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CRITICA DE LIBROS MANUEL GARCÍA-PELAYO Las transformaciones del Estado contemporáneo * (Alianza Editorial, Madrid, 1977) 1. La paulatina quiebra del orden social liberal, presuntamente autorre- gulado por un mecanismo inmanente (el mercado) y legitimado por el axio- ma sistémico del libre (e igual) cam- bio, se ha interpretado —cada vez con mayor intensidad— como un despla- zamiento del medio de gobierno de la sociedad desde el sistema económico hacia las instancias políticas; desde el mercado, pues, hacia el Estado l . Esta evolución se ha plasmado, ciertamente, en la generalización de la intervención del Estado en la eco- nomía (un fenómeno, por lo demás, ambiguo en cuanto a su incidencia es- tructural y su funcionalidad) y, sobre todo, de los procesos de (^politiza- ción de múltiples, muy importantes e, incluso, muy íntimas esferas de vida> lo que ha sumido al individuo en una sensación de casi absoluta dependen- cia frente al Estado, haciéndole expe- * Se trata de una colección de cinco ensayos, perfectamente ensamblados, cu- yos títulos respectivos son los siguien- tes: El Estado social y sus implicacio- nes (con un anexo sobre la idea del Es- tado en la soeialdemocracia clásica), So- ciedad organizacional y sistema político, Las organizaciones de intereses y la teo- ría constitucional, Sociedad y política rimentar en sus entrañas el desplaza- miento apuntado. En consonancia con esta creciente importancia del factor político, y por una serie de razones tanto ideológi- cas como de fondo, la teoría social contemporánea comienza a reencon- trar en la teoría política su eje pivo- tal. Así se explica y aprecia en todo su valor el actual renacimiento de la teoría del Estado, especialmente per- ceptible no sólo en los medios con- servadores, que en última instancia nunca han apartado sus miras del Es- tado, sino también —y, quizá, con mayor intensidad aún— dentro de las múltiples corrientes del pensa- miento marxista; pues, en efecto, tan- to la teoría del capitalismo monopo- lista de Estado como los esfuerzos de la llamada izquierda no revisionista, el estructuralismo marxista, la escue- la de Frankfurt (representada en este transnacionales y El crecimiento de la complejidad estatal. 1 A este respecto véase Jaime NICOLÁS MUÑIZ, "Cultura y crisis en el capita- lismo avanzado. Acotaciones en torno a Daniel Bell", en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 1/1978, pá- ginas 283-292, aquí 290 y sigs. ReiS 2/78 pp. 219-234

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Page 1: CRÍTICA DE LIBROS. (REIS Nº 2. CRÍTICA DE LIBROS) · 2012-05-14 · gulado por un mecanismo inmanente (el mercado) y legitimado por el axio-ma sistémico del libre (e igual) cam-bio,

CRITICA DE LIBROS

MANUEL GARCÍA-PELAYO

Las transformaciones del Estado contemporáneo *

(Alianza Editorial, Madrid, 1977)

1. La paulatina quiebra del ordensocial liberal, presuntamente autorre-gulado por un mecanismo inmanente(el mercado) y legitimado por el axio-ma sistémico del libre (e igual) cam-bio, se ha interpretado —cada vez conmayor intensidad— como un despla-zamiento del medio de gobierno de lasociedad desde el sistema económicohacia las instancias políticas; desde elmercado, pues, hacia el Estado l.

Esta evolución se ha plasmado,ciertamente, en la generalización dela intervención del Estado en la eco-nomía (un fenómeno, por lo demás,ambiguo en cuanto a su incidencia es-tructural y su funcionalidad) y, sobretodo, de los procesos de (^politiza-ción de múltiples, muy importantes e,incluso, muy íntimas esferas de vida>lo que ha sumido al individuo en unasensación de casi absoluta dependen-cia frente al Estado, haciéndole expe-

* Se trata de una colección de cincoensayos, perfectamente ensamblados, cu-yos títulos respectivos son los siguien-tes: El Estado social y sus implicacio-nes (con un anexo sobre la idea del Es-tado en la soeialdemocracia clásica), So-ciedad organizacional y sistema político,Las organizaciones de intereses y la teo-ría constitucional, Sociedad y política

rimentar en sus entrañas el desplaza-miento apuntado.

En consonancia con esta crecienteimportancia del factor político, y poruna serie de razones tanto ideológi-cas como de fondo, la teoría socialcontemporánea comienza a reencon-trar en la teoría política su eje pivo-tal. Así se explica y aprecia en todosu valor el actual renacimiento de lateoría del Estado, especialmente per-ceptible no sólo en los medios con-servadores, que en última instancianunca han apartado sus miras del Es-tado, sino también —y, quizá, conmayor intensidad aún— dentro delas múltiples corrientes del pensa-miento marxista; pues, en efecto, tan-to la teoría del capitalismo monopo-lista de Estado como los esfuerzos dela llamada izquierda no revisionista,el estructuralismo marxista, la escue-la de Frankfurt (representada en este

transnacionales y El crecimiento de lacomplejidad estatal.

1 A este respecto véase Jaime NICOLÁSMUÑIZ, "Cultura y crisis en el capita-lismo avanzado. Acotaciones en tornoa Daniel Bell", en Revista Española deInvestigaciones Sociológicas, 1/1978, pá-ginas 283-292, aquí 290 y sigs.

ReiS2/78 pp. 219-234

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caso por una teoría genuinamente po-lítica: la teoría política de las crisisde C. Offe y J. Habermas), el comu-nismo occidental de tintes social-demócratas y la social-democracia mis-ma conceden al factor político —y,concretamente, al Estado— un papelmuy importante en sus reflexiones.

Pues bien, la reciente 'obra de Ma-nuel García-Pelayo, equidistante (perono ecléctica) frente a las dos posicio-nes mencionadas, se encaja perfecta-mente, abriendo camino entre nos-otros, en la línea de este renacimientode la teoría del Estado, configuradamás como teoría social (Staatstheo-rie) que como teoría jurídica (Staats-lehre), por más que García-Pelayose sirva, siempre oportunamente, desu profundo saber de jurista para rea-lizar la necesaria y útil mediación en-tre las dos esferas teóricas.

