d23-hegem. y estrat. indep. cast

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23 Hegemonía y estrategia independentista UNAI APAOLAZA AMENABAR

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El título de este trabajo hace referencia directa al libro Hegemony and socialist strategy, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, publicado en 1985.Dicha obra, que podría considerarse un hito en el campo de la filosofíapolítica, retoma y renueva el concepto de hegemonía redefinido porAntonio Gramsci, y ayuda a diseñar nuevas estrategias para alcanzar objetivos políticos mediante la lógica de la hegemonía. En el citado libro, laestrategia tiene por objetivo el socialismo, pero, como veremos más adelante, la lógica de la hegemonía sirve para elaborar estrategias políticasindependientemente de su objetivo, desde el fascismo hasta el comunismo.Mis principales objetivos, al redactar este trabajo, han sido tres: en primer lugar, una lectura (favorable) del concepto de hegemonía; seguidamente, un análisis de las ventajas para la estrategia política de una lectura positiva del concepto de hegemonía, y, por último, por lo que a nuestrasituación en concreto se refiere, la incorporación de todo ello a una estrategia política que tiene por objetivo la construcción de un estado vasco.

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    Hegemonay estrategiaindependentista

    UNAI APAOLAZA AMENABAR

  • ndice

    Hegemona y estrategia independentistaUnai Apaolaza Amenabar

    Resumen

    3 Estrategias polticas victoriosas

    5 De qu hablamos cuando decimos hegemona? Una breve genealoga

    7 Lo universal, en poltica, expresa lo moralmente correcto

    8 Hegemona, o de cuando lo particular se convierte en universal

    10 La hegemona es la capacidad para atribuirse a uno mismo lo universal y al adversario poltico lo particular

    12 La va para la hegemona: crear un discurso hegemnico

    13 La hegemona y los sujetos polticos

    15 El abertzalismo ha dado de s todo lo que poda en lo que se refiere a la formacin del sujeto independentista

    18 La hegemona independentista: una nueva va hacia el independentismo, redefiniendo las dicotomas

    21 Bibliografa

    Documentos 23Abril de 2013

    www.mrafundazioa.org

    @mrafundazioa

  • Hegemona y estrategia independentista *

    Unai Apaolaza Amenabar

    Resumen

    El ttulo de este trabajo hace referencia directa al libro Hegemony andsocialist strategy, de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, publicado en 1985.Dicha obra, que podra considerarse un hito en el campo de la filosofapoltica, retoma y renueva el concepto de hegemona redefinido porAntonio Gramsci, y ayuda a disear nuevas estrategias para alcanzar obje-tivos polticos mediante la lgica de la hegemona. En el citado libro, laestrategia tiene por objetivo el socialismo, pero, como veremos ms ade-lante, la lgica de la hegemona sirve para elaborar estrategias polticasindependientemente de su objetivo, desde el fascismo hasta el comunis-mo.

    Mis principales objetivos, al redactar este trabajo, han sido tres: en pri-mer lugar, una lectura (favorable) del concepto de hegemona; seguida-mente, un anlisis de las ventajas para la estrategia poltica de una lectu-ra positiva del concepto de hegemona, y, por ltimo, por lo que a nuestrasituacin en concreto se refiere, la incorporacin de todo ello a una estra-tegia poltica que tiene por objetivo la construccin de un estado vasco.

    Estrategias polticas victoriosas

    Numerosos pueblos de todo el mundo han conseguido su independenciaestos ltimos cien aos, mientras que los pases que suspiran por su liber-tad los miraban con cierta envidia y se preguntaban: Cmo la han

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    * La versin original y en euskara de este artculo fue publicada en el nmero 2 dela revista Hausnart del colectivo Lapiko Kritikoa en diciembre de 2012. La FundacinManu Robles-Arangiz Institutua agradece, tanto al autor como al colectivo, que lehayan permitido su traduccin y posterior publicacin.

  • hecho? Cmo lo han conseguido?. Los activistas polticos de los pue-blos oprimidos han recurrido en no pocas ocasiones a la bsqueda delaxioma y de las leyes de la frmula mgica, hasta que, finalmente, se hanpercatado de que el funcionamiento de las sociedades y el de las mqui-nas no es idntico. Disponer de unos ingredientes concretos no conllevaun resultado cierto en la lgica de las sociedades. Los activistas de lospueblos oprimidos han vivido dicha situacin como una gran frustracin,ya que llegaban a la conclusin de que, al no contar con las mismas con-diciones objetivas que un pueblo que ha conseguido sus objetivos libe-radores, se alejaba la consecucin de los objetivos polticos. Para no caeren la frustracin, los activistas de los pueblos oprimidos, en lugar deluchar por sus objetivos polticos, se han limitado, con frecuencia, a inten-tar alcanzar las condiciones objetivas descritas por no se sabe qu libro ofrmula mgica.

    Pero no contar con frmula mgica alguna no debera ser motivo dedesesperacin para quienes desean cambiar el statu quo, sino todo locontrario, ya que la lgica de las sociedades tiende a dar ms relevanciaa los factores subjetivos que a los objetivos, a poner todo el peso y la res-ponsabilidad de la consecucin de los objetivos polticos en las personasde dicha sociedad, no en leyes objetivas y universales que la sociedadno puede controlar.

    Como sealbamos, lo que funciona en un lugar determinado delmundo no tiene por qu producir resultados positivos en otro. De todosmodos, se pueden extraer experiencias exitosas. De dichas lecciones, laprimera y ms importante es la del sujeto politico: la mayora de la socie-dad debe ser, necesariamente, partidaria de un determinado objetivo pol-tico; el sujeto poltico liberador debe contar con una mayora lo msamplia posible.

