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2 . ARQUEOLOGIA ANIMALESNOCOMESTIBLESSONTEMIBLES PorOLGAF .LINARES UnAnálisisdelArtePrecolombinodelasProvincias Centrales "Sistemasderepresentación visualque obedecenapatronescul- turales,al igual queotras clases de códigos,sirvenparaordenar ex- periencias y subdividirlas encategorías comprensibles » . (N .Munn 1966,pág . 336). Algunossistemasgráficosnosólomantienenalorden,sinoque promueveneldesorden ;nosóloclasifican,sinoqueincitan .Esta doblefunción-ordenarexperienciasymovilizarsentimientos- caracterizólaproducciónartísticadelasprovinciascentralesde PanamáduranteelúltimomilenioantesdelaConquista(Linares, 1976,enprensa) .Sugerimosaquíquelosdibujosanimalesenlos estilosConteyMacaracas,(600-1,200d . J .C . ; verLothrop1937, 1942 ;Ladd1964 ;Cooke1972),ademásdeserdecorativoseran también¡cónicosorepresentativos,yaquecompartíanunpareci- doensusrasgosconsereshumanosactuandoenciertaforma,y ocupandociertasposiciones .Encalidaddesistemaiconográfico, elartedeestazonasirvió,tantoparainfundirhostilidadentregru- pos,comoparadiferenciarindividuosdealtorangoyprestigiome- diantelapinturasobreel cuerpoy elusodeobjetosdecorados,en ritosfúnebres . Noshemosabstenidoaquídetodainferenciasobreelposible significadomitológicoocosmológicodeestearte .Consideramos queestosmotivossonunasub-clasede representación colectiva, otradelascualesdebióserlareligión .Vincularelarteconelmito puedesertarealegítima,yamenudoimprescindible,paraladebi- dacomprensióndelartedentrodeuncontextoetnológicoactual (e .g. Leach,1954 ;Lévi-Strauss,1947 ;Devereux,1961 .Peroel derivarunodeotro,comosuelenhacerloaquellosquere-constru- yenésteoaquel"dios"apartirdetalocualmotivo (e .g .Jorale- mon,1971 ;Roe,1974),essimplementeunejercicioestéril,La iconografíadeSitioConteindudablementereflejóensutiempoun sistemacoherentedeideasycreencias ;peroaellasnotenemos hoyendíaaccesoalguno .EnPanamá,losprimerosespañolesno transcribieronmitosniritos ;lassociedadesindígenasdesaparecie- rondelasprovinciascentralespocodespuésdelaConquistaylos actualesmoradoresdedichazonatienenpocoquevercone¡pasa- dopre-colombino,Teniendoencuentaestosfactores,procedamos aunanálisisdeunatradiciónartísticaqueflorecióenCoclé,Vera- guasylapenínsuladeAzueromilañosatrás . Engeneral,elartedeestazonasecaracterizapor :a)latenden- ciaaconstruirmotivosconatributosdeanimalespartiendodeun 35

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2. ARQUEOLOGIAANIMALES NO COMESTIBLES SON TEMIBLES

Por OLGA F . LINARESUn Análisis del Arte Precolombino de las Provincias Centrales"Sistemas de representación visual que obedecen a patrones cul-

turales, al igual que otras clases de códigos, sirven para ordenar ex-periencias y subdividirlas en categorías comprensibles ». (N. Munn1966, pág. 336).

Algunos sistemas gráficos no sólo mantienen al orden, sino quepromueven el desorden; no sólo clasifican, sino que incitan. Estadoble función -ordenar experiencias y movilizar sentimientos-caracterizó la producción artística de las provincias centrales dePanamá durante el último milenio antes de la Conquista (Linares,1976, en prensa). Sugerimos aquí que los dibujos animales en losestilos Conte y Macaracas, (600 -1,200 d . J.C . ; ver Lothrop 1937,1942; Ladd 1964; Cooke 1972), además de ser decorativos erantambién ¡cónicos o representativos, ya que compartían un pareci-do en sus rasgos con seres humanos actuando en cierta forma, yocupando ciertas posiciones. En calidad de sistema iconográfico,el arte de esta zona sirvió, tanto para infundir hostilidad entre gru-pos, como para diferenciar individuos de alto rango y prestigio me-diante la pintura sobre el cuerpo y el uso de objetos decorados, enritos fúnebres .

Nos hemos abstenido aquí de toda inferencia sobre el posiblesignificado mitológico o cosmológico de este arte . Consideramosque estos motivos son una sub-clase de representación colectiva,otra de las cuales debió ser la religión . Vincular el arte con el mitopuede ser tarea legítima, y a menudo imprescindible, para la debi-da comprensión del arte dentro de un contexto etnológico actual(e.g. Leach, 1954; Lévi-Strauss, 1947; Devereux, 1961. Pero elderivar uno de otro, como suelen hacerlo aquellos que re-constru-yen éste o aquel "dios" a partir de tal o cual motivo (e.g. Jorale-mon, 1971; Roe, 1974), es simplemente un ejercicio estéril, Laiconografía de Sitio Conte indudablemente reflejó en su tiempo unsistema coherente de ideas y creencias ; pero a ellas no tenemoshoy en día acceso alguno . En Panamá, los primeros españoles notranscribieron mitos ni ritos ; las sociedades indígenas desaparecie-ron de las provincias centrales poco después de la Conquista y losactuales moradores de dicha zona tienen poco que ver con e¡ pasa-do pre-colombino, Teniendo en cuenta estos factores, procedamosa un análisis de una tradición artística que floreció en Coclé, Vera-guas y la península de Azuero mil años atrás .

En general, el arte de esta zona se caracteriza por : a) la tenden-cia a construir motivos con atributos de animales partiendo de un

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escaso repertorio de elementos básicos que eran re-combinables ; b)un cierto vínculo entre diseño y campo decorativo, de modo queen algunas formas prevalece un género de motivos, en otras formasotro; e) y un balance en el diseño logrado mediante la imagen do-ble, la duplicación y la repetición .

Para la realización efectiva del diseño se procedía . en primerlugar, a la división del campo decorativo, usualmente por medio defranjas, así facilitando la decoración de un espacio determinadocon dimensiones y contornos específicos . Entonces se trazaba el"núcleo", al cual se le añadía cierto número de "elementos"adjuntos tales como volutas, comas, motivos en forma de L y de T,y de uves encajadas unas dentro de otras. Estos elementos desem-peñaban la función de "signos", es decir, vínculos entre imágenesy conceptos (Lévi-Strauss, 1966, p . 235), ya que invariablementerepresentaban partes del cuerpo animal (garras, alas, patas, picos,etc.), de manera Intercambiable; por ejemplo el motivo "coma" enalgunos casos significaba un pico, en otros una garra .

En un conocido ensayo, Lévi-Strauss (1944-45 ; ed. 1967) enu-mera algunos principios fundamentales que subrayan las artes delNoroeste de Cañada de la antigua China, de los Maori de NuevaZelandia y de los Caduevos del Sur de Brasil . A esta lista se podríafácilmente añadir el arte de Sitio Conte, ya que éste también pro-cedía por medio de la estilización intensiva, la esquematización osimbolismo, la doble imagen y la complicada simetría, la disloca-ción de detalles y su transformación ilógica .

De todo ello infiere Lévi-Strauss que existe una conexión entrela estructura del arte y la estructura social, pero que dicha cone-xión no se establece de mañera simple o directa. Aunque sugieraen su ensayo -igual que en Tristes Trópicos (1955 ; cap. XX)-que"motivos y temas expresan diferencias de rango, privilegios de no-bleza grados de prestigio" para él la efectividad de las artes men-ciona as reside en su posibilidad de expresar ideales igualitariosfrente a la jerarquía social y a las instituciones verticales. Esto seconsigue mediante el uso de las mencionadas técnicas que recalcanel balance y el equilibrio .

Quizás exista uña manera de evitar estos saltos intelectuales,característicos de Lévi-Strauss. Consideremos, en primer lugar, laproposición hecha por Boas (1927), a saber qué técnicas como ladoble imagen ofrecen soluciones al problema de representar figurastridimensionales en uña superficie plana . Esto se hace "desdoblan-do" la figura y mostrando ambos perfiles cara a cara . Semejantesconvencionalismos también resultan efectivos cuando se quiere au-mentar la visibilidad del diseño y facilitar la "lectura de su mensa-je" desde cualquier ángulo de vista y en cualquier circunstancia .La repetición del diseño, el desdoblamiento de la representación,la dislocación de los elementos, los motivos usados como relleno,pueden todos ser considerados usando uña metáfora lingüística,

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como redundancias o, más aún, como una repetición insistente delmismo mensaje (o sea como propaganda). De aceptar esta posibili-dad, las preguntas fundamentales serían entonces : ¿cuáles eran losmensajes?; ¿por qué decoraban solamente ciertas superficies?

Una idea de cómo la iconografía de los estilos Conte y Macara-cas pudo haber funcionado, requiere un examen atento de la faunarepresentada y los rasgos resaltad os . A pesar de la extrema estiliza-ción, y de la práctica común de combinar atributos de diversas es-pecies, resulta posible identificar, a un grado sorprendente, algunosde sus motivos más "fantásticos" . Sin embargo, debemos asumircon Leach (1954, p . 58) "que los diseños de los pueblos primitivosrara vez son abstractos en sentido genuino" . Esto es fundamentalen lo que atañe al arte bajo discusión, pues incluso un elementotan abstracto como las volutas fue usado de manera representativa :para transformarlo en caras .

Comencemos por un examen de algunos motivos que derivande especies animales fácilmente identificadas . Loa crustáceos(principalmente cangrejos) se representan acentuando precisamen-te las partes diagnósticas de la especie : la parte del caparazón don-de se almacenan los huevos, y los ojos sobre pedúnculos . Con si-milar realismo `vasijas efigies' representando tortugas ostentan ca-parazones, orificios colocados en el alto de la nariz para facilitar larespiración en el agua, y los ojos en la parte superior de la cabeza .Hay unos cuantos motivos con diseños de venados, en que se acen-túan las astas, y buhos con penachos bien definidos en la cabeza .Los motivos que representan al tiburón están provistos de aletaspectorales y dorsales, así como de aberturas de las agallas semejan-tes a las rayas, Además, las rayas se distinguen por hileras de dien-tes (que usan para triturar moluscos), por fosas olfatorias situadasen la parte superior de la cabeza y por órganos masculinos especí-ficos llamados "ganchos" que facilitan la reproducción. Los dise-ños que combinaban el pez martillo con las raya son frecuentes en-tre los diseños policromos de períodos tardíos . Esta circunstanciarefleja la realidad, ya que en la naturaleza el pez martillo se ali-menta de rayas. Otras escenas compuestas que incluyen animalesde presa y sus víctimas ocurren entre pájaros marinos y cangrejos,entre ranas e insectos .

Ahora bien, si concentramos nuestra atención en las cualida-des que caracterizaban el comportamiento de los animales repre-sentados, advertimos que compartían entre sí determinados atribu-tos. Los animales que aparecen en el arte de Sitio Conte son repe-lentes (ranas venenosas, culebras y gusanos tóxicos marinos) ; sonpeligrosos (tiburones, peces, agujas y rayas) ; tienen duras las par-tes del cuerpo (tortugas y crustáceos) ; "embisten" (el venado y elpavón) ; pican o irritan (escorpiones o garrapatas) ; son crípticos opredatores (el calamar) ; devoran a la gente (cocodrilos y felinos) ;o son extremadamente rapaces (aves de presa, halcones) .