En cualquier caso, el autor se mues-tra muy cuidadoso en su uso de lascategorías. García-Pelayo, en contrade la tendencia conservadora, no ab-solutiza nunca a la teoría del Estadoni al Estado mismo, al que contem-pla, por lo demás, desde la más ampliaperspectiva de una teoría del sistemapolítico. E igualmente cuidadoso semanifiesta en su análisis de las ten-dencias de (re)politización, resaltandoen su visión de las relaciones entresociedad y Estado los continuos re-acoplamientos que se experimentanen las interacciones entre ambas esfe-ras y las tendencias de signo contra-rio que a consecuencia de esos feed-backs entran en acción.

2. Ni conservador ni marxista,García-Pelayo se sitúa de hecho den-tro del paradigma teórico de la socie-dad industrial —un paradigma de am-plio espectro, que también l l e g apermear, por lo demás, el pensamien-to conservador (Schlsky, Forsthoff) y

marxista (Offe y Habermas) de nues-tro tiempo. La premisa básica de losteóricos de la sociedad industrial esla de la profunda transformación ex-perimentada por la sociedad contem-poránea, a pesar —algo paradójica-mente— de la persistencia del sistemacapitalista (convertido en neocapita-lismo o en Spatkapitalismus, segúnlos matices) en los fundamentos delas relaciones sociales. De un modoconsecuente con esa premisa, García-Pelayo concibe al Estado social (el Es-tado de nuestro tiempo) como pro-fundamente transformado frente alEstado liberal y, de manera implícita,como una alternativa teórica y prác-tica al Estado socialista.

En todo caso los problemas conque se enfrenta el llamado Estado so-cial guardarían ya muy poco que vercon la vieja «cuestión social». Aco-metida la «realización social» (Forst-hoff), el Estado contemporáneo se en-frenta sobre todo con una cuestióntécnica, de regulación y distribución.O, por decirlo en los mismos térmi-nos que García-Pelayo, la Soxtalpoli-tik, la política social clásica, sectorial,se ha transformado en Gesellschafts-politik, en política social global. Es-to implica que los problemas socia-les han dejado de estar socialmentecircunscritos, de afectar a unos grupos(clases) concretos, para incidir sobrela sociedad en su conjunto, sobre to-das las personas y grupos que la in-tegran. Los, grandes problemas socia-les contemporáneos —los problemasambientales, por ejemplo— afectaríana todas las personas, al margen de susituación económica y su clase social.Son problemas cuyo remedio no es in-dividual o privado, sino político. Se-gún esto, la posición de clase (y, conella, la lucha de clases) habría perdi-do su papel determinante, y la estruc-

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tura vertical de las carencias socialeshabría quedado sustituida por un sis-tema de disparidades horizontales.Fundamentalmente no habría grupos,sino sectores deprimidos, razón éstapor la que las personas podrían en-contrarse simultáneamente en situacio-nes de privilegio y desventaja. Un me-canismo no explicado, una «mano in-visible», a la vista de la multiplicidadde roles que puede asumir —y de he-cho asume— el hombre de nuestrotiempo, cuidaría de equilibrar en unasuma-cero el conjunto de las relativassituaciones personales.

El anterior cuadro peca, ciertamen-te, de esquemático. Pero, aún en casocontrario, todo parece indicar que lasteorías de la sociedad industrial se pre-cipitan a la hora de enjuiciar ciertastendencias. En efecto, demasiado apre-surada parece la idea de la superaciónde las disparidades verticales (y, porconsiguiente, la de la transformaciónde la vieja política social), y una cier-ta dosis de precipitación también pa-rece darse a la hora de enjuiciar laintensidad de las transformaciones ex-perimentadas por una sociedad quecontinúa siendo capitalista. En cual-quier caso, tienen la gran virtud deponer el dedo en la llaga y señalar losproblemas con los que se ha de en-frentar una teoría social auténtica-mente contemporánea. En este senti-do, los planteamientos de García-Pe-layo —a quien, evidentemente, nose le puede suponer una aceptaciónglobal del esquema— se muestran al-tamente clarificadores, útiles y máscríticos incluso que algunos enfoques—oficialmente críticos— que, aferra-dos a viejos métodos y viejos dogmas,se resisten a reconocer los cambiosque progresivamente se han ido intro-duciendo en la sociedad capitalista.

3. Particularmente esclarecedoras

resultan las disgresiones de M. García-Pelayo en torno a las relaciones entrela sociedad y el Estado —un esque-ma, por otra parte, muy condicionan-te, pues su construcción adolece confrecuencia de una cierta dosis de arti-ficialidad destinada a marcar las di-ferencias entre la fase del capitalismoliberal y la actual del capitalismo, porasí decir, social.

En este sentido, y sin salirse dema-siado del esquema clásico, García-Pelayo define una primera fase —li-beral— no sólo de distinción, sinotambién de oposición entre Estado ysociedad, presentándose ambas esferas(aquí el matiz es significativo, pueshabitualmente se piensa sólo en la so-ciedad) como sistemas autorregulados.

En la fase actual, tras una prolon-gada y compleja evolución, García-Pelayo detecta, por el contrario, unasuperación, casi una inversión, del vie-jo esquema: ya no se trataría de pro-teger a la sociedad frente al Estado,sino que la acción del Estado se con-sidera imprescindible para el buenfuncionamiento de los asuntos socia-les; el Estado asume, pues, funcionesde regulación social, si bien no exclu-sivas ni absolutas. Tanto la sociedadcomo el propio Estado (y aquí vuelvea ser importante el matiz de García-Pelayo) han cesado de integrar siste-mas autorregulados, para convertirseen «... dos sistemas o, más bien, sub-sistemas completamente interdepen-dientes, vinculados y condicionadospor un número creciente de interre-laciones, de flujos y reflujos, de insu-mos y productos, de modo que, comoconsecuencia de las crecientes y hete-rogéneas demandas y estímulos porparte de la sociedad, asistimos a unatransformación de la estructura y fun-ción del Estado, y, como consecuenciade las constantes acciones e interven-

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ciones del Estado, asistimos no menosa una transformación estructural dela sociedad» (pág. 113).

