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Mayor, más sabio y letal que nunca, el Maestro Asesino Ezio Auditore seembarcaenunviajeépicoparaencontrarlabibliotecaperdidadeAltaïr,unabibliotecaque tal vez tenga la claveparaderrotara losTemplariosdeunavezportodas.Sinembargo,leaguardaunhorribledescubrimiento.

La biblioteca no sólo contiene conocimiento oculto sino el secreto másinquietante que el mundo jamás haya conocido; un secreto que losTemplarios esperan usar para controlar el destino de la humanidad. Senecesitancinco llavesparaaccedera labibliotecayparaencontrarlasEziodebe viajar a la agitada ciudad de Constantinopla, donde un ejército deTemplarioscadavezmayoramenazacondesestabilizarelImperiootomano.

Siguiendo los pasos de su predecesor, Altaïr, Ezio debe derrotar a losTemplarios por última vez. Nunca había habido tanto en juego y lo queempezó como una peregrinación se ha convertido en una carrera contrareloj…

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OliverBowden

RevelacionesAssassin'sCreed4

ePubr1.0libra20.05.13

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Títulooriginal:Assassin'sCreed.RevelationsOliverBowden,2013Traducción:NoemiRisco

Editordigital:libraePubbaser1.0

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PrimeraParte

Amitaddelcaminodelavida,yomeencontrabaenunaselvaoscura,conlasendaderechayaperdida.¡Ah,puesdecircuáleraescosaduraestaselvasalvaje,ásperayfuertequeenelpensarrenuevapavura!

ElInfiernodeDante

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Unáguilaelevóelvuelohaciaelcieloclaroyduro.Elviajero,maltrechoycubiertoporelpolvodelcamino,apartólosojosdeélyse

acercóaunmurobajoyáspero,dondesequedóinmóvilunmomento,examinandolaescena con ojos entusiastas.Las escarpadasmontañas nevadas cercaban el castillo,protegiéndoloyrodeándolomientrassealzabasobre lacimadesupropiaaltura, latorreabovedadadelhomenaje,quereflejabalacúpulamenordelacercanaprisióndela torre. Unas rocas de hierro se aferraban como garras a la base de sus abruptosmuros grises. No era la primera vez que lo veía. El día anterior había echado elprimervistazo,alanochecer,desdeunpromontoriounpardekilómetrosaloeste,alque había subido.Construido como por brujería en aquel terreno impracticable, seuníaenarmoníaconlasrocasylosriscos.

Había llegado a sumeta, finalmente. Tras doce agotadoresmeses de viaje.Unviajelarguísimo,decaminosprofundosytiemposevero.

Seagachó,porsiacaso,ysequedóquietomientrasporinstintocomprobabasusarmasycontinuabaalerta.Ningunaseñaldemovimiento.Ninguna.

Niunalmaenlasalmenas.Soloráfagasdenievequeseenroscabanenelvientocortante.Peronirastrodeningúnhombre.Aquellugarparecíadesierto.Talycomoesperaba según loquehabía leído.Pero lavida lehabía enseñadoque siempre eramejorasegurarse.Sequedóquieto.

No se oía nada salvo el viento. Entonces, hubo algo. ¿Un chirrido? A suizquierda,sobreél,unpuñadodeguijarrosbajaronporunapendientepelada.Sepusotenso, se incorporó ligeramente y levantó la cabeza entre los hombros agachados.Entonces una flecha alcanzó su hombro derecho, aunque estaba cubierto con laarmadura.

Setambaleóunpoco,hizounamuecadedoloryllevólamanoalaflecha,alzólacabeza y miró con detenimiento un enredijo de una pendiente en las rocas, unpequeño precipicio, de unos seis metros de altura, que se alzaba ante la partedelantera del castillo y servía como una muralla exterior natural. En su crestaaparecióenaquelmomentounhombre,vestidoconunatúnicadecolorrojoapagado,cubiertoconropajesgrisesyarmadura.Ostentabalainsigniadecapitán.Llevabalacabezaaldescubiertoyprácticamente rapada,yunacicatriz lemarcaba la cara,dederechaaizquierda.Abriólabocaconunaexpresiónqueenparteeraungruñido,enparteunasonrisadetriunfo,ymostróunosdientesatrofiadoseirregulares,marronescomolaslápidasdeuncementeriodescuidado.

Elviajerotiródelastadelaflecha.Aunquelaafiladacabezasehabíaenganchadoa laarmadura,solohabíapenetradoelmetal,y lapuntaapenashabíaatravesado lacarne.Sequitóelastaylalanzóaunlado.Altiempoquelohacíavioamásdecien

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hombres armados, vestidos de forma similar, con las alabardas y las espadaspreparadas,alineadosenlacima,aambosladosdelacabezarapadadelcapitán.Unoscascosconprotectordenarizocultabansusrostros,peroelemblemadeláguilanegraensustúnicasrevelóalviajeroquiéneseran,ysupoquépodíaesperardeellossilecogían.

¿Se estaba haciendo viejo al haber caído en una trampa tan simple? ¡Habíatomadotodaslasprecauciones!

Yaunasínohabíatenidoéxito.Retrocedió para prepararse, mientras ellos bajaban como un alud hacia la

accidentada plataforma de tierra sobre la que estaba y se abrían en abanico pararodearlo,manteniendo la longitud de sus alabardas comodistancia entre ellos y supresa. Percibía que a pesar de superarle en número, le temían. Su reputación erafamosayhacíanbienensercautelosos.

Observólaspuntasdelasalabardas.Erandedostipos:hachaypica.Flexionólosbrazosydelasmuñecassalieronsusdoshojasfinas,grises,ocultas

ymortales.Sepreparóparadesviarelprimergolpeyalinstantesediocuentadequehabíasidovacilante.¿Pretendíanllevárselovivo?Entoncesempezaronaatacarleconsusarmasdesdetodoslosflancos,paraintentarponerlederodillas.

Sediolavueltaycondosmovimientoslimpioscortólosmangosdelasalabardasmáspróximas.Mientraslacabezadeunovolabaporlosaires,retrajounadelashojasocultas y agarró la parte superior de la alabarda rota antes de que cayera a tierra.Cogió lo que quedaba de lamoharra y hundió la hoja de hacha en el pecho de suanteriorpropietario.

Entonces se acercaron a él, y le dio tiempoa agacharse justo antes dequeunaráfagadeaireindicaraqueunaalabardapasabaporencimadeélcomounahoz;porunoscentímetrosnorozósuespaldainclinada.Sevolviósalvajementeparaliberarsey después clavó su hoja oculta izquierda en las piernas del atacante que estabaenfrentedeél.Conunalarido,elhombrecayó.

El viajero agarró la alabarda del suelo, que hacía unos instantes casi habíaacabadoconél,lahizogirarenelaireycortólasmanosdeotrodesusagresores.Lasmanos se arquearon en el aire y los dedos se doblaron como suplicando piedad,seguidosdeunrastrodesangre,comolacurvadeunarcoirisrojo.

Se detuvieron durante un momento, pero aquellos hombres habían visto cosaspeores,yelviajerotuvotansolounbreverespiroantesdequeseacercaranotravez.Girólaalabardayclavósuhojaenelcuellodeunhombreque,hacíauninstante,seestabapreparandoparaderrotarle.Elviajerosoltósualabardayretrajosuotrahojaoculta,paradejarlibreslasmanosyagarraraunsargentoqueempuñabaunsable,alquelanzóalafuerzacontraunpuñadodesussoldados,altiempoquelearrebatabalaespada.Calculósupeso,notócómose le tensaban losbícepsalcogerlaconambas

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manosylaalzójustoatiempodepartirelyelmodeunalabardero,queveníaestavezdeatrás,porsuizquierda,conlaesperanzadequenoleviera.

Laespadaerabuena.Mejorparaestetrabajoquelaligeracimitarraquellevabaen el costado, adquirida para su viaje, o las hojas ocultas que servían mejor paraluchardecerca.Nuncalehabíandefraudado.

Otra marea de hombres salía ahora del castillo. ¿Cuántos harían falta paradominar a aquel solo hombre? Le presionaron, pero se dio la vuelta y saltó paraconfundirlos;buscólibrarsedesupresiónarrojándosesobrelaespaldadeunhombre,secolocó,sepreparó,desvióelgolpeconlamuñequeradedurometalquellevabaenel brazo izquierdo y se volvió para llevar su propia espada hacia el costado delatacante.

Pero entonces… una tregua momentánea. ¿Por qué? El viajero se detuvo arecuperarelaliento.Hubountiempoenquenohabríanecesitadocogeraire.Alzólavista.Todavíaestabacercadoporlastropasdecotademallagris.

Peroentreellas,elviajerodeprontovioaotrohombre.Otro hombre. Caminando rodeado de ellas. Inadvertido, calmado. Un joven

vestido de blanco. Con el mismo atuendo que el viajero, con la misma capuchacubriéndolelacabeza,comolasuya,enpuntapordelante,comoelpicodeunáguila.Loslabiosdelviajeroseentreabrieronporlasorpresa.Todoparecíaensilencio.Todoparecía tranquilo, salvo por el joven vestido de blanco, que caminaba. Con pasoseguro,concalma,impasible.

Eljovenparecíacaminarentrelabatallacomounhombreatravesaríauncampodemaíz,comosinolerozaranileafectaraenabsoluto.¿Eraesalamismahebillaqueabrochaba el equipodel viajero? ¿Con lamisma insignia? ¿La insignia quehabíangrabado en la conciencia del viajero y en su vida durante más de treinta años,seguramentetantotiempocomolamarcadesuanillo?

Elviajeroparpadeóycuandoabriólosojos,lavisión—siesquehabíasidoeso—había desaparecido, y el ruido, los olores, el peligro, todo volvió a envolverle, arodearle,hilerasehilerasdeunenemigoquesabíaquenopodríavencernihuirdeél.

Peroporalgúnmotivoyanosesentíatansolo.Nohabíatiempoparapensar.Seestabanacercandomuchoydabantantomiedo

como la ira que reflejaban. Los golpes llovieron, demasiados para esquivarlos. Elviajero luchó con todas sus fuerzas, derrotó a cinco más, diez. Pero estabacombatiendo contra una hidra de mil cabezas. Apareció un espadachín enorme ycargósobreélunahojadenuevekilos.Alzósubrazoizquierdoparadesviarloconlamuñequera,sediolavueltaydejócaersupesadaespadaaltiempoquevolvíaaponerenjuegosushojasocultas.Perosuatacanteteníasuerte.Desvióelimpulsodelgolpeconlamuñequera,peroerademasiadopotenteparaquerebotaradeltodo.Sedeslizóporlamuñecaizquierdadelviajero,entróencontactoconlahojaocultaenlamano

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izquierdaylarompió.Eneseprecisoinstante,elviajeroperdióelequilibrio,tropezóconuna rocasueltaasuspiesyse torcióel tobillo.Nopudoevitarcaerdecaraalsuelopedregoso.Yallísequedótumbado.

Encimade él, se cerró el círculo de hombres ymantuvieron la longitud de susalabardas como distancia entre ellos y su presa; seguían tensos, asustados, sinatreverseaúnacantarvictoria.Perolaspuntasdesuspicasletocabanlaespada.Sisemovía,estabamuerto.

Ytodavíanoestabapreparadoparaeso.Oyóelcrujidodeunasbotassobrelaroca.Unhombreseacercaba.Elviajerogiró

la cabeza ligeramente y vio sobre él al capitán con la cabeza rapada. La cicatrizcruzabalívidasurostro.Seinclinólosuficienteparaqueelviajeroolierasualiento.

Elcapitánretirólacapuchadelviajerolojustoparaversucaraysonrió,puesseconfirmaronsussospechas.

—Ah,elMentorhallegado.EzioAuditoredaFirenze.Teestábamosesperando,como, sin duda, te habrás percatado. Debe de haberte sorprendido ver la viejafortalezadetuHermandadennuestrasmanos.Peroteníaquepasar.Apesardetodosvuestrosesfuerzos,estábamosdestinadosaprevalecer.

Sequedóerguido,sevolvióhacia lossoldadosquerodeabanaEzio,doscientoshombres,ylesdiounaorden.

—Llevadloalaceldadelatorrecilla.Maniatadleantes,fuerte.PusierondepieaEzioyleataronatodaprisa,nerviosos.—Esunpaseocorto,peroconmuchasescaleras—dijoel capitán—,ydespués

serámejorquereces.Tecolgaremosporlamañana.Porencimadesuscabezas,eláguilacontinuabalabúsquedadesupresa.Nadiese

habíapercatadodesupresencia.Desubelleza.Sulibertad.

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Eláguilaseguíadandovueltasenelcielo.Uncieloazulclaro,blanqueadoporelsol,aunqueahoraelsolestabaunpocomásbajo.Elavedepresa,unasiluetaoscura,quedabavueltas sin cesar, peroahora conunpropósito.Su sombracayó sobre lasrocaspeladasalláabajoylapartieronalpasarporencima.

Eziomiróporlaestrechaventana—noeramásqueuncorteenlagruesapiedra— y sus ojos estaban tan agitados como los movimientos del pájaro. Su mentetambién estaba inquieta. ¿Había viajado tan lejos y durante tanto tiempo solo paraacabarasí?…

Apretó los puños y susmúsculos notaron la ausencia de las hojas ocultas, quedurantetantotiempolehabíansidotanútiles.

Pero imaginaba dónde habían guardado sus armas tras haberle tendido unaemboscada,someterleyllevarlehastaallí.Unasonrisatorvasedibujóensuslabios.Aquellastropas,susviejosenemigos,¡menudasorpresadebíandehabersellevadoalverqueunviejoleónaúnpodíadarmuchaguerra!

Y conocía ese castillo. Pormapas y gráficos.Los había estudiado tanbienqueestabanimpresosensumente.

Peroallíestaba,enunaceldadeunadelastorresmásaltasdelagranfortalezadeMasyaf,laciudadelaqueunavezhabíasidoelbastióndelosAsesinos,abandonadadurante mucho tiempo, y ahora en manos de los Templarios. Allí estaba, solo,desarmado, hambrientoy sediento, con las ropasmugrientas y rasgadas, esperandolaspisadasdesusverdugos.Peronoibaamarcharsesinhacerruido.SabíaporquélosTemplariosestabanallí;teníaquedetenerlos.

Yaúnnolehabíanmatado.Mantuvo la vista clavada en el águila. Podía ver todas sus plumas, sus alas, el

timóndelacola,abiertoenabanico,moteadodemarrónnegruzcoyblanco,comosubarba.Elextremodelasalasdeunblancopuro.

Recordó.Trazólarutaquelehabíallevadohastaallí,aaquello.Otras torres, otras almenas. Como las de Viana, donde arrojó a Cesare Borgia

hastaelfindesusdías.HabíasucedidoenelAñodeNuestroSeñor1507.¿Cuántotiempohabíatranscurridodesdeentonces?Cuatroaños.Bienpodríahabersidohacíasiglos, ahora le parecía muy lejano. Y mientras tanto otros villanos, otros quepretendíanserlosdueñosdelmundo,habíanidoyvenido,enbuscadelMisterio,enbusca del Poder, y él, un prisionero finalmente, había seguido batallando parahacerlesfrente.

Labatalla.Suvidaentera.Eláguilarevoloteabaydabavueltas,ahoraconmovimientosmáscontinuadose

intensos.Eziolaobservaba,sabíaquehabíalocalizadounapresayestabacentrando

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suatenciónenella.¿Quétipodevidapodíahaberahíabajo?Elpuebloquesosteníaelcastillo,agazapadoeinfelizbajosusombra,tendríaganadoyhastaunpedacitodetierra cultivada por los alrededores. Una cabra, quizás, allí abajo, entre las rocasgrisesderruidasquesalpicabanelentornodecolinasbajas;yafuerajoven,demasiadoinexperta;ovieja,demasiadocansada,oherida.Eláguilavolabacontraelsolyporunmomentolaluzincandescentetapósusilueta;yentonces,ellaestrechóelcírculo,planeóy secolocó,por fin, en lavastapalestraazul antesdedescenderenpicado,atravesarelcielocomounrayoydesaparecerdelavista.

Ezio se apartó de la ventana y echóunvistazo a la celda.Había una cama, demaderadurayoscura,contansololostablones,sinsábanas,untabureteyunamesa.Ningún crucifijo en la pared y nadamás salvo el sencillo cuenco y la cuchara depeltrequeconteníalasgachastodavíaintactasquelehabíandado.Apesardelasedyel hambre, Ezio temía que las drogas pudieran debilitarle, que le dejaranimposibilitadocuando llegaraelmomento.Yeramuyprobableque losTemplarioshubieranpuestoalgunadrogaenlacomidaylabebidaquelehabíandado.

Se dio la vuelta en la estrecha celda, pero las rugosas paredes de piedra no ledaban consuelo ni esperanza.Allí no había nada que pudiera utilizar para escapar.Suspiró.HabíaotrosAsesinos,otrosen laHermandadqueconocíansumisión,quehabíanqueridoacompañarle,aunqueélseempeñabaenviajarsolo.Talvez,cuandono les llegaran noticias, aceptarían el reto. Pero entonces, quizá, sería demasiadotarde.

Lapreguntaera:¿cuántosabíanyalosTemplarios?¿Quépartedelsecretoteníanyaensusmanos?

Su búsqueda, que ahora se había detenido de repente en el momento decompletarse,habíacomenzadojustodespuésdesuregresoaRoma,dondesehabíadespedidodesuscompañeros,LeonardodaVinciyNicolásMaquiavelo,eldíadesucuadragésimo octavo cumpleaños, en el solsticio de verano, hacía cuatro años.Nicolás volvería a Florencia y Leonardo, aMilán. Leonardo había comentado queaceptaríalaofertainsistentedeunmecenazgoqueleeramuynecesario,porpartedeFrancisco,presuntoherederoaltronodeFrancia,yunaresidenciaenAmboise,juntoal río Loira.Almenos, eso era lo que habían revelado las cartas que le enviaba aEzio.

Ezio sonrió al recordar a su amigo. Leonardo, cuya mente siempre estabaabarrotadadenuevasideas,aunquesiempretardabaunpocoenencontrartiempoparallevarlasacabo.Pensócontristezaenlahojaoculta,quesehabíarotoenlapeleadelaemboscada.Leonardo—¡cuántoleechabademenos!—,elúnicohombreenelquepodía confiar para que la reparara. Pero al menos Leonardo le había enviado losplanosquehabíahechoparaunnuevoartefacto,denominado«paracaídas».Ezio lo

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había hecho fabricar en Roma y estaba entre sus cosas, aunque dudaba que losTemplarios supieran para qué servía. Él le daría un buen uso en cuanto tuviera laoportunidad.

Siteníalaoportunidad.Sequitódeencimaaquellososcurospensamientos.Peronohabíanadaquehacer,nohabíamododeescapar,hastaquevinieranapor

él, a colgarlo. Entonces tendría que planear qué hacer. Se imaginó que, como amenudoenelpasado,tendríaqueimprovisar.Mientrastanto,intentaríadescansarelcuerpo. Se había entrenado antes del viaje para asegurarse de estar en forma y elmismo viaje le había endurecido. Pero estaba contento —incluso en esascircunstancias—depoderdescansardespuésdeaquellapelea.

Todohabíaempezadoconunacarta.Bajo labenévolamiradadelPapaJulio II,que lehabíaayudadoaderrotara la

familia Borgia, Ezio había reconstruido y reestructurado la Hermandad de losAsesinosenRoma,yestablecidoallísuzonadeinfluencia.

Durante un tiempo, al menos hasta ahora, los Templarios habían cesado suactividad,yEziodejólagestióndelasoperacionesenlascompetentesmanosdesuhermanaClaudia;perolosAsesinospermanecíanatentos.SabíanquelosTemplariosse reagruparían, en secreto, en otra parte, insaciables en su búsqueda de losinstrumentos gracias a los que por fin podrían controlar el mundo, según sussombríosprincipios.

Leshabíanvencidodemomento,perolabestianohabíamuerto.Ezio se consoló y obtuvo satisfacción pensando—solo compartía este oscuro

conocimientoconMaquiaveloyLeonardo—quelaManzanadelEdén,asucuidado,que había provocado tanta muerte y angustia en la lucha por su posesión, estabaenterrada y escondida en la cripta de la basílica de SanNicola inCarcere, en unacámara secreta, sellada, cuya ubicación habían señalado solo con los símbolossagrados de la Hermandad, por lo que tan solo un futuro Asesino sería capaz dedistinguirlos,pornodecirdescifrarlos.ElmásfabulosoFragmentodelEdénestabaguardadofueradelambiciosoalcancedelosTemplarios;Eziocreíaqueparasiempre.

Después del daño que los Borgia causaron a la Hermandad, tuvieron querecuperaryponerenordenmuchascosas,yEziosehabíadedicadoencuerpoyalmaa esa tarea, sin quejarse, aunque él prefería el aire libre y la acción antes queenfrascarseconpapelesenarchivospolvorientos.Aquelerauntrabajomásadecuadopara el último secretario de su padre, Giulio, o para un ratón de biblioteca comoMaquiavelo; pero por aquel entonces este último estaba ocupado al frente de lamiliciaflorentinayGiuliohacíamuchotiempoquehabíamuerto.

Aunasí,meditóEzio,sinosehubieracargadoconlaresponsabilidaddeloque

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paraéleraunatareaaburrida,talveznuncahabríaencontradolacarta.Ysihubieracaídoenmanosdeotro,esapersonaquizánohabríadeducidosusignificado.

Lacarta,quedescubrióenunacarteradepiel,quebradizaporelpasodelosaños,era del padre de Ezio,Giovanni, para su hermanoMario, el hombre que enseñó aEzioelartede laguerray lo inicióen laHermandadhacíaya tresdécadas.Mario.Ezio se estremeció por el recuerdo.Mario, que habíamuerto amanos del cruel ycobardeCesareBorgia,traslabatalladeMonteriggione.

Mario hacía mucho tiempo que había sido vengado, pero la carta que Ezioencontróabrióotrocapítulo,ysucontenidolebrindabalaoportunidaddeunanuevamisión.Fueen1509cuandoladescubrió,acababadecumplircincuentaaños,ysabíaquepocasvecessepresentabalaoportunidaddeunanuevamisiónahombresdesuedad.Además,lacartaledabaesperanzayleofrecíaelretodecerrarlaspuertasalosTemplariosparasiempre.

PalazzoAuditoreFirenzeIvfebbraioMCDLVIII

Queridohermano:

El ejército enemigo está fortaleciéndose y hay un hombre en Roma, alfrentedenuestrosadversarios,quetalveztengaelmayorpoderalquetúyyonostengamosqueenfrentar.Porestarazóntecomunico,bajoelsellodesuma confidencialidad, la siguiente información. Si el destino mealcanzase, asegúrate —con tu vida, si es necesario— de que estainformaciónnuncacaigaenmanosdenuestrosenemigos.

Comosabes,hayuncastilloenMasyaf,Siria,quetiempoatrásfuelasede de nuestra Hermandad. Allí, hace unos dos siglos, nuestroMentor,Altaïribn-La'Ahad,elmásgrandedenuestraOrden,creóunabibliotecaenlasprofundidadesdelafortaleza.

Nodirémásporahora.Ladiscrecióndictaqueelrestodeloquetengoquecontartedebasermedianteunaconversaciónynuncaporescrito.

Esunabúsquedaquemehabríagustadorealizaryosolo,peronohaytiempo. Nuestros enemigos nos presionan y no podemos hacer otra cosasalvodefendernos.

Tuhermano,GiovanniAuditore

Juntoaesacartahabíaotrotrozodepapel,unfragmentotentador.Sindudaerala

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letra de su padre, pero tampoco cabía duda de que no lo había escrito él. Era unatraducción del documento mucho más antiguo que lo acompañaba, escrito en unpergamino que coincidía rigurosamente con el texto original de las páginas delCódice, descubierto porEzio y sus compañeros hacía casi treinta años.Y decía losiguiente:

Llevo ya días con el artefacto. ¿O han sido semanas? ¿Meses? Losdemás vienen de vez en cuando para ofrecerme comida o distracción, yaunqueenmicorazónséquedeberíaapartarmedeestososcurosestudios,cada vezme resultamás difícil asumirmis responsabilidades habituales.Malikme ha apoyadomucho, pero ahora incluso su voz recupera aquelviejo tono. Aun así, mi trabajo debe continuar. Esta Manzana del Edéntiene que entenderse. Su función es simple. Hasta elemental: Dominio.Control. Pero el proceso…, los métodos y los medios que utiliza… sonfascinantes. Es la tentación encarnada. A aquellos expuestos a suresplandor se les promete todo lo que desean. Tan solo pide una cosa acambio: total y completa obediencia. ¿Yquiénpuedenegarse?Recuerdomi propiomomento de debilidad cuandome enfrentaba aAlMualim,miMentor,ymiconfianzase tambaleóantesuspalabras.Él,quehabíasidocomounpadre,resultabasermimayorenemigo.Paraentrarenmimentelo único que le hacía falta era lamásmínima duda. Pero derroté a susfantasmas—recuperé laconfianzaenmímismo—y terminécon suvida.Meliberédesucontrol.Peroahoramepreguntosiesverdad.Puestoqueaquíestoy,desesperadoporcomprenderloquequisedestruir.Perciboqueesmás que un arma, una herramienta paramanipular lasmentes de loshombres. ¿O no? Tal vez tan solo siga su plan: mostrarme lo que másdeseo.Conocimiento…Siemprerondandoel filo.Justo fueradelalcance.Haciendoseñas.Prometiendo.Tentando…

Elviejomanuscritoseacababaahí,elrestoestabaperdido,yesqueelpergaminoestaba tan dañado por el paso del tiempo que las esquinas se desmenuzaban altocarlas.

Eziocomprendiómuypoco,peroalgunaspartesleresultabantanfamiliaresqueselepusolapieldegallina,inclusoenelcuerocabelludo,alacordarse.Ylomismolevolvióaocurrirahora,mientrasEziorecordaba,sentadoenlaceldadelaprisiónenlatorredeMasyaf,observandocómoseponíaelsolenelqueseríasuúltimodíaenlaTierra.

Visualizóelantiguomanuscrito.Esofue,másquenada,loqueleanimóaviajar

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aleste,aMasyaf.Laoscuridadseimpusorápidamente.Elcieloeraazulcobalto.Lasestrellasyalo

moteaban.Sin ningúnmotivo en especial los pensamientos deEzio volvieron al joven de

blanco.El hombreque creyóver en la treguade la batalla.Quehabía aparecidoydesaparecido de forma tanmisteriosa, como una visión, pero que, de algúnmodo,habíasidorealysehabíacomunicadoenciertamaneraconél.

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LospreparativosdelviajelehabíanocupadoaEzioelrestodelañoysehabíanextendido al siguiente. Cabalgó hacia el norte, a Florencia, para consultarle aMaquiavelo, aunque no le dijo todo lo que sabía. En Ostia visitó a Bartolomeod'Alviano,queleatiborródebuenacomidayvino,peroestabamásfieroquenunca,peseaqueahoraerapadredefamilia.Pantasileayélhabíantenidotreshijosyhacíaunmes,unahija.¿Quéhabíadicho?

—¡Eshoradecontinuar,Ezio!Todosnosestamoshaciendoviejos.Eziohabíasonreído.Bartoeramásafortunadoquenadie.Ezio lamentóno tenermás tiempoparaalargar suviajey seguir alnorte,hasta

Milán,peroteníasusarmasabuenrecaudo—lashojas,lapistola,lamuñequera—yno lequedaba tampoco tiempoparaconvenceraLeonardodeque lasmejorara.Dehecho,elmismoLeonardohabíadicho,trasrevisarlasporúltimavezelañoanterior,queyanosepodíanmejorarmás.

Esoquedabaporverlapróximavezquelaspusieraaprueba.Maquiavelo le había dadootra noticia enFlorencia, una ciudadque aúnpisaba

contristeza,puesestabacargadadelosrecuerdosdelafamiliaquehabíaperdidoydesuherenciadevastada.Suamor,también.Elprimeroytalvezelúnicoverdaderodesuvida,pensó.CristinaCalfucci.Doceaños.¿PodíanhaberpasadotantosañosdesdequemurióamanosdelosfanáticosdeSavonarola?Yahoraotramuerte.Maquiavelose la había notificado, no muy convencido. La desleal Caterina Sforza, que habíaarruinado la vida de Ezio tanto como Cristina la había colmado de bendiciones,acababa de morir, una anciana echada a perder, de cuarenta y seis años, pobre yolvidada, cuya vitalidad y confianza en sí misma hacía tiempo que habíandesaparecido.

Conformeavanzabanlosaños,Ezioempezóapensarquelamejorcompañíaquejamástendríaeralasuyapropia.

Pero no tenía tiempo de entristecerse ni de amargarse. Los meses pasabanvolando,notardóenllegarlaNavidad,yaúnquedabamuchoporhacer.

Por fin, a principios del año nuevo, en la festividad de San Hilario, estabapreparado,yseestablecióunafechaparasalirdeRoma,víaNápoles,haciaelpuertosurdeBari,conunaescoltaorganizadaporBartolomeo,quienleacompañaría.

EnBaricogeríaunbarco.

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—QueDiosvayacontigo,hermano—ledijoClaudiasuúltimamañanaenRoma.Sehabíanlevantadoantesdelalba.Eziosaldríaconlaslucesdelamanecer.—Deberásocupartedetodoaquí,enmiausencia.—¿Dudasdemí?—Yano.¿Siguessinperdonármelo?Claudiasonrió.—HayunagranbestiaenÁfricadenominada«elefante».Dicenquenuncaolvida.

Alasmujeresnossucedelomismo.Peronotepreocupes,Ezio.Meocuparédetodohastaquevuelvas.

—OhastaquenoshagafaltaunnuevoMentor.Claudianorespondióaaquello.Surostroreflejópreocupación.—Estamisión…—dijo—.¿Porquévassolo?¿Porquéhashabladotanpocode

sutrascendencia?—«Elqueviajasolo,viajamásrápido»—citóEzioamododerespuesta—.En

cuanto a los detalles, he dejado los documentos de nuestro padre a tu cuidado.Ábrelossinoregreso.YyatehedichotodoloqueteníasquesaberdeMasyaf.

—Giovannieratambiénmipadre.—Peromeconfióamísuresponsabilidad.—Lahasasumido,hermano.—SoyunMentor—selimitóadecir—.Esmiresponsabilidad.Seloquedómirando.—Bien,buenviaje.Escríbeme.—Lo haré. De todos modos, no tienes por qué preocuparte por mí hasta que

llegueaBari.Bartomeacompañarátodoelcamino.Seguíapareciendopreocupada.Ezioseemocionóalverqueladuramujerenla

quesuhermanasehabíaconvertidotodavíaalbergabaternurahaciaélensucorazón.EnsuviajeportierracruzaríaalgunaszonasdelsurdeItalia,queestabancontroladasporlaCoronadeAragón.PeroelreyFernandonohabíaolvidadosudeudaconEzio.

—Si busco acción—le dijo al leer sus pensamientos—, no la conseguiré hastaquezarpeelbarco.Ynavegorumboalnorte,asíquenotendréquepreocuparmeporloscorsariosdeBerbería.NospegaremosalacostagriegadespuésdeCorfú.

—Mepreocupamásquecumplasloquetehaspropuestohacer.Noesquenomeimportestúpersonalmente…

—¿Enserio?Muchasgracias.Suhermanasonrióconburla.—Yasabesaquémerefiero.Segúnloquehasdicho,ySantaVerónicaestestigo

de que me has contado bien poco, es importante para nosotros obtener un buen

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resultado.—Poresovoyahora.AntesdequelosTemplariospuedanrecuperarfuerzas.—¿Quierestomarlainiciativa?—Deesosetrata.Le cogió la cara con lasmanos. Él se la quedómirando por última vez.A los

cuarentaynueveaños,aúneraunamujerdeunabellezadespampanante,suscabellososcuros seguían siendo delmismo color, como su fogosa naturaleza, insaciable.Avecesse lamentabadequenohubieraencontradootrohombre tras lamuertedesumarido, pero estaba dedicada a sus hijos y a su trabajo, y no ocultaba que leencantaba vivir enRoma, una ciudad que, bajo el Papa Julio, había recuperado susofisticacióninternacionalysehabíaconvertidoenunamecaartísticayreligiosa.

Se abrazaron y Ezio subió a su caballo, al frente de la corta cabalgata que leacompañaba:quincejinetesarmadosbajolasórdenesdeBarto,queyahabíamontadoy su robusto caballo piafaba el polvo, impaciente pormarcharse, junto a un carrodondellevabanlasprovisiones.EncuantoaEzio, todoloquenecesitabasehallabaendosalforjasdecueronegro.

—Yabuscarécomidasobrelamarcha—ledijoaClaudia.—Setedabieneso—respondiósuhermanaconunasonrisairónica.Alzó lamanoalcolocarseencimade lasilla,dio lavueltaconelcaballoy tras

acercarBarto su corcel, comenzaron su camino por la ribera este del río, lejos delcuartelgeneraldelosAsesinosenlaislaTiberina,hacialaspuertasdelaciudadyellargocaminodelsur.

TardaronquincedíasenllegaraBariy,unavezallí,Eziosedespidióatodaprisadesuviejoamigoparanoperderlaprimerapleamar.CogióunbarcoquepertenecíaaunaflotamercanteturcadirigidaporPiriReisysufamilia.Unavezinstaladoenelcamaroteposteriordelgrandhowdevelalatina,elAnaan—unbuquedecargaenelqueéleraelúnicopasajero—,Eziotuvolaoportunidaddecomprobar—unavezmás—elequipoesencialquellevabaconsigo.Doshojasocultas,unaparacadamuñeca,lamuñequera para el antebrazo izquierdo, para desviar los golpes de espadas, y lapistola a resorte que Leonardo había hecho para él, junto con todos los demásarmamentosespeciales, sacadosde losantiguosdiseñosencontradosen laspáginasdelCódicedelosAsesinos.

Ezio viajaba con elmínimode equipaje.La verdad era que esperaba encontrarMasyaf desierta, si tenía éxito en su búsqueda. Al mismo tiempo, reconocía queestaba inquieto por la escasez de información que tenían los Asesinos sobre losmovimientostemplariosenaquelpresentedeaparenteo,almenos,relativapaz.

En cuanto a esa segunda etapa del viaje, que le llevaría aCorfú, sabía que nodebíatemer.PiriReiseraungrancapitánotomanoyélmismoanteshabíasidopirata,

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asíquesushombressabríancómomanejarlasituaciónsinobastabaconelnombrede Piri para mantenerlos a raya. Ezio se preguntó si algún día conocería al granhombre.Entalcaso,esperabaquePiri,conocidonoprecisamenteporteneruntratofácil, hubiera olvidado la época en que la Hermandad se vio obligada a «liberar»algunosvaliososmapasdesusmanos.

LosmismosotomanosahoradominabanGreciaybuenapartedelestedeEuropa.Dehecho,susterritoriosprácticamentelindabanconlosdeVeneciaaloeste.Notodoelmundoestabacontento conesa situaciónni con lapresenciade tantos turcos enEuropa; pero Venecia, tras un impasse, había continuado comerciando con susvecinosmusulmanes,ylaSerenísimasehabíahechoconelcontroldeCorfú,CretayChipre.Ezionocreíaqueaquellasituacióndurase—losotomanosyahabíanhechoavances hostiles hacia Chipre—, pero demomento la paz semantenía y el sultánBayezid estaba demasiado preocupado con las riñas internas de su familia paraprestaratenciónaoccidente.

Elbarcodeampliosbaos,consugranveladeblancalona,atravesabalasaguasmáscomounsablequecomouncuchillo,peroibanbienapesardelvientoencontra,ylacortatravesíaporladesembocaduradelAdriáticonolesllevómásdecincodías.

TraslabienvenidadelgobernadordeCorfú,unitalianogordollamadoFranco,alquelegustabaquelellamaranSpiridon,comoelsantopatrónlocal,yquesindudahabíaabandonadolapolíticaporlaholgazanería,Eziotuvounacharlaconelcapitándelbarcomientrasestabanenunbalcónquedabaalavilladelgobernadoryaunaspalmerasenelpuertoqueseacurrucababajouncielodeterciopeloazul.Acambiodeotrabolsadesoldivenecianos,acordaronqueEziocontinuarahastaAtenas.

—Eseesnuestrodestino—ledijoelcapitán—.Nosacercaremosa lacosta,hehechoelviajeveinteveces,nohabráproblemasnipeligroalguno.YdesdeallíseráfácilcogerunaembarcaciónaCreta,inclusoaChipre.Dehecho,tepresentaréamicuñadoMa'MuncuandolleguemosaAtenas.Esagentemarítimo.Seocuparádeti.

—Teloagradezco—dijoEzio.Esperónoequivocarsealconfiarenaquelhombre.ElAnaanllevabaaAtenasuna

importante carga de especias y Ezio recordaba suficiente su juventud, cuando supadreostentabaunaltocargoenlabancadeFlorencia,parasaberqueesecargamentoconvertiría al Anaan en un blanco tentador para cualquier pirata, sin importar elmiedo que les produjera el nombre dePiriReis. Si se lucha en un barco, hay quemoverserápidoyconagilidad.

Alamañanasiguiente,fueaunarmerodelaciudady,trasregatear,compróunacimitarrabientempladapor100soldi.

—Porprevención—sedijoasímismo.Al día siguiente al alba, la marea estaba lo bastante alta para que pudieran

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comenzarelviaje,yaprovecharonelfrescovientodelnortequehinchósusvelasdeinmediato. Bordearon la costa hacia el sur, con la orilla a un par de kilómetros ababor.Elsolbrillabaenlasolasazulaceroyelcálidovientolesacariciabaelcabello.TansoloEzionoconseguíarelajarse.

Habíanalcanzadoun lugaralsurde la isladeZantecuandosucedió.Sehabíanadentradomásenelmarparaaprovecharbienelviento,yelaguasehabíavueltomásoscuraypicada.Elsoldescendíahaciaelhorizonteoccidentalynosepodíamirarenaquella dirección sin entrecerrar los ojos para ver algo. Los navegantes estabanarrojandountroncoaestriborparacogervelocidadyEziolosobservaba.

Despuésnosupoquéatrajosuatención.Algúnavemarina, talvez,quepasabajunto al barco.Perono fueningúnpájaro.Fueunvelero.Dos.Dosgalerasde altamar, que salían del sol, cogiéndoles por sorpresa y echándoseles encima. Loscorsarios sehabíancolocadoal ladocasi antesdequeel capitán tuviera tiempodellamarasutripulaciónalasarmasyasuspuestosdecombate.LospirataslanzaronlosarpeosencuerdasporellateraldelAnaanynotardaronenintentarsubirabordo,altiempoqueEziocorríaapopaparaprepararse.Porsuerte,paraentoncesyateníalacimitarraenelcostadoylaprobóporprimeravezdespedazandoacincomarinerosbereberesmientrasluchabaparaconseguirsuobjetivo.

Respirabacondificultadcuandosecolocólamuñequeraatodaprisaycogiósupistola. Tenía fe suficiente en la cimitarra por ahora para prescindir de las hojasocultas,queguardabaenelcamarote.Consideróquelamuñequeraylapistolaseríanmejoresarmasparaaquelcombate.

Saltóhacialarefriega,lerodeabaelfamiliarsonidodelasarmasalchocar,yyaolía a sangre. Se había provocado un fuego más adelante, y el viento, que habíaescogido aquel instante para cambiar de dirección, amenazaba con extenderlo a lolargodetodoelarco,hastalapopa.Ordenóadosmarinerosotomanosqueconunoscubosrecogieranaguadeldepósitoenlaembarcación.Enaquelmomento,unpirataselanzódelasjarciashacialoshombrosdeEzio.Unodelosmarinerosleavisóconungrito.Eziosediolavuelta,flexionólosmúsculosdesumuñecaderechaysuarmasaltódelmecanismoatadoa suantebrazo,hacia lamano.Rápidamente, sin tiempoparaapuntar,disparóydeinmediatoretrocedióparapermitirqueelcuerpoqueaúncaíapasaradelargohacialacubierta.

—Llenadlosenseguidayapagadlasllamasantesdequeseextiendan—gritó—.Elbarcoestaráperdidosielfuegosepropaga.

Seabriócaminoamachetazoscuandotresocuatrobereberescorrieronhaciaélalnotar enseguidaque era el únicohombre a bordoquedebíanneutralizar si queríanteneréxitoensuataque.Entoncesseviofrentealcapitándeloscorsarios,unfornidoanimal con un alfanje inglés en cada mano; sin duda, un botín de algunadesafortunadavíctimaanterior.

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—¡Ríndete,perroveneciano!—gruñóelhombre.—Tuprimererror—respondióEzio—.Nuncaconfundasaunflorentinoconun

veneciano.La reacción del capitán fue intentar propinar un violento golpe con el brazo

izquierdosobrelacabezadeEzio,peroesteloesperabaylevantósubrazoizquierdo,lo cual permitió que la hoja del alfanje rozara lamuñequera sin causar daños y sedesviaraalaire.Elcapitánsellevóunasorpresayperdióelequilibrio.Eziolepusolazancadillaysalióvolandodecabezaaldepósitodelabodega.

—¡Socorro,efendi!¡Nosénadar!—farfullóelcapitánalsaliralasuperficie.—Pueshaberaprendido—ledijoEzioy sedio lavueltahaciadospiratasmás

queestabancasiencimadeél.Porelrabillodelojovioquesusdosmarineroshabíanpodidobajarloscubosen

cuerdashaciaeldepósitoyahora,ayudadosporunpuñadodecamaradasequipadosdeformasimilar,comenzabanacontrolarelfuego.

Pero el enfrentamiento más violento se había trasladado a la parte trasera delbarco, y allí los otomanos estaban perdiendo. Ezio advirtió que los bereberes nodeseaban que elAnaan ardiera, pues así no conseguirían su premio; demodo quepermitíanque losmarinerosdeEzio siguieranconel trabajode sofocar las llamas,mientrasellosseconcentrabanentomarelbarco.

Sumentesemovióatodaprisa.Lessuperabanennúmeroconcrecesysabíaquela tripulación del Anaan, aunque eran hombres duros, no estaba formada porluchadores entrenados. Se volvió hacia una pila de antorchas apagadas, guardadasbajounaescotillaaproa.Saltóporencima,cogióuna,lalanzóhacialasllamasqueseapagabanyencuanto seencendió, laarrojócon todas sus fuerzasalbarcobereberqueestabamás lejosde losdosque teníanal lado.Despuéscogióotray repitió laacción.Cuando losbereberesabordodelAnaan sedieron cuentade loque estabapasando,susdosembarcacionesyaestabanenllamas.

Eraunriesgocalculado,peromerecíalapena.Envezdelucharporelcontroldesupresayadvertirquenoseveíaalcapitánporningunaparte,lospiratas,dominadospor el pánico, regresaron a la borda, mientras los otomanos, entusiasmados,renovaban sus esfuerzos y lanzaban un contraataque, arremetiendo con palos,espadas,hachas,cabillasytodoloqueteníanamano.

En quince minutos habían hecho retroceder a los bereberes a sus barcos parasoltaramarras.Cortaronlosarpeosconhachasyusaronmástilesparaapartarsedelasgaleras en llamas. El capitán otomano espetó un número rápido de órdenes y elAnaannotardóenquedardespejado.Encuantoserestablecióelorden,latripulaciónsepusoalimpiarlasangredelascubiertasyaamontonarloscadáveres.Eziosabíaqueibaencontradesureligiónarrojarunmuertoporlaborda.Tansoloesperabaqueelviajenoduraramucho.

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Alcapitánbereber lo sacarondeldepósito empapadodeaguay sequedóen lacubierta,desdichadoychorreando.

—Serámejorquedesinfectéiselagua—ledijoEzioalcapitándelAnaan,cuandosellevabanaljefedelospiratasconlosgrilletespuestos.

—Tenemos suficiente agua potable en barril para nuestras necesidades. Nosbastará hasta Atenas—contestó el capitán. Luego sacó un pequeño monedero decuerodelabolsaquellevabaenelcostado—.Estoesparati—dijo.

—¿Quées?—Estoy devolviéndote el billete —respondió el capitán—. Es lo menos que

puedohacer.YcuandolleguemosaAtenas,meencargarédequeconozcantuproeza.Encuantoalrestodetuviaje,descansatranquiloporquelotendrástodoorganizado.

—Nodeberíamosrelajarnos—dijoEzio.Elcapitánseloquedómirando.—Tienesrazón.Talveznodeberíamosrelajarnosnunca.—Exacto—asintióEzio,tristemente.

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Atenasprosperababajoeldominiodelosturcos,aunquemientrascaminabaporlascallesyvisitabalosmonumentosylostemplosdelaEdaddeOroGriega,ahoraredescubiertayveneradaensupropiopaís,yveíaconsuspropiosojoslasestatuasylosedificiosqueinspirabanasusamigosMiguelÁngelyBramanteenRoma,Eziocomprendióenparteelorgullosoresentimientoquebrillabasinlugaradudasenlosojos de varios hombres y mujeres de la población local. Pero fue agasajado porMa'Mun,elcuñadodelcapitánotomano,yporsufamilia,quelecolmaronderegalosyleanimaronaquedarse.

En cualquier caso, su estancia fue más larga de lo que quería, puesto que sehabíancomenzadoaformarunastormentasimpropiasdeaquellosmesesenelEgeo,al norte de Serifos, que azotaron el grupo de islas al sur de Atenas y cerraron elpuertodePiraeusduranteunmesomás.Nuncasehabíanvistoesastempestadesenesaépocadelaño.Losprofetasdelascallesinevitablementemascullabansobreelfindelmundo,untemadelquesehablabamuchoamitaddelmilenioen1500.Mientrastanto,Ezio,alqueno le interesabanesascosasysolo le irritabasuretraso, ledabavueltasalosmapasylasnotasquehabíallevadoconsigo,eintentabaenvanorecogerinformaciónsobrelosmovimientosdelosTemplariosenlazonayenlaregiónsuryestedeGrecia.

En una celebración en su honor conoció a una princesa dálmata y tuvo undevaneo con ella, pero no fue más que eso, un escarceo amoroso, y su corazónpermaneciótanaisladocomoestabadesdehacíatantotiempo.Habíadejado,sedijoasímismo,debuscarelamor.Unhogarpropio,unhogardeverdad,yunafamilianotenían lugar en la vida de unMentorAsesino.Ezio había leído algo, aunque pocohabía entendido, de la vida de su lejano antepasado en la Hermandad, Altaïr ibn-La'Ahad.Élhabíapagadocarotenerunafamilia.YaunqueelpadredeEziolohabíaconseguido,tambiéntuvoquepagarunprecioamargoalfinal.

Peroporfin—nodemasiadoprontoparaelimpacienteEzio—losvientosylosmares se calmaron y fueron sustituidos por el buen tiempo de primavera.Ma'MunhabíahechotodoslospreparativosparasuviajeaCreta,yelmismobarcolollevaríamásallá,aChipre.Aquellanaveeraunbuquedeguerra,unkoggedecuatromástiles,laQutaybah,conunadesuscubiertasmásbajasarmadaconunafiladediezcañonesacada lado,ymásenelcasco,aproayapopa.Ademásde lasvelas latinas, teníaaparejodecruz,alestiloeuropeo,enelmástilprincipalylospalosdemesana;ybajoloscañoneshabíaunacubiertaderemos,contreintaacadalado.

EncadenadoaunodeellosestabaelcapitánbereberconelquehabíalidiadoEzioenelAnaan.

—No tendrás la necesidad de defenderte en esta embarcación, efendi—le dijo

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Ma'MunaEzio.—Laadmiro.Tienealgodediseñoeuropeo.—A nuestro sultán Bayezid le fascina la elegancia y la practicidad de vuestra

cultura—contestóMa'Mun—.Podemosaprendermucholosunosdelosotros,silointentamos.

Ezioasintió.—LaQutaybahllevaanuestroenviadodeAtenasaunaconferenciaenNicosia,y

atracaremos en Lárnaca dentro de veinte días. El capitán solo parará enHeracliónparacogeraguayprovisiones.—Hizounapausa—.Ytengoalgoparati…

Se sentaron a beber sharbat en el despachodeMa'Mundel puerto.El turco sevolvió hacia un enorme arcón de hierro que estaba apoyado en la pared del otroextremoysacódeélunmapa.

—Esmuyvalioso,comotodoslosmapas,peroesteesunregaloespecialquevoyahacerte.EsunmapadeChipre,trazadoporelmismoPiriReis.Tendrástiempoallí.—Alzó lasmanosmientras Ezio comenzaba a oponerse de la formamás educadaposible.Por lovisto,cuantomásalesteviajabas,menosimportabalaurgenciayeltiempo—.¡Losé!SoyconscientedetuimpacienciaporllegaraSiria,peroelkoggenotellevarátanlejosydebemosorganizarnosparatransportartedesdeLárnaca.Notemas.SalvasteelAnaan.Teloagradeceremoscomoesdebido.Nadietellevaráatudestinomásrápidoquenosotros.

Eziodesenrollóelmapayloexaminó.Eraunaobraminuciosa,magnífica.Pensóquesiseveíaobligadoapasaruntiempoenaquellaisla—sabía,porlosdatosqueyahabíarecogidodelosarchivosdesupadre,queChiprenohabíapasadodesapercibidaparalosAsesinos,enlahistoriadesueternaluchaconlosTemplarios—,allípodríaencontrarpistasquepodríanayudarle.

LesacaríapartidoalaestanciaenChipre,peroesperabanotenerquepermanecerallímuchotiempo,yaqueestababiencontroladaporlosTemplarios,aunqueparecíamásbienlocontrario.

Peroibaaserunviajemáslargodeloquenadiehabíaprevisto.ApenashabíanzarpadodeCretadespuésdesubrevedesembarcoenHeraclión—nomásdetresdías— cuando los vientos comenzaron a rugir de nuevo. Del sur esta vez, fuertes ycálidos aún, tras su largo recorrido desde el norte de África. La Qutaybah loscombatió con valor, pero poco a poco la obligaron a retroceder hacia el norte delEgeoyluchócontraesaretiradaporel laberintodeislasdelDodecaneso.Pasóunasemanaantesdequesecalmaranlastormentas,nosinantescobrarselavidadecincomarinerosyunnúmeroincontabledeprisionerosengaleras,quemurieronahogadosen losremos.ElbarcorecalófinalmenteenQuíosparaque lorepararan.Eziosecósuscosasylimpiósuequipoparaquenoseoxidase.Elmetaldesusarmasespecialesnuncahabíamostradoelmásmínimosignodeoxidaciónen todos losañosque las

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había tenido. Una de sus muchas propiedades misteriosas, que Leonardo habíaintentadoexplicarlesinéxito.

TrespreciososmesessehabíanperdidoantesdequelaQutaybahporfinentraraenelpuertodeLárnaca.Elenviado,quehabíaperdidonuevekilosenelviaje,porlasnáuseas y los vómitos, y que se había perdido la conferencia, enseguida hizo lospreparativos para regresar a Atenas por la ruta más directa y viajar por tierra lomáximoposible.

EzionodesperdiciótiempoenbuscaralagentedeLárnaca,Bekir,cuyonombreconocíagracias aMa'Mun.Bekir fue cordial e inclusodeferente.EzioAuditoredaFirenze. ¡El famososalvadordebarcos!Yaera lacomidilladeLárnaca.ElnombredelefendiAuditoreestabaenbocade todos.Ah, lacuestióndelviajeaTortosa.Elpuerto más próximo del continente a Masyaf en Siria. Sí, sí, por supuesto. Lospreparativos estarán bajo control de inmediato, ¡estemismo día! Si el efendi tienepaciencia,mientrasseponenlascosasnecesariasenmarcha…Elmejoralojamientoposibleestaráasudisposición…

Lahabitaciónque lehabíandadoaEzio realmenteeraespléndida:unaposentogrande y luminoso en unamansión construida en una colina sobre la ciudad, convistasaellayalmarcristalinoquehabíamásallá.Peropasódemasiadotiempo,yseleempezóaagotarlapaciencia.

—Sonlosvenecianos—explicóelagente—.Toleranlapresenciaotomana,perotansoloenunsentidocivil.Lasautoridadesmilitares,lamentablemente,nosefíandenosotros.Creoque—elhombrebajólavoz—sinofueraporlareputacióndenuestrosultán,Bayezid, cuya autoridad llegamuy lejosy tieneun tremendopoder, nonossoportarían en absoluto. —Se animó—. Tal vez podríais ayudar a vuestra propiacausa,efendi.

—¿Dequémanera?—Penséquetalvez,comosoisveneciano…Eziosemordióellabio.Pero era un hombre que no dejaba pasar el tiempo sin hacer nada. Mientras

esperaba, estudió elmapa de PiriReis, y algo quemedio recordaba haber leído lellevóaalquilaruncaballoybajaralacosta,aLimassol.

Una vez allí, se puso a deambular por el foso y el patio interior del castillodesierto de Guy de Lusignan, construido durante las cruzadas, pero ahoraabandonado,comoesaherramientaqueunavezfueútilyquesudueñohaolvidadotiraralabasura.Mientrascaminabaporsuspasillosvacíosamerceddelascorrientesdeaireycontemplabalasfloressilvestresquecrecíanensuspatios,ylabuddleiaqueseaferrabaalosbaluartesenruinas,losrecuerdos—almenosparecíanserrecuerdos—leindujeronarealizarunaexploraciónmásexhaustiva,aahondarenlasentrañasdelatorredelhomenajeylacriptaquehabíadebajo.

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Aquí, envueltos en la penumbra crepuscular, encontró los restos vacíos ydesolados de lo que sin duda había sido un vasto archivo. Sus pisadas solitariasretumbaron en el oscuro laberinto de estanterías vacías y podridas. Los únicosocupantes eran ahora las ratas que correteaban, cuyos ojos resplandecientes leobservabanconrecelo,desderinconesoscuros,antesdeescabullirseentremalévolasmiradasdesoslayo.Yellasnopodíancontarlenada.Buscótanafondocomopudo,peronohallónirastrodeloquesehabíaconservadoallí.

Desanimado,saliódenuevoalsol.Lapresenciadeunabibliotecaallílerecordóla que él buscaba. Algo le alentaba, aunque no podía concretar lo que era. Porterquedad, permaneció en el castillo dos días más. Los habitantes de la ciudadmiraban de forma extraña al extranjero moreno y entrecano que vagaba por susruinas.

EntoncesEzio se acordó.Tres siglos antes,Chipre había sido propiedadde losTemplarios.

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Eraevidentequelasautoridadesvenecianas—oalguienqueseocultabatrasellas—leimpedíanquesiguierasuviaje.Leresultóobvioencuantoseenfrentóaestas.Puede que los florentinos y los venecianos hubieran sido rivales, puede que semenospreciaranentreellos,perocompartíanelmismopaísylamismalengua.

Aquelloledabaigualalgobernador.DoménicoGarofolieracomounlápiz:largo,delgado y gris. No obstante, su túnica negra, cortada de manera exquisita en eldamasco más costoso, colgaba de él como los harapos de un espantapájaros. Lospesadosanillosdeoro,engarzadosconrubíesyperlas,repiqueteabansueltosensusdedos huesudos. Sus labios eran tan estrechos que era como si no estuvieran, ycuandocerrabalaboca,noseveíadóndeestaban.

Fue, por supuesto, indefectiblemente cortés —las gestas de Ezio habíancontribuido mucho a acercar a los otomanos y venecianos de la región—, peroclaramenteélnoestabadispuestoahacernada.La situaciónal estedelcontinente,másalládelasciudadescosterasqueseaferrabanalaorilladelMediterráneocomolasyemasdeunhombrequecuelgadeunprecipicio,eramuypeligrosa.LapresenciaotomanaenSiriaerapotenteysetemíaquelaambiciónotomanalesllevarahaciaeloeste.Cualquiermisiónnosancionadaporladiplomaciaoficialpodíadesencadenarunincidenteinternacionaldeproporcionesterribles.Almenos,esaeralaexcusadeGarofoli.

AllínohabíamaneradequeEzioencontraraaliadosentresuscompatriotas.Ezio escuchó, y escuchó, sentado correctamente, con lasmanos en las rodillas,

mientras el gobernador le lanzabaunaperorata convoz seca.Ydecidió encargarsedelasuntoélmismo.

Esa misma tarde hizo el primer reconocimiento a los muelles. Habíaembarcacionesamarradasenabundancia,dhowsdeArabiaydelnortedeÁfricaquechocaban contra los barcos pesqueros, roccafortes, galeras y carabelas venecianas.Un filibote holandés parecía prometedor, y había hombres trabajando a bordo,cargandogruesosfardosdesedabajounaguardiaarmada.PeroencuantoEziohuboidentificadolamercancía,supoqueelfiliboteiríarumboacasa,noalextranjero,yloqueélnecesitabaeraunbarcoquenavegarahaciaeleste.

Siguiópaseandounratomás,manteniéndoseen lassombras;unaformaoscura,tanágilysigilosacomoungato.Perosubúsquedanoleaportónadanuevo.

Pasóvariosdíasynochesreconociendoelterreno.Siemprellevabaconsigotodosuequipoesencialporsiteníaungolpedesuerteypodíamarcharseenseguida.Perocada incursión terminaba con el mismo resultado. La notoriedad de Ezio le habíamarcado y tuvo que hacer lo imposible para conservar su identidad en secreto.Inclusocuandoloconseguía,noencontrabaaningúncapitándebarcoquefueraenla

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dirección que él quería, o por alguna razón no estaban dispuestos a llevarle, sinimportarles lo cuantioso que fuera el soborno que les ofrecía. Pensó en regresar aBekir,peroalfinalsecontuvo.Bekiryasabíademasiadosobresusintenciones.

La quinta noche se halló de nuevo en los muelles. Ahora había menosembarcacionesynadieporallí,apartedelosVigilantesNocturnosysupersonal,quepasaba pocas veces, con los faroles balanceándose en largos palos y las espadas ocachiporrassiemprepreparadas.Eziosedirigióalmuellemásdistante,dondeestabanatracadasnavesmáspequeñas.Elcontinentenoestabatanlejos.Talvezsipodía…conseguir…unbote,podríanavegarélsololassetentaycincoleguas.

Con cuidado pisó un embarcadero de madera, cuyos tablones negrosresplandecían con el agua del mar, y donde cinco pequeños dhows de una velaestabancolocadosenfila.Eranbarcospesquerosajuzgarporelolor,peroresistentes,ydosdeellosteníantodoelequipoalmacenadoabordo,segúnveíaEzio.

Entoncesseleerizóelvellodelanuca.Era demasiado tarde.Antes de que aEzio le diera tiempo a darse la vuelta, le

cayóenplenacaraelpesodeunhombrequeselehabíatiradoencima.Setratabadeungrandullón,esopodíasentirlo.Enorme.SujetabaaEziocontraelsuelosoloconeltamañodesucuerpo;eracomoforcejearbajounenormeedredóndemúsculos.Eziosoltósumanoderechaparapoderaccionarlahojaoculta,peroalinstanteunamanode hierro le agarró la muñeca. Por el rabillo del ojo advirtió que la mano que lesujetaba la muñeca llevaba un grillete del que colgaban dos eslabones de cadenarotos.

Eziohizoacopiodefuerza,segiróviolentayrepentinamentehaciasuizquierdaparaclavarelcodobienfuerteenunapartedeledredón,queconfiabaenquefuerasensible.Tuvo suerte.El hombre que le inmovilizaba gruñóde dolor y le soltó unpoco. Fue suficiente. Ezio levantó el hombro y consiguió quitarse el cuerpo deencima. Como un rayo, se levantó sobre una rodilla, con lamano izquierda en lagargantadesuoponenteyladerecha,listaparaatacar.

ElmomentotriunfaldeEziofuebreve.Elhombreleapartólamanodeungolpeconelgrilletedehierrodelamanoizquierda,adornadodeformasimilar,conunpardeeslabones.Ledioenlamuñecaylecausóungrandolor,apesardelaprotecciónqueleofrecíaladurezadelahojaoculta.VolvióainmovilizarlamuñecaizquierdadeEzioque,lentaperoinexorablemente,sevioobligadoasoltarelcuellodelhombre.

Dieron vueltas por el suelo, cada uno tratando de sujetar mejor al otro,golpeándoseallídondepodían,peroaunque suagresoreracorpulento, tambiénerarápido, y la hoja de Ezio nunca alcanzaba su objetivo. Al final se separaron, sepusierondepie,gruñeron, sinaliento,encorvados,eluno frentealotro.Elhombreiba desarmado, pero los grilletes de hierro podían hacermucho daño si se usabancomoarmas.

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Entonces,apocadistancia,huboundestellodeluzqueproveníadeunfarolyseoyóungrito.

—¡LaVigilancia!—exclamóelhombre—.¡Agáchate!Por instinto,Ezio siguió su ejemplo, semetieron en eldhowmás cercano y se

pegaron al fondo. Lamente deEzio daba vueltas.Con el destello de luz del farolhabíavistoelrostrodelhombreylohabíareconocido.¿Cómopodíaser?

Peronohabíatiempodepreocuparseporesoahora.Oíanlaspisadasdelvigilantecorriendohaciaelembarcadero.

—Noshanvisto,queAlálosdejeciegos—dijoelhombre—.Serámejorquenosencarguemosdeellos.¿Preparado?

Estupefacto,Ezioasintióensilencioaoscuras.—Acabaré contigo en cuanto nos hayamos encargado de ellos —añadió el

hombre.—Yonomeharíailusiones.Nohubotiempoparamásconversaciónpuestoqueyateníanencimaaloscinco

hombresdelaVigilancia.Porsuerte,estosvacilaronantesdelanzarsealoscuropozodelbotedondeahoraestabanEzioysuinsólitoaliado,yseconformaronconseguirenelembarcadero,agitandosusarmasygritandoamenazas.

Elgrandullónselosquedómirando.—Carne fácil —dijo—. Pero será mejor que ataquemos ahora, antes de que

llamendemasiadolaatención.Como respuesta, Ezio se preparó, agachado, y saltó hacia el embarcadero. Se

agarró al borde y subió con un movimiento no tan ágil como antaño. En aquelmomento tuvo que aguantar la respiración, tenía a tres vigilantes encima, quecomenzaban a aporrearle con pesadas cachiporras, mientras que un cuarto seacercaba, blandiendo una espada corta, pero con mal aspecto. La levantó para elgolpedegracia,peroenaquel instante lealzaronporelpescuezodesdeatrásy,enmediodealaridos, tirarondeélhaciaatrásyhaciaarriba,hastadejarlecaerconungranestrépitomuchomásalládelembarcadero,dondesequedógimiendo,convarioshuesosrotos.

Comolosotrostresatacantesestabandistraídos,Eziosepusodepiedeunsalto,sacó su hoja oculta y cortó a dos con un par de rápidos y eficientesmovimientos.Mientras tanto, el grandullón estaba luchando con el que sujetaba la lámpara, otrogigante, que había tirado el palo a un lado para sacar una enorme Damasco, queagitabade formaamenazadorasobre lacabezadesuoponente,quien lesujetabaelcuerpoconunallavedeluchador.Eziovioqueencualquiermomentolagruesahojairíadirectaalaanchaespaldadelgrandullón.Semaldijoasímismopornohaberseatado la pistola, pero ya era demasiado tarde. Cogió una cachiporra que se habíacaídoy tras apartar con el codo al vigilantequequedaba, la arrojó a la cabezadel

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hombredelfarol.Acertó,¡graciasaDios!Lacachiporraledioalhombredelfarolentrelosojosy

este retrocedió tambaleándose antes de caer de rodillas. LuegoEzio notó un dolorpunzanteenelcostado.Elmiembrosupervivientede laVigilanciahabíasacadounpuñalyselohabíaclavado.Cayóy,antesdequeelmundosevolvieranegro,vioalgrandullóncorriendohaciaél.

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CuandoEziovolvióensí,estabatumbadobocaarribaenalgúnsitioyelmundose sacudía bajo él. No violentamente, sino a un ritmo constante. Era casireconfortante. Se quedó un momento donde estaba, con los ojos aún cerrados,sintiendolabrisaenlacara,sinquerervolveracualquierrealidadalaquetuvieraqueenfrentarse,oliendoelairedelmar.

¿Elairedelmar?Abrió los ojos. El sol estaba alto y veía una extensión ininterrumpida de cielo

azul.Despuésunaformaoscurase interpusoentreelcieloyél.Unacabezayunoshombros.Unrostropreocupadoquelemiraba.

—Hasvuelto.Bien—dijoelgrandullón.Eziocomenzóaincorporarsey,alhacerlo,ledoliólaherida.Gruñóysepusouna

manoenelcostado.Notólosvendajes.—Esunaheridareciente.Noesmuyprofunda.Nohayqueexagerar.Ezioselevantó.Enlosiguientequepensófueensuequipo.Miróasualrededor

enseguida. Allí estaba, cuidadosamente guardado en su bolsa de cuero yaparentementenolohabíantocado.

—¿Dóndeestamos?—preguntó.—¿Dóndecrees?Enelmar.Dolorido,Eziosepusodepieymiróasualrededor.Estabanenunodelosdhows

pesqueros, atravesando las aguas a un ritmo constante, con la vela encima de suscabezas,infladaporelviento.SediolavueltayvioLárnaca,unamotaenlacostadeChipre,enellejanohorizontedetrásdeellos.

—¿Quéhapasado?—Mesalvastelavidayyotesalvélatuya.—¿Porqué?—Es la Ley. Aunque es una lástima. Después de lo que me hiciste, merecías

morir.Elhombre ledaba la espaldamientrasmanejabael timón,pero sevolvióhacia

Ezio.Porprimeravezpudoversucarayloreconocióalinstante.—Destrozastemisbarcos,maldito seas.Llevabadías acechandoelAnaan.Con

esepremiohabríavueltoaEgiptocomounhombrerico.Encambio,graciasati,meconvertíenungaleote.¡Yo!

Elgrandullónestabaindignado.—¿AEgipto?Entonces,¿noeresunbereber?—Malditosseanlosbereberes.Soyunmameluco,aunquenoloparezcavestido

conestosharapos.Encuanto lleguemosmedaréungusto conunamujer, unplatodecentedekoftaymepondréropabuena.

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Ezio volvió amirar a su alrededor, se tambaleó y luego recuperó el equilibriocuandounaolainesperadacortóalsesgolaproa.

—Elmarnoeslotuyo,¿verdad?—Prefierolasgóndolas.—¿Lasgóndolas?¡Bah!—Siqueríasmatarme…—¿Meculpas?Era laúnica razónpor laqueperdíael tiempoenesacloacade

puertovenecianodespuésdeescapar.Cuandotevinopodíacreerquehubieratenidotantasuerte.Estabaapuntoderendirme.Yotambiénfuiahíabajobuscandounmododelargarme.

Eziosonrióabiertamente.—Noteculpo.—¡Metirasteauntanqueparaquemeahogara!—Sabíasnadarbien.Esoeraevidenteparacualquiera.Ahoraletocabasonreíralgrandullón.—¡Ah!Teníaquehabersabidoquenodespertaríatucompasiónfingiendoqueno

sabía.—Pagastetudeuda,mesalvastelavida.Pero¿porquémehastraídocontigo?Elgrandullónextendiólasmanos.—Estabasherido.Sitehubieradejado,habríanidoaporti,nohubieraspasadode

aquellanoche.¡Yquépérdidadeesfuerzohabríasidoparamí!Además,puedeshaceralgoútilenestachalana,aunqueseasmarinerodeaguadulce.

—Puedocuidarmesolo.Lamiradadelgrandullónsepusoseria.—Yalosé,efendi.Quizásolamentequeríatucompañía,EzioAuditore.—Conocesminombre.—Eresfamoso.Vencedordepiratas.Aunqueesono tehubierasalvadodespués

demataraungrupodevigilanteseintentarescapar.Ezioreflexionósobreaquelloydespuésdijo:—¿Cómotellamas?Elgrandullónsepusodepie.Sudignidadnocasabaconlosharaposdegaleote

queaúnllevaba.—Soyal-Scarab,azotedelmarBlanco.—Oh—dijoEzioconironía—.Perdonad,señor.—Temporalmenteendeclive—añadióal-Scarabconpesar—.Peronopormucho

tiempo.Cuandolleguemosallí,tendrénuevobarcoytripulaciónenunasemana.—¿Cuandolleguemosadónde?—¿No te lo he dicho? El puerto más cercano vale la pena y está también en

manosmamelucas:Acre.

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Habíallegadolahora.Le costaba marcharse, pero su misión era imperativa y le obligaba a seguir

adelante con urgencia. El tiempo que había pasado en Acre le había servido paradescansaryrecuperarse,habíatenidoqueserpacientemientrasselecurabalaherida,puesto que sabía que no conseguiría nada si no estaba en plenas condiciones parallevar a cabo su búsqueda. El hecho de encontrarse con al-Scarab habría sidodesastrososilascosashubieransalidodeformadiferente,peroresultóqueélteníaunángeldelaguarda,siesqueexistían.

El gran pirata, a quien había vencido en la batalla a bordo del Anaan, habíademostradosermásqueunasalvación.Al-ScarabteníafamiliaenAcreyrecibieronaEziocomoelsalvadordesuprimoysucompañerodearmas.Al-Scarabnodijonadasobre su derrota en el incidente del Anaan e impuso su autoridad para que Eziosiguierasuejemplo,sopenadeuncastigoinnombrable.PerolahuidadeLárnacaseconvirtióenunapeleadeproporcionesépicas.

—Erancincuenta…—decíaal-Scarabalempezarsurelato,yladécimavezquenarrólahistoria,elnúmerodepérfidosagresoresvenecianoscontralosquesevieronobligadosalucharsehabíamultiplicadopordiez.

Boquiabiertosyconlosojoscomoplatos,susprimosescuchaban,embelesados,sin musitar ni una palabra sobre las incoherencias que se colaban. Al menos noincluyóunmonstruomarino,pensóEzio,secamente.

LoquenoeraunainvenciónfuelaadvertenciaquelehizoaEziolafamiliadeal-Scarab sobre estar preparado ante los peligros que le aguardaban en su viaje. Seesforzaronporconvencerleparaquesellevaraunaescoltaarmada,peroEziosenegórotundamente.Continuaríasolosucamino.Nosometeríaaotrosalospeligrosalosquesabíaquedebíaenfrentarse.

PocodespuésdesullegadaaAcre,Eziotuvolaoportunidaddeescribirlacartaque desde hacía tiempo le debía a su hermana. Eligió las palabras con cuidado,conscientedequeaquellapodríaserlaúltimavezquesecomunicaraconella.

AcreXXnoviembreMDX

MiqueridísimahermanaClaudia:

Ya llevounasemanaenAcre,asalvoyanimado,pero listopara lopeor.LoshombresymujeresquemehanalimentadoydadocobijoaquítambiénmehanadvertidodequeelcaminoaMasyafestáplagadodemercenariosybandidos,nooriginariosdeesepaís.Temopensarenloqueesosignifica.

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CuandopartídeRomahacediezmeses,lohiceconunsolopropósito:descubrirloquenopudonuestropadre.Enlacartaqueconoces,escritaelaño antes de mi nacimiento, él hace una sola mención a una bibliotecaocultabajolossuelosdelantiguocastillodeAltaïr.Unsantuariollenodesabiduríainestimable.

Pero¿quéencontraréal llegar?¿Quiénmerecibirá?¿UnahuestedeTemplarios impacientes,comomás temo?¿Oúnicamenteelsilbidodeunvientofríoysolitario?

Hace casi trescientos años que Masyaf dejó de ser la sede de losAsesinos.¿Nosrecuerda?¿Seguiremossiendobienvenidos?

Ah, estoy harto de esta lucha, Claudia…No estoy harto porque estécansado, sino porque nuestros esfuerzos parecenmoverse únicamente enuna sola dirección…, hacia el caos. Hoy tengo más preguntas querespuestas. Por eso he llegado tan lejos: para hallar la claridad. Paraencontrar el conocimiento que dejó el granMentor y porque así tal vezcomprendamejorelpropósitodenuestralucha,ymilugarenella.

Simepasaraalgo,queridaClaudia…,simishabilidadesmefallaran,ola ambición me descarriara, no busques venganza ni castigo en mimemoria;hasdeseguir luchandopor labúsquedade laverdadparaquetodospuedanbeneficiarse.Mihistoriaesunade tantosmilesyelmundosufrirásiterminademasiadopronto.

Tuhermano,EzioAuditoredaFirenze

Mientrasseequipabaparasusnuevasaventuras,al-ScarabtambiénseencargódequeaEzioleatendieranlosmejoresmédicos,losmejoressastres,losmejoreschefsylasmejoresmujeresqueAcrepodíaofrecer.Pusieronapuntoyafilaronsushojas,lelimpiaronyrepararontodoelequipo,quesesustituyócuandofuenecesarioysepusoapuntoconcienzudamente.

Cuando se acercó el día para que Ezio se marchara, al-Scarab le regaló dosbuenoscaballos.

—Esunobsequiodemi tío.Sededica a criarlos.Pero enmioficiono sémuybienquéhacerconellos.

Eran monturas árabes, menudas y fuertes, con bridas de piel suave y unamagnífica silla labrada, de categoría. Ezio continuó rechazando cualquier tipo deescolta,peroaceptóprovisionesparaelviaje,quelellevaríaportierraatravésdeloqueunavez,hacíamuchotiempo,habíasidoelReinoCruzadodeJerusalén.

Yahorahabíallegadolahoradepartir.Laúltimaetapadeunlargoviaje,yEziono teníamanerade saber si se completaría o no.Peropara él solo existía el viaje.

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Teníaquehacerlo.—Vecontudios,Ezio.—BaraqAllahfeeq,amigomío—respondióEzioylediolamanoalgranpirata.—Nosvolveremosaencontrar.—Sí.Ambos se preguntaron en sus corazones si sería cierto, pero las palabras les

consolaban.Noimportaba.Semiraronalosojosysupieronque,cadaunoasumodo,formabanpartedelamismacompañía.

Eziomontóelmásgrandedelosdoscaballos,elzaino,ygirólacabeza.Sinmiraratrássaliódelaciudad,haciaelnorte.

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Masyaf estaba a trescientos kilómetros de Acre, en línea recta. El terrenodesértico,aparentementeamable,entrelosdospuntosestabamuylejosdeserlo.Laenorme ofensiva otomana, desde su centro original, había continuado sin cesardurantedoscientos añosyhabía culminado con la conquistadeConstantinoplaporparte del sultán Mehmed II en 1453, cuando este tenía veinte años. Aun así, lostentáculosturcosseextendíanhaciaeloeste,aBulgariaymásallá;yalsuryaleste,haciaSiriayloqueanteriormentehabíasidoTierraSanta.LafranjacosteraorientaldelmarBlanco,consuspuertosvitalesysuaccesoporaguaaloeste,eraunajoyadelacorona,peroallílagarraotomanaerafrágil.NoeranquimeraslasbatallasalasquesetendríaqueenfrentarEzioensucaminosolitarioalnorte.Siguiólacostalamayorparte del trayecto,manteniendo elmar brillante a la izquierda, subió por los altosriscosylosdestrozadosmatorralesquelosremataban;viajabaalalbayalatardecer,se ocultaba cuatro horas cuando el sol estaba en su punto más álgido y volvía adescansarcuatrohorasporlanoche,bajolasestrellas.

Viajar solo tenía sus ventajas. Podía pasar desapercibidomás fácilmente que sihubiera llevado escolta, y su buena vista anticipaba lo suficiente los peligros tantopara eludirlos como para esperar a que hubieran pasado. Aquel era un país debandidos,dondevagabangruposdemercenariosociosos,maldisciplinados,que sematabanentreellosyalosviajerosparaverquépodíanconseguir,sobreviviendo,enopinióndeEzio,tansoloporquesí,enunpaisajequetodavíanosehabíarecuperadotras siglos de guerra. Los hombres se volvían salvajes, ya no pensaban, no teníanesperanzanisentimientos;eranhombresquehabíanperdidocualquiersentidodelaconciencia.Despiadadosytemerarios,ytancruelescomoimplacables.

Habíapeleascuandonopodíanevitarseyerantodasinútiles,tansoloservíanparadejarunoscuantosmuertosmásalosbuitresyloscuervos,lasúnicascriaturasquerealmente proliferaban en aquella tierra baldía, olvidada de Dios. En una ocasión,Ezio salvó de unos maleantes a una aldea asustada, y en otra, a una mujer de latortura,laviolaciónylamuerte.Pero¿durantecuántotiempo?¿Yquéseríadeelloscuandosemarchara?NoeraDios,nopodíaestarentodaspartesyparecíaqueaquí,pordondeCristoundíahabíacaminado,Diosnocuidabadelossuyos.

CuantomásalnortecabalgabaEzio,mayoreraelpesoquesentíaenelcorazón.Tansololapasióndelabúsquedalemanteníaenelcamino.Atóbrozaalacoladesuscaballosparaborrarsushuellasalpasar,yporlanoche,esparcíaramasdeespinosobrelasquedescansarparanodormirsedeltodo.Esaeternavigilancianoerasoloelpreciodelalibertad,sinoeldelasupervivencia.Aunqueelpasodeltiempolehabíarobadopartedesufuerza,lacompensabaconexperiencia,ynuncahabíadesdeñadoelfrutodelentrenamientoquelehabíaninculcadoPaolayMariohacíatantotiempo

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enFlorencia yMonteriggioni.Aunque a vecesEzio sentía quenopodía continuar,quenocontinuaría,continuaba.

Trescientoskilómetrosenlínearecta.Peroerauninviernoduroyhabíamuchosrodeosyretrasosenelcamino.

ElAñodeNuestroSeñor1511yahabíacomenzadoyllególafestividaddeSanHilariootravez,cuandoEzioviolasmontañasalzándoseanteél.

Inspiróhondoelairefrío.Masyafestabacerca.

Tressemanasmástarde,Eziodivisósuobjetivo.Ahoraibaapie,puestoquelosdoscaballoshabíanmuertoen lospuertosheladosquehabíadejadoa laespalda,ysobresuconciencia,pueshabíansidounoscompañerosmásfieleseincondicionalesquemuchoshombres.

Unáguilavolabaaltoenelcielodespejado.Maltrechopor el viaje,Ezio apartóde ella lamirada, se irguió contra unmuro

bajoyáspero,yallísequedó, inmóvilporunmomento,examinandolaescenaconojospenetrantes.

HabíallegadoaMasyaftrasdocefatigososmesesdetrayecto.Unviajelargo,decaminosprofundosyclimacrudo.

Agachado ahora, por prudencia, y manteniendo la calma mientras por instintocomprobaba sus armas, Ezio siguió buscando cualquier señal de movimiento.Cualquiera.

No apareció ni un alma en las almenas. Los copos de nieve se retorcían en elvientocortante.Peronohabíanirastrodeningúnhombre.Ellugarparecíadesierto.Talycomoesperaba, según loquehabía leído.Pero lavida lehabíaenseñadoquesiempreeramejorasegurarse.Permanecióquieto.

Noseoíanada,salvoelviento.Entonces…huboalgo.¿Unroce?Alaizquierda,delantedeél,unpuñadodepiedrecitasbajólapendientepelada.Sepusotensoyselevantó un poco, con la cabeza alzada entre los hombros agachados. Entoncesaparecióunaflechadenosesabedónde,atravesólaarmadurayledioenelhombroderecho.

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El amanecer era frío y gris. En su quietud, Ezio ahuyentó los recuerdos y seconcentróenelpresentealoírlaspisadasdelosguardiassobrelaslosas,acercándoseasucelda.Aqueleraelmomento.

Fingiríaestardébil,locualnoeranadadifícildelograr.Teníamásseddelaquehabía tenido en mucho tiempo, y estaba hambriento, pero el vaso y la comidapermanecíanintactossobrelamesa.Setumbóenelsuelobocaabajo,conlacapuchasobreelrostro.

Oyó que abrían la puerta de su celda y los hombres entraron. Le cogieron pordebajo de los hombros y lemedio incorporaron para sacarle a rastras al pasillo depiedragrisquehabíafuera.Conlavistaclavadaenelsuelomientrasletransportaban,Ezioviounamarcaenunapiedramásoscura, elgran símbolode losAsesinos, suinsigniadesdetiemposinmemoriales.

Elpasillodabaaunespaciomásamplio,unaespeciedesala,abiertaaunlado.Ezionotóelpenetranteaire frescoen su rostro,que le reanimó.Alzó lacabezaunpocoyvio en lo altounas aberturas,delimitadaspor estrechas columnas,y alotroladounavistapanorámicadelasimplacablesmontañas.Seguíanenloaltodelatorre.

Losguardiaslepusierondepieyélselosquitódeencima.Seapartaronunpoco,con lasalabardaspreparadas, apuntándole.DecaraaEzio,con laespaldaalvacío,estabaelcapitándeldíaanterior.Sosteníaunasogaenlamano.

—Eresunhombretenaz—dijoelcapitán—alvenirdesdetanlejosparaecharunvistazoalcastillodeAltaïr.Demuestraquetienescorazón.

Lehizounas señasa sushombresparaque retrocedieranmásydejaronaEziosolo.Despuésprosiguió:

—Pero ahora eres un perro viejo. Mejor dejar de ser un misterio que vertegimotearhastauntristefinal.

