1-salerno arqueologia publica comentarios tantalean

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  • 8/22/2019 1-Salerno Arqueologia Publica Comentarios Tantalean

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    DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGA

    FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

    UNIVERSIDAD DE CHILE

    REVISTA

    CHILENA DEANTROPOLOGA

    N , S, er S

    ISSN - ( )ISSN - ( )

    EditoresAndrs Troncoso, Andrs Gmez y Eugenio AspillagaDepartamento de Antropologa, Universidad de Chile

    Editor asociadoDiego Salazar

    Ayudante de edicinAntonia Escudero

    Comit editorialHugo Benavides (Fordham University, Estados Unidos)

    Luis Alberto Borrero (Consejo Nacional de Investigaciones Cientcas yTcnicas, Argentina)

    Luis Jaime Castillo (Ponticia Universidad Catlica del Per, Per)Josepa Cuc (Universidad de Valencia, Espaa)

    Pedro Paulo Funari (Universidade Estadual de Campinas, Brasil)Alfredo Gonzlez Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Cientcas,

    Espaa).Enrique Luque (Universidad Autnoma de Madrid, Espaa)Rosamel Millamn (Universidad Catlica de Temuco, Chile)

    Andrs Recasens (Corporacin de Desarrollo de las Ciencias Sociales, Chile)Horacio Sabarots (Universidad de Buenos Aires, Argentina)

    Charles Stanish (Cotsen Institute of Archaeology, University of California,Estados Unidos)

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    Revista Chilena de Antropologaes una publicacin del Departamento de Antropologade la Universidad de Chile. Es una revista internacional arbitrada por pares acadmicosque se publica dos veces al ao (julio y diciembre) y que recibe manuscritos inditos

    en espaol o ingls. Su objetivo es difundir y discutir la investigacin en las diferentesramas de la antropologa, con el n de comprender los mltiples aspectos de lasrealidades sociales y culturales de Latinoamrica y el Caribe. Para ello, la revista recibecontribuciones durante todo el ao y se estructura en dos secciones diferentes: Artculosy Reseas.

    Artculos se compone de contribuciones relacionadas con los diferentes mbitos de laAntropologa, que aborden problemticas sociales y culturales, a partir de reexionestericas, proposiciones metodolgicas y/o casos de estudio, privilegiando una miradacrtica tanto de la realidad como de las ciencias sociales. Reseas corresponde a

    recensiones de libros de inters a cualquier campo de la antropologa. Estas puedenreferirse tanto a publicaciones de libros, monografas o investigaciones publicadas deno ms de 5 aos de antigedad.

    Revista Chilena de Antropologa se encuentra indizada y/o resumida en:* Latindex Catlogo* Anthropological Literature* IBSS (International Bibliography of Social Sciences)

    * CLASE (Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades)

    Este volumen es una edicin del Departamento de Antropologa de la Universidad de Chile

    Consultas y suscripciones deben dirigirse a:Revista Chilena de Antropologa

    Departamento de Antropologa-Facultad de Ciencias SocialesUniversidad de Chile

    Av. Ignacio Carrera Pinto 1045 - uoaSantiago, Chile

    E-mail: [email protected]://www.revistadeantropologia.uchile.cl

    ISSN: 0716-3312

    Diseo, diagramacin e impresin: Grca LOM

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    ndice

    A

    1. Arqueologa pblica: reexiones sobre la construccinde un objeto de estudio ...................................................................... 7

    Virginia Salerno con comentarios de Daniella Jofr,Lcio Menezes y Henry Tantalen

    2. Midiendo diferenciacin en riqueza en el registro arqueolgico:una propuesta aplicada en el rea Andina Intermedia ...................... 39

    Hernando Giraldo

    3. La gestin de recursos leosos por cazadores-recolectorestransicionales en los sectores intermedios de Antofagasta deLa Sierra (Catamarca, Argentina): el caso de Alero Sin Cabeza ........ 67

    Patricia Escola, Mara Gabriela Aguirre y Salomn Hocsman

    4. Historia, saberes y prcticas: un ensayo sobre el desarrollode las comunidades alfareras del norte semirido chileno ................101

    Andrs Troncoso y Daniel Pavlovic5. Inmigracin, infancia e integracin socioeducativa:un estudio etnogrco sobre nios palestinos en Chile ...................141

    Claudia Carrasco Aguilar, Mariadne Molina y Mara Julia Baltar

    R B

    La fantasa de la individualidad. Sobre la construccin

    sociohistrica del sujeto moderno (Almudena Hernando) ...............171Reseado por Manuel Fernndez-Gtz

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    Revista Chilena de Antropologa N 27, 1er Semestre, 2013: 7-37

    Arqueologa Pblica: Refexiones Sobre laConstruccin de un Objeto de Estudio

    Public Archaeology: Toughts on the Construction o an Object oStudy

    V S

    R

    En este trabajo se analizan las circunstancias sociales e histricas queposibilitaron considerar las relaciones arqueologa-sociedad comoobjeto de estudio en el marco de la arqueologa pblica. Estos procesosconllevaron una revisin del modo en que se entenda la arqueologa yel lugar de los arquelogos como proesionales. Finalmente, se discutenlas bases epistemolgicas y ontolgicas sobre las que se edic esta lneade investigacin. Se propone que las mismas se ormularon tomandoel conocimiento arqueolgico y sus reerentes materiales como dos

    dimensiones a partir de las cuales la arqueologa adquiere sentido en lassociedades contemporneas.

    Palabras clave: arqueologa pblica, arqueologa-sociedad, usos delpasado, historia de la arqueologa.

    A

    Tis article introduces the analysis o the social and historical circumstancesin which the relationships between archaeology and society emerged asan object o study within the ramework o Public Archaeology. It is

    proposed that these circumstances encouraged a critical review on howarchaeology and proessional archaeologists were seen and understood.Te paper also discusses the epistemological and ontological oundationso Public Archaeology as a research line. We will propose that these

    oundations assumed archaeological knowledge and its material reerentas two dimensions that give meaning to archaeology in contemporary

    societies.

    Key Words: public archaeology, archaeology-society, uses o the past,history o archaeology

    i Instituto de Arqueologa, Facultad de Filosofa y Letras, UBA-CONICET, Argentina. Correo-e:vmasa lerno@ gm ail .comRecibido: 29 de agosto de 2012. Revisado: 26 de marzo de 2013. Aceptado: 29 de abril de 2013.

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    Las discusiones sobre la articulacin arqueologa-sociedad en el

    presente y las acciones en el mbito pblico (de dismil posicionamientoterico) realizadas por arquelogos para establecer formas de relacin en/con la sociedad son parte del quehacer en arqueologa en un contexto dado.Sin embargo, para que esta dimensin social de la disciplina se organizaraen objeto de investigacin fue necesario un reconocimiento social de suexistencia como problema diferenciado a ser investigado (Daston 2000).En este trabajo se reexiona sobre los modos en que este proceso adquirimayor visibilidad a comienzos de la dcada de 1980 en el marco de lallamada arqueologa pblica. Adems, se discuten los ncleos conceptualesque otorgan especicidad a los abordajes de esta lnea de trabajo. Nuestropunto de partida es que los objetos cientcos y los sujetos de conocimientoson entidades histricas, productos de contextos sociales especcos a partirde los cuales se redenen los problemas, los sujetos y las modalidadesde conocimiento (Daston y Galison 2007). Por estos motivos, resultarelevante un abordaje que contemple las condiciones sociales e histricas

    que posibilitaron el desarrollo de la arqueologa pblica como lnea deinvestigacin.

    En su estudio acerca de cmo los hechos devienen en objetos cientcos,Daston (2000) propone que los mismos adquieren signicatividad en elmarco de una red social, poltica y econmica que los hace visibles en tantoproblemas susceptibles de ser estudiados. Luego, la aplicacin de tcnicas deinvestigacin cientca cristaliza estos fenmenos en objetos cientcos,recontextualizndolos y ordenndolos en nuevas redes de sentido que

    permitan sustentar explicaciones e investigaciones cientcas. Es decir, elconocimiento no slo se valida en la produccin acadmica convencional(conferencias, artculos, libros) sino en distintos mbitos donde este participay es apropiado (Daston 2000). A su vez, dentro del campo acadmico, losobjetos cientcos logran su estatus ontolgico porque son productivos, entanto permiten establecer relaciones que reproducen los resultados conocidosy, a la vez, generan nuevos resultados (Daston 2000).

