo. Asi, muchos estudiosos de las ciencias polfticas enlos Estados Unidos han supuesto durante mucho tiempo que los ciudadanos que tienen uninteres politico cormin se organizaran y lucharan a favor del mismo. Cada individuo dela poblaci6n estarfa en uno 0 en varios grupos, y el vector de las presiones de estos gru-pos en competencia explicana los resultados del proceso politico. De igual modo, a me-nudo se ha supuesto que si los trabajadores, los productores agncolas 0 los consurnido-res tuviesen que enfrentarse con monopolios perjudiciales para sus intereses, acabarfanpor obtener un poder compensador a traves de organizaciones como los sindicatos labo-rales 0 las organizaciones agricolas, que han conseguido detenninado poder dentro delmercado y una acci6n protectora por parte del gobierno. A mayor escala, las clases so-ciales dan pie a pensar con frecuencia que van a actuar en interes de sus miembros. Laforma mas tfpica de esta creencia esta encarnada, por supuesto, en la afirmacion marxis-ta segun la cual en las sociedades capitalistas la clase burguesa hace que el gobierno sir-va a sus propios intereses. Una vez que la explotacion del proletariado ha llegado a de-tenninado nivel, y ha desaparecido la falsa conciencia, la clase obrera se rebelara en supropio beneficio y establecera una dictadura del proletariado. De modo general, si los in-dividuos de detenninada categona 0 clase social tuviesen un grado suficiente de interespropio, y si todos ellos coincidiesen en un interes compartido, el grupo actuaria tambienen favor de sus propios intereses.

    Si examinamos con cuidado la logica de la frecuente suposici6n que se recoge enel parrafo anterior, cabe apreciar que es basica e indiscutiblemente err6nea. Pensemos enlos consumidores que reconocen que pagan un precio mas elevado por un producto, de-bido a un monopolio 0 un arancel discutible, 0 en los trabajadores que reconocen que sucalificaci6n merece un salario mas alto. Preguntemonos cual seria la acci6n mas id6neapara un consumidor individual que desease combatir un monopolio apelando a un boicot,

    Tornado de M. Olson, Auge y decadencia de las naciones, Ariel, Barcelona, 1985, pp. 32-55.

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  • 204 DIEZ TEXTOS BAsICOS DE CIENCIA POLtnCA LA L6GICA DE LA ACCI6N COLECI1VA 205

    o que un grupo de presi6n se opusiera al arancel. Irnaginemos que tendria que hacer untrabajador que pensase que una amenaza de huelga 0 una ley de salario minima elevanasu jomal. Si el consumidor 0 el trabajador dedica unos cuantos dlas y un poco de dineroa organizar un boicot 0 un sindicato, 0 a ejercer presiones para lograr una legislaci6n queproteja sus intereses, habra sacrificado tiempo y dinero. i,Que obtendra con este sacrifi-cio? En el mejor de los casos, el individuo lograra que la causa avance algo (a veces, im-perceptiblemente). Sea como fuere, habra conseguido una rnirniscula participaci6n en laganancia que obtenga de la acci6n. EI hecho mismo de que el objetivo 0 el interes seaalgo cormin al grupo Ycompartido por este, lieva a que las ganancias conseguidas me-diante el sacrificio que realice un individuo para servir a esta meta cormin sean compar-tidas por todos los miembros del grupo. Si el boicot, la huelga 0 las presiones tienen exi-to, rnejoraran los precios 0 los salarios para todos los miembros de la categoria corres-pondiente, de manera que al individuo que forma parte de un gran grupo con un interescormin s610 Ie tocara una participaci6n diminuta en los beneficios logrados a traves de lossacrificios que lleve a cabo el individuo, con objeto de lograr este interes cormin. Dadoque cualquier ganancia se aplica a todos los miembros del grupo, los que no contribuyenpara nada al esfuerzo conseguiran tanto como los que hicieron su aporte personal. Vale lapena dejar que 10 haga otro, pero el otro tampoco tiene demasiados incentivos -si esque tiene alguno-- para actuar en favor del grupo. Por 10 tanto, en ausencia de factoresque ignoren por completo las concepciones mencionadas en el primer parrafo de este ar-ticulo, habra una acci6n de grupo muy debil, en el hipotetico caso de que la haya. En taleventualidad, la paradoja consiste en que -si no se dan combinaciones 0 circunstanciasespeciales, sobre las que volveremos mas adelante-Ios grandes grupos, por 10menos siestan compuestos por individuos racionales, no actuaran en favor de sus intereses degrupo.

    Esta paradoja se elabora y se expone de una forma que permite allector comprobarcada paso del razonamiento, en mi libro The Logic of Collective Action.' Este libro tam-bien muestra que los datos empiricos correspondientes a los Estados Unidos -unico paisen el que se estudiaron todos los poderosos grupos de intereses- confrrrnan de manerasistematica este razonamiento, y que los datos dispersos de otros pafses que tenia en mipoder tambien eran coherentes con ello. Dado que este trabajo es un resultado de The Lo-gic of Collective Action y, en gran parte, una aplicaci6n del argumento que alii se expo-ne, los crfticos 0 estudiosos mas serios de este trabajo deberian leer tarnbien aquel. Paralos numerosos leetores que, como es natural, no quieran invertir el tiempo necesario parahacerlo sin saber que ganarfan con ello, y para quienes tengan un interes mas informal,en la primera parte de este trabajo se explicaran unos cuantos rasgos del razonamientoque aparece en The Logic.