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Incluso en los motivos "abstractos" o difíciles (para nosotros)de identificar (los llamados zoomorfos o antropomorfos) se acen-tuaban rasgos muy peculiares: las extremidades (patas, chuzos, ga-rras, alas), partes específicas del rostro (bocas con dientes protube-rantes, picos), las zonas alrededor de los ojos (incluyendo las ante-nas) y así sucesivamente aquellos que sirven para correr, para aga-rrar, o para atacar: órganos especializados en actividades defensi-vas o predatorias .

Si, por el contrario, consideramos a los animales no representa-dos en este arte, saltan a la vista otras cualidades comunes . Losanimales que no aparecen, o son escasos, en el arte de Sitio Conte,y de otros sitios de la misma tradición, se caracterizaban por tenerblandas las partes del cuerpo y ser vulnerables (saíno, ñeque, co-nejo pintado, mapaches, moños, zorras). La regla general parecíaser que los animales más comestibles no se utilizaban en la icono-grafia: peces, lagartijas o iguanas, los roedores y mamíferos delcuerpo blando que mencionamos y demás . Aves "ornamentales"no hacen acto de presencia; pero sí aves de rapiña y especies galli-náceas ( pavas y pavones) de gran tamaño . Concluimos, por lo tan-to, que los animales que se consideraban "amables", fácil presa delhombre o inofensivos, no se incorporaban corrientemente a estearte .

De modo más directo, esta iconografía reflejaba la adaptaciónecológica hecha por estos grupos a zonas costeñas y ribereñas .Pero tal circunstancia no puede explicar el uso principal de estosmotivos, a que las especies más comunes de peces y de mamíferosencontraos en los basureros arqueológicos no figuraban en la ico-nografía. Lejos de ser fortuita, la selección de motivos mostrabapredilección por especies particularmente agresivas . Esta agresivi-dad general recibe cierta confirmación al examinar las circunstan-cias que atañen a los objetos encontrados en Sitio Conte .

Algunos de estos objetos aparecen deshechos en los basurerosde esta época, pero la mayoría provienen de cementerios, tales co-mo Sitio Conte, excavado en las décadas de los años 30 y 40 . Lascomplejas sepulturas aquí descubiertas contenían cientos de objetosy numerosos esqueletos que, según uña interpretación, fueron dejefes y guerreros "muertos en uña sola y misma batalla", (Mason,1940; p . 104) . Algunos de los esqueletos mostraban señales demutilación y contenían chuzos de pez raya o puntas de proyecti-les alojados en el estómago .

A pesar de la gran cantidad de objetos hallados en las sepultu-ras de Sitio Conte, las categorías a las que pertenecen son poca& ;implementos de guerra, plumas ornamentes, joyas y miles devasijas. Todo se decoraba con (o en forma de) motivos zoomorfos .Lothrop (19422 p. 183-199), quiso asociar a alfareros inolvidablescon estilos individuales, pero con poco éxito . Es posible, sin em-bargo, que ciertos motivos ocurrían con mayor frecuencia en cier-

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tas sepulturas, sugiriéndonos la posibilidad de que sirvieran comosímbolos individuales, o de grupos específicos.

Refiriéndonos a las formas más populares usadas en la cerámi-ca (bandejas, platos y vasijas afigies), éstas facilitan la decoracióny daban realce al diseño. La parte no visible de las vasijas rara vezse decoraba y a veces ni siquiera se pulía. A pesar de su uso en lavida diaria, estas vasijas se elaboraban para ser vistas desde arriba,con diseños que podian apreciarse desde cualquier ángulo . Es fácilimaginar la muchedumbre congregada al borde de una lujosa tum-ba contemplando su contenido y juzgando el rango de los sepulta-dos por la calidad y abundancia de su atavío funeral . Pero aquellaadmiración, ciertamente no era pasiva . La destrucción deliberadade los objetos por el fuego y el pisoteo, y el despojo de una sepul-tura para aderezar otra, indican la importancia de estos objetos pa-ra re-afirmar el rango social y el prestigio individual en esta clasede sociedad.

Ahora bien, si volvemos a considerar los animales representa-dos en los diseños, advertimos de inmediato que ellos contribuíanla materia prima empleada en la elaboración de otros artículos fu-nerarios. De los huesos largos de aves se hacían brazaletes y colla-res; de sus plumas, adornos de cabeza y delantales; los espinazos dela raya j los dientes del tiburón eran convertidos en puntas de pro-yectiles y en collares ; las caparazones de las tortugas, que en granprofusión se encuentran en las sepulturas, se usaban probablemen-te como cajones resonantes . Poro tanto, no eran solamente fero-ces estos animales, sino también exóticos, como productores deenseres y atavíos de lujo y alta condición social .

Yendo un poco más allá -o aventurándonos un poco más-lle-garíamos acaso a concluir que también ocurría otro género de ex-trapolación simbólica . En algunos diseños animales -especialmen-te en aquellos clasificados como "aves que miran hacia adelante"y "aves que miran hacia atrás"- se representa estos animales pa-seándose como personajes con grandes plumajes que arrastraban ycon crestas encorvadas. Claro está que estas representaciones pu-dieron haber sido semi-realistas . Hay aves gallináceas de gran ta-maño en el trópico, tales como los pavones, que tienen colas ycrestas de este tipo. (Se trata de aves corpulentas y conocidas porsu mal genio). Tampoco podemos descartar la posibilidad de queestos detalles representaran recursos puramente estilísticos . Sinembargo, queda la impresión de que ciertos atributos, como lasplumas usadas para confeccionar adornos de cabeza y delantalesque revestía la gente principal incluso los mismos guerreros), seexpresaban simplemente dibujando motivos de aves actuando co-mo gente. Por muy aventuras que parezcan estas extrapolacio-res, no puede negarse que algunos de estos motivos sin duda algu-na representaban personas y no meros animales, comportándose decierta manera . Quién pudo haber sido esta gente, y en qué consis-

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tían sus acciones, puede deducirse de la arqueología, e inferirse dela etno-historia posterior.

Hacia 500 d . J.C., todas las tierras bajas de la costa Pacífica delcentro de Panamá a partir de la región oriental de Veraguas, inclu-yendo la península de Azuero y toda la provincia de Coclé, esta-ban densamente pobladas por grupos históricamente emparentadosentre sí, que explotaban micro-ambientes similares. Esta homoge-neidad cultural resultó en una tradición estilística desarrollada yunificada gradualmente, hasta perder durante mucho tiempo prue-bas convincentes (Cooke ms. 1972) de que esta homogeneidad nosignificaba comercio a partir de un centro, Fue el resultado de lasconstantes luchas y alianzas según el proceso de dispersión y fu-sión que caracterizaba muchos cultivadores tropicales en su faseexpansionista (ver Vayda, 1961) . A medida que la población cre-cía, aumentaba la rivalidad sobre la ocupación de tierras ribereñasen esta zona semiseca; y acaso también por el control sobre lasartes y el comercio . A su llegada, los españoles encontraron lapugna y la competencia en su gran apogeo .

A pesar de su variedad, las sociedades con las que se toparonlos cronistas eran en su mayoría de típicas sociedades 'de rango',no del todo igualitarias, ni tampoco marcadamente estratificadas(Fried, 1967; Howe ms. 1974) . Algunos grupos habitaban consi-derables poblados concentrados en torno a un jefe . Natá, porejemplo, teñía ascendencia sobre varios subalternos con quienes sealiaba en tiempos de guerra . Fernández de Oviedo (1526; ed .1944) hace constar que la guerra especial de guerreros llamados sa-cos y cabras, a quienes el cronista comparaba con caballeros e hi-dalgos porque se diferenciaban de la gente común por su alto ran-go, que en la mayoría de los casos era adquirido y no heredado, Ypor el hecho de ser dueños de tierras y lugares, obtenidos comobotín de guerra. Además de adornarse con una abrumadora canti-dad de joyas cuando partían al combate también se pintaban estosguerreros con lo que Oviedo llama devisas o libreas (distintivos oemblemas). Se pintaban más en tiempo de guerra, observa Oviedo,ya que un hombre no se le considera militar hasta que así lo hace .

Al asumir un hijo los poderes de su padre, podía elegir ara síy para sus seguidores la devisa paterna, o adoptar una serie tintade motivos que diferenciaran quienes sirvieron a su padre, de quie-nes le sirven a é1 (Oviedo, ed . 1944, p. 20) . Por lo demás, la pintu-ra del cuerpo se usaba igualmente para marcar a los esclavos, dono-tar a los cautivos y señalar a los libres . De la boca a la frente, porejemplo, era símbolo de cautiverio ; de la boca para abajo y en tor-no a las orejas, símbolo de libertad . Con todo esto se relaciona lacircunstancia interesante de que muchas de las `vasijas efigies' en-contradas en las sepulturas de esta época llevan diseños en el cuer-po y pinturas en el rostro de la manera que describe Oviedo . Igual-mente, si volvemos a considerar los objetos hallados en las sepultu-

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ras de Sitio Conte, de inmediato advertimos la presencia de selloso estampas de cerámica, usadas para pintar el cuerpo . Esta es laidea sostenida por Lévi-Strauss de que las diferencias sociales secomunican muchas veces a través de la pintura corporal.En resumidas cuentas hemos sugerido aquí que la iconografía delas provincias centrales funcionaba, en un nivel, para mantener losestatua individuales y colectivos, y en otro para promover cambiosen ellos mediante la acción práctica, a saber, la guerra y la ostenta-ción competitiva. El "poder" de esta iconografía residía en laasociación simbólica creada entre animales agresivos o de rapiña, eindividuos humanos que desempeñaban equivalente papel .

Entre las tribus tropicales de la América del Sur, las artes visua-les constituyen sólo uno entre diversos lenguajes simbólicos que sesirven de metáforas animales para describir cualidades humanas.En los ámbitos del rito y el mito, LéviStrauss ha documentado elamplio uso del simbolismo animal, es comprensible. Las especiessalvajes no sólo eran esenciales a la supervivencia, sino también degran importancia económica para producir implementos básicos yartículos de lujo . Además, debido a que la diversificación de es-pecies es enorme en el trópico -mucho mayor que en zonas tem-ladas- se han desarrollado formas muy complejas de interacción

(ínter e intra-específicas) basadas en varios tipos de mímica co-mensalismo y elaborados sistemas de señalización (Moynihan,1971) . Así pues, de una y mil maneras, el comportamiento ani-mal en el trópico refleja la complejidad de la conducta social, faci-litando todo proceso simbólico .

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EL HOMBRE Y LA TIERRA EN EL PANAMA PREHISTORICO

Por RICHARD COOKE

INTRODUCCION

Este artículo se escribió con dos fines principales : para presen-tar al público no-especializado una idea de las investigaciones ar-queológicas más recientes en el Istmo de Panamá, y para sintetizarlo que sabemos de la vida panameña antes de la Conquista europeaen términos socio-económicos. Esto último quizá parezca presun-tuoso y, hasta cierto punto, debemos admitir que lo es . La únicaárea del país, donde se han realizado trabajos arqueológicos de su-ficiente complejidad e intensidad para recuperar datos sobre losantiguos patrones de vida en todos los sentidos, es una faja delga-da que se extiende desde la costa de Chiriquí hasta la Península deAguacate en Bocas del Toro . Sin embargo, creemos que, si pre-sentamos los datos de manera que ilustren la relación del hombrecon su ambiente y la sociedad en que vivía, ayudaremos al pana-meño del siglo veinte a entender que lo que ve en el país hoy endía no es el resultado exclusivo de la "civilización" occidental, si-no el producto de, por lo menos, 12, 000 años de adaptaciones hu-manas a los diferentes ambientes del istmo de Panama . Es por estarazón que nos hemos preocupado más por problemas de dieta,agricultura y posibles actividades sociales, que por secuencias decerámica y tipologías de•artefactos .