    El concepto de arqueologa pblica comenz siendo utilizado enEstados Unidos a principios de la dcada de 1970, en asociacin al manejoy la gestin de recursos culturales (McGimsey 1972). En las dcadassiguientes, su uso trajo aparejado una ampliacin semntica que propicidiscusiones crticas sobre los mltiples posicionamientos de los arquelogosy la arqueologa en los conictos derivados de los procesos de interpretacin

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    del pasado. Adems, en el marco de esta lnea de trabajo, se comenzarona discutir las responsabilidades sociales y polticas derivadas del estatusprofesional de la arqueologa. En la actualidad esta lnea engloba diversosestudios que se centran en las relaciones arqueologa-sociedad en el presente.Las problemticas desarrolladas permitieron recontextualizar tales relacionesconsiderando aspectos referidos a los procesos de circulacin y apropiacinde conocimientos arqueolgicos y sus referentes materiales en el presente.En su marco se promovieron enfoques reexivos y ticos que cuestionaronla legitimidad de las investigaciones arqueolgicas desarrolladas en el marcode relaciones coloniales (Ballart 1997, Gnecco 2009, entre otros). Adems,

    estos enfoques discutieron la universalidad del llamado patrimonioarqueolgico y el modo en que se establece la autoridad de los arquelogosen relacin con otros sujetos sociales durante el proceso de investigacin.Estas discusiones adquirieron particular importancia en Latinoamrica yaquellos lugares donde el legado colonial implic la construccin de relatoshistricos duales que rechazan la diferencia e invisibilizan la desigualdad(Lander 2000, Lahiri et al. 2007, Salerno 2012).

    Se propone que el potencial de la arqueologa pblica radica enentender la arqueologa como una actividad social, situada, y que tiene lugaren mltiples contextos (histricos, polticos, econmicos e institucionales).Con todo, la arqueologa pblica es una lnea de investigacin que an seencuentra en proceso de denicin y estructuracin, aspecto que se evidenciaen las discusiones sobre su propia denominacin (Public Archaeologyy Community Archaeology). Las mismas aluden a posicionamientostericos y ticos que comportan diferencias en el proceso de seleccin detemas a investigar y de herramientas tericas/metodolgicas. A pesar deestas divergencias, en este trabajo se examinan las bases epistemolgicas yontolgicas comunes que posibilitaron denir las relaciones arqueologa-sociedad como objeto de estudio.

    En la primera parte de este trabajo se discuten las circunstanciassociales e histricas que posibilitaron la emergencia del tema como objetode investigacin. Se argumenta que, a pesar de las heterogneas prcticas yubicaciones desde las que se fueron forjando estas discusiones, las mismas

    adquirieron visibilidad a partir del primer World Archaeological Congress(WAC), celebrado en el ao 1986, y el Taos Conference, Nuevo Mxico,organizado en 1988 por la Society for American Archaeology (SAA). Enla segunda parte, se presentan las bases conceptuales que organizan losabordajes sobre las relaciones arqueologa-sociedad. Se discute en qu medida

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    estas conllevaron una revisin del modo en que se entenda la arqueologa yel lugar de los arquelogos como profesionales.

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    El n del siglo XX estuvo marcado por la cristalizacin de procesosde diferente duracin que conllevaron cambios polticos y sociales a escalaglobal. Parte de estos movimientos puede entenderse como transformacionesdel orden burgus, que se iniciaron luego de la Segunda Guerra Mundial(Hobsbawm 1995). El reconocimiento del poder de las masas como

    fenmeno social junto con la construccin del Tercer Mundo como entidadeconmica poltica y social (Escobar 1998) y la visibilidad que adquirieron elmovimiento femenino, las comunidades indgenas y otras minoras socialesen la sociedad civil (Hobsbwam 1995 [2003]), contribuyeron a poner demaniesto la complejidad de lo real.

    En otro nivel de complejidad es relevante mencionar que, almismo tiempo, el desarrollo del turismo como fenmeno de masas y la

    universalizacin de la televisin brindaron la posibilidad de conocer, a partirdel rol de espectador/consumidor, otros lugares y personas (mediante viajesmateriales o virtuales). La realidad misma (objetos, tradiciones, procesosde trabajo, pueblos enteros) fue entendida como sujeto de contemplaciny convertida en espectculo, objeto de consumo para la televisin y/o elturismo cultural (Ballart 1997). Los nuevos dispositivos a travs de los cualescomenzaba a circular la informacin, redenieron las relaciones humanasy con estas modicaciones el conocimiento adquiri nuevas caractersticas

    (Salomn 2001). A nales del siglo XX el lugar de los medios masivos dentrodel campo poltico, econmico y cultural se fortaleci en paralelo con lacrisis de deslegitimacin poltica de los estados nacionales (Mattelart yMattelart 2005). La comunicacin meditica se convirti en un mecanismoestratgico en los procesos por los cuales las personas aprenden, adquieren,modican, conrman o articulan sus perspectivas ideolgicas.

    Dentro de las ciencias sociales, durante las dcadas de 1960 y 1970comenzaron a plantearse reformulaciones epistemolgicas que cuestionaronla neutralidad de la ciencia y su aplicabilidad propiciando la reexividadcomo una dimensin ineludible en el proceso de investigacin (Hidalgo2006). En consonancia con estos movimientos, la historicidad en laproduccin de conocimiento comenz a ser considerada dentro de losestudios sociales de la ciencia (Bourdieu 2003). A la par, el desarrollismoinstauraba la promesa de progreso basado en el conocimiento cientco y

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    propiciaba que esta actividad fuera una empresa social fundamental parael desarrollo del denominado Estado de Bienestar (Escobar 1998). En esemomento tuvo lugar una serie de movimientos de profesionalizacin de lasciencias sociales (y como parte de estas la arqueologa) con la consecuenteredenicin de lmites disciplinarios y reas de incumbencia (Merriman2004, Bowler y Morus 2007).

    Como consecuencia de estos procesos los conocimientos y materialesarqueolgicos objetivados en trminos de patrimonio cultural se convirtierona la vez en sujetos de tratamiento jurdico/poltico y en mercancas e insumopara propuestas recreativas, educativas y para el turismo cultural (Ballart

    1997). La objetivacin de los materiales arqueolgicos como patrimoniocultural nos remite a lneas de trabajo que se estaban consolidando en elcontexto internacional durante la dcada de 1970 (Endere 2008). Encongruencia con la Convencin de la UNESCO de 1972, el patrimonioarqueolgico fue resignicado subrayando su excepcionalidad yuniversalidad (Ballart 1997). Estos movimientos buscaron que su gestin seconvirtiera en una actividad regulada y gestionada desde el mbito estatal(Endere 2008). De esta manera, los materiales arqueolgicos junto conotros referentes patrimoniales pasaron a formar parte de los denominadosbienes culturales, con nuevas modalidades de exposicin y un crecienteproceso de mercantilizacin. Estos aspectos se manifestaron en la creacinde museos, galeras, parques temticos, con una puesta en escena tal quellevaron a algunos autores a plantear la existencia de tendencias generales depatrimonializacin y musealizacin dentro de las sociedades occidentalizadas(Ballart 1997).

    Conjuntamente, desde una perspectiva poltica y crtica secuestionaron los estudios arqueolgicos que haban generado versiones delos pasados nacionales invisibilizando la diversidad cultural (Ballart 1997,Gnecco 2009), as como las relaciones coloniales en que se desarrollaron losestudios sobre el pasado (Hernando 2002, Gnecco 2009, Segobye 2006).Tal es as que en distintos lugares, grupos indgenas interpelaron esosdiscursos y exigieron un lugar de participacin activa en la produccin ygestin de los conocimientos y los materiales arqueolgicos (Johnson 2000).

    En diversos contextos sociales se cuestion el sentido de las investigacionesarqueolgicas y el lugar del arquelogo. De estos movimientos surge eldilema sobre a quines representa el llamado patrimonio arqueolgico: sidebera ser considerado un patrimonio especco de exclusiva posesin degrupos determinados y cul es el lugar de los arquelogos como profesionalessocialmente legitimados para su tratamiento.

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    En el marco de estos movimientos sociales, polticos y econmicos,las relaciones arqueologa-sociedad se convirtieron en una dimensinsusceptible de ser investigada dentro del campo arqueolgico. Las primerasrevistas cientcas dedicadas al tema comenzaron a editarse en la primeradcada del siglo XXI: una revista inglesa, Public Archaeology, desde el ao2000, y una revista brasilera con el mismo nombre, Arqueologa Pblica,desde el ao 2006. Adems, las discusiones sobre el tema se multiplicanen sitios web1. Desde diferentes perspectivas, el estudio de las relacionesarqueologa-sociedad se deline en torno al calicativo pblico como ejedescriptivo de la actividad arqueolgica. Su abordaje incluy los procesos

    de mercantilizacin, apropiacin y participacin de distintos sectores de lasociedad civil como parte constitutiva de lo pblico y del quehacer de laarqueologa. A la vez, estas aproximaciones se organizaron en funcin decuestionamientos sobre las responsabilidades sociales y polticas derivadasdel estatus profesional del arquelogo. Por ello, puede decirse que en estecaso lo pblico se deline como una esfera amplia que incluye tanto launiversalidad que el Estado debe asegurar para tornar efectiva la promesademocrtica, como la participacin, deliberacin y auto-organizacin de la

    sociedad civil.