    1. Harvard University Press, Cambridge, 1971. La version de 1971 s610 difiere de la de 1965 en el ailadido de unapendice. Algunos lectores quiza puedan manejar la primera edici6n en nlstica publicada por Schocken Books, NuevaYork, 1968, que es identica a 1aversion de Harvard de 1965. Es posible que los lectores cuya primera lengua no sea el in-gles prefieran Die Logik des Kollektiven Handelns, 1. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tubinga, 1968; 0 Logique de l'ActionCollective, Presses Universitaires de France, Paris, 1978; y. en italiano, la edici6n de Fellrinelli.

    II. Uno de los descubrimientos de The Logic es que los servicios que prestan co-lectivos como los sindicatos, las asociaciones profesionales, las organizaciones agrarias,los carteles, los grupos de presion, e incluso los grupos de colusi6n carentes de organi-zaci6n formal, se parecen a los servicios basicos del Estado desde un punto de vista cla-ramente decisivo. Los servicios de dichas asociaciones, al igual que los servicios basicoso bienes publicos brindados por los gobiemos, si son proporcionados a alguien, llegana todos los miembros de un determinado grupo 0 categona. Del mismo modo que la leyy el orden, la defensa 0 la lucha contra la contaminaci6n, tal como los ponga en practicael gobiemo, favorecen a todos los habitantes de un pafs 0 de un area geografica, la tari-fa obtenida gracias al esfuerzo reivindicador de una organizaci6n agraria sirve para quesuban los precios en beneficio de todos los productores del articulo en cuesti6n. Igual-mente, como sostenfamos anteriormente, el aumento salarial conseguido por un sindica-to se aplica a todos los trabajadores de la categona correspondiente. Con caracter mas ge-neral, cada grupo de presi6n que obtiene un cambio global de la legislaci6n 0 de las re-glamentaciones, consigue con ella un bien publico 0 colectivo para todos los que se yenbeneficiados por ese cambio. Cualquier combinaci6n --es decir, cualquier carteb>-- queutilice la acci6n en el mercado 0 en la industria para lograr un precio 0 un salario maselevado, cuando restringe la cantidad suministrada eleva el precio para cada vendedor,creando asf un bien colectivo para todos los vendedores.

    Si los gobiemos -por un lado-- y los acuerdos que aprovechan su poder politicoo su poder comercial -por el otro-- producen bienes publicos 0 colectivos que benefi-cian inevitablemente a todos los miembros de determinado grupo 0 categona, ambos fac-tores estaran sometidos a la parad6jica 16gica expuesta antes. Los individuos y las em-presas que se yen beneficiados por su accion, en un sentido general, carecen de incenti-vos para colaborar voluntariamente en esa acci6n.' Por consiguiente, si s610 se diese unaconducta individual voluntaria y racional,' en la mayona de los casos, no existirian go-

    2. Esta afirmacion tiene una posible excepci6n desde el punto de vista 16gico, aunque no tiene gran imponanciapractica, que se explica en la nota 68 del capitulo I de The Logic, pp. 48-49.

    3. Racional no sigrufica neeesariarnente tn interes propio, Este principio sigue siendo v:Uido incluso en los ca-sos de conducta altruista, aunque no se dan! cuando determinados tipos de conducta altruista sean 10 bastante vigorosos.Pensernos primero en las actinides altruistas a proposito de resultados observables. Supongarnos que un individuo este dis-puesto a sacrificar pane de su tiempo libre, 0 de otm consumo personal, para obtener cierta cantidad de un bien colectivo,debido a una preocupaci6n altruista por que otros obtengan .ese bien colectivo. En otras palabras, el orden de preferenciadel individuo toma en cuenta el bien colectivo del que disfrutan los dernas, asl como su propio consume personal. Esta hi-potesis altruista no implica irracionalidad ni tendencia alguna a opciones incoherentes con la maxima satisfacci6n de losvalores 0 preferencias del individuo. El altruismo tarnpoco pone en cuesti6n las tasas rnarginales de sustituci6n-normalmente decrecientes-- entre un par cualquiera de bienes u objetivos. A medida que se logra mayor porcentaje dedeterminado bien u objetivo (egoista 0 31IMsta), en igualdad de circunstancias, disminuira e1 grado en que se renuncie aotros bienes u objetivos (egofstas 0 altruistas) para lograr mas cantidad de esc bien u objetivo,

    Un individuo altruista y racional como el que hemos descrito no han! ninguna contribuci6n voluntaria importantepara lograr un bien colectivo en beneficio de un grupo nurneroso, El motive es que, dentro de un grupo 10 bastante nume-rose, la aportacion del individuo solo representa una pequeila y casi imperceptible diferencia en la swna del bien colecti-vo que el grupo obtiene, AI mismo tiempo, ademas, cada aponaci6n reduce d61ar a d61ar eJ volumen de consumo personaly de beneficencia privada, y las tasas marginales de suslituci6n que van disminuyendo convienen eslOS sacrificios en algocada vez mas oneroso. Como mecanismo de compensaci6n, en los grupos numerosos el altruista racional aporta voluma-riamente poco 0 nada a la obtencion de un bien colectivo.