Dejando a un lado esta formulacióndel doble flujo regulativo, idea sobrela que aún hemos de volver para valo-rarla en otro contexto, interesa resal-tar cómo también en García-Pelayo,a pesar de su rigor, la definición dela llamada «fase liberal» parece unaconstrucción ideológica, ad hoc, queno se corresponde con la realidad. Eneste sentido, como ha escrito FranzNeumann, «el Estado liberal fue siem-pre tan fuerte como lo exigieron lasituación política y social y los inte-reses de la burguesía. Desarrolló gue-rras y aplastó huelgas, protegió lasinversiones con poderosas escuadras,defendió y amplió sus fronteras va-liéndose de poderosos ejércitos, y conla Policía impuso la ley y el orden'.Fue fuerte en aquellas esferas, preci-samente, en las que debía y queríaserlo» 2. En realidad, la fase de sepa-ración/oposición no se correspondecon el período del capitalismo liberal—el alto capitalismo en la definiciónde Sombart—, sino con la etapa últi-ma del absolutismo y los primerostiempos del constitucionalismo3. Lasociedad civil —la burguesía— fuedespués apoderándose paulatinamentedel viejo Estado, al que pronto con-virtió —con todas las discontinuida-des y quiebras que se quiera— en Es-tado burgués. La separación ya noera mantenible.

Pero, prescindiendo de esta obser-2 Franz NEUMANN, "Der Funktionswan-

del des Gesetzes im Recht der bürger-lichen Gesellschaft", en id., Demokra-tischer und autoritdter Staat, Frankfurta. M. 1967, págs. 7-57, aquí 7; véasetambién, del mismo autor y en la mis-ma obra, "Oekonomie und Politik imzwanzigsten Jahrhundert", págs. 171-183.

vación, más bien marginal, el aná-lisis que García-Pelayo hace de lasituación actual de las relaciones so-ciedad-Estado constituye uno de lospuntos de mayor lucidez crítica de laobra. La visión del autor es compleja,en consonancia con la creciente com-plejidad de las sociedades contempo-ráneas y, por ende, de sus medios degobierno. La primera complejidad de-riva del hecho de que en el Estadosocial no es sólo el Estado quien ac-túa sobre la sociedad y la regula, sinotambién la sociedad —la esfera de losintereses privados— la que lleva acabo un creciente control y una inten-sificada presión (regulativa) sobre elsistema político. El poder social setorna ahora, más que nunca, poderpolítico, y ello conduce a un Verlustan Staatlichkeit (Staatsdefizit para losneomarxistas), a una pérdida o dismi-nución de la autoridad del Estado que,lamentada por Forsthoff (a quien re-curre no pocas veces García-Pelayo),es recogida por el autor como un datoobjetivo que hace imposible construirya una teoría del Estado sin una pre-via y más amplia teoría del sistemapolítico.

Este dato ilustra, además, una ten-dencia muy importante —y que elprofesor de Caracas señala profusa-mente— de signo contrario a la de(re)politización anteriormente aludida.Las fuerzas sociales se han apoderadoen buena medida del Estado, e inclu-so han llegado a la reprivatización defunciones públicas, hasta soberanas.La seguridad, la construcción de sis-

3 Ernst-Wolfgang BÓCKENFÓRDE, "DieBedeutung d e r Unterscheidung v o nStaat und Gesellschaft im demokratis-chen Sozialsataat der Gegenwart", enídem, Staat, Gesellschaft, Freiheit Stu-dien zur Staatstheorie und zum Ver-fassungsrecht, Frankfurt a. M. 1976,págs. 185-220.

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temas armamentistas, la ejecución delas planificaciones estatales son enco-mendadas cada vez con más frecuencia—por la vía del government by con-tract— a grandes organizaciones pri-vadas. La creciente complejidad delas relaciones sociales y de poder lle-va directamente a esta imbricaciónde ambas esferas a la creación de uncomplejo público-privado (Galbraith)que en ocasiones, por la generación derelaciones de clientelas estrictamenteparalelas y ligadas a las respectivasesferas de acción estatal, puede ocasio-nar una factorialización de dicha ac-ción, que, además de incrementar lairracionalidad del sistema, podría con-tribuir aún más a entregar la decisiónpolítica a las grandes organizacionescapaces de influir directamente y conéxito sobre el Estado y capaces tam-bién, como señala García-Pelayo, deretirar al Estado su colaboración, im-prescindible en la mayoría de los ca-sos para el desarrollo de las políticasestatales.

4. Precisamente por la profundi-dad con que García-Pelayo aborda elestudio de los grupos en la sociedadindustrial —el ensayo sobre «Las or-ganizaciones de intereses y la teoríaconstitucional» constituye de hechouna de las mejores piezas de laobra—, la justeza de sus análisis cho-ca con la valoración general que delEstado social hace el autor. No seexplica muy bien, en efecto, cómo, re-saltando e ilustrando ampliamente laasimetría de las relaciones de poder einfluencia entre las grandes organiza-ciones y las demás, puede sostenersela idea del «pluralismo» —fórmulaneo-liberal, con una amplia carga nor-mativa— de la sociedad contemporá-nea. Por más que la aceptación de latesis por García-Pelayo no sea abso-luta, sino muy matizada, el hecho re-

vela una cierta benevolencia del autora la hora de juzgar al Estado actual.

Esta benevolencia también se mues-tra a la hora de discutir las relacionesentre Estado social y democracia. Enefecto, García-Pelayo entiende al Es-tado social como un Estado democrá-tico tanto en lo político como en losocial. «Lo demás —dice expresamen-te, pág. 5 1 — no pasa de ser un Poli-zeistaat, un regreso al despotismo máso menos ilustrado acomodado a lasexigencias de nuestro tiempo.» Puesbien, tal vez lo sea, y tal vez la ideaque García-Pelayo tiene del Estado so-cial sea más un deseo que una reali-dad. Sumergido ante las grandes or-ganizaciones de nuestros días, el indi-viduo se ve también aplastado por unacada vez más intrincada maquinariadel Estado y sin otras posibilidadesde participación —las cuestiones delEstado social, como ya lo dejábamosentrever, son más cuestiones técnicasque sociales, y el Estado contemporá-neo, también, más Estado técnico, contodos sus Sachztvange, que Estado so-cial propiamente dicho— que la ple-bisticitación periódica de las élites degobierno. El individuo —elector, siacaso, pero sobre todo usuario deservicios públicos, perceptor de rentaspúblicas, destinatario de subvencionesy acciones estatales, beneficiario} afec-tado— se ve cada vez más reducidoa lo que Habermas denomina el es-tatuto de un cliente.