Ezio se dio un poco la vuelta para dirigirse directamente al hombre. Aquelminúsculomovimiento,advirtióparasusatisfacción,bastóparaqueseestremecieranlosalabarderos,quesujetabansusarmascontraél.

—¿Unaúltimapalabraantesdequetemate?—preguntóEzio.El capitán estaba hecho de una pasta más dura que sus hombres. Se mantuvo

firmeyseechóareír.—Mepreguntocuántotardaránlasaurasenlimpiartushuesoscuandotucuerpo

cuelguedeesosparapetos.—Hayunáguilaporahíarribaquemantendráalejadasalasauras.—Eso te irá muy bien. Acércate ¿o temes morir? No querrás que te lleven a

rastrasalamuerte,¿verdad?Ezioavanzódespacio,contodoslossentidosalerta.

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—Muybien—dijoelcapitányEzionotóciertarelajacióndeinmediato.¿De verdad creía aquel hombre que iba a rendirse? ¿Tan vanidoso era? ¿Tan

estúpido?Encualquiercaso,muchomejor.Perotalvez,despuésdetodo,esehombredesagradable, que olía a sudor y a carne cocida, tenía razón. Lamuerte tenía quellegarenalgúnmomento.

Más allá de la amplia ventana, entre las columnas, una estrecha plataformasobresalíaenelvacío, tendríaunostresmetrosdelargoyunodeancho,construidaconseistablonesrugosos.Parecíaantiguaeinsegura.Elcapitánhizounareverenciacomo un gesto irónico de invitación. Ezio volvió a avanzar, mientras esperaba sumomento,peroalmismotiempopreguntándosesillegaría.Lostablonescrujierondeformaalarmantebajosupesoyelaireseenfrióasualrededor.Miróhaciaelcieloylasmontañas.Entoncesvioeláguilavolando,quinceotreintametrosmásabajo,consusalasblancasextendidas,ydealgúnmodoledioesperanza.

Luegosucedióalgomás.Ezioadvirtióotraplataformasimilar,quesobresalíadelatorrealamismaaltura,

aunoscuatrometrosa suderecha.Y, sobreella, solo,avanzandosin temor,estabaahoraeljovenconcapucha,vestidodeblanco,quehabíavistoenlabatalla.MientrasEzioobservaba,selecortólarespiración;elhombreparecíaestarvolviéndosehaciaélycomenzabaahacerleseñas…

Yentonces,denuevo,lavisiónsedesvaneció,ynoleacompañónadamásqueelvientoyráfagasesporádicasdenieve.Hastaeláguilasehabíaesfumado.

Elcapitánseacercóconlasogaenlamano.Ezionotófugazmentequelacuerdaestabamuyflojayarrastrabapordetrás.

—Yo no veo ningún águila —dijo el capitán—. Apuesto a que las auras notardaránmásdetresdías.

—Yateavisaré—contestóEzio,sinalterarse.Había aparecido un puñado de guardias detrás del capitán, pero fue el mismo

capitán, que estaba detrás deEzio,muy cerca, quien le bajó la capucha, deslizó lasogaporlacabezaylatensóalrededordesucuello.

—¡Ahora!—exclamóelcapitán.—¡Ahora!Enelinstanteenquesintiólasmanosdelcapitánsobresushombros,dispuestoa

empujarlealolvido,Ezio levantósubrazoderecho, lodobló,y llevóelcodohaciaatrás,deformaviolenta.Cuandoelcapitáncayódeespaldasconungritoytropezóconsuscompañeros,Eziocogiólacuerdarestante,queaúnestabasobreelentablado,esquivóalostreshombres,sediolavueltaycolocólasogaalrededordelcuellodelcapitán,quesemovíaatrompicones.Luegosaltódelaplataformaalvacío.

El capitán había intentado retroceder, pero era demasiado tarde. Cayó a lostablonesporelimpactodelpesodeEzio.Lastablassezarandearoncuandolasgolpeó

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conlacabeza.Lacuerdasetensóyprácticamenterompióelcuellodelcapitán,quesepusoazulysellevólasmanosalcuello,altiempoquepataleabayforcejeabacontralamuerte.

Dijo todas las palabrotas que sabía, los guardias desenvainaron sus espadas yavanzaronrápidoparacortarlacuerdayliberarasuoficial.Cuandoloconsiguieran,el maldito Ezio Auditore habría caído en picado en las rocas, a ciento cincuentametros,ymientrasestuvieramuerto,¿quéimportabacómohubierasido?

Enelextremodelacuerda,girandoenelespacio,Ezioteníaambasmanosentrela sogay el cuello, y se esforzabapor evitar que le cortara la tráquea.Examinó laescenaqueteníadebajo.Colgabacercadelosmuros.Teníaquehaberalgoaloqueaferrarse para detener su caída. Pero si no lo había, aquella era mejor manera detoparseconlamuertequenodeunmodosumiso.

Arriba,sobrelaplataformaquesebalanceabapeligrosamente,losguardiasporfinlograronromperlacuerda,queparaentoncesyaestabadejandoelcuellodelcapitánsinsangre.YEziosehallócayendo,cayendo…

Peroencuantonotóquelacuerdasesoltaba,balanceóelcuerpoparaacercarsealosmurosdelcastillo.MasyafestabaconstruidoparalosAsesinosporAsesinos.Nole abandonaría.Había visto un trozo de andamiaje roto que sobresalía de la paredquincemetrosmásabajo.Condujosucuerpohaciaallímientrascaíaenpicado.Seagarróehizoungestodedolor,pueselbrazoporpocoselesaliódelsitio.Peroelandamiajeestabasujeto,él seenganchóy,apretando losdientesporelesfuerzo,sesubióhastaquepudoaferrarseconambasmanos.

Peroaúnnohabíaterminado.Losguardiasseasomaronaverquéhabíapasadoycomenzaron a coger cualquier cosa que pudieran lanzar para sacarlo de allí. Lellovieronencimarocas,piedrasypedazosirregularesdemaderarota.Eziomiróasualrededor,desesperadamente.Asuizquierda,unaescarpasubíaporelmuro,talvezaunosseismetrosdedondeestabaahora.Sipodíabalancearsedesdeelandamiajeyconseguirsuficienteimpulsoparacubriresadistancia,existíaunaremotaposibilidadde que pudiera bajar rodando por la escarpa. Al pie, vio la parte superior de unacantilado,delquesalíaunpuentedepiedradesmoronado,queseextendíasobreunabismo,hasta llegar aun sendero estrechoque recorría el lateral de lamontañadeenfrente.

Agachado bajo la lluvia de escombros que caía de arriba, Ezio comenzó abalancearseatrásyadelante.Susmanosresbalabanporlamaderadelandamiaje,lisacomo el hielo, pero se aferró y pronto consiguió el impulso. El momento llegócuandosintióqueyanopodíasujetarsemásytuvoquearriesgarse.Reuniótodasuenergíaenunúltimobalanceohaciaatrásyselanzóalespaciocuandosucuerposemovióhaciadelante,conlaspiernasylosbrazosabiertosenelaireparavolarhacialaescarpa.

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Aterrizópesadamente,mal,yquedósinaliento.Antesdeque lediera tiempoarecuperar el equilibrio, cayópor lapendientey rebotó en el suelo llenodebaches,pero poco a poco fue capaz de guiar su cuerpomaltrecho en dirección al puente.Sabía que era vital, puesto que si no acababa en el punto exacto, caería por elprecipicio,ysabíaDioselvacíoquehabíaahíabajo.Ibademasiadorápido,peronocontrolabalavelocidad.Dealgúnmodo,mantuvolacalmayporfinsedetuvoatresmetrosdelpuentetembloroso.

De repente se preguntó cuántos años tendría aquel puente. Era estrecho, de unsolotramo,ymucho,muchomásabajooyóelaguarompiendo,furiosa,enlasrocas,invisibleenlasprofundidadesdelnegroabismo.Elimpactodesupesoencimahabíasacudidoelpuente.¿Cuántotiempohacíaquenadielocruzaba?Lamamposteríayase estaba desmoronando, debilitada por el paso del tiempo, y la argamasa estabaechadaaperder.Alponersedepie,viohorrorizadoqueseabríaunagrietaaunmetroymediodeél.Lagrietaprontoseensanchóylamamposteríadecadaladocomenzóacaerdeformavertiginosahaciaeloscuroabismo.

Mientras observaba, Ezio tuvo la sensación de que el tiempo se ralentizaba.Ahorayanohabíavueltaatrás.Enseguidasediocuentadeloqueibaasuceder.Sedio lavueltayempezóacorrer,pidiendoacadamúsculodesucuerpocansadounúltimo esfuerzo. Corría al otro extremo del puente cuya estructura se rompía,desplomándosedetrásdeél.Lefaltabanveintemetros,diez…Podíasentircómolamamposteríacaíaenpicadomientras sus talones laabandonaban.Ypor fin,conelpechocasipartidoporelesfuerzoderespirar,quedóderecho,apoyadoenlarocagrisde la ladera de lamontaña, con lamejilla haciendo presión, los pies seguros en elestrechosendero,incapazdepensarnidehacernadamás,escuchandolossonidosdelaspiedrasdel puente al caer al torrentede abajo, escuchandoel sonidobajandoybajando,hastaquenoseoyónadasalvoelviento.

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Pocoapoco,larespiracióndeEziosefuecalmandoyestabilizando,yeldolorenlosmúsculos,olvidadodurantelacrisis,regresó.Perohabíamuchoquehacerantesde darle a su cuerpo el descanso que necesitaba. Tenía que alimentarlo. No habíacomidonibebidonadadesdehacíacasiveinticuatrohoras.

Sevendólasmanosarañadaslomejorquepudoconunpañueloquesacódesutúnicaparapartirloendos.Ahuecólapalmapararecogerelhilodeaguaquesalíadelarocacontralacualcolocólamejilla.Enpartesaciado,seapartódelasuperficieenlaquesehabíaapoyadoyseexaminó.Noteníaningúnhuesoroto,unligeroesguinceenelcostadoizquierdo,dondelehabíanherido,peronadamás,nadagrave.

Contemplólaescena.Aparentementenadiehabíasalidoensubusca,perohabríanvistocómohabíabajadoporlaescarpaycómohabíacruzadocorriendoelpuentequesederrumbaba.Talveznohabíanadvertidoquelohabíalogrado.Talvezsehabíanlimitadoasuponerquenolohabíaconseguido.Peronopodíadescartarlaposibilidadde que hubieran enviado grupos de búsqueda, aunque solo fuera para recuperar sucadáver.LosTemplariosquerríanasegurarsedequeelMentordesusarchienemigosestabamuertodeverdad.

Miróla laderadelamontañajuntoaél.Eramejor treparqueseguirelsendero.Nosabíaadóndellevabayerademasiadoestrechoparamaniobrarsiteníaqueluchar.Parecía que se podía escalar. Por lomenos podría llegar hasta la nievey saciar deverdadsused.Sesacudióconungruñido,yemprendiólamarcha.

Sealegródeirvestidoconcoloresoscuros,asínoteníaqueesforzarseenpasardesapercibido por la pared rocosa que estaba subiendo. Al principio fue fácilencontrarlugaresdondeasirseconmanosypies,aunqueavecesteníaqueestirarsemucho, a veces los músculos gritaban en señal de protesta, y en una ocasión unfragmentoderocalecayóenlamanoycasilehacedescenderlostreintametrosqueyahabíatrepado.Lopeor—ylomejor—eralafinaperoconstantecorrientedeaguaque caía sobre él desde arriba. Peor, porque las rocas mojadas eran resbaladizas;mejor,porqueunacascadasignificabaquehabíaunriachueloo,almenos,unarroyoahíarriba.

Pero media hora de escalada le llevó a la cima de lo que no resultó ser unamontañasinounrisco,puestoqueel terrenoalqueporfinsubióera llanoyestabacubiertodematojosdehierba.Unpradoalpinoárido,limitadoendosladospormásparedesderocanegraygris,peroabiertoaloeste,hastadondealcanzabalavistadeEzio.Undesfiladero,sinofueraporque,detrásdeél,noconducíaaningunaparte.Talvezantes,hacíamuchotiempo,sí.Unantiguoterremotopodíahaberprovocadolosprecipiciosqueacababadeescalar,yelbarrancoalquehabíacaídoelpuente.

Ezioseacercócorriendoalpequeñovalleparareconocerelterreno.Dondehabía

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puertos,dondehabíaagua,tambiénpodíahaberpersonas.Esperó,casisinmoverse,otra media hora antes de aventurarse más allá y sacudió los músculos paracalentarlos, porque habían empezado a agarrotarse tras un largo periodo deinmovilidad. Estaba empapado, estaba cogiendo frío. No podía estar mucho mástiempoahí fuera.Habíaconseguidoescaparde losTemplarios,perosuesfuerzonoserviríadenadasiseconvertíaenvíctimadelaNaturaleza.

Seacercómásalriachuelo,quelocalizóporelsonidodelagua.Seagachójuntoalaorillaybebiótodoloquefuecapazsinsaciarse.Losiguió.Unoscuantosarbustosleñososcomenzaronaaparecerenlaorillaynotardóenllegaraunbosquecillojuntoa una charca. Allí hizo una pausa. Sería unmilagro si hubiera algún ser vivo allíarriba, tan lejos de la aldea amparada por el castillo deMasyaf; no habría ningúnanimalquepudieracazarparacomérselo;perosihabíaunacharca,tambiéncabíalamínimaposibilidaddequehubierapeces.

Searrodillóyechóunvistazoalasprofundidadesdelaguaoscura.Quietocomounagarzapescando,seobligóa tenerpaciencia.Yentonces,por fin,viounaonda,unamuydébil, que desapareció en cuanto alteró la superficie del agua, pero bastóparademostrarlequeallíhabíaalgovivo.Siguióvigilando.Unaspequeñasmoscasvolabanbajosobrelacharca.Algunasleacosaron,atraídasporelcalordesucuerpo.No se atrevió a espantarlas, sino que soportó sus cosquillas y sus diminutos ydespiadadosmordiscos.

Entonceslovio.Setratabadeuncuerpograndeygordo,delcolordeuncadáver,quesemovíalentamenteadiezcentímetrosbajolasuperficie.Mejordeloquehabíaesperado.Parecíaunacarpa,quizás,oalgosimilar.Mientrasobservaba,otro,muchomásoscuro,leacompañó,yluegounterceroconlasescamasdoradasycobrizas.

Ezio esperó a que hicieran lo que esperaba que hicieran: sacar el morro a lasuperficieparacogeraire.Aquelseríaelmomento.Concentradoalmáximo,tensóelcuerpoypreparólasmanos.

Elpezoscurosemovióyunasburbujassurgieronalaparecerunabocagruesa.Eziosaltó.Yretrocedió,eufórico,mientraselpezenormeseretorcíaensupuño,incapazde

salir.Lodejóenelsueloasuladoylodespachóconunapiedra.No había manera de cocinarlo. Tendría que comérselo crudo. Pero entonces

volvió amirar lapiedraquehabíausadoparamatarloy recordó la esquirlaque sehabíadescascarilladoensumanodurantelaescalada.¡Pedernal!Consuerte,podríaencenderunfuegoparasecarselaropaytambiénpodercocinar.Elpescadocrudonolemolestaba;además,habíaleídoqueenalgúnpaísinimaginable,muyaleste,habíagentequeloconsiderabaunmanjar.Perolaropamojadaeraotracosa.Encuantoalfuego,searriesgaría.Porloquehabíavisto,probablementeeraelúnicoserhumanoqueaparecíaporaquelvalleenmilañosysuselevadísimasladerasimpedíanquese

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vieradesdeladistancia.Recogió un poco demaleza del bosquecillo y después de intentarlo un par de

veces, consiguió crear un diminuto resplandor rojo en un puñado de hierba. Concuidado, lo colocó bajo unas ramitas y se quemó cuando las llamas ardieron deinmediato.Ardíabien,nodespedíamuchohumo,esteerafinoyligero,yenseguidasedisipabaporlabrisa.

PorprimeravezdesdequehabíadivisadoMasyaf,Eziosonrió.Apesardelfríoyparaahorrartiempo,sequitólaropaparasecarlajuntoalfuego

sobreunrudimentarioarmazóndebrozamientraselpescadosecocíaenunsencilloasador.Enmenosdeunahora,elfuegosehabíaapagadoysusrestossedispersaron.Notó un calorcillo en el estómago y, poco después, pudo ponerse las prendas que,aunque no estaban recién lavadas, sí calientes y suficientemente secas como parasentirsecómodo.Yaterminaríandesecarsecuandolasllevarapuestas.Encuantoalcansancio,tendríaqueaguantarse.Habíaresistidoeldeseodedormirjuntoalfuegoyla charca, y fue una lucha tan dura como cualquiera de las que había vivido en elcamino,peroahoraseconsiderabarecompensadoalsentirrenovadasfuerzas.

Se sentía capaz de regresar al castillo. Necesitaba su equipo y tenía quedesentrañar los secretos de aquel lugar para que su búsqueda tuviera algúnsignificado.

Conformevolvía sobre suspasos, advirtió,pocodespuésde llegaralprecipicioquehabíaescalado,queenlacarasurdelvallehabíaotrosenderoquellevabahaciaarriba, por la cara rocosa de la montaña. ¿Quién había abierto aquellos senderos?¿Loshombres,enelprincipiodelostiempos?Ezionopodíadetenerseareflexionarsobreaquello,peroagradecióqueestuvieraallí.Subíaabruptamentehaciaeleste,endirecciónaMasyaf.Eziocomenzóaavanzar.

Después de ascender unos ciento cincuentametros, el sendero terminaba enunestrechopromontorio,dondeunoscimientostestimoniabanlapresenciahacíamuchotiempo de una atalaya, desde la que los guardias habrían podido examinar losalrededoresparaavisaralcastilloconantelacióndecualquierejércitoocaravanaquese acercara. Miró al este y hacia abajo. Tras él se extendía el gran complejo deMasyaf,consusmuroselevadosysustorresconcúpula.Ezioseconcentrómuchoysu vista, tan buena como la de un águila, empezó a distinguir los detalles que leayudaríanaregresar.

Muchomásabajo,viounpuentedecuerdaquecruzabaelmismoabismoporelque antes se extendía el depiedraquehabía atravesado corriendo.Por lo queveíadesdedondeestaba,nohabíaotromododeaccederalcastillo,peroalotroladodelpuente,elcaminoestabarelativamentedespejado.Bajaralpuenteporaquelladoeraotra cuestión.Una pura cascada de roca negra, suficiente para intimidar a la cabramontesa con las patas más firmes. Y se veía perfectamente desde el puesto de

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vigilanciadelcastilloquedabaalpuente.Eziomiróalsol.Acababadepasarelcenit.Calculóquetardaríacuatroocinco

horasenllegaralcastillo.Teníaqueestardentroantesdequecayeralanoche.Bajó con dificultad del promontorio y comenzó a descender, tomándoselo con

calma,concuidadodenodesplazarelrevoltijoderocassueltasparaquenocayeranporlaladeradelamontañayalertaranalosTemplariosquevigilabanelpuente.Erauntrabajodelicado,peroelsolsepondríaasuespaldayporlotantodaríaenlosojosa los vigilantes de abajo; Ezio dio gracias por contar con esa protección. Llegaríaabajoantesdelocaso.

Porfinllegóaungranpeñascoqueleofrecíaseguridadyunesconditeaniveldelsuelo,aunoscincuentametrosdelladooestedelpuente.Hacíamásfríoqueantesyse había levantado viento. El puente—de cuerda negra, alquitranada, con listonesestrechosdemaderaparapasar—sebalanceabayvibraba.MientrasEziovigilaba,dosguardiassalierondelpuestoycaminaronunpocodeunladoaotro,peronoseaventuraronacruzarelpuente.Ibanarmadosconballestasyespadas.

Laluzeratenue,apagada,costabacalcularlasdistancias.PeroparaEzioeraunaventajaquehubieramenosluz,porqueasínodestacabatantodelentorno.Comounasombra,agachado,seacercóalpuente,peroencuantolopisaraestaríadesprotegido,eibadesarmado.

Se detuvo otra vez a unos tres metros para observar a los guardias. Parecíanheladosyaburridos,advirtióEzioparasusatisfacción.Noestaríanatentos.Nadamáshabíacambiado,exceptola lámparaquehabíaencendidoalguiendentrodelpuesto,porloquesupoqueeranmásdedos.

Necesitaba algún tipo de arma. Durante el descenso y la aproximación finalestabademasiadopreocupadopornoalejarsedesuposicióncomoparabuscaralgo,pero no había olvidado que la pared de la montaña era pedernal y que teníamuchísimos fragmentosa suspies.Brillabannegrosbajo la luzmortecina.Escogióuno, un trozo con forma de hoja de unos treinta centímetros de largo y cuatro deancho.Locogióy,alhacerlo,fuedemasiadorápidoyotraspiedrassonaronalchocarentre sí. Se quedó paralizado. Pero no hubo reacción. El puente estaba a treintametros. Podía estar a medio camino antes de que los guardias advirtieran supresencia.Peroteníaquemoverseya.Sepreparó,selevantóyselanzóhaciadelante.

Las cosas se complicaron en cuanto pisó el puente. Se balanceaba y crujía deformaalarmanteacausadelvientodespiadado.Tuvoqueagarrarsealascuerdasguíaparamantenerelequilibrio.Todoaquellosignificabatiempoperdido.Ylosguardiasle habían visto. Le desafiaban a gritos, lo cual le dio uno o dos segundos, pero alverleavanzar,descolgaronsusarcos,colocaronlasflechasydispararon.Mientraslohacían, cinco guardias más, con los arcos ya preparados, salieron corriendo delpuesto.

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Lamala luzafectóasupuntería,peropasaronbastantecercadeEzio,que tuvoqueagacharseyesquivarlas.Enalgúnpuntoenmediodelpuente,unviejotablónsepartióyleatrapóelpie,perologrósoltarloantesdequelapiernaselehundieraenelhueco;en talcaso,habríaestadoperdido.También tuvosuertedeevitarmásdeunproyectilquelepasórozandoelcuelloyleatravesólacapucha.Notóelcalorenlapiel.

Yahabíandejadodedispararyestabanhaciendootracosa.Ezioseesforzóenverdequésetrataba.

¡Tornos!Habíamuchacuerdasueltaenlostornosyseestabanpreparandoparasoltarla,y

dejar que girara como un trompo en cuanto soltaran los tornos y los dejaran rotarlibremente.Despuésdearrojarleporelabismo,volveríanalevantarelpuente.

«Merda—pensóEzio,corriendoatrompicones—.¡Dosvecesenundía!».Aún lequedabancincometros.Se lanzóalairecuandoelpuentecayóbajosus

pies,saltóhaciadelanteyaterrizósobreunguardia,quetumbóaotro.Clavólahojadepedernalenelcuellodelhombreytratódevolverasacarlarápidamente,perosepartióallímismo;debíadehabérseleenganchadoenelhueso.Sepusodepie,sediolavuelta, tiróbruscamentehaciasíalsegundoguardia,quenosehabía recuperadotodavía,yenseguidadesenvainólaespadadelhombreparaclavársela.

Los otros tres abandonaron sus arcos, sacaron las espadas y lo rodearon paradejarledeespaldasalprecipicio.Eziopensódeprisa.Nohabíavistomáshombresporallí, nadie había dado la alarma. Tenía que acabar con aquellos tres allí mismo yluegometerseenel castilloantesdequedescubrieranalgo.Peroaquelloshombreserangrandesynohabíanestadodeguardia;estabanfrescosydescansados.

Ezioalzó laespadaensumanoymiróunacara trasotra.Pero¿quévioensusojos?¿Miedo?¿Eramiedo?

—¡PerroAsesino!—soltóunodeellosporunabocaquetemblaba—.¡DebesdeestaraliadoconelDiablo!

—SielDiabloexiste, está convosotros—gruñóEzioy se lanzóhaciadelante,puessabíaquepodíaaprovecharsedelmiedoqueteníasuoponenteaqueélestuvierallenodeunafuerzasobrenatural.Sesolo!

Seacercarony le insultaronavivavoz, tantoqueEzio tuvoquedarseprisaenliquidarlos, en silenciarlos. Sus estocadas eran salvajes y nerviosas, por lo queterminóprontoeltrabajo.Arrastróloscuerposhastaelpuestodevigilancia,peronohabía tiempodevolvera levantarelpuente;además,unhombresoloera imposiblequelolograra.Porunmomento,considerócambiarselaropaconunodelosguardias,pero habría malgastado un tiempo precioso y la creciente oscuridad estaba de suparte.

Eziocomenzóasubirelcaminoque llevabaalcastilloyagradeció lassombras

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quehabíanempezadoaacumularseensuslaterales.Alcanzólabasedesusmurosenunladooculto,sinproblemas.Elsolsehabíapuesto,tansoloseveíaunresplandorrojodetrásdelasmontañasylosriscosdistantes,aloeste.Hacíafríoyelvientoerainsistente. Como el castillo era antiguo, tenía la piedra erosionada y disponía desuficienteslugaresdondeasirseconpiesymanosparaunescaladorquesabíaloqueestabahaciendo.Ezio,conelplanodelafortalezaquehabíaestudiadoenRomaenmente,recurrióalasúltimasreservasdeenergíaycomenzóelascenso.Unostreintametros, calculó, y estaría en el santuario externo. Sabía que después de aquello,estaban las puertas que conectaban con las fortificaciones interiores, las torres y eltorreón.

La subida eramás difícil de lo que había pensado. Le dolían los brazos y laspiernas, y deseó tener algún tipo de instrumento para sujetarsemejor, algo que seagarraraalosasiderosinexorablemente,yaumentaralafuerzadesusmanos.Peroseobligóaseguirsubiendoymientrasdesaparecíanlosúltimosrescoldosdelapuestade sol tras lasmurallas negras de lamontaña, dando paso a las primeras estrellaspálidas,Ezioselanzóaunapasarelacolocadaunoscuantosmetrospordebajodelasalmenasdelmuroexterior.Aamboslados,aunoscincuentametros,sehallabanlasatalayas,perolosguardiasquehabíaallímirabanhaciaabajo.Habíaunalboroto,queapenasoía,procedentedelpuestodevigilanciajuntoalpuente.

Alzó la vista hacia la torre del homenaje. Habrían guardado su equipo—susvaliosasalforjasconlasarmas—enlasegurabodegaquehabíadebajo.

Bajódelapasarelaalsuelo,siempremanteniéndoseenlassombras.Torcióalaizquierda,haciadondesabíaqueestabalapuertapordondeaccederíaaltorreón.

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Caminando tansigilosocomounpumaybuscandosiempre la rutamásoscura,Ezio llegó a su meta sin más confrontaciones. Menos mal, porque lo último quequería era otra pelea ruidosa. Si le encontraban de nuevo, no le dejarían quedarsemucho tiempo,ni ledarían lamásmínimaoportunidaddeescapar; lomataríanallímismo,loensartaríancomoaunarata.Nohabíamuchosguardias,losquehabíavistoenlasalmenas.Debíandeestar todosfuera,buscándolobajolainestableluzpálidaqueofrecía lamultituddeestrellas.Y lameléenelpuestodevigilancia leshabríahechoredoblar losesfuerzos,puesaquelloprobabasin lugaradudasquenoestabamuerto.

Habíadosguardiastemplariosmásviejos,sentadosaunamesademaderarugosa,cercadelaentradaalabodega.Sobrelamesahabíaunajarradepeltregrande,llenade loqueparecíaservino tinto,ydosvasosdemadera.Losdosguardias tenían lacabeza y los brazos en la mesa. Estaban roncando. Ezio se acercó con extremaprecaución,alverlasllavescolgandoenelcostadodeunodeloshombres.

NohabíaolvidadolashabilidadesdecarteristaquelaAsesinamadamePaolalehabíaenseñadocuandoerajoven,enFlorencia.Conmuchocuidadoparaevitarquelas llaveshicieran ruido—pueselmásmínimosonidodespertaría a loshombresypodríasignificarsumuerte—,levantóelaroyconlaotramano,torpemente,desatólacorrea de cuero que estaba sujeta al cinturón del guardia.En algún punto, el nudosueltoseenganchó,yalesforzarseporsoltarlo,tiródemasiadofuerteyelhombresedespertó.Ezioseconvirtióenunaestatua,observando,vigilante,conambasmanosenlazadas,e incapazderealizarningúnmovimientoparacogeralgunade lasarmasdelguardia.Peroelhombretansoloresopló,continuódurmiendoyarrugólafrente,incómodo,talvezporalgúnsueño.

PorfinelllaveroestabaenmanosdeEzio,yesterecorrióahurtadillaselpasilloiluminadoporlaluzdelasantorchas,másalládelosguardias,altiempoquemirabalaspesadaspuertasdemadera,acorazadas,quehabíaacadalado.

Teníaque ir rápido,pero tardaríaencomprobarqué llavedelgranarodeaceroabría cada cerradura, y a su vez tenía que asegurarse de que las llaves no hacíanningún ruidomientras lasmanipulaba.En la quintapuerta tuvo suerte.Dio conunauténtico arsenal: había armas de varios tipos bien amontonadas en estanterías demaderaquerecorríantodalapared.

Habíacogidounaantorchadeunarbotantejuntoalapuertaygraciasalaluznotardóenencontrarsusbolsas.Unrápidoinventarioindicóquenolefaltabanada,nisiquiera, según veía, las habían tocado. Suspiró, aliviado, porque lo que menosdeseabaeraquelosTemplarioslespusieranlasmanosencima.LosTemplariosteníana variasmentes hábiles trabajando para ellos y habría sido un desastre si hubieran

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sidocapacesdecopiarlashojasocultas.Las examinó brevemente. Había viajado con lo que consideraba su equipo

fundamental, y comprobó, después de revisarlo dos veces, que todo lo que habíallevado consigo estaba en su sitio. Se colocó la cimitarra y la desenvainó paraasegurarsedequelahojaaúnestabaafilada,luegolametióenlafunda,conungestofirme.Seatólamuñequeraalbrazoizquierdoyenlamuñeca,lacuchillaquenosehabíaroto.Lahojarotayelarnéslosguardóenlabolsa,noselosibaadejaralosTemplarios, ni siquiera en su estado actual; siempre cabía la posibilidad de que larepararan. Ese problema lo resolvería cuando llegara elmomento.Metió la pistolacon resorte y lasmuniciones en las bolsas, y se arriesgó a dedicar cierto tiempo arevisarqueelparacaídasnosehubieradañado.Elparacaídaseranuevo,uninventode Leonardo que todavía no había utilizado. Pero las pruebas que había realizadohabíandemostradoconcrecessupotencial.Doblóbienlaestructura,parecidaaunatienda,ylaguardóconelrestodelequipo.Seechólasbolsasalhombro,atóbienlacorrea y volvió por donde había venido, pasando junto a los guardias que seguíandurmiendo.Unavezfuera,comenzóatrepar.

Localizóunaposiciónestratégicaprotegidaenuna torrecillaaltade la torredelhomenaje.Había escogidoel sitioporquedabaal jardín traserodeMasyaf, bajo elque,sisuinvestigacióndelosplanosdelcastillohabíasidocorrecta,losTemplariosestaríanconcentrandotodossusesfuerzosparalocalizarlabibliotecadelgranMentorAsesino,Altaïr,quienhabíadirigidolaHermandadhacíatressiglos.EralabibliotecalegendariadelosAsesinos,ylafuentedetodasufuerzayconocimiento,siesquelacartadesupadreerafiable.

EzioyanoteníaningunadudadequetalhallazgoexplicaríalapresenciadelosTemplariosenaquellugar.

Enelbordedelatorrecilladelmuroexterior,quedabaaljardín,sehallabalagranestatuadepiedradeunáguila,conlasalasplegadas,perotanrealqueparecíaestarapunto de echarse a volar y abatirse sobre alguna presa desprevenida. Examinó laestatua.Apesardesupeso,sebalanceóunpococuandoejerciópresiónsobreella.

Perfecto.Ezio se colocó junto a la estatua y se dispuso a pasar en calma el resto de la

noche, a sabiendas de que nada sucedería antes del amanecer. Si no aprovechabaaquella oportunidad para descansar, no sería capaz de actuar con eficacia cuandollegaraelmomento.PuedequelosTemplarioslehubierantomadoporunaespeciedesemidemonio, pero él sabía demasiado bien que era tan solo un hombre, comocualquierotro.

Peroantesdeponerseadescansar,leasaltóunadudarepentinayechóunvistazoaljardíninferior.Nohabíarastrodeexcavaciones.¿Acasosehabíaequivocado?

Recurrióalasleccionesquehabíaaprendidoyalafuerzaquehabíadesarrollado

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enelentrenamiento.Concentrólavistaparaadquirirelpoderdeunáguilayexaminóminuciosamenteelterrenoqueteníadebajo.Seconcentrómucho,yporfinfuecapazdedistinguirunpálidoresplandorqueemanabadeunapartedelmosaicodelsuelo,deunaglorieta,antesornamentalyahoracubiertademaleza.Satisfecho,sonrióyserelajó.ElmosaicorepresentabalaimagendeladiosaMinerva.

El sol apenas había rozado las almenas al este cuando Ezio, como nuevo trasbreves horas de sueño y alerta, agachado junto al águila de piedra, supo que elmomentohabía llegado.También sabíaquedebíaactuar rápido.Cada segundoquepasaba allí aumentaba el riesgodeque ledescubrieran.LosTemplariosnohabríanperdidolaesperanzadeatraparloyleatacaríanconodio.Suhuida,cuandoleteníanenlasgarrasdelamuerte,leshabíadejadosedientosdevenganza.

Ezio calculó las distancias y los ángulos y, cuando quedó satisfecho, colocó labotaeneláguiladepiedrayempujólaestatuaconfuerza.Sebalanceóensupedestalyluegocayósobreelparapeto,dandovolteretashaciaelsuelodemosaicodeabajo.Ezio laobservóapenasunsegundoparaverificarsucursoantesde lanzarsealairedetrásdeellaconunSaltodeFe.Hacíatiempoquenollevabaunoacaboysintiódenuevo la antigua euforia. Cayeron hacia abajo, primero el águila y luego Ezio enpicado, en lamisma trayectoria, cincometrospor encima.Hacia loqueparecíaunsuelomuysólido.

Ezio no tuvo tiempo de rezar para no haber cometido un error. Si lo hacía, eltiempopararezar—paratodo—prontoseacabaría.

Eláguilaaterrizóantes,enelcentrodelmosaico.Porunafraccióndesegundopareciócomosielavesehubierarotoenpedazos,

peroeraelmosaicoelquesehabíarotoyrevelabaunagranaberturadebajo,queseadentrabaenlatierra,porlaqueeláguilayEziocayeron.Enseguidasedeslizóporuna rampa, inclinada en un ángulo de cuarenta y cinco grados respecto al suelo.Primerocayóconlospies,guiándoseconlosbrazosal tiempoqueoíaelestruendodel águila depiedra, recorriendo su caminodelante de él, hasta que, conun fuerteplaf,cayóaungranestanquesubterráneo.Eziolasiguió.

Cuando salió a la superficie, vio que el estanque estaba enmedio de una granantecámarade algún tipo.Una antecámaraporque su centro arquitectónico eraunapuerta.Unapuertaverdeoscuro,pulidaporelpasodeltiempo.

Ezionoestabasolo.UngrupodecincoTemplariosenelterrapléndegranitodellago, cercade lapuerta, sehabíadado lavuelta al oír la estrepitosa intrusión, y leestabanesperando,gritando,conlasespadaspreparadas.Lesacompañabaunhombrevestido con ropa de trabajo, con un delantal de lona polvoriento alrededor de lacinturayunabolsadecueroparalasherramientasenelcinturón.Unpicapedrero,porsuaspecto.Mientrasobservababoquiabierto,sosteníaenlasmanosunmartilloyuncincelgrande.

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Ezio se dirigió al terraplén cuando los guardias templarios avanzaronapresuradamenteparapropinarleunalluviadegolpes,peroelAsesinolosesquivólosuficienteparaponersedepie.Sepreparóparaenfrentarseaellos.

Volvióasentir sumiedoyseaprovechódesuvacilación transitoriaparaatacarprimero.Desenvainó su cimitarra firmemente, con lamanoderecha, y sacó lahojaocultadebajodesuizquierda.Condosgolpesrápidosaizquierdayderecha,derribóalos dos hombres que se hallaban más cerca. Los demás le rodearon, fuera de sualcance,yseturnabanparadarrepentinasestocadas,comovíborascontundentes,queesperabandesorientarlo.Perosusesfuerzosnoestabanlobastantecoordinados.Eziologrógolpearconunhombroaunodeellosy lo lanzóalestanque.Sehundiócasiinmediatamentey las aguasoscuras cortaron su angustiosogrito de ayuda.Ezio sediolavuelta,todavíaagachado,yarrojóauncuartohombreporencimadesuespaldasobreelgranito.Sucascosalióvolandoyselerompióelcráneocontralapiedraduracomoeldiamante,conunruidoparecidoaldeundisparo.

Elquintohombresuperviviente,uncabotemplario,espetóunaordendesesperadaal trabajador, pero este no hizo nada, estaba demasiado petrificado para moverse.Entonces,alverqueEziosevolvíahaciaél,elcaboretrocedió,conlabocababeando,hastaque laparedque teníadetrásdetuvo su retirada.Ezio se acercó, con lameraintención de dejar inconsciente al Templario. El cabo, que había estado esperandoaquel momento, llevó una traicionera daga a la entrepierna de Ezio, pero este laesquivóyagarróalhombreporelhombro,cercadelcuello.

—Teibaaperdonarlavida,amigo,peronomedejasotraopción.—Conungolperápido de la afilada cimitarra, Ezio le cortó la cabeza al hombre—.Requiescat inPace—dijoenvozbaja.

Yluegosevolvióhaciaelpicapedrero.

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ElhombreteníaaproximadamentelaedaddeEzio,peroestabaentradoencarnesynoenmuybuenaforma.Enaquelmomentotemblabacomounchopogigantesco.

—¡Nomematéis,señor!—suplicóelhombre,encogidodemiedo—.Nosoymásqueuntrabajador.Tansolounpobredonnadie,conunafamiliaquecuidar.

—¿Tienesnombre?—Adad,señor.—¿Quétipodetrabajohacesparaestagente?Ezioseagachóparalimpiarsushojasenlatúnicadelcabomuertoylasguardó.

Adadserelajóunpoco.Seguíasujetandoelcincelyelmartillo,yEzionoleshabíaquitadoelojodeencima,peroelpicapedreroparecíahaberolvidadoquelosteníaenlasmanos.

—Cavar, sobre todo. Es un trabajo espantoso, señor. En todo un año solo heencontradoestacámara.—AdadexaminóelrostrodeEzio,perosiestababuscandocompasión,nolaibaaencontrar.Trasunosinstantesdesilencio,continuó—:Llevolostresúltimosmesesintentandoatravesarestapuerta.

Ezioseapartódelhombreyexaminólapuerta.—Nohasavanzadomucho—comentó.—¡Nisiquierahehechounamuesca!Estapiedraesmásduraqueelacero.Eziopasóunamanoporlapiedralisacomoelcristal.Laseriedaddesuexpresión

seagudizó.—Dudoquealgunavezloconsigas.Estapuertaguardaobjetosmásvaliososque

todoelorodelmundo.Ahoraquelaamenazademuertehabíapasado,losojosdelhombrebrillaronde

formainvoluntaria.—¡Ah!¿Osreferísapiedraspreciosas?Eziose loquedómirandoconsorna.Despuésvolviósumiradaa lapuertay la

examinódetenidamente.—Aquíhayojosdecerradura.Cinco.¿Dóndeestánlasllaves?—Amí nome cuentan casi nada. Pero sé que los Templarios encontraron una

bajo el palacio del sultán otomano. En cuanto al resto, supongo que se lo dirá ellibritoquetienen.

Eziolemiróconacritud.—¿EnelpalaciodelsultánBayezid?¿Yquélibroesese?Elmamposteroseencogiódehombros.—Un diario de algún tipo, creo. Ese capitán desagradable, el que tiene la cara

llenadecicatrices,lollevaconsigoatodaspartes.Ezio entrecerró los ojos. Pensó rápido. Después, pareció relajarse y sacó una

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pequeñabolsadelinodesutúnicaparatirárselaaAdad.Tintineócuandolacogióelhombre.

—Veteacasa—dijoEzio—.Buscaotrotrabajo,conhombreshonestos.Adadparecíacontentoy,luego,dudoso.—No sabéis cuánto me gustaría. Me encantaría dejar este lugar. Pero estos

hombresmemataránsilointento.Eziosevolvióligeramenteymiróporlarampadetrásdeél.Bajabaunfinorayo

deluz.Miródenuevoalmampostero.—Empaquetatusherramientas—dijo—.Ahoranotienesnadaquetemer.

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Siguiendolasescalerasylospasillosmenosfrecuentadosdelcastillo,Eziollegóalasaltasalmenasocultas,conelalientodibujadoenelairefrío.LasrodeóhastaunlugarquedabaalaaldeadeMasyaf,bajolasombradelcastillo.Sabíaquenopodríaabandonar la fortaleza por ninguna de las puertas sumamente vigiladas, pero teníaque localizar al capitán con cicatrices y la cabeza rapada. Supuso que el hombreestaríafuera,supervisandolabúsquedatrassuhuida.LosTemplariosestaríandandouna batida por el campo, lo que explicaba la relativa ausencia de hombres en loslímites de la fortaleza. En cualquier caso, Ezio sabía que el siguiente paso de sumisión se encontraba más allá de las murallas de Masyaf, pero antes tenía queabandonarellugar.

Encuantoviobienlaaldea,advirtióquelosguardiastemplariosibandecasaencasa,interrogandoaloshabitantes.Seaseguródetenerelsolalaespalda,evitandoquelepudieranverdesdeabajo.Desatólascorreasdesusbolsasysacóelparacaídaspara desplegarlo y prepararlo lo más rápido posible, con el cuidado que requería,puesto que su vida dependía de ello. Había mucha distancia y el descenso erademasiadopeligrosoinclusoparaelmásosadoSaltodeFe.

Elparacaídas tomó la formadeuna tienda rectangular,ounapirámide,desedafuerte,sujetaporunasriostrasdefinoacero.Ezioamarró lascuerdasdesuscuatroesquinas a un arnés de liberación rápida, que se enrolló al cuerpo; luego, hizounapausa para evaluar el viento y tras asegurarse de que nadie abajo estaba mirandohaciaarriba,selanzóalvacío.

Habría sido una sensación excitante si hubiera dispuesto de tiempo paradisfrutarla, pero se concentró en guiar el aparato, al tiempo que utilizaba lascorrientesdeconveccióny térmicas lomejorquepodía, imitandoaunáguila,parallegar a salvo a tierra, a unos doce metros del edificio más cercano. Guardó elparacaídasatodaprisayentróenelpueblo.

Comoeradeesperar,losTemplariosestabanocupadoshostigandoalosaldeanos,zarandeándolosygolpeándolossinpiedad,simostrabanlamásmínimaseñaldenoresponderconclaridadyal instante.Ezio semezclóentre lagentedelpuebloparaescucharyobservar.

UnancianoestabapidiendomisericordiamientrasunTemplariobravoestabaantesusiluetaencogidademiedo.

—¡Ayudadme,porfavor!—suplicabaacualquieraqueleescuchara,peronadielohacía.

—¡Habla,perro!—gritóelTemplario—.¿Dóndeestá?En otra parte, dos matones pegaban a un hombre más joven, mientras él les

implorabaquesedetuvieran.

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Otrogritaba:«¡Soyinocente!»,mientrasloaporreabanenelsuelo.—¿Dóndeseesconde?—gruñeronsusatacantes.No solo a los hombres trataban con crueldad. Otros dos cobardes Templarios

sujetabanaunamujermientrasun tercero ledabapatadassinclemencia,ahogandosusgritos,mientrasellaseretorcíaenelsuelo,rogandolastimeramentequepararan.

—¡Nosénada!¡Porfavor,perdonadme!—TráenosalAsesinoynosufrirásmásdaño—dijocondesdénel torturadory

acercólacaraalasuya—.Delocontrario…Ezioobservó,ansiosoporayudar,peroseobligóaseguirconcentradoenbuscar

alcapitán.Llegóalapuertaprincipaldelpueblojustoatiempodeverelobjetodesubúsqueda,montadoenuncarro tiradoporcaballos.El capitán tenía tantaprisapormarcharsequesacóalconductordesuasientoylotiróalsuelo.

—¡Fuerademicamino!—bramó—.Fíyeapóbrostámou!—Agarrólasriendasymiró con hostilidad a sus tropas—.Que ninguno de vosotros se vaya hasta que elAsesinoestémuerto.¿Meentendéis?¡Encontradle!

Ezioadvirtióquehabíahabladoengriego.Anteshabíaoídobásicamenteitalianoyárabe.¿AcasoelcapitáneraunbizantinoacargodeunacuadrilladeTemplarios?¿Un descendiente de los exiliados cuando Constantinopla fue conquistada por laespadadelsultánMehmedhacíasesentaycincoaños?Eziosabíaquelosexiliadossehabían establecido en el Peloponeso poco después, y que, tras la derrota que lesinfligieron allí los triunfantes otomanos, algunos sobrevivieron en Asia Menor yOrientePróximo.

Avanzó,alaintemperie.Lossoldadoslemiraron,nerviosos.—¡Señor! —dijo uno de los sargentos más atrevidos—. Al parecer nos ha

encontrado.Comorespuesta,elcapitánsacólafustadelhuecojuntoalasientodelconductory

azotóaloscaballosaltiempoquegritaba:—¡Arre,arre!Ezio,alveraquello,echóacorrer.Lastropastemplariastratarondeimpedírselo,

perodesenvainósucimitarraylescortóelcamino,impaciente.Seabalanzóhaciaelcarroquedesaparecíaconrapidez,noconsiguióalcanzarlo,perosíagarróunacuerdaquecolgabadeél.Elcarrofrenóuninstanteyluegosalióconfuerzahaciadelante,arrastrandoaEzioconsigo.

Conmuchoesfuerzo,Eziocomenzóasubirporlacuerdahaciaelcarro,mientrasoíadetráselruidoatronadordeloscascos.Unpardesoldadoshabíanmontadoensuscaballos y le pisaban los talones, con las espadas levantadas, esforzándose poracercarse lo suficiente paramatarlo.Mientras cabalgaban, gritaban advertencias alcapitán,quefustigabaasuscaballosparaquegaloparanaunavelocidadvertiginosa.

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Entretanto, otro carro, más ligero, se había puesto a perseguirles y les estabaalcanzandoconrapidez.

Chocandoconelterrenollenodebaches,Eziocontinuósubiendoporlacuerda.Estabaamediometrodelapuertatraseradelcarrocuandodosjinetesdetrásdeélseacercaron.Agachólacabeza,esperandoungolpe,peroseprecipitarondemasiadoalconcentrarsemás en su presa que en los caballos. Susmontas chocaron a escasoscentímetrosdeEzioycayeronenuncaosdegritosdecaballos,maldicionesdejinetesypolvo.

Ezio hizo un último gran esfuerzo con los brazos doloridos. Respirando condificultad, colocó como pudo el último pie en el carro, al que se aferró por uninstante,inmóvil,conlacabezadándolevueltas,mientrasrecuperabaelaliento.

Entretanto,elsegundocarrosehabíamantenidoalladodelprimero,yelcapitánhacía señasdesesperadamentea loshombresque lo llevabanparaque lo acercaranmás. En cuanto lo consiguieron, el capitán saltó de su carro al de ellos y sacó alconductordesuasiento.Conungritosordo,elhombrecayóalsuelodelvehículoqueibaatodavelocidadysedioungolpeatrozcontraunarocayrebotó,antesdequedarinerte,conlacabezaretorcidaenunánguloantinatural.

El capitán recuperó el control de los caballos que se precipitaban y semarchócorriendo.Ezio,porsuparte,secolocóenseguidaenlapartedelanteradelcarroenelque estaba y cogió las riendas. Los músculos de sus brazos protestaron mientrastiraba para estabilizar sus dos caballos, salpicados de espuma, con la miradaenloquecida,ylasangreacumulándoseenlosbocados.PeroaunasíseguíanalgalopeyEziocontinuólapersecución.Alveraquello,elcapitánsedirigióhaciaunaviejapuerta abierta en el camino, sostenida por unas columnas de ladrillo que sedesmoronaban.Consiguió rozar una de ellas sin dificultar su avance y la columnacayóenungalimatíasdemampostería,justoenfrentedeEzio.Enaquelinstante,Eziotiró de las riendas para guiar a sus caballos hacia la derecha y el carro salió delcaminoychocóconunosmatorralesenelborde.Seesforzóporllevaraloscaballoshacia la izquierda para volver al camino. Volaban por todas partes polvo ypiedrecillas,quecortabanlasmejillasdeEzioyleobligabanaentornarlosojosparaprotegerlosyseguirconcentradoensupresa.

—¡Vetealinfierno,malditoseas!—chillóelcapitánporencimadelhombro.Ezioahoraveíaalossoldadosqueseagarrabanprecariamentealapartetrasera

delotrocarromientraspreparabangranadasparalanzárselas.Zigzagueandolomejorque pudo para evitar las explosiones, que estallaban a ambos lados y detrás de él,Ezio se esforzó al máximo para mantener el control de sus aterrados caballos enestampida en aquel momento. Pero las bombas no alcanzaron su objetivo y élmantuvosucurso.

Elcapitánprobóunatácticadistinta,peligrosa.

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Derepenteaminorólamarchaparaquedaratrás,demodoqueEziosepusieraasunivelantesdequepudieracontraatacar.ElcapitánviróbruscamentedeinmediatoparaquesucarrochocaradecostadoconeldeEzio.

Ezio vio el blanco de los ojos medio enloquecidos del capitán, la cicatrizamoratada en su rostro crispado, cuando se fulminaronmutuamente con lamirada,entrelosremolinosdelaire.

—¡Muere,bastardo!—gritóelcapitán.Entoncesmiróhaciadelante.Eziosiguiósumiradayviounatorredevigía;más

allá,habíaotropueblo.EramásgrandequeMasyafyestabaparcialmentefortificado.Undistantebastióntemplario.

El capitán se las apañó para que sus caballos salieran al galope de nuevo ymientrassealejabaconungritode triunfo,sushombres lanzarondosbombasmás.EnestaocasiónunaexplotóbajolaruedatraseradelaizquierdadelcarrodeEzio.Lacargalolanzóporlosaires.Eziosaliódespedido,altiempoqueloscaballosgemíancomo almas en pena y se salían del camino hacia unosmatorrales, arrastrando losrestos del carro maltrecho. El terreno desapareció abruptamente a la derecha delcaminoyEziocayóseismetrosporunbarranco,dondeunamasaenormedearbustosespinososinterrumpiósucaídayloocultó.

Estababocaabajo,mirandoelimplacablesuelogrisaescasoscentímetrosdesucara,incapazdemoverse,incapazdepensar,perosabiendoqueteníarotostodosloshuesosdelcuerpo.Cerrólosojosyesperóelfinal.

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Mientrassehallabaenunaespeciedesueño,Eziooyóvoces,muy lejos.Creyóvolveraveraljovenvestidodeblanco,peronoestabaseguro.Eraalguienquenilehabía ayudado,ni lehabíapuestoobstáculos, peroque aparentemente estabade sulado.Aparecieron y desaparecieron otros: sus hermanos,muertos hacía ya tiempo,FedericoyPetruccio;Claudia;supadreysumadre;yelhermosoycruel rostrodeCaterinaSforza,loquefueinesperadoysuperfluo.

Las visiones se desvanecieron, pero las voces se quedaron, más fuertes ahora,conformesusotrossentidosvolvían.Notótierraenlabocayolióelsueloenelqueteníaapoyadalamejilla.Eldolorquesentíaentodoelcuerpotambiénregresó.Pensóquenovolveríaasercapazdemoverse.

Lasvocesnoeranmuyclaras,veníandearriba.SeimaginóquelosTemplariosseestaríanasomandoporelbordedelpequeñoprecipicioporelquehabíacaído,perosediocuentadequenopodíanverle.Losespesosarbustosdebíandeocultarsucuerpo.Comonoleveían,losTemplariosorganizaronunequipodebúsqueda.Mástarde,elcapitánseenfureceríacuandoregresaransinningúninformeconcluyente.

Esperóun rato, hasta que las vocespor findejarondeoírsey cayó el silencio.Entonces, vacilante, flexionó lasmanos y los pies, luego los brazos y las piernas,mientras escupía tierra, agradecido. Por lo visto no se había roto nada. Despacio,dolorido, consiguió salir de los matorrales y se levantó. Después, con cuidado, yponiéndoseacubierto,volviótrepandoalcamino.

Llegó justo a tiempo de ver al capitán templario cruzando la entrada de lasmurallas del pueblo fortificado, a unos doscientos metros. A un lado del camino,dondecrecíanlosarbustosypudoesconderse,selimpióycomenzóacaminarhaciaelpueblo,peroparecíacomosicadamúsculodesucuerposequejara.

—Estoanteseramásfácil—murmuróparasusadentros,arrepentido.Pero se obligó a seguir adelante y, al bordear lamuralla, encontró un sitio por

dondepodíatrepar.Metió la cabeza por el parapeto para comprobar que no le vigilaban, se dio

impulso y cayó al otro lado. Fue a parar a un corral, vacío excepto por un par devaquillasqueseapartaronylemiraronconcautela.Esperó,porsihabíaperros,pero,alcabodeunminuto,atravesólaportezueladelcorraly,siguiendoelsonidodelasvocesquesealzaban,cruzóelpuebloaparentementedesiertoparallegarhastaellas.Cercadeunaplaza,vioalcapitányseescondiódetrásdeuncobertizo.Elcapitán,queestabaenlapartesuperiordeunatorrebajaenunadelasesquinasdelaplaza,reprendíaadossargentosdescontentos.Másallá,loshabitantesdelpuebloreunidosestaban en completo silencio. Las palabras del capitán tan solo se vieroninterrumpidasporelchop-chopdeunanoriaquehabíaalotrolado,quefuncionaba

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graciasalarroyoqueatravesabaelpueblo.—Por lo visto soy el único por aquí que sabe cómo llevar un caballo—estaba

diciendo el capitán—. Esta vez, hasta que nos aseguremos de que estámuerto, osordenoquenobajéislaguardianiunmomento.¿Entendéis?

—Sí,señor—respondieronloshombreshoscamente.—¿Cuántasveceshabéisfracasadoenelintentodematarlo,hmm?—continuóel

capitán,enfadado—.Escuchadmebien:¡sinoveosucabezarodandoporelpolvoamispiesdentrodeunahora,lesustituiréisvosotros!

El capitán se calló, se dio la vuelta y contempló el camino desde su posiciónestratégica.Eziovioqueestabanervioso.Jugueteabaconlapalancadesuballesta.

Ezio se había mezclado entre la multitud de habitantes del pueblo durante ladiatriba del capitán. No le resultaba difícil pasar desapercibido con su aspectomaltrecho y vapuleado. Pero la multitud ya se estaba disolviendo para volver altrabajo.Lagenteestabatensa,ycuandounhombredelantedeéltropezódepronto,yempujóaotro,elsegundosediolavuelta,irritado,ydijobruscamente:

—¡Eh,apártatedemicamino,muévete!El capitán, atraído por el alboroto, le echó un vistazo a la muchedumbre y al

instantevioaEzio.—¡Tú!—gritó.Almomentomontósuarcoycolocólaflechaparadisparar.Ezio la esquivóconagilidady lepasóvolandopara incrustarseenelbrazodel

hombrequehabíahabladoantes.—¡Ayyy!—gritóeste,agarrándoseelbícepsdestrozado.Eziosaliódisparadoenbuscaderefugiocuandoelcapitánvolvióacargar.—¡Notemarcharásdeaquívivo!—vociferóelcapitánylanzóotraflecha.Estavez elproyectil se clavó, sinherir anadie, en elmarcodemaderadeuna

puertatraslaquesehabíaescondidoEzio.Peronosetratabadequeelcapitántuvieramalapuntería.HastaahoraEziohabíatenidosuerte.Teníaquemarcharse,ydeprisa.Dosflechasmáspasaronsilbandoasulado.

—¡Nohayescapatoria!—exclamóelcapitántrasél—.Dalavueltayenfréntateamí,viejoperromiserable.

Disparóotravez.Ezio respiró hondo y saltó para cogerse al dintel de otra puerta, se balanceó y

llegóaltejadoplanodearcilladeunavivienda.Loatravesócorriendomientrasotraflechapasabasilbandojuntoasuoreja.

—Quédateahíymuere—chillóelcapitán—.¡Tehallegadolahoraytienesqueaceptarlo,aunqueestésmuylejosdeturepugnanteperreraenRoma!¡Asíquevenaencontrarteconelquevaamatarte!

Ezioviocómolossoldadoscorríana laparte traseradelpuebloparacortarle la

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retirada.Perohabíandejadoalcapitánsoloconsusdossargentos,yteníalaaljabadeflechasvacía.

Los habitantes del pueblo se habían dispersado y hacía tiempo que habíandesaparecido.

Ezio se agachó bajo el muro que rodeaba el tejado, desató las correas de lasbolsasquellevabaalaespaldaydeslizólapistolaporsumuñecaderecha.

—¡¿Porquénoterindes?!—dijoelcapitánaldesenvainarlaespada.Eziosepusodepie.—Nuncaaprendícómo—respondióconvozclara,alzandolapistola.El capitán miró el arma levantada durante un momento de pánico y miedo, y

después les gritó a sus acompañantes: «¡Apartaos de mi camino!». Los empujó ysaltóde la torre al suelo.Eziodisparóy labalaque le alcanzó la rodilla izquierdaimpactó en mitad del salto. Con un alarido de dolor, el capitán cayó al suelo, yestrellólacabezacontraunapiedraangulosaantesdeseguirrodando.Lossargentoshuyeron.

Ezio cruzó la plaza desierta. No volvió a ver a ningún soldado. O les habíaconvencido elmiedoque lesdabaEzioporque lesparecíaun ser sobrenatural o elamorporsucapitánhabíaresultadonosertanfuerte.Sehizoelsilenciosalvoporelconstantetraqueteodelanoriayelquejidoagonizantedelcapitán.

ElcapitánmiróaEzioalosojosalacercarse.—Oh,malditasea—dijo—.Bueno,¿aquéesperas?¡Adelante,mátame!—Tienes algo que necesito—le dijo Ezio con calma y recargó su pistola para

tenerlasdoscámaraspreparadas.Elcapitánmiróelarma.—Veoqueelviejochuchoaúnmuerde—dijoconlosdientesapretados.Lasangrefluíadesupiernaydeunaheridamásgraveenlasienizquierda.—Ellibroquellevas.¿Dóndeestá?Elcapitánparecíaastuto.—¿Te refieresal antiguodiariodeNicolásPolo?¿Loconoces?Mesorprendes,

Asesino.—Estoyllenodesorpresas—contestóEzio—.Dámelo.Alverquenopodíaevitarlodeningunamanera,elcapitán,gruñendo,sacódesu

jubónelviejolibroencuadernadoenpiel,deunostreintacentímetrosporquince.Letemblaba lamano y lo dejó caer al suelo. El capitán lomiró, con una risa que seconvirtióenungorjeoensugarganta.

—Cógelo—dijo—.Hemosextraídotodossussecretosyyahemosencontradolaprimera de las cinco llaves. Cuando tengamos el resto, el Gran Templo y todo elpoderquealbergaseránuestro.

Eziolemirócondesdén.

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—Notellevesaengaño,soldado.NohayningúntemploantiguoenMasyaf.Tansolounabiblioteca,repletadesabiduría.

Elcapitánlemiró.—TuantecesorAltaïrtuvolaManzanadelEdénbajosucontroldurantesesenta

años,Ezio.Consiguiómuchomásdeloquetúllamassabiduría.¡Loaprendió…todo!Ezio reflexionó sobre aquello por unmomento.Sabía que laManzana estaba a

salvo, enterrada en la cripta de una iglesia en Roma. Maquiavelo y él se habíanencargadodeeso.Peroinmediatamentevolvióaprestaratenciónanteelfuertegritode dolor que emitió el capitán. Había estado perdiendo sangre sin parar por lasheridasabiertasmientrashabíanestadohablando.Ahoraelhombreteníalapalidezdelamuerte.Unacuriosaexpresióndepazsereflejóensurostroyquedótumbadobocaarribamientrasunúltimogransuspiroseescapabadesuslabios.

Ezioleobservóunmomento.—Erasunverdaderobastardo—dijo—.Peroaunasí:RequiescatinPace.Seagachóy,concuidado,lecerrólosojosalhombreconsumanoenguantada.Lanoriaseguíamartilleando.Delocontrario,hubierahabidosilencio.Eziocogióellibroylediolavueltaensusmanos.Enlacubiertaviounsímbolo

en relieve, aunque hacía tiempo que había perdido el dorado. El emblema de laHermandadAsesina.Sonrióunpocoyloabrióporlapáginadeltítulo.

LACROCIATASEGRETANicolásPolo

MASYAF,giugno,MCCLVIICOSTANTINOPOLI,gennaio,MCCLVIII

Alleer,Eziocontuvolarespiración.«Constantinopla—pensó—.Claro…».

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Labrisa arreció yEzio apartó los ojos del libro deNicolásPolo, abierto en suregazo. Estaba sentado bajo un toldo, en la cubierta de popa del grande y anchobaghlah,mientrasatravesabaelaguaclarayazuldelmarBlanco,conlasdosvelaslatinasyelfoquedesplegadosparaaprovecharsecompletamentedelvientofavorable.

EllargoviajedesdeLatakiaenlacostasirialehabíallevadoprimerodevueltaaChipre.ElsiguientepuertodeescalahabíasidoRodas,dondelellamólaatenciónlallegadaabordodeunnuevopasajero,unahermosamujerdeunostreintaaños,quellevabaunvestidoverde,enperfectaarmoníaconsupelorubiocobrizo.LuegopasóporelnortedelDodecanesohacialosDardanelosy,porúltimo,almardeMármara.

Elviajeestaballegandoasufin.Losmarinerossellamabanunosaotrosmientraslospasajerossecolocabanenfilaenlabordaparavercómo,aunpardekilómetrosdedistancia,reluciendobajolaintensaluzdelsol,lagranciudaddeConstantinoplase alzaba sobre el puerto a proa.Ezio trató de identificar partes de la ciudad en elmapaquehabíacompradoenelpuertosirioantesdeembarcar.Asu ladohabíaunjovenvestidoconropascaras,probablementeaúnadolescente,unotomano,aunquetambién estaba claro que la ciudad le resultaba familiar.El joven, conquien no sehabía relacionadomucho, estaba ocupado con un astrolabio demarinero, tomandomedidasynotasenuncuadernocontapasdemarfil,quecolgabadeunacuerdadesedaatadaasucinturón.

—¿Dóndeestáeso?—preguntóEzio,señalando.Queríatenertantainformacióndellugarcomofueraposibleantesdeatracar.La

noticia de su huida de los Templarios enMasyaf no tardaría en llegar y tenía quetrabajarrápido.

—Ese es el barrio deBayezid.Lagranmezquita queves fue construidapor elsultánhaceunoscincoaños.YmásallásevenlostejadosdelGranBazar.

—Lo tengo—dijoEzio, entornando losojospor el sol, para enfocar, deseandoque Leonardo hubiera encontrado elmomento de hacer aquel instrumento del quesiempreestabahablando,unaespeciedetuboextensibleconlentes,quehacíaparecercercanaslascosasdistantes.

—Vigila tu monedero cuando vayas al Bazar —le aconsejó el joven—. Haypersonasdetodotipoporallí.

—Comoencualquierzoco.—Evet. —El joven sonrió—. Por allí, donde están las torres, está el Distrito

Imperial.EsagrancúpulaqueveseslaantiguaiglesiadeHagiaSofia.Ahoraesunamezquita,porsupuesto.Ymásallá,hayunedificioamarillolargoybajo.Laverdadesqueesuncomplejodeedificios,condoscúpulasbajasjuntasyunchapitel.EsoesTopkapiSarayi.Unode losprimerosque se levantaron tras la conquista,y todavía

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estamostrabajandoenél.—¿EslaresidenciadelsultánBayezid?Elrostrodeljovenseoscurecióligeramente.—Deberíaserlo,perono,noloes.Nodemomento.—Tengoquevisitarlo.—¡Serámejorqueteaseguresdequetehayaninvitadoprimero!La brisa amainó y las velas ondearon. Los marineros recogieron el foque. El

capitánviróunpocolaproayvieronotroángulodelaciudad.—¿Ves la mezquita allí? —continuó el joven como si estuviera ansioso por

apartarlaconversacióndelpalaciodeTopkapi—.EsaeslaFatihCamii, loprimeroque construyó el sultánMehmed para celebrar su victoria frente a los bizantinos.Aunquenoquedabamuchodeelloscuando llegóaquí.Su imperiohacíayamuchotiempoqueestabamuerto.PeroqueríasumezquitaparasuperarHagiaSofia.Comopuedescomprobar,noloconsiguió.

—No fue por no intentarlo —dijo Ezio diplomáticamente mientras los ojosexaminabanelmagníficoedificio.

—Mehmedsepicó—continuóeljoven—.Lahistoriacuentaquelehizocortarelbrazo al arquitecto como castigo. Pero, por supuesto, no esmás que una leyenda.Sinan era un arquitecto demasiado bueno comopara queMehmedquisiera hacerledaño.

—Hasdichoqueelsultánnoviveahí—apuntóEziocontacto.—¿Bayezid?No.—Laexpresiónatribuladadel jovenapareciódenuevo—.Un

granhombre,elsultán,aunqueelsosiegoyladevociónhansustituidoalapasióndesu juventud. Pero, ¡ay!, está en desacuerdo con unode sus hijos, Selim, lo que haprovocadounaguerraentreellos,quellevaañoscociéndoseafuegolento.

ElbaghlahnavegababajolosmurosdelsurdelaciudadynotardóendoblarlaesquinanortehaciaelBósforo.Pocodespués,unagranensenadaseabríaababor,yelbarcosemetióporallí,porencimade lagrancadenaquecolgabaen laentrada.Ahora estaba baja, pero podía levantarse para cerrar el puerto en momentos deemergenciaoenunaguerra.

—Lacadenanoseusadesdelaconquista—observóeljoven—.Despuésdetodo,nodetuvoaMehmed.

—Peroesunamedidadeseguridadútil—respondióEzio.—LollamamoselHaliç—dijoeljoven—.ElCuernodeOro.Yenlapartenorte

está la Torre de Gálata. Tus compatriotas genoveses la construyeron hace cientocincuentaaños.Esosí, la llamaronChristeaTurris.Pero lohicieron,¿no?¿EresdeGénova?

—Soyflorentino.—Ah,bien,notieneremedio.

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—Esunabuenaciudad.—Affedersiniz.Noconozcomuybienesapartetuyadelmundo.Aunquemuchos

de tuscompatriotasvivenaquí todavía.Los italianos llevanaquí siglos.Tu famosoMarcoPolo.Supadre,Nicolás,tambiéncomercióaquíhacemásdedoscientosaños,consuhermano.—EljovensonrióalverlacaradeEzio.Entoncesvolviósuatencióna laTorre deGálata—.Tiene que haber unmodo de poder llegar arriba. Podemosconvencer a los de seguridad. Desde allí se contemplan las mejores vistas de laciudad.

—Esosería…muygratificante.Eljovenlomiró.—Probablementehabrásoídohablardeotrofamosocompatriotatuyo,quesigue

viviendoaquí,creo.¿LeonardodaVinci?—Esenombremetraealgunosrecuerdos.—Hacemenosdeunadécada,nuestro sultán lepidióaSayin daVincibeyque

construyeraunpuentequecruzaraelCuerno.EziosonrióalrecordarqueLeonardounavezselohabíamencionadodepasada.

Podíaimaginarseelentusiasmodesuamigoporaquelproyecto.—¿Yquépasó?—preguntó—.Noveoningúnpuente.Eljovenextendiólasmanos.—Medijeronqueel diseñoerabonito, pero,pordesgracia, nunca se aprobóel

plano.Elsultánalfinaldecidióqueerademasiadoambicioso.—Nonmisorprende—dijoEzio,enpartepara susadentros.Luegoseñalóotra

torre—.¿Esesounfaro?Eljovensiguiósumiradahaciaunisloteapopa.—Sí,unomuyviejo.Tieneoncesiglosomás.SellamaelKizKulesi.¿Quétaltu

turco?—Flojo.—Entonces lo traduciré.La llamaríais laTorrede laDoncella.La llamamosasí

porlahijadeunsultánquemurióporlamordeduradeunaserpiente.—¿Porquévivíaenunfaro?Eljovensonrió.—Elplaneraevitarlasserpientes—respondió—.Mira,ahoraseveelAcueducto

deValente.¿Vesladoblefiladearcos?Esosromanossíquesabenconstruir.Antes,cuandoeraniño,meencantabatreparporallí.

—Nodebíadesernadafácil.—¡Parececomosiquisierasintentarlo!Eziosonrió.—Nuncasesabe—dijo.El jovenabrió labocacomosi fueraadecir algo,perocambiódeopinióny la

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volvióacerrar.MiróaEzioconungestopocoamableyEziosupoexactamente loqueestabapensando:eraunviejointentandohuirdesuedad.

—¿Dedóndevienes?—preguntóEzio.Eljovenparecióadoptarunaactituddesdeñosa.—Oh, de Tierra Santa—contestó—. Bueno, nuestra Tierra Santa. La Meca y

Medina.Sesuponequetodobuenmusulmándebehacerelviajeunavezensuvida.—Lohascumplidopronto.—Puededecirsequesí.Contemplaronensilenciolaciudadalpasar,mientrassubíanporelCuernohacia

suanclaje.—NoexisteningunaciudadenEuropaconunosedificiosasí—comentóEzio.—Ah,peroesteladoestáenEuropa—respondióeljoven—.Porallí…—Señaló

alesteporelBósforo—.EseladoesAsia.—Hayalgunasfronterasquenilosotomanospuedenmover—observóEzio.—Muy pocas —respondió enseguida el joven y Ezio pensó que sonaba a la

defensiva.Despuéscambiódetema—.Hasdichoqueeresitaliano,deFlorencia—continuó—.Perotusropasnoloreflejan.Y,perdóname,peroescomosilashubierasllevadomuchotiempo.¿Llevasviajandomucho?

—Sí,damoltotempo.DejéRomahacedocemesesparabuscar…inspiración.Yesabúsquedamehallevadohastaaquí.

El joven leechóunvistazoal libroqueEziosujetabaen lamano,peronodijonada.Ezionoqueríarevelarmásdesupropósito.Seapoyóenlabarandillaymirólasmurallasdelaciudad,ylosotrosbarcosdetodoslospaísesdelmundoapiñadosenlosamarraderosmientrassubaghlahpasabadespacioasulado.

—Cuandoeraniño,mipadremecontabahistoriasdelacaídadeConstantinopla—dijoEzioalfinal—.Tuvolugarseisañosantesdequeyonaciera.

Eljovenguardóconcuidadosuastrolabioenunacajadecuero,colgadadeunacorreaqueteníaechadaalhombro.

—LlamamosalaciudadKostantiniyye.—¿Noeslomismo?—Ahora la gobernamos nosotros, pero tienes razón. Kostantiniyye, Bizancio,

Nova Roma, la Manzana Roja, ¿qué diferencia hay? Dicen que Mehmed queríarebautizarla como Islam-bul (donde florece el Islam), pero esa deducción es otraleyenda.Aunasí,lagenteusaesenombre.Aunque,porsupuesto,laspersonascultassaben que debería ser Istan-bol (a la ciudad).—El joven hizo una pausa—. ¿Quéhistorias te contaba tu padre? ¿Sobre valientes cristianos aplastados por turcosmalvados?

—No,enabsoluto.Eljovensuspiró.

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—Supongoquelamoraldecualquierhistoriasecorrespondeconelcarácterdelhombrequelacuenta.

Eziose irguió.Lamayoríadesusmúsculossehabíanrecuperadoduranteaquellargoviaje,peroseguíateniendodolorenelcostado.

—Enesoestamosdeacuerdo—apuntó.Eljovensonriódeformaafectuosaysincera.—Güzel!¡Mealegro!Kostantiniyyeesunaciudadparagentedetodotipoypara

todos loscredos.Hastapara losbizantinosquequedan.Y losestudiantescomoyo,o…losviajeroscomotú.

Suconversaciónfue interrumpidaporunmatrimonioseljuk,quepaseabapor lacubierta.Ezioyeljovenhicieronunapausaparaescucharquédecían.Ezio,porquecualquierinformaciónquepudierarecogersobrelaciudadleinteresaba.

—Mipadrenopuedehacer frente a toda esadelincuencia—estabadiciendoelmarido—.Tendráquecerrarlatiendasiempeoralasituación.

—Pasará—contestólaesposa—.Quizácuandovuelvaelsultán.—¡Ja!—replicóelhombreconsarcasmo—.Bayezidesdébil.Hizolavistagorda

alosadvenedizosbizantinosymiraenquéharesultado.Kargasha!Suesposalemandócallar.—¡Nodeberíasdeciresascosas!—¿Por qué no? Solo digo la verdad. Mi padre es un hombre honrado y los

ladronesleestándejandosinnada.Eziolosinterrumpió.—Perdonad,nohepodidoevitaroíros.Lamujerlelanzóunamiradaasumarido:«¿Ves?».PeroelhombresevolvióhaciaEzioparadirigirseaél:—Affedersiniz,efendim.Veoquesoisunviajero.Sivaisaquedarosenlaciudad,

por favor, visitad la tienda demi padre. Sus alfombras son lasmejores de todo elimperioyosharáunbuenprecio.—Hizounapausa—.Mipadreesunbuenhombre,perolosladroneshandestruidosunegocio.

Elmaridohabríadichomás,perosumujerleapartóatodaprisadeuntirón.Eziointercambióunamiradaconsucompañero,queacababadeaceptarunvaso

desharbat,quelehabíatraídoloqueparecíaserunayudantedecámara.Levantóelvaso.

—¿Quieresuno?Esmuyrefrescanteyaúnfaltaunratoparaqueatraquemos.—Seríaperfecto.Eljovenlehizounaseñaconlacabezaasusirvienteyesteseretiró.Pasó un grupo de soldados otomanos de camino a casa tras una misión en el

Dodecaneso,hablandodelaciudadalaquevolvían.Eziolessaludóconlacabezayseunióaellosunmomento,mientraseljovenapartabalacaraypermanecíadistante,

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tomandonotasensupequeñolibroencuadernadoenmarfil.—Loquequierosaberesquéesloquequierenesosmatones—dijounodelos

soldados—.Yatuvieronsuoportunidadunavezyporpocodestruyenestaciudad.—Cuando llegó el sultán Mehmed, había menos de cuarenta mil personas

viviendoaquí,yenlamiseria—intervinootro.—Aynenoyle—dijoun tercero—. ¡Exacto!Ymira ahora la ciudad: trescientos

mil habitantes y próspera de nuevo por primera vez en siglos. Nosotros hemoscumplidonuestraparte.

—Hemoshechoqueestaciudadvuelvaaserfuerte—replicóelprimero—.Ellosnocausanmásqueproblemassiemprequepueden.

—¿Cómopuedoreconocerlos?—preguntóEzio.—Apártatedecualquiermercenarioqueveasconunavestimentabastayrojiza—

dijoelprimersoldado—.Sonbizantinos.Ynojueganlimpio.Alordenarlesunsuboficialqueseprepararanparaeldesembarco,lossoldadosse

marcharon. El joven de Ezio descansaba apoyado en el codo. En ese mismomomento,susirvientereaparecióconelsharbatdeEzio.

—Ya lo verás—dijo el joven—.A pesar de toda su belleza, al fin y al cabo,Kostantiniyyenoesellugarmásperfectodelmundo.

—¿Acasoexisteunlugarperfecto?—respondióEzio.

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Subarcohabíaatracado,ylospasajerosylatripulaciónibandeunladoaotro,ychocabanunosconotros,mientraslanzabanlasamarrasaloshombresdelmuelleybajabanlaspasarelas.

Eziohabíavueltoasucamarotepararecogerlasalforjas,todoloquellevaba.Yaselasapañaríaparaobtenerloquenecesitabaencuantobajaraatierra.Elsirvientedesujovencompañerohabíacolocadotresbaúlesdecueroenlacubierta,yesperabanaque los mozos los llevaran a tierra. Ezio y su nuevo amigo se dispusieron adespedirse.

Eljovensuspiró.—Meesperamuchotrabajo,peroaunasímealegrodevolveracasa.—¡Eresdemasiadojovenparaestarpreocupadoporeltrabajo,ragazzo!Ledistrajolaaparicióndelapelirrojavestidadeverde,ocupadaconunpaquete

enormequeparecíapesado.Eljovensiguiósumirada.—Cuando yo tenía tu edad, me interesaba… principalmente…—Ezio dejó de

hablarysiguióobservandoalamujer.Paramirarcómosemovíaconaquelvestido.Ellaalzólamiradayélcreyóquelehabíavisto—.Salve!—exclamó.

Pero al final resultó que no había advertido su presencia y Ezio volvió a sucompañero,quelehabíaestadocontemplando,divertido.

—Increíble—señalóeljoven—.Mesorprendequehayasconseguidohaceralgo.—Amimadretambién.Ezioledevolviólasonrisa,conciertoarrepentimiento.Finalmente las puertas en la borda se abrieron y el gentío de pasajeros que

esperabaavanzóentropel.—Hasidounplacerconocerte,beyfendi—dijoeljovenylehizounareverenciaa

Ezio—.Esperoqueencuentresalgoqueteinteresedurantetuestancia.—Tengofeenqueasíserá.El jovenseapartó,peroEzio seentretuvomirandoa lamujerque seesforzaba

por levantarelpaquete—quenoestabadispuestaaconfiaraningúnmozo—,y sedisponíaadesembarcar.Estabaapuntodeacercarseaellaparaayudarla,cuandovioqueeljovenselehabíaadelantado.

—¿Puedoayudaros,señora?—lepreguntó.Lamujermiróaljovenysonrió.Eziopensóqueaquellasonrisaeramásletalque

cualquierflechadeballesta.Peronoibadirigidaaél.—Gracias,joven—dijo,yelmuchacho,haciéndoleunaseñalasusirvientecon

la mano para que se apartara, levantó personalmente el paquete para ponérselo alhombroylasiguióporlaescaleradecámarahastaelmuelle.

—Eruditoycaballero—ledijoEzio—.Estásllenodesorpresas.

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Eljovensevolvióysonriódenuevo.—Muy pocas, amigo mío. Muy pocas. —Levantó una mano—. Allaha

ismarladik!¡QueDiostebendiga!Eziocontemplócómolamujer,seguidadeljoven,desaparecíaentrelamultitud.

Advirtiólapresenciadeunhombrequesehallabaunpocoapartadoylemiraba.Unhombre fuerte, de treinta y tantos, con una sobreveste blanca, un fajín rojo y unospantalones oscurosmetidos en unas botas amarillas. Tenía el pelo largo y oscuro,llevababarba,ycuatrocuchillosarrojadizosenunafundaatadaenloaltodelhombroizquierdo.Tambiénllevabaunacimitarra,yteníaelantebrazoderechoprotegidoporunatriplecorazadeacero.Eziosepusotenso,sefijóaúnmás,ypensó,aunquenoestabaseguro,quepodíadetectarelarnésdelahojaocultaquellevabaelhombreenlamanoderecha.Lasobrevesteteníacapucha,peronolallevabapuesta,yunpañueloanchoyamarilloconteníasupelorebelde.

Eziobajódespacioporlaplanchahaciaelmuelleyelhombreseacercó.Cuandoestabanadospasosunodelotro,elhombresedetuvo,sonrióconcautelaylehizounareverencia.

—¡Bienvenido, Hermano! A menos que la leyenda sea mentira, vos sois elhombrequesiemprehetenidoganasdeconocer.ElfamosoMaestroyMentor,EzioAuditoreda…—Seinterrumpióyabandonólasolemnidad—.¡La-la-la!—terminó.

—Prego?—AEziolehizogracia.—Perdonadme,mecuestabastanteadaptarmilenguaalitaliano.—SoyEziodaFirenze.Miciudadnatal.—Loquemeconvertiríaamíen…¡YusufTazimdaEstambul!¡Megusta!—Estambul.¡Ah,asíescomollamáisalaciudad!—Eselnombrefavoritodelosdeaquí.Señor,dejadmequeoslleveelequipaje.—No,gracias.—Comodeseéis.¡Bienvenido,Mentor!Mealegrodequeporfinhayáisllegado.

Osmostrarélaciudad.—¿Cómosabíaisdemillegada?—VuestrahermananosescribiódesdeRomaparaavisaralaHermandaddeaquí.

YunespíaenMasyafnosinformódevuestrashazañas.Asíquellevamosvigilandoelpuerto desdehace semanas aguardandovuestra llegada.—Yusuf se percató de queEzioseguíadesconfiando.Parecíacurioso—.Vuestrahermana,Claudia,nosescribió.¿Veis?Conozcosunombre.Puedoenseñaros lacarta.Lahe traídoconmigo.Sabíaqueeraisunhombrequenoselocreeríatodoalpiedelaletra.