    Por contrario que sea a la noci6n de racionalidad caracterfstica del sentido cormin, formularernos ahora el supues-

  • 206 DIFZ TEX1'OS BAsICOS DE ClENClA POLtnCA LA L6GICA DE LA ACClON COLEcnvA 207

    biernos, grupos de presion 0 carteles. a no ser que los individuos los apoyen por algunaraz6n distinta de los beneficios colectivos que proporcionan. Por supuesto, los gobiernosexisten en casi todas partes, y con frecuencia tambien hay grupos de presion 0 carteles,Si el razonarniento es correcto hasta ahora, de ello se sigue que la existencia de los go-biernos y de las otras organizaciones se justifica por algo distinto a los bienes colectivos

    . .que proporcionan,En el caso de los gobiernos, la respuesta fue explicada antes de que se escribiese

    The Logic of Collective Action: los gobiernos estan obviamente respaldados por la obli-gatoriedad de los impuestos. A veces la oposicion a dicha obligatoriedad es escasa, aca-so porque mucha gente comprende de manera intuitiva que los bienes piiblicos no po-drfan venderse en el mercado, ni fmanciarse por un mecanismo voluntario. Como ya he-mos dicho, cada individuo obtiene s610 una minima participacion en los servicios guber-namentales que ha pagado, y, en cualquier caso, conseguira el nivel de servicio que hayasido proporcionado por los dernas,

    En el caso de las organizaciones que brindan bienes colectivos a sus grupos a tra-ves de una acci6n politica 0 comercial, la respuesta no ha sido obvia, pero no es menostajante. Las organizaciones de este tipo -por 10menos cuando representan grandes gru-pos-- tampoco reciben apoyo debido a los bienes colectivos que proveen, sino porquehan tenido la suerte de encontrar 10 que he llamado incentivos selectivos, Un incentivoselectivo es el que se aplica selectivamente a los individuos segiin contribuyan 0 no a pro-curar el bien colectivo.

    Los incentivos selectivos pueden ser negativos 0 positivos. Puede tratarse, porejemplo, de una perdida 0 de un castigo impuesto tinicamente a quienes no ayudan a pro-porcionar el bien colectivo. Como es natural, el pago de los impuestos se consigue conla ayuda de incentivos selectivos negativos, dado que quienes no pagan sus impuestos de-ben someterse al mismo tiempo a la exacci6n fiscal y a una penalizaci6n. El tipo de gru-po organizado de intereses mejor conocido en las sociedades democraticas modernas--el sindicato-- tambien suele ser respaldado en parte a traves de incentivos selectivosnegativos. La rnayorfa de las cuotas que perciben los sindicatos mas fuertes se obtienena traves de convenios de sindicaci6n obligatoria, que convierten el pago de cuotas en algomas 0 menos coactivo y automatico, A menudo existen tambien acuerdos informales queproducen el mismo efecto. David Mclzonald, ex presidente del sindicato metahirgico

    to concreto seglin el cual el a1t1Uista no obtiene satisfacci6n en que los dernas consigan mejores resultados observables,sino de los sacrificios que tl realice en beneficio de los orros. Basandonos en este supuesto, podemos garantizar un swni-nistro voluntario de bienes colectivos, incluso en los grupos mas numerosos, En tal caso, cada d61ar de consumo personalque se sacrifica puede conllevar una significativa contrapartida en satisfacci6n moral, y pierde toda relevancia el hecho deque los sacrificios persortales considerables provoquen un cambio escaso 0 incluso imperceptible en el nivel del bien pU_blico conseguido. Aunque este ultimo altlUismo, participativo 0 .kantiano~. no suele ser la forma acosrumbrada de al-truismo, creo que se da en la realidad, y ayuda explicar a1gunas observaciones de aportaei6n voluntaria a grupos nwne-rosos. (Otra posibilidad adicional es que el altlUista estt orientado hacia los resultados, pero descuide los niveles observe-bles de bien pdblico, lirnitandose a suponer que los sacrificios en su conswno personal aumentan la utilidad que obtienenlos dernAsde un modo que justifica su sacrificio persortal.) La lectura de Howard Margolis, Selfishness. Altruism and Ra-tionality, Cambridge: At the University Press, 1982. ha servido para aclarar 10que pienso a este respecto.

    4. Esta resis no se puede aplicar a los pequeilos grupos, sobre los cuales hablaremos mAs tarde, en este mismotrabajo.

    United Steel Workers of America, explica uno de estos acuerdos. Se trataba, afirmaMcDonald, de una tecnica que llamabamos... educaci6n visual, un titulo altisonante parauna practica que se podrfa designar con mucha mayor precision como piquetes de cuotas.Funcionaba con gran sencillez, Un grupo de miembros que pagaban la cuota, selecciona-dos por e1 director del distrito (generalmente, mas por su corpulencia que por su tacto),se colocaban a la puerta de la fabrica, con una palanca de hierro 0 un bate de beisbol enlas manos, y se encaraban con cada trabajador que se incorporaba a su tumo.'

    Como nos muestra el ejemplo de los piquetes de cuotas de McDonald. la acci6nde piquetes durante las huelgas es otro incentivo selectivo negativo que a veces necesi-tan los sindicatos. Si bien en las industrias que tienen sindicatos consolidados y establesla acci6n de los piquetes suele ser pacffica, es evidente para todos que ella se debe a lacapacidad del sindicato para cerrar una empresa contra la cual ha convocado una hue1ga.La fase inicial de la sindicalizacion supone, a rnenudo, el empleo de la violencia por par-te de los sindicatos y de los patronos y trabajadores que se oponen a la sindicafizacion."

