clase7 cultura e identidad nacional mundt 1

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  • TALLER

    Introduccin a la problemticadel mundo contemporneo

    Profesor Titular: Ing. Agr. Carlos Mundt

    "Cultura e identidad nacional"

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  • RACISMO

    UN INFORME DE LA ONU ALERTA SOBRE LA DISCRIMINACIONDE NEGROS EN LA ARGENTINA

    Un estudio reciente divulgado por las Naciones Unidas, realizado por el Grupointernacional para los Derechos de las Minoras, describe la segregacin quetodava sufre la poblacin negra en todo el mundo. El trabajo especifica quenuestro pas no escapa a esa tendencia. Como botones de muestra, historias deracismo argentino vividas y sufridas en carne y hueso por afrodescendientes. Otrainvestigacin muestra que el 10% de los porteos desciende de africanos.

    "No, seor, usted est equivocado", contest Miriam Gmes, descendientecaboverdiana y profesora de Literatura Africana, cuando el caballero montado ensu automvil le ofreci dinero a cambio de algunos servicios sexuales. "No tehagas la linda. Quin te crees que sos?", replic l, enfurecido. De inmediato; unestallido sali de su boca: 'Mora decs que no pero si estuvieras en la poca de laesclavitud no tendras derecho a decir nada".

    Esta escena no es ms que una muestra de las reiteradas situaciones-dediscriminacin que vive la Poblacin afrodescendiente en nuestro pas. Atrsqued la trata de esclavos y los sitios restringidos para negros; sin embargo, uninforme elaborado por el Grupo Internacional para los Derechos de las Minoras,divulgado por Naciones Unidas, asegura que en la actualidad la poblacin deorigen africano s discriminada social, econmica e institucionalmente en todaLatinoamrica, aun cuando, por ejemplo en Argentina, es central en muchas reasde produccin.

    Segn Enrique Oteiza, socilogo y presidente del Instituto Nacional contra laDiscriminacin, la Xenofobia y el Racismo, el personal del Estado y las fuerzas deseguridad aparecen involucrados en muchos de los casos de discriminacin aafrodescendientes.

    "Todos los das ests pensando quin es el prximo que te va insultar", diceapesadumbrada Mara Lamadrid, descendiente de esclavos africanos y presidentade la ONG frica Vive. Es necesario vivirlo para saber lo que eso significa, y ella losabe. A mediados de 2002 fue detenida por Migraciones en el Aeropuerto deEzeiza cuando iba a Panam a gestionar un prstamo para su fundacin. "Estepasaporte es trucho", dijo a los gritos una funcionaria aeroportuaria. Usted nopuede ser argentina si es negra. Debe ser peruana", agreg sin pudor alguno. Enpocos minutos, Mara fue a parar a una celda. Tres horas despus, le pidierondisculpas. Slo se haba catado de un error en el sistema de control de lospasaportes. Pero ella no crey esa explicacin: "Es simple, pensaron que no podaser que una negra viajara al exterior", sentencia la exuberante mujer.

    Texto. Cultura e identidad nacional

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  • Varias veces ms. No fue la nica vez que Mara sinti el racismo en carne propia.Se le opaca la mirada y cuenta: "En el '99 iba a una cumbre en Colombia y unamujer se neg a sentarse junto a m en el avin por ser afro". De pronto, sueltauna risa de Mere-dulidad y apunta: "En otra ocasin, un concejal me lleg a decirque su abuela era negra y que la tenan escondida en el fondo de la casa".

    Las historias sobre discriminacin racial se repiten una y otra vez. Pero no todoslas viven igual. Despreocupada del prejuicio de los otros, Ana Mara GarcaLacayo, presidenta del Instituto de Desarrollo Afro, admite que en reiteradasoportunidades se sinti discriminada por su color de piel. Indignada, pero en tonojocoso, dice: "Algunas seoras que te encontrs en la calle se agarran la carteracuando te ven. Y quiz la ma tenga ms plata que la de ellas".

    Hoy, la mayora dedescendientes de africanosvive en zonas marginales y

    no tiene trabajo

    Esta mujer de gesto alegre afirma que no habra dejado su Honduras natal si nofuera porque se cas con un mapuche argentino. "Mis dos ltimos hijos tienen trespartes de Indoamrica y una afro. Ellos sufren un poco ms la discriminacin",explica Garca Lacayo. Y se arriesga a soar: "Me gustara estar en un lugardonde ests relajado, con los tuyos".

    Refugiado. Simba Lema, un congoleo de manos gigantes, tampoco queraabandonar su hogar cuando decidi subirse al barco que lo traera a Buenos Airespara escapar de la persecucin poltica del gobierno de la Repblica Democrticadel Congo. Su condicin de refugiado y la falta de trabajo, sumadas al racismo dealgunos, parecen hacer difcil su vida aqu. "Cuando me siente junto a alguien enel tren o en e colectivo se cambian de asiento" seala en su enmaraado ingls Yaclara de modo contundente "A veces los gestos dicen mas que las palabras".

    A partir de la dcada del 90 llegaron al pas migrantes di Senegal, Nigeria, Mali,Sierra Leona, Liberia, Ghana y Congo escapando de la miseria y del: persecucinpoltica. Tambin arribaron afrodescendientes otras naciones de Latinoamrica,como Brasil, Cuba, Colombia Ecuador, Repblica Dominicano y Honduras.

    Agustn Casiani es de San Basilio de Palenque, una pequea ciudad ubicada alsudeste di Cartagena de Indias, Colombia Lleg a Buenos Aires hace uno: meses,siguiendo a una risuea argentina con la que hoy tiene un nio. Una vez aqu, sodio cuente de que las cosas no eran tan fciles: "Recuerdo que hace poca arregluna entrevista de trabaje por telfono y cuando me vieron se sorprendieron porquemi apellido es italiano y no se imagina ron que era negro. Se quedaron mirndomeboquiabiertos". Sir embargo, Casiani no piensa que el racismo es algo

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • generalizado en estas tierras: "Hay gente que hasta me ha dicho que le gusta. raser negro. Eso me llena de orgullo".

    Contra lo quepensamos de nosotros

    mismos, todas lashistorias son de

    intolerancia

    Sentada en el luminoso living de sudepartamento, Elisa de Souza deMelgarejo coincide con Casiani enque Argentina no es un pas racista,aun Cuando hace seis aos unhombre le dijo que a los negros habaque "matarlos a todos de chiquitosmientras sala del supermercado consu nieto de un ao y medie enbrazos. Hace casi tres meses, laJusticia Civil conden a su agresor,Facundo Mazzini Uriburu, a pagarle70 mil pesos de indemnizacin.

    Con todo, la satisfaccin de haberlogrado justicia no le quita el saboramargo de aquellos das: "La libertadla perd. Para mi la calle es como unacrcel" dice De Melgarejo. Yreflexiona "Haba escuchado sobre ladiscriminacin pero a m nunca mehaba pasado nada, hasta que mepas. Y ah dije: s, existe la genteque no quiere a los negros. Hastaque a uno no le pasa, est en lavereda de enfrente".

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Descendientes. Segn una prueba piloto de la Universidad Nacional Tres deFebrero y el INDEC, que se efectu a principio de 2005, la presencia dedescendientes de africanos en nuestro pas llega casi a un 6 por ciento, es decir,cerca de dos millones de personas. Esta cifra coincide con las estimaciones quehicieron instituciones extranjeras como la Fundacin Gaviria, la Universidad deOxford y algunas organizaciones de afrodescendientes.

    Entretanto, la Facultad de Filosofa yLetras de la UBA realiz un estudiogentico a partir del cual pudoestablecer que alrededor de un 10por ciento de la poblacin de CapitalFederal tiene ascendencia africana(ver recuadro).

    Estos resultados no son extraos sipensamos que para 1810 los negrosconformaban el 30 por ciento de loshabitantes de la Ciudad de BuenosAires. A mediados del siglo XIX estacifra fue disminuyendo, Muchoshaban muerto a causa de epidemiasy un enorme nmero de sus hombrescayeron en combate en la Guerra dela Triple Alianza (1865-1870), titoltimo produjo un gran desequilibrioentre la cantidad de varones ymujeres afro, dando lugar almestizaje.

    "Los negros que quedaron estaban en un proceso de blanquizacin. Hay familiasdonde en un principio todos sus integrantes eran negros y despus terminaronsiendo blancos", expresa Daniel Schavelzon, investigador del Conicet y autor dellibro Buenos Aires negra. Concierto pesar, Garca Lacayo relata: S que hay afrosque tuvieron que desdibujarse para sobrevivir Tuvieron que negarse a s mismos".

    Cuestin domstica. Hoy, como ayer, las mujeres afrodescendientes siguentrabajando en el servicio domstico. Gmes detalla. Estn arrastrando lasconsecuencias de la esclavitud. Casi todas siguen desarrollando los mismosoficios que tenan durante la poca colonial. Hay muy pocos negros universitarios".Alerta y a la defensiva, agrega: "Algunos me sobrevaloran porque les pareceincreble que haya llegado a ser profesora cuando miles y miles de personas loson. Pero como soy negra, parece que tengo que tener una superinteligencia:Cmo puede ser que sea como nosotros'. No lo dicen, pero eso subyace".

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • En la actualidad, muchos descendientes de africanos viven en zonas marginales,la mayora no llega a la escuela secundaria y, en general, estn desocupados otienen trabajos precarios. Segn el Banco Interamericano de Desarrollo y el BancoMundial, la pobreza y la exclusin econmica de los afrodescendientes esconsecuencia de la marginacin racial.

    Bailan bien. Son buenos para el sexo llevan el deporte en la sangre. Son algunosde los estereotipos que hay sobre los negros. "Algunos aceptan y hasta a vecesaprovechan ese lugar", afirma Gmes. Otros, no. Carlos Alberto Custodio, hijo decaboverdianos, da cuenta de ello: Un da estaba bailando y se me acerca unhombre y me dice: 'Mi mujer quiere bailar con vos. Entonces le pregunto: quienes tu mujer?. 'Esa que est ah, me responde. Le contesto: No quin es parahallar conmigo? Anda y decile que yo no bailo con ella. La mujer quera bailar conun negro; que vaya y pinte a su marido con un corcho.

    UNO DE CADA 10 PORTEOS ES AGRO?