En los resúmenes de esta clase, que incluyen datos de variosautores, es difícil especificar cuándo las opiniones expresadas sonpropias del escritor o de sus colegas . Hemos intentado evitar losdogmas, que -en conversaciones o publicaciones más especializa-das- quisieramos ver comprobados . Cuando se discierne una diver-gencia de opiniones en el texto, hacemos saber que esta actitud seha adoptado -hasta donde es posible- para presentar una variedadde explicaciones. Haciendo constar la fuente original de la infor-macion, el autor no obstante se hace responsable del modo en quese ha presentado la evidencia .

Se ha evitado un esquema cronológico hecho a base de secuen-cias regionales y las fechas que se atribuyen a las diferentes seccio-nes son aproximadas. Allí donde se han utilizado fechas adquiri-das por la técnica de C .14 se han expresado con una sola "desvia-ción' "standard" (por ejemplo, 2 .401 A.C. B70, se escribe"2.210 - 2.070 A.C . ) Importa recordar siemp re que las fechasde C.14 no son absolutas ; si se analizan con una 'desviación", hay

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dos oportunidades entre tres de que la fecha verdadera caiga entrelas fechas terminales de la "desviación". Se ha empleado la vida-media que fija Libby en 5.568 años, en vez de la más reciente ycorrecta de 5.730 años.

La fig. I ilustra la ubicación de los sitios arqueológicos mencio-nados en el texto .

Quizás confunda al lector la expresión de las fechas en : "añosantes del presente" (A.P .) y "años antes de Cristo" (A.C.) . La de-signación anterior es la que prefieren los geólogos y la hemos utili-zado al referirnos a acontecimientos más bien geológicos que ar-queológicos. Para convertir una fecha A .P . en A.C., sencillamentese le restan 1,950 años (o, aproximadamente 2.000).

1. El Hombre cruza a América

La teoría generalmente aceptada por los geólogos y arqueólo-gos establece que el hombre -representando la forma evolutiva co-nocida como Homo sapiens cruzó al continente americano através del estrecho de Bering a fines de la última época glacial(la "Wisconsin" ó "Weichsel"), cuando a causa de la formacion delhielo polar el nivel del mar descendió por lo menos 135 ms . deba-jo del nivel actual, exponiendo un' "puente" de tierra firme entreSiberia y Alaska (Hopkins, 1967. En cuanto al nivel tecnológicode los primeros inmigrantes y la echa precisa de su llegada a Amé-rica, las opiniones se dividen en dos bandos opuestos, Los queabogan que las migraciones tuvieron lugar entre 40,000 y 20,000A.P. (años antes del presente), conjeturan que los primeros grupostrajeron consigo desde Asia una Tecnología lítica - o de piedra- di-versificada y que, al ir progresando poco a poco hacia el Sur, laadaptaban junto con sus modos de vida a los diferentes ambientesque encontraban: algunos grupos se volvieron cazadores especiali-zados de determinadas especies de mamíferos, otros se convirtie-ron en perseguidores de animales de mediano tamaño y en pesca .dores: otros, en recolectores de plantas del desierto (Willey,1966y 1971; Macneish, 1971 ; Bryan, 1973) . Los oponentes de estaidea sostienen que el hombre atravesó el estrecho después de12,000 A.P. (10.000 A.C.), dueño ya de una tecnología lítica espe-cializada, cuyo artefacto principal era una lanza bien adaptada pa-ra penetrar las pieles gruesas de los mamíferos grandes que codi-ciaba: el mamut el bisonte, el buey almizclero y otros (Haynes,1971 ; Martin 1173; Lynch, 1974) . Algunos proponentes de lasegunda teoría consideran que, al entrar en América, los inmigran-tes se encontraron con que los grandes rebaños que iban persi-

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po

guiendo, eran muy fáciles de matar : no habían desarrollado nin-gún sistema de defensa natural contra el hombre, visto que no loconocían como predator. Confrontados con un surtido extraordi-nario de comida, comenzaron una matanza de animales que resul-tó excesiva y acabó con muchos de los géneros en muy poco tiem-

(Martin, 1967). Para respaldar esta hipótesis (que llaman lospaleontólogos la "supermatanza del Pleistoceno"), Paul MartinJames Mosimann han llevado a cabo una serie de "simulaciones'con computadoras, para determinar si cabía dentro de las posibili-dades estadísticas que los primeros americanos hubiesen podidoser la causa principal de la extinción de la fauna del Pleistoceno enAmérica. Según uno de los cinco experimentos que programaron,calcularon que los descendientes de un grupo de cien cazadores,ubicados originalmente cerca de Edmonton, Canadá, pudieron aca-so exterminar completamente 93 .000.000 animales al continuarsu migración por un área que se extiende desde las Montañas Ro-cosas hasta el Golfo de México, en sólo trescientos años (Mosi-mann y Martin, 1975) .

Hay evidencia que respalda cada una de las teorías citadas arri-ba. La segunda -la de la migración posterior a 12 .000 A.P .,(10.000 A.C . - sigue siendo la más generalmente aceptada por losespecialistas sin o con la "simulación') debido a la escasez en el"record" arqueológico de sitios estratificados y bien excavados,que datan de antes de 12.000 A.P. (véanse Lynch, 1974 ; Haynes,1974) . Sin embargo, cada año se recupera más información enapoyo de la idea según la cual el hombre habría cruzado el Estre-cho de Bering antes de esta fecha: es probable que algunos gruposya estuvieran radicados en Alaska, por lo menos, antes de 2800A.P. (Irving y Harington, 1973) y hay muchos sitios arqueológicosen Norte y Centroamérica, la mayor parte aún en proceso de análi-sis, que parecen tener depósitos que datan de mucho antes de12.00 A.P. (Bryan, 1978) .

2. La ocupación del Istmo de Panamá10.000 -- 9.000 A.C .

Sean cuales fueren el modo y la fecha en que el hombre cruzóa América, tuvo que pasar por el Istmo de Panamá para llegar aAmérica del Sur, sabemos que llegó a los últimos confines de estecontinente hacia 9 .000 A.C. Los artefactos humanos más antiguosencontrados hasta el momento en territorio panameño compren-den cinco puntas de lanza, dos fragmentos de las mismas y un ras-pador de pieles, todas hechas de piedra silícea . Las puntas com-pletas y el raspador se recogieron en las orillas erosionadas del la-go artificial de Madden, desgraciadamente fuera de su contexto ar-queológico original (la perturbación causada por las lluvias y lasolas ha hecho que los objetos localizados en la orilla del lago, se

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mezclen, aun cuando tengan diferentes edades). Sin embargo, sa-bemos cuál es la fecha aproximada de las lanzas, mediante compa-raciones con instrumentos casi idénticos de otras regiones : una delas puntas se parece a una clase llamada "Clovis", fabricada por losgrupos de cazadores mamut que habitaban los llanos de Norteamé-rica (Bird y Cooke, en prensa) . Parte de una punta de esta mismaclase, se encontró recientemente en Guatemala, donde se la aso-ció con una fecha de carbono- 14 de entre 8.930 y 8.590 A.C.(Gruhn, 1973). Las otras puntas completas yun pedúnculo perte-necen a una clase que ha sido bautizada ` Cola de Pescado", lacual tiene una amplia distribución, desde el Ecuador (El Inga) has-ta Patagonia (Cueva de Fell) . En este último sitio, ha sido relacio-nada con fecha de C.14 que oscilan entre 9 .220 y 8 .470 A.C .()3ird, 1969) . Así que, aun cuando no hayamos logrado encontrartodavía los mismos campamentos de los cazadores que utilizabanestos artefactos tan eficientes, podemos decir con certeza que al-rededor de 9 .000 A.C., vivía en las orillas del Río Chagres unabanda de hombres que acechaban animales ahora extintos, talescomo el mastodonte y el "eremoterio" (una clase de perezoso gi-gante además de otros que todavía existen en Panamá, como elvenado de cola blanca.

3 . Las adaptaciones a los cambios climáticos9.000 - 5.000 A.C.Mencionamos anteriormente que durante épocas glaciales el

nivel del mar decayó en todo el mundo, aun cuando hay mucusdiscrepancias en cuanto a la cronología y naturaleza de estos movi-mientos. La evidencia que ofrece Panamá, adquirida mediante eluso de taladros, sugiere que desde 35 .000 a 11.300 A.P. el marpermaneció a aproximadamente 160 pies debajo del nivel actual ;desde 11 .300 A.P. a 8.500 A.P ., subió rápidamente (más o menosun pie cada treinta años), pero desde esta fecha en adelante, la su-bida fue más lenta, alcanzándose la altura actual alrededor de4.200 A.P. (2.250 A.C.) (Golik, 1968; Barlett y Barghoorn,1973) .

Los descensos del nivel del mar extendieron, obviamente, elterritorio del Istmo, en ambas costas : en el Pacífico, lo que hoy esla Bahía de Parita, se convirtió en una llanura amplia, hubiera sidoposible caminar a pie desde Punta Mala a Garachiné) (Recchi yMetti, 1973) . Estudios hechos sobre la distribución geográfica devarios organismos, la geomorfología, la climatología, en la parteseptentrional de América del Sur, sugieren que -de modo concomi-tante con un descenso general de temperatura de unos 2 .5 gradosC: hubo un resecamiento pronunciado en partes del Trópico ame-ricano (la selva de Amazonas parece haberse reducido considera-blemente) (inter alios: Bigarella y Andrade, 1965 ; Damuth y Fair.bridge, 1970; Haffer, 1967; Raven y Axelrod, 1974) . Haffer,

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quien ha hecho estudios sobre la distribución de los pájaros en elnoroeste de Colombia, especula que la selva panameña menguó,limitándose durante los períodos más fríos del Pleistoceno a par-tes del Darién y Bocas del Toro y Chiriquí. En este caso, es posi-ble que las áreas bajas del Pacífico, estando aún más secas que aho-ra, sustentaban extensiones de hierbas más amplias que en la épo-ca pre-agrícola del Holoceno . (En efecto, ciertas autoridades sos-tienen que algunas de las Sabanas actuales en el Trópico america-no, son "edaficas"- dependiendo de factores de suelo z drenaje yclima- más que de la interferencia humana) (Sarmiento 6s Monaste-rio, 1975) .

Aunque nos referimos anteriormente a la posibilidad de que elhombre fuera el mayor catalizador en la eliminación de la mega-fauna del Pleistoceno, es poco probable que hubiera sido la únicacausa. Alrededor de 8.000 A.C., el clima mundial comenzó a ca-lentarse definitivamente al acelerarse el derretimiento de los glacia-res. En Panamá, las evidencias indican que la -temperatura queexperimentamos hoy se volvió a establecer alrededor de 5 .350A.C. (Barlett & Barghoorn, 1973 ; 239). Mientras que el mar ibasubiendo, se comenzaron a formar manglares en ambas costas y la¡se acepta que hubo una proliferación de hierbas durante los peno-dos de sequía), la selva volvió a ocupar su antiguo territorio .

