rey propietario o rey soberano -...

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO Mariano PESET Universidad de Valencia Margarita MENEGUS Universidad Nacional Autónoma de México EL PROBLEMA DE LA SOBERANÍA d e l r e y e n América visto desde la discusión de los justos títulos ha conducido a que en la his- toriografía americana se confunda la soberanía del rey con el origen de la propiedad en el Nuevo Mundo. Numerosos autores establecen que todo el derecho sobre la propiedad en América emana del monarca español y que se encuentra fundamentado en la donación de Alejandro VI. 1 Este artículo tiene por objetivo despejar aquello que es inherente a la soberanía del rey y que se relaciona con la dis- cusión en torno a los justos títulos del tema de la propiedad. Es decir, nos interesa puntualizar en qué consistía la sobera- nía o dominio eminente del rey, con las regalías o los dere- chos públicos del monarca en América. Para esto revisamos 1 Esta idea se inspira en la interpretación que realizó Ots Capdequí, al interpretar el texto de Solórzano —véase nota 10 como dominio del rey sobre las tierras americanas, no sólo sobre las vacantes o baldíos. OTS CAPDEQUÍ, 1925, p. 59, escribe: "Resulta, por tanto, que por virtud del derecho que conquista quedó vinculado en la corona de Castilla como una de las regalías más preciada el dominio de todas las tierras descubiertas y que, en consecuencia, toda propiedad privada sobre la tierra dimanaba en Indias de una manera inmediata o mediata de una concesión del Rey"; o en p. 27: "Quedó pues, bien sentado que todas las tierras, abso- lutamente todas, fueron consideradas, en principio, como regalía". Mientras, en OTS CAPDEQUÍ, 1959, p. 7, ya no existe esa afirmación. Véanse RIVER MARÍN, 1982 y FLORESCANO, 1979. HMex, XLIII: 4, 1994 563

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R E Y P R O P I E T A R I O O R E Y S O B E R A N O

Mar iano PESET

Universidad de Valencia

Margar i ta MENEGUS

Universidad Nacional Autónoma de México

E L PROBLEMA DE LA SOBERANÍA del rey en Amér i ca visto desde

l a discusión de los justos títulos h a c o n d u c i d o a que en l a his­

toriografía a m e r i c a n a se confunda l a soberanía del rey con

el o r i g e n de l a p r o p i e d a d en el N u e v o M u n d o . N u m e r o s o s

autores establecen que todo el derecho sobre l a p rop iedad en

Amér i ca e m a n a de l m o n a r c a español y que se encuen t ra

fundamen tado en l a donación de A l e j a n d r o V I . 1

Este artículo tiene p o r objet ivo despejar aquel lo que es

inherente a l a soberanía del rey y que se r e l ac iona c o n l a dis­

cusión e n to rno a los justos títulos de l t ema de l a p r o p i e d a d .

E s dec i r , nos interesa p u n t u a l i z a r en qué consistía l a sobera­

nía o d o m i n i o eminente de l rey, c o n las regalías o los dere­

chos públicos de l m o n a r c a en Amér ica . P a r a esto revisamos

1 Es ta idea se insp i ra en l a interpretación que realizó Ots Capdequí, al interpretar el texto de Solórzano —véase nota 10— como domin io del rey sobre las tierras americanas, no sólo sobre las vacantes o baldíos. O T S C A P D E Q U Í , 1925, p. 59, escribe: " R e s u l t a , por tanto, que por v i r tud del derecho que conquista quedó vinculado en la corona de Cas t i l l a como una de las regalías más preciada el domin io de todas las tierras descubiertas y que, en consecuencia, toda propiedad pr ivada sobre l a t ierra d imanaba en Indias de u n a manera inmedia ta o media ta de u n a concesión del R e y " ; o en p . 27: " Q u e d ó pues, b ien sentado que todas las tierras, abso­lutamente todas, fueron consideradas, en p r inc ip io , como regalía". M i e n t r a s , en O T S C A P D E Q U Í , 1959, p. 7, ya no existe esa afirmación. Véanse R I V E R M A R Í N , 1982 y F L O R E S C A N O , 1979.

H M e x , X L I I I : 4, 1994 563

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5 6 4 MARIANO PESET Y MARGARITA MENEGUS

las concepciones de los tratadistas de la época con el propósi­to de poner de relieve la forma en que deslindan el problema de la soberanía del rey y el de la propiedad.

Por otra parte, también nos interesa partir de esta distin­ción para hacer una lectura de la significación de la merced real, de las congregaciones y por último del fenómeno de las composiciones. Nos interesa definir aquello que es propio del ejercicio de la soberanía real para así delimitar las fun­ciones del rey en relación con la propiedad en América.

PROPIEDAD Y SOBERANÍA

E l monarca adquirió la soberanía, según intentan legitimar los juristas de la época, pero no la propiedad de todas las tierras. Palacios Rubios, al escribir De las islas del mar océano, en torno a la junta de Burgos de 1512, plantea claramente este asunto:

. . . si los Isleños p u e d e n detener en su p o d e r , después de su

convers ión , el d o m i n i o de las cosas y las p r o p i e d a d e s q u e tenían

antes de a q u e l l a y antes de ser somet idos a V u e s t r a M a j e s t a d .

M i op in ión en este asun to [dice] es q u e d i chos isleños, c o m o he­

m o s a f i r m a d o en el capítulo p r i m e r o , no poseían n a d a p r o p i o ,

a no ser a lgunas parce las [. . . ] C u s t o d i a b a n d i c h a s parce las t an

c u i d a d o s a m e n t e , que no sólo r e h u s a b a n l a e n t r a d a e n ellas a

personas extrañas, n i que en m o d o a l g u n o las o c u p a s e n , s ino

q u e las defendían v i r i l m e n t e . P o r tan to , el d o m i n i o que en co­

m ú n o en p a r t i c u l a r tenían, lícita y j u s t a m e n t e , antes de c o n ­

ver t i r se y q u e d a r somet idos a vues t ro p o d e r lo c o n s e r v a n h o y ,

p o r q u e a l tornarse c r i s t i anos y subdi tos vues t ros n o lo perd ie ­

r o n . . . ~

Palacios continúa con gran acopio de citas bíblicas y lega­les, del derecho canónico, para concluir que los fieles y los infieles poseen y tienen lícita propiedad de las cosas. U n teó­logo, Matías de Paz, sostendría análogas ideas. Todo el orbe pertenece a Cristo y la Iglesia podría privar sólo a los infieles

2 U t i l i z a m o s la edición P A Z , 1 9 5 4 , p. 2 4 5 .

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 6 5

de su dominio —si bien otros juristas creen mejor que el poder imite a Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos y conceden que tengan bienes temporales o dominios. Dis­tingue entre dominio posesorio, es decir, sobre bienes tem­porales y dominio de prelación, que comprende el poder del padre sobre sus hijos, y del soberano sobre sus subditos. L a Iglesia no puede privarlos del dominio posesorio o de la propiedad, como tampoco se le quita a los pecadores por sus delitos, pues por derecho natural los necesitan para su sustento.

Tampoco puede extinguir el poder paterno, pero sí puede privar a otros del dominio de prelación que representa la so­beranía, el cual se llama regnativo. De este dominio, a causa de su infidelidad, pueden ser privados los infieles como dice Santo Tomás

. . . los inf ieles no poseen tal d o m i n i o , s ino c u a n t o l a Ig les ia se

los p e r m i t e , p u d i e n d o , en consecuenc i a , ser j u s t a m e n t e despo­

seídos de él p o r l a Ig l e s i a . P e r o desde el m o m e n t o en q u e ésta

n o lo hace , d i g o q u e j u s t a m e n t e lo poseen, p o r q u e t o d a potes­

t a d v i e n e de D i o s y E l m i s m o p e r m i t e que los infieles t e n g a n

ta l d o m i n i o , has ta t an to que p o r l a Ig les ia se les r e c l a m e . 3

Hay , por tanto, una nítida diferencia entre propiedad y dominio soberano, que en estos autores descansa en la Igle­sia, en las bulas papales de Alejandro V I . Años más tarde, Francisco de Victor ia , al discutir los justos títulos de la con­quista, negaba que pudieran basarse en la concesión del pontífice o del emperador, ni en la ocupación, pues aquella tierra tenía sus habitantes y dueños, ni en los pecados de los indios, más bien, proponía como razón de la intervención castellana en Indias, un derecho a comerciar libremente y a predicar el evangelio en aquellas provincias, por delegación del papa en los españoles. Si no se les permite, cabría la guerra justa de la que dimanaría la conquista y la soberanía sobre América. E n todo caso, su primera preocupación es demostrar que los indios eran capaces de poseer sus bienes

3 P A Z , 1 9 5 4 , p . 1 6 .

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566 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

pública y p r ivadamen te ; no son esclavos, n i t ampoco se les

p u e d e n arrebatar po r ser pecadores o infieles, herejes o

amantes . 4 L a distinción entre p r o p i e d a d y soberanía e ra

b i e n c la ra en l a época . E l rey es soberano, no prop ie ta r io de

todas las tierras de Amér ica .

J u a n M a t i e n z o presentaría o t ra razón acerca de l a con ­

qu i s t a de l i m p e r i o i n c a . C o n s i d e r a que l a tiranía que ejer­

cían los incas entre los naturales de Perú era razón suficiente

p a r a l eg i t imar l a conqu i s t a , pues el m o n a r c a español gober­

naría según los p r i nc ip io s políticos medievales conforme al

b i e n público. E n el capítulo segundo, de su o b r a Gobierno del

Perú, M a t i e n z o a f i r m a lo s iguiente:

Las Indias fueron justamente ganadas. Por la concesión de el sumo pontífice o porque aquellos Reinos se hallaron desiertos por los españoles. O porque los Indios no quisieron recibir la fe. O porque sus abominables pecados contra natura. O por razón de la Infidelidad y aunque ésta basta y cada cosa, por sí sola, bastaría para fundar que el Re ino del Perú fue justamente ganado y tiene a el su Majestad muy Justo título, la tiranía de los ingas que esta dicha. 5

M a t i e n z o no confunde t ampoco el p r o b l e m a de los justos

títulos c o n el de l a p r o p i e d a d , pues respecto a esta última

cons ide ra que se debe respetar tanto l a p r o p i e d a d de los c u ­

racas c o m o los d o m i n i o s de los pueb los . 6

E n relación c o n las encomiendas ind ianas , Bartolomé de

L a s Casas plantearía estos p r i n c i p i o s en su tratado De regia

potestate. A f i r m a que " e l príncipe, aunque sea soberano o su­

p r e m o , no le es p e r m i t i d o dona r , conceder o t rans ig i r sobre

los bienes o daños de sus subdi tos , s in haber r equer ido y ob­

ten ido su expreso c o n s e n t i m i e n t o " . 7 L a jurisdicción no i n -

4 V I C T O R I A , 1967; l a carta al P . A r c o s , pp. 137-139, muestra el co­

nocimiento de los abusos que se real izaban en Perú. 5 M A T I E N Z O , 1910, cap. n , p . 13. 6 M A T I E N Z O , 1910, cap. x x i , p. 59 y cap. x v , pp, 37-38. 7 C A S A S , 1969, pp. 52-53, sostiene, en general, esta segunda conclu­

sión hasta l a página 57, y también en páginas 23-32. Sobre l a atribución

de esta obra a Las Casas , c x i v - c x x x v n i .