    De dnde eran tus abuelos? Y tus bisabuelos? Espaoles o italianos? En fin,de qu parte de Europa viene tu familia?, nos han preguntado una y otra vez.Cierto es que muchos de nosotros provenimos de races europeas, sin embargoun estudio gentico realizado por la Facultad de Filosofa y Letras de la UBAasegura que el diez por ciento de los porteos tiene ascendentes africanos.

    Al parecer, este dato rompe con la ilusin europeizante de la Argentina y hacevisible lo que por aos permaneci oculto. "Teniendo en cuenta que a mediadosdel siglo XIX exista entre un 25 y un 30% de ciudadanos africanos en la Ciudadde Buenos Aires, nos preguntamos cul era el grado de participacin de africanoshoy en la composicin gentica de la poblacin de la ciudad", explica el titular deAntropologa Biolgica de la UBA e integrante del equipo de investigacin,Francisco Carnese. La finalidad del trabajo era "saber qu pas con esa poblacina nivel gentico porque efectivamente, desde el punto de vista fenotpico, casi nose ven africanos en Buenos Aires", indica el profesor.

    El estudio, financiado por el Conicet, Ubacyt y la Universidad Paul Sabatier deToulouse, se realiz con muestras de sangre del Hospital Italiano y del Hospital deClnicas. Otras investigaciones similares se estn realizando en Baha Blanca y LaPlata, y tienen planeado extenderlas a Crdoba y Comodoro Rivadavia.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • OBSERVADOR

    La Argentina negra

    MARTA BEATRIZ GOLBERG*

    Los argentinos estn orgullosos de ser el pas ms blanco de Latinoamrica y queBuenos Aires sea comparada con' Europa por el aspecto de su poblacin, suarquitectura y su movimiento cultural. Esto los lleva a olvidar la presencia negra ensu historia y en su cultura presente hasta en el tango, baile que nos identifica entodo el mundo.

    Negros en Argentina? Ni los hay ni los hubo nunca, se contesta comnmente.Verdadera amnesia, porque en todas las fiestas patrias escolares hay niosdisfrazados de negros vendedores ambulantes o que bailan el "Pericn". Ante estaevidencia, suelen decir que eran muy pocos, que los tratbamos muy bien, o quela esclavitud termin muy temprano, en 1813. Todas estas respuestas sonerrneas. Ni fueron muy pocos, ni los tratbamos tan bien ni la esclavitud concluyen 1813.

    En 1810, un tercio de la poblacin de Buenos Aires era de origen africano. EnCrdoba, Tucumn y Cata-marca, en el ltimo tercio del siglo XVIII, haba msnegros que blancos. En las estancias coloniales rioplatenses tambin habaesclavos, En un inventario de los bienes de Rosas en 1825 se registran 33esclavos. Muchos eran capataces y tenan a su cargo asalariados blancos

    Decir que en nuestro pas nunca hubo negros esun verdadero ejemplo de amnesia

    Los viajeros de fines de la poca colonial comentaban que todos los oficiosmanuales eran realizados por africanos o afrodescendientes.

    La legislacin colonial espaola estableca penas a los amos que se hubieranexcedido al castigar a sus esclavos. Estos podan recurrir a la Justicia pero raravez conseguan resarcimiento alguno por los malos tratos recibidos.

    Para 1813, La Asamblea decret la libertad de vientres: aquellos que nacieran apartir de ese ao pasaran a ser libertos, situacin intermedia entre esclavo y libre.Deban permanecer entre 16 y 20 aos sirviendo a los amos de sus madres paraobtener la libertad. La abolicin de la esclavitud se promulg finalmente en 1853,en la Constitucin Nacional, pero en Buenos Aires se estableci recin en 1860.

    * Experta en afrodescendientes, profesora universitaria y miembro del Comit CientficoInternacional de la Ruta del Esclavo de la UNESCO

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Polticas de Identidad

    Lo mismo y lo otroCarolina Mera

    ...bueno una vez pap me haba dicho, me acuerdo, eso de venirme aestudiar a Corea. Y desde ese momento fijate que a m ya no meresultaba chocante la ideo de apartarme de eso que has vivido siemprey poder empezar una cosa nueva, no? Y ya desde ah, claro es quetambin se ve que, yo lo interpreto como que es un cambio que tengode la adolescencia. Es que cuando sos distinto, especialmente, nodistinto slo de la cara para adentro, sino para afuera. Por que nosotrosimaginate tenemos la piel de un color distinto, que se yo, los ojosrasgados. Y que a simple vista dicen esta no es argentina, entonces esoes que influye mucho, no? sentirte distinta, no slo por la parte digamosde personalidad, cultural digamos, sino por el hecho de verte distinta. Yuno de chica no se daba cuenta de esas diferencias, hasta que llega alos ms o menos 12, 13 aos que es cuando se empieza laadolescencia y ah te sientes distinta. Y encima de que siendo unaadolescente normal de este pas te sientes distinta a los dems. Teneresas condiciones fsicas peor todava, no? Entonces yo me deca: yo meveo coreana en el espejo pero por dentro a veces no tongo cosascoreanas, tengo cosas argentinas tambin, que es parte de mi vivenciade ah, es normal. Y bueno ah te viene la crisis de identidad. A m seme hace que eso tambin influy mucho para que me venga a Corea.(ella, 26, Corea)

    Muy ocasionalmente encontramos "trabajos cientficos", novelas, ensayos osimplemente relatos que nos acerquen a la presencia de tensiones tnicas ennuestro pas. Y esto se debe principalmente a que el hecho de reconocer unconflicto tnico, nos ubicara en una posicin contradictoria a la tendenciapredominante en la cultura histrica y poltica de nuestro pas, a saber, la denegacin de la existencia de toda categora tnica.

    La presencia de personas provenientes de pases asiticos, centroamericanos yafricanos, producto de las nuevas olas migratorias, donde la visibilidad de susfacciones evidencia los orgenes nacionales y/o etnoculturales, impone hoy undebate sobre el pluralismo etnocultural de nuestro pas. Cuando exploramos estasnuevas situaciones, percibimos que la instalacin cada vez ms evidente de estascomunidades pone en evidencia la connotacin negativa que tiene la idea de"diferencias culturales" para el sentido comn1.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Para contribuir al debate acerca de estas problemticas voy a trabajar sobrereflexiones que se desprenden del trabajo de campo realizado en y con lacomunidad coreana de Buenos Aires durante los ltimos 8 aos.

    Nuestro propsito es el de analizar la relacin entre el imaginario social de lasegregacin, por el cual el sentido comn urbano sostiene que "los coreanos no seintegran" en relacin a algunas caractersticas de la vida cotidiana de estosinmigrantes, provenientes de Corea del Sur, instalados en la Ciudad de BuenosAires desde hace ya ms de 30 aos.

    Todo fenmeno de relaciones intertnicas est condicionado por el tipo deintegracin y por las caractersticas propias del movimiento migratorio del que sonproducto, remitindonos inevitablemente al problema de la aculturacin oasimilacin de las culturas minoritarias.

    Estos trminos (aculturacin, asimilacin), que durante tanto tiempo formaronparte del lxico poltico y acadmico, son hoy casi un tab. El proceso de"asimilacin" exigido a las corrientes migratorias de fin del siglo XIX y principiosdel XX es, a los ojos de la poltica multicultural que reina en el espritu de poca,antidemocrtico. De esta manera, vemos remplazar el trmino "asimilacin" porotros como "integracin" o "insercin", que contribuyen al afianzamiento delpluralismo cultural que pretenden alcanzar las sociedades modernas.

    Sin embargo, frente al efervescente debate que se da en el mbito poltico-acadmico internacional acerca de la legitimidad del "derecho a la diferencias", ennuestro pas aparecen an discursos que culpabilizan a los nuevos inmigrantespor no asimilarse a "nuestra cultura", sin plantear un debate sobre el tema. A mientender, la negacin del debate reside en que an no se han replanteado nimodificado los presupuestos del sentido comn sobre el que se construy lahistoria local autorizada. "El sentido comn no es lo que percibe espontneamenteuna mente liberada de propensiones; es, ms bien, lo que colige una mente llenade presunciones."2 Son estas presunciones en temas de identidad, inmigracin,integracin y asimilacin, los pilares desde donde nace la idea de naturalidad uobviedad de ciertos presupuestos sobre los cuales se juzgan los comportamientosde los migrantes. Me refiero, por ejemplo, al "no es una buena inmigracin porqueno se asimilan" o "los coreanos no se adaptan a nuestra cultura, los judos s".Estos presupuestos naturalizados en el discurso porteo, encuentran base en laidea de una cultura homognea y un imaginario por el cual el pas se compone deinmigrantes europeos, blancos y catlicos. De esta manera, se construye una redde sentidos cuyos significados simblicos apuntan a la revalorizacin delinmigrante "blanco y europeo", hacedor de la Nacin, frente a aquel que pudierarepresentar "lo nativo". Es en la conformacin de esta "identidad nacional" que seda el proceso por el cual ciertos actores son revalorizados mientras que otros sonsimplemente envueltos en el anonimato del mito talo-espaol. El "nosotros"instaura In negacin del "otro" como diferente constitutivo de la identidad nacional.A partir de esta conciencia de s misma es que se reinventa la historia colectiva,

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • donde las particularidades culturales que no responden al modelo hegemnico seesconden, cada vez ms, en la privacidad del hogar.

    A esta Argentina llegan las nuevas olas migratorias. Ni altos, ni rubios, nieuropeos, se enfrentan cotidianamente a una sociedad hostil que les otorga,desde el primer momento, el ltimo rango en la escala de las jerarquas sociales,tanto a nivel prctico como simblico.

    La reflexin acerca de la construccin de identidades (hegemnicas y parciales)adquiere relevancia en la medida en que se articula con el debate sobre louniversal y lo particular, lo pblico y lo privado, en el marco de la globalizacin.

    IDENTIDAD TNICA VS. RED DE SOLIDARIDAD TNICA

    pero la sociedad no te va a tratar como a una argentina, la sociedad esmuy diferente con los extranjeros... todo el mundo diferencia unargentino de un coreano, entends? La sociedad puede ser ms duropara un coreano que para un argentino, por ejemplo, cuando unargentino se equivoca, bueno se equivoc y listo, pero cuando decs seequivoca un coreano, ah! Porque los coreanos son todos as!Entends? (ella, 22, Corea)

    Si las identidades son estados transitorios que se resignifican constantemente, laespecificidad de cada corriente migratoria debe ser analizada dentro de estadinmica de cambio y transformacin, proceso que condiciona el tipo deintegracin y las caractersticas del cambio de valores de las personas encuestin, tanto de aquellos que se desplazan como de los que forman parte delescenario local receptor.