—Veoquellevasunahojaoculta.—¿QuiénsinounmiembrodelaHermandadtendríaaccesoauna?Ezioserelajóunpoco.DeprontoYusufadoptóunaactitudsolemne.—Venid.

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PusounamanoenelhombrodeEzioy loguioa travésde la ingentemultitud.Cada ladode lasatestadascallespor lasque le llevabaestaba llenodepuestosquevendían toda clase de productos bajo un caleidoscopio de toldos de colores, ytambién, al parecer, con gente de todas las nacionalidades y razas del planeta.Cristianos, judíos y musulmanes estaban ocupados haciendo trueques entre sí; losgritos en turco se mezclaban con otros en griego, franco y árabe. En cuanto alitaliano,EzioyahabíareconocidoelacentodeVenecia,GénovayFlorenciaantesdehaberrecorridounamanzana.Yhabíaotraslenguasquemedioidentificabaosuponíaqueeranarmenio,búlgaro,serbioypersa.Yuna lenguaguturalquehablabanunoshombresaltos,depielblanca,conlabarbayloscabellosrojosylargos,quenoteníaniideadedóndeeran.

—Bienvenido al Distrito de Gálata. —Yusuf sonrió abiertamente—. Durantesiglos ha sido el hogar de los huérfanos de Europa y Asia. No encontrarás másvariedadenotrositiodelaciudad.Yporesamismarazón,losAsesinostenemosaquínuestrocuartelgeneral.

—Muéstramelo.Yusufasintióconimpaciencia.—Kesinlikle, Mentor. ¡Enseguida! ¡La Hermandad de aquí está ansiosa por

conoceralhombrequepusoalosBorgiafueradecombate!Serio.—¿Losdemássabenqueyaestoyaquí?—Enviéaunchicoencuantotelocalicé.Ydetodasmaneras,tupeleaenTierra

Santa con los Templarios no pasó desapercibida. ¡Para aquello no necesitamos anuestroespía!

Ezioreflexionóunmomento.—Cuandomepuseencamino,noteníaenmenterecurriralaviolencia.Tansolo

buscabaconocimiento.—Miróasunuevo teniente—.Elcontenidode labibliotecadeAltaïr.

Yusufvolvióareírse,aunquemenos.—¿Nosabíasquellevabaselladadossiglosymedio?Ezioseriounpocoparasusadentros.—No.Comomucho,losuponía.Perodeboadmitirquenoesperabaencontrarme

alosTemplariosvigilándola.Yusuf se puso serio. Estaban llegando a callesmenos populosas y aflojaron el

paso.—Esmuyperturbador.Hacecincoañoslainfluenciatemplariaaquíeramínima.

TansolohabíaunapequeñafacciónquesoñabaconrestaurareltronodeBizancio.Habíanllegadoaunapequeñaplaza,yYusufllevóaEzioaunladoparaseñalara

ungrupodecuatrohombresreunidosenunrincónoscuro.Llevabanarmadurasgrises

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ymatessobreunosjubonesyunastúnicasrojasdelanagruesa.—Ahíhayungrupodeellos—dijoYusuf,bajandolavoz—.Nomireshaciaallí.

—Echóunvistazoasualrededor—.Cadadíaquepasasonmásnumerosos.Ysabenlo que todos sabemos, que el sultán Bayezid se va. Están vigilando, esperando sumomento.Creoqueintentaránalgodrástico.

—Pero¿nohayherederoaltronootomano?—preguntóEzio,sorprendido.—Esees el problema,haydos.Doshijos furiosos.Es el patrón familiar de los

miembrosdelarealeza.Cuandoelsultántose,lospríncipesdesenvainansusespadas.Eziocavilósobreaquelloyrecordóloquelehabíadichoeljovendelbarco.—EntrelosTemplariosylosotomanos,estaréisocupados—dijo.—¡Ezio,efendim,sitedigolaverdad,apenastengotiempodelimpiarmiespada!Justo entonces, se oyó un disparo, y una bala se incrustó en la pared, a unos

centímetrosalaizquierdadelacabezadeYusuf.

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YusufsemetiódetrásdeunafiladebarrilesdeespeciasconEziopegadoasusespaldas.

—¡Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma!—exclamóYusuf, que sequedómudo al levantar la cabeza y ver al pistolero recargando al otro lado de laplaza.

—Por lo visto nuestros amigos bizantinos no se han tomadomuy bien que losestuviéramosmirando.

—Yomeocuparédelhombreconelmosquete—dijoYusuf,ycalculóladistanciaentre él y su objetivo,mientras echaba lamano hacia atrás para coger uno de suscuchillosarrojadizosdelafundaquellevabaalaespalda.

Lolanzóconunmovimientolimpioyatravesólaplazaatodavelocidad,girandotresvecesantesdeencontrarsuobjetivo.Elarmaseclavóenlagargantadelhombre,justo cuando este alzaba su pistola para volver a disparar. Entretanto, sus amigossalieroncorriendohaciaellos,conlasespadasdesenvainadas.

—Nohayescapatoria—dijoEzio,ydesenvainósupropiacimitarra.—Estubautismodefuego—dijoYusuf—.Yacabasdellegar.Çoküzüldüm.—No tepreocupes—contestóEzio,divertido.Había aprendido turco suficiente

parasaberquesucompañerodearmasestabadisculpándose.Yusufdesenvainósuespadaylosdossalierondesuesconditeparaenfrentarseal

enemigo que se aproximaba. Iban más ligeros que sus tres oponentes, lo que lesdejaba peor protegidos, pero conmayormovilidad. En cuanto se acercó el primerbizantino,Ezio enseguida se percató de que se enfrentaba a un luchadormuybienentrenado.

Yusufcontinuóbromeandomientrasluchaban.PeroestabaacostumbradoaaquelenemigoyeraalmenosquinceañosmenorqueEzio.

—La ciudad entera se ha despertado para darte la bienvenida. Primero losregentescomoyo,¡yahoralasratas!

Ezioseconcentróenelmanejodelaespada.Alprincipionoselediomuybien,peroenseguidaseadaptóalarmaligerayflexiblequeestabautilizando,ynotóquelacurva de su hoja mejoraba increíblemente su estocada. Yusuf, con un ojo en suMentor, le gritó un par de instrucciones, pero terminó lanzándole una mirada desoslayodeadmiración.

—Inanilmaz!¡Todounmaestro!Pero sehabíadistraídodemasiadoyunode losbizantinos lecortó la telade la

manga izquierda, haciéndole un tajo en el antebrazo.Mientras caía hacia atrás deforma involuntaria y el agresor se aprovechaba de esta ventaja, Ezio apartó a suoponentedeunfuerteempujónyfueaayudarasuamigo.SemetióentreYusufyel

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bizantino, y desvió el que habría sido un golpe fatal con la muñequera del brazoizquierdo. Aquel movimiento pilló desprevenido al bizantino justo el tiemposuficienteparaqueYusufpudierarecuperarelequilibrioy,asuvez,esquivaraotromercenario que se acercaba por la espalda deEzio.Le propinó ungolpemortal almismo tiempoqueEzio terminaba con el segundohombre.El único bizantino quequedaba, un grandullón con una mandíbula como una roca, parecía dudoso porprimeravez.

—Tesekkürederim—dijoYusuf,respirandocondificultad.—Birseydegil.—¿Notienenfintushabilidades?—Bueno,almenosaprendí«gracias»y«denada»abordodeaquelbaghlah.—¡Cuidado!Elenormebizantino secernía sobreellos, rugiendo,conunaespadaenormeen

unamanoyunmazoenlaotra.—¡Por Alá, creía que había huido! —exclamó Yusuf, esquivándolo para que

fallaraelgolpeyque,llevadoporsupropioimpulso,cayerahaciadelante,sobreunode los barriles de especias, de cabeza a un montón aromático de polvo amarillo,dondesequedóinmóvil.

Ezio,despuésdemirarasualrededor,limpiósuespadaylaguardó.Yusufhizolomismo.

—Tienes una técnica curiosa,Mentor.Haces amagos y no luchas. Pero cuandoatacas…

—Piensocomounamangosta.Mienemigoeslacobra.—Unaexpresiónsorprendente.—Esointento.Yusufvolvióamirarasualrededor.—Serámejorquenosmarchemos.Creoquehoyyanoshemosdivertidobastante.Laspalabrasapenashabíansalidodesubocacuandootropelotóndemercenarios

bizantinos,atraídosporelsonidodelapelea,llegóbullendoalaplaza.Ezioenseguidasepusoalertayvolvióadesenvainarlaespada.Pero entonces el otro ladode laplaza se llenódemás tropas, conununiforme

diferente,túnicasazulesyunosgorroscónicos,defieltrooscuro.—¡Espera!—gritóYusufcuandolosreciénllegadossevolvieronparaatacaralos

mercenarios, lo que enseguida hizo que se retiraran y salieran corriendo detrás deelloshastadesaparecerdelaplaza—.Erantropasotomanas—dijoYusufenrespuestaalamiradainquisidoradeEzio—.Nojenízaros.Ellossonelregimientodeélite.Losreconocerásencuantolosveas.Perotodoslossoldadosotomanostienenunaaversiónespecialalosmatonesbizantinos,locualesunagranventajaparalosAsesinos.

—¿Cómodegrande?

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Yusufextendiólasmanos.—Oh,nomucho.También tematan si losmirasdeunmodoqueno les gusta,

igualquelosbizantinos.Ladiferenciaesquelosotomanossesentiránpeordespués.—Quéconmovedor.Yusufsonrióabiertamente.—Noestanmalo,deverdad.Porprimeravezendécadas,losAsesinostenemos

unafuertepresenciaaquí.Nosiemprehasidoasí.Bajolosemperadoresbizantinos,nosperseguíanynosmatabanenelacto.

—Será mejor que me lo cuentes—dijo Ezio mientras se ponían de nuevo encaminohaciaelcuartelgeneraldelaHermandad.

Yusufserascólabarbilla.—Bueno,elantiguoemperador,Constantino,eldécimoprimeroconesenombre,

tan solo reinó tres años. Nuestro sultán Mehmed se encargó de eso. Pero, segúndicen,Constantinono era tanmalo.Fue el últimoemperador romano, deun linajemilenario.

—Ahórramelaclasedehistoria—leinterrumpióEzio—.Quierosaberaquénosenfrentamosahora.

—LacosaesquecuandoMehmedtomóestaciudadcasinoquedabanadadeella,nidelantiguoImperiobizantino.HastadecíanqueConstantinoestabatanarruinadoquetuvoquesustituirlaspiedraspreciosasdesustúnicasporcopiasdecristal.

—Quélástimameda.—Era un hombre valiente. Rechazó la oferta de salvar la vida a cambio de

entregar la ciudad y continuó luchando. Pero sus dos sobrinos no compartían esaopinión.Unodeellosyamurióhaceunosaños,peroelotro…

Yusufsecalló,pensativo.—¿Estáencontranuestra?—Oh,puedesapostaraquesí.Ytambiénencontradelosotomanos.Bueno,de

cualquiergobernante.—¿Dóndeestáahora?Yusufparecíadistraído.—¡Quién sabe! ¿En algún sitio en el exilio? Pero si sigue vivo, estará

maquinandoalgo.—Hizounapausa—.DicenquehubounaépocaenqueestabaapartirunpiñónconRodrigoBorgia.

Eziosepusotensoaloíraquelnombre.—¿Elespañol?—Elmismo.Conelquealfinalacabaste.—Fuesupropiohijoquienlohizo.—Bueno,nuncafueronprecisamentelaSagradaFamilia,¿no?—Continúa.

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—RodrigotambiéneraíntimodeunseljukllamadoCem.EratodomuysecretoynisiquieralosAsesinossupimosnadahastamuchomástarde.

Ezioasintió.Habíaoídoesashistorias.—Simalnorecuerdo,Cemerauntantovividor.—Eraunodeloshermanosdelactualsultán,peroleteníaelojoechadoaltrono,

asíqueBayezidloechó.TerminóenunaespeciedearrestodomiciliarioenItalia,yélyRodrigosehicieronamigos.

—Recuerdo —dijo Ezio, reanudando la historia— que Rodrigo pensaba quepodíausar lasambicionesdeCemparaobtenerConstantinopla.PerolaHermandadlogróasesinaraCemenCapuahacequinceañosyaquellopusofinaaquelpequeñoplan.

—Nonosloagradecieronmucho.—Norealizamosnuestratareaparaquenosdenlasgracias.Yusufbajólacabeza.—Estoyaprendiendo,Mentor.Perofueungolpemaestro,debesadmitirlo.Eziosequedócallado,yalcabodeunmomento,Yusufprosiguió:—Los dos sobrinos que he mencionado eran los hijos de otro hermano de

Bayezid,Tomás.Ellostambiénfueronalexilioconsupadre.—¿Porqué?—No lo creerías: Tomás iba también detrás del trono otomano. ¿Te suena

familiar?—EsafamilianosellamaríaBorgia,¿no?Yusufserio.—Paleólogo.Perotienesrazón,escasilomismo.TraslamuertedeCem,ambos

sobrinos fueron a Europa. Uno se quedó allí e intentó formar un ejército paraquedarseConstantinopla;pero fracasó,porsupuesto,ymurió,comohedicho,hacesiete u ocho años sin heredero y pobre. Pero el otro…, bueno, regresó, renunció acualquierambiciónimperial,leperdonaron,ydehechosealistóenlamarinaduranteuntiempo.Después,porlovisto,seacomodóaunavidadelujoymujeres.

—Pero¿ahorahadesaparecido?—Nadiesabedóndeanda.—Y¿nosabemoscómosellama?—Seleconocepormuchosnombres,peronohemossidocapacesdelocalizarlo.—Peroestátramandoalgo.—Sí.YtienerelacionesconlosTemplarios.—Unhombrequesedebevigilar.—Sivuelve,losabremos.—¿Cuántosañostiene?—SedicequenacióenelañodelaconquistadeMehmed,loqueleconvertiríaen

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unhombreunoscuantosañosmásviejoquetú.—Entoncesaúnpuededarguerra.Yusuflemiró.—Silodicesporti,mucha.—Volvióamirarasualrededor.Supaseoleshabía

llevadoalcentrodelaciudad—.Yacasihemosllegado.Poraquí.Semetieronenunacalleestrecha,oscura,algofríaapesardelsolqueintentaba,y

noconseguía,penetrarenelestrechoespacioentrelosedificiosalotrolado.Yusufsedetuvoanteunapuertaaparentemente insignificante,pintadadeverde,y levantó laaldabadelatón.Golpeósegúnuncódigo,tanflojitoqueEziosepreguntósilooiríaalguiendentro.Peroalcabodeunossegundos,abriólapuertaunachicadeespaldasanchasycaderasestrechas,quellevabaelemblemadelosAsesinosenlahebilladelcinturóndelatúnica.

Eziosevioenunpatioespacioso,conenredaderasverdesque trepabanpor losmurosamarillos,ydondesehabíacongregadounpequeñogrupodejóvenes.MiraronaEzioconunrespetoreverencialcuandoYusuf,conungestohistriónico,sevolvióhaciaélydijo:

—Mentor,saludaatuextensafamilia.Eziodiounpasohaciadelante.—Saluteavoi,Assassini.Esunhonorencontraramigostanrápidamente,estando

tanlejosdecasa.Sediocuentaconhorrordequeselehabíansaltadolaslágrimas.Quizálatensión

delasúltimashorasahoralepasabafactura;yseguíacansadoporelviaje.YusufsevolvióhaciasuscompañerosdelademarcacióndeConstantinopladela

HermandaddelosAsesinos.—¿Veis,amigos?NuestroMentornotemellorarenfrentedesusalumnos.Eziosesecólasmejillasconunamanoenguantadaysonrió.—Noospreocupéis,noloconvertiréenunacostumbre.—El Mentor no lleva en la ciudad más que unas horas y ya hay noticias—

continuóYusufconcaraseria—.Nosatacarondecamino.Alparecerlosmercenariosvuelvenaestarporaquí,asíque—señalóatreshombresyadosmujeres—vosotros,Dogan,KasimyHeyreddin;yvosotras,EvranikieIrini,¡quieroquepeinéislazonaahora!

Los cinco se levantaron en silencio y le hicieron una reverencia a Ezio almarcharse.

—El resto, volved al trabajo —ordenó Yusuf y los demás Asesinos sedispersaron.

Cuando se quedaron solos, Yusuf se volvió hacia Ezio con una mirada depreocupación.

—MiMentor,creoquetusarmasytuarmaduranecesitanrenovarse;ytusropas,

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perdóname,peroestánenunestadolamentable.Teayudaremos,perotenemosmuypocodinero.

Eziosonrió.—No temas. No necesito nada. Y prefiero cuidarme yo solo. Es hora de que

explorelaciudadsolo,paratomarleelpulso.—¿Nodescansarásantes?¿Noquierescomeralgo?—Yadescansarécuandolamisiónestécumplida.—Eziohizounapausa.Desató

lascorreasdesusbolsasysacólahojaocultaqueestabarota—.¿Hayunherreroounarmerolobastantehábilydignodeconfianzacomoparaarreglaresto?

Yusufexaminólosdañosyluego,despacioyconpesar,negóconlacabeza.—Sé que esta es una de las hojas originales que se crearon siguiendo las

instrucciones deAltaïr que aparecen en elCódice que encontró tu padre; y lo quepides puede que sea imposible de conseguir. Pero si no se puede arreglar, nosaseguraremosdequenotevayassinlasdebidasarmas.Dejaestasconmigo,lasquenonecesitesllevarahora,ymeencargarédelimpiarlasyponerlasapunto.Ytendrásropalimpiapreparadaparacuandoregreses.

—Teloagradezco.Eziosedirigióhacialapuerta.Alacercarse,lajovenguardianarubiabajólavista,

conmodestia.—Azizeserátuguía,siquieresqueteacompañe,Mentor—sugirióYusuf.Eziosediolavuelta.—No,irésolo.

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Adecirverdad,Eziobuscabaestarsolo.Necesitabaaclarar las ideas.Fueaunataberna en el barrio genovés, dondehabía vino, y se tomóunabotella dePigato yunos simplesmaccaroin in brodo. Pasó el resto de la tarde conociendo a fondo elDistritodeGálatayevitandoproblemas,mezclándoseentrelagentecadavezqueseencontraba con patrullas otomanas o grupos de mercenarios bizantinos. Tenía elmismoaspectoquemuchosperegrinosmugrientosporelviaje,quevagabanporlaspintorescas,sucias,caóticasyemocionantescallesdelaciudad.

Encuantoestuvosatisfecho,volvióalcuartelgeneral,justocuandoencendíanlasprimeras luces en los oscuros interiores de las tiendas y ponían las mesas en laslokantas.Yusufyalgunosdelossuyosleestabanesperando.

Elturcoseacercóaélenseguida,parecíacontentoconsigomismo.—¡Alabado sea el cielo, Mentor! Me alegro de volver a verte, y a salvo.

¡Temíamoshaberteperdidoenlosviciosdelagranciudad!—¡Quéexageradoeres!—dijoEzioysonrió—.Yencuantoalosvicios,yaestoy

contentoconlosmíos,grazie.—Esperoqueapruebeslosplanesquehemoshechoentuausencia.YusufllevóaEzioaunacámarainterior,dondesehabíadispuestotodounnuevo

equipoparaél.Allado,biencolocadassobreunamesaderoble,estabansusarmas,afiladas,engrasadasypulidas;brillabancomonuevas.Sehabíaañadidounaballestaalconjunto.

—Hemos guardado la hoja oculta rota en lugar seguro —dijo Yusuf—. Perohemosadvertidoquenotienesunahojagancho,asíquetehemosbuscadouna.

—¿Unahojagancho?—Sí,mira.Yusuf se remangó para enseñar lo que Ezio antes había tomado por una hoja

oculta.Pero cuandoYusuf la activóy saltó hacia delante, vioque era unavariantemáscompleja.Lahojatelescópicadelanuevaarmaterminabaenunganchocurvodeacerobientemperado.

—Fascinante—dijoEzio.—¿Nuncahabíasvistouna?Yocrecíconellas.—Enséñame.YusufcogióunahojaganchonuevadeunodelosAsesinospresentes,quelatenía

preparada, y se la lanzó a Ezio. Él pasó la hoja oculta de lamuñeca derecha a laizquierda,bajolamuñequera,yseatólahojaganchoenladerecha.Notóunpesoqueno le era familiar y la soltó y la recogió varias veces para practicar. Deseó queLeonardohubieraestadoallíparaverlo.

—Serámejorquemehagasunademostración.

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—Enseguida,siestáspreparado.—Comosiempre.—Puessíguemeymirabienloquehago.Salieronyrecorrieronlacallebajolaluzdelcrepúsculo,hastallegaraunlugar

desierto entre un grupo de altos edificios de ladrillo. Yusuf escogió uno, cuyaselevadas paredes estaban decoradas con unas plataformas horizontales de teja, quesobresalíanaintervalosdetresmetros.Saliócorriendohaciaeledificioysaltósobreunpardebarrilesdeaguacolocadoscerca.Brincóhaciaarriba,soltósuhojaganchoylausóparaagarrarsealaprimeraplataformadetejasquesobresalía,seimpulsóconel gancho para engancharse a la de arriba hasta que estuvo sobre el tejado deledificio.Todalaoperaciónnolellevómásqueunossegundos.

Ezio respiró hondo e hizo lo mismo. Consiguió los dos primeros pasos sindificultad,einclusoleparecióunaexperienciaexcitante,peroestuvoapuntodenopoderagarrarsealatercerahileraysequedócolgandopeligrosamenteunmomento,hastaquerectificósinperderelimpulsoypocodespuésllegóaltejadojuntoaYusuf.

—Nodejesdepensar—ledijoYusuf—.Utilizaelinstintoydejaqueelganchohagaeltrabajo.Creoqueconotropardesubidascomoesa,yalotendrásdominado.Aprendesrápido,Mentor.

—Alafuerza.Yusufsonrió.ExtendiódenuevosupropiahojayleenseñóaEzioeldetalle.—Lahojaganchootomananormal tienedospartes, ¿ves?Elganchoy lahoja.

Parapoderlasusarunaindependientementedelaotra.Undiseñoelegante,¿no?—Esunalástimaquenotuvieraunadeestasenelpasado.—Talveznolanecesitaste.¡Ven!SaltóporlostejadosyEziolesiguió,altiempoquerecordabalosdíaslejanosen

queperseguíaa suhermanoFedericopor los tejadosdeFlorencia.Yusuf le llevóalugaresdondepudopracticarunpocomás,lejosdemiradascuriosas.EncuantoEziologrósubir tresveces,cadavezconmásconfianza,Yusufsevolvióhaciaélydijo,conbrilloenlosojos:

—Todavíafaltaparaqueanochezca.¿Quétalsiprobamosundesafíomayor?—Vabene.—Eziosonrióabiertamente—.Vamos.Yusufsaliócorriendodenuevo,porlascallesvacías,hastaquellegaronalpiede

laTorredeGálata.—En época de paz no apostan a los guardias hasta que las antorchas están

encendidasenlosparapetos.Nonosmolestarán.Vamos.Ezioalzólavistahacialaenormealturadelatorreytragósaliva.—Nopasaránada.Sígueme,cogecarrerillaydéjateir.Tansololánzate.Yrepito,

deja que el gancho haga el trabajo duro. Hay muchos rincones y ranuras en lamampostería.Tendrássitiosdesobraparaengancharte.

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Yusuriodespreocupadoparaanimarle,ysepusoenmarcha.Utilizabalahojacontantahabilidadqueparecíaqueestabacaminando—corriendo,incluso—porlapareddelatorre.Unosinstantesmástarde,Ezio,jadeandoperotriunfal,seunióaéleneltejadoymiróa sualrededor.Comohabíadichoel jovendelbarco, lasvistasde laciudaderansensacionales.Ezionotuvoqueesperarelpermisodeunburócrataparacontemplarlas.Identificótodoslosedificiosfamososqueel jovenlehabíaseñaladodesdelacubiertadelbaghlahyaprovechólaoportunidadparafamiliarizarseconladistribucióndelaciudad.Otrapartedesumenteselimitóaempaparsedesubellezabajolaluzdoradayrojizadelapuestadesol.Aquellaluzlerecordabaelcolordelpelodelahermosamujerqueviajabaenelbarcoyquelehabíaignorado.

—Bienvenido a Estambul, Mentor —dijo Yusuf, observando su rostro—. LaEncrucijadadelMundo.

—Ahoraentiendoporquélallamanasí.—Muchas generaciones de hombres han gobernado esta ciudad, pero nunca la

hansometido.Decualquieryugoquelecoloquenalcuello,decualquierabandonoosaqueoqueleinflijan,ellasiempreserehace.

—Pareceunbuenhogar.—Loes.Alcabodeunoodosminutos,Yusufseacercóalbordedelatorreymiróhacia

abajo.SevolvióhaciaEziootravez.—¿Una carrera hasta el final?—preguntó, y, sin esperar respuesta, se tiró del

parapetoenunincreíbleSaltodeFe.Ezioobservócómocaíaenpicadocomounhalcón,yparaaterrizarsanoysalvo

enuncarrodehenoqueyahabíaescogido, acincuentay tresmetrosdedistancia.Eziosuspiróehizounapausaparacontemplarconasombro,unavezmás,laciudadque seextendíaa suspies.LaGranCiudad.LaPrimeraCiudad.Laherederade laAntiguaRoma.Constantinoplateníamilesdeañosyhabíasidoelhogardecientosdemiles de habitantes en otra época, en un pasado no tan lejano, en el que Roma yFlorencia no eran más que meras aldeas en comparación. Había sido saqueada ydevastada,ysabíaquesubellezalegendariadelpasadoyanovolvería;perosiemprehabíasobrecogidoasusatacantesyalosquequeríanreducirla;y,comoYusufhabíadicho,nuncalahabíandominadodeverdad.

Ezio miró a su alrededor por última vez, examinó el horizonte con su vistacertera,yreprimiólaprofundatristezaqueinundabasucorazón.

Entonces,lellegóelmomentodedarsupropioSaltodeFe.

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A la mañana siguiente, Ezio y Yusuf estaban sentados en el patio del cuartelgeneral de los Asesinos, estudiando minuciosamente unos mapas que habíaextendidos sobre la mesa, planificando cuál sería su próximo movimiento. Susmentes no albergaban lamenor duda de que losmensajeros de los Templarios enMasyafllegaríanmuypronto,sinolohabíanhechoya,locualobligabaaanticiparseaunataquecoordinadodelosTemplarios.

—Laorganizacióntemplariaescomounahidra—rumióEzio—.Silecortasunacabeza,salendos.

—NoenRoma,Mentor.Yalohasvisto.Eziopermaneciócallado.Conelpulgartocóelfilodelahojaganchoqueestaba

engrasando.—Me ha impresionado mucho esta arma, Yusuf. Mis hermanos en Roma le

sacaríanprovechosilatuvierancomopartedesuequipo.—Noesundiseñodifícildecopiar—respondióYusuf—.Lascosascomoson.—Necesito practicar más —dijo Ezio, sin darse cuenta de que lo conseguiría

pronto,puestoqueenaquelmomentolapuertadelacalleseabriódeparenparantesdequeAzize tuviera tiempodealcanzarlayKasim,unode los tenientesdeYusuf,entrócorriendoconlosojosdesorbitados.

—Yusufbey,¡venrápido!Yusufsepusodepieenseguida.—¿Quépasa?—¡Unataqueenambosfrentes!EnnuestraguaridadeGálatayenelGranBazar.—Esto no acaba nunca—dijo Yusuf, enfadado—. Todos los días, las mismas

malasnoticias.—SevolvióhaciaEzio—.¿Podríaseresteelgranataquequetemías?—Notengomododesaberlo,perotendremosquehacernoscargo.—Porsupuesto.¿Tienesganasdemanejarlaespada?—Creoqueyaconoceslarespuesta.Haréloquehagafalta.—¡Asímegusta!¡Hallegadoelmomentodeponerenpráctica tuhojagancho!

¡Vamos!

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En cuestión de segundos, echaron a correr por los tejados en dirección a laguaridadeGálata.Conformeseacercaban,descendieronalacalleparallamarmenosla atención a los ballesteros bizantinos. Pero encontraron el camino bloqueado poruna unidad de mercenarios, armados hasta arriba, que les ordenaron,amenazadoramente, que volvieran sobre sus pasos. Fingieron retroceder un poco yhablaronentreellos.

—Usatuhojagancho,Mentor—dijoYusuf—.Hayunamaneraseguradepasarpordelantedeesosmatonesconlamáximavelocidadyelmínimoalboroto.

—Meparecebien.—Mira.Lollamamosunganchoyvuelta.Sinmáspreámbulos,Yusufsecolocódecaraalafiladehombresdesplegadospor

lacalle.Escogióunoycorrióhaciaélagranvelocidad.Antesdequeelhombreocualquieradesuscompañerospudiera reaccionar,Yusufsaltó inmediatamenteenelaireenfrentedesuobjetivo,proyectandosucuerpohaciadelanteconlahojaganchoaccionadayelbrazoderechohaciaabajoparaclavarelganchoenlapartedeatrásdelcinturón del hombre. A continuación, Yusuf dio una voltereta por encima delguerrero,altiempoquesoltabalahojayseguíacorriendocomounrayoparaalejarsedelosestupefactosmercenarios.Antesdequelesdieratiempoareagruparsedeltodo,Ezio siguió el ejemplo de Yusuf. Mientras daba una voltereta sobre el hombre,consiguióagarrarleporelcuelloytirarlealsuelounospasosdetrásdeél,ycontinuócorriendoparareunirseconsucompañero.

Perodelantehabíamásguardiasalosqueenfrentarsey,alhacerlo,Ezioaprendióotratécnicadesuamigoseljuk.Enestaocasión,Yusufbajóelganchoyseagachóalacercarseasuobjetivo.Llevóelarmaalrededordeunodelostobillosdesuoponenteylederribóalpasar.Unavezmás,EziocopiósusmovimientosyprontoalcanzóallíderdelosAsesinosdeEstambul.

—Yesoesloquellamamosganchoyhuida.—Yusufsonrió—.Peroveoquetesaleconnaturalidad.Untrabajoexcelente.

—Casitropiezoahíatrás.Tengoquemejorar.—Practicarásmucho.—¡Cuidado,ahívienenmás!Estaban en la intersección de cuatro calles, vacías en ese momento. La pelea

había hecho que los ciudadanos de a pie se escondieran dentro de los edificios ycerraran laspuertas.PeroYusufyEzioestabanacorralados.Cuantiosasbrigadasdebizantinosavanzabanhaciaellosportodaspartescongranestruendo.

—¿Y ahora qué?—preguntó Ezio, que desenvainó su espada y activó la hojaocultadesumanoizquierda.

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—Guárdala,Mentor.Aquí,cuandounAsesinosecansadecorrer,selanzaalaire.Ezio enseguida siguió aYusuf cuando se puso a escalar la paredmás cercana,

ayudándoseconelgancho,conunadestrezacadavezmayor.Encuantovolvieronaestarenlostejados,Ezioadvirtióque,enaquellazona,habíamuchosconresistentespostesverticalesdemadera,delosquesalíanunascuerdastensas,alquitranadas.Ibanhaciaarribayhaciaabajo,aotrospostesdeotrostejados,conectadosporunaseriedepoleas,bloquesyaparejos.Unodeaquellosestabaensutejado,asulado.

—Introdujimos este sistemapara transportar productosde almacén en almacén,delosalmacenesalastiendas—leaclaróYusuf—.Loshayenvariosdistritosdelaciudad.Esmuchomásrápidoqueusarlascalles,porquesondemasiadoestrechasynormalmenteestánabarrotadas.Yparanosotrostambiénesmuchomásrápido.

Ezio miró hacia abajo, donde los bizantinos estaban intentando entrar en eledificiodondeellosestaban.Teníanunaarmadurademasiadopesadaparaescalaryhabíandecididoiraporellosporelinterior.

—Serámejorquenosdemosprisa.—Utiliza la hoja gancho para esto también —dijo Yusuf—. Engánchala a la

cuerda,agárratefuerteydéjateir.¡Porsupuesto,solofuncionacuestaabajo!—Estoy empezando a comprender por qué construisteis esta arma. Es perfecta

paraConstantinopla.—Yquelodigas.—Yusufechóunvistazoabajo,alacalle—.Perotienesrazón,

debemosapresurarnos.Examinó brevemente los tejados de alrededor. A unos noventa metros, en el

tejado de un edificio más abajo de donde se encontraban, vio a un exploradorbizantino,deespaldasaellos,contemplandolaciudadqueseextendíaasuspies.

—¿Vesaesehombre?—dijoYusuf.—Sí.—Yhayotro,justoallí,alaizquierda,eneltejadocontiguo.—Loveo.—Vamosasacarlosdeahí.—Yusufextendiósuhojaganchoehizouncorteenla

cuerda. Levantó unamano amodo de advertencia cuando Ezio estaba a punto dehacerlomismo—.Nomesigasdeinmediato.Dejaqueteloenseñe.

—Mealegraconocerlascostumbresdetupaís.—Llamamosaesto«tirolina».¡Mira!Yusufesperóhastaqueunsegundoexploradorsepusoamirarenotradireccióny

luegodejóquelacuerdasoportarasupeso.Setensóunpoco,peroaguantó.Despuésbalanceóelcuerpoyencuestióndesegundosestabadeslizándoseensilencio,porlacuerda,haciaelprimerexploradordesprevenido.Enelúltimomomento,accionólahojaganchoyselanzóaunospasosdelobjetivoparacortaralhombreenelcostado.Cogió el cuerpo del explorador caído y lo bajó con cuidado al suelo, antes de

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guarecersetrasunapequeñaedificaciónanexaeneltejado.Desdeallí,dejóescaparungritoahogado.Estoalertóalsegundoexplorador,quesevolviórápidamenteparamirarenladireccióndelaqueprocedíaelsonido.

—¡Ayúdame,compañero!¡Asesinos!—dijoYusufengriego,entonoangustiado.—¡Aguanta! ¡Ya voy!—gritó el segundo explorador, que echó a correr por el

tejadoparaayudarasucompañero.Enaquelmomento,YusuflehizounaseñaaEzio,quepasócomounabalaporla

cuerdaa tiempodecaer fatalmentesobreel segundoexplorador,queparaentoncesestabaderodillasjuntoalcuerpodesucompañerocaído.

Yusufseacercóalosdoscuerpos.—Ni siquiera sudas —dijo Yusuf, riéndose. Después se puso serio

inmediatamenteycontinuó—:Yaveoquepuedescuidartesolo,porloquecreoquehallegadolahoradesepararnos.SerámejorqueyomedirijaalBazarparaverquéhapasadoennuestraguaridadeallí.VetúaGálataparaayudaralosdeesazona.

—Dimeelcamino.Yusufseñalóporlostejados.—¿Vesesatorre?—Sí.—Laguaridaestáallado.Nopuedoestarendoslugaresalavez,peroahoratú

estásaquíynotengoquehacerlo.GraciasaAláqueviniste,Mentor.Sintuayuda…—Lohashechomuybienhastaahora.Yusuflecogiódelamano.—Haydirastgele,Ezio.¡Buenasuerte!—Buenasuerteatitambién.Yusuf se dirigió al surmientras Ezio corría por las tejas rojizas de los tejados

hastaqueencontróotrosistemadecuerdas.Semoviórápido,sinoposicióndeposteenposte,viajandomuchomásdeprisadeloquehabríaconseguidoapie,yenseguidallegóalabasedelatorreyasusiguientebatalla.

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Ezio llegó durante una tregua en la pelea y se las arregló para colarse en laguaridasinquelevieran.Allí, lorecibióDogan,unodelos tenientesAsesinosquehabíaconocidopocoantes.

—Mentor,esunhonor.¿NoosacompañaYusuf?—No,hanorganizadootroataque,envuestraguaridajuntoalGranBazar.Vade

caminohaciaallí.—Eziohizounapausa—.¿Cuáleslasituación?Dogansesecólafrente.—Hemos forzado la retirada de la vanguardia, pero tan solo porque están

esperandorefuerzos.—¿Estánpreparadostushombres?Dogan sonrió a Ezio con ironía, animado por el entusiasmo y la confianza del

Mentor.—¡Ahoraqueestáisaquí,sí!—¿Dedóndeesprobablequevengaelpróximoataque?—Delflanconorte.Creenqueeselmásdébil.—¡Entoncesserámejorquenosaseguremosdequeseaelmásfuerte!Dogan reubicó a sus Asesinos según las instrucciones de Ezio y cuando los

Templarioslanzaronsucontraataque,estabanpreparados.La lucha fue tan encarnizada como breve y terminó con quince mercenarios

templariosmuertosenlaplaza,cercadelatorredondeestabalaguarida.Enlatropaasesinahabíaunamujerydoshombresheridos,peroningunavíctimamortal.HabíasidounaderrotaaplastanteparalosTemplarios.

—Tardaránenvolver—ledijoDoganaEziocuandoterminótodo.—Esperemosquesí.SegúnmiexperienciaconlosTemplarios,nolesgustaque

lesvenzan.—Puessilointentandenuevoporaquí,tendránqueempezaraacostumbrarse.EziosonrióylediounaspalmaditasaDoganenelhombro.—¡Asímegusta!Sedispusoamarcharse.—¿Adóndevaisahora?—preguntóDogan.—Voy a reunirme con Yusuf en la guarida del Gran Bazar. Avísame si se

reagrupanlosTemplarios.—Enesecasoimprobable,seréiselprimeroensaberlo.—Yatiendeatusheridos.Atusargentolehicieronunbuencorteenlacabeza.—Leestáncurandomientrashablamos.—¿Puedollegarhastaallíutilizandoelsistemadetirolinas?—EncuantolleguéisalaorillasurdelCuerno.Perodebéiscruzarloenferry.Es

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lamaneramásrápidadellegaralapenínsula.—¿Enferry?—Teníaquehaberunpuente,peroporalgunarazónnoloconstruyeronnunca.—Ah, sí—dijoEzio—.Recuerdoquealguienme lomencionó.—Le tendió la

manosonriendo—.Allahaismarladik—dijo.—Gülegüle.Doganledevolviólasonrisa.

LaguaridaalaqueEziodebíallegarestabaubicadanomuylejosdelBazar,enelDistritoImperial,entreelmismoBazarylaantiguaiglesiadeHagiaSofia,convertidaahoraporlosotomanosenunamezquita.Perolapeleateníalugarapocadistancia,alsuroeste,cercadelosmuellesdelaorillasurdelaciudad.Sequedóunmomentoeneltejado,observandolabatalla,quecrecíaenlascallesyenlosmuellesasuspies.Cercade élhabíaunacuerda atada aunaestacademaderayque llegabahastaunpuntonomuylejano,dondepodíaveraYusuf,deespaldasalasaguasdeladársena,en plena refriega. Yusuf esquivaba amedia docena de fornidosmercenarios y suscompañerosestabandemasiadoocupadosparairensuayuda.Eziocolgóelganchoenlacuerdaydescendió.Saltódelacuerdadesdeunaalturadetresmetrosymedio,extendiólosbrazosylaspiernas,conlahojaocultadelamanoizquierdaaccionada,ycayósobre laespaldadedosde losatacantesdeYusuf,que terminaronenel suelodespatarrados.Murieronantesdepoderreaccionar,yEziosecolocóencimadeellosmientraslosotroscuatrodesugruposevolvíanparamirarle, loqueledioaYusufsuficiente respiro para acercarse poco a poco a su flanco. Ezio seguía con su hojaganchoextendida.

MientrasloscuatrosoldadosdecaballeríaselanzabansobreEziorugiendo,Yusufseabalanzósobreellosdesdeellateral,consupropiahojaocultaactivadaparaentrarenjuego.UnsoldadoenormeestabacasiencimadeEzioylehabíahechoretrocederhasta la pared de un almacén, cuando el Asesino recordó la técnica del gancho yvuelta,ylausóparaescaparyderribarasuoponente.Apuñalóconlahojaocultaelcuerpo del hombre que se contorsionaba para darle el golpe de gracia. Entretanto,Yusufhabíadespachadoadosdelosotros,mientraselsupervivientehuía.

EnotropuntolaviolentacontiendasecalmócuandolabrigadadeYusufsuperóalosTemplarios,queal finalsalieronhuyendo,maldiciendo,hacia lasentrañasde laciudad,alnorte.

—Mealegrodequellegarasatiempodeconoceranuestrosnuevoscompañerosdejuegos—comentóYusufmientraslimpiabayenfundabasuespada,yEziohacíalomismo—.Hasluchadocomountigre,amigomío,comounhombrequellegatardeasupropia…boda.

—¿Noquerrásdecir«funeral»?

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—Noteimportaríallegartardeaeso.—Bueno,estamoshablandodeunabodayyoyallegoveinticincoañostardepara

eso.—Ezio apartó el familiar estado de humor ensombrecido y se irguió—. ¿HellegadoatiempodesalvarlaguaridadelBazar?

Yusufseencogiódehombros,conpesar.—¡Por desgracia, no! Tan solo conseguimos salvar nuestro propio pellejo. Por

desgracia,lleguédemasiadotardepararecuperarla.Estabanmuybienafianzados.—Nodesesperes.LaguaridadeGálataestáasalvo.LosAsesinosqueusamosallí

puedenunirseanosotrosaquí.Yusufseanimó.—¡Conmi«ejército»duplicado,recuperaremoselBazar!¡Vamos!¡Poraquí!

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Recorrieron las calles del mercado y el enorme laberinto rutilante del mismozoco,elespléndidoyfrenéticoGranBazardoradoyrojo,consusmilesdetiendecitasque vendían de todo, desde perfumes hasta especias, pasando por piel de borrego,costosas alfombras persas de Isfahán y Kabul, muebles de cedro, espadas yarmaduras, cafeteras de latón y plata con pitorros que recordaban a serpientes ycuellos alargados, vasos con forma de tulipanes para el té y unos más largos yestrechos para el sharbat. Una cornucopia que vendía todo lo del mundo que unhombre pudiera imaginar o desear, en medio de la confusión de las voces de loscomerciantesquesealzabanalmenosenunadocenadeidiomasdiferentes.

Encuantosalierondel ladonoreste, llegaronacallesmáscercanasalaguarida.Allí,lapresenciatemplariaerafuerte.Delosedificioscolgabansusestandartesy,porlo que vio Ezio, los mercaderes que tenían negocios por esa zona sufríanfrecuentementeelacosoolaintimidacióndelosmatonesbizantinos.

—Comopuedescomprobar—leestabadiciendoYusuf—,cuandolosTemplariostomanundistrito,lesgustahaceralarde.Esunapeleaconstantemantenerlosaraya,nohaynadaque lesgustemásquedarnosen lasnaricescadavezquedisfrutandeunavictoria.

—Pero¿porquéelsultánnohacenada?¡Estaessuciudad!—El sultán Bayezid está muy lejos. Aquí los otomanos no tienen suficientes

recursosparamantenerlasituaciónbajocontrol.Sinofuerapornosotros…—Yusufsecallóycontinuódesdeotropuntodevista—.ElsultánestáguerreandocontrasuhijoSelimamuchasleguasalnoroestedelaciudad.Llevaañosfuera,almenosdesdeelgranterremotode1509,einclusoantesestabacasisiempreausente.Noquierevertodosestosconflictos.

—¿Elterremoto?Ezio recordó que aquella noticia había llegado hasta Roma. Más de cien

mezquitas habían quedado reducidas a escombros, junto con mil edificios más, yunosdiezmilciudadanoshabíanperdidolavida.

—Deberíashaberlovisto.Lo llamamoselEnsayodelDíadel JuicioFinal.LasolasgigantescasquecreóelmardeMármaracasiderribaronlosmurosdelsur.Peroelsultánmantuvolosojoscerrados,inclusoanteaquellaadvertencia.

—Ah,perovuestrosojossíestabanabiertos,¿verdad?—Comoplatos.Créeme.Habían llegado a una gran karesi, abarrotada de mercenarios templarios, que

comenzaronamirarlesconrecelomientrasatravesabanlaplaza.—Son demasiados para entablar combate directamente —dijo Yusuf—. Será

mejorqueutilicemosunadeestas.

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Hurgóenunabolsaquellevabaenelcostadoysacóunabomba.—¿Qué es eso? ¿Una bomba de humo?—preguntó Ezio—.Hmmm.No estoy

segurodequenosayudeenestecaso.Yusufserio.—¿Unabombadehumo?QueridoEzio,Mentor,hallegadoelmomentodeque

los italianos entréis en el siglo dieciséis. Estas bombas no confunden, sino quedistraen.Observa.

Ezio retrocedió cuando Yusuf lanzó la bomba a cierta distancia. Explotó sincausardaños,peroenvióalaireunalluviade,alparecer,pequeñasmonedasdeoro,que cayeron sobre losmercenarios. Enseguida les llamó la atención y apartaron lavistadeEzioyYusufcuandosalieroncorriendoarecogerlasmonedas,apartandoaempujonesaloscivilesquetratabandehacerlomismo.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Ezio, asombrado, mientras continuaban sucamino,ahorasintemoraserimportunados.

Yusufsonrióconpicardía.—EsoesloquellamamosunaBombadeOro.Estállenademonedashechasde

pirita. Tienen exactamente el mismo aspecto que las monedas de oro, pero sufabricaciónesmuybarata.

Ezioobservócómolossoldadosdecaballeríasedispersaban,ajenosatodoloquelesrodeaba,salvoelOrodeTontos.

—¿Ves?—dijoYusuf—.Nopuedenresistirse.Perovayámonosantesdequelasrecojantodas.

—Estásllenodesorpresas.—Losexplosivossonnuestronuevopasatiempo.Sacamoslaideadeloschinos.

Leponemosmuchapasión.—Está claro que me estoy oxidando. Pero un amigo mío una vez hizo unas

granadas,enEspaña,hacemuchotiempo,asíqueconozcoalgoeltema.Tendrásqueenseñarmelasnuevastécnicas.

—Conmucho gusto. Pero ¿quién es aquí elMentor,Ezio?Estoy empezando apreguntármelo.

—¡Cuántodescaro,Asesino!EziosonrióabiertamenteylediounapalmadaenelhombroaYusuf.La estrecha callepor la quepasabandaba aotraplazay, aquí denuevo, enun

distritoinfestadodeTemplarios,habíaotrogrupograndedemercenariosbizantinos.Habíanoídoelalborotodelakaresidealladoyparecíannerviosos.YusufsacódesubolsaunpuñadodebombaspequeñasyselasdioaEzio.

—Estuturno—dijo—.Hazquemesientaorgulloso.Tenemoselvientodetrás,asíquedeberíamosacertar.

Los bizantinos estaban preparados para los dos Asesinos, con las espadas

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desenvainadas.Ezio tiró de las anillas de las tres bombas que sostenía y las lanzóhacia losmercenarios que se aproximaban.Explotaron al entrar en contacto con elsuelo, con unos estallidos inofensivos, y por un momento pareció que no habíasucedido nada. Pero los soldados templarios vacilaron y se miraron entre ellos.Comenzaronasentirnáuseasysefrotaronlosuniformes,queestabancubiertosdeunlíquidoviscosoyfétido.Enseguidasebatieronenretirada.

—Ahívan—dijoYusuf—.Pasarándíashastaquesusmujereslesdejenvolveralacama.

—¿Otradetussorpresas?—Bombasdeaceitedemofeta.Muyefectivassicalculaselmomentoy¡tealejas

delafuerzadelvientodominante!—Graciasporelaviso.—¿Quéaviso?—Exacto.—Deprisa.Yacasihemosllegado.Cruzaronlakaresihastallegaraotracalle,másanchaestavez,peroatiborradade

loqueparecían tiendascerradascon tablas.Yusuf sedetuvo juntoaunadeellasyempujó con cuidado la puerta, que se abrió.Más allá había un sencillo y pequeñopatioconunospocosbarrilesycajasdeembalajeamontonadosenlapareddelfondo.Enmediohabíaunatrampillaabierta,conescalonesdepiedraquellevabanaunpisoinferior.Unatorresealzabaenlaesquinatraseraizquierdadelpatio.

—Como pensaba —dijo Yusuf, que se volvió hacia Ezio para hablarle conurgencia—.Estaesunadenuestrasguaridasclandestinas.Parecedesierta,peroabajolos Templarios la tienen bien vigilada. Entre su chusma hay un capitán templario.¿Puedopedirtequeloencuentresylomates?

—Osdevolverévuestraguarida.—Bien.Cuandolohayashecho, trepaporesatorreyenciendeunabengalaque

encontrarásallí.Esotradenuestrasbombas,unacopiade lasbengalasqueutilizanlosTemplariosparaindicarsuretirada.

—¿Ytú?—LosTemplarios de la plaza no tardaránmucho en darse cuenta de lo que ha

pasado,asíquevolveréparaencontrarunmododeevitarquenossiganyqueenvíenrefuerzos a sus amigos. Tengo un par de bombas fósforo sujetas al cinturón de latúnica.Deberíanresolverelproblema.

—Entonces¿siguesusandolastradicionalespantallasdehumo?Yusufasintió.—Sí,peroestassonbastanteasquerosas,asíque…—Setapólanarizylaboca

con un pañuelo—. Y antes de que me vaya, aún tengo guardado en la manga untruquitomásquedeberíasacaralosconejosdesumadriguera.Noquieroquevayasa

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laguaridayluchesconesosmatonesenlapenumbra.Encuantoaparezcan,deberíassercapazdederribarlossinmuchoproblema.—Desubolsasacóunaúltimabomba,parecidaaunagranada,quesopesóunmomento—.Accionaréestoahoraydespuésme marcharé. Tenemos que neutralizar a ambos grupos de Templarios a la vez oestaremosperdidos.Tápatelosoídos.Setratadeunabomba-cerezarellenadeazufre,asíquesonarácomoun trueno.Lesharávomitarperonoquieroque teestallen lostímpanos.

Eziohizo loque lemandaron, retrocedió a unaposición estratégica en la partesombreadadelpatio,conunabuenavistadelatrampilla.Cambiólahojaocultadelamano izquierda por el arnés adaptado a la pistola, ya que prefería quedarse con lahojaganchopara luchardecerca.Yusuf, juntoa lacalle, lanzósubomba-cerezaalotroextremodelpatioyluegodesapareció.

Hizotantoruidocomounpedoinfernal,yEzio,aunquesehabíatapadobienlasorejas con la capucha, sintió una réplica en la cabeza.La sacudió para aclararla y,mientras lohacía,diezTemplarios,encabezadosporuncapitándenarizenrojecida,salieronde la trampillahacia la luzdel solymirarona sualrededor, aterrorizados.Ezio se acercó rápidamente y derribó a tres antes de que tuvieran tiempo dereaccionar.Alutilizarlahojaganchopudomataraotrostresenelsiguienteminutodel combate. Tresmás salieron corriendo en cuanto oyeron otras dos explosiones,seguidaspocodespuésporelligeroolorahumoenlabrisa.

—Unacoordinaciónperfecta,Yusuf—murmuróEzioparasusadentros.ElcapitándelacohortesequedóparaenfrentarseaEzio.Unhombremusculoso,

bizco,conunashombrerasnegras,muyusadas,sobresu túnicarojooscuro.ConlamanoderechasosteníaunapesadaDamascoycon la izquierda,unpuñalcurvo,deaspectoterribleyconunapuntamordaz.

—Romper y rajar—dijo el capitán con voz ronca—. Te clavaré el puñal y terebanaréelcuelloconlaespada.Estásmuerto,Asesino.

—HallegadolahoradequelosTemplarioslleguéisalsiglodieciséis—respondióEzio y levantó el brazo izquierdo para correr la pistola hasta su mano. Disparó,pensandoque a aquella distancia no podía fallar, aunque fuera con la izquierda, y,comoeradeesperar,labalasehundióenelhueso,justoentrelosojosdelcapitán.

EstabaaúncayendoderodillascuandoEziocruzóelpatio,saltóencimadeunodelosbarrilesalaventa,yutilizólahojaganchoparasubiralpuntomásaltodelatorre.

Nohabíandescubiertoni tocado labengalaque lehabíadichoYusuf.Habíaunpequeñomortero y Ezio lo cargó con la bengala. Poco después, salió rápidamentehaciaelcielo,dejandoelrastrodeunallamayhumovioleta.

Cuandovolvióalpiedelatorre,Yusufleestabaesperando.—No me extraña que seáis nuestro Mentor —dijo el Asesino seljuk—. No

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podríais haberlo calculado mejor.—Sonrió, triunfante—. Los Templarios se estánretirandodetodoslosfrentes.

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La guarida del Bazar estaba sorprendentemente limpia y ordenada, dada larecienteocupacióndelosTemplarios.

—¿Hahabidodaños?—lepreguntóEzioaYusuf,mientrassucompañero turcoteníalavistaclavadaeneltecho.

—Noqueyovea.LosTemplariosbizantinospuedequeseanmalosanfitriones,pero son unos inquilinos excelentes. Cuando se instalan en un sitio, les gustamantenerlointacto.

—¿Porquesuintenciónesquedarse?—¡Exacto!—Yusuf se frotó lasmanos—.Debemos aprovecharnos de nuestras

pequeñasvictoriasyprepararnosparalaluchacontranuestrosamigosgriegos—dijo—. Te he enseñado cómo usar algunas de nuestras bombas, pero sería mejor sisupierascómofabricarlas.

—¿Hayalguienaquíquepuedaenseñarme?—¡Porsupuesto!¡Elmismomaestro!PiriReis.—¿PiriReises…esunodelosnuestros?—Esunamaneradedecirlo.Legustamantenersedistante.Perosí,estádenuestro

lado.—Creíaqueeramásbiencartógrafo—dijoEzioal recordarelmapadeChipre

queMa'Munlehabíadado.—Cartógrafo, marino, pirata… Aunque está subiendo rápidamente los

escalafones de la marina otomana. Se le da bien todo. Y conoce Estambul(Kostantiniyye)comolapalmadesumano.

—Bien,porquehayalgoquequieropreguntarlesobrelaciudadquetalvezsepa,apartedecómohacerbombas.¿Cuándopodréconocerle?

—Nohaymejormomento que el presente.Y no estamos para perderlo. ¿Estásbientraslaúltimarefriega?¿Necesitasdescansar?

—No.—¡Bien!Tellevaréconélahora.Sutallernoestálejosdeaquí.

PiriReis—elalmirantePiriReis—teníaunpequeñoconjuntodehabitacionesenun segundo piso de planta abierta, en la zona norte del Gran Bazar, cuyas altasventanas arrojaban una luz clara y fría sobre un puñado de mesas de mapas,cuidadosamentecolocadassobreelsuelodetecadeunestudioestrecho.Delmismomodo, estabancuidadosamente extendidos sobre lasmesasmuchosmapasvariadosqueEzionohabíavistonuncay,juntoaellos,habíasentadosunoscuantosayudantesque trabajaban con diligencia, en silencio. Las paredes al oeste y al sur del taller

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estabanadornadasconmásmapas,todosellossujetosperfectamente,encajadosunosconotros.Cincograndesglobosterráqueos,unoencadarincónyotroenelcentrodelahabitación,completabanlaescena.Losglobostambiénerantrabajosenprocesoylatintafrescadealgunaspartesmostrabalosúltimosdescubrimientosañadidos.

La pared al oeste también estaba cubierta con detallados dibujos técnicos,realizadospor un experto; pero, cuandoEzio echóunvistazo, comprobóque estoseran diseños de bombas.Mientras cruzaba la estancia hacia donde Piri se hallabasentado,pudoleerquelosdibujosdebombasestabandivididosencategorías:letales,tácticas, de distracción y con cubierta especial. Había un hueco en la pared lobastante grande como para contener una mesa de trabajo y detrás, dispuestas conprecisión,habíaunaseriedeherramientasmetalúrgicas,colocadasenestanterías.

AquellocontrastabaconelcaosenelquelegustabatrabajaraLeonardo,pensóEzio,sonriendoparasusadentrosalrecordarasuamigo.

Yusuf y Ezio encontraron a Piri trabajando ante una mesa grande de dibujo,directamentedebajodelasventanas.TeníaseisosieteañosmenosqueEzio,eraunhombremoreno,depielcurtidayfigurarobustaysaludable.Llevabaunturbantedeseda azul y debajo, su rostro fuerte reflejaba en aquelmomento una expresión deintensaconcentraciónmientrascontemplabasutrabajoconunosojospenetrantes,decolorgrisclaro.Suexuberantebarbacastaña,bienrecortada,aunquelallevabalarga,letapabaelcuelloaltodelatúnicaconbrocadosdeplata.Unospantalonesanchosyazules,juntoconunoszuecossencillosdemadera,completabansuatuendo.

Evaluó aEzio con lamirada y el observado le imitó,mientrasYusuf hacía laspresentaciones.

—¿Cómohasdichoquetellamabas?—preguntóPiri.—Ezio.EzioAuditoredaFirenze.—Ah, sí. Por un momento pensé que Yusuf había dicho «Tenorio». No oí la

diferencia.Miró a Ezio y este habría jurado ver un brillo en sus ojos. ¿Le precedía su

reputación,almenosenunacosa?Pensóqueleibaagustaraquelhombre.—Hevisto tu trabajo, tusmapas—comenzó a decirEzio—.Me regalaron una

copiadeunoquehicisteparaChipre.—¿Ah, sí? —respondió el marinero con brusquedad. Estaba claro que no le

gustabaque interrumpieran su trabajo.Oalmenos esa era la impresiónquequeríadar.

—Peroesotroaspectodetupericiasobreelquevengohoyabuscartuconsejo.—ElmapadeChipreesbueno—dijoPiri, ignorandoel comentariodeEzio—.

Perolohemejorado.Enséñameeltuyo.Eziovaciló.—Yanolotengo—confesó—.Selodiaunamigo.

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Pirialzólavista.—Muygenerosoportuparte—dijo—.¿Sabescuántovalenmismapas?—Sí. Pero le debía a aquel hombre mi vida. —Ezio volvió a vacilar—. Es

marinero,comotú.—Hmm.¿Cómosellama?Alomejorheoídohablardeél.—Esunmameluco.Seleconoceporelnombredeal-Scarab.Piriderepentesonrió.—¡Eseviejobribón!Bueno,esperoqueledébuenuso.Almenoshaaprendidoa

no engañarnos.—Se volvió hacia Yusuf—. ¡Yusuf! ¿Qué haces todavía ahí? ¿Notienesnadamejorquehacer?Quítatedeenmedioydéjameasolascontuamigo.Meencargarédeque tenga todo loquenecesita. ¡Los amigosde al-Scarab sonamigosmíos!

Yusufsonrióabiertamenteysedispusoamarcharse.—Sabíaquetedejabaenbuenasmanos—dijo.Cuandosequedaronsolos,Pirisepusomásserio.—Séquiéneres,Ezio,ymehagounaideadeporquéestásaquí.¿Quieresalgode

beber?Tenemoscafé,siteapetece.—Alfinallecogíelgusto.—¡Bien!Piridiounapalmadaparaavisaraunodesusayudantes,queasintióy fuea la

parte traseradel taller,paravolverpocodespuésllevandounabandejadelatónconuna cafetera jaspeada, unas tazas diminutas y un plato de dulces blandos, colorámbar,queEziojamáshabíaprobado.

—Recuerdo a al-Scarab demis días de corsario—dijo Piri—.Luchamos codoconcodoenlasbatallasdeLepanto,haceunosdoceañosoasí,bajolabanderademitíoKemal.Sindudahabrásoídohablardeél.

—Sí.—Losespañoleslucharoncontranosotroscomotigres,peronopiensolomismo

delosgenovesesolosvenecianos.Eresflorentino,¿no?—Sí.—Entonceseresmarinerodeaguadulce.—Mifamiliaeranbanqueros.—¡Sí,enapariencia!Perodebajohabíaalgomuchomenosnoble.—Comoves,eloficiodebanqueronocorrepormisvenascomoeldemarinopor

lastuyas.Piriserio.—¡Bien dicho!—Bebió de su café e hizo un gesto de dolor al quemarse los

labios.Después se levantó del taburete, se desperezó y dejó la pluma—.Basta decháchara.Hevistoqueestabasmirandolosdibujosenlosqueestoytrabajando.¿Los

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entiendes?—Veoquenosonmapas.—¿Acasosonmapasloquebuscas?—Síyno.Hayunacosaquequieropreguntarte,sobrelaciudad,antesdequenos

pongamosahablardeotracosa.Piriextendiólasmanos.—Adelante.EziosacódelabolsaensucostadoellibrodeNicolásPolo,Lacruzadasecreta,y

seloenseñóaPiri.—Interesante —dijo el marinero—. Desde luego que conozco todo sobre la

familiaPolo.HeleídoellibrodeMarco.Aunqueexageraunpoco,enmiopinión.—Se lo cogí a un Templario en Masyaf. Yusuf lo conoce y también la

informaciónquecontiene.—¿Masyaf?Asíquehasestadoallí.—Menciona las cinco llaves de la biblioteca deAltaïr. Según lo que he leído,

AltaïrleconfiólasllavesaNicolás,yéllastrajoaquíparaesconderlas.—¿YlosTemplarioslosaben?Entoncesesunacarreracontrarreloj.Ezioasintió.—Yahanencontradouna,oculta en lasbodegasdelpalaciodeTopkapi.Tengo

querecuperarlayencontrarlasotrascuatro.—Y…¿pordóndeempezarás?—¿SabesdóndeestáubicadoelantiguoestablecimientocomercialdelosPolo?Pirilemiró.—Puedodecirteexactamentedóndeestaba.Venaquí.—Lellevóhastaunmapa

deConstantinopla, sumamente detallado, que colgaba en una pared, en un sencillomarcodorado.Loojeóuninstanteydespuésdiounosgolpecitosconeldedoíndicesobreunlugar—.Estáaquí.JustoaloestedeHagiaSofia.Noestámuylejos.¿Porqué?¿Hayalgunarelación?

—Tengounpresentimientoquedeboseguir.Pirilemiró.—Eselibroesmuyvalioso—dijo,despacio.—Sí.Muyvalioso,siestoyenlocierto.—Bueno, pues asegúrate de que no caiga en manos equivocadas.—Se quedó

callado un buen rato, pensando—. Ten cuidado cuando encuentres el antiguoestablecimiento comercial de los Polo—le advirtió—.Puede que hallesmás de loquehabíastenidoencuenta.

—¿Esecomentariorequiereunapregunta?—Entalcaso,esunapreguntadelaquenotengorespuesta.Tansolotepidoque

seasprecavido,amigomío.

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EziovacilóantesdedepositarmásconfianzaenPiri.—Creoquemibúsquedaempezaráenese lugar.Estoysegurodeque tieneque

haberalgoescondidoallí,quemedarálaprimerapista.—Esposible—dijoPirisinrevelarnada—.Perohazcasoamiadvertencia.Entonces,seanimóyserestrególasmanosconenergía,comosiahuyentaraalos

demonios.—Yahoraquehemosresueltoeseasunto,¿enquémáspuedoayudarte?—Estoysegurodeque lohasadivinado.Estoyaquíporunamisiónasesina, tal

vez la más importante que jamás haya existido, y Yusuf me dijo que estabaspreparadoparaenseñarmecómohacerbombas.Lasespecialesquehasdesarrolladoaquí.

—¡Oh, ese Yusuf es un bocazas! —Piri se puso serio otra vez—. No puedocomprometermiposición,Ezio.Soyunoficial denavegación,de alto rango, en lamarina del sultán y ese esmi trabajo actual.—Señaló con lasmanos losmapas yentoncesguiñóunojo—.Lasbombassonunaactividadsuplementaria.Peromegustaayudaramisverdaderosamigosenunacausajusta.

—Puedesconfiarenmidiscreción.Asícomoesperopoderconfiarenlatuya.—Bien.Sígueme.Dichoesto,Pirilellevóhastaunespaciosohuecoenlaparedoeste.—Las bombas en realidad son también parte de un proyecto de investigación

naval —continuó—. Al servir como soldado, obtuve nociones de artillería yexplosivos,yesolehavenidomuybienalosAsesinos.Nosdaventaja.

Señalóconlamanounosdibujostécnicos.—Hedesarrolladomuchostiposdebombasyalgunaslasreservotansoloparael

uso de tu Hermandad. Como puedes ver, están divididas en cuatro categoríasprincipales.Porsupuestosoncaras,perolaHermandadsiemprelohacomprendido.

—YusufmedijoquelosAsesinosdeaquínotienenmuchosfondos.—Lamayoríadelasbuenascausasestánensumismasituación—respondióPiri

—,peroYusuf tambiénestá llenode recursos.Deduzcoque sabescómousar estasarmas.

—Medieronuncursointensivo.Pirilemiródesapasionadamente.—Bien.Bueno,comoesevidenteque teprometióYusuf, siquieres fabricar tus

propiasbombas,puedoenseñarte.Diolavueltaalamesaycogiódospiezasdeunmetalextrañoquehabíaencima.

Ezioseinclinóhaciadelante,curioso,ycogióunatercera.—¡Ah,ah,ah!¡Nolotoques!—leadvirtióPiri—.¡UnmalmovimientoyBANG!

Eledificiosevieneabajo.—¿Lodicesenserio?

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Piriserio.—¡Quécarahaspuesto!Teloenseñaré.Durante las siguientes horas, Piri Reis le enseñó a Ezio los pasos básicos que

entrañaba la fabricación de cada clase de bomba y le dijo los materiales quenecesitaba.

Ezioaprendióquecadabombaogranadaconteníaelingredientefundamentaldelapólvora,perono todoestabadiseñadoparaser letal.Yahabíaexperimentado lasgranadasletalescuandohabíaatacadoaCesareBorgiaensuhuida,enValencia,hacíacuatro años. Yusuf le había enseñado cómo utilizar bombas de distracción quecreabanpantallasdehumo,truenos,oloresterriblesymonedasfalsascaídasdelcielo.Entrelasbombasconefectosletalesestabanlasqueusabancarbonilla,queañadíaunfuertepoderdetonador a lapólvora, y lasbombasde fragmentación, cuyametrallamataba desordenadamente, abarcando una amplia zona. Las bombas que conteníanbolsitasdesangredecorderodispersabanaloponente,puescreíaquelehabíanheridoy le entraba el pánico. Otro tipo de granada no letal, útil para obstaculizar a losperseguidores,eralabombaabrojo,quelanzabaunmontóndeclavosretorcidosenelcaminodelenemigoqueseacercaba.Talvezlasmásdesagradableseranlasbombasqueusabanpolvodedaturaobelladona.

—Ladaturay labelladonasondosdelasplantasquellamamos«hierbasdelasbrujas», juntoalbeleñoy lamandrágora—leexplicóPiriconcaraseria—.Nomegusta utilizarlas salvo en casos muy extremos y peligrosos. Cuando explotan enmediodelastropasenemigas,ladaturaprovocadelirio,trastornaelcerebroycausalamuerte.Estalvezlapeordetodas.Labelladonaproduceungasvenenosoqueesigualdemortal.

—LosTemplariosnodudaríanenusarlascontranosotros,sipudieran.—Esaesunadelasparadojasmoralesconlasquelucharálahumanidadhastael

díaquesecivilicedeverdad—respondióPiri—.¿Elmalusaelmalparacombatirelmal? ¿Aceptar ese argumento es tan solo una mera justificación para algo queningunodenosotrosdeberíahacer?

—Porahora—dijoEzio—,nodisponemosdetiempoparareflexionarsobreesaspreguntas.

—Encontrarás los ingredientes para esas bombas en lugares de la ciudad queYusufteindicará—dijoPiri—.Asíquemanténlosojosabiertosylanarizhaciaelsuelomientrasvaguesporlascalles.

Ezioselevantóparamarcharse.Piriextendióunamanodecolornuez.—Vuelvecuandonecesitesmásayuda.Ezioleestrechólamanoynolesorprendiósufirmeza.—Esperoquenosvolvamosaver.—Oh—dijoPiriconunasonrisaenigmática—,nolopongoenduda.

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SiguiendolasinstruccionesdePiriReis,EziosedirigióunavezmásalBazareignorólosinsistenteshalagosdeloscomerciantes,hastaquellegóalaparteoestedela enorme Hagia Sofia. Casi se perdió en el laberinto de calles y callejones dealrededor, pero al final llegó a un punto que, estaba seguro, era el que le habíaindicadoPirienelmapa.

Unalibrería.Conunnombrevenecianosobrelapuerta.Entróy,parasusorpresayplacerapenascontenido,seencontrócaraacaraconla

jovenquehabíaviajadoensubarco.Lesaludóafectuosamente,peroenseguidasediocuenta de que tan solo le recibía como un cliente potencial. No había señal dereconocimientoensurostro.

—Buongiorno!Merhaba!—dijo,cambiandoautomáticamentedeitalianoaturco—.Porfavor,entrad.

Estabatrasteandoentresusexistenciasy,alvolverse,tiróunapiladelibros.EzioechóunvistazoalatiendayvioqueeralaantítesisdelestudiotanbienordenadodePiriReis.

—¡Ah!—exclamó lamujer—. Perdonad el desorden. No he tenido tiempo dearreglartodoestodesdemiviaje.

—SalisteisdesdeRodas,¿no?Lemiró,sorprendida.—Sí.¿Cómolosabéis?—Íbamos en elmismo barco.—Le hizo una pequeña reverencia—.Me llamo

EzioAuditore.—YyosoySofíaSartor.¿Nosconocíamos?Eziosonrió.—Ahorasí.¿Puedoecharunvistazo?—Prego. La mayoría de mis mejores ejemplares están en la parte trasera, por

cierto.Conelpretextodemirarloslibros,amontonadosenelaparentecaosdellaberinto

deestanteríasquesetambaleaban,Eziohurgómásallá,enlososcurosconfinesdelatienda.

—Es agradable conocer a otro italiano en este barrio—dijo Sofía,mientras leseguía—.LamayoríadenosotrossequedaenelDistritoVenecianoyenGálata.

—Yotambiénmealegrodeconoceros.PerocreoquelaguerraentreVeneciayelImperiootomano seha llevadoamuchos italianos.Al finy al cabo, fuehace solosieteuochoaños.

—PeroVeneciatieneelcontroldesusislasenelmarBlancoytodosllegaronaunacuerdo—contestó—.Almenos,demomento.

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—¿Poresoosquedasteis?Ellaseencogiódehombros.—Vivíaaquíconmispadrescuandoerapequeña.Esciertoquecuandocomenzó

laguerranosecharon,perosiempresupequeregresaría.—Vaciló—.¿Dedóndesois?—DeFlorencia.—Ah.—¿Esunproblema?—No,no.Heconocidoaflorentinosmuysimpáticos.—Noveoporquéossorprendetanto.—Perdonadme.Sitenéisalgunapreguntasobreloslibros,avisadme.—Grazie.—Haymásenelpatiodeatrássiestáisinteresado.—Parecíaunpocoatribulada

—.Porlovistomásdelosquesoycapazdevender,parasersincera.—¿QuéosllevóaRodas?—Los Caballeros de Rodas están inquietos. Saben que los otomanos no han

olvidadolaideadetomarlaisla.Creenqueescuestióndetiempo.PhilippeVilliersde l'Isle Adam estaba vendiendo parte de su biblioteca. Así que era un viaje decompras,porasídecirlo.Aunquenotuvemuchoéxito.¡Menudosprecios!

—Del'IsleAdamesunbuenGranMaestroyunhombrevaleroso.—¿Loconocéis?—Tansolosureputación.Lamujerlemirómientrascurioseaba.—Mirad,esagradablecharlarconvos,¿seguroquenoospuedoayudar?Parecéis

untantoperdido.Eziodecidióponerlascartassobrelamesa.—Laverdadesquenoquierocomprarnada.—Bien—respondiólamujer,conciertasequedad—.Noosvoyadarnadagratis,

Messer.—Perdonadme.Quedaosconmigounpocomás.Oslocompensaré.—¿Cómo?—Estoypensándolo.—Bueno,debodecir…PeroEziolaacallóconungesto.Habíamovidoapulsounaestanteríadelapared

del fondo del patio cubierto. Comprobó que aquella pared eramás gruesa que lasdemásyadvirtióunagrietaqueenrealidadnoloera.

Erapartedelmarcodeunapuerta,ocultaconmaña.—Diomio!—exclamóSofía—.¿Quiénhapuestoesoahí?—¿Habíamovidoalguienalgunavezestasestanterías?—No.Hanestadoahídesdeantesdequemipadresehicieracargodelatienda,y

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antes,llevabaañossinutilizarse;décadas,incluso.—Entiendo.Ezioquitóde lapuertaelpolvoy los restosacumuladosaparentementedurante

variasdécadas,peronoencontrónipomoniningúnotromedioparaabrirla.EntoncesrecordólapuertasecretaquelellevóalacriptaenMonteriggione,enlafortalezadesutío,ypalpóenbuscadeunpestillooculto.Alpoco,lapuertaseabrióhaciadentro.Enelanchodelapared,unosescalonesbajabanhacialanegrura.

—Estoesincreíble—dijolamujer,asomándoseporencimadelhombrodeEzio,yesteolióelsuavearomadesuscabellos,desupiel.

—Convuestropermiso,averiguaréadóndeconduce—dijoconfirmeza.—Osiréabuscarunpocodeluz.Unavela.Volvióenseguidaconunavelayunacajadeyesca.—¿Quiénsois,Messer?—preguntó,mirándolealosojos.—Elhombremásinteresantedevuestravida.Ellasonrió,rápidamente.—¡Ah!¡Presuntuoso!—Quedaosaquí.Nodejéisquenadieentreenlatienda.Estarédevueltaantesde

queosdeiscuenta.La dejó y descendió por los escalones del túnel a sus pies que llevaban a las

entrañasdelaTierra.

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Ezio se hallaba en un sistema de cisternas subterráneas.Con la débil luz de lavela, pudo distinguir los tejados de bóveda de cañón, sostenidos por varias hilerassuperpuestas de ligeras columnas, decoradas en sus capiteles con una variedad desímbolos, entre los que Ezio reconoció unos ojos. Curiosamente, en las bases dealgunasseveíanlascabezasinvertidasdemonstruosasgorgonas.

Ezio dedujo el lugar en que debía de hallarse, la Yerebatan Sarnici. El gransistemadecisternasconstruidobajoConstantinopla.NicolásPololomencionabaensulibro.LohabíaconstruidoJustinianohacíamilaños,comosistemaparafiltrarelagua. Pero esa información no lo convertía en algo menos escalofriante. Leintimidabaaquelextensoespaciocavernosoasualrededor,quesupuso,porelecodelos movimientos que hacía, tan grande como una catedral. Pero recordaba queNicolás había dado alguna indicación en La cruzada secreta de cómo podíanencontrarse las llaves. Las instrucciones eran deliberadamente confusas, pero Eziodecidióintentarseguirlas,yseconcentróenrecordarlosdetalles.

Era difícil no hacer ruido almoverse por el agua poco profunda que cubría elsuelodelacisterna,peroconprácticaEzioconsiguióreducirloalmínimo.Además,cualquier sonido que hacía no tardaba en apagarlo el ruido de las personasdesprevenidasqueoyómásadelante.Eraevidentequenoestabasoloenlabúsquedayserecordóasímismoque,antesdeposeerlo,ellibrohabíaestadoenmanosdelosTemplarios.

También había lucesmás adelante. Ezio apagó la vela y avanzó sigilosamentehacia ellas. No tardó en distinguir las siluetas de dos soldados templarios deinfantería,sentadosjuntoaunapequeñahogueraenunpasillooscuro.Ezioseacercóaúnmás.Sugriegoeralobastantebuenoparaentenderlamayoríadeloqueestabandiciendo.

Elquehablabaestabademalhumor,ynotemíademostrarlo.Dehecho,parecíaalbordedelahisteria.

—Tidistihìa!—decíacontonoofendido—.¡Quésuplicio!¿Sabescuántotiempollevamosbuscandoesamugrientacisterna?

—Yollevosemanasaquí—contestósuamigo,máscallado.—¡Eso no es nada! ¡Imagínate durante trece meses! ¡Desde que nuestro Gran

Maestroencontrólamalditallave!—Secalmóunpoco—.Peronotieneniideadeloquehace.Loúnicoquesabe—elsoldadoadoptóuntonosarcástico—esqueestán«enalgúnsitiodelaciudad».

Aloíresto,elotrosoldadoseirritóaúnmásydijo,abrumadoanteelpanoramaquelesesperaba:

—Estaciudadesmuygrande…

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—¡Losé!Esoesloquehedichoparamisadentros.Fueroninterrumpidosporlallegadadeunsargento.—¡Continuad con vuestro trabajo, vagos! ¿Creéis que os pagan para que estéis

todoeldíarascándooslasnarices?Loshombresrefunfuñaronyvolvieronasutarea.Eziolessiguiódecerca,conla

esperanzadeobtenermásinformación.Loshombressereunieronconotromontóndesoldados,queestabanigualdesuciosydescontentos.PeroEzioteníaqueandarconpies de plomo. Puede que los soldados estuvieran cansados ymalhumorados, peroestabanbienentrenadosyalerta.

—¡Petros!—llamóuno—.Asegúratedeque tenemossuficientesantorchasparalaexcavación.Estoyhartodeirtropezandoenlaoscuridad.

Ezio aguzó el oído ante la palabra «excavación», pero, al avanzar otra vez, lavainadesuespadarozóunadelascolumnas,yellevesonidoretumbóyseamplificóporlostejadosabovedados.

ElhombrellamadoPetrossevolvióatodaprisaparamirartrasdesí.—¡Hay alguien aquí abajo con nosotros!—dijo entre dientes—.Mantened los

ojosabiertosylasmanosfirmes.Lossoldadossepusieronalinstantealertaysedijeronentresíconvocesquedas:—¿Vesalgo?—¡Buscadentodoslosrincones!Ezio retrocedió aún más en las sombras y esperó, paciente, a que el pánico

hubiera disminuido. Almismo tiempo, anotómentalmente que debía tener muchomáscuidadoconaquellaacústicaexagerada.

Pocoapoco, losguardias reanudaron labúsqueda.Mientrasobservaba,vioquesus acciones parecían no conducir a nada, y ellos lo sabían. Pero continuóobservando, con la esperanza de detectar un patrón, al tiempo que escuchaba sudesganadaconversación.

—Aquíabajohuelefatal.—¿Quéesperabas?Esunaalcantarilla.—Meiríabienunpocodeairefresco.—¡Paciencia!¡Haycambiodeturnodentrodetreshoras!—¡Tú,bajalavoz!—espetóelsargentocuandovolvióaacercarse—.Ymantén

losoídosabiertos.SabeDiosporquéosescogieronavosotrosparaunamisión tandelicadacomoesta.

Ezioavanzó,pasópordelantedeloshombresyllegóaunmurodecontencióndepiedra, en el que estaban dos oficiales subalternos junto a un brasero. Escuchó suconversación.

—Vamos un paso por delante de los Asesinos, lo sé muy bien —le estabadiciendounoalotro.

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—ElGranMaestrohaordenadoquenosdemosprisa.Puedequeesténmáscercadeloquecreemos.

—Debedetenersusrazones.Bueno,¿cómosonesasllaves?—ComolaquedescubrimosdebajodeTopkapi.Sesupone.Elotrotenienteserevolvió.—Ochohorasdeestamugre.Apistefto!—Estoydeacuerdocontigo.Nomehabíaaburridotantoentodamivida.—Sí.Perotenemosqueencontrarprontolasllaves.—Esonilosueñes.Peroelprimertenientequehabíahabladoderepentesediolavuelta.—¿Quéhasidoeso?—Lomásseguroesquehayasidounarata.Diossabequehaymuchasaquíabajo.—Parecequetodaslassombrassemuevan.—Eslaluzdelalumbre.—Hayalguienahí.Lonoto.—Tencuidadooenloquecerás.Eziopasólentamenteasulado,tandespaciocomopudo,apesardelasganasque

teníadeecharacorrer,peronoseatrevíaaprovocarmásquelevesondasenelaguaquelerodeabalaspantorrillas.Porfinllegómásalládelosdosoficialesydelrestode los Templarios, guiándose con lamano por la pared del pasillo frío y húmedo,muchomásbajoyestrechoqueaquellosconcolumnasporlosqueacababadepasar.De algún modo eso le iba bien. En cuanto la luz y el ruido de los Templariosdesaparecieroncompletamenteasusespaldassesintiólobastantesegurocomoparavolveraencenderlavela,quesacódesubolsajuntoconlacajadeyesca,yrezóparaque no se le cayera ninguna de las dos cosas mientras hacía malabares a fin deconseguirunachispaparaencenderla.

Por fin estaba preparado. Se detuvo unmomento para asegurarse de que no leseguían y continuó por el pasillo que se retorcía y serpenteaba, y para suconsternación,sedividíaenpasadizosseparadosyalternativos.Algunaqueotravezescogióelequivocadoydioconunapared.Retrocediósobresuspasosparaencontrarel camino correcto y empezó a preguntarse si no estaba en alguna especie delaberinto.Seadentrómásymásenlaoscuridad,rezandoporrecordarelcaminodevuelta y haber acertado confiando en la propietaria de la librería, hasta que fuerecompensado por un tenue resplandor ante sí. No era más que la luz de unaluciérnaga,perobastabaparaguiarle.

Siguió el pasadizo hasta que desembocó en una pequeña cámara semicircular,cuyotejadoabovedadoseperdíasombrasmásarriba.Unaseriedemediascolumnascubríalasparedesaintervalosregularesynoseoíanadasalvoelaguagoteando.