    Algunos opositores de los sindicatos aducen que, como muchos de sus miembross610 se agremian por los rnetodos que describe McDonald, 0 por los acuerdos de sindi-cacion obligatoria desde el punto de vista legal, la mayona de los trabajadores no quie-ren ingresar en un sindicato. La ley Taft-Hartley dispuso que debfan ce1ebrarse eleccio-nes imparciales y supervisadas por el gobierno para determinar si los trabajadores de-seaban, de hecho, pertenecer a un sindicato. Como indica la 16gicadel bien colectivo quehemos expuesto antes, los mismos trabajadores, que debian ser coaccionados paraque pagasen las cuotas sindicales, votaron a favor de los sindicatos con cuotas obligato-rias (y generalmente constituian una mayorfa abrumadora), de manera que esta disposi-cion de la ley Taft-Hartley pronto fue abandonada por ineficaz.' Los trabajadores que--en tanto que individuos-- trataban de evitar el pago de las cuotas sindicales al mismotiempo que votaban a favor de obligarse a sf mismos a pagarlas, no se diferencian de los

    S. David 1. McDonald. Union Man. Dutton, Nueva York, 1969. p. 121, citado por William A. Gamson, The Stra-tegy of Social Protest, Dorsey Press, Homewood. III., 1975. p. 68.

    6. Las referencias a la frecuentemente violenta interacci6n que se produjo entre patronos y empleados en las fa-ses iniciales del sindicalismo no deben ocultar la smdicalizacion consensual e informal que, a veces, sucede par inicia-tiva de los patronos, Esta clase de organizaci6n del factor trabajo. 0 de acuerdo entre las partes, surge porque algunos ti-pos de producci6n exigen que los rrabajadores colaboren de una manera efectiva, En tal caso, quiz.t el patrono considereprovechoso estimular el espiriru de equipo y la interaccion social de los ernpleados. Los seminarios para el personal y lasreuniones de grupos de trabajo, las publicaciones informativas dirigidas a los empleados, los equipos deportivos formadospor el personal y apoyados por la empresa, las fiestas entre compaiieros de oficina pagadas por la empresa y otros facto-res similares se explican en parte gracias a esto. En las empresas que mantengan una misma plantilla durante cierto tiern-po, las redes de interacci6n entre los empleados, que el patrono haya creado para estimular una cooperaci6n efectiva en elrrabajo, pueden nansformarse en acuerdos informales --{) incluso sindicatos-- entre los trabajadores, y obligar de maneratacita 0 abierta 0 que el patrono trate 0 sus empleados como si estes formasen un grupo cartelizado, No es probable quese produzca tal evoluci6n cuando los empleados son, por ejemplo, jomaleros que rrabajan por dias 0 bien colaboradoresexternos. pero, cuando es importante que haya pautas estables de cooperaci6n activa para 10producci6n, el patrono -gra-cias a la producci6n adicional que provoca esta cooperaci6n-- puede ganar mAs de 10que pierde debido a 10cartelizaci6ninformal 0 formal que haya contribuido a crear, La evoluci6n de este tipo de sindicalizaci6n informal implica que existeuna organizaci6n de la fuerza laboral con mayores dimensiones de 10que indican las estadisticas, y que las diferencias en-ue algunas empresas ostensiblemente desprovistas de organizaci6n y las empresas sinilicalizadas no son tan notables comopodrIa creerse superflcialmente.

    7. The Logic, p. 85.

  • 208 DIEZ TEXTOS BAslCOS DE ClENClA POLtnCA LA L6GICA DE LA ACCI6N COLECfIVA 209

    contribuyentes que votan por un alto nivel de imposici6n fiscal, pero tratan de eludir susimpuestos personales. De acuerdo con la misma 16gica, numerosas asociaciones profe-sionales tambien consiguen miembros apelando a una coacci6n encubierta 0 explicita(por ejemplo, los abogados en los estados nortearnericanos que exigen colegiaci6n obli-gatoria). Muy diversos tipos de grupos de presi6n y de carteles acnian de igual forma. Porejemplo, algunas de las aportaciones que efecnian los directivos de una empresa a los po-liticos iitiles para dicha corporaci6n, tambien son consecuencia de una forma sutil de

    . , .coaccion.

    Los incentivos selectivos positivos, aunque se olvidan con facilidad, tarnbien sonfrecuentes, como 10 demuestran diversos ejemplos que aparecen en The Logic: Las or-ganizaciones agrarias nortearnericanas brindan un ejemplo arquetfpico. Muchos rniem-bros de las organizaciones agrarias mas poderosas forman parte de elias porque sus cuo-tas se deducen automaticamente de los dividendos de patronato de las cooperativas ru-rales, 0 estan incluidas en las primas que pagan a las compaiiias de seguros mutuosvinculadas a sus organizaciones. Existen muchas asociaciones con c1ientes urbanos quebrindan incentivos selectivos del mismo tipo, en forma de poIfticas de seguros, publica-ciones, tarifas aereas para viajes en grupo y otros bienes privados que s610 estan a dis-posici6n de sus miembros. Las reivindicaciones sindicales suelen ofrecer tambien incen-tivos selectivos, dado que las peticiones planteadas por los miembros activos son las quea menudo atraen el maximo de atenci6n. La simbiosis entre el poder politico de una or-ganizaci6n que ejerce su infIujo sobre las instituciones y las organizaciones empresaria-les vinculadas a ella logra con frecuencia beneficios fiscales 0 de otras c1ases para la en-tidad empresarial. Por otro lado, la publicidad y el resto de la informaci6n que fIuye delsector politico de un movirniento a menudo dan origen a pautas de preferencia 0 de con-fianza que hacen mas remuneradoras las actividades empresariales del movimiento. Losexcedentes que se consiguen de este modo brindan a su vez incentivos selectivos positi-vos, que ayudan a reclutar participantes en los esfuerzos del grupo de presi6n.

    m. Los pequefios grupos, y en alguna ocasi6n los grandes grupos federales-

  • 210 DIEZ 'ffiXTOS BAsICOS DE CIENCIA POLITICA LA LOGICA DE LA ACCION COLECTIVA 211

    pero, no se aplica a grupos 10bastante amplios como para que un iinico individuo no pue-da aspirar a influir sobre el resultado del conjunto.