    La modalidad de instalacin del grupo coreano en el espacio urbano de la Ciudadde Buenos Aires, caracterizado por un alto grado de concentracin espacial3, seranalizada desde dos puntos de vista complementarios. En primer lugar, deacuerdo con la dinmica particular de llegada e instalacin del grupo. En segundolugar, a partir de la imagen creada en ese primer momento que constituye unnuevo punto de partida del proceso de reinvencin de la identidad4 del grupo, enrelacin a la interaccin de ste con otros actores de la ciudad.

    Y cmo se te ocurri venir a Corea?

    Vine por el idioma, porque all toda mi vida la hice entre argentinos,despus me di cuenta de que mis races estaban ac en Corea y mepareca una vergenza no venir, teniendo el aspecto coreano, la caracoreana... no saber el idioma coreano... vine en el 97 con la intencinde quedarme un ao solo, pero no fue suficiente y regres de nuevo.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Cmo te diste cuenta que tus races eran coreanas?

    Y, viste que en la capital hay bastante discriminacin, a los coreanosmucho no los quieren, por eso, por ms que yo haya nacido enArgentina, convivido con argentinos, como tengo el aspecto coreano ycualquiera que me vea a primera vista dice: Uh!!! Este es coreano... (l,28, Corea)

    Se hace necesario aclarar algunos conceptos que de por s se presentan comoambiguos y difusos. Uno persona puede ser nombrada o visualizada comoperteneciente a un grupo tnico especfico y, sin embargo, no compartir laadhesin a la red de solidaridad tnica o no poseer un sentimiento de pertenenciaafectiva al mismo.

    La adhesin voluntaria, consciente o inconsciente, de las personas individuales aun tipo de "identidad tnica" se juega en diferentes situaciones: en la necesidad deuna seguridad afectiva y emocional, en la necesidad de crear redes estratgicassolidarias, y/o en la accin poltica del grupo de luchar por imponer unaclasificacin legtima de s mismo.

    En el caso de los coreanos, la pertenencia a lo que llamamos "identidad tnico" seorigina en la relacin con el o los "otros" y se da principalmente por la diferenciafsica, precisamente la visibilidad de los rostros. Es decir, ms all de su origennacional y/o cultural, una persona con rostro oriental ser nombrada como"coreano". En este sentido, podemos afirmar que, a diferencia de otros grupostnicos donde la pertenencia se manifiesta como una accin voluntaria de laspersonas, en nuestro caso, la pertenencia de los miembros del grupo tnicoconlleva un alto grado de coercin.

    La no pertenencia al grupo implica la ruptura total con los lazos afectivos msbsicos, razn por la cual este conflicto adquiere carcter de etapa momentnea.Esto pudimos comprobarlo en la mayora de las entrevistas realizadas: los jvenesque manifiestan una actitud crtica hacia la colectividad y sus formas deorganizacin y accin, que sostienen una postura distante hacia los miembros delgrupo tnico, al punto de negar la relacin familiar y de amistad, llegan a unadeterminada edad o etapas de sus vidas en que se vuelven hacia la comunidad,haciendo una relectura de su propia historia. El encuentro, o mejor dicho, elreconocimiento que estos jvenes hacen de su pertenencia al grupo tnico, esproducto del dilogo con los otros grupos, del reflejo que los argentinos lesdevuelven de s mismos, como podemos percibirlo en las palabras anteriormentecitadas.

    En cambio, la participacin y el grado de compromiso en la red de solidaridadtnica es un proceso que trasciende la mirada del otro. Se trata de una adhesinsolidaria interna al grupo que, en nuestro caso, se realiza con el fin de lograr unainsercin exitosa en las estructuras sociales del pas, manteniendo una fuertecohesin afectiva.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Percibimos diferentes momentos del movimiento migratorio que solo pueden serseparados en un proceso de abstraccin con el fin de ser analizados. Cada uno deestos momentos se relaciona con caractersticas distintas del proceso deconstruccin de la identidad del grupo en el nuevo contexto, que puedencorresponder o no a las etapas de llegada, insercin y desarrollo de la comunidaden la nueva sociedad.

    En primer lugar debemos dar cuenta del momento en el que los nuevospobladores encuentran cohesin afectiva en el grupo, gracias a los lazosculturales comunes provenientes de la sociedad de origen. Relacionamos estaetapa con la formacin de una "identidad tnico" propiamente dicha, es decir, a lacohesin del grupo a partir de caractersticas preexistentes que son re-simbolizadas en el nuevo espacio. Nos referimos especficamente a la aparienciafsica, a una lengua y religin en comn, y a otros elementos culturales e histricoscompartidos por el grupo como base de la etnicidad.

    En segundo lugar se trata de una etapa donde el grupo construye una estrategiade insercin e integracin en las estructuras de nuestro pas. Asociamos estemomento a la idea de identidad como proceso de reinvencin en el contexto deadaptacin a las estructuras locales. Se localizan los rasgos culturales que portanlos migrantes en relacin con las situaciones generadas en el encuentro con otrosgrupos, a saber: concentracin espacial (residencial y comercial), concentracinocupacional y/u otros factores como las actitudes discriminatorias que terminanpor condicionar la imagen que el nuevo grupo adquiere de s mismo.

    El tercer momento est signado, precisamente, por la posibilidad de negociar supropia identidad. Es cuando el grupo se constituye como actor poltico para deesta forma participar del proceso en el cual se definen los lmites delreconocimiento de las diferencias.

    HISTORIA E IDENTIDAD CULTURAL

    Es tan difcil hablar de una "identidad argentina" como de una "identidad coreana"ya que, como hemos visto, estas se configuran en una compleja red de relaciones,comportamientos, expectativas, percepciones, definindose segn la posicin quelos actores entablan con otros grupos en diferentes contextos histrico-situacionales. En este sentido, la idea de "identidad coreana en Argentina" definela "coreaneidad" desde la priorizacin de una referencia histrica particular.

    La "identidad tnica", en tanto primer momento de conformacin de Fa "nuevaidentidad" del grupo, reposa ante todo sobre ciertas caractersticas culturales"objetivas" y "subjetivas" (representadas fundamentalmente en: raza, religin ylengua) que toman sentido en relacin a una conciencia colectiva que, en nombrede una historia y de un origen comn simbolizado, se resignifican en relacin a un

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • otro. Al decir de Albert Memmi: "Le pass commun est largement fictionnel, car iln'est ni vraiment commun, ni vraiment du pass... le pass dit commun n'est que lamise en commun d'un certain pass".5

    Por otro lado, la imagen que la sociedad receptora les devuelve sobre ellosmismos ser retornada por el grupo como parte constitutiva de la nueva identidadcolectiva. Es en esta tensin entre la apertura de s mismo y la vuelta a uno mismoque reside el intento de integracin de todo ser humano en un sistema social,entre lo universal y lo particular.

    Las caractersticas que adquiere la instalacin del grupo por la particularidad de ladinmica de su insercin y la evidencia de la diferencia, acentan la necesidad deafirmarse frente al otro, de mantener la cultura de origen a partir del afianzamientode los lazos nacionales, redefiniendo de esta manera los trminos de su etnicidad.

    Constatamos que frente a una realidad tan distante a lo conocido, y en muchoscasos hostil, se incrementa la necesidad de los nuevos pobladores de construir unespacio de seguridad y resguardo afectivo para afrontar el nuevo contexto. Laproximidad espacial hace referencia principalmente a una red de solidaridadesbasadas en lazos afectivos fundados en una "identidad cultural" comn. La idea dedilogo entre grupos e identidades nos lleva a pensar en el retorno de muchos delos miembros del grupo hacia la red de solidaridad y de organizacin tnica comoresultado de la interaccin propia del dilogo.6 El sentirse desplazados y enmuchos casos rechazados los lleva a intentar escapar de esa situacin buscandorefugio entre sus iguales.

    La identidad cultural es una construccin histrica ideal que en el caso decomunidades migrantes responde a una reconstruccin ficticia, a partir deelementos imaginarios y reales que sirven a una finalidad: articular el pasado paralograr una estrategia presente. De esta manera las diferentes asociaciones einstituciones de la comunidad coreana son promotoras de la invencin de laidentidad cultural del grupo, a partir de la reapropiacin del pasado en funcin dela estrategia migratoria. La relectura de la historia colectiva, en tanto soporte deesta nueva identidad local, opera como accin autnoma del grupo, donde elpasado es elemento fundamental en la resignificacin afectiva del presente. Elproceso de produccin y reproduccin de historias y smbolos culturales, afianza laexistencia de la red de solidaridad tnico, a la vez que es el punto central delconcepto de "identidad" en la medida en que ste implica una construccinhistrica dinmica y relacional.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Citas

    1. Retomamos de Cliffort Geertz 119941 la definicin de sentido comncomo un conjunto relativamente organizado de pensamientoespeculativo, sujeto a pautas de juicio construidas histricamente.

    2 Geertz, Cliffort, Conocimiento local, Paids, 1994, pg. 105

    3. En Argentina la concentracin espacial no se acompaa de marginacinsocial y/o econmica, como en otras experiencias urbanas intertnicasque adquieren la forma de gueto impenetrable para los que nopertenecen al grupo.

    4. El concepto de identidad fue trabajado en el marco del Proyecto UBACyTCS-025 "Polticas de identidad y nuevos sujetos sociales: un enfoquedesde la narrativa" (1995/1997) dirigido por la profesora Leonor Arfuch,Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

    5. Memmi, Albert, "Les fluctualions de l'idenlit culturelle", en Esprit, vol.1Janvier, 1997

    6. Y no slo hacemos referencia a la comunidad tnica en Argentina, sinotambin a la decisin de muchos jayanes de volver a la tierra de suspadres. Tinieblas del Crisol de Razas

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • TINIEBLAS DEL CRISOL DE RAZAS

    Hamurabi Noufouri Daniel Feierstein

    Ricardo Rivs Juan J. Prado

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Imre Szabo, en "Fundamentos histricos de los derechos humanos" al referirse ala igualdad concluye afirmando que "la idea central de los derechos humanos, y delos derechos de los ciudadanos que les precedieron en la historia del derecho, esla igualdad ante la ley; en otras palabras, la igualdad de los ciudadanos, la cual,aunque slo sea un hecho formal produce, no obstante, unos ciertos efectos. Ensu forma negativa significa la prohibicin absoluta de toda clase dediscriminacin"24.