    Si observamos las vas para ampliar el sujeto poltico utilizadas por lospueblos que han tenido xito en su proyecto emancipador, veremos quedicha ampliacin se ha logrado alejndose de las esencias y de los parti-cularismos, y haciendo uso de la lgica de la hegemona.

    Los objetivos de cualquier grupo en la lucha por el poder solo podranlograrse si este grupo operara hegemnicamente sobre fuerzas msamplias que s mismo, que, a su vez, cambiaran su propia subjetividad.Gramsci habl de voluntades colectivas. Este populismo socialista est pre-sente en todas las movilizaciones comunistas exitosas de dicho periodo. Laafirmacin de Zizek de que el populismo entendido en este sentido esincompatible con el comunismo carece de todo fundamento. Qu otracosa estaba haciendo Mao en la Larga Marcha que crear una identidad

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  • popular ms vasta, hablando incluso de contradicciones en el seno delpueblo, introduciendo as una categora, pueblo, que hubiera sido anate-ma para el marxismo clsico? Y podemos imaginar los resultados desas-trosos que hubiera obtenido Tito, en la Yugoeslavia natal de Zizek, si hubie-ra hecho una estrecha apelacin a los trabajadores en lugar de llamar a lasamplias masas populares a resistir la ocupacin extranjera. En un mundoheterogneo, no hay posibilidad de accin poltica digna de dicho nombrea menos que la identidad sectorial sea concebida como el ncleo y el puntode partida en la constitucin de una voluntad popular mas amplia(Laclau,2008:54-55).

    As pues, el principal objetivo de este trabajo es el anlisis del funciona-miento de la lgica de la hegemona y de cmo utilizar esta para fortale-cer al sujeto independentista.

    De qu hablamos cuando decimos hegemona? Una breve genealoga

    Hegemona es un trmino que se oye cada vez ms en los discursospolticos. Su origen se sita en el siglo XIX, y fueron los socialdemcratasrusos los primeros en usarlo. Ms tarde, tambin lo utiliz el leninismo, yAntonio Gramsci le dio una centralidad absoluta. En la actualidad, es untrmino que usan con frecuencia los autores que escriben sobre cuestio-nes polticas.

    Segn la visin teleolgica del marxismo clsico, todas las sociedadesdeban superar diversas fases para llegar, finalmente, al comunismo, a unasociedad sin antagonismos de clase. El capitalismo era, en dicha lgica,una de las fases por las que, necesariamente, haba que pasar para alcan-zar el comunismo, y, por tanto, las sociedades capitalistas estaran mscerca del comunismo que las precapitalistas. Esta lgica mecnicaobserva la evolucin de las sociedades como si se tratara de una mqui-na que funciona con leyes propias. Nos referimos a las leyes de la econo-ma. Pero una teora poltica que deja a un lado la subjetividad carece derecursos para explicar muchos de los hechos que acaecen en una socie-dad. As pues, el concepto de hegemona empez a utilizarse para ofreceruna salida terica a dicho desfase del marxismo.

    El marxismo clsico afirmaba que la sociedad est dividida en clasesy que cada clase tiene sus propios objetivos polticos: la mera pertenen-cia a la clase trabajadora presupona una actitud favorable al comunismo,mientras que pertenecer a la burguesa presupona ser partidario de lademocracia liberal. Dichas identidades politicas eran, por tanto, estticas

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  • o esencialistas. Pero, dado que el marxismo clsico consideraba que paraalcanzar el comunismo era condicin sine qua non pasar antes por lademocracia liberal y, puesto que al menos en Rusia la burguesa local eradbil, no contaba con fuerza suficiente para derrocar al zar e instaurar lademocracia liberal. De ah que la primera teorizacin sobre la hegemonatuviera por objeto superar las contradicciones que provocaba en la clasetrabajadora el marcarse como objetivo poltico la instauracin de la demo-cracia liberal. Dicha teorizacin segua presuponiendo unos objetivosestratgicos propios a cada clase, pero, en determinados momentos,era posible fraguar una alianza entre clases (terminologa leninista).Dicha alianza deba ser, en todo caso, provisional, y durar solamente hastaalcanzar determinado objetivo poltico; una vez logrado dicho objetivo,cada clase deba retomar sus propios objetivos naturales: la burguesa,la democracia liberal; la clase trabajadora, el comunismo. Esta visin defi-na las identidades polticas en funcin de las esencias, es decir, daba porsupuesto que el mero hecho de pertenecer a determinada clase socialsupona posicionarse a favor de unos objetivos concretos.

    Fue Antonio Gramsci quien impuso una nueva manera de entender yde construir las estrategias polticas, dando una nueva dimensin al con-cepto de hegemona: la pertenencia a una determinada clase social nopresupone ya una voluntad poltica concreta, sino que es la voluntad pol-tica la que decide qu es cada cual. Un matiz extraordinariamente impor-tante.

    Gramsci define la hegemona como una direccin poltica, intelectualy moral. En su opinin, tener la hegemona va ms all de la supremacapoltica: hace falta liderazgo intelectual y moral. As pues, tener la hege-mona es tener la supremaca moral e intelectual. As lo expres DavidHowarth:

    Contra el objetivo de Lenin de construir alianzas provisorias entre las dis-tintas clases para acabar as con el dominio clasista, Gramsci argumentaque las clases sociales particulares deben trascender sus mezquinos inte-reses econmicos y pergear una ideologa o sentido comn. (...) Estosignifica que las diferentes clases y grupos sociales deben llegar a com-partir un arsenal comn de objetivos polticos basado en nuevos conjuntosde creencias y prcticas que forjen una voluntad colectiva. (Howarth,2008:319)

    Laclau, explicando las teoras de Gramsci, deja todava ms claro que lahegemona debe funcionar en el plano moral.