En medio de la cámara había un pequeño atril de piedra, sobre el que estaba

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apoyadounmapa.EzioloabrióyresultóserunmapadeConstantinoplasumamentedetallado,conelsellodelestablecimientodeloshermanosPoloclaramentemarcadoenelcentro.Cuatro líneasdividíanelmapaycadaseccióndelimitadamostrabaunmonumento histórico de la ciudad. En losmárgenes delmapa estaban escritos lostítulosdedocelibros,pero,deestosdocetítulos,cuatroestabansituadossobrecadaunadelasseccionesenquesedividíaelmapa.Estoscuatrolibrosteníanlostítulosresaltadosenverde,azul,rojoynegro.

Ezio volvió a plegar con cuidado el mapa y lo guardó en su cartera. Despuésvolvióafijarseenloquehabíaenelcentrodelatrildepiedra.

Se trataba de un disco de piedra tallada, de no más de diez centímetros dediámetro.Eldiscoerafino,seestrechabaenlosbordesexteriores,yestabahechodeuna piedra que podría haber sido obsidiana. En el centro exacto tenía un agujeroperfectamentecircular,deuncentímetroymediodediámetro.Su superficieestabacubierta de dibujos, y Ezio reconoció algunos de ellos porque aparecían en laspáginas del Códice de la colección de su padre y su tío: un sol cuyos rayosterminaban en unas manos que se extendían hacia el mundo; extrañas criaturashumanoidesdesexoindeterminado,conbarrigas,frentes,labiosyojosexagerados;yloqueparecíanabstrusossímbolosycálculosmatemáticos.

Deallíemanabaelresplandorqueparecíaprovenirdeunaluciérnaga.Con cuidado, casi con reverencia, Ezio lo tomó en sus manos. No había

experimentado tal sensación de respeto desde la última vez que había tocado laManzana,yyaparecíasaberloqueestabasosteniendo.

Aldarlelavueltaensusmanos,brillóconintensidad.«Chesucede?—pensóEzio—.¿Quépasa…?».Mientras locontemplaba,el resplandoraumentóy lacámaraseconvirtióenun

huracándeluzqueleobligóataparselosojos.

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DealgúnmodoEzioestabaynoestabaallí.Noestabasegurodesisoñabaosihabía caído en alguna especie de trance. Pero sabía exactamente cuándo y dóndeestaba—siglosantesdesunacimiento—,afinalesdelsigloXII.LafechadelAñodeNuestro Señor 1189 flotaba en su consciencia, mientras caminaba —o se dejaballevar—atravésdenubesquesearremolinaban,yrayosdeluzsobrenaturalqueseentrecruzaban para después, por fin, separarse ymostrar a lo lejos una imponentefortaleza. Ezio reconoció aquel lugar enseguida: Masyaf. Las nubes parecíanacercarle.Seoíansonidosdeunaencarnizadabatalla.Ezioviosoldadosdecaballeríaeinfanteríaenzarzadosenuncombatemortal.Luegooyóloscascosdeunoscaballosalacercarseatodogalope.UnjovenAsesino,vestidodeblanco,concapucha,cruzófrenéticamenteacaballolaescena.

Ezioobservóy,mientraslohacía,leparecióperderseasímismo,perdersupropiapersonalidad…Estaba sucediendo algo que identificaba amedias, que recordaba amedias;unmensajedelpasadodelquenosabíanada,peroqueaunasí leresultabatotalmentefamiliar…

El joven de blanco, con la espada desenvainada, atravesó las puertas hacia elcentro de la refriega. Dos fornidos cruzados estaban a punto de darle el golpe degraciaaunAsesinoherido.Eljovenseinclinódesdelasillademontarparaasestarlealprimersoldadoungolpelimpio,antesdefrenarsucaballoybajardeunsaltodesumonturaenunremolinodepolvo.Elsegundocruzadosehabíadadolavueltaparaenfrentarseaél.Enuninstante,eljovensacóuncuchilloarrojadizoyapuntóhaciaelcruzado,antesdelanzarloconunaprecisióninfalibleparaqueseclavaraenelcuellodel hombre, justo debajo del yelmo. El oponente cayó de rodillas y, después, debrucesalsuelo.

Eljovenfueatodavelocidadaayudarasucompañero,quesehabíaderrumbadojuntoaunárbol.Laespadadelhombreheridoselehabíaresbaladodelamanoyseinclinóhaciadelante,conelarmaapoyadaenel tronco,agarrándoseel tobillo,conunamuecadedolor.

—¿Dóndetehashechodaño?—lepreguntóeljoven,conpremura.—Meherotoelpie.Hasllegadojustoatiempo.Eljovenseagachójuntoasucompañeroyleayudóaponersedepie,rodeándole

conunbrazoloshombros,paraguiarlehastaunbancoapoyadoenunapareddeunaedificaciónanexadepiedra.

ElAsesinoheridolemiró.—¿Cómotellamas,hermano?—Altaïr.HijodeUmar.ElrostrodelAsesinoheridoseiluminóalreconocerle.

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—Umar.Unbuenhombre,quemuriócomovivió,conhonor.Un tercerAsesinose tambaleóhaciaellosdesde laparteprincipalde labatalla,

ensangrentadoyagotado.—¡Altaïr!—gritó—.¡Noshantraicionado!¡Elenemigohainvadidoelcastillo!Altaïr ibn-La'Ahad terminó de vendar la herida a su compañero caído. Le dio

unaspalmadasenelhombroyletranquilizó:—Vivirás. —Luego se dio la vuelta para dirigirse al recién llegado, pero no

intercambiaron miradas amistosas—. Noticias graves, Abbas. ¿Dónde está AlMualim?

Abbasnegóconlacabeza.—Estabadentrocuandoloscruzadosentraron.Yanopodemoshacernadaporél.Altaïrnocontestódeinmediato,sinoquevolviólacarahaciaelcastillo,quese

alzabaentreunospeñascosrocososaunoscienmetrosdedistancia.Estabapensando.—¡Altaïr!—leinterrumpióAbbas—.¡Tenemosqueretroceder!Altaïrsevolvióhaciaélconcalma.—Escucha.Cuandocierrelaspuertasdelcastillo,flanquealasunidadescruzadas

delaaldeayllévalasalcañónaloeste.—La misma insensatez de siempre —gruñó Abbas, enfadado—. ¡No tienes

ningunaposibilidad!—¡Abbas!—replicóAltaïrconfirmeza—.Limítateanocometerningúnerror.Semontódenuevoensucaballoycabalgóhaciaelcastillo.Mientrasavanzabaa

mediogalopeporlafamiliarcalzada,leapenaronlasimágenesdedestrucciónconlasquesetoparonsusojos.Losaldeanosavanzabandesordenadamenteporellateraldelcamino.Unamujeralzólacabezaalpasarygritó:

—¡Malditoscruzados!¡Quetodoselloscaiganbajovuestraespada!—Dejalasoracionesparalossacerdotes,hermanamía.Altaïr espoleó a su caballo, cuyo avance habían obstaculizado los grupos de

cruzadosquesededicabana saquearyaaprovecharsede loshabitantesdeMasyafque intentabanrecuperarelpueblodesde la fortalezaasediada.Tresveces tuvoquedesperdiciar su precioso tiempo y energía en defender a aquellas personas de losabusos de los hoscos francos que se hacían llamar Soldados de Cristo. Pero laspalabras de agradecimiento y ánimo sonaban en sus oídos mientras continuabacabalgando,yalentabansupropósito.

—¡Benditoseáis,Asesino!—¡Estabasegurodequememataban!¡Gracias!—¡Echadaestoscruzadosdenuevoalmar,deunavezportodas!Por fin llegóa lapuerta.Se abrió.Altaïr alzó lavistayvioqueuncompañero

Asesinoaccionaba,desesperado,elcabestrantedelagarita,unostreintametrosmásarriba.Una secciónde soldadosAsesinos apie se agrupóen labasedeunade las

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torrescercanas.—¿Porquéestátodavíaabiertalapuerta?—lepreguntóAltaïr.—Losdoscabestrantesestánatascados.Elcastilloestáplagadodeenemigos.Altaïrmiróalpatioyvioaungrupodecruzadosquesedirigíahaciaél.—Ocupaestepuesto—ledijoaltenienteacargodelasección.Desenvainó laespada,desmontóycomenzóa treparpor laparedexteriorde la

garita;pocodespués llegóal ladodelcamaradaqueestaba tratandodedesbloquearlos cabestrantes. Ambos lo intentaron desesperadamente y la combinación de susfuerzas sirvió al menos para soltar parte de la puerta, que bajó un par demetros,vibrandoycrujiendo.

—Yacasiestá—dijoAltaïrconlosdientesapretados.LosmúsculosselehincharonmientrasélysucompañeroAsesinoseesforzaban

pordesplazarlospiñonesdelsegundocabestrante.Porfincedióylapuertacayócongran estrépito sobre el tumulto que tenía lugar abajo, entre los Asesinos y loscruzados. Los Asesinos consiguieron quitarse de en medio de un salto, pero loscruzadosquedarondivididosporlapuertaquehabíacaído;algunosdentrodelcastilloyotros,atrapadosfuera.

AltaïrbajóporlosescalonesdepiedraquellevabandesdelapartesuperiordelagaritaalpatiocentraldeMasyaf.LoscuerposesparcidosdeAsesinosdabanfedelaviolentaluchaquehabíatenidolugarallí.Mientrasechabaunvistazo,yexaminabalosbaluartesy lasalmenas,seabrióunapuertaen lagrantorredelhomenaje,ydeella salióungrupodepersonasque le dejódegolpe sin aliento.Una compañíadesoldadoscruzadosdeinfanteríarodeabaalMentordelaHermandad,AlMualim.Elancianoestabasemiconsciente.Lellevabanarastrasdossoldadosdeaspectobrutal.Les acompañaba una figura con un puñal, que Altaïr reconoció. Se trataba de unhombre fuerte y corpulento, de ojos oscuros, impenetrables, y con una profundacicatriz que le estropeaba la barbilla. Tenía el cabello ralo, recogido con una cintanegra.

Haras.Hacía tiempo queAltaïr se preguntaba a quién le era fielHaras realmente.Un

Asesinoexperto,quenuncaparecíaestarsatisfechoconelrangoqueseleasignabadentrodelaHermandad.Eraunhombrequebuscabaelcaminofácilparallegaralacima,envezdeunoquerecompensaraelmérito.Aunqueteníaunareputaciónbienmerecida como luchador, camaleónico, siempre conseguía con astucia ganarse laconfianza de otras personas adaptando su personalidad para encajar con ellas. Susambicionessindudahabíansacadolomejordeély,alverunaoportunidad,sehabíaunido a los cruzados traicioneramente.Ahora, incluso iba vestido con el uniformecruzado.

—¡Retrocede,Altaïr!—gritó—.¡UnpasomásyvuestroMentormorirá!

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Aloírsuvoz,AlMualimserepuso,seirguióyalzóélmismolavoz:—¡Mataaestedesgraciado,Altaïr!¡Notemoalamuerte!—¡Noabandonarásestelugarvivo,traidor!—ledijoAltaïraHaras.Harasserio.—No.Lohasentendidomal.Nosoyuntraidor.—Cogióuncascoquecolgabade

su cinturón y se lo puso. ¡Un casco cruzado! Haras volvió a reír—. ¿Ves? No sepuedetraicionaralosquenuncahasquerido.

HarascomenzóacaminarhaciaAltaïr.—Entonces eres dos veces desgraciado—dijo Altaïr—, puesto que has estado

viviendounamentira.Después las cosas sucedieron muy rápido. Haras desenvainó su espada y

arremetió contra Altaïr. En esemismomomento, AlMualim logró librarse de losguardiasyconunafuerzaquenodejabatraslucirsuedad,learrebatólaespadaaunode ellos y le mató. Altaïr aprovechó el momento de distracción de Haras paraaccionarsuhojaocultayatacaraltraidor.PeroHarasconsiguióquitarsedeenmedioybajósuespadaenungolpecobardecuandoAltaïrperdióelequilibrio.ElAsesinorodó hacia un lado y enseguida se puso de pie de un salto, cuando un puñado decruzados salió corriendo en defensa de Haras. Por el rabillo del ojo, vio que AlMualimluchabacontraotrogrupo.

—¡Matadaesecabrón!—gruñóHarasaltiempoqueevitabaelpeligro.Altaïr sintió ira.Echóacorrery rebanóelcuelloadoscruzadosatacantes.Los

demásretrocedieronpormiedoydejaronaHarassoloypetrificado.Altaïrleacorralódondesejuntabandosparedes.TeníaquedarseprisayterminaraqueltrabajoparairaayudarasuMentor.

Haras,alverquesedistraíaunmomento,lehizouncortequerasgólateladesutúnica.Altaïrdevolviólarepresaliayhundiósuhojaocultajustoenlabasedelcuellode Haras, debajo del esternón. Con un grito ahogado, el traidor cayó hacia atrás,contralapared.Altaïrsehallabasobreél.

HarasalzólavistacuandolafiguradeAltaïrtapóelsol.—Depositas demasiada fe en el corazónde los hombres,Altaïr—dijo, sin que

apenaslesalieranlaspalabrasdelaboca,mientraslasangrelesalíaaborbotonesporel pecho—. Los Templarios conocen la verdad. Los humanos son débiles, viles ymezquinos.

Nosabíaquepodíaestardescribiéndoseasímismo.—No,Haras.NuestroCredodemuestra locontrario. Intentavolveraél, incluso

ahora,entusúltimosinstantesdevida.Teruegoporcompasiónquereparestuerror.—Ya aprenderás, Altaïr. Y lo aprenderás a la fuerza.—No obstante, Haras se

detuvo a pensar unmomento, y cuando ya la luz de sus ojos poco a poco se ibaapagando,seesforzóparahablar—.Talveznosealobastantesabioparacomprender,

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pero sospecho que la verdad es lo contrario a lo que tú crees. Al menos, sí soydemasiadosensatocomoparanocreerenlabasuradelaquehablas.

Entoncessusojosseconvirtieronenmármolysucuerposeinclinóhaciaunlado,altiempoqueseleescapabaunlargosuspiromientrasserelajabahastamorir.

La duda que Haras sembró en la mente de Altaïr no arraigó inmediatamente.Habíamuchoquehacerynoteníatiempoparareflexionar.Eljovensediolavueltapara reunirse con suMentor y lucharon hombro con hombro hasta que echaron algrupo de cruzados, cuyos miembros quedaron despatarrados sobre el polvoensangrentadoohuyeron.

LasseñalesasualrededormostrabanquelabatallasehabíainclinadoafavordelosAsesinos.El ejército cruzado se batía en retirada desde el castillo, aunquemásallálaluchacontinuaba.Prontollegaronmensajerosqueloconfirmaron.

Pararecuperarenergía,AltaïryAlMualimpararonatomaralientobajounárbol,juntoalapuertadelatorredelhomenaje.

—Le ofreciste una última oportunidad a ese hombre, al desgraciado deHaras,paraquesalvarasudignidadyreconocieraelerrorquehabíacometido.¿Porqué?

HalagadoporquesuMentorquisierasabersuopinión,Altaïrcontestó:—Ningún hombre debería marcharse de este mundo sin conocer cierta

generosidad,sinqueselebrindelaoportunidaddelaredención.—Perorechazótuoferta.Altaïrseencogiódehombrosligeramente.—Estabaensuderecho.AlMualimobservó el rostro deAltaïr con detenimiento durante un rato, luego

sonrióyasintió.Juntos,comenzaronacaminarhacialapuertadelcastillo.—Altaïr—comenzóadecirAlMualim—,tehevistocrecerdeniñoahombreen

poco tiempo,ydebodecirqueestome llenademás tristezaqueorgullo.Perounacosaescierta:eresigualqueUmar.

Altaïralzólacabeza.—Noleconocícomopadre,tansolocomoAsesino.AlMualimcolocóunamanoensuhombro.—TútambiénnacisteenestaOrden,estaHermandad.—Hizounapausa—.¿Lo

haslamentadoalgunavez?—Mentor,¿cómoibaalamentarlaúnicavidaqueheconocido?AlMualim asintió con sabiduría y levantó la vista un instante para hacer una

señalaunvigíaAsesinoencaramadoalmurodelparapeto.—Puedequeencuentresotravida,Altaïr.Ysillegaesemomento,dependerádeti

quécaminoescoger.EnrespuestaalaseñaldeAlMualim,loshombresdelagaritavolvieronasubir

lapuertadelcastillo.

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—Vamos,hijomío—dijoelanciano—,ypreparatuhoja.Estabatallatodavíanosehaganado.

Juntos,seacercarona lapuertacongrandeszancadas,hasta llegara labrillanteluzdelsolquehabíaalotrolado.

Aquelintensoresplandorqueemanabaunaluzblancaeratanfuerteyabrumadorque Ezio estaba deslumbrado. Parpadeó para librar a sus ojos de las formasmulticoloresqueaparecíananteellos,ysacudiólacabezaconenergíaparaescapardelavisiónquesehabíaapoderadodeél.Losapretóbienfuerte.Alabrirlos,sucorazónhabía comenzado a latir con normalidad, se hallaba de nuevo en la cámarasubterránea y la suave luz había regresado. Aún sujetaba el disco de piedra en lamanoyahorasinlugaradudassabíaloqueera.

Habíaencontradolaprimerallave.Mirólavela.Teníalasensacióndehaberestadolejosmuchísimotiempo,perola

llamaardíasincesaryapenashabíaconsumidoelsebo.Guardólallaveconelmapaensubolsaysediolavueltapararegresaralexterior

yaSofía.

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Entusiasmada,Sofíadejóellibroqueestabaintentandoleerycorrióhaciaél,peronollegóaabrazarlo.

—¡Ezio!Salve!¡Creíquenoibasavolver!—Yotambién—dijoEzio.—¿Encontrastealgo?—Sí.Algoquetalvezteinterese.Seacercaronaunamesagrande,queSofíadespejódelibrosmientrasEziosacaba

elmapaquehabíaencontradoylodesplegaba.—¡MioDio,québonito!—exclamólamujer—.Ymira…,ahíestámitienda.En

elmedio.—Sí.Estáenunlugarmuyimportante.Peromiralosmárgenes.Ellasacóunosanteojosyseinclinóparaexaminarcondetenimientolostítulosde

loslibros.—Sonlibrosraros.¿Yquésonesossímbolosquelosrodean?—Esoesloqueesperodescubrir.—Algunosdeestoslibrossonextremadamentesingulares.Yalgunosdeellosno

sevendesde…,bueno,¡desdehacemásdeunmilenio!¡Debendevalerunafortuna!—Tutiendaestájustoenel lugardondesehallabaelestablecimientocomercial

deloshermanosPolo,NicolásyMaffeo.Nicolásescondióestoslibrosporlaciudad.Estemapadeberíadecirnosdónde,siesqueaveriguamoscómointerpretarlo.

Lamujersequitólasgafasylemiró,intrigada.—Hmmm.Estásempezandoainteresarme.Vagamente.Eziosonrióyseinclinóhaciadelante.Señalóelmapa.—Porloqueveo,deentrelosdocetítulos,tengoqueencontrarestostresprimero.—¿Quéhaydelosotros?—Yaseverá.Podríanserpistasfalsas.Peroestoyconvencidodequeestossonen

losquetengoqueconcentrarme.Puedequetenganpistassobrelaubicacióndelrestodeestascosas.

Sacóelcírculodepiedradesubolsa.Ellasevolvióaponerlasgafasyleechóunvistazo.Después,retrocedióynegóconlacabeza.

—Moltocurioso.—Eslallavedeunabiblioteca.—Nopareceunallave.—Esunabibliotecamuyespecial.Yasehaencontradootra,debajodelpalaciode

Topkapi.Pero,siDiosquiere,aúnhabrátiempoparaencontrarlasdemás.—¿Quiénlahaencontrado?—Unoshombresquenoleen.

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Sofíasesonrióabiertamentealoíraquello,peroEziopermanecióserio.—Sofía,¿creesquepodríasintentardescifrarestemapa?¿Ayudarmeaencontrar

estoslibros?Ellavolvióaexaminarelmapaunosminutos,ensilencio.Entoncesse irguióy

miróaEzio,sonriendo,conunbrilloenlosojos.—Haymuchísimos libros de referencia en esta tienda.Con su ayuda, creo que

podrédesentrañarestemisterio.Peroconunacondición.—¿Sí?—¿Meprestarásloslibroscuandoloshayasencontrado?AEzioparecióhacerlegracia.—Meatreveríaadecirquepodremossolucionarlo.Se fue.Ellaobservócómosemarchabaydespuéscerró la tienda.Regresóa la

mesa, después de coger unos cuantos tomos de las estanterías que le sirvieran deayuda,uncuadernoyunasplumas,acercóunasillaysepusoenseguidaaexaminarelmapaafondo.

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Aldíasiguiente,EziosereunióconYusufcercadelhipódromoenlazonasurestedelapenínsula.Seloencontróconsultandoaungrupodejóvenescolegassobreunmapaqueestabanestudiando.LareuniónseterminóalllegarEzioyYusufplegóelmapa.

—Saludos, Mentor —dijo—. Si no me equivoco, nos tenéis reservada unasorpresa agradable. Y si no estoymuertomañana a estas horas, ambos tendremoshistoriasparaintercambiar.

—¿Hayposibilidadesdequemueras?—Hemos oído que los bizantinos traman un plan.Ahora que el joven príncipe

Suleimanharegresadodelahajj,tienenpensadoinfiltrarseenelpalaciodeTopkapi.Hanelegidoestanocheparallevarloacabo.

—¿Quétieneestanochedeespecial?—Hayunespectáculoenpalacio.Unacontecimientocultural.Unaexposiciónde

cuadros de artistas como los hermanos Bellini y también otros seljuks. Y habrámúsica.

—¿Ycuálesnuestroplan?Yusuflemirócongravedad.—Hermano mío, esta no es tu guerra. No tienes por qué involucrarte en los

asuntosotomanos.—Topkapimeconcierne.LosTemplariosencontrarondebajounadelasllavesde

labibliotecadeAltaïrymegustaríasabercómo.—Ezio,nuestroplanesprotegeralpríncipe,nointerrogarle.—Confíaenmí,Yusuf.Tansolodimedóndetengoqueir.Yusufnoparecíamuyconvencido,perodijo:—Lacitaesenlapuertaprincipaldelpalacio.Tenemosplaneadohacernospasar

pormúsicosyentrarconlosauténticosartistas.—Teveréallí.—Necesitarásundisfraz.Yuninstrumento.—Antestocabaellaúd.—Veremosquépodemoshacer.Yserámejorque tepongamoscon losmúsicos

italianos porque no pareces lo suficientemente turco como para pasar por uno denosotros.

Al anochecer, Ezio, Yusuf y el equipo de Asesinos que había elegido, todosataviadoscontrajesformales,sehabíanreunidoenlapuertaprincipal.

—¿Tegustatuvestimenta?—preguntóYusuf.—Está bien, pero lasmangas son estrechas. No hay espacio parameter armas

ocultas.

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—Nosepuedetocarellaúdconmangasanchas.Yesoesloqueeres,unmúsicoquetocaellaúd.¿Noesloquequerías?

—Cierto.—Y nosotros vamos armados. Señala los objetivos y deja que nosotros nos

encarguemos.Aquítienestuinstrumento.CogióunmagníficolaúddeunodesushombresyselopasóaEzio,queloprobó

convacilación.—¡PorAlá,tendrásquehacerlosonarmejorqueeso!—exclamóYusuf.—Hapasadomuchotiempo.—¿Estássegurodequesabestocaresacosa?—Aprendíunoscuantosacordescuandoerajoven.—¿Algunavezfuistejoven?—Hacemuchotiempo.Yusuftiródesutraje,unmodelitodesatén,grisyamarillo.—Mesientoridículoconestedisfraz.¡Estoyridículo!—Estás igual que los demásmúsicos y eso es lo importante.Venga, vamos, la

orquestaseestáreuniendo.Cruzaronhastael lugardondevarios instrumentistas italianossearremolinaban,

impacientesporconseguirentrarenelpalacio.Yusufysushombresibanequipadoscomomúsicosturcos,contanburs,ouds,kanunsykudüms,instrumentosquepodíantocartodosellosdeformapasable.Eziolosobservómientraslesindicabanelcaminoparaqueentraranporunlateral.

A Ezio le pareció bien encontrarse entre sus compatriotas otra vez y entablóalgunasconversacionesconellos.

—¿EresdeFlorencia?¡Bienvenido!Seráungranconcierto—ledijouno.—¿Dicesqueseráunbuenconcierto?—interrumpióotroquetocabalaviola—.

¡DeberíasintentartocarenFrancia!Tienenalosmejores.Estuveallíhacemenosdeseismeses y oí elQuiHabitat de Josquin. Es el coralmás hermoso que jamás heescuchado.¿Conocessutrabajo,Ezio?

—Unpoco.—Josquin—dijoelprimermúsico,que tocabael sacabuche—.Sí,esuna joya.

SindudanohayningúnotrohombreenItaliaqueigualesutalento.—Yanosllegaránuestromomento.—Veoque tocas el laúd,Ezio—ledijounhombreque llevabaunaguitarra—.

Últimamente he estado experimentando con distintas afinaciones. Es una maneramaravillosadedespertarnuevasideas.Porejemplo,heafinadolacuartacuerdacomounaterceramenor.Ledaunsonidomuysombrío.Porcierto,¿hastraídocuerdasdesobra?Habrérotoseisestemes.

—La música de Josquin es demasiado experimental para mí —dijo uno que

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tocabalaguitarradefado—.Créeme,lapolifoníanuncaserápopular.—Por cierto—dijo el guitarrista, ignorando el comentario de su colega—,me

gustaríaaprenderunascuantasafinacionesorientalesantesdemarcharnos.—Buenaidea.Debodecirqueesteesunbuensitioparatrabajar.Lagenteaquíes

muyamabletambién.NocomoenVerona.Apenassepodíacruzarlacallesinqueteatracaran—tercióunmúsicoquellevabauncaramillo.

—¿Cuándoavanzaremos?—preguntóEzio.—Pronto —contestó el de la guitarra de fado—. Mira, ya están abriendo las

puertas.El hombre de la viola punteó sus cuerdas en tono crítico y luego pareció

satisfecho.—Haceundíaespléndidoparatocar,¿nocrees,Ezio?—Esoespero—respondió.Sedirigieronalapuerta,dondeunosoficialesotomanosestabanregistrandoala

gente.Pordesgracia,cuandoletocóelturnoaEzio,unodeellosledetuvo.—Tócanosunacanción—dijo—.Megustaelsonidodellaúd.Ezioobservó,impotente,cómopasabanenfilasuscompañeros.—Perdonate, buon signore, pero soy parte del espectáculo para el príncipe

Suleiman.—Cualquierviejogerzek puede ir por ahí conun instrumentoyno recordamos

habertevistoconestegrupoenparticular.Asíquetócanosunacanción.Ezio respiró hondo y comenzó a tocar una simpleballata que recordaba haber

aprendidocuandoaúnteníanelpalazzofamiliarenFlorencia.Seledabafatal.—Perdóname, pero ¡suena terrible! —dijo el oficial—. ¿O es que se trata de

algunanuevamúsicaexperimental?—Conesejaleoqueestásarmandoparecequeestésrasgandounatabladelavar

envezdeunascuerdas—dijootro,queseacercó,divertido.—Suenascomoungatoagonizando.—Nopuedotrabajarbajoestascircunstancias—dijoEziodemalhumor—.Dejad

quemeprepare.—¡Muybien!Yafínaloentretanto.Ezio se dispuso a concentrarse y lo intentó otra vez. Tras unos trompicones

iniciales,enestaocasiónconsiguiótocarbastantebienunasencillapiezaantiguadeLandini. Al final era un tanto conmovedora y los oficiales otomanos terminaronaplaudiendo.

—Pekala—dijoelqueprimerolehabíadesafiado—.Entra,pues,ymolestaalosinvitadosconeseruido.

Encuantoestuvodentro,Eziosehallóenmediodeunagranmultitud.Unamplio

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patiodemármolparcialmentecubierto,comounatrio,brillabadeluzycolorbajolasramasdelostamarindos.Losinvitadossepaseabanmientraslossirvientescaminabanentreellosconbandejascargadasdedulcesybebidasrefrescantes.Estabanpresentesmuchos miembros de la alta burguesía otomana, así como diplomáticos, artistasprominentes y hombres de negocios de Italia, Serbia, el Peloponeso, Persia yArmenia. Costaba detectar algún posible infiltrado bizantino en aquella reuniónsofisticada.

Ezio decidió que elmejor procedimiento sería volver con el grupo demúsicositalianos con el quehabía estadohablando, pero se tomó su tiempopara tantear elterreno.

Sinembargo,losguardiasrealesestabanatentosynotardómuchoenacercárseleunodeellos.

—Disculpadme,señor,¿estáisperdido?—No.—¿Soismúsico?Bueno,seospagaportocar,¡nopararelacionarosconlagente!Eziosepusofurioso,perotuvoquecontenersuenfadoparanoecharaperdersu

tapadera.Porsuerteparaél,lerescatóungrupodeciudadanosricos,cuatrohombresacicaladosydoshermosasmujeresquequitabanelsentido.

—Tócanosalgo—lerogaronyformaronuncírculoasualrededor.EziorecurriódenuevoaLandini,alrecordarotraspiezasdeaquelcompositor,y

rezóparaquesupúbliconolasencontrarademasiadopasadasdemoda.Peroestabanembelesados. Y Ezio se alegró al ver que, al aumentar su confianza, su maestríamusicaltambiénmejoraba.Inclusoseatrevióaimprovisarunpoco.Yacantar.

—Pekgüzel—comentóunodeloshombrescuandoterminóunapieza.—Sí,muybonito—estuvodeacuerdosupareja,encuyosprofundosojosvioleta

Eziohabríamuertofelizmente.—Hmmm.Latécnicanoesprecisamenteperfecta—comentóotrohombre.—Oh, Murad, eres un pedante. ¡Piensa en la expresión! Eso es lo que más

importa.—Tocacasidelamismamaneraqueviste—dijolasegundamujer,echándoleun

vistazo.—Esunsonidotanhermosocomoeldelalluvia—dijountercero.—Sí, el laúd italiano es tan encantador como nuestro oud—reconocióMurad

mientrasapartabaasuparejadeEzio—.Pero lamentablemente tenemosquehablarconlosdemásinvitados.

—Tesekkürederim,efendim—dijeronalegrementelasmujeresalmarcharse.Alconfirmarsesuscredenciales,losguardiasyanomolestaronmásaEzioyasí

pudocontactarconYusufysuequipo.—Brillante,Mentor—ledijoYusufcuandosereunieron—.Peroquenotevean

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hablarconnosotros.Levantaríasospechas.Intentallegaralsegundopatio,elinterior.Nosencontraremosallí.

—Bienpensado—estuvodeacuerdoEzio—.Pero¿quénosaguarda?—El círculo íntimo del príncipe, su séquito. Y si tenemos suerte, el mismo

Suleiman.Peroestateatento,Mentor.Tambiénpuedehaberpeligro.

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Habíamuchamástranquilidadenelsegundopatio,peroladecoración,lacomidaylabebida,ylacalidaddelamúsicayelarteeranuntantomásespléndidas.

EzioyYusufsequedaronalfondoybuscaronconlamiradaentrelosinvitados.—NoveoalpríncipeSuleiman—dijoYusuf.—¡Espera!—leavisóEzio.La orquesta comenzó a tocar las trompetas y los invitados se volvieron,

expectantes, hacia la puerta en el centro del muro trasero del patio, cubierto delujosostapices.Sobreelsuelo,delante,seextendíanunascostosasalfombrasdeseda,procedentes de Isfahán. Unos instantes más tarde, apareció un pequeño grupo depersonasapiñadasentornoadoshombresquelasguiaban,vestidoscontrajesdesedablanca y unos turbantes, uno sujeto con alfileres de diamante y el otro conesmeraldas.LosojosdeEziosesintieronatraídosporelmás jovenyse leabrió labocaalreconocerlo.

—¿Quiéneseljoven?—preguntóasucompañero.—Es el príncipe Suleiman—contestó Yusuf—. El nieto del sultán Bayezid y

gobernadordeKefe,ysolotienediecisieteaños.AEziolehizogracia.—Leconocíenelbarco,decaminoaquí.Medijoqueeraunestudiante.—Heoídoquelegustaviajardeincógnito.Tambiénesunamedidadeseguridad.

Regresabadelahajj.—¿Quiéneselotrohombre?¿Elquellevaesmeraldasenelturbante?—Sutío,elpríncipeAhmet.Elhijopreferidodelsultán.Seestápreparandopara

lasucesiónenestemismomomento.Los dos príncipes se quedaron de pie mientras les presentaban a invitados

privilegiados.Despuésaceptaronunascopasdeunlíquidocolorrubí.—¿Vino?—preguntóEzio.—Zumodearándanosrojos.—Serefe!Sagliginiza!—dijoAhmet,alzandolavozconlacopaparabrindarpor

laconcurrencia.Tras los brindis formales, Yusuf y Ezio continuaron observando mientras los

invitadosy losanfitriones se relajaban, aunque, cuandoSuleimansemezclócon lagente, Ezio se dio cuenta de que sus guardias eran discretos, pero estabancontinuamenteatentos.Aquellosguardiaseranaltosyningunodeellosparecíaturco.Llevaban un particular uniforme de túnica blanca y, en la cabeza, un gorro alto,blanco y afilado, como el de un derviche. Todos tenían bigote. Ninguno iba bienafeitadonitampocollevabanbarba.Ezioconocíabastantelascostumbresotomanascomo para saber que aquello significaba que eran esclavos. ¿Eran algún tipo de

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escoltaprivada?Derepente,YusufagarróaEziodelbrazo.—¡Miraaesehombredeahí!Unjovenpálidoydelgado,conelpelofinoyclaro,yunosojosmarrónoscuro,

inexpresivos,sehabíaacercadosigilosamenteaSuleiman.Ibavestidoconropamuycaraypodríahaber sidounprósperocomerciantedearmasserbio;en todocasosetratabadealguien losuficientemente importanteparaconseguirentraren la listadeinvitadosalsegundopatio.CuandoEzioleechóunvistazorápidoalamultitud,viootroscuatrohombres,elegantementevestidos,ningunodeellosturco,ajuzgarporelaspecto,colocándoseenloquesolopodíanserposicionesderefuerzo,yhaciéndoseseñasentresí,discretamente.

Antes de que Yusuf y Ezio pudieran reaccionar, el joven delgado, que estabapegadoalcododeSuleiman,habíasacado,alavelocidaddelaluz,unfinoycurvojanbiyah,ypretendíaclavárseloalpríncipeenelpecho.Enaquelmismoinstante,elguardiamáscercanoaélsediocuentayseinterpusoenlatrayectoriadelahoja.

Segeneraronlaconfusiónyelcaosdemanerainstantánea.Losinvitadosfueronapartadosaempujonescuandolosguardiascorrieronparaayudaralosdospríncipesy al compañero que había caído,mientras cinco Templarios, aspirantes a asesinos,intentaban escapar entre lamuchedumbre que ahora se arremolinaba, alborotada ypresa del pánico. El joven delgado había desaparecido, pero los guardias habíanidentificado a sus compañeros y comenzaron a perseguirles sistemáticamente, altiempo que los conspiradores bizantinos usaban a los invitados confundidos ydesorientados como obstáculos entre ellos y sus perseguidores. Las salidas secerraron, pero los conspiradores intentaron salir del patio trepando. En medio deaquella confusión, el príncipeAhmethabíadesaparecidoy el príncipeSuleiman sehabíaquedadosolo.Eziovioquehabíasacadounpequeñopuñal,perosemanteníaencalma.

—¡Ezio!—susurródeprontoYusuf—.¡Miraaquí!Ezio siguió con la mirada el punto al que señalaba Yusuf y vio que el joven

delgadohabíaregresado.Habíasurgidodeentrelamultituddetrásdelpríncipeyseacercabaaélconelarmaapunto.

Ezio estabamuchomás cerca queYusuf y se percató de que era el único quepodíasalvarloatiempo.¡Peronoteníaningúnarma!Entoncesbajólamiradaallaúdque aún sostenía en las manos y, con un resoplido de arrepentimiento, tomó ladecisiónderomperlocontralacolumnamáscercana.Estallóenmilpedazos,peroledejó en la mano una esquirla afilada de abeto. Inmediatamente, Ezio saltó haciadelante para agarrar al bizantino por su huesudamuñeca y le obligó a retroceder.Justocuandoestabaapuntodeasestarleungolpeparamatarlo,leclavóalhombreenel ojo izquierdo la esquirla de diez centímetros.El bizantino se detuvo como si se

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hubieraquedadoparalizado, luegoel janbiyah se lecayóde lamanopara terminarrepiqueteandoenelmármol.Uninstantedespuésseencogióhastacaeralsuelo.

La multitud se quedó en silencio, formando un círculo alrededor de Ezio ySuleiman, a una distancia respetuosa. Los guardias intentaron intervenir, peroSuleimanlosdetuvoconungesto.

Elpríncipeenvainósupuñaleinspiró.DespuésdiounpasohaciaEzio,unaseñalde honor por parte de un príncipe, que la muchedumbre reconoció con un gritoahogado.

—Mealegrodevolveraverte,miobelmenestrello.¿Lohedichobien?—Miapuestotrovador.Muybien.—Es una lástima lo de tu laúd. Eramuchomás bonito como instrumento que

comoespada.—Tienesrazón,peronosalvavidas.—Algunoslodiscutirían.—Tal vez.Enotras circunstancias.—Ambos intercambiaronuna sonrisa—.He

oídoqueeresgobernadorademásdepríncipe.¿Hayalgoquenohagas?—No hablo con extraños.—Suleiman hizo una reverencia, tan solo inclinando

ligeramentelacabeza—.SoySuleimanOsman.—Auditore,Ezio.Eziotambiéninclinólacabeza.Unodelosguardiasvestidosdeblancoseacercóentonces.Unsargento.—Perdonadme,príncipe.Departedevuestrotío,debemosasegurarnosdequeno

estáisherido.—¿Dóndeestá?—Osespera.Suleimanlemiróconfrialdad.—Dilequegraciasaestehombrenoestoyherido.¡Peronograciasati!¡Niati!

¡Losjenízaros!Laguardiadeélite,ymehabéisfalladoamí,unpríncipedelacasareal.¿Dóndeestávuestrocapitán?

—TarikBarletisehamarchado…ahacerunrecado.—¿Ahacerunrecado?¿Deverdadqueréisquedarcomotanpocoprofesionales

delantedeunextraño?—Suleimanseirguiócuandoelguardia,ungigantemusculosoquedebíadepesarcientotreintakilos,sepusoatemblaranteél—.Llevaosdeaquíelcadáverymandadalosinvitadosacasa.¡DespuésreúneteconTarikenelDiván!

SuleimansevolvióhaciaEziocuandoelhombreseescabullórápidamente.—¡Quéembarazoso!Losjenízarossonlaguardiadelsultán.—Peronodesufamilia,¿verdad?—Enestaocasión,sediríaqueno.—SuleimanhizounapausaylelanzóaEzio

unamirada inquisitiva—.Bueno,noquisieraabusarde tu tiempo,peromegustaría

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sabertuopiniónsobreunasunto.Algoimportante.YusufestabahaciéndoleseñasaEzio,desdeunladodelamultitudqueahorase

dispersabapocoapoco.—Permíteme antes que me quite este disfraz —dijo Ezio y le hizo un gesto

discretoconlacabezaasuamigo.—Muybien.Detodasformastengoqueprepararunacosa.Reúneteconmigoen

elDiváncuandoestéslisto.Miséquitoteescoltará.Diounapalmadaysefuepordondehabíavenido.

—Menudarepresentación—dijoYusufmientrassalíandelpalacioencompañíade dos miembros del séquito de Suleiman—. Pero nos habéis ofrecido unapresentaciónconlaquenuncahabríamossoñado.

—Lapresentación—lerecordóEzio—hasidomía.

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SuleimanyaleestabaesperandocuandoEziosereunióconélfueradelDiván—la Cámara del Consejo— del palacio un poco después. El joven parecía sereno yalerta.

—Heorganizadouna reuniónconmi tío, el príncipeAhmet, y el capitánTarikBarleti —anunció sin preámbulos—. Hay algo que debería explicar primero. Losjenízaros son leales ami abuelo, pero no les ha gustado su elección del siguientesultán.

—Ahmet.—Exacto.Losjenízarosapoyanamipadre,Selim.—Hmm—dijoEzio, reflexionando—.Estásenunasituacióndifícil.Perodime

unacosa,¿quépintanlosbizantinosentodoesto?Suleimansacudiólacabeza.—Esperabaquetalveztúmedierasalgunapista.¿Estaríasdispuestoaayudarme

adescubrirlo?—Los estoy investigando. Mientras nuestros intereses no entren en conflicto,

seríaparamíunhonorayudarte.Suleimansonrióenigmáticamente.—Entoncesdeboaceptar loquemeofreces.—Hizounapausa—.Escucha,hay

una trampilla en lo alto de aquella torre. Sube y levanta esa trampilla. Desde allípodrásveryoírtodoloquesedigaenelDiván.

Ezio asintió y semarchó de inmediato,mientras Suleiman se daba la vuelta yentrabaenelmismoDiván.

Cuando Ezio llegó a su posición estratégica, la discusión en la Cámara delConsejo a sus pies ya había empezado y se estaba caldeando. Los tres hombresimplicados estaban sentados o de pie alrededor de una mesa larga, cubierta conalfombras de Bergama. Detrás de la mesa, colgaba de la pared un tapiz querepresentabaaBayezid,conunhijoacadalado.

Ahmet,unhombrevigorosodecuarentaytantosaños,conelpelocortoycastañooscuro, y barba poblada, con la cabeza descubierta ahora y vestido con lujosasprendasdecolorrojo,verdeyblanco,estabaenmediodeunadiatriba.

—Haz caso ami sobrino, Tarik.Vuestra incompetencia raya en la traición. ¡Ypensar que a tus jenízaros los ha eclipsado un músico italiano con un laúd! ¡Esridículo!

TarikBarleti, con lamitad inferior del rostro, llena de cicatrices por la guerra,ocultaporunabarbaentrecana,teníaunaspectoadusto.

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—Unfalloinexcusable,efendim.Llevaréacabounarigurosainvestigación.—Seréyoelquerealicetalinvestigación,Tarik—leinterrumpióSuleiman—.Por

razonesquedeberíanserobvias.Barletiasintióbrevemente.—Evet,Shehzadem.Sindudatenéislasabiduríadevuestropadre.Ahmet le lanzó al capitánunamirada furiosa al oír aquello,mientrasSuleiman

replicaba:—Ysuimpaciencia.—Sedirigióasutíocontonoformal—.ShehzadAhmet,al

menosesunalivioverqueestáisasalvo.—Lomismodigo,Suleiman.QueDiosteproteja.Suleiman, según vio Ezio, estaba jugando a un juego conocido. Mientras

observaba,eljovenpríncipeselevantóyseunióasuséquito.—Ahoramemarcho—anunció—. Informarédeestevergonzoso incidentemuy

pronto,deesopodéisestarseguros.Acompañadodesucomitivayguardia,abandonócongrandeszancadaselDiván.

TarikBarletiestuvoapuntodeseguirle,peroelpríncipeAhmetledetuvo.—Tarikbey,¿hablamos?Elsoldadosediolavuelta.Ahmetlehizounaseñaparaqueseacercara.Sutono

eracordial.Eziotuvoqueaguzareloídoparaoírlaspalabras.—Mepreguntocuálseríaelpropósitodeeseataque.¿Hacerqueparezcadébil?

¿Mostrarmecomounrepresentanteincompetentedeestaciudad?—Hizounapausa—.Si ese era tuplan,miquerido capitán; si tienes algoquever con este lío, ¡hascometidounterribleerror!¡Mipadremehaelegidoamícomoelpróximosultán,noamihermano!

Tariknocontestóinmediatamenteyalfinaldijoconelrostroinexpresivo,ycasiaburrido:

—Príncipe Ahmet, no soy lo bastante depravado como para imaginar laconspiracióndelaquemeacusáis.

Ahmetretrocedióunpaso,aunquesutonodevozsiguiódesapasionadoyafable.—¿Quéhehechoparaganarmetaldespreciodelcuerpojenízaro?¿Quéhahecho

mihermanoporvosotrosquenohayahechoyo?Tarikvacilóydespuésdijo:—¿Puedohablarconlibertad?Ahmetextendiólasmanos.—Creoqueserálomejor.Tariksevolvióhaciaél.—Sois débil,Ahmet.Pensativo enmomentosdeguerra e inquieto en épocade

paz.Nomostráisentusiasmoporlastradicionesdelosghazi,losGuerrerosSagrados,y habláis de fraternidad en compañía de infieles.—Hizo una pausa—. Seríais un

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filósofoexcelente,Ahmet,peronounbuensultán.El rostro de Ahmet se ensombreció. Chascó los dedos y su escolta se cuadró

detrásdeél.—Puedesretirarte—ledijoalcapitánjenízaroconunavoztanfríacomoelhielo.

Ezio aún estaba observando cuando, unosminutosmás tarde, elmismoAhmetabandonóelDiván.Pocodespués,EziosereunióconelpríncipeSuleiman.

—Menudafamilia,¿eh?—dijoelpríncipe—.Notepreocupes.Yotambiénestabaescuchando.

Ezioparecíapreocupado.—Atutíolefaltadominaraloshombressobrelosqueprontomandará.¿Porqué

noacabóconesehombreallímismoantetalinsolencia?—Tarik es un hombre duro—respondió el príncipe, extendiendo lasmanos—.

Capaz,peroambicioso.Yadmiramuchísimoamipadre.—¡Peronodefendióestepalacioanteelintentobizantinodequitartelavidaenel

sanctasanctórum!Soloesoyavalelapenainvestigarlo.—Precisamente.—¿Ypordóndeempezamos?Suleiman se loplanteó.Ezio leobservó.Una cabezavieja sobreunoshombros

jóvenes,pensóconunrespetorenovado.—Porahora—contestóSuleiman—,vigilaremosaTarikyasusjenízaros.Pasan

muchodesutiempolibredentroyenlosalrededoresdelBazar.¿Puedesocupartedeeso,túytus…socios?

Pronuncióaquellasúltimaspalabrascondelicadeza.EnloprofundodelamentedeEzioestabaelrecuerdodelaadvertenciadeYusuf

sobrenoinvolucrarseenlapolíticaotomana,perodealgúnmodosupropiabúsquedayaquellaluchadepoderparecíanestarrelacionadas.Tomóunadecisión.

—Apartirdeahora,príncipeSuleiman,ningunodeelloscomprarátansiquieraunpañuelosinquenosenteremos.

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Tras asegurarse de que Yusuf y los Asesinos de Constantinopla estuvierantotalmente preparados para seguir de cerca todos losmovimientos de los jenízarosfuera de servicio en el Gran Bazar, Ezio, acompañado de Azize, se dirigió a losmuellesdelsurdelaciudadpararecogerlosmaterialesquenecesitabaparahacerlasbombasdelalistaquelehabíaescritoPiriReis.

Había completado sus compras y las envió conAzize al cuartel general de losAsesinos en la ciudad, cuando advirtió la presencia de Sofía entre lamultitud queatestaba los muelles. Se estaba dirigiendo a un hombre que parecía italiano, unhombre tanviejo comoél.Al acercarse, no solo vio queparecíamásqueunpocodesconcertada,sinoquereconocióconquiénestabahablando.AEziolehizogracia,pero también le sorprendió bastante. La inesperada aparición de aquel hombre leevocómuchosrecuerdosyemocionescontradictorias.

Sinrevelarsupresencia,Ezioseacercóaúnmás.Era Duccio Dovizi. Hacía décadas, Ezio había estado a punto de romperle el

brazo derecho, puesto que Duccio le había puesto los cuernos a Claudia cuandoestaban prometidos. Ezio advirtió que el brazo seguía teniendo algún problema.Ducciohabíaenvejecidomalyseleveíademacrado.Perosindudaaquellonohabíaperjudicadosuestilo.EraevidentequeestabacoladoporSofíaynohacíamásqueintentarllamarsuatención.

—Miacara—leestabadiciendo—,elDestinonoshaunido.DositalianossolosyperdidosenOriente.¿Nosienteselmagnetismo?

Sofía,hartayenfadada,respondió:—Sientomuchascosas,Messer;náuseas,sobretodo.Conunasensacióndedéjàvu,Eziopensóquehabíallegadoelmomentodetomar

cartasenelasunto.—¿Teestámolestandoestehombre,Sofía?—preguntóalaproximarse.Duccio, que echaba humo ante aquella interrupción, se volvió hacia el recién

llegado.—Perdonadme,Messer,perolaseñorayyoestábamos…—Secallóalreconocer

aEzio—. ¡Ah! ¡Ildiavolo en persona!—Lamano izquierda fue involuntariamentehaciaelbrazoderecho—.¡Notemeacerques!

—Duccio,unplacervolveraverte.Duccio no respondió, sino que se apartó dando un traspié al tropezar con los

adoquines.—¡Corre,buonadonna!—gritó—.¡Correysálvate!Lovierondesaparecerporelembarcadero.Hubounapausaembarazosa.—¿Quiéneraese?

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—Un perro—le dijo Ezio—. Estuvo prometido conmi hermana hacemuchosaños.

—¿Yquésucedió?—Sucazzoestabacomprometidoconotrasseis.—Teexpresasconmuchafranqueza.Sofía parecía ligeramente sorprendida por que Ezio hubiera usado la palabra

«polla»,peronoofendida.—Perdóname.—Hizounapausayluegopreguntó—:¿Quéhacesenlosmuelles?—Salídelatiendaparavenirarecogerunpaquete,perolagentedeaduanasme

dicequelospapelesnoestánenregla.Asíqueestoyesperando.Ezioechóunvistazoalpuerto,queestababienvigilado,paratenerunaideadesu

distribución.—Esunfastidio—continuóSofía—.Esposiblequepierdatodoeldíaaquí.—Déjameverquépuedohacer—dijo—.Conozcounpardemanerasdesuavizar

lasnormas.—¿Ah,sí?Debodecirqueadmirotusbravuconadas.—Déjameloamí.Nosveremosenlapartetraseradelalibrería.—Muybien.—Rebuscóensubolso—.Aquí tieneslosdocumentos.Elpaquete

esbastantevalioso.Porfavor,tencuidado.Siesqueconsiguesqueteloden.—Loharé.—Puesgracias.Lesonrióyregresóalaciudad.Ezio observó cómo se marchaba durante un rato y después se dirigió al gran

edificio de madera donde estaban las aduanas. En el interior, había un largomostrador y, detrás, unas estanterías con un gran número de paquetes.Cerca de lapartefrontaldeunodelosestantesinferioresmáspróximosalmostradorviountubodemaderaparamapasconunaetiquetaqueponía:SOFÍASARTOR.

—Perfetto—sedijoasímismo.—¿Puedoayudaros?—dijounfuncionariocorpulento,queseacercóaél.—Sí,porfavor.Hevenidoarecogeresepaquetedeahí.Loseñalóyelfuncionariomiróenaquelladirección.—Bueno,¡metemoqueesimposible!Todosesospaquetessehanincautadopor

estarpendientesdeldespachodeaduanas.—¿Ycuántotiempotardará?—Noséquédeciros.—¿Horas?Elfuncionariofruncióloslabios.—¿Días?—Depende.Aunque,claro,porunacantidad…podríaarreglarsealgo.

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—¡Yunamierda!Elfuncionariosepusomásantipático.—¿Estástratandodeobstaculizarmisresponsabilidades?—espetó—.¡Quítatede

enmedio,viejo!¡Ynovuelvas,sisabesloqueteconviene!Ezioleapartódeunempujónysaltóporencimadelmostrador.Cogióeltubode

maderaparamapasy sedio lavueltaparamarcharse.Peroel funcionario sehabíapuestoasilbaryvarioscolegassuyos,algunosdeellosmiembrosde laguardiadelastillero,queibaarmadadepiesacabeza,reaccionaronalinstante.

—¡Esehombre—gritóel funcionario—ha intentadosobornarmey,cuandoesonolefuncionó,recurrióalaviolencia!

Ezio se colocó junto al mostrador cuando los hombres de aduanas fueron acogerle. Le dio unas vueltas al pesado tubo de madera para darle a unos cuantoscráneos, saltópor encimade las cabezasdel restoy corrióhacia la salida, dejandogranconfusiónasusespaldas.

—Esa es la única manera de tratar con la mezquina burocracia—se dijo a símismoconsatisfacción.

Había desaparecido en el serpenteante laberinto de las calles al norte de losmuelles antes de que sus perseguidores tuvieran tiempo de recuperarse. Sin losdocumentos de Sofía, que seguían a salvo en su túnica, no serían capaces deencontrarla.

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Haciaelmediodía,llegóalalibreríaaloestedeHagiaSofia.Ella alzó la vista cuando entró. Las estanterías estaban mucho más ordenadas

ahoraqueelprimerdíaquehabíavisitadolatienda.Enlapartetrasera,viosumesadetrabajo,conelmapadelascisternasbienextendidojuntoaunosgruesoslibrosdereferencia.

—Salute,Ezio—dijo—.Has sidomuchomás rápidode loque esperaba. ¿Hastenidosuerte?

Eziolevantóeltubodemaderaparamapasyleyólaetiqueta.—MadamigellaSofiaSartor,libraia,Costantinopoli.¿Erestú?Leentregó el tubo conuna sonrisa.Ella lo cogió conmuchogusto, después lo

examinódetenidamenteyelrostroseleavinagró.—¡Oh, no! ¡Mira los daños! ¿Acaso se supone que lo han usado para luchar

contrapiratas?Ezioseencogiódehombros,conciertavergüenza.Sofíaabrióeltuboysacóel

mapaquehabíadentro.Loinspeccionó.—Bueno,estábien.Lo llevó a unamesa y lo extendió con cuidado. Era la copia de unmapa del

mundo.—¿Noesprecioso?—dijo.—Sí.Eziosequedóasuladoyambosloestudiaronminuciosamente.—Es la copia de un mapa de Martin Waldseemüller. Es bastante reciente, lo

publicóhacetansolocuatroaños.¡Ymiraaquí,alaizquierda!LasnuevastierrasqueelNavigatore Vespucci descubrió y sobre las que luego escribió tan solo cuatro ocincoañosantesdetrazarelmapa.

—Trabajan rápidoestos alemanes—dijoEzio—.Veoquea esasnuevas tierraslashanllamadoconelnombrecristianodeVespucio,Amerigo.

—¡América!—Sí…PobreCristóbalColón.Lahistoriatieneunmodocuriosodedesarrollarse.—¿Quéesesazonadeaguaaquí?LamujerseñalólosocéanosalotroladodeAméricadelNorteydelSur.Eziose

inclinóhaciadelanteparamirar.—¿Unnuevoocéano,talvez?Lamayoríadeloseruditosqueconozcodicenque

eltamañodelglobosehasubestimado.Sofíasonótriste.—Esincreíble.Cuantomásaprendemosdelmundo,menosparecemossaber.Entusiasmadosporaquella idea,ambospermanecieronensilenciounrato.Ezio

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reflexionó sobre el nuevo siglo en el que estaban, el dieciséis. Y tan solo habíaempezado.Élúnicamentepodíaimaginarquélesdeparabaelfuturo;sabíaque,asuedad, no vería mucho más de aquel siglo. Sin duda, más descubrimientos y másguerras.Pero, en esencia, se repetiría lamismaobra, con losmismosactores; perocondistintostrajesyotroatrezzoparacadageneraciónquesetragabaalaanterioryquepensabaqueloharíamejor.

—Bueno,hascumplidotupromesa—dijoSofía—.Yaquíestálamía.Lellevóalasalainteriorycogióuntrozodepapeldelamesa.—Siestoyenlocierto,estodeberíamostrartelaubicacióndelprimerlibro.Eziolecogióelpapelyleyóloquehabíaescrito.—Debo admitir —continuó Sofía— que me da vueltas la cabeza ante la

posibilidaddeverrealmenteesoslibros.Contienenconocimientosqueelmundohaperdidoydeberíarecuperar.—Sesentóenlamesayapoyólabarbillaenlasmanosmientras soñaba despierta—.Tal vez podría tener unas copias para distribuirlas yomisma.Unatiradapequeñadeunoscincuenta…Esobastaría.

Eziosonrióyluegoserio.—¿Dequéteríes?—Perdóname. Me alegro de ver a alguien con una pasión tan personal y tan

noble.Es…inspirador.—¡Válgame Dios!—respondió, un poco avergonzada—. ¿De dónde ha salido

eso?Eziolevantóeltrozodepapel.—Tengolaintencióndeirainvestigarloinmediatamente—dijo—.Grazie,Sofía.

Volverépronto.—Teestaréesperando—respondióyobservócómosemarchabaconunamezcla

deperplejidadypreocupación.«¡Qué hombre tan misterioso!», pensó mientras la puerta se cerraba tras él, y

volvióalmapadeWaldseemülleryasuspropiossueñosdelfuturo.

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LoscálculosdeSofíahabíansidocorrectos.Escondidotrasunpaneldemaderaen un viejo edificio abandonado, en el Distrito de Constantino en la ciudad, Ezioencontróellibroqueestababuscando.

Era una copia antigua pero bien conservada deSobre la Naturaleza, el poemaescritohacíamásdedosmilañosporelfilósofogriegoEmpédocles,donderesumíasusideas.

Ezio sacó el libro de su escondite y sopló para quitar el polvo del pequeñovolumen. Después, lo abrió por una página en blanco del principio. Mientrasobservaba, la página comenzó a brillar y, dentro de aquel resplandor, apareció unmapa de Constantinopla. Al mirarlo con más detenimiento y concentración,distinguióunamarcaenelmapa:señalabalaTorredelaDoncella,elfaroalotroladodelBósforo,unlugarexactodelinteriordelasbodegasconstruidasensuscimientos.

Si todo iba bien, aquel sería el lugar donde se hallaba la segunda llave de labibliotecadeAltaïrenMasyaf.

Sedirigióatodavelocidadporlaciudadatestada,hacialaTorredelaDoncella.Pasó por delante los guardias otomanos y, tras cruzar en una barca que tomó«prestada»,viounaentradadondeunosescalonesbajabanalasbodegas.Llevabaellibroenlamanoyresultóqueleguiabaporunlaberintodepasillosenlosquehabíainfinidad de puertas. Parecía imposible que hubiera tantas en un espaciorelativamentelimitado.Alfinalllegóaunapuerta,idénticaalasdemás,peroatravésdecuyasgrietasparecíaemanaruna tenue luz.Lapuerta seabrióal tocarla,yallí,anteél,enunbajopedestaldepiedra,habíaunapiedracircular,finacomoundisco.Al igual que la primera que había descubierto, estaba cubierta de símbolos, tanmisteriososcomolosanteriores,perodistintos.Elperfildeunamujer—unadiosa,talvez—, que le resultaba un tanto familiar, unas hendiduras que podían haber sidofórmulas o posibles muescas para encajar en unas clavijas; quizás unas clavijasdentrodelacerraduradelaentradaalabibliotecadeMasyaf.

CuandoEziotomólallaveensusmanos,laluzqueproveníadeellaaumentó,yélsepreparóparasertransportado—aunquenosabíadónde—mientrasloenvolvíaylehacíaretrocedersiglos.Trescientosveinteaños.AlAñodeNuestroSeñor1191.

Masyaf.Elinteriordelafortaleza,hacíamuchotiempo.Unas figuras en un remolino de niebla. De ella salían un joven y un anciano.

Estabaclaroqueelanciano,AlMualim,habíaperdidounabatalla.Estabatumbadoenelsueloyeljoven,ahorcajadassobreél.

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Sumano,quehabíaperdidofuerza,soltóalgoquesaliórodandodeellahastaelsuelodemármol.

Ezio inspiró al reconocer el objeto. Sin duda era la Manzana del Edén. Pero¿cómo?Yeljovenvencedor,vestidodeblanco,conlacapuchasobrelacabeza,eraAltaïr.

—Has tenido fuego en las manos, anciano —dijo Altaïr—. Debería habersedestruido.

—¿Destruido? —Al Mualim se rio—. ¿La única cosa capaz de terminar lascruzadasyestablecerlapazverdadera?Nunca.

—Entoncesloharéyo—dijoAltaïr.Las imágenes se desvanecieron, se esfumaron, como fantasmas, para ser

sustituidasporotraescena.

EnelinteriordelatorredelhomenajeenMasyaf,Altaïrestabasoloconunodesuscapitanes.Cercadeellos,dispuestoconhonorsobreunataúddepiedra,yacíaelcuerpodeAlMualim,enpaz,ahorayamuerto.

—¿De verdad ha terminado? —estaba diciendo el capitán asesino—. ¿Estámuertoesehechicero?

Altaïrsevolvióparamirarelcadáveryhablóconcalma,desapasionadamente.—No era un hechicero. Tan solo un hombre normal bajo la influencia de…

ilusiones.—Sevolvióhaciasucompañero—.¿Haspreparadolapira?—Sí. —El hombre vaciló—. Pero, Altaïr, algunos de los hombres… no lo

tolerarán.Estánnerviosos.Altaïr se inclinó sobre el féretro. Se agachó y cogió en brazos el cuerpo del

hombre.—Deja que me encargue yo.—Se irguió y la túnica ondeó a su alrededor—.

¿Estásbienparaviajar?—lepreguntóalcapitán.—Losuficiente,sí.—Le he pedido a Malik al-Sayf que vaya a Jerusalén para informar sobre la

muertedeAlMualim.¿PodríasiraAcreyhacerlomismo?—Porsupuesto.—PuesveyqueDiosteacompañe.Elcapitáninclinólacabezaysemarchó.ConelcuerpodelMentorensusbrazos,susucesorsalióparaenfrentarseasus

compañeros,miembrosdelaHermandad.Cuando apareció, enseguida se oyó un murmullo de voces, que reflejaba el

desconcierto de sus mentes. Algunos se preguntaban si estaban soñando. OtrosestabanhorrorizadosalconfirmarfísicamenteelfallecimientodeAlMualim.

—¡Altaïr!¡Explícate!

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—¿Cómohaocurridoesto?—¿Quéhapasado?UnAsesinosacudiólacabeza.—Mimenteestabaclara,peromicuerpo…¡nosemovía!Enmedio de la confusión, aparecióAbbas.Abbas. El amigo de la infancia de

Altaïr. Ahora, aquella amistad no era tan firme. Habían pasado demasiadas cosasentreellos.

—¿Qué ha ocurrido aquí? —preguntó Abbas, con una voz que reflejaba susorpresa.

—NuestroMentornoshaengañadoatodos—respondióAltaïr—.LosTemplarioslecorrompieron.

—¿Dóndeestánlaspruebas?—replicóAbbas,condesconfianza.—Venconmigo,Abbas,yteloexplicaré.—¿Ysitusrespuestasnomeparecensólidas?—Entonceshablaréhastaqueestéssatisfecho.Comenzarona caminar,Altaïr todavía con el cadáverdeAlMualimenbrazos,

hacia lapirafunerariaquesehabíapreparado.Asu lado,Abbas,sinsaberadóndeiban, continuaba malhumorado, tenso y combativo, incapaz de ocultar que noconfiabaenAltaïr.

Altaïrconocíaelmotivoylolamentaba.Peroloharíalomejorposible.—¿Recuerdas,Abbas,elartefactoquelequitamosalTemplarioRobertdeSablé,

enelTemplodeSalomón?—¿Terefieresalartefactoqueteordenaronrecuperar,peroqueotrosentregaron

porti?Altaïrignoróaquelcomentario.—Sí. Es una herramienta templaria. Se llama laManzana del Edén.Aparte de

otrospoderes,puedecrear ilusionesycontrolar lasmentesde loshombres,y ladelhombrequecreequelacontrola.Unarmamortal.

Abbasseencogiódehombros.—Entonces,nocabedudadequeesmejorquelatengamosnosotrosenvezdelos

Templarios.Altaïrnegóconlacabeza.—Eslomismo.Alparecer,corrompeatodoaquelquelautilice.—¿YcreesqueAlMualimcayóbajosuhechizo?Altaïrhizoungestodeimpaciencia.—Sí.HoyusólaManzanaparaintentaresclavizarMasyaf.Lohasvistocontus

propiosojos.Abbasparecíadudoso.—Noséloquehevisto.

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—Escucha,Abbas.LaManzanaestáasalvoenelestudiodeAlMualim.Cuandotermineaquí,temostrarétodoloquesé.

Habían llegadoa lapirayAltaïr subió losescalonesparadejar, con respeto, elcuerpo de su antiguoMentor en la parte superior.Mientras lo hacía,Abbas quedóhorrorizadoalverlapira.

—¡No puedo creer que quieras seguir con esto! —exclamó con voz deindignación.

Detrás de él, laHermandad deAsesinos reunida semecía como elmaíz en labrisa.

—Debohacerloquedebohacer—respondióAltaïr.—¡No!PeroAltaïryahabíacogidounadelasantorchasqueestabanencendidasjuntoa

lapiraylatiróenlabasedelmontóndeleña.—Tengoqueasegurarmedequenovolverá.—¡Pero no son nuestras costumbres! ¡Está prohibido quemar el cuerpo de un

hombre!Unavozqueproveníadedetrásdelamultitudgritóderepente,furiosa:—¡Profanador!Altaïrsevolvióhacialanerviosamultitudqueseencontrabaasuspies.—¡Escuchadme! Este cadáver podría ser otro de los cuerpos fantasmas de Al

Mualim.¡Tengoqueasegurarme!—¡Miente!—gritóAbbas.Cuandolas llamasprendieronen lapira,seacercóa

Altaïr, alzando la voz para que todos le oyeran con claridad—. ¡Toda tu vida hasridiculizado nuestro Credo! ¡Fuerzas las normas según te conviene, mientrasmenospreciasyhumillasalosdetualrededor!

—¡FrenadaAltaïr!—gritóunAsesinodelgrupo.—¿Nohasoídoloquehadicho?—dijouncompañeroasulado—.¡AlMualim

estabahechizado!LaprimerareaccióndelAsesinofuedarleunpuñetazo.Acontinuaciónhubouna

peleageneralqueseintensificótanrápidocomoseelevaronlasllamas.DesdeelsalientejuntoaAltaïr,Abbasleempujóviolentamenteparaquecayera

en medio de la melé. Mientras Abbas regresaba, furioso, al castillo, Altaïr seesforzaba por tenerse en pie entre los choques de sus compañeros Asesinos, queahorateníanlasespadasdesenvainadas.

—¡Hermanos! —gritó, tratando de restablecer el orden—. ¡Parad! ¡Detenedvuestrasarmas!

PerolaluchacontinuóyAltaïr,quesehabíapuestodepiejustoatiempodevercómo Abbas volvía a la fortaleza, se vio obligado a pelear contra sus propioshombres, desarmándoles cuando podía y exhortándoles a que desistieran.No supo

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durantecuántotiempoestuvoluchando,perolarefriegadeprontoseviointerrumpidaporundestellodeunaluzabrasadora,quehizoretrocederaloscombatientes,quesetaparonlosojos.

Laluzproveníadelcastillo.LospeoresmiedosdeAltaïrsevieronconfirmados.Allí, en el parapeto de una torre alta, se hallaba Abbas con laManzana en la

mano.—¿Quétedije,Altaïr?—ledijoAbbasgritando.—¡Abbas!¡Detente!—¿QuécreíasqueibaapasarcuandoatarasanuestroqueridoMentor?—¡Túeraselquemenosafecto le tenía! ¡Leculpabaspor todas tusdesgracias,

hastaporelsuicidiodetupadre!—¡Mipadreeraunhéroe!—chillóAbbas,desafiante.AltaïrloignoróysevolvióatodaprisahacialosAsesinosagrupadosdemanera

inquisidoraasualrededor.—¡Escuchad!—lesdijo—.Estenoeselmomentodeponerseapelearporloque

yasehahecho.¡Debemosdecidirquévamosahacerconesaarma!SeñalóhaciadondeAbbasestabaalzandolaManzana.—¡Sea de lo que sea capaz este artefacto, Altaïr —gritó—, no mereces

empuñarlo!—¡Ningúnhombre!—replicóAltaïr.PeroAbbasyaestabaconlavistaclavadaenelresplandordelaManzana.Laluz,

mientrasmiraba,seintensificaba.Parecíahipnotizado.—Esbonita,¿verdad?—dijo,tansololobastantealtocomoparaqueleoyeran.Entoncesseprodujouncambioenél.Seletransformólaexpresióndeunasonrisa

dealegretriunfoaunamuecadehorror.Comenzóasacudirseconviolenciamientrasel poder de la Manzana entraba en su interior y le dominaba. Los Asesinos quetodavíaleeranfielescorrieronensuayuda,cuandoelinstrumentosobrenaturalquesosteníaensumanosoltóunaondapalpitanteyvisible,que,salvajemente, leshizoponersederodillasyagarrarselacabezaporlaangustia.

AltaïrcorrióhaciaAbbasyescalólatorreaunavelocidadinhumana,llevadoporladesesperación.¡Teníaquellegaratiempo!Alacercarseasuantiguoamigo,Abbasempezóagritarcomosileestuviesenarrancandolapropiaalma.AltaïrdiounúltimosaltohaciadelanteparaincapacitaraAbbasytumbarlo.Abbascayóalsueloconungrito desesperado cuando se le escapó de las manos la Manzana, que emitió unaúltimayviolentaondaexpansivadesdelatorrealcaer.

Entoncessehizoelsilencio.Los Asesinos desplegados a sus pies poco a poco fueron calmándose y

levantándose. Se miraron los unos a los otros, asombrados. Lo que había pasado

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continuaba resonando en sus cuerpos y en sus mentes. Alzaron la vista hacia losbaluartes.NoseveíaniaAltaïrniaAbbas.

—¿Quéhasidoeso?—¿Estánmuertos?Y entoncesAltaïr apareció solo en el parapeto de la torre. El vientomovía su

túnicablancaasualrededor.Levantólamano.Enella,asalvo,estabalaManzana.Crepitabaypalpitabacomosiestuvieraviva,peroestababajosucontrol.

—Perdóname—suplicóAbbasentrejadeosdesdeelsuelodepiedradetrásdeél.Apenaspodíabalbucearlaspalabras—.Nolosabía.

Altaïr apartó la mirada del hombre, para depositarla sobre la Manzana quedescansabaensumano.Enviabasensacionescuriosas,comodescargas,portodosubrazoextendido.

—¿Tienes algo que enseñarnos?—preguntó Altaïr, dirigiéndose a la Manzanacomosifueraalgosensible—.¿Onosllevarásatodosalaruina?

Entonceselvientopareciólevantarunatormentadepolvo,¿ovolvíaelremolinodenubesquehabíaanunciadoesavisión?Veníaacompañadodelaluzcegadoraquelehabíaprecedido,queaumentóhastaborrar todo lodemás.Despuésseatenuóunpoco,hastaquesoloquedóelbrillosuavedelallaveenlamanodeEzio.

Agotado,seagachóhastaelsueloyapoyólaespaldaenlapareddepiedradelacámara.Fuera,anochecía.Ansiabadescansar,peronoselopodíapermitir.

Alcabodeunrato,volvióalevantarsey,concuidado,guardóensubolsalallaveyelejemplardeEmpédoclesparaluegodirigirsealascallesdearriba.

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Al amanecer del siguiente día, Ezio se dirigió alGranBazar.Había llegado elmomentodequevieraporsímismode loque ibanahablar los jenízaros,yestabaimpaciente por seguirle la pista a su capitán, Tarik Barleti. Pero, una vez allí, fueimposibleevitartotalmentealosinsistentescomerciantes,queerantodosmaestrosenel arte de la venta agresiva. Ezio tuvo que hacerse pasar por turista, pues temíalevantarsospechasentrelosoficialesotomanosylosTemplariosbizantinos.

—¡Mirad esta alfombra! —Un comerciante le abordó, tirándole de la manga,como Ezio había descubierto que pasaba con frecuencia allí; se le acercaban einvadíansuespacio—.¡Vuestrospiesosamaránmásquevuestraesposa!

—Noestoycasado.—Ah —continuó el mercader, sin problemas—, estáis mejor sin. ¡Vamos!

¡Tocadla!Ezioadvirtiólapresenciadeungrupodejenízarosnomuylejosdeallí.—¿Hastenidohoyunabuenaventa?—lepreguntóalcomerciante.Elhombreextendiólasmanosyseñalóaladerecha,hacialosjenízaros.—¡No he vendido nada! Los jenízaros me han confiscado la mayoría de mis

artículos,tansoloporqueeranimportados.—¿ConocesaTarikBarleti,sucapitán?—Eh,estáporaquí,enalgunaparte,sinduda.Esunhombrearrogante,pero…—

Elmercader estaba a punto de continuar, pero se interrumpió, paralizado, antes devolverasudiscursodeventas,conlosojosclavadosnoenEzio,sinomásallá—.¡Meinsultáis, señor! ¡Nopuedo aceptarmenosdedoscientosakçe por esto!Esta esmiúltimaoferta.

Ezio se dio un poco la vuelta para seguir la mirada del hombre. Se estabanacercandotresjenízarosyestabanamenosdequincemetros.

—Cuando lo encuentre, le preguntaré por tus alfombras—le prometió Ezio alcomercianteenvozbaja,mientrassevolvíaparamarcharse.

—¡Sois unbuennegociador, desconocido!—ledijo el comerciante—. ¿Quéosparecencientoochenta?¡Cientoochentaakçeyquedamoscomoamigos!

PeroEzio ya no estaba escuchando.Estaba siguiendo al grupo, a una distanciasegura,conlaesperanzadequelellevaranhastaTarikBarleti.Nopaseaban,sinoquemás bien parecía que tenían una cita. Pero tenía que estar atento, no solo para noperder de vista a su presa, sino para evitar que le descubrieran, y las callesabarrotadasdelzoco leayudabanya lavezse loponíandifícil.ElmercaderhabíadichoqueelcapitánestaríaenalgúnlugardelBazar,peroelBazareramuygrande,unconfusolaberintodepuestosytiendas,unapequeñaciudadensímismo.

Pero al final mereció la pena tener paciencia y los hombres a los que estaba

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siguiendollegaronauncrucedecaminosqueseensanchabahastaconvertirseenunapequeñaplazaconuncaféencadaesquina.Delantedeunoestabaelfornidocapitáncon la barba entrecana. La barba era un distintivo de su rango como suresplandecienteuniforme.Estabaclaroquenoeraunesclavo.

Ezioseacercósigilosamentetodoloquepudoparaoírloquedecían.—¿Estáispreparados?—preguntóasushombres,queasintieronconlacabeza—.

Estaesunareuniónimportante.Nomeestánsiguiendo.Volvieron a asentir, se dividieron y desaparecieron en el Bazar en direcciones

diferentes.EziosabíaquebuscaríancualquierrastrodeAsesinosentrelamultitud,yporuninstanteenelqueseleparóelcorazón,unodelossoldadosparecióverle,peroentonces aquelmomentopasóy el hombre se fue.Esperó todo lo que fue capazysaliódetrásdelcapitán.

Barletinoavanzómuchoantesdeencontrarseconotrojenízaro,untenientequeasimple vista habría parecido un hombre quemiraba el escaparate de una tienda dearmaduras.Ezioyasehabíapercatadodequelosjenízaroseranlasúnicaspersonasalasqueloscomerciantesnomolestaban.

—¿Traesnoticias?—preguntóBarletialacercarsealsoldado.—Manuel acepta reunirse contigo, Tarik. Está esperando junto a la Puerta del

Arsenal.Ezioaguzóeloídoanteaquelnombre.—Esunarataimpaciente,¿no?—dijoTarikdeformacansina—.Vamos.SepusieronenmarchaysalierondelBazarhacialascallesdelaciudad.Habíaun

largocaminohastaelArsenal,queestabasituadoenlacaranortedelCuernodeOro,alláaloeste,peroporlovistonoibanatomarningúntipodetransporte,asíqueEziolessiguióapie.Unpardekilómetrosmásallá,cuandocogieranelferryparacruzarelCuerno, debía tener cuidado. Pero su tarea la facilitaba el hecho de que los doshombresestabanenfrascadosenunaconversación,quepudooírEzioengranparte.NocostabapasardesapercibidoenaquellascallesabarrotadasdegentedetodoslossitiosdeEuropayAsia.

—¿CómoestabaManuel?¿Nervioso?¿Semostrabacauto?—preguntóTarik.—Comodecostumbre.Impacienteydescortés.—Hmm.Supongoquelotienebienmerecido.¿Hahabidoalgúnpartedelsultán?—Lasúltimasnoticiasllegaronhaceunasemana.LacartadeBayeziderabrevey

estaballenadetristesnovedades.Tariknegóconlacabeza.—Nomeimaginoestarasí,enfrentadoconmipropiohijo.

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EziosiguióalosdosjenízaroshastaunedificiocercadelasPuertasdelArsenal.EsperandoaTarikyasu tenientehabíaunhombrecorpulento,entradoencarnesyvestidolujosamente,deunoscincuentaytantos;lucíaunabarbapobladayentrecanayunbigotetorneado.Suturbanteconplumasteníajoyasincrustadasyencadaunodesusrechonchosdedosllevabaunanilloconpiedraspreciosas.Sucompañeroeramásdelgado,enjuto,yajuzgarporsuvestimenta,proveníadeTurkmenistán.

Ezio, que había elegido un lugar apropiado para ser invisible, se escondíadiscretamente entre las pesadas ramas de un tamarindo que crecía por allí cerca, yprestaba atención mientras ellos se intercambiaban los saludos preliminares. Seenteródequeeldandientradoencarnesera, talycomohabíasospechado,ManuelPaleólogo.Según loquehabíaoídoaYusuf sobre las ambicionesdeManuel, seríainteresanteescucharaquellaconversación.ElcompañerodePaleólogoeratambiénsuescolta,comoresultóevidentetraslaspresentaciones,ysellamabaShahkulu.

Eziohabíaoídohablardeél.Shahkulueraunrebeldecontrarioalosgobernantesotomanosdesupaís,yserumoreabaquefomentabalarevoluciónentrelagente.Perotambiénseleconocíaporsuextremacrueldadyporelbandolerismo.

Sí,aquellareuniónibaaser,sinduda,interesante.Una vez pasadas las sutilezas—siempre elaboradas en aquel país, según había

advertido Ezio—, Manuel le hizo una señal a Shahkulu, que entró en el edificiodetrásdeellos—unaespeciedepuestodevigilancia,aunqueeraevidentequeahoraestaba abandonado—, del que sacó un pequeño pero pesado arcón demadera, quedejóalospiesdeTarik.Eltenientejenízaroloabrióyempezóacontarlasmonedasdeoroquelollenaban.

—Puedes comprobar la cantidad, Tarik —dijo Manuel con una voz tanempalagosa como su cuerpo—. Pero el dinero se queda conmigo hasta que vea elcargamentoydeterminesucalidad.

Tarikgruñó.—Entendido.Eresunhombreastuto,Manuel.—Confiarsincinismoesvano—recitóPaleólogodeformaempalagosa.Eljenízarohabíacontadorápido.Pocodespués,cerróelarcón.—Lacantidadescorrecta,Tarik—dijo—.Estátodoahí.—Bueno—ledijoManuelaTarik—.¿Yahoraqué?—TendrásaccesoalArsenal.Cuandoestéssatisfecho,elcargamentoseentregará

enunlugardetuelección.—¿Estántushombresdispuestosaviajar?—Nohayproblema.—Poikalà.—Elprincipitobizantinoserelajóunpoco—.Muybien.Haréquete

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entreguenunmapadentrodeunasemana.EntoncessesepararonyEzioesperóhastaquenohubomorosenlacostaantesde

bajardelárbolydirigirsealcuartelgeneraldelosAsesinoslomásrápidoposible.

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Estaba anocheciendo cuando Ezio regresó al Arsenal y encontró a Yusufesperándoloyaallí.

—Unodemishombresdicequeviocómotrajeronaquíantesunenvíodearmas.Asíquenospicólacuriosidad.

Ezioreflexionósobreaquello.Eracomohabíasospechado.—Armas.—Hizounapausa—.Megustaríaverlasconmispropiosojos.Examinó los muros exteriores del Arsenal. Estaban bien vigilados. La puerta

principalparecíaimpenetrable.—Como no matéis a todo el que veáis —dijo Yusuf, de acuerdo con los

pensamientosdesuMentor—,noestoysegurodequepodáisentrar.La plaza, a sus espaldas, todavía estaba llena de vida. La gente corría a casa

después del trabajo, y los cafés y restaurantes abrían sus puertas. De repente, lesllamólaatenciónunaltercadoquehabíaestalladocercadelapuertaprincipalenlosmurosdelArsenal,entreuncomercianteytresjenízaros,queleestabanacosando.

—Tehemosavisadodosveces—decíaunodelosjenízaros,unsargento—.¡Losmercaderesnopuedenestar cercade losmurosdelArsenal!—Sevolvióhacia sushombres—.¡Llevaostodoesto!

Lossoldadosrasoscomenzaronarecogerloscajonesdefrutadelcomercianteyselosllevaron.

—¡Hipócritas!—sequejóelhombre—.¡Sivuestroshombresnocompraranmisproductos,nomepondríaavenderlosaquí!