    E

    La posibilidad de que estas inquietudes se pudieran desplegar comoproblemas tericos y metodolgicos especcos no slo dependi de sureconocimiento como problema, sino tambin de las condiciones materiales,polticas e institucionales dentro del campo acadmico (Daston 2000,

    Bourdieu 2003). En esta seccin se argumenta que, a pesar de los mltiplesespacios en los que se discutieron temas referidos a la arqueologa pblica,estos abordajes se legitimaron como asunto a ser investigado dentro delcampo arqueolgico slo cuando formaron parte de la agenda de discusinen los encuentros promovidos en el marco del primer World ArchaeologicalCongress (WAC) celebrado en el ao 1986 y el Taos Conference, NuevoMxico, organizado en 1988 por la Society for American Archaeology(SAA). En estos encuentros, diversas lneas de trabajo en relacin con el tema

    adquirieron visibilidad internacional y se generaron condiciones materialespara delinear acciones concretas en funcin de las mismas.

    Las discusiones que se dieron en el Congreso de Taos derivaron en laformacin de un Public Education Committee (PEC) de la SAA, con elobjetivo de planicar acciones de transferencia y promover la conservacin

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    del patrimonio arqueolgico. Asimismo, fue pionera la publicacin de laSAA, Archaeology and Public Education, que se edita desde el ao 1991de forma trimestral. Esta publicacin estuvo dirigida a construir espacioscomunicativos que promovieron la conservacin y contribuyeron a evitar elvandalismo y saqueo de sitios arqueolgicos (Judge 1991). Estas propuestasfueron parte de un movimiento previo norteamericano que impuls lainclusin de los materiales arqueolgicos dentro de los estudios de manejo debienes y/o recursos culturales. As, el arquelogo norteamericano McGimseyintrodujo en 1972 el concepto de arqueologa pblica para discutir lasestrategias orientadas a llamar la atencin del pblico con el n de promover

    la proteccin y conservacin de bienes arqueolgicos entendidos comorecursos culturales.

    El poner la atencin en cmo el contexto social puede afectar lamaterialidad arqueolgica comporta una doble objetivacin: la de dichocontexto (reducido a conductas hostiles/inadecuadas con respecto a losbienes materiales); y la de los materia les arqueolgicos (reducidos a bienes querequieren la intervencin del Estado y que representan un valor universal).Esta distancia posibilit que los arquelogos se posicionaran como uncuerpo de profesionales independientes. Por ello, Merriman (2004) propusoque la visibilidad de la arqueologa pblica como lnea de investigacinpuede pensarse como una consecuencia del proceso de profesionalizacinde la disciplina. Su existencia implica la denicin de lmites y mbitos deincumbencias de los arquelogos como trabajadores del mbito estatal yprofesionales idneos para el desarrollo de planes de manejo de los recursosarqueolgicos en representacin del pblico, en un movimiento que a lavez reduce la participacin de otros agentes sociales. En la misma sintonay veintiocho aos despus de su publicacin original, McGimsey y Davis(2000) sostienen que a la luz de los cambios ocurridos, arqueologa pblicaes arqueologa,porque sin una aproximacin de la prctica que contempleestos aspectos no hay futuro posible para la arqueologa2. Estas perspectivasde la arqueologa pblica ponen el acento en el proceso de reconocimientodel arquelogo como una actividad ms en el presente y de los objetosarqueolgicos como su producto. Este enfoque, ms que problematizar la

    objetivacin de los materiales arqueolgicos, aboga por intervenir en sugestin en los niveles jurdicos, polticos y econmicos (Ballart 1997).

    En contraste, las discusiones propiciadas desde Amrica Latinase centraron en el cuestionamiento de la arqueologa teniendo en cuentados dimensiones ineludibles de su trayectoria histrica en este continente:la situacin colonial (Haber 2004) y los movimientos nacionalistas

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    independentistas de principios del siglo XIX (Daz-Andreu 1999, Trigger1992). Por estos motivos, la arqueologa pblica se plante como una accincon el pueblo, comprometida con la diversidad de trayectorias histricamenteexcluidas e invisibilizadas (Dussel 1994, Funari y Robrahn Gonzlez 2006,Gnecco y Ayala 2011, Daz-Andreu 1999). En este caso, los procesos dereicacin de los materiales arqueolgicos en trminos patrimoniales estatalesfueron cuestionados, ampliando la mirada sobre la sociedad civil como parteconstitutiva de lo pblico (Pupio y Salerno 2013). Es as como, dentro deesta lnea de investigacin, se plantea la necesidad de generar investigacionescomprometidas con el contexto social, que incluyan abordajes crticos sobre

    los procesos de apropiacin del pasado arqueolgico en el presente.Con todo, la organizacin del primer WAC promovida desde el

    Institute of Archaeology (UCL) de Londres, Reino Unido, puso en primerplano las discusiones en torno a la dimensin tica del trabajo arqueolgico(Gero 2000). Uno de sus principales objetivos fue generar mecanismosinstitucionales con el n de ampliar la participacin en las discusiones dela disciplina a pesar de las relaciones de poder, privilegio y desigualdad queestructuran las diversas voces de los arquelogos (Shepherd 2005). As, en1986 el primer WAC se articul en torno a la toma de posicin poltica encontra del apartheidbajo el lema One World Archaeology, y cont con laparticipacin de arquelogos de ms de 70 pases. Adems, fue el primerencuentro internacional donde participaron representantes de pueblos yorganizaciones indgenas con el mismo estatus que los arquelogos. Porello, Funari y colaboradores (1999) han propuesto que la particularidadde esta organizacin radica en el hecho de haber sido el primer espaciointernacional que buscaba incluir al llamado Tercer Mundo. A la vez, unaserie de proyectos editoriales acompaaron la organizacin de los encuentrosy permitieron documentar las discusiones de los mismos3. Entre los temasque adquirieron mayor visibilidad a nivel internacional y que son de interspara este trabajo, se pueden mencionar las discusiones sobre las dimensionesticas de la arqueologa y el rol del profesional en la sociedad; las relacionesde poder al interior de la disciplina, la presencia de diferentes miradas yusos de las evidencias del pasado, la educacin y la diversidad de formas de

    construir narrativas sobre el mismo (Funari et al. 1999, Gero 2000).No obstante, y tal como recuerda Felipe Bate en el prefacio de La

    investigacin en arqueologa (1998), gran parte de esas propuestas no erannuevas y considerando el lugar de poder desde donde se enunciaron, el lemade permitir la participacin de distintos grupos histricamente sojuzgadospuede entenderse como un discurso altamente progresista y democrtico,

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    sumado a un paternalismo conmovedor(Bate 1998:12). Aplicado sin unarevisin crtica, las perspectivas visibilizadas desde el WAC pueden contribuira renovar los mecanismos para reproducir la desigualdad en las formas deproducir conocimiento. Desde las primeras formulaciones del WAC en1986, se han organizado seis encuentros ms. La idea original de conformarun One World Archaeology en el que se pudiera trabajar obviando lasdiferencias fue replanteada crticamente durante el quinto encuentro. Enese momento se reexion sobre la diversidad de arqueologas que el idealde unidad ocultaba y se propusieron caminos para generar la apertura ala multivocalidad entre los arquelogos y otros agentes involucrados en la

    produccin de conocimiento sobre el pasado (Shepherd 2005). En suma,puede decirse que tanto en los espacios promovidos en la SAA luego delCongreso de Taos como en el WAC, contribuyeron a visibilizar y legitimarla arqueologa pblica como asunto de reexin, accin e investigacindentro del campo disciplinar.