Benevolencia, finalmente, que tam-bién se muestra en una atención nosuficiente a los desarrollos disfuncio-nales del Estado social. Pues, efecti-vamente, no es sólo una crisis cultu-ral, crisis de legitimidad, de identidady de motivación, lo que se cierne ame-nazadoramente sobre el Estado de lasociedad industrial; es también la pro-pia dialéctica de la política social —la

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sustitución de sentido por valor, enpalabras del propio Habermas— laque paulatinamente va llevando al Es-tado social al borde de una crisis fis-cal, sólo atrapable cuando las tenden-cias de reprivatización se van instau-rando en los sectores oportunos, cuan-do el Estado se va liberando de car-gas y compromisos, esto es: precisa-mente sólo cuando el Estado deja deser social.

5. Las anteriores reflexiones de-berían bastar por sí mismas para lla-mar la atención sobre lo rico y suge-rente de la obra. Pero tal vez no estéde más, a título de recapitulación,destacar las que a nuestro juicio re-presentan las tres principales carac-terísticas de la obra:

En primer lugar, la riqueza de losplanteamientos. La obra es, en estesentido, de lectura inexcusable paraquienes quieran acercarse a la proble-mática de la sociedad y el Estado denuestro tiempo. Por otra parte, en losenfoques de García-Pelayo el lectorhabrá de encontrar las claves explica-tivas de muchos de los problemascontemporáneos, y, en cualquier caso,la discrepancia con unos y con otrosse verá estimulada y desafiada por elrigor con que García-Pelayo abordalas cuestiones.

En segundo lugar, la riqueza de lasfuentes. En efecto, es harto infrecuen-te entre nosotros encontrar la inmen-sa y actualizada bibliografía de queGarcía-Pelayo hace gala en éste comoen sus otros trabajos. Un repaso a losanaqueles de nuestras librerías univer-sitarias resultaría, a buen seguro, de-solador en este aspecto cuando me-nos. Pero no es solamente el volumende literatura manejado por el autor,sino, sobre todo, la profunda, clara ysistemática elaboración con que Gar-

cía-Pelayo maneja sus fuentes lo quepresta a la obra todo su valor.

En tercer lugar, el rigor del dis-curso. García-Pelayo nos introduce enesta obra en las aplicaciones de lateoría de los sistemas al estudio dela sociedad y el Estado, y lo hace deuna manera llana, directa, sin amba-ges, pero también sin fárrago erudito.De acuerdo con los postulados de lateoría, García-Pelayo se muestra com-plejo, pero nunca complicado; profun-do, pero no rebuscado. Y su ánimo noes tanto traducir los viejos términosa los de la nueva teoría, cuanto acer-carse a los problemas de hoy con loque él mismo califica, buscando algu-na distancia, de esprit de systéme, darcuenta de ellos de acuerdo a un logossistémico. Sucede que la teoría delos sistemas es más verbum que vatio,pero García-Pelayo ejecuta impecable-mente su discurso, y a buen seguro noes éste el lugar para abordar estacuestión.

Ninguna, en definitiva, de las vir-tudes de estos ensayos son nuevaspara quienes conocen la vasta obrade don Manuel García-Pelayo. Tal vezsorprenda —y, aún así, sólo relativa-mente— el énfasis puesto en la teo-ria sistémica, pero ello no hace sinoatestiguar la vitalidad incesante delpensamiento de don Manuel García-Pelayo. Silenciosamente, con las pro-fundas reflexiones de estos ensayos, elmaestro, alejado un día —injusta, ig-norantemente— de nuestras aulas yde nuestra tierra, inicia su tan espe-rado retorno. En su figura, las cien-cias sociales españolas, dentro y fuerade los angostos recintos académicos,reciben uno de sus mejores estímulosde renovación al tiempo que uno desus más poderosos y fértiles desafíosintelectuales.

JAIME NICOLÁS MUÑIZ

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JACINTO RODRÍGUEZ OSUNA

Población y desarrollo en España

(Cupsa Editorial. Madrid, 1978)

A pesar de su evidente importan-cia, no proliferan mucho en nuestropaís los especialistas en el terreno dela población ni —como consecuencialógica— los estudios académicos oprofesionales respecto al tema. Comoen tantas otras actividades de la vidanacional, en el campo de la poblaciónse tiende a reconocer de forma retó-rica su papel en el proceso de moder-nización en que estamos inmersos;pero salvo algunas pocas excepciones(A. de Miguel, J. Diez Nicolás, J. Le-guina, S. del Campo, J. Nadal y uncorto etcétera) nadie le presta la aten-ción que su importancia objetiva re-quiere.

Dentro de esta línea de análisis no-anecdótico de los procesos poblacio-nales, y de su impacto en la econo-mía, hay que situar el reciente trabajodel profesor Rodríguez Osuna en tor-no a la población española; el libroque voy a comentar es una valiosaaportación al análisis de las relacionespoblación-economía en nuestro país, ycabe augurarle una buena acogida endiversos medios interesados en losproblemas de población en nuestropaís. Mi interés personal por el librodel profesor Rodríguez Osuna estribatanto en los puntos de vista que com-parto como en aquellos en que disien-to; en los temas y desarrollos que sus-cribiría, como en aquellos otros queno me parecen totalmente adecuados;a unos y otros voy a referirme en loque sigue.

El primer tema que suscribo es la

distribución general del libro: influen-cia de la población en el desarrollo(factores demográficos y migracionesexteriores); influencia del desarrolloen la población (actividad y migracio-nes interiores), y relaciones entreeducación y desarrollo. Sin embargo,quizá hubiera tomado partido de for-ma menos decidida a favor de estaordenación, si se tiene en cuenta—por citar un ejemplo— que granparte del desarrollo industrial experi-mentado en nuestro país se ha ba-sado en el movimiento de los recur-sos humanos hacia los de capital, dadoel modelo económico de que se par-tía. Estimo que el tema de las migra-ciones interiores ha sido a la vez cau-sa y consecuencia del proceso de des-arrollo, y no únicamente lo segundo,como parece desprenderse de la or-denación general del estudio.

También suscribo las tesis iniciales,a saber:— que la población española no ha

sido en ningún momento un fac-tor negativo en el proceso de des-arrollo, como sucede en muchosde los países del mal llamado«Tercer Mundo»;

— que la emigración de los años se-senta y primera parte de la déca-da de los setenta fue motivadapor la «desorganización de la eco-nomía» (deficiente sistema de dis-tribución de la riqueza y de lapropiedad, sobre todo en el me-dio rural).