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  • Es en este movimiento del plano poltico al plano intelectual y moraldonde se opera la transicin decisiva hacia un concepto de hegemona queva ms all de la alianza de clases. Porque si un liderazgo poltico puedeestablecerse sobre la base de una coincidencia coyuntural de intereses quemantenga separada la identidad de los sectores intervinientes, un liderazgointelectual y moral supone que hay un conjunto de ideas o valores queson compartidos por varios sectores en nuestra terminologa, que ciertasposiciones de sujeto corten transversalmente a varios sectores de clase.Un liderazgo intelectual y moral constituye para Gramsci una sntesis masalta, una voluntad colectiva que, a travs de la ideologa, pasa a ser elcemento orgnico unificador de un bloque histrico (Laclau/Mouffe,1985:116).

    Gramsci opina que, evidentemente, dicha voluntad poltica no puedederivarse de la posicin que ocupa el individuo en la sociedad o de lascondiciones objetivas (clase, cultura). La voluntad poltica es subjetiva;por tanto, es en dicha subjetividad donde se debe incidir. Y la manera mseficaz de incidir es hacerlo en el mbito moral.

    Lo universal, en poltica, expresa lo moralmente correcto

    Pero, qu es la moral? Nos ocupara mucho tiempo explicar qu es lamoral, pero creo que, por el momento, ser suficiente con la explicacinque suele darse el primer da de clase de tica en la ESO: la moral es lamedida segn la cual todas las personas podemos valorar si las accionesconcretas (en su sentido ms amplio) son buenas o malas. Dicha medidao normativa viene condicionada por el momento histrico y el entorno enel que se vive.

    Por eso, y seguimos con Gramsci, cuando ste afirma que la hegemo-na es sobre todo moral, nos est diciendo, tambin, que para tener auto-ridad poltica hay que establecer, necesariamente, la medida de las nor-mas morales. Expresado en trminos sencillos, alcanzar la hegemona esconseguir que la mayora crea que los objetivos polticos que defendemosson justos, democrticos, es decir, buenos, mientras que los deladversario son injustos, antidemocrticos.

    En poltica, lo universal (la igualdad, la justicia, la democracia) seidentifica con valores positivos, mientras que lo particular (las reivindica-ciones polticas concretas de un grupo concreto en un momento histricoconcreto) se identifica, por lo general, con lo negativo. Que lo universal esbueno y lo particular malo (trminos morales ambos) es una identificacinque se hace en cualquier discurso poltico, implcita o explcitamente. Un

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  • objetivo poltico legtimo (moralmente bueno) sera, pues, aquel que esuniversal.

    Hegemona, o de cuando lo particular se convierte en universal

    Jean Paul Sartre escribi un sonado prlogo al libro de Gisle Halimi Leprocs de Burgos, publicado con motivo del famoso proceso. En dichoprlogo, Sartre ofreci cobijo ideolgico a la sntesis de socialismo y denacionalismo (universal, el primero; particular, el segundo) que impulsabapor aquel entonces ETA (sobre todo), y expres alguna ideas importantes.Sartre hizo una interesante reflexin sobre lo particular y lo universal, utili-zando como pretexto la lucha de ETA.

    La izquierda espaola (y la europea) aseguraba que la lucha por lapropia cultura y lengua era incompatible con la lucha por el socialismo. Enel citado prlogo, Sartre subray que dicha argumentacin era una argu-cia, una trampa, y afirm que hay dos tipos de universalidad: lo universalabstracto, por una parte, y lo universal concreto, por otra. La posicin dela izquierda espaola se situaba en lo universal abstracto; l, por el con-trario, nos situ a los vascos en lo universal concreto, subrayando la luchapor el socialismo (universal) y por nuestra cultura y lengua (particular) yaadiendo que la nica va para alcanzar lo universal es partir de lo parti-cular.

    Los conceptos universales abstractos solo existen, segn Sartre, en unplano terico; los universales concretos, por el contrario, son conceptosuniversales que crea un determinado grupo de gente en un momento his-trico determinado. Sartre afirm que la nica manera de materializar louniversal (la igualdad, la democracia, la justicia, la libertad, la paz) es louniversal concreto, es decir, que la nica va para alcanzar la justicia, porejemplo, sera partir de una situacin histrica concreta. Asegur, por otraparte, que la materializacin de lo universal solo puede conseguirse sialgunas reivindicaciones particulares simbolizan la justicia, la democracia,la igualdad, la libertad No se puede materializar lo universal sealabasi no est relacionado con alguna o algunas situaciones particulares, yaque se tratara de una universalidad sin contenidos, abstracta: las casaspueden construirse con ladrillos, piedras, paja, madera, y todas ellasson casas; lo que no se puede es construir casas sin material alguno. Aspues, la condicin necesaria para la existencia de lo universal es que estcontaminada por reivindicaciones polticas particulares. As expresSimone de Beauvoir la esencia de dicha reflexin:

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  • En el Proceso de Burgos se juzg a varios miembros de ETA, a quienes elrgimen de Franco acusaba de complot contra el estado. Gisle Halimi par-ticip como observadora en dicho proceso, y public el documento princi-pal en forma de libro (editorial Gallimard). Pidi a Sartre que le escribiera unprlogo, quien acept encantado. Contextualiz el llamado problemavasco, y relat su lucha, especialmente la historia de ETA. Conden enr-gicamente la opresin franquista, en general, y, en especial, el Proceso deBurgos, la manera en que este fue organizado y llevado a cabo. Aprovechpara expresar una idea a la que llevaba tiempo dando vueltas, partiendo deun ejemplo concreto; es decir, recurri a la esencia para aclarar la contra-diccin: por una parte, tenemos lo universal abstracto, aquello que citancontinuamente los gobiernos y entes similares; por otra, lo universal simpleo concreto, que se encuentra en las sociedades formadas por seres decarne y hueso. Afirmaba Sartre que lo universal concreto se materializa pordentro y por fuera en las revoluciones anticolonialistas, y que es ese, pre-cisamente, el concepto vlido, ya que sita a los ciudadanos en su contex-to, en su cultura, en su lengua, y no como si fueran meros conceptos.Contra el socialismo centralizador y abstracto, Sartre reivindic otro socia-lismo, descentralizador y concreto. Esa era, precisamente, la universalidadsingular vasca con la que ETA se enfrentaba a los opresores. Haba quecrear al hombre socialista, con los pies bien puestos sobre su tierra, su len-gua, sus costumbres. As, y no de otra manera, se conseguir, poco a poco,que el hombre deje de ser producto de su produccin y sea hijo del hom-bre (Txillardegi, 2006:35-36).