    E -

    Como se mencion anteriormente, los problemas abordados enel marco de la arqueologa pblica indagan los procesos de construccinde representaciones del pasado arqueolgico; los conictos implicadosen la formulacin de interpretaciones sobre el pasado; los movimientosde reicacin de los materiales arqueolgicos como parte del patrimoniocultural y los aspectos vinculados con su manejo, conservacin y usufructo;y las connotaciones sociales del trabajo arqueolgico. En todos los casos espreeminente la presencia del conicto en la articulacin arqueologa-sociedad,

    ya sea como consecuencia de la interpelacin de los trabajos arqueolgicospor parte de otros agentes sociales o por la bsqueda de estrategias parapromover su conservacin. El conicto que atraviesa estos problemas se derivadel lugar legitimado de los arquelogos como agentes autorizados para llevara cabo ciertos procedimientos y construir conocimiento sobre el pasado. Apartir de ello, las interrogantes en torno a las relaciones arqueologa-sociedadse formulan en relacin con el conocimiento arqueolgico y sus referentesmateriales como dos dimensiones a partir de las cuales la arqueologa adquiere

    sentido en las sociedades contemporneas. A continuacin, se discute eldesarrollo conceptual sobre el que se edicaron las bases epistemolgicasde este enfoque. Es destacable mencionar que las mismas se formularon enconjunto con propuestas tericas que tuvieron en comn el repensar losprincipios organizadores del conocimiento arqueolgico. Estos incluyeronel modo en que se abordan las relaciones individuo/cultura, grupo/contexto

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    sociocultural, estructura/proceso, resto material/material arqueolgico/conocimiento, arqueologa/presente (Pizarro 1995).

    El conocimiento arqueolgico en el presente

    El reconocimiento de la dimensin conictiva de la interpretacin delpasado debe ser entendido en el marco de las reformulaciones epistemolgicasde las ciencias sociales desde mediados de las dcadas iniciadas en 1960 y1970. En esos momentos, las losofas relativistas y crticas (el marxismoy estructuralismo, el antipositivismo, la teora feminista, entre otros)discutieron el lugar de los saberes cientcos como el producto de unaempresa racional y objetiva. En especial las tradiciones del estructuralismoy el marxismo tuvieron un rol fundamental en las formulaciones delas arqueologas postprocesuales de 1980 en el mbito angloamericano(Johnson 2000). Tal como este autor seala, el marxismo aplicado a losestudios arqueolgicos promovi el estudio de las desigualdades y las formasen que la ideologa oper en las sociedades del pasado. Adems a l plantearsecul es la carga ideolgica y en funcin de qu intereses se han desarrolladolos estudios arqueolgicos, tambin puso en el tapete al contexto en elque se producen los saberes sobre el pasado (McGuire y Navarrete 1999).Por su parte, las tradiciones estructuralistas promovieron el estudio de loscontenidos simblicos de la cultura material (Hodder 1989).

    En Latinoamrica la aplicacin del materialismo histrico al estudiode los restos arqueolgicos se desarroll tempranamente en las dcadas de1960 y 1970, con el nombre de arqueologa social latinoamericana (Bate1998). Esta lnea de pensamiento propugn una reconceptualizacin de la

    disciplina y de su objeto de estudio, as como del compromiso del investigadorcon la realidad de la que forma parte (Franco Salvi 2008, Jackson et al.2012). En el contexto de las luchas sociales y procesos revolucionarios queatravesaron el continente en ese momento, los arquelogos latinoamericanosque comenzaron a trabajar en esta lnea terica lo hicieron como una formade posicionarse polticamente, pues el conocimiento del pasado fue asumidocomo un instrumento esencial para actuar en el mundo presente (Sanoja yVargas 1999). Consecuentemente se discuti la supuesta neutralidad en laproduccin de conocimiento en arqueologa y se propuso que el estudio de lassociedades del pasado tiene sentido si aporta herramientas de comprensin delproceso histrico que puedan explicar las situaciones del presente (Lumbreras1974 [1984]). Por estos motivos, dentro de este posicionamiento se buscformular proyectos que impliquen enseanza, investigacin, promocin ydifusin del conocimiento mediante la investigacin arqueolgica.

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    La arqueologa social latinoamericana es el nico enfoque terico quepuede considerarse propio del subcontinente y tuvo resonancia en una minorade arquelogos en Per, Chile, Venezuela, Mxico, Canad y Argentina apesar de los contextos polticos antidemocrticos (Tarrag 2003). Su efectivapuesta en prctica en las interpretaciones arqueolgicas estuvo mediada pordichos contextos y tuvo poca visibilidad; por estas razones su inuencia hasido discutida (Tarrag 2003). En relacin con esta baja repercusin, Sanojay Vargas (1999) comentan que en la dcada de 1960 los arquelogos quetrabajaron en esta lnea terica lo hicieron mayormente de forma aislada.Estos autores tambin sealan que fue recin en la dcada de 1980 cuando se

    organizaron diversos grupos de discusin que permitieron dar continuidada los abordajes iniciados. Estas formulaciones son un temprano antecedenteen lo que se reere a las discusiones sobre el sentido de la arqueologa en lassociedades latinoamericanas. En la actualidad, esta lnea contina siendotrabajada en varios pases de Amrica Latina, enfrentando el desafo degenerar estudios prcticos que permitan una mayor articulacin entre elmarco terico del materialismo histrico y su aplicacin al estudio de lamaterialidad arqueolgica (Jackson et al. 2012).

    Para nes de la dcada de 1990 estas perspectivas, junto con losdesarrollos de las crticas relativistas en las ciencias sociales, llevaron a unreconocimiento general del carcter contingente del trabajo arqueolgico yla multivocalidad de las interpretaciones sobre el pasado (Johnson 2000). Alrespecto, fue revelador el concepto de tradicin inventada introducido porHobsbawm y Ranger (1988) para analizar diversas respuestas sociales frenteal torrente de cambios e innovaciones del mundo moderno. Las tradicionesinventadas son mecanismos de formalizacin y anclaje de prcticas socialesque utilizan el pasado como sustento, en funcin de elaborar respuestas asituaciones de cambio. Un punto que se deriva de este concepto y que tambinha sido discutido por otros investigadores sociales es el carcter construidode las nociones de tiempo y espacio junto con su importancia para elordenamiento de las experiencias de la vida social en modelos pensables,exteriores a la realidad que es ordenada (Elas 1989). Mediante objetos,marcas en el espacio, conocimientos y experiencias cotidianas, el pasado se

    funda en el presente. As, por ejemplo, en la sociedad occidental el tiempoorganiza un orden exterior de movimientos recurrentes representado enrelojes y calendarios, mientras que las representaciones de mapas y escalasestablecen referencias jas de las distribuciones en el espacio(Hernando2002). Dado que estas nociones tambin son categoras analticas utilizadaspara la produccin de conocimiento dentro de las ciencias sociales, su controlepistmico es ineludible (Bourdieu 2003).

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    Siguiendo estas formulaciones es posible decir que el pasado puedeser organizado, interpretado y valorado de acuerdo con diferentes marcos decomprensin elaborados desde el presente mediante relatos orales, materialesy/o documentos escritos. En estos procesos la arqueologa se presenta comouna va, entre otras, para generar conocimiento sobre el pasado. De estossupuestos se desprenden diversas interrogantes que nutren los estudios sobrelas relaciones arqueologa-sociedad. Los mismos contemplan las diversasformas en que se producen representaciones sobre el pasado arqueolgicoen funcin de contextos sociales e histricos especcos. En estos procesoslas relaciones de desigualdad que median la produccin de conocimiento

    sobre el pasado son un aspecto fundante y llaman la atencin sobre elposicionamiento de los arquelogos en los mismos.

    Los materiales arqueolgicos en el presente

    En cuanto a los sentidos que adquieren los materiales arqueolgicosen el presente, se ha destacado la capacidad evocativa de la materialidad,puesto que mediante los objetos, marcas en el paisaje y otros recursosde conocimiento se organizan representaciones del pasado con sentidosmetafricos. Desde un determinado contexto de relaciones institucionalese interpersonales el pasado es transformado y redenido como parte de latradicin y la memoria (Molyneaux 1994). A su vez, los estudios sobre lasmaneras en que se establecen criterios para distinguir lo que es consideradoun vestigio signicativo del pasado, retoman los estudios de la materialidaddesarrollados desde la dcada de 1990. Estos parten de entender al objetocon un rol activo y pleno en su relacin con los sujetos y con otros objetos

    (Cancino Salas 1999). En este sentido, los objetos son abordados comoentidades cambiantes, denidos cultural e histricamente. Siguiendo estoslineamientos, la manera en que los objetos se seleccionan y acumulan en losmuseos, las decisiones en torno a la conservacin de sitios patrimoniales, elalmacenamiento de saberes en libros como forma de registro de la memoria,no reeren a la preservacin de el pasado,sino a una particular perspectivadel mismo construida por agentes e instituciones en momentos particulares(Stone y Planel 1999).