    1. De la igualdad virtual a la real: El largo camino a

    recorrer para lograr la aspiracin de la igualdad real

    instrumentada en la reforma de 1994.

    En materia poltica permanentemente nos debatimos en la antinomia tomando asta como el resultado de la contradiccin entre dos cosas, tales como dos leyes odos principios, y conteste con lo expresado podemos afirmar que cuando nosreferimos al significado de lo real y lo virtual, en especial en los tiempos quecorren, nos permite afirmar que pareciera que lo antinmico es el contenido y laconstante en los anlisis sociales, polticos y econmicos.

    Cuando tenemos delante nuestro dos conceptos a analizar, recurrimos a susignificado acadmico y descubrimos de esa forma que real, deriva del latn"regalis" es decir de rex, regs, rey; mientras que virtual, opuesto al primero,significa imaginario o "inexistente", referido a las cosas que existen o han existido.

    Entrando en tema, nos detenemos en algunos artculos incorporados en la reformade 1994 a nuestra Constitucin Nacional, y podemos observar, que se introducereiteradamente, cuando se trata el tema de la igualdad, el concepto REAL,acompandola.

    Partiendo del concepto de igualdad del articulo 16 de nuestra ConstitucinNacional "...todos los habitantes son iguales ante la ley..." advertimos que en lareforma de 1994 se establece respecto al sexo (articulo 37 C.N.) "[...] la igualdadreal de oportunidad entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos ypartidarios se garantizar por acciones positivas en la regulacin de los polticos yen el rgimen electoral [...]".

    De igual manera en el art. 75 inc.23, nuestra Constitucin establece que se deber"[...] legislar y promover medidas de accin positiva que garanticen la igualdadreal de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechosreconocidos por esta Constitucin y por los tratados vigentes [...]", refirindose alos nios, las mujeres, los ancianos y las personas discapacitadas.

    Debemos incluir, siguiendo la temtica abordada, la no discriminacin religiosa art.89 C.N. , el reconocimiento de la preexistencia tnica y cultural de los pueblos

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • indgenas argentinos art.75 inc.17 , y en especial, lo ya resaltado de la inclusinde los pactos contra la discriminacin incluidos como parte del plexo jurdiconacional en el art.75 inc.22 de la C.N.

    2. La necesidad de descorrer el velo de la igualdad

    virtual en la sociedad argentina: La falta de

    correspondencia con la real.

    Al observar reiteradas actitudes en las polticas sociales aplicadas desde elaccionar pblico, en un reciente trabajo decamos, refirindonos a discriminacinen nuestro pas, en un artculo titulado Qu pas con el mito de la Argentinagenerosa? Advertamos que en nuestra sociedad podemos encontrarmanifestaciones que revelan una actitud discriminatoria contra el extranjero, que elorden jurdico nacional recoge en el contenido de instituciones, y normas queexpresan el pensamiento de /nuestra sociedad verncula. Hoy diramos el ADN denuestra sociedad. En la ocasin sealbamos que la historia de nuestrosinmigrantes al llegar a nuestro pas nos hace descubrir cunto deban stossoportar para subsistir y poder lograr la radicacin frente a la hostilidad del mediosocial de la poca.

    Lo que signific superar la adversidad para poder afincarse en la Argentina"generosa", que alguna historia oficial (virtual) nos transmiti la idea de una actitud"generosa" y abierta a todo aquel que quisiera habitarla. Recordemos en la pocade Mitre, que advierte la necesidad de mano de obra, si se quera una agriculturadesarrollada en el pas, o la instalacin de ferrocarriles, habida cuenta lanecesidad de operarios que manejaran los utensilios y habilidades laborales paraello. De esa forma se impulsa la inmigracin italiana que deba ir a instalarse a loscampos, pero "de entrada noms se tropezaba con varios problemas: en lasregiones donde no haba indios haba grandes latifundistas, que personalmenteno crean en la agricultura sino en la ganadera que, como se sabe, exige muypocas brazos, y adems a los inmigrantes no se les daba tierras sino enmnima cantidad, y de ninguna manera habitaciones ni instrumentos de labranza"25.

    En su Historia de los Procesos Polticos y Militares en la Argentina, Rouquieseala las dificultades de los inmigrantes para radicarse en la Argentina frente a lahostilidad de la oligarqua con "olor a bosta" que impona a muchos de ellosregresar a su patria de origen. Las estadsticas son el reflejo de esta situacin.Recordemos que los inmigrantes deban soportar la presin de los "comisarios"que actuaban para impedir el afincamiento y evitar que adquiriesen tierras,siguiendo la tradicin del derecho romano que slo permita a los "patricios" estederecho, pues era la base de los derechos polticos de la antigua Roma. Aqu setraduca en los latifundios de la "oligarqua" que mantena la concentracin polticay econmica en la Argentina26.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Por ello, y una vez ms decirnos que, en nuestros das "nada nuevo" acontececuando advertimos una corriente ideolgica que desde diferentes ngulos ataca anuestros "hermanos" latinoamericanos, de la misma forma que si hacemos unaobservacin diacrnica en nuestro devenir histrico, al remontarnos a la dcadadel noventa descubrimos una reiteracin en la conducta social argentina. Lainfluencia de Sarmiento al expresar su malestar por la calidad del tipo deinmigrante que arriba a nuestro pas, condenando la poltica inmigratoria,extendido al pensamiento de figuras significativas de esa poca, constituyen untrasfondo ideolgico que podemos sintetizarla con la institucionalizacindiscriminatoria en el contenido de la ley 4144, proyectada en 1899 y promulgadaen 1902 en plena crisis del noventa, denominada "ley de residencia" cuyoinspirador fue el conocido Miguel Can.

    La ley en cuestin dispona la expulsin, en el trmino de tres das, a todoextranjero que a su juicio comprometiera la seguridad nacional o perturbara elorden pblico, cuando el Ministerio del Interior as lo considerase. No escatimliteratura Miguel Can para dar a conocer su ideologa; as lo testimonia su obra"De pura sepa", donde uno de sus personajes expresa el pensamiento del autor aldecir que el "honor y respeto a los restos puros de nuestro grupo patrio cada dalos argentinos disminuimos", atribuyndolo a "las bajas aspiraciones de la turba"representada en la personificacin del extranjero.

    La "Ley de residencia" permiti la represin inexorable y progresiva contra lasorganizaciones sindicales cuando stas reclamaban empleo, condiciones detrabajo y mejoras salariales.

    No era una expresin solitaria la de Miguel Can. Vlez Sarsfield, en el Nacionalen 1857, seala en un artculo que "un recurso vicioso, inusitado e injustificado"constituan las huelgas laborales, porque eran las expresiones de una irrupcin dederechos exagerados, contemporizar con los cuales hubiera sido invertir las reglasdel trabajo. Porque para este peridico, el origen de esta perturbacin estaba en elextranjero, habida cuenta que estos mtodos perturbadores no deban "traerlasaqu.

    Frente a la crisis econmica del noventa, se aplic la ley 4144, ante todo reclamode mejores condiciones laborales y econmicas contra extranjeros. Los chivosexpiatorios tenan sus responsables ayudados ideolgicamente por los Can,Lugones, Martel, a saber los maximalistas, judos, alemanes, italianos.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Citas

    24 Prado, J.J.: Derechos humanos, Introduccin a su conocimiento, ed.EUDEBA, Buenos Aires, 1997. Se desarrolla el tema igualdad formal yconcreta en: Manual de Derecho Constitucional y Administrativo, ed.Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1997.

    25 JITRIK, No: La historia popular, vida y milagro de nuestro pueblo, ed.Centro Editor de Amrica latina, Buenos Aires, 1970.

    26 Gori : Editorial EUDEBA.

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  • Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Este Manual poco ortodoxo, como son casitodos los libros de Arturo Juretche,condensa las ideas-fuerza de una prdicaque lleva ya ms de treinta aos. Empeadoen hacerse entender por la mayora de susconciudadanos, ha debido romper con losclsicos moldes de la Literatura socio -poltica para recrear un gnero cuya formaest dada por su estilo natural y jocundo.Jocundia que cierta crtica alarmada desvahacia la va muerta del humor gratuito y sindestino, en un intento de neutralizar la laborpedaggica del autor de El Medio Pelo. Estacircunstancia ha sido advertida por el pueblo,gran consumidor de lectura jauretcheana,cuyo fino sentido de la orientacin le hasealado la originalidad como la autenticidad que transpiran las pginas deJauretche. De ah los inslitos y continuados xitos de sus libros como LosProfetas del Odio y la Yapa, cruda diseccin del aparato cultural en que losprestigios se constituyen por una suma de malentendidos, cuando no por lamala fe de la colonizacin pedaggica. De El Medio Pelo en la SociedadArgentina slo podemos decir que an est fresco en la memoria de los ar-gentinos uno de los ms acertados como regocijantes anlisis hecho a nuestrasclases sociales, que con su quehacer o no hacer, han realizado de alguna maneranuestro pas.

    Al reclamar la atencin del lector con este nuevo libro, lo hacemos con la certezaque ha de colmar su apetencia de ideas, que en estos momentos de inflacin lite-raria es justamente lo que no abunda. Este Manual de zonceras argentinasrene los requisitos para que sea una excepcin.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • Se form la polica brava que dirigi Ramn Falcn, que ayer como hoy sigueatacando a los pobres y a los extranjeros utilizando la metodologa de las razzias olo que se ha dado en llamar "control poblacional".

    Si el noventa es parte de la historia de las crisis en la Argentina, se reitera conanloga inseguridad en nuestra sociedad la crisis del treinta. No es esta laoportunidad para detenernos a recordar sobre la imposicin autoritaria paraaquellos que pretendan solamente tener un salario digno las decisiones polti-cas eran reducir sus salarios los simulacros de fusilamientos y la suspensin desentencias condenatorias creaban el miedo colectivo en aquellos que eranexpulsados de los beneficios del reparto de la distribucin de la riqueza.