    Cuando hablamos de la separacin entre lo universal y lo particular, ladiferencia entre lo universal abstracto y lo universal concreto aparece confrecuencia. He aqu, como botn de muestra, la respuesta de Zizek en unaentrevista concedida a la revista Argia.

    Soy partidario de la universalidad. Pero la universalidad no tiene por qudejar a un lado tu particularidad. La cuestin no es renunciar a tu particula-ridad; al contrario, debes ver tu particularidad como un medio para tomarparte en lo universal. La idea de la izquierda universalista de que debemosrenunciar a nuestra identidad es errnea, ya que nadie vive en un espacioabstracto (Zizek,2010).

    As pues, la nica manera de plasmar lo universal (la igualdad, la demo-cracia, la justicia, la libertad, la paz) es lo universal concreto. Decirdemocracia no significa nada si no ubicamos dicha democracia en untiempo y en un lugar concretos. Otro tanto sucede con los conceptos dejusticia y de paz: si no los concretamos en lo particular, no significan nadaper se, o pueden significar cualquier cosa. Recordemos, por ejemplo, queFranco organiz la campaa 25 aos de paz para celebrar el 25 aniver-

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  • sario del fin de la Guerra Civil, o que el franquismo se autodenominabademocracia orgnica.

    Lo universal, por tanto, no es ms que lo particular que, en un momen-to dado, ha conseguido la supremaca. La lucha por la hegemona es, porconsiguiente, la lucha por convertir en universal lo particular, aquello a loque el grupo de cada cual da prioridad. Lo universal es lo particular dis-frazado; esa es, precisamente, la condicin para que exista lo universal.Resumiendo: lo universal es lo particular que ha logrado la hegemona, yse produce cuando una demanda particular es vista y aceptada como uni-versal, es decir, cuando una reivindicacin poltica particular expresademocracia, justicia, igualdad se produce el momento hegemnico.

    La expansin imperialista Europea tuvo que ser presentada en trminos deuna funcin universal civilizadora, modernizadora, etc. Por consiguiente, lasresistencias de otras culturas fueron presentadas, no como luchas entreidentidades y culturas particulares, sino como parte de una lucha omnia-barcante y epocal entre universalidad y particularismos. La nocin de pue-blos sin historia expresa precisamente la incapacidad de estos para repre-sentar lo universal (Laclau,1995:43).

    Para Gramsci, no obstante, la nica universalidad que la sociedad puedelograr es una universalidad hegemnica, una universalidad contaminadapor la particularidad (Laclau,2003:56).

    La hegemona es la capacidad para atribuirse a uno mismo lo universal y al adversario poltico lo particular

    Aunque la hegemona se utilice, a menudo, de manera cuantitativa hoy enda y, ms concretamente, se identifique con obtener ms votos y repre-sentantes que el resto de los partidos polticos en las elecciones, dichaperspectiva conlleva una interpretacin errnea del concepto de hegemo-na y, por consiguiente, un debilitamiento de su utilidad. La supremacaelectoral sin hegemona es posible, pero, en ese caso, la supremaca seraun elefante con pies de trapo y sera tan efmera como el viento sur en loms crudo del invierno. Por el contrario, la victoria electoral (refern-dum) fruto de la hegemona convierte los pies de trapo del elefante enotros de carne y hueso, y trae consigo la primavera.

    La lucha por la hegemona es la lucha por establecer la medida de lasociedad, ya que ser ella quien grade las gafas que utilizar esta. Lalucha por la hegemona es la lucha por construir lo que es normal, lalucha por disear los valores con los que va a vivir una sociedad. Una vez

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  • alcanzada la hegemona, los objetivos polticos pueden lograrse casi sinlucha poltica, ya que la sociedad tiende a apoyar lo hegemnico cuandoacta normal. Lo normal es lo apoltico, y, puesto que apoyar lohegemnico es apoyar lo normal, dicha actitud no puede considerarseuna accin poltica, sino moral. Para ser ms precisos, una accin moralcorrecta. Ms que de una accin poltica, se tratara de actuar con nor-malidad, con sentido comn, con humanidad

    De modo que la lucha por la hegemona ideolgico-poltica es siempre unalucha por la apropiacin de los trminos espontneamente experimenta-dos como apolticos, como trminos que trascienden los lmites polticos.(Zizek, 2001;191)

    Por citar un ejemplo concreto, analizaremos un discurso que, en la dca-da de los 90 del pasado siglo, tuvo un nivel de aceptacin (hegemona)considerable en Euskal Herria: el discurso que divida a la sociedad vascaentre partidarios de la violencia, por una parte, y demcratas, por otra.Quienes elaboraron dicho discurso, en lugar de dividir a la sociedad enbase a las posiciones polticas lo hicieron en base a las posiciones ticas,y subrayaron que dicha divisin era anterior a la poltica. Quienes pade-cieron la peor parte de dicha divisin (los violentos) vieron muy merma-da su capacidad para actuar e influir en poltica. Pero dicha divisin,supuestamente anterior a la posicin poltica de cada cual, es una herra-mienta poltica de enorme utilidad, y tiene por objetivo, precisamente, mer-mar cuanto sea posible la capacidad poltica del adversario poltico. Ladicotoma entre violentos y demcratas fue una estrategia poltica paradebilitar el independentismo, no una estrategia en pro de los derechoshumanos universales que deca defender.