Desafortunadamente, no tenemos ninguna evidencia sobre lavida de los istmeños desde la desaparición de la "megafauna" alsexto milenio A .C. le supone, que al extinguirse los grandes ma-míferos, el patrón de subsistencia se modificó por la eliminaciónde esta importante fuente de carne: la caza se volvió menos espe-cializada mas la actividad de cazadores solitarios que de grandesbandas. Podemos hacernos una idea de lo que pudiera haber ocu-rrido en Panamá en esta época, si establecemos comparaciones conregiones foráneas . En el centro de México, por ejemplo, las ban-das de cazadores disminuyeron en número y adoptaron nuevas téc-nicas, al ser reemplazado el antílope por el venado de cola blanca,como presa principal: éste se atrapa en los barrancos y matorrales,por acecho y astucia, mientras que el antílope (que anda en gran-des rebaños, en áreas más abiertas), se caza con mayor éxito si va-rios cazadores cooperan (Flannery, 1967) . En Patagonia, una es-pecie de zorro llego a ser el animal que se comía con mayor fre-cuencia, desplazando al caballo y al eremoterio (Bird, 1938) . En elPerú, algunas autoridades sostienen que los grupos humanos delperíodo de cambios climáticos practicaban la "transhumancia" -lamigración estacional de la costa al interior, de los fondos de losvalles hacia las laderas (Patterson 1971 ; Lynch, 1971). En Pana-má, donde la extrema angostura del Istmo facilita el movimiento através de una plétora de zonas microambientales, podemos vislum-brar a pequeños grupos familiares o bandas más grandes (cazadoresde animales pequeños o de tamaño mediano, recolectores de plan-

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tas silvestres y pescadores), moviéndose de lugar en lugar, adaptan-do la localización y el tamaño de sus asentamientos a la distribu-ción estacional y espacial de recursos de comida .

4. La transición de la recolección y de la caza generalizada a laagricultura incipiente .5.000 - ¿1.000 A.C.?A fines del sexto milenio A.C., las evidencias indican que en

la costa de la Bahía de Parita hubo suficiente concentración de re-cursos como para sostener una población relativamente concentra-da. El más antiguo de los sitios localizados en esta área, Cerro Man-gote es un conchero de aproximadamente 1000 m cu ., ubicado enla falda norte de una loma alargada, en la orilla norte del Río San-ta María, Coclé. El excavador considera que era el asentamientopermanente o semi-permanente "de un grupo más grande que unasola familia extendida". Una fecha de C.14,4.970 - 4 .750 A.C., serecuperó del tercero de cinco estratos discernibles en la vivienda(McGimsey, 1956; Deevey, Gralenski y Hoffren 1959) y calcula-mos un período de ocupación que abarca desde 5 .5000 a 8.000A.C. En ese entonces la costa de la Bahía de Parita, se encontra-ba más cerca de la cordillera que en la actualidad y partes del li-toral. estaban inundadas por lagunas saladas y alvinas, ya desvane-cidas (Willey y McGimsey, 1954). *Es probable que Cerro Mango-te estaba situado a orillas de una de estas áreas lagunosas : la mues-tra de huesos y conchas encontrados en la basura doméstica delasentamiento, indica que los ocupantes recolectaban moluscos ypescaban, además de cazar el venado de cola blanca, pequeños ma-míferos (tales como el gato de mangle , tortugas y pájaros(McGimsey, Collins y McKern, 1966) . arios instrumentos depiedras (particularmente un canto rodado gastado en el borde porel uso), han debido ser utilizados para machucar y moler plantas,aunque, sin los restos carbonizados de éstas, es difícil especular sieran silvestres, cultivadas o de ambas clases .

La posibilidad de que Cerro Mangote fuera un asentamientopermanente, no es sorprendente : el litoral de la Bahía de Parita esuna de las zonas ecológicas más abundantes en recursos estuarios ymarinos y es factible que esta riqueza constante hubiese manteni-do un grupo grande en la misma área durante mucho tiempo (Li-nares y Cooke, 1975) .

Posiblemente contemporáneo, por lo menos parcialmente, deCerro Mangote, es un pequeño abrigo formado debajo de un granafloramiento de roca, que ha sido bautizado el "Abrigo de Agua-dulce"; está situado cerca de El Roble, Coclé . Aquí, los excavado-res Ranere y McCarty encontraron miles de artefactos de piedraacumulados en la basura doméstica de un pequeño grupo familiar,que al igual que los ocupantes de Cerro Mangote, cazaban el ve-

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nado, pequeños mamíferos, tortugas de ríos y galápagos y pesca-ban en los esteros o lagunas cercanos. También preparaban plan-tas con la misma clase de piedras de Cerro Mangote (Ranere yMcCarty, en prensa: 1976) .

El abrigo de Aguadulce está a 18 Kms . de la costa actual mástierra adentro que Cerro Mangote; debido a su localización y tama-ño, es razonable especular que era un campamento ocasional delmismo grupo .

Cuando discutimos los cambios socio-económicos de este pe-riodo tan importante para la historia de las adaptaciones humanasal ambiente tropical, nos resulta un obstáculo el problema de laescasez y calidad de la información que presentan las excavaciones .Olga Linares ha señalado recientemente que sólo algunos sitios deesta época en América han sido estudiados con técnicas adecuadasde recuperación (Linares, en prensa, a.) Una excepción a la reglason los abrigos de roca excavados por Ranero en el cañón del RíoChiriquí, que nos proporcionan una idea más cierta de los posiblescambios de subsistencia durante el período bajo examen (6 .000 -1.000 A.C.) (El abrigo de Aguadulce fue excavado muy cuidadosa-mente, pero el material está todavía en proceso de análisis) . Rane-re, mediante un estudio de los patrones de desgaste de los variosutensilios de piedra encontrados en los abrigos, pudo dividir laocupación humana en dos "fases" (la unidad arbitraria que empleael arqueólogo para definir importantes cambios culturales o socia-les) . La primera fase -La Talamanca. que abarca desde 6 .000 a8.000 A.C., contiene una preponderancia de instrumentos para tra-bajar la madera (cuñas, cepos, raspadores y cuchillos), ademásde objetos para machucar y moler plantas comestibles (los mismoscantos rodados gastados en el borde, como en Cerro Mangoteplanchas de moler y piedras, "cascanueces") . Alrededor de 3,000A.C., se discierne un cambio ; en primer lugar, los indígenas co-menzaron a fabricar más instrumentos de calcedonia, en vez depiedras volcánicas, como el basalto y la andesita . Además apare-cen artefactos de una función y tecnología diferentes : manos bi-seladas, manos para usar con morteros, cristales de cuarzo conver-tidos en útiles, hachas pulidas y lascas golpeadas contra un "yun-que" de piedra. Aunque algunos instrumentos de la fase anteriorse siguen usando, la adición de elementos nuevos sugiere al excava-dor que hubo una re-orientación de los métodos de adquirir comí-da: en la Fase Talamanca (6.000 - 3.000 A.C.), la subsistencia sebasaba en la recolección y caza generalizadas (de aquí la mayorcantidad de piedras para preparar la madera , mientras que en lasubsiguiente Fase Boquete (3 .000 - 600 A.C .) comenzó, o por lomenos, se intensificó, el cultivo de varios árboles y tubérculos. Enefecto, las conclusiones adoptadas por Ranere a base de su estudio"litológico", han sido corroboradas por hallazgo, en los fogones delos abrigos, de restos carbonizados de dos clases de fruta de pal-

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ma, nance y algarrobo (Ranere, 1972 ; Linares, en prensa, a) .Trasladando otra vez nuestra atención a la Bahía de Parita, nos

encontramos con que otro abrigo de roca -la "Cueva de los Ladro-nes", en la falda sur de Cerro Guacamayo, Coclé, -presenta másevidencias (aunque menos claras que las de Ranere), de que hubouna transición lenta de la recolección de la caza a la agricultura deárboles y tubérculos. Este abrigo es más grande que los de Chiri-quí, midiendo 30 por 10 metros en la parte plana del piso . La fa-milia, o grupo de familias que lo ocupaban vivían en el área prote-gida y tiraban su basura cotidiana hacia afuera, donde caía en unpequeño barranco . Excavaciones hechas en el basurero indicanque la cantidad de instrumentos usados para preparar plantas duraso fibrosas, -las planchas y piedras de moler y pequeñas lascas he-chas de ágata y jaspe que quizá servían para rallas- aumenta desdela arte mas profunda y antigua del depósito, hacia arriba . Ade-más, el aumento de la cantidad de fragmentos de hachas pulidas,indica una intensificación del desmonte alrededor de la cueva .Una diferencia que ofrece "Ladrones", cuando se compara con losotros sitios del período, es la aparente ausencia de cantos rodadosgestados en el borde y la mayor proporción de puntas de proyectil,Hoy en día, el área inmediata de la cueva no es adecuada para laagricultura y Cerro Guacamayo está cubierto de una capa de hier-bas -así que es posible que al principio se empleara más bien comoestación de caza siendo la recolección y agricultura de menos im-portancia a pesar de estas consideraciones, creemos que hubo devez en cuando una ocupación relativamente permanente del abri-go: los habitantes regresaban ocasionalmente con conchas de martraídas de más de 20 Kms . de distancia, así que consideraban ellugar su "casa". Por desgracia no se han analizado muestras deC.14 de este sitio y la excavación quedó limitada por la naturale-za de la estratigrafia del depósito ; calculamos, sin embargo, que lascapas inferiores (que carecen de cerámica y que tienen una mayorproporción de instrumentos "de caza" que "de agricultura") soncontemporáneas de las ocupaciones más recientes de Cerro Mango-te y el Abrigo de Aguadulce (¿4 .0007 - 3.000 A.C.) (Bird yCooke, 1974) .

En la parte superficial de "Ladrones", donde los instrumentospara preparar plantas son más frecuentes, se encontraron tiestos decerámica, que se parecen a los que se han rescatado en varios con-cheros de la costa de Herrera . Monagrillo, el más grande e impor-tante de estos sitios, parece haber sido ocupado con intensidadpor un grupo o grupos, que se aprovechaban de los abundantes re-cursos estuarinos : cangrejos, pescado y conchas. Cuando el sitio seutilizó por primera vez era una playa activa, pero poco a poco sefue formando una barra de arena y cascajo hacia el mar abierto,que convirtió los alrededores en una laguna salada de poca profun-didad. La muestra de C.14 (2.20-2.070 A.C.), que fue recuperada

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por Willey en 1952, parece fechar la ocupación doméstica másconcentrada, que se acumuló antes de que esta laguna se llenara,haciendo que el surtido de comida disminuyera o cambiara y losocupantes perdiesen interés en el sitio como lugar habitual de vi-vienda o campamento. Además de la presencia de la cerámicarudamente hecha, pero con algunos sencillos diseños incisos),

Monagrillo difiere del sitio vecino, Cerro Mangote, en razón de quese encuentran relativamente más instrumentos para preparar plan-tas. El más típico de éstos, es el mismo canto rodado encontradoen Cerro Mangote, gastado en el borde o bordes que Ranere con-sidera fue utilizado para preparar tubérculos (ha hecho experimen-tos con réplicas para substanciar su idea) (Wílley y McGimsey,1954; Deevey, et. al., 1969; Ranere y McCarty, 1975) . Aunquees verosímil que el grupo que utilizaba el conchero era agrícola, esdifícil determinar hasta qué punto la ocupación que representa elperíodo de la laguna, era permanente o si se trataba de un campa-mento estacional, usado año tras año. Hemos sugerido que elAbrigo de Aguadulce y "Ladrones" fueron utilizados contemporá-neamente y es posible que los tres sitios representen campamentosdel mismo grupo social . Treinta millas -la distancia entre Monagri-ll

o y Ladrones- no es un territorio grande para un grupo transeun-

Hay esperanzas de que se eliminen muchas de las dudas presen-tes en la evidencia recopilada arriba, al completarse el análisis delAbrigo de Aguadulce y de las excavaciones de 1975 en Monagrillo .A pesar de las tendencias de este texto, debemos tener cuidado enno atribuir definitivamente la agricultura o el sedentarísmo a los si-tios que hemos descrito. Los datos todavía se limitan a ser suge-rentes. Uno de los problemas es que los mismos instrumentos depiedra pudieron utilizarse para preparar tanto plantas silvestrestanto como cultivadas, Sin embargo en América del Sur se cono-cen varios sitios que datan del cuarto y tercer milenio antes deCristo que eran parcialmente agrícolas antes de introducirse la ce-ramica (que siempre se ha considerado como criterio de la vida"sedentaria"). Si eliminamos la cerámica, las diferencias entre Mo-nagrillo y Cerro Mangote son más bien cuantitativas, que cualitati-vas (Linares, en prensa,a), De todas maneras, aun cuando el pe-ríodo abarcado por los sitios que hemos descrito, represente loscomienzos de la agricultura en Panamá, es dudoso que la adiciónde los tubérculos y árboles cultivados a las fuentes existentes decomida silvestre, hubiera tenido un efecto drástico en el anteriorpatrón de asentamiento. El cambio más abrupto viene más tarde .