    Sebastin Marota, refirindose a los arios treinta dice: "[...] algunos sectorescapitalistas al amparo de la ley marcial y el estado de sitio sientenserespaldados para no tener escrpulos en llegar a extremos inconcebibles. Rebajanel salario a sus obreros; desconocen las condiciones de trabajo estipuladas enconvenios suscriptos una veces tras ruda lucha y otras por mutua concesin;despiden a los militantes del trabajo, denuncindolos y calumnindolos ante lasautoridades, propensas a servir solcitamente muchas de ellas los planespatronales [..] esos sectores slo aspiran a acrecentar discrecionalmente susbeneficios, con desprecio de la salud y vitalidad de los trabajadores y de su mejorestndard de vida [..] destacara como su "desorbitado afn de lucro" puesto derelieve por otra parte, en la prensa independiente [...]" 27

    En nuestros das, se reclama por la igualdad real, frente a los factores ycircunstancias que constituyen los factores generadores de la violencia lainseguridad y el miedo generan violencia en la psiquis individual y colectiva.Ennuestros tiempos tambin como en el noventa y el treinta se reclama una igualdadreal, frente a la inseguridad econmica, la inseguridad laboral, la inseguridadjurdica que viven los excluidos por la poltica de mercado y la concentracin de lariqueza en favor de pocos y desmedro de los muchos.

    La generalizacin del desempleo ha extendido la pobreza. Los que exhiben laposibilidad de poder trabajar carecen de estabilidad laboral, y sus salarios soncada vez ms mseros. La educacin, la justicia, la salud hoy como en elnoventa, y el treinta, estn en crisis. Se ignora el concepto de dignidad humana yel hombre, ciudadano y extranjero en su desamparo por parte del Estado, adviertela necesidad de reclamar. El reclamo molesta y a alguien hay que culpar de ladesgracia social del desamparo que vive la comunidad.28

    27 Marota, Sebastin: El movimiento Sindical Argentino. cd. Calomino, BuenosAires, 1970. Tomo III Pgs. 307 a 308.

    28 Prado, J.J. "El pas del todo o nada", artculo publicado en "Revista Abogados"de abril de 1999.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • (Zoncera N 1)

    "CIVILIZACION Y BARBARIE"

    Antes de ocuparme de la cra de las zonceras corresponde tratar de una que lasha generado a todas hijas, nietas, bisnietas y tataranietas. (Los padres sondistintos y de distinta poca y hay tambin partenognesis, pero madre hayuna sola y ella es la que determina la filiacin).

    Esta zoncera madre es Civilizacin y barbarie.

    Su padre fue Domingo Faustino Sarmiento, que la trae en las primeras pginas deFacundo, pero ya tena vigencia antes del bautismo en que la reconoci comosuya.

    En Los profetas del odio y la yapa digo de la misma:

    "La idea no fue desarrollar Amrica segn Amrica, incorporando los elementos dela civilizacin moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externoasimilado, como quien abona el terreno donde crece el rbol. Se intent crearEuropa en Amrica trasplantando el rbol y destruyendo lo indgena que poda serobstculo al mismo para su crecimiento segn Europa y no segn Amrica."

    "La incomprensin de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho,el entenderlo como hecho anticultural, llev al inevitable dilema: Todo hechopropio, por serlo, era brbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, eracivilizado. Civilizar, pues, consisti en desnacionalizar si Nacin y realidad soninseparables."

    Veremos de inmediato, en la zoncera que sigue el mal que aqueja a la Argentinaes la extensin cmo para esa mentalidad el espacio geogrfico era unobstculo, y luego, que era tambin obstculo el hombre que lo ocupaba espaol, criollo, mestizo o indgena y de ah la autodenigracin, y cmo fueronparidas y para qu convertidas en dogmas de la civilizacin.

    Carlos P. Mastrorilli en un artculo publicado en la revista "Jauja" (noviembre,1967) analiza dos aspectos esenciales de la mentalidad que se apoya en esazoncera:

    "En la ntima contextura de esa mentalidad hay un cierto mesianismo al revs yuna irrefrenable vocacin por la ideologa. Por el mesianismo invertido, lamentalidad colonial cree que todo lo autctono es negativo y todo lo ajeno positivo.Por el ideologismo prefiere manejar la abstraccin conceptual y no la concretarealidad circunstanciada."

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • El mesianismo impone civilizar. La ideologa determina el cmo, el modo de lacivilizacin. Ambos coinciden en excluir toda solucin surgida de la naturaleza delas cosas, y buscan entonces, la necesaria sustitucin del espacio, del hombre yde sus propios elementos de cultura. Es decir "rehuir la concreta realidadcircunstanciada" para atenerse a la abstraccin conceptual.

    Su idea no es realizar un pas sino fabricarlo, conforme a planos y planes, y sonstos los que se tienen en cuenta y no el pas al que sustituyen y derogan, porquecomo es, es obstculo.

    Que la oligarqua haya credo un xito definitivo de la zoncera Civilizacin ybarbarie, lo que llam "el progreso" de la ltima mitad del siglo XIX y los aosiniciales del presente, ha sido congruente con sus intereses econmicos. Alienadaal desarrollo dependiente del pas, su prosperidad momentnea le hizo confundirsu propia prosperidad con el destino nacional.

    Haba por lo menos una constatacin histrica que pareca justificar el mesianismoy la ideologa liberal de la oligarqua.

    El problema se le plantea a sta ahora, cuando el cambio de condiciones internasy especialmente externas, por el aumento de poblacin y su nivel de vida, y lasustitucin en el mercado mundial de la economa de intercambio comercialfundada en el precio, por la economa mercantil, se destruyen las bases de laestructura primaria de intercambio de materias primas por materiasmanufacturadas, pues as como hay imperios que pierden sus colonias, haycolonias que pierden su imperio, cuando dejan de serles necesarias a ste.

    Ahora, como ya no puede confundir su xito propio y momentneo con el destinode la gran Nacin que pareca aparejado a su prosperidad colonial, piensa enachicar la poblacin, como sus antecesores pensaron en achicar el espacio en labuscada disgregacin del Virreynato del Ro de la Plata.

    Mesianismo e ideologa ya no encuentran, como pareci antes, su identificacincon el destino del pas. La oligarqua se vuelve anti-mesinica desde que rechazaconcretamente la grandeza al propiciar el achicamiento del pueblo, y su ideologano puede proponer otras soluciones que las de la conservacin cada vez msdesmejorada de la estructura existente: de este modo se convierte en freno y esos lo que se confiesa de hecho por sus tecncratas que slo proponen seguirtirando desde que el destino del pas colonia est cubierto definitivamente.

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • As, pierde el papel promotor que se haba asignado mientras se creyconstructora y esa fue su fuerzapara hacerse conservadora de un pas que nodebe dar un paso ms adelante. Ya lo he dicho tambin: los progresistas de ayerse vuelven anti-progresistas desde que todo su progreso slo puede realizarsecontra la ideologa que identifica el destino nacional con sus intereses de grupo.

    Pero si esta congruencia circunstancial en el inters de grupo permite comprenderel descastamiento de las llamadas "lites", impedidas de una visin de distanciapor su circunstancial prosperidad que obst a la comprensin del pas en un largodestino todo destino nacional es largo, no vale para los idelogos queaparentan desde una postura popular un mesianismo revolucionario. De tituladosdemocrticos a marxistas, la explicacin ya no tiene la congruencia que en laoligarqua y pasa a ser mesianismo e ideologa sin una pizca de contenidomaterial. Se trata, como dice Mastrorilli, de una "abstraccin conceptual en que nogravita la concreta realidad circunstanciada".

    Aqu aparece desnuda, desprovista de toda constatacin pragmtica, la zonceraCivilizacin y barbarie, segn sigue gravitando en la "intelligentzia".

    Por la profesin de esta zoncera el idelogo, extranjero o nativo, se sientecivilizador frente a la barbarie. Lo propio del pas, su realidad, est excluda de suvisin. Viene a civilizar con su doctrina, lo mismo que la Ilustracin, los iluministasy los liberales del siglo XIX; as su ideologa es simplemente un instrumentocivilizador ms. No parte del hecho y las circunstancias locales que excluye porbrbaras, y excluyndolos, excluye la realidad. No hay ni la ms remota idea decreacin sobre esa realidad y en funcin de la misma. Como los liberales, y msque los liberales que ya se ha dicho eran congruentes en cierta manera, aquse trata simplemente de hacer una transferencia, y repiten lo de Varela: "Si elsombrero existe, slo se trata de adecuar la cabeza al sombrero". Que ste ande ono, es cosa de la cabeza, no del sombrero, y como la realidad es para l labarbarie, la desestima. De ninguna manera intenta adecuar la ideologa a sta; essta la que tiene que adecuarse, negndose a s misma, porque es barbarie.

    As la oligarqua y su oposicin democrtica o marxista disienten en cuanto a laideologa a aplicar pero coinciden totalmente en cuanto al mesianismo: civilizar. Sila realidad se opone a la aplicacin de la ideologa segn se transfiere, lainadecuada no es la ideologa de transferencia sino la realidad, por brbara. Losfines son distintos y opuestos en cuanto a la ideologa en s, pero igualmenteideolgicos.

    Si en las ideas abstractas son opuestos, la zoncera Civilizacin, y barbarie losunifica en cuanto son la civilizacin. De donde resulta que los que estn ms lejos

    Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • ideolgicamente son los que estn ms cerca entre s en cuanto idelogoscomo ocurre cada vez que la realidad enfrenta a todos los civilizadores. Entoncesse unifican contra la barbarie, que es como llaman al mundo concreto dondequieren aplicar las ideologas.

    Esto se hace evidente en los momentos conflictuales en que el pas real apareceen el escenario social o poltico.

    El mismo Mastrorilli en el artculo referido dice:

    "Sarmiento y Alberdi queran cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la viejaestirpe criolla y rellenar el gran espacio vaco con sajones. Esta monstruosidadtuvo principios de ejecucin. Al criollo se lo persigui, se lo acorral, se lo condena una existencia inferior. Sin embargo los aportes de sangre europea que severtieron a raudales sobre el pas, no consiguieron establecer una sntesishumana muy distinta de la precedente. Los ingleses relictos de las invasiones ocolonos trados de la fabulosa imaginacin rivadaviana se agauchaban. Lospolacos, los alemanes, los italianos, tambin. Y a espaldas del rgimen colonial sehizo una nueva masa humana que se dobleg sin resistencia ante la potencia dela geografa y la presencia irreductible de lo hispnico como principio organizadorde la convivencia."