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 6 7

c luye l a p rop iedad , de m o d o que los reyes, emperadores u

otros señores inferiores no t ienen d o m i n i o sobre las p rop ie ­

dades par t iculares .

Ideas m u y s imilares se encuen t r an expresadas por fray

A l o n s o de l a V e r a c r u z en su De dominio infidelium et lusto bello

escri to en 1553. F r a y A l o n s o sostiene que el rey como sobe­

r a n o t iene derecho a r ec ib i r t r ibutos de sus vasallos amer ica ­

nos . A s i m i s m o , el rey puede ceder estos t r ibutos a u n enco­

m e n d e r o por los servicios dados a l a co rona . Pe ro n i el rey

n i el encomendero t ienen derecho de ocupar t ierras de los i n ­

d ios ; n i s iqu ie ra tierras incul tas . Y dice así: " l a t ierra i n c u l ­

ta no es de l Señor que tiene derecho a los t r ibutos sino de l

p u e b l o " . 8

E n l a m i s m a tercera d u d a más adelante asienta fray A l o n ­

so: " P o r q u e el emperador , a u n supon iendo que sea ve rda­

dero señor, sólo p u d o d o n a r lo que poseía. P e r o suyos son

únicamente los t r ibutos no el d o m i n i o de las t i e r r a s" . E n l a

q u i n t a d u d a , abo rda l a s iguiente p regun ta : " ¿ S i los ind ios

e r a n verdaderos dueños de sus t ierras y si pueden ser despo­

j ados de ellas p o r su condic ión de in f i e l e s?" Y responde que

e r a n verdaderos dueños de sus t ierras a pesar de ser infieles,

" p o r q u e el poder y el ve rdadero d o m i n i o no se funda en l a

fe, l uego el inf ie l los puede t e n e r " . P a r a sostener esta idea

c i t a unos pasajes de l a B i b l i a , y l l ega a l a conclusión s iguien­

te: " l o s que e ran señores p o r delegación de sus pueblos no

p u d i e r o n los españoles despojarlos de su verdadero d o m i n i o

a u n q u e perseverasen en su i n f i d e l i d a d [. . .] P o r lo cua l , a u n

conced i endo que el e m p e r a d o r es verdadero señor de todo

el m u n d o [. . .] no se sigue de esto que sea p r o p i e t a r i o " . 9

E n s u m a , p a r a fray A l o n s o , e l rey no tiene derecho a lguno

sobre l a p r o p i e d a d indígena, n i s i qu i e r a acceso a las t ierras

incu l t a s . L a única excepción que c o n t e m p l a fray A l o n s o

p a r a que el rey p u e d a hacer u n a donación de tierras, es

c u a n d o tenga por obje t ivo el b i e n c o m ú n : " p u e s l a au to r i ­

d a d de l r ey descansa sobre este p r i n c i p i o , en otras palabras ,

8 A L M A N D O Z G A R M E N D I A , 1 9 7 1 , p . 1 1 9 . 9 A L M A N D O Z G A R M E N D I A , 1 9 7 1 , p . 1 2 1 .

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568 MARIANO PESET Y MARGARITA MENEGUS

el rey debe preservar el b i e n c o m ú n ante los intereses par­

t i c u l a r e s " .

E n suma , estos autores d i s t inguen perfectamente entre l a

f i gu ra del rey como soberano y , p o r tanto, con derecho a re­

c i b i r po r eso m i s m o , t r ibutos de los naturales en reconoci ­

m i e n t o de su soberanía. L a s posturas más radicales de L a s

C a s a s y de fray A l o n s o de l a V e r a c r u z , inc luso l legan a ne­

garle al rey el derecho de las t ierras baldías, si b i e n esta pos­

tu r a no fue sostenida por los demás autores que conceden al

rey el derecho a d isponer de las t ierras incul tas .

E L BOTÍN O PRODUCTO DE LA GUERRA

Solórzano Pe rey ra , en su Política indiana, expone y defiende

c o n toda c l a r i dad las regalías de l m o n a r c a . Sus derechos se

extendían a las minas , salinas y otras rentas estancadas,

most rencos o vacantes, oficios públicos y hasta las tierras

baldías. Solórzano amplía estos derechos regios:

. . . f u e r a de las t ier ras , p r a d o s , pastos , m o n t e s i aguas que p o r

p a r t i c u l a r g r a c i a i m e r c e d s u y a se h a l l a r e n conced ida s a otras

c o m u n i d a d e s o personas p a r t i c u l a r e s de l las , t odo lo demás que

e s tuv ie re p o r r o m p e r i c u l t i v a r , es i deve ser de su R e a l C o r o n a

i d o m i n i o s . 1 0

S i n d u d a , se está ref i r iendo a los baldíos o tierras que no

se c u l t i v a n , no a todas las propiedades amer icanas . N i el re-

ga l i smo acentuado de Solórzano le o to rga a l rey l a propie­

d a d de todas las tierras amer icanas . C o n v i e n e , s in embargo ,

re t roceder a u n p r i n c i p i o , en donde el m o n a r c a castellano

sólo adquirió, a l ponerse en el si t io del i n c a o de M o c t e z u ­

m a , las t ierras dedicadas a l sol y a l i nca , a los sacerdotes y

al rey m e x i c a , que debían ser repar t idas entre los españoles.

Es tas , cul t ivadas co lec t ivamente , permitían que los indíge­

nas pagasen el t r ibu to a los soberanos prehispánicos. E n Pe­

rú, M a t i e n z o proponía que las t ierras de l i n c a y del sol se

1 0 S O L Ó R Z A N O P E R E Y R A , 1930, l ib ro v i , cap. x n .

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 6 9

a m o j o n a r a n y se d i s t ingu ie ran c laramente de las de l a c o m u ­

n i d a d y de aquellas pertenecientes a los cu racas . 1 1 P o l o de

O n d e g a r d o difería de M a t i e n z o , a l cons iderar que estas

tierras pertenecían a l a c o m u n i d a d , y que el i n c a y l a Iglesia

usu f ruc tuaban sólo su p roduc to ; s in e m b a r g o , a f i r m a que

fueron repar t idas desde u n p r i n c i p i o a los vec inos españo­

les . 1 2 E n todo caso e ran re la t ivamente pocas y q u e d a r o n

p ron to e n las manos de españoles desde los in ic ios de l a con­

q u i s t a . 1 3 E n el caso de l a N u e v a España, en u n p r i n c i p i o ,

Cortés estableció l a cor respondenc ia entre t ierras de M o c t e ­

z u m a y t ierras realengas; se fue ap rop i ando de las m i s m a s

y pos te r iormente , l a A u d i e n c i a dispuso de ellas p a r a merce-

darlas a españoles o p a r a establecer ejidos y pastos de las

c iudades . E l presidente de l a segunda A u d i e n c i a , Ramírez

de F u e n l e a l , a l referirse a las act ividades de Cortés en X o -

c h i m i l c o expresó, en 1533, c o n toda c l a r i d a d esta relación:

" L e s m a n d a n sembrar unas tierras baldías que e ran de

M o c t e z u m a " . 1 4

Este p r i n c i p i o también fue ap l icado p o r B e r n a r d i n o Vás-

quez de T a p i a y A n t o n i o de C a r b a j a l , a l sol ic i tar en n o m b r e

de l a c i u d a d de M é x i c o , propios p a r a su m a n t e n i m i e n t o . P i ­

d i e r o n a l a r e ina que d ie ra en merced , a l a c i u d a d , los

pueblos de O c h u l u b u s c o ( C h u r u b u s c o ) , M e s o n i q u e , Cuitlá-

huac , M e x i c a l c i n g o y Culhuacán; deb ido a que dichos

pueb los : ' 'antes de que l a d i c h a c i u d a d se ganase, le servían

los d ichos p u e b l o s " . L a r e ina no o torga l a m e r c e d y sol ic i ta

m a y o r información al respecto en 1530. E s deci r , todo

aque l lo que perteneció a M o c t e z u m a o a l a cabeza de l i m p e ­

r i o , el rey tenía derecho a merceda r lo a favor de terceros . 1 5

1 1 M A T I E N Z O , 1 9 1 0 , cap. x v , pp. 3 7 - 3 8 .

1 2 O N D E G A R D O , 1 9 4 0 , p. 1 8 6 . 1 3 M A T I E N Z O , 1 9 1 0 , cap. x v , p. 5 7 , " H a de averiguar también el v i s i ­

tador las tierras que están dedicadas al sol y al Inca, para que se repartan entre españoles, con que cada uno de ellos, después de pagado el d iezmo, dé otra décima parte de los frutos que coxiere a Su Mages tad , pues Su M a g e s t a d sucedió en lugar de los Ingas en estos R e i n o s . . . " A c e r c a de estos bienes el cap. 1 4 1 de C A S A S , 1 9 5 7 - 1 9 5 8 , i v , pp . 2 7 - 3 0 .

1 4 M E N E G U S , 1 9 9 1 , p. 2 1 1 . 1 5 P A S O Y T R O N C O S O , 1 9 3 9 - 1 9 4 2 , vo l . 5 , p . 1 2 0 .

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5 7 0 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

S i n embargo , el m o n a r c a tuvo u n a función más a m p l i a en

relación con las nuevas t ierras, que conviene ana l i za r : esta

función se expresa en Solórzano c o m o u n a regalía sobre los

baldíos o t ierras no cul t ivadas , pero l a r ea l idad es más r i c a

que esta concepción doc t r ina l tardía. Re t rocederemos en el

t i empo p a r a in tentar entender estas si tuaciones. L o s reyes

castellanos y aragoneses de l siglo X I I I v i v i e r o n u n a época de

g ran expansión te r r i to r ia l , a costa de los m u s u l m a n e s p e n i n ­

sulares. L a s conquistas de M a l l o r c a y de V a l e n c i a , de A n d a ­

lucía y M u r c i a , supondrían nuevos establecimientos y repo­

blación de estos reinos c o n cr is t ianos, sobre u n a población

islámica que , en parte, se retiraría hac i a G r a n a d a . 1 6 L a s

nuevas t ierras y poblac iones , sobre c iudades moras , serían

concedidas p o r F e r n a n d o I I I o J a i m e I , b i e n c o m o señoríos

ju r i sd icc iona les a l a nob leza , a las órdenes mi l i ta res o m o ­

násticas, o b i e n , en los realengos, c u y a jurisdicción se reser­

v a b a el soberano, a nobles , infanzones , caballeros v i l l anos o

s imples peones, p o r e jemplo, C ó r d o b a o Sev i l l a . ¿Cabe con ­

s iderar que todas las nuevas tierras pertenecían a l m o n a r c a

y éste las d o n a b a a los que le habían acompañado en l a con ­

qu i s t a o a quienes venían a poblar las? N a t u r a l m e n t e , hay

que r e c u r r i r a los textos legales de l a época p a r a ave r igua r

c ó m o se concebía esta situación. E n cua lqu ie r fuero f ronter i ­

zo , de gue r r a , cabe descubr i r que las ganancias bélicas e ran

de quienes las l og raban . E n el Fuero de Cuenca se ded i ca

u n g ran número de preceptos a l reparto de l botín: se reu­

nían todos los objetos y hombres que se habían conseguido

y , después de resarci r de las pérdidas a los par t ic ipantes

—her idas , muer tes , pérdida de cabal lo o a t o n d o — , se re­

partía el botín entre cabal leros , v i l l anos y peones, el doble

a los p r i m e r o s , a salvo el q u i n t o que pertenecía a l r e y . 1 7 E n

las Partidas se r ep roducen c o n m a y o r detalle todavía estas

n o r m a s , que están d i r ig idas en especial a las cabalgadas o

1 6 N o podemos hablar sobre la reconquista tanto como lo merecería. Véase P E S E T , 1 9 8 8 , pp. 1 7 8 - 1 9 4 , donde puede encontrarse u n a ampl i a bibliografía, pp. 2 7 5 - 3 0 2 . Las obras más importantes sobre este tema son: G O N Z Á L E Z J . , 1 9 5 1 y T O R R E S F O N T E S , 1 9 6 0 y 1 9 7 7 .