5. El desarrollo de los `cacicazgos" agrícolas en la vertiente delPacífico .a) La introducción del cultivo de las semillas y la expansión

demográfica

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¿1.000? A.C. - 500 D.C.

Durante el primer milenio antes de Cristo, hubo una re-orien-tación importante en el patrón de subsistencia de la costa del Pa-cífico de Panamá: se comenzaron a cultivar aquellas plantas que sepropagan mediante semillas, en vez de vegetativamente, como lostubérculos . Estas plantas son particularmente pertinentes a losproblemas dietéticos, porque su alto contenido de proteínas (mu-cho más alto que el de los tubérculos), permite la ocupación de te-rrenos, donde existe una escasez de este grupo de nutrientes (cuan-do la caza es de escaso rendimiento, por ejemplo) . Al mismo tiem-po, requieren más cuido, en cuanto a la preparación de los terre-nos, la eliminación de malezas y la sincronización de la cosecha(los tubérculos se siembran frecuentemente alrededor de las casasy, suelen dejarse crecer sin muchas atenciones) . Además, desgastanrápidamente los nutrientes del suelo, creando la necesidad de man-tener un área grande para la sucesiva rotación de terrenos .

Se sabe que el maíz es un cultivo indígena de América, lomismo que muchas variedades de frijol (los porotos y las habas, porejemplo). Ambos grupos prosperan si hay una sequía de cierta du-ración, que asegura que las semillas almacenen buenas cantidadesde nutrientes. Hay varios argumentos en lo que se refiere a cuándoy cómo se desarrollaron las diferentes variedades adaptadas a laplétora de zonas ambientales en América. En Panamá, quizá seríalógico buscar las primeras evidencias del cultivo de estas plantas enla costa semi-árida del Pacífico, donde generalmente hay una se-quía de más de cuatro meses y donde ya existían algunos sitios porlo menos semi- sedentarios(Monagrillo, por ejemplo). A pesar deesta consideración, el maíz más antiguo reconocido hasta el mo-mento en depósitos arqueológicos, proviene de la sierra de Chiri-quí, de los valles de Volcán y Cerro Punta . Aquí, un proyecto in-tenso dirigido por Olga Linares, encontró que no hubo indicio vi-sible de ocupación humana en el área antes de aproximadamente800 A.C., cuando inmigraron cultivadores de maíz, frijoles y árbo-les, procedentes posiblemente de las partes altas del Pacífico deCosta Rica (Linares, en prensa, a) . Al radicarse inicialmente cercade Volcán encontraron que sus cultivos se adaptaban bien a lossuelos fértiles. La población comenzó a aumentar y (antes de quese sintieran presiones demográficas), un grupo se separó de la po-blación fundadora y fue a vivir en el valle de Cerro Punta, a unamayor elevación. Aquí, en Sitio Pití, los arqueólogos lograron en-

contrar los restos de una casa circular, en cuyos fogones se resca-taron varios fragmentos carbonizados de maíz, poroto, haba agua-cate y corozo . I maíz ha sido identificado por el Dr. W . Galinatcomo una raza híbrida entre dos variedades -Nal Tel x Chapalote(una variedad norteña) y Pollo (una variedad sureña) . A pesar deque tuvieran un origen étnico común, parece que las comunidades

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de Volcán y Cerro Punta llegaron últimamente a formar dos "ca-cicazgos" beligerantes- entre las dos zonas más densamente pobla-das Volcán y Cerro Punta), se localizaron solamente tres sitiosarqueológicos como si hubiera aquí una "zona desmilitarizada" .En el sitio de Barriles, durante los primeros siglos después deCristo, comenzaron a construirse algunas obras monumentales en-tre ellas las estatuas famosas que representan un hombre senadoen los hombros de otro. Hacía 600 A.C., el volcán de Barú irrum-pió, arrasando el valle de Cerro Punta, que no volvió a ocuparsehasta tiempos recientes (Véase Linares, Sheets y Rosenthal, 1975,en el cual se hacen resúmenes de algunos de los argumentos másgenerales utilizados aquí).

Otro de los cambios causados por la adopción del cultivo de lassemillas, nos lo da Sitio Sierra, una pequeña aldea agrícola situadaen la orilla norte del Río Santa María, Coclé, cerca de Cerro Man-gote. Este poblado, que medía 900 por 500 m, en su máxima ex-tensión, se ubica en una pequeña loma que se mantiene libre de lasinundaciones anuales, a 1 Km. del cauce del actual río . Al ocu-parse por primera vez, alrededor de 100 años después de Cristo, losaldeanos construyeron casas ovaladas de unos 18 por 11 pies, confogones centrales, de los cuales se han rescatado restos carboniza-dos de maíz, identificados por el Dr . Hugh Cutler, como probable-mente de la raza primitiva sureña, Pollo, de 10 6 12 hileras . Ade-más, en los mismos pisos de las casas, se encontraron grandes pe-dazos de piedras de moler . La impresión de que había extensasáreas cultivadas alrededor de la aldea, es corroborada por la mues-tra de huesos de animales, que fueron arrojados en los basureros allado de las casas. Ausente está la mayoría de los típicos mamífe-ros de la selva. La única especie de mamíferos que cazaban con re-gularidad, era el venado de cola blanca, con número reducidos delmuleto, armado, gato de mangle y zarigüeya o zorra . Muy intere-sante es la señalada escasez de aquellos roedores grandes -el ñe-que y el conejo pintado. que son tan codiciados hoy en día y querepresentaron mas de 600/o de la muestra de mamíferos consumi-dos en el sitio de Cerro Brujo, Bocas del Toro (véase sección No .7) .Si combinamos la presencia física del maíz en contextos domésti-cos, la falta de animales típicos de condición selvática y el predo-minio del venado "blanco", pareciera que la apertura de las saba-nas estuviera ya bien avanzada en esta región antes de 100 A .C .(aunque véase Sarmiento y Monasterio, 1975) .

A pesar de que, en lo que atañe al peso-total de carnes consu-midas por el poblado, el venado representaba la mayor proporciónde proteína animal, gran parte de su sustento cotidiano venía delrío estero y mar: millares de fragmentos de pescado se recobraronen los basureros. Un análisis preliminar de parte de uno de los ba-sureros, hecho por la Dra. Elizabeth Wing, indica que el grupo depeces preferido era el de los "barbudos" (congos, bagres, y una Pe-

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quena especie fluvial que se llama en Coclé, "torito" (Pimelodella),que representan casi el 80% de la muestra estudiada, mientrasque se cogían cantidades mas reducidas, pero regulares, de tiburo-nes chicos, jureles, corvinas, róbalos, "sardinetas", tamboriles, ra-yas, peces sapo y el ubicuo "pejeperro" (Hoplias) . En adición alpescado, las iguanas y tortugas ocupaban una posición importanteen la dieta cotidiana y la muestra de huesos dé pájaros incluye in-dividuos de distintos tamaños : grandes (probablemente garzas),medianos (patos) y pequeños (pericos) (Cooke, 1972, 1975) .

Hicimos referencia a la posibilidad de que, en las partes altasde Chiriquí, a comienzos de nuestra era, se hubieran ya formadodos "cacicazgos" mutuamente beligerantes, que comprendían va-rias aldeas agrícolas confinadas en dos valles fértiles y, geográfica-mente, separados. La aldea principal del más sureño de estos terri-torios -Barriles- parece haber sido un centro poderoso e influyente,á juzgar por la naturaleza y tamaño de los artefactos esculpidos ylas tumbas . (Era, posiblemente? la aldea "fundadora" del valle, quellegó a ser el centro más prestigioso del territorio y la cuna de cul-tos agrícolas). Por desgracia, el primer milenio antes de Cristo esun período relativamente vacío para la arqueología de la costa delPacifico y no podemos hacer observaciones tan directas como enlas montañas chiricanas. Sin embargo, a comienzos de la Era Cris-tiana, parece ser que la población comenzó a aumentar algo preci-pitadamente, con la fundación de varias aldeas en los valles inferio-res de los ríos. Podemos considerar a Sitio Sierra como un asenta-miento típico de la proliferación del cultivo de semillas en esta re-gión, por estar en una posición favorable para explotar los profun-dos suelos aluviales y la cercanía a los esteros y el mar: las inunda-ciones anuales mantenían la fertilidad de los suelos circundantes,reduciendo el ciclo rotativo, mientras que las mareas altas facilita-ban la adquisición de grandes cantidades de pescado (Linares yCooke, 1975) .

5. b) La consolidación de los cacicazgos agrícolas en la Bahía deParita

Con el arraigamiento del cultivo extensivo de las semillas y laexplotación desarrollada de los recursos estuarinos, comenzaronuna serie de interacciones ecológicas que culminaron en cierto de-sequilibrio entre la potencialidad productiva y la densidad de po-blación. Aunque aceptamos que es peligroso medir los patronesculturales exclusivamente según los factores ambientales, creemosque se adquiere una comprensión más completa de las sociedadesprehistóricas, si hasta la evidencia más material se canaliza siempreen términos de las bases socio-económicas que la produjeron . Enesta revista. Olga Linares ha expuesto una exégesis de un elementomaterial -la cerámica policromada hecha entre 500 y 700 D .C, en

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las Provincias Centrales- que intenta analizar los motivos iconográ-ficos empleados y compararlos con el comportamiento animal, laecología, la utilización de fuentes de comida y la estructura socialde ciertos grupos humanos de tipo selvático .

Sería superfluo repetir los argumentos de la Dra . Linares enun resumen adyacente. Sin embargo, ofrecemos algunas generali-zaciones que servirán de eslabón entre la sinopsis socio-económica

e hemos presentado en las secciones anteriores y el significadoe la "cultura material" -la cerámica y el oro, específicamente- que

dominan tanto el "record" arqueológico existente y que tratare-mos con mayor detalle más adelante .