    La coincidencia de criterios es especialmente diffcil cuando estan en juego bienescolectivos debido a las peculiares caracterfsticas de tales bienes. Estes, si existen, bene-fician a todos los miembros de un grupo 0 de una categorfa. Adernas, todos los que inte-gren el grupo en cuestion lograran juntos mas 0 menos el mismo porcentaje del bien co-lectivo, y todos tendran que aceptar el nivel y el tipo de bien publico que se ofrezca. Unpais solo puede tener una politica exterior y una polftica de defensa, por diversas que seanlas preferencias y las rentas de sus ciudadanos, y (salvo en el caso tan diffcil de lograr unequilibrio Lindahl)" dentro de un pais no habra acuerdo sobre cuanto se debe gastarpara llevar a cabo la polftica exterior y de defensa. Esto nos recuerda los argumentos afavor de la equivalencia fiscal." y los rigurosos modelos de la segregacion optima-"y el federalismo fiscal." Una clientela heterogenea, que manifieste diferentes deman-das de bienes colectivos, puede plantear un problema aun mayor a las asociaciones pri-vadas, que no solo deben hacer frente a los desacuerdos, sino tarnbien encontrar incenti-vos selectivos tan fuertes como para retener a los clientes insatisfechos.

    En pocas palabras: los animadores politicos que tratan de organizar la accion co-lectiva tendran mas posibilidades de exito si se esfuerzan por reunir grupos relativamen-te hornogeneos. Los dirigentes politicos cuya tarea consista en conservar la accion orga-nizada 0 concertada tambien habran de apelar al adoctrinamiento y a reclutar con criterioselectivo para aumentar la homogeneidad de sus grupos clientes. Esto es asf, en parte.porque los incentivos selectivos sociales suelen estar mas disponibles en los grupos quedisfrutan de una mayor homogeneidad, y en parte, porque la homogeneidad ayudara a 10-grar la coincidencia de opiniones.

    IV. Considerados en sf mismos, la informacion y los calculos acerca de un biencolectivo a menudo representan un bien colectivo. Pensemos en un miembro tfpico deuna gran organizacion, que esta tratando de decidir cuanto tiempo va a dedicar a estudiarla politica 0 el liderazgo caracterfsticos de la organizacion. Cuanto mas tiempo dediqueal asunto, mas probable sera que respalde y defienda una politica y un liderazgo eficaces

    10. Erik Lindahl. Just Taxation-A Positive Solution, en Richard Musgrave y Alan T. Peacock, eds.. Classics inthe Theory of Public Finance, Macmillan, Londres, 1958. pp. 168-177 y 214-233. En un equilibrio, segun Lindahl, a cadauna de las partes en cuesti6n se Ie carga un valor impositivo, en las unidades marginates del bien publico, igual al valorque cada una atribuye a una unidad marginal de dicho bien. AI aplicarse esto, incluso aqueUas panes que efecllien una va-10l1lCi6n muy diferente del bien colectivo querran la misma cantidad. Nos llevarta muy lejos exarninar ahora la volumino-sa bibliografla que se ha dedicado a esta cuesti6n, pero quiza resulte de utilidad para los no especialistas seilalar que, en lamayona de las situaciones en que las partes en cuesti6n preven un gravamen como el de Lindahl, se venin estimuladas aocultar su autentica valoraci6n del bien colectivo, ya que obtendrian cualquier volumen de este siempre que su valor fis-cal fuese reducido. Hay una interesante bibliografIa que se refiere a metodos relativamente sutiles que podrian estimular alos individuos para que revelasen su verdadera valoracion de los bienes pllblicos, con 10 que se Iograrfan equilibrios Lin-dahl. Sin embargo, la mayoria de estos rnerodos eSrM muy lejos de ser aplicables en la practica,

    II. V~ase mi articulo The Principle of "Fiscal Equivalence", American Economic Review. Papers and Pro-ceedings, 59. mayo 1969, pp. 479-487.

    12. V~ un ejemplo importante en Martin C. McGuire. Group Segregation and Optimal Jurisdictions Jour-nal of Political Economy. 82. 1974. pp. 112-132.