    "El rgimen fracas sociolgicamente. A partir de 1914 aprendi a contar con unamasa popular desconfiada y ad- versa. En suma: el rgimen quiso cambiar alpueblo y De> pudo: quiso entregar el espacio inerme y tropez una y otra vez conalgo viviente y clido que nosotros llamamos conciencia nacional y ellosdesprecian como barbarie" 1.

    Eso pas, como dice el autor, desde 1914. Culmin "el 17 de Octubre, en la msgrande operacin de poltica de masas que vio el pas; lar muchedumbre estabacompuesta por cabecitas negras --estos del criollaje proscripto pero tambin porhijos de gringos, polacos y maronitas lanzados contra el rgimen con violenciainusitada".

    Por qu la parte de la "intelligentzia", democrtica o marxista, no pudo entenderun hecho tan evidente en ninguna de las dos oportunidades. La oligarqua trat deinvalidarlo porque sus intereses concretos coincidan con los criterios deCivilizacin y barbarie, pero en el otro caso la explicacin slo es posible a purovigor de zoncera: incapaz de salir del esquema y partiendo del mismo supuestohistrico de que las masas en el pasado haban expresado slo la barbarie frentea la civilizacin, vio en su nueva presencia una simple recidiva. De ah lo de"aluvin zoolgico" y "libros y alpargatas", que son zonceritas biznietas deCivilizacin y barbarie y cuyo sentido permanente supera la insignificancia de losque las enunciaron, pues revelan el modo de sentir de la "intelligentzia" in totum,incapaz de pensar fuera de la ideologa, es decir de lo conceptual ajeno y opuestoa los hechos propios.

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  • As, la zoncera de Civilizacin y barbarie se apoya en dos patas y anda, perocojeando, porque una es ms larga que la otra, que es como una pata auxiliar a laque se recurre cuando el rgimen est en peligro.

    Una ideologa apuntala a otra ideologa, por ms que su signo sea inverso enteora, porque tienen en comn el supuesto mesinico que cada uno quiererealizar a su manera, pero ambas partiendo de la negacin de lo propio. Convivenentre gruidos y se tiran mordiscones, pero siempre entre civilizados que sedefienden en comn de los brbaros, es decir del pas real. La recproca tolerancianace de la unidad civilizadora y se practica de continuo en la comn devocin portodas las zonceras nacidas del vientre de la zoncera madre.

    No preguntis entonces por qu comparten la misma historia que se niegan arevisar desde que revisar importa dejar sin base la zoncera generatriz. Destruirsta implica sustituir una mentalidad hecha partiendo de ella y excluir elmesianismo y la ideologa como fundamento de un pensamiento argentino paradar su oportunidad al buen sentido. Ah, en Civilizacin y barbarie, la zonceramadre, est el punto de confluencia de las ideologas, es decir, de la negacin detoda posibilidad para el pas nacida del pas mismo. Es como si dijramos la"Unidad Democrtica" tcita de que surgen todas las otras.

    En El Uruguay como problema (Ed. Dilogo, Montevideo, 1967), Alberto MetholFerr analiza la ahistoricidad del pensamiento uruguayo. En ninguna parte comoall recordemos otra zoncera: "como el Uruguay no hay", se "tuvo unaconciencia poltica eminentemente abstracta". La falsificacin de la historia, allcomo aqu, se complet con la concepcin estratosfrica del pas en cuanto seexcluyeron los causales internacionales de los hechos propios o inversamente seexcluyeron los hechos/propios de los causales internacionales. As, dice: "Nos'enseaban una historia de puertas cerradas, desgranada en ancdotas ybiografas, o de bases filosficas ingenuas, y nos mostraron la abstraccin de unpas casi totalmente creado por pura causalidad interna. A esta tesis tan estrecha,se le contrapuso su anttesis, seguramente tan perniciosa. Y esta es la pretensinde subsumir y disolver el Uruguay en pura causalidad externa, en una historiapuramente mundial a secas. Una historia tan de puertas biertas que no deja casadonde entrar...". "A la verdad, esta ltima actitud no escribe historia uruguaya, quele aburre, y prefiere vagabundear y solazarse en la contemplacin a vecesminuciosa de la historia mundial. Nos escindamos en pueblerinos o ciudadanosdel mundo.". "As, de una historia isla, pasbamos a la evaporacin, a las sombraschinescas de una historia ocano, donde la historia se juega en cualquier ladomenos aqu, y aqu lo de cualquier lado. Esta actividad lujosa la historia oca-no, si hoy canaliza disponibles jvenes iracundos, ayer permita a nuestradiplomacia pagarse de las palabras proyectndose para dictar ctedra mundialsobre los derechos humanos y arbitrajes". Son dos formas del escapismo.

    "Interioridad pura o exterioridad pura, dos falacias que confraternizan..."."quirese mayor lujo que extrapolarse en la historia de los otros?...". "Era unamanera de renunciar a hacer historia"... "Por otra parte, ese idealismo externo en

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  • su versin de izquierda dimitir frente a nuestra historia de puertas cerradas,conservadora. Incapaz de criticarla., porque no le interesaba vitalmente, terminabaen los hechos por aceptarla en bloque. No puede darse inconformismo msconformista"... "As la esterilidad del marxismo uruguayo para decir nada sobre elpas, salvo el caso reciente de Tras. As, el idealismo jurdico romntico, dederecha o de izquierda, son los modos uruguayos de suplir la ausencia de unapoltica internacional real. El rasgo comn de nativistas y ocenicos es que elUruguay no era problema."

    Crucemos de nuevo el ro. No estamos en presencia de una situacin parecida?Si la falsificacin de la historia oficial, presentando la Argentina como un conflictoentre la civilizacin y la barbarie, ha desestimado el conflicto entre lo nacional y loextranjero desde que el objeto de la historia no es la Nacin sino la civilizacin, laizquierda, como tampoco tiene en cuenta lo nacional como causalidad histrica,produce el mismo conformismo que en el Uruguay con la historia oficial. Esta vezpara que la historia del futuro dependa exclusivamente de la causalidad externa,generando un escapismo que tiene las mismas races anti-nacionales que,naturalmente, rehuye la construccin propia para trasladarla al escenario de lacivilizacin. Por donde vienen a ubicarse, como sus cofrades de la otra Banda, enun balcn sobre el mundo que es donde se opera la historia idealizada.

    Pero un balcn no es una puerta por donde entra y sale lo propio y lo ajeno, sinoun puesto de observacin donde se espera que afuera se resuelva lo que hay queresolver adentro, cosa que le conviene a los que ya adentro lo tienen resuelto. Deaqu la coincidencia cuando el pas real intenta sus propias soluciones y a sumanera.

    En tren de clasificacin, la zoncera de Civilizacin y barbarie es una zonceraintrnseca, porque no nace del falseamiento de hechos histricos ni ha sido creadacomo un medio aunque despus resultase el medio por excelencia, ni se apoya enhechos falsos. Es totalmente conceptual, una abstraccin anti-histrica,curiosamente creada por gente que se crea historicista, como sntesis de otrasabstracciones.

    Plantear el dilema de los opuestos Civilizacin y barbarie e identificar a Europacon la primera y a Amrica con la segunda, lleva implcita y necesariamente a lanecesidad de negar Amrica para afirmar Europa, pues una y otra son trminosopuestos: cuanto ms Europa ms civilizacin; cuanto ms Amrica ms barbarie;de donde resulta que progresar no es evolucionar desde la propia naturaleza delas cosas, sino derogar la naturaleza de las cosas para sustituirla.

    Para el que ha ledo Los profetas del odio y la yapa al hablar de esta zoncera nohago ms que resumir conceptos all expresados, pero es necesario reiterarlos eneste libro por lo que se ha dicho de la maternidad de todas las zonceras. Laaceptacin de sta hace posible la viabilidad de las otras, cosa que se ir viendo amedida que se trate cada una.

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  • Empezaremos por aquellas que por considerarlas hijas mayores van en estecaptulo: la que se refiere al espacio y es la de que "el mal que aqueja a laArgentina es la extensin". La otra es la autodenigracin que va implcita en laconsideracin de lo humano propio como barbarie.

    Citas:

    1 Julio Mafud dice al respecto:"Fue un error irreparable para los primeros pensadores no aceptar, de principio,que la realidad americana no era inferior, sino distinta,...". 'Llama barbarie a todo loque era americano", "no era una actitud de definicin sino de rechazo".Aqu explica el autor el contraste que hay en Sarmiento. Como literato "pinta algaucho en Facundo con humanidad y simpata". As la descripcin enamorada delbaqueano, del cantor, el rastreador. An del mismo Facundo: "Ve en ellas alhombre grande, al hombre de genio, a su pesar, sin saberlo l, el Csar, elTamerln, el Mahoma. Pero propone su exterminio cuando "el gaucho no se ajustaa sus esquemas polticos y militares". As: "No trate de economizar sangre degauchos. Este es un abono que es preciso hacer til al pas. La sangre es lo nicoque tienen de seres humanos", dice tambin Sarmiento.Lo mismo pasa con la religin, con los hbitos, con la geografa, con todo. Es elconflicto entre el pais como es y el pais como debe ser segn la ideologa. Loexplica tambien Mafud: hay un elemento que es necesario aislar, paracomprender los modus mentales de esos hombres que se constituyeron a travsde la cultura europea: sta estaba basada y sustantivada sobre abstracciones". Yagrega Mafud: "Lo nico que era especficamente europeo, sin antecedentes enAmrica, era la idea del progreso y sta slo poda tener vigencia en Amrica si senegaba el pasado y el presente. El futuro era lo nico aceptable, en lo cual secrea excesivamente: el futuro era Europa: progresar era salir de Amrica paraentrar en Europa. De aqu la insistencia de la negacin americana y la ansiedadpor ser europeos. Esta pauta histrica provoc un mtodo que luego se hizonorma. Se sustituy la realidad por la abstraccin". Es decir, se violentaron lasleyes naturales. Trae aqu Mafud una curiosa cita de Martnez Estrada que nopuede ser ms certera: "Todos nuestros dictadores son, en verdad, restauradoresde las leyes naturales".Esta frase es una prueba ms de la canallera intelectual de Martnez Estrada,pues revela como toda su obra la fuga de la realidad y su necesario anlisishistrico, buscando otras explicaciones a lo que tiene bien en claro en lo ntimo desu inteligencia: as su horror por los dictadores es un simple acomodamiento a ladictadura intelectual de la "inteligentzia" para asegurarse los provechos de lafama, los premios y "ainda mais", como tantos otros.