1 7 U R E Ñ A Y S M E N J A U D , 1 9 3 5 , forma p r imi t i va , pp. 7 2 0 - 7 8 6 y capítulos

x x x y x x x i de l a sistemática, pp. 6 3 4 - 6 8 5 .

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R E Y PROPIETARIO O R E Y SOBERANO 571

expedic iones : sobre el qu in to de l rey se exp l i can los funda­

mentos p o r su señorío y p o r ser su señor na tu ra l , po r el agra­

dec imien to y l a protección que se espera de su poder , y p o r

ayudar le en nuevas empresas. Y se deben ceder a l rey todas

las v i l l as , castillos y fortalezas. T o d a s las cosas que se ganen

a los enemigos de l a fe las hace suyas q u i e n las conquis te ,

" fueras ende v i l l a o cast i l lo. C a m a g e r a lguno las ganare , en

su luo fincaría el señorío de l la el R e y " , d icen las Partidas.™

E s deci r , las c iudades o v i l las tomadas a los moros pertene­

cen a l a co rona , que las podrá da r en señorío — m u c h a s ve­

ces antes de ser conquis tadas , p a r a que las a d q u i e r a n los no­

bles con sus huestes y las r epueb len—, o b i e n podrá

conservar las en su directo d o m i n i o , c o m o realengos. A h o r a

b i e n , ¿se entendía que el m o n a r c a se reservaba jurisdicción

o el poder político o también era dueño de todas sus t ierras?

E n r ea l idad , c u a n d o los reyes salían en campaña y conquis ­

t aban vi l las y t ierras moras , a l frente de sus huestes, repar­

tían las casas y heredades entre los componentes de su ejérci­

to u otras personas a quienes querían favorecer —los

donadíos o grandes extensiones de l r epar t imien to de S e v i l l a

a sus famil iares o grandes magnates— o que acudían p a r a

poblar las . T r a s cada u n a de las conquistas o capi tu lac iones

de las c iudades mora s en V a l e n c i a , en Andalucía o en M u r ­

c i a , el m o n a r c a repartía casas y heredades, med ian te repar­

t idores que establecían el o r d e n en l a n u e v a situación. 1 9 S i n

1 8 Partidas, 2, 26, 4 y 5, en l a última se atr ibuyen al monarca , además de las vi l las , castillos y fortalezas, el p r inc ipa l caudi l lo enemigo con sus hijos, servidores y bienes muebles; las casas de los reyes vencidos o de los hombres más honrados y las naves, así como el remate en la a lmoneda por u n precio reducido de 100 maravedís, de los prisioneros que juzgase oportuno; en general, todas las leyes de este título 26 y del anterior, sobre enmiendas o " e n c h a s " , se refieren al reparto del botín. L a ley ci tada en el texto es de Partidas, 2, 28, 20.

1 9 E l rey concedía, en ocasiones, los señoríos antes de l a conquista , como fue el caso de J a i m e I en V a l e n c i a , o de Fernando III a don R o d r i g o Ximénez de R a d a para que, a su costa, se apoderase de B a z a u otras c iu ­dades. Los repartidores aparecen en los casos citados en l a nota 16, como también en otros. Véase Fuero de Ubeda, 1979, p . 161, estudio p re l iminar de M . Peset y J . Gutiérrez C u a d r a d o , V a l e n c i a o en O r i h u e l a , en tiempos de J a i m e I I . S i n embargo, el rey medieval forma u n bloque con el ejér-

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5 7 2 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A MENEGUS

d u d a , c o n m a y o r respeto h a c i a las propiedades de los m u s u l ­

manes cuando cap i tu l an , pero con u n a atribución a l m o n a r ­

ca de l a jurisdicción e inc luso de las tierras y propiedades

que d i s t r ibuye . L o s vencidos —enemigos de l a fe p o r anto­

n o m a s i a — h a n pe rd ido sus derechos, salvo los términos de

l a capitulación. E l rey las hace suyas, c o m o botín que c o m ­

parte con su ejército, c o n su pueb lo , pero que reparte i n m e ­

dia tamente p a r a repoblar las .

E n l a conqu i s t a de G r a n a d a , en el siglo X V , se s igu ie ron

estas pautas, y se l l e v a r o n a cabo capi tulaciones concorda ­

das c o n los venc idos o entregados, respetando sus tierras y

bienes. M u c h o s hombres m u r i e r o n o pasaron a África c o n

B o a b d i l , que vendió las t ierras que se le reconoc ie ron . A

otros se les u s u r p a r o n o se negó que se hal lasen c o m p r e n d i ­

dos en las capi tu lac iones po r haber h u i d o o se les ex ig i e ron

títulos de p r o p i e d a d que no p u d i e r o n presentar. C o n todo,

el p r i n c i p i o fue de conservar los en sus propiedades y , p o r

tanto, sólo se establecieron cr is t ianos en las tierras abando­

nadas o vacantes. L o s repartos m a n t i e n e n los núcleos o

pueblos de m o r o s , concediéndose después las mercedes que

había hecho el rey y repartiéndose el resto entre quienes pre­

tendían instalarse en las nuevas zonas reconquis tadas. Se les

exigió m o r a r p o r u n t i e m p o en los nuevos realengos p a r a

asegurar el p o b l a m i e n t o ; mien t ras , intercalados, se otorga­

r o n señoríos o nobles y órdenes mi l i ta res que complemen ta ­

b a n el m a p a de l an t iguo re ino nazarí.

Estos e ran los antecedentes de l a presencia española en las

Ind ias occidentales: u n m o n a r c a poderoso que al conquis ta r

nuevas tierras c o n su ejército, las adquiere , en cuanto están

vacías o abandonadas y las reparte, parece que quienes le

cito, con el pueblo, que le acompaña a la hueste y defiende sus tierras; véa­se Partidas, 2 , 1 9 y 2 , 2 1 , sobre esa presencia del " p u e b l o " , que en cierto modo exige el reparto posterior a la conquista. Sobre G r a n a d a : L A D E R O Q U E S A D A , 1 9 6 9 , y sobre las capitulaciones su l ibro , L A D E R O Q U E S A D A ,

1 9 8 7 ; sobre los textos, véanse G A R R I D O A T I E N Z A , 1 9 9 2 ; L Ó P E Z D E C O C A

C A S T A Ñ E R , 1 9 7 7 , y C A B R I L L A N A , 1 9 8 9 .

Sobre V a l e n c i a puede verse el tratado de J a i m e I con el rey Zayyán en 2 8 de septiembre el 1 2 3 8 y la capitulación de los moros de la sierra de E s i l a el 2 9 de marzo de 1 2 4 2 , en F E B R E R R O M A G U E R A , 1 9 9 1 , pp. 1 6 - 2 1 .

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REY PROPIETARIO O R E Y SOBERANO 573

acompañan poseen u n a expecta t iva o u n cierto derecho al

bot ín, incluso nuevos pobladores , venidos del norte, pa r t i c i ­

p a n en las nuevas t ierras. R e a l i z a u n cálculo de las existen­

tes a través de sus repart idores y expide u n título o cédula

— u n a merced r ea l— c o m o fundamento de l a donación re­

g i a . E n América , las cosas son dist intas, y a que no se t ra ta

de infieles o enemigos de l a fe p o r haberse conver t ido al cr is­

t i a n i s m o . E s más, si l a guer ra j u s t a puede legi t imarse , l a so­

beranía no puede extenderse a l a adquisición de las t ierras

indígenas. C o m o decía M a t i e n z o , l a devolución de las tie­

r ras a los caciques, después de abat i r al i nca que se las tenía

confiscadas, jus t i f ica el d o m i n i o soberano de los reyes de E s ­

paña. P o r otro l ado , el m o n a r c a h i spano no está presente en

aquel las t ierras, n i r ea l i za p o r sí m i s m o l a conquis ta , n i or­

d e n a a través de repartos los vastos espacios que pueden ser

objeto de apropiación, que son casi inf ini tos . P o r lo p ron to ,

se d a esa ordenación desde l a d i s t anc ia que hacía l a co rona ,

a través de las capi tulaciones c o n los descubridores y con­

quis tadores , a los que d io facultades pa ra apropiarse de ex­

tensas t ierras, p a r a repar t i r , en u n p r i n c i p i o , las p rop ieda­

des entre quienes los acompañaban, b i en directamente o

b i e n c o n intervención de los oficiales reales. E l rey pun tua l i ­

z a b a —desde lejos— l a posición de quienes partían hac i a

nuevos hor izontes . Conced ía oficios públicos hereditarios o

p o r var ias v idas . E s el caso de los reyes católicos que d i e r o n

a C o l ó n —hered i ta r i amente— el título de a lmirante en

1492. T a m b i é n e n c o m e n d a b a n fortalezas, cedían rentas

pertenecientes a l a c o r o n a o a las minas , tesoros y trueques

o rescates con los ind ios , salvo el qu in to de l a c o r o n a . 2 0 E n

todo caso, aunque en los p r imeros momentos de l a conquis ­

ta , l a c o r o n a se apoyó en estas concesiones, no cedería j u r i s ­

d icc iones y , cada vez más, ordenaría las nuevas propiedades

a través de su p r o p i a au to r idad y su bu roc rac i a .

2 0 O T S C A P D E Q U Í , 1925, pp. 60-80, en la nota 18 de la página pr ime­

ra , ind ica las referencias de las capitulaciones consultadas en los tomos de

l a Colección de documentos inéditos. . . de archivo de Indias: más resumido en O T S C A P D E Q U Í , 1944, pp. 41-52, y 1959, pp. 8-28.

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5 7 4 MARIANO PESET Y MARGARITA MENEGUS

MERCEDES REGIAS Y PROPIEDAD DE LA TIERRA

D e s d e aho ra cabe d i s t ingu i r tres géneros de concesiones de

m a n o s de l m o n a r c a :

1) D e señoríos ju r i sd icc iona les , c o n vasallos y jus t i c ia que

apenas se ap l i ca ron en las Ind ias , pues es excepcional l a con­

cesión a Hernán Cortés en 1529 . 2 1 E l poder de l a co rona se

había desarrol lado a tal grado que no gustaba de c o m p a r t i r

facultades ju r i sd icc iona les en los nuevos terr i tor ios . L a al ta

n o b l e z a , c o m o es sabido, no fue a Amér ica y , por lo tanto,

e l rey no tenía allí representantes de este g rupo más cercano

al t rono, a quien confería esos poderes públicos.