    13. Vease sobre todo Wallace Oates, Fiscal Federalism. Harcourt Brace Jovanovich. Inc. Nueva York. 1972.

    ~

    para la organizacion, Sin embargo, el miembro tfpico solo conseguira una pequefia parti-cipacion en los beneficios resultantes de esas politicas y ese liderazgo mas efectivos. Enconjunto, los demas miembros conseguiran casi todas las ventajas, de manera que elmiembro individual carece de incentivo para dedicar demasiado tiempo a investigar loshechos y a pensar sobre la organizacion, actividades que redundarfan en interes del gru-po. A todos los miembros del grupo les convendrfa ser obligados a invertir mas tiempoen averiguar a favor de que habrfa que votar para que la organizacion defendiese mejorsus intereses. Esto se hace especialmente evidente en el caso del votante tipico en laselecciones nacionales de un gran pais. EI beneficio que representara para ese votante es-tudiar los programas y los candidatos hasta que tenga claro cual es el voto que verdade-ramente Ie favorecera, esta dado por la diferencia de valor que represente para el indivi-duo un resultado electoral correcto, comparado con un resultado equivocado, multi-plicado por la probabilidad de que un cambio en el voto de dicho individuo modifique elresultado de la eleccion. Dado que la probabilidad de que el votante tfpico cambie el re-sultado de la eleccion es enormemente pequefia, ese ciudadano suele mostrarse racio-nalmente ignorante sobre los asuntos publicos." Con frecuencia, empero, la informacionacerca de los asuntos publicos resulta tan interesante 0 entretenida que vale la pena reci-birla unicamente por eso. Esto parece ser la fuente mas importante de excepciones a lageneralizacion segun la cual los ciudadanos tipicos son racionalmente ignorantes de losasuntos publicos,

    Los individuos que ejercen ciertas actividades especfficas pueden recibir una recom-pensa muy considerable en bienes privados, si adquieren un conocimiento excepcional delos bienes publicos. Los politicos, los integrantes de los grupos de presion, los periodistasy los cientfficos sociales, por ejemplo, pueden ganar mas dinero, poder 0 prestigio graciasa su conocimiento de tal 0 cual asunto publico. En alguna ocasion, un conocirniento ex-cepcional de la polftica de la administracion publica genera cuantiosos beneficios a travesde las bolsas de valores 0 de otros mercados. AI mismo tiempo, el ciudadano npico se en-contrara con que su renta y sus posibilidades vitales no mejoraran debido a un meticulosoestudio de las cuestiones piiblicas 0 de algun bien colectivo en particular.

    A su vez, el limitado conocimiento de los asuntos publicos es un factor necesariopara explicar la eficacia de los grupos de presion. Si todos los ciudadanos hubiesen ob-tenido y asirnilado la informacion pertinente, no los influiria la publicidad u otros mediosde persuasion. Con ciudadanos perfectamente informados, los cargos gubemamentaleselectivos no estarfan sometidos a los halagos de los integrantes de los grupos de presion,ya que los votantes sabrfan cuando se traicionan sus intereses y, en la eleccion siguiente,el representante infiel resultarfa derrotado. Asf como los grupos de presion proporcionanbienes colectivos a los grupos de intereses especiales, el conocimiento imperfecto que po-seen los ciudadanos explica su eficacia. Y este ultimo fenomeno se justifica, basicamen-te, porque la informacion y el debate sobre los bienes colectivos es tarnbien un bien co-lectivo.

    14. Acerca de la limilada informaci6n que cabe esperar que posean los votantes, vease la obra clasica de An-thony Downs. An Economic Theory of Democracy. Harper. Nueva York. 1957.

  • 212 DIFZ TEXTOS BASICOS DE CIENCIA POLtnCA LA LOOICA DE LA ACCI6N COLECDVA 213

    Este hecho --que los bienes de la instrucci6n individual acerca de los bienes pu-blicos suelen estar dispersos por todo un grupo 0 una nacion, y no concentrados en el in-dividuo que asume los costos de instruirse- explica tambien muchos otros fenomenos.Por ejemplo, el criterio hombre muerde a perro- acerca de 10 que se convierte en noti-cia. Si se vieran los informativos de la television 0 se leyesen los peri6dicos iinicarnentepara obtener la informacion mas importante sobre las cuestiones publicas, se ignorarianacontecimientos aberrantes de escasa trascendencia, y se destacarian las pautas tipicas deimportancia cuantitativa. En cambio, cuando para la mayorfa de las personas las noticiasson fundamentalmente una altemativa a otras formas de diversion 0 entretenimiento, hayuna demanda de rarezas sorprendentes y de temas de interes humano. Igualmente, los me-dios de comunicacion cubren de manera completa los acontecimientos que se desarrollande una forma impredecible 0 los escandalos amatorios de los personajes piiblicos, perolas complejidades de la politica economica 0 los analisis cuantitativos de los problemaspiiblicos reciben una atencion minima. Los funcionarios piiblicos, que a menudo se mues-tran capaces de medrar sin dar a los ciudadanos la justa contrapartida por sus impuestos,pueden cometer un error excepcional si !levan a cabo una huelga 10 suficientemente se-cundada como para convertirse en noticia. Las declaraciones extravagantes, las protestaspintorescas y las manifestaciones salvajes que ofenden a la mayor parte de la opinion pu-blica -sobre la cual pretenden infIuir-, tarnbien se explican de este modo: constituyennoticias divertidas, y asf llaman la atenci6n sobre intereses y asuntos que, de otro modo,serfan ignorados. Incluso ciertos actos aislados de terrorismo, calificados de carentes desentido, podrfan explicarse desde esta perspectiva como un medio eficaz para lograr quese fije en ellos la atenci6n de un publico que, de otro modo, permanecerfa racionalrnen-te ignorante al respecto.