Mencionamos anteriormente que las semillas necesitan máscuidado en el cultivo que los tubérculos -en especial cuando sesiembran extensivamente, y no en un huerto casero . Además, sonmuy exigentes en razón de que absorben una cantidad mayor denutrientes del suelo . Podemos especular que en un ambiente su-per-productivo, como el litoral de la Bahía de Parita, todos losterrenos utilizables se cultivaron rápidamente . Aunque la fertili-dad natural de los suelos aluviales hubiese contrarrestado, al prin-cipio, la excesiva comprensión del sistema rotativo, es probableque la abundancia de otros recursos alimenticios-específicamentelos estuarinos y ribereños- hizo que la población aumentara sufi-cientemente,para anular las ventajas del aluvión profundo . (Losmejores suelos de esta región, se limitan a ciertas confluencias ribe-reñas y están entremezcladas con áreas rocosas y quebradas) . Fi-nalmente, el sistema existente de cultivo no pudo soportar una ma-yor densidad demográfica . La aceleración de la deforestación -exa-gerada quizá por los vientos secos de la temporada seca- redujo lacapa selvática y (paradójicamente) acentuó la dependencia humanacon respecto a los recursos cultivados. Por último, la demanda derecursos llegó a ser tan dominante que los diferentes territoriosaluviales comenzaron a competir entre si por el control de la pro-ducción, formándose "cacicazgos" contiguos y hostiles, semejan-tes a los que describimos en Chiriquí. La evidencia adquirida en laBahía de Parita, todavía no resulta adecuada para sincronizar bienestos desarrollos hipotéticos, pero hay bastante evidencia de quehubo un aumento relativamente repentino de aldeas colas enlos valles inferiores de los ríos Tonosí Santa María Chico y Gran-de entre 100 y 500 D.C . (Ichon 1934; Cooke, 1572) . Mientrasque empeoraba -la tensión entre los territorios colindantes, se in-tensificaba (si seguimos el argumento propuesto por la Dra . Lina-res), la competencia dentro las mismas comunidades . quizá losdueños de leas áreas más productivas (las riberas de los ríos, porejemplo), comenzaron a acumular más prestigio económico y so-cial y rivalizaban por la hegemonía del grupo . El prestigio ocasio-nó el deseo de adquirir bienes materiales, para el adorno personal Yla jactancia en las batallas . Una vez establecida la necesidad de

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objetos de lujo, aumentó la demanda de las especializacionesartesanales -la orfebrería, la alfarería y la talla de madera y piedra-y se abrieron las rutas de contacto con áreas productoras de mate-riales exóticos, en regiones foráneas .

Este resumen resulta, por supuesto, demasiado simplificado yencubre algunos problemas que no han sido tratados sistemática-mente por la arqueología . Se sugiere a los lectores referirse otravez al artículo de la Dra . Linares para un examen más profundo dealgunos argumentos expuestos arriba . Entre paréntesis, es precisoañadir que, aunque hemos acentuado la importancia del desarrollode los cultivos de semillas, los recursos utilizados anteriormente(los árboles y tubérculos, por ejemplo), no dejaron de cultivarse.En la mayoría de los sitios agrícolas excavados, que datan de des-pués de 100 D.C., en los llanos costeros de Coclé, se encuentraninstrumentos para machucar, igual que para moler . Además, tanimportante como el mero hecho del cultivo de semillas, en la in-tensidad del mismo, En otras partes de Panamá, donde los sueloso el clima son distintos, el maíz se hubiera reducido a una posiciónmenos importante dentro del régimen dietético .

6 . La exageración de la heterogeneidad cultural150 D.C .

Desde 5.500 A.C. hasta aproximadamente 150 D .C ., las dife-rencias manifiestas en la cultura material de las partes occidental,central y oriental de la vertiente del Pacífico, parecen haber sidolimitadas y hemos argumentado que el establecimiento de un pa-trón de subsistencia agrícola relativamente homogéneo a travésde toda el área, culminó en la creación de sociedades parecidas .En efecto, si consideramos un solo elemento de la producciónprecolombina -la cerámica- encontramos que, después de su intro-ducción en Panamá entre 3.000 y 2.000 A.C. hasta comienzos denuestra era, presenta más o menos las mismas características portodo el territorio istmeño: sencillez de forma, baja cocción y di-seños predominantemente plásticos, hechos con una variedad deinstrumentos -las uñas del dedo, palitos, "cañazas" y conchas(véase Cooke, 1975, b). Es alrededor de la era cristiana, sin em-bargo, cuando se disciernen los comienzos de la diferenciación po-lítica en las montañas de Chiriquí y el aumento de la poblacióncostera de Azuero y de la Bahía de Panamá . Al mismo tiempo seacusan distinciones culturales más pronunciadas a través de la ver-tiente del Pacífico . Aun cuando estas diferencias se manifiestenprincipalmente en términos de la alfarería -que desgraciadamentesigue representando la mayor parte del "record" arqueológico . pa-rece que la creciente heterogeneidad adquiere un matiz socioeco-nómico, igual que material. Probablemente la región más densa-mente poblada del Istmo y la más "expansionista" militar y co-

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mercialmente, era la zona que se extiende desde el Río Tabasaráhasta más o menos los alrededores de Chame . En trabajos ante-riores, nos hemos referido a esta región sencillamente como LasProvincias Centrales" y -aunque en un manuscrito reciente argu-mentamos que el término ha dejado de ser preciso (Cooke, 1975,b - lo se tiremos empleando aquí, por razones de precedencia ye andad Cooke, en prensa, a) . Consideramos que el Istmo de Pana-má se puede dividir en tres "regiones culturales", siendo las "Pro-vincias Centrales" la central, "Chiriquí-Bocas", la occidental y el"Este de Panamá", la oriental que se extiende desde Chame hastael Departamento del Chocó, Colombia) (op . cit., en prensa, b) .

7 . Las Provincias Centrales (150 -1516)a) Lapolicromía,el oro y las tumbas finas

Alrededor de 150 D.C., surgió en las Provincias Centrales laidea de pintar diseños en la cerámica con pintura negra, encima deun engobe rojo (una capa delgada de arcilla colorada) . Al princi-pio, los diseños eran sencillos, siguiendo el patrón de los motivosmás antiguos : líneas, círculos y triángulos . Sin embargo, en variosentierros que datan de 200 a 500 D.C., se han encontrado ollasmucho mejor confeccionadas, que utilizan dos colores -negro y ro-jo- encima de un engobe blanco bien pulido. Además, los diseñospintados tienen una "iconografía": figuras de hombres y animales,arregladas formalmente en las vasijas . Esta cerámica ha sido "bau-tizada" por el Dr. Ichon "Tonosí Policromo" - `Tonosí", porqueaquí fue donde se identificó por primera vez y "policromo", por-que lleva diferentes colores (Ichon, 1974) . (Los arqueólogos dannombres a los objetos que encuentran, lo mismo que los biólogosa los géneros y especies : la nomenclatura ayuda a describir los arte-factos, ordenarlos en grupos lógicos, atribuirles una posición cro-nológica y espacial y establecer relaciones con otros grupos de ob-jetos dentro de un esquema tecnológico y evolutivo) . En este ca-so, el uso del nombre ` Tonosí" es descriptivo : no quiere decir queesta clase de cerámica se limitaba exclusivamente a un solo pueblode Azuero . Recientemente, se ha encontrado en tumbas en el surde Veraguas (Las Huacas, Soná) y han aparecido tiestos en basure-ros de Manato y el sur de Coclé (de Brizuela, 1972 ; Cooke 1972) .Todavía no sabemos exactamente dónde se fabricaba pero -antesde explorar completamente toda el área que hemos definido comolas "Provincias Centrales"- es precipitado ponerse a adivinar "focosde producción" a base de reconocimientos incompletos .

La cerámica "Tonosí" es importante porque algunos diseñosque lleva representan grupos de hombres trabajando : hay figurasen rojo que parecen estar dando órdenes a otras en negro, las cua-les están halando un objeto alargado, aparentemente con la ayudade sogas (Ichon, 1970: fig. 4; 1974 : £ig . 41; 1975 : fig. 13, supe-

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rior) . ¿Qué representan estas escenas? ¿Están llevando a cabo al-gún ritual esotérico; empleándose en alguna tarea doméstica ; le-vantando algún edificio? (Ichon, 1974 : 137-140). ¿Son indiciosde esclavitud o de una rígida estratificación social? ¿Están cons-truyendo una especie de "Stonehenge" panameño? En efecto, el"sobre-análisis" de dibujos de esta clase es peligroso, si no se cuen-ta con una información más variada del "record" arqueológico . Espreciso indagar, por ejemplo, si los objetos llevados son de maderao piedra: un rasgo típico de alunas sociedades indígenas del Tró-pico, son las "juntas de trabajo", mediante las cuales los miembrosde una sociedad ofrecen ayuda a un pariente o co-aldeano, prove-yendo éste el sustento para los trabajadores . Es posible que las es-cenas representen la erección de una casa y que los objetos alarga-dos sean horcones, Otra alternativa quizá sea que se esté constru-yendo una especie de recinto ceremonial, formado por columnasdispuestas en orden formal: en varias partes del Pacífico, se hanlocalizado semejantes centros que utilizan piedras talladas y sintallar (la más famosa es el "Templo" de Verrill, en Coclé) (Verrill,1927 ; Cooke, 1972) . (Véase sección 7, b) .

Sean casas o bien recintos ceremoniales las estructuras que seestán levantando, la repetición de ciertos diseños zoomorfos en lacerámica "Tonosí Policromo" sugiere que ya se estaba formandoun concepto fijo de los espíritus animales -quizá los comienzos delos rasgos iconográficos interpretados por la Dra. Linares en suartículo en esta revista .

El desarrollo de la cerámica policromada alrededor de 150D.C., se limitó al área que hemos designado las "Provincias Centra-les"; en Chiriquí, en esta época, la cerámica sigue siendo modela-da o pintada de un solo color, aunque la falta de la policromíaindica que hubo una base tecnológica distinta, más que alguna "in-ferioridad artística. Los motivos que aparecen en algunos ejem-plares de Barriles y Sitio Pití (Cerro Punta) -igual que la prepon-derancia de alusiones sexuales en algunas piezas de piedra esculpi-das- implican la existencia de ritos de fertilidad típicos de las so-ciedades agrícolas que dependen de la precisión de los cambios cli-máticos para su supervivencia (Linares, etc, al 1975 ; fig. 5, b & c) .

Resulta interesante la posibilidad de que la cerámica "Tonosí"se encuentre con más frecuencia en los cementerios que en contex-tos domésticos, en los cuales -por lo menos en la Bahía de Parita-la cerámica bicroma (pintada de negro) predomina (Cooke, 1972,vol, 2: figs . 38-74) . Aunque todavía estamos lejos de entender losprocesos de especialización en la cerámica; podemos columbrarque la producción de esta "loza de calidad" -y las formas evoluti-vas que la siguen cronológicamente- se limitaba a aquellas regionesdone las materias primas se podían conseguir con facilidad : laarcilla blanca de origen volcánica y los varios minerales usados pa-ra confeccionar los distintos matices .

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Sí la manufactura especializada de la alfarería policromadaapareció alrededor de 200 D.C., concomitante con la intensifica-ción del "comportamiento de prestigio", es lógico encontrar lasprimeras evidencias del oro aproximadamente al mismo tiempo :piezas halladas en el valle de Tonosí se han relacionado con fechasde C.14 que oscilan entre 290 y 550 D .C. (Delibrias, Guillier yLabeyrie, 1974). A partir de este momento el oro se convierte enfactor determinante en las escaramuzas inter-regionales . Martirdescribe, algo hiperbólicamente, el afán de los caciques por acumu-lar depósitos de oro, robados a los vecinos (1912 : 403-407).