2) E n c a m b i o , se generalizó u n m e c a n i s m o de concesión

o e n c o m i e n d a de los ind ios , o r i g inado en las A n t i l l a s , pero

que , más tarde, a pesar de a lgunos t i tubeos, pasaría a l a

N u e v a España y a Perú. 2 2 L a s encomiendas de indígenas y

pueb los a los conquis tadores se jus t i f i can desde diversos en­

foques. E n p r i m e r luga r , c o m o m e d i o de conver t i r a los i n ­

d ios y ve la r p o r su fe e instrucción. También como cesión

d e l t r ibu to que los ind ios debían pagar a l rey, en beneficio

de quienes habían pa r t i c ipado en l a conquis ta : de esta m a ­

n e r a se extraería m a y o r r e n d i m i e n t o de los productos que

en t r egaban los ind ios , pero sobre todo, se podría mantener

u n a fuerza de soldados que aseguraban l a p e r m a n e n c i a de

esa es t ruc tura social , en l a c u a l los españoles d o m i n a b a n a

través de las encomiendas . E n los p r imeros t iempos las en­

c o m i e n d a s fueron el m e c a n i s m o esencial de l a dominación

sobre las sociedades indígenas, las que fueron destruidas o

d i e z m a d a s . 2 3 L a s encomiendas se m a n t u v i e r o n , hasta los

i n i c i o s de l siglo X V I I I .

2 1 Véanse G A R C Í A M A R T Í N E Z , 1 9 6 9 ; M E N E G U S , 1 9 9 1 , pp. 2 2 7 - 2 3 5 , y

W O B E S E R , 1 9 8 5 . 2 2 Z A V A L A , 1 9 7 3 ; S I M P S O N , 1 9 5 0 ; G I B S O N , 1 9 8 4 ; G E R H A R D , 1 9 8 6 , y

M I R A N D A , 1 9 5 2 . 2 3 E n el centro del debate estaba Bartolomé de Las Casas, con el

" M e m o r i a l de remedios" ( 1 5 1 6 ) , o más ampliamente " E n t r e los reme­

d i o s " ( 1 5 5 2 ) , o las proposiciones x x v i n y x x i x de las " T r e i n t a " , en C A ­

S A S , 1 9 5 7 - 1 9 5 8 , v , pp. 5 - 2 7 , 6 9 - 1 1 9 y 2 5 5 - 2 5 7 .

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 7 5

3) M á s nos interesa el es tablecimiento de propiedades

que se v a n generando desde los p r i m e r o s m o m e n t o s . L o s

m o n a r c a s , en las capi tulaciones que firmaron, r econoc ie ron

a los descubr idores grandes extensiones de t ierras, así c o m o

facultades de hacer repartos entre quienes los acompaña­

b a n . L e s exigían u n a res idencia de c inco o de ocho años, y

no les permitían ausentarse en nuevas expedic iones c o n

a b a n d o n o de las t ierras. E n 1573 las ordenanzas ovand inas

de descubr imien tos y nuevas poblac iones permitían que se

encomendasen los ind ios y , también, que se diesen tierras a

todos, además de establecer los solares p a r a l a población, y

los c o m u n e s de ejido y dehesas, etc. E l gobernador d i s t r i bu i ­

ría las t ierras en n o m b r e del rey.

E n l a N u e v a España Hernán Cortés repartiría t ierras p r i ­

m e r o ; más adelante sería el ayun tamien to y l a A u d i e n c i a

quienes estarían facultados pa ra eso; y finalmente, esta tarea

sería c o n t r o l a d a por el v i r r ey . Estas t ierras se d a b a n p o r do­

nación r ea l , b i e n p o r autoridades delegadas del m o n a r c a ,

que extendían l a correspondiente cédula o m e r c e d , o b i e n

d i rec tamente , desde España, por el rey o el Conse jo de I n ­

d ias . D e este m o d o se fueron estableciendo en las t ierras, los

españoles que i b a n en número creciente a las Ind ias ; sobre

todo , c o n estancias de ganado m a y o r o m e n o r que c r i aban

p a r a su a l imen to y r i q u e z a . 2 4 P e r o , na tu ra lmen te , t ropeza­

rían c o n los pueblos y propiedades indígenas que había con­

servado el m o n a r c a .

L a relación entre españoles e ind ios a t raviesa var ios m o ­

mentos . E n los p r imeros , aquéllos p re tenden consegui r oro

y perlas , med ian te t rueques c o n los indígenas u ob l igando

a t rabajar a los que t ienen encomendados . E n L a Española

o C u b a , c o n u n a población menos desar ro l lada , las t ierras

v a n pasando a manos de los españoles, mien t ras se ex t in -

2 4 E l estudio de las cédulas o mercedes fue realizado, con ampl i tud ,

por O T S C A P D E Q U Í , 1 9 2 5 , pp. 8 0 - 8 4 , 8 9 - 9 4 ; 1 9 4 4 , pp. 5 3 - 6 5 y 1 9 5 9 ,

pp. 2 5 - 2 8 ; continuó analizando materiales en O T S C A P D E Q U Í , 1 9 4 6 ,

pp . 2 3 9 - 3 1 5 . Después, las cuestiones sobre propiedad y su adquisición

han sido tratadas por C H E V A L I E R , 1 9 7 6 ; G I B S O N , 1 9 8 4 , en especial capítu­

los 1 0 y 1 1 ; M E N E G U S , 1 9 9 1 ; T A Y L O R , 1 9 7 2 , y M U R R A , 1 9 7 5 .

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5 7 6 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

guen los indígenas. 2 5 P e r o en el cont inente , el g r a n número

de habitantes y unas sociedades más avanzadas v a n a persis­

t i r en u n m u n d o es t ructurado. L o s p r imeros españoles que

l l egan c o n Cortés señorean el m u n d o indígena, a través de

las encomiendas y del t r ibu to , mient ras v a n a d q u i r i e n d o

t ierras . R e s p e t a n , c o m o en Perú, el señorío indígena y l a or­

ganización prehispánica, que produce lo suficiente p a r a bas­

tar a las necesidades de productos agrícolas. N o obstante, l a

intromisión de los españoles, cada vez más numerosos , arre­

ba ta numerosas t ierras a aquéllos: a veces p o r l a fuerza,

otras p o r c o m p r a a precios ínfimos. L a s fuertes ep idemias ,

al d i s m i n u i r el número de indígenas, fac i l i ta ron esa expan­

sión a costa de l a p r o p i e d a d indígena. 2 6

A mediados del siglo X V I l a c o r o n a optaría po r general i ­

zar el a i s lamien to de los indios en resguardos, o reductos,

c o n el fin de preservarlos de los abusos. Se les concent ra y

se o r g a n i z a n los cabi ldos indígenas, se les repar ten tierras a

todos, c o n lo que se v a des t ruyendo el señorío indígena. P o r

u n l ado , h a n pe rd ido su poder político; por o t ro , p i e rden l a

m a n o de o b r a p a r a cu l t iva r sus tierras pa t r imonia les , y a que

hasta sus terrazgueros rec iben parcelas propias . L a estructu­

r a prehispánica e m p i e z a a desmoronarse ; l a economía de los

españoles se amplía cada vez más hasta l legar a p r o d u c i r l a

m a y o r parte de los excedentes agrarios necesarios p a r a el

sos tenimiento de l a minería y de las nuevas c iudades . 2 7

2 3 Sobre la población americana, véanse S Á N C H E Z - A L B O R N O Z , 1 9 7 3 y B O R A H , 1 9 6 3 .

2 6 L a s Casas expresaba su punto de vista en l a "Representación al emperador Car los V " de 1 5 4 2 , C A S A S , 1 9 5 7 - 1 9 5 8 , v , p . 1 2 4 : . .todos los bienes, todos los conquistadores, en todas las Indias tienen, son roba­dos y por violencias enormísimas y gravísimas habidos, y tomados a sus propios dueños y naturales propietarios y poseedores que eran los indios. Y esto todo el mundo lo sabe y ellos mismos los cognoscen y confiesan, y a V . M . es razón que todo lo sucedido conste. . . "

2 7 Sobre los resguardos o congregación de los indios, véase O T S C A P ­D E Q U Í , 1 9 4 4 , pp. 9 9 - 1 0 4 . E n O T S C A P D E Q U Í , 1 9 5 9 , pp. 8 2 - 1 0 1 , recogió

también setecientos datos sobre aquéllos, en 1 9 4 6 , pp. 2 8 3 - 3 1 5 , así como el apéndice sobre poblaciones, pp. 3 6 7 - 3 7 9 . L a bibliografía más reciente en M E N E G U S , 1 9 9 1 , en especial pp. 1 6 1 - 2 1 6 ; L O E R A , 1 9 7 7 ; G I B S O N , 1 9 8 4 ,

pp. 2 6 8 - 3 0 6 , y G E R H A R D , 1 9 7 7 . M u y pronto hubo intentos de que los i n -

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 577

R E P A R T I M I E N T O S , ENCOMIENDAS Y CONGREGACIONES

L a p a l a b r a r epa r t imien to posee u n a significación múltiple

en el m u n d o amer i cano , que conviene precisar . E s u n a re­

m i n i s c e n c i a de los viejos repar t imientos de tierras m e d i e v a ­

les peninsulares , pero en el nuevo cont inente adopta u n sen­

t ido equívoco que , en ocasiones, hace difícil l a lec tura de los

textos. E l repar t imien to des igna las mercedes regias, así

c o m o las d is t r ibuc iones que podían hacer, en los p r i m e r o s

t iempos , los conquis tadores o los nuevos ayun tamien tos , y

luego los v i r reyes , a los españoles que acudían a las Ind ias .

Este sería el sentido más próx imo a los antecedentes med ie ­

vales. Pe ro también se ap l i ca a los repartos de tierras nuevas

a los indígenas, cuando se les t ras lada a resguardos o con­

gregaciones. Todav í a vemos apl icado el vocablo repar t i ­

m i e n t o a dos si tuaciones más: l a distribución de las enco­

miendas , de las que se esperaba u n reparto general entre los

conquis tadores , y l a asignación de l a m a n o de o b r a indíge­

n a , u n a vez t r ans fo rmada l a e n c o m i e n d a , de u n servic io

personal a l a entrega de u n conjunto de bienes y produc tos

tasados. D e todos estos aspectos que es t ructuran l a econo­

mía con t inen ta l nos ocuparemos en las páginas siguientes,

pero sobre todo de lo que se refiere a l a p rop iedad de las

tierras, y a sea de españoles o de indígenas congregados.

L a congregación de los ind ios en pueblos tiene c o m o obje­

t ivo p r i m o r d i a l faci l i tar l a evangelización de los naturales .

S i n embargo , este p roced imien to l l evaba implícita u n a se­

g u n d a intención en relación c o n l a p rop iedad indígena. E n

l a N u e v a España ex is t ie ron dos per iodos de congregaciones:

el p r i m e r o fue l levado a cabo p o r las órdenes mendicantes

en las décadas de 1550 y 1560; y u n segundo per iodo i n i c i a ­

do a l a vue l t a de l siglo, ejecutado po r u n a b u r o c r a c i a c i v i l

especialmente creada p a r a ese fin.

L a s órdenes de l a co rona , en u n p r i n c i p i o , l l a m a b a n al

clero regu la r a pe r suad i r a los ind ios de l a necesidad de j u n -

dígenas viviesen independientes; véanse H A N K E , 1936 y A G U A Y O S P E N C E R ,

1939, en el memor i a l de 1535, sostiene l a reordenación de la v ida i n ­dígena.