    Estos procesos de objetivacin del conocimiento no puedenconsiderarse sin tener en cuenta que el pasado tiene en el presente un efectofundante, educativo y/o legitimador del presente y el futuro (Ballart 1997),que lo convierte en objeto de disputas simblicas con distintos nes y porparte de diversos agentes sociales (Hobsbaw y Ranger 1988). Dado queno puede ser jado denitivamente y su valor puede transformarse en un

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    recurso poltico y/o econmico, la organizacin del pasado a travs de surepresentacin material representa y condiciona la distribucin y el ejerciciodel poder en un determinado momento (Molineaux 1994). Varios estudioshan mostrado las diversas maneras en que la informacin arqueolgica ehistrica es utilizada para sustentar representaciones sobre el pasado enfuncin de intereses ideolgicos tanto de sectores hegemnicos como desectores subalternos (Bond y Gilliam 1994).

    Un ejemplo ampliamente estudiado en Amrica Latina es el uso dela arqueologa como parte del patrimonio cultural. Esta fue utilizada paravalidar las ideologas nacionalistas del siglo XIX y en la actualidad tambin es

    utilizada para desnaturalizar y confrontar los mismos discursos nacionalistas(Ayala 2005, Gnecco y Ayala 2011, Jofr et al. 2009, Nastri y Menesez Ferreira2010, entre otros). Lo importante de la existencia de estas representacionescontradictorias es que nos remiten a la seleccin, organizacin y apropiacinde saberes y objetos a travs de prcticas de diversos tipos. De la misma manerapueden mencionarse la mercantilizacin de materiales arqueolgicos comoinsumo para la actividad turstica. En esta actividad, las relaciones humanasse transforman y la cultura se comercializa en benecio de algunos sectoressociales bajo la promesa del desarrollo para todos (Aug 1998 [1977]). Lasruinas, objetos y paisajes arqueolgicos son vendidos y consumidos comoimgenes del pasado, conformando representaciones sociales de experiencias,legados e identidades. Estos procesos de construccin y mercantilizacinde imgenes del pasado son parte del conjunto de procesos mediticos deconstruccin de representaciones del pasado (Russell 2006). Los mismos danlugar a procesos de resignicacin de la arqueologa no slo como vnculoentre pasado y presente, sino tambin como proyeccin hacia el futuro.

    Al respecto se ha mostrado que los conocimientos en torno areferentes arqueolgicos en los medios masivos suelen ser utilizados parareforzar estereotipos y legitimar situaciones de desigualdad, as comosostener/refundar construcciones identitarias especcas (Hall 2004,Seymour 2004, Hernndez 1997, Salerno y Pupio 2009, entre otros). Encontraparte, se ha mostrado que ciertas representaciones de la arqueologason transversales a los distintos recursos literarios (novelas) y medios escritos

    y audiovisuales analizados (televisin, cine, diarios), as como a los distintoscontextos socioculturales donde circulan esos productos culturales. Estasrepresentaciones conforman imgenes estereotipadas de la disciplina cuyoacento se pone en el estudio del pasado, la aventura y el misterio, por ello,Simpson (2009) seala que estos estereotipos cumplen una doble funcin: porun lado, rearman lugares comunes que dotan a la arqueologa de fantasa y

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    atractivo, constituyndola en un producto deseado por el pblico; por otro,este autor observa que las mismas representaciones permiten construir unadistancia prudencial entre el pblico y la arqueologa profesional, identicadacon el ejercicio de sujetos responsables y preparados para tal n.

    R

    En este trabajo se reexion sobre la emergencia de las relacionesarqueologa-sociedad como objeto de investigacin dentro del campoarqueolgico. A partir del anlisis realizado, podemos plantear que la

    signicatividad de la arqueologa pblica reside en el reconocimiento deque la arqueologa es una actividad social mediada por mltiples contextos,cuyo sentido es parte del presente, donde la confrontacin y las diferenciasen las interpretaciones del pasado son constitutivas. En un contexto sociale histrico especco, el desarrollo de la arqueologa pblica como lneade investigacin conllev la discusin de ciertos aspectos naturalizadosdentro del campo de la arqueologa. Lo entendido como natural es productode un prolongado olvido de la historia que requiere ser revisado, en tanto

    esta operacin permite visibilizar contextos sociales e histricos as comorelaciones de poder, a partir de las cuales adquieren sentido ciertos problemas,objetos y categoras de investigacin (Bourdieu 2003). En este caso, losaspectos naturalizados reeren al modo en que los procesos de produccinde conocimiento arqueolgico estn mediados por diversos usos del pasadoen el presente; la construccin de sentidos en torno a la materialidadarqueolgica y el lugar de los propios arquelogos en el contexto social. Ensuma, llegando a nes del siglo XXI, las relaciones arqueologa-sociedad

    dejaron de entenderse como dadas y necesarias para comenzar a ser objetode anlisis.

    As se generaron nuevas interrogantes y expectativas en torno a laprctica arqueolgica, cuyas posibilidades concretas de desarrollo estuvieronlimitadas por las condiciones materiales y polticas particulares en que serealiza la investigacin. Esto explica que dentro del campo arqueolgico seasuman como principales antecedentes para el surgimiento de la arqueologa

    pblica las propuestas elaboradas desde el World Archaeological Congressy no se tengan en cuenta otros antecedentes como los de la arqueologasocial latinoamericana retomados en este trabajo. Revisar las trayectoriasy genealogas que se legitiman en torno a la construccin de una lnea detrabajo, como en este caso la arqueologa pblica, es indispensable no slopara visibilizar la heterogeneidad de prcticas y locaciones que la constituyen

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    en la actualidad. Adems, el reconocer trayectorias alternativas permitevisualizar las relaciones de poder que median la produccin de conocimientoen arqueologa y que se sostienen mediante la armacin de genealogasuniversalizantes (Mignolo 2003).

    Desde la arqueologa pblica se desarrollan diversos abordajessobre las relaciones arqueologa-sociedad que centran la atencin tanto enproblematizar las modalidades del trabajo arqueolgico como una actividadms en el presente, hasta la reivindicacin de posicionamientos por partedel profesional en relacin con los sujetos y narrativas sobre el pasadoque se investigan. Estas diferencias se derivan no slo de las trayectorias

    institucionales e histricas de los espacios de formulacin: tambin suponendismiles criterios para la denicin de problemas y modos de resolverlos.Las mismas nos remiten a diferentes construcciones de sentidos sobre lasrelaciones arqueologa-sociedad como objeto de estudio que conllevanmaneras de entender por qu y para quin se hace arqueologa en laactualidad. Por estos motivos, se hace necesario un enfoque que contemplelos procesos histricos mediante los cuales la arqueologa se legitim comoactividad social en un determinado lugar.

    En relacin con ello, un ejemplo es el caso de los estudios arqueolgicosen Amrica Latina, donde el estudio de los materiales arqueolgicos seorganiz mediante la naturalizacin y universalizacin de la historia depoblaciones indgenas dentro de un esquema temporal europeo (Haber2004, Londoo 2007). En estos movimientos se elaboraron discursos dealteridad en los que el nosotros fue representado por la sociedad europeaoccidental (Dussel 1994, Salerno 2012). En las ltimas dcadas, los esfuerzos

    por desandar esa tradicin eurocntrica posibilitaron nuevos caminos quedirigieron la atencin sobre la necesidad de una prctica arqueolgica queaborde problemas y necesidades locales. Sin embargo, esta prctica comenza ser posible slo en el marco de la estabilidad poltica y social derivada de lainstauracin de regmenes democrticos durante el ltimo cuarto del siglopasado (Politis 1995). En ese momento se puso en primer plano la necesidadde una reorganizacin poltica, social, econmica y educativa, lo que en elcaso de la arqueologa propici visualizar las discusiones sobre su proyeccin

    social en distintos niveles (normativo, educativo, trabajo participativo). Sinembargo, desde mediados de la dcada iniciada en 1990, la implementacinde polticas multiculturales favoreci prcticas tendientes a visibilizar ladiversidad como una nueva estrategia de encubrimiento y reproduccin de ladesigualdad. En el campo de la arqueologa, se ha observado que la gestindel patrimonio arqueolgico impulsada desde este tipo de polticas implic

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    la reproduccin de estigmatizaciones y esencialismos en torno a la historia delos procesos de poblamiento indgena y, en consecuencia, la actualizacin delas herencias coloniales mencionadas anteriormente (Gnecco 2009).

    Es as como en la actualidad la arqueologa pblica en Amrica Latinaenfrenta diversos desafos que adquieren particularidades de acuerdo conlos contextos histricos, polticos y econmicos de cada pas. Un aspectoque consideramos transversal se relaciona con las relaciones de alteridadque organizan los relatos histricos, en tanto gran parte de la arqueologalatinoamericana aborda el estudio de procesos poblacionales que remiten ala historia de otros, excluidos de las identidades nacionales (Haber 2004,

    Londoo 2007, entre otros). En otro trabajo, se ha planteado que estadualidad forma parte del modo en que la materialidad arqueolgica se hacepresente en el marco de distintos procesos de identicacin y categorizacinde sujetos (Brubaker y Cooper 2001), mediando los procesos de apropiacindel conocimiento sobre el pasado arqueolgico ligados a situaciones concretasy que incluyen relaciones identitarias, econmicas y polticas. De la mismamanera, estas relaciones de alteridad y desigualdad median el modo en quelos arquelogos se posicionan como productores de conocimiento en relacincon otros agentes sociales (Salerno 2012).