El sargento le ignoró y los soldados continuaron haciendo su trabajo, pero elcomerciantenohabíaterminado.Seacercóalsargentoyledijo:

—¡Erespeorquelosbizantinos,traidor!Amodo de respuesta, el sargento jenízaro le pegó un fuerte puñetazo.Cayó al

sueloentrequejasmientrasseagarrabalanarizquelesangraba.—¡Cierraelpico,parásito!—bramóelsargento.Sedio la vuelta para supervisar la confiscaciónde frutaquenohabía acabado,

mientras una mujer del gentío salía corriendo para ayudar al comerciante herido.YusufyEzioobservaroncómoleayudabaaponersedepieyconteníalasangredelrostroconunpañuelo.

—Inclusoenépocadepaz—dijoYusuftristemente—,lospobressiempreestánsometidosaacoso.

Ezio se quedó reflexionando sobre circunstancias similares en Roma no hacíatantotiempo.

—Tal vez si les ayudamos a desahogarse para que suelten esa ira, serviría anuestracausa.

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Yusufselequedómirando.—¿Terefieresareclutaraestagente?¿Incitaraqueserebelen?—No tieneque sermásqueunamanifestación.Pero, si tenemos suficientesde

nuestrolado…Losdoshombresobservaroncómolosjenízaros,libresdeobstáculos,procedíana

llevarse lo que quedaba de la mercancía del hombre, dejando su puestocompletamentevacío.Desaparecieronporunaportezueladelaentradaprincipal.

—Fingir solidaridadpara favorecer tus propios asuntos—dijoYusuf con ciertodesdén—.¡Menudocaballero!

—Noestábien,losé.Perofuncionará,créeme.—Lo que haga falta.—Yusuf se encogió de hombros—. Y no encuentro otra

maneradeconseguirentrar.—Ven,aquíhayunamultitudyparecequeesecomercianteesbastantepopular.

Vayamosahacercampañaentreesagente.Durante la siguientemedia hora omás, Ezio yYusuf estuvieron hablando a la

muchedumbre,lanzandoindirectasyconvenciéndolos,engatusándolos, inspirandoalos trabajadores sencillos que les rodeaban, que resultaron sermuy dóciles ante laideadeponerfinasuopresión.Porlovisto,loúnicoquenecesitabaneraaalguienqueprendieralamecha.Encuantosehuboreunidoelnúmerosuficientedepersonas,Eziosedirigióaellos.Elfruterosepusoasulado,ahoradesafiante.Yusufsehabíaencargado de que lamayoría de los hombres ymujeres se hubieran armado de unmodouotro.Elfruterososteníaunagranpodaderacurva.

—Luchadconnosotros,hermanos—clamóEzio—,yvengadestainjusticia.¡Losjenízarosnoestánporencimadelaley!Demostrémoslesquenovamosatolerarsutiranía.

—¡Sí!—rugieronvariasvoces.—Meponeenfermovereltipodeabusosqueejercen—continuóEzio—.¿Noos

ocurrelomismo?—¡¡Sí!!—¿Lucharéisconnosotros?—¡¡¡Sí!!!—¡Puesvamos!Enaquelmomento,undestacamentodejenízarosarmadossalíadelArsenalyla

puerta se cerró con firmeza detrás de ellos. Se colocaron delante, con las espadasdesenvainadas,decaraalaturba,cuyohumorestabaalrojovivo.Impertérritaantelademostracióndefuerzade lossoldados—másbien, indignada—, lamuchedumbre,cuyo volumen aumentaba según pasaban los minutos, avanzó en tropel hacia lapuerta.Cadavezqueunjenízaroeralobastanteimprudentecomoparaacercarsealagentedelaprimerafila,levencíaelpesodelacantidaddepersonasyobienacababa

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arrojadoaunladoopisoteadoporlospiesqueavanzaban.Pocodespués,lamultitudsearremolinabaenlapuerta,conEzioyYusufdandolasórdenesnecesariasparaquesuunidaddeataqueimprovisadalaecharaabajo.

—¡Aporlosjenízaros!—gritaroncientosdevoces.—¡Noestáisporencimadelaley!—gritaroncienmás.—¡Abridlapuerta,cobardes,antesdequelaechemosabajo!—Lapuertanoseguirácerradamuchomás—ledijoEzioaYusuf.—La gente te está haciendo un favor, Mentor. Devuélveselo para que no les

hagandaño.MientrasYusufhablaba,dosdestacamentosde jenízarosderefuerzosalieronde

unas puertas laterales en los muros del norte y del sur, y se cernieron sobre lamultitudaizquierdayderecha.

—Estorequiereuncuerpoacuerpo—dijoEziomientras,acompañadoporYusuf,activabaelganchoylahojaocultaantesdelanzarsealarefriega.

Animados por las habilidades profesionales de ambosAsesinos, los hombres ymujeres a cada flanco de la muchedumbre se volvieron con valor hacia elcontraataque de los jenízaros. Estos últimos quedaron atónitos al encontrarse tanfirmeresistenciaporpartedeunsectortaninesperado,yvacilarondeformafunestahastaserrechazados.Entretanto,losqueestabanenlapuertafueronrecompensadosal ver que los firmes tablones de la puerta primero crujieron y luego cedieron, setorcieron y se rompieron. Con un chasquido, la viga transversal que mantenía laentradacerradadesdedentrosepartiócomounaastilla,y laspuertascayeronhaciaatrás,quedandocolgadasdelasenormesbisagrasdehierro.

Lamultitudrugióconunasolavoz,comounagranbestiatriunfadora,yentraronenelArsenal,dondeunasvocesindividualesseoyeronporencimadelresto:

—¡Abridpaso!—¡Estamosdentro!—¡Justiciaomuerte!Enelinterior,losjenízarosdefensoresnopodíanimpedirlaavalancha,perocon

sugrandisciplinaconsiguieroncontrolarlacuandocomenzóunaviolentapeleaenelcuadriláteroprincipaldelArsenal.Apesardetodo,Eziosecolócomounespectroenlosconfinesinterioresdeledificioqueparecíaunafortaleza.

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Lejos de la puerta hecha añicos, en las profundidades del sector occidental delArsenal, Ezio por fin llegó al lugar que estaba buscando. Allí estaba todo muytranquilo,puestoquelamayoríadeloshombresdelaguarnicióndelArsenalestabacombatiendo en el cuadrángulo, y cuando no podía pasar desapercibido ante lospocosguardiasconlosqueseencontraba,loseliminabaenseguida.Tendríaqueafilarsuhojaganchoencuantoterminaraestetrabajo.

Bajóporun largopasillo, tanestrechoquenadiepodíaentrar en la cámaraporaquel extremo, con la esperanza de sorprender a los que se hallaban en el interior.Ezioseacercódespacio,sigiloso,hastaquellegóaunaescaleradehierroclavadaalapared,cercadelaentradaalacámara,quellevabaaunagaleríaconvistasalasala.Seatólafundadelaespadaalapiernaparaquenorepiquetearaysubiórápidamente,conelmismoruidoquehaceunafloralabrirse.Desdesuposiciónestratégica,clavólavistacondenuedoenlaescenaqueteníalugarabajo.

Manuel y Shahkulu estaban en medio de la sala, rodeados de un revoltijo decajonesgrandes,algunosdeellosabiertos.Unapequeñaunidaddevigilanciajenízaraestabaatentaenelinterior,justoalotroladodelapuerta.SiEziohubieraintentadoentrar, habría caído víctima de una emboscada. Respiró suavemente, aliviado. Suinstintoyexperiencialehabíansalvadoestavez.

Manuel detuvo su inspección de los contenidos de los cajones. El ángulo devisióndeEzionolepermitíaverloqueera,peropodíasuponerlo.

—Veinte años en esta ciudad, viviendo como un cero a la izquierda—estabadiciendoManuel—,yahora,porfin,todoseestáponiendoensusitio.

Shahkulucontestó,conciertotonoamenazadorensuvoz:—CuandoserestaureellinajedePaleólogo,Manuel,noolvidesquiénfueelque

teayudóarecuperarlo.Manuellemiróintensamente,conaquellosojillosbrillandoconfrialdadenmedio

delosplieguesdecarne.—¡Por supuestoqueno loharé, amigomío!Nosemeocurriría traicionaraun

hombredetuinfluencia.Perodebestenerpaciencia.¡NovaRomanoseconstruyóenundía!

Shahkulugruñó,evasivo,yManuelsevolvióhaciaelcapitándesuescolta.—Hequedadosatisfecho.Llevadmeamibarco.—Seguidme.Hayunpasadizoalapuertaoesteporelquepodemosevitarlalucha

—dijoelcapitán.—Esperoqueprontolotengáisbajocontrol.—Estamosenello,príncipe.—Sisedañaunsoloartículoaquídentro,eldineromeloquedaréyo.Decídseloa

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Tarik.Ezio observó cómo se marchaban. Cuando consiguió quedarse solo, bajó a la

cámara,inspeccionórápidamenteloscajonesylevantólatapadeunoquenosehabíaabierto.

Rifles.Cienomás.—Merda!—susurróEzio.Sus pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte sonido metálico.

SeguramenteeraelestrépitodelapuertaoestealcerrarsetraslamarchadeManuel.Justo después, oyó el sonido de unos pasos sobre la piedra, acercándose. Losjenízarosvolvíanparacerrardenuevolascajasquehabíanabierto.Eziosepegóalapared y cuando los soldados entraron, los mató. A los cinco. Si hubieran podidoentrara lavez, envezdeunoenuno,habría sidodistinto.Peroel estrechopasillohabíaresultadounaliado.

Volviópordondehabíavenido.Enelcuadrángulolabatallasehabíaterminado,dejandolashabitualessecuelasrepugnantesdeuncombate.Eziopasódespacioporelmar de cuerpos, lamayoría inmóviles, algunos retorciéndosemientras agonizaban.Tansoloseoíanloslamentosdelasmujeresarrodilladasjuntoaloscaídos,altiempoquesoplabaelvientodespiadadoquesecolabaporlaenormepuerta.

Con la cabeza agachada, Ezio salió de aquel lugar. El precio pagado por lainformaciónquehabíaobtenidoparecíarealmentemuyalto.

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Ya era hora de regresar a la librería de Sofía. Se apresuró para llegar deinmediato.

Latiendaestabatodavíaabiertaylaslucesdel interiorbrillabanconintensidad.AlverentraraEzio,Sofía sequitó lasgafasy se levantódesumesade trabajoalfondo de la sala, donde estaba extendido, entre varios libros abiertos, elmapa quehabíadescubiertoenYerebatan.

—Salute—dijo como recibimiento, cerró la puerta y bajó las persianas—. Eshoradecerrar.Dosclientesen toda la tarde.¿Noes increíble?Másvalecerrarporhoy.

EntoncesviolaexpresióndelrostrodeEzioylellevóhastaunasilla,dondeélsedejócaer.Lefueabuscarunvasodevino.

—Grazie—dijo,agradecido,contentodequenoempezaraahacerlepreguntas.—Tengolocalizadosdoslibrosmás.UnoestácercadeTopkapiSarayiyelotro,

enelDistritodeBayezid.—ProbemosprimeroeneldeBayezid.EldeTopkapiseráuncallejónsinsalida.

FueallídondelosTemplariosdescubrieronlallavequetienen.—¡Ah, sí!Debieron de encontrarla por casualidad o pormedios distintos a los

nuestros.—TeníanellibrodeNicolás.—EntoncesdebemosdargraciasalaMadredeDiosporquelohayasrecuperado

antesdequesiguieranutilizándolo.Volvió almapa, se sentó delante de él y continuó escribiendo. Ezio se inclinó

hacia delante, sacó el ejemplar deEmpédocles y lo dejó sobre lamesa, al lado deSofía. La segunda llave que había encontrado ya estaba con la primera, a buenrecaudo,enelcuartelgeneraldelosAsesinos,enGálata.

—¿Quémedicesdeesto?—preguntó.Locogióconcuidadoylediolavueltaensusmanos,conveneración.Teníaunas

manos delicadas, pero no huesudas, y unos dedos largos y delgados. Se habíaquedadoboquiabierta.

—¡Oh,Ezio!Èincredibile!—¿Valealgo?—¿UnacopiadeSobrelaNaturalezaenesteestado?¿Consucubiertaoriginalen

copto?¡Esfantástico!Loabrióconcuidado.Elmapacodificadodesuinterioryanobrillaba.Dehecho,

Eziopudocomprobarqueyanoeravisible.—Asombroso. Esta debe de ser una transcripción del siglo tres del original—

decíaSofía,conentusiasmo—.Supongoquenoexistiráotroejemplarcomoeste.

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PerolosojosdeEzioexaminaban,sindescanso,lasala.Algohabíacambiadoyaúnnopodíaconcretarloqueera.Alfinalsumiradaseposóenunaventanacerradacontablas.Noteníacristal.

—Sofía—dijo,preocupado—,¿quéhapasadoaquí?Suvozadoptóuntonoirritado,aunqueclaramenteatenuadoporelentusiasmo.—Oh,esopasadosotresvecesalaño.Lagenteintentaentrarporquecreenque

encontrarán dinero. —Hizo una pausa—. No tengo mucho aquí, pero esta veztuvieron suertey se llevaronun retratodeciertovalor.Nohacemásde treshoras,cuandosalídelatiendaunrato.—Sepusotriste—.Dalacasualidaddequeeraunretratomíomuybueno.Loecharédemenos,ynosoloporloquevalía.Voyabuscarunsitiosegurodondeguardaresto—añadiómientrasdabaunosgolpecitossobreelejemplardeEmpédocles.

Ezio sospechóquepodíahaberalgomásdetrásdel robodel cuadro.Deambulópor lahabitaciónbuscandocualquier tipodepista.Entonces tomóunadecisión.Yahabía descansado suficiente y le debía a aquella mujer un favor. Pero había más.Queríahacerloquepudieraporella.

—Siguetrabajando—dijo—.Yoencontraréturetrato.—Ezio,elladrónpodríaestarahoraencualquierparte.—Sielladrónvinoabuscardinero,noloencontróysellevóacambioeseretrato,

debedeseguirenestedistrito,cerca,ansiosopordeshacersedelcuadro.Sofíasequedópensando.—Hayunpardecallescercadeaquídondevariosmarchantestienensunegocio.Ezioyaestabaamediocaminodelapuerta.—¡Espera!—le llamó—.Tengoquehaceralgunosrecadosenesadirección.Te

mostraréelcamino.ÉlesperóaqueellaguardaraconcuidadoSobrelaNaturaleza,bajollave,enun

arcónacorazadojuntoaunapared.Después,lasiguiómientrasSofíadejabalatiendaycerrabalapuertaconfirmezaalsalir.

—Poraquí—dijo—.Peronossepararemosenlaprimerabocacalle.Teindicarédesdeallíladireccióncorrecta.

Siguieroncaminandoensilencio.Unoscuantosmetroscalleabajo,llegaronauncruceyellasedetuvo.

—Porahí—dijo,señalando.Luego lemiró.Había algo en sus ojos claros queEzio esperaba que no fueran

imaginaciones.—Siporcasualidadloencuentrasenunpardehoras,porfavor,venaencontrarte

conmigoenelAcueductodeValente—dijo—.Hayunaferiadellibroalaquetengoqueasistir,peromeencantaríaverteallí.

—Haréloquepueda.

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Volvióamirarleydespuésapartólavistaenseguida.—Séqueloharás—dijoella—.Gracias,Ezio.

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El barrio de los marchantes no fue difícil de encontrar. Eran un par de callesestrechas, en paralelo, con unas tiendecillas que resplandecían bajo la luz de losfarolesquebrillabasobrelostesorosquealmacenaban.

Eziopasódespaciopordelanteymiróa lagentequecurioseaba,másquea lasobras de arte en sí. No tardó mucho en fijarse en un personaje con aspectosospechoso, vestido con ropa chillona, que salía de una de las galerías, absorto,contandolasmonedasdeunabolsadecuero.Ezioseacercóaél.Elhombresepusoenseguidaaladefensiva.

—¿Quéquieres?—preguntó,nervioso.—Acabasdehacerunaventa,¿no?Elhombreseacercó.—Comosiesofueraasuntotuyo…—¿Elretratodeunaseñora?ElhombretratódegolpearaEzioysepreparóparaagacharseysalircorriendo,

pero Ezio era demasiado rápido para él. Le puso la zancadilla, y cayó al suelodespatarradoylasmonedasseesparcieronporlosadoquines.

—Recógelasydámelas—dijoEzio.—Nohehechonada—gruñóelhombre,obedeciendonoobstante—.¡Nopuedes

demostrarlo!—Nomehacefalta—respondióEzio—.Seguirégolpeándotehastaquehables.Eltonodelhombreseconvirtióenunquejido.—Meencontréesecuadro.Bueno,quierodecirquealguienmelodio.Ezioleaporreó.—Piénsaloantesdementirmeenlacara.—¡QueDiosmeayude!—gimióelhombre.—Tienemejorescosasquehacerenvezdeescuchartusplegarias.Elladrónterminósutareay,dócilmente,leentrególabolsaenteraaEzio,quele

pusoderechoylepegóaunaparedquehabíaallícerca.—Nomeimportacómoobtuvisteelcuadro—dijoEzio—.Tansolodimedónde

está.—Se lo vendí a unmarchante de por aquí. Por doscientos pésimosakçe.—Al

hombre se le quebró la voz cuando le indicó la tienda—. ¿Conquéme alimentaréahora?

—Lapróximavezencuentraunamaneramejordeseruncanaglia.Eziodejómarcharalhombre,que se fuecorreteandopor lacalle,maldiciendo.

Eziolecontemplóuninstanteydespuésentróenlagalería.Mirócondetenimiento loscuadrosy lasesculturasqueestabanenventa.No le

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costólocalizarloqueestababuscandoporqueelpropietariodelagaleríaacababadecolgarlo.No era una obra grande, pero sí hermosa. La cabeza y los hombros, trescuartosdelperfildeSofía,unretratoquelamostrabaunoscuantosañosmásjoven,conelcabello llenode tirabuzones,uncollardeazabacheydiamantes,yunacintanegraatadaenelhombroizquierdodesuvestidodesatén,colorbronce.Eziosupusoque debió de haberse hecho para la familia Sartor, durante la breve estancia deMeisterDureroenVenecia.

Eldueñodelagalería,alverqueloadmiraba,seacercó.—Estáalaventa,porsupuesto,siosgusta.—Retrocedióunpocoparacompartir

el tesoro con su futuro cliente—. Un retrato luminoso. Parece muy viva. ¡Irradiabelleza!

—¿Cuántopides?Elpropietariodelagaleríavaciló.—Esdifícil ponerleprecio a loqueno lo tiene, ¿verdad?—Hizounapausa—.

Peroveoquesoisunentendido.Digamos…¿quinientos?—Haspagadodoscientos.Elhombrealzólasmanos,horrorizado.—Efendim! ¡Cómopodríayoaprovecharmedeunhombrecomovos!De todas

maneras,¿cómolosabéis?—Acabo de tener un par de palabras con el vendedor. Hace menos de cinco

minutos.EldueñodelagaleríasediocuentaenseguidadequeEzioeraunhombreconel

quenosepodíajugar.—¡Ah!Claro.Peroyotengomisgastos,¿sabéis?—Loacabasdecolgar.Tehevisto.Eldueñodelagaleríaparecíaconsternado.—Muybien…,cuatrocientos,entonces?Eziolefulminóconlamirada.—¿Trescientos?¿Doscientoscincuenta?Eziocolocóconcuidadolabolsaenlasmanosdelhombre.—Doscientos.Ahílostienes.Cuéntalossiquieres.—Tendréqueenvolvéroslo.—¿Noesperarásunapropinaporeso?Refunfuñando en voz baja, el hombre descolgó el cuadro y lo envolvió con

cuidadoenunateladealgodónquecogiódeunrollojuntoalmostrador.LuegoseloentregóaEzio.

—Unplacerhacernegociosconvos—dijo,secamente.—Lapróximavez,notengastantasganasdecogerbienesrobados—dijoEzio—.

Podríashaber tenidoun clientequequisiera saber la procedenciadeun cuadro tan

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buenocomoeste.Hastenidosuerteyyolohepasadoporalto.—¿Yporqué,sipuedesaberse?—Soyamigodelamodelo.Estupefacto, el propietario de la galería le acompañó hasta la puerta, con tanta

prisacomolepermitíalacortesía.—Hasidotambiénunplacerhacernegocioscontigo—dijoEzio,consequedad,

almarcharse.

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EzionopudoencontrarseconSofíaaquellanocheyleenvióunanotaparacitarlaaldíasiguiente,enlamezquitadeBayezid,dondeledevolveríaelcuadro.

Cuandollegó,yalaencontróallí,esperándole.Bajolaluztamizadadelsol,laviotanhermosaqueelretratoapenaslehacíajusticia.

—Esunbuen retrato,¿nocrees?—dijoella,mientrasél lodesenvolvíay se lodaba.

—Prefieroeloriginal.Ellalediouncontundentecodazo.—Buffone—dijocuandoempezaronacaminar—.Esunregaloquemehizomi

padreparamidécimooctavocumpleañoscuandoestábamosenVenecia.—Hizounapausa al recordarlo—. Tuve que posar paraMesser Alberto Durero una semanaentera.¿Teimaginas?¿Yosentada,inmóvil,durantesietedías?¿Sinhacernada?

—No.—¡Unatortura!Pararonjuntoaunbancoquehabíaporallícercaysesentaron.Eziocontuvola

risaalpensarenellaposando,intentandonomoverniunmúsculo,durantetodoaqueltiempo. Pero el resultado sin duda habíamerecido la pena, aunque él prefiriera eloriginal.

La risa se apagóen sus labios cuandoSofía sacóunpapelito.Sepuso seriodeinmediatoyellatambién.

—Tedevuelvoelfavor…—dijo—.Heencontradolaubicacióndeotrolibro.Laverdadesquenoestálejosdeaquí.

Lepasóelpapelitodoblado.—Grazie—dijo.Lamujereraungenio.Sedespidiódeellaconungestodelacabezaysedispuso

amarcharse,peroellaledetuvoparahacerleunapregunta.—Ezio,¿dequéva todoesto?Noeresunerudito,esoestáclaro.—Leechóun

vistazoalaespada—.¡Nopretendoofenderte,claro!—Hizounapausa—.¿TrabajasparalaIglesia?

Ezioserioalhacerlegracia.—ParalaIglesiano.Perosoyunaespeciede…profesor.—¿Yentonces?—Teloexplicaréalgúndía,Sofía.Cuandopueda.Ella asintió, decepcionada, pero, como comprobó, no estaba desolada. Tenía

suficientejuiciocomoparaesperar.

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LaclavedescifradallevóaEzioaunedificioantiguoapenasatresmanzanasdedistancia, en el centrodelDistritodeBayezid.Por lovistohabía sidounalmacén,ahoraendesuso,yparecíamuybiencerrado,perolapuertacedióalintentarabrirla.Concautela,miróaambosladosdelacalleparacomprobarquenohubierarastrodelosguardiasotomanosolosjenízaros,yentró.

Siguiendo las instrucciones del papel que sostenía en la mano, subió por unaescalerahasta elprimerpisoy siguióporunpasillo, al finaldel cual encontróunapequeñahabitación,undespacho,cubiertodepolvo;perolasestanteríasaúnestabanllenasdelibrosdecontabilidad,ysobreelescritoriohabíaunaplumayunabrecartas.Examinólahabitacióndetenidamente,peroentresusparedesnoparecíahaberrastroningunodeloquebuscaba,hastaqueporfinsubuenavistaadvirtióquelasbaldosasquerodeabanlachimeneaerandistintas.

Loexploródelicadamenteconlosdedosydescubrióqueunasemovíaaltocarla.Usóelabrecartasdelamesaparasacarla,sindejardeprestaratenciónporversioíacualquiermovimientoabajo,aunqueestabasegurodequenadielehabíavistoentraren el edificio. La baldosa se despegó tras intentarlo unos instantes y al otro ladoaparecióunpaneldemadera.Loquitóy,bajo la tenueluz,viounlibrodetrás,queretiróconcuidado.Eraunlibropequeñoymuyantiguo.Leechóunvistazoaltítuloen el lomo: era una versión de Fábulas de Esopo, escrita en verso por Sócratescuandoestabasentenciadoamuerte.

Soplóparaquitarleelpolvoy,conexpectación,loabrióporunadelasprimeraspáginas en blanco. Allí, tal como había esperado, apareció un mapa deConstantinopla.Loexaminódetenidamente,concentrado,conpaciencia.Ymientrasla página brillaba con una luz sobrenatural, vio que estaba señalada la Torre deGálata. Se guardó el libro con cuidado en la cartera del cinturón y semarchó deledificioendirecciónnorte,atravesandolaciudadparacogerelferryquecruzabaelCuernodeOrohastallegaraunmuellealpiedelatorre.

Tuvoqueusartodassusdotesdecamuflajeparapasarpordelantedelosguardiassin que le vieran, pero en cuanto estuvo dentro, el libro le guio por una escaleracurva, depiedra, hasta un rellano entredosplantas.Noparecía contener nadamásquesusparedesdesnudas.Eziocomprobódosvecesellibroparaasegurarsedequeestabaenellugarcorrecto.Palpólasparedesparaversiencontrabaalgunagrietaqueleindicaraunaaberturaoculta,yesperóentensiónelmenorsonidodepisadasenlaescalera,peronadieseacercó.Porfinencontróunhuecoentrelamamposteríaquenoestabarellenoconargamasa,loresiguióconlosdedosydescubrióunaentradamuyestrechayescondida.

Quisoinvestigarmásafondo,yempujóconcuidadolaspiedrasquelarodeaban,

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hastaqueencontróunaaunmetrodelsueloquecedíaunpoco,loquepermitíaabrirla puerta. En el interior delmuro de la torre, dio con una pequeña habitación queapenaseralobastantegrandeparaentrar.Dentrodeunacolumnaestrechasehallabaotra llave circular de piedra: la tercera.Metió la mano como pudo para sacarla ycomenzó a brillar. Su luz se intensificó de inmediato. La habitación, en cambio,parecíaaumentardevolumenyEzionotócómosetransportabaaotraépoca,aotrolugar.

Cuando la luzdisminuyóhasta alcanzarunbrillonormal, el resplandordel sol,EziovolvióaverMasyaf.Peroeltiempohabíaavanzado.Ensucorazón,Eziosabíaquehabíanpasadomuchosaños.Noteníaniideadesiestabaonosoñando.Parecíaun sueño, pero no formaba parte de él; pero almismo tiempo, de algunamanera,estaba implicado. Además de tener la sensación de estar soñando, la experienciatambiénera,deunmodoqueEzionopodíadefinir,comounrecuerdo.

Incorpóreo, en armonía con la escena que se le presentaba, aunque sin formarpartedeella,observóyesperó…Yallí,unavezmás,aparecióel jovenvestidodeblanco,aunqueyanoerajoven;debíandehaberpasadodécadasenteras.

Ysuexpresióneradepreocupación…

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Trasunalargaausenciaviajandoporeleste,AltaïrhabíaregresadoalasededelaOrdendelosAsesinos.EraelAñodeNuestroSeñor1228.Altaïr,ahoraconsesentaytresaños,perotodavíaunhombredelgadoyvigoroso,estabasentadoenunbancodepiedraenelexteriordeunaviviendadeMasyaf,pensando.Laadversidadleresultabafamiliaryparecíaque,unavezmás,sobrevendríaeldesastre.Peroapesardetodo,élhabíamantenidoasalvoelgranyterribleartefacto.¿Cuántotiempomásresistiríasufuerza?¿Cuántotiempomássenegaríasuespaldaa torcersebajo losgolpesqueelDestinodejabacaersobreella?

Susreflexionesfueroninterrumpidas—ylainterrupciónnofueinoportuna—porla apariciónde su esposa,MaríaThorpe, la inglesa quehacíamucho tiempohabíasidosuenemiga,unamujerquehabíadeseadosermiembrode laCompañíade losTemplarios.Eltiempoyelazarhabíancambiadotodoaquello.Ahora,trasunlargoexilio,habíanregresadoaMasyafparaenfrentarsejuntosalDestino.

Sesentóconélenelbancoalnotarqueestabadecaído.Él lecontólasnoticiasquetraía.

—Los Templarios han reconquistado su archivo de Chipre. Abbas Sofian noenviórefuerzosparaayudaralosdefensores.Hasidounamasacre.

Maríasequedóboquiabiertaporlasorpresaylaconsternación.—¿CómohapermitidoestoDios?—María,escúchame.CuandonosmarchamosdeMasyafhacediezaños,nuestra

Orden era fuerte. Pero desde entonces todo nuestro progreso, todo lo queconstruimos,sehadeshecho,sehadesmontado.

Surostroeraunamáscaradeirasilenciosa.—Abbastienequeresponderanteesto.—¿Responderantequién?—replicóAltaïr,enfadado—.Ahora losAsesinos tan

soloobedecensusórdenes.Lamujercolocóunamanoensuhombro.—Resiste tu deseo de venganza,Altaïr. Si dices la verdad, se darán cuenta del

errorquehancometido.—¡Abbasmatóanuestrohijopequeño,María!¡Merecelamuerte!—Sí,perosinopuedesvolveraganartea laHermandaddemanerahonorable,

suscimientossederrumbarán.Altaïrnorespondióenaquelmomento,sinoquesesentóensilenciomeditando

sobre alguna profunda lucha interna. Pero al final alzó la vista, con el rostrodespejado.

—Tienesrazón,María—dijo,tranquilo—.Hacetreintaaños,dejéquelapasiónseimpusieraamijuicio.Eraobstinadoyambicioso,yprovoquéunarupturadentro

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delaHermandadquenuncasehacuradodeltodo.SelevantóyMaríasepusodepieconél.Despacio,inmersosenlaconversación,

caminaronporlapolvorientaaldea.—Habla razonablemente, Altaïr, y los hombres razonables escucharán —le

animó.—Algunos, tal vez. Pero no Abbas. —Altaïr negó con la cabeza—. Debería

haberleexpulsadohacetreintaaños,cuandointentórobarlaManzana.—Pero, cariño, te ganaste el respeto de los demás Asesinos porque fuiste

compasivoydejastequesequedara.Éllesonriótímidamente.—¿Cómosabestodoeso?Nisiquieraestabasallí.Ellaledevolviólasonrisa.—Mecaséconunmaestroennarrarhistorias—contestó,sindarleimportancia.Mientrascaminaban,apareciólaenormeestructuradelcastillo.Habíaunairede

abandonoquesecerníasobreél;dedesolación,incluso.—Miraestelugar—gruñóAltaïr—.Masyafesunasombradeloqueeraantes.—Tenencuentaquehemosestadomuchotiempofuera—lerecordóMaríacon

tacto.—Peronoestuvimosescondidos—dijo,irritado—.Laamenazadelosmongoles,

laTormentadelEste,lashordasencabezadasporKhanGenghis,requirieronnuestraatención,yfuimosaenfrentarnosaellos.¿Quéhombreaquípuededecirlomismo?

Continuaroncaminando.Unpocodespués,Maríarompiósusilencioydijo:—¿Dóndeestánuestrohijomayor?¿SabeDarimquesuhermanoestámuerto?—LeenviéaDarimunmensajehacecuatrodías.Consuerte,yadebedehaberle

llegado.—Entoncesleveremospronto.—SiDiosquiere.—Altaïrhizounapausa—.¿Sabes?CuandopiensoenAbbas,

casimedalástima.Llevaesegranrencorhacianosotroscomounacapa.—Suheridaesprofunda,cariño.Talvez…,talvezesoleayudeaoírlaverdad.PeroAltaïrnegóconlacabeza.—Noleimportará,aélno.Uncorazónheridovetodalasabiduríacomolapunta

de un cuchillo. —Volvió a hacer una pausa y miró a su alrededor, al puñado dealdeanosquepasabanasulado,conlamiradabajaoapartada—.Alcaminarporestepueblo,notoungranmiedoenlaspersonas,noamor.

—Abbashadesbaratadoestelugarylehaarrebatadotodalaalegría.Altaïrdejódecaminarymiróconseriosemblanteasuesposa.Buscósurostro,

arrugadoyaperoaúnhermoso.Susojosconservabansuclaridad,aunquecreyóverreflejadoenellostodoporloquehabíanpasadojuntos.

—Puedequecaminemoshacianuestraperdición,María.

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Ellalecogiólamano.—Puede.Perocaminamosjuntos.

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MaríayAltaïrhabíanllegadoaloslímitesdelcastilloycomenzaronaencontrarAsesinos—losmiembrosdelaHermandad—queconocían.Peroelrecibimientonofuemuyamistoso.Cuandounodeellospasóasu ladocomosino losreconociera,Altaïrledetuvo.

—Hermano.Hablaconnosotrosunmomento.ElAsesinosediolavueltaaregañadientes,peroconunaexpresiónadusta.—¿Por qué razón tendría que hablar contigo? ¿Para queme retuerzas lamente

coneseartefactodiabólicotuyo?Ysefuecorriendo,negándoseaseguirhablando.Pero pisándole los talones iba otro Asesino. Sin embargo, este también quiso

evitarcualquiercontactoconsuantiguoMentorysuesposa.—¿Estás bien, hermano? —preguntó Altaïr, abordándole, con cierto tono

desafiante.—¿Quiénpregunta?—replicó,bruscamente.—¿Nomereconoces?SoyAltaïr.Lemiróconecuanimidad.—Esenombremesuenaahuecoytú…túnoeresmásqueunceroalaizquierda,

nadamás.Aprenderíamáshablandoconelviento.Sedirigierona los jardinesdel castillo sinquenada lo impidiera.Unavezallí,

supieronporquéleshabíandejadopenetrarhastatanlejos,puesderepentesevieronrodeadosporunosAsesinosvestidosdenegro,lealesasuMentorusurpador,Abbas,ydispuestosaatacarencualquiermomento.Entonces,enunbaluarteencimadeellosaparecióelmismoAbbas,conelairedespectivodequientieneelpoder.

—Dejadleshablar—ordenóconunavozimperiosa.YlesdijoaAltaïryMaría—:¿Por qué habéis venido? ¿Por qué habéis regresado a este lugar, si no soisbienvenidos?¿Paracorromperloaúnmás?

—Buscamoslaverdadsobrelamuertedenuestrohijo—respondióAltaïrconunavozclaraytranquila—.¿PorquémataronaSef?

—¿Queréislaverdadounaexcusaparalavenganza?—replicóAbbas.—Si la verdad nos da una excusa, actuaremos en consecuencia —le contestó

María.Aquella réplica hizo que Abbas se callara, pero al cabo de unos instantes de

reflexión,dijoentonomásbajo:—EntregalaManzana,Altaïr,yteexplicaréporquémataronatuhijo.Altaïrasintiócomosihubieraentendidoalgosecretoysediolavuelta,dispuesto

adirigirsealaHermandaddeAsesinosreunida.Alzólavozdemodoimperativo:—¡Ah,laverdadhasalidoyaalaluz!AbbasquierelaManzanaparaél.¡Nopara

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abriroslamentesinoparacontrolarla!Abbassedioprisaenresponder:—Has tenido ese artefacto durante treinta años, Altaïr. Te has deleitado en su

poderyhasacaparadotodossussecretos.¡Tehacorrompido!Altaïrcontemplóelmardecaras,lamayoríahostiles,aunquealgunosmostraban

signosdeduda.Sumentetrabajórápidoypreparóunplanquepodíafuncionar.—Muybien,Abbas—dijo—.Cógela.YsacólaManzanadelabolsaquellevabaenelcostadoylalevantó.—¿Qué…?—dijoMaría,sorprendida.LosojosdeAbbasbrillaronalver laManzana,perovacilóantesdehacerunas

señasasuescoltaparaquefueraacogerladelahuesudamanodeAltaïr.Elescoltaseacercó.CuandoestuvoalladodeAltaïr,undemonioleposeyóycon

una expresión divertida en el rostro, se inclinó hacia su antiguo Mentor parasusurrarlealoído:

—FuiyoquienmatóatuhijoSef.Justoantesdeasesinarlo,ledijequefuistetúquien ordenó su muerte. —No vio el relámpago en los ojos de Altaïr. Continuóhablando, satisfecho consigo mismo y apenas reprimiendo la risa—. Sef muriócreyendoquefuistetúelquelotraicionó.

Altaïrentonces lemiróconfuegoen losojos.LaManzanaexplotóensumanoconlaluzdeunaestrellareluciente.

—¡Ahhhh!—gritódedolorelescolta.Todosucuerposeretorcíasincontrol.Sellevólasmanosalacabeza,buscando

las sienes.Era como si tratara de arrancarse la cabezadel cuerpo enun intento depararlaangustia.

—¡Altaïr!—gritóMaría.PeroAltaïrnolaescuchaba.Teníalosojosnegrosdefuria.Guiadoporunafuerza

oculta,elescolta,aunqueintentabacontenersuspropios impulsos,sacóuncuchillolargodelcinturóny,conlasmanostemblandoytratandodecombatir lafuerzaquelasdirigía,loalzó,dispuestoaclavarloensupropiagarganta.

Maríacogióelbrazodesumarido,lezarandeóyvolvióachillar.—¡Altaïr!¡No!Finalmente, sus palabras tuvieron efecto. Un instante después, visiblemente

afectado, Altaïr salió del trance que le había dominado. Sus ojos volvieron a lanormalidadylaManzanaseapagó,quedandooscuraysinbrillo,inerteensumano.

Peroel escolta, liberadode la fuerzaque lehabíaposeído, se sacudiócomounperro,miróasualrededorcomounloco,enfadadoyaterrado,vociferóuna terriblemaldición,selanzósobreMaríayleclavóelcuchilloenlaespalda.Luegoseretiróydejóel cuchillohundidoalládonde lohabíacolocado.Undébilgrito surgióen loslabios de María. La compañía de Asesinos al completo se quedó inmóvil,

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impertérrita.ElmismoAbbaspermanecíaensilencio,boquiabierto.FueAltaïrquiensemovió.AlescoltaleparecióquesuanteriorMentoraccionaba

lahojaocultaconuna lentitudsobrecogedora.Lacuchilla salióyel sonido fue tanfuerte como el de una roca al romperse por el calor del sol.El escolta vio la hojaacercarseaél,haciasucara, lavioaproximarsecentímetroacentímetro,segundoasegundo, o eso le pareció. Pero entonces la velocidad aumentó y fue atroz cuandonotóquelecortabalacaraentrelosojos.Hubounaexplosiónensucabezayluego,nada.

Altaïrsequedóquietounafraccióndesegundomientraselcuerpocaíaalsueloylasangremanabadesucabezaentrelosojosdestrozados.Entoncescogióasumujercuandoempezóadesplomarseyladepositóconcuidadosobrelatierra,quesabíaquelaacogeríapronto.Unaboladehielocrecióensucorazón.Seinclinósobreella,conlacaratanpegadaalasuyaqueparecíanamantesapuntodebesarse.Elsilenciolesenvolviócomounaarmadura.Ellaintentabahablaryélseesforzabaporoírla.

—Altaïr.Miamor.Fuerza.—María…—Suvoznofuemásqueunsusurroangustiado.Luego,lossonidos,elpolvoylosoloressealzaronconviolenciaasualrededor

deunmodosobrecogedor,chocandocontralaarmaduraprotectora,yporencimadetodoelloseoyólavozdeAbbaschillando:

—¡Estáposeído!¡Matadle!Altaïrsepusoenpie,seirguiócuanaltoera,yretrocediólentamente.—¡CogedlaManzana!—gritóAbbas—.¡Ahora!

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Altaïr huyó antes de que pudieran reaccionar. Salió del castillo, por su enormeportal,bajólaescarpayentróenelbosquepocodensoquedelimitabaeláreaentrelafortaleza y la aldea por el lado norte. Y allí, en un claro, como por obra de unmilagro,seencontróconotrohombrecomoél,perounageneraciónmásjoven.

—¡Padre! —exclamó el recién llegado—. He venido en cuanto leí vuestromensaje.¿Quéhapasado?¿Llegodemasiadotarde?

Enelcastilloqueteníanasusespaldas,loscuernosdabanlaalarma.—¡Darim!¡Hijomío!¡Regresa!Darim miró detrás de su padre, por encima de su hombro. Allí, más allá del

bosque, vio grupos de Asesinos reuniéndose, preparándose para perseguirlos yatraparlos.

—¿Sehanvueltotodoslocos?—Darim, todavía tengo laManzana. Tenemos quemarcharnos.Abbas no debe

ponerlelasmanosencima.Como respuesta, Darim descolgó su fardo y sacó una funda con cuchillos

arrojadizosantesdecolocarlaenelsuelo.—Haymáscuchillosahídentro.Cógelossilosnecesitas.LosAsesinos lealesaAbbasya lohabíanvisto;algunossedirigíanhaciaellos,

mientrasqueotrosseabríanenabanicoparaflanquearlos.—Intentantendernosunaemboscada—dijoAltaïrentonograve—.Quédatecon

unoscuantoscuchillos.Debemosestarpreparados.Cruzaronelbosque,adentrándosemásenél.Erauncaminopeligroso.Amenudo, teníanquerefugiarsecuandoveíangrupos

deAsesinosdelanteoque intentabanalcanzarlospor el ladouoblicuamentedesdeatrás.

—¡Notealejes!—dijoDarim—.Vamosjuntos.—Intentaremos coger un desvío. Hay caballos en el pueblo. En cuanto los

tengamos,podremostratardellegaralacosta.Hasta entonces, Darim había estado demasiado preocupado por el peligro

inmediatoparapensarennadamás,peroahoradijo:—¿Dóndeestámimadre?Altaïrnegóconlacabeza,tristemente.—Hafallecido,Darim.Losiento.Dariminspiró.—¿Qué?¿Cómo?—Déjaloparaluego.Yahablaremosmástarde.Ahoratenemosqueluchar.—PerosonnuestrosHermanos.NuestroscompañerosAsesinos.Estoysegurode

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quepodemoshablarconellosparaconvencerles.—Olvídatedelosrazonamientos,Darim.Loshanenvenenadoconmentiras.Sehizoelsilencioentreambos.LuegoDarimdijo:—¿FueAbbasquienmatóamihermano?—Mató a tu hermano. Mató a nuestro gran camarada, Malik al-Sayf. Y a

muchísimosmás—respondióAltaïr,sombrío.Darimagachólacabeza.—Estáloco.Notieneremordimientos.Niconciencia.—Esunlococonunejército.—Morirá—dijoDarim,confrialdad—.Algúndíalopagará.Llegaronalasafuerasdelpuebloytuvieronlasuertedealcanzarlosestablossin

problemas,puestoque laaldeaestaba repletadeguerrerosAsesinos.Ensillaron loscaballosatodaprisaymontaron.Mientrassemarchabancabalgando,oyeronlavozdeAbbas,bramandocomounabestiadolorida,encimadelatorrecilladelaplazadelpueblo.

—¡LaManzana serámía,Altaïr! ¡Y conseguiré tu cabeza por toda la deshonraquehastraídoamifamilia!¡Nopodráscorrersiempre!¡Nohuirásdenosotros,nidetusmentiras!

Suvozseperdióenladistanciamientrassealejabangalopando.

Trasochokilómetrosdecamino,frenaron.Noleshabíanseguido,almenosporahora.Habíanganadotiempo.PeroDarim,queibadetrás,advirtióquesupadreibaalicaídoenlasilla,agotadoyangustiado.EspoleóasucaballoparaqueseacercaraymiróelrostrodeAltaïrconpreocupación.

Altaïribaencorvadoyestabaalbordedelaslágrimas.—María.Miamor—oyóDarimquemurmuraba.—Venga,Padre—dijo—.Debemosseguircabalgando.Haciendo un esfuerzo supremo, Altaïr espoleó al caballo para que saliera al

galope,ylosdoshombressealejaronatodavelocidadhastaquenofueronmásquedosmotasquedesaparecieronenelimponentepaisaje.

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Trasdepositarlanuevallaveconlasotras,abuenrecaudoenelcuartelgeneraldelosAsesinosenConstantinopla,ydespuésdeentregarelejemplardeEsopoescritoporSócratesydejarmaravilladaaSofía,EziodecidióquehabíallegadoelmomentodeinformaralpríncipeSuleimanacercadeloquehabíadescubiertoenelArsenal.

Teníaalgunaideadedóndeencontrarleysedirigióaunparquedemoda,cercadela mezquita de Bayezid, donde halló a Suleiman y a su tío Ahmet sentados a lasombradeunplátanoalquelaluzdelsolaumentabaelverdebrillantedesusanchashojas. Unos guardias jenízaros estaban a su alrededor, a una discreta distancia,mientrasjugabanalajedrez.Eziosecolocódondepodíaobservarsinservisto.Queríahablarconelpríncipeasolas.Peroestabainteresadoeneltablerodeajedrez,puestoquelasestrategiasdeaqueljuegolehabíanenseñadomuchastécnicasaplicablesencualquierterreno,ysiguióeldesarrollodelapartidaconinterés.

Losdosjugadoresparecíanbastanteigualados.Alcabodeunrato,Suleiman,trasreflexionarsobreunmovimientodesutío,queponíaasureyenpeligro,respondióconunenroque.

—Esemovimientonoesreglamentario—dijoelpríncipeAhmet,sorprendido.—Esunavariacióneuropea,arrocco.—Esinteresante,peronoprecisamentejusto,cuandojuegascondistintasnormas

alasdetuoponente.—Puede que pienses diferente cuando seas sultán —respondió Suleiman de

plano.Ahmet reaccionó como si le hubieran dado una bofetada, pero no dijo nada.

Suleimancogiósurey.—¿Loretiro?—preguntó.Comorespuesta,Ahmetsepusodepie.—Suleiman—dijo—,séquehasidodifícilparatielhechodevernosatupadrey

amípelearporeltronodeBayezid.Eljovenseencogiódehombros.—Elabuelotehaelegidoatiysupalabraeslaley,kanun.Nohaydiscusión.ElpríncipeAhmetmiróasusobrinoconunaadmiraciónreticente.—Antestupadreyyoestábamosmuyunidos,perosucrueldadyambiciónhan…—Heoídorumores,tío—leinterrumpióSuleiman,convehemencia.Avergonzado,Ahmetapartólamiradahaciaelparqueporunmomento,antesde

volveracentrarlaeneltablerodeajedrez.—Bueno—dijo finalmente—, tengo una reunión con el consejo de visires en

breve.¿Continuamosenotromomento?—Cuandoquieras—dijoSuleiman,cordial.

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Se levantó y le hizo una reverencia a su tío, que se la devolvió, antes demarcharse con su escolta. Ezio esperó un momento y observó cómo Suleiman sevolvíaasentarparacontemplareltablerodeajedrez.

Entoncesavanzó.Suleiman le vio acercarse y les hizo unas señas a sus guardias para que

permitieranacercarsealvisitante.—Ezio—dijo.Eziofuedirectoalgrano.—Tarikhaestadovendiendoarmasaunavarodeporaquí,ManuelPaleólogo.ElrostrodeSuleimanseensombrecióyapretóelpuño.—Paleólogo.Unatristenoticiaparamisoídos.—Sevolvióaponerdepie—.El

últimoemperadorbizantinofueConstantinoPaleólogo.Sisuherederoestáarmandounamiliciadealgúntipo,habráconflictoyseintensificará.Todoesoenunmomentoenquemipadreymiabueloestánendesacuerdo.

Secalló,perdidoensuspensamientos.Ezioimaginóquedebíadeestardándolevueltasaunadelasdecisionesmásdifícilesquehabía tenidoquetomarentodasuvida.

—Tariksabeadóndevanesosrifles—dijo—.Sileencuentroprimero,lasarmasmellevarándirectasalosbizantinos.

Suleimanlemiró.—Tarikestaráconlosjenízarosensucuartel.Asíquesiquieresacercarte,tendrás

queconvertirteenjenízaro.Eziosonrió.—Nohayproblema—contestó.—Güzel —dijo Suleiman—. Perfecto. —Se quedó pensando un momento, y

quedóclaroqueladecisiónqueibaatomarledisgustaba;peroencuantolatomó,fuefirme—.Consiguelainformaciónquenecesitesyluegomátalo.

Eziolevantóunaceja.AquellaeraunacaradeSuleimanquenohabíavistoantes.—¿Estás seguro,Suleiman?MehabíasdichoqueTariky tupadre eran amigos

íntimos.Suleimantragósalivaydespuésrespondió,desafiante:—Escierto.Perotalmanifiestatraicióncontramiabuelomerecelamuerte.Ezioseloquedómirandounmomentoydespuésdijo:—Entendido.Nohabíamásquehablar.Eziosemarchó.Cuandomiróatrás,Suleimanvolvíaa

estudiareltablerodeajedrez.

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Con un poco de ayuda de los Asesinos de Yusuf, Ezio fue capaz de aislar yacorralaraunjenízarodesprevenidoyfueradeservicioenelBazar,paraquitarlesuuniforme.Peropagósuprecio.EljenízaroofreciógranresistenciaehiriógravementeadosAsesinosantesdequeleredujeran;peronoantesdequeélmismosufrieraunaheridamortal.Eziotuvoquelimpiar,conlaayudadeAzize,lasmanchasdesangredelasprendasblancasantesdeponérselas.Asípodríapasarporunguardiajenízarosin que le interrogaran, siempre que mantuviera tapada su barba con un pañueloblancoydejaravisibletansoloelbigote.

Cuandosedirigióalcuartel, lehizograciayalmismotiempoledesconcertólareacciónquesuscitóentrelapoblaciónlocal,tantoenhombrescomoenmujeres,enotomanosybizantinosporigual,aunquelasreaccioneseranunamezclaparecidaalade todas lasnacionalidadescon lasquese topó.Algunosalparecer leadmirabanyotros hasta se congraciaban con él. Otros mostraban sutilmente desdén, y aun asípredominabaelmiedoylaincertidumbre.Estabaclaroquelosjenízarosenelmejordeloscasoserantoleradosyenelpeor,detestados.Nohabíanirastrodeauténticoafectoniadmiración.Peroporloquepudodeducir,parecíahaberunespecialdesdénhacia los jenízaros que pertenecían al cuartel de Tarik. Ezio guardó aquellaexperienciaenlamemoria,conlacertezadequeleresultaríaútilenunfuturo,perodemomentosecentróensuobjetivo.

Al ver que el uniforme le permitía pasar sin obstáculos ni oposición hacia elcuartelsesintióaliviado,ymásaúncuandopocodespuésseenteródequeyahabíandescubiertoquelosAsesinoshabíanmatadoaunjenízaro.Alacercarseasudestino,pasó por una plaza donde un heraldo seljuk estaba anunciando la muerte de unhombreaunamultituddecuriososinteresados.

—Malas noticias, ciudadanos deKostantiniyye—proclamaba el heraldo—.Unsirvientedenuestro sultánhamuerto amanosdeuncriminal,que lehaquitado laropa.—Miróasualrededorylevantólavozunpoco—.Estadatentosantecualquieractividadsospechosa.

Ezio cruzó la plaza de forma tan discreta como le fue posible, peroinevitablementesefijaronenél.Rezóporpoderentrarenelcuartelsinproblemas.Sisabíanlodelasesinatoyquehabíanmatadoaaquelhombreparaquitarleeluniforme,notardaríanniunsegundoenextremarlasmedidasdeseguridad.

—¡Pobredelasesinoquelehaquitadolavidaaunqueridojenízaro!—continuóclamandoelheraldo—.¡Hayqueencontraralenemigode lacivilizacióny llevarloante la justicia! ¡Si veis algo, avisad! —Recorrió la multitud con una miradadesafiante,imponente,yagitósupergaminoparaenfatizarelefecto,antesdeseguir—: ¡Cuidado, ciudadanos! Un asesino acecha nuestras calles, un hombre sin

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concienciaquetienecomoobjetivolossirvientesdenuestrosultán.Losjenízaroshandedicado su vida a la protección del imperio. Devolvedles el favor que nos hanhecho,¡yencontradaesteasesinoantesdequeataqueotravez!

La poterna de la guarnición jenízara estaba abierta, aunque flanqueada por unaguardia doble. Se pusieron firmes cuandoEzio llegó y se dio cuenta de que habíatenidolasuertedeabordaraunsuboficialsuperiorounoficialsubalterno,puestoquela ropa que llevaba sin duda imponía respeto, aunque al ojo profano le resultaraprácticamente imposible distinguir entre oficiales jenízaros uniformados y civiles.Entró en los barracones sin problemas, y en cuanto lo hizo, empezó a captarfragmentosdeunaconversaciónrelativaalasesinato.

—Khardeshlerim,hacemenosdeunahorahanencontradoaunodelosnuestrosasesinadoy sin ropa.Ydicenque el cadáver lo tiraron cuesta abajo como si fuerabasura—dijounsoldadoaunpardecompañerossuyos,quemurmuraron,enfadados,antelanoticia—.Mantenedlosojosalertaenlascallescuandocaminéisporellas—continuó diciendo el primero—. Alguien planea atacar, usando nuestro uniformecomo tapadera. Debemos estar en guardia constantemente, hasta que cojan alculpable.

—Yledestripen—añadióotro.Ezio decidió ser tan prudente como fuera posible mientras estuviera en los

barracones.Conlacabezagacha,semovióporelcuartelparafamiliarizarseconély,mientraslohacía,escuchóaescondidasvariasconversaciones.Loqueoyófuemuyrevelador,degranvalor.

—Selim entiende nuestra difícil situación. Los bizantinos, los mamelucos, lossafávidas… Solo él ha tenido la valentía de enfrentarse a las amenazas que esospueblosrepresentanparanosotros—dijounsoldado.

—Escierto.SelimesunguerrerocomolofueronOsmanyMehmetantesqueél—contestóotro.

—Entonces,¿porquénuestrosultánhaelegidoaunmininoenvezdeaunleón?—El príncipeAhmet comparte el temperamento tranquilo del sultán. Esa es la

razón.Metemoquesondemasiadoparecidos.Untercersoldadoseunióalaconversación.—ElsultánBayezidesunbuenhombreyungobernantequesehaportadobien

connosotros…Perohaperdidoelardorquelehizogrande.—Noestoydeacuerdo—opinóuncuarto—.Siguesiendounluchador.¡Miradel

ejércitoquehalevantadocontraSelim!—¡Esotansoloconfirmasudecadencia!¡Tomarlasarmascontrasupropiohijo!

Esvergonzoso.—No tergiverséis la verdad para amoldarla a vuestra pasión, efendim —le

reprendió el cuartohombre—.FueSelim, al finy al cabo, el que atacóprimero al

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sultán.—Evet,evet.PeroSelimlohizoporlagloriadelimperio,noporsímismo.—Hablandodelaguerra,¿haynoticiasdelnorte?—intervinounquintosoldado.—Heoídoque las fuerzasdeSelimhanretrocedidoaVarna—dijounsexto—.

Mehandichoquehahabidograndespérdidas.—Increíble,¿no?Rezoporqueseacaberápido.—Sí,pero¿enquédirección?—Nosabríadecirlo.Micorazónestádepartedenuestrosultán,peromicabeza

tienelaesperanzadequeprevalezcaSelim.—¿Y qué decís del hijo de Selim, el príncipe Suleiman?—añadió un séptimo

jenízaro—.¿Lohabéisconocido?—Nopersonalmente—contestóunoctavo—,perolehevisto.Séqueesunchico

excepcional.—Ya casi ha dejado de ser un niño, es un joven competente. Con una mente

magnífica.—¿Hasalidoasupadre?Elséptimojenízaroseencogiódehombros.—Talvez.Aunquesospechoqueengeneralesotrotipodehombre.Aparecierondos jenízarosmás,queseunierona laconversación,mientrasEzio

semanteníaalmargen.Unodeellossindudaunpocobromista.—¿QuéhaceelpríncipeAhmetenestaciudad?—preguntó,con ironía—.Sabe

quenoesbienrecibido.—Escomounapolillamerodeandojuntoalaluz.Esperaquesupadremuerapara

quedarseconeltrono.—¿HabéisoídoqueleofrecióunsobornoaTarikacambiodenuestralealtad?—

dijoelgracioso.—¡Malditosea!¿QuéhizoTarik?Elotroguardiaserio.—¡Se gastó la mitad del dinero en comida para caballos y le envió el resto a

Selim!

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Había varias tiendas engalanadas montadas en el interior del amplio recinto,protegidoporlosaltosmurosquelorodeaban.Eziodejóa lossoldadosjenízarosysiguió caminando para acercarse más al centro, donde creía que encontraría lasdependenciasdeTarik.Enefecto,alaproximarse,oyóel tonofamiliarde lavozdeTarik,quehablabaconunmensajero.Lesacompañabauntercerjenízaro,sindudaunedecán.

—Tarikbey—dijoelmensajero—.Unacartaparavos.Tarik cogió la carta sin comentarios, rompió el sello y la leyó. Rio con

satisfaccióninclusoantesdellegaralfinal.—Perfecto—dijoyplegóelpapelparaguardarloensutúnica—.Losrifleshan

llegadoaCapadocia,alaguarnicióndeMiguelPaleólogo.—Ynuestroshombres,¿siguenconél?—preguntóeledecán.—Evet.Contactaránconnosotroscuandolosbizantinoslevantenelcampamento.

LuegonosencontraremosconelloscuandolleguenaBursa.Eledecánsonrió.—Entoncestodosevaponiendoensulugar,efendim.—Sí,Chagatai—contestóTarik—.Porunavez.Sedespidiódeloshombresycomenzóacaminarentrelastiendas.Eziolesiguió

aunadistanciaprudente.Peronopudopasartotalmentedesapercibido,ycuandolosguardiassepusieronfirmesolossoldadosderangosimilaralsuyolesaludaron,sealegródelpocoturcoquehabíaaprendidodesdesullegadaaConstantinopla.Peronofue todo coser y cantar. Una o dos veces le perdió de vista y antes de volver alocalizarle, advirtió que le dirigían miradas suspicaces. En una ocasión hasta ledetuvieron.Dosguardiaslebloquearonelpaso.

—¿De qué regimiento sois, efendim?—le preguntó el primero con educación,peroconciertotonoenlavozquelehizodesconfiaraEzio.

AntesdequeEziopudieraresponder,elsegundoleinterrumpió.—Nocreoqueteconozca.Noveotuinsigniaimperial.¿Eresdelacaballería?—¿Cuándoentraste?—preguntóelprimero,conunavozquehabíadejadodeser

amistosa.—¿Dóndeestátucapitán?ElturcodeEzionoestabaaaquelnivel.Ysediocuentadeque,detodasformas,

eraevidentequehabíasuscitadosospechas.Rápidamentesacólahojagancho,selaclavóaunoylelanzócontraelotro.Despuésechóacorreratodavelocidadentrelastiendas,saltandoentrelascuerdastensoras,perosinquitarleelojodeencimaaTarik,queahoraestabamáslejos.

Alguiengritóasusespaldas:

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—¡Impostor!—¡Embustero!¡Morirás!—¡Detenedle!—¡EselbandidoquematóaNazar!¡Cogedle!Pero losbarraconeseranmuyampliosyEzio seaprovechódeque,vestidosde

uniformeyconbigotescasiidénticos,unjenízaroeramuyparecidoaotro.Dejandoconfusiónasupaso,notardóenrecuperarlapistadeTarikylolocalizóenunrincóntranquilodelcuartel,dondesehallabanlassalasdemapasdelosoficialessuperiores.

EzioobservócómoTarikentrabaenunadelassalasdemapas,echóunvistazopara asegurarse de que el hombre estaba solo y que había despistado a susperseguidores,ylesiguió.Cerrólapuertayechóelpestillo.

Ezioyahabía reunido toda la informaciónque creíanecesaria.SabíaqueTarikplaneaba un encuentro conManuel enBursa, y sabía que el envío de armas habíallegado aCapadocia, a la guarnicióndeManuel.Así que cuandoTarikdesenvainóenseguidasuespadayselanzóhaciaél,notuvoqueinterrogarleantes.Sehizoaunladohaciasuizquierda,cuandoTarikdiounaestocada,luegoaccionólahojaocultade su mano izquierda, la clavó con fuerza en la parte derecha de la espalda delcapitán,yleatravesóelriñónconlahojaantesderetirarla.

Tarikseestrellócontraunamesa,esparciólosmapasquelacubríanylosmanchódesangrealcaersobreellos.Contuvolarespiracióny,echandomanodesusúltimasreservas de fuerza, se apoyó sobre el codo derecho para incorporarse y diomediavueltaparamirarasuatacante.

—Tuvilezahaterminado,soldado—dijoEzioconaspereza.PeroTarikparecíaresignado,comosiaquelloledivirtiera.Derepente,aEziole

abordaronlasdudas.—¡Ah, qué amarga ironía! —exclamó Tarik—. ¿Es este el resultado de la

investigacióndeSuleiman?—Has conspirado con los enemigos del sultán —dijo Ezio, cuya confianza

disminuía—.¿Quéesperabasdeunatraicióncomoesa?Tariksonrióconpesar.—Laculpaesmía.—Hizounapausa, respirandocondolor,mientras la sangre

manaba de forma constante de su costado herido—.No fue por traición, sino pororgullodesmedido.—MiróaEzio,quesehabíaacercadoparaoírsuvoz,convertidaenapenasunsusurro—.Estabapreparandounaemboscada.MedisponíaaatacaralosTemplariosbizantinosenelprecisoinstanteenquesesintieranmásseguros.

—¿Quépruebastienesdeeso?—Mira.Ten.Dolorido,Tariksacóunmapadesucinturónconlamanoderecha.—Toma—dijo.

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Eziolocogió.—Esto te conducirá a los bizantinos de Capadocia —continuó Tarik—.

Destrúyelessipuedes.Eziotambiénhabíabajadolavozhastaconvertirlaenunsusurro.—Hashechobien,Tarik.Perdóname.—Nadie tiene la culpa—respondió Tarik. Le costaba hablar. Pero se obligó a

ello,pues sabíaque sus siguientespalabras serían lasúltimas—.Protegemipatria.Allahashkina!EnnombredeDios,recuperaelhonorqueperdimosenestalucha.

EziosecolocóelbrazodeTarikporencimadelhombroylepusosobrelamesa,sequitóatodaprisaelpañuelodelcuelloyleatótanfuertecomopudolaheridaquelehabíahecho.

Peroerademasiadotarde.Volvió a oír fuera el alboroto que había provocado, que se acercaba.No había

tiempoparalamentarsuerror.Searrancóeluniformeatodaprisa,ysequedóconlasimpletúnicagrisylasmallasquellevabadebajo.Lasalademapasestabacercadelmurodelcuartel.Conlaayudadesugancho,sabíaquepodríaescalarlo.

Habíallegadoelmomentodemarcharse.

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Ezio llegó al cuartel general de los Asesinos, se cambió, y volvió a TopkapiSarayiconelalmaporlossuelos.Eraevidentequeleshabíanordenadoalosguardiasquelodejaranpasar,yleacompañaronhastaunaantecámaraprivada,donde,alcabodeunosminutos,Suleimanfueasuencuentro.Eljovenpríncipeparecíasorprendidodeverle,ynervioso.

Ezioanticipólapreguntaensusojos.—Tariknoerauntraidor,Suleiman.Tambiénibadetrásdelosbizantinos.—¿Qué?—EldisgustodeSuleimaneraevidente—.Entonces,¿le…?Ezioasintiócongravedad.Suleimansesentó.Parecíaenfermo.—QueDiosmeperdone—dijo en voz baja—.Nodebería haberle juzgado tan

rápido.—Príncipe,fuelealatuabuelohastaelfinalygraciasasusesfuerzostenemoslos

mediosparasalvarvuestraciudad.Ezioleexplicóbrevementeloquehabíadescubierto,lecontódeloquesehabía

enteradoalescucharalosjenízarosyleenseñóelmapaqueTariklehabíadado.—Ah,Tarik—suspiróSuleiman—.Noteníaquehabersidotanreservado,Ezio.

¡Quémaneratanhorribledehaceralgobueno!—SehanllevadolasarmasaCapadocia.Debemosactuardeinmediato.¿Puedes

llevarmehastaallí?FueroninterrumpidosporlallegadadelpríncipeAhmet.Porsuerte,estellamóa

Suleimanconimpacienciaantesdeaparecer,asíqueEziotuvotiempoderetirarseaunrincóndelasaladondellamaríamenoslaatención.

Ahmetentróenlaestancia.Noperdióeltiempoyfuealgrano.—¡Suleiman, me han tendido una trampa y me han hecho quedar como un

traidor!¿TeacuerdasdeTarik,eljenízaro?—¿Elhombreconelquetepeleaste?Ahmetmostrósignosdeestarrealmenteenfadado.—Lohanmatado.Noeraningúnsecretoqueélyyonoestábamosdeacuerdo.

Ahoralosjenízarosmeacusarándelcrimen.—¡Quénoticiamásterrible,tío!—Puessí.¡Cuandoseenteremipadredeesto,medesterrarádelaciudad!Suleimannopudoreprimirunamiradanerviosaporencimadelhombrodesutío,

haciaEzio.Ahmet sediocuentay sedio lavuelta. Inmediatamente semostrómásreservado.

—Ah.Perdóname,sobrino.Nosabíaqueteníasuninvitado.Suleimanvacilóyluegodijo:

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—Es…Marcello.UnodemisconsejeroseuropeosenKefe.Eziohizounareverencia.—Buonasera.Ahmethizoungestoimpaciente.—Marcello,mi sobrino y yo tenemos un asunto privado que tratar—dijo con

dureza.—Desde luego. Por favor, disculpadme.—Ezio volvió a hacer una reverencia,

inclusomáspronunciada,y regresóa lapuerta tras intercambiarunamirada rápidacon Suleiman que, esperaba, le sacaría de aquella situación. Por suerte, el jovenpríncipesupopordóndeibaydijoconunavozoficialyentrecortada—:Yaconoceslasórdenes.Comohedicho,habráunbarcoesperándotecuandoestéspreparadoparamarcharte.

—Grazie,mioprincipe—respondióEzio.Abandonólasalaentonces,peroseentretuvounpocofuera,deseandooírcómo

terminabalaconversación.Looídonoleconvenciódequeestuvierafueradepeligroenabsoluto.

—Localizaremosalautordeestecrimen,tío—estabadiciendoSuleiman—.Tenpaciencia.

Ezio meditó sobre aquellas palabras. ¿Podía ser tan grave? Apenas conocía aSuleiman.¿YquélehabíaadvertidoYusuf?Quenosemetieraenlapolíticaotomana.

Saliócabizbajodelpalacio.Necesitabairaunlugardondepudierarelajarse—lonecesitabamuchísimo—yponersusideasenorden.

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Porelcaminoentramosencubiertomiguíayyo,buscandoelclaromundo;y,sinquererdescanso,adescubiertosubimos,élprimeroyyosegundo;yentoncespudeverlascosasbellasqueelcieloda,porunhuecorotundo:yotravezcontemplamoslasestrellas.

EziohabíacomenzadoareleerElInfiernodeDantecomoSofíalehabíasugeridohacía unos días. Ya lo había leído cuando era estudiante, pero nunca lo habíaasimilado,puestoquesumenteestabapreocupadaporotrosasuntosenaquellaépoca,peroahoraleparecíatodaunarevelación.Alterminarlo,dejóellibroconunsuspirode placer. Contempló a Sofía, que llevaba las gafas apoyadas en la nariz y estabasentada,conlacabezagacha,mirandodelmapaoriginalasuslibrosdereferenciayluego a una libreta en la que estaba escribiendo. Se la quedó observandomientrastrabajaba,peronolainterrumpió,puestoqueparecíasumamentededicadaalatareaque tenía entre manos. En su lugar, decidió volver a coger el libro y pensó encomenzarElPurgatorio.

Justoentonces,Sofíalevantólavistadesutrabajoylesonrió.—¿Tegustaelpoema?Élledevolviólasonrisa,dejóellibroenlamesa,juntoalasilla,ysepusodepie.—¿Quiénessonesoshombresalosquecondenóalinfierno?—Oponentespolíticos,hombresque lehabían juzgadomal.LaplumadeDante

Alighierieshiriente,¿no?—Sí—respondióEzio,pensativo—.Esunamanerasutildebuscarvenganza.No quería volver a la realidad, pero la urgencia del viaje que pronto debía

emprender le presionaba. Aun así, no había nada que pudiera hacer hasta querecibieranoticiasdeSuleiman.Siempreycuandopudieraconfiarenelpríncipe.Perosuspensamientossehabíancalmado.¿EnquélebeneficiabaaSuleimantraicionarle?Volvióasentarse,cogióotravezLaDivinaComedia,yabrióel libropordonde lohabíadejado.

Ellaleinterrumpió.—Ezio—comenzódiciendo,vacilante—.PlaneounviajeaAdrianópolisdentro

deunassemanasparavisitarunanuevaimprentaquehayallí.Ezio notó el tono tímido de su voz y se preguntó si Sofía había captado la

suavidadensumaneradehablarcadavezquehablabaconella.¿Sehabíapercatado

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delgran…afectoqueletenía?Paracompensarlo,noquisodarleimportanciacuandocontestó:

—Serádivertido.Ellacontinuabacohibida.—Estáacincooseisdíasacaballodeaquíynecesitaréunacompañante.—Prego?Ellasesintióinmediatamenteincómoda.—Losiento.Eresunhombredenegocios.Ahoraletocabaaélponersenervioso.—Sofía,meencantaríaacompañarte,perosemeacabaeltiempo.—Esonospasaatodos.Él no supo qué responder a eso, lo entendió de varias maneras, y se quedó

callado.Estabapensandoenlosveinteañosquelesseparaban.Sofíabajólavistaalmapaduranteunmomentoyluegovolvióaalzarla.—Bueno, podría intentar terminar ahora este último código, pero necesito ir a

hacerunrecadoantesdelapuestadesol.¿Puedesesperarundía?—¿Quénecesitas?Apartólavistayvolvióamirarle.—Es una tontería, pero… un ramillete de flores frescas. Tulipanes blancos, en

concreto.Ezioselevantó.—Tetraerélasflores.Nessunproblema.—¿Estásseguro?—Seráunagradablecambioderutina.Ellalesonriócálidamente.—Bene!Mira,reúneteconmigoenelparquequehayjustoalestedeHagiaSofia.

Intercambiaremosflorespor…¡información!

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ElMercado de las Flores era un derroche de color y aromas agradables, y nohabía jenízaros a la vista. Ezio lo cruzó con inquietud, puesto que en toda aquellaabundancianohabíasidocapazdeencontrarlasfloresquebuscaba.

—Parecesunhombrecondineroparagastar—ledijounvendedorde floresalacercarseEzioasupuesto—.¿Quénecesitas,amigo?

—Estoybuscandotulipanes.Blancos,siesquetienes.Elvendedordefloressequedódudando.—Ah.Tulipanes.Perdóname,peroseacabandeterminar.¿Noquieresotracosa?Ezionegóconlacabeza.—Pordesgracia,nodependedemí.El vendedor de flores reflexionó un momento sobre el problema y luego se

inclinóhaciadelanteparadecirleconfidencialmente:—Vale,noselodigasanadie,esmisecreto.Muchosdelostulipanesblancosque

vendo,loscojocercadelhipódromo.Noesmentira.Veacomprobarlotúmismo.Eziosonrió,cogiósucarteraylediounagenerosapropinaalvendedor.—Grazie.A todaprisa recorrió las calles, calentadaspor el sol, hacia el hipódromoy, en

efecto,enlahierbaaunladodelcircuito,encontrótulipanesblancosquecrecíanenabundancia. Contento, se agachó y accionó la hoja oculta para cortar tantos comoimaginabaqueSofíaquería.

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El Parque Imperial al este deHagia Sofia estaba diseñado como unos jardinesformales, intercalados con césped verde salpicado con bancos demármol blanco ypérgolasidealesparaencuentrosprivados.EnunadeellasencontróprontoaSofía.

Había organizado un pequeño picnic y Ezio advirtió de un vistazo que no setratabadecomidaybebidadelazona.Dealgunamaneraselashabíaarregladoparaprepararunalmuerzoqueincluíaalgunasespecialidadesdesusrespectivasciudadesnatales,comoporejemplomolecheyrixotodegòdeVenecia,ypanzanellaysalametoscanodeFlorencia.TambiénhabíallevadohigosdeTuscoloyolivasdePiceno,yhabía un plato de macarrones y rodaballo. El vino que había escogido era unFrescobaldi.Habíaunacestademimbrejuntoaunmantelblancoypulcroquehabíadispuesto.

—¿Quéesesto?—preguntó,maravillado.—Unregalo.Siéntate.Ezioseinclinóparaentregarlelasflorescomosiestuvieraregalándoselas.—Sonpreciosas,gracias—dijo,aceptandoelenormeramodetulipanesquehabía

cortadoparaella.—Paraquenocreasquenoséapreciarlosproblemasquehastenido.—Quería darte las gracias por dejarme desempeñar un pequeño papel en tu

aventura.—Nolollamaríapequeño,precisamente,perounpapel«pequeño»essuficiente

enestaaventura,créeme.Serioenvozbaja.—Eresunmisterio,EzioAuditore.Parecíapreocupado.—Losiento,nopretendíaserlo.Ellavolvióareírse.—¡Estábien!—Hizounapausayluegoañadió—:Esatractivo.Ezionosupoquéresponderaaquello,asíqueseconcentróenlacomida.—Tieneunapintadeliciosa.—¡Vaya,gracias!Ezio sonrió.No quería estropear aquelmomento, pero una sombra había caído

sobre sus pensamientos.No debía estar celebrando nada, ni esperar nada, antes detiempo.Lamiróconmásseriedadyellaenseguidasupoloqueestabapensando.

—¿Ha habido suerte con el último código?—preguntó con tanta informalidadcomopudo.

—Ah, el código —contestó ella, todavía con cierta picardía, y Ezio se sintióaliviado—. Sí, lo he resuelto hace unas horas. Pero deberás tener paciencia. Lo

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conseguirásmuypronto.Yentonceslemiródeunmodoqueacabócontodaslasdefensasquelequedaban

aEzio.

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Elúltimolibroestabasituadoenunlugaralqueeramásdifícilacceder.NicolásPolohabía conseguidoesconderlo en lo altode la fachada frontalde lamismísimamezquitadeHagiaSofia,sobreelgranarcocurvoquesehallabaantesdelacúpulaprincipaldelaantiguabasílica.

Ezio eligió completar su misión de madrugada, antes del amanecer, ya queentonces habría el menor número de personas deambulando. Llegó al edificio sinobstáculosyconcuidadosedirigióalexonártexquedabaalprecipiciodepiedraqueahora tenía que escalar. Había pocas grietas para asirse con el gancho, pero, trasvarios intentossinéxito,consiguiósubirhastael lugarqueSofía lehabíaseñalado.Allíencontróunpaneldemaderadesgastadoycontelarañas,quesobresalía.

Logró asegurarse en una cañería que había cerca y, tras probarla, le parecióbastante sólidaparaaguantar supeso; asíquevolvióautilizar lahojaganchoparaabrirelpanelhaciendopalanca.Latablademaderacayóalsuelodeabajo,conloqueaoídosdeEziofueunrepiqueteoensordecedoryretumbante,yelAsesinosequedóallícolgando,bajolaluzgrisdelfalsoamanecer,rezandoensilencioporqueanadielehubieraalertadoelruido.Perodespuésdeesperartresminutosenterosynohaberreacción,metiólamanoenlacavidadqueocultabalatablaydeallísacóellibroquebuscaba.

Encuantovolvióalsuelo,saliócorriendohastaencontrarunlugartranquiloenelmismoparqueenelquehabíacomidoconSofíatansoloundíaantes,yallíexaminósu hallazgo. El libro era un ejemplar de Misión en Constantinopla, escrito porLiutprando de Cremona. Se permitió imaginar por un momento, antes de abrirlo,cuántolecomplaceríaaSofíavertalrareza.

LaspáginasenblancoresplandecieroncontantobrillocomolosfinosrayosdelasalidadelsolqueseveíaalesteporelBósforo.Aparecióunmapadelaciudad,que,mientrasobservabaconesperanza,terminóenfocándose.Enélaparecióotraluz,másbrillantequeelresto,quemarcabaclaramenteelForodelBuey.

Siguiendoelrastroqueleindicabaellibro,EziosedirigióalForo,aloestedelaciudad,pasadalaSegundayTerceraColina,amediocaminoentreelAcueductodeValentealnorteyelPuertodeTeodosioalsur.Eraunbuenpaseo,pero,cuandollegó,todavía era demasiado pronto para que hubiera nadie por allí. Ezio recorrió con lamiradalaenormeplazadesierta,enbuscadealgunapista,peroelpuntoseñaladoenellibroresplandecíaintensamente,yrecordóelsistemadecisternassubterráneasquehabíabajo la ciudad.Secentróen subúsqueday localizó,despuésdeun rato,unabocadealcantarillaporlaquedescendíanunosescalonesdepiedrahacialasentrañasdelatierra.

Eziocerróellibroyloguardóensubolsa,dondeestaríaasalvo.Sustituyólahoja

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ganchoporlapistola,comprobólahojaoculta,yconcautelabajólospeldaños.Prontoseencontróenunacavernaabovedadasobreundiquedepiedra juntoal

quecorríaunrío.Enlasparedeshabíaantorchasencendidasenapliquesy,mientraspasabasigilosamenteporelestrechoyhúmedopasillo,oyó,porencimadel sonidoquehacíaelagua,unasvocesretumbantesquesealzabansobreelestruendodelrío.LassiguióysetopócondosTemplariosbizantinos.

—¿Quéhasencontrado?—preguntóuno—.¿Otrallave?—Unaespeciedepuerta—respondiósucompañero—.Estátapiadaconpiedra.Eziodoblóunaesquinayvioaunoscuantossoldadosapocadistancia,juntoaun

viejoembarcaderoquesobresalíadelrío.Unodeellosestabadescargandounbarrildeunadelasdosbalsas.

—Suenaprometedor—dijoelprimerodelosTemplariosqueestabanmáscerca—.Laprimerallaveseencontrótrasunapuertasimilar.

—¿Ah,sí?¿Ycómolaabrieron?—Nolohicieronellos,sinoelterremoto.Tras una señal de los hombres más cercanos a Ezio, los demás soldados

aparecieronconunbarril,quedepositaroncontralapuerta.Eziovioentoncesquelaabertura estaba sellada con unos bloques ajustados, de algún tipo de roca negra,cortadaporunmaestromampostero.

—¡El terremoto! Sirvió de mucha ayuda—dijo el segundo Templario—. Y loúnicoquetenemossonunospocosbarrilesdepólvora.

—Estedeberíabastarparavolarlo—replicóelprimero.Ezioentornólosojos.Ensilencio,sacólapistolayretiróelpercusor.—Ysino,iremosapormás—continuóelprimerTemplario.Ezio levantóelbrazoyapuntó,peroelcañónde lapistolareflejó la luzdeuna

antorchaconundestello,yaquellaluzfueradelocomúnatrajolaatencióndeunodelossoldados.

—¿Qué?—dijobruscamente.ViolapistolaysaltóenfrentedelbarrilenelmomentoenqueEziodisparó.La

balalealcanzóycayómuertoalinstante.Eziomaldijoparasusadentros.Perolossoldadosyaseleechabanencima.—¡EselAsesino!¡Salgamosdeaquí!Ezio intentó recargar, pero los soldados ya estaban de camino hacia las balsas.

Los siguió, desesperadopor detenerlos antes de que dieran la alarma, pero cuandollegóalembarcadero,yasemarchaban.ParacuandoEziosaltóalasegundabalsayse puso a desatar las amarras, los soldados ya se alejaban flotando enmediode lacorriente.

Había soltado amarras y los estaba siguiendo cuando le abordó una idea: ¿le

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teníanmiedooleestabanengañando?Bueno,ahoraerademasiadotarde.Tendríaquejugarhastaelfinal.

Como su balsa eramás ligera, la corriente comenzó a acercarle. Los soldadosparecían aterrorizados, pero aquello no les impidió preparar bombas y cargar losmosquetes.

—Tenemospólvoraabordo,¡deberíamosusarla!—gritóuno.—Le haremos volar por los aires con granadas—sugirió otro, al tiempo que

lanzabaunabombaqueexplotóencuantotocóelaguaapenasaunpasodelaproadeEzio.

—Dejadmesitio—chillóotrosoldado,intentandoestabilizarseparaapuntarconsumosquete.

—¡Dispárale!—¿Quécreesqueestoyintentandohacer?—¡Mataaesecabrón!Bajabanatodavelocidadporelrío.Eziohabíaconseguidoparaentoncescogerla

barradeltimóndesubalsaylateníabajocontrol,mientrasseagachabaparaesquivarlas balas del mosquete que iban hacia él, aunque el cabeceo de la balsa de lossoldados les hacía imposible apuntar bien.Entoncesunode losbarriles a bordo sesoltó de las cuerdas y rodó por la cubierta, llevándose a dos soldados hacia eltorrente;unodeellos,elquellevabaeltimón.Labalsadiofuertessacudidasytiróaotro hombre al agua negra, y luego chocó contra un lado del dique. Lossupervivientes se dirigieron con dificultad a la orilla. Ezio alzó la vista hacia laelevadabóveda,queestabaaunosseismetrosporencimadelrío.Enlapenumbra,vioqueunacuerdatensarecorríael techo.Sindudaallíenganchabanamenudolasbarcazasylasbalsasparaguiarseporelrío.Tansolohacíafaltaunapersonaabordoconunpaloparadesengancharyvolveraengancharcadaunodelosojetesalosqueestaba fijada la cuerda, a intervalos regulares. Ezio vio que la cuerda también seinclinabapocoapoco.Justolosuficienteparaloquehabíaplaneado.