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5 7 8 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

tarse en pueblos . A s i m i s m o , l a c o r o n a ordenó re i te radamen­

te que se les respetara su p r o p i e d a d . N o obstante, en l a prác­

t ica , en a lgunos casos las congregaciones p r o v o c a r o n nuevos

repar t imientos de tierras y el desarraigo de sus posesiones

i nmemor i a l e s . E n cua lqu i e r a de los casos, es decir , si l a co­

m u n i d a d conservó l a to ta l idad o sólo u n a parte de su p rop ie ­

d a d , l a j u n t a y l a congregación i m p l i c a r o n u n a red i s t r ibu­

ción de l a t ie r ra dentro de l a c o m u n i d a d . N u e v o s títulos

e ran expedidos por las autor idades coloniales que, aunque

suponían permutas de tierras anteriores, perdían l a cone­

xión con éstas, de m o d o que l a c o r o n a aparece como o r igen

de sus derechos. P o r otro lado , a l repart irse estas t ierras a

ind ios que hasta ese m o m e n t o no las habían tenido, c o m o

eran los terrazgueros y otros grupos submaceguales , en­

con t ramos u n a c l a r a falta de vinculación c o n si tuaciones

anter iores . E l m o n a r c a , po r tanto, al hacer estos nuevos

asentamientos se mos t r aba c o m o repar t idor de tierras nue­

vas, baldías. P e r o sobre todo, l a l e g i t i m i d a d de l acceso

indígena a sus tierras parecía sancionado ahora p o r el m o ­

na rca español.

L a creación de estos pueblos indígenas se jus t i f i caba

— c o m o tantas veces— p o r l a me jo r instrucción y evangel i -

zación, según el tenor de las reales cédulas. S i b ien se quería

o r g a n i z a r a l a población p a r a que pudiesen d ia logar c o n los

españoles y so luc ionar sus p rob lemas , con alcaldes y regido­

res elegidos por los pueblos , a l a vez era desplazada po r los

conqu i s t adores . 2 8 Se fijaban dis tancias con las poblaciones

2 8 Puede percibirse en estos años la política real de separación. E n 1 5 5 0 , en las instrucciones al v i r rey Velasco , del 1 6 de abr i l , se repite que las estancias de ganado "están en perjuicio de los indios por estar en sus tierras o m u y cerca de sus labranzas y haciendas, a cuya causa dichos ga­nados les comen y destruyen sus sementeras y les hacen otros daños. Y para remedio de esto proveeréis que el oidor que fuere a visitar [. . . ] las mande luego qui tar y pasar a otra parte que sean baldíos, sin perjuicio de nadie, pues la bondad de Dios la tierra es tan larga y tan grande que los unos y los otros podrán bien caber, sin hacerse daño" ; el 2 1 de marzo de 1 5 5 1 y a se consol ida la nueva política de resguardos o pueblos de in ­dios, entre los encomendados que no v iven en poblaciones y no tienen tierras, véase S O L A N O , 1 9 8 4 , cita del núm. 5 2 , también 5 4 , 6 1 , 6 2 ; la real provisión es el 5 7 , también la real cédula de 3 de octubre de 1 5 5 8 ; desde

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 7 9

hispanas pa ra evi tar fr icciones entre ambas repúblicas. T a ­

les fueron las disposiciones t an conocidas del Marqués de

Falces de las 600 va ras . 2 9

E l segundo per iodo de congregaciones se comprende me­

j o r a l a l u z de l a despoblación acaecida. Se trataba de u n a

recongregación de los ind ios , y a que muchos de los pueblos ,

después de las sucesivas ep idemias del siglo X V I , habían

q u e d a d o con u n número m u y reduc ido de habitantes. A n t e

u n a crisis demográfica de a l rededor de 80 % , l a extensión de

t ierras baldías o incul tas había crec ido ver t ig inosamente .

Así , a comienzos del siglo X V I I p ro l i f e ran las mercedes de

t ierras a españoles. 0

E n Perú, este proceso a l parecer se s intet iza en u n solo pe­

r i o d o , correspondiente a l a gestión del v i r r e y T o l e d o . M a ­

t i enzo escribe numerosas páginas sobre c ó m o deberían esta­

blecerse los nuevos pueblos de 300 habitantes ind ios . S u

t r azado u r b a n o y sus autor idades : el t ucu i r i co o j uez del

r epa r t im ien to , el alcalde, los regidores , el cor reg idor espa­

ñol , o r g a n i z a n las congregaciones que , c o n todo detalle, v a

desc r ib i endo . L o s vis i tadores regios vigilarían su funciona­

m i e n t o y , a s i m i s m o , señalarían l a tasa o t r ibu to que paga­

rían al rey, a los encomenderos y a los caciques. P o r estas

fechas el t r ibu to indígena, p a r a ev i ta r abusos, se ha ido de­

t e r m i n a n d o en unas cant idades fijas que son proporc ionales

a l número de indios y a sus p roducc iones . E n cuanto a las

t ier ras , h a n de ser señaladas p o r el v i s i t ador , p r i m e r o a

los caciques , después al c o m ú n del pueblo y p o r último a ca­

d a i n d i o .

1 5 3 8 , en l a real cédula de 1 6 de febrero, núm. 3 7 , se hacían concentracio­nes en Gua tema la , véase el 4 4 y 4 9 . N o es posible abarcar aquí la política de las órdenes religiosas, que pretendían, por una parte, consolidar la v i d a indígena para alcanzar u n cr is t ianismo más p r imi t ivo y puro y, al m i s m o t iempo, el dominio y tributos de los indios, como aparece en los escritos de M e n d i e t a , Motolinía, V a s c o de Q u i r o g a y Torquemada . Vé­anse Z A V A L A , 1 9 3 7 ; M A R A V A L L , 1 9 8 2 ; P H E L A N , 1 9 7 2 , y R I C A R D , 1 9 7 4 .

2 9 E n 1 5 6 7 el Marqués de Falces fija en 5 0 0 varas la distancia que debe haber entre tierras de indios y de españoles, posteriormente ésta se amplía a 6 0 0 y en el siglo X V I I I se le conoce como el fundo legal de los pueblos. Véase S O L A N O , 1 9 8 4 , p. 2 0 8 .

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580 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

D e tener los indios tierras propias les viene mucho provecho, pues esto es lo que les ha de aficionar al trabaxo y a ser hom­bres, y los apartará de la ociosidad [. . . ], porque hasta aquí no han poseído tierras propias, antes el cacique se las reparte como el quiere. 3 0

E n t iempos del i nca , nos dice P o l o de O n d e g a r d o que " l a

par te de t ier ra que cabía a l pueb lo se repartía cada año entre

los naturales conforme a su neces idad y f a m i l i a " . 3 1 P o r

tan to , de u n a economía con t ierras colectivas en su m a y o r

par te , así c o m o de los caciques o curacas , se está pasando

a u n a situación nueva , con m a y o r poder de l cabi ldo y d i s m i ­

nuc ión del p a t r i m o n i o n o b i l i a r i o . P o r fin, se darían tierras

a los españoles, si b i en distantes p a r a que los ganados no

pe r jud i ca ran las sementeras. L a s t ierras de indios no

podr ían ser adqui r idas po r los españoles, sino sólo por otros

i n d i o s , bajo au to r idad del c o r r e g i d o r . 3 2

C o n todo, no se p u d o evi tar que los españoles u s u r p a r a n

t ierras indígenas a lo la rgo del t i e m p o . L o s encomenderos o

las autor idades coloniales , a pesar de las p roh ib ic iones , usa­

r o n su poder pa ra a d q u i r i r estas propiedades . C o n frecuen­

c i a los españoles c o m p r a r o n tierras a los ind ios , muchas ve­

ces c o n engaños o por l a fuerza; l a c o r o n a intentó remedia r

esta vía de adquisición, p r i m e r o c o n p roh ib ic iones , después

c o n intervención de l a A u d i e n c i a o rea l izando subastas pú­

b l i cas . E n todo caso, se reconocía l l anamente que l a propie-

3 0 M A T I E N Z O , 1910, p. 57, en general capítulos x i v y xv , pp. 48-59. Este autor se ocupa ampliamente del t r ibuto ya tasado, en dinero, que evi ta l a dependencia personal de los indios , d iv id ido en días de jo rna l : 40 para el encomendero, ocho para el beneficio curado, diez para sus caciques, cuatro para la comunidad y ocho para el rey, para pagar sus corregidores y otras justicias. M A T I E N Z O , 1910, p. 60, también pp. 42-47 y 59-68.

3 1 " In fo rme del l ie. J . Polo de O n d e g a r d o . . . " , p . 134. 3 2 M A T I E N Z O , 1910, p. 57, considera que caben numerosos españoles,

aun cuando hubiesen seis veces más indios, pues, de este modo, "todos ganen de comer y se apl iquen y no anden oc iosos" , p. 58. L a real cédula que estableció los pueblos o reservas indígenas en Perú, tiene la misma fecha que la de la N u e v a España.

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 8 1

d a d indígena e ra an te r ior a l a conquis ta y podía t r ansmi t i r ­

se, c o n algún requis i to cautelar p a r a proteger los . 3 3

E s t a e ra l a situación de los indígenas: u n respeto teórico

h a c i a sus propiedades y t ierras, c o m o legítimamente a d q u i ­

r idas , j u n t o a unas usurpaciones y compras abusivas por

parte de los españoles. L a formación del p a t r i m o n i o del

o i d o r L o r e n z o de T e j a d a , entre 1535 y 1550, es reve ladora

de c ó m o no sólo son las mercedes regias el o r i g e n de las p ro­

piedades de españoles, aunque éstas podían co labora r dec i ­

s ivamente en el proceso. P e r o l a c o m p r a y p e r m u t a de

t ierras, c o n españoles e ind ios , fueron l a vía p a r a el en r ique­

c imien to de T e j a d a ; en l a v i s i t a de T e l l o de S a n d o v a l apare­

cen cargos con t r a este o ido r , pues los indígenas sostienen

que las t ierras son suyas, a pesar de que las compras se ha­

l l e n documentadas p o r escri turas. E n l a z o n a de C h a l c o ob­

tuvo t ierras a través de m e r c e d rea l , c o n lo que se fac i l i taba

el despojo; en m u c h a s de ellas permitía que los i nd ios per­

m a n e c i e r a n ahí, cultivándolas a medias o en aparcería, y s in

pagar t r i bu to , c o n lo que no percibían demas iado l a r ea l idad

de l a situación, hasta más tarde. A l g u n a s las permutó p o r

otras de T l a t e l o l c o , a l a fuerza y p o r presiones del o i d o r . 3 4

E s u n caso pa r t i cu la r , pero s i m b o l i z a b i e n , nos parece, el

proceso de adquisición de tierras en l a conquis ta . L o s enco­

menderos y , en general , los españoles fueron apropiándose

de numerosas extensiones de t ie r ra , a veces baldías, c o n

concesiones regias o s imples ocupaciones , otras, arrebatán­

dolas a los ind ios .

L a s encomiendas sobre ind ios subsis t ieron duran te los s i ­

glos X V I y X V I I , y d i s m i n u y e r o n , pues en vez de ser servi ­

cios o prestaciones personales se t r ans fo rmaron en ent rega

de de te rminados produc tos tasados, pueb lo p o r pueb lo . Este

c a m b i o i m p l i c a b a u n a reducción de l poder de los e n c o m e n -

3 3 Véanse M E N E G U S , 1 9 9 1 , pp. 1 3 9 - 1 5 9 y G I B S O N , 1 9 8 4 , pp. 2 7 2 - 2 7 3 .