    Crear una dicotoma entre posiciones morales en lugar de hacerlo enfuncin de las posiciones polticas es algo que hacen todos los movi-mientos polticos que gozan de una posicin hegemnica: afirman serrepresentantes de lo universal y que el adversario lo es de lo particular. Enlugar de utilizar la lgica poltica, quien goza de hegemona hace uso dela lgica moral.

    Lo que ocurre es que, actualmente, lo poltico se expresa en un registromoral. En otras palabras, an consiste en una discriminacinnosotros/ellos, pero el nosotros/ellos, en lugar de ser definido mediantecategoras polticas, se establece ahora en trminos morales. En lugar deuna lucha izquierda y derecha nos enfrentamos a una lucha entre bien ymal (Mouffe, 2007,13).

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  • La lucha por la hegemona es la lucha por la objetividad, por establecercules son las verdades. Contar con la hegemona supone ser poseedorde la verdad, de lo universal.

    Entender as la hegemona es una llamada a la accin, a ser eficaz uti-lizando cualquier medio. Ser eficaz, por su parte, es atraer las propiascoordenadas a la mayora de la sociedad (voluntad poltica), lo que no sig-nifica, necesariamente, que la mayora de la sociedad comparta nuestrosobjetivos polticos. Es un proceso anterior y ms primario, y significa quese est jugando en tu campo, con tus reglas. Acaso no invadi BushAfganistn (y luego Irak) en nombre de la democracia y de la justicia? Losinvasores llamaron primero Justicia infinita a la operacin y, posterior-mente, Libertad duradera, conceptos universales ambos, aunque lainvasin fue cruelmente violenta y cost muchos miles de vidas. Son lasventajas de la hegemona.

    La va para la hegemona: crear un discurso hegemnico

    Hemos definido la hegemona como un concepto que se sita en el planomoral pero diseado para ser utilizado con eficacia en el plano poltico: sepresentan las reivindicaciones polticas particulares como si fueran univer-sales, por lo que se convierten en moralmente buenas. Como sealba-mos antes, lo universal est estrechamente relacionado con lo moral, yaque la diferenciacin universal, bueno; particular, malo aparece, implci-ta y explcitamente, en todos los discursos. As pues, gozar de hegemonaes tener la capacidad de atribuirse lo universal como propio y de imputarlo particular al adversario. La hegemona es, por tanto, la capacidad dedisear el campo de juego. Pero, cmo se dibuja el campo y se redactanlas reglas de juego? Creando un discurso hegemnico.

    Un discurso no es, solamente, aquello que aparece escrito en loslibros o en los diarios, o lo que dice un predicador desde el plpito. Estodo eso, pero tambin mucho ms: adems de los relatos y de los dis-cursos de las lites, las creencias, mitos, valores de una comunidad (ylas acciones que provocan) tambin forman parte del discurso.

    El discurso constituye el terreno primario de constitucin de la objetividadcomo tal. Por discurso no entendemos algo esencialmente restringido a lasreas del habla y la escritura, como hemos aclarado varias veces, sino uncomplejo de elementos en el cual las relaciones juegan un rol constitutivo.Esto significa que esos elementos no son preexistentes al complejo rela-cional, sino que se constituyen a travs de l. Por lo tanto, relacin yobjetividad son sinnimas (Laclau, 2005;92).

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  • Por tanto, quienes optan por un determinado discurso quieren situar estepor encima de los dems discursos, es decir, quieren convertirlo en hege-mnico, ya que, en caso de que as fuera, dicho discurso sera fuente deobjetividad y de verdades. As, el discurso hegemnico de una sociedaddeterminada decidir qu es verdad y qu no lo es, qu est bien y quno, y, finalmente, qu objetivos polticos son prioritarios y cules no. Losdiscursos no son, pues, descriptivos; son herramientas para transformar larealidad, o para mantenerla tal cual. Quien pretenda cambiar el statu quodebe crear un discurso hegemnico; si no lo hace, le ser imposible cam-biar nada.

    Para que un discurso sea hegemnico, debe remarcar una y otra vez,implcita y explcitamente, la universalidad de los objetivos polticos quepersigue. Si las reivindicaciones en las que hace hincapi son particulares,dicho discurso no ser hegemnico jams, porque es imposible fijar lavoluntad colectiva de una sociedad haciendo mencin nicamente a loparticular. Ser, pues, muy difcil forjar un sujeto poltico que obtenga unamayora que persiga determinado objetivo poltico, puesto que es imposi-ble atraer a gente de otras posiciones polticas si el discurso no tiene elnivel de hegemona exigible.

    Un discurso ser hegemnico si utiliza la va de lo universal abstracto,ya que la mayora de la sociedad identificar con lo universal los objetivospolticos particulares que aquel pregona. Solo aquellos sujetos polticosque consigan expresar sus reivindicaciones polticas (particulares)mediante conceptos universales (es decir, aquellos que alcanzan la hege-mona) pueden conseguir sus objetivos polticos. Crear un discurso y con-vertirlo en hegemnico es la va para alcanzar dicha meta.

    La hegemona y los sujetos polticos

    Un grupo de personas con una voluntad concreta de incidir en la socie-dad comparte una identidad poltica. Incidir en la sociedad supone incul-car una voluntad o un deseo en los individuos de una determinada socie-dad. As pues, la poltica sera la accin de expandir la propia identidadentre el resto de individuos de la sociedad por parte de quienes compar-ten una misma identidad poltica.