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  • Texto. &XOWXUDHLGHQWLGDGQDFLRQDO

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  • CAPTULO 8

    SEGUNDO INTERLUDIO FILOSFICO: SOBRE LASNOCIONES DE

    NACIN Y. PUEBLO EN PERSPECTIVALATINOAMERICANA

    En este punto del relato histrico, nos parece oportuno un segundo interludiofilosfico, esta vez para referirnos a las nociones de nacin y pueblo quehemos venido utilizando. Se trata de Categoras bsicas del anlisis histrico,poltico y social, y sin embargo es notorio cmo su uso suele quedar atrapado porla visin europea o norteamericana de esos fenmenos, desconocindose laimpronta latinoamericana de estos mismos conceptos.

    A su vez, esa visin eurocntrica se presenta sin ms como universal, con loque se produce una transpolacin epistemolgica que en nada ayuda alconocimiento de nuestra realidad sino que, por el contrario, la distorsionaseveramente. As ocurre, por ejemplo, con la clsica confusin entre lo popularcon los populismos, y lo nacional con aquella xenofobia tan propia de la culturapoltica europea de los siglos XIX y XX, que poco tiene que ver con loefectivamente sucedido entre nosotros.

    Por esto es necesario diferenciar, precisamente para poder conocernos mejor ycon ms propiedad. Es lo que ahora intentamos.

    1. AMRICA Y EUROPA: LOS DIFERENTES PROCESOS DE FORMACIN DESUS NACIONALIDADES

    Como dijimos, en general cuando se alude al concepto de nacin, lo que sehace es proyectar la experiencia europea del mismo, como si se tratase de ununiversal. Ms aun, se privilegia incluso la historia de la Europa del Oeste yprcticamente se ignora la otra. As se ignora que el nacionalismo y la nacinoriginadas en Europa, estn ligadas a circunstancias y procesos muy especialesque la diferencian de otras experiencias mundiales, las latinoamericanas, porcaso. De aqu que sea menester mostrar esas peculiaridades para luego podercontrastarlas con las nuestras, lo que puede hacerse a travs de tres diferentesplanos: el econmico, el poltico y el ideolgico, ya que en estos tres registros lasdiferencias son notables.

    En el orden econmico y tal como lo han sealado todos los historiadoresimportantes del perodo, el nacimiento de las nacionalidades europeas est

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  • indisolublemente unido n In decadencia del feudalismo y de su sistemaeconmico-social. Aquella economa esttica de las corporaciones medievales en la que el comercio y la produccin eran considerados un provecho para lasociedad, con una ganancia limitada al servicio prestado cede paso al sistemacapitalista de produccin que revoluciona la sociedad y sus instituciones.

    Ahora se trata de acumular riqueza e invertirla para obtener nuevos beneficiosindividuales. Este nuevo sistema que desarrolla materialmente a Europa comonunca haba ocurrido en los siglos anteriores supone elementoscualitativamente nuevos, como son: la iniciativa privada; la competenciadespiadada por los mercados y los recursos naturales; la obtencin creciente debeneficios; el sistema de salarios para los obreros y un sinnmero ms deelementos que renuevan por completo el panorama social. La Nacin europea esas hija de la nueva riqueza que todo eso genera aun con notorios contrastes einjusticias en su interior y esto la marca con caracteres propios frente a otrasexperiencias que no siguieron ese mismo camino de desarrollo histrico.

    En el nivel poltico, es preciso advertir que el desarrollo de las nacionalidadeseuropeas est indisolublemente unido a dos singulares luchas sociales. En primerlugar, la de las noblezas locales en contra del viejo seoro feudal y ecumnico yal calor de ellas, el reagrupamiento de pueblos enteros dentro de nuevas fronterasgeogrficas, sobre la base de la afinidad de lenguas y de parecidas tradicionesculturales y raciales. Se constituyeron as los primeros territorios y monarquanacionales europeas. En segundo lugar, y terminadas ya aquellas luchas de lasmonarquas nacionales contra los seores feudales y los viejos imperios, el nuevoimpulso nacional en Europa lo marcarn las luchas burguesas y republicanascontra la restauracin de las monarquas absolutistas, sobre todo despus de laderrota de Napolen (1814) y el surgimiento de la Santa Alianza que impulsaba lavuelta al antiguo orden.

    O sea, en este nivel de lo poltico las nacionalidades europeas tienen en su partidade nacimiento dos protagonistas singulares y en impulsos sucesivos: el primero(desde la baja Edad media hasta el siglo XVIII aproximadamente), son lasmonarquas absolutistas luchando contra el feudalismo y los imperios ecumnicos;el segundo impulso lo darn en los siglos XVIII y XIX las burguesas nacionalesluchando ahora contra aquellas mismas monarquas absolutas. Como se advertir,no son precisamente protagonistas que se repitan universalmente, con esasmismas caractersticas y secuencias; quien traslade mecnicamente este mapagentico de las nacionalidades europeas a la realidad americana, no entendercasi nada de lo que realmente pas aqu con el tema de lo nacional. Lasdiferencias superan estructuralmente a las semejanzas.

    Finalmente y ya en el nivel ideolgico, si nos atenemos a esa ltima y decisivaetapa poltica de consolidacin de las nacionalidades europeas protagonizadaspor aquellas burguesas nacionales (siglos XVIII y XIX), veremos que losacompaamientos ideolgicos son el republicanismo, como sistema poltico, y elromanticismo, en el orden cultural. Se trataba as de aula interesante combinacin

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  • que amalgamaba los ideales democrticos y humanitarios de la RevolucinFrancesa, con el logro de sociedades libres de tutelajes autoritarios y el idealcosmopolita de la realizacin de la Humanidad en el gran escenario de la vidauniversal, trminos por completo redefinidos y novedosos; algo que Hendercaracterizar as: La Humanidad entera como una gran arpa en manos del granmaestro.

    Y esto es lo que propiamente exporta aquella Europa como modelo dedesarrollo para las emergentes nacionalidades de su periferia: exporta surepublicanismo y su romanticismo, pero no la riqueza de origen que los sostenan,ni la experiencia poltica de su dirigencia en el manejo de los asuntos pblicos.Precisamente por esto pequeo detalle! las numerosas copias que sehacen aqu de su original (a partir del siglo XIX y las independencias criollas),resultan siempre de una irremediable pobreza e inestabilidad, comparadas con elideal europeo que buscaban imitar.

    Es que una cosa era aquel romanticismo y aquel republicanismo metropolitanos(sostenidos en Europa por la riqueza que generaba el sistema capitalista deproduccin y la experiencia de sus clases dirigentes en el manejo del Estado) yotra esta imitacin de segundo orden que, aun con sus buenas intenciones enmuchos casos, de poco servira al separarse de esa base material y poltica.Nuestras jvenes cabezas llenas de ideas, no se asentaban por cierto sobrepies tan firmes como los de la burguesa y la nobleza europea. Y ese desajusteestructural entre lo poltico y lo econmico, acarrear consecuencias y delimitarnuestra propia historia en materia de construccin de nacionalidades.

    La misma Europa era ya en cierta medida consciente de su diferente posicin enrelacin con las realidades coloniales americanas, aun cuando vistiera su discursopblico con ropajes universalistas. Tomemos por ejemplo aquel romanticismorepublicano que la Revolucin Francesa de 1789 elevara a la categora de nuevareligin universal: cmo olvidar que cuando, por el tratado de Amiens, lesdevuelven a esos mismos franceses sus colonias americanas, el decretonapolenico del 20 de mayo de 1802 rezaba textualmente en su artculo primero:En las colonias restituidas la esclavitud ser mantenida conforme a las leyes yreglamentos anteriores a 1789. O sea, haba libertad, igualdad y fraternidadpara toda la Humanidad, menos para los haitianos! Singular forma nacional quesupona el mantenimiento, en el Nuevo Mundo, del feudalismo que ella mismarechazaba en el Viejo, en aras por cierto de sostener la rentabilidad colonial.

    Ms sutilmente que Herder, expresar Fichte aquel ideal nacionalista ecumnico(es decir, imperial) afirmando, respecto de la guerra: [...] y ya que es necesarioque la prctica de la guerra no cese, a fin que la humanidad no resulte dormida ycorrompida para el caso de una guerra, pues bien, nosotros todava tenemosbrbaros en nmeros suficientes en Europa y en otros continentes [...] que lajuventud se robustezca combatiendo a los brbaros. Y es tambin en Fichtedonde ya est presente aquel nacionalismo elitista que luego har larga carreracuando en 1807 en sus clebres Discursos a la Nacin Alemana diferencie

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  • entre pueblo y clases cultas. Al primero le reconoce haber sido hastanuestros das el autor de todo desarrollo y adelanto; sin embargo les recuerda aaquellas clases cultas que ahora, por primera vez [...] deben prepararse para laeducacin y formacin del pueblo, ya que de no ser as el pueblo lo har por smismo y sin nuestra ayuda y ese da, si llega, las clases letradas descendern allugar que actualmente ocupa el pueblo, mientras que en el nuevo orden jerrquicose convertirn en la nueva aristocracia engrandecida con las formas superiores dela cultura. Singular sublevacin del orden natural, que tambin alarmar aciertas cites nacionalistas criollas de la ulterior derecha latinoamericana.

    Es decir, en el orden ideolgico, a fines del siglo XIX ese nacionalismo europeo secaracterizaba por dos notas distintivas: en primer lugar, la propuesta retrica de uncierto ecumenismo civilizador que, sin embargo, no aplicar ni admitir evocaren sus colonias; en segundo trmino, la distincin entre pueblo (consideradomasa) y burguesa local ascendente, a la que s entenda como una nuevaaristocracia encargada de educar al soberano en lo interno y, llegado elmomento, de administrar eventualmente las colonias en lo externo.

    En sntesis, la nacin en Europa, supone y es inconcebible, al menos, sin lossiguientes parmetros histricos: 1) la acumulacin de la riqueza y elflorecimiento del capitalismo; 2) las luchas victoriosas de las denominadasburguesas nacionales, en contra de las monarquas despticas; 3) elmantenimiento del sistema colonial como recurso indispensable para su propiodesarrollo sostenible; y 4) el republicanismo, en el orden poltico, y elromanticismo, en el cultural, en los que se plasmaban y reproducan los ideales deaquellas prsperas burguesas en ascenso.