Se preparó, condujo la balsa hacia el dique y, cuando chocó con la que estabapersiguiendo,saltóalcaminodepiedraquehabíaaorillasdelrío.

Paraentonces,lossoldadossupervivientesyaestabanunpocomásallá,corriendopara salvar sus vidas, o para ir en busca de refuerzos. Ezio no tenía tiempo queperder.

Semoviórápido,cambiólapistolaporlahojagancho,subióaduraspenasporellateral de la paredde la cavernay se lanzóhacia la cuerdaquehabía sobre el río.Tomósuficienteimpulsoparaalcanzarlaconsuganchoynotardóensalirdespedidorío abajo por encima del agua, mucho más rápido de lo que podían correr lossoldados, aunque tenía que desengancharse y engancharse con una sincronizaciónperfectaencadaojetedeltechoparaevitarcaeralrugientetorrenteasuspies.

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Alalcanzara lossoldados invirtiósuprimeramaniobraysedesenganchóenelmomentocrucial,antesdelanzarsucuerpodeladoparacaersobreeldique,delantedelosTemplarios,quesedetuvieronenseco,frenteaél.

—Estáloco—dijoelprimerTemplario.—Estonoesunhombre,sinoundemonio—gritóotro.—Veamossilosdemoniossangran—bramóuncompañeromásvaliente,quese

dirigióhaciaEzio,girandolaespadaensumano.Eziohizounganchoyvueltasobresuespaldaylolanzóalrío,aprovechandoque

habíaperdidoelequilibrio.Quedabantressoldados.Noteníanganasdepelea,peroEzio sabía que no podía permitirse ser compasivo. El enfrentamiento que hubo acontinuaciónfuebreveysangriento,ydejóaEzioconuncorteprofundoenelbrazoizquierdoytrescadáveresasuspies.

Cogió aireyvolvió a lapuerta sellada.Habíanbajadounbuen tramodel ríoytardóunosdiezminutosenalcanzarelembarcaderodonde lasbalsashabíanestadoamarradas originalmente. Pero almenos sabía quenodebía temer unapersecucióninminente;yelbarrildepólvoraestabaaúndondelossoldadostemplarioslohabíancolocado.

Ezio sustituyó la hoja gancho por la pistola una vezmás, la cargó, eligió unaposiciónríoarriba,desdedondepodíaprotegersetrasuncontrafuertequesobresalía,apuntóbienydisparó.

Seoyóelchasquidodelapistolayelsilbidodelabalacuandodisparóalbarril,inclusoelruidosordoalalcanzarsuobjetivo,peroluego,duranteloqueparecióunaeternidad,sehizoelsilencio.

Nopasónada.Peroentonces…La explosión en aquellos confines fue como un trueno y Ezio se quedó sordo.

Pensó, mientras unas piedras minúsculas caían a su alrededor, que podría habervolado el techo, que podría haber dañado de un modo irreparable lo que hubieradetrás de la puerta. Pero cuando el polvo se hubo asentado, vio que a pesar de lafuerzadelaexplosión,laentradaselladaestabasoloparcialmenteabierta.

Lo suficiente, no obstante, para que pudierameterse y ver el pedestal familiarsobre el que, para sugran alivio, se hallaba, intacta, la llave circular deobsidiana,compañeradelasotrasquehabíarecogido.Peronoteníatiempoderelajarse.Inclusocuandofueacogerla,notóqueemanabadeellaelmismoresplandorquehabíavistoen las otras. Conforme aumentaba su intensidad, intentó, en esta ocasión, oponerresistencia a su poder. Se sintió debilitado, inestable por las extrañas visiones quesiguieronalaluzcegadoraqueesperaba.

Perofueinútil,ysevioentregadounavezmásaunpodermuchomásgrandequeelsuyo.

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AEzioleparecíaquehabíanpasadoveintelargosaños.Conocíaelpaisajeyallí,alzándose como una garra gigante, se hallaba el castillo de Masyaf, que ya leresultabafamiliar.Nolejosdelaentrada,habíaungrupodetresAsesinos,sentadosjuntoaunahoguerallameante…

Los rostros de los Asesinos eran propios de seres cuyos mejores sueños sehubieranensombrecido.Alhablar,lohicieronenvozbaja,cansados.

—Dicenquegritamientrasduermeyllamaasupadre,AhmadSofian—dijounodeellos.

Otroseburlóconamargura.—AsíqueCemalseponeallamarasupapi,¿no?¡Quéhombretanmiserablees

Abbas!Estabandecaraalfuegoyalprincipionoadvirtieronlapresenciadelancianocon

capucha,vestidoconunatúnicablanca,queseacercabaenlaoscuridad.—Nosomosquiénparajuzgar,Teragani—dijoelsegundohombre,confrialdad.—Yo creo que sí, Tazim—le interrumpió Cemal—. Si nuestro Mentor se ha

vueltoloco,yoquierosaberlo.Elancianoahoraestabamáscercaysedieroncuentadeello.—Calla,Cemal—dijoTazimysediolavueltaparasaludaralreciénllegado—.

Masa'ilkher.Lavozdelancianoerasecacomounahojamuerta.—Agua—dijo.Teraganisepusodepieylepasóunapequeñacalabazaquehabíametidoenuna

jarradeaguaqueteníaallado.—Sentaos.Bebed—dijoCemal.—Muchasgracias—dijoelanciano.Losdemásobservaron,ensilencio,cómobebía.—¿Qué os trae aquí, anciano?—preguntó Tazim, después de que su invitado

hubierabebidohastasaciarse.Eldesconocidoreflexionóunmomentoantesdehablaryluegodijo:—CompadeceosdeAbbas,peronoosburléisdeél.Havividocomounhuérfano

lamayorpartedesuvidayavergonzadoporellegadodesufamilia.Tazimsequedóimpresionadoanteaquelladeclaración,peroTeraganisonriósin

decirnada.Mirólamanodelancianoyvioquelefaltabaeldedoanulardelamanoizquierda.Asíque,amenosquefueraunaextraordinariacoincidencia,elhombreeraunAsesino.Teraganimirócondisimuloelrostroarrugadoydemacrado.Habíaalgo

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queleresultabafamiliar…—Abbas está desesperado por el poder porque carece de poder—continuó el

anciano.—¡Pero es nuestroMentor!—gritó Tazim—. ¡Y a diferencia de AlMualim o

Altaïribn-La'Ahad,nuncanoshatraicionado!—Tonterías—dijoTeragani—.Altaïr no era un traidor.—Miró al anciano con

entusiasmo—.Altaïrfueexpulsadoinjustamente.—¡No sabes de lo que hablas! —bramó Tazim y se fue hacia la oscuridad a

grandeszancadas.El ancianoobservóaTeraganiy aCemaldesdedebajode su capucha,perono

dijonada.Teraganivolvióamirarlealacara.Lamayorpartequedabaensombrecidapor lacapucha,peronopodíaocultar losojos.YTeraganisehabíadadocuentadequeelpuñoderechodelatúnicanolograbaocultarelarnésdelahojaoculta.

ElAsesinohablóconvacilación.—¿Sois…soisvos?—Hizounapausa—.Heoídorumores,peronoloscreí.Elancianodejóentreverunasonrisa.—MepreguntosideberíahablaryomismoconAbbas.Hapasadomuchotiempo.Cemal y Teragani se miraron. Cemal respiró hondo. Tomó la calabaza que

sostenía el anciano para rellenársela y se la devolvió con veneración. Habló,incómodo.

—Seríaimposible.AhoraAbbasutilizaFedayeendeshonestosparamantenernosalejadosdelsanctasanctórumdelcastillo.

—Menos de la mitad de los luchadores son verdaderos Asesinos —añadióTeragani,quehizounapausaydespuésdijo—:Altaïr.

Elancianosonrióyasintiócasiimperceptiblemente.—PeroveoquelosauténticosAsesinossiguensiendoasí,auténticos—dijo.—Habéisestadolejosmuchotiempo,Mentor.¿Adóndehabéisido?—Heviajado.Estudiadomucho.Descansado.Meherecuperadodemispérdidas,

heaprendidoavivirsinellos.Enresumen,hiceloquecualquieraenmilugarhabríahecho.—Hizounapausaysutonosealteróunpocoalcontinuar—:TambiénvisitéanuestroshermanosenAlamut.

—¿Alamut?¿Quétalestán?Altaïrnegóconlacabeza.—Todohaterminadoparaellos.LosmongolesbajolasórdenesdeKhanHulagu

los invadieron y tomaron la fortaleza. Destruyeron la biblioteca. Losmongoles seextienden hacia el oeste como una plaga de langostas.Nuestra única esperanza esreafirmarnuestrapresenciaaquíyeneloeste.Debemosserfuertesaquí.Perotalveznuestras bases, a partir de ahora, deberían estar entre la gente, no en una fortalezacomoMasyaf.

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—¿Deverdadsoisvos?—preguntóCemal.—¡Calla!—leinterrumpióTeragani—.Noqueremosquelematen.Cemalderepentesepusotenso.—¡Tazim!—dijodepronto,preocupado.Teraganisonrióabiertamente.—Tazimesperroladradorpocomordedor.Legustadiscutirpordiscutirmásque

nadaenelmundo.Yestátandesanimadocomonosotros,loquenohamejoradosuestado de ánimo. Además, ¡se marchó antes de que este jueguecito llegara aldesenlace!—SevolvióhaciaAltaïr, sinningúnrastrodesuabatimientoanterior—.Sindudatenemostrabajoquehacer.

—Bueno—dijoelanciano—,¿pordóndeempiezo?CemalvolvióamiraraTeragani.Ambosselevantaronysepusieronlacapucha

paracubrirsuscabezas.—Connosotros,Altaïr—dijo.Altaïr sonrió y se levantó también. Lo hizo como un anciano, pero en cuanto

estuvodepie,seirguióconfirmeza.

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Caminaronjuntoshaciaelcastillo.—Decísqueesoshombressoncrueles—dijoAltaïr—.¿Algunohaalzadosuhoja

contrauninocente?—¡Ay, sí! —respondió Cemal—. La brutalidad parece ser su única fuente de

placer.—Entoncesdebenmorir,puestoquehancomprometidoalaOrden—dijoAltaïr

—.PerodebemosperdonarlavidaalosqueaúnvivendeacuerdoconelCredo.—Podéisconfiarennosotros—afirmóCemal.—Estoysegurodeeso.Ahora,dejadme—pidióAltaïr—.Megustaríareconocer

elterrenoyosolo,ynoesquenomeresultefamiliarestesitio.—Estaremosporaquí.Altaïr asintió y se volvió de cara a las puertas del castillo, mientras sus dos

compañeros retrocedían. Se acercó a la entrada, manteniéndose en las sombras, ypasóloscentinelassindificultad,peroconpesar,porqueningúnverdaderoguardiánAsesino lehabríadejadocolarsecon tanta facilidad.Sepegóa losmurosdelpatioexterior,bordeándoloshastaquepudocruzaraunpuestodevigilanciailuminadoporantorchas,nolejosdelaspuertasdel interior,dondevioadoscapitanesentablandouna conversación. Altaïr se detuvo a escucharlos. Después de que intercambiaranunascuantaspalabras,supoqueeranhombresfielesaAbbas.¡Abbas!

«¿Porquéfuiclementeconesehombre?»,pensóAltaïr.¡Cuántosufrimientosehabríaahorradoencasocontrario!Pero,talvez,después

de todo, la misericordia había sido lo que se merecía Abbas, fuera cual fuera elprecio.

—¿Hasoídoloquesediceporelpueblo?—preguntóelprimeroficial.—¿SobreAbbasysuspesadillas?—No,no.—Elprimerobajólavoz—.SobreAltaïr.—¿DeAltaïr?¿Qué?—LagentedicequeelviejoAsesinolesalvólavidaaunmercaderenelvalle.

Dicenqueluchóconunahojaoculta.Elsegundooficialnegóconlacabeza,quitándoleimportancia.—Sonrumores.Nomecreoniunapalabra.—Seaciertoono,noledigasnadaaAbbas.Estáparanoico.—SiAltaïrestáporaquí,deberíamosactuarprimero;buscarloymatarlocomoel

vil bellaco que es. Tan solo difundirá quejas, como hizo anteriormente, yresponsabilizará a cualquierhombrede sus actosparadebilitar la autoridadquehahechograndeaAbbas.

—Manodehierro.Esoesloquetodoelmundoentiende.

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—Tienesrazón.Nohayordensincontrol.Altaïr se había tomado su tiempopara evaluar la situación.SabíaqueCemaly

Teragani estaban en alguna parte, ocultos entre las sombras, detrás de él.Aquellosdosoficialesporlovistoerantodoloqueseinterponíaentreélyelpatiointerior,ysu conversación había demostrado que eran fieles a las doctrinas de Abbas. UnasdoctrinasqueteníanquevermásconlaformadepensardelosTemplariosqueconladelosverdaderosAsesinos.

Tosió,muybajo,ysemovióhaciaelfocodeluz.Losdosoficialessevolvieronhaciaél.—¿Quiéncoñoerestú?—Lárgate,viejo,sisabesloqueteconviene.Elprimeroenhablarrioconcrueldad.—¿Porquénolematamosaquímismo?Loscerdossealegrarándetenercomida

extra.Altaïrnohabló, sinoqueextendiósumano izquierda,con lapalmahaciaellos,

paraquepudieranverquelefaltabaeldedoanular.Retrocedieronunpasoyalmismotiempodesenvainaronsuscimitarras.—¡Elusurpadorhavuelto!—espetóelsegundocapitán.—¡Quiénlohabríapensado!Despuésdetantotiempo.—¿Quétetraedevuelta?—Comoelperroquevuelveasuvómito…—Habláisdemasiado—dijoAltaïr.Economizandolosmovimientoscomounanciano,peronoconlalentitudtípica

desuedad,accionólahojaocultaalavanzaryembistió—unaydosveces—conunaprecisiónmortal.

Continuóhacialaentradaalpatiointerior,todavíaalerta,ysucautelamereciólapena.Vioauntercercapitánjuntoaella,yseapartójustoatiempodesuvistaantesdequeelhombreadvirtierasupresencia.Mientrasobservaba,oyóundébilchillidodetrásdeélyaparecióunjovenAsesinocorriendohaciaeloficial.Lesusurróalgoylosojosdelcapitánseabrieroncomoplatos,llenosdesorpresayenfado.Sinduda,yahabíandescubiertoloscuerposdelosAsesinoscorruptosqueacababadedespachar.Ahoraeraevidentequesupresenciahabíadejadodeserunsecreto.Enseguida,Altaïrsustituyólahojaocultaporlapistolaaresortequehabíadesarrolladoapartirdeunosdiseños,durantesusestudioseneleste.

—¡Enviadleunmensaje,rápido!—leordenabaelcapitánasujovenesbirro.Alzólavoz—.¡AsesinosdelaHermandaddeAbbas!¡Amí!

Altaïrsequedóensilencio,sopesandosusopciones,cuandocercadeéloyóunavozquedecía:

—¡Mentor!

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SediolavueltaparaveraCemalyTeragani.LesacompañabanmediadocenadecompañerosAsesinos.

—Nopudimosevitarquedescubrieranaesoscapitanesquemataste.Erandosdelosmáscruelesdelgrupoynuncasehubieranalzadoparaponersealasórdenesdenadie que no fuera Abbas —le explicó enseguida Cemal—, pero hemos traídorefuerzos.Yestonoesnadamásqueelcomienzo.

—Bienvenidos.Altaïr sonrió y Cemal le devolvió la sonrisa. Detrás de él, el pequeño

destacamentodeauténticosAsesinossubiósuscapuchascasialunísono.—Serámejorquelehagamoscallar—dijoTeragani,señalandoconlacabezaal

tercercapitánbravucón.—Dejádmeloamí—dijoAltaïr—.Necesitoejercicio.AvanzóparaenfrentarsealoficialAsesino.Paraentoncesungrupodesoldados

renegadoshabíaacudidoensuayuda.—¡Ahíestá!—gritóelcapitán—.¡Matadlo!¡Matadatodoslostraidores!—Piensaantesdeactuar—dijoAltaïr—.Todaaccióntienesusconsecuencias.—¡Patéticoavaro!¡Retírateomuere!—Podrías haber salvado tu vida, amigo —dijo Altaïr, cuando sus seguidores

salierondelassombras.—Nosoy tu amigo, anciano—replicó el capitán, que se abalanzó sobreAltaïr,

atacándole con una estocada, aparentemente sin que el viejo Mentor estuvieratotalmentepreparado.Perosíestabalisto.Elenfrentamientofuebreveysangriento.Alfinalelcapitánylamayoríadesushombresyacíanmuertosbajolacancela.

—Seguidme hasta la torre del homenaje—gritó Altaïr— y no derraméis mássangre,sipodéisevitarlo.RecordadelverdaderoCódigo.

Enelportaldelpatiointerior,habíaotrocapitán,vestidodenegro;elemblemadelos Asesinos brillaba en su cinturón bajo la luz de las antorchas. Era un hombremayor,deunoscincuentaabriles.

—Altaïribn-La'Ahad—dijoconunavozfirmequenoconocíaelmiedo—.Dosdécadashanpasadodesdelaúltimavezquetevidentrodeestosmuros.Dosdécadasque, por lo que veo, han sido más amables con tu rostro de lo que han sido connuestra Orden decrépita. —Hizo una pausa—. Abbas nos solía contar historias…SobreAltaïrelarrogante.Altaïrel impostor.Altaïrel traidor.Peroyonuncamelascreí.YahoraveoantemíaAltaïrelMaestro.Ymesientohonrado.

Diounpasoadelanteyextendióelbrazoenseñaldeamistad.Altaïrlocogióconfirmezayleagarróconlamanolamuñecacomohacíanlosromanosparasaludarse.UngrupodeguardiasAsesinos,sindudasushombres,sealinearondetrásdeél.

—Vuestrasabiduríapodríasernosútil,granMaestro.Ahoramásquenunca.—Seretiróparadirigirseasustropas—.¡NuestroMentorhavuelto!

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Los soldados enfundaron sus armas desenvainadas y se subieron las capuchas.UnieronsusfuerzasalgrupoyaexistentedeAsesinosfielesaAltaïrysedirigieronhacialaoscuratorredelhomenajedeMasyaf.

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Peroapenas sehallabanen los confinesdelpatio interior cuandoelmismísimoAbbas apareció detrás de un destacamento de Asesinos deshonestos. Abbas, aúnreconocible, pero también un anciano, de mejillas y ojos hundidos. Un hombreangustiado,asustadoyenloquecido.

—¡Matadlo!—bramóAbbas—.¡Matadloya!Sushombresvacilaron.—¿Aquéestáisesperando?—gritóAbbas,conlavozquebradaporelesfuerzo.Peroestabanparalizadospor la indecisión,mientrasmirabanasuscompañeros,

enfrentedeellos,ysemirabanentresí.—¡Idiotas!¡Oshahechizado!Seguíasinsucedernada.Abbaslosmiró,escupió,ydesaparecióenelinteriorde

latorredelhomenaje.Se enfrentaban Asesinos contra Asesinos, y hubo un estancamiento. En aquel

tensosilencio,Altaïrlevantósumanoizquierda,mutiladadurantelainiciaciónenlaHermandad.

—Aquínohaybrujería—selimitóadecir—.Nihechicería.Hacedloqueosdigavuestra conciencia. Pero lamuerte lleva demasiado tiempo acechando por aquí.Ytenemosdemasiadosenemigosrealescomoparaenfrentarnosunoscontraotros.

Uno de los reacios defensores de Abbas se quitó la capucha y avanzó hastaarrodillarsedelantedeAltaïr.

—Mentor—dijo.Enseguidaotroseunióaél.—Bienvenidoacasa—añadió.Luegountercero.—Lucharéporvos.PorlaOrden.Los demás rápidamente siguieron el ejemplo de los primeros tres hombres,

saludaron a Altaïr como a un hermano al que no veían hacía mucho tiempo,aceptando a sus antiguos oponentes como compañeros.Tan solo un puñado seguíasoltandoinsultosyseretiródespuésdeAbbashacialatorredelhomenaje.

Altaïr,alacabezadesutropa,lesllevóenlamismadirección.Sedetuvieronenelgranvestíbulo,conlavistaclavadadondeestabaAbbas,enloaltodelaescaleracentral. Estaba flanqueado por sus leales y deshonestos Asesinos, y lanceros yarquerosalrededordelagalería.

Altaïr los contempló con calma. Bajo su mirada, los Asesinos deshonestosvacilaron.Peronorompieronfilas.

—Dilesatushombresqueseretiren,Abbas—ordenó.—¡Nunca!¡EstoydefendiendoMasyaf!¿Noharíastúlomismo?

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—Abbas,has corrompido todo loque representamosyhasperdido todo loqueconseguimos.Todosacrificadoenelaltardetupropiorencor.

—Y tú —soltó Abbas—, tú has desperdiciado tu vida mirando esa malditaManzana,soñandosolocontupropiagloria.

Altaïr dio un paso adelante. Mientras lo hacía, dos de los lanceros de Abbastambiénavanzaron,blandiendosusarmas.

—Abbas,esciertoqueheaprendidomuchascosasdelaManzana.Sobrelavidaylamuerte, acerca del pasado y del futuro.—Hizo una pausa—.Lo lamento, viejocompañero,peroveoquenomequedaotraopciónquedemostrarteunadelascosasqueheaprendido.Nadamáspodrádetenerte.Ynocambiarásnuncaniverás la luzquetodavíaseteofrece.

—¡Matada los traidores!—gritóAbbascomorespuesta—.¡Matadlosa todosytiradsuscuerposalestercolero!

LoshombresdeAbbasseencresparon,peropospusieronelataque.Altaïr sabíaqueahoranohabíavueltaatrás.Levantóelbrazode lapistola, lasacódesuejey,mientrassaltabahaciasumano,apuntóydisparóalhombreque,hacíasietedécadas,porpocotiempo,habíasidosumejoramigo.Abbassetambaleóporelimpactodelabala que le había dado, con una expresión de incredulidad y sorpresa en su rostroarrugado.Soltóungritoahogado,sebalanceóytratódebuscarapoyo,desesperado,peronadiefueensuayuda.Yentoncescayó,rodandoporlalargaescaleradepiedrahastallegaralospiesdeAltaïr.Sehabíarotolaspiernasenlacaídaysobresalíandesucuerpoenángulosextraños.

Peronoestabamuerto.Aúnno.Conmuchodolor,logróincorporarselosuficienteparamantenerlacabezaerguidaymiróaAltaïrdirectamentealosojos.

—Nuncateperdonaré,Altaïr—consiguiódecirconvozronca—,porlasmentirasquedijistedemifamilia,demipadre.Porlahumillaciónquehesufrido.

Altaïrbajólavistaparamirarlo,peronoviomásquepesarensusojos.—Noeranmentiras,Abbas.Teníadiezañoscuandotupadrevinoamihabitación

averme.Estaballorandoymesuplicóqueleperdonaraportraicionaramifamilia.—Altaïrhizounapausa—.Luegoserajóelcuello.

Abbas siguiómirando a los ojos de su enemigo, peronohabló.El dolor de surostroeraeldeunhombreenfrentándoseaunaverdadquenopodíasoportar.

—Vicómoseconsumíapocoapoco—continuóAltaïr—.Nuncaolvidaréaquellaimagen.

Abbasgimió,agonizante.—¡No!—Peronoerauncobarde,Abbas.Recuperósuhonor.Abbassabíaquenolequedabamuchomástiempodevida.Laluzensusojosya

seestabaapagandocuandodijo:

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—Esperoquehayaotravidadespuésdeesta.Asíalmenospodréverleysaberlaverdaddesusúltimosdías…

Tosió, el movimiento le sacudió todo el cuerpo y cuando recobró el alientomientrasseesforzabaporhablar,elestertoryaestabaallí.Perocuandorecuperósuvoz,fuefirmeeimpenitente.

—Y cuando llegue tu hora, oh, Altaïr, entonces, entonces te encontraré. Y noquedaránmásdudas.

Abbassedesplomóysucuerpocayóalsuelodepiedra.Altaïr se quedó encima de él, en el silencio que los rodeaba, con la cabeza

inclinada. No hubo ningún movimiento, salvo el de las sombras, agitadas por latitilanteluzdelasantorchas.

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CuandoEzio volvió en sí, temía que hubiera amanecido, pero tan solo vio lostonosde rojo pálido en el cielo, al este, y el sol ni siquiera había rozado las bajascolinasmarronesdeAsiaqueseveíanalolejos,másalládelaciudad.

Cansado,agotadoporlaexperiencia,sedirigióalcuartelgeneraldelosAsesinos,paradejar la llaveabuenrecaudoconAzize.Luego,con laspiernasdoloridas, fuecasiporinstintoalatiendadeSofía.Todavíaerapronto,peronodejódellamaralapuertadelapartamentoquehabíaarribahastaqueellasedespertó.Esperabaquesealegraradeverle—oalmenos,cuandovieralanuevaadquisiciónparasubiblioteca—, pero francamente estaba demasiado cansado para preocuparse de si leentusiasmaríaono.Tansoloqueríatumbarseydormir.MástardehabíaquedadoconYusufenelMercadodeEspecias,yteníaqueestardespejado.

También estaba impaciente por tener noticias de su barco, el que le llevaría aMersin,desdedondeviajaríaalnorte,haciaCapadocia.Yaquelviajerequeriríatodalaenergíaquepodríareunir.

ElMercadodeEspeciasyaestabaabarrotadocuandoEziollegó,aunquesehabíacontentadocondosmerashorasdedescanso.Seabriócaminoaempujonesentrelagentequesearremolinabaalrededordelospuestoshastaque,aunosmetrosdelantedeél,viounladrónqueestabacogiendounabolsagrandeyconsistentedeespecias.Empujóconmaliciaalancianocomerciantequeintentódetenerloysedioalafuga.

Por suerte, el ladrón corrió en dirección aEzio, esquivando a lamuchedumbreconextraordinariaagilidad.CuandoalcanzóaEzio,elAsesinolepusolazancadillaconlahojagancho.ElladróndejócaerlabolsaaltropezarseymiróaEzio,perounamiradadesuatacantebastóparaqueolvidaracualquierrepresalia;asíquesepusodepie y desapareció entre la muchedumbre tan rápido como una rata escapa a suagujero.

—Gracias,efendim—dijoelagradecidocomerciantecuandoEzioledevolviósubolsa—.Azafrán.Mehabéisahorradounagranpérdida.¿Talvezaceptaríais…?

Pero Ezio vio a Yusuf entre el gentío y, tras negar con la cabeza y sonreírbrevementealcomerciante,seacercóasuteniente.

—¿Quénoticiastraes?—preguntóalalcanzarle.—Noshancomunicado,condiscreción,quetubarcoestápreparadoparazarpar

—contestóYusuf—.Nosabíaqueteníasplaneadodejarnos.—¿No es un secreto todo lo que hago? —dijo Ezio, riéndose un poco, pero

contentodeoírqueSuleimanhabíamantenidosupalabra.—Los espías del joven príncipe son casi tan buenos como los nuestros —

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respondióYusuf—.Esperoquedigaalgoporquesabíaqueestabas…ocupado.Eziopensóen lasdoshorasquehabíapasadoconSofíaysealegrabadehaber

podidohacerlo,porqueahoranosabíacuándovolveríaaverla;osivolveríaaverla.Y aun así no se había atrevido a confesarle sus sentimientos, que cada vez máscrecían en su interior y que ya no podía negar. ¿Podría ser que por fin hubieraterminadolalargaesperadelamor?Enesecaso,habríavalidolapena.

Peroahorateníacosasmásurgentesenlacabeza.—Esperábamostenerreparadayatuhojaocultarota—continuóYusuf—,peroel

únicoarmerolobastantediestropararealizareltrabajoestáenSalónicaynovolveráhastaelmesqueviene.

—Quedaoslacuchillaycuandoestéreparada,añadidlaavuestrapropiaarmería—dijoEzio—acambiodelahojagancho.Esuntratojusto.

—Mealegrodequeapreciessuscualidades.Acabodeverteconeseladrónyveoquetienesmásquedominadosuuso.

—Nopodríahaberloconseguidosinella.LosdoshombressededicaronunaampliasonrisayluegoEziosepusoserio.—Aunqueesperoquemiviajenoestéenbocadetodos.Yusufseriounpoco.—No te preocupes, hermano. El capitán de tu capitán es amigo mío y ya te

conoce.—¿Quiénes?—PiriReis.Todounhonor.—Yusufhizounapausa,preocupado—.Peroninguno

delosdosseiráahora.—¿Quéquieresdecir?—LosjenízaroshanlevantadolacadenadeladesembocaduradelCuernodeOro,

y han ordenado un bloqueo total hasta que te atrapen.—Yusuf hizo una pausa—.Hastaquebajenlacadena,nadaentranisaledelpuerto.

Eziosesintióbastanteorgulloso.—¿Meestásdiciendoquehanlevantadolacadenapormí?AYusuflehizogracia.—Locelebraremosmástarde.Ven,tengoalgoparati.SellevóaEzioaunrincóndiscreto,sacóunabombayselaentregóconcuidado.—Trátala con respeto. Tiene una explosión cincuenta veces más potente que

nuestrasbombashabituales.—Gracias.Yserámejorquereúnasatugente.Estollamarálaatención.—Aquítienesdosbombasdehumo.Tambiénlasencontrarásútiles.—Bene.Séloquetengoquehacer.—Estoyseguro.Elsuspenseespalpable—bromeóYusuf.—Iréalatorredelaorillasur.Estámáscerca.

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—Mereunirécontigoenelmuelley te señalarécuáles tubarco.Sinav icin iyisanslar!

Eziosonrióabiertamente.—Buenasuerteatitambién,amigomío.Yusufestabaapuntodemarcharse,cuandoEzioleparó.—Yusuf,espera.Unfavore.—¿Sí?—Hayunamujerque llevauna libreríaenelantiguoestablecimientocomercial

dePolo…Sofía.Échaleunvistazo.Esunadamaextraordinaria.Yusuflemiróconentusiasmoyluegosepusoserio.—Tienesmipalabra.—Gracias.Yahoratenemostrabajoquehacer.—¡Cuantoantes,mejor!

Ezio colocó la bomba con cuidado en la bolsa que llevaba en el costado yenganchó lasbombasdehumoen su cinturón.Después, cambió lahojaocultaquellevabaenlamanoizquierdaporlapistolayenseguidaseapresuróalnorte,hacialatorre enfrente de Gálata, en la parte sur del Cuerno. La enorme cadena estabasuspendidaentrelasdosorillas.

AllísereunióconYusuf.—Misarquerosestáncolocados.Cubrirántuhuida—dijo—.Bueno,miraahí,en

el puerto exterior. ¿Ves el dhow rojo con la vela blanca recogida y el gallardeteplateado? Es el barco de Piri. Ya preparado, con la tripulación a bordo. Te estáesperando.

Latorreestabarodeadadebaluartes.Yenelextremoesteyoestehabíapequeñasatalayas.Encimadecadaunadeellas,lastensascuerdasdetransportebajabanhastalosembarcaderos.Enelexteriordeunadeellas,Ezioadvirtióunemplazamientodeartillería. Había preparado un enorme cañón lanzallamas para el fuego griego,calentado, preparado para la acción, atendido por tres hombres. Alrededor de lamismatorrehabíaunoscuantosguardiasotomanos.Eziotendríaqueponerlosatodosfueradeservicioantesdecolocarlabomba,ylediolasgraciasaYusufensilencioporlasgranadasdehumo.Nohabíasitiodondecubrirse,asíqueaudazyrápidamenteavanzóparaunataquefrontal.

En cuanto le vieron los guardias, se formó un revuelo y se concentraron paraabalanzarsesobreél.Semantuvofirme,dejóqueseacercaran,setapóconelpañuelolanarizylaboca,ysebajólacapuchahastalosojos.

Encuantoestuvieronasualcance,tiródelaanilladelasgranadasylaslanzóaizquierdayderechadelosguardias.Detonaronalinstanteysalióundensohumogris,que rodeóa losguardias enunmomento.Enmediode la confusión,Ezio, con los

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ojosentrecerradosporlosgasesácidos,desenvainósucimitarraymatóalossoldadosindefensos mientras caminaban tambaleándose, desorientados por la nieblainesperadaquedeprontolesenvolvía.Teníaqueactuardeprisa,puestoquelasuavebrisa que soplaba desde el Bósforo no tardaría en dispersar el humo; pero loconsiguióydejólabombaenelsalientedelabasedelatorre,justodebajodelprimerenormeeslabóndelacadena,queseelevabaporencimadesucabezahastalasaladelcabestrante en el interior.Luego, retrocedió unos cuantos pasos hacia la orilla, allísacólapistolaparadispararalabomba,queseencendió,yEziocorrióaponerseacubiertodetrásdeungranbolardodelmuelle.

Laexplosión fue tremenda.Lamugrey laspiedrasvolaronpor todaspartes, lacolosalcadenasedesenganchódelatorrealromperseypasóporencimadelacabezadeEzioconunasacudida,haciaelagua,donderompióalgunosmástilesdebarcosalpasarvolando.MientrasEzioobservaba,lamismatorresemovióenlabase.Volvióamoverseyparecióqueseestabilizaba,peroentoncesexplotóysederrumbóenunamasadeladrillosrotosypolvo.

Instantesdespués,unaseccióndejenízarosentrócorriendoenlaplaza,directosaEzio,queparaentoncessehabíaquedadosinningúnlugardondeponerseacubierto.Pasóesquivándolosyutilizósuhojaganchoparatreparporlaatalayadeleste.Dejósinconocimientoalguardiaquehabíaarribayseenganchóa lacuerdaquellevabahasta el embarcadero donde estaba colocado el cañón lanzallamas. Mientras sepreparabaparalanzarseentirolina,vioalosjenízarosponiendoflechasensusarcos.Antesdequelesdieratiempoaapuntarydisparar,ellosmismosacabaronderribadospor una lluvia de flechas que provenía de arcos Asesinos.Más Asesinos llegaroncorriendo a aquella zona que rodeaba la torre en ruinas, brincando sobre losescombrosparaentablarcombateconlosjenízarosquehabíansobrevividoalprimerataque.

EntreellosestabaYusuf,quealzólavistaylegritóaEzio:—¡Recuerda,eldhowrojo!Ylosbarcosquehayentretúyélvanarmados,porlo

queintentarándetenertesipueden.—Meencargarédeellos—respondióEzio,entonograve.—¡Nosotrosdespejaremoselmuelle!Eziodejóquelacuerdarecogierasupesosobreelganchoysealejódelaatalaya

zumbandohastadondeestabacolocadoellanzallamas,dondesaltóhastaalcanzarlo.Searrojóhaciaelsoldadoqueestabamáscerca,elqueestabapreparándoseparagirarel arma hacia los Asesinos junto a la torre. Al primero lo echó al agua, donde elhombrequedóaplastadoentreloscascosdedosbarcazasamarradasquesemovieron.Alosotroslosdespachóenseguidaconlahojagancho.

Examinó el lanzallamas y rápidamente se familiarizó con elmecanismo. Teníaunabasegiratoria,accionadaporunamanivelaenelladoizquierdo.Elcañónestaba

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hechodelatónylabocateníalaformadeunacabezadeleón,desdedondesobresalíaunpocoel tubodebronce.Enelbordehabíaunpedernal,que seencendíaconunmecanismodetonadorporelquesalíavapordepetróleopresurizadoquelanzabaeltanquetérmicoenlabasedelarma.

Oyóunavozdirigidaaéldesdelamelécercadelatorrederrumbada.EraYusuf.—¡Esoes!Alcanzaaesosbarcosconelfuegogriego—estabagritando—.¡Me

gustacómopiensas,Ezio!Alotro ladodelCuerno, en laorillanorte, laguardiaotomanaestaba subiendo

dos cañones, apuntando a los Asesinos que luchaban junto a Ezio. Poco después,mientrasEzioarrancabaellanzallamasconlamanivelayapuntabaalosbarcosmáscercanos, vio las bocanadas de humo de las bocas de los cañones, y luego oyó laexplosióndesusdetonaciones.Laprimerabalacayóenelagua,cercadedondeseencontraba, pero la segunda alcanzó el embarcadero y lo hizo tambalearsepeligrosamente.

Peronosedesplomó.Ezio recobró el equilibrio y presionó el gatillo. Tras un fuerte estruendo, salió

enseguidaunalargalenguadefuego,queenfocóhaciaelastilleroylascubiertasdelostresbarcosqueseinterponíanentreélyeldhowdePiri.Elfuegoardióalinstante.Eziosiguióapretandoelgatillohastaqueseacabótodoelpetróleodeltanque,luegoabandonó el arma, saltó a una de las barcazas bajo el embarcadero, la recorrió depuntaapuntayvolvióasaltarparaagarrarsealabordaexteriordelprimerbarcoenllamas. Tomó impulso con la hoja gancho para subir a la cubierta y allí logródeshacerse de dosmarineros desesperados que se acercaron a él con unas cabillas.Subióporeltrinquetedesdelacubiertaenllamas,justoatiempodebajarentirolinahastaelsegundobarcoenlíneaantesdequeelmástilasusespaldasserompieraporelfuegoycayeraenuncaosdellamasalacubiertadelbarcoqueacababadedejar.

Lasegundanavetambiénardíaviolentamenteyestabaempezandoahundirseporel extremo posterior. Corrió hacia la proa, apartando a un puñado de marinerosaterrorizados, ypor el baupréspara saltar desde allí al tercer barco,menosdañadoquelosdosprimeros,dondela tripulaciónsepreparabaparagirarelcañónhaciaeldhow rojo, que estaba a tan solo veinte metros de distancia. Ezio vio con granpreocupación que Piri gritaba órdenes para zarpar. Sus marineros estabandesplegandolasvelasdesesperadamenteparaaprovecharelvientoysalirdelcampodetiro.

EzioalzólavozypidióayudaalaHermandad.CuandomiróasualrededorvioquevariosdesuscompañerosAsesinosyahabíanseguidosuarriesgadorecorridoyestaban detrás de él, listos para saltar. Entre ellos atacaron a los pelotones y acontinuación sedesarrollóuna refriegaviolentay sangrienta, que acabó convariosAsesinos ymarineros del barcode bloqueo.En eldhow rojo, Piri había alzado un

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brazoparadetenerlasoperacionesyestabagritándoleaEzioparaquesedieraprisa,aunquesuvozseperdíaeneltumultodelcañón.

PorfinEzioestabaenlabordadelbarcodebloqueo.Usósuballestaparadispararuna cuerda hacia el dhow, que la tripulación de Piri amarró, y después cruzar entirolinaelaguapicada.Detrásdeél,losAsesinossupervivientessedespidieronantesdemarcharseenlosbotesdelbarcocondenadoparallegaralaorilla.

Eziolesdevolvióelsaludoaltiempoquecogíaaireyresollabaunpoco.Flexionólasarticulaciones,queteníauntantorígidas.Después,lerodeóungrupodehombresde Piri, que comprobaron si estaba herido y lo llevaron a la timonera, donde sehallabaPirianteeltrinquete,ahoracompletamentedesplegado.

—Has tardadounpoco—dijoPiriReis, conuna amplia sonrisa,mezclada conpreocupación.

—Sí,perdonaelretraso.Loshombresdelaproayaestabanizandoelanclay,unosinstantesmástarde,el

dhowrecogíaelvientoyzarpaba,concautelaperolibredeobstáculos,pasandoporlafila de barcos en llamas. El viento que les llevaba hacia delante también se habíaencargadodequesepropagarael fuegoqueEziohabíaempezado,yhabíanestadoancladosdemasiadocercaparaestarasalvo.

—Porsuerte,elvientosoplabaenotradirección—apuntóPiri—,peroesperoquelonotarasdesdeelprincipio.

—Naturalmente—dijoEzio.—Bueno—dijoPirimientraseldhowrojosalíaconcuidadodelCuernohaciael

Bósforo,endirecciónalsur—,tengolaimpresióndequeseráunviajeinteresante.

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SegundaParte

Laimagenqueformédeloqueoíaeralamismaqueeloídoprendecuandoelórganoexpandesuarmoníay,aveces,laspalabrasnocomprende.

ElPurgatoriodeDante

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EnMersin,Ezioseseparódelalmiranteturco.Elsolbrillabaenelmar.—QueAláteproteja,amigomío—dijoelnavegante.—Gracias,PiriReis.—Esperaréaquevuelvas.Peronopodréquedarmeaquíparasiempre.—Losé.—¿Notellevasalgunodemishombrescontigo?—No,esmejorqueviajesolo.—Puesalmenosdéjamequetedéuncaballo.Viajarásmásrápidoymásseguro.—Teloagradecería.—Eresunhombrevaliente,EzioAuditore,yundignodiscípulodelgranMentor,

Altaïr.—Mehonrasdemasiado.—Eziomirótierraadentro,conlaexpresiónseria—.Si

noheregresadoendosciclosdelaluna…PiriReisasintió,serio.—Ve con el dios que te guíe —dijo mientras le estrechaba la mano para

despedirse.

Alviajededossemanaspormarlesiguierondossemanasmásdecaminatahaciaelnorte,primeroporelMonteTauro;luego,trasinterrumpirsuviajeenNidge,entrela cadena montañosa de Tauro yMelendiz, se dirigió de nuevo al norte por unascolinas bajas hasta Derinkuyu, donde Ezio sabía que se concentraba el ejércitorebeldedeManuelPaleólogo.

Volvióadetenerse,estavezenlalúgubrealdeadeNadarim,desdelaqueseveíalaciudadqueerasumeta.Lasuciedaddellugarcontrastabaconelhermosopaisajecampestre en el que estaba situado. Apenas había gente puesto que aún no habíaamanecido, y los pocos que se encontró lemiraron con recelomientras cabalgabahacialaplazacentral,queaunladoteníaunaiglesia.

No había rastro de actividad militar y Ezio, tras guardar en una cuadra a sucaballo, decidió subir al campanario de la iglesia para tener una vista mejor deDerinkuyu.

Miróconojosdeáguilael cielo iluminado,examinando losedificiosbajosquecomponían la ciudadno tan lejana, en cuyoperfil destacabanunparde chapiteles.Perosindudaallínohabíaningunaguarnición.

Peroélyasabíaqueteníaquehaberalgúnmotivoparaeso.Volvió a bajar. La plaza estaba desierta y Ezio enseguida se puso en guardia.

Pretendíaseguircabalgando,peroentoncessepreguntósiseríasegurorecuperarsu

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caballo. Sus sospechas aumentaron cuando descubrió una figuramerodeando entrelassombrasdelaiglesiaabandonada.Decidióacercarse.

Alhacerlo,lafigurasediolavueltahaciaél,blandiendounpuñal.Eraunajoven.Fuerte,morena,altaydelgada.Casisalvaje.

—¡Noteacerquestanto,adiherif!—gruñó.Eziolevantólasmanos.—¿A quién llamas cerdo?—preguntó con calma y vio que sus ojos reflejaban

duda.—¿Quiénerestú?¿UnodeloscanallasdeManuel?—Tranquila.MeenvíaTarik.Lachicavacilóydespuésbajóelarma.—¿Quiéneres?—EzioAuditore.Serelajóunpocomás.—Nosavisóeljovenpríncipe—dijo—.SoyDilara,laagenteprincipaldeTarik

aquí.¿Porquétehanenviadosoloati?¿Porquéanadiemás?¿NohanrecibidomisinformesenKostantiniyye?

—Conmigobasta.—Eziomiróasualrededor—.¿Dóndeestátugente?Dilaraescupió.—Los bizantinos los capturaron hace una semana. Yo iba vestida como una

esclavayconseguíescapar.Perolosdemás…—Callóynegóconlacabeza.Despuéslelanzóunamirada—.¿Eresunluchadorcompetente?

—Esomegustaríapensar.—Cuandoteaclares,venabuscarme.Aesaciudaddeahí.Estaréesperandoenla

puertaoestedelaciudadsubterránea.Leenseñólosdientesysemarchótanrápidocomounlagarto.

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Ezio se equipó con una pistola en la muñeca izquierda, su hoja oculta en laderecha,yunaabrazaderadebombasdehumosujetaalcinturón.Dejólahojaganchoensufardo.

Doshorasmástarde,encontróaDilaraesperandoenelsitioseñalado.Lapuertaquehabíamencionadoeragrande,dehierro,yestabacerrada.

Lesaludódemaneracortanteycomenzósinmáspreámbulos:—Hace unos días, los bizantinos se llevaron amis hombres a este sistema de

cuevas.Porloquesé,estaentradaeslamenosprotegidadetodas.Devezencuandolossoldadostiranlosdesperdiciosporaquí,perocasisiempreestádesierto.

—Entonces,¿noscolamos,liberamosatushombresylossacamosporaquí?—Exacto…Eziointentóabrirlapuerta.Nosemovió.SevolvióhaciaDilaraconunasonrisita

dedesilusión,sintiéndoseavergonzado.—Iba a decirte que antes tenías que abrirla por dentro—concluyó Dilara con

sequedad.—Porsupuesto.—Acompáñame.Lellevóhastaotrapuertamásgrande,hechaconunaenormepiedracircularque

sepodíaabrirycerrar rodando.Seabriómientrasellosobservabanysalieronunossoldadosqueformaronfilasantesdemarcharsedepatrulla.

—Esaeslaentradaprincipal,alpiedelacolina.Peroestámuybienvigilada.—Esperaaquí—ledijoEzio.—¿Adóndevas?—Tengoquereconocerelterreno.—Necesitarásunaguía.—¿Porqué?—Esunamadriguera.¿Vesesastorresdeahí?—Sí.—Son las astas de la ventilación y los conductos del agua.Hay once pisos de

ciudadquebajannoventametros.—Melasarreglaré.—Eresunhombrearrogante.—No,soyprudente.Voypreparado.Séqueestelugarloconstruyeronlosfrigios

hacequinientosaños,yloconozcolosuficienteparaorientarme.—Entonces también deberías saber lo que hay ahí abajo: un sistema de ríos

subterráneos en el fondo, y diez niveles por encima, iglesias, escuelas, tiendas,almacenes,establosyespacioparacincuentamilpersonas.

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—Lobastantegrandecomoparaesconderunaguarnición,laverdad.Dilaraseloquedómirando.—Necesitarásunaguía—repitió.—Necesitoaalguienaquí.—Entonces,veconDios—dijo—.Perodateprisa.Encuantohayansalidotodas

laspatrullas,volveránacerrarlapuerta.Conunpocodesuerte,podrásentrarconloscarrosdeprovisionesquehayahí.Esperaréenlapuertaoeste.

Ezioasintióysemarchóensilencio.

Él semezcló con los bizantinos locales, quenoparecíanmuy contentos con lapresencia militar. Logró pasar por la puerta sin dificultad, caminando junto a unacarretatiradaporbueyes.

Elinteriorestabailuminadoconantorchas,cuyaluzteñíadeuncoloramarillentolasparedesdesuave rocavolcánica,ensuciadaconelhollínde losaños,aunqueelaireerafresco.Lascalles—sisepodíallamarasíalosanchospasillosmugrientos—eranunherviderodesoldadosyciudadanos,queseempujabanunosaotrosmientrasseocupabande sus asuntos.Ezio se abrió caminoentre ellos, penetrandocadavezmásenelinteriordelaciudadsubterránea.

Porfin,enelsegundopisobajotierra,llegóaunasalaespaciosaconunabóvedadecañón,decoradaconfrescosdescoloridos.Avanzóporunadelasgaleríasybajólavistaalasfigurasdelahabitaciónprincipalasesentametrosdebajodeél.Laacústicaallí era buena y pudo oír con facilidad qué se decían los dos hombres. Los habíareconocidodeinmediato: lafiguracorpulentadeManuelPaleólogoyladelgadadeShahkulu.Cercadeellos,ungrupodeguardiasestabaatento.Ezioadvirtióquehabíaunanchotúnelquellevabaaloeste,posiblementeeraelcaminohastalapuertaquelehabíaenseñadoDilaraantes.

—¿Cuánto tiempopasará hasta quemis soldados estén preparados para utilizarestasarmas?—preguntabaManuel.

—Unassemanascomomucho—respondióeladustoturcomano.Manuelparecíapensativo.—La principal fuerza jenízara ya debe de saber que la he traicionado. Pero

¿tienenrecursosparacastigarme?—Lodudo.LaguerradelsultánconSelimrequierecasitodasuatención.Manuelempezóareírse,peroaquellarisaprontoseconvirtióentosyarcadas.—¡Ah! —Soltó un grito ahogado—. ¿Qué demonios es ese olor? ¿Se han

bloqueadolosventiladores?—Losiento,Manuel.Talvezelvientohayacambiado.Algunosdelosprisioneros

otomanos que nos llevamos hace una semana han resultado ser… muy frágiles.Tuvimosqueponerlosenalgúnsitiodespuésdesudesafortunado…incidente.

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AManuelcasiledivertíaaquello,peroalmismotiempoestabapreocupado.—Shahkulu,intentamoderartuira.Séqueelsultánhumillóatupueblo,perono

hacefaltadespreciaraloshombresqueestánpordebajodenosotros.—¡Humilló a mi pueblo! —gritó Shahkulu—. ¡Intentó aplastarnos como si

fuéramos cucarachas! Por eso me puse del lado de Ismael de Persia y adopté elnombrede«Shahkulu»,sirvientedeShah.Bajoesenombre,meimpondréatodoloque los seljuks intenten lanzar contra los turcomanos, y aquellos que seguimos aSafavidylaleydeShia.

—Claro, claro…, pero, no obstante, deshazte de las pruebas—dijoManuel almarcharse,tapándoselanarizconunpañueloperfumado.

Shahkulu leviomarcharcon resentimiento; luegochascó losdedosa laescoltaquequedaba.

—Vosotrostres,recogedloscadáveresytiradlosfuera,alestercolerodeloeste.Elsargentodelaguardiaparecíanervioso.—Shahkulu,notengolallavedelapuertaoeste—tartamudeó.Shahkuluexplotóderabia.—¡Puesencuéntrala,idiota!—gritóysefueechandochispas.Solos,losguardiassemiraronentreellos.—¿Seosocurrequiénpuedetenerlallave?—preguntóelsargentoconirritación.

No le gustaba que le llamaran idiota delante de sus hombres, y no le gustabantampocosussonrisitas.

—CreoquelatieneNikolos—dijounodeellos—.Hoyestádepermiso.—Entonces tiene que estar en el mercado, en la Tercera Planta —terció otro

soldado.—Dándoseunatracón,seguro—refunfuñóelprimerhombre—.Hristémou!¡Me

gustaríaatravesaraShahkuluconunalanza!—¡Eh, eh! —exclamó el sargento con severidad—. No lo digas en voz alta,

edáxi?Ezioapenasoyó lasúltimaspalabras.Yaestabadecaminoalmercado,unpiso

másabajo.

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Apartedelhechodequelaentradaestabamuybajotierra,elmercadoeracomocualquierotro.Habíapuestosquevendíancarne,verdurasyespecias,cuyosaromasestabanportodaspartesysepodíadecirqueinclusoeranmásdensosaquíquealairelibre.Tambiénvendíanropayzapatos,todoloquelagentenecesitaba.Habíaalgunastabernasyvinotecas. Juntoaunadeellas, enunespacioabierto,habíacomenzadouna pelea de borrachos; sin duda, provocada por una prostituta de piel clara. Unamujermayorydelgada,sentadaelegantementeenunasilla,enunadelasmesasdelavinoteca,disfrutabadelespectáculo.

Se había formado un círculo alrededor de los dos hombres que se pegabanpuñetazosylostranseúnteslosincitabanconfalsosgritosdeánimo.Ezioseacercóamirar.

—¡Dale!—¡Golpéale!—¡Mataaesecabrón!—¿Noerescapazdenadamás?—¡Sangre!¡Sangre!—¡Destrózalo!Entre los que miraban —la mayoría tan borrachos como los alborotadores—,

había un soldado gordo, con la cara enrojecida, una barba desaliñada y la barbillahundida,quesujetabaunodreyrugíaconlosdemás.Eziosehabíadadocuentadequellevabalacarteradesabrochadaenelcinturónyallívioquesobresalíaunagranllavedehierro.Miróasualrededoryvioalostressoldadosdelasalapintada,queseaproximabandesdeelotroextremodelmercado.

Noteníatiempoqueperder.Seacercósigilosamentealsoldadogordoporatrásylequitólallavedelacarterajustocuandosuscompañeroslellamaronporsunombre.

Nikolos tendríamucho que explicar, pensó Ezio,mientras volvía a la SegundaPlanta,yaltúneldelqueemanabaaquelhedor;eltúnelquesuponíaquellevabaalapuertaoeste.

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—Tetomastetutiempo—dijoDilaraenundurosuspiro,mientrasEzioabríalapuertaoestedesdedentroyladejabaentrar.

—Bienvenida—mascullóEzio.DilaraentonceshizojustoloqueEzioesperaba:sellevólasmanosalacara.—AmanAllahim!¿Quéeseso?Ezio retrocedió para señalar una pila de cadáveres, amontonados en un ancho

huecodelinterior.—Nohicieronatodosprisioneros.Dilaracorrióhaciaelmontónyseparóenseco,conlamiradafija.—¡Pobreshombres!¡QueDioslosasista!—Bajóloshombroscuandoselecayó

elalmaalospies.Parecíaunpocomáshumanabajolafierafachadaquemantenía—.Lohahechoeseturcomanorenegado,Shahkulu,losé—continuó.

Ezioasintió.—¡Lemataré!Lachicasaliócorriendo.—¡Espera!—lallamó,peroerademasiadotarde.Yasehabíaido.Eziolasiguióylaencontróaciertadistanciaenunlugarapartadoquedabaauna

pequeñaplazapública.Seacercóconcuidado.Ellaestabadeespaldasaélyteníalavistaclavadaenalgoqueestabasucediendoenlaplaza,queEzioaúnnoveía.

—Noeresmuydadaalacooperación—ledijo.Lachicanosediolavuelta.—Estoyaquípararescatara loshombresquemequedan—dijoconfrialdad—.

Noparahaceramigos.—No tenemos que ser amigos para cooperar—dijo Ezio, acercándose más—.

Pero ayudaría saber dónde están tus hombres, así podría contribuir a que lesencontraras.

Fue interrumpido por un grito angustioso y corrió a colocarse junto a la espíaturca.Surostrosehabíaendurecido.

—Ahímismo—dijo,señalando.Ezio siguió la direcciónde sudedoyvio, en la plaza, una serie deprisioneros

otomanos sentados en el suelo, con las manos atadas. Mientras les miraban, losguardiasbizantinostumbaronaunodeellos.Alladohabíaunahorcaimprovisadayde ella colgabaotro otomanode lasmuñecas, con los brazos doblados hacia atrás.Junto a él se hallaba Shahkulu, reconocible al instante a pesar de la máscara deejecutor que llevaba. El hombre gritó cuando Shahkulu golpeó una y otra vez sucuerpo.

—EsJanos—ledijoDilaraaEzio,volviéndosehaciaélporfin—.¡Tenemosque

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ayudarle!Eziosefijóenloqueestabapasando.—Tengounapistola,peronopuedoutilizarla—dijo—.Laarmaduraquellevaes

demasiadogruesaparalasbalas.—Hizounapausa—.Tendréqueacercarmemás.—No quedamucho tiempo. Esto no es un interrogatorio. Shahkulu torturará a

Janoshastamatarlo.Yluegoseguiráconotro…Yotro…Hacíaunamuecadedolorconcadagolpe,concadagrito.PodíanoírlarisaylosinsultosdeloshombresdeShahkulu.—Creoqueyasécómopodemoshacerlo—dijoEzioydesenganchóunagranada

de humo de su cinturón—. Cuando tire esto, ve por la derecha y mira si puedesempezar a cortar las ataduras de tus hombres bajo la protección del humo de estabomba.

Ellaasintió.—¿YShahkulu?—Déjameloamí.—Asegúratedequeterminasconesarata.Eziotiródelaanilladelagranada,esperóunmomentoaqueempezaraasalirel

humoylalanzóhacialahorcaconunaesmeradapuntería.Losbizantinospensabanquesehabíanencargadodetodoslosadversariosynoesperabanningúnataque.Lespillótotalmenteporsorpresa.

Enmediodelaconfusión,EzioyDilarabajaronporlacuestahacialaplazaysesepararon,unoaladerechayelotroalaizquierda.Eziomatódeundisparoalprimerguardiaqueseleacercóyconlamuñequeradesuantebrazoizquierdolerompiólamandíbulaaotro.Luego,accionólahojaocultayseacercórápidamenteaShahkulu,quehabíadesenvainadounapesadacimitarraynocedíaterreno,girandoaizquierdayderecha,sinestarsegurodedóndevendríaelataque.Encuantodesviósuatención,Ezio saltó sobre él y le clavó la hoja en la parte superior del pecho, entre la parteinferior de la máscara y la armadura de su cuerpo. La sangre oscura salió aborbotones, y rodeó el puño de Ezio mientras mantenía la hoja donde estaba.Shahkulu cayó al tiempoqueEzio le acompañabay terminabade rodillas sobre elhombre,cuyosesfuerzosperdíanviolencia.Cerrólosojos.

—Loshombresqueconviertenelasesinatoenunfetichenomerecencompasión—dijoEzioconloslabiospegadosalaorejadeShahkulu.

Perolosojosdelhombreestabanabiertosdeparenparcomolosdeunmaníacoyagarró bien el cuello de Ezio con un guante demalla. Shahkulu comenzó a reírsecomounloco.Mientraslohacía,lasangresalíabombeandodelaheridamásdeprisa,yEzio leclavóaúnmás lahojay la retorcióbrutalmente.Conunúltimoespasmo,Shahkulu se quitó a Ezio de encima y este cayó sobre el polvo, despatarrado.Entoncessuespaldasearqueómientrasagonizaba,desugargantasalióunestertory

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cayóhaciaatrás,inerte.Ezio se puso de pie y limpió su hoja en la capa de Shahkulu.Dilara ya había

soltadoaalgunosdesushombresyEziolaviojustocuandoselanzabaalaespaldadel último bizantino superviviente que estaba huyendo. Le derribó y le cortó elgaznateconunmovimientolimpio.Apartándosedelmuerto,saltó,aterrizócomoungatoysevolvióhaciasustropasrescatadas.

Ezio le dio al cadáver de Shakulu una patada para asegurarse de que esta vezestabamuerto,mientrasDilaraayudabaasushombresaponersedepie.

—Benditaseas,Dilara—dijoJanos,mientraslecortabalasataduras.—¿Puedesandar?—Creoquesí.Ezioseacercó.—¿EratuyoeldestacamentoquetrajolasarmasaManuel?Ellaasintió.—Debemosdestruirlo.Ellavolvióaasentir.—Pero lamayoríano funcionanen realidad.Aunque lapólvora es real, esono

pudimosfalsificarlo.—Bene—dijoEzio.Miróalosotomanosquehabíaasualrededor—.¡Manteneos

acubiertohastaqueoigáislasexplosionesyluegocorred!—¿Explosiones? —preguntó Dilara—. Si estalla, el infierno se desatará.

Aterrorizarásatodalaciudad.—Cuento con eso —respondió Ezio—. Las explosiones destruirán todas las

armasquehayay,encuantoalpánico,solopuedeayudarnos.Dilarasequedóreflexionando.—Muybien.Llevaréamishombresaunlugarseguro.Pero¿ytú?—Cuandoacabenlasexplosiones,iréaporManuelPaleólogo.

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En la ciudad subterránea había grandes bóvedas, enormes cavernas artificialesdondeestabaalmacenadoelalijodearmasy lapólvoraparaelejércitodeManuel.Habíancolocadounsistemadepoleasparatransportardeunlugaraotro,medianteunas cuerdas tensas, los barriles de pólvora y, mientras Ezio observaba desde suposición estratégica en una galería de la Quinta Planta, vio grupos de civilesbizantinosdedicadosadichaactividad,bajolavigilanciadelastropasrenegadasdeManuel.EralaoportunidadperfectaydiograciasaDiosporquedescuidarantantolaseguridad.Era evidenteque estaban segurosdequenohabía amenazade ataqueyEzio se había movido demasiado rápido como para que le alcanzaran tras eldescubrimiento del cadáver de Shahkulu y los cuerpos de sus compañerostorturadores.

Había sustituido la hojaoculta por el ganchoy recargado la pistola.Semezclócon un grupo de trabajadores y observómientras bajaban un barril por una de lascuerdas,entredospolipastos.Asualrededor,habíacientosdebarrilesapiladosunosencimadeotros,ylasparedesestabancubiertasdecajonesdemaderaqueconteníanmosquetes.

—¡Quenosemueva!—gritabauncapataz—.¡Estoespólvora,nomijo!—¡Entendido!—respondióunhombrequemanejabauntorno.Ezio inspeccionó los alrededores e hizo planes. Si conseguía una explosión,

provocaríaunareacciónencadenaenlostresalmacenesquehabía…Podíafuncionar.Mientras recorría las salas, haciéndose pasar por un trabajador, escuchó con

detenimiento sus conversaciones para ver en qué estado de ánimo estaban. Y alhacerlo, descubrió que no todos los bizantinos eran villanos. Como de costumbre,eranlosqueteníanunegodemasiadogrande,losqueansiabanelpoder,losculpablesdeladesgraciadelresto.

—Podríaserpeor,¿sabes?—ledecíaunamujeraunodesuscompañeros.—¿Peor?¿Peorqueesto?—Es mejor el turbante de un turco que la tiara de un Papa. Al menos los

otomanostienenciertorespetoporlaIglesiaOrtodoxa.—¡Shhh!¡Tevanaoír!—laavisóotramujer.—¡Estáloca!—Elhombresevolvióhacialaprimeramujer—.¡Oyeloquedices!—Vale,estoy loca. ¡Sipreferís trabajosforzadosyvivirbajo tierracomotopos,

muybien!Elhombresequedóreflexionando.—Bueno, es cierto que no quiero ir a la guerra. Solo quiero alimentar a mi

familia.

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Otro hombre, un capataz vestido con un uniforme templario, había oído suconversaciónylesinterrumpióconciertacomprensión.

—Nadie quiere la guerra, amigo, pero ¿qué podemos hacer? ¡Míranos! ¡Miracómo vivimos! Esos turcos nos han quitado la tierra. ¿Crees que deberíamosrendirnossinluchar?

—No,no—dijoelprimerhombrequehabíahablado—.Solodigoque…,nosé.Estoyhartodetodoesto.¡Tambiénestamoscansadosdeluchar!

«Lomismodigo»,pensóEziomientrasseescabullíaentrehilerasdebarrilesdeseismetros.

Encuantoestuvosolo,espitóunbarrilenelsueloconlapuntadesucimitarray,despuésderecogerunpocodepólvoraenunabolsadecuero,dejóunrastroporelpasillo entre las filas de barriles hasta la entrada de una segunda sala.Allí hizo lomismo,y lorepitióen la tercerasala,hastaqueel rastro llegóa lapuertaarqueadaque llevaba a la salida.Entonces esperó, paciente, hasta que todos los trabajadoresnormalessehubieranmarchadoparaquenosufrieranningúndañoaquellanoche.

Tansoloquedabanlosguardias.Ezioasegurósuretirada,secolocóapocosmetrosdelaentrada,sacólapistolay

disparóalbarrilmáspróximo.Después,sediolavueltayechóacorrer.Las series de explosiones titánicas que hubo a continuación sacudieron los

cimientosdelaciudadsubterráneacomounterremoto.Eltechosedesmoronóycayódetrásdeélmientrashuía.Portodasparteshabíahumo,polvo,escombrosycaos.

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Ezio llegó a la gran cámara de la Segunda Planta casi al mismo tiempo queManuel,queentróa trompicones, rodeadodemuchosguardiasdeprimera.Ezioseescondiódetrásdeuncontrafuerte,observóyesperó.Ibaaacabarcontodoaquelloesanochesipodía.HabíavistoqueManuel llevabaen lamano la llavedeMasyafque le faltaba, la que los Templarios habían desenterrado debajo del palacio deTopkapi. Si la llevaba consigo, el que pretendía ser el siguiente emperador deBizanciodebíadeestarpreparandosuhuida.

—¿Qué coño está pasando? —bramó Manuel, medio enfadado, medioaterrorizado.

—Sabotaje,Manuel—respondió un capitán templario a sus espaldas—.Tenéisqueponerosasalvo.

Unamultitudnerviosayvociferantehabíallenadounextremodelacámara.Ezioobservó aManuelmientras se guardaba la llave en una cartera que colgaba de sucuerpocorpulento,yapartódeuncodazoaloficialtemplario.

—Quítatedeenmedio—leordenóbruscamente.Sesubióaunpodioysedirigióalamultitud,alaqueseunióEzioparaacercarse

cadavezmásasupresamientrasManuelhablaba.—¡Ciudadanos!—dijoManuel en voz alta—. ¡Soldados! Serenaos. ¡No cedáis

anteelmiedo!NosotrossomoslosauténticospastoresdeConstantinopla.Somoslosseñoresdeestatierra.¡Somosbizantinos!—Hizounapausaparadarlemayorefecto,pero si esperaba un aplauso, no lo recibió. Así que continuó—.Kouráyo! ¡Tenedvalor!¡Manteneosfirmes!Nodejéisquenadierompavuestros…

SecallócuandosediocuentadequeEzioseacercaba.Unsextosentidodebiódedesencadenarunaalarmaen su interior,puesmaldijopara susadentrosy saltóconagilidaddelpodioparasalircorriendohaciaunasalidaalfondodelasala,mientrasgritabaasuescolta:

—¡Detenedaesehombre!¡Elaltoconunacapuchaenpico!¡Matadlo!Ezioseabriócaminoentrelaconfundidamuchedumbreyempezóaperseguira

Manuel,esquivandoyderrotandoaguardiastemplariosensuavance.Estosestabantanconfundidoscomolagentedelaciudadymirabanentodaslasdirecciones,salvola que él había escogido, gritando desafíos, dando órdenes y corriendo condeterminaciónsinpensar.ElmismoManuelsehabíaescabullidodemasiadorápidoyaningunodesushombreslehabíadadotiempoaseguirle.TansololabuenavistadeEzionolehabíaperdidoelrastro.

Paraserunapersonatancorpulenta,Manuelsemovíamuybien.Eziobajóporunlargopasillo,apenasiluminado,parándosesoloparaecharunvistazoenloscrucesyasegurarsedequesupresanohabíagirado.Alcanzóaver,másadelante,unatúnica

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de seda brillante que había reflejado la luz de una antorcha cuandoManuel subióapresuradamenteunasestrechasescalerasdepiedraquehabíaenlarocayascendíanalaPrimeraPlanta.Elhombrequepretendíaserreyestababuscandolasalidamásrápida al haberse quedado sin municiones y estar su ejército totalmentedesorganizado.

Eziosaliócorriendodetrásdeél.Porfin,loacorralóenunacasavacía,hechaenlarocavivadelaPrimeraPlanta.

Manuelsediolavueltaparamirarleconunacuriosasonrisaqueesbozabansuslabioslascivos.

—¿HasvenidoaporlallavedeMasyaf?—preguntó—.¿Eseso?¿HasvenidoarobarnosdosañosdeesfuerzoyarecuperarloquelosAsesinosdesperdiciaron?

Ezionocontestó,sinoqueseloquedómirandoconrecelo.Nosabíaquétrucospodríateneraquelhombreenlamanga.

—¡Luchas en una batalla perdida, Asesino! —continuó Manuel, aunque ladesesperación comenzaba a filtrarse en su voz—. Somos cada vez más y nuestrainfluenciaseexpande.¡Estamosocultosaplenavista!

Ezioavanzóunpaso.—Detenteapensarlounmomento—dijoManuel,alzandounamanoensortijada

—.Piensaenlasvidasquehasdesbaratadohoy.¡Noshasutilizadoparafavorecertupropia búsqueda inútil! ¡Pero nosotros luchamospor dignidad,Asesino!Luchamosporrestablecerlapazenesatierraatribulada.

—LosTemplarios siempre se apresuran ahablar depaz—replicóEzio—,perotardanmuchoenmencionarelpoder.

Manuelhizoungestoparaquitarleimportancia.—Esoesporqueelpodertraelapaz.¡Idiota!Nopuedeseralrevés.¡Estagentese

ahogaríasinunamanofirmequeloslevantaraylosmantuvieraaraya!Eziosonrió.—Ypensarquetúereselmonstruoquehevenidoamatar…ManuellemiróalosojosyEziotuvolainquietanteimpresióndequeelhombre

estabaresignadoasudestino.Habíaunacuriosadignidadenaquellafiguragordayacicalada,consusjoyasdestellantesysubigotebiencuidado.Ezioaccionólahoja,selaclavóprofundamenteaManuelenelpechoyacabóayudandoalhombreabajaralsuelomientrasseponíaderodillas.PeroManuelnocayó.SeapoyóenelrespaldodeunbancodepiedraymiróaEzioconcalma.Alhablar,suvozsonócansada.

—Debería haber sido el sucesor de Constantino. Tenía tantos planes… ¿Sabescuántollevabaesperando?

—Tussueñosmoriráncontigo,Manuel.Tuimperiohadesaparecido.Aunque no cabía duda de que le dolía, Manuel consiguió hablar como si le

hubierahechogracia.

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—Ah,peronosoyelúnicoconestavisión,Asesino.ElsueñodenuestraOrdenesuniversal.Otomano,bizantino…tansolosonetiquetas,disfracesyfachadas.Debajodeesaparafernalia,todoslosTemplariossonpartedelamismafamilia.

Ezioestabaperdiendolapaciencia,eraconscientedequeeltiempopasaba.Aúnnohabíasalidodeallí.

—Bastadecháchara.HevenidoaporlallavedeMasyaf.—Seagachóylecogióla cartera que aún llevaba colgada al hombro. De repente,Manuel parecíamuchomayordecincuentaaños.

—Puescógela—dijocondolorosadiversión—.Cógelaybuscatufortuna.Miraaver si consigues acercarte cien leguas al archivo deMasyaf antes de que nosotrosacabemoscontigo.

Entonces todo su cuerpo se puso tenso, y estiró los brazos como si acabara dedespertarse,antesdelanzarsealaoscuridadsindimensiónnisonido.

Eziosequedómirandoelcuerpoduranteunrato,pensandoensuscosas,yluegobuscó rápidamente en la cartera deManuel. No cogió nadamás que la llave, queguardóenlabolsaquellevabaenelcostado,ytirólacarteraalladodeManuel.

Luegosediolavueltaparamarcharse.

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Las tropas bizantinas y templarias, leales a sus oficiales, habían sellado lasplantassuperioresdelaciudadsubterránea,alnoestarsegurosdeloquesucederíaacontinuación.NotardaríanmuchoendescubrirelcadáverdeManuel.YEziodecidióquelamejor—ytalvezlaúnica—maneradeescaparseríaporelríosubterráneoqueocupabalaDécimoPrimeraPlantadelcomplejo.

LosnivelesinferioresdeDerinkuyuerancomouninfiernoenlatierra.Elhumoylosgases llenaban lascallesysehabían incendiado lasplantasquehabíaencimaydebajo de los almacenes donde Ezio había destruido el arsenal y el depósito demunicionesdeManuel.Lostechosyparedesquesehabíanderrumbadobloqueabanmuchos caminos y Ezio tuvo que dar algunos rodeos. Varias veces, al pasar pormontones de escombros, vio que sobresalían las extremidades de los que habíanquedadoaplastadosporlamamposteríaquehabíacaído.Trató,sinéxito,denopensarenlasconsecuenciasdeloquehabíahecho.Tantolossoldadoscomolosciudadanosdeambulaban como aturdidos, con pañuelos tapándoles la cara y los ojos llorosos.Ezio,alqueaveceslecostabarespirar,continuóhaciaabajo,obstinadamente,usandounaseriederampas,pasillosyescaleras,hechosenlaroca,hastaquellegóalaplantamásbaja.

Allíestabamásdespejado,yyaenlaNovenaPlantaélyahabíaempezadoanotarelhúmedoolordelaguadeaquelespacioreducido.

Gracias al tumulto y la confusión que habían provocado las explosiones, Eziopudoatravesarlaciudadsinproblemas,yahoraestabasolojuntoalembarcaderodeunlagosubterráneoartificial.Másalládeloqueimaginabaqueeraelsur,puestoqueallíabajoeradifícilorientarse,viounaluztenuedondeelríoquealimentabaellagosealejabahacia el aire libre.Teníaque recorrerunbuen trechocolina abajodesdeDerinkuyu. Ezio no tenía tiempo de reflexionar sobre aquello, porque, en unembarcaderoaunosveintemetrosdedistancia,viounabalsaconmediadocenademarinerosbizantinos.Pero fue el pasajero el que le llamó la atención.Unelegantehombreconbarba,enlacubiertadepopa.

ElpríncipeAhmetOsman.AhmettambiénhabíavistoaEzioyordenóalosremerosquesedirigieranaél.

Cuandoseacercólosuficienteparaqueleoyera,lehablóentonoburlón.—PobreManuel.ElúltimodelosPaleólogo.Ezio estaba demasiado sorprendido para hablar en aquel momento, pero luego

dijo:—Veoquelasnoticiasvuelan.—Los Asesinos no son los únicos que tienen espías. —Ahmet se encogió de

hombros—.PeronodebíponeraManuelacargodenuestraexpediciónenMasyaf.

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Eraunhombrearrogante.Imposibledemanteneraraya.—Mehasdecepcionado,Ahmet.¿PorquéhaselegidoalosTemplarios?—Bueno,Ezio,¿odeboseguirfingiendoycontinuarllamándoteMarcello?Estan

simple como esto: estoy harto de todas las peleas sangrientas e inútiles que hanenfrentado a padres contra hijos, y a hermanos contra hermanos.Para conseguir lapazverdadera, lahumanidaddebepensarymoversecomoun solocuerpoconunamentemaestra.—Hizo una pausa—. Los secretos del Gran Templo nos otorgaránprecisamenteeso.YAltaïrnosguiaráhastaél.

—¡Te engañas a ti mismo! ¡Los secretos de Altaïr no son para ti! ¡Y nuncaencontraráselGranTemplo!

—Yaloveremos.EzioadvirtióqueAhmetmirabamásalláy,aldarselavuelta,vioaunossoldados

bizantinosacercándosealembarcaderoenelqueélsehallaba.—De todas maneras, no me interesa discutir sobre moralidad y ética contigo,

Asesino.HevenidoaporlasllavesdeMasyaf.Eziosonrióburlón,sacólallavequeacababadequitarleaManuelylalevantó.—¿Quieresdecirquehaymásdeestas?—Eso he oído —contestó Ahmet cortésmente—. Pero tal vez deberías

preguntarleaalguienqueestuvieramejorinformadoquetú.SofíaSartor.¿Hedichobienelnombre?

Eziosepreocupódeinmediato,aunqueintentóquenoselenotara.—¡Ellanosabenada!¡Déjalaenpaz!Ahmetsonrió.—Yaveremos.Lehizounaseñalasushombres,quesedispusieronaalejarlabalsa.—Tematarésilatocas.—Séquelointentarás,queridoEzio.Perodudoqueloconsigas.—Alzólavoz,

dirigiéndosealoshombresentierra—.Matadleycogedlallave.Despuéstraédmelainmediatamente.

—¿Notequedasaverelespectáculo?—preguntóEzio,confrialdad.—Le tengo mucho más respeto a mi propia seguridad —replicó Ahmet—.

Conozco tu reputaciónyhevisto hoy aquí un ejemplode tu trabajo. Imaginoque,acorraladocomoestás,ereseldobledepeligroso.Además,detestolaviolencia.

La balsa se fue y dejó a Ezio enfrentándose a los soldados bizantinos que sealineabandelantedeél.ElAsesinoconsiderósusopciones.

Peronoteníaopciones.Estabaalfinaldelembarcadero,sinpoderretirarse,nohabíaposibilidaddeque

pudiera escapar nadando. Debían de ser unos veinte o treinta. Algunos llevabanmosquetesquenosehabíandestruidoenelalmacén.Elcapitándeldestacamentose

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acercó.—Danoslallave,kyrie—dijoconsarcasmo—.Nocreoquetequedeotraopción.Losmosqueterosqueleflanqueabanlevantaronsusarmas.Ezio les miró. Esta vez sabía que le habían vencido. Tenía la pistola, que era

capazdedisparardostiroscomomucho,lahojaocultaylacimitarra.Pero,aunquesemovieramás rápidoquenunca, lasbalasde susmosquetes le atravesarían.Talvezdispararían igualmente; sería lamaneramás simple de conseguir la llave.Quizá ledaríatiempoaarrojarlaallagoantesdemorir.

Ezio tan solo podía rezar para queYusuf no dejara que las otras cuatro llavescayeranenmanosdelosTemplariosyqueSofíaseahorraraunatorturainnecesaria,puestoque,porsupropiaseguridad,élnolehabíadichodóndelashabíaguardado.

Peroestabaclaroquenohabíatenidoelcuidadosuficiente.Bueno,elcaminodetodostienequeacabarenalgúnsitio.Elcapitánlevantólamanoylosdedosdelosmosqueterossecurvaronalrededor

delosgatillos.

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Cuandolosmosqueterosdispararon,Eziosetiróalsuelodelembarcadero.Unas flechas desde atrás y por encima cayeron sobre los soldados bizantinos

como la lluvia. En cuestión de segundos, todos los soldados del príncipe Ahmetyacíanmuertosoheridosjuntoalaorilladellago.

UnabalahabíaquemadolacapuchadeEzio,peroporlodemásestabaileso,ydiograciasaDiosporque laedadnohubiera ralentizadosucapacidadde reacción.Alponersedepie,vioaDilaraalotroladodelembarcadero.Sushombresbajabandesdeunasposicionesestratégicasen lapartesuperiorde lasescalerasque llevabanhastaallí.Losquehabíanllegadosemovíanentrelosbizantinos,paracomprobarlosqueestabanmuertosyatenderalosheridos.

—Nosetepuededejarsoloniunmomento—dijoDilara.—Esoparece—dijoEzio—.Gracias.—¿Hasconseguidoloqueveníasabuscar?—Sí.—Entonces será mejor que nos vayamos de aquí. Has desatado el infierno,

¿sabes?—Esoparece.Ellanegóconlacabeza.—Tardaránañosenrecuperarsedeesto.Siesqueserecuperandeltodo.Peroaún

lesquedanganasdehacertevolarporlosairessiteencuentran.¡Vamos!Sedirigióalasescaleras.—¡Espera!¿Nodeberíasalirconunbotedeaquí?—¿Estás loco? Te estarán esperando donde el río sale al aire libre. Es un

desfiladero estrecho. Serías hombre muerto al instante y no quiero que lo que hehechoaquísemalogre.

Eziolasiguió,obediente.Volvieronasubirvariasplantasycogieronunacallequesealejabahaciaelsur.

El humo en aquella zona se había disipado en ciertomodo, y los que seguían allíestaban demasiado preocupados apagando el fuego como para prestarles atención.DilarasepusoacaminarapasorápidoyenbrevellegaronaunaentradasimilaralaqueEziohabíaabiertoenlaparteoestedelaciudad.Lachicasacóunallaveyabriólapuertademadera,revestidadehierro.

—Estoyimpresionado—dijoEzio.—Deberías.DilesenKostantiniyyequepuedendescansarenpaz,quelosdeaquí

estamoshaciendounbuentrabajo.Ezio entrecerró los ojos por la luz del sol que se filtraba por la puerta, que

despuésde lapenumbraen laciudadsubterránea,parecíacegadora.Viouncamino

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quesealejabahaciaelsur,conlalúgubrealdeadeNadarimacurrucadaenelcamino.—Tucaballoestáensilladoenlosestablosyacabadecomerybeberagua.Tienes

comidaybebidaenlasalforjas.Puedespasararecogerlosincorrerpeligro.Laaldease ha liberado y ya han empezado a encalar sus edificios. Alá sabe que necesitanánimo ahora que se han librado de sus opresores—dijo Dilara, con los orificiosnasales henchidos por el triunfo—. Peromárchate. Ahmet no tardará en recibir lanoticiade loqueha sucedido.Por supuesto,no se atreverá a regresar, peropuedesestarsegurodequeenviaráaalguienparaperseguirte.

—¿Lequedaalguien?Dilarasonrió,unpocoreticente,perosonrió.—Venga,vete.DeberíasllegaraNigdeafinalesdeestasemana.Estarásdevuelta

enMersinenlalunallena,sinadietecortaelcamino.—Antesdeloprogramado.—Felicidades.—¿Ytúquéharás?—Nuestro trabajo aquínoha terminado.De todasmaneras,nonosmoveremos

sinunaordendirectadeKostantiniyye.DalerecuerdosaTarik.Ezioselaquedómirandouninstanteenundesalentadorsilencioyluegodijo:—EnlaSublimePuerta,lasededelparlamentootomano,lesdirélomuchoquete

deben.—Hazlo.Yahoradebovolverconmishombresparareorganizarnos.Tusfuegos

artificialeshandestrozadonuestrocuartelgeneral,entreotrascosas.Ezioquisodeciralgomás,peroellayasehabíaido.