    Para nalizar, es importante destacar que estas particularidades, queafectan a las formas de construir sentidos en torno a la arqueologa en elpresente, son parte de las contradicciones a partir de las cuales se erige laefectiva puesta en prctica de la arqueologa. Las mismas se relacionan tantocon el lugar de los profesionales y el discurso que se sustenta como con elcontexto social en que se producen y distribuyen los conocimientos. Por ello,

    entendemos que la reexividad, como movimiento que implic el desarrollode tendencias dirigidas a incluir dentro de los proyectos de investigacin, larevisin sobre los modos en que se produce el conocimiento y en particularsobre el papel de los cientcos en esos procesos (Hidalgo 2006), esconstitutiva de los abordajes de la arqueologa pblica. Entendida de estamanera, la arqueologa pblica se constituy en una lnea de investigacinque no slo nos invita a pensar la arqueologa como una actividad que selleva a cabo en mltiples contextos mediados por la sociedad; tambin nos

    interpela en relacin con las implicancias polticas de la produccin deconocimiento histrico.

    Agradecimientos: este trabajo fue realizado como parte de una becapostdoctoral nanciada por CONICET y en el marco de dos proyectosmayores: UBACyT EXP-UBA N 18829/2010 (2011-2014), PICT 2010-

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    1517 (2011-2013). Se agradece a los evaluadores, Mara de Hoyos, DoloresEstruch, Maximiliano Rua, Liliana Sinisi, Laura Cerletti, Alejandra Pupioy Natalia Mazzia, quienes con sus lecturas y sugerencias colaboraron aenriquecer las discusiones presentadas en este artculo.

    Notas1 Junto con la gran cantidad de pginas donde se dedica un espacio a la arqueologa pblica, tambin exis ten

    pgina s web dedicadas especcamente al tema: http://www.publicarchaeology.org/; http://ww w.publicar-chaeology.eu/; http://publicarchaeology.blogspot.com/; http://ww w.arqueologiapublica.es/

    2 Los autores incluyen esta reexin como parte de una propuesta de modicacin de los planes de estudiosde la enseanza de la arqueologa en Estados Unidos. En su argumentacin proponen que la preparacinbsica de los arquelogos profesionales debera incluir contendidos relacionados con las reglamentaciones

    legales y ticas que regulen la prctica profesional con relacin a las formas de interaccin entre arquelogosy distintos pblicos, entre ellos, los nativos americanos.

    3 Entre las publicaciones propias se encuentran las actas de los encuentros World Archaeological Bulletins;una lnea editorial en la que se compilan trabajos en torno a temticas part iculares bajo el lema One World

    Archeology (OWA) y tre s revista s:Archaeologies, cuya primer edicin es del ao 2005;Journal o Environ-ment and Culturedesde el ao 2004; yArqueologa Suramericana/Arqueologa Sul-Americana, desde el ao2005. Es la nica revista del WAC publicada en castel lano.

    C

    D J

    (D A, U T, C:@. )

    El artculo de Virginia Salerno despliega una reexin terica y ticade gran inters para nuestra disciplina, posicionndose desde la miradaparticular de la arqueologa pblica. A partir de reconocer que las relaciones

    entre arqueologa y sociedad estn mediadas por mltiples contextos ydiversos agentes sociales, la autora enfatiza la importancia de las relacionesarqueologa-sociedad como objeto de estudio, en tanto su prctica generaconocimiento cientco como en cuanto (re)signica el vnculo entre pasadoy presente. Por ende, tanto el quehacer profesional como su problema deinvestigacin conllevan implicancias polticas para la produccin delconocimiento histrico en las sociedades contemporneas.

    La reexividad arqueolgica, fruto del postmodernismo en lasciencias sociales, es una motivacin subyacente que se expresa de maneraconstante en este artculo. Para contextualizar la coyuntura social y polticaque permiti el desarrollo de esta lnea de investigacin, Salerno nos proveede una perspectiva global para luego focalizarse en su devenir postcolonialen las Amricas. Aunque el concepto fue acuado por McGimsey (1972),la arqueologa pblica gan presencia durante la dcada de 1980 a travs

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    de congresos internacionales como el primer World ArchaeologicalCongress (WAC) en Southampton y la reunin de la Society for AmericanArchaeology (SAA) en Taos. Cabe notar que estas iniciativas fueronpromovidas por profesionales anglo-parlantes como Peter Ucko y AliceKehoe, respectivamente. La autora sugiere que ambas instancias marcanun cambio paradigmtico, ya que relativizan el conocimiento arqueolgicocomo parte de una industria cultural donde los objetos cientcos adquierensignicatividad y productividad (Daston 2000) en relacin con unpblico determinado por trayectorias histricas, polticas, econmicas einstitucionales, entre otras.

    Desde entonces los arquelogos no se sitan en una plataformaneutra, sino que se posicionan como agentes sociales que estn en constanteinteraccin dentro de una red de relaciones con diferentes dimensiones yalcances. Lo anterior supedita la validez de los saberes arqueolgicos, y de susreferentes materiales, al medio en los cuales se producen y circulan, adems decmo participan y son apropiados por mltiples voces. Este posicionamientocoyuntural deja de maniesto la necesidad de generar cdigos ticos paraanticipar el adecuado desempeo de la arqueologa profesional en zonassumamente politizadas del Tercer Mundo o en pases en vas de desarrollo,como, por ejemplo, el WAC hizo para boicotear el apartheiden Sudfrica.Asimismo, este reconocimiento social cuestiona la legitimidad y autoridaddel discurso arqueolgico en otras situaciones coloniales, donde se articulanrelaciones asimtricas de poder que invisibilizan discursos subalternos.

    En Amrica Latina, por ejemplo, tambin a partir de la dcada de1980, ciertos grupos indgenas y minoras tnicas comenzaron a exigir su

    participacin activa en la construccin del conocimiento arqueolgico, enel manejo de bienes culturales que forman parte de su herencia cultural, ascomo en las consecuencias polticas de su interpretacin sobre el pasado y desu representacin en el presente (Gnecco y Ayala 2011). Aunque no se reerea un caso etnogrco en particular, Salerno ejemplica lo anterior a travsde la Arqueologa Social Latinoamericana. Como nica manifestacin de laarqueologa pblica que se desarrolla de manera autnoma en Sudamrica,esta lnea compromete el rol del investigador como un interlocutor vlido

    con la sociedad a la cual pertenece o se hace parte (Lumbreras 1974, C.Tantalen 2004, Tantalen et al. 2012). Pero cmo justicar el rol de laarqueologa como ciencia social si no es a travs de un posicionamientopoltico?

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    Concuerdo con la autora en su reexin sobre la arqueologaprofesional, ya que su quehacer cuestiona las dimensiones del objetode estudio (epistemolgicas y ontolgicas) as como los agentes socialesimplicados (arquelogos y pblicos). Se hace inminente una ampliacindel campo de batalla (Gnecco 2006, citando a Houellebecq 1997) paravalidar voces alternativas al autoritarismo acadmico que plura licen lasinterpretaciones del pasado y, por tanto, las proyecciones del futuro (Russell2006). A mi parecer, la batalla se da en cuanto a la comodicacin de losbienes culturales mediante las actuales polticas de mercantilizacin delpatrimonio arqueolgico que han sido apropiados por discursos y prcticas

    hegemnicas, incluso tras los largos procesos de transicin a nuevas formas dedemocracia vividas en el Cono Sur. Salerno recalca el rol que la comunicacinmeditica juega en la deslegitimacin poltica de los estados nacionales; noobstante, no se pronuncia sobre el hecho de que la arqueologa pblica es laque facilita este proceso, dejando de manera implcita y no articulada lo que,en mi opinin, es un argumento central en su trabajo.

    En suma, el artculo de Virginia Salerno nos aporta una necesariareexin sobre los quehaceres y saberes arqueolgicos. Aunque su desarrollolatinoamericano diere al angloamericano, la arqueologa pblica esuna alternativa vlida para la investigacin social, ya que permite a losprofesionales adoptar un rol estratgico como interlocutores en un dialogohorizontal y contribuir, mediante la prctica de esta disciplina cientca, alos actuales procesos de descolonizacin que se viven en Amrica del Sur.