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La demostración de estas afirma-ciones la realiza el profesor RodríguezOsuna siguiendo un método clásicode análisis en torno a los procesos decrecimiento de la población, a su vo-lumen y a sus componentes. Sin em-bargo, y aunque no cabe duda de lavalidez del método empleado, estimoque este camino ha dado ya de sítodo lo que cabía esperar de él; hayque citar, por ejemplo, un recientetrabajo del profesor De Miguell enque se desarrolla por extenso estetema, y cuya mención crítica se echaen falta en el libro que comento.A mi juicio, la novedad habría con-sistido precisamente en el análisis delóptimo de población, alternativa re-chazada por el profesor RodríguezOsuna en función de una serie dedificultades materiaíes y metodológi-cas. Hecha esta salvedad, estoy deacuerdo en el análisis de las migra-ciones exteriores e interiores, así co-mo de sus consecuencias en el procesode desarrollo económico que hemosvenido sufriendo en los últimos años,aunque no afirmaría de forma tan ro-tunda como el autor que la aparicióndel «desierto» interior data de losaños cincuenta, sino que estimo setrata de un factor estructural e his-tórico que no ha hecho sino acen-tuarse en los últimos veinte años.

La parte más importante del libro(y en esto coincido con la opinión delautor) es la que trata de las interrela-ciones entre educación y desarrollo.Parte de la hipótesis de que el des-arrollo español se ha conseguido conbajos niveles de cualificación de lapoblación, hipótesis que se confirmaplenamente en el ulterior análisis delos datos que maneja. También sus-

1 Amando DE MIGUEL, La pirámide so-cial española, Fundación Juan Marchy Ed. Ariel, Madrid, 1977.

cribo la opinión de que esa falta decualificación en el pasado puede con-dicionar el proceso de desarrollo fu-turo. Sin embargo, no creo que puedasustentarse esta opinión mediante lamera referencia a variables poblacio-nales; estimo que el autor debería ha-ber incidido más en los factores po-líticos y económicos que insinúa enlas páginas 138 y siguientes al hacermención a los obstáculos con que setropieza para desarrollar una tecnolo-gía propia. También echo en falta enesta parte referencias a otro impor-tante texto del profesor De Miguel2

que estudió estos temas en el pasadoreciente.

La obra termina con una serie dereferencias al nivel de cualificaciónde la población activa y a la enseñan-za primaria. En el primer punto sevuelve a poner de manifiesto cómo lamasa laboral del país tiene unos bají-simos niveles de cualificación, lo queno hace sino destacar la inadecuacióndel sistema educativo a las necesida-des reales y actuales de un país queestá experimentando un aceleradoproceso de industrialización. El autorseñala como causas, de una parte laexistencia de un doble standard decalidad en la enseñanza primaria, se-gún vaya orientada a la realizacióndel bachillerato o de la formaciónprofesional; la segunda causa sería labaja calidad de la formación profesio-nal que se ha venido impartiendo tra-dicionalmente, bien por parte del Es-tado o de algunas órdenes religiosas(Salesianos y Opus Dei, principal-mente).

En una visión de conjunto el librodel profesor Rodríguez Osuna podríaser encuadrada dentro de la perspec-

2 Amando DE MIGUEL, "Recursos hu-manos, clases y regiones en España",Cuadernos para el Diálogo, Madrid,

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tiva positivista-empiricista que ha ca-racterizado el desarrollo de buena par-te de las ciencias sociales en nuestropaís desde mediados de la década delos cincuenta. En este sentido cabeatribuirle buena parte de las virtudesy los defectos que son propios de esteenfoque; entre las primeras cabría ci-tar la erudición, la buena documen-tación y un ágil manejo de datoscuantitativos y cualitativos, así comoun amplio conocimiento del tema, fru-to de largos años de dedicación; entrelos segundos cabría señalar el énfasisen los aspectos descriptivos con pri-macía sobre los explicativos que semanifiesta en algunas partes del libro.

En general, aunque esto es unaapreciación personal, me habría gus-tado que el libro fuera más crítico de

algunas situaciones existentes, cualla falta de cualificación de la pobla-ción activa o las migraciones interio-res y exteriores; en lugar de destacarlas causas reales, el autor tiene unamarcada tendencia a diluirlas bajoapelativos tales como «desorganiza-ción de la economía», o «coste deoportunidad de la emigración», es de-cir, a tecnificar los aspectos más con-flictivos de la realidad en estudio.Pero ya digo que esto es una apre-ciación subjetiva que —como tal— esdiscutible, y que no resta méritos alhecho —objetivo— de que nos en-contramos ante una interesante apor-tación académica al estudio de las re-laciones población-economía en nues-tro país.

JUAN SALCEDO

NlCOS POLANTZAS

L/Etat, le Pouvoir, le Socialisme

(Presses Universitaires de France. París, 1978)

La teoría política de este siglo seha centrado, más o menos explícita-mente, en el estudio de las relacionesque existen entre el Estado, el podery las clases sociales. Para Poulantzas,las relaciones poder-clases dominan-tes representan el núcleo de dondeparten toda una serie de interrela-ciones complejas cuya estructura glo-bal se determina en función del ca-rácter de aquéllas. Ante tal cuestión,la lucha teórica por su esclarecimien-to, por la definición concreta del pro-blema en uno u otro sentido, nosconduce a la polémica metodológicaclásica: marxismo - positivismo. MaxWeber representaría, en esta dialéc-tica del conocimiento, un esfuerzo se-

rio por lograr una síntesis teóricay metodológica; las aportaciones deWeber, sin entrar en más detalles,supusieron la adopción de criteriosbastante eclécticos, pero provistos deuna razón práctica evidente. Tras él,ya no es posible evitar el marxismo:toda teoría política se ve obligada,bien a considerar su discurso y a dia-logar en sus términos, o bien a incor-porarlo a sus construcciones.

Por consiguiente, los enfoques teó-ricos en torno a la naturaleza com-pleja de las relaciones dinámicas quese producen en la estructura social ydesarrollan formas concretas de Es-tado, manifiestan concepciones que sehan incorporado plenamente al pensa-

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miento político contemporáneo. Pou-lantzas resalta las dos corrientes mássignificativas, que pueden definirsecomo la teoría del marxismo ortodo-xo, cargado aún con la remora de lainterpretación simbólica de los textosfundamentales, y la del tecnocratis-mo de izquierdas, más actual, peroque también se muestra incapaz deexplicar satisfactoriamente el proble-ma considerado.