Todavía en l a real cédula de 7 de j u l i o de 1 5 3 6 , además de otras, se orde­

nan devoluciones, como en la de 2 9 de abr i l de 1 5 4 9 ; sobre encomende­

ros, véase S O L A N O , 1 9 8 4 , núms. 3 2 y 4 7 . 3 4 R u i z M E D R A N O , 1 9 9 1 , capítulo I I I , pp. 2 0 7 - 3 3 9 , real iza u n con­

cienzudo estudio de sus adquisiciones y negocios, basado en la documen­

tación de l a vis i ta de T e l l o de Sandoval en el A r c h i v o de Indias.

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5 8 2 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A MENEGUS

deros, a par t i r de l a segunda aud ienc ia en N u e v a España,

en 1530. S i n embargo , permitía u n a m a y o r protección de los

indígenas, y , seguramente aceleraría el interés p o r las

tierras, p a r a cul t ivar las o establecer estancias de ganado. A l

m i s m o t i empo , l a m a n o de o b r a indígena, en u n p r i m e r m o ­

m e n t o dependiente de l encomendero , sería repar t ida p o r las

autor idades , p a r a rea l i za r trabajos públicos o en las p rop ie ­

dades de españoles. C a d a c o m u n i d a d o pueblo p r o p o r c i o n a ­

b a , p o r turnos , peones que , después de u n a semana , regre­

saban a sus casas p a r a ser sust i tuidos po r otros, c o n pago de

u n salar io . C a d a pueb lo o cacique faci l i taba m a n o de o b r a

indígena en proporc ión a sus habitantes, c o n unas cuotas

de te rminadas . L a s obras públicas y el desagüe de l a cap i ta l

absorb ie ron b u e n a parte de estos repartos de indígenas, de

m o d o que , desde p r i n c i p i o s de l siglo X V I I , no existían tra­

bajadores d isponib les p a r a rea l izar el cu l t ivo en las fincas de

los españoles, que se v i e r o n forzados a contra tar ind ios o

mest izos c o m o peones o gañanes de las haciendas . A c a m b i o

de u n salario —coacc ionados a veces po r los adelantos que

se les hacían—, se desp lazaban desde sus comunidades o ha­

b i t aban en las hac iendas , que se conv ie r t i e ron en centros

esenciales de l a producc ión (mientras las comunidades indí­

genas carecían de excedentes). Así , las comun idades indíge­

nas se l i m i t a r o n a l au toconsumo . Este fue el régimen de ha­

c i enda en l a última etapa de l a co lon ia . E n algunas zonas

— c o m o en C u b a o en el v i r r e ina to de N u e v a G r a n a d a — l a

introducción de esclavos negros aseguraría otras formas de

t raba jo . 3 5 L a minería e ra u n sector aparte, c o n m u c h a r i ­

q u e z a en Perú y en l a N u e v a España, que utilizó repartos

de m a n o de o b r a — l a m i t a p e r u a n a — o indios esclavos. L a s

m i n a s se d i s t r i b u y e r o n a quienes las descubrían o sol ic i ta­

b a n p a r a su explotación c o n pago de u n quin to a l a c o r o n a . 3 6

3 5 G O N Z Á L E Z N A V A R R O , 1 9 7 7 ; Z A V A L A y C A S T E L Ó , 1 9 8 0 ; A G U I R R E S A L ­

V A D O R , 1 9 9 1 ; Z A V A L A , 1 9 8 4 ; sobre haciendas, P R E M , 1 9 7 8 ; T A Y L O R ,

1 9 7 2 , y T U T I N O , 1 9 7 6 , entre otros. 3 6 A S S A D O U R I A N , 1 9 8 2 ; B A K E W E L L , 1 9 7 6 ; B R A D I N G , 1 9 7 1 , y F L O R E S C A -

N O , 1 9 7 9 .

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 5 8 3

L a s estancias y t ierras de los españoles se fueron incre­

m e n t a n d o casi desde los p r imeros años. L a s encomiendas

s ign i f icaban l a conservación de las comunidades indígenas,

pe ro sujetas al trabajo personal o a u n t r ibu to . L o s enco­

mende ros a d q u i r i e r o n tierras en sus demarcaciones gracias

a su poder . L o s españoles que seguían v i n i e n d o al N u e v o

M u n d o tuv ie ron que ausentarse de las t ierras; se funda ron

c iudades , provistas de ejidos, dehesas, y pastos comuna les .

A l m i s m o t i empo , se h i c i e r o n repartos de baldíos o t ierras

vacantes , en zonas donde no existían indígenas, con ciertas

dis tancias o separación entre las comun idades . A través de

mercedes reales — c u a l q u i e r a que fuese l a au to r idad que las

otorgase— se r ea l i za ron asentamientos en las ampl ias exten­

siones no pobladas o en las que se i b a n despoblando po r el

h u n d i m i e n t o demográfico indígena, o po r el traslado de sus

poblac iones a otros lugares . L a s usurpaciones fueron fre­

cuentes; b u e n a parte de l a t ransferencia de las tierras se h i z o

p o r compras a los ind ios c o n engaños o po r l a fuerza, a pesar

de las p roh ib ic iones o cautelas que in t roduje ron las leyes,

que exigían l a intervención de l a a u d i e n c i a o l a ven ta en pú­

b l i c a subasta . 3 7

P o r lo tanto, l a adquisición de t ierras por los españoles se

l levó a cabo esencialmente de dos formas: l a p r i m e r a , po r

m e d i o de donaciones reales sobre baldíos o tierras vacantes,

que el m o n a r c a se a t r ibuye y concede a través de mercedes

o repar tos . E n u n p r i m e r m o m e n t o , l a au to r idad real se eje­

c u t a a través de los conquis tadores o descubridores — a u t o r i ­

zados p o r capi tu lac iones a a d q u i r i r y repar t i r—, así c o m o de

los m u n i c i p i o s o cab i ldos que se v a n fo rmando en las I n ­

d i a s . 3 8 Después, y a es t ructurado el sistema admin i s t r a t i vo

c o l o n i a l , son los v i r reyes gobernadores — c o n participación

de las A u d i e n c i a s a veces— quienes adqu ie ren ese poder ,

c o n ex igenc ia , en ocasiones, de confirmación r e a l . 3 9 L a se-

3 7 S O L A N O , 1 9 8 4 , docs. 4 5 , 1 2 4 , 7 8 , 1 4 1 , 1 4 2 , 1 8 8 . G I B S O N , 1 9 8 4 , pp.

2 6 3 - 3 0 6 , y S I M P S O N , 1 9 3 4 . 3 8 G O N Z Á L E Z H E R M O S I L L O , 1 9 9 1 . 3 9 L a versión de Ots Capdequí sobre los títulos de adquisición es me­

nos acertada, ya que las capitulaciones, las mercedes o la composición no

son diversos títulos or iginar ios , sino mecanismos diversos de la donación

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584 MARIANO PESET Y MARGARITA MENEGUS

g u n d a fo rma , fue l a c o m p r a v e n t a , b i e n de l a p r o p i a co rona

en pública subasta, b i e n de los indígenas que poseían sus

t ierras en pleno derecho desde antes de l a c o n q u i s t a . 4 0 A h o ­

r a b i e n , este sencil lo e squema jur ídico —donaciones reales

y c o m p r a s — se vería desbordado p o r realidades m u c h o más

injustas. P o r u n a parte, los nuevos pobladores v a n a ocupar

t ierras s in demas iada preocupación p o r los títulos, de los

que carecen o amplían su extensión s in m i r a m i e n t o s . Y po r

o t ra , v a n a usurpar t ierras indígenas, so l ic i tando mercedes

sobre ellas a pesar de no estar vacantes, u ocupándolas s in

más p o r l a fuerza. V a n a compra r l a s pagando poco o nada ,

c o n engaños y v io l enc i a , o a l og ra r que les sean arrendadas

p o r las comunidades nat ivas ; inc luso , a veces, las adqu ie ren

de los ind ios que no t ienen derechos ind iv idua le s sobre ellas,

p o r ser tierras comuna les . L a c o r o n a intentaría poner cierto

o r d e n en este proceso que se escapaba de su con t ro l , po r su

g r a n comple j i dad , su lejanía, su extensión. . . Insiste en que

sólo deben otorgarse mercedes p o r las autor idades más altas,

o exige confirmación poster ior de aquellas donac iones . 4 1 A

fines de l siglo X V I se inició u n a a m p l i a operación de con­

t ro l de l a p rop iedad , a l a que denominaría composic ión de

las t ie r ras .

LAS COMPOSICIONES DE TIERRAS

Se h a q u e r i d o ver en las reales cédulas de 1591 sobre compo­

sición de t ierras poseídas i lega lmente , s in título, u n m o d o de

real —incluso la confirmación no es más que u n a homologación adminis­

trat iva. Sobre la confirmación, véase la nota 44. 4 0 Según O T S C A P D E Q U Í , 1 9 5 9 , pp . 3 2 - 3 6 , las ventas en pública subas­

ta —que se continúan denominando mercedes, por su título— son tar­

días; posiblemente desde el siglo x v i l a hacienda recibe compensación

por sus donaciones o mercedes. Presc indimos de l a prescripción como tí­

tulo de adquisición, pp. 1 2 2 - 1 2 8 , en todo caso, veremos en la composición

cómo al no reclamar las anteriores en u n a fecha determinada se produce

u n a prescripción colectiva. 4 1 Exis te una copiosa legislación que intenta regular l a venta de pro­

piedad indígena, S O L A N O , 1984, docs. núms. 88 y 89.

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REY PROPIETARIO O R E Y SOBERANO 5 8 5

a d q u i r i r l a p r o p i e d a d . 4 2 Fe l ipe I I , ante las penur ias de su

h a c i e n d a , ideó u n m e d i o de extraer d ine ro , en l a Península

y en las Indias , a través de los derechos o regalías que afir­

m a b a tener sobre los baldíos o t ierras ye rmas .

E n las tierras castellanas l a delimitación de las p rop ieda­

des no e ra exacta. E n las poblac iones o vi l las quedaban b i e n

de te rminadas las parcelas que se habían a d q u i r i d o po r c o m ­

p r a o p o r repartos, reales o señoriales: l a p r o p i e d a d pa r t i cu ­

l a r . P e r o u n a b u e n a parte de l término estaba const i tu ido p o r

prop iedades colectivas en donde l a t i t u l a r i dad e ra más dis­

cu t ib le : el ejido o espacio c o m ú n a l a en t rada de los pueblos ,

las dehesas, e ran bienes comuna les mien t ras los pastos, los

montes comunes y los baldíos o extensiones ye rmas son, c o n

f recuenc ia , r e iv ind icados po r el rey o el señor, protestando

q u e no habían sido cedidos o comprados p o r el consejo . 4 3

E n a lgunos casos, inc luso , estas propiedades se ha l l aban fue­

r a de l término m u n i c i p a l , c o m o si fueran tierras de nadie ,

u t i l i z adas por l a mesta en sus m i g r a c i o n e s . 4 4 Fe l ipe I I , en

l a década de 1580 —tras l a banca r ro t a de 1575— decidió l a

v e n t a de numerosos baldíos, c o m o m e d i o de equ i l i b r a r las

finanzas de l a co rona . D u r a n t e unos años las ventas se suce­

d i e r o n y grandes extensiones de t ierras pasa ron a manos de

pa r t i cu l a r e s . 4 5 E s t a m i s m a política de ven ta de baldíos y

realengos se intentó ap l icar en las Ind ias pero , a l parecer, no

d i o resul tado, y a que era más fácil o c u p a r las t ierras directa­

m e n t e s in l i cenc i a n i m e r c e d r e a l . 4 6

E n t o n c e s se opta p o r ex ig i r títulos a quienes h a n ocupado

baldíos y tierras yermas o no cul t ivadas , c o m o m e c a n i s m o

fiscal de recaudación, po r las reales cédulas de 1591. L o s

fundamentos que esgr ime no dejan l uga r a dudas :

4 2 Así, O T S C A P D E Q U Í , 1 9 4 4 , pp. 6 7 - 7 8 y 1 9 5 9 , pp. 2 9 - 3 2 ; U R Q U I J O ,

1 9 7 8 , y S O L A N O , 1 9 8 4 , pp. 1 8 y 4 1 - 4 9 . 4 3 S A L O M Ó N , 1 9 8 2 , pp. 1 1 8 - 1 8 2 y 1 8 3 - 2 1 2 . 4 4 K L E I N , 1 9 7 9 . 4 5 A c e r c a de este proceso de ventas, véase V A S S B E R G , 1 9 8 3 . 4 6 S O L A N O , 1 9 8 4 , doc. 1 1 8 , y O T S C A P D E Q U Í , 1 9 5 9 , pp. 2 9 - 3 2 , detecta

este intento a través de S O L Ó R Z A N O , 1 9 3 0 , y L E Ó N P I N E L O , 1 6 3 0 .