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Elviajedevueltaalacostafuerápidoy,graciasaDios,sinincidentes.—Llegaspronto—dijoPiriReis,cuandoEzioaparecióalospiesdelapasarela

deldhowrojo.—Ymenosmal.DebemosregresaraKostantiniyyetanprontocomoseaposible.—¿Tieneslaquintallave?Eziosonrióydiounaspalmaditasenlabolsaquellevabaenelcostado.—Muybien—celebróPiri,devolviéndolelasonrisa—.¿YManuel?—Manuelyanoseráunproblemaparanosotros.—Mejorquemejor.Aestepaso,teconvertiránenunsövalye.—Todavíaquedamuchoparaganarlabatalla.Debemosapresurarnos.—Tenemosqueavituallarelbarcoyesperarunamareafavorable.Peropodemos

ocuparnos de una cosa mientras hacemos la otra.—Piri se dio la vuelta y le dioórdenescontundentesalcapitándelbarco,quesehabíaunidoaellos—.Tenemosquereunir también a la tripulación. No esperábamos que terminaras tus asuntos enDerinkuyutanrápido.

—Tuvelasuertedecontarconunaayudaextraordinaria.—He oído hablar de la jefa de los espías que la Sublime Puerta puso ahí. Su

reputaciónsiemprelaprecede—dijoPiri.—Entoncestengomotivosparadarlasgraciasalgobiernootomano.—Bajo Bayezid, la Sublime Puerta se ha convertido en un modelo de

administraciónpráctica.EsunasuertequelaspeleasdelaFamiliaRealnoimpidanquesigafuncionando.

—Hablandodeellos,creoquedebemostenermuchocuidadoconAhmet—dijoEzioenvozbaja—.Hedescubiertoquetieneunosamigosmuyindeseables.

—LosAsesinosnodeberíanmeterseenasuntosotomanos.—EsosamigosdeAhmethacenqueesosasuntostambiénseannuestros.Pirilevantóunaceja,peronodijonadamássobreeltema.—Tienespreparadoelcamarote—dijo—.Sindudaquerrásdescansarhastaque

estemospreparadosparazarpar.En cuanto se quedó solo, Ezio se despojó de su equipo, y limpió y afiló sus

armas.Cuando tuvo todopreparado,aseguró lapuertadel camarote, sacó laquintallave,lacolocóenlamesaplegableysesentódelantedeella.Teníacuriosidadporversisecomportaríadelamismamaneraquelasdemás.TeníaquesaberquémáslediríadeAltaïr,sobretodoporquenohabíamododesabersihabíarepresentadoalgúntipoderevelaciónmísticaalosTemplariosquelahabíandescubiertoprimero.¿Quéinformaciónleshabríatransmitido?¿Oteníaalgunamaneradesaber,porasídecirlo,cuándohablarycuándopermanecercallada?

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También estaba preocupado por Sofía y estaba impaciente por volver aConstantinopla para protegerla y garantizar la seguridad de las otras cuatro llaves.Peroporahorateníaqueesforzarseytenerpaciencia,puestoqueestabaamerceddelmaryelviento.

Estallaveerasimilaralasotras,teníaelmismodiámetroyproporcionesquesuscompañeras,yestabadecoradaconextrañossímbolosindescifrablesyllenadesurcosprecisos pero misteriosos. Se preparó y extendió la mano para tocarla. No ledecepcionó.Enseguida,lasuaveluzdelcamaroteparecióvolversemásoscuray,porcontraste,el resplandorqueempezóaemanardeldiscodeobsidianaaumentócadavezmás…

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EncuantosevioarrastradoaMasyaf—enarmoníaconellugar,perosinllegaraformarpartedeél—,Eziosupoquehabíanpasadodiezañosmásdesdelaúltimavezquehabíaestadoallí.Observóy,alhacerlo,seperdióenlosacontecimientosquesedesarrollaronacontinuación…

LoshombresestabanenelsoleadopatiointeriordeMasyaf,bajolasombradeunenormecanelomuyantiguo,quenodejabadecrecer.

Altaïr, conunapiel comoelpapel, el cuerpodemacrado,y tanenvuelto en susropas que solo eran visibles su rostro y sus largas y pálidas manos, se hallabaacompañado de dos venecianos bajos y fornidos, de unos treinta y pocos años. Elmayordeellosllevabaunemblemaenlamanga:unescudoazulenelquehabíaunajarracoronadaporunasolainsignia,conunahileradetresestrellasdecincopuntasdecoloramarillo, todoello rematadoporun timónplateado.Unpocomásallá,ungrannúmerodeguerrerosAsesinossepreparabanparalabatalla.

ElMentortocólamangadelhombredeformafamiliaryamistosa.Semovíaconcuidadoyprecisión,comounanciano,peronosinladebilidadquecabíaesperarenalguienconnoventayuninviernos,sobretodoalguienaquienlavidahabíaexigidotanto.

—Nicolás —dijo Altaïr—, hace mucho que la familia Polo está en nuestroscorazones,tú,ytuhermanoaquípresente,aunqueséqueeltiempoquehemospasadojuntos ha sido breve. Pero tengo fe en que este Códice, que ahora os entrego,responderáatodaslaspreguntasqueosquedenporhacer.

Altaïrlehizoseñasaunedecán,queavanzóydepositóenmanosdeNicolásPolounvolumenencuadernadoencuero.

—Altaïr—dijoelitaliano—,esteregalonotieneprecio.Grazie.Altaïrasintióenseñaldereconocimientocuandoeledecánleentregóunabolsa

pequeña.—Bueno—dijo,volviéndosealhermanoPolomayor—,¿adóndeiréisahora?—Maffeo y yo regresaremos a Constantinopla durante un tiempo. Intentamos

establecerungremioallíantesdevolveraVenecia.Altaïrsonrió.—Tuhijo,Marco,estaráimpacienteporoírlasfabulosashistoriasdesupadre.—Solotienetresaños,esdemasiadopequeñoparaqueselascuente.Peropronto

llegaráeldíaenque,efectivamente,lasoirá.FueroninterrumpidosporlallegadadeDarim,queentrócorriendoporlapuerta

interiorhaciaellos.—¡Padre! ¡Se ha abierto paso una vanguardia de losmongoles deHulagu! ¡El

puebloestáenpeligro!

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—¿Tan pronto? —Altaïr se puso tenso. Cuando volvió a hablar con Nicolás,utilizó un tono apremiante—. Nicolás, vuestro cargamento y provisiones os estánesperandojuntoa laentradadelpueblo.Osescoltaremoshastaallí.Despuésdebéismarcharosatodavelocidad.

—Gracias,Mentor.AltaïrsevolvióhaciadosAsesinosquesehabíanseparadodelgrupomásgrande,

dispuestosparalafuturabatallaqueyaselesechabaencima.—Preparadlascatapultas—ordenó—yestadatentosamiseñal.Ellosinclinaronlacabezaparadarsuaprobaciónysalieroncorriendoparahacer

loqueseleshabíamandado.—Noosalejéis—ledijoAltaïraloshermanosPolo.—Debemosiralpueblodeinmediato,Padre—dijoDarim—.Creoqueesmejor

quetequedesconNicolásyMaffeo.Yodespejaréelcamino.—Tencuidado,Darim.Ycuidadoconlosfundíbulos.Altaïrmiró cómo sus hombres colocaban las enormes catapultasmontadas con

honda.Darimsonrió.—Simedanamí,ledaránaunadocenademongolesalmismotiempo.—NodeberíastomarteabromaaunenemigocomoKhanHulagu.—Estamoslistosparaenfrentarnosaél.Altaïrsevolvióhaciasusinvitados.—Vamos—dijo.Montaronenloscaballosqueleshabíanpreparadoysalierondelafortalezaaun

ritmotranquilo,porunavíaalejadadelabatallaprincipal,queyahabíallegadoalaspendientesdelasestribacionescercanas.

—¿Podréis retenerlos?—preguntóNicolás, incapazdedisimularelnerviosismodesuvoz.

—Duranteel tiempoqueseanecesario—leaseguróAltaïr,calmado—.Envidiovuestroviaje—continuó—.Bizancioesunaciudadespléndida.

Nicolássonrióligeramente,puestoqueeramásqueconscientedelpeligroenelqueseencontraban,aunqueAltaïrparecíanoreconocerlo.PeroyahabíaestadoantesensituacionesmásdurasysabíaloqueAltaïrintentabahacer:quitarleimportancia.Asíquelesiguióeljuego.

—Veoqueprefiereselnombreantiguo.¿Hasestadoalgunavezallí?—Hacemucho. Cuando los venecianos desviasteis a los cruzados francos para

quelaconquistaranenvezdeJerusalén.—Constantinoplaeranuestrogran rivalenelcomercioporaquelentonces.Fue

ungolpemaestro.—AbrióEuropaalesteenmásdeunsentido.

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—Los mongoles nunca llegarán tan lejos —dijo Nicolás, pero reflejabanerviosismoensuvoz.

Altaïrnosiguióporahíyensulugardijo:—Esepequeñoconflictoen1204meimpidióllevarelCredoaEuropa.—Bueno,consuerte,ypaciencia,nosotrosterminaremosloquetúempezaste.—Si tenéis laoportunidad, lavistadesde laparte superiordeHagiaSofiaes la

mejordelaciudad.—¿Cómosepuedellegarhastaelpuntomásalto?Altaïrsonrió.—Conentrenamientoypaciencia.—Hizounapausa—.Cuandoosmarchéisde

aquínointentaréisirportierra,¿no?IréisenbarcoaBizancio,¿verdad?—Sí. Cabalgaremos hasta Latakia y allí cogeremos el barco. Los caminos de

Anatoliaestánempañadosderecuerdosdelascruzadas.—Ah—dijoAltaïr—,lasmásintensaspasionespuedenserlasmásmortales.—Visítanossipuedes,Altaïr.Tendremosespaciodesobraparatiytuséquito.—No—dijoAltaïr—.Gracias, pero ese no es país para ancianos,Nicolás.Me

quedaréaquíahora,comosiempredebíhaberhecho.—Bueno,sicambiasdeopinión,nuestrapuertaestásiempreabierta.Altaïr estaba contemplando la batalla. Habían colocado los fundíbulos y les

habían sacado partido. Las piedras que lanzaban sobre las filas mongolas estabancausandoestragos.

Un jinete se separó del cuerpo principal de la caballeríaAsesina y se dirigió aellosalgalope.EraDarim.

—Descansaremosunpocoenlaaldea—ledijoAltaïralacercarse—.Parecequelotenéisbajocontrol.

—Pero¿cuántotiempo,Padre?—Tengofeenti.Alfinyalcabo,yanoeresunniño.—Tengosesentaydosaños.—Mehacessentirmuyviejo—bromeóAltaïr.PeroDarimviolapalidezdesus

mejillasysediocuentadelocansadoqueenrealidadestabasupadre.—Por supuesto que descansaremos y despediremos a nuestros amigos como es

debido.Cabalgaronhasta los establos del puebloy los hermanosPolo se apresuraron a

traspasarsuspertenenciasaloscaballosdecargaqueleshabíansuministrado,juntoconlasdosmonturasfrescasparasuviajehaciaeloeste,hacia lacosta.Altaïr,queporfinpodíadescansar,tuvounmomentodedebilidadyseapoyóenDarim.

—Padre, ¿estás herido? —preguntó Darim con voz de preocupación y leacompañóaunbancobajounárbol.

—Dameunsegundo—dijoAltaïrentre jadeos, reacioacederanteeldolorque

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sentía.Sedejócaerenelbancoeinspiróaltiempoquemirabaalcastillo.Unhombrede

avanzadaedad,pensó,noeranadamásquealgomísero,comounacapahechajironessobreunpalo,peroélalmenossehabíapreocupadoporlafelicidaddesualma.

—Elfindeunaera—susurró.Miróasuhijoysonrió.Cogiólabolsaqueeledecánlehabíaentregadoantesy

sacó su contenido.Cinco discos de obsidiana, esculpidos de forma intrincada. Losapilóconcuidado.

—Cuandoeramuy joven—dijo—, fui lobastante tontopara creerquenuestroCredopondría finaestosconflictos.—Hizounapausa—.Ojaláhubieraposeído lahumildad para decirme a mí mismo: ya he hecho bastante con mi vida. Ya hecumplidomiparte.—Conesfuerzo,sepusodepie—.Peronohaygloriamayorquelucharparaencontrarlaverdad.

Recorrióconlavistaelpuebloydespuésmirómásalládelabatalla.Nicolásseacercó.—Estamospreparados—dijo.—Unúltimofavor,Nicolás—dijoAltaïr,dándolelosdiscos—.Llévaloscontigo

yprotégelosbien.Escóndelos,sihacefalta.Nicoláslemiróintrigado.—¿Quésonestos…artefactos?—De hecho, sí, son un tipo de artefacto. Son llaves y cada una de ellas lleva

imbuidounmensaje.Nicolásexaminóunacondetenimiento.Estabadesconcertado.—¿Unmensaje?¿Paraquién?Altaïrcogiólallave.—Ojalálosupiera…Levantólallave.Estacomenzóabrillar.Élcerrólosojos,absorto.

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Ezio volvió a ser consciente de dónde estaba.La luz del camarote recuperó suacogedorapenumbra.Olió lamaderade cedrode susparedesy accesorios, vio lasmotasdepolvoenlaluzdelsolquesefiltrabaporelojodebuey,yoyólossonidosdelospiesquecorríanporlacubierta,losgritosdelosmarinerosyloschirridosdelasvelasalizarse.

Estabanenmovimiento.

Maradentro,vieronlaveladepirataberéber,yellohizoqueEzioyPiripensaranensuviejoamigo,al-Scarab,peroelbarcopirataseapartóynolosatacó.Durantelamayoríadelatravesíadecincuentadíasestuvieronsolosenlasaguasoscurascomoelvino,abarrotadasdecaballas,yEziopasóeltiempointentandodescifrarenvanolossímbolosdelallave,deseandoqueSofíaestuvieraallíparaayudarle,preocupadoporsuseguridadycadavezmásimpacienteporllegarasudestino.

Peroporfinamaneció,cuandolascúpulas, las torresque tocabanlasnubes, lasparedes, los campanarios y los minaretes de Constantinopla aparecieron en elhorizonte.

—Llegaremosamediodía—dijoPiriReis.—Cuantoantes,mejor.

El puerto estaba más abarrotado que nunca, aunque el día era húmedo ysofocante, y hora de la siesta. En particular alrededor del heraldo se apretaba unamuchedumbre sobre un podio, junto almuelle principal. Le recibió un pelotón dejenízaros con túnicas blancas, largas y sueltas.Mientras descargaban eldhow rojo,Ezioseacercóparaverquédecíaelhombre.

—¡Ciudadanosdelimperioyviajerosdetierrasextranjeras,prestadatención!Pororden de los jenízaros, se aplicarán nuevas restricciones a todo aquel que entre osalgadelaciudad.Porlapresentecomunicoqueseentregaráunarecompensadediezmilakçe, sin pedir explicaciones, a cualquiera que traiga información que lleve alarrestoinmediatodelAsesinoEzioAuditore.

Eziovolvió lavistahaciaPiriReisyambos intercambiaronunamirada.Piri seacercócondiscreción.

—Salcomopuedasdeaquí—aconsejó—.¿Llevaslallavecontigo?—Sí.—Entonces,cogetusarmasymárchate.Yomeencargarédelrestodetuequipo.Ezio le hizo un gesto con la cabeza en señal de agradecimiento y se escabulló

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entrelamultitudhacialaciudad.FueporunatajoalatiendadeSofía,comprobandodevezencuandoquenole

estabansiguiendonilehabíanreconocido.Cuandoestuvocerca,comenzóasentirsealiviadoybienantesdetiempo.Perocuandodoblólaesquinadesucalle,separóenseco.Lapuertadelatiendaestabaabiertadeparenpar,habíaungrupodepersonascongregadasyvariosAsesinosdeYusuf,incluidosDoganyKasim,deguardia.

Eziofuehaciaellosenseguida,conlagargantaseca.—¿Quéhapasado?—lepreguntóaKasim.—Vamosdentro—respondióKasimlacónicamente.Eziovioqueteníalágrimasenlosojos.Entró en la tienda.Dentro estaba todomásomenos igual que cuando sehabía

marchado, pero al llegar al patio interior, se le paró el corazón al ver loquehabíadelantedeél.

Tumbadosobreunbanco,bocaabajo,yacíaYusuf.Laempuñaduradeunadagasobresalíaentresusomoplatos.

—Habíaunanotaclavadaensuespalda,enganchadaenelpuñal—dijoDogan,quelehabíaseguido—.Estádirigidaati.Ten.

LedioaEziountrozodepergaminomanchadodesangre.—¿Lahasleído?Doganasintió.—¿Cuándosucedióesto?—Hoy.Nopuedehabersidohacemuchoporquenohaymoscastodavía.Ezio,presodel llantoy la rabia, retiró ladagade laespaldadeYusuf.Nosalía

sangredelaherida.—Tehasganadotudescanso,hermano—dijoenvozbaja—.RequiescatinPace.Luegodesplegóeltrozodepergamino.EraunmensajedeAhmet,breve,perosu

contenidohizoqueEzioseenfurecieratodavíamás.OtrosAsesinoshabíanentradoenelpatioyEziolosmiróunoauno.—¿DóndeestáSofía?—preguntó,conlosdientesapretados.—Nosabemosadóndeselahanllevado.—¿Faltaalguienmás?—NoencontramosaAzize.—¡Hermanos!¡Hermanas!Por lovisto,Ahmetdeseaquetodalaciudadsealce

contra nosotros, mientras el asesino de Yusuf observa y espera en el Arsenal,riéndose.¡LuchadconmigoydemostrémoslequésignificacontrariaraunAsesino!

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SedirigieronenmasaalArsenalyallí,singanasdeentretenerse,seencargaronde un modo breve y brutal de la guardia jenízara leal a Ahmet. El príncipe noesperabaunataquesorpresatanrepentinoohabíasubestimadotantolafuriacomolafuerzadelosAsesinos,cuyopoderhabíaidocreciendobajoelmandodeYusuf.EsoobienAhmetcreíaquetodavíadominabalapartidaporque,cuandoEzioleacorraló,nomostróningúnsignodealarma.

Ezio,llevadoporlaira,contuvosusganasdemataralpríncipeotomanojustoenel último momento y lo tiró al suelo para después cogerle por el cuello, peroentonces,confuria,llevólahojaocultacontralosazulejos,aunoscentímetrosdelacabeza de Ahmet. Pero si mataba a Ahmet, no podría rescatar a Sofía. Eso habíaquedadoclaroenlanota.AunqueporuninstantelasangrehabíanubladoeljuiciodeEzio.

Su rostro estaba pegado al del príncipe. Ezio olía el aroma de violetas en sualiento.Ahmetledevolvióaquellamiradadeodio,concalma.

—¿Dóndeestá?—preguntóEzioconrudeza.Ahmetserioenvozbaja.—¡Cuántacólera!—exclamó.—¿Dónde-es-tá?—QueridoEzio,sicreesqueestásenposicióndeestablecerlascondiciones,será

mejorquemematesahorayacabemosconesto.Eziono le soltódemomentoni retrajo lahojaoculta, perounos segundosmás

tarde su sensatez se impuso, se levantó y flexionó la muñeca para que la hojaretrocedieraenelarnés.

Ahmetseincorporóysefrotóelcuello,perosequedódondeestaba,conaquellavoz risueña. Era casi como si el príncipe estuviera jugando un placentero juego,pensóEzio,conunamezcladefrustraciónydesprecio.

—Sientohaber llegadoa esto—dijoAhmet—.¿Doshombresquedeberían seramigos peleándose…por qué? Las llaves de un viejo y polvoriento archivo.—Sepuso de pie, se sacudió y continuó—:Ambos luchamos por elmismo fin,MesserAuditore.Tan solodifierennuestrosmétodos. ¿No loves?—Hizounapausa.Eziosuponíaloqueveníaacontinuación.Habíaoídocondemasiadafrecuencialabasedesusambicionesdictatoriales—.Paz.Estabilidad.Unmundodondeloshombresvivansinmiedo.Lagentedesea laverdad, sí, pero cuando la consigue, seniega averla.¿Cómolucharcontraesetipodeignorancia?

Lavozdelpríncipecadavezeramásvehemente.Eziosepreguntósienrealidadsecreíaloqueestabaclamando.

—Lalibertadpuedesercomplicada,príncipe—replicó—,peronotieneprecio.

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Ypensó:«Latiraníasiempreestámejororganizadaquelalibertad».—Claro—respondióAhmet,secamente—.Ycuandolascosassedesbaratanylas

lucesdelacivilizaciónseatenúan,EzioAuditoresealzaantelaoscuridadydiceconorgullo:«PermanezcofielamiCredo».—Ahmetsediolavuelta,controlándose—.AbriréelarchivodeAltaïr,entraréensubibliotecayencontraréelGranTemplo.Y,con el poder que hay allí oculto, destruiré las supersticiones que mantienen a loshombresdivididos.

—Noenestavida,Ahmet—respondióEzio,sinalterarse.Ahmetresopló,impaciente,ysedispusoamarcharse.Ezionointentódetenerle.

Enlapuerta,elpríncipesevolvióhaciaélunavezmás.—TraelasllavesalaTorredeGálata—dijo—.Hazloyseleperdonarálavidaa

SofíaSartor.—Hizounapausa—.Ynoteretrases,Ezio.Elejércitodemihermanono tardará mucho en llegar. Cuando llegue, todo cambiará. Y necesito estarpreparado.

Trasdeciraquellaspalabras,Ahmetsemarchó.Ezioobservócómose ibay leshizounaseñalasushombresparaquenoseloimpidieran.

Suspensamientosfueroninterrumpidosporunsutilcarraspeoasusespaldas.SediolavueltayvioalpríncipeSuleimananteél.

—¿Cuántotiempollevasahí?—preguntó.—Lo suficiente.Detrás de ese tapiz.He oído vuestra conversación. Pero llevo

siguiendoamiqueridotíodesdequeregresódesuviajealextranjero.Dehecho,lehe estado vigilando desde que trató de matarme. Un intento que frustrasteconvenientemente con tu laúd. —Hizo una pausa—. No obstante, nunca hubieraesperadooír…todoesto.

—¿Yquéopinas?Suleimanreflexionóunmomentoantesdecontestaryluegodijoconunsuspiro:—Es un hombre sincero, pero esa fantasía templaria es peligrosa. Ignora la

realidad. —Hizo una pausa—. Mira, Ezio, yo no he vivido mucho, pero sí losuficienteparasaberqueelmundoesuntapizdemuchoscoloresydiseños.Unlíderjustolocelebraría,noquerríadestruirlo.

—Temeeldesordenquederivedelasdiferencias.—Poresocreamoslasleyes,unkanunqueseaplicaatodosenigualmedida.Fueron interrumpidos por la llegada de una patrulla de guardias jenízaros que

habíandejadopasaralosAsesinosqueestabanfuera,puestoqueestacohorteerafielaSuleiman.PerocuandosutenientevioaEzio,desenvainólacimitarra.

—¡Retroceded,miprens!—dijoeloficial,haciendoquearrestaranaEzio.—Detente,soldado—dijoSuleiman—.Estehombrenoesnuestroenemigo.El teniente vaciló un momento, luego ordenó a sus hombres que salieran y

mascullóunadisculpa.

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SuleimanyEziosesonrieron.—Hemosrecorridounlargocaminodesdeelprimerviaje—dijoSuleiman.—Meestabapreguntandocómoseríatenerunhijocomotú.—Noestásmuertotodavía,amigo.Talvezlleguesatenerunhijodignodeti.—

Suleimansedispusoamarcharse,cuandolevinounaideaalacabeza—.Ezio,séquetepresionarán,peronomatesamitío,sipuedes.

—¿Loharíatupadre?Suleimannovaciló.—Nolohabíapensado,perono.

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Ezio se dirigió al cuartel general de los Asesinos en Estambul a la máximavelocidad posible.Una vez allí, cogió las cuatro llaves que ya había recuperado yañadiólaquelehabíaquitadoaManuelenDerinkuyu.Lasguardóconcuidadoenunbolsoquesecolgóalhombro.Seatólahojaganchoalamuñecaderecha,lapistola,en la izquierda;ypor siunahuida rápidade laTorre resultaranecesaria, colocóelparacaídasdeLeonardoenunamochila.

Pero antes de ir a la Torre, tenía una rápida obligación que llevar a cabo. Seapresuróa iralcementeriodeGálata,dondehabían llevadoaenterrarelcuerpodeYusuf.

Dogan había asumido el puesto de capitán de los Asesinos en Estambul y seadelantópararecibiraEzio.

—Mentor.—Mentor—dijoIrini,queseacercóparasaludarle.Eziosedirigióaellosbrevemente,juntoalféretro.—Sé que ahora debería ser un momento para recordar y llorar, pero nuestros

enemigosnonospermiteneselujo.—SevolvióhaciaDogan—.SéqueYusufteteníaen gran consideración y no encuentro razones para cuestionar su opinión. ¿Tucorazón lo sabeyguiará a estos hombresymujeres, paramantener la dignidaddenuestraHermandad,conlapasiónquelohizoYusuf?

—Seríaunhonor—respondióDogan.—ComoseráunhonorcontinuartrabajandoparanuestracausayapoyarelCredo

—dijoEvraniki,queestabaasulado.—Bene —dijo Ezio—. Me alegro. —Retrocedió y miró los edificios que

rodeabanelcementerio,hacia laTorredeGálata—.Nuestroenemigoestácerca—prosiguió—.Cuandohayanterminadolasexequias,colocaosalrededordelaTorreyesperadmisórdenes.

Semarchócorriendo.CuantoantesestuvieraSofíaasalvo,mejor.

SeacercóaAhmet,acompañadodeunsologuardia,enunbaluartecercadelpiedelatorre.

—¿Dóndeestá?—preguntó.Ahmetsonrióconaquellairritantesonrisasuya,ycontestó:—Teadmiro,Ezio,perotuseddesangremeimpideconsiderarteunamigo.—¿Miseddesangre?Esun insultoextrañoviniendodeunhombrequeordenó

atacarasupropiosobrino.Ahmetperdiópartedesutemplanza.

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—Sesuponíaqueteníanquesecuestrarlo,nomatarlo.—Entiendo.Losbizantinos le secuestraríanparaque su tíopudiera rescatarley

asíleconsideraranunhéroe.¿Eraeseelplan?Ahmetseencogiódehombros.—Másomenos.Entonces asintió. Enseguida aparecieron de la nada media docena de soldados

templariosyrodearonaEzio.—Bueno,MesserAuditore,lasllaves,porfavor.Extendiólamano.PeroEziotambiénhizounaseñalydetrásdelsemicírculodeTemplariosapareció

ungrannúmerodeAsesinosconcimitarrasensusmanos.—Lachicaprimero—dijoEzioconvozfría.Ahmetserioacarcajadas.—Estodatuya.Hizoungestohaciaelcielo.Eziosiguióladireccióndesubrazoyvio,sobrela

Torre,aunamujerjuntoaunguardia,quesindudaestabacolocadoparatirarla.Lamujer llevaba un vestido verde, pero la cabeza la tenía tapada con un saco dearpillera.Estabaatadadepiesymanos.

—¡Sofía!Eziolanzóungritoahogadoinvoluntariamente.—¡Dileatushombresqueseretiren!—dijoAhmetconbrusquedad.Indignado, Ezio hizo unas señas a losAsesinos para que hicieran lo que había

pedido.Luego le lanzóaAhmet labolsaquecontenía las llaves.Este lacogióconagilidadycomprobóelcontenido.Después,sonrió.

—¡Comohedicho,estodatuya!Aldeciraquello,desapareciódelbaluarteysushombreslesiguieron.Sesubióa

uncarruajeque leesperabaysalióa todavelocidadde laciudad,endireccióna laPuertaNorte.

Eziono tenía tiempodemirar cómosemarchaba.Dioun saltoconcarrerillaycomenzóaascenderporlaTorre.Aceleradoporlaansiedadylaira,encuestióndeminutos llegóa laalmenamásalta, juntoa lamujer.Elguardia retrocedióhacia laescaleraquellevabaabajo.Eziodiounsalto,apartóalamujerdelbordedelaTorreylequitólabolsadelacabeza.

¡EraAzize!Estaba amordazada para impedir que le avisara. Ezio le quitó el pañuelo de la

boca.—Tesekkür,Mentor.Choktesekkürederim!—dijoellaentrejadeos.El guardia rio socarronamente y echó a correr escaleras abajo. Le esperaba un

desalentadorrecibimientoalllegaralpie.

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EzioestabadesatandoaAzizecuandofueinterrumpidoporelgritodeunamujer.Aldarselavuelta,vioqueenotraalmena,nomuylejos,sehabíalevantadounahorcaprovisional.Enelcadalso,conelcuelloyarodeadoconunacuerda,sehallabaSofía,colocada sobre un taburete.Mientras él lamiraba, un soldado bizantino tensaba lasogaconmanosásperas.

EziocalculóladistanciaentrelapartesuperiordelaTorredeGálataylaalmenaque debía alcanzar. Dejó que Azize terminara de desatarse sola, se descolgó lamochilaypreparóenseguidaelparacaídas.Encuestióndesegundosestabavolandoporelaire,guiandoelparacaídasconsupesohaciaelcadalsodondelosbizantinoslehabían dado una patada al taburete bajo los pies de Sofía para tensar la cuerda.Todavíaenelaire,accionólahojaganchoylausóparacortarlacuerdatensaaunoscentímetros de la cabeza de Sofía. Aterrizó instantes después y la recogió en susbrazos.

Los guardias bizantinos se marcharon corriendo y maldiciendo. Los AsesinoscorríanporlascallesentrelaTorredeGálatayaquellaalmena,peroEziovioquelosbizantinossedirigíanaellosparaimpedirqueseacercaran.Tendríaqueactuarsolo.

PeroantessevolvióhaciaSofía,lequitólasogadelcuelloconfrenesí,mientrasnotabalarespiraciónagitadadesupechopegadoalsuyo.

—¿Estásherida?—lepreguntóconansiedad.Ellatosió,asfixiada,pararecuperarelaliento.—No,noestoyherida.Perosímuyconfundida.—Noqueríainvolucrarteentodoesto.Losiento.—Noeresresponsabledelosactosdeotroshombres—respondióconvozronca.Eziolediounmomentopararecuperarseylamiró.¡Cómopodíasertanracional

enunmomentocomoese…!—Todo esto… pasará pronto. Pero antes tengo que recuperar lo que me han

arrebatado.¡Esdevitalimportancia!—Noentiendoloqueestásucediendo,Ezio.¿Quiénessonesoshombres?Lainterrumpióuncañonazo.Unosmomentosmástarde,laalmenasesacudiópor

elimpactodeunabaladediezkilos.Sofíacayóalsuelocuandosalieronvolandoporlosairesfragmentosdemampostería.

Ezio la puso de pie y examinó la zona que tenían detrás. Su vista dio con uncarruajevacío,vigiladopordostropasregularesdeotomanos,quehabíancubiertodeinmediatoelcañoneoquehabíacomenzado.

Volvió a calcular la distancia. ¿Aguantaría el paracaídas el peso de los dos?Tendríaquearriesgarse.

—¡Vamos!—dijoylaestrechófuerteensusbrazosalsaltardelaalmena.Por un terrible instante pareció que el paracaídas se iba a enganchar en las

almenas, pero pasó por encima y ellos cayeron, muy rápido, aunque lo bastante

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despacioparaaterrizarsanosysalvoscercadelcarruaje.Ezioplegóelparacaídasyloguardóensufardo,sinmolestarseendesengancharlo,yambosecharonacorrerhaciaelcarruaje.EziolanzóaSofíaalasientodelconductor,pegóaunodeloscaballosenlaijadaysaltódetrásdeella.Cogiólasriendasysaliódeallícomoalmaquellevaeldiablo,altiempoquelosguardiasotomanosgritabanenvanoparaquesedetuvieramientrasleperseguíanapie.

EzionoparóysedirigióalnortedelDistritodeGálataparasalirdelaciudad.

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Nosehabíanalejadodemasiadode laciudadcuando, tal comohabíaesperado,EzioviomásadelanteelcarruajedeAhmeta todavelocidadporelmismocaminoqueellos.

—¿Vasdetrásdeese?—preguntóSofía,sinaliento.Eziosepusoencuclillassobrelasriendas.—Esél.¡Lesestamosalcanzando!¡Agárrate!Ahmettambiénleshabíavistoyseasomóporlaventanillaparagritar:—¡Bueno,bueno!Habéisvenidoadespedirme,¿no?Losdoshombressentadosenelasientotraseroexteriordesucarruajesehabían

dadolavueltaeintentabanconservarelequilibriomientrasapuntabanconballestasaEzioySofía.

—¡Derribadlos!—ordenóAhmet—.¡Ya!PeroEzio espoleó a sus caballos y no tardó en alcanzar al carruaje deAhmet.

Como respuesta, el cochero del príncipe viró bruscamente para chocar con superseguidor.Ningunodelosvehículosvolcó,peroEzioySofíafueronarrojadosconbrutalidadaunlado.Sofíaconsiguióagarrarseallateraldelasiento,peroEziosaliópor los aires y solo tuvo tiempo de cogerse a una cuerda del equipaje que estabasujeta a la parte superior del carro. Notó que chocaba con la calzada, luego fuearrastradodetrás de supropio carruaje, aunqueSofía había cogido las riendasy seesforzabaporimpedirqueloscaballosgaloparanfrenéticamente.

«Estoseestáconvirtiendoenunacostumbre»,pensóEzioentonograveeintentósubirporlacuerda.Peroelcarruajegiró,élsaliódisparadoviolentamenteyapenaspudoesquivarunárbolretorcidoalbordedelcamino.Sinembargo,nosesoltó,perosísediocuentadequenopodíasubirmásporlacuerdaaaquellavelocidad.Apretólos dientes, se agarró conunamanoy con la otra sacó el paracaídas del fardo.Lafuerzadelaireloabrióyelganchoalqueibasujetasumochilaaguantó.

Ezionotóqueseelevaba,pordetrásdelcarruaje,ydenuevoestabadetrásdeldeAhmet,queacelerabaysealejabadeellos.PeroahoraEziopodíamanejarmejorlacuerda,aunqueteníaquelucharcontraelviento.Porfin,cuandoestuvolobastantecerca, accionó la hoja gancho y cortó el paracaídas, cayendo con estrépito en elasientojuntoaSofía.

—ParecequeJesústesonríe—dijo.—Tu has controlado a los caballos,muy poca gente sería capaz de hacerlo—

respondióEzio, recobrando el aliento—.Tal vez te sonría a ti también.—Advirtióqueteníasangreenelvestido—.¿Estásherida?

—Unarañazoquemehehechoaldarmeconellateraldelasiento.—¡Conservaesafuerza!

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—¡Hagoloquepuedo!—¿Quieresquecojalasriendas?—¡Nomeatrevoasoltarlas!VolvíanaestaralaalturadeAhmet.—¡Vuestradeterminaciónseríaencantadorasinofueratambiénexasperante!—

lesgritó.Eraevidenteque,pesealospeligrosdelapersecución,nohabíaperdidolaeducación.

Se dirigían a un pueblo donde, según vieron, estaba destinada una sección detropasotomanas,vigilandoelcaminoa laciudad.Tenían instaladaunabarreraa lolargodelavíapública,peroestabalevantada.

—¡Detenedles! —bramó Ahmet cuando su carruaje pasó junto a los soldadosdesconcertados—.¡Intentanasesinaravuestropríncipe!

Lossoldadosseapresuraronabajar labarreracuandoSofíacargóhaciaellosychocóconlabarrera,loquehizoquelossoldadossedispersarancomogallinas.

—¡Perdón! —gritó ella y luego derribó una fila de puestos del mercado queestabaenlacalleprincipal—.¡Oh!—exclamó—.¡Perdonadme!

—Sofía,debestenercuidado—ledijoEzio.—Noquierooírniuncomentariosocarrónsobrelasmujeresqueconducen—dijo

bruscamente, enseñando los dientes mientras su carruaje golpeaba uno de los dospostesquesujetabanunestandartequecruzabalacalleycaíasobrelascabezasdelosfuriososaldeanosquevociferabanasupaso.

—¿Quéestáshaciendo?—dijoEzio,conlacarapálida.—¿Quécreesqueestoyhaciendo?¡Mantenernosenelcamino!Entretanto,elcocherodeAhmethabíaganado terrenoysalíadelpuebloa toda

velocidad,mientrasAhmetcontinuabadandoórdenesasushombres.Eziomiróhaciaatrás y vio que una patrulla de caballería se había puesto a perseguirlos. Losballesterosen laparte traseradelcarruajedeAhmetsepreparabanparadisparardenuevoyestavezconsiguieronlanzarunpardeflechas.UnadeellasrozóelhombrodeSofía.

—Aië!—gritó—.¡Ezio!—¡Aguanta!Pasó losdedospor la leveherida,acariciandosusuavepiel.Apesarde todo lo

queestabasucediendo,notóuncosquilleoenlasyemas.Uncosquilleoquesolohabíasentidounavez,duranteunexperimentoquelehabíamostradoLeonardo,cuandosuamigoestabajugueteandoconalgoqueélllamaba«electricidad».

—Esunrasguño,noesnadagrave.—¡Yasondemasiados!¡Podríanhabermematado!¡¿Enquémehasmetido?!—¡Notelopuedocontarahora!—¡Típico!¡Excusas!

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Ezio se dio la vuelta en el asiento y les echó un vistazo a los soldados decaballeríaqueibandetrás.

—¡Deshaztedeellos!—leimploróSofía.Élsacólapistola,laexaminó,yapuntóconcuidadoaljinetededelantealtiempo

que se agarraba ante las sacudidas del carruaje. ¡Ahora o nunca!Respiró hondo ydisparó.

El hombre levantó los brazos cuando el caballo viró bruscamente, fuera decontrol, cruzándose en el caminode los que le seguían.Seprodujoungran atascocuando varios caballos chocaron entre sí, tropezando, cayendo y derribando a susjinetes,mientraslosqueveníandetrásnopodíancambiardedirecciónysesumabanalaconfusión.Enmediodeuncaostotaldehombresgritando,caballosrelinchandoynubesdepolvo,lapersecuciónseparóderepente.

—¡Me alegro de que por fin hayas hecho algo útil!—dijo Sofía, mientras sealejabandeltumulto.

PerocuandoEziomiróhaciadelantevioqueelcaminoahoralesllevabaporundesfiladeromuyestrechoentredosgrandesriscos,quesealzabanaamboslados.ElcarruajedeAhmetacababadepasarporallí,perosuvehículoeramásancho.

—¡Esdemasiadoestrecho!—musitóEzio.—¡Agárrate!—dijoSofía,sacudiendolasriendas.Salieron hacia el desfiladero a toda velocidad. La roca pelada pasó a pocos

centímetrosdelhombrodeEzio.Después,salieronporelotrolado.—¡Bien!—exclamóEzioentrejadeos.Sofíalededicóunasonrisatriunfal.SehabíanacercadolosuficienteparaoíraAhmetmaldiciendoasusballesteros,

quehabíanconseguidorecargaryvolvíanadisparar,perosusflechassedesviaron.—¡Niños incompetentes! —chillaba—. ¿Qué os pasa? ¿Dónde aprendisteis a

luchar?Alsalirdeldesfiladero,elcaminogirabahaciaeloesteynotardaronenverasu

derechalasaguasresplandecientesdelmarNegro,alnorte.—¡Mejoradotiraosalocéano!—gritabaAhmet.—Oh,no—dijoEzioalmirarhaciadelante.—¿Qué?—preguntóSofíayentoncesvioloqueélhabíavistoydijotambién—:

Oh,no.Otropueblo.Y,más allá, otropuestodevigilanciaotomano.Otrabarrera en el

camino.—Debo decir que controlasmuy bien esos caballos—dijo Ezio, recargando la

pistolacondificultadmientraselcarruajedabasacudidasysaltaba—.Lamayoríadelagenteya loshubieraperdidoysehabríandesbocado.Noestánadamalparauna

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veneciana.—Deberíasvermellevarunagóndola—dijoSofía.—Bueno,hallegadoelmomentodevolverademostrardeloquesoncapaces—

dijoEzio.—Observa.Allí también eradía demercado, pero lamuchedumbre se separó comoelmar

RojohizoconMoiséscuandolosdoscarruajessedirigieronhaciaella.—¡Perdón!—gritó Sofía cuando un puesto de pescado se derrumbó a su paso.

Luegoletocóelturnoaunodecerámica.Losfragmentosvolaronportodaspartesylaspalabrotaseimprecacionesenturbiaronelambiente.

Lo siguiente que sucedió fue que un pollo cayó graznando sobre el regazo deEzio.

—¿Acabamosdecomprarlo?—preguntó.—Esunautoservicio.—¿Qué?—Noimporta.ElpolloseesforzóporsoltarsedelasmanosdeEzio,picoteándoleporsiacaso,y

volviómediovolandoalaseguridaddelsuelo.—¡Cuidado!¡Arriba!—gritóEzio.LosguardiashabíandejadopasaraAhmet,peroestavezlesbloquearonelpasoa

ellos, apuntando con picas a los caballos deSofía.Unas desagradablesmiradas detriunfoanticipadoiluminabansusmezquinosrostrosmorenos.

—Esridículo—dijoSofía.—¿Elqué?—Bueno,mira, tienen el control enmitad del camino, pero a los lados no hay

nadamásquetierra.¿Nostomanportontos?—Alomejorsonelloslostontos—dijoEzio,divertido.EntoncestuvoqueagarrarsebienalasientoporqueSofíatirófuertedelarienda

izquierda, hizo virar a los caballos y rodeó al galope la barrera que quedó a suderecha.Siguió hacia la derecha y volvió al camino treintametrosmás allá de lossoldados,algunosdeloscualeslesarrojaronlaspicas,impotentes.

—¿Vesalacaballería?—preguntóSofía.—Estavezno.—Bien.Sacudió las riendas y nuevamente se dispusieron a salvar la distancia que les

separabadeAhmet.Perohabíaotropueblo,pequeño,másadelante.—¡Otravezno!—exclamóSofía.—Loveo—dijoEzio—.¡Intentaacercarteahora!

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Sofía azuzó a los caballos pero, al llegar a la aldea, el cochero deAhmet, conastucia, aminoró lamarcha. Los soldados del asiento trasero habían sustituido susballestasporunasalabardasdepalocortoymalaspecto,cuyaspuntasreflejabanelsol. A pesar de sus esfuerzos para ir también más despacio, Sofía no pudo evitarcolocarseasumismaaltura.ElcocherodeAhmetconsiguióviraryvolvióadarles.Estavez,logróquesucarruajeperdieraelequilibrioyempezaraainclinarse.Peroelchoquetuvoelmismoefectoenelvehículodelpríncipe.

Enelmomentodelacolisión,EziosaltódelasientoporelaireparacaersobreeltechodelcarrodeAhmet.Sacólahojaganchoylaagitóconviolenciadelantedelosdos soldados a su izquierda, cortándoles a ambos y derribándolos antes de quepudieranponerenacciónsusalabardas.Elcocherohabíaazuzadoa loscaballosdenuevo en un esfuerzo por poner derecho el carruaje, mientras que Sofía ya habíavolcadoysehabíaestrelladodetrásdeellosenunanubedepolvo.Estabanjuntoaunprecipicio abruptoy las ruedasdeAhmet sedirigieronhacia allí hastaque cayó elcarruaje.

Ezio saltó, se puso de pie tambaleándose ymiró a su alrededor, pero el polvoasfixianteensombrecíatodalaescena.Seoíangritosconfusosprovenientesdealgunaparte, probablemente de los habitantes locales, pues cuando el polvo comenzó adisiparse,Eziovioelcuerpodelcocherotendidobocaabajoentreunasrocas.

NohabíarastrodeAhmet.NideSofía.Eziogritósunombreenvano.

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Cuando el polvo se asentó totalmente, Ezio pudo orientarse. Los aldeanos,sobresaltados,estabanunpocoapartadosysemirabanentresíconairevacilante.LamiradatorvadeEziobastóparamantenerlosaraya,perosabíaqueteníaqueactuarrápido.Las tropas otomanas que habían dejado atrás no tardarían en reagruparse yseguirles.

Contempló la escena.Ahmet estaba boca arriba a unos pasos del accidente. Sequejaba, sindudaporquesufríamucho.Labolsaquecontenía las llavesestabaallícerca.Entonces,paragranaliviodeEzio,Sofíaapareció trasunosarbustos.Estabamagullada y conmocionada, pero, por lo demás, ilesa. Intercambiaron una miradatranquilizadora cuandoAhmet, con esfuerzo, rodó sobre el estómago y se puso depie.

Ezio recogió la bolsa y la abrió. Las llaves estaban intactas. Miró al príncipederrotado.

—Bueno,¿yahoraqué,Ezio?¿Cómoterminaesto?—preguntóAhmet,cogiendoairemientrashablaba.

SofíaseacercópordetrásdeEzioylepusounamanoenelhombro.—Yomepreguntolomismo—lerespondió.Ahmetempezóareírynopudoparar,aunqueestabaclaroqueledolíaalhacerlo.

Logróponersederodillas.—Bueno,siporcasualidadencuentraslarespuesta…De la nada, aparecieron una docena de soldados bizantinos. Iban armados y se

colocaronenposiciónprotectoraalrededordelpríncipe.—¡…avísanos!Eziohizounamueca,desenvainólaespadaylehizounasseñasaSofíaparaque

retrocediera.—Eresuniluso,Ezio.¿Deverdadcreíasqueibaaviajarsinrefuerzos?Ahmetestabaapuntodeecharsea reírotravez,pero fue interrumpidoporuna

lluviadeflechas,deorigendesconocido,queabatióalosbizantinosenunmomento.UnaflechaalcanzóaAhmetenelmusloyretrocedió,emitiendounalaridodedolor.

Eziotambiénestabasorprendido.SabíaquenohabíaAsesinosporlosalrededoresynohabíamododequeotraDilarapudierallegarpararescatarle.

Se dio la vuelta y vio, a poca distancia, a una docena de jinetes jenízaros,poniendo nuevas flechas en sus arcos. A la cabeza iba un hombre de aspectomajestuosodeunoscuarentaycincoaños,vestidodenegroyrojo,conunacapadepielesyunabundantebigotebiencuidado.Alzólamano.

—¡Deteneos!—ordenó.Losjenízarosbajaronlosarcos.

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El líder y dos capitanes desmontaron y se dirigieron a Ahmet, que seguíaretorciéndose en el suelo. No le hicieron mucho caso a Ezio, que observaba concautela, sin estar seguro de su próximomovimiento. Intercambió otra mirada conSofía,quevolvióaacercarseaél.

Conunesfuerzosobrehumano,Ahmetsepusodepieycogióunaramarotaparaapoyarse.Seirguió,yalmismotiemporeconocióalreciénllegado.

Aladvertirelparecidofamiliarentrelosdoshombres,Eziocomenzóaatarcabos.Almismotiempo,Ahmetempezóahablar,dirigiéndosealosjenízarosconunavozqueseesforzóenmantenerfirmeyautoritaria.

—¡Soldados!¡Selimnoesvuestroamo!¡Servísalsultán!¡Solamenteacatáissusórdenes!¿Dóndeestá?¿Dóndeestánuestrosultán?

Ahmethabía retrocedidohastaunavallaenelbordedelacantiladoquedabaalmar,yallí,incapazdeseguir,sederrumbó.Elotrohombrelehabíaseguidoyahoraestabadepieanteél.

—Tu sultán está ante ti, hermano—dijo el hombre. Puso lasmanos sobre loshombrosdeAhmetyseacercóparahablarlemásbajo—.Nuestropadrehatomadounadecisiónantesdeabdicar.Eralomejor.

—¿Quévasahacer,Selim?—farfullóAhmet,alnotarlaexpresiónenlosojosdesuhermano.

—Creoqueserámejoreliminartodaposibilidaddedesacuerdo,¿no?LasmanosdeSelimsaltaronalcuellodeAhmetylepresionaroncontralavalla.—¡Selim,detente!¡Porfavor!—gritóAhmetyluegoempezóaahogarse.El sultán Selim Osman era indiferente a los gritos de su hermano. De hecho,

parecíananimarloaquesiguiera.Eziosepercatódequeestabaapretandoconmásfuerzade loque era realmentenecesario.Ahmetbuscó, desesperado, la carade suhermano,enuninútilintentodeapartarlo,yalhacerlo,lavallaquesehabíacombadodeformaalarmantebajosupeso,alfinalserompióycedió.Selimlesoltójustoenelmomento en que Ahmet, con un hueco alarido de pánico, caía hacia atrás por elacantiladohastalasnegrasrocasquehabíasesentametrosmásabajo.

Selimseasomóporelbordeunmomentoconel rostro impasible.Entonces, sediolavueltayseacercóaEzioapasotranquilo.

—TúdebesdeserelAsesino,EzioAuditore.Ezioasintió.—YosoySelim,elpadredeSuleiman.Hablamuybiendeti.—Esunchicoextraordinario,Ekselânslari,conunamentemagnífica.Pero la cordialidad de Selim se había terminado. Su afabilidad había

desaparecido,susojosseentrecerraronyseleoscurecióelrostro.Eziotuvolafuerteimpresión de que aquella falta de misericordia había llevado a aquel hombre a laposicióndepoderqueostentaba.

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—Seamosclaros—dijoSelimconlacarapegadaaladeEzio—.Sinofueraporlaaprobacióndemihijo,temataríaaquímismo.Nonecesitamoslainfluenciadelosextranjeros.Márchatedeestepaísynovuelvas.

Incapaz de contenerse,Ezio sintió un acceso de ira ante tal insulto.Apretó lospuños,algoquenonotóSelim,peroenseguidaSofíalesalvólavidaalrefrenarleconunamanoensubrazo.

—Ezio—susurró—,déjalo.Estanoestulucha.Selim lemiró a los ojos una vezmás de forma desafiante. Después, se dio la

vueltaycaminóhastadondeleesperabansuscapitanesysussoldadosdecaballería.Unosinstantesmástarde,montaronensuscaballosysemarcharonendireccióna

Constantinopla. Ezio y Sofía se quedaron con losmuertos y el grupo de aldeanosboquiabiertos.

—No, no esmi lucha—estuvode acuerdoEzio—,pero ¿dónde terminaunayempiezalasiguiente?

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Unmesmás tarde,conelnuevoaño,Eziosehallabadenuevoa lospiesde lagranfortalezadeMasyaf.

Habíansucedidomuchascosasdesdelaúltimavezquehabíaestadoallíy,traslasconquistasotomanasenlaregión,elcastilloahoraestabadesierto.Unáguilasolitariavolabaenloalto,peronohabíaseñaldeactividadhumana.Elcastillosehallabasoloysilencioso,protegiendosussecretos.Comenzóasubirellargoyempinadosenderoque seguía la escarpa hacia las puertas exteriores.Después de caminar durante unrato, se detuvo para darse la vuelta, preocupado por su compañera, que se habíaquedadounpocoatrás,sinaliento.Laesperóalasombradeunantiguoymarcadotamarindo.

—¡Menudacuesta!—dijoSofíaentrejadeos,mientraslealcanzaba.Eziosonrió.—Puesimagínatesifuerasunsoldadocargadoconunaarmadurayprovisiones.—Estoyacansabastante.Peroesmásdivertidoqueestarsentadaenunalibrería.

SoloesperoqueAzizelaestéllevandobien.—Notemas.Ten.Lepasósucantimploradeaguayellabebió,agradecida.—¿Llevamuchotiempoabandonado?—preguntó.—LosTemplariosvinieroneintentaronentrarensuslugaressecretos,peronolo

lograron.Nitampococonsiguieron,alfinal,obtenerlasllavesquelesdaríanacceso.Yahora…

Se callaron un momento mientras Sofía contemplaba el esplendor de losalrededores.

—Todo esto es precioso —dijo finalmente—. ¿Y aquí es donde empezó tuHermandad?

Eziosuspiró.—LaOrdencomenzóhacemilesdeaños,peroaquírenació.—¿Ysulevatricefueelhombrequemencionaste,Altaïr?Ezioasintió.—Altaïribn-La'Ahad.Élconstruyóestoynosliberó.—Hizounapausa—.Pero

vio que era una locuramantener un castillo como este. Se había convertido en unsímbolodearroganciayunfaroparatodosnuestrosenemigos.Alfinal,comprendióqueelmejormododeserviralajusticiaeravivirlavida.Noporencimadelagentealaqueprotegíamos,sinoconellos.

Sofíaasintióyluegodijoenvozbaja:—Yelmandatodeesascapuchasamenazantes,¿tambiénfueideadeAltaïr?Ezioseriounpoco.

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—AnteshasmencionadounCredo—continuóSofía—.¿Quées?Eziohizounapausa.—Altaïr realizó un gran…estudio, en los últimos años de su larga vida, sobre

ciertos… códigos que nos concedió.Me sé dememoria un pasaje de sus escritos.¿Quieresquetelorecite?

—Porfavor.—Altaïr escribió: Conforme avanza el tiempo, cualquier frase pronunciada

durante el tiempo suficiente y lo bastante alto se consolida. Siempre que, porsupuesto,puedassobreviviraladisconformidadyalsilenciodetusoponentes.Perosi tienes éxito y ya no te quedan más contendientes, entonces ¿qué tienes? ¡Laverdad!¿Eslaverdadenunsentidoobjetivo?No.Pero¿cómoseconsigueunpuntodevistaobjetivo?Larespuestanolatienenadie.Esliteralyfísicamenteimposible.Demasiadas variables. Demasiados campos y fórmulas que considerar. El métodosocrático lo comprendía. Preveía un acercamiento asintótico a la verdad. La líneanuncaseencuentraconlacurvaenningúnpuntofinito.Peroladefinicióndeasíntotaimplicaunaluchainfinita.Nosacercamoscadavezmásaunarevelación,peronuncala alcanzamos.Nunca…Ypor esomehedado cuenta dequemientras existan losTemplarios,tratarándemoldearlarealidadasuantojo.Ellosadmitenquenoexisteunaverdadabsolutayque,siexiste,nosotrosnotenemoslosrecursosnecesariosparareconocerla.Yasí,enlugardeeso,buscancrearsupropiaexplicación.EselprincipiorectordeloqueellosllamansuNuevoOrdenMundial:reestructurarlaexistenciaasu imagen.No se trata de artefactos.No se trata dehombres.Esono sonmásqueherramientas.Setratadeconceptos.¡Quélistos!Porque¿quiénvaalucharcontraunconcepto?Eselarmaperfecta.Carecedeformafísica,aunquepuedealterarelmundoquenosrodeadenumerosasyviolentasmaneras.NopuedesmatarunCredo.Inclusosi eliminas todos sus adeptos, y destruyes todos sus escritos, como muchoconseguirás un aplazamiento. Algún día, lo redescubriremos. Lo reinventaremos.Creo que incluso nosotros, los Asesinos, simplemente hemos redescubierto unaOrden anterior alAntiguoHombre de laMontaña…Todo el conocimiento es unaquimera.Todovuelveeneltiempo.Esinfinito.Imparable.Plantealapregunta:¿quéesperanzahay?Mirespuestaesesta:debemosalcanzarunlugardondeesapreguntaya no sea relevante. La lucha en sí misma es asintótica. Siempre se acerca a unasolución,peronuncallegaaella.Lomejorquepodemosesperaresallanarunpocoelcamino.Traerpazyestabilidad,aunqueseatemporal.Yentiende,lector,quesiempreserátemporal.Puestoquemientrascontinuemosreproduciéndonos,daremoslugaraescépticosy rivales.Hombresqueenocasiones se rebelancontra el statuquo soloporquenotienennadamejorquehacer.Enlanaturalezadelhombreestáelhechodenoestardeacuerdo.Laguerraesunade lasmuchasmanerasdehacerlo.Creoqueaún hay muchos que no comprenden nuestro Credo. Pero ese es el proceso. El

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desconcierto. La frustración. La educación. La iluminación. Y luego, por fin, elentendimiento.Estarenpaz.

Eziosequedócalladoyluegodijo:—¿Tienesentido?—Grazie.Sí.—Ellase lequedómirandomientrasse levantaba,perdidoensus

pensamientos,con losojosen la fortaleza—.¿Tearrepientesde tudecisión?¿VivircomoAsesinodurantetantotiempo?

Élsuspiró.—Norecuerdohabertomadoningunadecisión.Estavidameeligióamí.—Entiendo—contestóellaybajólosojosalsuelo.—Durantetresdécadasheservidoenmemoriademipadreymishermanosyhe

luchado por los que habían sufrido el dolor de la injusticia. Nome arrepiento deaquellos años, pero ahora…—Respiró hondo, como si una fuerza superior a él sehubieraliberadodesusgarras,yapartólamiradadelcastilloparamirareláguilaquecontinuabavolandoalto—.Ahorahallegadoelmomentodevivirmividaydejarlos.Dedejartodoesto.

Ellalecogiódelamano.—Entoncessuéltalo,Ezio.Suéltalo.Nocaerásmuylejos.

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Eramedia tarde cuando llegaron a la puerta del patio interior. Estaba abierta yunasplantastrepadorassubíanalrededordelospilares.Encimateníanelmecanismode los cabestrantes adornado con enredaderas. Cruzaron el patio interior y allí,también, las puertas estaban abiertas y había indicios de que alguien había salidoapresuradamente.Un carro abandonado,medio lleno de provisiones, se encontrabacercadeunenormeplataneromuertodebajodelcualhabíaunbancodepiedraroto.

Eziosedirigióalatorredelhomenajeybajóporunaescalerahastalasentrañasdelcastillo,portandounaantorchaquelesdioluzmientrasatravesabanunaseriedepasillossombríoshastaque,porfin,sedetuvieronanteunagigantescapuertahechaconuntipodepiedralisayverde.Teníacincoranurasenlasuperficie,dispuestasensemicírculoalaalturadelhombro.

Eziosedescolgóelfardoydeallísacólascincollaves.Sopesólaprimeraenlamano.—Elfinaldelcamino—dijo,tantoasímismocomoaSofía.—Aúnno—dijoSofía—.Antestenemosqueaveriguarcómoabrirlapuerta.Ezioexaminólasllavesylasranurasenlasquedebíanencajar.Lossímbolosque

lasrodeabanledieronlaprimerapista.—De alguna manera los símbolos tienen que encajar con las llaves —dijo,

pensativo—. Sé que Altaïr habría tomado todas las precauciones posibles paraprotegerestearchivo.Tienequehaberunasecuencia.Sinoconsigoacertar,temoquelapuertapermanezcacerradaparasiempre.

—¿Quéesperasencontraralotrolado?Sofíahablócomosinaliento,casiturbada.LapropiavozdeEziosehabíaconvertidoenunsusurro,aunquenohabíanadie

másqueellaquepudieraoírle.—Conocimiento, sobre todo. Altaïr era un hombre profundo y un prolífico

escritor.Construyóeste lugarcomoundepósitode todasusabiduría.—Lamiró—.Séqueviomuchascosasensuvida,yaprendiómuchossecretos,tantoperturbadorescomoprofundos.Adquiriótalconocimientoquehabríallevadoaladesesperaciónahombresdemenosvalía.

—¿Yesprudenteentrarahí?—Estoypreocupado,escierto.Pero—sonrió—,comoyadeberíassaber,nosoy

unhombredepocavalía.—Ezio…,elbromistadesiempre.Sofíaledevolviólasonrisa,aliviadaporquelatensiónsehubieraroto.Dejó la antorcha enun aplique, donde les daba a ambos suficiente iluminación

parapoderleer.Advirtióquelossímbolosdelapuertahabíanempezadoabrillarcon

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una luz indefinible, apenas perceptible pero clara, y que las llaves tambiénresplandecían,porlovisto,comorespuesta.

—Fíjateenlossímbolosdeestasllaves.Intentadescribirlosenvozaltamientrasyomirolosdelapuerta.

Sofía se puso las gafas y cogió la primera llave que le había dado. Mientrashablaba,élestudiabalasmarcasdelapuertacondetenimiento.

EntoncesEziosoltóungritoahogadoalcomprenderlo.—Claro.Altaïrpasómuchotiempoenelesteyallíaprendiómucho.—Hizouna

pausa—.¡Loscaldeos!—¿Terefieresaquetienealgoqueverconlasestrellas?—Sí,lasconstelaciones.AltaïrviajóaMesopotamia,dondevivíanloscaldeos.—Sí, pero vivieron allí hace dos mil años. Tenemos libros, de Herodoto, de

DiodoroSículo,quenoscuentanquefuerongrandesastrónomos,peronohaydetallesdesutrabajo.

—Altaïrsíloconocióylopasóaquí,codificado.Debemosaplicarnuestroescasoconocimientodelasestrellas.

—¡Es imposible! Todos sabemos que consiguieron calcular que había unadiferenciadecuatrominutosconelañosolar,yqueesoesmuypreciso,perocómolohicieronesoyaesotracuestión.

—Tuvieron en cuenta las constelaciones y los movimientos de los cuerposcelestes del cielo. Mediante ellos creyeron que podían predecir el futuro.Construyerongrandesobservatorios…

—¡Esosonhabladurías!—Esoesloúnicoquetenemosymira,miraaquí.¿Noreconocesesto?Sofíamiróelsímbolograbadoenunadelasllaves.—Lo ha dejado poco claro adrede, pero ¿no es esa —señaló Ezio— la

constelacióndeLeo?Ellaechóunvistazoaloquelemostraba.—¡Creoquesí!—exclamóylevantólavista,entusiasmada.—Y mira.—Ezio se volvió hacia la puerta y observó las marcas cerca de la

muescaqueacababadeexaminar—.Aquí,sinomeequivoco,hayundiagramadelaconstelacióndeCáncer.

—PeroesaeslaconstelaciónalladodeLeo,¿no?¿YnoestambiénelsignoqueprecedeaLeoenelZodiaco?

—Quefueinventadopor…—¡Loscaldeos!—Veamos si la teoría se sostiene—dijo Ezio al mirar la siguiente muesca—.

AquíestáAcuario.—¡Qué apropiado!—bromeó Sofía, peromiró las llaves con seriedad. Por fin

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levantóuna—.Acuario está acompañadodePiscisyCapricornio—dijo—,pero elquevadespuésdeAcuarioesPiscis.¡Ycreoqueaquíestá!

—Veamossiaquíelordenvadeformasimilar.Trabajaron afanosamente y a los diez minutos descubrieron que su suposición

parecía funcionar. Cada llave llevaba el símbolo de una constelación quecorrespondía a un signo del Zodiaco, y cada signo en la llave correspondía a unamuesca asociada con la constelación que la precedía inmediatamente en el ciclozodiacal.

—¡MenudohombretuAltaïr!—exclamóSofía.—Aúnnohemosterminado—respondióEzio.Concuidado,pusolaprimerallaveenloqueesperabaquefueralamuescaquele

correspondíay…encajó.Ylomismosucedióconlasotrascuatro.Yentonces,casicomounanticlímax,despacio,suaveysilenciosamente,lapuerta

verdesedeslizóporelsuelodepiedra.Eziosequedóenlaentrada.Unlargopasilloseabríaanteély,cuandomiró,dos

antorchasseencendieronalavez,espontáneamente.Cogióunadesuapliqueyavanzó.Entonces,vacilóysevolvióhaciaSofía.—Serámejorquesalgasdeahívivo—dijoella.Eziolededicóunasonrisapícarayleapretófuertelamano.—Esaesmiintención—dijo.Continuóavanzando.Alhacerlo,lapuertadelacriptavolvióacerrarse,tanrápidoqueaSofíaapenas

lediotiempoareaccionar.

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Ezio caminó despacio por el pasillo, que, conforme avanzaba, cada vez seinclinaba más hacia abajo y se ensanchaba. Apenas había necesitado la antorcha,puestoque lasparedesestaban llenasdeellas,y seencendíanporalgúnmisteriosoproceso al pasar. Pero no le causó inquietud ni temor. Era curioso, pero se sentíacomosifueraacasa.Comosialgoestuvieracompletándose.

Elpasillodesembocabaenunavastacámararedondadecuarentaycincometrosdediámetroycuarentaycincodealturahastalacúpula,comolanavecirculardeunabasílica maravillosa. En aquella estancia había cajas que alguna vez habríancontenido artefactos, pero ahora estaban vacías. Las múltiples galerías que larecorríanestabancubiertasdeestanterías,todaslasparedesestabanllenasdeellas.

Ezioadvirtióasombradoquetodasestabanvacías.Pero no tuvo tiempo para reflexionar sobre aquello, puesto que un enorme

escritorio de roble en un alto podio, colocado en el otro extremo de la habitación,frentealaentrada,atrajodeformairresistiblesumirada.Unaluzbrillanteiluminabadirectamentedesdearribalafiguraaltaqueestabasentadaallí.

EntoncesEziosintióalgoparecidoalsobrecogimiento,porqueenelfondodesucorazón sabía lo que era. Se aproximó con veneración y cuando estuvo losuficientementecercacomoparatocarlafiguraencapuchadadelasilla,searrodilló.

Lafiguraestabamuerta, llevabamuertamuchotiempo.Perolacapayla túnicablancahabíanpermanecidointactasalpasodelossiglos,e inclusoensuquietudelhombre muerto irradiaba… algo. Algún tipo de poder, pero no un poder terrenal.Ezio,despuésdehacerleunareverencia,selevantódenuevo.Noseatrevióabajarlelacapuchaparaversurostro,peromiróloshuesoslargosdesusmanosesqueléticas,extendidossobrelasuperficiedelescritorio,comosileatrajeran.Habíaunaplumayunas hojas en blanco de pergamino antiguo en lamesa y un tintero seco. Bajo lamanoderechadelafigurahabíaunapiedracircular,parecidaalasllavesdelapuerta,pero labrada con más delicadeza y del alabastro más fino que había visto jamás,pensóEzio.

—Nohay libros—dijoEzio enel silencio—.Nohayartefactos…Tan solo tú,fratellomio.

Apoyóunamanoconcuidadosobreelhombrodelhombremuerto.Noestabanemparentadosporsangre,peroloslazosdelaHermandadlosuníanmásquelosdeunafamilia.

—RequiescatinPace,oh,Altaïr.Pensóquehabíacaptadounmovimientoporelrabillodelojoybajó lamirada.

Peronohabíanada,salvoquelapiedradelescritorionoestababajolamanoqueEzioimaginóquelatapaba.Untrucodelaluz.Nadamás.

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Eziosupoporinstintoloqueteníaquehacer.Usóunpedernalparaencenderlavelaenelescritorioyestudiólapiedraconmásdetenimiento.Acercólamanoparacogerla.

Encuantolatuvoenlamano,lapiedracomenzóabrillar.La alzó hasta su rostro cuando unas nubes familiares se arremolinaron,

envolviéndole…

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—¿DicesqueBagdadhasidosaqueada?—Sí,Padre.LosmongolesdeKhanHulaguhanpasadoporlaciudadcomouna

conflagración.Nohasobrevividonadie.Élcolocóunaruedadecarroehizoquelapoblaciónpasaraenfila.Matóatodosaquelloscuyacabezasobresalieradelcentrodelarueda.

—¿Dejótansoloalosjóvenesymaleables?—Sí.—Hulagunoestonto.—Ha destruido la ciudad. Ha quemado todas las bibliotecas. Ha destrozado la

universidad.Hamatadoa todos sus intelectualesy al resto.Laciudadnuncahabíavividotalholocausto.

—Yesperoquenovuelvaasucederjamás.—Lomismodigo,Padre.—Te elogio, Darim. Está bien que hayas tomado la decisión de viajar a

Alejandría.¿Tehasocupadodemislibros?—Sí,Padre.Losqueno lesmandastea loshermanosPolo,ya losheenviadoa

Latakiaencarrosparaquelosembarquen.Altaïrsesentóencorvadojuntoalapuertaabiertadesugranarchivoybiblioteca

abovedada. Era muy distinta ahora que estaba vacía. Agarró una pequeña caja demadera. Darim tenía el juicio suficiente para no preguntar a su padre de qué setrataba.

—Bien.Muybien—dijoAltaïr.—Perohayuna cosa, algo fundamental, queno entiendo—dijoDarim—.¿Por

quéconstruisteunarchivoyunabiblioteca tangrandedurante tantasdécadassinoteníaslaintencióndeguardarallítuslibros?

Altaïrleinterrumpióconungestodelamano.—Darim, sabes muy bien que he ansiado sobrevivir a mi tiempo. Pronto

emprenderé un viaje que no requiere ningún equipaje. Pero eres tú quien harespondidoatupropiapregunta.LoquehizoHulaguenBagdadloharátambiénaquí.Losechamosunavez,perovolverány,cuandolohagan,Masyafdebeestarvacío.

Darimsediocuentadequesupadreabrazabalacajitamásfuertecontrasupechomientras hablaba, como si la estuviera protegiendo. Miró a Altaïr, tan frágil queparecíahechodepergamino,peropordentrotanresistentecomoelpapeldevitela.

—Entiendo—dijo—.Entonceshadejadodeserunabibliotecaparaconvertirseenunacripta.

Supadreasintiómuyserio.—Debe permanecer oculta, Darim. Lejos de las manos codiciosas. Al menos

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hastaquehayatransmitidoelsecretoquecontiene.—¿Quésecreto?Altaïrsonrióyselevantó.—Noimporta.Vamos,hijomío.Vecontufamiliayvivebien.Darimleabrazó.—Todolobuenoenmíempezócontigo—dijo.Sesepararon.Luego,Altaïrcruzólapuerta.Unavezdentro,sepreparóparatirar

deunagranpalancaenel interior, juntoaldintel.Finalmenteesta semovióy, trascompletar el arco, se colocó en su sitio. Poco a poco, unapesadapuerta de piedraverdesurgiódelsueloparacerrarlaabertura.

Padreehijosequedaronmirandosinpalabrascuandoapareciólapuerta.Darimintentócontrolarsecontodassusfuerzas,peroalfinalnopudocontenerlaslágrimascuandolapuertaencerróasupadrevivoenunatumba.Finalmenteseviofrentealoqueatodoslosefectoseraunasuperficielisa.Tansoloelcolorladiferenciabadelasparedes,esoysuscuriosasmuescas.

Darimsegolpeóelpecho,llenodedolor,sediolavueltaysemarchó.

«¿Quiéneseranlosquevinieronantes?»,pensóAltaïrmientrasavanzabasinprisaporellargopasilloquelellevabaalagrancámarasubterránea,abovedada.Alpasar,las antorchas de las paredes iluminaban su camino, alimentadas por un gascombustible que les llegaba por unas tuberías ocultas en las paredes, y prendíagracias a unos pedernales, cuando su peso accionaba una presilla bajo el suelo.Ardíanunosminutosasusespaldasyluegovolvíanaapagarse.

«¿Qué les había llevado allí? ¿Por qué se habían marchado? ¿Y aquellosartefactos? Esos que nosotros hemos llamado Fragmentos del Edén. Mensajes enbotellas.Instrumentosabandonadosparaayudarnos,paraguiarnos.¿Oluchamosporcontrolar sus desperdicios, otorgando un fin y un significado divino a simplesjuguetesdelosqueellossedeshicieron?».

Continuóarrastrandolospiesporelpasillo,agarrandolacaja,conlaspiernasylosbrazosdoloridosporelcansancio.

Por fin llegó a la gran sala sombría y la cruzó sinmás ceremonias.Llegó a suescritorioconelalivioquesienteunhombrequeseahoga,cuandoencuentraunpaloalqueaferrarseenelmar.

Sesentó,colocólacajaconcuidadoasulado,asualcance,incapazdeapartarlasmanos de ella. Cogió papel, la pluma y la tinta.Mojó la pluma, pero no escribió.Pensóencambioenloquehabíaescrito,algodesudiario.

LaManzanaesmásqueuncatálogodeloquenosprecede.Dentrodesuinteriorqueseretuerceychisporroteahevistoretazosdeloquesería.Talcosanodeberíaserposible.Talveznolosea.Quizásea

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simplemente una sugerencia.Contemplo las consecuencias de esas visiones: ¿son imágenes de cosasque van a pasar o solo lo que podría suceder? ¿Podemos influir en el resultado? ¿Nos atrevemos aintentarlo?Yalhacerlo,¿aseguramossololoquehemosvisto?Comosiempre,medebatoentreactuarono,sinestarsegurodesimarcaráladiferencia.

¿Se supone que yo debo cambiar algo?Aun así, sigo escribiendo en este diario. ¿No es eso unintentodecambiar,ogarantizar,loquehevisto?

Quéingenuoescreerquehabráunasolarespuestaacadapregunta.Acadamisterio.Queexisteunaúnica luz divina que trae paz y amor. Pienso que es una luz que nos ciega y nos obliga a seguirtropezandoenlaignorancia.Ansíoeldíaenqueloshombresseapartarándelosmonstruosinvisiblesyvolverán a abrazar una visión del mundo más racional. Pero esas nuevas religiones son muyconvenientesyprometenunterriblecastigoparalosquelasrechazan.Mepreocupaqueelmiedonosmantengapegadosaloqueeslamayormentirajamáscontada…

El anciano se sentó un rato en silencio, sin saber si sentía esperanza odesesperación.Talvezningunadelasdos.Talvezlashabíasuperadoconlaedad,lashabíasobrevivido.El silenciode lagransalaysupenumbra leprotegíancomo losbrazosdeunamadre.Peroseguíasinpoderdejaralmargensupasado.

Apartólosmaterialesdeescritura,acercólacajahaciasíycolocóambasmanossobreella,protegiéndola,¿dequé?

EntoncesleparecióqueAlMualimestabafrenteaél.SuviejoMentor.Elviejotraidor.Al que al final desenmascaró y destruyó. Pero cuando el hombre habló, lohizodeformaamenazadorayautoritaria.

—Enlasabiduríaestáeldolor.Yelqueaumentasusconocimientosaumentasupena.—El fantasma se inclinóhacia delante para susurrar conurgencia al oídodeAltaïr—.¡Destrúyela!¡Destrúyelacomodijistequeharías!

—¡No,nopuedo!Entoncesoyóotravozylediounvuelcoelcorazón.SediolavueltayAlMualim

desapareció.Pero¿eraella?¡Nopodíaverla!—Pisasteunalíneamuyfina,Altaïr—dijoMaríaThorpe.Suvozerajovenyfirme,comocuandolahabíaconocido,hacíasietedécadas.—Me ha dominado la curiosidad, María. Aunque este artefacto es terrible,

contienemaravillas.Megustaríaentenderlolomejorquepueda.—¿Quétehadicho?¿Quéves?—Extrañosmensajesyvisiones.Dequienesvinieronantes,desuascenso,desu

caída…—¿Yquéhaydenosotros?¿Dóndeestamos?—Somoseslabonesdeunacadena,María.—Pero ¿qué pasa con nosotros, Altaïr? ¿Con nuestra familia? ¿Qué dice la

Manzana?Altaïrcontestó:—¿Quiénes fueron los que vinieron antes? ¿Qué les trajo aquí? ¿Hace cuánto

tiempo?Pero se lo decía más a sí mismo que a María, que volvió a interrumpir sus

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pensamientos.—¡Deshaztedeesacosa!—Ese es mi deber, María —le dijo Altaïr a su mujer, con una voz llena de

tristeza.Entonces ella gritó de forma terrible y luego su garganta emitió un estertor y

murió.—Fuerza,Altaïr—susurró.—¡María!¿Dónde…dóndeestás?—Ygritóalagransala—:¡¿Dóndeestá?!Perolaúnicarespuestafueeleco.Entoncesaparecióunaterceravoz,afligida,peroqueintentócalmarlo.—Padre,sehaido.¿Noteacuerdas?Sehaido—dijoDarim.—¿Dóndeestámiesposa?—¡Han pasado veinticinco años, viejo iluso! ¡Está muerta!—le gritó su hijo,

enfadado.—Déjame.¡Déjameconmitrabajo!—Padre,¿quésitioeseste?—dijo,másbajoahora—.¿Paraquésirve?—Es una biblioteca. Y un archivo. Para mantener a salvo todo lo que he

aprendido.Todoloquemehanenseñado.—¿Qué te han enseñado, Padre?—Hubo una pausa—. ¿Qué pasó en Alamut

antesdequevinieranlosmongoles?¿Quédescubriste?Yentoncessehizoelsilencio,quecubrióaAltaïrcomouncielocálidoyenél

dijo:—Supropósitoloconozcoahora.Sussecretossonmíos.Susmotivossonclaros.

Peroestemensajenoesparamí,sinoparaotro.Mirólacajasobreelescritorioqueteníaantesí.«No debería volver a tocar esa cosa espantosa. Pronto me marcharé de este

mundo.Ha llegadomi hora.Todos losmomentos del día están empañadospor lospensamientosylosmiedosnacidosdeestaconciencia.Todaslasrevelacionesquemeprometieron se han terminado. No hay otro mundo más allá. Ni vuelta a este.Simplementesehaterminado.Parasiempre».

Y abrió la caja. Sobre una base de terciopelo marrón estaba la Manzana. UnFragmentodelEdén.

«MehandichoqueestaManzanaprimeroestuvoocultaenChipreydespuésseperdióenelmar,laarrojaronalocéano…NadiedebeencontrarestaManzanahastaquellegueelmomento».

Lamiróuninstante,luegoselevantóyfueaunhuecooscuroquehabíadetrásdeél. Accionó una palanca que abría una puerta pesada que a su vez cubría unahornacinaescondida,enlaquehabíaunpedestal.AltaïrsacólaManzanadelacaja,más pequeña que un balón, y la colocó enseguida en el pedestal. Antes de verse

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tentadosemoviórápidamente,yvolvióatirardelapalanca.Lapuertadelhuecosecerróconfirmezaparasiempre.Altaïrsabíaquelapalancayanovolveríaafuncionardurante dos siglos y medio. Tal vez había llegado el momento de que el mundoprogresara.Aunqueparaéllatentaciónhabíacesado.

Sevolvióasentarenelescritorioysacódeuncajónundiscodealabastroblanco.Encendió una vela que había a su lado y cogió el disco con ambas manos paralevantarloantesusojos.Loscerróparaconcentrarse,yempezóaimbuiralalabastrosuspensamientos,sutestamento.

Lapiedrabrillóeiluminósucaradurantelargorato.Entonceselbrilloseapagóyquedóaoscuras.

Eziolediolavueltaaldiscoensusmanos,bajolaluzdelavela.Noteníaniideadecómohabíapodidoenterarsedetodoloquesabíaahora,perosentíaunaprofundacomunión,unparentesco,incluso,conlacáscaraqueestabaasulado.

MiróaAltaïr,incrédulo.—¿Otroartefacto?—preguntó—.¿OtraManzana?

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Sabíaloquehacerylohizocomosisiguieraenunsueño.Concuidado,dejódenuevoeldiscosobreelescritorioysevolvióhaciaeloscurohuecoqueteníadetrás.Sabíadóndebuscarlapalanca,quecedióalinstantecuandotiródeellasuavemente.Alabrirselapuerta,soltóungritoahogado.

«Creíquetansolohabíauna.LaqueMaquiaveloyyoenterramosparasiempreenlacriptabajolaiglesiadeSanNicolainCarcere.¡Yahora…sondos!».

ExaminólaManzanaunmomento.Eraoscurayestabafría,sinvida.Peronotóquesumano,comosifueraindependientedesuvoluntad,queríatocarla.

Conungranesfuerzo,secontuvo.—¡No!¡Tequedarásaquí!Retrocedióunpaso.Pero entonces la Manzana se encendió y su luz le cegó. Él retrocedió

tambaleándoseysediolavueltaparaverelmundo—¡elmundo!—enelcentrodelacámaraahoradeslumbrante,dandovueltasenelespacio,aseismetrosdelsuelo,unavulgarbolagigantedecolorazul,marrón,blancoyverde.

—¡No!—gritó,tapándoselosojosconlasmanos—.¡Yahehechosuficiente!Hevividomividalomejorquehepodido,sinsabersuobjetivo,peroatraídocomounapolillaaunalunadistante.¡Bastaya!

Escucha. Eres el canal de transmisión de un mensaje que tú no tienes queentender.

Ezio no tenía ni idea de dónde venía la voz o a quién pertenecía. Se quitó lasmanosdelosojosysetapóconellaslosoídos,volviéndosehacialapared,moviendoelcuerpoadelanteyatráscomosileestuvieranpegando.Ledieronlavueltaparaquemirara la habitación. Flotando en el aire, llenando el llamativo resplandor, habíabillones de números e iconos, cálculos y fórmulas, palabras y letras, algunosmezclados,otrosunidosparaconseguirunsignificadoesporádico,quesevolvíanasepararparadarlugaralcaos.Yenmediolavozdeunanciano;viejaporquedevezen cuando temblaba. Pero con autoridad. Era la vozmás poderosa queEzio habíaoídoensuvida.

¿Meoyes,ceroalaizquierda?¿Meoyes?Yentonces,algoparecidoaunhombrecaminóhaciaéldesdeunagrandistancia,

caminandoporelremolinodetodoslossímbolosqueelhombrehabíausadoenalgúnmomentoparadarlesentidoatodo;caminandoporelaire,porelagua,peronoportierra. Ezio sabía que la figura no lograría tocarle. Estaban en dos extremos de unabismoinsalvable.