La primera de estas teorías piensaque el Estado se reduce a la conclu-sión de la dominación política, porcuanto que cada clase dominantecrea a su medida su propio Estado,manipulándolo en función de sus in-tereses. En este sentido, el Estado noes sino una dictadura de clase. Aquíse reduce el aparato de Estado al po-der del Estado, faltando en esta con-sideración la esencia misma del fenó-meno. El Estado, sin duda, posee unanaturaleza de clase, pero ésta no de-termina por completo los modos enque se producen y desarrollan las for-mas de Estado. Este no es una fun-ción pura decantada por la voluntade intereses de una determinada clase;de ser así, el Estado se confundiríacon la clase, siendo imposible estable-cer la identidad de cada uno de es-tos elementos.

La segunda teoría aludida, produc-to de la tecnificación pseudoeconó-mica de un sector del marxismo ac-tual, parte de la doble concepción dela naturaleza del Estado: por una par-te existe el Estado-producción, refe-rido exclusivamente a las fuerzasproductivas a las que se reducen lasrelaciones de producción y, por otra,un Estado-de-clase, que se superponeal anterior y que encubre la domina-ción política, materializada en las re-laciones de poder que impone la clasedominante.

Poutlanzas, frente a estas concep-ciones y a las que provienen de lateoría política tradicional, enfrenta elproblema buscando el fundamento dela estructura material del Estado ydel poder en las relaciones de pro-ducción y en la división social deltrabajo; pero no en el sentido en elque habitualmente se entienden o enel que se ha terminado por enten-derlas, no en su apariencia mistifi-cada, sino en su realidad compleja ymediata. Por ello, considerando quela teoría del Estado capitalista nopuede separarse de la historia de suconstitución y de su reproducción,importa sobremanera analizar de mo-do conjunto, como reflejos de una es-tructura global, el comportamientode los diferentes entes que se produ-cen en torno al Estado, ya sean pro-ductores de su naturaleza o produc-tos determinados por ésta.

Como Poulantzas señala, «si sonunas relaciones de producción deter-minadas las que cjelimitan el campodel Estado, éste posee un papel espe-cífico en la constitución misma de ta-les relaciones. La relación del Estadocon las relaciones de producción esuna primera relación entre el Estado,las clases sociales y la lucha de cla-ses. Por lo que respecta al Estadocapitalista, la relativa separación en-tre éste y las relaciones de produccióncaracterizan, fundamentan, su estruc-tura organizativa y limitan tanto lasrelaciones entre el Estado y las clasessociales como entre la forma de Es-tado y la lucha de clases bajo el ca-pitalismo». Se trata, por consiguien-te, de situar al Estado en su relacióncon respecto a las relaciones de pro-ducción específicas de su estructuraglobal para inferir de aquí cuál es elcarácter del poder del Estado y sus

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implicaciones en el proceso de la lu-cha de clases.

Así planteada, la obra de referen-cia trata no sólo de la naturaleza delEstado y del carácter del poder del Es-tado, entrando de lleno en esta polé-mica reciente que ocupa una extensaliteratura política internacional, sinoque se plantea las alternativas posi-bles a la actual coyuntura: socialismodemocrático o estatismo autoritario.

El libro se estructura en cuatro ca-pítulos que, como señala el autor,carecen de orden sistemático. No sepretende agotar el campo estudiadoproduciendo una teoría general y om-nicomprensiva: el problema de la na-turaleza del Estado y del carácter delpoder no se puede reducir a una defi-nición. La obra mantiene una claratendencia a la crítica teórica y a laconstrucción conceptual con objeto deposibilitar el enriquecimiento de lametodología marxista. Por eso, las di-ferentes partes del libro se relacio-nan y refieren recíprocamente, sin unorden rígido preestablecido. No setrata de una producción sumaria, sinoesclarecedora de cuestiones diversas,pero todas esenciales para un conoci-miento crítico de las formas de Es-tado y de la correspondiente estruc-tura social global que, aparentemente,define.

La primera parte, centrada en lamaterialidad institucional del Estado,trata este elemento como un aparatoespecial que no puede reducirse sim-plemente a su característica más in-mediata: la dominación política, sinoque, trascendiendo esta primera con-dición, se manifiesta como un dispo-sitivo mediatizado por la clase domi-nante, pero capaz de producirse comoinstrumento por encima de las clases.Aquí se trata de investigar por quéla burguesía se ha provisto, para rea-

lizar su dominación política, del apa-rato de Estado específicamente capi-talista: un Estado representativo mo-derno, nacional-popular y de clase.

La segunda parte estudia el Estadoen cuanto que condensación de unarelación de fuerzas determinada porel carácter de las luchas políticas. Setrata de colocar al aparato del Estadoen el lugar concreto que ocupa en laestructura social global para analizarsu relación con las clases sociales ycon su lucha real.

La tercera parte examina el papelespecíficamente económico del Estadoactual. Evidentemente, las condicio-nes materiales que procura la inter-vención del Estado en el sistema derelaciones económicas supone una se-rie de implicaciones sociales impor-tantes y complejas por lo que se re-fiere a elementos tales como seguri-dad social, asistencia, previsión, etc.En esta situación, Poulantzas, másque analizar el carácter de las relacio-nes entre la estructura económica yla estructura del poder del Estado, seplantea la cuestión de cómo transfor-mar el aparato económico del Estadopara inducir cambios políticos esen-ciales en la estructura global. Eviden-temente, el Estado de hoy es un enteprovisto de múltiples mecanismos ope-rativos y decisorios competentes endiferentes sectores de la economía.Por consiguiente, si su influencia eneste sector es considerable, si poseeno sólo unos recursos propios ingen-tes, sino también una burocracia pro-fesional numerosa, ¿hasta qué puntopuede un cambio de régimen políticoinfluir sobre este complicado y com-plejo aparato tecnocrático y alterar suesencia misma?