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5 8 6 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

Por haber Yo sucedido enteramente en el señorío que tuvieron en las In­

dias los señores que fueron de ellas, es de m i patrimonio y coro­

na real, el señorío de los baldíos, suelo y tierra de ellas que no

estuviera concedido por los señores reyes mis predecesores o por

mí, o en su nombre y en el mío con poderes y facultades espe­

ciales que hubiéremos dado para el lo . 4 7

M á s que u n derecho der ivado de e m p e r a d o r azteca o i n ­

ca , se hacía aplicación de u n a n o r m a pen insu la r , p a r a hacer

frente a las penur ias de l a corona . Neces i t aba d ine ro , decía,

p a r a l a l u c h a con t ra los corsarios e n l a ca r re ra de las Indias ,

pues no podía sostener u n a g ran a r m a d a , además de l a de­

fensa de l a c r i s t i andad y de sus reinos. B u s c a b a l a razón más

i n m e d i a t a , en l a que estarían " p r i n c i p a l m e n t e interesados

los vec inos naturales de las I n d i a s " . 4 8

Se excluía de esta m e d i d a las tierras p a r a mi lpa s , pastos,

dehesas, potreros y ejidos que los ind ios tuv iesen pa r t i cu la r

o co lec t ivamente .

Y si algunos indios tuvieren estancias de ganados y labores de

trigo y estancias de ovejas, cabras, y algunos de los tales indios

tienen títulos y otros no, con estos tratará de la composición

como con los demás, pero con mucha moderación y templanza,

no apremiándoles a que la hagan, sino proponiéndosela y pi­

diéndoles que sirvan a Su Majestad con alguna moderada com­

posición. 4 9

4 7 Se trata de varias cédulas reales, recogidas por S O L A N O , 1 9 8 4 . Aquí se c i ta l a recogida en el doc. 1 3 2 . Todas ellas son del 1 - de noviembre de 1 5 9 1 , desde l a 1 3 1 a 1 3 4 .

4 8 Véase doc. 1 3 1 , ci ta en p. 2 6 9 ; en el 1 3 8 , que se refiere al procedi­miento de realizar l a composición, núm. 6 , se insiste en que se procure " p o r todas las vías y modos sacar lo más que pudiere de con tado" , p . 2 8 3 , y se restrinjan los plazos que se aseguran con hipotecas sobre las tierras.

4 9 Véase doc. 1 3 8 , núm. 7 . E n 1 6 4 6 , para amparar mejor a los i n ­dios, se excluyen de l a composición las tierras que los españoles que hu­b ie ran adqui r ido de ellos, docs. 1 7 6 y 1 7 9 , fechado, el segundo, en 1 6 6 1 . E n general , todo el procedimiento puede verse en S O L A N O , 1 9 8 4 , pp . 4 3 -4 9 , con los resultados, no m u y elevados, de l a composición en la N u e v a España, a través de T E P A S K E y K L E I N , 1 9 7 6 .

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R E Y PROPIETARIO O REY SOBERANO 587

P o r tanto, reconoce pa lad inamente l a p r o p i e d a d de los i n ­

dígenas, y a sea o r i g i n a r i a o l a que h u b i e r a n rec ib ido p o r

sustitución p a r a fo rmar sus comunidades y pueblos . Sólo

cuando se establece él t ipo de explotaciones y p o r el hecho

de tener a lgunos el título, se descubre que p u e d a n ser t ierras

mercedadas , se les aplicaría l a composic ión. E n general , ésta

se realizaría en f o r m a sistemática p o r comisar ios delegados

que p r e g o n a b a n l a ex igenc ia de presentar los títulos dent ro

de seis días. A q u e l l o s que no lo t uv i e r an o hub ie re de más

en su t i e r ra , según el prec io que i n d i c a r e n testigos — s i b i e n

pediría más— iría ba jando hasta l legar a su va lo r . Se a d m i ­

ten los títulos de los v i r reyes y gobernadores , de las aud ien ­

cias, mien t ras se i n v a l i d a n los expedidos p o r los ayun ta ­

mien tos y cabi ldos o po r algún o ido r — e n todo caso, cuando

hub ie re algún título, sólo se pediría l a m i t a d de l va lo r . A m e ­

n a z a b a confiscar las t ierras y pertenencias que no se c o m ­

pus i e r an , p a r a hacer nuevos repartos entre los ind ios . E n

s u m a , los títulos defectuosos o l a ca renc ia de ellos se sub­

sanaba med ian t e l a intervención real y el pago de unas can­

t idades.

L a compos ic ión de tierras no era fácil, n i estaba exenta

de abusos. E n 1631, p o r las urgencias de l a co rona , que esta­

b a en gue r ra c o n F r a n c i a — l a guer ra de los t re in ta años—

se ordenó que se acelerase l a composic ión , y en su defecto

se v e n d i e r a n las t ierras en pública subasta, c o n u n a parte de l

p rec io ap lazado . U n o s años más tarde, c o n intención de for­

m a r u n a a r m a d a p a r a resguardo de l a N u e v a España, se

percibió e l interés de l m o n a r c a en que a v a n z a r a l a c o m p o s i ­

c ión o v e n t a de t i e r ras . 5 0

S i n e m b a r g o , l a compos ic ión de tierras se reveló poco efi­

caz p o r el costo de su medic ión y las dif icultades que entra­

ñaba. E l v i r r e y C o n d e de Sa lva t i e r r a optaría p o r u n a c o m ­

posición co lec t iva c o n los hacendados que a h o r r a b a gastos y

permitía m a y o r ce le r idad en l a recaudación de l d ine ro . U n a

compos ic ión co lec t iva o general c o n v a l i d a b a todos los títulos

y s anc ionaba todas las usurpac iones comet idas po r u n prec io

5 0 S O L A N O , 1984, docs. 168 y 169, el pr imero de ellos se recoge par­

cialmente en l a Recopilación de Indias, 4, 12, 15.

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588 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

in fe r ior a l que tenían. 5 1 E n 1692 se produciría u n a reorga­

nización de l con t ro l y composic ión de t ierras: l a solución

anter ior co lec t iva había extraído d ine ro , pero dejaba las t i ­

tulaciones imprec isas , c o n f i r m a b a l a situación en que se ha­

l l a b a n los hacendados cr io l los . A h o r a se c reaba u n a super in ­

tendenc ia de l benefic io y composic ión de tierras en Ind ias ,

en m a n o s de u n consejero que , desde M a d r i d , intentaría re­

m e d i a r l a indeterminación. A través de subdelegados en

Amér ica visitaría las dist intas regiones pa ra reordenar l a

p r o p i e d a d , q u i t a n d o estas facultades a los v i r reyes . D e b e ­

rían cobra r las cant idades que se adeudaban al real p a t r i m o ­

n i o y c o m p o n e r las t ierras que no tenían títulos y vende r

otros bienes baldíos. Estos subdelegados fueron oidores de

las A u d i e n c i a s , a los que se o torgaba p l ena jurisdicción en

l a m a t e r i a . P o r tanto, surgía u n a organización des l igada de

los v i r reyes y de las A u d i e n c i a s , pa r a resolver estas cuestio­

nes . 5 2 L o s B o r b o n e s desa r ro l l a ron este método con ampl i a s

ins t rucciones a los jueces delegados, a aquellos min i s t ros de

las A u d i e n c i a s que l l e v a b a n estas tareas, quienes, a su vez ,

n o m b r a b a n otros menores p o r cada dis tr i to . L a s ideas cen­

trales que imponían fueron las siguientes:

1) E n p r i m e r l uga r , el comis ionado o v i s i t ador presenta­

ría su n o m b r a m i e n t o ante el gobernador , pa r a que le a y u d a ­

se en sus funciones . A continuación publicaría u n auto y

edictos p a r a que todos acudiesen a revisar sus títulos, s in

que v a l i e r a n los posteriores a 1618. P o r tanto, se de jaban s in

v a l o r las compos ic iones colectivas que se habían r e a l i z a d o . 5 3

5 1 S O L A N O , 1984, pp. 50-59, anal iza con tino este cambio de procedi­miento, que se muestra en su doc. 173, en u n caso determinado.

5 2 S O L A N O , 1984, docs. 186, 188 y 192 sobre el establecimiento y fun­ciones de l a superintendencia; ejemplos de su aplicación, 189, 192 y 197. Todavía en las instrucciones de 1735, doc. 201, se recomienda l a compo­sición colect iva, al estilo del C o n d e de Salvatierra.

5 3 Instrucción de 1- de ju l i o de 1746, doc. 209, núms. 1 a 7, de S O L A N O , 1984; véase también el 157, de 26 de abr i l de 1618, que restrin­gía las facultades del v i r rey , inserto en Recopilación de Indias, 4, 12 y 21 que, seguramente, serviría de mot ivo para señalar esa fecha, aunque era evidente que se le había autorizado después.

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R E Y PROPIETARIO O R E Y SOBERANO 589

2) E n cada caso, procedería a l e x a m e n de los títulos que

se presentaban y l a medic ión de las tierras, p a r a fijar su ex­

tensión y de te rminar las demasías, c o n citación de vecinos

y de indígenas p a r a que expus ie ran sus derechos.