    Como sealbamos al comienzo de este trabajo, la primera condicinpara alcanzar un objetivo poltico (el que sea) es que el sujeto poltico par-tidario de dicho objetivo tenga la hegemona en una sociedad concreta, esdecir, que debe tener el mayor nmero posible de personas de una socie-

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  • dad concreta a favor de un objetivo poltico concreto. Los sujetos polticos,por su parte, se crean y se difunden con los discursos polticos.Atendiendo a la lgica que utilizan, los que ms se escuchan son los queusan la lgica de la hegemona, por una parte, y los de la lgica de lasesencias, por otra.

    La lgica de los discursos esencialistas pretende disear el sujeto pol-tico a priori; quiere limitar con factores objetivos un sujeto que es poltico.De esta manera, los distintos discursos esencialistas llegan a la siguienteconclusin: ser poseedor de un factor objetivo particular lleva, lgicamen-te, a tener una voluntad poltica. Dichos discursos afirman que utilizardeterminada lengua, pertenecer a tal o cual clase social supone la exis-tencia de una voluntad poltica concreta. En opinin de Ernesto Laclau, losdiscursos esencialistas no tienen lgica alguna:

    La bsqueda de la verdadera clase obrera es un falso problema, y comotal carece de toda relevancia terica o poltica. Lo anterior no implica, evi-dentemente, que haya una incompatibilidad entre clase obrera y socialismosino la afirmacin, muy distinta, de que no es posible deducir lgicamenteintereses fundamentales en el socialismo a partir de determinadas posicio-nes en el proceso econmico (Laclau, 1985:112).

    El principal error de los discursos esencialistas sera, pues, el de negar lapoliticidad: al situar la formacin del sujeto poltico fuera de la voluntad,niegan la posibilidad de atraer, mediante la accin poltica, distintas volun-tades polticas a los propios parmetros. Desde este punto de vista, laconclusin es evidente: los sujetos polticos son estticos, es decir, ni seamplan ni se reducen. Los discursos esencialistas, al negar la variabilidadde los sujetos polticos, son, pues, una mera justificacin del estatu quo;no son capaces de crear sujetos polticos que puedan alcanzar objetivospolticos. Los discursos esencialistas niegan la poltica, dado que la polti-ca es, en buena medida, la lucha por captar voluntades.

    Es la voluntad poltica la que da forma al sujeto poltico, no una carac-terstica objetiva que huye de la voluntad. El sujeto poltico lo constituyenquienes apoyan un mismo objetivo poltico, y esa es, precisamente, lanica condicin: compartir un mismo objetivo poltico. La lgica de lahegemona subraya este hecho, que conlleva una nueva manera de enfo-car la lucha poltica, basada en la voluntad poltica (subjetiva) y no en fac-tores objetivos.

    Aceptemos, como hiptesis, que un factor objetivo concreto es deter-minante para compartir determinada voluntad poltica. En ese caso, la

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  • lucha poltica se limitara a que todos compartiramos el mismo factorobjetivo, algo que, evidentemente, no tiene sentido, es un puro disparate.

    La lgica de la hegemona nos dice, en referencia a los sujetos polti-cos, que nada es inmutable. Quien hoy no vota puede que maana lohaga; quien hoy acepta el capitalismo es posible que maana opte por elsocialismo; quien es hoy una mera pieza de un gobierno opresor puedeconvertirse en el mayor enemigo de dicho gobierno y, por ltimo, quienhoy es unionista puede ser maana independentista. Es lo que nos indicala lgica de la hegemona, que, bien utilizada, reporta beneficios polticosal sujeto poltico que opta por ella. Por el contrario, quien opte por la lgi-ca esencialista ver que el sujeto poltico va mermando, ya que prioriza laconservacin en detrimento de la expansin. Y un sujeto poltico que nose expande, que no crece, est condenado a desaparecer. Es solo cues-tin de tiempo.

    La idea de hegemona nos impele, pues, a luchar, dejando a un ladolos determinismos, sin establecer vnculos lgicos entre factores objetivosy voluntades polticas. Segn el concepto de hegemona, la consecucinde objetivos polticos depende de aquello que hacemos.

    Los lmites para la expansin de los sujetos polticos no son objetivos,al contrario de lo que afirma la visin esencialista, sino subjetivos, segnesta idea de hegemona, y, en la medida en que lo son, pueden ampliarseo reducirse. La lucha por la hegemona es una lucha por ampliar los suje-tos polticos, la voluntad poltica, y un sujeto poltico que quiera alcanzarobjetivos polticos debe, necesariamente, expandirse.

    El abertzalismo ha dado de s todo lo que poda en lo que se refiere a la formacin del sujeto independentista

    Los expertos coinciden en al menos una cosa al hablar de nacionalismo:es un movimiento o una ideologa creada en la era moderna, a finales delsiglo XVIII y a principios del XIX, para ser ms precisos. Ms polmicaresulta la cuestin de la existencia de las naciones antes de la aparicindel nacionalismo. Dicha cuestin, al igual que la mayora de las relaciona-das con este tema, se plantea como una dicotoma: 1) Pueden conside-rarse naciones solamente aquellas que son fruto de un discurso naciona-lista; 2) Ya haba naciones antes de que apareciera el discurso nacionalis-ta.

    Hubo naciones en la Era Premoderna, y numerosos escritos de lapoca dan fe de ello. La mayora de las veces, la nacin la conformaba la

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  • comunidad lingstica, es decir, quienes hablaban la misma lengua. Queaquella gente tuviera conciencia de pertenecer a dicha comunidad o no,apenas tena importancia: podan ser parte de la nacin sin que fueranconscientes de ello. Al igual que un roble no tiene consciencia de surobledad (entre otras cosas, porque el concepto roble lo hemos crea-do los humanos), tampoco quien hablaba alemn era consciente de supertenencia a la nacin alemana. Eran naciones sin dimensin poltica. Aspues, son diferentes la nacin creada partiendo del discurso nacionalistay la de la Era Premoderna.