    L M F

    LaarqueoLogasiemprefuepbLica

    (L M I A/UF P; CNP/B: @..)

    El artculo de Virginia Salerno tiene una virtud rara. Todos quienesya lo intentaron saben cun complejo es escribir textos de sntesis. Revisarlneas de investigaciones, siempre tan heterogneas, intrincadas y dispersas,como ya lo es la arqueologa pblica, requiere vulgarizar sin vulgaridad.

    Salerno logr hacerlo con sosticacin. Pero yo me pregunto, a esta altura delos acontecimientos mundiales, si realmente necesitamos textos de sntesissobre arqueologa pblica.

    La tarea me parece ser problematizar la propia existencia de la arqueologapblica, y no, como pretende Salerno, homogeneizar sus diferencias y temas,

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    deniendo a sus bases epistemolgicas y ontolgicas comunes. Hay tantasepistemologas y ontologas como tambin arqueologas. Denitivamente,arqueologa pblica no es lo mismo que arqueologa comunitaria, comosugiere Salerno. Como dira Foucault, cada campo disciplinario eligesus instituciones, eventos y precursores. Mas, mientras sean referenciasimportantes, a las genealogas de la arqueologa pblica no hay que buscarlasen la primera reunin del WAC (1986) o en el Taos Conference (1988) delSAA; tampoco la arqueologa social latinoamericana, por ms polticamenteradical que haya sido y todava lo sea, es un antecedente olvidado de laarqueologa pblica.

    La arqueologa pblica nunca fue polticamente radical, no obstantesu retrica sobre reexividad, conictos de interpretacin, logocentrismo delconocimiento arqueolgico y multivocalidad, entre otras cacofonas. Paradecirlo con una paradoja, siempre hubo arqueologa pblica. Su genealogaremite al siglo XVIII. Aquellos que escriban sobre arqueologa hacanprescripciones sobre los usos del pasado. La articulacin arqueologa-sociedad en el presente no es una invencin de la arqueologa pblicacontempornea, como quiere Salerno.

    El estudio moderno del pasado, inicialmente a travs de la lologa,de la arqueologa y de la historia esto, al menos, desde Vico, se convirtien Occidente en principio epistemolgico, ndice de la organizacin polticadel presente y brasa de la imaginacin utpica de las proyecciones futurasde la sociedad. Este giro epistemolgico se acentu en el siglo XVIII: a laactualidad se pas a interrogarla ltrndose el pasado, seleccionndolo paracircunscribir la singularidad de una trayectoria histrica, un nosotros que

    apelara a una conguracin cultural singular. Es en este sentido que ellasiempre fue pblica. Estuvo siempre asociada a la construccin del mundoliberal y colonial. Para dar un ejemplo, basta ver el debate de GordonChilde con Malinowski y Radclie-Brown, en 1946, sobre cmo utilizarla arqueologa en las prcticas coloniales inglesas (Childe 1946). Comoargument Bruce Trigger (1992) hace ms de dos dcadas (uno de los autorescitados por Salerno), la arqueologa se constituy como ideologa para laclase media. La disciplina sirvi y ha servido, en la actualidad, a las empresas

    colonialistas, nacionalistas e imperialistas. En el mundo contemporneo,la arqueologa pblica, no obstante su discurso libertario, ha cumplidolargamente funciones reaccionarias: ha actuado para pacicar los conictospor la representacin del pasado y promover polticas liberales, nacionalistasy neocolonialistas.

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    As es que Salerno debera investigar mejor lo que motiv a CharlesMcGimsey (1972) a forjar el concepto de arqueologa pblica. Por supuestolo que impeli McGimsey (1972) fue la legislacin que surgi, en EstadosUnidos al nal de los aos 1960, sobre Cultural Resource Management(CRM). McGimsey, y tantos otros arquelogos, estaban preocupados conla destruccin acelerada de sitios arqueolgicos conducida por los proyectoscapitalistas de desarrollo. Pero aqu no reposa slo la buena conscienciaromntica de la preservacin, el llamado iluminista del pblico para laconservacin de los recursos culturales. Al contrario, la CRM y la arqueologapblica de McGimsey estuvo al servicio de las empresas capitalistas,

    viabilizando la liberacin de las obras de ingeniera y los negocios tursticos.Aqu naci, bien nutrida y vigorosa, la arqueologa de contrato. Ciertamenteque la arqueologa procesual y su econothink, que emergi en este mismocontexto, se beneci con muchos recursos para la investigacin. Con todo,como recientemente argument Patty Jo Watson (2008), una de las grandesexponentes del procesualismo, hoy ms del 90% de la arqueologa practicadaen Estados Unidos es hecha por contrato. La arqueologa pblica est rmeen las manos de la arqueologa de contrato, cimentando las estructuras de

    proyectos capitalistas.En Brasil, 98% de las investigaciones arqueolgicas tambin se da por

    contrato. Todas ellas se legitiman como arqueologa pblica o educacinpatrimonial, como eufemsticamente la llaman en Brasil. En Argentina, comoen otros pases sudamericanos, la arqueologa de contrato ya se posicionaen el escenario acadmico. La justicativa es siempre bien intencionada ypintada con los colores de la arqueologa pblica: s, los proyectos liberales dedesarrollo destruyen los sitios, pero ac estamos nosotros para salvar el pasadoy educar a la gente. As, la cuestin de la existencia de la arqueologa pblicacontempornea es que ella asociase al discurso liberal, consubstancindoseen el mercado y reproduciendo las desigualdades sociales con retricaspatrimoniales.

    Salerno, adems, aminora el rol de los movimientos civiles para elsurgimiento de la arqueologa pblica en los aos de 1970. Sin la vitalidadde los movimientos sociales no habra arqueologa pblica en la acepcin

    corriente. McGimsey y Davis (2000) tienen razn: sin arqueologa pblicano hay futuro posible para la arqueologa. Es verdad pues los movimientossociales no dejaran que arquelogos y arquelogas trabajasen! As es quelos movimientos civiles de los pueblos originarios y afroamericanos (conel apoyo poltico de pocos arquelogos y arquelogas), en Estados Unidos,impulsaron, respectivamente, la aprobacin en 1990 de laNative American

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    Graves Protection and Repatriation Act, y la formacin, a partir del nalde los aos de 1960, de la arqueologa de la dispora africana. Con todo,pasadas ms de cuatro dcadas desde su aparicin histrica como lnea deinvestigacin, la arqueologa pblica se ha transformado en una convencindisciplinaria, acomodndose al mundo liberal y recongurando identidadesnacionales y neocoloniales. A esto respecto, coincido con el arquelogosocial latinoamericano Felipe Bate (1998): la arqueologa pblica puedeentenderse como un discurso altamente progresista y democrtico, sumadoa un paternalismo conmovedor.

    H TporquunaarqueoLogapbLicasubtituLada?

    (U N M S M, I E A,P: @.)

    En su artculo, Virginia Salerno recorre el camino que la (auto)denominada arqueologa pblica anglosajona ha recorrido en los ltimos30 aos. Hace una historiografa de este devenir y encuentra sus fuentes enel WAC de los aos 80. Como se puede reconocer (y ella misma hace), estees un camino hecho en el andar, en conversaciones hechas en ingls desdeuna perspectiva eurocntrica en la que el objeto de estudio comienza adevelarse y revelarse como interlocutor en dicho andar. Afortunadamente,Salerno se da cuenta de algo que muchos han querido ignorar u ocultar,obviamente por su carga subversiva antes y ahora: los pueblos y los colectivosmarginados y explotados han tenido la oportunidad en ocasiones de expresarsu disidencia con occidente y, en especial, con respecto a esa disciplinacientca llamada arqueologa. As, pues, Salerno recuerda a los lectoresque, por ejemplo, la ASL, siguiendo esos movimientos reivindicativos dela dcada de los 60, tuvo un inters claro y fundamental en integrar a lasociedad como tal, dentro de su propia agenda, desarrollo terico y prctico:la sociedad era su inicio y n. Independientemente de que se haya recordadoeso o no, muchas de las tradiciones del mundo anglosajn tuvieron algnacercamiento al marxismo desde el marxismo clsico, pasando por la teora

    crtica hasta el denominado postprocesualismo. As, pues, el camino de losarquelogos nunca ha estado alejado del pblico realmente. De hecho, elreconocimiento de una arqueologa pblica no es ms que la teorizacinde una realidad concreta: la arqueologa se hace en sociedad, convive con lasociedad y se entrega a la sociedad. As, pues, es impresionante como hemostenido que esperar a que los anglosajones (especialmente la UNESCO y deque tal forma) nos tengan que recordar ese carcter pblico de la arqueologa.