La cuarta parte se dedica al exa-men de la crisis de la democracia yde la creciente importancia del esta-

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tismo autoritario. Esta forma de Es-tado se refiere a la tendencia, gene-ralizada en los países capitalistasdominantes, hacia el monopolio esta-tal de las actividades económicas ysociales, que se articula partiendo delas restricciones sutilmente impuestasa las instituciones de la democraciapolítica. Este fenómeno parte de lacrisis política internacionalizada quedetermina la crisis de los Estados na-cionales: el estatismo autoritario re-mite a las transformaciones de lasclases sociales, de las luchas políticas,de las relaciones de fuerza que carac-terizan el conjunto de esta fase delcapitalismo y que operan, simultáneay recíprocamente, a nivel nacional ymundial.

La obra se cierra con unas brevesconsideraciones en torno a la cuestiónplanteada por la posible transición ha-cia un socialismo democrático. Aquíse discuten las formas de cambio ra-dical en el aparato del Estado queimplicaría una experiencia de podersocialista y se estudia un posible mo-delo de vía democrática al socialismo.

Poulantzas, siguiendo la línea habi-tual de su producción, ofrece en estelibro una interesante aportación, tan-to para la crítica de la teoría políticaclásica, desarbolada e incapaz de con-testar coherentemente los profundos

cambios que se han producido en laesencia del Estado en el último cuar-to de siglo, como para discutir lasconcepciones del marxismo llamadoortodoxo y de la tecnocracia izquier-dista.

Ante el fenómeno evidente de lacrisis del Estado democrático y antelas poco claras alternativas que se pre-sentan para salvar tan difícil coyun-tura, las consideraciones de Poulant-zas son material de estudio obligadopara conocer nuevos enfoques respec-to de los elementos y las condicionesde la crisis actual de las formas deEstado, así como para la discusión delas interpretaciones diferentes que sedan respecto de este fenómeno.

Hablar de Estado y de Poder, hoyen día, supone introducirse en la po-lémica sobre las perspectivas del cam-bio político. Y ello implica la nece-sidad de plantearse la disyuntiva en-tre socialismo democrático, como des-arrollo normal de la sociedad humana,o autoritarismo estatal, como reacciónde las clases ligadas a intereses vincu-lados a una forma de Estado aún vi-gente y respecto de la que no se haproducido una alternativa global quepermita transformar sus condicionesy superar su estado de crisis.

JUAN CARLOS GONZÁLEZ HERNÁNDEZ

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C H RISTINE BUCI-GLUCKSMANN

Gramsci y el Estado

(Ed. Siglo XXI. Madrid, 1978)

Antonio Gramsci es probablemen-te uno de los pocos dirigentes comu-nistas cuya labor de crítica intelectualdentro de la tradición marxista me-rece ser destacada por lo que tiene deaportación renovadora y descubridorade nuevos temas en el camino difícil,y aun prácticamente virgen, de la de-finición de un campo teorético (el delEstado y la sociedad política en ge-neral) donde el tratamiento que se leda deje de estar basado en la intui-ción interpretativa y el renuncio es-catológico.

Ello no quiere decir que las líneasde reflexión del pensamiento grams-ciano discurran por tal terreno (yalo advertía Togliatti: «fue primero unhombre de acción, después un teóri-co»), pero sí que elabora plantea-mientos estratégicos para la conquistadel poder diferenciados de los ya ha-bituales practicados .y sistematizadospor Lenin, al retomar algunos de losconceptos nodales de la interpreta-ción marxiana y darles una orienta-ción original.

Si en muchos casos se ha venidooponiendo la tesis de Marx de la diso-lución del Estado en un proceso tem-poral de progresiva extinción dentrodel conjunto de la sociedad civil unavez resuelta la contradicción esencialde la última sociedad pre-histórica (lacapitalista) a los resultados de los aná-lisis concretos realizados por el mis-mo Marx sobre las burocracias comoinstituciones políticas (y en los que

señalaría casi en exclusividad sus as-pectos negativos: organización de cas-ta, tendencia al secreto, parasitismo,etcétera), no se ha tomado concienciade que, seguramente, tal oposición esmás formal que real, es decir, no nosencontramos ante una, no ya ambigüe-dad, sino contradicción (pues ése seríael caso), puesto que todo el análisissocio-histórico y filosófico de Marxconduce inexorablemente a no consi-derar el Estado sino como la superes-tructura inherente a la dominación deunas clases por otras. Es este caráctersubordinado del Estado, el ser instru-mento en poder de una clase paraperpetuar su propia dominación bajolos signos de la legitimación ético-normativa de naturaleza abstracta,pero finalmente, con los medios con-cretos de la pura coerción, el que porlógica interna a la construcción mar-xiana ha de imponerse en la misma,y ello es debido a la remisión de todainstitución y organización políticas(aunque no sólo de éstas: tambiéntodo fenómeno religioso, ideológico,etcétera) al concepto que se instauracomo el eje central de todo su aná-lisis social: el de clase.

Así, pues, la crítica negativa delEstado es siempre la crítica del Esta-do burgués, ya que, de otro modo,Marx habría tenido que admitir laposibilidad de una «independencia no-relativa» de las formas de organiza-ción política y, en especial, de las re-laciones de dominación. Forzosamen-

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te había de ser así al considerar alproletariado como la negación abso-luta en el modo de producción capi-talista, negación que se transmuta enpositividad también absoluta en elmodo de producción que lo sigue: elEstado burgués queda barrido umver-salmente por la clase universal porta-dora en su misma existencia de la li-beración radical; por lo que si conti-núa habiendo alguna forma de coer-ción, ésta ha de tener (por necesidadontológica) el sentido de una dismi-nución constante hasta su desapari-ción; luego el Estado no pasa de ser,en el fondo, sino un fenómeno total-mente condicionado por la dinámicade las relaciones entre las clases.

Así como Lenin fue un innovadorpráctico (al enfrentarse a situacionesdiametralmente alejadas del modelomarxiano) que no altera los lineamien-tos esenciales de este esquema (sólolo hace en lo que se refiere al períodode transición y la dictadura del pro-letariado en la fijación de algunasfórmulas específicamente dedicadas alcontexto ruso), Gramsci va, sin em-bargo, a reelaborar ciertos aspectos deindudable interés en cuanto suponenuna revisión acentuada de los plan-teamientos conocidos. El primero deellos, recogido por Buci-Glucksmann,si bien no deduce nada del mismo,afecta a la división de intereses en elinterior de la burguesía e incluso desus fracciones superiores, las cualeshacen imprescindible que surja un ór-gano que cumpla una función unifi-cadora jurídica y políticamente; loque implica un Estado con una capa-cidad interventora no únicamente re-sidual respecto a la voluntad de laclase dominante.