    Este argumento nos ayuda tambien a comprender algunas incoherencias aparentesen la conducta de las modemas democracias. En las grandes democracias desarrolladas,los diversos tipos de impuesto sobre la renta son progresivos, mientras que es muy fre-cuente que las deducciones rnaximas se apliquen a la minorfa de contribuyentes masacaudalados. Puesto que ambos fenomenos son consecucncia de las mismas institucionesdernocraticas, i,por que no poseen identica incidencia? Opino que la progresion del im-puesto sobre la renta es un asunto muy relevante y provoca tal controversia politica quebuena parte del electorado 10conoce, y por 10 tanto, consideraciones de caracter populis-ta y mayoritario dictan un grado apreciable de progresividad. En cambio, los detalles delas leyes fiscales son conocidos por bastante menos gente, y reflejan a menudo los inte-reses de un pequeiio mimero de contribuyentes, organizados y -por 10 general- masprosperos, Diversas democracias desarrolladas han adoptado de manera semejante pro-gramas del tipo Medicare y Medicaid, obviarnente inspirados en la preocupaci6n por elcosta de la asistencia medica para quienes reciben rentas bajas 0 medias. No obstante, es-tos programas se han lIevado a la practica 0 se han administrado de una forma que haprovocado grandes incrementos en los ingresos de los medicos mas conocidos y de otrosprofesionales de la sanidad. Una vez mas, estas consecuencias contradictorias parecen ex-plicarse porque las opciones mas notables y controvertidas de las politicas globales lle-gan a ser conocidas por las mayorfas que consumen atencion sanitaria, mientras que las

    numerosas elecciones mas pequeiias -necesarias para lIevar a la practica estos progra-mas asistenciales- estan bajo el influjo basico de una minorfa de proveedores organiza-dos de cuidados sanitarios.

    El hecho de que el individuo tipico no tenga un incentivo para invertir demasiadotiempo en estudiar muchas de las elecciones relacionadas con los bienes colectivos ex-plica asimismo otras aportaciones individuales (inexplicables, si no se tiene en cuentaesto) dirigidas a la consecucion de bienes colectivos. La logica de la accion colectiva quese ha descrito en este trabajo no es algo que resulte inmediatamente evidente a quienesnunca la hayan estudiado. Si fuese algo evidente a primera vista, el argumento con quese inici6 este trabajo no resultaria en absoluto paradojico, y los estudiosos a los que seexplica dicho argumento no reaccionarfan al principio con escepticismo." Sin ningunaduda, las consecuencias practicas que tiene esta logica para las opciones que realice el in-dividuo a menudo fueron detectadas antes de que tal 16gica quedase plasmada por escri-to, pero ello no significa que siempre hayan sido comprendidas, ni siquiera a nivel intui-tivo y practice. En especial, cuando los costos de las aportaciones individuales a la ac-cion colectiva son muy reducidos, el individuo tiene escasos incentivos para investigar sivale la pena 0 no efectuar dicha aportacion, 0 incluso ejercer la intuici6n. Si el individuosabe que el costa de su aportacion a la acci6n colectiva en interes de un grupo del cualel forma parte es practicamente inapreciable, desde un punto de vista racional cabe queno se tome la molestia de considerar si 10 que gana es aun mas inapreciable. Esto suce-de, especialmente, cuando la cuantfa de las ganancias y las politicas que las maximiza-rfan son cuestiones acerca de las cuales no se justificarfa una investigacion.

    Este examen de los costos y las ventajas de efectuar un calculo acerca de los bie-nes publicos lIeva a la comprobable predicci6n de que las aportaciones voluntarias a laobtenci6n de bienes colectivos para grupos numerosos sin incentivos selectivos se pro-ducira a menudo cuando los costos de las contribuciones individuales resultan de escasaimportancia, pero por 10 general no se produciran cuando esos costos sean elevados. Enotras palabras, cuando los costos de la acci6n individual para obtener un bien colectivodeseado son muy reducidos, la consecuencia es indefinida: unas veces se produce un re-sultado, y otras el contrario. Sin embargo, cuando los costos crecen, desaparece dicha in-definicion. Por 10 tanto, debemos establecer que hay bastantes personas dispuestas a de-dicar un momenta de su tiempo a firmar peticiones en favor de determinadas causas, aexpresar sus opiniones a 10 largo de una discusion 0 a votar por el candidato 0 el partidoque prefieran. De igual modo, si la tesis que aqui defendemos es correcta, no 'encontra-rfamos demasiados casos en los que los individuos aporten voluntariamente grandes re-cursos, aiio tras aiio, para obtener un bien colectivo que beneficie al grupo numeroso delcual forman parte. Antes de invertir una gran cantidad de dinero 0 de tiempo y, en espe-cial, antes de hacerlo repetidamente, el individuo racional reflexionara acerca de que vaa lograr mediante ese considerable sacrificio. Si se trata de un tfpico individuo miembro

    15. Le debo a Russell Hardin el haberme lIamado la atenci6n sobre este punto. Vease un magnifico y rigurosoanalisis de todo el lema de la acci6n colectiva en la obra de Hardin. Collective Action, Johns Hopkins University Press forResources of the Future. Baltimore. 1982.