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    Alejndome del texto mismo de Salerno que, por cierto celebroporque hace clara la existencia de una arqueologa latinoamericana en smisma y que ha generado importantes planteamientos para solucionar suspropias relaciones, originariamente problemticas, con las comunidades ogrupos sociales, creo que ms que nunca los arquelogos debemos dejar derecordarnos entre nosotros mismos y ms bien veamos ese aspecto polticoomnipresente en la vida humana y, sobre todo, la latinoamericana. Comosabemos, la historia latinoamericana est atravesada de diferentes sucesosrevolucionarios y movimientos polticos que apoyaron y caminaron con y allado de los pblicos latinoamericanos. En mucho casos, mucho antes de la

    aparicin de esta denominada arqueologa publica ya haban procesos enterritorios latinoamericanos que hicieron o propusieron tal cosa no con esenombre pero s con el mismo objetivo que es, al n, lo que debe importar.Slo por ser peruano, me gustara y me toca recordar lo que haca Julio C.Tello o Luis Valcrcel. Ellos estuvieron, sin lugar a dudas, practicando unestudio del pasado relacional con las sociedades contemporneas dentro delo que se podra denominar ya arqueologa en el Per. Asimismo, fueron losprimeros en el Per en establecer claramente un proyecto poltico dentro

    del estudio del pasado que inclua a las comunidades indgenas. En primerlugar, porque el mismo Tello era un indgena y Valcrcel haba vivido todasu niez y juventud en el Cusco dentro de una importante comunidad deindgenas. Estamos hablando de la poca de 1910 a 1930, especialmentedonde ocurre algo llamado indigenismo. En Per, como en muchas reas deLatinoamrica, exista una serie de ideologas y discursos que las acompaabanrelacionados con el indgena. Posiblemente el caso mexicano es mucho msque nunca oportuno aqu. As, pues, los arquelogos profesionales debemos

    recordar que los arquelogos somos parte de este proyecto occidental quenos ha extirpado de nuestras sociedades originarias a travs de nuestraformacin profesional y nos ha ensimismado en la ciencia. De hecho, nuestraformacin nos ha contenido y aislado de la cosmovisin o perspectivas de lascomunidades con las que trabajamos. Tan alienados estamos que creemosque dirigiendo tericamente y compasivamente nuestra mirada hacia lascomunidades o pblico hemos ganado el cielo de los arquelogos a travsde nuestra solidaridad y generosidad humana. Sin embargo, los pueblos

    originarios hace mucho tiempo que tienen dignidad y se precian de ella.Que los arquelogos les prestemos atencin o no es un accidente dentro dela historia del pensamiento arqueolgico, que tarde o temprano tena quesuceder dadas las circunstancias econmicas y polticas que compartimos engeneral. As, pues, creo que hace tiempo existe un pblico que espera o noque los arquelogos y el Estado mismo los tome en cuenta. En todo caso, me

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    parece importante que comencemos a voltear la mirada al pblico (muchasveces desconcertados y/o desinteresados de nuestras prcticas) y veamos quedetrs de esos objetos que tanto deseamos para nuestra investigacin existenpasiones, vidas y deseos que las comunidades tambin necesitan recuperary cristalizar y a travs de su encuentro con ellos expresarse en un mundoque cada vez, paradjicamente, tiene menos espacios para escuchar a lavida humana. En ese objetivo, los arquelogos y arquelogas debemos serms que colegas, compaeros: estar cerca de las comunidades y acudir a sullamado, no por una cuestin tica, terica (ontolgica o epistmica) sino,sobre y ante todo, por una cuestin humana.

    R

    En primer lugar agradezco a todos los comentaristas, pues susaportes enriquecen las discusiones del presente artculo. Acuerdo con ellosen que siempre existieron las reexiones sobre la articulacin arqueologa-sociedad, pero esto no signica que las mismas se consideren un aspecto aser investigado dentro del campo. Aqu se postula que fue en la dcada de

    1980 cuando estos aspectos comenzaron a delinearse como un problema a serinvestigado dentro de la arqueologa, como parte del desarrollo de la llamadaarqueologa pblica. En este movimiento fueron primordiales los reclamosde diversas minoras sociales, as como las revisiones epistemolgicas dentrode las ciencias sociales. Estos evidenciaron la dimensin poltica y el conictoinherente en la investigacin arqueolgica. Sobre ello cabe preguntarse, porqu en un momento determinado se teoriza sobre una realidad concreta?De qu manera se conforman las relaciones con un determinado objeto de

    conocimiento?Lejos de realizar una sntesis y homogeneizar los diferentes estudios

    elaborados desde entonces, este artculo indaga sobre las condiciones queposibilitaron la emergencia del tema como objeto de investigacin con elpropsito de discutir las relaciones conceptuales que sustentan sus basesepistemolgicas y ontolgicas. Result apropiado trabajar con un enfoquebiogrco que entiende los objetos cientcos como entidades histricas y

    situadas. En este camino he revisado diversas sntesis sobre la trayectoriade la arqueologa pblica. Es sabido que la formulacin de historiasdisciplinares puede generar una seleccin de circunstancias no reexiva dela propia prctica, propiciando la auto-legitimacin de la misma. Encuentroeste problema en el recorrido trazado por Merriman (2004) y ampliamentedifundido. Por ello indagu sobre diversas trayectorias y aspectos que

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    propiciaron la visibilidad de los problemas elaborados en la arqueologapblica. Para Latinoamrica se destac especcamente los aportes de la ASLcomo antecedente que precede al primer WAC. Es la desconsideracin deestos antecedentes y de la agencia que los sustenta, lo que Felipe Bate criticacuando describe el discurso del primer WAC como altamente progresista ydemocrtico, sumado a un paternalismo conmovedor(Bate 1998:12). Talcomo seala Tantalen, en nuestro continente tambin son importantes losaportes generados desde los movimientos indigenistas a lo largo del siglo XX.El recorte establecido responde al propsito del artculo, que es reexionarsobre la construccin de un objeto de investigacin dentro del campo de la

    arqueologa.En la actualidad, existen diferentes prcticas asociadas con la

    arqueologa pblica, que reconocen diferentes antecedentes. Los mismospueden considerarse a partir de los desplazamientos de la nocin de pblico.Por un lado estn los trabajos norteamericanos de la dcada iniciada en1970, que acompaaron la objetivacin de los materiales arqueolgicos enbienes culturales, con nuevas modalidades de exposicin y un crecienteproceso de mercantilizacin. Aqu, lo pblico engloba a los no-arquelogosen una diferenciacin jerrquica y asimtrica. El desenvolvimiento de estosenfoques estuvo en sintona con las polticas multiculturales de 1990,que promovieron la gestin del patrimonio arqueolgico, reproduciendoestigmatizaciones. No se discute esta lnea de trabajo porque esta nopromovi la investigacin sobre las relaciones arqueologa-sociedad, sinociertas prcticas vinculadas a la gestin y comunicacin del conocimiento.En la actualidad estas prcticas contribuyen a la complejidad del temanutriendo la perspectiva conservadora referida por Menezes Ferreira.Adems, los conictos derivados de estas prcticas muestran la desigualdady los mltiples intereses en relacin con la arqueologa. Por otro lado, losdesarrollos de la arqueologa pblica formulados en el WAC partieronde lo pblico como esfera de interaccin en la que participan diversosactores sociales, formas de organizacin, de comunicacin y de construccinidentitaria. As se plantearon interrogantes que propiciaron la investigacinen torno a estos procesos. El artculo se centra en esta perspectiva porque

    tiene un importante potencial para discutir las relaciones desiguales quemedian los procesos de investigacin arqueolgica, as como los procesos decirculacin, negociacin y resignicacin del conocimiento y materialidadarqueolgica en la esfera pblica. En esta lnea de trabajo, tambin sedesarrollaron acciones que impulsan diversas maneras de participacin.

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    Para nalizar, quisiera responder a un comentario especco deMenezes Ferreira. Tal como se plantea en la introduccin, las denominacionesen discusin (Public Archaeology y Comunity Archaeology) remiten aposicionamientos diferentes y no se asumen como sinnimos. Profundizaren esta discusin requerira adems incluir a otras denominaciones, como esel caso de las llamadas arqueologas indgenas, nativas, relacional, entre otras.Entiendo que esta pluralidad da cuenta de perspectivas fragmentarias que esnecesario superar para poder construir abordajes estratgicos y conjuntos.Al respecto, la nocin de pblico, como eje descriptivo y analtico de laactividad arqueolgica, tiene un gran potencial. Por estos motivos prioric

    discutir aspectos epistemolgicos y ontolgicos que hacen a la denicin delas relaciones arqueologa-sociedad como un objeto de estudio.

    B

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