3) L a Iglesia estaría sujeta a esta revisión, si b i e n sería el

j u e z p r i n c i p a l — e l o ido r de l a A u d i e n c i a — q u i e n resolv iera

en este caso. También intervendría en l a composic ión de las

t ierras de indios , tanto el ejido y comunales c o m o las pa r t i ­

culares que tuv ie ren . C o n moderac ión y d u l z u r a , se conven­

cería a l a población de las ventajas que tendrían a l c o m p o ­

ner sus tierras pa ra l a segur idad de sus títulos y evi tar pleitos

y l i t i g i o s . 5 4 E n todo caso, parece contradecirse el p r i n c i p i o

de que l a p rop iedad indígena no procedía del m o n a r c a . P e r o

todavía en las ins t rucciones de 1746 se advierte que si no se

puede a lcanzar l a composic ión ,

p o r q u e los i nd io s n o q u i e r a n señalar n i m e d i r más que t a n so la­

m e n t e aque l las que les pa rec ie re , l o ejecutará. P e r o h a de tener

p a r t i c u l a r c u i d a d o e n a v e r i g u a r l a c a n t i d a d q u e les q u e d a r e p o r

m e d i r y l a c a l i d a d de el las ; y esta aver iguación n o h a de ser p o r

m e d i d a s ino p o r información j u d i c i a l o secreta y e x t r a j u d i c i a l ,

y de e l l a se dará c u e n t a c o n t o d a i n d i v i d u a l i d a d a l señor o i d o r

j u e z p r i v a t i v o p a r a q u e a l t i e m p o que los i n d i o s o c u r r a n a t ra ta r

d e l exped ien te de las que se les h u b i e r e n m e d i d o , c o n v i s t a y

c o n o c i m i e n t o de u n o y o t ro , se m a n d e y se p r o v e a lo q u e c o n ­

v e n g a . 5 5

E s posible que se busque evi ta r fricciones o que se q u i e r a

proteger especialmente a los ind ios , pero , s in d u d a , hay aquí

5 4 Instrucción citada, núms. 8 y 9, cita en este último. Sobre las pro­piedades de la Iglesia, que se incrementaron durante todo este periodo, existe una copiosa legislación, en que no me detendré, que trataba cues­tiones como las atribuciones de los bienes de los templos, las tierras habi-ces musulmanas , e incluso los intentos de l imi ta r sus patr imonios o la ven­ta de los jesuitas a part ir de 1767.

°'3 L a devolución al v i r rey se encuentra en 1747, doc. 210, y desde luego en la instrucción de 1754, doc. 211; l a cita en el núm. 2. A c e r c a de los resultados de esta política, véase S O L A N O , 1984, pp. 63-74; S O L A ­N O , 1977, y S E R R E R A , 1976; sobre estos problemas en N u e v a G r a n a d a , O T S C A P D E Q U Í , 1959, pp. 112-122 y C O L M E N A R E S , 1983, i , pp. 29-36.

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590 MARIANO PESET Y MARGARITA MENEGUS

u n eco evidente de l respeto que debía de observarse c o n los

propie ta r ios or ig inar ios de Amér ica . E n l a instrucción de

1754 se mantenía esa caute la , esa suav idad y t emplanza

p a r a las t ierras indígenas de l abor , de cría de ganados y l a ­

b r a n z a , pues las de c o m u n i d a d o colect ivas, en los pastos y

ejidos " n o se h a de hacer n o v e d a d , manteniéndoles en l a po­

sesión de ellos y reintegrándoles en las que se les hub i e r en

u s u r p a d o , concediéndoles m a y o r extensión en e l l a s " . 5 6 E s ­

tas n o r m a s de F e r n a n d o V I devolvían todos los poderes a l

v i r r e y —hasta l a creación de los intendentes en 1786, que se

harían cargo de este sector— y se l i m i t a b a n l a revisión de

títulos o composic ión de tierras a los casos posteriores a

1700. S i n d u d a no creían necesario remontarse a fechas an­

teriores, en las que y a se habrían comple tado los plazos ne­

cesarios p a r a l a prescripción adqu i s i t i va .

RESUMEN

N o s pe rmi t i r emos unas af i rmaciones generales, que in ten­

ten abo rda r el sentido de estas páginas. H e m o s pre tendido

sentar c o n c l a r idad las ideas jurídicas que pres id ie ron l a pro­

p i e d a d de las tierras en l a N u e v a España. H e m o s negado

— y creemos que con suficientes a rgumentos— l a p rop iedad

de l m o n a r c a sobre todas las t ierras amer icanas , idea que se

h a adueñado, en numerosas ocasiones, de estudios y t raba­

jos . N i el rey lo pretendía, n i t a m p o c o los teólogos y jur is tas

teóricos o prácticos que se p r o n u n c i a r o n sobre l a cuestión.

V i t o r i a o Solórzano distinguían, s in d u d a , l a soberanía y l a

p r o p i e d a d . A h o r a b i e n , l a c o r o n a castel lana mantenía u n a

tradición desde el med ievo , en l a cua l el m o n a r c a guerrero

repartía tierras cuando r epob laba nuevas zonas conquis ta­

das c o n su ejército. Respe t aba — e n teoría— las propiedades

5 6 L a prescripción se admitía ya desde 1591, pues si bien no se men­

c iona , doc. 132, sí se añade en el momento de recopilar la , 4, 12, 14; en

1754, " les deberá bastar con la justificación que hicieren de aquella justa

posesión como título de justa prescripción". Véase O T S C A P D E Q U Í , 1944,

pp. 155-163 y 1959, pp. 122-126.

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R E Y PROPIETARIO O REY SOBERANO 591

de los vencidos que habían capi tu lado . P o r otro l ado , l a con­

cesión de tierras baldías o vacantes, que no estaban ro tura ­

das o habían sido abandonadas , e ra regalía de l m o n a r c a .

E n el N u e v o M u n d o las poblaciones autóctonas e ran n u ­

merosas , y l a extensión de los terr i tor ios amplísima. L o s

reyes peninsulares , en p u r i d a d , deberían respetar l a propie­

d a d de los naturales y conceder t ierras nuevas a los españo­

les. M e d i a n t e concesiones reales — y a fuesen p o r mercedes

gratui tas o medíante ventas— se deberían asentar los que

a r r i b a b a n de l a Península. T o d o lo más, podrían c o m p r a r ,

c o n a lgunas cautelas jurídicas, propiedades a los indígenas.

P e r o u n a cosa son los p r inc ip ios jurídicos y o t ra su desenvol­

v i m i e n t o en l a r ea l idad , que es a l fin, el auténtico derecho,

l a v i d a .

E l rey permitió l a introducción de las encomiendas — t a n

denostadas po r L a s Casas y a las que se atribuyó l a destruc­

ción de las poblaciones de l C a r i b e . N a d a tenían que ver con

las propiedades , pues se jus t i f i caban en el t r ibu to que ha­

bían de pagar a l rey , pero supus ie ron dotar de enérgicos po­

deres a los encomenderos , poner a los indígenas a su servicio

y v o l u n t a d . L u e g o se tasaron pa ra evi ta r mayores males . E n

los in ic ios s igni f icaban mantener las estructuras precortesia-

nas c o n el señorío indígena intacto, sobre el que se superpo­

nían los encomenderos , c o m o u n a especie de señores de va ­

sallos, s in jurisdicción reconoc ida , pero c o n o m n í m o d a

v o l u n t a d . N o fue posible reducir las hasta el siglo X V I I I e i n ­

corporar las a l a co rona .

M u y p ron to , a l crecer el número de españoles, éstos de­

searon t ierras p a r a establecer ganados o cu l t ivos , y m i n a s

p a r a su explotación. Y el m o n a r c a las fue conced iendo , s in

per ju ic io de los ind ios —de nuevo , en p r inc ip io s . Pe ro fue

tal el número de usurpaciones y l a v i o l e n c i a de los asenta­

mientos , que fue menester o rdenar l a separación de las dos

repúblicas. P a r a ello se congregaron los naturales — d i s m i ­

nu idos p o r las enfermedades— y , a l m i s m o t i empo , se crea­

r o n nuevas autor idades en los cabi ldos y se repar t i e ron

t ierras a los maceguales . Así , el señorío indígena fue deca­

y e n d o , aunque se conservaron los caciques , quienes proce­

dían de los cargos capi tulares . C o n estas congregaciones se

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592 M A R I A N O PESET Y M A R G A R I T A M E N E G U S

l i b e r a r o n b u e n a parte de sus tierras en beneficio de los nue­

vos i nmig ran te s . P a r a su cu l t ivo se generó u n s is tema de re­

par to de l a m a n o de ob ra , cont ro lado p o r los caciques y las

autor idades reales, que , además de obras públicas y m i n a s ,

a y u d a r o n a los propie tar ios —aparte de otras formas de apa­

recería, inc luso censos enfitéuticos. H a c i a p r inc ip io s de l X V I I

se i m p u s o el trabajo de gañanes o jo rna le ros . L a república

de ind ios , sus comun idades se a i s la ron , reducidas , bajo sus

p rop ias autor idades y l a protección de los v i r reyes . L a s ór­

denes religiosas señorearon sus zonas, entre l a utopía y l a ex­

plotación.

P e r o l a H a c i e n d a real necesi taba ingresos, y a que no le

bas taban los productos de l a minería y los t r ibutos . Intentó

log ra r remuneración p o r las mercedes o concesiones de tie­

rras — a l i g u a l que había hecho en l a Península. Después, pa­

r a i nc rementa r los , fletó u n a revisión general de los títulos de

p r o p i e d a d o composic ión . Respe t aba l a p r o p i e d a d indígena,

que no d e r i v a b a de sus donaciones o ventas — a u n q u e en el

siglo X V I I I empezaría a o l v i d a r esa rea l idad p r i m e r a .

P o r tanto, a l i g u a l que dos repúblicas, hay dos p rop ieda­

des: u n a p r i v i l e g i a d a , en manos de los españoles, c o n algunos

p a t r i m o n i o s de escasos nobles indígenas que se conso l idan , y

o t r a no p r i v i l e g i a d a — a u n q u e fuera o r i g i n a r i a — de los

pueblos indígenas. L a p r i m e r a está reforzada po r el poder

que s ign i f ican las encomiendas , aunque no supongan propie­

dades en sí; p o r el cúmulo de poderes que d is f ru ta esa c o m u ­

n i d a d , desde el v i r r e y a los oidores, los corregidores y alcaldes

mayore s , los regidores de las c iudades . T a m b i é n deb ido a l a

vinculación de los bienes — o el cacicazgo indígena que se

m a n t i e n e c o m o f o r m a de sucesión i r r egu l a r—, los m a y o r a z ­

gos mantenían los pa t r imon ios ind iv i s ib les , inembargab les .

P o r tanto , esta des igua ldad jurídica entre u n t ipo de propie­

d a d española p r i v i l e g i a d a y l a indígena provocaría el incre­

m e n t o c a d a vez m a y o r de l a p r i m e r a en de t r imento de las co­

m u n i d a d e s . Sobre todo, si a estos mecan i smos jurídicos — e n

p r i n c i p i o , teóricos— añadimos u n a rea l idad o práctica en l a

que el p o d e r social y político abusa , u su rpa , v io len ta . P o r ­

que , a u n q u e en estas páginas hemos u t i l i zado p redominan te ­

m e n t e m a t e r i a l e s d o c t r i n a l e s y j u r í d i c o s , p a r e -

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REY PROPIETARIO O REY SOBERANO 593

ce exis t i r en el fondo u n a rea l idad más injusta, por debajo

de l a asepsia legal y de las buenas intenciones de l a c o r o n a

y de sus agentes, quienes , por o t ra parte, conocían con n i t i ­

dez l a r ea l idad subyacente. S i n d u d a , el v i r r ey o el consejo

p r o c u r a r o n mi t i ga r el despojo, pero no lo de tuv ie ron .

E n s u m a , hemos que r ido apor ta r algunas claves p a r a en­

tender l a p r o p i e d a d en l a N u e v a España, algunos de sus

mecan i smos jurídicos desiguales. P e r o no c o n l a fría des­

cripción de las no rmas , sino colocándolas en u n contexto

socia l en el que c o b r a n todo su sentido. Y , pa ra eso, nos

a somamos , en a lgunos m o m e n t o s , a l proceso in te r ior de l a

colonización en cuestiones de p rop i edad , en donde l a desi­

g u a l d a d de las leyes — a pesar de su búsqueda ocas iona l

de u n e q u i l i b r i o entre las dos repúblicas— se inclinó aún

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