Al morir un cacique o guerrero, todos sus bienes se enterrabancon él, y -a juzgar por el obvio atropello de tumbas anteriores encementerios grandes, como el de "Sitio Conte" (Lothrop, 1942)-el deseo de aparentar era más fuerte que el sencillo respeto por losdifuntos . Cautivos de guerra se mutilaban y se enterraban al ladode los guerreros, en ceremonias que debieron ser prolongadas yvistosas (Lothrop, 1954) . No es de sorprender que en las Provin-cias Centrales igual que en Barriles, las diferencias materiales entrelos entierros de personajes prestigiosos y los de menos recursos seexageraron a principios de nuestra era, culminando en entierros lu-josísimos, como la conocida Tumba 26, de "Sitio Conte", en lacual una figura central está rodeada de una impresionante cantidadde artefactos y muertos .7. b) La cerámica policromada en el tiempo y el espacio

Hagamos un paréntesis en nuestra exposición para referirnosbrevemente a un tema más específicamente arqueológico, que haaparecido en la literatura desde el inicio de los trabajos de campoen Panamá pero que se ha recalcado de distinta manera a la quepresentamos en este ensayo (aunque véanse Cooke, en prensa, a y1975, b. Linares en prensa, c y el presente número de esta revis-ta), Definimos alas "Provincias Centrales" como la vertiente delPacífico, desde el Río Tabasará hasta los alrededores de Chame .Anteriormente, se tenía la impresión de que esta región se odiadividir en ciertas "áreas culturales", cada una represéntalo p ordiferentes "estilos" o "grupos" de cerámicas (Lothrop 1942 &1950, Ladd, 1964 ; Willey, 1971) . En efecto si se estudia la distri-bución del parámetro más accesible -la cerámica policromada- laheterogeneidad sugerida para las Provincias Centrales parece desta-carse menos. Se encuentran las mismas manifestaciones estilísticasdesde Bubí y Zapotillo, Veraguas hasta San Carlos, Panamá, en de-pósitos domésticos igual que funerarios y éstas muestran el' mismopatrón evolutivo a través de toda la región . Es más lógico hablaren términos de una sola "Anea Cultural" que de varias -"CulturaCoclé", "Cultura Veraguas", "Cultura de Azuero" y "Cultura Pa-rita"- las cuales, de todas maneras se limitan a las fronteras políti-cas actuales que no tienen sentido desde el punto de vista de las

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zonas ambientales panameñas, No podemos negar la existencia dealgunas diferencias (Ichon, 1974)- pero consideramos que, tenien-do en cuenta la pobreza del "record" arqueológico y nuestro deseode vislumbrar el desarrollo cultural en terminas socio-económicos,igual que meramente "estilísticos", los datos se vuelven más com-prensibles si comenzamos por acentuar las semejanzas, antes de re.calcar las diferencias. Los cinco "estilos" claves en las ProvinciasCentrales -en orden cronológico "Aristide" y "Tonosí" (150-500 D.C.), "Conte" 500-?-700 D.C.), "Macaracas" (¿700?-1100D.C.) y "E1 Hatillo" 1300 .1520) (e1 estilo Parita aún no ha enca-jado bien dentro del sistema) (Cooke, 1975, b)- no se pueden con-siderar entidades que son limitadas en el espacio y estáticas en eltiempo: a través de los años, los apogeos de diseño y forma (que elmismo arqueólogo define arbitrariamente) sufren modificacionesevolutivas que reflejan los cambios de generación de las alfareras yalfareros, los gustos sociales y la disponibilidad de las materias pri-mas . Mientras que los artesanos trabajan y mueren, algunos indi-viduos imponen sus propias predilecciones e innovaciones en losmotivos y formas tradicionales : la "abuela" sigue haciendo la cla-se de cerámica que siempre se le ha pedido, mientras que la "nie-ta" encuentra que algunos experimentos, dentro del patrón tra-dicional, son aprobados por los elementos jóvenes, deseosos deromper el prestigio de los mayores . Hacia 450 D.C., la cerámica"Tonosí" comienza a adquirir una nueva técnica : la pintura, envez de ser aplicada directamente al engobe, sin elaboración, se de-linea con negro; unos cien años más tarde, se introduce una formae plato con el borde inclinado hacia abajo q la pintura morada

(el conocido estilo "Conte" -antiguamente "Cocle Temprano") .lacia 800 D .C. cuando Sitio Conte estaba cayendo en desuso co-mo lugar de entierro, nuevos gustos exigieron pedestales alargadosy policromados y diseños más "barrocos" (el "Macaracas" policro-mo). Al llegar los españoles, setecientos años después, encontra-ron que el cacique Natá y su rival, Parita, usaban una cerámica pin-tada solamente con tres colores (el morado había caído en desu-so), en la cual la idea de pintar un cocodrilo o una culebra habíasido subordinada a los diseños geométricos y formales ("El Hati-llo" policromo). (Resúmenes de los estilos policromados de lasProvincias Centrales se encuentran en Cooke, 1972 ; en prensa, a y1975, b),7. e) Capitales regionales y fortalezas

500 .1616 D .C .Aunque las secciones anteriores quizá hayan dado la impre-

sión de que el nivel, socio-económico de los cacicazgos agrícolasdel Pacífico permaneció más o menos estático desde, digamos, lafundación de Sitio Sierra a la destrucción de Natá, varias estruc-turas macizas - montículos, terrazas y recintos de columnas- sugie •

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ren que en algunas localidades se desarrolló el uso más intensivo delas fuerzas laborales . (Muchos de estos artefactos "monumenta-les" nunca han sido estudiados por arqueólogos profesionales y lainformación que se tiene de ellos es muy fragmentaría), El hechode que estos "monumentos" podrían datar de entre 200 D .C. y laconquista; manifiesta que los patrones de asentamiento y subsis-tencia acaso se adaptaron a la evolución social y las presiones am-bientales de manera más compleja de lo que se cree .

En el valle de Tonosí, Alain Ichon logró localizar una docenade sitios que él llama "ceremoniales" (1974 : Cap. II), que se carac-terizan por varios montículos rectangulares o circulares, hechos detierra y piedras de río; debajo de algunos, había nichos y bóvedasque contenían entierros y ofrendas mortuorias . El más grande deestos sitios -Guaniquito Abajo- tiene diecisiete montículos, cons-truidos encima de una loma alargada, cuyas ventajas estratégicas-al lado del río del mismo nombre- son obvias . Aun cuando lafunción funeraria de algunos de los montículos no dé lugar a du-das, la presencia de grandes cantidades de metales y manos de mo-ler y basureros de viviendas, sugiere que Guaniquito y otros de lossitios con montículos desempeñaron otro papel, además del senci-llamente ceremonial . En efecto, el mismo excavador afirma queGuaníquito era la "capital" de un cacicazgo en el río Tonosí su-perior. En este caso, podemos conjeturar que los montículos cu-bren los restos de varios caciques, cuyo centro defensivo era esta"ciudadela" (aunque no sabemos si era permanente o si se trata-

ba de una fortaleza usada en tiempo de peligro, como en los ejem-plos celtas de las Islas Británicas, cuando la población dependientese reunía adentro) .*

Guaniquito probablemente comenzó a utilizarse entre 800 y900 D.C. (una sola fecha de C.14 cae entre 875 y 1115 D.C .)(Ichon, 1974) ; su localización, tierra adentro y dominando el río,puede ser evidencia de la regularidad y ferocidad de los ataq ues ycontra-ataques de los guerreros panameños . Para contrarrestarlos-relatan los cronistas- se construían fortalezas de árboles espino-sos (Espinosa, 1892) . En este contexto, es pertinente hacer cons-tar que en Cerro Zuela, a 4 Kms . de Natá, el autor ha visto cercasde piedra y terrazas, circundando la cima, que indudablemente sontrabajos precolombinos. . Por supuesto, es perfectamente posibleque hubieran tenido otro fin (la conservación del suelo, platafor-mas para casas etc.), pero Espinosa dice que cuando el caciqueNatá huyo, se fue a un cerro en el centro de su territorio (Espino-sa, 1873) . Parece que el sitio de Natá fue ocupado intensamentepor primera vez mas o menos al mismo tiempo que Guaniquito :aun cuando una sola trinchera ha sido excavada en el sitio (Cooke,1972), la muestra comprende principalmente los tipos policroma.dos recientes (Parita y El Hatillo) de cerámica y se consiguió unafecha de 0.14 de 995-1155 D .D. de la parte más profunda del con

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te .Si las supuestas fortalezas datan de 900-1500 D .C., y fueron

construidas como respuesta a la creciente intensificación de las es-caramuzas los pocos datos sugieren que los recintos "ceremonia-les" en el pacífico, datan de unos siglos antes (recordemos las es-cenas de las ollas policromadas "Tonosí"', fechadas de 200 a 500D.C.) . El más conocido de estos -el "`Templo" de El Cedro, ElCaño, Coclé- parece haber estado en uso desde 500 a 1200 D .C.(Cooke, en prensa, e) . Por desgracia lo "estudió" un aficionadocon ideas muy exageradas y es difícil saber si la forma, dimensio-nes y complejidad que él le sean verdaderas o una exageraciónimaginativa (Patrimonio Histórico está restaurando este recinto ba-jo la dirección de José M. Cruxent) (Verrill, 1927 ; Cooke, 1972) .

Al lado del recinto de El Cano había unos doce montículosartificiales que parecen haber sido construidos después de que el"Templo" cayera en desuso . Parcialmente destruidos en 1973 porlos trabajos de nivelación del Ingenio Ofelina, algunos de ellos ha-bian contenido urnas funerarias, en las cuales se habían colocadocomo ofrendas, objetos de oro, piedra y concha precolombinos,junto con cuentas de vidrio italianas: evidencia de contacto con losespañoles. En efecto, es probable que alrededor de 900 D .C., enadelante, el entierro en urna desplazó al entierro primario como ri-to funerario, por lo menos para los personajes de rango (Cookeen prensa, c) hayFinca Calderón (El Hatillo, He-4), situado en elRío Parita,Parita, hay entre diez y trece montículos, dispuestos en tornoa una especie de plaza; éstos también habían contenido entierrosen urnas, muchas de ellas policromadas (Ladd, 1964) . Es proba-ble que este sitio fuera la "capital" del territorio del cacique Pari-ta.

No obstante, la naturaleza incompleta de la evidencia, la exis-tencia de algunas obras monumentales "ceremoniales" en la ver-tiente del Pacífico, durante los trece siglos que preceden a la con-quista española, sugiere que las sociedades agrícolas acaso habíandesarrollado un sistema espiritual más complejo que el animismotípico de las sociedades poco estratificadas, y que existían fuerzaspolíticas más centralizadas de lo que hemos imaginado con mayo-res oportunidades de constreñir a la población dependiente . (Nopodemos establecer vínculos directos entre los recintos de colum-nas y el mundo sobrenatural, pero la asociación es lógica) . Igual-mente el hecho de que varios cerros parecen tener trabajos de for-tificación, que corroboran las observaciones de los españoles, indi-ca que los cacicazgos estaban intensificando su táctica defensivafrene a los ataques constantes . Aunque en este artículo hemosabogado por una estructura social que favorece una situación so-cioeconómica flexible, no deberíamos descartar la posibilidad desistemas jerárquicos más rígidos, por lo menos durante los siglosque anteceden la llegada de los europeos,

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7. d) Los cacicazgos de la Bahía de Parita y la Conquistaespañola

1516 D.C.

A pesar de que la costa de la Bahía de Parita aparezca llana yhomogénea, la distribución de los suelos fértiles es algo descoyun-tada. Aceptando el principio de que los mejores terrenos para elcultivo extensivo de las semillas hubieran sido los de los valles in-f eriores de los ríos, no es de sorprender que los territorios de los

caciques con los que se encontraron los españoles, estuvieran altuados a proximidad de aquellos . Estamos casi seguros, por ejem-plo, de que Nata vivía en un "abanico" de suelos aluviales, cuyoepicentro era la confluencia de los ríos Coclé, Grande y Chico, Seaprovechaba, además, de las fuentes de sal y de pescado salado ysu capital era un mercado grande para los otros pueblos del territo -rio y de afuera (Espinosa, 1892) . Al oeste de Natá, se extiende unárea de suelos y laterizados que formaba una barrera entre estecacicazgo y el de Escoria, en el Río Santa María . Parita dominabalos valles de los ríos La Villa y Parita y, al llegar Badajoz, estabaextendiendo su territorio por conquista y alianza .