    Por tanto, si se dice que la nacin es producto del discurso naciona-lista, estamos hablando de la nacin surgida hace unos 200 aos, no dela nacin de la Edad Media. Aun admitiendo la existencia de naciones enla Era Premoderna, lo que analizaremos aqu es el sujeto poltico al quellamamos nacin, marcado por el discurso nacionalista. En otras palabras:analizaremos la nacin que quiere incidir en la vida poltica. No es nuestraintencin debatir si hubo o no naciones en la Era Premoderna, ya que loconsidero un debate estril. Al fin y al cabo, lo que oculta dicho debate esla polmica entre quienes defienden la existencia eterna de la nacin yquienes afirman que la nacin es un ente en permanente construccin. Yaunque dicha polmica pueda presentarse, como en otros muchos casos,como un debate histrico, se trata, en realidad, de un debate poltico.Hablamos, pues, de un debate poltico disfrazado de histrico.

    Pero, de qu hablamos cuando mencionamos el discurso nacionalis-ta? De nacionalismo. Los diferentes nacionalismos han elaborado distin-tos discursos sobre la nacin: la nacin es esto o es aquello; la nacin ladefine la lengua, el territorio, la historia, la religin, la raza, la voluntad desus habitantes Llamaremos, pues, discurso nacionalista a aquellos quecrean los nacionalismos y a aquellos que crea y utiliza el sujeto de dichosdiscursos (la nacin). Por tanto, tratar a los trminos nacionalismo ydiscurso nacionalista casi como si fueran sinnimos.

    Diseando, creando la nacin, el discurso nacionalista (el naciona-lismo) tiene, pues, por objetivo la creacin de un sujeto poltico fuerte ohegemnico para, as, alcanzar ms fcilmente objetivos polticos. En elcaso de Euskal Herria, en la medida en que se trata de estrategias paraformar el sujeto independentista, hablaremos de estrategias para la inde-pendencia.

    El discurso nacionalista decamos antes es una estrategia paraalcanzar objetivos polticos. Pero, por qu se ha utilizado hasta ahora elnacionalismo, y no otra estrategia? La Revolucin Francesa es considera-

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  • da como uno de los principales hitos de la historia, y, a menudo, como elfin de los diferentes esquemas de autoridad heredados de la Edad Media.Ms all de los acontecimientos, tambin en el campo de la historia de lasideas aparece la revolucin burguesa como un hito o un smbolo, ya queafirmaba que el pueblo era soberano (en teora, al menos) e impuls eldebate sobre los derechos. Fue en tiempos de la Revolucin Francesacuando surgi la idea de que la soberana corresponda al pueblo y noa un rey elegido por Dios. El artculo tercero de la Declaracin de los dere-chos del hombre y del ciudadano dice as: La fuente de toda soberanadescansa, esencialmente, en la nacin. Ningn grupo ni individuo puedehacer uso de una autoridad que no emane expresamente de la nacin.

    El pueblo soberano se identifica con la nacin, y comienzan los dis-cursos sobre este nuevo sujeto poltico soberano. Son discursos que miti-fican a la nacin, y tratan de definir las condiciones necesarias para per-tenecer a esta. El objeto del discurso nacionalista es decidir cmo debeser ese nuevo sujeto poltico soberano que acaba de nacer, buscando laeficacia para alcanzar objetivos polticos. As pues, el surgimiento delnacionalismo viene a llenar el vaco dejado por la debilidad de los esque-mas de autoridad medievales. En la Era Moderna, se van debilitando losagentes de la Edad Media que conservan la autoridad, y los diferentes dis-cursos nacionalistas intentan definir, disear y moldear el nuevo sujetopoltico que est surgiendo: la nacin. Esta (la nacin) se convierte en elprincipio legitimador del estado moderno, mientras que el discurso nacio-nalista o el nacionalismo es la estrategia para justificar o conseguir el esta-do. La reivindicacin del estado propio (la independencia) no es unaherramienta para proteger a la nacin, sino ms bien al contrario: la nacines una estrategia para conseguir la independencia o justificar el estado.

    El surgimiento del nacionalismo vasco se produce cuando se afirmaque Euskal Herria es una nacin. El abertzalismo ha contado, desde susinicios, con diferentes maneras de estructurar el sujeto de la independen-cia; es decir, ha definido de diversas formas la nacionalidad: con la raza(Sabino Arana), la lengua, la clase social, y, los ltimos aos, con la his-toria, y con la lengua entendida de manera determinista. Todos estosintentos han sido estrategias polticas llevadas a cabo segn la situacinsociolgica del momento, intentos de estructurar el sujeto independentis-ta, con todos sus pros y sus contras.

    Si consideramos que ser abertzale es condicin indispensable paraser independentista, dificultaremos la tarea de estructuracin de un sujetoindependentista fuerte, ya que a la misin de atraer nuevos independen-

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  • tistas se le aade la de ser abertzale. Por otra parte, vista la confusin delos diferentes discursos abertzales para definir la nacionalidad, qu con-diciones habra que cumplir, exactamente, para ser miembro de la nacinvasca (independentista)? Saber euskera, ser socialista, ser navarro (sen-tirse)? Ms que un medio para estructurar el sujeto independentista, elabertzalismo, a menudo, se ha convertido en objetivo, hasta el punto deafirmar que para ser independentista hay que ser necesariamente aber-tzale.