La segunda aportación gramscianaen este terreno atañe a la ampliacióndel concepto de hegemonía; el Esta-

do no sobrevive sólo ni principalmen-te por el ejercicio de acciones repre-soras: junto a los aparatos tradiciona-les en la ejecución de este tipo detarea existen otra clase de aparatoscuya misión consiste en asegurar eldominio de la ideología de la claseen el poder a través de todo el cuerposocial o, en otras palabras, crear, or-ganizar y desarrollar el consenso. Ellono responde a una simple divisióncasuística, sino que, por el contrario,va a suponer el designar una nuevaorientación estratégica en la lucha po-lítica que puede ser nombrada comola de la conquista progresiva y pací-fica de la hegemonía cultural en sen-tido amplio y político-cultural, tareaque Gramsci señala ineludible en latransformación revolucionaria. Es esteaspecto más decididamente políticoen el que pone énfasis la autora, lle-vándola a identificar hegemonía condirección política y a extender el con-cepto como válido para el período detransición (predominio en relación alas otras capas sociales aliadas).

Mas tal interpretación peca al me-nos de atrevimiento, pues una y otravez Gramsci no llega más que a rozarlas implicaciones del tema, evitandoel trasladar a una fase posterior (larevolucionaria) el mismo esquema deanálisis sólo que esta vez invertido,por lo que cabe afirmar, tal como lohace Poulantzas en Poder político yclases sociales, que el concepto de he-gemonía está encuadrado sólo en lapráctica de la clase dominante y enla lucha que tiene como marco al Es-tado burgués.

La extrapolación que en este puntolleva a cabo Buci puede ser entendidasi consideramos que en Gramsci exis-ten dos acepciones imbricadas del tér-mino Estado. En la primera de ellas,Estado = hegemonía acorazada de

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coerción (Note sul Machiavelli..., pá-gina 132), que es la subrayada ante-riormente y la que apunta a la crea-ción de una nueva legitimidad antagó-nica a la dominante desde la ocupa-ción de posiciones de poder dentro delas instituciones del Estado burgués.Pero a ésta se superpone otra acep-ción, la de «Estado = sociedad polí-tica + sociedad civil», la cual, si seexaminan los textos básicos (especial-mente las Note sul Machiavelli, sullapolítica e sullo Stato moderno y Vas-sato e Presente), puede observarse queentronca de manera directa con lasformulaciones de Marx expuestas alprincipio de esta crítica, y según lacual las formas de organización polí-tica subsistentes ya no pueden deno-minarse propiamente como Estado, ladictadura del proletariado está basa-da en la representación directa de lostrabajadores, por tanto, es un «Es-tado» que no continúa el Estado bur-gués, es, en sus palabras, un «Estadopleno» que en su ampliación comien-za su extinción; pasándose así, y endefinitiva, a la sustitución del Estadode clase por la sociedad autorregu-lada.

Al arrojar bajo la misma fórmulaestas dos acepciones, Gramsci estabamezclando planos diferentes, dandopie a una confusión en la que encallaBuci-Glucksmann, confusión, por otrolado, que se acentúa en las líneas de-dicadas al Estado cuando se trata delobjeto de la Ciencia Política (Note...ypp. 79 y ss.).

Mas la selectividad en versión «po-litizada» que muestra la autora en eltratamiento de este tema estratégicodel pensamiento gramsciano no se re-duce en absoluto al mismo. Toda laobra presenta una acusada tendenciaa minusvalorar, si no sencillamente aomitir, la gran cantidad de ambigüe-

dades, incoherencias y simplificacio-nes que existen en aquél. Si Gramscimanifiesta una proclividad muy par-ticular a reducir y confundir los tér-minos de la teoría a-con los de lapráctica política, así, el elemento fun-damental en las relaciones entre infray superestructura sería el de las «re-laciones de fuerza» entre los adver-sarios políticos, y que tendría tresmomentos: el económico o sindical,el político y el político-militar o nivelde confrontación; o la clásica repeti-ción de que las críticas a la Revolu-ción soviética, por no tener reunidasésta las condiciones estructurales, espuro «economicismo»; o que el refor-mismo político no sólo se halla en«alianza objetiva» con el sindicalismorevolucionario en cuanto a los resul-tados políticos de su acción, sino quetienen ambos una concordancia teóri-ca en la separación de los elementospolíticos y económicos, lo cual es«ideología específica del modo de pro-ducción capitalista» —p. 170, Anto-logía (M. Sacristán)—, ello exige unanálisis previo de clarificación, así co-mo, desde luego, olvidar la posibili-dad de una «unidad sustancial de pen-samiento» entre el Gramsci de losconsejos turineses y el de las cárcelesmussolinianas, el último de los cualesva a exponer una serie de opinionespoco o nada ortodoxas respecto a lasideas de Marx (por ej., el que la bur-guesía tiene el carácter de clase di-

, námica, por lo que absorbe fácilmenteel cambio; o el que el factor primor-dial en la lucha político-cultural seala voluntad; o el que la fe no es ex-clusiva de los movimientos religio-sos), aspecto que es desconocido parala autora; quien, asimismo, marginacompletamente de su análisis lo queconstituye la parte más sugestiva dela reflexión gramsciana, la que se re-

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fiere a la vertebración política de lasclases sociales, el partido político, tan-to desde un punto de vista organiza-tivo como ideológico —tema en elque Gramsci posee una concepciónpropia que modifica en diversos pun-tos el referente leninista.

De unos y otros planteamientos he-chos por C. Buci parece desprendersela intención de someter arbitraria-mente a un molde parcial y unilateralaquello que difícilmente puede ser in-terpretado de tal manera; sintomáticaa este respecto es la ausencia de cual-quier referencia a los comentarios yjuicios dados por Gramsci en relación

a la Iglesia católica (influencia per-niciosa sobre el campesinado, clerocomo grupo de intelectualidad tradi-cional, conflicto por la hegemonía es-piritual con el Estado, etc., en lasNote y Gil intellettuali e Vorganiza-cione della cultura) y que le hacíandecir que «la conciencia crítica nopuede nacer sin una ruptura con elconformismo católico o autoritario y,por tanto, sin un florecer de la indi-vidualidad» (p. 353, Antología cit.),expresión alejada de toda contempo-rización de orden político táctico quees el predominante en Buci.

Luis ARRILLAGA ALDAMA

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