  • 214 DIEZ TEXTOS BAsICOS DE CIENClA I'OLtnCA LA LOGICA DE LA ACCI6N COLECIlVA 215de un grupo numeroso que se beneficiara de un bien colectivo, su contribuci6n no repre-sentara una diferencia perceptible en la cantidad de recursos aportados. La teona que aquisostenemos es que dichas contribuciones se vuelven menos probables a medida que esmas elevada la contribuci6n global en cuesti6n.'6

    V. Incluso en el caso de que las aportaciones sean 10bastante costosas como paraprovocar un calculo racional, sigue habiendo un conjunto de circunstancias en el cual laacci6n colectiva puede producirse sin que existan incentivos selectivos. Este conjunto decircunstancias resulta evidente cuando pensamos en situaciones en las que s610 unoscuantos individuos 0 empresas se benefician de una acci6n colectiva. Supongamos quedos empresas del mismo tamafio cubren un sector industrial determinado sin que puedasumarseles otra. Un precio mas elevado del producto que fabrican beneficiara a ambasempresas y, asimismo, la legislaci6n favorable al sector industrial en cuesti6n ayudara alas dos empresas. Un precio mayor y una legislaci6n favorable, en consecuencia, son bie-nes colectivos para este sector en situaci6n de oligopolio, aunque en el grupo s610 hayados miembros que se beneficien de esos bienes. Como es obvio, cada una de las empre-sas oligopolicas -si restringe la producci6n para elevar el precio de sus artfculos, 0 sipresiona para conseguir una legislaci6n favorable al sector- lograra aproxirnadamente lamitad del beneficio. Y la proporci6n costo-beneficio de la acci6n en interes corrnin re-sultara a menudo tan favorable que, aunque una de las empresas asuma el costo total dela acci6n y logre s610 la mitad de sus beneficios, seguira siendole provechoso actuar eninteres corrnin. Si el grupo que aprovechara la acci6n colectiva es 10 suficientemente pe-quefio y la proporci6n costo-beneficio de esa acci6n es 10 bastante favorable, puede dar-se una acci6n calculada en interes colectivo, aunque no existan incentivos selectivos.

    Cuando solo unos cuantos miembros componen el grupo, tarnbien es posible quenegocien entre sf y acuerden una determinada acci6n colectiva. En tal caso, la acci6n decada uno de ellos ejerce un efecto perceptible sobre los intereses y el curso de acci6n quesigan los demas, de manera que todos tienen un incentivo para actuar estrategicamente,es decir, de que tomen en cuenta el efecto de las opciones individuales sobre las opcio-nes de los dernas, Esta interdependencia entre las distintas empresas 0 personas que cons-tituyen el grupo puede darles un incentivo para negociar mutuamente en beneficio reef-proco. En realidad, si los costos de la negociacion son escasos, para continuar negocian-do entre sf sera necesario maxirnizar las ganancias del grupo hasta lograr 10 quellamaremos un resultado optima de grupo (0 10que los economistas denominan a vecesun optimo de Pareto). Una manera en que las dos empresas antes mencionadas puedenobtener ese resultado es acordando que cada una de ellas se encargue de la mitad de loscostos de la acci6n colectiva. En consecuencia, cada empresa soportara la mitad del cos-

    16. Existe otra perspectiva que avanza en la misma direcci6n. Piensese en los individuos que obtienen placer alparticipar en esfuerzos para la oblenci6n de un bien colectivo como si se tratase de un consumo ordinario, cosa que suce-de en el caso de los altruistas participativos (descritos en la nota 3 de este articulo). Si los costos de la acci6n colectiva sonde escasa importancia para el individuo, no es posible que los costos de consumir el placer de la participaci6n 0 de satis-facer el impulso moral de ser un participante impidan la acci6n colectiva. Sin embargo, debido a las tasas marginales desustiruci6n decrecientes, el grado de acci6n colectiva causado por estas motivaciones inI disminuyendo a medida queaumente su precio.

    ~

    to de dicha accion en interes cormin, y recibira la mitad de los beneficios, Por 10 tanto,habra un incentivo para continuar la accion en interes colectivo hasta que se maximicenlas ganancias globales de la acci6n colectiva. En toda negociacion, sin embargo, cada unade las partes tiene el incentivo de buscar para sf misma el maximo porcentaje de las ga-nancias del grupo, y tambien suele darse un incentivo para amenazar con el bloqueo 0 sa-botaje la acci6n colectiva -es decir, endurecerses-s- si no se consigue el porcentaje de-seado de esas ganancias. Por 10tanto, es muy posible que la negociacion no logre un re-sultado optimo de grupo, y quiza tampoco permita alcanzar un minimo acuerdo sobre unaacci6n colectiva determinada. Como explico en otro sitio," la consecuencia de todo estoes que a menudo los pequenos grupos se dedican a una acci6n colectiva sin que exis-tan incentivos selectivos. En determinados grupos pequefios (

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  • 218 DIEZ nJITOS BA.SICOSDE CIENCIA POLtnCA LA LOGICA DE LA ACCI6N COLEcnYA 219

    eficaz sin incentivos colectivos. Supongamos ahora que, aunque se siga manteniendo elbeneficio total de mil millones de d61ares mediante la acci6n colectiva, asf como el cos-to global de cien millones, el grupo se componga de cinco grandes empresas 0 de cincomunicipios organizados, cada uno de los cuales ganara doscientos millones. Ni siquieraen un caso como este la acci6n colectiva brindaria una certidumbre absoluta, ya que cadauno de los cinco podria aspirar a que los demas aportasen los cien millones, y a ganar elbien colectivo que vale doscientos millones sin que Ie cueste nada. Sin embargo, es muyprobable que se produzca la acci6n colectiva una vez realizadas detenninadas negocia-ciones. En este caso, cualquiera de los cinco miembros