    Si no se abre una va hacia el independentismo que no pase por elabertzalismo, ser muy difcil conseguir una mayora amplia, ya que elabertzalismo, en lugar de ayudar a estructurar el sujeto independentista,se convertira en freno y prisin de este. El independentismo ha avanzadoo se ha expandido cuando se le ha identificado con lo universal: la liber-tad, los derechos, la justicia, la igualdad Cuando se le ha identificadocon lo exclusivamente particular (as lo han hecho, con frecuencia, los dis-cursos abertzales), el sujeto independentista ha retrocedido.

    En el caso de Euskal Herria, solamente el independentismo que tras-cienda las fronteras del abertzalismo prodr conseguir su objetivo: crearun estado vasco.

    La hegemona independentista: una nueva va hacia el independentismo, redefiniendo las dicotomas

    Imaginemos, pues, aunque sea de manera somera, qu supondra que elindependentismo alcanzara la hegemona y cmo llegar a dicha situacin.

    Decamos que el discurso poltico que logra la hegemona tiene lacapacidad para definir el campo y las reglas de juego, y que dichas nor-mas afectan a la mayora de la sociedad. Este hecho no significa que lamayora de la sociedad apoye al sujeto poltico preferido por el discursohegemnico; significa, nicamente, que la mayora de la sociedad estobligada a vivir con los conceptos, valores, prejuicios que marca el dis-curso hegemnico. A corto y mediano plazo, todo ello supone la expan-sin del sujeto poltico preferido por el discurso hegemnico.

    Un discurso independentista hegemnico debe subrayar que la inde-pendencia, como objetivo poltico, es positiva, y, para tal fin, debe valersede lo universal, como ya hemos sealado. Un discurso independentistahegemnico debe identificarse con lo universal, remarcando que es sumejor garante. Durante aos, el abertzalismo (la estrategia para crear elsujeto poltico independentista) ha aceptado el campo y las reglas de

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  • juego del unionismo, motivo por el que ha definido su lucha como defen-sa de lo particular, en lugar de plantearla como defensa de lo universal.Los independentistas hemos aceptado, en buena medida, la dicotomaimpuesta por los unionistas, ya que plantear la creacin de un estadovasco se ha presentado, con frecuencia, como una defensa de lo particu-lar, dejando al adversario poltico (al unionismo) el monopolio de lo uni-versal: la opcin poltica justa, democrtica, partidaria de la igualdad;universal, en una palabra.

    Uno de los principales retos del independentismo es invertir, cambiardicha dicotoma. El independentismo que aspire a construir un estadodeber subrayar que la independencia es una opcin universal y que elunionismo atenta contra lo universal. El sujeto independentista conoceruna tremenda expansin si se acta as. Por consiguiente, debemos apro-piarnos de los valores universales que, con frecuencia, han solido utilizar-se para atacar al independentismo, y no dejar el monopolio de lo univer-sal a los unionistas, tal y como se ha solido hacer en demasiadas ocasio-nes. Un discurso independentista que aspire a la hegemona debe supe-rar dicha situacin, cambiando la dicotoma (demcratas/violentos, parti-cularista/universalista) que tanto ha marcado la actividad poltica y pre-sentar dicotomas diseadas por el independentismo. En la medida enque vaya logrando dicho objetivo tendr el independentismo una de lasprincipales llaves del xito.

    Hay que convertir la lucha por la independencia de Euskal Herria enuna lucha por la democracia, la justicia, los derechos humanos univer-sales. Expresado en trminos morales, hay que convertirla en una luchabuena, moralmente hegemnica. Si ponemos los valores particularescomo justificacin de la lucha, no daremos el salto de la lgica particulara la universal, no alcanzaremos la hegemona y, por tanto, no conseguire-mos nuestro objetivo poltico, la independencia. El independentismo con-seguir la hegemona en la medida en que los objetivos polticos particu-lares que se utilizan para justificar el independentismo simbolicen objeti-vos universales.

    Si en la citada dicotoma se disea un sujeto independentista y dichosujeto se apropia de los valores universales, es posible superar los lmi-tes que impone al sujeto independentista el discurso abertzale. Es difcilestructurar un sujeto poltico fuerte con los valores particulares, tal y comoha solido hacer el abertzalismo, ya que los sujetos as creados tienen porobjeto resistir, es decir, sufrir el menor desgaste posible. Pero identificar alsujeto poltico con la defensa de valores universales ofrece la posibilidad

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  • de atraer a nuestras posiciones a cualquier ciudadano, ya que no hay nin-guna condicin previa, salvo la de defender los citados valores universa-les. Y en la medida en que el discurso independentista hegemnico con-siga identificar la independencia con lo universal, pone una sola condicinpara ser independentista, la de querer la independencia, que equivaldra aquerer la libertad, la democracia, la igualdad

    Desde el momento en que el abertzalismo pas de instrumento para laformacin del sujeto independentista a objetivo, ha resultado perjudicialpara la estrategia independentista, ya que ha aadido la condicin de serabertzale al sujeto independentista. El abertzalismo ha sido un medio paraconfigurar el sujeto independentista, pero, al igual que todas las estrate-gias polticas, debe observar la situacin poltica del momento y adaptar-se a ella; de lo contrario, puede alejarnos de nuestros objetivos polticos.La estrategia de construccin nacional (digmoslo claramente), en lugarde ayudar a expandir el sujeto independentista, ha sido una compuerta decontencin para este, una jaula.

    Para superar los lmites que el abertzalismo impone al sujeto indepen-dentista, el independentismo tiene que apoyar un discurso que no pasepor el abertzalismo y que desemboque en el independentismo. Dado queel abertzalismo es una estrategia para crear el sujeto independentista, loimportante no es ser abertzale, sino ser independentista. Identificar aber-tzalismo con independentismo perjudica a la expansin del sujeto inde-pendentista, en lugar de ayudarlo. Se puede ser independentista sin serabertzale. La lgica de la hegemona puede sernos til en ese cambio deestrategia.

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  • Notas

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