    O sea, esas nacionalidades europeas surgen obedeciendo pulsos endgenos aldesenvolvimiento de sus sociedades y suponen transformaciones operadasdirectamente por sus actores, en trminos generales. No se trat, por ende, de unacto reflejo, ni estuvieron esencialmente determinadas por centros de decisin queoperaban fuera de la misma Europa. Las realidades coloniales no coaccionaron alas naciones europeas, ni de la misma manera ni con la misma fuerza con questas lo hicieron en su periferia. La libertad de partida y la de llegada en Amrica yen Europa, no fueron las mismas.

    2. CARACTERES DE LA NACIN Y DEL NACIONALISMO EN AMRICALATINA

    As como hemos mostrado que la nacin europea y sus ideas se organizaron entorno de ciertos principios unificadores muy especficos, veremos ahora cmoestos principios divergen cuando se trata de abordar esa misma realidad en lasituacin latinoamericana.

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  • Sin pretender ser exhaustivos algo que por lo dems escapara al objeto centralde este trabajo quisiramos s destacar ahora al menos algunos contrastesbsicos. En primer lugar, sealemos que las diferentes naciones americanasresultan de la dispersin de la Amrica Hispana y de su decadencia econmica;situacin exactamente opuesta a lo sucedido con las nacionalidades europeasque, como dijimos, son fruto de la concentracin geogrfica y cultural de susespacios y poblaciones, es decir, un sntoma de su fortaleza.

    En Amrica latina las nacionalidades surgen ms bien como fragmentos de untodo mayor y a partir de procesos con fuerte influencia exterior, antes que comodecisiones libres y autnomas de estados soberanos que van concentrando poder,como lo fue en el caso europeo. Somos hijos de la fragmentacin y de la pobreza,antes que de la concentracin y de la riqueza. De aqu que la integracin social yregional, as como el desarrollo econmico hayan sido el ideal inicial de casi todoslos programas polticos latinoamericanos y que ambos, como valores deseables,sigan latiendo hasta el presente. Y esto, aun cuando hemos tambindolorosamente aprendido, la mutua imbricacin que existe entre aquellos idealesiniciales de integracin y desarrollo, con la situacin de dependencia estructuralque viven nuestras jvenes nacionalidades, agravado todo esto al presente por elactual proceso globalizador que lo complica ms an. Sin embargo, comoasignaturas pendientes, emergen cada vez que la regin imagina su futuro.

    Ahora bien, dado este peculiar punto de partida, no es de extraar entonces ladebilidad poltica bsica con que nacen estas nacionalidades latinoamericanas herederas, a su vez, de la debilidad estructural del imperio espaol que no pudoretenerlasla cual se les transfiere, agravada. En cambio, est claro que enEuropa el proyecto de concentracin de la riqueza, dio fuerza y sostuvo a losrespectivos Estados nacionales que lo protagonizaron, los cuales contabanadems con la exaccin colonial como fuente adicional de recursos, cuestin quecomo ya hemos visto no fue de poco monta.

    En relacin con ese mismo contexto econmico, advirtase adems que el ingresode estos diferentes pueblos latinoamericanos en su etapa nacional, no coincidetampoco con el florecimiento capitalista de sus respectivas economas nacionalessino, muy por el contrario, con su incorporacin como colonias econmicas en eldesarrollo capitalista europeo, que s se encontraba en plena expansin. Es decir,esas emergentes nacionalidades latinoamericanas son ms el fruto de la pobrezacolonial, que del desarrollo autnomo de sus potencialidades econmicas;muestran a un tiempo, tanto la dependencia estructural de origen, como susreiterados y hasta ahora fallidos intentos de liberacin. Desde sus mismoscomienzos, la historia de las experiencias nacionales latinoamericanas como lacabeza de Jano presenta a un tiempo dos rostros: el de la incipiente y prometidalibertad y el de la vieja dominacin colonial: cambian los nombres y losprotagonistas, pero ese bifrontalismo irresuelto, insiste y exigir nuevasrespuestas.

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  • Tampoco se dio en el caso americano la regla de oro den-solidacin econmica delas nacionalidades europeas: una legislacin proteccionista de parte del Estadopara el desarrollo sostenido de una economa nacional en ascenso, y el ulteriorreclamo de medidas librecambistas, para colocar en el mercado internacional susexcedentes de produccin. La debilidad poltica y la pobreza econmica, con lasque nacieron como naciones estas ex colonias espaolas, tornaron formales susrespectivas soberanas polticas y consolidaron su dependencia econmica exter-na. El liberalismo poltico y econmico fue aqu la expresin de una debilidad,antes que esa manifestacin de fuerza que s tuvo en la conformacin de lasnacionalidades europeas. Ese liberalismo que all oper como ideologaemancipadora y justiciera, invocado en Amrica latina como credo librecambistapor las elites criollas dominantes, sirvi ms a la consolidacin de la dependenciaeconmica que al fortalecimiento de la soberana poltica nacional y regional. Esque las cites econmicas criollas fueron liberales en lo econmico peroprofundamente conservadoras en lo poltico y social, por lo cual, quien trasladetambin mecnicamente esas categoras polticas a nuestra realidad lati-noamericana, deber prcticamente invertir el sentido del liberalismo para poderentender algo. Entre nosotros, a veces nada ms conservador que nuestrosliberales y en otras, nada ms revolucionario que nuestros conservadores; restosde una curiosa alquimia colonial que precipita hombres, instituciones e ideas deforma muy diferente a las de sus respectivos modelos europeos.

    De todo esto deducimos ciertos rasgos culturales que, transcurrido un tiempo,terminarn operando como verdaderos principios estructurantes de lasnacionalidades latinoamericanas.

    En principio se destaca el insoslayable hecho colonial; aqu se transita de lacolonia a la nacin, mientras que en Europa el proceso es inverso: se parte de unanacin con colonias, que trabajan para la respectiva metrpoli. Este hecho colonialsigna los rdenes polticos, econmicos y culturales de Amrica latina, al tiempoque explica la aparicin de nacionalidades dbiles, pobres y altamente vulnerablesa los vaivenes de las situaciones externas; y tambin por qu a casi dos siglos desus respectivas proclamaciones formales la conformacin real de unanacionalidad independiente sigue siendo ms una tarea que una realidad vivida yconsolidada, en la mayora de nuestros pases latinoamericanos. As el mandatode construir y consolidar una Nacin, de formular lo que suele denominarse unproyecto nacional independiente, atraviesa gran parte del discurso polticolatinoamericano, aun despus de haberse organizado los respectivos Estados. Yse trata de construir la Nacin precisamente porque, a contramano de lassecuencias usuales, los otros dos elementos fundamentales de lo poltico sexisten (hay Estados y hay sociedades), pero queda ese hiato histrico,indispensable para que el Estado nacional tenga un sentido real y pleno, y sussociedades gocen de una razonable dosis de libertad y capacidad de decisinsoberanas. Por el contrario, Europa ya ha consolidado esos procesos bsicoshace ms de un siglo e incluso hasta los ha agotado; por eso puede plantearseahora nuevas formas de integracin poltica y econmica (lo continental, lotransnacional, lo global).

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  • Y estos ltimos mbitos agregan precisamente un nuevo ingrediente al problema:el de la mundializacin del poder y de la poltica. Las sociedades latinoamericanassiguen teniendo por delante de s la tarea de completar el ciclo de construccin yconsolidacin de sus respectivas nacionalidades cuando ya sus viejas metrpolisestn en otro estadio. Sin embargo, dicha etapa no puede saltearse por ms quemuchos cantos de sirena se dirijan en dicha direccin. El hecho de que esteproceso deba darse ahora en un escenario internacional por completo diferente yen una era histrica de abierta globalizacin, no la releva de esa tarea polticabsica sino que le otorga marcos, desafos y oportunidades totalmente diversos.Evidentemente el modelo de nacin del siglo XIX no es el del XXI, ni el proyectonacional de aquellas pocas puede ser el de stas, pero se confundiralargamente quien creyera que, por azar de la globalidad, la tarea nacional ya noes necesaria. A no ser que se siga pensando para Amrica latina su incorporacinsatelital al nuevo orden internacional, para lo cual s no sera necesario ms quecontinuar con su pasado colonial, convenientemente maquillado de acuerdo con lapaleta de los tiempos.

    Por el contrario, una era autnticamente global (es decir, ecumnica) requerirms y no menos capacidad de decisin nacional, para poder participar de ellacreativamente. Cuando se alienta lo contrario, seguramente se considera comonatural la situacin colonial latinoamericana, mientras que la era global seconcibe como el nombre de un nuevo reino planetario, al que Amrica latinadebera acomodarse como antes a sus antiguos conquistadores ibricos. Unasuerte de perpetuo cerro del Potos, eternamente explotado.1

    Prosiguiendo con estas diferencias, hay que sealar que en Amrica latina secopiaron el republicanismo poltico y el romanticismo cultural propios delsurgimiento de las nacionalidades europeas, pero sin la base material firme (laNacin) que en su lugar de origen le daba un sentido autnticamente revoluciona-rio. De all ese desajuste bsico entre la elaboracin intelectual y la realidad, tancomn en Latinoamrica: se imita, se adapta, pero se crea muy poco. Todo lo cualse agrava en una era global.

    Tanto es as que un historiador clsico, como lo fue el argentino Vicente FidelLpez reconoca, a fines del siglo pasado:

    La Revolucin de Mayo ha llenado su misin. Nos ha dado una patriaindependiente pero no ha tenido tiempo ni medios de damos unorganismo libre y representativo en sustitucin de aquel otroorganismo, solemne por aos, templado por sensatez administrativa detres siglos, que ella ha demolido.

    Ese organismo faltante, al que aluda Lpez ya en el mismo siglo XIX, no es elEstado, sino la Nacin. Y esta realidad no es slo argentina, sino primordialmentelatinoamericana.

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  • De todo esto concluimos dos cuestiones en nuestro entender fundamentales parala comprensin de la realidad poltica y social latinoamericana. En primer lugar,que trasladar las categoras y la intencionalidad de la nacin y del nacionalismoeuropeos a nuestro mbito especifico (cosa que han hecho y hacen no pocoshistoriadores y analistas norteamericanos y europeos cuando analizan esteasunto) es distorsionar enormemente la lente con que consideraremos los hechosy las realidades al sur del ro Bravo; t