En las Provincias Centrales, los españoles encontraron una delas resistencias más duras de su campana en Tierra Firme . El pue-blo de Natá se destruyó en 1529 y el legendario Urracá siguió hos-tilizando a loe invasores durante muchos años . Los cronistas hacenconstar que el cacicazgo de Natá fue la región más "gentil" y fértilque se encontró durante las entradas, Esta productividad se debióa la combinación de la agricultura extensiva (Andagoqa habla deenormes extensiones de terrenos cultivados) y la cosecha de los reacursos del mar. Como era la regla en las regiones más densamentepobladas, las encomiendas y las mismas, combinadas con el mesti-zaje, el catecismo y las enfermedades,arrasaron muy rápidamentea los grupos indígenas de las Provincias Centrales. Quizá algunoshuyeron a las montañas, donde se combinaron con grupos másmarginales (¿los antepasados de los guaymíes de hoy?) Ningúnrasgo de la alfarería policromada, los textiles coloreados, la orfe-brería, ha sobrevivido, pero el sistema agrícola fue, adoptado porel campesino mestizo y sigue siendo parte integral de la produc-ción de la región .

8, Chiriquí y la ocupación de la costa del Caribe

Por lo menos desde principios del primer milenio A .C., he-mos visto cómo el territorio que es actualmente la Provincia deChiriquí comienza a desarrollarse de una manera que difiere en de-talle de las Provincias Centrales, En las montañas occidentales, enla base del Volcán Barú ocupadas por grupos quizá procedente¡ deCosta Rica en el primer milenio A .C„ un sitio por lo menos (Ba,

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rriles), llegó a tener estructuras y monumentos que sugieren cier-ta ascendencia sobre los otros pueblos del territorio. (La sincroni-zación precisa de estos acontecimientos, no está clara, pero la fasemás intensa de construcción es "tardía" según Linares) (Linareset. al., 1975). Parece que la costa misma fue ocupada más tardelas islas quizá tan tarde como a principios del primer milenioC.) Aquí, la secuencia cultural afirma la expansión de poblados

agrícolas, entre los cuales la Pitahaya llegó a ser un centro impor-tante, quizá la `capital' de un cacicazgo . En este sitio hay esta-tuas y montículos artificiales que sugieren que cierta áreas se re-servaban para personajes prestigiosos o acontecimientos importan-tes. A pesar de que los terrenos cultivados estaban situados, pro .bablemente, en tierra firme, el sitio parece haber sido usado, devez en cuando, para reuniones atestadas; se encuentran centenaresde artefactos para moler maíz y fragmentos de cerámica, en áreasreducidas, Tiestos de las Provincias Centrales y Nicoya indicanque La Pitahaya era un centro comercial igual que político (Lina-res y Ranere,1971) .

En la misma costa de Chiriquí, la cerámica de la Fase San Lo-renzo (la segunda de la regio 500.800 D . C.) muestra ciertas afi-nidades con algunos estilos de las Provincias Centrales y -ademásde los tiestos de comercio mencionados arriba- es posible que estafaja costera recibiera influencias más profundas que las meramen-te económicas, de la parte central del Pacífico (Linares, 1968) .(Resulta interesante que el autor no haya visto nunca tiestos decomercio de Chiriqui en la Bahía de Parita; el flujo de bienes no-orgánicos parece haber sido en una sola dirección) . En Chiriquí, lapolicromía de tres colores aparece diez siglos después de su inicioen las Provincias Centrales: la cerámica conocida como "Lagarto"(saqueada de las tumbas chiricanas en enormes cantidades), fechade 1200-1500 D .C. (McCurdy, 1911 ; Linares, 1968) .

Una de las tesis de Olga Linares en torno a la ocupación de losvarios macroambientes del occidente de Panamá, sostiene que am-bas costas fueron ocupadas por los mismos grupos, procedentes delas partes altas, que tuvieron que adaptar su patrón de subsistenciaa dos ambientes marinos muy distintos (en prensa, b ; Linares yCooke, 1975) . En efecto, estudios minuciosos de la cerámica co-rroboraron nítidamente esta noción: los tiestos encontrados en losniveles más inferiores de las excavaciones en ambas costas se pare-cen estrechamente a los estilos contemporáneos de las tierras altas .En Cerro Brujo, una pequeña aldea situada en una loma de la Pe-nínsula de Aguacate, Bocas del Toro a 3 Kms del mar, los cortesestratigráficos indicaron que el sitio fue ocupado por os quebajaron de las montañas a comienzos de nuestra era ; echo deque la basura que dejaron no contiene moluscos, sugiere que, alentrar en la región por primera vez, desconocían esta fuente de co-mida. Unos siglos después, sin embargo, el cerro se volvió a ocu-

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par, esta vez por un grupo de unos veintiocho individuos, que vi-vían en cuatro casas colocadas en el centro del cerro y la periferia .Fechas de C.14 entre 960 + 90 y 985 + 90 (870-1075 D.C.) sugie-ren que la ocupación fue corta y que el patrón de asentamiento enel área era parecida al de los guaymíes actuales : aldeas semi-per-manentes situadas en las lomas prominentes . Durante este perío-do, los ocupantes cultivaban tubérculos, árboles y -ocasionalmen-te- maíz, en pequeños huertos cerca de la aldea ; pescaban, cosíantortugas de mar y manatíes y cazaban los mamíferos que venían arobar la cosecha. La muestra de huesos difiere enormemente de laSitio Sierra (sección 5, o) : 80.9o/o de todos los individuos son deconejo pintado, ñeque y armadillo 66 .1o/o de las primeras dos es-pecies, (En Sitro Sierra, la cantidad de roedores grandes es muypeguen). La Dra. Linares ha su las (en prensa, d), que el man-tenimiento de huertos cerca de las casas aumentaba en efecto lacantidad de pequeños mamíferos que venían a robarse las cose-chas, haciendo que la caza consumiera poca energía y resultandoen un surtido de proteína constante y disponible (además, unhombre mientras cazaba podía cuidar su cosecha) .

A pesar de que, a través de los siglos, los descendientes de losinmigrantes serranos adaptaron su manera de vivir a las exigenciasdel ambiente del Caribe, los contactos comerciales siempre se man-tenían: toda la piedra que se utilizaba para hacer hachas tuvo queser importada de Chiriquí, indicio de un sistema de canje bienarraigado entre las diferentes zonas altitudinales . (Probablementese cambiaban por objetos orgánicos : en algunos entierros de la cas-ta de la Bahía de Parita se han encontrado huesos de manatí,una especie que nunca ha existido en esa costa) (Ladd, 1964 : Plan-cha l, a-c) .

9. El Este de Panamá

Al este de Chame, punto descrito por los españoles como fron-tera lingüística, vivían, aparentemente, los indios "Cueva" .Desgraciadamente se han publicado muy pocos trabajos arqueoló-gicos realizados en esta región, aunque la zona en general ha estadosujeta a varias excavaciones de aficionados y "huaqueros" . Por 10menos, en las áreas de clima A, es probable que hubiese grandesconcentraciones de población (Bennett,1968, cree que las mayoresdensidades encontradas por los europeos, se ubicaban en los ríosBayano y Chucunaque-Tuira) .

Es en esta región, por supuesto, donde se ha encontrado laúnica evidencia de ocupación humanen el período Pleistoceno enPanamá (véase sección No.2). Un pequeño abrigo de roca excava-do en 1973 por Bird y Cooke, cerca de Majé (Cueva Bustamante),se parece a los de las Provincias Centrales y Chiriquí ; en los depósi-tos más profundos, la ausencia total de cerámica sugiere una ocu-

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pación anterior a 3000 A.C. Por desgracia, la estratigrafía de estesitio resultó ser muy comprimida y homogénea y los artefactostodavía no se han descrito . Se supone que Cueva Bustamante erala estación interina de un pequeño grupo familiar -hoy en día hayuna escasez de agua cerca del sitio y la parte interna es algo húme-da y oscura. Varios sitios pequeños en el interior (Río Chagres) yotros más grandes en la costa (Miranda, 1974) y las islas de la Ba-hía (Stirling y Stirling, 1964), indican que a fines del primer mile-nio A.C. hubo un aumento de población parecido al del resto de lavertiente del Pacífico, atribuible al arraigamiento del sistema agrí-cola que hemos descrito y al desarrollo de la explotación de los re-cursos costeros en el sitio "Isla Carranza", en la orilla sur del RíoChagres, se encontró un estilo de cerámica decorada con varios ele-mentos plásticos (estampados de conchas y uñas, entre otros), quese parece a otros contemporáneos sitios de La Bahía de Parita yTonosí. Ha sido fechado por C.14 a 155 A.C. - 70 D.C. A partirde este momento las diferencias entre el "Este de Panamá" y lasProvincias Centrales parecen acentuarse, lo mismo que en Chiriquí.Un trabajo de reconocimiento hecho por Luis Máximo Miranda(1974), reveló la presencia de varios sitios de ocupación al este dela ciudad de Panamá, que tienen una cerámica modelada con mo-tivos zoomorfos (ilustrados en Biese, 1964), que es muy ajena alas tradiciones pintadas y plásticas de las Provincias Centrales- de-bería datar de entre 1 y 500 D .C. En Playa Venado y Panamá Vie-jo, se ha excavado una plétora de tumbas que deben ser contempo-raneas de Sitio Conte y otros cementerios de prestigio en el occi-dente. Algunas habían contenido piezas de orfebrería y cerámicapolicromada que, estilísticamente, son idénticas a ejemplos de laRegión Central (aunque esta última ocurre en menos cantidades) .El estado de investigaciones corrobora la impresión de los españo-les, de que al este de Chame vivía un grupo de indígenas que dife-ría en ciertos aspectos del de las "Provincias Centrales" (aunque,paradójicamente, los europeos creían que su cultura material eraparecida) . Sin embargo, sin más excavaciones y reconocimientosbien planificados, no podemos especificar exactamente cuáles eranlas relaciones entre las dos regiones : las piezas de barro policroma-dos oro se hicieron en el este o fueron importadas de las "Pro-vincias Cénales"? ¿La región fue conquistada por una "élite"procedente de la Bahía de Parita o Azuero? Lo que sí es cierto, esque la cantidad de cadáveres mutilados encontrados en Playa Ve-nado, dan evidencia de una sociedad beligerante parecida a las quehemos vislumbrado en las Provincias Centrales y Chiriquí (Loth-rop, 1954; Cooke, en prensa, b) .

Los españoles aseguran también que en el "Este de Panamá"había concentraciones de población q -por supuesto- cantidadesde oro. Una idea del lujo de uno de los cacicazgos en el Río Ba-yano, nos la da Miraflores (CITO-3), un cementerio excavado por el

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Patrimonio Histórico del I.N.C.U.D.E, en 1973 .Tres tumbas grandes, cortadas en la roca base, habían conteni-

do enormes cantidades de vasijas, objetos de oro y los dientes devarios individuos, sugiriendo complejos enterramientos rituales .En una de las tumbas dos huecos cortados en el piso indican queel difunto se había enterrado en una hamaca, dentro ¿el pozo : unamáscara de cerámica, encontrada al lado de los huecos, era quizála efigie del difunto .

El tamaño de estas tumbas (una tenía tres niveles de escalones,nichos laterales y zanjas en el fondo), es otro indicio del poder deestos caciques guerreros . Las fechas de C .14 obtenidas en Miraflo-res -685-895 D.C. asociadas con dos rasgos culturales Cunas (lasnarigueras de oro y el posible entierro en hamaca), sugieren algu-nas preguntas sobre la verdadera relación entre los "Cueva" y elgrupo samblasino . La potencialidad de la arqueología para resol-ver problemas de tipo etno-histórico no se ha explotado todavía(Cooke, en prensa, b) .

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