Ah,estásahí.Losnúmerosalrededordelafigurasemovieron,parpadearonyempezaronahuir

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unosdeotrossinpoderescapar,enunaespeciedepesadillaentrópica.Perolafiguraeramásnítida.Eraunhombre.Másaltoyrobustoquelamayoríadeloshombres.AEziolerecordabaaunadeesasestatuasde losdiosesgriegosqueMiguelÁngel lehabíaenseñadocuandoelPapaJulioconfiscólacoleccióndelosBorgia.Aunqueeraundiosviejo.ZeusoPoseidón.Conunabarbapoblada.Losojoslebrillabanconunasabiduríasobrenatural.Asualrededor,losdígitosylasecuacionescolgantesdejarondebatallarentreellosyporfincomenzaronamarcharse,cadavezmásrápido,hastaque ya no quedó ninguno, y el mundo tampoco estaba; lo único que quedaba eraaquel…hombre.¿DequéotromodoibaallamarloEzio?

Tinia.MellamoTinia.Creoquehasconocidoamishermanas.Eziomiróalacriatura,peroestamirabaalaúltimafórmulaquequedabamientras

seescabullíaporeléter.Cuando a continuación habló, su voz pareció extrañamente humana, un poco

insegura.Unlugarraro,estenexodeTiempo.Noestoyacostumbradoalos…cálculos.Ese

siemprehasidoelcampodeMenrva.MiróaEzio inquisitivamente.Perohabíaalgomás:unaprofunda tristezayuna

especiedeorgullopaterno.Veo que aún te quedan muchas preguntas. ¿Quiénes somos? ¿Qué fue de

nosotros?¿Quédeseamosdeti?—Tiniasonrió—.Tendrás tusrespuestas.Tansoloescuchaytelasdiré.

Lasalasevaciódeluzyunavezmásunfantasmalgloboazulgiratorioapareciódirectamente detrás de Tinia, y poco a poco fue aumentando de tamaño hasta queocupócasilacámaraentera.

Antesydespuésdelfinal,buscamossalvarelmundo.Unospequeñospuntoscomenzaronaaparecerenelenormeglobogiratorio,uno

detrásdeotro.Esas son señales de donde construimos criptas en las que trabajar, cada una

dedicadaaunaformadistintadesalvación.Ezioviounodelospuntos,entretodoslosquehabía,quebrillabaintensamente.

Estabacercadelacostaestedeunvastocontinentequenuncahubieraimaginadoquedeverdadexistiera,salvoporquesuamigoAmerigoVespuciohabíadescubiertounacosta allí hacía una década, y él había visto el mapa de Waldseemüller querepresentabaelmundodescubierto.Peroloqueaquelmapadescribíaeratansoloelsur.¿Podíahabermás?¿Unenormetrozodetierra?Parecíaimposible.

Se pusieron bajo tierra para evitar la guerra que se desarrollaba arriba, ytambién como precaución por si no lográbamos nuestro objetivo a pesar de losesfuerzos.

Eziovioquelosrayosdeluzempezabanaextendersecomolíneasporelglobo

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que rotaba lentamente, desde todos los otros puntos marcados en él hasta el delextrañonuevocontinente,ycontinuaronhastaqueelmundoenteroestuvocruzadoporunafiligranadelíneasdeluz.

Elconocimientodecadaunadelascriptassetransmitióaunúnicolugar…ElpuntodevistadeEziocambiómientrasobservabalagranimagendelmundo;

parecíacaerenpicadohaciaélybajarporelespacio,hastaqueleparecióqueibaachocarcontraelsuelo;luegovolvióabajarybajarporunpalo,comosiestuvieraenunpozo,hastaqueaparecióenuninmensoedificiosubterráneo,comountemplooelsalóndeunpalacio.

Era nuestro deber…, el mío, el de mis hermanas, Menrva yUni, clasificar yprobar todo lo que recogíamos. Elegimos esas soluciones porque otorgaban lamáximaesperanzaynosdedicamosademostrarsusventajas.

Yde hecho,Ezio estaba en una gran sala, en lamisteriosa cripta de una tierramisteriosa—oesoparecía—,yallí, cercadeTinia,estabanMenrvayUni,con lasqueEziosehabíaencontradoantes…

Probamos seis seguidos y cada uno fue más alentador que el anterior. Peroningunofuncionó.

Yentonces,elmundoseacabó.Laúltimadeclaraciónfuehechadeunmodotansimpleycontaltonorealistaque

Eziosesorprendió.VioaMenrva,entristecida,yaUni,enfadada.ContinuómirandomientrasTiniaactivabauncomplejomecanismoqueprovocóquelasgrandespuertasdeaquellugarsecerraran.Yentonces…

Entonces, una gran ola de indescriptible poder alcanzó la parte superior de laenorme bóveda del cielo y lo iluminó como diezmil luces del norte. Ezio parecíaestar en medio de cientos de miles de personas, en una elegante ciudad, quecontemplaban la muestra sobrenatural sobre sus cabezas. Pero la suave brisa quesoplabaentreellascambiódecéfiroa tormenta,y luegoahuracánenmenosdeunminuto.Laspersonassemirabanunasaotrassindarcréditoy,luego,aterrorizadas,ysemarcharoncorriendoparaponerseasalvo.

Elcielo, todavíaardiendocon llamasverdes,comenzóachisporrotear, llenoderelámpagos.Lostruenosretumbaban,aunquenohabíanubes,ylosrayoscaíandeloscieloshacialosárboles,losedificiosylagente.Losescombrosvolabanporelaire,destrozandotodoasucamino.

A continuación, un temblor colosal hizo que el suelo se sacudiera. Los quequedabanalairelibreperdieronelequilibrioyfueronaplastadosporpiedrasyrocas,arrastradosporelvientocomopelotasdepapel,antesdequepudieranlevantarse.Latierra volvió a sacudirse, conmás violencia esta vez, y los gritos de los afectadosquedaron ahogados por el estallido de la tormenta y el aullido ensordecedor delvendaval.Los supervivientes corrieron a buscar refugio, algunos se esforzaban por

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mantener el equilibrio agarrándose a los laterales de los edificios quequedaban enpie,mientrasintentabanseguiravanzando.

Sin embargo, en medio de la devastación general, los grandes templos semantenían firmes, intactos ante la catástrofe a su alrededor, rindiendo tributo alingeniotécnicodeaquellosqueloshabíanconstruido.Perootrograntemblorsacudióelsuelo,yluegootro.Unaanchacarreterasepartióporlamitadentodasulongitudylagentehuyódelabismoquecadavezseabríamás.Paraentonces,elcieloestabaardiendo, arcos de relámpagos iban de un horizonte a otro, y la parte superior delfirmamentoparecíaapuntodeestallar.

Después,EziocreyóverlaTierradesdelejosotravez,envueltaporunaerupciónsolardescomunal,atrapadaenunareddebolasdefuegogigantescas,yentonces,demanerainconcebible,elmundosemoviódesuejeycomenzóarodar…Laciudadelegante, la colección refinada y sofisticada de edificios altos y parques muycuidados,quedódivididaconheridasabiertas,cuandolatierraseseparóysehundió,llevándoseedificiosqueantesestabanintactosydejándoloshechostrizas.Laspocaspersonasquequedabanenlascallesgritaban,unúltimogritodesesperadodeagoníacuandoelcambioenlospolosterrestresdejólasuperficiedelaTierravulnerableauna radiaciónmortal provocada por las erupciones solares. Las últimas estructurassalieronvolandocomouncastillodenaipesderribadoporelviento.

Yentonces, tande repentecomohabíaempezado, todosecalmó.Las lucesdelnortecesaroncomolallamadeunavelaseapagacuandounhombrelasoplay,casiinmediatamente,elvientoamainó.Peroladevastacióneratotal.Nosehabíasalvadocasinada.Elfuegoyelhumo,laoscuridadyladecadencialodominabantodo.

Atravésdelmiasma,aEziolellególavozdeTinia.Oladealguiencomoél.Yanoestabasegurodenada.

Escucha. Tienes que ir allí. Al lugar que creamos…Que creamos y perdimos.Tomamispalabras.Pásalasdetucabezaatusmanos.AsíabriráselCamino.Peroteadviertoquetodavíahabrámuchoscambiosynosécómoterminaránlascosas,nienmitiemponieneltuyo.

Latormentadepolvoestabaamainandoylalavalíquidaseenfriaba.Eltiemposeaceleró mientras unos brotes diminutos salían del suelo y volvían a arraigar. Laentradaaunacriptasubterráneaseabrió,lagentedelaPrimeraCivilizaciónsalióycomenzaronareconstruir.Peroeranmenosynoaumentaron.Alolargodemuchossiglosdisminuyeron,hastaquesoloquedaronunoscientos,despuésunasdocenasy,mástarde,ninguno…

Loquereconstruyeronfuereclamadoporlosbosquesconquistadores.Susnuevosedificios desaparecieron, devorados por el tiempo. Un paisaje de colinas bajas ydensavegetaciónenvolvióaquellasgrandesexpansionesnocubiertasdellanuras.Yentonces,apareciógente,perodistintaalosPrimerosLlegados.Ahoraeranhumanos.

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LosquelosPrimerosLlegadoshabíancreadocomoesclavosahoralosliberarían,seconvertirían en sus herederos. Algunos, de hecho, habían sido amantes de losPrimeros Llegados y de ellos había surgido un pequeño linaje de personas conpoderes sobrenaturales. Pero los verdaderos herederos eran los humanos. Losprimeros en aquella tierra desconocida eran hombres y mujeres con la piel muymorena y el pelo largo, liso y negro.Un pueblo orgulloso, que cazaba un extrañoganadodepelomarrónoscuro,montabaponisapelo,yusabaarcosyflechas.Estagentevivíaentribusdisgregadasyluchabanentresí,peroderramandopocasangre.

Entoncesllegaronnuevaspersonas.Gentemáspálida,cuyaropaeradistintaylescubríamáselcuerpo.EsagenteveníaenbarcosdesdeEuropa,atravesandoelMareOccidentalis.Esagentematabaaotrosylesechabandesustierrasparaestablecerallísusgranjas,susaldeas,yalfinal,pueblosyciudadesquecompitieranconlosdelacivilizaciónperdidaquehabíadesaparecidoenlatierrahaciamuchosmilenios.

Nuncaloolvides.Noeseleccióntuyaabandonarlaluchaporlajusticia.Inclusocuandoparezcaquenopuedaganarse,quesehaperdidotodaesperanza,lalucha,lalucha asegura la supervivencia de la justicia, la supervivencia del mundo. Vivesmanteniendoelequilibrioalbordedeunprecipicio,nopuedesevitarlo.Tutrabajoesasegurarte de que el equilibrio no se incline nunca demasiado hacia el ladoequivocado.Ypuedeshacerotracosaparaasegurartedequenuncasuceda:puedesamar.

Ezio se aferró al escritorio.A su lado,Altaïr seguía sentado en su silla.No sehabíamovidonadasobrelamesa,nisiquierauntrozodepergamino,yelcabodelavelaardíaconunaluzconstante.

Nosabíacómohabíallegadodelhuecoalescritorio,peroretrocedióunospasos.LaManzanaseguíaenelpedestal,fríaeinerte.Apenaspodíadistinguirsucontornoenlapenumbra.Advirtióquesucaja,cubiertadepolvo,estabasobreelescritorio.

Se calmó y volvió a cruzar la gran cámara para dirigirse al pasillo que ledevolveríaalaluzdelsol,aSofía.

Peroenlaentradadelagranbiblioteca,sevolvióunavezmás.Leparecióestarmuy lejos ya, ymiró una última vez aAltaïr, sentado para toda la eternidad en elfantasmadesubiblioteca.

—Adiós,Mentor—dijo.

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Alalcanzar lapuertaexterior,Ezioencontró lapalanca juntoaldintely tiródeella.Obediente, la puerta verde se deslizó hastameterse en el suelo.Y allí estabaSofía,leyendounlibro,esperándole.

Sonrióalverleaparecer,selevantó,seacercóaélylecogiódelamano.—Hasvuelto—dijo,incapazdeocultareltonodealivioensuvoz.—Teloprometí.—¿Hasencontradoloquebuscabas?—Heencontrado…suficiente.Ellavaciló.—Creía…—¿Qué?—Creíaqueyanovolveríaaverte.—A veces nuestros peores presentimientos son en los que menos debemos

confiar.Ellalemiró.—Debodeestar loca.Creoquemegusta inclusomáscuandoteponespedante.

—Hizounapausa—.¿Quéhacemosahora?Eziosonrió.—Nosvamosacasa—contestó.

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TerceraParte

Oheternaluzqueentisolateinflamas,solateentiendes,yportientendidayentendedora,tecomplacesyamas.Enlacirculaciónqueconcebidalucíaenticuallumbrereflejada,pormisojosuntantocircuida,dentrodesí.

ElParaísodeDante

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Ezio estuvocallado lamayoríadel viajedevuelta aConstantinopla.Sofía, querecordabalaseriaadvertenciadeSelim,secuestionabasieraprudenteregresarallí,peroselimitóadecir:

—Aúnquedatrabajoquehacer.Se preguntó cómo se encontraba él, parecía tan encerrado en símismo…, casi

enfermo.Perocuandoaparecieronlascúpulasdoradasylosblancosminaretesenlacosta norte, lemejoró el ánimoy ella vio cómovolvía aquel brillo a sus ojos grisoscuro.

Regresaronasutienda.Estabacasiirreconocible.Azizelahabíamodernizadoytodos los libros estaban bien colocados en las estanterías, en un orden impecable.Azize casi se deshizo en disculpas cuando le devolvió las llaves a Sofía, pero lapropietariasehabíadadocuentadequelalibreríaestaballenadeclientes.

—Dogan desea veros, Mentor —dijo Azize cuando saludó a Ezio—. Y estadtranquilo. El príncipe Suleiman sabe que habéis regresado y tenéis su protección.Perosupadreinsisteenquenodeberíaisquedarosmuchotiempo.

EzioySofíaintercambiaronunamirada.Llevabanyamuchotiempojuntos,seismesesporlomenos,desdequeellasehabíaempeñadoenacompañarleensuviajeaMasyaf,unapeticióna laqueélaccedió,parasusorpresa, sinobjeciónalguna.Dehecho,lepareciómuybien.

ConDogan,EziosehabíaaseguradodequelosAsesinosturcostuvieranunabasefirmeenlaciudadconelacuerdotácitodeSuleimanybajosuprotecciónextraoficial.Eltrabajohabíaempezadoexpulsandodelaciudadydelimperioalosbizantinosyotomanosrenegados,queahoranoteníanlíder,traslamuertedeAhmetyManuel,ylosjenízaros,bajolamanodehierrodeSelim,sabíanquenohabíamásdesacuerdosensusfilas.Nohacíafalta,puestoquesupríncipepreferidosehabíaconvertidoensurey.

En cuanto a losTemplarios, habían perdido sus zonas de influencia en Italia yahora en el este, así que habían desaparecido. PeroEzio sabía que eran un volcándormido,noextinto.SupreocupaciónsecentróenelLejanoOrienteysepreguntóqué significaría la información transmitida porTinia y el globo fantasmal para loscontinentes que aún no se habían descubierto—si existían— al otro lado delmarOccidental.

Dogan, aunque carecía del ímpetu de Yusuf, lo compensaba con sus dotes deorganizaciónysucompletadevociónalCredo.PodríallegaraserMentoralgúndía,pensóEzio.Perosuspropiossentimientosparecíaniraladeriva.Yanosabíaenqué

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creer,siesquecreíaenalgo,yeso,entreotrascosas,fueloquelepreocupóduranteellargoviajeacasa.

¡A casa! ¿A qué llamaba «casa»? ¿Roma? ¿Florencia? ¿A su trabajo? Pero noteníaunhogardeverdadysabíaenelfondoquesuexperienciaenlacámaraocultadeAltaïrenMasyafhabíamarcadoelfinaldeunapáginaensuvida.Habíahecholoquehabíapodido,yhabíalogradopazyestabilidad—demomento—enItaliayeneleste.¿Nopodíapermitirsepasarunpocodetiempoocupándosedesuvida?Sabíaqueseleestabanagotandolosdías,peroaúnlequedabanunoscuantosparacosecharlosembrado.Siseatrevíaaarriesgarse.

Eziopasósuquincuagésimotercercumpleaños,enelsolsticiodeveranode1512,conSofía.CadavezlequedabanmenosdíasdelosquelehabíapermitidoquedarseSelim.Suestadodehumorparecíasombrío.Estabaninquietos,comosiungranpesocolgara sobre ellos. En su honor, ella había preparado un banquete totalmenteflorentino: salsicce di cinghiale y fettunta, luego carciofini sott'olio, seguido despaghettialloscoglioybisteccaallafiorentina;ydespuésunbuenpecorinoseco.Elpastelquehizofueuncastagnaccio,yañadióalgunosbruttimabuoniporsiacaso.PerodecidióqueelvinodebíaserdelVéneto.

Estabatododeliciosoypusieronmuchodesuparteambos,peroellasediocuentadequelacomida,inclusolacomidadecasa,quelehabíacostadounafortuna,eraloúltimoqueEzioteníaenlacabeza.

—¿Quéharás?—lepreguntó.Élsuspiró.—VolveraRoma.Mitrabajoaquíyahaterminado.—Hizounapausa—.¿Ytú?—Quedarme aquí, supongo. Seguir adelante como siempre he hecho. Aunque

Azizeesmejorlibreraqueyo.—Alomejordeberíasprobaralgonuevo.—No sé si me atrevería yo sola. Esto es lo que conozco. Aunque…—Se le

quebrólavoz.—¿Aunquequé?Ellalemiró.—Estosúltimosmeses,casihaceunañoya,heaprendidoquehayunavidaaparte

deloslibros.—Todalavidaestáfueradeloslibros.—¡Hashabladocomounauténticoerudito!—Lavidaentraenloslibros.Noalrevés.Sofíaleobservóconatención.Sepreguntócuántomásdudaría.Ysialgunavezlo

habíapensado.Siseatrevería.Siesquenoquería,aunquetratódequitarseesaideadelacabeza,ysiellaseatreveríaaanimarle.AquelviajeaAdrianópolissinélhabía

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sidolaprimeravezquesediocuentadeloqueleestabapasando,yestabaseguradequeaéllehabíasucedidolomismo.Eranamantes,porsupuestoqueeranamantes.Peroloqueansiabatodavíanohabíaocurrido.

Se quedaron sentados a la mesa un buen rato en silencio. Un silencio muycargado.

—Azize,adiferenciadeti,noseharecuperadodelaterribleexperienciaamanosdeAhmet—dijoEzio,finalmente,ysirvió,despacio,doscopasdeSoave—.Mehapedidoquetepreguntesipuedetrabajaraquí.

—¿Yquéinteréstienestúenesto?—EstelugarseríaunexcelentecentrodeinteligenciaparalosAsesinosseljuk.—

Secorrigióenseguida—.Unafunciónsecundaria,desdeluego,yleotorgaríaaAzizeunpapelmástranquiloenlaOrden.Bueno,sitú…

—¿Yquéserádemí?Eziotragósaliva.—Mepreguntabasi…Seapoyósobreunarodillayelcorazóndeellasevolvióloco.

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Decidieron que sería mejor casarse en Venecia. El tío de Sofía era el vicariogeneraldeSantaMariaGloriosadeiFrarienelbarriodeSanPoloysehabíaofrecidoaoficiar laboda.EncuantoseenteródequeeldifuntopadredeEziohabíasidoeleminente banquero Giovanni Auditore, había dado su bendición al matrimonio detodo corazón.La conexión deEzio conPietroBembo también ayudó, y aunque elantiguoamantedeLucreciaBorgianopudoasistir,puesestabaenUrbino,entrelosinvitados sí seencontrabaelduxLeonardoLoredanyunpintorconmucho futuro,TizianoVecellio,que,enamoradodelabellezadeSofía,ycelosodelcuadroquelehabíapintadoDurero,seofreció,porunpreciodeamigo,ahacerundobleretratodeelloscomoregalodeboda.

LaHermandaddelosAsesinoslehabíapagadoaSofíaunagenerosasumaporsulibrería.Bajo la tienda, en la cisterna queEzio había descubierto, tapió y selló lascinco llaves deMasyaf.Azize, aunque estaba triste por sumarcha, también estabaencantadaconsunuevaprofesión.

Se quedaronvariosmeses enVenecia, lo que le permitió aSofía familiarizarsecon la patria que apenas conocía, y convertir en amigos a los parientes que lequedaban.PerohaciaAñoNuevo,Eziocomenzóainquietarse.HabíarecibidocartasimpacientesdeClaudiadesdeRoma.ElPapaJulioII,protectordelosAsesinosdesdehacíatiempo,seacercabaasusexagésimonovenocumpleañosyestabaenfermo.LasucesióntodavíanoestabaclaraylaHermandadnecesitabaqueEzioseencargaradelasituaciónduranteelperiodointermedioquehabríatraslamuertedeJulio.

PeroEzio,aunqueestabapreocupado,aplazólospreparativosdesumarcha.—Yanoquiero formar parte de estas cosas—ledijo aSofía en respuesta a su

pregunta—.Necesitotiempoparapensarpormímismo,porfin.—Ypensarentimismo,talvez.—Talvezesotambién.—Perosiguesteniendounaobligación.—Losé.Tenía otras cosas en mente. El líder de la rama del norte de Europa de la

Hermandad,Desiderio Erasmo, le había escrito aClaudia desde laUniversidad deCambridge, donde el estudioso errante estaba ahora viviendo y dando clases. Lehabía escrito que allí había Doctor en Biblia de Wittenberg recién nombrado, unjovenllamadoLutero,cuyasideasreligiosasdeberíanrevisarse,puestoqueparecíanconducir a algo muy revolucionario, algo que podría amenazar de nuevo la frágilestabilidaddeEuropa.

LecontóaSofíasupreocupación.—¿QuéestáhaciendoErasmo?

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—Observayespera.—¿Reclutaráshombresnuevosen laOrdensihayuncambioque laalejade la

IglesiaRomanaenelnorte?Ezioextendiólasmanos.—Me aconsejará Desiderio.—Negó con la cabeza—. En todas partes siempre

haydesacuerdoydivisión.—¿Noesesaunacaracterísticadelavida?Élsonrió.—Talvez.Ypuedequeyanoseamilucha.—Eso no suenamuy propio de ti.—Hizo una pausa—.Un díame tienes que

contarquéocurriódeverdadenaquellacriptabajoMasyaf.—Algúndía.—¿Porquénomelocuentasahora?Lamiró.—Tediréesto.Mehedadocuentadequeelprogresodelahumanidadhacialos

objetivosdelapazylaunidadsiempreseráunviaje,nuncaundestino.Escomoelviajeporlavidadecualquierhombreomujer.Elfinalessiemprelainterrupcióndeeseviaje.Nohayconclusión.Siemprehayunasuntoinacabado.—Eziosujetabaunlibroensusmanosmientrashablaba,ElCancionerodePetrarca—.Esasí—continuó—,lamuertenuncaesperaaqueterminesunlibro.

—Entoncesleeloquepuedasmientraspuedas.Con una renovada determinación, Ezio hizo los preparativos para su viaje de

vueltaaRoma.Paraentonces,Sofíaestabaembarazada.

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—¿Porquéhastardadotanto?—dijoClaudiabruscamente,luegotiródeélparadarle un beso fuerte en cadamejilla—.Fratellomio. Te has engordado. Toda esacomidaveneciananotesientamuybien.

Estabanenelcuartelgeneralde losAsesinosen la islaTiberina.Era finalesdefebrero.LallegadadeEzioaRomahabíacoincididoconelfuneraldelPapaJulio.

—Tengobuenasnoticias,creo—continuóClaudia—.VaaserelegidoGiovannidiLorenzode'Medici.

—Perotansoloesdecano.—¿YdesdecuándohaimpedidoesoconvertirseenPapa?—Bueno,seráunabuenanoticiasiloconsigue.—Tiene el apoyo de casi todo el Colegio de Cardenales. Ya han elegido un

nombre,León.—¿Seacordarádemí?—Apenaspuedeolvidaraqueldíaenelduomo,enFlorencia,cuandosalvastela

vidadesupadre.Ylasuya,porcierto.—Ah—dijoEzio,alrecordar—.LosPazzi.Parecequefuehacemuchotiempo.—Fue hacemucho tiempo. Pero el pequeño Giovanni ha crecido. Ahora tiene

treintayochoaños,¿puedescreerlo?Yesuntipofuerte.—Siemprequerecuerdeasusamigos…—Esfuerte.Esoesloquecuenta.Ynosquiereasulado.—Enesecaso,leapoyaremos.—Lenecesitamostantocomoélanosotros.—Eso es cierto. —Ezio hizo una pausa para mirar la antigua sala. Cuántos

recuerdos.Peroahoraeracasicomosinotuvierannadaqueverconél—.Tengoalgoquediscutircontigo,hermana.

—¿Sí?—Lacuestiónde…misucesor.—¿ComoMentor?¿Lovasadejar?Noparecíasorprendida.—YatehecontadolahistoriadeMasyaf.Hehechotodoloquehepodido.—Elmatrimoniotehaablandado.—Atinoteablandóytecasastedosveces.—Aprueboatuesposa,porcierto.Aunqueseaveneciana.—Grazie.—¿Cuándoseráelfelizacontecimiento?—Enmayo.Ellasuspiró.

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—Escierto.Estetrabajoagota.LaSantísimaMadresabequesolotehesustituidodos breves años, pero me doy cuenta de lo que has estado cargando sobre tushombros durante tanto tiempo. ¿Has pensado en quién va a asumir laresponsabilidad?

—Sí.—¿Maquiavelo?Ezionegóconlacabeza.—Noloaceptaríanunca.Esdemasiadopensadorparaserunlíder.Peroeltrabajo,

ylodigocontodamodestia,necesitaunamentemásfuerte.Hayunodelosnuestrosaquiennuncaselehapedidoquenosayudesalvoenmisionesdiplomáticas.Lehetanteadoycreoqueestápreparado.

—¿Ycreesquelosdemás,elmismoNicolás,Bartolomeo,Rosa,PaolaeIlVolpeleelegirán?

—Creoquesí.—¿Aquiéntienesenmente?—ALudovicoAriosto.—¿Aél?—FueembajadordeFerraraenelVaticanodosveces.—YJulioporpocolomata.—No fue culpa suya. Julio tenía un conflicto con el duqueAlfonso por aquel

entonces.Claudiaparecíaestupefacta.—Ezio,¿hasperdidolacabeza?¿NorecuerdasconquiénestácasadoAlfonso?—ConLucrezia,sí.—LucreziaBorgia.—Ahorallevaunavidatranquila.—¡Díselo a Alfonso! Además, Ariosto es un hombre enfermo… ¡y, por San

Sebastián, es poeta los fines de semana! He oído que está trabajando en unaspaparruchassobreSieurRolando.

—Danteerapoeta.Serpoetanotecastraautomáticamente,Claudia.YLudovicotienetansolotreintayochoaños,tienetodosloscontactosadecuados,ysobretodo,esfielalCredo.

Claudiasemostrabaarisca.—Se lopodríashaberpedido tambiénaCastiglione—masculló—.Esactor los

finesdesemana.—Yahetomadoladecisión—ledijoEzioconfirmeza—.Perodejaremosqueel

ConsejodelosAsesinosseaquienloratifique.Ellasequedócalladaunbuenrato,luegosonrióydijo:—Es cierto que te hace falta un descanso, Ezio. Tal vez lo necesitemos todos.

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Pero¿cuálessontusplanes?—Noestoyseguro.CreoquemegustaríaenseñarleFlorenciaaSofía.Claudiaparecíatriste.—AllínoquedamuchodelosAuditorequepuedasmostrarle.Annettamurió,¿lo

sabías?—¿Annetta?¿Cuándo?—Hacedosaños.Creíaquetehabíaescritoparacontártelo.—No.Ambos se quedaron callados, pensando en su vieja ama de llaves, que había

permanecidofiely lesayudóasalvarsedespuésdequesufamiliaysucasafuerandestruidasporlosagentestemplarioshacíamásdetreintaaños.

—Detodasmaneras,lallevaréallí.—¿YquéharásenFlorencia?¿Tequedarásavivir?—Hermana,nolosé.Perohepensado…,siencuentroellugaradecuado…—¿Qué?—Puedequecultivevino.—¡Notienesniidea!—Puedoaprender.—¿Tú?¿Enunviñedo?¡Cortandoracimosdeuvas!—Almenossécómousarunahoja.Lemirócondesdén.—¡BrunellodiAuditore,supongo!¿Yquémás?Entrelasvendimias,merefiero.—Creoque…intentaréescribiralgo.Claudiaestuvoapuntodeexplotar.

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Másadelante,aClaudialeencantaríansusvisitasalafincaenlascolinassobreFlorencia, que Ezio y Sofía encontraron medio derruida, pero que compraron yrestauraron con lo recaudado de la venta de la librería a los Asesinos y el propiocapital deEzio.Endos años, convirtieron aquel lugar enunviñedomodesto, perobastanterentable.

Ezio seadelgazóy sebronceó,y sepasabaeldía con ropade trabajo.Sofía lereprendíaporquedecíaqueportrabajarenlasvideslasmanosseleestabanponiendodemasiado callosas para hacer el amor, y no le gustaba. Pero aquello no les habíaimpedidoteneraFlaviaenmayode1513,niaMarcellounañodespués,enoctubre.

AClaudialeencantabansusnuevossobrinos,aúnmásdeloquehabíaimaginado.Aunque dado que se llevaban veinte años, se aseguró de no convertirse en unaespeciede suegradeSofía.No se entrometíanuncay se esforzaba ennovisitar lafincaAuditore,cercadeFiesole,másque lamitadde lasvecesde loque lehabríagustado.Además,teníaquepensarenelnuevomaridoqueteníaenRoma.

PeroClaudianopodíaquererlosmásdeloquelosqueríaEzio.GraciasaellosyaSofía,porfinhabíaencontradolarazónquehabíabuscadodurantetodaunavida.

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Maquiavelolohabíapasadomalpolíticamentehablandoeinclusohabíaestadoenprisión,perocuandohubopasado lamareaypudovolveracoger lasriendasdesuvidaenFlorencia,visitabacon frecuenciaVillaAuditore.Ezio leechabademenoscuando no estaba allí, aunque a veces no se tomaba muy bien los comentariosmordaces que hacía su viejo amigo sobre sus intentos, a menudo aplazados, deescribir susmemorias.Elraccolto de1518nohabía sidomuybuenoyEzio cogióalgúntipodeinfecciónenelpechoalaqueignoró,peroarrastrótodoelinvierno.

Una tarde, cerca de primavera, Ezio estaba sentado solo junto al fuego delcomedor, con un vaso de vino tinto de su propia cosecha. Tenía pluma y papel eintentabaempezar,porenésimavez,elcapítuloXVI,perolosrecuerdosleparecieronmuchomenosinteresantesquelaaccióny,alcabodeunrato,comosiempre,apartó,impaciente,elmanuscrito.Cogiólacopa,peroseapoderódeélunatosmuymolesta,ylavolcó.Cayóconunterriblerepiqueteo,ysalpicódevinotodalasuperficiedelamesa de madera de olivo, pero no se rompió. Él la cogió justo a tiempo cuandorodabahaciaelbordedelamesa.Sofíaentró,atraídaporelruido.

—¿Estásbien,amore?—Noesnada.Sientoeldesorden.Pásameuntrapo.—Olvídatedeltrapo.Necesitasdescansar.EziobuscóatientaslasillamientrasSofíaestabaasuladoparaayudarle.—Siéntate—leordenócontacto.Mientraséltomabaasiento,ellacogióelcuellodelabotellasinetiquetaconun

pequeñopaño,ylalevantóparacomprobarcuántovinoquedaba.—Eslamejorcuraparaunresfriado—dijoEzio,avergonzado—.¿Hallegadoya

Nicolás?—Está justo detrás demí—contestó y añadió secamente—:Serámejor que te

traigaotrabotella.Veoqueestaestácasivacía.—Unescritornecesitacombustible.Maquiavelohabíaentradoenlahabitaciónsinlamenorceremonia,comoelviejo

amigoeinvitadofrecuentequeera.YlequitóeltrapoaSofía.—Dame,déjameamí.Limpió la copa y después la mesa. Ezio le observaba, con cierta expresión

avinagradaensurostro.—Teheinvitadoparabeber,noparaquelimpiesloqueheensuciado.Maquiaveloterminósutrabajoantesderesponder,conunasonrisa.—Puedohacerambascosas.Unahabitaciónordenadayunabuenacopadevino

estodoloqueunhombrenecesitaparaestarcontento.Ezioserioconsorna.

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—¡Tonterías!Suenascomounpersonajedeunadetusobras.—Nuncahasvistounadesusobras—tercióSofía,negandoconlacabeza.Eziosintióvergüenza.—Bueno,puedoimaginármelas.—¿Ah, sí? ¿Y por qué no pones esa imaginación a funcionar? ¿Por qué no te

ponesatrabajarenserioenesto?Maquiaveloseñalóelmanuscritoabandonado.—Yahemoshabladodelasunto,Nicolás.Noescribo.Soyunpadre,unmaridoy

unvinicultor.Mesientobastantesatisfecho.—Muybien.Sofíahabíaidoabuscarotrabotelladevinotintoyladejójuntoaelloscondos

copaslimpias,unasservilletasyunacestadepandiramerino.—Osdejosolosparaquediscutáissobre literatura—dijo—.Encuantoayudea

Andreaameteralosniñosenlacama,mepondréaescribirunpoco.—¿Yeso?—preguntóMaquiavelo.—Notepreocupes—dijoella—.Esperaréaverquétehaparecidoelvino.Está

algopreocupadoporvariasbotellas.—Ellaterminaráantesdequetúhayasempezado—dijoMaquiavelo.—Noimporta—respondióEzio—.Pruebaesto.Esdelacosechadelañopasado.

Undesastre.—Sipidesmiopinión,latendrás.BebióelvinoqueEziolehabíaservido,selopasóporlabocaparasaborearloy

tragó.—Esdelicioso—sonrió—.Sangiovesedenuevo.¿Ohascambiado?LacaradeSofíasetransformóenunagransonrisa,mientrasacariciabaelhombro

deEzio.—¿Ves?—dijo.—Una mezcla —respondió Ezio, satisfecho—. Pero principalmente mi viejo

Sangiovese.Enrealidadnopensabaqueseríatanmalo.Misuvassonlasmejores.—Porsupuestoqueloson.Maquiavelodiootrograntrago.Eziosonrió,aunqueSofíahabíaadvertidoquese

llevabalamanoalpechosubrepticiamente,paramasajearlo.—Vamos—dijoEzio—.Todavíahayluzenelcielo.Teenseñaré…Salieronycaminaronporelpaseoquellevabaalosviñedos.—Trebbianoparaelblanco—dijoEzio,señalandoconlamanounafiladevides

—. Tienes que tomar un poco en la cena. Tendremos tonno al cartoccio. LaespecialidaddeSerena.

—Meencantacómococinaelatún—contestóMaquiaveloymiróasualrededor—.Lohashechobien,Ezio.Leonardoestaríaorgullosodeverloquehascultivado

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aquí.—Soloporqueestoyutilizandolasherramientasquemedio—dijoEzio,riéndose

—. Estaría celoso. He vendido el doble de vino que él en sus viñedos de PortaVercinella.Aunasí,nuncadeberíahaberenviadoalgranujadeSalaidesdeAmboiseparaqueseocuparadeaquelsitio.—Después,hizounapausa—.¿Aquéterefieresconquehabríaestadoorgulloso?

Maquiavelosepusoserio.—He recibido una carta.En realidad, es para los dos, pero el correo tarda una

eternidadenllegaraFiesole.Mira,Ezio,noseencuentrademasiadobien.Legustaríavernos.

Ezioseirguió.—¿Cuándonosmarchamos?—dijo.

LlegaronaClosLucé,lacasasolariega,cercadelcastilloenAmboise,queelreyFranciscolehabíadadoaLeonardocomopartedelpaquetedesupatrocinio,afinalesdeabril.ElLoirafluíatranquiloylasorillasdesusaguasmarronesestabanllenasdeárbolesconhojasnuevas.

Cruzaron laspuertasde lacasaporunpaseobordeadodecipreseshastaqueseencontraronconuncriado.Dejaronsuscaballosalcuidadodeunmozodecuadraysiguieron al criado hacia la casa. En una habitación espaciosa y aireada, cuyasventanasabiertasdabanalos jardines traseros,seencontrabaLeonardotumbadoenunachaiselongue,vestidoconuntrajedebrocado,amarillo,ymediotapadoconunapiel de oso. Su barba y su pelo largo y blanco estaban descuidados y se habíaquedadocalvoporarriba,perolosojosseguíanbrillándoleysemedioincorporóparasaludarlos.

—Mis queridos amigos, ¡estoy muy contento de que hayáis venido! ¡Étienne!Tráenosvinoypasteles.

—Sesuponequenotenéisquecomerpasteles.Queseasolamentevino.—Oye, ¿quién te paga el sueldo? No importa, no respondas a eso. ¡Elmismo

hombrequemepagaamí,losé!¡Tansolohazloquetedigo!Elcriadohizounareverenciaysemarchóenseguidaparavolverconunabandeja

quedejóceremoniosamentesobreunabrillantemesaquehabíaporallícerca,antesdevolveramarcharse.Peromientraslohacía,volvióahacerotrareverenciayledijoalosinvitadosdeLeonardo:

—Perdonadeldesorden.Eshabitualporaquí.Maquiavelo yEzio compartieron una sonrisa. Lamesa brillante y la reluciente

bandeja eran una excepción en aquel agitado mar de caos. Las costumbres deLeonardonohabíancambiado.

—¿Cómovanlascosas,viejoamigo?—preguntóEzio,tomandoasientocercadel

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artista.—No puedo quejarme, pero estoy interesado en seguir adelante —contestó

Leonardo,intentandoquesuvozsonaramásfuertedeloqueera.—¿A qué te refieres? —dijo Ezio, preocupado por que su amigo estuviera

utilizandoalgúntipodeeufemismo.—Nohablodemorir—dijoLeonardo, irritado—.EstoyhablandodeInglaterra.

Su nuevo rey está muy interesado en desarrollar su marina. Me gustaría ir allí yvenderlemisubmarino.Losvenecianosnuncamepagaron,¿sabes?

—Nolollegaronafabricar.—¡Esonoimporta!—¿Notienessuficienteenloqueocupartumenteaquí?—preguntóMaquiavelo.Leonardolemiró,indignado.—Si con ocupar mi mente te refieres a crear un león mecánico…—dijo con

brusquedad—.Esefueelúltimoencargodemiseñorfeudal.Unleónmecánicoquecamina y ruge, ¡y como efecto final, se le abre el pecho y aparece un ramo deazucenas!—Resopló—.Esbastantebueno,supongo,¡pedirmetalbaratijaamí!¡¡Amí!!¡Elinventordemáquinasvoladorasytanques!

—Yparacaídas—añadióEzioenvozbaja.—¿Teresultóútil?—Mucho.—Bien.—Leonardoseñalóconlamanolabandeja—.Servíosvosotrosmismos.

Peroamíno.—Suvozdecayóunpoco—.Étiennetienerazón.Loúnicoquepuedotolerarestosdíaseslechecaliente.

Sequedaronensilencio.DespuésMaquiavelodijo:—¿Siguespintando?Leonardosepusotriste.—Megustaría…Peroporalgúnmotivoheperdidofuerza.Porlovistonopuedo

terminarnada.PerolehedejadoaSalai laGiocondaenmi testamento.Leayudarácuandoseaanciano.CreoqueaFranciscoleencantaríacomprarlo.Esosí,yonodaríaniuncéntimo.Noesmimejortrabajo,nimuchomenos.Prefieroloquehiceconeljoven Salai representando a Juan Bautista…—Se calló y se quedómirando en ladistancia, a nada en concreto—. Ese querido chico. Una pena tener que dejarlomarchar.Leechomuchodemenos.Peroaquíeradesdichado.Estámejorcuidandomisviñedos.

—Ahorayotambiéntengoviñedos—dijoEziodulcemente.—¡Losé!Mealegroporti.Esmuchomássensatoparaunhombredetuedadque

irporahícorriendo,cortandocabezasdeTemplarios.—Leonardohizounapausa—.Me temoque siempre estarán con nosotros, hagamos lo que hagamos.Tal vez seamejorinclinarsehacialoinevitable.

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—¡Nodigaseso!—gritóEzio.—Avecesnonosquedaotraopción—respondióLeonardocontristeza.SehizodenuevoelsilencioyluegoMaquiavelodijo:—¿Porquéhablasdetestamento,Leonardo?Leonardolemiró.—Oh, Nicolás, ¿qué sentido tiene fingir? Me estoy muriendo. Por eso os he

pedido que vinierais. Nosotros tres hemos pasado mucho y quería despedirme devosotros.

—PensabaqueteníasplanesparairaveralreyEnriquedeInglaterra.—Es un cachorrito optimista y me gustaría visitarle—respondió Leonardo—,

peronoloharé.Nopuedo.Estahabitaciónseráelúltimolugarquevea.Ylosárbolesde ahí fuera. Llenos de pájaros, ¿sabéis? Sobre todo ahora que vuelve a serprimavera.—Yacióensilenciodurantetantorato,sinmoverse,quesusdosamigossemiraron,alarmados.PeroentoncesLeonardosemovió—.¿Mehequedadodormido?—preguntó—. No debería. No tengo tiempo para dormir. Ya me llegará la hora,pronto.

Entoncesvolvióacallarse.Sehabíaquedadootravezdormido.—Volveremosmañana—dijoEziocondulzura.Maquiaveloyélselevantaronparadirigirsehacialapuerta.—¡Volvedmañana!—LavozdeLeonardoleshizodetenerse—.Hablaremosun

pocomás.Sevolvieronhaciaélmientraselancianoseincorporabasobreuncodo.Lapielde

osocayódesusrodillasyMaquiaveloseagachóparaponerlaensusitio.—Gracias,Nicolás.—Leonardolosmiró—.Oscontaréunsecreto.Todamivida,

mientraspensabaqueestabaaprendiendoavivir, tansoloestabaaprendiendocómomorir.

Estuvieron con él una semana más, hasta que exhaló el último suspiro en lamadrugadadeldosdemayo.Peroyanolosconocía.Yasehabíaido.

—YacorreelrumordequeelreyFranciscoleaguantabalacabezaconsusmanoscuandomurió—dijoMaquiavelocontristezamientrasregresabanacasa.

Ezioescupió.—Algunas personas, incluso los reyes, harían cualquier cosa a cambio de

propaganda—dijo.

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Lasestacionesdieroncuatrovueltasmás.LapequeñaFlaviahabíacumplidodiezañosyMarcelloseacercabaalosnueve.Ezionopodíacreerquehubieracumplidolossesentaycuatro.El tiempoparecía transcurrircadavezmásrápidoysin treguacuanto menos te quedaba, pensaba Ezio. Pero atendía sus viñedos y disfrutaba, ycomo Maquiavelo y Sofía le insistían continuamente, seguía escribiendo susmemorias.¡YahabíallegadoalcapítuloXXIV!

Tambiénentrenaba,apesardelapersistentetosquenolehabíaabandonadodeltodo.PerohacíatiempoquelehabíapasadosusarmasdeAsesinoaAriosto.NoteníanoticiasdeRomanideConstantinopla,nisiquieradeErasmoenRotterdam,queledieranunaexcusaparaestaragobiado,aunquehabíatenidolugarlaseparacióndelaIglesiaquesehabíapronosticado,conel jovenLuteroal frentede la reformaenelnorte.Guerrasnuevasamenazabanelmundootravez.Eziotansolopodíaobservaryesperar.Cuestadeshacersedelasviejascostumbres,pensó.Ysehabíaconvertidoenuncampesinocapazdecaptarelolordeunatormenta.

Era por la tarde ymiraba desde su veranda los viñedos al sur, donde veía tresfigurasenuncarruaje,perfiladasenlalíneadelhorizonte.Nolasreconocióyestabandemasiadolejosparaverquétipodegenteeran,aunquecomprobóporsusextrañossombrerosqueeranextranjeros.Peronosedetuvieron.SupusoqueesperabanllegaraFlorenciaantesdeanochecer.

Volvióalavillaysedirigióasucuarto.Asuestudio.Teníalospostigoscerradosparaconcentrarse.Unalámparadeaceiteardíaenelescritorio, llenodepapeles.Eldíaeraunesfuerzoliterario.Sesentóaregañadientes,sepusolasgafasyleyóloquehabía escrito, haciendo una ligera mueca. ¡La batalla contra los hombres lobo!¿Cómonohabíalogradohacerlointeresante?

Leinterrumpióalguienquellamóasupuerta.—¿Sí?—dijo,sindisgustarseporlainterrupción.LapuertaseentreabrióyallíestabaSofía,aunquenoentró.—VoyallevaraMarcelloalaciudad—dijoalegremente.—¿Aqué?¿ParaverlaúltimaobradeMaquiavelo?—preguntóEzio,quealzóla

vistadesulectura,peronoleprestómuchaatenciónasumujer—.NocreoqueLaMandrágoraseaapropiadaparaunniñodeochoaños.

—Ezio, la obra deMaquiavelo terminó hace tres semanas. Además, no voy aFlorencia,sinoaFiesole.

—¿Melaheperdido?Sepondráfurioso.—Estoyseguradequenoleimportará.Sabequetehaspuestoatrabajarenserio.

Volveremospronto.ÉchaleunvistazoaFlavia,¿vale?Estájugandoeneljardín.—Claro.Además,estoyhartodeesto.Creoquemepondréapodarunpoco.

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—Debodecirqueesuna lástimaquedesperdiciesestagloriosa tardeencerradoaquí.—Lemiróuntantopreocupada—.Unpocodeairefrescotevendríamuybien.

—¡Nosoyuninválido!—Porsupuestoqueno,amore.Solopensabaque…Señaló las páginas arrugadas, esparcidas por su escritorio. Eziomojó la pluma

deliberadamenteycogióunahojaenblanco.—Apresto!Quevayabien.Sofíacerrólapuertasuavemente.Ezioescribióunascuantaspalabrasyluegose

detuvo,mirandoconelentrecejofruncidolapágina.Dejólapluma,sequitólasgafasehizounabolaconelpapel.Luegosaliódela

habitación.Necesitabaairefresco.

Fueasucobertizoycogióunastijerasdepodaryuncesto.Luegosedirigióporlosjardineshacialafilamáscercanadevides.BuscódespreocupadamenteaFlavia,peronolaveíaporningunaparte.Nosepreocupódemasiado.Eraunachicasensata.

Estabaamediocaminodelviñedocuandooyóunrepentinoruidoqueproveníadeunos arbustos cercanos: Flavia se reía a carcajadas. ¡Le había tendido unaemboscada!

—¡Flavia,tesoro,quédatedondepuedaverte!Seoyeronmás risasy losarbustosseagitaron.EntoncesFlaviaseasomó.Ezio

sonrióynegóconlacabeza.Justoentonceslellamólaatenciónalguienenlacarretera.Levantólamiraday,a

lolejos,viounafiguravestidaconunatuendodeextrañoscolores.Peroteníaelsolasus espaldas y brillaba demasiado para que pudiera distinguirla del todo. Alzó lamanoparaprotegerselosojos,pero,almirardenuevo,lafigurahabíadesaparecido.

Sesecólafrenteyvolvióalasvides.Un pocomás tarde estabametido en los viñedos, podando uvasTrebbiano. La

verdadesquenoleshacíafalta,peroleentreteníamientrassumentetrabajabaenelproblemaderelatar lahistoriadesu lucha,hacíamuchotiempo,contraelgrupodefanáticos que se hacían llamar losHijos deRemo. Las vides le rozaban los codosmientrastrabajaba.Sedetuvoaexaminarunracimodeuvas,cogióunaylaestudió,dándolelavuelta.Laapretó,laaplastóyvioqueerajugosa.Sonrió,secomiólauvadestrozadayselimpiólosdedosensubastatúnicadelino.

Volvióasecarselafrente,satisfecho.Unabrisaselevantóylashojasdelasvidessusurraron.Respiróhondo,oliendoelairecálido,ycerrólosojosunmomento.

Entoncesnotóqueseleerizabaelvellodelanuca.Abriólosojosysedirigióallímitedelasvides,mirandoendirecciónalavilla.

Allí, en el camino, vio a Flavia hablando con la persona que iba vestida de formarara.Lafigurallevabaunacapuchaenpunta.

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Corrió hacia ellos, con las tijeras de podar agarradas comounpuñal.El vientosopló más fuerte y se llevó sus gritos de advertencia. Comenzó a bajar el ritmo,resollandopor el esfuerzo.Ledolía el pecho.Perono tenía tiempodepreocuparseporeso.Lafiguraseagachabahaciasuhija.

—¡Déjalaenpaz!—gritó,tropezándose.La figura le oyó, giró la cabeza, pero continuó agachándose. En ese mismo

momento,Flavialearrancódelasmanosalgoquesindudalehabíaofrecido.Ezioestabamuycercadeellos.Lafiguraseirguió,conlacabezaaúnbaja.Ezio

lelanzólastijerascomosifueranuncuchilloarrojadizo,perosequedaroncortasycayeronalsuelosincausarningúndaño.

Ezioseacercóaellos.—¡Flavia!¡Veteadentro!—leordenó,apartandoelmiedodesuvoz.Flaviaseloquedómirando,sorprendida.—Pero,papá,essimpática.Ezio se interpuso entre su hija y la extraña, y cogió a aquella persona por las

solapasdelabrigo.LadesconocidalevantólacabezayEziovioelrostrodeunajovenchina.Lasoltóyretrocedió.

Laniña lemostróunapequeñamonedaovalada,conunagujerocuadradoenelcentro. Allí había escrito, si es que aquello eran letras, algo muy extraño.Pictogramas.Unqiánchino.

La mujer se quedó inmóvil, callada. Ezio, todavía tenso, la miró condetenimiento. Respiraba con dificultad, sin aliento, pero su mente seguía siendoaguda.

Entoncesvioqueenelcuellollevabaunemblemafamiliar.ElsímbolodelaHermandaddelosAsesinos.

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Mástarde,cuandoSofíahabíaregresado,lostressesentaronahablarenlavilla,mientraslosniñosobservaban,curiosos,desdelapartesuperiordelasescaleras.Eziofuetodolohospitalarioposibleconunainvitadainesperada,perosemantuvoensustrece.

—Noséquémásdecir,ShaoJun.Losientomucho.Lajovenchinanorespondió.Noestabaenfadada,tansolomuytranquila.—Losientomuchísimo,peronopuedoayudarte.Noquieroformarpartedeesto.ShaoJunlevantólavistaparamirarlealosojos.—Quieroentender.—¿Entenderelqué?—Cómodirigir.CómoreconstruirmiOrden.Élsuspiró,algomolesto.—No. Paramí todo eso terminó.Finito.—Hizo una pausa—.Ahora creo que

deberíasmarcharte.—¡Ezio,piensa!—lereprendióSofía—.ShaoJunhavenidodesdemuylejos.—

Sevolvióhaciasuinvitada—.¿Pronunciobientunombre?Junasintió.—¿Tequedarásacenar?Ezio fulminó a su esposa con lamirada y se dio la vuelta paramirar hacia la

chimenea.—Grah-zie—dijoJun,enunitalianovacilante.Sofíasonrió.—Bien.Yya tenemosunahabitaciónpreparada.Estás invitadaaquedarteunas

cuantasnoches,olasquegustes.Eziogruñó,peronodijonada.Sofíasemarchóendirecciónalacocina,mientras

Eziosedabalavueltadespacioyobservabaasuinvitada.ShaoJunsequedósentadaensilencio.Estabatotalmenteserena.Examinólahabitación.

—Volveréantesdequeanochezca—ledijoconmalgenio.Semarchó,furioso,prescindiendodelamínimaeducación.Ellaselimitóaverle

marchar,conunasutilsonrisaenloslabios.Encuantoestuvofuera,Ezioserefugióensusviñedos.

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Ezioestabaenlahabitacióndelosniños,observandosusfigurasdurmientesalaluzdelavela.Seacercóalaventanaylacerró.SesentóenelbordedelacamadeFlavia y la miró a ella y a Marcello con el alma por los suelos. Parecían tantranquilos,tanangelicales…

DerepentehubomásluzenlahabitaciónalentrarSofíaconotravela.Lamiróylasonrió.EllaledevolviólasonrisaysesentóalospiesdelacamadeMarcello.

Ezionodijonadademomento.—¿Estásbien?—lepreguntóconciertatimidez.Volvióamirarasushijos,perdidoensuspensamientos.—Por lovisto,nopuedodejaratrásmipasado—mascullóydespués sevolvió

paramirarasuesposa—.Heempezadoestavidademasiadotarde,Sofía.Sabíaquenotendríatiempodehacertodo…Peroahoramepreocupanotenertiempodehacernada.

Sumujerteníalosojostristes,perollenosdecomprensión.Oyeronunligerocrujidoarribaymiraronaltecho.—¿Quéestáhaciendoeneltejado?—murmuróEzio.—Déjala—dijoSofía.

Encimade ellos, Shao Jun estaba sobre las tejas rojas, cerca de las chimeneas.Había adoptado una postura que estaba entre un ataque asesino y la que adoptaríaalguien que se está relajando y disfrutando. Recorrió con la vista la campiñailuminadaporlaluzdelalunamientraselvientonocturnosusurrabaasualrededor.

Al día siguiente Ezio salió de la villa temprano, bajo un cielo gris. Echó unvistazoaltejadopero,aunquelaventanadelcuartodelainvitadaestabaabierta,nohabíanirastrodeShaoJun.

Lallamó,peronoobtuvorespuesta.Fueadarleórdenesasucapataz,puestoqueseacercabaeltiempodelavendange,yrezóporunabuenavendimiaaquelaño.Lasuvaseranmuyprometedorasyelclimaenveranohabíasidofavorable.Laveraisontambién había sido buena, pero quería volver a comprobar los niveles de ácido yazúcar en lasuvas antesde recogerlas.Después,mandaría al capataz aFiesoley aFlorencia, si hacía falta, para contratar temporeros. Iban a estar ocupados y Ezioesperabaconganasaquellaépocatodoelaño.Habíamuchaactividadfísicaynoledaba tiempo a pensar en nada más. La llegada de Shao Jun había afectado laseguridad que había conseguido con tanto esfuerzo y de la que disfrutaba hasta

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entonces.Esolemolestaba.Esperabaquesemarcharaantesdequeamaneciera.En cuanto terminó su reunión con el capataz, sintió unas ganas irresistibles de

volveralavillaparaversisusoracioneshabíansidoatendidas.Poralgúnmotivo,lodudaba, peronohabía nadie cuando entró en la casa.Condenuedo, siguiendounaespeciedeinstintoquesalíadesuestómago,sedirigióasuestudio.

Se detuvo en seco en la puerta. Estaba abierta. Entró en la habitación y seencontróalachinadetrásdesuescritorio—queseguíallenodenotasypáginasdelosdíasanteriores—,leyendopartedelmanuscritoterminado.

Eziosepusofurioso.—¿Quécreesqueestáshaciendo?¡Largodeaquí!Elladejóelfajodepapelesqueestabaleyendoylemiróconcalma.—Elvientoabriólapuerta.—Fuori!Pasó a su lado al salir de la habitación.Ezio fue rápidamente a su escritorio y

buscóentrelospapelesparacogerunoquelehabíallamadolaatención.Loleyóy,pocoimpresionado,volvióadejarloenelmontón.Seapartódelescritorioparamirarfijamente por la ventana. Vio a Jun en el patio, de espaldas a él, por lo visto,esperando.

Teníaloshombroscaídos.Trasunosminutosmásdevacilación,dejóelestudioysalióparaencontrarseconella.

Estabasentadaenunmurobajodepiedra.Seacercóaella,tosiendounpocobajoelcortantevientodeoctubre.

Ellasediolavuelta.—Duibuqi,losiento.Nodebíhaberlohecho.—No.—Hizounapausa—.Creoquedeberíasmarcharte.Ellasequedósentadaensilenciounmomentoyluego,sinprevioaviso,citó:—«Me llamoEzioAuditore.Cuando era joven, tenía libertad, pero no la veía;

teníatiempo,peronolosabía;yteníaamor,peronolosentía.Pasaríantreintaañosantes de que entendiera el significado de las tres cosas».—Hizo una pausa—. Esprecioso—dijo.

Ezio estaba asombrado. Se quedó con la vista clavada más allá de Jun,reflexionando.Alolejos,oyóelchasquidodelasriendasdeuncaballo.

—Quieroentenderlocomo tú—continuó Jun—,quiero sabercómoayudara lagente.

Eziolamiróconmejoresojos.—Fui unAsesino durantemucho tiempo, Jun.Y sé que en cualquiermomento

alguienpodríavenirapormí.Oapormifamilia.—Hizounapausa—.¿Loves?Poresotengoquetenercuidado.

Ellaasintióyélvioquecasilecompadecía.Eziocontemplósusviñedos.

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—Deberíaempezaracontratargenteparaquemeayudaraenlavendange,pero…Secalló.Juninclinólacabezayescuchó.—Venadentro.Vamosacomeralgo.Selevantódelmuroylesiguió.

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Elmercadodelagranplazaalsuroestedelacatedralestabatanconcurridocomosiempre. Los mercaderes, hombres de negocios, sirvientes y campesinos seempujabanunosaotrosdeformamásomenosamistosamientraspasabanentrelospuestos. Jun se quedó en uno de los laterales de la columnata que lo rodeaba,observandoelbullicio,mientrasEzio,queestabaporallícerca,regateababajolafríaluz del sol con un comerciante por el precio de un cesto para recolectar uvas. Junestabaembelesada, asimilando loqueveíayoíaenFlorencia.Sequedabamirandofijamentealagentecuandolagentesequedabamirándolaaella.Noleimportaba.

Ezioterminósuscompras,seacercóaellaylediounosgolpecitosenelhombro.—Tendrésuertesiaguantatrestemporadas—dijo.Ella lemirómientras le enseñaba el cesto, sin saber en qué se debía fijar para

determinarsucalidad.Eziosediocuentaysonrió.—Vamos—dijo—,quieroenseñartealgo.PasaronentrelamultitudendirecciónalaPiazzadellaSignoria,ysesentaronen

unbancocercade la logia,mientrasobservabancómolagente ibayvenía,vestidaconcoloresintensos,salvolosquellevabanterciopeloscarosysedasnegras.

—¿Quiénesson?—preguntóJun.—Son los banqueros—contestóEzio—.Es una especie de uniforme, para que

puedanreconocerseentreellos;perotieneotraventaja,¡asípodemosverlesvenir!Junsonrióconairevacilante.—Esagradable,¿no?—continuóEzio—.¡Estállenadevida!—Sí.—Pero no siempre. La mitad de mi familia fue asesinada en esta plaza.

Ejecutados.Justoaquí.Hacecuarentaycincoaños.Yoteníadiecinueve.—Cerrólosojosunmomentoalacordarseycontinuó—:Peroahora,alverlaasí,tanpienadivita,nopuedoevitarestarcontentoysatisfechoporqueeldolorhayadesaparecido.—Lamiróconseriedad—.LavidadeunAsesinoesdolor,Jun.Losufresyloinfliges.Vescómosucede,conlaesperanzadepoderayudaraquedesaparezcaconeltiempo.Esterriblementeirónico,losé.Peroestáahí.

Se quedaron sentados en silencio durante un rato. Jun parecía atenta. EntoncesEziovioqueseponíatensa.Poralgoquehabíavistoentrelamultitud.¿Undestellodeuncolorenespecial?¿Ununiformetalvez?¿UnodelosguardiasdelaSignoria?Peropasóaquelinstanteynoledioimportancia.

—Muybien—dijoyselevantó—.Eshoradellevaraesteancianodevueltaalavilla.

Semarcharon,cruzaronlaplazaytomaronunacallemuyfamiliarparaEzio,queiba hacia el este, justo al norte del Palazzo. Jun seguíamirando de vez en cuando

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haciaatrás.La calle a la que habían llegado estabamuchomás vacía de gente, y por fin,

mientrasavanzabanporella,quedaronsolos.Derepente,EziooyóunruidodelqueJunnosepercató.Volvióenseguidalacabeza.Saltóhaciaatrás,levantóelcestoparaprotegeraJun,yenunafraccióndesegundoseincrustóenélunpuñal.Apenasuninstantedespués,alguienledioaEziounafuertepatadaenelvientre.Élsetambaleóhaciaatrásycayójuntoaunapareddepiedra.Entretanto,Junhabíareaccionadoalavelocidaddelrayo.SehabíacolocadoyaentreEzioysuatacante,otrachina,vestidadeformasimilaraJun,peroconunatúnicadecombateypantalones.

Las dos mujeres dieron vueltas a su alrededor, como si ejecutaran una danza,despacio,ydespuésseatacaroncomoimpresionantesserpientes,golpeandodeformacortanteconelbordedelasmanosodandounaspatadastanrápidasqueEzioapenaspodía seguir sus movimientos. Pero vio que Jun se estaba llevando la peor parte.Saltóhaciadelanteygolpeóasuagresoraenlacabezaconelcesto,loqueladerribó.

Yacíabocaabajo,inmóvil.Junseacercó.—¡Jun!¡Estáfingiendo!Enesemismo instante, lamujermisteriosavolvióaponerseenpieyarremetió

contra Jun con un cuchillo levantado. Ambas cayeron al suelo, luchando con laferocidad y la despiadada agilidad de los gatos. Sus extremidades y cuerpos semovíantanrápidoquesehacíanborrosos.Depronto,seoyóungrito.Laagresorasesoltó, con su propio cuchillo clavado en el pecho, justo encima del esternón. Setambaleó de lado un momento, cayó de rodillas y se golpeó la cabeza con uncontrafuertedepedernal,dondequedóinmóvil.Estaveznoestabafingiendo.

Eziomiróasualrededor.Nohabíanadiealavista.CogióaJundelamano.—¡Vamos!—dijoconlosdientesapretados.

MientrasregresabanacasaenelcarruajedeEzio,Junempezóaexplicarse.Eziose dio cuenta de que podría haberlo hecho antes si le hubiera dado la opción. Laescuchócontristezamientrasnarrabasuhistoria.

—FuedeseodemiMentorque tevisitara.Nosmarchamos juntosdeChina,ensecreto.Peronossiguieron.NosalcanzaronenVenecia.Allísellevaronprisioneroamimaestro.Medijoquehuyera,quecompletaranuestramisión.Novolvíaverle.

—¿Quiénesson?—SonsiervosdeZhuHuocong,elemperadorJiajing.Unjoven,casiunniño,que

nohanacidoparagobernar,peroeldestinoledioeltronoyahoranoscontrolaconunamanodespiadadaysangrienta.—Hizounapausa—.Nacísiendounaconcubina,peromiMentorme liberócuandoera joven.Volvimosmás tardeparasalvaramáschicas,pero…—Hizounapausa—.Elemperadorcreíaquesibebíasusangretodos

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los meses, conseguiría la vida eterna.—Se interrumpió, tragó saliva con un granesfuerzodeautocontrolycontinuó—:Jiajingesunhombrecruel.Mataatodoaquelqueseoponeaélyprefierelingchiadecapitar.

—Lingchi?Junhizovariosmovimientosdecorteenlapalmadesumano.—Esunprocesolento.Milcortesyluegolamuerte.Eziosequedódepiedrayazuzóasuscaballos.

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Sofía estaba en el estudio de Ezio, encendiendo el fuego, cuando oyó que elcarruajesedeteníaenfrentedelacasa.Alarmada,enseguidasepusodepie.Alcabodeuninstante,Ezioentródesopetón,seguidodeShaoJun.Corrióhacialaventanaycerrólospostigos,echandoelpestillo.Entoncessevolvióhaciasuesposa.

—Haz unas cuantas maletas. Están enganchando caballos nuevos al coche.Algunosdenuestroshombresiráncontigo.

—¡¿Qué…?!—DeberásquedarteconMaquiaveloestanoche.—¿Quéhapasado?—Unmalentendido.Sofía apartó la vista de su marido para centrarla en Jun, que bajó los ojos,

avergonzadaporhabertraídosusproblemashastasupuerta.—Dameunmomento—dijo.

Pocodespués,ellaylosniñossesubieronalcarruaje.Eziosequedóenlapuerta.Se miraron. Ambos querían decir algo, pero no les salieron las palabras. Ezioretrocedió y le hizo una señal al cochero con la cabeza.Le dio a las riendas y loscaballosavanzaronhacialapenumbraenaumento.

Cuandoganaronvelocidad,Sofíaseasomóporlaventanaylelanzóunbeso.Éllevantóelbrazoparadespedirsey,sinesperaravercómodesaparecían,volvióalavillaycerrólapuerta.

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Ezioy Junse sentaronelunoenfrentedelotroenunosbancosdemadera,quepusierondelantedelrugientefuego.Esperando.

—LaprimeravezqueluchécontralosBorgia,fuelavenganzaloquemellevóaello,yelprimerimpulsofueapuntaralacabeza—leestabadiciendoEzio—.Coneltiempo, sin embargo, aprendí que los que inspiran miedo tienen seguidores másdevotos que aquellos que predican amor. No habría conseguido nada al matar aRodrigoyCesare si nohubiera sustituido su reinode terror por unoque incluyeraalgunamedida de fraternidad.—Se detuvo a pensar—.Así que pasémuchos añosenseñandoahombresymujeresapensaryactuarporsímismos.PrimeroenRomayluegoentrelosdenuestraHermandadenConstantinopla.

—Tengoganasdeleertushazañas.Tienesqueacabarellibro.—LoimportanteesqueelamorunenuestraOrden;elamorporlagente,porlas

culturas, por el mundo. —Se volvió a quedar callado un instante—. Luchar porpreservarloesloqueinspiraesperanza.Recuperarásatugente,ShaoJun.

Jun se quedómirando fijamente las llamas, pensando, mientras las magníficasposibilidadesdesufuturoseampliabanensuimaginación.

—Tardarémucho,muchotiempo—dijoenvozbaja,porfin.—Perosilohacesbien,loconseguirás.Junrespiróhondoysepusoderecha,conunaexpresióndedeterminaciónensu

rostro.MiróaEzioyasintió.Élseinclinóylediounosgolpecitosenelhombro.—Veadescansar—dijo.Ellaselevantó,lehizounapequeñareverencia,yluegoabandonólahabitación.Eziosevolvióhaciaelfuegoysuresplandorleenrojecióelrostro.

Entradalanoche,inquietoporlossigilosossonidosdelexterior,Eziosedirigióalacocina.Desdeloaltoenelcielo,lalunabrillabaporlasventanasconbarrotes.Eziosacóvarioscuchillosycomprobósuequilibrio.Alnoestar satisfecho, losvolvióacolocarensusitioybuscóotrotipodearma.¿Uncucharóndehierro?No.¿Unatabladecortar?No.¿Unatizador, talvez?¡Sí!Sefuehaciaelhornilloysacóunodeunmetrodelargoypesadoacero.Loprobóydiounpardepasosparapracticar.

Sepusotensoaloírunruidoqueproveníadearriba.Unossegundosmástarde,uncuerpocayóporlaventana.EziovioqueJuncaíaagachadayechabaacorrerhacialanoche.Fuehacialapuertaylaabriódegolpe.

Allí había un chino, preparado para atacar, que enseguida se abalanzó sobre élconundao.Ezioretrocedióydiounportazosobreelbrazodelhombre,rompiéndoleel radio y el cúbito. Se le cayó la espada de lamano y el chino dio un alarido de

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dolor. Ezio volvió a abrir la puerta y le dio al hombre fuerte en la cabeza con elatizador,partiéndoleelcráneo.Saltóporencimadelcadáverysaliócorriendo.

No tardó en encontrar a Jun, entablando un combate con tres atacantes. No lollevabamuybien,peroélhabíallegadoatiempodecambiaraquellasituación,ylossiervosdel emperador Jiajing se retiraronendireccióna losviñedos.Allí, tomaronposiciones.Jun,queluchabasoloconpuñosypies,sequitódeencimaaunodelosoponentescasideinmediato.Ezioderribóalsegundoconsuatizador,golpeándoledellenoconunapuntaen lacara.El tercerchinoconsiguióquitarleelatizadorde lasmanos,peroconunaespigademaderaquecogiódelasvidesconsiguiórecuperarsuventajaylegolpeóalhombrehastatirarloalsuelo,paradespuésseguirgolpeándolefuerteenlanuca,aplastándolelasvértebrascervicales.

Sehabíaacabado.Eziosederrumbóenlacuestapocoempinada,entrelasvides,agotadoperoileso.MiróaJuneintentóreírse,perosurisaseconvirtióenunatosconpitidos.

—Suenocomoungatomoribundo—dijo.—Vamos,teayudaré.Leayudóaponersedepieyjuntosvolvieronalavilla.

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Sedespertaronmuchoantesdequeamaneciera.Lamañanaerafresca.Laluzdelsoldeslavazadasefiltrabaporlaneblina.

Shao Jun estaba en la carretera con su fardo a la espalda.Con lamirada en ladistancia,preparadaparamarcharse.Parecíaperdidaensuspensamientosytansolose dio la vuelta cuando Ezio se acercó desde la villa. Todavía le costaba bastanterespirar.

Élseacercóaella.—Eslargoelcaminoacasa,¿no?—Perohaymuchoquevereneltrayecto.Dashi,xiexienin:gracias,Mentor.Hizounapequeñareverencia.Eziollevabaalgo.Unacajitaantigua.Selaentregó.—Ten.Teseráútilalgúndía.Jun la cogió y le dio la vuelta en susmanos. Comenzó a abrirla, pero Ezio la

detuvo.—No—dijo—.Estansoloporsipierdestucamino.Laguardó.Ezioentrecerrólosojosparamirarlacarretera.Violosestandartesde

unossoldadosqueseaproximaban.—Deberíasmarcharte—dijo.Junsiguiósumirada,asintió,ysefuehacialosviñedosquecrecíanalotrolado

delacarretera.Ezioobservómientrasellasealejabarápidamenteporlacimadeunacolinacercana.

LossoldadosllegaronpocodespuésyEziolessaludó.CuandovolvióamirarendirecciónaJun,habíadesaparecido.

Unassemanasmástarde,lavendimiahabíaterminadoyelnovenocumpleañosdeMarcello había quedado atrás. Él estaba en su estudio y volvía a intentar escribir.Habíahechograndesprogresosestavez.Miró laúltimapáginaenblancoque teníadelante,mojó laplumayescribióunascuantaspalabras,concentrado.Lasrepasóysonrió.Entoncesdejócaer laplumacuandoundolorpunzanteenelpecholecogiódesprevenido.

Llamaronalapuerta.—¿Sí?—dijo,serenándose,ydejólaplumaensusitiojuntoaltintero.Sofíaentróenlahabitación.—MellevoalosniñosaFiesole.Volveremosantesdequeanochezca.—Bien.—Mañanaesdíademercado.¿Nosacompañarás?

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—Sí.—¿Seguro?—Estarébien.Sofía cerró la puerta. Ezio se sentó y se quedó pensando unmomento; luego,

satisfecho,comenzóarecogerlospapelesdesuescritorio,losapilóbienylosatóconunacintaalrededor.

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El día siguiente amaneció despejado y fresco. Se habían quedado a comer enFlorenciayahoraSofíaestabaempeñadaenhacerunpardecomprasmásantesdevolveracasa.Eziocaminabapor lacalleunospasospordetrásdesuesposaysushijos,yderepenteseestremeció,presodeunataquedetos.SeapoyóenunaparedySofíaaparecióasuladoenseguida.

—Deberíashabertequedadoencasa.Éllededicóunasonrisa.—Estoyencasa.—Siéntateaquí.—Leindicóunbancoquehabíaallícerca—.Espéranos.Vamos

justoahí.Tansolotardaremosunoodosminutos.Asintió y contempló cómo ella se iba con los niños un pocomás lejos, en esa

mismacalle.Sepusocómodoydejóqueeldolordisminuyera.Observó a la gente ir y venir, ocupados en sus quehaceres diarios. Estaba

contento, disfrutaba mirándolos. Olió los aromas del mercado que le envolvieron.Escuchólossonidosquehacíanloscomerciantes.

—Me encanta—dijo para sus adentros—. El hogar. Por fin he encontradomihogar.

Suensueñoseviointerrumpidoporladesagradablevozdeunjovenitalianoquesedejócaerenelbanco,asu lado.El jovenhablaba,por lovisto,solo.NomiróaEzio.

—Aldiavolo!Odioestamalditaciudad.¡OjaláestuvieraenRoma!Heoídoquelasmujeres son…,mmm…,comoSangioveseensupunto,¿sabes?Nocomoaquí.Firenze!

Escupióenelsuelo.Eziolemiró.—No creo que Florencia sea tu problema—comentó, consternado por lo que

habíadichoeljoven.—¿Perdona?Ezio estuvo a punto de contestar, pero volvió a dominarle el dolor. Hizo una

muecayempezóarespirarentrecortadamente.—Cálmate,anciano.AgarrólamuñecadeEziomientrasesterecuperabaelaliento.Eziobajólamirada

alamanoquelesujetabaypensóqueleagarrabaconunafuerzafueradelonormalyque había algo extraño y casi familiar en la expresión de aquel hombre. Peroseguramenteseloestabaimaginando.Sacudiólacabezaparaaclararlasideas.

EljovenmiróaEziocondetenimientoysonrió.Ezioledevolviólamirada.—Descansaunpoco,¿eh?—dijoeljoven.

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Se puso de pie y se marchó. Ezio asintió al cabo de un momento, mientrasobservabacómosemarchaba.LuegoserecostóybuscóaSofíaentrelamultitudquedisminuía.Lavioenunpuesto,comprandoverdura.Yallí,asulado,estabanFlaviayMarcello,molestándoseelunoalotro,jugandojuntos.

Cerró los ojos y respiró hondo varias veces. Su respiración se calmó.El joventeníarazón.Teníaquedescansar…

Sofíaestabaguardandoenelcestolaverduraquehabíacomprado,cuandoselehelóelcorazón.AlzólavistayladirigióhaciadondeEzioestabasentado.Habíaalgoenlamaneraenlaqueestabacolocado.Confundida,sinquereradmitirloquetemíaen el fondo, se llevó una mano a la boca y corrió hacia él, dejando a los niñosjugandodondeestaban.

Alacercarse,caminómásdespacio.Finalmentesesentóasulado,lecogiódelamanoyseinclinóhaciadelanteparapegarlafrenteasupelo.

Una o dos personas miraron en su dirección, y luego una o dos más conpreocupaciónpero,porlodemás,lavidaenlacallecontinuó.

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Muchomástardeaqueldía,devueltaencasa,ytrasdespedirsedeMaquiavelo,Sofía entró en el estudio. Los niños estaban en la cama. No creía que hubieranasimiladoaúnloquehabíapasado.

En el estudio se había apagado el fuego. Encendió una vela y se acercó alescritorio para coger el fajo de papeles perfectamente amontonado, atado con unacinta,quehabíaencima.Empezóaleer:

Cuandoerajoven,teníalibertad,peronolaveía;teníatiempo,peronolosabía;yteníaamor,peronolosentía.Muchasdécadaspasaronantesdequeentendieraelsignificadode los tres.Yahora,enelcrepúsculodemivida,esteentendimientohapasadoasersatisfacción.Elamor,lalibertadyeltiempo,queantesestabantantoamidisposición,sonelcombustiblequeme hace seguir adelante. El amor, sobre todo, queridísima mía, por ti,nuestros hijos, nuestros hermanos y hermanas… y por el vasto ymaravillosomundoquenoshadado lavidaynosmantieneenvilo.Coninfinitoamor,miSofía,siempretuyo.

EzioAuditore

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Listadepersonajes

Abbas:enemigodeAltaïribn-La'Ahad

AlMualim:MentordelaHermandadenelsigloXII

Al-Scarab:capitánpirata,azotedelmarBlanco

Altaïribn-La'Ahad:MentordelosAsesinos

Bartolomeod'Alviano:amigodeEzio

Bekir:agentedeLármaca

CapitánTarikBarleti:capitándelaescoltadejenízarosdelsultán

ClaudiaAuditore:hermanadeEzio

Darim:hijodeMaríayAltaïr

Dilara:laprincipalagentedeTarik

Dogan:tenienteAsesinodeYusuf

DoménicoGarofoli:gobernadordeChipre

DuccioDovizi

EzioAuditoredaFirenze:elMentor

Haras:traidordelaHermandadenelsigloXII

LeonardodaVinci:artista,científico,escultor,etc.,1452-1519

Ma'Mun:agentedeaduanas

ManuelPaleólogo:príncipebizantino,herederodelúltimoemperadorbizantino,quepretendíaconvertirseenemperador

MaríaThorpe:esposainglesadeAltaïr

NicolásMaquiavelo:Asesino,filósofoyescritor,1469-1527

PiriReis:almiranteyencargadodelaflotamercanteturca

PríncipeAhmetOsman:tíodelpríncipeSuleiman,elhijofavoritodelsultán

PríncipeSelimOsman:padredelpríncipeSuleimanyhermanodeAhmet

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PríncipeSuleimanOsman:nietodelsultánBayezidygobernadordeKefe

Shahkulu:escoltadeManuelyturcomanorenegado

SofíaSartor:propietariadeunalibrería

SultánBayezid

YusufTazim:líderdelosAsesinosdeEstambul

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Glosariodetérminositalianos,griegos,chinosyturcos

Apresto:hastaprontoAdiherif:cerdoAldiavolo:aldiabloAffedersiniz:perdonaAffedersiniz,efendim:disculpad,señorAkçe:antiguamonedaturcaAllahashkina:voluntaddeDiosAllahaismarladik:¡queDiostebendiga!AmanAllahim:¡oh,querido!Amore:amorApistefto:increíbleArrocco:enroqueAynenoyle:exacto

Ballata:baladaBastardo:cabrónBene:bienBeyfendi:SuExcelenciaBirseydegil:denadaBisteccaallafiorentina:bistecflorentinoBruttimabuoni:feoperobuenoBuffone:idiotaBuongiorno:buenosdíasBuonadonna:buenaseñoraBuonasera:buenasnoches

Canaglia:sinvergüenzaCarciofinisott'olio:alcachofaspequeñashechasenaceitedeolivaCastagnaccio:castañoCazzo:polla/mierdaChesucede?:¿quépasa?Çoküzüldüm:muybien

Dao:sableDashi,xiexienin:gracias,MentorDuibuqi:losientoDuomo:catedral

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Èincredibile:esincreíbleEdáxi:valeEfendim:señor,maestroEvet:sí

Fettunta:pandeajoFinito:seacabóFratellomio:hermanomíoFuori:fuera/largo

Gennaio:eneroGerzek:tontoGhazi:guerrerosagradoGiugno:junioGrazie:graciasGülegüle:muybienGüzel:excelente

Hajj:peregrinaciónHaydirastgele:buenasuerteHristémou:madremía

Ildiavolo:elDiabloInanilmaz:increíble

Janbiyah:puñalárabe,conunahojacurvayanchaKanun:ley

Karesi:plazaKargasha:caosKesinlikle:desdeluegoKouráyo:valorKyrie:señor

LaCrociataSegreta:laCruzadaSecretaLevatrice:comadronaLingchi:muertedelosmilcortesLokanta:café/restaurante

Maccaroininbrodo:sopademacarronesMasa'ilkher:buenasnoches

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Merda:mierdaMerhaba:bienvenidoMesser:señorMiacara:cariñoMiobelmenestrello:miapuestotrovadorMioprincipe:mipríncipeMoleche:cangrejodecaparazónblandoMoltocurioso:muycurioso

Nessunproblema:nohayproblema

Pandiramerino:panderomeroPanzanella:ensaladadepanytomatePecorino:untipodequesoPekgüzel:muybonitoPekala:muybienPerdonate,buonsignore:perdonadme,buenseñorPerfetto:perfectoPienadivita:llenadevidaPoikalà:muybienPrens:príncipePrego:porfavor

Qián:moneda

Raccolto:cosechaRagazzo:chico/niñoRequiescatinPace:descansaenpazRixotodegò:arrozdegobio

Sagliginiza:hastaprontoSalametoscano:salamidelaToscanaSalsiccedicinghiale:salchichadejabalíSaluteavoi,Assassini:saludos,AsesinosSalve:holaSayindaVincibey:señordaVinci,señorSesolo:ojaláSerefe:saludSharbat:sorbeteShehzad/Shehzadem:príncipeSí,damoltotempo:sí,hacemuchotiempo

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Sinaviciniyisanslar:buenasuerte,amigomíoSouk:mercado/bazarSövalye:caballeroSpaghettialloscoglio:pastaconmarisco

Tesekkürederim:graciasTesekkür,Mentor.Choktesekkürederim:gracias,Mentor.Muchísimasgracias.Tidistihìa:quémiseriaTonnoalcartoccio:atúnfrescorebozado

Unfavore:unfavor

Vabene:valeVendange:vendimiaVeraison:maduracióndelauva

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Agradecimientos

Megustaríadarlasgraciasespecialmentea:

YvesGuillemotJeanGuesdonCoreyMayDarbyMcDevitt

Ytambiéna:

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